Iñaki Reguera - La Brujeria Vasca en La Edad Moderna PDF
Iñaki Reguera - La Brujeria Vasca en La Edad Moderna PDF
Iñaki Reguera - La Brujeria Vasca en La Edad Moderna PDF
La brujera vasca en
la Edad Moderna:
aquelarres, hechicera y
curanderismo
(Basque Witchcraft in the
Modern Ages: aquelarres,
witchcraft and quackery)
Reguera, Iaki
Univ. del Pas Vasco (UPV/EHU). Fac. de Letras. Dpto. de Historia
Medieval, Moderna y de Amrica. P de la Universidad, 5.
01006 Vitoria-Gasteiz
jesusignacio.reguera@ehu.es
BIBLID [ISBN: 978-84-8419-238-1 (2012); 240-283]
1. Los acontecimientos
La persecucin de la brujera en Europa durante la Edad Moderna envi a numerosas personas a la muerte. Estos hechos brujescos afectaron a las regiones de
la cordillera pirenaica, muy especialmente a la montaa de Navarra, a las estribaciones del Pirineo atlntico y a los territorios del Cantbrico oriental, teniendo
una fuerte presencia en la geografa vasca, donde destacaron algunos brotes o
complicidades de brujas1. Los Inquisidores de Logroo escriban que haba des1. La brujera en los territorios pirenaicos ha sido estudiada por varios autores. Para la zona francesa destacan trabajos como los de BORDES, F. Sorciers et sorcires: Procs de sorcellerie en Gascogne et Pays
Basque. Privat, 1999 (edicin espaola: Brujos y Brujas. Procesos de brujera en Gascua y en el Pas Vasco.
Madrid: Jaguar, 2006; DESPLAT, Christian. Sorcires et diables en Gascogne (fin XIVe - dbut XIXe sicles.
Toulouse: Cairn ditions, 2001; ROQUES, Patrice. Sorcellerie et superstitions dans les Pyrnes centrales
du XVIe au XIXe sicle. Nimes: C. Lacour, 2002. Para Catalua BLZQUEZ, J. La Inquisicin en Catalua.
El Tribunal del Santo Oficio de Barcelona, 1487-1820. Toledo: Arcano, 1990; DE LA TORRE DAZ, Jos Luis.
Bruxeria i supersticin en la Inquisici catalana. En: LAvenc, 61, 1983; El delito de brujera en el Tribunal de la Inquisicin de Barcelona durante el siglo XVII. En: I Congreso dHistoria Moderna de Catalunya.
Barcelona, 1984; ALCOBERRO, A. El segle de les bruixes (segle XVII). Barcelona: Barcanova, 1992. Para
Aragn GARI LACRUZ, A. Los aquelarres en los documentos y en la tradicin oral. En: Temas de Antropologa Aragonesa, 4, 1993; pp. 241-261; Los procesos de brujera en el Pirineo Central en la Edad Moderna. En: Temas de Antropologa Aragonesa, 14, 2004; pp. 7-36; Brujera e Inquisicin en Aragn. Editorial Delsan, 2007; Brujera en los Pirineos (Siglos XIII al XVII). Aproximacin a su historia. En: Cuadernos
de Etnologa y Etnografa de Navarra, 85, 2010; pp. 317-354; TAUSIET CARLES, M. La imagen del sabbat en la Espaa de los siglos XVI y XVII a travs de los tratados sobre brujera y supersticin. En: Historia Social, 17, 1993; pp. 3-20; Brujera y supersticin en Aragn en el siglo XVI. Zaragoza: Instituto Fernando el Catlico, 2000; Ponzoa en los ojos: brujera y supersticin en Aragn en el siglo XVI. Madrid:
Turner, 2004. Para Navarra CARO BAROJA, Julio. De nuevo sobre la Brujera. En: Prncipe de Viana, n
30, 1969: pp. 265-328; IDOATE, Florencio. Un documento de la Inquisicin sobre la brujera en Navarra.
Pamplona: Aranzadi, 1972. La relacin de los hechos de brujera en territorio vasco existen diversas publicaciones: CARO BAROJA, J. Las brujas y su mundo. Madrid, 1961; Brujera vasca. San Sebastin: Txertoa, 1980; HENNINGSEN, Gustav. El abogado de las brujas. Brujera Vasca e Inquisicin. Madrid: Alianza
Universidad, 1983; REGUERA, I. La Inquisicin espaola en el Pas Vasco. El tribunal de Calahorra, 15131570. San Sebastin, 1984; pp. 189-217; RILOVA, Carlos. Indicios para una Historia nocturna vasca. Brujas, brujos y paganos en el Pas Vasco de la Edad Moderna (1562-1763). En: Zainak. Cuadernos de Antropologa-Etnografa, n 28, 2006; pp. 449-463; Las ltimas brujas de Europa: acusaciones de brujera
en el Pas Vasco durante los siglos XVIII y XIX. En: Vasconia: Cuadernos de Historia-Geografa, n 32, 2002;
pp. 363-393; De nuevo sobre el tema de la brujera. El problema de la incredulidad en el siglo XVIII. En:
Historia social, n 38, 2000; pp. 17-34; Brujera en la comarca del Bidasoa: El problema de la incredulidad en el siglo XVIII. En: Vasconia. Cuadernos de Historia-Geografa, n 29, 1999; pp. 145-167.
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mones sobre la materia. Cuando exista sospecha de actividades herticas, los tribunales de la Inquisicin efectuaban una visita al rea afectada. La publicacin del
edicto de gracia abra el plazo de tiempo durante el cual podan confesar sus errores los afectados por alguna de las herejas y reconciliarse con la Iglesia a cambio de alguna penitencia, quedando a salvo de penas graves. Todo aqul que tuviera conocimiento de un acto de hereja estaba obligado a denunciarlo aunque
el implicado fuera padre, hijo o hermano, siendo entendido el silencio como indicio de complicidad. Con este mecanismo se extendi la sensacin de una invisible vigilancia, agravada con el riesgo de ser denunciado por cualquiera. La Inquisicin consigui imponer as la poltica de la presencia y la pedagoga del
miedo8. Con las denuncias afloraban los delitos y los reos. Concluida la Visita se
redactaba un informe, el cual era remitido al Consejo de la Inquisicin.
En Guipzcoa, tuvo un protagonismo especial la costa oriental de la provincia, pero en el interior tambin puede observarse puntualmente cierta intranquilidad, como ocurri en 1531 en las localidades de Cestona, Azpeitia y Azcoitia9. Ya en 1523 el inquisidor Ayala realiz pesquisas sobre la existencia de brujas
y hechiceras en la provincia10. En 1530 las juntas generales de Guipzcoa se alarmaron ante la existencia de brujas, nombrando una comisin para su persecucin
y castigo, por lo que se desplaz all el inquisidor Germn de Ugarte, que muri
poco despus en esta provincia11. Precisamente fue el ao 1531 cuando el Consejo de la Inquisicin envi una carta a los inquisidores de Calahorra recomendando
la intervencin, en los casos de brujera, de personas que supiesen la lengua vascongada12. Es ahora cuando se inici la costumbre de nombrar intrpretes para
ayudar en los interrogatorios a las brujas. En 1555 algunos pueblos de Guipzcoa
acusaron a varias personas y volvieron a reclamar una persecucin, aunque se encontraron con la reticencia del Consejo de la Inquisicin que consideraba que los
casos denunciados no estaban suficientemente comprobados13. En 1567 el inquisidor Moral inform de que seguan abundando los casos de brujera, supersticiones, hechiceras y adivinaciones en esta provincia14.
El edicto de gracia y la visita que realiz al Pas Vasco el inquisidor Alonso
Salazar Fras en 1611 destaparon unas concurridas juntas de brujas en Fuenterraba, aunque ocasionalmente se detectaron casos en diversas localidades, hacindose eco de ello las autoridades y las juntas generales. Este inquisidor escri8. BENNASSAR, B. Inquisicin espaola: poder poltico y control social. Barcelona, 1981; pp. 40-67.
