51 - Marti Puig - La Revolución Enredada
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LA REVOLUCIN ENREDADA
Tal como expuso Carlos Fonseca, Somoza era como una prenda preciosa donde se
aglutinaban todas las contradicciones del pueblo nicaragense, donde se confunda
un poco la liberacin nacional con la liberacin de la dictadura (2). Anastasio Somo-
za Debayle era el ltimo miembro de una dinasta que gobern Nicaragua desde
1933. Su padre, Anastasio Somoza Garca, fue el artfice del estado moderno nica-
ragense. En el perodo en que ste detent el poder, se establecieron las bases del
subsiguiente desarrollo econmico, poltico y, cmo no, tambin las condiciones
que posibilitaron la posterior ruptura revolucionaria (3).
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SALVADOR MART I PUIG
4) En cualquier caso el control del Estado es el objetivo ltimo de la actividad poltica. En este sen-
tido, todo estudio sobre su construccin y consolidacin debe identificar a los actores polticos, debe
definir a los grupos, clases o sectores de la sociedad, que participan en el conflicto en pos del control
del Estado, y cuyos intereses se reflejan en las decisiones polticas y en las medidas que desde la ad-
ministracin se ejecutan (WALTER, 1993). Existe abundante literatura que teoriza sobre el Estado en
Amrica Latina, y entre sta cabe destacar la compilacin de textos de clsicos sobre dicho tema:
BOSSET & KLARN, 1986. La literatura homloga para los casos centroamericanos es notablemente
ms reducida; con todo, es necesario sealar las siguientes obras: BALOYRA, 1983; BROCKETT, 1988;
CASTILLO-RIVAS, 1983; TORRES-RIVAS, 1983; WEEKS, 1986.
5) Respecto a la debilidad y a los crnicos conflictos entre las lites nicaragenses durante el siglo
xix y la primera mitad del xx cabe dirigirse a la obra: Barahona et al., 1983. En referencia a la misma
cuestin durante el perodo somocista nos remitimos al captulo 6 de Wheelock, 1976. En cuanto a la
capacidad de las lites polticas nicaragenses de articular un espacio poltico nacional es interesante
el trabajo: Berntzen, 1990.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
6) Tanto en el acceso como en la consolidacin del poder, los Somoza contaron con la absoluta
fidelidad de la Guardia Nacional (GN), de la que los miembros de la dinasta siempre detentaron la
mxima autoridad. La GN fue un gendarme domstico impuesto por los Estados Unidos una vez
que los marines abandonaron Nicaragua. Pero tambin fue un cuerpo garante del orden regional. La
dependencia personal de estas fuerzas hacia los Somoza se ejemplificaba con la estrategia en que se
organizaba la cpula de dicho cuerpo. Cualquier oficial con ambicin personal o carisma era desti-
tuido y expulsado del cuerpo, lo mismo suceda con aquellos que pretendan modernizar la institu-
cin. Los integrantes de la GN vivan en barrios separados, tenan hospitales y escuelas exclusivas y
otros privilegios negados al resto de la sociedad. Existe una notable literatura sobre esta institucin,
por su calidad destacan las obras de BOOTH, 1982; MILLET, 1979.
7) Sobre la regulacin legal del rgimen somocista, ver GONZLEZ, 1992: 66-70; WALTER, 1993.
8) La ms completa y detallada obra sobre la economa poltica centroamericana y sus efectos es
Bulmer-Thomas, 1987. En referencia a los efectos polticos del desarrollo econmico iniciado en
los aos cincuenta cabe dirigirse a Dunkerley, 1988: 169-219. Sobre este perodo Henry Kissinger
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SALVADOR MART I PUIG
expuso (Kissinger
( Report, en Dunkerley): With the launching of the Alliance for Progress in 1961,
the role of United States in Central American development underwent a major transformation. This
was a bold an unprecedented effort to encourage comprehensive national planning and to promote a
wide array of social, political, tax and land reforms... The goals of the Alliance were three: economic
growth, structural change in societies, and political democratization. But... it was only in the first area
that significant progress was made.
9) El desarrollo de estos acontecimientos estn relatados en Christian, 1985: 36-41. En este contexto,
en el marco de las elecciones celebradas en 1974, el nmero de partidos liberales y conservadores
disidentes creci notablemente. stos, junto con sindicatos no vinculados con el rgimen, crearon
una coalicin, liderada por Pedro Joaqun Chamorro, llamada Unin Democrtica de Liberacin
(UDEL), que pervivira hasta el perodo insurreccional. Respecto al nuevo mpetu que tom la lgica
cleptomanaca del rgimen, sta lleg a extremos draconianos. Con todo, como no hay mal que por
bien no venga, y tal como expuso un dirigente sandinista (Rushdie, 1987: 27-28: La carretera de
Campoa es de ladrillo, como otras carreteras en Nicaragua. Somoza tena una fbrica de ladrillos.
Despus del terremoto de 1972 se empe en que todas las vas de trnsito del pas se reconstruyeran
con ladrillos presidenciales, vendidos a la nacin a precios muy elevados. Pero nos dimos cuenta
que los ladrillos son muy fciles de apalancar me cont muy ufano Luis Carrin. De modo que
durante la insurreccin pudimos detener con facilidad sus convoyes, gracias muchas veces a esas
carreteras de ladrillos.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
Recuerdo lo que Leonel Rugama dijo al grupo de compaeros que estaba all dis-
cutiendo con l. Frunci el ceo y dijo: Hay que ser como el Che... ser como el
Che... ser como el Che... (10).
10) Frase extrada de la obra: CABEZAS, 1982: 20. En sta se expone la experiencia de los jvenes
estudiantes de la Universidad de Len y sus relaciones con el Frente Sandinista.
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SALVADOR MART I PUIG
A la luz del ejemplo ofrecido por la revolucin cubana, en toda Amrica Lati-
na, surgieron numerosos grupsculos revolucionarios (11). En 1959, en Managua,
se constituy la Juventud Patritica, organizacin con vocacin revolucionaria
y partidaria de la lucha armada. sta desaparecera poco despus, disgregndose
en una constelacin de organizaciones del mismo carcter. Posteriormente algu-
nas de ellas formaran el Movimiento Nueva Nicaragua, preludio del FSLN.
Ser en 1961, en Tegucigalpa, cuando se crear el Frente de Liberacin Nacional
(FLN), fruto de la voluntad de jvenes radicales disidentes del Partido Socialista
de Nicaragua (12) y del Partido Conservador. Los fundadores entre los que se
encontraban Carlos Fonseca Amador, Toms Borge y Silvio Mayorga perte-
necan a la generacin que observ la habilidad de Anastasio Somoza Garca
en instaurar un rgimen de carcter patrimonial y en cooptar a los cuadros del
Partido Conservador (13).
Las bases tericas a partir de las cuales el FSLN desarrollara su identidad y
proceder fueron: el marxismo, el vanguardismo, el foquismo y el nacionalismo. El
marxismo constituy una fuente de donde fluy una visin del mundo, un discurso
y un marco para la accin. Vctor Tirado, miembro de la Direccin Nacional, afir-
m (Tirado, 1986):
11) Esta influencia tambin se percibi en Nicaragua. En referencia a la revolucin cubana Toms
Borge expuso (BORGE, 1982): La victoria de la lucha armada en Cuba fue una luz que nos permiti
ver ms all de los antiguos dogmas [...] Fue la respuesta a nuestras dudas, la justificacin de nuestros
sueos.
12) El PSN perteneca a la III Internacional. ste nunca apost por la lucha armada ni por la va revo-
lucionaria. No cabe olvidar, a la vez, que en los primeros aos de Somoza Garca el PSN estableci
muy buenas relaciones con el rgimen al que percibieron como nacional-popular.
13) Para la obtencin de informacin ms detallada sobre la fundacin del FSLN y sus protagonistas
cabe remitirse a las obras: ALEGRA Y FLAKOLL, 1982; Borge en ARIAS, 1980; BLACK, 1981; BOOTH,
1982; BORGE, 1980; POMARES, 1979; POZAS, 1988.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
fue mucho ms eclctica. No todos los marxistas estaban en el Frente ni todos los
sandinistas eran marxistas. Carlos Fonseca, en 1964, observ que la estrategia del
FSLN pasaba por la creacin de una organizacin de amplia convocatoria (Fonseca
en Dunkerley, 1988: 221):
Pienso que los revolucionarios nicaragenses tienen que acogerse a la doctrina
que les permita construir la liberacin del pueblo de Nicaragua. En mi propio pen-
samiento estn presentes las races populares de diferentes ideologas, el marxis-
mo, el liberalismo, el socialcristianismo...
De las lecturas de Dbray, Harneker, Lenin, del estudio de la guerra de Ar-
gelia, de la revolucin vietnamita y cubana, los sandinistas tomaron el concepto
de vanguardia revolucionaria, que adquiri una importancia vital en el aspecto
organizativo. La premisa de que la existencia de una vanguardia en tanto que or-
ganizacin selectiva, jerrquica y disciplinada de militantes era un requisito para
el triunfo tuvo una gran influencia en la prctica organizativa del Frente Sandinista
(Gilbert, 1988). El foquismo fue un legado de la revolucin cubana. El FSLN se
convirti en una organizacin poltica armada donde la accin guerrillera era un
elemento central (14).
El nacionalismo y el anti-imperialismo eman del mito de Augusto Csar San-
dino, poltico liberal y jefe guerrillero, figura catalizadora del rechazo a la presen-
cia norteamericana durante el primer tercio del presente siglo. Este personaje fasci-
n a Carlos Fonseca co-fundador y terico del FSLN, quien en 1961, despus de
la campaa guerrillera de Rait-Bocay, refund el FLN para introducir el adjetivo
de Sandinista (15).
Una vez constituido el FSLN, la actividad guerrillera y la penetracin en el me-
dio rural tuvieron preeminencia sobre la organizacin, la educacin poltica de las
masas y la agitacin en las zonas urbanas. La guerrilla sandinista fue, en el grueso
de su historia, un pequeo foco guerrillero en las montaas del norte y centro del
pas que se nutra, mayoritariamente, de cuadros estudiantiles. De este largo pero-
do, el FSLN, si bien pudo sobrevivir a diversos ataques a los que se vio sometido,
obtuvo pocas victorias en el plano militar. Sin embargo, a partir de esa experiencia
14) La estrategia foquista provino de las obras de Dbray y Guevara. Estos la definieron como una
versin del marxismo-leninismo y como la nica estrategia posible para conseguir una victoria revo-
lucionaria cuando no existan slidos vnculos con las organizaciones populares. Segn los autores
citados, la lucha armada, en esos casos, supona la nica actividad posible para las organizaciones
revolucionarias (Dbray, 1961; Guevara en Nolan, 1986).
