Este documento discute la hermenéutica feminista y cómo las mujeres conocen la realidad. Argumenta que el conocimiento es situado e interpretativo, no objetivo. Las feministas critican las epistemologías androcéntricas y proponen que las experiencias de las mujeres ofrecen nuevos recursos para la investigación. El conocimiento situado reconoce la subjetividad y diversidad de experiencias marcadas por factores como género, etnia y clase.
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Este documento discute la hermenéutica feminista y cómo las mujeres conocen la realidad. Argumenta que el conocimiento es situado e interpretativo, no objetivo. Las feministas critican las epistemologías androcéntricas y proponen que las experiencias de las mujeres ofrecen nuevos recursos para la investigación. El conocimiento situado reconoce la subjetividad y diversidad de experiencias marcadas por factores como género, etnia y clase.
Este documento discute la hermenéutica feminista y cómo las mujeres conocen la realidad. Argumenta que el conocimiento es situado e interpretativo, no objetivo. Las feministas critican las epistemologías androcéntricas y proponen que las experiencias de las mujeres ofrecen nuevos recursos para la investigación. El conocimiento situado reconoce la subjetividad y diversidad de experiencias marcadas por factores como género, etnia y clase.
Este documento discute la hermenéutica feminista y cómo las mujeres conocen la realidad. Argumenta que el conocimiento es situado e interpretativo, no objetivo. Las feministas critican las epistemologías androcéntricas y proponen que las experiencias de las mujeres ofrecen nuevos recursos para la investigación. El conocimiento situado reconoce la subjetividad y diversidad de experiencias marcadas por factores como género, etnia y clase.
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Hermenutica bblica feminista.
Cmo conocemos la realidad
Ute SEIBERT
La hermenutica es una metodologa orientada hacia la
interpretacin de textos y realidades humanas. Teniendo antecedentes que se remontan a la filosofa griega, la hermenutica ha tenido un desarrollo importante como tcnica de la interpretacin de los textos bblicos, incluyendo no slo todo lo relativo al lenguaje, sino tambin considerando los elementos contextuales (del texto original y del/a lector/a actual), la historia de su interpretacin y sus efectos. De ah se ampli como herramienta para la lectura de todo texto y discurso. Durante el siglo XIX, la hermenutica comenz a desarrollarse en busca de fundamentos metodolgicos para las ciencias del espritu, contrarrestando la pretensin de universalidad de los mtodos de las ciencias naturales[1].
La hermenutica afirma que conocemos el mundo
comprendiendo e interpretando. Eso tiene varias implicaciones, como, por ejemplo, que lo hermenutico es circular: algo no es real en s mismo, sino que lo es, siempre, en relacin con el sujeto que lo interpreta. El conocimiento no se puede distinguir, como algo objetivo, de la interpretacin subjetiva, ni las ideas se pueden distinguir de las creencias. Todo entendimiento humano viene precedido por una interpretacin y una comprensin previa del mundo, un suelo de creencias y de pre-juicios implcitos, que son efectivos aunque no nos demos cuenta de que estn actuando. Eso significa que, fuera del control de la racionalidad y de la autoconciencia, se da una serie de procesos interpretativos espontneos que configuran la primera visin del mundo, constituyendo una especie de subsuelo afectivo, de pre-juicios y valores que forman los pilares sobre los cuales, luego, se construye las visiones lgicas y conceptuales.
Interpretar constituye el proceso de explicitar un modo de
ser-en-el-mundo, desplegado delante del texto, en que el texto se convierte en una proposicin de mundo que permite reescribir la realidad (Ricoeur: 108). Este proceso de comprensin, mediado por los textos o discursos, es a la vez un proceso de apropiacin de este mismo, en la medida en que, al exponerse al texto, ste devuelve una imagen ms vasta de s mismo. Aqu la propuesta hermenutica se encuentra con las diferentes crticas de la ideologa y de las ilusiones del sujeto, ya sea del psicoanlisis o de la teora crtica.
Antes de revisar las implicaciones de estas reflexiones para
la lectura bblica, quisiera profundizarlas con el aporte de dos filsofas feministas que introducen la perspectiva del sujeto localizado como una posibilidad para entrar en dilogo con otras/os y llegar a un conocimiento ms objetivo de la realidad.
