El Verdadero Jesucristo

Dr.
Hctor Eduardo Andrade Proao

Pbro.
BT202 I , -
J| ECUADOR
1958
OF mucEfofr
MAY T 9 1980
BT202..
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAO
SACERDOTE
EL VERDADERO
JESUCRISTO
CUENCA-ECUADOR
1958
CON LAS DEBIDAS LICENCIAS
Reservados los derechos de publicidad
conforme a la Ley respectiva

1
MOTIVO:
El 29 de Junio de 1934, en la Catedral Me-
tropolitana, recib la sagrada ordenacin sacerdotal
por la imposicin de las manos episcopales del
Emnmo. Cardenal de la Torre y al siguiente da
celebr mi Primera Misa en la Capilla del Semi-
nario Interdiocesano.
Veinte y cinco aos van a cumplirse de esta

magna efemrides que sign mi alma con carc-
ter indeleble.- Cinco lustros de vida sacerdotal ru-
bricada diariamente con la sangre del Cordero In-
maculado.- Un cuarto de siglo convertido en otro
Cristo, en el Tabor y en el calvario, con la cruz
a cuestas, o nimbado de gloria.
En mis bodas sacerdotales no podr decir con

San Pablo: "Bonum certamen certavi-
"; debo re-
petir la plegaria de David: ''Miserere mei Deus
El ideal que vislumbr en el hogar y acarici

en la escuela, creci en el Colegio, a la sombra be-
nfica de los Hijos de Loyola y madur protegido
por los Padres Lazaristas, benemritos formadores
del clero ecuatoriano.
Este sagrado ideal ha sostenido mi alma tran-

quila en medio del mar alborotado del mundo.
Prximo a cumplir las veinte y cinco jornadas
de camino por el monte Santo del sacerdocio, quie-
ro volver el rostro hacia atrs, cantando un himno
de gratitud, musitando una plegaria, dirigiendo una
splica al Buen Dios de mi Primera Misa.
Esta triple oracin va sintetizada en este li-

2
bro, fruto de la lectura del Evangelio en los mo-
mentos de descanso entre las fatigas del ministe-
rio parroquial.
Estas pginas son trptico de aoranzas, son

evocacin, son ptalos de un tiempo ido en la his-
toria de mi vida, cuya segunda etapa comenz ha-
ce veinte y cinco aos.
Al empezar la descencin en el camino, quiero
regar, desde la cumbre, flores del Evangelio, mus-
tias como mi inteligencia, pero vivificantes porque
tratan de Jesucristo.
Si este libro consiguiera hacer conocer, amar y

servir a Jess, a un solo cristiano de que
tantos
desconocen al verdadero Jesucristo, habra pagado
al Seor un tantico de la deuda por los favores
recibidos de su Divina Providencia durante mis
veinte y cinco aos de vida sacerdotal.
H. E. A.
-3
DEDICATORIA:
A mis padres, sacrificados levitas del santuario fcTmiliar,
A mis hermanos, partidarios de las alegras y tristezas hogareas.
A mis maestros, forjadores del entendimiento.
A los sacerdotes que modelaron mi espritu.
A cuantos me condujeron al altar de Dios.
A las almas eucarsticas y evanglicas.
A mis cohermanos Sacerdotes.
A los bienaventurados, segn el Evangelio,
A los ricos que no hacen exhalar ayes a Cristo.
A los que se creen malos y pecadores.
A los que blasfeman de Jess, porque no saben lo que dicen
A los que buscan felicidad lejos de Dios.
A los que leern este libro con sarcasmo,
A mis amigos, a todos los que llevan el sublime nombre de

cristianos, dedico este trabajo evanglico, con afecto sacerdotal
EL AUTOR,
POR PROLOGO
Solicitar prlogo es grave cosa, como lo es pro-

logar. He* querido librarme de molestias y no mo-
lestar al prjimo-, este egosmo explica la desprolo-
gacin de este libro. Como algn lector puede llevar
a mal mi proceder, por prlogo va el "nihil obstat"
u
del Censor eclesistico y el imprimatur" del Prela-
do diocesano, porque en mi calidad de Sacerdote
he tenido que sujetarme a la Ley de la Iglesia Ca-
tlica, haciendo censurar y aprobar mi obra, antes
de publicarla.
Presentados mis escritos al limo. Sr. Vicario
General, pasaron al estudio del Rvdo. Padre Jesui-
ta Hermgenes Herrera, Telogo y Asceta
Filsofo,
de de oficio en la Ar-
reconocidos mritos, censor
quidicesis de Cuenca, quien devolvi cumplida la
comisin, acompaando la siguiente nota:
11
limo. Sr. Vicario: Habiendo cumplido con el
grato encargo de su Seora de leer y censurar la

obra:
ll
EL VERDADERO JESUCRISTO" escrita
por el Dr. Hctor Eduardo Andrade Proao, Pres-
btero,emito mi parecer diciendo: La obra, en gene-
ral, no tiene cosa que merezca reprocharse bajo el
punto de vista dogmtico o moral, ni tampoco de
prudencia y oportunidad; pues sigue la doctrina
tradicional de comentaristas y ascetas muy conoci-
dos en el campo catlico, y, en general, cuando ha-
ce aplicaciones, el estilo es mesurado- Espero que
el benemrito Dr. Andrade no tendr inconvenien-
te en admitir, sin embargo de lo dicho, las siguien-
tes insinuaciones, con las que pretendo servir y a-
5
yudar para que esta obrita, que promete mucho fru-
to, lo obtenga mayor: Atene el ttulo y la intro-
duccin, poniendo simplemente: JESUCRISTO SE-
GUN LOS EVANGELIOS, tu otro equivalente; di-
ga al lector que son muchos, en vez de millones, los
que ignoran u odian a Jesucristo. ....... (siguen algu-
nas insinuaciones amistosas y observaciones de carc-
ter literario que el Autor las ha aceptado muy com-
placido). ~ Ledo todo el desarrollo del libro, se ve,
que ms que una obra de apologtica, es una ex-
posicin positiva, erudita y cordial acerca de la sa-
grada Persona de Jesucristo, enderezada al pueblo
creyente-
Quedando a salvo el mejor criterio de su Sra.

lima., creo que puede publicarse esta obrita que a-
carrear mucho bien espiritual'
1
'.
En carta al Autor, de fecha 22 de Julio p. p-,

dice el mismo Padre: "Rvdo. Sr. Pbro.: la presente
es para comunicarle que ya por fin he entregado en
la Curia su libro y la nota, con el juicio corres-
pondiente, desde luego muy favorable a la publica-
cin.- Har mucho bien.- Le felicito porque ha sa-
bido encontrar en medio de sus mltiples ocupacio-
nes, tiempo para escribir algo, que puede entregarse
an a intelectuales de nuestras ciudades, tampoco
conocedores de Jesucristo. Soy el primero en haberlo
aprovechado.- Las indicaciones que he hecho no son
11
mayores.... .
El limo. Sr. Vicario General de la Arquidice-

sis de Cuenca. Dr. Miguel Cordero Crespo, tuvo la
gentileza de permitir la publicacin, en nombre del
Excmo. Sr. Arzobispo, con las siguientes frases:
6
"En vista del parecer favorable del R. Padre He-
rrera Censor eclesistico, permitimos gustosos la publi-
cacin de su obrita. Como Prelado y como amigo le
felicito, mi Dr. Andrade, porque ha sabido ocupar
bien el tiempo libre del ministerio parroquial.- En
cuanto le sea posible atngase a las modificaciones
insinuadas por el Censor. En una cosa no estoy de
acuerdo con el Padre Herrera y es el cambio de t-
tulo; meparece que debe conservar el que Ud. ha
escogido, porquele da ms novedad a su libro que-
trata de revivir la verdadera personalidad de Je-
sucristo, tan adulterada en estos tiempos.- He ledo
algo de su obrita y creo que aprovechar mucho a
los buenos cristianos.- Puede publicarla
Que estos dos juicios importantes acerca de mi

libro sirvanpor prlogo. Por lo dems, espero que
cada su parecer personal, criticando o
lector emitir
aplaudiendo, siendo este, para m, el mejor prlogo.
H. A.
-
7
PRESENTACION
Millones de personas conocen a Jess y le a-
man, pero otros tantos miles de seres humanos

no le conocen y no pueden amarle, ni servirle.
Centenares de cristianos desconocen al verdadero
Jesucristo y muchos le conocen a medias.- Hay
tambin gentes que odian a Cristo.
El conocimiento objetivo es triple: fsico, inte-
lectual y espiritual, con sus diversas ramificacio-
nes. La sagrada persona de Jesucristo debe ser
conocida ntegramente por todos los cristianos, pe-
ro, atravesamos el tiempo de la acomodacin es-
piritual y cada cristiano se ha ideado un Cristo a
su antojo y conveniencias.- An ms, al cabo de
veinte siglos de cristianismo, para algunos cristia-
nos es Jesucristo, el Dios desconocido del paganis-
mo, porque la religin del Crucificado est paga-
nizada y su Persona Divina adulterada.
Constatemos esta verdad penetrando en la con-
ciencia de las gentes que se agitan entre el bulli-
cio de las ciudades o que estn adormecidas moral-
mente en la soledad del campo. Existe una igno-
rancia supina del Evangelio, un tremendo descono-
cimiento de Jesucristo y un cmulo de supersti-
ciones que se llaman religin.
Los cristianos debemos conocer, amar y ser-

vir a Cristo y para cumplir con este deber no te-
nemos otro camino que conocer y practicar el
Evangelio.
El Santo Obispo de Mlaga dice: "No hay gua
8
ms seguro, ni ms enterado, ni ms a nuestro al-
cance para conocer a Jess, que el Evangelio,

porque en cada pgina, en cada hecho, en cada
sentencia, en cada partcula y hasta en
cada signo de este precioso Libro, palpita el
corazn de Cristo- El Evangelio es el relato de
una vida y de una doctrina, no solamente de un
Jess que pas, que hizo, que dijo, sino sobre to-
do de un Jess que est viviendo, que sigue ha-
"
ciendo y diciendo
No se lee el Evangelio, no se
lo medita, no se
vive su vida y nos llamamos cristianos. Un celoso
Cura deca: el cristianismo de estos tiempos es ve-
lar a las imgenes de los Santos para pedir el re-
medio de las necesidades presentes.- Talvez haya
exageracin en este concepto de la vida cristiana
actual, pero en el fondo hay una verdad.
Para un tanto por ciento de cristianos sigue

siendo realidad lo que se cuenta en la vida de
Napolen Bonaparte. Este genio de guerra ago- la
nizaba lejos de los campos de sus victorias, aban-
donado de los suyos. Un da concentr sus pen-
samientos en Cristo; despreocupado como era en
materia religiosa, llam al General Bertrand para
que le instruyera acerca del cristianismo. Pregun-
t Napolen: Quin es Jesucristo?; la respuesta
del cristiano General fu: no he tenido tiempo de
leer algo acerca de El.- Cmo, repuso Bonaparte,
sois cristiano y no conocis a Cristo?
Preguntemos a la generalidad de los cristianos

de las ciudades y de los campos acerca de Jesu-
cristo y veamos la ignorancia crasa que existe.
9
Es conocido el caso de un misionero que pe-
netr a una fbrica con el propsito de ganar al-
mas para Cristo. Comenz su accin apostlica en-

tablando conversacin con un. joven obrero de mi-
rada inteligente que transparentaba nobleza de al-
ma y cualidades especiales de dominio de s mis-
mo y de autoridad con los dems.
Conoces a Jesucristo?, fue la pregunta del
misionero.- Padre, contest el jefe del obrerismo,
abriendo sus grandes ojos y poniendo extraeza en
su semblante, nunca he visto a este Seor, ni he
odo hablar de l.
Hay muchos hombres que no han odo hablar
de Cristo y que conocieran le amaran. Hay
si le
muchos cristianos que oyeron predicar a Cristo y
hasta le hospedaron en su pecho en la primera co-
munin, pero han olvidado todo. Hay muchsimos
cristianos que estn al da en conocimiento de*
el
cines, deportes, novelas y sucesos, pero descono-
cen a Cristo.- Para estos y para aquellos, el re-
medio es leer el Evangelio.
Almas hombres y mujeres de Accin
apstoles,
Catlica, buenos cristianos, ensead el Evangelio
Mostrad al verdadero Jesucristo en cada palabra
de este sagrado Libro y todo el mundo se salvar,
porque, "la vida eterna es conocimiento de Dios
el
verdadero y de su enviado Jesucristo" (Juan, Cap.
XVII versculo 3.)
Hctor Ed. Andrade P.

Sacerdote.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAO 11
-I- EXISTIO JESUCRISTO?
on frecuencia hemos odo hablar de Jess, de

su vida y doctrina, de su pasin y muerte. Actual-
mente casi nadie pone en duda la existencia hist-
rica de Cristo, pero no han faltado los extravagan-
tes que atribuyen su vida evanglica a leyendas a-
pcrifas y colocan su persona entre los mitos.
Contra y panfletos denigrantes de

los sofismas
la personalidad histrica de Jesucristo, se presen-
tan majestuosas las pginas del Evangelio cristiano.
Historia es la narracin verdica y fidedigna de
un pasado cronolgico de ^ alguien, en lugares
determinados.
Jesucristo, tiene su propia historia. Actu en
tiempo y lugares conocidos; su vida es relatada por
testigos fidedignos; luego existi.
Negando existencia real y verdadera de Je-

la
ss, habra que velar muchos aos en un siglo, y
quitar centenares de personas de la vida contem-
pornea al supuesto mito.
Toda la historia del pueblo hebreo, la antigua
Alianza, miles de aos, quedaran desorbitados o
2 EL VERDADERO JESUCRISTO
decentralizados al quitar de en medio a Cristo, o

convertirle en ser mitolgico. Jess es el protago-
nista de una larga historia de la humanidad. El
mundo israelita del siglo primero del cristianismo
es muy conocido; los acontecimientos de ese tiem-
po forman parte de la civilizacin antigua, en una
de las pocas ms brillantes y mejor documenta-
das, como dice Grandmaisn, y en esa poca vivi
Jess.
NACE en tiempo de Csar Augusto, Empera-
dor Romano; MUERE
en el reinado de Tiberio; la
VIDA PUBLICA se desarrolla en el ao quinto-dci-
del Emperador Claudio,
gobernando la Judea el
Procurador romano, Poncio Pilato, siendo Herodes,
tetrarca de Galilea y Sumos Pontfices de Israel,
Ans y Caifs.
Centenares de personas judas y paganas inter-

vienen en la vida y muerte de Cristo. Son con-
cretas las fechas principales de su vida. NACE en
el ao de 748 de la fundacin de Roma. CO-
MIENZA A PREDICAR la Buena Nueva en l o-
too del ao 779. -MUERE en la Pascua del ao
783, correspondiente al 30 de nuestra era.
La Tradicin, que es una de las fuentes de la
Historia, sita los lugaresdonde actu Jess en su

vida. Beln, Jordn, Nazaret, son muy conoci-
el
dos. Existen los pueblos y ciudades evangelizados

por Cristo. Permanecen montes, valles, caminos,
ruinas de palacios y casas, testigos de la predica-
cin y de los milagros del Seor.
Apenas ha variado la topografa del Tabor, de
Getsemant, del Glgota, del desierto de las tenta-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROARO 13
ciones, del montculo de las bienaventuranzas y de

tantos lugares donde Jess oper los misterios
redentores.
Existen los instrumentos de la pasin, como la
columna de la flagelacin, la corona de espinas, los

clavos, la cruz.
Imposible es compaginar fechas, lugares, obje-

tos y personas en torno de un mito. Si Jesucristo
es el centro de muchas cosas es porque existi
realmente.
Brands, Straus y sus secuaces dirn que las

narraciones evanglicas no son una historia de Cris-
to, sino fbulas inventadas por primeros cristia-
los
nos al rededor de su supuesto fundador. Este so-
fisma equivale en el orden religioso a la genera-
cin espontnea de la biologa, porque, precisamen-
te los relatos del Evangelio estn probando la
existencia del protagonista. El mismo Renn dice:
"la fe, el entusiasmo, la caridad, la constancia de
la primera generacin cristiana slo se explica su-
poniendo en el origen de todo movimiento, un hom-
bre de colosales proporciones, un motor humano,
una persona que existi y a quien la conciencia u-
niversal ha dado el ttulo de Hijo de Dios y que
realmente es la ms alta cumbre de la grandeza
humana".
Lo que narra la historia pagana acerca de

Cristo y de los primeros cristianos, est probando
la existencia de Jess.
Pero la fuente principal de la verdad histrica

de la existencia de Jesucristo, son los Evangelios.
Obras, humanamente hablando, dignas de todo cr-

dito porque son ntegras, autnticas y veraces, co-
mo se prueba en cualquiera Apologtica.
Adems, sabido que Mateo escribi el Evange-
es,
lio, apenas doce aos despus de la muerte de Jess;
diez aos ms tarde lo hizo Marcos; despus de

treinta y tres aos escribi Lucas y an no se
terminaba el primer siglo cuando lo hizo Juan; en-
tonces vivan an testigos de los acontecimientos
narrados por los Evangelistas, que de no ser ver-
daderos, autnticos e ntegros hubieran recibido la
protesta universal.
Qu existi Jesucristo, es cierto. Como lo es

igualmente, que ningn personaje ha dejado huellas
tan ciertas y duraderas de su existencia, como El.
Su nacimiento, cambia el cmputo del tiempo;

su vida es dechado de virtudes; su doctrina, modi-
fica conceptos y crea ideas; su muerte vivifica al
mundo. La ciencia, el arte, la literatura, se trans-
forman de paganas en cristianas. La humanidad en-
tera se vira espiritual, social y moralmente, con la
presencia de Jesucristo en la tierra.

Jess de Nazaret no es un mito; es una rea-
lidad histrica.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 15
-II- EL MESIAS PROMETIDO
e aciagas consecuencias fu para la huma-

nidad el da en que el paraso terrenal se convirti
en campo de maldicin.
Las creaturas desobedecieron al Creador y la
luz del cielo se torn en tinieblas de infierno. Ne-

gros nubarrones cerraron el horizonte de la crea-
cin.- Dios maldijohombre condenndole a co-
al
mer el pan con el la frente, a la mujer

sudor de
sentencindole a ser madre mediante el dolor, a la
serpiente reducindola a vivir arrastrada.
Confusos, avergonzados, arrepentidos, salieron

del jardn de delicias, los gestores de la huma-
nidad, con la conciencia atormentada por el remor-
dimiento del pecado; ofendieron a Dios y no encon-
traban la condigna reparacin. Unicamente alguien
igual al ofendido poda satisfacer la culpa.
Un rayo de luz divina clare en el alma de

los ofensores.Jehov cambi la justicia en miseri-
cordia. Dios se hara hombre para reparar la deso-
bediencia del hombre a Dios.
Escogi Jehov un pueblo y le seal el pa-
raso donde se operara la redencin de la humanidad.
Miles de aos transcurrieron desde la crea-

cin hasta la regeneracin humana. En estos siglos,
el pueblo israelita, situado en la tierra de promi-
sin, estuvo en espectacin de la hora providencial.
Los profetas mantuvieron a las gentes en cons-

tante televisin del Salvador. El Hijo de Dios he-

cho hombre fu vaticinado con caracteres inconfun-
dibles; su nacimiento, vida, pasin y muerte, fueron
profetizados con detalles minuciosos.
Miqueas predijo el nacimiento de Cristo en la
ciudad de David; "Tu Betlehem de Jud no eres la
ltima entre las ciudades de Israel, porque de t
saldr el caudillo de mi pueblo" (Miq. V-2).

Malaquas seal al precursor del Mesas:- "En-
viar un ngel para que prepare el camino de
redencin". (Malaq. III-l)
Isaas anunci al Bautista, "allanando la va

del Seor". XL-3) .-Este mismo profeta procla-
(Is.
m los nombres del Salvador: "Nacer un nio y

ser llamado Admirable, Dios fuerte, Padre del si-
glo futuro, Prncipe de la paz, Emmanuel". (Is.IX-6).
Zacaras, predijo que Cristo entrar en la ciu-

dad santa cabalgando un pollino y destruyendo las
cuadrigas y carrozas de Efran; dar paz a las
naciones y extender su reino por todo el orbe.
(Zac. IX-9).
anunci la pasin del Seor y vaticin

Isaas,
el reino mesinico con razgos tan claros que el
pueblo judo conoca la obra redentora siglos an-
tes de la Encarnacin. La segunda parte de estas
profecas es un compendio de la historia del Mesas,
(ls. Cap. XL).
El Libro de los Salmos es la cancin de los

profetas al Redentor cuya vida est vaticinada en
forma de plegarias y alabanzas a Cristo. -David,
los Hijos de Cor, Asaf, Salomn predicen la obra
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO [J
redentora glorificando a Jehov. -El Salmo LXXI

profetiza la manifestacin del Mesas a la gentilidad.
En suma, Cristo es el centro de la vida reli-
giosa del pueblo hebreo y forma su historia. En to-

das las edades, desde los patriarcas, se siente avanzar
a Cristo; con los Profetas el rumor de su venida ya es-
t prxima.
Cuando ya el Mesas estaba en la tierra, flo-

taba en ambiente espiritual del pueblo israelita la
el
esperanza inmediata y todos los anuncios eran de

actualidad.
Cristo vino a los suyos, pero estos le desconocie-

ron fJn. I-lljapesar de los vaticinios cumplidos.
Los Judos, materializados y humillados hasta el
colmo, queran un Salvador nacido en Palacio, arma-

do y guerrero, caudillo poderoso para exterminar a
los enemigos y librar a su pueblo de la opresin
romana.
Por estos no aceptaron al Mesas
prejuicios
nazareno, al Rab Galileo. Estaba entre ellos, pero
no le conocieron, cumplidas estaban en Jess to-
das las profecas, pero vacilaron y tras la duda vino
la desconfianza. Siguen esperando al que ya vino y
cumpli su misin hace veinte siglos. El mensaje de los
Judos al Bautista, la conversacin de la Samaritana,
la confesin de Pedro y otros pasajes evanglicos es-
tn hablando del convencimiento del pueblo acerca

de la proximidad de la venida del Mesas y del
cumplimiento de las profecas en la persona de Je-
sucristo. fJn. 1-19- 1V-25- Mat. XVI-16/
-III- GENEALOGIA DE JESUS

an Mateo comienza el Evangelio con el abo-
lengo de Cristo. Los Judos estimaban sobremanera
su genealoga porque era prueba inconcusa de su
descendencia de Patriarcas y Reyes y la contrase-
a del pueblo escogido por Dios.
San Lucas seala el rbol genealgico de Je-
ss en el Evangelio. Esta genealoga
Cap. 39 del
es la rama materna;
de San Mateo es la paterna.
la
Ambas prueban que Jess desciende del patriarca

Abraham y del rey David y atestiguan su mesianidad.
La de Mateo (1-1) es sinttica; est dividida en
tres grupos de 14 personas cada uno, en tres pero-
dos. Desde Abraham hasta David, desde su tiempo
hasta la cautividad de Babilonia, desde esta poca
hasta Jess.
ABRAHAM - Isaac Jud - Fares Esrm -
-
J acob -
Aram - Aminadab 0 - Naasn 0 - Salmn 0 Booz- -
0
Obed - Jes - DAVID Salomn - Robom
- - Abas -
Asaf Josafat Jorn - Ozas
- - Joatn Acaz Eze- - -
quas Manass
- - Anin - Josas Jeconas- CAUTIVERIO-
-
0 0
Salatiel - Zorobabel - Abiud - Eliacim - Azor-
0
Sadoc - Aquim - Eliud - Eleazar - Matan Jacob -
- JOSE: - JESUS.
La genealoga segn San Lucas (111-23) es la

que ms conviene en el caso de Jesucristo, quien,
segn la carne, no tuvo sino madre, pues es sabi-
do que Jos fu nicamente su padre legal.
Comienza Lucas citando el nombre del primer
HECTOR EDUARDO ANDRADE PHOANO 19
ser humano y termina con el de Joaqun, padre de

la madre de Jess. En ambas genealogas constan
algunos nombres de las mismas personas, lo cual
prueba que Jos y Mara eran parientes.
Hemos sealado con asteriscos los nombres re*
petidos de los ascendientes de los padres de Jess.
ADAN - Set - Ens - Cainn - Malelel - Jared -
Enoch - Matusal - Lamec - Noe - Sem - Arfaxad -
Cainn - Sal
Eber - Falec - Ragau Seruch -
0 0
Nachor - Tar - ABRAHAM - Isaac - Jacob - Jud
Fares - Esrom - Arn - Admn - Aminadab 0 - Naa-
0
sn 0 - Salmn 0 - Booz 0
- Obed 0 - Jes 0 DAVID - Na-
tn - Matat - Menn - Mele - Jonn - Jud - Si-
men - Lev - Matat - Jorim - Eliezer - Elmadam
- Kosam Addi - Melqui Neri -
- - Salatel
0
Zoroba-
bel Joanm
- Matatas - Nagg - - Semen - Ams-
5
Jonna - Lev - Matat - Joaqun MARIA: JESUS.
La diferencia de en una y nombres restantes

otra genealoga se explica teniendo en cuenta que
San Mateo escribi el Evangelio para probar a los
judos que Jesucristo descenda de Abraham y de
David y que en su persona se haba cumplido per-
fectamente todas las profecas mesanicas.
San Lucas escribi para los gentiles, probando

que todos los descendientes de Adn fueron redi-
midos por Cristo.
La "Era Jess, al
frase de este Evangelista:
empezar su predicacin, como de 30 aos, siendo,
como se pensaba, hijo de Jos" (1 1 1-23) nos indica que
el d la genealoga por la rama de Mara, verda-
dera madre de Jess, y que Jos era tenido co-

mo padre, sin serlo en sentido gentico.
El nombre de HELI que cita el Evangelista,
como padre de Mara, es diminutivo de HEL1A-
CIN, que es sinnimo de JOAQUIN, como se ve
en el Libro de Judit, donde al Sumo Sacerdote
se le llama indistintamente: Hel, Heliacn o Joa-
qun. fJud. IVJ
IV LA PATRIA DE JESUCRISTO
a porcin del globo terrqueo donde nace,

vive y muere Jesucristo, se llama Palestina. Re-
gin asitica, riberea del Mediterrneo. Limita al
Norte con Siria y Fenicia, al Sur con Idumea y
el desierto arbigo, al Este con las estepas siro-
rabes, al Oeste con el mar.
Abarca unos 25.000 kilmetros cuadrados, sien-

do atravesado de norte a sur por el Jordn, desde
su nacimiento en las montaas de Hermn, hasta
desembocar en el Mar Muerto.
Palestina, del arameo "felistim" se traduce

por "tierra de filisteos", nombre de los habitantes
de esta regin, invadida por los hebreos capitanea-
dos por Moiss.
La Biblia, denomina a esta comarca, "tierra
de promisin, de Canan, de Israel", por la co-
nexin histrica del territorio con el pueblo escogi-
do por Jehov.
Los cristianos, conocemos esta regin, con el
significativo nombre de "tierra santa", porque fu
santificada con la presencia material de Jess-
La Palestina, en tiempo de Cristo, se divida

en tres departamentos principales: Galilea, Sama-
ra y Judea.
GALILEA, Gobernada por Herodes Antipas, se
extiende al Oeste del Jordn, en su parte su-
perior. Regin hermosa, con llanuras ubrrimas co-
mo lade Esdreln, coronada por el Tabor, ador-

nada con encantadores lagos como el de Tibera-
des y embellecida con sublimes paisajes.
Ciudades importantes eran Mgdala, Cafar-

nam, Betsaida; entre las de menor importancia
se contaban: Nazaret, Can, Nam.
SAMARIA, situada entre Galilea y Judea,

es
regin montaosa, pero bella y amena, con la be-
lleza y amenidad del paisaje natural de la monta-
a que se extiende hasta convertirse en valle y
en ribera. Poblaciones de renombre eran en tiempo
de Jess: Cesrea, a orillas del mar, y Siqum, cerca
del pozo de Jacob.
Los samaritanos andaban entonces distanciados

con los Galileos y Judos, por motivos raciales y
de tradicin religiosa.
Al sur de Palestina, est JUDEA, regin spe-
ra y seca en el aspecto topogrfico, pero de mayor
importancia que las anteriores en el sentido reli-
gioso y comercial. Jerusaln es el centro de la fe
y del turismo.
El paisaje de esta comarca se embellece con
el cambio de montes y desiertos cruzados por ca-
minos. Entre las ciudades principales se contaban:
Beln, Jeric, Hebrn.
El clima de Palestina es, en general, subtro-
pical. Las orillas del Jordn son paradisacas. El
suelo es feraz en variados frutos.
La vista de conjunto de estas comarcas es
maravilloso; al atravesarlas se tiene la impresin
de que se disputan por ser mirados los arbustos
que las cortejan entre el suelo tejido de flores y

el cielo matizado de nubes grises. Airosos mirtos,
mustios cipreses, estrellados pinos, esbeltas palme-
ras, fragantes higueras, verdes limoneros, hacen
contraste con los viedos, cargados de racimos que
deleitan al viajero ansioso de encantos.
La topografa est indicando los trastornos

tectnicos, sufridos por la regin en diversos tiem-
pos; quiebras profundas y montculos cretceos se
suceden repentinamente hasta perderse en evolu-
cin continua con la inmensidad azulada del mar
o con el horizonte ilimitado de las estepas asiticas.
Palestina es para los cristianos el santuario
eterno de la devocin. Los montes y llanuras, los
lagos y ros, los pueblos y campias, los caminos,
las ruinas, las calles estrechas y escalonadas de la
vieja Jerusaln, todo recuerda la presencia de Je-
sucristo, reviviendo su persona con su obra redentora.
De la Palestina nos habla con ella Biblia

sobre-nombre de tierra de promisin y de esperan-
zas, rica y generosa, que destila leche y miel, fr-
til y bella, saturada de viedos, huertos y olivares.
As es y as deba ser el pas de la alianza mesi-
nica y la patria de Dios hecho hombre.
-V- BIBLIA Y EVANGELIOS
iblia es vocablo griego que se traduce por

Libros. La Biblia contiene los libros que narran la
historia del Antiguo y Nuevo Testamento, es decir,
la alianza de Dios con el pueblo israelita, y la a-
lianza de Cristo con la humanidad, por la redencin.
Son 72 los libros sagrados; 45 fueron escritos

antes de la venida de Jess y como preparacin a
su obra redentora; 27 son los que componen el E-
vangelio u obra cristiana.
La como alguien dijo: "el Libro gran-

Biblia es,
de y vasto como el mundo, con las races en los
abismos de la creacin y con la copa en el azul
secreto de los cielos"; es aurora y ocaso, promesa y
cumplimiento, nacimiento y muerte; en la Biblia,
est compendiado todo el drama de la humanidad,
de principio a fin. Es el libro de Dios Creador,
Santificador y Redentor.
Evangelio significa "buena nueva", tal es la

doctrina enseada por Jesucristo. Con este nom-
bre se conoce tambin la obra de Jess, es decir
su vida, pasin y muerte, narradas por los cuatro
Evangelistas.
Los Evangelios no son propiamente una bio-

grafa de Jesucristo, porque los autores no se pro-
pusieron sino dejar constancia de las enseanzas
y milagros del Seor, sin los detalles de una histo-
ria completa.
Los vacos que se notan en los Evangelios, se

explican recordando, que la mitad del primer si-
glo cristiano la enseanza apostlica fue nica-
mente oral; los discpulos de Jess conocan sus
obras y su doctrina por tradicin familiar que, na-
turalmente, cambiaba en detalles; los Evangelistas no
hicieron sino sintetizar lo que presenciaron u oye-
ron acerca de la vida de Cristo, con los rasgos
sobresalientes.
La catequesis apostlica era el primitivo Evan-

gelio y el gran medio de instruccin fue la memo-
ria.Los apstoles constituyeron, poco a poco, el

Evangelio oral; el escrito es una sntesis de aquel,
un compendio reducido, por lo cual dice San Juan:
"Muchas otras cosas hay que hizo y dijo Jess,
que si se escribieran una por una, no cabran en
el mundo los libros que se habran de escribir.
(Jn. XXI-25J.
A este eptome de la vida de Jess, se llama

Evangelio o Evangelios porque uno solo es el pro-
tagonista y cuatro los escritores. Los Evangelistas
difieren entre s, por el estilo, fin, extensin y se-
leccin de discursos y episodios.
Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se

llaman sinpticos, porque los tres refieren los he-
chos bajo un plan similar y se completan mutua-
mente.
Los cuatro evangelios son los nicos documen-
tos, propiamente histricos entre los libros del
Nuevo Testamento, porque, fuera de ellos, no se
encuentra ningn dato original acerca de la vida
de Jess.
Son histricos porque son autnticos, verdicos

e ntegros.
Tenemos el texto, tal como fu redactado en su

origen y estamos seguros, de que provienen real-
mente de los autores a los que se los atribuyen.
Han llegado hasta nosotros sin alteracin sustan-
cial, en las copias que se han hecho, las cuales, a
travs de los siglos, han sido siempre sometidas a
una escrupulosa revisin. Relatan los sucesos como
vieron u oyeron sus autores, quienes no tuvieron
necesidad alguna de mentir, y citan lugares y tes-
tigos que no les permiten engaar. Los cuatro E-
vangelistas sellaron con el martirio la verdad de
sus escritos.
Adems de ser libros histricos, los Evangelios

son libros inspirados, entendindose por inspiracin,
un influjo sobrenatural, con el cual Dios asiste a los
escritores, para que conciban y escriban lo que El
quiere, resultando de esta especial asistencia que,
el autor principal de los libros sagrados es Dios,
y que el hombre es un instrumento en sus manos,

pero un instrumento que conserva su libertad, pa-
ra escribir segn su temperamento, inteligencia, pre-
paracin y dems condiciones humanas.
Con toda razn y justicia, dice de los libros

sagrados, el inspirado Roberto Boyle: "En compa-
racin de la Biblia y de los Evangelios, todos los
libros del mundo, hasta los ms religiosos, no son
sino estrellas comparadas con el sol, y como a-
quellas, reciben toda y esplendor
la luz del astro
rey que es la Sagrada Escritura.
-VI- LOS EVANGELISTAS
* llamado tambin Lev, era publica-

no; estaba sentado en su puesto de cambista, cuan-
do Jess que pasaba por Cafarnan, le dijo: "Ven,
Sigeme. Al punto el recaudador de rentas dej su
empleo y se fue en pos del Maestro. (Mat. IX-
-XI-14).
Hombre de cultura ms que mediana, conver-

tido en Apstol de Cristo, se propuso dejar escri-
tos los principales discursos y milagros del Seor.
Escribi el ao 42, en arameo, idio-
Evangelio en el
ma ordinario entre los judos; poco tiempo despus
fue traducido al griego para las comunidades cris-
tianas en regiones de esta lengua.
El objeto de su obra es probar la mesianidad

de Jesucristo; all van encaminadas las frecuentes
citas del Antiguo Testamento. En su historia da
preferencia a los discursos, antes que a las obras
del Seor, conocedor de las profecas mesinicas,
las cita con frecuencia para probar que Jess es el
Salvador de su pueblo, el Mesas que realiza las
promesas.
Las caractersticas de su Evangelio son: orden,
precisin, coherencia. El traductor al griego con-
serv algunos giros literarios del arameo.
Este Apstol y Evangelista, escogi el Africa
para convertirla a Cristo; en esta regin sembr
la semilla de la Buena Nueva y fu coronado con
la diadema del martirio.
Su cuerpo se venera en la Catedral de Saler-

no y su fiesta se celebra el 21 de Septiembre. Su
Imagen va acompaada de un nio, como smbolo
de su Evangelio, que comienza con la genealoga
del Hijo de Dios hecho hombre.
Harais es ei nombre romano del segun-

do Evangelista, llamado en hebreo Juan. Era uno
de los discpulos predilectos de San Pedro, hijo de
aquella Mara, que hosped al Apstol libertado
por el ngel, de las cadenas y de la crcel (Act.
XII - 12).
Se encontr Marcos con el prncipe del Apos-

tolado, en Roma, donde fu su ferviente coadjutor
en la mereciendo el ttulo de "hijo"
catequesis,
(Ped. Ep. l-V-13). All probablemente escribi^ su
Evangelio, en el ao 53, en griego, recapitulando
la predicacin del Apstol de los Romanos, para
probar la divinidad de Jess por los milagros
que narra. -Es el Evangelio ms corto y sinttico.
Muri San Marcos siendo Obispo de Alejan-
dra. Su cuerpo se venera en la Catedral de Ve-
necia y su fiesta es el 25 de Abril. Su Imagen va
acompaada de un len, como smbolo de su obra
que comienza con la historia del Bautista en el de-
sierto donde ruge el rey de las fieras.
es el tercero de los Evangelistas.

Discpulo de San Pablo, de nacionalidad siria, m-
dico de profesin y, por lo mismo, de cultura su-
perior (Col. IV-14).
Se inform esmeradamente acerca de la vida

y doctrina de Jess para escribir su Evangelio
(Luc. 1-3), que tiene por objeto probar la univer-
salidad del fruto de la redencin. Muestra al Sal-
vador acogiendo a todos los hombres, an a los
pecadores y gentiles. Las numerosas parbolas que
cita, prueban la misericordia del Seor con todos.
El estilo identifica a un escritor de educacin
clsica, que no es judo y que se dirige a los
paganos convertidos. Si no conoci a Jess, por lo
menos se convirti pronto al cristianismo y acom-
pa al Apstol de los gentiles en el ministerio,
donde aprendi todo cuanto relata en el Evange-
lio, escrito en el ao 63, en griego, con un lengua-
je rico y perfecto clasicismo.
Muri en Constantinopla, donde se venera su

cuerpo, celebrndose su fiesta el 18 de Octubre.
Su imagen va acompaada de un toro, como sm-
bolo de su Historia evanglica que comienza re-
cordando los sacrificios de animales que se ofre-
can en el Templo.
JIllHlt es el autor del cuarto Evangelio. Disc-

pulo predilecto de Jess. (Jn. XX1-24).
Testigo que vi, oy y acompa al Maestro

a todas partes. Galileo de nacimiento, fue llamado
por el Seor al apostolado junto con su hermano
Santiago.
Escribi el Evangelio en el ao 97, con el fin

de robustecer la fe de los cristianos en la divini-
dad de Jesucristo, amenazada por las nacientes
herejas.
Es su obra la un testigo, que na-

historia de
rra lo que vi y oy, como l mismo dice. (JnA-l)
Narra palabras, hechos y milagros que presen-
ci y los selecciona para tras de ellos, revelar el
secreto ms profundo del mensaje divino, por lo
cual ha merecido el ttulo de Evangelista del Es-
pritu de Cristo.
La vida de este Apstol permanece oscura.

Desde el ao 57 dej la ciudad santa y se esta-
bleci en el Asia Menor. Fue exilado por Domicia-
no y relegado a la isla de Patmos, donde escribi
el Apocalipsis. Volvi a Efeso y pas a Roma don-
de se libr milagrosamente del martirio. Esto es lo
poco que sabemos de la vida de este Evangelista
que seguramente muri en Efeso, donde est su
cuerpo. Su fiesta se celebra el 27 de Diciembre.
Su imagen va acompaada de una guila como sm-
bolo de la sublimidad de su Evangelio, que desde
el principio se eleva al trono de Dios para mirar
al Verbo divino, como el guila al sol.
-VII- PALESTINA EN TIEMPOS DE JESUS
uando naci Jesucristo, estaba Palestina

gobernada por Herodes el Grande, lugarteniente del
Emperador Romano, Augusto, bajo cuyo dominio
estaba Israel.
Muri Herodes el ao 49 de la era cristiana,

dejando dividido el reino entre sus hijos Arquelao.
Antipas y Filipo, con ttulo de Tetrarcas. A este
gobierno sucedi el rgimen de los Procuradores
romanos, en el ao 69 para Judea y Samara y el
39 para Galilea.
Poncio Pilato gobern la Judea, como Procu-

rador, del ao 26 al 36 del cristianismo. Como sus
antecesores, resida en Cesrea, ciudad martima
fundada por Herodes, yendo a Jerusaln nica-
mente con motivo de las grandes fiestas; su escol-
ta habitaba la ciudadela Antonia.
La poltica de los romanos fu tolerante, sin

embargo, la opresin al pueblo judo se hacia sen-
tirpor los impuestos y la manera de recaudarlos.
Hubieron algunas revueltas, sofocadas por Roma
con derramamientos de sangre, Pilatos cometi
muchas violencias y se le destituy despus de una
matanza de samaritanos.
En elaspecto religioso atravesaba Palesti-
na por una verdadera crisis, en tiempo de Jess-
Las opiniones polticas y religiosas haban dividido
los espritus en partidos. El sacerdocio estaba pa-
ganizado; las prcticas religiosas adulteradas; el

pueblo andaba como ovejas sin pastor y con un
pasto envenenado por la discrepancia de ideas con
respecto a la ley, a la tradicin y a las costumbres.
Para asegurar el servicio del templo, haba un

colegio sacerdotal numeroso y jerarquicado com-
puesto de sacerdotes y levitas. Sobre estos estaban
los "prncipes de los sacerdotes" que residan en
Jerusaln y a quienes se les confiaba oficios im-
portantes; los otros vivan en los pueblos y desem-
peaban los oficios designados por sorteo.
El alto clero se preocupaba ms de acrecen-

tar sus rentas que de desarrollar el sentimiento
religioso del pueblo.
Junto a los sacerdotes estaban siempre los

ESCRIBAS. Eran piadosos laicos que se ocupaban
en el estudio, interpretacin y enseanza de las
Escrituras; son los doctores de la Ley.
Por encima de todos estaba el Sumo Sacer-
dote, como la mayor autoridad en lo religioso. Era
el jefe del Sanhedrn, el primer magistrado del Es-
tado judo; su autoridad estaba limitada nicamen-

te por la del Procurador romano.
El Sanhedrn, especie de Senado, resida en la

ciudad santa, integrado por 71 miembros elegidos
de la aristocracia sacerdotal, de la sociedad alta
seglar y de los doctores de la Ley.
El pueblo se compona de dos elementos prin-

cipales: por una parte los artesanos, los labradores,
los pescadores; por otra, los empleados o funciona-
rios pblicos-
Entre las* sectas religiosas sobresalen las si-

guientes:LOS FARISEOS o separados, gente que apa-
rentaba el cumplimiento perfecto de Ja Ley; pretendan
con sus hipocresas captarse el cario y la admira-
cin del pueblo; hacan consistir la santidad en ri-
diculeces; intransigentes hasta el extremo; formu-
listas y amanerados; se crean superiores a todos
los que no eran de su secta y despreciaban a los
publcanos y pecadores.
LOS SADUCEOS formaban un partido distin-
to del anterior en lo religioso y poltico. Encabe-
zonados por el Sumo Sacerdote, los prncipes del cle-
ro y la aristocracia seglar, no se preocupaban si-
no de conservar autoridad y privilegios, observan-

do solamente las prescripciones legales de su con-
veniencia; despreciaban las tradiciones orales y no
tenan entusiasmo ninguno por el mesianismo. A-
comodados con la sujecin romana, eran mal vis
tos del pueblo.
Del lado de los saduceos estaban los HERO-

DIANOS. En dos ocasiones aparece este nombre
en el Evangelio: cuando Jess cura al hombre de
la mano seca (Marc. 111-16) y presentando al Ma-
estro el problema del pago tributario al Csar.
fMat. XXH-16J.
Formaban un grupo de poca importancia; eran
los adictos a Herodes y defensores de la dinasta.
Se confabularon con los enemigos de Jess para pe-
dir su muerte desde que el Seor apod a su jefe
de "zorro". (Luc. XIII-32).
Del lado de los fariseos estaban LOS Z ELO-
TES. Fariseos en lo religioso y judos exagerados
en lo poltico. Pretendan la guerra contra elIm-

perio. A estos se unan los SICARIOS, as llama-
u
dos por la sica^' o pual que portaban para sus
reyertas.
Estos fomentaron las rebeliones a

y apuellos
mano armada contra Roma, buscando la indepen-
dencia nacional.
LOS ESENIOS, no mencionados en el Evan-
gelio, formaban una secta religiosa muy particular
por su organizacin. Formaban una especie de or-
den religiosa. Practicaban el celibato, vivan en
comunidad, renunciando a los bienes temporales y
bajo la obediencia de un superior. Despus de una
larga probacin, los aspirantes a la orden eran ad-
mitidos mediante el juramento de observar las re-
glas y conservar el secreto de las leyes de la
comunidad.
Jesucristo jams mencion a los esenios, ni a
los zelotes y sicarios, en su predicacin; algunas
veces se refiri a los saduceos; con frecuencia es-
tigmatiz a los escribas, sacerdotes y fariseos.
-VIII- UN POCO DE HISTORIA
^para fechar los primeros pasos de Jesucristo

en su vida, el Evangelista San Lucas, sienta datos
histricos "El ao dcimo-quinto del im-
precisos:
perio de Tiberio Csar, gobernando Poncio Pilato
la Judea, siendo Herodes Tetrarca de la Galilea y
su hermano Tetrarca de Iturrea y de la
Filipo
provincia de Tracontide, y Lisanias Tetrarca de
la
Abilina, siendo sumos sacerdotes Ans y Caifs,
vino la palabra de Dios...." ( Lucas III-1J.
Estos datos estn en conexin con la historia

del pueblo judo, al que perteneci Jess.
Csar Augusto, Emperador romano, haba muer-

to doce aos antes de comenzar el reinado de Ti-
berio Csar; este aparece como Emperador desde
quince aos atrs, porque tres aos antes de la
muerte de aquel, el Senado di a Tiberio el go-
bierno del Imperio.
En el ao 738 de Roma era ya muy marca-

do el abatimiento del pueblo judo; de hecho haba
perdido la autonoma y estaba bajo el yugo ro-
mano. Medio siglo antes de Jesucristo, los dos nie-
tos de los macabeos, Aristbulo e Hircano, que go-
bernaban a Israel, se enredaron en poltica y tuvie-
ron la torpeza de invocar el arbitraje de Roma.
Con esta resolucin comenz francamente el domi-
nio romano sobre Palestina; el rbitro fu Pompe-
yo, quien fall a favor de Hircano y le apoy con
armas contra su hermano que ocupaba las fortale-

zas del Templo. Vencido Arstbulo, qued Hircano
como Etnarca de Judea.
En las guerras romanas Csar venci a Pom-
peyo y dispuso de Palestina como cosa propia.
Nombr gobernador de Judea a Antpatro. Poco
tiempo despus, Antgono tom por asalto a Jeru-
saln; logr zafarse Herodes, hijo de Antpatro y
acudi a Roma, cuyo partidario acrrimo fu siem-
pre, y volvi con el apoyo material y moral nece-
sarios para dominar la situacin. Fu proclamado
rey por un triunvirato romano; con este ttulo y
con un valiente ejrcito, siti a la ciudad santa y
la tom a fuego y sangre, terminando la catstrofe
con la decapitacin de Antgono.
As comenz el reinado de Herodes en Pales-

tinaque dur hasta cuatro aos despus de naci-
do Jesucristo. Este Herodes, llamado el Grande,
era hijo del Idumeo Antpatro y de la rabe Cipros.
Escptico, ambicioso, desptico y cruel hasta el
extremo. En una revolucin mat a todos los as-

moneos, incluso a su mujer y a sus propios hijos.
Este Herodes hizo matar a millares de nios ino-
centes, queriendo degollar en la cuna a Jess.
A la muerte del tirano qued dividido el rei-

no entre sus tres hijos. Arquelao, tena la Judea y
Samara, Herodes Antipas, la Galilea y Filipo la
Transjordania.
Roma aprob la particin y di a los herederos del

viejo Herodes el ttulo de tetrarcas. Pero diez a-
os despus ante las revueltas que provocaba el
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAKIO 37
despotismo de Arquelao, fu depuesto el tetrarca y

exilado a las Galias, confiando Roma el gobierno
de Judea a un Procurador. En
Galilea rein ms
tiempo Herodes Antipas, pero, a causa de sus tor-
pezas religiosas y polticas, tambin fu depuesto
por Roma y exilado.
De este modo, Palestina fu colocada bajo el

dominio de los Procuradores romanos. El primero
fu Coponio que gobern del ao 69 al 99 de la
era cristiana y el quinto fu Pilato del 26 al 36.
Ans y Caifs figuran como sumos sacerdotes,

en tiempo de Jess, a pesar de que la ley no per-
mita sino uno, porque Herodes el cruel nombr
a Caifs. Jurdicamente Ans era el Pontfice, pues
el cargo era vitalicio, pero legalmente, o mejor di-
cho, dictatorialmente ejerca el cargo Caifs, sue-
gro de aquel. Como estos dos parientes polticos
se entendan bien, ambos quedaron en el puesto y
con su ttulo, y el pueblo se acostumbr a tener
dos sumos sacerdotes, acudiendo al uno o al otro
en sus necesidades.
Para terminar la triste historia del pueblo ju-
do y en relacin con la profeca de Jess, recor-
demos la causa de su dispersin.
Vespasiano primero, y despus su hijo Tito,

cansados con las continuas revueltas provocadas por los
judos contra Roma, invadieron Palestina, sitiaron a
Jerusaln y mataron a centenares de miles de gente.
Arrasada la ciudad santa, los judos supervi-

vientes fueron conducidos como rebaos a Roma
o vendidos como esclavos en todas partes; algunos
lograron huir y trasladarse a regiones extraas.
As termina trgicamente la historia de Israel
y comienza su dispersin en el mundo hasta que

llega la hora de organizarse nuevamente cumplien-
do las predicciones de Jess, el Mesas prometido,
esperado, repudiado y, seguramente, reconocido.
HECTOR EDUARO AND RADE PROANO 39
-IX- CRONOLOGIA EVANGELICA
res son las fechas fundamentales de la cro-
nologa evanglica. El ao en que naci Jess, el
ao en que inaugur su ministerio y el ao en

que muri. -El tiempo comprendido entre las dos
ltimas fechas son los aos de su vida pblica.
No se puede dar con certeza el ao preciso

del nacimiento de Jesucristo. Lo cierto es que el
clculo de Dionisio Exiguo poner el natalicio de

al
Cristo en el de la fundacin de Roma,

ao 754
es inexacto, de aqu que no coincide el primer ao
de la era cristiana, con el ao del nacimiento de
Jess.
Dos hechos nos permiten fijar aproximada-

mente la fecha de NACIMIENTO del Seor. El
primero es la muerte de Herodes.
Jess naci en tiempo del rey Herodes, quien

muri dos aos ms tarde (Mat. 11-1-19). Como
Herodes muri el ao 750 de Roma, Jess debi
nacer el 748, es decir, seis aos antes del cmpu-
to actual de nuestra era. Flavio Josefo seala la
fecha de la muerte de Herodes. Por el Evangelio
sabemos que el tirano muri mientras Jess esta-
ba huido en Egipto y que tena ms o menos,
dos aos.
El segundo hecho es el empadronamiento pres-

crito por Csar Augusto; por esta razn Jos y
Mara fueron a Beln, donde naci Jess (Luc- 1 1-1-7.)
La dice que este empadronamiento se

historia
hizo en ao 747 y que dur dos aos. Supo-
el
niendo que los padres de Jess se hayan quedado

al ltimo, el Seor naci en el 748, si no fu en
el 747.
En cuanto al mes, fecha y da nada sabemos

ni por conjeturas; siendo piadosa creencia, desde
luego aprobada por la Iglesia, que naci Jesucris-
to el 25 del mes de Diciembre.
El ao en que Jess INAUGURO SU PRE-

DICACION, o mejor dicho, la primera Pascua que .
pas en el ministerio evanglico, fu cuarenta y

seis aos despus de comenzada la reconstruccin
del Templo, segn dice San Juan (11-20,). Herodes
comenz la reconstruccin el ao 734 de Roma;
luego la pascua primera fu en el 780, o 26 de la
era cristiana.
Tena entonces Jesucristo 32 aos de edad,
que coinciden con la frase de San Lucas (111-23)
quien dice que el Seor al comenzar su predica-
cin tena COMO 30 aos, siendo ese como calcu-
lativo indicacin de ms de 30.
La MUERTE de Jess acaeci el da vier-

nes, 15 del mes de Nizn, a las tres de la tarde-
As aparece de los datos evanglicos. San Juan

dice (XIX-14-31J "Jess muri bajo Poncio Pilato,
el da en que se deba comer la pascua y la vs-
pera del sbado". Ahora bien, en los diez aos

que gobern Pilato, del 26 al 36 de nuestra era,
solamente en los aos 27-30 y 33 cay en viernes
el 15 de Nizn, luego en uno de estos aos debi
morir Jess. El ao 30 es el que coincide con lo
que diremos del ministerio pblico del Seor. La

muerte de Jesucristo fu, por lo mismo, en el ao
30, el 7 de Abril, teniendo 36 aos de edad, ms
o menos, el Seor Jess.
LaVIDA PUBLICA O MINISTERIO EVAN-

GELICO, de Cristo dur ms de tres aos, desde
antes de Pascua del ao 27 hasta la del 30, se-
la
gn San Juan, quien nos habla de tres pascuas pa-

sadas por Jess. (II-13-VI-4-XIII-1). Son, pues, tres
aos intermedios de las pascuas y meses anterio-
res a la primera. La ltima pascua citada por el
Evangelista coincide con el ao 30 de la muerte
de Jess.
Adems, como sabemos, las fiestas pascuales

duraban ocho das, durante los cuales los judos
coman el pan sin levadura o cimo. El plenilunio
del mes de Nizn comenzaba en la tarde del 14.
De los Sinpticos que narran los hechos segn el
uso popular y de San Juan que los cuenta a la
manera oficial, se deduce que Jess y sus Aps-
toles, comieron el cordero pascual el jueves 14 de
Nizn, por la tarde, mientras que los Sanedritas
la comieron el viernes 15, por la noche. As se ex-
plican los acontecimientos del jueves en el Cen-
culo y lo que dice San Juan (XVI 11-28): "Los sa-.
cerdotes, escribas y fariseos no entraron al pre-
torio de Pilato, el viernes 15 de Nizn, por ma-
la
ana, cuando llevaron a Jess ante el Procurador
romano, pidiendo sentencia de muerte, para no con-
taminarse y poder comer la Pascua".
El sbado 16 de Nizn era el da magno en-
tre los das de la fiesta pascual, por lo cual, el

viernes por la tarde que daba comienzo al sba-
do, deba desaparecer todo motivo de disgusto o
ajeno a la fiesta, como dice el mismo Evangelista:
"Como el viernes en que fu crucificado el
-da
Seor- era la preparacin a la Pascua, para que
los cuerpos de los crucificados no quedasen en la
cruz durante el sbado, porque era un da grande
aquel sbado, los judos pidieron a Pilato, que se
les quebrasen las piernas a los ajusticiados y los
retirasen del lugar". (Jn. XIX-31).
Sabemos con certeza, siquiera relativa, las prin-

cipales fechas relacionadas con el nacimiento, vida
y muerte de nuestro Redentor.
-X- EL TEMPLO
Y LAS FIESTAS DE LOS JUDIOS
1 Evangelio hace mencin del Templo de

Jerusaln con motivo de las frecuentes visitas de
Jess al lugar santo, de donde, por dos ocasiones,
sac a los profanadores y en cuyos atrios ense
la nueva doctrina, hizo muchos milagros y sostuvo
interesantes polmicas con los fariseos.
Este Templo fu reconstruido por Herodes el

Grande, apoyado por el Emperador, para captarse
las simpatas del pueblo judo, llegando a ser una
de las obras mundiales de mayor riqueza, belleza
y opulencia.
El Historiador Josefo dice, como testigo de
vista: "La obra era la mejor, la ms excelente y
maravillosa de cuantas hemos visto u odo, tanto
en su edificio, cuanto en su grandeza y magnificen-
cia." (Jos. VII- 10)
Los arcos, columnas y muros eran de mrmol,

en el piso lucan preciosos mosaicos, estaba deco-
rado con oro y plata. Ocupaba una superficie de
400 metros de largo, por 250 de ancho; circunva-
laban el permetro, grandiosos prticos. Esbeltos pi-
nculos adornaban el prtico real. Los atrios, cuya
bveda era el cielo, eran cinco: el de los gentiles
serva para negociar todo lo concerniente a los sa-
crificios. El de las mujeres, por donde se pasaba
al de los varones, estaba reservado nicamente para
los israelitas, separados del de los gentiles con ar-

tsticasbalaustradas de mrmol y letreros lumino-

sos en varios idiomas, que conminaban pena capi-
tal a los que traspasaban
el lmite fijado. Segua el
atrio de los sacerdotes,adosado con dependencias

lujosas, claustros y puertas que servan para el
culto y conducan al Santuario, propiamente dicho
Este se divida en dos departamentos; El santo y
el Santsimo; en el primero se guardaban las co-
sas santas del culto y en el segundo moraba Jeho-
v; era el lugar escogido por el Dios de Israel,
para sus comunicaciones con los jefes del pueblo.
Las principales prcticas religiosas de los ju-
dos eran:
La circuncisin, ceremonia por la cual los va-

rones eran agregados al pueblo de Dios.
La observancia del sbado, mandada en el

Declogo.
La peregrinacin a la ciudad santa en las princi-
pales festividades que eran cuatro.
El ayuno pblico en el da de la Expiacin,
Las purificaciones o abluciones totales o par-

ciales en ocasiones determinadas.
La oracin ritual tres veces al da,
La limosna obligatoria para el culto en el Templo

Las eran cuatro, que se ce-
fiestas religiosas
lebraban con grande solemnidad y con ritos y cere-
monias majestuosas y tradicionales.
LA PASCUA conmemoraba sobre todo la libe-

racin de Egipto. Comenzaba Nizn con
el 14 de
el sacrificio y la comida del cordero pascual. Dura-
ba ocho das y la ciudad y el Templo estaban re-

pletos de israelitas varones, porque su asistencia
era obligatoria desde los doce aos de edad.
PENTECOSTES, que se celebraba cincuenta

das despus de la Pascua, recordaba la promul-
gacin de la Ley divina y consagraba a Dios los
diezmos y primicias.
LA DEDICACION O ENCENIA era la fies-

ta de la purificacin.Recordaba las solemnes cere-
monias efectuadas por Judas Macaneo para puri-
ficar el Templo, reparando las horribles profana-
ciones del lugar santo cometidas por los soldados
de Antoco.
La de LOS TABERNACULOS O ESCE-

fiesta
NO PEG1 A, que conmemoraba la permanencia de
los hebreos en el desierto, donde Jehov aliment
al pueblo con el man.
Se celebraba esta festividad ea la poca de las

cosechas, durante ocho das, con caracteres de mu-
cha alegra.
Adems del Templo de Jerusaln, nico lugar

destinado al culto y a los sacrificios, debemos se-
alar las SINAGOGAS, porque eran tambin luga-
res sagrados, donde se reunan los judos los das
sbados para leer, comentar y aprender las Sagra-
das Escrituras.
Eran salones rectangulares con un altar peque

o que guardaba los rollos de las Escrituras y con
un estrado y pupitre para el lector y comentarista.
Un doctor de la Ley presida y diriga estas
asambleas, donde se oraba y se predicaba.
Las Sinagogas servan tambin en los pueblos

para escuelas, donde los nios asistan diariamente
a instruirse en las letras sagradas y profanas.
Jesucristo fu muchas veces a Jerusaln, asis-

ti a las fiestas religiosas y frecuent las Sinagogas,
-XI- EL TEMPLO
1 gran Templo de los Israelitas, reconstru-

do por Herodes, estaba an sin terminarse en tiem-
po de Jess; los trabajos proseguan hasta duran-
te la pasin del Seor.
Este Templo lo edific Salomn con los mate-

riales colectados por David, sobre la explanada ro-
ca del monte Moria. Destruido por los babilnicos,
fu reedificado por Zorobabel, pero habiendo per-
dido la mejor joya artstica y religiosa cual era el
Arca de la alianza.
Por la reconstruccin arqueolgica de Schick

y los estudios de Voge, sabemos la estructura de
fbrica del famoso Templo. No podemos imaginar-
nos a manera de nuestras suntuosas catedrales
la
o baslicas. Fu un templo cual no ha habido, ni
habr jams, por su extensin, fbrica, riqueza y
adaptacin.
Flavio Josefo dice que era techado con lmi-

nas de oro, las cuales al ser besadas por el sol res-
plandecan formando una mole gnea que despeda
rayos luminosos.
Erizados pinchos de plata custodiaban la cu-

bierta impidiendo posarse a las aves que cruzan
el espacio.
Los prticos que daban acceso al interior, ro-

deando el permetro, estaban colocados en los cua-
tro puntos cardinales. Eran hileras de esbeltas y ricas
columnas de mrmol, sosteniendo una artstica ar-

mazn de madera cedrina.
Los pinculos eran dos, situados al este y al
oeste del prtico real o del lado sur. El del lado

oriental se ergua en el borde del precipicio que cor-
tado a pique descenda ms de cien metros hasta
el valle del Cedrn. Meda para arriba setenta me-
tros, de manera que su cspide se perda en el
espacio, mirada desde la profundidad del valle.
A este encumbrado pinculo se refieren los E-

vangelistas cuando tratan de las tentaciones de
Jess. (Mat. IV-5-Luc.-IV-9,). Se discute sobre si
materialmente fu conducido Jess a este precipi-
cio, o nicamente en pensamiento; parece lo ms
seguro que realmente se dej conducir el Seor
al pinculo del Templo, desde donde se miraban los
atrios llenos de gente, que hubiera presenciado el

milagro de arrojarse de la altura, cayendo en ma-
nos de los ngeles; hecho suficiente para ser reco-
nocido y aclamado como el Mesas, como pens el
diablo tentador.
La ciudadela Antonia estaba situada en el n-

gulo Noroeste, ocupaba ms de una manzana de
extensin, en terreno del atrio de los gentiles, con
el cual comunicaba por subterrneos, para llegar
rpidamente al Templo y dominar cualquier situacin.
Los eran cuatro. El de los GENTILES,
atrios
llamado as porque todos los extranjeros y extra-
os a la religin judaica, podan entrar en el y o-
cuparlo. Tena capacidad para hospedar a doscientas
veinte mil personas. Serva para negociar y ter-
tuliar sobre asuntos profanos.
)
Este atrio estaba separado de los otros desti-

nados a los israelitas, con artsticas balaustradas
de mrmol.
Los atrios de MUJERES, VARONES y

las
de la clase SACERDOTAL, estaban cercados por
habitaciones y dependencias que comunicaban a los
servicios del altar. Largos claustros con amplsi-
mas puertas llevaban de un atrio a otro. El de las
mujeres tena capacidad para 15.000 personas; el
de los hombres meda trescientos metros cuadra-
dos; el de los sacerdotes era ms extenso.
En el centro de una gran explanada entre los

atrios citados, se levantaba el altar de los holocaus-
tos, que se suba por una rampa suave y lujo-
al
samente adornada. Quedaba frente al vestbulo del

Santuario y a veinte metros de distancia; arda
constantemente el fuego que consuma las vctimas
sacrificadas diariamente.
Los atrios eran tambin lugares sagrados y

cuando Jess inspeccion el templo en sus dos prin-
cipales visitas (Mat. 21-12-Luc. XIX-45J segura-
mente encontr todos cuatro profanados con nego-
ciantes y cambistas, por lo cual reprendi airado
a sacerdotes, hombres y mujeres, judos y gentiles.
El Santuario estaba dividido en dos partes; la

anterior, con escalinata y vestbulo, se llamaba lu-
gar SANTO y la posterior SANTISIMO; meda
la primera 9x18 metros y la segunda era cuadra-
da, 9x9, tenida como la morada del Dios de Israel.
Estos dos departamentos estaban divididos por
el riqusimo velo que se rasg en la muerte de
Jess (Mat. XXVII-51) y por la famosa via con

racimos de oro maziso.
EL SANTO guardaba tres objetos preciosos:
el altar del incienso, la mesa de los panes de
proposicin y el candelabro de los siete brazos.
EL SANTISIMO guard por siglos el Arca de
la alianza,con las tablas del Declogo, el man y
la vara de Aarn; descansaban estas reliquias en
manos de Querubines de oro y servan de escabel
del trono de Yahv-
Se dice que Arca fu ocultada por un pro-

el
feta en el exilio del pueblo judo permaneciendo en

una caverna del monte Nevo hasta que el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob rena a su pueblo
al rededor del Templo, en la ciudad santa.
HECTOR EDUARO ANDRADE PROANO 5[
EL SABADO EN LA ANTIGUA LEY
1 Evangelio nos cuenta los continuos repro-

ches de a Jess por su inobservancia
los fariseos
del sbado, o mejor dicho, porque el Maestro o-
braba .en sbado lo que crea prohibido la intere-
sada y personal interpretacin de los fariseos.
Jehov mand el descanso y la santificacin
del sbado {Exodo XX-8). Moiss codific el ritual
legal donde constaban las obras prohibidas en s-
bado, cuya transgresin acarreaba culpa y pena.
En el transcurso de los tiempos degener el esp-
ritu de la Ley, reducindose a prcticas exterio-
res sin sentido divino.
Por ejemplo, entre las cosas prohibidas en

sbado estaban: curar, segar, cargar. La mentali-
dad de los fariseos haba conducido al pueblo a
creer que faltaban a la ley, los que vendaban una
herida o hacan un masaje; los que cogan una
fruta madura desprendida del rbol; los que hacan
uso culinario de los huevos que las gallinas po-
nan en sbado; no se poda conducir una silla de
un lugar a otro, ni llevar una aguja.
Por este orden, el farisasmo haba adultera-
do completamente el sentido espiritual de la ley, a
lo cual se opuso tenazmente el Maestro con sus
palabras y obras.
Los Evangelistas han dejado constancia de los
casos por los cuales fu acusado Jess como vio-
lador del sbado.
Entr Seor un da sbado en una Sinago-

el
ga y se puso a ensear. Algunos fariseos que le

escuchaban le preguntaron: "Maestro, es lcito cu-
rar en sbado?".
Jesucristo que conoca su malicia, no contest;

llam a un hombre que estaba entre su auditorio
y que tena una mano enferma, muchp tiempo, sin
movimiento y seca, y le dijo: "hombre, extiende tu
mano; estas curado". El enfermo recobr inmedia-
tamente el uso de su miembro paralizado. Obrado
el milagro, dijo Jess a los fariseos: "Decidme, es
lcito hacer una buena accin en sbado? Se debe

salvar la vida o hay que dejarla perder?
Comotodos guardaban silencio, insisti el Maes-

tro, preguntando a sus interlocutores: "cul de vo-
sotros, si tiene una oveja y cae en una fosa, no la
sacara para salvarla de la muerte, aunque fuera
en da sbado"?
Como no se atrevieron a contestar
los fariseos
contradiciendo a Jess, este prosigui enseando
la interpretacin verdadera de la ley (Luc. VI-6)
Otro da sbado sali Jess a pasear con sus

discpulos por el campo. Las mieses ondeaban, do-
radas por el sol. En la comitiva se haban mezcla-
do algunos fariseos que no perdan ocasin para
criticar la actuacin del Maestro.
Los discpulos encontraron sabor en el fruto

maduro de las espigas de trigo, que ondulantes; se
ponan en sus manos, al paso por el sembrado.
Cogan espigas, las desgranaban y coman.
Los fariseos, escandalizados, no del hecho mis-
mo porque estaba permitido por la costumbre, sino

porque as obraban en sbado, llamaron la atencin
del Maestro dicindole: "Cmo permites que tus
discpulos profanen as el da del Seor?"
Jesucristo tom a su cargo la defensa de los

acusados, increp duramente la hipocresa de los
fariseos y termin su alegato con las magistrales
palabras: "se ha hecho el sbado para los hombres,
en su beneficio, y no han sido creados los hombres
para sujetarse al . sbado.
Los dos pasajes anteriores tuvieron lugar en

Galilea. Cuatro ms nos cuenta el Evangelio que
sucedieron en Judea: la curacin del ciego, de un
hidrpico, de la mujer encorvada y de un hombre pa-
raltico, todos obrados en da sbado, ante el es-
cndalo de los fariseos que cada vez salan con-
fundidos de la presencia del Maestro reconociendo
su falta de sinceridad en la observancia de la ley '
sabatina
-XIII- EL DOMINGO DE LA NUEVA LEY
n el judaismo no domingo;
exista el da
este nombre era desconocido; con e sbado termi-
naba la semana; este da era el da del Seor, el
da santo porque Dios se haba reservado para S
y el hombre deba santificarlo, descansando del
trabajo servil y consagrndole al culto divino.
Jesucristo, Redentor de la humanidad, no vino
a derrocar la Ley, sino a perfeccionara. Con su
presencia en la tierra termin la Antigua alianza y
comenz la Nueva.
El Declogo tom mayor significado porque pa-
s a ser ley universal. El principio del tercer man-
damiento: "Acurdate de santificar el da del Se-
or" tom mayores proporciones; qued la sustan-
cia del precepto y vari el accidente, el da.
Este mandato divino no poda cambiarse, pero

al mudarse la alianza o el pacto de Dios con los
hombres, deba cambiarse el da consagrado al des-
canso humano y al culto divino.
La ley precursora de la nueva;
antigua era la
el ritual mosaico era la sombra del Evangelio; al

brillar la luz de la verdad cristiana se aclar la
penumbra del judaismo. Al sbado que recordaba
el descanso de Dios Creador, sustituy el domingo
en recuerdo de Dios Redentor.
Muri Jesucristo en manos de la justicia Re-
dentora; triunf el pecado y la muerte y su triun-
fo hubiera sido eterno si Cristo no hubiera resu-
citado. El triunfo de los enemigos de Cristo fu

efmero; la victoria de Jesucristo es eterna, porque
se basa en el hecho divino de su resurreccin.
Si Jess no hubiera resucitado, su obra habra

desaparecido al tercer da de su muerte; los Aps-
toles, que huyeron al ver a su Maestro maniatado,
preso y sentenciado a muerte, no esperaban sino la
maana del domingo, para acabar con toda ilu-
sin, y volver avergonzados al humilde oficio y a
la ocupacin diaria que dejaron, oyendo la invita-
cin del Rab crucificado.
Jesucristo resucit al gran

da siguiente del
sbado judo; ese da, es el da del Seor que
venci a la muerte, al pecado y al demonio; el da
de la resurreccin es el da de Dios, porque se o-
br el milagro por excelencia, la crea! n espiri-
tual del mundo; es el da del Seor omnipotente,
del DOMINUS, de donde viene etimolgicamente
el domingo, el gran da del cristianismo.
He aqu la razn cambio de

primordial del
da para santificarlo. As como en el primer da
de la creacin del universo, brill la luz y el caos
se convirti en vida, as tambin el primer da del
cristianismo, que fu el domingo de la resurreccin,
brill en el mundo regenerado la luz de Cristo,
fu el primer da de la nueva creacin, porque
como dice San Pablo (Gal VI- \5) "la Redencin es
otra creacin, que fu completada en domingo".
El da domingo siguiente a Ascencin de

la
Jess al Cielo, descendi el Espritu Santo sobre
la tierra, para santificar a la naciente Iglesia cris-
tiana. El domingo es tambin el da de Dios

Santificador.
Las palabras de Jehov al pueblo escogido"

"Acurdate de santificar el da de Dios", fueron
cumplidas y adaptadas al sbado. Este mismo man-
damiento fu confirmado por Jesucristo: "santificar
el da de fiesta", pero la gran fiesta del cristianis-
mo se hizo el domingo y aunque el Seor no dijo
con palabras, al escoger este da para su victoria
definitiva, lo consagr, lo y lo segreg
santific,
para que fuese el da santo por excelencia.
El precepto divino se cambi en lo accidental,
con beneplcito del mismo legislador. La conmemo-
racin del descanso de Dios Creador, se celebra recor-
dando el triunfo de Dios Redentor y la venida de Dios
Santificador.
El sbado del Antiguo Testamento, era figura

del domingo de la nueva Ley; la humanidad sigue cum-
pliendo con el tercer mandamiento del Declogo,
reservando el ltimo da de la semana para su des-
f
canso corporal y para el culto oficial al Creador.

