Embestida, Libro 2 - Legiones

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El mundo se divide en titnica batalla entre los seguidores de Phage, que piden a gritos ms

combates en la palestra, nuevos campeones y sangre derramada, y los que apoyan a


Akroma, el ngel, que predica una aterradora religin que consagra a su creador.
Entre los dos se encuentra la solitaria figura de Kamahl. En otro tiempo campen de los
fosos, ahora debe reparar los terribles errores que ha cometido y que dieron origen a Phage
y Akroma.
Kamahl debe limpiar el mundo de esta terrible plaga. Pero su furia puede destruir lo que ms
ama.
J. Robert King

Legiones
Ciclo Embestida - Libro II

ePub r1.0
Banshee 08.10.13
Ttulo original: Legiones
J. Robert King, 2003
Traduccin: Gustavo Daz Snchez
Ilustracin de portada: Ron Spears

Editor digital: Banshee


ePub base r1.0
Para Tim Ryan
CAPTULO 1

AFERRNDOSE A LA SIERPE

ay quienes odian la vida. Qu tontera! Lo que sucede es que no saben cmo vivir. Trenzas s

H saba cmo hacerlo. Su cabello ondeaba entre el humo y el hedor de la batalla. Su boca,
ensangrentada como si llevara los labios pintados de escarlata, abierta en un largo grito de
felicidad. Se agarraba a los cuernos de la gran sierpe con tanta fuerza que sus nudillos palidecan y
cabalgaba.
Cualquiera que se encontrase montando una sierpe de una legua de longitud mientras sta da
sacudidas a lo largo del campo de batalla pensara que se encuentra en un aprieto. No era el caso de
Trenzas. Ella gritaba de felicidad.
La enorme bestia arque el correoso cuello sobre el Bosque de los Claros Verdes. Sus ojillos, que
denotaban estupidez, investigaron a travs del follaje y parecieron vislumbrar el movimiento que
haba debajo. Entonces se zambull. Su cabeza, tan grande como una casa, se col entre el follaje
como si fuera un oscuro meteorito.
La mujer se agarr a la sierpe con firmeza, ech hacia atrs la cabeza y pens en la Cbala.
Por delante de ella, los cuernos traslcidos del animal separaban las hojas y formaban un verde
tnel. Tres choques a travs de tres capas de ramas, y la sierpe cay sobre su presa. Un breve grito fue
el ltimo sonido emitido por lo que diablos fuera. Bum! Los dientes golpearon el suelo y se clavaron
en l. Trenzas cay contra la parte posterior de los cuernos, pero se sujet.
Las enormes mandbulas de la bestia se cerraron, agarrando a su presa a la vez que una buena parte
del suelo. Se abri una profunda oscuridad y el viento aull a travs del agujero. La sierpe de la
muerte levant de nuevo su horrible cabeza, con la tierra cayendo a travs de las hojas mientras se
ergua.
Trenzas se sujet, estremecida, mientras vea cmo las capas de vegetacin volvan a descender.
Esto era vida. Ella no era poeta, pero estaba loca, que era lo ms parecido. La locura le deca que
cualquier criatura que montara a la sierpe de la muerte aguantaba hasta que sta la tiraba y la
devoraba. Todo el mundo fue creado en un instante, y el resto de la vida sencillamente intentaba
resistir.
La criatura se levant por encima de la enramada ms alta. Su negro hocico irrumpi en la
brillante luz del sol, y los dientes se separaron en un estallido de furia. Rugi, y Trenzas la acompa
tambin con su voz pequea pero voraz.
Ms all del bosque se extenda un campo plagado de muertos. El humo ascenda hacia el cielo.
Incluso en aquel momento, el ejrcito desperdigado de Trenzas sangraba ante un millar de sierpes
como aqulla. Golpeaban las Tierras de Pesadilla, abriendo ms fosos succionadores. Algunos
mortales sobreviviran a ese da, pero ninguno lo hara a ese ao. Phage haba liberado esos horrores
sobre el mundo, y muy pronto no quedara nada de l.
Los tendones se tensaron bajo la piel arrugada de la bestia, que reuna fuerzas para otro ataque.
La muchacha se agarr, sin dejar de rer:
Ja, ja, ja!
Se oy un breve grito y, de repente, la sierpe se desinfl. La correosa piel se pleg sobre s misma
y se encogi. La bestia de una legua de longitud se encogi en una delgada lnea, chisporrote una vez
y sali disparada hacia el campo de batalla.
Las piernas de Trenzas se apretaban sobre la nada, y sus manos se cerraban en el vaco. En lugar de
estar sentada sobre msculo, lo estaba sobre aire.
Oh! exclam.
Sus manos golpearon las hojas mientras caa. Golpe contra una rama, y sinti el impacto como si
le hubieran pegado con un garrote en la espalda. La rama se dobl y la punta se flexion, hacindola
rodar. Trenzas cay de lado, choc contra las hojas que se iban retirando y descendi. Sus manos
trataron de aferrarse a algo, pero las rodillas lo encontraron primero: otra rama.
Enganch las piernas alrededor de la rama y se dio la vuelta, frenando considerablemente su
descenso. Los dedos araaron la rama y acab con corteza bajo las uas. No pudo sujetarse. Las
piernas se columpiaron en el vaco y volvi a caer.
Haba diecisiete metros hasta la siguiente enramada y treinta y cinco ms desde all: una cada
mortal para cualquier otro. Trenzas puso los ojos en blanco y vislumbr el espacio de demencia.
Dese que ante s se abriera una de sus esquinas. El impulso la llev a travs del lmite entre los
mundos. Al poner un pie sobre el suelo del espacio de demencia volvi a la realidad. El salto haba
cambiado su curso ligeramente horizontal. Apretando los dientes, se arroj una y otra vez al espacio
de demencia y volvi a salir. Lo que haba comenzado como una precipitada zambullida se convirti
en un descenso en picado sobre la capa ms baja de la enramada.
La mujer cantaba mientras volaba de un mundo a otro. En ambos lugares se oa un ruido furioso,
como el canto de una cigarra. Corri como una loca a travs del aire, justo por encima de una rama
que creca ms recia y fuerte, en la parte ms cercana aJ tronco. Cay de puntillas sobre ella y aterriz
con su peso real. Eso redujo su velocidad, pero, aun as, no pudo evitar golpearse con fuerza contra el
tronco del rbol. Despus trat de sujetarse con los brazos y se aferr a las enredaderas. Mientras,
entre profundos jadeos, rea.
Una ventaja de la locura era vivir en dos mundos simultneamente.
Trenzas haba escapado de la sierpe en las alturas y del suelo a sus pies. No era de extraar que
amara la vida. Se le daba bien.
Algo la golpe algo con el peso de una roca pero con la piel leonada de un gran felino. Lleg
desde arriba, provocando que la cabeza casi se le encajara entre los hombros y obligndola a soltar las
enredaderas. Cay de espaldas, se golpe la cabeza contra la rama y habra cado de no ser por esas
cuatro garras que la sujetaban.
La mujer se qued mirando el rostro de la bestia. Obviamente, sta no comprenda lo que estaba
ocurriendo. El gato pensaba que era el cazador, y no la presa.
Trenzas desapareci de debajo del vientre del jaguar y rod al espacio de demencia. Las zarpas del
gran felino golpearon la rama donde ella haba estado. Mientras tanto, haba aparecido de nuevo sobre
la bestia, sujetndole el cuello con un brazo mientras con la otra mano empujaba a un lado la cabeza.
La criatura luch con fiereza, sabiendo que se era su ltimo momento. Trenzas sonri y retorci con
fuerza, esperando el crujido que la llenara de satisfaccin.
Lleg, pero no fue el sonido de una columna rompindose, sino el de un golpe contra el suelo.
Haba estado tan concentrada en matar al jaguar que no se dio cuenta de que estaba cayendo. El felino
aterriz bajo ella con un crujido de huesos y Trenzas cay sobre l. La haba salvado de la muerte,
pero no de la mutilacin.
Segua riendo y gritando cuando todo se volvi negro.

El sol apart su mirada del campo de batalla lleno de cadveres dispersos. Era un lugar horrible
durante el da e insoportable por la noche. Haba elfos empalados sobre capas de cangrejos muertos.
Medusas areas se posaban sobre serpientes gigantes. Los soldados fallecidos y los muertos vivientes
yacan en la oscuridad sin que se les pudiese distinguir. En ese lugar haban combatido tres grandes
ejrcitos, y la mismsima tierra haba sido desgarrada. Los fosos aullaban como bocas hambrientas,
absorbiendo el aire del mundo.
No es de extraar que todas las cosas vivas huyeran de las Tierras de Pesadilla, pues ese lugar
corrompa carne, mente y alma.
Por suerte, los dos no hombres no tenan ninguna de las tres cosas. Eran simples sombras que
permanecan en el aire, una alta y demacrada, y la otra baja y robusta. A la luz del da haban ocultado
sus grises formas tras un centauro cubierto de moscas. En aquel momento, con el sol ya puesto, se
mostraban sin reparos y hablaban.
Bien dijo el demacrado con una voz como cristal chirriante, nos has metido en un buen lo.
Adnde vamos ahora?
El bajito se encogi de hombros y levant las manos vacas.
No lo s.
Mira, es Kamahl apunt con un delgado brazo hacia donde se pona el sol. Una solitaria figura
se diriga con decisin hacia el oeste. Podramos seguirle hasta Krosa. Tal vez el secreto que
buscamos se oculte all, en los misterios de la flora y la fauna
Agh, qu aburrimiento.
Un manotazo golpe el perfil del robusto.
No comprendo cmo t y yo podemos ser sombras del mismo hombre. Mrate! Gordo, bajo,
estpido, un charco viviente
Mrate t! Podras ser un palo.
No tienes ninguna de las cualidades positivas del maestro. Incluso lo abandonaste
T estabas justo detrs de m!
Slo intentaba traerte de vuelta.
Por qu no lo hiciste?
Cuando se comieron al maestro, bueno, de qu iba a servir? Y teniendo en cuenta que t nos
metiste en esto, qu pasa si nos sacas? Qu haremos a continuacin, seor Charco?
Bien, seor Palo, sigamos a Phage contest el robusto. Seal con impaciencia hacia un punto
en el horizonte, al sur, donde Phage caminaba con determinacin. El coliseo estara bien! Tantos
combates! Tanta comida! Tantas mujeres!
El seor Palo hizo un ruido flatulento.
Para qu necesitas comida si no puedes comer nada? Para qu necesitas mujeres si no tienes
nada que puedan mirar?
A quin le importa eso? Quiero vivir!
Pero no podemos! Somos no hombres. Para vivir, hemos de ser hombres. Necesitamos un
hechizo, y no ser en el coliseo donde lo encontremos.
No me digas que quieres ir a una biblioteca.
Por qu no?
El seor Charco hizo su particular ruido grosero.
Cllate orden el seor Palo.
Ja! Esto es divertido.
El qu?
Soy un portal viviente, y se supone que he de callarme.
Cllate!
Ja, ja, ja!
Est bien, no vamos aira ninguna parte
Ja, ja! ri, s; simplemente nos quedaremos aqu
Quiero decir que lo nico que quieres hacer es divertirte, y lo que yo quiero es
Mear y gemir
aprender dijo el seor Palo entre dientes. Oh, eres despreciable. Adelante. Vamos a la
Cbala. Djales que te conviertan en esclavo. Se volvi hacia el oscuro oriente y comenz a andar.
Adnde vas? pregunt su compaero, dando saltos detrs de l.
A Eroshia. Te importa?
Muchas bibliotecas, eh?
S. Es el centro del aprendizaje mgico.
Agh dijo el seor Charco, parndose en seco.
Por encima de su hombro, el seor Palo respondi:
Bibliotecas y todo lo dems.
Todo lo dems?
Fiestas peleas de gallos tabas mujeres
Unos oscuros pies corretearon por la arena.
Por qu no lo has dicho antes?
Si vas a acompaarme, tendrs que cerrar la boca.
Ja, ja, ja!
Hablo en serio.
Est bien.
En silencio, el seor Palo y el seor Charco se dirigieron al este por las Tierras de Pesadilla, en
direccin a Eroshia.

Todo haba cambiado. Ya no gritaba de alegra, sino de sufrimiento. En aquel momento, su


intrpido corazn slo conoca el miedo. Tan buena como haba sido en vida, as de terrible era en la
muerte.
Al despertar, Trenzas se descubri a s misma arrastrndose. Aunque su mente estaba ausente, su
cuerpo haba sabido qu hacer. Sus manos dejaron huellas rojas sobre las ramas cubiertas de musgo
que tena debajp, y mir hacia atrs para ver su propio rastro de sangre. Nunca antes haba sentido tal
agona, tal terror. Hacia qu se haba estado arrastrando? Al mirar hacia adelante, vio una oscura
guarida bajo una raz en forma de arco. Un refugio. Si al menos pudiera alcanzarlo, si al menos
pudiera esconderse de los depredadores y de los soldados, si al menos pudiera ocuparse de sus heridas.
Estoy malherida comprendi. Me estoy muriendo.
Ese pensamiento la cambi. La mujer que fue, indomable e irrefrenable, se haba ido, y slo
quedaba ese animal aterrorizado. Si no hubiera sido por el despojo de mente que recordaba su nombre,
no habra credo que una vez ella haba sido Trenzas.
Apoyndose con giles manos en una piedra medio enterrada, se arrastr hacia adelante. Los
huesos de sus piernas chasquearon como el bamb y avanz sin fuerzas a travs de las hojas. Tendra
que fabricarse unas tablillas y colocrselas, e incluso as sus piernas podran quedar intiles. Si eso
sucediera, se las arrancara a mordiscos.
Una pierna se le enganch en una raz y la oblig a detenerse, presa de un insoportable dolor.
Ni siquiera pudo gritar. Ella, que haba saltado desde la grada del coliseo, no era capaz de
arrastrarse por el suelo.
Trenzas llor. Algo en su interior se haba roto y nunca volvera a ser la misma. Aun as, tena que
sobrevivir.
Espacio de demencia si no era capaz de arrastrarse por la tierra de verdad, tal vez pudiera
hacerlo por la del espacio de demencia, de modo que puso los ojos en blanco buscando el mundo de
locura. Slo necesitaba una de sus esquinas para penetrar en l, pero dnde estaba? Su mente busc
sus recnditas entradas. Haba pasado aos en el espacio de demencia, haba sacado miles de criaturas
de all pero, de repente, haba desaparecido.
Algo aull en la enramada que haba sobre ella. Algo que estaba hambriento. Los ojos de Trenzas
se abrieron de golpe. Lo nico que tena era este horrible momento, y ese agujero en el suelo era su
nica esperanza. Usara las races para fabricar unas tablillas y sus propias trenzas para atarlas. Habra
setas y larvas para comer. Podra vivir slo con alcanzar ese tero de tierra. Con los dientes apretados
en una mueca de dolor, Trenzas se abri camino hacia adelante y, aunque el sufrimiento era terrible, el
aullido que oa sobre ella la oblig a seguir.
Por fin, agarr la raz que haba sobre el agujero y tir de sus inermes piernas hacia dentro. Se
agach para sentarse y se ocult de la luz. Fuera del refugio, la criatura volvi a aullar.
Trenzas observaba atentamente el exterior y temblaba.

No importaba el hecho de que las sierpes de la muerte hubieran desaparecido a sus espaldas. No
importaba que ninguna de las fuerzas de xidor les persiguieran. Una vez que los ejrcitos de la
coalicin empezaron a huir, no dejaron de hacerlo.
Ceo de Piedra no estaba hecho para correr. Tan alto como una torre de dos pisos y de dos veces su
peso, el centauro gibante era ms un baluarte que un toro. Se supona que su labor era moverse lenta e
implacablemente hasta las mismas narices de un enemigo atrincherado, no galopar atemorizado; pero
eso es lo que estaba haciendo. Sus enormes cascos arrancaban terrones del suelo, y una fina espuma
surga de su cintura. Haba corrido durante lo que le pareci una eternidad, ms all de las Tierras de
Pesadilla, ms all del desierto, hasta los baldos rocosos bajo la Escarpadura de Coria, pero segua
perseverando.
A su lado galopaba otra bestia malhumorada. Chester era un mulo gigante con fuertes lomos y
unas patas larguiruchas. Poda caminar lenta y cansinamente bajo media tonelada de equipaje, pero en
aquel momento galopaba bajo una anciana. El miedo haba hecho de Chester una bestia mejor, pero el
accidentado viaje haba hecho de su jinete una persona peor.
Alto! gru Zagorka. Su rostro anciano y curtido mir bajo la mscara de polvo, pero sus
ojos brillaron con exasperacin. Estoy hecha polvo.
La prxima vez monta como las mujeres se quej Ceo de Piedra, sin aliento.
Apoyndose contra los flancos del mulo, Zagorka se levant y tir de las riendas de la criatura.
So, asno estpido! So!
Ceo de Piedra resopl.
Tiene razn. Estamos a salvo.
El impulso que los haba conducido a travs de eriales y desiertos haba pasado. Ocho cascos
gigantes golpearon con un ruido seco la quietud de la grava, y ocho rodillas se afirmaron bajo los
torsos jadeantes. Incluso Zagorka descabalg para estirar los magullados msculos de su trasero.
Chester levant el hocico y observ la desgarbada danza, bufando con elocuencia.
Ceo de Piedra ri.
Zagorka los fulmin con la mirada, pero su cabello negro y gris sobresala de su cabeza en picos
sudorosos que slo consiguieron que el centauro se riera todava ms. Se llev su merecido cuando el
polvo transform sus carcajadas en una tos de verdad.
La anciana cruz los brazos y frunci el ceo.
Vaya, mranos! Tres sacos patticos Abandonamos a nuestros amos Corremos por nuestras
vidas Tres pedazos de estircol hmedo
Sacudindose un puado de espuma de su piel, Ceo de Piedra asinti.
Qu se supone que haremos? mascull Zagorka. Ech la cabeza hacia atrs y grit: Y
ahora qu?
Su grito reson por los yermos rocosos, llegando hasta los ms rezagados y alcanzando el gran
muro de la Escarpadura de Coria. El sonido reverber entre las paredes de piedra, como si discutieran
la pregunta que rebotaba de vuelta hacia ellos.
Y ahora qu qu qu?
Chester comenz a avanzar despacio, y sus cascos hicieron crujir las piedras al andar. Zagorka
baj la cabeza y lo sigui lentamente. Ceo de Piedra cerraba la marcha. En su huida, haban
abandonado la carretera principal, que pasaba por la escarpadura en su punto ms bajo. En su lugar,
haban llegado a un gran muro de piedra, remoto y desconocido.
No ms coalicin pens Zagorka en voz alta. No ms ejrcito. La Cbala ha perdido
miles
Igual que Krosa respondi el centauro. Todo rastro de risas haba desaparecido y rechin los
dientes. Supongo que lo nico que podemos hacer es volver a casa.
Casa? replic Zagorka. Yo no tengo casa, y si la tuviera, no sera un pantano. Preferira
vivir en este condenado lugar. Mir hacia adelante.
La tierra que se extenda ante ellos se estaba levantando. Los huesos inquebrantables del mundo
sobresalan con angustia a naves de la delgada piel de arena. Chester anduvo con cuidado entre un
campo de rocas irregulares, cada una ms grande que la anterior, que daban la impresin de haber sido
arrojadas al exterior por alguna gran explosin. Zagorka mir hacia atrs, hacia el enorme centauro,
que resplandeca de forma extraa con la luz del ocaso. Ella dijo:
T tampoco perteneces a Krosa.
El rostro simiesco del centauro se arrug.
Qu quieres decir?
Zagorka se encogi de hombros.
Hay demasiada guerra en ti. Eres ms una bestia de montaa que de bosque.
Pertenezco a mi creador grit Ceo de Piedra.
Una amarga sonrisa se extendi por el rostro de Zagorka.
Se acab tu creador. Igual que se acab el mo. Krosa, la Cbala estn sumidos en el caos.
Ceo de Piedra no respondi, slo camin airadamente y con dificultad hasta la colina. Sus cascos
formaban anillos de polvo que le seguan en el aire, como si hubiera venido andando desde el cielo.
El caos es mejor que esto
Extendi los brazos para sealar el erial. Su sombra, con los brazos azules elevados, marchaba
enorme a su lado, como si lo empujara a llegar a la colina. Tres pasos ms y llegara a la cima. Dej
caer las manos y tambin la mandbula.
Chester se detuvo. Los ojos del mulo brillaron con un color anaranjado como el fuego.
Zagorka fue la ltima en verlo, y sus ojos se abrieron de par en par.
Ante ellos se alzaba una ciudad de oro. Estaba pegada a la pared de un acantilado que se elevaba
desde un profundo valle. Un verde ro flua al sur de la ciudad, y los edificios ms bajos estaban llenos
de maleza, enredaderas y rboles. A medida que la metrpolis escalaba el acantilado, sus brillantes
muros se levantaban libres de vegetacin. Las torres y almenas, torretas y bastiones, anfiteatros y
templos se apilaban unos sobre otros. Las calles labernticas se elevaban en espirales pronunciadas y
retorcidas. Los puentes areos unan prticos elevados, y los balcones sobresalan bajo ventanas
arqueadas. El sol baaba toda esa aparicin con una luz dorada.
Sin embargo, nadie caminaba por las calles o corra por los senderos hacia los altares superiores
Es real? pregunt Zagorka en voz alta.
Ceo de Piedra asinti con vehemencia.
La luz del sol cambi, y las sombras se filtraron a travs de las grietas de los muros. El hechizo
pasajero del oro se desvaneci, y los viajeros vieron aquellos muros tal como realmente eran: simple
piedra. Los bloques eran grandes y regulares, aunque sus caras estaban marcadas por el paso de los
aos. Las puertas y ventanas estaban deformadas por la erosin, igual que los intrincados senderos que
recorran la ciudad. Ese lugar haba soportado milenios de viento y arena.
Un lugar ancestral murmur Ceo de Piedra.
Dnde est la gente?
Deben de haberse desvanecido con el tiempo.
Por qu abandonaran un lugar como ste? pregunt Zagorka con un parpadeo.
La peste. El hambre. La sequa. La gente deja sus hogares por muchas razones sus ojos
destellaron misteriosamente. Incluso pudo haber sido por culpa de la guerra.
S Zagorka estuvo de acuerdo. La sombra sobre la ciudad se haca ms profunda a medida que
el sol descenda y los agrietados muros se suman en una oscuridad azul. El da casi ha llegado a su
fin. Necesitamos un lugar para acampar. Como los dems.
Ceo de Piedra seal hacia un arco abovedado de piedra que haba junto a un vado en el ro. En la
ancestral entrada haba grabadas runas de apariencia salvaje.
Me gustara saber si esto ser tranquilo.
Despus de todo lo que hemos pasado, esto parece un santuario. Zagorka se puso de nuevo en
marcha, caminando con dificultad por los desniveles que iniciaban el descenso hacia el valle
empedrado.
Sacudiendo la cabeza, Ceo de Piedra dijo:
Slo una noche. Despus nos pondremos en marcha.
Yo podra quedarme para siempre murmur la anciana sin mirar atrs.
Chester ech a andar tras ella, resignado.
Por los eriales asolados que quedaban a su espalda vagaban muchos ms refugiados. Todos ellos
encontraran el valle, la ciudad abandonada y su nuevo santuario.
CAPTULO 2

ESA MIRADA PENETRANTE

kroma se sent sobre el balcn ms alto del palacio de Locus. No era su palacio, sino el de su

A maestro, que llevaba dos meses ausente. Aun as, Akroma y Locus estaban hechos el uno para
el otro. Ambos haban sido forjados en la belleza, tan blancos como el alabastro. Ambos
haban sido desfigurados por el mal y vueltos a forjar como combinaciones. La parte superior de su
cuerpo era la de un ngel, mientras que por debajo de la cintura era un jaguar. Del mismo modo que el
mrmol blanco de Locus estaba reforzado con secciones de piedra de calidad inferior.
El maestro xidor no lo habra hecho de esta forma, pero l se haba ido. As era la belleza perfecta
que haba creado. Akroma slo poda remendar lo que l haba dejado, preservndolo.
Su mirada se alz ms all del lago gris que rodeaba Locus, ms all de la oscura franja de la
ribera hasta los altos troncos del Bosque de los Claros Verdes. Era un refugio para los fugitivos. Cada
da se producan levantamientos entre los discpulos de xidor y Akroma imparta justicia. Los
cadveres eran arrastrados a las Tierras de Pesadilla, donde los hombres de masilla los lanzaban
dentro de fosos succionadores. Pronto, todo Topos, desde las Montaas Sombras hasta el oasis, sera
limpiado de seres malignos. La mujer suspiraba porque llegara ese da. Para prepararse, los hombres
cangrejo extraan piedras y las llevaban rodando hasta las Tierras de Pesadilla para taponar los fosos.
Cuando esto sucediera, la tierra dejara de aullar noche y da.
De todas formas, no sera suficiente. Ella poda remendar un mundo destruido, poda limpiarlo de
enemigos, pero no poda curarlo de verdad. Slo l era capaz de algo as, pero se haba marchado.
Juntando las manos, Akroma cerr los ojos y rez.
Vuelve, oh Creador. Vuelve. Yo no soy digna de gobernar ni mundo
Las palabras flotaron en el viento. Abri los ojos hacia un cielo de un azul olvidado, hacia un
mundo que no suspiraba por xidor como lo haca ella.
Algo se movi bajo el cielo, una chispa azul celeste entre los troncos del bosque. Era un discpulo
de xidor, un punto sensible de luz. Zumb como una avispa mientras ascenda a travs de las hojas
para luego salir disparado como una flecha hacia el balcn donde esperaba su seora. Deba de haber
encontrado otro rezagado de los ejrcitos invasores.
Los orificios nasales de Akroma se ensancharon, y una amarga sonrisa cruz su rostro. All haba
algo que ella poda hacer. Con aire ausente, dej caer la mano sobre el mango del hacha que llevaba a
la cintura y sac el oscuro y pesado objeto. Siempre estaba fro, ya que su cabeza era ms densa que la
piedra y ms suave que el cristal, y su empuadura de metal tena incrustadas gemas que eliminaban
el calor. Esa hacha, Segadora de Almas y haba sido forjada con el propsito de matarla. La haba
encontrado un da despus de la batalla en las Tierras de Pesadilla y, desde entonces, la haba llevado
siempre consigo como recuerdo de su propia muerte.
Igual que un fuego fatuo, el discpulo se dirigi zumbando hasta el balcn, salt por encima de la
barandilla e impact en la frente de Akroma.
De repente, su mente se inund de visiones. Una caravana de carromatos pintados con colores
brillantes esperaba junto a las Tierras de Pesadilla, con los sirvientes portando bandejas de suculentos
manjares; una sierpe de la muerte se zambull entre nobles que gritaban, y comi y comi
acompaada del sonido de unas carcajadas enloquecidas; quien se rea se sent a horcajadas sobre la
bestia, que trat de resistirse. Las carcajadas slo finalizaron cuando un jaguar salt sobre ella (s, era
una mujer) y la inmoviliz; un terrible dolor, luego miedo y rabia, el sabor de los gusanos y las
cucarachas, piernas ensangrentadas y races para entablillarlas, atadas con trenzas doradas
Trenzas le dijo Akroma al discpulo. La conozco. Una invocadora de demencia.
El discpulo le mostr ms visiones: un rpido vistazo de Akroma a travs de la enramada, el olor
del miedo como la orina en la ropa
Trenzas tambin me conoce pens Akroma. Se ha ocultado estos dos meses, pero se acab.
El discpulo le ofreci escenas de hombres-cangrejo que rodeaban y mataban a otros rezagados
No, lo har yo misma. Hay cosas que puedo aprender de esta situacin, cosas sobre nuestros
enemigos.
Esto era una autorizacin para retirarse, y el discpulo lo saba. Chispeando una ltima vez en el
cerebro de Akroma, la criatura cay por su garganta y huy a travs de sus labios. Se alej
rpidamente por encima de la barandilla del balcn y regres donde se ocultaban los refugiados.
El torso de jaguar de Akroma se contrajo para saltar, y sus garras se aferraron con fuerza a la suave
piedra. Se abalanz hacia adelante salvando la barandilla con facilidad, y sus alas blancas se
extendieron en el aire. Ms abajo, el palacio pas de largo, enorme y silencioso. Akroma descendi
siguiendo la estela del discpulo, sintiendo cmo el aire se volva ms caliente y denso a su paso. El
hacha con cabeza de piedra destell en sus manos, y una furia justificada brill en sus ojos.
Trenzas era el enemigo quintaesencial. Sus dementes labios haban escupido miles de horrores de
demencia, tropas que posteriormente invadieron Topos. Incluso haba vendido entradas para el
acontecimiento, cambiando injusticia por entretenimiento. Encontrar a Trenzas viva y escondida en
los Claros Verdes era un milagro. Por qu no haba huido? Por qu no haba convocado monstruos
para que la protegieran?
La respuesta estaba clara. Porque no poda. Sus heridas le haban impedido que hiciera otra cosa
que no fuera sobrevivir, lira el momento ideal.

