Multitudes Inteligentes
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Tecnologías de la cooperación
Tu grano madura hoy, el mío madurará mañana. Es provechoso para ambos que yo
trabaje hoy contigo y que tú me ayudes mañana. No siento cariño por ti y sé que no lo
sientes tampoco por mí. No debo, por consiguiente, preocuparme de tus cosas; en caso de
que colaborase contigo por mi interés, con la expectativa de una acción recíproca, sé que
me decepcionarías y que en vano esperaría tu gratitud. Así pues, te dejo trabajar solo y tú
me tratas de la misma manera. La estación cambia y ambos perdemos la cosecha por la
falta de seguridad y confianza mutua.
La alquimia de la coopetición
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representa las redes sociales formadas por millones de mensajes electrónicos que se
envían diariamente en 48.000 grupos de conversación diferentes.1 Mi pregunta de 1992
era la siguiente: ¿qué aportan las comunidades virtuales para que el individuo comparta
constantemente información con personas a las que no ha visto nunca cara a cara?
Diez años después me planteé qué ocurre cuando las comunidades virtuales se
desplazan desde los ordenadores de sobremesa hacia los teléfonos móviles. Quena
prever las formas sociales futuras que podían surgir de los grupos itinerantes que envían
mensajes de texto a través del móvil. ¿De qué modo pueden repercutir en las estructuras
de poder y en los contratos sociales los cambios de poder intergeneracional observados
por los antropólogos? ¿Será posible que los grupos obtengan de las redes sociales móviles
más de lo que aportan? Tuve la suerte de recurrir a alguien que no sólo había estudiado
sociología, sino también los ciberespacios sociales. Llegué a Redmond un raro día de
invierno soleado. Dejamos la gabardina en el edificio y mantuvimos una entrevista
peripatética. En el horizonte se divisaba el fulgor de las cascadas. Mientras
caminábamos le hablé sobre las tecnologías instrumentales de las multitudes
inteligentes.
Smith hizo un silencio para beber un sorbo de café y elevó la vista al techo. «¿El
nuevo medio cambia las formas de cooperación?» Smith repitió la pregunta mirándome a
los ojos. «Ésa es la pregunta del millón, y no se trata de una cuestión banal. Los
sociólogos han desarrollado toda una jerga para explicar los aspectos técnicos de la
cooperación. Para formular, en términos familiares para los sociólogos, la repercusión de
los medios móviles de uso generalizado, me preguntaría cómo influyen estas
herramientas en la acción colectiva y en los bienes públicos.» Marc es un maestro de la
cursiva en el habla. Nueva pausa. Otro sorbo.
«¿Los nuevos modos de comunicación cambian el modo en que nos vemos y en que nos
ven los demás? Si investigas las tendencias de cooperación, los bienes públicos, la
presentación del yo y la reputación, a lo mejor concluyes que todo está
interrelacionado.» Dejó en la mesa el vaso Tall™ de café semidescafeinado con cacao no
desgrasado. «El mismo interrogante -la cooperación existe, aunque no lo parezca— se ha
planteado en muchas otras disciplinas. Los biólogos, los economistas y hasta los
estrategas de la guerra nuclear se han interesado por los juegos sociales.»
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Paseamos despacio hasta la tienda de la empresa, donde nos encontramos con otros
empleados de Microsoft que hacían cola. Marc preguntó a uno de ellos, un chico de
pantalones anchos que me recordó la moda de Shibuya, por qué estaban allí. «Estamos
esperando a que salgan los nuevos juegos X-Box», respondió con la euforia de un jugador
empedernido. Seguimos adelante y reanudamos la conversación en el museo de
Microsoft, donde contemplamos antigüedades como el legendario Altair, el primer
equipo informático personal. El objeto más divertido era una fotografía del equipo de
Microsoft en 1978, el grupo más variopinto de multimillonarios extravagantes.
-Los dilemas de la acción colectiva son la perpetua búsqueda de equilibrio entre los
intereses personales y los bienes públicos. —Levantó las manos e hizo el gesto universal
que simboliza el «equilibrio».
- Un bien público es un recurso del que todos podemos beneficiarnos, tanto si hemos
contribuido a crearlo como si no.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, la televisión pública -respondió Smith-. ¿Has visto esas campañas
televisivas de recaudación de donativos? -Redujo la intensidad de su voz a un susurro
cómplice-. No toda la gente que ve la televisión pública envía un talón. -Recuperó el
tono normal-. Un faro que construyeron unos pocos pero que todos utilizan para la
navegación es un ejemplo clásico de bien público. Al igual que un parque. O el aire que
respiramos. O el sistema sanitario.
Smith, de 36 años, tiene cierto parecido con el actor Jeff Goldblum. Es larguirucho,
inteligente, apasionado, y no puede evitar hacer un poco de comedia cuando habla.
Pone distintas voces para crear su propio elenco de personajes. Presenta un caso como
un abogado y después pasa de un juzgado imaginario a una escena de vodevil. A veces
parece que está defendiendo una hipótesis ante su tribunal de tesis. En ocasiones es
como si defendiese un presupuesto ante la cúpula de Microsoft. No es extraño que le
interesasen las ideas de Erving Goffman: la presentación del yo, núcleo de las teorías de
Goffman, es el oficio natural de Smith.3
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exceso, con el riesgo de agotar los recursos) los llaman con razón «francotiradores»*. Me
acordé de los ciudadanos de Estocolmo que entran gratis en el metro con ayuda de
mensajes SMS donde se indica la posición de los revisores. Algunas multitudes
inteligentes pueden ser auténticas bandas de francotiradores organizados.
«¿Te molesta que alguien se cuele delante de ti en la cola del supermercado.» Sí,
desde luego. Smith explicó que la desaprobación social de los francotiradores altera el
equilibrio de los dilemas de cooperación. El concepto de reputación, tenia que se
abordará en el capítulo 5, «La evolución de la reputación», proviene de la utilidad de
saber en quién se puede confiar para una empresa cooperativa y de e modo se puede
advertir a los demás sobre la existencia de tramposos.
«Si todo el mundo actúa como un francotirador en su propio interés, nunca llega a
crearse el bien público, o bien se agota y desaparece. Todo el mundo sufre. Ése es tu
dilema. Lo que es bueno para ti puede ser malo para nosotros.» Smith volvió a hacer el
gesto del equilibrio y después lo adaptó para simbolizar la «pérdida del equilibrio».
Salimos del museo y atajamos por una zona de césped, camino de su despacho.
«Muchos bienes públicos, como la sanidad, aumentan de valor cuanta más gente los
comparte. Pero el control de la acción colectiva siempre es conflictivo. Aunque los
recursos comunes surjan de manera natural, como los bancos de peces o los pastos, el
francotirador pone en peligro su sostenibilidad. La mayoría de los bienes colectivos tiene
una capacidad de carga, un índice máximo de consumo a partir del cual el recurso no se
repone. En los colectivos, siempre ha habido grupos que han traspasado este punto hasta
provocar la ruina total, a menudo con conciencia exacta de lo que hacían. Los bancos de
peces se esquilman, las capas freáticas se secan, los pastos se desertifican porque la
gente participa en complejos juegos que llevan a cada individuo a actuar racionalmente
en su propio beneficio y en detrimento del colectivo.»
«Este campo que atravesamos es quizá un resto del primer bien público que los
humanos consideraron importante», declaró Smith, con enigmáticas palabras, mientras
pisábamos un césped perfectamente cuidado. Me percaté de que se disponía a contar
una historia.
*
El término inglés utilizado es free rider, que en la teoría de juegos significa «francotirador», en el sentido
de «Persona que actúa aisladamente y por su cuenta en cualquier actividad sin observar la disciplina del
grupo» (DRÁE, francotirador3). El término free rider designa también «gorrón» o individuo que recibe más
de lo que da en cualquier colectividad: (N. de T)
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Para acceder a la parte del edificio donde trabaja, Smith acercó el billetero a una
terminal situada al lado de la puerta. «La palabra comunes designaba originariamente un
pastizal tratado como recurso común, donde cada pastor individual podía llevar a su
ganado. La tierra soporta un número limitado de animales de pastoreo. La tentación de
pastorear a más animales de la cuota permitida es una estrategia racional del pastor.
Pero si todos caen en la misma tentación, deja de crecer la hierba y desaparece el valor
del pastizal.»
Recordé que ésa es la situación que Garrett Hardin denominó «la tragedia de los
comunes», en un artículo muy polémico titulado precisamente así, donde el autor
concluía lo siguiente: «Y ahí está la tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema
que lo impulsa a incrementar su ganado ilimitadamente en un mundo limitado. La ruina
es el destino hacia el que corren todos los hombres, cada uno buscando su mejor
provecho en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes. La libertad de
los recursos comunes deriva en ruina para todos».6 El artículo de Hardin suscitó un
debate que continúa hasta nuestros días. Ante la tentación de comportarse de modo
egoísta, ¿cómo se logra la cooperación? ¿Es necesario recortar la libertad a través de
algún tipo de autoridad normativa?
Desde los tiempos de Hobbes y Locke, los filósofos políticos, sociólogos, economistas
y aspirantes a cargos públicos han discutido el papel de la autoridad central en la
gobernanza, los mercados y los asuntos humanos. El debate adquirió carácter científico
y filosófico cuando los investigadores comenzaron a observar, de manera sistemática, los
actos de colaboración. Para estudiar la conducta cooperativa se desarrollaron
experimentos de laboratorio que consistían en juegos sencillos donde los sujetos
experimentales podían ganar o perder dinero (más abajo se abordará más a fondo la
teoría de juegos). En los años cincuenta, el economista Mancur L. Olson observó que las
conductas de cooperación voluntaria, en estos juegos experimentales, son más
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frecuentes en los grupos más pequeños que en los de mayores dimensiones, y que las
conductas cooperativas se incrementan si se repite el mismo juego en un grupo
determinado y si se permite la comunicación entre los participantes.9
En 1990, la socióloga Elinor Ostrom defendió que no siempre son necesarias las
autoridades externas para controlar lo que ella denomina common pool resources
(«recursos comunales»).11 Ostrom estudió casos como los recursos forestales
mancomunales de Japón, los pastos colectivos de Suiza y las comunidades de regantes
en España y Filipinas. Aportó ejemplos de comunidades que, desde hace varios siglos,
comparten bienes públicos sin esquilmarlos. Descubrió que en las huertas españolas con
sistemas de regadío colectivo, «los guardas se quedan con un porcentaje de las multas;
asimismo, los detectives japoneses se apropian también del sake que recaudan de los
infractores».12 Para facilitar la cooperación, los españoles sincronizan los horarios de los
usuarios de agua colindantes, de modo que se controlan unos a otros; los japoneses, por
su parte, recompensan a quienes delatan una infracción, y los grupos de recursos
comunales más consolidados imponen sanciones sociales a los transgresores.
