Introduccion Al Pensamiento de Karl Marx - Milciades Peña
Introduccion Al Pensamiento de Karl Marx - Milciades Peña
Introduccion Al Pensamiento de Karl Marx - Milciades Peña
AL PENSAMIENTO
DE CARL MARX
Milciades Pea
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EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO
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entienden el saber y el pensamiento como actividades que
son in fieri", que constantemente se estn haciendo.
El pensamiento vulgar, dice Hegel, cree que lo verdadero y lo
falso son entidades inmviles, cosas con existencia propia,
una de las cuales se alza del lado de all y la otra del lado de
ac, cada una de ellas aislada y fija, sin contacto con la otra.
Este es tambin el modo de pensar del marxismo vulgar, del
marxismo de los burcratas, que quieren convertir el pensa-
miento marxista en un diccionario donde est clasificado todo
lo que es verdadero y todo lo que es falso, todo lo que hay
que conocer y todo lo que no hay que conocer. Frente a esto,
el pensamiento dialctico, el autntico pensamiento marxista,
afirma con Hegel que "la verdad no es una moneda acuada
que pueda darse o recibirse sin ms".
La verdad se alcanza por el esfuerzo del pensamiento, y se
alcanza a travs del error, de la permanente confrontacin de
verdad y error. El marxismo no es una moneda acuada que
se toma y se da. El marxismo es pensamiento vivo y viviente,
que est en permanente confrontacin con la realidad y con-
sigo mismo, afirmndose y negndose a s mismo a cada ins-
tante, para poder afirmarse nuevamente en un nivel superior.
El marxismo es implacable consigo mismo, porque est contra
los mitos y la falsedad, contra la mistificacin. El marxismo
quiere sacar los disfraces, imponer la claridad. Dice Lukcs:
para el proletariado la verdad es el arma de la victoria, tanto
ms cuanto que es la verdad sin subterfugios.
Todo esto que hemos afirmado quiere decir que debemos
tener en cuenta lo siguiente: aqu no vamos a recibir el mar-
xismo en pldoras. Aqu vamos a conocer las lneas fundamen-
tales del marxismo para investigarlo despus cada uno con su
pensamiento.
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Tengamos en cuenta adems que este saln, este grupo de
gente que constituimos nosotros, constituye un sistema so-
cial, y refleja a la sociedad en que vivimos. La sociedad, sus
diferencias de clase, sus desgarramientos materiales e ideol-
gicos, estn ya aqu, en este grupo, dentro de nosotros, en los
conocimientos, los hbitos, la personalidad que cada uno trae
ya cuando cruza esa puerta. Y la sociedad est tambin en
este pequeo sistema social que constituye nuestro grupo
porque desde este momento en que nos hemos reunido para
estudiar juntos el marxismo todos estamos asumiendo roles
respecto a cada uno de los dems: estamos teniendo e iremos
teniendo diferencias y agrupamientos, simpatas y antipatas,
prestigios y falta de prestigios. Es decir, que todas las catego-
ras de la sociedad y los conflictos existentes en la sociedad
estn ya en nuestro grupo, como en todo grupo de trabajo. Y
nosotros, a diferencia de lo que ocurre con la enseanza tra-
dicional, que finge ignorar estos problemas, tenemos que ser
conscientes de ellos y hacerlos explcitos, y aprovechar las
tensiones y conflictos que surgen para hacer ms penetrante
y ms profundo nuestro estudio del marxismo.
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nuestra ltima reunin vamos a discutir de nuevo acerca de
"qu es y qu quiere el marxismo", pero en un nivel superior,
ms rico en contenido.
Es decir, vamos a ir de un enfoque sinttico y concreto del
marxismo, que haremos hoy, a un enfoque analtico y abs-
tracto o sea, tomando no la totalidad sino elementos aisla-
dos-que haremos en prximas reuniones. Y finalmente volve-
remos a realizar un enfoque sinttico y concreto, pero mucho
ms concreto que el que haremos hoy, porque entonces ten-
dremos a nuestra disposicin un contenido ms rico, tendre-
mos el conocimiento conceptual y el conocimiento interper-
sonal que iremos obteniendo en nuestras sucesivas reunio-
nes.
El orden de los problemas que estudiaremos en las prximas
reuniones est dado por la siguiente consideracin: existen
tres categoras es decir, tres puntos de vista para estudiar la
realidad- que son bsicos para comprender el marxismo. Es-
tas categoras son: la naturaleza, el trabajo y la sociedad.
La naturaleza es la realidad fundamental de donde proviene
la vida en general, la vida del hombre en particular y los ele-
mentos bsicos para perpetuar la vida del hombre.
La sociedad es la realidad propiamente humana, inseparable
del hombre, porque jams ha existido el hombre como indivi-
duo aislado, y al decir hombre decimos implcitamente socie-
dad.
Y el trabajo es la actividad creadora mediante la cual el hom-
bre, es decir la sociedad, acta sobre la naturaleza y modifica
al hombre mismo y a la sociedad.
Pues bien, la concepcin de las relaciones entre sociedad,
naturaleza y trabajo es el abec de la filosofa marxista, y a
eso nos dedicaremos en la prxima reunin.
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La concepcin marxista de la relacin entre trabajo y socie-
dad, y de la relacin de la sociedad consigo misma, es el tema
que podemos denominar sociologa marxista, y la veremos en
la tercera reunin.
El problema de la evolucin de la sociedad en el tiempo es el
tema de la concepcin marxista de la historia, y lo veremos en
la cuarta reunin.
Ahora bien, de esta crtica de la sociedad se desprendi un
pronstico marxista sobre la evolucin del capitalismo y sobre
la nueva sociedad que nacera de la sociedad capitalista. Y se
desprendi tambin una poltica marxista tendiente a destruir
la sociedad capitalista. El problema del pronstico marxista,
es decir, la teora del socialismo, lo veremos en la sexta
reunin; el problema de la poltica marxista, en la sptima
reunin.
Y finalmente, en la ltima reunin, veremos cules son los
problemas actuales, los nuevos problemas y los nuevos enfo-
ques para los viejos problemas con que se enfrenta hoy en da
el marxismo. Y as responderemos nuevamente, pero dispo-
niendo de nuevos elementos, a la pregunta que vamos a en-
frentar por primera vez ahora mismo:
QU ES Y QU QUIERE EL MARXISMO?
El marxismo es:
1) una concepcin general y total del hombre y del universo;
2) es, en funcin de esa concepcin del mundo, una crtica de
la sociedad en que naci el marxismo, es decir, la sociedad
capitalista, y
3) en funcin de esa crtica y como resultado de ella, es una
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poltica, es un programa de accin para la transformacin
revolucionaria de la sociedad, para la creacin de un nuevo
tipo de relacin entre los hombres.
En general, para el pblico, incluso para el pblico que supo-
ne ser marxista, el marxismo es slo una crtica de la sociedad
capitalista y un programa de lucha por el socialismo. Pero en
realidad estas son slo partes del marxismo, y partes subordi-
nadas a la concepcin marxista del hombre, que es la esencia
y el punto de partida del marxismo, lgica y cronolgicamen-
te. Por eso, para responder a la pregunta de qu es el mar-
xismo y qu quiere hay que comenzar, imprescindiblemente,
por la parte esencial y menos conocida ms oculta, podra
decirse- del marxismo, que es la concepcin marxista del
hombre.
El marxismo afirma que nada hay en la tierra y sus alrededo-
res superior al hombre mismo. El nico creador que el mar-
xismo reconoce es el hombre, que con su trabajo crea un
mundo nuevo y modifica a la naturaleza y se modifica a s
mismo. El marxismo rechaza el concepto de Dios y de cual-
quier fuerza extrahumana o sobrehumana, situada por enci-
ma del hombre y que domine al hombre, se la llame Dios,
Historia, Destino o Espritu Santo.
"La historia", dice Marx, "no hace nada, no posee una riqueza
inmensa, no libra combates. Ante todo es el hombre, el
hombre real y vivo, quien hace todo eso y libra combates;
estemos seguros de que no es la historia la que se sirve del
hombre como un medio para realizar (...) sus fines; no es ms
que la actividad del hombre que persigue sus objetivos" (La
Sagrada Familia). El hombre es el autor y el actor de su histo-
ria. Y en otra parte seala Marx: "toda la pretendida historia
del mundo no es otra cosa que la produccin del hombre por
el trabajo humano, y por consiguiente el devenir de la natura-
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leza por obra del hombre" (Manuscritos econmico-filosfi-
cos, Tercer Manuscrito, traduccin de MP) (Nota de MP).
Para el marxismo, todo el poder que las religiones atribuyen a
los dioses no es ms que poder humano que el hombre, por
diversas circunstancias, ha proyectado fuera de s mismo y las
atribuye a seres o cosas existentes fuera de l. El marxismo
quiere reivindicar para el hombre, como propiedad del hom-
bre, "los tesoros que han sido dilapidados en el cielo" (Hegel)
(Nota de MP).
El marxismo cree que el paraso y el infierno no estn fuera
del mundo, en el ms all, sino aqu, en la tierra. Y que el
creador y el amo del paraso y del infierno es el hombre, que
los crea con su trabajo. El marxismo niega el ms all y, en
consecuencia, afirma la capacidad creadora de este mundo. El
marxismo niega una vida mejor en el cielo y por lo tanto afir-
ma lo siguiente: la vida debe y tiene que mejorar en la tierra.
El futuro mejor, que es para las religiones el objeto de fe ocio-
sa en lo que vendr despus de la muerte, se transforma con
el marxismo en el objeto del deber, de la actividad humana
(Nota de MP).
El marxismo no cree que la historia se detendr un da, que
vendr un diluvio y luego la humanidad se precipitar en un
infierno eternamente lleno de torturas o en un paraso donde
no habr problemas de ninguna naturaleza. El marxismo cree
que siempre habr problemas, luchas y conflictos. Pero es
profundamente optimista, porque cree que el hombre es ca-
paz de forjar un destino cada vez ms humano; es decir, un
destino en el que el hombre no explote a otro hombre, en el
que el hombre pueda aplicar el grueso de su capacidad crea-
dora no a luchar contra otros hombres para comer y vestirse,
sino crear una vida ms llena de confort y belleza, de solidari-
dad y libertad, es decir, una vida ms propiamente humana.
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Es decir, que ese futuro venturoso que las religiones ponen en
el cielo y para despus de la muerte, el marxismo lo pone en
el "ms ac" y sobre la tierra, no como producto de la muerte
sino como producto de la vida creadora del hombre.
Es decir que el marxismo es profundamente optimista, y esta
sola caracterstica basta para hacerlo irreductiblemente
enemigo de toda religin. Pero atencin. El optimismo revo-
lucionario del marxismo no tiene nada que ver con el "progre-
sivismo". El "progresivismo" cree que las contradicciones se
resuelven por s mismas a lo largo del tiempo. As, oculta al
hombre su propio papel y anula el elemento humano activo,
sin el cual no puede haber ningn progreso (Lukcs). El mar-
xismo tiene optimismo y confa en el porvenir. Pero su opti-
mismo no es el optimismo ciego y complaciente del "progre-
sivismo". El marxismo sabe que la categora de peligro es
esencial, es parte integrante y fundamental de todo proceso
de avance y desarrollo, y tambin del proceso de desarrollo
de la humanidad. Y por lo tanto sabe que el trmino de ese
proceso puede ser la catstrofe, y que las ms grandes posibi-
lidades de crear un mejor destino humano van incesantemen-
te acompaadas por las ms tremendas posibilidades de vol-
ver hacia atrs y anular todo destino humano. Y el nico que
tiene la llave de cambios para indicar el camino que se tomar
es el hombre. Slo la voluntad activa y consciente del hombre
decidir, por ejemplo, si construiremos un nuevo mundo con
el tomo o si semi-destruiremos al mundo tambin con el
tomo.
LA ALIENACIN
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que el hombre es hombre, y slo pueden dejar de existir
cuando el hombre muere. Por eso hablan de la salvacin del
hombre post mortem, en el ms all. El marxismo, al contra-
rio, afirma que el sufrimiento humano y la explotacin del ser
humano existen porque el hombre todava no es plenamente
humano, porque se ha alienado, y slo dejarn de existir
cuando el hombre sea plenamente hombre y se desaliene.
Por eso no habla de salvaciones en el ms all sino del rescate
del hombre, del reencuentro del hombre con sus nuevas cua-
lidades.
Hemos utilizado las palabras alienacin y desalienacin. Estas
dos palabras sintetizan los dos conceptos fundamentales del
marxismo. El concepto de alienacin y de la lucha por la des-
alienacin son la esencia, el corazn del pensamiento marxis-
ta.
Alienacin quiere decir que el hombre est dominado por
cosas que l cre. Alienacin quiere decir que el hombre ha
proyectado partes de s mismo, las ha transformado en cosas,
y que esas cosas dominan al hombre. Alienacin es eso que
Heine describa en Inglaterra, "donde las mquinas se com-
portan como seres humanos y los hombres como mquinas".
"La accin conjunta de los individuos dice Marx- va creando
mil fuerzas productivas. Pero una vez creadas, estas fuerzas
dejan de pertenecer a los que la crean, se les vuelven hostiles
y los tiranizan". "As como en las religiones el hombre est
dominado por las criaturas de su propio cerebro, en la pro-
duccin capitalista lo vemos dominado por los productos de
su propio brazo (El capital, I). Los precios de las mercancas
"cambian constantemente, sin que en ello intervengan la vo-
luntad y el conocimiento previo ni los actos de las personas
entre quienes se realiza el cambio. Su propio movimiento
social cobra a sus ojos la forma de un movimiento de cosas
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bajo cuyo control estn, en vez de ser ellos quienes lo contro-
len (El capital, I) (Nota de MP).
Desalienacin quiere decir que el hombre ponga bajo su con-
trol esas cosas que le oprimen y que son partes de s mismo,
productos de su trabajo. Desalienacin quiere decir que, al
dominar esas partes de s mismo que se han convertido en
cosas que hoy lo oprimen, el hombre se reencuentre consigo
mismo, se rescate a s mismo.
Cmo se produce la alienacin del hombre? Desde que exis-
te, el hombre est ligado a tres realidades que se vinculan
intensamente entre s. Ellas son el trabajo, la reproduccin de
necesidades nuevas y la familia.
El trabajo es la suma de todos los esfuerzos, ante todo prcti-
cos, y despus tambin tericos, que el hombre tiene que
realizar para poder sostener su vida en general.
La produccin de necesidades nuevas es producto del trabajo
realizado para satisfacer las necesidades primarias, porque
para satisfacer una necesidad el hombre crea un instrumento,
y esto a su vez origina una nueva necesidad, y as hasta el
infinito.
Pero los hombres no slo trabajan para satisfacer sus necesi-
dades elementales, no slo se crean nuevas necesidades, sino
que tambin hacen otros hombres, es decir, se reproducen.
Se entra as en la relacin entre hombre y mujer, padres e
hijos, es decir, la familia.
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Por el trabajo nacen objetos, que poseen una especie de exis-
tencia independiente respecto de su creador, que es el hom-
bre. En las sociedades primitivas, donde el productor consu-
me sus propios productos, esta independencia del objeto se
agota rpidamente en el momento en que su creador lo con-
sume. Pero cuando comienza la produccin de mercancas,
sobre todo en la sociedad capitalista, los objetos, convertidos
en mercancas, escapan al control del productor que ya no
los consume l mismo- y adquieren independencia, dominan-
do al hombre a travs de la ley del valor, del dinero, del pre-
cio y dems categoras y leyes econmicas.
Por otra parte, tanto la produccin de objetos como la pro-
duccin de otros hombres slo pueden hacerse por la coope-
racin de distintos individuos. De esta cooperacin surge una
maraa de relaciones sociales y de instituciones que van au-
mentando en extensin y complejidad y terminan por domi-
nar al hombre, aparecindosele como cosas tan naturales y
alejadas de su control como los astros o los otros planetas.
Adems, ya en la produccin de otros hombres existe una
situacin que cada vez se desarrolla ms a medida que pro-
gresa el dominio de la humanidad sobre la naturaleza. Se tra-
ta de la divisin del trabajo. Hombre y mujer tienen distintas
funciones en el trabajo de la reproduccin, y esta es la prime-
ra divisin del trabajo que conoce el hombre. Pero despus
surgen nuevas divisiones. Surge la tremenda divisin entre el
trabajo manual y el intelectual. Y surge la posibilidad y luego
la realidad- de que una parte de la humanidad se convierta en
beneficiaria del trabajo de la otra parte. Surge la posibilidad
para algunos hombres de apropiarse del producto del trabajo
ajeno.
Y con la divisin del trabajo comienza el desarrollo unilateral
del hombre. Desde el comienzo de la divisin del trabajo cada
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uno tiene una ubicacin determinada y exclusiva, que le es
impuesta y de la cual ya no puede salir. El hombre ya no es
ms primordialmente hombre; es ante todo obrero o campe-
sino o burgus o artesano, y tiene que seguir sindolo si no
quiere perder sus medios de vida.
