El Fin de La Historia y El Ultimo Hombre - Francis Fukuyama
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Francis Fukuyama
El fin de la historia
y el ltimo hombre
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Abraxas 27.11.11
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El fin de la historia?
El ensayo de Fukuyama constituye un intento de explicacin del acontecer de los
ltimos tiempos, partir de un anlisis de las tendencias en la esfera de la conciencia
o de las ideas. El liberalismo econmico y poltico, la idea de Occidente, sostiene
el autor, finalmente se ha impuesto en el mundo. Esto se evidencia en el colapso y
agotamiento de ideologas alternativas. As, lo que hoy estaramos presenciando es el
trmino de la evolucin ideolgica en s, y, por tanto, el fin de la historia en trminos
hegelianos. Si bien la victoria del liberalismo por ahora slo se ha alcanzado en el
mbito de la conciencia, su futura concrecin en el mundo material, afirma
Fukuyama, ser ciertamente inevitable.
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I
La idea del fin de la historia no es original. Su ms grande difusor conocido fue Karl
Marx, que pensaba que la direccin del desarrollo histrico contena una
intencionalidad determinada por la interaccin de fuerzas materiales, y llegara a
trmino slo cuando se alcanzase la utopa comunista que finalmente resolvera todas
las anteriores contradicciones. Pero el concepto de historia como proceso dialctico
con un comienzo, una etapa intermedia y un final, lo tom prestado Marx de su gran
predecesor alemn, George Wilhelm Friedrich Hegel.
Para mejor o peor, gran parte del historicismo de Hegel se ha integrado a nuestro
bagaje intelectual contemporneo. La idea de que la humanidad ha avanzado a travs
de una serie de etapas primitivas de conciencia en su trayecto hacia el presente, y que
estas etapas correspondan a formas concretas de organizacin social, como las
tribales, esclavistas, teocrticas, y, finalmente, las sociedades igualitarias
democrticas, ha pasado a ser inseparable de la mentalidad moderna del hombre.
Hegel fue el primer filsofo que utiliz el lenguaje de la ciencia social moderna, en
tanto crea que el hombre era producto de su entorno histrico y social concreto, y no,
como anteriores tericos del derecho natural habran sostenido, un conjunto de
atributos naturales ms o menos fijos. El dominio y la transformacin del entorno
natural del hombre a travs de la aplicacin de la ciencia y la tecnologa no fue un
concepto originalmente marxista, sino hegeliano. A diferencia de historicistas
posteriores, cuyo relativismo histrico degener en un relativismo a secas, Hegel
pensaba, sin embargo, que la historia culminaba en un momento absoluto, en el que
triunfaba la forma definitiva, racional, de la sociedad y del Estado.
La desgracia de Hegel es que hoy principalmente se le conozca como precursor
de Marx, y la nuestra estriba en que pocos estamos familiarizados en forma directa
con la obra de Hegel, y, con esta ya filtrada a travs de los lentes distorsionadores del
marxismo. En Francia, sin embargo, se ha hecho un esfuerzo por rescatar a Hegel de
sus intrpretes marxistas y resucitarlo como el filsofo que se dirige a nuestra poca
con mayor propiedad. Entre estos modernos intrpretes franceses de Hegel,
ciertamente el principal fue Alexandre Kojve, brillante emigrado ruso que dirigi, en
la Ecole Practique des Hautes Eludes de Pars en la dcada de los 30, una serie de
seminarios que tuvieron gran influencia1. Si bien era prcticamente desconocido en
los Estados Unidos, Kojve tuvo un importante impacto en la vida intelectual del
continente. Entre sus estudiantes hubo futuras luminarias como Jcan-Paul Sartre, en
la izquierda, y Raymond Aron, en la derecha; el existencialismo de posguerra tom
muchas de sus categoras bsicas de Hegel, a travs de Kojve.
Kojve procur resucitar el Hegel de la Phenomenology of Mind, el Hegel que
proclam en 1806 que la historia haba llegado a su fin. Pues ya en aquel entonces
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II
Para Hegel, las contradicciones que mueven la historia existen primero en la esfera de
la conciencia humana, es decir, en el nivel de las ideas4; no se trata aqu de las
propuestas electorales triviales de los polticos americanos, sino de ideas en el sentido
de amplias visiones unificadoras del mundo, que podran entenderse mejor bajo la
rbrica de ideologa. En este sentido, la ideologa no se limita a las doctrinas polticas
seculares y explcitas que asociamos habitualmente con el trmino, sino que tambin
puede incluir a la religin, la cultura y el conjunto de valores morales subyacentes a
cualquier sociedad.
La visin que Hegel tena de la relacin entre el mundo ideal y el mundo real o
material era extremadamente compleja, comenzando por el hecho que, para l, la
distincin entre ambos era slo aparente5. No crea que el mundo real se ajustase o se
le pudiese ajustar de manera sencilla a las preconcepciones ideolgicas de los
profesores de filosofa, o que el mundo material no tuviese injerencia en el mundo
ideal. De hecho Hegel, el profesor, fue removido temporalmente del trabajo debido a
un acontecimiento muy material, la batalla de Jena. Pero aunque los escritos y el
pensamiento de Hegel podan ser interrumpidos por una bala del mundo material, lo
que mova la mano en el gatillo del revlver, a su vez, eran las ideas de libertad e
igualdad que haba impulsado la Revolucin Francesa.
Para Hegel toda conducta humana en el mundo material y, por tanto, toda historia
humana, est enraizada en un estado previo de conciencia; idea similar, por cierto, a
la expresada por John Maynard Keynes cuando deca que las opiniones de los
hombres de negocio generalmente derivaban de economistas difuntos y escritorzuelos
acadmicos de generaciones pasadas. Esta conciencia puede no ser explcita y su
existencia no reconocerse, como ocurre con las doctrinas polticas modernas, sino
adoptar, ms bien, la forma de la religin o de simples hbitos morales o culturales.
Sin embargo, esta esfera de la conciencia a la larga necesariamente se hace manifiesta
en el mundo material; en verdad, ella crea el mundo material a su propia imagen. La
conciencia es causa y no efecto, y puede desarrollarse autnomamente del mundo
material; por tanto, el verdadero subtexto que subyace a la maraa aparente de
acontecimientos es la historia de la ideologa.
El idealismo de Hegel no ha sido bien tratado por los pensadores posteriores.
