El documento explora las razones por las que un Dios infinitamente bueno permite la existencia del mal. En primer lugar, los humanos tienden a olvidar a Dios cuando las cosas van bien y solo recordarlo durante las adversidades. En segundo lugar, la prosperidad genera más tentaciones que la adversidad, llevando a las personas a olvidarse de Dios. Finalmente, Dios permite el sufrimiento para darnos la oportunidad de imitar al buen ladrón crucificado junto a Jesús y así entrar al cielo a pesar de nuestros pecados.
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El documento explora las razones por las que un Dios infinitamente bueno permite la existencia del mal. En primer lugar, los humanos tienden a olvidar a Dios cuando las cosas van bien y solo recordarlo durante las adversidades. En segundo lugar, la prosperidad genera más tentaciones que la adversidad, llevando a las personas a olvidarse de Dios. Finalmente, Dios permite el sufrimiento para darnos la oportunidad de imitar al buen ladrón crucificado junto a Jesús y así entrar al cielo a pesar de nuestros pecados.
El documento explora las razones por las que un Dios infinitamente bueno permite la existencia del mal. En primer lugar, los humanos tienden a olvidar a Dios cuando las cosas van bien y solo recordarlo durante las adversidades. En segundo lugar, la prosperidad genera más tentaciones que la adversidad, llevando a las personas a olvidarse de Dios. Finalmente, Dios permite el sufrimiento para darnos la oportunidad de imitar al buen ladrón crucificado junto a Jesús y así entrar al cielo a pesar de nuestros pecados.
El documento explora las razones por las que un Dios infinitamente bueno permite la existencia del mal. En primer lugar, los humanos tienden a olvidar a Dios cuando las cosas van bien y solo recordarlo durante las adversidades. En segundo lugar, la prosperidad genera más tentaciones que la adversidad, llevando a las personas a olvidarse de Dios. Finalmente, Dios permite el sufrimiento para darnos la oportunidad de imitar al buen ladrón crucificado junto a Jesús y así entrar al cielo a pesar de nuestros pecados.
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EL MISTERIO DEL MAL
Uno de los desafos ms grandes de la Teologa es el problema del mal, es
decir, por qu siendo Dios infinitamente bueno permite tantos males? Aunque a este misterio slo se puede responder desde la fe, quisiera dar algunas razones que se me ocurren, por si pueden ayudar en algo a responder a este problema. En primer lugar porque nadie se acuerda de Santa Brbara hasta que no truena y la excepcin confirma la regla. Buen ejemplo de esto es el pasaje evanglico de los diez leprosos que acudieron a Jess para que los curara. l les dijo que se presentaran al sacerdote, como mandaba la ley que deban hacer los que quedaban curados de la lepra y, cuando iban de camino, todos quedaron curados, pero uno slo volvi a darle las gracias a Jess, a pesar de que era un samaritano. Los otros nueve ni siquiera se tomaron esa molestia. Desgraciadamente esta historia se repite y se repetir siempre, porque la capacidad que tenemos para olvidar los beneficios de Dios supera todo lo imaginable. En segundo lugar porque la prosperidad es una tentacin mayor que la adversidad, es decir, lo difcil no es acordarse de Dios y serle fiel en la enfermedad o en la desgracia, sino cuando todo nos sale a pedir de boca, cuando el mundo nos sonre y nos aplaude, cuando nadamos en la abundancia, como haca el Santo Job, antes de que Dios lo pusiera a prueba. Por eso dice la Escritura: Mejor es ir a casa de luto que ir a casa de fiesta, porque la tristeza del rostro es buena para el corazn. Puede parecer muy pesimista esta sentencia, pero expresa una gran verdad, por mucho que nos duela. Buen ejemplo de esto fue San Ignacio de Loyola, que gracias a un accidente de guerra, que le destroz una rodilla y le hizo perder una pierna, tuvo ocasin para meditar sobre el sentido de su vida, y convertirse en uno de los grandes Santos fundadores de rdenes religiosas, pues fund la Compaa de Jess. Por eso el que no se convierte a Dios ni siquiera ante la desgracia mucho menos lo har en medio de la prosperidad, que fomenta la soberbia y la autosuficiencia, que nos lleva a olvidarnos de Dios y hasta a considerarlo como un estorbo, que nos impide gozar de la vida a tope. No es sta la causa principal de la tremenda crisis de fe y de moral por la que pasa el opulento occidente tradicionalmente cristiano y catlico? Por otra parte ante una misma situacin de sufrimiento pueden darse reacciones completamente distintas, pues junto a Jess estaban tambin crucificados dos ladrones. Uno muri blasfemando, en cambio el otro le reprendi diciendo: Ni siquiera temes a Dios t que ests en el mismo suplicio? Porque nosotros estamos aqu justamente, por nuestros delitos, pero ste qu mal ha hecho? Y aadi: Jess, acurdate de mi cuando llegues a tu reino. Jess respondi: Te aseguro que hoy estars conmigo en el paraso (Lc. 40-43). Por tanto Dios permite el sufrimiento para darnos la ocasin de imitar al buen ladrn y entrar en el cielo por la puerta grande aunque seamos grandes pecadores. Pues despus que el Hijo de Dios ha tenido tan mala suerte que fue crucificado a pesar de ser inocente, nadie tiene derecho a quejarse de su suerte.