4cerron Palomino Linguistica Quechua
4cerron Palomino Linguistica Quechua
4cerron Palomino Linguistica Quechua
10
A L M A MAMAPAQ.
C e rr n -P a lo m in o , R o d o lfo
Lingstica quechua / R o d o lfo Cerrn-Palom ino;
C eniro de Estudios R egion ales Andinos B artolom
de Las Casas. - 2a ed. -- Cuzco: C B C , 2003.
' 426 p. ; grafs., maps.. Ibis. - (M onum enta
Lin g stica A ndina, 10)
L E N G U A Q U E C H U A / L IN G U IS T IC A
05.06.02 (C d ig o C B C -S ID )
D erechos reservados
Centro de E stu d io s R egionales A ndinos B artolotn de Las C asas (CBC ) y R odolfo C errnPalom ino
P rim era edicin: noviem bre de 1987
Segunda edicin: m arzo del 2003
C entro de E studios R egionales A ndinos B artolom de Las C asas (CBC)
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T U K U Y S H U N Q U N N /IW A N ,
KA YQIPA YALPAKUYNH
"N u n a p m i p a m a i c a "
R e z ( I 9 I 7 : 184)
Capitulo IV
Fonologa
4.0
En este captulo se ilustrar la reconstruccin de los fone
mas consonnticos y voclicos del protoidioma. Primeramente se discuti
r la postulacin de las consonantes y luego se har lo propio en relacin
con las vocales. En seccin aparte se tratarn algunos de los puntos controversiales en la reconstruccin fonolgica; asimismo se ofrecer tam
bin una breve discusin sobre el acento. Es de advertirse que las cogna
das proporcionadas aparecen en una notacin fontica aproximada. De
otro lado, los elementos no-cognados, pero de origen quechua, aparece
rn entre parntesis; la ausencia de cognadas, por el contrario, se indicar
mediante rayas intermitentes. Ntese igualmente que, para cada fonema
consonntico, se ha procurado proporcionar cognados que ilustren su
ocurrencia en contextos variados (inicial de palabra, inicial y final de
slaba, posicin intervoclica, etc.).
4.1
Consonantes
4.11
Correspondencias de oclusiva bilabial. La tabla No. 1 ofre
ce correspondencias para la oclusiva bilabial, la misma que aparece desta
cada en cursivas.
103
Cajamarca
Ama
zonas
(3)
(4)
(1)
(2)
Glosa
esconder
llevar
hoja/
ala
llano
------------- Del examen de las cognadas es fcil advertir que todos los dialec
tos presei-van, en comn, el sonido oclusivo sordo [p ] tanto en posicin
inicial de palabra (ejemplos (1 ) y ( 4 ) ) como en ambiente intervoclico
(cf. (2 )). N o ocurre lo mismo en posicin final de slaba (vase ( 3 ) ) ni
en contexto postconsonntico (cf. la segunda ocurrencia en (4 ) ) , En ambiente preconsonntico encontramos para el cuzqueo una [ f ] en lugar
de la esperada [p]. Y en posicin postconsonntica, en lugar de la oclu
siva sorda apai'ece su correlato sonoro (es decir [b]), en los dialectos nor
teos de Cajamarca, Amazonas y Ecuador.