Marx invirti por completo las prioridades de lo real y lo ideal, relegando toda la
esfera de la conciencia religin, arte, cultura y la filosofa misma a una
superestructura que estaba determinada enteramente por el modo de produccin
prevaleciente. Adems, otra desafortunada herencia del marxismo es nuestra
tendencia a atrincherarnos en explicaciones materialistas o utilitarias de los
fenmenos polticos o histricos, as como nuestra inclinacin a no creer en el poder
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autnomo de las ideas. Un ejemplo reciente de esto es el enorme xito de The Rise
and Fall of Great Powers, de Paul Kennedy, que atribuye la decadencia de las
grandes potencias simplemente a una excesiva extensin econmica. Obviamente que
ello es verdad en cierta medida: un imperio cuya economa escasamente sobrepasa el
nivel de subsistencia no puede mantener sus arcas fiscales indefinidamente en dficit.
El que una sociedad industrial moderna, altamente productiva, decida gastar el 3 o el
7% de su PIB en defensa, en lugar de bienes de consumo, se debe exclusivamente a
las prioridades polticas de esa sociedad, las que a su vez se determinan en la esfera
de la conciencia.
El sesgo materialista del pensamiento moderno es caracterstico no slo de la
gente de izquierda que puede simpatizar con el marxismo, sino tambin de muchos
apasionados antimarxistas. En efecto, en la derecha existe lo que se podra llamar la
escuela Wall Street Journal de materialismo determinista, que descarta la importancia
de la ideologa y la cultura y ve al hombre esencialmente como un individuo racional
y maximizador del lucro. Precisamente es esta clase de individuo y su prosecucin de
incentivos materiales el que se propone en los textos de economa como fundamento
de la vida econmica en s6. Un pequeo ejemplo ilustra el carcter problemtico de
tales puntos de vista materialistas.
Max Weber comienza su famoso libro The Protestant Ethic and the Spirit of
Capitalism, destacando las diferencias en el desempeo econmico de las
comunidades catlicas y protestantes en toda Europa y Amrica, que se resume en el
proverbio de que los protestantes comen bien mientras los catlicos duermen bien.
Weber observa que de acuerdo a cualquier teora econmica que postule que el
hombre es un maximizador racional de utilidades, al elevarse la tarifa por
productividad laboral. Sin embargo, campesinos, en realidad, el alza de la tarifa por
trabajo entregado produca el efecto contrario, es decir, disminua la productividad
del trabajador: con una tarifa ms alta, un campesino acostumbrado a ganar dos
marcos y medio al da conclua que poda obtener la misma cantidad trabajando
menos, y as lo haca porque valoraba ms el ocio que su renta. La eleccin del ocio
sobre el ingreso, o la vida militarista del hoplita espartano sobre la riqueza del
comerciante ateniense, o aun la vida asctica del antiguo empresario capitalista, sobre
aquella holgada del aristcrata tradicional, no puede realmente explicarse por el
trabajo impersonal de las fuerzas materiales, sino que procede eminentemente de la
esfera de la conciencia, de lo que en trminos amplios hemos etiquetado aqu de
ideologa. Y, en efecto, un tema central de la obra de Weber era probar que,
contrariamente a lo que Marx haba sostenido, el modo de produccin material, lejos
de constituir la base, era en s una superestructura enraizada en la religin y la
cultura, y que para entender el surgimiento del capitalismo moderno y el incentivo de
la utilidad deba uno estudiar sus antecedentes en el mbito del espritu.
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III
Hemos realmente llegado al trmino de la historia? En otras palabras, hay
contradicciones fundamentales en la vida humana que no pudiendo resolverse en el
contexto del liberalismo moderno encontraran solucin en una estructura
politicoeconmica alternativa? Si aceptamos las premisas idealistas expresadas ms
arriba, debemos buscar una respuesta a esta pregunta en la esfera de la ideologa y la
conciencia. Nuestra tarea no consiste en responder exhaustivamente las objeciones al
liberalismo que promueve cada insensato que circula por el mundo, sino slo las que
estn encarnadas en fuerzas y movimientos polticos o sociales importantes y que
son, por tanto, parte de la historia del mundo. Para nuestros propsitos importa muy
poco cun extraas puedan ser las ideas que se les ocurran a los habitantes de Albania
o Burkina Faso, pues estamos interesados en lo que podramos llamar en cierto
sentido la comn herencia ideolgica de la humanidad.
En lo que ha transcurrido del siglo, el liberalismo ha tenido dos importantes
desafos: el fascismo y el comunismo. El primero11, percibi la debilidad poltica, el
materialismo, la anemia y la falta de sentido de comunidad de Occidente como
contradicciones fundamentales de las sociedades liberales, que slo podran
resolverse con un Estado fuerte que forjara un nuevo pueblo sobre la base del
exclusivismo nacional. El fascismo fue destruido como ideologa viviente por la
segunda guerra mundial. Esta, por cierto, fue una derrota en un nivel muy material,
pero signific tambin la derrota de la idea. Lo que destruy el fascismo como idea
no fue la repulsa moral universal hacia l, pues muchas personas estaban dispuestas a
respaldar la idea en tanto pareca ser la ola del futuro, sino su falta de xito. Despus
de la guerra, a la mayora de la gente le pareca que el fascismo germano, as como
sus otras vanantes europeas y asiticas, estaban condenados a la autodestruccin. No
haba razn material para que no hubiesen vuelto a brotar, en otros lugares, nuevos
movimientos fascistas despus de la guerra, salvo por el hecho de que el
ultranacionalismo expansionista, con su promesa de un conflicto permanente que
conducira a la desastrosa derrota militar, haba perdido por completo su atractivo.
Las ruinas de la cancillera del Reich, al igual que las bombas atmicas arrojadas
sobre Hiroshima y Nagasaki, mataron esta ideologa tanto a nivel de la conciencia
como materialmente, y todos los movimientos pro fascistas generados por los
ejemplos alemanes y japons, como el movimiento peronista en Argentina o el
ejrcito Nacional Indio de Subhas Chandra Bose, decayeron despus de la guerra.
El desafo ideolgico montado por la otra gran alternativa al liberalismo, el
comunismo, fue mucho ms serio. Marx, hablando el lenguaje de Hegel, afirm que
la sociedad liberal contena una contradiccin fundamental que no poda resolverse
dentro de su contexto, la que haba entre el capital y el trabajo; y esta contradiccin
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Se dice que el descontento con el hombre fuerte, Ne Win, comenz cuando un alto
funcionario birmano tuvo que viajar a Singapur para recibir tratamiento mdico, y, al
ver cun atrasada estaba la Birmania socialista respecto de sus vecinos de la ANSEA
(Asociacin de Naciones del Sudeste Asitico), estall en llanto.
