Informe Carceles 2012
Informe Carceles 2012
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Informe 2012
Las Personas privadas de libertad en el Per, un anlisis y reflexin desde la labor de Pastoral de Crceles
e-mail: ceasperu@ceas.org.pe
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Silvia Alayo Dvila, Pilar Benavides Carlin y Humberto Ortiz Roca
Indice
Presentacin 5
Introduccin 7
I. Aspectos generales 9
1.1 Crecimiento de la poblacin de los establecimientos penitenciarios. 9
1.2 Sobre poblacin 12
1.3 Hacinamiento 13
1.4 Personas encarceladas sin condena 15
1.5 Personas encarceladas Primarios y reingresantes 16
1.6 Las personas encarceladas extranjeras 16
III. La criminalizacin 21
3.1 Delitos con mayor poblacin penal 21
3.2 Condenas largas y la cadena perpetua 23
3.3 Delitos sin acceso a beneficios penitenciarios 24
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
XII. Recomendaciones 73
Bibliografa 76
Anexo 78
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
Presentacin
Cuando pensamos en las crceles peruanas y en las personas que habitan en ella, quedan por hacer
muchas preguntas. La sociedad suele ser implacable cuando juzga al hermano o hermana que se
equivoc, pero muy poco nos preguntamos las causas de su violencia, de su ira, de su actuar que
origina el dao del otro. Pero slo, por un momento miremos al hermano encarcelado con ojos
de misericordia, como nos lo pide el Apstol San Pablo. Pensemos en que las crceles podran ser
centros de acogida, de reconciliacin, de rehabilitacin y readaptacin.
Tomando en consideracin estas premisas, La Comisin Episcopal de Accin Social, pone en sus
manos el informe denominado Personas privadas de libertad en el Per, un anlisis y reflexin desde
la pastoral de Crceles con el objetivo de presentar un diagnstico de la situacin que atraviesan
las crceles peruanas y las iniciativas de reforma que se han venido implementando desde julio
del 2011, nutrido del lado humano, de las vivencias de algunas personas recluidas en algn centro
penitenciario de nuestro pas.
A travs del presente informe damos una mirada a las condiciones de vida de las persona privadas
de libertad, a las polticas implementadas, el trabajo pastoral en crceles y volvemos a reflexionar
sobre los objetivos de la prisin. Sin embargo, a pesar de los muy valioso esfuerzos realizados,
stos no son los suficientes, pues da a da la crcel uchas veces refleja las estructuras injustas
que prevalecen en nuestra sociedad. . los gobiernos tratan de responder al imperante deseo
de mayor seguridad de la poblacin con el incremento de las sentencias de privacin de libertad
y con el endurecimiento de las condiciones carcelarias1 Pero consideramos que estas acciones no
contribuyen a un verdadero cambio de las personas que infringen la ley, ms bien esta situacin
no slo causa sufrimiento a los detenidos quienes muchas veces pierden su condicin y sus derechos
como ciudadanos sino igualmente a su familia.
Si bien las crceles en nuestra actualidad pueden tener similitud con las crceles de pocas pasadas
en tanto sirven como lugar de encierro, ahora se cuenta con condiciones diferentes pero quizs no
menos deteriorantes como las crceles antiguas. Por eso es que estar recluido en una crcel genera
una situacin especial para la persona, de all que nuestro Evangelio recoge un mandato de Dios
Estuve en la crcel y me visitaste (Mateo 25).
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
La crcel debera ser antes que todo, un lugar de encuentro y reconocimiento. Encuentro entre seres
humanos que coexisten en medio de todas las dificultades y limitaciones propias de la privacin
temporal de libertad y de encuentro entre la realidad y la esperanza, de que a pesar de todo, s es
posible aspirar, soar y construir das diferentes sin encierro. Lugar de reconocimiento en tanto nos
reconocemos como personas, con todos nuestros defectos y virtudes, lo que nos debe permitir salir
de la crcel lo menos debilitados posibles en nuestras aspiraciones y posibilidades de ser mejores
personas y de reconstruir relaciones de confianza en nuestra vida socio-familiar.
Damos gracias a Dios por que aquel mandato de ir a ver al hermano y hermana en prisin, nos
resulta siempre gratificante como parte de la Pastoral de Crceles a pesar de todas las dificultades y
limitaciones que se deben sortear para traspasar la puerta de un penal y tratar de ser un instrumento
de Dios para con las personas privadas de libertad.
La Pastoral de Crceles reconoce a todas las personas que an privadas de libertad en condiciones
difciles, aspiran a seguir viviendo en mejores condiciones y posibilidades, van renovando su mente
y su espritu que se transforma en acciones positivas para el reencuentro con la familia y la sociedad.
Nuestro reconocimiento tambin a las autoridades penitenciarias a quienes reconocemos la posicin
especial que asumen respecto de los privados de libertad y que cumplen sus labores de manera
honesta y transparente a pesar de todas las limitaciones.
El presente informe no es slo una herramienta de conocimiento, sino que ante todo debe ser un
instrumento de sensibilizacin y de propuestas humanizadoras.
CEAS
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
Introduccin
El presente informe, con informacin cuantitativa al mes de mayo de 2012, intenta mostrar algunos
aspectos de la realidad penitenciaria entre el 2011 y comienzos del 2012. Resulta preocupante la
tendencia de crecimiento de la poblacin, que denominamos hiper crecimiento, y los niveles de
hacinamiento que se generan por la existencia de cada vez menores espacios. Actualmente ya
no podemos hablar slo de Lurigancho como la crcel ms emblemtica de sobre poblacin y
hacinamiento. Junto a Lurigancho se encuentran otros penales como los de Chanchamayo, Callao,
Jan, Tarapoto, Caete, Huaral, Huacho y la propia crcel de Mujeres de Chorrillos y su Anexo. Por
ello nos preguntamos, cmo promover una renovacin en la poltica penitenciaria que potencie el
tratamiento y las oportunidades de desarrollo humano con estas condiciones de hacinamiento?
Un factor que explica esta sobre poblacin es la poltica de criminalizacin que prevalece en nuestro
pas como reaccin al crecimiento de la delincuencia, del crimen organizado y de la inseguridad ciu-
dadana. De all que se piense en seguir agravando la penalidad a veces de manera indiscriminada,
restringiendo beneficios penitenciarios cada vez a un mayor nmero de delitos, y convirtiendo a
la crcel como una suerte de destino fatal al que debe llegar todo aquel que comete algn delito.
Como indica una de las conclusiones del XIII Congreso de la Comisin Internacional de Pastoral
Penitenciaria Catlica, las crceles parecen ser lugares de venganza y no de reforma, porque parecen
funcionar bajo el prejuicio que un/a detenido/a ya no puede cambiar ms y est condenado/a a repetir
sus fechoras.
En el informe se trata de mostrar las acciones de tratamiento que en medio de limitaciones y con
escasez de recursos realizan los servidores penitenciarios en sus diferentes reas y programas,
algunos de ellos bastante exitosos como el Programa CREO y el TAS, dirigido ambos a poblaciones
de atencin prioritaria dentro del penal.
Es indudable que la corrupcin es uno de los males que atraviesa a sectores del Estado, y el INPE
tampoco se encuentra ajeno a ello. La corrupcin institucionalizada que involucra tambin a
internos, familiares, proveedores de bienes y servicios as como a abogados, merece ser enfrentada
con diversas estrategias y acciones, de all que entre las diez medidas planteadas por la actual gestin
penitenciaria se ha considerado a la corrupcin como el problema nmero uno a enfrentar, para
lo cual ya se ha creado un Grupo Especial Anticorrupcin que esperamos tenga buenos logros y
resultados y dejar sentado mecanismos apropiados para futuras gestiones al frente del INPE.
Las diez medidas planteadas por la actual gestin del INPE, como parte de una reforma en el sistema
penitenciario nos parecen acertadas, sin embargo, dada la magnitud es corto el plazo para ser
implementadas y evaluar sus logros. A pesar de la buena voluntad observamos por ejemplo, las
pocas posibilidades de hacer frente a la sobrepoblacin y hacinamiento, al menos en el corto plazo,
a no ser que, junto a las decisiones de ampliar la infraestructura penitenciaria y de construir ms
penales, la poltica criminal ingrese a una lgica de sinceramiento en el rango de penas establecidas
y se haga una revisin de ciertas restricciones en los beneficios penitenciarios. Todo esto aunado
a una poltica preventiva dirigida a jvenes en situacin de riesgo que por diversos factores como
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un anlisis y reflexin
desde la labor de
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En el desarrollo de este informe adems de la informacin del INPE, tambin se utilizan otras
herramientas para interpretar mejor la situacin penitenciaria, como son los informes y parmetros
de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Recogemos de manera sinttica el informe que la CIDH ha realizado sobre las
personas privadas de libertad en las Amricas.
Finalmente, intentamos dar algunas recomendaciones que en gran parte ya han sido sealadas por
la CIDH, la Defensora del Pueblo y otras instituciones vinculadas con el sistema de justicia.
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I. Aspectos Generales
En 2012, observamos que esta tendencia contina en aumento, pues en slo un mes, enero- febrero,
la poblacin aument a 1116 internos ms, y en slo mes y medio, al 12 de abril, la poblacin penal
aument a 1116 internos ms. En consecuencia, las personas privadas de libertad al 12 de abril del
2012 llegaron a ser de 56055 personas, y al 28 de mayo, ya haba en prisin 57529 personas privadas
de libertad.
Actualmente (enero 2013) la poblacin penal supera las 60,000 personas privadas de libertad en las
crceles del Per.
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2012
Enero 53203 503
Febrero 54319 1116
Marzo 55307 988
Abril * 56055 748
Mayo** 57529 1474
Este crecimiento registrado en 2011 y a mayo de 2012, fecha de referencia en el presente estudio,
podemos catalogarlo como histrico y de hiper crecimiento, pues la tendencia, tomando como
base 1997, solamente haba registrado aumentos anuales entre uno a dos mil internos por ao,
excepto las registradas entre el 2006-2007 y 2007-2008 en que la poblacin penal aument cada
ao aproximadamente en cuatro mil internos ms. De all que la curva de crecimiento entre el 2010-
2011 resulta bastante acentuada.
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Existen varios factores que podran explicar esta tendencia de crecimiento, tal como lo denomina
el INPE y que marca una tendencia histrica. En general, la poltica de criminalizacin para hacer
frente a la delincuencia organizada y que genera un fuerte impacto en la seguridad de la ciudadana,
destacan: incremento de penas efectivas, aplicacin de sumatoria de penas para casos de reincidencia
y habitualidad, restriccin y prohibicin de beneficios penitenciarios cada vez a un mayor nmero
de delitos, aplicacin de la cadena perpetua, demanda ciudadana a fin que los procesos penales
se realicen con medidas de prisin preventiva, mayor eficacia de la polica en la lucha contra la
delincuencia, en esfuerzo articulado con el servicio de serenazgo de los gobiernos locales y regionales,
carga procesal, que an origina demora en la resolucin de los procesos, entre otros.
Lo cierto es que todas estas acciones generan mayores personas en prisin agravando los ya
alarmantes niveles de sobrepoblacin y hacinamiento, sobre todo en algunas crceles. Un ejemplo
de sobre criminalizacin lo encontramos en la Ley No. 28704, del 5 de abril de 2006, mediante la
cual se modifican varios artculos del cdigo penal relativos a los delitos contra la libertad sexual
estableciendo mayor penalidad en algunas de estas figuras delictivas, la no procedencia del indulto,
conmutacin de pena y derecho de gracia para los sentenciados por violacin sexual contra menores
de edad, as como la no aplicacin de los beneficios penitenciarios para estas mismas figuras, lo que
conlleva al cumplimiento de penas efectivas de privacin de libertad.
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El papa Juan Pablo II, en su mensaje para el Jubileo en las crceles indicaba con pesar que: muchos
sufrimientos de los detenidos provienen de otros factores concretos. Pienso, en particular, en las
condiciones precarias de los lugares de reclusin en los que los encarcelados se ven obligados a
vivir El hacinamiento, la soprepoblacin e hiper crecimiento son parte de estas condiciones
precarias, que no contribuye a una real rehabilitacin ni a condiciones de vida digna para todas las
personas privadas de libertad.
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Este aumento acentuado de la poblacin penal agrava las condiciones de reclusin que se dan sobre
todo en algunos penales de Lima y provincias que han visto incrementado considerablemente el
nivel de poblacin y consecuente hacinamiento en el que ya se encontraban. En la regin Lima, los
ocho penales que se encuentran sobrepoblados y con mayor nmero de privados de libertad son
Lurigancho 7029, Huaral 3101, Caete 2982, Ica 2724, Callao 2433, Castro- Castro 1971, Chimbote
1092 y Mujeres de Chorrillos 1021. Por el contrario, los penales que an mantienen espacio de
albergue son Ancn II y Virgen de Ftima.
En la regin norte, tres penales se encuentran bastante sobrepoblados y con el mayor nmero de
privados de libertad: Truijllo 2145, Piura 2019, y Chiclayo con 1816. Por el contrario, en los penales de
San Ignacio, Huancabamba y el de Mujeres de Trujillo, la poblacin penal que albergan est bastante
por debajo de su capacidad real.
En la regin centro, los penales con mayor sobrepoblacin son Huancayo 1373, Chanchamayo 579,
Huancavelica 180 y Huanta 127. En la regin Oriente, dos son los penales con esta situacin, Pucallpa
1642 y Hunuco 1739, siendo el penal de La Unin ubicado en la provincia Dos de Mayo de Hunuco
el penal con posibilidad de albergar a mayor nmero del que ya tiene.
Cinco penales de la regin nor oriente son los ms sobrepoblados, los cuales son Tarapoto 449, Juanju
183, Bagua Grande 179, Iquitos 1005 y Chachapoyas 532. Los penales de Saranguillo en Tarapoto y el
de Mujeres de Iquitos, son los penales con actual capacidad de albergue pendiente.