15) Sobre Augusto Csar Sandino existe vasta bibliografa, entre ella destacamos las siguientes
obras: HODGES, 1986; RAMREZ, 1974; SELSER, 1974.
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Este perodo se convirti en una de las referencias bsicas a partir de las cua-
les posteriormente se establecera la mitologa sandinista. Gioconda Belli, una de
las poetas ms representativas de la poesa nicaragense en el perodo sandinista,
escribira:
16) El fenmeno guerrillero latinoamericano de la segunda mitad del siglo veinte se ha dividido
cronolgicamente en dos perodos: la primera ola y la segunda ola. La primera hace referencia
a aquellas organizaciones que surgieron a la luz del ejemplo de la guerrilla cubana y que tuvieron
su actividad en la dcada de los sesenta. Estas guerrillas se caracterizaron por su implantacin en
zonas rurales y por su notable capacidad de maniobra. Bajo el denominador comn de guerrillas de
primera ola cabe destacar el Movimiento 26 de Julio (M-26) en Cuba; el Movimiento Revoluci-
onario 13 de Noviembre (MR-13) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en Guatemala; las
Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN)
y el Ejrcito Popular de Liberacin (EPL) en Colombia; el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) y el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN) en Per; el foco guerrillero liderado por Che
Guevara en Bolivia; y las Fuerzas Armadas de Liberacin Nacional (FALN) y el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR) en Venezuela. La segunda ola hace referencia al resurgimiento
de la actividad guerrillera, a partir de 1975. La segunda ola tuvo relevancia en algunos pases en
que anteriormente la guerrilla haba tenido poca incidencia en la vida poltica como El Salvador y
Nicaragua y en su revitalizacin en Guatemala, Colombia y Per. Para un mayor detalle sobre la
actividad guerrillera latinoamericana entre 1956 y 1990, ver: WICKHAM-CROWLEY, 1992.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
17) En El Salvador y Guatemala existi una dinmica poltica parecida; sin embargo en Nicaragua,
el conflicto poltico intra-elitario fue, desde el inicio del mandato de Somoza mucho ms crispado y
profundo. Existe una notable documentacin sobre este fenmeno. Para una mayor y ms detallada
exposicin sobre dichos acontecimientos las obras: BLACK, 1981; BOOTH, 1982; CHRISTIAN, 1986;
DUNKERLEY, 1988.
18) A mediados de los setenta, con el endurecimiento de la poltica represiva del rgimen somocista,
la desconexin y el alejamiento de los componentes del FSLN, empezaron a surgir discrepancias
en torno a cuestiones estratgicas. Estas discrepancias se zanjaran con dos escisiones en el seno de
la organizacin. Un sector, encabezado por Jaime Wheelock, plante priorizar la lucha poltica en
apoyo de las demandas de los sectores obreros y semi-proletarios de las reas urbanas. La direccin
poltica del FSLN se reafirm en los tradicionales planteamientos de carcter foquista de la Guerra
Popular Prolongada en las zonas rurales del pas. En octubre de 1975 se expuls formalmente a
quienes comulgaban con los nuevos planteamientos. De esta expulsin surgi la llamada Tendencia
Proletaria, organizacin que continu la actividad poltica en la zona noroccidental del pas. Sobre
estos acontecimientos hay ms informacin en Nolan, 1986: 75-88; Nez et al.,1991.
19) La segunda escisin se produjo a inicios de 1977, cuando Humberto Ortega convenci a la mayor
parte de la direccin sandinista de que las condiciones de una guerra civil insurreccional estaban ya
presentes (Nolan, 1986: 88-118; Ortega, 1981). La estrategia de los terceristas fue la incorporacin
de lites polticas civiles y colectivos populares urbanos en el proceso insurreccional (Nez, 1987).
La Tendencia Insurreccional supuso el traslado del peso de la lucha de la montaa a la ciudad. La
agitacin se concentr progresivamente en las ciudades y la cultura que gener fue concentrndose
en las masas urbanas. Mientras el FSLN aglutinaba y catalizaba las masas insurrectas de los barrios,
stas le daban un matiz claramente urbano (Nez et al., 1991).
20) Como muchos autores han sealado, el centro de reclutamiento bsico de los movimientos guer-
rilleros latinoamericanos ha sido la universidad. Esta afirmacin es especialmente cierta en el caso de
Nicaragua. Los estudiantes fueron los colectivos que ms intensamente apoyaron, y posteriormente
nutrieron, a la guerrilla sandinista. En este sentido tambin cabe recordar que buena parte de los mi-
embros del FSLN tenan su origen en las clases medias y acomodadas. Tal como expuso Jos Fajardo
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SALVADOR MART I PUIG
(Fajardo en WICKHAM-CROWLEY, 1993: 213): Buena parte de lderes sandinistas provenan de sectores
acomodados, as como de centros universitarios... y una alta proporcin de ella se haban educado
en colegios de los jesuitas. Sobre la misma cuestin son grficos los libros que narran experiencias
personales de los jvenes que se integraron en la actividad guerrillera: ARIAS, 1980; CABEZAS, 1982;
RAMREZ, 1990.
21) La literatura sobre la influencia y el papel jugado por la religin en el proceso poltico nicara-
gense es muy extensa, entre ella cabe destacar: BERRYMAN, 1984; CABESTERO, 1983a, 1983b; CASAL-
DLIGA, 1986; ECKSTEIN, 1989; GIRARDI, FORCANO y VIGIL, 1986; LEVINE, 1988, 1990; RANDALL, 1983;
RIEKE, 1990. Para el anlisis de este fenmeno en un marco latinoamericano es interesante referirse
a LEVINE, 1986, 1992.
22) Tal como expone Vilas (Vilas, 1984: 169-198) entendemos por sujeto sociall al participante real
de la insurreccin, como sntesis de determinaciones socioeconmicas de clase, ocupacionales, fa-
miliares, etc. e ideolgicas. Este concepto, segn Vilas, tiene un referente de clase, pero no reduce
el sujeto a la clase. El mismo autor advirti la extrema juventud
d de los participantes de la insurrecci-
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n el 71% tena entre 14 y 24 aos, una proporcin casi tres veces ms alta que el peso de ese
mismo grupo de edad en la pirmide demogrfica. La otra caracterstica bsica del colectivo revolu-
cionario fue el carcter popularr en sentido amplio de masas trabajadoras ms que de proletario en
sentido estrecho. La pequea produccin y el trabajo no asalariado emergieron como la fuerza social
bsica de la insurreccin. El sujeto social de la Revolucin Sandinista, en la etapa que culmina con
el triunfo del 19 de julio de 1979, se aproxima a otras revoluciones del Tercer Mundo: se trata, sobre
todo, de una revolucin popular y antiimperialista asentada en amplios colectivos populares.
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SALVADOR MART I PUIG
Tal como hemos expuesto en anteriores trabajos (Mart, 1992), retomando el an-
lisis que estableci Duverger (Duverger, 1961) al contrastar las categoras Gemeins-
chaft, Gesellschaftt y Bund, cabra clasificar el FSLN en la tipologa de Bund, en tanto
que colectivo creado deliberadamente, de carcter casi-sagrado, la adhesin al cual
requiere un compromiso que orienta la totalidad de actos de los miembros.
El tamao (nmero de miembros) fue, durante todo este perodo, muy reducido.
Durante la dcada de los sesenta y la primera mitad de los setenta la organizacin
difcilmente lleg a los 150 miembros, entre legales y clandestinos, aumentando
sensiblemente si se tiene en cuenta a los colaboradores. A partir de 1977, con la
progresiva descomposicin del rgimen somocista y las diferentes convocatorias
insurreccionales, se observ un crecimiento sustancial de la organizacin. Con
todo, despus de realizar un recuento exhaustivo de todos los miembros y colabo-
radores de las tres tendencias, la cifra no lleg a los 500 (Arce en Invernizzi et al.,
1986; Dunkerley, 1988).
Referente a la estructura del poder organizativo (23), sta se caracteriz fruto
del reducido tamao y su articulacin altamente jerarquizada por su simplicidad:
los recursos del poder organizativo se concentraban y gestionaban en la cpula par-
tidaria. Una cuestin de vital importancia fue la naturaleza de las relaciones entre el
Frente y su entorno organizativo que eran las organizaciones de masas de orien-
tacin sandinista, muchas veces creadas bajo el auspicio del propio FSLN. Esta
relacin se caracteriz por la dependencia de las organizaciones a favor de los intere-
ses del Frente y en funcin de la lucha armada. En este sentido, la articulacin entre
guerrilla y movimiento popular, en Nicaragua, tuvo un proceso inverso al acaecido
en la mayora de pases de Amrica Latina y, en especial, a los casos salvadoreos
y guatemaltecos, donde primero fue la activacin del movimiento popular y poste-
riormente la vinculacin o creacin de organizaciones guerrilleras el FMLN en El
Salvador y la URNG en Guatemala. As pues, las organizaciones de masas, en tanto
que apoyaban la lucha contra la dictadura, se adheran y subordinaban a las direc-
trices del Frente (24). Esta visin de organizacin centralizada, reducida y altamente
23) Utilizamos dicho concepto tal como lo presenta Angelo Panebianco en su obra (PANEBIANCO,
1990). La estructura del poder organizativo se basa en los llamados recursos del poder organizativo
en tanto que factores en torno a los cuales se desarrollan las actividades vitales de una organizacin:
la competencia, las relaciones con el entorno, la comunicacin, las reglas formales, el financiamiento
y el reclutamiento.
24) Cabe sealar que la tradicin organizativa popular en Nicaragua fue relativamente escasa hasta
mediados de la dcada de los setenta. El nacimiento y activacin de Organizaciones de Masas fue, en
gran medida, fruto de militantes sandinistas con el objetivo de articular grupos amplios de apoyo a la
lucha armada. As surgi la Asociacin de Trabajadores del Campo (ATC), los Comits de Defensa
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De Somoza se dir no slo que derram sangre de su pueblo, sino que la vendi en
el extranjero (25).