9. AHN, Inquisicin, lib. 320, f. 380v.
10. AHN, Inquisicin, lib. 319, f. 43r-v.
11. AHN, Inquisicin, lib. 320, ff. 361v-362v y 371v-372r. Martnez Isasti, en su obra Compendio Histrico de Guipzcoa, escrita en 1625, escribe que el inquisidor Ugarte fue asesinado por las brujas: porque est averiguado que le mataron las malficas con veneno.
12. AHN, Inquisicin, lib. 320, f. 387r.
13. GUILHEM, C. La Inquisicin y la devaluacin del verbo femenino. En: BENNASSAR, B. La Inquisicin espaola, op. cit.; p. 201.
14. AHN, Inquisicin, lib. 785, f. 404r-v.
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cit un juez especial para castigar los delitos de hechicera y brujera. El asunto
alarm tanto a las autoridades que se trat en junta general de Guernica:
[] pues el delito es tan grave que comprende en s cualquiera gnero de encantacin,
hechicera y sortera e invocacin de demonios, cosa prohibida y defendida por leyes reales, con cuya arte e invocacin, acudiendo los brujos al demonio, hacen tan notables
daos en toda la tierra del dicho Seoro y fuera de l, que destruyen los frutos, campos
y mieses, y matan criaturas y hombres23.
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44. Hay que considerar que la mayora de edad no se alcanzaba en el Antiguo Rgimen hasta los veinticinco aos. Por otra parte, la documentacin de la poca empleaba la expresin una mujer vieja, un
hombre viejo para personas de 60 aos o ms.
45. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 21. Carta del inquisidor Alonso de Salazar Fras al inquisidor general, fechada en Logroo a 24 de marzo de 1612.
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[] untndola con un agua cara, pechos y debajo de los brazos, palmas de las manos y
plantas de los pies, diciendo oh demonio, en tu nombre me unto aqu y all, repitiendo
las palabras y renegando de dios y de la leche que mam y de todas las cosas de cristianos, y se iban por el aire.
Inesa fue tambin maestra de otros brujos, como Juanes de Oyarzabal50, Mara de Garbisu51, Sabadina de Echeto52 e Isabela de Gijn. Esta ltima relat que
un da Inesa la llev a su casa:
46. AHN, Inquisicin, Leg. 1679/2. Declaracin hecha a 25 de junio de 1611 en Amzaga, lugar cerca
de Araya, en la cuadrilla de Salvatierra.
47. Ibidem, f. 220v.
48. AHN, Inquisicin, leg.1679/2, f. 296r.
49. Ibidem, f. 504r.
50. Ibidem, f. 214r.
51. Ibidem, f.528r.
52. Ibidem, f. 206v.
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Mara Gmez, de diecisis aos, que asista a los aquelarres de San Sebastin, tambin comi algo que le dio su maestra Mara de Lucea: la dio un poco
de pescado y sta lo comi, y aquella siguiente noche estando dormida sta en
su cama la llev la susodicha por el aire a una montaa alta56.
Sabadina de Echeto tuvo dos maestras, su ta Inesa de Gajin y Catalina de
Echeberria:
[] quienes un da mircoles en casa de la morada de la dicha Inesa le dieron de almorzar
a sta y la dicha Catalina le dijo que aquella noche le haba de ayudar a cierto recado y
sta le respondi que no quera porque estaba de antes encontrado con ella, y luego la
dicha Inesa, su ta, le dijo que le haba de ayudar al dicho recado que ella tambin fuera,
y sta por complacer a la dicha su ta dijo que s lo hiciera; y as estando en cama la
misma noche en figura de gatos en el aposento donde dorma sta se le entraron las dichas Inesa de Gajin y Catalina de Echeberria, () y la dicha Inesa, su ta, le unt con unos
ungentos a sta en sus manos y rostro, y luego ella y la dicha Catalina de Echeberria por
los aires en camisa por la ventana le sacaron afuera de la dicha casera y le dejaron junto
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a ella y luego le trajeron los vestidos y sta se visti y a pie le llevaron todos como cerca
de la ermita de Santa Brbara donde vio que andaban muchos hombres y mujeres y muchachos57.
Gracia de Berrotaran confes que la hizo bruja Mara de Illarra, alias Mayora,
y fue al mismo aquelarre al que acudan otros miembros de la complicidad: la cogi en sus hombros y llev a sta por los aires ms hacia esta villa cerca de la ermita de Santa Brbara donde vio que andaban muchos hombres, mujeres, muchachos y mozas58. Gracia dijo que unos das despus fue llevada a otro aquelarre
distinto:
[] le tom en sus hombros y por los aires la llev a unos prados entre medias de la casa
que llaman de Ipistizu y el molino de Garaycoerrota donde as mismo vio que andaban muchos hombres y mujeres, muchachos y muchachas59.
La alavesa Mara de Ulibarri, de treinta y seis aos, natural de Maeztu y vecina de Corres, declar que su maestra fue Mara de Ondraita:
[] sac una calabaza de donde sac unos polvos y untos con los cuales le unt a esta
confesante pechos, vientre y espaldas, dicindole que no mentase el nombre de Jess ni
se encomendase a Dios ni a sus santos, y con esto salieron por las puertas de la casa de
la dicha Mara de Ondraita, dejndolas abiertas, y por el aire60.
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En cambio Mara de Ulibarri declar que slo iba tres veces cada ao: que
no se juntaban cada semana sino cada ao tres veces, como son la vspera de seor San Juan y vspera del seor San Pedro y la vspera de Nuestra Seora de Agosto,
y no ms72. Por el contrario, Mara Gmez dijo que acuda casi todos los das:
[] que despus que es bruja (), sta ha estado todas las noches en las dichas juntas, excepto los jueves y sbados de las tres primeras semanas que la hicieron bruja, porque despus ac la llevan y han llevado las noches aunque han sido muy pocas las que
la han dejado de llevar73.
De estas declaraciones se desprende que los aquelarres eran reuniones nocturnas, aunque en contadas ocasiones parecen celebrarse al atardecer o a plena
luz del da. Isabela de Gijn deca que su maestra la haba llevado por seis veces
a los aquelarres, siempre de noche, excepto una vez que la llev de da74.
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les reciba con gozo porque ellos aseguraban el relevo. La primera vez que Catalina de Guesala acudi al aquelarre del campo de Bretelanda, fue llevada ante el
diablo por su ta Mari Ochoa: qu os parece, qu presente os traigo. La contestacin del demonio fue: espero yo que vos ese presente y otros muchos me
traeris76 .
Catalina de Alonso relataba cmo su maestra la present en el aquelarre:
[] dijo al demonio seor, mire qu presente le traigo, y l le respondi bien, est
bien sta, y luego le dio ciertos dineros a la dicha su maestra quien le puso a sta de
rodillas delante del demonio y luego le dijo el dicho demonio a sta que renegase de
dios nuestro seor y de Santa Mara su madre y de todos los sacramentos de la iglesia
y santos del cielo y de sus padres y padrinos, y tom por su dios y seor a l y ofreci
de obedecerle dende en adelante, y luego le bes la mano izquierda y en el rabo levantada la cola77.
Como puede verse parte del ritual para los nefitos era la ceremonia de la
apostasa seguida del beso nefando. Catalina Fernndez de Lecea tambin hizo lo
propio: se hinc de rodillas y le bes debajo de la cola y en la mano izquierda.
Isabela de Gijn fue obligada a renegar por su maestra Inesa de Gajin: que si no
renegaba le haba de azotar y quemar, y de miedo luego sta reneg80. Otras jvenes tambin comentaron los mtodos violentos de esta maestra para obligarlas a renegar. Es el caso de Mara de Garbisu: la dicha Inesa le dijo que renegase
donde no que le quemaran en el fuego que all estaba, y sta de miedo que la quemasen reneg81. Los muchachos de Bermeo que declararon ir a los aquelarres
de Albniga declararon que las maestras decan al diablo, en lengua vascongada:
Seor, estos presentes os traemos para que los hagis esclavos y siervos vuestros y otro da os traeremos ms. A lo cual responda l con una voz spera algunas palabras roncas y espantables que los muchachos no entendan mas de que
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les solan decir las maestras que hiciesen lo que l les mandase porque prometa les dara muchas riquezas82.
