El Conocimiento de Dios Según San Alberto Magno PDF
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A mis padres
NDICE
CLAVE DE ABREVIATURAS BIBLIOGRFICAS ..............
PRLOGO ...................................................................
I.
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INTRODUCCIN ...................................................
1. Las fuentes de la filosofa de Alberto Magno
2. Las fuentes de la teologa negativa................
3. Las respuestas medievales sobre el conocimiento de Dios..............................................
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PRLOGO
I
INTRODUCCIN
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4 Cf. Bernhard Geyer, Alberti Magni Metaphysica Libros quinque Priores, Prolegomena, p. X, 44-53. Colonia 1960.
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con clara tendencia psicologista. Destaca una segunda corriente que podramos llamar antiintelectualista. En esta lnea
se sitan Ricardo de S. Vctor, Guillermo de S. Tierry, Toms
Gallus (o de Verceil) y S. Buenaventura9. Toms Gallus, de
la escuela de S. Victor, revisa y publica hacia 1220 un gran
nmero de extractos, glosas, parfrasis y comentarios sobre
las difciles obras del Areopagita10. Por ltimo, aparece el
proyecto de S. Alberto, que busca la racionalidad en el conocimiento de Dios a travs del estudio de la aportacin dionisiana. Trata de poner en evidencia frente a los agustinianos y
sobre todo frente a los antiintelectualistas el estatuto rigurosamente intelectivo del camino descrito por Dionisio, por
medio precisamente de la negatividad metdica que se trasluce en sus escritos11. S. Alberto precisa que la negatividad
descrita por Dionisio se despliega tanto en el nivel notico
como en el ontolgico. Delimita as el nivel natural del conocimiento, al sealar las notas que caracterizan a la negatividad metdica como propiamente intelectual.
En el estudio que sigue he buscado las claves del pensamiento albertino sobre el problema del conocimiento de Dios,
centrndome sobre todo en su comentario al De divinis nominibus del Pseudo Dionisio Areopagita. Me he ayudado, sin
embargo, del resto de sus comentarios al Corpus Dionisianum y de las dems obras suyas que enumero en la Bibliografa, cuando ha sido necesario para esclarecer algn punto de
su doctrina.
II
LA NATURALEZA TRASCENDENTE DE DIOS
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1. Infinitud y Simplicidad
En la distincin I de su Comentario a las Sentencias de
Pedro Lombardo, S. Alberto se plantea la cuestin Si Dios
pueda ser conocido por algn intelecto creado. De qu modo puede un intelecto finito conocer lo infinito? Cmo un
entendimiento cuyo punto de partida est en lo sensible es
capaz de alcanzar el conocimiento de lo puramente inteligible, del ser increado? Pues la distancia entre ambos es infinita7.
Conocer algo significa conocerlo por esencia; pero para
que haya verdadero conocimiento debe haber proporcin
entre el cognoscente y lo conocido. En el caso del intelecto
finito y el ser cuya esencia es infinita e indiscernible de su
mismo ser, no hay conmensuracin posible, luego parece que
no puede haber un conocimiento real de Dios8. Este conocimiento es el de la visin intelectual. Adems, el conocimiento
que comienza por los sentidos discurre siempre por va de
composicin o por va de resolucin. Pero Dios es simple, y
no es verdadero conocimiento el que se obtiene aadiendo
trminos o dividiendo la nocin de un ser absolutamente simple9. Efectivamente, si se ve, se ve en su totalidad. Como esto
no es cierto, hay que concluir que nada de Dios es alcanzable
por una inteligencia finita10.
Este es el ncleo de los principales argumentos que se
plantean en el paso a la segunda mitad del siglo XIII. A partir
de l podemos deducir cules son los dos elementos que parecen negar la posibilidad del conocimiento del Absoluto: la
infinitud y la simplicidad de la esencia divina11. Dios es incomprensible por ser infinito, pero si algo podemos alcanzar
de su ser, a causa de su simplicidad ese conocimiento nos
7 Alb., In I Sent., d. I B, a 15, arg. 2 (p. 20).
8 In I Sent., d. I B, a 15, arg. 7 (p. 20).
9 In I Sent., d. III A, a 1, sed contra, arg. 3.
10 In I Sent., d. I B, a 15, arg. 10 (p. 20).
11 Para este tema, cf. CATANIA, F., Divine Infinity in Albert the
Greats Commentary on the Sentences of Peter Lombard, en Mediaeval Studies XXII (1960) pp. 27-42.
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esencia es infinita no es alcanzable por el entendimiento finito, y por eso S. Alberto asegura que a Dios se le conoce ms
por lo que no es que por lo que es, del mismo modo que algo
simple como es por ejemplo el punto se describe negativamente, pero no es posible definirlo afirmativamente. Podemos afirmar el punto, pero para comprenderlo no es posible
definirlo sin el ejercicio mental de la negacin.
En el texto citado S. Alberto aade que Dios no es definible porque es fin de todas las cosas, y en cuanto que fin no es
finito. Sin embargo en otros lugares dice algo ms: que en
realidad lo que es fin no es en s ni finito ni infinito, y por
tanto la infinitud que se atribuye a Dios es tan solo una categora mental exigida por el entendimiento limitado18, que
slo indica que siempre queda algo cognoscible fuera del
entendimiento.