En Managua, en la maana del martes 10 de enero de 1978, Pedro Joaqun
Chamorro director del peridico La Prensa, lder del movimiento conservador
Alianza Nacional Conservadora (ANC) y de la coalicin opositora Unin Demo-
crtica de Liberacin (UDEL), y mximo dirigente de la oposicin civil al rgimen
somocista comenz su viaje diario desde su casa, situada en el parque de Las
Palmas, hacia las oficinas de La Prensa. Poco despus de las ocho de la maana,
mientras pasaba por las ruinas de lo que haba sido la ciudad antes del terremoto de
1972, su coche fue interceptado por una furgoneta. Le obligaron a detenerse. Desde
la furgoneta le dispararon y seguidamente emprendieron la huida.
Civil (CDC), el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER). De esta forma, a diferencia de lo que
sucedi en El Salvador, donde la red asociativa de carcter popular tena una larga tradicin y nunca
se subordin incondicionalmente a las directrices de los grupos guerrilleros en aras de mayor
independencia pero en detrimento de la eficacia y rapidez de la lucha insurgente, en Nicaragua, la
dependencia absoluta de estas organizaciones a las directrices del FSLN supuso una notable sincro-
nizacin entre la estrategia armada y la movilizacin popular.
25) Expresin extrada de CHAMORRO (1990: 318).
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SALVADOR MART I PUIG
26) Los acontecimientos que sucedieron de enero a septiembre de 1978 estn detallados con precisi-
n en SHIRLEY, 1985: 54-76.
27) En 1959 la mayora de partidos polticos de la oposicin, bajo el liderazgo del Partido Conserva-
dor, crearon la Unin Nacional Opositora con el fin de presionar al rgimen somocista y dar apoyo al
que sera el ltimo alzamiento armado dirigido por los conservadores. En dicho alzamiento partici-
paran cuadros de las Juventudes Conservadoras que posteriormente intervendran en la vida poltica
de los aos setenta entre ellos estaban Pedro Joaqun Chamorro, Reinaldo Tfel, Coronel Kautz.
28) El Partido Liberal Nacionalista (PLN) era el partido del rgimen somocista. Mientras que a la
Guardia Nacional le estaba adjudicado el papel de repartir sanciones, el Partido Liberal Nacionalista
se convirti en el instrumento para distribuir los beneficios y las recompensas. Articulado a partir de
una red clientelar, su funcin era la de confeccionar un apoyo civil al rgimen. La relativa autono-
ma del rgimen frente a las clases dominantes permiti, en sus inicios, una cierta retrica obrerista
expresada en la promulgacin del Cdigo del Trabajo. Concesiones de este tipo le permitieron
consolidar un apoyo dentro de algunos sectores del movimiento sindical. La red civil del somocismo
se completaba con la institucin de los jueces de mesta, responsables del mantenimiento del orden
en las comunidades campesinas. Para la obtencin de informacin ms detallada sobre la articulacin
civil del somocismo cabe dirigirse a Gonzlez, 1992: 63-79; Walter, 1993: 66-117.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
29) Hablando con la gente, sta an recuerda que, en enero de 1967, una coalicin poltica opositora,
bajo el nombre de Unin Nacional Opositora, realiz una manifestacin en Managua en apoyo a la
candidatura presidencial del lder Fernando Argello. La manifestacin termin con un ataque de la
Guardia Nacional en el cual perdieron la vida 500 manifestantes. Cuatro aos ms tarde, Fernando
Argello firmara un pacto, llamado Kupia Kumi, con Somoza Debayle. Este suceso marc profun-
damente la credibilidad, y posterior desarrollo, de los partidos polticos opositores.
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SALVADOR MART I PUIG
na que Pedro Joaqun Chamorro se haba erigido, por sus continuas denuncias al
rgimen, en hombre de horca y cuchillo, mediante la insolencia, el irrespeto, la
falta de tica moral y social, que lo estn conduciendo a lmites insospechados, de
mucho peligro para l (Encuentro en Gonzlez, 1992: 106).
El asesinato del lder opositor convirti, como muy bien sentenci Robert Pas-
tor que en aquel entonces ejerca como consejero de asuntos latinoamericanos
en el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, la crisis poltica en
crisis revolucionaria (Pastor, 1987: 59). Todo el mundo conoca las prcticas repre-
sivas y la impunidad con que la Guardia Nacional asesinaba a los opositores, pero
los hombres de negocios, las lites econmicas, los miembros de las grandes fami-
lias, se haban considerado seguros como para llevar a cabo una oposicin pacfica.
Esta forma de actuar formaba parte de un acuerdo no escrito de la misma forma
que haba determinados sectores econmicos donde los Somoza no deban in-
miscuirse pero Pedro Joaqun Chamorro era uno de ellos, descendiente de presi-
dentes y generales, y su asesinato significaba que ya nada ni nadie garantizaba su
derecho a discrepar ni, y esto era mucho ms grave, su seguridad.
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La Resurreccion, capitulo dos.
En el mundo de la fsica, cuando una manzana cae de un rbol, sigue una trayecto-
ria totalmente previsible. De conocer la distancia de sta al suelo podemos llegar a
saber, incluso, la velocidad y la aceleracin que tendra en el momento del impacto.
En el mundo de las ciencias sociales las cosas son un poco diferentes. Si las revo-
luciones fueran manzanas, al caer del rbol, su trayectoria siempre sera incierta.
Nunca, a priori, podramos llegar a saber si la trayectoria de nuestra manzana se-
guira una lnea recta o parablica, no tendramos ni siquiera la certidumbre de que
sta impactar en el suelo.
Las revoluciones son manzanas cuya trayectoria, una vez desprendidas de la
rama del rbol que las sostiene, siempre es incierta. Quiz por esta razn el estudio
de las revoluciones siempre ha fascinado a los cientficos sociales.
El proceso revolucionario nicaragense fue, en este sentido, una manzana de
trayectoria inesperada. As lo demuestra el texto de Booth y Walker, dos estudiosos
norteamericanos especializados en el istmo centroamericano, que recuerda cmo
interpretaban los acontecimientos ocurridos en Nicaragua medio ao antes del
triunfo de la insurreccin (Booth y Walker, 1993: 209):
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SALVADOR MART I PUIG
2) La narracin detallada de las reacciones de la administracin Carter, los contactos que se esta-
blecieron con los presidentes y con las lites polticas centroamericanas est expuesta en los libros
de los norteamericanos CHRISTIAN, 1985; PASTOR, 1987; PEZZULLO Y PEZZULLO, 1993. Como ya se ha
indicado Pastor perteneci al Consejo Nacional de Seguridad y Lawrence Pezzullo, que escribi el
libro con su hijo, fue el embajador norteamericano en Managua durante el perodo de la insurreccin.
Otra perspectiva de los mismos acontecimientos, desde Panam, puede leerse en la obra del escritor
ingls Graham Green: GREEN, 1985.
3) El 22 de septiembre de 1978 se reuni con carcter de urgencia la OEA con dos objetivos: la crea-
cin de una Comisin Interamericana de Derechos Humanos para realizar un informe in situ sobre las
violaciones de los derechos humanos acaecidas en Nicaragua, y el establecimiento de una Comisin
de Mediacin formada por representantes de los EE. UU., Guatemala y la Repblica Dominica-
na con el objetivo de mediar entre Somoza y la oposicin civil. Una semana despus, Somoza
acept la propuesta de realizar un plebiscito. Cuestiones referentes a la supervisin internacional, la
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
renuncia inmediata de Somoza, y las desavenencias entre sectores de la oposicin hicieron fracasar
el tortuoso proceso negociador.
4) El 17 de julio de 1978 se constituy el Movimiento del Pueblo Unido (MPU) donde figuraban
como fuerzas polticas principales la tendencia Proletaria, la GPP P y el Partido Comunista de Nica-
ragua. En esta organizacin se integraran, a la vez, diferentes sindicatos y organizaciones populares.
5) Sobre la intensa red de relaciones familiares en el quehacer poltico nicaragense pre y postt revo-
lucionario cabe dirigirse a las obras: CASAUS, 1992; STONE, 1990; VILAS, 1992.
6) Ya desde inicios de 1977 la tendencia tercerista promovi la creacin de un grupo de doce nota-
bles nicaragenses que posteriormente se conocera como el Grupo de Los Doce, de reconocido
prestigio internacional y sin adscripcin poltica partidaria. ste se opuso a la continuidad de Somoza
en la presidencia y propuso al FSLN como interlocutor en el proceso de transicin. Dicho grupo
estaba formado por Sergio Ramrez (escritor y acadmico), Fernando Cardenal (sacerdote), Arturo
Cruz (economista, funcionario del BID en Washington), Joaqun Cuadra Chamorro (abogado con-
servador, del grupo del Banco de Amrica), Felipe Mantica (gran empresario vinculado al grupo
del Banco de Amrica), Carlos Gutirrez (mdico), Ernesto Castillo (abogado), Miguel DEscoto
(sacerdote), Carlos Tunnermann (ex-rector de la Universidad Nacional), Casimiro Sotelo Rodrguez
(arquitecto), Emilio Baltodano Pallais (empresario), Ricardo Coronel Kautz (ingeniero agrnomo)
y, posteriormente, se integraran Reynaldo Antonio Teffel y el sacerdote Edgar Parrales. En julio de
1978, se creara el Frente Amplio Opositor (FAO), donde estara presente el Grupo de Los Doce, el
PLI, el MLC, la ANC, el PSN, el PCN, el PSC, el PCA, el PPSC, diferentes confederaciones sindica-
les vinculadas a dichos partidos, y el recin creado Movimiento Democrtico Nicaragense (MDN)
partido fundado por un grupo de jvenes empresarios y dirigido por Alfonso Robelo. Referente a
las relaciones internacionales, los terceristas (calificados como el sector socialdemcrata del FSLN)
mantuvieron excelentes relaciones con el entonces presidente venezolano Carlos Andrs Prez y sus
homlogos Torrijos, en Panam, y Ouduber y Carazo, en Costa Rica. Estos amigos fueron unos
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SALVADOR MART I PUIG
buenos aliados que intercedieron en su favor en los foros internacionales, actitud que no fue ajena a
las agrias relaciones que mantuvieron stos con Somoza. En este sentido, el 9 de septiembre de 1978
Venezuela firm un pacto de defensa con Costa Rica que iba a facilitar el flujo de armas al FSLN.
Posteriormente, el 21 de noviembre, Costa Rica rompi relaciones con Nicaragua.