Me gustara saber dnde est Trenzas se pregunt el Primero en silencio mientras miraba
detenidamente desde su tribuna de lujo dentro del gran coliseo. En ese sanctasanctrum estaba
totalmente a salvo y no vesta armadura, slo sedas.
Ella habra venido con algo ms interesante que desatinos animales.
Sus comentarios cesaron cuando un centenar de almas gritaron con gran deleite. Las jaulas de los
tigres se haban abierto, y las enormes bestias corrieron afuera para devorar a los prisioneros. Todos
eran asesinos convictos, de modo que la ejecucin pblica era una leccin: esto es lo que les ocurre a
aquellos que matan fuera del coliseo. Los aficionados celebraban la muerte de los que quebrantaban la
ley y el propio desorden.
Parece que a los aficionados les gusta respondi Phage. Ella no observaba los juegos, sino que
estaba sentada en una silla de hierro en la esquina, con los ojos contemplando, o eso pareca, las
paredes pintadas de negro.
Crees que est muerta aventur el Primero, dndose la vuelta para estudiarla. En la oscura
esquina, con su traje de seda negra, pareca que no tuviera ms que una cabeza y un par de manos.
Por eso ests de tan mal humor
Phage segua mirando atentamente a la nada.
Si est muerta, no tiene nada de qu preocuparse, y nosotros tampoco. Si est viva, volver.
Entonces, de qu te preocupas? El Primero cruz la habitacin y pas junto a una silla de
cuero donde Phage no se haba atrevido a sentarse. Su toque poda corromper cualquier cosa que
alguna vez hubiera estado viva, cualquier cosa excepto al Primero. ste se sent junto a ella y cogi
sus manos entre las suyas. Las de l mataban y las de ella corrompan, pero cuando ambos se tocaban,
experimentaban un xtasis agonizante.
Phage se solt, ponindose en pie, y comenz a andar de un lado a otro.
Hay mucho de qu preocuparse. T mismo lo dijiste: Sin Trenzas, el espectculo decae.
Las tribunas se llenan y las arenas locales tambin funcionan. Alimentan el talento de esta
regin y ensean a Otaria a venir a la arena para buscar entretenimiento. Pronto, la gente resolver los
conflictos, entonces iremos a por el gobierno. Nuestros espectculos se van haciendo con el control
del continente. El Primero se desliz tras ella y extendi los brazos para rodearla.
Como una sombra, Phage se escabull del abrazo.
Akroma no descansar. Est acabando con la oposicin en sus tierras y levantando un ejrcito.
Quiere la guerra.
El Primero le cort el paso sin timidez. La cogi por los brazos y la atrajo hacia s. Sus manos, tan
mortales con todas las dems, fueron diestras mientras recorra el contorno de su rostro.
Se acabaron las escapaditas. No puedes esconderte detrs de Akroma. Yo te convert en lo que
eres. Somos uno. Levant la mano libre tras la cabeza de la mujer y la sujet, para besarla despus.
Sinti el dolor como si fuera placer. Sobrecargado. Irresistible. Era el feroz chisporroteo del hierro
al rojo vivo cuando se sumerge en agua helada. El Primero mantuvo sus labios sobre los de ella tanto
tiempo como pudo aguantar, hasta que una ola de agotamiento entumecido lo recorri. Despus la
solt, retrocedi un paso y se apoy contra una mesa baja.
Jade. Cuntos siglos haban pasado desde que poda tocar a una mujer sin matarla? Desde
entonces, su corazn no haba sido tan dbil como ahora. Comprendi que podra amar de hecho a esa
mujer y, a no ser que ella sintiera lo mismo, sera horriblemente vulnerable.
Somos uno, t y yo dijo discretamente. Nunca ha habido dos como nosotros. Estamos
destinados a unirnos
S continu ella, aunque en un tono que pareca ms bien una negativa. Se retir hacia la
ventana y observ a los tigres mientras se atiborraban. Pero no arriesgar lo que hemos construido.
No puedo permitir que Akroma rena un ejrcito mientras nos quedamos sentados sin hacer nada.
El coliseo es nuestro ejrcito dijo el Primero. Contamos con cien mil almas.
No, nuestro ejrcito nunca regres de Topos. Phage lo mir, y el fuego que desprendan sus
ojos era hermoso. Han montado su campamento en la Escarpadura de Coria, o es que no lo has
odo? Zagorka y cientos ms.
El Primero se encogi de hombros.
Qu representan para nosotros esos cientos?
La grieta en la presa. Si nos desafan, lo harn otros miles, de modo que tendr que encargarme
de ellos. Me las ver con Zagorka y traer de vuelta a nuestro ejrcito vocifer.
El Primero pudo haberla detenido, pero resultaba tan ertico verla marchar.

Akroma descendi entre enormes rboles: habran parecido gigantes de no ser porque rodeaban un
palacio tan grande. La primera enramada se levantaba sobre ella, y se lanz por un hueco de la
segunda. El aire de debajo era caliente y oscuro. Se sumergi a travs de la ltima capa de hojas,
rebot dos veces y acab chocando con el mullido suelo.
Delante, el discpulo esperaba. Volaba en crculos alrededor de un rbol enorme cuyo amasijo de
races haba erosionado uno de sus lados. Debajo, una raz en forma de arco esconda un oscuro hueco.
Un rastro de bosque removido y sangre seca conduca hacia aquel lugar, y la mujer se pregunt por
qu le haba llevado tanto tiempo encontrar a Trenzas. Cuando mir al final del rastro, vio el esqueleto
diseminado de un jaguar. Habra parecido que el felino se haba arrastrado y dejado ese sendero
sangriento de no ser porque la maleza estaba aplastada en la direccin contraria.
Caminando con suavidad, Akroma se acerc al agujero y, una vez en la entrada, olfate, oli el
hedor a preocupacin del lugar. Trenzas haba cado haca tiempo, ella, que no conoca el miedo. Qu
le haba ocurrido para acabar viviendo como un tejn herido?
Adelante orden Akroma en voz baja, no a Trenzas, sino al discpulo. ste zigzague entre los
rboles y corri a tocar la frente de Akroma.
Averigua qu est haciendo aqu, por qu no puede marcharse, qu la ha reducido a este estado .
Volvi a hablar, esta vez dirigindose a Trenzas. No puedes escapar. Con esas palabras, el
discpulo se march. Sali volando de sus labios, se meti bajo la raz levantada y atac. Se oy un
grito ahogado y el sonido de pelea. Momentos despus, la chispa azul emergi. El discpulo sali y
desapareci dentro de la cabeza de Akroma, transfirindole la mente de Trenzas.
Eran unas ruinas en un estado lastimoso, una ciudad hundida en un pantano. Cada cmara de
pensamiento estaba inundada de oscuridad y suciedad. Cada idea no hilvanada flotaba entrecortada
entre los rboles. El cerebro de Trenzas era un caos. Haba sido as durante mucho tiempo, y haba
vivido felizmente dentro de los restos del naufragio, pero cuando llegaron las aguas del diluvio, trep
al tejado de su mente y esper a que la rescataran.
Qu eran esas aguas? Si Akroma fuera capaz de comprenderlo, lo entendera todo acerca de
Trenzas.
Dile que le perdonar la vida si sale a la luz. Dile que, si permanece en la oscuridad, la matar.
El discpulo sali rpidamente de los labios del ngel, cruz el agujero bajo el rbol y entr. Hubo
un destello en azul y la mujer vio el inquietante rostro de Trenzas antes de que la cueva se oscureciera.
Esta vez no hubo lucha, nada de gritos, slo un suave sollozo.
Sal, Trenzas dijo Akroma, pretendiendo reconfortarla incluso mientras le daba rdenes. Sal
y hablaremos.
Del interior del agujero lleg un sonido estremecedor y un discreto ruido sordo. Acto seguido, otro
ruido, esta vez de pisadas. Una lastimera criatura se arrastr hacia fuera, y Akroma la estudi con ojos
despiadados.
La cabeza de Trenzas se inclin ante la luz, y no pudo volver a ser llamada por su nombre.
Algunos cabellos haban sido arrancados de raz, otros por culpa de la friccin, otros cortados por
rocas afiladas. Se vea el cuero cabelludo por muchos lugares. Las cicatrices entrecruzaban su piel y
mostraban un montn de deformidades grises, donde su crneo deba de haberse partido y curado mal.
Subi la cuesta tambalendose y sus esculidos hombros quedaron a la vista. Se notaba la respiracin
en su pecho y andar le costaba un gran trabajo.
Akroma vio por qu.
Las piernas de Trenzas estaban purulentas y torcidas dentro de las tablillas hechas con races. El
cabello que una la madera se haba vuelto marrn. Haba colocado los huesos incorrectamente, pero
al menos haba evitado la gangrena. Trenzas acab de salir del agujero y se coloc delante de Akroma.
El ngel la mir.
Si estabas tan herida, por qu no te suicidaste?
Con una voz tranquila y extraamente clara, Trenzas contest.
No quera morir. Quera vivir.
Ahora Akroma saba qu eran las aguas del diluvio: miedo. Miedo a la muerte, miedo al
descubrimiento, miedo a todo. En otro tiempo, Trenzas haba tenido un gran poder, y el poder destruye
al miedo. Sin embargo, cuando se acab ese poder, todo el destartalado laberinto de su mente se
hundi. Lo abandon todo a las aguas y se subi al tejado. El miedo evit que se retirase al espacio de
demencia, pues se haba convertido en un animal. Slo deseaba sobrevivir.
Los animales eran bastante fciles de entrenar.
Akroma camin la distancia que la separaba de Trenzas y, sin vacilar, envolvi a la mujer en sus
brazos de ngel.
Yo estaba destrozada, como t. El amo xidor me cur. Te hablar de l y tambin te curar.
S dijo suavemente Trenzas, crame.
Y t me hablars de aquel que una vez llamaste maestro.
S. Los usos del miedo eran obvios y fciles.
Abrazando a Trenzas, levantndola, Akroma ech a volar.
xidor tiene una Visin para tomar este mundo destrozado y rehacer su belleza. l te llevar del
estado de fealdad al estado de trascendencia, y lo amars como hago yo.
Lo amar como haces t
CAPTULO 3

DISCUSIONES

agorka le sonri a la maana. Esto podra haber sido el paraso. Desde una vieja taza, el vapor

Z del t se elev, dorado a la luz del sol. Se riz junto a una pared cubierta de hiedra y escap por
la cara del acantilado. Cada faceta de la escarpadura se levantaba en un tosco relieve, y sobre l,
formando un arco, un cielo de profundo color azul. Tanto el amanecer como el anochecer hacan
resplandecer la ciudad, pero durante el resto del da el acantilado protega las paredes y las calles. Esto
podra haber sido el paraso y, seguramente, era un hogar.
Lo llamaban Santuario, pues eso es precisamente lo que todos ellos haban buscado.
Todos ellos. La misma noche en que Zagorka, Chester y Ceo de Piedra llegaron al campamento
tambin lo hicieron otros sesenta. Casi todos eran antiguos esclavos de la Cbala, la mayora enanos,
pero tambin humanos y trasgos. Despus de los saqueos del coliseo y las Tierras de Pesadilla, las
distintas especies casi no podan distinguirse. Otros refugiados haban venido desde Krosa: elfos,
hombres mantis y centauros, todos modificados por la guerra. Cada grupo haba reclamado su parte de
la ciudad, como si planearan quedarse. Lo hicieron, y segn pasaban los das fueron llegando ms, y
muchos ms las siguientes semanas, hasta que casi hubo quinientos. Ceo de Piedra se haba
marchado en un intento por regresar a Krosa, pero casi todos los dems se quedaron.
El mismo nmero de miembros de los pueblos salvajes (serpientes, dradas, rinocerontes y simios
gigantopitecos) marcharon a los bosques de matorrales que haba en el interior del valle y las llanuras
de ms all.
Podra parecer casi imposible que esa gente tan dispar viviera junta, pero lo cierto es que tenan
mucho en comn. Todos haban sobrevivido a una horrible guerra, se haban negado a volver a sus
supuestos hogares y ocupaban esa antigua ciudad de roca. Al principio no haban necesitado liderazgo,
pues compartan el mismo destino. Sin embargo, y de manera inevitable, las peleas estallaron aqu y
all y, como es natural, Zagorka gravit hacia ellas. Saba cmo tratar con las muas, y hacerlo con
gente no era muy diferente. Pronto se convirti en la lder perfecta, la reconocida madre de Santuario,
que evitaba que sus numerosos muchachos estuvieran todo el da rompindose los huesos. Se haban
convertido en una familia, una comunidad viva, diversa pero feliz, en una ciudad abandonada por los
ancestros y heredada por ellos. Haba habitaciones para todos, suficiente trabajo para mantener a la
gente cuerda y bastante tiempo libre para que estuvieran contentos.
Y haba t. Zagorka levant la taza. La ltima persona que haba bebido de ella llevaba muerta
miles de aos. Dej que el vaho entrara en sus pulmones e impregnara su cuerpo. Era casi mejor el
olor que el sabor, aunque ste estaba bastante bien. El hecho de tener elfos en la ciudad ayudaba
mucho, ya que conocan de qu plantas silvestres se sacaba el t. Tambin ayudaba el que hubiera
humanos, pues saban cmo hacer germinar los granos que haban saqueado de los carros de
suministros (avena, cebada, centeno, lpulo, trigo, maz e incluso tabaco) y cultivar las plantas que los
elfos haban encontrado. En tres meses haban recogido su primera cosecha de las tierras del valle
junto al ro, justo antes de que sus reservas se agotaran. Tenan la tripa llena y los cofres vacos, un
estado perfecto de felicidad verdadera.
Abajo se oy un grito; en esa ciudad casi todo era arriba o abajo. Zagorka se levant de la silla con
forma de centauro donde lo estaba sentada, apoy una mano en la barandilla de piedra de su balcn y
mir hacia abajo.
Un elfo estaba de pie sobre un montn de tierra negra, meneando lentamente la cabeza y sealando
al suelo. En un jardn sub yacente se encontraba un enano, con las manos extendidas mientras gritaba:
Por SUPUESTO comida abraza RBOLES estrangula ENREDADERAS! Los DEMS
MOROS DE HAMBRE planta algo para COMER!
Zagorka no entendi nada ms, pero ya haba odo antes esa discusin.
Za-GOR-kaaa! gritaron a la vez el enano y el elfo.
En la calle, bajo el balcn, Chester la interrumpi con impaciencia.
Ya voy, ya voy.
La anciana dej la taza de t y entr en su aposento. Era austero, aunque dispona de una cama de
paja, un agradable fuego y algunas capas de recambio rescatadas del tren de suministros del ejrcito.
Si alguien en la colonia quisiera vestir algo que no luera vestimenta militar, necesitara empezar a
hilar y coser. Zagorka descendi unas estrechas escaleras construidas de ladrillos de barro hasta una
calle que serpenteaba por el vientre del acantilado.
Chester esperaba all, en el exterior de sus propios aposentos, en la puerta de al lado. El mulo
gigante haba escogido un agradable cuarto con unas buenas vistas y haba arrastrado un montn de
juncos de ro para hacerse una cama. Nunca ensuciaba sus dependencias, sino que sala fuera como si
se tratara de un perro de ms de trescientos kilos de peso. Siempre que la gente de Santuario oa
aquellos cascos repiquetear en la calle, abran paso, esperando, bien a un mulo desesperado, bien una
visita de la gobernadora madre Zagorka.
Bien, muchachote, all vamos.
Chester dobl las patas delanteras para permitir que la anciana se subiera a su lomo. Ella le agarr
la crin y chasque la lengua dos veces. El mulo se levant y trot calle abajo. La gente se apartaba a su
paso y se quedaba pegada a las paredes. Otros salan de sus habitaciones para sonrer y saludar a sus
gobernantes. Era el distrito humano, y Zagorka era especialmente popular entre su gente.
A por ellos, Chester!
Dales una coz de nuestra parte!
S valiente!
En realidad, Chester era el nico con club de admiradores.
Con furia burlesca, Zagorka exclam con desdn:
A callar!
Era la seal que haban estado esperando, y aquellos que se encontraban en el camino saludaban y
agitaban los sombreros. Estaba claro que no haba muchas formas de pasar el rato en Santuario.
Zagorka refunfu en voz baja. Golpe los flancos del mulo, demasiado fuerte para ser una
palmadita cariosa, y ste apresur su zancada camino abajo. La avenida descenda torciendo en un
recodo y se ensanchaba entre estructuras de piedra de dos pisos. Haba unos anchos escalones que
Chester baj de dos saltos. Cuando sali precipitadamente a las tierras llanas de fuera de la ciudad,
Chester iba a galope tendido y Zagorka se agarraba desesperadamente.
Entre el ridculo clamor de la mula y el desesperado rostro de la gobernadora, no puede decirse
que la llegada fuera precisamente grandiosa. Frente a ellos, el enano y el elfo, que tenan la cara roja
por la discusin, se volvieron, despus se miraron un momento y se echaron a rer. La encantadora
llegada de Zagorka consigui, ms que ninguna otra cosa, calmar la difcil situacin, pero, aun as,
ella tuvo que mantener las apariencias.
De qu os res!? grit indignada mientras detena al animal. Los cascos levantaban el polvo
de las calles por los negros campos y sobre el ancho y verde ro.
Mira que sacarme de mi balcn con vuestros bramidos. Oh, ayuda! Oh, ayuda! Tenemos
problemas! Oh, somos demasiado estpidos para resolver las cosas! Oh, ayuda!.
A las risas siguieron unas sonrisitas, pero se termin con el ceo fruncido. El enano habl por los
dos.
Cuidado a quin llamas estpidos, gobernadora.
Bueno, si no sois demasiado estpidos para resolver vuestros problemas, qu sois entonces?
Demasiado testarudos? Demasiado tercos?
Tenemos una filosofa diferente argument el elfo estirando su delgada mano hacia la
barbilla. Era de mediana edad, tal vez medio milenio, y tena el aire cnico de su generacin. Bajo las
cejas canosas centelleaban unos ojos traviesos, pero sus delgados labios sonrean. Cruz los brazos
sobre el pecho.
Qu es mejor, gobernadora, vivir felizmente o simplemente vivir? pregunt para mofarse del
enano.
Qu? espet Zagorka, bajndose de Chester y andando sin prisa hacia ellos.
No escuches a esta hoja parlante gru el enano. Tambin era de mediana edad, unos
doscientos aos, y su barba pareca un bosque gris alrededor de su rostro anguloso. La tierra haba
hecho que sus manos estuvieran negras hasta las muecas. He aqu el problema: est plantando
tabaco en un terreno donde deberan plantarse cereales. No puedes comerte el tabaco!
Y no puedes fumarte los cereales replic el elfo. Si por l fuera, nos tendra en una colonia
donde no pudiramos disfrutar de los placeres ms sencillos, como el tabaco y el t aadi con
elocuencia.
El enano se agit con furia.
Nos va a matar de hambre!
Gobernadora, no te gusta disfrutar de una pipa despus de una comida?
No te gusta disfrutar de una comida?
Zagorka mene la cabeza y escupi, dando por zanjada la discusin.
Vaya dos vaya dos
No pronuncies la palabra estpidos! gru el enano.
No. Iba a decir ciegos. Ciegos! La respuesta est justo delante de vosotros dijo Zagorka. Se
acerc a los dos montones de tierra ya revueltos por las azadas y alarg una mano hacia el jardn del
enano. T quieres que esta tierra se utilice para comida.
Exacto contest el enano.
Zagorka alarg la otra mano, sealando a la tierra del elfo.
Y t quieres que esta tierra sea para placer.
Exacto respondi el elfo.
Aqu cereales y aqu tabaco; aqu comida y aqu placer.
Exacto! Entonces? corearon el elfo y el enano.
Alguno de vosotros haba pensado en la cerveza?
Qu?
Cerveza! Cerveza! Algo que es tanto comida como placer. Ha pensado alguien en cultivar
cereales para hacer cerveza?
Avergonzado, el enano baj la vista, mirndose los pies mientras remova la tierra, pero la
sonrisilla del elfo se haba convertido en una sonrisa genuina.
Bien, vamos a ello. Cada uno de vosotros ceder la tercera parte de su tierra para lpulo y
cebada, y trabajaris juntos esa parte central. Supongo que ni siquiera conoceris el nombre del otro.
Cmo vais a trabajar juntos si no sabis cmo os llamis?
El enano extendi con resentimiento su mano sucia.
Brunk dijo.
Elionoway respondi el elfo con aire ausente, estrechndole la mano.
Bien. Me alegro de que hayis dejado atrs la ceguera. Ahora, a trabajar. Vendr a inspeccionar
personalmente vuestra cosecha de cerveza. Hasta entonces, perdonadme. Mi agenda est repleta se
volvi y regres con Chester, que pareca sonrer para s.
Elionoway la sigui. La burla haba desaparecido de su voz.
Haba sido una buena solucin.
Me gusta complacer.
A m tambin respondi Elionoway. Si por casualidad la ilustre gobernadora necesitara el
talento de un escriba elfo, estara feliz de suministrrselo.
Zagorka revel una leve sonrisa.
S, claro. Aqu tenemos mucho material de lectura.
Elionoway seal hacia el arco de piedra cercano, en el vado del ro.
En realidad, hay inscripciones en todas esas piedras. Esas runas de all, por ejemplo, rezan:
campo de batalla de los nmena.
Me gusta ms el nombre de Santuario respondi Zagorka mientras montaba sobre Chester.
Si encuentras algo interesante, hzmelo saber. Si no ech una mirada furtiva alrededor, qu
quieres a cambio de medio kilo de tabaco?

