Consciencia Liberada y Liberadora

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Conciencia liberada y liberadora

El hombre primitivo es un ser oprimido. Cercano a la vida animal, no ha logrado asumir


su propia vida con libertad, como dueo de ella; ni siquiera piensa en esta posibilidad.
Posee una conciencia ms bien colectiva que individual. Las fuerzas extraas de la
naturaleza, la inmutabilidad de las costumbres ancestrales, el poder mgico que lo
rodea por doquier, el desconocimiento de las posibilidades que encierra su ser, etc., lo
mantienen aletargado en una vida de actos repetitivos.
Su perfeccin y mxima aspiracin consiste en la adaptacin a la vida del grupo: ser
como los dems y, si es posible, el mejor entre todos, pero nunca diferente a los
dems. Podramos hablar de una alienacin individual a favor del grupo. Los individuos
solo cuentan como nmeros del grupo; tienen valor en la medida en que contribuyen a
que el grupo sea numeroso y fuerte. Por eso la fecundidad en la mujer y la fuerza fsica
en el hombre son los valores ms apreciados.
Las costumbres y las leyes se cumplen sin objecin alguna. Su fundamento no reside
en el mundo de los hombres sino en el de los espritus. La vida de cada individuo y de
todo grupo se halla sujeto al destino, entendido este como la voluntad ciega o
caprichosa de los dioses. El hombre, espontneamente religioso ante un cosmos cuya
naturaleza desconoce, cumple a ciegas las prcticas y disposiciones religiosas. La
autoridad del jefe, del rey, del hechicero o del sacerdote es absoluta.
Si tuvisemos que caracterizar la conciencia moral del hombre primitivo, deberamos
compararla con la conciencia infantil, la rectitud moral consiste para ella en observar
las pautas del comportamiento propias del grupo. En este sentido, la conciencia
individual esta oprimida y suplantada por la conciencia grupal. Existe la conciencia
individual como funcin orgnica, pero faltan los contenidos de conciencias
singulares. Los contenidos de conciencia son colectivos e inmutables.
El despertar de la conciencia individual constituye un proceso sumamente lento en la
historia de la humanidad, que coincide con el despertar del sentido de la libertad, de la
dignidad humana y la autonoma moral. El hombre se libera en la medida en que cobra
conciencia de sus posibilidades, valores y derechos en los diversos mbitos de la vida.
El hombre actual se sabe sujeto de un sinnmero de libertades (polticas, realigiosas,
econmicas, morales, etc.) y, por lo mismo se siente orgullosamente libre. Qu
sentido tiene entonces hablar de una conciencia liberada? No se puede dar por
supuesto que la conciencia del hombre contemporneo es una conciencia libre?
Hablar de una conciencia liberada es lo mismo que hablar de un hombre libre, y
el hombre libre no es precisamente el exponente tpico de nuestra sociedad
subdesarrollada y dependiente; ni lo es tampoco de la sociedad desarrollada de
consumo. El hombre de la sociedad de consumo vive oprimido por los mecanismos de

la estandarizacin y masificacin social. El hombre del tercer mundo sale poco a poco
de una opresin socioeconmica ms dolorosa para caer en lo mismo.
Para poder calificar como liberada una conciencia es necesario que sus contenidos
morales hayan sido asumidos en la libertad. Recordemos lo dicho al hablar de la
subconsciencia moral. El hombre masa, el que vive en el anonimato de la imitacin y
adaptacin social, carece de conciencia libre; porque carece de valores propios, de
motivaciones singulares, del hbito de la opcin responsable. Cree que es libre; pero
no lo es: piensa como los dems, consume lo que los dems, reacciona como los
dems y proclama libertad como los dems.
La liberacin de la conciencia exige un largo proceso de educacin. Dicha educacin
tiene varias facetas. Se logra mediante la identificacin de todas las motivaciones, los
hbitos, las costumbres, las leyes, etc., que se han ido acumulando en la conciencia
desde la infancia. Se logra tambin mediante el anlisis de todos esos elementos con el
fin de descubrir el valor moral que poseen. Exige, adems la opcin y purificacin
permanente de los valores que guan nuestra conducta. Y no puede faltar la revisin
continua de la actividad misma de la conciencia por encima de todos los
condicionamientos sociales, religiosos, econmicos, temperamentales, etc., y ser
posible hablar de una conciencia liberada.

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