Pero la fuerza de la idea liberal parecera mucho menos impresionante si no
hubiese contagiado a la ms extensa y antigua cultura en Asia, China. La mera
existencia de China comunista creaba un polo alternativo de atraccin ideolgica, y
como tal constitua una amenaza al liberalismo. Sin embargo, en los ltimos quince
aos se ha desacreditado casi por completo el marxismo-leninismo como sistema
econmico. Comenzando por el famoso tercer plenario del Dcimo Comit Central,
en 1978, el partido comunista chino emprendi la descolectivizacin agrcola que
afectara a los ochocientos millones de chinos que an vivan en el campo. El rol del
Estado en el agro se redujo al de un recaudador de impuestos, mientras la produccin
de bienes de consumo se incrementaba drsticamente con el objeto de dar a probar a
los campesinos el sabor del Estado homogneo universal y, con ello, un incentivo
para trabajar. La reforma duplic la produccin china de cereales en slo cinco aos,
y en el proceso le cre a Deng Xiao-ping una slida base poltica desde la cual estuvo
en condiciones de extender la reforma a otros sectores de la economa. Las
estadsticas econmicas apenas dan cuenta del dinamismo, la iniciativa y la apertura
evidentes en China desde que se inici la reforma.
De ningn modo podra decirse que China es ahora una democracia liberal. En la
actualidad, no ms de un 20 por ciento de su economa es de mercado, y ms
importante todava, contina siendo gobernada por un partido comunista
autodesignado, que no ha dado seal de querer traspasar el poder. Deng no ha hecho
las promesas de Gorbachov respecto a la democratizacin del sistema poltico, y no
existe equivalente chino de la glasnost. El liderazgo chino de hecho ha sido mucho
ms cuidadoso al criticar a Mao y el maosmo que Gorbachov respecto de Brezhnev y
Stalin, y el rgimen sigue considerando, de palabra, al marxismo-leninismo como su
base ideolgica. Pero cualquiera que est familiarizado con la mentalidad y la
conducta de la nueva lite tecnocrtica que hoy gobierna en China, sabe que el
marxismo y los principios ideolgicos son prcticamente irrelevantes como
elementos de orientacin poltica, y que el consumismo burgus tiene por primera vez
desde la revolucin significado real en ese pas. Los diversos frenos en el andar de la
reforma, las campaas en contra de la contaminacin espiritual y las medidas
represivas contra la disidencia poltica se ven ms propiamente como ajustes tcticos
en el proceso de conducir lo que constituye una transicin poltica sumamente difcil.
Al eludir la cuestin de la reforma poltica, mientras coloca a la economa en nuevo
pie, Deng ha logrado evitar el quiebre de autoridad que ha acompaado a la
perestroika de Gorbachov. Sin embargo, el peso de la idea liberal contina siendo
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IV
Cules son las implicancias del fin de la historia para las relaciones
internacionales?
Claramente, la enorme mayora del Tercer Mundo permanece atrapada en la
historia, y ser rea de conflicto por muchos aos ms. Pero concentrmonos, por el
momento, en los Estados ms grandes y desarrollados del mundo, quienes son,
despus de todo, los responsables de la mayor parte de la poltica mundial. No es
probable, en un futuro predecible, que Rusia y China se unan a las naciones
desarrolladas de Occidente en calidad de sociedades liberales, pero supongamos por
un instante que el marxismo-leninismo cesa de ser un factor que impulse las polticas
exteriores de estos Estados, una perspectiva que si an no est presente, en los
ltimos aos se ha convertido en real posibilidad. En una coyuntura hipottica como
sa: cun diferentes seran las caractersticas de un mundo desideologizado de las
del mundo con el cual estamos familiarizados?
La respuesta ms comn es la siguiente: no muy distintas. Porque muchos son los
observadores de las relaciones internacionales que creen que bajo la piel de la
ideologa hay un ncleo duro de inters nacional de gran potencia que garantiza un
nivel relativamente alto de competencia y de conflicto entre las naciones. En efecto,
segn una escuela de teora de las relaciones internacionales, que goza de popularidad
acadmica, el conflicto es inherente al sistema internacional como tal, y para
comprender la factibilidad del conflicto debe examinarse la forma del sistema por
ejemplo, si es bipolar o multipolar ms que el carcter especfico de las naciones y
regmenes que lo constituyen. Esta escuela, en efecto, aplica una visin hobbesiana
de la poltica a las relaciones internacionales y presupone que la agresin y la
inseguridad son caractersticas universales de las sociedades humanas, ms que el
producto de circunstancias histricas especficas.
Quienes comparten esa lnea de pensamiento consideran las relaciones existentes
entre los pases de la Europa del siglo XIX, en el sistema clsico de equilibrio de
poderes, como modelo de lo que sera un mundo contemporneo desideologizado.
Charles Krauthammer, por ejemplo, explicaba poco tiempo atrs que si la URSS se
viera despojada de la ideologa marxista-leninista como resultado de las reformas de
Gorbachov, su conducta volvera a ser la misma de la Rusia Imperial decimonnica16.
Aunque estima que esto es ms alentador que la amenaza de una Rusia comunista,
deja entrever que todava habr un substancial grado de competencia y de conflicto
en el sistema internacional, tal como lo hubo, digamos, entre Rusia y Gran Bretaa o
la Alemania guillermina en el siglo pasado. Este es, por cierto, un punto de vista
conveniente para aquellos que desean admitir que algo importante est cambiando en
la Unin Sovitica, pero que no quieren aceptar la responsabilidad de recomendar la
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reorientacin radical de las polticas implcita en esa visin. Pero es esto cierto?
En realidad, la nocin de que la ideologa es una superestructura impuesta sobre
un substrato constituido por los intereses permanentes de una gran potencia, es una
proposicin sumamente discutible. Porque la manera en que un Estado define su
inters nacional no es universal, sino que se apoya en cierto tipo de base ideolgica,
as como vimos que la conducta econmica est determinada por un estado previo de
conciencia. En este siglo, los Estados han adoptado doctrinas claras y coherentes, con
programas explcitos de poltica exterior que legitiman el expansionismo, a
semejanza del marxismo-leninismo o el nacional socialismo. La conducta
expansionista y competitiva de los Estados europeos en el siglo diecinueve
descansaba sobre una base no menos idealista; nicamente que la ideologa que la
impulsaba era menos explcita que las doctrinas del siglo veinte. No sin razn la
mayora de las sociedades liberales europeas no eran liberales en cuanto crean en
la legitimidad del imperialismo, esto es, en el derecho de una nacin a dominar a
otras naciones sin tomar en cuenta los deseos de los dominados. Las justificaciones
del imperialismo variaban de nacin en nacin, e iban desde la cruda creencia en la
legitimidad de la fuerza, especialmente cuando se la aplicaba a los no europeos, a la
Responsabilidad del Hombre Blanco y la Misin Evangelizadora de Europa, hasta el
anhelo de dar a la gente de color acceso a la cultura de Rabelais y Molire. Pero
cualesquiera fuesen las bases ideolgicas especficas, todo pas desarrollado crea
que las civilizaciones superiores deban dominar a las inferiores, incluido,
incidentalmente, el caso de los Estados Unidos respecto a Filipinas. En la ltima parte
del siglo, esto produjo las ansias de una expansin territorial pura, la que
desempeara un papel nada pequeo en la generacin de la Gran Guerra.