Hay ya elementos suficientes para distinguir a partir de la
concepcin albertina de la infinitud divina atributo clave en
el que se apoyaban las doctrinas contrarias a la posibilidad de
conocer la esencia divina dos vas de investigacin. La primera surge de la nocin de infinito como ausencia de limitacin por las criaturas en el nivel ontolgico, con su vertiente
gnoseolgica de la incomprensibilidad divina por parte del
entendimiento finito. Si Dios es lo que carece de opuesto,
entonces el camino ms adecuado aunque ms difcil para el
conocimiento de su realidad es el ejercicio de la negacin. La
segunda va abierta por la nocin de infinitud es la concepcin de la esencia divina como fuente de innumerables efectos a partir de los que es posible alcanzar algunos aspectos de
la naturaleza divina.
finis secundum Philosophum non est finitus: unde non est finitus terminus
infra quos eius essentia concludatur, quod exigitur ad deffinitionem. In
Cael. Hier., c2, p. 27, 20-30.
18 Ms. Vat Lat 781, fol. 16v col. 2.
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Cada razn expresa un aspecto fundado en la realidad divina y es distinta de las dems razones, no son simples sinnimos. Cada una de esas razones es por tanto un nombre divino que se obtiene a partir de los efectos de la potencia divina, pero que por su contenido, en cuanto que es la percepcin
de la intencin simplicsima de la cosa, es indiferente a la
finitud y a la infinitud29. Por eso Dios es cada razn percibida
en sus efectos independientemente de toda causalidad. Aunque los nombres divinos expresan de hecho la causalidad
divina, no se aplican a Dios en cuanto causa, sino que dicen
lo que Dios es en s mismo.
S. Alberto describe aqu el conocimiento que transmite la
especie de la criatura sobre su causa diciendo que es al modo
como se conoce el motor en la especie de lo movido, pero
aos ms tarde escribir ms explcitamente en su Comentario a la Epstola I del Pseudo Dionisio: Pero el intelecto se
fija en el mismo Dios como en el trmino de la visin, puesto
que el intelecto que accede al efecto, profundiza y en l ve al
mismo Dios30.
Recapitulando lo dicho hasta ahora, las nociones clave del
problema del conocimiento de Dios son la infinitud y la simplicidad divinas, y su solucin es la identificacin en Dios de
esencia y potencia (debido a su simplicidad). El intelecto
creado advierte que la esencia divina excede infinitamente
sus lmites, pero la alcanza en su potencia (manifestada en los
seres creados).
Segn se considere la infinitud divina, podemos encontrar
dos vas de investigacin del conocimiento de Dios accesibles al entendimiento humano:
Por denominacin extrnseca, el infinito es ausencia de
limitacin por las criaturas, tanto en el nivel ontolgico (infi29 ...causa, quod ubique est et in omni re, assignatur a beato Augustino:
quia simplicissimus est, et in fine simplicitatis: omne autem quod in fine
simplicitatis est, a nullo determinante coarctatur nec intus nec extra. Si
enim aliquo determinaretur, non esset in fine simplicitatis: omne autem
quod distinguitur ab aliquo determinante se, intus et extra distinguitur, et
terminis suis sive finibus limitatur, quod simplicissimo nullo modo convenire potest. S. Theol. I, q. 70, m 2, sol; B 31 738a.
30 In Epist. Dion I.
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nito como trascendencia, como distancia infinita entre lo causado y su causa) como en el gnoseolgico (falta de proporcin entre lo causado y su causa). Este es el camino del conocimiento por va negativa, desarrollado por S. Alberto en sus
comentarios al De divinis nominibus y a la Mystica Theologia
de Dionisio Areopagita.
La esencia divina como fuente de efectos, por su potencia infinita. De aqu parte la consideracin causal; sea de
Dios como causa de la que emanan y participan todas las
realidades creadas, o bien como consecuencia de la reduccin
analtica de lo mltiple creado a su causa. Este es el doble
camino que vamos a seguir en el presente trabajo.
El infinito como trascendencia no constituye un obstculo
gracias a la presencia o manifestacin de la ratio divina en el
efecto, que permite conocer de la causa algo ms que su existencia.
Queda abierta la cuestin de la imposibilidad de elaborar
un concepto de Dios, clave del problema del conocimiento de
Dios tal cual es.
III
EL CONOCIMIENTO DE DIOS A PARTIR DE LA
REALIDAD SENSIBLE
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noticia de los seres que reclaman una causa se adquiere mediante deduccin racional el conocimiento de algunas caractersticas atributos que estando en sus efectos son propias
de la causa, aunque no estn en ella del mismo modo que en
el efecto7.
El estudio de ese modo peculiar en el que las perfecciones
de la causa se hacen presentes en los seres contingentes ser
objeto del segundo apartado. A continuacin analizar la
peculiaridad de la consideracin que el entendimiento realiza
al conocer a Dios en cuanto causa de todo lo real.
1. Las notas de la causalidad divina
El sujeto racional percibe a su alrededor una pluralidad de
seres que no dan razn de s. Si esa pluralidad no procediera
de un principio nico sino de distintos principios, habra que
concluir la existencia de tantos universos de seres como principios, pero esto es un absurdo. Por eso, un presupuesto racional imprescindible de la causa del ser que cae bajo el entendimiento es su unicidad: existe un nico principio de todo
lo real y no puede haber otro como l.
En segundo lugar, es una nocin de causa que se distingue
del conjunto de las dems porque no produce un cambio en
una realidad ya dada: no causa una modificacin, sino la radical puesta en el ser, en la que no puede hablarse de cambio
porque no hay punto de partida ni por tanto movimiento. Esta
primera consideracin causal, apenas es esbozada en el entendimiento humano, reclama inmediatamente un segundo
elemento, unido de modo inseparable a toda percepcin intelectual por confusa que sta sea: nos vemos en la necesidad
de atribuir un nombre a la realidad percibida, ya que como
dice S. Alberto citando a S. Juan Damasceno, la palabra es
el enviado de la inteligencia8. En este caso, este elemento se
7 In Div. Nom., c2 56, 37-39 (p. 81).
8 Quod enim convenit intelligi, convenit nominari, quia verbum est
angelus intelligentiae, ut dicit Damascenus. In Div. Nom., c1 50 arg.1,
31-33 (p. 31). Cf. la fuente: DAMASCENUS, Ioannes De fide orthodoxa
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sas. Los arquetipos existen previamente en Dios como supraunidad. El es autor de todas las esencias. Lo que llamamos
arquetipos o ejemplares son en Dios las razones esenciales de
las cosas, que preexisten en Dios simplemente21.
