Jordi Borja (2003) - La Ciudad Conquistada PDF
Jordi Borja (2003) - La Ciudad Conquistada PDF
Jordi Borja (2003) - La Ciudad Conquistada PDF
Con la colaboracin de
Majda Drnda, l\1ariela Iglesias, 1\1irela Fiori y Zaida Mux
LA CIUDAD CONQUISTADA
Alianza Editorial
__1.
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Esta obra ha sido publicada con la)tyuda de la Dirci~n General del Libro,
Archivos v Bibliotecas del Ministerio de Educacibn v Cultura .
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Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin
y/o multa.~. adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren,
plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica,
o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a tra-
vs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.
PRESENTACi)N ................................................................................................. . 17
'
La ciudad y su conquista :::.... .;............................... 32
Los derechos ciudadanos .............. :~~ ...............................~.............................. 33
Seguridad ciudadana: un desafo para las polticas locales ...................... _. ....... . 215
. , socia
R e1aCJon . ' e 1'd en u'd ad ........................................................ ..
. 1, .mtegrac10n 220
El desafo y la aventura .................................................................................. . 227
Escuela y ciudadana ..................................................................................... . 231
Sociedad urbana. Mujeres y nios en la ciudad actuaL .................................. .. 240
LISTA DE BOXES
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Captulo 2
Captulo 3
1
12 LA CIUDAD CONQUISTADA
Captulo 4
Captulo 5
Captulo 6
Captulo 7
J
AUTORES DE LOS BOXES
_J..__
16 LA CIUDAD CONQUISTADA
PRESENTACIN
justificacin
'
bro. Quizs sera ms exacto habla~ de Constructoi~es y conquistadores de fa ciu-
dad, o de La larga marcha hacia L ciudad democrtii-a, o de La ciudad del de-
seo, es decir, explicitar el carcter dialctico conflictivo del proceso urbano, la
nunca acabada apropiacin social de la ciudad por parte de los ciudadanos, la
ciudad como aspiracin y como horizonte de futuro que nos motiva para ac-
tuar en el presente. Entiendan pues el ttulo de Ciudad conquistada como un
deseo de ciudadana, es decir, de ciudad igualitaria, libre y fraterna. .
El contenido
Agradecimientos
Este libro es en parte heredero del anterior, Espai public, Ciutat i Ciutadana
(publicado en el 2001 por la Diputaci de Barcelona y en el 2003 objeto de
PRESENTACIN 19
o
' '
Ma Montaner, Joan Subir:Hs, Albert Serra, Manuel de Forn, Jordi Mas ... en
fin, prcticamente con tod.')s. Encontrarn la relacin al principio del libro.
Otros amigos, como FraH;c-is Ascher (Pars), Joan Busquers, Michael Cohen
(Nueva York) y algunos ms, han contribuido decisivamente con sus trabajos
. y con el dilogo mantenido a lo largo de aos a la orientacin y a las ideas
. que contiene este libro.
No puedo citar ahora la lista de todos los amigos que a lo largo de cua-
. renta aos me han estimulado a ocuparme de la ciudad y de sus gentes, des-
. de el profesor de Geografa de la Sorbonne, Pierre George, que me inici en
el descubrimiento profesional de la ciudad, o Manuel Castells, con el cual
intercambiamos las primeras reflexiones urbanas en el Pars de los sesenta,
y continuamos hasta ahora, hasta los compaeros de Espaa y Amrica La-
tina, un pie en los centros de estudio o en los gobiernos locales y otro pie en
los movimientos populares, con lo cual hemos tejido unas redes de solidari-
dad que han resistido al tiempo y a los golpes de Estado.
Espero que si cito a Alfredo Rodrguez, el entraable compaero chileno,
y a la recientemente desaparecida, la querida Tona Mascareas, los amigos y
cmplices de nuestra informal internacional urbana y ciudadana se sientan
representados.
Gracias finalmente a Alianza Editorial y en especial a Beln Urrutia por
haberme solicitado este libro y, sobre todo, por la paciencia que ha tenido
debido a mis constantes retrasos respecto a la fecha de entrega acordada.
J. B.
CAPTULO 1
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ciudad a partir del siglo XVIII, paf:t vincularse al Est~do o a la nacin, como
entes que confieren y reconocen con exclusividad es~e estatuto. El concepto
deciudadana se ha extendido a otros campos, y adems de la ciudadana ci-
vil y poltica, que es la propia en sentido estricto, se habla de ciudadana so-
cial, administrativa, cultural, laboral, etc.
Es decir, que nos encontramos con conceptos que por una parte tienden
a confundirse (o encapsularse los unos dentro de los otros) y por otra a con-
fundirnos por su tendencia expansiva, siendo hoy considerados usualmente
polismicos.
La hiptesis subyacente a lo largo de todo el texto es considerar que estos
tres conceptos estn relacionados dialcticamente, que ninguno de ellos
puede existir sin los otros dos y que nuestra vida depende en buena medida
de esta relacin. Los valores vinculados a la ciudad, de libertad y de cohe-
sin social, de proteccin y desarrollo de los derechos individuales y de ex-
presin y construccin de identidades colectivas, de democracia participati-
va y de igualdad bsica entre sus habitantes, dependen de que el estatuto de
ciudadana sea una realidad material y no slo un reconocimiento formal. Y
tambin de que la ciudad funcione realmente como espacio pblico, en un
sentido fsico (centralidades, movilidad y accesibilidad socializadas, zonas
social y funcionalmente diversificadas, lugares con atributos o significantes)
y en un sentido poltico y cultural (expresin y representacin colectivas,
identidad, cohesin social e integracin ciudadana).
i
!1
nal tiende a romper las rigideces que muchas veces tiene el ordenamiento
jurdico administrativo.
Una aventura y una conquista de la humanidad, nunca plena del todo, nun-
ca definitiva. El mito de la ciudad es prometeico, la conquista del fuego, de
la independencia respecto a la naturaleza. La ciudad es el desafo a los dio-
ses, la torre de Babel, la mezcla de lenguas y culturas, de oficios y de ideas.
La Babilonia, la gran prostituta de las Escrituras, la ira de los dioses, de
26 LA CIUDAD CONQUISTADA
Las libertades urbanas son muchas veces ms tericas que reales y sus bene-
ficiarios pueden ser los primeros en reducirlas o aniquilarlas para muchos de
sus conciudadanos. El mito de la ciudad es el del progreso basado en el in-
tercambio, pero las ciudades tambin son sede del poder y de la domina-
cin. La ciudad es un territorio protegido y protector que, formalmente,
hace iguales a sus ciudadanos, pero las realidades fsicas y sociales expresan a
su vez la exclusin y el desamparo de unos frente a: los privilegios y al pleno
disfrute de las libertades urbanas de otros. En todos los tiempos han existido
ilotas, colectivos aparcados en los suburbios, sin papeles. Incluso normas
formales o factuales que excluan a sectores de la poblacin de avenidas, de
barrios residenciales, de equipamientos de prestigio<'. En todos los tiempos
la ciudad como aventura de la libertad ha hecho del espacio urbano un lu-
gar de conquista de derechos.
Por todo lo que antecede es lgico deducir que una de las lneas que recorre-
rn este texto es la reivindicacin de la ciudad como espacio pblico. Nega-
mos la consideracin del espacio pblico como un suelo con un uso especia-
lizado, no se sabe si verde o gris, si es para circular o para estar, para vender
o para comprar, cualificado nicamente por ser de dominio pblico aun-
que sea a la vez un espacio residual o vaco. Es la ciudad en su conjunto la
que merece la consideracin de espacio pblico. La responsabilidad princi-
pal del urbanismo es producir espacio pblico, espacio funcional polivalente
que relacione todo con todo, que ordene las relaciones entre los elementos
construidos y las mltiples formas de movilidad y de permanencia de las
personas. Espacio pblico cualificado culturalmente para proporcionar con-
tinuidades y referencias, hitos urbanos y entornos protectores, cuya fuerza
-
~ significante trascienda sus funciones aparentes. El espacio pblico concebi-
do tambin como instrumento de redistribucin social, de cohesin comu-
nitaria, de autoestima colectiva. Y asumir tambin que el espacio pblico es
espacio poltico, de formacin y expresin de voluntades colectivas, el espa-
cio de la representacin pero tambin del conflicto. Mientras haya espacio.
pblico, hay esperanza de revolucin, o de progreso .
Urbanizacin no es ciudad~ 0
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Y sin embargo en este siglo en que la ciudad lo es todo, un siglo XXI que se
nos presenta con dos tercios, o tres cuartos, de la poblacin habitando en
regiones urbanas o urbanizadas y que en Europa ha alcanzado un nivel de
generalidad que nos permite hablar de Europa-ciudad; pues bien, en este si-
glo urbano la ciudad parece tender a disolverse. Urbanizacin no es ciudad,
otro de los hilos conductores de este texto. Crece la poblacin suburbana,
en algunas regiones europeas el suelo urbanizado se multiplica por dos en
veinticinco aos sin que haya aumentado la poblacin 11 La ciudad emer-
gente es difusa, de bajas densidades y altas segregaciones, territorialmente
despilfarradora, poco sostenible, y social y culturalmente dominada por ten-
dencias perversas de guetizacin y dualizacin o exclusin. El territorio no
se organiza en redes sustentadas por centralidades urbanas potentes e inte-
gradoras, sino que se fragmenta por funciones especializadas y por jerarquas
.sociales. Los centros comerciales, las gasolineras y sus anexos incluso, con-
vertidos en nuevos monumentos del consumo; el desarrollo urbano disper-
so, los nuevos guetos o barrios cerrados, el dominio del libre mercado sobre
unos poderes locales divididos y dbiles; los comportamientos sociales pro-
teccionistas guiados por los miedos al Otro y por el afn de ser alguien>>;
la privatizacin de lo que debera ser espacio pblico ... todo ello lleva a la
negacin de la ciudad. El libre mercado todopoderoso no tiene capcidad
integradora de la ciudadana; al contrario: fractura los tejidos urbanos y so-
ciales, es destructor de ciudad.
La ciudad y su conquista
El aire de la ciudad nos hace libres es una expresin de deseo, que tiene
races muy reales en la historia, que ve en la ciudad un mbito de posibilida-
des, pero que no corresponde a las realidades concretas que viven una parte
muy importante de sus habitantes. Siempre h~ sido as, pero siempre dife-
rente. En cada poca la ciudad ha sido un lugar de conquista de libertades y
derechos, en cada poca el lugar, los actores y los conflictos han sido distin-
tos. La ciudad se transforma, su morfologa, sus actividades, su poblacin,
sus comportamientos y sus demandas. Cada poca debe definir su horizonte
de derechos deseables, el nivel histrico de civilizacin. La ciudad es la gen-
te, pero no toda la gente posee el estatus de ciudadana, el estatuto de dere-
chos y deberes que nos hacen ciudadanos iguales por lo menos formalmen-
te. Atribuir la condicin de ciudadano a todos los habitantes de la ciudad es
el derecho m~s elemental a conquistar. Es preciso hoy redefinir los derechos
ciudadanos. No son suficientes los derechos a elegir y ser elegido en el go-
bierno local, ni el derecho a la vivienda o a la educacin. Se precisan dere-
chos ms complejos: a una participacin poltica mltiple, al acceso univer-
sal a las tecnologas informticas, al salario ciudadano, a la formacin
continuada. El derecho a la ciudad, que adems de vivienda incluye entorno
significante, accesibilidad y visibilidad, elementos de centralidad y monu-
mentalidad, equipamientos y entornos cualificados, mixtura de poblaciones
y actividades.
La ciudad nos hace libres si podemos acceder a las tericas libertades ur-
banas. Para ello deben cumplirse condiciones mnimas de organizacin fsi-
ca e institucional. Las alamedas por donde transitaran hombres y mujeres li-
bres e iguales que anunciaba Salvador Allende en su ltimo mensaje son una
metfora, pero tambien una realidad fsica. Es deber de los responsables po-
lticos, de los lderes sociales, de los planificadores y diseadores urbanos ga-
rantizar la centralidad, accesibilidad y cualidad de los espacios pblicos, de
los ejes y plazas con ms valor simblico, para que sean lugar de expresin
de la ciudadana frente a las instituciones de poder. La ciudad es el lugar del
cambio histrico, de su materializacin, el lugar de la manifestacin con o
contra el poder, de conquista de derechos. Todas las revoluciones democr-
ticas se vinculan a la c_onquista del espacio pblico ciudadano por parte de
las mayoras populares.
CAPTULO 2
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38 LA CIUDAD CONQUISTADA
e
.
'
diferencia del mbito metropolitano, que al requerir polticas y servicios p-
blicos estatales genera estructuras polticas administrativas y fue:-tes conHic-
tos (entre los municipios y la regin o el nivel intermedio o entre un muni-
cipio perifrico y el central), el mbito macrorregional ms bien suscita
inters y atraccin, pues su balance es de suma positiva (nada a perder, todo
a ganar). Por ejemplo ciudades como Marsella o incluso Lyon manifestaron
su inters en articularse con la macrorregin estratgica propuesta por el
Plan de Barcelona.
Ante esta complejidad territorial se multiplican las propuestas y las expe-
riencias para construir una nueva gobernabilidad 9 bis. En estos nuevos mar-
cos fsicos y culturales ciq.dos conviene anteponer la. definicin de las de-
mandas sociales y de los derechos ciudadanos a la ingeniera institucional.
Nos interesan las formas de gobierno y los mecanismos participativos en la
medida en que expresan o hacen posible la confrontacin de posiciones ante
las distintas dinmicas urbanas que se q1anifiestan en la realidad urbana. Lo
cual es indispensable para dejar sin coartada al fcil surfismo que tienta tan-
ro a los profesionales. Sobre la base de posiciones polticas claras y de valores
fuertes y explicitas, que no hay que confundir con dogmas especulativos o
normativos, se deben hacer propuestas sobre la ciudad. Es decir, hacer ciu-
dad a partir de la consideracin prioritaria de los derechos de la ciudadana
en nuestra poca y no de una visin unilateral y subjetiva del caos o de la
difusin urbana desestructurada. Como se apunta en distintos momentos
en este texto, una visin dialctica de los procesos urbanos nos parece ms
adecuada. En la ciudad actual se perciben tanto dinmicas objetivas con-
tradictorias como conflictos sociales, culturales y polticos entre colectivos
. . diversos .
40 LA CIUDAD CONQUISTADA
L
42 LA CIUDAD CONQUISTADA
_ _1
44 LA CIUDAD CONQUISTADA
... servicios especializados que necesitan las complejas organizaciones para poder
controlar la dispersin de la red de factoras; oficinas y servicios [... ] y [... ] de in-
novaciones financieras y la creacin de mercados, ambos centrales en la inrerna-
cionalizacin y expansin de la industria financiera.
Comportamie1~tos
sociales urba1ios.
La nueva autonoma del individuo Urbano
y las pe~sonas que viven solas son tan numerosas como las familias
biparentales. Y existen otros modos de instalarse en la sociedad urba-
na, y por lo tanto otro tipo de demanda de vivienda: jubilados (solos
o en pareja, y luego solos), grupos de jvenes, personas que se insta-
lan temporalmente por razn de estudios o trabajo, allegados entre
colectivos inmigrados, etc. Esta diversidad familiar no slo afecta al
tipo de vivienda demandada, sino tambin a la relacin con la ciu-
dad y las polticas pblicas locales. La autonoma individual se ma-
nifiesta en la vida familiar cotidiana de forma radical. Cada miem-
bro de la familia puede ir por su cuenta. Por otra parte la rapidez de
los cambios sociales, las rupturas de informacin y formacin entre
los grupos de edad y la consecutiva prdida de los ritos que en el pa-
sado marcaban los trnsitos desde la infancia hasta la edad madura
han puesto en crisis los modos de reproduccin cultural intergenera-
cional.
d) Los tiempos)' lo.1 e::p.uios urbanos y la multiplicidad de movilid11des. El
uso de los medio.~ d.:- transportes nos indica la diversidad de las tem-
poralidades y espacialidades urbanas. Los desplazamientos obliga-
dos en la mayora de ciudades europeas, es decir, residencia-trabajo-
residencia 2:2, tienden a no representar ms de un tercio del total. La
poblacin activa tiene una movilidad diversificada, trabaja en hora-
rios distintos, combina actividades diferentes, usa el espacio urbano
con otras finalidades (consumo, servicios, atencin a los nios, ocio,
relaciones sociales, etc.). La movilidad de la poblacin no activa an
es menos programada y previsible. Los adolescentes y los jvenes
usan la ciudad en otros espacios yen otros tiempos que sus padres. Y
lo mismo la poblacin jubilada. La ciudad de cada uno de estos gru-
pos es distinta.
Se han experimentado algunas polticas pblicas a partir del estudio
del presupuesto-tiempo de las mujeres (por ejemplo: modificacin
de los horarios de trabajo, comercio y servicios) 25 O de la necesidad
de ofrecer un transporte pblico a la carta para personas que viven
en reas poco cubiertas por el sistema estndar y para personas de
movilidad reducida.
Para una parte importante de la poblacin urbana la ciudad debe
funcionar 24 horas al da. Y en algunos casos se inventan calles 24
horas, como en Curitiba (Brasil).
Otros sectqres de la poblacin,- por el contrario, viven relegados en
espcios rgidos y en tiempos inmviles: son los condenados por el
crculo vicioso de la exch:~.sin, en barrios marginales, sin trabajo fijo
52 LA CIUDAD CONQUISTADA
La ciudad industrial ya rompi por lo menos en gran medida con las comu-
nidades locales propias de la sociedad rural y que tambin existan en la ciu-
dad clsica. Sin embargo, una gran parte de la poblacin urbana, las clases
trabajadoras o populares y las clases medias, mantena unas relaciones socia-
les circunscritas en su mayora al marco familiar, de trabajo y barrial, mbi-
tos que frecuentemente se solapaban. En la sociedad urbana actual las rela-
ciones sociales se han distendido, se han multiplicado y en consecuencia
tambin se han hecho ms dbiles. Tanto es as que la literatura sociolgica
ha recuperado conceptos como anomia, sociedad rota, crisis de la cohesin
o
social fractura del tejido social.
Sin embargo, nos parece que hay que relativizar tanto la naturaleza de la
crisis de la sociedad urbana como su novedad. Es cierto que los progreso_s
de las autonomas individuales y la nueva escala del territorio urbano han
multiplicado las relaciones sociales de cada individuo y de cada miembro
de la familia, que se desvinculan en muchos casos del trabajo o del barrio.
A esto se aaden ahora las r~laciones a distancia por medio del uso genera-
lizado de los ordenadores y del correo electrnico, adems del telfono y
l.A CIUDAD EN SUS TRES DIMENSIONES O l.A NUEVA REVOLUCIN URBANA 53
El barrio en la actualidad
l
L
56 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 2.1
La utopa urbana
]. B.
Una nueva utopa para las ciudades es lo que reclama Bruno Forrier en
su presentacin como nominado al gran premio de urbanismo francs.
Fortier es arquitecto, autor de hermosos libros como La metrpolis ima-
ginaria y El amor por las ciudades y urbanista de grandes proyectos en
Pars, Nantes, Amiens, etc. Nos dice que ya no basta con rehacer la ciu-
dad y sus centros, con hacer ciudad en las periferias mal urbanizadas
procedentes de la ciudad industrial ni con integrar los polgonos de los
sesenta resultantes de unas polticas de vivienda sin visin ciudadana.
Es cierto, esto lo sabemos hacer, otra cosa es que haya voluntad poltica
o competencia profesional para hacerlo bien. Pero hay un desafo ma-
yor, ms difcil por la novedad de su escala y la complejidad de los pro-
cesos en estos territorios indecisos que se han ido creando desde los
setenta. Con optimismo los denominamos regin metropolitana o
ciudad de ciudades, tema que Oriol Nel-lo analiza crticamente en su
reciente libro (Edicions 62), o _ciudad digital, en las recientes y esti-
mulantes obras de Miquel Barcel y Manuel Castells. Son zonas sin
densidad demogrfica ni social, sin diversidad en sus productos aislados
(parques temticos, barrios cerrados o reas logsticas), que se comen la
geografa viva y construyen culturas muertas. Es la ciudad sin sentido,
o el sentido de la no-ciudad. Que contamina y pervierte la ciudad, a
veces en reas con vocacin ciudadana consolidada (como se quiso per- '
petrar con el proyecto Barc;:a 2000) o en zonas estratgicas que exigen
precisamente imaginacin cultural con sentido de lo pblico y no arro-
gancia ignorante con obsesin de lucro (vase Diagonal Mar). La rein-
vencin de la ciudad all donde se ha perdido es una labor poltica e in-
telectual, no un resultado mecnico del mercado ms destructor que
creador de nueva vida urbana. El perodo posterior a 1992 nos dej un
virus maligno: la ciudad-negocio, y no siempre se ha sabido resistir a la
tentacin de venderla por piezas al mejor postor. An estamos a tiempo
de pensar primero, decidir qemocrticamente despus y poner condi-
ciones a los promotores luego. No teman, a la larga ganaremos todos si
hacemos ciudad para todos.
BOX 2.2
El sistema urbano europeo: caracte1sticas bsicas
Mireia Belil
BOX 2.3
El caso francs: las aglomeraciones
]. B.
-----------=-~~--;----------~-, ----------.--~----
lA CIUDAD EN SUS TRES DIMENSIONES O lA NUEVA REVOLUCIN URBANA 59
La aglornerizacin
La organizacin de la aglome.r,flcin
BOX 2.4
La regin mbana del Gran Londres, el nuevo gobienw metropolitano
y la propuesta de gobierno descentralizado para las regiones inglesas
Francesc Muoz
BOX 2.5
Las polticas recientes de;descentrqlizacin administrativa en Italia
Francesc Muoz
BOX 2.6
Tokio
Extrado y traducido por M. l. del texto original Comparative Study
ofRandstad and Tokio. Towards spatial sustainabilit)' ofcity-regions
de Akiko Okabe.
BOX 2.7
reas metmpolitanas espaolas
Extrado por M. l. del trabajo de Oriol Nel.lo Las reas
l\1etropoliranas, en Antonio Gil Olena y Josefina Gmez l\1endoza (eds.),
Geografla de Espaa, Barcelona, Ariel200l; pp. 275-298.
BOX 2.8
Barcelona-Madrid: mbitos comparativos
Josep Serra
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177
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1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001
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BOX 2.9
Ciudades metropolitanas y gobernabilidad
J. B. y M. F.
La nueva realidad metropolitana
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68 LA CIUDAD CONQUISTADA
La gobernabilidad
~----------- --~------~=~>
CAPTULO 3
~
'....,;
a) La ciudad es, o debe ser, una oferta global, no una serie de enclaves
ofertados en medio de un paisaje banal excluido.
b) La ciudad es una realidad contradictoria y compleja. Contradictoria
es la herencia (centros y periferias, por ejemplo) y contradictorias
son las dinmicas en curso (densificacin y dispersin, por ejemplo).
Las polticas urbanas deben buscar compromisos.,positivos entre es-
tas contradicciones mediante una intervencin transformadora per-
r.
