El Placer de La Lecturita
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El Placer de La Lecturita
Debo a Nathan Budoff, traductor al ingls de Es tarde para el hombre (Too Late for Man.
Brookline Press, 1995) el encuentro con la obra del poeta y periodista colombiano William
Ospina. No conoca su trabajo y la traduccin inglesa, competente y entusiasta, abri mi apetito.
Quera saborearlo en espaol porque me pareci que los ensayos de Ospina aceptan un reto para
el idioma cualquier idioma coloquial. Son ensayos que se dan a la ardua tarea de decir, en
palabras que tengan sentido para un lector informado pero no especializado, cmo encara un
latinoamericano los formidables problemas que agobian al mundo.
Deseaba tambin leerlo en espaol porque la traduccin preserva un deleite por el idioma
que nos hace aorar los matices del lenguaje original que, en este caso, es tambin el nuestro.
As time distances us from events, they often become clearer. (Too, p. 1.) Es un fraseo
evocador. Es tan activo el tiempo que separa a las personas de los eventos -como se separa a la
ua de la carne, deca el juglar del Poema del Cid al comentar la despedida de Jimena y Rodrigo
ante los aos del exilio- y tan luminoso en s mismo el evento, luminosidad oculta por la
inmediatez entre nuestras miradas y lo que sucede. Al hombre no le es fcil conocer porque no
ve con claridad cuando est inmerso en un evento y porque su vida es demasiado corta para
ganar distancia y captar el resplandor de los eventos que le ataen.
Gracias a Nathan Budoff, por mediacin de mi hermana, pude leer en espaol otros dos
libros de Ospina: un libro de ensayos anterior, Esos extraos prfugos de Occidente (Grupo
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Editorial Norma, 1994) y, tambin, el libro de poemas El pas del viento (Concultura, 1992), que
aparece incluido en el volumen Poesa, publicado por Editorial Norma en el 2008. En su poema,
El gelogo nos dice Ospina:
Si bien he ledo con mucho gusto los poemas de Ospina, sus ensayos me han llamado
poderosamente la atencin. El ensayo es un gnero flexible. Uno de sus encantos es que permite
imbuirnos en una corriente de pensamientos, con un punto de vista personal e idiosincrtico, sin
que conozcamos realmente hacia donde el flujo nos lleva. Aunque apela a nuestro entendimiento,
cada viraje de su argumentacin puede confrontarnos con una sorpresa. Su poder estriba en la
capacidad del lenguaje en transmitir una experiencia el pensamiento que es ms rpida y
compleja que la lectura o la escritura misma. El ensayo es la cmara lenta del pensamiento.
Como en las transmisiones de un juego de baloncesto donde la cmara lenta nos permite
observar la belleza de ciertos movimientos o la impericia de otros, el ensayo congela los saltos
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mortales del pensamiento. Requiere especificar transiciones que se dan espontaneas en la mente
y concentrar la atencin en ciertos momentos, a expensas de la totalidad del flujo de conciencia.
Uno de los grandes descubrimientos de la filosofa europea de finales del siglo XIX y del
siglo XX ha sido que el lenguaje, que comnmente nos permite comunicarnos, est plagado de
unos presupuestos metafsicos. stos son muy difciles de rechazar sin adulterar la armona
sedimentada durante siglos en nuestros lenguajes y sin destrozar la comunicabilidad. Cada
feminista que ha intentado expresarse en un lenguaje sin rastros de los presupuestos patriarcales
de su lengua materna comprende la dificultad, a veces insuperable, de su intento. Los dos libros
de ensayos de Ospina, Too Late for Man y Esos extraos prfugos de Occidente contienen uno
de esos experimentos difciles de lograr en los lenguajes de raigambre indoeuropea: establece en
ambos una relacin entre particulares y sistemas universales al explorar los problemas de la
sociedad contempornea. Los ttulos de los libros anuncian la direccin del intento. Esos
extraos prfugos de Occidente sugiere que se busca concentrar en un grupo de exitosos
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transgresores del orden, del conjunto de regulaciones y leyes de la tradicin europea. Es tarde
para el hombre evoca el tema del tiempo, un tiempo donde el humanismo ya no tiene sentido y
hablar del hombre es una manera obsoleta y metafsica de entender lo que hay para entender en
nuestro mundo. Es el tiempo de aceptar que los procesos culturales y las instituciones sociales
instauradas por los seres humanos tienen un desarrollo propio e independiente. Estamos inmersos
en ellos, nos mueven a su antojo y nos dictan los roles que podemos asumir. Estos libros
ameritan considerarse juntos pues parecen el anverso y el reverso de un mismo bordado
ingeniado para poderse ver por ambos lados sin que se noten los nudos del tejido; donde anverso
y reverso son aptos para aparecer, para ser gozados en la superficie.
