Antonio González
Antonio González
Antonio González
a la idea de la unidad del gnero humano. Esta idea puede ser ciertamente utilizada para
legitimar imperios, pero tambin (y esto le interesa enormemente a la teologa de la liberacin)
para denunciar la escisin profunda que el abismo entre ricos y pobres, bajo el ropaje de los
Estados nacionales, produce en la nica humanidad (p.44).
Por lo tanto, para Gonzlez, una teologa de la liberacin que reflexione sobre la Trinidad debe
abordar sobre todo tres problemas: a) La relacin entre la doctrina de la Trinidad y la liberacin
socio-poltica. b) La cuestin del carcter personal de las tres hipstasis divinas y la posibilidad
de pensar este carcter prescindiendo de la idea de sujeto. c) La unidad de la Trinidad ms all
de la unidad de sustancia y sujeto.
El punto de partida de la teologa de la liberacin
Se trata aqu de establecer los principios hermenuticos de la teologa de la liberacin, que son,
segn Gustavo Gutirrez, el mtodo teolgico y la perspectiva del pobre.
En cuanto al primero, debe decirse que tiene las siguientes caractersticas:
a) Primado de la realidad. Es decir, la realidad est por encima del sentido de la fe, es sobre lo
que sta se funda; est tambin por encima de la verdad de la religin cristiana, la cual es
secundaria, en cuanto accesible y revelada a la inteligencia humana. Por lo tanto, propone que la
realidad no se concibe como razn o logos, sino como inteligencia sentiente (p.52). Por eso,
citando a Zubiri, dice: lo metafsico no se define como lo que est ms all de las cosas
sensibles, sino en estas cosas mismas en su apertura trascendental (p.52).
Por lo tanto, siguiendo este esquema, la Trinidad es primero una realidad, recin luego es una
doctrina sobre esta realidad (por eso Boff distingue entre la realidad de Dios y su revelacin).
Esto abre a la posibilidad del dilogo interreligioso, al descubrir que en otras religiones hay
revelaciones parciales de la Trinidad. No importa tanto adecuarse al dogma cuanto que conocer
reverencialmente cmo es Dios mismo. Pero como hay que usar conceptos, Gonzlez hace una
salvedad: ninguno de nuestros conceptos puede pretender agotar el misterio, de manera que la
palabra sobre la Trinidad surge de y remite a la adoracin y al silencio orante (p.56).
b) Primado de la praxis. La revelacin histrica de este Dios presente en su creacin no tiene
como objeto simplemente darnos a conocer algo que no conocamos y aumentar nuestro
conocimiento sobre su realidad, sino que su revelacin ha acontecido en funcin de nuestra
salvacin. Por eso mismo, en la accin misma de salvar a su pueblo Dios dice quin es el que l
es, lo dice salvando (p.58).
3
Esto cree Gonzlez- puede deberse a una de las crticas que Boff le hace a Moltmann sobre el
dolor de la cruz eternizado en Trinidad, con el cual no concuerda. Puede ser ste un factor que
hizo que Boff no desarrolle explcitamente cmo la Trinidad asume en forma liberadora las
miserias de la historia en la vida divina. De hecho, para Boff, afirmar el dolor de Dios podra
significar solamente eternizarlo y as justificarlo. Este es para Boff el principal peligro de la
teologa de la cruz de Moltmann (p.95). Segn Boff, siguiendo la misma lgica se podran
eternizar todos los actos humanos de Jess, hasta los ms irrelevantes. Por otro lado, Gonzlez
se pregunta si Boff llega a pensar la encarnacin hasta sus ltimas consecuencias o si, ms
bien, permanece preso de las categoras filosficas griegas que presuponen a priori la
impasibilidad de Dios (p.104).
Gonzlez no ve, desde una ptica de la teologa de la liberacin un vnculo claro entre la
resurreccin de Jess y los pobres, tal como la expone Boff: cuando Boff se pregunta en su
cristologa dnde encontramos a Cristo resucitado hoy nos habla principalmente del cosmos,
del 'hombre', de los cristianos o de la Iglesia, sin que los pobres [...] jueguen ningn papel
sistemtico" (p.99). Porque para que sea una verdadera teologa de la liberacin, sta debiera
cumplir dos condiciones: mostrar que Dios verdaderamente asume solidariamente el dolor de
los pobres y mostrar que Dios puede liberar de ese dolor (p.106).
La economa trinitaria de la liberacin
Para pensarla se parte de la historia de la salvacin y, particularmente, del hecho y el sentido de
la encarnacin del Hijo: partir de la historia de Dios con los pobres. El sentido ltimo -dice
Gonzlez- de la encarnacin no es la pasin sino la libre comunicacin de Dios con su creacin
(p.115). Cuando Dios se ha hecho corporalmente presente en la historia, lo ha hecho al lado de
los pobres de Israel, lo cual es muy subrayado por el evangelista Lucas.
Por eso, el sentido fundamental de la misin de Jess no es la gloria y dominacin del Padre,
como quiere Pannenberg, sino el amor de Dios al mundo. Si ese amor llega hasta la entrega del
Hijo, es que el amor con que Dios ama al mundo es el mismo amor intratrinitario[...] y en ese
amor del Padre es dnde el Hijo quiere introducir a todos los hombres (p.119).
Con respecto al Espritu Santo, dice Gonzlez: Tanto en el bautismo de Jess como en el envo
del Hijo a los pobres y oprimidos (Lc 4), el Espritu aparece como mediador entre el Padre y el
Hijo, como aqul cuya finalidad es que Jess entre en la historia de los hombres cumpliendo los
frutos de su misin (p.120).
6
Al mismo tiempo, el Espritu acta en los creyentes de dos maneras. En primer lugar, por el
Espritu, los cristianos pueden reproducir la praxis de Jess en su seguimiento. En segundo
lugar, el Espritu acta en la historia con los medios de la pobreza, donde queda de manifiesto
que Dios ha escogido lo dbil de este mundo para manifestar su poder.
Acerca de una visin trinitaria de la creacin y de la escatologa, Gonzlez, despus de criticar
teologas donde la creacin aparece como simplemente un acto eficiente de Dios, se inclina ms
por una visin de la creacin donde sta es una plasmacin ad extra de la propia vida trinitaria,
en cuanto que para l el amor que une a las personas divinas es el mismo amor con el que Dios
ama al mundo (p.133). Por lo tanto, la creacin no es de ninguna manera obra de una nica
sustancia, sino una creacin de las personas y slo de las personas en sus formas propias de
actuacin, por eso nosotros seramos ms bien el don de cada una de las personas en sus
relaciones mutuas (p.140).
Como conclusin de esta primera parte dice Gonzlez que lo principal ha sido mostrar que la
idea de la Trinidad como simple "modelo" no es la funcin primaria de la misma, sino ms bien
la formulacin creyente de la experiencia de un Dios que se ha comprometido radicalmente y en
su misma realidad con la historia humana por medio del Hijo y del Espritu (p.141).