En la regin sur oriente tres penales estn sobrepoblados: Cusco 1619, Abancay 140 y Quillabamba
en la provincia de La Convencin- Cusco 131, el penal de Sicuani an tiene capacidad de albergar a
ms internos. Mientas en la regin sur, son los penales de Moquegua 167, Tacana 582, Caman 168,
Mujeres de Tacna 80 y el de Arequipa 1108, los que se encuentran en esta condicin. Finalmente,
en la regin del Altiplano se tiene que el penal de Lampa 126 y Juliaca 620 son los que tienen esta
condicin, mientras en el penal de Challapalca se ha ido albergando a un mayor nmero de internos,
pese a la recomendacin de la CIDH del cierre de dicho establecimiento penitenciario.
1.3 Hacinamiento
Respecto al hacinamiento, de los 66 penales del pas a febrero del 2012, son 48 los que se encuentran
en condicin de hacinados y 18 que an tienen capacidad de albergar a una mayor poblacin penal.
Entre los penales ms hacinados se encuentran los de Chanchamayo, Callao, Jan, Tarapoto, Caete,
Huaral, Moquegua, Tacna, Ayacucho, Huanta y Huacho, entre otros.
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Tambin es de notar que hay penales como el de Yauyos, con capacidad para albergar a 10 personas,
pero slo se encuentran cuatro internos, y el de San Ignacio con 24 internos pero con capacidad para
albergar a 150. Valdra evaluar este tipo de situaciones, diferente a la del penal Barbadillo donde se
registra a un solo interno, el ex Presidente de la Repblica Alberto Fujimori y cuya reclusin reviste
particular atencin. Es de notar tambin que en las estadsticas del INPE no se consigna los datos de
los internos que se encuentran en la Base Naval del Callao; si bien es un rgimen especial, tambin
debera aparecer en los registros estadsticos del INPE.
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Respecto a las condiciones de hacinamiento en que viven las personas privadas de libertad, el INPE
viene cumpliendo con hacer pblico las posibilidades de albergue en todos los penales as como
la poblacin que la ocupa, estas cifras deben ser pblicas, accesibles y regularmente actualizadas
conforme a los Principios y Buenas Prcticas sobre las Personas Privadas de la Libertad en las
Amricas, instrumento adoptado por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos- CIDH, el
13 de marzo de 2008.
Sin embargo, este mismo instrumento, en el Principio XVII establece que la ocupacin de
establecimientos por encima del nmero de plazas establecido ser prohibida por la ley. Cuando de ello se
siga la vulneracin de derechos humanos, sta deber ser considerada una pena o trato cruel, inhumano
o degradante. La ley deber establecer los mecanismos para remediar de manera inmediata cualquier
situacin de alojamiento por encima del nmero de plazas establecido. Los jueces competentes debern
adoptar remedios adecuados en ausencia de una regulacin legal efectiva.
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Grfico No. 3
Situacin jurdica de la poblacin penal - febrero 2012
An no se cuenta con datos precisos respecto de los privados de libertad que tienen la condicin
de reincidentes y habituales de acuerdo a la legislacin vigente, son datos que el INPE se encuentra
elaborando, conforme refieren en su informacin.
Existe una difcil situacin para estas personas, lejos de sus pases de origen y su familia, y sobre todo
cuando sus respectivos consulados en determinados casos no les brindan un apoyo adecuado. La
dificultad tambin se da al momento en que los extranjeros van a solicitar el beneficio de semilibertad
o liberacin condicional y deben fijar un domicilio en el cual van a residir fuera del penal, pues resulta
comprensible que casi la totalidad de ellos no cuentan con un domicilio conocido en el pas.
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Una abrumadora mayora de las personas privadas de libertad son varones 94.9%, mientras que las
mujeres slo representan el 6.1% en mayo 2012. En realidad este porcentaje es casi una constante
en la estadstica penitenciaria. De esta poblacin penal femenina, varias de ellas fueron detenidas
cuando se encontraban embarazadas o con nios menores, por lo que a pedido de las internas, el
INPE autoriza a las madres para que permanezcan en prisin con sus nias y nios menores hasta los
tres aos de edad.
A los menores que permanecen con sus madres en prisin el INPE les debe brindar las condiciones
apropiadas para su estancia en el penal como alimentacin, albergue, etc. Algunas de las internas
tambin llegan a tener a sus hijos menores, producto del embarazo como consecuencia de la visita
ntima, que les concede la autoridad penitenciaria.
A enero del 2012, eran 194 las madres que tenan bajo su custodia en el penal a 195 nios en total,
de los cuales 87 eran mujeres y 108 varones. El 69% de los menores en prisin tenan hasta 01 ao
de edad. Esta condicin de estar privada de libertad y tener a su menor hijo o hija junto con ella,
consideramos que la convierte en poblacin vulnerable debido al trato diferenciado que deberan
recibir por parte del personal penitenciario.
Al respecto, la CIDH ha sealado que Cuando se permita a las madres o padres privados de libertad
conservar a sus hijos menores de edad al interior de los centros de privacin de libertad, se debern tomar
las medidas necesarias para organizar guarderas infantiles, que cuenten con personal calificado, y con
servicios educativos, peditricos y de nutricin apropiados, a fin de garantizar el inters superior de la
niez.4
3 Nios con sus madres en prisin: retos educativos. Autora Laura Galera Garca.
4 Comisin Interamericana de Derechos Humanos, Resolucin 1/08, Principios y Buenas Prcticas sobre las Personas.
5 VIH. Virus inmunodeficiencia humana. La nomenclatura SIDA se refiere a la etapa avanzada de la infeccin por VIH.
Privadas de Libertad en las Amricas, Principio X.
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en la zona nororiente y el norte del pas. El tema de prevencin, con la entrega de preservativos y
campaas de sensibilizacin para su uso, es uno de los aspectos en los cuales se trabaja junto con la
atencin a esta poblacin. El INPE ha solicitado que los centros de salud que funcionan en el sistema
penitenciario puedan ser incorporados como parte del Sistema Nacional de Salud.6
En diciembre del 2011, de 26990 pruebas rpidas tomadas para detectar el VIH, arroj con resultado
positivo para 197 personas.
La incidencia del VIH en los penales se presenta entre tres a siete veces ms que en la poblacin
en general, de all la condicin de vulnerabilidad de esta poblacin que debe enfrentar no slo las
secuelas del virus en su organismo sino adems, las expresiones y actitudes de estigmatizacin
por el personal penitenciario y tambin por el resto de internos. Adicionalmente a ello, sufren en
muchas situaciones el abandono y el olvido de sus familiares, repercutiendo tanto en su estado fsico
y emocional del privado de libertad.
Las personas privadas de libertad que viven con VIH/SIDA y con tuberculosis u otras enfermedades
desatendidas, como las cutneas, constituyen uno de los grupos ms estigmatizados de la
poblacin penal. El miedo y el prejuicio hacia estas enfermedades los coloca en una posicin de
riesgo de ser sometidos a aislamiento social, violencia y otros abusos a sus derechos humanos,
tanto por parte de otros reclusos, como del personal penitenciario. Esto se debe, en muchos casos,
al resultado de la falta de informacin acerca de las vas de contagio de tales enfermedades; la
naturaleza cerrada y promiscua de las crceles; y el estigma y discriminacin hacia determinados
grupos como trabajadores/as sexuales, usuarios de drogas y personas LGTBI.7
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Un diagnstico acerca del VIH en el sistema penitenciario en el Per, da cuenta que en cuatro penales
visitados, dos de Lima (Lurigancho y Mujeres de Chorrillos), uno del Callao y otro de Iquitos, estos
penales contaban con programas preventivos de informacin y difusin acerca de estos males y la
forma como evitarlo, adems revela que la poblacin penal participa activamente en los espacios
informativos y de difusin, se les entrega folletos impresos y a la poblacin con VIH se les brinda
un tratamiento con medicinas a pesar de las limitaciones que puede tener cada penal en personal
mdico, ambientes apropiados, etc. En penales como el de Iquitos que no contaba con suficiente
personal de salud establecieron convenios de cooperacin con los servicios de salud del Ministerio
de Salud para la atencin de este tipo de situaciones7.
Cuadro No. 6. Poblacin penal con VIH y con TB por Direcciones Regionales, Dic. 2011
Respecto a la poblacin penal con la Tuberculosis- TB, cerca de un millar de personas en el 2011
fueron detectadas con esta enfermedad. Segn informacin periodstica, 442 de estas personas se
encontraban en el penal de Lurigancho10. Es de anotar que segn el INPE, la tasa de incidencia de TB
en los penales es entre 20 y 23 veces ms que en la poblacin en general.
8 AYZANOA VIGIL, Oscar. Diagnstico sobre VIH y SIDA en el Sistema Penitenciario en el Per, Consultora para el PNUD,
Lima - Enero 2011.
9 TARGA. Tratamiento antirretroviral de gran actividad.
10 Diario El Comercio, 15 de marzo de 2012.
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Cuadro No. 7
Fuente: INPE
Como Iglesia, reafirmamos que las personas encarceladas han perdido la libertad, pero no la dignidad
y que el respeto de los derechos fundamentales se centra en el respeto al derecho a la vida y a la
salud, por tanto esta poblacin vulnerable debe recibir un tratamiento adecuado que permita no
slo el restablecimiento de su salud, sino condiciones de vida que contribuyan a su mejora.
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III. La criminalizacin
En este marco y teniendo en cuenta los delitos ms frecuentes por los cuales se encuentran privados
de libertad, indicamos que ms de la tercera parte de la poblacin penal lo constituyen los delitos
contra el patrimonio 35.5% (Robo agravado, hurto agravado, robo agravado en grado de tentativa y
extorsin). Asimismo, la cuarta parte de la poblacin penal nacional estn constituidos por los delitos
de trfico ilcito de drogas 25.0 % (TID, TID forma agravada, micro comercializacin y promocin o
favorecimiento al TID). Los denominados delitos sexuales tambin son una considerable cifra, pues
un quinto de la poblacin penal est por este tipo de delitos 19.7% (Violacin sexual, violacin sexual
contra menores de edad, y actos contra el pudor).
En una menor cifra, los delitos contra la vida el cuerpo y la salud constituyen el 7.8% del total de la
poblacin (Homicidio calificado, homicidio simple y lesiones graves). El delito de secuestro es el 1.4%
de la poblacin, y a ellos le sigue el de terrorismo 1.1%. Finalmente, uno de los delitos que ms viene
apareciendo en las estadsticas es el delito de omisin a la asistencia familiar en un 1.0%.
11 Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la prevencin del delito y Tratamiento del delincuente.
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Parricidio 0.7
Contra la libertad personal Secuestro 1.4 1.4
Contra la seguridad pblica Terrorismo 1.1 1.1
Contra la familia Omisin de asistencia familiar 1.0 1.0
Otros 5.9
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Un dato relevante tambin es conocer que a febrero de 2012, de los 22497 sentenciados que hay a
nivel nacional, el 14.5% se encuentra condenado a penas mayores de 20 aos hasta cadena perpetua,
de los cuales 279 fueron condenados a penas entre 30- 35 aos y 199 a cadena perpetua. Esto
significar un largo tiempo de vida en prisin y una carga presupuestal enorme para el Estado, ms
an que gran parte de estas condenas carecen de algn beneficio penitenciario. De los condenados a
cadena perpetua, 29 de ellos se encuentran en Ancn, 20 Lurigancho, 17 Castro- Castro, 17 Pucallpa,
15 Arequipa, 13 Cusco, 12 Juliaca, 11 Chachapoyas, y 4 en el anexo de mujeres de Chorrillos.
Estas son condenas sumamente altas, y teniendo en cuenta la estimacin de vida de una persona,
las limitaciones para una vida plena en prisin con el consiguiente deterioro fsico, emocional y
psicolgico que puede sufrir un interno o interna, y la edad de la persona al momento en que fue
recluido, que oscila entre 30 y 40 aos, se podra decir que se le sentenci a una eminente cadena
perpetua.
En esta misma lnea de razonamiento, tenemos que a febrero de 2012, haban 2418 personas
condenadas a penas que van entre 20 a 30 aos de pena privativa de libertad. Sumando el nmero
de estas personas condenadas a penas mayores a los 20 aos incluido la cadena perpetua, tenemos
que 2896 personas tienen estas largas condenas, esto es, que el 12.9% del total de la poblacin penal
en condicin de sentenciados, se encuentran sometidos a penas mayores a los 20 aos de pena
privativa de libertad.
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Por el contrario, 2384 personas se encontraban encarceladas condenadas, con penas menores a
cuatro aos y de ellos, 105 fueron condenados a prisin efectiva menores de un ao. Tambin se
observa que un poco ms de la mitad de la poblacin penal en situacin de condenada (56.2%) se
encuentra en un rango de penas entre 4 a 10 aos, una tercera parte de la poblacin lo est a penas
entre 10 a 20 aos.
Teniendo en cuenta que la mayor poblacin que vive en los penales se encuentran condenados por
los delitos ms recurrentes como son aquellos contra el patrimonio (robo agravado, hurto agravado),
contra la salud pblica (trfico ilcito de drogas tipo agravado, tipo bsico) tambin su modalidad
de criminalidad organizada como el lavado de activos, as como los denominados delitos sexuales
(violacin sexual de menor, actos contra el pudor de menores), es de estimar que conforme transcurra
el tiempo, los penales irn poblndose cada vez ms de personas con condenas largas y efectivas.
De este modo, se tiene que en nuestro pas en el contexto de una creciente inseguridad ciudadana, va
imponindose el fin protector de la sociedad y la intimidacin de quien cometi un delito (prevencin
general) y, simultneamente se va haciendo ms precario el fin resocializador. Incluso, respecto a
determinados delitos considerados extremadamente graves se est optando por la inocuidad del
delincuente, esto es que, dado el peligro social que representan estando en libertad, se los est
apartando de la sociedad el mayor tiempo posible con condenas largas entre las que se considera la
cadena perpetua (prevencin especial negativa).