Y bien, la divisin del trabajo, el trabajo productivo y la pro-
duccin de nuevas necesidades se desarrollan a travs de la
historia, y con ellas crecen los objetos producidos por el
hombre pero que el hombre no domina. Se acenta la unila-
teralidad del desarrollo de cada hombre. El hombre se aliena
respecto de sus obras, de las cosas que l cre, es decir, se le
aparecen como objetos extraos regidos por leyes propias
que se le imponen pese a su voluntad. Y finalmente, al dividir-
se la sociedad en clases, el hombre se aliena respecto de s
mismo, y se produce la alienacin entre el hombre y el hom-
bre. As como los productos de su trabajo le resultan cosas
cuyo control se le escapa, el hombre comienza a utilizar a
otros hombres como un medio o instrumento, como una
cosa para la satisfaccin de sus necesidades propias.
El hombre se convierte en una cosa, en mercanca que otros
hombres compran para sus fines. Y todo lo que el hombre
trabajador produce ya no slo se le aparece como una cosa
extraa que l no domina; ahora ese producto de su trabajo
se convierte en un poder extrao, en el poder de otra clase,
de otros hombres que se encuentran sobre l. Y desde enton-
ces, al quedar alienado, el hombre queda alienado de su tra-
bajo. Ya no slo los productos de su trabajo aparecen ante el
hombre como cosas y poderes extraos. Ahora es su propio
trabajo el que le resulta algo extrao, externo. El hombre ya
no trabaja porque trabajar es la esencia humana y slo en el
trabajo se realiza el hombre. Ahora el hombre alienado traba-
ja para vivir. El trabajo ya no es la condicin y el supuesto
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superior de la vida, sino que es simplemente un medio, un
instrumento, no para realizar la vida sino para satisfacer las
necesidades biolgicas ms importantes. Este es el panorama
general muy a vuelo de pjaro- de lo que el marxismo llama
la alienacin del hombre, y que podemos resumir en unos
pocos puntos. La alienacin se revela en que:
- los productos del trabajo del hombre cobran existencia in-
dependiente; el mundo de las cosas creadas por el hombre se
mueve independientemente de la voluntad humana;
- las relaciones sociales entre los hombres aparecen como
cosas que escapan tambin al control del hombre y parecen
regirse por leyes propias, casi "naturales";
- el producto del trabajo de una parte de la humanidad se
transforma en poder de la otra parte de la humanidad;
- el hombre ya no existe como "hombre" sino como parte de
hombre, como obrero o tendero, como intelectual o picape-
drero, como parte de hombre, nunca como totalidad huma-
na;
- el hombre mismo se convierte en cosa, en instrumento que
otros hombres utilizan para sus propios fines,
- y, en fin, el trabajo mismo tambin se separa del hombre y
se convierte en cosa. Ya no es la realizacin de la capacidad
creadora del hombre sino un instrumento para satisfacer ne-
cesidades.
Y en qu consiste la alienacin del trabajo? "Consiste ante
todo dice Marx- en que el trabajo es externo al obrero, es
decir, no pertenece a su ser, y por tanto en su trabajo el obre-
ro no se afirma, sino que se niega, se siente insatisfecho, infe-
liz, no desarrolla una libre energa fsica y espiritual, sino que
agota su cuerpo y destruye su espritu. Por eso slo fuera del
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trabajo el obrero se siente dueo de s, y en cambio se siente
fuera de s en el trabajo. Est en su casa si no trabaja, y si tra-
baja no est en su casa. Por lo tanto su trabajo no es volunta-
rio, sino obligado. Es un trabajo forzado. No es la satisfaccin
de una necesidad, sino tan slo un medio para satisfacer ne-
cesidades extraas.
Tan extrao es el trabajo, tan poco pertenece al obrero, que
apenas desaparece la coaccin fsica o de otro orden, el tra-
bajador escapa del trabajo como de la peste. El trabajo alie-
nado es un trabajo de sacrificio de s mismo, de mortifica-
cin... Ciertamente el trabajo produce para los ricos cosas
maravillosas, pero para el obrero, deformaciones. Sustituye el
trabajo por mquinas, pero arroja a una parte de los obreros
a un trabajo brbaro, y transforma a la otra parte en mqui-
na. Produce cosas espirituales, pero para el obrero produce
idiotismo y cretinismo" (Manuscritos..., traduccin de MP).
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LA CONCEPCIN MARXISTA DE LA LIBERTAD
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aspiracin fundamental a la libertad, de una exigencia impa-
ciente, de un deseo de florecimiento". Un crtico stalinista le
reprocha que con esto quiere fundar al marxismo "no sobre el
materialismo y la ciencia sino sobre una exigencia moral". En
realidad, tiene razn Lefebvre: la concepcin de la desaliena-
cin, de la liberacin del hombre, es la esencia del marxismo.
En 1857, mientras prepara El capital, Marx escribe un trabajo
sobre economa poltica que se public en Mosc en 1939. En
ese trabajo, dice Marx que hasta ahora la historia ha registra-
do dos tipos de sociedad: uno en el cual existen relaciones
personales de dependencia; otro, como en el capitalismo, en
que existe la independencia personal basada en la dependen-
cia material. La prxima etapa, el socialismo, ser aquella,
dice Marx, en que existir "la individualidad libre, fundada
sobre el desarrollo universal de los individuos y la subordina-
cin a ellos de su produccin social". Es decir, la misin de la
sociedad socialista es inaugurar el reino de la individualidad
humana libre sobre la tierra.
"El reflejo religioso del mundo real dice Marx-slo puede
desaparecer por siempre cuando las condiciones de la vida
diaria, laboriosa y activa, representen para los hombres rela-
ciones claras y racionales, entre s y respecto a la naturaleza.
La forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, el
proceso material de produccin, slo se despojar de su halo
mstico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente
socializados y puesta bajo su mando de modo consciente y
racional" (Marx, El capital, I, 1). Obsrvese: hombres libre-
mente socializados.
Por su parte, Engels dice en el AntiDhring que, con el socia-
lismo, "cesa la produccin de mercancas y con ella el imperio
tirnico del producto sobre el productor (...) Cesa la lucha por
la existencia individual, y con ello puede decirse, en cierto
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sentido, que el hombre sale definitivamente del reino animal
y se sobrepone a las condiciones animales de existencia, para
someterse a condiciones de vida verdaderamente humanas.
Las condiciones de vida que rodean al hombre y que hasta
ahora le dominaban se colocan a partir de ese instante bajo
su dominio y mando, y el hombre se convierte por primera
vez en seor consciente y efectivo de la naturaleza, al conver-
tirse en seor y dueo de los medios naturales socializados.
Las leyes de su propia vida social, que hasta ahora se alzaban
frente al hombre como poderes extraos, como leyes natura-
les que le sometan a su imperio, son aplicadas ahora por l
con pleno conocimiento de causa y por tanto sometidas a su
podero. La asociacin humana que hasta aqu se le impona
por decreto ciego de la naturaleza y de la historia es a partir
de ahora obra suya. Por vez primera, ste comienza a trazarse
su historia con plena consciencia de lo que hace. La humani-
dad salta del reino de la necesidad al reino de la libertad".
Y Lenin dice en El Estado y la revolucin que "el gobierno de
los hombres ser sustituido por la administracin de las cosas
y por la direccin de los procesos de produccin". Y en otro
tramo: "El fin ltimo que nos proponemos es la destruccin
del Estado, esto es, de toda violencia sistemtica y organiza-
da, de toda violencia sobre los hombres en general... Al luchar
por el socialismo estamos persuadidos de que desaparecer
toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, de
la subordinacin de un hombre a otro, de una parte de la so-
ciedad a otra".
Como se ve, los clsicos marxistas insisten decisivamente en
que la libertad del hombre es la aspiracin fundamental del
marxismo. El marxismo quiere hombres plenamente huma-
nos, hombres libres de cosas y fetiches opresores. Mejorar el
nivel de vida es un paso absolutamente necesario, y el primer
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paso hacia esta liberacin del hombre, pero slo el primer
paso.
El marxismo comprende que la produccin de la vida material
y la satisfaccin de las necesidades es una actividad natural e
indispensable. El comer, el beber y el procrear son funciones
autnticamente humanas. Perodice Marx en ellas no se
revela lo que hay de especficamente humano en el hombre.
Porque tambin el animal come y se reproduce. De modo que
si la satisfaccin material es separada del resto de la actividad
humana, y se la convierte en propsito nico y ltimo, enton-
ces esas funciones son propias del animal y no tienen en s
nada de humanas. Por eso, agrega Marx, mientras exista un
rgimen social en que para el hombre el comer, el beber y el
reproducirse aparezcan como los propsitos exclusivos de sus
deseos, el hombre ser apenas superior al animal y estar
verdaderamente lejos de alcanzar su verdadero estado hu-
mano.
"Un violento aumento de salarios dice Marx- no sera otra
cosa que una mejor remuneracin de los esclavos, y no eleva-
ra al obrero ni al trabajo a su funcin humana y a su digni-
dad" (Manuscritos). Esto, en 1844. En El capital, Marx dice
que "a medida que se acumula el capital, tiene necesariamen-
te que empeorar la situacin del obrero, cualquiera que sea
su retribucin, ya sea sta alta o baja" (El capital, I, 23).
El marxismo no es simplemente materialismo, aunque lo ig-
nore el crtico stalinista de Lefebvre. El marxismo niega que el
hombre sea, as sin ms, producto directo de las circunstan-
cias y del medio. El marxismo reivindica la autonoma creado-
ra del hombre. Tanto la burocracia de los partidos de la II In-
ternacional como la burocracia sovitica practicaban y practi-
can esta reduccin del marxismo a un materialismo de trocha
angosta. Esta es la concepcin de las burocracias porque re-
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duce a nada la iniciativa creadora del hombre y por lo tanto
eleva a las nubes el conservadurismo de los aparatos burocr-
ticos, caracterizados por su apego y su sumisin rastrera a las
circunstancias, rechazando la lucha por modificar las circuns-
tancias.
Marx ha explicado todo esto muy netamente en sus "Tesis
sobre Feuerbach": "La teora materialista de que los hombres
son producto de las circunstancias y de la educacin olvida
que las circunstancias son cambiadas precisamente por los
hombres, y que el propio educador necesita ser educado.
Conduce, pues, forzosamente, a la divisin de la sociedad en
dos partes, una de las cuales est por encima de la sociedad"
(Tesis III).
CONCLUSIN
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muy bien, como estn muy bien los satlites y las grandes
centrales elctricas y los tractores, etc. Pero, para el marxis-
mo, todo eso son medios y nada ms. Porque lo que el mar-
xismo quiere y esto es su esencia- es un nuevo tipo de rela-
ciones entre los hombres, en las que los hombres no estn
dominados por cosas ni fetiches; en las que el hombre sea el
amo absoluto, dueo soberano de sus facultades y productos,
y no esclavo de la mercanca y el dinero, de la propiedad y el
capital, del estado y la divisin del trabajo.
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es decir que su necesidad aumenta a medida que aumenta la
fuerza de su dinero. Es por ello que la necesidad de dinero es
la verdadera necesidad engendrada por la economa poltica,
la nica necesidad que engendra. La cantidad de dinero se
convierte cada vez ms en la nica necesidad esencial del
hombre. La inmoderacin y la falta de medida devienen de
sus verdaderas medidas. En parte esta alienacin del hombre
se manifiesta en que engendra por un lado el refinamiento de
las necesidades y de los medios para satisfacerlas y, por otro
lado, la bestializacin, la simplificacin grosera y abstracta de
las necesidades... Para el obrero, incluso la necesidad de aire
puro y libre deja de ser una necesidad. El hombre se acos-
tumbra a habitar cavernas que estn envenenadas por el
aroma pestilente de la civilizacin... La suciedad, ese signo de
la cada y de la degradacin del hombre, los excrementos de
la civilizacin, se convierten en el medio vital del obrero... El
hombre no solamente deja de tener necesidades humanas,
sino que pierde sus necesidades animales, porque el salvaje o
el animal tienen pese a todo la necesidad de cazar, de mover-
se" (Manuscritos, traduccin de MP).
Slo en la teora de la alienacin encontramos la clave de la
insistencia marxista en considerar al proletariado como
emancipacin de la humanidad: "La clase poseedora y la clase
proletaria representan la misma alienacin humana. Pero la
primera se encuentra bien; esta alienacin la confirma, sabe
que su fuerza est all, que en ella bebe la apariencia de un
existir humano; en tanto que la segunda (el proletariado) no
ve en esta alienacin sino su propio anonadamiento, su impo-
tencia y la realidad tangible de una existencia contraria al
hombre (...) La propiedad privada es empujada a su propia
ruina porque crea el proletariado, la miseria fsica y moral
conscientes, una deshumanizacin que se conoce y tiende por
ello a suprimirse" (Manuscritos).
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"Si los escritores socialistas asignan al proletariado este papel
en la historia universal, no es (...) porque le tengan por una
divinidad. Al contrario. Es porque la desaparicin de toda hu-
manidad, de toda sombra de humanidad, est prcticamente
realizada en el proletariado, es por eso que ste puede y debe
liberarse a s mismo; porque sus condiciones de vida presen-
tes resumen toda la inhumanidad de su vida; porque el hom-
bre, en el proletariado, est perdido, pero ha adquirido no
slo la consciencia terica de esta perdicin sino hasta los
estmulos que le llevaron a rebelarse contra la inhumanidad
(...) Pero no puede libertarse sino suprimiendo sus propias
condiciones de vida, y con ello la inhumana situacin de toda
la sociedad presente, que se resume en la suya" (La Sagrada
Familia, traduccin de MP).
Por otra parte, sin comprender la teora de la alienacin no
puede entenderse el pensamiento econmico de Marx, por-
que todo El capital no es ms que un desenmascaramiento de
la alienacin humana tal cual ella aparece escondida en las
categoras y leyes econmicas de la sociedad capitalista.
24
Economa Poltica oculta la alienacin en la esencia del traba-
jo" (Manuscritos 1844, "El trabajo alienado").
En la reunin anterior hubo aqu algunas dudas y algunas son-
risas escpticas acerca del carcter marxista de la teora de la
alienacin. Pues bien: como ya dijimos, la teora de la aliena-
cin no es una cosa de la juventud de Marx, que Marx des-
pus haya dejado de lado. La teora de la alienacin impregna
todo el pensamiento de Marx en todos sus momentos. En el
Manifiesto Comunista dice Marx: "El obrero, obligado a ven-
derse en trozos, es una mercanca como otra cualquiera, suje-
ta por tanto a todos los cambios y modalidades de la concu-
rrencia, a todas las fluctuaciones del mercado. La extensin
de la maquinaria y la divisin del trabajo quitan a ste, en el
rgimen actual, todo carcter autnomo, toda libre iniciativa
y todo encanto para el obrero. El trabajador se convierte en
un simple resorte de la mquina, del que slo se exige una
operacin mecnica, montona, de fcil aprendizaje. (...)
Cuanto ms repelente es el trabajo, tanto ms disminuye el
salario pagado al obrero. (...) Las masas obreras concentradas
en la fbrica son sometidas a una organizacin y disciplina
militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan
bajo el mando de toda una jerarqua de soldados, oficiales y
jefes. No son slo siervos de la burguesa y del Estado bur-
gus, sino que estn todos los das y a todas horas bajo el
yugo esclavizador de la mquina, del contramaestre, y sobre
todo del industrial burgus dueo de la fbrica. Y ese despo-
tismo es tanto ms mezquino, ms execrable, cuanto mayor
es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el
lucro". (Esto en 1848).
En 1856, Marx dice: "Hay un gran hecho caracterstico de este
nuestro siglo XIX, un hecho que ningn partido se atreve a
negar. Por una parte han nacido fuerzas industriales y cientfi-
25
cas que jams sospechara poca alguna de la pasada historia
humana. Por otra, existen sntomas de decadencia que so-
brepasan en mucho los horrores registrados en los ltimos
tiempos del Imperio Romano. En nuestros das, todo parece
estar preado de su contrario. A la maquinaria, dotada del
maravilloso poder de acortar y justificar el trabajo humano, la
vemos hambrearlo y recargarlo. Por un extrao y horripilante
hechizo, las fuentes de riqueza recin nacidas se transforman
en fuentes de necesidad. Las victorias de la tcnica parecen
tener por precio la prdida de carcter. Al mismo tiempo que
la sociedad mina a la naturaleza, el hombre parece volverse
esclavo de otros hombres o de su propia infamia. Incluso la
vida pura de la ciencia parece incapaz de brillar si no es sobre
el oscuro fondo de la ignorancia. Todas las invenciones y pro-
gresos parecen tener como resultado dotar a las fuerzas natu-
rales de vida intelectual y estupidizar la vida humana convir-
tindola en una fuerza material" (Discurso de Marx en el Peo-
ples Paper, 1856). Es el mismo lenguaje de los Manuscritos
econmico-filosficos de 1844, donde se formula la teora de
la alienacin.