-XIV- MIRADA DE CONJUNTO
vida de Jesucristo se divide en tres pe-

rodos marcados: infancia y vida oculta - vida p-
blica o evanglica - pasin y glorificacin.
EL PRIMER perodo es el ms largo en aos,

pues comprende ms de treinta, pero es el ms
corto en hechos. Los Evangelistas Marcos y Juan
nada dicen de este tiempo. Mateo y Lucas apenas
lo mencionan, dndose datos generales, en dos
captulos.
Lo que nos refiere San Lucas es de mayor im-

portancia, porque, como el mismo"se ha in-
dice:
formado todo exactamente, desde su primer origen"
y puede ser que la mejor informante haya sido la

Madre de Jess, testigo de toda la vida hogarea
de ms de treinta aos. (Luc. 1-3) Un comentarista
del Evangelio dice: "abundan en los dos primeros
captulos de San Lucas, toques tan dulces y tan
delicados que delatan la mano de una Virgen y el
corazn de una Madre".
Toda la infancia y vida oculta de Jess, est

reducida en los Evangelios, a la genealoga, naci-
miento, adoracin de pastores y reyes, huida a E-
gipto y visita al Templo. El compendio de ms de
treinta aos de vida hogarea es: "Jess creca en
edad, en sabidura, en gracia, delante de Dios y de
los hombres y Mara conservaba el recuerdo de to-
das esas cosas, en su corazn". (Luc. 11-51).
EL SEGUNDO perodo comprende tiempo
corto en aos, pues no llegan a cuatro, pero es el

ms largo y variado en acontecimientos.
A los meses que precedieron a la primera
Pascua, pertenecen el Bautismo de Cristo, el reti-
ro en el desierto, el encuentro con los primeros
discpulos y el milagro en Can de Galilea.
El primer ao de predicacin fu como ensa-

yo para establecimiento del reino mesinico. Fu
el
el Maestro a Jerusaln, donde inaugur su minis-
terio,pero la indiferencia del auditorio y la animad-
versin de los fariseos y escribas, obligaron a Je-
ss a cambiar de planes. Resolvi el Seor comen-
zar la evangelizacin por la Galilea; los galileos,
aunque ms rudos que los judos y en contacto
ms ntimo con los gentiles, eran ms sinceros,
ms entusiastas y resueltos; su religin era ms
pura, porque estaba menos contaminada por las
ideas farisaicas.
En Cafarnan di la primera misin con xito

asombroso. La fama del Rab taumaturgo vol por
toda la regin; qued el campo abierto y prepara-
do para lo sucesivo. Cada vez aumentaba el audi-
torio y creca el nmero de discpulos.
Para la segunda Pascua fu nuevamente el

Maestro a Jerusaln, siendo recibido mejor, por las
noticias llegadas de la regin vecina. No se qued
mucho tiempo y prefiri volver a tierras gaiileas,
donde se resolvi a organizar el reino mesinico
eligiendo los apstoles y predicando las bienaven-
turanzas.
Formado el colegio apostlico y seguido de in-

numerables discpulos y pueblo, ansioso de or la
Buena Nueva y recibir milagros a granel, conti-

nuaba Jess su misin; los fariseos se levantaron
furiosos y llenos de envidia y mal entendido celo
contra el Rab Nazareno, obligndole, por pruden-
cia, a retirarse a la regin oriental del Tiberades.
El tercer ao de predicacin fu azaroso. Creca
el odio y persecucin de los enemigos; el auditorio
comprenda mal la doctrina; los nazarenos le difa-

maron; estas razones obligaron a Jess a adoptar
el mtodo parablico en la predicacin y a per-
manecer un tiempo ms en las regiones de Siria
y Fenicia.
Volvi a Galilea cuando estaban los nimos

calmados y fu a Jerusaln para la fiesta de los
Tabernculos. Sigui predicando en Judea. El do-
mingo antes de la cuarta Pascua, entr en la ciu-
dad santa aclamado por la muchedumbre como Me-
sas y Rey.
El Sanedrn no pudo contener su rabia y ese
mismo da, decret la muerte del Galileo y sigui
buscando acusaciones y la manera de apresarle.
EL TERCER perodo es cortsimo en tiempo,
pero importantsimo en hechos, son cuarenta y cua-
tro das divididos en tres etapas: preliminares de la
pasin-pasin y muerte-glorificacin.
La Cena,el lavatorio de los pies, la institu-
cin de la Eucarista y el Sacerdocio, la despedi-
da, son los preludios de la Pasin. Esta comienza
en Getseman, con esbozos de fracaso, por la dis-
persin de los apstoles y la negacin de Pedro;
contina dolorosa con azotes, corona de espinas,
cruz y clavos; culmina con la muerte y sepultura.
La fra loza de Arimatea, pareceque cubre para

siempre el cadver del Rab y oculta eternamente
su nombre, doctrina, milagros y misin; pero la
tercera etapa de este perodo cambia todo radi-
calmente. Resucita Jesucristo, se aparece a sus a-
pstoles; sube al Cielo, manda al Espritu Santo
para sellar gloriosamente su obra y la Iglesia cris-
tiana se consolida con vida eterna.
-XV- QUIEN ES JESUCRISTO?
05s un ser histrico. La historia nombra a

un personaje llamado Jess de Nazaret.
Flavio Josefo, ao 40 al 100

historiador del
de la era cristiana, cita a Jess, por sobrenombre
Cristo, a Juan Bautista arrestado por Herodes, re-
lata el martirio del Apstol Santiago lapidado en
Jerusaln y se refiere al drama del Calvario.
Plinio, escribiendo a Trajano, en el ao 110,

habla de Cristo y de los cristianos.
Tcito, en el relato del incendio de Roma, en

el ao 115, se refiere a Jesucristo sentenciado a
muerte de cruz por Poncio Pilato, bajo el reina-
do de Tiberio; hace alucin a los cristianos a quie-
nes Nern culp el incendio, indicando que este
nombre les viene de Cristo el judo-
Seutonio, en el ao 120, relatando la vida de

Nern, dice que tormentos refinados y su-
infligi
plicios atroces a los cristianos,
gentes entregadas
a la supersticin, y que adoraban a un dios lla-
mado Jesucristo, hijo de un carpintero de Nazaret.
Lo cierto es que cuarenta aos despus de la
muerte de Jess, su nombre y su obra eran cono-
cidos en Roma y estaban grabados en las pginas
de la historia contempornea, que narra las luchas
incipientes entre los adeptos a la nueva religin
del Crucificado y el paganismo.
Jesucristo es un personaje histrico. Ningn
hombre culto puede negar esto. Pero, es un ser

humano o una persona divina?
Para algunos, Jess no es sino uno de tantos
Profetas del judaismo, caudillo del pueblo israelita,
experto Rab galileo, hbil nigromante, antes que
taumaturgo.
Otros presentaban a Jess como un superhom-
bre, uno de aquellos que aparecen en la tierra de
tiempo en tiempo, hipnotizador de las muchedum-
bres y dominador de pueblos.
Se ha dicho que fu un inteligente aventure-

ro, quien en los treinta aos de su vida oculta pa-
s formando su inteligencia y voluntad en ateneos
orientales, haciendo estudios escriturarios, para pre-
dicar una doctrina nueva y aparecer ante el pue-
blo hebreo como el Mesas prometido.
Todas las fbulas inventadas en torno de Cris-
to con el diablico finde destruir su Iglesia, se
han esfumado ante la verdad catlica: Jesucristo es
Dios hecho hombre.
El mismo dijo as ylo prob en privado y en
pblico, ante lostribunales religiosos y civiles. Es-
ta fue la nica acusacin y el nico motivo para
su sentencia de muerte; pero nunca fu disimula-
da, ni retractada, porque la verdad est por enci-
ma de todo.
Los judos dicen claramente a Pilato: "Noso-
tros tenemos una ley y segn ella, Jess debe mo-
rir porque dcese ser hijo de Dios". (Jn. XIX-7J.
Cristo prob su divinidad con milagros, que

son las obras de Dios. Los mismos enemigos fue-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO (33
ron testigos de esos milagros y sin poder negar-

los decan: "Este hace muchos milagros y si le de-
jamos libre, todo el pueblo va a creer en El".
(Jn. Xl-47),
Jesucristo desafiaba a sus adversarios dicin-

does: "Mis obras manifiestan quien soy. No que-
ris creer en mis palabras; creedme por las obras
que hago". (Juan. X-25-38).
Los milagros son las credenciales de la divi-

nidad; son ei sello de Dios; Jess hizo milagros
numerosos y variados; luego es Dios.
El milagro, esencialmente hablando, es un he-

cho superhumano. En la historia evanglica en-
contramos el relato de los milagros de Cristo.
Unos cambian una materia en otra, como el agua
en vino en Can; otros la sacan de la nada, co-
mo la multiplicacin de los panes, por dos ocasio-
nes; cura toda clase de enfermedades, sin que ha-
ya relacin alguna entre el fin y los medios usa-
dos. Resucitan los muertos, obedecen los demonios,
se cambian las leyes naturales, suspndese el cur-
so del movimiento universal. Los milagros evang-
licos son innegables e insustituibles porque forman
un todo ordenado y lgico con la doctrina y con
los otros hechos de la vida de Jess.
Jesucristo es Dios. No hace

probar que falta
es Hombre, porque miles de testigos constataron
su humanidad. El mismo Evangelio nos presenta
a Cristo como hombre; comiendo, durmiendo, des-
cansando para reparar las fuerzas corporales; con
tnica y manto, con sandalias y pauelo a la ca-
beza, para cubrir y protejer el cuerpo. Los disc-

pulos conocieron y le siguieron como a hombre;
le
la primera pregunta que le hacen es: ''Maestro,
dnde vives?". "Venid y veris", contest Jess
y los Evangelistas dicen: "que fueron y vivieron
con El", con Dios hecho Hombre, (Juan. 1-39)
-XVI- PRELIMINARES AL NACIMIENTO
que NAZARET, significa "ciudad

e dice
florida; otros traducen por "Atalaya"; San Jernimo
la denomina "flor de Galilea". Todas las interpre-
taciones corresponden a la realidad, porque la villa
nazarena, vista desde la llanura de Esdreln, pa-

rece jardn florido, por los tulipanes, anmonas y
escabiosas que florecen en sus huertos. Es atalaya
porque se asoma en la altura, atizbando al que a-
traviesa el valle.
Nazaret sigue siendo un rincn apacible y

gracioso, separado del bullicio comercial de Tibe-
rades. En esta pintoresca ciudad, tena su casita
blanca una doncella llamada Mara, hija nica de
Joaqun y Ana. Era la Virgen, la flor de Nazaret
y la perla de Galilea, en el jardn y en la concha
de un pueblo privilegiado.
Un da primaveral estaba Mara orando en la
soledad del recinto, cuando su plegaria fue inte-

rrumpida con la visin de un ngel. El mensajero
celestial salud a la Virgen con palabras inusitadas:
"Dios te salve; el Seor es contigo; has encontra-
do gracia delante de Dios; vas a concebir en tu se-
no y dars a luz un hijo que ser el Salvador,
El Espritu Santo vendr sobre t y la virtud del
Altsimo te cubrir con tu sombra. Lo santo que
nacer de t, ser el Hijo de Dios (Luc. 1-26).
Turbse Mara ante tan sublime mensaje: "C-

mo ha de ser eso pues yo no conozco, ni conoce-
7
r varn". Gabriel, el divino mensajero, volvi a

explicar el misterio de la encarnacin y consigui
de la Virgen el asentimiento: "He aqu la esclava
del Seor, hgase en m segn tu palabra"
(Luc. 1-34-38).
Ese momento se pos la virtud del Altsimo

sobre el capullo nacarado de Nazaret y el Verbo
se hizo hombre y habit entre nosotros. (Juan. 1-14-15)
Al anunciar el Arcngel a Mara la encarna-

cin del Hijo de Dios en sus pursimas entraas,
le notici, como prueba d la omnipotencia divina,
que su prima Isabel, era tambin madre del pre-
cursor del Mesas. (Luc. 1-36-37).
Llena de santa alegra, la Madre de Dios em-

prendi viaje hacia el pueblo de Ain-Karn, que se
extiende silencioso en la montaa, a seis kilme-
tros de Jerusaln. All viva su pariente Isabel,
esposa del sacerdote Zacaras, quien serva en el
Templo cuando le tocaba el turno; con ellos deba

Mara asociarse para glorificar al Dios de Israel
por el cumplimiento de las promesas mesinicas,
pues haba odo el toque de la hora de la reden-
cin humana.
Embargada de emociones celestiales permane-

ci Mara en casa de su prima Isabel, hasta el na-
cimiento de Juan Bautista. (Luc. 1-56).
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAKIO $7
Las escenas de esta visita tuvieron sus entre-

actos poticos, en los himnos de accin de gracias
cantados por la Virgen, en el "Magnficat", como
u
contestacin al saludo de los visitados; Bendita
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto
de tu vientre", y en el "Benedictus" de Zacaras.
(Luc. I-42-46-68J. Estos dos himnos se repiten dia-
riamente en la tierra y su eco resuena eterna-
mente en el cielo. Todas las generaciones siguen
aclamando a Mara "Bienaventurada porque el To-
dopoderoso la escogi para cumplir la promesa he-
cha a Abrahn y a sus descendientes". (Luc. 1-48-49-55).
Pasados tres o cuatro meses, volvi Mara a

Nazaret para preparar el nacimiento de su hijo e
Hijo de Dios. Un grave problema haba de por
medio. La situacin de la Virgen al tiempo de la
Anunciacin la definen los Evangelistas, diciendo:
"Estaba Mara desposada con Jos". (Luc. I-27-Mat
1-18). Mara era esposa verdadera de Jos, quien
al notar las seales externas de la maternidad, ha-
biendo cohabitado virginalmente con ella, no saba

como explicar aquella concepcin. Un ngel de Dios
fu el encargado de hacer saber al esposo lo acae-
cido con su seora. Mara no haba sido infiel; no ha-
ba perdido la virginidad. Lo concebido es obra del
Espritu de Dios. Dar a luz un hijo que ser
Jess, el Redentor. fMat. 1-20)/
Un Angel fu el nuncio divino ante Jos. Tai-

vez fu el mismo Gabriel, el que notific a Zacaras
la concepcin del Bautista, el que anunci a Mara
EL VERDADERO JESUCRISTO
la encarnacin del Verbo. Gabriel, llamado con ra-

zn el Arcngel de la Redencin, fu el mensajero
de Dios, el encargado de cerrar la ltima pgina
del Antiguo Testamento y de abrir la primera de
la Nueva Alianza; Gabriel es el Angel testigo de
los desposorios del cielo con la tierra, el paraninfo
o encargado de noticiar los acontecimientos preli-
minares al nacimiento de Jess.
HECTOR EDUARO AND RADE PROANO 69
-XVII- HACIA BELEN
Obstaba profetizado que el Mesas nacera en

Beln de Jud. Setecientos aos antes del naci-
miento de Jess, Miqueas exclam: " Beln, tu no
eres la ltima entre las ciudades de Jud, porque
de t saldr el caudillo de mi pueblo, cuya genera-
cin se remonta a la eternidad." (Miq. M-2)
San Lucas cuenta el motivo del viaje a Be-

ln: "El Emperador romano mand en todo el im-
perio un empadronamiento general". Palestina, prc-
ticamente, estaba sujeta a Roma y el edicto obli-
gaba a los judos. fLuc. II- 1-5).
Este censo se levantaba por familias, debien-

do cada una empadronarse en la ciudad de su al-
curnia y linaje. Jos y Mara deban trasladarse a
Beln, ciudad de David, de quien descendan.
Estaba entrado el invierno; el mes de Diciem-

bre declinaba, cuando esposos emprendieron el
los
camino. De Nazarct a Beln, haba entonces unos
120 kilmetros, que lo repartieron en tres jornadas.
DeJerusaln a Beln, no hay sino dos leguas

que lascaminaron alegremente los santos viajeros,
recorriendo presurosos los senderos por donde pa-
saron sus ascendientes. Al doblar el ltimo collado,
divisaron la ciudad blanca y alegre, asentada entre
el verdor del valle. Pasaron junto a la tumba de
Raquel y entraron en la villa, recordando a sus
progenitores, patriarcas y reyes, dueos de esas
campias.
Beln estaba saturado de gente forastera; las

calles apenas se abran para el trnsito; en las
puertas y ventanas de las casas, se asomaban pa-
rientes y amigos de los dueos; en los portales de
las plazas, haban acampado los que no encontra-
ron mejor hospedaje. Centenares de familias haban
acudido a la sede de su alcurnia para empadro-
narse y la ciudad rebosaba de alegra y de gente.
Jos golpe la puerta de las casas de parientes

y amigos. Necesitaba una posada apacible y libre de
miradas indiscretas. Mara saba que el alumbra-
miento se aproximaba y que deba efectuarse mi-
lagrosamente.
La tarde vena ligera; el sol buscaba apresu-

rado su ocaso; comenzaba a tenderse la niebla pre-
cursora de una noche oscura y fra. Jos y Mara,
no encontrando albergue en la ciudad, pensaron en
los suburbios, donde quiz alguna familia pobre les
dara carioso hospedaje. Siguieron el declive orien-
tal delcamino de Beln y lo ms cmodo que en-
contraron fu una cueva o gruta que serva de pe-
sebre a los animales.
San Jos la limpi y arregl lo mejor posible

para acomodar a la Virgen. All naci Jess, el Re-
dentor del mundo.
4<
Di a luz, y recostle en un pesebre", dice
Lucas (\l~7) refirindose al nacimiento de Cristo.
El vocablo "pesebre" debe entenderse segn el

modo de hablar y las costumbres ganaderas de en-
tonces. Pesebre es un establo, pero no uno edifi-
cado por los hombres, ms o menos cmodo y lu*
joso; el pesebredonde naci Jesucristo fu una

cueva, una caverna, excavada en la pea de un
montculo, separada de las casas del pueblo de Beln.
Estas cuevas abundaban en el campo y apro-

vechaban los animales para defenderse del calor del
sol o del fro de la noche y los ganaderos las o-
cupaban para alimentar all a sus bestias regan-
do el forraje. Actualmente se ven tambin cuevas
similares en los campos de Palestina.
" Mordaz, pero exacta, es la advertencia de Pa-

pini", dice un autor, refirindose a las palabras
del cognotado escritor, quin hacindose alusin al
establo donde naci Jess ha dicho con toda ver-
dad: "Ese establo no es el alegre prtico que los
pintores han inventado como avergonzados de que
Dios hubiera estado acostado en la en
miseria y
la suciedad. No es tampoco el establo o nacimien-
to de yeso de las confiteras. Ni los establos com-
puestos por las novicias o presentado lujosamente
por los prrocos, o soados por los nios. El ver-
dadero establo donde naci Jess fu oscuro, su-
cio, hediondo .."
Fu oscuro como toda cueva sin salida y, se-

guramente, un mechero alumbraba dentro para po-
der actuar.
Fu sucio y hediondo
porque esa caverna con-
tena las majadas de los animales y las basuras del
forraje recolectadas por mucho tiempo. -As naci
Jess, en un pesebre, porque no hubo sitio para su
madre en el mesn o poblado de Beln. Mara le
envolvi en paales, sencillos y vulgares, cual sue-
len ser los de los pobres. (Luc. 11-8)
72 L VERDADERO JESUCRISTO
Por lo que relata el Evangelista, se despren-

de que el nacimiento de Jess tuvo lugar en la no-
che; en lo dicho del pesebre, se funda la tradicin
que pone junto al nio recin nacido un buey y un
asno; all deban estar estos animales, refugindose
de la lluvia y buscando el pienso,
Los pastores que acudieron a visitar al nio

Dios, eran pastores nmadas que estaban velando
su ganado, pasando la noche al sereno, cobijados
por el ancho cielo negro y oscuro de aquella noche
sin estrellas, porque todas estaban recogidas pre-
senciando el nacimiento de Jesucristo.
-XVIII- CIRCUNCISION,
PRESENTACION, NOMBRE.
Bâ circuncisin fu impuesta por Dios a los

hebreos como seal perenne de eleccin y testimo-
nio de adscripcin al pueblo escogido.
La de la presentacin obligaba a los israe-

ley
litas a presentar en el Templo a todos los primo-
gnitos, consagrndoles a Dios; en virtud de esta
ceremonia y por disposicin divina, todos los prime-
ros hijos varones deban servir perpetuamente en
la casa de Dios. Para evadirse de esta obligacin
deban ser rescatados mediante una contribucin
pecuniaria en beneficio del Templo.
La ley prescriba que el rescate deba realizar-
se cuando el nio tena un mes. El precio era de
cinco ciclos de plata que ingresaban al tesoro
sagrado.
La circuncisin consista en un corte circular
o al rededor del miembro viril del nio; era una
herida pequea, pero sangrante, con la cual se se-
alaba al recin nacido y era reconocido como des-
cendiente de Abrahn y heredero de las promesas
mesinicas.
El origen de esta ceremonia religiosa est en

la prescripcin de Jehov a su pueblo: "Como se-
al del pacto entre M y vosotros, todo varn, en
vuestras generaciones, ser circuncidado a los ocho
das de nacido, an cuando ese octavo da caiga
en sbado" (Gen. XVII-10).
La circuncisin era una especie de sacramen-

to de la Antigua promesa de
Ley; en virtud de la
de Dios a Abrahn y sus descendientes y median-

te esa ceremonia, se perdonaba el pecado original
La presentacin era tambin a modo de sacramen-
to que consagraba a los futuros levitas del san-
tuario. El rescate se origin cuando Dios escogi
nicamente a la tribu de Lev para las funciones
sacerdotales, quedando libres del servicio del Tem-
plo, los descendientes de las otras tribus, median-
te esa limosna. fExodo XIII-1 2-XVI 11-16)
Salta a la vista que Jesucristo estaba libre
de estas leyes, no embargante s^ sujet a ellas,
para darnos ejemplo de obediencia a la autoridad

divina y humana. A los ocho das de nacido fu
circuncidado por su padre adoptivo y al mes fu
presentado en el Templo de Jerusaln, en brazos
de su madre verdadera..
Conforme costumbre Juda, el da de la

a la
circuncisin, se le impuso tambin al Nio Dios el
nombre de JESUS, o mejor dicho, San Jos pro-
clam oficialmente el nombre del Redentor, nombre
trado del cielo e indicado por el ngel a Mara, el
da de la Anunciacin. (Luc. II-31J.
El Redentor de la tuvo muchos

humanidad
nombres, siglos antes de la Encarnacin. El Pro-
feta Isaas le llam: "Prncipe de la paz, Admira-
ble, Dios fuerte, Padre del siglo futuro, Conseje-
ro del Altsimo". (Is. IX-6 Su nombre propio era
Dios, pero como Salvador de los hombres le co-
rresponda el nombre de Jess, que en hebreo es
75
Yesua, abreviacin de Yehosua, que se traduce por

Dios-Salvador.
Nombre sublime, "nombre sobre todo nombre",
como dice San Pablo, "Porque al nombre de Je-
ss se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y
en el infierno". fFilip. 11-10)
Se completa el nombre de Jess con el de Cris-

to, palabra griega que significa: Ungido, Embaja-
dor, Mesas.
El nombre de Cristo fu pronunciado por el

ngel que anunci a los pastores el nacimiento del
Seor: "Hoy ha nacido en la ciudad de David el
Salvador que es Cristo. (Luc. II-ll).
En la genealoga de Jess dice el Evangelista
"Jacob" engendr a Jos, el esposo de Mara, de
la cual naci Jess, por sobrenombre Cristo".
(Mat. I-16J.
El nombre de Jess, fu grabado en tres idio-
mas en el rtulo de la cruz. (Jn. X1X-19J.
El primer milagro que hizo San Pedro curan-
do al paraltico en la puerta del Templo, lo ;hizo
invocando el nombre de Jess. Las conversiones
en masa de los judos en los das de Pentecosts
se obraron al nombre de Jess Nazareno. (Act. IV-4).
Cuando Sanedrn llam a juicio a los aps-

el
toles y les pregunt: "en nombre de quin predi-
cis y hacis milagros?" San Pedro, jefe del apos-
tolado cristiano, contest: "Prncipes del pueblo y
ancianos de Israel, escuchada declaramos que ha-
blamos y curamos en nombre de Jess nazareno, a
quin vosotros crucificsteis". ( Act. IV-5,).
Los escribas y fariseos ya no temen a la per-

sona de Cristo, sino a su nombre, "llamaron a los
discpulos del crucificado y les intimaron que no
hablasen, ni enseasen en nombre de Jess."
(Act. IV-17/
Este nombre fu el baluarte del cristianismo

en los primeros siglos. Los cruzados de la edad
media se lanzan a la lucha religiosa con el nom-
bre de Jess en los labios y en el corazn. Este
nombre salvar al mundo moderno, cuando los cris-
tianos cumplan con el segundo precepto del Dec-
logo": No tomar el nombre de Dios en vano". (Êxo-
do XX-7J.
El nombre santo de nuestro Dios es: Jesucris-
to, alfa y omega, principio y fin de todo. fApoc. XXI-6)
-XIX- DESARROLLO DE JESUS
1 Hijo de hubiera podido aparecer en

Dios
la tierra repentinamente y en edad viril, lleno de
gloria y majestad.
As esperaban los judos al Mesas: un rey co-

ronado, seguido de vasallos, rodeado de un ejrcito
poderoso, colmado de riquezas As poda presen-
tarse Jesucristo en la tierra; pero sucedi lo con-
trario. La seal de su presencia fu: "Encontra-
ris a un nio, envuelto en paales y recostado en
un pesebre". (Luc. 11-12)
Jess sigue en su venida al mundo la trayec-
toria ordinaria de la naturaleza humana Comienza
por embrin en el seno materno y contina su
gestacin durante nueve meses. Nace y crece como
todo nio; se hace adolecente, joven, hombre-
Este camino natural tiene dos excepciones en
Jess. Su concepcin fu milagrosa, sin interven-
cin de varn, por obra y gracia del Espritu San-
to. Su cuerpo se form en el seno virginal de
Mara extraordinariamente.
Su nacimiento es la segunda excepcin.
Naci milagrosamente. Sali del vientre de la
Virgen, como la pursima luz solar atraviesa el
ntido cristal, sin romperlo, ni empaarlo. Del mis-
mo modo que su cuerpo sali del sepulcro, a tra-
vs de la piedra que cerraba su tumba. Como pe-
netr corporalmente por las puertas del Cenculo
hermticamente clausuradas. As Jess, al nacer,
I
78
atraves el cuerpo virginal de Mara, dejndole in-

tacto, sagrado y virgen.
Ignoran los atributos divinos, los que tropie-

zan con dificultades ante los hechos sobrenaturales
de la concepcin y nacimiento de Jess.
Fuera de estas dos excepciones, la naturaleza

humana sigue su curso normal en la vida de Cris-
to. Nace y su Madre envuelve en paales y le
le
reclina en una cuna; a los ocho das se le circun-

cida y al mes es presentado en el Templo. En Na-
zaret, crece Jess en edad, en sabidura y en gracia.
(Luc. 1 1-52 Sus miembros corporales y sus facul-
tades espirituales van fortalecindose con el alimen-
to, el aire, el sol y el trabajo; con el estudio y la
oracin.
La niez de Jess se desarrolla tranquila en

la felicidad del hogar y en la paz del campo. Su
juventud surge vigorosa en el ambiente popular
apacible y sano.
Durante treinta aos disfrut Jess de las de-

licias de un hogar saturado de felicidad y perfuma-
do de sonrisas. Estuvo oculto y pas desconocido,
como se esconde el sol, entre las acariciadoras nu-
bes matinales, en los das de otoo, para brillar me-
jor al medio da.
Jess creci en Nazaret fsica, intelectual y

espiritualmente. La vida del hogar dej en su per-
sona huellas inconfundibles. Sali a cumplir su mi-
sin evanglica, convertido en un hombre perfecto.
u
Dice el P. Leal S. J.: la gimnasia del tra-
bajo ordenado fortific su cuerpo; los paseos por
las colinas de su pueblo pecho y le

dilataron su
dieron voz clara y sonora; la vida sana de su ado-
lescencia fu fuente de energa para los trabajos
que admiramos en el ministerio evanglico. Largas
y continuas jornadas a pie por caminos acciden-
tados; climas tan opuestos como los de las alturas,
llanuras y riberas de Palestina; falta de alimento y
sueo, en tres aos de vida apostlica, es prueba
evidente de su fortaleza corporal".
No cabe duda que el trabajo fu la ocupacin
ordinaria de Jess, desde los doce hasta los trein-
ta aos. Sus paisanos le vieron diariamente traba-
jando en el taller de San Jos. Por esto se extra-
aron al verle convertido de la noche a la maa-
na en Rab y se preguntaban: "No es este el car-
pintero, hijo de Jos?". fMat. XIII-55-Marc. VI-3).
Sus coterrneos le conocieron nio, dando los

primeros pasos y balbuceando las palabras; adoles-
cente, jugando en la plaza del pueblo; joven, asis-
tiendo a la Sinagoga. Los nazarenos le vieron cre-
cer en edad.
Creca Jess en sabidura aprendiendo de la-
bios de su madre la Ley y repitiendo los versculos
de la Biblia. En la escuela de su pueblo, confundi-
do con los otros nios, aprendi a leer, escribir,
aritmtica e idiomas.
Creca en gracia, pues a medida que pasaba
de una edad a otra, de la infancia a la niez, de
sta a la adolescencia y a la juventud; a medida que
adelantaba en el conocimiento de las ciencias huma-
nas, iba, ao tras ao, manifestando virtudes y santi-
dad que le acarreaban la admiracin de los hombres
y la complacencia del Padre celestial.
-XX- EPIFANIA
umplida con ceremonia legal de la Presen-
la
tacin de Jess en el Templo, volvi la sagrada
familia a Beln. Haba conseguido San Jos una
casita mejor acondicionada que la gruta del naci-
miento y de acuerdo con la Virgen resolvieron que-
darse viviendo unos meses en la ciudad de David.
En este tiempo tuvo lugar la "epifana" o mani-
festacin de Jesucristo a los gentiles.
Deba cumplirse una profeca: "Vendrn de

Saba, trayendo oro, incienso y mirra y publicarn
las grandezas de Jehov." (Is. 60)
"Unos Magos vinieron del Oriente, dice San

Mateo, preguntando por el Rey de los Judos, cu-
ya estrella haban visto y queran adorarle". (Mat.II-1)
Es digno de anotarse que Jess es llamado

REY de los judos cuando nace y que tendr el mis-
mo ttulo al morir. Encima de la cabeza del Seor
crucificado estaba el rtulo, en tres idiomas: Jess
nazareno REY de los judos.
Por expresin evanglica

la MAGOS
de O-
RIENTE se debe entender, de acuerdo con la
tradicin, unos hombres sabios y poderosos, origi-

narios de Persia o del pas que se extiende desde
la Transjordania hacia el oriente de Palestina.
El trmino "mago" deriva de la raz "mag",

teniendo la misma etimologa que la palabra latina
MAGNUS, la del Snscrito MAHA, y la del persa
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO g\
MAGHU, que son sinnimas de GRANDE o ilus-
tre, en castellano.
Entre Persas y Medos se distinguan con
los
ese nombre a los descendientes de uno de los an-

tiguos pueblos de Media, dedicados a la ciencia y
a la religin.
Desde la cautividad de los judos en tiempo de

Nabucodonosor, la religin de los hebreos, su tra-
dicin y sus esperanzas mesinicas se difundieron
entre los pueblos orientales; era conocida la Biblia;
seguramente los Magos profundizaron el estudio
de las Sagradas Escrituras y estaban al tanto de
las profecas y del tiempo de su cumplimiento.
No eran, propiamente hablando, reyes; pero se

les daba este ttulo por su nobleza, ilustracin y
sacerdocio. Nada se sabe de cierto acerca del n-
mero de los visitantes a Cristo, ni de sus nombres,
ni de donde vinieron, ni la naturaleza de la estre-
lla que les condujo.
Lo cierto es que fueron varios, porque el E-

vangelio emplea el plural, al hablar de su visita y
adoracin Seor. La tradicin ms comn sea-
al
la TRES y da sus nombres. Melchor, anciano, de
luenga barba y larga cabellera, ofreci a Jess el
metal precioso, reconocindole como Rey.
Gaspar, joven imberbe, rubio, ador al Nio
reconociendo su divinidad y le ofreci incienso.
Baltazar, de cabellera ensortijada,

moreno,
ojos grises, ofreci mirra, proclamando la humani-
dad del Seor.
Como los Evangelistas no dicen sino: "unos
Magos vinieron del Oriente a Jerusaln", no se

puede precisar de qu pas oriental se trata. Pare-
ce ser Persia, porque el nombre de Magos es per-
sa, porque en esa nacin abundaban hombres ilus-
tres y era costumbre ofrendar en las visitas a los
reyes- los presentes que trajeron a Jess; adems,
de origen persa son los vestidos con que se los ve
adornados en las pinturas correspondientes al
siglo segundo.
Con mayores incgnitas nos encontramos res-

pecto a la estrella que vieron y siguieron hasta lle-
gar al trmino de su viaje. Fu una estrella na-
tural? O tuvieron una visin sobrenatural?
Admitiendo la creencia de entonces y an de

ahora, que cada criatura viene al mundo con su
estrella, por lo cual dicen los Magos: "vimos su
estrella" (Mat. II-2J, cmo conocieron que esa es-
trella era la de JESUCRISTO?
La nica solucin es que esos sabios orienta-

les vieron una noche rutilar una estrella desconoci-
da, que presagiaba algn grande acontecimiento en
el mundo y oyeron la voz de Dios que les avisa-
ba lo acontecido y sintieron el impulso de la gra-
cia divina que les llevaba a adorar al Personaje a-
nunciado por la estrella.
Locierto es que Jess trajo hacia S a la gen-
representada por los Prncipes orientales
tilidad,
llamados Magos, y se hizo reconocer como el Re-
dentor del mundo.- Bendita EPIFANIA!!!
-XXI- CONSECUENCIAS DE LA VISITA
â presencia de los Magos turb a Herodes

y a toda la ciudad de Jerusaln. Sin atinar que ha-
cer, en medio de su turbacin, pens Herodes, sa-
bia, aunque cruelmente, la manera de terminar con
el anunciado Rey de "Averigu cuidado-
los judos.
samente a los Magos el da de la aparicin de la
estrella y, de acuerdo con la noticia, mand ma-
tar a todos los nios, que haba en Beln y en to-
da su comarca, de dos aos abajo."
Lo ms natural pensar que la estrella se
es
apareciese a los la noche misma del naci-
Magos,
miento de Jess. Con esta suposicin y aceptando
que los visitantes eran persas, podemos acercarnos
al tiempo de su venida, para acordar con los dos
aos que calcul Herodes en su orden sanguinaria.
La capital de Persia, dista de Jerusaln algo
ms de 2.000 kilmetros. La manera de viajar en-
tonces, era cabalgando camellos y en etapas de cua-
renta kilmetros diarios; luego, solamente los das
de camino hacen ms de dos meses, a lo cual hay
que aadir los preparativos, peripepcias y consecuen-
cias del viaje, No se puede calcular menos de seis
meses desde la aparicin de la estrella hasta la en-
trevista de los Magos con Herodes.
Este rey tirnico se haba turbado muchas ve-

ces ante el temor de perder su corona; siempre se
mantuvo en el poder a fuerza de intrigas y vio
lencias; esta ocasin tuvo razn de turbarse ms;
no le quedaba otno recurso que matar al Nio Rey.
Esperaba la vuelta de los Magos de Beln a

Jerusaln, para cerciorarse de la verdad del Naci-
miento del Rey de los judos, de su edad exacta,
de las condiciones en que se hallaba; pero los vi-
sitantes no volvieron con las noticias anheladas.
Los Magos, sencillos y de buena voluntad, no

se haban percatado de la hipocresa y astucia de
Herodes y estaban resueltos a volver a su tierra
por el mismo camino recorrido, pasando por Jeru-
saln y comunicando al reyezuelo sus impresiones.
Tuvo que intervenir la Divina Providencia para des-
baratar los planes del tirano.
"Advertidos en sueos de no volver a Herodes,

se tornaron a su tierra por otro camino", dice el
Evangelista. fMat. 11-12). Los Magos permanecie-
ron tres das en Beln; la vspera del viaje de re-
torno, un ngel del cielo, tal vez el mismo Arcn-
gel de la Redencin, orden en nombre de Dios a
los visitantes, que no tocaran a Jerusaln en su
vuelta. Regresaron al oriente cruzando el Jordn y
atravesando la meseta de Moab, hasta tomar la
va ordinaria para Persia.
La misma noche mensaje divino a los Ma-

del
gos, recibe Jos, el padre legal de Jess, la visi-
ta del ngel que le dice; "toma al Nio y a su Ma-
dre y huye a Egipto, porque Herodes buscar al
Nio para quitarle la vida". (Mat. II-13J
Egipto fu para los judos refugio en pocas

de guerra, persecusin y hambre, tres siglos antes
de Cristo. All se encamina la Sagrada Familia por
caminos desconocidos y venciendo, mil incomodida-
des, con la zozobra incesante por la vida del Nio,

porque conoca la astucia del perseguidor.
Herodes esper hasta cuatro das a los Ma-

gos; sabedor de la burla que le hicieron, mont en
clera y ya no encontrando al Nio en Beln, man-
d degollar a todos los nios de la comarca betle-
mita, convencido de que en esta batida general
cayese el anunciado rey.
La orden fu cumplida puntualmente, Muchos

nios inocentes fueron sacrificados y su sangre fu
la precursora de la sangre redentora. El degello
de los nios varones, de dos aos abajo, decreta-
do por Herodes en la comarca de Beln es un he-
cho histricamente cierto, citado por historiadores
paganos y conocido en Roma, confirmndose as la
veracidad del Evangelio.
Discrepan los comentaristas acerca del tiempo
de permanencia de la Sagrada familia en Egipto.
Lo cierto es nicamente lo que dice el Evangelio:
"Muerto ya Herodes, el ngel del Seor se apa-
reci a Jos en Egipto y le dijo: levntate toma
al Nio y a su Madre y vete a la tierra de Israel,
porque es muerto el que atentaba contra la vida del
Nio. (Mat. 11-19).
Regresaron, segn esto, algn tiempo despus

del mes de Abril del ao 750, porque segn afirma
Flavio Josefo, Herodes muri en los primeros das
de la primavera del ao 750 de Roma, a los se-
tenta aos de edad y treinta y siete de reinado.
Poniendo el nacimiento de Jess el ao 748 y que
los Magos visitaron al Seor seis meses despus,
la permanencia en Egipto fu de ao y medio.
-XXII- JESUS NAZARENO
ête a la tierra de Israel" dijo el ngel en

Egipto a San Jos (Mat. U-20). Por tierra israeli-
ta entendieron los Padres de Jess la ciudad de
Beln; all se dirigi la Sagrada Familia.
Habiendo atravesado la frontera palestinense

supieron que Arquelao, haba sucedido a su padre
Herodes, en el gobierno de Judea y u temieron ir a
Beln". (Mat. 11-22;.
El temor era fundado porque Arquelao no des-

menta a su padre en crueldad y en celos por gober-
nar. Dios mismo se encarg de disipar los temores
de San Jos, quien, "advertido por el ngel, se
retir a la regin de Galilea, yendo a vivir en una
ciudad llamada Nazaret". (Mat. 11-23)
La provincia de Galilea estaba bajo el mando

de Herodes Antipas, hermano de Arquelao, pero
de carcter muy distinto.
Comosabemos, el cruel Herodes, llamado el

grande, para morir hizo testamento repartiendo su
dominio entre sus tres hijos: Arquelao, tetrarca de
Judea, Idumea y Samaria. Antipas, de Galilea y
Perea. Filipo, de la Tracontide, Batanea e Iturrea.
Los Profetas haban predicho que el Mesas

sera llamado NAZARENO; (Is- -I-l)esta profeca se
pli por las circunstancias antedichas. La Sagrada
Familia se estableci definitivamente en Nazaret,
donde Jess pas la mayor parte de su vida, têin-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROARO $7
ta aos largos, por lo cual era conocido como el
Nazareno.
Nazaret, pueblo pequeo, sin historia antes de

Cristo y en ei Evangelio tildado con aquelia frase
despectiva: "Acaso de Nazaret puede salir algo bue-
no?" fJuan 1-46).
Este aforismo, corriente entre los judos en

tiempo de Jess, nos indica la pequeez e insigni-
ficancia de Nazaret." El Nazareno" apelaban a Cris-
to sus contemporneos usando un trmino despec-
tivo, que equivala a decir: gente de escaso talento
y de ningn valer. "Nazareno" titularon a Jesucris-

to, ponindo un rtulo burlesco en la cimera de
la Cruz, al denunciar la causa de su muerte-
San Lucas llama a Nazaret "Ciudad de Galilea"

H-26), como dice el Padre Montnchez, guiado
ms por el afecto del alma, que por los mritos del
pueblucho.
con el corazn,
Si la geografa se escribiera
los cristianospondramos a Nazaret a la cabeza de
las ciudades del orbe, porque en ella Dios se hizo
hombre, en ella desarroll, creci y mor por ms
de treinta aos.
Qu hizo Jess en Nazaret?- El Evangelio nos
dice: "Estaba sujeto a Jos y Mara" (Luc. 11-51).
Es decir, Jesucristo obedeca,
ayu- trabajaba
dando a su Madre en los quehaceres domsticos y a
San Jos en elVida rutinaria, como lo es la
oficio.
de un hogar pobre. De la maana a la noche hacer
lo mismo todos los das. Asear la casa, preparar la
comida, arreglar la ropa, era la ocupacin de Ma-

ra; hacer yugos, armar componer muebles,
casas,
era el oficio de Jos; Jess, sujeto a ellos, a ambos
ayudaba. Barre, limpia los muebles, va a traer agua
de la fuente; rrecorre las laderas del monte, reco-
giendo cardos, zarzas, lea para la cocina; busca
yerba para animales caseros; acompaa a su
los
Madre a lavar la ropa; hace las compras en el mer-
cado; cumple los mandados de su Padre adoptivo;
va a entregar las obras del taller y regresa con el
dinero ganado; ayuda a mover las tablas, a cortar,
a cepillarlas; recoge los desperdicios de madera y
lleva al fogn; guarda las herramientas cuando toca
la campana de la sinagoga llamando a oracin y
descanso.
La vida de Jess en Nazaret fu la vida de un

nio y de un joven perteneciente a un hogar po-
bre, en un pueblito humilde. Nada de extraordina-
rio, nada que pueda revelar la divinidad de Jess,
la grandeza de Mara, la santidad de Jos. Todo
fu ordinario: un nio sirviente de una nazarena
pobre y en el taller de un carpintero; un joven
que acompaado de amigos de su clase se divierte
los sbados corriendo en las colinas despus de ha-
ber asistido con sus padres a la lectura y estudio
de los libros sagrados en la Sinagoga.
Nazaret, la desconocida en el Antiguo

aldea
Testamento y despreciada por los mismos israeli-
tas, es ahora la meta suspirada de los turistas y
peregrinos que se disputan el honor y la dicha de

estar un momento siquiera en el pueblo donde

Jess pas su vida.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO
"Oh bella Nazaret, dice un escritor, no eres

bella por la hermosura de tu naturaleza, ni por-
que eres la flor de Galilea con tus naranjos y li-
moneros, con tus floridos jardines, porque des-

ni
de tus calles se domina el Tabor y el Carmelo, el

Lbano y el Hermn, ni porque recoges las brisas
y auras del mar. Eres sumamente bella porque
Jess es Nazareno".
-XXIII- LOS PADRES DE JESUS
ocas noticias nos da el Evangelio acerca de

los padres de Jess.- Sabemos que Mara es ver-
dadera madre de Cristo, porque de ella naci, co-
mo fruto de concepcin uterina. Sabemos que Jos
no fu padre de Jesucristo, en sentido de procrea-
dor; que fu su padre legal y adoptivo; ante las
gentes que ignoraban el misterio de la Encarna-
cin del Hijo de Dios, pasaba Jos como padre
verdadero del Seor. (Mat. XIII-55-Luc. II 1-23).
Jess tuvo madre, pero no tuvo padre, en sen-

tido gensico humano. (Luc. 1-34). Su padre es Dios,
el Padre Eterno, la primera persona de la Sant-
sima Trinidad. (Luc. II 1-22,), de quien procede el
Hijo, sustancialmente.
"En el principio exista el Verbo y el Verbo

era Dios" dice San Juan (\-\). La palabra VER-
BO que usa el Evangelista, explica la naturaleza
de Jesucristo, su gnesis divino.
Verbo equivale a concepto, idea, conocimiento;

eso es el Hijo de Dios con relacin a su Padre;
conocimiento sustancial, idea connatural. Jesucristo,
como Dios, procede de Dios mismo; como hombre
fu engendrado en el seno virginal de Mara, sin
intervencin de varn, por obra de Dios.
San Jos fu en la tierra, con respecto a Je-

ss, el lugarteniente del Padre celestial. Patriarca,
varn justo, segn el Evangelio ("Mat. 1-9,), deseen-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO Q\
diente del Profeta- Rey. (Luc. 1 1-4). Naci, vivi y

muri en Nazatet.
Su oficio era la artesana. (Marc. Wl-3). El evan-
gelio no dice ms, pero la tradicin indica que
era carpintero.
Hombre justo, digno de tomar por esposa a la
mujer "bendita entre todas las mujeres", entrando
as, por seleccin divina, a tomar parte activa en
la obra de la Redencin. (Luc. 1-42).
Es un grave error contra la tradicin y la ra-
zn figurarse al esposo de Mara, cargado de aos
y canas. Joven como ella, era Jos cuando naci
Jess. Se unieron en matrimonio dos almas geme-
las en santidad, dos personas de la misma edad,
condicin y linaje. Los vaivenes de la vida reduje-
ron a estos descendientes de patriarcas y reyes a
un estado pobre y humilde.
Jos escogi para compaera de su vida a la
Virgen "llena de gracias humanas y divinas". Ma-
ra correspondi al cario del hombre colmado de
dones naturales y espirituales.
Despus de haber dicho que Jess baj con
Jos y Mara a Nazaret, no vuelven los Evangelis-
tas a citar ni el nombre de Jos; nada dicen de su
muerte, pero la tradicin asegura que muri el san-
to Patriarca pocos meses antes que Jess comenza-
se su vida pblica; se durmi el sueo de la tum-
ba en brazos de la Madre de
Dios, su esposa, y
asistido de Cristo, Sacerdote por antonomasia,
el
quienes recogieron la postrera lgrima del hombre
"bendito entre todos los hombres".
Para hablar de Mara, se necesita lengua di
92 El- VERDADERO JESUCRISTO
vina, porque despus de Dios nada hay ms su-

blime que su Madre.
El nombre de Mara se traduce por: Seora,

mar, regalo, esperanza, hermosa, querida; esto y
mucho ms es la Virgen.
Pocos datos da el Evangelio acerca de su vida,
pero en cada uno se puede encontrar un cmulo
de imgenes que nos llevan a formar el verdadero
retrato de la Madre de Cristo Nuestro Seor.
Naci de la tribude Jud y de la familia de

David. Sus padres fueron Joaqun y Ana, israe-
litassegn el corazn de Dios. Desde el momen-
to de su concepcin fu privilegiada con la ecep-
cin del pecado original anexo a toda criatura
humana.
Mara pas su adolescencia y juventud a la
sombra del Santuario. (Luc. 11-37). El Templo de 1
Jerusaln era gineceo de vrgenes ocupadas en el

servicio del Altsimo.
Cuando recibi el anuncio de la divina Mater-

nidad estaba en Nazaret, desposada con Jos, el
honrado artesano que la conoci en la Sinagoga y
la vi transitar en las calles estrechas del pueblo
cuando iba o vena con el cntaro de agua, y la
trat en las reuniones populares de las fiestas de
la vendimia.
Convertida en madre de Dios, la seala el E-
vangelio acompaada de su esposo caminando a
Beln y huyendo a Egipto. De sus labios aprenden
pastores y reyes las enseanzas relacionadas con
los misterios de la Encarnacin y redencin. En
Nazaret fu Mara la confidente de los secretos

divinos; elcofre nacarado donde se guardaron los
tesoros de Dios Redentor. (Luc. 11-51,).
En la vida evanglica vemos a Mara en las
bodas de Can, en la calle de la amargura y al
pie de las cruz. (Jn. II-3-XIX-25).
Cuando Jesucristo subi al cielo, qued Ella

representndole en la naciente Iglesia.
Fu llevada en manos de ngeles al Cielo don-
de es la Reina de los santos y la medianera en-
tre Dios y los hombres redimidos con la sangre
de su Hijo.
XXIV- COMO ERA MARIA
{1 Padre Daniel Lord Sacerdote Jesuta, tie-
en pginas sublimes acerca de Mara, la Madre de

Dios y de los hombres. Para deleite espiritual del
lector, me permito reproducir algunos prrafos:
"No existe ni un solo retrato original de Mara, y
sin embargo hay millares de retratos;un no hay
solo cuadro autntico, pero se dan incontables; no
conocemos una reproduccin histrica de la Virgen,
pero si los miles y miles de reproducciones que
llenan nuestros libros de oraciones, que cubren
nuestras habitaciones, que adornan nuestras Igle-
sias y son la ms rutilante luz de conventos y es-
cuelas, las inigualables obras maestras de los ms
grandes museos.
Existe un cuadro que ningn artista ha pinta-
do jams. En el corazn de cada cristiano brilla
siempre una imagen de cmo fu Mara. No deba
usar el verbo en pretrito. Los catlicos sabemos
con seguridad cmo ES ELLA.
Mara no es un personaje histrico; es una vi-
viente realidad. Cierto que Ella es la madre que
estrech entre sus brazos en Beln a su recin
nacido; pero es tambin la que
madre de siempre,
nos aprieta contra su corazn en un arrebato de
inextinguible amor.
No es slo la doncellita humilde que vivi y

muri en la vieja Judea; es la reina de los cielos
que se inclina cariosa desde su trono, hacia las
manos juntas en oracin.
Ningn cristiano la considera como un pasado

remoto; Ella pertenece a nuestra vida actual.
Todos nosotros, mientras la rezamos, tenemos

una imagen ntida de la Mujer a quien nos dirigi-
mos. Sin dejarnos influir demasiado por las gran-
des creaciones de Rafael, Murillo o Miguel Angel,
cada uno de nosotros ha soado en cmo fu y
cmo es Mara.
No vemos, pero sentimos su sonrisa; conoce-

mos, sin haberlas tocado, el roce blando de sus
manos. Para algunos es Seora, para otros Madre,
para unos es joven bella, para otros est llena de
madurez y serena tranquilidad.
Esta imagen puede cambiar en el curso de

nuestra vida. Conocemos y amamos la figura cau-
tivadora de la joven Madre de Beln, cuando es
Ella una parte decisiva en las alegras navideas.
Conocemos a la Madre tierna, a quie San Pedro el
primer pecador arrepentido, acudi para saber si

Jess le perdonaba. Esta misma Madre nos sonre,
alentndonos, cuando nos acercamos con el fardo
de nuestras culpas. Conocemos a la que en Can
salv de bochornos a los recin casados; a la Ma-
dre dolorosa, cuya tragedia del Calvario ha servido
de consuelo y fortaleza a un sinnmero de cora-
zones destrozados.
En los momentos de alegra Mara vemos a

con Jess en sus brazos. En los instantes de paz
la imaginamos joven, esposa y Madre, atareada en
los menesteres hogareos de Nazaret. Cuando el

dolor nos doblega vemos a Mara sosteniendo a su
Hijo muerto en sus brazos y fatigada con el peso
de los pecados de los hombres y las misericor-
dias de Dios.
Fu hermosa Mara?puede dudar de

-Nadie
ello. El hecho fundamental en que nos basamos pa-
ra afirmarlo es el convencimiento de que la madre

del ms hermoso de los hijos de los hombres, de-
ba ser muy bella.
Aunque es verdad que esta palabra tiene mu-

chos significados y los ideales de belleza han va-
riado grandemente desde Egipto hasta Hollywood,
desde las antiqusimas pinturas de mujeres en las
cavernas hasta las de la Grecia clsica y de la fo-
tografa moderna, Mara es siempre bella.
La belleza de un rostro es algo as como la
msica; realmente buena permanece inmutable;

la
as es la belleza de Mara. Su hermosura no es la
de aquellas pinturas bonitas, que impresionan un
instante, de manera superficial. Mara fu bella y
hermosa con la belleza y hermosura autnticas,
profundas y eternas; con la belleza que brota del
interior.
Lo realmente valioso en una persona est en

su interior. La superficie, por atractiva que sea, es
slo la mitad del ser. Aquello que se oculta detrs
de los ojos es lo que hace los ojos bellos. Aque-
llo que domina los labios, hace que estos sean ro
no sensuales. El pensamiento produce la diafanidad
o la incertidumbre de las cejas. Las lneas del ros-
tro, marcadas por el alma, hacen un rostro perso-

nal o amorfo, joven o viejo, feo o bello.
Dios que model el alma de

Mara hasta ha-
cerla la ms perfecta de todas, tuvo que crear un
cuerpo digno de tal perfeccin y un rostro digno
de la belleza de su cuerpo y de su alma".
-XXV- LA VIRGEN DESPOSADA
ambiente del pueblo judo,

entro del el ni-
co camino aconsejado para las jvenes era el ma-
trimonio; sobre todo si la doncella descenda de
David aspiraba a ser madre del Mesas prometido.
La virginidad voluntaria era dentro de las costum-
bres israelitas algo anormal e inconcebible. El ce-
libato era admitido para los hombres, ms no para
las mujeres.
El matrimonio judo, en tiempo de Jess, cons-

taba de dos actos: los desposorios y las bodas.
Los desposorios equivalan al "cambio de aros"

que se acostumbra en los actuales tiempos. Era el
contrato matrimonial que hacan los futuros espo-
sos. De antemano, los padres de los contrayen-
tes acordaban la conveniencia de la unin matrimo-
nial de sus hijos y tramitaban el asunto. Una vez
arreglado entre familias, se celebraban los des-
las
posorios, ceremonia que se haca en la casa de la
joven. Los padres de los novios hacan de sacerdo-
tes o ministros: colocaban la mano derecha de la
hija sobre la mano del futuro esposo y despus,
la de ste sobre la mano de la novia, diciendo la
U
oracin ritual: E1 Dios de Abrahn, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de nuestros pa-
dres, sea con vosotros; El presida y bendiga vues-
tra unin y os colme de bendiciones.
Cumplidos los doce aos eran nubiles las mu-

rejes y de trece aos podan desposarse los varo-
nes. Los desposorios, constituan un contrato serio y

formal, como lo es o debe ser el cambio de aros.
Los desposados eran ya marido y mujer, con todos
los derechos y obligaciones anexos al matrimonio,
pero no cohabitaban hasta la celebracin de la so-
lemnidad de las bodas.
Slo la muerte o el libelo de repudio legal

podan disolver los desposorios.
Las bodas consistan en la solemne conduccin

de ladesposada al nuevo hogar, despus de la
bendicin sacerdotal en el Templo. Como se acos-
tumbra actualmente, el esposo, acompaado de sus
parientes y amigos llegaba a la casa de la esposa,
la cual, acompaada de doncellas amigas, provistas
de lmparas, esperaba al novio. Entre msica y re-
gocijo iban juntos al Templo, o a la casa del esposo,
donde el Sacerdote les bendeca, con la oracin ri-
tual- Segua el convite de bodas, el cual terminaba
con ceremonias especiales que hacan los invitados
despidindose de los esposos.
La Virgen Mara, cuando ocurri la Encarna-
cin del Verbo desposada con San
divino, estaba
Jos, en el propio y estricto sentido de la palabra.
(Luc. 1-27-Mat. 1-18-24). Los dos haban pactado ma-
trimonio; se pertenecan ya mutuamente. No sabe-
mos cuando, ni donde se efectuaron los desposorios,
pero el Evangelio es terminante en decir que el
ngel Gabriel anunci el misterio de la Encarnacin
"a una virgen desposada con un varn de nombre
Jos". fLuc 1-27;.
Por lo que sigue en la narracin evanglica se

deduce que Mara y Jos no haban celebrado las
bodas; faltaba la segunda parte del matrimonio.

"Antes de que cohabitasen, Mara haba concebido
del Espritu Santo". (Mat. 1-18) Es decir, antes de
que Jos hiciese solemne recepcin en su casa a
la
la esposa. Esta segunda ceremonia se realiz cuan-

do el ngel notici a Jos de lo sucedido, dicindo-
le: "no tengas recelo en recibir a Mara tu esposa
en tu casa, porque lo que ha concebido es del Es-
pritu Santo. Dar a luz un hijo a quien pondrs el
nombre de Jess, porque es el Salvador del Pue-
blo. -As hizo Jos; recibi a su esposa en su ca-
sa". (Mat. 1-20 21-24).
Jos y Mara se casaron verdaderamente segn

el En su matrimonio hubo el doble acto:
rito judo.
los desposorios y la recepcin nupcial.
La palabra usada por el Evangelista: "antes de
que conviviesen". (Mat, 118) no quiere decir que
despus cohabitaron, en sentido sexual, sino que des-
pus se juntaron para completar la segunda parte del
rito matrimonial.
Las palabras que dice Virgen al ngel: "C-
la
mo podr ser esto, pues yo no conozco varn"
(Luc. 1-34J, estando ya desposada con Jos y prxi-
ma a ser recibida en su casa, prueban evidente-
mente que Ella y su esposo haban consagrado a
Dios su virginidad. Dios les haba inspirado ma-
trimoniarse y al mismo tiempo conservarse vrge-
nes, para que sean los coadjutores en los grandes
misterios de la Redencin.
Jesucristo quiso que su Madre fuese Virgen,
pero estuviese casada. Antes de la Anunciacin se
despos con Jos, en verdadero matrimonio, y seis
meses despus, fu solemnemente recibida por su

esposo en su hogar, para habitar con l virginalmente.
Jos recibi a su esposa y celebr las bodas

rituales viendo las seales externas de la mater-
nidad, pero sabiendo la concepcin milagrosa.
La divina Providencia depar un padre legal

al Hijo de Dios hecho hombre, por muchas razo-
nes de orden espiritual, moral y material que es
fcil pensar, como el buen nombre del hijo y de la
madre, el mejor cumplimiento de la misin de
Cristo, el auxilio en las necesidades materiales de
la familia.
-XXVI- MADRE Y LOS

LA
HERMANOS DE JESUS
Evangelio refiere que Jess estaba un da

1.
predicando y tuvo que interrumpir el sermn por-

que le avisaron que le buscaban. "Tu madre y tus
hermanos estn afuera y desean verte" fu la no-
ticia que alguien di al Seor. Por el contexto se
comprende que Jess y sus oyentes estaban en u-
na Sinagoga o dentro de una casa y que haba mu-
cha gente, de manera que los parientes del Maes-
tro no podan llegar hasta El, contentndose con
mandar un recado. Jesucristo, aprovech de la
noticia, que seguramente fu dada en voz alta, para
decir: Mi madre y mis hermanos son los que oyen
la palabra de Dios y la practican". (Luc. VII I 1 8-2 1 )
Marcos y Mateo refieren la misma escena di-

ferencindose de Lucas en pocas palabras y sea-
lando el campo como escenario. "Jess estaba pre-
dicando; la gente sentada a su alrededor no dejaba
paso; avisaron al Seor que su madre y sus her-
manos queran hablar con El. Jess dijo: quin es
mi madre y quienes son mis hermanos? Y dando
una mirada redonda a su auditorio, prosigui: es-
tos son mi madre y mis hermanos; porque quien
oye la palabra de Dios y la practica ese es mi
hermano". El otro Evangelista aade que el Maes-
tro al decir esto "seal con la mano a sus oyen-
tes". (Marc. 111-31- Mat. XII-46).
Lo importante en este pasaje evanglico es tra-

tar de comprender las palabras de Jess. Sin du-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO ]Q3
da, los parientes del Seor no le haban visto al-

gn tiempo; la gente les haba contado los planes
inicuos de los enemigos de Cristo para matarle;
queran entrevistarse con Jess para ponerle al tan-
to de todo y ponerle a salvo. Con este fin vinie-
ron de Nazaret y Cafarnan a algn pueblo de
Judea y encontraron al Seor predicando en la Si-
nagoga o en el campo, rodeado de mucha gente,
por lo cual no pudieron llegar hasta El y le man-
daron el mensaje verbal.
Los que buscaban a Jess eran su madre, la

Virgen Mara, con algunos parientes. Sabido es que
el trmino "hermanos", dada la pobreza lingstica
del arameo y la costumbre juda de dar este ape-
lativo a los primos y allegados carnales de una
persona, se debe entender en el sentido de "pa-
rientes", porque Jess no tuvo hermanos, propia-
mente dichos.
La respuesta del Seor, al parecer grosera, no
lo fu en verdad, puesto que deba Predicador
el
aprovechar las circunstancias para hacer incapie en
el fundamento del reino mesinico compuesto por
todos los que escuchaban la Buena Nueva y cum-
plan con la voluntad del Padre celestial. La res-
puesta de Jess tiene conexin con lo que sigui
diciendo antes de atender a sus parientes.
"Buscad primero el reino de Dios y su justicia

y las dems cosas os vendrn por aadidura. No os
preocupis demasiado por las cosas carnales y te-
rrenas, porque vuestro Padre celestial se preocu-
pa de ellas con relacin a vosotros. Mirad las aves
que cruzan el espacio; no siembran, ni siegan, ni
tienen graneros y jams les falta el alimento diario.

Ved los lirios y las flores: no hilan, ni tejen y se
visten con ms lujo que Salomn. E\ Padre uni-
versal cuida de todos, sin distincin de personas;
hace llover en los campos de los justos e injus-
tos y hace brillar su sol para beneficio de buenos
y Buscad
malos. antes de todo
el reino de Dios
que os estoy enseando y despus vendrn tas o-

tras preocupaciones". (Mat. V-45-V.I-25/
Una vez terminado su discurso y despejada la
muchedumbre, es seguro que Jess se entrevist

con su Madre y parientes; les agradeci la aten-
cin; les consol y les hizo comprender que "no
haba llegado su hora" (Jn. I-4) y que, por lo
mismo, nada deban temer con relacin a su vida,

a pesar de la malicia de sus enemigos.
Jesucristo no despreci a su Madre, primos y

parientes, porque bien saba que ellos eran los pri-
meros en buscar el reino mesinico y los principa-
les en escuchar la Buena Nueva y cumplir con la
voluntad del Padre celestial. Como tales, eran espi-
ritualmente sus verdaderos parientes; estaba Jess
ntimamente ligado a ellos con el doble lazo del
espritu y de la carne.
Manifest tambin Jess en esta ocasin, con

su respuesta un tantico descomedida, que por su
divinidad estaba desligado de todo vnculo humano
y que sus verdaderos hermanos son los que mere-
cen el ttulo de "hijos de Dios".
En otros pasajes evanglicos encontramos el

mismo trmino de "hermanos de Jess" y por el
contexto sabemos que se trata de sus primos.

(Mat. XII 1-55- Marc. VI -3). Acompaada de ellos
fu Mara a buscar a su Hijo y con El regresa-
ron a Nazaret, donde Jess descans unos das de
sus fatigas evanglicas y Mara "guard en su co-
razn nuevas cosas divinas". (Luc. 11-51).
-XXVII- PARIENTES - AMIGOS -
ENEMIGOS.
PARIENTES:
0icho est que Jess no tuvo hermanos, ni
verdaderos, ni legales, porque la Virgen no cono-

ci varn (Luc. San Jos tuvo descenden-
1-34 ^ ni
cia. Los hermanos de quienes nos hablan los Evan-
son los parientes del Seor, sus primos
gelistas,
hermanos, en primero y en segundo grado de lnea
colateral.
Mara fu la nica hija de los Santos Joaqun

y Ana; no tuvo hermanos. Lo que dicen los Evan-
gelistas: "Estaba junto a la cruz la hermana de la
Madre de Jess, Mara de Cleofs, madre de San-
tiago y Jos y de Simn y Judas", (Lucas. XIX-25-
Mat XXVII-56y XIII-55 y 56), debe entenderse de
Mara, hermana poltica de Mara la Madre de Je-
ss, es decir, de una Mara casada con Cleofs,
siendo este hermano carnal de San Jos, esposo
de Mara.
La Virgen tuvo una prima hermana que fu
Santa Isabel, la madre de Juan Bautista. Este fu
primo de Jess, en segundo grado. Por la parte
materna no tuvo ms parientes ("Luc. I-36-Marc. XV-
40-Mat. XXVI 1-55-56).
Los citados: Santiago, Jos, Simn y Judas fue-
ron primos hermanos de Jess en primer grado,
pero slo legalmente, porque son hijos de Cleofs,
hermano de San Jos, el padre putativo de Cristo.
Lo mismo podemos decir, de Juan y Santiago,

hijos de Salom, hermana de San Jos y casada
con Zebedeo. (Mat. IV-21-Marc. 1-19;.
En suma: Jesucristo tuvo un primo hermano, en

segundo grado y en sentido verdadero y seis pri-
mos hermanos, en primer grado, pero en sentido
putativo o legal. Estos son los parientes del Se-
'
or, de quienes hace mencin el Evangelio.
Algunos dicen que la Mara citada por San

Juan (XIX-25) era hermana de Mara, la Madre de
Jess. Esta suposicin est en contra de la razn
y de la^tradicin.
Es tradicin generalmente admitida que Joa-
qun y Ana no tuvieron ms hijos que la Virgen
Mara, escogida por la providencia para Madre del
Redentor y por esto preservada del pecado original.
Es rasonable pensar en un solo vstago milagro-
samente escogido en un hogar seleccionado, para
evitar comentarios y complicaciones inexplicables
si se admiten otros hijos.
AMIGOS:
Con este nombre distinguimos a las personas
citadas en Evangelio, con quienes Jess tuvo ca-
el
rio y confianza singulares. Tales fueron los espo-

sos de Can, la familia de Lzaro, Nicodemo, Za-
queo y otros.
Por amistad concurri Jess a las Bodas de
Can e hizo el famoso milagro, (Jn. 1 1-7) , en fa-
vor de los novios.
Betania era para Jess la casa de los buenos

amigos donde descansaba con confianza de las fa-
tigas apostlicas. A los pies del Maestro vemos

con frecuencia a Marta y Mara (Luc. X-38). La
amistad con Lzaro le hace llorar cuando sabe su
muerte y viaja para resucitarle (Jn. XI-1-45).
La amistad con Nicodemo fu al principio a-

ristocrtica y despus muy ntima; este Doctor fu
el amigo fiel que le defendi ante el Sanedrn, le
baj de la Cruz y le prest su sepulcro (Jn. III-
1-15-VII-50).
La amistad con Zaqueo le oblig a hospedar-
se en su casa y conversar confidencialmente con

l (Luc. XIX-5).
Jesucristo tuvo pocos amigos, pero escogidos,
con quienes departi sus secretos.
ENEMIGOS:
Es propio delos grandes hombres, de aque-
llos que que cumplir una misin sublime,
tienen
encontrarse con enemigos. Los mediocres no tienen
dificultades.
Jess vino a la tierra a establecer y poner en

ejecucin nuevas doctrinas y costumbres y era l-
gico que encontrara resistencia y se hiciera de
enemigos.
Cinco fueron agrupaciones que se opusie-
las
ron a los ideales cristianos de restauracin religio-
sa, moral y social del mundo.
LOS FARISEOS: hombres hipcritas, egostas,

llenos de formulismos ridculos, "sepulcros blanquea-
dos", no podan soportar la luz evanglica que irra-
diaba Cristo, iluminando las tinieblas de su vida os-
cura y de sus enseanzas falsas.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 1C9
LOS ESCRIBAS: individuos mentirosos, adu-

lones, falsificadores del sentido de las Es-
crituras.
LOS DOCTORES de la Ley: agrupacin ba-

sada en intereses creados para beneficio personal
hombres orgullosos que no podan soportar la su-
peracin del Rab galileo.
LOS SACERDOTES: gente enfatuada, dspo-
ta; a quien choc la actitud del Maestro salien-
le
do por los fueros de la Casa de Dios profanada y

mercenariamente empolutada.
LOS PRINCIPES: jerarcas, adulteradores de
la Ley y de las costumbres, cmplices de todos los
negociados religiosos.
Contra todos estos malos israelitas enderez

Jess sus palabras que eran vida, verdad, camin
y luz y que naturalmente deban herir a los que te-
nan al pueblo sumido en las sombras de la muer-
te, de la ignorancia, sin sendas, ni antorchas que
iluminan y conducen al bien temporal y eterno.
Estos se declararon enemigos de Cristo, Reden-
tor de la humanidad.
4 |0 EL VERDADERO JESUCRISTO
-XXVIII- RETRATO DE JESUS
Jess hubiera vivido en Grecia, en Roma,

en Alejandra, tendramos su verdadero retrato, pe-
ro como naci, vivi y muri en Palestina y por-
que palestinenses fueron los integrantes de la pri-
mera generacin cristiana nos vemos privados de la
verdadera efigie de Cristo.
El primer mandamiento del Declogo (Ex. XX

-4) fu interpretado rigurosamente y los israelitas
convertidos al cristianismo no quisieron adorar al
Seor en imgenes, contentndose con lo espiritual
de la nueva religin.
Unicamente a fines del siglo II y categrica-

mente durante el III cuando ya ijpa terminndose
toda influencia juda, comenzaron los cristianos a di-

vulgar dibujos -copias de la imagen de Jess.
Los del II siglo no son propiamente retratos
de la persona del Seor, sino imgenes de su mi-
sin divina; representan, por ejemplo, al Buen Pas-
tor. Los del siglo III ya son retratos, pero no sa-
bemos si fueron creaciones del dibujante o tienen
algn fundamento verosmil.
Seguramente, la mayora de estas efigies fue-
ron hechas a base de los datos tradicionales dejados
por quienes vieron personalmente a Jess. A esto
se debe la aceptacin del tipo conocido ordinaria-
mente y usado por los artistas del pincel.
En elIV se erigi en Palestina una es-

siglo
tatua a Jesucristo que deba tener parecidos con
su persona conservada en la mente de los cristia-
nos por tradicin e interpretada fielmente por el
cincel del artista.
De esta efigie se para

valieron los dibujantes
reproducir y difundir estampas o imgenes de Cris-
to, en todo el mundo conocido.
Existen leyendas acerca de retratos de Jess,

como los atribuidos a San Lucas, de quien dice el
Evangelio apcrifo que era pintor; el que se dice
que envi el mismo Cristo al rey de Edesa, Abgar
y otros que no tienen fundamento fehaciente.
Acerca de la imagen del Seor estampada en

el lienzo de la Vernica, no tenemos tampoco prue-
bas fidedignas, fuera de la antiqusima tradicin
del Esta tradicin dice que la pintura del
suceso.
rostro del Seor que aparece en el lienzo que se
venera en la Baslica Vaticana es el verdadero re-
trato de la cara de Jess que qued estampada
cuando una mujer juda enjug el rostro sudoroso
y ensangrentado del Seor que caminaba al calva-
rio con la cruz a cuestas.
Puede o no ser autntico el lienzo con la i-

magen; lo cierto es que la VERONICA no es el
nombre de la mujer que limpi el rostro de Jess
paciente; esa palabra se traduce del latn y del grie-
go por VERDADERA IMAGEN -vera-icon-.
Yo creo, fuera de esta aclaratoria, que en ver-

dad ese lienzo sagrado contiene el retrato del ros-
tro de Jess.
Acerca de la Sbana que se venera en Turn
y de la efigie en ella contenida, hay tambin mu-
chos comentarios y diversas creencias. Yo tengo

para m, que si la Sbana es autntica, la imagen
es creacin de un devoto pintor.
En todo caso,an admitiendo la verdad del

retrato del del Seor en la Santa Sbana,
rostro
como admito en tratndose del lienzo de la Ve-
rnica, suponiendo que este nombre haya tenido la
piadosa mujer juda del hecho contado por la tra-
dicin, esos retratos no proporcionan la verdadera
efigie de Cristo, porque presentan a un hombre
completamente desfigurado por atroces tormentos.
No tenemos el verdadero retrato de Jesucris-
to. Su imagen ha sido descrita al antojo de poe-
tas y escritores. Las ms antiguas
importantes e
descripciones son las de los siglos VIII y XII atri-
buidas a San Epifanio y a Publio Lntulo, que las
transcribimos. El primero dice: "Meda Jess un
metro y setenta y dos centmetros de estatura; te-
na el cabello rubio y ondulado, el rostro ovalado,
ojos verdes y cejas negras".
Lntulo escribe: "Jess es de elevada estatura

y de rostro venerable; sus cabellos rizados y de
color oscuro, divididos en medio de la cabeza, caen
sobre la espalda; su frente es despejada y serena;
nariz y boca regulares; su barba abundante y par-
tida al medio; sus ojos de color gris azulado; sus
manos son agradables; su rostro es gracioso, sin
arrugas ni manchas".
Deestas y otras descripciones literarias se han
servido pintores y escultores para presentar el re-
trato de Jess, sin jams llegar a descifrar el
verdadero.
-XXIX- FISONOMIA
Pice Monseor Bugaud: La fisonoma es la

transpiracin del alma por medio del polvo del
cuerpo. Es alma misma que sale de su retiro y
el
sube al rostro imprimindole una belleza que no

tiene igual en el orden de las cosas creadas".
La fisonoma de Jess reflejaba su alma; e*n
su rostro apareca belleza divina de su espritu.

la
Si son los ojos balcn por donde se asoma l

el
alma, en los ojos de Jess apareca Dios. Los ojos

son el alma de la fisonoma personal.
La fisonoma de Jess, serena y majestuosa,

inspira amor y respeto; revela la perfeccin de las
dos palancas motrices de todo lo bueno o malo que
hay en el universo: la inteligencia y el corazn.
El ideal del intelecto est personificado en Cristo.
Su corazn tiene el poder de atraer y su inteligen-
cia convence.
Los nios que ignoran los valores internos

personales, llegaban Jess atrados nicamente
a
por el imn del corazn, estaban tranquilos a su
lado y posaban felices en sus faldas. fMarc. IX-35.
Luc XVIII 16j.
Los pecadores, enfermos, los que impulsa-

los
dos por intuyen el alma, llegaban al
las dolencias,
espritu de Cristo y convencidos de su bondad es-
peraban misericordia. Jess, con la sonrisa propia de
de su fisonoma, atraa, perdonaba y curaba.
U
E1 ms hermoso entre los hijos de los hom-
bres" le calificaron escritores paganos y cristianos,
fundndose en el Salmo mesinico. ("Sal. XXXXIV-
3). Santo Toms sintetiza as la divina hermosura
de Jess: "Tuvo, y en sumo grado, la belleza que,

por razn de su estado y del atractivo de su aspecto,
le era debida; un algo, un efluvio divino irradiaba
en su rostro".
Tenemos que admitir en Jesucristo un alma la

ms perfecta y bella que de las manos divinas pueda
brotar y, lgicamente, estamos obligados a unir a
esa alma una fisonoma corporal hermossima.
As se explica como las renovadas muchedum-

bres le seguan
todas horas, por todos los sen-
a
deros, siempre, y olvidndose de la comida y del
descanso; as se encuentra la razn de ver a las
gentes escalonando rboles y murallas para mirarle
(Luc. X1X-1); as se entiendenla admiracin y envi-
dia de quienes viendo a Jess, exclamaban: "Feliz
el seno que te llev y dichosa la madre que te
amamant" (Luc. XI-27J.
Que Jess debi ser virilmente hermoso nos
dice la razn, porque generalmente es bella la raza
juda a la que perteneci. Nos indica la Santa Es-
critura refiriendo la hermosura de David, Salomn,
Absaln y otros que precedieron genealgicamente
a Cristo. Nos ensean las normas elementales de
herencia, pues si la Virgen Mara fu una juda
bella y llena de atracciones y encantos fsicos, el
aspecto de Jess fu el de su madre, traspasado
a un varn. Nos atestigua la Tradicin que siem
pre ha mantenido grabada, en la imaginacin uni-
versal, la fisonoma de Jess como la ms hermo-

sa y bella entre los hijos de los hombres.
San Damasceno, en el siglo VIII. traz la si-
lueta de Jess describindole: "Alto y espigado,

ojos vivos y penetrantes, nariz recta, frente des-
pejada, mirada escudriadora, mejillas ligeramente
sonrosadas, cabellos ensortijados y brillantes, pure-
za de lneas en su boca, barba nutrida; vestido con
tnica blanca ajustada al cinto con correa, manto
amplio azulado, zandalias romanas en los pies, pa-
uelo sujeto a la cabeza con cinta roja. Inspira
amor y respeto, es terrible cuando reprende, dulce
y amable cuando amonesta, es alegre con gravedad,
7
habla poco y con modestia. Es virilmente hermoso' .
La fisonoma de Jess ha sido fuente de be-

lleza y motivo de creaciones artsticas, es el guin
del pincel y del buril de los grandes maestros.
Est por encima de la belleza del sol ban-
dose en las olas nacaradas del ocano, de la poli-
croma de la flor abierta al beso del roco matinal,
de la aurora boreal recostada entre vellones de
opalinas nubes, de todo lo ms hermoso que hay
en la bella naturaleza, porque es la fisonoma del
que ilumina cielos y tierra.
Al cuerpo de Cristo se uni el alma y a esta
sublimidad de creacin se uni Dios hipostti-
camente.
Dios hecho hombre es fisonoma de Jess.
la
La belleza divina que se transparenta en .el cuer-
po humano lleno de gracia. (Juan 1-14).
<l||Ji
Ug EL VERDADERO JESUCRISTO
-XXX- LOS OJOS DE JESUS
Jess dijo que la lmpara del cuerpo son los

ojos, estos estn limpios y claros todo es luz en
si
la persona; si los ojos estn cerrados o turbios, el
individuo anda en tinieblas. (Luc. 11-34).
Los ojos de Jess siempre como lm-

brillaron
paras ntidas e iluminaron mundo; son la luz
al
que aclara la senda de todo hombre que viene a la

tierra. (Jn. 1-9).
i
Expresiva -y penetrante hubo de ser la mira-

da de Jess; jams la olvidaron los Evangelistas,
quienes la describen con emocin.
En los ojos de Jess se retrataron diariamen-

te los paisajes de Palestina, el cielo, el mar, el
sol, las flores, las avecillas.
Sus ojos estuvieron siempre viendo a Dios y

en Dios a los hombres y a todas las cosas.
Las miradas de Jess fueron sublimes, suges-
tivas. As las concepta San Juan, cuando narra la
entrevista del Rab con Simn y Andrs. "Habien-
do puesto los ojos en ellos'' (Jn. 1-42) dice el E-
vangelista, que equivale a: mirndoles de hito en
hito penetr al alma de los pescadores para ha-
cerles apstoles.
Con ojos que auscultan las imperfecciones hu-

manas, con miradas de cario compasivo, vi Jess
al joven rico que quera, pero no se resolva a
seguirle. (Marc. X-21/
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO WJ
Con miradas multiformes gan Jess a las
multitudes; sus ojos penetraban, conquistaban, con-

vencan. Las gentes caminaban conducidas por los
ojos del Maestro que eran luz y vida y hacan ol-
vidar las necesidades y acercaban las distancias.