En tal sentido, el Tribunal Constitucional ha sostenido que () La justificacin de las penas privativas
de libertad es, en definitiva, proteger a la sociedad contra el delito. Tal proteccin slo puede tener sentido,
si se aprovecha el periodo de privacin de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente una vez
liberado no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino tambin que sea capaz de
hacerlo12.
12 Tribunal Constitucional, Expediente No. 010-2002-AI/ TC, de fecha 3 de enero del 2003, fundamento No. 208, Accin
de inconstitucionalidad contra la legislacin antiterrorista.
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desde la labor de
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Esta forma de encarar la criminalidad haciendo uso de la ejecucin penal tambin ha sido reconocida
por el Poder Judicial a travs de un acuerdo plenario.13 Ha sealado el Poder Judicial que:
Para el Profesor Small Arana, los beneficios penitenciarios constituyen derechos expectaticios en la
medida que cumpliendo determinadas condiciones favorables de progresividad en el tratamiento
penitenciario la persona privada de libertad podra egresar de la prisin anticipadamente al
cumplimiento del total de su condena, por ello considera que no son derechos que se debe otorgar
por el mero cumplimiento de ciertos requisitos sino que cumplidos ciertos requisitos, el juez evaluar
y tomar la decisin final si concede o no el beneficio penitenciario de semilibertad o de liberacin
condicional14.
Respecto a los beneficios penitenciarios, el Tribunal Constitucional ha sealado que no son derechos
fundamentales y que su exclusin para algunos delitos no constituye un vicio de inconstitucionalidad.
Sostiene el Tribunal que los beneficios penitenciarios () son las medidas que el legislador o la
autoridad administrativa adopta en procura de alcanzar el fin constitucionalmente exigido. Mientras
su configuracin normativa est orientada a la readaptacin social del penado, no es posible exigir al
legislador la previsin de un concreto tipo de beneficios. Es decir, no existe un derecho fundamental
a un concreto tipo de beneficios penitenciarios, ni siquiera a aquellos que son representativos de la
posibilidad de la concesin antelada de libertad. De ah que la exclusin de algunos de ellos en funcin
de la gravedad de ciertos delitos, no puede dar lugar a un vicio de inconstitucionalidad. Es por ello que
el Tribunal Constitucional ha sostenido que [e]n estricto los beneficios penitenciarios no son derechos
fundamentales, sino garantas previstas por el Derecho de Ejecucin Penal, cuyo fin es concretizar
el principio constitucional de resocializacin y reeducacin del interno (SSTC 0842-2003-PHC/TC,
fundamento 3; 2700-2006-PHC/TC, fundamento 19; 0033-2007-PI/TC, fundamento 46)15.
Esto explica las razones por las que cada vez se restringen o se suspenden a determinados delitos
considerados los ms graves, la posibilidad de acceder a los beneficios penitenciarios de semilibertad
y liberacin condicional.
13 Poder Judicial, Acuerdo Plenario No. 8-2011/ CJ-116 sobre Beneficios Penitenciarios, Terrorismo y Criminalidad
Organizada de fecha 6 de diciembre de 2011.
14 SMALL ARANA, Germn. Situacin carcelaria y beneficios penitenciarios en el Per.
15 Tribunal Constitucional, STC 0012-2010. 11 de noviembre de 2011. Fundamento No. 72.
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El siguiente cuadro nos muestra a febrero de 2012, el nmero de privados de libertad tanto en
calidad de procesados como de sentenciados que no tienen acceso a estos beneficios, es decir, la
sancin impuesta o a imponerse sera una pena efectiva en prisin.
En el siguiente cuadro, se observa los delitos sin acceso a los beneficios penitenciarios y su ubicacin en
el Cdigo Penal, siendo la tendencia a incorporar ms delitos, asumiendo con ello que sera una forma
de disminuir los ndices de criminalidad en el pas, lo que no se encuentra debidamente comprobado
por que observamos que cada vez la poblacin penal va aumentado hiper aceleradamente.
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Cuadro No. 11. Delitos especficos sin acceso a los beneficios penitenciarios
Tortura 321
Cooperacin de mdico en actos de tortura 322
Discriminacin 323
Contra el lavado Lavado de activos proveniente del terrorismo o Ley 27765, Art. 3
de activos narcotrfico o narcoterrorismo
Terrorismo Terrorismo y traicin a la patria Dec. Leg. 297 y
985, Ley 29423
Terrorismo Ley 25475 Art. 3
Dec. Leg. 985
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Las Personas privadas
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IV. Tratamiento y
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servicios penitenciarios
El Tratamiento penitenciario, si bien est a cargo de los servidores del INPE de acuerdo a la norma,
esto no excluye la responsabilidad que tenemos todos con estas personas privadas de libertad,
pues, justamente, la crcel nace a partir de brindar un tratamiento dirigido a aquella persona que
ha infringido la norma y la ley, afectado a la colectividad y agraviando al prjimo. Para la Iglesia, es
una exigencia evanglica, porque Jesucristo cuando afirma que ha venido a liberar a los presos no
acepta que la gente violenta pueda maltratar a las dems personas inocentes, sino que propone a la
humanidad que no se limite a controlar los efectos de la delincuencia sino a erradicar las causas
de la misma16.
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curativos, educativos, morales, espirituales y de otra naturaleza, y todas las formas de asistencia
de que puede disponer.
Es conveniente que, antes del trmino de la ejecucin de la pena, se adopten los medios
necesarios para asegurar al recluso un retorno progresivo a la vida en sociedad. Este propsito
puede alcanzarse, segn los casos, con un rgimen preparatorio para la liberacin, organizado
dentro del mismo establecimiento o en otra institucin apropiada, o mediante una liberacin
condicional.
Los servicios mdicos del establecimiento se esforzarn por descubrir y debern tratar todas
las deficiencias o enfermedades fsicas o mentales que constituyen un obstculo para la
readaptacin del recluso.
Estos principios exigen la individualizacin del tratamiento que, a su vez, requiere un sistema
flexible de clasificacin en grupos de los reclusos. Por lo tanto, conviene que los grupos sean
distribuidos en establecimientos distintos donde cada grupo pueda recibir el tratamiento
necesario.
El tratamiento de los condenados a una pena debe tener por objeto inculcarles la voluntad de
vivir conforme a la ley, mantenerse con el producto de su trabajo, y crear en ellos la aptitud
para hacerlo. Dicho tratamiento estar encaminado a fomentar en ellos el respeto de s mismos
y desarrollar el sentido de responsabilidad.
Para lograr este fin, se deber recurrir, en particular, a la asistencia religiosa, a la instruccin,
a la orientacin y la formacin profesionales, a los mtodos de asistencia social individual, al
asesoramiento relativo al empleo, al desarrollo fsico y a la educacin del carcter moral, en
conformidad con las necesidades individuales de cada recluso. Se deber tener en cuenta su
pasado social y criminal, su capacidad y aptitud fsica y mental, sus disposiciones personales,
la duracin de su condena y las perspectivas despus de su liberacin.
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El deber de la sociedad no termina con la liberacin del recluso. Se deber disponer, por
consiguiente, de los servicios de organismos gubernamentales o privados capaces de prestar
al recluso puesto en libertad una ayuda post penitenciaria eficaz que tienda a disminuir los
prejuicios hacia l y le permitan readaptarse a la comunidad.
El INPE, para individualizar el tratamiento, debe hacer el estudio integral del interno mediante la
observacin y los exmenes que correspondan, a efecto de formular el diagnstico y pronstico
criminolgico. Una vez se tenga este diagnstico, el interno debe ser clasificado en grupos
homogneos diferenciados, en el penal o seccin del mismo que le corresponda, determinndose el
programa de tratamiento individualizado. Esta clasificacin del interno debe ser continua, de acuerdo
a su conducta y en las categoras fcilmente readaptable (Cuando el comportamiento del interno
responde favorablemente a las acciones de tratamiento penitenciario) y difcilmente readaptable
(Cuando el interno presenta una involucin en su comportamiento).
De manera similar el Reglamento del Cdigo de Ejecucin Penal precisa que el tratamiento
penitenciario es el conjunto de actividades encaminadas a lograr la modificacin del comportamiento
del interno, con el fin de resocializarlo y evitar la comisin de nuevos delitos. Precisa tambin que el
tratamiento penitenciario es progresivo y comprende el desarrollo de programas de resocializacin
del interno en forma individualizada y grupal segn la naturaleza de la atencin. Ser aplicado en
forma multidisciplinaria por los profesionales y tcnicos de tratamiento, promoviendo la participacin
del interno, as como de instituciones pblicas o privadas, la familia y la sociedad.
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Las Personas privadas
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un anlisis y reflexin
desde la labor de
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Estas acciones deben motivar la participacin activa del interno en la planificacin y ejecucin de su
tratamiento; y, desarrollar otras acciones orientadas a lograr la resocializacin del interno.
Una gran labor tienen los trabajadores del INPE en el tratamiento de las personas encarceladas. El
cambio en la persona que vive en una prisin depende en un porcentaje, de las acciones que realiza
esta institucin. Su misin est referida a brindar un tratamiento penitenciario integral al interno, en
adecuados establecimientos, con ptimas condiciones de seguridad y eficiente gestin para contri-
buir a la seguridad ciudadana.
Tomando nota del personal activo del INPE a nivel nacional por el tipo de funcin que realizan,
tanto personal nombrado como contratados a travs de la modalidad laboral del CAS, observamos
contradictoriamente, que siendo el tratamiento el eje central del sistema penitenciario, cuenta con
slo 983 profesionales de tratamiento entre psiclogos, trabajadores sociales, educadores, abogados,
etc, para mayo 2012. Este nmero representa menos de la quinta parte del total de personal a nivel
nacional, siendo el ms numeroso el destinado a la seguridad.
Fuente: INPE
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Cuadro No. 13. Personal del rea de Tratamiento a nivel nacional, Mar 2012
Fuente: INPE
De tal modo, tenemos que un psiclogo debe atender en promedio a 389 internos, un trabajador
social atender en promedio a 445 y cada abogado deber atender a 529 internos. Obsrvese
que por ejemplo, en la regin Nor Oriente no hay un solo trabajador social lo que representa una
grave limitacin para las demandas que se deben atender de los privados de libertad, teniendo en
cuenta adems que esta regin tiene a cargo penales tan distantes como los de San Martn, Iquitos
y Amazonas.
El 64.1% del personal de tratamiento se encuentra en la regin Lima, el 9.8% en la Regin Norte, el
6.6% en la regin Sur, el 5.1% en las regiones Centro y Sur Oriente, el 3.5% en el Oriente y el Altiplano
y slo el 2.4% en la regin Nor Oriente.
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4.3 Educacin
Garantizar este derecho a las personas privadas de libertad, de manera integral, contribuye a su
desarrollo pleno y es un paso para una real rehabilitacin.
El 21.2% de la poblacin penal accede a los programas educativos que provee el INPE, lo cual es
bastante significativa pero, consideramos que an baja respecto al total de personas privadas de
libertad, debemos suponer que un mayor nmero se dedica a las actividades del rea de trabajo.
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Fuente: INPE
Fuente: INPE
Respecto a los programas educativos que brinda el INPE, educacin bsica alternativa y el de
educacin tcnica productiva, se aprecia que la mayor parte de los privados de libertad se acogen a
aquel programa que les brinda una capacitacin tcnica productiva que los capacite para asumir la
libertad con mejores capacidades para insertarse en el mercado laboral. En el interior de los penales
existe una fuerte dinmica participativa en este tipo de programas tcnicos productivos, a pesar de
las limitaciones que, a veces, se tiene para el ingreso de determinados insumos y herramientas.
A contra corriente de lo que generalmente es difundido por los medios de comunicacin y crea una
imagen negativa de la actividad de tratamiento educativo realizado en los penales, los programas
educativos son apoyados tambin por diversas instituciones privadas con los cuales el INPE suscribe
convenios de cooperacin.
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Fuente: INPE
4.4 Trabajo
El trabajo es tambin uno de los aspectos esenciales dentro de las acciones de tratamiento. Al
respecto, la CIDH ha considerado en el Principio XIV sobre Buenas Prcticas que Toda persona
privada de libertad tendr derecho a trabajar, a tener oportunidades efectivas de trabajo, y a recibir una
remuneracin adecuada y equitativa por ello, de acuerdo con sus capacidades fsicas y mentales, a fin
de promover la reforma, rehabilitacin y readaptacin social de los condenados, estimular e incentivar
la cultura del trabajo, y combatir el ocio en los lugares de privacin de libertad. En ningn caso el trabajo
tendr carcter aflictivo.
Esto resulta acorde con lo establecido en el artculo 69 del Cdigo de Ejecucin Penal donde
configura al trabajo como derecho y deber para las personas sentenciadas, lo cual contribuye con
su rehabilitacin. El trabajo se organiza y planifica de acuerdo a la aptitud y calificacin laboral del
privado de libertad pero tambin a la seguridad del establecimiento penitenciario. Sin embargo,
para el caso de los procesados, configura al trabajo como derecho pero con carcter voluntario. La
experiencia en los penales es que gran parte de los procesados tambin participan en las actividades
de trabajo ante la eventualidad de obtener un resultado adverso en sus procesos judiciales, lo que
les permitira menos das de prisin efectiva ya que sus das trabajados seran computados para
efectos de redimir la pena por el trabajo.
La CIDH tambin ha considerado que los Estados deben promover en los lugares de privacin de
libertad, de manera progresiva y segn la mxima disponibilidad de sus recursos, la orientacin
vocacional y el desarrollo de proyectos de capacitacin tcnico-profesional; y adems garantizar
el establecimiento de talleres laborales permanentes, suficientes y adecuados, para lo cual deben
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En los penales hay mano de obra que podramos denominar cautiva, quienes necesitan ser
debidamente preparados y calificados para actividades laborales diversas. Los productos que son
presentados en ferias productivas y de comercializacin confeccionados al interior de las crceles
expresa trabajos de gran calidad, incluso, cada vez, ms son mayores los trabajos producidos en los
penales que son destinados a mercados internacionales va la exportacin apoyados por diversas
entidades privadas.