El fruto del imperalismo radical y desfigurado del siglo diecinueve fue el
fascismo alemn, una ideologa que justificaba el derecho de Alemania no slo a
dominar a los pueblos no europeos, sino tambin a todos aquellos que no eran
alemanes. Pero, retrospectivamente, Hitler al parecer represent un insano desvo en
el curso general del desarrollo europeo, y, desde su candente derrota, la legitimidad
de cualquier clase de expansin territorial ha quedado desacreditada por completo17.
Luego de la segunda guerra mundial, el nacionalismo europeo se ha visto despojado
de sus garras y de toda relevancia real en la poltica exterior, con el resultado de que
el modelo decimonnico de conducta de las grandes potencias ha pasado a ser un
severo anacronismo. La forma ms extrema de nacionalismo que un pas europeo ha
podido exhibir desde 1945 fue el gaullismo, cuya asertividad ha sido ampliamente
confinada a la esfera de la poltica y cultura perniciosas. La vida internacional en
aquella parte del mundo donde se ha llegado al fin de la historia, se centra mucho ms
en la economa que en la poltica o la estrategia.
Los Estados occidentales desarrollados mantienen, por cierto, instituciones de
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V
La desaparicin del marxismo-leninismo, primero en China y luego en la Unin
Sovitica, significar su muerte como ideologa viviente de importancia histrica
mundial. Porque si bien pueden haber algunos autnticos creyentes aislados en
lugares como Managua, Pyongyang, o en Cambridge, Massachusetts, el hecho de que
no haya un solo Estado importante en el que tenga xito socava completamente sus
pretensiones de estar en la vanguardia de la historia humana. Y la muerte de esta
ideologa significa la creciente Common Marketization de las relaciones
internacionales, y la disminucin de la posibilidad de un conflicto en gran escala
entre los Estados.
Esto no significa, por motivo alguno, el fin del conflicto internacional per se.
Porque el mundo, en ese punto, estara dividido entre una parte que sera histrica y
una parte que sera poshistrica. Incluso podran darse conflictos entre los Estados
que todava permanecen en la historia, y entre estos Estados y aquellos que se
encuentran al final de la historia. Se mantendr tambin un nivel elevado y quizs
creciente de violencia tnica y nacionalista puesto que estos impulsos an no se han
agotado por completo en algunas regiones del mundo poshistrico. Palestinos y
kurdos, sikhs y tamiles, catlicos irlandeses y valones, armenios y azerbaijanes
seguirn manteniendo sus reclamaciones pendientes. Esto implica que el terrorismo y
las guerras de liberacin nacional continuarn siendo un asunto importante en la
agenda internacional. Pero un conflicto en gran escala tendra que incluir a grandes
Estados an atrapados en la garra de la historia, y stos son los que parecen estar
abandonando la escena.
El fin de la historia ser un momento muy triste. La lucha por el reconocimiento,
la voluntad de arriesgar la propia vida por una meta puramente abstracta, la lucha
ideolgica a escala mundial que exiga audacia, coraje, imaginacin e idealismo, ser
reemplazada por el clculo econmico, la interminable resolucin de problemas
tcnicos, la preocupacin por el medio ambiente, y la satisfaccin de las sofisticadas
demandas de los consumidores. En el perodo poshistrico no habr arte ni filosofa,
slo la perpetua conservacin del museo de la historia humana. Lo que siento dentro
de m, y que veo en otros alrededor mo, es una fuerte nostalgia de la poca en que
exista la historia. Dicha nostalgia, en verdad, va a seguir alentando por algn tiempo
la competencia y el conflicto, aun en el mundo poshistrico. Aunque reconozco su
inevitabilidad, tengo los sentimientos ms ambivalentes por la civilizacin que se ha
creado en Europa a partir de 1945, con sus descendientes en el Atlntico Norte y en
Asia. Tal vez esta misma perspectiva de siglos de aburrimiento al final de la historia
servir para que la historia nuevamente se ponga en marcha.
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La posibilidad de que nos hallemos ante el fin de la Historia puede surgir slo
bajo dos circunstancias. La primera es que exista algo as como la naturaleza humana.
Si los seres humanos son infinitamente maleables, si la cultura puede superar a la
naturaleza en moldear los impulsos y las preferencias humanas bsicas, si todo
nuestro horizonte cultural est socialmente construido, entonces no existe claramente
ningn conjunto particular de instituciones polticas y econmicas -y ciertamente
tampoco las democrtico liberales- de las que se pueda decir en los trminos de
Kojeve que sean completamente satisfactorias. El marxismo asumi un alto grado
de plasticidad: si los seres humanos parecan egostas, materialistas y demasiado
preocupados por la familia, los amigos y su propiedad, era slo porque la sociedad
burguesa as los haba hecho. Para Marx el hombre era un ser de la especie', con
reservas ilimitadas de altruismo hacia la humanidad como tal. Parte del proyecto
marxista en las ya existentes sociedades socialistas fue crear un nuevo hombre
sovitico. El socialismo no zozobr porque se dio de frente contra la pared de la
naturaleza humana: Ios seres humanos no podan ser forzados a ser diferentes de lo
que eran, y todas Ias caractersticas que supuestamente haban desaparecido bajo el
socialismo, como la etnicidad y la identidad nacional, reaparecieron despus de 1989
con toda la furia.
La segunda condicin para el fin de la Historia, como seal al principio de este
artculo, sera un fin de la ciencia. Los americanos suelen pensar que la innovacin
tecnolgica es una cosa buena, y que aquellos que la cuestionan son ludditas que se
interponen en el camino del progreso20. Y con seguridad, las tecnologas que han
surgido como las dominantes a finales del siglo XX, en particular aquellas
relacionadas con la informacin, parecen ser relativamente benignas y capaces de
sustentar un orden mundial ms democrtico. Si de algn modo se nos pudiera
asegurar que la innovacin tecnolgica futura asumir estas mismas caractersticas,
entonces quizs podramos decir que tenemos el conjunto adecuado de instituciones
polticas y econmicas. Pero eso no es posible, y ciertamente nos encontramos en el
punto ms alto de una nueva explosin en la innovacin tecnolgica que nos forzar a
repensar los principios bsicos. Porque del mismo modo en que el siglo XX fue el
siglo de la fsica, cuyos productos ms prototpicos fueron la bomba atmica y el
transmisor, el siglo XXI promete ser el siglo de la biologa.