Antes de aventurar alguna hiptesis que explique tales discrepan
cias conviene dejar sentado de una vez por todas que all donde todos
los dialectos testimonian invariablemente una [p] estamos frente a un
segmento heredado de la protolengua sin mayores alteraciones. De ma
nera que las formas originarias de las dos primeras cognadas seran,
aproximadamente (sin asumir todava ningn compromiso respecto de
los segmentos que no sean [p]), *paka y *apa. En cuanto a las cog
nadas (3) y (4) hay la necesidad de decidir cules de los dialectos preser
van la forma antigua y qu otros la han modificado. A l respecto caben
dos hiptesis: (a) <ue la forma cuzquea de (3) sea la forma ms arcaica,
y las otras, las que presentan la innovacin; del mismo modo podra pos
tularse que en (4) las formas norteas son las originales, al par que ls
de los dems dialectos muestran un cambio; y (b ), que tanto en (3)
como en (4) son el cuzqueo y los dialectos norteos, respectivamente,
los innovadores. En la medida en que en (3) cinco de los siete dialectos
presentan invariablemente [p] frente a una sola realizacin de [/], uno
estara tentado a aplicar la regla prctica del testimonio mayoritario en favor de una */p/ original; lo propio se descarta sin embargo
en el caso de (4), pues aqu la discrepancia separa a los dialectos en
dos grupos de casi igual peso testimonial (4 contra 3). De cualquier
manera, el procedimiento aludido resulta arbitrario toda vez que un
rasgo mayoritariamente registrado no implica necesariamente preserva
cin. Se hace forzoso entonces buscar nuevos criterios interpretativos
que al par que falseen una de las hiptesis afiancen la otra. Uno de tales
principios podra ser el de la plamibilidad fontica. S e ^ n ste, formula
do en trminos sencillos, frente a dos (o ms) segmentos fonticamente
104
jj^ilares, es mucho ms natural (por razones, entre otras, acsticoJrticulatorias) derivar uno a partir del otro, y no al revs. Aplicando este
criterio al problema planteado, se tiene que es desde todo punto de vista
Itontidl el que una oclusiva se debilite en posicin implosiva (final de
tihba) antes que, a la inversa, una fricativa se refuerce en el mismo con(xto- 1^''
estaramos frente a un caso de innovacin, en
yrtuci del cual la */p/ originaria deviene fricativa en el cuzqueo en policin final de slaba. Del mismo modo, en el caso de (4 ), aunque no
constituya una regla general (vase la sonorizacin en el tarmeo, Cap.
VI, seccin 6.1.41.2), es ms viable que la */p/ originaria se haya sono
rizado tras la consonante nasal, deviniendo [b], que sta se haya ensor
decido en el mismo contexto. En consecuencia, puede postularse que
las formas protoquechuas de los dos ltimos items del cuadro precedente
fueron *rai>ra y * pampa, respectivamente.
En relacin con el material ofrecido en la tabla, debe hacerse la
ualvedad en el sentido de que aqul permite inferir slo parcialmente los
procesos de espirantizacin y sonorizacin involucrados. La considera
(5)
(B)
(7)
(8)
Glosa
Ancash Junn
Caja- Ama
marca zonas
Ixuador
Aya- Cuzco
cucho
apu apu-
apu fapu-
/apu
fapu
/apu
u/ku
u/ku
uka
uka
in/i
inr/i
int/i
in/i
in/i
ini
wa/a
atar
usk' u
algodn
in/i
sol
preguntar
Comparando la distribucin ele las aeniaies en ei cuauiu picv.;(lente con la de las bilabiales en la tabla 1 resulta sistemtico el paralelo:
la |ll se mantiene intacta en (5 - 6), mientras que en (7 - 8) observamos
discrepancias en su tratamiento. Lo importante es advertir que son los
mi.smos dialectos los que, en un caso, optan por una [tj o [s] en (7), y, en
105
'i-
el otro, entre una [t] y [d] en (8). Siendo as, los criterios empleados para
postular */p/ son igualmente vlidos en la formulacin de */t/ para la
protolengua. De manera que es el cuzqueo el que cambia */t/ en posi.
cin final de slaba, realizndola como una [s] fricativa; por otro lado,
son igualmente los dialectos norteos, es decir Cajamarca, Amazonas y ,
Ecuador, los que sonorizan */t/ tras una nasal. En suma, */p/ y */t/ son
tratados de manera regular por las variedades descendientes del protoidiom a Consiguientemente, para las cognadas de (5 - 8) pueden postularse las siguientes formas originarias atribuibles al PQ: *tapu, *wata~,
*utku e *inti, respectivamente.
4.13
Correspondencias de oclusiva velar Las correlaciones de
la tabla siguiente ilustran el tratamiento de las consonantes velares en los
dialectos comparados.