Ospina cita a Paul Valery, en su introduccin a Too Late for Man, indicando que el libro
habla de el orden y el desorden en la sociedad contempornea. (Too, p. v.) Inmediatamente,
procede a explicar que se trata de explorar los estragos con que nos enfrentamos hoy en da y que
tienen su origen en la concepcin del ser humano (hombre) como figura central del orden -o
desorden- ontolgico. En sus propias palabras, aunque traducidas al ingls, dice:
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nuestra civilizacin. Preocupa pensar la posibilidad de que millones de aos preservados en una
piedra no resistan el embate de las instituciones creadas para el bienestar de los hombres. Quizs
estamos aprendiendo que no se venera lo perpetuo; que la reverencia es una manera de proteger,
de darle permanencia a lo que podra perecer. Es tambin una manera de aceptar que no somos
prima donas en el espectculo del mundo.
Follaje de las ondas que van quedando atrs con el golpe del remo.
Follaje de sonidos que en torno de los postes enardece al guerrero.
Follaje de invisibles caminos que comienza en el confn del puente.
Follaje de humaredas que ascienden en desorden entre las titilantes orqudeas.
El verdadero protagonista del poema es el follaje; los rboles que asumen una de sus
posibilidades a travs del quehacer del hombre. Los objetos culturales no son instrumentos del
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homo faber, sino actualizaciones de las posibilidades de la naturaleza misma. Aqu se explora un
tipo de relacin con las cosas y la naturaleza muy diferente de como la siente el hombre
moderno. La naturaleza es un sistema que tambin nos dicta maneras de ser y actuar. Es un
sistema poderoso e inescrutable; con objetivos y planes que podemos asumir aun sin entenderlos.
Los ensayos de Es tarde para el hombre, por otro lado, presentan los estragos de la
civilizacin humanista que ha llevado a la especie humana a un callejn sin salida. The Song of
the Sirens comienza:
But when we look at Mexico City, antechamber of the infinite city, now
almost incapable of looking at itself; at Medellin, besieged by the violence
of the excluded, assailed nightly by gunshots which wing from hill to hill;
at Caracas, designed and built for cars; at Rio, where the hunters of street
children lurk in the darkness, we unequivocally see a different vista. All
around us we see unemployment, poverty, violence and helplessness, and
we feel that the heritage of civilization has not been generous with the
peoples of this side of the world. With the riches of America, Europe
reinforced its hegemony; they made the machines and laboratory function.
Only thanks to these riches did reason triumph in the West. But all the
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Ospina acepta el reto de buscar una congruencia entre sus ideas y el lenguaje coloquial.
Por eso sus ensayos prescinden del lenguaje terico de los tratados acadmicos. Si tornamos a
Esos extraos prfugos de Occidente, sus ensayos exponen una serie de estrategias que ayudan
al escritor a rebasar su antropocentrismo sin eliminar la referencia a la persona. Su batalla contra
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el centralismo del hombre en el orden ontolgico es una manera de proteger al mundo y a las
especies que lo co-habitan, pero Ospina encuentra tambin un sitio para los humanos y especifica
algunas maneras de proteger su efmera forma de ser. Si Es tarde para el hombre arremete contra
los problemas que se originaron con la centralidad del hombre en el orden ontolgico -aunque
incluyen una profusin de alusiones a personajes histricos y literarios-, los ensayos de Esos
extraos prfugos de Occidente se concentran en escritores particulares. Ospina escoge figuras y
momentos histricos que otros han utilizado para ejemplificar el triunfo del individualismo -la
Revolucin Francesa, el Romanticismo, Lord Byron, Emily Dickinson, Walt Whitman, William
Faulkner- pero dirigiendo nuestra atencin hacia aspectos inusitados que los colocan ms all del
individualismo.
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monlogo de un hombre inmerso en el paisaje blanco y fro de la estepa, dice algo sobre
pertenecer a ese espacio:
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mysteries of our American being. He was wise enough to tell us that the
death of an old friend in Buenos Aires was equal to the death of Caesar.
He was wise enough to tell us, evoking Evaristo Carriego, that our world
was as deserving as any other of poetry and history. He told us,
remembering Heraclitus of Ephesus whom some visitors had surprised in
the kitchen, Enter, the gods are here as well. (Too, pp. 100-101.)
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La gran sorpresa es que las cosas y los eventos sean inteligibles. Los rastros de
inteligibilidad que el hombre alcanza tal vez descansan en la causalidad total que no llegamos a
vislumbrar. El conocimiento de la causalidad total nos paralizara. La ignorancia, entonces, es
una de las razones por las cuales el hombre todava puede actuar. Revisemos algunos fragmentos
del poema En la isla de Pascua:
Los poderes del turbio cielo slo responden a una larga paciencia,
y el hombre es tan fugaz, que aunque mirara al cielo la vida entera,
con ojos de pez, con ojos sin parpados,
no alcanzara a descifrar una sola palabra del cudruple abismo.
Tal vez la piedra lo sabe todo ya, y por eso est inmvil,
y t te agitas en la nerviosa hoguera de la carne porque todo lo ignoras.
Olvidaras sta, la isla ms sola, el rincn ms distante,
si no fuera por su paciente rebao de seres de piedra
que interminablemente esperan una seal del cielo,
una voz o una aniquilacin o una nave,
pero la soledad que dicen sus rostros inmviles
no es slo la de un arrecife escondido en el amontonamiento de las borrascas,
es la angustiada espera de una raza perdida en un pequeo planeta solitario
bajo la inexpresiva niebla de las galaxias. (Poesa, pp. 185-186.)
