La Insensatez Del Labrador

EDWARD H.
FAULKNER
LA INSENSATEZ
DEL LABRADOR
Dios est en su cielo
En el mundo todo est bien.
B rowning
LIBRERIA E L A T E N E O EDITORIAL
B U E N O S
A I R E S
ESTE LIBRO
SE TERMIN DE IMPRIMIR EN
ARTES GRAFICAS
BARTOLOME U. CHIESINO
AMEGHINO 838 - AVELLANEDA
BUENOS AIRES
EL DA 30 DE OCTUBRE
DE I945
Printed in Argentine
los
agricultores de hoy se les paga
para que trabajen en favor del suelo,

compensando errores pasados; mi fina
do padre, John Wesley Faulk ner, a quin
dedico este libro, hizo mucho de eso
rutinariamiente.
mucha ayuda en esta .

gran parte de ella me fu prestada sin
querer. No dispongo de espacio para dar
las gracias a todos los que de un modo
u otro me ayudaron. Estoy especialmen
te agradecido al Profesor Paid B. Sears,
Jefe del Departamento de Botnica
Oberlin College; a Russell Lord, direc
tor de The Land; Garet Garett, articu
lista de la especialidad en el Saturday
Evening Post; Peter Vise her, editor y
director de Country Life; Ollie E. ,
Superintendente de la asignatura en el
Departamento de Educacin del Estado,
Columbus, Ohio; Charlotte Brooks, bi
bliotecria ayudante Elyria Library y
a Merrit Powell, administrador de la
Lorain Country Farm Bureau Coope
rative, Elyria, Ohio. Elios no son ms
que unos pocos entre todos los que me
ayudaron voluntariamente.
E. H. F.
tenido
MARGEN DE ERROR
libro se propone demostrar sucintamen

te, que el arado de vertedera que se emplea
en las granjas de todo el mundo tcivilizado. es el
implemento menos satisfactorio para preparar el
suelo, con el fin de producir cosechas. Tal vez esto
suene a paradoja, si se tiene en cuenta que existe
una ciencia de la agricultura desde hace casi un si
glo, y que los cientficos agrcolas, casi unnime
mente, han empleado y aprueban el empleo de ara
do de vertedera. No obstante, la declaracin hecha
ms arriba es verdadera y capaz de prueba. De
hecho, los mismos hombres de ciencia sin propo
nrselo, hari proporcionado gran parte de las prue
bas. La verdad es que nadie ha adelantado jams,
una razn cientfica para arar. Ms de un maes
tro erudito ha pasado por trances de perplejidad,
cuando en clase, los estudiantes le exigan que les
demostrara porque no sera mejor introducir la
STE
10
LA INSENSATEZ DEL LABRADOR
materia orgnica en la superficie del suelo, y no

enterrarla como lo hace el arado.
Se ha supuesto como un axioma que arar
era lo correcto, y sobre ese axioma se bas todo
el conjunto de razonamientos referentes al modo
de tratar al suelo. Pero, arar no es lo correcto. Si
la asercin principal es insostenible, se deriva de
ah que podamos poner en duda, con justicia, la
validez de cada teora aceptada popularmente res
pecto a una cosecha cualquiera, que se desarrolla
ep una tierra preparada con el arado. Eso pro
porciona virtualmente la oportunidad para hacer
el examen crtico de todas nuestras teoras sobre
el suelo, de modo que en este libro, se enfocar
la gama de todas las teoras desarrolladas sobre
el cultivo de las mieses, para su examen a la luz
del descubrimiento de que arar es un error.
Emprenderemos esta discusin, y siempre que
ello sea posible, en un lenguaje familiar para el
lego, y en el transcurso del texto, cada vez que
llo sea necesario, introduciremos notas al pie,
para explicar cualquier cosa que pueda estar fue
ra del alcance del conocimiento del trmino medio
de los lectores. A causa de la naturaleza del razo
namiento en que >se basa este estudio ntegro, no
es necesario recurrir a trminos cientficos; cuan
do mucho se emplearn los ms simples. Adems,
y aun cuando parezca extrao, en esto bay pocas
ideas que no sean de conocimiento vulgar. La
agricultura cientfica ha creado una cantidad in-
MARGEN DE ERROR
11
mensa de trminos tcnicos, como consecuencia de

un error primitivo y fundamental, y ellos a su vez
han originado sus propias confusiones. En verdad,
puede decirse con exactitud que 1 error cometido
en los orgenes, es la base de la mayor parte sino
de toda la tecnologa relacionada con la agro
noma actual.
Una estacin agrcola experimental tiene
sus aplicaciones, pero es claro que stas no ha
bran abarcado el problema que se presenta en
este libro, si los que trabajan el suelo no se hu
bieran iniciado con una base falsa en el asunto
de arar. Resumiendo, si se hubiese hallado el
modo de mezclar con la superficie del suelo, todo
lo que el agricultor entierra debajo de ella con
el arado; si los implementos para plantar y cul
tivar hubiesen ,sido proyectados para operar so
bre la superficie del rastrojo resultante de mezclar
con la parte superficial del suelo, paja, hojas, ta
llos, tocones, malezas y zarzas, la produccin de las
cosechas hubiera sido tan automtica y espont
nea, que posiblemente no se hubiera desarrollado
la ciencia agrcola que conocemos ahora. En rea
lidad, la hubiramos necesitado poco. Desde cierto
punto de vista, hemos creado nuestros problemas
del suelo, nada ms que para proporcionarnos el
placer dudoso de resolverlos. Si originariamente
no hubiramos contrariado las leyes naturales
arando la tierra, nos habramos evitado los pro-
12
blemas y los esfuerzos dispendiosos de tiempo y

dinero que requiere su solucin.
Y apenas como una consideracin inciden
tal, nos hubiramos evitado la erosin, los suelos
cidos, las inundaciones cada vez ms frecuentes,
el descenso de las napas de agua, la disminucin
de los animales silvestres, y los suelos de superfi
cie compacta e impermeable. Hemos hecho la ca
laverada de la agricultura cientfica. En efecto,
la tal calaverada aparenta ser la contraparte cien
tfica de lo que nuestros padres solan llamar co
rrer sus mocedades. Es tiempo que nos modere
mos e iniciemos la aplicacin a nuestra agricul
tura, de la misma ciencia bsica que estamos em
pleando desde hace tanto tiempo, en las fbricas,
usi ias y talleres, de nuestra civilizacin razona
ble tiente progresista.
Nuestra nacin ha equipado a sus agricul
tores con un tonelaje de maquinaria por hombre,
mayor que en ninguna otra. Hasta donde llega
la historia, no se sabe de ningn otro pueblo que
haya avanzado tan'rpidamente hacia el trmino
de la destruccin del suelo con esa maquinaria,
como nuestra poblacin agrcola. Es difcil que
alguien pueda enorgullecerse con este record.
Adems, tampoco es una comparacin atrayente,
cuando vemos que nuestros amigos los chinos y
el paisanaje tan .a -menudo despreciado de los pa(1) 4047 m3.
MARGEN DE ERROR
1:1
ses que llamamos atrasados, pueden producir sin

maquinaria, ms por acre (x) que el agricultor
americano con su equipo primoroso. Toda persona
razonable, que haya viajado mucho, confirmar
esta afirmacin.
Ha constituido uno de los enigmas ms per
sistentes, el hecho de que un egipcio ignorante y
empobrecido, que remueve la tierra con su antiqu
simo palo encorvado, pueda producir ms por acre
que su vecino britnico cuyo equipo est ajustado
al minuto. La explicacin est en el hecho de que
el agricultor pobre no tiene medios para proveer
se de un equipo que le impedira continuar culti
vando la tierra con esos rindes elevados por acre.
A su debido tiempo se explicar el significado n
tegro de todo esto.
La afirmacin de que todas das desazones
con las cosechas, se originan en los campos del
granjero, tiene un doble sentido. Los campos vr
genes y las tierras boscosas que circundan su te
rreno no dan seales de mortificacin. Hasta la
misma vegetacin en las lneas de los alambrados
parece medrar tan bien durante las sequas como
cuando reina un hermoso tiempo. Nos justifica
ra esa observacin, si nos preguntramos si no
es ms bien la manera como los chacareros tra
tan a sus campos, la responsable ,de la forma en
que se comportan las cosechas bajo cultivo? Cier
tamente, no debemos pasar por alto la posibilidad
de que la clave de las aflicciones del chacarero,
14
pueda encontrarse en el estudio comparativo de

los suelos cultivados y vrgenes.
Nuestras ideas convencionales sobre los pro
cesos del desarrollo necesitan una revisin drs
tica. Al estudio del crecimiento de las plantas se
le ha -dedicado mucha labor experimental y mu
cha meditacin, pero en cambio, comparativa
mente se le ha prestado poca atencin a la parte
que juega en el crecimiento animal y vegetal, la
transferencia real ms o menos directa del ali
mento vegetal que ya haba sido empleado previa
mente, es decir la transferencia del alimento des
de un cuerpo sin vida a uno viviente.
. Con frecuencia pensamos y hablamos sobre
el crecimiento, como si ste fuera un proceso
constructivo; sin duda que lo es, pero lo probable
es que sin bastante reflexin, supongamos que el
crecimiento tser mayor y mejor, cuando para eso
se emplean materiales que no han estado previa
mente en los tejidos orgnicos. Con nuestro modo
de pensar, suponemos que las mieses de nuestras
granjas, obtienen del terreno una solucin de mi
nerales originada directamente de los minerales
del suelo o de los fertilizantes que aplica el cha
carero. No le prestamos mucha atencin a la bio
qumica del asunto. Sabemos s, que toda cosa cu
bierta por el suelo que sea descomponible, est
sujeta a una descomposicin ms bien rpida, pe
ro aparte de esto razonamos mal, porque no acep
tamos flue los productos de descomposicin son el
MARGEN DE ERROR
15
material de eleccin, para el desarrollo de las mieses que crecen en su vecindad inmediata.
En nuestra civilizacin materialista, hemos
jyDrendidoasosji^^
cosa construida con materiales de desecho'. Poca

gente querr comprar un automvil armado cor.
repuestos usados, y lo mismo, un traje hecho con
un gnero de lana artificial no alcanzar un pre
cio alto. Nuestra desconfianza bsica se traslada
tambin ,a nuestra opinin sobre los materiales ne
cesarios para el desarrollo de una planta. Esto no
ocurrira, si hubisemos hecho un poco de juicio
crtico sobre el tema; pero no lo .hemos hecho as.
Dejamos el tema entero a cargo de nuestros hom
bres de ciencia. Ellos han aprendido los hechos,
y en muchos casos han publicado sus conclusiones
en libros y folletos, que cualquiera que se tome
el trabajo de hacerlo puede leer; pero son pocos
los que han hecho el esfuerzo necesario para pe
netrar en el lenguaje tcnico habitual de esos es
critos. Esos Escritos, rara vez aparecen en la pri
mera plana, ni constituyen encabezamientos, de
modo qqe no nos molestamos en leerlos. Es evi
dente que esto puede sernos perjudicial.
mucho de nuestro conocimiento sobre las
relaciones nutritivas puede llamrselo acadmico.
Cuando lo describimos estamos jugapdo con l,
porque no lo desarrollamos para que tenga utili
dad prctica. Esto es particularmente cierto res
pecto a la nutricin vegetal. Sabemos natural-
16
mente, que ningn animal puede subsistir sola

mente a base de soluciones minerales en forma
simple e inorgnica. No ingerimos nuestro calcio
en forma de agua de cal, ni nuestro hierro en
forma de tintura; por lo menos no lo hacemos en
medida tan grande como para considerarlo asun
to de nutricin. Nuestros conocimientos actuales
indican que toda la raza humana y el reino ani
mal ntegro, desapareceran totalmente de la su
perficie de la tierra, si se vieran privados de ese
almacn orgnico que se llama reino vegetal;
Siendo eso una verdad, para nosotros tiene una
gran importancia el poseer una comprensin ca
bal y prctica de las relaciones nutritivas entre
las plantas y la tierra; esas relaciones son funda
mentalmente necesarias para el bienestar animal,
que incluye como es natural, el bienestar de la ra
za humana.
. .
A los fines de esta discusin, nuestro razo
namiento se simplificar, si pensamos que las so
luciones inorgnicas que ocurren en el suelo, don
de el agua est en contacto con minerales crista
lizados, son alimentos primarios y nuevos para las
plantas; y que las soluciones originadas en la des
composicin de los tejidos vegetales o animales son
alimentos usados o de segunda mano. Es claro
que stos no son los trminos tcnicos para expre
sar tales conceptos, pero aqu se demostrar que
son tiles para que el profano comprenda como
puede estimularse el crecimiento de las plantas.
MARGEN DE ERROR
17
Adems, es necesario decir que en la pi. e tica ea

si nunca se encuentra en el suelo una solucin or
gnica totalmente desprovista de compuestos in
orgnicos. Esto se debe a que el agua que absorbe
el material orgnico en su proceso de descomposicin, ya lleva consigo una pequea carga de ma
teria inorgnica.
La desazn principal que nuestra agricultura
implica, se debe a que nos hemos empeado ms
y ms en las tcnicas difciles para proveer a
nuestros cultivos con materiales nuevos, en lugar
de aprovecharnos totalmente de las medidas casi
automticas que toma la naturaleza para suminis
trar raciones completas de segunda mano a las
plantas. Llenamos de dificultades una tarea que
pudo haber sido fcil.
Varias circunstancias conspiraron para de
formar nuestro punto de vista sobre la nutricin
vegetal. Treinta aos atrs, los chacareros no es
taban tan familiarizados como ahora, con las po
sibilidades que ofrecen los minerales inorgnicos
como fertilizantes. Pero a medida que los fueron
conociendo, y como los costos de los abonos qu
micos de tiempo en tiempo se redujeron, su em
pleo progresivo se ha hecho ms fcil. Simult
neamente, pareca que los medios de devolver al
suelo su materia orgnica se hacan ms dificul
tosos. De ah se deriva como resultado neto, el
que, por necesidad, se le preste ms y ms aten
cin al suministro de minerales inorgnicos, y que
18
LA INSENSATEZ DEL LABRADOS
no se tomen del todo en consideracin las posibi

lidades orgnicas.
Los pocos prrafos anteriores esbozan los
conceptos nutritivos bsicos involucrados en este
libro. No salen a luz nuevos descubrimientos tc
nicos. Toda la discusin no se propone otra, cosa
que reducir la informacin cientfica que posee
mos desde hace dcadas, a la que hasta ahora,
no se le ha dado un empleo difundido, a trminos
prcticos que puedan emplearse en la huerta de
cualquiera o en cualquier chacra.
Durante dcadas se conocieron y se recomen
daron los abonos verdes. Pa,ra los lectores que en
cuentren en ellos una novedad;' dirgqios .simple
mente que los abonos verdes se cultivan para em
plearlos como materia* orgnica descomponible en
el suelo, donde crecieron. Durante aos se aconse
j a los chacareros que hiciesen uso frecuente y
regular de abonos verdes, con el fin de suplemen
tar la provisin siempre insuficiente de abono ani
mal. De acuerdo con esta idea, hace ya treinta
aos que los comisionados de los distritos rura
les, estimulaban a los granjeros para que realiza
ran su programa de mejoramiento del suelo, en
terrando abonos verdes con el arado; despus, al
conocerse los resultados de las primeras experien
cias, sobrevino el desaliento. Se comprob que las
aradas de abonos verdes eran un arma de dos fi
los tan colosal, que en adelante todas las tentati
vas para mejorar la productividad del suelo, no
MARGEN DE ERROR
19
fueron ms que expedientes cautelosos, en lugar

de ser tentativas audaces para imitar el ejemplo
perfecto, que daba la campia natural. Parece que
a nadie se l ocurri jams poner en duda los
efectos del arado de vertedera, que tena la apro
bacin universal.
En efecto, se modific la doctrina prevalente y generalmente aceptada, con dos recomenda
ciones comparativamente ineficaces: 1) entirre-.i
se temprano al abono verde, antes que se vuelva
leoso y difcil de podrirse; y 2) si por cualquier,
razn no puede enterrarse temprano, antes de
ararlo agregesele un fertilizante nitrogenado.
Siempre se reconoci, que an esas recomenda
ciones, no eran ms que recursos provisorios. Es
demasiado evidente que el centeno verde y otras
mieses tiernas, deben tener un contenido mineral
menor que cuando estn ms sazonadas. La se
gunda recomendacin de origen ms reciente y a
la que se supone ms ventajosa, tiene una debili
dad fundamental, y casi insubsanable, porque en
la naturaleza no existe remedio completamente
eficaz para ella. Se aade un fertilizante nitroge
nado con el fin de apresurar la descomposicin
de la masa; de ese modo se quita el obstculo que
significa la materia orgnica, para que el agua
de la profundidad del subsuelo contine elevn
dose hasta el suelo. \ aqu es necesario recordar,
que cuando se entierran grandes cantidades de
20
material absorbente, se agota el agua de las capas

del suelo tendidas sobre ese material).
Con ese ardid se apresura la descomposicin,
pero necesariamente los productos que la descom
posicin pone en libertad, estn expuestos a colarse
fuera del suelo con las primeras lluvias que caigan
despus de su liberacin. Log coloides slo pueden
seriamente los productosque la dcscompoaieift
pone en liberta^ estn-expuestos-a-colarse fuera
-del suelo con las primeras lluvias que caigan des-pues de su liberacin. Los coloides slo pueden
retener un pequeo porcentaje de esas substancias
nutritivas, y eso, en suelos que tengan bastantes
coloides no saturados an de elementos nutritivos
vegetales. El resto debe perderse necesariamente,
a menos de que por un azar feliz, las lluvias cadas
sean insuficientes para arrastrarlos antes de que
las races lleguen a salvarlos. Y todava hay que
recordar que en la mayor parte de los suelos, son
pocas las races que alcanzan el piso del surco para
realizar el salvataje.
Ms adelante se demostrar que el empleo
de nitrgeno en esa forma, recurdese que es
nitrgeno comprado, es puro derroche de dine
ro, ya que la naturaleza tiene una organizacin
perfecta para suministrar a cada planta la canti
dad exacta de nitrgeno que necesita. Y tambin
se darn ejemplos, con ilustraciones de experien
cias hechas en pequea escala, de cmo en toda la
MARGEN DE ERROR
21
naturaleza ocurre una transferencia de los com

puestos orgnicos provenientes de las substancias
muertas en descomposicin, a lo que vive y est
en desarrollo. Esas experiencias en pequea es
cala fueron suplementadas posteriormente con
otras hechas en escala mayor. Las primeras fue
ron realizadas durante la dcada pasada, en una
pequea huerta en la ciudad, y las ltimas en un
campo arrendado con ese fin, en la campaa.
Es probable que la mayor parte de los hom
bres de ciencia no estn mentalmente preparados
para aceptar una idea tan nueva, sin pruebas ofi
ciales. Paul B. Sears, constituye una excepcin; en
Deserts on the March, ha pintado as la nutri
cin vegetal:
La faz de la tierra es un cementerio y as lo ha
sicTo siempre. Cada cosa viviente, caundo muere le
devuelve a la tierra lo que le pidi prestado para dar
forma y materia a su breve jornada en la luz. De
la tierra, a su debido tiempo, cada nuevo ser viviente
recibe otra vez un prstamo de lo que mantiene la
vida. Lo que la tierra presta, fu empleado por in
contables generaciones de plantas y animales hoy
muertos, y otras incontables lo requerirn en el fu
turo... Ningn vegetal ni animal ,ni tampoco nin
guna clase de ambos, puede establecer un derecho
permanente de posesin a los materiales que compo
nen su cuerpo fsico (1).|
(!) Deserts on The March, por Paul B. Sears (Norman,
University of Oklahoma Press, 1935). 1.
22
As, sutilmente, Sears nos llam la atencin

sobre un principio del desarrollo vegetal que no
ha sido utilizado suficientemente, aunque su exis
tencia acadmica cuando menos, ha sido conocida
por la mayor parte de los hombres de ciencia. Se
deduce de tal principio que la vida depende nece
sariamente de que se apaguen otras vidas, de he
cho, de poblaciones enormes. No nos agrada pensar que nosotros mismos somos asesinos, pero es
difcil refutar el hecho de que si hemos de vivir,
debemos serlo. Como seres civilizados o llamados
as, nos cuidamos para que desde el comedor no
se vea el matadero; pero a menos que seamos ve
getarianos, nuestra existencia depende de que el
matadero est siempre atareado. Hasta el ms es
tricto vegetariano tiene que apagar muchas vidas,
las de las plantas, si quiere retener la propia.
Tales sugestiones pueden sonar a fragmen
tos de sofismas filosficos, sin embargo, las ideas
que ellas involucran se adaptan tan bien al tema
que tratamos, que es necesario que nuestro pensa
miento las enfoque ntidamente. Siempre hemos
aceptado tericamente la interdependencia que
existe entre todas las formas de vida; pero no he
mos avanzado con la misma facilidad hacia el ra
zonamiento de que los tejidos muertos contribu
yen a formar nuevas vidas con su materia. Esta
es la verdad solemne y necesaria, y cuanto ms
precozmente entre a formar parte de nuestro pen
samiento, tanto ms pronto podremos planear con
MARGEN DE ERROR
23
inteligencia, el trabajo necesario para volver a

crear los suelos de los campos de nuestras gran
jas. Hemos hecho muchos remilgos para visuali
zar al tejido muerto cuando se transforma en vi
viente, aunque con cada bocado que comemos, de
mostramos precisamente ese hecho. Seamos prc
ticos, aunque el serlo nos cause dolores de est
mago.
Las plantas por medio de sus races, estable
cen puertas de entrada para los materiales nutri
tivos que se encuentran en los residuos en des
composicin de las plantas del ao anterior, y si
se las deja por su cuenta, emplearn sin prdida,
cada tomo del material que las plantas muertas
emplearon previamente. Como chacareros, no de
jemos a los cadveres de las plantas del ao lti
mo, en el lugar donde las races de las cosechas de
esta temporada puedan invadirlos. En lugar de
eso, enterramos tan hondo esos residuos de des
composicin, que pocas races podrn alcanzarlos.
Al arar hemos impedido que nuestras mieses
tengan sus mejores posibilidades de desarrollo. Es
obvio, que parece haber llegado el momento de
observar dentro de nuestros mtodos de manipu-?
lar el suelo, con el fin de copiar el estado presente
en el bosque y en el campo, donde el arado no ha
transformado el suelo. Plagiar los mtodos de la
naturaleza, no es un crimen. Tampoco se violan
patentes y derechos de reproduccin cuando se
descubren los principios fundamentales y se los
24
empl< a en el cultivo de la tierra. En verdad, si

queremos una labranza mejor, todo lo que tene
mos que hacer es recargar la parte ms superfi
cial del suelo con materiales susceptibles de podrirse. El resto lo harn los procesos naturales.
El reino vegetal est organizado para revestir de
verdor a la tierra, y dondequiera que el hombre
no lo trastorne, es comn que toda la superficie
est bien cubierta. En este libro se demostrar que
nes ros problemas respecto al suelo, han sido en
gran parte problemas psicolgicos; que si se ex
cepta nuestro sabotaje a los planes de la natura
leza para el crecimiento de las plantas, no existe
un problema del suelo.
Hoy en da la ciencia sabe que los arroyos,
torrentes y ros que drenan las cuencas, arrastran
desde las tierras de cultivo varias veces ms ali
mento para los vegetales, que el que absorben las
cosechas durante el crecimiento, o los animales al
pastar. La mayor parte de la prdida es invisible,
es decir, se pierde disuelta; esto tiene una impor
tancia especial, porque las plantas slo pueden to
mar su alimento en solucin. La porcin erosio
nada no disuelta, o sea visible, es la que llama la
atencin, simplemente porque es visible, pero co
mo prdida no tiene importancia, ya que debajo
de la perdida hay existencias inagotables del mis
mo material. Los daos que la erosin causa, son
debidos principalmente a que ella rellena los can
ces de las corrientes, los depsitos artificiales de
MARGEN DE ERROR
25
agua y los lagos naturales, adems de sepultar

bajo una capa de lgamo abigarrado, a las tierras
que estn aguas abajo, en el curso de los arroyos
y de los ros. Afortunadamente la tcnica necesaria
para prevenir la erosin, es precisamente lo que
se requiere hacer para que el terreno sea ms pro
ductivo. Si restauramos las condiciones que pre
valecieron en el terreno cuando era nuevo, de un
solo golpe remediaremos la erosin y restablece
remos la productividad.
Durante aos, los cientficos han tenido con
ciencia de que las prdidas por lixiviacin iban
en aumento; pero hasta que la National Resour
ces Board public su informe en 1934, pocos te
nan alguna idea de la escala vertiginosa en que
nuestros recursos minerales marchaban hacia el
mar. Con el fin de despertar el inters general
sobre el asunto, el Departamento de Agricultura
de EE. UU. incluy en la pgina 99 de su Anua
rio de 1938 un grfico que resuma las diferen
tes clases de prdidas. Y para aclarar an ms
el asunto del desgaste de nuestras tierras, el de
partamento contrat a Russell Lord, escritor ca
paz sobre especialidades agrcolas, para que anun
ciara los esfuerzos gubernamentales, dirigidos a
detener la erosin, mediante demostraciones co
adyutorias en las cuencias de varias regiones del
pas. En su informe Mr. Lord, da este resumen
concreto de las cifras del informe de la National
Resources Board,
26
El alimento para los vegetales perdido por lixi

viacin, es el que disuelto se filtra hacia la profundi
dad y se pierde por va de las aguas subterrneas...
Las prdidas minerales (nitrgeno, fsforo, potasio,
calcio, magnesio, azufre) comprenden 19.500.000 to
neladas consumidas por las cosechas y el pastoreo
anualmente, y 117.000.000 de toneladas que la ero
sin y la lixiviacin arrebatan al terreno cada
ao. (2)
De paso, la urgencia de la situacin que se refleja

arriba, impresion tanto a Mr. Lord, que ese ao
escribi y public, Behold Our Land, donde
presenta ms material interesante.
La mayor parte del alimento vegetal disuelto
que se escapa aguas abajo, tiene su origen en la
materia en descomposicin que entierra el arado.
Esto parece ser una conclusin ineludible deriva
da de hechos conocidos. Si sta es la verdad, aun
que no se tomara otra medida que impedir ese de
rroche, nada ms que con ello, seramos capaces de
incrementar grandemente la produccin de la tie
rra. Durante toda la duracin de ese escape de
alimento vegetal, tanto el terreno como la gente se
empobrecen ms y ms, y adems, sabemos que la
gente tiene una propensin creciente a padecer de
males que son debidos a la insuficiencia y carencia
de ciertos factores esenciales en su rgimen ali
menticio. Por lo tanto, los caos de drenaje sub(2) N* 321, U. S. Departament of Agriculture, To Hold
This Soil, por Russell Lord (Washington, Government Printing
Office), 21.
MARGEN DE ERROR
27
terrneo y el arado de vertedera, son sospechosos

de complicidad en el delito de despojar a nuestro
pueblo de parte de su derecho innato a una salud
vigorosa, cuando se llevan desde el piso del surco
elementos vitales, antes de que las races de las
plantas sean capaces de salvarlos. Esta deduccin
parece tan lgica, que es difcil comprender porqu
nunca se la investig oficialmente.
Tambin parece un poquito jocoso, que se
sugiera la necesidad de investigacin en la mate
ria, porque esta slo implica que los hombres co
pien las condiciones prevalentes en la naturaleza
que da universalmente cosechas sanas, para que
ellos tambin cultiven y recojan cosechas saluda
bles. Esto se parece en buena parte, a sugerir a la
madre de un recin nacido, que investigue la po
sibilidad de alimentar a su beb a pecho ms bien
que a bibern, como lo impone la costumbre. Por
un ejemplo incontrovertible, ya sabemos que don
dequiera que el hombre no se interponga, hay ve
getacin que se desarrolla espontnea. Necesaria
mente se deduce que si el hombre puede reprodu
cir en sus cultivos tal estado del suelo, que en la
naturaleza produce resultados tan perfectos, ser
capaz de producir en terreno cultivado, cosechas
igualmente perfectas.
As, os presento algo tan antiguo en agri
cultura, que por eso mismo puede ser conside
rado nuevo. Es posible que toda la tesis sea de
una evidencia tan clara que por eso mismo no nos
28
hayamos dado cuenta. Yo necesit siete aos para

desprenderme de las ideas convencionales sobre
sueles. Lo mismo que otras gentes instruidas en
agricultura, haba tratado en vano de combinar
las piezas del rompecabezas para que la agricul
tura fuera una ciencia slida; entonces descubr,
gracias a ciertas experiencias, que el motivo de
todas /as pesadumbres resida en la operacin prelimin r a todas las experiencias, es decir en la
operacin de arar. Algo as como si yo tratara de
formar la figura del rompecabezas, con las piezas
patas arriba. Con la simple correccin del error
bsico, vale decir, entremezclando toda la materia
orgnica con la parte ms superficial del suelo,
desaparecern por arte de magia todas las difi
cultades. En las pginas que siguen, se describen
brevemente las experiencias mediante las cuales
pudo llegarse a esas conclusiones.
II
QU ES SUELO?
L a p r i m e r a estacin agrcola experimental en

el mundo, fue fundada en Inglaterra hace aproxi
madamente un siglo. Tena entonces como nico
objetivo, investigar la razn existente para que los
suelos ingleses no produjeran cosechas tan buenas
como antes, y descubrir cmo remediarlo. Ese fu
el comienzo, y a partir de entonces, se han fundado
instituciones similares en la mayor parte de los
pases del mundo. En EE. UU. existen ms de 50
estaciones experimentales. Algunos estados sos
tienen ms de una, son independientes entre s,
aunque dependen todas del mismo gobierno. A
excepcin de unas pocas de estas clnicas, todas
tienen como objetivo principal, el estudio de los
problemas del suelo, y algunas han llevado a cabo
trabajos experimentales sobre suelo durante 50 a
75 aos, para demostrar el efecto de procedimien
tos curativos conocidos.
30
Un cortejo como se, de esfuerzo organiza

do y continuado durante tanto tiempo para deter
minar hechos referentes al suelo, hace que apa
rentemente no tengamos necesidad dev preguntar,
en fecha tan reciente, qu es suelo. Sin embargo,
como sucede con la electricidad y un nmero de
otras cosas familiares realmente importantes, el
suelo nunca ha sido definido con propiedad. Ni se
espere que se lo defina aqu. La esperanza del
autor, es que, mediante este captulo, se llegue
a una comprensin ms prctica del suelo que la
que hemos tenido hasta ahora. Es indudablemen
te cierto que si no pudiramos manejar la elec
tricidad mejor que lo que manejamos nuestro sue
lo; jams hubisemos podido disfrutar del largo
perodo de servicio elctrico ininterrumpido que
hemos disfrutado. De hecho, tenemos un conoci
miento tan completo del manejo de la energa
elctrica, que ella casi nunca nos desilusiona. Por
contraste, el suelo rara vez responde a lo que es
peramos de l, a pesar de que durante generacio
nes, los expertos han tratado de resolver sus pro
blemas.
Y todava, recurdese que el conocimiento de
la electricidad es una cosa relativamente moder
na. Hace apenas un poco ms de cincuenta aos,
que Edison hizo brillar a su primera lmpara.
Considrese lo que ha sucedido desde entonces.
La electricidad ha llegado a ser el siervo ideal del
hombre; es el nico siervo que obedece instant-
QUE ES SUELO
31
neamente a la orden que se le da. Apretad simple

mente un botn o la palanca de un interruptor, y
al punto se presenta vuestro siervo. La energa
elctrica pudo ser enjaezada en esa forma tan sa
tisfactoria desde la iniciacin de los experimentos
de Edison.
Comprese ese asombroso progreso, con la
ausencia casi completa de progreso bsico en
agricultura. Si se considera que el hambre im
puls a los hombres a la accin, podemos deducir
que el hombre inici el cultivo de sus propias plan
tas alimenticias, tan pronto como se cans de
ambular para buscarlas en los lugares donde cre
can silvestres. Necesariamente esto debi ocurrir
muy temprano en la historia de la raza. Nadie
sabe cun primitivamente ocurri, porque los
hombres hambrientos no podran escribir histo
ria; y hasta que se estableci una agricultura for
mal, el hambre era a veces inevitable. Los suelos
fueron cultivados, agotados y barridos por el
viento mucho antes de los tiempos histricos, a
juzgar por los nmeros de ciudades sepultadas en
lo que hoy es el desierto. La fundacin de una eudad en cualquier parte, presupone la existencia de
una abundante produccin alimenticia en la ve
cindad, de manera que, cuando los arquelogos
tropiezan con las ruinas de ciudades sepultadas,
construidas unas encima de otras, sabemos que
en una poca los suelos locales sostuvieron una
poblacin considerable.
32
Y como es natural, se supondr que un arte

tan antiguo como la agricultura, ha alcanzado un
grado de perfeccin primoroso. Cuando menos se
supondr que debe estar mucho ms adelantado
que un arte tan reciente como lo es el del empleo
de la electricidad. Y sin embargo, la historia de
la agricultura no es ms que una serie continuada
de fracasos y desilusiones. Jams existi una ra
za o un pueblo que perseverara para resolver los
problemas del rea que agot. En lugar de eso,
tan pronto como una raza cosechaba la crema d'e
la fertilidad de una regin, venda o abandonada
la tierra a sus sucesores, en procura de campos
ms ricos. La cita que sigue a continuacin, escri
ta durante los das de la fiebre del oro en Cali
fornia, es interesante a este respecto.
Nos hemos echado encima algunas fatigas
para probar en este informe, que con mil millo
nes de dlares gastados juiciosamente, no podran
devolverse al milln de acres de tierra de la Unin
agotados parcialmente, su riqueza en mantillo y
la fuerza y fertilidad para la recoleccin de cose
chas, que tuvieron en su estado primitivo.1
Lo anterior atestigua con elocuencia el pro
greso que haba hecho el deterioro del suelo en
Amrica hace aproximadamente un siglo. Mu
chos de nuestros mejores expertos estarn de
t1) Informe del Comisionado de Patentes, 1849. [Citado en
The Land, vol. I, N 3 (Verano, 1941), 277.]
QUE ES SUELO
33
acuerdo en que, frente a todos nuestros esfuerzos

durante la generacin pasada, nosotros apenas si
hemos proseguido los nuestros. El promedio de
rendimiento por hectrea para cualquier dcada
que se elija, no ser mucho mayor que el prome
dio comprendido entre 1870 y 1880. Con seguri
dad que deberamos haberlo hecho mejor.
Como es natural, todo el mundo est de acuer
do en que deberamos haberlo hecho mejor, y todo
el mundo se alegrara si se le dijera cmo hacer
lo, si es que existe alguien que lo sepa. La antige
dad de nuestro conocimiento agrcola debi haber
sido una ventaja, pero es aparente que no lo fu,
porque jams nadie super los problemas del suelo
que sola ocupar. En lugar de hacerlo, la gente
rehua sus problemas, y continuaba creando los
mismos en un nuevo lugar. Por lo tanto, los Ame
ricanos, como pueblo, no emprendieron en reali
dad el estudio de la situacin hasta que se ago
taron las extensiones de terrenos mostrencos o
para colonizar. En consecuencia, no hemos here
dado conocimientos valiosos sobre el suelo.
Aparte de la ventaja del tiempo, el agricultor
tuvo otra ventaja evidente que no emple jams.
Cada regin boscosa que tena ante sus ojos, era
un ejemplo perfecto de conservacin del suelo. Y
se ha dicho que ver es creer. Sin embargo el agri
cultor vi pero no crey. Vi que las sequas no
afectaban el follaje tierno y verde de los bosques
vecinos, mientras sus cosechas sufran por esa
34
causa. Vea cmo las malezas comunes ocultaban

los cercos de su maizal, mientras ste sufra por
falta de agua. El tiempo que prevalece es el mis
mo para el bosque, para los cercos y para los cam_pos del granjero; y sin embargo, ni la vegetacin
silvestre del bosque ni los yuyos de los cercos dan
seales de sed.
Casi universalmente se ha pasado por alto el
ejemplo que da el campo sin arar, y la evidencia
de que, ah donde se detiene el arado, se detie
nen los inconvenientes. Fijaos en la descripcin
maestra ^que hace un Americano primitivo' de la
selva virgen:
Durante el da de hoy atraevsamos tierra muy
buena. Los encantadores valles que se ven recuer
dan al pas egipcio. El pasto crece hasta ocultar a
un hombre a caballo, y los ros llevan a la mar un
agua clara como el cristal. El pueblo destinado a una
ubicacin tan saludable ser feliz, porque en ella
vivir hasta el fin de sus das con el corazn hen
chido de satisfaccin y alegra. (2)
A menos de que se la corte o destronque, la

floresta contina desarrollndose lozana y exhuberante. Fu convirtiendo las hojas podridas y
otros residuos que estn justamente encima de
sus races, en los nogales, robles, cerezos, gome
ros y pinos ms hermosos que puedan imaginarse.
(2) Coronel, William Byrd (un plantador de Virginia) es
cribiendo en 1728, con respecto a una inspeccin en el Dan River
Valley [citado en The Land, vol. I, N9 1 (Invierno, 1941), 60].
QUE ES SUELO
35
Empleando expresiones de la vida actual, la agra

dable carpintera de vuestros pisos, el maderamen
de los marcos de vuestras puertas y de otras
partes de vuestras casas, est hecho en gran par
te con material reacondicionado; con hojas y ma
dera podridas y toda suerte de material en des
composicin. A medida que avancis en la lectu
ra, tendris que tener presente este hecho. Es
importante.
Casi sin excepcin cada cual ha tenido el pla
cer de pasear por el bosque. Habis observado
un rbol desarraigado?' No os ha extrao que
las races slo han removido la capa superficial
del suelo? Esto sucede porque las races alimentadoras estn desplegadas en esa zona por nece
sidad. Las races profundas proporcionan ancla
je al rbol, para que resista al viento, pero las
races tiernas y pequeas de las capas superfi
ciales del suelo, tienen a su cargo la ocupacin
sustancial de hallar alimento para l. No nece
sitan buscar la profundidad, porque el agua profunda llega hasta ellas por capilaridad, en la
misma forma en (pie la mecha de una lmpara
lleva por capilaridad, combustible a la llama. Y
el alimento que suministran esas races, es en su
mayor parte material reacondicionado que queda
en libertad, cuando se pudren las hojas cadas en
el suelo del bosque. Como es natural, va incluido
algn material nuevo que se disuelve en las rocas
que estn a mayor profundidad en el suelo; pero
36
la mayor parte de los minerales que emplean las