De algn modo, es posible ver la revolucin biotecnolgica como una mera
continuacin de la revolucin que se vino produciendo en las ciencias de la vida a lo
largo de los ltimos 150 aos, una revolucin que nos ha trado vacunas contra la
viruela y la poliomielitis, incrementando de una manera espectacular las expectativas
de vida; la gran revolucin en la agricultura y otros beneficios innumerables. Pero el
descubrimiento de la estructura del ADN de Watson y Crick abri una frontera
mucho ms lejana en la conquista humana de la naturaleza, y la clase de desarrollos
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que pueden llegar a darse en las dos prximas generaciones harn empalidecer a los
primeros avances. Para dar slo un ejemplo, ya no est tan claro que exista un lmite
a la expectativa de vida. Recientes investigaciones sobre las clulas de tallo (clulas
que existen en embriones que no se han diferenciado todava formando los distintos
rganos del beb) sugieren que el envejecimiento y la degeneracin celular son
procesos genticamente controlados que pueden ser deliberadamente puestos en
funcionamiento o desactivados. Ahora algunos investigadores piensan que podra
lograrse que los seres humanos vivan normalmente doscientos o trescientos aos,
quizs ms an, con un alto grado de salud y actividad.
El resultado ms radical de la actual investigacin en biotecnologa es su
potencial para cambiar la propia naturaleza humana. Si definimos la naturaleza
humana como una distribucin estadstica de las caractersticas genticamente
controladas de una poblacin, entonces la as llamada investigacin de lnea germinal
del futuro diferir de la tecnologa mdica del pasado en su potencial para alterar la
naturaleza humana afectando no slo al individuo al cual se le aplica, sino a toda su
descendencia. La implicancia final de esto es que la biotecnologa podr lograr lo que
las ideologas radicales del pasado, con sus tcnicas increblemente crudas, eran
incapaces de conseguir: generar un nuevo tipo de ser humano.
Muchos de los defensores de la biotecnologa argumentarn que esta clase de
observacin es indebidamente dramtica y alarmista. El propsito de la investigacin
en biotecnologa es teraputico: apunta a sacar a la luz lo que ahora es claramente
comprendido como los fundamentos genticos de enfermedades como el cncer de
mama, el mal de Alzheimer y la esquizofrenia, y proveer sus curas. Puede
argumentarse que la investigacin lnea germinal simplemente conduce a esta forma
de terapia a su conclusin lgica: si la propensin a una enfermedad yace en una
caracterstica genticamente heredable, qu tiene de malo disear y realizar una
intervencin gentica para eliminar esa propensin en las generaciones presentes y
futuras que puedan padecerla? El hecho de que no exista una respuesta clara a esta
ltima pregunta sugiere -tal como ha sealado el especialista en biotecnologa Leon
Kass- la principal razn por la cual ser tan difcil resistirse a la biotecnologa en el
futuro: cualquier consecuencia potencialmente negativa de la manipulacin gentica
estar ntimamente vinculada a sus beneficios positivos, que sern obvios y
mensurables. Muchas personas argumentan que podemos trazar una lnea clara entre
la terapia y el mejoramiento de la especie, y que podemos reservar la ingeniera
gentica para la primera. Pero cuando se trata de trazar lmites en zonas grises, es mas
fcil decirlo que hacerlo. Existe un consenso general acerca de que ciertas
condiciones, como la esquizofrenia, son patolgicas; el problema es que no existe
consenso sobre qu es la salud. Si se puede aplicar la hormona del crecimiento a un
nio que sufre enanismo, por qu no a uno que est en el lmite de su altura
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Conclusiones
Es por supuesto imposible predecir el curso futuro del desarrollo tecnolgico, por
mucho que el Fin de la Historia fuera atacado por ser un ejercicio en futurologa,
se nunca fue su propsito. La biotecnologa puede resultar no ser tan poderosa como
he sugerido, o puede ocurrir que la revulsin moral hacia la ingeniera gentica
demuestre ser tan fuerte que los desarrollos en esa direccin sean parados en seco
(nadie, despus de todo, est presionando para construir armas nucleares personales,
a pesar de que es tecnolgicamente posible). Aquellos que intentaron encontrar la
falla clave del Fin de la Historia en los acontecimientos polticos y econmicos de
la dcada pasada erraban el tiro. No hay nada, como ya he dicho, que haya ocurrido
en la poltica mundial desde el verano de 1989 que invalide el argumento original: la
democracia liberal y el mercado hoy en da siguen siendo las nicas alternativas
realistas para cualquier sociedad que quiera formar parte del mundo moderno. El
defecto clave del Fin de la Historia se halla en un nivel completamente diferente.
La posibilidad de tal fin depende de la existencia de una antropologa humana que
est basada en la naturaleza. El perodo que comenz con la Revolucin Francesa ha
visto el ascenso de diferentes doctrinas que esperaban superar los lmites de la
naturaleza humana por medio de la creacin de una nueva clase de ser humano, uno
que no estara sujeto a los prejuicios y limitaciones del pasado. El fracaso de esos
experimentos a finales del siglo XX nos ense los lmites del constructivismo social
y refrend un orden liberal basado en el mercado sustentado en las verdades
autoevidentes sobre la Naturaleza y la Naturaleza de Dios. Pero podra ser que las
herramientas que los construccionistas sociales del siglo XX usaron, desde la
temprana socializacin de los nios y el psicoanlisis hasta la propaganda de
agitacin y los campos de trabajo forzado, fueran simplemente demasiado crudos
para alterar efectivamente el sustrato natural de la conducta humana. El carcter
abierto de la ciencia natural moderna sugiere que dentro de las prximas dos
generaciones dispondremos del conocimiento y la tecnologa que nos permitir lograr
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FRANCIS FUKUYAMA
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organizado, ser viable y competitivo. Para llegar a ser una sociedad avanzada, un pas
tiene que ser democrtico y tiene que estar conectado al mercado global. En relacin
con esto, existe una mayor homogeneizacin de las instituciones y de las ideologas.