Al abstraer las rationes de lo real que tienen su origen y su
semejanza en las ideas divinas ejemplares, el intelecto elabora lo que los clsicos llaman universal post rem. Las rationes
consideradas en su condicin de estructura ntima de la realidad son denominadas en el plano lgico por S. Alberto que
sigue en este punto a Aristteles universal in re (unum in
multis et de multis). Es al hablar del universal ante rem cuando introduce una doctrina de la causalidad que es por completo extraa al aristotelismo, colocando a este universal como
referencia a la vez notica y ontolgica de todo lo que es. El
universal ante rem representa una elaboracin personal de
Alberto, ya que no constituye una nocin ideal sino que es
real: causa nuestro pensamiento. En el plano ontolgico el
universal ante rem son las ideas o ejemplares divinos. Sin
embargo esta nocin no es del todo original. Al exponer su
doctrina, cita una serie de auctoritates: Avicena y sus tres
estados de la esencia, el De natura hominis atribudo (falsamente) a Gregorio de Nisa, y el Comentador, adems de los
Platnicos y los Estoicos22.
Al abstraer esas razones de las cosas que constituyen el
universal in re y elaborar as el universal post rem, el entendimiento humano descubre en ellas un principio comn del
ser y del conocer: Dios, cuya mente no contiene la realidad
en cuanto que la conoce sino en cuanto que El mismo es causa de las cosas23.
21 DIONYSIUS AREOPAGITA, Div. Nom. c5 8 (824C) (p. 329).
22 No entro por el momento en la cuestin de las fuentes de la gnoseologa albertina; me adhiero sin ms a la hiptesis de E. Wber sobre la
inspiracin erigeniana de esta doctrina del universal. Cf. WBER, E.,
Langage et mthode ngatifs chez Albert le Grand, en Rev. Schol. phil.
et thol. 65 (1981), sobre todo pp. 79-80. Sobre este tema cf. tambin
GAUL, L., Alberts des Grosses Verhaltnis zu Plato, Munster, 1930; y
MICHAUD-QUANTIN, P., Les Platonici dans la psychologie dAlbert
de Grand, en RTAM 23 (1956) p. 194-207.
23 Sunt enim eadem principia essendi et cognoscendi, ut dicitur in
principio Physicorum, sed diversimode, quia secundum quod habent esse
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S. Alberto desarrolla en muchos lugares de su obra su pensamiento sobre Dios como fundamento de los niveles lgico
y ontolgico. En su comentario al V libro de la Metafsica
identifica explcitamente su ser causa de las cosas con el universal ante rem, describindolo bajo dos aspectos: El universal se dice ante rem de dos maneras. Todas las cosas, como ya hemos dicho en muchos lugares, estn en el Intelecto
de la primera causa como en (su causa) formal y luz primera
de modo que esta misma (causa) es forma de todas las cosas,
las cuales estn en ella misma, como vida y luz, habiendo
cierta vida en todos los existentes, y cierta luz en toda noticia
y en la razn de todo. Dijeron tanto los Estoicos como los
Peripatticos que las causas universales eran las primeras
razones y formas, en cuanto que son formas de todo, precontenidas universalmente y tenidas inmaterial y simplemente en
s como las razones de todas las cosas. El concepto y la nocin posedos universal, simple e immaterialmente se llama
universal. As entendido, el universal tiene un cierto ser especial que es el ser de la causa intelectual, al modo como la luz
intelectual es forma de las cosas que fluyen del Intelecto
Agente universal, el cual hace existir a las cosas24.
En virtud de la identificacin de ser y conocer en su fundamento, que es origen de toda realidad y condicin de posibilidad de toda inteleccin, se conciben los niveles lgico y
ontolgico de modo indisolublemente unido. As, puede
afirmar S. Alberto que aquello que es principio de todo conviene mximamente que sea conocido. Puesto que el ser divino es principio de todo conocimiento es preciso que sea
mximamente cognoscible25. Pero de qu modo lo es? Priin rebus, sunt principia essendi et sunt priora, secundum autem quod
abstrahuntur per intellectum, sunt principia cognitionis in nobis, et sic
posteriora sunt. Unde dicit Philosophus in principio De Anima, quod
animal universale aut nihil est aut posterius. Deus autem praehabet, quia
non abstrahit a rebus, sed sua scientia est causa rei. In Div. Nom., c12
46, 62-71 (p. 28).
24 In V Metaph., tr 6 c5, 57-77 (p. 285).
25 Illud quod est principium omnis cognitionis, maxime convenit
cognosci; sed esse divinum est principium omnis cognitionis, eo quod
ipse est primum lumen et per participationem sui luminis unumquodque
manifestare habet; ergo divinum esse maxime est cognoscibile; ergo
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mariamente como causa de la que proceden todas las realidades creadas; stas participan en primer lugar de su ser, y a
partir de l de todas y cada una de las perfecciones que se
perciben en las criaturas. Dios es primariamente Vida porque constituye la perfeccin ontolgica subsistente, y Luz
porque es condicin de posibilidad de todo intelecto y de
todo conocimiento y mximamente cognoscible l mismo.
Por ser absolutamente causa no tiene nada de efecto como
en el caso del universal in re, que es efecto adems de causa
, el universal anterior a la realidad es explicado como principio notico posedo a priori respecto de la realidad que l
mismo da a conocer.