T A B L A D E CORRESPONDENCIAS No. 3
Ancash Junn
( 9)
(10)
(11)
(12)
Cajamarca
Ama
zonas
/rimsa
Arimsa
/imsa
Aimsa
A:imsa
puAra
puAra (cupika)
puAa
Arimsa
Ainsa
pu/ca
pu^a
pu/ca
ha/ca saArsa sa/csa saXsa saXsa saksa saXsa
k\iUk& kuT]ka Aii%a Au%a kuTjga AniWd '
Glosa
tres
rojo
hartar
1l
cuello
106
4.14
Correspondencias de oclusiva postvelar. Las corresponden
cias ofrecidas en el cuadro que sigue permitirn la reconstruccin de un
fonem a postvelar sordo para el PQ.
TABLA D E C O R R ESPO N D EN CIA S No. 4
Ancash Junn
Cajamarca
Am a
zonas
Glosa
(13)
qam
am
?atn
kam
kaV
.vam
qar
(14)
(15)
/oha
usa
<7osa
/nisa
Arusa
xosa
qosa
marido
viaga
(16)
havta
su.ita
so.vta
suXta
(17)
seT^a
s\r)?a
seT^a
siTJga
llorar
suXta
s o A 't a
so.vta
seis
s\Vga
seT^a
seriqa
nariz
107
108
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
(23)
(24)
(25)
(26)
Cajamarca
Ama
zonas
Glosa
seco
caki
caki
caki
caki
caki
besar
muca
muca
muca
mu
ca
muca
mu/a muca
man/iamanca- manrfza- manJa- man/fa- mancamanca asustarse
Maki
caki
caki
kaca ka<*aucpa
kicki
ucpa
kicki
caki
caki
kaca kaca
ucpa
kicki
ucpa
kicki
caki
kaca
uspa
kisT<i
caki
caki
kaca kaca
hilar
carne
pie
enviar
ucpa
usp*'a
ceniza ,
kicki
kiki
estrecho
109
dejado por aqulla, es decir cambi a /c/: o sea que, por ejemplo
*inuca besar dio iiiutsa pero *kaca- enviar pas ak a ca -. De est
modo, a la /c/ del juninense, cajamarquino y amazonense, responder el
ancashino con una /ts/ y a toda // de los mismos dialectos replicar con
una c : la correspondencia es, pues, perfectamente sistemtica.
(32)
(33)
suilca
wasa
(34)
ispa-
iuska i"udzka
---
iuka
juTka
finignito
wasa
waia
wa/a
was'a
wasa
wasa
detrs
ikay
iiTay
iike:
iskay
iskay
iskay
dos
is'pa-
ispa-
ispa-
is'pa-
ispa-
hispa -
mear
(27)
iuka
Ancash Junn
Cajamarca
Ama
zonas
Glosa
/jaru /;alu
saru
saru
saru
saru
saru-
pisar
Caja- Ama
marca zonas
(28)
/lara
//ala
sara
sara
sara
sara
sara
maz
(29)
qa//a
asa
qasa
kasa
kasa
xasa
qasa
hielo
(36)
haUiT]
/latUTj
atuTj
atuT]
/latuTj
//atuTj
(30)
LsgoT?
S?UT?
isqoT?
iskuT?
iskuT?
LsxoT?
isqo?
nueve
(37)
/lica
h'ica
ca
ica
/lica
/;ica hica.