plantas que crecen en un ambiente como se, de
be ser de segunda mano. Cuando se observan
las hermosas vetas de las maderas, resulta dif
cil creer que estn constituidas con material de
sobras. Pero en realidad la naturaleza hace las
cosas as.
Es este, entonces, el ejemplo luminoso de
conservacin del suelo que siempre pudo obser
var el agricultor, si asi lo quera. Tal vez a cau
sa de que estaba tan cercano y de que era tan
evidente, no fu capaz de pensar que le estaba
dando una leccin que debera aprovechar. En el
descuido del hombre para aprovechar la demos
tracin del bosque, hay algo ms que un poquito
de psicologa; lo mismo sucede con la demostra
cin significativa que ofrecen las praderas man
teniendo" millares de animales, y que sin embargo
ao tras ao ganan en fertilidad. Se necesita
tiempo para apreciar en forma cabal este funda
mento psicolgico, porque l involucra las razo
nes en que se basa la popularidad alcanzada por
el arado. Aqu actan junto con esos, otros fac
tores humanos curiosos, que son inherentes a la
ndole del hombre.
Entre los rasgos humanos innatos, que han
servido para perpetuar el error en el negocio
agrcola, uno de los que acta ms enrgicamente,
es a sensacin incorregible que tiene la gente, de
que puede ayudar al desarrollo de las plantas. La
QUE ES SUELO
37
afirmacin aparenta estar en desacuerdo con

nuestro concepto bsico. Pero en realidad, nadie
puede hacer nada para ayudar a una planta que
crece en su ambiente natural; cuando cultivamos
plantas en un ambiente artificial, posiblemente lo
mejor que podemos hacer es copiar con la mayor
fidelidad lo esencial del ambiente natural. Recor
dad cuanto os enorgullece el hermoso xito de
vuestro jardn floral o de vuestra huerta. Os
imaginis que habis ayudado realmente en su
desarrollo a vuestras plantas; y en un sentido lo
habis hecho. Sin embargo es probable que las
plantasteis en un ambiente que no les convena,
y despus, inconscientemente proseguisteis sabo
teando las medidas que toma la naturaleza para
que las plantas prosperen. Tal vez no estis solos
a este respecto. Todo el mundo hace esencial
mente la misma cosa y se siente tan orgulloso co
mo vosotros, a pesar del error de sus procedi
mientos.
Puede ser que al lector le cueste creer, algu
no de los hechos que voy a relatar, porque ellos
revelan que estamos a oscuras en nuestras tenta
tivas para cultivar plantas, y adems porque nos
otros observamos las cosas a la luz de nuestra
experiencia de seres humanos. Sin embargo lo
que tengo que contar es la pura verdad, e ilus
trar mi punto de vista actual.
Hace algunos aos, durante un da feriado
recorramos con nuestra familia el bosque en bus-
38
ca de helchos, para plantarlos en algn rincn

sombro del muro de nuestra casa. Adems de
los heiechos, encontramos un pequeo abeto na
cido de una semilla que cay sobre la superficie
muy plana de una piedra. No tena ninguna co
nexin con la tierra y sus races estaban cubier
tas de hojas cadas. Admirado con el pequeo
arbolito, lo recog literalmente, ya que no tena
races en la tierra que resistieran, y lo llev a ca
sa para trasplantarlo. Como el sistema radicular
estaba dispuesto en forma perfectamente plana,
alis el lugar con la azada superficialmente, puse
en l al arbolito, cubr de nuevo sus races con
un montn de hojas que traje para ese fin, y lo
di por trasplantado. Que yo sepa, jams se le
di agua, excepto durante una temporada muy
seca del primer verano. El rbol comenz a dar
seales de sufrimiento y entonces ech un cubo
de agua alrededor de las races. Desde entonces
se ha restablecido bien, sin que se haya hecho
nada para ayudarle.
A mediados de mayo o a principios de ju
nio el 941, mi mujer se encaprich con un arce
de unos tres pies de alto, que vi en el cercado
de un amigo nuestro, que distaba unas cincuenta
millas de nuestra casa. Estaba en plena vegeta
cin, cosa natural para la estacin, de modo que
poda suponerse que el trasplante sera un pro
blema difcil. Nuestro amigo lo arranc para
nosotros, y lo metimos en el bal del coche. A
la maana siguiente las hojas estaban muy mar-
QUE ES SUELO
39
chitas pero tan verdes como siempre. Sumerg

sus races en la pileta hasta que estuviera listo el
hoyo para trasplantarlo. El lugar donde se cav
el hoyo era de lo ms seco. No haba seales ce
humedad, ni siquiera en el fondo, a dieciocho pul
gadas de profundidad. A causa de la extremada
sequedad, se llen el pozo con agua. Se coloc
entonces al rbol en el agua, y se volvi a relle
nar el hoyo con la tierra excavada, echndola so
bre las races poco a poco y despacio para que
el agua no se desbordara. Cuando el hoyo estuvo
relleno, el rbol estaba plantado. Durante todo
el verano las hojas no dieron seales de que el
trasplante hubiera causado algn perjuicio. De
bo de agregar, que el modo de tratarlo no cons
tituye una prueba tan fiel como la del abeto, por
que mi mujer no pudo resistir a la tentacin dte
darle ocasionalmente agua al arce. Sin embargo,
es cierto que pas muchos das secos y calurosos
sin ser regado.
Hace ya mucho tiempo que ha llegado a ser
axiomtico para los hombres de ciencia, que los
datos en que se funda una afirmacin dada, no
slo deben ser correctos, sino que deben ser lo
bastante dilatados, para que cuando la afirmacin
se generalice, quede eliminada dentro de lmites
razonables la posibilidad de error. El experimen
to siguiente abarc operaciones en escala mucho
mayor; la plantacin y el cuidado de un acre de
plantas de tomate en cada uno de los aos de
1939 y 1940. Durante las dos estaciones se plan-
40
taron cada vez y en cada acre, ms de 10.000

plantas, ry en cada estacin prendieron virtual
mente el 100 % de ellas. En cada una de las dos
estaciones rein un tiempo totalmente diferente,
pero el buen xito de las plantas fue muy seme
jante. Cuando menos para mi satisfaccin, el ex
perimento estableci la importancia de dos prin
cipios; primero, que es de desear que antes de
iniciar el trasplante, el suelo est asentado y apre
sado como en su estado natural, y segundo, que no
debe alterarse ese estado natural del suelo, si el
trasplante puede hacerse sin alterarlo.
De salida, se disque cuidadosamente el te
rreno, para destruir cualquier vegetacin que hu
biese en el suelo en ese momento. En 1939, en
primavera, slo haba una escasa cantidad de ma
la;; hierbas. En 1940, estaba totalmente cubierto
con centeno de tres pies de alto. La rastra de
discos mezcl con la parte superficial del suelo,
hasta al mismo centeno, tan completamente, que
solo quedaron vestigios de una cubierta de vege
tacin. A continuacin del disqueo de todo ese
material descomponible, se marcaron las hileras
en el terreno. Se emple para ese fin, un instru
mento especialmente proyectado para el caso, que
no haca ms que apisonar y apretar de nuevo el
s ,elo en el punto donde sera colocada la planta.
Marchaba arrastrado por el tractor. Este imple
mento al ejercer una compresin considerable en
cada punto donde ira una planta, restableca los
QUE ES SUELO
41
contactos capilares que haba roto el disqueo.

(Para tener una idea objetiva del efecto de volver
a comprimir el suelo, no hay ms que recordar,
cual sera el efecto de cortar la mecha por encima
del kerosene de la lmpara, y luego volver a re
unir los trozos con una costura.) La funcin
natural del suelo como mecha, destruida tempo
rariamente por el disqueo, era restablecida, en la
columna vertical del suelo exactamente por deba
jo del sitio donde se pondra la planta. Tenemos
pruebas en abundancia de que este fu el efecto
real de esa compresin. Aun cuando la superfi
cie del suelo estaba seca, y el tiempo fu caluroso
en 1939, el fondo de una gran cantidad de esas
huellas denotaba humedad an a medio da.
listo no podra haber ocurrido, si la conexin ca
pilar no hubiese sido restablecida por la compre
sin.
El trasplante se hizo en la forma ms sim
ple jxisible. Despus de quitar la tierra adherida
a las races de cada planta, se las colocaba en la
marca preparada, se las cubra con la tierra
suelta que estuviera a mano al lado de la planta,
y se la afirmaba en su sitio apisonndola. No
se intent colocar a las plantas verticales. De eso
se encargara la naturaleza. Por eso se las dej
echadas en el suelo; pero no quedaron as mucho
tiempo. Al caer de la tarde, cada planta tras
plantada de maana, sin una sola excepcin, es
taba vertical. Ni al trasplantar, ni despus, se les
42
di agua. La columna de suelo comprimido por

debajo del sitio donde estaba la planta, llev ha
da arriba el agua capilar del suelo, y de esa ma
nera suministr la humedad en forma conveniente y continua. Es posible que ningn riego dado
en el momento del trasplante, hubiera podido
Igualar a esta provisin natural propia.
De este modo, en lugar de pasar por un pe
rodo de marchitamiento, estas plantas (aun
cuando en ciertos casos estaban marchitas cuando se las puso en el terreno) se enderezaron, y
nunca ms dieron seales de suirir por falta de
agua, aunque el tiempo fuese seco. Y adems,
' como una prueba adicional de la validez del m
todo, algunos de los botones que ya tenan las
plantas al ponerlas en la tierra, fructificaron a
menudo. Todo horticultor con experiencia, reco-
nocer que esto no es comn.
En 1940, un muchacho de once aos y yo,
ayudados por mi hija, plantamos todo el acre en
un solo da. Mi hija sacaba las plantas de los
almcigos. Las condiciones de humedad fueron
tan diferentes en 1940, que no se necesit tanto
. cuidado, y abreviamos la labor en todo lo posi
ble. El muchacho colocaba las races en el sitio
correspondiente, y yo les echaba encama una aza1a llena de tierra tan suelta como lo que pudo
hallarse en un terreno tan empapado, que nos en
terrbamos al caminar. Durante las cinco sema
nas que siguieron al trasplante no se pudo carpir
QUE ES SUELO
43
el terreno porque estaba mojado, y varias veces

se aneg. A causa de tanta humedad las plantas
tomaron un color prpura o verde purpreo. Sin
embargo ms tarde, a pesar de esta humedad exa
gerada, se habl de este acre, como de la mejor
plantacin de tomates de la vecindad. Y las plan
tas produjeron sin interrupcin, desde que apa
reci el primer fruto hasta que llegaron las pri
meras heladas. Cuando -stas llegaron, todava
tenan algunos de los ms hermosos frutos.
Esta descripcin del mtodo de trasplante
empleado, demostrar en forma concluyente, que
la alteracin de las providencias naturales para
llenar las necesidades de las plantas, no tiene re
tribucin, y que si es necesario alterar esas dis
posiciones naturales, hay que restablecerlas a lo
normal, antes de proceder al trasplante. En 1940
fu necesario deshacerse del centeno sembrado en
esa tierra. Si se hubiera seguido la costumbre,
se lo hubiese enterrado con el arado; y proba
blemente durante un largo tiempo, o tal vez nun
ca, ese ao no hubiera sido posible iniciar en el
terreno el cultivo de tomates con buen resultado.
Despus que los discos mezclaron el centeno con
la parte superficial del suelo, pudo iniciarse in
mediatamente la plantacin marchando detrs del
implemento que marcaba las casillas. No se le
hizo as sin embargo, por temor al peligro de las
heladas tardas, y se la posterg hasta una se
mana despus.
44
Comparado con lo que aconsejan los abun

dantes escritos sobre trasplantes, el mtodo que
empleamos nosotros, parecer el colmo de la ne
gligencia. Un granjero retirado que haba ledo
algo sobre las nuevas teoras en que trabajaba
yo, aprob las ideas en general, pero cuando vi
el extrao equipo empleado, (el marcador de
casillas), y cuando observ que las plantas se
colocaban de una manera tan poco ortodoxa, hizo
la advertencia amistosa, de que esas plantas no
creceran jams. Ms tarde cuando nosotros re
cogamos los frutos, vino al terreno, y con una
trueca de extraeza reconoci que habamos te
nido el mejor conjunto de plantas que l haba
v sto ese verano.
Lo que l tom por negligencia, no era ms
que mi confianza plena en que el suelo se hara
cargo del cuidado de las plantas, si nosotros no
hacamos nada para impedrselo. Su actitud men
tal respecto a los trasplantes (lo mismo que la
de todos los dems) se asemejaba a la de la ga
llina clueca respecto a su desnaturalizada prole
c<; patitos. La gallina se aterroriza cuando ve
que las bolitas de plumn de un da de edad, se
deslizan fcilmente dentro de un charco de agua,
Del mismo modo, la gente se asombra al ver que
las plantas pueden prosperar sin los cuidados ha
bituales que les presta la raza humana, con la
sola condicin de que se tenga cuidado de colo
carlas en su ambiente apropiado. Estbamos tra-
45
QUE ES SUELO
tando de colocar a esas plantas en un ambiente

excepcionalmente correcto. El centeno en des
composicin iba a ser reconstruido en hermoso;
tomates rojos, y el agua necesaria para realizar
esta transformacin, iba a ser conducida des
de abajo hasta las races de las plantas, sin
la habitual interrupcin en el piso del surco del
arado, a unas seis a ocho pulgadas de la super
ficie. (Esta interrupcin, algo que no existe en
la naturaleza, consiste en la capa de materia or
gnica que se asemeja a un papel secante, inter
puesta por d arado de vertedera en sandwich
entre el subsuelo y las capas superficiales altera
das.) Copibamos lo ms fielmente posible el
ambiente en el cual las plantas parecen medrar
siempre, pero nuestro comportamiento pareca
tan extravagante, para cualquiera cuya escuela
hubiesen sido las formas habituales de manipu
lar el suelo, que perturb a los observadores.
En apoyo de esta nueva concepcin del sue
lo se podra decir mucho ms, como tambin de
la manera ms conveniente de tratarlo; pero aho
ra el lector tal vez se d cuenta de que Browning
tena razn:
Dios est en su cielo
todo est bien en el mundo.**
En lo que se refiere a nuestro suelo nada

est mal, si se excepta nuestra interposicin de
liberada aunque inconsciente, con las medidas
46
LA INSENSATEZ DEL LABIIADOB
naturales en favor de las plantas en desarrollo.

Nada es ms evidente que la vigorosa manera
con que la naturaleza se posesiona de la tierra
que abandonan los agricultores. En todo el Sud
y durante generaciones, los chacareros hacan
descansar sus tierras durante un nmero de aos
intercalados entre los periodos de labranza. Se
sola criticar severamente esta prctica como
prueba de holgazanera, pero los agriculturistas
han descubierto que tiene un valor real, y que el
suelo as tratado se rejuvenece considerablemen
te, y que de nuevo producir cosechas satisfacto
rias Los beneficios derivados de permitir que la
tierra est ociosa, estn en proporcin directa con
la abundancia de plantas silvestres que surgen.
Los agricultores de la vieja escuela del Sud. jams mantenan sus cultivos tan libres de yuyos,
corno para que no hubiese abundancia de semi
llas para germinar cuando se abandonaba a la
tierra a s misma, durante una o dos temporadas.
El beneficio que las nuevas plantas de la segunda
o tercera estacin, reciban del material descom
puesto del ao anterior, se exteriorizaba en su
altura y vigor crecientes. Cuanto ms tiempo
permanecen ociosos los campos, ms completa
mente se restablece su productividad normal. Sin
embargo, si transcurren aos entre dos perodos
de labranza, podr ser necesario destroncar un
renoval de monte que se cri en el transcurso, por
eso, era comn que los granjeros renovaran la
QUE ES SUELO
47
siembra despus de tres o cuatro temporadas en

barbecho.
No debe interpretarse que el suelo est ocio
so durante tales procesos de renovacin. En rea
lidad, el as llamado suelo ocioso, trabaja vigo
rosamente para restablecer una superficie que no
sea erosionable. Si cuando se abandona a s
mismo un suelo, existen en l bastantes semillas
de malezas, slo se requieren unos pocos aos pa
ra que la superficie quede adecuadamente cla
vada de nuevo, para decirlo as, de modo que
el agua que no es retenida en el terreno, no ser
tan abundante y eficaz para llevarse los mine
rales del suelo.
Muchos de los males del suelo los hemos pro
vocado nosotros los humanos. Podramos haber
nos evitado todas las desazones que hemos teni lo
con el suelo. Pero es lgico que hayamos come
tido los errores que hoy integran la historia, si
se considera que el arado, que hoy es la peor ca
lamidad que aflige el suelo, en la poca en que fu
inventado, fu el salvador de la poblacin. La
consideracin reverente que tenemos por l, se
origin en aquellos das tempranos, en que la gente
pudo evitar la miseria y la inanicin que la
amenazaban, solamente porque el arado la capacit
para aumentai las superficies cultivadas. Esto se
discutir con mayores detalles en el captulo 4. Sin
embargo, debiera entenderse, que si este libro
condena sin reservas a la operacin
48
de arar, no es en ningn sentido una acusacin

contra los que recomendaron el arado en el trans
curso de los aos. Los fundamentos de esas re
comendaciones estaban tan profundamente arrai
gados en sus naturalezas, como lo est en la
nuestra la enseanza religiosa que recibimos en
la niez, y juventud. Yo tuve la buena fortuna
de verme obligado a hacer suelo donde no exis
ta ninguno. La solucin de este problema apun
taba inequvocamente a la solucin de la mayor
parte de nuestros problemas sobre el suelo.
Si la invencin de la rastra de discos hubiera
precedido a la del arado de vertedera, y si el equi
po de plantar y cultivar hubiera sido proyectado
para operar en la supercicie cubierta de hojarasca
que deja la rastra de discos, nunca hubiera existi
do un arado de vertedera. El material inmacula
damente limpio, que actualmente tenemos en nues
tras granjas, no puede llamarse suelo, excepto co
mo una licencia literaria liberal. Nuestro ideal so
fa e el suelo, incluye el que sea fcil de trabajar y
ed libre de obstculos. En realidad y de hecho,
el estado apropiado es de desalio extremo; una
superficie cubierta o llena de abundante hojarasca
en descomposicin. Debemos revisar nuestras
ideas referentes al material en el que podemos
confiar para nuestra manutencin. Por cierto que no
podemos depender de los suelos casi blan
cos que actualmente cultivamos con el arado-
III
EL SUELO NO SE EROSIONA
muy importante el suelo no se

erosiona, porque los minerales ms o menos puros
que quedan despus que toda la materia orgnica
ha desaparecido del terreno, no son hablando con
propiedad, suelo del todo. Son simplemente ma
terias primas a partir de las cuales el suelo se
form originariamente, y con las cuales puede
hacrselo de nuevo. La erosin recin comienza
cuando el suelo pierde virtualmente su capacidad
de absorcin; es decir cuando a causa de que se
ha perdido la materia orgnica celular altamen
te absorbente, que tuvieron todos los suelos an
tes de que se los labrara, su superficie se hace
muy compacta e impermeable.
En los prados o en los bosques nativos, la
lluvia, aun la lluvia ms torrencial, al caer choca
contra la masa esponjosa de humus, que la retie
ne con poca o ninguna desviaciii. Dondequiera
que ella corra, las sucesivas superficies de la seEn un sentido
50
rie orgnica sobre las que corre, retardan el

movimiento, y al fin lo detienen. n un suelo
apretado, exento de materia orgnica, la erosin
es casi inevitable, porque la elevada impermeabi
lidad del suelo vence al movimiento gravitacional del agua.
Igualmente, un suelo cuya superficie est
muy bien cargada de materia orgnica, vegetales
descompuestos, hojarasca y toda clase de races
muertas o vivas an, es un obstculo para las fuer
zas erosivas del viento, que han causado tanta des
truccin en ciertos estados del Oeste. Pero de
masiado a menudo el viento se llev un suelo em
pobrecido en materia orgnica.
Las generaciones humanas son demasiado
cortas para que nosotros hayamos podido pre
senciar el ciclo completo desde suelo virgen a sue
lo erosionado. William Byrd1, plantador de Vir
ginia en el siglo dieciocho, describi la parte de
este ciclo, que la mayora de la gente de ahora,
no ha visto nunca. A continuacin se transcribe
del libro Come Spring de Ben Ames Williams,
un relato sobre la forma como plantaba el maz
un chacarero de los tiempos primitivos:
Por anticipado destronc una parcela de terreno
y plant maz inmediatamente despus de quemarla.
El fuego no haba consumido todava la madera
verde, y en todas partes, yacan troncos de rboles
carbonizados; pero hizo su plantacin entre ellos;
con una vara-* puntiaguda hurgaba un agujero en el
i Vase pg. 34.
51
suelo y echaba dos o tres semillas dentro de l, des

pus rozaba tierra en el agujero con el pie. (*)
He tenido la gran buena fortuna de ser tes

tigo de la plantacin de un nmero de maizales
en nuestros tiempos, por un mtodo que se pa
rece mucho al que se describe antes. En un me
dio como ese, pueden producirse cosechas prodi
giosas, con mtodos aparentemente tan poco cuidadosos. Es posible obtener rendimientos de
doscientos cincuenta bushel (2) por acre con faci
lidad. El Farmers Buletin N9 400, publicado por el
Departamento de Agricultura de los EE. UU. y
agotado hace mucho tiempo, da cuenta de un
rendimiento de maz en South Carolina que lleg a
239 bushels por acre. En verdad, hasta este
rendimiento cabe bien dentro de las posibilidades
presentes.
Un terreno tan altamente productivo como
se, no se erosionaba. No poda hacerlo. No te
nia la superficie limpia y lisa que vemos ahora.
Toda la profundidad del suelo, tal vez hasta 10
15 pulgadas estaba repleta de fragmentos or
gnicos visibles, o teida con un hermoso tizne
negro, que representa los estados finales de la
descomposicin de la materia orgnica en el sue
lo. Este material, hasta el tizne negro ms pro
fundo, era muy absorbente. Es difcil que ta
(!) De Come Spring, por Bcn Ames Williams (Boston,
Horghton Mifflin Company, 1940), 111.
(2) Un bushel: medida volumtrica de 35 litros y medio
aproximadamente.
52
sustancia, permitiera deslizarse sobre la superfi

cie a una sola gota de agua de una lluvia co
rriente. Dentro de la misma materia orgnica
haba demasiado espacio para el agua. En ver
dad, poca agua poda drenar por debajo de este
material, hasta el momento en que estuviera sa
turado de ella. La profundidad de la zona ne
gra y la cantidad de agua retenida de antemano,
determinaban la cantidad de agua adicional que
poda ser absorbida. Cuando caan aguaceros muy
fuertes, la mayor parte del agua penetrara en
esta masa, como es natural. Slo podra haber
derrames de agua durante los perodos de llu
vias prolongados. Y an entonces el agua de los
eerrames no estara teida con arcilla. Sera cla
ra como un cristal, del todo diferente a la que
vemos hoy. En nuestra poca las aguas del dre
naje superficial de las tierras cultivadas, tienen
sien pre el color del terreno.
Tal vez se objetar que cuando esta masa
se congela hasta solidificarse, no puede penetrar
e.n ella ms agua, como ocurre con cualquiera
otra masa slida. Esto es cierto cuando la masa
S2 solidifica por congelacin. Pero es difcil con
gelar una masa as, hasta solidificarla lo sufi
ciente para que el agua no la pueda penetrar.
Para esto existen dos razones valederas:
1) Los fragmentos de materia orgnica re
tienen el agua en su interior, los espacios inter
fragmentarios quedan abiertos. Examnese un
53
montn de paja saturada. Entre las briznas de

paja no hay agua aunque las mismas pajas estn
repletas de ella. Aunque el agua est congelada
en toda la masa, siempre hay abundancia de es
pacios abiertos.
2) Una masa como esa de materia orgnica
es tan perecedera, que el proceso de descompo
sicin progresa continuamente, si no escasean el
calor y la humedad. Hasta ciertos lmites, esos
procesos de fermentacin proveen a sus mismas
necesidades de calor. (Respecto a esto, recur
dese que los jardineros confian en el calor que
desarrolla la fermentacin del abono, para man
tener la temperatura de sus camas calientes.)
Esta capacidad para mantener temperaturas ms
elevadas an en la poca invernal, acorta el pe
riodo durante el cual un suelo sumamente orgnico jpuede congelarse.
Concurren otros factores para impedir que
un suelo altamente orgnico se apriete por conge
lacin ; la nieve es la mejor cuberta aislador?, contra el aire atmosfrico, mucho ms fro. En las
latitudes templadas, el suelo a menudo no se con
gela durante todo un invierno fro y largo, cuando
est cubierto con bastante nieve. Es bien sabido
que la nieve que cae sobre las malezas o cualquie
ra otra clase de materia orgnica, tarda mucho
ms en derretirse que la que cae sobre un suelo
mineral hmedo y sin congelar. Cuando la nieve
cae sobre este ltimo, se derrite inmediatamente,
54
casi tan rpidamente como si hubiera cado en el

agua; y sin embargo la que al mismo tiempo
cae sobre los pastos, tablas, cercos, techos o
cualquiera otra cosa seca, se acumula rpida
mente y permanece sin derretirse. Del mismo
modo, la nieve se acumula ms fcilmente en el
suelo de caractersticas sumamente orgnicas,
porque ste presenta una superficie ms seca. Es
razonable creer que durante todo el invierno re
tenga un manto de nieve ms espeso que el suelo
mineral; y que al llegar la primavera, el calor de
la fermentacin que ocurre dentro del suelo, derritir ms rpidamente toda capa helada que
pueda haber cerca de la superficie. Esto mejora
las condiciones para la penetracin del agua.
Desde hace mucho tiempo, se sabe que se es
capa relativamente poca agua corriente del suelo de un bosque. Apenas se ha sospechado el por
qu de esta verdad, aunque al comienzo de este
captulo hemos adelantado parte de la explicacin.
Una teora sostenida comnmente, refiere que la
materia orgnica obstaculiza el progreso del agua
sobre la superficie de los minerales del suelo, per
mitiendo as que estos se empapen con ella. Sin
duda ocurre algo de eso. Puede ser que ese efec
to sea ms importante que lo que yo creo. Lo
que si es cierto, es que el agua es absorbida direc
tamente dentro de las hojas y otros residuos ve
getales contenidos en el suelo. Y sabemos que la
penetracin del agua en el tejido de las hojas es

mucho ms fcil que en el suelo mineral.
Lo que puede no ser un conocimiento genera
lizado, es que cuando el agua penetra masas mine
rales, lo hace buscando su camino entre las part
culas. Las diminutas partculas de arcilla, cieno o
arena son totalmente exclusivas para el agua. sta
no puede peentrar en ellas. Slo puede adherirse a
sus superficies exteriores. Esta es una informacin
muy importante, que hay que tener presente en
el estudio de los suelos, porque si en contraste, la
materia orgnica atrae literalmente los lquidos a
su interior, entonces, volumen por volumen, la
materia orgnica puede albergar muchas veces ms
agua que la que puede retener cualquier clase de
suelo mineral. Porque la materia orgnica
es principalmente espacio interior abierto, mien
tras que los minerales son cristales slidos densos; es esta una diferencia funesta en lo que se
refiere a sus relaciones con el agua.
La idea de que el hombre es el seor de la
creacin est ditundida en telas partes: que domina la tierra. En ciertos aspectos menores pue
de esto ser verdad, pero en lo principal es pura
propaganda; a la luz del examen de los hechos,
es tan ineficaz como silbar en la oscuridad. Exa
mnese el simple hecho de la erosin. La alarma
de los pensadores de hoy, cuando prevee ios
aprietos de las generaciones futuras, murindose
de hambre en un suelo erosionado, linda con el
56
pnico. Qu pensaran si existieran perspecti

vas inmediatas de que se renovara extendida a
todo el globo, la erosin que en los orgenes es
culpi los rasgos actuales de la superficie de la
tierra? Esa s que fu erosin con toda su alma.
Y dur millones y millones de aos.
Las montaas compuestas por las piedras
qie en el origen form el fuego, fueron sepul
tadas en el mar, al demolerse las piedras, y por
la remocin de los escombros que hicieron sin
obstculos las aguas y los vientos, que iban y ve
nan como una gran lanzadera a travs de los
co t nenies tales como existan entonces. Todav?; hoy, el naufragio confunde a los gelogos,
qi.e se esfuerzan por reconstruir la historia con
lo; fragmentos de ella.
Por fin fu dominada esa erosin original
en gran escala. Pero no la contuvo ese animal
autobombstico llamado hombre. La domin la
vegetacin; las plantas. Las plantas, los con
quistadores, tuvieron como punto de partida
nada ms que rocas pulverizadas. Algunos ma
teriales de su estructura los extrajeron de los
mismos minerales, otros del aire y de los rayos
solares, y el resto del agua. La arquitectura po
rosa que fueron capaces de crear con esos ma
teriales, todava es la maravilla de la vida, aun
que es un lugar comn, en grado tal, que dema
siado a menudo ni siquiera es objeto de curiosidad.
Los no iniciados que tengan oportunidad de
57
echar una mirada fortuita a un trocito de piel de

cebolla, o a algunas hebras de algas bajo el mi
croscopio, se encontrarn con una revelacin,
aunque despus no le presten ms atencin. Si
se considera que ese delicado encaje de clulas,
fu posible con slo la presencia de cantidades
infinitesimales de cuerpos qumicos como el fs
foro, calcio, azufre, potasio y magnesio, se hace
patente el milagro de la vida. Luego, el saber
que la erosin de todo el globo fu contenida por
cosas elementales semejantes a las que se ven en
el microscopio, nos debera infundir un saluda
ble respeto para todas las plantas y sus produc
tos de desintegracin, porque descendiendo la es
cala hasta llegar al ltimo residuo coloidal negro
de los tejidos vegetales y animales muertos, la
materia orgnica contina luchando contra la
erosin con el ardid de la absorcin. Engatu
sando eternamente al agua para que penetre en.
los tejidos orgnicos, la mantiene bajo su domiia De ah la importancia de tener tejidos or
gnicos al alcance del agua, en el instante en que
choca con la tierra al caer como lluvia.
Las plantas son los verdaderos amos de la
tierra. Independientes de la direccin humana/
ya que antedataron a la raza, las plantas vinieron
espontneamente del mar, y tendieron una in-
fluencia que puso freno a la superficie inestable
de la tierra, sosegando su inquietud. Los bot
nicos explican el proceso detalladamente y con
58
razonamiento plausible, calculando en eones o

edades, el plazo transcurrido entre las plantas uni
celulares y las sequoias gigantescas, y en otros
eones el tiempo necesario para que otras plantas
convenientemente equipadas, completaran el man
to vegetativo que cubre a la tierra. Como es na
tural, Moiss cuenta otra historia, pero sea lo que
pueda ser, podemos estar seguros de que el hombre dominar al resto de la creacin, solamente
si pacta con las plantas, los verdaderos amos.
Ellas guardan la llave de su provisin alimen
ticia.
Admitimos que actualmente tenemos que lu
char con una erosin seria. Buena parte de
nuestro suelo est de nuevo, casi precisamente,
en el estado en que se encontraba antes de la lle
gada de las plantas. Est desnudo y est en mo
vimiento. Sin embargo la situacin presente es
inconmensurablemente ms favorable que la pri
mitiva. Ahora como entonces, trabajan las mis
mas fuerzas destructivas del viento y del agua,,
pero actualmente estn completamente moviliza
das y organizadas las fuerzas que les oponen las
plantas. Las plantas solas, si el hombre no se
interpone, pueden reducir al terreno dscolo, en
una fraccin infinitesimal del tiempo que necesi
taron pra hacerlo hace edades, antes de adap
tarse a s mismas para esa labor. Pero an as,
un perodo de restauracin como se, cuando se
lo mide en unidades.de duracin de la vida hu-
59
mana, puede ser excesivamente largo. Si espera

mos que las fuerzas naturales detengan por si
solas la erosin, y devuelvan suelo a la superfi
cie mineral que se erosiona, es probable que lle
guemos a pasar hambre. Los hombres deben
prestarle una mano de ayuda.
Los procesos mediante los cuales la vegeta
cin concluye una nueva cubierta de suelo, donde
fu destruida otra previamente, no son secretos
ni misteriosos. Todos los textos de botnica y
una diversidad de otros tratados cientficos des
criben los factores determinantes de las comuni
dades de plantas. No es necesario que yo discuta
aqu esos factores, que ya han sido discutidos con
pericia en otros libros. Sin embargo, puede ser
pertinente presentar algunos de los principios
fundamentales que determinan el carcter de las
sucesiones de plantas, tal como ocurren.
Entre los factores vitales que ocasionan el
desarrollo de una planta que se opone al de otra
en una ubicacin dada, tienen importancia las exi
gencias de las especies en lo que se refiere al
agua y al calor. Aunque el suelo tiene cierta in
fluencia sobre la temperatura del aire, pdenos
dejarlo a un lado, porque no es de mayor im
portancia. El agua que es literalmente dirigida
por la superficie sobre la que cae, es el factor
clave que debe discutirse. Adems, el modo co
mo vara la provisin de agua disponible para
las futuras plantas, aumentando o disminuyendo
de un ao a otro, a resultas de los cambios que

provocan las generaciones sucesivas de plantas,
es una entidad importante para nosotros.
Las plantas que ocupan ms primitivamente
una superficie son los liqenes y los musgos.
Estn compuestas por un tejido ms o menos es
ponjoso, capaz de absorber y retener agua para
llenar las necesidades futuras, adems de la que
consumen corrientemente. Esta agua de reserva
pasa a los tejidos vegetales activos a medida que
estos la requieren, y as se evita que las plantas
se extingan cuando sus races agotaron la provisin
de agua del suelo. Los restos de los lque
nes y musgos se acumulan ao tras ao, a menos
que los arrastre el viento. En el transcurso de
unos pocos aos, estos restos esponjosos se mez
clan con el suelo necesariamente, de manera que
el suelo podr retener muchas veces ms agua,
que la que podran retener en el comienzo los
minerales exclusivamente. Con esta agua adicio
nal prosperan los liqenes, quienes a su vez au
mentan ms an la esponjosidad del suelo ao
tras ao. Si en el mundo no existieran otras cla
ses de plantas, puede conjeturarse que estas plan
tas precursoras podran desarrollarse hasta afcanzar tamaos gigantescos como el de las tunas
del desierto.
A millas de distancia de este paraje hipo
ttico, donde el drama musgo-liquen atrajo al
agua en mayor cantidad, en otro paraje viven
61
plantas que posiblemente no hubieran podido so

brevivir en las condiciones en que vivieron y
prosperaron los lquenes y los musgos. Como por
arte de magia, las semillas de estas plantas me
nos resistentes, llegaron tradas por el viento, los
pjaros o los animales. Al poco tiempo las nue
vas plantas aniquilaron a las precursoras, con el
simple procedimiento de criarse ms altas y qui
tarles la luz del sol, que les era esencial. Y as,
las plantas que le prepararon el camino a estos
intrusos, tuvieron que hallar otro paraje sin ve
getacin, donde poder iniciarse de nuevo. Poste
riormente los recin venidos, a su vez, son des:
alojados por otras especies an menos resisten
tes, para las cuales prepararon el camino. En
esta evolucin de poblaciones vegetales en un pa
raje dado, la condicin indispensable para que
una comunidad prospere, es la capacidad crecien
te del suelo para retener el agua de las lluvias.
Aunque la disponibilidad de agua es de pri
mordial importancia, no la tiene en mayor gra
do que otras exigencias del crecimiento de Jas
plantas; pero puede resultar el factor clave que
determina hasta qu grado una especie dada est
provista de o expuesta a otras condiciones nece
sarias. As, la disponibilidad de agua, al provo
car el desarrollo ms expansivo de los tejidos,
crea necesariamente limitaciones de luz para
otras plantas de crecimiento ms bajo, de modo
<jue el agua y no la falta de luz disponible, es el
62
factor primordial en la dispersin de una especie

que se malogra por falta de luz. No sera sor
prendente descubrir que la presencia o ausencia
de agua, es la verdadera clave de situaciones a
las que se supone creadas por otros factores.
En todo caso, cada etapa sucesiva en la for
macin del felpudo absorbente en la superficie de
la tierra, aleja un paso ms la posibilidad de que
el agua de las lluvias se pueda derramar y ero
sionar. No fu por que s, que los literatos han
hablado del tapiz de la tierra, porque en un
verdadero sentido prctico es el tapiz que recu
bre y proteje al paisaje. Reflexinese sobre la
cada otoal de las hojas; la nieve formar en
invierno un alto montculo encima de ellas, se
fundir bajo los rayos del sol de primavera, y
sin embargo las hojas del centro del montculo
estarn secas. Fu el humus que est debajo el
que se benefici, cuando se filtr lentamente la
humedad invernal hacia abajo para ser captada
y retenida por la esponja de tierra verdadera.
Hasta aqu el pensamiento convencional res
pecto a la erosin, se ha centrado en la idea de
asegurar una infiltracin mayor hacia el interior
del suelo mineral, ya que casi todo lo que queda
en muchas granjas no es ms que suelo mineral.
Casi no le hemos prestado atencin a la idea de
proporcionar espacio volumtrico en la superficie
y dentro del suelo, que captara irremediable
mente al agua de lluvia tan pronto como cae,
63
deteniendo as la erosin en su origen. Ese modo

de pensar ha sido favorecido por dos razones:
1) Nunca se pens que uera posible plantar
y cultivar sino en una superficie lisa. De ah que
nadie pens en ensayar o en sugerir la posibilidad
de hacer crecer a las cosechas, sin eliminar de an
temano cualquiera hojarasca, paja o residuo ve
getal esparcida sobre la superficie. Y siempre se
las hizo desaparecer con el arado.
2) Desde hace mucho tiempo tanto los agri
cultores como los hombres de ciencia, saben que lo
que el suelo necesita en primer trmino es materia
orgnica, pero se supona que esa necesidad se
llenaba enterrando con el arado la materia org
nica a una profundidad de 6 a 8 pulgadas. Apa
rentemente a nadie se le ocurri que con este pro
cedimiento, se priva a la cosecha siguiente de la
materia orgnica enterrada.
Culpa de ese razonamiento desgraciado, he
mos conservado durante generaciones un sistema
de labranza, que hace mucho tiempo debi haber
sido revisado para conformarlo a hechos cono
cidos. Se puede plantar en una superficie sucia.
As se plant cuando se limpio el terreno por pri
mera vez. Sin duda, es ms fcil manipular iin
suelo donde no hay nada que se pueda enganchar
y que pueda, ser arrastrado por el equipo desli
zante que empleamos para plantar y cultivar. Pero, si la cosecha que se planta en ese terreno produc
necesariamente un rendimiento menor, a
64
causa de que es suelo mineral puro, (ausencia de

