Amicus Curiae Paper
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Introduccin1
En el presente artculo expondr el origen de la institucin del amicus curiae en el
derecho romano, su desarrollo y evolucin en el common law de Inglaterra y en el
sistema jurdico de los EUA, as como su incipiente arraigo en Mxico. Describir
asimismo sus caractersticas, su influencia en los EUA y dar ejemplos de su uso.
I. Antecedente en Roma
Existen numerosos estudios en los que se atribuye el origen de la institucin del
amicus curiae al derecho romano, sin proporcionar ningn dato o referencia especfica
ni aportar prueba alguna. Las nicas dos fuentes que mencionan dichas referencias
precisas son el Bouviers Law Dictionary2 y un estudio de Alexander Adam, rector
de la Escuela Superior de Edinburgh, publicado en 18423. En virtud de que ambos
estudios se basan sustancialmente en las mismas fuentes, es decir, en los grandes
juristas romanos, me referir nicamente al de Adam por ser el ms antiguo.
1 Agradezco a mi hijo Gabriel el haberme auxiliado en la investigacin para este artculo, y a la Escuela
de Derecho de Harvard University por haber puesto a mi alcance, a travs de Gabriel, la mayor parte
del material bibliogrfico consultado para este artculo, sin el cual no hubiera podido escribirlo.
2 Bouviers Law Dictionary, 3rd revision (eighth edition), Buffalo, N.Y., 1984.
3 Adam, Alexander, Roman Antiquities: or an Account of The Manners and Customs of The Romans, New York,
W.E.Dean, Printer & Publisher, 1842.
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El juez, especialmente si era uno, designaba a algunos abogados para asistirlo con
su consejo, por lo cual eran llamados consiliari.5
El juez, por lo comn, se retiraba con sus asesores para deliberar, y pronunciaba
sentencia de acuerdo con sus opiniones.6
Bien pronto las cortes inglesas hallaron otra utilidad para el amicus: evitar
las demandas fraudulentas. En el caso de Coxe versus Phillips, de 1736, Coxe
demand a Mrs. Phillips el pago de un pagar. La demanda era sin embargo
fraudulenta. Mrs. Phillips haba estado casada con un tal Muilman, pero su matrimonio
haba sido declarado nulo, a peticin de Muilman, en razn de matrimonio anterior
no disuelto de Mrs. Phillips. Muilman contrajo nuevo matrimonio lo cual provoc
la furia y deseo de venganza de Mrs. Phillips. Ella aleg como defensa en la demanda
fraudulenta que en razn de su matrimonio con Muilman era incapaz para contraer
4 Ibdem, p.129.
5 Ibdem, p. 166.
6 Ibdem, p. 167.
7 Anales jurdicos, originalmente manuscritos, en los que se preservaban los precedentes (casos) de la
tradicin del common law.
8 Bouviers Law Dictionary, op. cit.
9 The Princes Case, 8 Co. I (1606), citado por The Harvard Law Review Association, Harvard Law Review, vol.
34, No. 7, mayo 1921, p.774.
10 Krislov, Samuel, The Amicus Curiae Brief: From Friendship to Advocay, in The Yale Law Journal, Vol. 72, No. 4, Mar. 1963,
p. 695.
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1. Primer uso
El primer uso de este instrumento ocurri en 1821, en el caso de Green versus Biddle
[21 U.S. 1 (1823)]12. Green, terrateniente de Kentucky, demand a Biddle la
desocupacin de un predio de su propiedad que Biddle ocupaba ilegalmente. Biddle
exigi el pago de las mejoras que haba realizado en el predio, invocando dos leyes
del estado de Kentucky. Green contraargument que dichas leyes eran inconstitucionales
puesto que Kentucky tena celebrado un pacto con Virginia, mediante el cual se
haba obligado a legislar en materia inmobiliaria siguiendo el derecho de Virginia,
que no reconoca el derecho a compensacin por mejoras.
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2. Henry Clay
Quin fue Henry Clay, cuyo nombre aparecer por siempre unido a la historia del
sistema jurdico de los Estados Unidos como iniciador de la institucin del amicus
curiae?
Durante el siglo XIX el amicus sigui siendo utilizado por el Gobierno Federal para
la defensa de sus propios intereses o el bien pblico, y los gobiernos estatales, en la
segunda mitad de dicho siglo, fueron tambin autorizados por la Suprema Corte
para comparecer en tal carcter. A principios del siglo XX la Corte ampli el alcance
del amicus y autoriz su empleo tambin a particulares.18
En 1921 todava era considerado el amicus curiae como un instrumento
generoso mediante el cual un tercero asista desinteresadamente a un tribunal en
sus funciones. En un artculo publicado por The Harvard Law Review Association
en dicho ao, el amicus era concebido en los siguientes trminos:19
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Para llevar a cabo estas tareas una corte puede frecuentemente requerir ms
que la asistencia de las partes. Por ello la costumbre fue adoptada tempranamente
y ha sido uniformemente seguida de permitir a un abogado, no relacionado con el
caso, proporcionar consejo a peticin de la Corte, o con permiso de sta, como amicus
curiae.
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Tambin una persona que no tiene derecho a comparecer en juicio pero a quien se
permite presentar alegatos, precedentes, normas o evidencia en defensa de
sus intereses.
Los escritos amicus curiae pueden ser presentados antes de que la Corte
resuelva una solicitud de admisin del recurso de certiorari (por medio del cual la
Corte acepta un caso para su revisin), de permiso para presentar una demanda,
de declaracin jurisdiccional, o de un recurso extraordinario, para lo cual se requiere
acompaar el consentimiento escrito de todas las partes, o bien la obtencin de
permiso de la Corte.
El escrito amicus curiae debe especificar si dicho consentimiento fue concedido
y en su portada debe identificar la parte a la que se apoya. Cuando una de las partes
no ha otorgado su consentimiento, se podr suplir el mismo mediante permiso de
la Corte. Invariablemente el escrito amigo debe precisar a la Corte el inters que lo
mueve.
26 Blacks Law Dictionary, West Publishing Co., St. Paul, Minn, 1968, revised fourth edition.
27 Blacks Law Dictionary, West Publishing Co., St. Paul, Minn, 1979, fifth edition.
28 Blacks Law Dictionary, Thomson West, USA, Eighth edition, 2004.
29 www.law.cornell.edu/rules/supct/37.html.
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De conformidad con esta regla incluso un escrito amicus curiae puede ser pre-
sentado para su argumentacin oral, desde luego si viene acompaado del consentimiento
de todas las partes o si la Corte hubiera otorgado permiso.
30 William H. Rehnquist, The Supreme Court, Vintage Books, New York, 2001, p. 239.
31 http://www.law.cornell.edu/rules/frap/nrule29.html
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Afirma Sandra Day OConnor, ministra de la Suprema Corte de los Estados Unidos,
que los amigos de la Corte comparecen en los casos ms importante ante la Suprema
Corte por medio de escritos llamando la atencin de los ministros a puntos de
derecho, consideraciones de poltica, o bien hacia otros puntos de vista que las partes
no han contemplado32.
Estos escritos amicus invaluablemente auxilian nuestro proceso de toma de decisiones
y frecuentemente influyen ya sea en el resultado o bien en el razonamiento de
nuestras opiniones.
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Podemos afirmar que la inclusin del amicus curiae en el citado Libro Blanco
de la Reforma Judicial implica el primer reconocimiento formal a esta institucin
en Mxico, y constituye un buen augurio para su aceptacin y desarrollo en nuestro
pas. Se requiere algo ms obviamente: su incorporacin a nuestro sistema jurdico
mediante disposiciones reglamentarias de la propia Corte o, mejor an, mediante
reforma del Congreso Federal a la Ley de Amparo y a la Ley Reglamentaria de las
Fracciones I y II del Artculo 105 Constitucional.
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Los amici curiae son cientficos, academias estatales de ciencia, y otras organizaciones
cientficas. Cada uno de los 72 amici ha recibido el Premio Nobel en Fsica, Qumica,
Fisiologa o Medicina.
Este caso es crucial para el futuro de la educacin cientfica en esta nacin. Como
investigadores en distintas ramas de la ciencia avanzada, los amici comparten una
preocupacin por la educacin cientfica bsica de los estudiantes de escuelas pblicas
de esta nacin. La educacin cientfica debe con precisin representar el estado actual
del conocimiento cientfico sustantivo. Aun ms importante, la educacin cientfica
debe representar con precisin las premisas y procesos de la ciencia.
38 http://www.talkorigins.org/faqs/edwards-v-aguillard/amicus1.html
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Los abogados de ambas partes han consentido en la presentacin de este escrito, las
cartas de consentimiento han sido presentadas al Secretario.
................................................................................................................
Argumento resumido
................................................................................................................
Argumento
I.- El trmino ciencia creacin en la Ley denota dogma religioso, no la interpretacin
esterilizada de aparicin abrupta propuesta por los apelantes en este litigio.
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..................................................................................................................
.........................................................................................................................................
II. Al requerir que la evolucin sea enseada como una teora mientras permite que
otras hiptesis y teoras cientficas sean presentadas como hechos cientficos probados,
la ley demuestra una preferencia impermisible hacia una creencia religiosa particular.
..................................................................................................................
La falsa dicotoma de la Ley entre orgenes y los dems conceptos cientficos no tan
slo invita a los estudiantes a confundir todos los dems conceptos con hechos probados,
sino que activamente rechaza la evolucin. Al hacerlo, la Ley burdamente mal representa
el status de la teora de la evolucin dentro del universo de teoras cientficas. La
historia evolucionaria de organismos ha sido tan extensamente probada y totalmente
corroborada como cualquier otro concepto biolgico
..................................................................................................................
Conclusin
Por las razones anteriores, la resolucin del Tribunal de Apelacin debe ser confirmada.
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Proceso penal europeo y garantas jurisdiccionales
de los derechos en la Europa unida1
Sumario:
I. Planteamiento del tema. II. El nuevo impulso del Tratado de Lisboa. III. La necesaria
proteccin supranacional para la persecucin de delitos en la sociedad globalizada. IV. La
Carta de Derechos Fundamentales de la Unin Europea y las garantas procesales. V. El espacio
de libertad, seguridad y justicia y la proteccin de derechos en los delitos graves transfronterizos.
VI. La conveniencia de un sistema de justicia penal comunitario.
VII. A modo de conclusin.
1 El presente trabajo de investigacin se enmarca dentro del proyecto de investigacin financiado por
el MEC que lleva por ttulo: Hacia un proceso penal europeo para el enjuiciamiento de delitos graves transfronterizos
desde una perspectiva constitucional, penal y procesal. Referencia SEJ 2007. Proyecto de carcter
interdepartamental e interuniversitario. Investigadora principal Dra. M. Carmen Calvo Snchez.
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Derecho en Libertad
Esas garantas procesales, que tendrn el mismo rango jurdico que los
Tratados cuando entr en vigor el Tratado de Lisboa de 13 de diciembre de 2007,
una vez aplicadas en el marco del Espacio Europeo de Libertad, Seguridad y Justicia,
sern los cimientos que van a permitir dar el salto de la situacin actual, en la cual
asistimos a la comunitarizacin de los derechos penales nacionales, a una posible
tutela supranacional donde tanto el sistema sustantivo de las normas como el propio
proceso tengan un autntico carcter europeo. Ello requiere, sin duda, vencer las
reticencias de los Estados miembros a seguir cediendo soberana, pues el control de
los delitos y las correspondientes penas aplicables se ha considerado siempre una
competencia de carcter nacional.
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5 Un estudio extenso sobre los contenidos de la Declaracin de Berln y su significado y alcance a los
cincuenta aos de la firma del Tratado de Roma puede consultarse en Granell Trias, F., La Declaracin
de Berln a los cincuenta aos de los Tratados de Roma, Revista de Derecho Comunitario Europeo, Madrid,
nm. 26, 2007, pp. 47 y ss.
6 Cfr. Lpez Garrido, D., et al., Los europeos nos movemos, en el Diario El Pas, julio 23, 2007, en el que los
autores analizan el Mandato recibido por la correspondiente Conferencia Intergubernamental que bajo
la presidencia semestral portuguesa deba redactar el proyecto del Tratado de Reforma.
7 Cfr. al respecto la opinin de Mangas Martn, A., Reflotar Europa tras hundir la nave constitucional, en el
Diario El Pas, junio 25, 2007.
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8 Cfr. el artculo de opinin de Serberto, E., Los lderes europeos cierran en falso la crisis institucional con un
Tratado de mnimos, en el Diario ABC, Octubre 20, 2007.
9 Este tema se explica con claridad meridiana en el trabajo de Lin Nogueras, Diego J., "El fin de la
deriva constitucional de la Unin Europea. Lo positivo y lo negativo del Tratado de Lisboa", Abogados.
Revista del Consejo General de la Abogaca Espaola, nm. 48, febrero 2008, pp. 37 y ss.
10 Una investigacin actualizada sobre el papel que desempean los Derechos Fundamentales en la Unin
Europea, el valor de la Carta y el significado y alcance de la Agencia de los Derechos Fundamentales que
comenz sus actividades el 1 de marzo de 2007, debe consultarse en el trabajo de Pi Llorens, M., "La
Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unin Europea: Avance u oportunidad perdida?", Revista
de Derecho Comunitario, Madrid, nm. 27, 2007, pp. 575 y ss.
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Derecho en Libertad
11 Sobre los comentarios al contenido del Tratado de Reforma es muy til el resumen que realiza Aldecoa
Luzarraga. F., Regreso al futuro: el Tratado de Reforma, en el Diario El Pas, Octubre 19, 2007. En la misma
fecha fue publicado el interesante trabajo de L. Aylln, As funcionar la Unin a partir de 2009, en el Diario
ABC. Tambin son oportunas las opiniones del Ministro de Asuntos Exteriores de Espaa, M. A. Moratinos,
expresadas en la entrevista publicada en el Diario El Pas, Julio 23 ,2007: El Tratado de la UE es un avance.
12 Al respecto vanse las opiniones de Lin Nogueras, D.J., op. cit., nota 8, p. 41.
13 Cfr. en este sentido Bardaj, R.L., La Europa antidemocrtica, en el Diario ABC, Octubre 19, 2007.
Tambin Misse, Andreu., Habitantes frente a ciudadanos en la Unin Europea, en el Diario El Pas, octubre
14, 2007.
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En realidad no son muchas las cosas que cambian respecto a las existentes,
pero si se ha vuelto al procedimiento tradicional de evolucin del sistema europeo,
cabe pensar que durante un largo periodo de tiempo ser difcil volver a plantear
modificaciones sustanciales en los Tratados. La ciudadana deber ser reivindicativa
con los escasos logros conseguidos en pro de mejorar la situacin de los derechos y
libertades en Europa para conseguir una sociedad ms democrtica, justa y solidaria.14
14 Vase el artculo de opinin de Petschen, Santiago, Los ciudadanos europeos y el 'establisment' poltico, en
el Diario El Pas, julio 31, 2007.
15 Cfr. en este sentido el trabajo de Prez Calvo, A., "Las transformaciones estructurales del Estado-Nacin
en la Europa Comunitaria", Revista de Estudios Polticos, Madrid, nm. 99, 1998.
16 Cfr. al respecto, Mangas Martn, A., La Constitucin Europea, Iustel, Biblioteca Jurdica Bsica. Madrid,
2005.
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Derecho en Libertad
17 Para un anlisis amplio de este tema es obligada la consulta del excelente trabajo de De Vega Garca,
P., "Mundializacin y Derecho Constitucional: para una palingenesia de la realidad constitucional"; en
el volumen II de las Memorias del VI Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. En
conmemoracin de los 506 aos del nacimiento del pensador florentino Donato Giannotti. Universidad
Externado de Colombia, Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, Instituto de Investigaciones Jurdicas
de la UNAM, 1998, pp. 1509 y ss.
18 Cfr. en este sentido las aportaciones de Mir Llinares, F., "Cooperacin judicial en materia penal en
la Constitucin Europea"; en: lvarez Conde y Garrindo Maynol (directores), Comentarios a la Constitucin
Europea, libro III, Valencia, Tirant lo Blanch, Tratados 2004, pp. 1186 y ss. Tambin Vogel, J., "Poltica
criminal y dogmtica penal europeas", Revista Penal, nm. 11, enero 2003, pp. 138 y ss.
19 Consltense las opiniones al respecto de Silva Snchez, J. M, "Los principios inspiradores de las
propuestas de un Derecho Penal europeo. Una aproximacin crtica", Revista Penal, nm. 13, enero 2004,
pp. 139 y ss. Tambin Lozano Maneiro, A, "Hacia una poltica penal comn: posibilidades y obstculos",
Revista de Derecho Comunitario Europeo, Madrid, nm. 10, 2001, pp. 541 y ss.
31
Derecho en Libertad
20 Cfr. Soto Navarro, S., La proteccin penal de los bienes colectivos en la sociedad moderna, Granada, Comares,
2003, pp. 120 y ss.
21 Cfr. Mir Llinares, F., op. cit., nota 17, pp. 1209 y ss.
22 Cfr. Vervaele, J.A.E., La Unin Europea y su espacio penal europeo: los desafos del modelo Corpus Iuris 2000,
en Zuiga, et al., Derecho Penal, sociedad y nuevas tecnologas. Madrid, Colex, 2001, pp. 191 y ss. El autor
considera que el parcelamiento del espacio penal europeo frente a la fuerza de lo econmico y monetario
es un efecto ligado a la todava dbil integracin europea.
32
Derecho en Libertad
23 Cfr. Rodrguez Ruiz, B., op. cit., nota 2, p. 179. Tambin Vitorino, La Charte des droits fondamenteaux
de l'Union europenne, Revue de Droit de l'Union Europeenne, 3/2000.
24 Vase en este sentido el trabajo de Rubio Llorente, F., "Mostrar los derechos sin destruir la Unin",
Revista Espaola de Derecho Constitucional, Madrid, nm. 64, 2002. En una lnea similar la opinin de Pace,
A., "Para qu sirve la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unin Europea? Notas preliminares",
Revista Teora y Realidad Constitucional, Madrid, nm. 6, 2000.
25 Cfr. Rodrguez Ruiz, B., op. cit., nota 2, p. 179. Tambin Vitorino, La Charte des droits fondamenteaux
de l'Union europenne, Revue de Droit de l'Union Europeenne, 3/2000.
33
Derecho en Libertad
En el mbito de dichos contenidos uno de los pilares bsicos son las garantas
de carcter procesal que reconoce en los artculos 47 a 50, que traen su causa de las
tradiciones constitucionales comunes de los Estados miembros y son considerados
derechos fundamentales de aplicacin directa o indirecta en el proceso o como
principios rectores del mismo, y que se reconocen a los ciudadanos con carcter
inalienable e irrenunciable para la defensa de su esfera de libertad personal; pueden,
en consecuencia, ser invocadas ante las correspondientes instancias jurisdiccionales.27
34
Derecho en Libertad
28 Crfr. Martn Diz, F., op. cit., nota 26, p. 221. El autor resalta que los derechos contenidos en los artculos
47 y 48 de la Carta son autnticos derechos fundamentales para sus destinatarios porque se encuentran
reconocidos en un texto normativo comunitario, porque presentan un claro aspecto subjetivo y porque son
susceptibles de ser invocados ante el correspondiente rgano jurisdiccional.
29 Cfr. Freixes, T. y Remotti, J.C., El futuro de Europa. Constitucin y Derechos Fundamentales, Valencia, 2001,
pp. 22 y ss.
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Derecho en Libertad
30 Cfr. Carrillo Salcedo, J.A., El proceso de internacionalizacin de los derechos humanos. El fin del mito de la
soberana nacional. Plano regional: el sistema de proteccin instituido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos,
en Consolidacin de derechos y garantas: los grandes retos de los derechos humanos en el siglo XXI
Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1999, pp. 47 y ss. Del mismo autor: "El sistema jurisdiccional
europeo de proteccin de los derechos humanos: la Comisin y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos", Revista
del Poder Judicial, nm. VI. Especial monogrfico sobre "Proteccin Jurisdiccional de los derechos
fundamentales y libertades pblicas", Madrid, 1989, pp. 247 y ss.
31 Cfr. Carrillo Lpez, M., El espacio de libertad y seguridad, en Alberti y Roig (ed. y coord.), El proyecto
de nueva Constitucin Europea, Valencia, Tirant lo Blanch, 2004, pp. 385 y ss.
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Derecho en Libertad
32 Cfr. Daz Barrado, C.M. y Olmos Giupponi, M.B., El marco jurdico-constitucional del espacio de
libertad, seguridad y justicia, en lvarez Conde y Garrido Mayol (directores) Comentarios a la Constitucin
Europea, Libro III, Valencia, Tirant lo Blanch, 2004, pp. 1031 y ss.
33 Cfr. Carrillo Lpez, M., op. cit., nota 30, pp. 403 y ss.
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Derecho en Libertad
Los mbitos materiales sobre los que la armonizacin del derecho penal se
hace ms necesaria son los delitos de terrorismo, trata de seres humanos, explotacin
sexual de mujeres y nios, trfico ilcito de drogas y armas, blanqueo de capitales,
corrupcin, falsificacin de medios de pago, delincuencia informtica y delincuencia
organizada. No se trata de un "numerus clausus" porque la lista se puede ampliar
en funcin de la evolucin de la delincuencia. La decisin le corresponde al Consejo
de Ministros por unanimidad, una vez que lo ha aprobado el Parlamento Europeo.34
La regulacin de Eurojust en el Tratado Constitucional qued sometida a
reserva de ley y su misin es la de apoyar la coordinacin y la cooperacin entre las
autoridades nacionales encargadas de la persecucin de la delincuencia grave de
carcter transfronterizo.
El tema que nos ocupa fue uno de los que reuni un mayor consenso sobre
los contenidos del Tratado Constitucional de 2004, de ah que, ante el fallido proceso
de ratificacin del mismo y la necesidad de redactar un nuevo Tratado (Tratado de
Lisboa de 2007) para salir de la situacin de indefinicin en que la Unin se
encontraba, la correspondiente Conferencia Intergubernamental recogiese los avances
del proyecto de Tratado Constitucional y optase por regular la cooperacin judicial
en materia penal en el Captulo 4 del Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia, en
concreto en el artculo 69 del Tratado de Funcionamiento de la Unin Europea. Las
nicas modificaciones apreciables y que merecen ser destacadas son las referentes
a las normas jurdicas previstas para tomar las medidas necesarias de cara a dicha
colaboracin. En el Tratado Constitucional de 2004 la norma correspondiente era
la ley-marco europea; pero, habiendo vuelto al sistema tradicional de fuentes que
siempre han manejado los Tratados europeos, y que son diferentes de los tipos
normativos de los Estados miembros, en el Tratado de Lisboa las normas encargadas
de establecer normas mnimas (que tendrn en cuenta las diferencias entre las
tradiciones y los sistemas jurdicos de los Estados miembros) sern las directivas
adoptadas conforme al procedimiento legislativo ordinario.35
34 Cfr. Mir Llinares, F., op. cit., nota 17, pp. 1183 y ss.
35 Cfr. Lin Nogueras, D.J., op. cit., nota 8, p. 42.
38
Derecho en Libertad
Sin pensar que se haya llegado al techo al que se aspira a la hora de perseguir
delitos graves de carcter transfronterizo que lesionan derechos fundamentales de
los ciudadanos europeos, s creemos que cuando el Tratado de Lisboa entre en vigor
se habr dado un paso adelante en el tema de la prevencin y la lucha contra la
delincuencia en la aldea global. An queda mucho camino por recorrer para llegar
a la configuracin de un proceso penal europeo que facilite la tutela judicial en
asuntos penales con dimensin transfronteriza, pero con estas mimbres ya podemos
comenzar a pensar en la posibilidad de trazar las bases de un procedimiento
jurisdiccional adecuado para afrontar los problemas que nos ocupan, en un futuro
ms prximo que remoto. En ltima instancia ello depende de la voluntad de los
Estados, seores de los Tratados.36
As las cosas, asistimos en las ltimas dcadas a una metamorfosis para abrirse
el marco comunitario y con ello se camina hacia la nueva disciplina del derecho
procesal comunitario con nuevos contenidos por la existencia de otras vas y formas
de prevencin delictiva, investigacin y enjuiciamiento de determinados delitos
graves de carcter transfronterizo, junto a una concurrente estandarizacin de los
marcos legales procesales internos que permitan la existencia de una especie de
justicia penal comunitaria que se implante progresivamente.
Uno de los primeros obstculos con los que topa la creacin de un proceso
penal internacional, carente de precedentes en la historia de las instituciones, es el
carcter de soberanos de los Estados verdaderos seores de los Tratados que cada
vez son ms reticentes a la cesin del ejercicio de aquellas competencias que merman
su soberana. Buena prueba de ello ha sido el abandono de la "deriva constitucional"
y la vuelta al sistema internacional clsico con la firma del Tratado de Lisboa el 13
de diciembre de 2007. En este caso, los recelos se ciernen en torno a la cesin o
delegacin de la potestad jurisdiccional propia del Estado miembro para investigar
o enjuiciar determinados delitos por instituciones de la Unin Europea. Adems,
para poder crear un proceso penal europeo se necesita un aparato normativo en el
cual pueda sustentarse, y ello obliga a pensar indefectiblemente en un Cdigo del
proceso penal europeo.37
36 Cfr. Garca San Jos, D., El espacio de libertad, seguridad y justicia segn el nuevo marco constitutivo de la Unin
Europea, en Una Constitucin para la ciudadana europea, Navarra, Thomson-Aranzadi, 2004, pp. 331 y ss.
37 Consltese al respecto el amplio y documentado trabajo, as como las avanzadas propuestas de futuro,
de Martn Diz, F., Constitucin Europea: Gnesis de una justicia penal comunitaria, en Constitucin Europea:
Aspectos histricos, administrativos y procesales, de la cual el autor del trabajo es coordinador. Trculo
Edicions, S.L. Santiago de Compostela, 2006, pp. 198 y ss
39
Derecho en Libertad
38 Cfr. Prez de las Heras, B., Hacia un derecho comn en la Unin Europea, Madrid, 2003.
39 Cfr. Blasco Lozano, I., Armonizacin del derecho penal material y procesal: la aproximacin de las legislaciones
nacionales en el mbito de la Unin Europea, en Derecho penal supranacional y cooperacin jurdica internacional.
Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid, nm. XIII,, 2003, pp. 270 y ss.
40 Cfr. Irurzun Montoro, F., El espacio judicial europeo en una encrucijada?, en el Diario La Ley, nm. 6532, julio
24, 2006.
40
Derecho en Libertad
41
Derecho en Libertad
44 Cfr. en este sentido el trabajo de Cruz Villaln, P., Constitucin nacional y constitucin europea, en su obra recopilatoria
La Constitucin indita. Estudios ante la constitucionalizacin de Europa, Madrid, Trotta, 2004, pp. 131 y ss.
45 Cfr. Cruz Villaln, P., op. cit., nota 43, p. 49. El autor, en funcin del momento en que redacta el trabajo,
habla de "concertacin de constituciones". Abandonado a da de hoy el proyecto de Constitucin Europea
y habiendo vuelto al tradicional sistema de Tratados Internacionales consideramos ms acertado hablar
de "concertacin de ordenamientos jurdicos" en alusin al ordenamiento de la UE y a los de los Estados
miembros.
42
El marco jurdico constitucional de las reas metropolitanas.
Especial referencia al caso de Monterrey
Pedro R. TORRES ESTRADA*
Introduccin
43
Derecho en Libertad
Adems de lo que antecede, para que funcione una rea metropolitana tambin
se tienen que adoptar frmulas flexibles y no nicas sino basadas en la realidad y en
las necesidades de los entes que la integran. Deben tambin de contar con un rgano
ejecutivo que coordine y ejecute las acciones que tome el rgano deliberador en donde
se encuentren representados todos los ayuntamientos que forman el nuevo ente adminis-
trativo. As tambin, para que marche debe de tener un sistema eficaz de resolucin
de controversias entre los integrantes, ya que sta el rea metropolitana- puede estar
sujeta a mltiples vaivenes polticos o a cambios de signo polticos de los gobernantes
de los municipios que la integran, razn por la cual consideramos, a nuestro juicio,
que es en este ltimo punto donde se debe poner especial atencin para que el rea
metropolitana camine como un proyecto a largo plazo y no slo como un proyecto
coyuntural o personal de gobierno.
Por su parte, la Constitucin local de Nuevo Len en su artculo 132 establece que:
Los municipios tendrn las siguientes atribuciones:
i) Las dems que el Congreso del Estado determine segn las condiciones territoriales,
socioeconmicas, capacidad administrativa y financiera de los municipios, los
que previo acuerdo entre sus ayuntamientos y sujecin a la ley, podrn coordinarse
o asociarse para la ms eficaz prestacin de los servicios pblicos o el mejor ejercicio
de las funciones que les corresponden.
Cuando a juicio del ayuntamiento respectivo sea necesario, podrn celebrar convenios
con el Estado para que ste, de manera directa o a travs del organismo correspondiente,
se haga cargo de forma temporal de alguno de ellos, o bien ejerzan coordinadamente
por el Estado y el propio municipio.
44
Derecho en Libertad
Adems del punto anterior, tambin nos damos cuenta que tanto la Constitucin
general como la local establecen a favor de los municipios el principio dispositivo,
nos referimos por ste a la posibilidad que tienen los ayuntamientos de disponer
libremente de sus competencias aseguradas en el catlogo que la Constitucin les
asigna, es decir, el municipio podr disponer de las competencias que pueda afrontar
y las dems las podr pactar, segn las caractersticas del mismo, para que el gobierno
estatal las asuma o coordinadamente las preste con l.
45
Derecho en Libertad
Por ltimo, queremos dejar claro que la actual regulacin constitucional, tanto
federal como estatal, permite ntidamente la creacin de reas metropolitanas, slo
con la nica limitante de que estas nuevas formas de organizacin no sean una
autoridad intermedia que pueda obstruir la comunicacin y las relaciones institucionales
y polticas entre el estado y los municipios que la conforman.
46
Derecho en Libertad
As, por ejemplo, los municipios podrn realizar de manera conjunta planes
municipales y regionales de desarrollo, y sus respectivos programas para ejecutarlos.1
Es decir, los municipios que quieran podrn unirse para realizar colectivamente sus
planes de futuro de ciudad; en este punto observamos que los entes locales regiomontanos
cuentan con la posibilidad de organizarse para poder tener un proyecto comn o,
como ya lo dijimos, un destino comn de ciudad, que es uno de los dos requisitos que
arriba mencionamos como premisa determinante para conformar una rea
metropolitana. Actualmente uno de los grandes problemas entre los municipios
conurbados es que cada uno planea y ejecuta por su cuenta sus planes de desarrollo
lo que casi siempre ocasiona que se realicen esfuerzos en distintas direcciones.
1 Incluso el artculo 132, fraccin II) inciso i de la Constitucin de Nuevo Len establece: En el caso
de que el crecimiento de los centros urbanos forme o tienda a formar continuidad demogrfica, los
municipios involucrados debern, con apego a la ley, planear y regular de manera coordinada el desarrollo
de los mismos.
47
Derecho en Libertad
Adems es importante resaltar que, respecto a los servicios que esta fraccin
expresamente enumera, notamos una singularidad, ya que todos los supuestos que
menciona desembocan en la clasificacin de servicios pblicos. Sin embargo, dentro
de ese mismo catlogo de posibilidades vuelve a mencionar servicios pblicos2; no
sabemos si sea producto de una pifia del legislador o porque se quiso dejar abierta
la posibilidad de sumar algunos otros servicios que expresamente no se sealaron.
2 El profesor Garrido Falla nos da la siguiente definicin de servicio pblico: servicio tcnico prestado
al pblico de manera regular y constante mediante una organizacin de medios personales y materiales
cuya titularidad pertenece a una administracin pblica y bajo un rgimen especial. Cfr. Garrido Falla,
Fernando, El concepto de servicio pblico en derecho espaol, Revista de Administracin Pblica,
septiembre-diciembre, nm. 135, p. 21.
3 Ahora bien, en nuestro tradicional orden jurdico poltico se reconoce que los ayuntamientos al expedir
bandos, ordenanzas o reglamentos, por contener disposiciones de carcter abstracto y general obligatorias
para todos los habitantes del municipio, generan leyes en sentido material. Semanario Judicial de la
Federacin, octava poca, tomo IV, julio-diciembre, 1989, segunda parte, pp. 651-652. En este mismo
sentido encontramos la postura de Kelsen quien seala que los rganos del municipio pueden tener
competencias tambin para establecer normas generales que no tendrn el nombre de leyes, pero que
lo sern en el fondo desde el momento que habrn sido establecidas por un cuerpo colegial representativo,
por un concejo municipal o Ayuntamiento elegido por los vecinos del municipio. Cfr. Kelsen, Hans, op.
cit., Teora general del Estado, Mxico, editora nacional, 1979, p. 240.
4 Aragn Salcido, Mara Ins, El municipio en Mxico, Bases normativas o reglamentos autnomos?, Instituto
Sonorense de Administracin Pblica, p. 69 y ss.
5 Fernndez Ruiz, Jorge, mbito municipal en Gmiz Parral, Mximo N (Coord.), Las Entidades Federativas
y el Derecho Constitucional, UNAM, 2003, p. 46.
48
Derecho en Libertad
Sin embargo, hay que reconocer que en las reas metropolitanas aunque
pueden haber diferencias substanciales, lo normal es que los municipios integrantes
sean medianamente homogneos por lo que armonizar las reglamentaciones
municipales puede ser un excelente remedio para dar certidumbre jurdica a los integrantes
de una gran urbe como es el caso de la de Monterrey.
Para concluir, las fracciones VII, VIII, IX, X y XI hacen referencia a lo que
podramos llamar el captulo econmico de las reas metropolitanas, ya que entre
las posibilidades o competencias que se le asignan se contemplan las que tienen un
carcter de corte econmico. Entre las competencias de este tipo que la ley le asigna
a las reas metropolitanas se encuentran: la adquisicin comn de materiales, equipo
e instalaciones para el servicio municipal, la contratacin en comn de los servicios
de informacin, servicios de mantenimiento, contratacin de asesora tcnica especializada,
la ejecucin y el mantenimiento de obra, as como la promocin de actividades
econmicas.
Ahora bien, es cierto que el marco constitucional y legal asigna una importante
capacidad de coordinacin entre municipios, no obstante, en la mayor parte de los
estados de la Repblica no existe la posibilidad que los Supremos Tribunales de los
estados puedan intervenir para resolver las pugnas ocasionadas por convenios
realizados entre municipios, principalmente por incumplimiento. Creemos que ste
es un problema elemental por la facilidad que existe para que cualquiera de los
municipios firmantes de una asociacin puedan levantarse de la mesa sin que tengan
la mnima sancin jurdica.6
6 Sobre este punto puede verse el artculo El problema del control del poder en los municipios. Propuestas
para el diseo de un nuevo control, Torres Estrada, Pedro y De la Garza Santos, Ivn, La reforma del Estado,
la experiencia mexicana y comparada en las entidades federativas, editorial Porra, 2008.
49
Derecho en Libertad
Como ya nos dimos cuenta, despus de haber hecho un repaso por las
principales disposiciones que regulan las reas metropolitanas, los municipios del
Estado de Nuevo Len tienen la posibilidad constitucional y legal de llegar a conformar
una fuerte zona metropolitana con muchas facultades y competencias que pueden
dar unin y cohesin a los distintos planes y esfuerzos municipales, adems de poder
tener un destino comn de ciudad.
