Preguntas de Examen de La Unidad 31
Preguntas de Examen de La Unidad 31
Preguntas de Examen de La Unidad 31
1. VOCABULARIO DE LA UNIDAD 3
2. PREGUNTAS DE DESARROLLO:
1. Cules fueron los principales objetivos del Congreso de Viena? (1.1. Hacia una
Restauracin moderada, p. 70).
11. Explica el proceso de unificacin italiana (4.3. La unificacin italiana, pp. 88-89).
13. Explica la evolucin poltica de Estados Unidos y Japn en la segunda mitad del
siglo XIX (ver diapositivas de Powerpoint).
3. COMENTARIO DE TEXTO:
Acuso al general Mercier de haberse hecho cmplice, aunque slo sea por falta de
entereza, de una de las mayores iniquidades del siglo.
Acuso al general Billot de haber tenido entre sus manos las pruebas irrefutables de
la inocencia de Dreyfus y de haberlas camuflado, de haberse hecho culpable de ese
crimen de lesa humanidad y de lesa justicia, con un propsito poltico y para no
comprometer al Estado Mayor.
Acuso al general de Boisdefre y al general Gonse de haberse hecho cmplices del
mismo crimen, uno de ellos sin duda por pasin clerical, el otro quiz por esa
conciencia de casta que hace de las oficinas de la guerra el arca santa inatacable.
Acuso al general Pellieux y al comandante Ravary de haber realizado una
investigacin alevosa, con ello quiero decir una investigacin de una parcialidad
monstruosa, de la que poseemos gracias al informe del segundo un monumento
imperecedero de ingenua audacia.
Acuso a los tres expertos en escritura, los seores Belhomme, Varinard y Couard, de
haber proporcionado informes falsos y fraudulentos, a menos que un informe
mdico los considere enfermos de la vista y del juicio.
Acuso a las oficinas de guerra de haber mantenido en la prensa, en particular en
LEclair y en LEcho de Pars, una campaa abominable para desorientar a la opinin
y encubrir su falta.
Acuso, por ltimo, al primer consejo de guerra de haber violado el derecho,
condenando a un acusado basndose en un documento que se ha mantenido
secreto, y acuso al segundo consejo de guerra de haber encubierto dicha
ilegalidad, por orden, cometiendo a su vez el delito jurdico de absolver a sabiendas
a un culpable.
E. ZOLA, "Yo acuso", LAurore, 13 de enero de 1898.
Al pueblo alemn:
Nos, Guillermo, por la gracia de Dios, rey de Prusia, ante la peticin unnime que
hemos recibido por parte de los prncipes alemanes y de las ciudades libres para
asumir de nuevo y aceptar, una vez restaurado el imperio alemn, la dignidad
imperial alemana (...) declaramos por las presentes que hemos considerado un
deber hacia la patria comn acceder a esta peticin de las ciudades y de los
prncipes alemanes confederados y aceptar la dignidad imperial alemana. En
consecuencia, Nos y nuestros sucesores en la corona de Prusia ostentaremos en el
futuro el ttulo imperial en nuestras relaciones exteriores y en los asuntos
concernientes al Imperio alemn y esperamos, con la gracia de Dios, que el pueblo
alemn podr conducir la patria hacia un porvenir prspero bajo el emblema de su
antigua grandeza.
Nos hacemos cargo de la dignidad imperial con la conciencia del deber de proteger,
en el ejercicio de la lealtad alemana, los derechos del Imperio y de sus miembros,
de preservar la paz, de defender la independencia de Alemania fundada sobre la
fuerza unida de su pueblo.
La asumimos en la esperanza de que al pueblo alemn le ser concedido gozar de
la recompensa de sus duros y costosos combates en una paz duradera y en el
interior de unas fronteras que garanticen a la patria, contra nuevos ataques de
Francia, la seguridad de que ha carecido durante siglos.
Quiera Dios conceder a Nos y a nuestros sucesores en la corona imperial poder
aumentar siempre el esplendor del Imperio alemn, no mediante conquistas de
guerra, sino mediante los bienes y los dones de la paz en el dominio de la
prosperidad, de la libertad y de la civilizacin nacionales.
Hace ochenta y siete aos, nuestros padres hicieron nacer en este continente
una nueva nacin concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas
las personas son creadas iguales. Ahora estamos empeados en una gran guerra
civil que pone a prueba si esta nacin, o cualquier nacin as concebida y as
consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de
batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porcin de ese campo como
ltimo lugar de descanso para aquellos que dieron aqu sus vidas para que esta
nacin pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido ms amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos
consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y
muertos, que lucharon aqu, ya lo han consagrado, muy por encima de nuestro
pobre poder de aadir o restarle mrito. El mundo apenas advertir y no recordar
por mucho tiempo lo que aqu decimos, pero nunca podr olvidar lo que ellos
hicieron aqu. Es para nosotros los vivos, ms bien, quienes debemos dedicarnos a
la tarea inconclusa por la cual ellos lucharon e hicieron avanzar tanto y tan
noblemente. Es ms bien para nosotros que estamos aqu, dedicados a la gran
tarea que an nos resta: de que estos muertos a los que honramos, tomemos
mayor devocin a la causa por la que ellos dieron hasta la ltima medida plena de
celo. Que resolvamos aqu firmemente que estos muertos no habrn dado su vida
en vano. Que esta nacin, Dios mediante, tendr un nuevo nacimiento de libertad.
Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecer de la
Tierra.