A grandes pasos, el general Ceo de Piedra atravesaba Krosa, atravesaba el infierno. Aquellos que
no haban conocido el bosque que se levantaba delante no podran entender lo atormentado que se
senta.
El centauro gigante camin por una gran maraa de tallos de un kilmetro y medio de ancho en la
que se cruzaban ramas que podran haber sido rboles. Hay quienes consideraran esa enorme madeja
como vegetacin, pero Ceo de Piedra la vea ms bien como una plaga. El ncleo de la maraa estaba
en el lecho de un antiguo ro. Haba obstruido el viejo cauce, de manera que los lagos que haba ro
abajo se convirtieron en pozos de lodo. En lugar de un ro cristalino, el torrente era un pantano ancho y
miasmtico, con slo unos centmetros de profundidad sobre el suelo agostado. Todo rbol en una
legua a la redonda haba muerto, as como los animales que vivan en ellos.
Cunto tiempo pasar hasta que la Cbala intervenga? murmur. Marchaba impasiblemente
a travs del cenagal, mientras sus cascos hacan ruido de succin sobre la porquera a cada paso.
Enjambres de mosquitos se cebaban en su rostro y sus manos a pesar de llevarlos resguardados. Se
senta como una momia, y no slo a causa de esa especie de sudario. Se senta muerto.
Kamahl no haba salido.
Haca tres meses que el centauro gigante haba comenzado una vigilia ms all del matorral
esperando a que saliera Kamahl. Pero no lo hizo, sino que se limit a sentarse. Las vigilias se vuelven
interminables para las criaturas vivas, as que, despus del primer mes, se march en busca de su
tribu. Le llev otro mes encontrar la aldea, enterrada bajo treinta metros de vegetacin. No quedaba
nadie. Los que no estaban impedidos haban huido, y los dbiles y enfermos haban quedado
enterrados bajo las ramas. Ceo de Piedra los haba llorado, tanto a ellos como a su hogar
desaparecido.
Ahora volva al monte Gorgona. Kamahl haba tenido tres meses para salir y ya era hora de
despertarlo.
Desde el pantano sin vida, Ceo de Piedra ascendi por una enmaraada ladera de ramas. Se quit
a sacudidas los ceidos envoltorios de las manos y la cara, dejndolos caer al suelo, donde se
descompondran. Un golpecito en la mejilla con los dedos dej marcas rojas all donde haban estado
los mosquitos. Acerc la mano a la cintura y sac su hacha. Hubo un tiempo en que no habra blandido
una hoja contra las tierras boscosas, pero stas ya no eran su hogar. Se abri paso a hachazos a travs
de un muro gris de madera y trep monte arriba. Por fin, sus cascos se encaramaron en lo alto del
mismsimo matorral del Gorgona.
El seto, en forma de anillo, tena un espesor de un kilmetro y medio, con unas espinas lo bastante
grandes para atravesar a un gigante. Ceo de Piedra salt de rama en rama, e incluso estuvo a punto de
resbalar hacia un lado y caer sobre los enormes pinchos. Finalmente, lleg a la curva interior del gran
seto y ascendi al monte Gorgona.
Ninguna criatura cuerda se quedara mucho tiempo en ese gran tumor, pues no slo deformaba la
madera sino tambin la mente. Pero Kamahl haba permanecido all. No caba ninguna duda de que en
esos momentos estara loco. La nica pregunta era si el monte lo haba vuelto as
Delante se alzaba el zigurat. En otro tiempo, cuatro grandes rboles se levantaban entrelazados
sobre ese lugar y alcanzaban el cielo, pero ahora los cuatro haban crecido siguiendo una forma
grotesca. El zigurat yaca de lado, como un enorme tirabuzn, y Kamahl se sentaba en su base.
Ceo de Piedra se acerc a grandes zancadas hacia la tranquila figura.
Cmo se haba alimentado el hombre? Qu haba bebido? A medida que se acercaba, el gran
centauro supo las respuestas.
Kamahl estaba delgado y sus msculos parecan madera granulada. Haba hundido los dedos en el
suelo, y la magia verde que irradiaba suavemente hacia sus brazos explicaba de dnde haba sacado el
sustento. Estaba en comunin con el corazn del bosque, y tan corrupto como l. En otro tiempo, Ceo
de Piedra haba adorado tanto a ese hombre como a ese bosque, pero ahora ambos le ponan enfermo.
Avanzando con fuertes pisadas, el centauro se coloc ante su otrora maestro. Sus piernas llenas de
barro seco no se doblaron en una reverencia.
Bien, Kamahl, cundo vas a volver a levantarte?
El hombre no respondi. Ni siquiera parpade. Slo el imperturbable movimiento de su pecho
demostraba que estaba vivo. Al fin, como si las palabras hubieran brotado a una legua de distancia y
hubieran tardado todo ese tiempo en llegar, Kamahl contest:
He estado levantado el tiempo suficiente para cualquier hombre, yo
Levntate! grit Ceo de Piedra.
he estado levantado todo lo que poda estar. Kamahl no haba dejado de hablar, como si las
palabras que se estiraban por ese vasto espacio no pudieran detenerse. Cruc un continente, una,
dos, tres veces en busca de Jeska. La tuve slo un momento y despus se fue.
En el mundo hay mucho ms, aparte de Jeska la voz de Ceo de Piedra reson; ms que t,
Kamahl. Akroma est construyendo una nacin, enviando a esos condenados bichos azules suyos a
convertir a las tribus vecinas. Pronto tendr un clero y un nuevo ejrcito.
Kamahl respondi, pero sus palabras volvieron a retrasarse.
No ser en mi mundo.
Y tu preciosa hermana tambin est ocupada. Ha enviado carretas a las aldeas para incluirlas en
el sistema del coliseo. Todas tendrn arenas! Akroma est convirtiendo a medio continente y Phage a
la otra mitad. Esas dos no compartirn Otaria. Se estn fortaleciendo para la guerra. Sabes que esto no
ha acabado.
No pareca que supiera nada. Mir hacia Ceo de Piedra como si el centauro estuviera en una cima
lejana.
Nos van a coger en medio. Me refiero a Krosa, aunque no es que quede mucho que defender.
Kamahl, las especies nativas estn muertas, y las perversiones creadas por ti y la espada Mirari estn
en alza. Perdimos muchos miles en las Tierras de Pesadilla y mil ms en la Escarpadura de Coria.
Es por m contest Kamahl en voz baja.
El rostro de Ceo de Piedra se oscureci.
Ahora lo entiendo. Sola pensar que haba dos imperios malignos en Otaria. Pensaba que Krosa
slo era una vctima. Ahora veo que son tres. Topos y la Cbala luchan por todo el continente, y Krosa
se recluye en s misma. Colaboramos con ellos en la conspiracin.
Kamahl parpade, como si pensara.
Cava con tus manos en el suelo, Ceo de Piedra. Siente el corazn de Krosa. Sostnlo y
conocers la verdad.
Conozco la verdad. S que eres culpable de este desorden y que no vas a hacer nada para
remediarlo. Ya no eres Kamahl, de manera que algn otro debe serlo. Debo recoger lo que has
desordenado. El centauro gigante se dio la vuelta y empez a andar, con sus cascos manchados de
barro atravesando las entrecruzadas espirales de madera en que se haba convertido el suelo. Casi
haba alcanzado el matorral cuando Kamahl lo llam.
Adnde vas?
A mi nuevo hogar: A Santuario. Zagorka tena razn. Ya no pertenezco a este sitio. En Santuario
hay otros como yo: gente que intenta averiguar qu hacer cuando los dioses desaparecen. Nos
levantaremos ante los tres imperios malignos. Ceo de Piedra cruz el matorral.
Ve, pues. La voz de Kamahl le lleg lastimera en la distancia. Ve, hijo de Krosa, con su
bendicin.
CAPTULO 4

GANNDOSELA

erdname, hija dijo Akroma dulcemente mientras caminaba con impaciencia delante de la

P silla. Trenzas se sentaba all, en silencio, escuchando y observando. A su alrededor trabajaban


tres hombres de masilla que vendaban sus muecas y rodillas. Su piel gris era suave y fra como
la arcilla, pero en el centro de la frente de cada uno centelleaba un discpulo azul.
Haba ms de esas criaturas dando vueltas en un crculo hipntico alrededor de Akroma. Sus garras
de jaguar chasqueaban en el suelo de mrmol de la celda (no una celda de prisin, sino la cmara de
un nuevo iniciado).
Las correas no son smbolo de desconfianza. Cree en xidor. Con eso es suficiente. Tu fe an es
joven, no incondicional, y hay esquinas en tu mente a las que no has renunciado
Deseo hacerlo, seora se disculp Trenzas, que pareca al borde de las lgrimas. Es
demasiado duro renunciar a todo
Con eso nos basta, por ahora. Las correas slo son para ayudarte en tu dolor.
Lo comprendo.
Akroma se dio la vuelta y se puso de rodillas, sosteniendo cariosamente la barbilla de Trenzas.
Lo haces, verdad? Sabes que has estado destrozada. Todos nosotros lo hemos estado, como lo
estuvo xidor. La muerte de Nivea destruy su espritu, el desierto su mente, la tortuga su carne y slo
entonces hered su verdadero poder. En la ruptura somos partcipes de la fuerza creativa de nuestro
maestro.
Trenzas asinti, con los ojos totalmente abiertos por la esperanza o el miedo.
Perd mis piernas combatiendo a tu antigua seora, pero xidor me dio unas nuevas, las patas de
un jaguar. T perdiste las tuyas combatiendo a un jaguar, y ahora mralas. El ngel estudi los
agnicos y retorcidos miembros. Esto es lo que ocurre cuando intentamos curarnos a nosotros
mismos. Terminamos lisiados, tullidos. Slo con el poder creativo de nuestro maestro, xidor,
podemos ser recreados.
Yo deseo ser recreada.
Akroma golpe con cario un verdugn rojo que la muchacha tena en el muslo, debajo el hueso se
le haba soldado en ngulo.
Habr que volver a romper esto.
Lo s.
Cree en nuestro maestro y l te ayudar. Volver a crearte con toda tu belleza. Grita si quieres,
pues no hay vergenza en la pasin. Tal vez el dolor de la primera ruptura sea lo bastante grande como
para que ests despierta para el resto. Ruego a xidor para que pueda ser as.
Trenzas slo poda temblar.
Aunque, antes de eso dijo Akroma, reuniendo a los discpulos en las yemas de los dedos,
quiero seguir ensendote. Te he estado hablando acerca de nuestro glorioso maestro, y ahora t me
hablars ms sobre el ignominioso Primero. Levant un dedo y la yema centelle con los discpulos
azules.
Oh, seora, el dolor es tan grande. No puede esperar esto a que mis piernas vuelvan a estar
curadas?
Los ojos de Akroma mostraban dulzura cuando dijo:
No. Su dedo toc la frente de Trenzas y los discpulos escarbaron como parsitos
hambrientos.

Chester camin con dificultad hasta las alturas de Santuario. El sendero apenas era ms ancho que
uno de sus gigantescos cascos, con una pared de roca a su izquierda y una cada en vertical a su
derecha. Mucho ms abajo, la ciudad reluca con el sol del atardecer. Hizo un ruido, enfadado. Aunque
la anciana y el esculido elfo eran una carga ligera, al animal le molestaba lo absurdo del viaje.
Las runas que hay abajo no son nada comparadas con las que vers aqu dijo Elionoway,
sujetando una delgada pipa de hueso entre los dientes. l mismo haba dado forma al blanco objeto y
cultivado el tabaco que arda en su estrecho cazo, pero incluso las runas de abajo bastan para ubicar
esta ciudad hace veinte mil aos.
Zagorka, que iba sentada delante de l sobre el lomo del mulo, lo mir con gesto dubitativo.
Me ests diciendo que estos edificios estaban aqu hace veinte mil aos?
Elionoway se encogi de hombros.
La lluvia no los ha tocado, ni el viento. La ciudad est oculta de los ojos que no la buscan. El ro
comienza en un solitario manantial y vuelve a hundirse en la arena, de manera que, quin podra
encontrarla?
La anciana asinti.
Qu clase de gente se establecera aqu?
Gente que quera controlar la Muralla del Mundo, como la llamaban. Quien tenga el control de
Santuario tendr el control de Otaria. Le gui un ojo. Por otro lado, nosotros nos hemos
establecido aqu.
Quiero decir que qu clase de gente construira una ciudad como sta. Las puertas son dos veces
ms altas de lo normal, y tan estrechas que siempre me raspo los nudillos. Las paredes son de roca de
medio metro de grosor. Las entradas te permiten aislar un nivel cada vez el lugar parece una
fortaleza.
Y aqu est la atalaya. Elionoway seal hacia adelante.
Chester haba alcanzado lo alto de la escarpadura, y el panorama era asombroso. Sobre ellos se
extenda un cielo sin nubes, y debajo una cpula pelada de roca. A diferencia de la piedra escarpada de
los acantilados, esa loma haba sido pulida por el tiempo. Estaba completamente lisa en su curvatura
gradual, atravesada slo por un sendero que llevaba al centro del pico, donde se levantaban unos
megalitos que formaban un enorme crculo, como una corona en la cabeza de la montaa.
Cmo encontraste este lugar? pregunt Zagorka boquiabierta.
Elionoway sonri.
A los elfos no les gusta quedarse sentados. Se desliz por la grupa del mulo y se situ a su
lado con agilidad. A pesar del tamao de Chester, el elfo descendi deprisa, y se apresur, impaciente
. Encontr un sendero y lo segu hasta arriba. No hay escaleras ni camino. No era un lugar para las
multitudes. All slo suban los sacerdotes. Esto es un lugar sagrado, donde evocaban a sus nmena.
Zagorka clav los talones en los flancos de Chester, metindole prisa.
Qu son los nmena?
La tradicin dice que un numen es una criatura espiritual: una fuerza de piedra o mar,
crecimiento o decadencia. Son man vivo. En otros tiempos, los mortales les sirvieron y obtuvieron un
gran poder. Se dice que los nmena expulsaron a los Primigenios de la antigedad y establecieron el
primer gran imperio mortal. Si esa gente serva a los nmena, debieron de vivir all hace veinte mil
aos.
Zagorka luch por seguir las palabras de Elionoway mientras Chester cabalgaba a medio galope
hacia el anillo de piedras. Cada una de ellas tena cinco veces la altura de un hombre; las cuas de
granito rojo parecan dientes ensangrentados. Vindolo en conjunto, el crculo pareca una boca
abierta dispuesta a morder el cielo. Largas sombras azules partan de cada piedra y se arrastraban por
la escarpadura. Chester atraves esas sombras y Zagorka sinti un repentino escalofro. Cuando
entraron en el gran anillo, vieron unos trazos brbaros esculpidos en las caras interiores de la piedra:
un millar de petroglifos.
Zagorka se ape del lomo de Chester y rode lentamente las rocas, estudiando las angulosas runas.
Los caracteres tenan la altura de una mano y estaban colocados en fila a lo largo de las piedras. En los
bordes de los megalitos, los glifos se truncaban.
Se ha perdido mucho.
Elionoway asinti, con los ojos extasiados con las figuras.
Pero lo que queda nos llevar un rato analizarlo.
Cmo puedes saber algo de esto? Cmo puedes conocer un idioma que tiene veinte mil aos
de antigedad?
Eso slo son veinte generaciones de elfos explic Elionoway. Se volvi lentamente; con el
humo de su pipa envolviendo su rostro. No es que esto sea un dialecto del lfico. De hecho, estos
smbolos rnicos pertenecen a una familia de lenguas habladas por enemigos de los elfos: los primero
imperios humanos. Por razones obvias, mi pueblo aprendi bien esas lenguas.
Qu has llegado a entender?
Elionoway alz un dedo y, con una mirada de satisfaccin, explic:
Mira en lo alto de los monolitos, empezando por el este y siguiendo el arco meridional hacia el
oeste. Ves la palabra superior de cada piedra? Al principio pens que eran los nombres de las piedras,
pero al leerlas juntas forman una frase: Volved, nmena, volved. Lo que una vez fue, ser para
siempre.
Escalofriante seal Zagorka con voz cansina.
La satisfaccin desapareci del rostro de Elionoway.
Crees que estoy perdiendo el tiempo.
La anciana apret los labios.
Es tu tiempo.
Pero no lo sientes?
Sentir el qu?
El poder de este lugar. Es como un susurro, el roce de unas alas invisibles. No lo sientes
tirando de tu sangre, de la misma forma en que una vez tiraba la Luna Trmula?
Zagorka solt un largo bufido.
Soy vieja, pero no tanto.
La mirada del elfo se volvi hacia sus adentros. Pareca un espectro, all de pie, iluminado por la
luz mortecina.
No eres vieja. Toda tu especie es joven. No necesitis olvidar el pasado porque nunca lo habis
vivido. Nunca habis visto un pirexiano, ni a un ornitptero volar. El mundo ha cambiado diez veces,
pero, para vosotros, el ahora es lo nico que importa. Conmigo no vale eso. Yo siento el poder de este
lugar. Los nmena estuvieron aqu, y an queda algo de ellos.
Sus palabras quedaron en el aire, y Zagorka escuch su eco. Entonces se oy la llamada de un
cuerno de carnero: el aviso de alarma de Santuario.
S, s refunfu. Cerr los dedos y Chester se arrodill para que la anciana subiera. Veamos
quin intenta plantar judas en la parcela equivocada.
Cruzando los brazos, el elfo la vio marchar. Haba veces en que Elionoway prefera estar solo entre
una multitud de glifos.

Pobre muchacha. Todava gritaba cuando Akroma sali de la celda de iniciados. El pasillo
temblaba con su dolor. Era un sonido trgico, difcil de resistir, pero si Trenzas quera caminar de
nuevo, haba que volver a romperle y colocarle las piernas. Pronto, la agona terminara y Trenzas
sera rehecha. El grito se interrumpi cuando Akroma se marchaba, y confi en que la muchacha se
hubiera desmayado. En el silencio lleg un crujido desgarrador y un nuevo alarido. Los hombres de
masilla estaban haciendo su trabajo, un trabajo horrible, pero al menos eran capaces de alisar sus
orejas para no tener que escuchar.
Mientras tanto, Akroma reanud su bsqueda de xidor. Salt por una serie de escaleras,
asegurando sus piernas de jaguar sobre las curvadas piedras. Los discpulos azules la seguan. No
saban lo que ella haba planeado, pues no los haba invitado a su mente. Las escaleras se abrieron a un
arbotante y Akroma lo escal hasta una ancha torre.
A sus odos lleg el sonido del agua corriendo, y la mujer descendi una ltima escalera hasta una
sala medio inundada, cuyo lquido se derramaba por las ventanas. El agua manaba de una habitacin
en el centro de la torre. Ella la conoca bien, pues fue all donde xidor haba desaparecido. Avanz
hacia all, dejando las huellas de sus manos hmedas sobre la pared a su paso. Cuando alcanz la
entrada, se puso en pie y mir dentro.
All haba un hombre; bueno, no un hombre, sino la silueta de uno: un no hombre.
Era un portal viviente, con la forma de la silueta de xidor. El maestro haba creado seis de esos no
hombres para que le sirvieran de guardaespaldas. Si alguna vez estaba en peligro, saltaba a uno de los
portales vivientes y volva a aparecer en otra parte de Locus. Despus de que los otros cinco no
hombres le siguieran, el que haba usado se cerrara para siempre. Sin embargo, ese no hombre en
concreto no se haba cerrado.
Akroma quera saber por qu, y por fin tena una forma de averiguarlo.
Atraves las fras aguas, luchando contra la corriente hasta que alcanz el portal viviente. Sobre
ella revoloteaban los discpulos azules, que parecan temblar de esperanza. La mujer levant la mano
hacia ellos, removiendo el enjambre hasta que un discpulo se pos en la yema de un dedo, que
despus acerc a su frente, tocndola.
El ser azul centelle en su mente y ella le orden:
Te unirs a este no hombre. Trae la otra mitad del portal a esta habitacin, de manera que se
detenga la inundacin. Otrgale poderes para que piense, desee y quiera. Permanecers con l y
vers un hombre de sombra y te llamars Umbra.
Separando el dedo de la frente, Akroma empuj lentamente a la criatura dentro de la fra corriente.
En el momento en que la yema de su dedo toc la frente del no hombre, ste y el discpulo se unieron.
Las aguas dejaron de fluir y el perfil dorado de la criatura apareci, de pie y ligeramente por detrs.
Cuando las aguas se retiraron, Akroma habl suavemente.
Bienvenido, Umbra.
La segunda silueta alz su rostro vaco. Dio un paso adelante, se volvi y vio su otro perfil, de pie
e inmvil. Mir de nuevo a Akroma.
S, se es tu otro yo, la mitad estacionaria que permanecer por siempre en esta habitacin de
Locus. La parte de ti que se mueve es la parte que haba estado con nuestro maestro, xidor. Ahora esa
parte es libre. Dime adonde ha ido l.
Umbra se qued callado, con las manos temblorosas.
Puedes hablar. S que puedes. Slo tienes que expulsar aire a travs de tu figura y darle forma
con el plano del portal. Eres como un junco en un instrumento de viento. Ahora, habla.
Umbra apart la cabeza, poniendo en orden sus pensamientos. Con una voz que recordaba al
cuarzo agrietndose, dijo:
El maestro xidor fue perseguido por una gran bestia negra
Una sierpe de la muerte. S, lo s.
Nos encontr en estas cmaras Huimos a travs del primer no hombre al interior del jardn
de Nivea. Tambin nos encontr all Fuimos a la galera sin acabar. Eso
Os encontr, s. Lo s, y fuisteis al refugio que hay bajo el lago, donde os volvi a encontrar
Akroma apuntaba con ansiedad. Qu ocurri despus?
El maestro salt a travs de m hasta esta habitacin Esper a los otros dos no hombres
pero nunca llegaron.
Los otros dos? Cont con los dedos los portales que xidor haba usado, y quedaban dos. La
ira arrug su frente. S, los otros dos. Dnde los viste por ltima vez?
Mientras el maestro dorma, ellos dos hablaban Decan que no queran morir como los otros
tres al cerrarse para siempre Me dijeron que poda ir con ellos, y los tres huiramos y
aprenderamos cmo vivir.
Los ojos de Akroma ardan.
Qu les dijiste?
Les dije: Es mejor que yo muera a que l muera. Umbra seal hacia abajo, como si fuera
la cama donde xidor haba yacido.
El ptreo corazn del ngel se suaviz. Cuando las aguas se retiraron, intent darle una palmadita
en la espalda. Sus dedos lo atravesaron, saliendo por la otra mitad del no hombre, al otro lado de la
habitacin. Retir la mano y dijo:
Fuiste leal hasta el final.
S contest tranquilamente, incluso demasiado leal La sierpe lleg y los otros se fueron.
Despert a xidor para que huyera, pero cuando salt a travs de m no me cerr detrs de l. Esper a
los otros, como l me haba ordenado. La bestia meti su cabeza, una horrible y oscura presencia que
tiraba de m, y se lo trag.
Se lo trag! repiti Akroma con consternacin. Luego, en voz baja, repiti: Se lo trag
pestae. Estaba entero? Estaba vivo?
S. Se lo trag entero y vivo.
Sus labios se curvaron en una leve sonrisa, aunque esto slo la hizo parecer ms grave.
Entonces todava vive. Est dentro de la sierpe, siempre lo ha estado.
Lo encontrar dijo Umbra.
Akroma sacudi la cabeza. No, yo encontrar a la sierpe que se trag a nuestro maestro. T te
encargars de los dos no hombres. Encuntralos y tremelos.
Con la prctica, la voz de Umbra se iba consolidando, ya no era como cuarzo agrietndose. Qu
les hars? Pensar en un destino adecuado para esos teocidas

Le llev casi una hora bajar con Chester desde lo alto del lugar sagrado hasta la puerta principal de
la ciudad. El idiota del cuerno no dej de tocar ni un solo momento. En el instante en que Zagorka
alcanz la puerta, el vado se estaba llenando con mullios de los ms de mil colonizadores. Granjeros,
tenderos, tejedores, msicos callejeros, mineros, herreros, sopladores de vidrio e incluso una pareja de
hermanos mercenarios que se haban autoproclamado los msculos de la gobernadora madre
Zagorka.
Estos dos ltimos se dirigieron a ella, con los hombros arqueados de manera absurda hacia
adelante y la barbilla sobresaliendo con furia.
No tienes ms que decir la palabra comenz Bret, el mayor de los dos.
Su hermano Jaimes termin el pensamiento.
y la eliminaremos.
Gracias, chicos. Es bueno saberlo. Zagorka ni siquiera haba aflojado el paso de Chester, sino
que lo montaba a galope directamente a travs de la multitud. Bret y Jaimes se apartaron, empujando a
los espectadores que estaban detrs de ellos. La turba se separ. Zagorka se detuvo en medio de ellos y
grit:
A menos que haya un monstruo de diez cabezas llamando a nuestra puerta, la que os espera!
Lo hay fue la contestacin, y una mujer vestida con seda negra se adelant desde la multitud.
Zagorka se qued boquiabierta. Para ocultar su terror, solt:
Phage. Imagin que tarde o temprano te pasaras por aqu. Ms tarde que temprano, supuse.
Bien, pues aqu estoy.
Supongo que has venido a por tu ejrcito.
As es.
Zagorka lanz una carcajada.
Bien, ejrcito, qu le dijisteis?
Ni hablar! fue la respuesta unnime del grupo.
Vulvete al pantano.
Olvdalo.
Algunas negativas menos civilizadas acompaaron a las anteriores.
Ya los has odo. Zagorka se encogi de hombros.
S respondi Phage. Ms de una vez.
Y bien, en ese caso, qu haces todava aqu? pregunt Zagorka con intencin.
Los ojos de Phage brillaron misteriosamente.
Tena la impresin de que esto era una colonia libre.
Lo es.
En ese caso, quiero unirme a ella.
Zagorka frunci el entrecejo.
Bueno, ahora ninguno de los que estamos aqu somos de un campamento enemigo
Yo tampoco respondi Phage con ecuanimidad. Si recuerdas, fuimos aliadas en la Guerra
de las Pesadillas. Sus penetrantes ojos vagaron por la multitud, preparados para atravesarla.
Alguno de los presentes me considera una enemiga?
Momentos antes, la multitud haba estado hablando entre dientes, pero ahora permaneca en
silencio, excepto Bret:
Slo di la palabra repiti, dirigindose a Zagorka.
sta resopl. Bret y Jaimes no tenan posibilidad de eliminarla. Se enfureci. Estaba en un
aprieto y lo saba.
Mira, aqu somos refugiados. Nos compenetramos. Si quieres quedarte, tendrs que unirte a la
comuna, ya sabes, jura lealtad a los dems.
Est bien dijo Phage. Lo juro. La anciana se qued boquiabierta.
Quieres decir que has roto con la Cbala?
S.
Y con el Primero?
Por m puede irse al infierno.
Zagorka se qued sin habla. Qu poda decir? Todos la miraban, y el viento silbaba como si
estuviera igual de asombrado.
Bien, supongo que formas parte de nosotros aadi con rapidez. Pero comprtate,
muchacha. Un paso en falso y dir la palabra, y mis msculos te
Eliminarn termin Jaimes, haciendo chasquear sus nudillos.
CAPTULO 5

LA CORRUPCIN DE LOS INOCENTES

renzas se arrodill, llorando, en su celda. Al menos poda arrodillarse. Sus piernas, rotas por

