Analisis de La Palabra Evangelio y Evangelios
Analisis de La Palabra Evangelio y Evangelios
Analisis de La Palabra Evangelio y Evangelios
Jess Pelez
Universidad de Crdoba
La palabra evangelio, que significa buena noticia, es traduccin del
vocablo griego euangelion, formado por el prefijo eu (bueno, favorable, feliz,
dichoso) y la raz angell- (traer un mensaje, notificar algo de parte de alguien).
En el Nuevo Testamento son tres las palabras que remiten a esta raz: evangelio,
evangelizar y evangelista, que aparecen respectivamente 76, 54 y 3 veces.
El trmino euangelion (evangelio) se usa 76 veces en el NT, de las que 60
en los escritos paulinos, ninguna en los evangelios de Lucas y Juan ni en las
cartas de Tito, Hebreos, Santiago, 2 Pedro, Juan y Judas.
Esta palabra es de origen persa y aparece desde Homero (Odisea, XIV,
152.166; s. VIII a.C.) con el significado de propina o recompensa dada al
mensajero que trae la buena noticia de una victoria militar o simplemente una
buena noticia de carcter poltico o personal, que produce felicidad y alegra en
los destinatarios.
En griego clsico, euangelion (evangelio) se usa en plural (euangelia) para
designar los sacrificios de accin de gracias a los dioses por una buena noticia (gr.
euangelia thyein, ofrecer buenas noticias; cf. Aristfanes, Caballeros 656).
En textos contemporneos a los evangelios y en contexto religioso se
indica tambin con esta palabra la aparicin de un hombre divino, cuya venida
es acogida con alegra. As se refiere Flavio Filstrato a Apolonio de Tiana (Vida
de Apolonio de Tiana, I, 28); designa tambin los orculos o anuncios de algn
acontecimiento futuro (cf. Plutarco, Sartorio, 11,7-8; Flavio Josefo, Guerra juda,
III, 10, 6, 503) o el anuncio de una victoria o suceso militar (Plutarco, Pompeyo
41,4; Focin 23,6; Flavio Josefo, Guerra juda, IV, 656.2).
soberana: Qu hermosos son sobre los montes los pies del heraldo que anuncia
la paz (euangelizomnou akon eirns; hbr. mebasser), que trae la buena
noticia
Que dice a Sin: Tu Dios es rey. Con la llegada de este Dios-rey y su ascenso
al trono comenzara en la ciudad santa de Jerusaln una nueva era de paz, justicia
y salvacin a la humanidad.
En castellano tenemos la palabra albricias, de origen rabe y de la misma
raz del verbo hebreo basar (dar -alegrarse con- una buena noticia).
El verbo evangelizar aparece 54 veces en el NT, de las que una sola vez
en Mateo, 25 en Lucas-Hechos, 21 en las cartas paulinas, 2 en Hebreos, 3 en la
primera carta de Pedro y 2 en el Apocalipsis (en este ltimo caso en voz activa,
euangelz; no voz media, como en el resto). Este verbo no aparece en Marcos
que utiliza, sin embargo, en siete ocasiones el sustantivo euangelion. En Juan no
aparecen ni el verbo ni el sustantivo.
En el judasmo tardo recurre tambin la imagen del mensajero que trae
buenas noticias, aludiendo a un profeta desconocido, al precursor del Mesas o al
Mesas mismo. Este mensajero viene para anunciar la salvacin escatolgica o de
los ltimos tiempos (Peshitta R 36 l62a). En los textos de Qumrn (IQH 18, 14)
la designacin del mensajero como mensajero de la buena noticia recuerda
claramente a Is 61, 1-2: El Espritu del Seor est sobre m, porque el Seor me
ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar
los corazones desgarrados, para proclamar la amnista a los cautivos y a los
prisioneros la libertad, para proclamar el ao de gracia del Seor..., texto aducido
por Jess que se identifica con ese mensajero de la buena noticia a los pobres en
Lc 4,18-19.