Desde las teoras feministas, ha surgido una serie de
preguntas acerca del conocimiento de y sobre las mujeres: Las mujeres conocen de manera igual o diferente a los hombres? Y, si es diferente, como afirma Carol Gilligan en su clsico estudio En una voz diferente, tiene el mismo valor? Las feministas han criticado la pretendida objetividad de la ciencia androcntrica, y preguntan: existe un mtodo distintivo de investigacin feminista?, y cules seran las caractersticas de tal metodologa especfica? La filsofa Sandra Harding, especializada en investigacin de la metodologa y filosofa de las ciencias, seala:
Las feministas argumentan que las epistemologas
tradicionales excluyen sistemticamente, con o sin intencin, la posibilidad de que las mujeres sean sujetos o agentes de conocimiento, sostienen que la voz de la ciencia es masculina y que la historia se ha escrito desde el punto de vista de los hombres (de los que pertenecen a la clase o a la raza dominantes); aducen que siempre se presupone que el sujeto de una oracin sociolgica tradicional es el hombre (Harding 1998: 14).
Cabe sealar que, segn las crticas feministas, la ciencia
siempre ha tomado en cuenta la experiencia y ha respondido a realidades y necesidades concretas, pero no las ha explicitado. De esta manera, habra escondido, tras el velo de la objetividad y universalidad, la perspectiva y experiencia de vida de hombres blancos, de determinado origen social. Frente a esta limitacin, es importante considerar la diversidad de experiencias, marcadas no slo por el gnero, sino tambin por una multiplicidad de factores tales como la pertenencia a una determinada etnia, clase, edad, religin, etctera. Son entonces las experiencias de las mujeres (en plural), las que ofrecen los nuevos recursos para la investigacin; lo femenino y lo masculino deben reconocerse, siempre, como una categora de anlisis dentro de las categoras de clase, etnia, raza, a la vez que estas categoras deben entrar siempre como elementos de anlisis en la perspectiva de gnero. La experiencia de las mujeres, como punto de partida y como lugar del conocimiento, ha sido conceptualizada como empirismo feminista y punto de vista feminista. Desde una perspectiva histrica, la crtica feminista se inscribe en una relacin de las ciencias con los movimientos sociales: desde la revolucin francesa, los movimientos proletarios o las corrientes postcolonialistas, para nombrar slo algunos. En este sentido, el movimiento feminista sera tan slo el ltimo eslabn en una cadena ms compleja que permitira a la ciencia acercarse ms a sus propios ideales de objetividad y universalidad.
Para la construccin del conocimiento, ser importante
tomar en cuenta las experiencias diferentes, en sus contextos. Sin embargo, esta visin constructivista es slo una parte de la propuesta. Dialogando con Harding, la filsofa Donna Haraway propone hablar de los conocimientos situados. Ella seala que la parcialidad, el estar en algn sitio en particular, y luego compartir esta perspectiva, aparece como la nica manera de encontrar una visin ms amplia (Haraway, 1995).
En resumen: en la cultura transicional que habitamos, la
categora del conocimiento situado aparece como un lugar que responde a las interrogantes de las teoras feministas y de gnero en cuanto a la posibilidad de un conocimiento objetivo y universal. La localizacin limitada y el conocimiento situado se ubican desde una topografa multidimensional, de sujetos abiertos y divididos, capaces de dar cuenta de su localizacin y de responsabilizarse de las visiones desde donde entran en dilogo con otras.
Las comunidades de fe, desde sus inicios, han tenido la
necesidad de comprender e interpretar las palabras y los textos bblicos. En su desarrollo, la hermenutica bblica ha dialogado con las diferentes corrientes filosficas y lingsticas. La pregunta por la hermenutica est estrechamente vinculada a la epistemologa, a nuestras formas de conocer la realidad. La hermenutica de la sospecha y el crculo hermenutico han sido herramientas para una gran diversidad de hermenuticas bblicas, respondiendo a diferentes localizaciones y contextos: adems de la hermenutica feminista, estn, por ejemplo, las hermenuticas indgena, negra, las interculturales, las ecolgicas (ver De Wit, 2002).
Del crculo hermenutico a la espiral de interpretacin
El proceso de comunicacin que se genera entre la persona que lee, escucha o interpreta, y aquello que es ledo, entendido e interpretado, es un proceso dinmico que se desarrolla en diferentes momentos, que constituyen el crculo hermenutico. El movimiento que se genera dentro de este crculo hermenutico es dinmico y abre al descubrimiento de nuevos significados del texto. En este sentido, es diferente a la lectura tradicional que entiende el texto como algo cerrado y fijo, cuyo significado ya es dado y slo necesita ser descifrado.