T dos veces, se haban soldado, torcidas durante tres meses y rectas durante un mes ms. Todava
llevaba moldes de escayola tanto por encima como por debajo de las rodillas, pero poda
arrodillarse y rezar. La muchacha cerr las manos llenas de cicatrices sobre el miserable colchn. Las
lgrimas dejaron lneas rojas sobre sus mejillas, tan tensas y plidas como la piel de un tambor.
Gracias, querido maestro, por permitirme vivir. Gracias por recrearme.
Los discpulos escuchaban. Ellos se ocupaban de Trenzas, dando vueltas alrededor de su cabeza en
un espinoso halo, pero era mejor eso que tenerlos escarbando a travs del cerebro. Slo ahora le
dejaban tiempo para la oracin y la accin de gracias. Trenzas estaba agradecida a xidor por
permitirle vivir, tanto como se lo agradeca al jaguar. Ambos eran depredadores, uno coma carne y el
otro almas, y la presa siempre adora a lo que la consume. Toda criatura destrozada por un poder
superior puede adorar o morir. Trenzas adoraba.
Fortalceme, oh, Grande, y te servir. Bscame y conoce mi corazn.
De todos modos, qu amante se lo da todo a su amado? Deben conservarse algunos pensamientos
ntimos, o los dos seres se funden en uno, y esa consumacin se transforma en onanismo. Trenzas se
haba entregado a xidor, pero an guardaba algunos secretos.
Los discpulos zumbaban con irritacin, como si pudieran or sus pensamientos.
Trenzas continu:
Maestro, escucho tu llamada y obedezco. Era demasiado tarde. Un discpulo se lanz contra
ella. Slo pareca una ligera chispa azul hasta que toc su carne. Entonces la chispa se convirti en una
estrella fugaz. Le perfor la frente y se dirigi al cerebro.
Trenzas se retir a su interior para combatir al discpulo. Su mente era un gran laberinto de piedra
y hierro. Haba construido esa inmensa fortaleza, bloque a bloque, para encerrar las miles de bestias
de demencia que haba cogido. En esos momentos muchas haban muerto, asesinadas por las aguas
turbulentas del miedo o por los discpulos que las exterminaban. Las celdas de su mente estaban llenas
de huesos.
La verdad es que a los discpulos no les preocupaban los monstruos, vivos o muertos. Ellos iban
tras los recuerdos, oro y recuerdos encerrados en oscuras bvedas. Ya haban saqueado muchos de
dichos bancos, extrayendo hasta la ltima moneda de pensamientos acerca de la Cbala, el Primero,
Phage y la invocacin de demencia. Qu cmara saqueara ahora ese discpulo?
Trenzas subi a lo alto de una escalera mental y sali a un parapeto. Encima de ella, la criatura-
estrella surcaba el hemisferio craneal. Se diriga derecha a una cmara de la mente todava inviolada.
Trenzas tendra que llegar all primero.
Alz el vuelo. Esto era su mente, y en ella poda volar. Se elev sobre terraplenes rematados de
lanzas, paredes hirientes y tejados. Igual el curso y la velocidad del discpulo y lo adelant.
Saba qu recuerdos eran los que buscaba. Un santuario dominaba el centro de la mente de
Trenzas. Haba comenzado tomo una capilla y crecido con claustros y campanarios, cruceros y
triforios dentro de una catedral. Era el centro de su devocin hacia el Primero. Hasta ahora, los
discpulos lo haban dejado en paz, buscando conocimiento tctico en lugar de adoracin. Ya no.
Trenzas se lanz, plegando las alas a sus costados y zambullndose en la gloriosa estructura. Se
hundi. El sonido de su voz golpe las paredes de piedra y las transform en hierro. Las notas hicieron
sonar las vidrieras hasta transformarlas en acero. La pizarra del tejado se fusion con la bveda,
convirtiendo la gran nave en una montaa. El enorme edificio se sell con la solidez de una
fortificacin.
Sera suficiente? Penetrara el discpulo? Trenzas extendi sus alas y se elev para mirar.
El ser azul entr zumbando, cambiando el rumbo hacia una antecmara abandonada. Si lograba
penetrar all, podra excavar hasta el santuario.
Trenzas se lanz de cabeza, mud las alas, se transform en pensamiento puro y se meti por el
techo de la antecmara. Dentro encontr una cmara oscura llena de recuerdos polvorientos: una silla
con una pata rota, una lmpara que ya no iluminaba, un arpa desafinada, una armadura perforada en el
corazn, la cabeza y el vientre. Cada objeto guardaba un recuerdo. La muchacha aspir toda la
habitacin dentro de s. Se convirti en la antecmara y se agazap, esperando el impacto.
El discpulo se estrell dentro de ella. Su peso estremeci su mente. Su calor hizo hervir su
voluntad. Las chispas saltaron de la criatura y escarbaron en su interior como una herramienta
perforante.
Trenzas slo poda esperar, resistir, aguantar. Mientras tanto, los recuerdos caan a travs de ella,
agonizando como huesos rotos. Eran casi tan letales como el discpulo

Ser gobernadora madre de Santuario era, la mayor parte del liempo, un trabajo ingrato, pero haba
momentos de alegra. se era uno de ellos.
Zagorka estaba de pie en medio de una multitud feliz. Se haba reunido ante un prtico de piedra
delante de uno de los edificios ms grandes de la ciudad. Un carpintero humano haba creado sus
hermosas puertas dobles a partir de la madera suministrada por aserradores enanos. Atravesaba esas
grandes puertas una fina cinta roja, producto de los telares lficos que haba trado una familia de
Krosa. En lugar de podio, el orador usaba una silla de madera construida por un centauro. ste no era
otro que el aguerrido enano Brunk, que tanta vergenza haba pasado por olvidar el lpulo y la
cerveza.
Y aunque no soy muy bueno con los discursos dijo, a pesar de llevar hablando un cuarto de
hora, fue ese da en que nuestra gobernadora madre vino perdiendo las asentaderas, en quiero
decir montando a Chester, en mi ayuda, que me vino a la calva la idea de esta cantina. Por eso, gracias,
gobernadora, por sealar que una ciudad no es ciudad sin una cantina, y un ciudadano no es un
ciudadano sin una cerveza.
Mientras la multitud aplauda, Zagorka se inclin con satisfaccin.
Y mientras plantaba, cultivaba, cosechaba y preparaba la cerveza, ha habido otros reparando el
tejado y fabricando los barriles y toneles, juntando mesas y esta silla de aqu, haciendo las velas y
Ja! Mirad all, a Clive! Casi le revienta el cerebro fabricando las copas y dems. De todos modos,
todos los presentes estis invitados, ya que sois los que habis hecho este lugar, y debis ser los que
entren primero y lo disfruten.
A por la cerveza! grit la gobernadora madre.
El grupo aplaudi mientras Brunk se tocaba el bolsillo de su chaleco de camarero en busca de unas
pequeas tijeras. Al encontrarlas, grit:
El Mago Dorado est oficialmente abierto!
Cuando la cinta roja cay al suelo partida por la mitad, la multitud volvi a gritar y empuj hacia
dentro.
Zagorka no era tmida. El t haba estado bien durante seis meses, pero haba llegado el momento
de algo mejor. Se dirigi a una puerta, gir el pomo y la abri. Entr seguida de una multitud
impaciente que inund un hermoso lugar.
El edificio era una gran sala con una mano nueva de cal sobre las antiguas paredes, que se
levantaban hasta un techo negro con una estructura de viga vista, encima de un triforio de ventanas
cuadradas para la salida de humos. Dos grandes araas colgaban de las vigas, pero sus velas no
iluminaban en la luz del medioda. Debajo haba una planta principal dividida en numerosas filas de
asientos que conducan, todas ellas, a una barra larga y lustrosa. Las mesas de la sala eran redondas y
robustas, las sillas invitaban a sentarse, y en medio de cada grupo haba mazos de cartas y montones
de dados. Las estanteras que haba cerca de la barra guardaban un brillante surtido de cristaleras, as
como cuencos de cuero y jarras de peltre, estas ltimas importadas de Eroshia. Los grandes toneles, el
verdadero orgullo de Brunk, esperaban en sus refrescantes huecos.
Mientras los dems ciudadanos se movan a su alrededor, Zagorka levant las manos en seal de
bendicin.
ste es un lugar bendito! Todos hemos arrimado el hombro y hecho un Santuario en
miniatura!
Los ciudadanos, amigos de todos los rincones de Otaria, corrieron hacia la cantina. Brunk tuvo que
darse prisa para alcanzarlos. Rode la barra, se agach bajo la trampilla, agarr algunas jarras y
comenz a servir. El clamor de las risas era como msica para los viejos odos de Zagorka. Santuario
ya no era un colectivo. Por fin era una comunidad.
El sonido de la celebracin par de repente, como si una mano gigantesca acabara de agarrar todas
las gargantas. Zagorka se volvi para ver la razn.
Phage estaba all de pie, en medio de la sala. No toc ninguna de las mesas o cualquier otro
mobiliario, y llevaba sus zapatos de suela de acero. Zagorka la mir boquiabierta y pregunt:
Qu ests haciendo aqu, Phage?
La mujer se volvi tranquilamente hacia ella y lade la cabeza.
He venido por la gran inauguracin.
Oh, no! T, no! exclam Brunk saliendo de detrs de la barra. Esto es una fiesta privada,
slo para la gente que ha contribuido a la construccin de este lugar.
Phage abri la palma de la mano y se encogi de hombros.
Cien mazos de cartas y quinientos dados parecen una contribucin.
En el atnito silencio que sigui, Zagorka se dirigi a la mesa ms cercana.
Tus manos descompondran las cartas. Abri un mazo y lo extendi. Todas las cartas
brillaban con un color plateado.
Mica explic Phage. Estn cubiertas por una lmina de metal sonri. Tena ganas de
poder jugar. Los dados son de piedra. Los he pulido yo misma, trabajado los puntos y pintado. Mucho
trabajo. Por supuesto, las cartas de mica son raras: cada mazo vale algunos cientos de oro.
Lo haba vuelto a hacer. Phage se haba integrado ganndoselos. Esta vez, sin embargo, Zagorka no
estaba enfadada, sino ms bien impresionada. Mezclando las cartas, dijo:
Supongo que una cantina no es una cantina si no hay juegos. Ven aqu. Me gustara ver lo gallita
que te pones cuando te sirva tu trasero en bandeja.
Phage se acerc con una sonrisa en la cara y un banco de metal en la mano.
Mientras no me sirvas el tuyo. Yo no necesito un mulo de casi media tonelada.
La gobernadora madre ri, igual que el resto de la multitud. Por fin eran una comunidad.

Trenzas ya no poda aguantar ms. Mientras el discpulo le perforaba la mente, los recuerdos la
abrumaban:
Mi nueva luchadora lo est haciendo bien, no crees? Trenzas pronunciaba las palabras
mientras escupa bilis por la boca. Tanto adoraba al Primero que no poda estar en su presencia sin
vomitar. Guardaba una escupidera en sus aposentos privados para tales homenajes.
S contest el Primero. Ni siquiera se haba vuelto a dar la bienvenida a Trenzas, slo miraba
por la ventana. Vestido con cuero negro, pareca no tanto un hombre como un avatar de la oscuridad.
El Primero observ a Phage en los fosos de Afetto. Estaba luchando. Es maravillosa.
Qu cruel era al usar esa palabra para referirse a la rival de Trenzas!
Recuerda lo intil que haba sido antes de que la encontrara: casi muerta, aterrorizada,
supurando? Hice algo de ella.
Trenzas tuvo que apoyarse en una mesa de mrmol blanco. Estaba temblando, y por razones
equivocadas.
Por qu, maestro? Por qu la elegiste a ella se detuvo antes de terminar la frase en
lugar de a m?
El Primero estaba enojado, a pesar de todo. No era prerrogativa de Trenzas cuestionarlo. Se
volvi hacia ella con ojos llameantes en su ptreo rostro.
Toma como un signo de mi amor que no te mate por preguntar.
Slo el Primero poda pronunciar con total indiferencia las palabras amor y matar en la
misma frase. Trenzas volvi a vomitar en la escupidera.
El Primero se volvi hacia los fosos.
Aunque no necesito responder a tu pregunta, lo har. Yo no eleg a Phage. Lo hizo otro poder. El
mismo que me eligi a m. Trat de matarla. La cog entre mis brazos para destruirla, pero otro poder
intervino, y todo el odio por matar que vert dentro de ella la fortaleci.
Respir profundamente y cruz los brazas sobre el pecho. Aunque continuaba mirando por la
ventana, pareca que estuviera viendo otra escena.
Mi madre intent hacerme lo mismo. Cuando todava estaba en el tero, me odi y dese
deshacerse de m. Verti sobre m todo el veneno mgico que pudo para que naciera muerto. Cada
veneno slo consegua hacerme ms fuerte. Al final nac, con mi alma llena de oscuridad. La mujer
que me haba odiado en el tero se enamor de m al nacer. Haba sido elegido, y me convert en su
ojito derecho, en una manzana podrida. Cuando tuve edad, la mat.
El Primero sali de su ensueo y observ a Phage mientras luchaba.
Ella y yo somos iguales, elegidos por el mismo poder. En todo el mundo, slo puedo tocarla a
ella, y ella slo puede tocarme a m. La multitud de ms all aplauda con violencia, y el mismsimo
Primero sonri, aplaudiendo. T ni siquiera eres capaz d permanecer en la misma sala sin vomitar.
Oh, maestro suplic Trenzas, no se trata de repugnancia, sino de deseo.
Lo s, hija. Esta palabra era la ms cruel de todas.
Trenzas se march, llevndose la escupidera consigo. Ella tambin saba cmo ser cruel.
Si t mataste a tu madre, y t y Phage sois iguales, algn da ella te matar a ti padre.
Mientras sala corriendo, Trenzas mir atrs. Nunca antes haba visto la cara del Primero tan plida.
Una luz azul y terrible hizo aicos la visin, rompiendo la ltima defensa de Trenzas. Huy de la
antecmara mientras el resplandor azul la registraba, aduendose de cada recuerdo. No se detendra
en esa cmara, sino que robara la catedral entera. Pronto, Akroma lo sabra todo.
Extendiendo las alas, Trenzas se lanz al cielo craneal. Tres golpes y lo atraves, saliendo de su
mente hasta su celda de iniciado.
Volvi a arrodillarse junto a la cama, con las manos juntas y los codos hundidos en las sbanas de
arpillera. Amargas lgrimas rodaron por sus mejillas, y tartamude:
Gracias, maestro, por destrozarme y rehacerme. Destrzame ms!
La chispa azul sali de sus labios, robando todos sus pensamientos.
Trenzas se volvi hacia el cubo que Akroma le haba suministrado y vaci en l su estmago.

El general Ceo de Piedra estaba de pie en el vado rocoso, con sus cascos humeando en la
refrescante agua y sus ojos recorriendo Santuario. La ciudad brillaba con la luz de la maana, tan
dorada como el da que la haba dejado. Ahora, sin embargo, la gente recorra las calles, las caras
miraban al exterior desde las erosionadas ventanas y las voces rean y hablaban. Deba de haber unos
mil refugiados entre esos muros.
Extraa ciudad murmur, construida por los dioses pero abandonada por los mortales.
Poda sentirse identificado. El dios que lo haba creado lo haba abandonado. Kamahl y Krosa se
deslizaban juntos a la condenacin, pero Ceo de Piedra no los acompaara. Santuario sera su nuevo
hogar, y all se quedara con otros mortales en contra de Krosa, Topos y la Cbala.
El gran arco que se ergua delante del centauro pareca un enorme cero.
Rechin los dientes y se dirigi hacia esa cifra gigante. De alguna manera, las runas que la
atravesaban parecan incluso ms salvajes que la ltima vez que las vio: ms profundas, ms
angulosas, con una violenta inclinacin. Dijeran lo que dijeran, no era Bienvenido a Santuario. Ceo
de Piedra se apresur a entrar en la sombra del arco y la cruz, esperando que lo abordaran en
cualquier momento. Al otro lado slo vio a un guardia apoyado en una silla de madera, con la espalda
contra el arco, mientras reduca una vara a la nada.
Soy el general Ceo de Piedra de Krosa, una vez segundo del comandante Kamahl anunci el
centauro. Ahora soy un agente libre.
Hola contest el guardia con un pequeo gesto conservando el cuchillo en la mano. Soy
Gabo. Parpade bajo un almiar de pelo y sigui cortando volutas de madera.
Deseo unirme a la colonia.
Claro dijo Gabo. Por supuesto, tendrs que trabajar. Ya ves, igual que yo.
Ceo de Piedra frunci los labios.
T ests trabajando?
Claro. Gabo se detuvo para mirar al centauro con los ojos entrecerrados. T tambin
podras ser guardia, pero sera mejor que trajeras una silla ms grande.
Dndole unas palmaditas al hacha que llevaba colgada de la cintura, Ceo de Piedra dijo:
Tambin traera una hoja ms grande.
Gabo mir su vara.
Es difcil tallar con un hacha, y no nos gustan mucho los generales. Podras cultivar o tejer
canastas o servir de animal de carga, pero creo que ser guardia no es tan malo.
Creo que, en tu caso, no es tan bueno murmur Ceo de Piedra mientras se alejaba.
Nos veremos, Ceo
El centauro gru y sigui adelante. El camino se elevaba lentamente por los extensos campos de
suelo negro con prdigas cosechas. Aqu y all se vean espaldas agachadas entre los tallos y, en
algunos lugares, los granos cosechados yacan en fardos. Ms all, la gente mayor se sentaba en las
rocas y separaba las cabezas de los tallos, colocando la comida en canastas tejidas con la misma clase
de tallos. Entre las rocas, las vias se extendan sobre caballetes de madera y alambre. Un elfo
trabajaba con un grupo de enanos para construir un pozo de piedra donde pisar la uva. Delante, en el
camino, rudimentarias carretas y otros vehculos se arrastraban detrs de bestias mudas y otras no tan
mudas, transportando comida hasta la ciudad.
Ceo de Piedra sinti que su expresin se suavizaba. Puede que Santuario fuera tranquilo, pero no
era relajado. All la gente cooperaba y recoga una recompensa comn. Pareca imposible sin un
gobernante que los dirigiera o un poder que los inspirara. Era gente dispar que slo unos meses antes
haba hecho la guerra. Ahora viva en paz y trabajaba para reactivar una antigua ciudad. Cuando el
general emprendi el camino hacia la calle inclinada, se dio cuenta de que la entrada no era un cero
vaco, sino un gran crculo que la abarcaba.
Al entrar en la ciudad propiamente dicha, Ceo de Piedra se encontr a ms gente (humanos,
avens, trasgos, enanos, elfos), algunos ocupados con el trabajo y otros con el placer. Nadie lo mir
embobado, aunque algunos saludaban, ya fuera de palabra o con la cabeza. Los centauros lo conocan,
por supuesto, pero slo inclinaban la cabeza en su direccin, como diciendo:
Me alegro de que por fin ests de vuelta.
Delante, el ruido creci. Una multitud se haba reunido en lo alto de la colina ms all de un pozo
pblico. Sin embargo, no era el agua lo que les haba llevado all, ya que le daban la espalda al cubo y
la polea. Las voces se alzaron en una discusin. Resonaban simultneamente gritos ocasionales de
diversin y quejidos de desesperacin. Qu estaba pasando?
Ceo de Piedra se acerc por detrs a la multitud y, cuando lleg arriba, pudo ver por encima de
los dems.
Un grupo de unas cien almas, la dcima parte de los habitantes de la ciudad, estaba de pie
formando un ancho crculo. En el centro se agachaba un hombre de apariencia harapienta y un aven
tembln que se miraban con cautela. En la multitud, el oro y la plata destellaban de mano en mano y al
bolsillo, y esas mismas manos se ahuecaban alrededor de la boca para gritar:
Vamos, Bret! Dale!
No retrocedas, Delda!
Se doblegar como un aven!
Es un aven!
Deportes de sangre, all, en Santuario? Las esperanzas de Ceo de Piedra de una colonia libre
empezaban a desmoronarse. Momentos despus, la erosin de la esperanza se converta en
derrumbamiento.
En un balcn cercano descubri, ni ms ni menos, que a Phage.
El centauro la mir y murmur:
Phage!
Sacudi la cabeza con incredulidad. En efecto, los brazos de la Cbala haban crecido mucho.
Ceo de Piedra! lo llam Zagorka, levantndose de un asiento justo al lado de Phage. Me
alegro de que hayas vuelto!
l buf.
Qu haces sentada al lado de esa mujer!? No me puedo creer que permitas este cruel
espectculo!
Cruel? pregunt Zagorka. Cruel para qu, para los dados?
Qu?
Phage habl.
Nuestro amigo est confundido. Vio a una multitud alrededor de dos combatientes sudorosos,
vio apuestas que cambiaban de mano, oy silbidos, me vio a m y supuso que esto era un combate.
No lo es?
No. Esto es un juego de tabas. Se lanzan los dados, no los puos. El juego decidir a quin
pertenece un cobertizo que hay entre sus casas.
Ceo de Piedra parpade y mir a Zagorka.
Oh, vaya, sigo sin poder creer que permitas esto.
La anciana se encogi de hombros.
Phage sugiri un combate a muerte. Yo suger que compartieran el cobertizo. sta fue la
solucin que ellos dieron y, como puedes ver, es popular.
Y rentable aadi Phage. La colonia se queda con la dcima parte de todas las apuestas. Por
fin Santuario tendr dinero en sus cofres. Muchas disputas como sta y tendremos un tesoro.
Ceo de Piedra siempre se haba sentido cohibido en presencia de Phage, pero nunca tanto como
ahora.
Bien es tan es el olor de todo esto. Huele como la Cbala!
Phage ri; un escalofriante sonido sali de sus fros labios.
He jurado dejar la Cbala.
Oh, t no la creers, verdad, Zagorka? Sabes lo que est haciendo? Te est quitando la
colonia, no con un ejrcito, sino con un par de dados.
Zagorka mir a la mujer que tena junto a s.
Hay un juego de seduccin en todo esto, s, y ella puede creer que me est quitando la colonia,
pero, al final, veremos quin seduce a quin. Dej escapar un gran resoplido. Ahora, general, si
no te importa, he apostado dos de oro por Bret
CAPTULO 6

CRUZAR PUERTAS

kroma estaba de pie en los Campos de los Rastrojos, las rebautizadas Tierras de Pesadilla. Su

A rostro era fro y sereno. Sus alas se extendan blancas bajo el cielo azul. Aunque su mitad
ngel esperaba con tranquila resolucin, su mitad jaguar resollaba de miedo.
Cerca de all, una seccin de hombres de masilla se reuna junto a un gran tapn de piedra que
sellaba un foso succionador que hoy se reabrira.
Al trabajo orden Akroma misteriosamente.
Los hombres de masilla se agacharon hacia la piedra y cogieron con sus manos de arcilla los
bordes de la roca. Colocaron sus dedos pegajosos alrededor, la agarraron y comenzaron a tirar hacia
arriba. La piedra no se movi. Lo volvieron a intentar, y un siseo de aire comenz a salir por uno de
los bordes. Entonces, el tapn se levant con mayor suavidad y, cuando la grieta se ensanch, el siseo
se convirti en un silbido y ste en un aullido.
El foso estaba llamando a Akroma. Su voz era la voz de la muerte. Ella sonri, pues estaba
buscando a la muerte y a su prisionero, xidor. La sierpe de la muerte ya no estaba en Topos, por lo
que deba de haber huido a los fosos succionadores. Si estaba all, Akroma la encontrara, encontrara
a xidor y lo devolvera a la vida.
De todas formas, se mostraba reacia. Su mitad jaguar sinti un miedo mortal.
Los hombres de masilla se levantaron, con las espaldas erguidas y el tapn de piedra liberando el
agujero. Gema. Con cautela, los trabajadores movieron la piedra hacia un lado. El taln de un obrero
resbal en el borde del foso y el hombre estir los brazos para sujetarse. El viento tir de l hacia
abajo. Su cabeza de masilla golpe el tapn y se qued atrancada; se qued all colgado un momento,
agitando los miembros. La carne gris se despeg y cay. El resto de hombres de masilla dejaron el
tapn sobre el suelo arrugado.
Akroma estaba de pie, mirando fijamente al foso. Era indescriptiblemente negro, y sinti en su
interior la oscura inteligencia contra la que deba luchar.
La sierpe de la muerte.
Escondiendo las alas, el ngel se arroj de cabeza al foso. Con renuencia, su mitad jaguar la sigui.

Umbra se senta como si hubiera registrado cada sala de Locus, pero no poda haberlo hecho. El
lugar era enorme, y l slo era un hombre.
No, ni siquiera era eso. No era nada, y las criaturas a las que buscaba eran incluso menos.
Umbra penetr en un corredor de piedra. Agarr pomo tras pomo y abri puertas que revelaban
salas amuebladas con fantasas de la mente. Algunas tenan detalles en papel carmes y en otras
entraba la luz por ventanas de vistas imposibles. Muchas tenan contornos amorfos de anatoma. No
obstante, todas ellas olan a viejo, vacas desde haca mucho. En ninguna de ellas se encontraban los
otros no hombres.
Tenan que estar en alguna parte. Cada no hombre era un portal abierto que conduca a algn lugar
del palacio; por esta razn, la mitad anclada estara en una u otra sala. Sera difcil verlos, pues eran
simples siluetas que permanecan de pie, quietas, pero habra seales delatoras frente a ellos. Tal vez
hubiese hojas de hierba aplastadas con los pies, o charcos de lluvia que hubieran atravesado, quizs
insectos o pjaros.
Otra habitacin vaca. Umbra cerr de golpe la puerta con el pomo de ncar y maldijo en voz baja.
Era el fantasma de Topos condenado a vagar por el palacio, visto a medias en sus agitadas rondas,
dando portazos y pronunciando blasfemias. Umbra descendi por unas retorcidas escaleras para
encontrarse una vez ms en la magnfica entrada. El frentico paso del hombre sombra se volvi ms
lento. Anduvo con dificultad hasta una caja de zapatos que haba frente a las puertas de entrada y se
sent a pensar.
Adnde habran ido? Qu otro propsito tenan los no hombres que no fuera salvar al maestro?
Si traicionaron ese propsito, sus vidas no tenan ningn sentido.
De repente, inspir profundamente, se puso en pie y abri la tapa de piedra de la caja de zapatos.
Se tambale hacia atrs, mirando fijamente al interior de una oscura eternidad. Era como si uno de los
fosos succionadores de las Tierras de Pesadilla, es decir, los Campos de los Rastrojos, se encontraran
dentro del mismsimo palacio, excepto que ese foso no succionaba el aire hacia dentro. Sencillamente,
era negro y sin fondo. xidor haba creado muchos de tales espacios en su palacio, ms grandes por
dentro que por fuera, y uno se preguntaba por qu razn.
Los no hombres rebeldes no estaran all. El maestro no habra creado un portal dentro de un lugar
as. Umbra cerr la tapa y reanud su bsqueda. Tom una escalera de subida que se utilizaba poco
hasta una cuarta planta secreta, oculta detrs de un magnfico friso. Ya haba buscado en ese piso una
vez y no haba encontrado nada, pero no se le ocurra ningn otro sitio donde hacerlo.
Las voces bajaron por el oscuro corredor y Umbra se puso al acecho. Haba alguien en la tercera
sala de la derecha. Pisando con cuidado, alcanz la puerta y escuch. No eran slo voces, sino sonidos
de la calle: ruedas de metal sobre los adoquines, caballos relinchando en la distancia, el agua cayendo
por los imbornales medio obstruidos. Umbra puso la mano en el pomo y gir despacio. La puerta se
abri, revelando una oscura biblioteca, con estanteras en todas las paredes y libros antiguos colocados
en ellas. Sobre las mesas de lustrosa superficie brillaban lmparas amarillas, y en una pared se
levantaba una chimenea de mrmol blanco, con el clido fuego invitando a los lectores que nunca
vendran. Pareca que las llamas eternas echaran humo, pero una inspeccin ms de cerca mostr que
el vapor gris provena del centro de la sala, surgiendo de una figura con apariencia de hombre. No era
humo, sino niebla.
All, de pie sobre la alfombra descolorida, se encontraba uno de los dos no hombres rebeldes.
Un sabueso que dorma en la esquina se despert, levant la cabeza, olfate y se fue derecho a
Umbra. ste se abalanz sobre la puerta para cerrarla, pero el perro ech a correr en direccin hacia l.
Escuch su gaido cuando apareci en la sala donde permaneca su yo anclado. Estaba atrapado all
tras otra puerta cerrada.
El can haba entrado a travs de otro no hombre.
Umbra ech una mirada furtiva dentro de la sala, arrastrndose sobre gruesas alfombras hacia el
contorno gris. Despus de meses de bsqueda infructuosa, estaba impaciente, y l mismo se lanz al
otro lado.
La biblioteca se desvaneci, y en su lugar apareci una concurrida calle nocturna. El hombre
sombra cay sobre los resbaladizos adoquines y rod hasta detenerse justo delante de los dos rebeldes
que buscaba.