(31)
110
(cuta) aysa-
aysa
e:sa . aysa-
aysa
aysa-
halar
(38)
/(utsa
Auca
(39)
/lumpi
/lumpi
uca
/latuTj
uca
/luca
/luca
/luca
umbi
ftumbi
/;umpi
/lumpi
Glosa
grande
verter
culpa
sudor
111
La reconstruccin de las nasales del PQ no ofrece ningn probletal como se puede apreciar a travs de un rpido cotejo de las diverjgs cognadas en cada uno de los dialectos de la tabla precedente. Los
(jatos permiten sostener que el quechua originario tena */m/, */n/ y
//. Las siguientes observaciones deben tomarse en cuenta; (a) la */m/
en po.sicin final de slaba se asimila a la consonante siguiente en las va
riedades de Ecuador y Ayacucho (cf. el item 42); el cuzqueo, por otro
lado, presenta un caso ms general, pues aqu (como podr apreciarse en
los tems 9 y 13) toda /m/ en posicin implosiva cambia a /n/; (b ) la *//,
constante en todos los dialectos, sufre un proceso de depalatalizacin
gn el quechua ancashino, confundindose con la /n/. Teniendo en cuenta
las anotaciones hechas, las formas etimolgicas de las cognadas de la
tibla 8 seran como sigue: *maki, *ama, *yamta, *ismu, *nina, *yana,
*anya, *wayna, *fiawi, *w au- y/jh/h-, respectivamente.
4.19
Correspondencias de lateral y vibrante. En la tabla que
sigue se ilustran las ocurrencias de las consonantes lateral y vibrante en
los dialectos elegidos. Con el objeto de destacar mejor lo acontecido con
el fonema /T/ se ha reemplazado esta vez el ancashino por el tarmeo
(tambin dialecto juninense), lo que implica que Ancash, en este respec
to, permanece ms o menos fiel a la protolengua. Ntese que ahora Tarma contrasta con Huanca.
TABLA D E C O R R E S PO N D E N C IA S No. 9
4.18
Correspondencia de las nasales. Las cognadas ofrecidas
en la tabla siguiente ejemplifican las ocurrencias de las nasales en los
dialectos estudiados.
TA B LA D E C O R RESPO N D EN CIA S No. 8
Ancash Junn
Cajamarca
Ama
zonas
(40)
w/aki
ff/aki
/7/aki
waki
(41)
a/na
ama
ama
ama
(42)
ya/nta
yamta
yama
iSAWU
(43)
ya/nda (ya/ta)
yanta
Tanta
is/nu
(44)
mna
nina
nina
nina
n'ma
n'ma
nina
(45)
yana
yana
yana
yana
yana
yana
yana
(46)
ar?ya a-Vya-
arya~
a?ya arya-
arya arya-
(47)
wayna
wayna
wayna
wayna
(48)
wawi
(49)
(50)
112
wayna
wayna
Glosa
mano
Glosa
(51)
/aki
/aki
zaki
/zaki
zaki
7aki
Zaki
pena
(52)
ki/a
ki7a
kiza
kirfza
kiza
ki7a
ki/a
luna
(53)
alha
a/pa
aspa
at/zpa
azpa
aJpa
hapa
ayzu
ay/ii
ay7u
tierra
familia
(54)
ay/u
ayAl
ayzu
e-.dzu
no
lea
(55)
pudrir
(56)
(57)
fuego
(58)
wa?/a
wax/a
wakra
rima rima
karu
kam
hablar
warmi
warmi
mujer
waxra
waxra
cacho
lejos
negro
reprender
wayna
joven
awi
awi
awi
awi
awi
awi
wa/;u wartu wa/u wa/u wau wau
wau
pu/ju pu/Tu puu puu [juu- puu
pu/u
morir
ojo
dormir
113
Por otro lado, del cotejo de las formas listadas en (63 - 66) resul
ta evidente que la lengua originaria posea tambin la semiconsonante
*/y/. Cabe notar que en Ancash la secuencia *ay se monoptonguiza en
[e:l (cf- tambin los items 22 y 34). Lo propio ocurre en Amazonas
L f. 22 y 34), aunque en la tabla 10 no figuren ejemplos que lo demues
tren. Tales cambios son perfectamente regulares, de modo que, como en
el caso anterior, se postula el protofonema */y/. Ntese, incidentalmenle que la forma cuzquea del item 66 es un arcasmo, siendo hayku
gu versin moderna.
De acuerdo con lo sealado, se proponen para las cognadas ofre
cidas las siguientes formas bsicas originarias: *wawa, *awa-, *mawka,
*uywa-, *yiiraq, *mayu, *ptikyu y *y a y k u -, respectivamente.