El gran captulo por resolver y por afrontar es la voluntad poltica que debe
de tener cada uno de los integrantes de este nuevo ente de organizacin, pues, como
ya lo disert Lasalle, las cuestiones de derecho constitucional no slo son cuestiones
de derecho sino de poder, y es aqu en este punto en donde slo el consenso poltico
y el entendimiento haran posible llegar a conformar una nueva forma de organizacin
llamada rea metropolitana con todo lo que esto conlleva.
50
La emisin de acciones conservando acciones de tesorera.
La interpretacin del artculo 133 de la Ley General
de Sociedades Mercantiles
Jos Roble FLORES FERNNDEZ*
51
Derecho en Libertad
6 Snchez Andrs, Anbal, El Derecho de Suscripcin Preferente del Accionista, Madrid, Civitas, 1973, p. 23.
7 Martnez, Arturo, Las Obligaciones Convertibles en Acciones, en: Estudios Jurdicos en Memoria de Alberto
Vsquez del Mercado, Mxico, Porra, 1982. p. 735. Las mismas razones menciona Anbal Snchez Andrs para
justificar la incorporacin de la prohibicin, que ya era considerada de sentido comn. Snchez Andrs,
op. cit., p. 24.
8 Guajardo Surez, op. cit., p. 79.
9 Sacristn Represa, Marcos, El Aumento de Capital: modalidades, requisitos, el aumento de capital con nuevas
aportaciones dinerarias y no dinerarias, en: Derecho de Sociedades Annimas, T. III. Madrid, Civitas, 1994, p. 295.
10 Iturbide Galindo, op. cit., p. 53.
11 Rodrguez Rodrguez, Joaqun, Tratado de Sociedades Mercantiles, 7 edicin. Mxico, Porra, 2001, p. 634.
12 Snchez Andrs, op. cit., p. 24.
13 Barrera Graf, Jorge, Instituciones de Derecho Mercantil, 1 edicin, Mxico, Porra, 1989, p. 395; Frisch Philipp,
Walter, La Sociedad Annima Mexicana, 2 edicin, Mxico, Porra, 1982, p. 535; Herrera, Mario, Obligaciones
Convertibles en Acciones, Mxico, 1964, p. 24.
52
Derecho en Libertad
Sin embargo, los autores que consideran al 133 como una norma imperativa
e inderogable, y de carcter general, sostienen que este principio no debe tomarse en
sentido absoluto y literal14 y mencionan excepciones a la aplicacin de dicho precepto.15
El artculo 133 es una norma que refleja el principio de la realidad del capital
social, segn el cual la ley requiere la constitucin real del capital social por la aportacin
efectiva de una parte del suscrito y por el establecimiento de la posibilidad jurdica
de su cobro en aquella parte que an no haya sido desembolsada; asimismo, ese principio
consagra que la ley quiere y exige que el capital, adems de una cifra sea un valor
patrimonial real y tangible, en cuanto al ya desembolsado, y que pueda serlo en cuanto
al que an no est.16
Por lo anterior, consideramos que el 133 debe ser de aplicacin estricta cuando
de no hacerlo se ponga en riesgo dicho principio, pero, por otra parte, estimamos
que la aplicacin de dicho mandato no debe ser literal y mecnica, sino que es necesario
atender a los principios que busca proteger y a sus consecuencias funcionales dentro
de la estructura de capital de una sociedad annima.
53
Derecho en Libertad
Cabe mencionar, en apoyo de estas excepciones a la regla del artculo 133, que
legislaciones afines a la nuestra como la espaola, consagran una norma similar desde
la Ley Societaria de 1951. En este cuerpo normativo se estableca que para la emisin
de nuevas acciones era requisito previo el total desembolso de la serie o series emitidas
con anterioridad. Esta disposicin fue objetada por estar concebida en trminos muy
generales, pues si el fundamento de tal exigencia era no recabar nuevas aportaciones
mientras no se cumplieran ntegramente las prometidas, no tena sentido que la norma
en cuestin se aplicase a aquellos aumentos de capital que no exigan esas nuevas
aportaciones, como era el supuesto de aumentos de capital con cargo a reservas o plusvalas,
o incluso a las aportaciones in natura.21
De esta forma el legislador espaol de 1989 recogi esas crticas doctrinales
reduciendo la prohibicin de aumentar el capital en el supuesto de que el aumento
sea con aportaciones dinerarias,22 dejando fuera del mbito de aplicacin de la misma
los aumentos mediante aportaciones en especie y los aumentos nominales o contables.
20 Barrera Graf, op. cit., p. 619; Salinas Martnez, op. cit., p. 737. En contra Roberto Guajardo quien considera
que en el caso de fusin rige el principio contenido en el artculo 133. Guajardo Surez, op. cit., p. 81.
21 De la Cmara, Manuel, El Capital Social en la Sociedad Annima, su Aumento y Disminucin, Madrid, Colegios
Notariales de Espaa, 1996, p. 312 y Sacristn Represa, Marcos, op. cit., p. 296.
22 Artculo 154 del Real Decreto Legislativo 1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley de Sociedades Annimas. Aumento con aportaciones dinerarias. 1. Para todo aumento
del capital cuyo contravalor consista en nuevas aportaciones dinerarias al patrimonio social, ser requisito
previo, salvo para las sociedades de seguros, el total desembolso de las acciones anteriormente emitidas. 2. No
obstante, podr realizarse el aumento si existe una cantidad pendiente de desembolso que no exceda del
tres por ciento del capital social.
23 Rodrguez Rodrguez, op. cit., p. 634. En caso de que la gestin de cobro haya sido infructuosa, el autor
parece inclinarse por que se reduzca el capital social, previo al aumento correspondiente. Rodrguez Rodrguez,
op. cit., p. 635. En contra, Frisch considera que aun cuando la cantidad pendiente de pago sea muy pequea,
que se encuentre vencida o no, o que se hayan tomado todas las medidas para su cobro, el artculo 133 se
aplica. Frisch Philipp, op. cit., p. 535
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Derecho en Libertad
24 Flores Fernndez, Jos Roble, Rgimen Jurdico del Aumento de Capital Social en la Sociedad Annima, Mxico,
Tesis Profesional, Universidad de Monterrey, 1988, p. 4.
25 Garca Cueva, Hctor Mara, El Contrato de Suscripcin de Acciones, Buenos Aires, Desalma, 1988, p. 59. En
la doctrina mexicana, Iturbide Galindo slo se refiere al concepto como sinnimo de creacin y de puesta
en circulacin. Iturbide Galindo, op. cit., p. 109.
26 Mantilla Molina opina que la Ley habla impropiamente de acciones emitidas y no suscritas; pues es
evidente que tales acciones estn creadas, pero no emitidas, ya que la emisin se realiza en el momento en
que la sociedad las pone en circulacin, entregndolas a su suscriptor. Mantilla Molina, op. cit., p. 426.
27 El maestro Barrera Graf considera que no es propio hablar de emisin en esta parte del artculo 216, porque
no existe tal negocio jurdico por parte de la sociedad annima. Barrera Graf, op. cit., p. 426.
28 Salinas Martnez, op. cit., p. 736.
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Derecho en Libertad
56
Derecho en Libertad
Estas acciones no representan el capital social, por lo que las mismas no confieren
derechos a una persona ya que carecen de tenedor y como no forman parte del capital,
tampoco responden a ninguna aportacin; no otorgan ningn derecho ni a la sociedad
ni a terceros, a quienes no se les puede conceder ningn inters o derecho, directo
o indirecto.37 En este sentido, constituyen una simple posibilidad de llegar a servir
como instrumentos del ejercicio de derechos subjetivos.38
Los Tribunales Federales ya han tenido oportunidad de pronunciarse sobre el
tema en una tesis aislada del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del
Primer Circuito, sentando que las acciones no suscritas ni pagadas, es decir las llamadas
acciones de tesorera, carecen de valor.39
Esta resolucin es de particular relevancia pues confirma el criterio ampliamente
reiterado por la doctrina, en el sentido de que las acciones de tesorera no causan efecto
alguno con anterioridad a su emisin, es decir, a su puesta en circulacin,40 por lo tanto,
para los efectos del 133, no pueden ser consideradas tcnicamente como precedentes,
justamente por no estar suscritas.41
A similar conclusin podemos arribar si existen acciones de tesorera destinadas
a la conversin de obligaciones, ya que igualmente se trata de acciones no suscritas, que
se conservan en tesorera para los fines especficos del cambio de obligaciones por acciones.42
Por lo anterior, el supuesto que previene el artculo 133 debe interpretarse
en el sentido de que esa norma se mantiene mientras exista algn dividendo pasivo
a cargo de los accionistas43, y no cuando existen acciones de tesorera.
la segunda, porque su colocacin no necesariamente es en el mercado, pues salvo que el aumento sea
mediante un mecanismo en los que, legal o funcionalmente, no opere el derecho de preferencia consagrado
en el artculo 132 de la Ley, esas acciones deben ser ofrecidas en primer trmino, para su suscripcin y
pago, a los propios accionistas. Iturbide Galindo, Adrin R. op. cit., p. 109; Rodrguez Rodrguez, op. cit.,
p. 876.
37 Barrera Graf, op. cit., p. 512.
38 Herrera, op. cit., p. 2.
39 Registro No. 251703. Localizacin: Sptima poca. Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito. Fuente:
Semanario Judicial de la Federacin, 127-132 Sexta Parte. Pgina: 87. Tesis Aislada. Materia(s): Administrativa.
Amparo en revisin 562/79. John Deere, S.A. 2 de agosto de 1979. Unanimidad de votos. Ponente: Manuel
Castro Reyes. Secretaria: Catalina Prez Brcenas.
40 Frisch Phillip, op. cit., p. 544.
41 Salinas Martnez, op. cit., p. 736.
42 Ibid. p. 739.
43 Barrera Graf, op. cit., p. 401.
44 Iturbide Galindo menciona que en un proyecto de LGSM se limita la prohibicin estableciendo que no
pueden emitirse nuevas acciones pagaderas hasta que las suscritas con anterioridad hayan sido liberadas
(Iturbide Galindo, op. cit., p. 54). El maestro Salinas cita el proyecto de Cdigo de Comercio de la Secretara
de Industria y Comercio de 1964 que en el artculo 244 confirma este criterio: No podrn emitirse nuevas
acciones, an de las que se conservan en la tesorera de la sociedad, sino hasta que las emitidas con anterioridad
hayan sido ntegramente pagadas. El autor hace nfasis en que el concepto de emisin se usa en el sentido
de poner en circulacin, dado que la prohibicin se extiende a las acciones de tesorera y que en lugar de
hablar de acciones precedentes, se refiere a las emitidas con anterioridad. Salinas Martnez, op. cit., p. 737.
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Derecho en Libertad
1. El artculo 133 contiene una norma protectora del capital social que a pesar
de su texto, redactado en trminos absolutos, es posible derivar excepciones,
permitiendo una aplicacin ms funcional, sin que se pongan en riesgo los
principios que busca proteger.
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Limpatto del diritto comparato sul principio deguaglianza
El impacto del Derecho Comparado
en el derecho de igualdad
Lucio PEGORARO
Sommario:
I. Metodo. II. Il formante dottrinale. III. Il formante giurisprudenziale.
IV. Il formante normativo. V. Il diritto e il fatto nellapplicazione delleguaglianza.
VI. La circolazione tra formanti e la funzione prognostica del diritto.
I. Metodo
In questo mio contributo, eviter elementari esposizioni della disciplina che ciascun
ordinamento, o quanto meno quelli assunti come modello, danno alle problematiche
delleguaglianza1. Piuttosto, mi sembra utile proporre alcune considerazioni generali
sul perch e il come il principio di eguaglianza solleciti la ricerca comparatistica, e su
come e perch proprio esso abbia favorito e implementato la circolazione di principi
e valori, non solo dentro le liberal-democrazie, ma anche tra questa classe concettuale
e altre forme di Stato.
1 Sul sindacato deguaglianza e il criterio di ragionevolezza, nella monumentale letteratura si staglia ancora
L. Paladin, Il principio costituzionale deguaglianza, Giuffr, Milano, 1965, il quale, pur essendo rivolto principalmente
al diritto italiano, contiene ampie parti comparatistiche. Utile anche Aa.Vv., Corte costituzionale e principio
di eguaglianza. Atti del convegno in ricordo di Livio Paladin, Padova, 2 aprile 2001, Cedam, Padova, 2002; per
la Francia, almeno F. Mlin-Soucramanien, Le principe dgalit dans la jurisprudence du Conseil constitutionnel,
Economica, Paris, 1997; per gli Stati Uniti, L.M. Seidman, Constitutional Law: Equal Protection of the Laws,
Thomson, New York, 2003. SullAmerica latina, i vari contributi nella sessione dedicata a Principio de igualdad
y no discriminacin in J. Prez Royo-J.P. Uras Martnez-M. Carrasco Durn (eds), Derecho Constitucional
para el siglo XXI. Actas del VIII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Sevilla, 3-4-5 de diciembre
de 2003, Tomo II, Aranzadi, Cizur Menor, 2006, I, p. 607 ss.
59
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Derecho en Libertad
3 . V., per la prospettazione di questa teoria, L.-J. Constantinesco, Introduzione al diritto comparato, trad.
it., Giappichelli, Torino, 1996, p. 223 ss. (e omologhe edizioni in tedesco, francese e castigliano).
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Derecho en Libertad
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Derecho en Libertad
6 V., per bibliografia anche comparatistica, G. Brunelli, Donne e politica, il Mulino, 2006; sulla recente
legge spagnola, J. Sevilla Merino, A. Ventura Franch, Igualdad Efectiva de mujeres y Hombres desde la teora constitucional,
in Rev. Ministerio de Trabajo Y Asuntos Sociales, 2007, n. 67, p. 63 ss.
7 Sulla situazione degli insegnamenti comparatistici nelle Facolt giuridiche italiane (per aggiornata al
1997) v. R. Sacco, Introduzione al diritto comparato, 5a ed., Utet, Torino, 1992, p. 168 ss. Ma soprattutto cfr.,
di M.-C. Ponthoreau, Questions Alessandro Pizzorusso, in Rev. int. dr. comp., 2005, p. 986 ss. (e, per il
rapporto tra diritto pubblico comparato e diritto privato comparato, p. 975 s.). Per la Spagna, laccostamento
al diritto comparato cosa recente: si rinvia in proposito a L. Pegoraro, Diritto comparato ed evoluzione della
giuspubblicistica spagnola, in L. Pegoraro, A. Rinella, R. Scarciglia (a cura di), I ventanni della Costituzione
spagnola nella giurisprudenza del Tribunale costituzionale, n. 5 dei Quad. giur. Dip. Sc. pol. Un. Trieste, Cedam,
Padova, 2000, p. 1 ss.; Id., La giuspubblicistica spagnola e il diritto comparato a vent'anni dalla Costituzione del
1978, in Studi in onore di A. Pensovecchio Li Bassi, vol. II, Giappichelli, Torino, 2004, p. 965 ss.; e specialmente
a R. Punset, Los primeros veinte aos de la ciencia espaola del Derecho Constitucional, in Rev. Est. Pol., 2000, n. 108, p. 225 ss.
8 Sulla ben nota distinzione tra diritto comparato e diritto straniero rinvio a L. Pegoraro, A Rinella, Introduccin
al Derecho Pblico Comparado, UNAM, Ciudad de Mexico, 2006, pp. XII-148, e Palestra, Lima, 2006, e ora
Diritto pubblico comparato. Profili metodologici, Cedam, Padova, 2007, passim.
9 pubblico comparato. Profili metodologici, Cedam, Padova, 2007, passim.
Su esse indugia, in relazione al nostro tema, A. Somma, Luso giurisprudenziale della comparazione nel diritto
interno e comunitario, Giuffr, Milano, 2001 p. 3 s. Come ci ricorda G. Alpa, LArcadia del comparatista, . Un
saggio di storia e di metodo, posto a introduzione di B. Markesinis, Il metodo della comparazione, trad. it.,
Giuffr, Milano, 2004, p. XVI, non basta accontentarsi di capire come i giudici hanno deciso, confrontando
le loro soluzioni. Occorre anche capire perch hanno deciso in quel modo, attraverso una indagine storica,
economica, sociologica, antropologica.
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Derecho en Libertad
10 Ad es. B. Markesinis, Il ruolo della giurisprudenza nella comparazione giuridica, in Contratto e impresa, 1992,
p. 1351 ss.
11 Ricorda che nella circolazione dei modelli giuridici il formante giurisprudenziale fa eccezione, nel
senso che mentre normalmente i modelli circolano da formante a formante omologo, la giurisprudenza
richiede normalmente il filtro della dottrina autoctona, oppure laggancio con il formante normativo
A. Gambaro, Il diritto comparato nelle aule di giustizia ed immediati dintorni, in AA.VV., Luso giurisprudenziale
della comparazione giuridica, Quad. della Riv. trim. di dir e proc. civ., n. 7, Giuffr, Milano, 2004, p. 8.
12 Il tema si collega allannosa questione del diritto comparato quale scienza o quale metodo: per una rassegna
delle varie posizioni, v. L.-J. Constantinesco, Introduzione al diritto comparato, cit., p. 188 ss. (ma vedi anche
G. Alpa, Prospettive della comparazione, in Id. (a cura di), Corso di sistemi giuridici comparati, Giappichelli, Torino,
1996, p. 1 ss.). Evidenzia il rovesciamento di prospettiva tra chi finalizza lo studio allindividuazione di analogie
e differenze, e quanti invece usano la comparazione quale strumento per conoscere il diritto interno A. Pizzorusso,
Sistemi giuridici comparati, 2a ed., Giuffr, Milano, 1998, p. 148 s.
13 Il riferimento al passo dove lA. allude a ... la maestosa eguaglianza della legge, che permette al ricco
come al povero di dormire sotto i ponti, di mendicare per la strada, di rubare il pane...).
14 Segnalo volentieri, per la sua utilit e la sua lungimiranza, il recentissimo manuale di F. Palermo, J. Woelk,
Diritto costituzionale comparato dei gruppi e delle minoranze, Cedam, Padova, 2008.
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Derecho en Libertad
Rispetto ad altre Corti, ad es., quella italiana usa argomenti comparatistici assai pi
del Conseil constitutionnel francese, pi o meno quanto la Cour dArbitrage belga e il Tribunal
Constitucional spagnolo, ma molto pi raramente di altre, siano esse di civil law, di common
law oppure espressione di sistemi misti, come quella statunitense, il Bundesverfassungsgericht
tedesco17 o il Tribunale federale svizzero,18 per citare solo alcuni tra i tribunali specializzati
di ordinamenti a democrazia stabilizzata.
15 In generale sulla comparazione da parte delle Corti costituzionali v. G.F. Ferrari, A. Gambaro (a cura
di), Corti nazionali e comparazione giuridica, E.S.I:, Napoli, 2006; L. Pegoraro, La Corte costituzionale italiana
e il diritto comparato: unanalisi comparatistica, n. 23 della CCSDD Lecture Series, Clueb, Bologna, 2006.
16 V. da ultima S. Pennicino, Ragionevolezza e proporzionalit nelle concezioni dottrinali europee e nordamericane,
in Rev. Gen. Der. Pbl. Comp., n. 3, 2008, dove la. d conto della perdurante omologazione, da parte della
dottrina pubblicistica, di visioni profondamente diverse nellintendere i concetti di ragionevolezza
e di proporzionalit non solo e non tanto tra ordinamenti appartenenti a diverse forme di Stato, ma persino
dentro il modello liberal-democratico.
17 Sui riferimenti extrastatuali del Bundesverfassungsgericht tedesco v. ad es. A. Weber, The Role of Comparative
Law in Civil Liberties Jurisprudence of the German Courts, in Aa.Vv., The Limitation of Human Rights in Comparative
Constitutional Law, La limitation des droits de lhomme en droit constitutionnel compar, ed. Y Blais, Qubec, 1986, p. 525 ss.
In generale cfr. Aa.Vv., Luso giurisprudenziale della comparazione giuridica, cit., p. 31 s.; U. Drobnig, S. van
Erp (eds), The Use of Comparative Law by Courts, Atti del XIV Congrs international de droit compar, Kluwer
Law Int., The Hague-London-Boston, 1999.
18 Cfr. G. Walter, Luso giurisprudenziale della comparazione giuridica: il caso della Svizzera, in Aa.Vv., Luso
giurisprudenziale della comparazione giuridica, cit., p. 47 ss e spec. p. 48 s.
19 Rileva che sono avvantaggiati gli ordinamenti nei quali si utilizzano lingue diffuse A. Somma, Luso
giurisprudenziale della comparazione nel diritto interno e comunitario, Giuffr, Milano, 2001, p. 58. Sullimportanza
della lingua insiste anche B. Markesinis, Il metodo della comparazione, cit., p. 99 ss.; M.-C. Ponthoreau, Le recours
largument de droit compar par le juge constitutionnel, Quelques problmes thoriques et tecniques, in F. Mlin-
Soucramanien (a cura di), Linterprtation constitutionnelle, Dalloz, Paris, 2005, pp. 172 e 180.
20 A. Somma, Luso giurisprudenziale della comparazione nel diritto interno e comunitario, cit., p. 273.
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Il trend nelluso dei dati fattuali non diminuito dopo la data indicata, ovvero
dopo la parametrizzazione del principio di eguaglianza, che anzi ha preso a essere
utilizzato con frequenza nella giurisprudenza della (ora denominata) Cour Constitutionnel.
Ad esempio, gi nellarrt n. 92 del 1998 del 15 luglio, relativo allassicurazione
obbligatoria in materia di responsabilit derivante da guida di veicoli, la disciplina
belga viene confrontata con quella francese: la Corte rileva che il fine di conseguire
una parit effettiva (...) trova larghi riconoscimenti e realizzazioni in molti ordinamenti
democratici, e anche negli indirizzi espressi dagli organi dellunione europea.
Mentre, in altra sentenza dellanno successivo, la n. 102 del 30 settembre 1999, la
Cour dArbitrage richiama la legislazione vigente in Europa sulla pubblicit di aziende
produttrici di sigarette in eventi quali i gran premi di Formula 1, e, sulla base
normativa degli articoli 10 e 11 della Costituzione belga, data la differenza di
trattamento con altri prodotti pubblicizzati, la Corte evidenzia che La diminution
de la pression publicitaire sur le citoyen belge est estime bien relle ds lors que,
notamment des Grands Prix sont organiss dans des pays interdisant galement la
publicit pour le tabac et que, par ailleurs, la lgislation europenne interdit la
publicit pour le tabac la tlvision.
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27 H.C.J. 195/1964, p. 7.
28 H.C.J. 195/1964, p. 7
29 V. p. 6.
30 The Interim Constitution, atto 200 del 1993, section 33(3).
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In questa sua ultima versione, il modello peraltro circola solo dentro le (recte:
alcune) liberal-democrazie, ma non trova terreno fertile altrove. In altre parole, ci
che si presta alla recezione per imposizione (magari solo culturale) non laffermazione
della superiorit delleguaglianza sostanziale su quella formale, ma solo lidea generica
di eguaglianza sotto la legge.
31 V. da ultima M. Caielli, Le azioni positive nel costituzionalismo contemporaneo, Jovene, Napoli, 2008.
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Da una parte, lanalisi fattuale, condotta con criteri diversi da quello giuridico,
testimonia che c ovunque una disparit di situazioni e di chances basate sul genere.
Al contempo, documenta che la quantit e la quantit della differenziazione varia,
e considerevolmente, da ordinamento a ordinamento. Ci, nellottica della circolazione
tra sistemi ancorata anche alle situazioni di fatto, suggerisce cautela nelle recezioni
acritiche delle soluzioni di volta in volta percorse, pi attente ad elementi strutturali
che agli slogan delle formule. (Penso, per analogia, alla enfatizzazione del modello
tedesco per limportazione di sistemi elettorali pensati e attuati in una realt specifica
come quella della Germania, o a cose consimili34).
34 V. ad es. L. Pegoraro, Il diritto comparato nel dibattito sulle proposte di riforma costituzionale in materia di
decentramento territoriale, in Il diritto della Regione, 2008
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Derecho en Libertad
Altre volte, il diritto codificato si incarica di essere esso stesso il volano del
cambiamento, imponendo autoritativamente alla societ un cambio di direzione,
ancorch la societ stessa, o parte di essa, sia refrattaria a recepire le novit.
35 Sulle relazioni tra giudici costituzionali e parlamenti v. il recentissimo libro di S. Gerotto, Premesse metodologiche
ad una teoria del dialogo tra giudice costituzionale e legislatore, Cleup, Padova, 2008.
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La formacin del jurista en una nueva enseanza
del Derecho*
Platn, Protgoras
Sumario:
I. Introduccin. II. La filosofa de la educacin de una nueva enseanza del Derecho.
III. El neoconstitucionalismo como nuevo paradigma jurdico-pedaggico.
IV. Hacia una nueva metodologa jurdica multidisciplinar.
V. Funcin didctica y pedaggica de las disciplinas filosfico-jurdicas.
VI. Saber filosfico-jurdico como saber metajurdico y metacientfico
VII. Propuestas para la reforma de la enseanza del Derecho
I. Introduccin
En la actualidad existe un sentimiento de tedio, desconfianza y falta de credibilidad
del Derecho ante la grave crisis que padece nuestra esfera pblica institucional y,
particularmente, nuestra administracin pblica de justicia. Este sentimiento comn
se reproduce entre los discentes o aprendices del Derecho destinados a convertirse
en futuros juristas, abogados, jueces, magistrados debido, sobre todo, a nuestro escaso
anlisis, reflexin y evaluacin crtica de los mecanismos de reproduccin en la enseanza
del Derecho en nuestras universidades. Pero en este pequeo ensayo no voy a detenerme
a reflexionar sobre la grave crisis de justicia que vive Mxico, sino a reflexionar sobre
los instrumentos, mecanismos y categoras jurdico-pedaggicas que pueden ayudarnos
a mejorar la enseanza del Derecho en el momento presente. Aunque es obvio que
nos encontramos ante un problema no slo educativo, pedaggico y jurdico sino tambin
tico, sociolgico y poltico, que de forma indirecta puede ayudarnos a implementar
mayores cotas de justicia, igualdad, solidaridad a travs del Estado democrtico y social
de Derecho. Por consiguiente, los problemas concretos que voy a tratar de enfrentar son:
* Una versin de este trabajo est pendiente de ser publicada en un libro colectivo que saldr prximamente
por la Universidad de San Diego (California) titulado Nuevas perspectivas y reformas de la Enseanza del Derecho
en Amrica Latina. Este trabajo naci a partir de una ponencia que fue presentada en el Congreso Internacional
Global Legal Skills organizado por la Facultad Libre de Derecho de Monterrey en el primer semestre del 2008.
Quiero expresar mi agradecimiento al Mtro. Ivn De la Garza por su amable invitacin a colaborar en la
Revista Derecho en Libertad de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, as como su impulso y perseverancia
para generar investigacin cientfica de alto nivel en dicha institucin universitaria.
** Profesor-investigador de Filosofa del Derecho y Derecho Poltico de la Facultad de Derecho de la Universidad
Autnoma de Nuevo Len (UANL). Doctor en Filosofa poltica y jurdica por la Universidad de Mlaga
(Espaa), maestra en derecho por la Universidad Nacional de Educacin a Distancia (UNED), del Sistema
Nacional de Investigadores (CONACYT), evaluador del PNP y PIFI de CONACYT y SEP. Cuenta con la
publicacin de varios libros, artculos cientficos y obras colectivas nacionales e internacionales.
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Derecho en Libertad
Cules son los nuevos retos de la enseanza del Derecho? Qu nueva metodologa
jurdica debemos emplear para mejorar la enseanza del Derecho? Qu tipo de
enseanza del Derecho debemos esperar ante los nuevos cambios polticos, econmicos
y sociales que vive nuestro pas? Qu currculo educativo debemos implementar en las
facultades y escuelas de Derecho? Qu pueden aportar los acadmicos al proceso de
cambio poltico y social mexicano?.
1 Rubio Carracedo, Jos, Educacin moral, postmodernidad y democracia: ms all del liberalismo y del comunitarismo,
Madrid, Trotta, 1996.
2 Prez Luo, A. E., Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitucin, 4 ed., Madrid, Tecnos, 1991; Prez Luo,
Antonio Enrique, La evolucin del Estado social y la transformacin de los derechos fundamentales, incluido
en el libro editado por Enrique Olivas, Problemas de legitimacin en el Estado social; Zaragoza Huerta, Jos
et al., Los derechos humanos en la sociedad contempornea, Mxico, Lago, 2007.
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Derecho en Libertad
3 Nietzsche es el profeta del ocaso de la modernidad y el advenimiento del nihilismo; pero conviene precisar
que Nietzsche no fue un pensador nihilista, ni un defensor o apologeta del nihilismo, sino quien anuncia
y anticipa el nihilismo occidental. El Estado quiere una cultura y una educacin domesticadas que se sometan
dcilmente a los fines polticos. Los Estados modernos disponen de dos medios tiles para someter al pueblo.
Nietzsche, F., Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (trad. C. Manzano), Barcelona, Tusquets,
2000. Vase para ampliar del tema Aguilera Portales, Rafael Enrique, El horizonte poltico del pensamiento de
Nietzsche, Castilla, Antonio (comp.), Nietzsche y el espritu de ligereza, Mxico, Plaza y Valds, 2006, pp. 125-173.
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Derecho en Libertad
4 Nussbaum, M., El cultivo de la humanidad. Una defensa clsica de la reforma de la educacin liberal. Barcelona, Andrs
Bello, 2003. p. 153. Nussbaum trata de conectar de forma directa la narracin de historias con la adquisicin
de habilidades, as como el desarrollo de actitudes. La literatura, antropologa y la filosofa muestran un
excelente perfil, presentando como un espacio de posibilidades, un medio apropiado para mostrar diferencias,
matices, situaciones, necesidades... A travs de escritores como Ch. Dickens, W. James, M. Proust, S. Beckett,
Whitman, la autora defiende dos posiciones interesantes. La primera, lo imaginario como cultivo de
la sensibilidad, y como consecuencia, los efectos positivos de la educacin de la sensibilidad en una ciudadana
democrtica y plural.
5 Vzquez, Rodolfo, Derecho y Educacin en Introduccin a la Filosofa del Derecho (entre la libertad y la igualdad),
Madrid, Trotta, 2006, pp. 225-255.
6 Rubio Carracedo, Jos, Educacin moral, postmodernidad y democracia: ms all del liberalismo y del comunitarismo,
Madrid, Trotta, 1996.
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Derecho en Libertad
7 Prez Luo, Antonio Enrique, Dimensiones de la igualdad, Madrid, Dykinson, 2006, p. 16. Vid. Laporta, F.,
El principio de igualdad: introduccin a su anlisis en Sistema, n. 67, 1985, pp. 3-31; Aguilera Portales, Rafael
Enrique, La igualdad como valor normativo, axiolgico y poltico fundamental en Figueruelo, ngela,
Igualdad para qu?, Granada, Comares, 2007, pp. 15-49.
8 Camps, V., El descubrimiento de los Derechos humanos en Muguerza, J., El Fundamento de los derechos
humanos, Madrid, Debate, 1989, Sobre el concepto de dignidad humana ver el trabajo de Castro Cid, Benito,
Los derechos econmicos, sociales y culturales. Anlisis a la luz de la teora General de los Derechos Humanos, Len, Ed.
Len. 1987, p. 67.
9 Para ampliar este aspecto puede consultarse el trabajo conjunto: Aguilera Portales, Rafael y Espino Tapia,
Diana, Fundamento, naturaleza y garantas jurdicas de los derechos sociales ante la crisis del Estado social
en Revista Telemtica de Filosofa del Derecho, n10, 2006, pp.1-29. Tambin Vid. Multiculturalismo, derechos
humanos y ciudadana cosmopolita en Revista Letras Jurdicas, Universidad de Guadalajara, Mxico, n 3,
Otoo, 2006; Zaragoza Huerta, Jos, et al., op. cit., nota 2.
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Derecho en Libertad
10 Savater, Fernando, El valor de Educar, 7 ed., Barcelona, Ariel, 2000. El hombre desea acrecentar su capacidad
de obrar, trabajar, crear y ampliar su mundo. El conatus sera la fuerza ontolgica de cada ser, el esfuerzo
por mantener nuestra propia e irreductible entidad, individualidad y existencia.
11 Lipovesky, G., La era del vaco, Barcelona, Anagrama, 1997, p. 25.
12 Dewey, John, Democracia y educacin, Madrid, Morata, 1995, p. 57. The Keynote of democracy is the
neccesity for the participation of every nature human being in the formation of the values that regulate
for the living of men together. Vase The crisis in human History: The Danger of the Retreat to Individualism,
Later Works, 1946, 15: 210-223.
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Derecho en Libertad
La educacin, por tanto, no es slo una educacin para el saber, sino una
educacin para la convivencia democrtica, una educacin para la ciudadana poltica,
cvica y tolerante. Es ms, la sociedad misma como comunidad tiene que ser una sociedad
educativa, es decir, democrtica. La democracia, para Dewey, no es simplemente una
forma de gobierno o un modo de gestin de decisin pblica sino un ideal de vida
poltica. La democracia es una forma de vida comunitaria en la cual los hombres entran
en comunidad, porque activa, libre, reflexiva, tolerante y crticamente se comunican
y participan en la direccin de los asuntos comunes. En otras palabras, una sociedad
indeseable es aquella que pone barreras interna y externamente al libre intercambio y comunicacin
de la experiencia. Una sociedad es democrtica en la medida en que facilita la participacin en sus
bienes de todos sus miembros en condiciones iguales y que asegura el reajuste flexible de sus instituciones
mediante la interaccin de las diferentes formas de vida asociada.13
En este sentido, la expansin, desarrollo y crecimiento de la democracia va
encaminada hacia una clara finalidad prctica: hacer mejores a los hombres. Por eso, es
preciso insistir que el nuevo docente debe ser un buen ejemplo y testimonio de educador
poltico14 que pretende inculcar, aleccionar y transmitir las virtudes pblicas necesarias
para alcanzar una sociedad plenamente democrtica en todos los mbitos de la vida
educativa, econmica, social, poltica y jurdica. Sin duda, el problema de la ciudadana
de los miembros de una comunidad es crucial si queremos conseguir una mayor integracin
socio-cultural, una cohesin poltica y democrtica y un ptimo desarrollo socio-econmico
y moral. Una de las tareas importantes de la poltica democrtica es intentar construir
identidades ciudadanas porque slo as podremos caminar hacia una democracia
participativa y comunitaria ms slida, desarrollada y cabal.
13Ibdem. p. 91. Dewey defiende una concepcin de democracia moral radical como forma de vida en oposicin
a la concepcin de democracia como mero mecanismo procedimental de toma de decisiones. De esta forma,
insiste mucho en la comunidad ciudadana en la que los individuos se realizan como tales cuando participan
de modo significativo en la direccin de los asuntos pblicos. Esta participacin genera un sentido de pertenencia
absoluta a la comunidad y un sentido de justicia porque el individuo piensa en intereses generalizables y no
solamente en sus propios intereses.