(Mat. XIV-15J.
Con ojos serenos y miradas de porvenir lleg

el Maestro al alma de sus oyentes en el sermn
de las Bienaventuranzas. (Marc. II 1-5).
Sin una mirada encantadora no se explica el

atractivo a los nios, que gozaban en mirarle y su-
bir a sus rodillas para ver ms de cerca sus ojos.
(Marc. IX- 35).
Dulce y tiernamente mira Jess a la Hemo-
rrosaque le arranca un milagro a fuerza de fe
(Marc. V-32J.
"Levantando los ojos" dice San- Lucas que mi-
r y conquist a Zaqueo. (Luc. XIX-5J.
Con ira seclavaron los ojos de Jess en las

miradas hipcritas de los fariseos acusadores de la
inobservancia del sbado. Indignadas hasta el ex-
tremo fueron las miradas del Seor diciendo: "La
casa de mi Padre es lugar de oracin y no plaza
de mercado" fJn. 11-13;.
Los ojos de Jess se llenaron de lgrimas, par-

ticipando de las desgracias del prjimo. Llor en la
tumba de su amigo Lzaro y a la vista de la ciu-
dad santa condenada a ruina. (Luc. XIX-41) En los
ojos de Jess se cuajaron las lgrimas ante el
llanto de la viuda de Nan; esas perlas surcaron
las mejillas frente a Jairo que lamentaba la muer-
te de su hija. La mirada del Seor se nubl, de-

jando asomar la flor de la compasin, ante la s-
plica del Centurin para que curara al criado.
(Luc. VII-10-14).
Intensa y tiernamente mir a la mujer adl-

tera, a Magdalena, al ciego de Jeric y a tantos a
quienes cur el cuerpo y san el alma.
Con ojos decepcionados

Jess el orgullo y
vi
ostentacin de los ricos depositando sus limosnas
en la alcanca del Templo; su mirada fu tierna y
encantadora aplaudiendo la humildad de la viuda y
la sencillez de su bolo. (Marc. XII-41).
Maternal fu la mirada del Maestro en el tra-

to con los apstoles. Los discpulos vieron en sus
ojos la belleza de Dios.
Cinco elevaciones de ojos con miradas al cielo

registra el Evangelio, en ocasiones solemnes: al ben-
decir los panes, al curar al sordo-mudo, en la re-
surreccin de Lzaro, al comenzar la oracin sa-
cerdotal. (Mat. XIV~19-Marc VI 45-VII-34-Jn XI-41-
XVII-1).
Con mirada misericordiosa record Pedro sus
promesas y su negacin (Luc. XI 1-61). "Pos en
el sus ojos" y del corazn del apstol cobarde bro-
taron lgrimas de contriccin que corrern por sus
mejillas durante toda la vida.
En el cenculo, los ojos de Jesucristo miraron

con amor eterno a sus Sacerdotes; vieron al mun-
do encendido en llamas de guerras fratricidas y
con mirada de triunfo dijo: "Amaos los unos a los
otros". (Jn. XIII-34J.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO \\g
En la cruz, los ojos de Cristo cambiaron las

miradas mientras los labios pronunciaban diferentes
palabras.Fueron miradas de compasin para sus
enemigos, de perdn para el ladrn arrepentido, de
cario para su Madre, de confianza con su Padre.
De los ojos de Jess habla el Evangelio sin-

tetizando las sublimes miradas humanas vivificadas
por pupilas divinas.
-XXXI- LA VOZ DE CRISTO
a voz de Jesucristo reson muchas veces

en de Nazaret, en sus calles y plazas, en
la casita
el Templo de Jerusaln, en las ciudades y campi-

as de Palestina; su. eco se oy sonoro en las
montaas, en los valles, en el mar de Galilea, en
Samara y Judea. Miles de personas oyeron esa voz
divina en los mltiples tonos humanos.
Por Evangelio sabemos que la voz de Jess

el
fu dulce y suave, de ordinario; a veces, fuerte y

grave; siempre, atractiva y meliflua.
Conversando con la con San

Virgen Mara,
Jos, con sus apstoles y discpulos, con sus ami-
gos, fu voz modesta, suave, cariosa.
"Sentado en medio de los doctores, oyndoles

y preguntndoles" (Luc. 11-46), dialogando con e-
los, la voz del Nio Jess fu magistral, serena,
grave.
Obligado a predicar durante largas horas y a

miles de personas, como a los cinco mil hombres
en el desierto, (Mat. XIV-21), o al auditorio "nu-
meroso y grande" que dice San Marcos (II 1-7),su
voz era potente y sonora.
Fu ntida, convincente, tierna, cuando ense
el amor mutuo, el perdn de las injurias, el des-
precio a los honores, riquezas y placeres del mun-
do, la confianza en la providencia del Padre ce-
lestial. fMat. VI-24).
#
121
Compasivo fu el acento de su voz, diciendo:

"difcil es que los ricos entren en el reino de los
cielos" (Marc. X-23J. la voz de Cris-
Alentadora fu
to llamando a todos que sufren, a los pobres, a
los
los agobiados con los trabajos de la vida, para
consolarles, para ayudarles a llevar la cruz/Mat-Xl -28)
Firme, imperativa, es voz de Jess, cuando

la
rechaza al demonio que tienta en la montaa

le
de la cuarentena, cuando le obliga a abandonar sus
posesos, o cuando manda al huracn y a la tormenta.
Temible, severa, fu la voz increpando a sus

enemigos, recriminando la hipocresa de los fariseos,
contestando a los emisarios de Herodes.
Desdeosa e irnica fu, contestando a Caifs

y Pilato. Emotiva y triste, reprochando a sus a-
pstoles en el huerto de Getseman. fMat XXVI-
40).
Alegre y encantadora fu la voz del Seor in-

vitando a los pescadores para que le siguiesen.
Tierna y conmovedora, curando a los enfermos y
perdonando a los pecadores. (Luc. Vi 1-48 - Marc.
11-11 - IVlat. VIII-3J.
La voz de Jesucristo cambi de tono en va-

riedad indecifrable diciendo a ios acusadores de la
mujer adltera: "El que de vosotros se halle sin
pecado, tire contra ella la piedra" y a la mujer:
"dnde estn tus acusadores?; nadie te ha conde-
nado? Yo tampoco te condeno; anda y no peques
ms". (Jn. VIII-7-11).
Al exponer las parbolas usaba Jess de su

voz, en diferentes tonos para hacerse comprender
y llegar a! alma de su auditorio. Las gentes impre-

sionadas decan: "Jams hombre alguno habl co-
mo Este". (Jn. VII-46).
En la ltima cena fu voz del

voz corazn,
de madre, recomendando al mundo el amor mutuo,
pidiendo a sus apstoles la unin ntima entre s
u
y con El. Enftica fu repitiendo: en verdad, en
verdad os digo" (Jn. XV- 12).- Saturada de pena y
turbacin oyeron los discpulos la voz del Maestro
diciendo: "Uno de vosotros me entregar". (Jn.
XIII-21). ,
Enseando a las piadosas mujeres que llora-

ban la suerte de Jess en la calle de la amargu-
ra, se oy la voz cariosa y magistral Seor:
del
"No lloris por m; llorad pr vosotras y por vues-
tros hijos", (Luc. XX II 1-28).
Si la voz de
Jess tuvo variados tonos, a te-
nor de las circunstancias, durante la vida, desde
la cruz, prximo a morir, se oy esa voz divina
como eco de todos los acentos, en siete frases ex-
presivas de despedida paternal.
Quevoz de Jesucristo tuvo su tono propio

la
e inconfundible prueba Mara, de Mgdala. Por
primera vez oy la voz del que le dijo: "Vete en
paz; tus pecados estn perdonados; tu fe te ha
salvado". (Luc. VI 1-48,). Otras ocasiones oy la voz
del Maestro y siempre la distingui; "es Jess,
deca". El eco de esa voz celestial vibraba en sus
odos y repercuta en su corazn. En la maana
de la resurreccin, apenas oye "Mara", reconoce
la voz de Jess. Es Maestro que
el ha resucitado
y la llama. (Jn. XX-16).
-XXXII- G A L I L E O
Jlesucristo, el divino Rab de Galilea, se aco-
mod completamente en su apariencia exterior a la
presentacin de la generalidad de su raza.
Palestinense por nacimiento, tom el color tri-

gueo para su tez, color ordinario entre la gente
de Palestina que vive y trabaja al aire libre. Jess
fu uno de esos. Largos aos de taller a cielo a-
bierto, vida de campo atezada por el sol, ms de
tres aos de constante divagar y predicar a pleno
aire, dieron a su piel el color trigueo, pero her-
moso, de la frase del Cantar de los Cantares (1-5).
Orgullo del galileo, era tener una cabellera nu-

trida y abundante, pero no larga; la de Jess fu
as. De color castao oscuro, caa sobre sus hom-
bros, partida en medio.
En siglos muy anteriores a Cristo, acostumbra-

ban los palestinenses llevar los cabellos largos, ri-
zados y ensortijados. En la poca de Jess ya es-
taba perdindose esta costumbre, por la influencia
greco-romana; los judos ya los llevaban recortados
a la altura de los hombros, No puede ser retrato
histrico de Jesucristo la efigie en que aparece con
la cabellera afeminada y cayendo en bucles sobre
las espaldas. La pintura ms antigua que se con-
serva, representa a Jess con cabello relativamen-
te corto, no al estilo moderno, sino al imperial ;de
la poca.
La barba fu siempre para los orientales una

(24 EL VERDADERO JESUCRISTO
gloria varonil.Los israelitas participaron de esta

costumbre. Jesucristo sigui a la generalidad de
Jos hombres de su tierra. Su rostro estaba ador-
nado con una barba abermejada y bien cuidada.
En cuanto al muy natural pensar
vestido, es
que Jess sigui costumbres
las de su tiempo. Cu-
bra su cabeza con la cofia blanca, cuyas extremi-
dades flotaban sobre las espaldas.
En poca de Cristo, nadie llevaba en Pa-
la
lestina la cabeza descubierta, fuera de los lepro-
sos, quienes se distinguan as de los sanos, por
disposicin legal.
Vesta Jess una tnica de color oscuro, pero

alegre, ceida a la cintura con correa. La tnica
del Seor fu de punto y sin costura, a lo menos
la que llevaba en el momento de la crucifixin,
conforme al relato evanglico. fJn. XIX-23j. Sobre
la tnica, colgando desde los hombros, llevaba Je-
ss un amplio manto de color vivo.

La tnica era una especie de vestido talar, o
hbito que, arrancando del cuello, descenda hasta
era ancho y amplio, con mangas; se
los tobillos;
ajustaba al talle con cinturn, estaba cosido por
los costados.
El manto era cuadrangular, de

tres metros de
largo, por dosde ancho, con una abertura en el
centro; muy semejante a nuestro poncho, serva de
defensa contra el fro y de cobertor en la cama,
para la gente pobre. En el libro del Exodo (OtXII-
26), se hace mencin de esta prenda y de su uso.
Algunos acostumbraban llevarlo con las puntas
redondeadas.
Acerca del color de estos vestidos de Jess

nada dice el Evangelio, pero parece que no eran
blancos, porque San Marcos al relatar la transfi-
guracin del Seor, dice que "los vestidos de Je-
ss se volvieron blancos como la nieve" (IX-3); lue-
go fueron de otro color; aunque pudiera ser que
la tnica del Seor haya sido de color blanco y
que en el Tabor se torn ms ntida, con el res-
plandor del Cielo.
En cuanto a la calidad, podemos asegurar que

no fueron vestidos de seda, sino de lana o de lino,
como usaba la gente de la clase media.
Como vestidos interiores llevaban los galileos

otra tnica corta Jess usaba tambin
y calzones.
estas prendas. El Evangelio narra que los soldados
se repartieron los vestidos interiores y el manto y
que, sobre la tnica echaron suertes, haciendo ro-
dar los dados de la codicia, porque sta era tejida
en punto y sin costuras, mientras que los otros
vestidos eran ordinarios (Jn. XlX-24).
A los pies calzaba zandalias, aseguradas con

correas en las pantorrillas. As vesta Jess. Como
Rab, usaba flecos con borlas colgantes que ador-
naban su manto. A estos flecos se refera la He-
morrosa cuando se lleg al Seor confiando en
curarse si nicamente lograba tocar las orlas de
su vestido/^Luc. VI 11-44).
Galileo perfecto fue Jesucristo, hacindo as

honor a su tierra y a las costumbres de esa regin
de Palestina, donde pas la mayor parte de su
vida. *
XXXIII LAS MANOS DE JESUS
Conocemos algunos detalles anotados por los

Evangelistas acerca de las manos de Jess. Mani-
tas de nio que se movieron impresionadas por el
fro de la cueva en el declive de Beln y por el
viento helado de los caminos a Egipto.
Manos de adolescente que ayudaron a su ma-

dre en los quehaceres domsticos y aprendieron a
manejar las herramientas del artesano.
Manos juveniles encallecidas con el arado y la
sierra. Manos sacerdotales que slo supieron de ge-
nerosidad y bendiciones.
Las manos de Jess nos parecen de se-
da cuando las miramos tocando a los enfermos
para hacer milagros a granel, en los tres aos de
vida evanglica; esas son las manos de un obrero;
los veinte y ms aos de trabajo manual en el "ta-
ller y en el campo dejaron huellas imborrables en
esas manos divinas.
Las manos de Jess bendijeron a los nios, a-
caricindoles; bendijeron a la muchedumbre multi-

plicando el pan para el cuerpo; seen levantaron
alto enseando a rezar el Padre Nuestro; derrama-
ron perdones, bendiciendo a los pecadores.
Las manos de Jess tocaron repetidas veces
los ojos muertos de los vivos que no conocieron la
luz. (Mat. IX-29). Tocaron los odos y la lengua de
los sordos y mudos dando vida a esos miembros
paralizados. (Mat. XX-34).
Un da logr acercarse a Jess uno de esos

enfermos de lepra que abundaban en Palestina; a-
vergonzado de los hombres dijo a Dios: "Seor, si
Tu quieres, puedes curarme; di una palabra y que-
dar limpio".- Jess le contest, tocndole con la
mano, "quiero, ests limpio".- San Mateo hace no-
tar que inmediatamente desapareci la lepra del
cuerpo de ese hombre; volvi contento a vivir en-
tre los humanos, curado por las manos divinas.
(Mat. VII-2J.
Jess toc con sus manos la cabeza febricitan-
te de la suegra de San Pedro y la fiebre dej a
la enferma ese mismo momento (Mat. VIII 15^.
Cuando Jess resucit a la hija del Magistra-
do, tom a la nia de la mano y la levant. Para
curar al ciego de
Betsaida le impuso las manos.
fMarc. V-41-VIII-23).
Las gentes ya conocan el poder de las manos

de Jess; al solicitar un milagro no pedan ms
que la imposicin de las manos sobre sus enfermos.
Jairo dice Seor: "Mi hija a muerto, ven a
al
poner tus manos sobre ella, para que viva".
(Mat. IX-18J.
Los parientes del sordo- mudo rogaron a Jess

que pusiera sus manos sobre l, para curarle.
Marc. VIII-32).
Cuando le presentaron al ciego de Betsaida,
rogaban al Seor que le impusiese sus manos
('Marc. VIII-22).
Todos los enfermos pedan al Seor que les

tocase y quedaban curados al contacto de sus ma-
nos. mismo Jess quiso valerse de sus manos

El
para obrar los milagros. "Puso sus dedos en los odos
y tocle la lengua" dice el Evangelista al narrar la
curacin del sordo y mudo. "Tocndole cur al le-
proso". "Impuso sus manos y san de sus dolen-
cias al crecido nmero de enfermos que le pre-
sentaron en Cafarnan, a la puesta del sol". fMarc.
VII-33-Luc. V-12-V-40). As hace notar el Texto
Sagrado la manera de curar -de Jess, casi siem-
pre valindose de sus manos.
La bendicin de esas manos milagrosas multi-

plic, por dos ocasiones, el pan para alimentar a
miles de personas, enel desierto. (Marc. VIII-1 a 10)
En sus manos se convirti el pan en su Cuer-

po y el vino en su Sangre, en la cena de la des-
pedida. (Mat. XXVI-26-27).
Muchas veces se juntaron o se levantaron en

alto las manos de Cristo para orar a su Eterno
Padre. En esas manos se posaron repetidas veces
los labios virginales de Mara en beso maternal.
Las manos del hijo de Dios se mojaron en el Ce-
nculo lavando los pies de los hombres sus aps-
toles. (Jn. XIII-15J.
Con el martirio de sus manos nos redimi

Jesucristo; clavadas a la cruz sostuvieron por ms
de tres horas el Cuerpo del Redentor. Las manos,
con las cicatrices del martirio, mostr Jess al
Apstol incrdulo. "Vino Jess y dijo a Toms:
Mete aqu tu dedo y registra mis manos y trae
tu mano y mtela en mi costado; no seas incrdu-
lo, sino fiel". (Juan XX-27).
Con sus manos glorificadas bendijo, por ltima

vez, a sus discpulos y al mundo entero, el momen-
to de la Ascencin. (Luc. XXIV-50)
<
' ~:
*
Las manos de Jess, trabajaron, bendijeron,

curaron, redimieron.
XXXIV EL IDIOMA DE JESUS
^1
idioma popular y nacional en Palestina, en
tiempo de Jess, era el Arameo. El Hebreo, idio-
ma en que fueron escritos los libros sagrados, era
en ese tiempo, nicamente lengua litrgica, lengua
muerta para la generalidad de los israelitas.
El idioma griego, en tiempo de Cristo, era el
lenguaje culto, extendido en todo el imperio romano

y generalizado en Galilea. Esta provincia, debido a
su situacin geogrfica, era la ms relacionada con
el mundo helenstico y. por lo mismo, los galileos
hablaban y entendan el idioma griego.
era el idioma propio de los romanos;

El latn
se hablaba tambin en Palestina, dada la depen-
lo
dencia de Roma y por las relaciones necesarias con

las autoridades, empleados y soldados romanos.
hebreo fu el idioma de los Patriarcas y

Ei
Profetas, de los ascendientes de los palestinenses
contemporneos a Cristo, pero en tiempo del
Seor, los judos ya no lo entendan. En el templo
y en las Sinagogas, se lean las Sagradas Escri-
turas en hebreo, pero haba que traducirlas para
el pueblo. El traductor y el intrprete eran em-
pleados necesarios en las reuniones religiosas.
El "Mishna" o libro ritual judo dice: "el que

ensea la Ley no la ha de leer al intrprete ms
de un versculo, a fin de que este pueda fcilmen-
te traducirlo.
Al leer los Profetas, se puede hacerlo hasta

tres versculos seguidos, para que los traduzca el
intrprete. La historia de Rubn se lee, pero no

se la interpreta".
El mencionado costumbrero sigue indicando la
manera de leer las Sagradas Escrituras y dice que

ciertas partes se las diga nicamente en lengua
sagrada, sin traducirlas.
Esto prueba que los libros sagrados estuvie-

ron escritos en hebreo, pero que este idioma era
ya desconocido generalmente por los israelitas, al-
gn tiempo antes de Cristo. Los doctores de la
Ley hablaban hebreo, pero la lengua popular era
el arameo.
Prueba tambin que arameo

y el griego eran
el
los idiomas conocidos por pueblo de Palestina,
el
en tiempo de Jess, el hecho de que los cuatro
Evangelios fueron escritos en estos idiomas, o tra-
ducidos a esas lenguas.
Jesucristo que quiso aparecer en todo como

"el hijo del hombre", es decir acomodarse a lo hu-
mano de su tiempo, habl los cuatro idiomas men-
cionados.
Jess posey el HEBREO, el lenguaje sagra-

do. Prueba de esto es lo que narra San Lucas
(IV-16-23): "Hizo en la Sinagoga de Nazaret la
lectura del pasaje de Isaas, devolvi el rollo al
ministro, y se puso a traducirlo e interpretarlo.

Terminada la explicacin, la glos diciendo; La es-
critura que acabis de oir, hoy se ha cumplido...."
Ley Jess el texto sagrado que estaba escrito en
hebreo, y lo tradujo El mismo al arameo, para ex-

plicarlo al auditorio.
Los Evangelistas nos han conservado muchas

f races hebreas que dijo Jess: "Talita cumi" en
la resurreccin de la hija de Jairo. (Marc. V-35).
"Eli, Eli, lamma
sabactani", desde la cruz (Mat.
XXVI 1-46) y otras que prueban que Jess hablaba
el idioma hebreo, como israelita ilustrado y doctor
de la Ley.
En griego habl Jess con los helenos que le
presentaron Felipe y Andrs al siguiente da de su
entrada triunfal en Jerusaln; este idioma us tam-
bin para contestar a Pilato. (Jn. XI 1-20,).
Como queda dicho, el idioma arameo era. len-

gua ordinaria en tiempo de Jess; por lo mismo El la
us continuamente en su vida privada y pblica.
En Jess con los empleados
latn se entendi
del Imperio, con los soldados romanos, con Hero-
des, y hasta con algunos miembros del Sanedrn.
Prueba que estos cuatro idiomas eran usados

en Palestina, en la poca de Cristo, y que El, co-
mo perfecto palestinense, los habl
y entendi, es
el hecho referido por San Juan (XIX-20J: "El ttu-
lo puesto por Hiato encima de la cruz, fu ledo
por muchos judos, porque el lugar de la crucifixin
estaba cercano a la ciudad y porque estaba escrito
en HEBREO, en LATIN y en GRIEGO".
Como el ARAMEO era la lengua vulgar, es-
taba por dems usarla en la inscripcin aludida.
Jess aprendi el hebreo en brazos de su ma-

dre y en la escuela de la Sinagoga nazarena. El
arameo aprendi de nio en el trato familiar con

losNazarenos. El griego y el latn, como buen ga-
lileoy por sus relaciones con los judos y emplea-
dos romanos.
Comprende el lector que al hablar as, en este y

en otros captulos, me refiero a Jesucristo, consi-
derndole, nicamente bajo el aspecto humano, es
decir, de tejas abajo, aunque no se pueden dividir
en su persona las dos naturalezas: divina y humana,
porque El mismo, siendo Dios, quiso aparecer co-
mo mero hombre.
-XXXV- FORTALEZA CORPORAL
s innegable que Jesucristo tuvo una forta-

leza corporal extraordinaria, o, lo que es lo mismo,
goz de perfecta salud corporal. A esta conclusin
se llega necesariamente leyendo el Evangelio y si-
guiendo paso a paso la vida del Seor en el cum-
plimiento de su misin pblica.
Como dijo el Angel Encarnacin, "la

de la
virtud del Altsimo" (Luc. 1-35) form en el seno
de Mara el cuerpo de Jess. La virgen fu pre-
destinada para madre de Cristo y engendrada ni-
camente para este fin. Como su alma, privilegiada
y excenta del pecado original, as su cuerpo fu
creado sin grmenes de corrupcin, ni taras
hereditarias.
Necesariamente el cuerpo de Jess, formado

por Dios con la sangre y en la carne de Mara,
deba ser el prototipo del cuerpo humano, superior
al cuerpo del primer hombre creado por Dios, sin
intervencin de mujer.
Jesucristo vivi ms de treinta y tres aos,

sin jamssufrir enfermedad alguna, por leve que
sea, porque toda enfermedad es consecuencia de la
primera culpa y de la alteracin del organismo,
ordinariamente por debilidad de los miembros; ni
lo uno, ni lo otro tuvo Jess; jams enferm, a
pesar de una vida activa y austera. Muri en la
plenitud de la vida, completamente fuerte, con su
organismo sano.
Ayun durante cuarenta das y cuarenta no-

ches, para comenzar la predicacin de la "Buena
Nueva" (Mat. W-2) en los cuales, como es muy '
natural, sintihambre. Debi terminar la cuarente-

na, desnutrido y sin fuerzas para una vida agita-
da y de trabajo constante. Todo lo contrario, co-
mienza su vida misionera con toda naturalidad, go-
zando de perfecta salud y entera fortaleza corporal.
Fatigado por el largo camino, se sienta en el
brocal de un pozo en las afueras de la ciudad de
Sicar; a pesar del cansancio, su ocupacin es con-
vertir a la samaritana; cuando sus discpulos le
dicen que coma para reparar las fuerzas, Jess re-
plica: "Mi alimento es hacer la voluntad de mi Pa-
dre celestial". (Jn. IV-6-31J.
En las dos multiplicaciones de los panes, en
el comen, menos Jess,
desierto, todos que haba
predicado largas horas. fJn. VI 3).
No tiene un lecho donde descansar de sus fa-
tigas apostlicas. "Las raposas tienen cuevas; las
aves, nidos; el Hijo 'del Hombre no tiene dnde
reclinar su cabeza". (Luc. IX-58).
Estos pasajes evanglicos y otros que narran
lasextremadas y numerosas privaciones de Jess,
en su vida pblica, estn manifestando su fortaleza
corporal y su salud extraordinaria.
La actividad apostlica del Maestro fu sin l-
mites y capaz de acabar con su organismo. Predi-

cacin constante y agobiadora. Los Evangelistas
nos presentan a Jess seguido por grandes mu-
chedumbres, a quienes predica horas continuas y
despus cura numerosos enfermos fMarc. 111-7/
Es tnta la gente que le sigue que ordena a

sus oyentes sentarse inmensas del
a las orillas
lago y El les una barca. Tan can-
predica desde
sado se queda de hablar y curar, que busca el ca-
bezal duro de la popa de la barca para descansar
y duerme. (Luc VI 11-48).
u
Eran muchos, dice el Evangelista, los que
iban y venan para oirle y pedirle milagros, que no
le dejaban tiempo para comer, ni descansar; se re-
tir a un lugar desierto, pero le vieron las gentes
y vinieron a El; Jess se compadeci y se puso a
ensearles y atenderles". (Marc. VI-30).
San Lucasdice: "los pueblos acudan en masa
a oirle Jess se retir a orar en un monte y
pas toda la noche en oracin". (Luc. V-16-VI-12).
Todo esto supone un cuerpo sano y robusto.
Los mismos tormentos de la pasin prueban la

fortaleza corporal de Cristo. Una noche entera de
suplicios era suficiente para acabar con la vida;
sin embargo, al siguiente da, cuando es llevado de
un tribunal a otro, responde con firmeza a los jue-
ces e increpa con majestad a los acusadores. So-
porta la flagelacin y coronacin de espinas. Toma
sobre sus hombros cruz y se encamina al Cal-
la
vario. En el trayecto se encuentra con su Madre

y la consuela; aconseja largamente a las piadosas
mujeres que lloraban por El. En la cima del Gl-
gota, tranquilamente, extiende sus manos y pies
para que los claven. Crucificado, entre dolores
inauditos, tiene fuerzas para pronunciar siete fra-
ses, que con voz
las dice potente, con largos in-
tervalos y en tonos variados.
Muere, pero su organismo est en perfectas

condiciones;la causa de su muerte es el total
desangramiento. Queda colgado de la cruz el cada-
ver de un hombre robusto. El muerto es Jess
Nazareno Rey de los Judos. (Juan. XIX- 19).
-XXXVI- TEMPERAMENTO
âmos a tratar del temperamento de Jess,
entendiendo por esta palabra el predominio de un
sistema orgnico en la constitucin corprea.
Casino existen tipos puros de los distintos

temperamentos que los fisilogos describen. Tal vez
el de Jess fu uno de esos, aunque lo ms huma-
no es encontrar en su temperamento la mezcla

compleja que hizo del suyo el ms perfecto y e-
quilibrado.
Estudiado el temperamento de Jess en rela-

cin con las potencias espirituales, encontramos que
es intelectual, memorista y voluntarioso, pero en
perfecto equilibrio. Es un hombre de accin mo-
vido por su inteligencia y voluntad.
Ejemplos: En el Jordn, cuando Juan se re-

siste a bautizarle, reconociendo su inferioridad, Je-
ss dice:"Djame hacer ahora, que as es como
conviene que cumplamos la voluntad del Padre".
(Mat. IM5).
Las contestaciones que d al tentador en el
monte de cuarentena, indican un temperamento

la
equilibrado en relacin con las potencias del alma.

Recuerda perfectamente los textos sagrados para
contestar con citas oportunas; su entendimiento y
voluntad no vacilan, ni ceden un punto ante la ver-
dad y el bien conocidos. (Luc. 1V-1 a 12).
Las explicaciones que da a Virgen su Ma-
la
dre en el Templo y en las bodas de Can, dan la

medida de su voluntad ante el deber. "No sabais

que yo debo emplearme en las cosas que miran al
servicio de mi Padre?", es la respuesta al requerir
miento amoroso: "por qu te has portado as con
nosotros?" (Luc. 11-48-49).
"Qu nos importa a m y a t? No ha llega-

do mi hora", respondi Jess a la insinuacin de
Mara, para que hiciese un milagro (Jn. 11-3 y 4).
'
Estudiando el temperamento de Jess en rela-

cin con la sensibilidad vemos que no es aptico,
sino noblemente afectivo.
Se conmueve hondamente al ver llorar a Mar-

ta y Mara, las hermanas de su amigo Lzaro.
(Jn. XI-33).
Tiene cario a las muchedumbres que le si-

guen embelesadas a travs de regiones desiertas y,
por dos ocasiones, multiplica los panes para ali-
mentarlas. (Mat. XIV-13-XVI-32J.
Temperamento ecunime fu el de Jess; ja-

ms se turb, ni ante los peligros, ni frente a las
asechanzas de sus enemigos.
Estaba el Maestro con sus apstoles en la

barca que flotaba acariciada por las mansas olas
del Tiberades; aprovecha la ocasin para descan-
sar y duerme apoyado en un banco. Mientras tan-
to, todo se cambia: sopla el viento con furia inu-
sitada, arrecia la tempestad, las olas se encrespan
y la est a punto de zozobrar. Los aps-
barquilla
toleshan agotado todo esfuerzo para salvarse de la
muerte que se avecina, pero en vano. No les queda
otro recurso que despertar al Maestro. As lo ha-
cen. Jess vuelve del sueo con toda serenidad.

Se pone de pie y tranquilamente impera a los vien-
tos y a las olas, sin que turben los gritos y so-
llozos de sus compaeros de navegacin. (Luc.
VI 11-24/
Unda sus enemigos estn a punto de lapi-
darle. Jess al verles encolerizados y con las pie-
dras en alto, les dice serenamente: "Muchas obras
buenas he hecho, por cul de ellas queris ape-
drearme?" y sigue hablando con mesura, mientras
los enemigos se retiran avergonzados. Jn. fX-30).
Serenidad imperturbable e indmita energa,

fueron las caractersticas de su temperamento.
Con la misma serenidad con que aplaca la tem-
pestad del lago y desarma a sus enemigos, va con-
templando, da tras da, la trama zurcida por el A-
pstol traidor y le llama "amigo" el momento mis-
mo del crimen. fMat. XXVI-50)
Serenamente con-
testa al que le abofetea para
criado del Pontfice
adular al patrn: "Si he hablado mal, dime lo que
he dicho; si he hablado bien, por qu me hieres?
fJn. XVIH-23;.
Nadie ni nada fu capaz de turbar su paz y

su manera de obrar. El ltimo jueves de su vida
sabe Jess que todo est listo para apresarle, en-
tregarle en manos de sus enemigos y sentenciarle
a muerte, pero no cambia un pice el programa
de la cena y despus se retira, como siempre, a su
oracin acostumbrada en el huerto.
"A quin pregunta enrgicamente
buscis"?
Jess a los soldados que van a apresarle en Get-
seman, y cuando les dice "Yo soy" todos caen en
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO J4]
tierra. Estando ya maniatado, ordena a los verdu-

gos que "dejen ir libremente a sus apstoles". (Jn.
XVIII-4 a 8).
Nada ni nadie jams har apartarse un pun-

le
to de la lnea trazada por la voluntad de su Padre

celestial.
A su energa tenemos que aadir una franque-

za y lealtad asombrosas, una suavidad y bondad sin
lmites, que completan las caractersticas de su
temperamento ideal.
-XXXVII- CARACTER DE JESUS
entendiendo por carcter el modo de ser de

una persona, podemos decir que el carcter de Je-
ss fu bondadoso, compasivo, sentimental, tierno.
Jess es el hombre bondadoso por excelencia:
"Aprended de m porque soy manso y humilde de
corazn" fMat. XL29) nos dice el mismo.
No tiene severidadms que para los orgullo-
sos e hipcritas fariseos. Con los dems, usa de
una mansedumbre sin lmites. Practica lo que dice:
"He venido para servir y no para ser servido".
fMarc. X-35J.
Reprende a Apstoles que apartan de su
los
lado a los enfermos, a la gente pobre
nios, a los
y necesitada. "Dejad que vengan a m" dice y a to-
dos bendice e impone las manos. fMarc. IX- 13)
En Cafarnan cura con toda bondad a much-
simos enfermos. Deja que le cojan de los vestidos.
Permite que introduzcan al paraltico, desentejan-
do la casa donde estaba hospedado. fMat. VIII-
16-IX-20-Marc. li;.
Repetidas veces se compadece de' la muche-
dumbre que le sigue. "Misereor super turbas" es
su frase bondadosa; en favor de la multitud hace
muchos milagros. fMat. XV-32J.
No tiene ms que palabras de bondad para la
Samaritana, para pecadora de Mgdala, para la

la
mujer adltera, an para Judas y para los verdu-
gos. (Jn. IV-5-VIII-4-Luc. V1I-36).
En sus parbolas presenta la bondad de Dios

como atributo propio de su Padre.
COMPASIVA hasta el extremo, no puede ver
los dolores y las miserias, sin remediarlas.
Se compadece de la viuda de Nan y resucita
a su hijo nico que llevan a enterrar. fLuc. VI1I-12J.

Tiene compasin de las muchedumbres desnu-
tridas y hambrientas que le siguen y, por dos oca-
siones, las alimenta con abundancia, milagrosamen-
te (Mat. XIV-13-XVI-32).
Para Jess, prjimo es ante todo el que
el
yace en el dolor y abandono. Se identifica con

el
los pobres, con los enfermos, con los despreciados.

(Luc. X-29). Es el hermano de los que sufren y sien-
ten en carne propia las ofensas a los desgraciados.
"Lo que hicisteis con el ms pequeo de estos,
conmigo lo hicisteis" sern sus palabras en favor
de los infelices cuando juzgue al mundo (Mat. XXV-31)
SENTIMENTAL Y TIERNO, invita a unirse
a El a todos que sufren, a los que sienten el
los
peso de la vida. "Venid a m, dice, que yo os ali-
viar de vuestros dolores; que yo os har descansar
de vuestras fatigas; seguidme y encontraris repo-
so para vuestro espritu". (Mat. XI -28)
Se conmueve hondamente al ver llorar a la her-
mana de Lzaro muerto. (Jn. XI-33)
Conmovido profundamente llor sobre la ciudad
santa por su desgracia futura. (Luc. XIX-41)
Lleno de sentimiento dice: "uno de vosotros
me hace traicin" y llama "amigo" al apstol trai-
dor. (Jn. XIII-3U
La ternura de su carcter se cristaliza en pa-

labras de despedida en el Cenculo. Sentimentales
hasta colmo son los
el trminos que usa. "Hijitos
mos, amigos mos" dice maternalmente esa noche
a los que le rodean.
Los cuatro Evangelistas narran la vida de Je-
ss como una cadena infinita de bondades a las
muchedumbres de quienes se compadeca con sen-
timental ternura. Sobre todo, los enfermos y los
pecadores se llevan sus preferencias. Siempre cura
sus males del cuerpo y del alma.
Sus principios bsicos de conducta son: "No he
venido a llamar a los justos sino a los pecadores".
"No son los sanos los que necesitan de mdico si-
no los enfermos". (Luc. V-31)
Jesucristo fu bondadoso, pero no bonachn; su
carcter fu suave, pero firme. Nada de cobarda,
ni fanfarronera. Siempre ecunime. La firmeza de
su carcter prueba el silencio ante Herodes las
respuestas a Caifs, las sentencias: "No se puede
servir a dos amos". "He venido a poner fuego en
la tierra". "Si tu ojo, tu mano, tu pi, son ocasin
de escndalo, debes arrancrteles". (Marc. X1V-55-
Mat. XVII 1-8;.
Una suavidady bondad sin lmites unidas a
una energa y severidad indomables, el afecto tier-
no y compasivo y junta al cumplimiento animoso
del deber fueron los distintivos del carcter de
Jess.
-XXXVIII- EL CORAZON DE JESUS
a funcin moral propia del corazn es amar.

"Dioses amor" dice la Santa Escritura (lo Jn, IV-16)
Jesucristo mismo mostrando su Corazn a
dijo,
Santa Margarita de Alacoque; "He aqu este Cora-

zn que tanto ha amado a los hombres". Que Je-
ss am, y am en grado supremo es innegable. El
mismo confiesa. "Como mi Padre me ama, as os
he amado". Nadie puede manifestar mayor amor que
dando la vida por sus amados. fJn. XW-913)
El corazn de Cristo est retratado en las p-

ginas evanglicas, por el amor. Ama a su Padre
celestialcon amor de obediencia, que funde dos vo-
luntades en una. El recuerdo es una de las seales
del amor.
Jesucristono pudo vivir un solo instante en

la tierra, sin recordar a su Padre, sin nombrarle.
No hay un solo discurso de Jess en el cual no
cite a Dios su Padre, directa o indirectamente.
Vivi en unin ntima, hiposttica, con el Pa-

dre. Su mayor sufrimiento en la cruz fu sentirse
abandonado de El. "Dios mo, Dios mo!, por qu
me has desamparado?" es el grito de dolor, la que-
ja ms honda de su vida. (Mat. XXVII 46)
El amor del Corazn de Jess a su Padre fu

amor de obras, amor de voluntad; "Padre, no se
haga mi voluntad sino la tuya". El nica anhelo del
Hijo de Dios hecho hombre fu hacer y cumplir la
voluntad del Padre.
Jess am a su madre
Virgen nazarena con
la
amor filial intenso, con la conexin

de efecto a cau-
sa. Este amor le oblig dulcemente a mirar a Mara
desde la cruz y a recomendarle al discpulo predi-
lecto. (Jn. XIX-27J
Jesucristo am entraablemente a San Jos, su
padre adoptivo, hasta el punto supremo de identifi-
car su origen y su nombre con el carpintero de
NazaretfMat. XIII-55)
Am Jess infinitamente a sus apstoles, ha-
cindoles de humildes pescadores, los confidentes de
sus secretos divinos; convirtindoles de pobres hom-
bres en otros Cristos. A ellos les dijo: "Como mi
Padre me ha enviado, as Yo os envi a vosotros".
(Jn. XVII-18;
Jess am a todos los hombres a quienes vino
a redimir y a salvar. Am a las gentes con quie-
nes vivi en Palestina. Su amor est sintetizado
en parbolas. El es el buen pastor que da la vida
por sus ovejas; cuando una se ha extraviado, deja
las noventa y nueve en el redil y va en busca de
esa y no se cansa de caminar hasta encontrarla y
vuelve con la ovejita al hombro (Mat. XVIII-12)
Jess es padre del hijo prdigo que hace

el
fiesta cuando vuelve ala casa paterna (Luc. XV-11)
San Agustn dice que la debilidad de Jess fu

el lado flaco de la madre, el amor.
ElEvangelio nos presenta a Jess rodeado de
enfermos, de pecadores, de gente pobre y humil-
de, quienes acuden al Seor en demanda de salud,
de perdn, de milagros, de enseanza, con la con-
fianza propia del hijo a su madre, porque conocen

el corazn de Cristo. (\\larc. VII 1-2 )
La familia de Betania haba sentido el amor
del Corazn de Jess.
Marta y Mara saban que el seor amaba

su hermano Lzaro; por esto, cuando enferrra l
avisan, y muerto, esperan le resucite. "El que T
amas est enfermo". "Si estado aqu, no
hubieras
hubiese muerto", son frases de corazn a corazn.
Los testigos del milagro de la resureccin de L-
zaro dicen: "Mirad cmo le amaba" viendo las l-
grimas de cario que preceden a las palabras vivifi-
cantes. (Jn. XI-3-21-36)
Las pginas ms bellas del Evangelio son las que

estn rubricadas con la tinta roja del amor. Cun
sublime es ver a los pies de Jesucristo a la Mag-
dalena arrepentida y or al Seor diciendo: "se le
han perdonado sus muchos pecados, porque ha a-
mado mucho; al que ama poco, poco se le perdo-
nar". (Luc. VI 1-47).
El perdn en Jesucristo es fruto del amor.

Am a Pedro y le perdon. Perdonado, le constitu-
ye jefe del apostolado porque Pedro le dice que
le ama ms que los otros apstoles. (Jn. XXI-15,)
El ladrn arrepentido se roba el cielo por a-
mor. Pide al Seor un recuerdo amoroso en su
reino y la respuesta es: "Hoy estars conmigo en
el reino de los Cielos". (Luc. XXI 11-43)
El amor a sus enemigos hace que Jess encuen-

tre una razn poderosa para alcanzar de su Padre
perdn y misericordia; "Padre, perdnales, porque
no saben lo que hacen". (XXI 11-34)
"Amaos los unos a los otros, como yo os he

amado (Jn. XV- 17). Esta es la gran enseanza y
este el grande ejemplo que nos da Jesucristo, To-
da su vida es un poema de amor, porque es la vi-
da de un Corazn que palpita por amor a la
humanidad.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO J49
-XXXIX- EL ALMA DE CRISTO
ice un escritor, refirindose al Alma de Cristo,

que no cabe otra solucin sino admitir en Jess
un alma la ms perfecta y bella que de las manos
divinas pudo brotar.
En no se puede pensar en otra forma.

realidad,
Al cuerpo de Jesucristo junt Dios un alma la ms
bella, pura y hermosa, si podemos as hablar, en-
tre todas las que han informado e informarn el
cuerpo humano.
El alma de los grandes personajes que han

pasado por el mundo dejando regueros de luz, de
santidad, de sabidura, de bondad y bien, se eclipsa
junto al Alma de Cristo, como la estrella junto
al sol.
A la naturaleza humana vivificada por el alma

se uni en Jess la naturaleza divina, formando la
sagrada persona de Cristo. La materia y la forma
del Hombre sirvieron de recipiente para la unin
hiposttica con la Divinidad. Dios que deba unir-
se con el hombre, en la persona de Jesucristo, se-
leccion, por as decir, un alma y un cuerpo dig-
nos de El.
San Juan penetr en el Alma del Seor, a
travs de su Corazn, cuando tuvo la dicha de re-
clinar la cabeza pecho del Maestro. Nadie
en el
mejor que el puede pesar cada

Apstol predilecto
latido del Corazn de Cristo para comunicarnos en
el Evangelio. El suyo es llamado, con razn, el E-
vangelio del espritu, porque desde la primera pgi-

na presenta el Alma de Jess llena de gracia y
rebosante de la verdadera perfeccin. (Jn. 1-14)
Por los efectos conocemos las causas; por las
potencias espirituales debemos conocer el alma.
El Alma de Cristo aparece difana en su inte-
ligencia y heroica en su voluntad. La inteligencia
es luz que penetra, ilumina, purifica, razona, llegan-
do a las cimas y los abismos.
Basta abrir el Evangelio, dice el P. Delepie-

rre, para sentir que nunca espritu humano ha des-
cubierto tales secretos: el prodigioso acercamiento
del cielo hacia el hombre, el llamado a una mora-
lidad superior, el sentido de la historia humana aqui
abajo, el destino en el ms all, la intimidad mis-
ma de Dios, todo esto manifestado sin ningn es-
fuerzo por alguien que tiene de ello la experiencia
y la intuicin.
Por otra parte, esa inteligencia se muestra do-

tada de todas las cualidades de anlisis, de vigor
lgico, de sutilidad razonadora. San Juan describe
la impresin que dejaba en las gentes la inteligen-
cia de Jess en contacto con la muchedumbre, di-
ciendo: " Jams hombre alguno ha hablado como es-
te hombre". (Jn. VII-45)
Otra armona, ms difcil de realizar, obraba la
inteligencia de Jess, la de de
unir la profundidad
sus pensamientos con una simplicidad de expresin
que la haga accesible a todos. Como escribe el
mencionado autor, la simplicidad se manifiesta en
cada lnea del Evangelio. Nadie mejor que Jess
tiene el sentido de las realidades concretas. Para
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO J5|
exponer los misterios de su pensamiento, no recu-

rre a las obscuridades de los msticos ni a las elu-
cubraciones de los filsofos. Le basta evocar la
realidad de las cosas y de los diarios acontecimientos.
Pero la perfeccin del alma no est en el en-

tendimiento slo, sino unido con la voluntad. La
voluntad es accin, es herosmo. Nadie como Jesu-
cristo ha enderezado su voluntad para alcanzar el
ideal y cumplir con la misin encomendada. Su vo-
luntad es acabado modelo de firmeza, constancia,
resolucin y hasta terquedad.
Para convencerse de esto, no hay ms que

leer algunas palabras de Jess en los pasajes e-
vanglicos.
"No sabais que Yo debo estar ocupado en los

asuntos de mi Padre"? dice a San Jos y a la Vir-
gen que le buscan con ansiedad. (Luc. 11-49)
"Debemos cumplir toda justicia" dice a Juan

que se resiste en bautizarle, reconociendo su infe-
rioridad. (Mat. 1 11-14)
"Retrate Satans, porque escrito est, adora-

rs al Seor tu Dios y a El solo servirs", es la
respuesta categrica al tentador. (Mat. IV-IO)
"Padre: no se haga mi voluntad, sino la tuya"

(Mat. XXVI-39), es la palabra de calma y de do-
minio para comenzar la pasin.
'
"Mi alimento hacer la voluntad de Aquel
es
que me envi y llevar a cabo su obra" es el grito
de oblacin y clarinada de victoria en la vida de
Jess. (Jn. 1V-32)
i 52 EL VERDADERO JESUCRISTO
La conducta del Seor se distingue por la ca-

lidad sostenida de sus acciones; por el herosmo de
todos los instantes. Las expresiones repetidas que
usa para penetrar en el entendimiento de sus oyen-
tes, son eco de su voluntad: "Yo he venido Yo -
po he venido". "He venido a poner fuego en la tie-

rra (Luc. XI 1-49) He venido a salvar lo que ha-
ba perecido. (Luc. XIX-10). No he venido a traer
la paz, sino la guerra. (Mat. X-34). No he venido a
destruir la Ley, sino a perfeccionarla". fMat. V-17)
La unin hiposttica del Hijo con el Padre,

d Cristo con Dios, se nota de manera especial en
la identificacin de las potencias del alma. Jess
mismo dice: "El que me envi est conmigo y Yo
hago siempre lo que le agrada". (Jn. VI 11-29,)
-XL- LA PALABRA DE CRISTO
3Jess, el divino Rab galileo, habl al pueblo

durante ms de tres aos consecutivos sin pulpito,
ni ctedra determinados, o mejor dicho, la tribuna
oratoria de Cristo fu: una barca, el brocal de un
pozo, el tronco de un rbol, el declive del monte;
la pradera, la playa inmensa, los atrios del Templa,
las calles y plazas de los poblados.
. .
*>
$
Sus oyentes, de pie unos y sentados otros en

el csped del prado, en la caldeada arena, en los
prticos y bancales, atendan con gusto las explica*
ciones de la Buena Nueva. Esa palabra mesinica,
sencilla, clara, es la semilla que fructifica el cient
por uno, es delicioso alimento espiritual de las
muchedumbres.

La palabra de Jess era elocuente pero popu?-

lar, acomodada siempre al auditorio y a las circuns-
tancias. En Galilea, era palabra campestre, risuea;
en Judea, era ms docta y enrgica. Siempre fu la
palabra del oriental: hablaba de luz, de flores, d
pajarillos, de cuanto emociona al oyente, para lle-
varle con mayor facilidad a lo serio del discurso.
Raudales de sabidura divina, expuestos con pala-
bras sencillas, es lo que sale de la boca de Cristo.
Para mejor hacerse entender, su palabra evoca

la realidad diaria de las cosas, y presenta la vida
ordinaria en sus variados matices, ese sentido de
lo real llega en la palabra de Jess a lo potico,
a lo sublime.
[54 EL VERDADERO JESUCRISTO
"En Evangelio, dice un Comentarista, se re-

el
fleja toda la Galilea, con sus fiestas y tristezas, su
cielo y sus estaciones, sus rebaos y sus vias, sus
cosechas, su lago, su robusta poblacin de pescado-
res y cultivadores".
La palabra de Jess era magistral, egotista.

"Habis odo antes Yo os digo ahora....", repeta
...
en sus discursos, pero esa palabra autoritaria esta-

ba siempre suavisada con sencillez y justicia, de mo-
do que a nadie chocaba y todos comprendan. fMat.
V-21-27-39;.
La palabra de Jess fu alimento y vida para

todos, pero en algunos de sus oyentes reaccion co-
mo veneno y muerte. La misma frase flagela al or-
gulloso fariseo y dulcifica la conciencia amargada
del pecador.
Fu vida paralos humildes, para los pobres,

para de buena voluntad, porque con la divina pa-
los
labra entr el Reino de Dios en su alma; fu muer-
te eterna para los soberbios, porque despreciando la
Buena Nueva, se alejaron para siempre del Reino
mesinico-
La palabra de Jess fu sencilla y suave casi

siempre, pero fuerte y severa frente al error y el
mal. Muchas veces oyeron las multitudes retumbar
la palabra condenatoria de la hipocresa, del escn-
dalo, de la injusticia.
Nadie como Jesucristo ha hablado fustigando

u
al mal y a los malhechores. Ay de vosotros, escri-
bas y fariseos, hipcritas, farsantes, sepulcros blan-
queados, guas ciegos, raza de vboras Ay de
vosotros, que despreciis a los pobres, que devoris

las casas de las viudas, que cerris las puertas de
los cielos a los humildes y las abrs a los podero-
sos Ay de vosotros, que ayunis, hacis oracin
dais limosnas nicamente para ser vistos y a-
labados de los hombres Ay de vosotros los es-
candalosos, merecis que os aten al cuello una pie-
dra de molino y os sumerjan en la profundidad del
mar ....... Ay de vosotros, que vis la paja en el ojo
del prjimo y no veis la viga de maldades que a-
rrastris...." (Mat. XI 1 1- 13-XV1 1-7-Luc. Vl-24).
1
La palabra de Jess es imperativa, porque se

basa en la verdad y en el bien. Cuando dice enf-
u
ticamente; En verdad, en verdad os digo"; cuando
repite esos "SI" condicionales que encontramos a
cada paso en el Evangelio; cuando usa ese "YO" de
autoridad, se ve a Dios trazando la lnea divisoria
entre el bien y el mal, entre la verdad y la menti-
ra, entre la derecha y la izquierda. fMat. XV 1-24
X1X-21J.
La palabra de Jess es la palabra de Dios que
aterra. En huerto de los olivos no dice sino: "a
el
Yo soy" y los soldados caen en tie-

quin buscis....
rra y los asalariados quieren huir
Jesucristo, con su divina palabra, sienta princi-

pios y cambia conceptos. Dice: "Dad al Csar lo
que le pertenece y dad a Dios lo que es de Dios" y
esta ser en adelante la norma bsica de la
legislacin.
Proclama las Bienaventuranzas y desde enton-

ces, la pobreza, la castidad, la obediencia, la man-
sedumbre, son apetecidas y practicadas por cuan-

tos anhelan poseer a Dios.
Ensea a rezar el PADRE NUESTRO y de

hecho todos los hombres se sienten hermanos, se
instala el reino cristiano, las almas se identifican
con Dios haciendo su voluntad, la materia debe con-
tentarse con lo necesario, se reconcilian los enemi-
gos, la tentacin y el mal se alejan de la tierra.
La palabra de Jess es la semilla evanglica

que fructifica el ciento por uno en los corazones de
buena voluntad [y de bien, es la luz del mundo y la
sal de la tierra.
La Virgen Inmaculada oy muchas veces la pa-

labra de Jess, grab en su espritu y la guar-
la
d en el corazn, como tesoro de valor infinito.

HECTOR EDUARDO ANDRADE PROABO 157
XLI LA PREDICACION DE JESUS
S. Reinante, disert acerca de la Predica-

cin del Seor en la sexta semana de Adaptacin
pastoral, el 14 de Septiembre de 1956.
De tan sublime alocucin tomamos los prra-

fos siguientes:
"Al revivir, en pa meditacin el Evangelio, nos
ponemos delante la multitud agolpada en torno del
Divino iMaestro que les est anunciando la Buena
Nueva y vemos cmo sabe El transfundir en la pala-
bra su alma, junto con la inagotable riqueza de su
sabidura y de su amor, de tal suerte que su palabra
llega a ser como un espejo fiel de toda su Persona.
La predicacin de Jess tiene un carcter
personal, de eficacia inmensa. Este carcter mues-
tra, en primer lugar, una absoluta claridad y segu-
ridad de la mente, al par que una determinacin y
firmeza absolutas de la voluntad.
Jess se da todo e ntegramente a la predica-
cin, al anuncio de la palabra divina; se consagra
completamente al servicio de las almas. Es el buen
Pastor que da la vida por sus ovejas fJn. X-21).
Se daba a los hombres en la siempre renovada
predicacin, trasladndose de un lugar a otro y yen-
do de ciudad en ciudad. (Luc. 1V-42).
Acumulaba milagros sobre milagros, con el fin
de que los hombres creyesen en su predicacin y
para que, en esta forma, la palabra de Dios e-
chace races en sus almas y produjece fruto. (Luc,
vm-ii;.

Como elemento caracterstico, encontra-

otro
mos una calma de juicio y una ntima independencia
de lo que pudiera agradar o desagradar a los hom-
bres y traer su adhesin o desprecio. Con su fran-
ca reprobacin de la vanagloria y de la ambicin
de los Escribas y Fariseos, mostraba el Seor su
entero desasimiento de los aplausos del pueblo y
de las clases dirigentes. (Mat. XX11M-36;.
La multitud despus de haber presenciado un

prodigio obrado por Jess quera hacerle rey, pero
El huy y se retir solo al monte. (Jn. Vl-15)
El experiment el HOSANNA y el CRUCIFIGE

de Pasin con plena superioridad de espritu; no
la
se dej arrastrar de lo uno, ni espantar de lo otro.

fMarc. IX- li;
Dirigiendo una rpida mirada al contenido de
la predicacin de Jess, vemos sus caractersticas
y su objeto.
Inculcaba el Seor a sus oyentes, como dispo-

sicin de nimo y de corazn para recibir con fru-
to la doctrina, la seriedad moral con
que el
la
hombre debe acercarse a la revelacin que no ad-

mite ligereza o superficialidad. (Mat. IX- 16); y por
ende la y sinceridad
rectitud de corazn que ex-
cluye toda hipocresa y doblez; (Luc. Xll-lj el ce-
lo por de Dios y su reino en la tierra

la gloria
que no se concilia con una pasividad ociosa (Mat.

XV-21jf la vigilancia constante (Marc. XI 11-35); la
consciente y firme adhesin a la palabra y a la
voluntad de Dios. (Luc. XI -28)
Sobre corazones as preparados, derramaba el
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAO 1 59-
Seor sus ms altas enseanzas. Quera estrechar

a los hombres con un vnculo siempre ms ntimo
con el Padre que est en los cielos; y as les infun-
da, por una parte el temor ante su infinita majes-
tad (Mat. X-28), y por otra, una confianza incondi-
cional y amor filial por encima de todo. (Mat. XI 1-
37). Los hombres deben sentirse seguros bajo el
amor solcito y previsor del Padre celestial y, por
tanto, no deben afanarse en demasa, por los cuida-
dos de los bienes materiales. fMat. Vl-25)
Adems la predicacin del Seor infunda en

los corazones la unin con Cristo, la fe y confian-
za en El, la entrega incondicional a Jess y su imi-
tacin. fMat. X-36).
Porque hace al objeto de la predicacin

lo
del Seor,nos limitaremos a evocar simplemente,

adems de sus grandes promesas: el cielo la Euca-
rista, la resurreccin, la vida eterna los principa-
les deberes que inculcaba a su auditorio.
Entre estos deberes encontramos, primeramente,

el de orar (Luc. XVI 11 1), el deber de la humildad
interna y externa, con la reprobacin de toda clase
de orgullo y arrogancia. (Mat. XI-29), el deber de
la abnegacin y del sacrificio, hasta llevar la cruz
en seguimiento del Seor crucificado (Luc. 1X-23),
el de de tender a la perfeccin (Mat. V-58), el gran
deber de amar al prjimo, semejante al primero y
mximo precepto del amor a Dios fMat. XXI 1-39)
y tntos otros deberes y doctrinas que hacen de la
predicacin de Jess el acabado modelo de la predica-
cin cristiana".
-XLII- LAS FLAQUEZAS CORPORALES

DE JESUCRISTO
an Pablo en la carta a los Hebreos

dice
(IV-15): "Cristo, de nuestra raza y familia, lleva
nuestra carne y sangre; puede compadecerse de
nuestras flaquezas, porque las ha probado todas,
fuera del pecado".
Es muy lgico pensar que en Jesucristo no
hubo mancha alguna de pecado, porque es la san-
tidad por esencia.
Respecto a las humanas que prob

flaquezas
* debemos distinguir
Cristo, segn frase del Apstol,
las que se derivan del pecado, como el dolor y la
enfermedad y las que vienen por herencia, como
deformidades corporales y aberraciones psquicas; ni
estas ni aquellas tuvo, ni pudo tener Jess, por-
que faltando la causa, no hay el efecto.
En Evangelio no encontramos una sola pa-
el
labra que nos de a entender que Jesucristo sufri
enfermedad alguna o algn desperfecto fisiolgico.
Su cuerpo y su espritu gozaron siempre de
salud perfecta y equilibrio completo.
Si en los ltimos das de
su vida acept y su-
fri el dolor material y se abraz con la muerte,
fu porque con ellos deba redimirnos. Los prob,
por nosotros y no por El, que estaba exento de e-
sos males y flaquezas humana.
Las otras flaquezas, en cierta manera espiritua-
les, que aquejan al hombre, cado del estado de
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO \Q\
gracia en que fu criado por Dios, como la inclina-

cin al mal, la ignorancia, la dificultad para obrar
el bien, la concupiscencia, no podemos tampoco ad-
mitir en Jesucristo, porque desdicen de su perso-
na, van contra su misin de Redentor y, sobre todo,
por la misma razn de causa y efecto entre el pe-
cado y sus consecuencias, que no hubo en Jess.
Las ltimas flaquezas humanas, que podemos
llamarlas ordinarias, como el hambre, la sed, la tris-
teza, el tedio, las lgrimas -..las prob Jess, porque
quiso aceptarlas como testimonio de su verdadera
humanidad y como medios de sufrimiento para redi-
mirnos.
Por Evangelio sabemos que llor Jess.
el
Llor ante la tumba de su amigo Lzaro. "Viendo
llorar a Marta y Mara, hermanas del difunto, y
viendo llorar tambin a los amigos que les acompa-
aban, se estremeci el espritu de Jess y llor ...
Las gentes, vindole llorar, decan: Cunto amaba a
Lzaro...." (Juan 11-33). Llor Jess "viendo la ciu-
dad de Jerusaln y profetizando la destruccin ma-
terialy formal de su patria...." (Lc. X1X-41).
Jesucristo sinti hambre despus de su ayuno de
cuarenta das en el desierto, y de esa hambre a-
provech el demonio para tentarlo. (Mat. 1V-2) Sin-
ti sed junto al pozo de Jacob y pidi agua a la
samaritana. (Jn. 1V-7). En
fu tanta su sed
la cruz,
que la pidi en voz
constituyendo esta peti-
alta,
cin una de las siete palabras (Juan X1X-28).
El Evangelio nos cuenta las ondas tristezas de
Jess en el huerto de los olivos y en la cruz que
fueron tan grandes, hasta clamar a su padre que
"pase por alto ese cliz de amargura" y pedirle que

no le abandone. (Luc. XXI 1-42-Mat. XXVI 1-46;
Sufri Jesucristo esas flaquezas humanas y en
sumo grado: "Comenz a tener pavor y tedio" dice
el Evangelio (Mat. XXV 1-37) y este sufrimiento lle-
g al colmo en el momento cumbre de la pasin.
No podemos admitir el Docetismo que elimina
estas flaquezas en Cristo.
Jess sufri de verdad; su pasin no fu un

simulacro, ni su muerte un ilusionismo. Cuando los
azotes caan sobre sus espaldas, cuando las espinas
hincaban sus sienes, cuando los clavos atravesaban
sus pies y manos, Jess senta dolor intenso do-
lor de martirio.
El beso de Judas, el abandono de sus Apsto-

les, la negacin de Pedro, la bofetada del criado
del Pontfice, la cobarda de Pilato, la sentencia de
muerte, la stiras e ironas de los fariseos ... cau-
saron en el alma de Jess sufrimientos intensos.
Los Jess que narran los Evan-
silencios de'
gelistas, nos hablan de sus dolores internos, de sus
profundos sufrimientos morales. Call el Seor an-
te el Sumo Sacerdote; no se defendi de las acu-
saciones de los sacerdotes; guard silencio ante
Pilato; sell sus labios en presencia de Herodes
(Mat. XXVll-12-Marc. XlV-61-Juan X1X-9 y

XXI 11-9; pero estos silencios fueron lgrimas del co-
razn, gritos de dolor, ayes del alma hecha girones;
fueron los estragos de las flaquezas corporales de
Cristo; fueron el eco de las palabras divinas: "El
espritu es esforzado pero la carne es flaca" fMarc-
X1V-38;.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROARO j&J
-XLIII- LAS TENTACIONES DE JESUS
omo un parntesis entre lavida hogarea y

la evanglica y como preparacin para las o-
bras de la vida pblica, se retir Jess a un lugar
desierto, donde pas cuarenta das en oracin y
penitencia. As comenz
segunda etapa
la de su
misin redentora, castigando el cuerpo y fortale-
ciendo el espritu.
Al final de la cuaresma, Jess sinti hambre, se

sinti rey, sinti el vaco de la soledad. El demo-
nio aprovech estas circunstancias y tent al Seor.
"Manda a estas piedras que se conviertan en

pan y sacia tu hambre".- La contestacin fu: "No
slo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
de Dios". (Mat. 1V-2J.
Enseanza: El cristiano no debe vivir nica-

mente para comer, sino que debe comer para vivir,
como dicen algunos y no practican muchos. No de-
be buscar diariamente slo el pan material que
nutre el cuerpo, sino que debe preocuparse todos
los das de alimentar su espritu. El hombre racio-
nal no debe cuidar demasiado de la materia, sabien-
do que por encima de esta se encuentra, el espri-
tu, que necesitaba tambin alimentarse. Su pan
cuotidiano debe ser la lectura, la meditacin y la
prctica del Evangelio, porque esta es la palabra
que sale de la boca de Dios.
"Si eres hijo de Dios, trate de aqu para aba-
jo y nada te pasar, porque escrito est que los n-
geles te recibirn en sus manos, como a su rey".-

Jess contest: "Tambin est escrito: no ten-
tars al Seor tu Dios. (Luc. 1V-12).
El demonio, viendo frustrada su primera ten-

tacin, crey triunfar esta vez, induciendo al Se-
or a obligar a sus ngeles para que reconociecen
su realeza cooperando a un milagro que no era til,
ni necesario. Puso el tentador a Jess en uno de

los ms elevados pinculos del Templo de Jerusa-
ln, desde donde la cada era muerte segura, sin
un milagro.
Con su admirable contestacin, nos ensea Je-

ss que nuestra vida debe ir por el camino ordi-
nario de las leyes naturales, porque son divinas.
El milagro puede suspender o cambiar esas leyes,
pero Dios no est obligado a hacer milagros, se-
gn el capricho del hombre. El que ama el peli-
gro, en l perecer, dice el Espritu Santo. El que
tienta a Dios, sucumbir en el mal buscado.
En la tercera tentacin, el demonio hace ver
al Seor todo el podero y magnificencia del mun-
do, como se ven las pintadas decoraciones de un
escenario teatral. Al engao de la imgen aade
el tentador la mentira de las palabras. "Todo este
mundo ser tuyo, si me adoras un momento.- No

se deja esperar la contestacin: "Mandado est:
Adorars nicamente a Dios y a El solo servirs.
(Mat. 1V-10).
Enseanza: El hombre no debe dejarse llevar
demasiado del amor a las riquezas, porque el oro a~
vasalla fcilmente, y la persona metalizada se ale-
ja de Dios y es incapaz de pensar, decir u obrar
racionalmente, ni en su propio beneficio. La ava-

ricia se enseorea de la inteligencia y de la volun-
tad hasta hacer del hombre un ser despreciable
ante Dios y ante sus semejantes.
Las tentaciones de Jess enderezadas a la tri-

ple concupiscencia humana: el amor desordenado a
los placeres, a los honores, a las riquezas. El ten-
tador puso en juego la concupiscencia en el alimen-
to, el mundo con sus atracciones, y la soberbia de
la vida.
Jess converta las piedras en pan y coma,

Si
el diablo tentador descubra que el tentado era
Dios por el milagro obrado, y le hacia romper su
ayuno y penitencia.
Si Jess se arrojaba de aquella altura y caa
en manos de los ngeles, se hubiera mostrado ver-
daderamente rey de la creacin y el Mesas espe-
rado y todo el pueblo le habra aclamado como tal.
No era hora de manifestarse, ni de hacerse cono-
cer como Hijo de Dios. El tentador pretenda cam-
biar los designios de la Providencia y las horas pre-
vistas por Dios.
Si Jess adoraba a Satans, ste descubra que

el tentado no era Dios, porque adems del acto de
idolatra, le haca caer en la ambicin propia del
hombre.
Jesucristo rechaz la triple tentacin con pala-
bras de la Biblia, de ese Libro sagrado que debe
conocer perfectamente el catlico, porque es la
base de la religin y la palabra de Dios. (Deu.
Vlll-3-Salm XC-ll-Deut. Vl-13;.
\$Q EL VERDADERO JESUCRISTO
-XLIV- PASIONES
asiones, en el campo squico, son los movi-

mientos del apetito sensitivo, unidos a conmociones
orgnicas. Son neutras, en el orden moral, hacin-
dose buenas o malas conforme al uso que las de el
paciente. Se las suele agrupar en dos categoras:
concupiscibles e irascibles.
Al primer grupo pertenece el amor, el odio, el

deseo, el dolor, el gozo. Del segundo son; la ira,
el temor, la esperanza, la audacia, la admiracin,
la desconfianza.
Toda persona humana siente en su ser el mo-

vimiento pasional. Los nios sin el uso de la ra-
zn tienen pasiones y obran bajo su impulso, sin
que en ellos sean virtudes, ni pecados, por su es-
tado de irresponsabilidad.
Jesucristo sinti pasiones y obr impelido por
eilas; manifest exteriormente sus conmociones. Am,
odi, sinti gozo y deseo, tuvo ira, miedo, pena, ma-
nifest admiracin y confianza, repetidas veces, con-
forme nos cuentan los Evangelistas. Como es muy
natural, las pasiones de Jess estuvieron siempre
ordenadas y sujetas a la inteligencia y a la voluntad
divinas; fueron virtudes. Jesucristo AMO y en sumo
grado, am apasionadamente a la humanidad. "Am
a los que vivan en el mundo y los am hasta el fin,
dice San Juan (XII 1-1) y despus subraya este a-
mor de Jess a los hombres, indicando que quiere
abrazarles en el fuego de su amor, al citar la sen-
tencia divina; "Yo he venido a poner fuego en la
tierra y anhelo que arda" (Lxic. X11-49J. La pasin

ser la mayor prueba de su amor. fJuan XV- \3)
Amaba a sus amigos y discpulos, con amor inten-
so y sensible. As dice el Evangelio refirindose a
la familia de Betania. "Jess amaba a Lzaro y
a sus hermanas Marta y Mara". (Jn Xl-5).
ODIO Jess al pecado, con odio mortal. "Vete

en paz, pero no vuelvas a pecar" era frase de per-
dn para el pecador arrepentido. fLuc. VI \-36)
GOZO con sus apstoles que regresan gozo-

sos de su primera correra misional. (Marc. VI 30).
Siente intenso gozo y alaba y glorifica a su Padre
porque descubre los misterios a los pequeuelos,
a los humildes y oculta a los soberbios. (Luc. X-21).
Invita a sus discpulos a descansar gozosos despus
de las fatigas apostlicas. "Padre, que sientan e-
llos el gozo cumplido que siento yo" es la oracin
en favor de los suyos. fJn. XVI 1-13/
Tuvo DESEO vehemente de salvar pronto a la
humanidad. "Como estardiendo mi corazn en
deseos de que se cumpla pronto el bautismo de re-
dencin", dice Jess anhelando la Pasin. "De to-
do corazn he deseado comer esta pascua con vo-
sotros" es la introduccin paternal a la ltima ce-
na- (Luc. X11-50-XXU-15J.
Clava sus ojos penetrantes, llenos de IRA e in-
dignacin, en los fariseos que espan sus actos, pa-
ra desprestigiarle ante
el pueblo. fMarc. 111-5).
Con Justa en dos ocasiones, sac del Templo
ira,
a los profanadores. (Marc Xl-15-Luc-XlX-45). En

esas escenas se ve agitacin y verdadera pasin.
Las palabras que us Jess para combatir y conde-
nar a los fariseos, son vibrantes y de gran indigna-

cin. Sus ojos centellaban y su rostro estaba in-
flamado cuando repeta: "Ay de vosotros hipcritas,
sepulcros blanqueados, guas ciegos...." fMat.XXlll
Nadie como Jess a apostrofado al mal y a
los malhechores con invectivas tan ardientes. Mu-
chas de sus parbolas terminan con arrebatos pasio-
nales de indignacin, como la de la cizaa, del
siervo despiadado y otras encaminada a combatir
la iniquidad. fMat/xi 1 1-24-XV1 11 -23).
MIEDO tuvo Jess en el Huerto.

pavoroso
"Mi alma est triste con pena de muerte" dice el
Seor a sus discpulos. (Mat. XXVI -38). Del pavor,
del tedio, de la pena que embargaba el espritu de
Jess, durante la pasin, nos hablan con frecuen-
cia los Evangelistas. (Jn. XI 11-31,).
Jess mostr admiracin al or la splica razo-
nada del Centurin que le peda un milagro y dijo
a los circunstantes: "En verdad os digo que no he
hallado mayor fe en Israel" (Mat. VI 11-1 0). Admira-
do hasta el extremo dijo a la cananea: "Mujer, gran-
de es tu fe, hgase como t pides", como eplogo
de la confianza y humildad de esa mujer. fMat.
XV-22 a 28/
Tuvo Jesucristo ilimitada en su Pa-
confianza
dre celestial durante toda la vida; esto proclaman:
la Oracin Sacerdotal, la Oracin del Huerto, sus
palabras al resucitar a Lzaro: "Padre, yo s que
siempre me escuchas" fJn. Xl-42). Sus ltimas pa-
labras para morir, fueron de confianza filial 'abso-
luta. "Padre mo: en tus manos deposito mi espri-
tu". fLuc. XXI 11-40).
Se emocion Jess ante la confesin de Pedro

en Cesrea de Filipo. (Mat. XV1-18); ante aquel
joven que desde nio haba cumplido todos los
mandamientos. (Marc. X-21) ante la inocencia
de los nios custodiados por los ngeles
fMarc. X-14); ante el grito de fe y arrepentimien-
to del Buen Ladrn (Luc- XXI 11-42) y ante otros
sucesos de la vida evanglica que aprovech el
Seor para probar que era Hombre y que tena
pasiones.
-XLV- VIRTUDES DE JESUS
Bios es la santidad por esencia; el hombre

santo participa de esta santidad divina, por la prc-
tica de las virtudes que llevan a Dios. Jesucristo,
Hijo de Dios e hijo del hombre, es la fuente de
santidad y el santo por excelencia. Desde el primer
momento de su vida humana,
Jess posey todas
las virtudesteologales y morales, en mximo gra-
do, siendo, por lo mismo, la criatura ms santa que
ha existido en la tierra y la ms agradable a los
ojos divinos "Este es mi Hijo muy amado, en quien
me complazco". -"Este es mi Hijo predilecto, escu-
chadle". -Son los testimonios que dio el Cielo en el
Bautismo y en la Transfiguracin del Seor. fMat.
111-17-Marc. 1X-7).
Al tratar de Jess y de las Virtudes teologales,
no podemos sino hablar de la Caridad o amor a
Dios, porque la Fe y la Esperanza fueron incom-
patibles con la visin y posesin de Dios de que
gozaba Jesucristo constantemente, por su unin
hiposttica de las naturalezas humana y divina, en
su persona.
Las virtudes morales que son en el hombre
fruto de la repeticin de actos fueron tambin infu-
sas en la persona de Jess. En el Evangelio encon-
tramos las manifestaciones de estas virtudes en ma-
yor o menor grado. As se explica esa frase; "cre-
ca en santidad-..." (Luc. \\-S2)\ es decir, se mani-
festaban paulatinamente todas las virtudes, segn las
circunstancias. Fijmonos en algunas.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO \J[
BONDAD:- Alguien ha dicho que la esencia

del cristianismo es la bondad, porque el que sigue
a Cristo tiene que ser bueno como EL- En verdad,
Jess nos di ejemplo de bondad en cada palabra
y en cada accin.- El mandamiento NUEVO pro-
mulgado por Jesucristo no es "el amor a Dios, so-
bre todas las cosas", que ya estaba mandado en el
Declogo, sino "amars a tu prjimo como a t mis-
mo". Al ensear esta nueva doctrina, aade Jess:
"ejemplo os he dado". -Pero, la caridad fraterna no
se practica sin la bondad. Jesucristo que nos ense-
el amor, nos di primero ejemplos de bondad
pues, "pas haciendo el bien", nos dice uno de los
Evangelistas (Luc. XVI 1-12) y el otro especifica:
"andaba de gira por todos los pueblos y aldeas ali-
viando dolores y curando enfermedades. ( 'Mat. IX 35).
Una ocasin fu invitado el Maestro a comer

en casa de un amigo; un enfermo de hidropesa es-
taba a la puerta de la casa; pues, el bondadoso
Jess no comenz la comida sino cuando haba
curado al enfermo. (Luc. XIV- 6).
La ley prohiba hablar con los leprosos y con

mayor razn tocarlos, Jess conversa con ellos y
siempre les cura hacindoles sentir el contacto
bondadoso de sus manos. (Luc. W-13). Los enfer-
mos le salen al encuentro en su camino; Jess a
nadie desprecia y a todos cura con grande bondad.
A los ciegos de Cafarnam, al de Betsaida, a los
de Jeric, les cur el Seor despus de dirigirles
palabras de consuelo. En Decpolis se encuentra
con un sordo-mudo a quien le cura con suma bon-
dad, usando su saliva divina y tocando repetidas
veces los sentidos del enfermo. (M are. VI 1-32)

Con los pecadores era Jess tan bondadoso
que no perda ocasin para perdonarles; se hospeda
en sus casas; come con ellos; y cuando los fariseos
u
le critican dice: No son los sanos los que tienen
necesidad de mdico, sino los enfermos -. No he
venido a salvar los justos, sino pecadores...
Entended lo que significa: Misericordia quiero y no
sacrificio...." (Mat. 1X-12J.
Llega una fiesta de los judos, Jess debe tam-

bin asistir a ella; se encamina a Jerusaln, pero
en una de las puertas de entrada a la ciudad se
encuentra con una cantidad enorme de enfermos,
ciegos, cojos, paralticos, que aguardaban una ma-
no cariosa para que los sumergiese en la mila-
grosa agua de la piscina de Betesda.
Haba un enfermo, postrado treinta y ocho a-
os, Jess se compadece y le dice: Levntate, to-
ma tu camilla y anda. El Evangelio nos dice ter-

minantemente Seor se compadeci; vin-
que el
dole tendido y sabiendo que estaba enfermo desde

haca mucho tiempo y que en tantos aos de pos-
tracin no haba tenido a nadie que le introduzca
en la piscina cuando el agua era agitada por el
ngel"; he aqu la bondad del Maestro que prefie-
re las crticas de los enemigos antes que dejar sin
alivio a un desgraciado. fJuan VI a 10). No com-
prendan los fariseos el corazn bondadoso de Je-
ss y que la prctica de esta virtud vala ms que
Sus largas oraciones para ser vistos y alabados de
los hombres, por eso se escandalizaron de su bon-

dad para con la Magdalena y dijeron: "Si este fue-
ra profeta, sabra quin y de qu clase es la mu-
jer que est a sus pies" f Luc. V11-39J.
No hay duda que la BONDAD fu una de las

virtudes que Jess practic ms efusivamente con
los hombres.
XLVI- OTRAS VIRTUDES DEL SEOR
bondad de Jess fu acompaada con la

PACIENCIA. Haca el bien a todos con suma bon-
dad, pero sus obras eran mal interpretadas y mal
correspondidas. Se dijo que haca los milagros con
el poder del demonio (Mt. XI 1-24).- Los mismos
que reciban beneficios le pagaban con tamaa in-
gratitud. Cur a diez leprosos y solamente uno
volvi a agradecerle. (Luc. XVI 1-17).- Cort las
diferencias entre judos y samaritanos y estos le
negaron hospedaje. fLuc. lX-56j.
Como Dios saba Jesucrito que ese mismo pue-

blo a quien aliment por dos ocasiones, milagrosa-
mente; esos mismos enfermos curados con sus ca-
riosas, manos; esos pecadores perdonados miseri-
cordiosamente; esos endemoniados librados prodigio-
samente; esas mismas personas beneficiadas con
toda clase de milagros pediran a gritos su muerte,
posponindole a Barrabs. (Mat. XXVI 1-21).- Sin
embargo de la visin de ingratitud, el bondadoso
Jess, con toda paciencia segua haciendo el bien,
sin distincin de personas.
Sabe que todos aquellos que el domingo de

ramos le aclamaran como a Rey e Hijo de Da-
vid, el prximo viernes le gritaran: "Crucifcale,
crucifcale.... Su sangre caiga sobre nosotros y so-
bre nuestros hijos.... (Mat. XXVI 1-25), con todo,
pacientemente acepta esa manifestacin y monta-
do en su pollino atraviesa la ciudad deicida. (Jn.Xll-14)
Cunta paciencia de parte del Seor con sus

mismos apstoles!- Hombres de pueblo, poco instru-
dos, superficiales, llenos de prejuicios, saturados de
falsas esperanzas mesinicas, ambiciosos de glorias
humanas y bienes terrenos, costaron muchos traba-
jos y sufrimientos al Maestro para hacerles enten-
der la misin que les daba.
Con paciencia jobiana contesta Jess a la mu-
jer de Zebedeo que le pide para sus hijos Juan y
Santiago los mejores puestos en el reino mesini-
co. "Qu deseas?, dice Jess. No sabis lo que pe-
ds.... y a los otros apstoles que enfadados pro-
testan por la peticin, les dice pacientemente: "en
tre vosotros no debe haber como entre los munda-
nos, orgullosos y pretenciosos; si queris ser gran-
des, debis ser humildes y servir a todos; el que
quiere ser primero, ha de ser antes esclavo de los
otros - as como Yo he venido al mundo para ser-
.,
vir y no para ser servido...." fMat. XX-20 a 28).
Conoce la hipocresa de Judas, sin embargo le

conserva el Maestro entre sus discpulos predilec-
tos y le trata igual que a los otros. En la ltima
cena, sabiendo compromiso con los
ya de su vil
fariseos, le lava los da la comunin de su

pies, le
cuerpo y sangre y todava procura convertirle, des-
cubriendo pacientemente sus planes criminales: "En
verdad os digo, uno de vosotros me entregar....
Ay! de aquel hombre por quien el Hijo de Dios
es entregado- T lo has dicho, dice claramente a
..
Judas que se atreve a preguntarle: Ser yo Rab? ." -
(Mat. XXV1-21 a 25).
La paciencia de Jess raya en herosmo du-

rante la Pasin: es tratado vilmente por hombres
mediocres y calla. Viles soldados le toman preso;

sayones asalariados le atan pies y manos; un sane-
drn corrompido le condena; le acusan los hipcri-
tas; un servil criado le abofetea; dos jueces, uno
lascivo y otro cobarde, le condenan; la plebe le
azota y corona de espinas; el populacho inconscien-
te le crucifica; por detrs de todo estn los letra-
dos de Israel dirigiendo el Deicidio
Jess soporta todo. Pudiera ordenar a los n-
geles del cielo que salgan por los fueros divinos
vilmente conculcados, pero prefiere sufrir y calla.
(Mat. XXVI -53;.
Clavado en la cruz, presencia el festn de sus
enemigos; vindole vencido le satirizan, blasfeman,
se burlan, le oprobian y el paciente Jess contesta:
"Padre, perdnales...." (Luc. XXI 11-34).
As como la paciencia, podemos y debemos ad-
mirar todas las virtudes en la persona de Jesucristo.
Nos diejemplo de HUMILDAD, de POBRE-
ZA, de CASTIDAD, de OBEDIENCIA; practic
la PRUDENCIA, la MANSEDUMBRE, la JUS-
TICIA, la CARIDAD, la FORTALEZA; fu SO.
BRIO, MISERICORDIOSO, CUMPLIDOR DEL
DEBER; en una palabra EJEMPLAR de toda
virtud, de santidad, de perfeccin.
La nica no encontramos en Cristo

virtud que
es la PENITENCIA, porque sta es reconoci-
miento y reparacin del pecado y Jess no tuvo ni
venial. "Quin de vosotros me argir de pecado"
fJn. V111-46J dijo a sus enemigos y nadie se atrevi
a contestarle, porque Jesucristo fu un oasis divino
en medio del mundo pecador; fu un Hombre con
las virtudes de Dios.
-XLVII- VIDA INTERIOR DE CRISTO
aciendo abstraccin de la divinidad, podemos

hablar de la vida ntima de Jess, es decir, de la
vida religiosa, del motor de sus actividades, de la

fuerza que mantena su persona en invariable tran-
quilidad, sin que las pasiones agitaran su alma. Ja-
ms le envanecieron los elogios que le tributaron,
ni le indignaron las calumnias levantadas en su con-
tra, ni le abatieron las persecuciones. Siempre ve-
mos a Jess humilde y modesto, sencillo y manso,
saturado de paz interior y lleno sde atractivos ex-
teriores.
Vemos a Jesucristo a travs del Evangelio, en-

seando doctrinas sublimes por medio de compara-
ciones sencillsimas. Notamos que siempre predica
con el ejemplo antes que con la palabra. Habla del
menosprecio de las riquezas y su pobreza es tal
que no tiene dnde reclinar la cabeza; ensea la
humildad y vive y muere soportando toda clase de
calumnias y oprobios, siempre perdonando y bendi-
ciendo; prescribe la pureza y la santidad, y las su-
yas fueron tan sublimes que desafa a los judos,
para que manifestaran alguna imperfeccin que le
hayan notado.
"La vida de Cristo fu una perpetua predica-
cin con el ejemplo" dice San Lucas (Act. l-l), pe-
ro sus palabras y sus obras estn animadas, y son
vivificadas en el fondo mismo del ser. Imposible es
sondear la vida interior de Jesucristo, hasta com-
prenderla completamente, porque es la vida de Dios-
Hombre, de una Persona con dos naturalezas: di-
vina y humana, ntimamente ligadas. Apenas pode-

mos decir que la vida interior de Cristo era de
perfecta unin con su Padre Eterno, por medio
de la oracin.
Los Evangelistas subrayan con frecuencia, en

las narraciones de la vida de Jess, amor ar-
su
diente al Padre celestial. Nadie como El ha cum-
plido, ni cumplir mejor con el mandato, sntesis
de la Ley. "Amars a Dios con todo tu corazn,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas". Jesu-
cristo am entraablemente a su Padre, se aban-
don sin reservas en sus manos, no busc sino
hacer la voluntad del que le haba enviado y con
El vivi en continua comunicacin mediante la
oracin.
La primera que nos cuenta el Evange-

frase
lio pronunciado por Jess es: "No sabais que es
preciso que me ocupe de las cosas de mi Padre"?
(Luc. 11-49,) y sus ltimas palabras fueron: "Pa-
dre, en tus manos encomiendo mi espritu" (Luc.
XXlll-46j. Entre estos dos parntesis que abren
y cierran la vida de Jess, encontramos la vida del
"Hijo del hombre", en unin ntima con Dios por
la oracin.
Todos grandes acontecimientos que narran

los
los Evangelistas, estn consagrados por la oracin
o se cumplen mediante la comunicacin del "Hijo
de Dios" con su Padre.
Cuando Jess es bautizado, El ora y se abren

los cielos y habla el Padre (Luc. 111-21J.
Antes de formar el colegio apostlico, Jess se

retir al monte y pernoct en oracin. Al siguien-
te da llam a sus discpulos. (Luc. VI- 12).
Los milagros de Jess casi siempre tienen co-

mo precursora a la oracin; una plegaria ntima, una
comunicacin amorosa con el Padre, precede al
milagro que cura al sordo-mudo, al nio endemo-
niado, al paraltico. (Marc. VI 1-34-1X-28). Antes de
la multiplicacin de los panes, de la resurreccin de
Lzaro, y de lo grandes prodigios (Jn. Vl-ll-Xl-
41), Jess se recoge y ora, de tal manera que co-
mo dice el Padre Avila, benedictino, "estudiados los
milagros de Jess, dan la impresin de ser efectos
y flores selectas que brotan de su vida de oracin".
Durante la Pasin, Jess intensific su unin

con el Padre por la oracin. La consagracin que
hace de S y de los suyos en la sublime plegaria
como terminacin de la Cena pascual es celestial.
En Getseman se postra en tierra y se engolfa en
la oracin. En la cruz, luchando con la muerte, las
siete frases son gritos de oracin. ( Jn. XVI 1-1-XV1 1 1-
1XIX).
La unin ntima de Cristo con Dios constituye
el principio vital interno de todos los pensamien-
y acciones del Maestro que ora y en-
tos, palabras
sea a orar en la soledad donde se encuentra al
Padre a satisfaccin. "Cuando vas a orar, entra
en tu cmara y cerrada la puerta, ora en secreto''
es la monicin de Jess. (Mat. VI 6). As oraba
El; en la soledad y en el silencio de la noche.
Los Evangelistas dicen con "Des-

frecuencia:
pidi a las muchedumbres y se intern en el mon-
]gO EL VERDADERO JESUCRISTO
te para orar y como era tarde pas all la noche

solo". (Mat. XlV-23-Marc. Vl-46-Jn. VM5)
Como dice el citado Padre Avila: "En la vida
interior de Jess no entraba nadie ms que el Padre.
En su alma estaba el humano, lleno de
vaco de lo
Dios. Viva completamente de todo lo terre-
libre
no, de todo contacto, de todo apego a las criatu-
ras y consagrado nicamente a Dios. Su mundo, su
realidad, su vida era el Padre, con quien llevaba,
la ms fecunda de las vidas en comn".
"No estoy solo, porquemi padre est conmi-

go", dice Jess dando a entender a sus apstoles,
la esfera de su vida interior, sus relaciones de ser
con su Padre. (Jn. XV1-32)
"Mi Padre y Yo, somos una misma cosa" ense-
sea Jess, hacindonos vislumbrar su vida ntima
con Dios que es la sntesis de su vida interior, raz
y fuente del herosmo en el cumplimiento per-
fecto y completo de su misin en la tierra. (Jn.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO \g\
-XLVIII- EXISTE JESUCRISTO?
ice Papini: "Cristo est vive entre nosotros....