En Amrica Latina, el telogo de la liberacin, Juan Luis
Segundo, ha aplicado el concepto filosfico del crculo hermenutico a la tarea teolgica, sealando las siguientes etapas:
- a partir de la experiencia, de nuestra forma de
experimentar la realidad de opresin e injusticia, se formulan preguntas que expresan nuestras sospechas sobre esta realidad;
- esto lleva a un anlisis de las estructuras econmicas,
sociales, polticas e ideolgicas que conforman el contexto de la experiencia;
- y conduce a una lectura crtica de la tradicin bblica y
teolgica, a partir de la cual se desarrolla una nueva manera de interpretar los textos bblicos, con nuevos elementos;
- estas nuevas interpretaciones y construcciones
teolgicas alimentan la accin y ayudan a examinar nuevamente la praxis (Segundo, 1975).
Este modelo de interpretacin se convirti en una
herramienta de lectura de la realidad y de la Biblia muy difundida entre los grupos que luchan por justicia social y la defensa de los derechos humanos en Amrica Latina, ya que fue comprendida como parte de la prctica transformativa de la sociedad. Esta lectura militante cont con otro importante aporte: la educacin popular y el trabajo desarrollado por Paulo Freire, con la pedagoga del oprimido; la concientizacin form parte del quehacer de movimientos y organizaciones sociales, comunidades e iglesias. All se afirm la validez de la experiencia y del saber de cada persona, a partir de la cual poda decir su propia palabra generadora, transformadora de la realidad. Sin embargo, en una cultura del silencio, que afecta especialmente a las mujeres y su posibilidad de expresar en voz alta su palabra, ste no ha sido un proceso fcil. Nombrar la realidad no siempre significa poder cambiarla. Desde diferentes mbitos del conocimiento, mujeres y hombres han llamado la atencin sobre la opresin hecha cuerpo y el poder del inconsciente y de los mitos en la comprensin del mundo. En las organizaciones sociales o comunidades, durante las conversaciones grupales, muchas mujeres podan compartir sus experiencias de machismo, violencia y sexismo. As se configur su punto de partida del crculo hermenutico, su lectura de la realidad y de las tradiciones bblicas y religiosas: experiencias manifestadas a travs de lgrimas, sufrimiento, discriminacin y, tambin, en la acogida, la amistad, la solidaridad o una lucha exitosa. Se abre el movimiento en espiral, y en l se pueden ampliar los horizontes de la comprensin y el reconocimiento de la profundidad de las opresiones discernibles en la cultura patriarcal. El crculo hermenutico puede ser visto como un espacio/ejercicio de deconstruccin de la violencia, incluida la teolgica, y de la exploracin constante de nuevos patrones de relacin.
El punto de partida de este movimiento hermenutico es el
cuerpo. Somos cuerpo, y es en l donde experimentamos el mundo y donde quedan registradas las marcas de nuestras vivencias. Participamos del mundo como cuerpos, formando parte y transformando este cuerpo social; nos encontramos en la comunidad, en la iglesia (el cuerpo de Cristo); compartimos cuerpos de creencias acerca de la vida, la muerte y la resurreccin de los cuerpos; vivimos dentro de un sistema econmico que negocia con los cuerpos; la cultura los moldea y las polticas afectan su crecimiento o deciden su exclusin. Partir del cuerpo, para leer la realidad, los textos sagrados y las tradiciones religiosas, ha sido el atrevimiento hermenutico que lleva a nuevas interpretaciones de la Biblia y la teologa.
Podramos, entonces, graficar de la siguiente manera el
proceso de interpretacin en forma de espiral, que se va desplegando desde los cuerpos en relacin y en movimiento:
Lectura feminista de la Biblia
La lectura feminista de la Biblia no se inici en las iglesias, ni
ha formado parte de las preocupaciones de telogos y pastoralistas; tampoco de aquellos que han tenido un fuerte compromiso con la justicia social y la liberacin de los pueblos. La pregunta crtica por el uso y por el poder de las interpretaciones de los textos bblicos sobre las mujeres, apareci cuando las mujeres comenzaron a tomar conciencia de su situacin y a luchar por sus derechos. Leer la Biblia con ojos de mujer: una necesidad poltica
Encontramos un importante antecedente de la hermenutica
bblica feminista en las luchas por el sufragio durante el siglo XIX. Los opositores a los derechos de las mujeres rechazaron sus reivindicaciones por la igualdad y el sufragio, frecuentemente remitindose a pasajes bblicos que afirman la subordinacin y la desigualdad de la mujer como parte del orden divino. A la vez, muchas mujeres han encontrado en la Biblia fundamentos para apoyar su clamor por la igualdad y la dignidad. Esta contradiccin percibida llev a la pregunta de si una mujer que busca sus derechos y lucha por su dignidad puede seguir siendo cristiana.