20,11-18), a los de Emas (Lc 24,13-35) y a los once (Lc 24,36-39), as como el
mandato de misin universal (Mt 28, 16-20) y la ascensin (Lc 24,50-53). Este
apndice no est recogido por los mejores manuscritos (Vaticano y Sinatico);
Eusebio y Jernimo atestiguan que faltaba ya en los manuscritos a los que
tuvieron acceso, pero es ciertamente atestiguado por numerosos manuscritos
antiguos, por lo que las ediciones crticas del Nuevo Testamento, as como las
traducciones modernas suelen recogerlo. Uno de los manuscritos (el Freerianus,
designado con la letra W), que transmite tambin el final largo, intercal entre los
vv. 14-15, como comentario al v. 14, el fragmento siguiente cuya fecha de
composicin es indeterminada y que no se encuentra en las traducciones
ordinarias de Marcos: <Este siglo de iniquidad y de incredulidad est bajo el
dominio de Satn, que no deja que lo que est bajo el yugo de los espritus
impuros reciba la verdad y el poder de Dios; manifiesta, pues, ya desde ahora tu
justicia>. Esto es lo que decan a Cristo y Cristo les respondi: <El trmino de los
aos del poder de Satn se ha cumplido, pero otras cosas terribles se acercan. Y yo
he sido entregado a la muerte por los que pecaron, para que se conviertan a la
verdad, y no pequen ms, a fin de que hereden la gloria espiritual e incorruptible
de justicia que est en el cielo>. A este apndice se le aadi otro ms corto
con un lxico totalmente extrao al de Marcos, denominado final breve que dice
as: Han anunciado en compendio todo lo que se prescribi a Pedro y sus
compaeros. Despus de esto, Jess mismo envi por medio de ellos, de oriente a
occidente, el sagrado e incorruptible pregn de la salvacin definitiva. Amn.
Este final breve es transmitido por algunos cdices maysculos (L, y y otros).
Estos aadidos al final del evangelio de Marcos explican lo difcil de
aceptar que result a los copistas del texto de Marcos el final original (16,8) segn
el cual las mujeres no comunicaron a nadie la noticia de la resurreccin, debido al
miedo que tenan. De donde muchos han supuesto que el final original se perdi y
el actual final largo (Mc 16,9-20) fue redactado para colmar dicha laguna. De este
apndice se encuentran algunas reminiscencias en Taciano e Ireneo; no es seguro
que Justino Mrtir (Apol I.45) haga alusin al v. 20 del final primitivo. Sin
embargo, este final de evangelio (Mc 16,8) concuerda con la estructura y el ncleo
de ese evangelio en el que se muestra que los seguidores israelitas de Jess siguen
apegados a los ideales judos, defendiendo el privilegio de Israel y se les invita a
salir de Jerusaln, capital del sistema judo, para comenzar la misin universal a
partir de Galilea. El mensaje de la resurreccin se transmitir, no obstante, a travs
de otros seguidores no israelitas, entre los que se encuentra el evangelista Marcos,
representados en el relato de la pasin por figuras como Simn de Cirene (15,21)
y, a lo largo del evangelio por Lev (2,14) y otros personajes procedentes de
crculos de Israel homologados a los paganos.