Al comparar las distintas comunidades, Ostrom averiguó que los grupos capaces de
organizar y controlar su conducta colectiva se rigen por los siguientes principios:
• Las normas que rigen el uso de los bienes colectivos responden bien a las
necesidades y condiciones del lugar.
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• Dado que los recursos comunales forman parte de sistemas más generales, las
actividades de apropiación, aportación, control, cumplimiento, resolución de
conflictos y gobernanza se organizan en múltiples niveles de empresas
anidadas.13
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Smith añadió, por el canal de voz, que la reputación y la presión social entre iguales
desempeñan un papel esencial en el mantenimiento de los recursos colectivos: «Las
diversas presiones sociales para exigir el cumplimiento de las deudas u obligaciones,
desde el insulto hasta el encarcelamiento, ayudan a las comunidades a mantener la
confianza, un bien colectivo esencial». La reputación, que se puede controlar con
rumores, manifestaciones de conducta ritual, agencias calificadoras de crédito o
servicios de reputación en línea, parece uno de los medios con los que se negocia la
danza cotidiana de los intereses privados y el bien público.
Parecía que el hilo que comencé a rastrear en Tokio se tornaba en madeja tras mi
regreso de Redmond. La simple búsqueda de conocimientos válidos para explicar el
fenómeno de las multitudes inteligentes me condujo a un caudal inmenso de
pensamiento, mucho más complejo de lo que imaginé la tarde en que Mizuko Ito y yo
conversamos sobre las tribus del pulgar tokiotas.
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Kropotkin también sostenía que los humanos estaban predispuestos a ayudarse sin
coacción autoritaria. En su opinión, no se necesitaba un gobierno centralizado para dar
ejemplo o instar al pueblo a obrar bien. El pueblo ya actuaba así antes del surgimiento
del Estado. De hecho, Kropotkin afirmaba que el gobierno reprime nuestra tendencia
natural a la cooperación. Su fe en el principio del poder de las masas era tan firme que
le valió la reclusión en la cárcel del zar.
9
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Los «pactos» mencionados por Hobbes resultan engañosos, porque los humanos
desarrollan complejos juegos de confianza y engaño. Los economistas buscan desde hace
tiempo el santo grial matemático capaz de predecir el comportamiento de los mercados.
En 1944, la obra Theory of games and economic behavior [Teoría de los juegos y
comportamiento económico] de John von Neumann y Oskar Morgenstern aportó, si no un
grial, por lo menos un medio para observar cómo compiten y actúan en connivencia,
cómo cooperan y desertan las personas en situaciones competitivas.28
John von Neumann fue, posiblemente, el científico más influyente y menos famoso de
la historia si tenemos en cuenta sus importantes aportaciones a la matemática, la física
cuántica, la teoría de juegos, y el desarrollo de la bomba atómica, el ordenador digital y
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el misil balístico intercontinental.29 Von Neumann fue un niño prodigio que bromeaba
con su padre en latín y griego clásico a los seis años de edad; posteriormente fue colega
de Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y quizá el miembro más
inteligente del grupo estelar de científicos que se dio cita en Los Alamos para llevar a
cabo el Proyecto Manhattan. Jacob Bronowski, colaborador de dicho proyecto, contaba
que Von Neumann le había dicho, en un taxi de Londres, que «la vida real es una serie
de faroles, pequeñas tácticas de engaño, preguntas a uno mismo sobre qué va a pensar
el otro que pretendo hacer. Y sobre eso tratan los juegos de mi teoría».30
Después de la Segunda Guerra Mundial, Von Neumann formó un equipo, junto con
otros matemáticos y economistas, para desarrollar la teoría de juegos en un edificio
rústico que todavía alberga hoy la misma institución, en las proximidades de la playa de
Santa Mónica. El primer grupo dedicado a esta labor fue la Corporación RAND, donde los
intelectuales con acreditación de seguridad, como describió Hermán Hahn —uno de sus
miembros—, «pensaban sobre lo impensable»: el arte de la estrategia bélica
termonuclear.31 En vista de que la carrera armamentística parecía estrechamente
relacionada con el tipo de engaño y contraengaño descrito en la teoría de juegos, este
nuevo campo se popularizó entre los primeros estrategas de la guerra nuclear. En 1950,
los investigadores de la RAND formularon cuatro elementos fundamentales de los juegos
de estilo Morgenstern y Von Neumann: el pollo, la caza del ciervo, el empate y el dilema
del prisionero. Téngase en cuenta que, aunque se pueden describir como cuentos, están
representados por ecuaciones matemáticas exactas.
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Melvin Dresher, que lo formularon en 1950.33 Unos meses después de este hallazgo, un
asesor de la RAND le puso nombre en un seminario de la Universidad de Standford.
Tucker describió así la situación del juego: «Dos hombres están acusados de conchabarse
para infringir la ley. La policía los interroga por separado. A cada uno de ellos le dicen
que (1) si uno confiesa y el otro no, el primero será recompensado [...] y al segundo se
le castigará [...]; (2) si ambos confiesan, los dos serán multados. [...] Al mismo tiempo,
cada uno de ellos tiene motivos para pensar que (3) si ninguno de los dos confiesa,
ambos serán liberados sin cargos».34
Con los años, ha surgido una variante popular del dilema del prisionero, distinta de la
formulación de Tucker. Desde el punto de vista narrativo, la amenaza de cárcel es más
jugosa que el ofrecimiento de recompensas. Recuérdese que el interrogatorio se realiza
«por separado» y los presos no pueden comunicarse entre sí, de modo que sólo pueden
imaginar las respuestas más probables del otro. El preso que declara contra su
compañero saldrá libre, y su cómplice será condenado a tres años de prisión. Si ambos
deciden declarar en contra del otro, los dos serán condenados a dos años de cárcel. Y si
ninguno declara, la sentencia será de un año de reclusión para cada uno. Como se trata
de la teoría de juegos, cada jugador se preocupa sólo de su propio bienestar. Con un
planteamiento racional, cada jugador concluirá que, si declara, se le rebajará un año la
condena, independientemente de lo que haga el otro jugador. La deserción es el arma
de un jugador para que el otro no se aproveche de él, circunstancia que se daría si el
primero guarda silencio y el otro declara. Sin embargo, si los dos se niegan a declarar, la
condena es sólo de un año para cada uno. El dilema es el siguiente: si cada jugador
actúa según sus propios intereses, el resultado no es del agrado de ninguno de los dos.
B coopera B deserta
El proyecto comenzó con una pregunta sencilla. ¿Cuándo debe cooperar una persona,
y cuándo debe ser egoísta, en una interacción con otra persona? ¿Debe un amigo hacer
favores a otro amigo que nunca actúa en reciprocidad? ¿Debe una empresa prestar un
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servicio diligente a otra empresa que está a punto de quebrar? ¿Con qué intensidad
debe intentar castigar Estados Unidos a la Unión Soviética por un acto hostil, y qué
pauta de conducta debe seguir el primero para obtener del segundo la conducta más
cooperativa? Existe un modo sencillo de representar el tipo de situación que origina
estos problemas. Se trata de un juego llamado el «dilema del prisionero» iterativo. El
juego permite a los investigadores obtener beneficios mutuos de la cooperación, pero
también deja abierta la posibilidad de que un jugador explote al otro, o la opción de
que no coopere ninguno de los dos.35
Axelrod propuso un «torneo informático del dilema del prisionera» que enfrenta un
programa informático contra otro. Cada programa elegía entre cooperar y desertar en
cada movimiento, e iba obteniendo puntos según la matriz de resultados del juego. Cada
programa tenía en cuenta la historia de las decisiones anteriores del adversario. Axelrod
recibió programas desarrollados por diversos teóricos del juego especialistas en
economía, psicología, ciencias políticas y matemáticas. Enfrentó catorce de esos
programas entre sí, con una regla aleatoria y una iteración constante. «Para mi sorpresa
—concluyó Axelrod—, el vencedor fue el programa más simple que me habían
remitido,"Tit for Tat"."Tit for Tat" es la simple estrategia de empezar con la cooperación
y a partir de entonces repetir lo que hizo el otro jugador en la jugada anterior».37 Si el
adversario coopera en el primer movimiento, entonces «Tit for Tat» coopera en el
siguiente movimiento; si el adversario deserta en el primer movimiento, entonces «Tit
for Tat» deserta en el siguiente movimiento. Si el adversario pasa de la deserción a la
cooperación, «Tit for Tat» pasa también de la deserción a la cooperación en el siguiente
movimiento, castigando así al adversario por perdonar.
Ocurrió algo muy interesante. Sospechaba que las propiedades que explicaban el
éxito de «Tit for Tat» funcionarían también en un mundo donde fuera posible cualquier
estrategia. Si fuera así, entonces parecía posible la cooperación basada exclusivamente
en la reciprocidad. Pero quería saber las condiciones exactas que se requerirían para
impulsar este tipo de cooperación. Esto me llevó a adoptar una perspectiva evolutiva: la
observación de cómo surge la cooperación entre individuos egoístas sin autoridad
central. La perspectiva evolutiva planteaba tres cuestiones distintas. Primero, ¿cómo
puede introducirse una estrategia potencialmente cooperativa en un entorno
principalmente no cooperativo? Segundo, ¿qué tipo de estrategia puede desarrollarse en
un entorno variopinto, formado por individuos que emplean una amplia diversidad de
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estrategias más o menos sofisticadas? Tercero, una vez introducida una estrategia de
este tipo en un grupo, ¿en qué condiciones puede resistir la invasión de una estrategia
menos cooperativa?-38
En 1983 el biólogo Gerald Wilkinson observó que los vampiros de Costa Rica regurgitan
sangre para compartirla con otros vampiros que no han tenido tanta suerte en la cacería
nocturna, y además juegan al «Tit for Tat», pues sólo alimentan a quienes han
compartido sangre en el pasado, no a los que han actuado de forma egoísta.42 Wilkinson
conjeturaba que los frecuentes rituales de limpieza que se dan en esta especie son el
medio a través del que opera esta memoria social.
14
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Más adelante, a propósito de la diferencia entre los juegos de suma cero y los de no
suma cero, mostraré cómo se entrelazan las conductas cooperativas y no cooperativas.