4.2
Vocales
(59)
(60)
(61)
(62)
tvavva
vatva
^urax
;-ula?
(64)
ma>u
ma_(^u
(65)
pukyu
pukj'u
114
Ama
zonas
ivavva
Hau'a
waHa Kaiva
u'aii'a
a>va aua aH'a aiva aiva aiva aiva
makii'a manka maivka mo;ka mau>ka maivka maH'ka
uytva uyvva uyiva
uyiva uytva
(63)
(66)
Cajamarca
/urak
pukju
Ancash Junn
Glosa
bebe
tejer*
usado
criar
Ama
zonas
Ecuador
Aya- Cuzco
cucho
Glosa
(67)
qepa
ipa
qepa
k/pa
k/pa
xepa
q*epa
detrs
(68)
weqe
v/iVi
(waqay)
w/k/'
w/k/
viexe
v/eqe
lgrima
(69)
(70)
(71)
(72)
>'uraX
>*uraX
^urax
^urax
blanco
ma/u
(yaku)
ma>'u
ma>u
ro
(73)
pugvu
puk><u
puX><u
manantial
(74)
entrar
(75)
Cajamarca
q oH
qoqoTWak
/
/
T
J
gff
X
O
T
J
X
fl
qoTjqa urp.a qoTjga- kuTjga
escapar
lengua
dar
olvidar
llegar
coya coya coya cayo cflya
estar
de pie
sayak//
sa:ku sfl:ku- sayaki/sayaku Soyari sayakwtoiki to:k t/yak/ Uyakti- tiyari t/yak// t/yaku sentarse
ca:
ca:
115
116
75)- Todo conduce a pensar que en los dialectos primeramente menciodos oper un cambio en virtud del cual la semiconsonante */y/ fue eli
dida cuando apareca entre dos vocales bajas, dando lugar a un encuentro
ocli<^o inusitado que deriv en la fusin de las dos aes en una sola larga
%aya > oo > a :). Las cognadas de (75) son algo diferentes de las anterioLs puesto que aqu la secuencia es *iya y no *aya. A l respecto, Parker
/1971-' 5 3 -59 ) postula que el contexto para el cambio se daba no solaJnente cuando la vocal precedente era [a] sino tambin [i], es decir en
tanto no fuera una vocal posterior redondeada (o sea [u]). Segn esto,
una forma antigua *fiyaku habra dado ta.kn.
En realidad no es fcil determinar con precisin el contexto en
que se produjo el cambio, pues los casos que lo ilustran son bastante li
mitados. Por nuestra parte, opinamos que la elisin de yod tuvo lugar
g61o al interior de vocales homorgnicas. O sea que para las formas atesti
guadas liya... se propone una instancia intermedia *taya..., que sin em
bargo no se da en ningiin dialecto moderno. Una vez uniformizada la
secuencia aya (para 73 - 75), desaparece el elemento discordante; pero
ello implica, a su turno, postular que la forma *taya... mud atiya... en
los dialectos no-centrales. De otro lado, es de notarse que no toda se
cuencia *aya termina en [a:] en los dialectos centrales; por el contrario,
abundan los contraejemplos (verbigracia, aya cadver , haya picante,
(aya- llamar, etc.). Bien miradas, las secuencias que derivan en alarga
miento involucran la presencia de un protomorfema ya, de significado
aspectual, y es ste el que sufre el cambio: estaramos, pues, frente a un
condicionamiento gramatical y no slo fonolgico (para * ya, vase
Cap. V, seccin 5.24). Incidentalmente, es de notarse que el quechua
huanuqueo del Huallaga preserva la forma caya llegar, siendo uno de
los pocos dialectos de QI que registran tal forma (cf. Weber y Landerman
1985; para otros casos de retencin en los dialectos yauyinos, vase Taylor 1984).
Por lo dems, el cambio sealado es muy importante, pues ello
determin el surgimiento de vocales largas en los dialectos centropenianos (para ms detalles, ver seccin 4.34). Ntese, adems, que el produc
to del mencionado proceso fue el surgimiento de vocales largas de un
solo timbre es decir [a :], y, de otro lado, que dicha vocal se acortaba
como lo hace en las variedades modernas que manejan cantidad voc
lica al ser trabada por una consonante.