Hay todava quienes le aman y quienes le odian.
Existe una pasin en favor de Jess y otra en
contra de El. El enfurecerse de tntos contra Je-
sucristo y el que haya tntosque le defienden, dice
bien claramente que todava no ha muerto y que
sigue viviendo. Los mismos que se desviven por
negar su existencia, pasan la vida recordando su
nombre y estn probando su existencia".
No
cabe duda que Jesucristo sigue viviendo en
su obra imperecedera, la Iglesia, en su Evangelio,
en el amor de unos, y en el odio de otros a su
Persona.
Pero hay ms todava: Cristo sigue viviendo

real y verdaderamente en el cielo y en la tierra.
En el cielo, donde fu el da de la ascencin,
una vez cumplida su misin redentora. En la tierra,
donde se qued, por amor a los hombres, median-
te el milagro eucarstico.
De grandes personajes que cruzaron el ca-

los
mino de vida, nos quedan su nombre y sus o-
la
bras, como un reguero de luz que ilumina la senda

humana, pero ellos, personalmente, desaparecieron
como astros fugitivos. De esos personajes que han
brillado e iluminado al mundo, decimos metafrica-
mente que no han muerto, que vivirn eternamen-
te. Jesucristo no solamente es uno de esos perso-
najes beneficiosos para la humanidad, es su Reden-
tor, su Seor, su Dios. Vivi en este mundo hace

veinte siglos de manera visible, y sigue viviendo
invisible, pero realmente en esta tierra.
La vspera de su muerte hizo el ltimo mila-

gro, el prodigio que perpeta su vida; milagro por
el cual muriendo, sigue viviendo. Encontr lama-
nera de quedarse, cambiando la sustancia de una
materia en su propio ser, sin que la materia pier-
da sus accidentes y ponindose sin las apariencias,
la nueva sustancia; este es el prodigio de la pre-
sencia real de Cristo en la Hostia, por la transubs-
tanciacin y por el poder que leg a sus Sacer-
dotes, para perpetuar su presencia verdadera en la
tierra.
La Eucarista es el regalo supremo de Dios al

hombre. Es Jesucristo que sigue viviendo en el
mundo. As lo quiso y as lo hizo su omnipoten-
cia divina. Las palabras con las cuales instituy el
Sacramento Eucarstico, son tan claras y terminan-
tes,que no dan lugar a duda: "Jess tom el pan,
lo bendijo, lo parti y di a los discpulos dicien-
do: Tomad, comed, este es el CUERPO MIO.- Y to-
mando el habiendo dado gracias, les di, di-
cliz y
ciendo: Bebed de l todos, porque sta, es mi
SANGRE, la cual se derramar para perdn de
los pecados. (Mat. XXVI -26 a 29). Palabras ms
precisas no poda usar Jesucristo para darnos a en-
tender lo que estaba haciendo.
El pan se convierte en su Cuerpo y el vino

en su Sangre con su palabra omnipotente, reflejo
de aquella "hgase" que sac de la nada las ma-
ravillas del firmamento. No hay para que recurrir a
interpretaciones metafricas ante palabras tan sen-

cillas y claras, que se deben entender como sue-
nan. As las comprendieron los Apstoles que reve-
rentes comieron el CUERPO y bebieron la SAN
ORE de JESUS en la cena eucarstica y en este
sentido ensearon a las generaciones, de tal mane-
ra que la Tradicin est de acuerdo, desde el prin-
cipio, en admitir la presencia real de Jess en el
PAN y en el VINO, consagrados por los suceso-
res de Cristo, en su nombre. A esto se suman los
milagros de todo orden que han venido a confirmar
la verdad eucarstica.
Sigue, pues, existiendo Jesucristo en la tierra,

real y verdaderamente como vivi hace 1958 aos,
con la nica diferencia de que entonces era visible
y ahora est oculto bajo las especies sacramenta-
les. Donde hay una Hostia consagrada all est
Jess- Es el compaero eterno del hombre, en su
paso por la tierra, en el peregrinaje de la vida.
En nuestras Iglesias, en lo recndito del Taber-
nculo, est Jesucristo, vivo y glorioso como est en
el Cielo, con cuerpo y alma, como estuvo en la
tierra.
Qu no es cierto? Por qu entonces el odio

de los impos contra un diminuto pan? Para qu
tan esplendoroso culto a una hostia, de parte de mi-
li mes de gentes y en todas partes del mundo?
O los catlicos somos idlatras o Jesucristo
vive en la Hostia. Lo primero no se da, puesto que
lo segundo, es evidente por el Evangelio.
Existe Jesucristo en la Eucarista, vivo y glo-

rioso como est en el Cielo.
-XLXI- JESUCRISTO DIOS Y HOMBRE
n da pregunt Jess a sus Apstoles: "Vo-

sotros quin decs que soy Yo"? -Pedro respondi en
nombre de todos: "T eres
el Cristo, el Hijo de
Dios".- Satisfecho Jess con esta respuesta, porque
estaba de acuerdo con la verdad, djole: "Biena-
venturado eres Pedro, porque mi Padre que est
en los cielos te ha revelado sto". (Mat. XV1-15),
No puede esperarse mayor claridad en semejante
testimonio,
Pocos aos despus de la resurreccin de Je-

ss, Pablo de Tarso, suba de Jerusaln a Damas-
co para apresar a los cristianos. En el camino, una
luz celestial oscurece sus pupilas y una fuerza
sobrehumana le hecha por tierra. Una voz descono-
cida le reclama: "Saulo, por qu me persigues?
Quin eres?, pregunta Pablo.- "Soy Jess", respon-
de el incgnito.
Cristo estaba Por haberse proclamado

vivo.
Hijo de Dios fu Jesucristo condenado a muerte y
crucificado. Ahora, Pablo siente al Seor resucita-
do y no puede decir ms que: "indcame tu volun-
tad" y, de obstinado perseguidor del nombre de
Cristo se convierte en vaso de eleccin. (Act. 1X-3)
Estos pasajes evanglicos prueban que Jesucris-

to es verdadero DIOS.
Ms fcilmente entendemos que tambin fu
verdadero HOMBRE.
El Evangelio nos dice que "Jess creca en
edad" (Luc. 11-52) como todo hombre, que de nio

pasa a ser joven. Sus paisanos fueron testigos de
su crecimiento humano. Le vieron, sujeto diaria-
mente a las necesidades corporales: coma, dorma,
trabajaba, descansaba.- Como todo adolescente, du-
rante treinta aos ayud a su madre en los queha-
ceres domsticos y trabaj con su padre en el ta-
ller; "estaba sujeto a sus padres" (Luc. 11-51,); era
miembro de una familia pobre y se ocupaba en los

menesteres ordinarios de un hogar humilde.
Vivi y muri como hombre.
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, es una
realidad histrica.
Los treinta y tres aos de su vida en la tie-

rra dejaron huellas innegables de su divinidad y de
su humanidad. Todas sus palabras, todas sus obras
tienen este doble sello, divino y humano.
Desde Beln hasta el Calvario, se ve siempre

a Dios y al Hombre, en la persona de Jesucristo.
Su concepcines humana y es divina. Como hom-

bre, su cuerpo se forma de clulas que se multi-
plican y se diferencian, formando rganos y miem-
bros, sangre y huesos. Como Dios, es concebido
por obra y gracia del Espritu Santo. ^Mat. 1-20)
Nace como todo ser humano: nio que siente

fro y hambre, que lloray se agitaen la cuna.
Pero, al mismo tiempo, su nacimiento est aureo-
lado de divinidad: su madre es virgen antes y des-
pus del parto, los ngeles rodean su cuna, una
estrella ilumina el pesebre, un aviso divino anuncia su
natalicio a pastores y reyes. (Luc. 11-7).
Su infancia es humana, porque vive como todo

nio en su casita de Nazaret, y es divina porque
su verdadero padre es Dios.
Se hace bautizar como hombre, pero el cielo

atestigua que es hijo de Dios. (Luc. 111-22).
En el desierto, como hombre ayuna y siente

hambre, es tentado; pero como Dios ahuyenta al
demonio y es servido por los ngeles. (Luc. IV-l).
Como hombre principia su vida evanglica bus-

cando discpulos y recorriendo ciudades y campias;
pero como Dios, hace innumerables milagros. A los
enfermos les toca con sus manos humanas para
cubarlos, pero los sana con su poder divino (Luc.
1V-40J.
En la barca descansa como hombre, pero como
Dios impera a los vientos y a las olas del mar, (Suc.
V111-24J.
En Cenculo como hombre lava los pies a sus
el
Apstoles, como Dios cambia la sustancia del pan y

del vino en su Cuerpo y en su Sangre. (Mat. XXV1-26)
En la Pasin, Jess resplandece su humanidad y

su divinidad, de manera especial. Muere como hom-
bre y resucita como Dios.
Jess es verdadero Dios y es verdadero

Hombre, es decir, las dos naturalezas, la divina y la
humana, estn unidas en una sola persona, que es
Jesucristo.
-Lr AUTOTESTIMONIO
ess di testimonio de s mismo, proclaman-

do su divinidad, por repetidas veces. Veamos
algunas:
la. El ciego de nacimiento.- Un mendigo muy

pobre, porque era ciego de nacimiento y jams pu-
do trabajar para ganarse la vida, deambulaba por
la ciudad de Jerusaln arrastrado por su lazarillo;
se encontr con Jess, quien se compadeci y le
cur. Este hombre di testimonio de la divinidad

de Cristo en las contestaciones a los fariseos y ese
testimonio fu confirmado por Jess.
San Juan nos refiere el caso con detalles mi-

nuciosos que nos hace vivir y sentir la historieta.
El ciego era un aldeano ignorante; apenas ha-

ba aprendido algo de las Escrituras en el regazo
de madre, pero defiende a Jess con una lgica ad-
mirable, capaz de confundir a los doctores de la
Ley.
El largo interrogatorio al que le sometieron los
escribas acaba as: "Desde que el mundo es mundo,
nunca se ha odo que un pecador- haga milagros; si
este no fuera de Dios no me habra curado". El re-

lato termina con el segundo encuentro con Jess.
El ciego de nacimiento andaba gozoso con sus ojos
abiertos, cuando el Seor le encontr y le dijo:
"Crees t en el Hijo de Dios"? Respondi: "Quin
es, Seor, para que crea en El?" Djole Jess: "Lo
ests viendo, es quien te habla". Jesucristo dice

que es Dios. (Jn. 1X-1J
2a. largo y penoso ca-

Jess, fatigado por el
mino, se sienta a descansar junto al viejo pozo de
Jacob; llega una mujer de Sicar a sacar agua; se
entabla una conversacin entre el Rab galileo y la
samaritana; se habla del agua natural, de un agua
viva y eterna, del lugar del culto a Jehov, de la
manera de adorar a Dios, de los profetas y del
Mesas; termina el discurso con las palabras de la
mujer: "Yo se que Cristo ha de venir; cuando El
venga, nos ensear todo", a lo cual Jess contes-
ta: "Yo soy el Mesas, el Cristo. Yo que te estoy
hablando". (Juan IV 26). Mayor y ms claro auto-
testimonio no se puede pedir.
3a. En la fiesta de encon-

la Dedicacin se
tr el Maestro con los escribas y fariseos, quienes
le dijeron: "Hasta cuando tendrs nuestros esp-
ritus en suspenso? Si t eres el Mesas, dnoslo
claramente".- Jess les contest: "Os lo he dicho
ya muchas veces y no creis Las obras que Yo -.
hago en nombre de mi Padre, esas son las que dan

testimonio de M.... Yo y mi Padre somos UNO".
Tan claramente da Jesucristo testimonio de su

divinidad,que los oyentes quieren apedrearle, por-
que la Ley de Moiss ordenaba que a los blasfe-
mos se los lapidara. Cuando Jess les dice: "Por-
qu vais a apedrearme? Yo os he hecho muchas o-
bras buenas", responden: "No por obra
los judos
buena te apedreamos, sino porque te haces a t mis-
mo DIOS". (Juan X-33). Cristo ha dicho terminan-
temente que El es Dios.
4a. Cada vez que Jess curaba a los enfer-

mos y perdonaba a los pecadores daba pblico tes-
timonio de s mismo. Con exceso de lgica razonan
los enemigos de Cristo cuando dicen: "Solamente
Dios puede perdonar pecados^. Pero Jess acompa-
aba el perdn con una curacin y replicaba, a los
fariseos, dicindoles: "Cul es cosa ms fcil, perdo-
nar pecados, diciendo: Yo te absuelvo, vete en paz,
o hacer milagros, como estis viendo y -narra el
Evangelio- dijo al paraltico: toma tu camilla, le-
vntate y anda". (Luc. V-23). El argumento y la
rplica de este pasaje llevan a la conclusin de
que Cristo es Dios.
5a. Jesucristo se proclam as mismo DIOS,

delante de la multitud de gente que escucha y
le
ios milagros que obra son pruebas evidentes de la

verdad de su testimonio. Sin embargo, sus oyentes
eran "tardos de entendimiento" y "duros de cora-
zn"; no entendan los ms, y muchos no queran
entender y admitir su divinidad, por eso Cristo re-
pite a su auditorio: "Cmo decs vosotros de A-
quel que el Padre envi al mundo: Blasfema por-
que dice: Yo soy el Hijo de Dios? Si no hago las
obras de mi Padre, no me creis, pero estis vien-
do lo que hago, luego creedme; y si no queris creer
en mis palabras, creed al menos, a esas obras pa-
ra que sepis y conozcis que el Padre es en M,
y que Yo soy en el Padre...." (Juan X-36).
-LI- EL VERBO DIVINO
el principio exista ya el Verbo" dice

San Juan para comenzar " su evangelio, "y el Ver-
bo era Dios y El es el autor de todas las cosas;
en El era la vida. El Verbo se hizo carne y puso
su morada entre nosotros", aade el Evangelista, ex-
plicando la naturaleza y las obras del Hijo de Dios.
San Juan designa con el nombre de Verbo a la Se-
gunda Persona de la Santsima Trinidad. El Hijo
de Dios es el Verbo del Padre, el Logos es decir, la Sa-
bidura, el entendimiento del Ser Supremo, como la
Tercera Persona, el Espritu Santo, es el amor de
Dios a S mismo.
Dios que se conoce y se ama sustancialmente
forma la Trinidad y la Unidad Divinas. Por lo mis-
mo, el Verbo es Dios y como tal exista "en el
principio" de la eternidad que no tiene principio.
El Verbo era Dios igual en sustancia al Padre

y distinto de Este personalmente. San Juan se ele-
va hasta Dios y nos hace intuir su esencia misma.
Dios, Espritu pursimo, creador de todas las co-
sas, perfectsimo, se deja ver en el Verbo, que es
la engendracin de S mismo desde el principio de
la eternidad. "En el principio el Verbo era ya y era
Dios. Por El todo fu hecho y sin El nada se hi-
zo. En El era la Vida". El Verbo, como Dios que
es, es Creador del universo; es la Luz que ilumi-
n la creacin, que vivific creada por
la materia
El mismo. "Sin el Verbo nada se hizo, de todo lo
que ha sido creado. En El era la vida, y la vida
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAfiO \Q\
era la luz humana".

El Verbo a que se refiere el Evangelista es-
t perfectamente definido como Persona Divina,
idntica en naturaleza y perfecciones al Padre, a
la Primera Persona de la Santsima Trinidad, a
Dios, que conocindose divinamente engendr al
Verbo, desde toda la eternidad.
Juan, el evangelista guila, nos revela el Mis-

terio de la Unidad y Trinidad de Dios, porque l
conoci los secretos divinos.

" Nadie, dice Jesucristo, conoce al Hijo sino
el Padre, y al Padre ninguno le conoce, sino aquel
a quien el Hijo quiere revelarlo". (Mat. XI-27J.
Este aquel privilegiado fu Juan, quien vi clara-
mente al Verbo divino en el seno eterno de Dios.
"Tres son los que dan testimonio en el cielo:
el Padre, el Hijo, y el Espritu Santo, y estos
tres, son un solo Dios". (I Juan V-7) dice el Evan-
gelista depositario de la revelacin del Misterio de
la Santsima Trinidad.
San Juan
quiere hacernos comprender otro
misterio; nos habla del Hijo de Dios, llamndole
Verbo. "Y el Verbo se hizo carne, y habit entre
nosotros" dice, indicndonos el misterio de la En-
carnacin. El Verbo Divino se hombre para hizo
redimirnos, viviendo entre los hombres y murien-
do por nosotros. "Vino al mundo, vivi entre los
suyos, y los suyos no le conocieron, no quisieron
recibirle. Pero a todos los que le recibieron, les di
el poder de llegar a ser hijos de Dios. De su pleni-
tud hemos recibido una gracia correspondiente a su
gracia. Porque la gracia y la verdad han venido
por Jesucristo. Nadie ha visto jams a Dios; el

Dios, Hijo nico, que est en el seno del Padre,
El di a conocer." (Jn. 1-18J.
Jesucristo es el Verbo divino encarnado; una
sola persona con dos naturalezas; la naturaleza di-
vina con Dios y la naturaleza humana le
le identifica
hace hombre verdadero. Estas dos naturalezas en la

persona de Jess le dan derecho a llamarse: "Hijo
de Dios" e "hijo del hombre"; el hijo del hombre
es Dios encarnado en las entraas maternales de
Mara; el Hijo de Dios es el Verbo, la Persona Di-
vina, que une su naturaleza con la humana en la
persona de Jess, porque la encarnacin es la li-
mn de Dios con el hombre, es la divinizacin de
la naturaleza humara. San Juan nos lleva a la his-
toria de Cristo introducindonos por ios misterios
ms profundos, cuales son los de la Santsima Tri-
nidad y de la Encarnacin. Nos hace ver la grandeza
del Hijo de Dios, que saliendo del Padre, descien-
de hasta nosotros humanos.
"En el principio eVa el Verbo.
"El Verbo estaba en Dios y era Dios

"El Verbo se hizo carne y habit en medio de
los hombres"- Este es Jesucristo.
-LII- HIJO DE DIOS
on bastante encontramos en el
frecuencia
Evangelio frases que nos prueban la filiacin divi-
na de Jess. Todos somos hijos de Dios, pero Je-
sucristo lo es en sentido completo. El mismo nos
ense a llamar a Dios: " Padre nuestro", porque
en verdad Dios es el Padre de todos los hombres,
por creacin y conservacin, pero cuando Jess di-
ce "mi Padre", expresa una filiacin verdadera, por
descendencia.
Tena Jesucristo apenas doce aos de edad,

cuando se qued en el Templo, discutiendo con los
doctores en la interpretacin de las Escrituras.
San Jos y la Virgen le buscan afligidos; cuando le
encuentran, se quejan, pero Jess les da el motivo
de su proceder: "No sabais que Yo deba estar ha-
ciendo la voluntad de mi Padre?" (Luc. 11-49). Es
Hijo de Dios. Haba venido al mundo por voluntad
de su Padre Eterno. Las escrituras estaban cum-
plidas en su persona. Se cerraba el Antiguo Testa-
mento y se abra la primera pgina del Nuevo,
porque el Hijo de Dios estaba ya en medio de los
hombres. Esto prob Jess a los doctores, en sus
preguntas y respuestas en el Templo.
Natanael dice a Jess: "T eres el Hijo de

Dios" y el Seor confirma su acto de fe. (Jn. 1-49)
En elcoloquio de Cristo con Nicodemo, le di-

ce claramente que El es Hijo de Dios y que para
salvarse es necesario creer en El. Nicodemo escu-
194
cha con asombro las revelaciones del Maestro, cree

en El, pero no lo manifiesta pblicamente, hasta
cuando ve cumplidas las profecas; entonces sin mie-
do pedir a Pilato el cuerpo del Seor y le dar
honrosa sepultura, porque est convencido que ver-
daderamente era Hijo de Dios su amigo de antao,
el Rab de Galilea, a quien visit una noche, cuan-
do el coloquio prolongado le convirti, hacindole re-
nacer para la vida eterna. fJuan 111-1 a 20 )
fJuan X1X-39J
"T eres Hijo de Dios" proclaman' a gritos
el
los endemoniados y caen de rodillas ante Jess; el
Seor no lo niega; nicamente manda a los esp-
ritus que no revelen, porque no ha llegado la hora.
(Marcos 111-2). '
Estaba un da Jesucristo disputando con los

fariseos y al terminar les dijo: "Si creis lo que os
digo, seris mis discpulos, conoceris la verdad, y
la verdad os har libres". Indignados le interrum-
pieron: "Nosotros somos descendientes de Abrahn
y jams hemos sido esclavos de nadie Nosotros
no tenemos ms que un padre: Dios". Jess les repli-
c: "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaras a M,
porque Yo sal y vine de Dios.
En en verdad os digo: "Antes que
verdad,
Abrahn existiera, era Yo- ..." La conclusin de este
Captulo del Evangelio es que los oyentes quisieron
apedrear a Jess, porque haba dicho que era Hijo
de Dios, y como tal, superilr a Abrahn.
fjn. VI 11-31-59).
Por este orden encontramos muchos pasajes

evanglidos en los cuales Jess llama a Dios su
Padre, en sentido singular y exclusivo; es el Hijo

de Dios por antonomasia. (Luc. XXI 1-29-Mat.Vl 1-1 \)
Anunciando a los discpulos su ascensin les

dice: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre". fJuan
XX- 17).- Es muy clara la contraposicin que hay
en esta frase entre el Hijo y los hijos de Dios,
entre Jesucristo el Unignito del Padre y los hom-
bres creados por El.
Los enemigos de Jess se dieron cuenta per-

fecta del sentido en que hablaba el Maestro acerca
de su filiacin divina, y por eso se encolerizaron y
le acusaron como blasfemo. Jess jams retract sus
palabras, ni las di explicacin distinta al asentimiento
universal, por el contrario afirma categricamente,
contestando a la encuesta de Caifs. Este ante el
silencio de Jess, con voz augusta de Pontfice y
con autoridad de Juez, pergunta con juramento al
acusado; "Por Dios vivo te conjuro que nos digas si
t eres el Hijo de Dios Bendito". Habla Jess, y sin
arrogancia, con la sublime sencillez de quien dice la
verdad, responde: "Lo soy".
Cuando Pilato pregunta a los judos: "Qu a-

cusacin trais contra este hombre?", todos contes-
tan: "Se ha proclamado Hijo de Dios y segn nues-
tra ley, debe morir por blasfemo ." - Jess no se
-
retracta, ni explica; calla y con su silencio est di-

ciendo que verdaderamente y en sentido propio es
HIJO DE DIOS.
196 EL VERADER O JESUCRISTO
-LUI- TESTIMONIO DEL PADRE
bautizado Jess, sali al punto del agua, y

he aqu que se abrieron los cielos oy una y se
voz que deca: "Este es mi Hijo amado en quien
me complazco". fMat. 111-17).- He aqu el testimo-
nio del Padre acerca de su Unignito. Esta decla-
racin y en los mismos trminos precisos y signi-
ficativos repiti el Eterno Padre, dejando or su
voz en la cima del Tabor. fMat. XVI 1-5).- Jesucris-
to llev siempre consigo esta cdula divina de iden-
tidad y filiacin, basada en la cual no teme repe-
U
tir: E1 Padre ama al Hijo y le ha entregado todo
poder...." (Juan 111-35) y con derecho natural pide:
"Padre glorifica tu nombre ..." y prosigue el Evan-
gelio: "una voz del cielo se oy: He glorificado y
glorificar siempre a mi Hijo" y ante la discusin
de los oyentes acerca del significado de estas mis-
teriosas palabras, Jess dice: "El que cree en M,
no cree en M, sino en Aquel que me envi; y
el que me ve, ve al que me envi. Yo no he habla-
do por M mismo, sino que el Padre que me envi

me prescribi lo que debo decir y ensear; y s que
que su precepto es vida eterna. Lo que yo digo,
pues, lo digo como el Padre me lo ha dicho". fJn.
XI 1-28- 44-49).
Jesucristo se manifiesta en todo igual al Padre.
Obra siempre no como un intermediario subalterno,
sino como Hijo de Dios- "Todo lo que el Padre
hace, lo hace igualmente el Hijo"; "As como el
Padre tiene en s mismo la vida, as tambin el Hi-

jo tiene la vida y la da que quiere". (Jn. 19-26J

al
"Mi Padre y Yo somos una sola cosa' .- "Mi Padre 7
est en M y Yo en el Padre".- Estas frases di-

chas por Jess, con anuencia del Padre, estn ma-
nifestando la identidad de naturaleza del Hijo con
su Padre Dios, quien testimonia la verdad por los
milagros que hace por intermedio de Cristo.
Las palabras que usa Jess en el discurso de

la Cena, en el momento en que confa a los apsto-
les los ltimos secretos acerca de su persona, ex-
plican sus discursos anteriores acerca de su identi-
dad con el Padre". "El. Padre est en M, como Yo
estoy en El. Las palabras que Yo os digo, no las
hablo de M mismo, sino que las dice el Padre
por mi boca. El mismo hace las obras que ya ha-
go". (Jn. X1V-10J "Sal del Padre y vine al mundo;
ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre". (Jn. XVI -28)
Estas palabras son tan claras y tan formales

que los apstoles exclaman: "Ahora s que nos ha-
blas claramente y sin proverbios; ahora s cohoce-
mos que T has salido de Dios, que sabes todo;
creemos en T". (Jn. XVI-30J.
Jess aprovecha las disposiciones espirituales
de losdiscpulos para exteriorizar sus sentimientos
dirigindose al Padre, en la oracin final de despe-
dida: "Padre, todas mis cosas son tuyas, como las
tuyas son mas- Que stos sean uno Conmigo, como
lo somos nosotros. Yo estoy en ellos, y T ests en
M. As como T me has enviando al mundo, asi
tambin Yo les envo a ellos. Que sean una misma
cosa, como lo somos nosotros". (Jn. XVI 1-10-23).
Las relaciones de Jess con el Padre son muy
ntimas, son filiales, son connaturales e identifican

a dos personas. en una sola y misma naturaleza.
El Padre ha dirigido un mensaje al mundo por

intermedio de su Hijo. Se ha hecho conocer de los
hombres por medio de Aceptar a Jesucris-
Cristo.
to equivale a recibir el mensaje del Padre; es lo
mismo que aceptar y conocer al Padre. Esta acep-
tacin exige el Hijo en nombre del Padre. El
mensaje que Jess anuncia, viene directamente del
Padre. "La doctrina que habis odo, no es ma, sino
del Padre que me envi". (Jn. XW-24). El que me
ama, observar mi doctrina, y mi Padre le amar, y
vendremos a l y haremos mansin dentro de l.*
(Jn. XlV-23). "Si no creis que Yo estoy en el
Padre, y que el Padre est en M, ved las obras
que hago. Las obras que el Padre me puso en
las manos para que las ejecutase, esas obras hago
Yo, y dan testimonio en mi favor, probando que me
ha enviado el Padre". (Jn. XI V-l l-V-36).
En suma: declaracin es formal de parte del
la
Padre y de parte del Hijo, Jesucristo es idntico a

Dios, porque es su Hijo. "Quien ve a Jess, ve tam-
bin al Padre. Cristo est enel Padre y el Padre
est en El. Nadie va Padre sino por Jesucristo.

al
El que conoce a Cristo, conoce tambin al Padre".
Cuando Felipe "Seor, mustranos al Pa-
dice:
dre, y eso nos basta", Jess le responde: "Felipe: quien
me ve a M, ve tambin al Padre. Tnto tiempo que
estoy entre vosotros y t dices an: mustranos al
Padre?- Yo soy en el Padre y el Padre es en M.
He aqu el gran testimonio de la identidad del

Padre con el Hijo, de Dios con Jesucristo. fJn. XIV-8)
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAftO 199
-LIV- CORDERO DE DIOS
$aj Jess de montaa de la cuarentena y

la
dirigise al lugar donde Juan estaba bautizando

Apenas Precursor, sealndole con el dedo,
le vio el
dijo: "He aqu el Cordero de Dios; he aqu el que
quita los pecados del mundo. Este es aquel de quien
os estaba diciendo: en pos de m, viene uno que ha
sido engendrado antes de m, porque exista antes
que yo- Y yo no le conoca, pero para preparar sus
caminos he venido yo bautizando con agua". (Jn. 1-29)
Juan llama a Jess "Cordero de Dios" porque
tiene conocimiento perfecto de la misin de Cristo,
Ungido de Dios, Salvador del mundo, a quien deba
redimirlo de las cadenas del pecado, mediante su sa-
crificio en era verdadero cordero, verdadera
la cruz;
vctima ofrecida a Dios por la humanidad.
El cordero pascual del rito judo fu figura del
Cordero de Dios, de Jesucristo, que vena a lavar los
pecados de los hombres con su sangre divina.
Este es el CORDERO DE DIOS, el Mesas
prometido, dijo el Bautista, "porque yo he visto al
Espritu Santo posarse sobre El. El que me envi a
bautizar con agua me haba anunciado, dicindome:
Sobre quien t vieres descender el Espritu de Dios,
ese es el que bautiza como Dios. Yo vi y por eso
doy testimonio de que Este es el Hijo de Dios, el
Cordero de Dios". (Juan 1-34)
Haba llegado hora de Jess. La misin del
la
Bautista termin con la presencia del Redentor. La
ovejita di pas al Cordero divino.
Jess no estuvo con Juan sino el tiempo ne-

cesario para recibir el bautismo y volvi a su reti-
ro. Al da siguiente, por la tarde, el Precursor
y
sus discpulos Andrs y Juan estaban comentando
el bautismo del Mesas y el testimonio del Eterno
Padre, cuando apareci Jess por el camino y lle-

g hasta ellos. Todos exclamaron; "Ah va el Corde-
ro de Dios".- Jess continu su camino. Entonces los
discpulos aconsejados por el Bautista, siguieron a
Cristo. Este, notando que le seguan, se detuvo y les
pregunt' A quin buscis?" Ellos respondieron:
"Rab, donde vives?", el Maestro les dijo: ''Venid
y veris"; El Evangelio termina la narracin indi-
cando que Andrs, Juan y otros le siguieron y se
quedaron con Jess, el Cordero de Dios. (Jn, \-35)
Fcil es comprender la bondad del Maestro con
estos primeros discpulos y cmo les hizo partcipes
de los secretos de su persona y de su misin en la
tierra. Quedaron prendados, del nuevo Maestro y con-
vencidos de que era el Mesas; Andrs, no pudiendo
contener su emocin, fu al da siguiente a su casa
y comunic a su hermano Simn: "Hemos hallado
al Mesas" y no contento con darle esta noticia, "le
llev a conocerle". El Rab de Galilea, el Cordero

de Dios, clav su mirada en el visitante y le dijo:
"T eres Simn, hijo de Jons; en adelante te llama-
rs Kefa, que significa Pedro...." (Jn, 1-41).) En esta
forma prepar Jess la piedra fundamental de su
Iglesia, la roca donde se harn pedazos las furias in-
fernales. As comenz el seminario apostlico. Estas
fueron las primeras flores del jardn donde el Cor-
dero se apacienta entre lirios y azucenas.
Al da siguiente parti Jess para Galilea. En
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAlslO 201
el camino encontr a Felipe y le dijo: "sigeme".

Felipe sigui al Maestro. Era de Betsaida, coterr-
neo de Pedro y Andrs, Felipe se encontr con Bar-
tolom y le dijo: "Hemos encontrado a Jess, el Me-
sas profetizado...." Bartolom despus de un colo-
quio ntimo con el Maestro, hizo profesin de fe y le
sigui; "Rab, T eres el Hijo de Dios.../' Jess con-
firm estas palabras diciendo: "En verdad os digo:
"Veris el cielo abierto y a los ngeles de Dios que
suben y descienden en torno del Hijo de Dios e
Hijo del Hombre" {Jn. 1-43 a 51 ). En esta forma
hizo su aparicin solemne y pblica el Cordero de
Dios, como le llam San Juan Bautista, y as ter-
min la primera escena de la vida evanglica de Je-
ss, verdadero Cordero de Dios, inmolado en el Altar,
donde los ngeles suben y bajan en perpetua adoracin.
202 El VERDADERO JESUCRSTO
LV- JESUS Y LOS ANGELES
jesucristo dijo una consoladora verdad agra-

deciendo al Apstol que sali en defensaade su Maes-
tro apresado infamante en Getseman: "Vuelve tu
espada a su vaina . porque si quisiera defenderme,
puedo pedir a mi Padre y tendr a mis rdenes ms
de doce legiones de ANGELES". (Mat. XXVI -53),
A su disposicin tuvo Jess a todos los ngeles
de la corte celestial como Creador y Seor del mun-
do espiritual. En el Evangelio encontramos conti-
nuamente intervencin de los espritus angelicales,
la
de quienes Dios se vale para cumplir los planes de

la redencin humana-
Un ngel se apareci en sueos al padre puta-

tivo de Jess y le dijo: "Jos, Hijo de David; no
temas Mara tu esposa, porque su concep-

recibir a
cin es del Espritu Santo.Dar a luz un hijo y le
pondrs por nombre Jess, porque El salvar a su
pueblo de sus pecados". (Mat. 1-20).
Luego que partieron los Magos al Oriente,

despus de su visita al Rey, cuya estrella les haba
trado, un ngel se le apareci a Jos y le orde-
n en nombre de Dios: "Levntate toma contigo al
Nio y a su madre y huye a Egipto, donde perma-
necers hasta que yo te avise, porque Herodes
buscar a Jess para matarle". (Mat. 11-13,}.
Muerto el tirano otro ngel del cielo orden
al Jefe de la Sagrada Familia que vuelva a Naza-
ret. "Vuelve a la tierra de Israel, porque han muer-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAflO 203
to los que buscaban la vida del Nio* (Mat. 11-19J.
El Evangelio concluye ia narracin de las ten-
taciones de Jess en el monte de la cuarentena,

con estas palabras; "Dejle entonces el diablo, y
lie aqu que los ngeles se acercaron a Jess y le
servan*. (Mat. IV-11)
Jess mismo habl de los ngeles en sus pre-

dicaciones - Cuando predice su segunda venida a la
tierra para juzgar a todos los hombres, dice: "'El
Hijo del Hombre vendr con majestad y gloria,
acompaado de todos sus ANGELES, y se senta-
r sobre su trono para juzgar, y todas las nacio-
nes sern congregadas en su presencia*, " Mat.
XXV-3L
Al hablar sobre el escndalo dijo: "que quien
escandaliza a un nio, ofende al ngel custodio, a
ese espritu celestial que est viendo el rostro del
Padre. (Mat. XVIil-iO).
En uno de sus discursos hace saber Jess, que

su relacin con Dios era ms estrecha de lo que
pensaban los circunstantes. "En verdad os digo que
veris el cielo abierto y los ngeles de Dios subir
y bajar en servicio del Hijo del Hombre". (Jn. 1-51)
Las barreras entre el cielo y la tierra haban desa-
parecido; los ngeles eran los mensajeros entre Je-
ss y el Padre que le haba enviado; suben y ba-
jan sirviendo a Cristo.
Cuando los saduceos proponen el asunto de la

resurreccin de la carne en conexcin con el matri-
monio, la respuesta que da Jess es: "Cuando resuciten
los hombres no se casarn, sino que sern como los

ngeles del cielo". (Marc. X11-25J.
Terminada la oracin de Jess a su Eterno

Padre en el huerto de los olivos, cuando la mate-
ria desfallece, un ngel conforta el espritu del
Seor. fLuc. XXI 1-43).
Un ngel interviene en la resurreccin de Je-
ss. "Despus del sbado, cuando comenzaba el pri-
mer da de la semana, Mara Magdalena y la otra
Mara, fueron a visitar el sepulcro. Y he aqu que
hubo un gran terremoto, porque un ANGEL del
Seor baj del cielo, e hizo rodar la piedra, y se
sent encima de ella. Su rostro brillaba como relm-
pago y su vestido era blanco como la nieve. De
miedo a l, temblaron los guardias y quedaron como
muertos. Habl el ngel y dijo a las mujeres: No
temis vosotras; s que buscis a Jess el Crucifica-
do. No est aqu, porque resucit conforme haba y
predicho...." (Mat. XXVI 11-1 a 6).
Por este orden, se suceden las citas evangli-

cas donde aparece un ngel, desde San Gabriel, el
mensajero divino de la encarnacin del Verbo en
las pursimas entraas de la Virgen nazarena (Luc.
1-26) hasta el anuncio del ngel a los videntes de
u
la Ascencin del Seor. Este Jess que ha sido
levantado de entre vosotros, y llevado al cielo, de
esta misma manera volver en el da del juicio...."
(Act. 1-9).
Los ngeles cantaron en la cuna de Beln

glorificando al Hijo de Dios -hecho Hombre y siguen
'HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 205
cantando a Jess triunfante en el cielo y eucars-

tico en la tierra, repitiendo el himno veinte veces
secular. ''Gloria a Dios en las alturas " que
del
nos habla San Lucas:* Se junt con el ngel una

muchedumbre de la milicia celeste, que alababan a
Dios del cielo y traian la paz a la tierra.
(Luc. 11-13.

-LVI- CRISTO Y LOS DEMONIOS
ân Mateo narra e siguiente episodio: "Fu

trado un endemoniado, ciego y mudo y Jess le r
cur. Con que todo el pueblo qued asombrado*

)o
y deca: este es el Hijo de David, e Mesas, Fê-
ro los fariseos decan: Este no lanza los demonios
sino por obra de Belzeb, prncipe de los demonios.
Entonces Jess les dijo: "Todo reino dividido en
bandos no subsistir. S satans echa fuera de s
a satans, es contrario a s mismo y no puede sub-
sistir su reino. Yo hecho los demonios en virtud del
espritu de Dios, porque ya el Mesas ha llegado a
vosotros., /' (Mat. XI 1-22-28J,
San Marcos cuenta lo siguiente que aconteci
al descender Jess del monte de la Transfiguracin
donde encontr a sus discpulos disputando con los
fariseos, por causade un energmeno, "Trajeron al
endemoniado y apenas v a Jess, cuando e esp-
ritu malo comenz a agitar con violencia al mucha-
cho poseso, que, tirndose contra el suelo, se revol-
caba echando espumarajos. Jess ante el tropel de
gente que haba acudido a presenciar el suceso, a-
menaz al espritu inmundo, dcindole: Espritu
sordo y mudo, yo te lo mando, sal de este mozo, y
no vuelvas ms a entrar en l. Dando un gran
grito y atormentando horriblemente al joven, sali
el demonio, dejando como muerto al poseso, de suer-
te que todos decan: le mat. Pero Jess cogiendo

de la mano al muchacho le ayud a levantarse y que-
d sano... " (Marc. 1X-19 a 26).
San Lucas describe con detalles los muchos ca-

sos de endemoniados curados por Jess. Refirindo-
u
se a Mara Magdalena dice: de la cual Cristo ha-
ba echado siete demonios". (Luc. VI 11-2)
La Sagrada Escritura, la Tradicin y la Fe son

los fundamentos para nuestras creencias acerca de
la naturaleza y existencia de los demonios. Son n-
geles rebeldes a Dios, su creador. Son los espritus
que no perseveraron en la verdad, segn frase del I
mismo Jess. (Jn. V111-44J.
Lucifer, y con l una gran parte de los espri-

tus anglicos, abusaron de su libertad, se subleva-
ron contra elCreador y fueron' alejados para sim-
pre de Dios y pagan en el infierno, el crimen de
su rebelin. Es opinin comn que los ngeles re-
beldes conocieran por revelacin la futura encarna-
cin del Hijo de Dios y se negaron a rendir la
adoracin debida al Hombre-Dios. De aqu les vie-
ne el odio furioso de los demonios contra Jesucris-
to y su obra redentora.
Miles de aos hace ya que los ngeles fieles es-

tn en posesin de la bienaventuranza, contemplan-
do en el cielo, la cara del Padre celestial
(Mat. VI 11-10), y los ngeles infieles o demonios
andan vagando por el mundo para perder a las al-
mas y acarrearlas a los infiernos. En tiempo de Cris-
to, Satans estaba ms suelto que ahora, por de-
cirlo as, y no solamente posea las almas, sino
tambin los cuerpos de muchos hombres.
San Pablo dice: "No tenemos que combatir so-
lamente contra la carne y el mundo, sino tambin
contra los espritus malignos que andan por el aire."
208 EL VERA C EfC JESUCRISTO
(Efes. Vl-13).- Segn el Evangelio, satans sedujo

a Judas para que vendiese y entregara al Maestro
en manos de sus enemigos. (Jn. Xlll-27j. Contra
el mismo Jess se atrevi el demonio en el monte
de las tentaciones. fMat. 1V-1J.
Numerosos son los pasajes evanglicos en los

cuales vemos la actitud de Jesucristo contra los
espritus malos que materialmente a los
posean
hombres, a quienes el Redentor vino a librar del
pecado y del demonio. Los Evangelistas nos han
dejado tambin el relato de la represalia diablica
ante el poder de Cristo.
"Un
da desembarc Jess en la ribera del
lago,en el pas de los gerasenos; fueron a su en-
cuentro dos endemoniados tan furiosos, que nadie
osaba transitar por el camino donde ellos tenan
sus cuevas, y empezaron a gritar, diciendo: Qu
tenemos nosotros que ver contigo, Jess, Hijo de
Dios? Has venido ac con el fin de atormentar-
nos?...." (Mat. VI 11-28;
Con su poder divino sac Jess del cuerpo del
endemoniado mudo a satans, dejndole sano y sal-
vo (Mat. IX- 32). As mismo libert del demonio
al ciego y mudo que narra San Marcos. 011-20 a
30) Igualmente a la hija de la Cananea, posesa de
satans desde mucho tiempo. (Mat. XV-22,).
"Una ocasin hallbase Jess en la sinagoga,
cuando se present un hombre posedo del demo-
nio inmundo, que gritaba, diciendo: Djanos en paz;
qu tenemos nosotros que ver contigo, oh Jess
nazareno?; has venido a exterminarnos?; ya sabe-
mos que eres el santo de Dios.- Jess increp al de-
monio, dicindole: calla y sal de ese hombre. Y el

demonio dej al poseso sin causarle dao. Los cir-
cunstantes atemorizados se conversaban unos a
otros y decan: El manda con autoridad y podero
a los espritus malos y le obedecen al instante."
Luc. (IV 33 a 37 j.
De estos y otros testimonios evanglicos se
deduce claramente la existencia de los demonios, el
poder divino de Cristo contra satans, el testimo-
nio que dieron los espritus malos acerca de la per-
sona y de la misin de Jess.
El demonio es de suyo mentiroso y padre de

la mentira, como dice Cristo, (Jn. VI 1 1 -44 ^ pero,
repetidas veces dijo la verdad en presencia del Se-
or, reconociendo su
divinidad, expulsado de sus
posesos por fuerza superior de Dios hecho hom-
la
bre, que vino a destruir el imperio de satans en
la tierra.
-LVII- JESUS OBRERO
a primera manifestacin de Jess en el Tem-

plo, a los doce aos de edad, fu pasajera. Des-
pus de los tres das de separacin de sus padres
y de su gozoso encuentro en Jerusaln, volvi el
Nio a Nazaret donde vivi sujeto a Jos y Ma-
ra durante treinta aos, edad en la que comenz
su vida de misionero de la Buena Nueva (Luc. 11-51).
Qu hizo Jesucristo en este intervalo de diecio-

cho aos?- El Evangelio nos dice nicamente que:
"creca en edad, sabidura y gracia, deiante de
Dios y de los hombres" y que "estaba sujeto a sus
padres". (Luc. 1 1-51). Dieciocho aos de vida oculta,
de hogar, rutinaria, de trabajo material; Jess pas
todo ese lapso largo de tiempo ayudando a su ma-
dre en los quehaceres domsticos y trabajando con
San Jos en la carpintera; vida de obrero. A los
treinta aos, Jess deba ser un buen artesano; co-
menz conociendo las herramientas, afilndolas y
cortando palillos, hasta que los dieciocho aos de
ejercicio le hicieron maestro de taller; obrero
perfecto.
La expresin "hijo del carpintero con la cual

designan a Jess sus coterrneos, nos indica que
San Jos ejerca este oficio, con el que ganaba el
pan para su y que Jess aprendi el mis-
familia,
mo arte. de padre a hijo, como
El oficio pas
sucede ordinariamente en los hogares pobres. Jos
puso todo afn en ensear su oficio a Jess; El
i
era el nico oficial o ayudante y El qued de maes-

tro y dueo del taller, a la muerte de su padre.
Jesucristo fu OBRERO, durante dieciocho

aos; como tal le conocieron los galileos.
Cuando le vieron convertido, de la noche a la
maana, en predicador, decan sus paisanos: "Por

ventura no es ste el hijo del carpintero, hijo de
. Jos?; no es ste el obrero de Nazaret...
(Marc. VI-3j.
Humanamente con bastante lgica

hablando,
dijo Natanael a su amigo Felipe que alborozado le
avisaba el encuentro con Jess de Nazaret, a quien
crea el Mesas profetizado: "De Nazaret y de un
taller de carpintera puede salir algo bueno? ...." .
fJuan 1-46;.
Pues de una carpintera sali el obrero que
s,
transform al mundo, que redimi a la humanidad,

porque ese Obrero era Dios humanado.
Redentor y Maestro del gnero humano,

Dios,
pas la mayor parte de su vida en la tierra, como <
aprendiz y como maestro de un taller de carpinte-
ra, como obrero, en toda la acepcin de la palabra.
Bossuet dice al respecto: "Tres das dur la

\ pasin de Cristo; tres aos su enseanza evanglica
y Pblica; pero treinta aos nos ense desde un
taller, en una aldea, entre gentes sencillas, ocupa-
do en el trabajo, sin nombre y sin ruido. Oh
taller del artesano Jess! Eres leccin para los
obreros, meta e ideal para los que ganan el pan
con el trabajo de sus manos. Por t es amable la vi-
da para los artesanos, por t sonre el campesino
que come el pan con el sudor de su frente. Oh

taller de Jess Obrero! Ctedra amorosa de Cristo;
no eres lugar de sacrificios, sino trono de sabidura
desde donde ense el Obrero de los obreros, el
Maestro de los artesanos "
El autor de "El Drama de Jess" dice al re-

ferirse a Jess Obrero: "Experiment el dolor y
la alegra de ganarse el pan con el sudor de su
frente, con el esfuerzo de sus manos. Esas manos
que bendecirn a los nios, curarn a los leprosos,
resucitarn a los muertos y absolvern a los peca-
dores, esas manos sintieron ms de una vez el mor-
disco de la sierra que se desva, el golpe del mazo
y el peso de los tablones. Manos de un carpintero
de aldea, donde trabajo es duro y mal retribuido.
el
Todos atardecer y sobre todo las vspe-

los das al
ras de fiesta, barre Jess las virutas, pone en orden
los instrumentos de trabajo y lleva sobre sus hom-
bros las piezas terminadas para entregar a los
clientes. Mira si quedan satisfechos o si hay algo
que corregir y recibe el precio de la obra, para
entregar a su madre.
Fu obrero de la materia, antes de ser obrero

del Fu pobre antes de llamar a los po-
espritu.
bres al Reino de los Cielos...."
Indirectamente dice el mismo Jess que fu

obrero y carpintero, porque de la abundancia del
corazn habla la lengua, y ordinariamente se trae
a colacin en los discursos lo que se conoce prc-
ticamente, pero Jess en las parbolas se refiere
al rbol, a la casa edificada sobre piedra o sobre
\
\ HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 213
la arena nos habla de leo verde y

(Luc. V1-47J;
seco, de vigas, de obreros que fabrican (Luc. VI-
41 -XXI 1 1 -31 ^ etc; luego podemos concluir que el
el Predicador fu antes Carpintero. Esta conclusin,
apoyada en el relato evanglico y en la tradicin
nos hace ver a Jess Obrero y Artesano, pobre,
esclavo de su trabajo de sol a sol, durante diecio-
cho aos.
-LVIII- JESUCRISTO CAMPESINO
egn el diccionario, campesino es el hombre

que vive o trabaja en el campo.
Jesucristo fu "campesino" porque naci en el
campo; vivi en una aldea, y trabaj en el campo,

cultivando el huerto propio o ajeno, como acostum-
braban los galileos.
Es campesino por nacimiento que no naci

el
en una ciudad o siquiera en un pueblo de impor-
tancia. Jess vi la luz primera en el campo; naci
en las afueras de un poblado; calentaron su cuna
un buey y un asno, animales del campo; sus prime-
ros adoradores fueron campesinos, pastores que pa-
saban su vida custodiando sus rebaos. (Luc. 11-8,)
Jess, es pues, perfecto campesino, por nacimiento.
Lo tambin porque vivi en el campo. Trein-

es
ta aos enteros de vida, los pasa Jess en Na-
zaret, pueblo de poca importancia, segn Natanael.
fJn. 1-46). Gente del campo se dice a la que reci-
de en una aldea y sale a la ciudad para llenar sus
necesidades materiales y morales. El campesino de-
be acudir a la ciudad para sus compras de alimento
y vestido, para curar sus enfermedades, para asis-
tir a escuelas y colegios, para asuntos judiciales,
para tratar con las autoridades eclesisticas y civiles.
Jess interrumpi su vida aldeana, para ir con

sus padres a la ciudad, cuando apenas tuvo doce
aos. (Luc. 11-42/ Cada ao sin falta, y algunas
veces en el ao, siempre que podan, con motivo de
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAND 215
las fiestas religiosas, haca este viaje la sagrada fa-
milia. Con frecuencia San Jos y Jess tenan que

acudir a Jerusaln para proveerse de lo necesario
para la vida, para comprar herramientas, para pa-
gar los tributos y ofrecer sacrificios en el Templo.
Es campesino el hombre que se dedica a la
agricultura, que trabaja la tierra. Jesucristo fu un

campesino autntico; cultiv con sus brazos la tie-
rra nazarena.
Es de presumir que de Jos y Mara,

la casita
trasladada prodigiosamente, edad media, a la

en la
ciudad de Loreto, en Italia, era^ en Nazaret a la

manera de las que entonces y ahora se fabrican en
Galilea; una casita blanca, cuadrada, dentro de un
jardn y de un huerto sembrado de naranjos, gra-
nados y olivos. Tal vez no tena el pozo de agua
propio de la familia y Jess o su Madre y a veces
ambos iban a traer el agua de la fuente pblica,
para las necesidades caseras.
En ese jardn y en ese huerto sembr Jess,

cuid las flores y cultiv los rboles, por la aficin
que tena a las plantas y como descanso a las ho-
ras de taller. Sus parientes y amigos posean gran-
jas donde iba el Hijo del Carpintero a cultivar la
tierra,ganndose el jornal diario para ayudar a su
madre en la economa familiar. Alternaba con el
arador guiando la reja, sembraba, se pasaba hasta
avanzado el da arrancando la cizaa, se compro-
meta a ayudar en las cosechas. As pas la vida
de Jess de los doce a los treinta aos, alternan-
do entre el taller y la agricultura, pero siempre
trabajando.
"Jess fu campesino, dice el Padre Jesuta

Julio Martnez, porque am el campo, porque a la
experiencia del trabajo de la vida casera, aadi la
experiencia de la agricultura. mayor parte

Vivi la
de sus aos viendo cmo verdean los pmpanos

sobre los sarmientos secos de las vides, y cmo
penden los racimos rubios y morados, alegra de
los vendimiadores. Vi echar por tierra el grano
de trigo, que morir y resucitar despu en una espiga
colmada. Ha visto las bellsimas tonalidades rojas,
amarillas y moradas de los lirios en la primavera.
Ha observado la diminuta semilla, que apenas se ve
sobre la palma de la mano y la higuera que cu-
bre con su ramamje la casa del pobre. Ha segui-
do con especial cario la vida de los pastores y
de sus rebaos. Ha contemplado el vuelo de los
pajarillos que cruzan el espacio buscando el ali-
u
mento diario
Perfecto conocedor del campo fu Jesucristo;

por eso en su predicacin habla de vias, he hi-
gueras, de lirios, de semillas. Sus parbolas estn
basadas en la agricultura; tratan acerca del rbol,
de los trigales, de* la cizaa, de los graneros, de
los tesoros escondidos en el campo. El mismo se
compara al buen pastor, a la vid, a la gallina que
cuida de sus polluelos y los cobija bajo sus alas,
apenas amenaza la tormenta.
En una palabra, Jess no solamente fu arte-

sano, sino tambin agricultor y pastor de aquellos
animales domsticos que integran el hogar del al-
deano y que viven en el campo pastgreados por
su dueo Jess campesino fu la flor en el cam-
po nazareno y es el lirio entre las espinas del

mundo.
(Mat. VI 1-16) fMarc. 1V-31J (Luc: XI 11-6)
(Juan X-l-Xll-24;Mat. XI 1 1-31-24-XX-1J Luc.Xll-
16-V111-4) Mat. XI 11-43) (Juan XV-1).
-LIX- JESUS MAESTRO
â primera vez que Jesucristo se present

en pblico fu en la sinagoga de Cafarnan, un
da sbado.
El Evangelio nos dice; "ense y todos se

maravillaron de su doctrina, porque hablaba como
MAESTRO que tiene autoridad, y no como los
escribas. (Marc. 1-21 y Luc. 1V-31J.- Los escribas
eran para los judos los maestros por excelencia,
los profesores, fillogos y juristas del pueblo; ellos
formaban, educaban y enseaban a los jvenes que
queran ejercer el magisterio escriturario. Su mto-
do era oral y memorista. El discpulo deba apren-
der de memoria grandes trozos de los Libros sa-
grados, para resumirlos en la clase y sacar las
conclusiones. Cuando enseaban al pueblo hacan
gala de erudicin con las innumerables citas escri-
turarias que traan a colacin. No cabe duda que
los escribas estudiaban a fondo las Escrituras;
eran hombres ilustrados, pero el hdo flaco estaba en
la mala interpretacin. Seguramente esto notaba el
pueblo, que parangon a los escribas con Jess y
sac la conclusin de que aquellos enseaban sen-
tando premisas rutinarias y a veces falsas, mien-
tras que El enseaba e interpretaba la Escritura
de acuerdo con la realidad objetiva de los hechos
y la doctrina que expona era con conocimiento de
causa y con dominio absoluto del tema.
Jess enseaba como verdadero Maestro; los

escribas argumentaban con el "magister dixit", sin
autoridad.La fuerza del magisterio de Cristo le

u
viene de Dios. Mi doctrina no es ma, dice, sino
de mi Padre celestial".- Slo a Jess corresponde
en verdad, el ttulo de Maestro; es ei nico Maes-
tro, como dice San Pablo; Maestro infalible, cami-
no recto, verdad inconcusa, luz para toda inteli-
gencia; sus palabras sern siempre .palabras de vi-
da eterna. El que siga sus enseanzas no anda-
'
r jams en tinieblas", ("Juan VI 1 1-12 "Jess ha ;
venido como el Sol, para alumbrar a os que yacen

en las tinieblas y en las sombras de la muerte;
para enderezar nuestros pasos por el camino recA
to de la justicia y ia paz".
Jess dice expresamente: "Uno so o es vuestro

Maestro y vosotros todos sois discpu'os" (Mat.
XXI 118,). Con el ttulo de Rab era conocido en
Palestina y Maestro llamaban a Jess los Apstoles,
los doctores de la Ley, las turbas, los escribas y
fariseos, porque todos quedaban admirados de las
verdades que salan de su boca.
Propia del Maestro es la ciencia y la ciencia

de Cristo fu perfecta. Como Dios fu omniciente
y como Hombre tuvo la ciencia infusa y ia adquiri-
da, en grado supremo.
El Divino Maestro se presenta al mundo au-

reolado con doble ciencia: la divina y la humana;
ensea como Dios; sus palabras son de vida eter-
na; penetra ms all de la inteligencia de sus oyen-
tes; llega a su alma para conducirlas a la visin
beatfica; pero habla com Hombre, para ser en-

tendido por los hombres. Los mismos sayones y
verdugos enviados por los Magistrados para pren-
der a Jess, vuelven sin cumplir su cometido y es-

pantados de sus enseanzas, repiten: "Jams hom-
bre alguno ha hablado como este" (Jn. VI 1-46).
Jess nunca escribi sus lecciones; ense de

viva voz y con el ejemplo; no quiso poner dentro
de los moldes de letras su doctrina divina. En su
Magisterio oral resplandecen las cualidades del
perfecto Maestro: claridad de conceptos, sencillez
de expresin, adaptacin auditorio, orden y re-
al
capitulacin. De algunas de estas cualidades se ha

ocupado primorosamente el Padre Longhaye S. J.,
en un artculo titulado "UN RASGO DE CRISTO"
que lo reproducimos en el siguiente captulo para
deleite espiritual del lector.
Es propio del maestro ENSEAR y el Evan-

gelio dice de Jess: "Enseaba en las sinagogas y era
estimado y honrado de todos". (Luc. V-15).
Del Maestro dice Jesucristo: "No debis que-

rer ser llamados MAESTROS; porque uno solo es
vuestro nico Maestro, Cristo, es decir Yo".
(Mat. XXI 11-10).
De los falsos maestros dice Jess: "Los es-

cribas y los fariseos estn sentados en la ctedra
de Moiss. Practicad que os ensearen, pero no
lo
imitis su conducta; porque ellos dicen lo que se

debe hacer y no lo hacen. Buscan los prime-
ros asientos en las sinagogas y quieren ser salu-
dad6s por todos y que los hombres les den el t-
tulo de MAESTROS. Vosotros, mis discpulos, por

el contrario, no habis de querer ser llamados
maestros, porque uno solo es vuestro Maestro y
todos vosotros sois hermanos y discpulos." (Mat.
XXI 11-1 a 9).
Jesucristo ha sido, y ser el nico MAESTRO

de la humanidad.
-LX- CUALIDADES DEL MAESTRO
J^-o tenemos palabra escrita y sellada por

el MAESTRO, pero la que le atribuye el Evange-
lio tiene toda la autenticidad para darnos idea del
natural y hacernos comprender con toda viveza su
estilo, su entonacin, su manera de ensear........
Su HUMANISMO: -Es un hombre que habla

a los hombres y lo hace por una perpetua compa-
racin entre el mundo de los espritus y el mundo
de los cuerpos, entre la verdad abstracta y el em-
.blema sencible. Esta es la nota caracterstica de
'
todosj sus discursos y ms que nada de sus par-

bolas. sembrador, el grano de mostaza, la le-
El
vadura mezclada con la masa-......., son como pe-
rennes smbolos de la vida espiiitual, de sus obras,
de sus peligros, de sus esperanzas, de su fin su-
premo. Jess hizo de la naturaleza el espejo fiel
de la gracia El, por este camino eleva la tie-
rra y baja los cielos, obrando la reconciliacin.
ASI ENSEABA: -''Ved como crecen los li-
rios del campo: no trabajan, ni hilan... " observa-

cin sencillsima que provoca una porque
sonrisa,
despierta en nosotros la suposicin contraria y nos
incita a corregirla. "Pues bien, contina el Maes-
tro, Yo os aseguro que Salomn en toda su glo-
ria, jams se visti como uno de ellos". -Aqu el
pensamiento se eleva sin esfuerzo, en presencia de
una imagen nueva y grandiosa, que forma con lo
gracioso de la introduccin un contraste sbito, pe-
ro natural y altamente potico. Luego la escena
cambia bruscamente. Ese lirio ms magnfico en su
V
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAN3 223
Cndido atavo que el ms magnfico de los reyes

de Israel, se convierte en hierba despreciable, en
heno vil; hoy se mece a los rayos del sol y maa-
na est reseco, slo sirve para el horno. Nuevo
contraste, pormenor preciso, obvio, inexorable, que
destroza, o mejor, transforma la poesa del primer
cuadro, porque hace caer sobre la gracia y el bri-
llo efmero, una nube de desdn. En tres verscu-
los nos presenta tres imgenes deslumbrantes y

nos comunica tres impresiones diversas, pero para
abrir las puertas del alma a la enseanza moral y
hacerla, por eso, ms fuerte.
LA SENCILLEZ: Jesucristo ense las cosas

grandes con tal sencillez que parece que no las
hubiese pensado, y con tal clarividencia que se
echa bien de ver lo mucho que haba pensado en
ellas..... .. En sublime es continuo, sereno
Jess, lo
y brota del manantial en cauce henchido, pero sin

hervor, ni murmullo. Es un relmpago en su mayor
esplendor, pero un relmpago prolongado, inmvil
y "tan dulce que los ojos le contemplan sin esfuer-
zo y sin notar su presencia hasta que se retira.
Sencillez en lo sublime.
SERENIDAD: -La sencillez es una consecuen-

cia natural de la serenidad. Si Jesucristo sabe po-
ner la verdad ms elevada al alcance popular es.
entre otras razones, por la serenidad con que en-
sea....... Para el Maestro no hay ni sorpresa en
la contemplacin, ni dificultd en la expresin de
lo sublime.... Nos cuenta la Buena Nueva con la
seguridad tranquila del que sabe porque ha visto,
o ms bien, porque nunca cesa de ver la verdad
que ensea.... ...
224 EL VERDADbRO JESUCRISTO
ESTOICO?-... -Es decir que ignora la adminis-

tracin, el entusiasmo, cosas tan perfectamente
humanas? -Nada de eso. Uno de los rasgos ms
admirables de su carcter es que nunca afect la
impasibilidad de un estoico. Jess no se admira ni
palpita de gozo por la exaltacin de la mente ante
una verdad sublime, sino ante la bondad del cora-
zn, ante la belleza de las almas sencillas y ante
el misterio de la gracia, que tienen para ellas la
predileccin de revelarles la verdad. Si slo se tra-
ta de enunciar esa verdad en s misma, vuelve a
recobrar su calma, su imperturbable serenidad. Le
vemos lleno de los secretos de Dios.... y habla de
ellos como quien ha nacido en esos secretos gloriosos-..
Sencillez en lo sublime, pero hay que aadir,

serenidad en lo sublime, humanidad en la relacin y
nada de estoicidad. -Nunca ense un hombre co-
mo este Hombre-Dios. Nadie ha hablado como
hablaba Jesucristo".
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 225>
-LXI- LECCIONES
Juramentos. -(Mat. v-33;. "Habis odo

que se dijo a los antiguos?: No perjurars, sino que
cumplirs al Seor tus juramentos. Pero yo os
digo que de ningn modo juris, ni por el cielo,
porque es el trono de Dios; ni por la tierra, por-
que es el escabel de sus pies; ni por Jrusaln,
porque es la ciudad del Gran Rey; ni jures por tu
cabeza, porque no puedes hacer tus cabellos blancos
o negros, a tu antojo...."

"Vuestro modo de* hablar ha de ser: S, s; no,

no. Y lo que pase de eso es malo".
ADULTERIO. -(Mat. V-27J. -"Habis odo que

se dijo a los antiguos: No cometers adulterio. Mas
yo os digo que todo que mire a una mujer pa-
el
ra desearla, ya ha cometido adulterio con lla en
su corazn. Si, pues, tu ojo derecho te escanda-
liza, es decir, te hace caer en pecado, arrncalo y
chalo de t; porque ms te conviene que se des-

troce uno de tus miembros, que no, que todo tu
cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano de-
"
recha te escandaliza, haz lo mismo
JUICIOS. -(Luc V1-37J. -"No juzguis y no

seris juzgados; no condenis y no seris conde-
nados. Perdonad y seris perdonados. Porque con
el juicio con que juzguis se os juzgar, y con la
medida con que midis se os medir. Cmo ves
la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga
en el tuyo? Hipcrita, saca primero la viga de tu
ojo y luego mirars cmo sacar la paja del ojo de

tu hermano".
ORACION. -fMat. VI 1-7). -Pedid y se os dar;
buscad y hallaris; llamad y se os abrir. Porque
todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al
que llama se le abrir.
No hay alguien entre vosotros su hijoque si
le pide pan, de una piedra y si le pide un pez,

le
le de una serpiente. Si pues vosotros, siendo ma-

los, sabis dar a vuestros hijos los bienes que pi-
den, cunto ms dar bienes, a los que se los pi-
"
den, vuestro Padre que est en los cielos
FE Y OBRAS. -fLuc. Vl-46)! -No todo los que

me Seor! entrarn en el reino de
dicen: Seor,
los cielos, voluntad de mi Pa-
sino el que hace la
dre celestial. Para qu me llamis, Seor, Seor!
si no hacis lo que os digo ?"
INTENCION -"Cuidad de no
-(Mat Vl-1 a 8J.
practicar vuestra virtud con el fin de ser mirados
por los hombres. -Cuando haces limosna no avises
a todos con bocina, para ser glorificados por los
hombres, como hacen los hipcritas. Que tu mano
izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha,
para que tu limosna quede oculta, y tu Padre ce-
lestial, que ve en lo secreto, te lo pagar. Cuando
oris, no seis como los hipcritas, que gustan orar
de pie en las sinagogas y en las esquinas de las
calles, para ser vistos de los hombres. T, al con-
trario, cuando ores, entra en tu aposento, corre el
cerrojo de la puerta, y ora a tu Padre que est
en el cielo, y el Padre te oir. -No abundis en
palabras en vuestra oracin, como los paganos, que
se figuran que por mucho hablar sern odos; vues-

tro Padre sabe vuestras necesidades, antes de que
se lo pidis."
AYUNO. -(Mat. VM6J' -"Cuando no ayunis

pongis cara triste, como que fingen
los hipcritas,
un rostro esculido para que las gentes noten que
estn ayunando; en verdad, os digo, ya tienen su
paga. Mas t, cuando ayunes, perfuma tu cabeza
y lava tu rostro, a fin de que tu ayuno sea visto,
no de las gentes, sino de tu Padre que ve en lo
secreto y El te pagar."
VALOR DEL ALMA. -(Mat XV1-24;. "Si al-

guien quiere seguirme, niguese a s mismo, y lleve
su cruz y siga tras de M. Porque el que quisiere

salvar su alma, la perder; y o,uien pierde su alma
por mi causa, la salvar. Porque, de qu sirve al
hombre, si gana el mundo entero, mas pierde su
alma? O qu podr dar el hombre a cambio de
su alma?"
LA DIVINA PROVIDENCIA. -(Luc XI 1-22/

"No demasiado por la vida, [pensan-
os acongojis
do qu habis de comer?, ni qu habis de vestir?
Considerad las aves del espacio, que no siembran,
ni siegan, ni tienen despensa ni graneros, y Dios
las sustenta. Cunto ms valis vosotros que las
aves? -Considerad los lirios del campo cmo crecen;
no trabajan, ni hilan; pero yo os aseguro que ni
Salomn en toda su gloria se ataviaba como uno
de ellos. Pues, si a las flores as engalana Dios,
cunto ms a vosotros, sus hijos? -No andis, pues,
demasiado preocupados, ni azorados, pensando qu
vais a comer o qu vais a beber, porque ya sabe
vuestro Padre que tenis necesidad de ello. Bus-

cad primero el de Dios y
reino despus vendrn
"
todas esas cosas por aadidura
Estas lecciones divinas no tienen comentario;

basta meditarlas para que nos aprovechen en la
vida diaria.
-LXII- EL MAESTRO DE LA
DOCTRINA SOCIAL,
Jess es el autor de los grandes ideales de
regeneracin social. En su predicacin evanglica
lanz al mundo las ideas cumbres y sent los prin-
cipios bsicos del orden social. La doctrina social

cristiana es sublime, pero casi nadie la practica.
En la vida diaria olvidamos las "Bienaventuranzas"
evanglicas; consideramos felices a los ricos, nos
inclinamos ante los soberbios, la caridad es un mi-
to y la misericordia est reemplazada por el egos-
mo. -Buscamos todo, menos el Reino de Dios y su
Justicia.
Estamos en el momento de la revolucin so-

cial, pero no queremos que esta sea cristiana. Esto
dijo el inmortal Po XI en la "Quadrogsimo anno":
''Ser intil todo afn de regeneracin social si no
vuelven los hombres franca y sinceramente a la
doctrina del Evangelio, es decir a los preceptos
de Aquel que tiene palabras de vida eterna, pa-
labras que an pasando el cielo y la tierra, nunca
pasarn y siempre sern de actualidad".
Si no tuviramos al Maestro de la doctrina

social, a Jesucristo, pudiramos resolver
pro- los
blemas sociales a nuestra manera humana y median-
te la ONU
y otras sociedades, faltas de caridad y
huecas de justicia, pero, Cristo habl y ense y
no nos queda otro camino sino seguir las normas
sociales del Evangelio, para llegar triunfantes a la

reforma de la vida social.
La desigualdad de las riquezas es un proble-

ma mundo. Jess mismo lo admiti
insoluble en el
al decir que "siempre habr pobres" (Jn. XI 1-8,).
Los hombres no pueden ser igualmente ricos, por-
que no todos son igualmente inteligentes, activos y
laboriosos para adquirir, ni sobrios y previsores pa-
ra conservar. Adems, est matemticamente de-
mostrado que las riquezas del mundo repartidas
igualmente, dara a cada individuo un mnimun in-
suficiente para la vida,por otra parte,

y vendra,
un desequilibrio social por el agotamiento de todos
los grandes trabajos que concurren al progreso y
bienestar de la humanidad.
Siempre habr ricos y pobres y siempre unos

y otro deben trabajar para su provecho personal y
para el mejoramiento social, pero viene el egosmo
y el orgullo como fuente de avaricia, de donde na-
cen la injusticia y la falta de caridad.
Justicia y caridad, dos virtudes predicadas

constantemente por Jesucristo y que deben tener
su raz en el amor para que den frutos sociales.
"Amaos los unos a los otros" es la solucin de

todo problema relacionado con la cuestin social,
ah est el secreto para practicar la doctrina so-
cial cristiana.
Siendo el hombre nicamente el depositario, el

gerente de los bienes que Dios pone en sus manos,
se le pedir una cuenta severa del empleo que haya

hecho de ellos, en virtud de su libre albedro. Uno
de los malos usos consiste en hacerlos servir ni-
camente para su satisfaccin personal, en no ha-
cerlos fructferos para los prjimos. BENE FA-
CERE, hacer el bien debe ser el ideal del rico
cristiano, de conformidad con el lema evanglico.
De Jess se dice que "pas haciendp el bien", y
esta misma es la norma de la doctrina social cris-
tiana. La beneficencia es una de las mejores ma-
neras de emplear bien la fortuna, porque cumple
con la doctrina enseada y practicada por el Divi-
no Maestro, porque hace reales en la tierra las
obras de misericordia espirituales y corporales man-
dadas por Jess; la beneficencia consuela la miseria,
apacigua el hambre, guarda del fro, da asilo al
que no tiene, cura al enfermo, ensea a los igno-
rantes; es, en una palabra, un manantial de agua
vivificadora que se riega en beneficio de los meneste-
rosos.
La parbola de los (Mat. XXV- 14) a

talentos
SO) es la enseanza cristiana de la doctrina social.
El servidor que esconde en la tierra el oro que le
ha confiado su amo, es la fiel imagen de los ma
los ricos, en cuyas manos la fortuna es improduc
tiva; a esos les pedir cuentas el Seor porque no
tuvieron ni justicia, ni caridad con los hombres. Si
en tiempos de Jess hubieran existido os proble-
mas sociales de ahora, de ellos nos hubiera ha-
.
blado el Seor; pero como no haba necesidad de

justo salario, de salario familiar, de cdigo de tra-
bajo, de sbadoMngls, de sobretiempo, de huelgas
y de tantas otras cosas relacionadas con la cues-

tin social, nada dijo de todo eso, o mejor dicho,
Jesucristo ya previ todo y dijo todo, dndonos el
mandato del amor cristiano, que es la base de la
justicia y de la caridad, de donde debe nacer la
verdadera doctrina social.