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72 l..A CIUDAD CONQUISTADA
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_... _,
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANfSTICA /
/
_,
ciudad difusa: La ciudad clsica, con sus centros histricos y sus ba-
rrios que mezclan usos y poblaciones, coexiste con todo tipo de pro-
ductos monofuncionales y aislados, de tramas y usos muy diversos
(parques empresariales de rascacielos separados, zonas logsticas,
conjuntos residenciales compactos en medio del campo, grandes
malls o reas comerciales, etc.).
b) Coexisten por lo tanto la integracin o cohesin ciudadanas con la
fragmentacin del tejido urbano y social. La mixtura funcional y so-
cial y la segregacin por usos y por grupos socioculturales se corres-
ponden slo en parte con la dicotoma anterior. En este caso nter-
vienen factores coro el diseo de los ejes viarios y el rol que se
atribuye al transporte privado y al pblico, la orientacin de las pol-
ticas pblicas locales y las culturas cvicas dominantes.
e) Los fenmenos de privatizacin de la vida social urbana se multiplican
(grandes centros comerciales y ldicos o parques temticos, barrios ce-
rrados y homogneos). Paralelamente, se revaloriza el espacio pblico
como elemento de calidad de vida y de cohesin sociocultural.
e
.
'
e) El proceso participativo de elaboracin e implementacin del plan
estratgico se considera por muchos de sus defensores su principal
virtud. Es cierto que es una forma de crear un cierto consenso legiti-
mador sobre los objetivos y los proyectos de las polticas urbanas,
pero tambi~n se corre el riesgo de crear un consenso pasivo sobre ge-
neralidades entre lites, cuando no de legitimar nicamente algunas
actuaciones de inters para alguno de los actores.
Los proyectos estratgicos son el encuentro de los objetivos con las opor-
tunidades (Portas). La verdad prctka de los planes se realizar en los pro-
yectos. Un mtodo simple de articulacin es imaginar un eje de coordena-
das. Si colocamos en las abscisas los objetivos expresados por acciones que
propone el plan y en el eje de ordenadas las oportunidades concretas en ac-
tuaciones, los puntos de interseccin nos darn los proyectos estratgicos.
Los esquemas de coherencia de la ordenacin territorial recin estable-
cidos en Francia recogen las aportaciones positivas del planeamie~to estrat-
gico con dos ventajas aadidas: la territorializacin de los proyectos y las
condiciones mnimas que impone el sector pblico (por ejemplo, 20 por
ciento de vivienda social en los proyectos de desarrollo urbano).
cadores del espacio pblico al que pueden aadir pluses diversos: referentes f-
sicos y simblicos, elementos atractivos que proporcionan visibilidad y seguri-
dad, mayor diversidad de usos, etc. Ello supone una visin no funcionalista '1
del equipamiento, incluye otros usos adems de los especficos, puede ser ms
importante lo que suscita que su funcin especializada y debe promover espa-
; 1
80 LA CIUDAD CONQUISTADA
(llistricamente las Ciudades las han hecho ms las infraestructuras que los
planes, es decir, las infraestructuras han orientado el desarrollo de la ciudad
1 .
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANfSTJCA 81
Las reas en proceso de cambio de uso son muy diversas: antiguas industrias,
-instalaciones portuarias, ferroviarias o militares obsoletas o que se -relocalizan,
~onas de hbitat disperso o sernirrurales que se densificap, tejidos urbanos con-
solidados pero si~ centralidad que reciben el impacto de un gran proyecto ur-
bano, etc. Son las grandes oportunidades del urbanismo tanto en la ciudad
consolidada como en la tercera ciudad o regin metropolitana. Las respuestas
son muy diversas: en unos casos se realizan operaciones complejas, con volun-
tad de hacer ciudad, y en otros se opta por productos urbanos monofuncio-
nales, desde los barrios cerrados hasta los parques temticos. Tambin las tra-
mas y las tipologas arquitectnicas son diversas: podemos encontrar tanto
rascacielos banales que en vez de espacio pblico crean vaco (o est-acionamien-
to) en su entorno como nuevos e interesantes tipos de manzana (como la
abierta de Portzamparc) que buscan combinar nuevas escalas y flexibilidad de
produccin con la calidad ciudadana, el foce to Jace y los espacios de transicin.
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANSTICA 83
1
84 LA CIUDAD CONQUISTADA
T70; --,------~----,----ft'--
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANSTICA 85
- - - ---~~-~---~-'-T--~-----,-----,---1'--
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANfSTICA 87
....,
.~ Sobre las orientaciones culturales de la planeacin
J' la gestin del urbanismo actual
_L
88 LA CIUDAD CONQUISTADA
Las polticas pblicas y los desafios del territorio imponen nuevas estructu-
ras poltico-administrativas, pero las inercias son muy fuertes y en general
las reformas se paralizan antes de implementarse o producen una poco efi-
caz inflacin institucional 26 .' Ya hemos expuesto las reformas recientes en
Francia e Inglaterra. En este captulo solamente queremos destacar tres te-
mas que nos parecen novedosos y cuyo debate est a la orden del d~~~
o
.. '
'
Y sin embargo la participacin ciudadana, necesaria pero tan difcil de
implementar, se desarrolla, las experiencias interesantes se multiplican y se
inventan nuevos mecanismos: el presupuesto participativo, los consejos ciu-
dadanos, la gestin cvica de los equipamientos, el proceso participativo en
el planeamiento estratgico, las cons~ltas ciudadanas, las comisiones mixtas
... ~ para la elaboracin y el seguimiento de los proyectos urbanos, los planes de
.. .
; desarrollo comunitario (para reforzar el ~ejidoasociativo), las radios y televi~
siones locales o barriales que de facto son instrumentos de participacin, las
'l'
,"
con1isiones mixtas con el gobierno local para elaborar y hacer el segimien-
to de programas sectoriales (sociales, d~ seguridad, culturales, educativos,
etc.), la gestin y animacin del espacio pblico por parte de entidades con
apoyo municipal (o de patrocinadores), etc.
Se intentan caminos de superacin entre las formas propias de la demo-
cracia representativa y la democracia directa. La utilizacin simultnea o su-
cesiva de muchos de los instrumentos citados permite abrir procesos de de-
. mocracia deliberativa que permiten ir ms all de la mera consulta,
favorecen intervenir o influir en el proceso previo a la decisin formal y
abren el camino a la participacin activa en el posterior proceso de gestin o
ejecucin 30
Todos estos mecanismos son discutibles en algn aspecto, tienen sus l-
mites y ambigedades, pero tambin todos ellos en algunos o muchos casos
han dado resultados interesantes. Es un campo del desarrollo democrtico
cuyo inters va mucho ms all del urbanismo reflexivo, proyecto por pro-
yecto. Es una condicin de la goberna.bilidad democrtica de la ciudad del
siglo XXI.
94 lA CIUDAD CONQUISTADA
a) Ante todo hay que saber adnde se quiere ir, cules son los objeti-
vos que se quiere alcanzar con un plan o un proyecto. Volviendo a
Alicia en el pas de las maravillas, recordar lo que le dijo el Gato: S
no sabes adnde quieres ir, no importa lo que hagas. Pero en ur-
banismo s que importa: la calidad de vida de la gente depende de
ello.
b) El urbanismo no es gestin financiera, ni de entrada arquitectura o
ingeniera: acta sobre el vaco, es el marco que condicionar la vida
de las gentes, ordena las relaciones futuras entre elementos fsicos, se
basa en las dinmicas sociales y econmicas, en las limitaciones que
imponen el medio y los recursos, en los valores culturales, en las vo-
luntades polticas, en las relaciones de fuerza entre los actores inter-
vinientes. La gestin del urbanismo es ante todo poltica.
e) La gestin de los planes y de los proyectos es hoy tambin un oficio
que exige una profesionalidad que no se adquiere en las aulas uni-
versitarias, sino ms bien en la prctica administrativa o empresarial,
en el ejercicio de la representacin poltica o de liderazgo social o en
la actividad profesional urbanstica si se tiene ocasin de dirigir la
elaboracin de un plan o la ejecucin de un proyecto. Ello no quiere
decir que no sea necesario que los procesos formativos se abran a en-
seanzas que asuman la complejidad de la intervencin sobre la ciu-
dad. Ahora esta formacin se echa mucho en falta.
d) El urbanismo debe abrirse a nuevas profesiones. Por ejemplo en los
ltimos aos ha adquirido importancia el paisajismo; ahora hay pai-
sajistas urbanistas, como es normal que haya ingenieros, gegrafos o
arquitectos urbanistas. Tambin los eclogos, los bilogos, los psic-
logos sociales, los polirlogos, los gestores culturales se aaden a la
profesin, en la que ya estaban tambin juristas, economistas, soci-
logos, demgrafos, gestores culturales, antroplogos, diseadores,
etc. La diversidad de problemticas y de soluciones exige diversidad
de perspectivas y de mtodos.
e) El urbanismo se mide por la prctica, por sus resultados sobre el te-
rreno. En la resolucin final de sus propuestas las disciplinas de dise-
o formal tienen un rol decisivo. No hay urbanismo sin dibujo; que
el urbanismo no sea arquitectura ni ingeniera no significa que los
arquitectos e ingenieros no sean protagonistas principales de la pro-
!
~ 1
1
96 LA CIUDAD CONQUISTADA
puesta final. Pero no son)os nicos: sin gestin poltica, sin partici-
pacin social, sin viabilic~d econmica y sih base jurdica tampoco
habr urbanismo.
A lo largo del texto se exponen los que nos parecen ms significativos, en es-
pecial en relacin al espacio pblico, a la forma de la ciudad, a la participa-
ci!) de los ciudadanos. Como recordatorio citamos ahora los debates que
nos parece se deducen de los puntos anteriores.
La ciudad y su muerte. La tercera ciudad es an ciudad? Si la mitad, o
casi, de la poblacin de los Estados Unidos vive en estos espacios lacnicos
(lngersoll) que no son ni campo ni ciudad, ni centro ni periferia, ni barrio
ni casas aisladas, que son los suburbs privatizados en su gestin, guetizados
socialmente, fragmentados por autopistas que sustituyen al espacio pblico,
sin hitos ni smbolos, sin autogobierno, sin diversidad ni densidad (como
expona Wirth y como reclama Sennett) ... esto es ciudad? La globalizacin
financiera y la sociedad informacional para mal o para bien marcan nuestras
vidas, pero no necesariamente matan o resucitan a las ciudades. La ciudad
sobrevive, resucita en sus reas consolidadas y en bastantes casos ciudadani-
za los nuevos suburbios de la tercera ciudad (por ejemplo con nuevas cen-
tralidades que mezclan los centros comerciales y culturales con los edificios
pblicos y los equipamientos sociales y, sobre todo, con programas de vi-
vienda).
La ciudad densa)' la ciudad difusa. El maniquesmo es la tentacin que se
ha de evitar en este tipo de debates. Dos cuestiones previas. Una: tanto la
ciudad densa como la difusa existen, y la evaluacin es contradictoria. En
algunos casos la ciudad difusa parece un complemento adecuado de una re-
gin policntrica (por ejemplo la terza Italia del centro-norte o la regin
del Vneto). En otros la ciudad densa acumula disfunciones y costes sociales
(por ejemplo So Paulo). Dos: la ciudad densa de calidad (preferida y nos
parece que con razn por la cultura europea) es ahora la propia principal-
mente de los sectores medios en lo econmico y de los altos en lo culturaL
Pero los sectores populares, trabajadores, inmigrados y excluidos viven en su
mayora en suburbios, en la ciudad difusa (excepto los que sobreviven en
barrios antiguos degradados). El desafo urbanstico y social lo tenemos en
la ciudad difusa, que ms que despreciarla es la que nos debe interesar, la
que pone a prueba nuestra competencia, nuestro compromiso profesional y
social.
1
'i
1
98 LA CIUDAD CONQUISTADA
tacto, el ver al otro cara a cara, l<l:,,~presin fsica, la_ gesrualidad, los sabores
y los olores ... La vida urbana, con sus mezclas y sus;densidades, con su pri-
vacidad posible y libertad de eleccin deseable, tiene larga historia por de-
lante.
Conclusiones
l
LA CIUDAD COMO OFERTA Y LA INNOVACIN URBANfSTICA 99
BOX 3.1
/l proyecto urbano
Extrado y traducido por Mirela Fiori del texto Are the "urban Pro-
jects" a French phenomenon?, de Ariella Masboungi.
Definicin
BOX 3.2
~ /New Urbanism: nuevas (viejas) propuestas
~ '
: Zaida Mux
1
1
En 1993 se reunieron un grupo de urbanistas para formar el Congre-
so para el Ncw Urbanism (CNU), con sede en San Francisco. En sus
propuestas defienden el acercamiento y revitalizacin de las comuni-
1 dades, basndose en modelos de desarrollo anteriores a la Segunda
Guerra .Mundial, desde el planeamienro regional Patrick Geddes has-
1 ta las propuestas de ciudad jardn trasladadas al territorio americano
1
por Raymon Unwin. Buscan integrar los componentes de la vida mo-
derna -vivienda, trabajo, comercio y ocio-- en vecindarios compac-
tos, polifuncionales y de escala peatonal (pedestrian-fiiendly), coloca-
dos en un marco regional m:1yor. Se presentan como alternativa a la
suburbanizacin esparcida interminablemente sobre el territorio (mb-
mban sprawl) estas reas monofuncionales de baja densidad slo acce-
sibles o casi en automvil. Los lderes fundadores fueron Andres
Duany, Elisabeth Plater-Zyberg, Peter Calthorpe, Daniel Salomn,
Stefano Polyzoides y Elisabeth 1v1oule, y en el ao 1999 contaban con
1.500 miembros.
[ .. ] New Urbm~ism tiene que probar a lo largo del tiempo que sus
ideas son superiores tanto para la revitalizacin de viejas ciudades y
pueblos como para construir nuevas comunidades. Si pueden respon-
der a estos retos, el New Urbmlsm pLiede ser un camino dominan te
para las inversiones inmobiliarias y el planeamiento del prximo
] 02 LA CIUDAD CONQUISTADA
; 1
BOX 3.3
-
o
r
'
das, patios, claustros e interiores de iglesias. Las ciudades mediterrneas
se han contlgurado a travs de la sabia combinacin de espacios doms-
ticos y edificios pblicos, calles y plazas que dan acceso a espacios de
transicin gradual de lo pblico a lo privado, lugares ambiguos donde
se tolera l presencia de extraos. De hecho el nombre de muchos ele-
... mentos arquitectnicos y urbanos de.dicados a las relaciones humanas
sbn de origen latino: atrio, peristilo: patio, veranda, prtico, vestbulo,
... loggia, terrazas, belvedere, bulevar, incluyendo el caf, mbito por anto-
nomasia de encuentro en la ciudad34
La aparicin: de este urbanismo en Barcelona resulta cuando menos
llamativo en una ciudad orgullosa de sus calles, de su historia urbana y
que fue modelo de recuperacin de la vida urbana para muchas ciuda-
des en las ltimas dcadas. Plantear la posibilidad de unas calles y unos
parques privados es un contrasentido para la definicin del espacio p-
blico por excelencia, que es la calle y la plaza.
BOX 3.4
La tienda de Prad.tl en Nueva York
Josep Maria i\1ontaner
BOX 3.5
//El complejo residencial de Santa Fe, Mxico
J. B..
Ciudad de Mxico ofrece una dualidad sorprendente. Por una parte,
una vitalidad social urbana extraordinaria que se manifiesta en su enor-
me centro abigarrado, en sus mercados, en sus plazas, algunas de ellas
lugares ciudadanos famosos (Zcalo, Coayacn), en sus barrios, que
fueron pueblos y a veces ciudades perdidas>~ 35 , en sus patios de casa de
vecindad. Por otra, la existencia de un urbanismo, pblico y privado,
que parece empeado en romper la ciudad a trozos, en aislar a las per-
sonas, segregar los grupos sociales, encerrar a cada uno en su gueto,
desde los corredores de los aos setenta hasta los barrios cerrados
e
.
'
como el de Santa Fe. Los comportamientos sociales no son ajenos sin
embargo a estas polticas urbanas, incluso a veces van ms all: barrios
que no aceptan ms viviendas, o espacios pblicos abiertos, ambulan-
tes, que ocupan y privatizan la calle en detrimento de otros usos, prefe-
rencia. por los centros comerciales cerrados y excluyentes, etc.
BOX 3.6
Las rondas de Barcelona y el nudo de la Trinidad
Manuel Herce
1
1
-r
i
BOX 3.7
La ordenaciu territorial en regiones urbanas europeas
Iv1ireia Belil
BOX 3.8
Planificaci~z estratgica territorial: un balance provisioual
Manuel de Forn
1 econom1cas.
-Administracin relacional.
-Convivencia en la multiculruralidad.
-Desarrollo de las vocaciones propias de la ciudad.
-El conocimiento como eje del desarrollo de la ciudad.
-La democracia urbana, un objetivo an ms necesario en la etapa
de la globalizacin.
BOX 3.9
El Borne
]. B.
l :. '
,J
CAPTULO 4
LA CIUDAD ES EL ESPACIOPBLICO
~
w
Ya' hemos sealado que los egipcios representaban la ciudad con un crculo
y una cruz; El crculo era el lugar, es decir, la comunidad de personas, la or-
ganizacin poltica y la identidad cultural. La cruz simbolizaba los flujos, o
se;a, el intercambio de bienes, servicios e informaciones, las movilidades, las
relaciones con el exterior. En el espacio pblico se realiza la sntesis de luga-
res y flujos. Y la ciudad es el espacio pblico, lugar de la cohesin social y de
los intercambios.
No hay ya espacios creados por una comunidad [... ] sino itinerarios individuales,
imprevisibl~s, aleatorios, trazados por el hiperconsumo, que son propiedad del
individuo y no de la sociedad.
[... ] el individuo moderno no se ha puesto en movimiento en busca de un
lugar distinto a aquel al que pertenece. Ya no hay lugares: con la destruccin
del espacio de la polis se ha perdido para siempre un orden poltico, tico y
social 7 .
----------------
o
'
mento~.
Barcelona: mmzi{estacidn
. ant:foba/izacirfn. La ciudtld como espacio poltico.
~
} 22 LA CIUDAD CONQUISTADA
cuando dijo que la calle es ma. O los cacerolazos, el que se vayan to-
dos>> (Buenos Aires) de las ciudades latinoamericanas en las que el descon-
tenro popular toma las calles. Tambin .el espacio pblico se hace ciudada-
no cuando deviene lugar de expresin a travs de la fiesta de las diferencias
y de las elecciones, como los desfiles del da del orgullo gay que roman las
calles de Nueva York y San Francisco entre otras o la expresin popular de
los carnavales de Ro de Janeiro o Venecia. Fiestas, reclamos o protestas, en
tanto que manifestaciones de ciudadana, slo son posibles en el espacio
pblico.
o"
Lo que no funciona es el intento de marcaje de nuevos espacios instrumentales a
los que se intenta dar una nueva simbologa por medio de la privatizacin de es-
pacios pblicos [... 1; es decir, la idea de crear unos espacios que reproducen fun- '
i!
ciones de centralidad urbana, que tratan de reconstruir, y reconstruyen,. a veces '
con bastante xito la densidad de la vida urbana pero que privatizan y, a la vez
que privatizan, sesgan definitivamente los usos y la percepcin de este. espacio 1 1
'
porque est dominado por la funcin comercial. No hay nada de malo en la fun-
cin comercial, una funcin tan legtima como cualquier otra en la sociedad.
Pero la cuestin es la estructuracin simblica sobre la base de la predominancia
excesi,~a de esta funcin 10
1 1
j
En ocasiones los procedimientos jurdicos burocrticos han llevado a consi-
derar que el espacio pblico ideal es el que est prcticamente vaco, donde
no se puede hacer nada. y la excesiva proteccin impide el uso, por ejemplo
cuando con las mejores intenciones se peatonalizan radicalmente ncleos
centrados o se prohbe todo tipo de actividades o servicios comerciales en
plazas o parques.
En otras ocasiones, el funcionalismo predominante en el que se basa el
urbanismo moderno descalific pronto el espacio pblico al asignarle usos
especficos. En unos casos se lo confundi con la vialidad o con retales ver-
des. En otros se lo someti a las necesidades del orden pblico (es decir,
espacios apropiados para la intervencin de la polica o el ejrcito). En casos
ms afortunados se prioriz la monumentalidad, el embellecimiento urba-
no, o se lo vincul a la activid:J.d comercial. En los menos afortunados se
utiliz como mecanismo de segregacin social, bien para excluir, bien para
concentrar (por medio, por ejemplo, de la accesibilidad o de la falta de ella).
124 LA CIUDAD CONQUISTADA
L
- , LA CIUDAD ES EL ESPACIO PBLICO 125
i,
~
r,.,.;
Por otra parte, los proyectos desarrollistas de los aos sesenta y setenta
constituyen la raz de cierra desconfianza de los movimientos urbanos ms
crticos hacia los grandes proyectos urbanos. Estas experiencias nefastas con-
taminadas de corrupciones, especulaciones e impactos depredadores sobre el
medio ambiente urbano se tradujeron en prdida de espacios pblicos, des-
pilfarro, proyectos fragmentados y excluyentes. En todo caso, la transparen-
cia, la informacin y la apertura de los gestores hacia el debate permanente
deben ayudar a generar legitimidad y alternativas, ya que no siempre lo
sma/1 is beaut~fit!. Y los grandes proyectos no slo son necesarios, sino que
requieren amplio consenso social.
Hoy en da el conflicto urbano se expresa tanto en los centros como en
las periferias. Las tomas okupas IK en los corazones de las ciudades europeas
plantean nuevas estrategias para viejos temas y renuevan las preguntas sobre
la propiedad y el uso colectivo de los espacios, all donde todo pareca ya
~ consolidado. En las periferias de las grandes ciudades latinoamericanas .tam-
~ bin aparecen nuevas dinmicas de ocupacin del territorio en forma de
asentamientos que con la organizacin y la autogestin tratan de construir
ciudad y no slo viviendas precarias.
Entre las contribuciones ms importantes de los movimientos ciudada-
nos de los ltimos treinta aos a la gestin de la ciudad y al urbanismo de
este final de siglo, citaremos tres:
-
biernos locales en la poltica urbana .
Y, como consecuencia de lo anteriormente dicho, o tal vez como pre-
misa, la recreacin del concepto de ciudadano como sujeto de la pol-
tica urbana, el cual se hace>> ciudadano interviniendo en la construc-
cin y gestin de la ciudad. El marginal se integra, el usuario ejerce
derechos, el residente modela su entorno. Todos adquieren autoesti-
ma y dignidad aceptando y respondiendo a los desafos que les plan-
tean las dinmicas y las polticas urbanas. La ciudadana se conquista
en el espacio pblico.
1 .
132 LA CIUDAD CONQUISTADA
El urbanismo del siglo XIX formaliz la distincin jurdica entre espacio pri-
vado y espacio pblico, regulando los usos edificatorios, pblicos y privados
con el fin de garantizar los espacios pbljcos y la diversidad de funciones y de
usos colectivos que all se podran desarrollar. A finales del siglo la necesidad
de intervenir sobre la ciudad industrial, ya sea para renovarla o para exten-
derla, dio lugar a polticas urbanas activas para hacer espa~io pblico. Dos fi-
guras del urbanismo de la segunda mitad del XIX, Haussmann y Cerda, uno
reestructurando el viejo Pars y el otro diseando la Barceiona moderna del
Ensanche, ordenaron la ciudad alrededor de los espacios pblicos, elemento
principal tanto del sistema de avenidas, plazas y monumentos de Haussmann
corp.o de la trama cuadriculada de Cerda. Es as como la tradicin urbansti-
ca que heredamos no hace del espacio pblico un elemento especializado y
refugio de peatones en un tejido urbano concebido como suma de edificios y
vas para vehculos, sino que lo identifica y lo concibe como la forma misma
de la ciudad )', por lo tanto, est presente en toda ella.