En el nivel cultural, no est claro que la homogeneizacin proceda tan rpido. En
cierto sentido, existe una resistencia a la homogeneizacin cultural.
P. Cree usted que la homogeneizacin podr ocurrir en un nivel ms profundo?
R.Podra suceder que la cultura finalmente se homogeneice, al igual que las
instituciones polticas, pero pienso que ser un proceso ms lento. Mucha gente cree
que, porque tenemos una avanzada tecnologa de las comunicaciones y porque se
proyecta mundialmente la cultura global de la televisin, esto podra llevar la
homogeneizacin a un nivel cultural ms profundo. Creo que ha ocurrido
exactamente lo contrario. Por ejemplo, actualmente es probable que exista una mayor
desconfianza y un nfasis mayor en las diferencias entre las culturas de los Estados
Unidos y Asia que hace 40 aos. En los 50 y en los 60, Asia miraba a los Estados
Unidos como un modelo de modernizacin. Ahora, los asiticos observan la
decadencia urbana estadounidense y el debilitamiento de la familia y sienten que
Estados Unidos ya no es un modelo atractivo. La tecnologa de las comunicaciones
ha permitido, tanto a asiticos como estadounidenses, mirarse ms claramente, y al
final resulta que tienen sistemas de valores muy distintos.
P. Pueden las corporaciones globales tener un efecto de homogeneizacin sobre
la cultura?
R. Creo que existe una cultura global del consumidor que ha sido esparcida por
compaas como McDonald's y la Coca Cola. Sin embargo, si se mira debajo de la
superficie y se le pregunta a la gente de diferentes pases en dnde tienen puestas sus
lealtades, cmo valoran sus familias o cmo evalan a la autoridad, uno se encuentra
con enormes diferencias. Cuando se examina una cultura determinada, se le presta
mucha atencin a aspectos como el tipo de bienes de consumo que la gente compra,
pero eso es muy superficial. En realidad, una cultura consiste en profundas normas
morales que afectan la manera en cmo la gente se vincula entre s.
P. Podra aclarar un poco ms el punto?
R.En mi segundo libro, Confianza: las virtudes sociales y la creacin de la
prosperidad, una de las tesis centrales dice que estas calidades profundas, las
llamadas normas morales, definen la actividad econmica. Por ejemplo, en la cultura
china la familia es central y limita las transacciones de negocios a la familia
extendida. Este hecho tiene muchas consecuencias. Significa que los negocios en
China tienden a no ser muy grandes, probablemente porque ellos se resisten a tener
managers que no son familiares. Tambin significa que es muy difcil construir
instituciones que permanezcan ms all de dos o tres generaciones. En el ejemplo de
China, la cultura es la que empuja a la economa.
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desarrollo de las fuerzas del mercado. Si son las fuerzas de mercado las que empujan
la globalizacin, es inevitable que la americanizacin acompae a la globalizacin.
Sin embargo, creo que el modelo estadounidense que otras culturas estn adoptando
es de los Estados Unidos de hace dos o tres generaciones. Cuando se piensa en
globalizacin y modernizacin, muchos piensan en los Estados Unidos de los 50 y
60. No estn pensando en los Estados Unidos de los disturbios de Los ngeles y de
O. J. Simpson. La cultura que exportamos en los 50 y en los 60 era idealizada.
Realmente presentaba un paquete muy atractivo. La cultura que exportamos ahora es
cnica y un modelo bastante menos atractivo para que sea seguido por otras
naciones.
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La tesis de la confianza
Conviene desfacer entuertos y recordar que Fukuyama no es un liberal en el sentido
ms usual de la palabra (no admite la libre competencia radical, ni la neutralidad del
Estado, ni mucho menos el individualismo moral) sino un comunitarista, es decir,
un partidario de la comunidad como legitimadora de la moralidad. A un liberal, la
comunidad se le presenta, generalmente, como un lamentable amasijo de hipocresas
compartidas y de tpicos tradicionales. A Fukuyama, sin embargo, le parece que la
comunidad ofrece el conjunto de elementos identitarios bsicos, ante los cuales el ser
humano es, cuanto menos, poco libre. La idea de la centralidad de la familia a la
hora de establecer criterios de identidad es, tambin, vieja como el mundo. La
psicologa (al poner nfasis sobre el papel de la madre) y la antropologa (destacando
el valor econmico de los vnculos familiares) han repetido hasta la saciedad ideas
similares a las que encontramos en Trust. El valor que puede tener el libro, sin
embargo, est en su intento de responder a las tendencias sociolgicas que (de
Adorno hasta finales del XX) pusieron nfasis en la decadencia de la familia y de las
relaciones humanas clidas que parecan poco menos que superadas y
premodernas.
Para Fukuyama el motor de la historia es el resorte psicolgico (con
consecuencias morales) que l denomina la lucha por el reconocimiento. Se supone
que a los humanos les gusta competir, ser reconocidos y vencer. Por eso el
liberalismo contra la tesis de Weber sera natural y no dependera de ningn tipo
de condicin sociolgica o econmica previa. No es la economa, sino la forma de
pensar, los hbitos y el consenso social, lo que hace que los humanos acten como lo
hacen. Por as decirlo, primero existe una mentalidad cooperativa y despus una
determinada economa. Bruto no es causa, sino consecuencia, de la liberalizacin.
comunicaciones y el transporte, facilitan la extensin de las sociedades liberales, pero
no las provocan.
Y lo mismo podra decirse de la ciencia. En palabras de Fukuyama: la lgica de
una ciencia natural moderna progresista predispone las sociedades humanas hacia el
capitalismo slo hasta cierto punto en la medida en que el hombre pueda ver
claramente su propio inters econmico. Es el reconocimiento, el motor (egosta) de
la accin humana, lo que los humanos buscan a travs de la economa y no al revs.
En Trust queda claro (tal vez es lo ms comunitarista del libro) que el
reconocimiento, la religin, la justicia, el prestigio y el honor (elementos nada
utilitarios, por cierto) son cruciales para la sociedad. La economa es una
consecuencia y no una causa- de la bsqueda de reconocimiento. Fukuyama define
la cultura como: Un hbito tico heredado, es decir, como una serie de pautas,
morales cuyo cumplimiento lleva implcito el xito social comunitario (o
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reconocimiento.
La confianza mutua sera, en ese contexto, una especie de correctivo de las
tendencias nihilistas implcitas en una lucha por el reconocimiento que, llevada a su
extremo significara la pugna de todos contra todos, en la tradicin hobbesiana.
Siguiendo al autor: la confianza no reside en los circuitos integrados ni en los cables
de fibra ptica, aunque todo eso no existira sin confianza.