7) La Direccin Nacional, que se mantendra intacta hasta el Congreso Nacional del FSLN en 1991,
estara formada por Humberto Ortega, Daniel Ortega y Vctor Tirado, provenientes de la tendencia
tercerista, Bayardo Arce, Toms Borge y Henry Ruiz, de la GPP P y Luis Carrin, Jaime Wheelock y
Carlos Nez, de la proletaria.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
8) En relacin a los frentes guerrilleros el documento mencion al Frente Norte Carlos Fonseca, al
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SALVADOR MART I PUIG
A partir de mayo, los pueblos y ciudades del norte fueron cayendo en manos de
los sandinistas, que llevaban ya varios meses entrando y saliendo de ellos. El hecho
de que el rgimen perdiera el control de las poblaciones situadas en el norte del pas
no fue casual. Tal como expuso Ren Vivas (Vivas en Arias, 1980: 110):
Fueron veintin largos aos en los que el sandinismo logr, con su ejem-
plo, hegemonizar la crisis poltica del somocismo. ste fue nuestro prin-
cipal logro: el habernos ganado la autoridad, el cario y la confianza del
pueblo. Nosotros no habamos logrado ni siquiera una estructura parti-
daria, ni un aparato de agitacin intermedia de masas, y mucho menos
una organizacin militar. Lo que habamos logrado, sin embargo, era lo
fundamental: la autoridad poltica y moral.
Frente Nor-oriental Pablo Ubeda, al Frente Sur Benjamn Zeledn, el an no ubicado Frente
Roberto Huembes y el Frente Interno.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
Paralelamente, en San Jos de Costa Rica durante los meses de mayo y ju-
nio se negoci la composicin de Junta de Gobierno de Reconstruccin Nacional
(JGRN). En pocos das se llev a cabo una frentica actividad negociadora entre
los miembros del FSLN, la oposicin civil y los altos funcionarios estadounidenses
bsicamente Lawrence Pezzullo, embajador en Managua y William P. Bowdler,
subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. Los temas bsicos que se
trataron fueron la creacin de un nuevo poder civil y la configuracin de una reno-
vada fuerza militar que preservara una parte de la Guardia Nacional e integrara la
guerrilla sandinista. Referente a las autoridades civiles, la JGRN fue integrada por
cinco miembros: Violeta Chamorro, viuda de Pedro Joaqun Chamorro, Alfonso
Robelo, empresario, lder del MDN e integrante del FAO, Daniel Ortega, represen-
tante del FSLN, Sergio Ramrez, representante del Grupo de Los Doce y Moiss
Hassn, representante del MPU. En lo que respecta a la cuestin militar, la inten-
cin del embajador norteamericano de construir un cuerpo armado formado por la
Guardia Nacional y los sandinistas bajo un mando aceptado por los Estados Unidos
no pudo establecerse con independencia de lo que suceda en la arena militar.
Los desenlaces fueron inesperados. Cada uno de los actores sigui una estrate-
gia con el objetivo de maximizar sus bazas. En este sentido, los sandinistas, segn
expone Sergio Ramrez, se salieron con la suya (Ramrez en Arias, 1980: 201-202):
Yo creo que los yanquis se dieron cuenta de que la Guardia estaba derrotada
cuando comenzaron a presionar para que la Junta de Gobierno se ampliara con dos
miembros ms. Lo nico a lo que ellos aspiraban era salvar una parte de la Guar-
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SALVADOR MART I PUIG
dia Nacional. En ese tiempo se estaba hablando de que hubiera un Jefe de Estado
Mayor de la Guardia Nacional que arreglara el surgimiento de un nuevo ejrcito
con el Frente Sandinista. Nosotros, tcticamente, insistamos en que era posible.
En los ltimos das, Bowdler nos dijo que qu da queramos nosotros que Somoza
renunciara, porque tena en sus manos la renuncia. Entonces nosotros fuimos retra-
sando la fecha mientras acabbamos de consolidar nuestras fuerzas. El plan de los
Estados Unidos era que aquello apareciera como una transicin ordenada del poder
y que ellos quedaran como una especie de rbitros.
Como ya es sabido el desenlace fue, para el antiguo rgimen y para los intereses
de la administracin norteamericana, el peor de los posibles. Somoza abandon el
pas cediendo el poder al Congreso de la Repblica. Francisco Urcuyo, un poltico
allegado a la familia Somoza, fue elegido Presidente por el Congreso. ste, cre-
yndose presidente constitucional, declar su intencin de agotar el mandato es-
tablecido legalmente hasta 1981 y orden a la Guardia Nacional que continuara la
guerra. La reaccin de Urcuyo supuso la imposibilidad de establecer ningn nexo
de continuidad entre el rgimen somocista y el nuevo poder emergente, as como la
rendicin incondicional de la Guardia Nacional.
En breves instantes se vino a bajo la estrategia cuidadosamente articulada por
los esmerados policymakers norteamericanos. El resultado final, sin embargo,
guarda relacin con las enseanzas que, en su da, expuso el florentino Niccolo de
Machiavelli en su obra El Prncipe: cuando el pueblo toma las armas contra ti,
poca ser la ayuda que te puedan ofrecer los aliados extranjeros.
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Mao Zedong expuso, hablando de revoluciones, que las causas externas podan
convertirse en operativas solo a travs de las causas internas. Con una temperatura
conveniente, de un huevo puede salir un pollito, pero nunca, de una determinada
temperatura, una pieza de madera se convertir en un pollito.... Parafraseando
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9) El caso guatemalteco sera el nico donde se pretendi llevar a cabo un proyecto reformista en el
breve perodo que transcurre entre las presidencias de Arvalo y Arbenz. Dicho intento, como ya es
sabido, fue abortado por las fuerzas reaccionarias guatemaltecas. Descartamos tambin el caso de Costa
Rica por tratarse de un pas con un desarrollo poltico diferente del resto de las naciones de la regin.
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10) Este hecho ayuda a explicar que su reclutamiento se diera a travs de las tendencias terceristas y
proletarias. La tendencia de la guerra popular prolongada, por su nfasis en una estrategia de guer-
rilla rural, qued al margen de este proceso. Con todo, por su ubicacin geogrfica, la GPP mantuvo
vnculos con colectivos de estudiantes de la Universidad de Len.
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La gestacion del regimen, capitulo tres. NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
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2) Existe diversa literatura sobre las dinmicas de cambio de regmenes a partir de procedimientos
rupturistas, entre ellos cabe destacar: TILLY, 1975: 519-530.
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por la Corte Suprema de Justicia (6). Con referencia a los cuerpos armados el Pro-
grama de Gobierno se limit a mencionar la organizacin de un nuevo Ejrcito Na-
cional cuyos principios fundamentales seran la defensa del proceso democrtico
y la soberana e independencia de la nacin, y de una Polica Nacional que estara
sujeta a un rgimen especial que tomara en cuenta la naturaleza de las funciones
cvicas y de proteccin de la ciudadana.
A la par que se establecan los principios y reglamentos de la nueva institu-
cionalidad, en la sociedad civil se desarroll una dinmica poltica que, en ningn
caso, fue ajena a la forma traumtica en que se desarrollaron los acontecimientos.
La ruptura violenta con el antiguo orden no se hizo sentir solamente en las esferas
jurdico-administrativas del gobierno sino en todas y cada una de las instancias del
poder.
En este sentido, la cuestin clave de las revoluciones sociales es que no solo
hay que construir un nuevo Estado, sino que hay que articular, simultneamente, a
la sociedad civil. Este hecho implica que el poder no solo est en los resortes del
Estado, sino en cada una de las instancias de esta sociedad. En estas circunstancias,
el poder no est dado, esperando que se redistribuya, sino que se construye y crece
con el desarrollo de nuevas formas de organizacin civil, que articulan y movili-
zan a diferentes colectivos. En el caso nicaragense, cabe apreciar que, una vez
derrocado el somocismo, no exista un Estado susceptible de transformacin. A la
derrota de la dictadura le sigui una estampida de todo el aparato militar, poltico
y jurdico-administrativo de tal manera que el poder emergente tuvo que reponer
todo el andamiaje organizativo necesario para atender a las necesidades de la po-
blacin (Nez et al., 1988: 195-196).
En tal contexto, a los pocos das de la victoria insurreccional, el diario ofi-
cial del FSLN Barricada proclam la consigna: Organizacin, organizacin,
organizacin! (Gilbert, 1988: 41). Los cuadros sandinistas, en aquellas circuns-
tancias, fueron ocupando puestos de responsabilidad, no solo en los aparatos del
Estado donde los compartan con las dems fuerzas de la coalicin, sino en los
espacios donde se reorganizaba la vida cotidiana de la poblacin (7).
6) El Sistema Judicial fue el poderr que tuvo mayor autonoma relativa respecto a la voluntad poltica
del FSLN, pero tambin fue el pilar ms dbil de los tres poderes del Estado (MOLERO, 1988: 48).
Cabe sealar que, con todo, varias instancias del ejecutivo terminaron ejerciendo funciones judici-
ales, como en el caso del Ministerio de Justicia. Tal vez, en este sentido, el conflicto ms relevante
fue la creacin de los Tribunales Populares Antisomocistas a los que se opuso sin xito la Corte
Suprema y que entre noviembre de 1979 y febrero de 1981 encausaron 6.310 guardias somocistas.
7) Durante la insurreccin el FSLN tena una indudable ascendencia y prestigio en el seno de la
sociedad. En esta atmsfera, las organizaciones populares, en tanto que espacios de participacin
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Durante los primeros meses despus del triunfo revolucionario, las denomi-
nadas Juntas Municipales de Reconstruccin fueron la nica expresin poltico-
administrativa del Estado en toda la extensin territorial del pas. stas, que goza-
ron, por lo general, de un amplio apoyo popular, fueron designadas por ciudadanos
que tenan como principal fuente de legitimidad ser depositarios de la confianza
poltica del FSLN. A estas primeras expresiones de poder les correspondi el res-
tablecimiento de la normalidadd en sus localidades poner en funcionamiento y
administrar los servicios bsicos de la poblacin, as como la normalizacin y el
ejercicio de responsabilidades vinculadas al orden (Nez et al., 1991: 197). Dicha
situacin reflejaba como en todo proceso revolucionario que el poder naca de
la insurreccin y de la guerra y an guardaba mucho de la lgica de sta. Institu-
cionalizar significaba ordenar un poder que estaba parcelado y segmentado en una
multitud de grupos armados.
Si bien dicha dinmica tuvo lugar desde el inicio del perodo postinsurrec-
cional, fue en el documento llamado Anlisis de la coyuntura y tareas de la Re-
volucin Popular Sandinista donde, adems de interpretar los acontecimientos
acaecidos, se esboz la reorganizacin del FSLN y su estrategia en el nuevo
escenario (8). En este documento se plasmaran las pretensiones hegemnicas y
mayoritarias del FSLN.