Los programas de trabajo estn clasificados en actividad en talleres y actividad de soporte. Las
actividades en talleres comprenden las actividades productivas (carpintera, cermica, fibra en vidrio,
zapatera, trabajos con cacho de vacuno, etc.) y las actividades de servicio (peluquera, lavandera,
gastronoma, etc.). Adems, las actividades de soporte comprenden las actividades mltiples y otras
actividades: bordado, tallados en hueso, serigrafa, tejidos en yute, trabajos en madera, etc. Los
servicios ad honorem son realizados en biblioteca, limpieza, mantenimiento y salud.
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4.5 Salud
Un derecho que diariamente se vulnera en las crceles es la salud. Una personas privada de libertad,
tambin se ve en la realidad limitada de un derecho bsico como es la atencin adecuada a su salud
tanto preventiva como asistencial. La Comisin Interamericana de Derechos Humanos considera
respecto a la salud de las personas privadas de libertad, que es un derecho, el cual debe ser entendido
como el disfrute del ms alto nivel posible de bienestar fsico, mental y social. Segn la CIDH, esto
incluye, entre otros:
La atencin mdica, psiquitrica y odontolgica adecuada
La disponibilidad permanente de personal mdico idneo e imparcial
El acceso a tratamiento y medicamentos apropiados y gratuitos
La implementacin de programas de educacin y promocin en salud, inmunizacin,
prevencin y tratamiento de enfermedades infecciosas, endmicas y de otra ndole;
y,
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desde la labor de
Pastoral de Crceles
Las medidas especiales para satisfacer las necesidades particulares de salud de las
personas privadas de libertad pertenecientes a grupos vulnerables o de alto riesgo,
tales como: las personas adultas mayores, las mujeres, los nios y las nias, las
personas con discapacidad, las personas portadoras del VIH-SIDA, tuberculosis, y las
personas con enfermedades en fase terminal.18
Tambin se considera que en los penales donde se justifique la necesidad de servicios especializados,
debe contarse con un equipo de profesionales en ciruga, endocrinologa, psiquiatra, psicologa,
oftalmologa, pediatra, ginecologa, odontologa y el personal tcnico auxiliar adecuado. Adems,
que los establecimientos penitenciarios deben estar dotados de ambientes destinados a hospital,
enfermera o tpico, segn sus necesidades, con el equipo e instrumental mdico correspondiente.
Respecto a enfermedades infecto contagiosas, el Cdigo establece que los penales deben contar
con zonas especficas de aislamiento para este tipo de situaciones, lo que no se cumple necesaria-
mente en los diversos penales del pas.
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Profesin Nmero
Mdico 63
Odontlogo 30
Enfermero 30
Obstetra 16
Bilogo 06
Tecnlogo 01
Nutricionista 15
Qumico Farmacutico 05
Tcnico de Laboratorio 06
Tcnico de Enfermera 202
Tcnico de Rayos X 02
Total 376
Fuente: INPE
Del cuadro mostrado, se observa que cada mdico en promedio debera atender a 890 internos.
Tambin se tiene que del total de profesionales el 64.3% es nombrado y el resto se encuentra en
condicin laboral de contratado.
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V. Programas estructurados
un anlisis y reflexin
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de Tratamiento
La actual gestin del INPE ha considerado al programa CREO como eje del nuevo modelo de
establecimiento penitenciario. El Programa CREO es la abreviatura de la iniciativa Creando Rutas
de Esperanzas y Oportunidades, el cual se inici como proyecto piloto en el 2007 en el Penal de
Lurigancho. Las acciones emprendidas por este programa, su contenido y metodologa ha merecido
el reconocimiento de instituciones privadas como Buena Prctica Gubernamental en el 2010.
Actualmente se viene aplicando en seis penales del pas y comprende a 530 internos entre 18 y 35
aos de edad de condicin primaria relacionados con las modalidades de delito contra el patrimonio
y con bajo o nulo antecedente de consumo de sustancias psicoactivas.
El Programa CREO busca reforzar el vnculo familiar del interno con su familia a travs de diversas
acciones participativas en las que la familia tiene un rol importante, por ello algunas de stas se
realizan de manera conjunta entre el interno y su familia. Se realizan socio dramas, reflexiones
conjuntas, manualidades, acompaamiento de fe, dinmica de grupos, estudio de casos, entre otros.
De este programa tambin forman parte los talleres productivos y educativos.
El Programa de Tratamiento a Agresores Sexuales- TAS, es otro de los que se viene implementando
a una poblacin focal, es decir, a quienes han incurrido o vienen siendo procesados por delitos
sexuales.
Fuente: INPE
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VI. El Personal
un anlisis y reflexin
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Penitenciario
En el pas, el INPE es la institucin encargada de administrar las crceles, sin embargo existen
otras instituciones que contribuyen en este fin. Es importante tener en cuenta que las crceles son
instituciones civiles que apuntan a la rehabilitacin, por tanto es un desafio que an queda por
trabajar para que todas las crceles sean transferidas al INPE, con personal idneo y formado para
tal fin.
A mayo de 2012, de los 68 penales a nivel nacional, no todos se encuentran administrados en forma
total por el INPE. As, tenemos que existe una administracin mixta entre el INPE y la PNP en 31
penales, y entre el INPE y el Ejrcito en un penal. La administracin absoluta del INPE se da en 26
penales, mientras que 10 se encuentran administrados por parte de la Polica Nacional, siendo uno
de ellos el de Lurigancho.
a. Respecto a los derechos humanos.- El personal que tenga bajo su responsabilidad la direccin,
custodia, tratamiento, traslado, disciplina y vigilancia de personas privadas de libertad, deber
ajustarse, en todo momento y circunstancia, al respeto a los derechos humanos de las personas
privadas de libertad y de sus familiares.
d. Personal femenino.- Los lugares de privacin de libertad para mujeres, o las secciones de
mujeres en los establecimientos mixtos, estarn bajo la direccin de personal femenino. La
vigilancia y custodia de las mujeres privadas de libertad ser ejercida exclusivamente por
personal del sexo femenino, sin perjuicio de que funcionarios con otras capacidades o de
otras disciplinas, tales como mdicos, profesionales de enseanza o personal administrativo,
puedan ser del sexo masculino.
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Las Personas privadas
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Pastoral de Crceles
Fuente: INPE
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Pastoral de Crceles
Fuente: INPE
Este dispositivo legal es sumamente importante, pues permite regular la funcin del servidor
penitenciaria y las posibilidades para lograr mejores condiciones laborales en base al Principio de
la Meritocracia. Esto consiste en que el ingreso, la permanencia, las mejoras remunerativas y de
condiciones de trabajo, as como los ascensos en la carrera del servidor penitenciarios, se fundamentan
en el mrito y la capacidad de los postulantes y servidores penitenciarios.
Respecto al Principio de Probidad y tica, considera que el servidor penitenciario acta de acuerdo
con los principios y valores ticos establecidos en la Constitucin Poltica y las Leyes. Igualmente,
define al INPE, como el rgano pblico ejecutor rector del sistema penitenciario nacional y adscrito
al Ministerio de Justicia. Le reconoce autonoma normativa, econmica, financiera y administrativa.
En este dispositivo tambin se precisan los derechos, deberes y prohibiciones de los servidores
penitenciarios, as como otros importantes aspectos.
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Las Personas privadas
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Sistema Penitenciario
Mediante el Decreto de Urgencia N 007-2012 de fecha 22 de febrero de 2012, en el marco del impacto
producido por la fuga de internos del penal de Challapalca, se declar en emergencia el Sistema
Penitenciario, y dictaron medidas excepcionales y urgentes en materia econmica y financiera,
destinando partidas adicionales al INPE a las aprobadas en el Presupuesto del 2012 destinado para
mejorar la infraestructura penitenciaria, capacitacin y mejorar las condiciones laborales de los
trabajadores penitenciarios.
Recordando al Papa Juan Pablo II, en su mensaje Jubilar indicaba con mucha razn que los Estados y
los Gobiernos que estn revisando su sistema carcelario o tengan el proyecto de hacerlo, para adecuarlo
cada vez ms a las exigencias de la persona humana, merecen ser animados a continuar en una obra
tan importante, teniendo tambin en cuenta un recurso ms frecuente a penas que no priven de la
libertad. Para hacer ms humana la vida en la crcel, es muy importante prever iniciativas concretas que
permitan a los detenidos desarrollar, en cuanto sea posible, actividades laborales capaces de sacarlos del
empobrecimiento del ocio. ... La crcel no debe ser un lugar de deseducacin, de ocio y tal vez de vicio,
sino de redencin. (SS Juan Pablo II, Mensaje por el Jubileo de las crceles).
El INPE presenta un serio problema de corrupcin, propiciado por el hacinamiento, falta de personal,
clima laboral negativo y adverso, as como por los magros sueldos de sus servidores. Los circuitos de
corrupcin existentes son alimentados por lo que se conoce como corrupcin por contaminacin,
que es la convivencia de los servidores con la delincuencia, y que genera que sean tentados o
intimidados a hacer lo indebido. Este problema est ampliamente extendido en nuestro sistema
penitenciario, lo que requiere ser enfrentado de forma urgente.
Desde nuestra perspectiva eclesial, la corrupcin debe ser enfrentada bajo los principios de la
dignidad de la persona humana, el bien comn, la solidaridad, la subsidiaridad, la opcin preferencial
por los pobres y el destino universal de los bienes. Es necesario transmitir que el abandono de
prcticas corruptas puede generar desarrollo y bienestar; los comportamientos honestos deben ser
incentivados por la institucin del INPE. En la lucha contra la corrupcin es muy importante que las
responsabilidades de los hechos ilcitos salgan a la luz, que los culpables sean castigados con formas
reparadoras de comportamiento socialmente responsable19.
19 Conferencia Internacional organizada por el Pontificio Consejo Justicia y Paz sobre el tema: La lucha contra la
corrupcin.
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Las Personas privadas
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El hacinamiento es fuente de otros problemas ms: falta de control, inseguridad, drogas, celulares,
incremento de la actividad delictiva desde los penales, prerrogativas indebidas, corrupcin, entre
otros. Pero lo principal es que impide las acciones de resocializacin del interno y fomenta la
reincidencia que afecta la seguridad ciudadana. Todo esto genera, adems, que la infraestructura no
se conserve en buen estado, que no haya suficiente cantidad y calidad de servidores penitenciarios,
insuficiente capacitacin y preparacin moral de los nuevos agentes, incapacidad de darle a los
internos una actividad laboral que les permita reinsertarse en la sociedad, mala alimentacin, escasa
atencin de salud (convirtiendo a los penales en focos infecciosos que atentan contra la salud).
Diagnstico
Existe una enorme brecha en cuanto a los recursos que el Estado ha invertido en los penales en
materia de seguridad. Los penales se encuentran en condiciones de seguridad deficientes, sin arcos
de control en las puertas de entrada por lo que pueden ingresar armas, drogas y otros objetos
prohibidos. No existen suficientes armas para el personal de seguridad, y las que hay son obsoletas
Propuesta
Reforzar radicalmente la seguridad con compra de activos que se requieren para devolver la
capacidad operativa y de control en los penales a un costo de 32 millones de soles provenientes del
Fondo de Seguridad Ciudadana.
A esta propuesta se debera aadir el fortalecimiento en valores de los trabajadores del INPE en esta
rea y la capacitacin para el uso de estas herramientas, incentivos al personal por el desarrollo de un
trabajo adecuado y el mantenimiento constante de todos los aparatos y herramientas de control.
Diagnstico
La salud es crtica. Los penales son focos infecciosos donde enfermedades como la tuberculosis
ataca al 30% de la poblacin penal y se convierte en un foco de afectacin a la salud pblica, pues no
menos de 50 mil personas acuden cada semana como visita a los penales.
Propuesta
Mejorar la infraestructura de salud en los penales para erradicar las enfermedades infecto- contagiosas.
Construir o habilitar pabellones para enfermos psiquitricos.
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Diagnstico
El tratamiento penitenciario es el proceso de reinsercin del interno para que abandone la actividad
delictiva y pueda dedicarse a labores productivas. Hasta el momento, esta labor es slo un buen
propsito, por el hacinamiento y la falta de recursos tanto econmicos como de personal, lo que no
permite que ello se cumpla a cabalidad.
Conforme lo hemos referido lneas anteriores, un psiclogo debe atender a 387 internos, un mdico
a 885, un trabajador social a 442 y un abogado a 885 internos.
No ha existido una poltica efectiva de reinsercin laboral, los talleres de formacin y capacitacin no
slo son insuficientes, sino que adems, no se adecuan a las necesidades del mercado.
Propuesta
Entre las propuestas que el propio INPE ha identificado para trabajar, se tiene:
Una persona ingresa a prisin con el objetivo de brindrsele un tratamiento adecuado que permita
luego de un tiempo regresar a su comunidad. Este tiempo debe ser bien utilizado, pues como indicaba
el Santo Padre Juan Pablo II: Los poderes pblicos que, en cumplimiento de las disposiciones legales,
privan de la libertad personal a un ser humano, poniendo como entre parntesis un perodo ms o
menos largo de su existencia, deben saber que ellos no son seores del tiempo del preso. Del mismo
modo, quien se encuentra encarcelado no debe vivir como si el tiempo de la crcel le hubiera sido
substrado de forma irremediable: incluso el tiempo transcurrido en la crcel es tiempo de Dios y
como tal ha de ser vivido. De no ser as entonces las crceles actuales seran slo instituciones de
castigo y de venganza, las crceles deben ser escuelas de apoyo y de nuevas posibilidades de vida,
de reinsercin, de perdn, de reconciliacin consigo mismo y con la sociedad. (Cfr. SS Juan Pablo II,
Mensaje por el Jubileo en las crceles).