Recuérdese el ejemplo de los primeros bienes públicos, cuando los cazadores primitivos
cooperaban para cazar, pero recurrían a otras estrategias más competitivas, como las
jerarquías de dominación, a la hora de repartir la carne (si bien una de las observaciones
más manidas sobre el surgimiento del reparto alimentario es que «el esquimal sabe que
el mejor lugar para almacenar los excedentes es el estómago de otro»).44
La cooperación y el conflicto son dos caras de un mismo fenómeno. Uno de los modos
de cooperación más importantes entre los humanos consiste en unirse en ¿Janes, tribus y
naciones, con el fin de competir con mayor eficacia contra otros grupos. Los
cooperadores pueden prosperar en medio de poblaciones de desertores si aprenden a
reconocerse y a interactuar. ¿Los «límites del grupo claramente definidos» de Ostrom
son otro medio de reconocimiento mutuo entre los cooperadores? Los cooperadores que
se unen pueden hacer frente a las estrategias no cooperativas a través de la creación de
bienes públicos que sólo los benefician a ellos, no a los desertores. Un procedimiento de
eficacia probada para inducir a un grupo a trabajar conjuntamente consiste en
introducir una amenaza externa. La empresa cooperativa y el conflicto intergrupal han
evolucionado conjuntamente, porque la capacidad de reconocer quién está dentro o
fuera de los límites del grupo es inherente a la cooperación intragrupal y al conflicto
intergrupal.
Internet es el ejemplo de bien público artificial con mejores resultados en los últimos
tiempos. Los microprocesadores y las redes de telecomunicaciones son sólo la parte
física de la fórmula que explica el éxito de Internet; en su arquitectura básica se
incluyen también contratos sociales cooperativos. Internet no es sólo el resultado final,
sino la infraestructura que posibilita nuevos modos de organizar la acción colectiva a
través de las tecnologías de la comunicación. Este nuevo contrato social permite la
creación y mantenimiento de bienes públicos, una fuente común de recursos de
conocimiento.
El ordenador personal e Internet no existirían tal como hoy los conocemos sin
extraordinarias empresas de colaboración donde los actos cooperativos eran tan
esenciales como los microprocesadores. Las tecnologías en que se basan las multitudes
inteligentes del futuro son un invento de hace tres décadas, obra de personas que
competían entre sí para aumentar el valor de las herramientas, medios y comunidades
que compartían. Durante la mayor parte de este período, el «valor» se traducía en
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Los fundamentos de Internet son obra de una comunidad de inventores que los cedió
a la comunidad de usuarios. En los años sesenta, la comunidad de usuarios era la misma
que la de creadores, de modo que los intereses individuales coincidían con los bienes
públicos, pero los hackers se anticiparon al día en que las herramientas serían utilizadas
por una población más amplia.48 La comprensión de la ética hacker y el modo en que se
construyó Internet para funcionar como bien común es esencial para pronosticar dónde
se originarán las tecnologías de cooperación futuras y de qué modo se fomentará o
limitará su uso.
Inicialmente el software iba incluido con el hardware que vendían al cliente los
fabricantes de ordenadores, que eran ordenadores maiframe manejados por operadores
especializados. Los programadores enviaban sus programas a los operadores en forma de
tarjetas perforadas. Cuando la tecnología y las necesidades políticas posibilitaron que
los programadores trabajasen directamente con ordenadores, estalló la innovación.
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Las becas de la ARPA sufragaban el coste de estas innovaciones. Los hackers creaban
herramientas para utilizarlas en grupo, es decir, competían para compartir los mejores
hacks con la comunidad, de modo que devolvían un rédito notable a los contribuyentes
norteamericanos y al resto del mundo. A comienzos de los años sesenta, la programación
informática interactiva en el MIT era una empresa colectiva. Los programas más
importantes se almacenaban en tarjetas perforadas y se guardaban sin llave en un cajón;
cualquier hacker podía utilizar el programa, y si encontraba un modo mejor de hacer lo
mismo que el programa en cuestión, podía revisarlo, cambiar la cinta y meterla de
nuevo en el cajón.49
A finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, varios procesos iniciaron la
siguiente fase de frenética innovación. Licklider y otros investigadores comenzaron a
planificar una «red intergaláctica» para conectar los diversos centros de computación de
ARPA dispersos por el país.3" A mediados de los años setenta, además de los laboratorios
estatales y las grandes empresas, entró en escena un nuevo usuario lúdico, el
adolescente aficionado a los juegos por ordenador. En 1974 se comercializó Altair, el
primer equipo informático personal, y los aficionados a la «informática casera»
comenzaron a reunirse en Palo Alto.52 El Homebrew Computer Club («Club del ordenador
casero») recibió en 1976 una célebre carta de Bill Gates, que por aquel entonces tenía
21 años, donde protestaba porque los aficionados caseros utilizaban la herramienta de
programación que había creado su nueva compañía, Microsoft, para Altair sin recibir por
ello remuneración alguna.52 Gates explicaba que el software no es un bien público que
se guarda en un cajón para que cualquiera pueda cogerlo o jugar con él, sino una
propiedad privada. Bill Gates, que por aquel entonces sorprendió con estas
declaraciones, en los años noventa se convirtió en el hombre más rico del mundo con la
venta del sistema operativo utilizado por el 90% de los ordenadores de sobremesa.
En 1969 los laboratorios de AT&T Bell se retiraron del proyecto de sistema operativo
Multics de ARPA, y varios programadores de la compañía, que añoraban la dimensión
comunitaria, comenzaron a trabajar en su propio proyecto de sistema operativo
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Sin embargo, en 1976 AT&T interrumpió la publicación del código fuente de Unix; los
libros originarios, cuando se prohibió su difusión, se convirtieron «posiblemente en las
obras más fotocopiadas de la historia de la informática».56 Por la misma época en que se
fusionaba la comunidad Unix, el laboratorio de investigación del MIT sobre Inteligencia
Artificial (IA) cambió el tipo de ordenadores que utilizaba. Esto supuso un gran golpe
para la cultura hacker del MIT, porque las herramientas de software quedaron obsoletas.
Paralelamente, muchos de los primeros investigadores de IA se pasaron a la industria
privada para participar en la tecnoburbuja de la época, el boom comercial de la IA y su
posterior descalabro. Uno de los que permanecieron en el MIT, privado de su querido
entorno de programación, reacio a la comercialización de lo que consideraba propiedad
pública de AT&T y Microsoft, era Richard Stallman.
Stallman pretendía escribir un SO que fuera tan transportable y accesible como Unix,
pero que contara con una licencia capaz de mantener su estatus de bien público.
Stallman, padre de la Fundación de Software Libre, comenzó a crear GNU, siglas
recursivas que significan «GNU no es Unix». Ajeno al concepto de propiedad privada —
posee escasos bienes de su propiedad y su hogar es, su oficina—, se dedicó a partir de
entonces a lo que denominó «software libre» (y recalcaba que quería decir «libre en el
sentido de "libertad de expresión", no en el de "barra libre"»).37
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igual que la cinta de papel guardada en el cajón del MIT, el software GPL es libre para
quien quiera utilizarlo, y cualquiera puede desarrollarlo, con la condición de mantener
siempre abierto el código fuente para que otros puedan usarlo y perfeccionarlo.
A partir de uno de los principios formulados por Ostrom -en lós sistemas sociales
complejos, los niveles de gobernanza deben anidarse entre sí-, los arquitectos de
Internet definieron el principio «de extremo a extremo», que permite a los innovadores
individuales, y no a los controladores de la red, decidir el desarrollo de las
funcionalidades de Internet.62 Cuando Tim Berners-Lee creó el software World Wide Web
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Sin duda. El recurso común en este caso era el derecho a la innovación. Y era un
recurso común porque la arquitectura de Internet impedía que el propietario de la red
vetase las innovaciones de contenidos o aplicaciones que no fueran de su agrado. El
principio «de extremo a extremo» significaba que la red en sí no tenía poder para
discriminar. Significaba que cualquiera podía beneficiarse de los bienes comunes
creados al conectar todos estos ordenadores con el fin desarrollar nuevas ideas y
aplicaciones a las que todo el mundo podía tener acceso. Y eso es lo que ocurrió. El
valor de Internet no procedía de una sola institución o compañía, sino de las
innovaciones colectivas de millones de participantes.
Los bienes comunes de innovación se ven mermados por cambios que se están
introduciendo en el nivel de la arquitectura. Estos cambios surgen al permitir que las
versiones futuras de los protocolos de software de Internet abandonen el principio «de
extremo a extremo», circunstancia que autoriza a los propietarios de la red a decidir
qué aplicaciones pueden ejecutarse en la red y cuáles quedan excluidas. Los
propietarios de cable coaxial que ofrecen acceso de alta velocidad ya impiden a sus
usuarios la utilización de determinados servidores o el alojamiento de algunas páginas
web; de este modo, dificultan que los contenidos que compiten con el del propietario
del cable circulen por la parte de Internet que controlan. La fusión AT&T—MediaOne
creó una gran infraestructura por cable controlada por AT&T. AOL-Time-Warner, por su
parte, constituyó también una gran infraestructura por cable controlada por AOL, y
ahora intentan fusionarse en una única infraestructura por cable para una gran parte de
Internet. A medida que los proveedores de cable consolidan su propiedad, reafirman su
derecho de decidir quiénes pueden utilizar la red.
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Lessig y yo conversamos sobre los cambios técnicos y jurídicos que pueden determinar
el futuro de la Internet inalámbrica; esta entrevista continúa en el capítulo 6, «Retazos
inalámbricos». A propósito de la habilitación de tecnologías para las multitudes
inteligentes, Lessig comentó lo siguiente;
¿Quién sabe quién conoce a quién? Las redes sociales como factor dinamizador
Hace unos años, Marc Smith me presentó a su colega Barry Wellman, experto en una
disciplina que Smith sabía que podía interesarme, el análisis de las redes sociales. Así
descubrí que el estudio de las redes sociales comenzó varias décadas antes de que se
inventaran las redes informáticas o los teléfonos móviles, y que para Wellman «las redes
informáticas son redes sociales».72 Sus investigaciones e hipótesis acerca de las
conexiones entre redes sociales en línea y cara a cara encajaban perfectamente con
muchas cuestiones que me planteé al estudiar los ciberespacios sociales. Durante un
viaje de Wellman a California, tuvimos ocasión de conversar sobre la influencia mutua
de los espacios públicos y los ciberespacios, mientras paseábamos por un robledal.
Wellman es un hombre callado, con un cáustico sentido del humor, y no se abstiene de
defender posiciones audaces. Recordé sus comentarios al investigar los fundamentos
sociales de las multitudes inteligentes.