-LXIII- EL EVANGELIO Y LAS RIQUEZAS
Jô queris amontonar tesoros en la tierra,
dijo Jess, porque donde est vuestro tesoro, all
est tambin el corazn". (Mat. Vl-19). Uno de los

repetidos "ayes" que salieron alma de Cristo
del
u
fu:
ay de los ricos"! (Luc.V1-24J. -Los ricos
olvidan con frecuencia el mximo precepto del -
vangelio: "Amars a tu prjimo, como a t mismo''
(Luc. X-25j. -Deber de "dar de comer
los ricos es
a los que tienen y hambre
no tienen con qu sa-
ciarla; vestir al haraposo; curar a los enfermos;
facilitar un pedazo de tierras de su latifundio al
que quiere trabajar; es decir, favorecer al pobre,
porque el rico no es ms que el mayordomo de la
casa de Dios, el despensero de los bienes que la
Providencia ha puesto en sus manos, para distri-
buirlo entre los menesterosos.
Las riquezas tienen una funcin social que mu-

chas veces no cumplen porque las impiden los ma-
los ricos, de quienes dijo Jess: "Ms fcil es que
pase un cable por el ojo de una aguja antes que
salvarse un rico". (Mat XlX-24).
"Misereor super turbas" fMat. XV-32), exclama

Jesucristo, compadecindose de la mayora de la
humanidad que sufre econmicamente; se apena
viendo la desigualdad de fortuna entre los hombres.
Opulencia y despilfarro por una parte; hambre y
miseria, por otra. Es tnta la falta de caridad y
de justicia en la tierra, que el Seor exclama:
Bienaventurados los que ahora tenis hambre, por-
que un da seris saciados; los que ahora lloris,

porque despus reiris". (Luc. Vl-21. -"Ay! de voso-
tros los ricos, porque ya tenis vuestro consuelo
en este mundo; ay! de vosotros los que andis har-
tos, porque sufriris hambre; ay! de vosotros los
que ahora gozis, porque un da lloraris- ....."
(Luc. Vl-24).
Actualmente "no se ama a Dios sobre las ri-
quezas", sino que se prefiere el oro a la virtud;
ste vale ms que el honor, que el talento, que la
santidad, que Dios mismos. En estos tiempos, de
acomodo, de contemporizacin, de respeto humano,
se pretende "servir a dos seores" y fcilmente
se dobla la rodilla ante el "becerro de oro" y se
vende a Cristo "por menos de treinta monedas".
Sin embargo, Jesucristo sigue clamando: "Nadie
puedex servir a dos amos, a Dios y al dinero" y
"Los que ponen su confianza en las riquezas, no se
salvarn". -(Marc. X-24 y Luc. XV1-13;.
Recordemos que "los cielos y la tierra pasarn

pero no las palbras de Dios" contra los malos ri-
cos y las riquezas mal administradas- Por algo dijo
el Maestro: "No amontonis tesoros en la tierra,
donde la polilla y la herrumbre los destruyen y don-
de los ladrones horadan los muros y roban. Amon-
tonad tesoros en el- cielo, donde ni polilla, ni he-
rrumbre destruyen, y donde los ladrones no hora-
dan, ni roban...-" (Mat. Vl-19). -"Nadie puede ser-
vir a dos amos: a Dios y a las riquezas. (Mat. Vl-
24). -"Guardaos de la avaricia, por la demasiada
abundancia de riquezas, pues no depende la felicidad
de la vida del hombre de la abundancia de los
bienes que l posee." -(Luc. XI 1-15).
1
Vigil y Papini "Cuntos millares y mi-

dicen:
llones de hombres siguen creyendo que viven slo
para amontonar riquezas y con ellas esperan la
dicha de los goces fsicos Cunto padecen estos
pobres, cuando la experiencia les muestra que la
vida es algo ms que el goce de los bienes mate-
riales Porque, bueno es vivir, luchar, triunfar
en los trajines de la vida, pero esto no es todo.
Acaso vivimos nicamente para el regalo de nues-
tros sentidos. Acaso un hombre puede sentirse feliz
al morir, sin otros bienes que sus tesoros materiales?
-La vida del hombre consiste sobre todo en los te-
soros del espritu. Esta es la gran riqueza que le
consolar en la muerte- ..."
"El espritu oro son dos patrones que

y el
no toleran divisin ni comunidad. Son celosos: quie-

ren el hombre entero. Y el hombre, an querindolo,
no se parte en dos. El oro, para quien sirve al
espritu, es una nada; el espritu para quien sirve
al oro, es una palabra sin sentido.
Quien elije al espritu arroja el oro y todas las

cosas que se compran con el oro. Quien desea el
oro suprime al espritu y renuncia a todos los be-
neficios espirituales.... El primero es un pobre que
nunca consigue consumir su infinita riqueza; el otro
es un rico que no logra jams evadirse de su infi-
nita miseria. El pobre posee, por la ley misteriosa
de la renunciacin, hasta lo que no es suyo, es
decir el universo entero; el rico, por la dura ley del
eterno deseo, no posee ni siquiera lo poco que cree
suyo......."
LXV- FUNCION CRISTIANA DEL ORO

Sûe las riquezas tienen una funcin social
en la tierra, es innegable. No est el or en el
mundo para ser guardados en los cofres del avaro,

ni sirve el dinero nicamente para que el rico go-
ce de todas las comodidades reales e imaginarias,
ni son las riquezas para que pasen como herencia
de una familia a otra, en latifundios inservibles so-
cialmente. El oro debe cumplir con una misin y
esta es: beneficiar a la humanidad, convertido en
alimento, en vestuario, en vivienda para el menes-
teroso; trocado en hospitales para los enfermos; en
casa-cunas para los nios; en escuelas para los ig-
norantes; en beneficencia para los necesitados. Ya
lo dijo la Verdad infalible: "guardad vuestros teso-
ros en el cielo, donde no hay polilla, ni ladrones"
fMat. VI-19). En el cielo se guardan las riquezas,
cuando en la tierra se hacen buenas obras con ellas.
De lo contrario, el oro, con toda la felicidad que
acarrea en este mundo, no servir sino para des-
gracia eterna.
en la Parbola del rico

Jesucristo ensea esto
Epuln y del pobre Lzaro. (Luc. XVI -19). -Erase
un hombre muy rico, que vesta de prpura,, ban-
queteaba opparamente todos los das, viva entre
sedas en lujosos palacios, se diverta en toda for-
ma y de todos modos, era adulado y servido por
muchos vasallos Al mismo tiempo, viva un
pobre, llamado Lzaro, el cual, cubierto de llagas,
yaca a la puerta del rico, vestido de andrajos
deseando saciar su hambre con las migajas que caan

de mesa del poderoso, despreciado de
la todos; ni-
camente los perros venan y laman sus llagas
Sucedi, pues, que muri pobre y fu llevado
el
por los ngeles, al cielo, porque era bueno; muri

tambin el rico, y fu sepultado en el infierno, por-
que era malo.... Desde lo profundo del abismo, en-
tre sollozos y lgrimas, clamaba a Dios que se com-
padeciese de su infortunio. Vea a Lzaro en la
gloria y peda que ste le aliviara en sus tormen-
tos, siquiera bajando con la punta de su dedo mo-
jado en agua, para refrescar su lengua que se con-
suma en llamas. -La respuesta de Dios a los cla-
mores del desventurado rico era siempre la misma:
"Acurdate que t, gozaste en la vida de toda
clase de bienes de fortuna y de completa felicidad
y que Lzaro careci de todo. Ahora l es aqu
consolado, y t, afligido. Adems, entre t y l,
existe un abismo infranqueable........"
Cun sublimes son lasenseanzas de esta pa-

rbola! La principal es que las riquezas tienen una
funcin social en el mundo; esto nos muestra la
terrible mudanza de fortuna y de suerte, entre el
rico y el pobre, en esta vida y en la otra! -Jesu-
cristo, al exponer esta significativa parbola, tuvo
presente a los malos ricos que se sumergen en
placeres, mientras los pobres no pueden ni saciar su
hambre, ni cubrir su cuerpo; vi las manos del rico
repletas de oro para desperdiciarlo y mir las ma-
nos del obrero, del pen, del artesano, encallecidas
por el duro trabajo, mal remuneradas, sin salario
mnimo, sin salario familiar, sin lo necesario para
una vida racional.....
..
\
Cuntas veces el pobre est sentado, horas en-

teras, en el umbral de la puerta del rico, esperan-
do una migaja, que no llega, por falta de justicia,
porque no hay caridad, porque el oro no cumple
con su funcin social cristiana.
Con razn, San Ambrosio comentaba esta pa-

rbola evanglica y predicaba, hacindose eco de
los ayes de Cristo contra los malos ricos: "AY! de vo-
sotros ricos, que decoris lujosamente vuestras mansio-
nes y dejis que los pobres anden semi-desnudos. Veis
una xmano que se extiende por una moneda y estis
pensando donde estarn seguros vuestros tesoros. Un
hombre os pide pan, mientras vuestrocaballo regodea
el alimento. Os llens de joyas y vestidos y vuestros
prjimos se mueren de hambre. En vuestras ha-

ciendas sobra la tierra y vuestros peones no tienen
un palmo para ^sembrar; el obrero perece de nece-
sidad, mientras vosotros cerris los graneros para
subir el precio de los vveres; el pueblo est sumer-
gido en la miseria y vosotros estis en bailes, ban-
queas y diversiones " fSerm. T. IV)
'
Antes, como ahora, las riquezas tienen funcin
social en este mundo. Si en esta vida no hay jus-
ticia social, Ja habr en la otra, como nos hace ver
Jess en la parbola: "Una gota de agua peda el
rico a Lzaro en la eternidad, y una migaja de pan
haba pedido muchas veces el pobre a Epuln, en
la tierra. No se la quiso dar ste al mendigo, tam
poco le puede dar Lzaro al rico. En la misma
medida en que midireis, se os medir...." (MatV,ll-2^

-LXV- JESUCRISTO Y LA POBREZA
vlâminaba Jess hacia Jerusaln y an reso-

naba el eco de esas dulces palabras: "Dejad que
los nios vengan a M, porque de ellos es el Reino
de los Cielos.... Si no os hicireis nios para reci-
bir el Reino de Dios, no entraris en l...." (Luc.
XVI 11-15). Todava repercutan las voces
alegres
de los nios que descansaron en los brazos y en
las rodillas del Maestro, cuando se present un jo-
ven, de aristocrtica presencia, de porte distingui-
do y finas maneras que revelaban un alma noble.
Lleg a Jess y le dijo: "Maestro qu debo hacer
yo, para alcanzar la vida eterna?" "Guarda los Man-
damientos" le contest el Seor, con toda delica-
deza. -Perplejo se qued el joven ante una respues-
ta tan ordinaria. Eso ya lo saba. Esperaba algo
nuevo. Entre descontento y turbado, dice: "Cules"?
Jess le contesta magistralmente: "no matars, no
dirs falso testimonio, no fornicars, no robars,
honra a tus padres, amars a tu prjimo, no jura-
rs, amars a Dios sobre todo." "Maestro, dijo el
joven, todos estos he observado desde nio. Qu
ms debo hacer?
Con todo cario le replic el Seor: "Si, quie-
res ser perfecto, vende todo lo que tienes y
anda,
dselo a los pobres, y ven y sigeme". -Aqu ter-
min el entusiasmo del joven; no volvi a decir
ms, sino que se puso triste y se retir apenado,
porque ERA MUY RICO, dice el Evangelio. (Marc.
X-17j Jesucristo se qued tambin muy triste vien-
do alejarse de su lado a tan buen joven, por el

nico motivo de haberle exigido que se abrace con
la POBREZA. Y volvindose a sus discpulos les
dijo: "Difcilmente entrarn los ricos en el Reino
de los cielos!" (Luc. XVI 11-24;.
Espantados quedaron los oyentes ante tal sen-
tencia. Volvi Jess a repetir: "Hijitos: qu difcil
es que los que confan en el dinero entren en el
Reino de Dios! Os lo repito: ms fcil es pasar un
cable por el ojo de una aguja, que entrar un rico
en el Cielo...." (Marc X-23).
De esta manera, Jesucristo reform las ideas

de los Rabinos antiguos, de que la pobreza era el
mayor de los males. En verdad, humanamente ha-
blando, pobreza es un mal y causa de otros ma-
la
les, porque el dinero es indispensable para la vida,

en sus diversas facetas. Sin embargo, Jess dijo:
"Bienaventurados los pobres" y nos di ejemplo de
absoluta pobreza, naciendo, muriendo
viviendo y
pobre, hasta tal punto de; "no tener dnde recli-
nar la cabeza" y ser ms pobre que las aves y los
animales que tienen nidos y guaridas. fMat. Vil 1-20)
"Cristo Pobre" es una advocacin, es una ima-

gen de Jesys, que tiene un culto especial, apro-
do por la Iglesia. Esta advocacin, esta imagen est
en todo de acuerdo con el Evangelio donde apare-
ce Jess como dechado de pobreza: nace de una
madre pobre y tiene por padre a un artesano pobre;
su cuna es una cueva desprovista de ornato, y re-
cin nacido es envuelto en pobres paales.
En la presentacin del hijo y purificacin de

la madre, segn el rito mosaico deban ofrecer a
Dios como vctimas, un cordero, si la familia era
rica o un par de trtolas o palomas, si la familia
era pobre; Jess y Mara no pudieron ofrecer lo
primero y porque estaban catalogados en la lista
de los pobres, el sacerdote les recibi la segunda
ofrenda. (Luc. 11-24).
Jess en Nazaret es un artesano pobre, que gana

u
un pobre jornal ayudando a su padre. Qu hermoso
es, dice un autor, contemplar a Jess en las tardes
de Nazaret, apurando el trabajo, para que no fal-
te un pan en la mesa frugal de Jos, ya envejt i-
do, y de Mara gastada por el trabajo. ..."
En la vida evanglica, Jess aparece como un

misionero pobre, que vive dla caridad (Luc. VI 11-
3); se viste como los pobres, camina a pies, come el
alimento de la gente pobre, duerme y descansa en

una barca desmantelada.
Su auditorio est compuesto de hombres, mu-
jeres y nios pobres; sus discpulos son los pobres,
predica la pobreza y la practica hasta tal punto
de no tener una moneda para pagar el tributo. La
comida pascual la toma de caridad y en una sala
prestada. (Luc. XXll-Uj.
Am ntimamente a San Jos, el carpintero

pobre, de cuyas callosas manos recibi en su ni-
ez un mendrugo de pan; tuvo predileccin por la
turba multa de los desheredados de la fortuna, de
los harapientos, de los pobres que nada podan ofre-
cerle en recompensa de los milagros que reciban.
Jesucristo vivi pobre y entre pobres y muri co-
mo el ms pobre de los hijos de los hombres: des-

nudo y en una cruz. Su cadver fu amortajado
en un lienzo dado por caridad y fu puesto en un
sepulcro prestado. (Luc. XXI 11-53).
Jess enalteci la pobreza; hizo de ella una
bienaventuranza; la proclam como su compaera
desde Beln hasta el Glgota.
-LXVI- RASGOS ESPECIALES

AMIGO DEL PUEBLO.
Jesucristo no tiene nada de misntropo. Lejos

de en el Evangelio notamos a cada paso la
ello,
universal simpata de que gozaba en el pueblo. Fu

popular en todo sentido. Siempre busc la compaa
de los ms despreciados de Israel, los publcanos.
A su llegada a Jeric se hosped en la casa de
Zaqueo, principal entre los publcanos y jefe de la
gente del pueblo. (Luc. X1X-5). Jess es el amigo
de todos, pero especialmente de la gente de la clase
media e nfima. No es un demagogo, pero, con fre-
cuencia sale en favor de los intereses populares.
San Mateo dice: "Iba Jess recorriendo toda la Ga-
lilea, enseando en las sinagogas, predicando el
evangelio del reino celestial y sanando toda dolen-
cia y toda enfermedad a los DEL PUEBLO."
(Mat. 1V-23). y
San Lucas aade: "Jess era estimado y hon-
rado de todos". (Luc. IV- 15).
i
Jesucristo se compadece con mucha frecuencia
de las turbas: "Al ver a las gentes, dice el Evan-
gelio, se compadeci entraablemente de ellas, por-
que estaban mal paradas, pobres y desnutridas."
(San Mat. \X-36).
En favor de la gente del pueblo hizo Jess
casi todos los milagros y el famoso sermn del
monte no es otra cosa que la oferta de la biena-
venturanza a los de la clase nfima y el abrir las
puertas del gente del pueblo, a los po-

cielo a la
bres, a los que tienen hambre, a los perseguidos,
a los que lloran diariamente como desahogo de las
penas que laceran su corazn. (Luc. VI -20).
Las muchedumbres correspondieron
al cario
del Maestro. Quisieron hacerle rey, por aclamacin
popular. (Jn VI- 15). Varias veces se pusieron a su
lado contra los fariseos.
Cuando se dirige a Jerusaln cabalgando en el

pollino, el pueblo, "muchos de las clases inferio-
res de la sus vestidos en el ca-
sociedad tendieron
mino, otros cortaban ramas de los rboles y las
esparcan por donde haba de pasar Jess; tanto la
gente que iba adelante, como la que segua atrs,
aclamaban al Seor, diciendo: Hosanna, salud y glo-
ria. Bendito sea el que viene en nombre de Dios".
(Marc. Xl-8).
San Juan dice: "Una gran muchedumbre de
gentes que haban -venido a la fiesta, oyendo que
Jess estabapara llegar a Jerusaln, salieron a
recibirle, proclamndole Rey de Israel". (Jn. XU-13J.
"Era tnta la gente que sali a recibirle, que los
fariseos decan: todo el mundo se va en pos de El;
nosotros perdemos terreno". (Jn. X11-18J.
Por dos veces, en favor del pueblo, hizo Jess
el famoso milagro de la multiplicacin de los panes
y peces. Eran cinco mil hombres los que estaban

con El, sin contar mujeres y nios, cîce terminan-
temente el Evangelista. fMat. X1V-21).
A los hijos del pueblo, llamaba sus amigos y
hermanos y la clase trabajadora era la preferida
por el Maestro de Israel, quien honr de manera
especial al pueblo, apareciendo en el mundo y de-

jndose llamar "El hijo del Artesano". (Mat. XI 11 55).
ENEMIGO DE LA HIPOCRESIA.
Jesucristo fu el Hombre humilde y sencillo
por antonomasia. Sus palabras y sus obras nada
tienen de rebuscado. Predica una doctrina sublime
en tal forma que le entiende el ms rudo. No es
amanerado; su ''sencillez en las obras resplandece
como distintivo de su vida. Enemigo de la hipocre-
sa, combate a los fariseos y sus acciones brillan
por la sinceridad y llaneza.
Jess dice: "No imitis a los escribas que ha-
cen gala de pasearse con vestidos rozagantes, y de
ser saludados en la plaza por toda la gente, y de
ocupar las primeras sillas en las sinagogas y reu-
niones y los primeros asientos en los convites".
(Marc. XI 1 38).
"Cuando ayunis, no os mostris tristes como
los hipcritas\(Mat. VI 16). La parbola del fa-
riseo y el publicano dijo Jess: "para ciertos hom-
bres que presuman de justos y despreciaban a los
dems". (Luc. XVlli-9^ Repetidas veces ensea
el Seor: "no imitis a los fariseos que quieren
que las gentes les den el ttulo de maestros. Voso-
tros, por el contrario, dice a sus discpulos, no de-
bis tener este ttulo.Tampoco habis de llamar a
nadie sobre la tierra PADRE, pues uno solo es
vuestro padre, el cual est en los cielos. El mayor
entre vosotros, ha de ser ministro vuestro".
(Mat. XXI 11 -8 a 11J.
La conducta de Jess es admirable por su sinceri-
u
dad. El Evangelio hace notar que los escribas y
fariseos, al ver que coma con publcanos y pecado-
res, decan a los apstoles:' cmo es que vuestro
Maestro come y bebe con publcanos y pecadores?"
fMarc. 11-16). De donde se colige que Jess tena
amplitud de criterio y de accin. La explicacin de
su manera de obrar est en su pureza de intencin:
"Habiendo odo Jess las crticas que se hacan de
El porque era amigo de publcanos y pecadores,
dijo: Los que estn buenos no necesitan de mdico,
sino los que estn enfermos; yo no he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores" fMarc.
11-17/ Para hacer el bien no distingue personas.
Conocemos las relaciones de Jess con Simn, el
fariseo, (Luc. V11-36J, con Nicodemos, el doctor de
la Ley, (Jn. 111-1/ con Jos de Arimatea, rico y
poderoso, (Mat. XXVI 1-57/ con Juana, la mujer
del Intendente de Herodes, (Luc. Vil 1-3^ y con
otras personas a quienes convierte y salva.
En todo tiempo y en todo caso cumple Jesu-
cristo con su mxima: "No he venido a ser servi-
do, sino a servir" (Luc. XXI 1-27). Toda su vida
la tiene puesta en un plano de encantadora sencillez
que revela a un verdadero amigo del pueblo, ene-

migo de dobleces y Salvador del mundo.
-LXVII- JESUS MEDICO
<2to son los sanos los que necesitan de m-

dico, sino los enfermos", dijo un da Jesucristo, co-
mo quien nada dice, y sin embargo dijo mucho.
fMat. IX- 12). Otra ocasin dijo: "Yo soy la vida";
vida es plenitud de salud, es lo opuesto a la muer-
te; Jess es vida para los sanos y es salud para
los enfermos; es mdico porque cur las dolencias
humanas; el Evangelio nos cuenta con detalles las
curaciones que hizo Jesucristo, fijmonos en algu-

nas de ellas.
Dos ciegos se haban hecho conducir a la puer-

ta de la casa de Jairo donde Jess deba ir para
curar a la magistrado; apenas sintieron
hija del
los ciegos que llegaba el Seor, gritaban: "Hijo de
David compadcete de nosotros". No se hizo es- -
perar Jess; se lleg a los enfermos, les toc los

ojos y quedaron sanos de la ceguera; agradecidos
se postraron ante el mdico divino, difundieron su
nombre por toda y comenzaron a gozar
la regin
viendo las bellezas del universo. (Mat. 1X-27).
Otras curaciones de ciegos hizo Jess, en for-

ma que est probando su poder sobre las
especial,
enfermedades. As, al ciego de Betsaida le curo en
etapas graduadas: pone su saliva divina en los o-
jos oscuros del enfermo y poniendo las manos
sobre la cabeza del ciego le pregunta si ve algo.-
"Veo a la gente como arbolitos que andan", contes-
ta el enfermo. Vuelve el mdico a tocar los ojos
del ciego, los mueve y dice entre dientes algunas

palabras; elenfermo ya ve mejor; se repite la ope-
racin hasta que el ciego deja de serlo y dice que
ve todo perfectamente; est curado; Jess ha hecho
brillar la luz en esas pupilas oscuras. fMarc Vil \-22).
En la curacin del ciego de nacimiento en Je-

rusaln, para serciorarse de la verdad, se someti
al jurado, a un examen y a un interrogatorio ri-
guroso y a una crtica severa, pero triunf la ver-
dad porque el enfermo prob que era ciego desde
su nacimiento, que le cur Jess y que vea todo
perfectamente. (Jn. IX 1 a 41/
As mismo, ante la admiracin de los discpu-

los y la rabia de los enemigos de Jess que no*
podan negar la curacin, Seor la vis-
devolvi el
ta perdida a Bartimeo y su compaero, tambin

ciegos de nacimiento, como nos cuenta San Mateo.
(XX-29).
Pero no solamente _ Jesucristo cur la vista;
las otras enfermedades encontraron tambin el re-
medio en el Mdico di\ino, como nos cuenta el
Evangelio: "ios .sordos oyen, los mudos hablan, los
paralticos andan, los leprosos quedan limpios y
hasta los muertos resucitan.... fMat. X\-5).
Un da estaba Jess predicando, cuando repenti-
namente se present un hombre enfermo de lepra
y se arroj a los pies del Seor, rogndole que le
curara. Se compadeci el Mdico Nazareno, le to-
c con sus manos y desapareci la lepra. fMat. VI 11-1).
En otra ocasin cur Jess a diez leprosos
tocando con sus manos divinas esos cuerpos carco-
midos y sucios; uno solo de los curados agradeci
el beneficio; los otros nueve pagaron al mdico con

la ingratitud. (Luc. XVI 1-2;.
Un da caminaba Jess por Sidn hacia Gali-
lea, saliendo de los confines de Tiro; estaba cerca
de la decpolis cuando le trajeron a un sordo y
mudo para que le curara. El Seor tom al enfer-
mo; introdujo los dedos en las orejas del hombre;
con su divina saliva moj
lengua del sordo-mu-
la
do, diciendo: "effeta" y al punto se abrieron los odos

y se solt la lengua del enfermo. fMarc. VI 1-31).
Sobresalen, entre otras curaciones, las efectua-

das con el paraltico de Cafarnan, la del siervo
del Centurin, la curacin de la suegra de San
Pedro, la del hidrpico de Jeric, la curacin de
la mujer encorvada por ms de dieciocho aos; la de
la mujer que adoleca de flujos de sangre por lar-

gos aos, que son ms que suficientes para probar
la accin benfica del Mdico divino. (Mat. 1X-1
Luc. Vll-l-Marc. 1-29-Luc. X1V-1 Luc. Xlll-10-
Mat. lX^20j.
Si ms curaciones podemos citar la

se quiere
del ciego y mudo que ros cuenta San Mateo (XI 1-
22) como un acontecimiento que caus asombro a
la muchedumbre. La curacin al paraltico de la
piscina de Jerusaln que narra San Juan con por-

menores de suma importancia. (Jn. V-5) La cura-
cin del hombre que tena la mano seca y la del
hijo del funcionario real. (Luc. Vl-6-Jn. 1V-46/ En
ambas sobresalen el poder divino del Mdico que
no solamente curaba los males del alma, sino tam-
bin las dolencias del cuerpo.
San Mateo, como queriendo sintetizar las cu-

raciones que a cada paso haca Jess, nos dice:
"que un da estaba descansando en el monte y vi-
nieron tras El las muchedumbres llevando toda
clase de enfermos: ciegos, mudos, cojos, mancos,
paralticos, leprosos, etc., y que Jess les cur a
todos...." (Mat. XV-29).
-LXVIII- EL BUEN PASTOR
(lna tarde clara y serena, era el complemento

de un da caluroso en Jerusaln. 1 sol resplande-
ciente estaba a punto de terminar su jornada dia-
ria, ocultndose para brillar nuevamente al otro
da, beneficiando a la tierra con su luz y calor.
Los obreros y peones volvan a sus casas en busca
del descanso hogareo. Los pastores de Judea traan
el ganado de los prados donde haban pacido todo
el da y pasaban por las calles de la ciudad hacia
el aprisco comn donde las ovejas pernoctaban tran-
quilas.Jess contemplaba esta escena; vea a los
pastores seguidos de sus ovejas o stas seguidas
del pastor, en perfecta armona, conocimiento y
confianza mtuas. Al mismo tiempo pensaba en su
pueblo escogido, abandonado y deshecho, como re-
bao sin pastor; vea a la humanidad en el aprisco
del mundo, en abigarrada confusin de virtud y vi-
cio, de ovejas y lobos, de bien y mal.
Vuelve Jess de esa visin real e imaginaria

y dice*. "Yo soy el buen pastor. Conozco mis ove-
jas y las ovejas mas me conocen. Tengo otras o-
vejas que debo traer al aprisco; ellas oirn mi voz
y vendrn. Habr entonces un solo rebao y un
solo pastor.... El buen pastor da la vida por sus
ovejas, pero el mercenario, el que no es el pastor,
viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye
y el lobo las dispersa y arrebata.... El que no en-
tra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino
que escala por las paredes, ese es un ladrn y un
salteador.... El pastor entra por la puerta, llama a

sus ovejas; stas oyen su voz y salen y le siguen...
Yo soy el buen PASTOR ... Yo soy la Puerta del
aprisco-." (Jn. X-l a 16).
Al rededor de la vida pastoril desarrolla Jess

su discurso sobre su misin de Pastor de las al-
mas. Para comprender mejor esta alegora es nece-
sario saber las costumbres de los pastores del tiem-
po de Cristo.
Judea era el pas de los inmensos rebaos y

el pastoreo era la ocupacin ordinaria de los
israelitas.
Abrahn, Isaac, Jacob, Moiss, David y otros

personajes hebreos fueron pastores en su ado
lescencia, y despus conductores del pueblo. El pas-
toreo era la ocupacin de amos y seores y no ofi-
cio de siervos. Costumbre era entre los pastores
judos tener en cada pueblo un aprisco comn,
cercado de tapia y con una sola puerta para en-
trada y salida de las ovejas; en este aprisco ence-
rraban el ganado varios dueos y pastores, con-
fiando el cuidado a uno que haca turno de vigi-
lancia en la puerta, por el tiempo de tres horas
nocturnas, mientras los otros descansaban tranqui-
los. Cuando haba necesidad, el centinela tocaba
llamada de socorro y todos los pastores acudan a
defender sus rebaos contra lobos, chcales cf
ladrones.
Alamanecer se abra la puerta del corral y

cada pastor daba sus silbidos o llamaba a sus ove-
jas con voces o nombres especiales; las ovejas que
conocan bien a su pastor y sus seales, salan y
se agrupaban a su alrededor y le seguan a los

pastos, sin mezclarse con otras ovejas, hasta la tar-
de que volvan al aprisco comn donde formaban
un solo rebao con un solo pastor.
Los pastores, pues, entraban a dejar y sacar
su rebao, por la puerta; nadie escalaba la tapia,
sino el ladrn que burlaba la vigilancia del portero.
En caso de asalto al redil, los pastores luchaban y
algunos moran en defensa de su rebao. A todo
esto se refiere Jess en la parbola.
Jess es verdadero PASTOR de almas con-

las
fiadas por su Padre celestial a su cuidado de Re-
dentor del mundo. Es el Buen Pastor que conoce
a sus ovejas y que da la vida por ellas. Va guian-
do a su rebao, con su palabra y con su ejemplo,
*
a los pastos celestiales. El es la Puerta del aprisco

que es la Iglesia catlica, donde no hay sino un
solo Pastor Supremo, el PAPA,
guardin de corde-
ros y ovejas, de Sacerdotes y fieles, que forman el
nico rebao de Cristo. No faltarn en su redil los
lobos carniceros, los chacales y los mercenarios, pero
las buenas ovejas conocen la voz del Pastor y no
se dejan engaar, ni dispersar, ni matar. El Buen
Pastor, cuando una oveja se ha disgregado del re-
bao, deja a las otras en el aprisco y corre en
busca de la perdida, camina presuroso, por montes
y valles y regresa con la ovejita en sus hombros,
los pies sangrantes por los cardos y espinas que ha
pisado, pero el corazn gozoso. -Jesucristo es el
BUEN PASTOR.
v/V
'254 EL VERDADERO JESUCRISTO
-LXIX- PROFETA Y TAUMATURGO
i Jesucristo vino a la tierra con una misin pu-

ramente espiritual. Adems de ser el Redentor de
las almas fu el renovador religioso y restaurador
de la gloria de Dios. Es el Rey mesinico, pero
su reino es ultraterreno; su revolucin es de orden
moral. Los principales signos de su misin son las
profecas y los milagros.
Como Profeta, Jess

penetr los secretos del
porvenir. Tuvo el don de escudriar los pensamien-
tos y los secretos de los hombres- Los Evangelis-
tas dicen terminantemente del Seor: "Conoca los
pensamientos de sus enemigos". "Jess no se fiaba
de ellos porque saba sus adentros y conoca nti-
mamente a todos". ( Jess no se fiaba de ellos por-
que saba sus adentros y conoca ntimamente a
todos" fLuc. vi-6 a 12 y Jn. 11-24).
Predijo su Pasin y Resurreccin, "El Hijo del
Hombre, dice Jess refirindose a S mismo, ser
entregado a de los sacerdotes y a los
los prncipes
escribas y ancianos, que le condenarn a muerte y
le entregarn a los gentiles. Y le escarnecern, y
le escupirn, y le azotarn, y le quitarn la vida,
pero al tercer da resucitar". (Marc. X-33 y 34,).
En Betania, predice su sepultura prxima.

(Marc. X1V-8). En la Cena anuncia la dispersin
de los apstoles, la negacin de Pedro, la traicin
de Judas. fMarc. X1V-27-30-18J.
Las profecas de Jess acerca de su obra, la

Redencin y la Iglesia, son indiscutibles y claras

a travs de las parbolas del GRANO DE MOS-
TAZA, LA LEVADURA, LA RED. (Mat. XI 1 1-31-
33-43). A Pedro constituido fundamento
de la Igle-
sia, le dice: "Edificar mi Iglesia y los poderes del
infierno no prevalecern contra ella. "(Mat. XVl-18^)
Cristo profetiz, en un largo discurso, la suer-

te final del pueblo escogido, primero, y despus,
de todo el mundo. (Mat. Cap. XXIV/ La primera
profeca se cumpli al pi de la letra y de la se-
gunda han comenzado a cumplirse las predicciones
preparatorias.
Dice un Autor: "Cristo predijo con seguridad

el curso imprevisible de su carrera que termin en
el Calvario; predijo su resurreccin; predijo el desa-
rrollo de su obra y la instauracin del reino de

Dios; predijo la suerte del pueblo judo y el fin
del mundo; predijo el advenimiento glorioso del
Hijo del hombre para juzgara la humanidad y traer-
le la felicidad definitiva.
Es el Profeta, no de una poca, sino de todo

el tiempo; no de un pueblo, sino de
todo el mun-
do; no de una causa particular, sino del destino de
toda la humanidad. Es el Profeta por excelencia''.
Como TAUMATURGO, Jesucristo es admira-
ble. Hizo tntos y tan variados milagros que son
las pruebas suficientes de su divinidad.
No perteneciendo a este libro el estudio cien-
tfico de cada milagro, vamos a contentarnos con
citar el nmero de los principales milagros narrados
por los Evangelistas, como prueba fehaciente del
256 EL VERDADtRO JESUCRISTO
poder de Jess y de su merecido ttulo de tauma-

turgo por excelencia.
Conversin del agua en vino en las bodas de

Can. (Jn. 11-1).
La pesca milagrosa. (Marc. 1-16).
Camina sobre las aguas del mar y sosiega las

tempestades. (Mat. VI 1 1-23 X1 V-24J.
Doble multiplicacin de los panes y peces
(Mat. X1V-13-XV-32)
Curaciones a siete ciegos: al de Betsaida, al
de nacimiento, a los dos de Jeric, al ciego y mu-
do, a los dos del camino. (Marc. Vlll-22-Jn. IX-
Luc. XVI 11-35-38- Mat. XI 1-22-1X-27).
Curaciones a once leprosos. (Luc. V-12-XV1 1-1 \)
Al sordo y mudo. (Marc. Vil 31

A dos paralticos: al de Cafarnan y al de la
piscina. (Mat. IX- 1-Jn-V-l).
Al siervo del Centurin. (Luc. V11-1J.
Al hombre de la mano seca y a la mujer en-

corvada. (Marc. 111-1-Luc. X11M0J
Al hijo del Rgulo. (Jn. W-46)
A la suegra de San Pedro. (Marc. 1-29).
A la mujer de los flujos de sangre y al hidr-
pico. (Mat. 1X^20 Luc. X1V-1).
Curaciones a siete endemoniados; al de Ca-
farnan (Marc. 1-21), a los dos Gerasenos, (Mat.
VI 11-28;, al ciego y mudo, (Mat XI 1-22), al nio
del demonio luntico (Marc. lX-13j, al mudo (Luc.
Xl-14), al de la hija de la cananea. (Marc. VI 1-24,)
Tres resurrecciones: al hijo de la viuda de

Nan, a la hija de Jairo, al amigo Lzaro. (Luc.
Vll-ll-Vlll 49-Jn. Xl-38;.
Milagros en masa, es decir a un
granel, en
mismo da y a varios enfermos de toda clase de
dolencias. Al respecto de estos milagros dicen ios
Evangelistas: "Todos los que tenan enfermos se
los traan y Jess curaba a todos". (Luc. 1V-40J.
"Sigui a Jess gran muchedumbre de enfermos y
los cur". (Mat. XIX-2J. "Jess lanzaba muchos de-
monios y unga a muchos enfermos con leo, y los
sanaba". (Marc. Vl-13j. "Iba Jess predicando por
toda la Galilea, curando a los enfermos y expela
a los demonios". (Marc. 1-39/
Haciendo un cmputo general de estas curacio-
nes, resulta que los agraciados con milagros son
centenares de miles personas. San Juan como que
sintetiza la accin milagrosa de Jesucristo, al decir:
"Muchos otros milagros hizo Jess en presencia de
sus discpulos, que no estn escritos. Los narra-
dos han sido escritos para que creis que Jess
es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo,
tengis f en su nombre.". (Jn. XX-30).
-LXX -LUZ-CAMINO-VERDAD-VIDA
Jesucristo dijo: "Yo soy la LUZ del mundo.

Yo soy el CAMINO, la VERDAD y la VIDA".
fJuan V111-12-X1V-6J.
La luz solar es para la tierra parte de su
vida. Cuando el astro rey desciende al ocaso, viene
la penumbra precursora de la noche, de las tinie-
blas, del descanso, de la inmovilidad, del sueo que
es imagen de muerte. Sin la luz, el hombre no
la
trabaja, el animal se esconde en su guarida, las a-

ves se refugian en sus nidos, las plantas recogen
su follaje y se adormecen. El que camina sin luz,
est en peligro de tropezar y caer. La luz es vida;
por eso la ciencia ha buscado la manera de sustituir
en la noche la luz del da.
Jess estaba en el Gazofilacio del Templo de

Jerusaln asistiendo a la fiesta de los Tabernculos.
Era de noche y el atrio estaba iluminado con el
aceite que arda en los enormes candelabros de
plata. La ciudad santa luca tambin abundante
iluminacin.
Esta luz de la fiesta era el smbolo del Me-

sas esperado como Luz esplendorosa para disipar
las tinieblas y las sombras de la muerte. La oca-
sin era admirable, haba mucha gente, entonces
u
Jess dijo: Yo soy la LUZ del mundo; el que me
sigue no caminar en tinieblas, sino tendr luz de
vida". (Jn. V111-12J. -En medio del pueblo estaba ya
la luz. Se cumpla la profeca de Isaas: "Las gen-
tes que andaban en tinieblas vieron una gran luz;

a los que habitaban en la regin de la muerte, les
apareci la luz". (Is. 49- \). -Jesucristo es la Luz del
mundo, conforme dice San Juan: "El precursor vi-
no como testigo, para dar testimonio acerca de la
luz, a fin de que todos creyesen por el. El no era
la luz, sino para dar testimonio acerca de la luz. La
verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, es-
taba en el mundo, pero el mundo no le conoci...."
(Jn. \-7). Jesucristo es LUZ del mundo por su doc-
trina, por su ejemplo.
"En El era la VIDA y la vida era la luz de

los hombres" sigue diciendo el Evangelista, para en-
searnos que la vida es luz y que JESUS adems
de ser luz es tambin VIDA.
El Seor de la vida es Cristo: "As como el
Padre resucita los muertos y da la vida, as tam-
bin el Hijo da la vida a los que quiere", dijo el
mismo Jess. fJn. V-21). -"En verdad en verdad os
digo que quien oye mi palabra y cree en M, como
enviado del Padre, tiene VIDA eterna; ha pasado
de la muerte a la VIDA". (Jn. V-24J.
Tres valores se aprecian singularmente en el
mundo: los valores prcticos, es decir todo lo til
y provechoso, todo lo que conduce al ideal, a la
meta, al fin. Los caminos morales que cruzamos en
la vida, apreciamos como valores prcticos porque
nos llevan a la felicidad que buscamos.
Los valores cientficos de la verdad y de los co-
nocimientos especulativos.
Los valores vitales de la belleza, del amor. Es
decir todo aquello que ilumina nuestro espritu lie-
gando a la inteligencia, haciendo luz en las tinie-

blas, disipando las sombras de la ignorancia y del
error; todo aquello que es principio de vida, que
es energa, que es movimiento. Estos tres valores
rene y compendia Jesucristo en su persona divi-
na y humana al mismo tiempo y es por eso "el ca-
mino, la verdad y la vida". -Quien no sigue a Je-
ss est extraviado del verdadero camino; desviado;
jams puede llegar al fin propuesto; el que no aca-
ta las enseanzas evanglicas est engaado; su
inteligencia no posee la verdad, sino el error; quien
no es verdadero discpulo de Cristo est en peli-
gro de muerte porque en su alma se va extinguien-
do el principio vital cristiano.
Jess es camino, es verdad, es vida, pero so-

bre todo es luz que ilumina el camino, que prende
la chispa de verdad en la inteligencia, que vivi-
la
fica la existencia. Es luz de verdad para el enten-

dimiento, luz de santidad para la voluntad, luz de
vida para el corazn; sin Jess slo se encuentran
tinieblas de error, sombras de muerte y desventura
en el camino.
"Yo soy la resurreccin y la vida: quien cree

en M, an cuando se muera, vivir; y todo el que
vive y cree en Mi, no morir eternamente" fJuan.
X1-25J. Solamente Jesucristo pudo hablar de esta
manera. Pero sus metforas son realidad y sus pa-
radojas son verdad. El ha venido
para dar vida a
la humanidad y la vida que El da es abundante,
es eterna, como su luz, como la verdad; El es el
nico camino que conduce al Padre celestial
(Jn. 111-16).
-LXXI- ENSEANZAS
J^-o vayis a pensar que he venido a abolir la

Ley; Yo he venido a hacerla cumplir....'' fMat. W-\7)
sermn de las Bienaventu-
dijo Jess al concluir el
ranzas, ante un numeroso auditorio que se mante-
na perplejo sin comprender una doctrina tan nueva
y tan rara. Como el Maestro sigui hablando, no
pudieron pedirle explicaciones y pasaron todos los
oyentes a considerar otro asunto de suma importan-
cia cual era lo relacionado con la ley divina y
humana.
Los israelitas conocan el Declogo promulga-

do por Jehov en el Sina y entregado en dos ta-
blas a Moiss, quien codific la otra ley disciplina-
ria yritual, para el pueblo escogido, de tal mane-
ra que Jess al hablar repetidas veces de la Ley,
se refera a ambas, a la divina y a la humana; la
una era invariable y la otra estaba sujeta a modi-
ficaciones. La Ley divina es de todos los tiempos
y para todos los pueblos y obliga a todos los hom-

bres, mientras que la ley mosaica fu iegislada pa-
ra gobernar al pueblo hebreo y tuvo carcter tran-
sitorio. Jess derog esta ley humana, pero no
quiso abolir sino perfeccionar y hacer cumplir la
ley divina, por eso dijo: "si vuestra justicia no fue-
re mayor que la de los escribas y fariseos, no en-
traris en el reino de los cielos", (Mat. V-20) o,
lo que es lo mismo: si os contentis con el cum-
plimiento de la ley mosaica nicamente, sois fariseos,
no estis justificados y no podris salvaros. "Pue-
den pasar el cielo y la tierra, pero los Mandamien-

tos del Declogo deben cumplirse a la letra y quien
violare uno de ellos ser descontado del reino ce-
lestial; mas quien los observa y ensea a observar
ser grande en el reino de Dios". (Mat. V-18)
Osteis que fu dicho a los antepasados: NO

MATARAS - .; mas Yo os digo: no os encolericis
con vuestro hermano, no le tengis ojeriza, ni le
insultis en ninguna forma ... Mas an, si ests
presentando tu ofrenda en el altar y all te acuer-
das que ests enojado con tu prjimo, deja tu o-
frenda junto al altar y ve primero a reconciliarte
con tu adversario ..." fMat. V-21 a 25).
Por este orden sigue Jess explicando el ver-
dadero sentido y la extensin de cada uno de los
Mandamientos de la Ley de Dios que no ha veni-
do abolirlos, sino hacerlos cumplir.
Todava ms, para gravar el declogo en la men-
te y en el corazn de su auditorio, Jess reduce
los diez a dos; toda la Ley a pocas palabras. De-
can las dos tablas: 19 No tendrs otros dioses fue-
ra de M. No hars obra de escultura, ni figura al-
guna para adorarla.- 2o No tomars el nombre del
Seor tu Dios, en vano- 39 Acurdate de santi-
ficar el da sbado.- 49 Honra a tu padre y a tu ma-
dre- 59 No matars.- 69 No cometers adulterio.
79 No hurtars.- 89 No levantars contra tu prji-
mo falso testimonio.- 99 No desears la mujer de
109 No codiciars
tu prjimo.- los bienes ajenos.
(Exodo XX-1 a 17;.
Jesucristo dijo: "Amars
Seor tu Dios con
al
todo tu corazn, con toda tu alma y con toda tu

iCTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 263
mente. Este es el mayor y primer mandamiento.

El segundo t es semejante: Amars a tu prjimo
como a t mismo. De estos dos mandamientos pen-
de toda la ley", fMat. XX11-37).
"Y quin es mi prjimo?pregunt el doctor

de la Ley ai Maestro divino, que, sereno y bonda-
doso, contest con una parbola delicada: "Un hom-
bre bajaba de Jerusaln a Jeric y cay en ma-
nos de ladro nes, que le despojaron, le hirieron, y
dejndole medio muerto, huyeron.- Sucedi que un
sacerdote bajaba por el mismo camino, y le vi,
pero pas d largo. Pas tambin un levita y vien-
do al herid sigui su camino. Pas un samarita-
no, vi al hombre desnudo y medio muerto, se com-
padeci, vend sus heridas, le mont en su jumen-
to y le llev al mesn prximo donde le cuid
con esmero y pag al mesonero para que le siguie-
ra atendiendo hasta su completa mejora".
Cul de estos tres, pregunt Jess al doctor,

te parece que cumpli la ley del amor al prjimo?
Como era lgico, la contestacin fu acertada; el
buen samaritano.
Pues, Jesucristo vino a perfeccionarla Ley del

Declogo y a ensearnos cmo hemos de amar a
Dios y quin es nuestro prjimo, que no es sola-
mente el pariente, el amigo, el paisano sino toda
persona, noble o plebeya, rica o pobre, blanca, ne-
gra o india, cristiana o infiel, de cualquiera reli-
gin o tendencia poltica, a quien estamos obliga-
dos a favorecer en sus necesidades. Debemos ser
samaritanos en el camino de la vida y no cristianos
que para hacer un servicio, primero averiguan si el
que pide es gente de importancia y nada hacen si-

no por intereses preconcebidos. Si el herido de la
parbola hubiera sido un rico, el levita se habra
empeado en atenderle.... Cuntas veces en las
mismas casas de beneficencia se ven las chocantes
preferencias y distinciones entre prjimo y prji-
mo, partiendo de lneas terrenas, nada evanglicas.
Hasta en lo religioso se olvida a veces esta par-
bola; por algo Jesucristo dira que pas el sacer-
dote sin hacer caso al hombre pobre y medio
muerto. (Luc. X-30)
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 265~
-LXXII- EL SERMON DEL MONTE
^parse Jess en un sitio campestre, dice San

Lucas, y con El la discpulos y una
turba de los
copiosa muchedumbre de plebe venida de Galilea
y Decpolis y de toda la Judea y de Jerusaln y
de la otra parte del Jordn y de la costa y de
Tiro y Sidn.... y abriendo sus labios comenz a en-
searles, diciendo: Bienaventurados los pobres...., los
que lloran...., los mansos...., los que tienen hambre
y sed de justicia....,bienaventurados los misericor-
diosos-. .., los castos...., los pacficos--, los que pa-
decen persecucin por la buena causa...., porque de
ellos es el Reino de los cielos". (Mat. V-2J (Luc.Vl-17)
Muy un sitio que es
cerca de Cafarnan, en
monte y campo a la vez, se muestra el lugar que
seguramente ocup el Maestro para predicar el ser-
mn de las Bienaventuranzas. La fama de Jess
haba crecido extraordinariamente y le seguan gen-
tes de todas partes-
El auditorio perteneca a la clase popular. La
multitud era de campesinos, obreros, gente pobre y
sancilla,que segua al Maestro para conseguir un
milagro. Los milagros se hicieron a granel en esta
ocasin; toda la multitud se afanaba por tocar a
Jess, porque de El sala virtud que sanaba a todos".
(Luc. Vl-19).
Curando a los enfermos y librando a los en-
demoniados prepar Cristo el alma de sus oyentes
para decirles que no ha venido a libertarles de la
pobreza, de las injusticias, del hambre, de los sufri-
mientos, de las persecuciones. No solamente no

quedarn libres de estos males, sino que Jess les"*
dice con aplomo inusitado: "Dichosos los que sois
pobres, porque es vuestro el reino de Dios. Dicho-
sos los que estis hambrientos, porque os hartaris-
Dichosos los que ahora lloris, porque maana reiris.
Dichosos sois cuando ios hombres os odiaren, os
excluyeren, os insultaren y proscribieren vuestro
nombre, como pernicioso, por causa de Dios; ale-
graos y brincad de gozo, porque vuestra recompen-
sa es grande en el Cielo". (Luc. Vl-20).
Doctrina admirable, pero rara; celestial pero

incomprensible. El mundo anda buscando la felici-
dad cabalmente en las riquezas, en los honores, en

los placeres, y Jesucristo dice lo contrario. Hace
veinte siglos fueron proclamadas las Bienaventuran-
zas y desde ese da, miles de millones de hombres y
mujeres han 'ajustado su vida a esa norma de con-
ducta y han logrado ser dichosos. Gracias al inmor-
taldiscurso del Maestro son felices los que el mun-
do cree desgraciados y son dignos de compasin los
que ren, los ricos, los impuros, los glotones. El
mundo y proscribe a todo lo
odia, insulta, excluye
bueno y aplaude a todo lo malo, cabalmente, porque
debe cumplirse el sermn del monte.
Bienaventurados los POBRES, dijo Jesucristo;

es decir dichosos los que estn privados de los
bienes materiales de este mundo y llevan con re-
signacin la pobreza con sus consecuencias, sin
envidias, ni odios a los Bienaventurados tam-
ricos.
bin los que poseen bienes de fortuna, pero que no *
tienen su corazn pegado a las riquezas, que se
sirven de ellas para hacer el bien, para enjugar

lgrimas y socorrer necesidades.
Bienaventurados los MANSOS.... Con estas pa-
labras afirma Jess que el triunfo en todo orden de
cosas no est reservado a los poderosos y a los
ms fuertes, sino a los que practican la mansedum-
bre cristiana, a los verdaderos discpulos del Maes-
tro que dijo: "Aprended de M que soy manso y
humilde de corazn". (Mat Xl-29)
Bienaventurados los que LLORAN, es decir los
que saben sobrellevar los trabajos de la vida con
resignacin y alegra; los que toman la cruz para
seguir a Cristo; los que entienden prcticamente lo
que dijo Jess: "No puede ser el discpulo ms
que el Maestro-. "(Mat. X-24J.
Bienaventurados los que ANHELAN la JUS-
TICIA; los que tienen hambre y sed de que en el
mundo reine la paz que es obra de la justicia so-
cial, pero no la paz de los sepulcros que es gue-
rra de gusanos, sino la paz que es fruto de la bue-
na voluntad, conforme al cantar anglico. (Luc. 1-14)
1
Bienaventurados los MISERICORDIOSOS, los

que practican la caridad, el amor al prjimo en las
obras de misericordia espirituales y corporales; los
que cumplen con el mandamiento divino: "amaos
los unos a los otros", sin distincin de personas;
los que hacen el bien "sin que sepa la mano izquier-
da lo que hace la derecha". ("Mat. W\-3)
Dichosos los LIMPIOS de CORAZON, es de-
cir los inmaculados, los sencillos, los que no tienen
dobleces en el alma, los que no escandalizan, los ni-
os o los que se asemejan a ellos.
Bienaventurados los pacficos y los que pade-

cen persecucin por la buena causa. Los unos bus-
can la paz que dej Cristo en la tierra, cuando
dijo: Mi paz os dejo, mi paz os doy, pero no como
da el mundo... (Jn. X1V-27); los otros, por que son
del mundo, persiguen a los justos, a los que han
puesto su ideal en el Cielo.
El sermn del monte es el compendio de toda
la vida humana segn la voluntad divina.
LXXIII LAS MALAVENTURANZAS
ormando contraste con las Bienaventuranzas,

u
profiri Jess las siguientes conminaciones:
Ay de
vosotros, los ricos, porque gozis ya de vuestra
ventura! Ay de vosotros, los que estis hartos,
porque tendris hambre! Ay de vosotros, los que
ahora res, porque lloraris! Ay de vosotros, cuan-
do os alaban todos, porque as se hace con los
falsos profetas"! fLuc. Vl-20).
Malaventurados son, pues, segn Jesucristo, los

que el mundo proclama bienaventurados. "Dichosos
vosotros! y Ay de vosotros!" son las exclamaciones

del Maestro para dividir a los hombres en felices
y desgraciados, segn su doctrina.
Al respecto dice Papini: "Los ricos, los sober-
bios, que ren, los peleadores, los
los injustos, los
satisfechos de s mismos, los que persiguen y ul-
trajan.... no podrn entrar en el reino de los cie-
los. No podrn entrar mientras ellos tambin no
sean vencidos y cambiados, hechos lo contrario de
lo que son ahora.... Los que parecen felices segn
el mundo, aquellos a quienes el mundo envidia,
imita y admira, estn infinitamente ms lejos de la
efectiva felicidad, que los otros, a quienes el mun-
do desprecia y detesta ..." Glosando la ltima Bie-
naventuranza, prosigue: "Los malos no se conten-
tarn con condenaros a vosotros los buenos porque
queris convertir a las bestias en santos. Los hom-
bres-bestias, tendidos a la bartola en la podredum-
bre hedionda de la animalidad, no quieren dejarla
por ningn motivo. Para vengarse de vosotros los

santos, no se contentarn con torturar vuestro cuer-
po; tocarn tambin vuestra alma: os acusarn de
toda clase de torpezas, os lapidarn con vituperios
y contumelias. Los puercos dirn que sois sucios;
los asnos jurarn que sois ignorantes; los cuervos
os acusarn de comer las carroas; los cabrones os
dejarn como hediondos; los disolutos gritarn es-
candalizados de vuestra lujuria; los ladrones os de-
nunciarn por hurto.... Pero vosotros los buenos de-
bis alegraros cada vez ms, porque el insulto de -
los malos es la consagracin de vuestra bondad y el

fango que os arrojan los impuros es la prenda de
vuestra pureza...." fPapini, " Historia de Cristo").
Las malaventuranzas proclamadas por Jesucris-
to, se explican por su deseo vehemente de que los
ricos, los poderosos, los felices compartieran su
felicidad, su fortuna, su hartura con los pobres,
con los desheredados, con los desgraciados, a quie-
nes llama Jess "sus hermanos." (Mat. XXV-40J.
Cristo am ahombres y quiso que los
los
hombres se amasen mutuamente, pero con amor
de obras, como hizo El mismo. El acto fundamen-
tal de su amor a la humanidad, fu la compasin
de sus sufrimientos, pero la compasin prctica
que es sufrir con el doliente. Su amor a los hom-
bres no es pura doctrina, es una vida que padece
con los pacientes. No se contenta con examinar la
miseria humana, sino que El mismo se pone en
contacto con esa miseria, para aliviarla. Como bien
dice Karladam: "Jess supo entremezclar ntima y
personalmente su vida con la vida de los pobres,
de los tristes, de los despreciados hasta considerar
como hecho a S mismo todo lo que hicieren los

hombres con los infelices".
Jesucristo no puede decir NO, cuando el dolor

le pide un remedio, sea quien quiera el solicitante,
aunque sea una persona pagana, como la sirofenisa
a quien favoreci con un milagro. fMarc. VI 1-26/
No puede dejar de curar a los enfermos, aun cuan-
do se expone a la quebrantador del
acusacin de
sbado, como hizo con con la mujer cor-
el ciego,
covada, con el hidrpico y el paraltico. (Jn. V-10-

Luc. XI 11-10 XIV-2J. No hace caso de los escn-
dalos farisaicos y es amigo de publcanos y peca-
dores, para hacer el bien. fMarc. 11- \6).
Para Jesucristo el "prjimo" es el que yace en

la miseria y en el sufrimiento. (Luc. X-27j.
Es Redentor no slo de los pecadores, sino

el
tambin de los que sufren las miserias terrenas.
Es el Cordero de Dios que quita los pecados de
las almas y el Servidor que cura a los enfermos,
da de comer a los hambrientos y lava los pies a
los discpulos y al enemigo. (Jn. 1-29-X1 1 1-12).
"Ejemplo os he dado, dice Jess, para que pen-

sando lo que Yo he hecho, as lo hagis vosotros"
(Jn. XI 11-15/ -Quiere el Seor que los ricos, los
poderosos, los felices amen prcticamente a sus pr-
jimos desgraciados para dejar de ser malaventu-
rados. -"Sed misericordiosos, repite Jess, como lo
es vuestro Padre que est en los Cielos" fLuc-VI-36,)
"Intilmente quiere desatenderse y desorse el

acento netamente popular de las Bienaventuranzas
y violentar el sentido obvio del texto para darle
una interpretacin moral, dice Autor antes cita-

el
do; como aquellas son para los que sufren por

Dios, las malaventuranzas fueron dichas para los
malos ricos, porque las riquezas tienen el peligro
de colmar el corazn humano hasta el punto de
arrancarle todo gusto para los bienes del cielo".
273
-L5QCIV- MARIA MAGDALENA
âli Jess de Nain y se encamin a Cafar-

nan. Tena que pasar por Mgdala y aqu se que- |
d porque fu invitado a un banquete- Mgdala era

en tiempos de Jess la ciudad de las delicias. Re-
costada al pie del monte, acariciada por el lago,
entre jardines y arroyuelos, besada por el sol de
Oriente, era la ciudad de la alegra y del placer.
Precioso rincn de Galilea, digno de mejor suerte,
se convirti en la villa de las prostitutas.
Entre mujeres de mal vivir, moraba all

las
"la pecadora" que dice el Evangelista y que no hay
duda que es MARIA, !a hermana de Lzaro.
Un fariseo llamado Simn, que tena su quin-
ta de recreo en Mgdala, convid al Rab a comer
con l. Tal vez tena que pagar algn milagro que
recibi del Seor, o quera conocerle de cerca y
entablar amistad con el Maestro que tanta po-
pu aridad se ha~>a conquistado; en todo caso,
Jess acept la invitacin porque en casa de un
fariseo tenia que salvar un alma.
El fariseo, por respeto humano, no cumpli con

las ceremonias usadas en las recepciones orienta-
les, en las cuales al convidado se le lavan los pies,
se le unge la cabeza con perfumes y se le recibe

con el saludo del beso de paz. Framente se reci-
bi a Jess y sin preparativos se comenz la co-
mida. No cabe duda que mientras se serva el ban-
quete haba gente curiosa que aprovech la oca-
sin para conocer al famoso predicador y tauma-

turgo de Nazaret.
La tensin de reserva que haba en la casa de

Simn entre los convidados, se cambi en asom-
bro, por un
suceso imprevisto." Presentse en la
sala del festn, con un vaso de ungento aromti-
co, una mujer conocida en Mgdala por su mala
vida y se postr a los pies del Maestro; se desat
en lgrimas que abundantes salan de sus ojos y
caan en los pies de Jess; desat su hermosa ca-
bellera y sec con ella los pies divinos, ungindo-
los con el blsamo.
Hay que notar que todo esto se pudo hacer

cmodamente porque entonces se coma recostados
hacia la mesa en unos lechos que dejaban los pies
afuera.
Todos estaban sobrecogidos y callaban.

Simn mir a la mujer con malos ojos, esa
mirada de indignacin se clav en el Maestro. Le
consideraba como profeta, pero, por lo visto, no te-
na visin sobrenatural; si no, no se hubiera deja-
do ungir por una pecadora pblica.
Jess conoci el pensamiento del fariseo y dijo
con toda delicadeza: "Simn, tengo que decirte una
cosa" "Di, Maestro", fu la contestacin. Prosigui
Jess: "Un prestamista tena dos deudores. Uno
le deba 500 monedas y otro 50. Como ambos eran
pobres les perdon la deuda. Cul de los dos de-
be tener mayor gratitud?" -Contest Simn: "na-
turalmente, aquel a quin se le perdon ms" "Juzgas
bien", dijo Jess, y sigui hablando: "Ves esta mu-
jer? -Pues, bien, he entrado en tu casa y no has

lavado mis pies, mientras que ella los ha regado
con sus lgrimas y los ha enjugado con sus cabe-
llos. Vine a tu casa y no me diste el sculo de
paz, pero ella ha besado mis pies; t, no has un-
gido mi cabeza y ella lo ha hecho con blsamo
oloroso. Por lo cual, se le perdonan sus muchos
pecados, porque ha amado mucho; al que ama me-
nos, menos *se le perdona". Y volvindose a la pe-
cadora, le dijo: "Ests perdonada de tus pecados.
Vete en paz; tu fe te ha salvado". (Luc. Vi 1-36 ).
Dulcsima historia en la que se retratan dos
corazones: el del pecador arrepentido y el de Dios
misericordioso.
Mara Magdalena se retir de los pies del Se-

or, purificada y cambiada en santa penitente. Ja-
ms olvid la benevolencia del Maestro. -Le haba
perdonado mucho y estaba obligada a seguirle, a-
mando muchsimo. Este amor agradecido le mani-
fest en la cena de Betania, siguiendo a su bene-
factor hasta el Calvario y buscndole en el sepulcro.
Desde este da de perdn, Mara Magdalena

sacrificar todo, en aras del amor a Jesucristo. Di
un adis eterno al mundo
y su nico placer ser
estar a los Maestro, dejando a su herma-
pies del
na que se preocupe de los asuntos materiales, pues
ella ha escogido la mejor parte. (Luc. X-39j
EL VERDADbRO JESUCRISTO
-LXXV- EN BETANIA
Piara Magdalena, la pecadora, que entr en

la casa de Simn, el fariseo, con sincera peniten-
cia en el alma, desteido el rostro y modestos los
ojos que otras veces atraan con miradas lascivas
y maquillaje de artista. Mara que verti a los pies
de Jess sinceras lgrimas de arrepentimiento y los
enjug con esa cabellera hermosa, con la que mu-
chas veces cogi en las redes del pecado a mu-
chos incautos. La pecadora, que ungi con perfu-
mes los pies divinos, gastando los preciosos ungen-
tos que otras veces le servan para ataviarse y ba-
ar su cuerpo voluptuoso. MAGDALENA, la santa,
porque santificada qued por la FE, por el AMOR,
por el PERDON de parte de quien como Dios
quit las manchas de su alma y di paz a su esp-
ritu, esta mujer se present otra vez en una co-
mida a la que asista Jess como invitado de otro
Simn, llamado el leproso.
Este simn deba haber sido antes leproso y
elSeor le haba curado. Seguramente como recono-
cimiento y para pagar una deuda de gratitud, convid
Simn^ a Jess a su casa y le ofreci una comida.
Esta ocasin aprovech Mara para manifestar tam-
bin su amor y gratitud al que le perdon sus
grandes pecados.
Cuando Jess estaba recostado a la mesa, en-
tr Magdalena con un vaso lleno de blsamo de
nardos, y lo derram en la cabeza del Maestro.
Este ungimiento no era cosa rara; en las clases
altas de la sociedad se acostumbraba que la duea

de casa derramara esencias de flores sobre la ca-
beza y en los vestidos del husped de honor. -Esto
hizo Mara.
Entre que vieron esta escena estaba Judas,

los
a quin, como nos cuenta el Evangelio, no le gust
esta deferencia al Maestro y dijo: "A qu ese de-
rroche del ungento? -Por qu no se ha vendido
y el dinero emplearlo en los pobres?"
Jess oyendo esto, dijo: "Mara ha hecho una
buena obra conmigo. Porque a los pobres siempre
los tenis con vosotros, y cuando queris les po-
dris hacer bien. Pero a m no me tendris siem-
pre. Ella se ha adelantado a ungir mi cuerpo para
el da de mi sepultura; me ha preparado para mi
entierro. En verdad os digo que donde quiera que
se predique este Evangelio por todo el mundo, se
referir tambin lo que esta ha hecho, para recuerdo
de ella".
Mara y Judas estaban dominados por el mis-
mo pensamiento de la cercana muerte de Jess.
Mara le amaba y quera dar cuanto poda a su
Seor. Judas quera robar lo ms posible antes de
vender a su Maestro. (Jn. XI 1- 1-Mat. XXV1-6-
Marc. X1V-3).
El Evangelista narra as: "Seis das antes de
la Pascua vino Jess a Betania, donde haba muer-
to Lzaro, a quien Jess resucit. Y obsequironle
allcon un banquete. Marta serva y Lzaro era
uno de los que estaban sentados con El a la mesa.
Mara, tomando un vaso de alabastro que contena
una libra de ungento de nardo puro de gran pre-
l
ci, y quebrado el vaso, lo derram sobre la cabe-

za de Jess, que estaba a la mesa, le ungi los
pies y se los enjug con sus cabellos. La casa que-
d impregnada con la fragancia del blsamo. Judas
el Iscariote, uno de sus discpulos, el que haba de
entregarlo, dijo: "Por qu no se vendi este un-
gento en trecientos denarios, y se di para los
pobres"? -No dijo Qsto porque se cuidase de los
pobres, sino porque era ladrn; y como el tena ta
bolsa, sustraa lo que se echaba en ella. Mas Jess
dijo: "Djala, que para el da de mi sepultura lo guar-
daba. Porque a los pobres los tenis siempre con vo-
sotros, mas a M no siempre me tendris".
Entre tanto una gran multitud de Judos su-

pieron que El estaba all, y vinieron, no por Jess
solo, sino tambin para ver a Lzaro, a quien El
haba resucitado de entre los muertos. Entonces los
sumos sacerdotes tomaron la resolucin de matar
tambin a Lzaro, porque muchos judos, a causa
de l, crean en Jess...." fJn. XI 1-1 a \
r ).
Dichosa Magdalena que de esta suerte se in-

corpor al Evangelio!, segn tVisf de Cristo. Su
nombre ser ledo con reverencia y coi racin ti i
junto al de Jess.
-LXXVI- MARTA Y MARIA
n Betania estaba situada la casa de una fa-

milia amiga de Jess; era una residencia tranquila
que vena bien para un retiro espiritual y para un
descanso corporal; el Seor aprovechaba ce eâ
mansin y de las atenciones que le presta >a es
hogar, para poner un parntesis a las fatiga apos-
tlicas.
La Betania del tiempo de Jess estaba u
poquito ms al sudoeste del pueblo actual llami

Lazariyeh, donde se muestra el lugar de la c;
teatro de encantadora escena cuyas protaôiî
la s
fueron las hermanas Marta y Mara. -En s<
de dicha casa se edific una Iglesia \ ur mor

terio, en el ao 1134. Actualmente no qu>
ruinas que sealan el sitio donde se lev.
casa solariega de la familia de Betania-
En el pasaje evanglico que nos
ocup
do por San Lucas (X-38J, se nota que <
principal de Jess no era esta vez ir a
como lo fu cuando vino por la muerte de za ;
esta ocasin se diriga el Seor a Jerusalen para

la fiesta de las Encenias, pero como te.; M ue pa
sar por Betania, quiso visitar a la buen; familia
de Lzaro. Llam Jess a la puerta de la estancia
y sali Marta a encontrar al divino huts ed; des
pus se present Mara y salud al Maestro con
el cario sincero y respetuoso de siempre; vino
Lzaro y se complet el cuadro con matices de
ingenua confianza y santo gozo.
Despus de los saludos y atenciones delicadas

del primer momento, Marta se retir a las ocupa-
ciones domsticas. Terminado el arreglo de la casa,
estaba preocupada en preparar la comida para el
Seor y sus acompaantes; andaba muy activa y
atareada con mil ocupaciones.
Mara, se qued con Jess y ansiosa de or

los comentarios que hacan los Apstoles acerca
de las preguntas que hizo el doctor de la Ley y que
culminaron con la parbola del Buen Samaritano
(Luc. X-25-30j, sentse a los pies del Maestro. All
estaba tranquila esperando or una vez ms la dul-
ce voz de Jess en la explicacin del Evangelio.
En estas circunstancias aparece Marta y pre^

senta una queja. Reclama al Husped la ayuda de
su hermana; no es posible que la deje tan sola en
la preparacin de la comida y que mientras ella es-
taba tan atareada, Mara estuviese sosegada escu-
chando las plticas. El Seor oy la queja, se son-
ri, cruz miradas con ambas hermanas y dijo a la
quejumbrosa: "Marta, Marta, muy afanosa ests y
te preocupas' cte muchsimas cosas. Pues bien, no
es necesaria sino una sola. Mara ha escogido la
mejor parte, est haciendo lo principal y nadie le
interrumpir". Las palabras de Jess revisten cier-
to carcter de polmica; son la defensa de Mara
contra el reproche de Marta:
respecto hay una glosa de Monseor Gon,
Al
que la reproduzco para terminar este captulo, es
sublime en ideas y de actualidad prctica. Dice as:
"Es este un delicioso episodio que junto con el
de la resurreccin de Lzaro, hace muy simptica
para todo corazn cristiano, la pequea ciudad que

se asentaba en la pendiente oriental del olvete, la
Betania del Evangelio.
Qu ambiente de paz y de santo gozo se res-

piraba en aquella casita de Lzaro y de sus dos
hermanas! -All encontraba Jess, en el seno de una
ntima e ingenua confianza, el descanso de las hos-
tilidades y malevolencias de sus enemigos. Cmo es
dulce contemplar al Maestro sentado en el limpio
atrio de la casa, Mara a sus pies y Marta prepa-
rando solcita la mesa para el divino Husped! Las
dos hermanas son el smbolo viviente de las dos
vidas, activa y contemplativa. Tal simbolismo es
legtimo y apropiado, pero no parece legtimo con-
cluir del relato evanglico que Jess quiso dar a
entender con sus palabras la superioridad de la
vida contemplativa sobre la activa. Su primera fra-
se: "Una sola cosa es necesaria" tiene un alcance
general; pero la otra: "Mara escogi la mejor par-
te", es de carcter particular, se limita al caso pre-
sente. Jess no reprende a Marta, slo seala di-
ferencia de ministerios. Hay vocaciones para ambos
estados de vida. Que no digan los de vida contem-
plativa que es ms excelente su ocupacin; ni di-
gan los de vida activa que los otros no trabajan;
los unos trabajan contemplando y los otros contem-
plan trabajando. -Hay tambin instituciones religio-
sas cuyo lema es unir la accin a la contemplacin;
hacen a la vez la obra de Marta y de Mara...."
-LXXVII- LAZARO
Cuenta el Evangelio que: -"Haba uno que

estaba enfermo, Lzaro, de Betania, la aldea de
iVlara y de Marta, sus hermanas....
Mara era aquella que ungi con sus perfumes

al Seor y le enjug los pies 2con sus cabellos.
Su hermano LAZARO estaba, pues, enfermo Las ...
hermanas le enviaron a decir: Seor, el que t

amas est enfermo." (Jn. Xl-1 a 4)
Jess estaba en el valle del Jordn, al lado de
Perea, cuando recibi el mensaje de Betania acer-
ca de la enfermedad de Lzaro. Seguramente la
enfermedad fu repentina y grave, de tal manera
que la muerte era segura, por la cual, las herma-
nas, angustiadas, Maestro, segu-
dieron noticias al
ras de que El le curara an sin venir, pues saban

el cario especial que tena Jess a su hermano y
recordaban el milagro que hizo el Seor con el
criado del Centurin.
El preocup demasiado con la

Maestro no se
triste noticia y la al mensajero fu
contestacin
consoladora; el enfermo no estaba tan mal como
se crea; Jess haba dicho que no morira. Esto
haba predicho el Seor para tranquilizar a los o-
} entes, pero bien saba El que Lzaro iba a mo-
rir; en efecto, el mensajero no llegaba todava a
Betania cuando muri el enfermo.
Pasaron tres das, Jess pareca tranquil, pe-
ro el cuarto da toma una decisin brusca y ter-
minante: "Volvamos a Judea" dice a sus discpulos

"Lzaro ha muerto!" -Emprendieron la marcha
hacia Betania. Cruzan el Jordn, pasan por Jeric,
suben la garganta que era al mismo tiempo cauce
de torrente y camino, llegan a la altura de Tala-
tedam; en el fondo estaba la ladera del huerto de
los Olivos, que se recostaba Betania,
en la como
espiando a Jerusaln, que quedaba atrs.
La familia tena su casa en las afueras de la

ciudad y ms al oeste estaba el sepulcro donde
yaca el cadver de Lzaro. Seguramente en el si-
tio donde ahora est ubicada la pequea Iglesia de
los griegos ortodoxos se hallaba Jess cuando le
sali al encuentro Marta.
El Evangelio dice que "cuando lleg Jess a

Betania haca ya cuatro das que Lzaro estaba en
el sepulcro. Betania distaba de Jerusaln como unos
quince kilmetros; muchos judos haban venido a
casa de Marta y Mara para consolarlas por su
hermano. Marta, cuando oy que vena Jess, sali
a Mara se qued en casa. Dijo Mar-
recibirle,
ta a Jess: "Seor, si hubieras estado aqu, mi her-
mano no hubiese muerto.. .."fJn. Xl-17 a 22).
La casa de Betania estaba llena de parientes
y amigos, que haban ido a acompaar al duelo. Las
hermanas insistan ante Jess repitiendo: "Seor,
si hubieras estado aqu, nuestro hermano no hu-
biese muerto", que equivala a decir: "y ahora que
ests aqu, puedes resucitar a nuestro hermano".
Tenan presentes los varios casos milagrosos de
resurreccin efectuados por el Rab de Galilea.
Marta y Mara acompaaban su queja con abun-
dantes y conmovedoras lgrimas que hacan llorar a

a los circunstantes y que conmovieron tambin al Seor
hasta hacer que se cuajasen en sus divinos ojos
dos grandes lgrimas. As, conmovido y sollozando,
se acerca Jess al sepulcro para ponerse en contac-
to con su amigo muerto. "Quitad la piedra", dice el
Maestro, con toda autoridad y con voz que hace
comprender la proximidad de un milagro.
Salta Marta a impedir orden de Jess, pues,
la
el cadver estaba en plena putrefaccin y no con-
vena que ni el Seor, ni los parientes y amigos

tuvieran una impresin desagradable. Insiste Jess
en su mandato y se hace obedecer, porque ya las
hermanas y los condoliontes han ce mprenaido que le
va a resucitar. Levantada la piedra, el nauseabun-
do olor se esparce, pero la espectacin de algo
extraordinario hace que nadie se mueva, ni se de-
fienda contra la pestilencia.
Jesucristo levanta sus ojos al Cielo, ora a su
Padre eterno, y dice: "Lzaro, ven afuera".
Obedeci la muerte y cedi su parte a la vida.