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Diagnstico
El INPE carece de gestin institucional gil y moderna. El aparato administrativo heredado es
burocrtico, los procesos se encuentran formalizados, muchas veces cuando se rota al personal se
pierde la continuidad de la gestin. Existe personal desmotivado y con limitaciones presupuestales.
No se cuenta con interconexin nacional y se usan diversos sistemas, la base de datos de la poblacin
de internos es incompleta.
Propuesta
Fortalecer la gestin institucional, para lo cual se cuenta con ocho gerentes pblicos de
SERVIR, potenciando el aparato administrativo del INPE en las reas de informtica, estructura,
planeamiento, logstica, recursos humanos, entre otros.
Invertir 700 mil dlares provenientes del Proyecto de los Servicios de Justicia del BID en el
desarrollo del sistema informtico, y unir la plataforma de comunicaciones.
Diagnstico
El personal del INPE est sujeto a un rgimen laboral no adecuado a la labor penitenciaria que genera
la desmotivacin y sueldos bajsimos. No existe una lnea de carrera y menos an la meritocracia (un
funcionario que hoy es un Director de un penal, puede realizar maana labores de seguridad).
Propuesta
Invitar a los mejores trabajadores a incorporarse al nuevo rgimen de la Ley 29709, Ley de
Carrera Especial Pblica Penitenciaria luego de una evaluacin. El 15% del personal (900
servidores) pasar a este nuevo rgimen, por lo que esta norma genera mayores beneficios
econmicos al personal y premio a la meritocracia.
Establecer nuevos horarios al personal reemplazando el viejo sistema laboral de un da de
trabajo por dos de descanso, haciendo ms eficiente el aprovechamiento de los recursos
humanos.
Diagnstico
Es necesaria la participacin del sector privado en determinados servicios y reas en las que puede
contribuir de modo efectivo y complementario al quehacer productivo.
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El INPE se encuentra administrando un problema que desborda su realidad y que requiere el concurso
de muchas instituciones y personas. La participacin del sector privado, de las Iglesias y de otras
entidades que se realiza, es relevante y coadyuva al trabajo resocializador.
Propuesta
Tercerizacin de ciertos sectores. Iniciativa privada o asociaciones pblico- privadas a travs de
PROINVERSIN.
El modelo a adoptar es el de concesiones inteligentes de tal modo que el INPE contine con sus
responsabilidades en la seguridad, administracin y reinsercin que le es inherente.
Creacin del Patronato por la Reinsercin Social del Penado. Funcionara como entidad privada sin
fines de lucro, administrando programas de reinsercin laboral y de ayuda a los internos para que
abandonen su actividad criminal.
Diagnstico
La situacin de hacinamiento es explosiva, la solucin no depende slo del INPE, sino de una accin
conjunta de diversas agencias del Estado y de la propia sociedad civil.
La mayor incidencia de delitos se encuentra en tres: robo agravado (35%), TID (25%) y contra la
libertad sexual (20%)
Revisar en qu casos se pueden postular acuerdos reparatorios para pacificar la sociedad, acuerdos
entre vctimas y agresores.
No podemos convertir a la sociedad peruana en una sociedad altamente criminalizada.
Propuesta
Replantear la poltica criminal del Estado. Definir mejor los bienes jurdicos que la ley penal
protege.
Mediante la Ley 29807 que crea el Consejo Nacional de Poltica Criminal, debe uniformizar criterios
con los que el Estado enfrente a la criminalidad.
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Medida 10. Implementacin del Programa CREO como eje del nuevo modelo de establecimiento
penitenciario
Diagnstico
Desde el 2007 el INPE viene aplicando el Programa Creando Rutas de Esperanza y Oportunidades-
CREO. Desde la implementacin del programa en su fase piloto en el penal de Lurigancho se ha ido
enriqueciendo en contenido y metodologa.
Actualmente se viene aplicando en seis penales y cobertura a 530 internos a nivel nacional, internos
cuyas edades se encuentran entre 19 a 35 aos, primarios, de preferencia involucrados en delitos de
robo, con bajo o nulos antecedentes en el consumo de sustancias psicoactivas.
Propuesta
Ampliar la cobertura del Programa CREO a otros penales e implementarlo como eje de los nuevos
penales a disear y construir.
Un nuevo modelo de establecimiento penitenciario para una insercin social efectiva. El penal
Escuela- Taller. El cual busca armonizar los componentes de Infraestructura, Seguridad y Efectivo
Tratamiento a cargo de personal calificado y eficaz, libre de sobrepoblacin y sin corrupcin, donde
se pueda afirmar Cero hacinamiento, Cero corrupcin y Cero drogas.
EL 17 de mayo de 2012 se ha creado mediante Resolucin No. 232-2012- INPE/P, el Grupo Especial
Anticorrupcin - GEA, el cual est adscrito a la Oficina de Asuntos Internos del INPE, y reporta
directamente el Presidente del Consejo Nacional Penitenciario. Su objetivo es la lucha contra la
corrupcin en el INPE. Entre las acciones que pueden realizar se encuentran:
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Creemos que estas acciones deben complementarse con un aspecto subjetivo referido al
fortalecimiento de valores dirigido al personal penitenciario para establecer relaciones correctas con
el privado de libertad, el respeto a las reglas y normas de convivencia, contribuyendo de esta manera
al fortalecimiento de la propia institucin.
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8.1 La Seguridad
Este aspecto de la seguridad penitenciaria es uno de los ms vulnerables en toda gestin penitenciaria.
Resulta increble lo que se suele encontrar en cada operativo de registro o requisa que se realiza.
Los objetos prohibidos se encuentran ocultos entre los enseres de los internos, en algunos lugares
de los ambientes que ocupan o en los pabellones, an lo suelen ocultar en los sistemas de agua y
desage, y an en los lugares menos pensados.
Del total de operativos y requisas realizadas a nivel nacional resulta revelador la gran cantidad de
objetos prohibidos que se logran encontrar. En cada operativo parece ser lo mismo, destacando
entre ellos la gran cantidad de aparatos celular, bateras y la cantidad de bebida con contenido de
alcohol denominada chica canera. No por ser menos numeroso, llama la atencin el hallazgo de
armas de fuego en el interior de los penales.
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Bloqueo de celulares
Control de visitas
Video Vigilancia
Control de objetos prohibidos
Asimismo, se ha previsto un presupuesto para la Ejecucin del Fondo Especial para la Seguridad-
2012, consistente en la compra de diversos recursos logsticos.
Sin embargo, hay que considerar que el Tratamiento penitenciario tiene entre sus fines mantener el
vnculo familiar y la comunicacin contribuye en mantener esos lazos, por tanto es urgente que se
instale en los centros penitenciarios, aparatos telefnicos debidamente controlados para mantener
una comunicacin con el control adecuado.
Por otro lado, se hace necesaria una propuesta que implique trabajar junto con otros sectores del
Estado, polticas de reinsercin social dirigido a jvenes que egresan por primera vez de un centro
penitenciario a fin de evitar la reincidencia; ello como un aspecto prioritario.
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Presidenciales
() respetar los fines constitucionalmente protegidos de las penas, a saber fines preventivo
especiales (artculo 139, inciso 22 de la Constitucin) y fines preventivo generales, derivados
del artculo 44 de la Constitucin y de la vertiente objetiva del derecho a la libertad y seguridad
personales. (Cfr. Exp. N. 019-205-PI/TC). Asimismo, el derecho de gracia, en tanto implica
interceder ante alguno o algunos de los procesados en lugar de otros, debe ser compatibilizado
con el principio-derecho de igualdad. As, ser vlida conforme al principio de igualdad la gracia
concedida sobre la base de las especiales condiciones del procesado. En este sentido, la gracia
presidencial deber ser concedida por motivos humanitarios, en aquellos casos en los que por la
especial condicin del procesado (por ejemplo, portador de una enfermedad grave e incurable en
estado terminal) tornaran intil una eventual condena, desde un punto de vista de prevencin
especial20
Adems, como se ha referido lneas arriba, las resoluciones de gracia presidencial deben ser suficiente
y debidamente motivadas a fin que de cuestionarse las resoluciones supremas, stas pueda cumplirse
con evaluar o no su compatibilidad con la Constitucin.
20 Tribunal Constitucional, caso Alfredo Jalilie Awapara, Exp. No. 4053-2007-PHC/TC, 18 de diciembre 2007, Fundamentos
No. 26, 27. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/04053-2007-HC.html
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b. Indulto.- Es la potestad del Presidente de la Repblica para adoptar la renuncia del poder punitivo
del Estado respecto de los condenados.
Pueden ser:
b.2. Indulto por razones humanitarias.- Es el indulto que se otorga por razones de carcter
humanitario.
c. Derecho de Gracia.- Es la potestad del Presidente de la Repblica para extinguir la accin penal
a los procesados en los casos en que la etapa de instruccin haya excedido el doble de su plazo
ms su ampliatoria.
Pueden ser:
c.2. Derecho de gracia por razones humanitarias.- Es del derecho de gracia que se otorga por
razones de carcter humanitario.
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Adems, la solicitud podr ser formulada por el posible beneficiario o, en su nombre, por un familiar,
autoridad, entidades pblicas, organizaciones o cualquier persona interesada en transmitir la
voluntad del solicitante y no requiere firma de abogado.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que el solicitante debe indicar las razones que justifiquen
su pedido. Cualquier falsedad inserta en el documento ser causal de denegatoria.
Hoja penal del solicitante, expedido por el INPE con una antigedad no mayor de tres (3)
meses
Informe del INPE sobre los intentos o fugas realizadas; y, obtencin de gracias presidenciales
anteriores y/ o beneficios penitenciarios.
Informe social y psicolgico expedido por los profesionales de tratamiento penitenciario que
seale el grado de readaptacin del solicitante.
En los casos de delitos de violacin de la libertad sexual, exceptuando lo sealado en los artculos
173 y 173-A del Cdigo Penal, el solicitante deber acompaar adems el informe mdico por el
que se d cuenta sobre el resultado del tratamiento teraputico.
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Desde julio 2011- mayo de 2012, el gobierno del Presidente Ollanta Humala no haba concedido
algn indulto de tipo comn, sin embargo, en ese mismo perodo slo se haban aprobado cinco
indultos humanitarios y un derecho de gracia. De igual modo, slo se aprobaron 30 conmutaciones
de pena para ciudadanos nacionales, mientras que se haba concedido la disminucin de la pena va
la conmutacin a 84 reclusos extranjeros.
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GRACIAS HUMANITARIAS
AO N RESOLUCION FECHA PUBLICACION N DE INDULTOS
168-2011-JUS 09/08/2011 INDULTO
171-2011-JUS 26/08/2011 DERECHO DE GRACIA
2011 214-2011-JUS 08/12/2011 INDULTO
213-2011-JUS 08/12/2011 INDULTO
2012 016-2012-JUS 25/04/2012 INDULTO
054-2012-JUS 14/04/2012 INDULTO
TOTAL 6
CONMUTACIN DE PENAS
AO N RESOLUCION FECHA PUBLICACION N DE CONMUTACIONES
2011 NINGUNO NINGUNO NINGUNO
2012 009-2012-JUS 24/01/2012 18
043-2012-JUS 08/03/2012 5
085-2012-JUS 23/05/2012 7
TOTAL 30
CONMUTACION DE PENA 30
EXTRANJEROS (Conmutacin) 84
INDULTO COMUN 0
GRACIAS POR RAZONES HUMANITARIAS 6
TOTAL GENERAL 120
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X. La pastoral de Crceles,
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algunas experiencias
Relatamos en este acpite, algunas experiencias de los equipos de pastoral de las crceles en la lnea
de la valoracin de la persona, su dignidad, el acceso a servicios en la perspectiva de su reinsercin
social y nuevas oportunidades de vida. Los presentamos a manera de testimonio de los agentes
pastorales.
Cuando escuch sobre talleres de trabajo en penales me comuniqu con CEAS y solicitamos talleres
para los penales de varones y mujeres de Trujillo, gracias a Dios recibimos una respuesta afirmativa
a nuestra solicitud.
Recuerdo a los primeros participantes del Taller de Cermica (Varones), fueron los ms postergados
dentro de la poblacin penal (porque claro, en la crcel, los niveles o categoras estn muy bien
establecidos). Ellos, poco a poco, fueron descubriendo los dones que Dios les haba depositado; y,
como suele ser en nuestra realidad tan peruana, muchas veces por falta de oportunidades no pueden
descubrir. La mayora de ellos traen una vida desde sus inicios, llena de frustraciones, maltratos,
postergaciones y un sin fin inimaginable de vejaciones que ningn ser humano debera vivir.
Recuerdo tambin la experiencia casi en simultneo con el Taller de Cermica de mujeres. La diferencia
de sus acabados, el sello inconfundible que suele percibirse cuando las manos de una mujer hacen
cosas, pues no solo ponen el sudor sino tambin el corazn.
Estas personas, hombres y mujeres, de los diversos talleres productivos como cultivo hidropnico,
crianza de cuyes, cermica, etc., han logrado, lo puedo escuchar en el da a da y lo puedo ver adems,
desarrollar espacios de solidaridad, de compaerismo, de amistad y de una experiencia de Dios en
sus vidas. Nuestro Buen Dios obra en cada corazn, me entusiasma saber que esto es posible y saber
que puedo participar y no dejar de sorprenderme por la riqueza de cada uno de los participantes
de los talleres.
Ahora muchos de ellos y ellas (ya algunos y algunas en libertad) han aprendido la tcnica productiva,
pero adems cada uno(a) ha tenido la experiencia en formacin de valores y gestin empresarial
desde la ptica de la Economa Solidaria. Todo esto lo llevarn siempre como signo de amor en sus
vidas, creo que esos son tambin los avances, los logros, las satisfacciones de verlos capaces de
ganarse el sustento en base a su propio esfuerzo.