Cada vez que interactúan dos personas, existe la capacidad potencial de poner en
común información acerca de terceros, conocidos por ambas partes. La estructura de los
vínculos entre cada individuo y todos los demás es una red que sirve de canal por el que
viajan noticias, consejos laborales, posibles parejas amorosas y enfermedades
contagiosas. Es posible medir las redes sociales y representar sus interconexiones, cuya
tipología varía enormemente, desde los consejos de administración de las grandes
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
empresas hasta las redes terroristas. Una de las tesis de Wellman es que «encontramos
comunidades organizadas en redes, no en grupos».73 Según sus explicaciones, «un grupo
es un tipo especial de red: tupido (la mayoría de sus miembros está conectado
directamente), estrechamente trabado (la mayoría de los vínculos se dan en el seno del
grupo tupido) y ramificado (la mayoría de los vínculos contiene varias relaciones de
rol)». Wellman cuestiona el pensamiento convencional acerca de la organización social
en grupos:
Este concepto de «comunidad personal» ¿no guarda, acaso, cierta similitud con los
adolescentes de Escandinavia y Pakistán, Tokio y Manila, que mantienen un flujo de
mensajes de texto con grupos pequeños de entre cinco y ocho amigos, mientras se
ocupan de su vida cotidiana? Creo que la propuesta de Wellman de proyectar el análisis
de la red social tradicional a los ciberespacios sociales puede aplicarse también a los
ciberespacios móviles:
Siempre han existido redes sociales complejas, pero los avances tecnológicos más
recientes en telecomunicación han permitido que se consoliden como una forma de
organización social dominante. Cuando la sociedad, las instituciones y el conocimiento
se interrelacionan a través de redes de comunicación informáticas, se convierten en re-
des sociales asistidas por ordenador. El desarrollo tecnológico de las redes informáticas
y la proliferación de redes sociales se encuentran, actualmente, en una fase de
feedback positivo. Al igual que la flexibilidad de las redes sociales menos trabadas y
más dispersas en el espacio fomenta la demanda de una red mundial y una
comunicación colaboradora, el desarrollo imparable de redes informáticas nutre la
transformación de los pequeños grupos en redes sociales. Defino la «comunidad» como
redes de vínculos interpersonales que aportan sociabilidad, apoyo, información,
sensación de pertenencia e identidad social. No limito mi pensamiento sobre la
comunidad a los barrios y las pequeñas localidades. Éste es un enfoque adecuado para
cualquier época, y sobre todo resulta pertinente en el siglo XXI.75
Wellman prevé que «la persona —no el espacio, el hogar o el grupo de trabajo—
llegará a ser un nodo de comunicación aún más autónomo», y observa que «la gente sue-
le obtener apoyo, compañía, información y sensación de pertenencia a través de otras
personas que no viven en el mismo barrio o área metropolitana. Se mantienen estos
vínculos comunitarios por medio del teléfono, los mensajes escritos, los desplazamientos
por carretera, ferrocarril o avión. [...] La persona se ha convertido en el portal».76
Internet facilita la creación y gestión de múltiples redes sociales personales.
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
¿De qué modo se interrelacionan las propiedades técnicas de las redes informáticas
con las propiedades comunicativas de las redes sociales? Cuando empecé a plantearme
esta pregunta en mi propia red social, los vínculos más interesantes remitían a la «ley de
Reed», formulación matemática de David R. Reed. Al documentarme sobre este autor,
comprendí que tenía que conocerlo. Era uno de los autores del principio «de extremo a
extremo» de Internet; fue el investigador principal de Lotus Corporation y, en
colaboración con el laboratorio mediático del MIT, fue uno de los instigadores del
movimiento «espectro abierto», un replanteamiento radical del modo en que se regulan
las comunicaciones inalámbricas. Cuando visité el laboratorio mediático en el otoño de
2001, Reed y yo nos reunimos allí y continuamos la conversación durante la comida,
momento en el que rememoró el descubrimiento inicial de su ley.
La ley de Reed sobre las redes sociales e informáticas es uno de los descubrimientos
recientes más importantes sobre las fuerzas que regulan los ordenadores y las redes. En
las ciencias sociales, la predicción es necesariamente difusa. Sin embargo, en la
economía de las redes sociales a través del ordenador, cuatro astutos investigadores han
formulado cuatro leyes de crecimiento matemáticas fundamentales: la ley de Sarnoff, la
ley de Moore, la ley de Metcalfe y la ley de Reed. Todas ellas tratan sobre la influencia
del desarrollo tecnológico en el valor.
La ley de Sarnoff surgió a partir del desarrollo de las redes radiofónicas y televisivas a
comienzos del siglo XX, redes en las que una fuente central emite desde un pequeño
número de emisoras a un gran número de receptores. David Sarnoff, pionero en la
investigación de este fenómeno, concluyó lo más evidente: el valor de las redes de
difusión es proporcional al número de espectadores.77
Qué sucede cuando se enlazan varios sistemas basados en la ley de Moore? Cuando los
magos de ARPA se reunieron en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto (PARC)
a comienzos de los años setenta, con el fin de construir los primeros ordenadores
personales, uno de los ases de la ingeniería, Bob Metcalfe, dirigió el equipo que inventó
Ethernet, una red de alta velocidad que interconectaba los PC del mismo edificio.
Metcalfe dejó el PARC, fundó 3Com, Inc., posteriormente se retiró, y formuló la ley que
lleva su nombre, que describe el crecimiento de valor en las redes. E] principio es
sencillo y se basa en una propiedad matemática fundamental de las redes: el número
potencial de conexiones entre nodos crece más rápidamente que el número de nodos. El
valor total de una red en la que cada nodo puede conectarse con todos los demás
equivale al cuadrado del número de nodos. Si hay dos nodos, cada uno con un valor de
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
una unidad, el valor de la unión de ambos nodos es de cuatro unidades. Cuatro nodos
interconectados, cada uno con valor de una unidad, equivalen a dieciséis unidades
cuando se ponen en red, y cien nodos equivalen a cien veces cien, es decir, diez mil.
Cuando el valor crece exponencial-mente con respecto al número de nodos, la
consecuencia matemática se traduce en impulso económico: la conexión de dos redes
crea mucho más valor que la suma de sus valores respectivos como redes
independientes.81
David Reed tiene barba entrecana y un brillo travieso en los ojos. No es de las
personas que aporrean la mesa para defender una opinión, sino de las que demuestran
con brillantez sus argumentos, escribiendo ecuaciones en una pizarra. Mientras
degustábamos una sopa de langosta en Kendall Square, le pregunté qué le había llevado
a formular la «ley de Reed».
«El primer "eureka" llegó cuando reflexioné sobre el éxito de eBay.»82 El sitio web
eBay, que se ha convertido en el único negocio de comercio electrónico de amplia
rentabilidad, no vende mercancías, sino que ofrece un mercado para que los clientes
establezcan entre sí relaciones de compraventa.
El éxito de eBay fue posible porque facilitó la formación de grupos sociales en torno
a intereses concretos. Los grupos sociales se constituyen entre personas que quieren
comprar o vender teteras o radíos antiguas. Por aquella época había leído los textos de
Fukuyama sobre capital social.83 En Trust: la confianza, Fukuyama sostiene que existe
una fuerte correlación entre la prosperidad de las economías nacionales y el capital
social, concepto que define como la facilidad con que los miembros de una determinada
cultura pueden formar nuevas asociaciones. Comprendí que los millones de humanos
que utilizaban millones de ordenadores añadían otra propiedad importante, la
capacidad humana de formar grupos en la red. Recordé que cuando fue posible enviar
mensajes o responder simultáneamente a grupos de personas por correo electrónico, se
abrió la vía para crear foros sobre temas específicos. A partir de entonces ha surgido
todo tipo de salones de chat, tablones de anuncios, listas de discusión, listas de amigos
o mercados de subastas que han inventado nuevos modos de formación de grupos en
línea. La comunicación humana añade una nueva dimensión a la red informática.
Comencé a pensar en términos de redes de formación de grupos (RFG). Observé que el
valor de una RFG crece más rápido -muchísimo más rápido- que las redes donde se
aplica la ley de Metcalfe. La ley de Reed demuestra que e] valor de la red no crece en
proporción al cuadrado de los usuarios, sino exponencialmente.84
Esto significa que la fórmula es dos elevado a la potencia del número de nodos, en
lugar de elevar este número al cuadrado. El valor de dos nodos es cuatro según ambas
leyes, pero el valor de diez nodos es cien (diez elevado al cuadrado) en la ley de
Metcalfe, y 1.024 (dos elevado a diez) en la ley de Reed, y la tasa diferencial de
crecimiento presenta una curva en forma de bastón de hockey a partir de ese punto.
Esto explica que las redes sociales, creadas por correo electrónico u otras
comunicaciones sociales, hayan expandido el crecimiento de la red más allá de las
comunidades de ingenieros, hasta el punto de incluir toda clase de grupos de interés. La
ley de Reed es el enlace entre las redes informáticas y las redes sociales.
Al utilizar esta ley para analizar el valor de diversos tipos de redes, Reed cree haber
descubierto un importante cambio cultural y económico. Cuando una red pretende
aportar algo de valor a los individuos, como una red de televisión, el valor de los
servicios es lineal. Cuando la red permite transacciones entre los nodos individuales, el
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valor se eleva al cuadrado. Cuando la misma red incluye procedimientos para que los
individuos constituyan grupos, el valor es exponencial:
Lo más importante es que el valor principal de una red típica tiende a pasar de una
categoría a otra a medida que aumenta la escala de la red. Tanto si el crecimiento se
logra con adiciones progresivas del cliente como a través de interconexiones
transparentes, el aumento de la escala tiende a fomentar nuevas categorías de
«aplicaciones rompedoras» (killer apps) y, por tanto, nuevos juegos competitivos.
Los elementos más importantes de una red cambian a medida que se modifica su
escala. En una red dominada por un aumento de valor de competitividad lineal, «el
contenido es el rey». Es decir, en estas redes, hay un número pequeño de fuentes
(creadores o editores) de contenido entre los que el usuario puede elegir. Para
granjearse el máximo número de usuarios, las fuentes compiten con el valor de su
contenido (textos o imágenes publicados, bienes de consumo estandarizados). Allí
donde prevalece la ley de Metcalfe, las transacciones son un elemento central. El
producto que se intercambia en las transacciones (correo electrónico o correo de voz,
dinero, títulos, servicios contratados o cualquier otra cosa) es el rey. Y si lo que
prevalece es la ley de RFG, la función principal de la red corresponde al valor
construido colectivamente (como grupos de noticias especializados, respuestas
conjuntas a solicitudes de propuestas, rumores, etcétera)."5
Reed opina que existe una relación directa entre el tipo de capital social que
comenta Fukuyama y el uso de Internet como red de formación de grupos. La existencia
de esta relación explica, entre otras cosas, que los esotéricos debates sobre cuestiones
técnicas y jurídicas en torno al principio «de extremo a extremo» y la normativa
inalámbrica puedan tener importantes repercusiones para la humanidad. Si el bien
común de innovación está accesible para muchos usuarios en el futuro, como ha ocurrido
en el pasado, toda una «cornucopia de bienes comunes» podría beneficiar a muchos.