Tras la ceremonia del reniego el diablo sola marcar a las brujas. Catalina de
Alonso explic brevemente este episodio del aquelarre: luego que reneg la marc
a sta en su brazo izquierdo83. La primera vez que asisti al aquelarre, a la edad
de diez aos, la anciana Mara Yanci fue marcada por el demonio en el ojo izquierdo84.
Catalina Fernndez de Lecea tambin recibi la misma marca del demonio:
[] le marc a sta en el ojo izquierdo con una cosa muy delgada que pareca como de
oro y le ech la mano por hacia las espaldas y con una ua le rompi el pellejo y carne
en sus espaldas, no se acuerda en cul, y de ella le sac sangre y cogi en una vasija.
Mara de Ulibarri dijo que el demonio le dio una como palmada, que no sabe
en qu forma, encima del hombro derecho, que qued con grande dolor, el cual
le dur ms de tres das. Despus dijo Mara que la pasaron por un fuego que
no quemaba dicindole que as eran las penas del infierno, que no hacan dao
alguno85.
Cmo era el demonio del aquelarre? Qu apariencia tomaba para mostrarse ante los asistentes? Todos coincidan en decir que los aquelarres eran presididos por el demonio, sentado en una silla, en figura de hombre o de cabrn, feo
y con voz ronca, con cuernos luminiscentes. Los testimonios que dieron los brujos
eran muy parecidos pero con alguna pequea variante. Magdalena de Eraso vio en
el aquelarre un demonio que presida en aquella junta en figura de hombre feo vestido de negro, que estaba con tres cuernos en la cabeza y del uno de ellos daba
luz muy clara86. Catalina Fernndez de Lecea dio una descripcin similar:
Estaba el demonio sentado en una silla en figura de hombre feo y negro con tres cuernos
en la cabeza, dos de ellos en los corneros y uno en la frente con el cual haca una luz muy
grande, ms clara que la luz de la luna, con la cual se conocan unos brujos a otros.
Mara de Ulibarri vio al demonio en figura de hombre, sentado en una silla, a su parecer parda, y vestido de entre pardo y negro, y en la cabeza tena dos
grandes cuernos87. Beltrn de Echegaray describi al demonio
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[] sentado en una silla de coro y l vestido de rojo en figura de hombre feo negro en su
rostro, que los ojos tena muy colorados con tres cuernos en su cabeza y del que tena en
medio alumbraba y daba luz88.
En cambio, preguntada Catalina de Guesala en qu figura estaba el demonio en el aquelarre, dijo que en figura de un rocn muy negro con unos cuernos,
asentado en una silla93.
Los muchachos de Bermeo decan que los llevaban a un sitio apartado
donde haba tres demonios:
[] a manera de tribunal estaban sentados tres diablos entre sillas feos y espantables,
y que el del medio era algo mayor y superior que los dems y l tena tres cuernos en la
frente y que con el del medio alumbraba en todos los dichos campos94.
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Incluso hubo alguna persona que estando fuera de las complicidades de brujos vieron alguno de estos bailes nocturnos. Tal es el caso de un hombre cuarenta
aos que dijo
[] que en una noche de verano sosegada y clara, viniendo solo, haba visto danzas y bailes que con grandes regocijos y saltos traan ciertas personas entre s a son de un rabel
o instrumento que les taan101.
En medio de tanto regocijo el demonio conoca carnalmente a los participantes del aquelarre. Segn algunos testimonios esta relacin sexual era dolorosa
97. La guitarra de esta poca sera de cuatro o cinco cuerdas y utilizada como instrumento de acompaamiento con la tcnica del rasgueado. Deca Sebastin de Covarrubias: es tan fcil de tocar que
no existe un campesino que no sea un guitarrista. El rabel fue un instrumento musical de cuerda frotada que se extendi mucho por la cordillera cantbrica. Covarrubias lo defina en su famoso Diccionario Tesoro de la Lengua Castellana o Espaola como Pequeo instrumento msico de cuerdas y arquillo,
y escriba: Usan de l los pastores, con que se entretienen. El tamborn se usaba en danzas populares y era un tambor pequeo que, colgado del brazo, se tocaba con un palo o baqueta y acompaando
generalmente al pito. El atabal era otro tambor pequeo que sola tocarse en las fiestas.
98. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 186r-v.
99. Ibidem, ff. 230v-231r.
100. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
101. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 21.
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o desagradable. Sabadina de Echeto, moza de diecisiete aos, dijo que tuvo cpula carnal con el demonio como unas veinte veces con instrumento y naturaleza disforme, de que le causaba gran dolor sin deleitacin ninguna102. Segn Mara de Ulibarri, el demonio copulaba indistintamente con mujeres y hombres, ante
la vista de todos. Ella slo tuvo una vez acceso carnal con el diablo por ser la comunicacin tan fea y de tan excesivo calor que le dijo al mismo demonio que no
lo haba de comunicar ms porque no lo poda sufrir103. Mara de Arce, bruja de
Galdames, declar
[] que ella haba tenido muy muchas veces conversacin con el demonio como si fuera con
hombre, algunas veces en figura de hombre y algunas veces en figura de cabrn, y que a su parecer el miembro del demonio era como de cabrn y muy grande, y que cuando tena aquella
cpula no reciban placer y que lo que echaba era cosa muy fra104.
Catalina Fernndez de Lecea fue desvirgada por el diablo la primera vez que
acudi al aquelarre. Declar que el demonio
[] conoca a sta carnalmente por entrambas vas, vaso natural y por el recto, y cuando la
conoca por el vaso natural senta gran dolor y le causaba vmitos y grandes angustias, y a sta
la desflor y quiso su virginidad en el aquelarre y llev ensangrentada la camisa a su casa.
Tambin Mara Yanci declar haber tenido estas copulaciones: algunas veces sta tuvo cpula carnalmente por entrambos vasos105.
Las cpulas no slo eran con el demonio. Todo el mundo participaba en la
orga sexual, incluso algunos clrigos presentes en el aquelarre. Catalina Fernndez de Lecea declar que el demonio conoca carnal y somticamente a brujos
y brujas, clrigos y legos sin exceptar a ninguno, y los clrigos y dems legos conocan a las brujas carnalmente. Catalina de Guesala dijo que en el aquelarre de
Bretelanda tenan acceso carnal unos con otras, y que usaban contra natura106.
Algunas brujas confesaban hechos ciertamente portentosos. Tal es el caso
de Catalina de Lizardi:
[] que en los ayuntamientos con el Demonio dice que verti mucha sangre en el suelo;
cuando lo fue a mirar luego a la maana no lo vio ni manaba ninguna de ello, antes dice la
misma que despus de todos estos ayuntamientos qued doncella107.
Unas cuantas mujeres declararon que paran sapos tras el acto sexual con
el demonio. En el aquelarre de Albniga se echaba el diablo sobre cada una de
las mujeres, y con ellas se ayunta y hace parir sapos, segn declararon varios
muchachos ante el alcalde de Bermeo108.
102. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 207r.
103. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 39.
104. ARChV, Sala de Vizcaya, C. 4876, n 2.
105. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 230v.
106. ARChV, Sala de Vizcaya, C. 2967, n 3.
107. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 29.
108. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
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Catalina deca que el demonio alzaba una hostia negra y un cliz negro:
[] y cuando lo alzaba sta y todos los dems se hincaban de rodillas y dndose golpes
en los pechos decan aquera goiti, aquerra beiti, que quiere decir cabrn arriba, cabrn
abajo, y al tiempo de la comunin de sta y todos los dems se ponan en rueda alrededor del altar y el demonio se volva para ellos y mostraba una hostia negra y deca si
crean que all estaba Dios y que los haba de salvar, y sta y todos los dems respondan
que s crean.
Afirmaba que en estas misas participaban algunos clrigos que conoca, citando a diez de ellos por sus nombres109. Haba una gran coincidencia con la descripcin que Mara Yanci, de la complicidad de Fuenterraba, hizo de la misa negra:
[] en los dichos aquelarres el que llamaban seor vio que algunas veces haca figura
como si dijera misa y sola levantar una figura redonda negra como suela del zapato y entonces sta y los dems decan dando en sus pechos golpes aquerra gora, aquerra bera,
que quiere decir cabrn arriba, cabrn abajo110.