Muchas veces no puedo medir cuantitativamente los resultados del fruto de los talleres porque, la
confianza en s mismos, la autoestima, el compaerismo, el ser fermento de los valores del reino
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de Dios en sus pabellones, es difcil cuantificarlo y ponerlo en cifras para un informe a nuestros
benefactores.
Las limitaciones, como en todo emprendimiento humano, siempre existirn, sobre todo hallndonos
en una realidad tan difcil como es la realidad penitenciaria. Mi apostolado a tiempo completo en
el penal me permite apoyar diariamente a los participantes de los talleres, luchando cada da con
algunos obstculos como es el famoso punto o la quina que a veces obstaculiza la participacin
de los internos, o mentalidades de opresin como los comentarios o burlas que tienen que soportar
los internos, aqu vienes a trabajar, por qu no lo hiciste en la calle
calle, o boca seca tierra muerta
muerta.
Tambin puedo rescatar mi acercamiento al INPE, lo cual es muy importante. S que hay corrupcin,
no puedo tapar el sol con un dedo, pero la cercana, el buen trato y amistad con ellos, permiten el
funcionamiento de los talleres.
No soy de las personas que se deja obstaculizar por la corrupcin, eso se puede superar con
cercana, dilogo y cuestionamientos que se logran por la confianza y respeto que nos mantenemos
mutuamente y no con juzgamientos que paralizan. Como religiosa no soy la parte buena y el INPE
son los corruptos, no. Mi ptica no es esa. Todos de una y otra manera tenemos que apoyarnos para
el bien de nuestros queridos internos.
Creer siempre en la persona humana, creer en una civilizacin fraternal es nuestro norte. Nuestra
perspectiva es seguir creando espacios donde las personas se formen en el trabajo, siempre sueo
con que estos talleres se sigan replicando en los diferentes penales de nuestro Pas. Agradezco a
CEAS por ser instrumento de conexin y permisibilidad para la realizacin de los talleres.
Los internos, aquellos que quieren una oportunidad, -porque los hay tambin de aquellos que
nada les importa, cuya opcin de vida es seguir delinquiendo-, siempre me lo repiten: Les faltan
oportunidades. Quiz desde aqu no podamos dar solucin al problema, que es un problema de pas,
de sociedad en construccin; pero, s creo que, si lo poco que se hace ayuda y pasa por la vida de las
personas, es bueno. Algunos de ellos nunca trabajaron en su vida pues nacieron y vivieron en una
familia y ambiente delincuencial pero justamente son ellos quienes notan la diferencia y empiezan a
sentir que sus hijos deben vivir de otra manera.
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de mucho respeto entre ellos, incluso tienen el respeto de quienes no participan. Se ha logrado
tambin contar con unidades productivas autogestionarias y un fondo rotatorio para los insumos.
El INPE valora la existencia de los talleres y se ha comprometido en la mejora de la infraestructura.
Actualmente los talleres se desarrollan en ambientes que han sido significativamente mejorados.
El trabajo para cada persona es una gran oportunidad. Para los internos es una mltiple oportunidad
de poder capacitarse, formarse, mantenerse, no ser carga para la familia, de aportar a la familia. El
trabajo en la crcel es un espacio de liberacin, creacin, de amarse uno mismo, de fraternidad,
de un trabajo no aislado sino en equipo. El trabajo es la oportunidad de un adecuado tratamiento
penitenciario que fortalece a las familias y tiene un beneficio intra y extra muros.
El taller de cermica no solo es un lugar de produccin que nos ayuda a solventar nuestros gastos
y apoyar a nuestras familias, sino que tambin es el lugar donde usualmente escapamos de la
represin y el maltrato para hallar paz, sosiego, respeto y libertad. Saber que el equipo de CEAS
y el equipo de pastoral de crceles, cree en cada una de nosotras, lo que se refleja a travs de los
talleres, nos hace sentir queridas, protegidas y respaldadas. La seguridad que vamos adquiriendo
contribuye a desarrollar nuestro potencial y a humanizarnos.
(Testimonio de una interna del taller de cermica del penal de
mujeres de Trujillo).
Tras varios aos de trabajar con varones privados de libertad, en 1984 empec a hacerlo con mujeres
en la crcel de El Callao y desde entonces no he dejado de hacerlo aunque con mayor o menor
intensidad. En la referida crcel eran todas procesadas o sentenciadas por terrorismo. Posteriormente
y tras una requisa en que muri una interna al oponerse, fueron trasladadas a Castro Castro en donde
al principio en condiciones duras, progresivamente gestaron un rgimen excesivamente liberal.
Hicieron obras modificando la estructura sin autorizacin alguna, organizaban actos mal llamados
culturales junto con los varones e incluso marchas uniformadas por la rotonda. Tanta anarqua era
evidentemente intolerable para una crcel.
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Las Personas privadas
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Cuando tras el autogolpe de Fujimori del 5 de abril de 1992 se quiso acabar con tanto desorden,
al intentar trasladar a las internas a la recin construida crcel de Mxima Seguridad de Chorrillos,
contigua a la de Santa Mnica, estas se amotinaron junto con los varones, ya haban advertido que
slo muertas las sacaran de all. Intervinieron las Fuerzas del Orden con mano muy dura y tras tres
das de infierno y con un costo humano de cuarenta muertos entre mujeres y varones, se oblig a
las mujeres a salir a las crceles de Chorrillos-Mxima e Ica. Entonces el sistema penitenciario se
endureci terriblemente hasta devenir en algo inhumano.
Un aspecto muy doloroso para ellas era la separacin de sus hijos. Una interna en una carta que
les ped escribieran al Papa contndole cmo se sentan, deca que en un ao haba podido estar
con sus hijos 12 horas, contando las visitas especiales por Navidad y Da de la Madre. A veces si eran
muy pequeos no reconocan a sus madres al cabo de tres meses y esto es dursimo para una mujer
madre.
Los nios podan estar con sus madres hasta los tres aos, pero en rgimen de encierro en celda
veintitrs horas y media al da al igual que ellas. Esto no era un problema en los primeros meses
de vida, pero s cuando empezaban a caminar. Lavar y secar la ropa de los bebs y conseguir agua
hervida para ellos eran problemas mayores. Pero el sufrimiento de las madres era tambin por los
hijos en libertad, muchas veces con el padre encarcelado y pasando los hijos por un verdadero
carrusel de un familiar a otro y en algunos casos en situacin de semi abandono.
Por qu recuerdo todo esto ahora que por suerte ha sido superado en sus aspectos ms duros?
Porque algunas de las mujeres que sufrieron ese calvario continan encarceladas arrastrando los
consiguientes traumas y porque es necesario mantener viva la memoria de aspectos que todava
nos duelen y nos avergenzan. Pasados los aos, el sistema penitenciario se ha ido humanizando
bastante, pero queda an mucho camino por recorrer. Actualmente los hijos pueden estar con la
madre en la crcel hasta los 3 aos como era en los peores tiempos y si bien pueden disfrutar de la
presencia y dedicacin de la madre todo el da -y la noche, pues tienen que compartir la estrecha
litera porque no hay espacio para cuna en la celda- y an reconociendo que esto es muy positivo,
as como el afecto y el cuidado de las numerosas tas de cario que los quieren, estimulan y cuidan
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cuando la madre sale a diligencia o no puede hacerlo por otras causas, eso no logra paliar los efectos
negativos que el encierro produce en los nios: agresividad, impaciencia, actitudes posesivas
respecto a la madre entre otras.
Debo reconocer que el tener a la madre todo el da con ellos implica una cercana que seguramente
en libertad no podra tener, y de sto no debe privarse ni a los nios ni a las madres, pero se requieren
crceles en mejores condiciones, con espacio suficientes, con cunas adecuadas y los cuidados
mdicos que se requieran. Cuando hay que sacar a un nio enfermo a un hospital hay que buscar
a alguien que lo lleve, bien sea un familiar, una amiga o una agente pastoral. Me comentaba la
madre de uno de los nios internos que nunca pens que fuera tan difcil criar un nio en la crcel.
Y eso, a pesar de la gran capacidad que muestran las madres peruanas encarceladas para resolver
las dificultades cotidianas. Yo me quedo perpleja muchas veces vindolas cmo se manejan entre
tantas privaciones.
La separacin cuando cumplen los tres aos es muy traumtica para las madres y para los hijos, algo
que las visitas semanales no logran paliar. He visto llorar y deprimirse a muchas madres tras la forzosa
separacin y estoy segura de que esta ruptura deja huellas negativas en el nio. S es admirable que
las familias en libertad, siempre estn dispuestas a acogerlos aunque tengan pocos recursos.
Los ltimos aos, si bien las condiciones de encierro han mejorado sustancialmente, hay una tendencia
creciente a suprimir beneficios penitenciarios y sto resulta muy desalentador, especialmente para
quienes tienen condenas muy largas, lo mismo que a restringir los indultos y a no ver ms solucin
que la crcel frente a casos de infractoras e infractores primarios. No es posible buscar otras medidas
ms eficaces y menos traumticas? El hacinamiento es motivo de muchas tensiones y conflictos
entre las internas y el hecho de construir ms crceles no resuelve los problemas humanos de fondo
ni disminuye la delincuencia. Me gustara que quienes tienen el poder de decisin en estos asuntos
pudieran escuchar alguna vez el clamor de estas mujeres encarceladas. Estoy segura de que no
quedaran indiferentes.
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Hace muchos aos, creo que desde que era adolescente, tuve la inquietud de visitar a las personas
encarceladas. Fue una inquietud a la que, por diferentes circunstancias, nunca pude atender. Sin
embargo, hace como 2 aos, Elvia, mi compaera de estudios en el Diplomado de Consejera, me
propuso dar los talleres de las Espere con ella en el Penal del Anexo en Chorrillos, (que tambin
le llaman de Mxima Seguridad para mujeres). Me acuerdo que estbamos almorzando en Piura,
durante el Encuentro Nacional de las Espere. Fue un momento muy importante para m, ya que
finalmente se presentaba esta oportunidad para responder a esta vieja inquietud que en el fondo
segua latente en m. Me sent muy emocionada, se abra finalmente este camino tan anhelado. Fue
as como iniciamos, no sin dificultades, a dar las Espere en ese entorno.
Al comienzo me sent muy insegura, temerosa, hasta dira torpe en mi manera de acercarme a las
internas, no saba qu esperar, cmo iban a reaccionar. Fui muy cautelosa y observadora, pero poco
a poco me fui soltando y adquiriendo confianza ya que desde los primeros das sent de parte de las
internas una gran acogida, un gran calor humano que me removi hasta las entraas. Estas mujeres,
marginadas, encerradas, privadas de libertad, estaban paradjicamente, cargadas de humanidad,
de respeto, de solidaridad y de cario para quien llegaba de fuera. Comenc a descubrir un mundo
nuevo, totalmente distinto a lo que haba siempre imaginado. A pesar de la violencia contenida,
reprimida, y a veces hasta muy activa en medio del encierro, manifestaban un calor humano
inesperado para m.
Cuando iniciamos los talleres, fui descubriendo la necesidad que tenan las internas de expresar
sus emociones, su dolor, su miseria, su quebranto, y que cuando lo hacan era con mucha facilidad
y libertad realmente extraordinario. Ms y ms voy viendo cmo no miden la privacidad en su
compartir, tal vez, me digo yo, porque no tienen nada ms que perder lo han perdido todo. As
con audacia y transparencia se abren a contar sus historias, sus heridas y dolores. Entre ellas se
acompaan, se apoyan unas a otras, van descubriendo y sacando a la luz eso que necesita ser sanado,
procesado, perdonado, liberado y como resultado, van apareciendo las grandes fortalezas, riquezas
que llevan dentro, pero que por falta de herramientas o por temor a lo que encontraran si abran
esas compuertas, no lo hacan.
Las Espere tienen una gran sabidura en su metodologa, permiten ir abriendo camino, semana tras
semana hacia esos aspectos oscuros que todos tenemos, pero todo llevado dentro de un contexto
seguro, en un grupo en el que existe respeto, libertad y confidencialidad. As, poco a poco, se van
integrando lentamente las luces y las sombras de las participantes. Se alternan tambin espacios
ldicos, con dinmicas que facilitan la expansin y soltura, para crear un equilibrio entre lo terico, lo
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profundo, y el dolor que brota de las ofensas con las que cada quien trabaja, pudiendo as facilitar la
integracin del proceso de manera vivencial y consciente.
Es admirable el nivel de solidaridad y respeto que existe en la mayora de ellas. Aunque algunas ms
maduras que otras, pero se siente que en medio de este encierro, (varias de ellas con sentencias de
15 aos o ms), han aprendido a convivir sacando lo mejor posible en esta dursima experiencia.
El tema de la violencia es grande a nivel social en el Per. Lo vemos cada da en las noticias y ms
an en estos entornos carcelarios, a todo nivel. Sabemos que es la consecuencia de historias de vida
de mujeres muy golpeadas por una sociedad herida, fracturada y de grandes y ancestrales brechas
sociales. Por esto es que poder abordar el tema es un gran desafo y no es nada fcil. Justamente,
reflexionando sobre lo que se ha ido poniendo en marcha con las internas, tomamos consciencia
que si ellas trabajan y logran ir disminuyendo sus propias violencias, necesitaran tambin del apoyo
del entorno, es decir, de quienes estn a cargo del Penal. Por esta razn es que pensamos que era
conveniente invitar al personal administrativo y personal en general del Inpe a una presentacin de
lo que son las Espere.
Fue as como convocamos a un encuentro en Ceas a algunos directores de penales de Lima, y a las
personas que trabajan en el cuidado de la poblacin encarcelada. Asistieron unas veinte personas y
tuvimos una tarde muy interesante, donde se despert la motivacin entre ellos de poder participar
de un taller Espere en el segundo semestre de este ao. Entendieron la importancia de emprender
un trabajo en conjunto, pues si ambos grupos, internas y personal administrativo, se comprometen a
trabajar, adquirir herramientas, y sanar de sus propias experiencias de odios, rencores y resentimientos,
podremos as disminuir la violencia en esta poblacin y en consecuencia colaborar a que poco a
poco vayamos caminando hacia la construccin de una cultura de paz, que tanta falta hace a nuestro
pas.