Pero los que han concentrado capital en las infraestructuras y grandes empresas pueden
optar también por controlar los bienes comunes y reservarse el poder de innovación,
excluyendo técnicamente a los futuros innovadores. La primera batalla se ha librado ya
en Napster. Por el momento vencen los intereses privados, pero todo ello ha
desencadenado una campaña encaminada a desarrollar bienes comunes que no puedan
caer en manos privadas.
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NOTAS
Cita inicial: David Hume, A treatise of human nature, ed. Ernest C. Mossner, Nueva York, Viking,
1986 (Trad. cast.: Tratado de la naturaleza humana, Barcelona, Altaya, 1994.)
1. Netscan, <http://netscan.research.microsoft.com>, 5 de febrero de 2002.
2. Howard Rheingold, The virtual community: homesteading on the electronicfrontier, Reading,
MA, Addison-Wesley, 1993 (Trad. cast.: La comunidad virtual: una sociedad sin fronteras,
Barcelona, Gedisa, 1996).
3. Erving Goffman, The presentation of self in everyday life, Garden City, NY, Doubleday, 1959.
4. Matt Ridley, The origins ofvirtue: human instincts and the evolution of cooperation, Londres,
Penguin, 1996.
5. Ibíd.
6. Garrett Hardin, «The tragedy of the commons», Science, 162, 13 de diciembre de 1968,
págs. 1243-1248.
7. Thomas Hobbes, Leviathan, ed. Richard E. Flathman y David Johnston, Nueva York, W. W.
Norton, 1997 (Trad. cast.: Leviatán, Madrid, Alianza, 1996.)
8. John Locke, Two treatises ofgovernment, Nueva York, Prentice-Hall, 1952 (Trad. cast.: Dos
ensayos sobre el gobierno civil, Madrid, Espasa-Calpe, 1997).
9. Mancur 01son,Jr.,The logic of collective action: public goods and the theory of group,
Cambridge, MA:, Harvard University Press, 1965.
10. Mancur Olson,Jr., «The logic of collective action», en Brian Barry y Russell Hardin (comps.),
Rational man and irrational soaeíy, Beverly Hills, CA, Sage, 1982,pág. 44.
11. Elinor Ostrom, Governing the commons: the evolution of institutions for collective action,
Cambridge, Cambridge University Press, 1990.
12. Ibíd.,pág.96. 13.Ibíd.,pág.90.
14. Ridley, The origins ofvirtue.
15. Ostrom, Governing the commons, pág. 27.
16. H. Scott Gordon, «The economic theory of a common-property resource: the fishery», Journal
of Political Economy, 62,1954, págs. 124-142; Anthony D. Scott, «The fishery: the objectives
of sole ownership»,Journal of Political Economy, 65,1955, págs. 116-124.
17. Charlotte Hess, «Is there anything new under the sun? a discussion and survey of studies on
new commons and the Internet», ponencia presentada en Constituting the commons: crafting
sustainable commons in the New Millenium, VIH Congreso de la Asociación Internacional para
el Estudio de la Propiedad Común, Bloomington, Indiana, USA, 31 de mayo-4 de junio de 2000.
18. Ostrom, Governing the commons, pág. 25.
19. Marc A. Smith, «Mapping social cyberspaces: measures and maps of Usenet, a computer
mediated social space», tesis doctoral, UCLA, 2001, pág. 18.
20. Thomas Henry Huxley, «The struggle for existence in human society», en Evolution and
Ethícs, and Other Essays, Londres, 1894, págs. 202-218.
21. Peter Kropotkin, Mutual aid: a factor of evolution, Montreal, Black Rose Books, 1989, pág.
78.
22. Stephen J. Gould, Bullyfor brontosaurus: reflections on natural history, Nueva York, W.W.
Norton, 1991.
23. Kropotkin, Mutual aid, pág. 171.
24. J. Paradis y G.C.Williams, Evolution and ethics: T.H. Huxley's evolution and ethics with new
essays on its Victorian and sociobíologícal context, Princeton, NJ, Princeton University Press,
1989.
25. W.D. Hamilton, «The genetical evolution of social behavior» Journal of Theoretical Biology,
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26. Richard Dawkins, The selfishgene, Oxford, Oxford University Press, 1976 (Trad. cast.: El gen
egoísta, Barcelona, Salvat, 1993).
27. Hobbes, Leviathan, pág. 95.
27
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NJ, Princeton University Press, 1944.
29. William Poundstone, Prisoner's Dilemma: John von Neumann,gante theory, and thepuzz the
bomb, Nueva York, Doubleday, 1992.
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32. Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, Mad
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33. Merrill M. Flood, «Some experimental games», Research Memorándum RM-789, S ta Mónica,
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35. Robert Axelrod, The evolution of cooperation, Nueva York, Basic Books, 1985.
36. Ibíd., pág. 12.
37. Ibíd., pág. 31.
38. Ibíd., págs. VIII-IX.
39. Ibíd., pág. 21.
40. R.L.Trivers, «The evolution of reciprocal altruism», Quarterly Review of Biology, 46, 1971
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41. Axelrod, The evolution of cooperation.
42. G.S. Wilkinson, «Reciprocal food sharing in the vampire bat», Nature, 308, 1984, p 181-184.
43. Manfred Milinski, «TIT FORTAT in Sticklebacks and the evolution of cooperatk Nature, 325,29
de enero de 1987, págs. 433-435.
44. P. Farb, Man's rise to civilization as shown by the Indians of North America from primeval to
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45. Steven Levy, Hackers: héroes ofthe computer revolution, Nueva York, Doubleday, 1984.
46. J.H. Saltzer, D.P. Reed y D.D. Clark, «End-to-end arguments in system design», A
Transactions on Computer Systems, 2, noviembre de 1984, págs. 277-288.
47. Howard Rheingold, Toolsfor thought, Cambridge, MIT Press, 2000.
48. Katie Hafner y Matthew Lyon, Where wizards stay up late: the origins ofthe Internet, Ni
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49. Levy, Hackers.
50. Hafner y Lyon, Where wizards stay up late.
51.J.C.R. Licklider y R.W.Taylor, «The computer as a communication device», Science
Technology, abril de 1968, págs. 21-31.
52. William Henry Gates m, «An open letter to hobbyists», Altair Users' Newsletter, 3 de febrero
de 1976.
53. Dennis M.Ritchie, «The evolution ofthe unix time-sharing system», A T&T Bell Lalboratories
Technical Journal, 63, octubre de 1984, págs. 1577-1593.
54. Nick Moffit, «Nick Moffit's $7 history of Unix», <http://crackmonkey.org/unix.htn 29 de enero
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55. Ritchie, «The evolution ofthe Unix time-sharing system».
56. Moffit, «Nick Moffit's $7 history of Unix».
57. Richard Stallman, «The free software definition»,The GNU Project, Free Softv Foundation,
2000, <http://www.gnu.org/philosophy/free-sw.html>, 17 de junio de 2001.
58. Ibíd. Véase también: Michael Stutz, «Freed software winning support,making waves», Wired
News, 30 de enero de 1998, <http://www.wired.com/news/technology/
0,1282,9966,00.html>, 5 de febrero de 2002.
59. Eric Raymond, The cathedral and the bazaar: musings on Linux and open source by an acci-
dental revolutionary, Sebastopol, CA, O' Reilly and Associates, 1997. Véase también:
<http://www.tuxedo.org/~esr/writings/homesteading/>, 29 de enero de 2002.
60.BIND (Berkeley Internet Ñame Domain), <http://www.isc.org/products/BIND/>, 16 de enero
de 2002.
61. Network Working Group, ed. B. Carpenter, «Architectural principies of the Internet», junio de
1996, <http://www.ietf.org/rfc/rfcl958.txt>, 26 de noviembre de 2001.
62. Ibíd.
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Como muchos países del tercer mundo que se han abierto recientemente a las
políticas de mercado más liberales, Filipinas comparte la paradoja de estar saturada de
las tecnologías de telecomunicaciones más punteras, como la telefonía móvil, al tiempo
que se deterioran otras infraestructuras básicas como las carreteras, los servicios
postales, el ferrocarril, los generadores de electricidad y las líneas terrestres. Con el
teléfono móvil, uno parece capaz de superar estos obstáculos. Y en la medida en que
tales infraestructuras son estatales, y por tanto su ineficiencia y mal funcionamiento
son un resultado directo de la ineptitud gubernamental, la posibilidad de soslayarlas se
percibe también como una victoria sobre el Estado, que para empezar ya está dominado
por la corrupción.
No es extraño que los teléfonos móviles resultaran útiles para difundir rumores,
chistes e información que gradualmente desgastó la poca legitimidad que le quedaba al
presidente Estrada. 14
Las manifestaciones del «Poder Popular n» de 2001 estallaron cuando los senadores
afines a Estrada decidieron interrumpir, repentinamente, el proceso de destitución del
presidente. Los líderes de la oposición difundieron mensajes de texto, y 75 minutos
después de la abrupta interrupción del proceso, 20.000 personas se congregaron en
Edsa.15 Durante más de cuatro días se manifestaron más de un millón de personas. El
ejército dejó de apoyar al régimen; al final, el gobierno de Estrada fue derrocado, al
igual que el régimen de Marcos en la década anterior, en gran parte como consecuencia
de las manifestaciones pacíficas masivas."' La rápida afluencia de la multitud contraria a
Estrada fue un signo de la primera tecnología de las multitudes inteligentes, y los
millones de mensajes de texto que circularon entre los manifestantes en 2001 fueron,
según todos los testimonios, la clave que propició el espíritu de compañerismo de la
multitud.