meteria orgnica descompuesta) con buen crite
rio puede sugerirse que se trate de inventar lmplementos para dar cuenta en forma apropiada de
las malezas de la superficie. Del mismo modo, si
una superficie con vegetacin y residuos de ella,
da un rendimiento mayor de cosecha, como lo han
probado experimentos oficiales en la Estacin Ex
perimental de Nebraska, queda fuera de duda de
que es de desear el equipo necesario.
Surgimos con dos objetivos sumamente im
portantes y que estn bien a nuestro alcance, mejo
rar el rinde de las cosechas, objetivo inmediato, y
detener la erosin, objetivo a largo plazo, pero que
est estrechamente vinculado a nuestro bienestar
final. Pueden alcanzarse ambos objetivos, me
diante el sencillo procedimiento de abandonar la
antigua prctica de enterrar la materia orgnica
con el arado, y sustituirla con el proceder eficaz
de dejarla en la superficie, o trabajarla para que
penetre poco a poco desde la superficie al interior
del suelo. La esponja orgnica en la parte super
ficial del suelo, impide la erosin y proporciona la
materia necesaria para el crecimiento mximo de las
plantas. La que se enterr con el arado deja una
superficie desnuda y apretada, que se ajusta
idealmente a los procesos de la erosin, mientras
que el alimento de las plantas queda fuera del
alcance de las races incipientes, a la profundidad
de 6 a 8 pulgadas, y por lo tanto es ineficaz para
65
llenar el propsito principal ms cercano. Con

mucho de verdad, puede decirse que el empleo del
arado ha destruido realmente la productividad de
nuestros suelos. Afortunadamente, tambin se pue
de decir que ese resultado es temporario. El supuesto suelo arruinado responder con sorprendente presteza, dando cosechas desbordantes, siempre
que se le suministre copiosamente materia org
nica incorporada correctamente dentro de la su
perficie del suelo. Esta respuesta generosa de
parte de un suelo a quien se supona cansado'',
demuestra que nuestras tierras de labranza no le han
agotado por tanto cosechar, sino que nuestro
manejo inepto las ha reducido a la impotencia.
A menudo excusamos nuestras faltas, fun
dndonos en la necesidad. El arar, sin embargo,
no puede emplazar a la necesidad en defensa su
ya en primera instancia, simplemente porque no
hay necesidad de arar. Y la mayor parte de las
operaciones que por costumbre siguen a la arada
son del todo innecesarias. Se puede hacer la
branza sin una rastra de dientes que siga al arado
para romper los terrones, sn rodillo, sin rastrillo,
sin ni siquiera uno solo de. los implementos que
comunmente se emplean despus de arar, para
preparar el lecho de la semilla. La nica excep
cin es la rastra de discos, que se emplea para mez
clar con la parte superficial del suelo, lo ms completamente posible a la pa ja, la chala y las malezas.
bi el terreno fue disqueado sin arada previa, no
G6
habr ninguna clase de terrones ni adobes; por

lo tanto no se necesita el equipo para mullir el
suelo .
La frase conservacin del suelo se ha em
pleado con amplitud, pero ha sido poco compren
dida. Sin duda que tiene un significado impor
tante, cuando se refiere a que debemos impedir
que el alimento de las plantas se escape aguas
abajo llevado por nuestras corrientes, y que de
bemos ahorrar prdidas de suelo; pero eso es slo
una parte menor de la tarea que tenemos que em
prender. La tarea principal, consiste en activar y
poner en circulacin biolgica a los minerales, que
desde el comienzo de los tiempos estn encerrados
bajo llave en la estructura cristalizada de las ro
cas de las superficie terrestre. Nuestro fracaso
en la solucin de ese problema, durante genera
ciones, di como resultado la adicin de fertilizan
tes comerciales al terreno, no porque ste no con
servara ninguno de los minerales que contiene el
fertilizante, sino porque no hemos hallado el mo
do de disolverlos para que nuestras sementeras los
pudiesen emplear . Actualmente sabemos como se
ejecuta ese ardid, de modo que el futuro trabajo
de l conservacin del suelo, est destinado a ocu
parse ms de la liberacin de los minerales de las
rocas, que del ahorro de prdidas de suelo que son
comparativamente ligeras.
Afortunadamente las mismas prcticas que
dan como resultado liberar ms minerales de la
67
parte rocosa del suelo, tienen tambin como conse

cuencia la economa mxima de los minerales pre
viamente disueltos. Que llamemos al mtodo
conservacin o manejo correcto del suelo no
tiene importancia; pero si tiene importancia la
imitacin concienzuda del perfil natural del suelo
por nuestra parte, perfil que siempre y en todas
partes deja toda la materia orgnica en la super
ficie o mezclada con la parte superficial del suelo.
Desde que al arar no se deja materia org
nica en la superficie o dentro de ella, excepto en
condiciones tales como las que hallaron los pio
neers cuando desbrozaron por primera vez el
terreno (cuando a menudo toda la masa de suelo
era negra, y llena de materiales orgnicos e inor
gnicos entremezclados hasta la profundidad de
un pie o ms) hay que excluir definitivamente la
operacin de arar, como medio para romper la
superficie del terreno.
Cuando se deje de arar, simultneamente sgj
"detendr la erosin, porque la materia orgnica
hie2elada con la parte superficial del suelo, har
que esa superficie se apodere de la lluvi a me
dida que cae; de esa manera el agua no se derra
mar, cosa esencial en los procesos de la-erosin,
porque el selo no se erosiona.
LAS TRADICIONES DEL ARADO

o sera difcil hallar la contestacin para la
pregunta, Por qu aran los agricultores? A los
agricultores les gusta arar. Se ara casi umver
salmente. Si el ver como se va dando vuelta el
suelo no les causara placer, sabiendo al mismo
tiempo que al arar eliminan la broza que ms tarde
ser un obstculo para plantar y cultivar, se ara
ra menos. Sin embargo se estimula a los agri
cultores para que aren. Se aprueba para que se are
hondo, o se les aconseja que en lugar de arar hon
do, en cada surco profundicen hasta el subsuelo.
Tal consejo aparece en publicaciones agrcolas,
boletines, lo dan los comisionados rurales, y una
larga serie de otras fuentes de las cuales los agri
cultores reciben comunmente con agrado sugestio
nes e informacin. Tendran que existir razones
cientficas bien definidas, para justificar una
prctica que se aprueba y se recomienda con tan
ta unanimidad.
70

*
Si tales razones existen, yo no pude encon

trarlas en ms de veinticinco aos de bsqueda.
Ya en 1912, cuando mis condiscpulos y yo, se
guamos un curso sobre mtodos de labranza y
maquinaria agrcola, planteamos el tema pregun
tndoles a los profesores porque, para romper el
suelo, se acepta en forma tan generalizada la ope
racin de arar, y no ms bien un mtodo de in
corporacin superficial. Se nos ofreci un nmero
de respuestas, ninguna de las cuales era de na
turaleza cientfica; por fin, algunos instructores
perplejos, tuvieron de admitir que no conocan
razones verdaderamente cientficas para arar.
Como justificaciones importantes para la opera
cin de arar, sugirieron que arando se daba vuelta
la hoja y de ese modo el chacarero enterraba los
residuos del ao anterior, quedando as el terreno
libre ae obstculos para los futuros movimientos
de las mquinas de plantar y cultivar.
Nuestra experiencia no era nica. El direc
tor de una de las primeras publicaciones agrcolas
americanas, dice esto en una carta que me escri
bi el 5 de agosto de 1937. Estoy interesado en
el tema desde hace dieciocho aos. He viajado
dos mif millas para hablar con especialistas en
suelo y agricultores y en todas partes hice la pre
gunta: por qu ara usted? Qued asombrado de
las respuestas poco satisfactorias que recib. Apa
rentemente los agricultores no saben por qu
aran. Cuando resum las respuestas, pareca que
TRADICIONES DEL ARADO
71
solo tenan una razn valedera para arar. Ara

ban para deshacerse de la maciega. En un ar
tculo aparecido en el nmero de junio de 1941
de esa publicacin, el autor hace notar que arando
se conservan para que germinen en el futuro ms
semillas que las que se destruyen; esto puede ser
una buena razn para dudar de que el arado ni
siquiera elimina la maciega.
Con toda verdad, todava est por proponer
se la razn definitiva que justifique el empleo del
arado. Sin embargo, mi actitud personal ya ha
sido adelantada en las primeras pginas de este libro.
Si. yo tuviera que aconsejar a los agricultores en el
asunto de arar, mi afirmacin categrica sera NO
LO HAGAN; y para esa actitud hay una garanta
verdaderamente cientfica. Una breve resea de las
razones que se dan con frecuencia para arar, nos
proporcionar la ocasin de sealar el error
involucrado en cada una de ellas.
Un funcionario administrativo del departa
mento de agricultura de uno de los Estados de
New England sugiere en una carta, que. se ara
con el fin de que el oxigeno llegue a las races de
las plantas; tambin sugiere que el suelo arado
no se secar tan rpidamente con el suelo intacto.
Parece que sus razones se anulan entre si; esto
indica que no reflexion sobre los dos efectos que
sugiere, considerados simultneamente. Hacer
1) Philip S. Rose, entonces director del Country Gentleman.
72
entrar aire en el suelo es una manera eficaz de

secarlo. Desde que las races al principio deben
desarrollarse en la parte invertida del suelo (y
necesariamente seca), parece que en realidad mi
corresponsal dio una buena razn para no arar.
Esta idea, de que es necesario hacer entrar
aire en el suelo, ha estado en circulacin durante
varios aos. A m me parece que los que la di
vulgan, no se detienen a examinar lo que ella sig
nifica . En un mundo organizado como lo est
el nuestro, el aire penetra todo, a excepcin de lo
que ya est ocupado por alguna otra cosa. En
el interior de todos los suelos, desde la superficie
hasta el nivel de las aguas subterrneas, hay con
siderable espacio. Parte de ese espacio est ocu
pado por el agua capilar adherida a la superficie
de los fragmentos de roca, pero puesto que los es
pacios son demasiado grandes para que el agua
capilar los llene totalmente, el aire debe llenar el
resto. Cuando se eleva la napa de agua (*) expul1) Se da el nombre de napa de agua, al nivel del agua de
bajo de la superficie del terreno. El nivel se eleva y desciende
respondiendo a la cantidad de lluvia cada segn las estaciones.
Esta agua subterrnea es la fuente que provee a las corrientes
de agua perennes y a los manantiales. Literalmente, es agua fil
trada, puesto que ha tenido que pasar a travs de varios pies de
suelo, antes de alcanzar su nivel ms bajo. Por lo tanto, las co
rrientes, cuya provisin lquida, corre totalmente a cargo de la
napa de agua, en toda poca son claras. Es necesario cavar los
X ozos de las granjas, a una profundidad mayor que la que alcanza
en su descenso mximo el nivel de la napa, de lo contrario, se
secan durante las sequas prolongadas.
Tc
sa al aire del terreno y cuando desciende, el aire

vuelve a entrar.
Puede objetarse que en el suelo se necesita
ms oxgeno que el que puede penetrar en su masa
inalterada. Tal vez. En este caso, debemos estudiar
el suelo virgen del bosque. La superficie del suelo
donde crecieron las gigantescas sequoias, era
apropiada para llenar sus necesidades mil aos
antes de que fuera inventado el arado de vertede
ra. No puede pensarse que esos gigantes pudieron
desarrollarse en ausencia de una cantidad pti
ma de oxgeno dentro del suelo. Por lo tanto, la
verdad debe ser que las plantas en crecimiento no
requieren ms oxgeno en el suelo, que el que pe
netra naturalmente en l, cuando no hay agua.
Pueden existir.situaciones extremas, por ejemplo,
donde el suelo haya sido apisonado excesivamente
por las pisadas de los animales y la gente, que
requieran tratamiento especial. Sin embargo, no
est claro que el tratamiento correcto de esa
situacin sera arar. La congelacin y el deshielo
de un suelo en invierno, habitualmente ayuda a
que crezca vegetacin en una senda bien trillada,
si no se continua pasando por ella.
Es comn que puedan hacerse con libertad,
citas de las publicaciones del gobierno y de las
diversas instituciones estaduales. La informacin
que contienen est destinada al uso del pblico, y
es de desear que tengan una distribuicin ajnplia.
El Boletn de Extensin Agrcola N9 80 de la
74
Universidad del Estado de Ohio, constituye la

nica excepcin a esta regla. Yo lo he visto. Fu
inscripto en el registro de propiedad literaria en
1928, y reimpreso en 1940, conservando todava
el derecho de propiedad. La reimpresin de este
boletn, justifica la suposicin de que su contenido
todava es correcto Significativamente, junto con
otras publicaciones gubernamentales y estaduales,
lo mismo que otros libros sobre suelos de las dos
ltimas dcadas, da por concedido que el agricul
tor sabe porque ara. Despus de eso el texto pro
cede a describir que se ara bien, cuando se en
tierra totalmente toda la paja, y restos vegetales,
de modo que no quede nada a la vista, ni siquiera
en el intersticio entre los adobes. Por lo tanto, es
to debe ser tomado como el punto de vista ms o
menos oficial.
Varios libros sobre tema agrcolas publica
dos alrededor de 1910, dan lo que podemos consi
derar como las razones hipotticas para arar. La
mayor parte de ellas son lo bastante vagas, como
para que se las pueda interpretar de diversas ma
neras. He aqu la lista:
a) La estructura del suelo se hace ms abier
ta o ms compacta.
b) Afecta a la retencin y al movimiento del
agua.
c) Altera la aereacin.
d) Influye sobre la absorcin y la retencin
del calor.
75
e) Promueve o retarda el desarrollo de los

microrganismos.
f) Afecta a la composicin de la solucin
del suelo.
g) Influye sobre la penetracin de las ra
ces de las plantas.
La lista fue recopilada de un slo prrafo de
un texto sobre suelos escrito en 1909 y bien co
nocido. Aunque el autor no se di cuenta de ello
cuando lo escribi, hizo a hurtadillas un poquito
de literatura sobre un tema sumamente peligroso.
Aparentemente no tuvo tanto la intencin de
dar informacin, como de indicar en cual de las
diversas categoras podra encontrarla el estu
dente. La suposicin implcita es que arando se
mejora el suelo como ambiente para las races de
las plantas. De otra manera apenas si podra jus
tificarse la prctica de arar. Se deja totalmente
a cargo de la imaginacin embarullada del estu
diante, el descubrimiento de como se realiza el
mejoramiento del suelo. Y mientras trata de ra
cionalizar su enigma, es probable que llegue a la
conclusin de que, si el arado verdaderamente me
jora el suelo como lugar para las plantas, la vege
tacin que se desarrolla tan lozana en terreno sin
arar, hasta cierto punto debe ser menos privile
giada. Naturalmente, an el estudiante ms pers
picaz puede dejar de ver el asunto desde ese ngu
lo. Es evidente que a la mayor parte de nosotros
nos pas eso.
76
LA INSENSATEZ DEL LABRAOS
Suponiendo que el terreno arado sea ms

conveniente para el crecimiento de las plantas, de
beramos hallar que el pasto se desarrolla con ms
libertad en un terreno arado, que en un terreno
similar que no lo fue. Las malezas tambin de
beran demostrar preferencia por el terreno arado
La vegetacin espontnea debera apoderarse del
terreno y crecer ms lujuriosa que antes, en suelo
arado. Sucede as? La observacin dice que hasta
que el terreno arado haya vuelto a su anterior
estado de firmeza, las plantas se desarrolla en el
con mucha morosidad, si es que se desarrollan. Si
despus de arar hace tiempo seco, pueda
transcurrir semanas y an meses antes de que la
vegetacin natural, o una sementera se desarrolla
normalmente. El hecho es que, terreno desnudo
que se erosiona probablemente peor que el sueloh
en otras condiciones, es casi siempre un terreno
recientemente alterado por el arado u otra herra
mienta de cultivo.
Solamente existe otra clase de terreno des
nudo, es el que fue privado por la erosin u otras
fuerzas, de su suelo superficial. El hecho de que
la erosin y el derrame son peores en el terreno
desnudo es significativo; y antes se defini
ese terreno desnudo.
Echese una mirada casual al paisaje. El te
rreno sin arar no es el nico que contina sosteniendo primorosamente su vegetacin, mientras
el terreno arado va recuperando su capacidad para
TRADICIONES DEL ABADO
77
promover la suya, sino que hasta los bordes de la

parte arada tambin continan hacindolo. En esa
observacion se origina el argumento de que arando se
mejora el ambiente para que las races de las plantas
se reaviven. El proceso de aflojar, pulverizar e
invertir, parece ser la mejor manera de incapacitar al
buen suelo para el desarrollo de la vegetacion. La
separacion explosiva de la masa del suelo arruina
temporariamente todos los contactos capilares; hace
"sandwich" con lq materia organica, y este alarga el
periodo de esterilidad a causa de la falta de agua. Por lo
tanto, no es extrao que el suelo arado est desnudo.
Antes de arar, crecen normalmente el pasto, los yuyos y
otra vegetacin por que hay un contacto capilar
ininterrumpido, entre las partculas que se extienden
desde la napa de agua hasta la superficie. Despus de
arar queda interrumpida completamente esta fuentes de
agua, hasta que la materia orgnica que est en el piso
del surco se haya descompuesto. De ah que el suelo,
sencillamente se tome tiempo necesario, quitandoselo a
su tarea de hacer vegetar, hasta que haya restaurado su
provision de agua. Respecto a eso no hay nada que
hacer misterioso. No se trata ms que de la ejecucin de
una ley natural. Pensar con prejuicios, es
particularmente ineficaz para impedir este resultado no
deseable de la operacion de arar.
Otra caracteristica censurable de la arada, es
78
que la vertedera alisa implacablemente la parte

del adobe que corresponde al fondo del surco y que
queda invertida y expuesta al viento y al sol. El
efecto de eso no se nota y probablemente no es
perjudicial, cuando el suelo est lo bastante seco
hasta el fondo del surco, como para poderse des
migajar; pero en esta poca en que parece que el
trabajo ha llegado a ser ms gravoso, rara vez
la. labranza de primavera puede hacerse a tiempo,
si el agricultor la posterga hasta que se sequen
a suficiente profundidad, las partes bajas y ane
gadizas del terreno. Demasiado a menudo inicia
la labranza cuando el suelo est todava lo su
ficientemente hmedo, para que brille a medida
que lo vuelca la vertedera. Hay quien ara hasta
cuando el agua lo sigue por el surco. Con ese
modo de proceder, solo se juega al tira y afloja
con los recursos que tiene el suelo para contribuir
al crecimiento de la sementera. Si se ara cuando el
adobe todava es plstico y maleable se crean
terrones, y cada terrn es otro tanto de suelo que
se da de baja para la temporada. La tremenda pre
sin necesaria para desprender al adobe de su ba
se, comprime eficazmente a todo suelo lo bastante
mojado como para ser maleable: y una cantidad
moderada de arcilla en un suelo maleable, basta
para que al secarse la masa, se endurezca en tal
forma, que los terrones son verdaderos ladrillos
crudos. Se puede reducir el tamao de estos taru
gos con rastras de discos y dientes, pero como son
79
terrones, lo probable es que permanezcan sin in

corporarse al resto del suelo durante la mayor
parte de la estacin de crecimiento de las planta?;.
Toda esta evidencia del dao hecho por el ara
do, ha pasado desapercibida para los agricultores
y para la mayor parte de los que no lo son. Pueden
darse varias razones explicativas de la ceguera
pblica respecto a los defectos propios del arado
de vertedera.
Para empezar, las condiciones que afrontan
los labradores modernos, ya eran remotas cuando
se emple por primera vez el arado con el adita
mento de una vertedera tosca. Eso ocurri hace
doscientos aos. En esa poca, los distritos rura
les ingleses eran bosques vrgenes principalmente.
El terreno desmontado todava no haba sido sub
yugado, porque tratar de mantener una semente
ra libre de yuyos y zarzas, era lo mismo que em
prender una tarca desahuciada de antemano. La
selva siempre trataba de recuperar el terreno per
dido, y las nicas herramientas que los agriculto
res podan emplear en la lucha contra los retoos
invasores, las malezas perennes, y otras plantas
indeseables, eran azadas toscas, picos y palas.
Los arados que tenan, echaban la tierra hacia los
dos lados. No cubran muy bien los residuos y
la broza, y no desarraigaban para siempre la vege
tacin silvestre que obstrua el suelo El arado
del Sud llamado bull tongue", tiene ms menos
el mismo diseo que los arados que precedieron al
80
de vertedera. En ese ambiente se introdujo la

vertedera. Fu una verdadera ganga. Tirado por
un buey, o mismo, hasta por personas, este arado
realmente levantara e invertira el suelo. Con
esto fu posible, trabajando cuidadosamente, eli
minar todas las malezas perennes y los arbustos
ir', pequeos. Y lo que todava tuvo ms impor
tancia, fu que el agricultor que antes solo poda
labrar unas pocas varas cuadradas, ahora poda
cosechar alimento de un acre o ms. Este inven
to, en una poca en que Inglaterra jams estaba
lejos de una inanicin verdadera, se apoder de la
imaginacin de sus habitantes rurales. en todas
partes. Sus efectos sobre la atencin contempo
rnea fueron electrizantes. , En adelante, si haba
suficientes granjeros que tuvieran vertederas, toca la
poblacin poda comer bien y con regularidad.
En los comienzos del siglo dieciocho los in
ventos no ocurran con frecuencia. En verdad
eran raros los nuevos auxiliares para vivir. El
arado de vertedera destinado a revolucionar las
condiciones de vida de la poblacin mundial, marc
e1 comienzo de una nueva era. Llen en una forma
tan completa las mayores necesidades de una
humanidad pobremente nutrida, que ocup en la
imaginacin de la gente un lugar solo comparable al
que se reservaba para los santos y los sacerdotes. El
arado, casi literalmente, haba salvado a la
humanidad.
81
El agricultor de sa poca, tanto en Inglate

rra como en EE. UU. pasaba ms penas para
impedir el crecimiento de las cosas indeseables,
que para hacer crecer sus sementeras y planta
ciones. Por eso, para l, el empleo del arado fu
una excelente estrategia, porque cuando menos
temporariamente, se crearon condiciones que hi
cieron imposible el desarrollo de las malezas. Hoy,
cuando el suelo negro y gredoso ha desaparecido
de la mayor parte de los campos de Estados Uni
dos, bien puede ser que nuestra estrategia correc
ta sea exactamente, hacer lo contrario de lo que
en esa poca era ventajoso. Su labranza, aunque
enterraba buena parte de materia orgnica no
creaba el sandwich, perfil de la materia org
nica, (PMO) porque haba en el suelo una gran
profundidad de negrura.
Las primitivas vertederas toscas no podran
compararse con los bruidos productos de las
fbricas modernas. Trabajadas a macha marti
llo, en herreras que se levantaban en las bocas de
las minas o cerca de ellas, solo se bruan a fuer
za de usarlas. Fueron diseadas intuitivamente
despus de muchos ensayos, y solo se estabiliza
ron en un tamao conveniente, un siglo despus
que los agricultores comenzaron a emplearlas A
pesar de sus defectos, que desde nuestro punto
de vista se aprecian ms fcilmente que desde la
perspectiva de los labradores contemporneas de
l, el arado fu, an en su estado ms burdo, la
82
ms grande invencin de la edad. Disip el harm

bre del mismo modo que la primer lmpara de
aceite disip la oscuridad. La lmpara de Aladino
no pudo ser ms maravillosa.
Cuando se fund un siglo despus la primera
estacin experimental en Rothamsted, Inglaterra,
parece que a nadie se le ocurri plantear la cues
tin de si la primorosa labor hecha por el arado
de vertedera, no pudo haber sido responsable de
las desazones que los labradores comenzaban a
sufrir con sus sementeras. La dotacin de hom
bres de ciencia de esa primera estacin, as como
los que tuvieron a su cargo las estaciones experi
mentales estaduales, que se fundaron despus en
este pas, heredaron una incontestable reverencia
por el arado. La teora del Derecho Divino de los
Arados, se transmiti de generacin en generacin,
de modo que la posibilidad de que el arado fuera
el culpable de la fertilidad menguante del suelo, no
. se le ocurri a nadie. Durante dcadas, para m, los
hombres han tenido la sensacin de que sepultar
una capa de materia orgnica en el fondo del sur
co, necesariamente debe interponerse al movimien
to capilar, pero el sentimiento subconsciente de que,
EL ARADO NO PUEDE HACER MAL, apa
rentemente impidi que alguien hiciera algo res
pecto a eso. El resultado es que, aunque en este
pas hemos tenido estaciones experimentales desde
hace ms de tres cuartos de siglo, ninguna de ellas,
antes de 1937, hizo experiencias con el fin
83
de comparar el efecto de arar por un lado, y la

incorporacin de materia orgnica dentro de la
superficie, por el otro. La omisin de esas experiencias, puso trabas definitivas al desarrollo d
la informacin bsica sobre suelos, la cual pudo
haber impedido fcilmente la ruina hacia la que
fueron arrastrados los suelos Norteamericanos.
El fracaso en armonizar las deducciones de
la observacin corriente con una informacin ver
daderamente cientfica, puede ser el resultado de
un retraso histrico, de una actitud mental, simple
descuido, o por fin de la combinacin de los tres.
Si consideramos que desde el comienzo del siglo
especialmente, se ha reconocido por escrito la im
portancia que tiene la materia orgnica dentro de
la parte superficial del suelo, entonces es difcil
evitar que el asiento censura vaya a la cuenta del
descuido, en el debe de los que no miraron ms
all de sus datos inmediatos, teniendo en vista los
datos fundamentales ganados por la labranza.
Esto est casi implcito en lo que sigue:
El anuario del Departamento de Agricultu-.
ra de EE. UU. para 1903 hace esta afirmacin'
en la pgina 284: La materia orgnica descompuesta, por s misma, o en combinacin con el suelo
mineral, absorbe humedad mucho ms rpidamen
te que el suelo que contiene poca o ninguna mate
ria orgnica; de ah que cuanto mayor sea la
cantidad de mantillo de hojas u otra clase de ca
ma, tanto ms rpidamente ser absorbida el agua.
84
El grado de soltura del suelo mineral tambin in

fluye sobre la rapidez de la absorcin. En el bosque,
la camada de hojas y el mantilo, mantienen al suelo
mineral suelto y en el mejor estado para la absorcin
rpida.
Si una afirmacin como esa, parece ser lo
suficientemente antigua para que se dude de su
validez, comprese con la siguiente tomada del
Anuario del mismo departamento para el ao 1938
en las pginas 609-610:
El mantillo del bosque, tapiz de hojas muertas,
ramas, leos y troncos del suelo del bosque, sirve
de varios modos. El impacto del agua de la lluvia
que cae en suelos desnudos, desaloja partculas de
cieno y arcilla. Las partculas se suspenden en el
agua y esta las lleva dentro de los poros y canales
d minutos existentes entre las partculas del suelo, a
Medida que el agua recorre su camino hacia abajo.
Muy pronto la accin filtrante del suelo hace que
las aperturas se atasquen de partculas; en adelan
te el agua no puede seguir hacia abajo a travs,
del suelo, de modo que corre por la superficie,
llevndose el cieno y la arcilla que desaloj, y con
eso la erosin est activamente en marcha. Una
capa protectora de mantillo interrumpe esta cadena
de acontecimientos, absorbiendo el impacto de las
gotas de agua que caen. Despus que se empap el
mantillo, el exceso de agua se escurre suavemente
hacia el interior del suelo superficial, no se dislo
can partculas de suelo, el agua permanece clara,
los canales y poros quedan abiertos, y se elimina
el derrame superficial, excepto cuando las lluvias
son muy copiosas.
TRADICIONES DEL ADADO
35
No puedo descubrir diferencias importantes

en el contenido de las dos citas. La ltima da un
cuadro ms ntimo de los procesos involucrados,
pero confirma en un todo la descripcin menos
grfica de la afirmacin ms primitiva. Adems,
hasta ahora, cada vez que se emprendi un traba
jo experimental con este fin, si el experimento fu
conducido inteligentemente, confirm la verdad
que se presenta aqu.
Citaremos un prrafo de una carta fechada
en febrero de 1940 que interesar al respecto.
El Departamento de Agricultura durante mu
cho tiempo, ha estado interesado en el desarrollo
de nuevos mtodos de tratamiento del suelo, que
mantengan, y reconstituyan su contenido de mate
ria orgnica. El Servicio de Conservacin del Sue
lo ha realizado estudios en diversas localidades,
que a este respecto ya han dado resultados sobre
salientes y extraordinarios. En Statesville, North
Carolina, se pudo comprobar que varas pulgadas
de agujas de pino diseminadas en la superficie, re
ducen las prdidas de suelo por erosin, hasta un
punto casi imposible de medir. Tambin se com
prob un considerable aumento en el contenido de
materia orgnica del suelo, y todos los indicios!
apuntan hacia un aumento en el rendimiento de
las cosechas, que merece que se lo tenga en cuenta
En Nebraska, la labranza subsuperficial, que deja
sin alterar la hojarasca u otra camada en la super
ficie del suelo, demostr que es notablemente eficaz
para reducir las prdidas de agua y de suelo; y
en losi experimentos preliminares dicha labranza'
ha producido un aumento importante de rinde
86
las diferentes plantaciones que se sometieron a

prueba.
La carta estaba firmada por el Ayudante

del Secretario de Agricultura. Fu la constestacin a una carta ma, donde yo mencionaba y peda
un comentario sobre el hecho de que, nunca se
haba puesto a prueba la eficacia del arado de
vertedera. En la respuesta oficial no se hizo men
cin del asunto.
De. la comparacin de las afirmaciones de
1903, con las de 1938 y 1940, resulta evidente que
no se ha hecho progreso alguno en ningn sentido,
e indica tambin, que se ha descuidado el esfuerzo
para transformar los descubrimientos de 1903, en
herramientas para labranza en general Es claro
que las afirmaciones de los anuarios se refieren
a los suelos de los bosques, pero esta circunstancia
no debe ocultar el hecho ms amplio de que, los
hallazgos que discutimos tocan principios de apli
cacin universal. Los principios vlidos para el
bosque, son vlidos tambin para el campo; por
eso, es evidente que las investigaciones sobre la
importancia de la materia orgnica en la super
ficie de las tierras de labranza, debieron haberse
iniciado tan pronto como se hizo el anuncio en
1903. En ninguna parte he podido encontrar, que
se haya registrado algn trabajo hecho con se
objeto, antes de 1937.
INVESTIGACION
Sin padrinos.Informal
Hablando con estricta honestidad, el encabe
zamiento de ste capitulo debe ir entre comillas,
porque yo no soy un investigador en el sentido
habitual de la palabra. Llamamos investigacin a
la labor que engendr las teoras de este libro, a
falta de un nombre mejor. Sin embargo, yo le di
la direccin necesaria a mi razonamiento, y esa es
la funcin principal de toda investigacin; tener
un objetivo.
Todo comenz como una tentativa para cul
tivar vegetales, en un suelo que era mejor para
hacer ladrillos, como lo descubr demasiado tarde.
Muchas gentes han hecho tentativas igualmente
vanas, pero tuvieron bastante sensatez para aban
donarlas, cuando los tallos de sus plantas de maz
se rehusaban a sobrepasar el grosor de un lpiz, y
la altura de. la rodilla., Yo no pude abandonar,
88
perqu abandonar significaba quedarnos con dos

mil pies cuadrados de terreno en el fondo de nues
tra casa, sin csped, lleno de malas hierbas, y sin
medios fciles para volverlo a transformar en
cesped.
Siempre acostumbrbamos a tener una huer
ta. Cuando compramos nuestra casa, pronto nos
dimos cuenta de que el pasto del fondo era casi, pura
bardana amarilla. Este hecho proporcion la escusa
para cavar esta parte de csped. Lo que en realidad
sucedi, fu algo muy distinto.
Se contrat un pen para que cavara el terreno mientras yo me dedicaba a mis asuntos comerciales. Ms tarde, a mi vuelta, cuando le
pagu y lo desped, descubr que lo que haba que
dado a la vista, no era ms que arcilla blanca de
lo ms tenaz y dura. Cuando se secaron, los te
rrones eran tan duros y firmes como guijarros.
Yo tena experiencia con varias clases de suelos,
todos muy diferentes, pero antes nunca me haba
enfrentado con un suelo de la condicin del de
entonces. Con el tiempo se revel la historia,
pero solo despus de un ao o dos de tentativas
para cultivar alguna cosa comestible en esa arcilla
pura.
Parece que nuestra casa fu la ltima que
se construy en nuestra calle. El solar haba sido
un bajo; en partes estaba a tres o cuatro pies por
debajo del nivel que se di para edificar en esa
calle. El propietario les haba pedido a los cons-
"INVESTIGACIN: SIN PADRINOS.. . INFORMAL
89
tractores de las casas vecinas que le rellenaran el

lote. Por eso, exista encima del suelo original
una capa de tres a cuatro pies de arcilla pura, con
la carecterstica macidez que predomina en ese
antiguo lecho lacustre. Era exactamente barro
del stano, donde no se discerna arena, cieno o
materia orgnica que mejorara su aspereza.
Cuando se secaba, aunque echara todo el peso de
mi cuerpo sobre una pala de puntear afilada, no
consegua dejar una impresin perceptible El
trfico pesado comn, podra haber atravesado el
terreno sin marcar huellas; cuando estaba mojada,
se me pegaba a los zapatos en montones tan gran
des, que apenas poda caminar.
En un suelo como ese, no se conoce la mullidez. Est demasiado mojado, o demasiado hme
do para poderlo remover; slo durante una hcra
o dos entre ambos estados se lo puede cultivar con
impunidad. Ni an los suelos ordinarios llegan a
ese estado, porque habitualmente contienen algunos
fragmentos de materia orgnica, y sta impide en
buena parte que lleguen a tener una estructura
apretada. Esta masa de arcilla haba sido excava
da a niveles muy por debajo de la profundidad ha
bitual hasta la que llegan las races; por eso no
tena provisin de materia orgnica. En el len
guaje del personal de una estacin experimental
se trataba de una parcela para controlar el efecto
de la materia orgnica. Al cultivarla para cose-
90
char, demostrara lo que se puede esperar del te

rreno, cuando no contiene materia orgnica.
En los comienzos no me interesaba en teoras
sobre suelo, lo nico que quera era producir ve
getales para el consumo domstico. Sin embargo,
pronto se hizo evidente que deba familiarizarme
con lo fundamental en el manipuleo del suelo, por
que de otro modo no obtendra nada que retri
buyera mi trabajo. Ms o menos en sa poca,
record que un cuarto de siglo atrs, cuando era
comisionado rural del condado de Whitley, en
Kentucky, haba tratado, aunque sin xito, de
most arles a los agricultores como podan mejorar
sus suelos muy pobres y arenosos, enterrando con
el arado centeno crecido. Probablemente todos los
comisionados rurales en esa poca ensayaron esto;
y todos ellos se convencieron como me convenc
yo, que el procedimiento no era eficaz. En esa
poca decid, que, si espontneamente se presen
taba la ocasin, tratara de resolver el problema.
Aparentemente el problema en realidad era
simple. Lo esencial en l, era hallar el modo de po
ner dentro de un suelo muy improductivo grandes
cantidades de materia orgnica sin arruinar tem
porariamente su capacidad para producir cosechas.
Pareca que un problema tan simple podra ser
resuelto fcilmente. La oportunidad que yo esperab para resolverlo en una estacin experimental
nunca lleg. En lugar de eso, varios aos despus
de haber abandonado la profesin agrcola, me
"INVESTIGACIN": SIN PADRINOS.. . INFORMAL
91
llova del cielo el mismo problema, en circunstan

cias en que no tena a mi disposicin lo que de or
dinario se considera indispensable para resolverlo.
Ese fue el comienzo de lo que ms tarde
demostr ser la solucin de ese original problema,
que parece un suplicio de Tntalo. Emprend la
solucin sin plan definido, durante varios aos no
me di cuenta cabal, de que estaba trabajando en
el problema que se me present en Kentucky Es
claro, entonces, que llamar a esto investigacin,
sin la explicacin y calificacin correspondientes,
seria envilecer el alto significado de la labor de
investigar. Siempre preceden a esa labor, planes
cuidadosamente trazados, y se la prosigue con m
todos aceptados.
En este proyecto tienen importancia los ele
mentos accidente y coincidencia. Fu exclusiva
mente por accidente que despus de haber revisado
media docena de propiedades en venta, elegimos
sta. En efecto, la noche anterior a la conclusin
de la compra, habamos decidido comprar otra en
la calle siguiente, pero al notificar al propietario,
nos hallamos con que al atardecer se la haba ven
dido a unos amigos nuestros, a quienes sbitamen
te se les ocurri comprar. Era una coincidencia
que nuestra casa fuera la ms nueva entre las de
una calle, donde ninguna era muy vieja. Y la
coincidencia ms simple era que el terreno haba
sido un bajo.
)2
Todava ms, la combinacin de cireuntancias

de mi niez y adolescencia, me prepar y me fa
voreci precisamente para esta cosa. La granja
donde me cri estaba situada en tierras ba
jas, rodeadas por colinas. Por aquel entonces se
limpiaban las colinas para agricultura, despus
de haber explotado las maderas. Yo haba visto
como esos mismos campos pasaban por alternati
vas de cultivos y abandono, y haba notado que
el mero crecimiento de yuyos, zarzas y arbustos,
hiba renovado la productividad de esas tierras.
El campo bajo de nuestra propiedad, era el ms
alejado del arroyo, el ms alto en toda el rea
baja. Por consiguiente, la avenida que lo cubra
una vez al ao se retiraba pronto, y por lo tanto
no >.ejaba muchos residuos para mejorar el suelo.
A causa de esto lo abandonamos para ocupar otro
ms cercano al arroyo; y como juzgando con los
standards de 1883, nuestra pareca pareca
agotada, mi padre pag poco por ella. La produc
tividad de esta tierra haba declinado tanto, que
no renda ms de veinticinco bushels de maz
por acre; para qu esforzarse con ese rendimien
to, si al lado existan campos que sin abono, ferti
lizantes o cualquier otro correctivo, rendiran cien
bushels por acre.
Por lo tanto adquirimos el terreno ms po
bre de las tierras bajas; los vecinos se compade
cieron de mi padre cuando hizo el negocio. Ms
tarde yo vi cosechas de cien bushels en el mismo
investigacin: sin padrinos ... informal 93
terreno; y con su productividad seguimos los es

tudios secundarios completos tres de mis herma
nas y hermanos y yo, y los otros dos los siguieron
hasta el momento en que se le ocurri abandonar
los. Durante muchos aos nuestra faja de te
rreno se destacaba por su verdor entre todas las
tierras bajas, aun cuando, con el andar del tiempo,
no recibi ms el beneficio del material descom
ponible que en otro tiempo le dejaban las avenidas
del ro. Entre tanto los vecinos miraban con ojos
criticones las cosas extraas que mi padre haca
con el campo. Acarre al terreno abono de un
pueblo vecino, y cuando poda conseguirlas, traa
las cenizas de una curtiembre; cada primavera
compraba una carrada de fertilizantes, parte de la
cual venda a los vecinos dispuestos a correr el
albur de utilizarlos. Y mientras l hacia eso, ellos
continuaban confiando en los residuos que el ro
traa de las tierras altas, y depositaba en sus tie
rras durantes las crecientes, cuya cantidad men
guaba ao tras ao.
Ahora explotan las tierras los hijos de esos
vecinos. Decidieron que vala la pena ensayar los
mtodos de mi padre, y en la actualidad despus
que las generaciones jvenes explotaron las tierras
durante varios aos, el contraste ha desaparecido
casi del todo, porque todas las tierras bajas han
sido objeto de tratamientos mejores. Y de paso,
podemos decir que a los agricultores de todo el
pas se les paga para que hagan en beneficio de
94
sus tierras lo que mi padre hizo por las suyas du