Luego, a lo largo del sigl.o X.,'\, la combinacin de diversos factores, tales
como la dinmica de la propiedad privada, la prioridad pblica y privada a
los programas inmobiliarios, la ocupacin exclusiva del espacio circulato-
rio por parte del automvil, la oferta comercial cerrada, la inseguridad ciu-
dadana, etc., condujo a la crisis del. espacio pblico urbano. En consecuen-
cia, para salvar o recu'perar el espacio pblico se reforz la tendencia a
convertirlo en un elemento especializado, un equipamiento ms de la ciu-
dad. Es as como comenzaron a extenderse los espacios segregados y mono-
valentes 1 ~). Un espacio para nios, otro para perros, otro para aparcar, otro
<<monumental, etc. Con esto el espacio pblico pierde sus dos funciones
fundacionales, de las cuales derivan todas sus potencialidades:
prctica, que se pueden relacionar [... ] es decir, susceptibles de acoger las formas
arquitectnicas heredadas del movimiento moderno, [... ] tambin aquellas que
no entran en lo que consideramos cultura ;rquitectnica. 20
Desde la moda de una cultura urbanstica dbil o pobre las ciudades del cambio
de siglo, incluyendo las ms recientes in~ersiones en la construccin de edificios
para centros comerciales suburbanos y parques temticos, doumtown fistiual mar-
ket y espacios temticos, se puede identificar una continua bsqueda de entrete-
. ni miento de masas sin riesgo, que minimicen el contacto entre ricos y pobres,
entre blancos y neg~os, a la vez que se maximizan los beneficios financieros de
los promotores.
De acuerdo con Herbet Muschamp LJ, esta clase de. negocios urb:mos busca
reinscribir la seguridad de los valores de la clase media en el centro urbano. Un
cierto hbrido, una tica urbano-suburbano que fusione la seguridad del suburbio
y la estandariucin con la congestin urbana, ofreciendo a la clase media un agra-
dablt: espacio pblico donde la gente pueda disfrutar sin tener miedo. Pero esta
clase de negocios urbanos fuerz.a a la ciudad a convertirse en una fortaleza invisible
donde ricos y pobres continan polarizados pero la distancia es menos obvia li.
134 LA CIUDAD CONQUISTADA
Existe otra concepcin de la ciudad, que asume y aprueba el caos metro poli-.
rano y de la ciudad sin lugar. As'la ciudad genrica>> de Koolhaas fabrica
piezas dispersas en el territorio, exalta la anomia y presupone que del caos
saldr el mejor orden posible. Se trata de un pensamiento urbanstico fun-
cional para los negocios privados, los polticos con prisas y los arquitectos
gestual es.
por qu medios la calle, sin dejar de ser va pblica urbana, sin perjuicio de los
servicios que como tal debe prestar, puede y debe atender a otros que de ella exi-
gen, los vecinos por un lado y los transentes por otro, respondiendo a la vez a
las exigen<;:ias de la locomocin y al organismo social y urbano [... ] la calle, sin
perder su cadcter de <<carretera, est destinada a prestar, y realmente presta, una
serie interminable de servicios a cual ms importante al vecindario estante [... ]
En cuanto a la amplitud del conjunto de fajas y zonas destinadas al movimiento
pedestre, despus de meditar muy detenidamente sobre esta cuestin, resulta que
1
1
por ningn concepto debe ser menor de la concedida al movimiento ecuestre y
136 LA CIUDAD CONQUISTADA
rodado [... ] Esas superficies que ~p cada encrucijada ;quedan vacas y al parecer
sin objeto, despus de dejar plen~menrc atendidas las: exigencias de circulacin,
ofrecen a los vendedores callejeros de comestibles y otros artculos de uso comn
y frecuelue, puestos a propsito para atender su utilsima industria 2 x.
o .
Bogot, Avenida ]imnez: la recuperacin de la calle como espacio pblico de cuali-
dad, un proyecto excelente del arquitecto Rogelio Salmo11a.
LA CIUDAD ES EL ESPACIO PUBLICO 137
.
lles mayores o ramblas, bulevares o avenidas, autovas urbanas o autopistas ...
Siempre es necesario garantizar la polivalencia de uso como espacio pblico
y su accesibilidad articulndola con la red viaria de la ciudad, lo cual tam-
bin es vlido pata las plazas, los entornos o espacios de transicin vincula-
dos a grandes equipamientos y parques urbanos.
..
En cuanto a las infraestructuras, stas generalmente han sido considera-
das agresiones inevitables al espacio pblico ciudadano o no han estado tra-
tadas para otros usos que el especfico de su funcin: redes de servicios
(energa, agua, telfono, etc.), infraestructuras y sistemas de transporte co-
lectivo (desde las estaciones hasta las paradas da autobs). Es interesante ver
el tratamiento y la reconversin de reas ferroviarias, puertos, canales y via-
ductos, cuarteles e industrias obsoletas que se realizan actualmente 50 . Este
tipo de intervenciones se deben extender tambin a los accidentes topogrfi-
cos. Es necesario ver en estos elementos oportunidades y no obstculos para
el desarrollo de la ciudad y de la calidad de vida" 1
Por lo tanto, la cultura del espacio pblico nos lleva a considerar que ro-
dos los elementos.que confor-!"nan el espacio fsico urbano se pueden y se de-
ben tratar con un uso polivalente y positivo, sacando ventajas y rendimien-
tos en beneficio del espacio pblico.
''111!
Espacio pblico y la forma de la ciudad
,.
siempre que se evalen los efectos:que estas formas:. por ejemplo los polgo-
nos, los edificios altos discontinuos, etc., tendrn sobre el sistema de espa-
cios pblicos y se corrijan o reduzcan los eventuales efectos perversos que
puedan provocar.
Otros elementos de la forma urbana que condicionan los espacios pblicos
son los grandes ejes, las grandes plazas y los parques urbanos, que a menudo
son productos de la historia urbana pero tambin de decisiones urbansticas
relativamente recientes que no siempre tienen en cuenta los impactos sobre
la trama y los espacios pblicos del entorno. Es decir, que pueden tanto unir
como separar, ser un importante elemento de animacin urbana como crear
desierto a su alrededor o ser ellos mismos un desierto. Los monumentos que
generalmente se hallan situados en estos espacios son elementos de referen-
cia, que marcan diferencias o atribuyen identidad, es decir, significantes,
pero su exceso lleva tambin a banal izar su significado.
Tambin es necesario citar las grandes piezas especializadas, como son los
centros comerciales, las universidades y grandes equipamientos culturales,
las reas deportivas, los templos religiosos, las nuevas estaciones ferroviarias
)' otros. Estos equipamientos pueden generar espacio pblico nuevo o ani-
mar el que existe o todo lo contrario, es decir, vaciarlo, introducir rupturas
o solucione!) de continuidad a la red urbana que debiliten el sistema de es-
pacios pblicos 52 En el punto anterior ya nos hemos referido a las infraes-
tructuras de comunicacin (vas rpidas, ferrocarriles), y la experiencia re-
ciente demuestra que en vez de agresin al espacio pblico pueden ser un
elemento cualificado de ste (la ronda de Barcelona, el tranva en muchas
ciudades europeas, etc.).
Las grandes operaciones homogneas de vivienda a menudo suman tres
impactos negativos: homogeneizacin social, segregacin urbana y debilidad
del espacio pblico.
Otro ((producto urbano son los parques de oficinas, empresariales, o de
centros administrativos, que, a pesar de las posibilidades que podran' ofre-
cer, muy frecuentemente niegan el espacio pblico ciudadano. Son nece-
sarias normativas que introduzcan diversidad en los usos con viviendas,
reservando las plantas bajas para bares y restaurantes, comercios y equipa-
mientos culturales. Una perversin reciente del urbanismo es la introduc-
cin de edificios altos y aislados en tramas equilibradas, como. la cuadrcu-
la, en noinbre de la creacin de espacio pblico cuando se trata de
aparcamientos o de espacios exclusivos, a veces enrejados, que introducen
rupturas en el espacio pblico preexistente. Por no hablar de los famosos
(
~
~
, e
una cierta smtests entre H aussmann y er d'a, que por momen- 1
tos pareci qule podra haber sido asumida y superada por el movimiento 1
BOX 4.1
La ciudad emocional
J. B.
<<No me importa q_uin haga las leyes de un pueblo si yo puedo escribir
sus baladas, citaba Borges. No hay duda de que las normas legales son
tan importantes como excesivas, expresan tanto el poder de los fuertes
como la oportunidad de justicia para los dbiles. Pero la vida ciudadana
no se rige slo por normas formales, sino tambin por pautas implci-
tas, por valores y por sentimientos ms o menos compartidos. Esta di-
mensin emocional se expresa en la ciudad, por medio de la toponimia,
de los monumentos, de los colores, de las formas en general, del paisaje
urbano. No debe sorprendernos que la arquitectura de la ciudad des-
pierte inters, pasin y polmica, pues los ciudadanos intuyen que su
estado de ~nimo va a depender un poco de ello. Y tampoco es un capri-
cho que .los poderes de cada poq hayan querido marcar el territorio
con smbolos de su autoridad. "y as heredamos nombres de canes y pla-
zas, monumentos y estatuas, edificios-fortaleza y tantos elementos ur-
banos que nombran el poder: militares y polticos, iglesia y hacendados
(incluso negreros como Antonio Lpez), etc. Ya s que en pocas re-
cientes se suprimie-ron y recuperaron algunos nombres, se olvidaron al-
gunos obeliscos y se multiplicaron espacios y edificios pblicos con
vocacin democrtica. La Barcelona de Cerd lo facilitaba, la trama or-
togonal contribuye al orden y a la igualdad en la ciudad. La ciudad se
hizo ms hospitalaria y significante, calles y plazas ms protectoras, fa-
chadas y monumentos ms amables, el paisaje urbano ms acogedor. La
econonia capitalista es insensible, la democracia formal frgida, la ciu-
dad nos transmite calidez y cordialidad. Los debates actuales sobre los
rascacielos y las explan.adas de cemento (12 ha la plaza del 2004), so-
bre la plaza de las Glorias y el futuro del Poble Nou expresan mucho
ms de lo que se dice. Es el temor difuso a una ciudad inhspita, hecha
de elementos fros y de espacios deslavazados, a una ciudad que destru-
. .
ya memonas y no genere emonones.
142 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 4.2
Equipamientos cultU1ales y espacio pblico
J. B. yZ. M.
El espacio pblico ciudadano no es un espacio residual entre calles _y
edificios. Tampoco es un espacio vaco considerado pblico simple-
mente por razones jurdicas. Ni es un espacio especializado, al que se
ha de ir, como quien va a un museo o a un espectculo. Aun as, los
equipamientos culturales tienen la capacidad potencial de ser espacios
pblicos, capacidad que depender de la relacin que establezcan con el
tejido urbano, d_e su apertura y de la creacin de espacios de rransic!;1
para que sean espacios pblicos ciudadanos. La relacin espacial que e:~
rablecen los. equipamientos culturales urbanos con sus entornos fsicvs
y sociales es una oportunidad para mejorar reas urbanas, y en este sen-
tido un equipamiento cultural debe ser multifuncional, debe cumplir
su tarea especfica pero tambin debe potenciar su uso y el uso del rea
circundante como esRacio pblico.
En un encuentro celebrado en Pars (La Villete, 1996) se expusieron
un conjunto de operaciones y su impacto sobre el entorno. Un conjun-
to bastante significativo, pues comprenda, adems de Pars (La Villete
y Pompidou), Londres, Johannesburgo, Dubln, Montreal, San Francis-
co, Nueva York, Leipzig, Liubliana, Marsella, Esrrasburgo, Tnez, Vi-
toria, Barcelona, etc.
A pesar de la heterogeneidad de estos equipamientos y de la diferen-
cia de contextos ciudadanos en los que se inscriben, aparecen elementos
comunes interesantes, sobre todo teniendo en cuenta que se selecciona-
ron solamente experiencias exitosas.
Localizacin. El entorno degradado o perifrico no representa en
ningn caso un obstculo insuperable, incluso en las ciudades o zonas
ms difciles. Ejemplo. de ello son los casos de Johannesburgo, de Mar-
sella o de Ciutat Vella en Barcelona. En general no resulta difcil garan-
tizar la accesibilidad, as como la seguridad del interior y del entorno
inmediato. Ahora bien, cuanto ms pobre o deteriorado sea el entorno,
ms fuerte y de mejor calidad tiene que ser la arquitectura, como factor
de atraccin, de identidad y de prestigio (por ejemplo el Centro Pom-
pidou en Pars, MACBA en Barcelona o CPC -centros de participa-
cin cvica- de Crdoba, Argentina, entre otros).
Multifoncionalidad. Cuanto ms diversificada es la operacin, ms
posibilidades de xito. La oferta cultural convencional (museo, exposi-
-----------~~-----~---,---------~-~
---- -- - ------
e '
.'
~
'.,
Lo11dres, pc:,pcctiztl de la
Tilte A1odcrn: uw1 recrm-
z,crsidn tzj(Jrtzmada (Her-
zog y de Meuroll) de una
t'Clltml elctrict1 en equi-
jJtllllicnto cultural que
i
nwl~{ictT el entamo.
\
nes de diferentes escalas, desde la visin rpida y lejana de los automo-
vilistas hasta la relacin con el acercamiento peatonal, favorece la utili-
zacin de su entorno y de los espacios intermedios como extensin
urbana sobre la ra recalificando un rea intersticial de la ciudad, un es-
pacio con potencialidad de centro urbano.
i
No sucede lo mismo con el Museo de Bellas Arres de Castelln, una
hermosa caja fuerte que ha sido una oportunidad perdida para poten-
ciar y crear un espacio pblico de relacin cvica. El proyecto apuesta
por dos. elementos de relacin urbano-arquitectnica. Uno de ellos, el
! acceso, est bien resuelto a travs de un patio cuadrado en la esquina
! del solar, con amplias aperturas a las calles que lo convierten en poten-
cial plaza pblica. Aqu se .aprecia toda la fuerza del proyecto, el volu-
men estricto de las salas de exposiciones, la palabra l\1useo, que en
forma de escultura minimalista conforma parte del lmite de este espa-
cio y relaciona espacial y visualmente la calle con el interior del edificio.
El otro elemento de relacin urbana es la configuracin espacial de una
calle peatonal entre el museo y una biblioteca preexistente. La resolu-
cin de este espacio lo ha dejado simplemente como espacio vaco, ya
que la respuesta del museo es una pared ciega enfrentada al muro de l-.
mire del recinto bibliotecario. Lo que podra haber sido un espacio pea-
tonal que viviera a partir de la sinergia creada por ambos edificios cul-
turales es un espacio F'<Ua la fotografa. La plantacin de palmeras, la
utilizacin de empedrado de granito y la repeticin del mecanismo cro-
mtico inspirado en bs bsquedas minimalisras ya ensayadas en el atrio
no son suficientes para crear un espacio pblico con capacidad de gene-
rar vida ciudadana.
La apropiacin de los equipamientos y espacios no siempre es inme-
diata, y la gente ha de habituarse a los nuevos componentes de su coti-
dianeidad, como ha pasado en Barcelona con la Plac;a deis Angel.s y el
146 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 4.3
Uso del espacio en el rea metropolitana de Barcelona
Extrado y traducido por M, l. del trabajo de Oriol Nel-lo
s de l'espain, de b Encuesta I\1etropolitana de Barcelona, 2002.
BOX4.4
La auditoda U7bana
Mireia Belil
BOX 4.5
:1
i
Desequilibrio territorial e insostenibilidad
1 Sintetizado por M. F. del texto de Jess Leal 'Maldonado Desequilibrio
1
f
territorial e insostenibilidad: la Ampliacin de la Castellana.
1
l
No se caracteriza rv1adrid por ser una ciudad equilibrada. Sus desequi-
! librios son el resultado de un largo proceso histrico en el que se han
desarrollado dos extremos paralelos, desde el Ensanche, con su orde-
nacin geomtrica, hasta los arrabales de Tetun y Vallecas, con un
desarrollo espontneo e irregular, as como .desde el norte, definido
por el plan de 1943 como la cabeza de la ciudad, con los espacios ve-
lazqueos y los edificios de piedra, hasta el sur, definido por ese mis-
mo plan como los pies de la ciudad, con los paisajes alcarreos y los
edificios de ladrillo. Actualmente es una de las ciudades europeas ms
segregadas, con una diferenciacin ntida entre sus espacios residen-
LA CIUDAD ES EL ESPACIO PBLICO 151
1
cuyo nico atractivo es su inclinacin. Pero amenaza con renovarse otra
. vez a partir del proyecto de urbanizacin de la estacin de Chamarrn,
rebautizado con el nombre de Ampliacin de la Castellana.
El proyecto Chamarrn nace en 1992 con un encargo de RENFE
para una zona de 62 ha constituida en su mayora por espacios ferrovia-
rios de poco uso y por zonas circundantes de escaso aprovechamiento
que podan ser revalorizadas urbansticamente a partir de los efectos ge-
nerados por b propia estacin. La estrategia de RENFE era aprovechar
una parte de su patrimonio de suelo que por el crecimienro urbano y
por la nueva organizacin del transporte ferroviario pasaba a tener un
atractivo de centralidad que replanteaba su funcin previa y empujaba
a recibir otras funciones urbanas.
-~
~
w
.
expansin residencial, incidiendo en el aumento de los desplazamientos
de una parte notable de b poblacin metropolitana.
Hay que tener en cuenta que en la actualidad, en torno al emble-
.mtico eje de la Castellana, en los siete primeros distritos que cons-
tituyen la denominada Almendra>> madrilea, se localizan una parte
importante de los puestos de trabajo de la Comunidad, hasta el
punto de que por cada trabajador residente en esa zona de un mi-
lln de habitantes existen dos puesto.s de trabajo, lo que supone el
43 por ciento del tot~l de los puestos de trabajo de la regin. En
contraste con esta situacin, ei1 el sur los puestos de trabajo no lle-
gan a cubrir la mitad de los trabajadores
~ . existentes (sin contar a los
parados), lo que provoca movimientos masivos diarios de poblacin
hacia las zonas de mayor concentrcin de actividades, que se tradu-
cen en problemas de trfico difciles de resolver. El 27 por ciento de
154 LA CIUDAD CONQUISTADA
1
1 BOX 4.6
!
r
t La lnea de ferrocarril de la Bastilla fue cerrada en 1969, despus de la
i
i
i
apertura de la lnea A de la Red Regional Exprs (RER). Ello ha puesto
sobre el tapete la cuestin del futuro de esta larga y estrecha infraestruc-
tura que atraviesa el este de Pars de forma sucesiva con viaductos, so-
bre terraplenes, a nivel de suelo y en tneles o en trinchera.
A comienzos de los aos ochenta, el Atlier Parisien de Urbanisme
(APUR), encargado de: los estudios por la ciudad de Pars, propone crear
un paseo original en el lugar de la lnea frrea y arreglar sus alrededores.
~ La ciudad de Pars rescata entonces la infraestructura y en 1987 el
w Consejo de Pars aprueba el proyecto de reconversin sobre la base de
los siguientes objetivos:
\
i
[ -Asociar el arreglo del paseo con la renovacin de la parte en via-
l ducto del antiguo trabajo ferroviario y la reutilizacin de los es-
.i pacios bajo ls bvedas.
r -Mejorar el medio ambiente y las relaciones con los barrios colin-
1 dantes y desarrollar ciertos espacios alrededor del paseo.
-Aportar los elementos de unidad (mobiliario, plantaciones, trata-
mientos de suelos ... ) subrayando la continuidad del trayecto.
- Instalar una ciclova donde el espacio lo permita.
BOX 4.7
Pars, los Champs-lyses: la rehabilitacin de una avenida prestigiosa
Bernard Huet
'j
' 1 trucciones y sobre las actividades. Para transformar el espacio de la ave-
'
)/
Este plan fue puesto en marcha a partir del ao 1990.
El proyecto de nuevo tratamiento .del suelo (Bernard Huet, arquitec-
to), elegido tras una consulta, fue realizado entre 1992 y 1994. El nue-
vo diseo marca la unidad y la continuidad dela composicin. Las ace-
ras han sido organizadas en dos partes que se distinguen por la
naruraleza del empedrado y por el color del granito: por una parte la
alameda peatonal, ordenada con dos hileras de rboles, y por otra el es-
pacio comprendido entre los rboles y los edificios, dividido a su vez
entre el paso de los vehculos de seguridad y la zona de extensin de las
terrazas cubiertas de los cafs. La distribucin del pavimento integra los
~rboles existentes, las salidas )' las ventilaciones del metro, el mobiliario
urbano y las salidas de emergencia de los e.stacionamienros, todo lo cual
se adapta tambin a la geometra variable de los cruces.
Las farolas diseadas por Hittorf han sido conservadas y redistribui-
das. Las grandes lmparas, los bancos y los semforos han sido reempb-
158 LA CIUDAD CONQUISTADA
zados por una nueva gama de mobiliario urbano diseada por Jean-1\1i-
chel Wilmotte.
La rehabilitacin de los Champs-lyses es parte de un proyecto
particularmente ambicioso de actuacin pblica llevado a cabo en los
aos ochenta y noventa a lo largo del gran eje histrico del oeste de Pa-
rs: el arreglo del Gran Louvre, con la valoracin de los jardines del Ca-
rrusel y de las Tulleras, la restauracin del Arco del Triunfo, la ~ober
tura de la avenida de Neully y la construccin del Gran Arco de la
. Dfense.
l
j
!
BOX 4.8
Nueva York: espacio pblico en la ciudad
Tom Angorri
La ciudad de Nueva York tiene menos espacio pblico por persona que
todas las ciudades grandes de los Estados Unidos, a pesar de lo cual se
est eliminando paulatinamente el poco espacio pblico que existe. El
- f
LA CIUDAD ES EL ESPACIO PI3LICO 159
;
1
~ :~~'{ 1
)
ex alcalde de Nueva York Rudoph Giuliani, ferviente defensor de la
i magia del mercado libre y la privatizacin, ha impulsado est proceso
.. . . .
con vanas 111ICianvas.
" 1
r!'
En 1999 el alcalde quiso vender ms de 125 jardines populares a las
inmobiliarias, pero gracias a una lucha de los usuarios de los barrios se
salvaron los j~rdines cuando dos organizaciones no gubernamentales
(ONG) los compraron. El gobierno esd proyectando la construccin
del decimoquinto campo de golf en terrenos pblicos y sigue otorgan-
do otras concesiones comerciales como restauran tes, estadios y otros
centros privados de ocio en los parques. El parque pblico ahora est
diseado para restringir la estancia en l y promover el mximo movi-
miento de personas. Por ejemplo, en el muy galardonado Bryant Park
en la calle 42 de .Manhanan hay un restaurante y un caf, muchas sillas
movibles y pocas permanentes y vigilancia constante con cmaras es-
condidas y agentes de polica.
El espacio pblico ms extenso y usado en Nueva York es la calle. La
densidad de uso de las veredas en las zonas comerciales v en los barrios
BOX 4.9
;;
Roma: las estaciones '
j
~
Maurizio Marcelloni
'
LA CIUD.-\D ES EL ESPACIO PUBLICO 1(!
CAPTULO 5
DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD
._,
~
que nada cules son los valores qi.i'e orientan nuestra accin, hacia dnde
queremos ir y qu modelos de vida urbana proponemos a la ciudadana 5 .
--------~-- ~- -- ~-~r ~7 - - - - - -
DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD ] 7
ngeles creci un 45 por ciento, al tiempo que la ocupacin del suelo se ele-
v en un 200 por ciento. Tambin, en el resultado de un estudio sobre 22
ciudad.es francesas se muestra este proceso claramente: enrre 1950 y 1975 la
poblacin urban_a se duplic y la superficie aument un 25 por ciento,
mientras que enrre 1975 y 1990 ha ocurrido lo contrario: la poblacin au-
ment slo un 25 por ciento y sin embargo se ha doblado la superficie ur-
banizada ~ti.