Entendido como modo de participacin en el universal ante rem, el universal presente en la realidad (in re) constituye
el momento de iluminacin intelectiva que tiene tambin una
realidad de principio notico, y adems de ser principio es
efecto; en esto Alberto sigue al Areopagita ms que a S.
Agustn. El universal ante rem no es otro que la idea divina
creadora descendida hasta el nivel creado e identificada con
el fundamento del universal in re26.
La intentio del artfice del Creador, en este caso coincide con la ratio propia de la cosa, que es aprehendida por el
cognoscente. Esa razn es como la forma de la cosa cuya
percepcin significa haber conocido perfectamente esa realidad. Se podra objetar que no es posible pensar en una resolucin del Creador y la criatura en una forma primera de gnero o especie, como reclama esa coincidencia de ratio e
intentio27. Pero si no hay una cierta comunidad de forma, si
Dios es totalmente heterogneo respecto del mundo, entonces
no slo sera un imposible pretender conocer algo de l, sino
que habra que concluir que ese Dios del que hablamos no ha
tenido nada que ver en la creacin del mundo, lo que es abmaxime est nominabile; potest igitur a nobis affirmative nominari. In
Div. Nom., c1 50, 47-53 (p. 31).
26 Para este tema, cf. DE LIBERA, A., Thorie des universaux et ralisme logique chez Albert le Grand, en Rev. des sc. phil. et thol. 65
(1981), pp. 55-78.
27 Ad idem: resolutio semper debet fieri in unam formam primam. In
Div. Nom., c4 42, 28-29 (p. 230).
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IV
LA DENOMINACIN DE DIOS
En este captulo se examinarn los presupuestos de la atribucin de un nombre a una realidad, la informacin que el
nombre transmite de la realidad a la cual designa, y los problemas que plantea la atribucin de un nombre a una realidad
de la que no se tiene noticia sensible. En el segundo apartado
el primer nombre divino, que es la atribucin a Dios del ser
por s, da paso a la cuestin de la comunidad de ser en Dios y
en las criaturas y, en definitiva, al problema de la proporcin,
que tratar con ms detenimiento en el captulo siguiente.
1. El alcance del nombre divino
Ante la afirmacin de que todo concepto se corresponde
con un nombre que designa la cosa conocida, S. Alberto se
pregunta si es posible atribuir a Dios algn nombre tomado
de la realidad contingente1.
Ahora bien, para S. Alberto conocer el nombre de cualquier cosa significa conocerla perfectamente, y ese perfecto
conocimiento de ella es el de su forma propia, que posee en la
medida en que la recibe de Dios. En cuanto que todas las
cosas toman su forma de la causa primera, de la que proceden, pueden ser conocidas2. Un poco ms adelante del texto
que acabo de citar, dice: ...decimos que por lo eficiente for1 Para saber ms sobre este tema, cf. el excelente artculo de CATANIA ,
F. J., Knowable and Nameble in Albert the Greats Commentary on
the Divine Names, en Albert the Great Commemorative Essays (1980),
pp. 97-127.
2 In Div. Nom. c4 62, 43-50 (p. 170).
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de su ordenacin a un fin, pero conocerla en su razn de causa no es suficiente para responder a la pregunta sobre un contenido de la nocin de Dios que nos d un verdadero conocimiento de l. La nocin de causa nos dice slo que Dios existe6.
S. Alberto nos est dando la verdadera respuesta a la cuestin planteada por el argumento ontolgico: no es posible que
nos preguntemos por la existencia de Dios partiendo de su
misma nocin, ya que la percepcin de esa existencia es anterior a todo discurso. Se puede decir que viene dada con la
primera experiencia cognoscitiva, porque desde el comienzo
de la actividad intelectual el entendimiento humano adquiere,
o mejor ejercita ineludiblemente un principio que permite
establecer relaciones de causa-efecto. Este primer principio
se origina con la primera experiencia de los seres finitos y
permite percibirlos inmediatamente como contingentes, es
decir, como necesitantes de una causa primera de su ser. Por
tanto, la existencia de Dios se conoce simultneamente con la
existencia de lo real y de un modo anterior a todo discurso
racional, porque viene dada por un primer principio del conocimiento: el principio de causalidad7.
Ni univocidad, ni equivocidad ni analoga conducen al conocimiento de la existencia de Dios porque son modos de
acceder a una denominacin que d razn del contenido nocional de la realidad divina, es decir, del significado de la
palabra Dios. Por esta razn, ser causa no es un nombre divino, ni referido a s ni referido a lo otro. La existencia no est
en el mbito de la predicacin, sino que su percepcin es
simultnea al ejercicio mismo del pensamiento.
Sin embargo, y dando un paso ms en la bsqueda del
nombre propio de Dios, en el mismo acto por el que Dios se
revela como causa es conocido como causa de todo el ser8.
6 Para las coordenadas de la formacin intelectual de S. Alberto, cf.
BOOTH, E., Conciliazioni ontologiche delle tradizioni platonica ed aristotelica in SantAlberto e San Tommaso, en SantAlberto Magno.
Luomo e il pensatore, Roma, 1982 (pp. 59-81).
7 Sobre este tema, cf. DE RGNON, T., La metaphysique des causes
daprs Saint Thomas et Albert le Grand, Pars, 1906.