rante toda su vida. Lea regularmente las publi
caciones agrcolas. Ensayaba los mtodos que
segn su criterio eran razonables, y adoptaba lo
que el experimento demostraba ser beneficioso.
Tuvo la suerte de empearse en un negocio que,
en aquella regin compensaba con creces, el trata
miento generoso que le daba el terreno.
Venda a muy buenos precios en el pueblo
vecino sus cosechas de alimentos de consumo pri
mordiales, porque el pueblo era el centro de una
regin dedicada entonces a la explotacin de la
hulla. Ni entonces ni ahora, la explotacin agr
cola en general, hubiera compensado los costos de
abonos y fertilizantes; pero eso no invalida el he
cho de que mi padre, inicindose con tierras po
bres las haya transformado en productivas. Lo
hizo con un costo alto Yo crea que se lo podra
hacer a ms bajo costo. Y el punto ms importan
te, era mi confianza absoluta de que el terreno
ms pobre puede transformarse en productivo, ya
que la serena campia es siempre altamente pro
ductiva, en virtud de su produccin ininterrumpi
da ao tras ao.
Parece una casualidad singular que fuera yo,
con esta base de instruccin prctica en el hogar,
con mis conocimientos generales de agricultura
y con una dcada de experiencia en agricultura
profesional en dos estados, quien comprara preci
samente el terreno, cuya escena haba sido mon-
"INVESTIGACIN: SIN PADRINOS. . . INFORMAL
95
tada para obligarme a resolver el viejo problema

de la materia orgnica.
A partir del primer cavado de 1930, cada
estacin se le agreg alguna materia orgnica.
En general a medida que transcurri el tiempo se
aument la cantidad. Con el tiempo fu desarro
llndose un sistema de incorporarle hojas, que se
pareca a la operacin de arar en forma exagera
da. Se cavaba una zanja de la profundidad de to
do el largo de la hoja de una pala. Se llenaba esta
zanja con una masa de hojas a veces seca y volu
minosa, otras veces hmeda compacta y maciza.
Se las apisonaba dentro de la zanja, y cuando se
cavaba la siguiente, se echaba la tierra que se sa
caba de ella, encima de las hojas. La repeticin de
este procedimiento, di como resultado la creacin
de un subsuelo de materia orgnica debajo del
suelo superficial. En 1937 decid que el perfil de
materia orgnica (P.M.O.) creado en esa for
ma, no era ms, en efecto, que la magnificacin
del sandwich P. M. O., que se produce al arar;
y tambin que la capa de materia orgnica cuyo
espesor en partes era nulo y en otras llegaba hasta cuatro pulgadas, era un imn irresistible para
toda el agua del suelo, y verdaderamente, tena
"tanta atraccin para el agua como la que tiene el
papel secante. Una vez alcanzada esta decisin,
"fu evidente que, para probar que ella era correc
ta, deba quitarse la capa de hojas en la cavada
siguiente, y no volverla a poner. As se hizo en
96
otoo ele 1937; se cav el terreno sin agregar

hojas. Con cuidado se retir toda la masa de ho
jas hasta donde llegaba la pala, y se la mezcl con
las capas superficiales del suelo.
En 1938, el estado de la superficie del suelo,
fue en todo lo posible, diferente al de los aos
anteriores Antes de 1938, fu necesario en cada
primavera, cubrir a las pequeas semillas con
arena fina para que germinasen en la arcilla dura.
Con esas tcticas pude cosechar chirivias en ese
suelo compacto. En 1938 se hizo tan evidente que e
o no era necesario, que se plantaron chirivias,
zanahorias, lechugas y otras clases de pequeas se
millas sin cubrirlas con otra cosa que la arcilla
granulosa que estaba en todas partes. Toda la
parte superficial del suelo en 1938, era tan granu
losa como el azcar, y se lo poda rastrillar exac
tamente con la misma facilidad con que se rastri
lla la arena. Su estado haba cambiado tanto, que
el once de mayo plant arvejillas de jardn, una
semana antes de que lo pudieran hacer los jardi
neros locales en terrenos arenosos. Todo lo que se
plant en 1938 prosper, siendo que antes de 1938,
poda esperarse que prosperaran slo bajo condi
ciones especiales.
El comportamiento de la lechuga para repo
llar en este suelo de 1938, fu una pizquita de
. prueba especialmente hermosa. Un horticultor
amigo, con quien discuta el excelente estado del
suelo, dud de la posibilidad de cultivar lechugas
INVESTIGACIN: SIN PADRINOS.. . INFORMAL
97
en l. Estaba tan seguro de ello, que convino en

proporcionarme las plantas para hacer la prueba.
Como el terreno era pequeo solo acept seis plan
tas. Se las puso en la tierra, y despus que pren
dieron lo nico que se hizo en su favor fu arran
carles los yuyos. No se us fertilizante alguno,
no se les hizo cultivo y ni siquiera se les di agua;
Ms tarde en junio, invit al horticultor para que
viese sus plantas de lechuga. Haban alcanzado
casi el mismo tamao que las suyas, y estaban
bien arrepolladas; l saba que eso no hubiese ocu
rrido en su suelo arenoso, si no se empleaban abo
nos y fertilizantes en abundancia. Cualquier
horticultor reconocer que este comportamiento
de la lechuga no es el comn; ms bien, la mayor
parte de los horticultores se rehusarn a creer que
eso sea verdadero, bajo las condiciones que he
descripto.
El 14 de Julio de 1938, por arreglo especial
con el servicio de Conservacin del Suelo, repre
sentantes de ese organismo, visitaron el terreno
donde estaba en marcha mi proyecto, para contro
lar las condiciones que yo pretenda haber conse
guido para el suelo, poniendo en prctica mis teo
ras. A los fines de esta prueba, haba preparado
en otoo, una faja de unos seis pies de ancho, para
que sirviera de parcela testigo como se dice en
el lenguaje de los funcionarios de las estaciones
experimentales. Esta faja haba sido cavada sin
quitar las hojas que ya estaban en ella, y se le
98
haba aadido una cantidad adicional, tal como se

haba hecho con todo el terreno en los cinco o seis
aos precedentes. Esta faja, estaba destinada a
ilustrar la diferencia marcada entre la textura de
su suelo y la del resto de la huerta .
Estas personas siguieron instrucciones pre
paradas de antemano por mi, para asegurar quq
la demostracin fuese correcta. Con un barreno
de suelo, se sacaron muestras en varios lugares
fuera de la faja testigo, comprobndose que el
suelo estaba mullido casi hasta la profundidad de
un pie, y con una distribucin uniforme de la hu
medad, desde el fondo hasta la superficie. A
ningn nivel haba concentracin de agua, y en
ninguna parte pudo encontrarse una capa de suelo
seco y endurecido Adems no se hall ninguna
capa de hojas.
En la faja testigo las condiciones eran dife
rentes. La primera vuelta del barreno desmenuz
el suelo duro y silcoso que estaba inmediatamente
debajo del mantillo superficial del suelo cultiva
do. Las ocho o diez pulgadas superiores de suelo,
eran del todo semejantes a sta corteza subsuper
ficial. Estaba excesivamente seco, siendo que las
otras partes del huerto no lo estaban. Bajo esta
capa espesa, estaba la materia orgnica, hmeda
pero sin estar notablemente mojada. Exactamen
te debajo de la materia orgnica estaba la hume
dad, que debera haber estado uniformemente
distribuida en toda la profundidad del suelo. Esta
"INVESTIGACIN: SIN PADRINOS.. . INFORMAL '
99
faja testigo demostraba claramente una de las

razones por las cuales los sembrados no pueden
crecer inmediatamente, en un suelo en el cual se
enterr recientemente una gran cantidad de ma
teria orgnica con el arado. En la capa infrasuperficial no haba ninguna humedad, y sin hume
dad para disolver el alimento vegetal, y transpor
tarlo a las races, no puede haber crecimiento. No
haba humedad, porque la capa subyacente de
hojas la haba absorbido, aunque las hojas no
parecan mojadas. La razn de su aparente ino
cencia, se derivaba del hecho de que, como se dijo
antes, la materia orgnica retiene el agua dentro
de si misma como lo hace una esponja.
El razonamiento que explica la zona silcosa
encima de la materia orgnica es tan elemental,
que yo debera sentirme desconcertado, cuando
admito que necesit aos para llegar a una conclu
sin tan simple. Se basa sobre hechos bien esta
blecidos, que conocen hasta los profanos. Sin
embargo un ejemplo o dos aclararn la manera
de acontecer de esto. El agua haba sido atrada
hacia abajo obedeciendo a dos fuerzas; la capaci
dad absorbente de la materia orgnica y la fuerza
de la gravedad.
Todo el mundo sabe que un nio puede llevar
una canasta de un bushel llena de marlos, si
estos estn secos, pero que si estn mojados, son
una carga pesada para un hombre. Si se los pone
100
en contacto con el agua, los marlos se mojan au

tomticamente.
Hasta cierto punto, era eso exactamente lo
que le haba ocurrido a la provisin de agua del
si elo que estaba encima de las hojas. Dentro de
les tres o cuatro das siguientes a la lluvia ms
copiosa, el exceso de agua de las capas superiores
del suelo, haba sido quitada a las races y atrada
hacia el interior de las hojas subyacentes. Esto
produca efectos notables. Inmediatamente des
pus de la lluvia, el agua estimulaba a los sembra
dos que crecan con rapidez. Al final de los tres
o cuatro das subsiguientes, el estmulo desapare
ca, y hasta la lluvia siguiente los sembrados no
crecan ms
Emprend con placer el proyecto de demos
tracin que inspeccionaron los representantes del
Servicio de Conservacin del Suelo. Como estas
personas no conocan la base de experiencia sobre
la que reposaban mis conclusiones, no concordaron
conmigo en lo referente a que la parcela testigo
ilustraba en una forma exagerada los efectos
normales de la operacin de arar. Estaban segu
ros de que la sequedad del suelo, que es una secue
la. comn al enterramiento de grandes cantidades
de materia orgnica con el arado, no se deba a
la operacin de arar. Tampoco estuvieron de
acuerdo conmigo sus superiores de Washington.
Despus que presentaron su informe, mantuvimos
correspondencia. Tiempo despus se me inform
"INVESTIGACIN: SIN PADRINOS. . . INFORMAL
101
que mi proyecto haba exagerado de tal modo los

efectos de una mala prctica, que dificilmente po
da adjudicrsele valor. La carta que inclua
esta pizca de contradicin involuntaria, fechada el
10 de Noviembre de 1938, fu escrita por una
persona que estuvo al servicio del Departamento
de Agricultura de EE. UU. durante cuarenta
aos, y que deba jubilarse en la semana siguiente.
Cuando contest a esa carta, la respuesta de
Washington me inform de su retiro y me di
la informacin obvia de que l no poda replicar
oficialmente.
La negativa de las autoridades para aceptar
y sacar provecho de la demostracin perfecta que
haba hecho yo del dao causado por el a;ado,
era profundamente desalentadora. Haba mostra
do con claridad que la causa de que el terreno
donde se ha enterrado una cantidad considerable
de materia orgnica se seque, es esa misma ma
teria orgnica. Sobre eso no caba duda. Acicateado por la befa hecha a una conclusin evi
dente, que debi aceptarse con gratitud, resolv '
que era necesario hacer una nueva demostracin,
pero en vasta escala, en el campo. En el captulo
siguiente se historia ese trabajo. Sin embargo, si
yo lo hubiera sabido a tiempo, esta segunda de
mostracin hubiese sido innecesaria; porque sin
indicar para nada que estaba interesado en el
asunto, uno de los agrnomos ms eminentes del
Departamento de Agricultura d EE. UU,, mq
102
haba tomado lo bastante en serio, como para em

prender una demostracin. Tal vez al hacerlo tu
vo la intencin de desaprobar mis teoras; el
resultado de las pruebas, por el contrario fu to
talmente confirmativo. (Este agrnomo me in
form que l no tuvo nada que ver con la inicia
cin del trabajo de comprobacin. Sin embargo,
queda en pie el hecho de que ningn gobierno
hasta entonces, hizo jams ningn trabajo sobre
incorporacin superficial antes de 1937, ao en
que yo empec a codear el Departamento para que
lo hiciera).
Los resultados de esta experiencia oficial,
probaron que labrando la materia orgnica den
tro de la parte superficial del suelo, en vez de
enterrarla en el suelo con el arado, puede obtenerse un rendimiento de granos, hasta un cin
cuenta por ciento mayor. El ensayo del primer
ao di ese resultado. Fu tan inesperado que en
el nmero de Noviembre de 1939 del Country
Gentleman se lo public bajo el ttulo de Right
Side Up Farming. Esa publicacin se apartaba
radicalmente de las prcticas tradicionales. Co
mnmente, antes que se d a conocer pblicamente
un resultado, es necesario comprobarlo con el tra
bajo de varios aos, especialmente si se lo publica
en una revista mensual popular. Esta publicacin
anticipada de los resultados del primer ao, parece
1 George S. Pound, Right Side Up Forming, Country GentJe/nan, Vol. D J* 1) (Nov. 1939), 78,
"investigacin: sin padrinos ... informal 103
indicar que los funcionarios oficiales estn con

vencidos de la importancia de lo sucedido en ese
primer ao.
No se requera un ingenio especial para esta
investigacin. Los nicos hechos puesto al des
cubierto, eran tan viejos que se los haba pasado
por alto previamente, creyndose posiblemente
que no tenan aplicacin. La direccin de la atrac
cin de la gravedad, y la afinidad del papel se
cante por el agua, apenas podrn ser calificados
de descubrimientos por investigacin; y esos eran
los nicos descubrimientos implcitos en la expe
riencia. Las grandes cantidades de materia org
nica que se emplearon, amplificaron los efectos de
la gravedad y de la afinidad por el agua, lo cual
explica que se descubrieron. De ese modo se va
que los efectos combinados de la gravedad y de
la capilaridad en sentido descendente, son fuerzas
mucho ms poderosas que el razonamiento a base
de prejuicios, en que se confiaba antes para con
servar hmedo al suelo, encima de una imponente
cosecha de abono verde enterrada con el arado.
LI haberse demostrado que podan estar implicadas esas fuerzas fundamentales, lo cual per#maneci sin ser descubierto durante un siglo de
esfuerzo cientfico activo para mejorar los sue
los, puede tener trascendencia.
PRUEBA EN ESCALA DE CAMPO
a investigacin que revel lo absurdo de

nuestro sistema de labranza, tuvo el carcter de
una chifladura, que apenas si cost algo ms que
tiempo perdido y esfuerzo fracasado, para pro
ducir verduras destinadas al consumo domstico.
No poda demostrarse la practicabilidad de la idea
en escala de campo en forma tan simple y barata.
Se necesitaban implementos y fuerza motriz.
Esas cosas cuestan dinero. El plan llevara tiem
po; por eso tuve que decidir si me dedicaba por
entere a l, o si segua tambin con mis otras
ocupaciones. En el primer caso haba que pro
yectar la empresa sobre la base de que se costea
ra a s misma. Para justificar el full time, se
necesitaba una fraccin de campo mayor que cual
quiera de las que se podan hallar cerca de la
ciudad, pagando una renta razonable. Tuve que
buscarla en la campaa, donde no se hacan sen
tir las influencias suburbanas en el costo.
106
LA INSENSATEZ D LABRADOR
Transcurrieron meses antes de que el pro

yecto general estuviera listo. Una parte de ellos,
se consumi en hallar una propiedad conveniente
cerca de la ciudad, de modo que yo pudiera co
mercializar la explotacin y ms tarde mudarme
a ella. No se hall nada que se pudiera comprar
en condiciones que dejaran algunos fondos para
la explotacin. Decid arrendar campo y traba
jarlo mientras segua viviendo en la ciudad. El
terreno elegido distaba ocho millas de la ciudad,
pero, en lo dems, se adaptaba bien a la clase de
trabajo que yo tena en vista. El suelo era gre
doso pero tena arena tambin, por eso habra de
ser ms laborable que lo que lo haba sido la ar
cilla de las primeras escenas. El esposo de la pro
pietaria se reserv para s toda la parte de la
chacra que daba sobre la carretera. Eso tenda
un velo que me protega de la excesiva curiosi
dad que provocaran mis mtodos extraos. Un
agricultor vecino haba dedicado la parte ms
promisora del terreno, para cosechar maz y sem
brar forraje desde el comienzo hasta el fin. Otras
reas haban estado ocasionalmente en horticul
tura. Una buena parte de la propiedad haba es
tado abandonada, porque la propietaria y su ma
rido no podan explotarla personalmente y nin
guno de los vecinos la quiso alquilar.
Despus que arrend la tierra el 20 de Fe
brero de 1939, esper en vano a que hiciese un
tiempo apropiado para sembrar centeno o avena,
107
que ms tarde pensaba disquear para abono ver

de. Llovi casi incesantemente. Hasta el 15 de
abril, el terreno apenas si estuvo lo bastante orea
do para trabajar, un medio da por semana. Hu
bo que vender la semilla de avena comprada An
tes de que estuviese preparado para plantar con
el fin de cosechar, tena que depender de las ma
lezas que crecan en el terreno para tener abono
verde. Este capricho del tiempo demostr ser una
desventaja seria antes de que transcurriera la
temporada. Impidi crear la nica condicin de
la que depende el xito de la cosecha, es decir,
una provisin abundante, de materia orgnica que
pueda ser trabajada incorporndola al terreno.
(Entonces no me di cuenta, como ahora lo hago,
que hubiera sido posible echar simplemente la se
milla en la tierra, aunque el terreno estuviera de
masiado mojado para trabajarlo y conseguir una
cosecha de abono verde sin perturbarlo para
nada).
El trabajo de esa primera temporada fu un
fracaso financiero, al que contribuy principal
mente el malogro de la cosecha de abono verde.
Si yo hubiera sabido esto de antemano, me hu
biese ahorrado muchos esfuerzos estriles; pero
aunque la labor no tuvo compensacin financiera,
las ganancias en conocimiento compensaron bien
las prdidas monetarias. Las lecciones aprendidas
mediante esas experiencias en el campo, hicieron
posible que de ah en adelante, me supiera apro-
108
vechar del tiempo, en lugar de ser siempre su

vctima. Este conocimiento ser de inestimable va
lor para los agricultores.
Durante esas primeras semanas lluviosas
proyect la construccin de un invento tosco para
marcar las hileras y dentro de ellas, los sitios don
de deban colocarse las semillas o las races de
las plantas. Yo saba que en algunas circunstan
cias las mieses de abono verde crecan tan altas,
que luego no se podan incorporar totalmente. En
ese caso no se poda usar ningn equipo comn
de plantar o cultivar, porque todas las mquinas
destinadas a eso, han sido proyectadas para des
lizarse sobre un suelo de superficie totalmente li
sa. Toda cantidad de paja o de residuos vegeta
les en la superficie, impedira el empleo de esos
Implementos. Por lo tanto, era imperativo que yo
estuviera preparado de antemano para vrmelas
con la broza superficial, si las mieses de abono
verde eran tan ponderosas, que no se las poda
enterrar completamente en la parte superficial del
suelo. El resultado de esa necesidad, fu un mar
cador que rodara sobre el terreno, liso o no, y
que sin hacer surtos marcara las hileras y los
espacios de los camellones entre ellas. La contes
ta' in obvia era un movimiento rotatorio y no
. -lizante. El marcador fu hecho con dos ruedas
de carro viejas. Se les adapt a las llantas, unas
agarraderas que dejaran en el suelo una impre
sin a cada pie de distancia; y se proyect el eje
IOS
alrededor del cual giraban las ruedas, para dis

tancias entre los surcos, de tres, tres y medio,
cuatro y cinco pies. Confiaba plantar cualquier
clase de superficie con este instrumento, a pesar
de todo lo llena de paja volcada que pudiese estar.
Ms tarde habra de descubrir que su capa
cidad para superar una superficie llena de paja,
no era la virtud ms notable de este marcador.
An ms importante result el hecho de que cada
vez que una agarradera tocaba el suelo, compri
ma con un peso de 75 kilos, a la columna vertical
de suelo situada directamente debajo del fondo
de la huella que dejaba. Esta compresin serva
para poner de nuevo en contacto a las partculas
que haban sido necesariamente separadas por el
removido de la superficie. De esa manera se res
tableca lo que podemos llamar accin de pabilo
del suelo, que capacitaba al agua capilar, para
elevarse sin interrupcin hasta el fondo de la hue
lla del marcador. Cualquiera que haya usado una
lmpara de keroseno, se apercibir de la signifi
cacin de esto.
El principio en que se basaba la accin del
marcador era la compresin. No se dnde se ori
gin la idea. Tal vez fuera el resultado de una
ilustracin que acostumbrbamos a ver en un tex
to sobre suelos. La figura se propona mostrar
al estudiante el aspecto de un barbecho bien pre- '
parado. El color ligero de la superficie suelta,
bien preparada, mostraba que haba sido secada
110
por el viento y el sol, como ocurre siempre, aun

que se supona que la superficie all presentada,
era ideal para la germinacin de la semilla y el
crecimiento de la planta. En la figura se inclua
la huella de un taln./ Las condiciones de hume
dad de esta huella de color ms oscuro, probaban
que el agua capilar haba trepado por la columna
vertical ce suelo que estaba inmediatamente de
bajo de ella. El estado comparativamente seco
del resto de la superficie del suelo, demostraba
que en el suelo suelto se haba interrumpido la
conexin con el suministro de agua profunda del
subsuelo. Hace treinta aos, la figura no signi
ficaba nada ms que una ntida foto de un suelo
excepcionalmente bien preparado por una buena
labranza (de acuerdo con los standards vigen
tes). Adaptada al nuevo esquema para manipu
lar el suelo, se transforma en una gua impor
tante para mtodos mejores de plantar y tras
plantar. Ahora es imposible seguir la pista de los
efectos de la vieja figura, sobre mi modo de pen
sar respecto a condiciones de suelo durante un pe
rodo de treinta aos. Pero eso apenas si importa.
Lo importante es que, despus de treinta aos la
idea incub. Cuando escribo esto, me preocupa el
alcance que ha tenido el procedimiento surgido de
la idea. Hasta ahora, nadie, ni entre los agricul
tores prcticos, ni entre los agriculturistas profe
sionales, parece dispuesto a aceptar una idea tan
111
opuesta a los mtodos acostumbrados de plantar

y trasplantar.
En cada una de las cosechas de 1939 y 1940
empleamos para cualquier clase de plantas este
marcador por compresin. Se trat de ms de
ochenta y cinco mil plantas sin ninguna clase de
riego artificial. Setenta y cinco mil plantas llega
ron de South Georgia con tiempo caluroso, y sin
embargo no se les di agua al trasplantarlas. En
algunos casos esto pudo haber sido imprudente,
pero no fue la causa principal de la considerable
prdida de plantas en 1939. En 1940 no hubo pr
didas dignas de mencin. Nuestro mtodo impli
caba la inclusin de las races en un suelo que
estaba de antemano provisto desde abajo con
agua capilar. Se consider que las races deposi
tadas en la huella del marcador y cubiertas con
tierra apisonada, estaban correctamente planta
das. Las plantas siempre estaban erguidas a la
maana siguiente. Hicieron excepcin a esta re
gla, las batatas dulces plantadas en un suelo al
cual se haba entremezclado con disqueos la ms
grande cantidad de materia orgnica. En 1939,
solo un campo tena bastante materia orgnica,
constituida por la acumulacin de los restos de
malezas de varios aos. El campo estaba en una
loma alta, y todo l no era casi ms que arena
tan liviana, que las cosechas de verano perecan
por falta de agua. Las nicas plantas que podan
sobrevivir en los veranos calurosos, eran las ma-
112
lezas que crecan espontneamente. Por eso el

propietario no haba podido alquilar la tierra a
los horticultores vecinos, ni tampoco haba podi
do explotarla por su cuenta. Debido a eso, cre
cieron tantas malezas durante varios aos. Cuan
do ai rend, sta fu la primer rea que eleg para
desarrollar mtodos practicables de disqueo de
materia orgnica dentro del suelo. En algunas
partes los restos de la maciega eran tan copiosos,
que no pudieron ser entremezclados del todo con
el suelo superficial, y en algunas de las huellas
del marcador, el agua capilar no pudo humedecer
bien e fondo, porque una capa subyacente de
fragmentos de yuyos, absorbi el agua, e impidi
que llegara a la superficie.
Haba que aprender esos detalles. Arttes de
aprenderlos en 1939, perdimos en ese terreno un
buen porcentaje de plantas de batatas, a causa de
que el sitio individual que les correspondi, tena
debajo una capa absorbente de materia orgnica
que impeda que consiguieran agua. Con esta ex
periencia aprendimos a revisar las casillas del mar
cador e i el momento de trasplantar; si el fondo no
estaba hmedo, aunque se tratara de un da ca
luroso, buscbamos la materia orgnica subya
cente que impeda la llegada de la humedad a la
superficie. El ao siguiente, despus de haber in
corporado al suelo superficial centeno de cuatro
pies de alto, el noventa por ciento de las batatas
plantadas exactamente de la misma manera pren-
113
dio. En culquier situacin, tratndose de batatas,

esto est bien. El xito dependa de la presencia
efectiva de humedad en el fondo de la huella del
marcador.
Relacionado con esto, ocurri un incidente
sumamente divertido. Mientras trasplantbamos
tomates en 1939, uno de los vecinos que observ
que en nuestro campo se haca algo inusitado,
cruz el cerco para inspeccionar la tcnica que se
guamos en el trasplante. Al ver que empleba
mos mtodos tan descuidados, mene tristemente
la cabeza, y nos advirti que las plantas maneja
das tan despiadadamente no podran crecer en for
ma satisfactoria. Al retirarse al poco rato su des
agrado era evidente. Nos tom por una partida
de obstinados, poco dispuestos a aprender de un
agricultor de mayor experiencia. Al final de la
estacin, cuando recogamos la cosecha de toma
tes tuvo tanto placer en cumplimentarnos por el
estado soberbio de nuestras plantas, como el que
tuvimos nosotros al darnos cuenta de que haba
cambiado de idea. Hasta goz rindose de s mis
mo, pero el asunto todava era misterioso para i.
Los mtodos corrientes para trasplantar ex
tensiones grandes, tales como huertas comercia
les, plantaciones de tabaco y dems, comnmente
requieren una maquinaria pesada, ms pesada te- /
dava, porque hay que llevar agua para darle un
poco a cada planta. Nuestro mtodo, que slo in
cluye dos personas, una azada, y una canasta lie-
-114
na de plantas, comparado con ellos, parece ridi

culamente inadecuado. Sin embargo, los resulta
dos de este mtodo tan simple, fueron mejores en
1939 y 1940 que los que se lograban con el sis
tema habitual en la localidad. Con excepcin de
las batatas, el estado de nuestras plantas fu me
jor que el de las de nuestros vecinos en 1939; y en
1940 como el terreno estaba muy mojado, pudimos
adelantarnos mientras ellos esperaban que se orea
ra, para poder operar con sus caballos, tractores
y mquinas de trasplantar. Ni el tiempo seco de
1939, ni el lluvioso de 1940, afectaron aparente
mente nuestros resultados. El porcentaje de plan
tas de tomate que prendieron fu virtualmente
perfecto en cada temporada.
Tal vez parezca que se le dedica un espacio
excesivo e injustificado, a este examen de la pre
paracin del terreno y de la forma de trasplantar.
La extensa discusin de este asunto se justifica
por su valor ilustrativo; porque si en la mente del
lector quedara alguna duda sobre el desatino de
arar, la comparacin de las relaciones del agua
consecutivas a arar y a disquear, disiparn rpi
damente esos recelos.
Si en ese terreno se hubiera enterrado cen
teno de fres pies con el arado, las races de las
plantas no hubieran tenido agua a su disposicin
al da siguiente, o tal vez ni an a la semana siguente. Los cientficos estn de acuerdo sobre el
efecto secante de grandes cantidades de materia
115
orgnica enterrada con el arado, aunque no razonan sobre el tema como lo hago yo. El compor
tamiento de las plantas puestas en un suelo com
pacto, trabajado con los discos, debera hacer
desaparecer toda confianza en la arada. Da la
prueba perfecta de la superioridad del disqueo,
cuando se trata de cantidades grandes de materia
orgnica.
Si el terreno se rompe con el fin de eliminar
la paja y los residuos vegetales, para que ms tar
de no sean obstculos para la plantacin y el cul
tivo, entonces s, el arado de vertedera es el nico
implemento que se debe emplear para iniciar la
preparacin del terreno. Pero sucede sin embar
go, que lo que se necesita con urgencia es un sue
lo superficial similar al que hallamos en la natu
raleza, con toda la materia orgnica bastante
cerca de la superficie, para que las races de las
plantas puedan aduearse de los productos de su
descomposicin. Siendo ste el objetivo, la mane
ra de lograrlo, es el empleo de un implemento in
capaz de enterrar la paja y los residuos vegetales
que encuentra; en otras palabras, cualquier im
plemento que no sea el arado.
Si lo permitiera el espacio, se podra decir
mucho sobre el comportamiento de las cosechas
en un terreno preparado con el mtodo no >rtodoxo que se ha descripto. Las cosechas de la pri
mera estacin, no produjeron un rendimiento sa
tisfactorio, porque haba poca materia orgnica
116
LA
INSENSATEZ DEL LABRADOR
disponible para proporcionar los elementos nutri

tivos necesarios. El terreno donde se disquearon
las malezas para plantar las batatas, fu una ex
cepcin solitaria, y si el estado de los brotos que
se plantaron hubiese sido bueno, hubieran dado
beneficios esa temporada.
A nuestros. lectores les intrigar la eleccin
que hicimos de la batata como produccin comercializable para esta latitud (a diez millas sola
mente del lago Erie). Haba observado que se
desarrol aban bien en las huertas caseras, y saba
que antes se las plant para la venta en la locali
dad, y que rendan mucho ms que el promedio de
rindes en EE. UU. Una cosecha extica que tu
viera xito, me ayudara a triunfar en un mer
cado dominado por algunos de los horticultores
ms capaces del pas. Ningn novicio podra com
petir con nombres hbiles en la produccin de co
liflores, coles, maz dulce, o lechuga; pero yo es
peraba qte gracias a un artculo que no tena
competenc a local, y que renda bien, podra so
brevivir y hacer algn dinero.
Mi confianza se fundaba en que muchos
aos antes, yo haba plantado batatas en pequea
escala en un terreno muy flaco, con un rinde que
equivala a mil doscientos bushels por acre. Y
el hecho de que obtuve ese rendimiento prodigioso
en un suelo preparado prcticamente con mtodos
idnticos a los que proyectaba emplear entonces,
alent mis esperanzas de repetir el resultado en
117
escala ms vasta. Aunque no lo logr, una esti

macin cuidadosa del comportamiento de la plan
tacin, justific algunas conclusiones constructi
vas importantes.
Tericamente, las batatas para madurar, re
quieren que no hiele durante ciento veinte das.
Segn los registros meteorolgicos, en Ohio don
de yo plant, transcurren alrededor de cuatro me
ses entre la ltima helada de primavera y la pri
mera de otoo. Sin embargo mis plantas en 1939,
dieron una cosecha sazonada, exactamente en se
senta das, probando as que el elemento tiempo
no tiene tanta importancia, como la disponibili
dad efectiva del alimento que las plantas nece
sitan. Debido a que las plantas tuvieron una opor
tunidad pobre, porque la materia orgnica no es
taba bien mezclada con el suelo, as como tambin
a que el progreso inicial de la mayor parte de
ellas fu lento, rindieron apenas un poco ms que
el promedio de la regin; pero como las que pu
dieron iniciarse bien prosperaron rpidamente,
era imposible pasar por alto la deduccin de que,
mezclando mejor con el suelo a la materia org
nica, la cosecha hubiera sido tremenda. Este acre
y medio solamente, podra haber pagado el gasto
de maquinaria y el costo de la mano de obra de
toda la chacra, dejando beneficios adems. Tuvo
igual importancia la comprobacin que en este cli
ma relativamente seco, las batatas se puedan al
macenar inmediatamente despus de cosechadas,
118
sin secado, ni curacin artificial, como lo necesi

tan as que se cosechan en el clima mucho ms
hmedo del sudeste. Las que yo cosech en 1939
se podan almacenar inmediatamente despus de
extradas de i tierra. En ninguna forma podra
decirse que en otras estaciones, los tubrculos sa
zonados estaran tan secos como los que yo cose
ch ese ao; al contrario, es sabido que las batatas
que se producen en mi zona de Ohio, se pudren con
facilidad; sin embargo tal vez sea cierto que las
batatas producidas principalmente con materia or
gnica, sean menos hmedas que las que se pro
ducen en un suelo altamente mineral. Esta posi
bilidad, merece que se la investigue.
Yo tena mucha fe en que, con la cosecha de
batatas levantara mi hipoteca. Por eso le dediqu
a ellas cinco acres de la granja. Ninguna parte
del terreno, si se excepta este primer campo, te
na una cantidad considerable de materia org
nica, slo haba maciega. En los otros campos las
plantas prendieron en forma excelente, pero a
causa de que el terreno no tena materia org
nica, estos campos no produjeron tubrculos ven
dibles. En 1940, las nicas batatas que se plan
taron, lo fueron en el campo que di mejor en
1939. Las plantas prendieron muy bien, por lo
menos prendi un 90 por ciento; pero durante
toda la temporada de crecimiento escasearon si
multneamente el calor y la humedad, para que
las plantas dieran una cosecha satisfactoria.
119
Si se tiene en cuenta todo ese conjunto de

pruebas, al parecer, la batata es una cosecha se
gura en esta regin, como no sea durante algunas
estaciones casuales extremadamente fras, siem
pre que el terreno superficial est repleto de ma
teria orgnica, y que el trasplante se haga correc
tamente. Recurdese que todas mis plantas ve
nan del Sud, de Georgia, y que haban sido tras
plantadas sin riego, despus de haber estado en
camino durante dos o tres das calurosos. An
con esta desventaja, donde haba agua capilar dis
ponible en el momento de plantarlas, prendieron
en forma excepcional. Por lo tanto espero conti
nuar plantndolas en escala limitada. Que el pro
ducto pueda ser almacenado sin secado artificial,
no tiene importancia en esta zona, porque el mer
cado de Cleveland, absorbe en toda poca la pro
duccin local de unos pocos Centenares de acres.
En 1939, las batatas de primera calidad que co
sech, tuvieron bonificacin en el precio durante
toda la temporada.
Despus de haber analizado el resultado de
la temporada de 1939, puede suponerse sin temor
de errar, que si la provisin de materia orgnica
hubiese sido suficiente en todos los campos, con la
cosecha de batatas solamente, el ao hubiera deja
do beneficios. Aunque perd dinero en cantidad
en 1939, no me desalent. Como es natural, no po
da preveer que la temporada de 1940 sera tan
extremadamente lluviosa, en los meses en que se
120
inicia la plantacin, que ni siquiera se pudo tras

plantar. Lo mismo ocurri en toda la regin. Nin
guno c'e los agricultores pudo plantar una parte
considerable de la superficie acostumbrada. Algu
nos que prepararon varias veces el terreno y que
basta distribuyeron el fertilizante, no tuvieron
oportunidad para plantar, ms tarde. Yo fui lo
bastante afortunado para poder trasplantar los to
mates, en el nico da entre el 25 de Mayo y el 10
de Julio, en que el estado del terreno permiti ha
cerlo. A mediados de Julio se plantaron varios
campos con tomates que estaban listos para ser
trasplantados a mediados de Mayo. Fu una tem
porada inusitada desde todo punto de vista. Por
lo tanto, como obtuve producto de dos acres sola
mente, es natural que no hiciese dinero. El es
fuerzo de la estacin apenas di con que pagarse.
A semejanza de 1939, 1940 me di algunas
lecciones importantes, aunque me defraudara finincierame ite. Las condiciones meteorolgicas,
impidieron que se disqueara el centeno en el mo
mento onveniente para hacer las plantaciones
proycta las. Con excepcin de algunas cosechas
menores, las entradas totales de la granja pro
vinieron de los tomates, porotos y pepinos. Cada
una de esas cosechas sufri la desventaja del
tiempo, pero en cada caso los resultados fueron
alentadores y provechosos.
La cosecha de 1940, en los alrededores de
Cleveland, fu una desilusin. Muchos agriculto-
. 121
res la consideraron como a la temporada ms po

bre en toda su experiencia. A la humedad ms
extremada, sigui la sequa, y de nuevo volvieron
las lluvias; por eso se agrietaron muchos toma
tes. Aunque en mi cosecha tambin hubo frutos
como esos, en toda poca pudieron recogerse to
mates vendibles. La mayor parte de los agricul
tores tuvieron que abandonar sus plantaciones
tempranas, antes de que comenzaran a producir
las tardas. Yo tenia en cultivo un acre solamente.
A medida que avanz la estacin, aument el vi
gor de las plantas, y hubo buena demanda por
el artculo, con bonificacin en el precio durante
toda la temporada. A veces consegu una bonifi
cacin de 25 cntimos por cuarto de bushel, por
encima del precio mximo en el mercado de Cle
veland. Una de las razones de esto, fu el peso
excepcional del producto envasado. El peso stan
dard de un cuarto de bushel es de unos siete ki
los y medio. Mi cosecha de 1940 di un trmino
medio de peso mayor. Era comn que el cuarto
de bushel pesara ocho kilos y muchos alcanzaron
a ocho y medio. La mayor parte de los tomates
locales, en 1940, pesaron entre cinco y siete kilos
por cuarto de bushel. El peso excepcional de los
mos, y la calidad que eso indicaba, justificaron
el premio que recib.
Por varias razones tambin fu extraordina
ria la cosecha de porotos. Para empezar antes de
que pudiera plantrselos, se haba volcado en el
122
terreno con la disquera centeno de seis pies de alto