Un modelo al lmite del absurdo es el del So Paulo de los noventa,
que quedar~: como una de las mayores aberraciones urbanas del siglo XX 1).
Iv1s autovas urbanas, que equivalen a peor circulacin y a menos ciudad, y
mayor presencia policial en las reas de clases medias y altas, que genera m~is
inseguridad en los espacios pblicos y en las zonas suburbanas populares
menos protegidas.
ste es un modelo de crecimiento que aumenta las congestiones de rr<itl-
co, requiere grandes inversiones pblicas en infraestructuras y conduce a la
~
r._; prdida de los espacios pblicos de uso colectivo interno Ji,.
Las ciudades europeas resisten mejor los embates de la disolucin urbana
debido a la consistencia de sus tejidos urbanos heredados)' a un tejido social
. menos segregado. Pero las dinmicas de la denominada ciudad emergente
en las periferias y de degradacin o de especializacin de los centros expre-
san una crisis de la ciudad como espacio pblico 17
La ciudad metropolitana, sin embargo, no est condenada a negar la ciu-
.
dad, sino que puede multiplicarla. El reto real es establecer una- dialctica
positiva entre centralidades y movilidad y .hacer del espacio pblico el hilo
de Ariadna que nos conduzca por lugares productores de sentido.
El derecho a la centralidad accesible y simblica, a sentirse orgullosos del
lugar en el que se vive y a ser reconocidos por los otros, a la visibilidad y a b
identidad, y adems a disponer de equipamientos y espacios pblicos cerca-
nos, es una condicin de ciudadana. Tambin es un derecho de ciudadana
~
~ el de la movilidad, ya que supone informacin e intercambio, oportunida-
des de formacin y de ocupacin, posibilidades de acceder a las ofertas ur-
bahas y apropiarse de la ciudad como un conjunto de libertades. Si los dere-
chos de centralidad y de movilidad no son universales, la ciudad no e~
democdtica.
Es decir, si existe una tendencia a la oiferenciacin social horizontal, y si
la diversidad de funciones y de ofertas est distribuida desigualmente por un
territorio extenso, las distintas clases de movilidad y la accesibilidad de cad;J
punto limitan y ponen en peligro el ejercicio de la ciudadana.
En la ciudad hay zonas iluminadas y zonas oscuras. Un gobierno demo-
crtico de la ciudad se ha de comprometer a encender algunas luces en roda~
170 lA CIUDAD CONQUISTADA
las zonas oscuras, dijo quien fuera alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall,
en el balance de su primer ao de ~andato en 1984. El derecho a la movili-
dad se ha de complementar con el derecho a la visibilidad.
Movilidad y accesibilidad no dependen nicamente de sistemas de trans-
pone adecuados a las demandas heterogneas, aunque se trate de una condi-
cin sine qua non. Tambin dependen de la diversidad y de la distribucin
de centralidades, de la calidad urbana y de las ofertas de servicios de las zo-
nas menos densas o atractivas, de la existencia en ellas de algunos elementos
que les proporcionan personalidad e inters.
Tampoco se trata nicamente de que los habitantes de las zonas oscuras
se puedan mover por el conjunto del territorio metropolitano, sino de ilu-
minar estas zonas para que sean visibles y atractivas al resto de la ciudada-
na. A todas las partes de la ciudad metropolitana les corresponde una cuota
de centralidad, de monumentalidad, de equipamientos y actividades atracti-
vas y de calidad.
Asumir y construir una ciudad de ciudades es el desafo. Ciudades poli-
cntricas y plurimunicipales, en las que el espacio pblico sea fsica y simb-
licamente un elemento articulador del tejido urbano regional o metropolita-
no y brinde cohesin a las reas densas.
Existen casos en los que una gran ci~dad polariza la construccin de un
territorio regional y estratgico que va ms all de la ciudad metropolitana.
En otros no es tan as, como en la denominada terza Italia y en algunas re-
giones francesas y alemanas. Sin embargo, lo que encontramos siempre es
que las unidades territoriales fuertes lo son por la fortaleza de su sistema de
ciudades 1/:l. El espacio simplemente urbanizado no es ciudad. El territorio
articulado exige ciudades, lugares con capacidad de ser centralidades inte-
gradoras y polivalentes, constituidos por tejidos urbanos heterogneos social
y funcionalmente.
Finalmente podemos decir que. hacer ciudad es, antes que nada, recono-
cer el derecho a la ciudad para todos. Ante los procesos disolutorios de la
urbanizacin perifrica, la degradacin de los centros heredados y la eclo-
sin de pseudocentralidades monofuncionales, reivindicar el valor ciudad es '
optar por un urbanismo de integracin y no exclusin que optimice las li-
bertades urbanas 19
Cules son los espacios desde donde se puede responder a los desafos
decisivos especficamente urbanos para <<hacer ciudad sobre la ciudad y ha-
cer efectivo el derecho a la ciudad?
La respuesta es: los centros y los tejidos urbanos. Y la movilidad y accesi-
bilidad de ellos y entre ellos. Y, sobre todo, la calidad del espacio pblico.
----------~~,--.~,------------~---+--
--- -----------
Los centros urbanos son los lugares polismico.s por excelencia: atractivos
para el exterior, integradores para el interior, multifuncionales y simblicos.
Son la diferencia ms relevante de cada ciudad, la parte de sta que puede
proporcionar m;:s sentido a la vida urbana. Excepto cuando se especiali-
zan y se homogenezan hasta que todos se parecen o se deterioran y se con-
vierten en reas marginales. Los unos porque de da se congestionan y de
noche se vacan; los otros porque reciben el doble estigma de la pobreza y
d~ la inseguridad.
Hoy <<el centro son los centros, la historia urbana ha producido diver-
sos centros: histrico, moderno o del siglo XIX, <<lluevas cenrralidades1>, etc.
No hay centros. Aunque en el imaginario ciudadano hay algunos lugares
pocos son los centro-centro.
En la ciudad metropolitana el centro-centro, que tiende a ser el terrirorit
de la ciudad-municipio principal, se: ar-ricula generalmente con un sistcm:
regional.de ciudades que constituyen un tejido denso de flujos y Jugare
dando lugar, a veces, a la ya mencionada ciudad de ciudades. En esta ciu
dad metropolitana sus habitantes tienen, por lo menos, dos centros: el de .st
barrio o municipio perifrico y el centro.
Para hacer ciudad sobre la ciudad hay que hacer centros sobre los centro
y tambin crear nuevas centralidades y ejes articuladores que den la conti
nuidad fsica y simblica, estableciendo buenos compromisos entre el tejid(
histrico y el nuevo y favoreciendo la mezcla social y funcional en todas L
reas.
El binomio congestin-degradacin es frecuente en los centros urbano~
La congestin se debe tanto a la especializacin terciaria de algunas de las zo
nas como a la inadecuacin de algunas de sus tramas a las funciones presen
tes o a la utilizacin intensiva del automvil. La cuestin es que no sean r
monofuncionales, por ejemplo slo administrativos, ni que se pretenda qu
sirvan para todo, sino que tengan algunas funciones predominantes, como :
comercial, cultural, turstica, etc., incluyendo siempre la residencial. No pul
den estar saturados de actividades y automviles y han de ser fc-cilmenre at
cesibles por transporte subterrneo y con aparcamientos estratgicos.
La degradacin se reduce por medio de estrategias que combinen apertt
ra de algunos ejes y espacios pblicos 20 con acupuntura mltiple en 1(
puntos ms crticos que introduzca actuaciones de renovacin de bloques e
viviendas: espacios pblicos y equipamientos culturales o educativos. Pl'r
no deberan perder su condicin de refugio y aventura y mantener, por l
tanto, reas marginales en su seno.
]72 LA CIUDAD CONQUISTADA
En una obra ya clsica, The lmage of the City, Kevin Lynch nos ha enseado que
la ciudad alienada es, en primer lugar, un espacio en el que la gente es incapaz de
construir mentalmente mapas en tanto que el espacio pblico urbano representa
su propia posicin con relacin a la totalidad urbana en la que se encuentran [... ]
As pues, en la ciudad tradicional la desalineacin implica la recuperacin prcti-
ca del sentido de la orientacin, as como la construccin de un conjunto articu-
lado que pueda retener la memoria y del que cada sujeto de manera individual
pueda disear sus mapas ... ::;~
-
~ Ciudades de todas las medidas corren para aplicar y aprovechar una frmula
que rena conjuntamente desarrollo, homogeneidad social y percepcin de segu-
ridad 2'i.
i
plos no faltan: el ensanche de Barcelona ideado por Cerda, las cuadrculas la- 1
<<Nosotros tambin tenemos derecho a la belleza;>, deca una anciana de una fave-
la de Santo Andr (So Paulo, Brasil).
~ i
~
1_1
- '
'
Madrid, pzza frente al Museo Reina Sofla: uso del espacio pblico como estrategia
de remodezcin urbana.
' DE LA URBANIZACIN A L\ Cll1 DAD
nanciar los proyectos. Ejemplos. de ello son los proyectos sobre gr;1nde.s in-
fraestructuras o la reversin a la municipalidad del suelo de zonas miliun.:s.
portuarias, etc. En estos casos es recomendable establecer mecanismos o en-
tidades de cooperacin insterinstitucionales para desarrollar programas :
proyectos de espacios pblicos articuladores de la ciudad metropolitana :
reequilibradores de sus territorios.
Por orra parte, la necesidad de adaptar los.programas a re~1lidades sociales
heterogneas y a situaciones a veces microlocales, que exigen nter\'encioncs
oportunas y a la vez integradoras de demandas diversas. requiere de UILl
programacin y una gestin descentralizadas de los pro:ectos de espacios
pblicos, sobre todo para aquellos de pe:quea y mediand escala.
Tambin existen cada vez ms iniciativas privadas o mixus que asumL'Il
diversos aspect.os del espacio pblico, la produccin, la g:estin. el rurroci-
nio, el mantenimiento, la vigilancia, etc., lo cual hace necesario que b :ld-
minisrracin pblica establezca unas normas de uso adc'\.-uJc.bs para cviur
una privatizacin excluyeJ1tc de los espacios pblicos.
Los programds de esp?..t !os pblicos, en bastanres ocasiones. torman p:mL
de programas urbanos que incluyen otros objetivos y di\'ersidad de ;lCtorcs
con finalidades ns especficas e inmediat~s. Nos referimos a los proy.ecros d.L
desarrollo urbano: infraestructuras, urbanizacin b;.sica, construccin de in-
muebles, etc. En consecuencia, el programa de espacios pblicos debe ser m u:
fuerte desde su inicio y ser defendido durante todo su des:urollo, )'a qu~ a lo
largo del proceso aparecern numeross problemas, como por ejemplo los
condicionantes constructivos o de circulacin, a menudo discutibles v .secro-
,/
riales, que van reduciendo o desvalorizando los espacios pblicos. Por lo tanto
se debe tener claro el objetivo al insertar programas de espacios pliblicos en los
grandes proyectos urbanos, incluyendo las infraestructuras de transpone par;
que contribuyan a su c;.alidad, mulrifuncionalidad y capacidad de evolucin.
Con relacin a esto, la sostenibilidad y el uso social futuro de los espacios
pblicos son dos cuestiones que se han de plantear desde su concepcin, lo
cual implica tener en cuenta sectores profesionales, culturales y sociales. Y
promover el debate ciudadano y la autonoma inrelectual.
Entre las estrategias existentes para desarrollar la produccin de esp:Kios
pblicos>> expondremos tres tipos: la regeneracin, la reconversin y b pro-
duccin ex nouo. Estos tipos de intervencin se solapan y se mezclan. En b
mayora de los casos, aunque predomine un tipo, se realizan acruacinnLs
propias de los otros: por ejemplo la regeneracin implica casi siempre al~u
nas ~Ktuaciones de reconversin o de produccin ex nouo.
La regeneracin de espacios pliblicos cubre diferentes tipos de acruacio-
nes como:
182 LA CIUDAD CONQUISTADA
!.
]84 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 5.1
Hacer ciudad sobre la ciudad
J. B.
No hacer jams un -proyecto para resolver un problema, sino para resol-
ver dos, tres, varios problemas a l vez. Por ejemplo, una ronda o va
perimetral en la ciudad central sirve para la circulacin individual y co-
lectiva, recalifica las periferias urbanas, genera centralidades en su en-
torno, soporta equipamientos y espacios pblicos, posee valor cultu-
ral. .. o es as como habra de ser. Si lo concebimos como un elemento
de centralidad, el diseo se ved condicionado por ello: ms separacin
que segregacin, esttica y sealizacia ciudadana, entradas y salidas
permanentes e integradas en el entorno, monumentalizacin, articula-
cin con proyectos de nuevas centralid;).des, etc.
Otro ejemplo: la actuacin en un centro degradado no puede limi-
tarse a una simple sustitucin (por ej~mplo vivienda popular por ;.rea
turstia museificada), sino que debe ser una operacin compleja e in-
tegral que m~ntenga un nivel de polivalencia en este centro, donde es
i1
i
1
.l
.
l .
Pars, Grmzd Bib/iothcque: fa arquitectura de quafit de Perrauft genera zm
1
1 entonzo duro e inhspito, no integra ni cual(fica el tejido urbano.
]86 LA CIUDAD CONQUISTADA
o
' lor esencial de la ciudad, y en l se expresan, en el sentido m~:s amplio y
ambicioso, comercio y cultura. Y el espacio centraL el mJ~ accesible y
visible, el de todos, et> el que debe tener mayor calidad. El lujo del espa-
cio pblico no es lujo, sino inversin econmica y justicia social. .
1 BOX5.2
e
i
e) Diversidad de actividades y poblaciones: heterogeneidad fun-
cional, social y econmica. Ampliacin del ecosistema urbano.
f) Calidad de la oferta urbana e imagen positiva de la ciudad.
Centralidades atractivas. Ofertas culturales y ldicas. Seguridad
urbana. Calidad ambiental.
g) Instituciones polticas representativas con eficiencia )' transpa-
rencia en los procedimientos administrativos. Programas pbli-
cos fiables que reduzcan los mrgenes de incertidumbre.
h) Cohesin social. Reduccin progresiva de las desigualdades so-
ciales. Reglas tcitas y pautas de comportamiento q~e garanti-
cen una relativa seguridad en las relaciones econmicas y socia-
les. Civismo.
i) Cualificacin del capital humano y social: promocin del desa-
rrollo de redes sociales a travs del fortalecimiento y el apoyo a
asociaciones civiles, organismos no gubernamentales, grupos
autogestionados, etc., que cohesionen el entramado social y fo-
menten la participacin colectiva.
j) Polticas pblicas de proyeccin exterior e interior. Acciones
que conciban la ciudad como un producto complejo en mlti-
ples relaciones, que permitan su desarrollo tanto hacia s misma
como con respecto al entorno, buscando una eficaz combina-
cin entre lo local y lo global.
k) Sostenibilidad del .desarrollo que_ permita hacer previsiones a
medio y largo plazo. Estructura fsica del espacio urbano-regio-
nal que reduzca los desequilibrios y los despilfarros y que asegu-
re a la vez capacidad de integracin y de evolucin 33 .
- - - - - - - -----------
DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD 189
BOX 5.3
Dialcticas urbanas
~ ]. B.
~
Las dialcticas .urbanas se desarrollan a travs de una confrontacin de
valores, voluntades polticas, intereses econmicos y demandas, sociales.
Nuestras conclusiones se diferencian de las de otros autores con los que
compartimos gran parte de sus anlisis, como Ascher, Castells, Nello,
lndovina, Harvey, Godard, Mitchell; etc. (que tampoco coinciden del
todo entre ellos), en que enfatizamos ms, nos parece, las dimensiones
contradictorias de los actuales procesos urbanos, metapolitanos, como
dira As"cher. Es cierro que en muchos casos parece dominar la tendencia
a la ciudad difusa, al desarrollo urbano mediante los productos que se-
lecciona el mercado, a la acentuacin de la desigualdad social; al aban-
dono del espacio pblico, a la conversin del ciudadano en cliente
(comprador de bienes o de servicios) ... Pero no slo sabemos que ten-
dencia no es destino, que no hay una fatalidad unidireccional inmanen-
te a la evolucin social, sino que adems podemos observar el carcter
contradictorio objetivamente, conflictivo subjetivamente, de los proce-
sos urbanos en curso~ No se trata tanto del conflicto social simtrico y
estructural propio de la sociedad industrial como de contradicciones
transversales al conjunto de los grupos sociales, aunque los valores e ii1-
tereses pueden tener peso relativamente distiiito en cada uno de ellos.
Las polticas urbanas dominantes pueden favorecer la cohesin so-
cial y la integracin cultural, pero muchas veces, por su debilidad o su
vinculacin a los agentes econmicos capitalistas y a los grupos sociales
privilegiados, facilitan las dinmicas dualizadoras. En este caso el terri-
torio aparece como el espacio de la lucha de clases)) del siglo XXI.
190 LA CIUDAD CONQUISTADA
,BOX 5.4.
Randstad
'
Extrado y traducido por M. l. del texto original Comparative Stztdy of
Randstad and Tokio. Towards spatial sustainability ofcity-regions, de Akiko
O ka be.
BOX 5.5
Buenos Ai7es. El abandono de la ciudad: del barrio a la ciudad cenada
Z.M.
---------~------.~--~------
-~----------
Supe~_firie Pmulas
Camid,7d
RMBA total
emprendimicntos
ha Totales Vendidas
BOX 5.6
Desarrollos residenciales per~fricos en las ciudades espaolas
j;
Francesc I\1uoz
Durante los ltimos quince aos, las ciudades de los pases del sur eu-
.. r
! ropeo, los centros de tradicin urbana mediterrnea, han protagoni-
f
zado acelerados procesos de metropolizacin que, por lo que respecta al
territorio residencial, se han caracterizado por la ploriferacin de tipo-
logas de vivienda de baja densidad. La vivienda unifamiliar, sobre todo
las promociones de casas adosadas o en hilera, condensa un nuevo tipo
de paisaje residencial en las periferias metropolitan~s de las ciudades del '.
.
'
sur europeo.
Las ciudades espaolas representan un caso muy ilustrativo en tanto
en cuanto este desarrollo de la urbanizacin dispe'rsa ha tenido lugar de
forma acelerada apenas durante los ltimos quince aos y, sobre todo,
durante los aos noventa. Ciudades como J\1adrid, Barcelona, Valencia,
Sevilla o Bilbao son aglomeraciones extensas por encima del milln de
habitantes donde municipios medios y pequeos estn desarrollando
esre paisaje residencial comn a lo largo de autopistas y cinturones or-
194 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 5.7
La Rambla del Raval: una oportunidad?
1, CarmeRibas-Joan Subirats
-------- ------
DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD 195
nar ese espacio con tramas urbanas y civiles que permitan avanzar sin
perder diversidad y cohesin. Todos sabemos que el vaco social no
existe. Si desde los poderes pblicos no se consigue implicar a los vecinos,
a los comerciantes, a las entidades, en la gobernacin, en la responsabi-
lizacin de ese espacio pblico, otras tramas clandestinas y delictivas lo
llenarn. La labor de las instituciones pblicas no es monopolizar, sino
tender puentes, facilitar la autogobernacin social. Porque lo cierro es
que el Raval, a pesar de. todo, est tratando de buscar su propia perso-
nalidad tras esas heridas que no permiten cicatrizaciones cmodas. Las
salidas multicolores de los colegios del barrio nos dicen que el distrito
es un antecedente de lo que sed. cada vez ms Barcelona. El trabajo de
las entidades del barrio, de los servicios municipales, est consiguiendo
que se mantenga la cohesin a pesar de los repetidos intentos de llenar
los vacos con tramas delictivas. Riera Alta, Riera Baixa, Carme y Hos-
pital van cobijando tiendas de discos y ropa de primera y segunda ma-
nos mucho ms interesantes que los rutinarios y repetitivos comercios
estilo zarcmzang~furestboulcvmd. Frente a centros comerciales cada da
menos originales, ms adaptados a la cultura del MundoMac, es una go-
zada pasear por. esas calles, que conservan cierto ambiente canalla. Las
------~-- -----~---.
~
i DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD 197
1
!
carniceras magrebes o los restaurantes pakistanes conviven con los ba-
res llenos de estudiantes Erasmus y artistas en busca de una oportuni-
dad. La desculturiz~cin y la desidemificacin que azotan los centros
de todo el mundo de~arrollado no han penetrado an en el Raval. Na-
die quiere un nuevo Marais en Ciutat Vella. Nadie quiere un lugar yup-
pificado, sin vida. Lo que est en juego en Ciurar Vella es lograr nunre-
ner la mezcla, la diversidad, el pluralismo de usos y gentes. Y hacerlo
siendo innovadoramente respetuosos con la identidad de un barrio que
siempre ha sido Barcelona, antes que Barcelona fuera lo que hoy es. Al
final los lugares qu~ ser-n ms valo~ados sern los que mantengan sus
diversidades culturales y una calidad de vida suficiente. La renovacin
de Ciutat Vella busca esa dignidad en las condiciones de vida, pero de-
beramos evitar entre todos que se haga a costa de perder identidad, de
. perder ~iversidad de .usos y personas. Se necesita densidad, se necesi ra
~ complejidad, se necesita gente con ideas arquirctonicas sencillamente
\._; complicadas, y no tcnicos con complicadas ideas simples. Dejemos
.. que la historia del lugar y.su realidad actual acten como constriccin
positiva y no pretendamos un impos'ible borrn y cuerna -nueva. L1
Rambla del Raval es hoy una oportunidad.
BOX 5.8
Sio Paulo: la metrpolis y los espacios pblicos ceutrales
Regina 11aria Prosperi Meyer
--------~------~-- -' o
DE LA URBANIZACIN A LA CIUDAD 199
L
200 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX.5.9
--------- ---~-~-
--,.---- ~----~---~~---11.....~
"
' DE I,A URBANIZACI:\' :\ LA CIUDAD . 20]
o
'
'
de espacios y de paseos en el que est casi siempre presenre la uril iZ;J-
cin (J menudo combinada con otros materiales) de la tradicional pie-
ir dra portuguesa, que Burle I\1arx haba elevado a b categora de lienzo
en la playa de Copacabana.
. El tercer aspecto es el del mobiliario urbano, siempre al servicio de
! la integracin de elementos dispersos: farolas con semforos y con indi-
!
1 cad<?res de calles, paradas de bus con telfonos y con espacio publicita-
1
1 rio, etc:. Con mayor o menor fortuna en las propuestas, la incorpor~l
1 cin del diseo industrial a solucibnes repetidas y ordenadas en largos
trechos es toda una revolucin en el catico contexto de la abandonada
y privatizada calle latinoamericana.
BOX 5.10
Las nuevas ramblas
Jaume Barnacla
CAPTULO G
~--~----
ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLTICO 205
- - -t -
ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLfTICO 207
ciedad urbana formal. Pero significa una ruptura del tejido social, una pr-
dida de pautas comunes que ms pronto o ms tarde conduce a la guerra de
todos contra todos.
Los procesos de cambio en nuestra sociedad, inevitablemente, tienen as-
pectos no previstos, momentos desordenados (no reglamentados), provocan
modificaciones de estados individuales y colectivos, de normas y procedi-
mientos, que generan inseguridad. Las crisis econmicas, cclicas o estructu-
rales, causan prdidas, generan incertidumbres (de trabajo, de riqueza, de
expectativas) y multiplican marginaciones y gremialismos. Los lazos solida-
rios se debilitan, se tiene miedo individual y se temen las reacciones de los
otros. Al mismo tiempo, en las ltimas dos dcadas, asistimos a grandes .
cambios de valores y a las reacciones sociales que stos han provocado, hasta
el punto de que para cuestiones importantes para la vida individual y colec-
tiva existen legitimidades opuestas (familia, aborto, propiedad, organizacin
e
"
'
del Estado, etc.). Es un perodo de construccin de nuevas estructuras y por
lo tanto un momento histrico caracterizado por la debilidad de las certe-
zas, de bs previsiones y de las ~eguridades ..