Personalmente quiero decir que hay para m un antes y un despus desde que inici este servicio en
el Penal. Llegu pensando en aportar grandes cosas, pero he recibido mucho ms de lo que nunca
imagin. Se ha abierto en mi camino un nuevo horizonte, comienzo a tener la certeza y la esperanza
que otra sociedad es posible, y s que el sueo del Dios de la Vida es ese. Es as que seguiremos
pasito a paso comprometindonos a colaborar con ese sueo, que tambin es nuestro, el de liberar
la Vida ah donde ms amenazada se encuentra que es en este medio de tanta violencia. Como dijo
Gandhi: No hay camino para la paz, la Paz es el camino.
Hace mucho tiempo un gran incendio arras los bosques que cubran la Tierra. Personas y animales
corran en un intento por escapar de las llamas. El bho Tecototl, tambin hua. Sin embargo, divis un
pajarito que iba y vena una y otra vez desde el riachuelo ms prximo hasta el lugar del incendio.
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Puso atencin en el pajarito y advirti que era un quetzal, el cual recoga unas gotitas de agua con su
pico y se diriga luego con ellas hasta el lugar del incendio para desparramarlas sobre las llamas.
El bho entonces, fue donde el quetzal y le grit: Hermano, qu haces? Has perdido el seso? Nada
conseguirs con lo que haces. Lo que debes hacer es correr para salvar tu vida. Pero el quetzal se
detuvo un momento y, mirando al bho, le respondi: Hago lo que puedo con lo que tengo.
El bho comprendi, fue hasta el riachuelo y tom un poco de agua en su pico. Otros entonces
hicieron lo mismo.
Nuestros abuelos recordaban que hace mucho tiempo los bosques que cubran la Tierra fueron
salvados de un enorme incendio por un pequeo quetzal, un bho, gran nmero de animales y
muchas otras personas quienes, juntos, lograron acabar con las llamas.
Creemos que las llamas de la violencia slo las apagaremos con la contribucin de todos, por eso
nos sentimos llamadas a convocar a todas y todos los involucrados en este camino de construccin
de paz. Y por ello nuestra convocatoria a talleres ESPERE para internas y personal, para as comenzar
a romper el crculo vicioso de la violencia y que pueda brotar poquito a poco, gota a gota la tan
anhelada PAZ.
Como Iglesia y desde la Arquidicesis nos consta que Una realidad que golpea a todos los sectores
de la poblacin, pero principalmente al ms pobre, es la violencia, producto de las injusticias y otros
males. Esto induce a una mayor criminalidad y, por ende, a que sean muchas las personas que tienen
que cumplir penas en recintos penitenciarios inhumanos, caracterizados por el comercio de armas,
drogas, hacinamiento, torturas, ausencia de programas de rehabilitacin, crimen organizado que
impide un proceso de reeducacin y de insercin en la vida productiva de la sociedad (DA, 427).
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Atendiendo a esta situacin es que desde enero de 2012 se reimpuls la MIC en Junn, teniendo ya
a la fecha significativos avances: se ha elaborado con las mismas instituciones miembros de la MIC
de modo participativo el Plan Estratgico; se ha organizado las labores a travs de tres Comisiones:
Rehabilitacin, Reinsercin y Reeducacin; cada Comisin cuenta con su Plan de Trabajo y su
Coordinador, y se vienen realizando acciones para atender y mejorar las condiciones carcelarias. As
por ejemplo se ha programado desarrollar en los Establecimientos Penitenciarios de Huamancaca,
Concepcin, La Oroya y Centro Juvenil21, campaas de salud, promocin de sus productos en ferias
pblicas, implementacin del plan lector, consejera psicolgica, organizacin de los internos e
internas, fortalecimiento de la MIC, entre otras acciones.
Aun as la MIC enfrenta todava ciertas limitaciones: algunas instituciones pblicas siguen
siendo indiferentes a la situacin carcelaria; instituciones pblicas con carencia de personal
calificado; sociedad y medios de comunicacin que no colaboran en acciones preventivas; familias
desintegradas; un Estado que no realiza programas preventivos, laborales y alternativos para los
jvenes; un Estado que se inclina por criminalizar y reprimir la delincuencia. Es decir, la exclusin, la
falta de oportunidades (laborales, educativas), la discriminacin y una poltica pblica de represin
siguen siendo el escenario propicio para el aumento de la criminalidad.
Sin embargo, desde la MIC Junn se intenta contribuir al cambio de lo sealado anteriormente. Se
tiene la perspectiva de continuar con el espacio de reflexin, accin y propuesta de modo articulado
y concertado. Se busca tambin incluir al Establecimiento Penitenciario de Satipo e impulsar polticas
pblicas que favorezcan los procesos de reinsercin, reeducacin y rehabilitacin de los internos e
internas. Desde la experiencia pastoral con los agentes penitenciarios podemos dar testimonio de
que s es posible la reinsercin y la rehabilitacin, que existen muchos internos e internas que buscan
cambiar y mejorar sus estilos de vidas, que buscan el arrepentimiento social, el encuentro con Dios y
esperan nuevas oportunidades de sus familias, de la sociedad y del Estado.
21 Los cuatro centros albergan una poblacin total de casi 2000 internos e internas que provienen de diversos lugares de
costa, sierra y selva; as como de otros lugares del mundo.
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
al estilo de Jess intentamos que las personas privadas de su libertad sientan la cercana del Dios
Padre, ya que Si el pecado ha deteriorado la imagen de Dios en el hombre y ha herido su condicin,
la buena nueva, que es Cristo, lo ha redimido y establecido en la gracia (DA, 104).
La Mesa Interinstitucional de Crceles fue una de las columnas de nuestro trabajo. Desde el inicio la
conformaron un equipo de profesionales con una calidad humana muy grande: Un representante de
CEAS, un Fiscal del Ministerio Pblico, un Juez, un representante de la Defensora del Pueblo y, por
supuesto, la Pastoral Social de Carabayllo.
Aunque las personas que habitan las crceles estn cumpliendo una pena para resarcir a la sociedad
del dao causado, al mismo tiempo son victimas de un sistema carcelario no solo injusto, sino
inhumano. Aunque sabamos con la poblacin penal que trabajaramos, nunca olvidamos que eran
seres humanos. Nuestra crcel tena los mismos problemas que las otras, desde el principio la atencin
en salud, la alimentacin, el restringido acceso al trabajo, o las posibilidades de estudiar, el trato a
las familias y visitas, la carencia de medios para acelerar sus procesos judiciales, y por supuesto, la
corrupcin que se cuela por todos los resquicios. En esas condiciones Cmo se poda aspirar a la
anhelada resocializacin?
Nosotros tenamos que socializar y poner en comn toda la realidad que palpbamos desde nuestro
acompaamiento, y la Mesa Interinstitucional era el nico espacio que tenamos. Muchas situaciones
se nos presentaban y encontramos en los diversos miembros de la Mesa, los mejores referentes
para orientar y canalizar las ideas e iniciativas. La fortaleza de nuestro equipo y su caracterstica fue
desde el inicio que ramos una Pastoral Diocesana, haba un profundo sentido de cuerpo y mucha
mstica.
Un ejemplo fue el tema de la comida que reciben los internos. La poblacin penal siempre estaba
descontenta de las raciones, a veces venia fra, otro problema es el valor nutricional, el estado de
los alimentos. No una, sino varias veces recibieron la comida en mal estado. As que se llevo este
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
problema a una de las reuniones de la Mesa. Se consigui que se realice una visita inopinada por
parte del Ministerio Pblico, en dicha visita desde el lugar donde se preparaba los alimentos, los
utensilios y la propia comida hacan evidenciar que por cualquier lado que se apreciara esto era del
todo injusto e inhumano. El resultado de los peritos luego que se recogiera y enviara las muestras
respectivas fue Comida no apta para el consumo humano. Se encontraron desde echericha coli,
hasta otros elementos que es preferible ni mencionar.
En nuestro corto pero intenso tiempo trabajando en las crceles como agentes pastorales hemos
visto pasar a ms de 17 directores, as como los dems operadores del sistema los cuales muchas
veces no reconocen en los internos a seres humanos. Esto resulta obvio al ver el trato que prodigan a
los internos y sus comentarios a nosotros los agentes pastorales: Usted pierde su tiempo en venir ac,
mejor debera quedarse en su casa. No hablo aqu de sensiblera barata, sino de profunda conviccin
de que voy a visitar a un ser humano y que nadie debera soportar ciertas condiciones de vida.
Abordar y sobre todo dar respuesta a la diversa problemtica de la crcel no hubiera sido posible
sin el dilogo y las luces que aparecan en las reuniones de la Mesa. Por raro que parezca realizar
cualquier iniciativa, llevar a cabo cualquier Plan en la crcel puede ser una tarea imposible. La Mesa
fue en muchas ocasiones no solo el espacio para canalizar ideas e iniciativas, sino la instancia que
poda viabilizar estos proyectos.
Nos parece tan importante dar herramientas a los internos para que algn da encaminen su vida
hacia un mejor rumbo. Con el apoyo del IRFA (Instituto Radiofnico Fe y Alegra) se pretendi ayudar
a los internos para que terminasen sus estudios primarios y secundarios. Con entusiasmo llevamos
nuestra propuesta a las autoridades de Ancn I, encontramos rechazo y tropiezos por todas partes,
era obvio, nosotros ofrecamos un programa gratuito, y en el Penal se cobraba a los internos para
participar en el CEO.
El riesgo de trabajar en una crcel no es contraer una enfermedad, tampoco que nos suceda algo,
siempre somos muy respetados por los internos. El riesgo es volverse terco, inconforme de lo que pasa
all, esforzarse porque la resocializacin no sea slo un lindo slogan. Nosotros estamos dispuestos a
vivir ese riesgo, de una y muchas formas estamos un poco presos tambin con ellos.
Quiero recordar en estas cortas lneas al Dr. Javier Llaque, primer director del Penal de Ancn I, quien
brind todas las facilidades para la asistencia religiosa al novel equipo pastoral de Carabayllo, al Dr.
Carlos Caldern, en su calidad de Presidente de la Corte Superior de Lima Norte, apoyndonos para
contar con un sistema de Informacin para los expedientes de los internos, la calidad profesional y
humana del Dr. Aroldo Aguirre, al Fiscal Dr. Carlos Figueroa, a los representantes de la Defensora
del Pueblo y a nuestros buenos compaeros de CEAS, siempre solcitos para apoyarnos en nuestras
consultas y requerimientos, ellos tambin optaron como nosotros en ser tercos permanentes y no
acostumbrarse a que las cosas son as, por lo contrario debemos continuar trabajando por cambiar
este modo de operar, de eso estamos totalmente convencidos, pues la justicia no debe ser privilegio
sino derecho para todos, sobre todo los ms frgiles e indefensos.
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XI. La CIDH y la situacin Las Personas privadas
de libertad en el Per,
penitenciaria en las
un anlisis y reflexin
desde la labor de
Pastoral de Crceles
Amricas22
La Comisin Interamericana de Derechos Humanos -en adelante Comisin o CIDH- es uno de los
dos rganos del sistema interamericano de proteccin de derechos humanos, el otro de los rganos
es la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Una de las funciones de esta Comisin es el de
realizar informes peridicos respecto de determinadas situaciones que podran estar revelando el
incumplimiento de los derechos humanos en Amrica. Junto con presentar un anlisis situacional
tambin formula recomendaciones a los Estados para superar aquellas situaciones sobre todo en
el marco de la Convencin Americana de Derechos Humanos o tambin denominado Pacto de San
Jos de Costa Rica, de los Principios y Buenas Prcticas sobre la Proteccin de las Personas Privadas
de Libertad en las Amricas y de la Reglas Mnimas de Tratamiento de las Naciones Unidas.
La Comisin ha publicado el importante Informe sobre los Derechos Humanos de las Personas
Privadas de Libertad en las Amricas, aprobado el 31 de diciembre de 2011, dando a conocer una
realidad comn a los pases de Amrica Latina entre ellos el Per, la dramtica situacin de las
personas privadas de libertad23.
Hacinamiento y sobrepoblacin.
Deficientes condiciones de reclusin.
Altos ndices de violencia y falta de control efectivo por parte de las autoridades.
El empleo de la tortura con fines de investigacin criminal.
El uso excesivo de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad en los centros penales.
El uso excesivo de la detencin preventiva lo que repercute directamente en la sobrepoblacin
penitenciaria.
La ausencia de medidas efectivas para la proteccin de grupos vulnerables.
Corrupcin y falta de transparencia en la gestin penitenciaria.
La CIDH afirma que la naturaleza de los problemas identificados revela la existencia de serias
deficiencias estructurales que afectan gravemente derechos humanos inderogables, como el
derecho a la vida y a la integridad personal de los reclusos, e impiden que en la prctica las penas
privativas de la libertad cumplan con la finalidad esencial que establece la Convencin Americana
sobre Derechos Humanos: la reforma y la readaptacin social de los condenados.
22 La redaccin de esta parte del informe est basado y recoge extractos del artculo de la abogada Lourdes Zegarra
Miranda para el Boletn Humanizando, Julio 2012, Mesa interinstitucional de Crceles.
23 El informe se encuentra en: http://www.oas.org/es/cidh/ppl/docs/pdf/PPL2011esp.pdf
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El informe es bastante categrico al considerar que esta realidad no slo es el resultado de dcadas
de desatencin por parte de los sucesivos gobiernos de los Estados de la regin, sino tambin de
la apata de las sociedades que tradicionalmente han preferido no mirar hacia las crceles. Esto ha
generado mbitos carentes de monitoreo y fiscalizacin dando lugar a espacios de arbitrariedad,
corrupcin y violencia.