Despus de participar en estas misas del aquelarre, los brujos seguan viendo
la hostia negra cuando acudan a los oficios en sus respectivas iglesias. As lo expresaba Gracia de Berrotaran:
[] al tiempo que oa la misa en la parroquial de la dicha villa y otras parroquias que decan los clrigos cuando levantaban el santsimo sacramento no vea sino es una cosa
negra en medio de la hostia aunque las esquinas vea blancas, y cuando levantaban el
cliz tambin vea cosa negra hasta ahora puede haber quince das que confes y manifest y despus ac ve la hostia consagrada blanca y el cliz por consiguiente112.
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La comida era otro ingrediente del aquelarre. En los aquelarres haba mesas con pan y viandas para comer. Los muchachos de Bermeo decan que en el
aquelarre comen y beben en mesas muy esplndidas y bien preparadas. Aadan que las maestras les daban de comer
[] carne de brujos y brujas muertas, negro y amargo y hediondo, y pan moreno y una
bebida negra, pero que no solan hacer ms que mascarlo porque en la boca se les deshaca y consuma todo sin que lo pudiesen tragar114.
Eran varios los que afirmaban que la comida se volatilizaba y deshaca. Escriba Salazar Fras escriba en 1612: hay muchos de todas las edades que, preguntados de las comidas y viandas que all tenan los brujos, dicen que cuando
las iban a tomar se les haca aire115.
Muchos aludan a la prctica del canibalismo y de la necrofagia. Catalina Fernndez de Lecea dijo
[] que en los tales aquelarres coman carnes humanas de las personas que mataban
los brujos y las que de enfermedad se moran, yendo a las iglesias y sacndoles de las
sepulturas las llevaban al aquelarre y asaban y cocan hechos pedazos.
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ceb orinaba en la dicha taza y aquello beban. Preguntada si lo que bebi era
dulce o amargo dijo que amargo117.
Mara Yanci dijo que llev en cuatro ocasiones al aquelarre a tres nietos
suyos119.
En 1616 el Seoro de Vizcaya solicit al Consejo Real un juez especial para
el castigo de brujos y hechiceros, alegando que el demonio se haba apoderado
de personas de poco entendimiento, viejas y pobres:
[] y lo que peor es que los que estn metidos en este enredo diablico y encantados del
demonio procuran meter en l a otros, y particularmente a nios tiernos y de poca edad, a
los cuales llevan de noche a las partes donde hacen sus malditas juntas con el demonio.
En este mismo documento se deca que varios muchachos de Bermeo confesaron que desde su niez han sido sacados de las camas en que dorman de
noche cada semana dos o tres veces. No es de extraar, pues, que en los aquelarres de Albniga se juntasen ms de setenta u ochenta muchachos y muchachas, todos de trece aos abajo en edad. Brujas de la Merindad de Busturia confesaban haber llevado diversas criaturas al campo de Berdelanda sacndolas de
sus camas. En este aquelarre participaban una multitud de nios menores de catorce, incluso criaturas de un ao y dos. Veinte nios de esta Merindad, de entre seis y once aos, declararon en 1616 ante el teniente general del Seoro. El
ao anterior Fernando de Salcedo, Corregidor de Vizcaya, haba tomado declaracin a varios nios de la comarca de Zamudio, de entre siete y doce aos120.
Los ms pequeos del aquelarre se encargaban de cuidar los sapos en un
sitio apartado. Los nios de Bermeo confesaban que les solan apartar y desviar
a un lado de los dichos campos y en l ponerles guardando sapos con sendas varitas en las manos. Las criaturas del aquelarre de Urdaibai confesaban lo mismo:
las ponen a guardar unos sapos con unas varillas en las manos a las que son de
cuatro aos arriba121. Igualmente, gueda de Murua afirmaba que en el aquela117. ARChV, Sala de Vizcaya, C.2967, n 3.
118. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 207r-v.
119. Ibidem, f. 230v.
120. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
121. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
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rre cuidaba de los sapos, hasta treinta sapos a su parecer, que eran de color verdes122. Unas veces era el propio demonio quien mandaba a los nios ocuparse
en este oficio. Es el caso de Isabela de Gijn: le dio el dicho bulto negro que le
llaman seor una varilla a sta y le mand que con ella estuviese guardando sapos como en efecto estuvo, () y sta siempre estuvo guardando sapos123. En
ocasiones la orden de guardar los sapos vena de sus maestras. Mara de Garbisu,
natural de Lesaca y residente en Fuenterraba, dijo que Inesa de Gajin la dio una
varilla y la llev a guardar unos sapos vestidos de rojo. As contaba su penosa experiencia: sta le dio con la vara a un sapo que le subi a sus faldas, y por ello
Catalina de Artalecu, vecina de esta villa, la azot a sta y le dio por la cabeza abajo
con un palo124.
Haba otros nios y muchachos que, adems de guardar sapos, se ocupaban en otros divertimentos y tareas, como es el caso de tres jovencitos de la complicidad de Fuenterraba. Juanes Oyarzabal y Juanes de Ugarte dijeron que en el
aquelarre jugaban a la pelota125. Garca de Gortegui curta cueros, que es el oficio que tiene y trabaja con el dicho su amo zapatero en esta villa126. Mara Yanci,
de setenta aos, dijo que siendo nia el oficio que tena en el dicho aquelarre era
de cortar y recoger lea y yerba y hacer fuego127.
Nios y muchachos de ambos sexos ocupaban, pues, un lugar especial en
el aquelarre. Varias personas describan unas misteriosas apariciones de Nuestra Seora. En la documentacin manejada para este trabajo solamente hay constancia de estas apariciones en los aquelarres del campo de Berdelanda de la Merindad de Busturia. Fue en 1616 cuando algunas brujas y la mayor parte de las
criaturas interrogadas confesaron que la Virgen se apareca a los nios del aquelarre desde tres meses antes:
[] de tres meses a esta parte en el dicho campo se les ha aparecido la forma y figura
de la Virgen del Rosario con el Nio Jess en sus brazos a la parte donde estaban las
dichas criaturas y les ha dicho en lengua vascongada Ene Angueruac es sinistu gaisto
orreq esaten deuncun gausaac ta seuren ece etan esan eguieu gurasoay eta ececoay
eben iragazten direan gauay ece asco aroan dau. Infernuta bideoretati anima uta
eaytu suec eroan bear ceren; ene seme zaunac eroango artu bere ceruetara declaradu badagui u alan, y esto dicen y confiesan haber visto por ms de seis y ocho
veces, que quiere decir en lengua castellana Mis ngeles, no creis en lo que ese mal-
122. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2. gueda, de catorce aos, era vecina de Larrea en lava. Su testimonio fue remitido a la Inquisicin de Logroo por el comisario Martn Lpez de Lizarraga, ante quien
declar el 11 de noviembre de 1611.
123. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 226v.
124. Ibidem, f. 528v.
125. Ibidem, ff. 214r y 540v. Juanes de Oyarzabal deca que siempre vio ste que andaban danzando
a son de instrumentos y jugando a la pelota y tambin anduvo ste en los mismos regocijos de pelota
y danza. Juanes de Ugarte deca que siempre anduvo ste y tuvo oficio de guardar sapos y jugar a la
pelota.
126. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 296v.
127. Ibidem, f. 230v.
263
vado os dice y en vuestras casas a vuestros padres y a los de ella declarad todo lo que
aqu pasa y pues hasta ahora por este camino ha llevado muchas almas al infierno no
quiere mi hijo que a las vuestras lleve sino que vayan al cielo declarando lo que queda
dicho cada una de vosotras128.
264
[] sin sentir, ni recordar, ni saber cmo sera, fue llevado un tiro de ballesta de all a
un campo donde vio muchas luces y estarse regocijando en aquella claridad muchas
personas, sus conocidos, de los cuales pudo nombrar hasta quince distintamente, y
que en admiracin de esto, siendo tan a deshora y de ver all tanta gente, se comenz
a santiguar diciendo el nombre de Jess, con que de sbito desapareci todo sin quedar nada.
132. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 21. Son testimonios recogidos por Salazar Fras en un escrito
enviado al inquisidor general en marzo de 1612.
133. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
134. Leg. 1679/2, ff. 387r-392v.
135. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 29. Carta enviada desde Fuenterraba por el inquisidor Alonso
de Salazar Fras al Consejo de la Inquisicin, con fecha de 4 de septiembre de 1611.
265
136. Ibidem. Documento titulado Relacin y eplogo de lo que ha resultado de la visita que hizo el Santo
Oficio en las montaas del Reino de Navarra y otras partes con el edicto de gracia concedido a los que
hubiesen incurrido en la secta de brujos conforme a las relaciones y papeles que de todo ello se han
remitido al Consejo.
137. ARChV, Registro de Ejecutorias, C. 405, 28.
138. M. ZABALA. Brujera e Inquisicin en Bizkaia, Op. cit.; p. 73.
139. ARChV, Sala de Vizcaya, C. 4876, n 2.
266
Mari Vega estaba acostada una noche y vio claramente que la estaba mordiendo y sacndole sangre de los brazos Catalina de Somiano. Mari Vega tambin acus a Mara Arce de vengarse de ella tras una discusin: la misma noche
se hall comida esta testigo y manchada en el cuerpo de manchas negras y punzada como de agujas y muy molida que no se poda tener en sus pies. La propia
Mar Arce confes que cuando sacaban la sangre de las personas lo sacaban con
agujas punzando menudo y despus mordiendo muy recio con los dientes.
Las brujas de los aquelarres de Albniga confesaron haber hecho muchos
daos, perdiendo trigo, uva, manzana, castaa y todo gnero de fruta, con polvos
que el diablo les daba. Echando polvos en los ros consiguieron provocar una gran
tempestad e inundacin que caus muertes y enorme destruccin en casas, molinos, ferreras, caminos y puentes140. En ocasiones eran las propias brujas quienes elaboraban los venenos. As lo expresaba en 1611, ante el comisario Eguino,
Catalina Fernndez de Lecea, vecina de Araya:
[] se ha ocupado en hacer polvos y ponzoas y ungentos para causar muertes y enfermedades y perder los frutos, panes y otras mieses, lo cual hacan, y sta se hall en
hacer muchas veces con sapos, culebras, lagartos, salamandras, topos, pelos de lobo, limacos, sesos de personas difuntas y huesos exprimidos, los cuales desuellan los brujos,
y con estas cosas y con las aguas que vomitan los sapos vestidos hacen los dichos ungentos y polvos.
Catalina aadi:
[] los huesos guardaban y cocan con una yerba que tena virtud para ablandarlos como
nabos y machacaban con unos morteros y almireces y expriman de ellos una agua amarilla con la cual causan muertes dndola a beber despus (), y sta sola de noche y de
140. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
267
da, en compaa de los dems brujos y demonio, coger los sapos y dems sabandijas y
cosas para hacer los ungentos y polvos141.
141. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2. Catalina relataba cmo todos los brujos solan salir en compaa
del demonio en los tiempos que los panes y frutales estaban en flor a derramar los polvos.
142. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 39.
143. AHN, Consejos, leg. 24764, exp. 12.
268
Malleus maleficarum, tuvo graves consecuencias al contener tesis extremadamente peligrosas. Sus autores crean en los hechos de las brujas, daban crdito
al aquelarre y al contacto con el demonio y concedan a los jueces plenos poderes144. En la misma lnea se situaron una serie de tratados escritos por jueces franceses intransigentes y con buena formacin jurdica, prximos a las tesis del Malleus: Jean Bodin, Nicols Rmy, Henri Boguet o Pierre de Lancre145.
Puede observarse que los meros rumores sobre una persona eran suficientes para engendrar una sospecha colectiva e iniciar un proceso de brujera. El rumor y las acusaciones de nios fueron admitidos como pruebas para comenzar una
causa. Mara de Garbisu, de 16 aos, declar ante los comisarios de Fuenterraba
que reconoci ser bruja porque en su casa la decan que haban odo que era bruja
y que lo confesase: y as por aquietarse y de miedo lo confes levantndose a s
y a todos los que declar por cmplices falso testimonio146. A veces las autodenuncias eran producto de deposiciones de nios y muchachos de la localidad que
empezaban a propalar que determinadas personas eran brujas. Las confesiones de
estos nios calaban en la comunidad. Mara Ortiz de Alegra, vecina de Arteaga, dijo
que se vio obligada a ir a la Inquisicin por delacin de ciertas criaturas y nios
muy pequeos que decan ser brujos y que la haban conocido asistir a sus juntas.
Mara Ortiz de Landa, natural de la anteiglesia de Axpe en Vizcaya, confes ser bruja
para evitar ser presa y molestada como sus vecinas, porque andaba tambin notada en lenguas de muchachos147. Catalina de Echeverria, vecina de Fuenterraba, explic por qu acudi a Logroo a denunciarse ante la Inquisicin:
[] habiendo la justicia y regimiento de esta villa procedido a verificacin y castigo de algunas personas brujas por voz y comn dicho de muchos nios, informaron a sta que lo
era, y afligindose de verse infamar sin culpa ni delito ni hallar camino para remediarlo,
() se fue derecha a Logroo donde se present y dijo su inocencia148.
144. SPRENGER, J.; KRAMER, H. Malleus maleficarum. Colonia, 1487. Edicin espaola: El martillo de
las brujas. Madrid, 1976.
145. Un resumen de las obras e ideas de estos autores puede leerse en mi trabajo Martn de Andosilla, un terico de la brujera. En Estudios de Deusto, XXXVIII/1 (1990), 113-135.
146. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 534r.
147. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 25.
148. Ibidem, f. 356r-v.
149. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 21.
269
titudes violentas. Gracia de Berrotarn revoc ante el inquisidor Salazar Fras todas las afirmaciones que haba hecho en anteriores declaraciones, alegando que
lo hizo por presiones y violencias de su familia:
[] con muchas lgrimas y dolor dijo: Seor, la verdad es que yo no soy bruja ni lo he sido
sino que por la vejacin de Mara de Emparan, mi ta, que con amenazas y un cirio ardiendo, en compaa de Mari Prez de Emparan, otra ta, y de Martica de Emparan, mi
madre, me quemaron en algunas partes de mi cuerpo, y en los muslos y en los pies, y
me ahorcaban extendindome el pescuezo y torcindomelo, significando que me haban
de acabar y matar si no lo confesaba, y as por evadir estas molestias y amenazas lo confes en la forma sobredicha levantndome falso testimonio a m y a los dems referidos
en la dicha confesin y como tal la revoco y anulo y quiero que no se de crdito ninguno
sino a esta revocacin presente150.
A Magdalena de Eraso, de 15 aos, su padre y otros familiares la encerraron en un aposento, amenazndola con matarla si no confesaba ser bruja. Slo
por esa razn acudi a denunciarse ante el Santo Oficio:
[] viene a decir y declarar cmo habiendo testificado ciertos nios pequeos de la dicha
villa de Fuenterraba que sta era bruja y que como tal la haban visto acudir a los aquelarres en tiempo que sta serva a Juanes de Lizarra, el dicho su padre y parientes la sacaron de aquella casa y, ponindola en un aposento muy retirado y encerrado en la suya,
el dicho su padre y otros parientes con mucho furor y violencia la amenazaron diversas
veces que la haban de matar con un cuchillo que tenan si no confesaba el ser bruja151.
270
rar diciendo que lo que haba declarado era contrario a la verdad: que ella no era
bruja y que le hicieron decir lo que as tena dicho que as lo dijese154. Pero los
que acudan a confesar, a raz de la publicacin del edicto de gracia, seguan siendo
molestados en sus lugares de residencia y perseguidos por la gente. Los inquisidores de Logroo escriban al Consejo de la Inquisicin:
[] ser necesario proveer de remedio para que los lugares no maltraten ni consientan
maltratar de obras ni palabra a los que fueren a gozar de la gracia, como tenemos relacin que lo hacen con los que vienen a presentarse en este Santo Oficio y con los que de
l han ido reconciliados, que los afrentan llamndolos brujos y reconciliados y los persigue la gente, de que podra resultar muy gran dao y estorbo para los que pretendieren
confesar y gozar del edicto155.