La inseguridad urbana puede considerarse tambin una seah. de alerta
social. Expresa la contradiccin entre una socializacin relativa pero consi-
derable del espacio urbano (usable por la gran mayora de la poblacin) y la
exclusin o poca integracin econmica y cultural de numerosos colectivos
sociales que ocupan la ciudad pero pueden usar sus ofertas (mayoritaria-
"mente comerciales) ni tienen a su alcance las libertades potenciales que de
hecho son negadas a muchos.
Por ello hay que considerar la violencia urbana tambin en su dimensin
de indicador democrtico, en la medida en que nos enva un conjunto de
seales sobre colectivos sociales que pugnan por sobrevivir, por ser reconoci-
dos, por expresar (aunque agresivamente) que no aceptan su exclusin.
.._
.~
Esta manera de comportarse supone el gran riesgo de que se forme roda una
ciudadana incapaz de relacionarse con el otro, incapaz de reaccionar ante.
un imprevisto de la vida, incapaz de decidir por s misma. Si todo es ensea-
do, domesticado con opciones nicas, perdemos gran parte de las riquezas
urbanas que se basan en la diversidad. Diversidad de opciones culruraJes, so-
ESPACIO PBLJCO Y ESPACiO POLfTICO 211
11
2] 4 LA CIUDAD CONQUISTADA
cir que correspondan a trayectos, que sea agradable; que se permita su utili-
zacin a todo tipo de personas y grupos, asumiendo:que hay veces en que es
necesario reconciliar o regular intereses o actividades contradictorias.
Pero qu hacer con las formas de violencia que a pesar de todo se mani-
fiestan en el espacio pblico? Hay una violencia urbana aparentemente gra-
tuita que si bien es inaceptable conviene entender para desarrollar polticas
adecuadas. Nos referimos a violencias de baja (o no tanto) intensidad,
como los ruidos molestos, el abandono de residuos, los desperfectos volun-
tarios del mobiliario urbano, la intimidacin a los usuarios, etc. La violen-
cia puede expresar una reivindicacin inconsciente de ciudadana, la rebe-
lin del no ciudadano, su contradiccin entre el hecho de estar y el no
derecho de usar la ciudad formal y ostentosa. Pero entender esta contradic-
cin no impedir reprimir o prevenir las conductas violentas que excluyen
a los ciudadanos ms o menos integrados en la vida y culturas urbanas. Y
hacer lo necesario para garantizar la concentracin de usos colectivos dife-
rentes, es decir, hacer de los espacios pblicos lugares de inclusin para los
excluidos.
El hecho ms relevante para garantizar el uso del espacio pblico por
parte de todos es la diversidad, diversidad de funciones y de usuarios. La
misma seguridad queda as de una manera o de otra garantizada, a pesar
de las contradicciones que genere el multiuso. Si solamente un grupo se
apropia del espacio pblico, el resto de la poblacin vive atemorizada
por l.
La diversidad favorece la multifuncionalidad y se vuelve un elemento de
potencialidad evolutiva. El espacio cotidiano es el de los juegos, el de las re-
laciones casuales o habituales con los otros, del recorrido diario entre las di-
versas actividades y del encuentro. Este espacio coincide con el espacio p-
blico de la ciudad. Por eso brindar cualidades estticas, espaciales y formales
al espacio pblico permite su uso por parte de todos sin excluir a nadie. Sin
olvidar que hay grupos que necesitan espacios propios (por ejemplo los j-
venes por la noche). Y que la ciudad requiere espacios-refugio para minoras
vctimas del racismo o de un legalismo represivo.
La apropiacin de reas del espacio pblico por parte de colectivos espe-
cficos, especialmente si son aquellos que por razones tnicas, culturales, de
gnero o de edad sufren alguna discriminacin, es parte del derecho a la
ciudad.
La desigualdad con pobreza 11 genera por una parte grupos vulnerablesn y por
otra grupos amenazados. Entre los primeros (pobres y marginales, desocu-
pados y precarios, dese'structurados y anmicos) nacen comportamientos de
violencia expresiva (por ejemp.lo jvenes frustrados al contemplar lo que b
ciudad ofrece y que les resulta inaccesible) y emergen colectivos de riesgo1>,
predelincuentes. Las mafias de la economa delictiva (droga y tdficos diver-
sos, robo .v secuestros, sicarios de la violencia organizada) encuentren en estos
o
.
l
.._
Los poderes locales pueden y deben prestar servicios de carcter social, sani-
tario y educativo a esta poblacin, pero no tienen competencia para modifi-
car su estarus legal. Sin una poltica clara y generosa de cuotas, de combate a
las mafias que trafican con las personas, de reagrupamiento familiar y de
acogida de refugiados y asilados, de reclutamiento de funcionarios y agentes
pblicos de origen inmigrado y de regulacin flexible de los residentes de
hecho el problema de los sin papeles no se resuelve.
La diversidad cultural, sin que ello suponga necesariamente conductas de-
.lictivas, aparece muchas veces como factor de tensin y, en cienos momen-
tos, de violencia urbana. El discurso sobre el derecho a la diferencia y el valor
de la tolerancia es poco eficaz cuando la convivencia cotidiana en el terl'itorio
(el barrio, la calle, la entrada de la escalera) deviene una confrontacin de in-
tereses y comportamientos que aparecen como incompatibles. Por una parte
la poblacin autctona, arraigada, que se considera con derechos adquiridos
que corresponden a su estarus ciudadano (nacionalidad "del pas), partcipe de
la cultura tradicional y mayoritaria (lengua, religin, color de la piel) y con
intereses patrimoniales en el lugar acepta difcilmente otros comportamien-
tos que le generan miedo difuso o incomodidad y que pueden afectar a sus
intereses (por ejemplo la oposicin a laconstruccin de una mezquita o sim-
plemente de un locutorio de telfonos y correo electrnico que puede ser vi-
sitado por poblacin inmigrada se rechaza por temor a que se devale la pro-
piedad). En unos casos parece necesario que el poder local haga valer la
fuerza de la ley y no acepte la coaccin, como ha ocurrido a veces cuando sin
base legal algn gobierno municipal ha impedido la construccin de la mez-
quita por presin vecinal. En otros casos en los que el uso del espacio pblico
se convierte en fuente permanente de conflictos puede ser conveniente sepa-
rar usos y poblaciones. Por ejemplo en un conjunto de viviendas en el que
convive poblacin gitana y no gitana es factible reservar un bloque y un patio
o parcela no centrales para aquella poblacin gitana que hace del espacio p-
blico su cocina y comedor 12 La gestin de la convivencia entre personas y
colectivos de base cultural muy diversa supone por parte de los gobiernos lo-
cales un gran esfuerzo de creacin de redes y mecanismos participativos.
Los colectivos marcados o criminalizados no son nicamente los inmi-
grados y otros colectivos de carcter tnico y/o religioso, casi siempre seala-
dos por la extranjera y el aspecto fsico. Ciertos barrios o zonas marcan
tambin a sus habitantes, y ya hemos citado casos en los que reconocer que
se vive en tal lugar (una favela o villa miseria, un grand ensemble o polgono
de vivienda pblica deteriorada, una zona roja en trminos latinoamerica-
nos, vinculada a la delincuencia y/o la prostitucin) es suficiente para susci-
..rar rechazo social. . .
- , ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLfTICO 217
l
f1~1!
-
~
PoltictH contm ftl exclmin
Las pol-ticas inclusivas esdn hoy a la orden del da u. Tanto es as que si-
guiendo la estela del Foro de Porto Alegre se ha creado un movimiento de
Autoridades locales porra inclusin soci,iln. Las distintas formas de exclu-
sin (territorial, social, culrural, de griero o de edad, de orientacin s~xual
o religiosa, de drogodependientes) favorecen tanto la injusta criminalizacin
colectiva como el miedo difuso del conjunw, es decir, generan violencia o
crispacin en ambas direcciones. .
Las polticas inclusivas se enfrentan a problemticas complejas y por lo
tanto se trata de polticas transversales o multidimensionales de:
El derecho a la seguridtZd
embargo, alguien nos dijo: No son franceses como los otros (un diputado
socialista!), aunque en la mayora de los casos hayan nacido en Pars y ten-
gan nacionalidad francesa .
._ La exclusin es un concepto que est de moda, que expresa una realidad
multiple y dolorosa: los sin trabajo, los sin papeles, los sin familia, los sin vi-
vienda formal. La exclusin se manifiesta sobre todo en las reas urbanas. Y
no slo existen grupos excluidos, sino tambin territorios. En Francia se in-
ver-ita la. Zona para distinguirla de la bmzlit;u, es decir, la periferia de los
marginales de la de los integrados.
Los territorios de exclusin son aquellos que expresan el fracaso de la ciu-
dad, 1a t1o ciudad o, como escribi Francisco Cande!, donde la ciudad pier-
de su nombre. Son los tcrmiw uagues, no mm !ami, ocupados por gentes
fuera del circuito del reconocimiento social.
El problema al que se enfrentan hoy las reas urbanas es el del crecimien-
to de estos territorios de exclusin y de los grupos nurginados por b acu-
mulacin de exclusiones: ni trabajo, ni ingresos estables, ubicados en zonas
de escaso o nulo reconocimiento social, pertenecientes a grupos tnicos o
culturales poco o nada aceptados institucionalmente (incluso ilegales) y de-
sintegrados familiarmente (personas solas, viejos, nios o jvenes desescola-
rizados, etc.) La ciudad, enwKes, se convierte en un enorme continente de
problemticas sociales donde las polticas urbanas no pueden permanecer
indiferentes en nombre de sus competencias legales y de sus medios econ-
micos limitad~s.
Si bien el urbanismo es incapaz de resolver todos estos problemas, s pue-
de contribuir a no agravarlos. Por tantb, debe plantearse siempre, en cada
programa de actuacin municipal, en cada proyecto urbano, cul es su con-
.
tribucin a la cohesin social y a la imegracin
'-
de los sectores excluidos. Ya
nos hemos referido al espacio pblico y ms en general al urbanismo como
un medio potencial de promover la redistribucin social de bienes y servi-
cios, de fa\. orecer las relaciones sociales v de dar sentido a la vida cotidiana
J
para todos los grupos y las reas urbanas. El uso diferencial del espacio p-
blico por los diversos grupos de edad, de gnero o tnicos es un dato a tener
en cuenta para su diseo y para promover la integracin sociocultural. Al
mismo tiempo es un buen punto de partida para plantearse tres objetivos
integradores:
'-
dos estn en Internet, no todos estn conectados con el resto del mundo.
Incluso la difusin del turismo internacional en los pases m;:s desarrollados
supone, casi siempre, visitar nicamente enclaves en los que se reproduce
el entorno conocido.
La ciudad como lugar de la universalidad es otra cosa. Es el mbito de
construccin y expresin de valores con vocacin ms o menos universal. El
lugar donde, como deca Salvador Allende, mucho ms temprano que tar-
. de abrirn las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para cons-
rruir una sociedad mejor.
Estas grandes alamedas deben existir, debe haber un espacio cvico para
las grandes concentraciones, culturales o polticas, donde se expresan los
movimientos colectivos ms amplios. A veces estos movimientos sociales
pueden tener motivacion~s y objetivos corporativos o localistas, pero en-
cuentran tambin su legitimidad en su referencia a valores ms universales:
derechos humanos, libertades, solidaridad. Su expresin en lugares centrales
y significantes es necesaria para la integracin ciudadana, para que funcione
la tolerancia y la apertura al mundo.
Esta referencia a la universalidad nos lleva a una ltima reflexin: :;:
la inte-
gracin sociocultural qu tipo de identidad constituye?
De dnde es ciudadano el urbanita actual? En esre magma de elemen-
tos territoriales y funcionales, histricos y relativamente estables unos, y que
se hacen y rehacen continuamente otros; en esta mezcla de gran ciudad y de
regin urban~, de barrios-refugio de la identidad y de ciudades pequeas y
medianas que radicalizan su afirmacin para no disolverse en el aire; en
estos territorios fragmentados y difusos, en esta ciudad genrica compuesta
de elementos dispersos y de espacios privatizados, de dnde son y dnde
ejercen los ciudadanos la ciudadana? En las ciudades actuales parece evi-
dente que no se puede hablar de un nico territorio de proximidad, sino de
diversos territorios, diversas identidades y pertenencias territoriales.
La ciudad es en s misma un conjunto de identidades que se suman, se
confrontan o viven en forma ms o menos aislada unas de otras. Hay identi-
dades barriales, otras de carcter tnico (debido a las inmigraciones), de g-
nero y de edad (mujeres, j,enes), de carcter sociopoltico, ere. Algunas ve-
ces se apoyan en el territorio, otras veces no. La cuestin es si esras
identidades se oponen o favorecen la integracin ciudadana global y defini-
tivamente la facilitan por la va de la suma o de la confrontacin, es decir, si
hay algn tipo de relacin con la sociedad y el espacio urbano n1s global.
Cuando, por el contrario, expresan aislamiento (o contribuyen a l), es ms
discutible, aunque en la medida en que permiten superar la anomia y re-
fuerzan al grupo tambin facilitan su relacin colectiva o individual con el
224 LA CIUDAD CONQUISTADA
-- ~~---------;re--,_...,.,...,-----,; ~--------.--------l"--
~,
1
ESPACIO PLJBLICO Y ESPACIO POLTICO 225
all del urbanismo que deben ser asumidos por las polticas urbanas. Tres
binomios nos parecen especialmente relevantes:
- empleo remunerado/desempleo,
- comunicacin y nuevas tecnologas,
- relacin de los ciudadanos con las administraciones pblicas.
Empleo remunerado/desempleo
tencia) .
' Estos y otros medios no parecen sin embargo suficientes para volver a
una situacin prxima al pleno empleo formal en las reas urbanas. Por ello
hay que plantearse seriamente el debate y experimentar la aplicacin de al-
guna de las diversas modalidades de salario ciudadano que diferentes co-
lectivos y expertos proponen en Europa 17
Para generar un uso incluyentede las TIC IX el sector pblico debe partir
de las necesidades ya identificadas en equipamientos y servicios para regular
la oferta y no dejar que sta se oriente nicamente hacia los sectores consu-
midores ms solventes.
De la misma forma conviene priorizar las redes descentralizadas de carc-
ter pblico o social (en educacin, sanidad, cultura, medios de comunica-
cin social de mbito local, etc.) y no como ahora la oferta industrial con-
centrada. Tambin la legislacin (europea, nacional) debe garantizar el
acceso gratuito de toda la poblacin a la informacin de origen pblico.
Los poderes locales podrn utilizar las TIC para transformar las relacio-
nes administracin-ciudadanos con programas como los de ventanilla nica
y para promover la capacidad de expresin ciudadana, especialmente de los
sectores que sufren algn tipo de discriminacin o de exclusin.
Finalmente, las TIC deben ser consideradas servicios de inters general y
los poderes pblicos deben garantizar la igualdad de acceso mediante polti-
cas activas a favor de los usuarios y de observatorios de seguimiento de sus
usos. Actualmente las experiencias locales interesantes son muy numerosas:
venta a precio simblico de ordenadores personales a las familias y equipa-
miento de las escuelas, monitores de barrio para poblacin e-analfabeta, etc.
accin positiva> para dar voz a los que no la tienen o no se hacen escuchar
son caminos indicativos de que se reducen los mrgenes de la exclusin.
El desafd y la ave11tura
La ciudad e..c; la aventura inicitica a la que todos tenemos derecho. Las li-
bertades urbanas son, sin embargo, ms tericas que reales. Una primera
aproximacin a la ciudad es analizar su oferta compleja en trminos de in-
clusin-exclusin.
A quin incluye? A quin excluye? Quienes pueden utilizar sus opor'"
tunidades de formacin y de informacin, de trabajo y de cultura?
Cmo se accede a una vivienda? Vivir en un barrio u otro ofrece posi-
bilidades similares? Las centralidades son accesibles por igual?
Las nuevas tecnologas de comunicacin (NTC) acaso no integran (glo-
balizan) a unos pero excluyen (marginalizan) a otros? El mbito urbano
ofrece posibilidades mltiples de intercomunicaci democrtica?
Las preguntas son casi infinitas. La cuestin interesante es verJos proce-
sos urbanos (polticas incluidas) desde un punto de vista que tenga ;en cuenta
la dialctica inclusin-exclusin, as como se tienen en cuenta otras (creci-
miento econmico -sostenibilidad, gobernabilidad- movilizacin social,
universalismo-localismo, etc.).
La ciudad como. aventura inicitica es una manera, no la nica por cier-
to, de aprehender el mbito urbano y sus dinmicas fsicas, econmicas y
culturales desde estos puntos de vista.
La ciudad como oportunidad inicitica sufre hoy una crisis que se expre-
sa mediante dos contradicciones.
La ciudad conquistada
Un da, dice Dara, la misma ciudad que hemos levantado y que nos rechaza,
ser nuestra 19
o Escuela y ciudadana
Una de las dificultades de los jvenes para asumirse como fuerza social es su
indefinicin generacional. La transicin hacia la edad adulta es confusa,
asincrnica (las etapas educativas, familiares, de trabajo, de vivienda, de ad-
quisicin de derechos no se corresponden). Las estructuras de transicin y
de insercin son dbiles, cuando no inexistentes. Los ritos de transicin de
una etapa a otra casi han desaparecido (aunque es significativo que se recu-
peren <llgunos, como los de graduacin). El avance hacia b autonoma es
lento, tortuoso, precario y, sobre todo, individual. No hay acontecimientos
colectivos que marquen generacionalmente ni proyectos hist<:Sricos que
ofrezcap un marco de movilizacin y de integracin simblica. Los princi-
pales momentos comunitarios para muchos jvenes son los espect~kulo.<.
musicales o deportivos, que son expresivos pero escasamente transformado-
res del entorno social v de las relaciones de fuerza.
Hay un desfase entre los estmulos de competitividad y de consumo
(poco alcarnal)les) que Hansmite la sociedad de los adultos y las aspiracione~
o valores solidarios en los que podra apoyarse una fuerza social juvenil. Es
decir, hay asimetra entre los actores y las bazas en juego.
La relacin inrergeneracional puede cumplir una doble funcin: de inte-
gracin social de los jvenes pero tambin de identidad frente a las genera-
ciones adultas. En los aparrados anteriores hemos expuesto mecanismos de
aprendizaje democrtico y de parrenariado con instituciones y asociaciones.
Esto debe entenderse como un medio tanto de insercin sociocultural en el
mundo adulto como de afirmacin conflictiva ante l. Los adolescentes v
los jvenes slo se valorizarn cultural y polticamente si actan segn moti-
vaciones y valores propios. Hay que reconocer que .las actuales estructuras
polticas ni estn muy valoradas socialmente ni resultan muy motivadoras
para los jvenes. El fracaso de la gran mayora de los partidos polticos en
cuanto al reclutamiento juvenil es escandaloso. El espectculo de los mtine.~
de las campaas electorales parece muchas veces un festival de la tercer;
edad.
na, integrada en el barrio, abierta a los agentes sociales, tanto para darles la
posibilidad de intervenir en el proceso educativo como para facilitarles el
uso del equipamiento escolar y la relacin cvica con los alumnos.
Actualmente tiende a volverse a la escuela que afirma su especificidad,
que marca su recinto y que distingue claramente a los de dentro de los de
fuera. Hay razones slidas para ello:
La ciudad educadora
)
20
En resurtlen: la ciudad es el lugar de la persona civil .
aquella en la que todos los que viven o trabajan en ella fuesen plenamente
ciudadanos.
No es el caso. La ciudad integra y margina. Y educa para la ciudadana y
tambin para la exclusin.
En nuestras ciudades hay chicos y chicas que nacen en ella o llegan de
muy nios y que aprenden rpidamente que ni ellos ni sus padres pueden
votar, que necesitan permisos especiales para todo, condenados a menudo a
una perpetua precariedad, incluso a una obligatoria ilegalidad. La cuestin
de los derechos polticos de los inmigrantes extranjeros est ya hoy a la or-
den del da. Constituyen una categora de poblacin cada da m~s numero-
S~l. La ci ud~d tambin puede educar para el racismo, para ejercerlo o para
temerlo. Pero tambin para combatirlo.
Otros, muchos ms, son inmigrantes nacionales, que viven en la ciudad
su dualidad de cultura: la de los orgenes y marco familiar y la del enromo
social. y poltico. Se enfrentan las dinmicas de la integracin (escuela, re-
238 LA CIUDAD CONQUISTADA
ESPACIO PLBLICO Y ESPACIO POLTICO 243
o
l
.
cin, paseo y descanso [.. ]
Incremento del tierw:n de uso: los espacios de mejor calidad permiten una
ocup~!cin tanto diurn;: r1.no nocturna m;ls frecuente por p:urc de diferentes ti-
pos y usuarios. Lo que c:<1iere decir relacin directa con el grado de seguridad
que presentan los espacios.
Circulacin intensiva: los espacios que constituyen bordes vitales presentan
circulaciones cruzadas y en diferentes direcciones, lo cual se refleja en su ocupa-
cin intensiva, tanto en su rea cenual como en los bordes y periferias :1 2
----- ----------~-
- r
florCC/1/t~jl' d1 1/lJO.'
qu~ /Nl/1 , di,lrio Jolm ,1/ colegio
1990
8 afws ...................... . 80 9
9 aos ...................... . 80 30
10 aos ................... .. 90 55
11 ailos .................... . 90 55
J. Adams y J. \\ 7hirdcgg.
,.....,
~
FUF.NTI'.: 1\1. Hillman,
A los entes locales se les dirige la enrgica peticin de realizar polanes regulado-
res para la infancia y r.ara los jvenes, es decir, proyecros terriroriales capaces de
convertir la actual ciudad centrada en el mercado y en el consumo, constituida
por un tejido urbano neoliberal, sin reglas, carente de intencionalidad cultural y
formativa, en una ciudad centrada en el ciudadano, apoyado por un sistema for-
mativo integrado: familia-escuela-en tes locales-asociacionismo-trabajo 41
1
L
248 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 6.1
Los invisibles
]. B.
Encender una luz en todas las zonas oscuras de la ciudad fue la pro-
puesta, creo, del anterior alcalde, lvfaragall, al principio de su mandato.
Las ciudades combinan luminosidad y negrura, y esto vale para la que
se llam ciudad luz, Pars, o para la gris Barcelona que hered la demo-
cracia. No me parece mal que haya algunas zonas oscuras que sirvan a
los que buscan refugio o aventura, pero me parece mejor que todos ten-
gan a su alcance puntos de luz que les hagan visibles para los otros y les
den conciencia de su ciudadana. Porque los invisibles lo son casi
siempre porque se les niega el derecho a ser vistos y reconocidos, no
porque quieran serlo. No hace tanto tiempo se construan muros para
no ver los barrios de barracas de la ciudad, como se hizo piadosamen-
te con ocasin del Congreso Eucarstico de 1952. Hoy se les niegan
los papeles para obligarles a desaparecer de nuestra vista, para trabajar
en negro, con un uniforme que como dicen en El pan y las rosas nos
hace invisibles. Y como en otros tiempos se refugian y se hacen visibles
en las iglesias, y a las ciudades les corresponde darles carta de ciudada-
na. Hoy, cuando voces imbuidas de autoridad proclaman su ignorancia
y sus miedos, su provincianismo xenfobo y su falta total de senti-
miento de piedad, hay que recordar que somos lo que somos por diver-
sos y complejos, por la mezcla de gentes y de culturas de las que somos
herederos. Los cuerpos simples, y esto vale para ciudades y pases, los
compuestos por elementos homogneos, los que no tienen complejidad
ni conflicto son pobres, evolucionan poco, decaen irremisiblemente. La
inmigracin de colectivos diferentes de nosotros, en su mayora jve-
nes, caracterizados por el valor y la iniciativa para asumir cambios radi-
cales en condiciones adversas, con enorme voluntad de sobrevivir y de
progresar, es un man para el pas receptor, y es un problema, casi una
tragedia para el pas de origen.