Akroma se zambull en el estruendoso vrtice. El foso succionador era del mismo dimetro que la
boca de una sierpe de la muerte, e incluso tena las marcas de sus dientes. Se sumergi hacia el
interior.
La negrura de debajo escoca como agua helada, robndote el calor y la vitalidad. Sin embargo, a
diferencia del agua, aqulla no mantena a flote a Akroma, que cay de cabeza y, extendiendo las alas,
aprovech los vientos del caos para volar.
La energa informe empuj todo lo que la rodeaba. Ansiaba una estructura unificada, y Akroma lo
estaba bastante. El poder se condens en su carne formando una segunda piel. Bati las alas y la cosa
se desprendi, conservando su forma un momento antes de disolverla. Atrajo ms energa sobre sus
hombros y brazos hacindolos crecer rpidamente, pero ella rasg la sustancia hasta deshacerla.
Hara otra de ella en un momento dado, o simplemente la asfixiara? Temblando, se deshizo de las
membranas.
Ech un vistazo a travs de la energa arremolinada con la esperanza de ver el agujero a travs del
cual haba entrado. Ya no estaba all. Akroma rebot e intent trepar, estir el cuello y busc la
vorgine de arriba, pero no haba seal de escapatoria. Su corazn se desboc. Importaba? Si
encontrara a su maestro, debera sumergirse en lo profundo de la tormenta de energa. Slo despus de
que hubiera cogido a la sierpe y la hubiera destrozado necesitara preocuparse de la salida.
Con las alas extendidas, la mujer se alz. Busc la forma de la sierpe, un parche ms oscuro entre
la negrura, un fornido bucle entre las descabelladas espirales de energa. Los colores brillaron dentro
del ser y se volvieron a apagar. En algunos lugares, la energa se acumul alrededor de alguna idea
perdida, formando un perro, una silla, una roca, una bota luego se debilit. Mirara donde mirara, el
caos herva como un estofado. No vera a una sierpe ni aunque la tuviese delante.
Cerrando los ojos, vol siguiendo sus sentidos. Tal vez pudiera percibir a la sierpe a travs de los
cambios de presin. No sirvi de nada. Los nervios de las alas, que podan leer cada matiz del viento,
estaban sobrecargados por esa vorgine. No poda sentir a la sierpe, no poda verla y le resonaban los
odos con el rugir de los vientos succionadores.
El rugido. El agujero. La salida!
La boca del pozo era el nico sonido continuo en todo ese tintineo. Cambi de rumbo y sigui el
sonido hasta la superficie, de vuelta a la vida. Se sinti como una cobarde cuando bati las alas
escapando de all.
Sobre ella, el agujero brill con luz trmula, un pequeo crculo poco iluminado en el remolino de
poder. Akroma fue hacia all. Si se comportaba como una cobarde era porque xidor la haba hecho
as.
Justo antes de que saliera disparada por el agujero, lo vio: una cabeza negra y unos dientes que
brillaban. Salt fuera de la oscuridad un agujero brillante por encima y uno oscuro debajo, pero
cul debera elegir? Apret la mandbula, recogi las alas y lo atraves volando.

Umbra rod dos veces ms y luego se enganch a la barra rota de una rejilla de alcantarilla.
Tirando de su amplio perfil, el hombre sombra correte por el pavimento, apartndose del camino de
los dos no hombres que venan andando. Se fundi con las sombras de una pared cubierta de hiedra y
esper a que pasaran sus presas.
Paseaban en la noche neblinosa y hablaban en voz baja pero vida. La niebla era densa, pero sus
formas podan vislumbrarse de vez en cuando gracias a las luces encantadas de la ciudad, que, fuera
cual fuese, estaba plagada de magia.
Umbra se desliz detrs de los no hombres y los sigui furtivamente. Haba encontrado a los dos
traidores que haban abandonado a su maestro a la muerte slo para preservar sus propias vidas.
Estaba indignado y le habra gustado escupirles. Akroma se encargara de escupir a los dos rebeldes
cuando los llevase ante su presencia. sa era la parte fcil. Slo necesitaba saltar sobre ellos,
obligndoles a pasar a travs de su propia forma, y apareceran en la sala antes inundada de Locus.
Luego los llevara hasta Akroma y
Cmo podra llevarlos a ningn sitio? pens. Me cerrara para siempre. Cuando estos no
hombres pasaran a travs de m, se acabara todo.
Por supuesto, Umbra estaba dispuesto a tal sacrificio, pero qu evitara que los no hombres
volvieran a huir? Akroma no estara all para detenerlos, y su muerte habra sido en vano.
Muerte era una palabra demasiado fuerte. Umbra sencillamente se cerrara, eso es todo. Se cerrara
y desaparecera. No sera ninguna pena, slo el cese del ser Reanud el paso, caminando
sigilosamente para alcanzarlos.
Bajando por unas anchas escaleras paseaba un viejo y cansado profesor. Cruz justo delante de
Umbra, que tuvo que saltar a un lado para evitar arrollarlo. Cuando se recuper, corri hasta colocarse
detrs de los no hombres haciendo coincidir sus pasos.
Ambos tenan la silueta de xidor, aunque uno era alto y flacucho y el otro bajo y fuerte. Umbra
sintoniz la membrana de su portal hacia sus voces y pudo or claramente incluso los susurros. Iba
hablando el alto.
no s en qu estabas pensando cuando trepaste all con ella.
En ti no. Es que nunca has mirado a una chica?
A chicas, no. A mujeres, s
Bueno, esa seora era toda una mujer. Ya la viste, debajo del vapor y las burbujas! La viste!
El asunto es que t eres un agujero viviente. Qu iba a querer una mujer con un agujero
viviente?
No me preocupa lo que quiera conmigo, sino lo que yo quiera con ella.
Agh! Sientes deseos en rganos que ni siquiera tienes.
Y qu pasa contigo, siempre leyendo libros? Si no tienes ni ojos ni cerebro.
Puedo leer en cierto modo, pero el hecho de que t intentes, bueno, tener una experiencia carnal
cuando ni siquiera tienes carne!
Quin dijo algo de caramelos?
Idiota!
Slo pretenda echar un pequeo vistazo.
Puedes echar un vistazo sin trepar por la tubera hasta ella! No se te ocurri pensar qu pasara
si un agujero viviente trepara por una tubera llena de agua?
No estuvo llena mucho tiempo!
Llena de agua o de mujer, tu vistazo se acab rpidamente, eh? Y la verdad es que haces honor
a tu nombre, seor Charco.
Y t tambin, seor Palo.
Qu he hecho yo para hacer honor a ese condenado nombre?
Tienes un palo colocado en
Me sent como un palo por la forma en que aquellos nobles perros descargaron sobre m!
Oh, esos perros no le hicieron dao a nadie!
Tenemos suerte de que ninguno de ellos saliera disparado a travs de nosotros.
Uno pas a travs de m.
Oh! Sers patn! Qu pasar cuando encuentren a ese perro en la sala donde ests anclado?
No es necesario ser un genio para darse cuenta de que ests all de pie. Nos pueden encontrar en
cualquier momento.
Y por qu no lo dijiste antes? El seor Charco lanz un silbido. Aqu, chico! Ven aqu,
muchacho!
No va a funcionar gru el seor Palo.
Umbra asinti en silencio, ya que el perro estaba ahora en su interior. De repente, la bestia salt a
travs de l y, ladrando, corri calle abajo.
Ah lo tienes. Lo ves? Problema resuelto.
Eres incorregible, seor Charco.
Muchas gracias, seor Palo.
No era un cumplido.
Bueno, en ese caso, vete al cuerno.
Al cuerno, t. Eres la razn por la que no hemos encontrado un hechizo de carne.
Eso lo sers t. No haba un hechizo como se en la biblioteca. Tendrs que entrar discretamente
en la casa de un mago.
Cmo? Todos ellos estn protegidos contra la magia de portal, y nosotros somos portales.
Es fcil. Slo nos tienen que invitar.
El seor Palo pareci considerarlo.
Tu idea de la hechicera es bastante estpida, pero en lo fundamental tienes razn. Si nos invitan
a la fiesta de un mago, podremos escabullimos y encontrar algo til. Empezaremos por atender
asuntos menores y labrarnos una reputacin.
Haces que colarte en una fiesta parezca aburrido.
Espera! Qu es eso?
Qu?
Umbra se qued inmvil, temeroso de que lo hubieran odo.
Lo ves? Justo all, sobre tus hombros, la lnea en el aire
Umbra tembl, dando un paso atrs.
Lo veo! Una cuerda de tender la ropa!
Precisamente, seor Charco. La cuerda de tender la ropa de un noble. Slo tenemos que trepar
por esa pared de ladrillo y hacernos con la ropa, como un fuerte viento.
Ahora hablas mi idioma!
Nos disfrazamos con unas mscaras, mscaras de sociedad, y nos colamos en una fiesta
pretendiendo ser otra persona.
Un da feliz!
Vamos, amigo Charco, trepemos.
S, vamos.
Umbra se apart. Cuando se vistieran sera ms fcil seguirlos. Adems, a l no le importara
colarse en una fiesta o dos

Akroma se arroj al crculo de muerte.


Los dientes de la sierpe se entreabrieron, una trampa de acero llena de profunda oscuridad. Esa
criatura fue la muerte de xidor, y podra ser tambin la de Akroma. No importaba. Sin el creador, la
vida no tena sentido.
Plegando las alas, Akroma se sumergi en las mandbulas abiertas. Pliegues sepulcrales de carne
la rodeaban y arrastraban hacia una completa oscuridad. Estir las manos hacia adelante, abriendo la
garganta. Sus dedos se hundieron en ella y se lanz ms hacia el interior.
Maestro! xidor! Vengo a por ti!
Agarr ms carne correosa, pero sta se disolvi. Clav las garras en ella para sujetarse, pero los
msculos de la sierpe se rasgaron. Pronto, en lugar de un nervudo tubo, descendi a travs de carne
hecha jirones y, despus, por el hirviente vientre del caos.
La sierpe de la muerte slo haba sido otro fantasma. Nunca haba sido real, slo era una
proyeccin de su mente.
Akroma extendi las alas y se volvi hacia el rugido que se oa sobre ella. Era un lugar de
fantasmas. All nunca encontrara una verdadera sierpe de la muerte.
Destrozada y fatigada, la mujer subi. Las energas que caan le arrancaron plumas de las alas,
descubrieron su lgica y las convirtieron momentneamente en pjaros. Las arrulladoras criaturas
desaparecieron en las fuerzas que las haban formado. El caos es para los creadores, no para las
criaturas. xidor pudo haber metido la mano en ese asunto y pintado un mundo entero, pero ella slo
era parte de la pintura.
Mirando fijamente el crculo de luz, Akroma bati las alas una vez ms y se lanz hacia fuera.
Dibuj un arco por encima del suelo gris, sinti la mano tirante del mundo y cay de bruces.
Los vientos la atrapaban, tratando de llevarla de nuevo al foso, pero ella se sujet.
Cerradlo! grit Akroma a los hombres de masilla. Cerrad el agujero succionador!
CAPTULO 7

TRAGAR ALMAS

l coliseo estaba lleno a rebosar, pero lo senta vaco. Phage llevaba dos meses fuera, trabajando

E para establecer una arena de la Cbala en Santuario. Zagorka y el ejrcito de esclavos haca
ocho meses que se haban marchado y, aunque podan negarse a volver a la Cbala, no podan
evitar que la Cbala fuera a ellos. Aparentemente, Trenzas (quin saba qu le haba ocurrido a
Trenzas?) se haba ido para bien.
Mi trinidad murmur el Primero: Phage, Trenzas, Zagorka
Junt con fuerza las manos de guantes negros que podan matar con un solo toque. Sus hombros se
doblaron, y su espalda y su estmago El Primero contaba con un poderoso fsico y una metafsica
ms poderosa todava, pero, sin esas tres mujeres, se senta dbil, abandonado.
Se alej de la ventana del balcn y, sin siquiera quedarse para ver la matanza, entr en sus
aposentos. Pas delante de paredes pintadas de negro y espejos amenazantes, entre tapices de lana y
asientos de cuero. Tan palaciega como pareca esa lujosa habitacin, slo supona la mitad del
dominio del Primero. Bajo l haba cmaras secretas ocultas de todo el mundo, incluso de Phage.
Levantando un tapiz, desliz la mano por la pared hasta que sinti una fisura. Una suave presin
separ los paneles, revelando una escalera de caracol que bajaba hacia la oscuridad.
No necesitaba luz. Mientras descenda, dej que el fro de la piedra se filtrara en su sangre
abrasadora.
Puede que su trinidad se hubiera marchado, pero su dios no lo haba abandonado.
Al final de un largo corredor haba un cuarto pintado totalmente de negro, con una nica alfombra
de carrizo en el suelo. El Primero la pis y anduvo hasta el centro de la pared del fondo. Era de fro
metal, pulida para que brillara con luz trmula incluso en la oscuridad. Se quit los guantes, extendi
las manos sobre el fro metal y habl en voz baja, no con palabras de magia, sino de devocin.
Gran gobernante de mi corazn, solicito audiencia.
La pared comenz a cambiar. Una delgada lnea de oro recorri el espacio entre el techo y el suelo:
una abertura. La clida luz se ensanch, como si el sol de la maana se filtrara entre las puertas de
metal. El Primero apart las manos y retrocedi un paso, luego otro. El brillo aumentaba, trayendo
consigo un fuerte ruido. Algo enorme haba estado apoyado contra las puertas: montones de monedas
de oro que acabaron volcndose. En una verdadera ola, la fortuna abri las puertas y se derram por el
suelo de la cmara. Cuando la marea de riqueza lo alcanz, yaca postrado en la alfombra y las
monedas fluan a su alrededor. Sus voces de metal murmuraban en silencio, y el Primero habl con
reverencia.
Gran Kuberr, tu siervo se postra ante ti. He cumplido tu voluntad. Por ti, asesin a mi propia
familia, cre la Cbala, cre los fosos y el coliseo. Ahora rehago cada ciudad y aldea de Otaria a tu
imagen, a travs de tu poder. Pronto no habr otra ley que no sea la de la arena, otro gobierno que no
sea el de la Cbala ni otro dios que no sea Kuberr. Todo esto lo he hecho por ti.
El Primero yaca jadeante ante su seor. Durante siglos haban construido su imperio, y mientras
tanto la fuerza de Kuberr haba aumentado. Al principio, slo se haba aparecido en sueos, pero ahora
se manifestaba con el brillo del sol en su gran horda de oro y en cada apuesta hecha en el coliseo.
Pronto obrara dentro de cada apuesta de Otaria.
T me enseaste la moneda de cambio de los corazones, esa avaricia que compra todas las
almas. As, en avaricia, vengo a ti. Todo lo que me has dado te lo he devuelto. Ahora te pido una nica
cosa que ser ma para siempre. El Primero hizo una pausa y, en un intenso susurro, continu:
Quiero a Pha-ge. Tremela. Compra su alma y dsela como presente al mayor de tus siervos.
Concdeme este favor, gran Kuberr.
En el corazn de ese brillo cegador, el montn de monedas cambi. Tintinearon, y sus murmullos
de metal se unieron para dar forma a la voz de un poder ancestral.
Ser tuya, Virot de los Maglan.
El corazn del Primero se aceler en una accin de gracias.
Eres grande, Kuberr. Tu luz brilla en el anverso de mi alma, pero el reverso est sumido en la
sombra. Debo preguntarte algo: me traicionar?
No hubo respuesta del seor dorado.
La has bendecido, la has convertido en tu sierva como hiciste conmigo, pero cuando me
convertiste a m, me pediste que sacrificara a mi familia. Le pedirs a ella que haga lo mismo? Le
pedirs que me mate?
Al principio, el silencio fue la nica respuesta; despus, las riquezas cambiantes volvieron a
hablar.
Tengo grandes planes para ella. Esto es lo que hars: cuando llegue, la tomars como es tu deseo
y hars que sea tambin el suyo. Ser tuya mientras la quieras.
Ser ma repiti el Primero con avaricia. Sus mejillas grises se arrugaron en una sonrisa leve.
Una vez ms, la luz de Kuberr brillaba en una cara del trato, pero la oscuridad acechaba en la otra.
No me has dicho si la enviars contra m, a matarme
No, no lo he hecho. En este asunto, debes hacer lo mismo que el resto de los mortales: suponer.
El Primero levant la cara, mirando dentro del resplandor.
Entonces, le ordenars que me mate.
Slo contina sindome fiel, Virot. De otra manera, tu muerte est asegurada.
Inclinando la cabeza como muestra de aceptacin, el Primero dijo:
Durante siglos te he servido fielmente y lo seguir haciendo siempre.
S, lo hars.
Con esas palabras, el oro volvi a moverse. Se agolp como cucarachas, unas sobre otras, en
relucientes enjambres hacia el santuario. Las monedas golpearon la espalda del Primero, corrieron por
sus brazos y treparon hacia su radiante divinidad. En slo unos momentos, el suelo estaba limpio, y
una gran pila de oro se clasificaba en montones ordenados. El hombre slo pudo quedarse all y mirar,
sobrecogido por el espectculo. La cmara que haba guardado el oro pareca interminable, llena de
riquezas infinitas. Cuando la ltima moneda hubo regresado rodando a su lugar, las enormes puertas
se cerraron en silencio. Un mundo de riqueza qued reducido a una nica lnea dorada y sta a nada en
absoluto.
El Primero permaneci all, con el rostro oculto en la oscuridad.
Phage volvera, y cuando lo hiciera, la tomara como era su deseo y hara que ella tambin lo
quisiera. Sera suya mientras l lo deseara. Kuberr se lo haba prometido, y antes de que pudiera
volverse contra l, ella estara muerta.
Cmo lo hara? El Primero la recibira con rosas, s, pero no rosas autnticas que se
descompondran en sus manos. Rosas de acero. Afilara sus ptalos de manera que, tras capturar su
corazn, pudieran cortarle el cuerpo.

Ceo de Piedra estaba de guardia, de pie en la gran entrada de piedra de Santuario. No se apoyaba
contra el arco de entrada y la verdad es que no tallaba ninguna vara. Se senta un fracaso.
Haba jurado arreglar el desorden que Kamahl haba creado, pero ahora era parte de l.
S, Ceo de Piedra defenda su comunidad (eso era un comienzo para cualquier hroe) y Santuario
era un lugar digno de defender. Las granjas comunales se extendan junto el ro Hondagua y eran
prdigas en cosechas. Los refugiados llegaban da tras da para habitar las casas de piedra, para
reparar el molino hidrulico y reaprovisionar el granero. Incluso haban empezado a comerciar con las
ciudades de la lejana Eroshia. La gente acuda a Santuario para comenzar de nuevo, y convivan en una
extraa paz cooperativa. Santuario podra haber bastado para arreglar el desorden de Kamahl, si no
fuera porque Phage estaba all.
Phage exclam rechinando los dientes. Levant una piedra caliza del tamao de su palma y la
lanz hacia el vado. La roca rebot en las olas titilantes una, dos, tres veces La furia del
lanzamiento hizo que llegara a la otra orilla. Nueve, diez veces y golpe la ribera lejana, sonando
contra otras piedras que el centauro haba lanzado. Despus cogi una nueva.
El problema de una sociedad libre es que era libre para todo el mundo, incluida Phage. Haba
llegado buscando un santuario y ya no se march. Como cualquier otro refugiado, haba pedido
contribuir segn sus talentos. stos eran los juegos, y la colonia tena una necesidad extrema de
entretenimiento. Por supuesto, la gente haba aceptado sus juegos, pero, al hacerlo, haba aceptado a la
Cbala. Era una corrupcin inevitable.
Mientras Ceo de Piedra guardaba las puertas contra los ejrcitos, una sola mujer conquistaba
Santuario desde el interior.
Maldita sea solt por lo bajo.
Maldita sea quin? pregunt una mujer detrs de l. La mujer.
A Ceo de Piedra se le eriz el vello, pero se control para no sobresaltarse. Era tpico de Phage
sorprender a un guardia de la puerta.
Maldita seas t.
Debera haberse vuelto, romperle la crisma con la roca y machacrsela hasta que estuviera
muerta. Luego el ro se llevara lejos su corrupcin
Aunque no lo hars dijo ella, ponindose delante de l y mirando fijamente la piedra que tena
en la mano.
Tambin lees la mente? pregunt el centauro frunciendo el entrecejo.
La verdad es que no contest Phage encogindose de hombros. Es slo que mi hermano te
cre, y t quieres ser como l. Kamahl deseaba matarme, como t, pero no pudo. Su dedo recorri
despacio el emblema del rayo dentado de su vientre. T tampoco.
Ceo de Piedra tir la piedra y la hizo aicos con sus cascos delanteros.
Bien comenz, pero cuando se qued mirando esos grandes e intensos ojos, no pudo recordar
lo que iba a decir. Bien puede que no quiera ser como l. Tal vez dej Krosa para hacer las cosas
que Kamahl no hara.
Ella asinti, con su corto cabello negro erizndose sobre su bello rostro.
Puede que yo dejara al Primero por la misma razn.
S qu has estado tramando dijo Ceo de Piedra, resoplando.
Phage cruz los brazos sobre el pecho.
Qu he estado tramando?
T y tus juegos estis cambiando este lugar. Ests convirtindolo en una colonia de la Cbala.
stos no son juegos de sangre, Ceo de Piedra. Nadie ha resultado herido. La gente est
deseando que lleguen los juegos despus de largos das de cosechar o tejer o forjar. Adems, los
juegos son algo ms que un entretenimiento. Deciden los pleitos. Su rostro no expresaba malicia y
seduca como el de una nia. No lo ves? He abandonado la Cbala. Estoy intentando construir
Santuario, exactamente igual que los dems. Quiero que se levante contra la Cbala, y contra Topos y
Krosa. Quiero que prospere, igual que t.
Ceo de Piedra se qued mirando al ro, que se agitaba delante de l.
No me vengas con sermones. No actes como si estuvieras haciendo algo grande por Santuario.
Bien, pues t tampoco replic Phage, bajando la mirada por primera vez. Muy bien. No me
creas. No importa. No necesito tu ayuda.
Por eso has venido hasta aqu? Por mi ayuda?
Phage se volvi.
Hay espaldas ms fuertes y mentes ms abiertas. Olvdalo.
Est olvidado solt.
Ella sigui andando, pero su voz le lleg perfectamente.
Sigue guardando tus rocas, Ceo de Piedra, pero de vez en cuando mira a las alturas. Ah estar
yo, con un grupo de obreros, construyendo un nuevo Santuario.
El centauro sacudi su enorme cabeza y le dio una patada a la piedra destrozada, arrojndola al
agua. Con una serie de hmedos gorgoteos, se hundi. S, qu poda construir Phage para Santuario?
De cualquier modo, no podra resistirse a echar una cautelosa mirada hacia lo alto del acantilado.
Qu pasaba si construa algo all, algo grandioso?