Se hizo necesario un cambio epistemolgico. Seran las
mismas mujeres, a partir de su subjetividad y sus necesidades, las lectoras e intrpretes de los textos. Antes de una hermenutica feminista, muchas hablaron de una lectura de la Biblia con ojos de mujer (con toda la ambigedad que eso implica). El primer intento sistemtico, en este sentido, fue realizado en el siglo XIX, por Elizabeth Cady Stanton. Este trabajo, realizado por mujeres blancas de clase media, muchas de las cuales eran acadmicas, plante preguntas radicales sobre las imgenes de las mujeres, el rol de la Biblia y su uso en las luchas por la liberacin, preguntas que siguen inquietando a mujeres de diferentes culturas hoy en da.
Elizabeth Cady Stanton form parte de un movimiento por la
igualdad de derechos para las mujeres. A los 67 aos, form un comit de mujeres con el propsito de indagar sobre las races bblicas de la opresin econmica y poltica de las mujeres, con un mtodo muy simple: recortaron todos los textos de la Biblia que hablan o hacen referencia a la mujer y/o a otras figuras femeninas (como animales), y los comentaron. Los resultados fueron publicados, en dos tomos (1895 y 1898), bajo el nombre de The Womens Bible (La Biblia de las Mujeres).
En ese momento, Elizabeth Cady Stanton perfil dos
principios de una hermenutica feminista: 1) la Biblia no es un libro neutral, sino un arma poltica contra la lucha por la liberacin de las mujeres; y 2) el motivo de ello es que la Biblia lleva la marca de los hombres, quienes se atribuyeron estar hablando en el nombre de Dios, a quien jams haban visto (Schssler Fiorenza, 1989: 37). El resultado de esta investigacin arroj que solamente un 10% de los textos tenan alguna relacin con las mujeres, siendo las referencias a stas, en su mayora, peyorativas. La Biblia pareca ser, entonces, un libro por y para los varones, contradictorio, misgino, y sin autoridad moral para aquellas mujeres que buscaban su libertad poltica y social. La publicacin de este trabajo se tradujo en un escndalo, y ste fue rechazado por enemigas y amigos de las sufragistas. Sin embargo, Elizabeth Cady Stanton marc un hito al plantear, al menos, tres argumentos en favor de la necesidad poltica de una interpretacin feminista de la Biblia:
A lo largo de la historia, la Biblia ha sido utilizada para
mantener a las mujeres sumisas y en silencio.
No slo los hombres, sino especialmente las mujeres,
quieren creer fielmente en la Biblia como Palabra de Dios.
No se puede hacer ninguna reforma en un rea determinada
de la sociedad mientras no se reformen y transformen, simultneamente, las dems reas, porque todas las reas de la sociedad son interdependientes. La Biblia y su mensaje forman parte de este entramado y su reinterpretacin es necesaria en los procesos de cambio poltico y social.
Queremos pan, no piedras
En Amrica Latina, la lectura de la Biblia con ojos de mujer
ha sido ms difcil que la lectura de la Biblia desde los pobres. En relacin a la opcin por los pobres, los textos bblicos son claros: casi no permiten no percibir su presencia en cada pgina. No sucede lo mismo con las mujeres. Ellas estn all, por supuesto, ya que, desde siempre, las mujeres han formado parte del mundo de los pobres y excluidos. Pero, en los textos, ellas aparecen con menos frecuencia, y los mensajes son contradictorios y, en muchos casos, explcitamente discriminatorios o misginos. Es decir, se trata de textos androcntricos, escritos en un mundo patriarcal, interpretados y enseados casi exclusivamente por varones durante siglos.
En un taller bblico sobre las mujeres en el Nuevo
Testamento, iniciamos el trabajo, sentadas en crculo, con la Biblia cerrada en el centro y sobre ella un montn de piedras. Nos hicimos la pregunta: cules son las piedras que debemos quitar de la Biblia para que pueda ser palabra de Dios para las mujeres tambin, para que sea pan y no piedra? Una por una, sacamos las piedras de la Biblia, nombrando los pasajes opresores que pesan sobre nosotras:
Quiero sacar la piedra de la culpa que nos pesa a todas las
mujeres por Eva que comi la manzana.