Por lo tanto, para que los sistemas penitenciarios, y en definitiva la privacin de libertad como
respuesta al delito, cumplan con su finalidad esencial, es imprescindible que los Estados adopten
medidas concretas orientadas a hacer frente a estas deficiencias estructurales. Precisa la CIDH que
este informe debe merecer la atencin no slo de las autoridades pblicas sino tambin de las
organizaciones de la sociedad civil y de otros actores involucrados con el trabajo de las personas
privadas de libertad.
Para este organismo del sistema interamericano de proteccin de los derechos humanos, el primer
deber del Estado como garante de las personas sometidas a su custodia, es precisamente el deber
de ejercer el control efectivo y la seguridad interna de los centros penales; si esta condicin esencial
no se cumple es muy difcil que el Estado pueda asegurar mnimamente los derechos fundamentales
de las personas bajo su custodia.
Adems, considera la CIDH como inaceptable que existan un buen nmero de crceles en la regin
que se rigen por sistemas de autogobierno, en los que el control efectivo de todos los aspectos
internos est en manos de determinados reclusos o bandas criminales; o por sistemas de gobierno
compartido, en las que estas mafias comparten este poder y sus beneficios con las autoridades
penitenciarias. Cuando esto ocurre, el Estado se torna incapaz de garantizar mnimamente los
derechos humanos de los reclusos, trastocando y desnaturalizando totalmente el objeto y fin de
las penas privativas de libertad. En estos casos aumentan los ndices de violencia y muertes en
las crceles; se generan peligrosos crculos de corrupcin, entre otras muchas consecuencias del
descontrol institucional en las crceles.
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Las Personas privadas
de libertad en el Per,
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desde la labor de
Pastoral de Crceles
Consideramos que el trato humano no es un principio que slo los servidores penitenciarios deben
aplicar a las personas privadas de libertad, sino que es un principio que cruza todas las esferas de
nuestra vida en sociedad. En los centros penitenciarios es an ms propicio la aplicacin de este
principio en tanto se produce una gran acumulacin de tensiones por los factores ya sealados, la
disputa por el dominio de pequeos espacios, la inseguridad jurdica, los largos procesos judiciales,
la insuficiencia de servicios bsicos, entre otros. Esto impacta considerablemente en las relaciones
humanas negativas en el mbito penitenciario, una forma de amortiguar ello es el trato humano
que debera existir entre los privados de libertad, de los agentes penitenciarios hacia los privados
de libertad y viceversa, as como de los privados de libertad hacia sus familiares que los visitan y
acompaan.
Afirma la CIDH, que un sistema penitenciario que funcione de forma adecuada es un aspecto necesario
para garantizar la seguridad de la ciudadana y la buena administracin de la justicia. Por el contrario,
cuando las crceles no reciben la atencin o los recursos necesarios, su funcin se distorsiona, en vez
de proporcionar proteccin, se convierten en escuelas de delincuencia y comportamiento antisocial,
que propician la reincidencia en vez de la rehabilitacin.
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Si a estos datos se agrega el hiper crecimiento de los privados de libertad que vienen experimentando
los centros penitenciarios de manera acelerada, encontramos una gran presin hacia quienes asumen
la gestin penitenciaria en cada pas, como es el caso del Per, donde como lo hemos manifestado en
lneas anteriores, existe una creciente presin entre sobrepoblacin, bajos recursos presupuestarios
y demandas para mejor condiciones de vida en prisin para los privados de libertad, pero tambin
mejores condiciones laborales para los servidores penitenciarios.
El informe contiene adems una serie de recomendaciones que se sintetizan en que los Estados deben
adoptar polticas penitenciarias integrales orientadas a lograr la readaptacin social y la rehabilitacin
personal de los condenados. Estas polticas debern contemplar como elemento fundamental la
creacin de oportunidades de trabajo, capacitacin y estudio para las personas privadas de libertad;
y destinar los recursos humanos y financieros necesarios para su implementacin.
Este informe obligatoriamente debe ser ledo por las autoridades estatales y por todos quienes
estamos involucrados con la situacin de las personas privadas en libertad. Las recomendaciones
que el informe formula deben ser tomadas debidamente en cuenta para el diseo y ejecucin de
los planes de ejecucin de la pena.
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un anlisis y reflexin
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XII. Recomendaciones
Diversos organismos e instituciones han formulado una serie de recomendaciones para un mejor
funcionamiento del sistema penitenciario en funcin al objetivo resocializador de la pena. Entre
estas instituciones se encuentran la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y la Defensora
del Pueblo.
1. Una poltica nacional criminal con enfoque multidisciplinario, debe revisar el actual sistema
de penas, los delitos sujetos a prohibicin y restriccin de los beneficios penitenciarios de
semi-libertad, liberacin condicional y redencin de la pena por el trabajo y estudio, as
como otros factores que forman parte de la accin criminalizadora del Estado para sancionar
determinados delitos. Esto debe permitir una propuesta ms acorde a los fines del derecho
penal y de la ejecucin penal.
2. Esta expansin del derecho penal va generando el crecimiento vertiginoso de la poblacin
penal lo cual colisiona con los limitados recursos econmicos, logsticos y de personal con
los que cuenta el INPE, produciendo sobre poblacin, hacinamiento, pocas posibilidades de
control en el ingreso de objetos prohibidos, sueldos y condiciones de trabajo poco motivadores
para el personal penitenciario y crculos de corrupcin institucionalizados que compromete
no slo al personal penitenciario sino adems a los propios internos, familiares y abogados.
Recordemos que la pena privativa de libertad debe ser usada como ultima ratio.
3. La lucha frontal contra la corrupcin en el sistema penitenciario debe ser uno de los ejes de toda
administracin penitenciaria en todos los niveles y mbitos. Esto ha sido planteado como parte
de las medidas para la reforma penitenciaria, por lo que requiere ser debidamente apoyado
con la provisin de recursos necesarios. Para tal efecto ya se ha creado el Grupo Especial
Anticorrupcin- GEA, quienes deben implementar acciones decididas en este propsito. Esto
requiere la articulacin con el Ministerio Pblico, la Polica Nacional, el Poder Judicial e incluso
la sociedad civil, para lo cual deben generarse mecanismos apropiados para denunciar actos de
corrupcin, sean debidamente tramitados y sancionados ejemplarmente. Un buen referente
resultan las acciones de inteligencia realizadas en las acciones de control que lleva adelante la
Oficina de Control de la Magistratura- OCMA. A todo ello se debe sumar acciones preventivas y
estmulos para el personal del INPE, pues no slo se trata de sancionar sino tambin de iniciar
un cambio de actitud que permita el fortalecimiento de la institucionalidad.
4. SSe debe asumir la finalidad resocializadora del INPE en una combinacin equilibrada de
los criterios de seguridad, tratamiento y articulacin con otros sectores del Estado y de la
sociedad, preservando el respeto a los derechos humanos no slo de los privados de libertad
sino tambin de los servidores penitenciarios. No olvidemos, las crceles albergan personas,
que no han perdido su dignidad, que son hijos e hijas de Dios y que slo se les ha restringido
su libertad con el fin de brindarle opciones de tratamiento que les permita vivir en sociedad.
5. Difundir y apoyar con los recursos necesarios la ejecucin de las medidas de reforma
penitenciaria adoptadas por la actual gestin penitenciaria en tanto se encuentran en el marco
del respeto a las normas internacionales de proteccin de derechos humanos de las personas
privadas de libertad. En ese sentido, tambin resultan valiosas las recomendaciones realizada
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por la Defensora del Pueblo a travs de sus informes defensoriales respecto de su labor de
supervisin en centros penitenciarios.
6. Resulta necesario reincorporar la figura del Juez de Ejecucin Penal tomando en cuenta la
experiencia en el derecho comparado y lo ocurrido en nuestro pas durante la vigencia del
anterior cdigo de ejecucin penal. Quiz un juez especializado podra revisar la justicia
humana a travs de la justicia de Dios.
7. La situacin de las personas privadas de libertad y el cumplimiento del fin resocializador no
slo es responsabilidad de las autoridades penitenciarias, compete a los diversos sectores del
Estado y a toda la sociedad en su conjunto, por lo que debe promoverse de manera efectiva
una articulacin de la gestin penitenciaria con los otros sectores del Estado, as como la
participacin ciudadana de la sociedad a travs de espacios y mecanismos de dilogo. La
Iglesia tiene una gran responsabilidad en esta tarea Estuve preso y me visitaste.
8. En esta perspectiva, se ha observado el aporte positivo de algunos gobiernos regionales y
locales en apoyo a algunos centros penitenciarios dentro de sus respectivas jurisdicciones,
lo que debe ser institucionalizado y fortalecido como parte de una poltica nacional de
tratamiento y distribucin de los recursos locales.
9. La iniciativa y el aporte del sector privado debe ser uno de los ejes importantes para fortalecer
el sistema penitenciario en reas y actividades especficas como el desarrollo de capacidades
tcnico- productivas de las personas privadas de libertad, promocin de la asociacin de
internos en formas peculiares de economas solidarias a travs de micro y pequea empresa
con crditos apropiados, facilitar canales de comercializacin en el mercado interno y externo
para la produccin que se realiza en los penales, entre otros aspectos.
10. En este propsito, resulta importante que los acuerdos comerciales y de integracin que
nuestro pas viene asumiendo con diversos Estados puedan tener impacto en el desarrollo
de actividades productivas de gran calidad en los centros penitenciarios destinados a la
exportacin.
11. Las actividades educativas y de trabajo que se provee a las personas privadas de libertad
deben contemplar las diferentes reas del saber y ocupacin humana pero en la perspectiva
de articular dichos esfuerzos con organismos e instituciones pblicas y privadas.
12. El contenido y la metodologa de los programas estructurados como CREO, TASS, DEVIDA,
FOCOS y otros, han mostrado resultados favorables con la participacin de grupos focales
de personas privadas de libertad sobre todo jvenes y primarios, por lo que estas iniciativas
deben replicarse y reproducirse a nivel nacional, tal como lo ha considerado el INPE como uno
de los ejes centrales de la reforma penitenciaria.
13. Resulta posible facilitar la incorporacin de futuros profesionales va convenios de cooperacin
con las entidades educativas de las reas de enfermera, educacin, medicina, derecho,
psicologa, servicio social, administracin de empresas, gestin empresarial, entre otros, a fin
de coadyuvar y complementar la labor que cumplen los profesionales del INPE.
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14. Debe promoverse con los profesionales de Psicologa y sus respectivos colegios que los
representan, campaas de atencin sobre salud emocional tanto a los privados de libertad
como a los servidores penitenciarios que derive en casos de atencin personalizada y
permanente. Pero sobre todo trabajar el lado humano de la persona, promover actitudes que
permitan el encuentro con el otro, saber ser uno mismo, sentir como el otro y ver como el
otro.
15. Las autoridades penitenciarias deben brindar las mayores facilidades a las personas y entidades
que ingresan a las prisiones para coadyuvar con las acciones de tratamiento observando
las reglas de cuidado y seguridad ms apropiados para facilitar su labor. De este modo, el
acompaamiento de la Pastoral Penitenciaria resulta acorde a los fines de la resocializacin.
16. Las gracias presidenciales constituyen una facultad del Presidente de la Repblica que no son
ilimitadas sino que se encuentran regulados en diversas disposiciones normativas, por lo que
su otorgamiento debe estar inserto en una poltica criminal de reconocimiento de aquellas
personas privadas de libertad, que muestran conductas acordes al respeto del principio de
autoridad, de la vida en armona en la prisin, y que de muestras de signos favorables para
la resocializacin. Una de las medidas para disminuir el tiempo de vida en prisin y con ello
mitigar el incremento vertiginoso de la poblacin penal puede ser realizado a travs de las
gracias presidenciales en un marco regulatorio transparente y claro. Llama la atencin las pocas
gracias presidenciales aprobadas durante el actual gobierno del Presidente Ollanta Humala en
comparacin de otros gobiernos.
17. Una buena experiencia para la concertacin, la bsqueda de consensos y la realizacin de
acciones conjuntas a favor de las personas privadas de libertad, es la Mesa Interinstitucional de
Crceles en la cual se encuentran los diversos actores involucrados con el mbito penitenciario.
Esta experiencia de dilogo y accin debera replicarse a nivel nacional y en diferentes niveles
afirmando la voluntad democrtica de la vida en sociedad.
18. El Estado peruano debe acoger y aplicar las recomendaciones que han sido formuladas por la
Comisin Interamericana de Derechos Humanos en el Informe sobre los Derechos Humanos
de las Personas Privadas de Libertad en las Amricas aprobado por este organismo el 31 de
diciembre de 2011. Particular importancia en el contenido de este informe merece resaltar la
especial posicin de garante en la que se erige el Estado respecto de las personas privadas
de libertad, y la obligacin de generar un trato humano en todos los niveles del mbito
penitenciario, no slo hacia los privados de libertad sino tambin en el personal penitenciario,
en la familia de los recluidos y hacia otras personas e instituciones vinculadas con la situacin
penitenciaria. Recordemos que una de las recomendaciones ha sido la del cierre del penal de
Challapalca, lo cual es muy importante.
19. De igual forma, se debe proceder a sistematizar las sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos en casos vinculados al respeto de los derechos humanos en el mbito penitenciario
(como es el caso Tib vs. Ecuador), a fin que las autoridades pblicas cumplan con los principios,
pautas y fundamentos de estas sentencias que resultan vinculantes para el Per.
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Bibliografa
PODER JUDICIAL
Acuerdo Plenario No. 8-2011/ CJ-116 sobre Beneficios Penitenciarios, Terrorismo y
Criminalidad Organizada de fecha 6 de diciembre de 2011.
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Boletin-Humanizando-4
Beneficios Penitenciarios, el fin de la pena y el Tribunal Constitucional. En: Alerta Informativa,
Lima- 2011, www.lozavalos.com.pe/alertainformativ
www.lozavalos.com.pe/alertainformativa
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Jurisprudencia. www.tc.gob.p
www.tc.gob.pe
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Anexo
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