L o dicho hasta aqu permite postular, para las cognadas de la
tabla 11, las siguientes formas originarias: *qipa, *\viqi, *qispi, *q a lti-,
* q u -, *qu n qa -, *ca-ya-, *sa-ya-ku y *ta-ya-ku, respectivamente.
Ntese que en el Ecuador el sufijo - k u (mediopasivo) es reemplazado
p o r _ n (cf. Cap. V, seccin 5.22).
4.3
Aspectos controversiaes. Conforme se anunci, en esta
seccin se discutirn algunos temas conflictivos que surgen en la recons
truccin del sistema fonolgico del protoidioma. Tales aspectos se rela
cionan con (a) la existencia de consonantes glotalizadas o eyectivas en el
117
118
119
Para mayores referencias sobre las laringalizadas, ver Cap. VI, sec
cin 6.21.1. Asimismo, como quiera que este asunto se relaciona ntima
mente con el problema de la filiacin entre el quechua y el aru, el tema
ser discutido nuevamente en el Cap. XI.
4.32
La naturaleza fnica de las sibilantes. Tal como se mencio
n en el captulo anterior (cf. seccin 3.31), fue Rowe (1950) quien por
primera vez postul, en base a evidencias filolgicas y dialectales, la exis
tencia de dos sibilantes para lo que l llam quechua clsico. Los trabajos
posteriores no hicieron sino conoborar dicha hiptesis, sobre todo gracias
al abundante material proporcionado por los dialectos centro-norteo pe
ruanos. En efecto, como se vio, tanto Parker como Torero postulan */s/ y
*/s/. En fecha reciente, sin embargo, Landerman (1982) puso en tela de
juicio el carcter palatal de */s/ recogiendo los reparos formulados por
Rowe. Ya en 1950 este autor haca notar que Gonzlez Holgun (1607,
1608) distingua sistemticamente, por un lado, entre < g > < z > ; y
entre < s > <ss>, por el otro. Ante la evidencia del ecuatoriano, Rowe
postulaba que el primer par de grafas representaba /s/, mientras que el
segundo con-esponda a otra sibilante. Ahora bien, sta no poda ser / i/,
puesto que Gonzlez Holgun sealaba explcitamente que el cuzqueo
no tena < x > , es decir /s/, pues tal era el valor que al parecer tena an
tal grafa. Landerman, luego de hacer un examen minucioso de los testi
monios de la poca especialmente el de los gi-amticos del quechua y
aimara, e incluso del azteca, a la luz de un examen de la situacin lin
gstica hispnica del momento en relacin con las sibilantes, llega
a las mismas conclusiones de Rowe. Describiendo, si bien algo impre
121
120
122
jegundo segmento slo ocurre en contacto con /i/ y tras /y/, estara indi
precisamente el estadio inicial del cambio y no la fase final de una
mutacin */s/ > /s/ que, desde el punto de vista de la naturalidad de los
c a m b io s , resultara anormal (cf. Cerrn-Palomino 1987). De ser cierta la
hiptesis, el huanca sera el nico dialecto moderno que preserva la dis
tincin originaria de la protolengua. Por lo dems, sera iluso pensar que
jll termina el problema. Hay todava muchos cabos sueltos que presenta
la reconstruccin de las sibilantes, como lo sealan Taylor (1982b) y el
propio Mannheim.
cando
4.33
razn para ello es que los dialectos modernos, aparte de ofrecer contados
lexemas portando /!/, no parecen proporcionar suficiente base como para
atribuirle a la protolengua el registro de dicha lateral. La existencia de
sta en algunos dialectos centrales, como el tarmeo y el huanca (cf.