Quiero sacar la piedra de que la mujer fue creada segunda y
pec primero.
Quiero sacar la piedra del sufrimiento de las mujeres, que
estamos condenadas a sufrir, que el sufrimiento es voluntad de Dios.
Quiero sacar la piedra de la subordinacin de la mujeres, el
hombre como la cabeza de la mujer, que la mujer se salva por el matrimonio y engendrando hijos.
Quiero sacar la piedra de que la mujer se calle en las
iglesias, y que por el hecho de que Jess nombr doce apstoles hombres, la mujer no tenga plena participacin en la iglesia.
Quiero sacar la piedra del olvido: tantas mujeres que
participaron en la historia de Israel, en las primeras comunidades, y no se habla de ellas.
Quiero sacar la piedra de la opresin de la sexualidad:
Mara Magdalena, la prostituta.
Quiero sacar la piedra de la deformacin de la mujer,
porque en el Gnesis se dice que Dios cre al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (Seibert, 1992:150).
Primero sacamos la piedra del olvido, y apareci el asombro
de que ah estaban tambin las mujeres. Descubrimos a Sara y Agar, a Miriam y las parteras en los relatos del xodo; a Dbora y Yael; a Ana; Hulda y Rut; Ester, Judit y la madre (sin nombre) de los Macabeos. Nos alegramos al encontrarnos con las mujeres que acompaaron a Jess: Marta, Mara, Mara Magdalena, amigas, testigos de la resurreccin, discpulas y misioneras. Visualizamos mujeres aisladas muchas veces, excepcionales, heronas de una u otra manera. Descubrimos a la mujer en la historia de la salvacin, su presencia en los corazones, en los momentos clave (ver Schwantes, 1990). La lectura propuesta por este autor bastante compartida durante los primeros aos del movimiento popular de la Biblia ha iluminado el caminar de grupos de mujeres en las comunidades y en el movimiento popular, que han ido tomando conciencia de su participacin en los procesos sociales, en la lucha por la sobrevivencia y los derechos humanos. Ya lo sabamos: las mujeres son fuertes, luchadoras por la vida; sin ellas, no pasa nada. La valorizacin que se dio al descubrir a la mujer como sujeto histrico oprimido y el rescate de las mujeres en la historia bblica, marc un hito importante: sirvi para reconocer que la historia nunca haba sido solamente una historia de los grandes hombres, sino que all, en los momentos clave de la historia del pueblo hebreo, de las primeras comunidades cristianas, de la historia de Chile... siempre hubo mujeres.
Sin embargo, esta mirada es insuficiente. Porque, si bien
saca a la luz rostros desconocidos y hace escuchar voces silenciadas, tiende, al mismo tiempo, a reforzar la imagen de la mujer doble y triplemente oprimida. No cuestiona esa carga, sino que hace aparecer a las mujeres como vctimas y, no obstante, heronas. Esta lectura no cuestiona el sistema patriarcal que forma el contexto de los textos bblicos y de nuestras lecturas. Ivone Gebara seal los lmites de esta perspectiva:
... en esta fase empezamos a poner en relieve las actitudes
de muchas mujeres en los relatos bblicos. Rescatbamos a Judit que mata a Holofernes, pero no hacamos un anlisis de lo que significa hoy, por ejemplo el comportamiento de la violencia, o lo que significa la belleza. Qu es ser bella hoy? Tombamos a unas mujeres como ideales a ser imitados, pero sin hacer una crtica de las imgenes de estas mujeres. Descubrimos [] a Ruth que salva a su pueblo, a Miriam, la hermana de Moiss, que danza la liberacin de su pueblo, Mara, la madre de Jess, nuestro salvador, y despus a las mujeres que anuncian la resurreccin, y estbamos muy contentas diciendo que fue a nosotras a quienes Jess se ha revelado primero, a nosotras y no a ustedes, y ustedes no nos crean, etc.
En esta fase no hemos hecho las preguntas crticas para
saber a dnde conducen estas lecturas, es decir, no hemos hecho una lectura crtica; por eso, la visin patriarcal de la historia se mantiene. No tocamos la estructura patriarcal de la sociedad, no tocamos las referencias teolgicas, no tocamos la comprensin del ser humano, tampoco tocamos el ejercicio del poder en nuestras iglesias que, claramente, excluye a las mujeres...