Y finalmente, es en El Capital, en esta obra que corona el pen-
samiento marxista, en El capital, escrito no en la juventud
sino en la ms alta madurez de Marx, en El capital que sale a
la luz en 1867, 23 aos despus de los Manuscritos, donde
encontramos a cada paso la crtica a la alienacin y el impulso
hacia la desalienacin del hombre, que es el motor del pen-
samiento marxista. Veamos:
"El carcter misterioso de la forma mercanca estriba... en
que proyecta ante los hombres el carcter social del trabajo
de stos como si fuese un carcter material de los propios
productos de su trabajo, un don natural de estos objetos... Lo
que aqu reviste a los ojos de los hombres la forma fantasma-
26
grica de una relacin entre objetos materiales, no es ms
que una relacin social concreta establecida entre los mismos
hombres... Por eso, si queremos encontrar una analoga a
este fenmeno, tenemos que remontarnos a las regiones ne-
bulosas del mundo de la religin, donde los productos de la
mente humana semejan seres dotados de vida propia, de
existencia independiente y relacionados entre s con los hom-
bres (...) stas [las magnitudes del valor de la mercanca]
cambian constantemente sin que en ello intervenga la volun-
tad, el conocimiento previo ni los actos de las personas entre
quienes se desarrolla el cambio. Su propio movimiento social
cobra a sus ojos la forma de un movimiento de cosas bajo
cuyo control estn, en vez de ser ellos quienes las controlen
(...) El reflejo religioso del mundo real slo puede desaparecer
para siempre cuando las condiciones de la vida diaria, labo-
riosa y activa, representen para los hombres relaciones claras
y racionales entre s y respecto de la naturaleza. La forma del
proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso ma-
terial de produccin, slo se despojar de su halo mstico
cuando ese proceso sea obra de hombres libremente sociali-
zados y puestas bajo su mando consciente y racional" (El capi-
tal, I, cap. 1).
"Nos encontramos, en primer lugar, con la verdad, harto fcil
de comprender, de que el obrero no es, desde que nace hasta
que muere, ms que fuerza de trabajo; por tanto, todo su
tiempo disponible es, por obra de la naturaleza y por obra del
derecho, tiempo de trabajo, y pertenece, como es lgico, al
capital para su incrementacin. Tiempo para formarse una
cultura humana, para perfeccionarse espiritualmente, para
cumplir las funciones sociales del hombre, para el trato social,
para el libre juego de las fuerzas fsicas y espirituales de la
vida humana, incluso para santificar el domingo aun en la
tierra de los santurrones, adoradores del precepto dominical-:
27
todo una pura pamema!" (El capital, I, cap. 8).
"Los medios de produccin se transforman inmediatamente
en medios destinados a absorber trabajo ajeno. Ya no es el
obrero el que emplea los medios de produccin, sino stos los
que emplean al obrero" (El capital, I, cap. 9).
"La divisin del trabajo en la manufactura supone la autoridad
incondicional del capitalista sobre hombres que son otros
tantos miembros de un mecanismo global de su propiedad.
Por eso la misma consciencia burguesa, que festeja la divisin
manufacturera del trabajo, la anexin de por vida del obrero
a faenas de detalle y la supeditacin incondicional de estos
obreros parcelados al capital como una organizacin del tra-
bajo que incrementa la fuerza productiva de ste, denuncia
con igual clamor todo lo que suponga una reglamentacin y
fiscalizacin consciente de la sociedad en el proceso social de
produccin como si se tratase de una usurpacin de los dere-
chos inviolables de propiedad, de libertad y de librrima ge-
nialidad del capitalista individual. Y es caracterstico que esos
apologistas entusiastas del sistema fabril, cuando quieren
hacer una acusacin dursima contra lo que sera una organi-
zacin general del trabajo a base de toda la sociedad, digan
que convertira a la sociedad entera en una fbrica" (El capi-
tal, I, cap. 12).
La manufactura, sigue Marx, "convierte al obrero en un mons-
truo, fomentando artificialmente una de sus habilidades par-
ciales, a costa de aplastar todo un mundo de fecundos est-
mulos y capacidades, al modo como en las estancias argenti-
nas se sacrifica un animal entero para quitarle la pelleja o
sacarle el sebo. Adems de distribuir los diversos trabajos
parciales entre diversos individuos, se divide al individuo
mismo, se lo convierte en un aparato automtico adscripto a
un trabajo parcial, dando as realidad a aquella desazonadora
28
fbula de Menenio Agripa en la que aparece un hombre con-
vertido en simple fragmento de su propio cuerpo... Los cono-
cimientos, la perspicacia y la voluntad que se desarrollan,
aunque sea en pequea escala, en el labrador o el artesano
independiente, como en el salvaje que maneja con su astucia
personal todas las artes de la guerra, basta con que las rena
ahora todo el taller en un conjunto. Las potencias espirituales
de la produccin amplan su escala sobre un aspecto a costa
de inhibirse en los dems. Lo que los obreros parciales pier-
den se concentra, enfrentndose con ellos, en el capital. Es un
resultado de la divisin manufacturera del trabajo al erigir
frente a ellos, como propiedad ajena y poder dominador, las
potencias espirituales del proceso material de produccin.
Este proceso de disociacin comienza con la cooperacin sim-
ple donde el capitalista representa frente a los obreros indivi-
duales la unidad y la voluntad del cuerpo social del trabajo. El
proceso sigue avanzando en la manufactura, que mutila al
obrero al convertirlo en obrero parcial. Y se remata en la gran
industria, donde la ciencia es separada del trabajo como po-
tencia independiente de produccin y aherrojada al servicio
del capital. En la manufactura, el enriquecimiento de la fuerza
productiva social del obrero colectivo, y por tanto del capital,
se halla condicionada por el empobrecimiento del obrero en
sus fuerzas productivas individuales" (El capital, I, cap. 12).
La especialidad de manejar de por vida una herramienta par-
cial se convierte en la especialidad vitalicia de servir una m-
quina parcial. La maquinaria se utiliza para convertir al propio
obrero, desde la infancia, en una mquina parcial... En la ma-
nufactura y en la industria manual, el obrero se sirve de la
herramienta; en la fbrica, sirve a la mquina. All los movi-
mientos del instrumento de trabajo parten de l; aqu, es l
quien tiene que seguir sus movimientos. En la manufactura
los obreros son otros tantos miembros de un organismo vivo.
29
En la fbrica, existe por encima de ellos un organismo muer-
to, al que se los incorpora como apndices vivos... El trabajo
mecnico ataca enormemente el sistema nervioso, ahoga el
juego variado de los msculos y confisca toda la libre activi-
dad fsica y espiritual del obrero. Hasta las medidas que tien-
den a facilitar el trabajo se convierten en medios de tortura,
pues la mquina no libra al obrero del trabajo, sino que priva
a ste de su contenido. Nota comn a toda produccin capita-
lista es que, lejos de ser el obrero quien maneja las condicio-
nes de trabajo, son stas las que le manejan a l; pero esta
inversin no cobra realidad tcnicamente tangible hasta la
era de la maquinaria. Al convertirse en un autmata, el ins-
trumento de trabajo se enfrenta como capital, durante el
proceso de trabajo, con el propio obrero; se alza frente a l
como trabajo muerto que domina y absorbe la fuerza de tra-
bajo vivo. En la gran industria, erigida sobre la base de la ma-
quinaria, se consuma el divorcio entre las potencias espiritua-
les del proceso de produccin y el trabajo manual, con la
transformacin de aqullas en resortes del capital sobre el
trabajo. La pericia detallista del obrero mecnico individual,
sin alma, desaparece como un detalle diminuto y secundario
ante la ciencia, ante las gigantescas fuerzas naturales y el tra-
bajo social de masa que tiene su expresin en el sistema de la
maquinaria y forman con l el poder del patrono (El capital,
I, cap. 13).
"La acumulacin reproduce el rgimen del capital en una es-
cala superior, crea en uno de los polos ms capitalistas o capi-
talistas ms poderosos, y en el otro ms obreros asalariados.
La reproduccin de la fuerza de trabajo, obligada, quiralo o
no, a someterse incesantemente al capital como medio de
explotacin, que no puede desprenderse de l y cuyo esclavi-
zamiento al capital no desaparece... (...) Bajo las condiciones
de acumulacin que hasta aqu venimos dando por supuestas,
30
las ms favorables a los obreros, el estado de sumisin de
stos al capital reviste formas algo tolerables... con el incre-
mento del capital, en vez de desarrollarse de un modo inten-
sivo, este estado de sumisin no hace ms que extenderse;
dicho en otros trminos, la rbita de explotacin e imperio
del capital se va extendiendo con su propio volumen y con la
cifra de sus sbditos. stos, al acumularse el capital, perciben
una mayor parte de lo producido, bajo la forma de medios de
pago, lo que les permite vivir un poco mejor, alimentar con un
poco ms de amplitud su fondo de consumo, dotndolo de
ropas, muebles, etc., y formar un pequeo fondo de reserva
en dinero. Pero as como el hecho de que algunos esclavos
anduviesen mejor vestidos y mejor alimentados, de que dis-
frutasen de un trato mejor y de un peculio ms abundante, no
destrua el rgimen de esclavitud ni haca desaparecer la ex-
plotacin del esclavo, no suprime tampoco la del obrero asa-
lariado. El hecho de que el trabajo suba de precio por efecto
de la acumulacin del capital slo quiere decir que el volumen
y el peso de las cadenas de oro que el obrero asalariado se ha
forjado para s mismo pueden tenerle sujeto sin estar en ten-
sin... Es decir, que por muy favorables que sean para el
obrero las condiciones en que vende su fuerza de trabajo,
estas condiciones llevan siempre consigo la necesidad de vol-
ver a venderla constantemente y la reproduccin constante-
mente ampliada de la riqueza como capital" (El capital, I, cap.
23).
MARXISMO Y FILOSOFA
31
Hegel en medio del estallido de la Primera Guerra Mundial,
entre setiembre y diciembre de 1914. Es que Lenin era hom-
bre de accin, pero una accin sin verdad. Para Lenin para el
marxismo-la accin no se opone al pensamiento; la accin
exige el pensamiento. Para el marxismo, la prctica poltica es
una prctica consciente. Y para el marxismo la prctica no
significa slo adaptarse a lo existente, significa no slo habili-
dad tcnica para actuar sobre lo existente. Prctica quiere
decir, para el marxismo, conocimiento profundo de la reali-
dad y accin plenamente consciente es decir, basada en el
conocimiento.
Por otra parte, sin comprender el pensamiento filosfico, en
particular sin comprender la filosofa de Hegel, es imposible
entender a Marx. Con toda razn dice Lenin en sus comenta-
rios a la Lgica de Hegel: "No se puede comprender comple-
tamente El capital de Marx, y particularmente el primer cap-
tulo, si no se ha estudiado a fondo y comprendido toda la
Lgica de Hegel. A esto se debe el que, desde hace medio
siglo, muchsimos marxistas no hayan comprendido a Marx"
(Cuadernos filosficos, traduccin de MP).
En el lenguaje popular se habla de "tomar las cosas con filoso-
fa". Con esto se quiere decir tomar las cosas con paciencia.
Pero en esta frase vulgar hay un ncleo de verdad que nos
ayuda a comprender lo que es la filosofa. Porque al decir
"hay que tomar las cosas con filosofa" o "filosficamente", se
hace una invitacin a la reflexin, al empleo de la propia ca-
pacidad racional, para comprender los problemas. Y filosofa
es precisamente eso: enfrentarse reflexivamente con la reali-
dad, incluido en ello el propio pensamiento; ir ms all de los
primeros datos que se obtienen y tratar de sacar de ellos to-
das las implicaciones, todas las fases, todos los momentos,
todas las relaciones que en ellos se contienen. Nosotros va-
32
mos a enfrentar ahora algunos problemas y tesis fundamen-
tales de la filosofa marxista.
Al terminar esta reunin nadie saldr de aqu "sabiendo" filo-
sofa marxista. Pero todos saldremos conociendo en trminos
generales que la filosofa marxista enfrenta tales y cuales
problemas, que los enfoca de tal y cual modo, y que para co-
nocer esto en profundidad es indispensable leer las obras
fundamentales del marxismo. Esas obras son, creo yo, La
ideologa alemana de Marx y Engels, Lgica formal y lgica
dialctica, de Henri Lefebvre; las "Tesis sobre Feuerbach", de
Marx, y Filosofa y socialismo de Antonio Labriola. Y creo que
hay que leerlas en ese orden, para captar con claridad qu es
la filosofa marxista (se entiende que en un plano elemental).
LA DIALCTICA
33
lgica formal dice "toda cosa es igual a s misma" y dice tam-
bin "una cosa es o no es". As se ahorra el trabajo de tomar
en cuenta que en la realidad viva toda cosa a la vez es y no es,
porque en todo hay movimiento; y toda cosa es igual a s
misma pero a la vez es distinta de s misma, porque en su
seno hay diferencias, y al haber diferencias hay el germen de
contradicciones. Tomar en cuenta esta realidad, no renunciar
a su conocimiento ni falsear su conocimiento olvidando la
riqueza del contenido del real, contentndose con conocer
partes aisladas y disociadas excepto de una o dos caractersti-
cas; al contrario, penetrar a fondo en la realidad, captarla tal
cual es, con su infinita complejidad, con su inagotable riqueza
de contenidos, eso es dialctica.
En el tiempo de que dispongamos para nuestro trabajo no
podremos estudiar la dialctica. Para eso -mejor dicho, para
una introduccin al estudio de la dialctica- necesitaramos
por lo menos tantas reuniones como las que dedicaremos a
todo el estudio del marxismo. Pero lo importante es que de
aqu salga en limpio lo siguiente: La realidad es maravillosa e
infinitamente rica en complejidad, en contradicciones, en
movimiento. Hay dos enfoques para conocerla:
-el enfoque ms elemental, ms simple: el enfoque del pen-
samiento comn. Este enfoque dice: la realidad es demasiado
compleja; no puedo captarla tal cual es, porque entonces no
entiendo nada. Para entenderla tengo que tomar las cosas
una por una, separndolas, ponindolas una al lado de otra,
evitando que se mezclen o cambien de lugar o se transfor-
men. Este pensamiento, que es abstracto, es decir, que sepa-
ra, que desgaja lo que en realidad est unido, es el pensa-
miento formal abstracto;
-por el contrario, hay un enfoque que trata de captar la reali-
dad tal cual es: rica, contradictoria, mvil. Este enfoque no se
34
conforma con entender la realidad en partes y vaciada de
contenido; al contrario, exige aprehender a la realidad con
todo lo que ella tiene. Este enfoque es precisamente el pen-
samiento dialctico.
Con esto, queda dicho que la dialctica no se reduce en modo
alguno a la serie de "leyes" que los manualitos presentan co-
mo dialctica: la transformacin de la cantidad en calidad, la
unidad de los contrarios, etc. Estas son solamente algunas
partes de la dialctica, que es la lgica, y nada ms que par-
tes. Y ponerlas separadas del conjunto, como recetas a aplicar
a la realidad, es lo ms antidialctico que pueda concebirse.
Recin entramos en el terreno de la dialctica cuando nos
esforzamos por comprender cundo, dnde y en qu condi-
ciones una cantidad se transforma en calidad, o un polo se
transforma en su opuesto, etc. Es decir, slo entramos en el
terreno de la dialctica cuando nos esforzamos por captar la
realidad viva, en su totalidad, con su movimiento, sus contra-
dicciones y sus mutaciones.
En las sociedades primitivas el hombre pensaba concreta-
mente. Para el hombre primitivo, en cada elemento de la
realidad se encuentran lo uno y lo mltiple, el quietismo y el
movimiento, la identidad y la diferencia. El hombre primitivo
pensaba dialcticamente porque pensaba en concreto, es
decir, vea las cosas como totalidades, en el conjunto, con
toda la riqueza de su contenido. Por eso el lenguaje del hom-
bre primitivo pinta y describe a la realidad en toda su riqueza:
el primitivo no dice "esto" en abstracto, dice "esto que toco",
"esto que est muy cerca", "esto que est de pie" o "esto que
est al alcance de mi vista". El primitivo no entiende cosas
aisladas; ve situaciones, conjuntos, totalidades. Del mismo
modo, los nios pequeos no entienden letras, pero entien-
den palabras, es decir, conjuntos concretos que tienen un
35
sentido.
Pero cuando la humanidad comenz a dominar la naturaleza
y a conocerla mejor, pudo y debi crearse una formidable
herramienta intelectual, que es el concepto abstracto. El
hombre pudo dejar de ver las cosas en su totalidad, pudo
descomponerlas en partes, pudo analizarlas, pudo hacer abs-
traccin. El hombre aprendi a decir "este" en abstracto y
"este rbol", sin decir "este rbol verde aqu sobre la colina"
como deca el primitivo. As, desmenuzando la realidad en
partes, pudo avanzar el conocimiento. As avanzaron las cien-
cias naturales. La lgica formal, con su afirmacin de que una
cosa es o no es, coron esta aspiracin del pensamiento abs-
tracto y fue un formidable paso adelante... pero a la vez un
formidable paso atrs. Un formidable paso adelante porque
permiti aplicarse al anlisis minucioso de los elementos y
partes integrantes de la realidad; permiti el estudio intensi-
vo de los mismos y aport as la inmensa masa de conoci-
mientos que constituyen las ciencias naturales. Pero el pen-
samiento abstracto y la lgica formal significaron tambin un
formidable paso atrs, en el sentido de que se perdi para
muchos siglos esa riqueza que caracterizaba el pensamiento
del primitivo, esa frescura de la capacidad para aprehender la
realidad como es, como un todo complejo y cambiante, lleno
de cualidades y atributos.