4.19), se debe a cambios operados al interior de tales variedades. Sin em
bargo, Pai'ker (1969b: 124-127), tras reunir en distintos dialectos una
decena de lexemas portadores de tal fonema, propone */l/ pai'a el protoidioma En efecto, dicho autor seala que del examen de los items enu
merados por l, se hace necesario postular tal protofonema, como un
segmento de baja frecuencia comparable a la de la */h/- , aunque admi
te la hiptesis, sostenida tradicionalmente, de que su existencia se deba
a una influencia sustratstica aru.
La distribucin sistemtica de la */h/, aunque defectiva (oponin
dose a su ausencia en los dialectos que la eliminan), en contraposicin a
la de la /!/, cuya presencia est determinada por el hecho fortuito del re
gistro o no de los pocos vocablos que la contienen (aunque una forma
como luyen venado es al parecer universal en quechua; an as, el do
minico la consigna como Uuychii), parecera sugerir que sta constitua
ms bien un elemento marginal y parasitario dentro de la protolengua,
por lo que tal vez no debiera postulrsela como fonema de la misma, al
menos mientras no se acumulen ms datos que prueben una con-elacin
sistemtica dentro de un conjunto de cognadas debidamente estableci
das (es decir, libres del fantasma del prstamo). Por lo dems, los datos
de Parker sugieren que la [1], como alfono de */l/, se daba cuando sta
apareca ante una dental; por ejemplo palta ovalado , malta joven , pro
venientes tal vez de *palta y *rnaJta, respectivamente. El mismo origen
de estas voces, asimiladas en el castellano americano, permanece sin em
bargo oscuro.
Con todo, la reconstruccin del sistema fonolgico del PQ con
una */!/ sin tener una contraparte */l/ no deja de ser problemtica, ha
bida cuenta de que es una tendencia universal el que una lengua que tiene
una palatal lateral supone la posesin de una lateral alveolar y no necesa
riamente al revs. Este hecho, unido a la observacin de las diferentes
realizaciones que adquieren los reflejos de la *// en diversos dialectos
poco estudiados hasta ahora, as como los cambios operados sobre ella
(por ejemplo, la depalatalizacin ocurrida en el tarmeo), sugiere la idea
123
(2)
Persona
actora
Ayacucho
wasi-.cuku-.urna-.-
wasi-^
cuku-j'
uma-j'
mi casa
mi sombrero
mi cabeza
puli-.puu-.'
paka-.-
puri-H/
puu-///
paka-///
(y o ) camino
(y o) duermo
(y o) escondo
124
462-463) no descarta esta posibilidad).Hay, de otro lado, un recurso conin empleado por los dialectos representativos: cuando la base nomi
nal termina en consonante, entonces se apela al uso de un estribo que
tiene la forma de - n i, que en s no significa nada, pero que hace las veces
de un peldao necesario gracias al cual se puede marcar la posesin:
Junin
(3)
A y acudi
yawar-;':
m:sas-Hi:
yawar-///-y
rusas-M-y
mi sangre
mi rosa (<esp. rosa)
mi casa
mi sombrero
mi cabeza
pur-j)
pu-j'
pak-j'
(y o ) camino
(y o ) duermo
(y o ) escondo
126
"
?
fonolgica de dicho morfema es oscura (cf. Parker 1971; 105, nota 6),
jlecide reconstruir un fonema de intensidad. N o puede dejar de destacarjg en este punto que ninguno de los autores parece satisfecho de la decigin tomada. El propio Torero pone de manifiesto su insatisfaccin al
intentar abjurar de la posicin adoptada en 1964 para ensayar otra solu
cin (cf. Torero 1969: 297), todava ms discutible. En Torero (1974;
17, 19) se vuelve a la posicin inicial, para, finalmente en Torero (1983)
optar, al parecer definitivamente, por rechazar la existencia de vocales
largas en el PQ.
No se discutirn aqu en detalle (vase el captulo siguiente) los
distintos argumentos esbozados por los patrocinadores de la opcin (b).