La disciplina de la crtica histrica o de fuentes, nacida en el siglo XIX,
parti de la creencia de que los libros bblicos en su forma actual merecan poca
confianza como fuentes histricas, al no ser claros respecto a la cuestin de su
autora y estar cargados de tensiones y contradicciones, razn por la que resulta
difcil la reconstruccin histrica de los acontecimientos subyacentes a estos
textos. Resultado ltimo de las investigaciones de esta disciplina en el campo de
los evangelios sinpticos fue la elaboracin de la teora de las dos fuentes como
hiptesis para explicar el origen y formacin de los evangelios sinpticos. Segn
esta, Mateo y Lucas escribieron sus respectivos evangelios a partir del evangelio
de Marcos y otra fuente comn a los dos, designada con la letra Q (del alemn
Quelle, fuente); aunque los autores no se ponen de acuerdo en si esta fuente
circul en una o dos versiones distintas -QMt y QLc- o en si fue meramente oral o
lleg a consignarse alguna vez por escrito. Esta fuente habra aportado
fundamentalmente el material de logia o dichos y discursos de Jess no hallados
en el evangelio de Marcos y que se encuentra en Mateo y Lucas, cuando stos
coinciden. A estas dos fuentes (Mc y Q), Mateo y Lucas aadieron tambin
algunos materiales propios. La teora de las dos fuentes se ha propuesto a lo largo
de la historia de diversos modos, y sigue siendo en sus puntos principales una
buena hiptesis para una explicacin global del origen y formacin de los
sinpticos. Su ventaja respecto a las dems consiste en ser la explicacin ms
sencilla y operativa en conjunto para comparar unos textos sinpticos con otros y
explicar las mutuas dependencias.
Para resolver el problema sinptico se han propuesto muchas otras
hiptesis a lo largo del tiempo. Podemos citar tres: en primer lugar, la que,
siguiendo una tradicin antigua que se remonta a Papas, defenda la prioridad de
Mateo, segn la cual habra que ver en Marcos un resumen del evangelio de
Mateo y en Lucas una composicin realizada sobre la base de Marcos y Mateo; en
segundo lugar, la hiptesis de los fragmentos, para la que existieron en primer
lugar compilaciones
individuales
de
material evanglico ms
antiguo,
cuyo reinado se hace visible en la comunidad cristiana que pone en prctica las
bienaventuranzas. Esta comunidad de seguidores de Jess acoge en su seno, como
Jess lo hizo, a los pecadores y excluidos del pueblo: mujeres, nios y enfermos
de toda clase, principales destinatarios del anuncio de la buena noticia: No
sienten necesidad de mdico los que son fuertes, sino los que se encuentran mal.
Ms que justos, he venido a llamar pecadores (Mc 2,17), palabras de Jess que
no estn desprovistas de irona hacia los fariseos letrados que se consideran
justos y se escandalizan de su actitud de acogida hacia quienes se sienten social
y religiosamente rechazados. Esta actitud de acogida de Jess y de sus seguidores
aparece reflejada de modo destacado en las parbolas, gnero literario utilizado
solamente por Jess en el Nuevo Testamento, y que debe carcterstico del Jess
histrico. Las parbolas de la oveja perdida (Mt 18,12-14; Lc 15,4-7; Ev. de
Toms 107) y de la dracma (Lc 15,6-10), las del hijo prdigo (15,11-32), de los
invitados a la boda (Mt 22,1-13; Lc 14,16-24; Ev. de Toms 64), del samaritano
(Lc 10,30-37) y del fariseo y el recaudador son expresin de esta actitud
acogedora de Jess y los suyos hacia los excluidos del sistema judo.
Aunque este mensaje es comn a todos los evangelios, cada uno de ellos
presenta un perfil de Jess bien diferenciado.
As Mateo, que se dirige a una comunidad de lengua griega y de mayora
juda creyente, presenta a Jess como el Mesas enviado por Dios o nuevo
Moiss,
especialmente con su enseanza; sern los discpulos los que tendrn que
anunciar la buena noticia de Jess en el mundo entero, identificando en este caso
al evangelio con Jess mismo (Mt 24, 14; 26, 13).
