Antimusulmana
Antimusulmana
Antimusulmana
IX
Alfonso o el annimo autor del Liber denudationis5, la experiencia directa adquirida en las
cruzadas y en las misiones predicatorias, en fin, las traducciones al latn y luego a otras
lenguas romances del Corn, de obras de tradicin musulmana y de otras de corte
polmico como la Rislat atribuida a Abd al Mash al-Kind6.
Existen dos razones complementarias que explican este fenmeno: la una, el hecho
de que la literatura generada por los martirios de mediados del siglo IX nunca tuvo una
gran difusin material entre los cristianos hispanos o extrahispanos, como indica la
escasez de manuscritos, antiguos o recientes, que han llegado hasta nosotros. Y es que
las obras en defensa de los mrtires fueron escritos clandestinos, de circuito reducido,
exponente de unas ideas y actitudes denostadas por una parte importante de la propia
comunidad cristiana. La segunda razn, que es la que ms nos interesa aqu, es que
resultaban poco tiles para los fines de los polemistas medievales.
En efecto, tanto la literatura antimusulmana elaborada en Oriente desde el siglo VIII,
como la que produjeron los letrados occidentales de los siglos XII y siguientes obedece a
otras finalidades y se enmarca en unos contextos polticos y culturales bien diferentes. No
me detendr a exponer este aspecto con detalle. Baste con tener presente que los
polemistas mozrabes ni pretendieron justificar razonadamente su credo ante las
inquisiciones de sus dominadores, a la manera de los cristianos orientales, ni tampoco
formar a un colectivo de predicadores en todo lo relativo a las doctrinas y prcticas
religiosas de los musulmanes, suministrndoles argumentos que persuadiesen a stos a
la conversin al cristianismo, como hicieron muchos telogos europeos en la poca de las
cruzadas. Ni siquiera parece que fuese una prioridad absoluta para aquellos ofrecer a su
pblico una informacin amplia y organizada sobre los principios de la fe islmica con
objeto de diferenciar con precisin aquellos puntos doctrinales en que podra llegarse a un
entendimiento y aquellos otros en que las diferencias resultaban insalvables. Antes bien,
los propsitos principales que los alentaban fueron contrarrestar la progresiva aculturacin
que experimentaba la comunidad cristiana, suscitando sentimientos de aversin hacia
todos los aspectos de la cultura dominante, y defender su propia posicin de apoyo al
movimiento martirial ante los ataques de sus correligionarios.
En abierto contraste con esta situacin, los polemistas europeos de la plena y baja Edad
Media compusieron sus obras en unos medios no sujetos y a menudo distantes del
dominio poltico y cultural rabe. Su pblico, por descontado, no sola tener ninguna clase
de experiencia directa del islam, de manera que era preciso suministrarle una imagen del
mismo, aunque sesgada, lo ms consistente posible. Adems, el ambiente de cruzada, a
la vez que estimulaba la labor propagandstica, aportaba nuevos datos procedentes de
fuentes orientales o de la propia experiencia sobre el terreno. Ms an, en una poca en
la que proliferaban los movimientos reformistas en el seno de la propia Iglesia, la
discusin de las doctrinas islmicas sirvi a menudo como pantalla sobre la que proyectar
las inquietudes religiosas domsticas. En suma, el renovado inters por el islam desde
5 Para Pedro Alfonso, vase la edicin de J. TOLAN - K.P. MIETH: Dilogo contra los judos. Para el
Liber denudationis, remito a la edicin de Th. E. BURMAN: Religious Polemic and the Intellectual
History of the Mozarabs.
6 Sobre este ltimo punto remito al estudio de M Th. DALVERNY: Deux traductions latines du
Coran au Moyen Age. Las referencias que hago en este estudio a la obra de al-Kind siguen la
traduccin francesa de G. TARTAR: Dialogue islamo-chrtien.