La dialctica recupera para el pensamiento esa riqueza de
contenido, esa creacin, esa frescura del pensamiento del
hombre primitivo, pero le incorpora el rigor, la precisin, la
exactitud que han aportado siglos de pensamiento abstracto
y lgica formal.
Como dice Lefebvre, la dialctica es la plena captacin por el
pensamiento de toda la efervescencia tumultuosa de la mate-
ria, el ascenso de la vida, la epopeya de la evolucin, inte-
36
rrumpida de pronto por catstrofes; todo el drama csmico,
en fin. "La verdad est en la totalidad", dice Hegel. Es decir, la
idea verdadera es superacin de las verdades limitadas y par-
ciales, que se transforman en errores al considerarlas inmvi-
les. Slo la captacin de la totalidad, donde se unen lo idnti-
co y lo distinto, la quietud y el movimiento, lo uno y lo mlti-
ple es decir, slo la captacin de lo concreto-, slo eso nos
muestra la verdad. En estas frmulas que no son frmulas,
sino la sntesis de toda la prodigiosa evolucin del pensamien-
to humano-se contiene todo el pensamiento dialctico y esta
es la genial aportacin de Hegel al pensamiento humano.
La lgica formal dice que toda cosa es idntica consigo mis-
ma. Pero para esto es preciso que sea diferente de todas las
dems, de modo que la identidad ms pura supone ya la dife-
rencia, pero la lgica formal no toma nota de esto.
Por otra parte, el hecho de que la identidad, aun la identidad
ms abstracta, contiene en s la diferencia, se revela en todo
juicio en que el predicado es distinto del sujeto. Al decir, por
ejemplo, la rosa es roja, decimos que la rosa, sin dejar de ser
una rosa, es roja, vale decir, algo distinto que la rosa.
Si quisiramos evitar esa diferencia en el seno de la unidad, si
quisiramos cumplir rigurosamente con el principio lgico
formal de que toda cosa es idntica a s misma y no puede ser
a la vez idntica y diferente, entonces el pensamiento sera
algo completamente vaco, y los nicos juicios seran juicios
propios de retardados al estilo de "la rosa es... la rosa"; "la
vida es... la vida", etc. En cuanto queremos hacer juicios inte-
ligentes, en cuanto queremos conocer las cualidades de lo
real y captar su complejidad, entonces fatalmente rompemos
con la lgica formal y manejamos a la vez la identidad y la
diferencia de cada cosa consigo misma.
37
Por eso explica Hegel que "quien postula que no existe nada
que lleve dentro de s la contradiccin, como la identidad de
los contrarios, postula, al mismo tiempo, que no existe nada
vivo. Pues la fuerza de la vida consiste precisamente en llevar
dentro de s la contradiccin, es soportarla y superarla. Este
poner y quitar de la contradiccin de unidad ideal y disgrega-
cin real de los trminos forma el proceso constante de la
vida, y la vida no es ms que como proceso".
Y en otro lugar dice Hegel: "nada hay en lo que no se pueda y
se deba mostrar la contradiccin, es decir, las determinacio-
nes opuestas; el abstraer del intelecto es el aferrarse violen-
tamente a una determinacin, un esfuerzo para oscurecer y
alejar la consciencia de la otra determinacin que all se en-
cuentra" (Lgica, pargrafo 89). Y ms adelante: "la proposi-
cin que expresa la identidad es: toda cosa es idntica a s
misma: A=A, y negativamente, A no puede ser a la vez A y no-
A. Esta proposicin, en vez de ser una verdadera ley del pen-
samiento, no es sino la ley del intelecto abstracto. (...) Cuando
se afirma que el principio de identidad no puede ser probado,
sino que toda consciencia le presta su adhesin y que la expe-
riencia lo confirma, a dicha pretendida experiencia hay que
oponer la experiencia universal de que ninguna consciencia
piensa, ni tiene representaciones, ni siquiera habla segn esa
ley; y que ninguna existencia, cualquiera que sea, existe segn
ella. El hablar segn esta pretendida ley de la verdad (un pla-
neta es... un planeta; el magnetismo es... magnetismo; el es-
pritu es... el espritu) pasa, con plena razn, como un hablar
estpido, y sta s que es una experiencia universal" (Lgica,
pargrafo 115).
Hemos dicho que la dialctica es pensamiento concreto, y
hemos sealado las limitaciones del pensamiento abstracto.
Qu quiere decir "pensamiento abstracto"? Oigamos a He-
38
gel: "Quin piensa en abstracto? El hombre inculto, no el
culto. Me limitar a poner algunos ejemplos: un asesino es
conducido al cadalso. Para el pueblo comn no es otra cosa
que un asesino. Tal vez las damas, al verlo pasar, comenten su
aspecto fsico, digan que es un hombre fuerte, hermoso, in-
teresante. Al escuchar esto, el hombre de pueblo exclamar
indignado: Cmo! Un asesino hermoso! Un conocedor del
hombre tratar de indagar la trayectoria seguida por la edu-
cacin de este criminal; descubrir tal vez en su historia, en su
infancia o en su primera juventud, o en las relaciones familia-
res del padre y de la madre; descubrir que una ligera trans-
gresin de este hombre fue castigada con una fuerza exage-
rada que le hizo rebelarse contra el orden existente, que lo
hizo colocarse al margen de este orden y acab empujndolo
al crimen para poder subsistir". Pues bien; pensar as, ver to-
do el proceso con todos sus elementos, es pensar en concre-
to. En cambio, pensar en abstracto es el pensamiento vulgar,
que no ve en el asesino ms que esa nota nica y aislada, abs-
tracta, la de que es un asesino, de tal modo que esta simple
cualidad destruye y no deja ver cuanto hay en l de naturale-
za humana.
Como modelo de pensamiento dialctico, de pensamiento
concreto, que se mueve a travs de la inseparable unidad de
los contrarios, veamos estas lneas de Trotsky:
"INTERDEPENDENCIA DIALCTICA DEL FIN Y DE LOS MEDIOS
39
Esto significa que para alcanzar tal fin todo est permitido?
(...) Est permitido lo que conduce realmente a la liberacin
de la humanidad. (...)
Eso significa, a pesar de todo, que en la lucha de clases con-
tra el capitalismo todos los medios estn permitidos: la men-
tira, la falsificacin, la traicin, el asesinato, etc.? (...) Slo son
admisibles y obligatorios los medios que acrecen la cohesin
revolucionaria del proletariado, inflaman su alma con un odio
implacable por la opresin, le ensean a despreciar la moral
oficial y a sus sbditos demcratas, le impregnan con la cons-
ciencia de su misin histrica, aumentan su bravura y su ab-
negacin en la lucha. Precisamente de eso se desprende que
no todos los medios estn permitidos. Cuando decimos que el
fin justifica los medios resulta para nosotros la conclusin de
que el gran fin revolucionario rechaza, en cuanto medios,
todos los procedimientos y mtodos indignos que alzan a un
parte de la clase obrera contra las otras, o que intentan hacer
la dicha de las dems sin su propio concurso, o que reducen la
confianza de las masas en ellas mismas y en su organizacin,
sustituyendo tal cosa por la adoracin de los jefes. (...)
El materialismo dialctico desconoce el dualismo de medios y
fines. El fin se deduce naturalmente del movimiento histrico
mismo. Los medios estn orgnicamente subordinados al fin.
El fin inmediato se convierte en medio del fin ulterior. En su
drama Franz von Sickingen, Ferdinand Lasalle pone las pala-
bras siguientes en boca de uno de sus personajes:
No muestres slo el fin, muestra tambin la ruta
Pues el fin y el camino tan unidos se hallan
que uno en otro se cambian y cada ruta descubre un nuevo fin
(...)
La interdependencia del fin y de los medios est expresada,
en el caso de los versos reproducidos, de un modo entera-
40
mente exacto. Es preciso sembrar un grano de trigo para co-
sechar una espiga de trigo" (Su moral y la nuestra).
En 1922 Lenin afirm que "debemos organizar un estudio
sistemtico, dirigido desde el punto de vista de la dialctica
de Hegel". Esta es, efectivamente, una gran tarea abierta ante
el pensamiento marxista. Pero las burocracias son conserva-
doras y antidialcticas por definicin. Su prosperidad depen-
de de la administracin de lo que existe, no de su modifica-
cin. Por eso su "filosofa" es la escolstica y el dogmatismo
que codifican y repiten lo ya pensado, y no admiten innova-
cin ni problema nuevo alguno. Se explica as que la "filoso-
fa" inspirada en Stalin y compaa haya tratado a la dialctica
y a Hegel como a un perro muerto.
El espritu de la burocracia es ferozmente esttico y antidia-
lctico. No quiere innovaciones ni discusiones. Veamos el tra-
bajo de Zhdanov "Sobre la historia de la filosofa". Zhdanov
era secretario del Comit Central del Partido Comunista ruso,
y este es un discurso suyo con el cual se clausur el congreso
de filosofa realizado en Rusia en 1947. Zhdanov vapulea te-
rriblemente al autor de una historia de la filosofa y dice que
"el autor comete errores esenciales que afectan inclusive a
los principios". Cules son esos "errores esenciales" que
"afectan a los principios"? Son, dice Zhdanov, "por ejemplo",
la afirmacin de que "el camino al mtodo dialctico fue pre-
parado por las conquistas de las ciencias naturales desde la
segunda mitad del siglo XVIII. Esto est en radical contradic-
cin con la clebre tesis de Engels, segn la cual el camino al
mtodo dialctico fue preparado por la estructura celular del
organismo, por la teora de la conservacin y la transforma-
cin de la energa y por la teora de Darwin. Todos estos des-
cubrimientos corresponden al siglo XIX". Es decir, que la bu-
rocracia moscovita prohibe a un filsofo decir que el mtodo
41
dialctico fue preparado por las conquistas cientficas del si-
glo XVIII, y se lo prohibe porque Engels dijo que las conquistas
en cuestin eran del siglo XIX, y la burocracia entiende que
disentir con Engels en esta cuestin cronolgica es "un error
esencial que afecta a los principios". Desde luego, en seme-
jante clima no es posible que se desarrolle el pensamiento
dialctico, y ni siquiera los estudios sobre la dialctica. Y si
acaso estos estudios surgen, la burocracia los extirpa rpida y
radicalmente. En este mismo discurso, Zhdanov no deja lugar
a dudas: "la discusin que ha tenido lugar aqu a propsito de
Hegel es bastante extraa. Hace tiempo que est resuelta la
cuestin de Hegel. No hay ninguna razn para plantearla de
nuevo". Efectivamente, para la burocracia no hay ninguna
razn para plantear de nuevo el problema de la dialctica, "el
lgebra de la revolucin", como la llam el gran revoluciona-
rio ruso Herzen. Nosotros en cambio recordamos a Lenin:
"debemos organizar el estudio sistemtico de la dialctica de
Hegel".
Para iniciar este estudio yo sugiero el libro de Ernst Bloch El
pensamiento de Hegel, editado por el Fondo de Cultura Eco-
nmica.
En una frase famosa, Marx y Engels hablaron de "poner a la
dialctica de Hegel sobre sus pies". Esto no quiere decir que
de la dialctica hegeliana puedan tomarse dos o tres cosas
aisladas y agregrselas a una concepcin materialista vulgar
del mundo. No. El pensamiento dialctico de Hegel impregna
totalmente el marxismo.
Hegel efectu en trminos idealistas y con lenguaje muy
oscuro, hablando del "en s", de la "negatividad", del "ser
otro", etc.- un anlisis muy riguroso del pensamiento humano
a travs de la contradiccin. Poner la dialctica sobre sus pies
quiere decir estudiar concretamente, en la realidad del desa-
42
rrollo, cmo se han ido produciendo esas fases, esos estados
del desarrollo, esas transiciones que Hegel analiza en trmi-
nos idealistas pero con una tremenda capacidad para com-
prender el elemento de contradiccin y del movimiento. Y
esta es una tarea que el marxismo tiene que realizar. Yo slo
conozco dos obras en que el pensamiento marxista ha reali-
zado este "enderezamiento" de la dialctica, donde la reali-
dad ha sido captada en su evolucin, en sus contradicciones,
en sus diversas fases cuantitativas y cualitativas. Esas obras
son El capital de Marx y la Historia de la Revolucin Rusa de
Trotsky. Pero el campo a explorar es inmenso todava; prcti-
camente es toda la realidad.
Poner la dialctica sobre sus pies es lo que hace Marx en El
capital, es decir, desarrollar dialcticamente una ciencia, en
este caso el anlisis econmico de la sociedad capitalista. En
cambio, tomar alguno de los fenmenos naturales, o un con-
junto de conocimientos cientficos, y utilizarlos como ejem-
plos de que la cantidad se transforma en cualidad, o de algu-
na otra ley de lgica dialctica, eso que hacen los manualitos
que pretenden ensear marxismo-es una insolente caricatura
del pensamiento dialctico y por lo tanto del marxismo.
EL MATERIALISMO
43
Por su parte, seala Engels que "la aplicacin exclusivista del
rasero de la mecnica a los fenmenos que eran de naturale-
za qumica y orgnica y en los que, aunque rigieran leyes me-
cnicas, stas pasaban a segundo plano ante otras superiores
a ellas, constituye una de las limitaciones especficas" del ma-
terialismo clsico. Efectivamente, el materialismo clsico slo
reconoce como "materia" a lo mecnico, incluido lo fsico y lo
qumico, pero ignorando totalmente esa materia constituida
fundamentalmente por relaciones interhumanas, sociales y
psicolgicas.
Tengamos entonces bien presente que la materia que toma
como base el marxismo no es la materia fsica o la naturaleza
mecnica, ni una materia general carente de cualidades. La
materia de que parte el marxismo es el conjunto de relacio-
nes sociales que presuponen ciertamente una naturaleza me-
cnica y, sobre todo, fisiolgica, pero que no coinciden, ni
mucho menos, con ella. La materia de que toma su nombre el
materialismo histrico no es nada ms ni nada menos que la
relacin de unos hombres con otros y con la naturaleza
(Bloch).
El materialista vulgar no ve, dice Marx, que "el mundo sensi-
ble que lo rodea no es una cosa dada inmediatamente desde
la eternidad, siempre igual a s misma. Es un producto histri-
co: el resultado de una actividad de una larga serie de gene-
raciones, de las cuales cada una se apoya sobre las espaldas
de la precedente, y va desenvolviendo su industria y su co-
mercio y modificando su organizacin social de acuerdo con
las necesidades nuevas que se suscitan. Aun los objetos de la
certidumbre sensible ms inmediata le son dados (...) slo
gracias al desarrollo de la sociedad, la industria y el comercio"
(La ideologa alemana).
Y en sus "Tesis sobre Feuerbach", que ya citamos en la
44
reunin anterior, Marx dice: "El defecto fundamental de todo
materialismo anterior (...) es que slo concibe la cosa, la
realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de intui-
cin, pero no como actividad sensorial humana, como prcti-
ca, no de un modo subjetivo" (Tesis I). "La teora materialista
de que los hombres son producto de las circunstancias y de la
educacin, y por lo tanto hombres modificados, producto de
circunstancias distintas y de una educacin distinta, olvida
que las circunstancias son cambiadas precisamente por los
hombres y que el propio educador necesita ser educado" (Te-
sis III).
El materialismo vulgar que es lo que los stalinistas preten-
den hacer pasar por marxismo- cae en la metafsica de la ma-
teria, y aun de la materia mecnica, no de la materia consti-
tuida por las relaciones sociales y la actividad del hombre.
Este materialismo vulgar considera a la materia como una
cosa totalmente aislada, perennemente aislada del sujeto, del
hombre, siempre condicionando al hombre y nunca condicio-
nada por el hombre.
En realidad, la metafsica de la materia, la creencia en que la
materia tiene una independencia absoluta respecto del sujeto
que conoce es decir, que la transforma-tiene un origen reli-
gioso, y por eso precisamente el materialismo vulgar se lleva
tan bien con el sentido comn. Todas las religiones han ense-
ado y ensean que el mundo, la naturaleza, el universo, han
sido creados por Dios antes de la creacin del hombre, y por
lo tanto el hombre ha encontrado el mundo ya acabado, cata-
logado y definido de una vez y para siempre. Por eso cuando
el materialismo vulgar dice que la materia existe absoluta-
mente independiente del sujeto que conoce, no hace ms
que confirmar esa creencia religiosa en que "Dios cre al
mundo antes que al hombre".