Prohibido quejarse: vivan los inmigrantes.
ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLfTICO 249
BOX 6.2
Los tiempos de la ciudad
Traducido por M. F., basado en el texto 1 tempi dcl/17 cimi. de L1ura Balbo.
sino a travs de un anlisis del tiempo que observe e informe sobre re-
sultados y problemas y agrupe a muchos actores. Los sistemas de hora-
rios y modelos culturales arraigados en nuestro mundo productivo no
se modifican sobre la base de algunas, aunque ejemplares, experiencias
de buenas prcticas.
BOX 6.3
Las mujeres y la ciudad
Extrado por M. l. del texto Las mujeres y la ciudad, de Anna Bofill,
Rosa Dumenj e Isabel Segura (1998).
Tiempos y horarios:
-Ajustar los tiempos de la ciudad a las personas para que los hora
ros se adapten a las rareas de la vida cotidiana.
-Ampliar los horarios en comercios y transportes, en especial lo
nocturnos.
-Incrementar la oferta y la frecuencia horaria de los rransportt
pblicos nocturnos.
2_52 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 6.4
Nios y adolescentes en la ciudad
J. B. y M. l.
Presupuestos y experiencias
o
'
ha consolidado en ciudades como Barcelona desde 1994 y en
San Sebasti<n-Donosria en dos ocasiones.
2. Colaboracin en el control y gestin del rdflco. Se trata de par-
ticipar en la gestin de programas o funciones que ya estn esti-
pulados. En general se realizan en el entorno de la escuela o
para el apoyo a personas mayores o vulner:1bles. En algunas ciu-
dade"s como Rosario (Argentina) o Fano (Italia) se desarroll la
aplicacin de la multa moral, que consiste en que los nios
pongan en los coches mal aparcados una nota en la que dice
USted es un maleducado;>. Es muy interesante el trabajo de la
asociacin La citta possibile, en varios municipios del rea de
Turn, Italia, sobre experiencias de ecologa urbana y movilidad
con jvenes. Por otra parte, en Barcelona se desarrolla desde
1999 el proyecto Camino escolar>> para facilitar entre todos un
camino seguro de la casa a la escuela.
3. Participacin en la gestin de centros y equipamientos cultura-
les destinados a sectores especficos de adolescen res o jvenes,
donde poseen autonoma y apoyo para desarrollar programas
innovadores. Un ejemplo de esto es la experiencia de b escuela
de circo en Nueve K1rrios, un distrito de Barcelona que rrabaja
con colectivos de riesgo, y tambin los centros de formacin
pr<?movidos por la Asociacin de Amigos de La Villerre.
4. Participacin en centros de iniciativa pblica o privad3 (con apo-
yo pblico) destinados a formar en nuevos oficios y a generar mi-
croempresas para dar respuestas a nuevas demandas. Por ejemplo
El Far, un centro de formacin en oficios del mar (Barcelona).
254 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 6.5
La exclusin en las ciudades europeas y los problemas
de /11 rehabilitacin
o Jordi J\1as
l!
. clases medias.
En el primer caso, la falta de salubridad y de -espacio pblico, as
' como la densidad de poblacin, empeoran la situacin de partida. En el
segundo, la lejana del centro, las malas conexiones con el entorno, la
t . falta de equipamientos y de espacio pblico de calidad son los agra-
vantes.
256 LA CIUDAD CONQUISTADA
Bilioorarj?a
www.logemenr.equipemeni:.gouv.fr
P0\\1ER, A., r E. BERGIN ( 1999): Neighbourhood A1anagm/CIIt, http:/ /sticerd.lse.
ac.uk/Casc.
SKIFTER ANDERSEN,. H. (2001 ): V?hat is thc Special Purpose ofArca Basecllnitiatiues?
How to Understmzd Depri11ed Urban Neighbourhoods, Paper for EURA confe-
rence, mayo.
'"'"''w.neighbourhood.gov. uk.
BOX 6.6
El proceso de creacin y rransformacin del banio de La Mina
1\1. F.
dos por una parte de la poblacin con actitudes incvicas o que de algu-
na manera estn vinculados a la delincuencia.
Paralelamente, y al margen de esta dura realidad, la expansin de la
Barcelona postolmpica y la transformacin para el Forum 2004 hacen
que el polgono pierda su condicin perifrica y lo sitan en medio de
la zona de mayor protagonismo urbano. Acorralado por este entorno,
su remodelacin e integracin pasan a ser una necesidad para las admi-
nistraciones, y para el barrio su nica posibilidad.
Se hizo _evidente la necesidad de un plan de intervencin global y
coordinado entre las distintas administraciones y los diferentes profe-
sionales implicados. Siendo as, en 1997 el ayuntamiento decide elabo-
rar un Plan de Transformacin del barrio de la Mina (PTI\1) cuya estra-
tegia global es su renovacin y revitalizacin econmica, social y urbana
con el fin de asentar las bases para las actuaciones posteriores.
-
~
'
El Plan Especial de reforma urbana redactado l;(i a p:1rtir del PTJ\1
est basado en la introduccin de un nuevo elememo capaz de encade-
nar los t.res principios clave de la propuesta -centralidad, diversidad e
intercambio. Una rambla central con 40 m de ancho, que sirva de co-
lumna vertebral del barrio y que conecte el Parque del Besos y eJ Frente
Martimo, sirviendo de cremallera y unin entre las diferentes partes
del barrio. Un espacio de relacin de las nuevas actividades cvicas, so-
ciales, econmicas 'v cultrales..
.
de roda el rea, hecho que no slo dificulta la sutura del tejido urbano,
sino que, adems, condena a La Mina a seguir siendo un cul de sac.
Por otro lado, el Plan Especial es en s mismo una pieza necesaria de
un Plan Integral de Transformacin para La Mina y debera desempe-
ar el papel de formalizar en el espacio las lneas generales determina-
das en este ltimo. Por primera vez se verific la intencin de hacer del
Plan Urbanstico un complemento al PJan de Transformacin Socioe-
conmica. Desafortunadamente, este ltimo no presenta resultados tan
inmediatos, y por lo tanto su concretizacin y puesta en prctica se
afrontan con una cantidad de prioridades y intereses divergentes.
La accin pblica debera orientarse a una accin integral en la'cual
las polticas sociales, de recuperacin y mantenimiento del espacio p-
blico, de seguridad ciudadana, de reinsercin social de la poblacin
poco integrada, de promocin econmica y cultural, etc., seran priori-
.tarias. La falta de un programa integral, que articule de forma concreta
y operativa las actuaci.ones urbansticas y las sociles, es sin duda el
punto dbil de este proceso de transformacin .
BOX 6.7
La pobreza en Las ciudades eumpeas
AJberr Serra
-'--------~~=~--~--~--~-~--======-~-~~~====~==-----~~------~---~----~L-
ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLTICO 261
--~
ESPACIO PBLICO Y ESPACIO POLTICO 263
BOX 6.8
Proyecto Favela-Bairro
Verena Andreatta
La ciudad de Rio de Janeiro tiene una poblacin que supera los seis mi-
llones de habitantes, y dentro de la cidad, frecuentemente en las estri-
baciones de sus montaas, exist~n hasta 608 favelas donde se hacinan
casi un milln de habitantes, presentes en el imaginario internacional
por su morfologa contrastante con la ciudad formal y tambin por la
asociacin prejuiciosa entre pobreza y marginalidad.
El Proyecto Favela-Bairro surgi en Ro en 1994 a partir de una fuerte
decisin y liderazgo del poder pblico municipal para construir toda la
264 LA CIUDAD CONQUISTADA
-....---------,.. .....
ESPACIO PlJBLICO Y ESPACIO POLfTICO 265
e .
.
,.
marcha de la concesin de casi ochenta mil ttulos de propiedad, en un
proceso lenro pero inexorablemente, y la calificacin con nombre a cer ..
ca de cien kilmetros de nuevas caltes, con la consecuente adquisicin
de direccin formal y legal -la primera base de ciudadana- para
una enorme parte de la poblaci9n. Y, como consecuencia, la dignidad.
adquirida sobre el pro~1io espacio; accesos al resto de la ciudad, que
'o';
Bibliografla
BOX 6.9
Delincuencia o inseguridad
Artculo publicado en La Vangumdia, Vivir en Barcelona, 2-6-2002.
]. B.
e
.
'
delincuencia habituaL lo cual no significa que deba quedar impune.
:;mo que merece una respuesta y una reparacin inmediatas. pero dis-
tmtas.
-----::--=::-----,--- ---;r-;- ,_.,,-,-
CAPTULO 7
Los desafos y sus respuestas exigen por su novedad una accin poltica nue-
va . .Esta accin poltica difcilmente puede salir de las instituciones y de los
partidos polticos posicionados en ellas, que tienden normalmente a conser-
var el sistema que les garantiza la representacin y el acceso a los puestos de
gobitrno. Hay una contradiccin entre el respeto del Estado de derecho, sin
lo cual la democracia se pervierte por el uso arbitrario de la fuerza, y la
transformacin de este mismo Estado, que si no se produce tambin lleva a
la perversin del Estado de derecho por su ii~capacidad de responder eficaz;
mente a los procesos excluyentes y a los nuevos desafos. Transformacin
que difcilmente impulsan las cpulas polticas y jurdicas del Estado, casi
siempre conservadoras del sistema que les concede el poder.
Cmo salir de este impasse? Cmo ir ms alU de las llamadas retri-
cas a la sociedad civil y a la iniciativa ciudadana? Cmo hacer que las pro-
puestas no sean utpicas, sino eutpicas, situadas en el tiempo )' en el es-
270 LA CIUDAD CONQUISTADA
principal fue conquistar los derechos que los harn ciudadanos mediante
nuevas instituciones econmicas, sociales y polticas (welfore state, planifica-
cin econmica, contracrualizacin de las relaciones laborales, etc.).
.._
~ supraesratal de los organismos internacionales ramo polticos como judicia-
les. Es decir, reclaman incluso ser deh~ndid:is contra su propio Estado. Algu-
nos progresos se han hecho en este camino, como la Carta de Autonoma
Local aprobada por el Consejo de Europa, ratificada por la mayor,a de los
estados europeos (lo cual es an preceptivo para que los acuerdos interna-
cionales sean aplicables a cada Estado ... excepto cuando las grandes poten-
cias imponen resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU) y que ha
servido de base a algunas sentencias del Tribunal Europeo.
Estamos en los inicios de un cambio histrico. Pero slo en los inicios.
Los organismos internacionales son poco receptivos tanto por la pesadez y
opacidad de sus burocracias como por el dominio poltico que ejercen en
ellos los gobiernos de los estados. Estos gobiernos y su alta administracin
no toleran fcilmente la intromisin de los poderes locales y regionales, que
introducen, es cieno, una considerable dosis de complejidad a la ya existen-
te, aunque tambin facilitan la elaboracin y el seguimiento de polticas
adecuadas a cada situacin territorial. La resistencia de gobiernos y altas ad-
ministraciones nos parece que se debe no tanto a razones funcionales ni a
principios polticos como al aL.n de mantener su estatus de privilegio en los
sistemas polticos de cada pas. Un cambio slo se producid. si regiones y
ciudades generan una relacin de fuerzas que progresivamente impong~1 su
presencia en la vida internacional. Este proceso se lu iniciado ya en Europa
por b presin del Cl\1RE (Consejo de l\1unicipios y Regiones de Europa),
de la ARE (Asociacin de Regiones de Europa), de eurocidades y de otras
organizaciones de ciudades y municipios.
La presencia activa de los gobiernos locales y regionales no equivale a un
reconocimiento de la dimensin global de b ciudadana en nuestra poca.
LA CIUDAD CONQUISTADA
: 1
L
- LAS CIUDADES E~ LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADANA 275
Pero hay otros factores de signo conrrario que reducen y hasta suprimen
los anteriores, como:
Un desafio social: promover las polticas sociales urbanas que impidan las
discriminaciones que imposibilitan o reducen el mbito de la ciudadana:
ocupacin, situacin de vulnerabilidad (por ejemplo, nios),. marginacin
cultural, etc.
Un desafio espec(ficamente urba11o: hacer de la ciudad, de sus centralida-
des y monumentalidades, de la movilidad y accesibilidad generalizadas, de
la calidad y visibilidad de sus barrios, de la fuerza de integracin de sus es-
pacios pblicos, de. la autoestima de sus habitantes, del reconocimiento ex-
terior, etc., unos entornos fsicos y simblicos que contribuyan a dar sentido
a la vida cotidiana de la ciudadana.
La produccin de ciudadana y el rol de los gobiernos locales constituyen
un desafo poltico no exclusivo de stos. La poltica no reduce su espacio a
las instituciones, los partidos y las elecciones. Existe otro espacio, el de la so-
cie_dad poltica, expresin preferible a la de sociedad civil, que es el que crean
El desafo que nos plantea hoy la ciudad en sus dimensiones central, me-
tropolitana y dispersa es ante todo intelectual r poltico, ms que econmi-
co y administrativo. Es un desafo a nuestros valores, no es un problema
funcional que se resuelva por la va tecnocrtica.
La ciudad tiene futuro o vamos hacia un mundo periurbanizado de ciu-
dades dbiles? Actualmente la poblacin suburbana)' es el doble o el triple
de la poblacin <<urbana)), es decir, de la que vive en ciudades y no en perife-
rias. El mundo suburbano puede convertirse en un mundo salvaje, de gue-
tos y de tribus, injusto y violento, excepro en los centros protegidos, que
tendern al autoritarismo. Una perspectiva que en bastantes pases parece
hoy fatal, cuando no es ya una realidad. Pero una tendencia, por fuerte que
sea, no es un destino obligatorio. La ciudad hoy emerge nuevamente como
Jugar, como mixtura, como espacio colectivo, como referente cultural.
Construir la ciudad del siglo X.XI es tener un proyecto de ciudadana, am-
pliar los derechos de tercera generacin, el derecho al lugar y a la movilidad,
a la ciudad-refugio y a la identidad local, al aurogobierno y a la diferencia, a
la igualdad jurdica de todos los residentes y a la proyeccin exterior de la
ciudad como entidad poltica abierta.
Los progresos sociales no comienzan en las "instituciones, sino que ms
bien es en ellas donde culminan. Los progresos se materializan en polticas
que se formalizarn en instituciones. Pero antes habr que luchar por los
nuevos derechos (y responsabilidades) y legitimar estas exigencias. Se ha di-
cho que nuestra poca es, como otras que se han dado en la historia, una era
de conquista de nuevos derechos. Tambin se ha dicho que es el siglo de las
ciudades. En consecuencia, es la poca de los derechos urbanos. Pero la exi-
gencia del derecho surge de la rebelin moral; del deseo de poseer alguna
cosa, unas libertades y unas oportunidades que a menudo nos son negadas.
La ciudad del deseo no es la ciudad ideal, utpica y especulativa. Es una ciu-
dad pensada, deseada e inventada. Pero tambin es la ciudad resultante de aspi-
raciones y demandas, de intereses y conflictos. Es decir, la ciudad de los deseos.
Ciudadana y globaliZilc11
Cuestiones generales .
SOBRE LA CIUDADANA
o
'
colectivos tnicos marginados con base territorial).
1
CILDADANA Y CLOBALIZACION: LOS LMITES DE LA NACIONALIDAD 'l
',,
e
i
.
Las bases sobre las que se sustentaba el Estado-nacin se han moditlcado:
los conceptos de defensa nacional y de economa nacional han perdido gran
'
Nota sobre derechos)' deberes. Todos los derechos citados comportan evi-
dentemente los deberes correspondientes por parte de sus titulares, sin lo
cual los derechos pierden eficacia para el conjunto de la ciudadana. El dere-
cho a la ciudad supone el civismo y la tolerancia en el espacio pblico, el
derecho a la formacin continuada supone el esfuerzo individual para asu-
mirla, al derecho a la calidad de vida supone un conjunto de comporta-
mientos para respetar el derecho de los otros; etc.
En todos los derechos citados es necesario distinguir lo que son derechos
colectivos de los derechos individuales. En ningn caso el fundamentalismo
de los derechos colectivos debera menoscabar la dimensin individual de los
derechos citados. Ms adelante tratamos de la ciudadana y el territorio. Es
preciso enfatizar que desde una cultura democrtica del siglo XXI los derechos
colectivos en un Jnbito territorial no pueden reducir el mbito de autono-
ma individual alcanzado en nuestras sociedades. En nuestras sociedades ur-
banas multiculturales es preciso combinar el respeto y tambin el apoyo p-
blico si es precis a los colectivos con identidades culturales propias con la
....,....
LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTI()N DE LA CIUDADANA 295
LA DEJ\10CRACIA DIGITAL
Ciudadana)' territorio
Los territorios de nuestra vida social son hoy ms complejos y difusos que
en el pasado. El esquema barrio-cotidianidad ya no vale para mucha gente.
La ciudad como mbito delimitado, diferenciado del territorio del entorno,
espacio del trabajo y del consumo, aventura de libertad ofrecida al nio y al
joven se ha hecho a la vez men:os accesible y ms dispersa, sin lmites preci-
sos. An es posible la ciudad como experiencia inicitica? S, seguramente
es posible y necesaria, pero hay que darle algunas condiciones.
Conviene que las polticas del territorio delimiten hasta cierto punto los.
barrios, los centros, los monumentos, las fronteras de la ciudad. Es difcil
asumir o construir la propia ciudadana si uno vive en mbitos muy reduci-
cer a los otros a travs de la proximidad virtual puede ser una contribucin
decisiva par~{ aceptar y entender a los otros; v.~cinos fsicos pero desconoci-
dos culturales. La cultura global debera desterrar la xenofobia locaL
Es en el espacio local donde los valores, las lenguas, las culturas se en-
cuentran, pueden convivir y relacionarse. La ciudadana supone igualdad,
no homogeneidad. Los derechos culturales de los ciudadanos tienen que ga-
rantizar tanto la preservacin y el desarrollo :~e las identidades originarias
(lenguas, historia, costumbres ... ) como las relaciones entre ellas; las fusiones
ni son imprescindibles ni son negativas, son ~la vez inevitables y parciales.
Deca Havel que su casa era Praga, Chequia, y antes Checoslovaquia ... , pero
tambin se senta culturalmente, sentimentalmente europeo, y ciudadano
del mundo; sus yalores eran universalistas. Su casa tambin era su barrio, y
su casa, claro, y e'!) la casa sus espacios prefe~idos, e incluso en la crcel sen-
ta que la celda era su casa: .
La vinculacin a una ciudad o una comarca, a un pueblo o a un barrio,
es un proceso complejo que ahora no toca explicar, pero s que conviene por
lo menos destacar un aspecto. Todos tenemos una historia que nos une a di-
versos territorios, de escalas diferentes, y todos tienen una identidad que los
diferencia. La prdida de identidad de los territorios, que se disuelvan en
entidades ms grandes y pierdan su especificidad, su empobrecimiento hasta
perder atributos que les dan sentido y llevan a su abandono, es una agresin
a nuestra propia identidad, nos hace m:s dbiles y vulnerables, quita una
parte de sentido a nuestra vida.
Desde la poltica, o mejor dicho desde eJpoder poltico-burocrtico y
desde las ideologas administrativas, en nombre de pensamientos racionalis-
tas-abstractos o de intereses con voluntad de dominio, a menudo se ha me-
nospreciado la persistencia de las identidades territoriales y de los senti-
mientos de pertenencia a unos lugares, a uns paisajes y a unas relaciones
sociales construidas por la historia y concretadas en geografas transmisoras
de sentido.
Estos espacios que contienen el tiempo no son inmviles, no estn con-
denados a serlo; precisamente su carcter polismico los hace ms suscepti-
bles de evolucionar, de integrar nuevas form~s de vida y de actividad, de
abrirse a otras culturas. Y, sobre todo, la identidad entre territorio y socie-
dad local, si bien en ciertos casos puede llevar .a un cierre defensivo, tambin
- .
._,
!.AS CIL)-\DES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADANA 299
...,.,
~ Un rerri torio se puede entend~r en tres dimensiones temporales. Esd el te-
rritorio histrico, con elementos geogd.fl.cos fuertes que lo marcan, que es
una reaiidad cultural, muy presente en nuestra imaginacin, en algunas rela-
ciones sociales; que establece vnculos y tambin distancias ... Este territqrio
puede expresarse en determinadas divisiones o formas de organizacin tt~rri
rorial que, aunque correspondan a poc;:as pasadas, todava tienen virtuali-
dad en la conciencia social, como por ejemplo los Territorios Histricos del
Pas Vasco, _la divisin territorial de la Generalitat republicana o la divisin
provincial espaola. Es una herencia del pasado con la que hay que contar
en el presente.
El territorio del presente est determinado en gran parte por las divisio-
nes administrativas actuales, los municipios, las comarcas, las provincias y
las comunidades autnomas. Pero tambin por la organizacin de diversas
instituciones y grupos que no siempre corresponden a los anteriores: iglesias
y universidades, partidos polticos y organizaciones sociales, etc. Tambin
configuran los territorios del presente relaciones menos visibles, como las
que se establecen entre ciudades y pueblos, nuevas redes telem~hicas, la loca-
lizacin de centros comerciales, parques tecnolgicos o campus universita-
nos ...
Y todava existe otra dimensin territorial, de futuro, estratgica, resul-
tante de las din~imicas sociales y de los proyectos colectivos. Es un territorio
en construccin, que se apoya en los dos anteriores pero tambin en una
gran diversidad de iniciativas, no siempre compatibles. Las decisiones de los
gobiernos exteriores pueden entrar en contradiccin con los intereses o las
demandas que expresen los gobiernos locales, las iniciativas de agentes eco-
nmicos privados pueden confrontarse con la cohesin social o la sosrenibi-
300 LA CIUDAD CONQUISTADA
lidad del territorio ... Pero tambin se puede configurar un territorio de fu-_
turo resultado de la existencia de un proyecto hegemnico construido por la
concertacin de un conjunto de actores sociales movilizados. El territorio es
tambin resultado de una estrategia colectiva.
Hoy toca redefinir los mapas de organizacin del territorio. Por ejemplo
en Francia en pocos meses se han constituido 120 estructuras polticas de
gestin local en casi rodas las reas territoriales de ms de 50.000 habitantes
(slo faltan 15), que son la otra vertiente de las Comunidades urbanas>>
(corporaciones metropolitanas) constituidas en las reas de ms de 500.000
habitantes. Esta redefinicin puede hacerse articulando municipios (y co-
rarca, si procede), pero tampoco hay que considerar intocables todas las di-
visiones existentes (por ejemplo quizs hay que plantear la modificacin del
mapa comarcal o integrar en el nuevo territorio municipios ahora adscritos
a otras comarcas, provincias o comunidades autnomas). Y asumir la especi-
ficidad de cada territorio, es decir, no plantear como solucin un nuevo uni-
formismo bautizado como regional. Las formas de autogobierno para el
Alt Pirineo, la plana de Lleida, la regin metropolitana de Barcelona o las
Terres del Ebro no tienen que ser idnticas.