A su madre tambin la metieron en la boca del horno y la maltrataban azotndola y ponindole la cabeza en el suelo y el pie sobre el pescuezo. Incluso,
segn contaba, la llevaron a la bodega de la casa donde tenan una sepultura
abierta:
[] y habiendo atado a la declarante de pies y manos la entraron dentro de dicha sepultura como si estuviera muerta y le echaron tierra encima de todo el cuerpo cubrindola
hasta la cara y cabeza y le pusieron una piedra sobre el pecho que pesaba como una
arroba donde estuvo como cosa de media hora158.
271
Ciertamente el teniente de Corregidor emple la tortura en los interrogatorios165. En 1615, unas vecinas del lugar de Arteaga, denunciadas por unos muchachos de corta edad, fueron una noche salvajemente agredidas:
[] estando todas acostadas cada una en su casa ciertos hombres revocados les rompieron sus puertas y las azotaron, hirieron y castigaron dejndolas por muertas, y alguna
de ellas desahuciada de vivir.
161. AHN, Inquisicin, lib. 322, ff. 216v-217r y lib. 785, ff. 20r-21v y 58r-59r.
162. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, f. 360r. Caso del ao 1611.
163. AHN, Inquisicin, Leg. 1679/2, n 29.
164. ARChV, Sala de Vizcaya C. 4876, n 2.
165. Ibidem. En Avellaneda, a 19 de junio de 1562, el licenciado Castaeda, teniente general de las
Encartaciones, mand torturar a una de las brujas: para mayor averiguacin de la verdad del delito que
es acusada, la debo condenar y condeno a la dicha Juana de Casares que sea puesta a cuestin de
tormento de agua y cordeles.
272
proceder y castigarlas por brujas, sin otro fundamento ms justificado que la dicha aclamacin de los muchachos166.
Marina de Hormaechea, de edad de diez o doce aos, explic ante el Corregidor de Bilbao las graves violencias con que fue inducida a confesar que era
bruja. En la anteiglesia de Zamudio una mujer y su hijo fueron atropellados por
la justicia real:
[] a los cuales y a las dems personas de su casa, con esta violencia, les indujeron a
que se manifestaran por brujos y que tambin declararon serlo otras muchas personas que
los mismos ministros de justicia les iban nombrando como en efecto lo hicieron167.
Los funcionarios inquisitoriales no se vieron exentos del ejercicio de la violencia. En 1531 se confirmaron las sospechas de que el inquisidor Germn de
Ugarte y Diego Manrique, escribano de secuestros de la Inquisicin de Calahorra,
que le acompa en la visita a Guipzcoa para investigar a las brujas, haban atemorizado a los testigos para que dijeran lo que no tenan en voluntad168. En lava,
un caso especialmente doloroso fue el de Mariquita, madre de Mara de Ulibarri169.
Acusada de brujera se arroj al ro un mes despus de acudir a Logroo para delatarse ante los inquisidores. A su vuelta, se mostr desconsolada al haber denunciado por cmplices a otras personas que no eran brujos. Se lamentaba de que
[] ya no llevaba remedio porque su alma estaba condenada a los infiernos por el mal y
dao que en las confesiones de Logroo haba hecho de haber nombrado y manifestado
por brujos cmplices muchas personas que no lo eran ni tenan culpa de ello170.
Se le ocurri acudir despus ante Felipe Daz, comisario del Santo Oficio en
Maeztu, para contarle lo sucedido, pero ste la recibi con insultos, no admitiendo
que corrigiera su declaracin de Logroo:
[] la recibi y despidi con gran sacudimiento dicindola que era muy gran bellaca y
mala hembra en querer desdecirse y apartarse de lo que con verdad haba manifestado
en el Santo Oficio por slo sacar de la nmina de brujos a quien se le antojaba, aunque
en efecto lo eran, y que as no la haba de aprovechar ni el admitirla, antes la haban de
quemar un da en la Inquisicin.
As que una maana apareci ahogada en el ro. Todos sospecharon que fue
un suicidio171. En Vizcaya, Marina de Boillar, vecina de la anteiglesia de Ereo, a
quien la justicia real tena presa junto con otras mujeres, se ahorc en la crcel
ocho das despus de haber confesado ser bruja172.
166. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 4, f. 6r.
167. Ibidem, f. 6v.
168. AHN, Inquisicin, lib. 320, ff. 397r-399r.
169. Sobre este caso ver HENNINGSEN, G. El abogado de las brujas, op. cit.; pp. 351-354.
170. En total nombr a treinta y seis personas de los lugares de Corres, Campezo, Sabando, Atauri y
Maeztu.
171. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 39.
172. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 4, f. 6r.
273
Los interrogatorios hbiles y en situacin de inferioridad del reo dieron tristes resultados. Las confesiones arrancadas a los inculpados por estos mtodos llenaron de errores los procedimientos. Por la zona de la montaa alavesa desarrollaba sus andanzas un comisario de excesivo celo, de nombre Pedro Ruiz de Eguino,
quien la emprendi con Diego de Basurto, clrigo de noventa y cinco aos: le amenaz muy enojado que si no deca la verdad le entregara luego al alcaide de las
crceles del Santo oficio donde se pudrira hasta que confesase ser brujo. Efectivamente Basurto dio con sus huesos en el tribunal de Logroo donde comenz
a hacer sus confesiones en distintas audiencias, en presencia del propio Eguino,
dando nombres de supuestos cmplices a quienes ni siquiera conoca173. De todas aquellas declaraciones se desdijo despus ante Salazar Fras, a quien refiri
que no haba sido nunca brujo, ni haba estado en aquelarres ni saba cosa alguna
de ellos, ni en toda su vida haba hablado ni conocido a nadie que fuese brujo:
[] en los cmplices que nombr dijo solamente lo que el dicho Eguino le persuada sin
fundamento ni certidumbre de verdad sino que ste nombraba a algunos cmplices que
le parece haba odo nombrar alguna vez comnmente por tales, y tambin le hizo nombrar el dicho Eguino otros con quien le parece que deba tener ojeriza y enemistad, tanto
que se acuerda haber nombrado algunos, como es el arcipreste de Alegra, a quien ste
ni vio ni conoci jams en toda su vida, y aunque le topase no le conocera174.
Otros acusados de brujera declararon haber sufrido igualmente las violencias de este comisario. Estando Salazar Fras de visita en Salvatierra, compareci
una anciana que haba confesado ser bruja. Ante l revoc sus anteriores declaraciones:
Dijo que la verdad es que ella no es ni ha sido jams bruja sino que como mujer vieja caduca, mal advertida, se dej fcilmente engaar del licenciado Pedro Ruiz de Eguino, comisario que con mucho rigor y persuasiones la indujo a que confesase ser bruja, dicindole
que tena en el ojo izquierdo manifiesta seal de ser tal bruja y que tambin saba lo
mismo por relacin de muchas personas, por lo cual solamente vino sta a confesar que
era bruja inadvertidamente contra toda verdad levantndose falso testimonio a s y a todas
las dems personas que nombr por cmplices175.
Ana Sanz de Ilarduya y Catalina Fernndez, de setenta y ochenta aos respectivamente, tambin se quejaron de las molestias que les haca el comisario
Eguino176.
Los vecinos de Larrea sospecharon de una moza llamada gueda de Murua. Acusada de bruja, fue llevada por un criado del alcalde a la casa de Martn
173. Sobre Ruiz de Eguino y Diego de Basurto ver HENNINGSEN, G. El abogado de las brujas, op.
cit.; pp. 344-346.
174. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, s/f Declaracin de Basurto ante el inquisidor Alonso de Salazar y
Fras. En Alsasua, a 18 de noviembre de 1611: No tuvo fundamento para nombrar los cmplices mas
de la persuasin y continuo inducimiento del dicho Eguino con que le traa atemorizado.
175. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, s/f. Declaracin de Catalina Fernndez de Lecea, de ochenta aos,
a 26 de noviembre de 1611.
176. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 6.
274
Ana Garca, de diez aos, se quej igualmente de Lizarraga y de su compaero franciscano. En varios lugares de la montaa alavesa hubo otras quejas por
violencias a los confitentes. Magdalena de Elorza, de cincuenta aos, dijo haber
sufrido presiones del comisario de Maeztu y de otros clrigos.