45
El marxismo, por el contrario, afirma que desde luego el
mundo fsico existi antes que el hombre; el universo existi
antes de la aparicin del hombre. Pero si bien esto es cierto,
el marxismo ensea que desde que el hombre aparece sobre
la tierra, la materia deja de existir independientemente de la
consciencia del hombre, porque desde el primer momento el
hombre acta en y sobre la materia, y la transforma. De mo-
do que si es cierto que el objeto existi por s solo antes de la
aparicin del sujeto, desde la aparicin del sujeto el objeto
pierde su independencia, entra en permanente relacin con
el sujeto, y sujeto y objeto slo existen en funcin y a travs
del otro, sin que ninguno pueda concebirse "independiente-
mente" del otro.
46
y sin otra relacin que un contacto externo, como, por ejem-
plo, el de un cuerpo que choca con otro. Y sin embargo, el
concepto de "reflejo" significa, precisamente, e implica, una
concepcin de dos cosas completamente distintas y externas
una respecto de la otra. Vale decir que la palabra reflejo slo
refleja muy imperfectamente el pensamiento marxista, por-
que est tomada de concepciones anteriores, que el marxis-
mo. Igual ocurre, como veremos ms adelante, con la expre-
sin de Marx de que la economa constituye la "anatoma" de
la sociedad).
Lefebvre ha afirmado recientemente que "nada es ms con-
trario a la dialctica marxista que colocar lo real de un lado y
en otro su reflejo en la cabeza de los hombres". Tiene com-
pleta razn. Porque el marxismo pone el nfasis no en la lla-
mada realidad, en las cosas que estn fuera del hombre, sino
en la actividad creadora del hombre que conoce, transforma y
crea esa realidad y esas cosas exteriores. Por supuesto, los
crticos stalinistas acusan a Lefebvre de no ser materialista,
porque para los aparatos lo fundamental es ser materialistas
en el sentido de adaptarse a las condiciones existentes. Y los
crticos stalinistas pretenden cubrirse con citas de Lenin acer-
ca de la teora del reflejo. Pero en su obra filosfica ms pro-
funda y madura, en sus apuntes sobre la Lgica de Hegel, Le-
nin escribe: "El conocimiento es el reflejo de la naturaleza del
hombre. Pero no es ste un reflejo simple, inmediato, total;
este proceso consiste en toda una serie de abstracciones, de
formulaciones, de formaciones de conceptos, etc." (Cuader-
nos filosficos, traduccin de MP). Y ms adelante: "El reflejo
de la naturaleza en el pensamiento humano no se debe com-
prender como algo muerto, abstracto, sin movimiento, sin
contradicciones; al contrario, es necesario comprenderlo co-
mo el proceso eterno del movimiento, del nacimiento y nega-
cin de las contradicciones". Y Lenin agrega, finalmente, que
47
"la consciencia humana no solamente refleja el mundo obje-
tivo, sino que tambin lo crea".
Efectivamente, si el concepto, el conocimiento, "refleja" a la
realidad exterior, tambin es cierto lo contrario, la realidad
exterior, en la medida en que es modificada y creada por el
hombre, "refleja" al concepto. El sujeto "refleja" en su cons-
ciencia al objeto, pero entonces el objeto "refleja" tambin al
sujeto que fue capaz de crearlo o modificarlo. El hombre no
se limita a tomar fotografas de la realidad; el hombre cons-
truye la realidad. Por eso, mejor que de reflejo que sugiere
una recepcin pasiva- hay que hablar de interaccin, de rela-
cin, de proyeccin del objeto en el sujeto, y de proyeccin
del sujeto en el objeto.
Como dice Hegel: "El hombre tiende a manifestarse a s mis-
mo en aquello que existe como algo exterior a l. Realiza este
fin haciendo cambiar las cosas exteriores, a las cuales impri-
me el sello de su interior, encontrando en ellas, as, su propio
destino". "El sujeto dice Hegel- no ve en ello que se enfrenta
a nada extrao, un lmite ni una barrera, sino que se encuen-
tra solamente a s mismo".
Engels ha dicho que "la unidad del mundo consiste en su ma-
terialidad demostrada por el largo y laborioso desarrollo de la
filosofa y de la ciencia". Con esto tenemos una valiosa clave
para comprender la concepcin marxista de la relacin entre
sujeto y objeto, entre el ser y la consciencia. Es el trabajo del
hombre condensado en el conocimiento filosfico y cientfico,
es el trabajo del hombre, dice Engels, lo que demuestra la
unidad material del mundo. Vale decir que la captacin de
que existe un objeto dotado de unidad material, lejos de ser
un simple "reflejo", de que existe un objeto independiente
del sujeto, es el resultado de la accin recproca entre el suje-
to y objeto, de su interaccin, de su unidad contradictoria.
48
Y qu afirma el marxismo sobre la conciencia? El marxismo
afirma que la conciencia lo que el hombre piensa de s mis-
mo y de lo que lo rodea- no puede explicarse a s misma. El
marxismo trata de captar cules son las condiciones de la
conciencia, es decir, cmo y por qu el hombre llega a creer
algo de s y sobre el mundo. El marxismo hace la crtica de la
conciencia y de las condiciones en que surge la conciencia, y
demuestra que la conciencia puede ser verdadera o falsa. Y la
clave para comprender el porqu est en la historia del hom-
bre. Por eso Marx dice que "no es la conciencia lo que deter-
mina la existencia, sino su existencia social lo que determina
su conciencia" (Prlogo de 1859 a la Crtica de la economa
poltica).
El marxismo demuestra que la conciencia est determinada,
es decir, que no existe en el aire ni flota en las nubes, sino
que tiene sus races en la tierra. Pero atencin: si el marxismo
afirma que la conciencia est determinada, afirma tambin
que est determinada como conciencia, vale decir, que puede
explicarse cmo el medio acta sobre la conciencia, pero que
de ningn modo puede reducirse la conciencia a un mero
reflejo del medio. El idealismo coloca a la conciencia entre las
nubes, como prolongacin de Dios, de la Idea o de cualquier
fuerza mstica extraterrena, y le atribuye una autonoma y un
poder sin lmites. El materialismo vulgar, por el contrario, re-
duce a nada la conciencia y le quita toda autonoma, conside-
rndola como una mera secrecin cerebral, como una especie
de caspa que sale en forma de ideas que no hacen ms que
"reflejar" como fotografas-el objeto exterior. El marxismo
muestra que las races de la conciencia estn en la tierra y en
la sociedad, que la conciencia no es omnipotente; est condi-
cionada. Pero el marxismo no coloca la conciencia al nivel de
la caspa, no la reduce a un mera fotografa de lo exterior. El
marxismo coloca la conciencia entre las ms altas realidades
49
humanas, y se esfuerza para que la conciencia, captando las
condiciones que la originan e inciden sobre ella, sea cada vez
ms lcida y eficaz.
El desprecio por la conciencia y por sus problemas es total-
mente extrao al marxismo. La gran batalla del marxismo se
libra precisamente en el terreno de la conciencia. El marxismo
lucha para modificar la conciencia de las clases oprimidas,
para que stas tengan una conciencia veraz de su situacin y
de la necesidad de revolucionarla.
50
dad, en una supuesta ciencia que afirma que el socialismo es
necesario independientemente de la voluntad de los hombres
e independientemente de que los hombres lo consideren
bueno o malo.
Por el contrario, el marxismo afirma que la sociedad no puede
ser estudiada "objetivamente", al estilo de las ciencias natura-
les que estudian la fsica o la qumica. El marxismo demuestra
que en el estudio de la sociedad y en los juicios sobre ella
siempre interviene, adems del conocimiento objetivo que
describe, lo que es el juicio de valor que afirma lo que debe
ser y lo que quiere que sea. Esto es as porque los hombres
que conocen la sociedad y la historia son los mismos que ha-
cen la sociedad y la historia. Y por lo tanto el conocimiento de
la vida social y la historia no es ciencia sino conciencia. Por
eso, toda separacin de juicios de valor y juicios de hecho,
toda separacin de la teora y la prctica, del conocimiento de
lo que es y de la aspiracin a lo que debe ser, es irrealizable
cuando se trata de la comprensin de la historia de la socie-
dad.
Al comprender que por toda la estructura de la sociedad capi-
talista es necesario el advenimiento del socialismo, el mar-
xismo afirma tambin que el socialismo debe ser, que el so-
cialismo es conveniente para el hombre, y por lo tanto que el
hombre debe tomar conciencia de esto y debe consciente-
mente trabajar para el advenimiento del socialismo. Pero si,
como afirmaban los escolsticos de la burocracia reformista
de la II Internacional, o los escolsticos de la burocracia mos-
covita, el socialismo es una cosa que ya est inscripta en los
hechos, si es algo que vendr sea bueno o no, quiera el hom-
bre o no, con tanta seguridad como vendr la luz solar maa-
na a la maana, entonces el papel consciente revolucionario
del hombre queda reducido a nada, y en cambio se eleva a las
51
nubes a los aparatos burocrticos, cuya funcin sera esperar
que se realice esa supuestamente ineluctable aparicin del
socialismo.
El fatalismo mecanicista que supone que el socialismo es
inevitable, independientemente de que el hombre lo quiera o
no, otorga sin duda una gran tranquilidad de espritu, robus-
tece la fe de los creyentes; es casi una religin. Pero no tiene
nada que ver con el marxismo.
El marxismo pone nfasis en la voluntad real y actuante del
hombre. Los fatalistas, en cambio, sustituyen la voluntad
consciente que acta en procura de un fin y la reemplazan
por un acto de fe simple y apasionada en un supuesto fin
inevitable de la historia. Para esta gente, la Historia, as con
mayscula, viene a sustituir la fe en la Divina Providencia con
que se consuelan los religiosos. El marxismo, repitmoslo, es
justamente la anttesis y la negacin de todo esto.
La praxis
52
que el hombre no es producido ni condicionado por Dios, co-
mo tampoco por la Historia, la Razn, el instinto, la herencia,
el medio, la raza, etc. Praxis significa que lo nico que produ-
ce al hombre y que lo condiciona es la propia actividad teri-
co-prctica del hombre.
Veamos algunos prrafos de las "Tesis sobre Feuerbach" don-
de Marx insiste en el problema de la praxis:
"El defecto fundamental de todo el materialismo anterior (...)
es que slo concibe la cosa, la realidad, la sensoriedad, bajo la
forma de objeto o de intuicin, pero no como actividad senso-
rial humana, como prctica, no de un modo subjetivo. De ah
que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo (...)"
(Tesis I).
"El problema de si al pensamiento humano se le puede atri-
buir una verdad objetiva, no es un problema terico, sino un
problema prctico. Es en la prctica donde el hombre tiene
que demostrar la verdad, es decir, la realidad y la fuerza, la
terrenalidad de su pensamiento (...)" (Tesis II).
"La teora materialista de que los hombres son producto de
las circunstancias y de la educacin (...) olvida que las circuns-
tancias son cambiadas precisamente por los hombres... La
coincidencia de la modificacin de las circunstancias y de la
actividad humana slo puede concebirse y entenderse racio-
nalmente como prctica revolucionaria (...)" (Tesis III).
"...la esencia humana no es algo abstracto, inherente a cada
individuo. Es en realidad el conjunto de las relaciones sociales
(...)" (Tesis VI).
"La vida social es esencialmente prctica. Todos los misterios
que descarran la teora hacia el misticismo encuentran su
solucin racional en la prctica humana y en la comprensin
de esta prctica" (Tesis VIII).
53
"Los filsofos no han hecho ms que interpretar de diversos
modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo"
(Tesis XI).
54
Marxismo y ciencias sociales
55
valor no es posible ni deseable. La sociologa no es ciencia, es
conciencia (ya conversamos sobre esto en una reunin ante-
rior). El estudio de las ciencias humanas no puede ser "objeti-
vo" en el sentido en que son objetivas las ciencias naturales.
Se puede estudiar el movimiento de los astros, o de los elec-
trones y protones, sin tomar partido, porque esas realidades
no son producidas por el hombre y por lo tanto es absurdo
decir que "est bien", que es "bueno" o "malo" que un plane-
ta gire en sta o en aqulla rbita. Pero las ciencias del hom-
bre actan sobre una realidad que es producto de la accin
del hombre y ante la cual es imposible no hacer juicios de
valor y no tomar posicin. Por ejemplo: al estudiar la esclavi-
tud, el "no tomar partido" es tomar partido a favor, porque la
indiferencia equivale a sancionar lo que existe.
Lo que habitualmente se denomina "sociologa", esa supuesta
ciencia que intenta agrupar y clasificar las relaciones entre los
hombres segn modelos y categoras tomadas de las ciencias
naturales, es despreciada por el marxismo. La pretensin de
reducir la experiencia humana a "leyes" de tipo mecnico
fatalista como la ley de dilatacin de los cuerpos, etc.-es
rechazada tambin por el marxismo. La pretensin de tratar
los hechos sociales, es decir, las relaciones entre los hombres,
como "cosas", tambin es extraa al marxismo, que demues-
tra que el intento de tratar las relaciones interhumanas como
"cosas" es un producto de la alienacin.
Cuando el Diccionario de Filosofa staliniana de Rosental y
Iudin dice que "Marx demostr que el curso de las ideas de-
penden del de las cosas" est demostrando en realidad que
este diccionario no tiene nada que ver con el marxismo. En el
lenguaje diario, e incluso en el lenguaje de la lucha poltica o
de la interpretacin de un fenmeno histrico particular, po-
demos decir que "las cosas vienen mal o bien", que "el curso
56
de las cosas" obliga a esto o lo otro. Podemos decir, por
ejemplo, que "por el curso de las cosas" el establecimiento de
una universidad privada favorecer a las clases privilegiadas.
Esto es as porque en el lenguaje de todos los das, incluso en
lenguaje poltico, nos movemos en el terreno de la alienacin,
en el terreno en que las relaciones entre los hombres apare-
cen como relaciones entre cosas, que no estn sometidas al
control del hombre sino que lo dominan. Pero cuando plan-
teamos la cuestin en el terreno del marxismo, que es el te-
rreno en que se rompe con la alienacin, en que se ve ms
all de las cosas para descubrir las relaciones humanas que
hay detrs de ellas, en este terreno es infinitamente errneo
decir que "el curso de las ideas depende del curso de las co-
sas". El curso de las ideas depende del contexto social en que
se desenvuelven, y este contexto social no consiste en "cosas"
como las estrellas, o la lluvia, o la cordillera de los Andes-,
sino en relaciones entre hombres.
El pensamiento vulgar contrapone "la sociedad" y "el indivi-
duo", y supone que la sociedad es un agregado de individuos
que, en s mismos, son distintos de la sociedad. Marx, por el
contrario, seala: "Es necesario evitar hacer de la sociedad
una abstraccin enfrentada al individuo. El individuo es el ser
social. Sus manifestaciones de vida son una expresin y una
confirmacin de la vida social" (Manuscritos..., traduccin de
MP).
Esto es as porque para vivir hay que producir. Y no se puede
producir sino en colaboracin con otros hombres. Para repro-
ducirse se necesitan dos personas de distinto sexo. Es decir,
ya en las necesidades ms ntimamente individuales est con-
tenida la absoluta necesidad de la relacin social con otras
personas.
"El hombre, por el doble conato que lo caracteriza: de una
57
parte el de conservar la propia vida, de otra, el de prolongarse
en otros seres, pertenece desde luego a la naturaleza. Pero,
por este mismo doble conato, viene a hallarse engranado
tambin en la sociedad. Y es que para lograr sus propsitos ha
de unirse a otros individuos que con l colaboren, sean cuales
fueren las condiciones, el mtodo y el objeto de la colabora-
cin. De ah el recproco enlace entre la forma determinada
que reviste la produccin y el tipo de colaboracin vigente y
el grado de desarrollo de la sociedad (Marx, La ideologa ale-
mana, subrayado de MP).
"La organizacin social y el Estado brotan de la vida de de-
terminados individuos. Pero de la vida de esos individuos con-
siderados no segn ellos se conciben en su propia mente o
segn los conciben los dems, sino como son en realidad,
esto es, segn obran, producen materialmente; segn como
despliegan refrenados por determinadas barreras, bajo im-
posicin de determinados presupuestos y bajo condiciones de
que no son dueos-la actividad que les es propia. El nacimien-
to de las representaciones, las ideas, la conciencia, se halla
inmediatamente enlazada desde sus comienzos con la activi-
dad y las relaciones materiales de los hombres, con su vida
real. Lo que los individuos se representan, lo que piensan, lo
que ponen de manifiesto en el trato espiritual con sus seme-
jantes es el resultado de su vida material. Y lo dicho de los
productos espirituales de los individuos aplcase asimismo a
los de un pueblo entero, en los diversos rdenes de la lengua,
la poltica, la legislacin, la moral, la religin, la metafsica,
etc. Pero insistimos-los individuos a que nos referimos son
los individuos reales y activos, sujetos en su accin al grado
de desarrollo de sus fuerzas productivas y a las relaciones (...)
que los ligan los unos a los otros, desde los que rigen en los
grupos pequeos hasta los que se extienden a las agrupacio-
nes ms amplias" (La ideologa alemana).