14 Brcena, Fernando, El oficio de la ciudadana (Introduccin a la educacin poltica), Barcelona, Paids, 2006.
15 Smend, Rudolf, Ciudadano burgus en el Derecho Poltico alemn, en su vol. Constitucin y Derecho
Constitucional (trad. cast. de J. M. Beneyeto), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985; Marschall,
Th. H. Citizenship and Social Class, 1950 (trad. cast. Marschall, Th. H, y Bottomore, T. Ciudadana y Clase social,
trad. Pepa Linares, Madrid, Alianza, 1998). En esta obra define la ciudadana como posesin de derechos
y pertenencia a una comunidad. La nocin marshalliana de ciudadana se inscribe en la tradicin tica-
comunitarista-republicana clsica que tiene como antecedentes a Aristteles, Maquiavelo y Rousseau. Vase
tambin Habermas, J., Identidades nacionales y postnacionales, Madrid, tecnos, 2002; Cortina, Adela, Ciudadanos del
mundo. Hacia una teora de la ciudadana, Madrid, Alianza.
16 Brcena, Fernando, op.cit., nota 14.
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Por tanto, cul es el papel de la educacin? Vattimo nos dice que la misin
de la educacin frente a la excesiva fragmentacin, especializacin y dispersin del
conocimiento es: ensearnos a movernos en la maraa de mensajes, hacindonos
vivir cada mensaje singular y cada singular experiencia en su indisoluble vnculo con
todos los otros, tambin en su continuidad con ellos, de la cual depende el sentido de
la experiencia [] La filosofa no puede ensearnos a dnde nos dirigimos, sino vivir
en la condicin de quien no se dirige a ninguna parte.19
En el terreno de anlisis discursivo del Derecho podemos encontrar numerosos
campos de estudios como la lingstica, teora literaria, semntica jurdica relacionada con
la reconstruccin, en el campo de la filosofa, la hermenutica jurdica. La deconstruccin
del Derecho no es una corriente que genere demasiadas simpatas y adhesiones. La
reconstruccin de Jacques Derrida puede ser entendida como una intervencin activa
que se ejerce sobre cualquier texto. La lectura de la diferencia pretende una reconstruccin
del discurso jurdico y educativo que intenta cuestionar los fundamentos, consistencia
y sentido de la compleja arquitectura del edificio jurdico
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20 Derrida, J., El tiempo de una tesis. Reconstruccin e implicaciones conceptuales (trad. Cristina de Peretti), Barcelona,
Proyecto A Ediciones, 1997, p. 42.
21 Derrida, Jacques y Minc Alain, Penser ce quie viente, Le Nouveau (Pars), 92, 1994, pp. 91 en El tiempo
de una tesis. Reconstruccin e implicaciones conceptuales, (trad. Cristina de Peretti), Barcelona, Proyecto A Ediciones,
1997.
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Derecho en Libertad
22 Prez Lled, Juan Antonio, Critical Legal Estudies y el comunitarismo en Revista DOXA, Cuadernos de
Filosofa del Derecho, 1995, n17-18, pp. 137-164, p.139.
23 Prez Lled, Juan Antonio, Teoras crticas del Derecho en E. Garzn Valds y F. Laporta (comp.), El
Derecho y la Justicia, Madrid, Trotta, 1996, p. 96.
24 Zagrebelsky, El derecho dctil. Ley, derechos, justicia, Madrid, Trotta, 1995. Nez Torres, Michael, Nuevas
tendencias en el derecho constitucional del siglo XXI o el regreso de concepciones clsicas del Estado en
Torres Estrada, Pedro (comp.) Neoconstitucionalismo y Estado de derecho, Mxico, Limusa, 2006, pp. 135-169.
25 Vid. Kelsen, Hans, Teora pura del derecho, (trad. Roberto J. Vernengo), 2 ed., Mxico, Porra, UNAM, 1991;
Bobbio, N, El problema del positivismo jurdico, E. Garzn Valds (trad.) Editorial universitaria Buenos Aires, 1965;
Hoerster, Norbert, En defensa del positivismo jurdico, trad. Jorge M. Sea, Gedisa, Col. Estudios Alemanes,
Barcelona, 1992.
26 Zagrebelsky, op. cit., nota 24, p. 40.
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Derecho en Libertad
Puede decirse que con Kelsen el constitucionalismo europeo alcanza sus ltimas
metas dentro de lo que eran sus posibilidades de desarrollo: la idea de un Tribunal
Constitucional es verdad que consagraba la supremaca jurdica de la Constitucin,
pero su neta separacin de la jurisdiccin ordinaria representaba el mejor homenaje
al legislador y una palmaria muestra de desconfianza ante la judicatura, bien es verdad
que entonces estimulada por el Derecho libre, y asimismo, la naturaleza formal de la
Constitucin, que dejaba amplsimos espacios a la poltica, supona un segundo y definitivo
acto de reconocimiento al legislador.31
27 Prez Lled, Teora y prctica en la enseanza del derecho, Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad
Autnoma de Madrid, C nota 84, p. 205.
28 Crdenas Gracia, Jaime, Diez tesis sobre nuestro atraso jurdico en Torres Estrada, Pedro (comp.) Neo-
constitucionalismo y Estado de derecho, Mxico, Limusa, 2006, pp. 41-66, p. 41.
29 Prieto Sanchis, Luis, Neoconstitucionalismo y ponderacin judicial, Lima, Palestra, 2002.
30 La Teora pura del derecho, que la norma fundamentadora del sistema de fuentes jurdica no sea una norma
puesta, es decir, positiva. Y, en el plano externo, establece una juridificacin y reduccionismo demasiado
estrictos del Estado, desapareciendo el dualismo derecho-Estado en la medida que concibe el Estado slo
como un orden normativo.vid. Prez Luo, A. E., Teora del Derecho. Una concepcin de la experiencia jurdica,
1997.
31 Prieto Sanchs, Luis, op. cit., nota 29, p. 116. La corriente neopositivista jurdica olvida fcilmente la consideracin
de legitimidad moral de las leyes. Las leyes pueden estar legitimadas por el proceso democrtico en el que
han sido elaboradas; pero no necesariamente tienen que ser justas o estar legitimadas o fundadas moralmente.
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Derecho en Libertad
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entre ser y deber ser, situando al Derecho y a la ciencia jurdica en el mbito del deber
ser. Como bien apunta el profesor Juan Antonio Prez Luo, desde un punto de vista
intrasistemtico35 resulta contradictorio, respecto a los propios presupuestos tericos
de la Teora pura del Derecho, que la norma fundamentadora del sistema de fuentes
jurdicas no sea una norma puesta, es decir, positiva. Y, en el plano externo, establece
una juridificacin y reduccionismo demasiado estrictos del Estado, desapareciendo
el dualismo derecho-Estado en la medida que concibe el Estado slo como un orden
normativo. La idea de una teora pura o formal del derecho en el sentido de avalorativa
o descriptiva constituye una autntica ilusin kelseniana, hartiana y austiniana, una
creencia indefendible desde el mismo punto de vista de la ciencia. El positivismo y
formalismo jurdico han realizado un proceso de idealizacin del Derecho y de las
categoras jurdicas, caracterizado por una inversin de la relacin existente entre
Derecho y sociedad, Derecho e historia, Derecho y economa.
El segundo tpico errneo es la visin del jurista como un mero tcnico u operario
del Derecho, que slo ha de habrselas con operaciones lgicas, como muy bien asevera
Pietro Barcellona: La sociedad de los juristas-ingenieros es una quimera, una abstraccin.36
Esta conviccin de que el jurista es un operador o tcnico del Derecho esconde una
fuerte visin cientista falaz y equvoca, al mismo tiempo nos sumerge en un fuerte
legicentrismo y estatalismo al partir de la conviccin de que el intrprete est subordinado
a la ley y de que su nica funcin es puramente tcnica al llevar a cabo la subsuncin
del hecho en el esquema conceptual.
35 Prez Luo, A. E., Teora del Derecho. Una concepcin de la experiencia jurdica, 1997, vase captulo IX y X
especialmente; Kelsen, Hans, Teora pura del derecho, trad. Roberto J. Vernengo, 2 ed., Mxico, Porra UNAM,
1991 (original alemn 1932). Vzquez Efrn, La teora pura del derecho: entre la ciencia jurdica y la poltica
jurdica, en Ensayos jurdicos y de poltica jurdica, Mxico, Ed. UANL, 2003.
36 Barcellona, Pietro, op. cit., nota 33, p. 31.
37 Vid. Aguilera Portales, Rafael, Posibilidad, sentido y actualidad de la Filosofa del Derecho en Revista IUS
ET PRAXIS, Universidad de Talca, Chile, ao 13, n 2, 2007, pp. 169-193, p. 170.
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Derecho en Libertad
Estas otras disciplinas son autnticas ciencias o disciplinas jurdicas que enriquecen
y amplan nuestro trabajo de investigacin jurdico pues contribuyen a una comprensin
integral38 del Derecho. De aqu la importancia de no caer en una clausura o monacato
cerrado de un cierto exclusivismo formalista y tecnicista que empobrece innecesariamente
lo que sobre el Derecho, en su sentido ms pleno, debe y puede hoy decirse desde un
holismo amplio, comprensivo y diferenciador. Un holismo preciso y diferenciador que
busca una interdisciplinariedad y realizar una interpretacin totalizadora del fenmeno
jurdico.
38 Dentro del enorme espectro actual de las teoras jurdicas existe la tendencia de abandonar progresivamente
el monismo metodolgico. Los problemas prcticos han reclamado una enorme atencin actualmente; pero
debemos precisar que los mtodos no son recetarios, sino construcciones-herramientas intelectuales que
justifican un mayor aumento del conocimiento. La ciencia del Derecho pretende aumentar nuestro conocimiento,
sin duda, y este conocimiento pretende resolver problemas prcticos; pero con cautela porque las urgencias
prcticas no son buenas consejeras para el desarrollo cientfico. Considero que debemos tender a una compaginacin
o vinculaciones de los aspectos metodolgicos (tericos) con la capacidad de resolucin de problemas prcticos.
La praxis por la praxis, desde una visin pragmtica o tecnificista nos hace perder una comprensin ms
amplia e integral del mundo, y todos sabemos que el fenmeno socio-jurdico es una realidad muy compleja
y controvertida. Daz, Elas, Sociologa y filosofa del derecho, Madrid, Taurus; Laporta, Francisco, Entre el
Derecho y la moral, Mxico, Fontamara, 2000.
39 Daz, Elas, Filosofa del Derecho: legalidad y legitimidad. Madrid, Fundacin Juan March, 1999.
40 Miguel Reale, profesor de la Universidad de So Paulo, ha distinguido esta triple dimensin del Derecho.
Debemos observar que en oposicin a una visin eclctica que puede ver una absoluta dispersin temtica
en la filosofa del Derecho, existe una coincidencia entre los autores respecto a los problemas fundamentales.
Miguel Reale advierte que la contribucin de Recansens Siches a la teora tridimensional del Derecho es relevante,
tanto en el estudio de la concepcin general del Derecho como en la concrecin del fenmeno jurdico-
normativo, como producto cultural y, por tanto, histrico. Reale, Miguel, Teora tridimensional del Derecho,
Madrid, Tecnos, 1997, vase tambin Reale, Miguel (1976) Fundamentos del Derecho, Buenos Aires, Palma;
Reale, Miguel, Filosofa Do Dereito. Edit. Saravia Sao Pablo, Brasil, 1972; Daz, Elas, Sociologa y filosofa del derecho,
Madrid, Taurus, 1999, p. 62.
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Derecho en Libertad
a) Ciencia del Derecho: tiene por objeto de estudio el Derecho vlido, es decir,
su reflexin gira en torno a la validez del Derecho y, por otro plano, descripcin y
explicitacin del sistema de legitimidad incorporado a este sistema de legalidad: es
decir, primer nivel de legitimidad, la legitimidad legalizada. Validez legal.
No hay normas neutras desde el punto de vista de los valores: todo sistema
de legalidad es expresin de un determinado sistema de legitimidad, de una determinada
idea de la misma condicin humana.43 La famosa neutralidad axiolgica que persegua
la ciencia pura del Derecho de Kelsen constituye una visin falaz e idealista del Derecho.
El Derecho es un fenmeno complejo e hbrido interpelado por valores axiolgicos
de orden superior y constitucional. Esta dicotoma entre legalidad y legitimidad nos ayuda
a buscar un Derecho ms justo.
41 Daz, Elas, Sociologa y filosofa del derecho, Madrid, Taurus, 1999, p. 62.
42 Ibdem., p. 251.
43 Daz, Elas, Sociologa y filosofa del derecho, Madrid, Taurus, 1999 p. 252. El profesor Elas Daz habla de tres
niveles de legitimidad, legitimidad vlida, eficaz y justa, pero en sentido estricto considero que debe hablarse
de legalidad, legitimacin y legitimidad.
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Derecho en Libertad
44 Laporta, Francisco, Entre el Derecho y la moral, Mxico, Fontamara, 2000. p.74. El concepto de legitimacin
proviene del gran pensador y socilogo Max Weber, con l se aluda sobre todo a unas normas o principios
que son generalmente cumplidos y aceptados por los destinatarios en funcin de creencias compartidas
por ellos, por tanto, podemos decir que un sistema jurdico o de una institucin tiene legitimacin cuando
son apoyados y aceptados socialmente. Schmitt, Carl, Legalidad y legitimidad, trad. Jos Daz Garca, Madrid,
Aguilar, 1971. La legitimidad es un trmino que hace referencia a un conjunto de valores, procedimientos,
exigencias y principios que tratan de operar con criterios de justificacin de normas, instituciones. La legitimidad
equivale a la idea de justicia o justificacin tica, con lo que podemos decir que un sistema jurdico-poltico
es legtimo cuando es justo. Un sistema jurdico-poltico tiene legitimidad o es legtimo cuando sus normas
estn dotadas de cierta justificacin tica aceptable. Laporta, Francisco, Entre el Derecho y la moral, Mxico,
Fontamara, 2000.
45 Daz, Elas, op. cit., nota 43, p. 272.
46 Larenz, Karl, Metodologa de la Ciencia del Derecho, 2 ed., Barcelona, Ariel, 2001.
47 Daz, Elas, op. cit., nota 46, p. 251.
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Derecho en Libertad
Este es su principal cometido como pone de relieve el profesor Antonio Enrique Prez
Luo: en esa tarea de religar el estudio del derecho con sus presupuestos ticos y sus
implicaciones polticas, la filosofa jurdica puede y debe cumplir una funcin didctica
irreemplazable.48
La filosofa jurdica sigue cumpliendo una funcin normativa de enorme relevancia
e importancia metodolgica, ontolgica y axiolgica. Nos encontramos, as pues, ante
una disciplina normativa que pretende justificar reflexiva y crticamente todo el ordenamiento
poltico y jurdico. Los problemas que aborda son: qu es el Derecho?, qu es la
Justicia?, qu es la Autoridad?, cundo un Derecho es justo?, qu es la legitimidad
del Derecho?, es incuestionable la obediencia al Derecho? Estos son los interrogantes
que se ha planteado histricamente la Filosofa del Derecho. Todo ordenamiento jurdico
precisa de una justificacin, un fundamento, una legitimacin terica. El clebre filsofo
y matemtico ingls Bertrand Russell opinaba que el valor de la filosofa debemos
buscarlo en los problemas que nos plantea, donde las preguntas son ms importantes
que las respuestas.
48 Prez Luo, A. E., La Filosofa del Derecho y la formacin de los juristas, en Sistema 49, julio de 1982,
p. 91.
49 Russell, Bertrand, Los problemas centrales de filosofa, Barcelona, Paids, 1992, p. 135.
50 Prez Lled, J. A., El movimiento Critical Legal Studies, Madrid, Tecnos, 1996, p. 727. El movimiento
norteamericano Critical Legal Studies es una corriente crtica que ha alcanzado enorme magnitud y fuerte
impacto (aunque no en el mundo iberoamericano) en Europa y EEUU. Esta corriente realiza una fuerte
crtica al formalismo jurdico (contra la ilusin de certeza y aplicabilidad mecnica del Derecho, enfatizando
la indeterminacin del lenguaje jurdico y la discrecionalidad del intrprete. Vase Prez Lled, J. A., Teoras
crticas del Derecho en Garzn Valds, Ernesto y Laporta Francisco, Jos (comp.) El Derecho y la Justicia,
Madrid, CSIC, 1996, pp. 87-103.
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Derecho en Libertad
Pero voy a ampliar el problema no slo desde la visin de una formacin filosfico-
jurdica de vital importancia en el currculo formativo de cualquier jurista sino tratar
de hacerla extensible a la formacin tico-cvica y humanstica en general de cualquier
estudiante universitario. Por consiguiente, ante la pregunta comn de nuestros alumnos
y partiendo especialmente de nuestro legado cultural clsico y moderno: para qu
sirve conocer a Platn, Sneca, Montaigne o Cervantes? Es muy probable que para
vivir no necesitemos conocer a Sneca o Cervantes, pero tal ignorancia no se le puede
permitir a un ciudadano de una democracia liberal desarrollada. El objetivo de la
educacin es formar ciudadanos libres, crticos, autnomos, capaces de servirse de sus
propias facultades, destrezas y recursos, ciudadanos que logren no slo adaptarse e
integrarse en la realidad socio-laboral sino que puedan contribuir a la creacin de una
nueva esfera pblica en lo que concierne a la administracin de justicia. El objetivo
de la educacin es, por esto mismo, no slo dar conocimientos que capaciten para realizar
la vocacin deseada (oficio, profesin), sino adems aportarles ciertas maestras en el
arte de vivir y convivir, habilitarlos como ciudadanos democrticos del siglo XXI. Una
autntica educacin tico-jurdica no debe de perder de vista el valor y el sentido de las
humanidades en su sentido clsico. Protgoras considera la virtud poltica o habilidad
para la convivencia,51 basada en el sentido moral y de justicia, como inherente a todo
ser humano y superior a la habilidad tcnica. De este modo surgen las leyes, siendo
stas ventajosas para todos, pues sin leyes (o cultura jurdica) no habra justicia, y sin
sta el salvajismo, la impunidad y la arbitrariedad acabaran con la especie humana.
51 La palabra idiota viene etimolgicamente de iditots, que significa aquel que se ocupa slo de sus propios
asuntos privados y particulares, mientras que polits significa miembro de la polis o ciudadano. En ingls
polite significa educado, ordenado; en francs se habla de polites como ciudadana. Rodrguez Andrados, F.,
Ilustracin y poltica en la Grecia clsica, Madrid, Biblioteca de Poltica y sociologa, Rev. de Occidente.
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Derecho en Libertad
En este sentido, resulta obvio que la ciencia jurdica no se basta por s sola para
explicar los cimientos, pilares y bases metodolgicas que subyacen a ella, ni tampoco
los valores e ideas que estn ms all de ella y que son precisamente los que le dan
sentido. La conciencia de incompletud o insuficiencia metodolgica, epistemolgica
y estimativa jurdica ha generado una prolija e interesante reflexin filosfica sobre
el Derecho. Y, consiguientemente, podemos advertir dos partes fundamentales de la
Filosofa jurdica: la fundacin de la Teora general o fundamental del Derecho para aclarar
los conceptos bsicos que constituyen la cimentacin de toda la realidad jurdica, as
como tambin de toda ciencia jurdica; y el restablecimiento de la problemtica estimativa
o axiolgica del Derecho.52
Podemos propiamente hablar de la ciencia jurdica?, qu estatuto cientfico
tiene la ciencia jurdica?, entre las ciencias existentes, en qu lugar podramos situarla?,
cmo ha evolucionado el problema epistemolgico de la ciencia jurdica?, cul es
el objeto de la ciencia del Derecho, qu mtodo o mtodos utilizados existen para alcanzarlo?
52 Recasens Siches, Lus., Filosofa del Derecho, Mxico, Porra, 1965, p. 11. Nota: la distincin entre Ciencia
y Filosofa del Derecho puede ser esclarecida con la distincin entre juicios de hecho y juicios de valor. Bobbio,
Norberto, Filosofa del Diritto e Teora generale del diritto, trabajo recogido en su libro Studi sulla Teora generale
del Diritto, cit. p. 27-52, p. 49.
53 Peces Barba, G., Introduccin a la Filosofa del Derecho, Madrid, Debate, 1983, p. 281. El alegato ms famoso
contra la cientificidad del saber jurdico se encuentra en la clebre conferencia de Kirschaman, pronunciada
en 1847 en una sociedad jurdica de Berln, sobre la falta de valor de la jurisprudencia como ciencia. Kirchaman
sostuvo que tres palabras rectificadoras del legislador convierten a bibliotecas enteras en basura y que la
jurisprudencia no es ciencia porque su objeto cambia. La constante volatilidad, diacrona y cambio del derecho
como objeto de investigacin cientfica nada permanente dificultara su estudio, convirtindolo en un conocimiento
vago e impreciso. Vase Larenz, Karl, Metodologa de la Ciencia del Derecho, 2 ed., Barcelona, Ariel, 2001.
54 Ibdem, p. 282.
55 Ibdem, p. 284. Norberto Bobbio (aun siendo paradjicamente positivista), desde la perspectiva rigurosa
de la filosofa de la ciencia, seal que la concepcin racionalista y positivista de la ciencia ha negado estatuto
cientfico a la ciencia jurdica porque el saber jurdico no se poda incluir en esos modelos de ciencia.
91
Derecho en Libertad
Tratando de hacer una sntesis, podemos afirmar que la Filosofa jurdica aborda
el estudio del derecho en su esencia y mismidad, con sus caractersticas y criterios axiolgicos;
mientras que las distintas ciencias jurdicas particulares estudian el Derecho en algunas
de sus parcelas o campos delimitados. La filosofa, pues, atiende a alcanzar una concepcin
integral y global del fenmeno jurdico, mientras las ciencias jurdicas (en plural- Derecho
corporativo) atienden a estudiar las partes de ste.
La reflexin iniciada por los griegos y continuada por los jurisconsultos romanos
sobre aspectos jurdicos y filosfico-jurdicos ha sido continuada por las actuales teoras
iusfilosficas modernas y contemporneas. Los problemas interpretativos, valorativos
y metodolgicos planteados por esas teoras del Derecho continan abiertos al debate,
la reflexin y la investigacin. Indudablemente, comulgo y comparto con la opinin
de que va siendo hora de olvidar un cierto Derecho natural metafsico, extrahistrico,
eterno e inmutable; un Derecho natural no secular, rancio y trasnochado; pero esto
no descarta un iusnaturalismo renovado, crtico y progresista que sirva de inspiracin
y acicate al Derecho positivo, pidindole cuentas,mejorndolo, exigindole que sea
acorde con criterios de justicia actuales, en definitiva, reivindicando no slo legitimacin
social, sino una mayor legitimidad moral, poltica y jurdica.
Podemos decir que la Filosofa del Derecho consiste en una reflexin radical
sobre el saber jurdico, su posibilidad y sentido, sus procedimientos y metodologa,
es decir, el Derecho como facticidad y validez, efectividad social y jurdica y legitimidad
axiolgica y estimativa. Considero que esta definicin aproximativa nos puede ayudar
a dilucidar e ir perfilando un concepto ms claro, lcido y ntido en esta visin de doble
sentido del Derecho como Ser (ontologa y ciencia jurdica) y el Derecho como deber
ser (axiologa jurdica o teora de la justicia).
56 Legaz y Lacambra, Luis, Filosofa del Derecho. Barcelona, Bosch. 1972. Legaz y Lacambra, Luis, Horizontes
del Pensamiento Jurdico, Estudios de Filosofa del Derecho. Barcelona, Edit. Bosch. 1960 ; Elsenhart, Hugo,
Philosophie des States oder Allgemeine Social Theorie, 2 tomos, 1843. A inicios del siglo XIX, Hugo haba presentado
la versin tripartita de la ciencia del derecho, es decir, dogmtica jurdica, historia del Derecho y filosofa
del Derecho; ms tarde esta versin se convirti en bipartita. Vase Vieweg, Theodor: Tpica y Filosofa del
Derecho, Barcelona, Gedisa, 1991.
57 Villey, Michel, Philosophie du droit. Dfinitions et fins du droit, Pars, Dalloz, 1975, p. 164-165. Garca Maynez,
Eduardo, Filosofa del Derecho, 11 ed., Mxico, Porra, 1999.
92
Derecho en Libertad
Una nueva enseanza del Derecho debe tomar en cuenta un modelo amplio, flexible
y abierto de ciencia jurdica. En nuestras facultades y escuelas de Derecho sigue existiendo
una imagen errnea y falaz de ciencia jurdica como ciencia sistemtica, hermtica,
coherente y autnoma, que pretende no tener conexin con las ciencias sociales y
humanas. Este formalismo jurdico conservador y retrgrado ha empobrecido enormemente
una visin amplia y profunda del Derecho. Sin duda, el Derecho es un fenmeno ms
indeterminado, complejo y abierto de cmo se sigue enseando en muchas universidades
de nuestro pas. Igualmente el formalismo jurdico ha degradado la imagen actual
del jurista convirtindolo en mero autmata o mero tcnico u operario del Derecho.
La enseanza formalista del Derecho ha insistido mucho en el desarrollo de la memoria
repetitiva y no en una concepcin de memoria comprensiva e integradora, mientras
que la nueva enseanza del Derecho requiere del desarrollo de la capacidad argumentativa
y el razonamiento jurdico. El dominio del lenguaje, la interpretacin y la lgica jurdica
sigue siendo el instrumento fundamental de todo profesional del Derecho.
93
Derecho en Libertad
La excesiva ramificacin y especializacin del Derecho hace necesaria una visin metodolgica
integradora. La filosofa busca una concepcin integral y global del fenmeno jurdico,
mientras las ciencias jurdicas (en plural) o ramas del Derecho atienden a estudiar sus
respectivas parcelas. En esta lnea, la Teora o Filosofa del Derecho cumple esta funcin
integradora del Derecho excesivamente ramificado en compartimentos estancos y ramas
jurdicas en muchas ocasiones demasiado inconexas como Derecho civil, mercantil,
fiscal, administrativo, procesal La Teora o Filosofa jurdica aborda problemas como:
Qu modelo de ciencia jurdica queremos ensear?, qu metodologa debemos utilizar
en la enseanza del Derecho? Por consiguiente, una buena teora jurdica es aquella
que estructura, organiza y analiza las distintas parcelas del Derecho en construcciones
dogmticas de alto nivel, construcciones tericas que son imprescindibles en la ciencia
jurdica para el futuro ejercicio prctico de los profesionales del Derecho.
6. La enseanza del Derecho precisa de una educacin para los derechos humanos
94
Derecho en Libertad
8. La enseanza del derecho est claramente conectada con una concepcin amplia,
social y democrtica de Estado de derecho
58 Daz, Elas, Filosofa del Derecho: legalidad y legitimidad, Madrid, Fundacin Juan March, 1999, p. 135.
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Derecho en Libertad
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Apuntes en torno a la descentralizacin de los
procesos electorales en Mxico
Gabriela SALAZAR 1
Sumario:
I. origen del sistema actual de organizacin electoral.
II. Un sistema hbrido de organizacin electoral: su funcionamiento.
III. Efectos que provoca el sistema hbrido de organizacin electoral.
IV. Propuesta: un sistema mixto con atribuciones claras y descentralizacin efectiva.
V. Conclusin
El propsito del presente trabajo es esbozar las condiciones mnimas que deberan
tener tanto la legislacin federal como estatales en materia electoral en Mxico, para
cumplir el principio de una descentralizacin electoral efectiva. Partimos de la
premisa de que actualmente, aunque se habla de descentralizacin en nuestro pas
en materia electoral, en la prctica se cuenta con dos estructuras burocrticas para
la organizacin electoral (una federal, el IFE, y 32 organismos electorales estatales),
lo cual no slo representa un enorme gasto, sino que provoca un sinfn de duplicidades
y riesgos de errores en la preparacin y organizacin de los procesos electorales,
que pueden llegar a tener (y ya lo tienen en cierta medida) un impacto negativo en
la eficiencia de las elecciones, y con ello, en la confianza y transparencia del proceso
electoral en su conjunto.
99
Derecho en Libertad
Durante el siglo XIX, y hasta la ley electoral de 1946, los estados y los municipios
se hacan cargo de la organizacin de las elecciones, incluyendo el manejo del padrn
electoral. La ley electoral de 1918 estableca que los consejos de listas electorales se
integraran en cada estado con 9 miembros sorteados de entre candidatos propuestos
por el ayuntamiento.
No exista un padrn electoral nacional, sta era una funcin de los municipios.
Tampoco haba una autoridad federal electoral, sino solamente el colegio electoral
federal, que se constitua para validar las elecciones federales de diputados y Presidente
de la Repblica, pero que no tena ninguna funcin en la organizacin de las elecciones.
Con las reformas electorales efectuadas en 1996 se inicia una nueva etapa en
la organizacin electoral, ya que la direccin de los organismos electorales se ciudadaniza
y es conformada por ciudadanos electos ya sea por el Congreso de la Unin en el caso
federal y por los congresos estatales en las entidades, mediante procedimientos de
convocatoria pblica. Tambin se ciudadanizan los organismos electorales en todos
los niveles, es decir, las comisiones municipales electorales, los consejos distritales y
las mesas directivas de casilla, stas ltimas responsables de recibir directamente la
votacin ciudadana.
100
Derecho en Libertad
Por otro lado, tanto a nivel federal como estatal existen dos estructuras
tcnico-operativas para la realizacin de elecciones.
El problema central al que hace referencia este trabajo tiene una doble
perspectiva: por un lado, es necesario hacer empatar la legislacin electoral federal
con cada una de las estatales para poder llevar a cabo elecciones eficientes, ya que
cada entidad tiene clausulas especficas sobre su proceso electoral; y por otro lado,
las estructuras del servicio profesional electoral (equipos tcnicos) tienen que
coordinarse de manera muy efectiva en cada una de las etapas del proceso electoral.
2 Baja California es el nico estado que ha realizado un ejercicio de padrn estatal, con la creacin del
Registro Estatal de Electores en el ao de 1991. Este proceso de credencializacin estatal, paralela a la
que realizaba el IFE, fue derogada de la ley estatal en octubre de 2006. Es decir, el padrn estatal estuvo
vigente durante 14 aos. Algunos de los principales motivos que tuvieron para cancelarla es que haba
inconsistencias entre el padrn estatal y el federal, dado que los ciudadanos daban mayor importancia
a la credencial federal, por ser adems considerada en Mxico un documento de identificacin oficial.
101
Derecho en Libertad
3 Un ejemplo de ello fue el estado de Nuevo Len en 1997. En dicha ocasin, el IFE y la CEE acordaron
una mesa nica con funcionarios slo federales que recibieron la votacin local y federal. En ese momento,
dada la reciente ciudadanizacin de la CEE en Nuevo Len, el organismo electoral local prefiri dejar
la eleccin local en manos del IFE, tanto en organizacin, como en capacitacin, como en recepcin de
la votacin.
102
Derecho en Libertad
En la eleccin local del 2006, por ejemplo, el costo por voto en Nuevo Len
fue de 76.65 pesos (casi 7 dlares), es decir, vemos que el costo por voto de una eleccin
local puede llegar a ser incluso mayor al costo del voto de la eleccin federal.
Sin embargo, no queremos dejar de apuntar que el hecho de tener dos legis-
laciones y estructuras provoca consecuencias en casi todos los temas que tienen que
ver con la vida electoral, desde el financiamiento a los partidos polticos, su fiscalizacin,
la duracin de las campaas electorales, la regulacin de precampaas, la regulacin
de la propaganda electoral y los medios de comunicacin, la educacin cvica y poltica
de los ciudadanos, entre los ms relevantes, pues la lista podra continuar.
103
Derecho en Libertad
Habra que distinguir claramente dos planos: el de las normas y leyes y uno
ms, el de la operacin y aplicacin de dichas normas.
104
Derecho en Libertad
105
Derecho en Libertad
106
Derecho en Libertad
V. Conclusin
Hemos visto a lo largo de este trabajo que nuestro actual sistema mixto de organizacin
electoral fue el resultado de un contexto histrico y poltico singular de Mxico. Hoy,
es necesaria una seria evaluacin a dicho sistema, especialmente en el tema de la
descentralizacin efectiva, asunto que ha sido muy poco tratado en los anlisis y
discusiones en nuestro pas. El sistema hbrido ha provocado una duplicacin de
funciones y una doble estructura normativa y operativa que tienen un impacto
importante en los costos del sistema electoral y, de manera indirecta, en la eficiencia.
Tenemos hoy un sistema altamente costoso, complicado y un cuerpo de burcratas
federales y estatales como responsables de operarlo.
Creemos necesario que las autoridades estatales y federales inicien una discusin
seria, responsable y respetuosa que nos lleve, primero, a reconocer lo que significa tener
un sistema de tan alta complejidad y costos para Mxico, para que a partir de ah pueda
generarse una nueva normativa legal y operativa, que recoja la valiosa experiencia
de casi 20 aos. Debemos alcanzar un sistema electoral ms simple, ms moderno, con
instituciones federal y estatal que tengan competencias y funciones diferenciadas y,
sobre todo, que trabajen en un marco de respeto y profesionalismo y sigan cumpliendo
los encargos de legalidad, transparencia y eficiencia que deben seguir caracterizando
a nuestro sistema electoral.
107
Derecho en Libertad
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108
El valor probatorio del atestado policial1
Lorenzo M. BUJOSA VADELL2
Sumario:
I. Introduccin. II. La polica judicial y el atestado policial.
III. Contenido heterogneo del atestado. IV. Valor procesal del atestado
I. Introduccin
Entre los importantes defectos de la realidad procesal penal que la Ley de Enjuiciamiento
Criminal pretenda superar en el momento de su promulgacin se encontraba el de la
desmesurada virtualidad probatoria que se otorgaba a las diligencias de investigacin.
De hecho, en la propia Exposicin de Motivos, el Ministro de Gracia y Justicia Alonso
Martnez afirmaba que por la naturaleza misma de las cosas y la lgica del sistema,
nuestros Jueces y Magistrados han adquirido el hbito de dar escasa importancia a las
pruebas del plenario, formando su juicio por el resultado de las diligencias sumariales
y no parando mientes en la ratificacin de los testigos, convertida en vana formalidad
y aada, respecto al acusado, que cuando ste, llegado al plenario, quiere defenderse,
no hace ms que forcejear intilmente, porque entra en el palenque ya vencido o por
lo menos desarmado. Hay, pues, que restablecer la igualdad de condiciones en esta
contienda jurdica, hasta donde lo consientan los fines esenciales de la sociedad humana
1 El origen de este artculo se encuentra en la intervencin del autor en el XXIX Congreso Colombiano
de Derecho Procesal, celebrado en la ciudad de Medelln, los primeros das de septiembre de 2008.
2 Catedrtico de Derecho Procesal, Universidad de Salamanca.
3 El artculo 741.I LECrim dispone: El Tribunal, apreciando segn su conciencia, las pruebas practicadas
en el juicio, las razones expuestas por la acusacin y la defensa y lo manifestado por los mismos procesados, dictar
sentencia dentro del trmino fijado en esta Ley.
4 Como se deca en la propia Exposicin de motivos, son tan radicales las reformas en l (en este Cdigo)
introducidas, que bien podan pasar por un Cdigo completamente nuevo y de carcter tan liberal y
progresivo como el ms adelantado de los Cdigos de procedimiento criminal del continente europeo.
5 Como deca Calvo Snchez, M.C., La reforma del proceso penal, conferencia inaugural del II Congreso
de Derecho Procesal de Castilla y Len -cuyas actas public el Ministerio de Justicia, bajo el mismo ttulo
en 1990- Poder Judicial, nm. 17, marzo 1990, p. 14:Estas caractersticas que hacan de nuestro proceso
penal uno de los ms avanzados del mundo occidental quiebran, en parte, en las sucesivas reformas que,
con el pretexto de acelerar el procedimiento, subvierten y desnaturalizan algunas de sus mximas, con grave
merma de las garantas para el justiciable.