Umbra se agazap tras una maceta y observ con asombro cmo sus camaradas se abran paso
entre los invitados de la fiesta.
Lord Fajn (el seor Palo despus de vestirse) pareca extravagante con sus botas de hebillas
negras, pantalones rojos, una tnica gris y su caro fajn amarillo desde los hombros hasta la cadera.
Tambin llevaba una mscara de carnaval de cermica blanca bajo un sombrero de ala ancha con un
velo. La ropa era de su talla exacta, pero caa lnguidamente sobre su cuerpo, que, despus de todo, no
tena gracia alguna. El duque Chaleco (el seor Charco) no tena mejor apariencia con sus botas de
montar, calzones verdes, un chaleco azul oscuro y una capa a la que iba sujeta una mscara con cara de
perro. Era la nica mscara que haba logrado encontrar, y ahora no se separaba de ella.
Se haban puesto esos trajes en cuatro fiestas en el ltimo mes. En la primera se haban colado. Sus
ropas absurdas y maneras estpidas convencieron a todo el mundo de que haban sido contratados
como animadores. Lord Fajn y el duque Chaleco protestaron, hablando de sus vastas propiedades y de
su valor en la guerra, todo con la esperanza de establecer su legitimidad. Los invitados slo rieron y
los felicitaron por ser muy divertidos, la verdad. Al final de la noche, el anfitrin incluso les pag
tres de oro a cada uno. Fajn y Chaleco recogieron ms invitaciones y asistieron a todas las fiestas.
Chaleco estaba en el cielo, rodeado de comestibles, bebibles y pellizcables, pero Fajn se senta
frustrado. No le gustaba ser el objeto de todas las bromas, y especialmente bromas tan pblicas que no
poda entrar y pasar desapercibido en los lugares privados. Estaba atrapado en altos salones como ste,
con la pequea burguesa en cada esquina y peligros en todas partes.
un establo de, ah, bueno, veinticinco purasangres alardeaba el duque Chaleco, que pareca
estar sacndose brillo a las uas contra el pecho, aunque llevaba guantes blancos.
Oh, duque Chaleco, qu vida tan fastuosa! deca la viuda de un noble, dulce, vieja y con cara
de almohada. Capt un centelleo en sus ojos. Imagino que usted y lord Fajn tendrn un ejrcito
entero de debutantes detrs.
Un ejrcito de diletantes! Chaleco dio un grito ahogado de alarma, agachndose como para
evitar que le vieran. A travs de la habitacin, llam. Fajn! Nos han pillado!
La viuda ri con un sonido parecido al gorjeo de un pjaro extico.
Es usted una delicia! No diletantes sino debutantes Chicas! Chicas jvenes.
Ja, ja! ri Chaleco. Por supuesto! Ja! S, las chicas van detrs de nosotros, bueno, detrs
de m, principalmente. Cuando se trata de chicas, Fajn es todo pulgares, pero yo soy todo dedos.
Fajn se acerc, agarrando el brazo de su compaero y arrastrndolo bruscamente.
Perdnenos, lady Stelling, pero tengo algo que discutir con mi compaero.
Faltara ms contest la viuda, riendo mientras el enjuto caballero tiraba de su corpulento
amigo hacia la mesa de los postres.
En voz baja, Fajn le espet:
Escchame. He terminado con estas fiestas. Slo nos mezclamos y codeamos con la alta
sociedad sin llegar a ver ni un tomo de magia, y tus juergas se estn volviendo ms y ms peligrosas.
Suelta eso! concluy Fajn, dndole en la mano que acababa de agarrar un pastelillo de hojaldre.
Chaleco levant la mirada de perro apaleado y dijo:
Parecen tan sabrosos.
Ni siquiera tienes lengua! Si alguien te ve coger algo as, tendrs que comrtelo, y eso dejar
ms pistas en el palacio.
Una nueva voz los interrumpi.
Menuda barra de pan tiene usted ah, Chaleco! Se trataba del bigotudo anfitrin, el
gobernador Dereg, que miraba con asombro el pan de centeno de ms de medio metro de largo que
Chaleco tena agarrado.
Temblando al ver que lo haban pillado, hizo lo que su compaero le haba recomendado. Levant
la mscara lo suficiente para que pudiera entrar la barra entera por donde debera estar la boca. El pan
desapareci dentro de l, y mientras Chaleco se bajaba la mscara, lanz un pequeo eructo.
Un pan estupendo, gobernador.
Asombroso! exclam el hombre, transformando la irritacin en estupefaccin. Qu ms
podra comerse?
Qu tiene? solt Chaleco, encantado de haber encontrado una nueva forma de
entretenimiento. Mir hacia Fajn como si esperara un buen chico!.
Fajn no miraba, demasiado ocupado en darse una palmada en su frente de cermica.
Que todo el mundo venga aqu! llam alegremente Dereg. Nuestro anima ejem
invitado el duque Chaleco va a hacernos una demostracin de cmo puede zamparse alimentos de gran
tamao de un solo bocado.
Los invitados hirvieron de excitacin mientras se abran paso, deseosos de ver el nuevo
espectculo. Dereg les hizo seas con ambas manos. Ellos se colocaron alrededor y l se volvi hacia
la extensa mesa de postres. Un pastel de frutas con posibilidades esperaba all, tan pesado como un
ladrillo. Dereg levant el postre.
No sea cruel objet lady Stelling. Se ahogar.
Le apuesto dos a uno a que no lo har.
Me apunto con diez de oro! dijo ella, y algunos de los otros invitados tambin pusieron
dinero para la apuesta inicial.
Durante el alboroto, Fajn le dio un codazo a Chaleco y le orden:
Finge que te ahogas.
El gobernador Dereg continu:
Est bien, est bien! Se acabaron las apuestas! Le entreg el pastel. Mustreselo a estas
buenas gentes, duque Chaleco.
ste tom el pastel que le ofrecan, pareci olerlo con su nariz de perro y se lo meti para dentro.
Hizo un sonido de regurgitacin e intent tirar del pastel hacia fuera, pero se le escap.
La multitud rompi en un aplauso de asombro, e incluso los que haban perdido dinero lo rodearon
con entusiasmo.
Totalmente sorprendente.
Nunca haba visto algo igual!
Nadie ms en el mundo come de esa manera.
Fajn lo hace solt Chaleco, y cuando una bota de hebilla negra le dio un pisotn, aadi
rpidamente: Quiero decir lord Fajn.
Tambin conoce ese truco, lord Fajn? pregunt el gobernante con asombro.
Lord Fajn trat de quitarle importancia al comentario.
En realidad, no. Estoy intentando dejarlo.
Todos los presentes rieron, y le ofrecieron cierta cantidad de tartas y pasteles.
Por favor, lord Fajn, tiene que mostrrnoslo.
Vamos, Fajn! dijo Chaleco.
El hombre alto se qued all de pie, sacudindose con furia o confusin.
Con el deseo de acelerar las cosas, Chaleco agarr un pastel con una mano y la nariz de la mscara
de Fajn con la otra. Levant la mscara, tir el pastel y observ con satisfaccin cmo la comida, con
molde y todo, desapareca a travs de la cabeza de Fajn. La mscara se baj de nuevo y los aplausos
encantados de la multitud ayudaron a tapar el sonido del molde al golpear un suelo de piedra en
Topos.
Animado por los aplausos, Chaleco dijo:
Oh, y no slo comida! Podemos comer cualquier cosa.
Cualquier cosa!
Chaleco asinti tranquilamente mientras Fajn sacuda con fuerza la cabeza.
El gobernador Dereg tena un brillo salvaje en los ojos.
Vamos, lord Fajn, no podemos apostar otra vez por los talentos del duque Chaleco, pero si
usted se comiera algo, algo grande e incomible, acabara pensando que sta es la mejor fiesta de toda
Eroshia.
Los otros invitados aplaudieron, mirando a lord Fajn.
ste pareca recuperarse. Haba dejado de temblar y alarg una mano enguantada hacia su barbilla,
diciendo:
Como sin duda habrn deducido, mi amigo el duque y yo somos aficionados a la magia, razn
por la cual llevamos a cabo estas asombrosas proezas. Aun as, puesto que perfeccionamos
continuamente nuestros entretenimientos, necesitamos un mayor conocimiento de hechizos. Se
volvi hacia el gobernador, y los agujeros de los ojos de su mscara parecieron arder. Si estuviera
dispuesto a proporcionarme un libro de hechizos, no un volumen delgado, sino un tesoro de verdad,
algo excepcional, me tragara esa maceta de all. Seal una planta de ms de medio metro de alto
en una maceta de mrmol.
La multitud estaba asombrada.
Umbra se desliz discretamente para encontrar un sitio nuevo donde esconderse.
El gobernador sonri de manera incomprensible y se encogi de hombros.
No soy ningn mago. Valdra la pena. Levant una mano y dio una palmada.
Un sirviente coloc su bandeja de bebidas sobre una mesa cercana y fue a la biblioteca del
gobernador. No estuvo mucho tiempo fuera, y, cuando volvi, llevaba un libro grueso y extenso. La
magia brillaba en la inscripcin de la cubierta.
Con un gesto elocuente, el gobernador Dereg seal el libro.
Qu piensa? Le parece bien ste? Se comer mi arbusto?
Lord Fajn le hizo seas al hombre joven para que dejara el libro sobre un clavicmbalo cercano.
Fajn puso la mano encima, como si sintiera los hechizos de su interior, y tamborileando en l con los
dedos, respondi:
Lo har.
Esas dos palabras inspiraron cien ms mientras la gente se maravillaba de ese extrao truco.
Mientras los dems invitados resolvan nmeros y porcentajes, Chaleco se movi sigilosamente
junto a su compaero.
Has cambiado de bando, eh, seor Palo?
De qu ests hablando, seor Charco?
El duque cruz los brazos y solt:
Slo que cuando todo el mundo me miraba a m, t intentabas arruinarme, pero cuando te miran
a ti, bueno, qu bien est todo, no?
Idiota! Es que no ves lo que estoy haciendo? He captado
Toda la atencin, toda la gloria. Bien, ahora ests en mi territorio y veremos quin llega a lo
alto.
Imbcil.
Idiota.
Las apuestas estaban hechas, y todos los ojos se volvieron una vez ms hacia lord Fajn.
El duque Chaleco se alej con resentimiento.
Como si se lo restregara por la nariz, lord Fajn extendi la mano con gesto teatral y dijo:
Contemplad las maravillas de la consuncin conspicua! Esta boca ma, siempre abierta,
transfiere volmenes ms all del conocimiento de los hombres mortales. Ahora vuelvo mi mirada
voraz hacia este arbusto, con la intencin de ensearle cul es su lugar en la jerarqua del ser!
Bajando la mano hasta lo alto del arbusto, lo rode con los dedos y tir de l. Toda la planta, races
incluidas, sali de la urna de mrmol que la contena, lord Fajn la levant y una lluvia de tierra negra
cay de ella. Aunque ya lo he dicho antes, lo volver a repetir: Contemplad!
Echando la cabeza hacia atrs, lord Fajn se levant la mscara y se introdujo el arbusto. ste pas
fcilmente, con la mscara volviendo a su lugar despus de que entrase la ltima hoja.
Los aplausos se mezclaron con los gritos de entusiasmo.
Lord Fajn hizo una profunda reverencia, con las manos formando una floritura doble hacia cada
lado.
La ovacin finaliz de repente cuando una mujer grit.
Est comindose el clavicmbalo!
Todo el mundo se volvi para ver al duque Chaleco agachado en la estrecha punta del instrumento,
aunque ya se haba tragado la tercera parte.
Mi clavicmbalo!
Mi libro de hechizos!
En ese mismo momento, Chaleco se trag la parte del instrumento con el libro encima. Su boca
pareca extenderse desde la frente al ombligo.
Fuera, demonio! gritaron lord Fajn y el gobernador Dereg al unsono. Ambos echaron a
correr para agarrarlo, pero se quedaron con sus ropas en las manos.
El duque Chaleco se revel en su verdadera forma: una gorda sombra gris envolviendo un
clavicmbalo. El teclado desapareci completamente, y el corpulento no hombre se dio la vuelta,
levantando las manos como smbolo de victoria.
La nica respuesta fue un silencio mortal.
Guardias! grit el gobernador.
Corre! grit lord Fajn.
Los dos no hombres, uno vestido y otro desnudo, corrieron hacia la puerta principal. Una pareja de
guardias vestidos de rojo apareci delante de ellos, cortndoles el camino. Chaleco y Fajn ni siquiera
aflojaron el paso, corriendo directamente hacia los hombres. Uno agarr el brazo de Fajn, pero la
camisa que llevaba sencillamente se rasg. El otro trat de empujar a Chaleco y termin cayendo a
travs de l. Los dos no hombres salieron disparados a las calles nocturnas.
Idiota!
Imbcil!
Es el gobernador! Nos perseguirn por toda Eroshia! An peor, perdiste el libro de hechizos
que era nuestra nica esperanza!
No lo hice! Est dentro, sobre el clavicmbalo!
En dnde?
Como para demostrarlo, un guardia cubierto de rojo sali gritando fuera de Chaleco y cay de
bruces contra los oscuros adoquines. Chaleco salt por encima de l y continu su camino.
Est all dijo Fajn, hacindole comprender. Vaya genio!
Oh, bah.
Sigue corriendo. Me deshar del resto de estas ropas y podremos abandonar Eroshia
definitivamente.
Me gusta la vida, seor Palo.
A los dos nos gusta, seor Charco.
Sin ser vista, una tercera sombra los sigui.
CAPTULO 8

REVELACIN

kroma se arrodill, dejando que su pecho de jaguar descansara sobre el suelo de piedra y

A plegando sus alas de ngel a lo largo de la espalda. Haba venido para reconfortar a su amada
iniciada.
En un maremgnum de sudor y tormentos, Trenzas yaca sobre su camastro de arpillera. La haban
sujetado al armazn para que no se hiriera a s misma o se tirara por la ventana. Los discpulos se
esmeraban en ella tanto de da como de noche, arrancando de raz y con diligencia sus demonios
interiores y expulsndolos. Los espritus malignos hacan todo el dao que podan, y la pobre Trenzas
casi se estaba volviendo loca. Incluso ahora, las diminutas criaturas entraban en una cascada azul
dentro de su mente mientras Trenzas se resista y maldeca.
Vamos, vamos, dulce hija la tranquilizaba Akroma, acaricindole la frente llena de bultos.
Estoy aqu. S que duele, pero sobrevivirs y sers purificada, liberada, redimida.
Los ojos desorbitados de Trenzas se volvieron para mirar el glorioso rostro que tenan delante.
Akroma madre por favor! Basta ya!
Los discpulos salan volando de sus labios como manchitas de saliva. Con ellos se llevaban
pedazos de su memoria, los horrores que asediaban a la muchacha.
Trenzas exhal a los discpulos y Akroma los inhal.
Conozco tu dolor dijo Akroma, mientras oscuras visiones revoloteaban en su mente: ogros
despellejados, patbulos sobre lava, vientres a punto de explotar, un hombre con cadenas en los brazos,
cuerpos convertidos en polvo Nada de esto tena un valor estratgico. Lo conozco. Cuando
hayamos acabado, estars limpia y sabr cmo protegerte a ti y a toda Otaria.
Las manos de Trenzas lucharon contra sus grilletes, y se estir para agarrar uno de los codos del
ngel.
Madre por favor haz que paren! Haz que paren!
Akroma no escuchaba. En su mente se abri un nuevo recuerdo, revelado con toda la elaborada
belleza de una rosa.
Trenzas se arrodill, no sujeta a una cama, sino apoyando su rostro en el suelo. La piedra fra se
beba sus lagrimas, y el aire fro y hmedo de las celdas de esclavos le aguijoneaba la piel.
El Primero se apoyaba en la entrada, mirando a su llorosa sierva. Tena los ojos escrutadores de
un asesino que observara fijamente a su vctima despus del golpe pero antes de la muerte.
No es tan malo como eso.
Trenzas se estremeci, luchando por tranquilizar su voz.
No lo es? No es malo para un amo que lo conviertan en esclavo?
Phage ser buena contigo. No te har dao.
Era mi esclava. Me la diste y ahora me das a ella?
La respuesta del hombre tena la lenta seguridad de una hoja de guillotina.
S.
Trenzas sacudi la cabeza, frotando la cara contra la piedra.
Qu hice? Qu hice para desagradarte?
Nada.
Era tu chica.
Todava lo eres
No, ahora lo es Phage. Por qu la elegiste a ella en lugar de a m?
El Primero camin lentamente dentro de la celda, como si cada paso fuera una decisin. Se sent
en el borde de la cama y murmur:
Te contar algo que no sabe absolutamente nadie en el mundo excepto yo y ahora t.
Trenzas detuvo sus sollozos e incluso su corazn. Se sent sobre los talones y junt las manos
como si estuviera rezando. La postura la ayud a aclararse la garganta.
Cuntame.
El dios Kuberr me eligi antes de mi nacimiento. Nac mancillado. l me elev para servirle y,
cuando lleg el momento, me llam para que matara a mi familia y heredara su bendicin de poder.
Kuberr me eligi, y l es tambin quien ha elegido a Phage.
Trenzas lo miraba sin llegar a comprender.
Cuando me trajiste a la hermana de Kamahl, mi nico deseo era destruirla. La sujet en un
mortal abrazo y vert en ella todo el odio que haba en m. He matado gigantes con ese odio, pero no
pude matar a Jeska. La mano de Kuberr se pos sobre ella. l desvi ese odio dentro de su alma y dej
inclume su carne, pues tena grandes planes para ella. Te fue entregada como esclava para que la
entrenaras, segn la voluntad de Kuberr, y ahora, segn esa misma voluntad, t sers su esclava.
Trenzas jadeaba de nuevo, tratando de comprenderlo.
Entonces, no eres t el que ha hecho esto? No es tu eleccin?
Soy el siervo de Kuberr. Su eleccin es mi eleccin.
Pero tu corazn no est con Phage
l no contest, y el repentino silencio fue ensordecedor.
He aprendido a ver en ella lo que Kuberr ve. No llores, hija. Ella es la nica mujer, la nica
criatura en todo el mundo a la que puedo tocar. Claro que mi corazn est con ella. Como si tuviera
la intencin de demostrarlo, acerc una mano hacia la mejilla de la mujer postrada para secarle las
lgrimas.
Trenzas se apart, tratando en vano de llegar hasta un cubo de agua. Las piedras que antes se
haban bebido sus lgrimas ahora soportaban una inundacin peor.
El Primero se puso en pie, mirndola piadosamente.
Cmo puedes amar a una criatura que te repugna tanto? Es mejor as. Sers su esclava y te
alejars de m.
Trenzas agarr el cubo pero no expuls nada. Incluso el vaco de su interior estaba desesperado
por salir. Se senta una estpida, all agachada y sufriendo por un hombre cuya presencia la
enfermaba, cuyo toque la matara. No obstante, los corazones no saban nada de la estupidez, slo del
deseo.
No temas por m, hija le dijo a la llorosa invocadora de demencia. S que Phage es mi rival,
mi enemiga. Est claro que intentar matarme como yo mat a mi propia familia, pero yo lo har
antes.
El Primero se dio la vuelta y sali.
l era el estpido de verdad. Todas las piezas estaban all, delante de l, y todava no poda
verlas. Por qu Kuberr cre al Primero y a Phage? Por qu slo esas dos personas podran tocarse
la una a la otra en todo el mundo? Lo hizo para que slo se tocaran el uno al otro, para que se
unieran y concibieran. Y por qu un antiguo e incorpreo poder deseara que sus dos avatares
concibieran un hijo? Para que el mismsimo Kuberr pudiese nacer de la unin y volviera a andar por
Otaria.
El Primero era el estpido. Estaba en peligro mortal, y ahora en peligro inmortal. Esta vez, sin
embargo, Trenzas no se lo dira
Akroma tembl, con el amargo recuerdo en la boca. Qu horrores haba soportado Trenzas! Se
haba calmado, y ahora su sudor era fro.
Ese recuerdo te haba envenenado profundamente le dijo Akroma. La tensin se ha ido de
tu rostro. Ya no puede herirte. He cogido el horror y lo he guardado en mi interior, y a m no me hace
dao. Me ayuda mucho.
Madre murmur dbilmente Trenzas, tengo fro.
Akroma se dirigi a los pies de la cama y cogi las pesadas mantas que all haba dobladas.
Yo te cuidar. Me has mostrado a tu verdadero enemigo y su debilidad ms profunda. Nunca
ms volver a hacerte dao.
Una sonrisa que contena tanta miseria como satisfaccin cruz el rostro de la mujer.
Gracias, madre.

Phage llevaba guantes y zapatos de metal mientras suba por la gran cinta transportadora, con
cuidado de no tocar la gruesa cuerda para que sta no se descompusiese. Habra sido feliz subiendo
por el sendero lleno de curvas hasta la cumbre de Santuario, pero, como diseadora de ese ascensor, se
senta obligada a usarlo. Sujetndose a la cuerda de la que colgaba la cesta en la que iba, Phage
observ la maravilla que haba creado.
Dos grandes ruedas de madera hacan funcionar el artilugio, una anclada en el cuadro central de
Santuario y la otra colocada en lo alto de la escarpadura. Cada una de ellas tena seis metros de
dimetro y estaba colocada en horizontal sobre el suelo. Por la gua del rodamiento de cada una corra
una gruesa cuerda que haba llevado un mes entrelazar a partir de la cosecha de camo y otro mes
extender. Unos radios robustos irradiaban en ngulo por encima y por debajo de las bandas de
rodamiento, asegurando la cuerda para que no pudiera salirse de la ranura y suministrando al operador
del cabestrante un lugar donde asirse. En cada rueda iba un fuerte centauro para ocuparse del
cabestrante y unos ayudantes musculosos para levantar contrapesos de piedra dentro de las cestas
vacas.
La construccin pareca una gran extravagancia, pero Phage slo haba usado una pequea parte de
los fondos municipales para pagar los materiales y el trabajo. Despus de todo, si no hubiera sido por
ella, no habra habido fondos municipales. Haba prometido a la gente de Santuario que el ascensor se
pagara por si mismo al cabo de un mes. Un pequeo impuesto cargado sobre cada apuesta que se
hiciera all arriba lo haba conseguido.
S, todo el asunto del ascensor era para suministrar un fcil acceso al anillo de piedras, donde
Phage haba establecido una arena local. El lugar alto y sagrado segua siendo alto, pero no sagrado.
Sus rocas cubiertas de runas estaban rodeadas de nmeros y apuestas, gritos de jbilo y gemidos de
agona. Dados por aqu, cartas por all, cuchillos para jugar a clavarlos en la tierra, un crculo para
luchar, un cuadriltero para el boxeo; hasta ahora, los muchos juegos utilizados para el
entretenimiento y la resolucin de conflictos no haban ido ms all de un puetazo en la cara, pero
slo faltaban unos meses para que llegaran los verdaderos deportes de sangre. Despus habra ms
regulaciones, ms guardias, leyes y fuerzas de la ley. Pronto, Santuario solicitara a la Cbala el
permiso para que su arena estuviera dentro de la red continental.
La arena y el ascensor haban funcionado durante un mes y ya daban dividendos. Totalmente lleno,
el ascensor poda trasladar a cincuenta ciudadanos por minuto hasta la cima, o a toda la colonia en
media hora. La misma arena poda acomodar a ms del doble de los quinientos que llamaban hogar a
Santuario, y tena muchas habitaciones sobre el domo de piedra para mayor diversin. Cada da
llegaba gente nueva a Santuario atrada por la libertad y la diversin. Embelesados, se convertan en
esclavos de la Cbala.
La cesta de Phage se balanceaba mientras suba los ltimos metros hasta el borde del acantilado.
All, nada ms y nada menos que el general Ceo de Piedra giraba con la rueda, hacindola funcionar
como un cabestrante. Haba llegado a Santuario sospechando de ella, pero no pudo resistir su mirada.
Ceo de Piedra se pareca mucho a Kamahl en todo lo malo. Phage lo haba convencido de que
deba supervisar el artilugio, no fuera que una criatura ms dbil dejara caer a cientos de personas
hacia la muerte. Refunfuando, Ceo de Piedra accedi. Su conversin fue un impresionante caso de
estudio por el trabajo que all haba hecho Phage.
Levant su bota de suela de acero, dio un paso fuera de la cesta y lleg a la plataforma de madera.
Un grito efervescente lleg desde delante, y Phage se permiti una pequea sonrisa mientras suba por
la rampa. El Primero estara encantado. Sin un solo soldado, haba capturado la ciudad ms estratgica
en la prxima guerra con Topos. Quien controlase Santuario controlara la escarpadura, y quien
controlase la escarpadura controlara el corazn de Otaria.
Cuando lleg arriba, pasando una ladera de piedra, se dio cuenta de que los gritos no eran de
diversin. Mir hacia la cumbre. Tal vez hubiese ochocientas personas de pie entre las rocas, pero ni
una de ellas estaba pendiente de los juegos. Todas gritaban a la criatura que haba en medio de ellas.
Akroma.
Ningn vestigio de sonrisa qued en el rostro de Phage, que ech a correr a toda prisa.
Todo el mundo saba del contacto corruptor de Phage, y la multitud se separ para dejarla pasar.
Aun as, saludaron a la chica.
Aqu est!
Phage la pondr en su lugar!
Veamos quin dirige a quin.
Zagorka dio un paso desde la multitud y se coloc junto a Phage.
Est amenazando con una guerra. Dice que, a no ser que le rindamos Santuario, traer un
ejrcito para tomarla.
Rechinando los dientes, Phage asinti con la cabeza. Akroma conoca tambin el valor de esa roca.
Gracias. Me encargar de esto.
Mientras Zagorka retroceda, ambas mujeres se dieron cuenta de que se haban cambiado los
papeles. A partir de ese momento, la colonia quera ms a Phage que a Zagorka. La llegada de un
enemigo real slo haba acelerado el dominio de la Cbala sobre Santuario.
Akroma era un enemigo real. Los ojos de alabastro del ngel miraron framente a Phage. Las alas,
como las de un guila gigante, se arquearon amenazadoramente a cada lado, mientras (jue el cuerpo de
jaguar se dispuso para saltar. Con completa arrogancia, la mujer llevaba en la cintura a Segadora de
Almas, el hacha forjada para matarla. Si Akroma osaba acercarse demasiado, Phage cogera el hacha y
la usara para su propsito.
sta se acerc a distancia de cuerpo a cuerpo de la mujer alada, colocando un pie justo delante del
otro y cruzndose de brazos.
Bonitas piernas, Akroma. Estoy tratando de recordar cmo perdiste las tuyas.
No intentes atribuirte el mrito respondi entre dientes. Fue tu hermano quien me hizo
esto!
Es cierto, mi hermano pero yo podra enmendarlo. Slo pon me a prueba. Estars saltando
alrededor de un esqueleto de gato. No conseguirs unas nuevas, ahora que xidor es comida de sierpes.
Los ojos del ngel se estrecharon, y apenas pareca capaz de contener su furia.
Desde cundo esta colonia pertenece a la Cbala?
A Phage le habra gustado decir desde que aterrizaste, pero en su lugar respondi:
Soy ciudadana de Santuario, como todos los presentes. Esto es una colonia libre, y nosotros, la
gente libre, podemos hablar por Santuario.
La gente que haba alrededor la vitore.
Adems, la Cbala es una aliada para Santuario. Toda amenaza contra esta colonia ser
respondida tanto por ella como por sus aliados.
Mientras la gente aplauda, otra voz retumb desde el borde del crculo.
Krosa tambin es aliado de Santuario, y lucharemos por su libertad. El general Ceo de Piedra
hizo una seal a Zagorka y dijo: Vine tan pronto como lo escuch.
Akroma mir primero al centauro gigante y despus a Phage.
No he tenido noticias de esas alianzas
Esto es un tipo distinto de guerra, Akroma contest rotundamente Phage, no de espadas
sino de palabras. Es una guerra que no puedes ganar.
La mujer-bestia respondi con una glida seguridad.
No te atrevas a darme lecciones sobre esta clase de guerra. Ya la he librado antes. Los discpulos
de xidor han cruzado Otaria y me han contado la verdad que anida en las mentes de la gente. Los
peregrinos han estado inundando Topos, los creyentes se han armado y estn listos para luchar.
Mientras t reunas cartas y dados, yo he reunido un ejrcito. Sus palabras terminaron en un
misterioso silencio, como si la gente de Santuario pudiera ver las hordas de Topos listas para caer
sobre ellos.
Phage extendi los brazos para sealar a la temerosa gente que la rodeaba.
Aqu estamos, Akroma. El pueblo de Santuario. Oigamos tu ultimtum, y veamos quin tiembla.
Los labios del ngel se transformaron en una lnea cortante.
Ya lo he dicho antes, pero lo repetir delante de estos aliados. Santuario debe declararse
colonia de Topos o enfrentarse a mis ejrcitos.
La multitud explot en una tormenta de gritos. Phage continuaba sin moverse y en silencio,
esperando a que cesara el alboroto. A la gente se le fue pasando la rabia y uno a uno guardaron
silencio para escuchar lo que tena que decir.
Cuando por fin todos se callaron, Phage continu:
Esto es una sociedad de gente libre. Aproximadamente la mitad de los ciudadanos de Santuario
estn hoy aqu. Un voto unnime de este quorum decidir nuestras acciones. Aquellos que estn a
favor de subyugar la colonia al gobierno de Topos, que digan s!
El nico sonido que respondi fue el del eco de su propia voz entre las piedras.
Los que se opongan, que digan no!
Todas las voces se unieron en un grito para responder, un voto que se convirti en una ovacin.
Akroma escuch sin hacer ningn comentario. Cuando el sonido desapareci por completo,
simplemente dijo:
As ha hablado Santuario, pero desearis haber estado ms seguros de vuestras alianzas antes de
decidir.
Phage sacudi la cabeza.
La Cbala est del lado de Santuario. Vulvete a tus tierras de sueos.
Adelantndose sobre sus piernas de jaguar, Akroma se coloc muy cerca de Phage. El hacha estaba
casi a su alcance. Dos o tres centmetros ms, y ese ngel sera enviado al cielo.
Tengo dos palabras que te harn cambiar de idea susurr Akroma. Virot Maglan.
Esas dos palabras, el verdadero nombre del Primero, tenan poder en s mismas, y con ellas
tambin lleg un enjambre de discpulos azules. Salieron disparados de los labios de Akroma y
entraron en los odos de Phage. Las criaturas se sumergieron por las membranas del tmpano en las
cavidades del odo interno, y por los ganglios auditivos hasta el cerebro. Llegaron como bombas, con
las explosiones rasgndole la mente con metralla hecha de pensamiento.
Los recuerdos explotaron; los horribles recuerdos de Trenzas
Trenzas se senta una estpida, all agachada y sufriendo por Virot Maglan, un hombre cuya
presencia la enfermaba y cuyo toque la matara. De todos modos, ella saba lo que l desconoca:
Virot y Phage existan para concebir un hijo, el mismsimo Kuberr, que nacera para caminar por
Otaria hecho carne.
Virot se qued en la puerta de la celda de Trenzas. Pens que saba lo que la acosaba.
No temas por m, hija le dijo a la llorosa invocadora de demencia. S que Phage es mi rival,
mi enemiga. Est claro que intentar matarme como yo mat a mi propia familia, pero yo la matar
antes.
El Primero se dio la vuelta y sali.
Tambalendose, Phage se sujet la cabeza. Las rodillas le fallaron y cay delante de Akroma.
Tembl, incapaz de creer lo que de repente saba, pero con la seguridad de que era cierto
De repente saba
Akroma se alej mientras su enemiga mortal caa de rodillas. El hacha segua en su cintura. Nunca
se haba permitido olvidarlo, haba evitado que Phage la cogiera. Ahora era demasiado tarde para
Phage.
No la toqu. Simplemente le dije dos palabras y, como ella misma dijo, esto es una guerra de
palabras.
Estudi a la temblorosa e indefensa mujer, pero, en ese momento, le hablaba a Zagorka:
Tu alianza con la Cbala ha llegado a su fin. Todava no puedes saberlo, pero pronto lo hars.
Levantando los ojos hacia Ceo de Piedra, Akroma continu:
Descubrirs que este centauro no habla por Kamahl, pues en estos das Kamahl no dice nada en
absoluto Mis discpulos vuelan a lugares distantes. As, en lugar de una colonia con dos grandes
imperios detrs de ella, no sois sino quinientas almas desesperadas en el camino de un ejrcito.
Santuario ha hablado, y yo tambin. Preparaos para la guerra.
Diciendo esto, sus grandes alas batieron el aire, provocando que todos aquellos que estaban ms
cerca se tiraran al suelo. Se elev sobre los puntiagudos monolitos y se lanz hacia el cielo, sobre
Santuario. Aquellos que haban intentado hacerla callar a gritos la observaron en silencio mientras se
elevaba sobre ellos.