y cuando digo volcado, me expreso con exac
titud En algunos lugares era tan espesa la capa
de centeno que cubra la superficie, que en reali
dad los discos no tocaban el suelo. No haba nin
guna solucin para eso. Si se plantaban porotos
en ese. terreno, deban plantarse a pesar de ese
estado, y as se hizo. Se pas el marcador sobre
el terreno, espaciando las hileras a metro de dis
tancia ms o menos. En las partes en que el mar
cador camin encima de la paja sin ni siquiera
romperla, se hizo eso a mano, y los porotos se
plantaron en el terreno slido, cubiertos con una
azada de tierra de al lado, y fueron abandonados
a su destino. El estado de las plantas era tan per
fecto, que fue objeto de los comentarios de la gen
te entendida en cultivos que vi el lote durante
las semanas siguientes. Esto indicaba, para m
cuando menos, que un terreno primorosamente
trabajado, no es esencial para las semillas. Com
prese este mtodo de plantar con el descripto por
Ben Ames Williams, que yo cit en la pgina 51,
tomado de Come Spring.
Con el marcador que yo tena, era imposible
aproximar las hileras a menos de un metro, y
por eso, pareca que se derrochaba terreno si solo
se plantaban porotos; entonces plant tambin hi
leras alternadas de pepinos. En esa forma los pe
pinos quedaban conveniente espaciados, y yo tena
otro cultivo para recoger cosecha y para obser-
123
vario. Las limitaciones que impona la distancia,

hacan difcil llevar la cosecha al mercado, y tam
bin conseguir mano de obra para la recoleccin
en el pueblo vecino; por eso, era bueno no sem
brar ms porotos que los que yo mismo pudiera
recolectar.
Los pepinos tuvieron ms valor como objeto
de observacin que como fuente de ingresos. Sin
embargo, considerando que se trataba de un te
rreno de labranza ordinario, convertido en huerta
experimental mediante el disqueo en el suelo su
perficial de una sola cosecha de centeno, no debe
sorprender que los porotos produjeran mejor qu
los pepinos. Los porotos se adaptan mejor que
los pepinos a un suelo endurecido. En verdad los
pepinos son muy exigentes en lo que se refiere
a abundancia de alimento disponible, con prefe
rencia productos de descomposicin. En este sue
lo crudo, slo parcialmente preparado para una
buena cosecha de pepinos, la calidad de los frutos
que maduraron fu sumamente elevada. Cada pe
pino tena un color verde oscuro tan intenso, co
mo si se hubiera desarrollado bajo circunstancias
perfectas para el crecimiento. Varios almacenen
que compraron algunas cantidades, me dijeron
que esperaban venderlos al precio de los de inver
nadero. Eso no sera un fraude porque tenan la
calidad de tales. Deducido de la calidad excelente
de este fruto, puede afirmarse que todo terreno
preparado mediante una serie de cosechas de abo-
124
no verde, disqueadas dentro de la parte superfi

cial, dber producir pepinos de calidad insupera
ble y en gran cantidad.
Los porotos dieron una respuesta an ms
notable, en este supuesto ambiente tosco. Adems
de la germinacin perfecta que ya se mencion,
continuaron floreciendo en masa mientras hubo
en e! mel agua disponible. Simultneamente, y
durante un perodo largo, varias semanas, las
plantas tenan a la vez, yemas de flores, flores,
chauchas verdes y chauchas listas para cosechar.
Como es natural, la produccin tuvo que ser co
sechada durante un correspondiente perodo lar
go. Se ecesitaron cinco recolecciones; menos la
ltima, todas fueron abundantes. Y, an despus
que cesamos de cosechar, todava maduraron bas
tantes de los que se plantaron tarde, como para
tener Je nuevo semilla para plantar una extensin
de buen tamao.
No es comn que los porotos florezcan, cua
jen y maduren con esa persistencia. Se abando
na a la mayor parte de las plantaciones de po
rotos despus de la primera recoleccin o a ms
tardar, despus de la segunda. Un horticultor lo
cal que tena medios para regar y haba empleado
nitrgeno para estimular la produccin de poro
tos, pareca orgulloso al anunciar que haba te
nido que recolectar dos veces a las mismas plan
tas,'despus de haber regado y empleado nitr
geno. Mi plantacin produjo sin ninguno de los
125
dos, aunque en ciertas pocas hubiese sido prove

choso el riego a causa de la sequa. A m me parece
muy significativo el hecho de que estas plantas
produjeran doscientos bushels de porotos ven
dibles por acre, si se tiene en cuenta que las con
diciones meteorolgicas prevalentes fueron seve
ras. Indica que si el terreno hubiese tenido tanta
materia orgnica en la superficie, como para que
su coloracin fuera otra vez negra, hubieran cre
cido plantas que comenzaran a producir en pri
mavera, continuando en produccin hasta las pri
meras heladas de otoo.
En todo esto, no se ha mencionado el hecho
de que en 1940, en ninguna parte de la granja se
utilizaron fertilizantes nitrogenados. Al recapi
tular las consecuencias del plan, este hecho tiene
suma importancia. Ser evidente, para cualquier
lector con experiencia, que sin un copioso sumi
nistro de nitrgeno, no se hubieran podido produ
cir cosechas como la que yo he descripto. Ser
igualmente claro, que un terreno de calidad or
dinaria, no podra haber provisto el nitrgeno ne
cesario para productos de huerta de buena cali
dad. Siempre se esperan buenas cosechas sin el
agregado de nitrgeno, en forma de algn abono
qumico, solamente de la tierra negra, enrique
cida con materia orgnica en descomposicin. En
verdad, sin nitrgeno tal terreno no produce nin
guna cosecha vendible. Hasta donde yo soy el res
ponsable, estas plantas carecan de nitrgeno,
,126 ' LA INSENSATEZ DEL LABRADOR
porque haba omitido su empleo intencionadamen

te. Me sera difcil exponer las razones de esta
omisin, pero en mi experiencia de muchacho, ha
ba visto que con ms frecuencia emplebamos el
nitrgeno con exceso, que con parquedad, y que
por esa razn sufrimos algunos reveses serios en
la produccin. A causa de estas experiencias des
favorables con el nitrgeno, nunca he credo mu
cho en las ventajas de su aplicacin.
En el prximo captulo, tal vez el ms ex
trao d todo el libro, se hallar la explicacin
completa, de cmo se las arreglaron mis cultivos,
para conseguir una provisin suficiente de nitr
geno. Aunque tiene a la vez algo del misterio de
Aladino y de novela de fulleros, con todo, es una
historia muy verdica. Tambin se reserva para
otro captulo la historia de cmo estas plantacio
nes derrotaron a los insectos y a las enfermeda
des. El xito no se debi al empleo de insectici
das, fungicidas u otros medios de lucha con las
plagas, porque no se emple ninguno de esos
auxiliares.
El resultado neto de estos dos aos de tra
bajo en el campo, fu que por mi parte me con
venc que el hombre supone errneamente que
puede mejorar en realidad, las providencias que
la naturaleza ha planeado tan bien para la nutri
cin de las plantas. Frente a la necesidad de com
batir a la vegetacin competidora, con el fin de
fomentar a las plantas que l favorece, el hombre
127
ha sobrepasado temerariamente los lmites de la

correccin biolgica, efectuando en el suelo ope
raciones que malgastan los verdaderos alimentos
de los vegetales, que requieren sus plantas. Lue
go, las aflicciones que tiene, son la consecuencia
de este error original. Mis experiencias han pro
bado que para evitarse esas desazones, slo nece
sita volver a mtodos que imiten a los de la naturaleza. Este es un descubrimiento del todo pla
centero.
VII
SUELO A MAQUINA
Puede decirse con gran parte de verdad, que

si hemos permitido que degenerasen nuestros sue
los, ello se debe principalmente a que ha existido
una generosa provisin de suelo bueno en todas
partes sobre la superficie de la tierra. La exis
tencia de esas zonas frtiles y en particular el
descubrimiento que hizo Coln en un momento
oportuno, de unos pocos centenares de millones
de acres extra, cuya existencia no era conocida
ni sospechada antes del descubrimiento, hicieron
ms fcil el camino del hombre. Mientras preva
leci ese estado, no era imperativo que el hombre
aprendiera a proporcionarse un suelo cultivable'
donde no exista ninguno.
Sin embargo, ya es tiempo que se verifique
la verdad. Dondequiera que antes exiti buen
suelo, lo podemos volver a crear, y podemos ha
cerlo as mediante la maquinaria. Toda excepcin
a esta afirmacin categrica se deber a errores
130
humanos, as por ejemplo, tierras insostenibles,

porque se obstruyeron las corrientes de drenaje
natural, o desiertos de arena, porque se los des
poj de la arcilla que les conservaba el agua y
mantena a un nivel superficial conveniente a la
napa de agua. Existe an la seguridad de que a
toda la categora de las tierras que el agua ero
sion, por severa que haya sido la erosin, se les
puede restaurar un suelo tan bueno como el que
las cubra. Y mucho de eso mismo es aplicable a
las tierras que erosion el viento, o a los suelos
agotados por el mucho cosechar o pastorear.
La naturaleza no puso en todas partes la
misma clase de suelo, precisamente. A causa de
que actuaron fuerzas complejas en su creacin,
ha habido diversos suelos diferentes. No nece
sitamos entrar en eso, a no ser, para decir que la
nica cosa que los suelos han tenido en comn
ha sido la materia orgnica en la superficie, o
dentro de la parte superficial. No tenemos por
que interesarnos en lo ms mnimo, respecto a si
tal suelo era lo que los cientficos llaman un pod
zol, o un suelo de pradera, o un chernozeno, o
lisa y llanamente, tierra. Lo significativo para ca
da uno de ellos en estado virgen, era la cantidad
de materia orgnica que contena, lo que implica
tambin, las condiciones bajo las cuales la pro
visin de humedad, permitir el mantenimiento
de una cierta cantidad de materia orgnica en el
suelo.
SUELO A MQUINA
131
Ni siquiera es necesario que el suelo sea de

tinte moreno para que produzca bien, aunque los
suelos que la naturaleza ha hecho productivos,
siempre revelan su calidad por la presencia de
materia orgnica en descomposicin, que es nece
sariamente de coloracin oscura. (La nica excepcin a esta afirmacin, si en realidad es una
excepcin, es el rea desrtica fertilizada con rie
go. Tal suelo es rico a causa de ios minerales que
el agua trae de las profundidades del terreno, y
que al evaporarse deja en el suelo). Como los
suelos desrticos dependen de la irrigacin, en
realidad, quedan excluidos aqu. En un solo disqueo, puede introducirse en el suelo superficial,
bastante materia orgnica como para que todo
suelo comn se haga productivo casi inmediata
mente, aunque la materia orgnica incorporada
en una sola vez, sea demasiado pequea, para que
su descomposicin influya sobre el color del sue
lo. Eso fue lo que ocurri en el suelo que labr
en 1940. Con la rastra de discos le incorpor cen
teno de tres a seis pies de alto, con el fin de que
fuera el venero orgnico de materiales nutritivos
para mis plantaciones. Jams pude descubrir ni
una sombra de tinte negro asociado con la descom
posicin orgnica, y sin embargo, las cosechas s
comportaron como si el suelo hubiera tenij
abundancia de fertilidad.
La negrura del suelo virgen, es el resultado
de un proceso acumulativo ms o menos compli-
132
cado, puesto que comprende depsitos anuales re

petidos de residuos vegetales, y posiblemente ani
males, subre Ja superticie, a lo cual se aade el
efecco destructivo de una innumerable poblacin
biolg ca que vivi y muri en ese ambiente y
que c mtribuy a su vez a su enriquecimiento.
.La resultante materia orgnica descompuesta y
de color negro, depositada en la superficie e in
mediatamente debajo de ella, y no en una capa
impracticable a varias pulgadas de profundidad,
conserva el agua absorbida por el suelo, justa
mente en la zona donde tratan de procurrsela
las races de las plantas. La suposicin de que
durante centenares de aos, nada ha alterado su
superficie, no explica satisfactoriamente la fer
tilidad del suelo. A este respecto hemos desarro
llado teoras intiles. Los hombres han llegado
a creer, por ejemplo, que se necesitan siglos pa
ra que se desarrolle un suelo productivo. La
verdad satisiactoria, es que, un hombre con una
yunta o con un tractor y una rastra de discos,
puece mezclar dentro del suelo, en asunto de ho
ras, suficiente material orgnico para lograr re
sultados iguales a los que logra la naturaleza en
dcadas.
I'n la naturaleza transcurrieron largos pe
rodos para que se desarrollara el P. M. O. del
praco o del bosque, porque el entremezclamiento
de la materia orgnica, estaba en lo principal, a
cargo de las sabandijas y de las lombrices. La
SUELO A MQUINA
133
superficie del suelo era el ambiente de su hogar.

Trabajaron lentamente pero con tesn, y des
arrollaron esta primera condicin esencial de toda
vida; la salud del terreno.
Esta ha sido necesariamente la verdad en la
formacin natural de los suelos en todas partes.
Los pastos de las llanuras formaron capas ms
gruesas y ms negras de materia orgnica super
ficial, porque eran plantas anuales. Llova cada
otoo. Cada primavera surga la nueva vegeta
cin. Las plantas muertas se acumularon y fue
ron trituradas por los seres vivos de la super
ficie del suelo. Se necesitaron slo unos pocos
aos para que este proceso creara el suelo resis
tente que hallaron los colonos, cuando por pri
mera vez emprendieron la gigantesca tarea de
ararlo. No es sorprendente que en muchos casos,
se necesitaran tiros de cinco yuntas de bueyes
con ese propsito.
. El bosque no deposita capas orgnicas tan
profundas y tan negras. Por qu? Porque la
descomposicin anual de las hojas era ms com
pleta y el material era empleado por los rboles
que crecan. El agricultor que limpi el terreno,
slo logr los mendrugos de la mesa del bos
que; no pudo ser de otro modo. Desnudado as
de su velo de misterio el mecanismo natural de
la construccin del suelo, en adelante no parecer
imposible que los hombres creen sus propios sue
los, cuando los necesiten y donde los necesiten; y
134
tambin debe recordarse que, cuando el suelo de

una antigua selva haya sido restaurado a su pri
mitiva feracidad, no habr que esperar hasta que
se pudran los troncos y las races, como ocurri
en otro tiempo, antes de que pueda labrarse el
terreno con provecho. Ms de un agricultor de
las otras generaciones, se encontr con que cuan
do desaparecieron esos impedimentos, el suelo ya
no era productivo. El agricultor moderno tiene
la gran ventaja de que puede, sencillamente, in
corporar con los discos una cosecha de abono ver
de, cada vez que opta por extraer y extrae una
buena porcin de productos de descomposicin en
la produccin del primer ao. Y el procedimien
to se presta a una repeticin infinita.
Se nos refiere que los suelos eran muy dife
rentes en sus orgenes histricos. Y tan diferen
tes en efecto, que las diferencias influyen en su
adaptacin a cosechas especficas. La opinin
ms correcta es que esas idiosincrasias se des
arrollaron con posterioridad a la destruccin del
perfil de materia orgnica y cuando sta hubo
sido consumida. En buenos suelos vrgenes las
restricciones a la produccin se deben a factores
climticos, ms bien que a las particularidades
de los orgenes del suelo. Mi experiencia en el
cultivo de batatas viene al caso; las plantas ha
ban completado su desarrollo en dos meses en
lugar de cuatro, en terreno vecino al Lago Erie,
completamente fuera de su habitat normal. Se
SUELO A MQUINA
135
combinaron la presencia de suficiente materia or

gnica en el suelo, una copiosa provisin de agua
en la materia orgnica y la prevalencia de un
tiempo clido y asoleado, para sobreponerse a mis
factores adversos. Un virginiano, comprador lo
cal de una cadena de almacenes, me haba dicho
que en la localidad no podan plantarse batatas
con xito. Yo no me inclinaba a creerle. Cuando
sazon la cosecha, me compr parte de ella, pa
gndome una bonificacin de 25 cntimos sobre
el precio mximo que se pagaba corrientemente
por los mejores tubrculos cosechados en el Sud.
Personalmente dudo que un tipo de suelo se
adapte mejor que otro a una cosecha dada, siem
pre que cada suelo est abundantemente provisto
de materia orgnica dentro de la parte superfi
cial. Ntese que se estipula una liberal cantidad
de materia orgnica, y que ella debe estar dentro
de la superficie. Si dos suelos as tratados estn
sujetos a condiciones climticas similares, a pesar
de lo diferentes que puedan ser en su origen, sus
respectivos rendimientos se diferenciarn demasia
do poco, para indicar una superioridad substancial
de cualquiera de ellos. En otras palabras, las
batatas, que definidamente prefieren suelos arenosos, producirn muy bien en arcillas apretadas
siempre que primero se haya dotado con largue
za a las arcillas, de una provisin abundante de
materia orgnica en la parte superficial. o ya
'he producido chirvias en arcillas duras trctadas
136
as; el rendimiento llegaba a la cifra de 1220

bushels por acre. Comnmente las chirivias se
plantan en gredas arenosas.
Isio estoy preparado para decir que el sim
ple disqueo de materia orgnica dentro de la su
perficie, del suelo, es la panacea para todos los
estados adversos de l. Existen demasiadas con
diciones musitadas, sobre las cuales yo tengo de
masiado poco conocimiento. Mi conocimiento del
suelo o es lo suficientemente amplio, para justi
ficar una generalizacin completa. Sin embargo,
a mei os de que estemos dispuestos a poner en
tela d juicio la aplicacin universal de teoras y
principios, que durante generaciones demostraron
ser tiles en otros campos, debemos admitir como
posible, que a todos los suelos se les puede aplicar
esta idea de mezclar materia orgnica con la su
perficie, como remedio para muchas, sino para
todas las desazones que tenemos con el suelo.
Tambin, el hecho de que todos los resultados
pertinentes de las estaciones experimentales apo
yan la idea, da mayor peso a la pretensin que
adelanto.
No tenemos ningn implemento que se adap
te bien a la incorporacin de materia orgnica
dentro de la parte superficial del suelo, en todas
las condiciones. La rastra de discos es una bue
na herramienta para usarla en una diversidad de
casos, pero, aun ella misma, tiene sus limitacio
nes. No puede ser empleada en un suelo muy
SUELO A MQUINA
137
duro, an cuando en tal caso trabaje con xito

a continuacin del arado. Es difcil de manejar
en terreno muy quebrado. A menos que se em
pleen tcnicas especiales, la rastra de discos no
deja una superficie uniforme. Algunas de las di
ficultades pueden resolverse, usando traccin me
cnica; pero los agricultores que tienen caballos
solamente, no lo podrn hacer. Sin embargo,
hasta que alguien invente algo mejor, la rastra
de discos es el nico instrumento que puede sus
tituir al arado en la preparacin acabada de!
terreno, (siempre que no sea csped) para cose
char. Su empleo con ese propsito, es tan dife
rente de su rol tradicional de alisar el terreno
despus de arado, que unas pocas insinuaciones,
ayudarn al agricultor que quiera ensayarlo. Creo
que una rutina como la que se da a continuacin
ser la ms eficaz:
1) Asegurarse de que los discos estn afila
dos y libres de herrumbe. Tener todo el implemento
en buenas condiciones de trabajo, todas las grase -as
u otros medios de aceitar, bien llenos de lubrican
tes. Esto ltimo tiene importancia especial,, por
que, como la rastra de discos no fu proyectada para
un trabajo pesado como es el de romper campo,
se la somete a esfuerzos inusitados, de modo que
deber mantenrsela siempre bien lubricada.
2)
siempre que lo que se trata de hacer, sea cortar el

suelo con los discos. Al llegar al terreno desprn
dase la seccin trasera, despus ser til en el
trabajo final de rastrear para romper los terrones.
138
Si se permite que siga a la seccin delantera, mien

tras esta trata de ir hondo, su peso se lo impedir.
3) Crguese la seccin delantera con mucho
peso, A consecuencia de esto se la somete a esfuer
zos excesivos. El arado est proyectado para que
busque por si mismo un cierto nivel debajo de la
superficie, y por lo tanto no requiere que se lo car
gue con pesos. La nica fuerza que impulsa a la
rastra de discos dentro del suelo es la gravedad.
El peso se agrega a esta fuerza.
4) Ajstense los discos para que penetren en
el suelo, es difcil decir hasta que profundidad,
pero ensyense ajustes a ngulos diferentes hasta
ver cual es el efecto. No sorprenderse si al abrir
melga no se ve que los discos hayan cortado con
firmeza. Por lo comn han penetrado ligeramente,
poro como no vuelcan lo bastante a la tierra, no se
nota.
5) Cuando se mezcla con el suelo abono ver
de crecido y de mucha paja, como es el centeno,
tiene importancia que se lo vuelque siempre en el
mismo sentido y luego cruzarlo de nuevo con la ras
tra cuando est en el suelo; porque asi se corta la
paja en trozos que pueden incorporarse con faciliidad. Como es natural, los discos deben estar bien
afilados para este trabajo. Tambin hay limitacio
nes en la cantidad de centeno que puede trabajarse
con la rastra por afilados que estn los discos.
Aqu la mejor gua es la experiencia. No pueden
formularse reglas.
6) Puede ser que un suelo arcilloso est tan
seco, que no ceda en absoluto a los discos. En tal
caso, es posible que sea til disquear. el terreno una
primera vez, salga lo que salga. As se volcar el
abono verde, de modo que al estar en contacto con
la superficie, mejore el contenido de humedad de
SUELO A MQUINA
139
ella. Ms tarde, digamos a la semana, se hace una

segunda tentativa con el fin de cortar la superficie,
es probable que esta vez se tenga xito. Si se fra
casa tambin a la segunda vez, se esperar a que
llueva.
7) Conviene que se les diga a los agricultores
q'ue siempre lian usado rastras de discos dobles,
que cuando emplean la seccin delantera solamente,
deben tratar de que en cada corrida, una mitad de
la rastra se encime sobre la carrera anterior, as
dejan el terreno alisado. Esto tiene mucha impor
tancia cuando los discos cortan la superficie; como
es natural, la tiene menos, si solo se disquea para
voltear el abono verde.
8) Si se sigue la rutina esbozada ms abajo,
ser posible que la labor sea uniforme, o cuando
menos ms uniforme que la q'ue resultara de no
seguir el mtodo. Cualquiera ser capaz de planear
un modo de trabajar que convenga a su situacin
particular. El que sigue se ofrece como una su
gestin, suponiendo que el campo es cuadrado o
rectangular.
Antes de cortar melga, decdase primero en
que sentido se quieren dar todas las vueltas. Con
algunos equipos se pueden dar ms fcilmente hacia
la izquierda, con otros a la derecha. Puesto que
todas las vueltas se han de dar en el mismo, sentido*,
es necesario determinarlo de antemano.
Prtase siguiendo un lado del campo sobre
linde. Cuando se llegue al extremo dse vuelta y
sgase perpendicularmente ms o menos una dis
tancia igual a cuatro o cinco veces el ancho de la
rastra. Entonces, dse vuelta y sgase una lnea pa
ralela a la primera direccin hasta el lmite opuesto
del campo y desde ah vulvase al punto de partida.
140
Reptase siempre lo mismo, encimando la

mitad de la rastra sobre el lado interior de la ras
trillada precedente. En los finales es imposible
ene.mar las rastreadas, puesto que, yendo en una
direccin, el corte anterior estar a la derecha, O
a 11 izquierda si se sigue la direccin opuesta. En
los extremos se deber hacer ese cambio de lados.
En los tres prrafos anteriores se dan nor

mas sencillas para lo que puede llamarse una ru
tina de disqueo en espiral. Si se comienza cru
zando un extremo del campo, se progresa muy
gradualmente hacia el otro extremo, mediante
estas carreras que se sobreponen cada vez en la
mitad del ancho de la rastra.
Tambin despus de unas diez vueltas a la
espiral, la rastra comienza a disquear sobre el
lado que avanza hacia el otro extremo. En este
momento uno puede preguntarse qu es lo que de
be hacer. La contestacin es continuar exactamen
te lo mismo que cuando se comenz, encimando
cada vez la mitad de la anchura, hasta que se lle
gue al extremo opuesto del terreno con la rastri
llada que avanza. Ah termina el trabaj, y en esa
forma se habrn disqueado por duplicado las diez
prineaas y las diez ltimas vueltas, y por cuadru
plicado todo el terreno comprendido entre ellas.
Podr suceder que al disquear por primera
vez todo el campo en esa forma, ste ya se encuen
tre en estado apropiado para darle la rastreada
final. Sin embargo, yo he visto que para que el
SUELO A MQUINA
141
terreno quede suficientemente bien preparado, co

mo para que despus se pueda usar cualquier tipo
de equipo cultivador, es mejor repetir el proceso
exactamente tal como se lo indic, excepto que hay
que cruzar la direccin de la primera disqueada.
Como es natural, si la rutina recin descripta, fue
precedida por una pasada preliminar para voltear
el abono verde, la cudruple operacin de disqueo,
habr reducido este material a trozos de 6 pulga
das de largo. En este caso es posible que si se dan
una o dos rastreadas con los dos cuerpos de la ras
tra, el rastrojo quede listo para poder plantar. No
se espere que tenga el aspecto uniforme que deja
el arado, aun cuando se hubiese rastreado todo lo
posible. Y cuando tenga el mejor aspecto posible,
aqu y all se ver alguna paja. Ni la falta de
lisura perfecta, ni un ocasional pedazo de paja, se
rn funestos para el empleo de los equipos comu
nes, aunque al plantar probablemente ser necesa
rio, interrumpir de cuando en cuando la marcha,
para sacar la paja acumulada en las zapatas de la
sembradora. El poco de paciencia que habr de te
nerse respecto a esto, ser recompensada ms tar
de con largueza, porque la cosecha estar menos
expuesta a los efectos de la sequa, no requerir
absolutamente ningn fertilizante nitrogenado, y
rendir desproporcionadamente mucho ms que
los promedios habituales. Esto es cierto para cual
quier clase de cosechas que se cultiven.
Puede ser necesario que despus de finali-
-142
zado el trabajo de disquear, tenga que pasarse la

rastra de dientes para alisar el terreno; pero tam
bin puede no serlo. Con certeza, no quedarn te
rrones en el terreno. Si el tiempo es seco, tendr
importancia apretar el terreno con el rodillo, o un
implemento corrugado, pero tambin puede hacer
se un buen trabajo enderezando los discos y car
gando la rastra.
Debe hacerse lina advertencia respecto al
cultivo. Yo casi arruin una cosecha de maz, por
que, corro no vi que haba bastante paja sin cor
tar en la superficie, levant ligeramente todos
los caballones de maz, cuando pas el aporeador.
En este campo el centeno haba tenido seis pies
de alto. No haba sido posible enterrarlo del todo,
y mucha parte qued all, ni siquiera estaba cor
tado en pedazos. Si hay que vrselas con esa mis
ma circunstancia, lo mejor es postergar el primer
cultivo hasta que la paja haya tenido tiempo de
desintegrarse lo bastante para no ser un impedi
mento. No se necesitar mucho tiempo para eso,
si llueve un poco. Si despus de la siembra hace
tiempo seco, habr que esperar dos o tres sema
nas. A este respecto el xito es asunto de obser
vacin, y manipulacin cuidadosa.
Es natural que si las condiciones son las que
termino de describir, no puede esperarse que la
siembra se haga con el equipo comn. Yo invent
un marcador a presin, para que fuera posible
plantar en una superficie como esa. Despus de
SUELO A MQUINA
143
pasar este aparato, hubo que sembrar a mano, pe

ro la forma como creci la cosecha justific el
mtodo manual. Pronto se ver que si el agri
cultor puede espertar un rendimiento por acre,
varias veces mayor que el habitual en un suelo
regenerado de esa manera, est justificado que
se conceda un cuidado ms esmerado; o dicho de
otro modo, si al renovar el suelo con abono verde,
puede reducirse la superficie sembrada a un quin
to, un tercio o a la mitad, para lograr un mismo
rendimiento, el mayor cuidado, difcilmente es
una concesin.
Es de esperar que con el tiempo se inventen
y se pongan en venta implementos apropiados.
Mientras tanto yo preveo hasta cierto punto, la
modificacin de los planes que segu en 1939 y
1940. En lugar de cultivar abonos verdes en can
tidad suficiente para que su incorporacin sea
imposible con la rastra de discos, preveo emplear
ms de una temporada para que est listo para
dedicarlo a cosechar; para eso, despus de ente
rrar superficialmente un sembrado de centeno de
dos o tres pies de alto, al principio de la primave
ra, se sembrar algn abono verde que crezca en
verano, para incorporarlo ms tarde, y a conti
nuacin se volver al centeno. Esto implicara
dos cosechas de abono verde cada ao. No se ne
cesitaran muchas de esas cosechas cortas, para
que el suelo comience a ennegrecerse otra vez. Y
por prfido que parezca, espero que mientras est
1 44
'
en marcha esa tentativa, cada siembra ir acompaada de la correspondiente germinacin de multitud de semillas de malezas. El disqueo de ma
lezas verdes con cada incorporacin de abono ver
de, puede ser una manera excelente de reducir la
vegetacin de los yuyos. En un captulo posterior
nos extendemos ms sobre esto.
Puede ocurrir fcilmente, que un terreno sea
tan refractario al disqueo, que en ninguna forma
pueda incorporrsele el abono verde. No suspen
deris por eso vuestros esfuerzos. No hay que en
terrarlo con el arado. O, si se lo hace as, hay que
volver a arar el terreno, y esta segunda vez, un
poco ms hondo. Si se ara dos veces, se habr
creado una condicin de suelo superior, porque la
segunda arada, habr devuelto a la zona de las
races la masa de abono verde. Una vez en esa
situacin, la rastra de discos, ser capaz de alcan
zarla y cortarla. Para su deleite, el que procedi
as, se encontrar con que el trabajo no deja teru es, de manera que las operaciones consecuti
vas podrn abreviarse mucho.
Arar dos veces no es un invento nuevo. Ten
go amigos que recuerdan que los agricultores de
una generacin anterior, a menudo araban el tr
bol de otoo, y despus, en primavera, araban de
nuevo para plantar papas. Aparentemente el m
todo resultaba bueno. Sin embargo, en invierno
debi de haber ocurrido mucha descomposicin
bel trbol, y la prdida por lixiviacin de muchos
SUELO A MQUINA
145
de sus productos habra sido inevitable. Adems,

la descomposicin de este material haca posible
en primavera una labor mucho ms pulcra, que
la que resultaba de arar el terreno dos veces en
rpida sucesin. Ms de un agricultor que se de
cida a voltear con el arado una sementera de abo
no verde, y a volverla a arar inmediatamente, se
arrepentir a los pocos surcos de la segunda ara- .
da. El aspecto de la superficie resultante, desalen
tar a los agricultores que se enorgullecen d.e la
pulcritud de su labranza.
i
El motivo de desazn no es el aspecto de la su
perficie, sino que est en nuestra nocin de lo que
es belleza. Se ha aceptado como axiomtico, que
arar constituye el preludio.de todas las operacio
nes de labranza. Aun cuando durante muchos
aos se haya asociado la accin del arado con el
deterioro de nuestra tierra, todava no tenemos
conciencia del hecho de que, para resolver el pro
blema tenemos que dejar de arar; o que si que
remos continuar con el arado, debemos hacer el
trabajo de otra manera. Los mtodos que emplea
mos, cualquiera que ellossean, deben dar como
resultado una superficie repleta de residuos que
se pudran. Si es necesario, djese que la super
ficie del suelo use barba de material a la vista.
Alguna vez un suelo en ese estado llegar a ser
hermoso. Pretty is as pretty does no es un
refrn nuevo. Aqu es especialmente aplicable,
porque si lindo es lo que produce lindo, un campo
146
lleno ;de pa ja a la vista, es capaz de un rendimiento

de la ms alta calidad. El abolengo de un suelo es
un asunto de poca monta, en comparacin con la
capacidad actual de ese suelo, para proveer a las
races hambrientas, con una solucin enriquecida
con abundancia de productos de descomposicin.
Para un terreno que no puede ser manipu
lado con los discos, adems de la doble arada,
hay otra alternativa; dejarlo completamente en
paz. Esto puede parecer el renocimiento del fra
caso, pero no hay que prejuzgar. A un suelo in
tratable, le ocurrirn muchas cosas mientras va
descomponindose la sementera que produjo. La
descomposicin in situ de una cosecha de abono
verde, servir de granulacin. Cuando del desgranamtente-hava^ adelantado lo bastante, un suelo
arcilloso puede trabajarse como si fuera arena.
Adems, si la sementera en cuestin semilla, lo
que har toda vegetacin anual, se resembrar en
una forma natural; sin ninguna clase de labor, el
agricultor contar con una cosecha voluntaria de
abono verde. Cuando llegue el tiempo de disquearla, el manipuIeo de esta segunda cosecha ser
fcil.
Admito con franqueza, que el prrafo prece
dente es una deduccin basada en los efectos co
nocidos de las prcticas descriptas. Por esta razn la
conclusin puede considerarse vulnerable. La mejor
sugestin que puedo hacerle a quien quiera que se
incline a dudar de la practicabili-
SUELO A MQUINA
i47
dad del plan propuesto, es que lo ensaye eii una

extensin de arcilla a la que se supone intratable.
Yo he visto volverse tan tratable a la arcilla, en
condiciones corno las que se sugieren aqu, que
poda ser rastrillada como si fuera azcar mol .la.
Antes del tratamiento, la misma arcilla era an
slida, que si un hombre echaba todo su peso so
bre una pala bien afilada, no consegua dejar i na
marca en la superficie. Por lo tanto, estoy seguro
de que la experimentacin por venir, apoyar mis
pretcnsiones.
El abandono del producto de la primera es
tacin, con el fin de dejar a cargo de la naturaleza
la cura de los males, puede parecer un derroche de
tiempo. La economa de esc procedimiento debe
esperar la confirmacin hasta que pueda obscr~
varse el resultado de las cosechas subsiguientes.
El resultado eventual lo justificar o no. Yo con
jeturo que los que conocen mejor los suelos, sern
los ltimos en dudar del resultado eventual, por
que se conocen bien y se aceptan los efectos reno
vadores de la materia orgnica en descomposicin,
porque provoca la granulacin del suelo., Respecto
a esto, lo nico nuevo, es el mtodo propuesto para
conseguir ese efecto.
Indudablemente la creacin de suelo donde
ahora no existe ninguno, mediante la incorpora
cin a la superficie de materiales que se desarro
llaron en ella, presenta muchas dificultades qtr no
se tratan en este captulo. La idea es demasiado
148
nueva para (pie un solo estudioso sin padrinos, y

en un solo perodo de labor experimental, la haya
investigado a fondo. Es dudoso en extremo, que
la nueva creacin de suelos presente dificultades
tcnicas que no puedan ser superadas. El nico
requisito para fundar un nuevo sistema de labran
za, es aparentemente, la investigacin siguiendo
una o ambas de estas dos direcciones a la vez: pri
mero, la adaptacin de nuestros implementos ha
bituales para remover la superficie, a la tarea de
incorporar cantidades liberales de abono verde; o
segando, la invencin de equipos nuevos, capaces
de servirse de toda la materia orgnica, mezcln
dola a la parte superficial. No debe perderse ms
tiempo, a causa de la realizacin de uno o de am
bos objetivos.
VIII
EL REY TIEMPO DESTRONADO

TODOS los agricultores y los estudiosos en agri
cultura, estn bien enterados de la influencia del
tiempo en el crecimiento de las sementeras y plan
taciones. Para el hombre de la ciudad, un da de
sol fuerte en verano, puede ser un acontecimien
to emocionante, porque proporciona condiciones
ideales para hacer picnics, para nadar o para co
lumpiarse. Para millares de agricultores cercanos,
el mismo da puede ser la ocasin de un desastre,
que abarque tambin a la provisin de alimentos
en la que tienen un inters vital, tanto el habitante
de la ciudad como el labrador. Las lluvias que
llegan con retraso de un da para salvar a las pa
pas, porotos y a la lechuga, afectan al productor
y al consumidor, pero mucho ms seriamente al
primero.
Siempre se consider que el tiempo pertene
ca a la categora de los actos de Dios, y puede
muy bien que sea as. Pero sin embargo tambin
150
puede decirse: Aydate que Dios te ayudar.