8 Cf. nota 14 de la pgina 37. ?????
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ambos: pero pueden convenir en algo segn un ms y un menos (prius et posterius). Un ms y un menos se dice de tres
modos, como parece decir el Filsofo en el libro III de la
Metafsica, es decir o en cuanto que se participa (de algo) con
diferencia de mayor o menor intensidad (fortiori et debiliori)
(...), o como en orden al acto del eficiente que es por s uno,
(de modo que) las cosas se aproximan a lo otro al modo de
causalidad eficiente (...), o por diversa referencia al fin nico,
quien en un modo se induce por s como lo unvoco, mientras
que las otras cosas de diversos modos son inducidas a partir
de l. En cuanto que esto es as, de ninguno de estos modos
hay analoga en Dios y la criatura; sino en el modo en el que
la entidad y los otros (atributos) estn en Dios por s substancialmente, y en las criaturas por otro y participadamente. As,
no es que Dios se refiera de diversos modos a lo creado, o a
algo uno que se refiera al Creador y a la criatura segn un
ms y un menos, como es manifiesto en los ejemplos anteriores: sino que puesto que los inferiores se refieren de diversos
modos al Creador, es preciso que el Primero se refiera de un
modo a todas las cosas segn dicen Dionisio y el Filsofo, las
cuales no de un modo se refieren a aquel. As, esto se puede
llamar analoga, como algo comn al Creador y a la criatura:
del ms y el menos dicho en aquel modo que hemos mencionado no se sigue que convengan unvocamente, pero se sigue,
si el ms y el menos se concibe propiamente y segn propia
intencin12.
S. Alberto comienza su respuesta definiendo tres formas
de analoga tal y como la ejercitamos habitualmente, es decir,
como la aplicamos a partir de las distintas proporciones que
se dan entre los seres finitos. En el mundo contingente las
cosas participan de las perfecciones segn un ms y un menos. Todas las realidades participan en mayor o menor medida del ser: unas veces segn un grado de mayor o menor intensidad, como participan de l por ejemplo la substancia y
los accidentes. Esta intensidad se correspondera con la consideracin de la causa del ser como causa formal, porque los
entes participan del ser en la medida en que el artfice les
12 In I Sent. d VIII a7, ad 3.
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Dios es conocido en todas las cosas, es decir, por los efectos, o bien prescindiendo de todas ellas, esto es, por remocin
de todo. En el captulo 7 de su comentario a los Nombres
divinos, S. Alberto explica en qu consiste cada uno de ellos.
De las cuatro formas que S. Alberto enumera, las dos primeras se refieren al modo de ejercer el entendimiento que
busca el nombre divino, mientras que las otras dos sealan la
profundidad del conocimiento adquirido mediante cada uno
de los dos modos, porque lo que se conoce de Dios por sus
efectos no es sino su existencia (quia est), mientras que la va
de remocin concluye con la conciencia por parte de la inteligencia finita de su ignorancia de lo que Dios es, de la esencia divina (quid est)18.
Ambos modos tienen ventajas e inconvenientes. En el comentario al De divinis nominibus S. Alberto enumera una
serie de argumentos que privilegian el modo afirmativo del
conocimiento de Dios: (1) Parece que Dios puede ser nombrado propiamente por afirmacin como por negacin. A lo
que conviene el ser entendido, conviene tambin que sea
nombrado, puesto que la palabra es el enviado de la inteligencia, como dice el Damasceno; pero conviene que algo
sea entendido afirmativamente de Dios, como que es sustancia, que es bueno, etc.; luego puede ser nombrado afirmativamente. (2) Nada se distingue de otro si no se entiende antes
en s mismo; pero por negacin algo se distingue de otros;
por tanto si se dice algo de Dios negativamente por distincin
de otros, es preciso que antes se diga del mismo y se entienda
algo afirmativamente segn que es considerado en s mismo.
(3) Adems, como ensea el Filsofo, toda negacin es causada por una afirmacin; si algo se dice de Dios negativamente, es preciso que se pueda nombrar algo de El afirmativamente. (4) Aquello que es principio de todo conocimiento,
conviene mximamente que sea conocido; puesto que el ser
divino es principio de todo conocimiento, porque es primera
luz y por participacin de su luz cada cosa es manifiesta, el
ser divino es mximamente cognoscible, luego es mximamente nombrable; puede ser nombrado afirmativamente por
18 In Div. Nom. c7 30 19-23 (p. 359).
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mide y no es medido: el tiempo mismo, que es medida extrnseca porque queda fuera de la serie o gnero al que mide25.
As, se dice que Dios es medida de lo creado porque es esencia simple, y por ello no est en el gnero de las sustancias. A
su vez lo creado participa de Dios segn un ms y un menos
y recibe el ser, el conocimiento y el nombre siempre dentro
de un gnero. Por eso cuando se dice de Dios que es sustancia
no se puede concebir propiamente al modo como decimos
que son sustancias los entes finitos, porque no se dice unvocamente de ellos y de Dios en cuanto que las nicas sustancias que conocemos son las que se encuadran en el gnero de
la sustancia, que son conocidas siempre de modo relativo, es
decir, segn un ms y un menos. De la sustancia que es por s
slo podemos saber que es; de ningn modo lo que es26.
Por segunda vez encontramos en la obra albertina el recurso a una correcta comprensin del ms y el menos de la
proporcin para precisar los lmites del conocimiento de
Dios por parte de una inteligencia finita. Recordemos la distincin entre el ms y el menos que permite al entendimiento
conocer la realidad circundante, y un ms y menos concebido propiamente y con propia intencin27 en el cual se funda
la desproporcin entre el ser de Dios y el no-ser (relativo) de
las criaturas.
De este modo Alberto declara la superioridad de los nombres negativos sobre los afirmativos para designar al ser divino. Es posible afirmar y negar de Dios sin contradiccin porque lo que se afirma de El es secundum quid, es decir, causalmente; en cambio lo que se niega se dice simpliciter, ya
que se niega por esencia. Dios no es sustancia simpliciter
porque toda sustancia se encuadra dentro de un gnero, pero
es Sustancia en cuanto que (secundum quid) es causa de todas
ellas28.