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un orden desconocido para el ser humano. En cierta manera, en El plan infinito Isabel Allende
responde con una fe parecida a la gran suerte de encontrar el amor con una persona improbable.
Tengo razones personales, que me sitan como pensadora pero que prefiero no explorar
en este ensayo, que me llevan a aceptar lo que Hannah Arendt llama en Willing: el postulado
de la libertad. Acepto la contingencia en los eventos y pospongo la necesidad de hacerlos
inteligibles porque es la manera de salvar la libertad de las personas. Los seres humanos
actuamos porque puede haber novedad, no porque ignoramos el proyecto inteligible del universo.
Estoy convencida que este situarme al otro lado de la apuesta no le resta placer ni gusto al
encuentro con Ospina. Compartimos demasiadas cosas una tradicin de pensamiento, el
entendimiento de nuestra situacin como latinoamericanos, la curiosidad existencial por otras
tradiciones, el aprecio por ser parte de la naturaleza, el aprecio al mestizaje, la textura y patrn
del pensamiento y el gusto por la lectura para permitir que la divergencia en la apuesta imponga
el rechazo. La lectura de la obra de Ospina me pone en juego. Tal vez mi aprecio por su obra
tambin est coloreando por incluir en su mundo las certezas del mo: vivimos en un planeta que
compartimos con otras especies y donde nos acompaan otras personas. La radical multiplicidad
de formas de vida, interpretaciones y maneras de actuar en nuestro mundo es un don que hay que
proteger. La batalla de Ospina contra el centralismo del hombre en el orden ontolgico es una
manera de proteger al mundo y a las especies que lo cohabitan. Pero en ese esfuerzo tambin se
encuentra un sitio para los humanos en ese mundo y se especifican algunas maneras de proteger
su efmera forma de ser. Lo que le interesa a Ospina es experimentar la fragilidad y la fugacidad
que no niegan la maravilla de lo infinito, la majestuosidad del mundo, de flora y fauna, de
hombres y animales, reunidos y siendo grandiosos a pesar de la barbarie y la muerte. Esa
maravilla es, para l, lo divino que est ah para ser experimentado por el humano. Ospina quiere
celebrar el mundo, alentar en los hombres el deseo de vivir, la voluntad de permanecer en la
tierra. (Poesa, p. 50.)
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naturalidad con que nombramos a un amigo o vecino. Es la familiaridad que brinda la lectura. Es
tambin una manera de darle textura a esa parte del mundo que no est ligada directamente a la
naturaleza pero que tambin necesita salvarse. La salvacin de los pensamientos y las palabras
est precisamente en compartirlas con otros seres humanos que las entiendan y valoren. En
Ospina, el placer de la lectura se convierte en una manera de recordarle a los otros que el
lenguaje escrito es tambin una aventura que expande el infinito concierto de apariencias y,
como tal, resulta digno de ser preservado y venerado. En su ensayo sobre Rimbaud nos advierte:
Bien s que no podra decir lo que fue Hlderlin. Me alegra poder decir
que nunca lo he ledo en alemn, que desconozco totalmente su lengua, no
porque esa ignorancia sea un mrito, sino porque me permite sentir que es
posible disfrutarlo y quererlo y pensar en l a travs de fragmentos y de
traducciones. Puedo decir que he ledo las interpretaciones que
Heidegger hace de su obra y me inquieta la manera como Hlderlin
resuena en la mente de los filsofos, el asombroso respeto de stos por la
resonancia de cada palabra, de cada imagen. Puedo decir que he ledo
los prrafos que le dedica a Hlderlin la Enciclopedia Britnica Puedo
decir que he hablado con un joven poeta alemn en las afueras de
Florencia, Yo saba que era un gran lector de Hlderlin y, como
siempre que conozco a un alemn, quise saber qu senta al leerlo. Se
qued silencioso un momento y despus me cont que nunca podra leer
sus poemas de comienzo a fin. Siempre tengo que detenerme me dijo y
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salir a tocar los muros y los rboles, a sentir que todava existe el mundo.
(Esos, pp. 134-135.)
Este texto marca la ruta de un lector no especializado que disfruta un texto: trata de
entenderlo, de regocijarse por lo que entiende y de comprender lo que no se conoce; trata de
emplazarlo, de encontrar en otras personas variantes de su resonancia y saborear lo que aade el
texto a los temas que acaparan su atencin. Ospina es un lector y escritor interesado y brillante
que se distancia de los estilos acadmicos. Da gusto encontrar estos temas en un ensayista que no
nos atosiga con innumerables notas al calce y con un vocabulario tcnico difcil de sostener en el
habla coloquial. Tanto su labor como periodista como su oficio de poeta lo capacitan para su
tarea de ensayista. Admiramos y gozamos sus ensayos porque creemos encontrar en ellos la
cordialidad de la amistad, concepto que le atribuye a Walt Whitman en Los cien aos de Walt
Whitman. (Esos, pp. 64-66.)
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