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9) Cabe tener en cuenta que el FSLN naci como una organizacin poltico-militar que tena la lucha
armada como uno de sus pilares bsicos. En el Programa Histrico del FSLN confeccionado en
1969 ya se expuso la necesidad de sustituir la Guardia Nacional por un ejrcito de carcter po-
pular y revolucionario capaz de defender la revolucin frente a las fuerzas reaccionarias y del impe-
rialismo (FSLN, 1970). Sobre el aspecto de la titularidad de los instrumentos de fuerza y coaccin,
los sandinistas siempre tuvieron presente el derrocamiento de los gobiernos de Jacobo rbenz en
Guatemala y de Salvador Allende en Chile por parte de los sectores ms reaccionarios de las Fuerzas
Armadas. El FSLN, en este sentido, era consciente del peligro que supona una institucin militar
ajena al proyecto poltico revolucionario.
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lado, se observ un ncleo de fuerzas que se fue posicionando, cada vez con ms contundencia, en
contra del rgimen el anlisis de este grupo, junto con otros elementos, ser el objeto del siguiente
epgrafe.
13) Cabe sealar que en aquellos momentos el FSLN estaba adquiriendo una compleja articulacin
organizativa que, muchas de las veces, se confunda y supla a la del Estado. Sobre este fenmeno es
grfico exponer que, cada vez ms, la Direccin Nacional del FSLN, compuesta por nueve Coman-
dantes, iba convirtindose en la mxima autoridad del rgimen tanto a nivel simblico como real.
14) La pretensin de subordinar polticamente a las lites econmicas nicaragenses fue uno de los
objetivos prioritarios del FSLN en su primer lustro en el poder. Este proyecto es uno de los ejes de la
obra que escribi Jaime Wheelock, miembro de la Direccin Nacional del FSLN: WHEELOCK, 1985.
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15) Sobre esta cuestin es grfico el pargrafo que escribi el escritor ingls Graham Green cuando,
invitado por el presidente de Panam, Omar Torrijos, asisti a la clausura de la Campaa Nacional
de Alfabetizacin (GREEN, 1985: 167): Yo me senta desconcertado ante su reaccin hasta que re-
cord lo que significaba la palabra elecciones en Nicaragua. En el transcurso de su largo reinado
Somoza haba convocado con frecuencia elecciones, legitimando as su dictadura, al menos ante los
Estados Unidos, ganndolas siempre por mayora, de tal forma que para la mayora de la gente que
se encontraba all la palabra elecciones significaba engao.
16) Existe abundante literatura aunque no sistematizada sobre las polticas pblicas llevadas a
cabo por el gobierno sandinista durante sus primeros aos en el poder; nosotros destacamos a: WILLI-
AMS, 1991; BAUMEISTER, 1991; RICCIARDI, 1991.
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Este fenmeno, sin duda, no fue ajeno al discurso que el FSLN desarroll du-
rante los aos en que estuvo en la clandestinidad. En un contexto de represin,
exclusin y privaciones, el FSLN elabor un discurso donde el concepto demo-
cracia tena ms que ver con las condiciones cotidianas de gran parte de las masas
campesinas y urbanas que con un entramado institucional de garantas jurdicas. En
esa direccin, al inicio de su llegada al poder, FSLN percibi y anunci la demo-
cracia como una cuestin ms amplia que la electoral:
17) Sobre este debate, cabe observar que el mayor o menor nfasis en la dimensin socioeconmica
o en la participacin electoral, se relaciona tambin con el perfil social particular de cada colectivo.
Generalmente son las clases medias y altas quienes ponen ms nfasis en la cuestin de la democracia
entendida como proceso electoral. Esto tiene su lgica, pues las contradicciones a partir de las cuales
estos sectores se integran en el proceso revolucionario son fundamentalmente de naturaleza poltica,
o ideolgica. La transformacin socioeconmica y las nuevas vas de participacin social, les resul-
tan menos importantes que la vigencia de las instituciones representativas. Sin embargo, para amplios
sectores de la poblacin que sufren ante todo la pobreza, la marginacin y la arbitrariedad del poder,
la satisfaccin de las necesidades materiales bsicas, y el logro de un sentimiento de estabilidad y de
seguridad, tienden a ser las cuestiones centrales: no es que no estn interesados en la libertad, pero
sta tambin incluye librarse de las privaciones materiales (VILAS, 1991b: 5).
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18) Estas fueron las palabras del secretario adjunto de defensa, Fred Ikl, pronunciadas ante el Con-
sejo de Asuntos Exteriores de Baltimore el 12 de septiembre de 1979. La cita pertenece a Chace en
BARB, 1985: 261.
19) Sobre esta cuestin son grficas las acciones que desarrollaron los Somoza en los conflictos con
gobierno de Teodoro Picado en Costa Rica durante la guerra civil (1948); en diversos problemas
fronterizos con Jos Figueras (1949 y 1955); por el apoyo otorgado a Castillo Armas en Guatemala
(1954); o en la preparacin del intento de invasin de Cuba de Baha Cochinos (1961).
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Otra de las figuras en las que se inspir la poltica exterior de Reagan fue
Jeane J. Kirkpatrick, profesora de Ciencias Polticas de la Universidad de Geor-
getown y posteriormente, en 1981, embajadora de los Estados Unidos en la ONU,
20) Del monto total de la ayuda aprobada por el Congreso 5 millones eran en granos bsicos cultiva-
dos en los Estados Unidos y el resto en crdito para la compra de bienes norteamericanos; esta ayuda,
a la vez, tena como condicin que el 60% se canalizara a travs de empresas privadas, que el gobi-
erno mantuviera inalterada las garantas hacia los derechos humanos, que se celebraran elecciones en
un perodo breve de tiempo y que no se utilizaran los fondos para pagar personal cubano (ROBINSON
& NORSWORTHY, 1987: 40).
21) Existe abundante literatura sobre la poltica de Reagan respecto a Nicaragua, mucha de ella, sin
embargo, utiliza un tono ms bien panfletario venga del lado que venga que acadmico. Entre
las obras de carcter riguroso cabe destacar: KORNBLUH, 1987; LAFEBER, 1987; ROBINSON & NORS-
WORTHY, 1987; WALKER R ed., 1987, WHITEHEAD, 1983.
22) Prrafo extrado de: Documento Committee of Santa Fe, en KORNBLUH, 1991: 230.
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quien, una vez derrocado Somoza en Nicaragua y el Sha en Irn, expondra sus
dudas sobre la naturaleza de los nuevos regmenes emergentes (Kirkpatrick en
Whitehead, 1983: 327):
Both Somoza and the Shah were, in central ways, traditional rulers of semi-
traditional societies... neither sought to reform his society in the light of any
abstract idea of social justice or political virtue... Both did tolerate limited
opposition... but both were also confronted by radical, violent opponents...
Both rulers, therefore, sometimes invoked martial law to arrest, imprison,
exile, and occasionally, it was alleged, torture their opponents... the Shah
and Somoza were not only anti-Communists, they were positively friendly
to the US, sending their sons to be educated in our Universities, voting with
us in the United Nations and regulary supporting American interests and
positions... In each of these countries the American effort to impose libera-
lization and democratization on a government confronted with violent in-
ternal opposition not only failed, but actually assisted the coming to power
of new regimes in wich ordinary people enjoy fewer freedoms, and less
personal security than under the previous autocracy regimes, moreover,
hostile to American interests and policies.
The key point to be made now is that while we must move promptly, we
must assure that our political, economic, diplomatic, propaganda, mili-
tary, and covert actions are well coordinated (23).
23) Las afirmaciones de McFarlane son parte de las declaraciones realizadas una vez estallado en
escndalo Irn-Contra (Farlane en KORNBLUH, 1987: 326-346).
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En esta estrategia, se contemplaba una nueva visin de los conflictos blicos que,
segn los manuales editados por el Pentgono, pretenda una synergistic application
of comprehensive political, social, economic and psycological efforts. Combinando
diferentes espacios de intervencin, la administracin norteamericana pretenda llevar
una total war at the grassroots level. En Nicaragua esta estrategia de guerra total
se articul en cinco frentes: operaciones paramilitares encubiertas, apoyo a las ope-
raciones militares de la oposicin armada, desestabilizacin econmica, una ofensiva
propagandstica, y el apoyo a la articulacin de los sectores sociales nicaragenses
opuestos al proyecto sandinista (Kornbluh, 1987: 327; Nez et al., 1991: 121-140).
As pues, ya en sus primeros pasos, el rgimen tuvo que enfrentarse a una ad-
ministracin estadounidense que desarrollaba una estrategia agresora ya fuera
directamente a travs de operaciones de sabotaje coordinadas por la CIA o a travs
del apoyo hacia los grupos armados contrarrevolucionarios que empezaron a asen-
tarse en la frontera hondurea, el Frente Democrtico Nicaragense (FDN), en la
Costa Atlntica (los grupos MISURA y KISAN) o en los territorios limtrofes con
Costa Rica, ARDE y posteriormente el Frente Surr (24). En este sentido, una eco-
nomista norteamericana, al analizar las diferentes estrategias de desestabilizacin
norteamericanas sobre diversas experiencias revolucionarias en Amrica Latina,
expuso por qu en el caso de Nicaragua se llev a cabo una poltica de agresin
directa a travs de un ejrcito contrarrevolucionario (Helwegwe, 1989: 231):
The USA had a few avenues for exerting economic pressure in Nicaragua.
Standards of living among most Nicaraguans did not depend on foreign
support, and idle land provided an opportunity to improve standards of
living among rural Nicaraguans without increased access to foreign ex-
change. US support of the contras has created the economic disruption
that could not be achieved with sanctions; agricultural output has been
24) Quienes crearon la Contra fueron colectivos pertenecientes al bloque somocista desplazado del
poder tras la insurreccin y que, posteriormente, se organizaron con gran celeridad. El primer paso
fue la creacin de una fuerza armada irregular llamada Legin Quince de Septiembre el mismo
nombre de una de las unidades especiales de la Guardia Nacional y que posteriormente se pasara
a llamar Frente Democrtico Nicaragense (FDN). Sus dirigentes eran altos cargos del rgimen so-
mocista el exponente ms visible era el ex-comandante de la Guardia nacional Enrique Bermdez.