Hay que tener consciencia de que el descubrimiento de Agar,
de Miriam, de Magdalena, por s solo, no cambia el patriarcalismo. Hay que dar ms pasos (Gebara, 1993: 77/78). Un nuevo paradigma de interpretacin bblica
La teloga Elisabeth Schssler Fiorenza entreg elementos
para una hermenutica bblica feminista que buscan evitar esta trampa que pueden significar los textos que presentan a las mujeres como heronas aisladas, los textos anti-mujer o las interpretaciones ambiguas de muchos textos bblicos relativos a la mujer (Schssler Fiorenza, 1988).
La pregunta clave es cmo leer la Biblia desde las
experiencias de las mujeres y transitar desde una interpretacin androcntrica hacia una interpretacin que haga aparecer toda la experiencia humana, proceso que pasa por detectar el patriarcado, deconstruir sus mltiples expresiones, y buscar transformaciones en la iglesia y la sociedad.
La Biblia ha servido tanto para justificar la opresin y
marginacin como para animar y apoyar las luchas de las mujeres por la igualdad y la justicia. De ah se define la pregunta central: la autoridad de la interpretacin bblica radica en los textos bblicos o en las experiencias de las mujeres? Eso remite a un anlisis de los diferentes modelos de interpretacin bblica presentes tambin en la lectura con ojos de mujer. Schssler Fiorenza separa los modelos de interpretacin en dos grupos:
La Biblia: punto de partida de la interpretacin
Dentro de este primer grupo, hay muchas variantes. La
primera de ellas es el modelo dogmtico, donde se utilizan los textos bblicos para justificar y apoyar las enseanzas religiosas; se insiste en el principio de la inspiracin verbal. Este modelo se ha usado para justificar posturas patriarcales, como el lugar secundario de la mujer en la iglesia y en la sociedad por las epstolas de Pablo, quien orden la subordinacin de la mujer. Hay, tambin, mujeres que utilizan literalmente algunos textos bblicos para apoyar sus reivindicaciones de igualdad y justicia; afirman, por ejemplo, que, del mismo modo en que Jess valor a las mujeres, nosotras debemos ser valoradas y valorarnos.
Otra variante corresponde al modelo de la historicidad, que
parte de una visin ms crtica y cientfica, una que considera la Biblia como un conjunto de textos histricos, cuya verdad depende de su factibilidad histrica. Dentro de este modelo, se comprueba, por ejemplo, que el texto de la tumba vaca sera una leyenda de la primera comunidad cristiana, as como, tambin, el testimonio de Mara Magdalena, como primera testigo de la resurreccin, dejara de ser verdadero.
El modelo del dilogo pluralista (de la historia de las formas
y de la redaccin), ve en la Biblia una amalgama de textos que responden, cada uno, a una situacin y un contexto especfico y concreto; existira, de este modo, una verdad relativa, relacionada a determinadas situaciones. Pero no se sabe cmo enfrentar las contradicciones dentro de la misma Biblia. Este modelo lleva a buscar criterios que permitan definir qu es, para nosotros, hoy, la verdad revelada en la Biblia; es decir, se define un canon dentro del canon. Varias telogas feministas siguen este modelo de interpretacin. Rosemary Radford Ruether, sin ir ms lejos, usa como criterio los textos de la tradicin proftico- liberadora, los contrapone a los escritos que han sufrido una deformacin cultural de este principio proftico-liberador y que, por ende, tienen menos valor para nosotras.
Lo comn de estos modelos de interpretacin, que
comprenden la Biblia como arquetipo, est en el peligro de reducir el contenido bblico, no tomando en cuenta la riqueza de su diversidad; muchos textos se pierden por la sencilla razn de que el punto de partida est siempre dentro de la Biblia.
Experiencias de las mujeres: punto de partida de la
interpretacin
Las interpretaciones crticas feministas parten desde las
experiencias de mujeres en las luchas por la liberacin del sexismo, del racismo y de la pobreza. Formulan la siguiente pregunta, a todos los textos de la Biblia: en qu medida aportan a la opresin o a la liberacin de la mujer? Esta mirada permite mayor libertad frente a las Escrituras. Aqu, la Biblia es comprendida como un prototipo: los textos dejan de ser normativos y se convierten en una fuente que inspira, forma y motiva nuestra vida y nuestra fe; la revelacin, presente en los textos bblicos, no termina con esos textos sino que contina en nuestras vidas. Schssler Fiorenza sintetiza as las bases del paradigma feminista de una interpretacin crtica de la Biblia en la solidaridad de las mujeres del pasado y del presente cuya vida y cuyas luchas estn influidas tambin por el rol que la Biblia ha jugado en la cultura occidental (Schssler Fiorenza, 1984:49) y reflexiona sobre sus implicaciones teolgicas.