58
Destaquemos la importancia particular de la afirmacin "des-
de las que rigen en los pequeos grupos", en vista de las mo-
dernas investigaciones sobre dinmica de los grupos.
La conciencia brota en el terreno de esta estructura de rela-
ciones interhumanas. En trminos de Marx: "La conciencia es,
desde un comienzo, un producto social, y lo seguir siendo
mientras haya hombres" (La ideologa alemana).
Todo el comportamiento del hombre es decisivamente plas-
mado por lo que los antroplogos llaman "cultura". Por "cul-
tura" la antropologa quiere significar la manera total de vivir
de un pueblo, el legado social que el individuo recibe de su
grupo. O bien puede considerarse la cultura como "aquella
parte del medio ambiente que ha sido creada por el hombre"
(Kluckhohn, 1951).
Lo ms ntimo de cada individuo, lo que se supone ms indivi-
dual y ms privado, en realidad no es tan individual ni tan
privado. La psicologa de nuestros das comprueba cientfica-
mente que "las manifestaciones exteriores de nuestros afec-
tos aparecen como deberes impuestos por el grupo, como
tambin lo que son propios afectos. Para innumerables cir-
cunstancias de la vida diaria la colectividad nos fija a la vez los
sentimientos que debemos tener y la manera en que tenemos
que expresarlos (Blondel, 1952).
"Nuestro rgimen de concepto, con sus compatibilidades y
sus incompatibilidades, sus atracciones y sus repulsiones, su
jerarqua, su orden y su escala de valores, nos viene del grupo
del que formamos parte. Se graba en nosotros, sin que po-
damos eludirlo, mediante el lenguaje que aprendemos desde
nuestra primera infancia, por la disciplina colectiva que sopor-
tamos sin tregua desde el nacimiento hasta la muerte. No
captamos la realidad tal como es, sino tal cual se la concibe y
59
quiere la colectividad a la que pertenecemos. La realidad vista
con los ojos del grupo, si as puede decirse, es para nosotros
indiscernible de la realidad misma. Y esto vale no slo para la
realidad exterior, sino tambin para la vida interior. Reflexio-
nar es hablarse su propio pensamiento; tratar de tener con-
ciencia clara de un estado de alma, por personal que en apa-
riencia sea, es captarlo dentro del cuadro que la colectividad
le ha fijado, afectado con el valor que ella le atribuye; es con-
fundirlo con ese cuadro y ese valor mismos. El rgimen de
conceptos que debemos a nuestro grupo tiene, pues, como
primer efecto, introducir la objetividad propia de las repre-
sentaciones colectivas en todo el dominio de nuestra expe-
riencia, tanto interna como externa" (Blondel, citado por Du-
mas, 1948).
Dice Margaret Mead: "La prueba que nos suministran las so-
ciedades primitivas sugiere que las suposiciones que cual-
quier cultura hace acerca del grado de frustracin o satisfac-
cin contenido en las formas culturales, puede resultar ms
importante para la felicidad que la cuestin de cules estmu-
los biolgicos se ocupa de desarrollar y cules de suprimir o
dejar sin desarrollo. Podemos tomar como ejemplo la actitud
de la mujer en la era victoriana, de la que no se esperaba que
gozara en la experiencia sexual y que en realidad no gozaba".
60
la siguiente: el marxismo no es una "materia" ya terminada,
que del perodo de lucha y la polmica hacia fuera y hacia
dentro- haya entrado en la etapa de una expansin orgnica.
El marxismo no es una cosa terminada. El marxismo est ha-
cindose. Y precisamente el ms grande peligro de los clsicos
cursos y manualitos tipo los de Politzer y compaa reside en
que tienden a dar la impresin de que el marxismo es algo
que ya est listo para aprenderse en cierto nmero de leccio-
nes, como se aprende geografa o aritmtica.
Marxismo y economicismo
61
"Es un hecho, pues, que determinados individuos que traba-
jan y producen de determinada manera contraen relaciones
sociales y polticas. Cul es concretamente ese vnculo que
media entre la organizacin social y la produccin? A eso no
cabe responder por va especulativa. Ella debe estudiarse
empricamente en cada caso (...) En cualquier perodo histri-
co que consideremos hallaremos una suma de fuerzas pro-
ductivas, de circunstancias, de un modo de relacionarse los
individuos con la naturaleza y entre s, que la generacin de
ese perodo ha recibido en herencia de la inmediata prece-
dente. La nueva generacin modifica sin duda el patrimonio
legado por la generacin anterior. Pero eso no quita que
aqul influya poderosamente sobre ella, prescribindole el
camino por donde ha de desenvolverse y confirindole carc-
ter especial. Por tanto, las circunstancias hacen a los hombres
no menos que los hombres a las circunstancias. Esta suma de
fuerzas productivas y formas de relacin social, que cada indi-
viduo y cada generacin encuentra ante s como algo inde-
pendiente de su voluntad, es el fundamento real del hom-
bre..." (La ideologa alemana).
"Los mismos hombres que establecen las relaciones sociales
conforme a su productividad material, producen tambin los
principios, las ideas, las categoras, conforme a sus relaciones
sociales" (Miseria de la filosofa).
Ahora bien: estas ideas, estas categoras o estas creencias
populares tienen la misma energa que una fuerza material.
En las relaciones sociales no hay fuerza material pura; la fuer-
za material se acompaa de una forma ideolgica, y la forma
ideolgica tiene un contenido material. "Los hombres hacen
su propia historia explica Marx-pero no la hacen a su libre
arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino
bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directa-
62
mente, que existen y transmiten el pasado. La tradicin de
todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el
cerebro de los vivos" (El 18 brumario de Luis Bonaparte, I).
Cuando Marx habla de "economa" no se refiere a la produc-
cin en general, sino a las relaciones de produccin, es decir,
a las relaciones de los hombres con la naturaleza y entre s en
torno a los medios de produccin.
Casi desde el momento en que comenz a difundirse el pen-
samiento marxista fue calumniado por enemigos y por su-
puestos partidarios-con la afirmacin de que el marxismo es
una "interpretacin econmica de la historia". Ya veremos
que esto es totalmente falso. Lo nico cierto es que el mar-
xismo puso nfasis en la necesidad de estudiar la organizacin
econmica de la sociedad.
Para captar sin deformaciones qu es lo que el pensamiento
marxista afirma sobre la naturaleza de la organizacin social,
es necesario abandonar expresiones como "estructura eco-
nmica" o "base econmica" de la sociedad. Marx y Engels
sobre todo Engels- utilizaron a veces estas expresiones para
hacer su pensamiento ms accesible, ms didctico. Pero hoy
da, a fuerza de simplificar esas expresiones, a fuerza de repe-
tirlas como recetas y desglosarlas del conjunto del pensa-
miento de Marx, esas palabritas "estructura" o "base" sirven
para deformar el marxismo. Por eso nosotros preferimos no
hablar de "estructura" y menos an de "base" sino de forma-
cin econmico-social, concepto que ampla Marx en El capi-
tal. En tres palabras cargadas de sentido, explica Lefebvre,
este concepto designa los elementos de la sociedad y recons-
truye su totalidad indicando que esa totalidad es un devenir,
una historia. Debemos distinguir lo econmico de lo social,
que son dos niveles de la realidad. Tomados aisladamente son
abstracciones unilaterales. Lo concreto no existe sino en su
63
unidad, y solamente se lo capta concibiendo su unidad.
La relacin entre lo econmico y lo social explica Lefebvre-
no puede concebirse como una unidad confusa, ni como una
jerarqua esttica, ni como una simetra, ni como una reduc-
cin, ni como ningn otro tipo de relacin lgica. Marx com-
para lo econmico al esqueleto, y su estudio a la anatoma,
mientras que la ciencia de lo social se aproximara a la fisiolo-
ga. En un sentido, por lo tanto, lo econmico es ms real que
lo social: el organismo superior tiene necesidad de un esque-
leto; sin embargo, lo fisiolgico es superior a su "condicin",
porque slo l vive. Lo social representa un desarrollo de la
economa, representa el desarrollo de sus contradicciones.
Los fenmenos sociales son ms ricos, ms complejos que su
esencia "econmica".
Ahora bien, en esencia, la formacin econmico-social consis-
te en esto: hombres que establecen determinadas relaciones
con otros hombres. Como explicaba Labriola, "en las vulgari-
zaciones de la sociologa marxista, las condiciones, las rela-
ciones, las correlatividades de coexistencia econmica se
transforman (...) en alguna cosa existiendo imaginariamente
por encima de nosotros, como si en el problema hubiera
otros elementos que stos: individuos e individuos, es decir,
locatarios y propietarios, terratenientes y arrendatarios, capi-
talistas y asalariados, patrones y domsticos, explotados y
explotadores, en una palabra, hombres y otros hombres que,
en condiciones dadas de tiempo y lugar, se hallan en relacio-
nes diferentes de dependencia recproca..." (Filosofa y socia-
lismo, subrayado de MP).
Dice Engels que "la concepcin materialista de la historia par-
te de la tesis de que la produccin y con ella el intercambio de
lo producido es la base de todo orden social" (AntiDhring,
subrayado de MP). Este prrafo es extremadamente peligroso
64
para la comprensin del autntico pensamiento marxista si
quedan sin aclarar dos cosas fundamentales: 1) la "produc-
cin" a que se refiere Engels no debe entenderse como pro-
duccin en general, como proceso tcnico de producir, sino
en el sentido de las relaciones de produccin, es decir, las re-
laciones que los hombres contraen en el proceso de produc-
cin y reproduccin de su vida; 2) "base" es aqu una mala
palabra, porque sugiere algo esttico y netamente separado y
separable de lo que est sobre la base. Pero, en realidad, las
relaciones que losa hombres contraen en el proceso de pro-
duccin son dinmicas por definicin; adems, estas relacio-
nes slo pueden separarse de todas las restantes en el anli-
sis, en la abstraccin del pensamiento, pero en la realidad
estn inseparablemente unidas.
Esto que acabamos de decir, significa que Engels "se equivo-
c" o que conscientemente deform el pensamiento marxista
que l mismo contribuy a crear? No. Lo que ocurre es que,
como explica Lefebvre, "despus de haber contribuido a la
formacin del marxismo, Engels se ocup de exponerlo didc-
ticamente... Pese a su genio, igual al de Marx, Engels tenda a
simplificar pedaggicamente los problemas, a suponerlos
resueltos, y por eso a esquematizar y sistematizar" (Proble-
mas actuales del marxismo, III).
Y ya al trmino de su vida el propio Engels advirti los tre-
mendos peligros que significaba para el marxismo esa simpli-
ficacin pedaggica de su pensamiento; por eso afirmaba
Labriola que leyendo sus cartas ltimas "se ve claramente que
Engels tema que el marxismo se hiciera muy rpido una doc-
trina barata" (Filosofa y socialismo). Por eso, para hacerle
justicia a Engels y para comprender el autntico pensamiento
marxista, conviene leer esas ltimas cartas de Engels, que son
sus ltimas obras tericas: "La concepcin materialista de la
65
historia tambin tiene hoy da un montn de amigos a quie-
nes les sirve de excusa para no estudiar historia. (...) En gene-
ral, la palabra materialista les sirve a muchos jvenes escrito-
res alemanes de simple frase mediante la cual se rotula, sin
ms estudio, toda clase de cosas; pegan esa etiqueta y creen
que la cuestin est resuelta. Pero nuestra concepcin de la
historia es, por sobre todo, una gua para el estudio... Es ne-
cesario reestudiar toda la historia, deben examinarse en cada
caso las condiciones de existencia de las diversas formaciones
sociales antes de tratar de deducir de ellas los conceptos pol-
ticos, jurdicos, estticos, filosficos, religiosos, etc." (Carta a
Conrad Schmidt, 5-8-190). Obsrvese cmo aqu Engels no
habla de "base" sino de "formacin social".
Y en otras cartas dice: "Segn la concepcin marxista de la
historia, el elemento determinante de la historia es en ltima
instancia la produccin y reproduccin de la vida real. Ni
Marx ni yo hemos afirmado nunca ms que esto; por consi-
guiente, si alguien lo tergiversa transformndolo en la afirma-
cin de que el elemento econmico es el nico determinante,
lo transforma en una frase sin sentido, abstracta y absurda"
(Carta a J. Bloch, 21-8-1890). Recordemos lo que quiere decir
concreto y abstracto; hablamos de eso en la reunin en que
trabajamos sobre Hegel.
"Marx y yo tenemos en parte la culpa de que los jvenes es-
critores le atribuyan a veces al aspecto econmico mayor im-
portancia que la debida. Tuvimos que subrayar este principio
fundamental frente a nuestros adversarios, quienes lo nega-
ban, y no siempre tuvimos tiempo, lugar ni oportunidad de
hacer justicia a los dems elementos participantes en la inter-
accin. Pero cuando se trata de presentar un trozo de histo-
ria, esto es, de una aplicacin prctica, la cosa es diferente y
no hay error posible" (Carta a J. Bloch del 21-9-1890).
66
"No tiene ms que mirar El 18 brumario de Marx, que trata
casi exclusivamente del papel particular desempeado por las
luchas y acontecimientos polticos, desde luego dentro de su
dependencia general de las condiciones econmicas. (...) Lo
que les falta a esos seores es dialctica. Nunca ven otra cosa
que causa por aqu y efecto por all. El que esto es una abs-
traccin vaca, (...) y el que todo es relativo y nada absoluto,
esto nunca terminan de verlo. Para ellos Hegel nunca existi"
(Carta a Conrad Schmidt, 27-10-1890).
Queda claro entonces que el marxismo, como todas las esfe-
ras en que transcurre la actividad del hombre, es una esfera
concntrica, y que en el centro centro que es a la vez punto
de partida y el lmite de todo el conjunto-se hallan las relacio-
nes que los hombres contraen en el proceso de produccin y
reproduccin de su vida. Esto no significa, de ningn modo,
que todo lo que el hombre hace est directamente vinculado
a las relaciones existentes en torno a la produccin. Como
plantea Antonio Gramsci "La pretensin de presentar y expli-
car toda fluctuacin de la poltica y de la ideologa como una
expresin inmediata de la estructura debe ser combatida te-
ricamente como un infantilismo primitivo, y prcticamente
debe ser combatida con los testimonios autnticos de Marx,
escritor de obras polticas e histricas concretas" (El materia-
lismo histrico y la filosofa de Benedetto Croce, traduccin de
MP).
Esta interpretacin concreta, fresca, esencialmente dialctica
del pensamiento marxista la encontramos en la primera obra
de Lenin, que escribi cuando tena 24 25 aos. En ella Le-
nin pone el nfasis en el concepto marxista de "formacin
econmico-social", y cita este concepto de Marx. Y polemiza
contra quienes tergiversan el marxismo, pretendiendo redu-
cirlo a un determinismo econmico y "atribuyndole el pro-
67
psito absurdo de no tomar en consideracin todo el conjun-
to de la vida social". Y Lenin afirma que los marxistas "han
sido los primeros socialistas que sealaron la necesidad de
analizar no slo el aspecto econmico, sino todos los aspectos
de la vida social", y para demostrarlo cita los trabajos de la
juventud de Marx, los trabajos de 1843! (Quines son los
Amigos del Pueblo). Es decir: Lenin, aunque su formacin filo-
sfica es entonces todava elemental, aunque no ha trabajado
a Hegel, capta lo esencial del marxismo, que busca captar
concretamente a la sociedad y no la "divide" torpemente en
"lo econmico", que sera "lo fundamental", y "lo ideolgico",
que sera "lo secundario".
Por el contrario, en Stalin vemos desde el comienzo y hasta su
ltima obra un pensamiento torpemente mecanicista, que
considera al marxismo como un sistema de verdades listo
para que los escolares lo aprendan de memoria y que intenta
torpemente "explicar" todo como un simple producto de la
economa o la clase social. Veamos este prrafo de una de las
primeras obras de Stalin que en calidad de pensamiento es
tan antimarxista como la ltima que escribi antes de morir:
"La vida contempornea est montada segn normas capita-
listas; en ella existen dos grandes clases: la burguesa y el pro-
letariado. En correspondencia con estas dos clases hay una
doble conciencia de clase, burguesa y socialista. La segunda
se ajusta a la situacin del proletariado" (Anarquismo y socia-
lismo, 1905).
68
no siempre coincide con lo que en realidad hace. Hay profun-
das influencias de orden social en primer trmino la lucha de
clases- y de origen afectivo esencialmente el sexo-que inci-
den para que el hombre se engae a s mismo acerca de su
actividad y de sus obras.
Tomemos el caso de nuestro grupo. Todos los que estamos
aqu tenemos ciertas ideas acerca de la existencia y las fun-
ciones de este grupo y de sus relaciones con otros grupos.
Ahora bien: estas ideas pueden no coincidir con lo que real-
mente es este grupo, con lo que realmente hace. Y para com-
prender realmente lo que este grupo es, no podramos basar-
nos en lo que sus integrantes creen, sino en lo que el grupo
hace.