Los nombres afirmativos no dicen ms que la existencia
de Dios, y sta no es comprensible sino slo alcanzable de
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modo confuso, porque la causa primera trasciende al entendimiento finito. El contenido que Dios es no determina de
ningn modo nuestro entendimiento, y por eso las negaciones
sobre Dios son ms ciertas para nosotros que las afirmaciones29. No son negaciones totales y absolutas, sino que actan
reduciendo la confusin del entendimiento para capacitarlo a
percibir algo cierto. El entendimiento finito utiliza la negacin como instrumento de precisin capaz de sealar lo que
en simplicidad se opone a lo que es posible conocer positivamente.
S. Alberto reconoce la legitimidad de las designaciones
afirmativas de Dios en cuanto que toda negacin se apoya en
una afirmacin de lo negado. El contenido de los nombres es,
por tanto, verdadero conocimiento del ser divino, aunque esto
no significa comprensin. Sin embargo, al ejercitar la negacin en las perfecciones finitas conocidas a partir de lo creado, viene dado el contenido positivo del nombre que propiamente designa a Dios.
V
LA CONCEPCIN JERARQUIZADA DEL UNIVERSO
1 Sobre las vas del conocimiento de Dios, cf., RIBES, P., Cognoscibilidad y demostracin de Dios segn S. Alberto Magno, Barcelona, 1968.
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2 Para este tema cf. LOSSKY, V., La notion des analogies chez Denys
le Pseudo-Areopagite, en AHDLMA (1930), pp. 279-309.
3 Para una visin general de la metafsica albertina, cf. DE
RAEYMAEKER , L., Albert le Grand, philosophe. Les lignes fondamentales de son systme mtaphysique, en Rev. nosc de phil. 35 (1933), pp.
4-36.
4 Pues todas las cosas le alaban segn la analoga de todos ellos, de los
cuales l es la causa. DIONYSIUS, De Div. Nom., PG vol. 3, 872 A.
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posible en la perfeccin creada, y no cabe considerar las perfecciones de la causa primera nicamente como cada una de
las perfecciones finitas elevada a un grado mximo que la
convierte en subsistente. Esa diferencia es lo que permite un
cierto conocimiento de realidades que de por s son incognoscibles para el entendimiento humano, pero manifiesta al
mismo tiempo las insuficiencias del conocimiento analgico
de lo divino. Esto pertenece ya al mbito de la analoga como
relacin gnoseolgica, que se ver en el prximo apartado.
Al analizar la analoga como amor o deseo del bien que a
cada ente le corresponde aparece una laguna en el conjunto
de los seres que es completada por los ejemplares divinos: si
cada criatura posee un conato, una tendencia innata hacia la
realizacin de su propio ser, es porque existe un modelo,
como un ejemplar de lo que el conjunto de seres de cada nivel jerrquico debe ser al alcanzar el grado mximo, la plenitud de perfeccin dentro de esos lmites. Es esta peculiar concepcin de la perfeccin una de las claves del ordenamiento
jerrquico de la realidad. Tomando la idea de Aristteles, S.
Alberto dice en otro lugar que la perfeccin propiamente no
es ni finita ni infinita, sino finalizante, pues el trmino, como
dice el Filsofo, no es ni finito ni infinito10.
Esto viene exigido por la existencia de entidades finitas
que estn determinadas definidas por aquel aspecto de la
causa universal que manifiestan. Sin embargo, como se ha
visto antes, la causa de todas las cosas es causa de que sean, y
en ese causar las cosas son constituidas activamente como
resolucin asimilacin a la causa. En cambio esencialmente quedan establecidos sus lmites, entre los que mantiene su
perfeccin11. Cada uno de esos aspectos de lo divino, que en
tates minorum, hoc est, inferiorum, abundanter, hoc est, eminenter, sic
ultimi habent eas proprietates quae sunt priorum, hoc est, superiorum
abundanter, tamen non similiter, sed infra, id est, inferiori modo a simili.
In Cael. Hier., c12, p. 181, 56-61; 65-70.
10 Y prosigue el pasaje: Sed tamen in hoc non sit vis, sed dicatur infinitum, quod est extra accipientem in quantum est perfectio accipientis,
non est infinitum, quia non est extra eum. ALBERTUS MAGNUS, quaestio disputata n VII, manuscr. Vat. Lat. 781, fol. 16v.
11 ...quia hoc est proprium causae omnium, scilicet Deo, et etiam bonitatis divinae quae est super omnia, ut excedens et providens eis, hoc scili-
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ser exige que aquello que causa toda la realidad y es su ejemplar quede fuera de la jerarqua de los que reciben el ser. Pero
entonces se plantea un interrogante: la participacin del ser
es real en el acto creador? Si la causa del ser queda fuera y
es lo distinto del ser creado, parece difcil pensar en la realidad de una nocin de ser comn a Dios y a la criatura. Ya se
ha visto en el captulo segundo que para Alberto Dios est
por encima del ser en palabras del Pseudo Dionisio, Dios es
el super ser en cuanto que es medida extrnseca de los grados de ser y de todas las dems perfecciones, pero l mismo
no es medido, no es perfeccin ni ser tal como las inteligencias finitas lo conciben. Por eso S. Alberto otorga la primaca
a la causalidad ejemplar de Dios, que se hace una en cierto
modo con la causalidad final en cuanto que las criaturas son
efectos que se caracterizan por su ser asimilacin a la causa,
como consecuencia de la peculiaridad del acto de creacin
que no contiene comunicacin del obrar sino que es pura
posicin en el ser. Si en la causalidad que se ejerce en el nivel
de lo creado las causas ejemplar y final son extrnsecas porque permanecen en la mente del artfice, en la causalidad
universal del ser son lo constitutivo del efecto, aunque mantengan adems una realidad distinta del efecto en cuanto que
se corresponden con una intencin que est presente en la
mente divina. La causalidad eficiente con su correlato de la
nocin de participacin ocupa de esta manera un lugar secundario en el pensamiento albertino, en cuanto que constituye
un corolario o una consecuencia de la consideracin de la
nica relacin existente entre el efecto y la causa universal,
que es la relacin de semejanza.