Ante la admiracin de muchos, el espanto de otros
y los sollozos de jbilo de las hermanas, apareci
un bulto blanco que se incorporaba. Sali el muer-
'
to, ligados los brazos y las piernas con vendas y

el rostro envuelto en un sudario". fJn. XI -44)
Todos quisieron pero el Seor dijo:

correr,
"desatadlo" y desatado de sus envolturas sepulcra-
les apareci Lzaro vivo, bes la mano del amigo,
ador a Dios, estrech los brazos de Marta y Ma-
ra y junto con los testigos del milagro fu Lzaro
el mejor pregonero de la divinidad de Cristo.
-LXXVIII- PARABOLAS EVANGELICAS

44
9.ali
Jess y se dirigi a la orilla del lago,
aqu se sent y reunise en su derredor, tan gran-
de muchedumbre de gente, que hubo de subir a
una barca para ensear. Mientras tanto, todo el
pueblo permaneci en la ribera y J[ess les dijo mu-
chas cosas por parbolas. fMat. XI 11-1).
Desde esta circunstancia que narra el Evan-

gelio, comienza el Maestro un sistema de ensean-
za distinto. Ya no es la predicacin directa de la
doctrina, sino la enseanza indirecta, por medio de

parbolas.
Parbola es una comparacin, una imagen sen-

cible. tomada del mundo natural para explicar al-
guna doctrina sobrenatural, o hacerla ms clara al
auditorio. Los pueblos orientales, llenos de imagi-
nacin, gustaban de esta manera de aprender, ame-
na y distrada. En el Antiguo Testamento se hace
mucho uso de las parbolas; Jesucristo hizo lo mis-
mo en la predicacin de la Buena Nueva. Pasan
de ciento las parbolas que encontramos en el
Evangelio, que pueden clasificarse en tres grupos:
las relativas al Reino de Dios, objetivamente conside-
rado, las que se refieren a los sujetos que deben i
formar parte de este Reino; las que tratan de la vida

del Seor y de sus relaciones con su Iglesia.
Todas las parbolas encontramos en los sinp-

ticos; San Juan apenas tiene una que otra alegora
o indicacin de parbola. El asunto de estas com-
paraciones o semejanzas, lo toma el Maestro de

la vida del campo, de la vida domstica, del mar,
de los 'sucesos ms ordinarios y populares, de la
vida social. El Seor deba ensear al pueblo doc-
trina celestial, pero nueva; para acomodarse a esa
inteligencia ruda, nada ms apropiado que el mto-
do de semejanzas.
La primera parbola que Jess propuso fu la
del SEMBRADOR. -"Un da sali un sembrador a
sembrar su semilla...." (Luc. VI 11-4,). El cuadro es
maravilloso: el invierno ha comenzado a fertilizar los
campos con las lluvias repetidas durante la noche;
el sol ardiente del da cambia su calor enervante
en vapores que se hacen nubes densas y conver-
tidas en agua sacian la sed de la tierra resque-
brajada por el sequo; el suelo ,queda reblandecido
con los aguaceros y el agricultor aprovecha para
hender la aguda reja del arado; hay sitios donde
la tierra est mezclada con piedras que hacen re-
chinar al hierro; hay lugares donde, despus de la

cosecha, han crecido los cardos y malas yerbas en
tnta cantidad, que dificultan el paso del arado.
Al fin del esfuerzo diario, queda el campo en estado
de siembra, brillando con color pardo, esperando
la semilla. Comienza la siembra: parte de la simien-
te, cae en el sendero que cruza hacia el campo y

donde no se ha arado; la tierra est dura, no pe-
netra la semilla y es alimento de la bandada de
gorriones hambrientos- Otra parte de la semilla cae
sobre ese suelo pedregoso que haca crujir a la re-
ja y no iructifica porque le falta tierra abonada.
Parte de la simiente se riega en el suelo cruzado
con races de cardos, espinas y malas yerbas que
crecen y ahogan a las buenas plantas. Gran parte

de la semilla ha cado en tierra fecunda, donde ger-
mina y pronto aparecen dos y tres tallos que crecen
y dan el uto apetecido.
Terminada la parbola, dijo Jess: el que ten-
ga odos para or que oiga", como quien dice: Re-
coja cada cual lo que le toca o entienda las alu-
siones personales; y con esto call, dejando a su
auditorio pensativo. Siguindose lo que nos cuenta
el Evangelista
La descripcin y explicacin de esta parbola
por parte de Jess es de una viveza, fidelidad y
realeza tales que no se comprende porque no en-
tendieron los oyentes.
La nica explicacin est en las mismas pala-
bras del Maestro: "Porque se ha endurecido el co-
razn de este pueblo y oyen mal sus odos y no
ven sus ojos, ni comprende su corazn...."; palabras
que pueden aplicarse a muchos cristianos que no
entienden, ni practican el Evangelio.
288 EL VERDADtRO JESUCRISTO
-LXXIX- PARABOLAS
LA SEMILLA GERMINANTE.
despus de la del SEMBRADOR, propuso

Jess parbola de "como crece la semilla. fMarc.
la
IV-26). Apelando Jess a la semejanza del creci-
miento de las mieses, compara Jess la germina-
cin y desarrollo del Reino de Dios en nuestros
corazones y en el mundo, con el hecho, inadverti-
do a nuestra vista, de la germinacin de la semi-
lla hasta llegar a la fructificacin.
En estas parbolas tomadas de la agricultura,
va el Maestro en orden ascendente para la mejor
comparacin con el Reino y para mejor compren-
sin de su auditorio. En la anterior se trat de la
siembra de la y ahora de su germinacin
semilla
y desarrollo. -"El Reino de los Cielos, dice Jess,
es como la semilla que siembra un hombre en la
tierra y se descuida, sin preocuparse de ella. Un
da ve que la semilla ha germinado y est crecien-
do sin que el sembrador haya advertido, porque la
tierra de suyo produce primero yerba, luego espiga
y luego grano; cuando ste ha madurado, es tiem-
po de la siega...."
LA CIZAA.
Cizaa es una especie de trigo vano; crece en
el campo juntamente con el trigo y se le parece
mucho, hasta que se forman las espigas. En la
parbola, Jess habla de un sembrador que tena
criados y peones; con ellos ha sembrado buena se-
milla de trigo en su campo, preparado debidamen-

te. Mientras dorman sus jornaleros, vino el enemi-
go del dueo del campo y sembr cizaa entre el
trigo. Nacieron y crecieron ambas semillas; cuando,
ya eran plantas, los guardianes del campo quisie-
ron pelar la cizaa, para facilitar el crecimiento del
trigo,pero se opuso el patrn, no sea que por a-
rrancar la mala yerba, cortaran tambin las plantitas
de trigo. En tiempo de la siega, cuando ya la espi-
ga est llena de grano, se distinguir fcilmente de
la cizaa que no da fruto, y se harn gavillas de
cada producto; la cizaa ser echada al fuego y el
trigo se guardar en los graneros. (Mat. X111-24J.
Esta vez tampoco entendieron los discpulos y pi-
dieron explicacin, como sucedi en la parbola del
Sembrador. Ahora tambin el Maestro les explica
particularmente, con toda claridad y llaneza, como
nos cuenta el Evangelio.
EL GRANO DE MOSTAZA Y LA LEVADURA
(Mat. XI 11-31-33; -"Cmo crece la semilla!,
deca Jess. El Reino de los Cielos es semejante
al grano de mostaza que siembra un hombre en
su huerto. Cuando siembra es la ms pequea de
todas las semillas; mas cuando crece es mayor que
todos los arbustos y tiene ramas bastante grandes
para que aniden en ella las aves".
Conocemos tambin la accin de la levadura en

la masa. Dos onzas de levadura son suficientes pa-
ra que fermenten veinte y cinco libras de harina,
mudando la sustancia de la harina en masa
porosa que asada es pan exquisito. -Ambas
parbolas hacen notar el humilde comienzo de
la Iglesia cristiana destinada a convertir y alber-

gar en su seno a millones de gentes.
EL TESORO ESCONDIDO. LA MARGARITA

PRECIOSA. -La RED.
Estas parbolas nos ensean el grande valor
que tiene el Reino de los Cielos. Vale ms que un
tesoro escondido en un campo y que el mismo cam-
po, porque el hombre que sabe del tesoro, vende
todo lo que tiene y compra el campo, seguro de
que al desenterrar el tesoro, estar pagado de to-
do y le quedar mucha ganancia.
mismo el Reino de los Cielos es semejan-

As
te a una perla preciosa que es adquirida por el
mercader a trueque de toda su fortuna, seguro de
que al revenderla, recobrara todo lo gastado, con
gran ganancia. Hay que notar, que la margarita o
perla preciosa que se forma en el seno de algunas
conchas, ha sido siempre muy estimada. Existen
historias interesantes del valor de las perlas, como
aquella que cuenta que en una de las fiestas lu-
josas que ofreca Marco Antonio a Cleopatra, sta
se quit de su oreja una perla y la di al festejan-
te, quien la disolvi en vinagre y se la bebi, tra-
gndose el valor de miles de sucres.
Volviendo a confirmar la mezcla de buenos y

malos en su Iglesia y el premio y castigo de unos
y otros, dijo Jess: "El Reino de los cielos es como
una red que se echa al mar y recoge toda clase
de peces, y cuando est llena la sacan, y luego,
sentados los pescadores a la orilla, elijen los bue-
nos para sus cestos y arrojan fuera los malos. "Es-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAKO 291
ta parbola tiene el mismo tema y la misma expli-

cacin que la de la cizaa. -Las tres encontramos
en el Evangelio expuestas claramente por el Maes-
tro. (Mat. XI 11-44 a 52).
-LXXX- MAS PARABOLAS
LA LAMPARA ENCENDIDA.
âdie enciende la luz para ponerla bajo la

cama, sino para colocarla sobre el candelero, a fin
de que los que entran a la pieza vean claro.... ..."
(Luc. VI 11-16/ As habl Jess, como quien dice:
Yo enciendo la luz del Evangelio en vosotros para
que luego alumbris a los dems. No quiero que
nada de esta doctrina que os enseo quede ocul-
ta, sino que, por medio de vosotros, la conozcan
todos los hombres. -No hay duda que el Seor,
habl entonces de la Accin Catlica y de sus si-
milares, ahora tan en boga y tan necesarias.
LA HIGUERA INFRUCTUOSA.
"Un hombre tena plantada una higuera y vino
a buscar fruto de ella y no lo hall y dijo al hor-
telano: hace ya tres aos que vengo buscando fruto
en esta higuera, y no lo hallo. Crtala, pues, est
ocupando tierra sin motivo. Respondi el cuidador:
Seor, djala todava este ao, m^ntras la cabo en
torno, la abono y la riego, para ver si da fruto; si
no, la cortamos (Xuc. XI 11-6,)
Alguien coment as esta significativa parbola,

diciendo:
"Vida que no florece y es intil y escondida

y ni fecunda, ni crece, es vida que no merece
el santo nombre de vida......"
EL MAYORDOMO INFIEL.
Luc. XVI -1)
Jess ense con esta parbola a
valemos de las cosas materiales de la tierra para
alcanzar el cielo. El Seor no alaba a las malas
prcticas del administrador sino la habilidad en sal-
var su existencia. Como el administrador asegur
su porvenir, asi nosotros debemos acordarnos que
estamos de paso en la tierra y valemos de todos
los acontecimientos de la vida para asegurar nues-
tra eterna salvacin.
EL SIERVO DEUDOR.
(Mat. XVI 11-23). -Con esta parbola grab Je-
ss en la mente de sus oyentes la doctrina sobre el
perdn, que comprende la quinta peticin de la ora-
cin dominical: "Padre nuestro: perdnanos nuestras
deudas, as como nosotros perdonamos
nuestros a
deudores". -Si Dios nos perdona deudas inmensas,
con la inmensidad del pecado mortal, nosotros es-
tamos obligados a perdonar deudas pequeas, como
son las ofensas que recibimos del prjimo. Termi-
nantemente dice Jesucristo: "Si vosotros perdonis
a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial
os perdonar tambin; pero si vosotros no perdonis
a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonar

vuestros pecados". (Mat, VI.-14)
Cunto se ha de perdonar? "Setenta veces sie-
te", dijo Cristo, que equivale a decir: todas las
veces, siempre. (Mat. XVI 11-23).
OBREROS DE LA VIA.
"El Reino de Dios es semejante a un padre de
familia que sali al rayar del alba a alquilar obre-
ros para su via ... "Termina esta misteriosa par-

bola con dos sentencias casi inexplicables: "Los l-
timos sern los primeros y los primeros sern pos-

treros. Muchos son llamados y pocos escogidos'
7
(Mat. XX-1). -A mi modo de pensar, Nuestro Se-

or nos da entender aqu las sorpresas, por decirlo
as, que tendremos en la eternidad, viendo que la
Justicia Divina es otra y otra su Misericordia para
juzgar las cosas de distinta manera como son juz-
gadas y sentenciadas aqu en la tierra.
LAS DIEZ MINAS,
(Luc. X1X-11). Esta parbola es fcil de com-
prender. El Prncipe noble es Jesucristo; va a to-
mar posesin de su reino que es el Cielo, ganado
con su pasin y muerte; deja en la tierra el tesoro
de sus gracias en su Iglesia, para que cada cristia-
no las aproveche haciendo buenas obras. Vendr El
al fin del mundo a tomar cuentas a todos los hom-
bres y a dar a cada cual la recompensa de su vi-
da y de sus obras. En el da de las cuentas, ay
de los impos que conspiran contra El!; ay, tam-
bin, de los cristianos que nada hicieron por Dios!
y dichosos los que tendrn entonces sus manos lle-
nas de buenas obras.

Ms parbolas expuso Jess, y todas estn
llenas de divinas enseanzas, de tal manera que to-
das son en el Evangelio una vena de oro explota-
ble para nuestra felicidad temporal y eterna; siquiera
enumeremos las que faltan, dejando la lectura, me-
ditacin y aplicacin a cada cristiano: LOS DOS
HIJOS fMat. XX1-28). LA VIA fLuc. X1X-9).
LA CENA NUPCIAL fMat. XX11-1). LAS VIR-
GENES (Mat.XV.l) LOS TALENTOS Mat.XXl V14)
LXXXI IRA SANTA
Jô queris hacer de la Casa de Dios, un

mercado. Mi casa es lugar de oracin y no sitio de
comercio" fJuan U-15).
En que hizo Jess al Tem-
las diversas visitas
plo de Jerusaln, con motivo de las fiestas de los
judos, haba notado la profanacin del lugar santo.
Una vez ms fu el Seor l Templo cuando co-
menzaba la Pascua y en esta ocasin tuvo que sa-
lir por los fueros de su Padre ultrajado en su mo
rada por gente que prefera las ganancias pecunia-

rias antes que la gloria de Dios, y por un sacer-
docio que haba perdido la fe, por el dinero.
Rodeado de sus discpulos entr Jess en Je-

rusaln y lleno de gozo se dirigi al Templo para
asistir a las festividades.
Ya no era el sencillo carpintero de Nazaret

era el Hijo de Dios, el Mesas, el Salvador. Como
tal,en su boca estaban las palabras del Salmista:
"El celo de tu casa me devora el alma".
Apenas puso sus plantas en
el primer atrio oy
Jess e4 resonar de gritos de gente y
incesante
el ruido de animales. Penetr y constat que los
atrios sagrados se haban convertido en mercados.
Muchsimos eran los sacrificios que en esta

festividad pascual ofrecan los peregrinos a Jehov;
miles de reses se sacrificaban y ofrecan en el al-
tar de los holocaustos. Siendo tntas las vctimas
eran numerosos los victimantes y los levitas ofe-
rentes, como tambin eran muchos los que vendan

y compraban animales para los sacrificios. Al mismo
tiempo, en esos das se pagaba el tributo o contribu-
cin para l en el mismo Templo, y como
culto,
tenan que hacerlo todos en moneda juda, cerca de
los cepillos o trompetas destinadas a recoger la o-
frenda, estaban los cambistas de moneda romana o
griega en ciclos judos.
Lo peor del caso era que los sacerdotes se

prestaban para estos negociados de animales y dine-
ro, ya directamente porque suya era la ganancia,
ya indirectamente porque alquilaban los puestos pa-
ra la venta dentro del Templo, el cual algn tiem-
po antes de la Pascua y durante los das festivos,
convertase en alborotada feria. Gritos y gestos de
vendedores y compradores formaban una algazara
infernal; animales y aves que entraban y salan
conducidos por los negociantes alborotaban terrible-
mente; los que cambiaban la moneda alegaban en
voz alta sobre el tipo de cambio demasiado subido;
los levitas iban y venan cobrando sus rentas y
aumentando as la algaraba; la Casa de Dios daba
un aspecto teatral y rebosaba en profanaciones
mercantiles.
estaba Jess. El celo de la gloria divina

All
encendi su corazn. Lleno de santa indignacin,
sin poder tolerar ms, con reposada y calculada
IRA, cogi tiras de cuero de los mismos que con-
ducan los animales, form un ltigo y blandiendo
amenazador e imponente, arroj del templo a los pro
fanadores,- sac afuera ovejas y bueyes, volc las
mesas de los cambistas, hizo volar a las palomas,
y a los que pretendan entrar impidi, dicindoles:
"La casa de mi Padre es lugar de oracin y no

tienda de mercado". -Nadie se resisti, nadie se atrevi
a decirle nada. En su presencia se reflejaba la di-
vinidad y su persona trasluca autoridad. Los disc-
pulos del Seor estaban sobrecogidos de espanto
y callaban.
Rpidamente qued el Templo limpio de nego-
ciantes. Ante este hecho inusitado se presentaron
los Sacerdotes para inquirir lo que pasaba y cuan-
do se cercioraron del caso, se acercaron a Jess y
le dijeron: "con qu orden has procedido as?, o
qu ttulo tienes? El Maestro, todava indignado, les
ech en cara su responsabilidad, porque ellos esta-
ban obligados a velar por el decoro de la casa de
Jehov, y contest a su pregunta, al estilo de los
profetas, esto es, con una alusin que daba a enten-
der su poder sobrenatural para hacer y deshacer en
el mundo; "destruid este templo, les dijo, y yo le
reedificar en tres das". -Protestaron los judos con
argumentos humanos, pero al fin callaron ante las
palabras y las obras divinas. (Jn. 11-14 a 20)
-LXXXII- URBANIDAD EN EL TEMPLO
Jô resistimos a la de transcribir lo

tentacin
que public EL MERCURIO de la ciudad de Cuen-
ca, el martes 16 de octubre de 1956, con este ttu-
lo y que nos viene a pedir de boca, como conclu-
sin prctica del captulo anterior. Dice as el ca-
ballero que escribi con el seudnimo de Torcuato:
Parecer contrasentido que en una ciudad de la
cultura y espiritualidad de la nuestra, con acendra-
das convicciones religiosas, haya que tratar de lo
enunciado en esta seccin, pero que lo estimamos
necesario porque el comportamiento de numerosas
personas, an seoras respetables, deja mucho que
desear ya que la casa de Dios, se hace lugar de
prolongadas tertulias, de averiguaciones, de saludos
y cumplidos, informndose de la parentela y las re-
laciones, preguntando cu es de fulano y en qu
situacin se halla; por qu se ha perdido fulana;
qu es de menganitaque no asoma la cara hace fechas.
No pocas veces, en sostenido palique, se despelleja
al prjimo, se inquiere de su vida y "milagros", se
"corta" a la vecina de banca o reclinatorio, echan-
do tijera hasta la indumentaria que lleva pues-
ta. -Recientemente presenciamos cmo dos damas
tertuliaban en forma sostenida algo inconveniente,
pues de momento en momento una de ellas exiga a
la muchacha de servicio que se retirara y no o-
yera semejante charla nada edificante.
Llama la atencin que personas educadas, que

saben proceder con exquisita correccin en visitas
y en sociedad, no guarden por lo menos la misma

cultura con el Supremo Creador, olvidando de la
educacin en el Templo, estorbando y perturban-
do a los fieles que se dedican a la oracin,
movindose como lanzaderas, trasladndose de
un lugar a otro para la gran charla con las ami-
gas, sin tomarse el trabajo de sagrado
salir del
lugar, si tnto, tan interesante y de urgencia tie-
nen que hablar, consultar y murmurar. Se colocan
como de propsito en los extremos de las bancas pa-
ra no dejar paso a otras que no sean de la con-
fianza de las "parleras", a quienes se guarda asien-
to. Se regresa a ver incensantemente, al que entra
y al que sale y al menor ruido, como si el cuello

tuviera tuercas y resortes. Utilzase el semforo de
seas y gestos, particularmente entre seoritas y
ms si est por all algn galn. Algunos y algu-
nas se hacen los que "oyen Misa" o asisten a los
actos del culto, cuando el objetivo de tales "devo-
tos" es manifiestamente otro, nada decente, ni dig-
no de la casa de Dios.
Se lleva al Templo nios pequeos, sumamen-
te traviesos, que dan gran "funcin" con sus carre-
ras, gritos, juegos, risas y que las ma-
lloros, sin
ms, o quienes les conducen, se preocupen de que
estn quietos y no como ardillas, cogiendo hasta
lo ajeno.
Hayquienes se acomodan lo mejor que pueden

en las Iglesias, se repatingan y desperezan y hasta
se duermen en el lugar santo y despus hacen gra-
ciacomentando "que bien se duerme en Misa".
Tambin es regla de cultura en el Templo, no re-
zar a gritos o distraer a todos, desafiando terri-
blemente en los cnticos que ms desen-

religiosos al
tona. Se debe saber lo que se reza y lo que se can-
ta, por respeto a la Divinidad y no como algunas
que dicen: "Seor mo Jesucristo, Yo soy hombre ver-

dadero", en vez de: DIOS y hombre verdadero, o
cantan en el Trisagio: "alza la pata y camina", en
lugar de "hacia la Patria camina". Es desastrozo
or como se cambia la letra de himnos y letanas.
En vsperas de festividades religiosas o Prime-

ros Viernes el asunto es peor con las aglomeracio-
nes y pleitos junto a los confesionarios, abrindose
paso a todo trance, aunque sea a codazos, sin res-
petar el turno, faltando al respeto al Sacramento
del Altar y de la Penitencia. Se forman tambin
aglomeraciones demasiado densas en el comulgato-
rio y empellones, palabrotas y miradas menos san-
tas son la preparacin inmediata para recibir el
Cuerpo de Jesucristo. A la salida de los Templos
no es raro ver gentes que han convertido el atrio
en mercado pblico y mocitos que se portan como
si la muchedumbre saliera de un teatro, forman calles
de honor para decir a las que pasan palabras in-

convenientes en la puerta de la casa de Dios.
En sermones, en actos jue requieren silencio
absoluto y reverencia refinada, se entra pisando du-
ro y an conversando.
Hasta los "turistas" as fueran descredos estn

obligados a portarse en el Templo de acuerdo con
las normas de educacin y respeto a las creencias
ajenas.
La educacin y cortesa que se guarda

en las
relaciones sociales, siquiera sas se deben observar
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 3Q1
en el Templo. Es el mnimun que se puede pedir

para Dios......"
Si esto pasa en Cuenca del Ecuador, qu se
puede decir de otros lugares y de otra Iglesias?
No cabe duda de que muchas veces Jesucris-

to debiera salir del Sagrario y fustigar a los ma-
los cristianos que profanan la Casa de Dios, recor-
dndoles que el Templo es siempre lugar de oracin
y nunca sitio para ofender a su Divina Majestad.
-LXXXIII- PROMESA DE LA EUCARISTIA
a gran promesa de la Eucarista encontra-

mos en el Cap. VI del Evangelio segn San Juan y
est detallada en sus dos aspectos: obras
y pala-
bras; porque el que anuncia algo inesperado, hace
tambin ver algo figurativo de la realidad prometi-
da. La multiplicacin de los panes es el milagro
precursor de la gran promesa del pan eucarstico.
Estaba Jess a orillas del lago Tiberades a-

compaado de un gran gento ansioso de ver o re-
cibir un milagro. El Maestro predic a la multitud
e hizo algunos milagros; pero el gento aumentaba
en vez de disolverse. Viendo esto, el Seor se com-
padeci de la muchedumbre y quiso alimentarla con
un pan milagroso. Llam a Felipe y le orden que
comprara pan y lo repartiera entre la gente. El
Apstol se espant ante tal orden y replic: As
comprramos doscientos denarios de pan, no basta-
ra para dar a cada uno de los presentes una migaja;
adems a orillas del mar nadie vende pan. Oyendo
esta respuesta, otro de los discpulos, Andrs, el
hermano de Pedro, dijo: todo el alimento que hay
para esta gente son CINCO PANES, pero, ni para
pensar en repartirlos, porque apenas daramos a
diez personas a medio pan y son ms de cinco
mil los hombres, mujeres y nios que estn aqu.
Jess, como contra rplica, dijo: hacedlos sentar y
repartidlos este pan y al dar esta orden, bendijo
los cinco panes. Los Apstoles, con sonrisa irnica
en sus labios, tomaron los panes y comenzaron a
repartir a la gente que sentada en el mullido cs-

ped de la colina prxima al lago, reciba la racin
suficiente para saciar el hambre. Todos comieron
hasta hartarse y cuando el Maestro vi que comen-
zaban a dejar fragmentos tirados en el suelo, man-
d a los mismos que distribuyeron, que recogieran
los trozos de pan sobrante. De los desperdicios se
llenaron doce canastos de pedazos. Como es natu-
ral, la gente estaba electrizada ante semejante mi-
lagro y no pensaba sino en proclamar Rey de Israel

al famoso taumaturgo galileo, pero Jess se escurri
entre la muchedumbre y se ocult; la gente no se
desmoraliz, ni cambi de propsito, sino que, co-
mo era ya tarde, se retir a pasar la [noche en el
poblado vecino, para cumplir su cometido al da
siguiente.
Al otro da, el mismo gento de la vspera bus-

c al Rab hasta encontrarlo y todos los que co-
mieron del pan multiplicado milagrosamente, oyeron
de los labios del Taumaturgo divino que tenan que
comer su Carne y beber su Sangre si queran se-
guir siendo sus discpulos.
Al da siguiente del milagro de la multiplica-
cin de los panes, Jess hizo promesa formal de
dar al mundo la Eucarista, de darse a S mismo
bajo las apariencias de pan; lo dijo claramente: "Yo
soy el pan vivo que baj del cielo. El que come
de este pan vivir para siempre. El pan que yo os
dar es mi carne, para la vida del mundo.... En
verdad, en verdad os digo, si no comis la carne
del Hijo de Dios y bebis su sangre, no tendris
vida en vosotros ... Mi carne es verdaderamente co-
mida y mi sangre es verdaderamente bebida; el que
come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eter-

na....Concluy tan clara y precisa promesa, con es-
tas palabras: "Este es el pan que ha bajado del
cielo. No como cuando vuestros padres comieron
el man en el desierto y murieron; el que come
este pan vivir para siempre".
El escndalo y Ja disercin se sigui como

consecuencia de la promesa de Jess. La doctrina
era tan nueva y la oferta tan extraa e inverosmil
que se escandalizaron y se separaron muchos de los
;<
discpulos del Seor, diciendo: Dura es esta ense-
anza"- En realidad, parecan duras las palabras del
Maestro, pues, ofreca su carne y su sangre como
comida y bebida; esta preciosa oferta la hizo reali-
dad el ltimo jueves de su vida. (Mat. XXVI -26.
Marc. XiV-22. Luc. XXI 1-19).
-LXXXIV- LA TRANSFIGURACION
êis das despus de la multiplicacin de los

panes sali Jess con sus Apstoles en va de des-
canso y lleg al pie de un monte- Tom consigo a
Pedro, Santiago y Juan y les invit a subir hasta
la cumbre; a los dems les orden que le espera-
ran en la poblacin ms cercana.
Era tiempo de verano; el cielo estaba ntido, la

atmsfera caldeada por los quemantes rayos del sol
era refrescada con el viento que soplaba ruidoso,
el panorama despejado por completo, daba una vi-
sin magnfica de los contornos grises, salpicados de
verde.
El monte Tabor se levanta majestuoso al sur-

oeste del lago de Tiberades y a dos leguas del puebli-
to de Nazaret, a unos 700 metros de altura y est
revestido de verdor. Al Jess con
atardecer subi
los tres predilectos. No les espantaba tener que pa-
sar la noche al raso, pues las ardientes noches de
verano invitaban a buscar el fresco del campo.
Cuando llegaron a la cima, todos se pusieron

a orar, pero los discpulos se durmieron, cansados
por subida y arrullados por el fresco^ viento. El
la
Seor persista tranquilo en su oracin y "mientras

oraba se transfigur: resplandeca su rostro como el
sol, y sus vestidos se tornaron esplendorosos y blan-
cos como la nieve. Estaba acompaado de Moiss y
Elias, con quienes conversaba de las cosas que
haban de cumplirse en Jerusaln." (Luc 1X-28).
De pronto, un resplandor ofuscante despert a

los tres Apstoles. Levantaron los ojos y vieron el
inusitado fulgor que despeda el cuerpo del Maestro.

Como el sol medio da, irradiaba luz y haca
de
fulgurar toda la cima de la montaa. Junto al Se-
or vieron dos hombres nimbados de gloria; los
vestidos de Jess eran blancos y resplandecientes.
En la cumbre del Tabor se form una nube lumi-
nosa, desplegndose como tienda de campaa, que
cubra a los personajes que vean los discpulos,
quienes oyeron al final de la transfiguracin una
voz celestial que deca: "Este es mi hijo muy ama-
do" -Mientras resonaba esa voz, Pedro talvez not
que Moiss y Elias se despedan de Jess y para
impedir su ida dijo: "Maestro, bueno es que perma-
nezcamos aqu; hagamos tres tiendas: una para t
y otras para cada uno de los Profetas que te a-
compaan". (Marc. 1X-7).
La propuesta de Pedro era acertada y de a-

cuerdo con las costumbres judas. Eran tres seores
y tres siervos. Para los primeros se levantaran pa-
bellones, mientras que los sirvientes podan pasar
a la intemperie, cobijados con sus mantos.
Los discpulos estaban transportados a regiones

celestiales y no queran perder la beatfica visin,
pero, antes del cielo, les esperaba un mar de su-
plicios con motivo de la pasin y muerte de su
Maestro. As que, cuando queran permanecer para
siempre anegados en felicidad, se termin todo y
se encontraron con la figura ordinaria de Jess que
les mandaba que no dijeran a nadie lo que haban
visto, hasta despus de su resurreccin.
Mientras bajaban, el sol les iluminaba con la

suave y perfumada luz matinal; los tres hablaban
calladamente comentando la visin y decan que la
aurora con todo su fulgor y el sol con todo su
esplendor quedaban sin brillo en comparacin de la
luz que circund la cima del monte, cuando vieron
al maestro transfigurado.
Estaban cercanos de llegar al pie de la mon-

taa cuando oyeron voces, de controversia. Los fa-
N
riseos haban aprovechado la ausencia del Maestro

para discutir con los discpulos sobre el origen y
doctrina de Jess y, adems, se burlaban porque
no haban podido librar a un endemoniado.
En ese momento Seor y entabl la

lleg el
defensa de sus Apstoles y prob una vez ms a
sus enemigos su misin divina curando al enfermo
con posesin diablica. (Luc. 1X-37)
Ante el acto de fe del padre poseso que
del
peda un milagro, diciendo: "Creo, Seor, ayuda t
a mi incredulidad", Jess conmin al demonio para
que dejara en paz a ese hombre. El espritu sordo
y mudo obedeci al instante. El curado y su padre
se fueron agradecidos; los fariseos quedaron con-
fundidos y los Apstoles satisfechos de su triunfo.
"Todos, dice el Evangelista, estaban estupefactos
de la grandeza de Dios". - Los que se quedaron al
pie del Tabor estaban participando de los reflejos
de la Transfiguracin. (Luc. 1X-44J.
-LXXXV- PADRE NUESTRO
Bice el Padre Vilario: "Hay una oracin

breve en palabras y riqusima en gracias, sencilla
en expresiones y profundsima en conceptos, la ms
perfectamente humana que se conoce en el mundo.
Oracin que han pronunciado millones de labios, en
todas las lenguas de la tierra y que han exhalado
millones de corazones en todos los rincones del
orbe, y que se han transmitido, sin mudar una pala-
bra, centenares de generaciones, en todos los siglos-..."
Esta oracin es el PADRE NUESTRO; la nica
que ense Jesucristo; la ms sencilla entre las o-
raciones, sin literatura, sin altivez y sin servilismo,
como dice pero la ms bella y profunda
Papini,
entre todas. Pero no todos la entienden. La secular
repeticin mecnica de los labios, la repeticin mi-
lenaria, distrada e indiferente, ha hecho de esa o-
racin divina, una sarta de slabas humanas que
han perdido el sentido...."
El Padre Nuestro es la oracin seorial por
antonomasia.
Uno de los Apstoles dijo un da al Seor:
"Ensanos a orar" y el Maestro ense la ora-
cin de las siete peticiones: fAIat. Vl-9-Luc.Xl-2j.
Padre nuestro que. ests en los cielos: Llamamien-

to al Padre universal.
filial
Dios es Padre nuestro, de. todos, de ricos y

pobres, de grandes y pequeos, de blancos, negros
e indios; Padre, que enva su soi y hace llover sobre
buenos y malos; Padre universal, sin distincin de

clases sociales; hay nobles y plebeyos,
ante El no
aristcratas y populares; el hombre perverso hace
esas' clasificaciones humanas, divide en partidos, se-
para a los seres racionales con pretexto de colo-
ridos polticos o religiosos, pero Dios, nuestro Pa-
dre, Padre nico de la humanidad, a nadie despre-
cia, no es el magnate o gamonal soberbio y pre-
suntuoso que anda en zaga del adulo, del incienso,
de los honores y que desprecia y castiga al que no
se arrastra a sus pies. El Padre Celestial es Aquel
de quien dijo Jess: ''Vuestro Padre sabe lo que
habis menester antes que se lo pidis." fMat. VI-
S). Es decir el Padre bueno, el nico que merece
este significativo nombre; si hasta el Rab divin/>

no quiso que le llamaran Padre, seguramente c/s
porque esta palabra es el compendio de todo lo su-
blime, porque es sinnimo de amor, de unin, de
igualdad, de caridad, de fraternidad, de libertad en-
tre todos los hombres, hijos del mismo Dios. "No
llamis Padre a ninguno sobre la tierra, porque
uno solo es vuestro Padre, el del Cielo; vosotros
sois todos hermanos." (Mat. XXI 11-8 y 9).
Despus de esta invocacin filial y tierna que

sirve para conciliarnos la benevolencia divina, vienen
las tres peticiones que se entrelazan admirablemen-
te. La segunda es como una consecuencia de la
primera, pues, si Dios es glorificado, por el mismo
hecho se establece su reino entre los glorificantes,
y la tercera es la manera como
dos primeras se
las
verifican,porque se santifica el nombre de Dios y
reina El en nosotros, si hacemos los hombres su
voluntad en la tierra, como los ngeles la cumplen

en el Cielo.
En las peticiones de la primera parte de la o

racin dominical nos olvidamos de nosotros mismos,
de nuestra materia, y la plegaria va encaminada
miramos a Dios, nuestro principio y fin.
al espritu,
En las cuatro peticiones de la segunda parte del Pa-

dre Nuestro, Jess nos ensea a pedir lo necesario
para nosotros: el pan cuotidiano que necesita la ma-
teria para sostener al espritu, no debemos pedir
riquezas y superfluidades, estorbos para la vida es-
piritual, sino lo necesario, lo indispensable, lo que
nos dar Dios por aadidura, si buscamos su justi-
cia y su reino.
Pedimos que nuestro Padre perdone los peca-

dos diarios con los cuales ofendemos su santidad;
que nos perdone las deudas espirituales en cambio
de la promesa que le hacemos de cumplir con la ley
cristiana del amor, de la reconciliacin, del perdn
de las ofensas que todos los das recibimos de nues-
tros prjimos. Dios eterno e infinito
es nuestro
acreedor, pero podemos disminuir nuestras cuentas
con la divinidad, saldando las deudas humanas.
Pedimos ayuda a nuestra debilidad, que la Di-

vina Providencia disponga las cosas de tal suerte
que no sean tentacin para nuestra alma, ni mal
para nuestro cuerpo.
Las cuatro peticiones miran al presente con el

pan de cada da, al pasado con el perdn de las
ofensas y al futuro con la liberacin de tentaciones
y males de toda clase.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 3^
El PADRE NUESTRO, la oracin enseada
por Jess, no tiene palabras superfluas, ni hay exa-
geracin en las splicas; se pide todo y se reza
poco; es la onacin completa que debemos recitar
diariamente los cristianos en la tierra, porque su
eco repercute en el cielo.
Rezando bien el"padre nuestro" cumplimos con
el consejo de Jess: "En la oracin no afectis ha-
blar mucho, como hacen algunas gentes, que se ima-
ginan haber de ser odas a fuerza de palabras. No
queris, pues, imitarlas. Vosotros habis de orar
con el Padre nuestro. (Mat. VI -7).
-LXXXVI- AMOR CRISTIANO
AMjo Jess: "Osteis que Amars a

fu dicho:
tu prjimo y odiars a tu enemigo. Mas Yo os di-
go: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los
que os hacen fMat.
mal". -"Bendecid a
V-38-43).
los que os maldicen y orad por los que os calum-
nian". (Luc. V1-28J. -"A quien te hiere en una mejilla
presntale la otra". -"Sed misericordiosos as como
vuestro Padre celestial es misericordioso". -(Luc. VI-
29 y 36). -"Un nuevo mandamiento os doy y es:
que os amis unos a otros del mismo modo que
YO he amado a vosotros". fJuan XV- 17). -He aqu
la pauta del amor cristiano.
"Amars a tu prjimo como a ti mismo" (Mrc.

XI 1-31,) es el segundo mandamiento de la Ley y
siendo este semejante al primero, estamos obliga-
dos a amar a Dios y, casi en la misma medida, a
amar al prjimo, por ser todos los hombres hijos
de Dios y hermanos de Jesucristo. El objeto del
amor cristiano es doble: Dios y el prjimo. Segn el
Evangelio, no basta, pues, amar al Seor; es pre-
ciso amar tambin al hombre, hijo de Dios y her-
mano nuestro, sin distincin de personas, ni clases
sociales, ni razas, sin aparentaciones y cumplimien-
tos, con caridad sobrenatural y sincera. De esta
caridad, de este amor fraterno, habla el Apstol,
cuando dice: "La caridad es sufrida, es dulce y biene-
chora; la caridad no tiene envidia, no obra precipi-
tada ni temerariamente, no se ensoberbece, no es
ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no

piensa mal, no se huelga de la injusticia; compl-
cese en el bien del prjimo etc". (I-Cor. XI 11-4).
No debemos amar al prjimo con amor de

cortesa sino con hechos, para cumplir lo que dijo
Jess: "Por aqu conocern todos que sois mis disc-
pulos, os tenis amor unos a otros". (Jn. XI 11-
si
34). -Amar a tu prjimo como a t mismo, es la

expresin ms completa de la caridad cristiana; es
el resumen de todos los deberes para con nuestros
semejantes. No puede haber gua ms segura en
este punto que hacer con los otros, lo mismo que
deseamos se haga con nosotros; as, el egosmo hu-
mano sale de su concha y obra dando lo que exige;
as, el orgullo no puede pedir para s, sino lo que
debe dar a los dems.

"Amad a vuestros enemigos, para que seis ver-
daderos hijos del Padre celestial, porque si amis
nicamente a los que os aman; ni no saludis sino
a vuestros amigos, no sois buenos cristianos, no
hacis nada de particular, ya que los paganos ha-
cen lo mismo " (Mat. V-46).
Amara su enemigo es todava ms que amar
al es perdonar las ofensas, es no tener
prjimo;
odio, ni rencor, ni deseo de venganza con el que
nos ha ofendido. Es no poner obstculo a la re-
conciliacin, es desear bien en vez de querer mal
al que naturalmente no le amamos, al que nos es
antiptico.
mundo siempre ha pensado de distinta ma-

El
nera que Jesucristo. El mundo sigue enseando:
"ojo por ojo y diente por diente"; lo que llaman
314 EL VERDADhRO JESUCRISTO
los hombres punto de honor y que tiene su origen

en el orgullo, es contrario al precepto de Cristo
que se basa en la humildad, que es el nido del amor.
Cuando la doctrina cristiana del amor sea la
regla de conducta de los hombres habr felicidad
en la tierra, dice Feneln: amaos unos a otros y
procurad, sobre todo, amar a los que os inspiran
indiferencia, desprecio u odio; el sacrificio que o-
bliga a amar a lo enemigos es penoso, pero esa
es precisamente la hostia sin mancha ofrecida a
Dios en el altar del corazn humano, hostia de a-
gradable aroma cuyo perfume sube al cielo.
Acostumbraba Jess terminar su predicacin
con una sentencia breve que sintetizaba toda la doc-
trina expuesta, grabando as e la mente de sus
oyentes y en el fondo del alma sus divinas ense-
anzas. La doctrina acerca del perdn de las ofen-
sas y del amor a los enemigos termin as: "Con
la misma medida con que midireis seris medido
vosotros". (Luc. VI -38;.
Con motivo de su evangelio sobre el amor al
prjimo y el perdn de las injurias, Jess presen-
t tambin una parbola, la del "siervo sin entra-
as de misericordia", que termina con esta senten-
cia: "De esta manera se portar mi Padre celestial
con vosotros, si cada uno no perdona de corazn a
su prjimo, las ofensas recibidas." fMat, XVI 11-35;.
El amor cristiano es caridad y perdn; es amar

a Dios sobre todas las cosas y al prjimo, como a
nosotros mismos, por amor a Dios; es perdonar a
nuestros enemigos y devolver bien por mal. Lo con-
trario es egosmo, es orgullo, es amor mundano. El
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 3] 5
egosmo es la negacin de la caridad, como el or-

gullo es el amor a s mismo. Pascal dice: "Mientras
el egosmo y el orgullo se den la mano en el mun-
do, no habr la verdadera caridad cristiana y la
tierra ser siempre un lugar de juego favorable al
ms astuto, una lucha de intereses, una vida sin
sosiego, ni seguridad...."
Solamente el amor cristiano resuelve dificulta-

encarna
des, quita fronteras, la verdadera unin y
es fuente perenne de paz y felicidad.
-LXXXVII- JESUS Y LOS PECADORES
Sntre el cmulo de desgracias que afligen a

la humanidad, hay una que es la fuente y el origen
de todos los males, el pecado. Jesucristo se com-
padeci de todas las flaquezas de los hombres, re-
medi todas sus necesidades y perdon tambin sus
pecados. Odiaba al pecado, pero tena compasin
del pecador. Las pginas ms hermosas del Evan-
gelio son aquellas en que aparece Cristo diciendo:
"vete en paz, perdonados te son tus pecados" -Per-
donar es su mxima y perdonar siempre. A Pedro
le dice: "Perdonars, no siete veces, sino setenta
veces siete" (Mat. XVI 11-22;.
Con conciencia plena de su misin redentora y

con conocimiento perfecto de la flaqueza humana,
el ideal de su vida era perdonar. As lo dice: "Yo
no he venido a llamar a los justos, sino a los peca-
dores" y "mayor gozo hay en el cielo por la con-
versin de un pecador, que por la perseverancia de
diez justos". (Luc. V-27). Esto dijo y mucho ms hizo
por los pecadores. Una parbola es suficiente para
probar la conducta de Jess con el cristiano que
se aleja de su lado por el pecado mortal. -No son
palabras de un hombre que se figura la misericor-
dia de Dios, ni invenciones de un orador que quie-
re inspirar confianza a su auditorio, son palabras
de Dios en beneficio del hombre pecador; es la his-
toria del corazn humano y la Bondad del Corazn
divino que se retratan en la parbola del hijo prdi-
go, enseada por Jess: "Un hombre tena dos hi-
jos, de los cuales, el menor pidi a su padre la
herencia y se fu de su lado. En tierras lejanas

malbarat su hacienda, viviendo licenciosamente.
Cuando tena dinero no le faltaban amigos y diver-
siones, pero se termin la fortuna, se acabaron los
amigos y todos le dejaron entregado a su desgra-

cia. Acosado por el hambre, se ganaba la vida pas-
tando cerdos y se alimentaba de las bellotas que co-
man los puercos. -Extenuado, andrajoso, sufrido,
recordaba la casa de su padre donde hasta los peo-
nes tenan el pan en abundancia. Un da tom la
resolucin de volver a la casa solariega y pedir a
su padre que le admitiese como criado.... El Padre
haba encanecido en la ausencia de su hijo ama-
do; con lgrimas en los ojos y con el corazn san-
grante sala diariamente al balcn para recordar la
figura de su hijomarchndose de su lado; para su
amor paternal estaban an frescas as 1 huellas en el
camino y con lgrimas de cario las regaba, ao-
rando al ingrato Una tarde vi la silueta de un
...
hombre que se diriga por ese camino, procurando

borrar esas pisadas; cuando se acerc esa figura
esculida y macilenta, el padre perdi la esperanza
de ver al hijo querido, pero una mirada del corazn
volvi a hacer verdadera la imagen desconocida-
El padre abraz a su hijo y le bes; ste entre so-
llozos dijo: Padre mo he pecado contra el cielo y
contra t; ya no soy digno de ser tratado como hi-
jo; trtame a lo menos como un esclavo tuyo. -La
contestacin del padre fu ordenar a sus criados
que preparasen una fiesta suntuosa, porque su hijo
estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y ha
sido hallado...." (Luc. XV-11). -Dulcsima parbola
que Jess la hizo realidad muchas veces, como en

el siguiente pasaje: estaba el Seor explicando la
doctrina, sentado en e1 Templo, rodeado
atrio del
de mucha gente, cuando se acercaron algunos escri-
bas y fariseos trayendo una pobre mujer, que la pu-
sieron como blanco de la muchedumbre. "Maestro,
dijeron, sta acaba de ser sorprendida en pecado;
es casada, ha cado en adulterio y, segn la Ley
de Moiss debe se apedreada; t qu dices al
respecto?"
Era tnta la misericordia de Jess con los pe-

cadores, que se poda asegurar que le perdonara
pero era tan grave el delito, que deba ser castiga-
do para escarmiento. Jess sali del apuro haciendo
triunfar la misericordia antes que la justicia. Sin
responder nada, sentado como estaba, se inclin y
en el suelo se puso a escribir algo. Los acusadores
de la mujer adltera insistan en su pregunta. El
Maestro volvi a tomar la postura normal y con
U
aire de desafo les dijo: E1 que entre vosotros no
tenga pecado, arroje la primera piedra sobre esta
mujer", -y volvi a escribir en el suelo. La respues-
ta y resolucin de Jess produjo mayores estragos
que una bomba atmica. Los fariseos acusadores o-
yeron la sentencia y desfilaron precipitadamente uno
tras otro, movidos por su conciencia que les acu
saba de crmenes y antes de que el Seor los re-
velara a las gentes; en cada movimiento del dedo
de Jess vean escritos sus pecados y mejor era
tomar las de Villadiego que comprometerse feamen-
te. Cuando se alz Jess y mir a los acusadores,
no se encontr sino con la mujer acusada, a quin
le dijo: "Dnde estn los que te acusan? Ninguno
ha tirado la piedra sobre t?" "Ninguno, contest

con voz entrecortada de temor, la infeliz adltera,
que no presenta el desenlace del juicio. -El Juez
sentenci: "Ni Yo te condeno; vete en paz y no
vuelvas a pecar". (Jn. Vil 11)
He aqu un ejemplo de la misericordia de Je-

ss con los pecadores arrepentidos.
-LXXXVIII- EL FARISEISMO
os fariseos eran en tiempo de Jess muy nu-

merosos y dominaban al pueblo. Era gente pudiente
bajo muchos aspectos, pero llena de extravagancias
y dominada del prurito de aparecer. La secta de
los fariseos tena como principio de vida religiosa
el aparecer justos; tapado el exterior, poco o nada
les importaba a esos hombres la pureza interior.
Era fcil conocer a un fariseo, por sus exteriori-
dades y sus maneras ceremoniosas. Un sinnmero
de abluciones precedan y seguan a sus actos. El
ayuno, el descanso sabatino, la limosna, la oracin,
el sacrificio, todo estaba complicado por los fariseos
con ademanes e hipocresas, en que hacan consis-
tir la santidad.
Jesucristo les acusa de hacer de la ley una

carga pesada para el pueblo y de no guardarla ellos;
de hacer todo para ser vistos y alabados de los hom-
bres. Contra ellos lanza el Seor una serie de tre-
mendas invectivas.
Jess, manso y humilde de corazn, misericor-

dioso con los pecadores, no pudo tolerar a los hip-
critas y soberbios fariseos; en la cara les dijo, re-
petidas veces: "Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipcritas, que cerris el Reino de los Cielos a los
hombres, porque ni entris vosotros, ni dejis en-
trar a los otros! Ay de vosotros que devoris las
casas de las viudas, con pretexto de orar largamen-
te! Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas,
que pagis diezmos de la menta, del ans y del co-
mino, y omits lo ms importante de la Ley. Sois

guas ciegos que colis el mosquito y os tragis
el camello! Ay de vosotros, fariseos hipcritas, que
limpiis lo exterior de taza y del plato y tenis
la
vuestro interior lleno de rapias e inmundicias. -Sois

como sepulcros blanqueados, que por fuera parecen
esplndidos y por dentro son hervideros de gusa-
nos y podredumbre. -Ay de vosotros, fariseos hip-
critas, que buscis primeros asientos en las sina-
los
gogas y ser saludados por todos. Ay de vosotros,
doctores y escribas, que creis poseer la llave de
la ciencia; ni vosotros habis entrado, ni dejis en-
trar a otros. Fabricis mausoleos a los profetas, a
quienes lapidaron y mataron vuestros padres. -Ra-
za de vvoras, serpientes venenosas!" (Mat. XXI 11-1).
A los discpulos dijo el Maestro: "Guardaos de
los escribas y fariseos; no hagis loque ellos hacen.
Les gusta andar con vestidos anchos, dilatan sus
filacterias y alargan las borlas de sus mantos para
ser vistos de los hombres. Buscan los primeros a-
sientos en las reuniones,procuran ser saludados y
aclamados por las multitudes, anhelan ser llamados
maestros y padres. Vosotros no os llamis MAES-
TROS, porque slo CRISTO es vuestro MAES-
TRO y vosotros todos sois hermanos. No llamis a
nadie PADRE en la tierra, porque uno solo es vues-
tro Padre, el que est en los Cielos, DIOS. (Luc.
XX-45J.
Para hacer comprender bien que era el fa-
lo
risesmo, Jess esta parbola: " Entraron dos
dijo
hombres a orar en el Templo, el uno fariseo y el
otro publicano. El fariseo, de pie, oraba as: "Oh
Dios, te doy gracias porque no soy como los de-
ms hombres, rapaces, inicuos, adlteros, ni como

este publicano; yo ayuno dos veces a la semana y
pago diezmos de todo lo que poseo .
" En cambio,
el de rodillas, colocado lejos del
otro, el publicano,
altar,no quera ni alzar los ojos al cielo, sino que
golpeaba su pecho, diciendo: "Dios mo, compadce-
te de m, porque soy pecador...." fLuc. XV111-9).
Cuando el Seor dijo esta parbola, entre el

auditorio seguramente, muchos fariseos,
estaban,
dando muestras de desdn y arrogancia y manifes-
tando desprecio al vulgo que oa y segua a Jess.
Pagados de s mismos, despreciaban a los dems.
Estos hombres y su farisesmo quedaron retratados
de cuerpo entero en esta parbola y en los repe-
tidos ayes de Cristo que inculca a los cristianos a
no ser fariseos, ni de palabra, ni de obra, ni de
pensamiento.
Los fariseos abundan en el mundo actual. Son
los que creyndose buenos, desprecian a quienes
juzgan malos y olvidan lo que dijo Jesucristo: "na-
die es BUENO sino slo Dios". (Luc. XVI 11-19).
"Hipcrita: por qu miras la mota
de tu
en el ojo
hermano y no reparas en la viga que tienes en el
tuyo? -Saca primero la viga de tu ojo y despus ve-
rs cmo sacar la mota del ojo de tu prjimo.
(Luc. VI- 41 y 42).
-LXXXIX- MORAL EXTRAA
orno moral pueden calificarse las

extraa
enseanzas de Jess, de parte de quien no entien-
de el significado de ciertas palabras que us el
Maestro.
dijo: "Si
Jesucristo alguno viene a M y no
ODIA a su padre y a su madre, a su mujer y a
sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta a s
propia vida, no puede ser mi discpulo/' (Luc. XIV-
26). Es inadmisible una moral de ODIO en labios
de Cristo que siempre ense, de palabra y de obra,
a AMAR hasta a los enemigos. Para interpretar
acertadamente esa doctrina, al parecer extraa, im-
porta determinar el alcance del verbo griego
MISEIN. (odiar). No tiene el mismo sentido que
en castellano; los hebreos lo usaban en el sentido
de POSPONER o APRECIAR MENOS. As se
explica el precepto de Jess y no sufre mengua su
doctrina de amor. El NON ODIT latino o KAI O
MISEI griego del Evangelio significan AMAR ME-
NOS. Luego, Jess dijo: "Si alguno viene a M y
me ama menos que a su padre y a su madre, que
a su mujer e hijos, que a sus hermanos y herma-
nas y hasta que a su propia vida, no es verdadero
discpulo mo".
AMAR, en griego AGAPAN,

El significado de
es de PREFERIR o ANTEPONER. Este sen-
el
tido aparece explcitamente en el texto paralelo de

San Mateo: "Quien ama al padre o a la madre
ms que a M, y al hijo o a la hija ms que a M,

no merece ser mo". (Mat. X-37/
En esta nueva doctrina de Jess se trata, pues,
de dos actitudes distintas ante dos trminos del a-
lecto; actitudes que se diferencian en grado, sin
llegar a la oposicin de los extremos.
Jesucristo dijo: "No creis que he

venido ha
implantar paz sobre la tierra; no he venido trayen-
do la paz, sino la guerra. He venido a separar al
hijo de su padre, a la hija de su madre y a la
nuera de su suegra; los enemigos del hombre se-
rn las personas de su misma casa". (Mat. X-34 35-36).
Segn San Lucas, ms dijo Jess: "Pensis
que he venido a poner paz en la tierra? No, sino
desunin. As oslo declaro. De suerte que desde ahora
en adelante habr en una misma casa cinco entre
s desunidos, tres contra dos, y dos contra tres. El
padre estar contra el hijo y el hijo contra el pa-

dre, la madre contra la hija y la hija contra la
madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra
la suegra". fLuc. XI 1-51 a 54).
Enseanzas morales extraas y al parecer con-

tradictorias a lapaz trada por Jess a la tierra y
proclamada por los ngeles en la cuna de Beln.
Sin embargo, as habl Jesucristo, pero se refiri
a la falsa paz del mundo, a los desacuerdos con
ocasin de las enseanzas y prcticas cristianas.
"Yo he venido a poner fuego en la tierra", son
palabras de Cristo (Luc. Xll-49j; este fuego que
quema, que divide, que es guerra, es su Evangelio,
cuya difusin es motivo de contradicciones y desa-
veniencias entre los hombres, es motivo de desunin
entrehermanos y parientes, porque hasta en una

misma familia, no todos los miembros admiten y
practican la doctrina cristiana.
Aun en el siglo XX
presenciamos luchas y di-
visiones por el Evangelio, en todas partes. En el
Ecuador donde el noventa y nueve por ciento son
cristianos, hay gente de derecha y de izquierda; hom-
bres que luchan por la cristianizacin del hogar, de
la escuela, de la sociedad, y otros que quieren ale-
jar a Cristo del individuo, de la familia, de la nacin.
Jesucristo es ocasin de guerra, aunque su doctrina
es de paz. Si esto sucede despus de 1958 aos de
cristianismo, no deben llamar la atencin, como mo-
ral extraa, las palabras de Jess, porque la semi-
lla del Evangelio que sembr el Maestro en Pales-
tina, fructific en el mundo, triturada por el fuego
de los enemigos de Cristo y ensangrentada con las
vctimas y mrtires cristianos.
Hay muchas otras frases, sentencias y ensean-
zas evanglicas que nicamente entiende el hombre
espiritual; son los cimientos profundos de la vida
sobrenatural; son las normas de moral sublime del
la
Evangelio, que pueden parecer moral extraa a los
necios, a los soberbios, a los que tienen sus sen-
tidos pegados a la tierra, porque, como dice el A-
pstol: "El hombre animal no puede comprender a
Dios ni entender sus divinas enseanzas".
-XC- LO QUE JESUCRISTO DIJO
ACERCA DEL ESCANDALO:
y del mundo por razn de los escndalos!

[Porque si bien es forzoso que haya escndalos;
sin embargo, ay de aquel hombre que causa el es-
cndalo! Menos mal sera para l, que le echasen
al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar.
Si tu mano o tu pie te son ocasin de escndalo,
crtalos y arrjalos lejos de t, y si tu ojo es para
t ocasin de escndalo, scale y trale lejos de t:
mejor te es entrar en la vida eterna manco o cojo,
y con un solo ojo, que con dos manos o dos pies y
dos ojos ser arrojado al fuego del infierno. Ay de
quin escandalizare a uno de estos parvulillos o a
alguno de los que creen en M .../' (Mat. XVI 11-
..
6 a 10-Luc. XVI 11-1 a 3).
ACERCA DEL DIVORCIO:

"Lo que Dios ha desuna el hom-
unido, no lo
bre. Cualquiera que desechare a su mujer y tomare
otra, comete adulterio. Y si la mujer se aparta de
su marido, y se casa con otro, es adltera. Por cuya
razn dejar el hombre a su padre y a su madre y
juntarse ha con su mujer y los dos no compondrn
sino una sola carne. De manera que ya no son dos,
sino una sola carne unida por el matrimonio. No
separe, pues, el hombre, lo que Dios ha juntado".
fMarc. X-7 a 13).
ACERCA DEL MAL CORAZON:

"No que entra por la boca, es lo que man-
lo
cha al hombre; sino lo que sale del corazn, eso es
lo que le mancha. Porque todo lo que de afuera entra
en el hombre va a parar en el vientre, de donde
sale con las heces de la comida y se arroja en luga-
res secretos; nada entra en su corazn. Mas las cosas
que salen del corazn del hombre, esas son las que
le manchan. Porque de lo interior del corazn pro-
ceden los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avari-
cias, las malicias, los fraudes, las desonestidades,
la envidia, la blasfemia, la soberbia, la estupidez.
Todos estos vicios proceden del interior, y esos son los
que manchan al hombre. ..." (Marc. VI 1-15 a 23).
EFICACIA DE LA ORACION:
"PEDID Y SE OS DARA, buscad y hallaris,
llamad y se os abrir. Porque todo aquel que pide,
recibe, y quien busca halla, y al que llama, se le abri-
r. Si entre vosotros un hijo pide pan a su padre,
acaso le dar una piedra?, o si pide un pez, le da-
r un escorpin? Pues si vosotros siendo malos co-
mo sois, sabis dar cosas buenas a vuestros hijos,
cunto ms vuestro Padre que est en los cielos,
os dar lo que peds?" (Luc Xl-9 a \3).
JUICIOS DE DIOS:
u
Yo he venido al mundo para entablar Juicio,
a fin de que los ciegos vean y los que ven se ha-
gan ciegos". (Jn. \X-39). Esto dijo Jess como eplo-
go de la curacin del ciego de nacimiento. Este hom-
bre no saba ms que la frase rutinaria para pedir
limosna, no vi otra cosa que oscuridad de la

la
noche en sus ojos cerrados, no oy sino palabras
de conmiseracin de unos y de burla de otros que pa-
saban por su lado, apenas conoca las profecas
acerca de Cristo...., sin embargo, recibe la Reden-
cin del cuerpo ciego y del alma manchada. En
contraposicin estn los doctores, los escribas, los
fariseos, ocupados en escudriar las Escrituras; ven
a Jesucristo, oyen su predicacin, constatan sus mi-
lagros y le rechazan. Son ciegos; han cerrado los
ojos, cuando Jess abra los del enfermo. Casos
que se repiten diariamente.
Los fariseos entendieron la alusin del Seor

en su sentencia acerca de los Juicios divinos y re-
plicaron: "qu, nosotros somos ciegos?" Jess les con-
test: "Si fuerais ciegos, al menos no tendras pe-
cado, pero, por lo mismo que decs que veis, el pe-
cado permanece en vosotros", (Jn. IX- 40).
PODER DE LA FE:
"Si tuvirais fe como un grano de mostaza, no

habra para vosotros cosa imposible. Pudirais de-
cir a una montaa: psate de aqu a otro lado, y
el monte se cambiara de lugar. Para la fe no son
imposibles los milagros...." (Mat. Xl-21-Luc. XVI l-6j.
FE falt a los apstoles para apaciguar la tem-
pestad en elmar de Galilea. "Hombres de poca
fe" fue el reproche de Jess a sus discpulos an-
tes de mandar a los vientos y a las olas del em-
bravecido mar. (Mat. VI 1 1-23). "Tu FE te ha cu-
rado" dice el Seor a la enferma de flujos desan-
gre. (Luc. VI 11-48). "Mujer, grande es tu FE, que
se haga como tu quieres" es la contestacin de Je-

ss a la peticin de la madre que clama por la cu-
racin de su hija endemoniada. (Mat. XV-28).
Cuanto ense Jesucristo acerca de la efica-

cia de la Fe, resumi diciendo: "Todo cuanto pi-
direis en la oracin, si tenis fe, lo alcanzaris".
'(Mat. "DEJAD QUE LOS MUERTOS
XX1-22).
ENTIERREN A LOS MUERTOS". (Mat. Vlll-22).
Seguramente en eata frase proverbial de Je-
sucristo se inspir el Poeta que dijo:
No son los muertos, los que en dulce calma

la paz disfrutan de la tumba fra,
muertos son los que llevan muerta el alma

y viven y entierran todava
Evangelio es la Enciclopedia sagrada de

El
cuanto dijo Jess Salvador del mundo. Cada palabra
es una leccin y cada frase una enseanza.
-XCI- MILAGROS
LA HEMORROISA.
Jfess, conmovido ante la angustia de Jairo*

que le suplicaba fuese a curar a su nica hija que
estaba agonizando, se encamin presuroso a la ca-

sa de la moribunda, acompaado de sus discpulos
y de una ingente muchedumbre que le empujaba.
Entre la multitud iba una mujer enferma de flujos
de sangre, desde hace mucho tiempo, sin esperan-
za de curacin y asechada continuamente por la
muerte. La hemorroisa haba odo hablar de los mi-

lagros que haca Jess a cada paso y saba que
muchas veces curaba con sola su palabra o con el
contacto de sus manos. Acababa de or que un ma-
gistrado le llevaba a su casa para que
curara a
su hija; llena de fe y saturada de esperanza, se
dijo: "si yo llego a tocar su vestido, me curo", y
animosa se abra paso entre la muchedumbre. Con
dificultad lleg cerca de Jess, no se atrevi a de-
cir una palabra, sino que toc la orla del manto
que ondulante caa sobre las espaldas del Seor. Al
instante sinti como una corriente elctrica que-
recorra su cuerpo y que le sanaba; al mismo tiem-
po, Jess volvi la cabeza y pregunt: "quin me
ha tocado?" Los que estaban junto a Cristo pro-
testaron diciendo que eran empujados por los de
atrs; los apstoles dijeron: "Maestro la gente es-
t oprimindonos por todas partes y T preguntas
quin te ha tocado?" El Seor replic: "Alguien me
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 33 \
ha tocado, porque Yo he sentido la virtud curativa

que ha salido de m", y se revolvi a buscar a la
persona beneficiada con el milagro. La hemorroisa,
vindose descubierta, se ech a los pies de Jesu-
cristo y llena de emocin y gratitud, lavaba con
sus lgrimas el vestuario del mdico divino que la
levant con cario y la despidi dicindole: "vete
en paz, tu fe te ha curado...." (Luc. VI 11-40).
"TALITHA, CUMI". -Impaciente estaba Jairo
con la demora ocasionada por la hemorroisa y ro-
gaba a Jess que se apresurara el paso, cuando se
present un criado y avis al magistrado que su
hija haba muerto y que era ya intil el viaje de
Jess. Jairo no perdi la confianza e insisti en
llevar alSeor a su casa. Era testigo de la cura-
cin de la mujer enferma con flujos sanguneos,
sanada al contacto de las vestiduras del Maestro y
esperaba que al contacto de sus manos resucitara
su Lleg la comitiva a casa de Jairo; todo era
hija.
en confusin y luto; no se vean sino lgrimas
ella
y slo se oan gemidos de dolor; reinaba la muerte.

Con la presencia de Jess cambi la escena y vol-
vi la paz, la alegra, la vida. Entr el Seor a
la alcoba donde estaba velndose el cadver, diri-
gi una mirada a los circunstantes, musit una ple-
garia y tomando de la mano a la nia muerta le
dijo: "talitha, cumi", que se traduce: "nia, levn-

tate". El Evangelio sigue narrando que la muerta
resucit y que en presencia de muchas personas
se levant y sigui andando. Los padres de la nia
lloraban de gozo y no encontraban la manera de
hacer ostensible su agradecimiento al Seor, mien-
tras que los circunstantes estaban maravillados y
propagaron el milagro en toda la regin. (Luc.Vl 1 1-49).
Muchsimos otros milagros hizo Jess que cons-

tan en el Evangelio y muchos otros que no cons-
tan, porque, como dice el Evangelista: Se necesita-
ran muchos libros para escribirlos." (Jn. XX1-25/
Son dignos de leerse los tres milagros hechos
por elSeor en da sbado, porque contienen pre-
ciosas enseanzas y detalles minuciosos: la curacin
del tullido durante treinta, y ocho aos, de la mujer
encorvada haca dieciocho aos, del hidrpico vi-
talicio. (Jn. V-10-Luc. XI 11-10 y X1V-2).
Particular importancia revisten los milagros

hechos para curar al criado del Centurin y para
resucitar al hijo dla viuda de Nan. (Luc.Vl 1- la 11).
En el primero, el Centurin es ideal de delica-

deza, de humildad y de fe. Las palabras que us
para solicitar el milagro, estn consagradas y las re-
piten diariamente el Sacerdote y los fieles, en la
Santa Misa, antes de la comunin.
En segundo, se muestra una vez ms el
el
Corazn compasivo y misericordioso de Jesucristo,
que jams vi lgrimas sin enjugarlas. Una pobre
mujer viuda lloraba la muerte de su hijo nico, tras
el cadver que conducan al cementerio. "No llores",
le dijo Jess, cariosamente, y detuvo el fnebre
cortejo; resucit al muerto y le entreg a su madre
anciana, para que fuese su consuelo y proteccin.
hector Eduardo; andrade proano 333
-XCII- JESUS TRIBUTARIO
Exista la costumbre entre los judos de que

todos deban contribuir para el sostenimiento del
culto, en la mejor forma posible; as lo haba esta-
blecido Moiss y as exiga la Majestad de Jehov-
otras maneras de cumplir con esta obligacin, se ha-
ba establecido que todo israelita varn, mayor de
veinte aos, pagase anualmente dos dracmas; esta
contribucin beba pagar en el mes de Adar, ltimo
mes del ao judo, precedente al de Nizn, en que
se celebraba la Pascua. Parece que estaban exen-
tos de este tributo los sacerdotes y los rabinos. No
sabemos Jess pag cada ao; como buen galileo
si
es probable que lo habra hecho, aunque, talvez, su

ttulo de Rab, le excusaba. En el ltimo ao de su
vida, antes de la ltima Pascua, quiso el Seor ha-
cer ostensible este pago.
Nos cuenta San Mateo que cuando Jess esta-
ba en Cafarnan se acercaron los cobradores del im-
puesto y no atrevindose a decirlo a El personal-
mente, preguntaron al Jefe del Apostolado si el
Maestro pagaba el tributo. -Pedro les contest ro-
tundamente que SI y puso en conocimiento de Je-
ss lo que suceda, quien, para castigar su precipi-
tacin en contestar, le dijo: "Qu te parece, Simn,
los reyes de la tierra reciben el tributo de sus hijos
o de los extraos? De los extraos, dijo Pedro.
Pues bien, prosigui Jess, los hijos estn exentos.
-Yo como Hijo de Dios estoy exento del tributo pa-
ra el culto de mi Padre Jehov, pero para no es-
candalizar, vete al mar, echa anzuelo y al primer

el
pez que cojas brele la boca donde encontrars las

monedas necesarias para pagar el tributo por M y
por t". As lo hizo Simn y qued arreglado este
asunto. -Jess pag el tributo. (Mat. XVI 1-23).
Los judos estaban tambin cargados con otro
impuesto para Roma, que era el pago anual de un
denario, moneda que llevaba la efigie del rostro del
Emperador y la inscripcin de TIBERIO CESAR
AUGUSTO.
Con motivo de este tributo, que era materia
controvertida entre los judos, los fariseos pregun-
taron a Jess si deban o no pagarlo. El asunto
era muy delicado porque constitua uno de los pun-
tos de choque entre romanos y era mo-
israelitas y
Emperador. Si
tivo de poltica entre el pueblo y el
Jess responda que SI, se disgustaba con el pue-
blo y se declaraba su enemigo; si contestaba que
NO, Roma le tena como rebelde y sedicioso y se
distanciaba con el Emperador.
Penetrando el Maestro con su mirada en esos

espritus que venan a tentarle con apariencia de
bondad y mimos de humildad, les dijo: "Hipcritas,
traedme una moneda del tributo, para contestar a
vuestra pregunta". -Cuando le presentaron el dena-
rio, Jess les pregunt: "De quin es esta imagen
y esta inscripcin?" De Csar, contestaron. -Enton-

ces Jess les dijo: "Pues bien, dad al Csar lo que
es del Csar", es decir, esta moneda lleva la imagen
del Csar, a l le corresponde.
Seguramente como buen israelita, sumiso a la

Autoridad, Jess tambin pagaba el denario anual

para Roma.
Solamente Cristo poda dar una respuesta tan

acertada, que no tuvo rplica. Qued bien con el
pueblo y con el Emperador y confundi una vez a
sus enemigos que buscaban la manera de cogerle
en algo para acusarle y que, esta vez como otras, no
tuvieron sino que correrse, avergonzados de su mali-
cia y convencidos de la sabidura del Rab de Galilea.
La contestacin de Jess nos ensea que es-

tamos obligados a pagar los tributos impuestos por
la legtima Autoridad Civil: "Dad al Csar lo que
es del Csar" y que estamos tambin obligados a
contribuir para el culto del verdadero Dios: "Dad a
Dios lo que a Dios debis".
Los israelitas deban pagar ambos tributos: los

dos dracmas para el culto de Jehov y el denario
para el gobierno de Csar. Jess no estaba sujeto
a ninguno de los dos porque era Hijo de Dios y
Seor del Emperador, pero para darnos ejemplo,
fu tributario
-XCIII- EL LAGO DE GENESARET
1 de Genesaret est situado al nor-

lago
te del Jordn y a doscientos metros bajo
valle del
el nivel del Mediterrneo, en una grande hondonada,
cerca de Cafarnan, Betsaida, Magdala y Tibera-
des, de donde toma tambin el nombre de mar de
Tiberades. A orillas de este lago se realizaron gran-
des acontecimientos evanglicos; algunas apariciones
de Jess, la declaracin de la primaca de Pedro,
(Jn -XXl), los ayes del Seor sobre Corozan, Bet-
saida y Cafarnan. (Luc. X-13).
Repetidas veces se pase Jess en sus riberas

y muchas ocasiones esas apacibles y cristalinas a-
guas retrataron la imagen divina del Rab; un da,
por ltima vez, mir el Seor las ondas del lago
verdeazuladas que se movan apaciblemente y mir
tambin las orillas pobladas de casitas, de huertos
y viedos y vi que despus no quedaran ni rui-
nas de esos poblados tan florecientes; eran los pue-
blos donde ms milagros haba obrado y donde me-
nos se le reconoca como el Mesas, y, naturalmen-
te, del fondo del alma de Cristo salieron esos pro-
fticos ayes: "Ay de t Corozan, ay de t Betsaida...."
Un ambiente caracterstico se respira en las o-

rillas dellago de Genesaret o mar de Galilea, don-
de Apstoles
los acostumbraban ejercer su oficio de
pescadores. Aqu, dijo Jess a algunos de ellos: se-
guidme, pues, en adelante seris pescadores de hom-
bres" (Luc W-\0) y en ese mismo sitio pregunta el
Seor: "habis cogido algo?; tenis que comer?"
(Jn. XXI -5,),

y en la primera, como en la segunda
vez, les manda echar las redes en su nombre y la
pesca es superabundante.
Las olas de este lago y las arenas de su playa

fueron testigos de la triple pregunta hecha por Je-
ss a Pedro y de esas contestaciones humildes,
sinceras y amorosas, que repararon publicamente las
tres negaciones de la trgica noche de la pasin y
que elevaron a Pedro al sumo pontificado de la I-
glesia de Cristo. fJn. XX1-15J.
Despus de comer los peces asados y el pan,

tuvieron un tiempo de sobremesa el Maestro con
los discpulos; estos festejaban gozosos el encuen-
tro con el Seor resucitado, cuando Jess, dirigin-
dose a Pedro, le dice: "Simn, me amas ms que
stos?" -Esta pregunta cay sobre el Apstol como
un rayo mortfero, porque le record la peor esce-
na de su vida. En otras circunstancias, el entu-
siasta Pedro hubiera contestado con un SI rotun-
do y rpido, pero ahora, se limita a decir: "Seor
T sabes que te amo". No compara su amor con
el de los dems. La segunda y tercera vez, contes-
ta modestamente, como la primera, y aade: "T
sabes todas las cosas; T sabes que te amo". El
Maestro que conoce la sinceridad, el arrepentimien-
to y el amor del discpulo a quien desde que le lla-
m al apostolado le coloc como piedra fundamen-
tal de su Iglesia, ahora le confirma en la primaca
de autoridad, dicindole: "apacienta mis corderos;
apacienta mis ovejas". (Jn. XXI -17).
En el Mar de Tiberades Pedro se lanz a an*
dar sobre las aguas saliendo al encuentro de Jess;
salt de la barca y avanz sobre el agua como so-

bre tierra firme hasta que su confianza en el Se-
or vacil; tuvo miedo y comenz a hundirse; pero
Jess le tom de la mano y le sostuvo sobre las
aguas y confirm su fe. (Mat. XlV-28j.
El mar de Galilea fue tambin testigo del gran-
de milagro que nos cuenta San Lucas en el Captu-
lo VIH versculo 22 y siguientes. -Predicaba Jess
en las riberas del lago, no lejos de Cafarnan, des-
de una barca; terminada la misin, orden al due-
o de la embarcacin que les condujera a la ribe-
ra oriental; estando mar adentro, el Maestro se re-
cost y dorma, mientras los Apstoles comentaban
las palabrasy los milagros del Seor. Repentina-
mente soplaron los fuertes vientos que venan del
Hermn y el lago se agit en tal forma que las
olas se embravecieron y queran hacer zozobrar la
barca y pusieron a los tripulantes en peligro de
naufragar. Estos tuvieron cuidado de no despertar
al Maestro sino cuando arreci el huracn y el pe-
ligro era inminente; entonces su clamor fu: "Sl-
vanos, Seor, que perecemos". -Despirtase Jess, se
pone de pie, mira la tormenta y con imperio abso-
luto, manda al mar. Las aguas se sosiegan y vuel-

ve la calma a los corazones de "esos hombres de
poca que haban temido morir, olvidndose que
fe",
estaban junto a la Vida y al que cre los mares y

sopl a los vientos.
El lago de Genesaret hundi en sus aguas a los
cerdos endemoniados que con permiso del Hijo de
Dios se precipitaron y perecieron en el mar. fMat.
V111-31J.
-XCIV- DOMINGO DE RAMOS
<Vl da siguiente del convite de Simn el lepro-
so, dice el Evangelio, habindose acercado a Betfa-

g, al pie del monte Olvete, Jess envi a dos
discpulos dicindoles: Id a la aldea que est frente,
en cuanto entris en ella hallaris una asna atada,
con su pollino, sobre el cual an no ha cabalgado
hombre alguno. Traedme el pollino y si alguno os
pregunta: qu estis haciendo?, le diris: El Seor
le necesita. -Fueron los discpulos e hicieron como
les indic Jess, encontrando y resultando todo i-
gual con lo que el Seor les haba predicho. Tra-
jeron el pollino o burrito, echaron sus vestidos en-
cima e hicieron montar a Jess. A medida que iban
caminando hacia .Jerusaln la gente se aglomeraba
y unos extendan sus mantos en el camino, otros
cortaban ramos de rboles y formaban arcos de
triunfo; todos cantaban y acompaaban al Seor re-
gando flores y gritando: "Hosanna, al Hijo de Da*
vid! Bendito el que viene en nombre de Jehov!
Alabado sea el rey de Israel!" Cuando se acercaba
la comitiva a la ciudad santa, toda la gente que ha-
ba venido a las fiestas pascuales, oyendo que Jess

llegaba, sali al encuentro con palmas de olivo y
ramos fragantes. Esta gente se sum al desfile triun-
fal y sigui vivando al Caudillo Divino que entr
en Jerusaln y lleg al Templo aclamado por las
multitudes y entre una lluvia de flores. (Luc.
X1X-29 a 38).
Esto suceda el 10 del mes de Nizn, al da

siguiente del sbado de la semana pascual.
Dista Betania de Jerusaln 15 kilmetros. S-

bese desde all hasta Betfag, volviendo a bajar al
Cedrn, para subir nuevamente a Jerusaln. Este
recorrido hizo Jess el domingo de ramos. Primera
vez que el Rab de Galilea cabalgaba, pues todas
sus largas correras apostlicas las hizo a pies. Ja-
ms haba presenciado la ciudad santa una proce-
sin tan solemne y majestuosa y nunca haba visto
un triunfo tan magnfico y entusiasta.
Anonadados debieron estar escribas y fari-
los
seos ante tan grandiosa y popular manifestacin.
Ellos haban excomulgado a los discpulos del Hijo
del Carpintero y estaban miles de partidarios de
all
El desafiando a sus enemigos y aclamndole Rey.