El profesor Rafael considera que la multitud conectada por SMS que se congregó en
Manila era reflejo de un fenómeno novedoso, propiciado por una infraestructura técnica,
pero que se entiende mejor como un instrumento social:
El poder de la multitud se refleja en su capacidad de superar las
restricciones físicas de la planificación urbana, del mismo modo que tiende a
difuminar las distinciones sociales, provocando una sensación de
distanciamiento. Su autoridad radica en la capacidad de fomentar el
movimiento y la agitación, atenuando así las presiones de los tecnócratas del
Estado, las autoridades eclesiásticas y los intereses empresariales que
pretenden regular o controlar tales movimientos. En este sentido, la multitud es
una suerte de medio, si se entiende la palabra en su acepción de vehículo que
permite reunir y transformar elementos, objetos, personas y cosas. La multitud,
entendida como medio, es también el lugar donde se generan expectativas y
circulan mensajes. Desde esta perspectiva, podemos concebir también la
multitud no como un mero efecto de los sistemas tecnológicos, sino como una
especie de tecnología en sí misma. [...] La planificación urbana centralizada y
las tecnologías de vigilancia pretenden regularizar la sensación de contingencia
generada en estas reuniones multitudinarias. Pero en los momentos y en las
zonas en que tal planificación fracasa de manera crónica, la rutina da paso al
acontecimiento histórico. En tales ocasiones, la multitud [...] asume una suerte
de poder de telecomunicación, ofrece canales para enviar mensajes y para
acortar las distancias. Enredado en la multitud, uno siente el potencial de
superar las barreras del espacio social y los límites temporales.17
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Desde la Batalla de Seattle hasta el «atentado contra América», estas redes han
demostrado que son muy difíciles de combatir; algunas vencen. Lo que todas tienen en
común es el hecho de que actúan en unidades pequeñas, dispersas, capaces de
desplegarse hábilmente en cualquier momento y lugar. Todas despliegan formas de
organización, doctrina, estrategia y tecnología en red en consonancia con la era de la
información. Saben congregarse en enjambre y dispersarse, penetrar y conmocionar, así
como eludir y esquivar. Las tácticas que emplean van desde las batallas de ideas hasta
los actos de sabotaje, y muchas estrategias recurren al uso de Internet.19
Las estrategias «de enjambre» que mencionan Arquilla y Ronfeldt dependen de
muchas unidades pequeñas como los grupos de afinidad de la Batalla de Seattle. Los
miembros individuales de cada grupo permanecen dispersos hasta que las
comunicaciones móviles los impulsan a converger simultáneamente en un lugar
específico, desde todas las direcciones, en coordinación con otros grupos. Manila,
Seattle, San Francisco, Senegal y Gran Bretaña fueron escenarios de manifestaciones
políticas pacíficas en enjambre. Como ejemplos de movilizaciones pacíficas en red,
Arquilla y Ronfeldt citan las organizaciones no gubernamentales relacionadas con el
movimiento zapatista de México, que movilizaron la opinión pública en apoyo de los
campesinos indígenas, y la campaña internacional contra las minas antipersonas, ga-
lardonada con el Premio Nobel de la Paz. Los enjambres armados y violentos son un
asunto diferente.
Los rebeldes chechenos de Rusia, los hooligans del fútbol británico y las guerrillas de
las FARC en Colombia han utilizado también la estrategia de la guerra en red y las
tácticas de enjambre.20 El ejército estadounidense está en la vanguardia del desarrollo
de las tecnologías de las multitudes inteligentes. El experimento Land Warrior prevé
probar sobre el terreno antes de 2003 equipos de ordenadores para llevar puestos,
provistos de GPS y comunicaciones inalámbricas.21 El programa de Información Digital
para Expediciones Conjuntas (JEDI) conecta a las tropas destacadas sobre el terreno
directamente con las comunicaciones por satélite. Los dispositivos manuales de JEDI
combinan sistemas de telemetría por láser, sensores delocalización GPS, teléfono
directo por satélite y mensajería de texto encriptada. 22
¿Recuerdan el ejemplo citado en el capítulo 6 de la empresa MeshNetworks,
financiada por DARPA, que cuenta con tecnología capaz de lanzar a militares en
paracaídas en un campo de batalla y autoorganizar una red inalámbrica p2p ad hoc? Los
pequeños equipos de fuerzas especiales, comunicados a través de redes inalámbricas y
capaces de interceptar ataques de misiles o bombardeos aéreos con creciente precisión,
fueron introducidos por Estados Unidos y sus aliados en Afganistán. Eso es la guerra en
red.
Otros ejemplos que comentaremos más adelante en este capítulo demuestran que los
grupos que libran guerras en red, ya sean violentos o pacíficos, representan sólo una
pequeña parte de las múltiples variedades de multitudes inteligentes. Las guerras en red
emplean infraestructuras técnicas similares a las de otros grupos. Y lo que es más
importante, están también animadas por una nueva forma de organización social: la red.
Las redes están constituidas por nodos y enlaces, emplean muchas rutas posibles para
distribuir la información desde un enlace a otro y están autorreguladas a través de
jerarquías planas de gobernación y distribución de poder. Arquilla y Ronfeldt se cuentan
entre los autores que creen que las redes son la forma más novedosa de organización
social, después de las tribus, las jerarquías y los mercados. Aunque las comunicaciones
estructuradas en red tienen la capacidad de propiciar formas democráticas de toma de
decisión y ejemplos beneficiosos de acción colectiva, eso no significa que la transición
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el vídeo y enviado al instante, en tiempo real, a la World Wide Web, sin ningún esfuerzo
ni preocupación por nuestra parte».41
Mann sostiene que los investigadores-periodistas que aparecieron por primera vez en
la manifestación de la OCAP, provistos de WearComp, podrían servir de modelo para un
movimiento más amplio, capaz de influir en el rumbo de los acontecimientos, además de
informar:
WearComp representa una solución para este legado de ataduras que limitan la
creatividad y la imaginación, en una era en que tenemos cada vez menos fuentes de
información a nuestro alcance, a pesar de que los conductos de información crecen
exponencialmente. Lo que hicimos mis alumnos y yo al «cubrir» la manifestación de la
OCAP fue un experimento de diversificación mediática, es decir, el proceso por el cual
enlazamos nuestras crónicas ciborg con la demanda de un ciberespacio cada vez mayor,
con el cual deberíamos ser capaces —y algún día lo seremos— de interactuar para contro-
larlo. Facilitar la creación individual y la retransmisión de crónicas y perspectivas parti-
culares es una parte importante de la tecnología computacional para llevar puesta. [...] Lo
que hicimos -y continuamos haciendo- mis alumnos y yo es algo mucho más importante que
ofrecer «películas caseras» e imágenes «alternativas» para que otros las vean por Internet.
Es también un proceso de reivindicación cultural, en el cual el individuo vuelve a acceder
al circuito de producción y difusión de la información.42
Justin Hall, el periodista que me ayudó a entrevistar a los jóvenes de Shibuya, ha
señalado recientemente que los videoteléfonos de tercera generación de Tokio, como el
que utilicé cuando estuve allí, permiten enviar vídeo a un sitio web en tiempo real: «Con
la tecnología disponible —observaba Hall—, sólo es cuestión de tiempo que se distribuya
un vídeo amateur de noticias importantes directamente a la web, o a diez amigos con
video-mail en una carta de noticias en cadena. Cuando eso ocurra, esta nueva forma de
distribución de noticias será la noticia, y al final se convertirá en un hecho cotidiano».41
Hall informaba también de que los videoteléfonos tenían funciones de edición digital,
y de que un nuevo servicio japonés ofrecía la posibilidad de colgar fotografías y texto en
la web desde un teléfono móvil. Los usuarios ya emplean software de bitácora para
crear un «blog» en tiempo real desde congresos y convenciones (véase el capítulo 5),
además de actualizar continuamente sus páginas web a través de conexiones 802.11b.44
La novedad es que, con la incorporación de cámaras y conexiones de alta velocidad a la
red en los teléfonos, el blogging se traslada a las calles. Estoy seguro de que cuando se
publique este libro los creadores de bitácoras callejeras habrán construido ya una
cultura mundial.
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Los dispositivos móviles como los teléfonos, los ordenadores de mano y la electrónica
para llevar puesta se han convertido en compañeros constantes que van con nosotros a
todas partes. [...] Las redes de área personal abren la posibilidad de que estos
dispositivos participen en nuestras interacciones sociales cotidianas con otras personas.
Su capacidad de establecer enlaces de comunicación entre dispositivos durante los
encuentros cara a cara puede servir para facilitar, aumentar o fomentar las
interacciones sociales humanas.
En cierto sentido, el sistema de información móvil ad hoc es el sistema p2p más
avanzado. Se autoorganiza, está plenamente descentralizado y es sumamente
dinámico.48
Los enlaces de radiofrecuencia de onda corta, como los que emplean los chips de
Bluetooth y los ordenadores para llevar puestos, crean un ámbito de conectividad en las
proximidades inmediatas del sujeto que lleva incorporados estos sistemas. Paul Rankin,
del laboratorio de investigación de Philips en Inglaterra, alude a la necesidad de
disponer de agentes intermediarios para negociar las transacciones entre el «aura» de
una persona y los radiofaros del entorno o el aura de otra persona.49 «Auranet» es el
término que emplean Jay Schneider, Kortuem y sus colegas para designar su «marco de
estructuración de encuentros en el espacio social, basado en la reputación y la
confianza».50 Una burbuja inalámbrica de información con un radio de tres metros
alrededor de los usuarios de electrónica para llevar puesta es un modelo físico de lo que
el sociólogo Erving Goffman denomina «orden de interacción», la parte de la vida social
donde se producen las interacciones habladas y cara a cara. 51 Goffman sostiene que el
mundo de las interacciones cotidianas conlleva intercambios simbólicos complejos,
visibles pero raras veces percibidos de forma consciente, que permiten a los grupos
negociar el movimiento por los espacios públicos. Aunque los individuos recurren a los
modos de presentarse en público para «ofrecer» a los demás la información que más les
conviene sobre sí mismos, Goffman observa que también se «despide» información
involuntaria, es decir, se irradia información veraz, pero no controlada, junto con la
conducta más deliberada.
Una forma de información que se irradia involuntariamente, llamada «estigma» por
Goffman, consiste en signos o conductas que sitúan al individuo en un determinado
estatus social. Aunque muchos estigmas pueden tener connotaciones negativas, también
pueden indicar estatus social positivo. La información que irradiamos por el modo en
que nos comportamos o vestimos nos ayuda a coordinar la interacción social e identificar
a los colegas de interacción más probables. Cuando el orden de interacción se formaliza
y modela automáticamente en un Auranet, la red social y la red tecnológica confluyen
de un modo que posibilita nuevas funciones, como las webs automatizadas de confianza
para las interacciones ad hoc: por ejemplo, es posible recoger a un grupo de
desconocidos de confianza mientras uno va conduciendo hacia el centro de la ciudad, o
encontrar a alguien que lo lleve en coche a su destino.
Kortuem y otros autores, ante la falta de «momentos humanos» plenamente
integrados en los mundos virtuales, se concentraron en el modo de mejorar la esfera
más básica de la conducta social humana, los encuentros cara a cara de la vida
cotidiana. La cuestión primordial que se plantearon los investigadores de Oregón es
también la cuestión clave de las multitudes inteligentes: ¿qué pueden hacer las co-
munidades de usuarios de electrónica para llevar puesta en sus encuentros cara a cara?