B a s t e con sealar que la camisa de fueraa en que se convirti dicha alter
n a t i v a obedece a que se intenta reconstmir la marca originaria partiendo
de una de las formas atestiguadas por los dialectos modernos. Nada im
pide, sin embargo, que se pueda postulai' una forma que trascienda los
datos registrados. Tales son los intentos de Proulx (1969), Landerman
(1978), Cerrn-Palomino (1979), Taylor (1979b) y Adelaar (1984). A l
margen de las discrepancias en las hiptesis de estos autores respecto de
las protoformas de primera persona, hay dos constantes que subyacen
a sus postulaciones: (a) que la forma (o las formas) que se reconstruye(n)
no se basa(n), no al menos fielmente, en las versiones registradas por los
diilectos representativos de Q1 y Q II; y (b ) que ninguna de ellas iniplica
la atribucin de vocales largas al PQ, o en todo caso a una etapa anterior
a la de ste. Como se apunt. Torero (1968: 297) tambin intent pro
bar fortuna siguiendo esta va, mas luego se retract.
4.4
Fonemas del PQ. Del examen de los materiales estudiados
hasta aqu se desprende que el idioma ancestral de la familia lingstica
quechua contaba con diecinueve fonemas segmentales, de los cuales die
cisis eran consonnticos y tres voclicos. El inventario que se ofrece di
fiere del proporcionado por Torero (1964) slo en la reduccin del n
mero de vocales (de seis a tres), pues aqu no se reconstituyen vocales lar
gas. Comparando con la segunda formulacin de Parker (1969b), se ad
vierte en la presente dos fonemas segmentales de menos; */l/ y */f/.
Cuanto al primero, ya se dijo que las razones para reconstruirlo eran muy
dbiles; lo propio puede decirse en relacin con el segundo, postulado
sobre la base de una oposicin marginal del tipo *[warma-'i 7] su nio
versus *(yaw af- mar? ] a la sangre ; aqu se est, ms bien, frente a un
fenmeno de naturaleza juntural, por loque [f] debe ser analizado como
alfono de */r/. Se descarta asimismo el fonema de intensidad propuesto
por Parker. Fuera de tales discrepancias, y admitiendo el carcter provi127
*/c/
*/s/
*/s/
*/m/ */n/
*//
*/p/
CO^'SO^'A^TES
*/c/
*/k/
*/q/
*/h/
*/f/
*/r/
*/vv/
VOCALES
*/y/
*/i/
*/u/
*/a/
4.5
Fonologa supraseginental. Los fenmenos de acento, rit
mo y entonacin son los puntos menos comprendidos dentro de la fono
loga quechua. En este sentido, los trabajos descriptivos existentes no
proporcionan datos suficientemente exhaustivos a partir de los cuales se
puedan postular los rasgos suprasegmentales originarios. De los elementos
prosdicos mencionados, slo el acento de intensidad ha recibido una
mayor atencin debido a su carcter relativamente discreto. Ninguna de
las descripciones modernas puede compararse, sin embargo, a la propor
cionada por el primer gramtico del quechua. En efecto, Fray Domingo
de Santo Toms ([1560] 1951a: 172-186) ofrece una discusin detallada
del rgimen acentual tanto en las formas nominales como en las verbales.
De su descripcin se desprende que el patrn acentual no dependa ni
camente del nmero de slabas de la palabra sino tambin de la naturale
za de las mismas (si contenan grupos consonnticos o no) y de la clase
de sufijos que se aglutinaban a la radical. De entre stos, los llamados in
dependientes (cf. Cap. IX, seccin 9.2.4) no afectaban la colocacin del
rasgo culminativo; es decir el incremento silbico que su adicin supona
no ejerca ningn cambio en la posicin ocupada por el acento. De los
dos regmenes acentuales el nominal y el verbal, el segundo era mu
cho ms complejo, dependiendo de la naturaleza silbica de los sufijos
derivacionales y flexivos que entraban en combinacin. Teniendo en
cuenta esto ltimo el acento gozaba de una capacidad de desplazamiento
tal que poda ocurrir tanto en la slaba inicial, como en la antepenltima
y la penltima slabas de la palabra.
Torero (1964; 461-462), que ofrece una discusin provisional de
128
129