Posteriormente se crearan dos ncleos ms de grupos de carcter armado, uno en la zona limtrofe de
Costa Rica, compuesto bsicamente por cuadros del COSEP y por profesionales que colaboraron, en
sus inicios, con los sandinistas; y otro en la Costa Atlntica, donde errores polticos de los sandinistas
junto con el liderazgo de lderes autctonos y de la iglesia morava gestaron un conflicto que conver-
tira esa zona en uno de los puntos ms delicados del proceso revolucionario.
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25) Sobre la actividad desestabilizadora de los Estados Unidos hacia los proyectos polticos de carc-
ter transformador cabe dirigirse a: HELWEGWE, 1986. En relacin a la postura intervencionista de la
administracin norteamericana respecto a la poltica latinoamericana, ver: BOESNER, 1982.
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26) Sobre esta cuestin es grfica la atencin que dio y el discurso que gener la administracin
Reagan. Un claro ejemplo de ello fue cuando el presidente Ronald Reagan, en la sesin conjunta
del Congreso y el Senado de los Estados Unidos, el 27 de abril de 1983, declar (Reagan a GOROS-
TIAGA, 1984: 372): No existe ninguna rea en el mundo que est tan integrada al sistema poltico y
econmico de los Estados Unidos y ninguna tan vital para nuestra seguridad como Amrica Central.
Si perdemos esta regin seremos incapaces de prevalecer en ninguna otra parte del mundo. Nuestra
credibilidad se pondra en duda, nuestras alianzas se colapsaran, y la seguridad poltica de nuestra
pas estara gravemente amenazada.
27) No es casual que buena parte de la legitimidad que se auto-otorg la administracin nortea-
mericana, en relacin la intervencin en Nicaragua, fuera el potencial desestabilizador del proyecto
poltico en la regin y su voluntad de exportar la revolucin. En relacin a ello ver: BARB, 1985;
ELLIOT, 1987; REAGAN, 1983, 1984; US Department of State, 1984, 1985.
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La busqueda de la Hegemonia, capitulo cuatro.
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The indirect impact of the war was inequally great. Military aggression has
produced a general distortion of national economic and social life in a who-
le number of areas: the non-productive use of scarce resources, the lack of
both labour and machinery in the productive sectors, the relocation of large
sectors of rural population, the disarticulation of channels of circulation
goods, an inorganic money supply, a growing fiscal deficit, budget imba-
lances etc. About half of government spending, and about 20 per cent of
economically active population, have been absorbed by the defence effort.
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El Frente Sandinista, que naci bajo la consigna de la lucha armada, tres aos
despus de su acceso al poder se vio nuevamente en la necesidad de reempren-
der la actividad militar y, con ella, una dinmica de direccin, trabajo y autoridad
propia de las situaciones blicas. En dicho contexto, en la organizacin del FSLN
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funcin que el FSLN asign a las organizaciones de masas fue la de velar y trabajar
por el fortalecimiento de la revolucin y la de ser los verdaderos instrumentos de
expresin y canalizacin de las demandas ms apremiantes de las masas (Nez en
Pozas, 1980: 20-21); en la prctica, no obstante, prevaleci la primera de las tareas.
El FSLN convoc las organizaciones de masas y las moviliz, sobre la base de
un control centralizado desde el partido y el gobierno, como si se trataran, la mayor
de las veces, de piezas de ajedrez. Dicha tendencia se agudiz con la intensifica-
cin de la guerra y con el aumento de las restricciones econmicas. En este nuevo
escenario fueron surgiendo contradicciones crecientes entre los intereses inmedia-
tos y cotidianos de la gente y aquellos llamados estratgicos para la defensa del
proyecto revolucionario. El resultado fue que la participacin popular comenz a
decaer (Vilas, 1990b: 24):
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
Las elecciones de las que nosotros hablamos, son muy distintas de las
elecciones que quieren los oligarcas y traidores, conservadores y libera-
les, los reaccionarios y los imperialistas... Recuerden que son elecciones
para mejorar el poder revolucionario, pero no para rifar quin tiene el po-
der, porque el poder lo tiene el pueblo a travs de su Vanguardia, el Frente
Sandinista de Liberacin Nacional y su Direccin Nacional.
4) En el prximo epgrafe haremos referencia a los diferentes colectivos sociales que, con el tiempo,
iran adhirindose al proyecto antisandinista propugnado por la Contra.
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ley de partidos polticos donde se estableca que el objetivo de estos era la obten-
cin del poder del Estado (5).
El porqu de la creacin de una ley de semejantes caractersticas ha sido objeto
de mltiples cavilaciones. Hay quien ha expresado la triple funcionalidad de dicha
ley. Por un lado se trataba de mostrar la voluntad de continuar el proceso revolu-
cionario en un marco de pluralismo poltico, despejando cualquier duda sobre su
intencin de establecer un rgimen de partido nico. En segundo lugar, se pretenda
establecer un instrumento capaz de recomponer el frgill consenso interno. Y final-
mente, porque dicha ley podra utilizarse como instrumento de presin poltica para
obligar a que los opositores se definieran sobre su lealtad hacia la legalidad vigente
(Gonzlez, 1992: 363-362).
La anticipacin de la convocatoria electoral y el carcter exclusivamente par-
tidario de sta hay que tener en cuenta que, hasta entonces, en el Consejo de
Estado haba representacin partidaria y corporativa puede explicarse a partir de
un complejo entramado de razones y circunstancias.
En las sociedades pequeas y atrasadas, muy abiertas al sistema internacio-
nal, como son las centroamericanas, la gravitacin de los factores externos es muy
fuerte e indica, por definicin, fuertes constricciones a sus actores polticos. En
este contexto, la articulacin entre lo interno y lo externo es, por lo tanto, intensa
y compleja: nada es totalmente interno y nada es exclusivamente externo (Vilas,
1991a: 2). En dicho sentido, el ascenso de la agresividad del gobierno norteameri-
cano y sus esfuerzos diplomticos por aislar internacionalmente a Nicaragua lleva-
ron al sandinismo a reforzar una estrategia de amplias alianzas externas y, en este
marco, a modificar su forma de encarar la cuestin electoral (6).
El discurso de los sandinistas respecto a esta decisin fue ambiguo e irregular.
Ciertos lderes declararon la naturaleza estratgica de las elecciones mientras que
otros se refirieron a ellas como parte sustancial y preconcebida, como un rasgo
definitorio y original, del proyecto revolucionario.
Sobre el acontecimiento electoral, el comandante Toms Borge declar (Borge
en Molero, 1988: 102-103):
5) La ley fue aprobada en sesin plenaria por el Consejo de Estado el 17 de agosto de 1983 y publica-
da en la Gaceta, Diario Oficial, n. 210, decreto n. 1312 de la JGRN del 13 de septiembre (GONZLEZ,
1992: 400).
6) Era evidente que para un grupo grande de gobiernos latinoamericanos y europeos, y organismos
no gubernamentales, que no compartan la estrategia norteamericana, la legitimidad insurreccional
reclamada por el FSLN era indiscutible pero insuficiente, y solo convocando unos comicios electora-
les plurales y limpios el gobierno sandinista podra legitimarse.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
Para una parte del Frente las elecciones de corte occidental que se cele-
bran en Nicaragua suponen realmente una concesin, necesaria en aras de
la paz, pero una concesin al fin [...] Existe un consenso bsico: a nivel
estratgico, los intereses de la burguesa deben estar subordinados a los
del proyecto revolucionario en su conjunto, y a nivel tctico, las eleccio-
nes son una decisin necesaria en funcin de la paz, y stas desde luego,
no ponen en juego el poder sandinista.
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SALVADOR MART I PUIG
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
estrategia de los Estados Unidos hacia Nicaragua (Font y Gom, 1991: 55). Su
objetivo fue el de propiciar las condiciones polticas para ampliar la base social de
la Contrarrevolucin.
La CDN y el COSEP, quienes haban exigido con ms insistencia la convocato-
ria de elecciones, expusieron, en diciembre de 1983, nueve puntos como precondi-
cin para su participacin en los comicios. Entre las demandas de la CDN se con-
templaba la existencia de ciertas condiciones para el desarrollo de unas elecciones
limpias: el cambio de poltica, por parte del FSLN, en referencia a la legislacin
de la propiedad privada, a las Fuerzas Armadas y a las organizaciones de masas, y
el establecimiento de negociaciones entre el gobierno y representantes de la Contra.
El 21 de julio de 1984 la CDN present a Arturo Cruz, funcionario del Banco
de Desarrollo Inter-Americano en Washington, ex-miembro de la JGRN y ex-em-
bajador de los Estados Unidos hasta 1982, como posible candidato presidencial; sin
embargo, el 25 del mismo mes Cruz anunci, en Managua, que la CDN boicoteara
las elecciones. Por otro lado, las negociaciones entre el FSLN y la CDN se prolon-
garon hasta octubre. En septiembre se reabri el dilogo siendo el Presidente de
Colombia, Belisario Betancur, el mediador. El ltimo intento negociador se realiz
en Rio de Janeiro, en el marco del encuentro de la Internacional Socialista donde
Willy Brandt ejerci de mediador. De este encuentro, entre Arturo Cruz y Bayardo
Arce, no surgi ningn acuerdo.
El 3 de noviembre, cuando Arturo Cruz quien pretenda otorgar a la CDN la
representatividad exclusiva de la oposicin al sandinismo regres a Washington
declar a la prensa que las elecciones nicaragenses eran totally ridiculous and
illegitimate... a farce (LASAA (7), 1984: 19).
Sobre la estrategia de la CDN, Robert McCartney, corresponsal de Washington
Post, expuso (Barnes & Weaver, 1991: 125):
7) Las siglas LASA se refieren al grupo de investigacin de la Latin American Studies Association,
asociacin de carcter acadmico con sede en Pittsburg.
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SALVADOR MART I PUIG
El otro bloque electoral estaba compuesto por los partidos polticos agrupa-
dos en la coalicin FPR el PPSC, el PLI y el PSN. Los tres partidos sostuvie-
ron posturas nacionalistas y opuestas a la actitud de la administracin Reagan. El
PCD, quien nunca se integr en el FPR, concurri en las elecciones con una actitud
nacionalista y anti-abstencionista abstenerse es dar el voto al FSLN, expuso
Clemente Guido, su candidato presidencial.