Los fariseos que buscaban la manera de apresar al
Seor, ahora le tenan delante de ellos, en medio
de la ciudad, pero no hicieron sino esconderse de
la vista del Maestro y de su squito regio.
Temerosos mandaron una comisin para que ro-

gase a Jess *que no permitiera tanta algazara y que
reprendiera a la multidud. "Yo os aseguro, les con-
test el Seor, que si estos callan hablarn las pie-
dras". (Luc. X1X-40).
Era el da del hora del Mesas;

Seor; era la
era el momento del triunfo de Cristoy todo Israel

deba aclamar a su Rey; se estaba cumpliendo una
profeca: "No temas hija de Sin; mira a tu Rey que
viene montado en un pollino...." flsaas LX11-11).
La comitiva se Templo, trmino
encamin al
natural de toda procesin religiosa y de toda ma-
nifestacin mesinica, creciendo a cada minuto el
inmenso clamoreo y el alborozo del pueblo que ro-

deaba a su Rey. Sobresalan los gritos de jbilo de
los nios, amigos predilectos de Jess y las aclama-
ciones de tantos corazones agradecidos, que haban
encontrado el momento de manifestar su gratitud
a quien les cur de tantas enfermedades y de quien
recibieron innumerables beneficios. En el Templo
termin el desfile triunfal; se desmont Jess en
uno de los atrios y entr hasta el lugar santo don-
de or a su Padre. Se iba poco a poco despejn-
dose la multitud y el Maestro qued solo con sus
doce apstoles, con quienes volvi a Betania, ya en-
trada la noche.
Este triunfo apotesico de Jess desde Betfag

hasta Jerusaln tuvo un parntesis de lgrimas. La
comitiva baj doblando el monte Olvete y lleg a
un sitiodesde donde se vea frente a frente el
grandioso Templo, la fortaleza Antonia, que se des-
tacaban por encima de las almenas del muro que cus-
todiaba un tendido de casas con calles estrechas y
escalonadas; era la ciudad que por obra de sus ma-
los dirigentes deba esterilizar ese mismo triunfo de
Jess y convertirse en deicida. A la vista de Je-
rusaln llor Jess, profetizando su destruccin y
ruina material y moral. (Luc. X1X-41).
Aun hoy se ve, a media pendiente del monte

en un recodo del camino, el lugar donde llor Je-
ss por su Patria. Una capilla conmemora esas l-
grimas sagradas que fueron triste profeca. No pa-
saron cuarenta aos cuando las legiones romanas
de Tito y Vespaciano, despus de un espantoso si-
tio, asolaron Jerusaln y dejaron el Templo conver-

tido en pasto de voraces llamas.
El Domingo de Ramos, fu el da del triunfo

de Jess y el principio de la destruccin de la Ciu-
dad Santa,
XCV- PROFECIAS
^sa.irde.Te.plodeJerusalndi.oaJess
uno de sus discpulos: "Maestro, mira que fbrica
tan magnfica!" Jess contest: "De estos grandes
edificios no quedar piedra sobre piedra" (Luc.XXl-5).
Al atardecer el Jess del Templo
da, sali
donde haba pasado algunas horas en oracin y
en remanso espiritual. Esa salida no era de pocos
pasos; hasta llegar a una de las puertas que comu-
nicaban con la ciudad, haba que atravesar el atrio
de las mujeres, el de los gentiles y cruzar toda la
plaza hacia el sur o el norte segn la puerta que
se quera utilizar, estas puertas se cerraban al po-
nerse el sol. Con toda pausa atravesaron el Maes-
tro y los discpulos los varios servicios y dependen-
cias del Templo contemplando extasiados los gigan-
tescos muros y las enormes construcciones; muchas
veces haban visto, encontraron ex-
pero ahora los
traordinarios. Guardaron silencio mientras atrave-
saban los atrios; en la plazoleta se oy la voz de
uno que admirado de la grandiosidad del edificio
llam la atencin al Maestro quien aprovech las
circunstancias para profetizar la total destruccin
de aquellas moles ptreas, de esas torres, de esos
prticos, de aquel magnfico edificio que desafiaba
a los tiempos con su solidez y firmeza.
Espantados quedaron los apstoles y volvi a

apoderarse de sus labios el silencio ante tan tre-
menda revelacin. Con el Maestro que caminaba
meditabundo adelante, tomaron el camino de Beta-
nia por el monte de los olivos y bajaron el Cedrn

para subir la cuesta de enfrente. En la mitad de
la pendiente se rompi el silencio con la pregunta
incontenible ya, de los que deseaban saber detalles
de la profeca. La contestacin fu sencilla: "Cuan-
do veis cercada de soldados a Jesusaln, entonces
sabed que est cerca su devastacin y la abomina-
cin de la desolacin del lugar santo". Espantosa
calamidad y terrible profeca, que se cumpli a la le-
tra, viviendo an los que preguntaron, como sabemos
por la Historia.
"Cuando venga el Hijo del Hombre en su ma-
jestad y todos los ngeles con El, se sentar en
el trono de.su gloria...." (Mat. XXV-31). -Con estas
palabras profetiz Jess otro acontecimiento: el del

fin del mundo y su segunda venida en el juicio fi-
nal. Estos sucesos estarn precedidos por grandes
tribulaciones; se presentarn muchos falsos profetas;
se desbordarn las potencias del mal; se conmove-
r la naturaleza entera; entonces aparecer en el
Cielo la seal de Cristo, la cruz, y Jess vendr
con gran gloria y majestad. El Seor cerr su pro-
feca sobre el juicio ltimo, diciendo: "Cuando ven-
ga el Hijo del Hombre con todos sus ngeles; se
sentar en su trono de gloria y congregar a todas
las naciones; separar a los hombres como el pastor
separa las ovejas de los cabros, poniendo a los bue-
nos a su derecha y a los malos a su izquierda, a los
unos para darles posesin del reino de los cielos y a
los otros para condenarles al fuego eterno prepara-
do para el diablo y sus secuaces...."
Estas profecas terminaron incitando a sus dis -
cpulos a velar y orar porque todo suceder el mo-
ment menos pensado, con este fin les propuso la
parbola de las vrgenes prudentes y de las vrge-

nes fatuas, tan llena de espirituales enseanzas.
Entre las ceremonias de las bodas en oriente,
una de las principales era el viaje del novio a bus-
car a la novia, al anochecer, y encontrndola en su
casa, la conduca entre msica, luces y flores al
banquete nupcial. Las amigas de la esposa espera-
ban con lmparas encendidas para acompaarla a
la casa del esposo, como cortesanas. Valindose de
esta costumbre, dijo Jess que debemos estar pre-
parados para su venida con las lmparas del alma
provistas cte aceite espiritual, y termin enseando:
"Velad, pues, porque no sabis ni el da, ni la hora
de mi venida". (Mat XXV- 1 a 13).
-XCVI- JUEVES SANTO
^ra el jueves de pascua, vspera del da de la
Pasin del Seor. Los Apstoles preguntaron al

Maestro: "Dnde quieres que vayamos a preparar
el cordero pascual?" - (Luc XXI 1-9), Jess escogi a
Pedro y a Juan para que se preocuparan del asunto
y les di las instrucciones del caso.
Nuestro Seor iba a celebrar la ltima pascua,

que se convirti en el primer jueves santo.
La pascua era la fiesta ms grnete y signifi-
cativa para los israelitas. La palabra castellana
PASCUA viene de la latina: fiascha, de la griega:
ftasja, de la aramea: filiase y de la hebrea: fihesa, que
significa PASO o trnsito y alude al paso de Jeho-
v que nos refiere el Libro del Exodo. (XI 1-11 a27j.
Los judos celebraban esta fiesta reproduciendo
en el hogar aquella memorable noche que sus an-
tepasados pasaron en Egipto y recordando prctica-
mente la redencin del pueblo escogido.
del primer mes del
Se celebraba a mediados
calendario judo, de Nizn, que corresponde a
el
nuestro Marzo y durante ocho das consecutivos.
Con orden dada por Jess, los dos Apsto-
la
les prepararon todo para la cena pascual. Compra-

ron el Cordero, lo hicieron inmolar en el Templo y
lo prepararon para la comida junto con los panes
cimos o sin levadura, el vino, las yerbas y el agua
para las abluciones rituales. Todo estaba listo, cuan-
do habase ya puesto el sol y comenzaba la noche.
Jess con los doce apstoles se encamin a Jeru-

saln desde Betania; la comitiva lleg tranquila a la
sala de la cena a travs del oleaje humano que iba
y vena por las calles de la ciudad santa.
Sentados alrededor de la mesa, comenz la ce-
remonia con las conmovedoras palabras de Jess:
"De todo corazn he deseado comer esta pascua con
vosotros antes de morir. Porque os digo que yo no
la volver a comer hasta que ella tenga su plena
realizacin en el reino
Apenas acab de hablar el Seor cuando se entabl
entre los apstoles una discusin, muy humana des-
de luego, porque se trataba de averiguar cul de
ellos deba ser el primero en beber del cliz que
el Maestro les haba ordenado que se repartieran:
"Tomadlo y repartoslo; en cuanto a M, os digo que
no beber del fruto de la vid hasta que venga el
reino de Dios". (Luc. XXI l-\7). Al or Jess la dis-
cusin, como en otras ocasiones, les invita a la hu-
mildad y les recuerda que al revs de los munda-
nos, entre ellos, el mayor se considerar el ltimo
y el que manda, servir". (Luc. XXI 1-26). Todos
acataron la advertencia del Maestro, callaron y si-
guieron comiendo las viandas de la cena pascual:
ensalada de hierbas, el pastel de higos, dtiles y
uvas, las rebanadas de pan cimo y beban el vino
generoso; la comida estaba para terminarse, cuando
Jess procedi a hacer una de las acciones ms
admirables de su vida: lavar los pies a sus disc-
pulos
Para comprender la facilidad con que el Maes-
tro hizo este acto, hay que recordar que los israe-
litas haban adoptado la costumbre romana de comer
348 a VERDADERO JESUCRISTO
recostados, formando un crculo, apoyando el brazo

izquierdo en almohadones que descansaban sobre
caballetes, mientras que coman con la mano dere-
cha y los pies quedaban fuera del crculo. Adems,
se debe tener en cuenta que al ceremonial de la
cena pascual, que era un sacrificio, estaban adjuntas
las abluciones rituales, por lo cual no poda faltar
junto a la mesa, cntaros con agua, jarras, jofainas
y toallas.
Al terminar la cena, se levant Jess, dej el
manto en el sof donde estaba reclinado, se ci un
lienzo o toalla, tom con una mano la jofaina y
con la otra la jarra, y en vestido y actitud de
esclavo se puso a lavar los pies de sus apstoles ...
Pedro protest por este acto de humildad de su
Maestro, pero ante la amenaza de privarse para
siempre de su compaa, pidi que no solamente se
le lavaran los pies, sino, si era necesario, la cabeza
y todo el cuerpo. (Jn. Xlll-6-9).

No solamente para dar ejemplo de humildad
hizo Jess este lavatorio, sino para indicar a los
suyos que deban estar limpios y puros de alma y
cuerpo porque en el sacramento de la Eucarista
les iba a dar a comer su cuerpo y a beber su san-
gre inmaculados.
Cuando acab de lavar los pies de sus discpulos,
tom sus vestidos, y sentndose de nuevo a la me-
sa, les dijo: "Vosotros me llamis Maestro y Seor
y decs bien, porque lo soy. Pues, si yo Seor y

Maestro he hecho esto con vosotros, seguid mi e-
jemplo; porque no puede ser el siervo mayor que
"
su seor, ni el apstol mayor que quien le enva. -
(Jn. Xlll-12-17).
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROAKO 349
-XCVII- EUCARISTIA
a terminado la cena pascual; el Maestro

ha lavado los pies de sus apstoles. Estaba Jess
nuevamente sentado a la mesa; los discpulos espe-
raban que entonara el himno de accin de gracias,
para terminar las ceremonias, cuando: "Torn un pan,
lo bendijo, lo parti y lo reparti a sus apstoles
TOMAD Y COMED, ESTE ES MI
dicindoles:
CUERPO, QUE SE DA POR VOSOTROS. Igual-
mente, cogiendo un cliz con vino, lo bendijo y en-
BEBED TODOS
treg a sus apstoles, diciendo:
DE EL: ESTA ES MI SANGRE, LA DEL NUE-
VO TESTAMENTO, QUE SERA DERRAMADA
POR MUCHOS EN REMISION DE LOS PECA-
DOS. Y agreg: HACED ESTO EN MEMORIA
MIA. fMat. XXVl-26-Marc. XlV-22-Luc. XX11-19J.
Con estas breves y sencillas palabras narran los
Evangelistas el acontecimiento ms grande y el
ms asombroso de los milagros hechos por Jess.
Sin duda alguna, los apstoles vieron lo que hi-
zo el Seor, oyeron sus palabras y entendieron el
asunto tal como es; tuvieron fe en el pan y en el
vino Consagrados por Jesucristo, lo adoraron y re-
cibieron como el cuerpo y la sangre del Maestro.
En Cenculo, en la noche del 14 de Nizn,
el
obr Jess el milagro de cambiar el pan y el vino
en su cuerpo y sangre y orden a los apstoles que
hicieran lo mismo, dndoles en la orden, el poder.
Pero la institucin de la Eucarista en aquella no-
che, parece que pasa como desapercibida por los
350 " EL VERDADERO JESUCRISTO
tres Evangelistas que la narran en pocas palabras

y de la cual apenas dice algo indirectamente San
Juan, cuando deba ser motivo de grandes comen-
tarios; no hay duda que as debi ser y as fu en
realidad, explicndose lo anotado, nicamente por las
circunstancias en que tuvo lugar el milagro de la
transubstanciacin. La rpida sucesin de los acon-

tecimientos en aquella noche tan agitada y los su-
cesos del da siguiente desde Getseman hasta el
Calvario, no permitieron fijar detenidamente la aten-
cin de los apstoles y dar toda la importancia al a-
sunto Eucarstico, pero esto no quita al acto su
verdadero sentido y su esplendor.
El Jueves, vspera de su muerte, en Sin cum-
plise la promesa de Jess en Cafarnan; pero se
cumple entre circunstancias extraordinarias y varia-
das como la inminencia de la Pasin, la cena pas-
cual, la presencia del traidor, el lavatorio de los pies,
la venta del Maestro asegurada, y otros incidentes
que hicieron menos importante el prodigio ms gran-
de que haya acontecido en la tierra y que deba
perpetuarse hasta el fin del mundo.
Que el Hijo de Dios hecho Hombre haya podi-
do hacer el milagro de cambiar la sustancia de una
materia en otra no hay dificultad en admitir; que
lo haya querido hacer, nos estn diciendo las pala-
bras de la institucin de la Eucarista, tan claras,
sencillas y terminantes; que lo haya hecho nos est
indicando el Evangelio.
Como dice al respecto su Excelencia el Obispo
de Sabina: "No es Jesucristo el Hijo de Dios, el
Creador del mundo? -Pues bien, si Dios sac de la
nada todo lo que existe, no pudo hacer lo menos, que

es cambiar la sustancia del pan y del vino en su
Cuerpo y Sangre, conservando intactas las especies
externas o apariencias? -En las bodas de Can,
con un simple acto de su voluntad, cambi Jess el
agua en vino; por qu maravillarse, pues, que de la
misma manera, con un acto de su omnipotente vo-
luntad, cambie el vino en su Sangre y el pan en su
Cuerpo?
Se dir que no sabemos cmo explicar este mi-

lagro de la transubstanciacin. Ciertamente; pero a
cada momento y en todas partes nos vemos rodeados
de fenmenos inexplicables y de hechos prodigiosos
que no sabemos cmo acontecen; esto no obstante,
los admiramos sin titubear, porque se nos presentan
con argumentos irrebatibles.../
Jesucristo, verdad infalible, ha dicho que el

pan consagrado es su Cuerpo y que el vino, me-
diante la consagracin sacramental, se convierte
en su Sangre; no queda otra cosa a los hombres
que creer en la palabra de Dios, que no se enga-
a ni puede engaar; nuestra fe est apoyada en
la omnipotencia divina.
El mismo Dios que aliment al pueblo hebreo

durante cuarenta aos con el MANA, pan milagro-
so que caa del cielo diariamente, (Exodo XV1-15),
ha querido alimentar al pueblo cristiano con el pan
eucarstico; ha querido que se repita todos los das
y a cada instante el sacrificio de su Hijo, porque
el sacrificio eucarstico es la renovacin incruenta
de la pasin y muerte de Cristo; ha querido que
Jess acompae al hombre constantemente en la
tierra, por medio de un sacramento que nos da la
presencia real y verdadera de Jesucristo, en el mun-

do, vivo y glorioso como est en el Cielo,
-XCVIII- SOBREMESA ESPIRITUAL
>ôs discursos de Jess despus de la cena cons-

tituyen la sobremesa espiritual; estn impregnados
de amor, de ternura, de suavidad ms que mater-
nal; es la despedida cordial del Maestro con sus
predilectos. No es posible leer esas pginas evang-
licas sin sentir palpitar en ellas el Corazn de Dios.
San Juan, el apstol del amor, nos relata esos e-
fluvios cariosos de Jesucristo.
El Seor llama a los apstoles con el dulce

nombre de "hijitos" y como el padre que tiene
junto a su lecho de muerte a los pedazos de su
corazn que tnto les ama, les hace la ltima re-
comendacin para que jams rompan los lazos de
unin familiar: "amaos los unos a los otros como
yo os he amado". (Jn. XI 11-34;.
Hblales de su prxima partida y les exhorta a

que no se turben, ni sientan demasiado, porque El,
como Dios, va a preparar las moradas para ellos,
u
en el reino celestial. Jess que es el camino la
verdad y !a vida" para todos los hombres, quiere
serlo de manera especial para los suyos y hacerlos
conocer a su Padre. (Jn. X1V-6)
Despus de haberles hablado de la unidad del
amor les ofrece solemnemente la asistencia del Es-
pritu Santo, como prenda de verdad y de vida so-
brenatural; ellos, que ya no son del mundo, podrn
recibir, ver y conocer al Parclito de Dios (Jn. XI V-17).
Llegaba ya la hora de separarse de los suyos-

y no encontr otras palabras para despedirse que

desendoles paz y felicidad, por eso les dice: "Os
doy mi paz; os dejo la paz, pero no la que da el
mundo, sino la paz verdadera que nicamente pue-
do dar yo". (Jn. X1V-27).
"Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" les

dice Jess en hermosa parbola, encargando a sus
discpulos que siempre vivan unidos a El. -"Per-
severad en mi amor....; guardad mis mandamientos....,
as como yo he guardado, los mandamientos de mi
Padre y persevero en su amor'. (Jn. XV-9).
"Vosotros sois mis amigos ntimos, porque os
he hecho saber los pormenores que mi Padre me
ha revelado.... No sois siervos, porque conocis mis
secretos; el siervo no sabe lo que hace su Seor."
"No me elegisteis vosotros a m, sino que Yo os
eleg; os escog para que seis mis embajadores...."
(Jn. XV-15 y 16).
"Vosotros, ya no sois del mundo, por lo mismo,

el mundo os odiar. Yo os he sacado del mundo y
vendr tiempo en que los mundanos os matarn.
Esto os digo para que cuando suceda no os escan-
dalicis.... Acordaos de mi palabra: no puede ser el
discpulo mayor que el Maestro, ni el siervo ms
que su seor Si a M me persiguieron, tambin
...
a vosotros os perseguirn ... Si el mundo os odia,

sabed que antes que a vosotros me ha odiado a
M". fJn. XV-18J.
Ya despedido el Padre de sus hjitos que-

se ha
ridos, Maestro de sus amados discpulos, con pa-
el
labras tan ntimas y sentidas que son el lenguaje

del corazn, que no acierta a separarse de los su-
yos; ya ha llegado la hora del sacrificio; antes de

comenzar la inmolacin, Jess levant los ojos al
cielo y or por s mismo, por sus apstoles, por
todos los hombres, pidiendo para s la glorificacin,
para los suyos la perseverancia y para todos la u-
nin fraternal.
"Padre: Glorifica a tu Hijo.... que te conozcan

a T, Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo,
con la gloria de Unignito de Dios .
"Te ruego por los que me

has dado como aps-
toles de tu gloria y de la ma; estos quedan en el
mundo; Padre Santo: gurdalos, por tu nombre, pa-
ra que sean una misma cosa, como lo somos no-
sotros. No pido que los saques del mundo, sino que
los guardes del mal. -Consgralos en la verdad; en
tu palabra que es Verdad- ..."
"Mas no slo te pido por ellos, sino tambin

por todos los que han de creer en M, para que
todos estn en M, como Yo, Padre, estoy en T;
que mundo conozca que T me
el enviaste- .." (Jn.
XV1M-6-20).
Jess tena los ojos levantados al cielo y los
apstoles escuchaban atnitos esta oracin, eplogo
de la despedida. Silenciosos y tristes miraron al Se-
or cuando les dijo: "Vamos de aqu". Haba llegado
la hora del ltimo adis. Iba a producirse una ca-
tstrofe. Herido el Pastor, deban dispersarse las o-
vejas. Jess iba a morir y los apstoles huirn a-
terrados. Se vern consternados durante la pasin
del Maestro, pero esa tristeza se convertir en gozo
cuando le vean resucitado. (Jn. XVI -22,).
-XCIX- EL PRECURSOR
le aqu que Yo envo mi ngel, el cual pre-

parar el camino delante de M", haba dicho el
Verbo Divino, por boca del profeta Malaquas, si-
glos antes de la Encarnacin. (Mal. 111-1,). -"Voz

que clama en el desierto" dice Isaas vaticinando
la misin del precursor de Cristo. (Is. XL-3J
Juan Bautista, el santo precursor del Hijo de Dios
humanado, es el ngel del Nuevo Testamento, es la
Voz que precedi al Evangelio.
Juan, hijo del sacerdote Zacaras y de Isabel,
hermana prima de la Madre de Dios, "ambos jus-
tos a los ojos de Jehov", (Luc. 1-5 y 6), apareci
predicando en el desierto de Judea, por toda la re-
gin del Jordn, segn dice el evangelio, vestido con
tnica tejida con pelos de camello, o mejor dicho,
confeccionada con la piel de estos animales que a-
bundan en Palestina y que tntos servicios prestan
al hombre. Un cinturn de cuero ajustaba su cintu-
ra y su alimento era langostas y miel silvestre,
fMat. 111-4-Marc. 1-6;.
Este era el aspecto fsico de Juan, el Predi-
cador mesinico. Antes de l haban desfilado en la
tierra de Israel, numerosos predicadores de un me-
sianismo apcrifo. El verdadero Precursor de Cristo
se presenta humilde, pobre y penitente; su palabra
es sencilla y convincente: "Haced penitencia,
porque se acerca el reino de Dios". Se ocupa en
bautizar a las gentes sumergindolas en las crista-
linas aguas del Jordn y no cesa de inculcar: "Ha-
ced frutos dignos de penitencia para que entris en
i
el reino de los cielos que est prximo". Juan esta-

ba "preparando el camino del Seor y enderezando
sus senderos". Mat. 111-3-Marc. -1-4).
En el otoo del ao 26 de la era cristiana
inici su predicacin, que dur un ao y medio. A
los pocos meses de la aparicin del Bautista sali
Jess de su retiro de Nazaret y comenz la predi-
cacin del Evangelio. El primer acto de la vida
pblica del Mesas fu recibir el bautismo de ma-
nos de su precursor. "Vino Jess de Galilea al Jor-
dn, en busca de Juan, para ser de l bautizado",
dice el Evangelista. (Mat. 111-13;
Profunda y general conmocin caus en Pales-

tina la predicacin y el bautismo de Juan. Todos
le conocan con el nombre de "el Bautista" y acu-
dan de todas partes a recibir el bautismo de per-
dn y a cerciorarse de: quin era el predicador y de
la naturaleza del reino celestial que deca estar
cercano. ("Mat. 111-50 Marc. 1-5-Luc. II 7)
Jesucristo dijo de Juan Bautista: "Yo os lo a-
seguro, es ms que PROFETA; l es de quien es-
t escrito: yo envo mi ngel ante tu presencia, el
cual ir delante de t disponindote el camino. En
verdad os digo, que no ha salido a luz entre los
hijos de mujeres, alguno mayor que Juan Bautista".
(Mat. Xl-9 allj.
El Precursor no solamente prepara los caminos
de Cristo con el bautismo y la penitencia, sino que
da tambin testimonio de la personalidad del Mesas.
Cuenta el Texto sagrado que los judos envia-
ron de Jerusaln, sacerdotes y levitas al lugar don-
de estaba Juan bautizando, para averiguar lo que
pensaba acerca de Jess. La respuesta fu: "En

medio de vosotros est uno a quien no conocis. El
es el que ha venido despus de m, pero que es su-
perior a m, y a quien yo no soy digno de desatar
la correa de su zapato. Yo bautizo con agua, pero
El os bautizar con el Espritu Santo, porque es
ms poderoso que yo, ante el cual yo no soy digno
ni de postrarme para desatar su calzado, ni de lle-
varle las sandalias". (^Mat. HMl-Marc. 1-7-Luc. 111-
16-Juan 1-19 a 27
Como comprende, desatar el calzado y lle-

se
var las sandalias, era oficio de siervos; se lo hacia
de rodillas e inclinado hasta el suelo, lo primero, y
lo segundo lo hacan los criados cuando el patrn
entraba al Templo o a la Sinagoga, al recostarse a
la mesa para comer, para las abluciones de los pies,
al acostarse, etc., siendo siempre ambas cosas ofi-
cio de esclavos.
Juan Bautista, el precursor de Jesucristo, "el

ms grande de los hombres" dice que no es digno
de ser esclavo de Jess y ni siquiera de servirle
en los oficios ms bajos y humillantes, porque, sen-
cillamente, el hombre ante Dios es nada.
Estas declaraciones del Precursor fueron la
primera clarinada de la gloria y de la divinidad del
Seor y el prlogo del Evangelio.
-C- SAN PEDRO
Jfess llam al apostolado, al pescador de Ga-

lilea y le cambi el nombre de Simn en el de Pie-
dra, que en castellano se traduce por PEDRO.
Este hombre es el tipo acabado del verdadero
apstol.
De carcter vivo, impresionable, vehemente y

animoso, una en su alma la sinceridad y el sacri-
ficio, con la valenta y la lealtad. Por repetidas o-
casiones di pruebas de su carcter como vemos

en varios pasajes evanglicos.
Simn era natural del pueblo de

Betsaida y
desde su niez se dedic a la pesca. El mar con
su inmensa belleza y con su tosca bravura form
el carcter de este hombre robusto de cuerpo y
de alma delicada, avesado a la lucha, arrogante y
presumido.
De poca instruccin, pues apenas haba cursa-

do algunos grados en la escuela de su pueblo, pero
de ilustracin prctica por el roce diario con di-
versas gentes en su negocio de pescador, era co-
nocido y considerado por propios y ajenos. Segura-
mente chapurreaba el griego y el latn, fuera de su
lengua materna, el arameo, que lo hablaba correc-
tamente. Cuando ingres al apostolado tena ms de
cincuenta aos de edad y era de estado casado. En
su oficio no haba logrado hacer fortuna, pero tam-
poco careca su familia de lo necesario para una
vida ms o menos cmoda.
Posea una delicadeza y cultura naturales, jun-

to con una sensibilidad exquisita que le hicieron el
discpulo ms amado de Jess y el ms amante y
decidido por su Maestro.
Desde primera vez que le vi el Seor, le

la
distingui con muestras de cario y despus en la
vida apostlica, siempre contaba con l para los ac-
tos ntimos y para las empresas de grande impor-
tancia.
Apstol decidido y confiado en su Maestro, se

lanza a andar sobre las aguas, yendo al encuentro
del Seor. (Mat. X1V-29). -Discpulo convencido de
la divinidad de Jess, no tiene miedo de proclamar
u
a voz en cuello: T eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo". (Mat. XVM6J.
Amante de Jess y resuelto a defenderle, cuan-

do el Seor dice que tiene que sufrir mucho de
parte de los escribas y fariseos y ser condenado a
muerte, Pedro protesta diciendo: " Lejos de T, Se-
or, todos estos sufrimientos. Esto que dices, no
te suceder, por cierto, para eso estoy yo...." (Mat.
XVI -22>).
Entusiasta y activo, quiere levantar tres tien-
das en la cima del Tabor, con tal de ver a su Se-
or siempre feliz y glorioso, sin importarle nada
de su suerte; el se acomodar, como esclavo, a la
puerta de la habitacin de Jess. fMat. XV11-4J.
"Pedro hablo y dijo a Jess: Seor, bueno es que
nos quedemos aqu. Si quieres LEVANTARE aqu
TRES tiendas....''
Todos saban la confianza que tena el Maes-

tro con Pedro y por eso, al entrar a Cafarnan
361
se acercaron al Apstol los cobradores del tributo

y le dijeron; "vuestro Maestro no paga el didrac-
ma?" -Respondi el discpulo: "si, por cierto", con
todo aplomo, y fu a contar el caso al Seor, quien,
despus de larga discusin con Pedro, le mand a
que consiguiese la moneda de manera milagrosa y
pagase el impuesto. Pedro es el lugarteniente de
Jess en todo asunto. fMat. XVI 1-24 ).
Los otros Apstoles, en toda circunstancia pu-
sieron a Pedro en primer lugar y muchas veces se
valieron de l para pedir algo al Maestro. En la
parbola del Mayordomo fiel y prudente, cuando los
extraos se han ido, los discpulos quieren saber si
Jess aluda a ellos solos o a todo el auditorio;
nadie se atreve a averiguar y todos se valen de
Pedro, quien pregunta: "Seor, esta parbola la di-
ces para nosotros, o para todos?" -Jess le contesta
delicadamente, dndole a entender que para ellos
principalmente haba dicho. (Luc. XI 1-41).
El grande afecto que Pedro tena por Jess es-

t transparentado en aquellas palabras: "Aunque
todos se escandalizaren de T, yo no". Y a pesar de
que el Seor predice que Pedro le negar, el A-
pstol insiste: "Aunque deba morir, yo ir contigo,
jams te negar". (Marc. X1V-29-31). Desgraciada-
mente cayo en pecado aquella trgica noche, pero
supo levantarse como valiente y reparar su culpa.
En la oracin del huerto, cuando Jess vuelve a
donde sus Apstoles y les encuentra durmiendo en
vez de acompaarle en su dolorosa plegaria, el Se-
or increpa a Pedro: "Simn duerme? No pudiste
velar conmigo una hora?" (Marc. X1V-37). No se re-
fiere a los otros, porque en Pedro haba fincado su
postrera esperanza. En realidad este Apstol sali

en defensa de su jefe, cortando la oreja a uno de
los sayones que fueron a apresarle (Jn. XVlll-lOJ;
sigui a Jess conducido a los tribunales de Jus-
ticia (Jn. XV111-15J; corri al sepulcro a constatar
la resurreccin de su amado Maestro (Jn. XX-3).
En una palabra, desde que deja la barca y las re-
des y sigue a Jess, hasta que le ve resucitado y
glorioso, Simn Pedro es siempre el mismo: alma
de fuego, corazn encendido, voluntad resuelta, todo
un hombre y toda una vida al servicio de Jess.
-CI- JUDAS
deudas Iscariote es el nombre del apstol trai-

cionero al Maestro que le eligi y le cont entre
los doce para continuar su obra redentora, que no
quiso corresponder al amor de predileccin y se pa-
s al bando de los enemigos del Seor. Las listas
de los Apstoles que dan los tres Evangelistas,
conservando los mismos nombres, varan el orden de
nombres, pero todos citan en ltimo lugar, a Judas
Iscariote. Este era judo de nacin y los otros once
fueron galileos. (Mat- X-2-Marc. 11 1-lS-Luc.Vl- 14/
Naci el TRAIDOR en el pueblo de Keriot,
de donde le viene el sobrenombre. Fu hijo de
Simn. (Jn. X111-2J. No hay datos precisos acerca
de su eleccin al apostolado, pero se puede suponer
que cuando Jess le llam, Judas correspondi al
llamamiento con deseos de ser fervoroso y sincero
discpulo. Los compaeros le honraron con el cargo
de tesorero del colegio apostlico y en los prime-
ros tiempos lo desempe muy bien, procurando a
Jess y a sus discpulos todos los menesteres de
la vida.
Al fin de aos de la predicacin evan-

los tres
glica cambi de ideas, de sentimientos y de carc-
ter; no era ya"el apstol alegre, desinteresado, fran-
co, amante al Maestro y a sus compaeros, sino
que se dej notar como hombre tacao y celoso
de los honores que rendan a Jess los buenos a-
migos, como Mara de Mgdala; no comprendi el
rasgo de delicadeza de esta mujer y por eso dijo:
"mejor hubiera sido vender este precioso ungento

y su valor ingresar en caja, antes que desperdi-
ciarlo en los pies del Maestro. (Jn. XI 1-5,). Se hi-
zo taimado e hipcrita en su trato diario, pasando
como bueno, pues hasta el ltimo acto de su trai-
cin es dar un beso al Maestro y aparentar a sus
compaeros preguntando, como los otros: "ser
yo", cuando Jess les dice: "uno de vosotros me
est traicionando". (Mat. XXV1-25-49). Las palabras
de San Juan contra Judas son terribles: "era la-
drn y como l tena la bolsa, sustraa lo que se
echaba en ella". (XI 1-6;.
El Padre Vilario dice: "la primera
en vez
que Judas aparece ya pervertido es cuando Jess
pronunci el sermn del pan eucarstico. De los
que murmuraron contra aquella misteriosa doctrina,
es muy probable que el principal fuese Judas. De
l debi salir aquella orgullosa censura: "Dura es
esta doctrina" y a l aluda el Salvador cuando di-
rigindose a los doce Ies dijo: "Tambin vosotros
queris iros?" -Y cuando San Pedro replic: "A dn-
de iremos, Seor, si T solo tienes palabras de
vida eterna?" Jess exalesta queja: "Yo he esco-
gido a doce, pero no es diablo uno de vosotros?"
Diablo era Judas desde ese tiempo- ..
Dicen San Mateo y San Marcos que: "Judas

desde la uncin de Jess en Betania, ya no pens
sino en vender al Maestro y fu a pactar el nego-
cio con los sumos sacerdotes y buscaba una ocasin
para entregarle.... (XXV1-14-X1 V-lOj. Esta ocasin
encontr Judas en el huerto de Getseman a donde
se retir el Maestro despus de la cena pascual; el
traidor conoca perfectamente el lugar donde ora-
ba Seor y no tuvo sino que separarse de sus

el
compaeros con algn pretexto y ponerse en con-

tacto con los enemigos para entregarles a la vc-
tima, conforme a lo pactado.
San Juan seala en su Evangelio momento el
en que sali el traidor para cumplir con su com-

promiso: "tom el bocado que le di Jess y, con
satans en el cuerpo, sali.... fJn. XI 11-30.
San Mateo nos cuenta que tuvo Judas:
el fin
"viendo que haba sido condenado a muerte Aquel
a quin l entreg, fue acosado por el remordimien-
to y corri a devolver las treinta monedas de plata
a los sumos sacerdotes, diciendo: pequ entregan-
do sangre nocente. Pero ellos dijeron: A nosotros
que nos importa?, t vers; entonces l, arroj las
monedas en el Templo y fu a ahorcarse". (XXVll-3-5)
Seguramente, mientras Judas mora ahorcado
con su misma mano, resonaba en su alma la ltima
palabra que oy de los labios de su dulce Maestro;
"Amigo...." Todava era su amigo Jess? -Cmo
amigo poda perdonarle su crimen? Invoc Judas al
Amigo ntimo de ms de dos aos, en el ltimo ins-
tante de vida, o se declar enemigo eterno del
Maestro--?
El mencionado Padre Vilario pinta as la silue-
ta de Judas: "Fu malo y el peor de los malos. Fro,
no se dej calentar con el extraordinario amor del
Maestro. Interesado y calculador, ajust el precio
de la cabeza de su Seor. Mezquino, se content
con treinta monedas Doloso e hipcrita, encubri su
traicin y pas por apstol hasta el ltimo momen-
to. Cobarde, no se atrevi a proceder cara a cara
y
36$ EL VERDADERO JESUCRISTO
se vali de un beso, la ms fina atencin de amor,

para la ms negra de las infamias. Maldito, l mis-
mo se di la muerte ms repugnante y asquerosa.
Nunca existi ni ms infame criminal, ni ms infa-
me verdugo, como lo fu el Iscariote...."
Se salv Judas? -He aqu una pregunta sin

respuesta. Casi todos creen que el apstol traidor
est en los infiernos, maldito para siempre.
Recordemos, sin embargo,
que dijo Jesucris-
lo
to acerca de la salvacin eterna, cuando !os apsto-

les estaban "muy maravillados" de las palabras del
Maestro sobre la dificultad de salvarse los malos
ricos; el Seor termin diciendo: "Para los hom-
bres es esto imposible; mas para Dios todas las co-
sas son posibles". -En otra ocasin dijo: ''Muchos
son los llamados y pocos los escogidos*'. "Muchos -
primeros en el mundo, sern ltimos en la eterni-

dad". fMat. X1X-24 a 26 a 30j.
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 3$7
-CU- PILATO
n tiempo de Jesucristo era Poncio Pilato

procurador de Judea y con este ttulo gobernaba
todo la regin. Resida de ordinario en Cesrea, a
la orilla del mar, viviendo en el real palacio cons-
truido por Herodes el Grande; en las fiestas se tras-
ladaba a Jerusaln y ocupaba la mansin de la To-
rre Antonia, que estaba unida al templo; desde es-
te lugar se daba cuenta de todo movimiento y po-
da dominar cualquier alboroto.
En la de San Juan de Letrn, en Ro-

Iglesia
ma, se conserva una escalinata de 28 gradas de
mrmol blanco, esta es una de las graderas o es-
caleras que servan de comunicacin con las habi-
taciones altas del palacio; por ellas subi y baj
Jess conducido como criminal por los soldadQs;
la plataforma que segua a la ltima grada de a-
rriba se llamaba LITOSTROTOS, en griego o
GABBATA en hebreo.
El nombre de Pilato era PONCIO,
palabra pa-
tronmica de la familia Poncia, a la cual perteneca.
El Evangelio nos habla de la mujer o esposa de
Pilato (Mat. XXVI 1-19) y la tradicin dice que es-
ta era Claudia Procla, emparentada con la familia
patricia de Roma. Ella le mand un recado a Pila-
to, indicndole que no se metiera en el asunto
judicial de Jess e hiciera todo lo posible para de-
jarle en libertad, porque era hombre justo, pues
haba tenido revelaciones en el sueo sobre este
asunto tan delicado para su marido. fMat. XXVI 1-19,).

Poncio Pilato era un gobernante de carcter
dbil y contemporizador; su afn era quedar bien
con el Emperador y congraciar con los jefes del
pueblo judo; los escribas y fariseos que le conocan
estaban seguros de que al fin y al cabo tena que
terminar por sentenciar a muerte a Jess para no
distanciarse con ellos y para adular a Csar; la a-
cusacin presentada, a eso tenda; "ste se hace hijo
de Dios y es enemigo del emperador; prohibe pa-
gar el tributo...." (Jn. X1X-7-12;.
El gobierno de Pilato fu una cadena de debi-
lidades y cumplimientos, a lo cual le conduca su
carcter, su talento corto y su escasa preparacin
intelectual.Moralmente, el Procurador romano era
un hombrecillo de buen fondo; no le gustaba hacer
el mal a nadie, aunque religiosamente considerado
era escptico y en lo espiritual un agnstico.
La primera resolucin judicial de Pilato nos da
la medida de su cobarda y espritu contemporiza-
dor: "Tomadle, pues, vosotros, y juzgadle segn vues-
tras leyes", dice el Procurador de Roma a los sane-
dritas que le presentan a Jess, acusndole de
malechor. (Jn. XVlll-31j.
La sentencia no fu menos cobarde y calcula-
da: Pilato daba vueltas y revueltas buscando la ma-
nera de libertar al acusado; repetidas veces haba di-

cho que Jess era inocente; creyendo contentar al
populacho y salvar al acusado, orden la flagelacin
y present al Hombre-Dios convertido en rey de
burlas. Nada mova a compasin a los enemigos del
Seor que prefirieron la libertad de Barrabs y pe-
dan a gritos la crucifixin de Jess y que, cono-

ciendo el lado flaco de Pilato, decan: "Si das liber-
tad a ste, no eres amigo del Csar. Porque todo el
que se hace rey a s mismo va contra el Csar".
Ju. fXlX-1 a 12). Esto acab de amilanar al cobarde
Pilato. Temeroso decaer en desgracia del Emperador,
perder el puesto y quedar de ridculo ante los judos,
tom consigo a Jess y le puso junto al solio que
haba hecho arreglar en el Litstrotos o Gbbata y
sentndose en el tribunal, pidi agua y delante del
pueblo se lav las manos, diciendo: "Yo soy inocen-
te de la sangre de este justo.... y di la sentencia
de muerte contra Jess". (Mat. XXVI 1-24-26J. En
este pasaje evanglico, en esta sentencia, en la con
fesin de la inocencia del acusado por parte del Juez
que se lava las manos, est retratado vivamente el
espritu y el carcter de Poncio Pilato. Lo que l
dijo de Jess: "he aqu el hombre", podemos decir
del cobarde Procurador romano que quiso salvar al
Seor porque "no hall culpa alguna en El", pero
que no pudo hacerlo por respeto humano y porque
escrito estaba que de este hombre se valdran los
enemigos de Jess para crucificarle; su nombre es
tristemente clebre, porque todos repiten: "padeci
bajo el poder de Poncio Pilato... " (Luc. XX111-22,).
-CIII- VIA CRUCIS
ilato di la sentencia de muerte contra Je-

ss y de muerte en cruz; as se saf de las moles-
tias impertinentes de los escribas y fariseos que em-
pujaban al pueblo a formar algazara; as qued bien
con Roma, coreando el grito judo: "No tenemos ms
rey que al Csar" (Jn. X1X-15) y, repitiendo: "Yo
soy inocente de la sangre de este justo" fMat. XXVI 1-
24J, quiso granjearse la voluntad del condenado a
muerte, cuya divinidad reconoca, y librarse de justos
castigos espirituales.
La cruz era un suplicio de muerte que los roma-

nos usaban para castigar a los grandes criminales;
era tan ignominioso este tormento que Cicern lla-
maba "el mayor suplicio de los esclavos".
Los hebreos no condenaban a nadie a la muerte
en cruz; para ellos el mayor y ms ignominioso su-
plicio era la lapidacin; as mataron a San Esteban
y a tantos otros antes de l; segn la ley mosai-
ca, los adlteros, los blasfemos, los enemigos de
Jehov deban morir apedreados.
Con dominacin romana en Palestina se in-

la
trodujo la pena de muerte en cruz, como el supre-
mo castigo; pero a este suplicio no poda condenar
sino el Gobernador romano.
Era forzoso al que iba a ser crucificado llevar

su propia cruz al sitio del suplicio, recorriendo las
principales calles de la ciudad, conducido por s^yo-
nes y soldados y precedido por un pregonero que

iba avisando, con trompeta, la causa del ajusticiado,
%
para escarmiento de otros.
Haba diversas clases de cruz, para este tor-

mento; con relacin a Jess, la noticia evanglica,
la tradicin y la invencin de la santa cruz, nos es-
tn indicando que el madero fu en la forma ordi-
naria en que se representa ahora; es decir una cruz
formada por dos palos atravesados.
Jesucristo sali, pues, concruz a cuestas desde

la
la Torre Antonia, donde estaba el Pretorio de Pi-

lato, hasta el Calvario o Glgota; el recorrido fu
de un kilmetro y medio. Saliendo del Pretorio,
sigui el camino por la principal calle de Jerusaln
hasta los suburbios, donde tuvo que bajar y subir
una calle muy accidentada que daba a la puerta
judiciaria, para llegar a los muros y salir de la ciu-
dad hacia el montculo llamado Glgota, en hebreo,
y Calvario, en latn.
Jess estaba ayuno de toda comida desde la lti-
ma cena del jueves, desangrado por el sudor en el
huerto de Getseman y sobre todo por la flagela-
cin, cansado por la mala noche y por los atro-
pellos de que fu vctima en los tribunales, y, por
lo mismo, apenas tena fuerzas para caminar y son
muy naturales las tres cadas que nos cuenta la tra-
dicin que tuvo Jess con la cruz a cuestas, en el
camino al Calvario.
Despus de la primera cada, Jess se encon-
tr con su Madre, en la calle llamada, con razn,
de la amargura. Mara Santsima no haba visto a
su Hijo divino desde la noche en que se separ de
El en elCenculo; al da siguiente tuvo noticia de

ia prisin de Jess y le buscaba afanosa, pero las
circunstancias no le aconsejaron hacerse presente;
cuando ya los enemigos del Seor haban conseguido
su intento, crey la Virgen llegada la hora oportu-
na para acompaar a su hijo en la Pasin y se
present como madre del ajusticiado y camin jun-
tos hasta el Glgota y all estuvo al pie de la Cruz.
fJn. XJX-25;.
Aunque el Evangelio nada dice del doloroso en-

cuentro de Jess con su Madre en la calle de la a-
margura, ni de la delicada escena con la Vernica,
la tradicin nos ha conservado esos detalles admi
rabies y sentimentales del camino al Calvario.
Iba Jess a salir por la puerta judiciaria cuan-

do apareci una mujer que se abri paso entre la
turba de soldados, verdugos y pueblo que rodeaba al
Nazareno y se acerc con un lienzo, con el cual
limpi el rostro ensangrentado del Seor; en cam-
bio de su valerosa y santa accin, se llev retrata-
da la divina faz de Jess en el blanco lienzo.
Dos episodios nos cuentan Evangelistas en

los
la VIA CRUCIS: la ayuda del Cirineo y el llanto
de las mujeres de Jerusaln. (Marc. XV-21-Luc.
XX111-27J. El Salvador caminaba sudoroso y fati-
gado bajo el peso de la Cruz, empujado y arrastra-
do a veces por los verdugos, cuando apareci ur>
campesino que se acerc por curiosidad a ver a
quin conducan al cadalso; se encontr con el Rab
de Galilea, cuyos milagros haba presenciado mu-
chas veces; se compadeci de la vctima y algo
dijo a los soldados, por lo cual stos aprovecharon
la circunstancia para obligar a Simn Cirineo que

ayudase a llevar la cruz hasta el Calvario.
Entre la gente que sala a ver la lgubre pro

cesin y que se atumultaba en las bocacalles apa-
reci un grupo de mujeres que lloraban al ver pasar
a Jess en ese lastimoso estado; esta vez se detuvo
el Seor y habl: "Jerosolimitanas, no lloris por
m; llorad por vosotras y por vuestros hijos "
y
sigui explicando el motivo, que era el mismo de sus
profecas anteriores, a saber, la destruccin del
Templo y de la ciudad, la dispersin y aniquila-
miento del pueblo judo, los horripilantes sucesos
del da del juicio universal....
Sigui adelante fnebre comitiva y lleg al

la
trmino el VIA CRUCIS doloroso que termin en
el Glgota,
-CIV- HISTORIA DE LA CRUCIFIXION
a va dolorosa que recorri Jesucristo, con la
cruz acuestas, desde la Torre Antonia hasta el
Calvario, es la misma que se ve ahora y que recorren

los peregrinos cristianos que hacen el VIA CRU-
CIS, aunque en ciertas partes el terreno ha subi-
do o ha bajado por las nuevas construcciones y en
otras se ha cambiado el trayecto por la moderniza-
cin de la ciudad.
An se seala en el camino el lugar en que

se encontraron IVladre e Hijo y el sitio en que la
Vernica enjug el rostro de Jess y donde fu
ayudado por el Cirineo.
El Calvario era un montculo de seis metros
de altura y estaba cercano al jardn y sepulcro de
Jos de Arimatea; todo est hoy da encerrado en
una misma Iglesia, llamada la Baslica del Santo
Sepulcro, en cuyo interior se halla el altar de la
crucifixin, en el lugar donde fu levantada la cruz,
y ms all est el sitio del sepulcro.
El montecillo donde Nuestro

fu crucificado
Seor se llamaba Gulgolet, en hebreo, y Calvara, en
latn, que en castellano significa CALAVERA. Este
nombre le vino porque su figura era de una cala-
vera o crneo desprovisto de vegetacin. Aunque
algunos dicen qua se le llam as porque era el sitio
destinado para dar muerte a los condenados a esta
pena capital y por lo mismo, estaba lleno de cala-
veras y huesos. Otros van ms lejos y dicen que
t
tom su nombre desde la muerte del primer hom-

bre, cuyo cadver fu enterrado en el mismo sitio
donde se levant la cruz; a esta opinin obedece la
costumbre de poner debajo del Crucifijo una cala-
vera con canillas cruzadas, significando y uniendo
la muerte que nos di Adn y la vida que nos res-
taur Jesucristo.
Sea de esto loque fuere, lo cierto es que lleg
Jess con la cruz a la cima del Glgota, y ail obli-
garon al Seor a tenderse sobre la cruz para cla-
varle pies y manos. En estas circunstancias se pre-
sentaron unas buenas gentes que tenan la costumbre
laudable de dar a los reos una bebida narctica para
atenuar sus dolores y ofrecieron a Jess un vaso
de vino con hil, dice San Mateo (XWM-4); de vi-
no con mirra, dice San Marcos /XV-23). No bebi
el Redentor esta bebida aletargante. Sin ms es-
peras, procedieron los verdugos a desnudar a Jess
de sus vestidos; por decencia permitase al reo cu-
brir con un lienzo la parte sexual; el Hijo de Dios
humanado, rode su cintura con un manto y se ten-
di en el madero; alarg sus brazos, y duros clavos
atravesaron sus manos; extendi sus pies y fueron
tambin clavados. Acerca del nmero de los clavos,
se puede decir con certeza que fueron CUATRO,
porque esta fu la primitiva tradicin y est de a-
cuerdo con la razn natural que discurre acerca de
la fcil y conveniente manera de fijar los pies en la
madera. No hay razn para pensar que la cruz lleva-

ra un soporte donde se apoyaran los pies del cruci-
ficado, si admitimos, de acuerdo con la tradicin y
costumbre romana, que este soporte estaba en el
lugar donde se sentaba el cuerpo, para impedir el
desgarramiento de las manos; como las piernas de

la vctima quedaban encogidas, fcilmente los pies
pegaban al madero y eran sostenidos con sendos
clavos.
Sujeto el cuerpo a la cruz, alzaban esta con

picas y cuerdas hasta que cayese en el hoyo caba-
do de antemano. As hicieron con la cruz del Re-
dentor del mundo y qued Jess suspendido entre
el cielo y la tierra, entre el hombre y Dios, en me-
dio de otros dos malhechores y ladrones, siendo el
de la mitad el bienhechor de la humanidad y el que
rob e hizo violencia al Corazn de Dios para que
perdonara los pecados del hombre.
Por lo que hace a la discrepancia entre San

Marcos y San Juan acerca de la hora de la cruci-
ficcin, pues el uno dice: "era la hora de TERCIA"
fXV-25J, y el otro seala la hora de SEXTA (X IX-
14), se puede compaginar teniendo en cuenta que
Marcos computa las horas siguiendo la divisin del
da en cuatro secciones, como acostumbraban los
judos, correspondiendo TERCIA de 9 a 12 m. y Juan
cuenta la horas dividiendo el da en doce, de mane-
ra que SEXTA corresponde a medio da. En esta
forma, primer Evangelista seala la hora de la
el
crucifixcin al terminar tercia y el segundo al ter-

minar la sexta, es decir, en ambos casos a las do-
ce del da.
Hay que notar que San Juan en otras ocasio-

nes hace la misma cuenta de horas; por ejemplo: di-
ce que los primeros discpulos del Seor fueron y
se quedaron con El ese da, a la hora dcima, que
corresponde a las 5 p.m. (Jn. I -39) y que segn San
Marcos NONA. -Cuando Jess se en-

sera la hora
contr con Samaritana, dice Juan que era la hora
la
sexta, es decir medio da. fJn. W-6) -Contando la
curacin del hijo del cortesano dice San Juan que
a la hora sptima le dej la fiebre; esto es a la 1
p.m., que sera hora sexta de San Marcos. (Jn IV-
52). La crucifixcin de Cristo Nuestro Seor fu
pues de 12 a 3 p. m. y a esta hora muri, segn
San Marcos la hora de NONA fXV-34); o mismo
dice San Lucas (XXI 1 1-44) y segn San Juan tambin
la hora Nona, con la explicacin de que segn los
dos Evangelistas citados NONA comenzaba a las
tres de la tarde y segn el tercero nona era las tres
en punto del da.
La comenz a las doce del da y
crucifixin
el Seor muri a las tres d la tarde. El descendi-
miento de la cruz y sepultura del cadver tuvieron
lugar de cinco a seis de la tarde, segn dice San
Mateo: "entrada la tarde". (Mat. XXV11-57,).
-CV- DOLORES EXTERNOS
on la prisin de Jess en el huerto de Getse-

man principia su pasin dolorosa. El Seor comen-
z a sentir los dolores en todo su cuerpo; porque
fueron atormentados todos sus miembros, sin que-
dar parte sin dolor, "desde la coronilla de su ca-
beza hasta la punta de sus pies".
El primero en poner sus manos sobre Jess fu

un Maleo, criado de Caifs, a quien Pedro cor-
tal
t la oreja, en defensa de su Maestro, quien, ade-
ms de curar la herida con un milagro, orden al
Apstol que envainara su espada.
A la de gente armada que de seguida
turba
apres al Seor, dijo: "Como si fuera un criminal
habis venido con espadas y palos a prenderme, sin
embargo todos los das he estado en medio de voso-
tros y nada me habis hecho. Aprovechad, pues de
esta hora que es vuestra y del poder del infierno"
(Luc XXI 1-52) y diciendo esto se entreg a sus e-
nemigos que le ataron con cuerdas y le condujeron
a casa de Ans y de Caifs. Atormentado en manos }
pies y cintura tuvo Jess que volver a atravesar

gran parte del torrente Cedrn y subir la spera
pendiente escalonada que trepaba a la ciudad.
Al comparecer Jess, a altas horas de la noche,
ante Caifs, este quiso escudriar la doctrina del
galileo, presunto seductor de multitudes. Pregunt
a Jess acerca de sus enseanzas y de sus discpu-
los; la respuesta no se dej esperar: "Siempre he
hablado claramente en el Templo y en las Sinagogas;
nada he dicho en secreto; todos me han odo y me

han visto; pregunta, pues, a los que han escu-
chado y han visto todo". -Ante esta respuesta cate-
grica, nada tuvo que decir el Pontfice, pero no
falt el criado aduln que queriendo hacer mritos
ante su amo, di una bofetada a Jess en su rostro,
diciendo: "As respondes al Sumo Sacerdote?" El
4
Seor sinti el dolor externo del golpe y dijo: Si
he hablado mal, demuestra; si he dicho bien, por qu
me hieres?" (Jn. XVI 11-19).
Como era avanzada la noche, Caifs posterg
el juicio para el da siguiente ante el Sanedrn reuni-
do y abandon a Jess en manos de aquellos solda-
dos y criados incultos y asalariados, que le llevaron
al stano del palacio, hasta que amaneciese. Esa
turba canalla pas la noche cebndose en el Seor,
a quien le convirtieron en rey de burla; vendado
los ojos le escupan, abofeteaban, le tiraban de los
cabellos y barba, dicindole: "adivina quin te ha
pegado?" fMat XXV1-67J.
Conducido ante Pilato, sufri Jess los dolores
externos de la flagelacin y coronacin de espinas.
El cobarde representante de Roma quiso salvar al
acusado, convencido de su inocencia e inculpabilidad,
y pensando congraciarse con los fariseos antes de
libertar a la vctima, orden que fuera azotado. (Jn.
1X-1J. Terrible era este tormento y equiparado a la
muerte, pues, muchos haban expirado entre los tor-
mentos y dolores de la flagelacin, pena reservada
para los esclavos y peores criminales. Se aplicaban
los azotes con ltigos provistos de cadenillas de
hierro que terminaban en bolas del mismo metal o
en garfios. La carne herida por aquel ltigo se hin-
chaba, saltaba en pedazos y se descubran los hue-

sos. Estos mortales dolores padeci Jess atado a
una columna, con su cuerpo desnudo. Cansados de
flagelarle y temerosos de que muriera, pensaron los
sayones manera de seguir divertindose hasta el
la
da siguiente con la vctima encomendada a su
cruel cuidado; le coronaron como rey de los judos,
para lo cual tejieron una corona con espinas pun-
zantes y clavronla en las sienes sacrosantas del Se-
or. (Mat. XXVI 1-29;.
En la maana del siguiente da, el Sanedrn

conden a Jess a muerte de cruz y Pilato ratifi-
c la inicua sentencia. La crucifixin era la ms
terrible de las penas, aplicada a la gente vil; al
condenado a este tormento le era forzoso llevar a
cuestas el madero de la cruz hasta el lugar del
suplicio. As hicieron con Jess, quin cargado con
la cruz, cayendo y levantando, dejando gotas de
sangre en el camino, fu desde el pretorio del Pro-
curador hasta el Glgota. Aqu sufri el Seor los
dolores externos ms atroces y horripilantes. Los
verdugos hicieron extender a Jess sobre la cruz,
en tierra, y sujetaron las manos clavndolas en el
madero travesao y luego clavaron los pies en el
otro madero. Los msculos y tendones tan delica-
dos de las manos y pies fueron horadados por los
gruesos clavos que a martillazos entraban en la
carne y en la madera-
Acto seguido, los soldados y sayones, ayudados
por los fariseos y otros enemigos de Jess, levan-
taron a fuerza la cruz y la hicieron llegar hasta
el borde del hoyo que deba sostenerle levantada;
all cay pesadamente, sacudiendo y haciendo crujir
de dolor el cuerpo de Jess, los clavos desgarra-

ron ms las heridas de manos y pies; las llagas de
la flagelacin se abrieron y se dislocaron los hue-
sos. Se haba consumado con el Seor el ms ho-
rrible y doloroso de los suplicios; tres horas largas
pas Jess crucificado, sufriendo acerbos dolores
en su cuerpo, hasta el momento de su muerte.
-CVI- LOS DOLORES INTERNOS

DE CRISTO
^j|a bien cerrada la noche Jess sali del Ce-

nculo con sus once apstoles y se dirigi hacia el
huerto de Getseman, lugar situado al pie del mon-
te Olivete, a la orilla del torrente Cedrn y don-
de se retiraba con frecuencia a orar. An ahora se
contempla algunos olivos milenarios que seguramen-
te fueron testigos de la oracin, en la cual Jess
comenz la serie de dolores internos que atormen-
taron su alma y que, por lo mismo, fueron ms do-
lorosos que los tormentos del cuerpo.
Las ltimas excavaciones han dado con la calle,

en gradera, que en tiempo del Seor conduca des-
de el Cenculo hasta Getseman. Probablemente sa-
li Jess de la ciudad por la puerta llamada de las
Aguas, pas el hondo barranco del torrente Cedrn

y lleg al huerto de los Olivos, donde se intern
con los apstoles ms ntimos, los mismos que pre-
senciaron su Transfiguracin en el Tabor: Pedro, Juan
y Santiago. Una infinita tristeza, una angustia mor-
tal, una agona espiritual se apoder del Seor has-
ta hacerle exclamar: "Mi alma est triste como de

muerte" y "Padre mo: pase de m este cliz de dolor".
fMat. XXVI -38). -En el espritu de Jess se proyec-
t la enormidad del crimen deicida que se iba a co-
meter. Vi el Seor en sus mnimos detalles la ho-
rripilante pasin y muerte que le esperaba. En su
mente desfilaron las generaciones humanas, indife-
rentes e ingratas a tanto sacrificio. El alma de

Cristo se sinti desamparada de todos y hasta de
su Padre Eterno e inconcebibles dolores la tortu-
raban.
Estos tormentos crecieron con la indiferencia

de sus tres escogidos que en vez de acompaar al
maestro, dorman trnquilamente, y creci de punto
cuando vio Jess al otro apstol que vena encabe-
zonando la horda enemiga. An estaba hablando el
Seor con sus discpulos, medio soolientos, cuando
lleg al huerto Judas, al frente de una turba de
gente armada con espadas, lazos y palos, enviada
por el Sanedrn para apresar a Jess. -Judas que
ya conoca bien aquel lugar frecuentado por el Maes-
tro a quien acompa algunas veces en su retiro,
se adelant a dar la seal convenida; salud a Je-
ss con un beso. La negra traicin estaba termina-
da; ese beso repercuti en el Corazn de Cristo y
conmovi dolorosamente su espritu.
Qued el Seor en manos de aquellos foragi-

dos; todos sus discpulos, sobrecogidos de pnico, hu-
yeron y abandonaron al Maestro, preso entre gri-
llos y cadenas y conducido a los tribunales como
criminal. En el palacio de Caifs sufri Jess en
su alma la triple negacin de Pedro, del Jefe del
apostolado, del que tantas veces le haba jurado a-
mor eterno y morir antes que traicionarle.
El Evangelio nos cuenta entr Pe-
la tragedia:
dro al atrio de los criados, que, sentados al rede-
dor de una llama, se calentaban, cuando la portera
de palacio se fij en l y le lanz la pregunta:
"T tambin eres de los discpulos de ese hombre?"
-"No soy", respondi Pedro, resueltamente, asusta-

do por tan inesperada pregunta y pensando zafarse;
pero la sirvienta clav la mirada en el interrogado
y afirmndose en su sospecha, dijo: "T andabas
con Jess Nazareno; yo te he visto". -Pedro con
voz desconcertada, contest: "Mujer, no conozco a
ese hombre; ni entiendo lo que me dices, ni s de
qu se trata",y se escabull como quien buscaba
a alguien para otros asuntos. Se qued algo sepa-
rado de turba y estaba pensando en lo aconte-
la
cido, cuando otra criada que estaba mirando su ac-
titud, dijo a sus compaeros, sealando a Pedro
con el dedo: "Tambin ste estaba con el Galileo".
-Pedro, perdi la moral y rpidamente dijo: "Por
Jehov, yo no conozco a ese hombre" y para disi-
mular su actitud y despistar a los que le vean,
se confundi entre los que se calentaban y se hizo
el despreocupado. Despus de un momento de silen-
cio salt una voz diciendo: "En realidad, t tambin
eras discpulo de Jess Nazareno; con El andabas."
-No, hombre, dijo Pedro y quiso salirse del crcu-
lo, cuando otro dijo: "S, t eres de esos; hasta tu
modo de hablar te delata; eres galileo, como ese".
Quiso defenderse Pedro, cuando un tercero, dijo:
"Acaso no te vi yo mismo en el huerto con Jess?"
-Pedro, completamente turbado y no buscando sino
una salida de esa reunin, dijo con juramento: "Por
lo ms sagrado os digo que no s de qu se trata;
ni conozco a ese Jess; jams he estado con El".
Mientras Pedro juraba y perjuraba para defender-
se, todos volvieroncabeza para ver al ajusticia-
la
do que pasaba entre soldados de la sala del juicio a
la prisin. Pedro quiso disimular hasta el ltimo y
tambin dirigi sus ojos al tumulto, pero se encon-

tr con los ojos del Maestro que le dijeron mu-
chas cosas; en esos divinos ojos vi el apstol co-
barde el alma y el corazn de su Seor hechos a-
icos de dolor por la ingratitud del predilecto.
No pudo resistir tales miradas y aprovechan-

do del alboroto de la gente, escabullse y sali del
palacio. (Luc. 54 a 62).
-CVII- TORTURAS DEL ALMA

JESUS CONDENADO POR EL SANEDRIN.
(Luc. XXI 1-66).
I Sanedrn se reuni muy por la maana del

da siguiente a la prisin de Jess. En sesin extra-
ordinaria, presidida por el Sumo Sacerdote, juzg
la causa presentada contra el Rab de Galilea. No
poda sentenciar a muerte al acusado, sino solamen-
te investigar y fallar sobre que mereca
el delito
esa pena, para acudir al procurador romano a que
se le impusiera. Urga, pues, encontrar acusaciones
graves contra Jess y testigos que acreditasen.
Para la sentencia de muerte era necesaria la

prueba de algn delito poltico o religioso gravsimo,
el cual no haba contra Jess. Los Sanedritas bus-
caron testigos que acusaran al Maestro de haber
dicho que "destruira el Templo y lo reedificara
en tres das", pero, estudiado el caso, encontraron
que iba a fallar el propsito de los enemigos del
Seor, porque no haba motivo para condenacin a
muerte. El Sanedrn estaba impaciente sin poder
llegar pronto al fin Presidente pen-
preconcebido; el
s en seguir otro camino y pregunt a Jess si
era Hijo de Dios. Respondi afirmativamente el
Rab, lo cual encaus el asunto. Jess era un blas-
femo y elSanedrn ya no necesitaba otra acusacin,
ni testigos. Todos los congresistas exclamaron: "Reo
es de muerte" y termin el juicio. Cunto sufrira
Jess al verse juzgado por sus enemigos y declara-
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 3^7
do reo de muerte por la declaracin de una verdad!

su espritu estaba torturado moralmente.
JESUS SENTENCIADO A MUERTE,-

(Luc. XXI 11- 1 a 26).
Terminado el juzgamiento del Sanedrn con la
farsa y escndalo del Sumo Pontfice que rasg sus

vestiduras, gritando: "Este ha blasfemado", se le re-
miti a Jess maniatado y custodiado al palacio de
Pilato, Procurador romano, para que la sentencia de
muerte fuera legalizada por la autoridad civil. Los
fariseos fueron despus, como que nada tenan que
ver en [la causa, presentndola como popular; por
detrs instigaban al populacho asalariado que llevaba
la consigna de arrancar a todo trance la sentencia
u
de muerte. Cuando Pilato dijo: juzgadle vosotros
como queris", respondi la gentuza: "a nosotros no
nos est permitido condenar a muerte". -Como pa-
ra interesar al representante del Emperador en con-
tra del acusado era preciso dar carcter poltico a
las acusaciones, dijeron: "hemos hallado a este hom-
bre revolviendo al pas e incitando a la rebelin con-
tra el Csar, diciendo que l es Rey y Mesas".
Pilatoya tuvo que interrogar a Jess y drs-

ticamente le pregunt: "T eres el rey de los ju-
dos?" -"Soy Rey, contest Jess, pero mi reino no
es de este mundo ..." Sigui hablando Jess de la
verdad, de su realeza divina, de sus servidores....,
asuntos ininteligibles para el Procurador de Roma,
quien supuso que el acusado era mejor un loco,
para zafarse de apuros, sabiendo que era galileo, le
remiti a Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea, pero
despus de poco tiempo el acusado volvi a su tri-
bunal, porque nada pudo hacer Herodes ante el si-

lencio de Jess. Regres el Seor vestido con un
manto de escarnio, como un infeliz mentecato, en me-
dio de las mofas y risotadas burlonas de la solda-
desca. El Corazn de Cristo estaba despedazado de
dolor y su alma lacerada atrozmente....
Informado Pilato de lo acontecido en el tribu-

nal de Herodes y resuelto a dar libertad al preso,
porque no haba motivo para condenarle a muerte,
dijo a los sanedritas, que le iba a castigar y soltar-
le. Record la costumbre romana y juda de dar li-
bertad a un preso con motivo de la Pascua y pens

que poniendo en parangn a Jess con un famoso
criminal llamado Barrabs, la ocasin era propicia para
que los mismos enemigos de Cristo prefiriesen la liber-
tad de ste antes que la del terrible ladrn y homi-
cida. Propuso la cuestin el Procurador, pero con
tan mala suerte que no se libr de tan enojosa si-
tuacin, porque el populacho, instigado por los sane-
dritas, prefirieron la libertad de Barrabs y pidie-
ron la muerte para Jess, gritando: "crucifcale,
crucifcale".
ECCE HOMO. -(Jn. X1X-4 a 16).
Todava crea Pilato que poda salvar al acusa-

do aplacando la ira de los escribas, fariseos y de-
ms enemigos de Jess, presentndole azotado, co-
ronado de espinas, escupido, abofeteado, hecho rey
de burlas, convertido en un mar de llagas sangran-
tes. "Ecce Homo", "mirad al pobre hombre", dijo
Pilato, mostrando a jess al pueblo, ya no se le
puede castigar ms y no es culpable de muerte.
No previo el Procurador el desenlace, porque
el corazn ms duro se hubiera conmovido a la vis-

ta de un hombre tan maltratado, pero el alma farisea
no conoca la compasin y no dara tregua hasta
conseguir su intento. Nuevamente gritaron los desal-
mados: "crucifcale, crucifcale". "Segn nuestra ley,
ste debe morir porque se ha hecho hijo de Dios".
"Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos...." Ante tanta insistencia sucumbi el cobarde
Juez y a medio da del viernes dict sentencia de

muerte contra el inocente Jess, que tena su esp-
ritu torturado con infinito dolor moral.
-CVIII- SIETE PALABRAS
RIMERA: "Padre, perdnales, porque no sa-

ben lo que estn haciendo". (Mat. XXVI 1-39)
Entre un mar de gente apiada, apareca col-
gado de la cruz el Rab de Galilea; cerca de El es-
taban los ms curiosos y los mayores enemigos; los
unos esperando ver en que paraba el asunto contra
el famoso Taumaturgo de Judea y los otros satis-
fechos de haber hecho callar para siempre a su ad-

versario; lejos,como dice San Lucas, estaban los
amigos del Maestro. El pueblo amotinado vea a Je-
ss y a quienes le hicieron crucificar, a sus instigado-
res, a los escribas y fariseos. Estos todava no se
haban cansado de insultar a la vctima de su odio y
le oprobiaban diciendo: "Nazareno: si eres Hijo de
Dios, baja de la cruz.... Si eres el Rey de Israel,
slvate a t mismo.... En favor de otros has hecho
milagros, pues, haz uno para t y creeremos ... " Je-
ss callaba y con el silencio contestaba a las sti-
ras e insultos- Como seguan las burlas blasfemas,
..
no pudo callar ms el divino Mrtir y habl. Cuan-

do vieron los enemigos que abra sus labios y le-
vantaba sus ojos al Cielo, temblaron y quisieron
huir. En medio del silencio reson la voz suplicante
de Cristo Crucificado, pidiendo perdn y misericor-
dia para el pueblo deicida.
SEGUNDA: (Marc. XV-32;. Dimas y Gestas

se llamaron los dos ladrones crucificados con el Seor.
Ambos coreaban y se hacan eco de los insultos
pblicos al Rab; ambos callaron cuando habl el
HECTOR EDUARDO ANDRADE PROARO 39]
Galileo, pero oyendo que no haca sino pedir perdn,

Gestas continu blasfemando: "Si T eres el Cristo,
slvate y slvanos". Dimas cambi la splica sar-
cstica por la oracin humilde; la splica de Jess
al Padre, impresion y comprendi que verdadera-
le
mente era Hijo de Dios. "Acurdate de m cuando

llegues a tu reino", dijo avergonzado y mirando con
temor al Nazareno, quien no tard en contestarle
con voz fuerte y tono de seguridad: "En verdad te
digo que hoy mismo estars 'conmigo en el cielo".
TERCERA: "Ecce mater -fJn X1X-25J.
tua".
He ah a vuestramadre, nos dijo Jess a los hom-
bres del pasado, del presente y del futuro, dndo-
nos como tal a su misma Madre, la Virgen Doloro-
sa. Esa Virgen que tiene lgrimas cuajadas en sus
ojos, y mejillas surcadas por la tristeza; que sos-
tiene en sus manos los clavos y la corona de espi-
nas; esa Mujer fuerte que estuvo de pie junto a la
cruz; esa Virgen cuya imagen mir con predilec-
cin al Ecuador en la noche del 20 de Abril de 1906.
A Ella, a la Dolorosa, nos di Jesucristo por Ma-
dre a todos, justos y pecadores, ricos y pobres, no-
bles y plebeyos, felices y desgraciados, hurfanos o
acompaados, a todos, porque por todos muri Cris-
to en la cruz. Los ojos de Mara, desde el primer
viernes santo siguen mirando a la humanidad con
miradas maternales, porque as le orden su Hijo
divino.
CUARTA: -fMarc. XV-33). -Vease Jess en el

Calvario como el nufrago en medio de la inmensidad
del ocano; perdido entre los tumbos de olas y en
la oscuridad del horizonte; abandonado de todos; sin
esperanzas y cansado de luchar contra un mar bra-
vio. El alma de Cristo sufra ms que su cuerpo;

tena oprimido el pecho y estrechado el corazn
divino. Temblando de horror y cansado del hasto
espiritual, dirigi una splica; reson una gran voz
desesperada, pidiendo socorro al Ser Supremo: Dios
mo, Dios mo!, por qu me tienes abandonado?
QUINTA: -La sed atormentaba a Jess; sed

material porque haba derramado tanta sangre; sed
moral, sed de almas porque era Redentor. Su peti-
cin al "tengo sed"
decir: escuchada por los
fu
soldados romanos, pero no sirvi sino para nuevas
burlas y mayores tormentos. (Jn, XW-28).
SEXTA Y SEPTIMA: fJn. XlX-30-Luc XXI 11-

46). "He cumplido mi "Padre
mo: en tus
misin",
manos encomiendo mi Estas dos ltimas
espritu".
palabras las dijo Jess despus de un largo tiempo
de silencio, en el cual se entreg a la contempla-
cin de su obra redentora.
Con agua y el vinagre que present al Seor un
el
soldado compadecido de su sed, se cumplieron todas

las profecas acerca del Mesas; nada faltaba por ha-
cerse sino esperar la hora marcada en el reloj de
la Providencia para que Cristo expirase. Cuando ya
todos los que haban quedado en el Calvario esta-
ban distrados y cansados, cuando Dimas y Gestas
no exhalaban sino largos quejidos que nadie haca
caso, porque eran los ltimos para morir, el divino
Crucificado volvi de su xtasis y con voz serena
entreg la obra confiada por su Padre; todo esta
hecho; la humanidad est redimida; dijo pausada-
mente el Redentor, y ahora, Dios mo, recibe mi
espritu en tus manos, como el sello de tu recon-
ciliacin con el pecador.
El Espritu de Dios vol por los espacios del

universo y el espritu del hombre qued purificado.
"Tanto am Dios al mundo que entreg a

le
su Hijo unignito, a fin de que todos los que creen
en El, no perezcan, sino que alcancen vida eterna.
Pues el Hijo de Dios vino al mundo no para con-
denarlo, sino para que por su medio el mundo se
salve", fJn. 11 1-16 y 17).
-CIX- EL CORAZON ABIERTO
a naturaleza no pudo, no debi quedar impvi-

da cuando mora Dios hecho Hombre y, por lo mis-
mo, no llaman la atencin los sucesos que nos cuenta
el Evangelio que acompaaron a la muerte de Je-
sucristo, Creador y Conservador del universo. "Se

oscureci el sol, tembl la tierra y se rompieron las
rocas; el velo del Templo se rasg en dos partes; se
abrieron los sepulcros y muchos muertos resucita-
ron.../' fMat. XXVI 1-51/
El Padre Eterno notific con un cataclismo la
muerte de su Hijo; eso significaron los fenmenos
de la naturaleza en la muerte de Jess.
Estos sucesos produjeron una exitacin gran-

de en los que se hallaban reunidos junto a la cruz,
pues, aquellos fenmenos del mundo material habla-
ban de algo espiritual; fuerzas sobrenaturales mo-
van la tierra; el cielo influa para cambiar el cur-
so del universo.
Todo significaba que acababa de morir un ser

superhumano; entendieron el Centurin y las o-
as
U
tras personas que cita el Evangelio: E1 Centurin
y los que con l estaban guardando a Jess, visto
el terremoto y las cosas que pasaban, tuvieron mie-
do y decan: "Verdaderamente ste era Hijo de

Dios". Y todo el gento que presenciaba el espec-
tculo y vea lo que pasaba, se volva a la ciudad
dndose golpes en el pecho...." (Luc. XXI 11 47).
Segn costumbre de los judos, los ajusticiados

deban ser enterrados inmediatamente; adems el s-

bado era la gran fiesta pascual y convena quitar
todo motivo fnebre; tambin los fariseos tenan su-
mo inters en hacer desaparecer lo antes posible to-
da huella del Rab Galileo, por lo cual compareci
una comisin ante Pilato para pedirle que ordenara
se retiraran los cadveres de la colina Gulgolet.
San Juan, como testigo presencial cuenta lo que

sucedi: "Como el viernes era la preparacin a la
Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la
cruz durante el sbado -porque era un da grande
aquel sbado- los judos pidieron- a Pilato que se les
quebrasen las piernas a los crucificados y los reti-
rasen. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las
piernas del primero, y luego del otro que fu cru-
cificado con Jess. Mas llegando a El y viendo que
ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, pe-
ro uno de los soldados le abri EL COSTADO con
una lanza, y al instante sali sangre y agua. - El que
vio esto, da testimonio, y su testimonio es verdade-
ro; el sabe que dice verdad a fin de que crean to-
dos...." fJn. X1X-31 a 36).
Como vemos, la orden de Pilato era terminan-

te; los soldadosdeban cerciorarse de la muerte de
los ajusticiados. Los dos ladrones tal vez estaban
todava semi-vivos; el robador de almas y corazones
estaba envuelto en la calma de la muerte, pero para
comprobar la verdad de lo que vean y estar com-
pletamente seguros de que la rigidez del cuerpo de
Cristo era la cadavrica, el jefe del pelotn de solda-
dos, alz la lanza y meti la punta por el lado iz-
quierdo del pecho y lleg hasta el Corazn de Jess;
abierto el costado y herido el corazn, sali sangre
y agua; salpicaron las ltimas gotas de la sangre re-

dentora, para hacer el ltimo milagro y producir la
ltima conversin espiritual por medio de la materia
inerte.
Con esa lanzada qued abierto ese corazn di-

vino hecho para amar a la humanidad y para reci-
bir el amor de los hombres. Abri el soldado ese
Corazn, dice San Agustn, para que quedase abier-
ta una puerta de vida, puesto que del corazn de
Jess nacen los sacramentos que nos dan vida es-
piritual.
La devocin al Corazn de Jess tuvo su prin-

cipio en tarde del viernes santo y Jesucristo pu-
la
do decir a Santa Margarita de Alacoque: "He aqu
este Corazn que tanto ha amado a los hombres...."
basndose en la lanzada que abri su pecho y des-
cubri su corazn.
Respecto al milagro que produjo el brote de
esa "sangre y agua" dice: "Ese soldado llambase
Longinos; tena sus ojos enfermos y esa sangre y
agua llegaron hasta l y le sanaron repentinamen-
te. Desde ese momento el soldado crey en Cris-
to y muri despus mrtir de su fe en el Crucifica-
do, cuyo costado abri hasta llegar al Corazn ..."
Despus aconteci que cuenta San Mateo,

lo
acerca del descendimiento del cadver divino, de
su sarria sepultura y de la fobia de los enemigos
que teman a Jess hasta despus de muerto y se-
pultado: "El sbado, los fariseos y sacerdotes se
reunieron y fueron donde Pilato y le dijeron: recor-
damos que aquel impostor dijo: resucitar al tercer
da de mi muerte; manda, pues, que el sepulcro
sea guardado con soldados no sea que sus discpu-

los roben el cadver y digan al pueblo que ha resu-
citado. Pilato les dijo: ah esta la guardia; id y a-
rreglad la custodia del sepulcro como queris. Los
fariseos aseguraron el sitio de la sepultura con guar-
dia armada, despus de haber sellado la piedra se-
pulcral...." fMat. XXV11-62 a 66).
-CX- TESTIMONIOS
ân Juan narra que dijeron los samarita-

lo
nos acerca de Jess, con una sencillez propia de un
historiador: "nosotrosmismo le hemos visto y le he-
mos odo, y hemos
conocido que ste es verdade-
ramente el Salvador del mundo", son las palabras
de los enemigos de judos y galileos, y que, por lo
mismo, tenan prejuicios y animadversin contra el
Rab Nazareno, pero que no pudieron ocultar sus
sentimientos ante la mujer de Sicar que les pon-
deraba la personalidad del profeta galileo, a quien
consideraba ella como el Mesas o Cristo. fJn- IV-
28-42). El testimonio de los samaritanos es el mis-
mo, o mejor dicho, fu confirmado por el Centu-
rin y los que con l estaban guardando a Jess,
quienes, visto el terremoto y las cosas que sucedan
cuando el Salvador mora, repetan: -"Verdadera-
mente ste era Hijo de Dios". (Mat. XXVI 1-54;.
Lo que sucedi a la hora de la muerte de Cris-
to fu extraordinario; fu testimonio de la natu-
el
raleza que manifestaba su sentimiento cuando dej

de existir el Creador. La tierra se cubri de ti-
nieblas y tembl. Se partieron las rocas. Los se-
pulcros se abrieron y resucitaron los muertos. (Mat.
XXVI 1 45-52;.
Los muertos que volvieron a la vida dieron tes-

timonio de la divinidad del Salvador. Vinieron a la
ciudad santa, se aparecieron a muchos y declara-
ron que el Crucificado era el Cristo, Hijo de Dios
vivo. (Mat. XXVI 1-53).
Los mismos enemigos de Jess, los sacerdo-

con sus insultos sar-
tes, los escribas, los fariseos,
csticos estaban dando testimonio de quin era Je-
sucristo. Decan: "T que derribas el templo de Dios,
y en tres das lo reedificas, slvate a ti mismo. Si
eres Hijo de Dios, que tu Padre te salve ahora".
Eso mismo le echaban en cara, an los ladrones

que estaban crucificados con Jess. Los soldados roma-
nos insultaban a Cristo diciendo: "Si t eres el rey
de los judos, ponte en salvo". Muchos del pueblo
repetan irnicamente: "Si ste es el Cristo, el ungi-
do de Dios, el Mesas, slvese a s mismo, como ha
salvado a otros/' (Mat. XXVll-39a 44 - Luc.
XXI 11 - 35 a 38).
Estas mismas blasfemias de los que crucificaron a
Jess y estaban esperando su muerte, eran testimo-
nios en favor de Cristo, porque recordaban sus pa-
labras y obras divinas. Su testimonio qued sellado
eternamente cuando los mismos que insultaban a
Cristo, al presenciar el cataclismo universal y al ver
al sol que se cubra con el manto de la oscuridad an-
tes del ocaso, decan:"Verdaderamente este hombre
era Dios". Todo aquel concurso de los que se ha-
llaban presentes presenciando el espectculo de la
muerte de Jess, se volvan a sus casas dndose
golpes de pecho y diciendo: "este hombre era jus-
to". (Mat- XXVI 1-54 -Luc. XXI 1 1-47-48;.
Mayores testimonios acerca de la personalidad

de Cristo y de su misin de Salvador, no se pueden
esperar. Pero hay uno que es como la firma y r-
brica puestas por Dios en su obra redentora y es la
resurreccin de Jess.