La relacin de semejanza se manifiesta en un movimiento
de respuesta al acto creador por parte de los efectos, que es
esa tendencia a la autorrealizacin, a la autodeterminacin de
cada ser en su propio orden. Esa respuesta es la imitacin, y
se hace posible por la simultnea semejanza y desemejanza
de las cosas a Dios. La analoga aparece aqu como la proporcin entre los seres que se fundamenta en la desproporcin de las criaturas al Creador.
Si la analoga es el eje de la concepcin jerrquica del
universo, la cspide es la bondad divina, es decir, el trmino
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de la analoga cuando sta se considera en su carcter de tendencia al fin. La bondad divina es la propiedad que configura
todo el universo en cuanto que es su fin: Decimos que la
bondad divina no es fin propio de todo segn el ser, sino segn su proporcin (analoga), en cuanto que cada uno tiene su
propia proporcin a l, diversa de los otros (...). El mismo
bien divino segn el ser es uno en nmero, comn a todos. Y
por esto dice Agustn que buena es en la tierra la planicie de
los campos y la elevacin de los montes, buenos son en el
rostro, las facciones y la proporcin de los colores, y as todo
lo dems. Bueno es esto y bueno es aquello. Quita esto y
aquello y resulta el bien de todo lo bueno, bien que es en
cierto modo comn, no como predicable universal, sino como
causa universal14.
Es de esta bondad divina de la que proceden todos los causados y a la que vuelven como a aquello que les conviene en
cuanto perfeccin propia y fin ltimo, buscando asemejarse
en mayor medida a su fuente15. La relacin que se establece
entre el ser creado y la causa ltima realiza una unin peculiar entre las ideas divinas y las voluntades creadas en el
caso de las criaturas espirituales en la que entra en juego la
libertad. Sin embargo la causa queda siempre ms all del
efecto, de manera que ste no llega a alcanzar ms que una
semejanza analgica, es decir, con una perfeccin que no
excede los lmites de su propio nivel16. Mientras que la analoga entendida como fin idea divina permanece inmutable,
la analoga entendida como tendencia o conato puede quedar
frustrada en su ejercicio. La clase de perfeccin que la criatura puede alcanzar queda establecida por el ncleo ntimo de
la cosa que es su razn propia, que seala tambin la categora de su imperfeccin. Define internamente los mrgenes de
cada nivel en la escala jerrquica del universo, mientras que
la idea divina los establece interna y externamente como su
14 In Div. Nom., c 4 58, 38-50 (p. 165).
15 In Div. Nom., c 4 55, 63-70 (p. 162).
16 Sobre el bien como causa en Alberto Magno, cf. PEGHAIRE, J., La
causalit du bien selon Albert le Grand, en Etudes dhistoire littraire et
doctrinale du XIII sicle, Pars (1932), pp. 59-89.
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origen y como su fin. En esta peculiar ordenacin que S. Alberto define como orden y disposicin consiste la jerarqua17.
En el texto que he citado ms arriba S. Alberto especifica
que el bien es comn no como predicable universal, sino
como causa universal. Es interesante esta aclaracin porque
insiste en la configuracin jerarquizada de la realidad en la
que se inserta la proporcin. Esta juega un papel fundamental
tanto en la predicacin como en la semejanza. Ahora bien,
mientras que la semejanza salva la trascendencia, la predicacin la anula o, al menos, no la incluye. Por eso el bien del
que habla S. Alberto es bien de todas las cosas en cuanto que
es causa de todas ellas y todas proceden en mayor o menor
medida de l. No est pensando aqu en una nocin que simplemente se predique de la totalidad de lo real, sino en lo que
otorga su sentido a todo ello, a lo que da razn de la realidad
creada. Si se afirma simplemente que el bien o el ser se predican de todas las cosas se elude la referencia a la configuracin interna de lo real y a su unidad.
Hasta aqu me he detenido en algunos aspectos de la nocin de analoga que S. Alberto recoge del Corpus Dionisianum18. Renunciando a la delimitacin conceptual de la analoga que llevarn a cabo los maestros de su tiempo, conserva
toda la riqueza del contenido de esta nocin tal como la elabora el Pseudo Dionisio y se revela como un defensor de esta
aportacin fundamental del neoplatonismo19.
Recapitulando lo anterior, la analoga albertina abarca en
el plano ontolgico una trada de dimensiones, que se articulan dentro de una consideracin de la causalidad divina en la
que la ejemplaridad adquiere la primaca:
Una dimensin esttica, en cuanto que es medida o capacidad que posee cada realidad creada de asemejarse a la
causa universal.
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guno de los que son causados por ella, la cual infunde su luz
en las cosas que estn por debajo de ella, por ello es denominada imperfectamente, porque no se entiende segn la perfeccin y la eminencia que tiene en s sino de modo proporcional a la capacidad del intelecto que la percibe. Y por esto
es mejor nombrada por negacin de todo que por la afirmacin; pero cuando se nombra, se entiende el nombre por negacin, eminencia y causa31.