109
Derecho en Libertad
Pero ha sido desde la entrada en vigor de la Constitucin de 1978 y sobre todo, a partir
de la labor paulatina del Tribunal Constitucional cuando se ha producido una importante
relectura de nuestro proceso penal desde un prisma garantizador.6
Como bien se ha dicho, la LECrim no fue bien comprendida por quienes estaban
llamados a aplicarla7, y por lo que en concreto afecta al juicio oral, a pesar de configurarse
por el legislador como la fase donde ha de desarrollarse con amplitud la prueba, donde
las partes hacen valer en igualdad de condiciones los elementos de cargo y de descargo,
y donde los Magistrados han de formar su conviccin para pronunciar su veredicto;8
todava a finales de la dcada de los ochenta era vista como una cuasi farsa, no slo
por la doctrina espaola9, sino tambin por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
en su primera condena a mi pas en la sentencia del Caso Barber, Messegu y Jabardo
(6 de diciembre de 1988).
6 Sigue vigente el esquema original de la fase de investigacin dirigida por un Juez de Instruccin, que despus
no puede integrar el rgano enjuiciador. Pero las reformas que en los ltimos aos han introducido
procedimientos diversos casi por aluvin y la abundante doctrina jurisprudencial del Tribunal Consti-
tucional que se aplica en algunos casos con prioridad sobre el tenor literal de la Ley decimonnica, obligan
desde hace tiempo a la promulgacin de una nueva Ley, que sin embargo no llega a ver la luz.
7 As, es conocida la afirmacin de Fenech, M., El proceso penal, Madrid, 1978, p. 23: Desgraciadamente, esta
Ley no fue comprendida por los llamados a aplicarla ms que en su aspecto formal, desconociendo su
verdadera esencia, por lo que hemos afirmado repetidamente que se derogar sin haber entrado en vigor.
8 Se trata, de nuevo, de un fragmento de la Exposicin de Motivos de Alonso Martnez.
9 Vid, Calvo Snchez, M.C., Algunas sugerencias en torno a la futura reforma del proceso penal,Justicia, 1990,
nm. I, p. 72.
10 Pero no exclusivamente, pues, a pesar de la vigencia del derecho fundamental a la presuncin de inocencia,
el acusado ostenta tambin su derecho fundamental a utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa (tambin del art. 24.2 de la Constitucin espaola).
110
Derecho en Libertad
no cabe negar toda eficacia probatoria a las diligencias policiales y sumariales practicadas
con las formalidades que la Constitucin y el ordenamiento procesal establecen en garanta
de la libre declaracin y defensa de los ciudadanos, sino que requieren para reconocerles
esa eficacia que sean reproducidas en el acto de la vista en condiciones que permitan
a la defensa del acusado someterlas a contradiccin.11
En este contexto, la cuestin que se plantea en las pginas que siguen es la de
examinar hasta qu punto las actividades de la polica judicial van encaminadas slo
a la investigacin del hecho punible y, en ltimo trmino, a obtener datos tiles nicamente
para el juicio de acusacin (meras fuentes de prueba12), o si, en determinadas circunstancias,
o respecto a determinados actos concretos, cabe conceder valor probatorio a la actuacin
policial relacionada con un proceso penal. Si as fuera podramos incluir, por tanto,
esos actos entre las excepciones a la regla general anteriormente formulada, siempre
que no hubiera lesin no slo de garantas constitucionales, sino tambin de las legales
aplicables a la actividad probatoria.
La cuestin se sita, por tanto, como todas las cuestiones esenciales del Derecho
procesal, en el campo de tensin entre la garanta y la eficacia: la obtencin de toda
la prueba posible sobre el hecho punible objeto del proceso penal, pero siempre de
manera respetuosa con las exigencias formales y materiales del ordenamiento. El obligado
respeto a las garantas procesales de diverso rango normativo para que los elementos
probatorios puedan alcanzar su finalidad choca en numerosas ocasiones, sin embargo,
con perspectivas jurdicas ms utilitaristas, sobre todo cuando nos encontramos en
11 Se habla as de prueba anticipada, presente tambin por supuesto en el CPP colombiano (arts. 16, 112,
125, 154, 274, 284, 285, 337 y 383), o de prueba preconstituida, siguiendo en ste ltimo caso la terminologa
de Bentham y que, respecto al proceso penal es definida por Huertas Martn, I., El sujeto pasivo del proceso
penal como objeto de la prueba, Barcelona, 1999, p. 81, como las diligencias sumariales o actos de investigacin
que, siendo de muy difcil o imposible reproduccin, son sometidos a contradiccin en el acto del juicio
oral, transformndose as en actos de prueba realizados en el proceso.
12 Vid. Sents Melendo, S., La prueba, Buenos Aires, p. 151.
13 Esta es una visin puramente represiva que no se acompasa con los valores y principios constitucionales.
Como dice Calvo Snchez, M.C., Algunas sugerencias, op,. cit., p. 59: El fin del proceso penal no es castigar,
por lo mismo que la misin de la pena no es realizar la Justicia.
14 Como afirma Gmez Orbaneja, E., y Herce Quemada, V., Derecho procesal penal, 10 ed., Madrid, 1986, p.
3: El inters pblico en que el proceso se basa exige, a la vez que el castigo del efectivamente culpable,
la proteccin del inocente (incluso en contra de su deseo o de su inters privado a ser condenado), y aun
la del mismo responsable para que no sea castigado ms all de la medida de su efectiva responsabilidad.
15 Dice Gimeno Sendra, V,. Derecho Procesal Penal, 2. ed., 2007, p. 43 que: el proceso penal contemporneo
no se puede reconducir a la unidad la multiplicidad de funciones que asume el proceso penal, pues junto
a dicha clsica funcin de actuacin del derecho de penar del Estado, en los sistemas democrticos contemporneos,
han aparecido y se yuxtaponen otras, como lo son la proteccin del derecho a la libertad, la del derecho a la tutela
de la vctima y la reinsercin del propio imputado.
111
Derecho en Libertad
16 Algunas concepciones doctrinales ampliamente divulgadas, desde una perspectiva autoritaria, defienden
una transformacin de la respuesta estatal justificada casi exclusivamente en la seguridad ciudadana de
los que tienen la conciencia tranquila y que no esperan ninguna respuesta negativa de la creciente intervencin
estatal. Una formulacin dogmtica especialmente llamativa es el llamado Derecho penal del enemigo,
que conlleva correlativamente un proceso penal para los enemigos. Una respuesta del Estado frente a quienes
se colocan fuera del sistema, e incluso actan con la finalidad de destruirlo. El individuo peligroso es concebido
como un individuo partido por el medio, ni siquiera como una persona, porque no tiene una garanta cognitiva
suficiente de un comportamiento personal (as, principalmente Jakobs, G., Derecho penal del ciudadano
y Derecho penal del enemigo, en Jakobs, G.; Cancio Meli, M., Derecho penal del enemigo, Madrid, 2. ed.,
2006). Sin entrar en las importantes consecuencias penales materiales que conlleva esta afirmacin, desde
el punto de vista meramente procesal tenemos tambin considerables efectos: No necesitamos el choque
formalizado entre la pretensin y la resistencia ante un rgano independiente e imparcial. Basta la persecucin
de las infracciones criminales mediante instrumentos blicos. El Derecho reacciona frente a esta criminalidad
buscando la eliminacin del peligro. Pero realmente este paso lgico provoca que el Derecho deje de serlo
(Vid. Gssel, K.H., Rplica del Derecho Penal del Enemigo. Sobre seres humanos, individuos y personas
del derecho, Revista penal, nm. 20, julio 2007, pp. 96-97) y se convierta en una tcnica de eliminacin
del peligroso que no quiere asimilarse a la sociedad, al status de ciudadano. As, entretanto, olvidamos totalmente
el fundamento de los derechos inalienables del hombre: la dignidad humana. Los enemigos tambin tienen
dignidad, tambin son sujetos de derechos fundamentales y deben ver reconocidas sus garantas esenciales,
aunque en ciertas ocasiones puedan serles restringidas por el juez de manera proporcional y justificada.
17 Esa es la terminologa utilizada en el encabezamiento del libro VII de la Ley Orgnica del Poder
Judicial de 1985 (Del Ministerio Fiscal y dems personas e instituciones que cooperan con la adminis-
tracin de Justicia) en cuyo ttulo III se regula precisamente la Polica Judicial (arts. 547 a 550 LOPJ).
18 El siguiente prrafo contina disponiendo: Si el delito fuera de los que slo pueden perseguirse a instancia
de parte legtima, tendrn la misma obligacin expresada en el prrafo anterior, si se les requiere al efecto.
La ausencia de denuncia no impedir la prctica de las primeras diligencias de prevencin y aseguramiento
de los delitos relativos a la propiedad intelectual e industrial.
112
Derecho en Libertad
De manera ms sinttica, el artculo 547 de la Ley Orgnica del Poder Judicial (LOPJ)
establece que La funcin de la Polica Judicial comprende el auxilio a los juzgados
y tribunales y al Ministerio Fiscal en la averiguacin averiguacin de los delitos y
en el descubrimiento y aseguramiento de los delincuentes19, acogiendo a su vez lo
dispuesto en el artculo 126 CE20.
19 Contina el mencionado precepto: Esta funcin competer, cuando fuera requerida para prestarla, a
todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tanto si dependen del Gobierno central como
de las comunidades autnomas o de los entes locales, dentro del mbito de sus respectivas competencias.
20 La polica judicial depende de los Jueces, de los Tribunales y del Ministerio Fiscal en sus funciones de
averiguacin del delito y descubrimiento y aseguramiento del delincuente, en los trminos que la ley establezca.
21 Conviene recordar que conforme al artculo 13 LECrim se consideran primeras diligencias la de consignar
las pruebas del delito que puedan desaparecer, la de recoger y poner en custodia cuanto conduzca a
su comprobacin y a la identificacin del delincuente, la de detener, en su caso, a los presuntos responsables
del delito, y la de proteger a los ofendidos o perjudicados por el mismo, a sus familiares o a otras personas.
De manera similar, aunque mucho ms detallada, el CPP de 2004 en su artculo 205 regula la Actividad
de polica judicial en la indagacin e investigacin que consiste bsicamente en realizar de inmediato todos
los actos urgentes, tales como inspeccin en el lugar del hecho, inspeccin de cadver, entrevistas e
interrogatorios; la identificacin, recoleccin y embalado tcnico de los elementos probatorios y evidencia
fsica, registrando por escrito, grabacin magnetofnica o fonptica las entrevistas e interrogatorios y sometindose
a cadena de custodia. Deber acompaar a la vctima a la prctica del examen mdico-legal o, en su caso,
trasladar el cadver a la dependencia correspondiente para la realizacin de la necropsia.
22 Desarrolla las previsiones relativas a la polica judicial en sentido estricto, el Real Decreto 769/1987, de 19
de junio.
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Derecho en Libertad
23 Vid. Luaces Gutirrez, A.I., La preinstruccin de la Polica Judicial en los juicios rpidos, Diario La Ley,
nm. 6062, de 15 de julio de 2004.
24 Vid. las agudas consideraciones de Ramos Mndez, F., Enjuiciamiento criminal. Octava lectura constitucional,
Barcelona, 2006, p. 22: El producto ms cotizado en el marketing poltico ha sido sin duda el juicio rpido.
Como el legislador no parece demostrar aficin a la lectura, se le ha escapado que el juicio por delitos
flagrantes ya estaba en la LECr desde haca ms de un siglo y se haba arrumbado sin escrpulos. Lo que
se poda resolver con una mera cuestin de calendario de sealamientos, se ha acometido como obras
mayores, poniendo patas arriba todo el enjuiciamiento criminal. En el trance, se ha desmontado el marco
legal de la instruccin, se han desplazado responsabilidades a la Polica Judicial, se han promocionado
conformidades a cualquier precio, se han superado o bordeado barreras constitucionales est por ver-
sin mayor escrpulo, y a vender estadsticas! Ah, con cunta previsin adoctrinaba ya Horacio: Humano
capiti cervicem pictor equinam jungere si velit, etc.! Y ms adelante (p. 137): est claro que la tendencia legislativa
parece querer desplazar el peso de la instruccin a la Polica judicial. En ello podra verse un loable deseo
de acelerar la instruccin de los juicios, pero tambin puede aducirse un cierto sentimiento de impotencia para
controlar la duracin de los mismos en el mbito que les es propio.
25 El ya mencionado artculo 205 CPP, en sus prrafos tercero y cuarto, tras detallar las actuaciones policiales
al inicio de una investigacin penal, establece: Sobre esos actos urgentes y sus resultados la polica judicial
deber presentar, dentro de las treinta y seis (36) horas siguientes, un informe ejecutivo al fiscal competente
para que asuma la direccin, coordinacin y control de la investigacin En cualquier caso, las autoridades
de polica judicial harn un reporte de iniciacin de su actividad para que la Fiscala General de la Nacin
asuma inmediatamente esa direccin, coordinacin y control..
26 Sobre esta doble dependencia, vid. las consideraciones de Blzquez Gonzlez, F., La Polica judicial, Madrid,
1998, pp. 104-125.
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Derecho en Libertad
27 Marchal Escalona, A.N., El atestado. Inicio del proceso penal, 1997, pp. 29-30, quien reconoce sin embargo que
de entrada pudieran no ser actos procesales.
28 Esta es la posicin mayoritaria en la doctrina espaola: Martn Ancn, F., y lvarez Rodrguez, J.R., Metodologa
del atestado policial. Aspectos procesales y jurisprudenciales, Madrid, 1999: En cuanto a su naturaleza, la del atestado
policial es de carcter administrativo, aunque adopte la forma tpicamente procesal, debindose considerar
como un documento preprocesal toda vez que el correspondiente proceso no se ha iniciado. Vid. asimismo
Alonso Prez, F., El atestado policial. Innovaciones introducidas por la Ley 38/2002, de 24 de octubre, Diario
La Ley, nm. 5679, de 18 de diciembre de 2002.
29 En este sentido es importante la afirmacin de Miranda Estrampes, M., La mnima actividad probatoria en
el proceso penal, Barcelona, 1997, p. 93: Todas estas actividades policiales de investigacin no tienen, evidentemente,
un carcter procesal, cualquiera que sea el momento en que se practiquen, sino ms bien administrativo
o extraprocesal; y, por consiguiente, no tienen, tampoco, la consideracin de actos de pruebas y ello aunque
se realicen bajo la dependencia de las autoridades judiciales o del Ministerio Fiscal.
30 Precisamente en Espaa se ha suscitado una polmica entre el Ministerio Fiscal y algunos Jueces a raz de
la Instruccin nm. 1/2008, de la Fiscala General del Estado, sobre la direccin por el Ministerio Fiscal
de las actuaciones de la polica judicial, que fue seguida por otra, la nm. 2/2008, sobre las funciones del
fiscal en la fase de Instruccin. En el trasfondo de las discusiones se encuentra la enconada cuestin acerca
de a quin debe atribuirse la investigacin penal en un proceso penal garantista: si al Juez de Instruccin
como dispone la legislacin vigente- o si al Ministerio Fiscal como algunos pretenden que establezca un nuevo
cdigo procesal penal-Tanto en el mbito doctrinal, como en el de los prcticos del Derecho, dista mucho
de haber un acuerdo unnime a este respecto.
31 Recordemos que la fase de investigacin del proceso espaol sigue acomodndose al modelo del Cdigo
napolenico de Instruccin Criminal en el que lleva la direccin ordinariamente un Juez de Instruccin,
aunque su naturaleza jurdica ha sido ampliamente discutida. Puede verse un resumen de las posiciones
doctrinales tradicionales en Martn y Martn, J.A.., La instruccin penal, 2. ed., Madrid-Barcelona, 2004,pp. 79-84
y, ms brevemente, en Gimeno Sendra, V., Derecho procesal penal, op. cit., p. 291. Son oportunas, no obstante,
las consideraciones de Serra Domnguez, M., La instruccin de los procesos penal y civil: el Sumario, Estudios
de Derecho Procesal, Barcelona, 1969, p. 721, cuando afirma debemos estimar como estriles las discusiones
de la doctrina sobre la naturaleza jurdica del sumario y aade: Por nuestra parte creemos que la simple
existencia de actividades de tipo administrativo en la instruccin no nos autoriza para concederle naturaleza
simplemente administrativa. En el sentido opuesto, tampoco estimamos que la mera circunstancia de que
el sumario venga dirigido por un titular del rgano jurisdiccional baste para darle carcter procesal. Aunque
termina calificando como esencial, para conceder carcter procesal a los actos realizados en el sumario,
la circunstancia de que los actos sumariales y toda la instruccin en su propia esencia tienden precisamente
a preparar un proceso
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Derecho en Libertad
La polica actual, sin embargo, hemos visto que ha venido ampliando mucho
sus atribuciones, por un lado por las reformas procesales ya referidas, pero tambin
por razones materiales como la tipificacin de delitos para los que las primeras diligencias
pueden ser cruciales (como la conduccin bajo la influencia de bebidas alcohlicas o drogas
txicas o muchas de las infracciones medioambientales) y, directamente relacionado
con ello, por el gran perfeccionamiento en la formacin y especializacin de los miembros
de la polica en tcnicas de investigacin imprescindibles para comprobar si se ha cometido
o no la conducta tipificada.34
32 Vid., De Llera Surez-Brcena, E., El modelo constitucional de investigacin penal, Valencia, 2001, pp. 225 y ss.
33 Gimeno Sendra, V., Derecho procesal penal, op. cit., p. 297.
34 Como deca la Sala 2., de lo Penal, del Tribunal Supremo en su sentencia de 23 de enero de 1987 (RJ
1987\450) la Polica actual, tan distante de la decimonnica, se halla muy prxima a la denominada Polica
cientfica y dispone de medios de investigacin sumamente perfeccionados y que no es posible, ni siquiera
congruente, minusvalorar.
116
Derecho en Libertad
35 Pues son necesarias frecuentemente otras diligencias como la de informacin de derechos a las vctimas
o de comunicacin de la solicitud de asistencia letrada en las que por su propia naturaleza no cabe plantear
si pueden tener o no virtualidad probatoria.
36 En este sentido los magistrados de la Sala 2. del Tribunal Supremo mostraron criterios divergentes en varias
resoluciones del ao 2005. En la sentencia de 19 de abril de 2005 la Sala consider que la muestra obtenida
de un esputo recogido en la celda de la prisin, sin conocimiento del imputado, no poda servir para la
comparacin con otras muestras obtenidas en el lugar del delito. Se exiga la intervencin del Juez de instruccin
en la recogida de este tipo de muestras, y en el caso no se haba solicitado autorizacin alguna. Pero en la
sentencia de 14 de octubre de 2005 la misma Sala, integrada naturalmente con otros magistrados, decidi
justamente lo contrario: la recogida de la saliva haba sido realizada de manera espontnea e inesperada
y sin restringir la intimidad del imputado curiosamente era la misma persona que en el caso anterior- y, por
tanto, no se consideraba necesaria la autorizacin judicial. Finalmente, el 30 de enero de 2006 en uno de esos
frecuentes acuerdos interpretativos que, de manera muy discutible, aprueban los magistrados en un Pleno
no jurisdiccional, se acord admitir la recogida de muestras sin autorizacin judicial. Y han sido diversas
las sentencias que han recogido esta doctrina (SsTS, Sala 2, de 14 de febrero de 2006, 27 de junio de 2006,
4 de octubre de 2006, entre otras). El problema, como tantas otras veces, est en la pasividad del legislador.
El propio acuerdo se refiere al raquitismo normativo existente en esta materia.
37 Por supuesto en estos casos deviene fundamental el control de la cadena de custodia, cuya regulacin
en Espaa es muy escasa e indirecta. Eiranova Encinas, E., Cadena de custodia y prueba de cargo, Diario
La Ley, nm. 6863, 17 de enero de 2008. En cambio, como es sabido, el CPP colombiano contiene en los artculos
254 y siguientes una minuciosa regulacin que, como bien indica el primero de esos artculos tiene el fin de
demostrar la autenticidad de los elementos materiales probatorios y evidencia fsica, para lo cual se deben
tener en cuenta: los siguientes factores: identidad, estado original, condiciones de recoleccin, preservacin,
embalaje y envo; lugares y fechas de permanencia y los cambios que cada custodio haya realizado. Igualmente
se registrar el nombre y la identificacin de todas las personas que hayan estado en contacto con esos elementos.
Y en el siguiente prrafo: La cadena de custodia se iniciar en el lugar donde se descubran, recauden o encuentren
los elementos materiales probatorios y evidencia fsica, y finaliza por orden de autoridad competente.
38 Debe sealarse que el artculo 796.6. LECrim impone la remisin directa por la polica judicial al Instituto
de Toxicologa, al Instituto de Medicina Legal o al laboratorio correspondiente de las sustancias aprehendidas
cuyo anlisis resulte pertinente, sin necesidad por tanto de remitirlas antes al Juzgado competente, aunque
ello no impida que tales sustancias se encuentren mientras tanto a disposicin judicial. Cabe aadir que,
en el afn por la rapidez, si no fuera posible la remisin del anlisis antes del da para el que se ha producido
la citacin ante el Juez de Guardia, la Polica judicial podr practicar por s misma dicho anlisis, sin perjuicio
del debido control judicial.
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Derecho en Libertad
4. Tasaciones periciales, como las mencionadas entre las actividades policiales para
la preparacin de los juicios rpidos en el artculo 796.8. LECrim y dirigidas a la estimacin
del valor de objetos cuya remisin al Juzgado de guardia no es posible.
39 Vid. el examen minucioso y fundado de Huertas Martn, I., El sujeto pasivo., op. cit., pp. 423-477.
40 Como seala Vila Muntal, M.A., La identificacin del delincuente, La actuacin de la polica judicial
en el proceso penal (Dir. P. Martn Garca), Madrid-Barcelona, 2006, p. 311, respecto al reconocimiento
fotogrfico: Al no estar regulado expresamente, pero tampoco prohibido, la prctica de esta diligencia
encuentra su cobertura legal en los preceptos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que reconocen
atribuciones a la Polica Judicial para descubrir la identidad del delincuente.
Es especialmente importante la sentencia del Tribunal Constitucional nm. 207/1996, de 16 de diciembre,
con referencia especialmente a la dignidad humana.
41 Es especialmente importante la sentencia del Tribunal Constitucional nm. 207/1996, de 16 de diciembre,
con referencia especialmente a la dignidad humana.
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Derecho en Libertad
1. Acto de iniciacin
El primer apartado del artculo 297 LECrim establece que Los atestados que redactaren
y las manifestaciones que hicieren los funcionarios de polica judicial, a consecuencia
de las averiguaciones que hubiesen practicado, se considerarn denuncias para los
efectos legales.
42 Artculo 17.3 CE: Toda persona detenida debe ser informada de forma inmediata, y de modo que
le sea comprensible, de sus derechos y de las razones de su detencin, no pudiendo ser obligada a declarar.
Se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales y judiciales, en los trminos que
la ley establezca.
43 No est de ms aadir aqu que, en caso de incomunicacin del detenido o preso, se produce una
restriccin de derechos y una modificacin parcial de las garantas en la asistencia letrada al detenido
(art. 527 LECrim). Nos estamos refiriendo a imputados por delitos cometidos por personas integradas
o relacionadas con bandas armadas o individuos terroristas o rebeldes.
44 Es especialmente interesante en este punto traer a colacin el artculo 48 del Cdigo Penal Modelo para
Iberoamrica, el cual, al referirse a las Facultades policiales, determina que La polica no podr interrogar
autnomamente al imputado. Slo podr dirigirle preguntas para constatar su identidad, con todas las advertencias
y condiciones que establecen los arts. 41 y 45. En caso de que el imputado manifieste su deseo de declarar,
deber instruirlo acerca de su declaracin inmediata ante el ministerio pblico o un juez y facilitarle la posibilidad
de tomar notas para no perjudicar su memoria actual, notas que slo utilizar libremente el imputado durante
su declaracin.
45 Vid. la STS (Sala 2.), de 23 de enero de 1987 (RJ 1987\450) o la de 7 abril de 2005 (RJ 2005\7680).
119
Derecho en Libertad
Por ello, puede considerarse desde esta primera perspectiva, que el atestado es
un acto ms de iniciacin de un proceso penal, junto a la denuncia, la querella y, en aquellos
casos en que se permita, la iniciacin de oficio. Aunque la ley realmente, como hemos
visto, no clasifica al atestado entre los diversos actos de iniciacin, sino que lo asimila sin
ms a la denuncia.
46 Como establece el artculo 772.2 LECrim: La Polica extender el atestado de acuerdo con las normas
generales de esta Ley y lo entregar al Juzgado competente, pondr a su disposicin a los detenidos, si
los hubiere, y remitir copia al Ministerio Fiscal.
47 Pero no exclusivamente, ya que el artculo 2 LECrim seala: Todas las Autoridades y funcionarios
que intervengan en el procedimiento penal cuidarn, dentro de los lmites de su respectiva competencia,
de consignar y apreciar las circunstancias, as adversas como favorables al presunto reo, y estarn obligados,
a falta de disposicin expresa, a instruir a ste de sus derechos y de los recursos que pueda ejercitar,
mientras no se hallare asistido de defensor.
120
Derecho en Libertad
La tercera perspectiva es la que ms nos interesa para responder a la cuestin que nos
hemos planteado. Pues hay ciertos actos de investigacin, que realizados en determinadas
circunstancias y revestidos con las necesarias garantas, pueden tener virtualidad suficiente
para conformar la exigida mnima actividad probatoria de cargo que sirva para condenar
al acusado. As lo ha admitido reiteradamente el propio Tribunal Europeo de Derechos
Humanos. Pero de este modo se empieza a desdibujar la centralidad de la fase plenaria
como momento fundamental de la prctica probatoria.48
Eso ocurre por la fuerza de los hechos cuando se practica la prueba de forma
anticipada, ante la previsibilidad de que la fuente probatoria no podr mantenerse
hasta el momento del juicio oral; pero tambin en aquellos casos en que, por circunstancias
imprevisibles pero sobrevenidas, la fuente ya no se encuentra a disposicin del tribunal
en el momento del juicio. La LECrim contempla estos supuestos (arts. 748 y 730), pero
debemos puntualizar inmediatamente que en ambos se da la caracterstica fundamental
de tratarse de actuaciones probatorias realizadas fuera de su momento natural, pero
ante un rgano jurisdiccional, ya una vez iniciado el proceso penal, y propiciando a su vez
la necesaria contradiccin. La duda est en si las actuaciones de investigacin previas
al proceso, en las que por definicin todava no ha podido intervenir Juez o Magistrado
alguno, pueden alcanzar algn grado de virtualidad probatoria.
A. Objeto de prueba
Por tanto, podramos formular la regla general diciendo que el contenido del
atestado no tiene virtualidad probatoria, sino que precisamente debe ser objeto de prueba
para que pueda ser desvirtuada la presuncin de inocencia.49 Lo contrario supondra
que incluso antes del proceso quien todava no ha sido acusado, ni siquiera formalmente
imputado en una investigacin jurisdiccional, entra en el proceso ya con una prueba
incontestable en su contra, con lo cual el juicio oral perdera su sentido.
48 Por lo que se refiere a la prctica de la prueba en la fase plenaria y a la distincin real entre fase de investigacin
y fase de juicio, poco ha hecho el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, como seala Summers, S.J.,
Fair Trials.The European Criminal Procedural Tradition and the European Court of Human Rights, Porland, OR,
2007, p. 131: the Court has chosen to allow status a certain flexibility in organising their criminal processes,
but in doing so it has struggled to find a method of applying its notion of fairness outwith the traditional
scope of application of the trial (). the failure of the Court to outline its conception of the correct forum
for the examination and determination of the evidence means that it is applying different standards of fairness
in different jurisdictions.
49 En el Derecho colombiano, la Sentencia C-392/00 , de 6 de abril de 2000, declar que El legislador ha
descartado el valor probatorio de dichos informes sobre la base de conveniencias polticas, que l libremente
ha apreciado, como podran ser la unilateralidad de stos, y la de evitar que los funcionarios que deban
121
Derecho en Libertad
B. Prueba pericial
Pero si ello fuera as sin ms, supondra que en muchos casos el juicio oral sobrara,
alterndose por tanto la estructura del proceso penal y volviendo a la criticada situacin
que el legislador de la LECrim pretenda superar. En realidad, la clave de la validez
probatoria de estos actos policiales est en dos factores: uno previo y otro concurrente
y posterior: el primero, la concurrencia de circunstancias especficas que no permiten
esperar al momento probatorio natural, y el segundo, la necesidad de respetar las garantas
constitucionales y legales en la prctica de la pericia, permitiendo la realizacin de contrapericias
y, en todo caso, debatiendo los resultados de los anlisis de manera contradictoria ante
el rgano jurisdiccional enjuiciador, aunque no siempre con la presencia del funcionario
responsable del informe.
juzgar se atengan exclusivamente a stos y no produzcan otras pruebas en el proceso, en aras de la bsqueda
de la verdad real, con desconocimiento de los derechos de los sindicados. () Pero se anota que lo que (el)
funcionario judicial puede valorar es la prueba producida regularmente en el proceso, mas no los mencionados
informes. Doctrina reiterada en Sentencia C-1506/00, 8 de noviembre de 2000. Por su parte, la Sentencia
T-212/06, de diecisiete marzo de dos mil seis, aade. Ello en la medida en que a travs de su valoracin
se comprometen el derecho fundamental al debido proceso y el principio constitucional de presuncin de
inocencia. Frente al primero, por desconocer el requisito de contradiccin de la prueba al momento de su
produccin, y en relacin con el segundo, podra presentarse a partir de la negativa de los funcionarios
judiciales de decretar y practicar otras pruebas en el proceso, en aras de buscar la verdad real.
50 Como resalta la STS (Sala 2.) de 17 de octubre de 2005 (RJ 2005\8259): La frmula por reproducida
que aparentemente permite al tribunal tener en cuenta las declaraciones prestadas en el sumario, atenta
a los principios de un juicio justo y es estimada improcedente por el Tribunal Constitucional y el Tribunal
Supremo [SS. 72/94 de 27.1 y 384/95 de 16.4 (sic)]. Es doctrina reiterada la de que la lectura de las declaraciones,
que no es prueba documental sino lo que es distinto- documentada, o con reflejo documental (STC 303/93),
debe hacerse no como una simple frmula retrica y de estilo, sino en condiciones que permitan a las partes
someterlas a contradiccin, evitando formalismos de frecuente uso forense (SSTC 80/86, 149/87, 22/88,
137/88 y 10/92); y tambin hemos declarado reiteradamente que no es suficiente que se d por reproducida
en el juicio oral (SSTC 31/81, 143/85, 80/91, 51/95 y 49/98 de 2.3). Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos interpreta que la lectura puede tener valor probatorio si se garantizan los derechos de la defensa,
especialmente la contradiccin (S. 24.11.86, caso Unterpertinger), pero reprueba el empleo de la frmula
por reproducida, por cuanto, an habiendo sido admitida sta por la defensa del recurrente, ello no significa
la renuncia a contradecir los elementos del sumario, en la medida en que la acusacin se apoye sobre tales
elementos y, en particular, sobre la declaracin de un testigo [S. 16.12.88 (sic), caso Barber, Messegu y Jabardo]
(STC 49/98, de 2.3).
122
Derecho en Libertad
123
Derecho en Libertad
Con lo que llevamos dicho, est claro que el atestado aparece al inicio del proceso penal
como un conjunto de documentos, o de manera tcnicamente quizs ms precisa, de
actuaciones documentadas, a las que sin embargo no se atribuye en general el carcter
de prueba documental. Como veamos, aparecen en l los resultados de la actividad
policial de investigacin, que integran una primera composicin de la noticia de un
hecho punible, que deber ser probablemente objeto de mayores precisiones mediante
nuevas diligencias de investigacin intraprocesales ordenadas por el rgano jurisdiccional
competente para la instruccin- y, en todo caso, debern ser objeto de prueba, si es
que son utilizadas por la acusacin para fundamentar su pretensin punitiva.
53 El artculo 726 LECrim dispone que El tribunal examinar por s mismo los libros, documentos,
papeles y dems piezas de conviccin que puedan contribuir al esclarecimiento de los hechos o a la ms
segura investigacin de la verdad.
54 El texto literal es el que sigue. En el mbito de este procedimiento, tendrn carcter de prueba documental
los informes emitidos por laboratorios oficiales sobre la naturaleza, cantidad y pureza de sustancias estupefacientes
cuando en ellos conste que se han realizado siguiendo los protocolos cientficos aprobados por las correspondientes
normas.
55 Conteniendo esa misma idea, la STC 138/1992, de 13 de octubre: Es claro que hay partes de ese atestado,
como pueden ser la aprehensin de los delincuentes sorprendidos in fraganti, la constancia del cuerpo, los
efectos o los instrumentos del delito, el hallazgo de droga, armas, documentos o cualquier otro objeto, los
croquis sobre el terreno, las fotografas en l obtenidas y la comprobacin de la alcoholemia, entre otras,
que encajan por definicin en el concepto de la prueba preconstituida o anticipada. Ninguna de las enumeradas
son practicables directamente en el juicio oral por ser imposible su reproduccin en idnticas circunstancias
(SSTC 107/1983 y 201/1989; ATC 637/1987). As ocurre, en el presente caso, con las huellas de frenado,
que la Audiencia Provincial menciona como uno ms de los elementos de juicio a tener en cuenta, sin especial
relevancia.
124
Derecho en Libertad
Por otro lado, la cuestin de la constatacin de datos objetivos nos lleva a la mencin
de lo que en algunas sentencias se denominaron los delitos cuasiflagrantes o testimoniales,
en los que la percepcin directa del funcionario de polica de ciertos hechos relativos
a la comisin del delito, documentados en el atestado, y sobre todo la presuncin iuris
tantum- de credibilidad que acompaa la actuacin policial administrativa, que pretendi
56 Como se deca en la STC 303/1993, de 25 de octubre: Este Tribunal ha otorgado el valor de prueba
preconstituida a todas aquellas diligencias que, como las fotografas, croquis, resultados de las pruebas
alcoholomtricas, etc., se limitan a reflejar fielmente determinados datos o elementos fcticos de la realidad
externa (SSTC 107/1983, 201/1989, 138/1992, ATC 636/1987).
57 As, la STS (Sala 2.), de 8 abril de 1996 (RJ 1996\2851): junto a esta facultad investigadora tambin
le habilita nuestro ordenamiento, sin que contradiga lo dispuesto en la Constitucin, a asumir una funcin
aseguratoria del cuerpo del delito (arts. 282 y 292 LECrim, y 4 y 28 del RD 769/1987) sobre regulacin
de la Polica Judicial, as como a acreditar su preexistencia mediante los pertinentes actos de constancia.
58 La ya mencionada STC 173/1997, de 14 de octubre, seala precisamente: el atestado policial ni tiene
la consideracin de prueba documental, sino nica y exclusivamente de denuncia, ni en el asunto que enjuiciamos
existen elementos objetivos a los que puedan otorgarse valor de prueba, en aplicacin de la doctrina constitucional
antes sucintamente expuesta. Es evidente, al respecto, que la intervencin o aprehensin del tabaco no
es un elemento objetivo del atestado, sino el hecho mismo objeto de denuncia del atestado, por lo que para
tener la consideracin de prueba vlida a fin de acreditar el hecho punible era necesario e imprescindible
su incorporacin al proceso a travs de autntico medio de prueba, como lo es la declaracin testifical de los
funcionarios de polica que en l intervinieron, posibilitando as su efectiva contradiccin por las partes.