No se lograra nada aqu, si se trajera a colacin
el famoso debate entre el Servicio Forestal y la
Oficina Meteorolgica, respecto a si los bosques
acrecientan las lluvias. Ni tampoco es este el lu
gar para recordar las conjeturas de los hombres
de ciencia, sobre el efecto que tuvo la deforesta
cin de Inglaterra en los siglos XVII y XVIII, sobre
el clima actual de las Islas Britnicas. Pero si puede
ser til sealar, que el hombre tiene poder suficiente
para alterar algunas de las condiciones de humedad
esenciales para l crecimiento vegetal; y que, por
extensin, domina parcialmente alguna de esas
condiciones.
El hombre puede conservar o puede malgas
tar la humedad cada del cielo. La tierra de la que
tom posesin, originariamente estaba cubierta
en todas partes de una esponja de humus, a veves fragante, empapada de agua. La naturaleza
mantuvo a travs de las generaciones sucesivas de
vegetales, y contina mantenindola todava, don
de el hombre no la altera, su cubierta destinada
a captar el agua. Imitando a la naturaleza, el
hombre pudo haber disfrutado de beneficios tales
como nunca se atrevi a esperar, en cambio, al
no hacer caso del ejemplo desplegado ante sus ojos,
ha cortejado al desastre.
Entre las condiciones meteorolgicas que
gobiernan el crecimiento de las cosechas, se ha
considerado como la ms importante a la hume-
151
dad irregular. En lo que se refiere a la humedad,

la literatura agrcola nunca ha reconocido la fun
cin del colchn absorbente que encontramo: en
todas partes en la naturaleza. A falta de un tr
mino mejor, diremos aqu que ese colchn sirve
como depsito.
Los agricultores emparvan su heno en el
campo, y lo dejan expuesto a toda la lluvia que
cae. Saben que ninguna lluvia puede penetrar
ms all de las pocas pulgadas ms superficiales,
porque primero deben llenarse los tejidos poro
sos del forraje. Desde que cada pulgada de esta
capa superficial, captar y conservar una pulga
da de agua de lluvia, el heno subyacente est pro
tegido de la lluvia.
Sabiendo esto, deberamos comprender que,
disqueando dentro de la parte superficial del sue
lo bastante materia orgnica, sta ser hasta su
capacidad total, un depsito dentro del cual que
dar retenida una gran parte del agua cada. Si
se ha provisto al suelo de bastante material ab
sorbente, como para retener una o dos pulgdas
de agua, al caer la lluvia quedan retenidas un o
dos pulgadas de ella en la superficie. Como es na
tural, esta masa esponjosa proporcionar a las osechas, agua enriquecida con los minerales que
toma del material en descomposicin que la re
tiene; de otro modo, sufrirn seriamente duran
te los intervalos entre las lluvias.
No teniendo este concepto del servicio que
152
presta un manto de material poroso como ese, los

cientficos lian razonado respecto al agua en tr
minos de movimiento capilar dentro del suelo
principalmente. Y an ms extrao, algunos, a
resultas de sus experiencias, han credo que en
las capas superiores del suelo hay poco movimien
to capilar. Si alguien duda de que tales conclu
siones hayan tenido cabida en la literatura cien
tfica seria, puede ser que le interese el relato
de una conversacin que tuve en septiembre de
1937, con un especialista en cultivos, conocido
mo desde haca unos veinte aos. La conversa
cin se desarroll as, ms o menos: Yo suger
dudas respecto a la conveniencia de arar. Rpi
damente me pregunt: Qu hay de errneo en
arar1, yo repliqu: se interpone con la capilaridad. La contestacin lleg rpida: las expe
riencias demuestran que no hay tanto movimiento
capilar en el suelo como solamos creerlo antes, es
relativamente poco importante en muchos casos, yo
repliqu: bueno, en el terreno sin arar debe haber
bastante movimiento capilar hacia la superficie,
como para mantener viva la vegetacin en los
intervalos entre las lluvias. La ltima palabra fu la
ma.
Las afirmaciones eran correctas. Tales ex
periencias haban sido hechas. Lo mismo que to
dos los experimentos sobre suelo, haban sido he
chas en suelo arado. En el suelo arado, el de
psito para el agua, est a varias pulgadas de
153
profundidad, puesto que al arar, literalmente se

despoja a las capas superiores, del agua que les
corresponde, al mismo tiempo que se interrumpe
el movimiento de elevacin del agua capilar del
subsuelo. De esas experiencias no podan espe
rarse otros resultados. Si los experimentos se
hubiesen hecho en suelos donde va creciendo el
pasto, la historia hubiese sido completamente di
ferente.
La misma desnudez de la tierra arada debe
ra indicar la ausencia de agua capilar en la su
perficie. Si el agua capilar estuviera presente,
germinaran y creceran las semillas, porque
siempre las hay. Han notado ustedes que en la
mayor parte de las campias, el nico suelo des
nudo, es el que ha sido arado recientemente? Ha
ce solamente unos meses que yo descubr ese he
cho sumamente significativo, aunque durante
toda mi vida lo haba visto a diario. Puesto que
el terreno arado siempre est desnudo, y puesto
que, prcticamente todos los otros terrenos, salvo
areas parecidas al Sahara, estn cubiertas con
alguna clase de verdor, que no podra existir sin
suministro de agua, se deduce, aun sin experien
cias, que en las capas superiores del suelo, no hay
agua capilar.
Puede repetirse aqu, que mientras Dios, y
no el hombre, gobierna el tiempo, no obstante, el
hombre puede gobernar algunos de los frutos
del tiempo, de stos; tal vez sea el ms impor-
154
tante, la humedad natural de la superficie del

suelo. A este respecto, antes que nada, es indis
pensable captar la desemejanza en las relaciones
del agua, que hay entre suelos arados y sin arar.
A continuacin hay que comprender, que el mis
mo tiempo que mata la vegetacin en terrenos ara
dos puede hacer prosperar, o cuando menos impe
dir que demuestre seales de sufrimiento, a la ve
getacin de los terrenos sin arar. La fase final,
consiste en conectar lgicamente la importancia de
la materia orgnica con el desarrollo vegetal, y
las condiciones del tiempo bajo las cuales pueden
prosperar las plantas.
Para los fines de esta discusin, podemos su
poner que toda superficie de suelo que se ha de
jado sin arar es normal, como tambin cualquier
suelo arado al que se le ha dado tiempo para reco
brar su movimiento capilar de agua normal (a
causa de que la materia orgnica que enterr el
prado, desapareci por descomposicin). Luego,
toda la tierra de pradera y de pastoreo de lasgranjas, lo mismo que el terreno que ocupan los
cercos, pueden incluirse en la campia natural. Es
campo natural, porque en su perfil no hay nada
que impida que el agua se eleve hacia la superficie.
Cualquier interrupcin que provoc el arado en
pocas anteriores, ha sido eliminada por la des
composicin.
Aproximadamente, o del todo, el potencial
de todos los suelos depende de las acumulaciones
155
de mal erial perecedero disponibles en sus superfi

cies. Juzgando con este patrn, casi siempre se
ra verdad que los suelos yermos, no arados duranle muchos aos, si es que alguna vez se los ar,
seran ms productivos que los suelos simi ares,
incluidos regularmente en la rotacin de la; sementeras. El suelo sin arar, tiene la venta a de que el
empleo moderado de todos los productos de
descomposicin, ha sido la regla en l durante todo el
periodo transcurrido desde que se lo ar por ltima
vez. I'or otro lado a la tierra de pastoreo en rotacin,
se le lia quitado de la superficie, pe
ridicamente, un porcentaje grande de su mate
rial, lo que da por resultado un desgaste de-pro
ductos de descomposicin. Este desgaste delibe
rado, aunque inconsciente, da como resultado un
suelo inferior, donde antes la productividad era alta.
El resultado final es la erosin, y cuando se ha
iniciado la erosin, podemos estar seguros de que en
la superficie no ha quedado mucho matequeda, es
casi idntica a la que arrastraron los glaciares en su
poca.
Un agricultor experimentado, deja durante unos
pocos anos, una parte de su tierra para pastoreo
con el fin de que se eleve su potencial. Cuanto
ms tiempo est en pastoreo esa superficie, tanto
ms productiva es, al dedicarla a la siembra de
maz. Sin embargo, el perodo en que se la deja en
reposo, no es lo bastante dilatado, para
156
que se acumule una provisin de materia orgnica,

que despus enterrar el arado, suficiente para
que vuelva a adquirir su estado de suelo virgen.
En verdad, parece que el progreso cada vez es menor. Todava no ha sido descubierto un ardid para
obtener regularmente ganancias substanciales, en
tierras labradas en rotacin continua cada tres
o cuatro aos. Es probable que existan algunos
pocos casos excepcionales; pero esta es la regla
general.
Las acumulaciones que se hacen en el nte
rin, no alcanzan a compensar el derroche que hace
la arada. En fin, la rotacin del tipo descripto, no
es un curalotodo para el suelo empobrecido, y lo que
es ms importante para la tesis de este capitulo,
tampoco crea las relaciones que son de desear en
ltima instancia, para el movimiento del agua.
En el capitulo anterior se demostr que un
agricultor puede elevar bastante bruscamente la
productividad de su suelo, con la simple interrupcir- de la agotadora operacin de arar. Mezclan
do con la parte superficial del suelo el material
per icedero que enterrara con el arado, el agricul
tor monta la escena para prcticas biolgicamente
econmicas, desconocidas hasta aqu por la la
branza moderna. Aparte de las cuestiones de nu
tricin vegetal, existen otros mecanismos mediante
los cuales, la incorporacin superficial de la ma
teria orgnica concentra fuerzas al servicio de la
157
vegetacin, que son incapaces de operar cuando se

ara el terreno.
Cada tonelada de materia orgnica rrezclada con la supericie del suelo, ser capaz de conte ner
mucha ms agua absorbida, que la que podra
contener si se la entierra a la profundidad del
arado. Por qu? Porque al no ser comprimida
por tanto espesor de suelo, su volumen ser ma
yor, y es necesario recordar que la materia org
nica retiene agua volumtricamente, mientras que
los minerales del suelo tienen que retenerla sola
mente adherida a las superficies exteriores ele sus
partculas. El agua corre hacia el interior, de los
fragmentos orgnicos, mientras que se escurre
entre las partculas de arcilla, arena o cieno; lue
go, podemos esperar correctamente, que todo ma
terial absorbente, que trabajamos dentro de la su
perficie del suelo, retendr el agua de las lluvias
con mucha ms eficacia que el mismo material en
terrado por el arado. Verdaderamente, la materia
orgnica sepultada con el arado, recin tiene opor
tunidad para captar y conservar el agua de la
lluvia, despus de que esta se haya abierto camino,
a traves de varias pulgadas de cristales minera
les. Por lo comn, las condiciones son tales, que
es ms fcil que una parte del agua se derrame
por la superficie, y no que toda el agua cada
se abra camino hacia abajo, dentro del suelo. Lue
go, esto significa que cuando toda lamateria orgnica se encuentra en la superficie del suelo, l
158
es capaz de tomar agua desde arriba y desde abajo, y en mayor volumen, porque el volumen de la
materia orgnica es mayor.
Indudablemente los suelos negros origina
rios que conocieron nuestros padres, pudieron ab
sorber directamente y a la velocidad con que caa,
varias pulgadas de lluvia en unas pocas horas.
Es improbable que en esos suelos cuele mucha
agt a a travs de la zona superficial de materia
orgnica. El mantillo de hojas liviano y mullido,
o la capa esponjosa de las races de los pastos, se
van llenando gradualmente con el agua de la llu
via a medida que cae. Relacionado con esto, quie
ro recordar el relato que me hizo uno de los
agrnomos ms conocidos de este pas. Mientras
inspeccionaba un suelo sumamente orgnico, cer
ca de la cima de una ladera en la montaa, cay
un fuerte chaparrn. El declive de la cuesta era
un poco menor de 45 grados. Los que estn fami
liarizados con la geometra convendrn de que se
trata de un terreno bastante escarpado. El agr
nomo permaneci all durante toda la tormenta
para observar el curso del agua a medida que caa.
Dijo que hasta donde lo pudo determinar, no
hubo derrame superficial. Y dijo adems, que si
se derram alguna, no arrastr consigo nada de
suelo.
Entonces, disquear cosechas abundantes de
abono verde en la superficie del suelo, es una
manera excelente de crear precisamente en la su-
159
perficie del suelo, una reserva de agua, de la cual

la extraern continuamente las races de las se
menteras, hasta que la agoten. Es una incidida
evidentemente mejor que el principio de permitir
que el agua penetre hasta la profundidad del sue
lo, con la esperanza de que la capilaridad la de
vuelva a la superficie cuando se la necesite. Apar
te de retener una copiosa reserva de agua en la
zona dlas races, la materia orgnica recibe cons
tantemente agua capilar desde abajo, la cual reem
plaza, cuando menos en parte, a la reserva de la
cual la van absorbiendo las plantas. Esta provi
sin de reserva, sirve para que las cosechas supe
ren perodos largos de sequa, que de otro modo
las perjudicaran seriamente. En una fuente como
esa, hay agua disponible muchos ms das duran
te la temporada de crecimiento, que la que habra
a la disposicin, en el caso de que las condiciones
superficiales fueran tales que permitieran el de
rrame y el derroche de parte de la lluvia. He aqu,
conservacin de los recursos naturales.
Sin embargo, esto no es ms que una parte
de la historia. El agua almacenada en la materia
orgnica superficial, es empleada constantemente
para ayudar a la descomposicin del material que.
la contiene. No slo ayuda a esta descomposicin,
sino que disuelve y a su vez retiene los productos
puestos en libertad. Por lo tanto, mientras haya
agua retenida en los tejidos orgnicos, ella se va
enriqueciendo continuamente con las sustancias.
160
de desecho que componan la materia orgnica. Y

todo este enriquecimiento, se aade a los minera
les que el agua capilar recogi y disolvi en la pro
fundidad del suelo antes de ser absorbida por la
materia orgnica. Podr comprenderse con pres
teza, que bajo estas condiciones, son varias las
influencias que trabajan en comn y con eficacia,
y que no lo podran hacer as, si la materia org
nica estuviera colocada a 6 u 8 pulgadas de pro
fundidad, hasta la cual, relativamente pocas veves, llegan las races.
En este momento el lector tendr que recor
lar, que en el suelo arado el anhdrido carbnico
liberado penetra en la capa superficial del suelo,
y que este gas no podr transformarse en cido
carbnico, a causa de la necesaria sequedad de las
capas superiores. Con el nuevo procedimiento,,
con toda la sustancia orgnica en la capa superfi
cial hay abundancia de agua en la vecindad, para
que se disuelva el anhdrido. Y desde que el ci
do carbnico es uno de los mejores solventes
naturales para los minerales, su accin sobre las
partculas de roca cristalizada, libera con el fin de
que los empleen las plantas, cantidades de potasio,
fsforo, y otras sustancias nutritivas, que de otro
modo no estaran disponibles.
No estoy preparado para discutir hasta que
punco esa liberacin de minerales de la roca, povdic sustituir a las aplicaciones de fertilizantes
qumicos. Es una cuestin interesante y de mucha
161
importancia. Todo agricultor querr sabe;, y

tiene derecho a conocerla, la contestacin. Si es
posible que el cido carbnico liberado en desuelo,
proporcione bastante cantidad de minerales extrados de fuentes orgnicas, entonces sena inne
cesario comprar fertilizantes minerales. Lo nico
que puede afirmarse con seguridad es esto: si un
agricultor logra incorporar a su suelo bastante
materia orgamca como para igualar la provisin
que tena el terreno cuando era virgen, puede en
ese caso esperar razonablemente que recoger co
sechas mximas sin fertilizantes. Una manera f
cil de comprobar este principio, consiste en dejar
fajas sin fertilizantes en todos los campos como
ese. Cuando sea imposible distinguir esas fajas al
cosechar, entonces, la necesidad de fertilizantes
habr desaparecido. Sin duda que en el transcurso
de unos pocos aos tendremos informacin oficial
sobre ese punto.
Y, cmo podremos esperar que reaccione la
planta en s, a las condiciones ptimas descrip
tas? Exactamente en la misma forma que reac
ciona cualquier otro ser vivo a cantidades cons
tantes de alimento. Las plantas establecen la
mayor parte de sus millones de races en los frag
mentos orgnicos. Aqu no hay ni la ms ligera
posibilidad de que se pierda el alimento destinado
a ellas. En el mismo momento en que es liberado,
el agua que lo contiene es absorbida por la raz, y
sube dentro de la planta. El asunto de arraigar
162
profundamente a las plantas, tan ampliamente dis

cutido durante los aos pasados, no tiene ms
su razn de ser. Ahora cesa de existir la nece
sidad de que las races penetren en la profundidad
del suelo. Su provisin alimenticia est en la su
perficie. El agua contenida en esta materia org
nica est activamente empeada en destrozar los
tejidos muertos, con el fin de proporcionar ma
teriales para construir la nueva vegetacin. Tam
bin estn involucradas las bacterias, y sin ellas
no podra ocurrir el proceso. En este caso se trata
de una situacin en que todas las cosas actan
' juntas para bien. El proceso est tan estrecha
mente entrelazado, que en ninguna parte queda
la oportunidad para que se pierdan materiales nu
tritivos. Las races que van a la profundidad, en
esa situacin, actan en desmedro de la planta
que representan; slo son tiles como anclaje.
Ahora ser evidente que el hombre puede
dominar en una considerable extensin a las llu
vias que caen sobre su terreno, estacin tras esta
cin. Esta conclusin se apoya en razones que
pueden resumirse as: mediante un manejo correc
to del suelo, se puede conseguir que retenga la
precipitacin natural, exactamente en el sitio a
cuyo nivel, las races de las plantas buscan nor
malmente sus elementos nutritivos esenciales.
La presencia de una masa orgnica en la super
ficie, al disolverse enriquece en tal grado al agua
que, volumen por volumen, el agua que la contie-
163
ne produce ms vegetacin que el agua contenida

en ios minerales solamente. El agua contenida en
la masa orgnica est a la disposicin de las plan
tas, sin que haya oportunidad para que se pierdan
o malgasten en ninguna forma las sustancias nu
tritivas destinadas a ellas.
Si se tienen en cuenta estos importantes fac
tores, no es mucho suponer que diez pulgadas de
lluvia pueden realizar tanto como lo que comun
mente se espera de veinte. Del mismo modo, con
lluvias abundantes puede ser fcilmente posible,
producir varias veces ms que lo que en trmino
medio produce el pas en conjunto.
La verdad respecto al tiempo, es que el hom
bre puede sacar todo el provecho de l, si as lo
quiere.
IX
LA FALSEDAD DEL DRENAJE

SUBTERRNEO
El drenaje de suelos mal drenados y saturados que
se destinan a cosechar, es una prctica bien
fundada. Es verdad. En efecto, el drenaje
subterrneo, probablemente est demasiado bien
establecido en muchos lugares. Hemos instalado
tantos caos de drenaje subterrneo, que han
afectado adversamente, a la provisin de agua,, para
no decir nada sobre el problema serio de los
rendimientos de las cosechas. La sabidura que e va
adquiriendo con la experiencia, nos dice que el
drenaje subterrneo instalado donde no es im
perativamente necesario, es el medio ms seguro
para disminuir el rendimiento de las cosechas. Tal
vez las acusaciones ms serias contra el dre
naje subterrneo artificial sean estas: pri ero,
lo ms probable es que el terreno donde cay la
lluvia necesitase el agua que se fu por los caos,
y segundo, que es posible que el agua malgastada
por los drenajes innecesarios, vaya a rqolesta p cop
166
sus avenidas, a gentes inocentes aguas abajo,

porque las crecientes no tendran porque ser tan
altas.
Por lo tanto, el drenaje subterrneo es un
factor de trastornos, en relacin con los recursos
locales de agua y las inundaciones repetidas con
frecuencia. En consecuencia, todo aquel que est
interesado en eliminar un irritante lugar anegadi
zo, tiene la obligacin de mirar ms all de su
necesidad inmediata, antes de decidirse a mandar
agua adicional a las corrientes.
La cita que sigue a continuacin, tomada del
Anuario del Departamento de Agricultura do
EE. UU. para 1938, indica que se coloca mucho
drenaje subterrneo innecesario, con la aproba
cin de los especialistas en labranza.
Durante algunos aos los agricultores han
visto que en campos buenos, los lugares bajos se
anegaban, con prdida de trabajo, semilla y abono
qumico, para no mencionar el valor rentstico del
campo, que rara vez se toma en cuenta. Sin em
bargo, poco o nada intentaron hacer para dre
narlos, hasta que pasaron de los caballos a los
tractores. Cuando la pesada maquinaria se atas
caba en el fango, se decidieron a drenar. Dndose
cuenta de que esto afectaba seriamente la venta
de maquinaria agrcola, y probablemente con el
deseo de mejorar la capacidad adquisitiva de los
agricultores, un fabricante public un boletn so
bro drenaje, (Drain the Wet Land por R, A. Hay-
LA FALSEDAD DEL DRENAJE SUBTERRNEO
167
ne, Chicago 1921) aunque la compaa no pro

duca herramientas para drenaje.
Estas citas indican el punto de vista autn
tico, vigente entre los agriculturistas profesiona
les, y prueban que en realidad, pueden colocarse
instalaciones imprudentes de drenaje subterrneo,
con la aprobacin cabal de los consejeros en la
branza. A decir verdad, una lectura cuidadosa del
captulo de donde se toman las citas, revela que no
se hace ninguna prevencin, para no excederse en
lo que se considera una prctica excelente. Se saca
la impresin de que el futuro xito del granjero,
depende en gran parte de la perfeccin con que
se drene la superficie de cultivo. Por cierto que
los autores no se alarman por temor de que se co
loque demasiado drenaje en las granjas.
Los manchones anegadizos dan la prueba
visual de que aparentemente es necesario drenar
con caos. Aparecen en terrenos que originaria
mente no permitan que se estancara el agua, y a
medida que transcurren los aos, aparecen ms y
ms de esos bajos anegadizos, en tierras que an
teriormente no necesitaban drenaje subsuperfi
cial. Antes de poder diagnosticar correctamente
esa mana de drenaje excesivo, debemos saber lo
que son en realidad esos manchones anegadizos,
y porque aparecen donde lo hacen. Ser til para
nuestro anlisis, que tomemos en cuenta la apa
rentemente falta total de comprensin sobre, los
hechos del suelo, exhibida hace algn tiempo en
168
una reunin de paperos. El incidente es ilustra

tivo.
En la tierra de uno de los paperos, se haba
presentado un problema de drenaje. Haba des
cubierto que el agua se estancaba en cierto paraje
bajo. Saba que no lejos del agua parada habh
un sistema de drenaje de caos. Cuando desapare
ci el agua lo busc, y se encontr con que el cao
estaba directamente debajo del centro del charco.
Mientras an haba agua parada, por la boca de salida
corra agua, luego, ste no slo no estaba obstruido,
sino que fcilmente hubiera podido llevarse el agua
detenida. Y sin embargo, el agua permaneca durante
das, encima mismo de esta lnea de drenaje en
actividad.
El terreno en cuestin era arcilla maciza
lacustre; a pocas millas de Lago Erie. Despus del
debate libre, el veredicto de la asamblea fu que, a
causa de habrsela trabajado en exceso, o cuando
estaba mojada, esta arcilla maciza se haba
comentado. En esas condiciones la arcilla slo
conduce agua por capilaridad y muy lentamente, de
modo que este veredicto probablemente era correcto.
De cualquier manera, encuadra bien dentro de la
velocidad baja con que desapareci el agua detenida.
El alisamiento del suelo que hace el arado de
vertedera cuando el terreno est demasiado hmedo,
repite la misma cosa que hace una marrana con el
fondo de su revolcadero, cuando encuentra un
poquito de agua detenida en
LA FALSEDAD'DEL DRENAJE SUBTERRNEO
!69
l. Unta el barro revolcndose como un barril cue

va y viene, en una forma que alisa eficazmente
la superficie y la hace impermeable. La prxima
vez que llueva, tendr un hermoso lugar para re
volcarse, y el agua permanecer hasta que se
evapore. Ninguna marrana que se respete, tra
tar de hacer su revolcadero, a menos de que el
lugar sea de caracterstica mineral, completamen
te libre de paja, marlos u otros residuos orgni
cos. Estos materiales drenaran el agua, a causa
de que Ja estructura celular abierta de la materia
orgnica es conductora del flujo de la humedad.
Evidentemente estos granjeros tenan buen
material para revolcadero de cerdos, y eso era
justamente lo que no deseaban tener. No solo lo
tenan al pie del declive, sino tambin sobre teda
la pendiente alrededor del sitio anegado. Eviden
temente lo que deban de hacer, era lo contra do
de lo que hizo la marrana; deban proporcionar
drenaje orgnico a la pendiente de los alrededo
res de la parte anegadiza, para que el agua no
convergiera a ese lugar. Su fe en el drenaje sub
terrneo, y su firme creencia de americanos tes
tarudos, de que cuanto ms cuesta una cosa tanto
ms vale, les impeda pensar en esta solucin sim
ple y poco costosa de sus problemas.
El agua que cae sobre las partes altas de
un talud en declive, posiblemente no puede llegar
al pie, si el suelo intermedio es absorbente. El
suelo realmente absorbente no puede conducir
170
agua sobre su superficie. Existen dos fuerzas que

actan para impedirlo; la atraccin vertical de
la gravedad por s sola basta para llevar al agua
dentro del suelo, siempre que la superficie del
suelo no se haya hecho impermeable, y la atrac
cin capilar de cualquier superficie absorbente re
fuerza la accin de la gravedad. Supongamos que
un techo est cubierto por un cojn de media
pulgada de papel secante; cundo veremos cho
rrear agua del techo? Por cierto que no veremos
chorrear agua hasta que se sature el papel se
cante. Este modo de pensar se aplica a cualquier
declive, sobre el que acostumbra a correr el agua.
Si el agua llega al bajo, lo hace solamente por
que el estado de la superficie la obliga a derra
marse. En relacin con esto es muy interesante
recordar las observaciones de un agriculturista
eminente con quien yo discuta el problema. Yo le
sugera que poca agua podra escaparse de un suelo
de abra,1 y estuvo de acuerdo conmigo. Reforz mi
modo de pensar, dndome la informacin de que
haba visto suelo de abra en pendientes de 90 por
100, y aunque los vigil du(*) Un suelo de abra es el que resulta de condiciones metereolgkas que ao tras ao, arrastran a las hojas hacia el mismo
lugar. Las laderas que estn a sotavento, a todo lo largo de las
cimas de los Montes Apalaquios, desarrollan suelos de abra, siem
pre que las laderas de barlovento estn cubiertos de bosques que
produzcan hojas. El incremento anual de hojas mantiene al suelo
siempre abierto de modo que el agua no puede abandonar el sitio
donde cae, hasta que toda la masa de suelo est embebida total
mente. La fertilidad de estos suelos es increblemente elevada.
171
rante una fuerte lluvia, no pudo observar nin

gn derrame.
Si el agua se rehsa a derramarse sobre una
pendiente del 90 por ciento cubierta con una ca
pa de material absorbente, con seguridad que eso
nos da la clave para resolver el problema del de
rrame en los ligeros declives que cultivamos co
rrientemente. Si pudiramos hacer que las capas
superficiales del suelo absorban hasta cierta pro
fundidad, no tendramos que preocuparnos por el
derrame y la erosin, del mismo modo que nadie
se preocup con estos problemas, cuando el terre
no era nuevo. En ese entonces ambos no eran
problemas.
Colocar un sistema de drenaje subterrneo
en un terreno en el que se ha desarrollado una
aparente necesidad de drenaje, es un asunto de
trascendencia econmica. El drenaje de caos
cuesta mucho dinero. Bien hecha o mal hecha,
tambin es costosa la instalacin de los caos. Y
a lo mejor, los resultados pueden no ser ms que
la desaparicin de los sntomas del mal, que debi
haber sido atacado con medios ms correctos.
Por cierto que en vista de la inversin' necesaria
que suponen las instalaciones de drenaje subte
rrneo, sera aconsejable algn trabajo previo,
destinado a que el suelo de las pendientes que cir
cundan la parte anegadiza se haga ms poroso.,
antes de tomar la decisin de invertir en el te
rreno un desembolso de dinero y trabajo, que por
172
dra fcilmente igualar el valor previo del mis

mo' terreno.
En realidad, nadie sabe si es posible devolvere
al suelo su porosidad original. Sabemos que la
materia orgnica que est en la superficie,'
como en los suelos de abra, impide prcticamente
todo derrame, pero no tenemos manera de saber si
ser posible incorporar bastante materia org
nica a un suelo, para hacer que absorba toda el
agua de la lluvia. Tambin sabemos que el costo
actual de sembrar centeno y disquearlo en el terreno
seria una bagatela comparado con el costo de una
instalacin de drenaje. Lo que s es cierto, es que si se
entierra una cosecha de centeno con el rado, no
disminuye el derrame; de hecho, el derrame es mucho
peor en un terreno que ha sido
arado, y est desnudo porque se lo ar.
Conocidos todos estos hechos, aparentemen
te, y como operacin preliminar, vale la pena ha
cer la prueba de suprimir los bajos anegadizos,
impidiendo que los derrames de agua lleguen has
ta ellos, antes de iniciar la operacin mayor; el
drenaje subterrneo. La nica manera de impe
dir que el agua llegue al terreno bajo, es crear
condiciones que la retengan en el sitio donde cae.
Para que un suelo erosionado absorba el agua,
puede ser necesaria la incorporacin de varias co
sechas de abono verde en la capa superficial. Pe
ro aunque eso fuera necesario, econmicamente
sera preferible a gastar el dinero en drenaje sub-
173
terrneo; porque si podemos conseguir que toda

el agua pluvial que cae en el terreno, penetre en
l, habremos hecho un trabajo perfecto de con
servacin de la provisin de agua.
A causa de que hay una necesidad urgente
de conservar el agua, debe mirarse sospechosa
mente toda sugestin para hacer drenajes subte
rrneos adicionales. Existen razones importantes
para adoptar esa actitud:
1)
En muchas partes del pas, existe ahora
una seria escasez de agua durante la- mayor parte
del ao. Las ciudades amplan el area donde ex
traen su provisin, abarcando vertientes nuevas.
La napa de agua en la mayor parte de las comunas
agrcola, es notablemente ms baja, porque en muchps casos ha habido que profundizar los pozos
para alcanzar una napa qeu se aleja.
2) Las sequas son ms comunes y de efectos
ms serios. Hablando en general, esto es cierto
para la mayor parte del pas. Antes de proseguir
con el planeo de la instalacin de nuevas lneas de
drenaje subterrneo, debern teerse en cuenta am
bas condiciones. Cada una indica que las reservas
de agua de la mayor parte de los vecindarios, en lu
gar de ser demasiado grandes, son demasiado pe
queas. Parece una necedad proyectar la extraccin
adicional de agua en los sitios donde ya existe
escasez, como lo indican el descenso de las napa
y la prevalencia de las sequas.
Tambin deber recordarse que el drenaje

subterrneo es una puerta de salida permanente
para el agua del suelo. Toda el agua que alcance
el drenaje ser conducida lejos. El drenaje puede
174
LA INSENSATEZ DEL LABRADOU
instalarse con el solo propsito de llevarse en pri

mavera, unos pocos cientos de galones de agua,
estancados en un terreno bajo; pero est en su
lugar durante los 365 das del ano. Con la misma
libertad que se lleva el exceso de agua, est obli
gado fatalmente a llevarse agua necesaria, a me
dida que drena por l.
Cules son sus efectos sobre las innundaciones? Una sola instalacin de drenaje subte
rrneo, no va a influir en forma notable sobre la
altura .de una creciente, pero en conjunto, la co
rriente que fluye de todo el drenaje subterrneo
de una cuenca dada, aumenta las avenidas que si
guen a las grandes lluvias. En verdad, algunos
suelos de textura suelta, antes de que se hayan
asentado con firmeza despus de la pulsacin in
vernal, cuando reciben las grandes lluvias de pri
mavera, ofrecen en realidad tan poca resistencia
filtrante al pasaje del agua, que cuando esta aban
dona el drenaje subterrneo, todava est fango
sa. Esto es un testimonio elocuente de la velocidad
couque el agua pluvial puede alcanzar las corrien
tes; aunque penetre en el suelo; as se suma a
la destructividad de los desbordamientos. Con se
guridad que esa rpida eliminacin del agua que
encuentra drenajes subterrneos, no puede ser be
neficiosa ni para el labrador en cuyo terreno cae
ni para el otro, cuya granja debe inundar en su
camino al mar.
Se considera que la instalacin de drenajes
LA FALSEDAD DEL DRENAJE SUBTERRANEO
175
subterrneos es una operacin tan eficaz, cue

cuando se los va a instalar, solo se plantea un in
terrogante; la capacidad del granjero para finan
ciar los costos de compra e instalacin. Esta ma
nera poco criteriosa de abordar el problema, se
remonta al hecho de que los primitivos proyectos
de drenaje, a menudo se amortizaron con el pro
ducto de las cosechas del primer ao posterior a
su instalacin. Estos proyectos estaban destinados
a hacer descender lo que en realidad era la napa
de agua, en terrenos de marisma. Las instalacio
nes que se ofrecen corrientemente, tienen el ca
rcter de expediente, y se las proyecta para corre
gir trastornos que evidentemente fueron causados
por el derrame.
Si tenemos en cuenta que la gravedad tiro
nea continuamente al agua del derrame para
arrastrarla dentro del suelo, en el hecho de que a
pesar de eso toda el agua no. penetra en l, tene
mos una prueba de que a la superficie del suelo
le ha ocurrido algo serio; porque originariamente
todos los suelos eran tan absorbentes com los
suelos de abra. El cambio solo se explica per la
prdida de materia orgnica. La mecnica real
de la situacin, puede resultar ms difcil de en
tender, por las limitaciones visuales humanas.
Las hormigas y otros seres que se arrastran,
habitantes de la superficie del suelo, reconocen
que las condiciones han cambiado. El cambio las
afecta vitalmente. Algunos de ellos estn obliga-
176
dos a cambiar de habitat, a causa de que la materia

orgnica ha desaparecido del suelo superficial.
Cuando en los orgenes, los fragmentos de materia
orgnica en descomposicin separaron a los
minerales del suelo, estas pequeas formas de vida,,
bien pronto fueron capaces de penetrar a traves de la
superficie, debido al carcter poroso de' suelo. Una
vez debajo de ella, encontraron agua y alimento en la
misma materia orgnica. Muchas clases de esos
habitantes de la superficie ahora son incapaces de
penetrar en el suelo exclusivamente mineral, debido
a su falta de porosidad. En una poca contribuyeron
al drenaje natural. Actualmente no lo pueden hacer
con frecuencia. No est en nuestro poder remediar el
defecto con medios artificiales, tales como el dre
naje subterrneo.
Nosotros los humanos, nos apercibimos de la
presencia de materia orgnica en el suelo, porque
el material carbonizado parcialmente descompues
to, le comunica un tizne negro. Aunque no poda
mos ver los fragmentos del suelo, los pasadizos
que depara la porosidad, permiten a las pequeas
miajas de vida que existen sobre l y dentro de
l, viajar por el subsuelo tal como nosotros viaja
mos por el subterrneo. Cada tallo que haga sa
lincia, es para ellos otra entrada al subterrneo
de la abundancia de alimento y agua. A causa de
que estas pequeas formas de vida dependen de
li materia orgnica en descomposicin, la desapa-
177
ricin de la materia orgnica de nuestros suelos,

ha provocado un cambio completo en la fauna de
la superficie. La comparacin ms casual del sue
lo de la foresta, con la del terreno en erosin de
nuestras granjas, demostrar que uno hierve de
vidas diversas, mientras que el otro est casi des
provisto de ellas.
Entonces, con la desaparicin de la materia
orgnica en un suelo que anteriormente estaba
bien provisto de ella, se llega a condiciones de su
perficie, que en lo esencial son tan desrticas co
mo el desierto mismo. Unicamente la prevalencia
de lluvias mayores distribuidas razonablemente)
durante todo el ao, impide que los suelos del h
medo Este, sean tan estriles como los suelos del
desierto de Arizona. En todo caso algunos son
casi tan estriles. Cuando los centpedos, las la
gartijas, se van de las tierras de labranza, lo ha
cen respondiendo a un proceso natural, que con
toda propiedad podra llamarse desalojo. El suelo
puede mostrar todava un poco de color negro,
cuando la ltima de esas formas de vida desapa
rece de l, pero su partida significa que la provi
sin de materia orgnica se ha reducido en tal
forma, que la superficie del suelo, en el futuro
no es un habitat conveniente. El desalojo de las
formas de vida minscula, monta la escena para
esos grandes problemas de drenaje, de los que se
ocupa este captulo. El remedio consiste en res
taurar de inmediato el estado orgnico del suelo,
178
y con l, la vida rebosante que depende del estado

orgnico. Esto es equilibrio orgnico, que no to
lera jams que se creen condiciones que se supone
que el drenaje subterrneo bonifica.
Es evidente que si el agua es incapaz de tras
ladarse desde el sitio donde cae, las partes anega
dizas de los bajos, desaparecern cuando no llegue
agua para empaparlos. Y es igualmente obvio, qtv
todas las obras de ingeniera que se proponen ahora
para contrarrestar el dao hecho al terreno por la
lluvia, no tendrn razn de ser. Excepto en los
pantanos, el drenaje subterrneo ser suprfluo.
Y podr prescindirse de las terrazas, que a nx*nudo son ms costosas que el drenaje.
Probablemente, sera una bella cosa, prelimi
nar a toda accin concertada de los organismo
gubernamentales para corregir el actual estado
impermeable de la superficie del suelo, si cada agri
cultor tapara las salidas de la mayor parte de mis
lneas de drenaje. Esto dara al agua que ahora
inunda los valles, una oportunidad para hundirse
profundamente en el terreno, de donde la capilaridad podra extraerla de nuevo. Tal medida, reali
zada por todos los granjeros de una cuenca de
cerminada, tendra tambin importancia para au
mentar la provisin de agua en los pozos de la
comunidad. A ms de un granjero le agradaria
poder dedicar a sus cultivos, el tiempo que debe
malgastar baldeando agua para sus animales. N
179
todos los vecinos taparan sencillamente todas las

instalaciones de drenaje subterrneo, es probable
que descubrieran que en adelante no tendran que
baldear agua.
Esto sera slo uno de los numerosos bene
ficios. El aumento de la provisin de agua para
los sembrados y plantaciones, sera el ms impor
tante. Con ello podra apresurarse el desarrollo
de las plantas, y se acortaran los perodos entre
las lluvias, cuando las plantas sufren por falta de
agua. Hay otros beneficios menos evidentes pero
no menos importantes, que seguiran a la oclu
sin de las lneas de drenaje subterrneo. Sin em
bargo para evitar (pie se repitieran los manchones
de terreno empapado, sera bueno que el agricul
tor trabajara dentro del suelo que rodea esos
manchones, una cosecha de abono verde, antes de
ocluir las salidas.
Cuanto antes transformemos en historia antigua muchas de nuestras prcticas de labrar el sudo,
ms pronto nos claremos cuenta de que, de
bajo de nuestros pies y en casi todas las partes en la
tierra por donde querramos caminar, yace casi
literalmente el Jardn del Edn. Todava no
hemos comenzado a horadar el barril de las po
tencialidades Tlel sucio para producir cosechas
QU HAY SOBRE TIPOS DE SUELO?