~
w
Sobre el uso de la identidad del territorio
res de un territorio. ,
A continuacin proponemos marcos territoriales y criterios para ampliar
el concepto de ciudadana en un sentido ms plural.
El nivel regional
e <
'
el tecnocratismo de los entes metropolitanos no representativos (o de repre-
sentacin indirecta con escaso control social). La descentralizacin municipal
en bs grandes ciudades y la creacin de nuevas estructuras metropolitanas
ms abiertas y f1exibles (regiones urbanas inglesas, aglomeraciones frailcesas,
mancomunidades de municipios metropolitanos italianas) han sido dos res-
puestas interesantes. Asimismo se han desaollado mltiples mecanismos de
participacin ciudadana, en algunos casos innovadores en los procesos de
planeamiento y programacin (vanse los 'planes estratgicos concertados con
.... la sociedad civil y la atractiva moda del presupuesto parriciparivo) y en otros
o
en la gestin de servicios en la ejecucin de proyectos (la llamada gestin
cvica de equipamientos desde los aeropuertos, instalaciones o recintos de-
portivos o culturales barriales, la creacin y mantenimiento de espacios p-
blicos comunitarios, etc.).
El barrio
<l..
306 LA CIUDAD CONQUISTADA
La oferta infraestructura!
La oferta cultural
Conclusin
.~."..
~ Todo ello vale, hoy, para reas deprimidas o marginales? Acrualmenre es
perceptible un cieno renacimiento, una n1ovilizacin social y cultural que
expresa una voluntad de existir, una revalorizacin de los elementos identi-
tarios. Una reaccin numantina frente a una irreversible decadencia? Se-
guramente hay dinmicas en este sentido, pero tendencia no es destino fa-
tal, y las reacciones sociales y las posibilidades objetivas que ya hemos
sealado no nos llevan a conclusiones pesimistas.
Los elementos identitarios, la lengua y la historia, el medio natural y las
especificidades culturales o de formas de vida, las instituciones del territorio
tienen un potencial cohesionador, pero tambin pueden separar, acentuar
divisiones internas y el cierre hacia el exterior. Para que no sea as conviene:
ral privilegiado, cmo se podrn resituar despus de las dos guerras del
Golfo y de la ocupacin noneamericana? Las secuelas de la guerra del 2003
no afectarn por ejemplo a las posibilidades de reposicionarse en los merca-
9os internacionales de pases tan potentes como Francia y Alemani;? 1'1
La globalizacin hoy no es solamente un proceso econmico-financiero y
cultural-comunicaciona] propiciado por la revolucin digital. Es tambin
una realidad poltico-militar imperial, una dominacin ejercida por el go-
bierno de la nica superpotencia existente, que hoy no tiene conrrapeso al-
gno y que ha unido una cruzada mesinica a la realizacin descarnada de
ios negocios por parte de grupos econmicos multin~cionales. .
Ante esta realidad, la tendencia que puede manifestarse ms espontnea-
mente es la de la reaccin defensiva, proteccionista, aislacionista, que en-
contrar en los valores nacionalistas, localistas, <<identitarios o indige-
nistas sus bases de cohesin y legitimacin. Una reaccin que parece tan
lgica como inevitable en muchos casos y que hoy se expresa, entre otras
formas, en 1~ crisis de legitimidad de los gobiernos estatales y de los partidos
polticos 20
-- --- -------------'--
LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADANA 315
Si los lectores permiten una licencia al autor, nos parece que sera una
buena iniciativa estimular a la humanidad a inventarse causas que se convir-
El derecho tl la ciudad
..,
!'~
macin de las demndas locales v la sntesis entre valores universalistas v
tizar este derecho, sino tambin utilizar las TIC para democratizar
realmente al acceso de todos a los servicios de inters general. Dere-
cho al uso social de las actuales tecnologas de informacin y comu-
nicacin, especialmente en las relaciones con las administraciones
pblicas (por ejemplo, ventanilla nica). Barrios y viviendas tienen,
todos, derecho al cableado.
11. Derecho a la ciudad como t~{ugio. La. ciudad debe asumir reas de re-
fugio para aquellos que por razones legales, culturales o personales
necesiten durante un tiempo protegerse de los aparatos ms represi-
vos del Estado, en. tanto que las instituciones democrticas no son
capaces de protegerlos o integrarlos. Por otra parte, estas reas-refu-
gio forman parte de la oferta urbana como aventura transgresora.
12. Derecho a la proteccin por parte del gobierno de proximidad ante !tu
instituciones polticas superiores)' la.i 01ganizaciones J' empresas prestil-
doras de seruicios. El gobierno local debe actuar de defensor de oficio
de los ciudadanos e1~ tanro que personas sometidas a otras jurisdic-
ciones y tambin en tanto que usuarios y consumidores. Esta protec-
cin por parte de los gobiernos locales deber compensar la tenden-
cia a la gestin indirecta o a la privatizacin de servicios y la
consiguiente reduccin de la funcn pb(ica. Por otra parte, Ll
complejidad del consumo social aumenta la dependencia de los ciu-
dadanos respec:to a las empresas de servicios y de distribucin co-
mercial que muchas veces actan en mercados oligoplicos.
13. Derecho a la justicia local)' a la seguridad. Hoy la justicia es inaccesi-
ble para la mayora de ciudadanos (por su coste, lentitud, etc.). La
seguridad es vista principalmente en trminos de represin y se plan-
tean polticas de seguridad sobre todo cuando la inseguridad afecta
a sectores medios y altos y a agentes y representantes de las institu-
ciones. La justicia local, de base municipal, y la seguridad como ac-
tuacin concertada entre la institucin local y la sociedad civil orga-
nizada son hoy demandas inaplazables de las mayoras ciudadanas,
en la medida en que pueden asegurar una prevencin ms eficaz y si
es preciso una reaccin sancionadora ms dpida. .
14. Derecho a la ilegalidad. Paradjicamente tanto los colectivos sociales
como, a veces, las instituciones locales deberan asumir el coste de
promover iniciativas ilegales o alegales para convertir una demJnda
no reconocida en un derecho legal (por ejemplo, para obtener la re-
versin de uso de espacio pblico congelado por una institucin es-
tatal). Es dc;cir, se trata de demandas que se pueden considerar leg-
timas, aunque no sean legales. Los ejemplos son las sentencias
LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. lA CUESTIN DE lA CIUDADANA 32]
18. Derecho de todos los residentes en una ciudad tz tener el mismo estatw
poltico-jurdico de ciudadano. Y por lo tanto igualdad de derechos y
responsabilidades. La ciudadana debe distinguirse de la nacionali-
dad (que en el marco de la globalizacin y de las uniones polticas
supraestatales debe perder su actual carcter absoluto, es decir, la fa-
cultad de proporcionar un estatuto diferenciado). Es la relacin con .
un territorio -con un entorno social- lo que debe determinar el
estamro legal.
19. Derecho a que los represeJlttmtes directo.i de los ciudadano:i tanto institu-
cionales (gobierno local y/o regional) como sociales (organizaciones
profesionales, econmicas, sindicales, territoriales, etc.) participen o
accedan a las conferencias y organismos internacionales que tratan
cuestiones que les afectan directamente.
20. Derecho de los ciudadanos a igual movilidad y acceso a La informacin
transz,ersal similar al que poseen los capitales privados y las insriru-
322 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 7.1
El resm-gimiento de las ciudades
Mireia Belil
- .L.
324 LA CIUDAD CONQUISTADA
intensas son las que permiten competir en mercados cada vez ms ex-
tensos y globales. .
En este contexto, la geografa social de las regiones urbanas se transfor-
ma con nuevos retos sociales y polticos. Crece la heterogeneidad cultural
i
BOX 7.2
Participacin ciudadana 23
]. B.
o
.'
)
-'-'.
3.
Foros temticos o mesas (por ejemplo energa, transporte pbli-
co, etc.).
Encuestas deliberativas.
4. Agendas 21 (del medio ambiente, de derechos culturales, pro-
grama educativo de ciudad, etc.).
5. Talleres prospectivos y observatorios.
a) Consulta popular.
b) Iniciativa ciudadana.
e) Autogestin o partenariado de programas, proyectos, equipa-
men tos o servicios pblicos.
BOX7.3
BOX 7.4
Tecnologas de la infonnacin y comunicacin: instrumento para redes
ciudadanas y solidarias
] . B. a partir del texto Teclmologies de l'information
et de la comunication: mobiliser les outils au serl'ce des solidarits
de Valerie P~ugeot (VECAM, Francia).
o
'
'
denados o ... para impulsar redes ciudadanas locales y globales.
En primer lugar, se trata de evitar o reducir al mnimo la fractura o
la exclusin digital en territorios locales y regionales:
BOX 7.5
De la ciudad ilegal a la ciudad legal J' sobre el derecho a fA ilegalidad
para conquistar los derechos
J. B.
timidad de los valores que las justifican, que cuenten con un apoyo so-
cial fuerte y que respondan a problemticas que les son propias. A par-
tir de ello hay que tomar la decisin de impulsar acciones destinadas a
cambiar el marco legal ejerciendo una fuerza que inevitablemente, en
muchos casos, va ms all de la legalidad especfica y de la prctica ad-
ministrativa. Pero con un objetivo claro: convertir el derecho a la ilega-
lidad en la legalidad de los derechos necesarios y legtimos.
La paradoja del derecho a la ilegalidad resulta de la dificultad de
transformar el marco legal dentro de los cauces de la legalidad existen-.
te. En teora es posible; en la prctica no siempre lo es. El conservadu-
rismo de las instituciones, la rigidez de las normas, el corporativis-
mo partitocrtico y burocrtico, la desigual distribucin de poder
dentro de los propios aparatos o instituciones del Estado, la exclusin
de amplios sectores de la sociedad son, entre otros, los factores que
bloquean o frenan la innovacin poltica. En muchos casos el conflic-
to sociocultural y su exigencia de reforma poltico-jurdica debera
asumir con audacia el riesgo de la alegalidad, reivindicar la paradoja
del derecho a la ilegalidad para convertir en derecho lo que era antes
no legal o ilegal.
Cundd es posible esta conversin, cundo es realista plantearse
una iniciativa poltica o institucional o una accin colectiva ms all de
los mrgenes o cauces legales? Cuando se dan algunas condiciones,
como:
BOX 7.6
La ciuCld multicultutal
l\1ireia Belil y Albert Serra
Al(Tunos dtztos
e
'
'
Naciones Unidas y b lnternarional Organizarion Migration (l0JV1) e~
timan en 150 millones, el 2,5 por ciento de la poblacin mundial, la
personas emigradas. '
Se estima que entre 80. y 97 millones de estas personas son inmi-
grantes trabajadores. Y hay 12 millones de refugiados.
Aproximadamente 1.000.000 de persones pidieron asilo en 200
procedentes, la mayora, de Afganistn, Irak, Turqua, ex Yugoslavi~1
China, Congo, Colombia, Federacin Rusa, Somalia e Irn (Unitel
Nations High Commissiones For Refugees-UNHCR).
La poblacin de la Unin Europea creci en 2001 en 1,6 millone~.
hasta alcanzar 380 millones, con un 75 por ciento de crecimiento debi
do a la migracin neta.
Slo Francia, Pases Bajos y Finlandia tuvieron crecimiento natur~:
en 2001 (nacimientos menos defunciones).
El 1950 la poblacin de los actuales 15 era de 296 millones, y la d
los Estados Unidos era de 144.
Si las tendencias actuales continan, la edad media en Europa en e
ao 2050 ser de 53 aos, y la de Estados Unidos, de 36; actualmentt
las edades medias son 38 y 36.
336 LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 7.7
Distincin entre nacionalidad y ciucuma
Extrado por M. F. del libro La ciudadana europea,
de J. Borja, G. Dourthe, Y. Kleck y Y. Peugeot.
o
'
Residencia Legal
Libertad de adquisicin
.;
'1 multinacionalidad en el marco de las legislaciones del Estado o el
mantenimiento de un simple estatuto de residente sin ciudadana.
Exposicin de motivos: En la medida en que la adquisicin de la
ciudadana supone atribuir derechos y deberes, es obvio que re-
quiere voluntariedad por parte del sujeto. Se deja la puerta abierta
a la posibilidad de mantener indefinidamente la residencia legal o
de obtener la doble o la multinacionalidad si as lo permiten las
legislaciones estatales.
BOX 7.8
Ciudades trtmsfrouterizas, regiones estratgicas y ejes urbanos
J. B.
i
.... 1
El caso de Barcelona ilustra bien esta triple realidad urbano-internacio-
nal. Se est configurando una realidad de regin metropolitana en el
-1 noreste de la pennsula que prcticamente integra la zona costera y pre-
340 LA CIUDAD CONQUISTADA
_BOX 7.9
Siete ideas para la innovacin poltica focal
i
J. B.
.
1 1. El poder local-regional. La otra cara de la globalizacin en el
plano poltico. El fin del mito del Estado-nacin como apara-
to de poder monopolista, no slo por la necesaria construccin
de poderes reguladores supraesc:uales, sino tambin por la reva-
lorizacin o emergencia de poderes territoriales, de proximidad.
El poder local-regional necesita articularse internamente para
aparecer como un bloque negociador frente al Estado y los en-
tes supraestatales. Las relaciones entre poderes polticos tende-
rn a b contractualizacin ms que a la compartimentacin, a
la negoc!acin ms que a la jerarqua. Los poderes polticos se
organizarn en red.
2. Las nuevas realidades urbanas (aglomeracin, regin metro-
politana, etc.) requieren una reestructuracin territorial. Sin
- - - - - - - - - - - - - - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _J I _
T LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADANA 34]
o
'
. cales y regionales deben poder autorregularse. No se justifica
que haya una regulacin estatal del sistema electoral y del mo-
delo organizativo. Por ejemplo, si se respeta el principio del su-
fragio universal, los municipios deben poder decidir si eligen al-
calde directamente o no y a los concejales por distrito o por
circunscripcin nica. En cambio, debedn reforzarse los proce-
dimientos de evaluacin a posteriori para verificar si se cumplen
los objetivos y los acuerdos contractuales, as como las polticas
regionales o estatales impulsoras de los procesos de reestructura-
cin territorial (punto anterior).
4. Los gobiernos locales y territoriales debern asumir su relacin
de cooperacin conflicrual con los estados y plantearse estrate-
gias de conquista de competencias y recursos que ahora requie-
ren y no tienen. Por lo tanto, han de ser capaces de moverse en
campos de confrontacin quL tensionen los marcos legales. Re-
cuperar suelos para el desarrollo. urbano, implantar nuevas for-
mas de justicia, gestionar programas territoriales complejos,
promover la participacin y la igualdad de la poblacin no na-
cional, etc., exigir combinar la negociacin con los hechos
consumados.
5. La participacin poltica y la relacin partidos polticos-ciuda-
danos en el <1mbiro local y regional no pueden ser una simple
trasposicin de los modelos vigentes a escala estatal, por otra
parte hoy en crisis en cuanto a identificacin cultural y credibi-
lidad social. Sera deseable que en las elecciones locales se for-
i11aran agrupaciones o coaliciones especficas, con vocacin de
342 . LA CIUDAD CONQUISTADA
BOX 7.10
i;egitimitzd poltica e identidad territorial
J\1. D. a partir del estudio <<La crisis de legitimidad poltica: un an~Hisis
comparativon, dirigido por J\1anuel Castells (UOC 2003), y su anculo
publicado en El Pas el 18 de febrero de 2003.
rl"Ei':TF: \X-'orld Values Survc\', analizado por Pippa Norris en Glolht! guUCrllil/J(l' tlWI (()j"-
/1/{lf!Oiita citizcw.
FUENTE: 'v/orld Valucs SurYey, analizado por Pippa Norris en Global gmJcnJt711CC tllid co.r-
nwpolitmJ citi:::ms.
L _ _ __
LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADA!\JA
BOX 7.11
Art. I
La ciudad es un espacio colectivo que pertenece a todos sus habitantes.
Las autoridades municipales fomentan el respecto de la dignidad de
todos y la calidad de vida de sus habitantes.
Art. JI
Los derechos enunciados en esta Carta se reconocen a todos los habitan-
tes independientemente de su nacionalidad y sin discrin1inacin alguna.
Art.1!1
Todos tienen derecho a ejercer su libertad lingstica y religiosa y tener
la libertad de conciencia y de religin individual y colectiva. Las autori-
dades municipales aseguran dicho derecho velando por evitar la crea-
cin de guetos~ adems, cultivan la historia de su poblacin y respetan
la memoria.
Art. IV
Los colectivos vulnerables tienen derecho ~i gozar de medidas especfi-
cas que les garanticen el derecho de ciudadana y la integracin de ro-
dos evitando los reagrupamientos discriminatorios.
Art. V
La comunidad tiene el deber de solidar~dad recproca, en el que las autori-
dades locales promueven el desarrollo y la calidad de los servicios pblicos.
Art. Vl
Las ciudades alientan el conocimiento de los pueblos y de sus culturas.
Las ciudades signatarias se comprometen a cooperar con las colecti-
vidades locales de los pases en vas de desarrollo. Las ciudades instan
particularmente a los actores econmicos a participar en programas de
cooperacin y a hacer que toda la poblacin se asocie a ellos.
Art. VII
El principio de subsidiariedad que rige el reparto de competencias entre
las administraciones tiene como objetivo garantizar que los servicios
pblicos dependan del nivel administrativo ms cercano.
1
1 LAS CIUDADES EN LA GLOBALIZACIN. LA CUESTIN DE LA CIUDADAN(A 347
Art. VIII
Art. IX
Art. X
La ciudad protege el derecho a la vida privada y familiar, respetando la
diversidad de sus formas actuales. La familia disfruta de la proteccin de
las autoridades, en p<!.rticular en el acceso a la vivienda. Las autoridades
municipales velan por la integridad tsica de los miembros de las familias.
En el respeto de la libertad de eleccin, las autoridades locales adop-
tan todas las medidas para proteger a la infancia y la juventud y crean
las condiciones para que los nios puedan disfrutar de la infancia.
Art. XI
Se reconoce el derecho de todos los ciudadanos a ser informados sobre
todo en lo relativo a la vida social, econmica, cultural y administrativa
local y a tener garantizados los medios de informacin de manera acce-
sible, eficaz y transparente. Para ello las autoridades locales impulsan el
aprendizaje de tecnologas informticas, su acceso y su actualizacin pe-
ridica.
Art. XII
Se consideran las polticas sociales como parte decisiva en las polticas
de proteccin de los derechos humanos.
348 LA CIUDAD CONQUISTADA
Art. XIII
Todos los ciudadanos tienen derecho a la educacin. Para ello las auto-'
ridades facilitan el acceso a la educacin elemental y fomentan la for-
macin de personas adultas, adems de poner a disposiciri de todos es-
pacios y centros escolares, educativos y culturales en un contexto
mulriculrural y de cohesin social.
Para aumentar el nivel de civismo se implementan pedagogas edu-
cativas principalmente en lo referente a la lucha contra el sexismo, el
.racismo, la xenofobia y la discriminacin.
Art. XIV
Todos tienen el derecho al empleo digno. Para ello las ciudades signata-
rias favorecen el equilibrio entre la oferta y la demanda laboral y el reci-
claje de los trabajadores a travs de la formacin continua y desarrollan
actividades accesibles a las personas en paro.
No se firmar ningn contrato municipal que no incorpore una
clusula de rechazo al trabajo ilegal y al trabajo infantil. Las autoridades
municipales garantizarn la igualdad de rodas las personas en el trabajo,
igualdad de acceso de las mujeres y de las personas discapacitadas. Fo-
mentarn la creacin de empleos protegidos para las personas que nece-
sitan reinsertarse y la creacin de empleos relacionados con servicios a
las personas, medio ambiente, prevencin social y educacin de perso-
nas adultas.
'j
Art. ~XVII
Art. /\1liii
Todos tienen el derecho a un medio ambiente sano que busque la compa-
tibilidad entre el desarrollo econmico y el equilibrio medioambiental.
Para ello se aplican polticas de prevencin de la contaminacin, incluyen-
do la contaminacin acstica, de ahorro de energa, gestin, reciclaje, reu-
tilizacin y recuperaciJ1 de los residuos. Las autoridades locales tambin
amplan y protegen los espacios verdes de las ciudades y ponen en prctica
bs acciones para que los ciudadanos aprecien, sin degradarlo, el paisaje;
adems, desarrollan una educacin orientada al respet() por la naturaleza.
Art. XIX
Todos tienen el derecho a un desarrollo urbanstico ordenado en equili-
brio con el medio ambiente y en el que haya la participacin ciudada-
na. Las autoridades municipales se comprometen a respetar el patrimo-
nio natural, histrico, arquitectnico, cultural y artstico y a promover
la rehabilitacin y la reutilizacin del patrimonio construido.
Art. XX
Las autoridades locales reconocen el derecho de todos los ciudadanos a
disponer de medios de transporte compatibles con la tranquilidad en la
ciudad. Con este fin, favorecen los transportes pblicos accesibles a to-
das las personas y controlan estrictamente la emisin de cualquier tipo
de ruidos y vibraciones.
Art. )(XJ
Todos los ciudadanos tienen derecho a disponer de tiempo libre.
Las autoridades municipales garantizan la existencia de espacios l-
dicos de calidad abiertos a todos sin discriminacin y fomentan el tu-
rismo sostenible.
Art. XXII
Las ciudades velan por la proteccin de los consumidores.
350 LA CIUDAD CONQUISTADA
Art. XXIII
Art. XXJV
Art. JC\11
Art. JC\111
Art. XJ\.11IJ
Art. )(A.11III
l
352 LA CIUDAD CONQUISTADA
Hoy, ante el pattico fracaso de los estados para regular los procesos glo-
bales y su subordinacin a un imperialismo mesinico que ha emprendido
una cruzada violenta contra el mundo entero )r ame la inoperancia o la cul-
pabilidad manifiesta de los organismos internacionales para defender los de-
rechos universales de los pueblos y de las personas, se nos abre el espacio de
esperanza de las ciudades, este deber terrible de la esperanza que Borges
atribuye a la ciudad como amor secreto del porvenir.
El dilema es hoy civilizacin o ba'rbarie? O socialismo o barbarie? Me-
jor ciudadana o barbarie.
El derecho a la ciudad hoy es tambin el deber de transformar el mundo
y el derecho de construir unos tiempos y unos espacios que hagan posible
una vida ms amable, cordial y justa para todos.
Captulo 1
Advertencia: en este captulo se han reducido las referencias al mnimo, en general textos del auror,
pues se trata de una sntesis de las ideas principales que han orientado el conjunto del libro. En los
restamcs captulos se encontrarn las referencias bibliogrficas completas.
1
Vase el concepto de ciudadana en el captulo 7. Tambin se puede ver J. Borja, G. Oounhe,
V. Kleck y V. Peugeot (2001).
e Vase el captulo 7. Asimismo J. Borja (1999b) (1988b).,
1
Vase el captulo 2.
4
F. Ascher (1998).
A. Antolini y Y. H. Bonello (1994).
( En el Buenos Aires de principios de siglo cuenta Sebrdli (1974) no se permita pasear por las
avenidas principales sin saco (chaqueta). En el Nueva York de la poca las personas de color no
podan bajar ms all de la calle 60 excepto por motivos de trabajo. En general las calles ricas de
las ciudades europeas excluan sin cartel de reservado el derecho de admisin, y los sectores popu-
lares ya saban que cienos barrios no eran suyos. Como ocurre ahora en los centros comerciales o
locales de ocio que prohben la entrada por el aspecto.