Por lo que respecta a esta concreta cuestin es un dato irrelevante, a los efectos planteados, el que el acusado
no negase expresamente los hechos denunciados en el atestado policial, puesto que, aparte de que las declaraciones
del hoy recurrente en modo alguno suponen un reconocimiento de los hechos, la carga de la prueba sobre
los hechos constitutivos de la pretensin penal corresponde exclusivamente a la acusacin (STC 138/1992).
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Derecho en Libertad
ser trasladada al proceso penal, y llev en algunos casos a desconocer las elementales
exigencias de la presuncin de inocencia y a dar por bueno lo relatado por el polica,
siempre que no se hubiera conseguido desvirtuar por el acusado.59
59 As, la STS (Sala 2.), de 7 abril de 2005 (RJ 2005\680): nos encontramos, como indica la STS 1.12.2004
(RJ 2005, 364), en presencia de los llamados delitos testimoniales que presentan como rasgo esencial
la inseparable percepcin directa del funcionario de la Polica Judicial ( SSTS 12.5.89 y 23.9.88), y que
se caracterizan por la presuncin de credibilidad en cuanto a su existencia, al ser, como ya hemos resaltado,
caracterstica de los mismos la inseparable percepcin directa por los Agentes de la Autoridad en cuanto
a los hechos cometidos o acabados de cometer ms an cuando a la presuncin de veracidad se une la
evidencia de la aprehensin o de la misma comisin, cual sucedi en el caso presente en el que poder
del comprador se intervino la sustancia que result ser cocana, con un peso de 1, 85 gramo.
60 El artculo 277.I CPP colombiano establece una presuncin de autenticidad de los elementos materiales
probatorios y la evidencia fsica cuando han sido detectados, fijados, recogidos y embalados tcnicamente,
y sometidos a las reglas de cadena de custodia. Y en el segundo prrafo de ese mismo artculo, con buen
criterio, se atribuye la demostracin de la autenticidad de los elementos materiales probatorios y evidencia
fsica no sometidos a cadena de custodia a cargo de la parte que los presente.
61 Como claramente deca el Tribunal Constitucional en su sentencia 145/1885, de 28 de octubre: el
atestado policial no proporciona base suficiente para desvirtuar por s mismo la presuncin de inocencia,
ha de concluirse, por lo que se refiere a la segunda cuestin planteada por el recurrente, que el fallo
condenatorio basado exclusivamente en el atestado policial vulnera el mencionado precepto constitucional.
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A. Necesidad de contradiccin
62 Miranda Estrampes, M., La mnima actividad probatoria, op. cit., p. 463, hace notar que no existe un
numerus clausus de supuestos en los que el Tribunal Supremo haga aplicacin de esta doctrina de la
aceptacin tcita, sino que, con carcter general, la misma se aplica a todos aquellos informes emitidos
por organismos oficiales y policiales o funcionarios pblicos que estn especialmente dedicados a las
materias sobre las que verse el dictamen pericial (por ejemplo, informes sobre tasacin de daos, o sobre
tasacin de los objetos sustrados).
63 Como recuerda la STC (Sala 2.) de 31 de enero de 2002 (RJ 2002\2469): La doctrina de esta Sala, nos
viene diciendo que los dictmenes y pericias emitidas por Organismos o Entidades Oficiales, dada la imparcialidad,
objetividad y competencia tcnica de los miembros integrantes, ofrecen toda clase de garantas tcnicas y de
imparcialidad para atribuirles, prima facie, validez plena SSTS 10.6.99 (RJ 1999, 5430), 23.2.2000 (RJ
2000, 1795), 28.6.2000 (RJ 2000, 6600), 18.1.2002 (RJ 2002, 7391). Igualmente en el Pleno no jurisdiccional
de esta Sala de 21.5.99, se acord (punto 2) la innecesariedad de ratificacin del dictamen de los peritos
integrados en organismos pblicos, salvo que la parte a quien perjudique impugne el dictamen o interese
su presencia para someterlos a contradiccin en el plenario y lo hiciera en momento procesal oportuno,
sealando la STS de 31.10.2002 (RJ 2002, 10071) el momento procesal en el que ha de producirse tal impugnacin
cuando dice que:... la impugnacin de la defensa debe producirse en momento procesal adecuado, no siendo
conforme a la buena fe procesal la negacin del valor probatorio de la pericial documentada si fue previamente
aceptado, expresa o tcitamente. Aunque no se requiere ninguna forma especial de impugnacin, debe
considerarse que es una va adecuada la proposicin de pericial de los mismos peritos o de otros distintos
mediante su comparecencia en el juicio oral, pues nada impide hacerlo as a la defensa cuando opta por
no aceptar las conclusiones de un informe oficial de las caractersticas ya antes expuestas. Esta prueba, en principio
cuando sea propuesta en tiempo y forma, debera ser considerada pertinente.
127
Derecho en Libertad
lo que cuenta para entender que se han cumplido las garantas mnimas, sino la simple
posibilidad de contradiccin.64 Se entiende que se renuncia a la contradiccin si no
se aprovechan, pues, las posibilidades legales de impugnar tales informes. En un principio
se trat de una doctrina jurisprudencial claramente contra legem, pues desconoca
las normas concretas sobre la prctica de la prueba pericial de nuestra LECrim. El legislador,
sin embargo, terci en la cuestin y, como antes hemos expuesto, en diciembre de 2002
estableci que tales informes tendrn carcter de prueba documental.
La va ordinaria para que los resultados de las diligencias policiales tengan su entrada
en el proceso es la prueba testifical. Hemos aludido ya a la consideracin general del
valor del atestado como una denuncia, por tanto una exposicin de unos hechos determinados,
ms o menos completos, que puestos en conocimiento del rgano jurisdiccional competente
para la direccin de la investigacin, dan inicio al correspondiente proceso penal. En
directa consonancia con ello, decamos que el atestado contena una serie de datos que
deban ser objeto de prueba y, salvo que se refirieran a datos que constaran de manera
objetiva, deberan aportarse a travs de la comparecencia de los propios funcionarios
que han conocido de los hechos por haber practicado las diligencias de prevencin
documentadas posteriormente en el atestado.
64 Como nos dice la STS (Sala 2.), de 7 de abril de 2005 (RJ 2005\7680): Este criterio ha sido avalado
por el TC ( SS 127/90, de 5.7 y 24/91 de 11.2 ) al declarar la validez como elemento probatorio de los informes
practicados por la fase previa al juicio basado en conocimientos especializados y que aparezcan documentados
en las actuaciones que permitan su valoracin y contradiccin, sin que sea necesaria la presencia de sus emisores.
Y ha sido proseguido en multitud de sentencias de esta Sala que, al abordar el mismo problema suscitado
ahora, ha dejado dicho que si bien la prueba pericial y cuasipericial en principio, como es norma general
en toda clase de prueba, ha de ser practicada en el juicio oral, quedando as sometida a las garantas propias
de la oralidad, publicidad, contradiccin e inmediacin que rigen tal acto, puede ocurrir que, practicada
en trmite de instruccin, y conocida as por las partes al darles traslado de la causa para calificacin, nadie
propusiera al respecto prueba alguna para el acto del juicio, en cuyo caso por estimarse que hubo una aceptacin
tcita para ser valoradas como verdaderas pruebas, mxime si han sido realizadas por un rgano de carcter
pblico u oficial SSTS 5.5 (RJ 1995, 4495), 14 (RJ 1995, 8962) y 30.12.95 (RJ 1995, 9637) y 15.1 y 11.11.96).
128
Derecho en Libertad
65 El artculo 11.2 LOPJ recoge la doctrina de la STC 11/1984, de 29 de noviembre en la que se acogi
en nuestro ordenamiento la doctrina de la exclusin de la prueba o de l a prueba ilcita o ilegal. El tenor
del mencionado artculo es el siguiente: No surtirn efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente,
violentando los derechos o libertades fundamentales. Tngase en cuenta que una corriente jurisprudencial
entiende que no slo entraran en esta regla de exclusin las pruebas obtenidas con violacin de derechos
fundamentales, sino tambin aquellas otras cuya obtencin infringiera la legalidad ordinaria. Vid. Miranda
Estrampes, M., El concepto de prueba ilcita y su tratamiento en el proceso penal, Barcelona, 1999, pp. 22-26.
66 El artculo 710 LECrim establece que Los testigos expresarn la razn de su dicho, y si fueren de referencia,
precisarn el origen de la noticia, designando con su nombre y apellido, o con las seas con que fuere conocida,
a la persona que se la hubiere comunicado. Como dice el Tribunal Constitucional, la prueba testifical de
referencia constituye, desde luego, uno de los actos de prueba que los Tribunales de la jurisdiccin penal
pueden tomar en consideracin en orden a fundar la condena, pues la Ley no excluye su validez y eficacia
(STC 217/1989, de 21 de diciembre). Como exigencia de plenitud en el ejercicio del derecho de defensa,
este mismo rgano ha declarado que slo en los casos de imposibilidad real y efectiva de obtener la declaracin
del testigo directo podr admitirse vlidamente la prueba de referencia (STC 146/2003).
67 As, la STC 303/1993, de 25 de octubre, concluye: Nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal no permite
valorar como prueba testifical la declaracin de cualquier miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
sino nica y exclusivamente la de aquel funcionario de la Polica judicial que intervino personalmente en las
diligencias del atestado, presenci la perpetracin del hecho punible o efectu la recogida del cuerpo del delito
o la detencin de su autor.
129
Derecho en Libertad
Como sabemos, el estatuto jurdico del sujeto pasivo del proceso penal se caracteriza
especialmente, cuando rigen las exigencias de un proceso justo, por la amplitud de
su derecho a defenderse, siendo una de las manifestaciones ms destacadas el derecho
a permanecer en silencio y an ms, como dice nuestro artculo 24.2 CE, el derecho
a no declarar contra s mismo y a no confesarse culpable.68
Hay todava un tercer cauce al que se ha dado abierta aplicacin, no sin gran
polmica: la declaracin testifical de los policas que han tomado la declaracin incriminatoria
al detenido y refieren en el juicio oral aquello que le han odo relatar.70
68 Vzquez Sotelo, J.L., Presuncin de inocencia del imputado e ntima conviccin del Tribunal, Barcelona, 1984,
p. 100: Es evidente que los sistemas ms progresivos son los que llevan las garantas o derechos del inculpado
ms all del simple derecho o facultad de guardar silencio. Si, adems de la posibilidad de guardar silencio,
se reconoce al inculpado la facultad de no declarar contra s, de no declararse o confesarse culpable pudiendo
limitarse en su declaracin a dar explicaciones solamente defensivas, aunque no se formule esta facultad
de modo expreso y simplemente se venga a reconocer su existencia al dejar impune y sin sancin alguna
esa conducta del imputado, es claro que entonces y slo entonces la declaracin del sospechoso pasa a ser
fundamentalmente un medio de defensa mucho ms que un medio de prueba, ya que puede utilizarla tan
slo a los fines de su exculpacin.
69 Vid. desde una posicin claramente favorable al valor probatorio de las declaraciones anteriores, Magro
Servet, V., El derecho a no declarar de los acusados en el juicio oral y la viabilidad de la lectura de sus declaraciones
en la instruccin, Diario La Ley, nm. 6421, 14 de febrero de 2006.
70 Es algo distinto el caso en que nos encontremos en el juicio oral con el testimonio de referencia y, asimismo,
con la declaracin del acusado y ambas sean contradictorias: una ser indirecta, la del testigo de referencia,
y la segunda ser directa, pero -a efectos de su valor probatorio- sospechosa, pues la ha emitido por quien
tiene el derecho fundamental a no autoincriminarse. As, en la STS, Sala 2., de 29 de septiembre (RJ 2005\7200):
en el caso presente nos encontramos, s, con una testigo de referencia; pero esta referencia no lo es con
relacin a otro testigo que no ha asistido al juicio oral, sino respecto de un acusado que s acudi a tal juicio
y fue interrogado como tambin luego lo fue la testigo de referencia. Y esto presenta la cuestin de modo
totalmente diferente: ya no nos encontramos con el problema de si vale o no la prueba testifical de referencia
como prueba de cargo, sino ante dos declaraciones, la del acusado y la del testigo, ambas practicadas en
presencia del tribunal de instancia, de modo que ste tiene que confrontar una con otra, y con las dems
pruebas practicadas, para otorgar su crdito a alguna de ellas, sin que, salvo caso de manifiesta irracionalidad
que aqu no existi, podamos nosotros en esta alzada sustituir el criterio que tuvo la Audiencia Provincial
al resolver esta cuestin. Pero por otro lado, en la STS, Sala 2., de 20 de julio de 2006 (RJ 2006\6300), en una
130
Derecho en Libertad
Las discusiones han surgido con fuerza, sin embargo, en los casos en que la
declaracin inicial del imputado se ha emitido con todas las garantas y despus, tambin
con aplicacin de los principios esenciales de la actividad probatoria, son introducidas
en el juicio oral por los policas. Por un lado, una lnea jurisprudencial sostena que
slo las declaraciones efectuadas ante el Juez tendran la capacidad de convertirse en
prueba de cargo, no las contenidas en el atestado policial a partir de las primeras
declaraciones ante los funcionarios, a pesar de que se hubiera respetado la preceptiva
asistencia letrada.71
posicin ms garantista y ajustada a las exigencias de la prueba de referencia: Tiene esta Sala declarado,
con reiteracin, que los testigos de referencia no pueden suplantar al autor de la declaracin si ste se encuentra
a disposicin del Tribunal. SSTS 577/2002 de 3 de abril, 944/2003 de 23 de junio, 1940/2002 de 21
de noviembre la reciente sentencia 640/2006 de 9 de junio. En el mismo sentido SSTEDH Delta vs Francia
(1990); Isgro vs Italia (1991) y Ldi vs Suiza (1992) por vulneracin del art. 6 del Convenio Europeo de
Derechos Humanos. Asimismo, la STS, Sala 2., nm. 800/2006, de 13 de julio : solamente podr acudirse
a dicha posibilidad en aquellos casos excepcionales en los que existan circunstancias que impidan la prctica
de la prueba mediante la declaracin del testigo directo. Cuando ste comparece ante el Tribunal y declara
rectificando sus declaraciones policiales, el contenido inculpatorio de stas no puede ser tenido en cuenta
como prueba de cargo mediante su introduccin a travs de la declaracin de los agentes que la presenciaron.
En primer lugar, porque se trata de una declaracin referencial cuando se dispone del testigo directo; y en segundo
lugar porque no se prest ante el Juez, sino ante los mismos que ahora declaran sobre su realidad y circunstancias.
71 Vid., por ejemplo, la STS, Sala 2., de 25 de octubre de 2006 (RJ 2006\7849): El Tribunal sentenciador
utiliz la va oblicua del testimonio de los policas ante los que se efectu tal declaracin en el atestado, para
recuperar o rescatar la declaracin del recurrente. Dicha declaracin de los Mossos d'esquadra obra
en el Plenario. Este proceder no es admisible.
131
Derecho en Libertad
La cuestin que nos interesa se centra, pues, en si a travs de esta ltima declaracin
los policas pueden introducir vlidamente la autoincriminacin realizada ante ellos
mismos, sin que hubiera por tanto inmediacin judicial alguna. Por un lado, se ha afirmado
que no puede rescatarse por la va indirecta del testigo de referencia o testigo de
odas la declaracin incriminatoria en el atestado de quien luego no lo ratifica en presencia
judicial, siendo el nico dato incriminatorio existente, y ello porque no cabe la figura
del testigo de referencia (art. 710) all donde est disponible para el Tribunal el autor
de la manifestacin concernida [STS, Sala 2., de 25 de octubre de 2006 (RJ 2006\7849)].
Pero tambin las consideraciones utilitaristas de una mayor represin penal han llevado
en ocasiones a una conclusin opuesta.
72 El asesinato del magistrado Lidn por ETA en el Pas Vasco, y en concreto la condena por cooperacin
necesaria de una persona que haba sometido a vigilancia al magistrado muy cerca de su domicilio,
constatando durante dos semanas que sala del garaje , identificando su vehculo, el horario de salida,
entre otros datos, con conocimiento de que iban a ser utilizados para la comisin del delito. Entre otros
motivos de casacin, se plantea a la Sala 2. de nuestro Tribunal Supremo la vulneracin del derecho
fundamental a la presuncin de inocencia al haberse fundado la condena en la declaracin del propio
acusado ante la Polica que investigaba el atentado, de la que se retract ante el Juez de Instruccin
afirmando haberla hecho bajo tortura- y que no fue reiterada tampoco en el juicio oral, y en el informe
policial admitido en el juicio oral, junto a otros datos como la declaracin del abogado del turno de oficio
que intervino en esa primera declaracin, al mdico forense que le reconoci, a un coimputado que
confirm su conocimiento del acusado y a la viuda e hijo del fallecido.
73 As, la STS (Sala 2.), de 22 de febrero de 2002 (RJ 2002\3871) resuma: existe una consolidada doctrina
jurisprudencial tanto del Tribunal Constitucional como de esta Sala Segunda que concede, excepcionalmente
un cierto valor de prueba a las actuaciones policiales, que por lo que se refiere al caso de autos, de declaracin
autoincriminatoria en esa sede, no ratificada posteriormente, puede ser estimada como prueba de cargo
siempre que se acrediten las siguientes circunstancias: 1 que conste que aqulla fue prestada previa informacin
de sus derechos constitucionales, 2 que sea prestada a presencia de Letrado y 3 finalmente sea complementada
en el mismo juicio oral mediante la declaracin contradictoria del agente de polica interviniente en la misma.
En tal sentido pueden citarse las SSTC 303/1993, 51/1995, de 23 de febrero, 153/1997, de 29 de septiembre,
as como de esta Sala nm. 1079/2000, de 19 de julio , entre otras.
74 Un reciente acuerdo del Pleno no jurisdiccional de la Sala 2., celebrado el 28 de noviembre de 2006
,
en este sentido permite: admitir que la declaracin prestada vlidamente ante la Polica puede ser incorporada
al juicio oral en alguna de las formas admitidas por la jurisprudencia.
132
Derecho en Libertad
75 La Sala haba salido ya al paso de estas consideraciones, pero con argumentos muy discutibles: cabe
aadir, saliendo al paso de las objeciones que en ocasiones se ha hecho al valor de las declaraciones testificales
en el juicio oral de los policas y del letrado que presenciaron las manifestaciones en sede policial, en primer
lugar, que dudar de su respectiva imparcialidad, ante la imposibilidad -que se apunta- de reconocer una
actuacin profesional delictiva o indebida por su parte, supone partir de una inaceptable presuncin de
generalizado perjurio y de una irreal incapacidad para efectuar aclaraciones, precisiones o matizaciones
sobre las circunstancias por ellos percibidas de cmo tuvo lugar la declaracin.
76 Son ideas ya expresadas en la STS, Sala 2., de 21 de noviembre de 2002 ( RJ 2002, 10498), que habla de
una marcada asimetra en las posiciones de los interesados, con el consiguiente riesgo de unilateralidad
en la formulacin de los resultados.
77 En sentido similar Vid. el voto particular de Martn Palln a la STS, Sala 2., de 18 de diciembre de 2006
(RJ 2007\456).
133
Derecho en Libertad
78 Vid., muy recientemente, en esta misma lnea, Nieva Fenoll, J., El discutido valor probatorio de las
diligencias policiales, Diario La Ley, nm. 6780, 17 de septiembre de 2007: debera descartarse por
completo el testimonio de un agente de polica sobre las declaraciones de imputados, o testigos que no
pueden acudir al juicio oral, en sede policial. La STS, Sala 2., de 3 de abril de 2002 (RJ 2002, 6759)
era clara en este sentido: La manifestacin policial en el acto del juicio oral, slo alcanza a demostrar que
esas declaraciones policiales se prestaron. En trminos grficos, pudiramos decir que se trata de una copia
oral del atestado.
79 Igartua Salaverra, J., La funcin probatoria de las declaraciones efectuadas en sede policial (una evolucin
doctrinal de la Sala 2. del TS), Diario La Ley, nm. 6714, 16 de mayo de 2007: El funcionario pregunta
lo que quiere y como quiere buscando algo; no a lo que salga como si le fuera indiferente el resultado del interrogatorio.
Es impensable que las expectativas, los intereses de quien pregunta no ejerzan ninguna influencia sobre
las declaraciones recogidas. Ninguna declaracin recogida unilateralmente es imparcial; y menos en un
contexto autoritario, cerrado al dilogo y con fuertes restricciones de las libertades fundamentales.
134
Algunos apuntes sobre el control parlamentario y la
democracia en la reforma del Estado en Mxico**
Gastn J. ENRQUEZ FUENTES
L a democracia es el
punto de equilibrio al que siempre ha
de retornar el pndulo poltico en su
oscilacin de derecha a izquierda
Y si hay una forma que ofrezca la
posibilidad de superar de manera
pacfica y progresiva la violenta
oposicin mayora-minora tal
forma es la de la democracia
parlamentaria, cuya ideologa es la
libertad no alcanzable en la realidad
social, pero cuya realidad es la paz
Sumario:
I. A modo de introduccin: el precompromiso democrtico en Mxico;
II. La importancia del control parlamentario en la consolidacin democrtica en Mxico;
III. La transicin poltica mexicana y las propuestas en la reforma del Estado;
IV. Consideraciones reflexivas: hacia un verdadero
Estado constitucional democrtico en Mxico?
**El presente trabajo previamente ha sido autorizado para su publicacin en una obra de prxima aparicin,
y bajo la coordinacin del Dr. Rafael Aguilera Portales.
* El autor es Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca, Espaa. Actualmente es profesor de
la Universidad Autnoma de Nuevo Len.
1 La primera edicin de la obra apareci en 1979, bajo el ttulo Ulises and the Sirenas. Studies in racionality
and irracionality; Cambridge; sin embargo, hemos utilizado la versin traducida al castellano por Juan Jos
Utrilla: Elster, Jon, Ulises y las sirenas. Estudios sobre racionalidad e irracionalidad, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,
1989, p. 160.
2 Moreso, Juan Jos, La indeterminacin del derecho y la interpretacin de la Constitucin, Madrid, Centro de
Estudios Polticos y Constitucionales, 1988, pp. 165-167. La estrategia de Ulises consiste en que ste sabindose
dbil para comportarse racionalmente al or los cantos de las sirenas se hizo atar al mstil de su barco porque
saba de la irresistible atraccin del canto de aquellas y quera cerrarse de antemano la posibilidad de llegar
a tomar bajo su influencia decisiones que le acarrearan fatales consecuencias. Las estrategias de Ulises son
135
Derecho en Libertad
Ahora bien, para el profesor Eloy Garca el mito de Ulises bien podra ser la
clave explicativa para comprender la situacin en la que se ha sumido el constitucionalismo
democrtico europeo durante los ltimos cincuenta aos; es decir, el cambio constitucional
ha estado encaminado ms a resolver problemas de tcnica jurdica que dirigido a afrontar nuevos
retos polticos o ideolgicos, ya que la Europa occidental se mantuvo slidamente atada
a la proa de ciertos dogmas para no prestar odos a unos cantos de sirena que le hubieran
llevado por los rumbos de los pases del Este.3 De forma que, para l, el fin del mundo
sovitico desvel que entre la teora y la praxis constitucional comienza a abrirse un
gigantesco vaco que, como en el caso del socialismo real, es susceptible de concluir
en el desastre si los postulados de principio llegaran a convertirse en una completa
parodia de la realidad.
136
Derecho en Libertad
Esta breve reflexin viene a cuento por dos razones fundamentales y que a la vez
sern el principal hilo conductor durante este pequeo trabajo: la primera de ellas
sera que, de acuerdo con la Constitucin de 1917, Mxico se habra atado por continuar
con la alegora del mito de Ulises al mstil del barco de la democracia, al ser sta considerada
no solamente como una estructura jurdica y un rgimen poltico, sino como un sistema de vida
fundado en el constante mejoramiento econmico, social y cultural del pueblo (art. 5. CPM).
Sin embargo, durante dcadas el sistema poltico mexicano nicamente utiliz una
fachada democrtica, pues lo cierto es que el desarrollo democrtico del mismo estuvo
paralizado al menos hasta el ao 200010. Las razones por las cuales no se permitieron
ni las condiciones mnimas para posibilitar la alternancia del poder presidencial ni las
garantas para el ejercicio de la oposicin poltica no pueden ni deben ser abordadas
aqu. En este sentido, es cierto que el campo de las especulaciones le est vedado al
constitucionalista, pero ello no es bice para afirmar que en diversas ocasiones el texto
constitucional mexicano fue el cajn de sastre que le permiti al Presidente de la Repblica
legitimar cada vez que as lo dese sus acciones en base a unas facultades metaconstitucionales11,
que, como se puede intuir y es ocioso recordar, carecieron de cualquier clase de control.
poltica concebida como irrenunciable; su nfasis en hacer de la libertad de los antiguos un principio previo a la libertad
de los modernos, y la consideracin de la virt ciudadana como condicin sine qua non del ejercicio democrtico.
Garca, Eloy, en el estudio preliminar de Pocock, John, El momento maquiavlico. El pensamiento poltico
florentino y la tradicin republicana atlntica, op. cit., nota 4, p. 59. Tambin en Garca, Eloy, El Estado Constitucional
ante su Momento Maquiavlico, op. cit., nota 3, pp. 83-88.
8 Y es que ante una situacin como la actual, donde se presenta sin lugar a dudas un hiatus entre la
democracia procedimental y aquella democracia participativa, el problema no estara, como bien dice
Habermas, en sustituir los procedimientos de democracia formal representativa, sino simplemente de fundamentarlos
en procedimientos de democracia participativa concebidos conforme al modelo de discurso final, especialmente en lo
que se refiere a la localizacin final de la praxis comunicativa requerida. Citado por Vatter, Miguel E. La democracia,
entre representacin y participacin, en Antonio Porras Nadales (ed.): El debate sobre la crisis de la representacin
poltica, Madrid, Tecnos, 1996, p. 50.
9 Garca, Eloy, en el estudio preliminar de Pocock, John, El momento maquiavlico. El pensamiento poltico
florentino y la tradicin republicana atlntica, op. cit., nota 4, p. 49.
10 En este sentido, Mxico se podra encuadrar en lo que el profesor De Vergottini denomina como
sistemas democrticos de fachada, excluidos tanto de la clasificacin de los sistemas occidentales democrticos
que respondan al respeto de los derechos del hombre, a la separacin de poderes y a la garanta de la
oposicin poltica, como de la clasificacin de los sistemas en su versin socialista, y que en el aseguramiento
de una igualdad social y econmica no exclua la eliminacin basilar de los derechos polticos en grandes
capas de la sociedad. Por lo tanto, los sistemas de fachada democrtica seran aquellos que reconocen los
principios clsicos de la democracia liberal, pero que en la realidad dichos principios se aplicaban de
forma reducida o inclusive en sentido negativo. De Vergottini, Giuseppe, Le transizioni costituzionali, Bolonia,
Il Mulino, 1998, p. 26.
11 Estas facultades metaconstitucionales han sido magistralmente expuestas por el profesor Jorge Carpizo,
razn por la cual nos remitimos a esa obra clsica: El Presidencialismo mexicano, Mxico, Siglo Veintiuno, 1978.
137
Derecho en Libertad
12 Duverger, Maurice, Instituciones Polticas y Derecho Constitucional, Barcelona, Ariel, 1970, p. 213.
13 Esta es la denominacin que da Karl Loewenstein a aquellas Constituciones en las que la dinmica social
tiene restringida su libertad de accin y ser encauzada en la forma deseada por los detentadores del poder;
es decir, que la realidad ontolgica de la Constitucin no es sino la formalizacin de la situacin existente
del poder poltico en beneficio exclusivo de los detentadores del poder fctico que disponen del aparato
coactivo del Estado. Loewenstein, Karl, Teora de la Constitucin, Barcelona, Ariel, 1982, pp. 62 y 68.
14 Torres Estrada, Pedro, Las tendencias del derecho constitucional en Mxico, en Pedro Torres Estrada
(comp.): Neoconstitucionalismo y Estado de Derecho, Mxico, Limusa, 2006, pp. 232 ss.
15 Esto ltimo ha sido parcialmente sealado por el profesor Eraa Snchez, quien con su habitual agudeza
seala que en el lapso de transformaciones constitucionales conseguidas con el pluralismo del ltimo tercio
del siglo XX y los inicios del actual se proyect un ritmo acusado de despresidencializacin del sistema poltico
de manera directamente proporcional a la potenciacin de los partidos polticos. De manera que, para
l, siendo las crecientes partidocracias nuevas protagonistas del modelo, hoy se reflejan distorsiones profundas en las relaciones
entre los poderes Ejecutivo y Legislativo que merecen un diagnstico urgente. Eraa Snchez, Miguel ngel, Presentacin,
en Alfonso Jimnez, Cuauhtmoc de Dienheim y Miguel ngel Eraa Snchez (coords.): Tpicos de Derecho
Parlamentario, Mxico, UNAM, 2007, p. 10.
16 En el Diario Oficial de la Federacin de fecha 13 de abril del 2007 aparece publicada la Ley para la Reforma
del Estado, la cual, segn lo estipula su artculo 1, tiene como objeto establecer los mecanismos para el anlisis, negociacin
y construccin de acuerdos para la concrecin del proceso de la Reforma del Estado Mexicano.
17 Con esta racionalizacin del sistema presidencial se estara pretendiendo, tal y como lo seala el profesor
Diego Valads, que los objetivos del poder puedan y deban ser alcanzados con instrumentos y decisiones
adecuados en una sociedad libre y plural, entre los cuales tiene que figurar la equidad social. Por lo tanto,
138
Derecho en Libertad
ya que las medidas que se tomen a travs de sta para fortalecer la democracia
igualmente debern de ser democrticas. En pocas palabras, la democracia debe
realizarse a travs de medidas democrticas, o de lo contrario estaremos ante todo
lo que se quiera y se desee, pero no ante una democracia.
para l la racionalizacin del poder en un sistema constitucional presidencial en trminos generales implica la legitimidad
para el acceso al poder, y pluralidad, proporcionalidad, responsabilidad, cooperacin y equidad en su ejercicio.
Valads, Diego, La parlamentarizacin de los sistemas presidenciales, Mxico, UNAM, 2007, p. 15.
18 Larenz, Karl, Derecho Justo. Fundamentos de tica Jurdica, Madrid, Civitas, 1985, p. 158.
19 Esta es la advertencia por dems conocida de Ferdinand Lasalle, esbozada en su clsica obra Qu es una
constitucin? Barcelona, Ariel, 1989.
20 Loewenstein, Karl, Teora de la Constitucin, op. cit., nota 13, pp. 218-219.
21 Stern, Klaus, Derecho del Estado de la Repblica Federal Alemana, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1987, p. 236.
22 Snchez Agesta, Luis, Divisin de poderes y poder de autoridad del Derecho, en Revista Espaola de Derecho
Constitucional, No. 25, 1989, pp. 9 ss.
23 Sobre la revaloracin conceptual del control parlamentario ya hemos expuesto anteriormente algunas ideas
en otro trabajo, razn por la cual nos remitimos a lo dicho en l. Enrquez Fuentes, Gastn Julin, La oposicin
parlamentaria: hacia un nuevo concepto del control parlamentario, en Iustitia, Monterrey, Tecnolgico
de Monterrey, No. 15 Junio-Diciembre 2006, pp. 38 ss. Asimismo deben consultarse fundamentalmente
las obras de los profesores Aragn Reyes, Manuel, Constitucin y control del poder, Buenos Aires, Ciudad Argentina,
1995; y Rubio Llorente, Francisco, El control parlamentario, en La forma del poder, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1993, pp. 256. ss.
139
Derecho en Libertad
24 Sobre la crisis de la representatividad parlamentaria, as como del origen del Estado de partidos vase:
Garca Pelayo, Manuel, Las transformaciones del Estado contemporneo, Madrid, Alianza, 1989; y del mismo autor,
El Estado de Partidos, Madrid, Alianza, 1986. pp. 111 ss. Habermas, Jrgen, Historia y crtica de la opinin pblica.
La transformacin estructural de la vida pblica, Barcelona, Gustavo Gili, 1981, pp. 205 ss. Leibholz, Gerhard,
Problemas fundamentales de la democracia moderna, Madrid, Instituto de Estudios Polticos, 1971, pp. 27 ss. Lenk
y Neumann (eds): Teora y sociologa crtica de los partidos polticos, Barcelona, Anagrama, 1980. Pedro De Vega
(ed.): Teora y Prctica de los Partidos Polticos, Madrid, EDICUSA, 1977. Schumpeter, J. A. Capitalismo, Socialismo
y Democracia, Barcelona, Folio, 1984, pp. 322 ss. Figueruelo Burrieza, ngela, Opinin pblica, principio de
publicidad y garantas parlamentarias, en Revista de las Cortes Generales, No. 14, 1988, pp. 13 ss.
25 Probablemente slo as se explica, dir el profesor De Vergottini, el fenmeno de la institucin de autoridades
pblicas formadas, ciertamente, con el concurso parlamentario, pero dotadas de independencia funcional, a las que se
les encarga el control sobre importantes sectores de la administracin estatal. De Vergottini, Giuseppe, La funcin de control
en los parlamentos de fin de siglo, en Problemas actuales del control parlamentario, Madrid, Congreso de los Diputados,
1997, p. 27.
26 En este sentido, no es que neguemos el hecho de que la televisin ha venido a afectar de manera positiva
el funcionamiento de la democracia, tal y como dice el profesor Gonzlez Encinar; sino ms bien, lo que
aqu se discute es que el desuso de gran parte de los mecanismos de control parlamentario en sede parlamentaria
donde tericamente deberan encontrar su foro de expresin se debe a que stos se han trasladado al campo
meditico, lo que efectivamente evidenciara una mediatizacin de la democracia, pero que, en cualquier
caso, no deja de sorprender ni mucho menos de preocupar. Gonzlez Encinar, Juan Jos, Televisin y democracia,
en Jos Asensi Sabater (coord.): Ciudadanos e Instituciones en el Constitucionalismo actual, Valencia, Tirant lo blanch,
1997, p. 393.
140
Derecho en Libertad
141
Derecho en Libertad
Esta idea nos lleva a la tercera y ltima caracterstica del control parlamentario,
o sea a su importancia en el Estado constitucional democrtico. La importancia del
control parlamentario, en efecto, cobra relevancia si se observa detenidamente el
desempeo institucional del poder Ejecutivo en la actualidad, principalmente desde
la expansin del Welfare State. En este sentido, no es nada nueva la afirmacin de
que los regmenes parlamentarios de Gobierno estaran arribando a una especie de
presidencializacin de sus sistemas polticos,35 por cuanto cada vez ms se pone en
evidencia la prctica de ese parlamentarismo mayoritario que predomina en casi la
totalidad de los sistemas parlamentarios de gobierno.36
Situacin anloga ocurre en los sistemas presidenciales, en donde no slo
es importante el control parlamentario en situaciones de normalidad del sistema poltico
por cuanto el Gobierno es el eje central de todo el sistema, sino que tambin es
importante ante las deformaciones patolgicas del mismo, como en el caso de aquellos
sistemas presidenciales que acusan la prctica de presidencialismo muy al estilo
mexicano del siglo XX, pues con todo rigor se puede afirmar en estos casos la
validez de la regla de oro de los sistemas democrtico-constitucionales, segn la cual, a todo
acrecentamiento del poder debe corresponder un vigorizamiento de los controles; o sea, que cada
vez que se dilata la rbita de la competencia del poder, se deben ajustar consiguientemente los
resortes y mecanismos del respectivo rgimen de control.37
Sintticamente podemos afirmar que el control parlamentario adquiere toda
su importancia al aparecer como medio principal para que los ciudadanos, titulares
de la soberana, controlen de continuo a los gobernantes; pues es un medio ejercido
a travs de sus representantes legtimos y que resulta, sin duda, completado por la
expresin directa de la voluntad popular en las elecciones legislativas peridicas. En
definitiva, necesidad, oportunidad, e importancia del control parlamentario del
Gobierno se conjugan para justificar que la limitacin del poder debe existir en
cualquier Estado constitucional democrtico.