Qu poda decir Zagorka? Ningn aspecto de la crianza de muas poda haberla preparado para
esto. Observaba asombrada y sin palabras mientras Akroma se converta en un puntito blanco. Phage
luchaba por ponerse en pie. Instintivamente, Zagorka estir la mano hacia ella, pero luego la retir.
Los ojos de Phage destellaban, salvajes, sin fijarse en nada en concreto.
Tengo que irme. Tengo que volver al coliseo. Se dio la vuelta y, tambalendose, inici el
descenso de la montaa.
Espera la llam Zagorka. Qu hay de la guerra? Qu hay de la Cbala? Est de nuestro
lado, no?
Phage no respondi, slo sigui adelante, tambalendose.
Creo que tienes tu respuesta dijo tranquilamente Ceo de Piedra. No deberamos haberla
credo.
Zagorka se volvi hacia l, y en un susurro tembloroso, pregunt:
Y qu hay de ti? Deberamos haberte credo? Est Krosa con nosotros?
El centauro gigante se sonroj, y sus dientes rechinaron.
No era una mentira, sino un farol. Krosa no est con nadie. Kamahl nos ha dejado a nuestra
suerte.
Maldita sea exclam Zagorka, sacudiendo la cabeza con amargura. Sois todos iguales.
Escoged un bando y dejad que me enfrente a l.
No. Yo dej Krosa porque no soy como Kamahl Porque quera enmendar los errores que l
haba cometido! No saba cmo hacerlo hasta hoy, cuando vi el hacha de Kamahl colgando del
cinturn de Akroma. Ahora s lo que debo hacer. Ir a Topos, coger el hacha y la matar.
Zagorka sacudi la cabeza con incredulidad.
Nadie puede matar a Akroma, nadie que no sea un dios.
No hay dioses concluy Ceo de Piedra, slo nosotros. Tenemos que ser nuestros propios
dioses.
CAPTULO 9

SOMBRAS: PASADO Y FUTURO

ajn y Chaleco, que ya no eran seor y duque, se sentaron en una oculta arboleda a una legua del

F camino principal. Todava no estaban fuera de peligro.


Las sombras vivientes haban pasado mucho tiempo eludiendo a los sabuesos. Fajn haba
estado oliendo mucho a pastel rancio y Chaleco al olor del alambre y el castao del clavicmbalo.
Recordando los consejos para evitar a los perros, Chaleco los haba llevado al ro. El agua corri a
travs de ambos. En el tiempo que tardaron en llegar a la otra orilla, el pastel haba sido arrastrado por
la corriente, pero el clavicmbalo se haba quedado medio colgando fuera de Chaleco, anegado y
desafinado. Les haba llevado una hora vaciar la cosa y sacarla, especialmente porque Chaleco haba
insistido en tocar una cancin de cumpleaos.
Al menos, el libro de hechizos no pareca haber sufrido ningn dao, aunque arda de manera
amenazante y ola a pescado. Despus, esa misma tarde, Fajn acab metido en un campo de lodo y
Chaleco lo sac echndole agua salobre encima. Palo fue apaleado y Charco, encharcado.
Haba sido un viaje acuoso y cansado, dos meses despojados de cuerpo y pas. Seguramente ya
habran cogido a los no hombres si los sabuesos no hubieran sido ligeramente ms estpidos que ellos.
Slo ligeramente. En dos meses, Fajn y Chaleco ni siquiera haban huido de las tierras del gobernador
Dereg. Las patrullas de sabuesos todava peinaban la campia.
As, se sentaron para acampar en la oscuridad. No hay nada ms miserable que un campamento
oscuro, incluso para aquellos que no tienen cuerpos que herir ni ojos que llenar. La luz es la vida para
las cosas vivas, y significa todava ms para las sombras.
Vamos, Fajn. Qu podra herirnos?
Que qu podra herirnos? Que qu podra herirnos? Podramos ser capturados, encerrados,
convertidos en esclavos mgicos, obligados a hacer cosas abominables
Cosas abominables es todo lo que hacemos
Pero libremente! Hemos hecho abominaciones en total libertad. Es mejor ser miserable y
cobarde por tus propios motivos que debido a la voluntad de otros.
De verdad?
Por supuesto.
Chaleco saba que provena del lado carnal de xidor, que era deseo carnal sin mente superior (al
menos eso era lo que le explicaba constantemente Fajn). De todos modos, la carne puede ser astuta.
Qu te parece si echamos un vistazo a este libro mgico? Meti la mano en su interior y sac
el objeto en cuestin.
Por fin una sugerencia que merece la pena observ Fajn, alargando la mano hacia el tomo.
Todava humeaba un poco, y el calor brotaba a rachas desde su cubierta. Fajn se sent en un rbol
cado, cruz las piernas, sostuvo el libro frente a su perfil y lo abri. Oh, t, hombre monstruoso!
Sabes que no puedo leer sin luz!
Y con una hoguera?
Fajn levant la mirada.
Con qu propones encender una? Nuestro interior est hmedo y no hay pedernal en leguas.
Un hechizo de fuego! Ellos los sacan de estos libros. Los magos necesitan fuego, ante todo para
fumar y para encender braceros
Braseros! Y ya te lo he dicho, no puedo leer un hechizo sin luz! Cmo puedo leer un hechizo
de fuego cuando necesito un hechizo de fuego para leer uno?
Magos! Uno creera que habran pensado en ello y haran que las palabras del hechizo de fuego
brillaran en la oscuridad! Idiotas. Apuesto a que se duchan con la cortina por fuera.
Espera! Mira ah! Letras que brillan en la oscuridad. Es un hechizo de fuego!
No son tan estpidos, despus de todo. Pensaron en lo mismo que yo.
No es una seal de mucha inteligencia. Todo lo que tengo que hacer es decir estas palabras sobre
un montn de cosas combustibles. Rpido, Chaleco, coge algo que prenda.
Coger algo de madera.
Imbcil murmur Fajn para s. Primero un hechizo de fuego, luego uno de carne
Aqu est la madera dijo Chaleco, tirando un montn en medio del claro.
Est bien Fajn se inclin sobre los troncos con el libro de hechizos en su regazo. Repas una
vez ms las palabras en su cabeza, extendi la mano sobre el montn y pronunci el encantamiento.
Kuel baebee nelsin onda belchen baebee onda sib, stobcol inme sib! El conjuro arcano brot con un
extrao ritmo, convirtiendo en un ritual las palabras que los magos haban usado durante aos. La
magia entr en la forma vaca de Fajn. Una energa roja llame y se liber.
Chaleco lanz un grito de jbilo.
No ocurri nada. El montn de madera segua oscuro y silencioso.
No lo entiendo dijo Fajn. Aqu dice simplemente: Pronuncia estas palabras sobre los
combustibles.
Tu trasero est ardiendo!
Cmo? grit Fajn, dando un salto.
No era su trasero, sino el rbol cado donde estaba sentado. Los dos no hombres empezaron a dar
saltos. Todo el tronco, de treinta metros, haba empezado a arder.
Bonito dijo Chaleco.
Poderoso aadi Fajn. Con un poder como ste, estoy seguro de que se me ocurrir algo
para conseguir unos cuerpos.
Me apunto dijo una tercera voz.
Los no hombres se volvieron hacia el sonido. El fuego lanzaba sus borrosas sombras sobre la
espesa vegetacin, pero all, de pie, haba una tercera sombra.
Fajn cruz los brazos.
Tena el presentimiento de que nos estaban siguiendo.
No parece un sabueso.
Soy uno de vosotros, el tercer no hombre. Os he estado siguiendo durante meses, observando lo
que hacais, aprendiendo. No tena ningn deseo de unirme a vuestras anteriores aventuras, pero
ahora s, ahora quiero apuntarme.
Fajn apret el libro de hechizos contra su pecho para protegerlo, empujndolo accidentalmente a
travs de s, de manera que desapareci y cay al suelo del interior.
Quieres unirte a nosotros, no es as? Nos dejas correr todos los riesgos de conseguir este libro
de hechizos, de huir de los sabuesos
De que se prendan nuestros traseros
De que se prendan nuestros Oh, cllate, Charco!
Chaleco!
Y ahora quieres unirte a nosotros? Por qu deberamos dejar que lo hicieras?
El otro no hombre se acerc desde las sombras de los rboles.
Queremos lo mismo. Queremos ser gente de verdad, no sombras. Queremos ser como nuestro
creador, carne y sangre. No es suficiente razn para que colaboremos?
No, no lo es contest Chaleco con desdn. Se volvi hacia Fajn. Verdad?
Te has equivocado con nosotros, no hombre. El altruismo es la forma ms elevada de
humanidad, y nosotros todava luchamos por conseguir la ms baja. Tuviste tu oportunidad en el
refugio, bajo el lago.
Os dar otra razn continu el no hombre, acercndose, como si intentara tenderles una
trampa. Akroma me envi. Os considera traidores, teocidas, y quiere que os lleve de regreso para
que pueda torturaros y destruiros. Si no me dejis unirme a vosotros, le dir dnde estis. Ella puede
saltar a travs de m y caer sobre vosotros en cuestin de minutos.
Fajn y Chaleco no estaban seguros de qu contestar a eso.
sa es la parte mala. La buena es que no quiero ni traerla hasta vosotros ni llevaros hasta ella.
Quiero lo mismo que vosotros. Buscaremos juntos. Cuando tengamos cuerpos de verdad,
necesitaremos un lugar adonde ir. Conozco uno, un refugio donde protegernos de toda esta locura. Se
llama Santuario
Chaleco lanz una carcajada.
S, claro! Hay una ciudad llamada Sotario!
Santuario, idiota! le espet Fajn. Miraba al tercer no hombre, evalundolo. Cmo te
llamas?
Umbra.
Fajn salud con la cabeza.
Yo soy Fajn, ste es Charco
Chaleco.
Lo s.
Sabes algo de magia, Umbra? pregunt Fajn.
No contest, pero conozco el ruido que hacen los sabuesos. El fuego los atrajo.
Intent decrselo! exclam Fajn.
Lo encendiste t! contest Chaleco.
Vamos. Puede que quieras devolverle el libro de hechizos a tu compaero, ya que l puede
colocarlo sobre el clavicmbalo, lejos del suelo y del lodo.
Fajn se agach, palpando dentro de sus pies, y agarr el tomo.
Bien pensado. Entreg el libro a Chaleco, que lo escondi, y ambos empezaron a andar tras
Umbra. Alguna idea para escapar de los perros?
S contest. Gatos. Hay una granja al otro lado de las colinas con un granero lleno de gatos.
Y eso cmo nos ayudar? pregunt Fajn.
Cada uno de nosotros coger diez o as, y cuando los perros se acerquen, soltamos unos cuantos.
A quin preferir perseguir un perro, a un gato o a una sombra?
Brillante! exclam Fajn. sa es la clase de planificacin estratgica de la que carecemos!
No me elogies demasiado pidi Umbra. Primero veamos cmo funciona el plan. A la
granja para poner en marcha la Operacin Gato!

Zagorka estaba de pie cerca de la arena llena de gente de Santuario. Pareca que toda la ciudad
estuviera all, atiborrndose de juegos, como un hombre condenado que engulle su ltima comida.
Haba pasado un mes desde la partida de Phage, pero Santuario era un lugar an ms estentreo si
cabe. A pesar de los intentos de Zagorka por organizar una milicia, slo encontr cincuenta
voluntarios. Los dems ciudadanos actuaban como si la resistencia fuera intil. Akroma vendra, y eso
sera el fin. Quin hara frente a su fantico ejrcito ese terrible da? Por qu no vivir ahora, para no
tener nada de qu arrepentirse cuando llegase la muerte?
Zagorka senta arrepentimiento. Deseaba haberse opuesto a Phage, haber evitado que convirtiera
ese refugio en una guarida de desesperacin. Zagorka tambin debi haberse enfrentado a Akroma.
Eso habra funcionado mejor que las falsas alianzas que se arrugan como el papel.
Un perdedor rompa su boleto de apuestas y lo dejaba caer. En l quedaron impresas las marcas de
sus dedos mientras revoloteaba en la brisa de la tarde. Una cascada de esos trocitos llen el aire y cay
sobre el antiguo crculo de piedras.
S que es difcil concentrarse en los glifos mientras hay una buena partida de dados, pero no
creo que ests escuchando siquiera, Zagorka.
La anciana parpade.
Lo siento, Elionoway. Qu me decas?
Sacndose la larga pipa de la boca, Elionoway gir la boquilla de hueso para apuntar sobre las
cabezas de la muchedumbre. Seal los monolitos que los rodeaban.
Encajan. Esas piedras que rodean el lugar sagrado, fueron una vez un nico bloque. La escritura
que contienen fue hecha antes de que se separaran. Al leer cada nivel, encontramos el significado del
todo. Algunas figuras estn cortadas o desgastadas en su mayor parte, pero puedo entender bastante.
Comienza aqu, en el este, y sigue el curso del sol. Las piedras meridionales marcan su paso invernal,
y sus sombras marcan el paso del verano.
No te sigo dijo Zagorka medio dormida.
Sigue esto respondi Elionoway, expulsando un anillo de humo que los rode a ambos.
Conoces la primera lnea: Volved, nmena, volved, que lo que una vez fue, ser para siempre.
Aqu est la siguiente lnea: A ti te invocamos, Averru, Gran Conquistador; esta pared que
construste permanecer por siempre entre tus hermanos. Y ms abajo: A ti te invocamos,
Lowallyn, Seor de los Arroyos; estos tus ros fluirn por siempre en este valle. Y en la cuarta lnea:
A ti te invocamos, Kuberr, Mano Avariciosa; para que nos protejas a todos por siempre jams.
Por siempre jams repiti Zagorka. Qu significa? Qu importancia tiene esto?
Se trata de profecas ancestrales de veinte mil aos de antigedad. Estos nombres los
conozco. Los mitos de nuestro pueblo hablan de tres grandes hechiceros que gobernaron durante mil
aos, tres hermanos que construyeron los imperios de la antigedad. Les arrebataron el mundo a los
Primigenios.
Los Primigenios?
Los gobernantes dragn que hubo antes de la era de los humanos.
Zagorka frunci el entrecejo. Tena muchas preocupaciones en la cabeza, y la menor no era saber
para qu necesitaba transformar a esos jugadores en guerreros.
Dime otra vez qu opinas.
El elfo la mir con una mezcla de condescendencia y envidia.
Tu raza es demasiado joven. Volvi a sealar con su pipa, justo por encima de los jugadores
. La quinta lnea, ah, reza: Cuando los mortales vuelvan a adorar en el alto y sagrado lugar y en las
profundidades donde el agua fluye, entonces los nmena volvern.
Espeluznante.
Elionoway ri.
No te imaginas la suerte que tienes de tenerme contigo.
S que lo s, Elionoway. Es slo que no me lo creo. No estamos trayendo de vuelta a esos tres
hermanos muertos. Mira a tu alrededor. Quin hay que est adorando? Nadie. Estn gritando por el
primer premio, gracias a Phage. Acaso rezan los campesinos de las riberas del ro? No, ellos
plantan y discuten. Todos los que estamos aqu intentamos sobrevivir, y tal vez gozar de una
pequea diversin. Tenemos demasiados enemigos reales de los que preocuparnos.
En lugar de responder, Elionoway simplemente movi el dedo, haciendo que ella lo siguiese. El
elfo avanz con ligereza por los bloques de piedra, como si estuviera encantado consigo mismo. Su
pipa expulsaba un alegre humo azul que se arremolinaba a su alrededor, dando la impresin de golpear
su hombro antes de continuar su camino.
Zagorka sigui al hombre. Su cabeza zumb con terribles advertencias en medio de los gritos de
los tiradores de tabas. Era un barullo enloquecedor. Puede que sa fuera la peor parte del liderazgo,
decidir a qu voces hacer caso y cules ignorar.
Elionoway alcanz el sendero de madera que llevaba al punto de arranque del gran cabestrante. En
ausencia de Ceo de Piedra, un simio gigantopiteco se haba hecho cargo de l. Recorra un crculo
fijo mientras su socio, un aguerrido enano, colocaba piedras en su lugar para los contrapesos. El elfo
levant la mano.
Nada de piedras en los dos siguientes colgadores.
El enano hizo un ruido con la nariz y asinti.
Elionoway esper a la siguiente cesta para colocarse en posicin. Dio un paso para meterse dentro
y agarr la cuerda.
Detrs de l, Zagorka abord el ascensor con menos gracia. Su sombra pas de ella a la roca roja, y
el acantilado desapareci. Abajo se abra un panorama que siempre haca que se le cortara el aliento:
la antigua Santuario, ahora una prspera ciudad. El humo se alzaba de las chimeneas de los edificios
de piedra, los granjeros trabajaban los prdigos campos junto al ro, y una corriente constante de
carretas cruzaba el vado. Esto era lo que ella intentaba proteger con su trabajo.
No mires abajo, Zagorka pidi Elionoway. Mira hacia arriba!
As lo hizo, y vio la cima del acantilado, cubierta con runas profundamente labradas en la roca.
Qu dicen esas runas?
No lo s. Ayer no estaban ah.
Ests seguro? La sangre se le hel en las venas.
Totalmente. He empezado a catalogar las runas, y sas nunca haban estado ah.
La anciana se sinti dbil.
Est bien, Elionoway. Haces bien en catalogar y traducir. Ahora es tu trabajo oficial. Mir
hacia esos irregulares caracteres blicos. Quiero saber de dnde vienen. Quiero saber qu significan.
CAPTULO 10

FASCINACIN

hage se haba marchado sola a Santuario, y sola volva, aunque su mente estaba saturada. Los

P discpulos de xidor le haban llenado la cabeza de cosas terribles. Sus propios pensamientos
combatan con los de Akroma, Trenzas y el Primero. Sus colores chocaban, se combinaban y
alineaban en nuevas conjunciones. Miraba el collage que formaban y la verdad se volva ineludible.
Ella y el Primero eran iguales, elegidos por Kuberr para ser sus avatares. Phage no sera nunca su
esclava, ni su hija, ni su creacin. Ya no le perteneca. Al menos eso le quitaba un peso de encima.
Despus lleg la esclavizacin. Phage estaba destinada a concebir un cuerpo para que Kuberr lo
habitara. El Primero nunca lleg a comprenderlo, aunque l iba a ser el padre. Trenzas slo pudo hacer
conjeturas, pero a Phage le pareca algo seguro. Estaba dispuesta, ya que Kuberr la haba salvado.
Permitira que fuese concebido en su interior y le dara a luz. S, lo criara y mientras tanto llevara
puestos guantes de acero. Puede que alguien idease un mecanismo de metal por el cual ella podra
incluso amamantar a su dios lactante.
La tercera revelacin fue la peor: un pacto de muerte. Kuberr le haba pedido a Virot Maglan que
sacrificara a su familia. Qu pasara si le pidiera a ella que sacrificara a su amante? Era ella una
viuda negra y Virot su consorte, deseando la unin pero temiendo ser devorado? Tanto si Phage lo
mataba como si no, l la matara a ella.
De la liberacin a la esclavitud a la destruccin
Cuando era una nia, en las Montaas Prdicas, Jeska vio una vez una flor silvestre y pens que
era como la verdad, elevndose desde el suelo rocoso y abrindose en toda su belleza. Ahora saba que
esa belleza era como una jaura de perros salvajes, voraces e implacables. La verdad acos a Phage
cuando bajaba la escarpadura, por los puentes de los pantanos hasta la Isla del Coliseo.
El Primero saba que ella vena. Guardias ansiosos le hicieron una reverencia y lanzaron ptalos de
rosa a su paso. Las flores que la tocaban se volvan negras y se disolvan en ceniza, pero no dejaba de
ser un bonito gesto. El Primero pensaba que la estaba seduciendo. La verdad era que Kuberr estaba
reuniendo a sus dos almas oscuras.
Phage cruz la Isla del Coliseo con su desorden de tiendas y puestos, vendedores ambulantes y
personajes extraos, gladiadores y aficionados. Todos formaban una amalgama dentro de un suave
envoltorio en el presente que, se supona, ella deba inaugurar. Camin entre la multitud sin que nadie
la tocara, pas por encima de pizarras de apuestas blanqueadas por el uso reiterado de las tizas donde
las vidas se marcaban y borraban, camin entre estandartes que proclamaban qu casas nobles eran
testigos como tribunal de los deportes de sangre, y lleg a la entrada trasera del lujoso palco del
Primero.
All esperaba un chico joven al que Phage nunca haba vijto. Estaba plido, con unos huesos tan
frgiles como los penachos de pelo negro de un pjaro. Su vestido, sin embargo, estaba
impecablemente confeccionado, y la recibi con una sonrisa que no mostr diente alguno.
Hola, mi seora dijo el chico, y extendi hacia ella una rosa.
Quin eres t? pregunt Phage.
Soy Virot Maglan, de nio respondi. Las lneas parecan ensayadas. Quera observar a mi
amada con ojos de nio. Alarg hacia ella una nica rosa roja, de ptalos intensos y espinas
relucientes.
Phage mir la rosa.
No puedo cogerla. La destruira.
Mi amor por ti perdurar respondi el chico, alargndole la flor con tal confianza que ella la
cogi.
La flor no se marchit. Era de acero, pintada con pigmentos no orgnicos para que pareciese una
rosa viva.
S pens Phage, su amor perdura, pero sus espinas son clavos y sus ptalos son cuchillas.
En voz alta, dijo:
Gracias, Virot.
l inclin ligeramente la cabeza e hizo un gesto hacia las puertas de obsidiana.
Mi yo mayor espera en el interior. Ha rehecho su aposento a tu imagen. Su mano ni siquiera
toc las puertas, pero stas se abrieron.
Gracias, mi joven amor. Como nio, eres muy apuesto. Pero pensaba que el veneno tambin
corra por sus venas. Phage camin entre las puertas de cristal negro hacia la oscura puerta que
esperaba ms all.
Virot haba estado ocupado. La sala siempre haba tenido un aspecto tenebroso, con suelos y
paredes de mrmol negro pulido y el techo pintado de un color tan oscuro que pareca el cielo
nocturno. Slo unas bombillas flotantes, como planetas en su vagar, daban luz al espacio, pero ahora
la habitacin pareca an ms sobria. Ya no haba tapices ni alfombras, ni mobiliario o espejos. En
todo ese espacio sombro slo quedaba un objeto: una estatuilla de piedra blanca colocada en medio
del suelo.
Phage se acerc, mirando la figura: una gladiadora exultante sobre un enemigo cado. Se agach
para levantar la estatuilla. La gladiadora era ella. El escultor haba capturado todos sus msculos y
contornos, ocultos apenas bajo el traje de seda que vesta, y haba rendido a su enemigo en las garras
de una putrefaccin instantnea. Phage estudi el objeto un momento ms antes de colocarlo de nuevo
en el suelo.
Sigui su camino con las suelas de acero resonando en el mrmol. Molesta, se qued con los pies
desnudos. As era ms letal y silenciosa.
Una cortina colgaba de la siguiente puerta, y cuando toc la tela para apartarla, sta se disolvi. La
podredumbre se extendi como el fuego por el tejido hasta que se detuvo. La mujer entr en la
siguiente cmara.
Tambin haba sido preparada para ella. El suelo y las paredes estaban construidos de gneis de un
ndigo profundo. Esa cmara era la mitad de tamao que la anterior, y en el centro se levantaba una
estatua de mrmol blanco que le llegaba a la cadera. Phage se agach para examinar cada detalle. De
nuevo, la figura la representaba a ella, de pie en actitud de victoria sobre otro enemigo. Esta vez su
ropa caa hecha jirones revelando su musculosa forma. Con las manos en las caderas, posaba su
mirada severamente sobre el derrotado. Un hombre yaca postrado ante ella en actitud de adoracin, y
Phage reconoci inmediatamente de quin se trataba.
Hermano.
Estaba de pie, mirando ms all de la figura, hacia la siguiente puerta. Tambin caa de ella una
cortina. Se acerc y la retir, sin siquiera esperar a que se deshiciera.
La siguiente cmara, la ms pequea de todas, tena suelo, paredes y techo de granito rojo. Las
vetas gruesas cruzaban la piedra y daban la sensacin de ser venas rodeando un gran corazn. La
habitacin estaba totalmente dominada por una estatua a tamao natural, tambin de mrmol blanco, y
representando de nuevo a Phage. Esta vez, sin embargo, estaba resplandecientemente desnuda. Cmo
pudo el escultor conocer la forma de la costilla sobre su cintura, cmo pudo descubrir la hermosa
marca justo debajo de la cadera, o saber de los msculos de los muslos plegados en su pelvis La
haba reflejado perfectamente, con la atencin de un ojo venerable. Permaneca en actitud de
dominacin, victoriosa sobre un enemigo cado. Sin embargo, ella nunca haba luchado desnuda.
Mir hacia una pierna esculpida para ver al hombre que yaca all, postrado ante ella. Tambin
estaba desnudo, con la piel aparentemente de marfil. Delgado de cintura pero de hombros fuertes, con
cada msculo en relieve, el hombre yaca en completa subyugacin. Aunque su carne estaba llena de
cicatrices, ni una sola era de putrefaccin.
En voz baja, para s, Phage pregunt:
Cmo cay entonces ante m?
Una herida en el corazn contest el hombre.
Phage se sobresalt. No era una escultura, sino un hombre vivo.
Quin eres t?
Vuelves a herirme respondi el hombre, alzando la cabeza. Soy tu amante. Soy Virot.
Qu ests haciendo?
Te he querido desde el momento en que te vi por primera vez. Lo he intentado todo para ganarte.
Ahora, intentar incluso esto, yacer desnudo y afeitado, una criatura recin nacida en actitud de
adoracin.
se era el Primero, el hombre ms poderoso de Otaria, en otro tiempo amo, padre y dueo de
Phage. Ahora yaca sumiso ante ella. Todos los razonamientos que la haban asediado por el camino
haban cado en el silencio.
Har lo que me pidas dijo Virot.
Levntate contest Phage levemente.
Virot se levant, no el gobernante de la Cbala, sino un simple hombre.
Phage ya no era la asesina de miles, era slo una mujer.
Haba dos cuerpos compartiendo un mismo espritu, y pronto lo compartiran todo.
Phage se quit su ropa de seda y la dej caer sobre el suelo rojo. Se acerc a l y lo envolvi en sus
brazos, y el contacto de la carne con la carne fue un xtasis insoportable.