Marcos, que escribe para cristianos no provenientes del judasmo, muestra
a Jess como el Hijo del hombre, esto es, aquel en quien se realiza la plenitud
humana; esta figura del Hijo del hombre es bien distinta de la imagen del mesas
que predominaba en tiempos de Jess, como restaurador de la hegemona de Israel
sobre los dems pueblos de la tierra. Marcos insiste especialmente en la
universalidad de un reino que rompe las fronteras estrechas del pueblo judo. Este
evangelista suele utilizar la palabra evangelio de modo absoluto (gr. to
euangelion, expresin que recurre seis de las ocho veces que la utiliza, si
incluimos la cita de 16,15) o determinada por el genitivo de Dios (Mc 1,14) o
de Jess Mesas (Mc 1,1), dando a entender que sus destinatarios comprenden
perfectamente su significado y alcance. Marcos es, por lo dems, el nico de los
cuatro evangelistas que pone la palabra evangelio al comienzo de su obra que se
abre con estas palabras: Orgenes de la buena noticia de Jess, Mesas, hijo de
Dios, identificando a Jess con la buena noticia que nos trae. Esta buena noticia
es la obra salvadora de Jess para el individuo y para la sociedad humana, el
reinado de Dios (1,14-15), aunque, al mismo tiempo, es la persona de Jess
mismo que establece ese reinado.
Lucas, que presenta a Jess como salvador, sigue bsicamente el esquema
de Marcos, con muchos datos nuevos, unos comunes a Mateo provenientes de la
fuente de logia denominada Q - y otros propios. En este evangelio, Jerusaln
ocupa el punto central, desde donde, en palabras de Simen (Lc 2,32), Jess ser
mostrado como luz que es revelacin para las naciones (trmino que designa a
las naciones paganas) manifestada en Israel (y gloria de tu pueblo Israel).
Llama la atencin que la palabra evangelio no aparezca en el evangelio de
Lucas y slo dos veces en el libro de los Hechos: en 15,7 donde Pedro afirma que
Dios lo escogi para que los paganos oyeran de mi boca el mensaje del evangelio
primero al judo, pero tambin al no judo, pues por su medio se est revelando la
amnista que Dios concede nica y exclusivamente por la fe, como dice la
Escritura (Hab 2, 24): El que se rehabilita por la fe, vivir (Rom 1, 16). El
cristiano debe vivir a la altura de esta buena noticia del Mesas, siendo fiel a ella
(Flp 1, 27), experimentando y colmando de este modo su esperanza de salvacin
(Rom 1, 16; 1 Cor 15, 2; Col 1, 5.23).
Este evangelio tiene ya en Pablo como destinatarios no slo a los judos,
sino tambin a los paganos o gentiles, de los que l se siente apstol cuando
afirma al comienzo de la carta a los Romanos: Esta buena noticia, prometida ya
por sus Profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo que, por lnea carnal,
naci de la estirpe de David y, por lnea de Espritu santificador, fue constituido
Hijo de Dios en plena fuerza a partir de su resurreccin de la muerte; Jess,
Mesas, Seor nuestro. A travs de l hemos recibido el don de ser apstol, para
que en todos los pueblos haya una respuesta de fe en honor de su nombre (Rom
1, 1-5; Gl 1, 16). De este modo la buena noticia del evangelio sale de las
fronteras limitadas del Israel histrico, haciendo que los paganos alabasen a Dios
por su misericordia (Rom 15, 9), no sin haber mostrado Pablo, antes de
establecerse en Roma, constante resistencia a considerar que la salvacin de Dios
se ofrece a todos por igual y que Dios no hace acepcin de personas, como
aparece claro a lo largo del libro de los Hechos, donde Pablo anuncia
habitualmente el evangelio en primer lugar a los judos y, en segunda instancia,
cuando es rechazado por stos, a los paganos. As afirma que se siente en deuda
con griegos y extranjeros, con instruidos e ignorantes; de ah mi afn por
exponeros la buena noticia tambin a vosotros los de Roma. Porque yo no me
acobardo de anunciar la buena noticia, fuerza de Dios para salvar a todo el que
cree, primero al judo, pero tambin al no judo (Rom 1, 14-16).