142
Derecho en Libertad
38 Mezzetti, Luca, Teoria e prassi delle transizioni costituzionali e del consolidamento costituzionale, Padua,
CEDAM, 2003, p. 4.
39 Efectivamente, de acuerdo con Mezzetti, muchos de estos factores seran la causa de la relativa firmeza
con que se ha registrado el constitucionalismo liberal en el contexto poltico de Europa del Este, frica,
Latinoamrica y Asia, en contraposicin con el xito del constitucionalismo liberal en Europa occidental
y los pases de matriz anglosajona del rea norteamericana (USA y Canad) y pacfica (Australia y Nueva
Zelanda). Entre los factores que menciona nuestro autor se podran sealar las causas de orden jurdico
y cultural, as como los de tipo econmico o estructural. Mezzetti, Luca, Le democrazie incerte. Transizioni
costituzionali e consolidamento della democrazia in Europa orientale, Africa, America Latina, Asia, Padua,
CEDAM, 2000, pp. 2-4.
40 Mezzetti, Luca, Teoria e prassi delle transizioni costituzionali e del consolidamento costituzionale, op.
cit., nota 38, p. 5.
41 Ibidem, nota 38, p. 4.
42 Esta es la concepcin de democracia del profesor Jorge Carpizo, quien adems advierte que en dicha
definicin nicamente se encuentran los elementos bsicos, o el ncleo duro, que constituye la democracia,
pues existen otros elementos estrechamente relacionados con los segundos, tales como el orden jurdico,
el estado de derecho, el sufragio universal, la periodicidad de las elecciones, etc. Carpizo, Jorge, Concepto
de democracia y sistema de gobierno en Amrica Latina, en Revista General de Derecho Pblico Comparado,
Madrid, 2007, No. 1, pp. 19-71; y tambin, Concepto de democracia y sistema de gobierno en Amrica Latina, Mxico,
UNAM, 2007, pp. 71-125.
43 Volpi, Mauro, Democracia Costituzione equilibrio tra i poteri, Turn, Giappichelli, 2005, p. 6.
143
Derecho en Libertad
44 Efectivamente, en el artculo 12 de la Ley para la Reforma del Estado se establecen los temas sobre los que
debern pronunciarse obligatoriamente tanto el Poder Legislativo, los grupos parlamentarios y los partidos
polticos nacionales, y que son: I) Rgimen de Estado y de Gobierno; II) Democracia y Sistema Electoral; III)
Federalismo; IV) Reforma del Poder Judicial, y; V) Garantas Sociales. Asimismo, el proceso de negociacin
para la Reforma del Estado constara, segn lo establece el numeral 9 de la LRE, de las siguientes fases
o etapas: I) Presentacin de propuestas; II) Consulta pblica; III) Negociacin y construccin de acuerdos;
IV) Redaccin de los proyectos y; V) Aprobacin, firma y presentacin de iniciativas. Por otro lado, la primera
fase o etapa de presentacin de propuestas, fue concretada el da 24 de mayo del 2007, cuando el rgano
rector de la conduccin del proceso de la Reforma del Estado en Mxico, es decir, la Comisin Ejecutiva
de Negociacin y Construccin de Acuerdos del Congreso de la Unin (art. 2. LRE), a peticin de su propia
convocatoria de fecha 25 de abril del mismo ao, recibi las propuestas de reforma de todos los partidos
polticos con representacin en el Congreso de la Unin; mientras que la segunda fase, es decir, la etapa
de consulta pblica hubo de celebrarse, de acuerdo con la convocatoria de la Comisin Ejecutiva de fecha
24 de abril del 2007, del 7 de junio al 8 de julio de mismo ao.
144
Derecho en Libertad
Brevemente, podemos comentar que tanto el PRI, PRD, ALT y PANAL estn
por la figura del Jefe de Gabinete a fin de que sea ste y no el Presidente quien
coordine las acciones del Ejecutivo y las articule con el Legislativo, as como que
impulse la construccin de coaliciones parlamentarias y de gobierno estables. El
PVEM y Convergencia, por su parte, estn por la mera ratificacin de los miembros
del Gabinete por parte del Senado. Luego estn propuestas, como del PRD y del
PT, que abiertamente propugnan por un sistema semipresidencial o semiparlamentario
respectivamente. En otro sentido est la propuesta del PAN, quien defiende el
fortalecimiento del sistema presidencial a travs de la revisin de las facultades del
Ejecutivo y del formato del informe presidencial.
En sntesis, stas han sido las propuestas que durante el proceso de Reforma
del Estado realizaron los partidos polticos a fin de configurar una nueva relacin
entre los poderes Ejecutivo y Legislativo que se adapte a las necesidades actuales del
sistema poltico mexicano. Este proceso igualmente se ha visto fortalecido por la
participacin ciudadana que fue canalizada a travs de los foros temticos que la
propia Ley habilit. Huelga sealar que en el foro relativo al tema de Rgimen de
Estado y de Gobierno se cont con la participacin de cinco especialistas en la materia,
los cuales, en trminos generales, se podra considerar que se decantaron primeramente
145
Derecho en Libertad
45 Segn la informacin publicada por el Senado de la Repblica, las ponencias magistrales sobre Rgimen
de Estado y de Gobierno desarrolladas el da 26 de junio del 2006 en la Ciudad de Quertaro, corrieron a cargo
de los siguientes especialistas: Dr. Francisco Valds Ugalde; Dr. Daniel Barcel Rojas; Daniel Mrquez Gmez
y Dr. Francisco Paoli Bolio; Dr. Benito Nacif Fernndez. Ahora bien, prcticamente los cuatro primeros
ponentes propusieron, con evidentes diferencias en cuanto a las formas para llevarlo a cabo, la creacin
de la figura del Jefe de Gabinete, as como la adopcin de instrumentos parlamentarios de control como
las preguntas, las interpelaciones y los informes peridicos del propio Jefe de Gabinete. Por el contrario,
la propuesta del Dr. Benito Nacif lejos de pretender aportar soluciones a los problemas planteados en el foro
por la va de la reforma constitucional lo hizo por la va de la reflexin que, en su opinin, debe de presidir
cualquier intento de reforma constitucional. Fuente: http://www.leyparalareformadelestado.gob.mx/.
146
Derecho en Libertad
Por otro lado, es bastante discutible el hecho de que la adopcin del Jefe de
Gabinete en un sistema presidencial no comporte la modificacin de la propia forma
de gobierno. En nuestra opinin, lo que se propone en la Reforma del Estado no es
ms que el paso de una forma de gobierno presidencial a otra semipresidencial,
porque aun cuando las propuestas no enuncien textualmente la denominacin de
la nueva figura que se creara con la introduccin del Jefe de Gabinete en Mxico,
lo cierto es que sta entrara en la clasificacin de las formas de gobierno
semipresidencialistas, por cuanto lo que en ellas se pretende es que concurran y se
confronten los elementos definidores tanto del sistema presidencial como del
parlamentario.46
Por lo tanto, esta situacin lmite nos lleva a una ltima consideracin, y
quizs la de mayor calado en el debate actual. Situados verdaderamente frente a una
propuesta de reforma constitucional que modificara la forma de gobierno presidencial
por cualquier otra, la que se quiera o se desee, cabra preguntarnos de verdad se
puede realizar una reforma de tal magnitud a travs del constituyente permanente
consagrado en el Art. 135 constitucional? Sinceramente creo que el cauce propuesto
147
Derecho en Libertad
por la Ley para la Reforma del Estado a fin de realizar una reforma constitucional con
estas caractersticas no es el correcto, pues una reforma a la Constitucin en los
trminos que seala la citada Ley sera prcticamente una reforma integral a la
misma. Si de verdad la expresin de la voluntad soberana corresponde esencial y
originariamente al pueblo, segn mandato expreso del artculo 39 constitucional,
entonces, no sera ms pertinente realizar dicha reforma a travs de una Asamblea
Constituyente?
47 Estrada Michel, Rafael y Nez Torres, Michael, Una Asamblea Constituyente para Mxico (consideraciones
en torno a las relaciones entre ciencia, historia, poltica y normativa constitucional, con especial referencia
al caso de la transicin mexicana), en David Cienfuegos y Alejandro Lpez (coords.) Estudios en homenaje
a don Jorge Fernndez Ruz. Derecho constitucional y poltica, Mxico, UNAM, 2005, pp. 189-220
148
Derecho en Libertad
48 Garrorena Morales, ngel, Estado democrtico, en Manuel Aragn (Coord), Temas Bsicos de Derecho
Constitucional, t. I, Madrid, Civitas, 2001, p. 109.
49 Zagrebelsky, Gustavo, La crucifixin y la democracia, Barcelona, Ariel, 1996, p. 10.
50 Bckenfrde, Ernst W, La democracia como principio constitucional, en Estudios sobre el Estado de Derecho
y la democracia, op. cit., pp. 52-53.
149
Derecho en Libertad
Bibliografa
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152
La reforma constitucional al informe presidencial,
la incorporacin de la responsabilidad poltica
a nuestro sistema presidencial?
Ivn DE LA GARZA SANTOS*
Sumario:
I. Introduccin.
II. La responsabilidad poltica como institucin de los sistemas parlamentarios.
III. El informe presidencial en Mxico. IV. La reforma al informe presidencial.
V. La reforma al informe presidencial incorpora la responsabilidad poltica a nuestro
sistema presidencial? VI. Conclusin: la moneda est en el aire
I. Introduccin
Imaginemos que cada una de las citas transcritas a continuacin son tres actos que
componen una obra de teatro.
Primer acto:
* Profesor de Planta de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey y Director del Centro de Investigaciones
Jurdicas de esta misma institucin.
1Carpizo, Jorge, El presidencialismo mexicano, 13 edicin, Mxico, Siglo Veintiuno Editores, 1996, p. 113.
2 Nota publicada en el peridico El Norte, 2 de septiembre de 1988,
http://busquedas.gruporeforma.com/elnorte/Documentos/Documentoimpresa.aspx?ValoresForma=12
6271-8,mu%u00floz+ledo. Consultada al da 29/10/08. Consultada al da 29/10/08.
153
Derecho en Libertad
Tercer acto:
154
Derecho en Libertad
Antes de iniciar, es menester hacer notar que adems del artculo 69 fue reformado
el 93.5 Ambos estn vinculados en cuanto a que son manifestacin de controles polticos
del Parlamento sobre el Ejecutivo. Sin embargo, toda vez que el presente trabajo trata
de analizar si el cambio al informe presidencial se traduce en la incorporacin de la
responsabilidad poltica a nuestro sistema de gobierno, y que en el artculo 93 se contemplan
otros mecanismos de control como las comparecencias no vinculadas a este informe,
incluyendo a los titulares de los rganos autnomos, as como las comisiones de investigacin,
se ha omitido deliberadamente su estudio, acudindose a este artculo slo para aquello
que se relacione con el informe presidencial. No obstante, debe reconocerse que las
modificaciones al artculo 93 tambin podran apuntar hacia la configuracin de un
gobierno polticamente responsable.
5 Artculo 93. Los Secretarios del Despacho, luego que est abierto el periodo de sesiones ordinarias, darn
cuenta al Congreso del estado que guarden sus respectivos ramos. Cualquiera de las Cmaras podr convocar
a los Secretarios de Estado, al Procurador General de la Repblica, a los directores y administradores de las
entidades paraestatales, as como a los titulares de los rganos autnomos, para que informen bajo protesta
de decir verdad, cuando se discuta una ley o se estudie un negocio concerniente a sus respectivos ramos
o actividades o para que respondan a interpelaciones o preguntas.
Las Cmaras, a pedido de una cuarta parte de sus miembros, tratndose de los diputados, y de la mitad,
si se trata de los Senadores, tienen la facultad de integrar comisiones para investigar el funcionamiento de
dichos organismos descentralizados y empresas de participacin estatal mayoritaria. Los resultados de
las investigaciones se harn del conocimiento del Ejecutivo Federal.
Las Cmaras podrn requerir informacin o documentacin a los titulares de las dependencias y entidades
del gobierno federal, mediante pregunta por escrito, la cual deber ser respondida en un trmino no mayor
a 15 das naturales a partir de su recepcin. El ejercicio de estas atribuciones se realizar de conformidad
con la Ley del Congreso y sus reglamentos.
155
Derecho en Libertad
No slo los pases herederos directos de las revoluciones liberales, como los
Estados Unidos de Amrica, tienen incorporado el principio de la divisin de poderes
a su texto constitucional. En la actualidad, es posible encontrarlo en Constituciones
de Estados confesionales como Irn7 hasta en el otrora pas socialista de Rusia.8
No es el objetivo de este trabajo abordar la evolucin y funcionamiento del
principio de la divisin de poderes en los distintos sistemas de gobierno. Empero, para
comprender la responsabilidad poltica del Gobierno frente al Legislativo, es menester
observar que la divisin de poderes acepta distintos grados, dependiendo de si se trata
de un sistema presidencial o parlamentario.
6 Sobre la influencia de las revoluciones liberales en el constitucionalismo moderno ver Fioravanti, Mauricio,
Constitucin. De la antigedad a nuestros das, trad. Manuel Martnez Neira, Madrid, Trotta, 2001.
7 El artculo 57 de la Constitucin de Irn dispone lo siguiente: Los poderes soberanos en la Repblica Islmica
de Irn son los siguientes: El poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial. Todos ellos se ejercen
bajo la gestin y el mandato de la comunidad, de acuerdo con los principios que siguen en esta Constitucin.
Estos poderes son independientes unos de otros. Traduccin al espaol realizada por la Agencia de Noticias
de la Repblica Islmica de Irn (IRNA), en
http://www2.irna.ir/occasion/iran86/index.htm#*%20Principio%2057 .Consultado al da 29/10/2008.
8 El artculo 10 de la Constitucin de Rusia establece que: State power in the Russian Federation shall be exercised
on the basis of its division into legislative, executive and judicial authority. Bodies of legislative, executive and judicial
authority shall be independent, en . Consultado al da 29/10/2008.
9 Linz, Juan, Los Peligros del Presidencialismo, en Diamond, Larry y Plattner, Marc F., El resurgimiento global
de la democracia, trad. Isabel Vericat, Mxico, UNAM, 1996.
156
Derecho en Libertad
Por una parte est la responsabilidad poltica que se manifiesta en las obligaciones
de contestar a las preguntas realizadas por el Parlamento y la de rendir cuentas. En
estas dos facetas del concepto queda evidenciado el dinamismo de la relacin entre
el Parlamento y Gobierno, a travs de la cual se procura mantener y renovar el voto
de confianza que el primero le otorg al segundo. La lgica que est detrs de ambas
obligaciones resulta de la legitimidad indirecta con la que acta el Gobierno.11 Si el
Parlamento es quien sostiene al Gobierno, ste est obligado a responder por su gestin,
en virtud a que un correcto o incorrecto desempeo ser determinante en los siguientes
resultados electorales.
10 Uno de los principales obstculos para el adecuado funcionamiento del juicio poltico en Mxico radica en
su confusin con la responsabilidad penal, la cual puede explicarse en el hecho de que ambos tipos de
responsabilidades comparten un antepasado comn, el juicio de impeachment ingls. Al respecto puede
consultarse De la Garza Santos, Ivn, La responsabilidad poltica de los servidores pblicos en el sistema
presidencial mexicano: el juicio poltico, en Cienfuegos Salgado, David y Rodrguez Lozano, Luis (coord.),
Estado, Derecho y democracia en el momento actual, Mxico, Fondo Editorial Jurdico, 2008.
11 Bustos Gisbert, Rafael, La responsabilidad poltica del gobierno: realidad o ficcin?, Espaa, Colex, 2001, p. 16.
12 Idem.
13 Dez -Picazo, Luis Mara, La criminalidad de los gobernantes, Barcelona, Editorial Crtica, 2000, p. 77.
157
Derecho en Libertad
14 bidem, p. 78.
15 Garca Murillo, Joaqun, Responsabilidad poltica y responsabilidad penal, Revista Espaola de Derecho
Constitucional, Espaa, Ao 18, nm 52, enero-abril de 1998, p. 85.
16 Ibidem, p. 87.
17 Valads, Diego, La parlamentarizacin de los sistemas presidenciales, Mxico, IIJ UNAM, 2007.
158
Derecho en Libertad
Cuando el Congreso de la Unin estaba integrado por una aplastante mayora del
partido al que perteneca el Presidente, la presentacin oral del informe presidencial no
pareca presentar mayor problema. El Presidente daba su mensaje, el cual era contestado
por el presidente de la Mesa Directiva de la Cmara de Diputados.
18 Artculo 67. El Congreso general se reunir todos los aos el da 1 de Enero en el lugar que se designar
por una ley. En el reglamento de gobierno interior del mismo, se prescribirn las operaciones previas a
la apertura de sus sesiones, y las formalidades que se han de observar en su instalacin. Artculo 68 A sta
asistir el Presidente de la federacin, quien pronunciar un discurso anlogo a este acto tan importante;
y el que presida al Congreso contestar en trminos generales.
19 Artculo 63. A la apertura de sesiones del congreso asistir el presidente de la Unin, y pronunciar un
discurso en que manifieste el estado que guarda el pas. El presidente del congreso contestar en trminos
generales.
159
Derecho en Libertad
Aunque podra parecer que el informe que la Constitucin exige del Ejecutivo
podra ser considerado una de las formas de responsabilidad poltica rendicin de
cuentas lo cierto es que este acto nunca ha tenido esa intencin. Resulta suficiente
leer el artculo 7, numeral 3, 4 y 5, de la Ley Orgnica del Congreso General de los
Estados Unidos Mexicanos20 para corroborar los fines exclusivamente ceremoniales
del informe:
20 En adelante LOCG.
160
Derecho en Libertad
Cecilia Mora - Donato hace una precisin importante sobre los tipos de cuestio-
namientos que el Parlamento puede hacer al Gobierno, distinguiendo las preguntas
parlamentarias y las interpelaciones. La diferencia fundamental entre ambas consiste
en que mientras las primeras son instrumentos de que disponen los legisladores para
obtener informacin del Gobierno sobre cuestiones puntuales y concretas y por lo
general se presenten por escrito, pero su contestacin puede ser, a gusto de quien
interroga, en forma oral, en alguna sesin del pleno o de comisiones, o bien en forma
escrita,24 las interpelaciones son interrogaciones sobre cuestiones ms amplias y
genricas, relacionadas directamente con la esencia de alguna poltica gubernamental,
o bien, con hechos aislados, pero dotados de una gran relevancia poltica y social.25
En cuanto a la facultad del Poder Legislativo de enviar preguntas por escrito
al Presidente de la Repblica para que ample la informacin de su informe de Gobierno,
hasta la fecha slo el Senado de la Repblica ha hecho uso de sta.26
Al respecto, el punto nmero sptimo del acuerdo del 4 de septiembre seala
que:
Una vez celebradas las reuniones conjuntas de comisiones para el anlisis del
informe, as como el desahogo de las comparecencias de los servidores pblicos
a que se refiere el resolutivo anterior, de acuerdo con lo dispuesto por el segundo
prrafo del artculo 69 constitucional, el Pleno de la Cmara de Senadores
podr solicitar al Presidente de la Repblica ampliar la informacin contenida
en el informe presidencial mediante preguntas por escrito formuladas por los
Grupos Parlamentarios
21 Publicados en la Gaceta del Senado No. 247 del 5 de septiembre, No. 257 del 23 de septiembre y No. 262
del 30 de septiembre, respectivamente. Consultada en el sitio oficial de la Cmara de Senadores , al da
27/10/2008. http://www.senado.gob.mx/gaceta.php?principio=nada,al da 27/10/2008.
22 Publicados en la Gaceta Parlamentaria No. 2591 del 12 de septiembre y 2598 del 24 de septiembre,
respectivamente. Consultada en el sitio oficial de la Cmara de Diputados http://gaceta diputados.gob.mx/,
al da 27/10/2008.
23 Publicados en la Gaceta Parlamentaria No. 2605 del 3 de octubre y 2613 del 15 de octubre, respectivamente.
Consultada en el sitio oficial de la Cmara de Diputados http://gaceta.diputados.gob.mx/, al da 27/10/2008.
24 Mora-Donato, Cecilia, Instrumentos constitucionales para el control parlamentario, en Cuestiones Constitucionales.
Revista Mexicana de Derecho Constitucional, Mxico, nm. 4, enero junio de 2001,
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/4/art/art4.htm
25 Idem.
26 El acuerdo del 14 de octubre, en su punto quinto, seala que La Junta de Coordinacin Poltica, en su
oportunidad, someter a consideracin del Pleno los mecanismos para regular el procedimiento que seguir
la pregunta por escrito a la que se refiere el segundo prrafo del artculo 69.
161
Derecho en Libertad
Para los efectos del presente trabajo, y en virtud a que ste es un ejercicio nuevo
en la relacin entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, conviene destacar algunas de
las preguntas enviadas por el Senado al Presidente de la Repblica.
As, encontramos solicitudes tan precisas que requieren informacin sobre los
nombres de los agentes del Ministerio Pblico que estn laborando en la Fiscala Especial
para la Investigacin de hechos Probablemente Constitutivos de Delitos Cometidos
por Servidores Pblicos en contra de Personas Vinculadas con Movimientos Sociales
y Polticos del Pasado (Femospp), y otros datos muy precisos sobre las averiguaciones
realizadas en sta.28
27 Publicados en la Gaceta del Senado No. 269 del 9 de octubre. Consultada en el sitio oficial de la Cmara de
Senadores, http://www.senado.gon.mx/gace.php?sesion=2008/10/091&documento=1. Consultado al da
29/10/2008.
28 Pregunta no. 1 del Grupo Parlamentario del PRD. El texto completo de la solicitud es el siguiente se
solicita al titular del Ejecutivo Federal que remita un informe pormenorizado a esta Soberana respecto
de la circunstancia actual de las averiguaciones seguidas por la Fiscala Especial para la Investigacin de
Hechos Probablemente Constitutivos de Delitos Cometidos por Servidores Pblicos en contra de Personas
Vinculadas con Movimientos Sociales y Polticos del Pasado (Femospp o Fiscala de Delitos del Pasado),
durante su operacin, especificando qu agentes del Ministerio Pblico continan a cargo de stas, qu
acciones de trascendencia se han realizado en el marco de las investigaciones durante este aos, la relacin
de documentos que estuvieron a Cargo de la Fiscala y que ahora debe resguardar la Procuradura General
de la Repblica y las medidas que se toman para garantizar su integridad fsica.
162
Derecho en Libertad
Por otra parte, hay preguntas dirigidas a ciertos aspectos del gasto pblico que
pudieron haber escapado a la fiscalizacin del Poder Legislativo. Es el caso de la siguiente
pregunta: a cuanto ascendieron al primero de septiembre de 2008 los ingresos petroleros
totales no previstos (llamados excedentes) y en qu se usaron, definiendo el monto
total del supervit de operacin de PEMEX, el uso de ste y el clculo exacto para
determinar el llamado subsidio a las gasolinas y la forma en que ste fue cubierto?29
En contraste con las anteriores, pueden observarse preguntas formuladas en
trminos mucho ms amplios, que en realidad exigen un posicionamiento poltico del
Poder Ejecutivo, sobre temas especficos. En este sentido, en materia de competitividad
se envi la siguiente pregunta: que (sic) cambios se proponen en materia de
competitividad internacional, inversin pblica, empleo formal, salarios reales, y planeacin
y evaluacin del desarrollo y bienestar nacional, para lograr las metas comprometidas
en el Plan Nacional de Desarrollo?30
En la misma lnea que la anterior, pero en materia de poltica exterior, se le exigi
al Presidente de la Repblica una reflexin en relacin con las responsabilidades que
contraer nuestro pas en la actual circunstancia internacional con su ingreso como
miembro no permanente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.31 Esta pregunta
resulta ms que adecuada si se toma en cuenta que el artculo 76, fraccin I constitucional
le otorga al Senado de la Repblica la facultad exclusiva de Analizar la poltica exterior
desarrollada por el Ejecutivo Federal.
163
Derecho en Libertad
Una vez terminada esta etapa, los senadores integrantes de las comisiones
conjuntas podrn formular preguntas con intervenciones de hasta tres minutos. El
compareciente dispondr de un tiempo igual para responder. Para finalizar la compare-
cencia, el presidente de alguna de las comisiones asistentes, que no haya conducido
la comparecencia, tendr una intervencin final.
33 Segundo, e) Las reuniones sern convocadas y moderadas de la siguiente manera: ara el anlisis en
materia de poltica interior por el Presidente de la Comisin de Gobernacin; para el anlisis en materia
de poltica exterior por la Presidenta de la Comisin de Relaciones Exteriores; para el anlisis en materia
de poltica econmica por el Presidente de la Comisin de Hacienda y Crdito Pblico; para el anlisis en materia
de poltica social por el Presidente de la Comisin de Desarrollo Social; y para el anlisis en materia de seguridad
pblica por el Presidente de la Comisin de Seguridad Pblica.
164
Derecho en Libertad
34 Fueron citados los siguientes Secretarios: Secretario del Trabajo y Previsin Social; o de Turismo; Secretario
de Comunicaciones y Transportes; Secretario de la Funcin Pblica; as como los titulares del Instituto
Mexicano del Seguro Social, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado;
Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas Mexicanas; Comisin Nacional del Deporte y Comisin
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas.
165
Derecho en Libertad
En este orden de ideas, slo quedara recurrir a la regla general del artculo
130 constitucional, conforme al cual la simple promesa de decir verdad y de cumplir
las obligaciones que se contraen, sujeta al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las
penas que con tal motivo establece la ley. As, los Secretarios de Estado, directores de las
entidades paraestatales y el Procurador General de la Repblica podran ser sancionados
conforme al artculo 247 fraccin I del Cdigo Penal Federal, el cual tipifica como delito
de falsedad en declaraciones judiciales y en informe dados a una autoridad la siguiente
conducta: Al que interrogado por alguna autoridad pblica distinta de la judicial,
en ejercicio de sus funciones o con motivo de ellas, faltare a la verdad.
35 En torno a esta disposicin, la Suprema Corte de Justicia de la Nacin ha definido la siguiente jurisprudencia
PROTESTA DE DECIR VERDAD. ES UN REQUISITO FORMAL QUE DEBE MANIFESTARSE DE
MANERA EXPRESA EN EL ESCRITO DE DEMANDA DE AMPARO, QUE NO PUEDE SER SUSTITUIDO
POR LA EXPRESIN FINAL "PROTESTO LO NECESARIO" Y CUYA OMISIN PUEDE LLEVAR AL
JUZGADOR DE AMPARO A TENER POR NO INTERPUESTA LA DEMANDA. Al sealar el artculo 116,
fraccin IV de la Ley de Amparo, como requisito en la demanda, el relativo a que el quejoso manifieste
"bajo protesta de decir verdad" los hechos o abstenciones que le consten y que constituyen los antecedentes
del acto reclamado o fundamento de los conceptos de violacin, estableci, con este requisito legal, que no
constituye una frmula sacramental o solemne, la obligacin a cargo del quejoso de manifestar que su relato
de hechos lo hace con sujecin a la verdad. Ahora bien, la omisin de esa declaracin, puede llevar al juzgador
a tener por no interpuesta la demanda, en caso de que el solicitante del amparo no llene ese requisito cuando
sea prevenido para ello, de conformidad con el artculo 146 de la Ley de Amparo. De igual forma, el hecho
de que aun habiendo realizado la protesta de decir verdad, el quejoso incurra en falsedad, lo hace acreedor
a las sanciones privativas de libertad o pecuniarias, establecidas en el artculo 211 de la Ley de Amparo.
De ah que la frase "Protesto lo necesario", que aparece comnmente al final de una demanda, como expresin
de cortesa y que deja ver que el ocursante manifiesta a la autoridad sus respetos, atenciones y consideraciones
no puede ser utilizada en sustitucin de la protesta de decir verdad, establecido como requisito en la demanda
de amparo, ya que ambas expresiones tienen contenidos y finalidades distintas.Tesis P/J 127/99, Semanario
Judicial de la Federacin y su Gaceta, Novena poca, t. X, noviembre de 1999, p. 32. No. de registro IUS
192843.
166
Derecho en Libertad
36 Pregunta del Dip. Csar Camacho Quiroz. Todas las preguntas a las que se hace referencia a continuacin
fueron obtenidas de la versin estenogrfica de la sesin del 23 de septiembre. Consultada en el sitio oficial
de la Cmara de Diputados, , al da 28/10/2008.
37 Pregunta del Dip. Elas Crdenas Mrquez.
38 Pregunta del Dip. Gerardo Octavio Vargas Landero.
39 Pregunta del Dip. Felipe Daz Garibay.
40 Pregunta del Dip. Miguel ngel Arellano Pulido.
167
Derecho en Libertad
Para dar respuesta a esta interrogante, se debe reconocer antes que la eliminacin
del informe oral no apunta hacia la construccin de un Gobierno polticamente responsable.
Por el contrario, en este aspecto, el nuevo formato lejos conseguir un Ejecutivo controlado
por el Parlamento, gener el fortalecimiento de la figura del Presidente de la Repblica,
pues se suprimi el nico da del ao en el que deba confrontarse directamente con la
oposicin representada en el Parlamento.
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Derecho en Libertad
En este sentido, Valads opina que Las que se ventilan en las comisiones tienen
la ventaja de puntualidad tcnica, pero la desventaja de un escenario secundario. El
gobierno, en trminos generales, debe comparecer ante el Pleno de las Cmaras, 43
pues como lo seala este mismo autor Lo que se espera de un ministro son las razones
polticas y jurdicas del gobierno, no disertaciones doctas sobre cuestiones de alta especialidad
cientfica o tcnica, que deben ser conocidas y aclaradas por los funcionarios auxiliares44
Aunado a lo anterior, no se debe perder de vista que las contestaciones expresadas
en las comparecencias no son nicamente una rendicin de cuentas frente al Poder
Legislativo, sino tambin frente a la sociedad. Por lo que la falta de publicidad no slo
devala la posibilidad de un control poltico interorgnico entre Ejecutivo y Parlamento
sino que adems, se traduce en una merma para el control social.
169
Derecho en Libertad
En este sentido, tanto las preguntas como las respuestas del Ejecutivo deben
hacerse pblicas y difundirse ampliamente. Por ello, y dada la importancia que actualmente
tiene la televisin para la construccin de la opinin pblica, no se debe descartar la
posibilidad de que sean televisadas completamente ya que a quien le corresponde
llevar a cabo las ltimas consecuencias del ejercicio de dicho control ser, en este caso,
al cuerpo electoral de tal manera, el ciudadano se formar una opinin respecto de
la direccin poltica del gobierno.46
En este sentido, el acto principal del informe de gobierno no sera propiamente
la entrega del informe por escrito, sino la o las sesiones en donde los Secretarios de
Estado, los directores de las entidades paraestatales y el Procurador General de la Repblica
rindan cuentas sobre la informacin presentada por el Presidente y respondan a los
cuestionamientos de los legisladores. Se trata de pasar realmente del informe presidencial
al informe de Gobierno.
Con el fin de precisar las cosas debemos dejar claro que en un sistema presidencial,
el Presidente no puede ser destituido por el Poder Legislativo va responsabilidad poltica.
Mientras se mantenga un Poder Ejecutivo unicfalo elegido plebiscitariamente, esta
posibilidad debe ser descartada, so pena de vulnerar el principio de divisin de poderes.
46 Pedroza De la Llave, Susana, La comparecencia del gobierno en el parlamento espaol. Una forma
de control parlamentario, Boletn Mexicano de Derecho Comparado, Mxico, nm. 86, mayo-agosto de 1996,
http:77 www.juridicas.unam.mx/publica/revboletin/cont/86/art/art11.htm.
47 Nez Torres, Michael, El sistema presidencial de gobierno y el estado de Derecho, en Estrada Michel,
Rafael (comp.), La divisin del poder pblico. Temas constitucionales, Mxico, Porra, 2007, p. 188.
48 Debe reconocerse que hoy en da la responsabilidad poltica en su funcin de censura a los miembros
del gobierno o de ste en su conjunto, no es el control poltico ms utilizado en los sistemas de gobierno
parlamentario. Por el contrario, como lo seala Mirkine-Guetzvitch, el parlamentarismo racionalizado
170
Derecho en Libertad
ha generado que la principal preocupacin de los partidos polticos que compiten en las elecciones por
los escaos en el Parlamento sea obtener una mayora suficiente que les permita acceder a la conformacin
de un Gobierno. Este cambio de intereses de las mayoras parlamentarias ha obligado tambin a un
proceso de adaptacin de sus funciones. Sin perder de vista el importante papel que el Parlamento tiene
como control del Gobierno, ahora tambin las mayoras parlamentarias desean la permanencia y estabilidad
de los gobiernos a los cuales les ha sido otorgada su confianza.
49 Sen. Manlio Fabio Beltrones, El Universal, http://eluniversal.com.mx/notas/vi_541153.html.
50 Valencia Escamilla, Laura, Modernidad institucional y cambios en la funcin parlamentaria, Cuestiones
Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, Mxico, nm. 7, julio- diciembre 2002,
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/7/ard/ard6.htm.
171
Derecho en Libertad
Bibliografa
Bustos Gisbert, Rafael, La responsabilidad poltica del gobierno: realidad o ficcin?, Espaa,
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Figueruelo B., ngela, En torno a las garantas del sistema parlamentario espaol, Bogot,
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Hauriou, Andr, Derecho constitucional e instituciones polticas, trad. Jos Antonio Gonzlez
Casanova, Espaa, Ariel, 1971.
Linz, Juan, Los Peligros del Presidencialismo, en Diamond, Larry y Plattner, Marc
F., El resurgimiento global de la democracia, trad. Isabel Vericat, Mxico, UNAM, 1996.
172
Derecho en Libertad
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Hacia una fundamentacin iusfilosfica
moderada de los derechos humanos
Rogelio LPEZ SNCHEZ1
Sumario:
Introduccin; I. El iusnaturalismo y el iuspositivismo como corrientes clsicas
en la fundamentacin de los derechos humanos; II. El desarrollo iusfilosfico
de los derechos humanos; III. Hacia una fundamentacin iusfilosfica moderada
de los derechos humanos; IV. Anlisis crtico y conclusiones.
Introduccin
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Derecho en Libertad
5 Prieto Sanchs, Luis, Derechos fundamentales, en El derecho y la Justicia, Madrid, Trotta, 1996, p. 508.
6 Algunos filsofos del derecho que aceptan una conexin entre el derecho y la moral se encuentran: Garzn
Valds, Neil MacCormick, Theodor Viehweg, Santiago Nino, Joseph Raz, Robert Alexy, Prez Luo; por
otra parte, entre quienes sostienen que tal nexo no existe estn: Roberto Vernego, Eugenio Bulygin, Diego
Farell, Eduardo Rabossi. Vid. Vzquez, Rodolfo (comp.), Derecho y Moral, Barcelona, Gedisa, 1998.