En un plano técnico, los dispositivos para llevar puestos pueden compartir ancho de
banda al servir de nodos en una red inalámbrica ad hoc. Los dispositivos pueden
intercambiar mensajes y multimedia, al igual que Napster y Usenet emplean enlaces
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
entre los nodos individuales para transmitir datos. Sin embargo, en cuanto los miembros
de la comunidad permiten que sus ordenadores intercambien datos de forma
automática, sin intervención humana, se ponen en marcha complejos factores de
confianza y privacidad: las normas tácitas del orden de interacción. Kortuem y otros
autores exploran las implicaciones técnicas y sociales del software de agente personal,
que filtra, protege y sirve de intermediario entre los usuarios.
Para que las comunidades ad hoc móviles se autoorganicen de forma cooperativa, es
preciso superar numerosas barreras técnicas y sociales. Nadie va a compartir su red de
área personal con una red de redes comunitaria, a menos que tenga cierta seguridad en
cuanto a la privacidad y la confianza del grupo: quién husmea a quien y de quién cabe
esperar una conducta honesta. La privacidad requiere seguridad de los datos, y ésta es
difícil a través de las comunicaciones inalámbricas. Las técnicas de encriptación
posibilitan una infraestructura comunitaria segura para llevar puerta, pero alguien tiene
que decidir cómo las configura. La confianza requiere un sistema de reputación
distribuido como el prototipo que ha diseñado el grupo de Oregón. Cuando se
descompone el concepto de redes sociales ad hoc móviles en los elementos necesarios
para que funcione en la práctica, se abre un campo de investigación muy rico todavía
inexplorado.
Otro experimento del grupo de Eugene sirve para mediar en los encuentros sociales,
comparando automáticamente perfiles personales y alertando a los que participan en un
encuentro cara a cara sobre los intereses o posibles amigos comunes que tienen sin
saberlo (sistema de recomendación de desconocidos).32Todo encuentro social de usuarios
de electrónica para llevar puesta donde se produce un intercambio automático de datos
personales, o de ancho de banda, o de mensajes procedentes de terceros, conlleva
computaciones individuales sobre dónde se sitúan los intereses individuales de cada
participante en relación con una computación sobre el grado de fiabilidad de la otra
parte. Kortuem y otros autores describen esta compleja valoración de la confianza
frente al interés individual como un ejemplo de nuestro buen amigo, el dilema del
prisionero, y han diseñado un sistema experimental, llamado WALID, para probar algunos
de estos asuntos, aprovechando la circunstancia de que los investigadores de Oregón
viven y trabajan en la misma zona de Eugene (Oregón):
WALID implementa una versión digitalizada de la antigua tradición de pedir al vecino
un poco de mantequilla. Haces un favor a los demás porque sabes que un día te lo harán
ellos a ti.
Con WALID dos individuos emplean los dispositivos móviles para negociar e
intercambiar tareas del mundo real: dejar la ropa de otra persona en la tintorería,
comprar sellos en la oficina de correos o devolver un libro en la biblioteca local.
WALID emplea software de agente personal para buscar miembros cercanos de la
comunidad y negociar el intercambio de tareas. Los agentes regulan una lista de tareas
del usuario, donde constan todos los datos relativos a la localización y las actividades.
Cuando se produce un encuentro, los agentes inician una negociación. Si ambos usuarios
dan su aprobación, se cierra un trato.
El papel del agente en una negociación consiste en evaluar la utilidad de los favores
y almacenar esa puntuación. Tener que correr por la ciudad para recoger el correo de
alguien recibe una puntuación menos favorable que ir a comprar leche para otra perso-
na si la tienda está a una manzana de distancia. Los agentes emplean ideas de la teoría
de juegos para asegurar que el resultado de las negociaciones sea mutuamente
beneficioso; sólo cooperan si hay oportunidad de mejorar los objetivos del usuario.53
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
Durante la conversación telefónica que mantuvimos, Kortuem señaló que en las fases
iniciales de la investigación sobre electrónica para llevar puesta, los principales
objetivos consistían en crear herramientas para profesionales —por ejemplo, para
especialistas de mantenimiento y reparación—, o en crear herramientas para ampliar las
capacidades del individuo, según propone Steve Mann. «Llegué a comprender —me dijo
Kortuem— que lo más interesante no es la tecnología de una aplicación especializada en
un centro de trabajo, sino lo que sucede cuando la gente corriente tiene posibilidad de
utilizar esta tecnología y qué efectos se derivan cuando ésta penetra en la sociedad».54
Conviene recordar estas palabras cuando millones de personas llevan dispositivos que
sondean, ocultan, localizan, evalúan, interconectan, negocian, intercambian y coordinan
actos invisibles de cooperación ad hoc que crean a su vez riqueza, democracia,
educación, vigilancia y armamento a partir de la materia mental. Al igual que la
alquimia de inscribir modelos cada vez más pequeños en la arena purificada, el silicio
invoca esas mismas fuerzas —sociales, cognitivas y físicas— desde un mismo lugar.
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
quién es francotirador y quién sanciona para resolver al instante, con máxima confianza
y mínima fricción, los problemas de coordinación o los derivados de la presencia de
francotiradores. Esa es la clave de la cooperación grupal que facilitan los sistemas de
reputación y los medios de comunicación entre colectivos.
Los modelos de umbral de la acción colectiva y el papel del orden de interacción
guardan relación con los medios que permiten el intercambio de conocimiento de
coordinación. La comprensión de este aspecto me permitió ver algo que no había
advertido claramente antes: una posible conexión entre las redes sociales de humanos
que piensan y se comunican con ayuda de ordenadores para llevar puestos y la
inteligencia en enjambre de hormigas, abejas, peces y pájaros, que no piensan, pero se
comunican. Las hormigas individuales dejan regueros químicos, y todo el nido calcula la
ruta más eficiente para llegar a una fuente de alimento desde un centenar de senderos
intercomunicados y sin instrucciones de un cerebro central. Los peces y pájaros
individuales (al igual que los pilotos de acrobacias aéreas) forman bancos o bandadas
simplemente prestando atención a lo que hacen los individuos más próximos. Los
movimientos coordinados de bancos y bandadas es un conjunto, dinámicamente
cambiante, de decisiones individuales. Aunque hubiera un atún o paloma central que
diese las órdenes, ningún sistema de difusión de instrucciones desde una fuente central
es suficientemente rápido para evitar que un tiburón devore a los peces o que los
pájaros se golpeen contra los árboles. Por lo que se refiere a las colmenas y los
enjambres, las capacidades emergentes de la autoorganización descentralizada pueden
llegar a ser de una inteligencia sorprendente.
¿Qué ocurre cuando los individuos de un grupo bien coordinado son criaturas más
inteligentes que otros organismos más simples, como los insectos o los pájaros? ¿Cómo
despliegan los humanos la conducta emergente? En cuanto me planteé esta cuestión,
recordé la historia que relata Kevin Kelly al comienzo de Out of control, un libro de 1994
sobre las conductas emergentes en biología, mecánica y asuntos humanos.58 Describía un
acontecimiento sucedido en una muestra cinematográfica anual para profesionales de la
infografia. Cada asiento del auditorio tenía adosada una pequeña pala, con material
reflectante de colores opuestos en cada cara. La pantalla del auditorio mostraba un
vídeo del público de alta resolución en tiempo real. La persona que dirigía el
experimento, el experto en infografia Loren Carpenter, pidió a los que estaban a un lado
del auditorio que sostuvieran las palas mostrando uno de los colores, y a los del otro
lado les dijo que mostrasen el color opuesto. Entonces, siguiendo las sugerencias de
Carpenter, el público organizó de forma espontánea un punto que se movía por la
pantalla y al que se sumaron un par de palas más, y comenzó a desplegar un juego
gigante de vídeo Pong autoorganizado, hasta crear, finalmente, una representación
gráfica de un avión que volaba por la pantalla. Al igual que sucede en las bandadas de
pájaros, no hubo control central del ejercicio desde el momento en que Carpenter lanzó
la sugerencia. Los miembros del público prestaban atención a lo que hacían sus vecinos y
a lo que se veía en la pantalla. Kelly citaba este experimento como una versión
consciente de la conducta en bandada.59
El músico y científico cognitivo William Benzon cree que el ejercicio de coordinación
gráfica dirigido por Carpenter y descrito por Kelly es similar a lo que ocurre cuando los
músicos improvisan en una «jam session», un proceso que conlleva una sincronización
aún no explorada de procesos cerebrales entre las personas que participan: 60
El grupo del experimento de Carpenter controla lo que aparece en la pantalla. Todo
el mundo puede verlo todo, pero cada individuo puede influir directamente sólo en la
parte de la pantalla que controla con su pala. En la improvisación musical, cada músico
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
lo oye todo, pero sólo puede influir en una parte del sonido colectivo que todos crean (u
ocultan).
Pensemos ahora en un ejemplo diferente. Una de las escenas estándar de las pelícu-
las de presidiarios se desarrolla del siguiente modo: estamos en una galería de celdas o
en un comedor. Un preso empieza a aporrear la mesa (o un barrote de la celda) con el
vaso. Otro repite el mismo gesto, y luego otro hace lo propio, hasta que todo el mundo
aporrea y grita al unísono. Es un ejemplo sencillo de conducta emergente Pero este tipo
no se da en los chimpancés. Sí, es cierto que éstos desarrollan conductas grupales en las
que todos ululan, chillan o pisotean el suelo con estruendo. Pero la sincronía no es tan
exacta como en el caso humano.
Y la exactitud es un elemento esencial de mi tesis. La exactitud me permite tratar el
grupo humano como un conjunto de oscilaciones acompasadas. La oscilación es uno de
los fenómenos emergentes estándar y más simples. Una vez que el grupo se acopla en la
oscilación, podemos tratar el grupo como una única entidad. Sin duda, la música es
mucho más que simple oscilación. Pero ésta es el fundamento, el punto de partida, y
todo el desarrollo y la complejidad se producen dentro de este marco.