En Espaa la extrema derecha ha imemado definir zonas nacioflales, para dejar fuera a gente
de color e inmigrados en general, pero tambin a gays, vagabundos, etc. Y lo que es an peor, pues
forma parte del racismo y la xeriofobia de cada da: la exclusin a la hora de alquilar vivienda, de en-
trar en un bar o en una discoteca, etc. Llevar la exclusin en la cara, en la ropa, en el acenro, en el
nombre, cuando se debe notificar el lugar de residencia ... es quiz.s la ms injusta y la ms difcil de
superar ~e todas las formas de marginacin social.
356 LA CIUDAD CONQUISTADA
~ Los planos oficiales de las ciudades con demasiada frecuencia slo indican el nombre de la
zona que grafica o simplemente excluye el rea si es perifrica. Por ejemplo, se indican los morros
dt: Ro de Janeiro sin indicar las favelas, o en Buenos Aires se idcnrifican con nombres administrati-
vos como suelo no ocupado zonas con villas miseri_a. l
~ D. Harvey (1977).
'' J. Borja y Z. Mux (2001).
10
J. Borja y i\1. Castells (1997).
11
Vase el box sobre mbitos comparativos enrre Madr-id y Barcelona en el capmlo 2.
Captulo 2
1
En esta seccin se hace referencia a J. Monnet (2000). Le Bris (1996), J. Gottman (1961 ),
O. Mongin (1995), F. Choay (1 994) y J. Jacobs (1 961-1967) runa referencia-homenaje a P. Geor-
ge (1952 y 1961).
~ Guido Maninorri (1993) propone cuarro poblaciones urbanas (habitantes, pcndularios. usua-
rios y visitantes) y tres actividades (residir, trabajar, consumir).
5 Vase el box sobre ciudades metropolitanas~- gobernabilidad.
Vanse los hoxes sobre las aglomeraciones francesas, sobre las regiones urbanas inglesas y so-
bre las polticas de desccnualizacin administrativa en Italia.
' Vase d box sobre reas metropolitanas espa10las.
r. Vase el box sobrt: los mbitos comparativos Barcelona-Madrid.
- Vase el box sobre el sistema urbano europeo y tambin sobre ciudades transfronteri:r.as en el
. captulo 7.
s J. Gorrman (1961).
') Vase el box sobre Tokio.
'' ,;, Citirs for Cititzcw. lmproving i\letropolita/1 Gouenuma. OC DE. Pars, 200 l.
111
F. A.scher (200la).
11
Vase el box sobre la exclusin en las ciudades europeas en el captulo 6.
12
Vase el box sobre el caso de La Mina en el captulo 6.
u Vase el box sobre Proyecto urbano en el captulo 3.
., S. Sassen (2001c).
15
Vase M. Castells (1995 y 1998-2000), E. Soja (1996 y 2000), W. Mitchell (2001), P. Veltz
(1996), N. May (1998), J. M. Pascual (2002), J. Borja y M. Castells (1997) y J. Borja y Z. Mux
(200 1).
l( Vase F. Ascher (200lb) y otros autores ya citados, como Veltz, Sasscn y Castdls.
17
Vase el box sobre utopa urbana en el captulo 1.
IX Paolo Perulli 0995), J. Leal (2003), J. Leal y L. Corts (1995).
l'l Albert Garca Espuche y Salvador Rueda (1999) y F. J. Moncls (1998). Asimismo el box
'
Captulo 3
1
La tipologa que se expone a continuacin utiliza algunos de los modos de intervencin qut
propone Busquers (2000a). Sin embargo la conceptualizacin de stos es responsabilidad del auror.
e Lynch ( 1960 y 1985) y Sine (1989 y 1996).
3
Vase box sobre el Neu' Urbmzism .
. La Vi/Ir, six intcr11iews darchitcctcs ( 199-'i). donde se encuentran entrevistas con arquitectos re-
leva mes del momento acrual, enrn: orros Bohigas, Koolhaas, Krier, ere. Las obras clsicas dt Cerdi1.
Haussmann, Le Corbusi~r y Sine han sido reeditadas en diversas ocasiones, algunas muy rccienre-
menre (Haussmann).
Vase el box sobre la rienda de Prada en N ucva York.
1
' Vase el box sobre la ordenacin terrirorial en regiones urbanas europeas.
Sambrico. Tambin las aportaciones de Ariella Masboungi en Projet Urbain, los de Dubois-Taine y
Chalas anteriormente citados y los del IFA (lnsrirut Fran<;ais d'Architecture) (1997).
2
" Rowe y Koetter ( 1978).
el Secchi (1989 y 2000).
22
Vase el box sobre el proyecto urbano .
.:!j Rogers (1999 y 2001).
21
Venturi (1994). En el mismo libro vanse otras comribuciones, en especial la de Amador Fe-
rrer sobre Barcelona.
2
' Vase el box sobre el barrio de La Mina en el captulo 6.
21
' Jordi Borja (1999b).
27
\ 1ase el box sobre l)iagonal Mar, Barcelona.
2
' Vase el box sobre el complejo residencial de Santa Fe, Mxico.
21
' Franc;ois Ascher (200la).
w Vase el box sobre la participacin ciudadana en el captulo 7.
51
Roma. Paralelamente a la elaboracin del plan director de la ciudad ( 1995-2000) se ha ma-
nifestado un interesante movimiento crtico entre lo~ arquelogos que por una parte consideran que
hay que integrar la memoria histrica y el patrimonio fsico en la trama urbana y la vida ciudadana
modernas y por orra relativizan el valor de las pocas ms antiguas y revalorizan la herencia de la
ciudad generada por la Revolucin Industrial. El Plan de Roma, coherente con estos planteamien-
tos, define como histrica toda la ciudad existente, lo cual no conlleva el inmovilismo, sino el com-
promiso en toda la ciudad enrre lo que debe conservarse y lo que debe transformarse. Sobre el plano
de Roma vase tambin Marcelloni (200 1).
_
358 LA CIUDAD CONQUISTADA
Captulo 4
1
M. Aug (1994).
~.R. Sennett (1975).
-~ l. Wirrh 0938-1962).
'' R. Sennett ( 1992).
' ]. Habermas (1993).
" Henri Lefebvre (1968).
P. Barcellona (1992).
8
M. Llardi ( 1988 y 1989).
'' A. Vidler (1992).
1
" M. Castells (200lb).
11
Vase el box sobre la ciudad emocional.
12
Jane Jacobs ( 1961 v 1967).
u F ran~oise Choay ( 994).
14
Todo lo que es slido se desvanece en d aire, argumenta Marshall Berman (1991). Es la di-
nmica objetiYa del capitalismo urbanicida que necesita destruir para acumular, explica David Har-
vey (1996). Es la ciudad fragmentada de Jonathan Barnett ( 1996); la ciudad de cuarzo, de las disro-
pas y las pesadillas de Iv!ike Davis (1990); la ciudad en los bordes como sumatoria de funciones
interpretada por Jod Garreau en TIJc Edgc Cy (1991) o en l:a exposicin del Instituto Francs de
Arquitectura Les entres de la ville (1997). La ciudad difusa o sin lmites de Francesco lndovina
(1991) o Michele Sernini (1996). La Metpolis de Fran~ois Asc:her (1995), quien probablemente sea
el que mejor ha sintetizado la cuestin como una situacin compleja que propone nuevas relacio-
nes, nuevas formas que se suman y superponen a lo prexistente.
15
Expresin francesa: recuperacin de formas de arquitectura de las pocas pasadas.
1
c. Vase el box sobre uso del espacio en el rea metropolitana de Barcelona.
17
L. Lees (1998).
1
~ A. Batista(2002).
1
') Vase el box sobre el espacio pblico en Nueva York.
10
Ph. Panerai y D. Mangin (1999).
~~ Vase el box sobre la ampliacin de la Castellana. Madrid.
" M. Sola-Morales (1984 y 1997).
1
' H. Muschamp (1995).
~ ]. Hannigan (1998).
~~ R. Koolhaas (1997).
2
'' Richard Sennett (1975).
27
AllanJacobs (1993).
~ 8 A. Garca Espuche y T. Navas (1999).
~ Vase el box sobre la rehabilitacin de los Champs-lyses ..
9
.lo Vase el box sobre la reconversin de la lnea de ferrocarril de la Bastilla en paseo al Bois de
Vincennes o tambin el box sobre la recalificacin de la Estacin T ermini de Roma .
1
.1 M. Herce y F. Magrinya (2002).
3
~ Vase el box sobre equipamientos culturales y espacio pblico.
11
Vase el box sobre la auditora urbana.
,,
"'
Capitu!.o 5
1
J. M. Monraner (1997.). V:m: tambin M. Aus (1994).
Nicholas R. Fyfe ( 1998).
1
J. Borja y M. Csrdls (1997 ). J. Borja (1999a) .
., Vase el box sobre las dialcticas urbanas.
M. Cohen (2000).
,. J. l\ 1. ,S.uregui (2002).
- Vase el box sobre requisitos para el xiw urbano. La litnarura sobre los requisiws para la di-
. ciencia y la productividad de los sistemas urbanos actuales es m u~ nunH:msa. Un precedente inrcre-
. sanre es Jam: Jacobs (1 98411 986), Manuel C:astells- (1995 ~- 1998-200,0). Tambin entre orras las
. obras de Saskia Sasscn, 'Michacl Cohen, M. Srorper, Frans:ois Ascher, etc. (citadas en J. Borja y J\1.
"Casrells [ 1997]). Vase tambin los trabajos dd Planeamiento Estratgico de Barcelona (1988-
1998), en especial de F. Sanracana, M. De Forn. F. Ravenrs,]. Trulln y otros.
" Vase el box sobre la ordenacin terrirorial en el captulo 3.
" N uno Porras (1 996).
1
" Vase el captulo Ci.
11
Vase el box sobre b:~rrios cerrados en Buenos Aires.
1
~ \'se el box sobre desarrollos residenciales perilericos en las ciudades espafiolas.
J.' Oriol Nd-lo (1998 y 2002).
1
' F. J\1oncls ( 1998).
1
' Rcgina Mcyer, Mam Crostein y Ciro Biderman (2001).
11
' rban Land ln;;titutc ( 1999}, Peter Calthorpe y William Fulron (200 1).
- Vase el box sobre los espacios pblicos centrales en la ciudad de Sao Paulo.
1
rrollo urbano. Vase por ejemplo la reciente legislacin francesa. F. Ampe y C. Neuschwander (2002).
2
' M. O avis (200 1).
.ce. Vase el box sobre el proyecto Rio-C:idade en Ro de Janeiro.
- Mara ngeles Durn (1 998) y Carlos Hernndez Pezzi (1998).
"" Vase el captulo 6.
21
' Coloquio de Carros-Francia, de las intervenciones de Roland Castro y Jordi Borja (1997).
10
Vase el box sobre las nuevas ramblas .
1
' A. Garca Espuche y Teresa Navas (1999).
32
O. Lafontaine y C. Muller ( 1998): No hay que temer a la globalizacin, Biblioteca N ue\'a.
55
La sostenibilidad de las reas urbanas es obviamente uno de los grandes retos actuales. Las
pautas actuales de consumo energtico y de agua, los impactos ambientales del uso intensivo del au-
tomYil, las formas de desarrollo urbano que acentan la congestin en reas centrales y el despilfl-
rro de suelo en las reas de baja densidad, la creciente dificultad para controlar, eliminar o reciclar
los residuos, etc., son problemticas ampliamente estudiadas y debatidas. En este trabajo no nos
. proponemos tratar las temticas econmicas y ambientales, sino los desafos polticos, sociales y cul-
turales del urbanismo. Sobre la sostenibilidad urbana, entre la abundante y reciente bibliografa,
. pueden citarse el catlogo de la exposicin: La ciutat sosteniblt 1 Thc Swtainab!c City (Centre de
Cultura Contempornea, de Barcelona 1997) y los libros de Herberr Giradet, Creando ciud.zdcJ sos-
. rmiblcs, Valencia, Ed. Tilde, coleccin Gorgona, 200 l; Virginia Berrini, Elcmmros tk. ecologia urba-
.. na, Madrid, Ed. Trorta. Serie Medio Ambiente, 1998; Salvador Rueda, Ecog/a urbana, Barcelona,
Bera Ed., 1995; tambin la revista Ecologla poltica n 17, sobre movilidad en las ciudades)' sosteni-
. hilidad urbana, Barcelona, Ed. Icaria, 1999.
360 LA CIUDAD CONQUISTADA
51 Localizacin " caractersticas de.: la residencia de alw y medio-airo estndar en diez ciudades
argmtinas. Estudio .realizado por Aydet, Anlisis y desarrollo econmico territorial, Buenos Aires.
Argentina, 1999.
Y Para el presente anlisis la regin metropolitana de.: Buenos Ai.res incluye a los partido.\ inte-
grantes, segn la definicin censal del Grari La Plata.
5'' Fuente: Elaboracin propia en base a Censos Nacionales del INDEC. Estudio realizado por
Ayder.
Captulo 6
1
S. Snchez y S. Biagini (1993).
~ De un programa de la televisin francesa (Sagacits) sobre los barri0s difciles y los jvenes de
origen inmigrante en las ciudades europeas.
2 ,;, Z. Mux (2003).
" J. Delarue (1991 ). Pero tambin se ha constatado que estas ;eas marginadas pueden desa-
1
rrollar una inreresanre cohesin interna (Le lvfo11de 8-10-1998, .. C:oeur des cits).
1
'' Vase la experiencia de la Asociacin de Jvenes de la Villerte de Pars o del Ateneo Popular
y su Escuela de Circo de Barcelona (Nou Barris).
17
Vase Guy Aznar et al ( 1997) y el debate sobre la cuestin del salario ciudadano en la revista
TranszJersales (Pars), a partir de 1996.
IR V anse los cahiers VECAM (Pars 1996-1998); J. Borja, G. Dourthe, V. Kleck y V. Peugeot
(200 1); box sobre TIC y red ciudadana en el captulo 7 y]. Borja et al.. Infimne sobre la ciudtzdana
Europea, participacin social y derechos cit,icos (1998). .
1
'' Daro es el Noi del Sucrc, y la novela Elnacimnto de nuestra jiterza de V. Serge (1931) es
un documento sobre la Barcelona obrera de 1917. La siguiente novela de Serge, precisamente, se ti-
tula La ciudad conquistada: se trata de Petrogrado, hoy San Petersburgo.
20
R. E. Park, E. \Y/. Burguess y R. D. MacKenzie (1925-1967).
21
Gavroche, el adolescente de las calles de Pars en Los miserables, de Victor Hugo. Guillermo
Brown: el personaje de Richmal Crompton.
22
J. Borja y M. Castells (1997).
25
M. ngeles Durn (1998).
2
' Marta Romn (1997).
25
Mara Prats Ferret, Ma Dolors Garca Ramn y Gemma Cnoves Valiente (1995).
~h Mara Prars Ferret, Ma Dolors Garca Ran1n ~, c;emma Cnoves \'aliente (1996).
27 Vase el box sobre los tiempos de la ciudad. .
~R Ana Bofill, Isabel Segura y Rosa Oun1enjO ( 1998).
2
O. Segovia y M. Saborido (1997).
''
30
Esto se advierte en diversos estudios sobre el barrio de la Mina en Barcelona CIREM/
GES/TRS (1998). Fundaci Pere Tarrs (2001); J. Borja, L. Brau, M. Fiori y J. Mas (2002) .
.ll Franc;oise Collin (1993-1995).
52
O. Segovia y M. Saborido (1997).
)
'-;
NOTAS 361
11
Vase el box sobre las mujeres y la ciudad.
v, M. Casrells (1983) vA. Massolo (1992), citado en). Borja v M. Casrclls (1997).
31 Lily Hutjes (1995). . .
1
1> M. Hillman,]. Adams y). \X'hirelegg (I 990), cirado por Marra Romn (1997).
Captulo 7
1
Un lugar>> donde es especialmente interesante la aparicin de contradicciones entre los valo-
res ticos o morales reflejados en los principios generales del derecho, en las constituciones, ere., y el
derecho positivo y sus formas habituales de aplicacin es precisamente el mbito jurdico, que no
siempre es conservador, como se tiende a creer. L1 doctrina, como la jurisprudencia, contribuye a
renovar la poltica reconociendo derechos tanto a las instituciones locales como a los ciudadanos en
temticas novedosas, por ejemplo medio ambiente, derecho al empleo, espacio pblico, vivienda
(caso okupa), privacidad, ere.
2
La aparicin de fenmenos polticos-loc.1lcs tiene signos muy diversos. En algunos casos es una
regresin evidente de los valores ciudadanos-universalisras, como el segregacionismo municipal de los
suburbios ricos en Estados Unidos que dan lugar al triunfo de movimientos cvicos que se indepen-
dizan poltic.1 y fiscalmente y privatizan los ser\'icios colectivos para su uso exclusivo (en California la
mirad de los municipios han visto triunfar estos movimientos excluyentes). Hay regresiones peores,
como las que conducen a la depuracin tnica. Hay fenmenos de populismo local. con fuertes
connotaciones conservadoras, pero que de todas formas introducen una cierta innovacin en la pol-
tic.1 loc.1l poniendo encima del tablero problem;ricas sentidas por la poblacin sobre seguridad, em-
pleo, eficacia de los servicios sociales, etc. Es el caso de los alcaldes electos fUera del sistema de parti-
dos que empieza a ser frecuente en Amrica L1rina (ya lo era en Estados Unidos). En Europa los
gobernantes electos a nivel loc.1l y regional. aunque rengan una etiqueta partidaria, tienden a actuar
con mucha autonoma, cuando no confrontacin, respecto a las direcciones partidarias esrarales.
' Por intelectuales entendemos no nicamente los producron:s de oficio de discurso terico,
sino todos aquellos que desde un rol poltico o de liderazgo social. desde una concepcin comproc
metida con valores universales de su profesin. o desde su capacid:1d para producir elementos si~ni
tlcanres (es decir, cargados de sentido, de suscitar ideas o emociones) y par:1 incidir en los medios
de comunicacin y de inrercarnbio simblico, pueden conrribuir a la n:novacin de la cultura pol-
ric:l. No hay izquierda poltic:1 y social sin izquierda mora.l. aunque no siempre cc;incidan.
' M. Casrdls (1998-2000), vol. JI. J. Borja y M. Casrells (1997), cap. IX. Vase tambin Infor-
me sobre Autoridades Locales y Organismos Internacionales (1994).
' Por ejemplo, la OCM (Organizacin Mundial del Comercio) o la reciente negociacin sobre
d AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones) entre la OCDE (25 pases representados) y los princi-
pales grupos econmicos mundiales (las multinacionales>~).
J
362 LA CIUDAD CONQUISTADA
'' Vase. por ejemplo, Plan Esrratgico de Barcelona, gut define una macrorregin estratgica
que incluye dos regiones dtl sur de Francia (Languedoc-Rousillon y i\1idi-Pyrnes). En zonas me-
nos desarrolladas y urbanizadas tambin emergen estos ejes urbanos rransfronrerizos. Por ejemplo,
en el Mercosur el eje Valparaso-Sanriago-Mendoza-Crdoba-Bucnos Aires-Montevideo. Vase
tambin el box sobre ciudades rransfronterizas.
- Vase d box sobre el resurgimiento de las ciudades.
' Vase el box sobre ideas para la innovacin poltica local.
'' Vase el box sobre d dert:'cbo a la ileg~1lidad para conguisar los derechos.
H J. Borja, M. Castells, l. Quinran:1 et al. (19<)0). J. Bor~a (l<)lJ')).
11
Vase el box sobre participacin ciudadan:J.
12
J. Borja y M. Castells (1997).
15
J. Borja, G. Dourthe, V. Kleck y V. Peugeot (200 1 ). En este libro se proponen t:Jnto medi-
das para reforzar la presencia de las instituciones .locales y regionales en la Unin Europea como una
ampliacin de los derechos de participacin, cvicos ~ sociales a escala t:'uropea para todos los resi-
dentes en los pases de la Unin. En este marco se propone la adquisicin de la ciudadana europea
por el hecho de residir en un pas de la UF. sea cual sea la nacionalidad de origen, la cual no se pier-
de. Los "ciudadanos europeos, sea cual fuer:1 su nacionalidad, tendrn los mismos derechos, inclui-
dos los pnlricos, que los nacionales del pas en que residen.
Vase el box sobre nacionalidad )'ciudadana.
1
1
" Vase el box sobre b ciudad mulricultural.
r, Vase el box sobre TIC:. participacin ciudadana: ~obre TIC: redes ciudadanas.
;,, ,, El caso de las Tierras del Ebro es ejemplar. Una zona casi marginal en Caralu1a ~poco es-
1
tructurada por las ciudades principales se ha convenido en el sustrato terriwrial de un amplio mo,i-
miento social, mayoritario, por su oposicin al Plan Hidrolgico Nacional. Paralelamenre han desa-
rrollado iniciativas positivas, como la universidad, programas econmico-territoriales aln:rnativos,
elahoran de una nueva cultura del agua, etc. Ho~ las Tierras del Ebro han adquirido una relari,a
(L'Illralidad, son una referencia incluso a escala europea.
- Ad~:nds de las bibliografas citadas, vansc los siguientes documemos: Chane Europenne de
1
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chos Econmicos, Sociales y Culturales de Porto Alegre (Observatorio DESC, Barcelona 2003).
1
~ D. Harvev (2003).
1
'' ). Borja (.003).
20
M. Castells (2003). Vase tambin el box sobre legitimidad poltica e identidad territorial.
21
El grupo de trabajo sobre derechos emergentes del IDHC se ha constituido para elaborar
una propuesta de dilogo por encargo del Forum Universal de las Culturas (Barcelona 2004). Este
grupo est presidido por el director del IDHC, Jos Manuel Bandrs, y por Victoria Abelln, Jordi
Borja, Victoria Camps, lgnasi Carreras, Momserrat Minobis, Daniel Ravents, Xavier Vida! Foch y
Joan Subirats, siendo Ros:J Bada la secretaria tcnica del grupo.
ce Adems de las referencias bibliogrficas ya citadas, sigue una breve relacin de documentos que
nos han servido para establecer el listado de 21 puntos: Ascher (20(ll a); A m pe y Neuschwander
(2002); Borja y Castdls (1997); Borja y Iv1ux (2001 y 2003); Busqucts (1993 ~ 2000a); Cern~lbti
(2000}; forn y Borj:1 (1992). Incluye texros de Joaqun Leguina, Pasqual Maragall. Eduardo Leira, Je-
ss Gago, Michacl Parkinsony Franc;:ois Ascher; Duany, Platcr-Zybcrk y Speck (2000); Hcrce ( 1998);
Hiss ( 19<) 1}; Masbounghi (cd.) y Club Vi !le Amnagemenr (200 1). En esra misma publicacin, vbn-
se las colaboraciones de Franc;:ois Ascher, Jean Michel Roux y Agni:s Des-marest, Thesc CorniL Do-
menico Cecchini, Bernardo Sechi, Jordi Borja, Jean Frbault, Francis Codard y otros; Mongin
( 1'J95); Momaner et l. (2000). Incluye tambin textos de R. Rogers, R. Piano, E. Reesc, V. Andreat-
ta, M. Hcrcc, Z. Mux, J. Borja, E. Hern~i.ndez Cros y R. Folch; Pascual (l ';)')';)}; Pavillun de !'Arsenal
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C. Parenr, Y. Gregoni, J. L. Cohen, A. Grumbach y otros; Savitch y Vogel (1996); Sennen (1975).
25
Del informe presentado al Congreso de Municipios de Catalunya, 2001.
N01AS 363
Eplogo ciudadano
1
Cita de Cansino Assens, en la exposicin Cosmopolis, Borges y Bztl'nos Aires, CCCB, Barcelona
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