Un modelo de interpretacin de los textos bblicos
Siguiendo la segunda lnea, Schssler Fiorenza propone un modelo feminista de interpretacin bblica en cuatro pasos: la hermenutica de la sospecha; la hermenutica de la proclamacin; la hermenutica de la memoria; y la hermenutica de la apropiacin creativa.
La hermenutica de la sospecha se refiere tanto a la
traduccin e interpretacin de textos hechos casi exclusivamente por hombres, como a los textos mismos, escritos en su mayora por hombres y que reflejan, muchas veces, su contexto patriarcal o la autora de los vencedores de la historia, escrita en un lenguaje genrico, que excluye o margina a la mujer (los hermanos; 5.000 hombres; la mujer del levita).
El lenguaje sexista lleva a la invisibilidad de las mujeres, y
las separa a las mujeres de los grupos a los cuales pertenecen. La hermenutica de la sospecha busca las realidades de vida y la presencia de las mujeres detrs de las palabras; hace afirmar que la Biblia, cuando habla de los hermanos, se refiere tambin a las hermanas; cuando nombra a los discpulos, incluye a las discpulas; cuando dice el hombre, habla tambin de la mujer, a menos que se explicite otra cosa. Nuestra lectura debe nombrar y hacer visibles a las mujeres.
La hermenutica de la proclamacin busca descubrir el
significado teolgico del texto y su fuerza para la comunidad de los/las creyentes hoy. Esta lectura analiza la funcin de los textos en la cultura patriarcal actual y se pregunta cmo el texto bblico puede ser Buena Nueva, Evangelio, para esta comunidad. Algunos mensajes centrales del Evangelio, como el llamado a amar al prjimo, a servir a los dems, a llevar la cruz, pueden, dentro de nuestra cultura patriarcal, reforzar el sufrimiento, la subordinacin y la resignacin de las mujeres y de otras personas oprimidas, si los repetimos sin fijarnos en el contexto y las destinatarias del mensaje. Parece importante, entonces, buscar y usar los textos que trascienden el patriarcado y apuntan hacia una mayor libertad e integralidad.
La hermenutica de la memoria trata de construir, desde
una perspectiva crtica y feminista, la historia bblica; en este proceso, se trabajan todos los textos bblicos, ya que los textos patriarcales o anti-mujer revelan mucho sobre la situacin y el rol de las mujeres en los tiempos bblicos. El ttulo de un libro de Elisabeth Schssler Fiorenza, En memoria de ella, hace referencia a la mujer que ungi a Jess antes de su muerte. La autora dice: Aunque Jess afirma en Marcos: Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablar tambin de lo que sta ha hecho o para memoria de ella (14,9), la proftica accin simblica de la mujer no form parte de lo que la mayor parte de los cristianos han retenido del Evangelio. [...] All donde se proclama el Evangelio y se celebra la eucarista se cuenta otra historia del apstol que traicion a Jess. Se recuerda el nombre del traidor, pero se ha olvidado el de la discpula fiel por el mero hecho de ser una mujer (Schssler Fiorenza, 1989:15). Al reconstruir los orgenes cristianos, descubrimos tambin el discipulado de los iguales. En los textos del Nuevo Testamento est tambin nuestra historia, nuestra herencia como movimiento feminista.
La hermenutica de la actualizacin creativa permite
sentirnos parte de la historia bblica a travs de la recreacin, del rito, de la danza y del canto de letanas y recuerdos, a travs de duelos y de celebraciones. Este proceso parte desde la crtica de las estructuras patriarcales y busca ser la levadura con la que trabaja la gran panadera Dios para transformar la religin bblica patriarcal, para que la historia bblica pueda ser realmente una fuente y una fuerza para todas las personas que buscan una visin que las fortalezca en su lucha por la liberacin de la opresin patriarcal (Ibid.: 58).
Con estos pasos entramos a una danza en espiral de la
interpretacin bblica, que no termina: frente a la apropiacin creativa del texto, volvemos a sospechar, a preguntarnos si esta interpretacin es Evangelio, buena nueva para las mujeres, para los marginados, si ayuda en la recuperacin de nuestra memoria.