En efecto, en la interpretación musical (y en la danza), la comunicación entre los
individuos es esencialmente idéntica a la que se da entre los componentes de un único
sistema nervioso. Es continua y bidireccional, y no conlleva meditación simbólica. Pen-
semos en el orden de interacción de Gofíman, pero eliminando el componente de la
comunicación verbal. Es un espacio público físicamente externo —pero funcionalmen-te
interno— al cerebro de los individuos que participan. 61
Kevin Kelly atribuye el origen de las nuevas teorías sobre las propiedades emergentes
a William Morton Wheeler, experto en la conducta de las hormigas.62 Wheeler emplea el
término «superorganismos» para designar las colonias de insectos, y denomina
«propiedades emergentes» del superorganismo a la capacidad de la colmena de realizar
colectivamente las tareas que no puede realizar por sí sola ninguna hormiga o abeja,
porque carece de la inteligencia suficiente para ello. Wheeler establece paralelismos
entre los «vivisistemas» biológicos y artificiales, que muestran las mismas cuatro
características de lo que denomina «sistemas de enjambre»:
• ausencia de control centralizado impuesto
• naturaleza autónoma de las subunidades
• alta conectividad entre las subunidades
• causalidad en red no lineal de iguales que influyen en iguales63
En Sistemas emergentes: o qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y
software (2001), Steven Johnson muestra que los mismos principios que Kelly extrapola
de las redes biológicas a las tecnológicas son aplicables también a las ciudades y al
sistema de recomendación de Amazon.com: «En estos sistemas, los agentes que residen
en una escala empiezan a producir conducta que corresponde a una escala superior a
ellos: las hormigas crean colonias; los urbanitas crean barrios; el software de
reconocimiento de criterios aprende a recomendar nuevos libros. El movimiento desde
las reglas de nivel bajo hasta la sofisticación de nivel más alto es lo que llamamos
"proceso emergente"».64 En el caso de las ciudades, aunque la inteligencia emergente se
asemeja a la mente de la hormiga, las unidades individuales, los humanos, poseen una
inteligencia integrada extraordinaria, o al menos la capacidad de desarrollarla.
En este punto, tal vez son tentadoras las conexiones entre la conducta de las
multitudes inteligentes y la de los sistemas de enjambre, pero varias de las primeras
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
investigaciones han mostrado que los tipos adecuados de redes sociales en línea saben
más que la suma de las partes. Las poblaciones humanas, conectadas y comunicadas en
los sentidos adecuados, pueden desplegar una suerte de «inteligencia colelectiva». En el
verano transcurrido entre mis pesquisas sobre las multitudes inteligentes en
Escandinavia y mi expedición a Tokio, las investigaciones me condujeron hasta un colega
que parece haber descubierto los fundamentos de la inteligencia grupal. Bernardo
Huberman, que antes trabajaba en Xerox PARC y hoy es director científico del
laboratorio de investigación de Hewlett-Packard sobre dinámica de la información, ha
desarrollado trabajos muy interesantes sobre el surgimiento de las formas primitivas de
inteligencia colectiva.
Me entrevisté con Huberman en su despacho, situado en el mismo complejo de Palo
Alto que el laboratorio de CoolTown. Huberman es experto en reflexionar sobre nuevos
modos de observar los fenómenos corrientes y en concebir las redes informáticas como
ecologías, los mercados como ordenadores sociales y las comunidades en línea como
mentes sociales. Huberman, que inicialmente estudió ciencias físicas, presenta sus
hallazgos en páginas de ecuaciones matemáticas. En aquella entrevista se mostró de
acuerdo conmigo en que, sin duda alguna, «Internet nos permite construir inteligencia
colectiva».65 En PARC, dirigió investigaciones de «la ecología de la computación». En
cuanto le hablé de las multitudes inteligentes, pegó un brinco y exclamó: «¡La mente
social!».Y buscó entre sus papeles un artículo de igual título que había publicado en
1995. Huberman consideraba útil concebir la inteligencia emergente como una
computación social:
La inteligencia no se limita al cerebro; también surge en los grupos, como en las
colonias de insectos, en la conducta social y económica de las sociedades humanas, así
como en las comunidades científicas y profesionales. En todos estos casos, los
numerosos agentes capaces de desarrollar tareas locales, que pueden concebirse como
computaciones, desarrollan una conducta colectiva que consigue resolver muchos
problemas que trascienden la capacidad de cualquier individuo. [...] Cuando
interactúan numerosos agentes capaces de realizar procesamiento simbólico, aparecen
nuevas regularidades universales en su conducta global. Además, tales regularidades son
cuantificables y pueden probarse experimentalmente.66
La última afirmación tiene mucho interés. Se han formulado diversas teorías que
conciben Internet como el sistema nervioso de un cerebro global, pero Huberman. Y sus
colegas han recurrido, con inteligencia, a los mercados y a la simulación de juegos como
banco de pruebas para desarrollar experimentos con inteligencia grupal emergente. El
otoño en que visité a Huberman, sus colegas y él utilizaban «los mercados de la
información» para desarrollar experimentos sobre la inteligencia social emergente, y
observaron que las predicciones de grupo eran más exactas que las de los participantes
individuales.67 En los mercados de la información, los miembros intercambian una
moneda simbólica que representa las predicciones de la información pública. La Bolsa de
Hollywood, por ejemplo, utiliza el mercado que emerge del intercambio de acciones
simbólicas para predecir los ingresos de taquilla y los ganadores de los Osear. El equipo
de investigación de HP sostiene que han creado una metodología extraordinaria,
matemáticamente verificable, para extraer inteligencia emergente de un grupo y
utilizar ese conocimiento generado para predecir el futuro en un ámbito limitado pero
útil: «Se pueden reutilizar los rendimientos predictivos anteriores de los participantes en
los mercados de la información y crear esquemas de ponderación que predigan
acontecimientos futuros, aunque no correspondan al mismo acontecimiento en que se
midió el rendimiento».68
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Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
Hace varias décadas, los informáticos pensaban que algún día habría formas de
«inteligencia artificial», pero a excepción de unos pocos visionarios, nunca concibieron a
los humanos provistos de ordenadores como un tipo de inteligencia social. Aunque todos
los que comprenden el uso de las técnicas estadísticas para hacer predicciones se
apresuran a añadir, en su descargo, que las sorpresas son inevitables, y que una de las
características fundamentales de los sistemas adaptativos complejos es su
impredecibilidad, son potencialmente profundos los primeros hallazgos que indican que
los grupos humanos interconectados en red pueden exhibir capacidades de predicción
emergentes.
Otro grupo de investigación que estudia la inteligencia grupal emergente es el
laboratorio de Los Alamos, donde un grupo de científicos especializados en la «vida
artificial» publicaron en 1998 un informe titulado «Inteligencia simbiótica:
autoorganización del conocimiento en redes distribuidas, impulsadas por la interacción
humana».69 La premisa de este equipo interdisciplinar se basa en la idea, recientemente
formulada por otros autores, de que la sociedad humana es un organismo colectivo
adaptativo y que la evolución social se desarrolla según la misma dinámica que la
evolución biológica.70 Según esta teoría, sobre la que volveré en el siguiente capítulo, el
nuevo conocimiento y las nuevas tecnologías han posibilitado i evolución del tamaño
máximo del grupo social operativo, desde la tribu hasta lo países y las coaliciones
globales. El conocimiento y las tecnologías que desencadenaron el salto del clan a la
tribu, al país, al mercado y a la red tienen una característica en común: amplificaron el
modo en que piensan y se comunican los individuos, expandiendo así la capacidad de
compartir lo que sabían.
El equipo de Los Álamos, a partir de la observación de las mismas características de
Internet que han estudiado Huberman y sus colegas, así como otras investigaciones que
en los últimos tiempos han empezado a surgir como disciplina, sostiene que «la dinámica
social de autoorganización ha sido una fuerza positiva poco valorada de nuestro
desarrollo social que se ha ampliado de forma significativa, al menos en su alcance,
gracias a las nuevas tecnologías».71 El grupo de Los Álamos cita pruebas que respaldan la
hipótesis de que los sistemas sociales de autoorganización que han impulsado la
evolución social humana mejorarán gracias a los sistemas, autoorganizados y
distribuidos, de información y comunicación. La investigación dirigida por los
investigadores de Los Álamos reafirma la tesis de Huberman y otros autores, según la
cual los grupos humanos, enlazados a través de redes en línea, pueden tomar decisiones
colectivas que resultan más exactas que el rendimiento de los mejores pronosticadores
individuales del grupo. Si no se trata de un callejón sin salida, las líneas de investigación
abiertas por el equipo de Huberman, los investigadores de Los Álamos y otros grupos
similares podrían amplificar los poderes de las multitudes inteligentes hasta alcanzar
dimensiones totalmente novedosas, del mismo modo que la ley de Moore amplificó los
poderes de los usuarios de ordenadores.
Las redes ad hoc autoorganizadas de usuarios de ordenadores, con la mediación de
agentes de protección de la privacidad, ¿verán algún día el renacer de un conocimiento y
una sociedad civil revitalizados? ¿O ese régimen tecnológico-social no aportará nada más
que un flujo de ingresos adicional para la industria de la desinformación y el
entretenimiento?
• ¿O tal vez no es correcta la formulación de la pregunta? En consonancia con la
dirección de los cambios tecnológicos, económicos y políticos que he descrito
hasta el momento, propongo las siguientes cuestiones:
48
Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
NOTAS
Cita inicial: Vicente Rafael, «The cell phone and the crowd: messianic politics in recent
Philippine history», 13 de junio de 2001,
<http://communication.ucsd.edu/people/f_rafael.cellp-hone.html>, 1 de marzo de 2002.
1. Michael Bociurkiw, «Revolution by cell phone», Forbes, 10 de septiembre de 2001,
<http://www.forbes.com/asap/2001/0910/028.html>, 1 de marzo de 2002.
2. Ibíd.
3. Paul de Armond, «Black flag over Seattle», Alhion Monitor, 72, marzo de 2000,
<http://www.monitor.net/monitor/seattlewto/index.html>, 1 de marzo de 2002.
4. Alexander MacLeod, «Cali to picket finds new ring in Britain's fuel crisis», Christian Science
Monitor, 19 septiembre de 2000.Véase también: Chris Marsden, «Britain's Labour Government
andTrade Union leaders unite to crush fuel tax protest», World Socíalist Web Site, 15 de
septiembre de 2000, <http://www.wsws.org/articles/2000/sep2000/fuel-sl5.shtml>, 1 de
marzo de 2002.
5. Steve Mann y Hal Niedzviecki, Cyborg: Digital destiny and human possibility in the age of the
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6. Critical Mass, <http://www.critical-mass.org/>, 6 de marzo de 2002.
7. AnneTorres, «4 Sme,Txtng is Lyf», TheFeature, 18 de abril de 2001, <http://www.thefe-
ature.com/index.jsp?url=article.jsp?pageid=10667 >, 11 de marzo de 2002.
8. Bociurkiw, «Revolution by cell phone».
9. Rafael, «The cell phone and the croad».
10. Ibíd.
11. Arturo Bariuad, «Text messaging becomes a menace in the Philippines», The Straits Times, 3
de marzo de 2001.
12. Wayne Arnold, «Manila's talk of the town is text messaging», The NewYork Times, 5 de julio
de 2000, pág. C1.
13. Bariuad, «Text messaging becomes a menace».
14. Rafael, «The cell phone and the croad».
49
Howard Rheingold MULTITUDES INTELIGENTES
15. Ibíd.
16. Richard Lloyd Parry, «The TXT MSG revolution," Independent Digital, 23 de enero de
2001, <http://www.independent.co.uk/story.jsp?story=51748>, 1 de marzo de 2002.
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