De modo ms tajante expresa Pablo su claro convencimiento de la
universalidad del evangelio al final del libro de los Hechos, que representa el
culmen de su conversin al universalismo de Jess, cuando, dirigindose a los
judos, debido al rechazo que el evangelio ha sufrido por parte de stos a lo largo
de su viaje desde Cesarea a Roma, proclama lo siguiente: Con razn dijo el
Espritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaas: Ve a ese pueblo y
dile: Por mucho que oigis no entenderis, por mucho que miris no veris,
porque est embotada la mente de este pueblo, son duros de odo, han cerrado los
ojos: para no ver con los ojos, ni or con los odos, ni entender con la mente, ni
convertirse para que yo los cure (Is 6,9). Por tanto, enteraos bien de que esta
salvacin se ha destinado a los paganos; ellos s escucharn (Hch 28,25-28). El
mismo convencimiento muestra ya en la carta a los Glatas al afirmar que se le
ha confiado anunciar la buena noticia a los paganos como a Pedro a los judos,
pues aquel que capacit a Pedro para la misin de los judos me capacit a m para
los paganos (Gl 2,7-8; cf Gl 1,15-16).
Asociados con evangelio y evangelizar aparecen en el Nuevo Testamento
verbos como keryssein anunciar, katangellein proclamar, lalein ton logon hablar,
contar el mensaje, didaskein ensear, didakh enseanza, didaskala doctrina,
paradidnai transmitir, homologein confesar y martyrein testimoniar.
Fuera de los Evangelios, los Hechos de los apstoles y las Cartas de Pablo
el trmino evangelio se atena hasta casi desaparecer. Las pocas apariciones de
esta palabra se encuentran en la carta a los Hebreos (4,2-6) donde se habla de la
buena noticia recibida a la que hay que hacer caso para entrar en la nueva tierra
prometida. En esta lnea se encuentra igualmente la primera carta de Pedro, donde
se muestra cmo el evangelio est en la base del proceso de salvacin y se exhorta
a vivir segn las exigencias de la fe, avisando de las consecuencias de la mala
conducta. La fe o adhesin al mensaje de Dios libera del pasado y hace capaz al
cristiano de amar a los dems. Esta no es una semilla humana, sino divina, que
comunica vida y esa es la palabra que os anunciaron (1 Pe 1,25).
Para el autor del libro del Apocalipsis, por ltimo, obra en la que el trmino
evangelio aparece una sola vez, este coincide con el mensaje de Dios como
anuncio decisivo de salvacin en la historia: una buena noticia permanente para
anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nacin, raza, lengua y pueblo (Ap
14,6).
Los autores de los primeros escritos cristianos, como acabamos de ver,
dieron un significado nuevo y especfico al trmino evangelio y sus derivados, al
identificarlo no ya con la propina o recompensa dada al mensajero que trae la
buena noticia de una victoria de carcter militar o de mbito poltico (el
nacimiento del emperador) o personal, ni con los sacrificios de accin de gracias a
los dioses por una buena noticia, ni con los orculos o anuncios de algn
acontecimiento futuro, ni con la aparicin de un hombre divino, como se haca en
el mundo griego helenstico, sino con la buena noticia del reinado de Dios,
anunciado por Jess y el anuncio, por parte de sus seguidores, de la buena nueva
de la muerte y resurreccin de Jess a todos y, muy especial, a los oprimidos de
cualquier clase, llevando as a cumplimiento las antiguas promesas de salvacin
expresadas por los profetas. Jess y su evangelio o el evangelio de Jess se
convierten de este modo en el referente vital de los grupos o comunidades
cristianas, cuyo objetivo era la escucha y puesta en prctica de esta buena noticia
y el anuncio de la misma hasta los confines del mundo entonces conocido.
Junto a los cuatro evangelios cannicos surgieron en las comunidades
cristianas primitivas los evangelios apcrifos (lit.: escondido aparte, sustrado a la
vista, secreto) que intentan colmar las lagunas que presentan los evangelios
cannicos, centrndose principalmente en la infancia y la pasin de Jess. Los
apcrifos reflejan la teologa popular del tiempo y delatan con frecuencia
tendencias gnsticas. Algunos de ellos estn datados en torno al siglo II, entre los
que destacan el Evangelio de Toms, el Evangelio de los Nazarenos y los de los