A lo largo de su trabajo teolgico-pedaggico, Elizabeth
Schssler Fiorenza ha ampliado el modelo y modificado la imagen del crculo hermenutico. Durante su estada en Chile, present el modelo de Danza hermenutica de la interpretacin bblica[2], movimiento deliberado que circula libremente entre la experiencia (de opresin, violencia, lgrimas, solidaridad, alegra); el anlisis estructural de la opresin (patriarcado, neoliberalismo, kiriarqua); la sospecha (lectura de los textos como producto de la cultura patriarcal con el objetivo de mantener el poder); la memoria (de tradiciones de opresin y liberacin, la memoria sumergida, memoria peligrosa); la buena nueva (evaluacin crtica que responde a la pregunta: es realmente buena nueva para estas mujeres?); la re-imaginacin creativa (liturgia feminista, ritualizacin y simbolizacin); y la transformacin (liberacin, sanacin, como motivacin fundamental de esta danza).
En el trabajo bblico con grupos de mujeres y varones, hemos
realizado esta danza de diferentes maneras: exploramos los movimientos, descubriendo nuevas perspectivas, resistencias y encuentros. Hablar, por ejemplo, del discipulado de iguales, ha sido una herramienta poderosa para la re-lectura bblica, que ha permitido vitalizar el quehacer teolgico de las mujeres y alegar equidad en las relaciones entre hombres y mujeres en las iglesias. Ayud a visibilizarnos como mujeres, para agudizar nuestra mirada tanto en la lectura de los textos bblicos como en las prcticas cotidianas de las iglesias, comunidades y hogares. Al mismo tiempo, quedan preguntas: Cmo estamos respondiendo a la necesidad de seguir movindonos en esta danza, encontrando y abrindonos a otras experiencias, por ejemplo, desde la diversidad cultural y sexual, que invitan a dar otros pasos y descubrir nuevas lecturas?
Hasta qu punto las mujeres y hombres que se apropian de
esta herramienta de lectura hemos sido capaces de cuestionamientos y transformaciones ms profundas en el mbito religioso, cultural y social?
Bibliografa citada
DE WIT, Hans (2002), En la dispersin el texto es patria.
Introduccin a la hermenutica clsica, moderna y posmoderna. Universidad Bblica Latinoamericana, San Jos, Costa Rica.
GEBARA, Ivone (1993), Caminos de la teologa feminista en
Amrica Latina, III Semana Teolgica, Santiago, marzo de 1993, en Tpicos 90, n 6, Ed. Rehue, Santiago.
HARAWAY, Donna (1995/1991), Conocimientos situados: la
cuestin cientfica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial En Ciencia, cybourgs y mujeres. La reinvencin de la naturaleza. Madrid: Ediciones Ctedra, Universitat de Valencia e Instituto de la Mujer, p. 313-346.
HARDING, Sandra (1998/1987), Existe un mtodo
feminista?, en Eli BATRA (comp.): Debate en torno a una metodologa feminista. Cuadernos, UNAM, Mxico, pp. 9-34. RICOEUR, Paul (2000), Del texto a la accin. Ensayos de hermenutica II, Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires/Mxico.
SCHSSLER FIORENZA, Elisabeth (1988), Brot statt Steine.
Die Herausforderung einer feministischen Interpretation der Bibel; Exodus Verlag, Freiburg/Schweiz; ver tambin Mujer- Iglesia: el centro hermenutico de la interpretacin bblica feminista, en Del Cielo a la Tierra (237-256).
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reconstruccin teolgico-feminista de los orgenes del cristianismo, Descle de Brouwer, Bilbao.
SCHSSLER FIORENZA, E. (1994), Mujer-Iglesia: el centro
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SCHWANTES, Milton, Pensaba que era el jardinero, CEDM,
Santiago 1988.
SEGUNDO, Juan Luis (1975), Liberacin de la Teologa.
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SEIBERT, Ute (1992), Porque somos. Bsquedas teolgicas
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[1] El desarrollo de la filosofa hermenutica en el siglo XX
est estrechamente vinculado a Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur. Espacios abiertos: Caminos de la teologa feminista, 52..
[2] La interpretacin bblica como lugar de lucha por la
liberacin Chile, 1996; este modelo ahora est incorporado en su libro: Los caminos de la sabidura (Schssler Fiorenza, 2004: 255). Espacios abiertos: Caminos de la teologa feminista, 64.. Ute SEIBERT Santiago de Chile