7 Aguilera Portales, Rafael, Estudio introductorio en Zaragoza Huerta, Jos, Aguilera Portales, Rafael,
Nez Torres, Michael, Los derechos humanos en la sociedad contempornea, Mxico, Editorial Lago, 2007.
8 Dentro del iusnaturalismo existen dos divisiones: el iusnaturalismo ontolgico y el iusnaturalismo deontolgico.
Haremos las precisiones sobre estas dos clasificaciones en lneas posteriores.
9 Aguilera Portales, Rafael Enrique, Posibilidad, sentido y actualidad de la Filosofa del Derecho en Revista
IUS ET PRAXIS, Talca, Universidad de Talca, ao 13, n2, 2007, p. 19.
10 Bobbio, Norberto, El problema del positivismo jurdico (traduccin de Ernesto Garzn Valds), Buenos Aires,
Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1965, p. 18.
11 Bobbio, Norberto, El positivismo jurdico. Lecciones de Filosofa del Derecho reunidas por el doctor Nello Morra
(traduccin de Rafael de Ass y Andrea Greppi), Madrid, Debate, 1998, p. 35.
175
Derecho en Libertad
12 El conflicto se presenta cuando el Rey de Tebas, Creonte, prohbe hacer ritos fnebres al cuerpo de Polinices,
como castigo por traicin a su patria. Es cuando Antgona, hermana de Polinices, argumentando un derecho
divino, desobedece la ley de Tebas dando sepultura al cuerpo de Polinices, sufriendo las consecuencias de
haber desobedecido la ley positiva. Sophocles, The Antigone (translated into english Rayming verse with introduction
and notes by Gilbert Murray), New York, Oxford University press, 1941.
13 Sobre el tema de la desobediencia tica y su diferencia con la desobediencia civil, puede consultarse el interesante
desarrollo histrico que se realiza en el siguiente artculo: Aguilera Portales, Rafael, La Constitucin y la desobediencia
civil como proceso en la defensa de los Derechos fundamentales en Criterio Jurdico, Santiago de Cali, Colombia,
Universidad Javeriana, vol. VI, 2006, pp. 93-115.
14 Platn fue el encargado de recopilar la mayor parte del pensamiento socrtico en los famosos Dilogos.
La argumentacin de Scrates en contra de su acusacin se encuentra en: Platn, Apologa de Scrates(versin
castellana de Toms Meabe), Pars, Casa Editorial Garnier Hermanos, 1910.
15 Bobbio, Norberto, El problema del positivismo jurdico, op. cit., p. 43.
16 Toms de Aquino, La ley (versin castellana y notas explicativas de Constantino Fernndez-Alvar), Labor,
Barcelona, 1936; Suma teolgica (traduccin directamente del latn por Hilario Abad de Aparicio), Madrid,
Moya y Plaza editores, 1883.
17 San Agustn, La ciudad de Dios / del gran padre y doctor de la iglesia San Agustn, Obispo de Hipona
(tr. Joseph Cayetano Daz de Beyral y Bermdez), 22 t. en 12 vol., Imprenta Real, Mxico, 1793-1797.
La filosofa de la historia de San Agustn le obligaba a admitir que los imperios precristianos haban sido
en un cierto sentido- estados, pero para l era claro que no podan haberlo sido en el pleno sentido de
la palabra que era aplicable despus del establecimiento del cristianismo [] el carcter cristiano del Estado
estaba inserto en el principio universalmente admitido de que su finalidad es realizar la justicia y el derecho,
Sabine, George, Historia de la Teora Poltica, Mxico, FCE, 1982, p. 149.
18 Aguilera Portales, Rafael, Posibilidad, sentido y actualidad de la Filosofa del Derecho, op. cit., p. 19.
19 Vid. Peces Barba Martnez, Gregorio, Trnsito a la Modernidad y Derechos Fundamentales: El Derecho
como Ley y el derecho subjetivo, Cap. I, vol. I, T. I, en Historia de los derechos fundamentales, Peces Barba
M., Gregorio, Fernndez Garca et. al. (cords.), Madrid, Dykinson, 2001, pp. 225 y ss.
176
Derecho en Libertad
20 Fernndez Garca, Eusebio y De Ass, Rafael, Iusnaturalismo y positivismo jurdico en Peces Barba,
Gregorio, Fernndez, Eusebio y De Ass, Rafael (comps.), Curso de Teora del Derecho, Marcial Pons, Madrid,
Ediciones Jurdicas y Sociales, 2000, pp. 293-318.
21 Prez Luo, Antonio-Enrique, Teora del derecho (una concepcin de la experiencia jurdica), Madrid, Tecnos,
1997, p. 37.
22 Peces Barba, Martnez, Gregorio, Introduccin a la filosofa del derecho, Madrid, Debate, 1983, p. 242.
23Bobbio, Norberto, El positivismo jurdico, op. cit., pp. 61-129.
24 Kelsen, Hans, Prlogo a la primera edicin de Teora Pura del Derecho, Mxico, Porra, 2003, p. 7.
25Resulta claro que el agotamiento y crisis del positivismo jurdico va ms all de esta tesis. Al respecto,
puede verse: Serna, Pedro, Filosofa del derecho y paradigmas epistemolgicos. De la crisis del positivismo a las
teoras de la argumentacin jurdica y sus problemas, Mxico, Porra, 2006.
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Derecho en Libertad
26 Ass Roig, Rafael, Estudio Preliminar en Bobbio, Norberto, El positivismo jurdico, op. cit., p. 13.
27 Fernndez Garca, Eusebio, La aportacin de las teoras contractualistas, en La filosofa de los derechos
humanos, captulo VI, V. II, T. II, Siglo XVII, Historia de los derechos fundamentales, op. cit., p. 21.
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Derecho en Libertad
Thomas Hobbes tiene una visin negativa del hombre; por esta razn, el fin
del Estado ser brindar seguridad a cambio de que los individuos cedan sus derechos
y libertades a ese Leviathan. La concepcin de contrato social en Hobbes tiene su
justificacin en la poca en que fueron concebidas sus ideas; en esa poca, Inglaterra
atravesaba por un periodo absolutista (recurdese la dinasta de los Tudor durante
gran parte del siglo XVI y parte del XVII). El Leviathan fue concebido en una poca
de autoafirmacin individual dura y cruel; es pues, una poca violenta en la cual los
excesos egostas de los monarcas son igualados por la turbulencia de los sbditos.
El derecho divino de los reyes afirma ferozmente su autoridad sobre los derechos
divinos de la conciencia y la razn.30
28 Me refiero especialmente al distinguido filsofo del derecho Luigi Ferrajoli, quien ha propuesto una redimensin
de los criterios axiolgicos que fundamentan los derechos fundamentales: la igualdad, democracia, la paz y la tutela
del ms dbil; ste ltimo hace referencia obviamente a la filosofa poltica de Thomas Hobbes. He realizado
un anlisis al respecto en el captulo II de esta Tesis. Vid. Ferrajoli, Luigi, Los fundamentos de los derechos
fundamentales, op. cit., pp. 314 y ss.
29 Hobbes, Thomas, Leviathan or the Matter, Form and Power of a Commonwealth Eclesiastical and Civil, versi
al castellano Leviatn, o la materia, forma y poder de una Repblica eclesistica y civil, Mxico, FCE, 1994, pp. 137 y 142.
30 Crossman, R. H. S., El pensamiento poltico ingls en la tradicin europea, en Mayer, J. P. (comp.)
Trayectoria del pensamiento poitico, Mxico, FCE, 1976, pp. 125-126.
31 Grotius, Hugo, De Jure Belli ac Pacis, On the Law of War and Peace, III Books., Translated by A. C. Campbell,
London, 1814.
32 Fernndez Garca, Eusebio, La aportacin de las teoras contractualistas, en La filosofa de los derechos
humanos, op. cit., p. 21.
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Derecho en Libertad
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Derecho en Libertad
la tarea de su creacin en otras instituciones, y la defensa del valor de certidumbre del Derecho ya se
estaban configurando en el siglo XVII. De Pramo Arguelles, Juan Ramn, La Ilustracin britnica,
en El contexto social y cultural de los derechos. Rasgos generales de evolucin, Cap. III, V. I, T.II, Historia de los
derechos fundamentales, op. cit., p. 297
39 Rousseau, Jacob, El Contrato Social, Libro I, Captulo VI, Pars, Garnier, 1909, p. 197.
40 Rodrguez Uribes, Jos Manuel, Rousseau, Estado de Derecho, democracia y derechos, en La filosofa
de los derechos humanos, captulo IX, volumen II, tomo II, Siglo XVII, Historia de los derechos fundamentales,
op. cit., pp. 287-288.
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Derecho en Libertad
Con este fin, despus de exponer a sus vecinos el horror de una situacin que
los armaba a todos contra todos, que haca tan onerosas sus propiedades como
sus necesidades, y en la cual nadie poda hallar seguridad ni en la pobreza ni en
la riqueza, invent fcilmente especiosas razones para conducirlos al fin que se
propona. Unmonos -les dijo- para proteger a los dbiles contra la opresin,
contener a los ambiciosos y asegurar a cada uno la posesin de lo que le pertenece;
hagamos reglamentos de justicia y de paz que todos estn obligados a observar, que
no hagan excepcin de nadie y que reparen en cierto modo los caprichos de
la fortuna sometiendo igualmente al poderoso y al dbil a deberes recprocos.
En una palabra: en lugar de volver nuestras fuerzas contra nosotros mismos,
concentrmoslas en un poder supremo que nos gobierna con sabias leyes, que proteja
y defienda a todos los miembros de la asociacin, rechace a los enemigos comunes
y nos mantenga en eterna concordia.41
El acto por el cual el pueblo mismo se constituye como Estado, es el contrato originario.
Esto es propiamente hablando slo la idea de ste, por la cual el derecho absoluto
de un proceso por el cual organizan una Constitucin, puede ser concebible.
De acuerdo a esta representacin, todos y cada uno de los miembros del
pueblo, renuncian a su libertad exterior para el bienestar comn. El bienestar
comn es el pueblo visto en conjunto dentro de un Estado.43
41 Rousseau, Jacob, Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, segunda parte, Madrid, Calpe,
1923, pp. 38-39.
42 Kant, Immanuel, Idea de una historia universal en sentido cosmopolita en Filosofa de la historia (trad.
Eugenio maz), Mxico, FCE, 2004, pp. 48-49.
43 Kant, Immanuel, The Philosophy of law. An exposition of the principles of jurisprudence as the science of right
(trad. W. Hastie, B. D., T. & T. Clark), Edinburgh, 1887, p. 169.
44 Ibid. p. 166.
45 Kant, Immanuel, Principios metafsicos del derecho, (trad. de G. Lizarraga), Madrid, Libreria de Victoriano
Surez, 1873, p. 44. Segn Kant, el principio universal del derecho consiste en que: Una accin es conforme
a derecho (recht) cuando permite, o cuya mxima permite la libertad del arbitrio de cada uno coexistir con
la libertad de todos segn una ley universal Kant, Immanuel, Metaphysik der Sitten, (trad. cast. y notas de Adela
Cortina Orts y Jess Conill Sancho), La metafsica de las costumbres, 4 ed., Madrid, Tecnos, 2005, p. 39.
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Derecho en Libertad
Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona
de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como
un medio [] y ms adelante insiste [] el fundamento de toda legislacin prctica
hllase objetivamente en la regla y en la forma de la universalidad, que la capacita
para ser una ley (siempre una ley natural), segn el primer principio; hllase, empero,
subjetivamente en el fin. Mas sujeto de todos los fines es todo ser racional, como
un fin en s mismo, segn el segundo principio; de donde sigue el tercer principio
prctico de la voluntad, como condicin suprema de la concordancia de la misma
con la razn prctica universal, la idea de la voluntad de todo ser racional como una
voluntad universalmente legisladora.46
La ley moral es santa (inviolable). El hombre, en verdad, est bastante lejos de la santidad;
pero la humanidad en su persona tiene que serle santa. En toda la creacin puede
todo lo que se quiera y sobre lo que se tenga algn poder, ser tambin empleado slo
como medio; nicamente el hombre, y con l toda la criatura racional, es
fin en s mismo. l es, efectivamente, el sujeto de la ley moral, que es santa, gracias
a la autonoma de su libertad.47
46 Kant, Immanuel, Fundamentacin de la metafsica de las costumbres (trad. de Manuel Garca Morente), Santa
Fe, Argentina, El Cid Editor, Coleccin de Clsicos en espaol, 2003, pp. 75 y 79.
47 Kant, Immanuel, Crtica de la razn prctica (trad. Manuel Garca Morente y E. Miana y Villasagra),
Mxico, Porra, 2003, p. 170.
48 Prez Luo, Antonio Enrique, El papel de Kant en la formacin histrica de los derechos humanos,
en La filosofa de los derechos humanos, captulo XIII, V. II, T. II, Historia de los derechos fundamentales, op. cit.,
p. 452; Prez Snchez, Mara Cristina, Crisis del principio de generalidad y del formalismo jurdico: J.J. Rousseau,
I. Kant y la perspectiva terica del institucionalismo jurdico en Maurice Hauriou, Tesis Doctoral de la Universidad
Complutense de Madrid, Departamento de Derecho Constitucional, 2004, 658 pp.; Dotti, Jorge E.,
Observaciones sobre Kant y el liberalismo, en Araucaria, primer semestre, ao/ vol. 6, nmero 013,
Universidad de Sevilla, 2005, pp. 4-12.
49 Kant, Immanuel, La paz perpetua (trad. F. Rivera Pastor), Mxico, Porra, 2003, p. 265. Vid. Kant, Immanuel,
Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, edicin bilinge alemn-espaol (traduccin, estudio
introductorio, notas e ndice analtico de Dulce Mara Granja Castro, con revisin tcnica de la traduccin
de Peter Storandt), Mxico, FCE, UAM, UNAM, 2005, pp. 81-110; Llano Alonso,Fernando H. El humanismo
cosmopolita de Immanuel Kant, Dykinson, Madrid, Instituto de Derechos Humanos Bartolom de las Casas,
Universidad Carlos III de Madrid, 2002.
50 Vid. Aguilera Portales, Rafael Enrique, La Encrucijada de la Ciudadana Constitucional Europea a travs
del Pensamiento Federalista, en La reforma de estado. Experiencia mexicana y comparada en las entidades federativas,
Mxico, Porra, 2008.
183
Derecho en Libertad
Montesquieu fue otro de los grandes pensadores del siglo de las luces que
ayud a configurar el modelo de Estado Constitucional. El pensador francs no
difiere demasiado de sus contemporneos, pues concibe a las leyes como las relaciones
naturales derivadas de la naturaleza de las cosas, y su espritu eran los casos particulares
en que se aplicaba la misma razn humana.51 La influencia intelectual durante el
siglo XVIII ocurrida en Europa con el movimiento ilustrado, ayud significativamente
a preparar el camino de las ideas que seguiran los artfices de las revoluciones
americana y francesa.
51 Montesquieu, Del espritu de las leyes, tomo I, Paris, Garnier Hermanos, 1908, pp. 2-8.
52 Paine critic los excesos de la monarqua inglesa para con las colonias inglesas del nuevo continente.
En sus dos principales obras: Sentido comn y Los derechos del hombre plasma el ideario liberal y democrtico
que caracterizara el periodo ilustrado. En este ltimo trabajo formula la famosa rplica contra las crticas
del filsofo conservador Edmund Burke a la Revolucin Francesa. Vid. Paine, Thomas, Rights of man, Los
derechos del hombre, con introduccin de H. N. Brailsford (trad. Jos Antonio Fernndez de Castro y Tomas
Muoz Molina), Mxico, FCE, 1986; Burke, Edmund, Reflections on the revolution in France, New York, Prometheus
Books, 1987, (versin cast. Reflexiones sobre la revolucin de Francia, nueva edicin revisada por J .A. A.), Mxico,
Martn Rivera, 1826; Fernandez Garca, Eusebio, La polmica Burke-Paine, en La filosofa de los derechos
humanos, C. XI, V. II, T. II, Historia de los derechos fundamentales, op. cit., pp. 369-416.
53 Peces Barba, Martnez, Gregorio, y Dorado Porras, Javier, Derecho, sociedad y cultura, en El contexto
social y cultural de los derechos. Rasgos generales de evolucin, cap. I, vol. I, tomo II, Siglo XVII, Historia de los derechos
fundamentales, op. cit., p. 117.
54 De esta manera: La apelacin al valor de seguridad como presupuesto y funcin del Derecho y del Estado
ser un lugar comn en la tradicin contractualista [...] el origen de las instituciones polticas y jurdicas
184
Derecho en Libertad
a partir de la exigencia emprica o racional, utilitaria o tica, a tenor de las diversas interpretaciones del estado
de naturaleza y el pacto social- de abandonar una situacin en la que el hombre posee una ilimitada (aunque
insegura) libertad, a otra de libertad limitada pero protegida y garantizada. Hobbes, Puffendorf, Locke,
Kant, as como la gran mayora de contractualistas, concebirn el trnsito desde el estado de naturaleza
a la sociedad como superacin del ius incertum y su conversin en estado de seguridad Prez Luo, Antonio
Enrique, Seguridad jurdica, en Garzn Valds, Ernesto y Laporta, Francisco J. (cord.), El derecho y la justicia,
Madrid, Trotta, 1996, p. 482.
55 Garca de Enterra, Eduardo, La lengua de los derechos. La formacin del derecho publico europeo tras la revolucin
francesa, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 29 y 37.
56 Roll, Eric, Historia de las doctrinas econmicas, Mxico, FCE, 1994, p. 141. Para Adam Smith la riqueza de
las naciones depender de dos condiciones: del grado de produccin del trabajo al cual se debe y de la cantidad
de trabajo productor de la riqueza, que se emplee para tal fin. Smith, Adam, An Inquiry into the Nature and
Causes of the Wealth of Nations, complete in one volume (LL. D. F.R.S. with life of the author. Also, view of the
doctrine of Smith, compared with that of french economists; with a method of facilitating the study of his works
from the French of M. Garnier), T. Nelson and Sons, Partneroster, London, Row and Edinburgh, 1852, pp. 1-2.
185
Derecho en Libertad
186
Derecho en Libertad
Del anterior razonamiento, surge su teora a partir de la fusin entre los prin-
cipios morales y jurdicos, ya que los primeros juegan un papel preponderante en el
razonamiento de los jueces en los casos difciles. Su teora pretende conciliar el positi-
vismo y el iusnaturalismo, basndose en el modelo constructivista poltico del filsofo
norteamericano John Rawls.62
60 El maestro Peces-Barba ha sido uno de los principales iusfilsofos positivistas moderados que se ha encargado
de fundamentar esta postura, sosteniendo que todo derecho fundamental es, en sus inicios, una pretensin
moral que es impulsada polticamente y positivizada en las constituciones. Subrayando, con nfasis, que
es en definitiva el carcter de positividad, el principal aporte de la modernidad a los derechos humanos;
de esta forma, ha considerado al poder como el hecho fundante bsico del ordenamiento jurdico y de
la norma fundamental, apoyada en ese poder, la Constitucin. Peces Barba, M. G., Introduccin a la Filosofa
del Derecho, Madrid, Debate, 1993, p. 267. Otro de los profesores que apoyan esta escuela afirma que: los
derechos humanos, en efecto, hunden sus races en la moral, se apoyan en argumentos y razones morales,
inicialmente constituyen pretensiones morales de las personas. Pero se trata de pretensiones morales que
slo se satisfacen y alcanzan plena efectividad cuando se juridifican, cuando son reconocidas y protegidas
por el derecho. Delgado Pinto, Jos, Los derechos humanos entre la tica, el poder y el derecho: derechos
humanos y constitucin en Los Derechos: entre la tica, el poder y el derecho, op. cit., p. 91; Vid. Garzn Valds,
Ernesto, Derecho, tica y Poltica, Madrid, CEPC, 1993.
61 Dworkin, Ronald, Los derechos en serio, Madrid, Ariel, 1999, pp. 230 y 233.
62 El planteamiento que realiza el filsofo John Rawls se basa en el espritu del modelo constructivista moral
kantiano. De acuerdo con la justicia como equidad, los principios ms razonables de la justicia, son aquellos
que seran objeto de acuerdo mutuo entre personas sujetas a condiciones equitativas. La justicia como equidad
desarrolla as una teora de la justicia a partir de la idea de un contrato social. Los principios que articula
afirman una concepcin liberal, en sentido amplio, de derechos y libertades fundamentales, y slo permite
las desigualdades de riqueza e ingreso que redunden en beneficio de los ms favorecidos. De aqu surgen
los dos principios fundamentales en su teora: el principio de igualdad y el de diferencia. RawLS, John, Teora
de la justicia, Mxico, FCE, 1997, pp. 17-61. Vid. RawLS, John, La justicia como equidad. Una reformulacin,
Barcelona, Paids, 2001, p. 13; Raw LS, John, Liberalismo poltico, Mxico, FCE, 1995.
187
Derecho en Libertad
Vase tambin la interesante perspectiva del filsofo Michael Walzer y las esferas de la justicia propuestas,
que tienen relacin con la manera en que cada sociedad distribuye los bienes por circunstancias propias
y caractersticas del lugar donde se encuentren los individuos. Los individuos poseen derechos no slo
acerca de la vida y la libertad, pero stos no son resultado de nuestra comn humanidad; son resultado
de una concepcin compartida de bienes sociales: su carcter es local y particular. Walzer, R, M., Las esferas
de la justicia, Mxico, FCE, 1993, p. 13.
63 Dworkin, Ronald, El imperio de la justicia. De la teora general del derecho, de las decisiones e interpretaciones de
los jueces y de la integridad poltica y legal como clave de la teora y la prctica, Madrid, Ariel, 1999, p. 267.
64 Nino, Carlos, tica y derechos humanos. Un ensayo de fundamentacin, Buenos Aires, Astrea, 1989. pp. 91 y 109.
65 Beuchot, Mauricio, Filosofa y derechos humanos (Los derechos humanos y su fundamentacin filosfica), Mxico,
Siglo XXI, 2004, p. 162; Derechos humanos. Iuspositivismo y iusnaturalismo, Mxico, UNAM, Instituto de Investigaciones
Filosficas, 1995.
66 Es patente el claro humanismo por parte de algunos de los frailes que llegaron a Amrica y la denuncia
de estos hacia las injusticias padecidas por los indgenas. Queda, pues, firme todo lo dicho, que los brbaros
eran, sin duda alguna, verdaderos dueos pblica y privadamente, como los cristianos, y que tampoco por
ste ttulo pudieron ser despojados de sus posesiones, como si no fueran verdaderos dueos, los prncipes
y las personas particulares. Vid. Vitoria, Francisco, Derecho natural y de gentes, ttulo original: Relectiones
theologicae, Buenos Aires, R. P. Fr. Franciscini Victorae, Emec Editores, 1946, pp. 160-161.
188
Derecho en Libertad
67 Maritain, Jacques, El hombre y el Estado (traduccin de Juan Miguel Palacios), Madrid, Ediciones Encuentro,
1983, pp. 97-98. El citado filsofo aade en otra de sus relevantes obras con fundado espritu medieval:
La idea de derecho natural es un legado del pensamiento cristiano y del pensamiento clsico. No remonta
a la filosofa del siglo XVIII, que la ha deformado ms o menos, sino a Grocio, y antes de ste a Surez y a Francisco
de Vitoria; y ms lejos a Santo Toms de Aquino; y ms lejos a San Agustn;y a los padres de la Iglesia, y a
San Pablo; y ms lejos an a Cicern, a los estoicos, a los grandes moralistas de la antigedad, y a sus grandes
poetas, Sfocles en particular, Maritain, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, (traduccin de Alfredo
Weiss y Hctor F. Miri), Buenos Aires, Biblioteca Nueva, Coleccin Orfeo, 1943, p. 88; Vid. MARITAIN,
Jacques, Reflexiones sobre la persona humana y la filosofa de la cultura en La defensa de la persona humana,
Maritain, Jacques, Duhamel, Georges, Maritain, Jacques y Okinczyc, Joseph (cords)., (traduccin de Juan
Miguel palacios), Buenos Aires, Ediciones Stvium de Cultura, 1949, pp. 37-63.
68 Carpintero Bentez, Francisco, Historia del derecho natural. Un ensayo, Mxico, IIJ, UNAM, 1999, p. 340.
189
Derecho en Libertad
en las que aparecen expresamente negadas las dos ideas claves de la nocin moderna
de derechos humanos: a la igualdad entre todos los hombres se opone la aceptacin
siguiendo tambin en esto de cerca a Aristteles- de la servidumbre; y a la libertad,
la justificacin de la persecucin de los herejes.69
69 Atienza, Manuel, Introduccin al derecho, Mxico, Fontamara, 2000, p. 156. En esta cultura teolgica medieval
las cosas se conceban aproximadamente a la inversa: la comunidad poltica apareca como una entidad natural
dotada de fines propios, cuyo poder reposaba en la misma voluntad de Dios, y donde los individuos eran como
piezas de un ajedrez, cada uno dotado de un movimiento propio y de un destino desigual al servicio de un
plan divino; la justicia y los derechos no formaban una nocin comn para todos los hombres, sino que ms
bien dependan del papel asignado a los diferentes individuos en la gran cartografa de la repblica cristiana.
Prieto Sanchs, Luis, Notas sobre el origen y la evolucin de los derechos humanos en Los Derechos: entre la
tica, el poder y el derecho, op. cit., p. 40.
70 Squella, Agustn, Positivismo jurdico, democracia y derechos humanos, Mxico, Fontamara, 1998, p. 74.
71 Recordemos las dos versiones de iusnaturalismo expuestas en un principio: La versin del iusnaturalismo
ontolgico, radical, medieval o dogmtico y el iusnaturalismo racionalista, crtico, mecanicista, deontolgico o moderado.
72 Serna, Pedro, Filosofa del derecho y paradigmas epistemolgicos..., op. cit., p. 130.
190
Derecho en Libertad
73 Cfr. Prieto Sanchs, Luis, Ideologa e interpretacin jurdica, Tecnos, Madrid, 1987. p. 140. Una de las obras
paradigmticas en esta nueva concepcin de los derechos humanos como principios es la del profesor alemn
Robert Alexy: Teora de los derechos fundamentales, Madrid, CEPC, 2002.
74 Cfr. Prieto Sanchs, Luis, Constitucionalismo y positivismo, Mxico, Fontamara, 1999, p. 23. La tendencia
a la no vinculacin entre la ciencia y la moral se hizo visible durante las primeras cuatro dcadas del siglo
XX. Ejemplo de ello son autores como Lionel Robins en economa, con su obra Ensayo sobre la naturaleza
y significado de la ciencia econmica, de 1935; Hans Kelsen en derecho, con su libro: Teora pura del derecho,
de 1934; y el de Julios Ayer en filosofa con su Lenguaje, verdad y lgica, de 1936. Cfr. Vzquez, Rodolfo, Derecho
y Moral en Entre la libertad y la igualdad... op. cit., p. 17.
75 Para algunos autores el neoconstitucionalismo representa una constelacin plural de valores, e incluso
una vuelta a los principios clsicos del Estado, y en especial de los dos iusnaturalismos: tomista e ilustrado.
76 Prez Luo, Antonio Enrique, Teora del derecho..., op. cit., pp. 78-79.
191
Derecho en Libertad
192
Derecho en Libertad
80 Una Francia agotada, deseosa de disfrutar en el plano de lo concreto de las conquistas sociales de la
Revolucin, se hallaba dispuesta a aceptar una legitimidad sin justificacin metafsica [...] Napolen se
apoy en una doble legitimidad: una legitimidad popular, derivada del principio democrtico y una
legitimidad dinstica, tendiente a restablecer el derecho divino. Bluche, Frederic, El Bonapartismo, FCE,
Mxico, 1984, pp. 14-16.
193
Derecho en Libertad
81 Para esta concepcin se puede analizar el trabajo realizado por el Dr. Rafael Aguilera Portales quien
al respecto nos seala quines son a su consideracin los pensadores que han formulado una teora
jurdico- poltica de ciudadana y multiculturalismo, entre stos estn: Will Kymlicka, Jrgen Habermas,
Luigi Ferrajoli, Peter Hberle, Martha Nussbaum, Isaiah Berln, John Rawls, Charles Taylor, todos ellos
parten del liberalismo poltico y una concepcin del Estado democrtico de derecho que incorpore los
nuevos elementos de las actuales sociedades complejas: la diversidad cultural, moral y poltica Cfr.
Aguilera Portales, Rafael: "Multiculturalismo, derechos humanos y democracia cosmopolita", en Revista
Letras Jurdicas, No. 3, Guadalajara, Centro Universitario de Cinega, Universidad de Guadalajara, otoo
de 2006, 2005.
194
Derecho en Libertad
Hoy, ms que nunca, debemos recuperar los valores que han fundamentado
histricamente a los derechos humanos mediante una pedagoga constitucional que
transmita al ciudadano valores como la tica social, tolerancia, democracia, dignidad
humana, solidaridad y le den al ciudadano un sentido de pertenencia a su comunidad
mediante la pluralidad. Por lo que no queda duda alguna, como bien lo refiere el
iuspublicista Peter Hberle que son: Los derechos del hombre y su fundamento,
la dignidad humana (desde Kant y Schiller), la separacin de poderes (Locke y
Montesquieu), as como la democracia (gracias a Rousseau y al Federalista) conforman
barreras culturales que no permiten el paso atrs y fundan elementos bsicos de
cualquier avance constitucional hacia el futuro.82
82 Hberle, Peter, Libertad, igualdad y fraternidad. 1789 como historia, actualidad y futuro del Estado constitucional
(trad. de Gutirrez Gutirrez, Ignacio, prlogo de Antonio Lpez Pina), Madrid, Trotta, 1998, p. 87.
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Derecho en Libertad
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200
Analysis of an IP-trade policy:
Tequila exports in light of its international legal protection
Summary:
I. Introduction. II Legal background. III. Research.
IV. Summary of the analysis. V. Conclusion
I. Introduction
Tequila is an alcoholic beverage (spirit) that has been made for more than 200 years
in a specific region of Mexico. The basic steps of producing Tequila are reflected
in its official quality standard published on January 26, 2006.2 Nowadays there are
around 120 companies involved in this industry. Although almost 90% of the
companies are small and medium-size enterprises (SMEs), more than 75% of the
production is controlled by five companies: Cuervo, Sauza, Herradura, Cazadores,
and Destiladora Gonzalez & Gonzalez.
Unfortunately, everyone has assumed that this IP-trade policy has brought
tremendous benefits to Mexico, but nobody has ever provided solid evidence in that
sense. Not less interesting is the fact that, although it might be one of the most
emblematic symbols of the Mexican culture, there are just a few bibliographic sources
that analyze this industry, mainly from a historical perspective.3 This lack of interest
is very difficult to understand in an industry that exports nearly 400 million dollars
every year.4
1 Professor of Intellectual Property at FLDM. Former Mexican negotiator for Free Trade Agreements,
including NAFTA. Former Senior Legal Officer at the World Intelectual Property Organization (WIPO).
He joined Thompson & Knight since August 2007.
2 This regulation is the NOM-006-SCFI-2005, which entered into force on April 25, 2006.
3 This circumstance is mentioned by Rogelio Luna Zamora, who published what is probably the best treaty
about Tequila in 1991. Practically, I found that the tequila industry had not been studied at all
economists, sociologists and anthropologists. Translation made by the author of this article from the Spanish
version of the following book: Luna Zamora, Rogelio, La historia del Tequila, de sus regiones y sus hombres, Mexico,
CONACULTA, 1991, pp. 13 -14.
4 In 1995 the declared value of the exports was $ 176.6 millions USD. See Valenzuela Zapata, Ana, El
agave tequilero: su cultivo e industria, Mxico, Monsato, 1997, p. 162. According with the Tequila Regulatory
Council (TRC), in that year 56.6 millions of litters were exported which implied an average value of $ 3.12
USD per litter. On 2006, the TRC reported that Tequila exports reached 120 millions of litters. Assuming
the same average value per litter for 2006, the value of the exports would be at least 374.4 millions USD.
201
Derecho en Libertad
With the aim of demystifying this topic, the main goal of this article is confront
for the first time such IP-trade policy in light of hard economic data. In order to
do this, a comparison of Tequila exports before and after an international legal
protection is granted will be analyzed, trying to determine whether the legal protection
per se has played a role in promoting the Tequila exports.
When one hears the names of Cognac, Roquefort, Port and Havana an image comes
to ones mind that links that geographical location with a specific product made
according to some quality standards. This mental link in the consumer has been
built through centuries, making an automatic distinction between this kind of goods
and the generic ones5. This distinction has been used in an attempt to add an
additional value to agricultural commodities. An international legal framework has
been shaped for protecting this type of products. There is a wide range of ways to
extent a legal protection for such purpose.6
5 In the case of the geographical products already mentioned, the generic ones are brandy, blue cheese,
fortified wine and cigar, respectively.
6 With the exception of design law, there is probably no category of intellectual property law where there
exists such a variety of concepts of protection as in the field of geographical indications, WIPO, Intellectual
Property Handbook, Geneva, WIPO PUBLICATION No. 489, 2001, p. 119.
7 The bilateral agreement signed between Mexico and the USA in 1973 (hereinafter referred as MEX-USA
bilateral) entered into force in 1974. The North America Free Trade Agreement (hereinafter referred as NAFTA)
entered into force in 1994.
8 The Lisbon Agreement for the Protection of Appellation of Origin and their International Registration (hereinafter
referred as Lisbon agreement) was signed in 1958 and revised at Stockholm in 1967. Mexico is member
since September 25, 1966 and its first appellation of origin (Tequila) was registered on April 13, 1978.
9 The Lisbon agreement is administered by WIPO. It has 25 member States.
The Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (hereinafter referred as TRIPS) entered
into force in Mexico in 1995. This treaty is administered by WTO.
10 An Agreement between Mexico and the European Union regarding the mutual recognition and protection of denomination
of origin in the spirit sector (hereinafter referred as MEX-EU bilateral) was signed on May 27, 1997. For more
information please see Casado, Carmen, The Agreement between Mexico and the European Union regarding the mutual
recognition and protection of denomination of origin in the spirit sector, Geneva, WIPO PUBLICATION No. 767,
2000, p. 101.
202
Derecho en Libertad
A good number of authors considers that GIs has two main functions:
III. Research
As it was mentioned before, the Tequila industry has not been an object of study
although it has been in business for more that tow centuries. The problem that
needs to be addressed has not been discussed by any of the scarce authors12 who
have written about the Tequila industry. Considering these circumstances, it should
not be a surprise that the process of gathering precise statistical information for some
historical periods is not only cumbersome but also frustrating. The two main direct
sources, namely the National Chamber of the Tequila Industry (NCTI) and the
Tequila Regulator Council (TRC) provide very useful data, but in some cases the
figures only cover limited periods or provides an overall amounts without sufficient
details. Moreover, these figures are expressed in different measures units and in
some cases are rounded, which might leave open the possibility of inconsistencies.
Finally, it may be relevant to mention that most of the figures of each period were
found in different documents.
11 Abbott, Frederick et al., The International Intellectual Property System, The Hague, KLUWER, 1999, pp.185-186.
12 In addition of those who were already mentioned, these authors are the following ones: Gutirrez Gonzlez,
Salvador, Realidad y Mitos del Tequila, Mexico, AGATA, 2001; Muria, Jos Mara, Una bebida llamada Tequila,
Mexico, Agata, 1996.