Salazar Fras se lamentaba de estos abusos, especialmente si eran cometidos por el personal inquisitorial:
[] la sospecha tan notoria que ya he significado de padecer la gente notada tan violentas
e indebidas vejaciones de los mismos parientes, y an justicia, y de los comisarios de la
Inquisicin que las debieran evitar178.
275
noche como bruja, se comenz a divulgar y a inquietar la gente de aquella villa persuadindose que estaban damnificados en muchas maneras181.
A partir de entonces comenzaron los atropellos y violencias en la villa de Bermeo y su tierra contra las personas que comenzaban a tener fama de brujas por
las delaciones de otros nios o muchachos:
[] y todo para efecto de necesitarlas a confesar que eran brujas con todas las dems
circunstancias y efectos de ello, unas veces metindolas de hecho en la crcel pblica,
y otras y muchas ms trayndolas por las calles atadas con sogas y arrastrndolas rodeadas de aclamacin popular, y de muchos que llegaban a tirarles con naranjas y piedras
porque perseveraran en negar que fuesen brujas; y para este mismo efecto las llevaban
a casas y caseras desiertas, remotas del lugar, donde en figura de presas las dejaban de
noche encerradas, y tambin entendi que algunas de ellas las metan en pozos a modo
de querer ahogarlas, privndoles asimismo en la dicha crcel y caseras de toda comunicacin humana de cualquier persona que las quisiera comunicar o consolar182.
Incluso el nico familiar y notario del Santo Oficio que haba en Bermeo, que
a la sazn era regidor del ayuntamiento, mostraba un comportamiento igualmente
violento, diciendo que si su propia madre o hermana resultasen culpadas quera
que las quemasen183. Algunas mujeres murieron por los malos tratos, o de hambre por no darlas de comer, sin poder ser socorridas, sin consentir siquiera que se
les diera sepultura eclesistica. Estas tropelas duraron hasta que las personas
apresadas fueron trasladadas a la crcel de Bilbao por orden del Corregidor del Seoro, que tena comisin especial para proceder en aquella causa. Igualmente,
en la villa de Guernica, una de las mujeres presa y atropellada porque no quiso confesar ser bruja, vino a ser comida por los perros despus de muerta, ya que habiendo fallecido en la prisin no dieron lugar a que sus parientes la enterraran o
no hubo nadie que a ello se atreviera184. No slo el pueblo y las autoridades civiles protagonizaban estas violencias irracionales. Segn el comisario Arecheta,
[] algunos y muchos clrigos y personas eclesisticas, en vez de atajar estos absurdos,
con figura y nombre de que conocen ciertas seales para descubrir los brujos, los hacan
desnudar buscndoles y dando a entender que hallaban las tales seales, y otras veces
amedrentando y castigando las criaturas ponindolas en figura de tormento para que confesasen las culpas de este delito185.
No es de extraar que, en estas circunstancias, las confesiones no se ajustasen a la realidad. Muchos brujos revocaron y anularon sus declaraciones anteriores. Autoridades locales, comisarios exaltados, clrigos ignorantes y gentes que
crean en brujas componan el frente de la persecucin irracional. Los tratados de
brujera, los ecos del auto de fe de Logroo, los edictos de gracia sobre las bru181. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 4, f. 16r.
182. Ibidem, ff. 16v-17r.
183. Ibidem, f. 17v.
184. Ibidem, f. 18v.
185. Ibidem. F. 19r.
276
jas, las visitas de los inquisidores a los diferentes lugares, contribuan a divulgar
la creencia en los hechos de brujera.
Una solucin para terminar con los hechos atribuidos a las brujas fue la ley
del silencio, no dar publicidad a los hechos. Salazar opinaba:
[] cualquier modo de ventilar en pblico de estas cosas con el estado achacoso que tienen es nocivo y les podra ser de tanto y de mayor dao como el que ya padecen; el cual
silencio y disimulacin conveniente tambin saco de las experiencias que he visto de que
no hubo brujas ni embrujados en el lugar hasta que se comenz a tratar y escribir de ellos186.
277
[] todava antes de culpar los desafueros tan desgarrados de la justicia real, debemos
conocer nosotros mismos nuestra culpa en este caso de no habernos conformado en
castigar los alcaldes y personas de Bermeo192.
5. Hechicera y curanderismo
Tambin existi en territorio vasco una tradicin de supersticin, hechicera y curanderismo. Las supersticiones eran parte integrante de la vida cotidiana. La ignorancia, as creencias, el misterio, los mitos, se confundan con la realidad. Una
amplia fauna de adivinadores, buscadores de tesoros, hacedores de recetas amatorias, halladores de cosas perdidas, saludadores, conjuradores, herbolarios, agoreros, embaucadores y embusteros, ejercitaba actividades prximas a la ilegalidad,
la hereja o el sacrilegio. La creencia en hechos portentosos, derivados de poderes extraordinarios, suscitaba numerosas denuncias. Martn Abad de Zubiaur,
cura de Orozco, acus en 1503 a Mara Martnez de Santa Mara de difamarle por
haber dicho que l haba encantado a Mara de Uribarri, y que gracias al encantamiento haba tomado sta un hierro caliente sin quemarse197. La justicia civil del valle alavs de Oquendo procedi contra una bruja y hechicera, llamada Marina Otaola, por hechos cometidos entre 1500 y 1515. Su vecino Martn de
Urtisaustegui, hizo contra ella gravsimas acusaciones:
192. Ibidem, f. 34r-v.
193. Ver HENNINGSEN, G. El abogado de las brujas, op. cit.; pp. 403- 414; CARO BAROJA, J. Las
brujas y su mundo, op. cit.; pp. 233-239.
194. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 29. Esta misma informacin est tambin en leg. 1679/2, n 21.
195. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 21.
196. AHN, Inquisicin, leg. 1679/2, n 29.
197. ARChV, Reales Ejecutorias, C. 184/49.
278
[] era hechicera pblica y secreta y encantadora y sorguina y haba hecho muchos excesos a muchas personas de dicho valle y fuera de l, matando criaturas y enfermando
hombres y mujeres y matando con ponzoa y cosas venenosas y sacando de noche criaturas de las camas de cabo sus madres por las haber de matar y hechizando y dando yerbas de bienquerencias a hombres y mujeres enamoradas porque quisiesen, tomando
oficio de mdicas y curando enfermedades no lo sabiendo curar, y haba hecho perder de
muchas personas las vidas y haciendas con diablica osada y haciendo otras muchas y
diversas maneras de hechizos y encantamientos, haciendo creer a las gentes lo que no
era verdad198.
Marina fue presa y le fueron secuestrados los bienes. Fue condenada por el
alcalde a dos aos de destierro, a pesar de que ella dijo ser inocente, por lo que
el caso lleg en apelacin a Valladolid. La Chancillera tuvo en cuenta los argumentos de la acusada y sentenci su total absolucin199. Otro caso con sentencia
absolutoria ocurri en Aramayona. La escasez de cereal hizo correr la voz entre los
vecinos de que el trigo se perda por accin de las brujas: que en la dicha tierra
haba muchos hechiceros y agoreros y otras personas () y se hallaban muchos
polvos malos en los tales panes. Haba que buscar a los culpables y el alcalde prendi a Mari Prez de Yartua, que neg su culpa: porque ella no era bruja ni hechicera ni mala mujer. La Chancillera sali en su defensa absolvindola de las acusaciones200. Debe hacer reflexionar el hecho de que en ambos casos el mximo
organismo judicial revoc las sentencias de los alcaldes y orden la absolucin.
Como resultado de la Visita de Valdeolivas y Olazabal a Vizcaya en 15381539 resultaron procesadas ocho personas por supersticiones herticas. Otras
seis lo fueron por adivinaciones y supersticiones con invocacin al demonio. Mara de Avendao, muchacha de Villaro, fue acusada porque se hizo bruja y adivinaba, diciendo que era profeta201. En 1547 fue penitenciado por la Inquisicin
Martn Abad de Echebarria, vecino de Amorebieta, por santiguos y supersticiones
gravsimas202.