El Producto Interior La tecnologa, las
Textualmente, Fukuyama define as el tema: Confianza es la expectativa que
surge en una comunidad con un comportamiento ordenado, honrado y de
cooperacin, basndose en normas compartidas por todos los miembros que la
integran. Estas normas pueden referirse a cuestiones de valor profundo, como la
naturaleza de Dios o la justicia, pero engloban tambin las normas deontolgicas
como las profesionales y cdigos de comportamiento.
En definitiva, sin aprendizaje de la colaboracin, sin un esfuerzo de
construccin del arte asociativo, no hay comunidad posible. Confieso que no
entiendo qu tiene esa tesis de nuevo, ni de provocador, ni de contrario a los intereses
de los empobrecidos de la Tierra. Ms bien me parece puro sentido comn. Es ms, ni
siquiera se puede ser individualista sin un cierto nivel de confianza en los otros
individuos. Y cualquier utilitarista que no tenga una visin unilateral del mundo,
aceptar que los cdigos ticos exigen, para ser eficaces, una confianza en una visin
del mundo compartida.
Se podr discutir el nfasis de Fukuyama en la familia, que oculta mucha miseria
y siglos de sumisin femenina, pero una vez ms no debiera olvidarse que los
humanos no somos exactamente mnadas leibnizianas. Aprender a trabajar juntos,
sin resquemores y sin prejuicios, es una necesidad en la construccin de la sociedad
del conocimiento. Y la tesis de la confianza puede ayudarnos a ello.
RAMN ALCOBERRO Profesor de la Universidad de Gerona, Espaa.
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La Rand Corporation
Pero antes de trabajar para el Departamento de Estado, Fukuyama haba sido un
"analista" en la plantilla de la Rand Corporation. Y despus del renombre que le dio
su artculo volvi a la Rand Corporation como "asesor residente". Qu es esta
organizacin? La Rand Corporation, pese a que su nombre pueda sugerirnos que es
una empresa industrial o comercial, "fue creada en 1946 por las Fuerzas Areas de
los EE.UU. para dar continuidad a la colaboracin entre cientficos universitarios y
jefes militares, iniciada durante la Segunda Guerra Mundial"28.
Durante sus primeros aos de andadura la Rand Corporation se centr en la
realizacin de estudios tpicamente "ingenieriles", es decir, estudios sobre la
viabilidad prctica y los costes de produccin de complicados artilugios
termonucleares que a la sazn eran la obsesin de apasionados por la "high-tech".
Pero desde principios de los aos 60 "la Rand se encarg de aplicar sus
conocimientos en materia de anlisis de contrainsurgencia y la guerra limitada"29. A
partir de evolucionando hasta transformarse en un genuino brain trust con
especialistas dedicados a aero-espaciales y armamentos los estrategas
norteamericanos,
sistemas al estudio de la entonces la Rand ha ido todos los mbitos de la Defensa,
incluyendo en sus plantillas a socilogos, antroplogos, historiadores y por lo que
se ve hasta aprendices de filsofo. Entre las obras publicadas por la Rand uno
puede encontrarse desde un manual de antropologa cultural a un estudio histrico
sobre las causas de la derrota de la Wehrmacht en Rusia, pasando por un anlisis de
costes de produccin en sistemas de radares. Y tambin el libro El Final de la Historia
que, como ingenuamente reconoce Fukuyama en el captulo de "Agradecimientos",
fue posible gracias al apoyo prestado por la Rand Corporation. Tan sugestivo
organismo es financiado por rganos estatales norteamericanos (por ejemplo, las
Fuerzas Areas) y por las grandes empresas norteamericanas. La Rand Corporation
no es un caso aislado. Decenas de instituciones similares, vinculadas en muchos
casos a prestigiosas Universidades, trabajan en multiplicidad de reas al servicio de
los intereses del "complejo militarindustrial" norteamericano. Y aprovecho la ocasin
para sealar y recordar que la expresin de "complejo militar-industrial" no se debe a
ningn visionario marxista del Tercer Mundo, ni a ningn propagandista a sueldo del
Kremlin, sino al mismsimo Dwight Ike Eisenhower, ex-Comandante en Jefe de las
Fuerzas Aliadas en Europa Occidental durante la Segunda Guerra Mundial y exPresidente de los Estados Unidos de Norteamrica.
En opinin de Michael T. Klare, la Rand Corporation y la mirada de instituciones
afines que existen en EE.UU. son una rama ms de su podero militar: "este cuerpo
de personal cientfico y tcnico sin uniforme militar forma el Cuarto Ejrcito de la
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nacin".
Teniendo en cuenta esta biografa intelectual, resulta sorprendente que alguien se
tomara en serio los dislates de Fukuyama. Eran lo que eran: ideologa elaborada a las
rdenes del Pentgono y de las ms potentes Empresas Transnacionales de capital
norteamericano. Adems, el final de la historia haba sido ya anunciado por mentes
bastante ms preclaras que las de Fukuyama, incluyendo las de Hegel y Marx, sin que
hasta ahora la Historia haya hecho el menor esfuerzo por cumplir tan brillantes
vaticinios. En realidad, la obsesin por alcanzar el final de la Historia es una
constante desde que la tradicin judeocristiana impuso en Occidente su visin lineal y
teleolgica de la Historia.
Las tesis de Fukuyama cayeron rpidamente en un justo olvido. Pero lo ms
revelador es que quienes primero apoyaron este nuevo paradigma perdieron muy
pronto inters por l. Resumindolo en su forma mnima, el argumento de Fukuyama
era que la victoria de la democracia liberal y el capitalismo era ya un hecho
incuestionable e irreversible. Los conflictos que el mundo pudiera seguir
contemplando en los aos venideros ya no seran ms que patticas escaramuzas
entre las fuerzas que encarnaban antiguos valores, en fase de descomposicin, y la
imparable fuerza que encarnaba la posthistoria.
Era un planteamiento netamente "desmovilizador". Cualquier estudioso
aficionado de estrategia sabe que hay dos formas absolutamente seguras de perder en
una guerra: darla por perdida de antemano y darla por ganada de antemano.
Si la victoria ya se haba producido, si su consolidacin era absolutamente
inevitable, para qu mantener en pie el gigantesco complejo militar-industrial
norteamericano? Ahora que ya hemos vencido podran pensar los norteamericanos
de a pie slo nos queda como tarea importante en este mundo encontrar un rato
para jugar al golf o sentarnos con una montaa de botes de cerveza ante una
transmisin televisiva de la NBA.