El PPSC, el PLI y el PSN participaron activamente en la campaa electoral. En
el transcurso de sta se observ un progresivo distanciamiento entre dichos parti-
dos y el sandinismo, siendo el caso ms emblemtico el del PLI. En su convencin
Nacional, celebrada poco antes de las elecciones, la mayora de sus delegados vota-
ron a favor de la retirada de la candidatura liberal de los comicios. Virgilio Godoy,
candidato presidencial del PLI y ex-ministro de Trabajo hasta la convocatoria de la
campaa, anunci la retirada del PLI del registro electoral. En contra de esta pos-
tura Constantino Pereira, el candidato a la vice-presidencia, rechaz tal decisin y
convoc a la militancia liberal a votar.
A la izquierda del FSLN, el PCdeN y el MAP-ML continuaron exponiendo su
visin de aquello que tena que ser la revolucin, a la vez que acusaban al FSLN de
pequeo-burgus. El MAP-ML, inicialmente opuesto a participar en las elecciones
argumentando que stas ofreceran demasiado espacio a las fuerzas polticas bur-
guesas, finalmente concurri. El PRT no particip en ellas.
El FSLN particip en la campaa electoral bajo el lema de consolidar el po-
der popular. El Frente Sandinista, convencido de su superioridad y ascendencia
no hizo abuso de los resortes del poder (LASA, 1984: 18-26). La frase de Daniel
Ortega al anunciar el proceso electoral: Nunca hemos sido tan fuertes como hoy...
Nunca el poder del pueblo podr ser derrotado, ni con balas ni con votos (Ortega
en Envo, 1984: 19b), resuma el estado de nimo de esta formacin a quien los
sondeos le otorgaban ms de un 75% del sufragio.
Segn las delegaciones observadoras, el desarrollo de la campaa y la jornada
electoral se desarrollaron con una correccin poco propia en los comicios centro-
americanos (8).
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
Con todo, fracas la pretensin de los sandinistas de que los comicios sirvieran
como herramienta legitimadora del proceso poltico iniciado en 1979 ante la admi-
nistracin norteamericana. A diferencia de los casos salvadoreo y guatemalteco,
la administracin Reagan desacredit las elecciones nicaragenses, haciendo solo
referencia a la postura expresada por la CDN, el COSEP y la jerarqua catlica (9).
Tambin siguieron la misma direccin diversas publicaciones peridicas norteame-
ricanas de gran audiencia. La revista Time expuso: No han sido unas elecciones
demasiado vlidas. Slo han sido una representacin electoral de los sandinistas
[...] Los sandinistas ganaron como era de prever, el resultado nunca estuvo en duda,
en cierta manera, fue un anticlmax (Time en Chomsky y Herman, 1990: 202).
Fue precisamente durante la semana en que se desarrollaba la recta final de la
campaa cuando apareci en una agencia informativa norteamericana la noticia de
que un buque de carga con direccin a Nicaragua transportaba aviones soviticos
MIG. Se cre un ambiente de crispacin entre la opinin pblica estadounidense
respecto a la hipottica amenaza que suponan los sandinistas. Este acontecimien-
to, y no las elecciones, ocup la atencin de los medios de comunicacin (10). Las
elecciones nicaragenses pasaron desapercibidas (Chomsky y Herman, 1990: 229).
En referencia al tratamiento que las autoridades norteamericanas dieron a stas, un
alto oficial estadounidense expuso (LASA, 1984: 32):
The Unites States is not obliged to apply the same standard of judgement
to a country whose government is avowedly hostile to the US as a coun-
try, like El Salvador, where it is not. These people (the sandinistas) could
bring about a situation in Central America which could pose a threat to
US security. That allows us to change our yardstick.
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SALVADOR MART I PUIG
11) En funcin de la legislacin entonces vigente, la inscripcin a las elecciones de 1984 era requisito
para la obtencin de personalidad jurdica.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
4.2. LA CONTRARREVOLUCIN
99
SALVADOR MART I PUIG
12) Despus del derrocamiento del rgimen somocista, en la frontera hondurea se asentaron cerca
de 8.000 ex-guardias. Un buen porcentaje de ellos, al poco tiempo de su llegada, empezaron a reorga-
nizarse. A mediados de 1981 ya era pblica la preparacin y el entrenamiento militar de ex-guardias
nacionales por parte de ex-boinas verdes en centros de adiestramiento en California, Lousiana, Flo-
rida y Carolina del Norte (LOZANO, 1989: 291).
13) Sobre las relaciones secretas entre la administracin Reagan, la CIA y el Consejo Nacional de
Seguridad con las fuerzas de la Contra, cabe dirigirse a LAFEBER, 1993: 294-338; YEVES, 1990.
14) Tal como expuso la editorial de una revista nicaragense, la diferencia bsica, a inicios de los
aos ochenta, entre los diversos conflictos armados en Centroamrica era que (Envo en IBARRA,
1991: 101) en el Salvador y en Guatemala las races de la guerra estn dentro. Se trata de un conflic-
to que surge de una profunda injusticia estructural. En Nicaragua las races de la guerra estn fuera.
Se trata de un conflicto que surge contra el reordenamiento de la sociedad hacia una mayor justicia.
Este es un elemento bsico que indica la asimetra de estas dos guerras.
Posteriormente como observaremos, con el desarrollo del conflicto, la guerra contrarrevoluci-
onaria ir adquiriendo un carcter donde las variables internas tendran un papel de gran relevancia.
Es cierto que en su inicio la guerra contrarrevolucionaria respondi a factores externos, con el paso
del tiempo y, debido a ciertos errores del sandinismo, se iran involucrando ciertos colectivos sociales
nicaragenses.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
apoyo exterior. La estrategia que stas realizaran sera, por un lado, la presentacin
de una imagen moderada y pluralista con el objetivo de obtener slidos apoyos
en la administracin Reagan y en el Congreso estadounidense y, por otro, la uni-
ficacin del mximo de grupos antisandinistas bajo una misma organizacin en
aras de aumentar la credibilidad de la amenaza y consolidar un bloque alternativo
al gobierno sandinista.
En la direccin expuesta, el 7 de diciembre de 1982, en una conferencia de
prensa realizada en el Hilton Convention Centerr de Florida, se present el directo-
rio poltico del FDN organizacin bajo cuyas siglas la CIA haba logrado reunir
a la mayor parte de bandas armadas antisandinistas surgidas de la desintegracin de
la Guardia Nacional que actuaban en las zonas fronterizas del norte del pas (15) y a
las que, posteriormente, se iran integrando otras organizaciones antisandinistas de
carcter militar que actuaban en otras regiones (en la zona de la costa del Caribe y
en la frontera costarricense (16)).
Con el anuncio de que el directorio del FDN estara compuesto exclusivamente
por civiles, dicha organizacin pretenda dar una nueva (17). Sobre la base de esta
imagen moderada, la administracin norteamericana pudo canalizar ayuda finan-
15) El espectro de organizaciones armadas antisandinistas, en su inicio, fue amplio y confuso. Los
primeros grupos en constituirse, a finales de 1980 e inicios de 1981, fueron la Legin 15 de septi-
embre, el Ejrcito de Liberacin Nacionall y la Alianza Democrtica Revolucionaria Nicaragense,
conformados en su mayor parte por oficiales y soldados de la desaparecida Guardia Nacional asen-
tados en Honduras. Por esas fechas tambin se estructur la Organizacin 11 de Noviembre, antece-
dente de la Unin Democrtica Nicaragense creada por elementos que se opusieron a Somoza y
que pocas semanas despus del triunfo revolucionario adoptaron posiciones antisandinistas y cuyo
brazo armado fueron las Fuerzas Armadas Revolucionarias Nicaragenses. Mediante la fusin de las
tres primeras organizaciones, a finales de 1982 se cre la Fuerza Democrtica Nicaragense (FDN),
asentada en la frontera hondurea-nicaragense y, sin duda, la ms importante y numerosa.
16) A inicios de la dcada de los ochenta existan tres frentes militares: 1) la zona fronteriza con
Honduras, donde actuaba la FDN; 2) la zona de la Costa Atlntica, donde actuaban organizaciones
militares lideradas por lderes locales; y 3) la zona sur, donde actuaba la organizacin Alianza Revo-
lucionaria Democrtica (ARDE) capitaneada por el ex-comandante sandinista Edn Pastora y por
el antiguo miembro de la JGRN Alfonso Robelo. Con el tiempo, las organizaciones que actuaban en
los frentes de la Costa Atlntica y sur, o se integraran al armazn orgnico y estratgico de la FDN o
se desactivaran militarmente debido a su derrota militar o al entablamiento de negociaciones con el
gobierno sandinista. Por esta razn, a lo largo del presente epgrafe haremos referencia a la estrategia
y organizacin de la FDN y a sus peridicas mutaciones.
17) Si bien la composicin del directorio poltico de la Contra era formado por seis civiles sobre siete
miembros, el Estado Mayor lo integraban en su totalidad antiguos oficiales de la Guardia Nacional.
El carcter bsicamente ex-somocista de los dirigentes militares de la Contra se mantendra durante
casi toda su existencia, as, por ejemplo, a principios de 1985, 46 de los 48 jefes militares ms impor-
tantes de la FDN provenan de la Guardia Nacional.
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SALVADOR MART I PUIG
ciera y logstica hacia dicha organizacin. A partir de entonces, ciertos medios in-
formativos norteamericanos ofrecieron una imagen democrtica y civil de la Con-
tra (Washington Inquirerr en VV. AA., 1984: 62):
18) Durante ese ao, oficiales de la CIA haban confirmado al comit de inteligencia de la Cmara
de Representantes de los Estados Unidos que la voladura de los puentes de Ro Negro y Ocotal, en
el mes de marzo, haba sido ejecutada por equipos de expertos en demolicin entrenados por dicha
agencia (LOZANO, 1989: 293). A inicios de 1983, dicha agencia destin 50 millones de dlares en
actividades de inteligencia en la regin centroamericana que involucraban 150 agentes y tcnicos.
Posteriormente tambin se supo que el ataque a los depsitos de combustible del puerto de Corinto,
el 11 de octubre de 1983, se llev a cabo por agentes latinos de la CIA conocidos en ingls por las
siglas UCLA (Unilateral Controlled Latino Assets).