CUANDO Coln y los exploradores que le siguieron,
vieron nuestra tierra por primera vez, respecto al
suelo, no exista nada que permitiera distinguir esas
variantes en aspecto y comportamiento, que hoy se
designan como tipos de suelo.* Aun varias
generaciones despus de la invasin europea, hubiera
sido imposible determinar, si la mayor parte de los
suelos vrgenes, eran arcillosos, rocallosos o
arenosos principalmente. Toda la faz de la tierra
estaba cubierta y mezclada con una masa de materia
orgnica tan manifiesta, que desafiaba los mejores
esfuerzos del hombre para descubrir la distribucin
caracterstica de los componentes minerales del
suelo. En ninguna parte, o casi en ninguna parte, los
suelos podran haber sido clasificados en categoras
ms especficas que los amplios grupos generales,
conocidos hoy como suelos de bosques, de campos
de pastoreo, desrticos e intermedios. Los tipos de
suelo
182
tal como nosotros los conocemos ahora, han lle

gado a ser discerniles gradualmente, a medida
que ha ido desapareciendo el negro disfraz de ma
teria orgnica. As que los suelos se han hecho
improductivos a causa de la remocin incompen
sada de materia orgnica, nos ha sido posible cla
sificarlos en un sistema complicado de grupos y
subgrupos, de aspecto y comportamiento caracte
rsticos y totalmente diferentes.
Aqu no se har ninguna tentativa para es
clarecer el asunto de la clasificacin del suelo, que
es sumamente tcnico. Para esa informacin, el
lector puede remitirse actualmente a un libro muy
ameno sobre la materia, escrito por un hombre
cuya familiaridad con el tema, probablemente es
nica en este pas. Charles E. Kellog, Jefe de la
Inspeccin del Suelo del Departamento de Agrh
cultura de EE. UU. public a fines de 1941, su
The Soils That Support Us. (Los suelos que nos
sostienen). En mi opinin no hay a mano una
fuente ms asequible que esa, donde el lector pro
fano-pueda adquirir una informacin correcta so
bre el tema. Despus de haber ledo el libro de
Mr.' Kellog, el lector que desee informaciones
ms detalladas sobre los tipos de suelo caracte
rsticos de una determinada regin del pas, en
contrar muchos datos tiles en Soils and Men;
el Anuario del Departamento de Agricultura de
EE. UU. para 1938. Todava puede obtener ms
deta les, sobre zonas ms limitadas, un condado
QU HAY SOBRE TIPOS DE SUELO ?
183
por ejemplo, consultando el mapa del suelo de di

cho condado, si es que se public alguno.
Aqu nos ocuparemos de determinar, como
se puede rehabilitar a los suelos perjudicados,
sin tener que esperar la repeticin de los procesos
naturales, que originariamente los crearon. En la
naturaleza, la creacin del suelo es muy prolon
gada. La gente amenazada hoy por el hambre y
la caresta, mira con aprensin la supuesta nece
sidad de devolver los suelos agotados al bosque y
al pastoreo, y esperar varias generaciones, hasta
que llegue la poca en que sea posible limpiar y
desmontar los nuevos suelos para la labranza. No
aparece con claridad, la forma en que podrn
subsistir en el nterin las generaciones interme
dias. El pesimismo que demuestran muchos de
nuestros estudiosos del suelo ms eminentes, tie
ne amplia justificacin. El presente captulo se
propone mitigar los temores engendrados por esos
tristes presagios.
Cuando en el asunto de la conservacin de
la fertilidad del suelo, se estudia la historia del
pensamiento sobre el tema, en los ltimos tre ita*
aos, se justifica que entre los cientficos haya
cundido el pesimismo. Este perodo, ha sido tes
tigo, y principalmente aqu en los EE. UU., de
los esfuerzos ms activos que se han conocido en
el mundo, para devolverle al suelo su capacidad
productiva original. Un nmero de ideas contri
buyeron a iniciar la ola de inters nacional por
184
el mejoramiento del suelo. Es un hecho estable

cido, que la poblacin rural declinaba invariable
mente, mientras creca la urbana. Se ha pronosti
cado sin reservas, que dentro de unas pocas d
cadas, la poblacin del mundo podr ser dema
siado grande, para la capacidad de produccin de
ali.nentos de nuestros suelos. Tambin ha ido crecit ndo la conviccin de que la ciencia qumica
pu ide guardar el secreto de la fertilidad perma
nente del suelo. Esas influencias contribuyeron a
la creacin de organismos apadrinados por el go
bierno, con el propsito de dar a los labradores
una informacin general, sobre la necesidad de
prcticas definidas para velar por el mejoramien
to del suelo. En una forma universal, las medidas
que se recomendaban, en un punto u otro, invo
lucraban desembolsos de dinero. Adems, pronto
fu evidente que es mucho ms fcil mantener la
fertilidad de los suelos que an producen buenas
cosechas, que restaurar la capacidad productiva
de los suelos que han perdido del todo su tizne
negro original.
Durante varios aos, el gobierno no posey
medios para ayudar financieramente a los agri
cultores. Para que un granjero pudiera hacer*
lo que se le recomendaba, era necesario que tu
viese dinero o crdito. No se le di ninguna ayu
da a una multitud de granjeros que la necesita
ban. El resultado fu que sin propornrnoslo,
desarrollamos una serie ms o menos estratifi-
185
cada de clases agrcolas con tendencias precisas

a la especializacin. As se esbozaron varias cla
ses. Algunos agricultores generales se hicieron in
vernadores, otros tamberos, otros avicultores y
etctera. En cada clase, algunos conservaren un
mnimo de labranza general, mientras completa
ban el equipo mecnico necesario para su especia
lidad. A causa del progreso que se hizo en esa
direccin, se cre una interdependencia entre los
granjeros, quienes adems, tuvieron que depender
en forma creciente, de la poblacin urbana, para
satisfacer necesidades que anteriormente proveah por s mismos. En esa forma se desarroll
un tipo de agricultura comercializada, para no de
cir industrializada, que practicaban los mismos
agricultores que originariamente eran capaces de
seguir las instrucciones de los comisionados ru
rales.
Mientras progresaba esta cruza en un grupo
afortunado financieramente, en el otro extremq
de la escala, y en una forma igualmente eficaz,
tenia lugar una degeneracin. Gentes cuyas tie
rras haban perdido la mayor parte de su materia
orgnica, se vean en tales dificultades, antes de
que se iniciara el programa agrcola del gobierno.,
que no pudieron seguir las instrucciones ms im
portantes de sus consejeros. Tenan buena volun
tad, pero muy pocos entre ellos tenan suficiente
dinero para dar comodidades a sus familias, y no
186
podan ahorrar nada para dedicarlo a mejorar el

suelo.
El reconocimiento tardo de la relacin ne
cesaria entre la degeneracin del suelo, y la falta
de dinero para mejorarlo, di por fin como resul
tado la creacin de medidas legales, para ayudar
a los agricultores en apuros a rehabilitar sus tie
rras. Ahora existe un nmero de organismos en
condiciones de ayudar a los agricultores, quienes
pueden obtener prstamos para muchos proyectos,
que antes no se lograban. En situaciones desespe
radas, hasta pueden hacerse donaciones de ayuda?
En efecto, las leyes del Congreso y las reglamen
taciones de su aplicacin, son tan liberales, que
abarcan todas las condiciones concebibles de apre
mio en agricultura, y que algunos de los varios
organismos pueden socorrer, siempre que pueda
hacrselo con dinero.
La intencin del Gobierno no fu entonces,
ni lo es ahora, darle tanta expansin al programa
actual de rehabilitacin, como para que incluyera
a todos los agricultores cuyas tierras la requie
ran ; una empresa tan vasta, exige ms dinero que
todo el que pudiera arrebaar el gobierno ms ri
co del mundo, mediante impuestos. Se espera que
las instituciones de crdito privadas, se hagan
cargo de la tarea en las localidades necesitadas,
donde funcionan. En efecto, en ciertas regiones
esto ya se est haciendo en pequea escala. Sin
embargo, en las regiones del pas donde la nece-
187
sidad de mejorar el suelo es ms aguda, los ban

cos locales, como es natural, reflejan la pobreza
de sus clientes los agricultores. Por lo tanto, ro
es una solucin muy evidente para este primo .dilsimo problema de la rehabilitacin del sudo.
Todava puede prestrsele consideracin a
otros aspectos del asunto. Debe admitirse que el
costo de produccin por acre, aumenta con medi
das que exigen la formacin de terrazas y otros
medios para impedir el escurrimiento superficial
del agua. Las terrazas son proyectos de ingenie
ra cuyo costo por acre, puede alcanzar fcilmente
el valor previo del acre de tierra, cuando se los
proyecta para tierras empobrecidas. Su construc
cin puede duplicar la inversin que hizo el gran
jero en su terreno, sin que sea el punto de par
tida para el incremento de la productividad. Y
puede recordarse que, donde se supone que la ne
cesidad de terrazas es imperativa, su construccin
debe preceder a otro acondicionamiento del suelo.
Este acondicionamiento subsiguiente, por lo comn
requiere aplicaciones de cal, cultivo de legu
minosas, tratamiento con fertilizantes bsicos, eh
algunos casos el agregado de los llamados ele
mentos vestigiales, y otras operaciones costosas,
tales como el traslado de los cercos, la plantar n
de csped u otros medios de proteger las salidas
del agua, etc.
El prrafo anterior incluye mucho material
cuyo comentario necesitara notas al pie. Tal vez
188
sea ms til y directo remitir al lector a los muchos

boletines gubernamentales que dan las ex
plicaciones lcidas, de los varios pasos que com
prenden los programas habituales de mejora
miento del suelo. Una serie reciente lleva enca
bezamientos que hacen uso de la expresin De
fensa del suelo y que dedican un boletn espe
cial a cada regin importante del pas. Para in
formacin completa sobre las medidas que ofi
cialmente se consideran necesarias, con el fin de
que nuestros suelos gravemente erosionados recu
peren su alta productividad, se recomiendan los
siguientes boletines publicados por el Servicio de
Conservacin del Suelo del Departamento de
Agricultura de EE. UU.:
Farmers Bulletin N? 1789, Terracing for
Soil and Water Conservation.
Farmers Bulletin '' 1813, Prevention and
Control of Gullies.
Farmers Bulletin N9 1795, Conserving Com
Belt Soil.
Farmers Bulletin N9 1809, Soil Defense in the
South.
Farmers Bulletin N? 1810, Soil Defense in
the Northeast.
Farmers Bulletin Nv 1767, Soil Defense in
the Piedmont.
Es obvio que, a mejor andar, nuestros pro

gramas convenidos de mejoramiento del suelo,
ncluyen en casi todos los casos un desembolso de
dinero. La suposicin bsica de que los alimentos
Qu hay sobre tipos de suelo?
189
extrados del suelo por las cosechas deben ser re

puestos, supone tambin que el empleo de fertili
zantes es una virtud en su acepcin ms am
plia, y los fertilizantes cuestan dinero. Despus
viene la cal, la cual es considerada un prerrequisito para la siembra de leguminosas en la mayor
parte de las situaciones, y comprar cal cuesta di
nero, y todava cuesta ms dinero su aplicacin.
Podra compilarse toda una lista de recomenda
ciones de las cuales una o ms, sern exigencias
que deben y no que pueden cumplirse en ca
da proyecto de mejoramiento del suelo. Y sin ex
cepcin, en cada caso va involucrado un desem
bolso de dinero. Como se indic previamente, los
agricultores que se han beneficiado en realidad
con la labor de los comisionados rurales y el pro
grama de extensin agrcola, han recibido auxi
lio, porque en cierto grado podan ayudarse a s
mismos. Tambin gastaron una buena parte de
sus beneficios en desembolsos para fertilizantes,
cal, semillas de leguminosas, medios de inocula
cin, etc. Como consecuencia, ha aumentado con
siderablemente el costo de explotacin por acre.
Esto no significa precisamente un aumento en el
costo por unidad de producto. Es- ms probable
que casi signifique lo contrario. De ah, y a cau
sa de los rendimientos elevados, que parezca jus
tificado que estas personas hayan vuelto a ente
rrar con el arado las ganancias. Como resultado
190
el terreno se ha vuelto ms productivo, y por lo

tanto es un terreno ms valioso.
Si suponemos que el programa actual conti
ne, es aparente que los granjeros que han sido
los principales beneficiarios del programa de ex
tensin, continuaran sacando provecho de eso,
porque estn mejor capacitados para adoptar to
da recomendacin nueva, que exija desembolso de
dinero. Como eso es tan aparente, se le presta po
ca atencin a la necesidad de mejorar su situa
cin. Bajo la manera actual establecida para ha
cer las cosas, estn en la situacin ms favore
cida; por eso se considerara una necedad preocu
parse por ellos, siendo que hay tantos otros en di
ficultades econmicas serias. Por lo tanto nadie
siente ansiedad respecto a los corifeos de la agri
cultura, que parecen tan firmemente atrinche
rados.
Con seguridad absoluta, ahora puede decirse,
que la supuesta posicin firme de nuestros agri
cultores ms progresistas, en realidad, est desti
nada a transformarse en la ms precaria. La di
ficultad est en que se han ido a las nubes. Han
aprendido a hacer ganancias con las papas a cin
cuenta cntimos el bushel, por ejemplo; serian in
capaces de ganar nada, si las papas se vendieran
cuando mucho, a la mitad de ese precio. Los agri
cultores progresistas estn aparejados para una
alta produccin, de un producto que comparativa
mente tiene un costo alto. Cuando sus vecinos,
191
cuya pobreza anterior les impidi cumplir con los

requisitos corrientes para mejorar el suelo, se en
cuentren con que pueden producir el doble de busehls por acre, que lo que cosechan la mayor
parte de los granjeros, y que lo pueden hacer
sin ninguno de los desembolsos corrientes, e
mercado reaccionar con el descenso de los pre
cios, frente al aumento de la produccin. Cierta
mente, la ruina de hombres que ahora son nues
tros mejores agricultores va a dar la prueba de
este acontecimiento. Con toda probabilidad el
acontecimiento vendr casi sin anunciarse, porque
es probable que aun muchos aos despus de la
poca en que los primeros argicultores comiencen
a trocar el arado por la rastra de discos, todava
contine ensendose el programa actual. No
ocurrir un cambio importante en los precios del
mercado, hasta que haya un volumen suficiente
de los nuevos productos a bajo costo, que justi
fique las reducciones en los precios. El resultado
final podr ser un desastre para los que ahora es
tn en la situacin ms favorecida.
Exactamente cuantas de esas personas, que
actualmente son los leaders respetados de las
actividades del Farm Bureau y Grange
Work, y en muchos casos el sostn principal de
la propaganda agrcola del gobierno, sern capa
ces de amortizar sus hipotecas y salir a flote sol
ventes de una trampa econmica como esa, no
est del todo claro. Es difcil comprender como
192
harn para adquirir conciencia de su compromiso,

antes de que sea demasiado tarde, porque hasta
ahira (comienzos de 1943) no hay indicios de
cue haya en perspectiva, cambios en el programa.
Sin embargo, hay pruebas de que los cientficos
del gobierno, se estn preparando sin prisa, para
lo que importa una agricultura sin arado. El r
gano de la casa del Servicio de Conservacin del
Suelo, Soil Conservation trae desde hace dos
aos, artculos sobre las ventajas de la incorpo
racin superficial de la materia orgnica. Por lo
menos una comisin en el Congreso, est ente
rada de que es inminente un cambio. En una
ieunin de hombres de ciencia y fabricantes de
maquinarias, realizada en Chicago a fines de
1941, se discutieron las posibilidades de proyectar
implementos para la incorporacin superficial.
Las recientes investigaciones realizadas por el
Bureau of Plant Industry, sobre suelos y ferti
lizantes, presumiblemente han sido erigidas apre
suradamente como la base experimental necesaria
pa a que se justificara el nuevo programa. Pre
sumiblemente, todo esto se va haciendo sin tomar
disposiciones para rescatar la vanguardia del r
gimen actual, cuando la nueva guerra relmpago
de las cosechas a bajo precio, alcance a los mer
cados desmoralizados.
Para el lector, puede no ser bastante clara la
magnitud del peligro. El profano corriente puede
no reconocer el hecho de que no hay una necesi-
193
dad urgente de maquinaria nueva para pasar del

arado a la incorporacin superficial. Ese es justa
mente el punto. Con el fin de prepararse para ob
tener los beneficios del nuevo rgimen inmediata
mente, solo es necesario una cosa, educar al agri
cultor respecto al error de arar y respecto a que
la rastra de discos correctamente manejada, pue
de preparar completamente el terreno para las co
sechas. Cuando los agricultores estn informa
dos de que pueden en realidad, mezclar tremenda^
cantidades de materia orgnica dentro del suelo
con la rastra de discos; que lo pueden hacer sin'
temor de ser vctimas del tiro por la culata que
siempre acompaa a la accin de enterrarlas con
el arado; que entonces podrn producir cosechas
mucho mejores y mayores que las que jams ha
yan visto, ni que se hayan atrevido a esperar,
entonces, la mayor parte de ellos comenzarn a
poner a prueba la nueva informacin, mediante la
experimentacin privada. De ah en adelante en
poco tiempo, dejarn de tener importancia ios ti
pos de suelo y todos los tratamientos costosos que
les corresponden. Si las personas que hoj for
man la columna vertebral de la agricultura co
mercial, resultan ser los rezagados en adquirir
la nueva informacin, lo sern a su pesada costa.
Buena parte de este captulo puede haber pa
recido una divagacin que se apartaba del tema
de la clasificacin del suelo, ms bien que una
discusin de l. La razn es que estamos discu-
194
tiendo asuntos prcticos, y no acadmicos. No',

puede existir la menor duda de que, cuando se
ha despojado a los suelos de su manto natural
de materia orgnica, surgen como masas de mi
nerales desemejantes y divergentes. Es del todo
natural que esas reas de arena, de cieno, de ar
cilla, o de lo que sea, se comporten de diferente!
modo cuando se plantan con diferentes cosechas.
A:i es posible, que los mismos suelos, cuando se
los revista con materia orgnica copiosa y bien
mezclada, rindan cantidades diferentes, porque
son tipos de suelos ligeramente diferentes. Sin
embargo una diferencia de unos pocos bushels
por acre, cuando la produccin media, es de cien
o ms bushels por acre, es un asunto menos se
rio, que cuando el rendimiento diferencial se basa
en promedios comprendidos entre diez y veinticin
co bushels por acre.
Si se considera nuestro dominio de la maqui
naria, no favorece a nuestra reputacin, el hecho
de que los orientales producen cosechas de cuatro
a diez veces mayores que nosotros en tierras que
en algunos casos son inferiores a las nuestras.
Pero el hecho es ese, y si lo hacen as, es porque!
cuando menos en parte, han comprendido las ver
daderas exigencias del manejo del suelo. Nosotros
deberamos producir tanto como ellos, en tierras
que producen de diez a quince bushels de maz
por acre, por ejemplo, particularmente en las
reas hmedas de nuestra zona maicera.
QU HAY SOBRE*TIPOS DE SUELO?
195
Con la excepcin de algunos tipos raros de

suelo, como los podzols de agua subterrnea, que
tienen oculta su materia orgnica por varias pul
gadas de arena suprayacente, y tal vez otros
tipos anormales de suelo que son desconocidos pa
ra m, deberamos ser capaces de sobrepasar a
cualquier otro pueblo del mundo en produccin
por acre, en la mayor parte de la tierra que du
rante generaciones ha estado en cultivo en este
pas. Hace mucho tiempo que somos superiores
en la produccin por hombre, a causa de nuestro
empleo de maquinaria. Cuando hayamos comen
zado a hacer a mquina lo que hemos cred > que
tenan que hacer las sabandijas y las lombrices
de la superficie hasta entonces (entremezclar n
timamente la materia orgnica con las capas su
perficiales), automticamente, nos encontraremos
a la cabeza en el mundo, en produccin por acre
tambin. Actualmente es imposible preveer los
cambios econmicos que seguirn necesariamente
a este cambio fundamental en nuestras relaciones
con el suelo. Lo que es cierto, es que sern vastos.
HULLA PARA NEWCASTLE
.Actualmente los problemas relacionados con

la fertilidad del suelo son muy graves, sin em
bargo puede ser que no lo sean para los autores
del futuro, tal vez para ellos sern ms bien di
vertidos. No obstante, la actitud seria con que les
hacemos frente en la actualidad, est totalmente
justificada, porque muchos agricultores america
nos, lo mismo que sus colegas del extranjero, lu
chan a brazo partido con los problemas que origi
na el mal manejo del suelo. Sin embargo, cuando
se haya restablecido el equilibrio y seamos capa
ces de repasar los desatinos apenas excusables de
la agricultura cientfica, nos ser satisfactorio
comprobar que, a pesar de la lucha del hombre
durante generaciones con las ridiculeces que l
mismo se cre, descubri la verdad por ltimo.
Desde el punto de vista agrcola, nos hemos serenado en una forma parecida a la de los mari
neros nufragos, sedientos durante das, mientras
198
andaban a la deriva en la boca del Amazonas.

Nuestros suelos estn llenos de alimento ve
getal disponible. No existe en absoluto la necesi
dad de fertilizantes comerciales. Anulmente, la
naturaleza puede poner a la disposicin de las
plantas, suticiente alimento como para producir
varias veces lo que producimos ahora. Nuestra
era actual de cosechas decrecientes, slo puede ex
plicarse por el hecho de que al arar, batimos y
mantenemos en una esclavitud improductiva, a
suelos que si no fueran molestados por el hom
bre, produciran continuada y vigorosamente. Du
rante largo tiempo, hemos sabido que las seis
pulgadas superiores del suelo, contienen bastan
tes elementos de los menos abundantes para ali
mentar a la vegetacin, como para producir co
sechas mximas durante unos cuatrocientos aos.
Cunta mayor cantidad habr en reserva en las
sucesivas capas subyacentes desde aqu hasta la
China! Existen infinitas posibilidades para que
estos suelos que hemos agotado, produzcan con
abundancia. El hombre moderno no ha visualiza
do los altos rendimientos que surgirn del suelo
tan pronto como se coopere plenamente con la
naturaleza.
En el pasado hemos credo que colaborbamos
con la naturaleza sin embargo, ni siquiera hicimos
uso de hechos conocidos, que la mayor parte de los
estudiantes de las escuelas superiores, adquieren al
comienzo de sus carreras. Hasta
199
que pongamos en accin estos principios, difcil

mente podremos decir que colaboramos con la na
turaleza. En lugar de eso, hemos trabajado con
propsitos opuestos al esquema que hace posible
la existencia y el crecimiento de las plantas. Es
lo mismo que si hubisemos tratado de alimentar
los peces de un acuario, desparramando su ali
mento sobre la tapa de cristal.
Hace treinta aos, en la Universidad de
Kentucky, unos estudiantes preguntaron por qu
es necesario aplicar fertilizantes al suelo, si ste
est ricamente dotado de los mismos elementos
que contienen los fertilizantes. La contestacin
u, que los minerales del suelo eran muy dif
ciles de disolver, ya que si as no fuera, no esta
ran en l. Esto sonaba a lgico. Nos permiti
comprender que, aunque en el suelo existe fs
foro, los sembrados podran sufrir fcilme te, si
slo puede disolverse un cuatro por ciento de la
relativamente pequea cantidad de fsforo del
suelo, cada estacin. En esa forma se nos satis
fizo con explicaciones que parecan razonables,;
pero que no tomaban en cuenta la frugalidad con
tradictoria de la campia natural.
Alrededor de nosotros, en todas partes, hay
pruebas de que si no se molesta a la superficie
de la tierra, ella produce una vegetacin ms sana
y ms fuerte, que la de la parte que se cultiva.
Salvo que ocurran reveses como los incendios, ca
da ao los* rboles de los terrenos boscosos se ro-
200
bustecen ms, y bajo la corteza de cada rbol,

se aade una nueva capa de madera. Evidente
mente, en el suelo hay minerales disponibles en
abundancia para estos rboles; al sucederse las
estaciones la disponibilidad cada vez es mayor, a
pesar del fuerte impuesto que significa el creci
miento de la madera, los animales silvestres que
pastan en el terreno, y las otras gabelas que en
conjunto deben igualar o sobrepasar el drenaje
de Amento vegetal en el terreno cultivado.
Con las hierbas de las llanuras, se alimentaron
innumerables bfalos, caballos salvajes, vacunos
silvestres, cabras, ciervos y otros animales. Millones
de esos animales fueron nutridos por la vegetacin
del terreno inculto de la pradera. Al proveer
alimentos para esta multitud, el suelo subyacente
empleando los minerales insolubles,
hizo crecer una vegetacin de hierbas, que en mu
chos lugares ocultaran a un hombre a caballo
No se aplic fertilizante artificial, no se ar, no
se cultiv, no hubo ni una de las contribuciones
ventajosas, que hace el hombre en beneficio del
crecimiento vegetal; sin embargo, en esas llanu
ras, se encontraba el ms asombroso desarrollo
de hierbas nutritivas que jams se vi en el mundo.
Bien podemos preguntarnoscul es la ayuda conque
contribuye el hombre?
Podemos reconocer el hecho, de que cuando
el hombre da lo mejor de l, no contribuye abso
lutamente con nada al crecimiento de las plantas,
201
y que cuando peor anda, destruye rpidamente las

excelentes condiciones para el desarrollo, con la
ilusin de que est nutriendo a sus plantaciones.
Millones de agricultores pagan su contribucin a
los minerales nutritivos del suelo en forma de fer:.
tilizantes y abonos; pero al manipular el suelo,
lo obligan a que pierda por el piso del surc del
arado, cantidades muchas veces mayores que la
que contribuyen, de manera que, el efecto bien
entendido de su trabajo, es privar a sus semen
teras del sustento que la naturaleza proporciona
tan generosamente a toda la vegetacin.
En los captulos anteriores se demostr la
forma en que la operacin de arar, despoja a las
plantaciones de sus legtimos productos de des
composicin. Este es el momento de demostrar
cmo hace el terreno abandonado a sus solas fuer
zas, para producir mucho mejor que cuando lo
labran los agricultores. Mediante el anlisis de
las condiciones fsicas, biolgicas y qumicas crea
das por el arado debajo de la superficie, podre
mos demostrar definitivamente, exactamente, por
qu el agricultor nunca fu capaz de igualar a la
campia natural, en terrenos que se deterioraron
hasta un grado cualquiera. La discusin es algo
tcnica, pero es necesaria para entender el pro
blema.
Las condiciones que favorecen la descompo
sicin son las mismas que favorecen el desarrollo
de aquellas bacterias que son los agentes de la des-
202
composicin. Como es natural, sabemos que esas

bacterias son ms activas dentro de ciertos lmi
tes de temperatura, con un cierto grado de hume
dad, en presencia de una provisin alimenticia
conveniente y en presencia de una cierta cantidad
de aire que puede ser abundante o restringida.
Tambin sabemos que es difcil imaginarse con
diciones ms favorables que las que comnmente
existen justamente debajo de la superficie del
suelo. Al arar, el agricultor coloca la materia des
componible, en el ambiente ms favorable para
que se descomponga completamente, y con rapi
dez. La misma materia orgnica es el alimento.
En la naturaleza siempre existen bacterias. Du
rante la mayor parte del ao, las condiciones de
humedad y temperatura, estn dentro de lo que
los bacterilogos llaman lmites ptimos. Por lo
tanto no debe sorprender si unas pocas semanas
o meses despus, no pueda reconocerse cualquier
cosa que el agricultor entierra con el arado. Al
descomponerse, desapareci.
Toda materia, cuando se pudre produce un
gas ms pesado que el aire; es el anhdrido car
bnico. Si en el agua de un pozo hay algo en des
composicin, el aire del pozo es desplazado. En
la parte vaca de un silo a medio llenar, se acu
mula anhdrido carbnico. En los pozos y en los
silos, han muerto muchas personas por ignorar
que debajo del aire superficial estaba este gas
mortfero. El humo de una hoguera, est consti-
203
tudo principalmente por anhdrido carbnico, pe

ro el calor del fuego, proporciona, la fuerza para
elevarlo. En ausencia de esa fuerza, el anhdrido
se acumula debajo del aire impulsndolo hacia
arriba. Cuando el arado entierra materia org
nica en cantidad suficiente, crea una zona de des
composicin que es ms bien continua, y a una
profundidad aproximadamente uniforme. Esta
masa en descomposicin, libera constantemente
anhdrido carbnico, durante todo el tiempo que
dura la descomposicin. El anhdrido carbnico,
debe llenar el suelo expulsando gradual y com
pletamente al aire que ocupaba los espacios entre
las partculas del suelo. No hay otra alternativa,
porque debajo de la tierra que removi el arado,
no existe una fuerza como la del calor del fuego,
que se lleve al anhdrido.
Nunca se pens, que tuviera importancia el
hecho de que la materia orgnica en descomposi
cin debe llenar totalmente al suelo con anhdrido
carbnico. En verdad, el hecho pareca tan poco
significativo, que en los cursos sobre suelos ja
ms se lo enfatiz. Mi trabajo de, prueba en el
campo en 1940, demostr en forma con Iuyente que
respecto a eso, se haba pasado por alto algo
que tena importancia. Haba una prueba concluyente de que mis plantaciones, obtenan su nitrgeno casi exclusivamente del aire atmosirico.
Esto no hubiera tenido nada de particular, si mis
plantaciones slo hubiesen sido leguminosas, por-
204
que desde hace mucho tiempo se sabe que las le

guminosas, emplean el nitrgeno que las bacterias
nitrificantes que parasitan sus races, obtienen
del aire. Las nicas leguminosas que tena ese
otoo eran porotos. Las otras plantaciones eran
tomates, pepinos, cebollas, papas, coles y
lechugas. Todas estas plantaciones, tanto las
leguminosas como las que no lo eran,
prosperaron igualmente bien, aunque ese ao no
se empleara nitrgeno en ninguna parte de la
granja. Adems, el terreno slo era capaz de
proporcionar una pequea parte del nitrgeno
usado en la vegetacin, y la nica materia
orgnica que se le suministr, fu centeno
enterrado por disqueo. Para los hombres de
ciencia, es una cosa sabida que cuando se en
tierra centeno de tres a seis pies de alto con el
arado, hay que esperar varias semanas para ini
ciar la plantacin en ese terreno. Y tambin es
bien sabido que, para que se descomponga rpi
damente una masa de material como ese, enterra
da con el arado, es necesario enterrar junto con
ella, una cantidad generosa de un fertilizante ni
trogenado. En mi granja no se llen ninguno de
esos requisitos; y sin embargo, todo lo que plant,
tuvo todo el nitrgeno que necesit, durante to
da la temporada de crecimiento. Hubo abundan
cia de pruebas de que esas plantas que no eran
leguminosas, tuvieron acceso al nitrgeno atmos
frico, tan completamente como lo tienen las le
guminosas que se desarrollan en los ambientes
205
ms favorables. Es evidente que debi prevalecer

alguna condicin inusitada, para que esto sea
verdad.
La nica condicin inusitada, fue que toda
la descomposicin ocurri bajo circunstancias que
proporcionaron sin interrupcin abundante nitr
geno a las bacterias mirificantes saprofitas (son
las que no requieren un husped viviente, que les
d los hidratos de carbono necesarios para suplementar el nitrgeno que extraen del aire). Desde
1901, se sabe que en el suelo existen esas bacte
rias. En muchos laboratorios se comprob su ca
pacidad para acumular nitrgeno en el laborato
rio, pero a esos resultados no les cupo otro destino
que cargarse de polvo en los estantes, porque ja
ms se le ocurri a nadie, obligar a estas bacte
rias, a comer materia orgnica al aire libre
Cuando la descomposicin ocurre en el fondo del
surco, el nitrgeno como componente atmosfrico
est excluido, por lo tanto se les niega a estas sa
profitas mirificantes su nitrgeno atmosfrico;
De mis priiebas en el terreno se deduce que, si la
materia orgnica se pudre al aire libre, estas bacterias son tan eficientes como sus allegados parsitos, para acumular nitrgeno. Adems, al ni
trgeno acumulado, no se le ofrece la oportunidad
para que se pierda, porque las races de.las plantas lo emplean tan pronto como mueren las bac
terias y entran a formar parte de la masa en des-~
206
composicin. Las plantas obtienen su nitrgeno,

casi directamente.Este descubrimiento significa que de aqu en
adelante nadie necesitar comprar nitrgeno para
fei Lilizante. Tambin significa que nadie necesi
ta sembrar leguminosas, con el fin de beneficiarse
con el nitrgeno que ellas acumulan en el suelo.
Todava ms, desde que en el terreno se emplea
cal, porque crea condiciones mejores para las le
guminosas, en adelante los agricultores tampoco^
tendrn que comprar cal para tratar sus suelos.
Por lo tanto, un pequeo descubrimiento permite
interrumpir un gasto considerable en la labranza.
Nadie comprar cal y fertilizantes nitrogenados,
ni plantar legumbres para enterrarlas con el ara
do, si sabe que sus cosechas pueden conseguir ni
trgeno atmosfrico, sin esta incomodidad y sin
aquel gasto.
Sin embargo, esta no es toda la historia. Los
vegetales no pueden vivir nicamente con nitr
geno. Deben tener a su disposicin cantidades re
lativamente pequeas de muchos minerales cuya
nica fuente es el suelo. La descomposicin de la
materia orgnica desempea una fupcin impor
tante en la liberacin de esos minerales, de los
cristales relativamente insolubles que han resisti
do la influencia de los fenmenos meteorolgicos
desde el comienzo de los tiempos. La misma mate
ria orgnica contiene algunos de esos minerales,
que a medida que ella se descompone, quedan en
207
libertad y son captados por las races de las plan

tas. Durante el proceso de descomposicin, se des
prende anhdrido carbnico gaseoso, que al disol
verse en el agua se trasforma en cido carbnico.
El cido carbnico es el mejor solvente natural
conocido para los minerales que son necesarios
como alimentos de las plantas. El cido carbnico
reduce rpidamente a carbonatos, u otras formas
utilizables, a aquellos minerables que en presen
cia de agua solamente, se disuelven con mucha
lentitud.
Cuando los materiales orgnicos se descom
ponen a la profundidad del arado, en el fondo del
surco, el agua que est por debajo, se ve impedida para ascender a las capas superficiales del
suelo. (Esto es especialmente cierto, cuando la
cantidad de material orgnico es tan grande, que
separa completamente el subsuelo del suelo su
perficial). A resultas de esto, el terreno se seca
rpidamente, permanece seco durante todo el pe
rodo de descomposicin. A causa de esta seque
dad del suelo, por falta de agua, no se forma
cido carbnico a medida que queda en libertad
el anhdrido, quien con el tiempo s escapa de
la masa mineral, sin haber contribuido a la di
solucin de> los minerales que la vegetacin ne
cesita.
En el suelo disqueado, la situacin es total
mente diferente. El agua del subsuelo, puede elevarse hasta la superficie del suelo, o hasta donde
208
la capta y la absorbe la materia orgnica. Como

el movimiento del agua se hace sin restricciones
en toda la masa del suelo, siempre el agua est
presente, para que cada vez que ocurre alguna
descomposicin, el anhdrido carbnico que ella
genera se disuelva. Del suelo no se escapa ningu
na cantidad de anhdrido, y la mayor parte se
transforma en cido carbnico. Este cido pone
en libertad a los minerales que las plantas utilizan,
ru de otro modo seran casi insolubles, y que
son tan necesarios en las granjas. Mediante es
tas reacciones qumicas en el interior del suelo,
tan simples y bien conocidas, la misma materia
orgnica va recorriendo su largo camino, para
proporcionar los minerales que de otro modo el
agricultor tendra que comprar embolsados
Puede la materia orgnica en descomposi
cin en la superficie del suelo, poner en libertad
bastantes minerales para rendimientos mximos?
La contestacin, en conjunto, parece depender de
la cantidad de descomposicin orgnica que se va
produciendo durante la temporada de crecimien
to de la vegetacin. Yo no puedo afirmar que en
un terreno dentro de cuya parte superficial se
hayan disqueado grandes cantidades de materia
orgnica, puedan esperarse rendimientos mxi
mos sin la aplicacin de fertilizantes artificiales.
Lo que doy por seguro, es que cuando los agricul
tores inicien el proceso de rejuvenecimiento del
suelo, restaurndole materia orgnica a su super-
209
ficie, muy pronto descubrirn que el rendimiento

no puede aumentarse con el aadido de fertilizan
tes, por grande que sea la cantidad que se aada.
Esta opinin se basa en experiencias y observacio
nes hechas durante pruebas estrictamente no ofi
ciales. Al parecer, es del todo razonable esperar
que la cantidad de minerales liberados durante
cada periodo de cultivo, ser suficiente para pro
ducir cosechas mximas, siempre que el volmen j
de cido carbnico generado por la descomposi
cin sea adecuado.
Puede sugerirse, nuevamente a juzgar por
la experiencia, que las cosechas mximas actuales,
comparadas con las que en realidad se obtendrn
disqueando cantidades importantes de materia
orgnica, quedarn empequeecidas. Yo ya he cosechado ms de mil bushels por acre, bajo condi
ciones como las que estoy describiendo, sin fer
tilizantes, ni correctivo alguno del suelo, como no
fuera materia orgnica en abundancia.
Cuando los agricultores y hombres de cien
cia, comiencen a experimentar con este plan de
labranza, quedarn sorprendidos y desalentados
con el aspecto de las plantas durante el perodo
de crecimiento. Plantaciones destinadas a produ
cir un rendimiento doble o triple del habitual,,
tendrn un aspecto del que solo podr esperarse
un rendimiento mediano. Durante tiempo seco y
ventoso, en especial, el color no ser el verde in- '
tenso que estamos acostumbrados a asociar con
210
una vegetacin sana. Aun durante los perodos

hmedos y favorables las cosechas sin fertilizan
tes nitrogenados, tendrn un aspecto del todo or
dinario. Ms de un agricultor, al no ver el color
verde oscuro, querr atestar a sus sembrados con
fertilizantes nitrogenados. Sin embargo, si es pru
dente, esperar con paciencia hasta ver cul es
el resultado final sin emplear nitrgeno. Ese re
sultado, lo complacer ms all de toda medida,
considerando que toda su experiencia pasada lo
induca a esperar una cosecha mediocre. Cuando
compruebe un gran aumento en el rendimiento,
podr maravillarse, pero tambin estar capaci
tado para analizar los resultados.
Este fenmeno se explica con sencillez. Du
rante el periodo que pueden recordar las perso
nas que viven ahora, los fertilizantes contenan
algn nitrgeno. En los primeros fertilizantes
destinados al cultivo de cosechas de consumo co
rriente, por lo general el nitrgeno no pasaba de
un dos por ciento, o sean veinte kilos por tonela
da. El fertilizante se aplica a razn de cien a
ciento cincuenta kilos por acre cuando ms, o sea
dos a tres kilos de nitrgeno; con esta pequea
cantidad, lo nico que se consegua era anun
ciar al fertilizante, manteniendo el color verde
oscuro de la sementera hasta la llegada del calor.
Entonces se culpara a la sequa o a cualquier otra
circunstancia, de la prdida del color. Por lo tan
to podremos concluir que, nuestro juicio sobre el
211
significado de un color verde saludable se haba

apartado del buen camino, a causa de nuestra ex
periencia con los fertilizantes.
Los agricultores y los cientficos experimen
tados, saben que si una sementera crece demasia
do lujuriosa durante las primeras semanas, cuan
do abunda el agua, lo probable es que antes de la
cosecha, las condiciones meteorolgicas impidan
que ese crecimiento se mantenga. Siempre que se
queman las hojas del maz, ha ocurrido eso. Es
comn que cuando el agricultor ha puesto en el
terreno nitrgeno en exceso, la lluvia sea sufi
ciente durante unas pocas semanas, y entonces el
crecimiento es extraordinario. La secuela casi in
evitable es la sequa que interrumpe el flujo libe-'
ral de alimentos hacia la planta. Entonces la plan
ta est obligada a cercenarse a s misma, porque
al morir las hojas, los materiales nutritivos dis
ponibles, pueden sostener al resto de la planta.
Por lo tanto las hojas abrasadas del maz no son
ningn misterio, por el contrario, debe contarse
con ellas como resultado de ciertas prcticas de
fertilizar.
En el aire hay abundancia de nitrgeno; el
suel tiene prcticamente cantidades ilimitadas de
minerales nutritivos. Con los nuevos procedimien
tos es posible utilizar las fuerzas naturales para
que el nitrgeno y los minerales estn a disposi
cin de las plantaciones. Por lo tanto, en adelante
212
tendremos que interrumpir los envos de hulla a