203
Derecho en Libertad
Methodology:
a. Statistics13
For the period between 1969 and 1983, the figures were provided by the NCTI and
represent the total amount of Tequila exports of each year. Originally, they were
expressed in liters 55% Alcohol. After some calculations,14 they are now expressed
in liters 40% Alcohol as the ones corresponding to other periods. Regarding the
destiny for the exports, Luna Zamora states that 93% of the total exports applicable
to that period went to the USA.15 This estimate was used for calculating the amount
exports to the USA during that period.
For the period between 1984 and 1994, the figures were also provided by the
NCTI and are probably the more accurate ones. They represent the total amount
of Tequila exports of each year country by country. For the purpose of the calculation
of figures corresponding the EU, it was added the ones of each of the first fifteen
member of the EU, regardless of the date that each of them joined the EU.
For the period between 1995 and 2006, the figures were provided by the
TRC and represent the total amount of Tequila exports in rounded numbers,
including the USA and Europe. In the case of the last destiny, these figures cover
not only the EU, but also other countries of this region but they are not significant
in terms of total volume.
b. International Agreements
Even though Mexico has more than 15 international agreements in which Tequila
is protected, this article just focuses in two markets: the USA and the EU, especially
because both markets represent more than 85% of the current Tequila exports.
Nevertheless, an analysis of the impact of TRIPS will be made first in order to have
a broader view of the Tequila exports trends.
As it can be calculated with the figures mentioned on Table No. 1, the Tequila exports
have had an average growth rate of 11.1% since 1969. If we analyze the rate behavior
from 1969-1994, which is the Pre-TRIPS period, the average growth rate was
12.9% while in the Post-TRIPS period (1995-2006) the rate only reached 7.3%.
It seems therefore that the existence of a legal protection for tequila in TRIPS has
not played an important role, if any, in growing the global demand of Tequila among
its states members.
13 All the figures related to the variation of the amount exported from year to year as well as the respective
percentage were personally made by the author of this article.
14 In order to make the conversion to 40% Alcohol is necessary to multiply the liters expressed in 55% Alcohol
times 1.2727.
15 Luna Zamora, Rogelio, op. cit., nota 3, p. 264.
204
Derecho en Libertad
Table No. 1
Total exports of Tequila
4,052,277
4,105,782 53,505 1%
5,427,050 1,321,268 32%
8,337,371 2,910,321 50%
14,171,531 5,834,160 70%
21,113,153 6,941,622 49%
23,951,004 2,837,851 13%
26,084,325 2,133,321 9%
27,876,125 1,791,800 7%
31,212,239 3,336,114 12%
29,628,817 1,583,422) (5%)
32,567,371 2,938,554 10%
33,511,594 944,223 3%
32,139,659 (1,371,935) (4%)
36,319,963 4,180,304 13%
42,462,283 6,142,320 17%
42,674,754 212,471 1%
41,478,130 1,196,624 (3%)
46,024,780 4,546,650 11%
48,355,545 2,330,765 5%
56,383,797 8,028,252 17%
58,906,812 2,523,015 4%
56,678,867 (2,227,945) (4%)
62,861,110 6,182,243 11%
65,090,069 2,228,959 4%
65,063,930 (26,139) 0%
205
Derecho en Libertad
64,500,000 (563,930) 0%
75,200,000 10,700,000 16.6%
84,300,000 9,100,000 12.1%
86,500,000 2,200,000 2.6%
97,300,000 10,800,000 12.5%
98,800,000 1,500,000 1.5%
75,600,000 (23,200,000) (23.5%)
88,000,000 12,400,000 16.4%
101,600,000 13,600,000 15.5%
109,000,000 7,400,000 7.3%
117,000,000 8,000,000 7.3%
140,000,000 23,000,000 19.6%
206
Derecho en Libertad
Table No. 2
Tequila exports to the USA (1969-2001)
3,768,617
3,818,377 49,760 1%
5,047,157 1,228,779 32%
7,753,755 2,706,599 54%
13,179,523 5,425,768 70%
19,635,232 6,455,709 49%
22,274,433 2,639,201 13%
24,258,421 1,983,988 9%
25,924,795 1,666,374 7%
29,027,382 3,102,587 12%
27,554,800 (1,472,582) (5%)
30,287,654 2,732,854 10%
31,165,782 878,128 3%
29,889,882 (1,275,900) (4%)
33,777,556 3,887,684 13%
40,096,557 6,319,001 19%
39,723,005 (373,552) (373,552)
38,036,874 (1,686,131) (1,686,131)
41,933,528 3,896,654 3,896,654
42,284,443 350,915 350,915
48,086,081 5,801,648 5,801,648
51,795,558 3,709,477 3,709,477
50,180,915 (1,614,643) (1,614,643)
55,036,438 1,855,523 1,855,523
55,367,360 330,922 330,922
54,919,127 (448,233) (448,233)
207
Derecho en Libertad
208
Derecho en Libertad
Table No. 3
Tequila exports to the European (1984-2006)
1,132,101
1,397,329 265,228 23.4%
1,825,480, 428,151 30%
2,645,428 819,948 45%
4,330,812 1,685,384 63.7%
6,215,075 1,884,263 43.5%
5,521,465 (693,610) (11.2%)
4,738,394 (783,071) (14.2%)
4,195,863 (542,531) (11.4%)
6,660,107 2,464,244 58.7%
5,002,940 (1,657,167) (24.9%)
8,000,000 2,997.060 59.9%
10,000,000 2,000,000 25%
10,000,000 0 0%
11,000,000 1,000,000 10%
12,000,000 1,000,000 9%
11,000,000 (1,000,000) (8.3%)
11,600,000 600,000 5.5%
12,200,000 600,000 5.2%
12,100,000 (100,000) (0.8%)
14,300,000 2,200,000 18.2%
15,000,000 700,000 4.9%
15,500,00 500,000 3.3%
209
Derecho en Libertad
b. Lisbon Agreement
V. Conclusion
210
Los accidentes viales relacionados con el consumo
de alcohol en Nuevo Len. La falacia de su
prevencin mediante el derecho penal
Sumario:
I. Consideraciones previas. II. Los mecanismos de control social.
III. Mecanismos de control social formal relacionados con el alcohol.
IV. Previene el derecho penal los accidentes viales relacionados con el alcohol?
V. El fenmeno en estudio a la luz de las reformas al sistema de justicia penal.
VI. Bibliografa
I. Consideraciones previas
El fenmeno del consumo de alcohol ha captado la atencin de la sociedad en los
ltimos aos a raz del constante nmero de accidentes viales relacionados con este
producto, ya sea por los daos causados al patrimonio e integridad fsica y psicolgica
de las personas involucradas, como por las vidas humanas que ha cobrado la fatal
combinacin que ejerce la mezcla del exceso en el consumo de alcohol y la conduccin
de un vehculo automotor.
Segn los datos contenidos en el sitio oficial del Consejo Estatal del Transporte
del Estado de Nuevo Len,2 en el ao 2002 se registraron (69,779) sesenta y nueve
mil setecientos setenta y nueve accidentes viales, de los cuales (2,611) dos mil seiscientos
once estuvieron vinculados con el alcohol, y (4) cuatro con los efectos producidos por
las drogas.
211
Derecho en Libertad
4 Estadsticas de accidentes viales correspondientes al ao 2004, por circunstancias del conductor y tipo
de vehculo, http://cetyv.gob.mx/estadisticas/acc_2004/tabla6.htm.
5 Estadsticas de accidentes viales correspondientes al ao 2005, por circunstancias del conductor y tipo
de vehculo, http://cetyv.gob.mx/estadisticas/acc_2005/tabla6.htm.
6 Estadsticas de accidentes viales correspondientes al ao 2006, por circunstancias del conductor y tipo
de vehculo, http://cetyv.gob.mx/estadisticas/acc_2006/tabla6.htm.
7 Vase el sitio oficial del Congreso del Estado de Nuevo Len (http://www.congreso-nl.gob.mx), en donde
por grupos legislativos es posible determinar las iniciativas que han presentado en esta materia.
212
Derecho en Libertad
Si el individuo realiza conductas que traspasan los lmites que le han sido enseados
en un momento y lugar determinados, tal situacin activar, por decirlo de alguna
forma, mecanismos correctivos de parte de los distintos agentes socializadores del entorno
comunitario, y slo en caso que estos ltimos no logren su cometido, entonces se recurrir
a otras vas cuyo carcter principalmente es reactivo y coercitivo, conocidos tradicionalmente
como mecanismos de resocializacin.
213
Derecho en Libertad
Este tipo de control conocido tambin como control extrapenal, posee mayor
efectividad en la prevencin de la desviacin, pues un adecuado proceso socializador
del individuo debe garantizar su a las normas de toda ndole; ahora bien, desde que
el control social informal no garantiza a travs de sus distintos mecanismos que el individuo
se comporte adecuadamente y cometa acciones antijurdicas, entra en la segunda variante
del control social, el cual posee una esencia jurdica.
214
Derecho en Libertad
Es por ello que uno de los principios del Derecho Penal es la mnina intervencin,
esto es, el empleo del ius puniendi slo debe reservarse para los ms graves ataques
a los intereses de la sociedad y cuando no puedan resolverse los conflictos con medidas
distintas y menos lesivas para el ciudadano".8
As las cosas, desde este punto de vista el Derecho Penal, como ltima instancia
de control social formal del Estado, debe ser empleado nicamente cuando se han
agotado todos los mecanismos con un sujeto y ste insiste en su actuar antisocial, de
tal suerte que para resocializarlo sea indispensable el empleo de instituciones como
el Ministerio Pblico y la polica a su mando, los cuerpos de Seguridad Pblica y el
Poder Judicial, a travs de procedimientos previamente establecidos que podrn tener
como consecuencia jurdica la prdida temporal de la libertad de una persona, y por
tal motivo el Estado debe emplear esta sancin como el ltimo de sus recursos para
aquellas conductas que as lo ameriten.
8 Orellana Wiarco, Octavio Alberto. Curso de Derecho Penal, Parte General, 3 ed. Mxico, Porra, 2005, pg. 13.
9 Larrauri, Elena, Cmo resistir el populismo punitivo, Iter Criminis, Mxico, noviembre diciembre 2006,
nmero 8, tercera poca, pg. 77.
10 bidem, p. 77.
215
Derecho en Libertad
1. Contemplados en Leyes
A. Ley General de Salud
Su artculo primero nos indica que su objeto es establecer las bases y modalidades para
el acceso a los servicios de salud y la concurrencia de la Federacin y las entidades en
materia de salubridad general, siendo sus disposiciones de orden pblico, inters social
y de aplicacin en toda la Repblica Mexicana, indicando posteriormente en el numeral
3 fraccin XXI que los programas contra el alcoholismo son materia de salubridad
general.
216
Derecho en Libertad
Por ltimo, se expresa en el artculo 104 que las autoridades sanitarias competentes
tomarn en cuenta, para determinar la ubicacin, funcionamiento y horario de los
establecimientos dedicados a la venta de bebidas alcohlicas, la distancia entre stos
y los centros educativos, fabriles, de recreo, culturales, religiosos y dems similares;
lo anterior es una obligacin que tienen que tomar en consideracin las autoridades
municipales al momento de determinar si se autoriza o no una licencia para la venta
de bebidas alcohlicas.
217
Derecho en Libertad
Define lo que debe entenderse por estado de ebriedad, al establecer que es la condicin
fsica y mental ocasionada por la ingesta de alcohol etlico que se presenta en
una persona cuando su organismo contiene 1.5 o ms gramos de alcohol por
litro de sangre o su equivalente en algn otro sistema de medicin;
Define el evidente estado de ebriedad, cuando a travs de los sentidos por las
manifestaciones externas aparentes, razonablemente se puede apreciar que
la conducta o la condicin fsica de una persona presenta alteraciones en la
coordinacin, en la respuesta de reflejos, en el equilibrio o en el lenguaje, con
motivo del consumo de alcohol etlico.
218
Derecho en Libertad
219
Derecho en Libertad
2. Contemplados en Reglamentos
Es obligacin de los municipios del Estado homologar sus reglamentos en materia de
alcoholes y de circulacin de vehculos, de conformidad con la Ley Estatal de Prevencin
y Combate al Abuso del Alcohol: el primero que regula el consumo de actividades de
los establecimientos de venta y/o consumo de bebidas alcohlicas, y el segundo el Reglamento
de Trnsito y Vialidad.
220
Derecho en Libertad
sancionada y que por ende le sea suspendida su licencia para conducir un vehculo
automotor, por lo que es claro que tales reglamentos no son debidamente aplicados
por las autoridades correspondientes.
3. ltimas consideraciones
Como se aprecia de los distintos ordenamientos jurdicos precisados con anterioridad,
existen diversas obligaciones para las autoridades federales, estatales y municipales
tendientes a controlar el consumo de bebidas alcohlicas dirigidas a: (i) pblico en general,
a travs de informacin de sus efectos, implementacin de campaas informativas
e investigaciones al respecto; (ii) establecimientos, mediante el control de los horarios
y das de venta, ubicacin de negociaciones con este giro, autorizaciones, sanciones
administrativas, revocacin de licencias, acceso de menores de edad; y (iii) conductores
de vehculos, al imponer sanciones por conducir uno de ellos en estado de ebriedad, que
comprende, entre otras cosas, la suspensin temporal o revocacin de la licencia para
conducir, prohibicin de realizar esta actividad, multas econmicas y arresto administrativo.
Tambin dijimos que el Derecho Penal debe ser empleado nica y exclusivamente
cuando los mecanismos antes mencionados no cumplieron su cometido, y un sujeto
atenta contra el orden de la comunidad y daa o pone en peligro diversos bienes jurdicos;
mientras, debe estar al tanto de lo que acontece como un simple observador, por ser
uno de sus principios el de mnima intervencin, recordemos, adems, que las sanciones
penales son ms rigurosas y stas pueden influir desfavorablemente de manera considerable
en la vida de quien las sufre11
11 De la Barreda Solrzano, Luis, El dramatismo del derecho penal, Iter Criminis, Mxico, agosto septiembre
2005, nmero 1, tercera poca, pg. 45.
221
Derecho en Libertad
Tradicionalmente tambin, hay que decirlo, dentro del marco de la teora del
Derecho Penal se ha hablado siempre de la funcin preventiva de la pena en dos niveles:
prevencin general y prevencin especial, concebida la primera como el efecto que
tiene en todos los individuos integrantes de un grupo social el establecimiento de
determinadas sanciones, generalmente graves, como consecuencia de la verificacin
de ciertas conductas; y la segunda, como la ejecucin de la punicin determinada como
aplicable individualmente al caso concreto por la autoridad judicial, lo que motivar
la prevencin de que el sujeto que previamente delinqui no lo haga nuevamente.12
En este orden de ideas, siendo en nuestro Estado un fenmeno reciente los
accidentes viales que relacionados con el consumo excesivo del alcohol generan la prdida
de invaluables vidas humanas y cuantiosos daos materiales, los cuales, a pesar del
impacto social que generan, estadsticamente reflejan un pequeo porcentaje de la
totalidad de los accidentes viales registrados por ao en las calles, carreteras y autopistas
de Nuevo Len, es vlido preguntarnos si este fenmeno puede prevenirse a travs
del Derecho Penal -la respuesta es no.
Artculo 67.- Para los efectos de los artculos 65 y 66, se presume culpa grave
conducir en estado de voluntaria intoxicacin.
12 Mendoza Bremauntz, Emma, La comunidad en la prevencin del delito, Criminalia, Mxico, Porra,
ao LVIII, mayo agosto 1992, nmero 2, pg. 88.
222
Derecho en Libertad
Artculo 69.- No se impondr pena alguna a quien por culpa cause lesiones
o la muerte a su cnyuge, pupilos, familiares, concubina, concubinario o personas
con las que est ligada por afecto o respeto, excepto cuando se encuentre bajo
los efectos de bebidas embriagantes o de enervantes. En este caso, la sancin
no exceder de las tres cuartas partes de la sealada en el artculo 65.
ARTCULO 16 BIS.- Para todos los efectos legales se califican como delitos
graves consignados en este cdigo:
II.- El caso previsto en el segundo prrafo del Artculo 66, cuando se produzcan
una o ms muertes y el responsable condujera un vehculo de motor en estado
de voluntaria intoxicacin por alcohol, estupefacientes, psicotrpicos o sustancias
que produzcan efectos similares o se ausente del lugar de los hechos sin causa
justificada y no se presente ante la autoridad.
Se entender que un conductor se encuentra en estado de voluntaria intoxicacin
provocado por el consumo de alcohol, cuando tenga en su organismo 0.8 o ms
gramos de alcohol por litro de sangre o su equivalente en algn otro sistema
de medicin, facultndose al Ministerio Pblico para la obtencin de la prueba
respectiva.
Para efectos de determinar si existe causa justificada, se estar a lo dispuesto
por el artculo 30 de este Cdigo;
Ntese para el caso de que una persona que en estado de voluntaria intoxicacin
prive de la vida a otra con motivo de un accidente vial, la pena a imponrsele ser de
tres a nueve aos de prisin, por lo que si una de las esencias del Derecho Penal es
precisamente readaptar al sujeto que comete un delito y rehabilitar los procesos psicolgicos
que lo orillaron a la comisin del mismo, no sern excesivos los tiempos que dicha
persona tendr que estar privado de su libertad por la comisin de un delito culposo?
- comparten la pena mxima los delitos dolosos de corrupcin de menores, lenocinio,
abuso de autoridad, intimidacin, falsificacin de documentos relativos al crdito, lesiones
a menores de doce aos de edad que pongan en peligro su vida, hacer abortar a una
mujer por medio de violencia fsica o moral, abandono de personas que generan lesiones
y robo de vehculo en la va pblica o en propiedad privada.
223
Derecho en Libertad
A este respecto hay que tomar en consideracin lo manifestado por la Dra. Olga
Islas de Gonzlez Mariscal,13 al indicar que el legislador, al elaborar las normas penales
generales y abstractas, debe regirse por los principios de legitimacin, racionalidad,
ponderacin y legalidad. El primero alude a que una norma de esta naturaleza es legtima
cuando constituye una respuesta del legislador a una especfica necesidad social originada
por la reiterada comisin de acciones u omisiones antisociales pertenecientes a una
determinada clase de antisocialidad; una norma ser racional (segundo principio), cuando
se encuentre precedida del diseo e instrumentacin de una poltica de prevencin
no penal de la antisocialidad, tendiente a inhibir la comisin de conductas antisociales;
se cumple con el principio de ponderacin slo cuando, previamente a la elaboracin
de una norma jurdica, se evalan los beneficios y los contras de la creacin de la misma,
para determinar si no traer consecuencias contraproducentes a la realidad social; y se
cumple el principio de legalidad cuando la norma es creada por el rgano con competencia
constitucional y se satisfacen las formalidades exigidas para ello durante su proceso
legislativo.
13 Durante su ponencia relativa al Modelo Lgico del Derecho Penal en el Instituto de Investigaciones
Jurdicas de la Universidad Autnoma de Nuevo Len, presentada el da 31 de mayo del 2006.
224
Derecho en Libertad
225
Derecho en Libertad
Por su parte, el Juez Penal ordenar de oficio la prisin preventiva en los casos
de delincuencia organizada, homicidio doloso, violacin, secuestro, delitos cometidos
con medios violentos como armas y explosivos, as como delitos graves que determine
la ley en contra de la seguridad de la nacin, el libre desarrollo de la personalidad y de
la salud; en esta tesitura, los homicidios culposos cometidos con motivo de la conduccin
de vehculos en estado de ebriedad perdern el calificativo de graves por no encuadrar
en ninguno de estos supuestos.
226
Derecho en Libertad
Bibliografa
De la Barreda Solrzano, Luis, El dramatismo del derecho penal, Iter Criminis, Mxico,
nmero 1, tercera poca, agosto-septiembre 2005.
Larrauri, Elena, Cmo resistir el populismo punitivo, Iter Criminis, Mxico, nm. 8,
tercera poca, noviembre - diciembre 2006.
Oropeza Barbosa, Ana Luisa, Cmo suplir la prisin preventiva, Iter Criminis, Mxico,
nm. 10, tercera poca, marzo - abril 2007.
227
El conflicto de inters y su regulacin en rganos colegiados
cuasi-jurisdiccionales:
El caso del IFAI
Sumario:
Introduccin. I. Facultades del pleno del IFAI y regulacin en materia de conflicto de inters.
II. Causales de conflicto de inters, impedimentos objetivos y subjetivos.
III. Recusacin en las leyes administrativas aplicables a conflicto de inters.
IV. Procedimiento ad-hoc en el caso de impedimentos, excusas y recusaciones.
Introduccin
La naturaleza de los asuntos que atiende el pleno del IFAI que resuelve
un diferendo con respecto al acceso a informacin y documentos en
posesin de una dependencia o entidad de la Administracin Pblica
Federal.
1 Secretario de Acuerdos del Instituto Federal de Acceso a la Informacin Pblica. El autor ha ocupado
diversos cargos en la administracin pblica federal en las secretaras de Hacienda y Comercio, y se ha
desempeado como consultor en el sector privado. Es abogado por la Facultad Libre de Derecho de
Monterrey, A.C. y ha realizado estudios de doctorado por investigacin, maestra y especialidad en Mxico,
Francia y los Estados Unidos de Amrica. Su opinin es personal y puede no coincidir con la de dicho
Instituto, incluidos los propios comisionados.
228
Derecho en Libertad
229
Derecho en Libertad
Se debe resaltar que en ningn caso se puede interpretar que existen facultades
del Pleno del IFAI para regular la materia de conflicto de inters por ejemplo, estable-
ciendo causales de impedimentos y excusas-, cuando ello est legislado en las Leyes
Federales de Procedimiento Administrativo y de Responsabilidades Administrativas
de los Servidores Pblicos. No obstante, dada la naturaleza colegiada del Pleno del
IFAI, ste podra adaptar los procedimientos correspondientes respetando lo establecido
en las leyes citadas en lo que respecta a las causales de impedimentos y excusas, as
como la recusacin, en su caso.
230
Derecho en Libertad
2 Artculo 21.- Todo servidor pblico estar impedido para intervenir o conocer de un procedimiento
administrativo cuando:
I. Tenga inters directo o indirecto en el asunto de que se trate o en otro semejante, cuya resolucin pudiera
influir en la de aqul; sea administrador de sociedad o entidad interesada, o tenga litigio pendiente con
algn interesado;
II. Tengan inters su cnyuge, sus parientes consanguneos en lnea recta sin limitacin de grados, colaterales
dentro del cuarto grado o los afines dentro del segundo;
III. Hubiere parentesco de consanguinidad dentro del cuarto grado o de afinidad dentro del segundo,
con cualquiera de los interesados, con los administradores de entidades o sociedades interesadas o con
los asesores, representantes legales o mandatarios que intervengan en el procedimiento;
IV. Exista amistad o enemistad manifiesta que se hagan patentes mediante hechos o actitudes evidentes
del servidor pblico que la demuestre objetivamente o con alguna de las personas mencionadas en
el apartado anterior;
V. Intervenga como perito o como testigo en el asunto de que se trata;
VI. Tenga relacin de servicio, sea cual fuera su naturaleza, con las personas fsicas o morales interesadas
directamente en el asunto; y
VII. Por cualquier otra causa prevista en ley.
Artculo 22.- El servidor pblico que se encuentre en alguna de las circunstancias sealadas en el artculo
anterior, tan pronto tenga conocimiento de la misma, se excusar de intervenir en el procedimiento
y lo comunicar a su superior inmediato, quien resolver lo conducente dentro de los tres das siguientes.
Cuando hubiere otro servidor pblico con competencia, el superior jerrquico turnar el asunto a ste;
en su defecto, dispondr que el servidor pblico que se hubiere excusado resuelva, bajo la supervisin de
su superior jerrquico.
Artculo 23.- La intervencin del servidor pblico en el que concurra cualquiera de los impedimentos a
que se refiere el Artculo 21 de esta Ley, no implicar necesariamente la invalidez de los actos administrativos
en que haya intervenido, pero dar lugar a responsabilidad administrativa.
Artculo 24.- El superior jerrquico cuando tenga conocimiento de que alguno de sus subalternos se encuentra
en alguna de las causales de impedimento a que se refiere el Artculo 21 de la presente Ley, ordenar que
se inhiba de todo conocimiento.
Artculo 25.- Cuando el servidor pblico no se inhibiere a pesar de existir alguno de los impedimentos
expresados, en cualquier momento de la tramitacin del procedimiento, el interesado podr promover
la recusacin.
231
Derecho en Libertad
Artculo 26.- La recusacin se plantear por escrito ante el superior jerrquico del recusado, expresando
la causa o causas en que se funda, acompaando al mismo las pruebas pertinentes. Al da siguiente de integrado
el expediente con la documentacin a que se refiere el prrafo anterior, el recusado manifestar lo que
considere pertinente. El superior resolver en el plazo de tres das lo procedente. A falta de informe
rendido por el recusado, se tendr por cierto el impedimento interpuesto.
Artculo 27.- Contra las resoluciones adoptadas en materia de impedimentos, excusas y recusaciones no
cabr recurso, sin perjuicio de la posibilidad de alegar la recusacin al interponer el recurso que proceda
contra la resolucin que d por concluido el procedimiento.
Artculo 47.- Las cuestiones incidentales que se susciten durante el procedimiento no suspendern la
tramitacin del mismo, incluyendo la recusacin, en la inteligencia que de existir un procedimiento
incidental de recusacin, ste deber resolverse antes de dictarse resolucin definitiva o en la misma
resolucin.
3 Artculo 8.- Todo servidor pblico tendr las siguientes obligaciones:
XI.- Excusarse de intervenir, por motivo de su encargo, en cualquier forma en la atencin, tramitacin
o resolucin de asuntos en los que tenga inters personal, familiar o de negocios, incluyendo aqullos
de los que pueda resultar algn beneficio para l, su cnyuge o parientes consanguneos o por afinidad
hasta el cuarto grado, o parientes civiles, o para terceros con los que tenga relaciones profesionales,
laborales o de negocios, o para socios o sociedades de las que el servidor pblico o las personas antes
referidas formen o hayan formado parte.
El servidor pblico deber informar por escrito al jefe inmediato sobre la atencin, trmite o resolucin
de los asuntos a que hace referencia el prrafo anterior y que sean de su conocimiento, y observar sus
instrucciones por escrito sobre su atencin, tramitacin y resolucin, cuando el servidor pblico no pueda
abstenerse de intervenir en ellos;
XXII.- Abstenerse de aprovechar la posicin que su empleo, cargo o comisin le confiere para inducir
a que otro servidor pblico efecte, retrase u omita realizar algn acto de su competencia, que le reporte
cualquier beneficio, provecho o ventaja para s o para alguna de las personas a que se refiere la fraccin
XI;
...
232
Derecho en Libertad
Objetivos
Tenga relacin de servicio, sea cual fuera su naturaleza, con las personas
fsicas o morales interesadas directamente en el asunto.
Debe hacerse notar que en la mayora de los casos las causales de impedimento
por conflicto de inters son apreciables a primera vista y fcilmente comprobables;
es decir, se tiene o no un inters directo o indirecto en un asunto por ejemplo, al
ser accionista de una empresa o haberse promovido un procedimiento similar al que
se resuelve-; se es un administrador o consejero- de una sociedad o institucin; se
tiene o no un litigio pendiente con alguna de las partes; hay inters del cnyuge o
de algn pariente, o bien se tiene parentesco con alguno de los involucrados o sus
representantes; se es testigo o perito o se presta algn servicio sea cual fuere, remunerado
o no-; otra prevista en una ley como ser ministro de culto.
Por otro lado, se destaca el hecho de que las causales subjetivas requieren
un anlisis mayor, pero tambin requiere ser aprobado caso por caso. Ante la presunta
existencia de una amistad o enemistad con alguna de las partes, el servidor pblico
que invoca esa situacin para excusarse debe probar o, al menos, expresar lo
conducente para que la causal sea valorada y aprobada. Por otro lado se tiene que
esta causal obedece en gran medida a un aspecto de apreciacin personal, ntima y
unilateral de quien la invoca.
Subjetivos
233
Derecho en Libertad
Inducir a que otro servidor pblico efecte, retrase u omita realizar algn
acto de su competencia, que le reporte cualquier beneficio, provecho o ventaja
para s o para alguna de las personas a que se refiere el apartado inmediato
anterior.
Cabe sealar que en esa misma lnea se encuentra la legislacin que regula
a los rganos colegiados del Poder Judicial de la Federacin -Tribunales Colegiados
de Circuito, las Salas y el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin-; esto
es, no prevn que un par pueda recusar a otro, sino que slo las partes de un
procedimiento pueden promover la recusacin de un funcionario judicial (servidor
pblico). En este sentido se encuentran los criterios judiciales que a continuacin
se citan:
234
Derecho en Libertad
SCJN
En el caso del mximo tribunal del pas, se observa que la Ley Orgnica del Poder
Judicial de la Federacin regula los impedimentos y excusas de los Ministros de la
Corte. Las disposiciones en comento, en ninguna parte establecen que los ministros
se pueden recusar entre ellos, es decir, los impedimentos son planteados por las
partes interesados- dentro del procedimiento y nunca por los miembros del rgano
colegiado.
Vale la pena aclarar que dentro del Poder Judicial de la Federacin no existe
la figura en la que sean los propios juzgadores quienes recusen a un miembro de
un rgano colegiado, sino nicamente la posibilidad de que la excusa sea solicitada
por algn miembro de dicho poder tratndose de s mismo, quedando siempre a
la determinacin que sobre ella haga un rgano colegiado.
235
Derecho en Libertad
COFETEL y CRE
Respecto de la COFETEL y la CRE es pertinente comentar que estos entes son
rganos desconcentrados de las secretaras de Comunicaciones y Transportes (SCT)
y de Energa (SENER), respectivamente y, por lo mismo, se encuentran sujetos a la
Ley Federal de Procedimiento Administrativo, la cual regula las excusas de servidores
pblicos que se presentan de manera unilateral, as como las recusaciones que en
su caso interponen las partes interesados- en un procedimiento administrativo
cualquiera, sin que dentro de ese ordenamiento prevea que la recusacin pueda
darse entre los miembros de un rgano colegiado.
COFECO
TFJFA
236
Derecho en Libertad
En los siguientes apartados se har una exposicin del caso especfico del
IFAI.
237
Derecho en Libertad
En el primer caso, tanto el Reglamento Interior del IFAI como las disposiciones
a la Ley Federal de Procedimiento Administrativo, dejan al comisionado -servidor
pblico- la facultad u obligacin de manifestar ante un superior jerrquico un
eventual conflicto de inters, en atencin a las circunstancias de cada caso. En este
caso el superior jerrquico sera el Pleno del IFAI que resolvera lo conducente.
VII.-Comunicar por escrito al titular de la dependencia o entidad en la que preste sus servicios, las dudas
fundadas que le suscite la procedencia de las rdenes que reciba y que pudiesen implicar violaciones a
la Ley o a cualquier otra disposicin jurdica o administrativa, a efecto de que el titular dicte las medidas
que en derecho procedan, las cuales debern ser notificadas al servidor pblico que emiti la orden y al
interesado;
XVIII.- Denunciar por escrito ante la Secretara o la contralora interna, los actos u omisiones que en
ejercicio de sus funciones llegare a advertir respecto de cualquier servidor pblico que pueda constituir
responsabilidad administrativa en los trminos de la Ley y dems disposiciones aplicables;
238
Derecho en Libertad
IFAI, podran comunicar por escrito al titular de una institucin sea el comisionado
presidente o el Pleno, por ejemplo-, las dudas fundadas que le suscite la procedencia
de las rdenes que reciba y que pudiesen implicar violaciones a la Ley o a cualquier
otra disposicin jurdica o administrativa, para que se tomen las medidas pertinentes,
o bien denunciar por escrito ante la Secretara de la Funcin Pblica o el rgano
interno de control, un acto u omisin que pueda constituir responsabilidad
administrativa. En el primer caso, es evidente que se trata de un sealamiento que
hace un servidor pblico con respecto a las rdenes que recibe de su superior
jerrquico, por lo que no cabra considerar en ningn sentido que ello pudiese
interpretarse como una recusacin. En el segundo caso es obvio que se trata de una
denuncia.
239
Derecho en Libertad
Se debe hacer hincapi en tres aspectos medulares regulados por los artculos 23,
24 y 47 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo en materia de
impedimentos, excusas y recusaciones:
240
Derecho en Libertad
Acuerdo del Pleno del IFAI que fija las reglas en materia de
impedimentos, excusas y recusaciones
Para efectos de disear un procedimiento ad-hoc aplicable en el caso de impedimentos,
excusas y recusaciones, se tomaron en consideracin que no es necesario regular lo
que ya est establecido en las Leyes Federales de Procedimiento Administrativo y
de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Pblicos, en cuanto a las
causales de impedimentos y los procedimientos correspondientes, haciendo nfasis
especialmente en el hecho de que los asuntos deben resolverse caso por caso.
As, se plante establecer un acuerdo del Pleno que estableciera las reglas
aplicables en este respecto siempre que incorporaran lo dispuesto en la legislacin
aplicable, en este caso las Leyes Federales de Procedimiento Administrativo y de
Responsabilidades Administrativas de los Servidores Pblicos, con variaciones mnimas
que permitieran adaptar el procedimiento al hecho de que el Pleno sesiona
semanalmente y que los comisionados contaran con un plazo razonable para manifestar
-por ejemplo, dos das en lugar de uno- lo que consideren pertinente, ante una
acusacin de las partes en un procedimiento y entregarlo a los otros comisionados.
241
Derecho en Libertad
242
Derecho en Libertad
Anexo
Acuerdo ACT/22/11/2006.05.02
Acuerdo que fija las reglas en materia de impedimentos,
excusas y recusaciones
Captulo I
Disposiciones Generales
Primera
mbito de aplicacin
Las presentes reglas se acuerdan con fundamento en los artculos 37, fracciones II
y XVI de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Informacin Pblica
Gubernamental, y tienen por objeto regular los impedimentos, excusas y recusaciones
de los comisionados en las que se resuelven recursos de revisin, de reconsideracin,
solicitudes de verificacin de falta de respuesta y otros procedimientos administrativos,
incluido el ejercicio de las atribuciones a que se refieren en la Ley citada, su
Reglamento, el Reglamento Interior y dems disposiciones expedidas por el Instituto.
Segunda
Definiciones
243
Derecho en Libertad
Captulo II
Tercera
Atribuciones del Pleno
4. En ningn caso se dar trmite a excusas y recusaciones que tengan por efecto anular
el qurum legal del pleno que se requiere para resolver recursos de revisin, de reconsi-
deracin, solicitudes de verificacin de falta de respuesta y otros procedimientos adminis-
trativos; en esos casos se dispondr que el o los comisionados que se hubieren excusado
o recusado resuelvan, bajo la supervisin del pleno.
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Derecho en Libertad
Cuarta
Atribuciones de los comisionados
Captulo III
Quinta
Reglas para el desarrollo del procedimiento
En los das y lugar fijado para las sesiones, cualquier comisionado podr dar cuenta
al pleno de una excusa unilateral o la recusacin propia o de otro comisionado promovida
por las partes en los procedimientos que resuelve el pleno.
Sexta
Excusa unilateral de un comisionado
245
Derecho en Libertad
Sptima
Recusacin de uno [o ms] de los miembros del Pleno promovida por las partes
El comisionado que haya sido recusado tendr dos das hbiles para manifestar
por escrito lo que considere pertinente y lo entregar a los otros comisionados. Si
el comisionado no presentare el escrito de referencia se entender que se allana a
la recusacin.
Reglas Transitorias
Segunda.- Se dejan sin efectos los acuerdos del Pleno adoptados con anterioridad
que contravengan las presentes reglas.
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