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
19) Las ofensivas de mayor envergadura que realiz la Contra, en esa poca, fueron cinco: 1) en
diciembre de 1982 fuerzas de la FDN intentaron tomarse la ciudad nortea de Jalapa, a la vez que MI-
SURA organizacin supeditada a la FDN que operaba en la Costa Atlntica intent apoderarse
de Puerto Cabezas. En ambas operaciones, en caso de haber resultado exitosas, se habra instalado un
gobierno provisional contrarrevolucionario; 2) en enero y febrero de 1983 la FDN consigui infiltrar
dos mil hombres en la franja norte de Nicaragua; 3) en septiembre de 1983 la FDN y ARDE atacaron
objetivos econmicos y estratgicos entre los que destacaron el bombardeo del aeropuerto Augusto
C. Sandino de Managua, las terminales de descarga de petrleo en Puerto Sandino y los depsitos de
combustible de Corinto; 4) a inicios de 1984 se minaron los tres puertos ms importantes del pas,
Corinto, Puerto Sandino y El Bluff donde se descubri la complicidad directa de la CIA; y 5) en
abril y mayo de 1984 la FDN consigui la mayor penetracin de fuerzas contrarrevolucionarias en el
pas introduciendo casi seis mil hombres hasta el centro del pas, donde, por primera vez, consigui-
eron permanecer varios meses. Para una informacin ms extensa de dichos ataques: POZAS, 1988:
110-117. Hasta el ao 1984 la contrarrevolucin llev la iniciativa en la arena militar, suponiendo un
reto real a la existencia misma del rgimen. A partir de entonces, aqulla perdi terreno e iniciativa
frente a las fuerzas sandinistas.
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SALVADOR MART I PUIG
efectivos humanos con que nutrir sus filas y la posibilidad de que sta se implantara
en un medio hostil a las fuerzas sandinistas (20).
La implicacin de dichos colectivos en el proyecto contrarrevolucionario
fue desigual, tanto en lo que atae a sus intereses como a la secuencia temporal
de su enrolamiento. La jerarqua de la Iglesia Catlica fue, desde los inicios de
la revolucin, portavoz de los sectores ms conservadores, a la vez que dio cierta
legitimidad a la Contra y nutri de discurso, valores y argumentos a colectivos que
iban distancindose del proyecto sandinista. El COSEP se implic con la Contra-
rrevolucin en la medida en que sta le proporcion espacios de presin donde
hacer sentir sus intereses. Las comunidades campesinas del interior y de la Costa
Atlntica se integraron en la Contrarrevolucin una vez que entraron en contacto
(o tropezaron) con el proyecto sandinista. stas recurrieron al discurso tradicional
que les ofreci la jerarqua eclesistica y lucharon con las armas por la pre-
servacin de un medio de vida, una articulacin social y un haz de valores de corte
tradicional que el sandinismo les violent. La Contra les ofreci el espacio y los
medios con qu luchar.
La cuestin religiosa fue uno de los aspectos que contribuy a la polarizacin
de la sociedad nicaragense. Aunque las relaciones entre el sandinismo y la Igle-
sia Catlica han de observarse desde la heterogeneidad de los dos colectivos, el
proyecto sandinista tuvo la hostilidad de la jerarqua eclesistica y de buena parte
de la poblacin que asuma como propios los valores religiosos tradicionales (21).
Seran las jerarquas religiosas las primeras en denunciar, anticipndose incluso a
las fuerzas polticas de la oposicin, las tendencias hegemnicas de los sandinistas.
En los inicios del perodo revolucionario, la confrontacin entre la Iglesia Ca-
tlica y el FSLN se expres en torno a la promocin y apoyo de los sandinistas a la
20) Creemos que por la singular dinmica y naturaleza que adquiri el conflicto poltico en la Costa
Atlntica, dicha cuestin, aunque sea importante tenerla presente, no nos corresponde analizar con
profundidad en el presente estudio. Con la pretensin de trazar las lneas bsicas de lo que supuso el
conflicto acaecido en la Costa Atlntica, cabe enunciar que, en dicha zona, hasta la fecha, pervivieron
redes de articulacin social de tipo muy primario. El contacto de esta regin con el resto del pas
era casi nulo cabe observar que los costeos re refieren al resto de los nicaragenses como los
espaoles. Con la llegada, en 1979 de la Revolucin sandinista, y con ella un conjunto de trans-
formaciones sociales y polticas, los costeos reaccionaron con la precaucin con que se recibe un
proyecto ajeno. La mutua incomprensin y los recelos acab generando una dinmica de hostilidad.
Posteriormente, la utilizacin de dicho conflicto por la administracin norteamericana desencaden
un enfrentamiento abierto que no cesara hasta a mediados de la dcada, con el establecimiento de
negociaciones a partir de las cuales se dictara el Estatuto de Autonoma de la Costa Atlntica.
21) Sobre el enraizamiento y la polarizacin del conflicto religioso durante el perodo sandinista hay
una extensa literatura: DODSON, 1991; CABESTERO, FORCANO Y VIGIL, 1986; LEVINE, 1990b; RIEKE, 1990.
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
22) La Iglesia Catlica argument sus discrepancias con el proceso poltico revolucionario con gran
profusin. De entre los medios de que sta dispuso cabe resaltar su constante aparicin en el diario
La Prensa. Mensajes de tipo similar tambin fueron transmitidos por radios cuyas seales llegaban
desde Honduras y Costa Rica.
23) La jerarqua eclesistica realiz durante todo el perodo sandinista declaraciones oficiales que
acusaban y combatan al gobierno. Entre estas cabe destacar cuatro que tuvieron gran repercusin.
La primera, el 18 de febrero de 1982, en la que daban cuenta de graves violaciones de los derechos
humanos del pueblo miskito. Una segunda, en agosto de 1983, mediante la cual rechazaban el servi-
cio militar obligatorio, cuyo proyecto de ley estaba, en esos momentos, en el Consejo de Estado, por
considerar que el ejrcito de Nicaragua era de carcter partidista. La tercera se refera a los comicios
de 1984, ante los cuales la Conferencia Episcopal les dio el mismo trato que a los ltimos realizados
bajo el somocismo. La ltima de las cuatro, realizada en Miami, en enero de 1986, por el Cardenal
Obando y por el obispo Vega, donde se descalificaba el veredicto de la Corte Internacional de Justicia
de la Haya que culpaba a los Estados Unidos de intervenir en Nicaragua (CORAGGIO Y TORRES, 1987:
230). Junto a declaraciones de este tipo, se silenciaron las operaciones de la contrarrevolucin, las
cuales solan ir acompaadas de pasquines en los que se afirmaba que Miguel Obando, el Papa y
Dios, compartan sus acciones. Generalmente los obispos se negaron a oficiar servicios religiosos a
las vctimas de los contras. Desde 1984 las jerarquas catlicas demandaron un dilogo con los con-
trarrevolucionarios, calificados como alzados en armas (GONZLEZ, 1992: 289).
24) Desde principios de los ochenta, la sucesin de enfrentamientos y acusaciones convirtieron al
COSEP en el eje articulador de las fuerzas opositoras no es casualidad que una buena proporcin
de los partidos opositores tuvieran como lderes a directivos de esta organizacin. En el fondo, de-
bido a la dbil estructuracin asociativa y partidaria de Nicaragua, la mayor parte de profesionales
no simpatizantes con el sandinismo se agruparon en esta confederacin de carcter gremial. De las
diferentes organizaciones agrupadas en el COSEP surgieron buena parte de los dirigentes, el financi-
amiento, el apoyo, los contactos internacionales y la infraestructura para, posteriormente, crear una
oposicin cvica real al FSLN.
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SALVADOR MART I PUIG
25) Los valores tradicionales y la retrica anticomunistas fueron, para los colectivos campesinos, dos
referentes en la lucha contra el sandinismo. En esta direccin, la frase, tantas veces repetida, de Con
Dios y patriotismo derrocaremos al comunismo! es una pequea muestra.
26) En lo que se refiere a actividad diplomtica, el gobierno sandinista no se limit a las negociacio-
nes promovidas por el Grupo Contadora (marco negociador creado, en enero de 1983, por Mxico,
Venezuela, Colombia y Panam), sino que en varias ocasiones convoc al Consejo de Seguridad
de la ONU. Los proyectos de resolucin propuestos por el gobierno nicaragense en el marco de la
ONU siempre fueron vetados por los representantes norteamericanos. Cabe sealar, finalmente, que
tambin se recurri a foros partidarios de carcter internacional como la Internacional Socialista o
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NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCIN ENREDADA
la COPPAL.
27) La estrategia belicista de la administracin Reagan se agudiz desde finales de 1984. A mediados
de 1985 el presidente Reagan realiz discursos en el Congreso donde calific a los contrarrevolu-
cionarios como los paladines de la libertad. En marzo de 1986, al entrevistarse con los tres lderes
ms relevantes de la Contra Calero, Robelo y Cruz Reagan afirm: Yo tambin soy un contra
(POZAS, 1988: 216).
28) Sobre la recuperacin de la iniciativa del gobierno sandinista en la arena militar ver: NEZ et al.,
1991: 271-293; POZAS, 1988: 229-253. Respecto a la capacidad del gobierno sandinista para entablar
negociaciones con ciertos colectivos enfrentados y a la rectificacin de ciertas polticas sobre todo
en lo que se refiere a la Costa Atlntica y la Reforma Agraria, ver: CORAGGIO Y TORRES, 1987: 94-
110.
29) Cabe distinguir esta organizacin de la coalicin electoral que, con las mismas siglas, se present
a los comicios de 1990.
30) Entre los acontecimientos que marcan un hito en el escenario centroamericano cabe destacar: 1)
el entablamiento, por primera vez, de negociaciones de pacificacin entre los presidentes centroame-
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ricanos (Esquipulas I y II); 2) la resolucin de la demanda del gobierno nicaragense que present
ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya; y 3) la relevancia que tom el escndalo Irn-
Contra y su impacto en la administracin Reagan.
31) No debemos olvidar que el conflicto centroamericano provoc grandes divisiones entre la opi-
nin pblica norteamericana y que no siempre las ayudas solicitadas por la administracin Reagan
fueron aprobadas por el legislativo. A la vez, un estudio realizado por la Rand Corporation (un
think-tankk asociado al Pentgono) concluy que una invasin de tropas estadounidenses a Nicaragua
requerira unos 100.000 efectivos, que se tratara de una guerra relativamente larga e intensa, y que
supondra una gran movilizacin en las ciudades norteamericanas de los colectivos pacifistas
(Gutman en LAFEVER, 1993: 300).
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32) Solo Alfredo Csar, empresario que colabor con el gobierno sandinista hasta 1982, y Azucena
Ferrey, miembro del PSC y de la CDN, eran nuevos en la direccin. Los cuatro miembros restantes
haban figurado ya en anteriores organizaciones contrarrevolucionarias.
33) El entrecomillado pertenece a unas declaraciones que realiz la portavoz de la cancillera del
gobierno sandinista extradas del peridico La Vanguardia (7-5-1985).
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