Newcastle, porque fertilizar suelos que ya tienen
hundancia de alimento para las plantas, no supo
ne otra cosa que eso.
XII
LAS PLAGAS HACEN MUTIS
La hiptesis de que el medio ambiente influye

sobre las enfermedades de los vegetales, y el per
juicio que les causan los insectos, no es nueva.
Ya en los albores de la literatura agrcola, los
autores aceptaban que cuando mejores eran las
condiciones pfira el crecimiento de las plantas,;
tanto menores eran los riesgos de enfermedades
y perjuicios por insectos. Sin embargo, desde 1910
hasta la fecha, ha sido difcil que los trabajos so
bre temas agrcolas, expresaran esta teora.
Contemporneamente con el agotamiento del
suelo, los perjuicios por enfermedades e insectos
han sido ms onerosos; esto es una verdad. Co
mo es natural, esto podra ser cierto sin ser sig
nificativo, pero existen muy buenas razones para
suponer que ambas cosas estn relacionadas entre
s. Muchos granjeros recuerdan la poca en que
no exista el escarabajo de la papa de Colorado, ni
la cochinilla de San Jos, ni otros insectos y tizo-
214
nes tan comunes actualmente. Estas personas tam

bin pueden recordar que en esa poca, sus ara
dos separaban una zona superficial de suelo casi
negro del subsuelo amarillento. Hoy, ese suelo
negro superficial ha desaparecido; al mismo tiem
po han aparecido muchas especies nuevas de in
sectos, y los que ya existan se han multiplicado.
En el mismo perodo, ha aumentado el nmero de
enfermedades vegetales, y se ha exaltado su vi
rulencia. Luego bien podemos preguntar; el am
biente, o sea el suelo, es un factor en su interven
cin?
Desde hace tiempo se piensa que ciertas
enfermedades humanas y animales se deben al
medio ambiente. En los Estados Unidos los anquilostomas existen en el sud solamente, y en par
ticular, en la regin del sudeste. La malaria solo
ocurre donde el mosquito Anopheles est presente.
La pelagra y otras enfermedades por carencia de
ciertos factores, son consideradas desde hace
tiempo endmicas en ciertas localidades. Donde se
encuentran esas enfermedades, no ha sido difcil
relacionarlas con el medio ambiente.
Durante los aos recientes se ha adquirido
un dominio mejor de las enfermedades por ca
rencia, por que se dispone de ms alimentos pro
tectores. Sin embargo parece que a la par de esa
mejora, ha declinado el valor nutritivo de los ali
mentos que producen el promedio de las tierras.
Gracias al descubrimiento de las vitaminas, pue-
215
de enfocarse mejor el asunto. Cuando recin se

comenzaron a conocer las vitaminas, se crea que
ciertos alimentos contenan determinadas vitami
nas en abundancia. Se deca que la yema de huevo
era rica en ellas. Hoy se sabe que el alimento que
consume la gallina afecta seriamente al contenido
vitamnico de la yema de huevo. Se consideraba
que la manteca tena una potencia uniforme de vi
tamina A. Descubrimientos ms recientes han de
mostrado que el contenido vitamnico de la man
teca y de la crema de leche, depende en gran parte,
de la cantidad de pasto o de otros alimentos inten
samente coloreados de que pueda disponer la vaca,
y que ellos la proveen de esta vitamina esencial.
Ni la vaca ni la gallina, crean las vitaminas que
transmiten al consumidor de sus productos. Cada
animal debe ser provisto de ellas con el alimento.
Estos descubrimientos alarmantes, que los
alimentos que consideramos uniformemente ricos
en sustancias salutferas, en ciertos casos pueden
ser deficientes, han desplazado la atencin hacia
las plantas como fuentes normales de provisin
de vitaminas para el animal. Este asunto se trans
forma en una cadena complicada de causas y
efectos: leche - vaca - forraje seco - pasto verde granos - suelo. En otras palabras, en ltima ins
tancia, la culpa de toda deficiencia recae sobre el
suelo.
Luego descubrimos que al mismo tiempo que
las enfermedades por carencia disminuan en las
216
o alidades donde haban sido ms serias, parece

extenderse el area donde ellas ocurren. En aos
muy recientes se hallaron enfermedades por ca
rencia donde antes no existan, y exactamente al
mismo tiempo descubrimos que la capacidad del
suelo, fuente primordial de vida para nutrir eocorrectamente a las plantas, ha declinado severa
mente. Nosotros dependemos de las plantas.
Los americanos, en su modo caracterstico,
cuando se enfrentaron con este dilema recurrie
ron a las farmacias para adquirir vitaminas. Sin
duda que el desarrollo de las vitaminas sintticas,
ha postergado el desastre para mucha gente; pero
no parece necesario pagar por algo sobre cuyo va
lor quedan dudas, cuando si se modifica el medio
en que viven nuestras plantas, podremos devolver
le la riqueza en vitaminas que tuvieron antes.
La lgica de este punto de vista es ineludi
ble, sin embargo, oficialmente no se lo ha investi
gado con el fin de determinar si prueba ser ver
dadero en los hechos. Existen datos experimenta
os que prueban la relacin causal entre la vaca
alimentada en forma completa y la leche rica en
vitaminas y otras sustancias nutritivas. Los expe
rimentos han demostrado que nicamente los ali
mentos buenos, en cantidades y proporciones co
rrectas, pueden alimentar apropiadamente a la
vaca. En grado igual estamos seguros, con el apo
yo de amplias pruebas experimentales, de que
ir icamente un suelo capaz de suministrar a las
217
plantas, suficientes sustancias nutritivas combi

nadas correctamente, puede crear alimentos dota
dos de los elementos necesarios para dar la salud
al hombre o a los animales. En otras palabras, te
nemos todos los elementos necesarios para razo
nar del buen suelo hasta la salud mejor, o del sue
lo pobre hasta las ms terribles enfermedades de
los animales que consumen los productos el sue
lo; pero no hemos reunido esos elementos en un
todo, necesario para llegar a la conclusin l
gica. Nuestro razonamiento agrcola se encuentra
todava en un estado que se asemeja al que tena
en este pas el transporte de pasajeros, antes de
que las lneas frreas existentes hubiesen sido
agrupadas en los grandes sistemas transcontinen
tales. Hoy, deberamos ser capaces de hacer el
viaje ntegro, desde el punto de partida (suelo
bueno o empobrecido) hasta el trmino (salud
buena o pobre) sin tener que hacer paradas lo
cales.
En mi labor de prueba, y posteriormente en
mi trabajo de campo, descubr que las condiciones
del suelo parecan ser los factores determinantes
de la extensin con que los insectos y las enferme
dades afectaban a las plantas. La evidencia era
tan convincente, que para verificar la idea en el
campo y en vasta escala, observ cuidadosamente
su accin en las cosechas de artculos de consumo
corriente. Los resultados en el campo, confirma
ron totalmente las deducciones primitivas. Estoy
218
, INSENSATEZ DEL LABRADOR
seguro de que la presencia o ausencia de las en

fermedades de los vegetales en determinados te
rrenos se relaciona con el estado del suelo, y que
del mismo modo se relaciona la incidencia de in
sectos perjudiciales. Otras conclusiones no pare
cen posibles si se considera el extrao comporta
miento de los insectos, y la falta de enfermedades
en mi terreno preparado incorporndole grandes
cantidades de abono verde con los discos. Pero a
pesar de la existencia de esta cadena de pruebas
experimentales, no podemos aceptar como verda
dera esa decisin no oficial, hasta que haya sido
demostrada mediante pruebas oficiales correcta
mente conducidas. Las estaciones experimentales
han sido fundadas con esos propsitos, y de ellas
debemos esperar las pruebas.
Aunque la presencia o ausencia de insectos y
enfermedades, no parezca ser necesaria para este
razonamiento, si puede determinarse hasta qu
grado el comportamiento de ambos es un ndice
fiel del estado del suelo donde crece la planta, ello
ser til para un propsito importante. Si se com
prueba que el comportamiento de los insectos, y
en fermedades es un ndice perfecto, como debe
ra suceder si ambos dependen del medio ambien
te, el agricultor tendra a su disposicin un mtodo
completamente nuevo para probar el estado del
suelo. Cuando quiera que los insectos infesten sus
cultivos, o los ataquen las enfermedades, sabrn
21!)
de inmediato que sera til darle ms tratan: iento con abono verde.
Puesto que en la agricultura y horticultura
corrientes, la lucha contra'toda clase de plagas va
incluida en lo inevitable, uno puede preguntarse:
en qu forma un mtodo de preparacin dd sue
lo puede provocar un cambio beneficioso a este
respecto? Antes de aceptar la idea, tena que ha
llar la respuesta a la pregunta que me hice. La
respuesta era difcil de hallar. Los expertos en
suelo, no haban hecho ninguna experiencia ofi
cial en terreno preparado con la incorporacin su
perficial de grandes cantidades de materia org
nica. Si en los lotes experimentales era necesario
deshacerse de mucha materia orgnica, todos se
araban. Se consideraba que el disqueo slo era po
sible donde haba poca hojarasca o residuos d la
cosecha. Por lo tanto, los resultados de las esta
ciones experimentales, no proporcionaban para el
caso nada que fuera un apoyo directo.
Me pareci necesario suponer que durante
la descomposicin de una cantidad considerable de
materia orgnica, el suelo se enriqueca a causa
de la acumulacin de los productos d la descom
posicin. medida que se descompone la mate
ria orgnica quedan en libertad minerales del
suelo y elementos minerales adicionales que for
man parte de los compuestos orgnicos que com
ponan el material viviente. Segn el carcter del
material orgnico, la descomposicin puede ser
220
lenta o rpida. En ambos casos, si no estn pre

sentes las races en el momento en que se liberan
los productos de descomposicin, estos elementos
de segunda mano, con seguridad, sern arrastra
dos cuando caiga la primera lluvia. La nica ma
nera de impedir su prdida, consiste en tener ra
ces de plantas en desarrollo continuamente pre
sentes, a medida que se opera la descomposicin
en el suelo. La naturaleza se encarga de eso en los
terrenos donde no interviene el hombre. Estn pre
sentes siempre las races; por lo tanto no hay ali
mento vegetal que se pierda.
En la chacra, las races salvadoras pueden
ser las de los porotos, pepinos o cualquiera otra
cosecha que quiera plantar el agricultor. Las ra
ces de esas plantaciones absorbern agradecidas
la mayor cantidad que les sea posible de esos pro
ductos de descomposicin. Puede suponerse razo
nablemente que la solucin de suelo que esas
races obtienen de la materia orgnica en descom'posicin, sea diferente de la que encontraran a
su disposicin en un suelo puramente mineral,
donde no se est pudriendo nada. El material en
descomposicin enriquece la solucin del suelo, de
modo que cada unidad de lquido puede suminis
trar varias veces ms alimento vegetal que la
misma cantidad de agua proveniente de un suelo
al que la descomposicin no enriquece. Esto no
es ms que sentido comn.
Se deduce que, cuanto mayor es la existencia
221
de material descomponible en el suelo, ms rica

ser la solucin que absorben esas races, y que
cuanto ms rica sea la solucin absorbida la sa
via de la planta tendr mayor contenido mineral.
Partiendo de esto, es fcil suponer que las varia
ciones en la riqueza de la savia de la planta afectan
el poder de atraccin de ella sobre sus parsitos
habituales. Puede resultar que si el contenido mi
neral de la savia es alto, su contenido en azcar
sea menor, y por esa causa la savia sea desabrida.
Es posible, por ejemplo, que los colepteros del pe
pino, se mueran de inanicin por falta de jugos
sabrosos, aun cuando su planta husped est
disfrutando del alimento ms rico posible, pro
porcionado por la descomposicin que va ocurrien
do en el suelo.
A esta teora no le falta base cientfica,
aunque no se le haya dedicado investigacin cien
tfica. Sabemos que al variar la humedad dispo
nible en el suelo y el tratamiento fertilizante,
tambin vara la composicin de los jugos en el
interior de las plantas. Este hecho fu estable
cido por los Dres. Kraus y Kraybill en el 1918;
durante una generacin los estudiantes de horticultura
usaron como obra de consulta su informe. No hay
ninguna duda de que los cambios en la constitucin de la
planta, se originan en los
i E. J. Krand y H. R. Kraybill, Vegetation and Reproduc
tion, with Special Reference to the Tomat. (Oregon Bulletin
149, 1918).
222
cambios que ocurren en las sustancias nutritivas

disponibles en el suelo. Es claro que no podemos
saber lo que piensan los insectos en lo que se re
fiere a tener sus plantas huspedes favoritas so
brealimentadas con minerales originados por la
descomposicin. Slo podemos conjeturar, que la
savia es menos apetitosa para el insecto, porque
lo deducimos de la observacin; ellos prefieren las
plantas escasamente alimentadas, a las que lo es
tn bien.
Si esta teora es sostenible, la raza humana
es afortunada en extremo. Porque a causa de es
ta relacin entre el insecto y su provisin alimen
ticia, se hace posible mejorar la provisin huma
na, mediante el verdadero mtodo para matar a
los insectos.
Aparentemente las enfermedades ceden an
en forma ms completa que los insectos, frente a
las condiciones de ambiente que son ms favora
bles para el crecimiento de las plantas. No soy
capz de adelantar una razn valedera respecto a
esto Sin embargo, es aparente, que la superficie
de la hoja de las plantas bien nutridas, est me
jor fortalecida para impedir la entrada de las in
fecciones. Esta mayor resistencia a las infeccio
nes, puede explicarse admitiendo que existiera
una diferencia de textura superficial en la hoja de
las plantas bien nutridas, comparada con la de
las plantas que crecen en terreno flaco. De este
modo la resistencia natural de las plantas bien nu-
223
tridas y sanas, tiene una explicacin perfecta

mente lgica.
Es razonable creer que los insectos y las en
fermedades, nicamente medran en un medio .,ue
les conviene, lo mismo que ocurre con otros teres
vivientes. An ms, parece que el ambiente mejor
para la enfermedad y el insecto, es el ms po
bre para la planta husped. Y que las condiciones
que favorecen el desarrollo de la planta husped,
son intolerables para los insectos y las enfer
medades.
Los hombres de ciencia con quienes discut
esta teora no se inclinaban a concordar conmi
go, porque an pensaban que el tipo de suelo ,era un factor importante, y dudan que la expe
riencia fuera la misma con otros tipos de suelo
Yo pretendo que la nica condicin determinan
te, es la incorporacin de grandes cantidades de
materia orgnica en el suelo superficial; que
cualquier otro tipo de suelo tratado as, dara re
sultados similares, siempre que las otras condicio
nes no fueran menos favorables que las de las ex
periencias de 1940. (Puedo decir verdicamente que
desde el 12 de julio de 1940, hasta que llegaron las
heladas, las condiciones fueron tales, que fu
necesario abandonar muchas otras plantaciones de
porotos en el vecindario donde prosperaron los
mos.)
XIII
LABRANZA SIN MALAS HIERBAS
E doy cuenta cabal, de que parece fantsti

camente imposible decir que alguna vez podremos
hacer labranza sin la molestia de las malas hier
bas. Tantas generaciones de agricultores han estado atareadas con las malezas, que se las da por
concedidas. En todos nuestros planes de labranza
hemos considerado que los yuyos son un mal ne
cesario. Y los moralistas an pueden considerar
que son una bendicin, porque el trabajo nece
sario para frenar su crecimiento, mantiene a los
agricultores alejados del mal.
En esa forma irreflexiva, hemos aceptado)
a las malas hierbas como algo inevitable. Tal vez.
puedan ser ms vulnerables de lo que creemos.
Al igual que todo ser viviente, cada mala hierba
como individuo, debe morir en cierta poca. Ninguna es eterna, aunque algunas especies sobreviven varios aos cuando no se las molesta. Cada
226
especie debe tener la oportunidad de reproducirse

para perpetuarse. Si se impide la reproduccin, h
especie puede extinguirse.
Ocurre que la mayora de las malas hierbas
causantes de desazones en la labranza son anua
les. es decir, que cada ao deben originarse de semillias de la generacin precedente. Desde que
estos yuyos se propagan por semilla, es obvio que
el mtodo ms seguro para eliminarlas del terre
no de labranza, consiste en impedir que maduren.
Nadie negar esta afirmacin, pero, todo el mun
do sabe que aunque el problema parezca plan
teado con tanta lgica, la solucin no es tan sim
ple. Todos conocemos la constancia del trabajo
de los agricultores, ao tras ao, para mantener
sus tierras libres de maciega, y sin embargo, aun
en el terreno del agricultor ms cuidadoso, se pro
pagan los yuyos. Sin embargo, esa misma cir
cunstancia no es tan misteriosa como aparenta
ser. Sin darnos cuenta de que lo hacamos, cada
vez que arbamos la tierra enterrbamos semi
llas para recuperarlas en el futuro. Podemos cul
tivar el maizal, mientras el cultivador pueda pa
sar encima de las plantas de maz sin daarlas,
pero tenemos que interrumpir el cultivo tan pron
to como el carpidor destroce los tallos. Despus
que cesa el cultivo, transcurre un perodo de va
rias semanas, durante las cuales todos los yuyos
que escaparon a las carpidas pueden madurar. To
dos ellos semillan. Existe adems la posibilidad
227
de que en el ltimo cultivo el carpidor haya trado

a una posicin favorable, a semillas que germina
rn, y a su vez semillarn en la media luz del um
broso maizal. Si nos damos cuenta que las malezas
realizan su labor ms eficaz para perpetuarse,
despus que nos vemos obligados a interrumpir la
tentativa de lucha contra ellas en el terreno, ser
menos misterioso el saber cmo se las arreglan
para no extinguirse.
Si se ara el terreno despus de cosechar el
maz, el arado puede enterrar millones semi
llas por acre, pero tambin trae a la superficie
millones de semillas enterradas por las aradas pre
cedentes. Hasta puede suceder que las que esta
vez trae a la superficie el arado, sean las que en
terr tres aos atrs, despus de la siega del fo
rraje. Aunque despus de la siega del heno, el
terreno quedara ocioso fu produciendo una do
cena de diferentes clases de plagas anuales para
los terrenos de labranza. Al cabo de tres aos de
enterradas las semillas estn listas para germinar;
ser necesario cultivar ms tarde el maz que se
siembre, para luchar contra las plantas originadas
de esas semillas.
Luego, cada vez que aramos 1a tierra, for
mamos una reserva de semillas de malezas, que
resucitamos con la arada siguiente. As se crea
un crculo vicioso. Mientras continuemos con
r'estro sistema de arar el terreno, a menos que
adoptemos medidas drsticas para tener a raya a
228
las malezas, lo que hacemos es anular continua

mente toda labor buena iniciada a continuacin
de la arada precedente. Puede repetirse que so
mos las victimas de nuestro propio sistema de ma
nejar el suelo.
Es necesario que no persistan tales condicio
nes. En verdad, podemos impedir casi brusca
mente la propagacin de malezas anuales en nues
tros campos, si decidimos no alternar cada pocos
aos nuestra base de operaciones. Evitaremos
crear condiciones favorables para que germinen
las semillas que enterramos con la ltima arada,
si las dejamos en paz donde estn. Por otra parte,
las semillas cuya germinacin favorece la accin
le disquear la cubierta de abono verde, pueden
ser tenidas a raya con razonable facilidad.
Sin embargo, no debe suponerse que se eli
mina del todo la probabilidad de que crezcan maezas en una propiedad manejada correctamente,
perqu muchas veces el viento y los pjaros
transportan frutos y semillas. El xito presupone
la aplicacin de medidas de control por parte de
codos los agricultores y en un rea de gran exten
sion. Por igual, razn, no deben quedar .fuera de
a cuenta las parcelas escolares, los campos p
blicos, y todos los otros predios similares. El ex
terminio de las malezas en una sola propiedad,
dar resultados muy positivos, pero mienfras las
propiedades que la rodean estn considerablemen
te contaminadas, el trabajo de exterminio no pue-
229
de interrumpirse. He aqu mis sugestionas para

extirpar las malas hierbas:
Simbrese el terreno con una cosecha de abo
no verde; en otoo ser de centeno, y en prima
vera una que convenga para el verano. Djese
crecer la sementera hasta que el abono verde al
cance la altura necesaria para incorporarla con el
equipo de que se dispone. Si las malezas que cre
cen en el sembrado de abono verde empiezan _ a
florecer, es necesario e importante que el abono
verde se incorpore al terreno de inmediato. Sin
embargo, son pocas las malezas que florecen con
suficiente rapidez, como para apresurar la incor
poracin del abono verde. Bajo las condiciones co
munes de labranza vigentes en la regin hmeda,
del pas, ser posible obtener una cosecha de in
vierno y otra de verano para incorporar al suelo
junto con las malezas sin semillar, y en poco*
tiempo se habr conseguido de nuevo la fertilidad
del suelo, al mismo tiempo que se ayuda al terre
no para que se desembarace de las malezas, quie
nes a su vez, crean la necesidad de carpir y culti
var los sembrados y las plantaciones.
Si en esta discusin se mencion el centeno a
menudo y en forma destacada, no es porque sea
el nico abono verde conveniente, sino porque se
adapta a la mayor parte del pas, mejor que cual
quiera de las sementeras de invierno. Se pueden
emplear con xito muchas otras mieses, que debe
rn usarse en las regiones donde dan tan bien o
230
La insensatez del labrador
mejor que el centeno. Tambin pueden variarse

las de verano para adaptarlas al clima de la bille
tera del agricultor. Si un chacarero tiene semilla
de mijo, sera una mala poltica de su parte, can
jearla por porotos de soja para sembrarlos como
abono verded de verano. Recurdese que si en lu
gar de enterrar el abono verde con el arado, se lo
disquea en la parte superficial del suelo, no se
necesita que sea una leguminosa, para utilizar a
fondo el nitrgeno atmosfrico; por lo tanto^ no
existe una razn para preferir una leguminosa
como abono verde. Si el agricultor no tiene nin
guna clase de semilla, y el terreno est cubierto de
maciega, puede disquearla antes de que florezca;
en esa forma tiene material orgnico apropiado.
Cuando se disquee la maciega, toda la parte de
ella que se pudra, ser ventajosa, y mejorar el
suelo para la cosecha de abono verde por venir.
Es imposible determinar de antemano cun
tas cosechas de abono verde habr que incoi porar al suelo, para que el terreno se ennegrezca
otra vez; lo que hay que hacer, es continuar hasta
que se consiga eso. Debern emplearse en rpida
sucesin abonos verdes de invierno y verano,
hasta que el suelo llegue a ser sumamente gra
nuloso y absorbente. Tambin es difcil predecir
cuntas veces ser necesario incorporar al terreno
las malezas sin madurar, antes de que las semen
teras de abono verde se vean libres de malas
hierbas, pero con el tiempo se alcanzar el estado
231
que se desea. Como los disqueos sucesivos, slo

afectan a las mismas pocas pulgadas de suelo, se
conseguir que brote hasta la ltima semilla con
tenida en l. Si ms adelante crecen yuyos, se de
ber a las semillas que lleva el viento, o las
que llegan al terreno en tratamiento, tradas por
otros medios de transporte.
Si se supone que las malezas pueden ser teni
das a raya, tambin puede pronosticarse la supre
sin de muchos trabajos de labranza. Si puede
dominarse a las malezas en una forma tal que no
compitan con las plantaciones en el consumo de la
provisin alimenticia del suelo, va sin decir, que
no sern necesarios los cultivos y las carpidas.
Para justificar esta previsin existen razones im
portantes, entre las cuales sta es la ms evidente:
puesto que las races de las plantas siempre tien
den a desarrollarse muy cerca de la superficie
del suelo, el cultivo no puede hacerse sin cortar estas
races. La destruccin de las races, en ninguna
manera beneficia a la planta misma; por lo tanto si
las plantas no sufren la competencia de
los yuyos, la supresin del cultivo ser obliga
toria.
Plabitualmcnte se espacian los surcos a la
distancia de tres a seis pies, y en parte, eso se
hace para permitir la destruccin de las malezas
que crecen entre los surcos. Si se sabe de ante
mano que van a brotar pocos yuyos, es obvio
que puede disminuirse el espacio que separa a.
232
los surcos hasta un mnimo compatible con la'

disponibilidad de alimento que existe en el suelo.
Por lo comn, las plantas en el surco se colocan
a una distancia menor que la que separa a los
surcos entre s. Las papas se plantan a la dis
tancia de doce a dieciocho pulgadas en el surco,
y los surcos se especian de tres a cuatro pies.
Si no se interponen las malezas, las papas pue
den plantarse juiciosamente a no ms de dieciocho
pulgadas en ambas direcciones. La distribucin
ideal, sera espaciar las plantas nada ms que lo
sufiicente para que sus races ocuparan totalmen
te los intervalos que deben existir entre ellas. En
esa forma se impedira la prdida de alimento que
la descomposicin pone en libertad dentro de un
suelo donde no hay races que lo absorban.
A esta altura, vale la pena tomar en consi
deracin un hecho importante. Las plantas al cre
cer toman del suelo en peso, nada ms que una
dcima parte del material que extraen del agua
y del aire; esa misma proporcin se mantiene en
la composicin de su substancia cuanto estn se
cas. Por, lo tanto, en cien bushels de maz que
pesan aproximadamente 2800 kilos, el suelo habr
contribuido con 280 kilos ms o menos. Si todos los
cien bushels fueran el rendimiento de un acre, el
grano por si mismo solo habra extrado de ese acre
280 kilos de material. Si se quemaran cien
kilos de maz las cenizas resultantes pesaran al
rededor de 280 kilos. Evidentemente se deduce
233
que las cosechas no pueden agotar al terreno en forma

indebida. Si como se indic en el captulo undcimo,
podemos utilizar los cidos del suelo originados en el
proceso de descomposicin de la materia orgnica
para disolver minerales, y a las bacterias nativas del
suelo para incorporarle el nitrgeno atmosfrico,
podremos producir cose
chas varias veces ms abundantes que las actuales;
esto apenas si es un asunto de tcnica juiciosa.
Manejado correctamente, el terreno de labranza
puede bastarse a si mismo casi en la misma forma
en que se ha bastado el suelo de la campia natu
ral, porque cuando se lo administra correctamen
te, el terreno de labranza se mantiene aproxima
damente en el mismo estado en que est siempre
el suelo en la naturaleza.
De las reoras que se exponen en este captu
lo todava no se ha dado una demostracin com
pleta, pero actualmente estn en marcha expe
riencias con el fin de probar las afirmaciones que
se hacen aqu. Ahora no puede predecirse cuando
estarn terminadas, puesto que no tenemos una
base para saber positivamente, cuanto tiempo se
necesitar para agotar la existencia de semillas de
malezas en las pocas pulgadas superficiales del
suelo, o cuando comenzar el suelo a ennegre
cerse de nuevo. Sospecho que se necesitarn de
dos a cinco aos. En ese nterin, se plantarn y
se disquearn, antes de que florezcan las malezas,
234
dos cosechas sucesivas de abono verde cada ao.

Recin entonces, estaremos en situacin de hablar
del cuando lo mismo que como exterminar
para siempre a las malas hierbas.
XIV
LA MADRE TIERRA PUEDE SONREIR

DE NUEVO
captulos precedentes, hemos demostra

do que el arado de vertedera, era el villano del
drama agrcola mundial. Aqu en los EE. UU.
es sospechoso de despilfarrar desde el piso del
surco, suficiente alimento vegetal como para sos
tener cosechas con las cuales podra alimentarse
a la mitad de la poblacin mundial. En otros pa
ses el record no est definido con tanta, clari
dad, pero en ninguna otra parte las vertederas que
se usan en general, alcanzan el tamao que es co
mn en los EE. UU. Cuanto ms grande y me
jor es el arado, ms desvastadores son sus efec
tos.
El arado ser justipreciado asi oficialmente,
eso ocurrir con el tiempo, y entonces la agricul
tura americana pasar por una revisin drstica.
Apenas si es posible pintar o insinuar una acuare
la en trminos ms fieles, que la perspectiva de
En
los
236
dehesas ms verdes en todas partes. Con ese esp

ritu pues, emprendo ahora la prediccin de algu
nos cambios que provocar el nuevo esquema
agrcola.
Literalmente, los prados del pas sern ms
verdes, las mieses crecern con un aspecto mejor,
y la atencin que deber prestrseles, ser incon
mensurablemente menor que la que se les prestaba
por lo comn en el pasado. De nuevo, y en igual
medida, nuestros alimentos tendrn la misma
abundancia de vitaminas y minerales que tuvieron
a ites del arado; y en consecuencia, indudablemen
te jiuestxa_saludsrajm
tensiones provocadas por la civilizacin, y nuestias vidas sern ms cmodas.
Este es el lado favorable del cuadro. Es ad
misible deducir de la experiencia histrica, que to
da la gente no se beneficiar por igual, especial
mente en las fases iniciales del cambio. Una
transformacin tecnolgica, siempre trae apare
ad os ajustes defectuosos temporarios, que desde
uv- punto de vista individual, hasta pueden ser
ci nsiderados verdaderos desastres. Por eso, cuand'iniciemos la aplicacin de nuestros nuevos prin
cipios agrcolas, que significan la cooperacin con
las fuerzas eternas del crecimiento, en contra de
las cuales actuamos hasta aqu, mucha gente se
ver afectada adversamente. La posicin de al
gunos llegar a ser del todo insostenible, hasta que
LA MADRE TIERRA PUEDE SONRER DE NUEVO
237
la sabidura del gobierno encuentre una solucin

satisfactoria.
La confusin ms rpida y perceptible ocu
rrir en el campo econmico, o ms especfica
mente, en la estructura de los precios de los
productos de las explotaciones agrcolas que nc
han avanzado en el sentido del cambio. Tan pronto
como lleguen a los mercados, cosechas varias ve
ces mayores que nuestros promedios habituales
por acre, los precios declinarn. Esto no signifi
car necesariamente que los perdidosos vayan a
ser los que practican la nueva agronoma; sus
costos de produccin sern tan bajos, que su po
sicin mejorar grandemente. Sin embargo eso
significa que los que no se beneficien con los nue
vos mtodos, sufrirn, y los que ahora considera
mos productores marginales, lo perdern todo.
Adems, ser necesario analizar cor un pen
samiento renovado, a la as llamada, conoma
de la abundancia. Existe algo as como un lmite
mximo de la cantidad de alimento que pueden
consumir la poblacin de los EE. UU., y las po
blaciones actualmente desnutridas de las otras par
tes del mundo. Por esa razn, cuando los nuevos
mtodos agrcolas tengan una aplicacin general,
tal vez sea necesario reducir la superficie dedicada
a la produccin de alimentos primordiales. Tam
poco es del todo improbable que si el. terreno
tratado con los nuevos mtodos, el primer ao
produjo cinco veces ms, produzca el segundo ao
238
LA INSENSATEZ DELLABRADOR
diez veces ms. De modo que tales posibilidades,

excluyen la previsin de una curva econmica del
todc eficiente, mediante la reduccin del rea
sembrada. Qu hara el granjero, con los acres
que le quit al cultivo de una cosecha determina
da? Hasta ahora, se le aconseja que dedique el
exceso de superficie, a la produccin de mejoradores del terreno. Si se recuerda el principio*
bsico del nuevo mtodo agrcola propuesto en es
te libro, se ver con claridad que los antiguos m
todos de mejoramiento no tendran aplicacin.
De ah, que se presente un impasse, si se recu
rre a los mtodos tradicionales para hacer frente
a un exceso de produccin.
El resultado, en parte, ser que los magos de
la qumica tendrn una oportunidad para poner
manos a la obra, y encontrar el empleo econmico
de las grandes superficies que en el futuro ya no
sern necesarias para producir alimentos. Puesto
que si se emplean los mtodos que propone este li
bro, el terreno producir materias primas al
costo de una simple fraccin del costo previo, I09
qumicos vern abrirse ante si vastas oportunidadades para perfeccionar y producir incontables
mercaderas y artculos, para los cuales pronto
habr un mercado entre productores y consumi
dores de artculos manufacturados.
Adems, debe recordarse en relacin con es
to, que hemos estado viviendo literalmente de
tiempo prestado. Considrese a que velocidad se
LA MADRE TIERRA PUEDE SONREIR DE NUEVO
239
han explotado los bosques. Si hemos gastado mu

cha ms madera que la que la naturaleza nos per
mite emplear para cosas tradicionales que cono
cemos, es probable que los nuevos usos que se ha
cen de la madera, y que se desarrollaron en los
ltimos diez aos, agoten nuestros bosques a una
velocidad todava mayor. El porvenir de los ma
teriales hechos a base de madera, est muy nti
mamente ligado con la perspectiva de tener super
ficies que puedan ser devueltas a los bosques,
gracias a que, mediante los nuevos mtodos agr
colas, habr disponibles tierras que hoy se desti
nan a producir alimentos primordiales.
Tambin hemos sido manirrotos al distribuir
las reservas de petrleo. El pensamiento .de que
nuestras grandes reservas de hulla puedan suplementar a nuestras reservas menguantes de petr
leo, apenas si es tan afortunado como pensar que
nuestros excesos de tierra puedan destinarse a
la produccin de materiales fcilmente destilables
para combustibles, y de esto se desprende e co
rolario de que el desecho de las retortas de las
destileras, puede volver a la tierra como ferti
lizante. Entonces, pasaremos por una experiencia,
por la que el mundo jams pas en lo que se re
fiere al suelo; cosechar anualmente sin que ste
pierda sus virtudes. Eorque ahora, segn se des
prende del contenido de este libro, se pondr en
claro que cosechando se construye suelo en lugar
de destruirlo.
240
Otras influencias actuarn para modificai?

el paisaje Americano. Con la invencin de equipos
mecnicos convenientes para que el habitante sub
urbano los emplee en el lugar donde est su mora
da, con la intencin de conseguir los alimentos
que necesita su familia, se puede esperar que las
poblaciones urbanas, se transformen apacible
mente en comunidades suburbanas. En esto, como
es natural, no hay nada de nuevo, si se excepta
que lo que hasta ahora fu un capricho que poda
proporcionarse el que tena una posicin econ
mica buena, estar al alcance de la mayora. De
ese modo, la descentralizacin de las poblaciones
que los industrialistas alientan por razones de efi^ncia y de salud individual, y las autoridades
militares por exigencias de la defensa nacional,
bien puede llegar a ser una realidad. Nos evita
mos discutir los efectos beneficiosos sobre la ci
vilizacin Americana, porque estn a la vista con
toda claridad.
No basta que tengamos en vista provisiones
de alimentos suficientes para eliminar la angustia
histrica, que la perspectiva de- los dficits siempre
cdus en el hombre. Produciendo alimentos ms
baratos, podremos avanzar ms, con el fin de
disminuir el costo del standard" de vida en el
mundo. Hasta ahora nos hemos jactado del alto
patrn de vida en Amrica. Pero no nos cuidamos
de interpretar esa pretensin nuestra, ai la luz del
costo de nuestra hazaa. En los altos costos de
LA MADRE TIERRA PUEDE SONRER DE NUEVO
241
nuestro standard de vida actual, figuran en lu

gar prominente los alimentos y otros productos
agrcolas. Adems existe una relacin estrecha
entre el costo del pan del hombre, y el de cualquie
ra otra cosa que produce. A pesar de que los eco
nomistas y humanitaristas repudian la teora de
los salarios basados en el costo de las subsisten
cias fv justamente por eso), tal vez no se haya de- ^
dicado bastante atencin, a los desembolsos. desporcionados que exigen los productos del suelo,
y a la relacin de estos con el costo de la mano de
obra, en cada otro campo de la actividad humana.
Si fuera posible descartar todos los. otros
beneficios derivados de un mtodo agrcola revi
talizado, todava habra uno atrayente, y este es
el bienestar fsico del hombre mismo. Los ali
mentos son la fuente de las vitaminas, protenas,
hidratos de carbono, grasas y minerales, gracias a
los cuales el hombre vive. Este, prospera o vive
enfermizo, proporcionalmente a la disponibilidad
de esos factores esenciales en los alimentos que le
proporcionan las chacras y las huertas del campo.
Tanto los agrnomos como los dietlogos, saben
que un suelo donde se agotaron esos facv.ores, pro
duce alimentos carentes de los productos finales
que exigen los seres humanos. No es mucho es
perar, que si se le devuelven a nuestras tierras los
ingredientes vitales necesarios para producir co-'
sechas lozanas, suculentas, vigorosas y saludables,
pueda elevarse enormemente la vitalidad del hom-
242
bre, se puedan reducir o eliminar las enfermedades

por deficiencias, y se pueda prolongar la duracin
de la vida.
Aunque no se tuviera en cuenta ningn otro
resultado, este slo, justificara la necesidad de
una nueva agricultura, que en realidad es muy
antigua.
FIN
I N D I C E
Pags.
Captulo
I.
II.
Margen de error
Que es suelo................................................
29
III.
El suelo no se erosiona
49
Tradiciones del arado .
69
V.
Investigacin : Sin padrinos..

formal
VI.
VII.
VIII.
................................................
In-
. 87
Prueba en escala de campo
105
Suelo a mquina.........................................
129
El rey tiempo destronado .
149
IX.
La falsedad del drenaje subterrne
165
X.
Qu hay sobre tipos de suelo? ,
181
197
XI.
Hulla para Newcastle . .
XII.
Las plagas hacen mutis
213
XIII.
Labranza sin malas hierbas
225
XIV.
La madre tierra puede sonrer de nuevo
235

La Insensatez Del Labrador - Edward Faulkner PDF

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

La Insensatez Del Labrador - Edward Faulkner PDF

Cargado por

Información del documento

Título original

Derechos de autor

Formatos disponibles

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Formatos disponibles

La Insensatez Del Labrador - Edward Faulkner PDF

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

EDWARD H.

agricultores de hoy se les paga

para que trabajen en favor del suelo,

mucha ayuda en esta .

libro se propone demostrar sucintamen

materia orgnica en la superficie del suelo, y no

mensa de trminos tcnicos, como consecuencia de

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

blemas y los esfuerzos dispendiosos de tiempo y

ses que llamamos atrasados, pueden producir sin

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

pueda encontrarse en el estudio comparativo de

cosa construida con materiales de desecho'. Poca

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

mente, que ningn animal puede subsistir sola

Adems, es necesario decir que en la pi. e tica ea

LA INSENSATEZ DEL LABRADOS

no se tomen del todo en consideracin las posibi

fueron ms que expedientes cautelosos, en lugar

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

material absorbente, se agota el agua de las capas

naturaleza ocurre una transferencia de los com

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

As, sutilmente, Sears nos llam la atencin

inteligencia, el trabajo necesario para volver a

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

empl< a en el cultivo de la tierra. En verdad, si

agua y los lagos naturales, adems de sepultar

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

El alimento para los vegetales perdido por lixi

De paso, la urgencia de la situacin que se refleja

terrneo y el arado de vertedera, son sospechosos

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

hayamos dado cuenta. Yo necesit siete aos para

L a p r i m e r a estacin agrcola experimental en

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

Un cortejo como se, de esfuerzo organiza

neamente a la orden que se le da. Apretad simple

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

Y como es natural, se supondr que un arte

acuerdo en que, frente a todos nuestros esfuerzos

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

causa. Vea cmo las malezas comunes ocultaban

A menos de que se la corte o destronque, la

Empleando expresiones de la vida actual, la agra

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

la mayor parte de los minerales que emplean las

afirmacin aparenta estar en desacuerdo con

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

ca de helchos, para plantarlos en algn rincn

chitas pero tan verdes como siempre. Sumerg

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

taron cada vez y en cada acre, ms de 10.000

contactos capilares que haba roto el disqueo.

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR

di agua. La columna de suelo comprimido por

el terreno porque estaba mojado, y varias veces

LA INSENSATEZ DEL LABRADOR