En 1641, los inquisidores de Logroo consideraron conveniente exorcizar a
una mujer de Hernani, llamada Ana de Lazcano, a quien se crea poseda de espritus malignos203. Ella acusaba de su mal a Mariana del Vino, de quien deca que
era hechicera, y solicitaba su castigo. Su marido la haba llevado a muchos santuarios e hizo traer a un clrigo exorcista de Navarra, llamado Pedro de Erviti, el
cual la conjur en tres o cuatro das en el convento de monjas de San Agustn delante del Santsimo Sacramento en el altar mayor, delante de gran concurso de
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gente204. En 1758, fue conjurada en la villa de Ataun Mara Ignacia Aguinaga, por
estar igualmente poseda de espritus malignos. En 1791 fue procesada por curandera supersticiosa205. Bartolom de Yartua, cura beneficiado de Rentera, fue
apresado en 1634 por el tribunal eclesistico de Pamplona, acusado de quitar hechizos a vctimas de maleficios y espiritados, a cambio de dinero206.
Mara Campos y Mariana Beruete, vecinas de San Sebastin, cometieron sacrilegio y hechicera, componiendo polvos y brebajes con diversos fines, utilizando
para ello diversos materiales como partes de murcilago degollado, estircol, sangre humana y un pedazo de piedra blanca robado del altar de una ermita de Guetaria. El alcalde las castig a penas de vergenza pblica, azotes y destierro:
[] debo de condenar y condeno a las dichas Mara de Campos y Mariana de Beruete a
que las saquen de la crcel en que estn sobre unas bestias de albarda y las paseen por
las calles pblicas de esta dicha villa a voz d pregonero que publique sus delitos y se las
den en el paseo a cada doscientos azotes, y adems las condeno en seis aos de destierro de esta dicha villa y su trmino y jurisdiccin.
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busteros por aquella tierra con el mismo color de hacerse conocedores de brujas
con que la traan inquieta211.
Sin embargo haba un tipo de actividad que era legal y practicada en muchos
municipios vascos. La costumbre de conjurar las tormentas desde el era una prctica habitual en las parroquias rurales. Igualmente, existen contratos entre individuos y ayuntamientos para ejercer el oficio de saludador. El concejo de Villaescuerna, hoy Villabuena de lava, en la Rioja alavesa, contrat en 1594 como
saludador a Juan del Campo para saludar y curar de la enfermedad de la rabia212.
En 1627 el ayuntamiento de Alegra de lava suscribi contrato con Jacobe de Zubicaray, de la villa vizcana de Elorrio, para saludar a los moradores y a los ganados que tuvieran: por perodo de un ao213. Antoln Magdaleno, saludador bilbano,
firm en 1751 un contrato similar con el valle de Llodio214. Sin embargo, en otra
zona de lava, el alcalde del municipio de Lacozmonte215 apres a unos vecinos que
haban trado de Miranda de Ebro a un conjurador para que santiguase sus ganados y los protegiera del ataque de lobos216. El caso lleg a odos de Juan de Urbina
Salazar, comisario de la Inquisicin en la zona, quien reclam el proceso porque
dando crdito a adivinos y agoreros trajeron a Juan de Oro, verdugo de la villa de
Miranda, para que con sus hechiceras hiciese entender que los ganados que l
viese no seran tocados de lobos. El caso lleg a la Chancillera de Valladolid.
Por otra parte, ante la enfermedad se fueron multiplicando las supersticiones en medicina. La sociedad rural confiar en los curanderos. Los fieles de las
aldeas irn al cura y al mdico pero tambin acudirn a la hechicera o al curandero para librarse de sus angustias e incertidumbres. La enfermedad debilita la personalidad convirtiendo al que la padece en un ser frgil, inclinado a todo tipo de
credulidades, hasta el punto de fiarse de ilusorios medicamentos y de remedios
absurdos, buscando intilmente un refugio contra el miedo. Ritos, ceremonias, yerbas, ungentos, oraciones, conjuros, formaban todo un arsenal teraputico. La
gente acuda a quien tena un don especial. El mdico era abandonado por los
enfermos que se agolpaban en casa del brujo, cuya fortuna creca gracias a su fraudulento comercio. El hechicero abusaba de la credulidad del pueblo. La documentacin tachaba a estos falsos curanderos de embusteros. Algunos fueron perseguidos por la Inquisicin. Otros tuvieron problemas con la justicia por el ejercicio
ilegal de la medicina. Mara Antonia de Carrica, natural de Bermeo, fue apresada
en Amorebieta por fraudes y engaos cometidos, fingindose con ciencia, conocimiento y habilidades de que carece y an querindose constituir en la clase de
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adivina. Algunas personas enfermas confiaron en sus falsos poderes y en sus hechizos y brebajes, con grave peligro de sus vidas217.
No todos los curanderos eran farsantes. Algunos actuaban de buena fe y con
eficacia reconocida. Pero tambin estas personas, con don especial para sanar enfermedades, fueron objeto de persecucin por parte de las autoridades. A veces se
trataba de un problema de competencia con profesionales que desempeaban oficios en la medicina oficial, como mdicos o cirujanos. Pedro de Lezo, vecino de Fuenterraba, se dirigi al Consejo de la Inquisicin en busca de amparo, despus de que
algunas personas impidieran su actividad curativa y los inquisidores de Calahorra procedieran contra l. Aleg que curaba enfermedades sin cobrar por ello, hacindolo
solamente por servir a Dios, en especial fiebres y calenturas, y expela demonios
de los cuerpos con palabras devotas218. El alcalde de Vergara encarcel en 1801 a
Josefa Mara de Landa, mujer que practicaba curaciones administrando bebidas y
otros medicamentos, lo cual haba originado daos en varias personas. Josefa fue
apercibida de que abandonase esta prctica por el peligro que supona para la salud pblica y por estar prohibida la intromisin en curaciones a personas que no fueran de la profesin ni tuvieran los ttulos y licencias necesarias. Ella aleg estar instruida desde la niez por sus padres para curar enfermedades. De hecho, incluso
sus servicios fueron requeridos por gentes de los territorios vecinos de Vizcaya, Navarra y Francia, siendo curados de diversos males. Algunas localidades francesas del
distrito de Bayona enviaron certificados de sus buenos oficios, curando cnceres, llagas, hinchazones y tumores supurantes219. Tambin en Vergara cuatro maestros cirujanos denunciaron a un arriero, curandero y herbolario, acusndole de administrar
hierbas a enfermos sin tener ningn tipo de conocimiento220.
Algunos mdicos cualificados tambin vieron una competencia en Juan Benito de Laburu, vecino de Arrancudiaga, hombre muy apreciado por su dedicacin
desinteresada a curar a enfermos pobres de la zona. En 1799 Laburu decidi dejar su actividad al no estar examinado de mdico o cirujano como estableca la ley,
siendo notable la consiguiente movilizacin de los ayuntamientos y vecinos de Aracaldo, Miravalles y valle de Llodio, para que volviera a la prctica de sus prodigiosas curaciones221. Tal fue la repercusin del caso que intervinieron el Diputado General y el Corregidor de Vizcaya. ste ltimo escriba sobre Laburu:
Que aunque no profes la Medicina ni la Ciruga en Universidad ni en Colegio (), no
debe tenrsele por un mero curandero, y es lo cierto que los mismos facultativos que
despus se quejaron de l, resulta de los autos que quedan citados haberle consultado
en algunas ocasiones y peddole concurriese con ellos a ver algunos enfermos222.
217. AFB, Seccin Judicial, Corregimiento, leg. 1173, n 27, ff. 1r- 5r. Informacin del secretario de la
anteiglesia de Amorebieta al alcalde de Bilbao, de 18 de enero de 1787.
218. AHN, Inquisicin, lib. 323, f. 85r-v.
219. AHN, Consejos, leg. 4022, exp. 89.
220. Archivo Municipal de Bergara, Pleitos criminales, C/ 398-14.
221. AHN, Consejos, Leg. 35840, s/n.
222. Ibidem. Escrito del Corregidor de Vizcaya de 18 de abril de 1800.
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223. Ibidem. El Fiscal del Consejo de Castilla toma este acuerdo el 30 de abril de 1800, despus de
ver el informe del Corregidor de Vizcaya.
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