A pesar de la trgica convulsin de la natura-

leza toda, que acompa a
muerte de Cristo, no
la
hay duda que la noche del viernes al sbado fu
triunfal para los sanedritas que gozaron en su cena
pascual recordando que el Rab y Taumaturgo ga-
lileo estaba muerto y sepultado. En medio de su
alegra, una rfaga de temor embargaba su alma
Jess haba dicho: "As como Jons estuvo en el
vientre de
ballena tres das y tres noches; as el
la
Hijo del hombre estar tres das y tres noches en

el seno de la tierra." (Mat. XI 2-40).
En otra ocasin profetiz: " El Hijo del hom-
bre ha de ser entregado a los sacerdotes y a los
escribas y le condenarn a muerte y le entrega-
rn a los gentiles para que sea escarnecido, azo-
tado y crucificado, pero resucitar al tercer da".
(Mat. XX-18).
Estas palabras resonaban en el alma acongoja-

da de los enemigos del Seor Crucificado y, a pesar
de todas las tramas tomadas para impedir su rea-
lizacin, resucit al tercer da, sellando as el c-
mulo de testimonios que probaban su misin de
Salvador y que en verdad "era Hijo de Dios", co-
mo atestigu el Centurin. ("Mat. XXVI 1-54,).
Al mismo tiempo que expir Jess, el velo del
Templo de Jerusaln se rasg en dos partes, de a-
rriba abajo, testimoniando tambin que el muerto
era elHijo de Dios, y que terminaba la antigua
alianza de Jehov con el pueblo israelita y comen-
zaba la nueva de Jesucristo con todo el mundo.
(Marc. XV-38;.
*
-CXI- SABADO SANTO
dûnto al sitio de la crucifixin, al pie del

Calvario, fu puesto el cadver del Seor, en un
sepulcro nuevo que tena Jos de Arimatea. (Jn.
XIX- 4 \). La Madre Dolorosa presenci el amorta-
jamiento y la sepultura de su Hijo; puso el sudario
en la faz del difunto y se despidi con un beso y
una mirada brotados del corazn. Acompaada de
Juan y de los santos varones que hicieron todo en el
entierro, seguida de las mujeres que estuvieron al
pie de la cruz, lleg Mara al Cenculo, a aquella
casa en que la noche del jueves anterior haban es-
tado con Jess. La comitiva no hizo sino entregar-
se al llanto y a recordar las palabras y acciones del
divino muerto. As transcurri la negra noche del
viernes y clare la tmida aurora del sbado; sali
el sol envuelto en nubes grises, sin querer mostrar-
se a la ciudad deicida que estaba de fiesta; era el
gran sbado de pascua para los judos, pero para
la Virgen Madre y para los discpulos del Crucifi-
cado era el sbado de dolor y de lgrimas. Uno

tras otro iban apareciendo en Jerusaln los* Aps-
toles y temerosos se metan en el Cenculo; se reu-
nieron todos, menos el traidor, y cada uno peda
disculpas a Mara por su proceder cobarde, comen-
taban la huida y dispersin; averiguaban el fin del
Maestro; recordaban sus palabras relativas a la re-
surreccin y entre sollozos y esperanzas vean pa-
sar las horas de ese da aciago.
Sbado santo, da de duelo en el Cenculo; da

de luto para los parientes y amigos de Jess; da de

fiesta para los enemigos del divino Rab, quienes
por fin se vean libres de su persona, de sus mila-
gros, de sus palabras que tanto les fastidiaba, por-
que la verdad amarga el alma, porque ante los he-
chos no hay rplica y porque la luz hiere a quie-
nes se arrastran en el fango. Pero los fariseos que
se daban de guardadores del descanso sabatino y
que prohiban a la gente del pueblo hasta el traba-
jo necesario para la vida y hasta la curacin al
enfermo, no tuvieron escrpulo de madrugar al se-
pulcro del Nazareno para asegurarlo no solamente
con la piedra acostumbrada, sino tambin con cuer-
das, con sellos y con arcilla, de manera que despus
de un trabajo intenso, regresaron a guardar el s-
bado pascual, seguros ya de que el cadver no po-
da ser raptado sin que ellos lo supieran; los guar-
dias veran quienes rompan la tapa sepulcral y de-
nunciaran al Sanedrn, para levantar el sumario res-
pectivo y probar el fraude de la resurreccin espe-
rada por los discpulos del Crucificado.
Mientras los buenos lloraban la prdida de Je-

ss, los malos se alegraban vindose libres del pe-
ligrosa Mesas; mientras los unos encontraban leniti-
vo en su pesar, recordando la promesa de la resu-
rreccin al tercer da, los otros maniobraban todo lo
conducente a impedir que se dijera que el Maestro
haba resucitado. (Jn. 11-18 a 22).
Esto pasaba en la tierra, en Jerusaln; pero

en planeta de la eternidad, en la antesala del
el
Cielo, en el Limbo, o lugar donde estaban las al-
mas de los justos desde Adn, penitente, hasta Di-
mas arrepentido, era el sbado santo da de gloria,
porque el alma de Cristo ilumin ese lugar con

claridades celestiales, con gozos de paraso, con cla-
rinadas de victoria y toques de triunfo.
Pero volvamos a la soledad de Mara, sin su

Hijo, a ese sbado saturado de dolor para la Ma-
dre; de esa soledad, de ese sbado, de esa Madre
dolorosa, ha dicho poticamente el Padre Amoroso,
religioso oblato: "Como las aguas van a parar en
el mar, la inmensidad sin lmites de dolores del
Redentor, concntrase en el pecho de Mara.... En
ese corazn gime la elega de la despedida tierna
del Seor, entonada junto a la Cena eucarstica;
en ese corazn vibran las tristezas del huerto de
Getseman; en ese corazn chorrea el cliz colma-
do de amarguras, apurado por voluntad del Padre
celestial; en ese corazn se agita la tempestad de
la traicin de Judas, escondida tras la falsedad de
un sculo; en ese corazn estalla aquel grito blas-
femo del populacho ebrio de sangre divina: crucif-
cale, crucifcale! Grito deicida. En ese corazn flo-
ta, como una isla en las soledades del mar, el ECCE
HOMO, hecho oprobio de los hombres.... Dentro
del Corazn de Mara est lo infinito de todos los
tormentos de un Dios: los golpes de la crucifixin,
los escarnios de los verdugos, la muerte, la soledad
de la Cruz, la soledad de la noche, la soledad de
un cadver entre los brazos de la madre. La sole-
dad de un Dios muerto y la soledad de todas las
soledades de las almas, son las que siente el Co-
razn de Mara..,. Es la rosa, reina de las flores,

en el trono majestuosamente triste de las espinas -
(A la Luz de lo eterno).
As fu el primer Sbado Santo del cristianis-

mo para la Virgen Madre y para los amigos de
Jess; as debe ser este da, cada ao, para
los cristianos.
-CXII- DOMINGO DE PASCUA
Amaneca el alba del primer da de la semana;

el sol radiante sonrea, repartiendo a manos llenas
alegra en la luz y en el calor de sus rayos. Jeru-
saln se despert sacudida por la noticia de cuatro
mujeres que haban ido al sepulcro del Nazareno,
crucificado el viernes anterior, y que en lugar del
cadver haban encontrado un Angel del cielo quien
les dijo que Jess resucit, como haba predicho.
Nadie crey la noticia, pues nunca se haba visto,
ni odo un milagro de esta clase; por otra parte, el
fraude del cadver para engaar con esta novedad
era imposible; los guardias vigilaban atentos todo
movimiento en la loza sepulcral del famoso Rab gali-
leo y la piedra estaba resellada.
As y todo Cristo haba resucitado. El alma de
Jess volvi a informar ese sagrado cuerpo, en la
maanita del domingo, y revistile de las dotes de
la materia glorificada. Sali a travs de las vendas
y lienzos, dejndoles intactos y sin romper la roca,

ni mover la piedra apareci vivo y glorioso el cru-
cificado de la antevspera.
Como consecuencia natural, se estremecieron los

guardias y quedaron como muertos. (Mat. XXVI 11-
4). Repuestos de su terror, sin atinar qu hacer,
ni qu decir, fueron a cerciorarse de la verdad de
lo que haban visto y constataron que el sepulcro
estaba vaco; no haba ms que un Angel sentado
sobre la gran piedra; su faz era refulgente como
un relmpago y su vestido blanco como la nieve.
fMat. XXVI 11-3). Atnitos fueron los guardias a la

ciudad y contaron a los prncipes de los sacerdotes
todo lo que haba sucedido. Los fariseos sufrieron
una conmocin orgnica muy fuerte al or que vi-
va nuevamente El que ellos le crean para siempre
muerto y muerta tambin su doctrina; ahora, si era
cierta su resurreccin, estaban perdidos; se habra
cumplido una profeca ms y otro milagro vena a
probar la divinidad del Nazareno. Para desvirtuar
la noticia era necesario te rrar medidas urgentes.
Se reuni el Sanedrn precipitadamente y resolvi
llamar a los soldados, ganarles con dinero y obligar-
les a que digan que en la noche del sbado, cuan-
do se quedaron dormidos, vinieron los discpulos y
robaron el cadver de Jess. -Como en este caso,
los guardias merecan castigo del jefe por su des-
cuido, los sanedritas se comprometieron a librarles
de toda reprensin. Los soldados se hicieron pagar
bien y comenzaron a propagar la mentira. fMat.
XXV111-11 a 16).
Cuando los guardias iban a la ciudad habien-

do constatado la resurreccin de Jess, porque fue-
ron los primeros que le vieron vivo fuera del se-
pulcro, algunas mujeres encabezonadas por Mara
Magdalena, iban a visitar al muerto querido; lleva-
ban aromas y perfumes para rociar el cadver, pe-
ro iban discurriendo acerca de la manera de obviar
una dificultad: quin les dar retirando de la puer-
ta del monumento, la gran piedra? (Marc. XVI -3).
Pensando en esto avanzaban sin percatarse de na-
da, ni de nadie y llegaron al sepulcro apenas sala
el sol. Su admiracin fu sorpresiva cuando al a- -
cercarse vieron que la piedra estaba virada y la

/
entrada libre; entraron en el monumento y encontra-

ron el sepulcro vaco; un joven vestido de blanco
estaba sentado a la derecha; las mujeres se llena-
ron de estupor, pero l les dijo: "no tengis miedo;
Jess el Nazareno crucificado a quien buscis, no
est aqu, resucit; ved el lugar donde estaba el
cadver; id a decir a los discpulos de El que ya le
vern, como anunci...." fMarc. XVl-4a7).
"El hecho de la Resurreccin es la coronacin
esplendente de una vida divina entre los hombres,
dice el Padre Leal S. J.; es el trmino y la meta
natural de una carrera que en todo se exhibe co-
mo sobrehumana. Entre la vida de Jess y su Re-
surreccin hay una perfecta armona, que es la prue-
ba perfecta de su verdad y realidad histrica. Si no
hubiera vivido como Dios entre los hombres, la Re-
surreccin pudiera extraar, pero habiendo en sus
obras, palabras y conducta reflejado a Dios, la muer-
te sin la Resurreccin hubiera significado un vaco
impropio-."
El triunfo de la maana de Pascua, de ese
domingo alegre, restablece la armona de una vida
rota por la muerte. Son vida, muerte, y resurreccin
divinas.
El alegre mensaje que recibi la ciudad santa

fu que Jess no estaba en el sepulcro y que se
haba aparecido a muchas personas.
El domingo de Pascua es el da de la resu-
rreccin de Jesucristo, el da m*ximo del Cristianismo,
408 EL VERDADkRO JESUCRISTO
-CXIII- LOS MILAGROS DE JESUCRISTO
Jesucristo dej doble huella de su paso por

la tierra, la de su humanidad y la de su divinidad,
como Dios y como Hombre verdadero. Como Dios
hizo innumerables milagros, que son obras exclusi-
vas de la divinidad.
San agustn dice que no debe

extraarnos en
Jess porque eran obras propias de su
los milagros,
naturaleza divina; lo que nos debe llamar la aten-
cin es que siendo Dios se hiciera Hombre y rea-
lizara todas las obras humanas.
Santo Toms define el milagro: "acontecimien-

to sensiblea los sentidos, que exceda a las fuer-
zas de naturaleza y que tenga por autor a Dios".
la
Estas obras las hizo Jess a cada paso, como nos
cuentan los Evangelios; fueron actos que vieron to-
das las gentes, suspendiendo o cambiando las leyes
naturales y hechos con poder divino y no por obra
de Belzeb, como el mismo Seor deca, f Mat. -XI 1-24,).
Se pueden examinar uno por uno los milagros

de Jess y en todos y cada uno encontramos el
sello autntico de la divinidad. San Mateo narra la
curacin de UN LEPROSO, la curacin al criado
del CENTURION, a la suegra de San Pedro, la li-
beracin de DOS ENDEMONIADOS, el mar bra-
vio que se calma con su palabra, y en general di-
ce el historiador: "Le trajeron muchos enfermos
y endemoniados y san a todos y expuls a los
demonios". -(Mat. Vlllj-En el Captulo IX, el mis-
HECTOR EDUARDO ANDRAD PROANO 4Q9
mo evangelista cuenta la curacin milagrosa de

UN PARALITICO, la curacin de la hemorrosa, la
resurreccin de la hija de Jairo, la curacin a DOS

CIEGOS y a UN MUDO ENDEMONIADO y otra
vez recalca en general el poder del divino Tauma-
turgo, diciendo: "Jess recorra todas las ciudades
y todas las aldeas sanando toda enfermedad y to-
da dolencia". -En el Captulo XI 1 nos cuenta la cu-
racin del hombre que tena la MANO
SECA y
dice: "Muchos enfermos siguieron a Jess y El san
a todos". -Narra la curacin del ENDEMONIADO
CIEGO Y MUDO. -En el Captulo XIV cuenta la
primera MULTIPLICACION DE LOS PANES y
el hecho milagroso de la caminata sobre el MAR
y termina diciendo: "Trajeron todos los enfermos
de la comarca y le suplicaban que tan slo les de-
jara tocar la franja de su vestido y todos los que
tocaron quedaron sanos." -En el Captulo XV narra
San Mateo la segunda multiplicacin de LOS PA-
NES y la curacin de la hija de la CAAN EA, y
dice: "vinieron a El turbas numerosas, trayendo co-
jos, lisiados, ciegos, mudos y toda clase de enfer-
mos y les pusieron a sus pies y EL LOS SANO.
De modo que el gento estaba maravillado al ver
los mudos hablando, sanos los lisiados, cojos que
caminaban, ciegos que vean y todos glorificaban
al Dios de Israel". -En el Captulo XVI 1 se cuenta
la curacin del LUNATICO y el milagro de la mo-
neda del tributo. -En el Captulo XX se narra la cu-
racin de los CIEGOS de Jeric.
San Marcos cuenta en su historia evanglica los

mismos milagros obrados por Jess y continuamen-
te tiene estas frases: "Llegada la tarde le trajeron
todos los enfermos y endemoniados y san a todos".

-(\-S2). -"En todas partes donde entraba Jess, al-
deas, ciudades, granjas, transportaban en camillas
a los enfermos y los colocaban en las plazas y le
suplicaban que les dejase tocar aunque no fuese
ms que la franja de su manto y a todos curaba
y cuantos le tocaban quedaban sanos." (Marc. VI-
55). -"En el colmo de la admiracin todos decan:
hace or a los sordos y hablar a los mudos." (VI 1-37).
San Lucas dice: "Todos los que tenan enfer-

mos, cualquiera que fuese su mal, los traan y Je-
ss impona las manos sobre cada uno y los sana-
ba-.'' OV-40J.
San Juan narra detalladamente los grandes mi-

lagros que hizo Jess, como el de las bodas de
Can, curacin del hijo de un cortesano, del pa-
la
ralticode la piscina, del ciego de nacimiento y la
famosa recurreccin de Lzaro, que termina con la
confesin de los enemigos de Jess que dicen: "Es-
te hombre hace muchos milagros; si le dejamos
continuar, todo el mundo va a creer en El; es pre-
ferible que muera...." (Juan Xl-47).
Que Jess hizo obras visibles que estuvieron

fuera del alcance de las fuerzas naturales, por su
propia virtud, es decir obras de Dios, es histrica-
mente cierto. Que los milagros de Cristo fueron
verdaderos milagros es innegable. Los hizo ante
gente hostil a El y que conocan muy bien su pro-
cedencia humana, como hijo del carpintero y de
Mara de Nazaret; los hizo ante millares de testi-
gos de toda clase y condicin que ni en vida, ni
HCTOR EDUARDO ANDRADE PROANO 4J 1
despus de la ascencin del Seor, se atreven a

negar o dudar de lo que haban visto. La crtica
racionalista no ha alcanzado a desvirtuar el valor
real y filosfico de los milagros de Jesucristo que
es proclamado, con razn, el gran Taumaturgo del
mundo pasado, presente y futuro.
-CXIV- EL MILAGRO MORAL
Iglesia Catlica, en su fundacin, en sus

orgenes, en su desarrollo y en su vida diaria, es
un milagro continuo de orden moral.
Humanamente hablando, con la prisin de Jess

en huerto comenz el fracaso de Jess y se ech
el
a pique su obra. -Vctima del odio de sus enemigos,

de la traicin de un amigo y de la cobarda de un
juez, fu Cristo al patbulo. -Simn, la piedra fun-
damental de la Iglesia cristiana, neg y reneg del
Maestro; los otros, escogidos para continuadores- de
su obra, le abandonaron cobardemente. -En una pa-
labra, como pensaron los escribas y fariseos, con la
muerte de Jess estaba acabada su incipiente obra;
para ellos el sepulcro fu la loza fra de la des-
truccin total, pero para Jesucristo fu la cuna vi-
vificante de donde saldra triunfadora y gloriosa
su obra, para desafiar a los siglos.
Jess resucit y volvi a consolidarse la Igle-

sia que tambale con su pasin y muerte. Los A-
pstoles comenzaron a organizarse nuevamente con
la asistencia del Espritu Santo y cumplieron el di-
vino mandato: "Id y ensead a todas las gentes...."

fMat. XXVI 11 -19).
Sin embargo,noventa y nueve probabilidades

haba en contra del xito de los discpulos del Cru-
cificado. Era inconcebible que doce pescadores, ig-
norantes, desconocidos, pobres, pudiesen implantar
en el mundo una nueva religin. Tenan que entrar
en lassinagogas y en los foros, ocupar las cte-

dras, predicar en calles y plazas pblicas un dog-
ma y una moral contrarios a las costumbres de la
poca. Deban convencer a sabios e ignorantes que
Jess Nazareno, el crucificado en medio de dos la-
drones, era Dios y que para salvarse era menester

abrazar su Evangelio.
Tarea era esta sobrehumana; si el Rab de Ga-

lilea, con todo su poder de hacer milagros a gra-
nel, no consigui sino la muerte en la cruz, a esos

doce apstoles no les esperaba otro fin.
Esta manera de pensar era muy lgica conside-

rando las cosas de tejas abajo, pero Dios que escri-
be recto en renglones torcidos, se vali de los po-
bres para confundir a los ricos, con doce hombres
del pueblo convirti al mundo; los sabios confesaron
su ignorancia y los poderosos se humillaron ante la
omnipotencia divina.
Con vemos en las pginas

todo, prcticamente
de humana, que la naciente Iglesia cristia-
la historia
na fu ahogada en sangre. Pedro fu crucificado;
San Pablo fu decapitado; le apedrearon a San Es-
teban; mataron a los otros apstoles y despreciaron
como locos a los primeros discpulos de la nueva
religin. Cuando todo estaba por hacerse vino el
milagro de Dios, sopl en las cenizas, vivific esa
sangre derramada y las cenizas de los escombros
y la sangre de los mrtires se convirtieron en se-
milleros de cristianos, Se multiplicaron los milagros
y apareci fuerte y lozana la Iglesia de Cristo,
desafiando a las furias del infierno puestas en manos
de Dioclesianos, Nerones y Domicianos de todos

los tiempos.
Con toda razn y justicia dice el sabio y santo

Obispo de Hipona: "Si el cristianismo se propag
con milagros, es obra divina; si se propag sin mi-
lagros, es tambin obra de Dios, siendo el primer
milagro su propagacin extraordinaria".
Si estudiamos detenidamente la vida de la Igle-
sia en sus veinte siglos de existencia, tenemos que
confesar que es un milagro constante de orden mo-
ral el que se opera en la tierra. Mil novecientos cin-
cuenta y ocho aos de lucha contra el poder tem-
poral de reyes y magistrados que se han levanta-
do y unido queriendo aplastar a la sociedad cristia-
na; veinte siglos de triunfo en las batallas contra los
enemigos de afuera confabulados con las hostilida-
des de adentro; veinte siglos que eran suficientes
para acabar con la obra de Jesucristo confiada a
la administracin humana, donde jams han falta-
do los fracasos de los hombres, nos estn hablan-
do del milagro moral que la sostiene lozana, triun-
fante y repleta de obras de herosmo, de santidad,
de ciencia, de altruismo, de benfica caridad
cristiana.
La Iglesia catlica, segn frase lapidaria

es,
del Concilio Vaticano: "la columna erigida en
medio del mundo, que vive recordando a los cre-
yentes y a los incrdulos, a los buenos y a los
malos, a los sabios y a los ignorantes, que su Re-
ligin descansa sobre la inconmovible roca de Cristo".
En realidad de verdad, la Iglesia de Jesucris-

to, por su propagacin admirable, por su eximia
santidad, por su inexhausta fecundidad en toda cla-

se de beneficios, por su unidad y estabilidad, es
un perpetuo motivo de credibilidad en su origen
divino. Es decir, la Iglesia Catlica, por smisma,
es un perfecto y un perpetuo milagro de orden
moral.
-CXV- SACRAMENTOS
?ôs Sinpticos, es decir los tres Evangelistas

Mateo, Marcos y Lucas, narran con pormenores el
Bautismo de Jess" (Mat. 111-13-Marc. 1-9 Luc-
111-21;.
"Vino Jess de Galilea al Jordn en busca de

Juan, para ser de l bautizado. Juan empero se re-
sista a ello, diciendo: yo debo ser bautizado de t,
y T vienes a m? A respondi Jess, di-

lo cual
ciendo: Djame hacer ahora; que as es como con-
viene que nosotros cumplamos toda justicia. Juan
entonces condescendi con El. Bautizado, pues, Je-
ss, al instante que sali del agua, se abrieron los
cielos y se vi bajar al espritu de Dios, a mane-
ra de paloma, y posarse sobre El. Y oyse una
voz del cielo que deca: Este es mi querido Hijo,
en quien tengo puesta toda mi complacencia."
Mediante este acto solemne instituy Jesucristo

el Sacramento del Bautismo. El agua recibi la
virtud de regenerar comunicando vida espiritual,
unida a las palabras vivificantes que evocan a la
Santsima Trinidad. "Bautizad a todas las gentes
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp-
ritu Santo". (Mat. XXVI 11-19).
Jess manifest a Nicodemo la institucin de
este sacramento necesario para la salvacin eterna,
dicindole: "En verdad, en verdad te digo que quien
no renaciera por el agua y por el Espritu San-
to, no puede entrar en el reino de Dios". fJn. 111-5).
Sacramento de la Confirmacin instituy

El
Jess cuando impona las manos sobre la cabeza de
loscurados o perdonados de los pecados, confir-
mndoles en la fe. Confirm tambin en la fe a
sus apstoles y discpulos, cuando resucitado se apare-
ci a ellos y con su soplo vital les infundi e! Es-
pritu Santo. Este poder di a los apstoles, quie-
nes confirmaban en la fe a los bautizados, median-
te la imposicin de las manos. "Sabiendo los aps-
toles, que estaban en Jerusaln, que los samarita-
nos haban recibido la palabra de Dios, les envia-
ron a Pedro y a Juan. Estos, en llegando, hicieron
oracin por ellos, a fin de que recibiesen el Esp-
ritu Santo, porque an no haba descendido sobre
ninguno de ellos, sino que solamente estaban bauti-
zados. Entonces les imponan las manos, y reciban
al Espritu Santo". (Act. VI 11-14 a 17).
El Sacramento de la Penitencia instituy Je-

sucristo cuando dijo a sus apstoles: "Todo lo que
atareis sobre la tierra, ser atado en el cielo
y todo lo que desatareis en la tierra, ser desatado en
el cielo". (Mat. XVI 11-18;.
"Como mi Padre me envi, as os envo tam-
bin a vosotros. Recibid e! Espritu Santo: quedan
perdonados pecados a aquellos a quienes los
los
perdonareis vosotros y quedan retenidos, a los que
se los retuvireis". fJn. XX-21 a 23J.
El Sacramento de la Eucarista instituy Je-
ss en ltima cena, consagrando el pan y el vi-
la
no y con virtindoles en su cuerpo y sangre; este
poder di a sus apstoles, como nos rfiererr los ' <
Evangelistas. (Mat. XXV1-26 Marc. XlV-22-Luc.

XX11-19J.
El Sacramento de la Extremauncin instituy Je-

sucristo dando facultades a sus apstoles para que un-
gisen con leo a los enfermos (Marc. 3); de este po-
1 -
der habla terminantemente el Apstol Santiago: "S es-

t enfermo alguno, llame a los presbteros de la
Iglesia, y oren por l, ungindole con leo en el
nombre del Seor, y la oracin salvar al enfermo
y si tiene pecados, se le perdonarn". (Jacob V- 14 y 15).
El Sacramento del Sacerdocio u Orden Sacer-
dotal fu instituido por Jesucristo cuando escogi
y llam a sus apstoles para hacerlos sus minis-
tros y pescadores de hombres y de almas. Cuando
les dijo: "Id y ensead a todas las gentes, bauti-
zndolas en nombre del Padre y del Hijo y del
Espritu Santo". Cuando les di la facultad y el
poder de perdonar los pecados y cuando en la lti-
ma cena les dijo: "Haced esto en memoria ma".
(Luc XI 1-19).
El Sacramento del Matrimonio fu instituido
por Jess cuando El lo dignific y lo elev de sim-
ple contrato al nivel de santidad, asistiendo a las
bodas de Can. (Jn. 11-1). Cuando habl de la in-
disolubilidad del vnculo matrimonial. fMarc. X-7 a 13-
Mat. X1X-3 a 10). San Pablo habla de este Sacra-
mento llamndole GRANDE y dando instrucciones
a los casados, en su carta a los de Efeso. (Ef.V-21 a 33).
Como se ve, nadie puede decir que los Sacra-
mentos de la Iglesia Catlica son invenciones de
Curas. Por este^ orden, en el Evangelio encontra-
mos instituidopor Jesucristo, directa o indirecta-
mente, todo cuanto debemos creer y practicar como
cristianos, para merecer este sublime nombre, que
nos viene de Cristo.
-CXVI- LOS APOSTOLES
n da sali el Maestro de Cafarnan y se

diriga al mar. Le siguieron las gentes; en la playa
se puso a ensear el Evangelio. Era tanta la aglo-
meracin de oyentes que le opriman e impedan
hablar y explicar debidamente la doctrina y le em-
pujaban mar adentro. Entonces Jess aprovech
de una barca que estaba amarrada a la orilla, su-
bise a ella y pidi al dueo que le retirase un
poco hacia el agua. Sentse en un banco y desde
all sigui enseando la Buena Nueva y repitiendo:
"El reino de los cielos est cerca, preparaos".
(Mat. 1V-17J.
Termin la predicacin, se dispers la muche-
dumbre y se qued slo con los pescadores. Enton-
ces invit al dueo de la barca que era Simn pa-
ra que en compaa de su hermano Andrs, fuesen
a pescar: "Remad adentroy echad vuestras redes",
les dijo el "Maestro, respondi Simn, to-
Seor.
da la noche hemos estado trabajando y nada conse-
guimos. Pero, en tu nombre y por tu mandato echa-
remos las redes". As lo hicieron y nos dice la na-
rracin evanglica que "recogieron tal abundancia
de peces que se rompa la red. Llamaron en ayuda
a los compaeros que estaban en otra barca, a po-
ca distancia y que eran los hijos del Zebedeo: Juan
y Santiago, para que recogiesen los pescados; lle-
naron las dos barcas y salieron a la orilla. En tie-
rra, los pescadores cayeron de rodillas a los pies
del Seor, en signo de adoracin y reconocimiento.
El Maestro, levantndoles les dijo: venid conmigo;
voy a haceros pescadores de hombres. Ellos deja-

ron al punto las redes y le siguieron". (Luc. V-4).
Aquellos cuatro hombres quedaron constituidos

en Apstoles de Cristo y deban ganar a todo el
mundo con el Evangelio. Eran los continuadores
de la obra cristiana, las bases de una nueva religin,
de una iglesia que deba durar hasta la consuma-
cin de los siglos. A estas cuatro columnas del
Cristianismo junt Jess otras ocho; llam a otros
para que tendiesen las redes evanglicas y pescasen
hombres para el Cielo.
Sali otra vez Jess a predicar y al paso vi
a Lev, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de re-
caudacin de impuestos, y le dijo: Sigeme- Y, le-
vantndose, le sigui. fMarc. 11-13J. As ingres Ma-
teo o Lev al apostolado. Otro da llam en igual
forma a Felipe y Bartolom. (Juan l-43j.
Los doce Apstoles llamaban as: SIMON

se
o PEDRO, - ANDRES, suhermano, - SANTIA-
GO y JUAN, hijos del Zebedeo, -FELIPE, BARTO-
LOME, MATEO o LEVI-TOMAS, SANTIAGO hijo
de Alfeo y su hermano JUDAS Tadeo,-SIMON el
cananeo-JUDAS Iscariote.
Los Evangelios Sinpticos traen la lista com-

pleta de los Apstoles (Mat. X-2-Marc. 111-16-Luc,
V1-14J, aunque en orden diferente, con excepcin
de Pedro y Judas Iscariote que, en los tres, ocupan
el primero y el ltimo lugar respectivamente.
Los Once Apstoles eran Galileos. Solamente

el ltimo, Judas Iscariote, era judo. De cada uno
en particular nos ocuparemos en el captulo siguiente.
A estos doce hombres dijo Jesucristo: "Vosotros

seris mis testigos en Judea, en Samara y hasta
lo ltimo de la tierra". (Act. \-S). A ellos el Maes-
tro les hizo amigos ntimos suyos y dueos de to-
dos sus secretos. A stos les dijo: "No os llamo sier-
vos, porque el siervo no sabe lo que hace su Seor.
Vosotros sois mis amigos, porque todo cuanto sabe
mi Padre y s yo, os hemos revelado". (Juan XV-
15). Apstoles quiere decir: Enviados, embajadores,
plenipotenciarios; con este sublime carcter les
mand Cristo por el mundo: "Id y ensead a to-
das las gentes- Como a m me envi el Padre,
..
as os envi yo a vosotros". (Juan XVI 1-18,).
Muchos discpulos tuvo Jess, que le siguieron

y acompaaron toda su no es-
vida, pero Apstoles
coci sino doce y como jefe del apostolado y de
la naciente Iglesia cristiana, eligi a Pedro. El su-
cesor de Pedro es el Papa, los sucesores de los
Apstoles son los Obispos y de los discpulos son
los Sacerdotes, que continan en el mundo la obra
redentora de Cristo y a quienes dice Jess, como
dijo a los doce: 'No sois vosotros los que me ha-
bis elegido a m, sino yo soy el que os he elegi-
do a vosotros y os he puesto para que vayis y
traigis fruto y este fruto permanezca". (Juan XV-16).
422
-CXVII- LOS DOCE
/jyEDRO- Hombre sincero y recto de co-

razn, de carcter dcil e impetuoso, se dej llevar
sin dificultad por su hermano Andrs a conocer al
anunciado Mesas. (Jn. 1-41 y
Andrs present a Jess, quien despus de

le
las primeras palabras de cortesa, mir fijamente a

Simn, como no haba mirado a los dems, y en to-
no solemne le dijo: "Simn, hijo de Jons, t te
llamars Kefas'. es decir PIEDRA. Ni Simn, ni
Andrs, comprendieron el alcance de este cambio de
nombre. Lo entendieron despus, cuando el mismo
u
Jess dijo al apstol: T eres Piedra y sobre es-
ta piedra edificar mi Iglesia". (Mat. XVI- 18,).
"Seor, aprtate de m, porque soy hombre pe-

cador", es la frase humilde y sincera del pescador
de Galilea, como prembulo a su eleccin al aposto-

lado. (Luc. V-8^. Las dems escenas de la vida de
Pedro ya las conocemos. Todas culminaron con las
significativas palabras: "Apacienta mis corderos, a-
pacienta mis ovejas" fJn. XX1-15,/ que le dice Jess,
despus de exigir al apstol, con suma delicadeza,
que borrara sus tres negaciones, con una triple pro-
testa de amor.
Finalmente, con palabras misteriosas le signifi-

c el gnero de muerte que le esperaba. 'Jn. XXI-
Cumplise la profesa en la capital del mundo
catlico, en la colina del Vaticano, donde muri Pe-
dro crucificado y desde entonces su sepulcro sigue
siendo la roca milenaria sobre la cual se levanta la

Iglesia, desafiando las furias del mundo, del demo-
nio y de la carne.
29 ANDRES. Hermano de Pedro, natural de

Betsaida, es primero de los apstoles que cono-
el
ce, sigue a Jess y habita con El. (Jn. 1-37 a 40).

Su vocacin al apostolado tiene lugar en las ribe-
ras del mar de Galilea. Pescador, como su hermano,
estaba ocupado en su oficio, cuando el Seor le dijo:
"Sigeme, te voy a constituir pescador de hombres".
fMarc. 1-16 a \8). Sigui prontamente a Jess, a
quien acompa en la predicacin del Evangelio.
Despus de Cristo continu su misin de predica-
dor de la Buena Nueva en las tierras de las cos-
tas del Mar Negro y en Grecia. Muri crucificado,
como el Maestro, en Patras de Acaya.
Jo SANTIAGO. Hijo del Zebedeo y hermano
de Juan fu llamado al apostolado con su hermano,
cuando estaban en la barca componiendo las redes,
pues eran pescadores. Ellos, dejando a su padre que
estaba junto, se fueron en pos de Jess. fMarc.
1-19 y 20).
Santiago o Jacobo o Jaime, que es lo mismo,

llamado el Mayor, para distinguirle del otro Santia-
go, natural de Betsaida, fu el vidente de la Trans-
figuracin del Seor, con Pedro y Juan./Mat. XVII-
1 y 2). Los tres fueron tambin los compaeros de
Jess en el Huerto de los olivos. (Mat. XXV1-37J.
Santiago es el apstol de Espaa, cuyas tierras re-
corri evangelizando y donde tuvo la aparicin de la
Virgen Mara, viviente todava en Jerusaln, y que
vino a consolarle trada en manos de los ngeles,
V
presentndose al apstol en un pilar sagrado.
Santiago volvi a Judea donde fu decapitado

el 25 de Julio del ao 44. Fu el primer apstol
que sell con su sangre el Evangelio. Su cadver
fu llevado a Espaa y sobre su tumba se extien-
de la ciudad de Santiago de Compostela.
4o JUAN. Es el discpulo amado del Seor,

que tuvo la dicha de reclinar su cabeza en el pe-
cho del Maestro y or los latidos del Corazn de
Jess.
Acompa a Cristo en los momentos ms so-

lemnes de su vida y estuvo junto a la Cruz, sien-
do all depositario del nico tesoro que tena el Di-
vino Crucificado, cual era su Madre. No fu como
sus compaeros de oficio, Pedro y Andrs, ni como
su hermano Santiago, un sencillo pescador, Juan
fu de una cultura superior, versado en las Escri-
turas y amigo del Pontfice, como l mismo dice.
(Jn. XV11M5).
Apstol y Evangelista de gran vala; en sus
escritos usa la cronologa pascual de los doctores
y escribas, lo cual prueba su ilustracin y rango
social.
Es maravilloso exordio de su Evangelio por

el
la teologa y filosofa que contiene. Durante su cau-
tiverio en Patmos escribi el Apocalipsis, obra su-
blime y de difcil interpretacin.
Era el ms joven de cuando mu-

los apstoles;
ri Jess, tena veintids aos de edad, pero enr-
gico y ardiente hasta corresponder al sobrenombre
de "hijo del trueno". Es el apstol de la caridad,
425
del amor; sus plticas cristianas ordinarias eran repe-

"amaos los unos a los otros", como el Maestro.
tir:
San Juan fu el ltimo superviviente de los doce

apstoles.
59 FELIPE. Coterrneo y amigo de Pedro y

Andrs, oy de labios del Maestro el mismo llama-
miento: "Sigeme" y al punto dej todo y sigui
a Jess, quien le hizo el confidende de sus secre-
tos. La primera obra de su apostolado fu conquis-
tar un nuevo discpulo, a Natanael, natural de Ca-
n de Galilea, a quien encontr Felipe y entabl
en seguida conversacin acerca del Mesas, termi-
nando en llevarle a Cristo. (Jn. 1-43). Este apstol
fu el intermediario entre los gentiles y Jess, a
quien deseaba tratarle y pedirle favores. (Jn. XI 1-
20). Felipe predic el Evangelio en el Asia Menor
y muri en Hierpolis de Frigia.
69 BARTOLOME. Es el mismo Natanael con-
vertido por Felipe. Este apstol mereci una gran
alabanza de parte de Jesucristo: "He aqu un ver-
dadero israelita, en quien no hay doblez alguno"
(Jn. l-47j, lo cual prueba el carcter franco y leal
que no tuvo empacho en proclamar al
del discpulo,
Maestro apenas le conoci: "Hijo de Dios y rey de
Israel". (Jn. 1-49).
San Bartolom predic el Evangelio en Arabia

del Sur, en donde, hacia la mitad del siglo segundo
se hall el ejemplar hebreo del Evangelio escrito
por San Mateo, que Natanael haba llevado all.
Despus pas a predicar en Armenia en donde fu
desollado vivo, sellando con el martirio la verdad
de la Fe.
79 TOMAS. Es apstol incrdulo y terco,

el
pero ante la realidad cede con nobleza y generosi-

dad. No haba gozado de la vista de Jess resucita-
do, por no estar en compaa de los otros apsto-
les. Cuando se encuentra con los compaeros sabe
lo sucedido y no cree, disputa con ellos y termina
<:
con un reto que casi toca al mismo Seor: Si no
metiere mi dedo en la abertura de los clavos y mi
mano en la herida del costado, no creer''. Jess
que conoca el fondo del alma de su apstol le da
gusto en su pretensin. A los ocho das se aparece
nuevamente el Seor a los apstoles encerrados en
el cenculo y hace palpar a Toms la verdad de la
resurreccin hacindole tocar las huellas de las he-
ridas. Ante tanta bondad de Jess, el apstol no
puede hacer otra cosa que caer de rodillas y decir:
"Seor mo y Dios mo", con lo cual manifest todo lo
que senta su espritu avergonzado. (Jn. XX-24 a 28/
89 MATEO. Apstol y evangelista, fu el pri-

mero en redactar en lengua aramaica el Evangelio,
punto central de los sinpticos. Antes de seguir a

Jess, era Lev, el publicano, o alcabalero, recau-
dador de los impuestos para Roma- Sabemos que
fu hijo de Alfeo y que generosamente dej el te-
lonio y las monedas para seguir a Cristo que le
llam a recaudar almas. (Luc. V-27). Predic pri-
meramente a los judos y despus evangeliz a los
gentiles. Publicano de alma limpia y de corazn
bueno, mereci ser escogido para el apostolado cris-
tiano. Jess le tom como modelo para atacar a
los fariseos hipcritas, en la parbola y en las
otras sentencias contra el farisesmo. (Luc. V-29 a
32- XVI 11-9 a 14).
99 SANTIAGO (el menor/ Este apstol fu

primo legal de Jess, hijo de Mara de Clefs, cu-
ada de San Jos. Fu Obispo de Jerusaln y tu-
vo actuacin importante en el primer Concilio que ce-
lebraron los Apstoles en esta ciudad. Hacia el
ao 61 escribi la famosa epstola para las doce
tribus judas dispersas por el mundo, refutando el
error de la justificacin por la fe sin las obras-
Muri en la ciudad santa apedreado por los fariseos.
109 TADEO, por nombre Judas, fu hermano
del pequeo Santiago. Fu apstol de la Buena
Nueva en Palestina, donde escribi la Epstola y
seguramente muri en Jerusaln.
110 SIMON. (e\ cananeo/ Casi nada en espe-
cial se sabe de este apstol Su sobrenombre no
quiere decir que era oriundo de Can, sino muy
celoso y observante de la Ley. Seguramente esta
cualidad le sirvi para que Jess le escogiera pa-
ra el apostolado y en el ministerio conserv siem-
pre el celo por la gloria del Maestro y por el cum-
plimiento de sus mandamientos.
129 JUDAS ISCARIOTE. *E1 nombre de este

apstol es tristemente conocido en todo el mundo
por la negra traicin al Maestro, a quien entreg
en manos de sus enemigos, con un prfido beso.
"El Traidor haba dado esta sea: aquel a quien yo
besare, ese es, aseguradle bien". fMat. XXVI-48J.
San Marcos aade que dijo Judas: "a quien yo besare,
l es, prendedle y conducidle con cautela". (Marc.Xl V-
44). La muerte de Judas fu desastrosa como dice
San Lucas: "habindose ahorcado revent por medio,
quedando esparcidas por tierra todas sus entraas".
(Act. L.-18J.
428
Despus delsuicidio de este apstol desgra-

ciado, qued elColegio Apostlico con once miem-
bros; pero como relatan las Actas de los Apsto-
r
les, (1-23), stos eligieron, despus de la Ascencin

de Jess al Cielo, a Matas para volver a com-
pletar la simblica cifra de DOCE, uno por cada
una de las tribus de Israel. Los doce embajado-
res de Jesucristo conquistaron el espritu del mundo
hacindole cristiano.
-CXVIII- SUCESORES DE PEDRO
laminaba un da Jesucristo apartado de las
turbas y acompaado nicamente de sus discpulos.

Se detuvo cerca de la actual ciudad de Banas,
llamada en tiempo del Seor, Cesrea de Filipo,
donde coloc la piedra angular de su Iglesia. Lejos
del mundanal ruido, abri un parntesis a la vida
evanglica, solazndose con los suyos en amena y
familiar conversacin. Cerca de terminar esa hora
de recreo, pregunta Jess a sus Apstoles, que le
haban contado muchas cosas: "Vosotros qu decs
de m? quin pensis que soy? Le haban conver-
sado al Maestro que las gentes le calificaban de
distintas maneras, ahora les tocaba calificar a quie-
nes le conocan ms ntimamente. Todos callaron,
temerosos de equivocarse en el concepto y quedar
mal con su respuesta. Despus de unos minutos
de silencio, se oy la voz clara y resuelta de Simn
que contest: "T eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo". Tan atinada confesin dej perplejos a los o-
tros apstoles e hizo hablar al Maestro, aplaudin-
dola: " Bienaventurado eres, Simn, hijo de Jons,
porque no es la carne, ni la sangre quien te ha re-
velado esto, sino mi Padre que est en el Cielo".
Complacido Jesucristo en la fe de Simn y en su
correspondencia a la revelacin celestial, le dijo:
T, eres Pedro, es decir piedra, y sobre esta pie-
dra edificar mi Iglesia, y las puertas del Infierno
no prevalecern contra ella. A t dar las llaves del
Reino de los cielos; y todo lo que atares en la tie-
rra, ser atado en el cielo, y todo lo que desatares

en la tierra, ser desatado en el cielo--.." (Xuc.lX-18^.
Sublime momento de la Historia de la Iglesia

de Cristo y da imborrable en los anales de la hu-
manidad, en el cual el Hijo de Dios pone la piedra
bsica del gran edificio moral que se levantar ma-
jestuoso, desafiando a los vendavales del Infierno.
Veinte siglos han pasado y la Iglesia cristiana est
flamante y lozana como en el da en que Cristo puso
la primera piedra moral, escogiendo a Pedro como
su primer Vicario, en las llanuras de Cesrea.

Simn Pedro tena un alma noble, enrgica
y activa, forjada en las luchas con el mar bravio, a
quien haba desafiado y vencido muchas veces em-
barcado en una dbil canoa, y de quien haba apren-
dido la inmensidad sublime que copi en su alma
para amar entraablemente a Jess. Este apstol,
el antiguo pescador de Betsaida, es la roca milena-
ria donde se harn aicos todos los poderes de la
tierra que quieran derrocarle. La experiencia est
hablando; se han hundido los imperios de los Csa-
res y Reyes, han naufragado pueblos y naciones,
han tenido que aquietarse las furias del averno re-
conociendo su impotencia, mientras que la Iglesia
levantada sobre esa roca aparece cada da ms es-
plndida, ms poderosa, ms sublime. Muri Pedro,
pero sigue indestructible el Papado en una hilera
eterna de Vicarios de Cristo hasta Po XI 1, en el
orden siguiente:
SIGLO 19 5, de San Pedro a San Vvaristo.

29. 10, de Alejandao 19 a San Ceferino.
39. 14, de Calixto 19 a San Marcelino.
Siglo 49: 10, de San Marcelo a Anastasio I.
59: 11, de Inocencio 19 a Anastasio II.

69: 14, de San Smaco a Gregorio I.
79: 20, de San Sabiniano a Sergio I.
89: 12, de Juan VI a Adriano I.
99: 21, de Len Illa Juan IX.

109: 25, Benedicto IV a Silvestre II,
119: 19, de JuanXVll a Pascual II.
129: 15, de Gelasio II a Celestino III.
139: 18, Inocencio III a Bonifacio VIH.
149: 10 de Benedicto xTa Bonifacio IX.

159: 11 de Inocencio VII a Alejandro VI.
,, 169: 16 de Po III a Inocencio IV.

179: 12 de Clemente VIH a Inocencio XII-
189: 8 de Clemente XI a Po VI.
199: 6 de Po Vil a Len XI 11.
209: 4 de San Po X a Po XI 1,
En veinte siglos de cristianismo se han suce-
dido 261 Papas o Sumos Pontfices.
Jesucristo sigue perpetundose en el Gobierno
de la Iglesia por medio de su Vicario en la tierra,
que es el Jefe universal del cristianismo.
Como Coadjutores del Papa estn los Obispos
gobernando determinadas secciones, con lmites fi-
jos, que se llaman Dicesis.
En cada Dicesis, el obispo tiene a su vez
sus cooperadores directos, que son los curas en ca-
da parroquia eclesistica.
El orden jerrquico en el mundo cristiano se
reduce al Papa, a los Obispos, a los Prrocos, a
quienes los catlicos debemos reverencia, amor y
obediencia, porque representan la Autoridad del Ver-
dadero Jesucristo.
-CXIX- EL IDEAL CRISTIANO
<êd vosotros perfectos, as como vuestro

Padre celestial es perfecto" (Mat. VAS). Estas pa-
labras de Jess constituyen la norma prctica del
ideal cristiano. Los cristianos estamos obligados a
ser santos conforme a la santidad de Dios, a esto
debe conducirnos la religin de Cristo. Desgraciada-
mente, las pasiones, el mundo, el demonio, las ri-
quezas, la soberbia, las concupiscencias nos desvan
del cauce divino. Esto no embargante, sigue Jesu-

cristo enseando: "Si alguno os hiere en la mejilla
derecha, presentadle tambin la izquierda. Y al que
quiere armaros pleito para quitaros la tnica, dad-
le tambin la capa. Y al que os forzare a ir carga-
do mil pasos, id con l otros dos mil. Al que os

pide, dadle; no tuerzas el rostro al que pretende
de vosotros algn prstamo''. (Mat. V-39-42).
"Amad a vuestros enemigos; haced bien a los

que os hacen mal; orad por los que os persiguen
y calumnian, para que imitis a vuestro Padre ce-
lestial, el cual hace nacer su sol sobre buenos y
malos y hace llover sobre justos y pecadores. Por-
que si amis nicamente a los que os aman y si
no saludis sino a vuestros amigos, qu de parti-
cular hacis?; esto hacen tambin los publcanos o
los que no son cristianos". (Mat. V-44-47).
"Haced vosotros con los dems hombres todo

lo que deseis que los otros hagan con vosotros",
fMat. VIM2J.
"Cuando vosotros hacis banquetes, dais comi-

das o cenas, no convidis a vuestros amigos, pa-
rientes o vecinos ricos, porque ellos tambin os
convidarn y quedareis recompensados. Cuando ha-
gis un convite, invitad a los pobres, a los tullidos,
a los cojos y a los ciegos, como ellos no pueden
pagaros, seris recompensados en la resurreccin de
los justos". (Luc. X1V-12-14J.
Estas son las normas de caridad cristiana. As
obraron las comunidades cristianas de los primeros
siglos para no desmentir su nombre sagrado; puede
ser que en los actuales tiempos haya cristianos que
cumplan con estas enseanzas de Jess; este es el
ideal a que debemos aspirar.
Los apstoles y discpulos del Seor oyeron

esta sublime doctrina; vieron que Jess la practi-
caba y siguieron su ejemplo; detrs de ellos est
la plyade incontable de que han seguido
santos
este camino de perfeccin cristiana- San Pablo ha-
ciendo eco a las normas enseadas por Cristo, no de-
jaba de repetir: "Vuestro amor mutuo debe ser sin
fingimiento, amndoos recprocamente con ternura
y caridad fraterna, procurando anticiparos unos a
otros en las seales de honor y deferencia. Sed cari-
tativos para aliviar las necesidades del prjimo y
prontos a ejercer la hospitalidad. Bendecid a los
que os persiguen. Alegraos con los que se alegran
y llorad con los que lloran.
"No queris teneros a vosotros mismos por sa-

bios. A nadie volvis mal por mal. Vivid en paz,
en cuanto est de vuestra parte, con todos los hom-
bres. No os venguis; dad lugar a que pase la clera.
434 L VERDADERO JESUCRISTO
Antes bien, si tu enemigo tuviere hambre, dale de co-

mer; si tiene sed, dale de beber, que con hacer
esto amontonars ascuas- encendidas sobre su
"
cabeza. Procura vencer el mal con el bien
(Ep. ad Rom. XI 1-9 a 2\).
Por este orden, los apstoles, herederos del

espritu de Jess, dan la pauta del ideal cristiano,
enseando en sus epstolas lo que Jesucristo les
ense y recomend que ensearan a todas las
gentes para llevar menos indignamente el nombre
de cristianos por la prctica del bien y la aspira-
cin al ideal-
-CXX- EL PAIS DE JESUS

EN LA ACTUALIDAD
C^L TEMPLO, El lugar en que se alz el
Templo de* Salomn qued convertido en una ver-

dadera ruina durante centenares de aos despus
de su destruccin por huestes de Tito, para que
las
se cumpliera la Cuando los ra-
profeca de Jess-
bes invadieron la Palestina en el ao 650 de la era
C, aquella enorme rea de terreno estaba con-
vertido en basurero. Decidieron los invasores levan-
tar all una gran mezquita, llamada de Ornar; cons-
truccin que existe en la actualidad. Es, despus
de la Meca, la Mezquita ms importante del Islam,
que se levanta majestuosa sobre la enorme platafor-
ma rocosa en donde se ergua el famoso Templo
de Jerusaln.
NAZARET. Metida en que rodean las
el valle
colinas sigue viviendo la villa nazarena su vida hu-

milde y sencilla. Airosa se levanta la Iglesia de la
Anunciacin coronando el conjunto gracioso de ca-
sita3 blancas. En la cripta del Templo se muestra
el lugar preciso que ocupaba la casa de la Virgen
nazarena, escogida entre millones de mujeres para
ser bendita eternamente, porque en sus entraas se
hizo hombre el Hijo de Dios. "Aqu se hizo carne
1
el Verbo' es el aviso sagrado que hace caer de ro-
dillas a los peregrinos.
BELEN. Est a ocho kilmetros de Jerusaln.
Casas apiadas sobre un montculo forman el pue-
blo. El Templo de la Natividad est separado de

de Conventos y Monasterios centrales .Una
las Iglesias
pequea puerta da acceso al Templo y sus naves
conducen a la gruta que se encuentra debajo del
altar mayor. En el suelo de la cueva hay una es-
trella aureolada de una inscripcin que dice: "Aqu
naci Jesucristo de la Virgen Mara". Ms de cin-
cuenta lmparas de plata cargadas de aceite estn
ardiendo constantemente como smbolo de fe y a-
mor a Dios hecho Hombre, cuya cuna fu el suelo
de esa gruta.
CAMPO DE LOS PASTORES. Restos de un
monasterio, columnas de una iglesia derruida, indi-
can el lugar donde reson el: "Gloria in excelsis
Deo" cantado por los ngeles que anunciaron a los

pastores el nacimiento de Jess que trajo a los
hombres la paz celestial.
EL JORDAN. El ro Jordn corre desde Ga-
lilea hacia el sur, sus aguas en el mar
vertiendo
Muerto. Est escoltado por esbeltos sauces que cre-
cen en las riberas. En el lugar donde fu bautiza-
do Jess se levanta una Capillita de donde arran-
ca una gradera que llega hasta el ro; aqu se ba-
an los peregrinos recordando que ese lugar y esas
aguas fueron santificadas con la presencia de la
Santsima Trinidad en el bautismo de Cristo. All
apareci el Espritu Santo en forma de Paloma, se
dej oir la voz del Padre en favor del Hijo.
LAGO Y LLANURA DE GENEZARET. En
tiempos de Jess el lago estaba surcado por nume-
rosas velas y sus orillas salpicadas de poblaciones
como Cafarnam, Betsaida, Mgdala, Tiberades; hoy
da es todo silencio y soledad. Con la nica excep-

cin del pueblito de Tiberades que parece acurruca-
do a la orilla del lago, no se ven sino ruinas, gru-
pos de rboles, manchones de tierras pardas que
sealan los lugares donde estuvieron Betsaida y las
otras ciudades bulliciosas y alegres de antao. Lla-
nura, suelo bendito acariciado por las plantas de
Jess, ahora llamado "eUGuwer". Lago, testigo de
milagros y predicaciones. Todo reducido a desolacin
como eco de los ayes del Seor. En el lago, en
forma de corazn, de 21 K. de largo por 12 de
ancho, sigue reflejndose la silueta divina de Cristo;
es imposible viajar por la carretera que le rodea,
sin sentir el espritu de Dios que sigue tnoviendo
esas mansas olas y calentando esas benditas playas.
JERUSALEN. Es la Capital del nuevo Estado
de "Mosaico de religiones y de sectas", co-

Israel.
mo dice un periodista espaol. Dividida material y
moralmente. Hay la zona Juda y la zona rabe, la
ciudad antigua y la moderna. Dejemos la ciudad
con avenidas y palacios a la moderna, para seguir
las huellas de Jess por la vieja calle "de la amargura".
VIA CRUCIS. Las catorce estaciones tienen
su recuerdo especial, desde la torre Antonia hasta
el Sepulcro. Los ltimos descubrimientos e investi-
gaciones aclaran perfectamente la relacin de la
torre de Herodes con Pretorio de Pilato donde
el
Jess oy la ms injusta de las sentencias que
que se han dado en el mundo. Siguen capillas y
placas sealando las escenas evanglicas del Via Cru-
cis.
OTROS LUGARES. Como se comprende, en

veinte siglos que han pasado desde la presencia ma-

terial de Jess en Palestina, miles de sucesos de
todo orden han cambiado el Pas de Cristo hasta
topogrficamente. Ya no es la Palestina de Jesu-
cristo, es la Nacin Israelita que] tiende a moderni-
zarse completamente. Pero sigue viviendo la Imagen
de Jess porque a cada paso y en todas partes se
levantan Iglesias y monumentos recordatorios del
Seor que santific esos lugares con su presen-
cia, con sus palabras y con sus obras.
El Santuario del Cenculo, la Iglesia de Get-

seman, la Baslica del Calvario y del Santo Sepul-
cro, el Santuario de la Ascencin, la Iglesia del
"Pater Noster", y centenares de Santuarios nos es-
tn diciendo que Palestina es la Patria del Hom-
bre Dios.
RECUERDOS. El pas de Jessha sufrido

verdaderas crisis sociales y religiosas, sin llegar an
a su perfecto equilibro.
Es la tierra prometida por Dios a Abrahn y
sus descendientes, a la cual llegaron los israelitas
despus de mil peripecias. Siguieron despus gue-
rras, cautiverios, destrucciones y una serie de des-
gracias en Palestina, hasta que Jess la evangeli-
z. A los cuarenta aos de su muerte se hundi
en la desolacin y en la completa ruina, de la cual re-
torn en manos del paganismo. Desde el siglo 49 volvi
a ser la tierra santa porque los cristianos se pro-
pusieron restaurarla capitaneados por Elena y Cons-
tantino, por Eudoxia y Justiniano. La colina de
Sin, las campias de Beln, el valle del Jordn,
las soledades de Judea, los albergues de Galilea, se
poblaron de religiosos, por todas partes se levanta-

ron magnficos monumentos, de toda Europa vinie-
ron peregrinos en abigarradas multitudes a visitar
la tierra santificada con la presencia de Jess,
Desgraciadamente, este bello florecer del cris-

tianismo fu pisoteado brbaramente, primero, por
las hordas persianas de Cosroes, y despus por la
invasin rabe encabezada por Ornar; la persecucin
a los cristianos fu horrible y cruenta- Despus de una
corta tregua, recrudeci el mal con la invasin de
ios turcos. En occidente se levantaron los cruzados
resueltos a conquistar con las armas la tierra san-
ta, vejada en toda forma por las huestes orienta-
les. El triunfo no fu duradero porque vino la gue-
rra del islamismo y abri otra vez las puertas de
Palestina a los infieles. Nuevamente los ejrcitos
de cruzados al mando de Barbarroja, de Ricardo
Corazn de Len, del rey de Francia, Felipe Au-
gusto, ayudado por las poderosas flotas Italianas,
conquistaron parte de las tierras arrebatadas por
los invasores, con esto no volvi la paz para los
cristianos, pues se sucedieron nuevos atropellos, o-
tras invasiones, distintos gobiernos, hasta que en el
ao 1917 se termin el imperio musulmn en
Palestina.
En los ltimoscuarenta aos la situacin po-

ltica de Tierra Santa ha sido aciaga, sin bislum-
brarse el fin pacfico y duradero, a pesar del esta-
blecimiento de la nacin de israel. En lo religioso
se ha llegado a cierta comprensin o tolerancia en-
tre los variados credos y cultos de las gentes que
ocupan el pas de Jess en la actualidad. Que pron-
to sea realidad la internacionalizacn de Santos

los
Lugares, para la libertad poltica y religiosa de todos,
es el anhelo de los catlicos del mundo y el deseo
de su Santidad Po XI 1, que tiene sus miradas
puestas en toda la tierra y de preferencia en la
Tierra Santa.
CONCLUSION
Lector:
Ha llegado a su trmino esta obrita, pequea
en cantidad, porque es fruto de la cultura del l-
timo de los Sacerdotes, pero grande en calidad,
porque trata de Jesucristo.
Has concluido la lectura de estas 450 pginas,
pero debes comenzar a leer el Evangelio. El fruto
de mi trabajo est en que t te intereses por sa-
ber lo que dijo e hizo Jess, para que le conoz-
cas, le ames y le sirvas. Si lees, estudias y meditas
debidamente cada prrafo del Libro sagrado, sin du-
da que llegars pronto al fin deseado. Jesucristo
debe ser el epicentro del movimiento intelectual y
religioso de nuestra vida, o lo que es lo mismo,
debemos vivir CON CRISTO, por Cristo y para
CRISTO.
Confieso humildemente que soy el primero
que debo vivir la vida del Evangelio cristiano, sin
embargo, anhelo que estas pginas ayuden a otros
para que lleguen a la meta del ideal cristiano tra-
zado en el Evangelio.
Declaro que este libro no se ha escrito para
los sabios, nipara los santos. Estos se han santi-
ficado practicando lo que Jess ense. Aquellos
saben ms que lo poco que yo digo en estas p-
ginas; nicamente les falta profundizar sus conoci-
mientos y vivir de acuerdo con lo que saben.
Tampoco aprovechar este libro a los fariseos,
si es que la secta de antao ha revivido, porque
442
ellos son los eternos enemigos de Cristo.

Reconozco que mi obra no es de TITANES;
cualquiera puede meditar el Evangelio y encontrar
la mina de la ciencia; yo he buscado en esa mina
a Jesucristo en su aspecto fsico, intelectual, mo-
ral y doctrinario y mi trabajo ha sido citar captu-
los y versculos del Evangelio, para que los que no
conocen el Texto se decidan a estudiarlo, conven-
cido de que leyndolo encontrarn al VERDADE-
RO JESUCRISTO,
Este libro ha sido escrito para todos, pero no
servir sino para la gente de buena voluntad, pa-
ra los hombres y mujeres, herederos de las virtudes
de las muchedumbres que seguan a Cristo ansio-
sas de conocerle y conocindole, no acertaban a de-
jarle, porque le amaban y queran servirle y vivir
siempre a su lado
Este libro aprovechar a fas gentes a quie-

nes Jess proclam bienaventuradas por su fe, sen-
cillez, humildad y buena voluntad, virtudes que con-
ducen a la Verdad y al Bien, cuya sntesis es Dios-

mis escritos valieran para que el pueblo sea
Si
ms cristiano, terica y prcticamente, habra logra-
do la recompensa buscada.
Mezcladas con las citas evanglicas estn en m

Libro citas de sabios y de santos que han comen-
tado el Evangelio, indicando la materia abundante
que existe para quien anhela conocer a Jesucristo-

Comenc trayendo a colacin hermosas frases de
un santo Obispo y termino mi trabajo con las pala-
bras de un sabio Prelado: " Felices, por cierto, y
mil veces felices los que encontraron un da a Je-
sus, en las rutas de Galilea, a orillas del lago de

Genezaret, en los pueblos de Judea, en el Templo,
en las calles de la ciudad santa, en cualquiera par-
te y lugar de Beln al Glgota-
Dichosos los que le miraron o merecieron ser

mirados por el Seor, los que oyeron su voz divi-
na y lograron ser tocados por esas manos sacrosantas.
Felices los discpulos de Cristo que vivieron con

El, meses o aos. Bienaventurada ser eternamen-
te la Virgen Mara por ser Madre de Jesucristo.
Dignos de envidia son los primeros cristianos

que oyeron a los apstoles contar las escenas de
la vida de Jess y repetir sus palabras, casi con el
mismo tono de voz, con los mismos gestos.
Se han pasado veinte de la dicha que

siglos
tuvo el mundo poseyendo materialmente al Maestro
divino. Envidiables son los que vivieron entonces.
Pero no somos menos felices Jos cristianos de

ahora, porque tenemos al mismo Jesucristo en la
Eucarista y conservamos el eco de sus palabras y
el reflejo de sus obras en el Evangelio. Harto be-

neficio es de Dios que inspir ese Libro. Demos
gracias por tan grande don y aprovechemos de sus
pginas.
Leyendo Evangelio podemos conocer a Je-

el
sucristo, tal vez, no tan bien como los que le vie-
ron y oyeron personalmente, pero con tanta aproxi-
macin que bastar para enamorarnos de El...."
En verdad, felices somos los cristianos que

creemos en Jesucristo, que le amamos, a pesar de
de nuestros pecados, y que esperamos de El, per-

dn y misericordia, felicidad temporal y eterna,
confiando en sus palabras: "El Hijo del hombre
ha venido a dar su vida para redencin de mu-
chos, a rescatar a los cautivos". (Mat. XX-28).
A. M. D. G-
Dr. Hctor Eduardo Andrade Proano.
Sacerdote Diocesano.
ECUADOR - IMBABURA.
Ibarra, Calle Sucre N? 9-83.
ERRATAS
Casi imposible es evitar todo error tipogrfico en una obra.
La inteligencia y amabilidad del lector sabrn disculpar y

rectificar las faltas deslizadas en este Libro.
Con todo, anotamos las principales erratas.
Pg. Lnea Dice; Debe decir;
4 23 tampoco tan poco

6 10 porquele porque le
8 15 Talvez Tal vez

9 15 a acerca de
12 12 dci dcimo
12 12 de 748 748
17 17 prxima prximo
19 22 haba haban
21 8 atravesado atravesada
25 2 que la que en la
26 26 los atribuyen les atribuye

26 5 provienen proviene
26 7 han ha
27 18 del Seor del Seor;
35 6 Iturrea turea
41 24 la lo
43 27 separados separado
49 16 arda all arda
55 16 creain creacin
57 8 dndose dndonos
62 7 presentaban presentaron
63 18 cura curan
65 25 tu su
71 12 hacindose haciendo
o K K A 1 AA Qo
71 19 presentado presentados
86 25 se pli se cumpli
106 17 este ste,
107 17 rasonable razonable

118 22 record record a
132 4 fraces frases
140 3 que que le
143 3 Compasiva Compasivo

43 15 sienten siente
144 27 y junta junto
145 26 nica nico
146 14 envi envo
160 25 humana humanas
no
163 lo necesitaba necesita
165 5 enderezadas fueron enderezadas
168 9 encaminada encaminadas
178 18 pronunciado pronunciada
181 1 vive vivo
184 Cap. XLXI XLIX
184 14 hecha echa
187 16 de madre de la madre
190 9 el Logos es decir el Logos; es decir
194 29 superir superior
194 32 evanglidos evanglicos
OA O z9 conexcin conexin
207 16 conocieran conocieron
214 23 podan poda
216 9 despu despus
2)6 14 ramamje ramaje
222 10 sencible sensible
224 la. y 2a administracin admiracin
226 13 todo todos
234 11 mismos mismo
236 Cap. LXV LXIV
ERRATAS
240 24-25 aprodo aprobado
248 8 jurado curado
257 17 miles personas miles de personas
283 19-20 por su hermano por la muerte de su hermano
290 30 elijen eligen
300 29 as las
327 12 desonestidades deshonestidades

333 8 beba deba
347 22 servir servir
357 13 Paestina Palestina
236 3 guardados guardado
357 32 l
358 12 hacia haca

351 31 duerme? duermes?
365 14 nocente inocente
369 6 decaer de caer
406 24 encabezonadas encabezadas
414 el Dioclesianos dioclecinos
418 4 S est Si est
423 21 junto juntos
426 15 deseaba deseaban
430 30 Vvaristo Evaristo
435 8 convertido convertida
436 25 santificadas santificados.
En fin en la pgina 254 se ha repetido la cita, en vez de

siguiente texto: "No necesitaba Jess que le informasen acerca
de hombre alguno, porque saba El mismo lo que hay dentro
de cada uno" (Jn. 11-25).
Estas y otras faltas de importancia se enmendarn en la
segunda edicin. Lo que falta en esta obra se completar en

el prximo libro del mismo autor: "EL CRISTIANISMO
VERDADERO".
Tal vez est por dems indicar al benvolo lector que en

las citas del Evangelio, los nmeros romanos corresponden al
captulo y los arbigos 5

al versculo.
H. E. A. P.
INDICE
Pginas
1 Motivo para publicar

3 Dedicatoria
4 Por Prlogo
7 Presentacin
11 Existi Jesucristo?
15 El Mesas prometido
18 Genealogas de Jesucristo
21 La Patria de Jesucristo
24 Biblia y Evangelios
27 Los Evangelistas
31 Palestina en tiempos de Jess
35 Un poco de Historia
39 Cronologa evanglica
43 El Templo y las fiestas de los Judos
47 El Templo de Jerusaln
51 El sbado en la antigua Ley
54 El domingo de la nueva Ley
57 Mirada de conjunto
61 Quin es Jesucristo?
65 Preliminares al nacimiento
69 Hacia Beln
73 Circunsicin, presentacin, nombre
77 Desarrollo de Jess
80 Epifana
83 Consecuencias de la visita
86 Jess Nazareno
90 Los Padres de Jesucristo
94 Cmo era Mara
98 La Virgen desposada
102 La madre y los hermanos de Jess
106 Paripntps amicos pnpt"nii?os
1 10 Rprrato Hp ilp^npristo
I loUllUUlla
1 16 ,n? oos Hp Ipsi'is
120 I >5i vr>7 Hp Cristo

123 Galileo
126 Las manos del Seor
130 El idioma
u w a dp
i Vi v i i 1 1 1 Cristo
iov\-/ i
134 Portalpza rornoral

13S Tpmnprampntn
142 El rarrtpr dp Ipss
145 El corazn de Jesucristo
149 El Alma de Cristo
1 53 I > nuli-iori Hp Ipsi'is
157 PrpHiracin dpi Spor

*
1 60 PlaiiiP7as rornoralps
163 Tpnta riorip^
166
1 \J VJ i s nnsionps Hp ilpmm
17fr \7
V 111"f"
1 H f> C
l UUCo 1 1
174 Otras virtudes del Seor

177 V IVXci intprior
\7ida 111 Cvl 1W1 dp
VI Cristo
V> lOL V/V- I
181 Existp Jpsurristo?

184
I O Tf Din*; Hnmhrp v
A itotp^ti mon o
i i
P!
J ^ [ Vprho
VI T Divino
V UU L/\ ' 1 1 1
193 Hiio
iju dp
i i vi v Dios
x-* iyo
196 X ÔLl mortio

Tpsti 111 KJ 111 KJ dpi
VI V- 1 Pndrp
X VI 11 1 V-
199 CorHpro Hp Dios

202 Jpss
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v/UI Cl U
214 U CoUo V-/ el 1 1 1 | f V. o 1 1 1 \J
OI O
Cristo Maestro
222 Cualidades del Maestro
225 Lecciones
229 El maestro de la doctrina social
233 El Evangelio y las riquezas

236 Funcin cristiana del oro
239 Jesucristo y la pobreza
243 Rasgos especiales de Cristo
247 Jess Mdico
251 El Buen Pastor
254 Profeta y Taumaturgo
258 Luz, Camino, Verdad, Vida
261 Enseanzas
265 El Sermn del Monte
269 Las malaventuranzas
273 Mara Magdalena
276 En Betania
279 Marta y Mara
282 Lzaro
285 Parbolas evanglicas
288 ^ Otras Parbolas
292 Ms Parbolas
295 ira Santa
298 Urbanidad en el Templo
302 Promesa de la Eucarista
305 La Transfiguracin
308 Padre Nuestro
312 Amor cristiano
316 Jess y los pecadores
320 El farisesmo
323 Moral extraa
326 Lo que dijo Jesucristo
330 Milagros
333 Jesucristo Tributario
336 El lago de Genesaret
339 Domingo de ramos
43 Profecas
346 Jueves santo
349 Eucarista
353 Sobremesa espiritual
OOO Juan Bautista

ozf San Pedro
OUO J udas
Q7 rîato
o/U Via Crucis
Oi4 Historia de la crucifixin
1191 l/oioics exiei nos
Dolores internos
000 1 Ul lUI Uo Ucl <X\ll\A.
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ul la
tr e\.i.
mi corazn aoici to
Testimonios
AC\ 1 O* UaUU OallLU
4ur>
/i A~ L/uiningu uc pascua
A no Los milagros de Jess
4Z El milagro moral
4 1 oac..i iiiicntus
4 1 r/ L<<Jo rtJJUSlUlCJ)
499-
4 Z
429 Sucesores de Pedro
432 El Ideal cristiano
435 El pas de Jess en la actualidad
441 Conclusin
445 Fe de erratas
449 Indice
A. M. D. G.
SE TERMINO LA
IMPRESION DE ESTE LIBRO,
EN LOS TALLERES GRAFICOS DE
EDITORIAL "AUSTRAL" DE
G. MOLINA & CIA.
EL 20 DE ABRIL DE 1958
CUENCA-ECUADOR.
BT202 .A55
El verdadero Jesucristo
Princeton Theological Seminary-Speer Library
1 1012 00069 2691
Valor del Ejemplar S/. 25, oo
Imp. AUSTRAL de G. Molina y Ci.
CUENCA

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Dr.

Hctor Eduardo Andrade Proao

Reservados los derechos de publicidad

conforme a la Ley respectiva

Veinte y cinco aos van a cumplirse de esta

En mis bodas sacerdotales no podr decir con

El ideal que vislumbr en el hogar y acarici

Este sagrado ideal ha sostenido mi alma tran-

Esta triple oracin va sintetizada en este li-

Estas pginas son trptico de aoranzas, son

Si este libro consiguiera hacer conocer, amar y

A mis padres, sacrificados levitas del santuario fcTmiliar,

A mis hermanos, partidarios de las alegras y tristezas hogareas.

A mis maestros, forjadores del entendimiento.

A los sacerdotes que modelaron mi espritu.

A cuantos me condujeron al altar de Dios.

A las almas eucarsticas y evanglicas.

A mis cohermanos Sacerdotes.

A los bienaventurados, segn el Evangelio,

A los ricos que no hacen exhalar ayes a Cristo.

A los que se creen malos y pecadores.

A los que blasfeman de Jess, porque no saben lo que dicen

A los que buscan felicidad lejos de Dios.

A los que leern este libro con sarcasmo,

A mis amigos, a todos los que llevan el sublime nombre de

Solicitar prlogo es grave cosa, como lo es pro-

grato encargo de su Seora de leer y censurar la

Quedando a salvo el mejor criterio de su Sra.

En carta al Autor, de fecha 22 de Julio p. p-,

El limo. Sr. Vicario General de la Arquidice-

Que estos dos juicios importantes acerca de mi

Millones de personas conocen a Jess y le a-

man, pero otros tantos miles de seres humanos

Los cristianos debemos conocer, amar y ser-

cance para conocer a Jess, que el Evangelio,

Para un tanto por ciento de cristianos sigue

Preguntemos a la generalidad de los cristianos

mas para Cristo. Comenz su accin apostlica en-

Hctor Ed. Andrade P.

-I- EXISTIO JESUCRISTO?

on frecuencia hemos odo hablar de Jess, de

Contra y panfletos denigrantes de

Negando existencia real y verdadera de Je-

decentralizados al quitar de en medio a Cristo, o

Centenares de personas judas y paganas inter-

La Tradicin, que es una de las fuentes de la

Historia, sita los lugaresdonde actu Jess en su

dos. Existen los pueblos y ciudades evangelizados

ciones, del montculo de las bienaventuranzas y de

columna de la flagelacin, la corona de espinas, los

Imposible es compaginar fechas, lugares, obje-

Brands, Straus y sus secuaces dirn que las

Lo que narra la historia pagana acerca de

Pero la fuente principal de la verdad histrica

Obras, humanamente hablando, dignas de todo cr-

diez aos ms tarde lo hizo Marcos; despus de

Qu existi Jesucristo, es cierto. Como lo es

Su nacimiento, cambia el cmputo del tiempo;

presencia de Jesucristo en la tierra.

-II- EL MESIAS PROMETIDO