Esto vale no slo para nuestro grupo sino para toda la socie-
dad. El marxismo busca "la base real de la ideologa" (La ideo-
loga alemana), es decir, cules son las condiciones en las que
se origina lo que el hombre piensa que l es. "En la vida co-
rriente dice Marx-cualquier tendero sabe distinguir muy bien
entre lo que alguien pretende ser y lo que de veras es. Lo que
es nuestros historiadores, no han alcanzado ese trivial cono-
cimiento. Ellos le creen bajo palabra a una poca que es real-
mente lo que dice y lo que imagina ser. (...) Habr que ras-
trear en las ilusiones, sueos y torcidas imaginaciones (...) que
se explican muy sencillamente por su posicin en la vida, sus
ocupaciones y la divisin del trabajo" (La ideologa alemana).
"La voluntad est movida por la pasin o por la reflexin. Pero
los resortes que a su vez mueven directamente a stas son
muy diversos. (...) Hay que preguntarse qu fuerzas propulso-
ras actan, a su vez, detrs de esos mviles. (...) Todo lo que
mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus
cabezas, pero la forma que adopte dentro de ellas depende
en gran parte de las circunstancias" (Engels, Ludwig Feuer-
69
bach y el fin de la filosofa clsica alemana). Y esas circuns-
tancias son, en esencia, el sistema de relaciones entre los
hombres.
La psicologa moderna comprende que los actos del enfermo
mental no son meras "locuras" carentes de sentido, sino que
tienen un profundo sentido cuya explicacin ha de encontrar-
se en la vida del enfermo. El marxismo comprendi mucho
antes que toda ideologa incluyendo el prejuicio y la creencia
en los demonios-tiene un sentido que hay que buscar en la
vida real de la sociedad. El pensamiento racionalista clsico se
ocupaba de comparar las ideologas entre s y con la realidad
y, segn lo que surgiera de esa comparacin, distingua entre
ideologas ciertas y falsas, considerando a stas un producto
de la estupidez, del prejuicio o de la mala fe. El marxismo va
mucho ms all. El marxismo comprende que "toda idea,
aunque se falsa, tiene races en la realidad. (...) Aun las fan-
tasmagoras que se finge en su cerebro se asientan necesa-
riamente sobre su vida material, comprobable por va empri-
ca, ligada a ciertos presupuesto materiales: son sublimaciones
de ella [de la vida material]" (La ideologa alemana).
El marxismo estudia al hombre es decir, a la sociedad-
procurando captarlo concretamente, tal cual es en la vida
real. "Nuestro punto de partida dice Marx- no es arbitrario.
No es ningn dogma. Se halla en la realidad. (...) Nuestro pun-
to de partida son los individuos reales, su accin y sus condi-
ciones de vida materiales, tanto las que se encuentran reali-
zadas como las que se realizan merced a aqulla" (La ideolo-
ga alemana).
70
Teora de las clases sociales
71
les no existan. Las diferencias de riqueza, de ingresos, de ocu-
pacin, de prestigio, de autoridad y de poder, que son todas
manifestaciones de la estructura de clase, representan reali-
dades bsicas de nuestra existencia" (Mayer, 1955).
Y agrega: Todo, desde la probabilidad de permanecer vivo
durante el primer ao de vida hasta la probabilidad de cono-
cer las mejores obras de arte, la probabilidad de crecer sano y
fuerte, y si se enferma de curarse rpidamente, la probabili-
dad de evitar convertirse en delincuente juvenil, y la probabi-
lidad de obtener una educacin superior todas estas proba-
bilidades de vida-estn crucialmente influenciadas por la po-
sicin que se ocupa en la estructura de clase".
En qu se revela la posicin de clase? En una batera de ca-
ractersticas, en una constelacin de situaciones entre las
cuales tenemos: la ocupacin, el ingreso, la riqueza, la dura-
cin de la vida, la salud fsica y mental, la educacin, la pro-
teccin que acuerda la justicia, la conducta sexual y familiar
(Informe Kinsey), las caractersticas temperamentales, etc.
Las investigaciones demuestran que la clase social es una
constelacin, una configuracin, una totalidad de condiciones
y formas de vida, que siempre tienden a marchar juntas, y
que se estructuran en torno a la relacin que diversos grupos
humanos establecen respecto de otros, en el proceso de tra-
bajo mediante el cual se mantiene la sociedad entera.
Esas investigaciones demuestran que existe una elevada co-
rrelacin matemtica estadsticamente comprobable-entre
condiciones y formas de vida tales como: a) la propiedad (o
falta de propiedad) de medios de produccin, de transporte,
de cambio, etc.; b) la ocupacin; c) el nivel de ingresos y la
riqueza; d) el poder (la capacidad de controlar a otros); e) el
prestigio; f) la educacin. Esas mismas investigaciones psico-
72
sociales estn revelando concretamente cmo la clase mode-
la la personalidad. Empricamente se est constatando cmo
y a travs de qu mecanismos los nios de las clases dirigen-
tes van estructurando una personalidad audaz, agresiva, con-
fiada, segura de s misma, ambiciosa, mientras que todo lo
contrario ocurre con los nios de las clases explotadas.
En fin, estos estudios insospechables de marxismo confirman
lo que Marx afirmaba en 1846: En todas las pocas, el pensa-
miento de la clase que se halla en la cima del poder ejerce un
predominio absoluto. La clase que impera en la sociedad ma-
terialmente, impera a la par espiritualmente. La clase que
tiene a su alcance los medios para la produccin material,
dispone tambin de los medios para la produccin espiritual
[ante todo, el tiempo. MP], de modo que impone su pensa-
miento a los que, por carecer de los medios materiales, no
pueden ser productivos espiritualmente" (La ideologa ale-
mana).
73
una diferencia puramente cuantitativa, por lo que se puede
siempre lanzar uno contra otro a individuos de la misma cla-
se" (La Sagrada Familia).
Por otra parte, tampoco debe confundirse la clase social con
la profesin. Dentro de cada clase existen infinidad de profe-
siones. Como seala el socilogo francs Edmond Goblot:
"Son las clases las que influyen en la eleccin de las profesio-
nes. Un burgus no se hace cerrajero o carpintero" (Goblot,
citado por Gurvitch, El concepto de clases sociales); y agrega:
"hombres de profesiones muy diferentes son idnticos en
cuanto burgueses y se tratan como iguales". Entonces, pues,
"la burguesa se reservara las profesiones de iniciativa, man-
do, inteligencia, y dejara a las clases populares los oficios de
ejecucin, de obediencia, de esfuerzo fsico" (Idem).
En fin, hay que distinguir tambin entre "clase" y "casta". La
clase es un grupo social "abierto", en el sentido de que legal-
mente nada le impide a las personas cambiar de clase. Si un
obrero quiere ser burgus, no hay ninguna ley, escrita o no,
que se lo prohiba. Slo le hace falta dinero... o casarse con la
hija de un burgus. La casta, en cambio, es un grupo social
cerrado, en el cual se nace y se muere, sin modificacin posi-
ble. El individuo no puede, por su propia determinacin, en-
trar ni salir en una casta. Caso tpico: los negros en Estados
Unidos. Un negro, sea pobre o millonario, no puede entrar en
restaurantes ni en otros lugares reservados para blancos, ni
puede casarse con una mujer blanca. Un negro puede ser
capitalista y pertenecer a la clase capitalista, pero nunca ten-
dr iguales derechos que los capitalistas blancos porque per-
tenece a una casta inferior, de acuerdo a la sociedad yanqui.
La clase existe antes de cada individuo e independientemente
de su voluntad, y modela a los individuos conforma a las ca-
tegoras que rigen la existencia de la clase. Marx lo explica as:
74
"siendo iguales las condiciones de vida, el enemigo a vencer y
los intereses, iguales hubieron de resultar por doquier las
costumbres, al menos en sus rasgos generales. (...) Lo que une
a los individuos de una clase es la guerra comn que han de
hacer a los de otra clase. Lo cual no quita que debido a la
competencia se enfrenten como rivales hostiles los individuos
de una misma clase. Por otra parte, la clase se independiza de
los individuos. stos hallan al nacer prefijadas sus condiciones
de vida. La clase a que pertenecen les seala su posicin so-
cial, y con ello, la va por la que han de desarrollar su persona-
lidad Este sometimiento de los individuos a la clase en nada
difiere de su sometimiento a la divisin del trabajo (...). (Ya
hemos indicado muchas veces cmo este sometimiento de los
individuos a la clase va derivando al mismo tiempo hacia un
sometimiento a ideas, etc.)" (La ideologa alemana).
Y en otro lugar dice Marx: "Sobre las diversas formas de pro-
piedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levan-
ta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, mo-
dos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados
de un modo peculiar. La clase entera los crea y los plasma
derivndolos de sus bases materiales y de las relaciones socia-
les correspondientes. El individuo suelto, a quien se le imbuye
la tradicin y la educacin, podr creer entonces que son los
verdaderos mviles y el punto de partida de su conducta" (El
18 brumario..., traduccin de MP).
Efectivamente, una investigacin realizada en Estados Unidos
por Richard Centers La psicologa de las clases sociales- ha
demostrado, estudiando una muestra representativa de la
poblacin, que, como indicaba Marx, las circunstancias obje-
tivas en que viven las personas generan en ellas una percep-
cin ms o menos clara o confusa pero perfectamente obser-
vable, de que tienen intereses comunes distintos a los intere-
75
ses de otros grupos; de que son iguales a determinada clase
de personas y distintos a las de otra clase (Centers, 1947).
Sin embargo, pese a esta unidad general que caracteriza a las
actitudes de las personas integrantes de una clase, es indis-
pensable tener en cuenta que dentro de las clases existen
grupos que tienen distintos status, distintos prestigios, distin-
tas afinidades. Por ejemplo, en la clase dominante existe una
diferenciacin muy importante que fue sealada por Marx:
"La divisin del trabajo (...) tiene lugar tambin en la clase
dominante. En sta, el trabajo se divide en espiritual y mate-
rial. Una parte de sus miembros hace las veces de pensadores
(...). Claro que estando los miembros de la clase as divididos,
nacen forzosamente entre ellos hostilidades y odios..." (La
ideologa alemana).
Como ustedes habrn observado, el marxismo caracteriza a
las clases sociales por el conjunto de sus condiciones bsicas
de existencia, no por lo que los hombres creen o pueden
creer que son, sino por lo que realmente son en el ejercicio
de su vida. Ahora bien, es concebible la existencia de una
clase sin que los individuos que la componen se den cuenta
que constituyen una clase? O, como dice el socilogo francs
Gurvitch, "Puede existir una clase sin toma de conciencia?". El
marxismo responde a este interrogante distinguiendo, con
trminos hegelianos, clase en s y clase para s.
La diferencia entre clase "en s" y clase "para s", y la trans-
formacin de una en otra, Marx la describe en estos trmi-
nos: "Las condiciones econmicas haban transformado la
masa del pas en trabajadores. La dominacin del capital ha
creado en esta masa una situacin comn, unos intereses
comunes. As, esta masa constituye ya una clase enfrente del
capital *en s misma, es decir: una clase en s MP+, pero no
los es todava para ella misma. En la lucha (...), esta masa se
76
une, se constituye en clase para s misma. Los intereses que
defiende se convierten en intereses de clase" (Miseria de la
filosofa).
Una clase es "en s" por el solo hecho de existir. Una clase es
"para s" cuando toma conciencia de lo que la distingue de las
otras clases; o sea, cuando adquiere "conciencia de clase".
Pero es preciso advertir muy claramente que tener conciencia
de clase es distinto a tener conciencia de los intereses histri-
cos a largo plazo de una clase. Lukcs seal que, desde el
punto de vista psicolgico, la conciencia de clase es en reali-
dad una inconsciencia, determinada por la posicin social,
histrica y econmica del sujeto. Las recientes investigaciones
empricas en el terreno de la psicologa demuestran que esto
es as, efectivamente. Aun cuando las personas son psicolgi-
camente inconscientes de que pertenecen a una clase, aun
cuando no saben qu significa eso de clase social, o creen
estar en una clase distinta a aquella a que pertenecen en
realidad, aun as, estas personas se comportan inconscien-
temente -de acuerdo a normas, a patrones, a modelos de
conducta determinados por su posicin de clase y "saben"
inconscientemente que pueden hacer (o no pueden hacer)
esto o aquello, que deben vestirse as y no de otro modo, etc.
Un obrero norteamericano habla contra el patrn, protesta
contra el patrn, y sin embargo afirma de buena fe-que per-
tenece a la clase media. Este obrero tiene una conciencia de
clase, que psicolgicamente se manifiesta como impulso in-
consciente a diferenciarse del patrn y a protestar contra l.
Pero no tiene conciencia de los intereses histricos de su cla-
se. Ahora bien: la conciencia de los intereses histricos de la
clase tiene que ser conciencia en todo sentido, incluso el psi-
colgico, porque requiere una cantidad de experiencias y co-
nocimientos polticos que deben ser ms o menos racional-
77
mente canalizados por la clase entera.
La conciencia de los intereses histricos de una clase, y la cla-
se obrera en particular, requiere que esta clase se eduque.
Pero ojo, que no se trata de la educacin en el sentido esco-
lar. Como dice Lenin, "la verdadera educacin de las masas no
puede ir nunca separada de la lucha poltica independiente y,
sobre todo, de la lucha revolucionaria de las propias masas.
Slo la lucha educa a la clase explotada, slo la lucha descu-
bre la magnitud de la fuerza, ampla su horizonte, eleva su
capacidad, aclara su inteligencia y forja su voluntad" (Informe
sobre la revolucin de 1905).
El socilogo francs Gurvitch critica al marxismo afirmando
que "la ausencia de una psicologa colectiva de las clases re-
presenta, pues, una laguna muy seria en la teora marxista y
una de sus limitaciones ms indiscutibles" (El concepto de
clases sociales). En realidad, la limitacin y la laguna no estn
en el marxismo, sino en la ciencia de la psicologa, que recin
en estos aos est aportando las primeras conclusiones y ge-
neralidades ms o menos concretas sobre los problemas de la
psicologa individual y colectiva.
El marxismo no ha podido profundizar en el problema de la
psicologa de las clases porque se es un problema de investi-
gacin sobre el cual recin ahora la ciencia est arrojando
resultados, pero en todo momento el pensamiento marxista
ha prestado una atencin fundamental al problema de la psi-
cologa de las clases. Y esto, cuando menos, por la razn fun-
damental de que la lucha prctica del marxismo se desen-
vuelve en el terreno de la psicologa de las clases oprimidas y
trata de modificarla, haciendo saltar las cadenas psicolgicas
mediante las cuales la clase dominante tiene dominada y ma-
niatada la capacidad de reaccin de los explotados.
78
Como explicaba Trotsky: "El proletariado produce armas, las
transforma, levanta edificios en que se conservan, sirve en el
ejrcito y crea todos sus equipos. No son candados ni mura-
llas las que separan al proletariado de las armas, sino su hbi-
to de sumisin, la hipnosis de la dominacin de clase. Es sufi-
ciente destruir esas barreras psicolgicas y ninguna muralla
de piedra quedar en el camino".
En varios lugares Trotsky ha insistido en la decisiva importan-
cia que tiene el desenvolvimiento de la psicologa de las cla-
ses. En el primer tomo de la Historia de la Revolucin Rusa,
dice: "Las transformaciones que se producen entre el princi-
pio y el fin de una revolucin en las bases econmicas de la
sociedad y en el sustrato social de las clases no bastan para
explicar la marcha de la revolucin. La dinmica de los acon-
tecimientos revolucionarios est directamente determinada
por rpidas, intensas y apasionadas conversiones psicolgicas
de las clases constituidas antes de la revolucin" (Historia de
la Revolucin Rusa, tomo I, Prefacio, traduccin de MP):
"Algunos historiadores soviticos han intentado, por extrao
que parezca, criticar nuestra concepcin como idealista. El
profesor Pokrovsky insiste, por ejemplo, en que nosotros ha-
bramos subestimado los factores objetivos de la revolucin:
entre febrero y octubre se produjo una formidable desorga-
nizacin econmica; es precisamente en estos desplaza-
mientos objetivos y no en los procesos psquicos variables
dice Pokrovsky-donde conviene ver la fuerza motriz de la re-
volucin. Gracias a su encomiable claridad en la forma de
plantear las cosas contina Trotsky-Pokrovsky revela de la
mejor manera posible la inconsistencia de una explicacin
vulgarmente econmica de la historia, que demasiado fre-
cuentemente se hace pasar por marxismo. Los cambios radi-
cales que se producen en el curso de una revolucin son pro-
79
vocados, en realidad, no por los descalabros econmicos que
se producen episdicamente, que tienen lugar en el curso de
los acontecimientos mismos, sino por las modificaciones capi-
tales que se han acumulado en las bases mismas de la socie-
dad durante toda la poca precedente. Que en vsperas de la
cada de la monarqua, as como entre febrero t octubre, el
desastre econmico se haya agravado constantemente, agui-
joneando el descontento de las masas, es absolutamente in-
negable y jams hemos dejado de tenerlo en cuenta. Pero
sera un error demasiado grosero pensar que la segunda revo-
lucin tuvo lugar ocho meses despus de la primera porque la
racin de pan haya disminuido durante ese tiempo, pasando
de libra y media a tres cuartos de libra.