Las ideas de Fukuyama se convertan as en objetivamente peligrosas para
mantener movilizado y en tensin el cuerpo de la sociedad norteamericana. Haca
falta un nuevo paradigma. Y aqu entra en escena Samuel P. Huntington. Este
intelectual es el Director del Instituto John M. Oln. Un dato en absoluto irrelevante
al respecto es que la Conferencia que inspir el tristemente famoso artculo El fin de
la historia? de Fukuyama fue pronunciada precisamente en este Instituto Oln. Dicho
de otra manera, el Instituto Oln forma parte del complejo entramado de instituciones
acadmicas o para-acadmicas al servicio directo del complejo militar-industrial
norteamericano.
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mucho que el rock se escuche en Beijing y en Maputo, por mucho que el sueo de un
nio de Rabat o de Yakarta sea ir a Disneyworld, no dejan de existir las
contradicciones ms sangrantes en el orden poltico y econmico mundial. Un orden
diseado y mantenido para beneficiar a los EE.UU. y sus protegidos de Europa
Occidental.
Conflictos van a surgir y eso es inevitable. Cmo justificar la continua
intervencin del podero poltico, econmico y militar de los Estados Unidos para
mantener el statu quo? El Imperio del Mal con sede moscovita se ha hundido y ya no
cabe atribuir al oro de Mosc las "amenazas" que surgan en Nicaragua, en Somalia o
en Indonesia. Hay que ofrecer una nueva explicacin que tenga el suficiente empaque
ideolgico para el mantenimiento de las mayores Fuerzas Armadas del mundo,
alimentadas por una industria de estructura totalmente belicista, sobre las que se basa
todo el tejido social norteamericano. Y no hay explicacin mejor que la de
Huntington. Las civilizaciones estn ah, van a chocar inevitablemente, y debemos
estar preparados para ello, sostiene Huntington. Podemos lamentarlo argirn
Huntington y sus secuaces pero ello no evitar que las grandes culturas estn
condenadas a enfrentarse. Y en todo enfrentamiento debe haber un vencedor. Nos
podemos imaginar cual deseara Huntington que fuese.
Uno se pregunta porqu extraa razn el pensamiento estratgico norteamericano
no haba cado hasta ahora en la cuenta de la existencia de grandes conjuntos
culturales, de grandes civilizaciones, en la vida de la Humanidad. La existencia del
sandinismo o el conflicto rabe-israelita podran haber sido explicados de manera
satisfactoria con este paradigma desde hace varios decenios. Pero entonces hubiera
sido poco conveniente. Si en el fedayin palestino slo se hubiera visto a un enemigo
de los sionistas, el pblico norteamericano podra haberse dado por no concernido;
era mucho ms rentable polticamente presentarlo como un pelele de Mosc. Lo
mismo cabe decir del guerrillero sandinista o del iran Dr. Mossadegh.
Pero Mosc ya no sirve de excusa. El comunismo ya no es creble como amenaza
porque salvo cuatro nostlgicos irreconvertibles nadie con dos dedos de frente se
atrevera a reivindicar el comunismo sovitico. Debe dibujarse una nueva amenaza,
un nuevo peligro, en este caso la inevitabilidad de un choque a nivel planetario entre
grandes civilizaciones, en el que Occidente (el Occidente del Monotesmo del
Mercado) debe vencer, porque de lo contrario ser aplastado.
El nuevo paradigma de Huntington, en resumen, cumple un papel fcilmente
identificable en la estrategia norteamericana por mantenerse en la situacin
hegemnica mundial de la que disfruta.
Bajo este paradigma sempiterno de la poltica exterior norteamericana: mantener
la hegemona econmica de los EE.UU. Veamos un ejemplo: en una de las ltimas
entrevistas concedidas por Huntington a la prensa espaola, el titular, muy elocuente,
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CARLOS CABALLERO
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Extirpar La Diversidad
Pero el paradigma de Huntington tiene otra lectura, an ms inquietante. Las grandes
civilizaciones han existido, desde siempre, en la Historia. Y su relacin ha sido a
menudo de enfrentamiento y lucha. En otras ocasiones, sin embargo, ha existido la
colaboracin, la intercomunicacin, el mutuo enriquecimiento gracias al intercambio
de ideas, conocimientos y productos. Recordemos, por ejemplo, lo que para el mbito
euro-asitico supuso la fascinante historia de la Ruta de la Seda. A travs de ella lleg
el budismo desde la India hasta China; y el papel, la seda, la plvora y los spaghetis,
viajaron desde China hasta Occidente, y as sucesivamente. En la Historia las grandes
culturas han existido desde siempre, pero su relacin no ha sido siempre de
enfrentamiento frontal, sino todo lo contrario.
La teora de Huntington, sin embargo, prima las relaciones de conflicto entre
culturas. Y no es casual. Uno de los rasgos ms definitorios de la Modernidad es el
odio a la diversidad cultural. Para la Modernidad slo puede existir una Cultura, la
suya propia. La Modernidad es etnocida por definicin y sustancia. El primer pas
europeo en acceder a la modernidad ideolgica, la Francia de la Revolucin, tuvo
como primer objetivo poltico extirpar todas las diferencias culturales que existan en
el antiguo Reino de Francia. La persistencia de una identidad tnica diferenciada en
bretones, saboyanos, alsacianos, provenzales o flamencos era un insulto a Las Luces
y no es casualidad que el grupo ms "avanzado" de los revolucionarios, los jacobinos,
fueran los impulsores de una brutal poltica de centralizacin y uniformizacin.
Hoy vivimos en la "aldea global". El mundo se ha empequeecido hasta extremos
increbles por obra y gracia del progreso tecnolgico y econmico. Se ha hecho
demasiado pequeo para que en el subsistan distintas culturas diferenciadas. Y de la
misma manera que la Francia Jacobina ejecut el etnocidio sistemtico de las
distintas culturas tnicas diferenciadas de la especficamente francesa que haban
existido en el Reino de Francia, hoy los Estados Unidos se estn lanzando a una lucha
titnica para laminar y destruir las grandes culturas que an subsisten en nuestro
planeta. Como nuevos jacobinos a escala planetaria, su objetivo ya formalmente
declarado y asumido no es otro que el de extirpar de la superficie del planeta todo
vestigio de diversidad cultural. Este es el aspecto ms siniestro de las tesis de
Huntington. De la misma manera que las Leyes del Mercado justificaban la pobreza o
las Leyes Biolgicas de Darwin fueron utilizadas para justificar el Imperialismo, el
nuevo paradigma de Huntington sobre el "choque de civilizaciones" no es sino la
legitimacin y justificacin del Etnocidio a escala universal.
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