En numerosos pasajes de la obra albertina aparece esta
trada que explicita los momentos en los que se aprehende el
contenido de cada nombre divino. Sin embargo no constituyen momentos sucesivos, sino ms bien aspectos distintos de
un mismo instante; no puede ser de otro modo, puesto que el
conocimiento no es proceso sino acto. Lo que se conoce de
Dios, se conoce en acto indivisible, aunque al reflexionar
sobre lo que dicen de l sus nombres se descubren estos tres
aspectos de la operacin cognoscitiva que constituye el nombrar a Dios: se conoce de l que existe en cuanto causa de los
entes finitos, simultneamente es percibido como no siendo
31 In XI Metaph., tr2 c7, 74-86 (p.491). Para la va de afirmacinnegacin, cf. D IONYSIUS, Div. Nom., c7 3 872A-B (p. 339): As pues,
Dios es conocido en todas las cosas, y como distinto de todas ellas. Es
conocido por el conocimiento y la ignorancia (...). Por otra parte, no
puede ser entendido ni encerrado en palabras, ni cabe en la definicin de
un nombre. No es ninguna de las cosas que existen ni puede ser conocido
en ninguna de ellas. l es todo en todas las cosas y nada entre las cosas. A
todos es manifiesto en todas las cosas y no hay quien le conozca en cosa
alguna. Ciertamente. Es correcto usar este lenguaje para hablar de Dios,
pues todas las cosas le alaban en su relacin de efectos que son de l,
causa de ellas. Pero la manera ms digna de conocer a Dios se alcanza no
sabiendo, por la unin que sobrepasa todo entender. Para la triple va de
negacin, eminencia y causa, cf.: Div. Nom., c7 3 869C-872A (p. 339):
Nos preguntamos ahora cmo nosotros podemos conocer a Dios, ya que
El no es percibido por los sentidos ni por la inteligencia ni es nada de las
cosas que son. Con ms propiedad diramos que no conocemos a Dios por
su naturaleza, puesto que sta es cognoscible y supera toda razn e inteligencia. Pero le conocemos por el orden de todas las cosas, en cuanto est
dispuesto por l mismo, y que contiene en s ciertas imgenes y semejanzas de sus ejemplares divinos, por el cual ascendemos al conocimiento de
aquel Sumo Bien y fin de todos los bienes por camino acomodado a nuestras fuerzas. Pasamos por va de negacin y de trascendencia y por va de
la Causa de todas las cosas.
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ninguna de las cosas que se conocen ni ninguna de las perfecciones que se descubren en las cosas, al menos al modo como
estn en ellas, y al mismo tiempo la inteligencia cubre esa
insuficiencia elevando las perfecciones que se alcanzan a
conocer en los seres finitos a un grado mximo, que excede a
toda comprensin. Esta eminencia del objeto da origen a las
dos vas de conocimiento (afirmativa y negativa) y hace decir
al Pseudo Dionisio que a aquel que es causa de todas las
cosas y lo trasciende todo le cuadra a la vez el Sin Nombre y
los nombres de todas las cosas32. Por va de causalidad conocemos su existencia y tambin afirmativamente se conoce
la eminencia de sus perfecciones, mientras que por va de
negacin conocemos de modo relativo lo que no es, y de modo absoluto por suspensin del pensar se intuye el camino
de la teologa mstica, que queda fuera del alcance de la filosofa.
Si las cosas que conocemos estn bajo nuestro entendimiento (es el caso de la realidad finita sensible), lo conocido
es significado realmente por el nombre que le damos. En
cambio si las cosas que se intenta conocer quedan fuera del
alcance de los sentidos y de la capacidad cognoscitiva, como
es el caso de Dios, entonces el nombre las significa de modo
distinto como suceda en la consideracin de la perfeccin en
el nivel mental: o bien por eminencia si es un nombre que no
abarca toda la realidad que quiere expresar porque la perfeccin est presente slo en los efectos de dicha realidad, o bien
por remocin de todo (por negacin) si la cosa significada
est presente en la causa, que queda fuera del alcance del
cognoscente.
En el ascenso a la nocin de Dios hay un momento negativo en el que se niega de l todo lo conocido, una elevacin a
un grado eminente que excede el modo como est presente en
las criaturas cada una de las perfecciones que llamamos trascendentales, y una atribucin a Dios de la causalidad de todas
esas perfecciones que se conocen en lo creado, de modo que
Dios no es, por ejemplo, sabidura tal y como la encontramos
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CONCLUSIONES
1. Para salvar el problema de la infinitud divina, S. Alberto seala que el infinito es una categora mental que indica
que siempre queda realidad cognoscible fuera de los lmites
del entendimiento. Distingue entre comprender (aprehender)
y alcanzar como dos formas de ejercicio del entendimiento,
atribuyendo a la segunda la misin de conocer el ser divino,
porque respeta la condicin infinita de Dios.
2. El ser divino es cognoscible a pesar de su simplicidad
porque, aunque el entendimiento finito funciona componiendo y dividiendo nociones, es capaz de conocer en cada una de
ellas la realidad de la que esa nocin procede. En el conocimiento de las realidades contingentes, esa nocin manifiesta
de hecho en s misma lo que la distingue de las otras nociones
de otras realidades. Sin embargo, es posible pensar en la
afirmacin de una realidad que no puede ser definida porque
carece de lmites y que por tanto carece tambin de contrarios
que estn implcitos en su nocin. Esta afirmacin puede ser
compleja para el cognoscente, pero simple en s misma. En
cambio una definicin es compuesta de suyo y tambin para
el cognoscente.
3. La confusin que conlleva una afirmacin que carece
de lmites hace que en el plano natural sean ms convenientes
con la naturaleza divina las negaciones que las afirmaciones.
Pero toda negacin se apoya en una afirmacin, es decir, en
un contenido cognoscitivo verdadero.
4. En definitiva, la perfeccin no es ni finita ni infinita,
porque perfecto es lo que circunscribe su propio trmino.
Siendo Dios la perfeccin suprema, tiene que ser tambin la
perfeccin del entendimiento humano, que queda en la con-
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BIBLIOGRAFA
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