"En los aos que siguieron inmediatamente a la insurreccin
de octubre, la situacin de las masas, desde el punto de vista
del aprovisionamiento, continu empeorando. Sin embargo,
las esperanzas de los polticos contrarrevolucionarios, dirigi-
das a una nueva insurreccin, sufrieron continuos fracasos. El
hecho puede parecer enigmtico solamente a quien se figura
el levantamiento de las masas como un movimiento de fuer-
zas elementales. En realidad, las privaciones no son suficien-
tes para explicar una insurreccin, porque de lo contrario las
masas estaran en perpetua insurreccin; es necesario que la
incapacidad definitivamente manifiesta del rgimen social
haya hecho intolerables esas privaciones, y que nuevas condi-
ciones y nuevas ideas hayan abierto la perspectiva de una
salida revolucionaria. Habiendo tomado conciencia de un
gran destino, las masas muestran ser capaces de soportar
privaciones dobles y triples.
"La alusin hecha por Pokrovsky a un levantamiento de la
clase campesina como factor objetivo demuestra un malen-
tendido todava ms evidente; para el proletariado, la guerra
80
campesina era, se entiende, una circunstancia objetiva, en la
medida en que, en general los actos de una clase se convier-
ten en impulsos exteriores para la formacin de la conciencia
de otra clase. Pero la causa inmediata de la insurreccin cam-
pesina residi en las modificaciones del estado de espritu de
la campaa; uno de los captulos de esta obra est consagra-
do a investigar la naturaleza de esas modificaciones.
No olvidemos que las revoluciones son realizadas por hom-
bres, aunque sean annimos. El materialismo no ignora al
hombre que siente, piensa y acta: el materialismo lo explica"
(Historia de la Revolucin Rusa, tomo II, traduccin de MP).
Marx ha dicho que la historia es la historia de la lucha de cla-
ses. Vale decir que el marxismo capta en toda su magnitud la
incidencia que tiene la existencia de las clases y las relacio-
nes entre ellas-en el desenvolvimiento de la sociedad. Pero
esto no quiere decir que las clases o la lucha de clases sean
una varita mgica que permita explicarlo todo de un tirn,
como la lucha entre Dios y el Demonio sirve a la teologa para
"explicar" todo, pasado, presente y futuro. Como explica
Trotsky: "En la sociologa marxista el punto inicial del anlisis
es la definicin de clases del fenmeno dado. Sin embargo, en
la mayora de los casos, la mera definicin de clase es inade-
cuada, porque una clase consta de diferentes estratos, pasa a
travs de diferentes estados de desarrollo, se encuentra en
condiciones distintas, est sujeta a la influencia de otras cla-
ses, etc. Es necesario manejar estos nuevos factores para
completar el anlisis. (...)
El sistema muscular y el esqueleto no agotan la anatoma de
un animal, pero un tratado de anatoma que intentara abs-
traerse de los huesos y los msculos flotara en el aire" (En
defensa del marxismo, traduccin de MP).
81
Marx formul su concepcin sobre las clases hace 112 aos.
Sigue siendo til esta concepcin para captar la realidad,
explicarla y transformarla en sentido conforme a las necesi-
dades propiamente humanas de la sociedad? El socilogo
Gurvitch afirma que "la sociologa de hoy no puede conten-
tarse con aceptar y aplicar la teora de las clases de Marx" (El
concepto de clases sociales). Bueno, desde luego la teora
marxista de las clases no es una frmula acabada y lista para
la eternidad, que no haya ms que aceptar y aplicar, como se
acepta y se aplica la frmula de base por altura para obtener
la superficie de un rectngulo. Cabe, desde luego, desarrollar,
pulir, profundizar la concepcin marxista sobre las clases. Por
ejemplo, podemos aceptar que, como dice Gurvitch, "el pro-
blema de la conciencia de clase y de la ideologa de clase re-
clama un anlisis profundo, lo mismo que el problema de las
relaciones existentes entre las clases sociales y los otros tipos
de agrupamientos particulares". Pero lo cierto es que la con-
cepcin marxista es la nica base sobre la cual trabajar fruct-
feramente para comprender el problema de las clases socia-
les.
Antes de terminar con el problema de las clases, digamos que
en la sociedad capitalista existen tres clases sociales funda-
mentales: 1) los propietarios del capital (fbricas, bancos,
comercios, etc.). Esta clase vive de la ganancia que le redita
su capital. Es la clase capitalista o burguesa; 2) los propieta-
rios de la tierra. Esta clase vive de la renta del suelo. Es la cla-
se terrateniente. Como se advierte, estas clases son propieta-
rias de los fundamentales medios de produccin con que
cuenta la sociedad actual. En el polo opuesto se halla la otra
clase: 3) los que slo son propietarios de su fuerza de trabajo.
Esta clase vive del salario, es decir, de lo que obtiene por la
venta de su fuerza de trabajo. Es el proletariado o clase obre-
ra.
82
Entre estas clases fundamentales se encuentra un vasto sec-
tor intermedio llamado clase media, en el cual hay que distin-
guir con precisin dos sectores: a) los pequeos productores
independientes y los profesionales independientes. Esta clase
vive de la produccin y venta de productos o servicios. Ejem-
plos clsicos son el sastre, el mdico, el abogado, el campe-
sino, el artesano. Es la vieja clase media; b) los tcnicos, em-
pleados, profesionales, artistas, etc., que viven de un sueldo
que obtienen por la venta de sus habilidades o talentos. Es la
nueva clase media.
La existencia de clases sociales implica que en la sociedad un
grupo de personas tienen poder. Poder es la capacidad para
controlar la conducta de otras personas. Y la existencia de
Poder, cualquiera sea su forma, significa que existen relacio-
nes de superior a inferior, de subordinacin y dependencia.
Las clases sociales, o sea la divisin de la sociedad en grupos
antagnicos ligados entre s por relaciones de explotacin, de
subordinacin y dependencia, no han existido siempre. La
base necesaria para que aparezcan relaciones de clase es que
la sociedad obtenga un producto excedente. Es decir, que su
trabajo produzca algo ms que lo estrictamente necesario
para la subsistencia de cada trabajador. Cuando la sociedad
produce slo lo estrictamente necesario para cada trabajador,
nadie puede vivir del trabajo de otro. Pero cuando la sociedad
es capaz de producir excedente, surge la posibilidad de que
un sector se apropie de ese excedente, producido por el tra-
bajo de otros.
En la sociedad primitiva, que histricamente es el punto de
partida de la sociedad humana, no existen clases sociales.
Esta "sencilla organizacin" explica Engels-"no es ms que
su agrupamiento espontneo; es apta para allanar todos los
conflictos que pueden nacer en el seno de una sociedad as
83
organizada. La guerra es lo que resuelve los conflictos exterio-
res; puede aniquilar a la tribu, pero no avasallarla [no hay
esclavitud porque no sirve. MP]. El lado grandioso del rgi-
men de la gens, pero tambin su lado dbil, es que no permi-
te dominacin ni servidumbre. En el interior no existe an
diferencia entre derechos y deberes; para el indio no existe el
problema de saber si es un derecho o un deber tomar parte
en los asuntos pblicos, asociarse a una venganza de familia o
aceptar una composicin; planterselo le parecera tan ab-
surdo como preguntarse si comer, dormir o cazar es un deber
o un derecho. Tampoco puede haber all divisin de la tribu y
de la gens en clases distintas. (...) En esta sociedad la divisin
del trabajo es en absoluto espontnea, slo existe de sexo a
sexo. (...) El domicilio es comn a varias y a menudo muchas
familias. Lo que se hace y se utiliza en comn es de propiedad
comn: la casa, los huertos, las barcazas. Slo aqu es aplica-
ble la expresin de la propiedad, fruto de trabajo personal..."
(El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).
En esta sociedad, fundada en la propiedad comn de los me-
dios de produccin y de vida, existen desde luego conflictos
individuales. Pero no existen conflictos ni luchas de clases,
puesto que no existen clases. Por eso, esta sociedad comuni-
taria no necesita de un rgano de represin a fin de mantener
el orden en beneficio de los poderosos. Vale decir que, en
esta sociedad sin clases, el Estado no existe.
El Estado, explica Engels, es "un producto de la sociedad,
cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la con-
fesin de que esa sociedad se pone en una irremediable con-
tradiccin consigo misma, y est dividida por antagonismos
irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de
que las clases antagonistas, de opuestos intereses econmi-
cos, no se consuman a s mismas y a la sociedad con luchas
84
estriles, se hace necesario un poder que domine ostensi-
blemente a la sociedad y se encargue de dirigir el conflicto o
mantenerlo dentro de los lmites del orden. Y ese poder,
nacido de la sociedad, pero que se opone por encima de ella,
y se le hace cada vez ms extrao, es el Estado. (...) Habiendo
nacido el Estado de la necesidad de frenar los antagonismos
de clase, pero naciendo tambin en el seno del conflicto de
esas clases, como regla general es el Estado una fuerza de la
clase ms poderosa, de la que impera econmicamente y
que, por medio del Estado, se hace tambin clase preponde-
rante desde el punto de vista poltico, y crea de ese modo
nuevos medios de postergar y explotar a la clase oprimida"
(Origen de la familia...).
Antes de terminar, por ahora, con el problema de las clases,
sealemos esto: la escisin de la sociedad en clases fue un
acontecimiento inevitable en el desarrollo de la humanidad:
"hasta hoy deca Engels hace 80 aos-todas las diferencias
histricas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes
y dominadas, han tenido su raz en la misma productividad
tan relativamente imperfecta del trabajo humano. Mientras la
poblacin realmente trabajadora, absorbida por su trabajo
necesario, no tuvo ni un momento libre para dedicarlo a la
gestin de los intereses comunes de la sociedad direccin de
los trabajos, negocios pblicos, encauzamiento de litigios,
arte, ciencia, etc.-, tena que existir necesariamente una clase
especial que, libre del trabajo efectivo, atendiese a estos
asuntos; clase que acababa siempre, infaliblemente, echando
nuevas y nuevas cargas de trabajo sobre los hombros de las
masas productoras y explotndolas en provecho suyo. Hubo
de venir la gran industria, con su gigantesca intensificacin de
las fuerzas productivas, para permitir que el trabajo se distri-
buyera sin excepcin entre todos los miembros de la socie-
dad, reduciendo as la jornada de trabajo del individuo a lmi-
85
tes que dejan a todos suficiente tiempo libre para intervenir,
terica y prcticamente, en los asuntos colectivos de la socie-
dad. Slo hoy puede, pues, afirmarse que toda clase domi-
nante y explotadora es intil, ms an, perjudicial y entorpe-
cedora para el progreso de la sociedad..." (AntiDhring).
86
letra: las relaciones de produccin son el lmite de toda socie-
dad, y por eso la condicionan, as como el aparato respiratorio
y el aparato digestivo de un ser humano son el punto de par-
tida y el lmite de su vida, y lo condicionan; lo cual no significa
que el ser humano consiste solamente en un aparato respira-
torio y un aparato digestivo, ni impide que otros niveles del
organismo accionen sobre esos aparatos y modifiquen su fun-
cionamiento.
Las relaciones de produccin condicionan de modo general la
evolucin de la sociedad. Si se quiere, puede decirse a m no
me gusta-que la estructura condiciona de modo general a la
superestructura. Pero esto no significa que entre ambos nive-
les haya una correspondencia o un encaje perfecto y sin con-
tradicciones. Al contrario: las relaciones entre la esfera llama-
da estructura y las restantes esferas de la sociedad son rela-
ciones extremada-mente contradictorias, discordantes y ex-
plosivas. Es fundamental insistir y subrayar que el pensamien-
to marxista, por ser concreto, el pensamiento ms concreto
plenamente, capta y pone en evidencia no slo la existencias
de una "estructura" que condiciona de modo general a la "su-
perestructura"; el marxismo capta tambin, al mismo tiempo,
la existencia de una superestructura relativamente autno-
ma, que evoluciona conforme a sus propias leyes y cuyas re-
laciones con la "estructura" constituyen un complejo entre-
cruzamiento de tendencias contradictorias que es preciso
analizar en cada caso y que no pueden ser explicadas con nin-
gn esquema simplista.
Comprender esto tiene una importancia infinita. Si no se
comprende esto, el marxismo queda reducido a hojas secas.
Veremos un ejemplo: en un famoso prlogo, Marx escribi:
"Un estado social jams muere antes de que en l se hayan
desarrollado todas las fuerzas productivas que poda ence-
87
rrar. Nuevas relaciones de produccin, superiores a las anti-
guas, no ocupan su lugar antes de que sus razones de ser ma-
teriales se hayan desarrollado en el seno de la vieja sociedad"
(Crtica de la economa poltica).
De este pensamiento de Marx, los escolsticos sacaron esta
conclusin: un fenmeno poltico-social "de superestructura"
como es la conquista del poder por el proletariado slo puede
ocurrir all donde la "estructura" econmica est plenamente
"madura". Por eso afirmaron durante aos que era una locura
suponer que la clase obrera pudiera tomar el poder. Y des-
pus de 1917 dijeron que Lenin haba "revisado" a Marx. Ya
volveremos sobre eso ms adelante. Por ahora, lo que intere-
sa sealar es esto: el prrafo de Marx pierde toda relacin
con el pensamiento de Marx si se olvida su carcter de enun-
ciado general, que debe ser interpretado concretamente te-
niendo en cuenta que para Marx la superestructura poltico-
social, si bien condicionada en trminos generales por las re-
laciones de produccin, es relativamente autnoma y tiene
sus leyes propias, y puede entrar en contradiccin con la es-
tructura y discordar con ella, producindose as fenmenos y
qu fenmenos-de colosal trascendencia histrica, como el
que el proletariado poltica y socialmente ms maduro para
conquistar el poder aparezca en pases cuya estructura eco-
nmica est muy lejos de hallarse madura para alumbrar re-
laciones de produccin socialistas. Ya la inversa, ocurre que
en los pases donde la "estructura" econmica est ms ma-
dura para el socialismo, la "superestructura" fundamental-
mente, la maduracin poltica del proletariado-est comple-
tamente retrasada en relacin a la estructura.
Trotsky ha analizado muy profundamente este problema de la
desarmona y la contradiccin entre "estructura" y "superes-
tructura", indicando la tremenda importancia que tiene este
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problema para la poltica revolucionaria. "La sociedad histri-
ca viva dice Trotsky-es profundamente desarmoniosa. La
sociedad no est organizada tan racionalmente que las pro-
babilidades de una dictadura del proletariado se produzcan
justamente en el momento en que las condiciones econmi-
cas y culturales han madurado para el socialismo. Si la huma-
nidad se desarrollara tan regularmente, no habra necesidad
de dictaduras ni de revoluciones en general. La expresin de
las desarmonas, del desarrollo combinado y contradictorio
de la sociedad, se encuentra en un pas atrasado como era
Rusia. En 1917 la burguesa entr en descomposicin antes de
la completa victoria del rgimen burgus, y para reemplazarla
como dirigente de la Nacin, no haba otra clase que el prole-
tariado" (Historia de la Revolucin Rusa, captulo "El rearme
del partido", traduccin de MP).
Y en otro tramo seala Trotsky: "Si bien la mecnica poltica
de la revolucin depende en ltimo anlisis de una base eco-
nmica, no puede sin embargo ser deducida de esta base
econmica por medio de la lgica abstracta. En primer lugar,
la base misma es muy contradictoria y no puede surgir de una
determinacin estadstica pura; y adems la lucha de clases y
su expresin poltica, que se desarrollan sobre los fundamen-
tos econmicos, tienen tambin su propia imperiosa lgica de
desarrollo, de la cual no se puede prescindir".
La incomprensin de la relacin necesariamente contradicto-
ria entre "estructura" y "superestructura" conduce a conclu-
siones realmente infantiles y de una falsedad ideolgica pavo-
rosa. As, por ejemplo, el profesor Mondolfo afirma, respecto
de la "inmadurez subjetiva", que "no puede ser sino seal de
una inmadurez objetiva de las condiciones histricas". La re-
volucin, observa ms adelante, "o corresponde a la madurez
de las condiciones histricas, (...) o bien no encuentra corres-
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pondencia en ellas. Si hay correspondencia, a la misma madu-
rez histrica objetiva le corresponde naturalmente (...) una
madurez histrica subjetiva de la clase trabajadora" (En torno
a Gramsci y la filosofa de la praxis). Esto es sencillamente
infantil. Afirmar que la conciencia debe siempre y en todos los
casos estar "naturalmente" en perfecta coincidencia con la
existencia, y deducir de la falta de conciencia clara sobre una
realidad, la "inmadurez" de la realidad, es tan patentemente
absurdo como sera negar la existencia de la explotacin capi-
talista en nombre de que no todo el mundo es consciente de
esa explotacin.
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