El general Ceo de Piedra se agach en la ltima cubierta de maleza en el lmite de las Tierras de
Pesadilla. El lugar le traa horribles recuerdos.
All haba luchado entre decenas de miles, haba observado la masacre que sigui, haba huido de
los muertos y moribundos mientras las sierpes de la muerte los devoraban a todos. Era un lugar del
que avergonzarse. Ceo de Piedra nunca antes haba huido de la batalla, y menos de los camaradas
cados, pero ese da hizo las dos cosas. En la desbandada, incluso haba dejado atrs la nica arma que
poda matar a su mayor enemigo: el hacha de Kamahl.
Todos esos errores pronto seran enmendados. Recuperara a Segadora de Almas y matara a
Akroma. Ese nico golpe vengara a los ejrcitos de la coalicin y destruira el imperio blico que ella
haba construido.
Ceo de Piedra mir hacia las Tierras de Pesadilla y dese la batalla.
Por desgracia, esto no era cuestin de batallas, sino de sigilo, y el centauro gigante no estaba
preparado para el sigilo. Haba pasado un prudente mes avanzando en secreto por Topos. Da y noche,
discpulos blanquiazules cruzaban por arriba, y nuevos conversos en grupos de peregrinos regresaban
por debajo. Por la cantidad de huellas, el centauro supona que Akroma haba conseguido una legin
entera. Por la manera en que esas huellas ignoraban los rastros y continuaban directos hacia Topos,
supona que eran una legin de fanticos.
Akroma no haba mentido acerca de su ejrcito. Era grande y devoto.
Con la esperanza de infiltrarse en esa fuerza y acercarse lo suficiente para agarrar el hacha, Ceo
de Piedra incluso haba intentado unirse a un grupo de peregrinos. Se sentaron alrededor de una
hoguera y lleg l por casualidad, como si estuviera llevando a cabo la misma misin. Sin embargo, lo
descubrieron enseguida. No saba nada de la Visin de xidor, de preservar la Ciudad Gloriosa, de
combatir a la muchedumbre corrupta. Ceo de Piedra no era slo un infiel, sino un espa infiel. Lo
atacaron y, en defensa propia, mat a uno de ellos. No deseando matar a nadie ms, se alej de esos
fanticos y galop durante un da antes de dar la vuelta y volver sobre sus pasos.
Lo ms seguro es que hubieran informado a Akroma. Puede que no supiera dnde se encontraba
Ceo de Piedra, pero s saba que vendra. En cuanto se aventurara por el borde del bosque de
matorrales hacia las Tierras de Pesadilla, lo veran. All no haba cobertura, slo miles de crculos de
piedra que tapaban los fosos succionadores.
No necesitaba sobrevivir a su bsqueda, siempre y cuando Akroma tampoco le sobreviviera a l.
Sali del matorral donde se haba escondido y march a travs de una zona de transicin llena de
maleza. Justo enfrente, el suelo de verdad se converta en uno falso. All, las arenas del desierto se
haban transformado bajo el toque de locura de xidor. El suelo pareca de cuero gris. Ceo de Piedra
apoy un casco en l, y los recuerdos de ese fatdico da fluyeron dentro de l. No haba sido su
intencin salir a medio galope, y menos an a galope tendido, pero lo hizo. Haba hecho bien, ya que
aguantara bastante ms antes de que lo detuvieran, despertara una mayor alarma y, por lo tanto,
atraera a Akroma ms rpidamente an.
Lanzado al ataque, el centauro vir bruscamente para evitar los grandes tapones de piedra. Pronto
seran demasiados a su alrededor. Salt sobre uno, sintiendo cmo la piedra temblaba bajo su peso.
Dio un nuevo salto y sali hacia una estrecha pista de tierra.
Delante se erguan hombres de masilla, que formaban una larga lnea con las manos unidas, como
si esperaran cogerlo.
Gruendo, Ceo de Piedra sali disparado hacia ellos. Le salpicaran como si de barro se tratara
cuando los golpease. Sus cascos dejaron sobre la superficie unas huellas en forma de medialuna, y el
centauro arroj al suelo a la multitud gris.
Plidos y mudos, los guerreros de arcilla cayeron hechos pedazos. No detuvieron a Ceo de Piedra
lo ms mnimo, y ste los pisote. Salt sobre ellos con los dientes apretados. El ruido de cascos
reson entre las piedras, volvindose ms fuerte a cada segundo. No era eco, sino el sonido de una
persecucin. El centauro mir atrs y vio a una docena ms de centauros gigantes cargando contra l.
Tenan su mismo rostro, su mismo cuerpo.
Los hombres de masilla luchaban adoptando la apariencia y el poder de sus enemigos, mortales en
su imitacin.
Ceo de Piedra mir hacia adelante y vio su oportunidad: un gran crculo de piedra profundamente
hundido en un ancho pozo. Sus perseguidores slo estaban a un cuerpo detrs de l cuando salt sobre
esa piedra. Dej caer los cuatro cascos a la vez, como si fuera un gato saltando sobre su presa, y sinti
cmo se hunda el tapn. Saltando otra vez, desplaz todava ms la piedra.
El primero de los perseguidores aterriz, empujando el tapn hacia abajo. Siguieron un terrible
rugido y unos vientos torrenciales. Los falsos centauros cayeron en la boca succionadora de ese pozo y
desaparecieron para siempre.
Con una sonrisa de victoria, el centauro galop, cruzando el ltimo crculo de piedra y entrando en
el Bosque de los Claros Verdes, que se encontraba ms all. No haba albergado ninguna esperanza de
llegar tan lejos, y empezaba a preguntarse si podra alcanzar el mismsimo palacio.
Una cosa rugosa lo embisti desde detrs de unos grandes rboles. Unas pinzas de cangrejo le
araaron, hacindole una herida superficial bajo el pelaje. Logr huir por una simple cuestin de
velocidad. Otros dos hombres cangrejo lo atacaron, sujetndole uno las crines y el otro las muecas.
Se pegaron a l, arrastrndolo con su impulso. Un tercero cay de la rama de un rbol sobre su
espalda.
Golpeando con el codo le rompi la boca a una de las criaturas, que le solt la mueca. Estir la
mano hacia su hombro para agarrar a la que tena en la espalda sin dejar de correr a travs de la
maleza. Sin embargo, un cuarto y un quinto agresores le golpearon la mano. Ya lo igualaban en peso y,
cuando por las enredaderas bajaron ms, como si se tratase de hormigas arremolinndose para matar,
Ceo de Piedra cay de bruces.
Llamad a vuestra seora! grit, jadeando bajo el horrible peso. Pareca que lo iban a
asfixiar. Pido ver a Akroma! Todo esto habra sido en vano si esas criaturas lo destrozaban
antes de que llegara la mujer. Traigo noticias para Akroma noticias horribles! No estaba
funcionando. Esas bestias eran demasiado estpidas.
Las patas tampoco le funcionaban. El montn de criaturas lo aplastaba contra su propia tripa. Se
balanceaban sobre l, que se estremeca con cada nuevo cuerpo aadido.
Llamad a Akroma!
Ya no le escuchaba nadie, slo l.

Yaca a su lado, sus cuerpos bebiendo del fro del suelo. Despus de tan abrasadora unin, el suave
mrmol supona una comodidad.
Virot haba estado asombroso, apasionado, seductor y tierno. Phage haba sido la misma. Era como
si, al estar juntos, completaran el vaco irregular del otro. Ahora estaban separados, pues no podran
haber soportado mucho ms tiempo el contacto, carne con carne.
Phage haba cambiado. Haba dejado de sentirse incompleta y vaca. Algo haba germinado en su
interior. Ya lo poda sentir: la sntesis de su poder y el de Virot en una nica clula. Crecera en ella,
nacera de ella, y se convertira en la criatura ms grande que caminara por Otaria. Con cario, puso
una mano sobre su vientre y volvi la cabeza hacia Virot.
No pareca lleno, sino vaco, usado. Haba hecho su trabajo. As ocurra con todo macho en la
procreacin, y Phage comprendi por qu la viuda negra mata a su hombre. De lo contrario, ese
caparazn vaco simplemente se desperdiciara.
Qu ests mirando, amor mo? le pregunt l medio aturdido.
Ella le respondi con slo dos palabras.
A ti.

Ceo de Piedra supo el momento en que lleg Akroma porque el montn quitinoso se le iba
quitando de encima. Respiraba con ms facilidad mientras la carga se aligeraba, y decidi mirar con
expresin herida de manera que lograra atraerla. Slo una rpida mirada y una veloz arremetida para
coger esa hacha. Las criaturas que tena encima casi se haban bajado por completo. Un momento ms
y estara preparado.
S por qu has venido le dijo Akroma con rotundidad. Quieres esto.
Ceo de Piedra entrecerr los ojos y vio cmo daba palmaditas a la hoja de Segadora de Almas. El
mango brillaba con motas azules de poder.
Con cautela, el ngel sac el hacha del cinturn al que la llevaba sujeta. La extendi hacia el
centauro gigante con el mango por delante.
Tmala, pues. Haz con ella lo que has venido a hacer.
Pareca un sueo. Aun as, Ceo de Piedra tena que intentarlo. Aunque todava yaca sobre su
vientre, tena una mano libre y, con ella, poda matar a esa tirana atormentadora. Estir la mano,
sujet la empuadura del hacha y la gir para matar a Akroma.
El brazo del centauro se hel. Algo haba penetrado en su mano. Le mordi los nervios del brazo,
subi por el hombro hasta el cuello y sali por el cerebro, como un fuego azul. Desde all, se extendi
por todo su ser.
Dejad que se levante orden Akroma. El ltimo hombre cangrejo se baj.
Ceo de Piedra, dolorido por sus heridas pero revitalizado por los espritus azules, se puso en pie.
Haba algo que quera haber hecho con esa hacha
Apartaos. Dejad que se acerque.
Los hombres cangrejo se quitaron de su camino, esperando cerca de los grandes rboles del
bosque.
Nada se interpona entre Ceo de Piedra y Akroma. Se acerc hasta ponerse frente a ella.
Qu vas a hacer?
Ceo de Piedra alz el hacha, estudi su cabeza centelleante y la extendi hacia Akroma con el
mango por delante.
Devolvrtela, mi seora.
Eso pens dijo ella. Tom el arma y la devolvi a su cinturn. Conoces la Visin de
xidor?
Un mundo recreado en la belleza, con la fealdad erradicada para siempre.
S. Deseas preservar la Ciudad Gloriosa?
Locus debe ser defendida a toda costa.
Quin es la muchedumbre corrupta?
La Cbala, la chusma de Santuario y los monstruos de Krosa, stos y todos los que amenacen el
mundo del creador.
Muy bien. Ven conmigo.
CAPTULO 11

EL GATO EN LA BOLSA

l truco de los gatos de Umbra funcion, y consiguieron quitarse de encima a los sabuesos esa

E primera noche. Durante el siguiente mes, sin embargo, el problema fue librarse de los felinos.
Al final result que los gatos se encariaron con los no hombres: sombras vivientes en el
viento, ahora estoy ahora no estoy, tentador! Un minino que brincaba hacia esas lneas, que se
curvaba y saltaba por el aire, de repente se encontraba a s mismo en una habitacin secreta de un
palacio secreto. Qu delicia! Del mismo modo que ocurra con las pulgas y los perros, los gatos
haban convergido en los no hombres.
Umbra era el anfitrin de dos familias de gatos atigrados. Fajn estaba lleno de media docena de
mininos de pelo corto y negro. Chaleco, en virtud del hecho de que su pan mojado haba atrado a los
ratones de Topos, se haba convertido en un albergue para gatos, con cerca de treinta de ellos de todo
color y configuracin.
Los animales jugaban sin cesar alrededor de sus pies de sombra, apareciendo y desapareciendo en
los caminos polvorientos por donde andaban. De vez en cuando se marchaban a cazar cerca de los
campos y volvan con liebres, armios, ratones, ratas y alguna mofeta ocasional, algunos de ellos an
con vida. Los no hombres intentaron evitar desesperadamente que los cazadores persiguieran a sus
presas en su interior, pero era inevitable que los gatos se salieran con la suya. Toda la carnada que
haba dentro jugaba con la pobre criatura hasta que mora y luego se peleaba por el cadver. El
anfitrin no hombre pasaba as horas emitiendo alaridos, berridos, bufidos y ronroneos.
De todas formas, esos ruidos eran preferibles a los conciertos nocturnos que maullaban desde cada
no hombre hacia los otros dos, acompaadas por los saltos de formas inquietas. Para colmo, la
mayora de las hembras estaban preadas, y en un mes ms, la plaga de gatos bien podra acabar
siendo pandmica.
As son los traumas de la vida para los no hombres dijo Fajn con elocuencia.
Los tres caminaron cansinamente hasta un puente de piedra que conduca a un pequeo pueblo en
la llanura. No haba otro camino para rodear el burgo que no fuera vadeando el ro, una prctica que
haban rechazado despus de haber ahogado a tres gatos. El olor de su descomposicin haba durado
dos semanas. No, los no hombres tenan que cruzar directamente el pueblo, pero, con suerte, llegaran
al otro lado sin que los oyesen antes de que el sol se pusiera y comenzara el concierto.
Fajn extrapol:
No es bastante insulto pasar la vida como una simple alteracin del aire, un extrao sonido, un
raro olor?
Ni que fueras un pedo viviente le cort Chaleco.
Eso es lo que somos continu Umbra con amargura. Aire viciado. Espritus sin cuerpos.
Oh, venga, tenemos cuerpos, y muchos: cuerpos de gato. Slo tienes que sacudir una pierna y
salen un montn se quej Fajn. Como demostracin, dio una patada. Un gato negro sali por el
aire, dio una vuelta, intent caer con los pies por delante y aterriz sobre la espalda, con las patas para
arriba.
Los tres no hombres caminaron con tranquila frustracin.
A ambos lados del camino surgan pequeas tiendas. El sol del ocaso estir sus dedos dorados
sobre ellas, atrayendo a los viajeros hacia el oeste, aunque luego los dejara sumidos en la oscuridad
fuera de la aldea. Sera otra acampada oscura, otra noche de canciones gatunas y fornicacin felina.
Umbra gru.
He reconsiderado mi plan.
Te refieres a los gatos? solt Chaleco. Es un poco tarde!
No, me refiero a cmo conseguir nuestros cuerpos. Nunca aprenderemos suficiente magia de
este libro para hacernos unos cuerpos por nosotros mismos. Para cambiar el alma se necesita un
hechizo poderoso, as que necesitamos un abogado poderoso.
Fajn y Chaleco sacudieron la cabeza, y el primero dijo:
Y exactamente a quin propones?
Bueno, he estado pensando: si os entregarais a Akroma
Aj! Justo lo que pensaba! exclam Fajn.
Todo este tiempo nos has estado diciendo que bamos a Sotario!
Santuario.
pero en realidad nos llevabas a Topos! Todava trabajas para esa vieja bruja.
Cllate! Umbra mir alrededor con irritabilidad. Cualquiera habra podido or su discusin
. Nos van a descubrir!
Es cierto? Ests trabajando para Akroma?
Por supuesto que no! Soy uno de vosotros. No me puedo creer que sospechis de m, despus
de todo lo que hemos pasado!
Todo lo que! Todo lo que! rugi Chaleco.
Silencio!
Qu has hecho t, excepto meternos en problemas? pregunt Fajn.
Mirad, creo que si vamos a Akroma y le pedimos disculpas, y le decimos que hemos aprendido
la leccin, ella nos perdonar. Despus nos puede proporcionar los cuerpos.
Fajn ri con descaro.
S. Te dar la bienvenida a casa, buen y fiel sirviente, y te dar las gracias por hacer regresar a
estos traidores. Tu conseguirs un cuerpo y nosotros seremos destruidos.
No es eso lo que quiero!
Y qu hay de ir directos a Topos, eh? pregunt Fajn con sarcasmo.
S! dijo Chaleco con sorna, y aadi: Qu?
Conozco un atajo, por aqu, a travs de este tipo! Fajn salt hacia la silueta de Umbra.
El hombre de sombra se ech a un lado, y dos gatitos atigrados escaparon de los dedos de sus pies.
Eh! Cuidado! Eso es asesinato! Sabis que me cerrara para siempre!
S, s! dijo Chaleco, dndose cuenta. Un atajo! Tambin se abalanz hacia su
compaero. Dej caer un montn de gatos dormidos que aterrizaron sobre los otros volcados por
Umbra. Los felinos supusieron que estaban siendo atacados y arremetieron a zarpazos y bufidos.
Asesinato, dice! se ri Fajn. Y qu sera el llevarnos de regreso a Akroma? Justicia?
Solt un puetazo, tratando de lanzar el puo a travs de su camarada.
Umbra salt para evitar el golpe, pero uno de sus pies tropez con una bola de gatos mordedores.
Las bestias se enrollaron a l, encontraron a los gatos atigrados que ya haban marcado cada esquina
del no hombre y comenzaron una guerra total.
El destino intervino en la persona del abogado de la villa, que dio la casualidad de que era un ogro.
Qu demonios! exclam la bestia, saliendo de repente de detrs de un par de puertas dobles
llenas de marcas causadas por tales apariciones repentinas. Sali a la polvorienta calle, con su clava
llena de pinchos sobre un hombro y el ojo que le quedaba sobresaliendo con suspicacia. Aspir
profundamente, llenando de aire su pecho descamisado, y sali al camino.
Lil? Eres t? Al no recibir respuesta, murmur: Primero oigo un sonido como el de una
casa de putas ardiendo, luego huelo algo parecido a un len en celo. Volvi a olfatear. Lil?
Los no hombres haban ideado una estrategia para momentos como se: mantenerse agachados y
mezclarse con las sombras. Por suerte, haba muchas en el camino a la cada del sol. Por desgracia,
haba muchos gatos para arrastrarse fuera y descubrirlos.
Miau maull el primero, un gatito con manchas que se estir lujuriosamente antes de aadir
: miau.
El ogro bizque hacia esa criatura aparecida en el polvo, lleno de sombras con formas de hombre
donde no haba hombre alguno. Haba algo extrao en ese gato. El ogro se rasc los pantalones, que
parecan un gran saco grueso sujeto por un cinturn con pinchos. Parpade dos veces, mir alrededor y
murmur:
Lil?
Miau, miau, hiss, miau, hiss! replic el gatito. No al ogro, sino al montn de gatos que de
repente aparecieron debajo de l.
Pobre gatita susurr el ogro. Mira que parir aqu, en la tierra, y con todos esos gatos
grandotes. Me recuerdas a mi mam. Alarg la mano para coger a la joven cosita.
Slo un ogro o un amante de los perros se metera en una lucha de gatos. Esa criatura era ambas
cosas.
Miau, hiss, hiss, MlAAAUUU! explicaron los gatitos y, para demostrarlo, araaron todas las
venas del brazo del ogro. Los otros gatos ayudaron.
El ogro intent maldecir, pero slo atin a decir:
Au, au, au! Y arroj lejos a las furias peludas.
Los animalitos salieron volando por la calle, con las colas dando vueltas mientras aterrizaban
sobre las patas. Ms gatos salieron de las sombras.
Temeroso de que pudiera perder una pierna, el ogro baj la clava y los gatos se dispersaron. El
arma golpe el vaco, no encontr resistencia, se escap de la mano del ogro y desapareci como si
hubiera cado por un agujero. Mir asombrado hacia donde haba desaparecido el arma y dijo:
Vaya, vaya.
El defensor de la ley estir la mano hacia su cinturn de pinchos, quitndoselo con un rpido
movimiento. El cinturn sujetaba los pantalones del monstruo, que tambin se soltaron. El extrao
tejido se despleg, mostrndose como un voluminoso saco que poda enganchar fcilmente a todos los
no hombres.
Cuidado con los pantalones! gimi Fajn.
l, Umbra y Chaleco podran haber pensado en huir, pero un ogro sin pantalones es una visin
fascinante. Lo siguiente que supieron fue que aquellos pantalones realizaron un barrido por encima y
cayeron sobre ellos. Los pinchos de madera se clavaron en el suelo formando un amplio crculo
alrededor de los no hombres, y la prenda se cerr con la seguridad de un puo. Estaba claro que se
trataba de pantalones mgicos.
Una trampa de demencia! exclam Fajn.
Un poco tarde, profesor buf Umbra.
No podemos escapar de una trampa de demencia! aadi Chaleco. Tena razn. Los no
hombres podan haber escapado de cualquier otro recinto, deslizndose a travs de una grieta o bajo
una puerta, pero no de una trampa de demencia. Cmo vamos a salir de sta, seor Listillo?
Silencio aconsej Fajn.
Miau aadi algo debajo de l.
Chaleco, saca el libro de hechizos y dselo a Fajn susurr Umbra. Tiene que haber un
hechizo que podamos usar.
Mientras Chaleco hurgaba en su interior, la voz de un ogro incorpreo llegaba a travs de la bolsa,
preguntando:
Lil?

Cmo vamos a salir de sta, seor Listillo? pregunt Zagorka, de pie en su balcn de
Santuario.
Elionoway estaba detrs de ella, con su cuerpo de elfo tan delgado y rgido como un viejo tocn.
Un humo azulado sala de la pipa que tena sujeta entre los dientes.
No lo s.
Miraron por encima de los tejados rojos de la ciudad, al otro lado del ro Hondagua, hasta las
colinas rocosas de ms all. All estaba acampado el ejrcito de Akroma: tres mil hombres. Esos
autmatas con el cerebro lavado superaban a los de la ciudad por dos a uno. Akroma haba cogido a
sus seguidores ms fanticos y los haba convertido en guerreros y sacerdotes. Haban venido para
sitiar Santuario.
Zagorka solt un largo silbido de irritacin.
Fortificad, les dije. Un muro, una zanja, les dije. Fabricad armas: flechas, lanzas.
Hasta un montn de rocas habran servido en ese momento. Nada. En su lugar lemos antiguos
garabatos en la piedra, jugamos como si no hubiera un maana. Pues bien, supongo que nos toc el
premio gordo. No hay maana!
Elionoway pareci considerarlo mientras el humo sala de su nariz como un bigote de plata.
Creo que acaba de tocarte ese premio.
De qu ests hablando? pregunt la anciana, volvindose hacia l. La muerte es el premio
gordo?
El elfo sonri inexplicablemente.
Mejor dejar esa poesa para otro da. No. Quiero decir que no puedes mandar a una multitud
como sta a construir un muro, una zanja, armas y a luchar. Si os meten en una guerra convencional,
ya habis perdido.
Qu eleccin tenemos? pregunt Zagorka con un fuerte suspiro.
No has aprendido nada de Phage? Ella conquist este lugar con un par de dados.
El paraso conquistado con un par de dados.
Elionoway golpe suavemente la pipa contra la barandilla.
Hoy ests llena de poesa. No la gastes toda en m. Tienes otro admirador. Seal al sendero
ms arriba del vado, donde un sacerdote de tnica azul caminaba a la cabeza de un contingente
fuertemente armado. Quieres apoyo?
Ah! grit Zagorka. En tiempos de paz es: s, s, Zagor-ka, lo que sea. Cuando hay una
lanza apuntndote para que hables, todo el mundo me respalda. Por supuesto que quiero apoyo. Mi
sabio, un par de docenas de centauros gigantes y mi valiente trasero.
Ahora soy un sabio?
No, el sabio es Chester.
El elfo slo sonri mientras Zagorka cruzaba sus dependencias, bajaba las escaleras y sala a la
calle. All esperaban Chester y una multitud temerosa. El mulo se arrodill, permitindole a su ama
subir. Elionoway por su parte decidi andar. La procesin reuni fuerzas por el camino: Bret, Jaimes,
simios gigantopitecos, ogros y centauros gigantes; todos ellos andaban buscando una pelea de verdad.
Hoy podran tener una.
Zagorka baj con Chester por la amplia curva de la calle principal de Santuario, sali a los
abundantes campos de las tierras bajas del ro y hacia la puerta arqueada junto al vado. Le habra
gustado adoptar un aire marcial, pero no con ese variopinto desfile a su alrededor. Se rean
(cantaban!) como si ella fuera su libertadora, aunque se senta ms bien como un sacrificio.
Chester se detuvo en la sombra del arco, resopl y piaf contra el suelo. El resto del contingente de
Santuario se detuvo a su alrededor. Sus joviales canciones callaron y murieron totalmente ante el
contingente que se aproximaba.
A la cabeza cabalgaba un delgado albino vestido con tnicas blancas y montando un plido
caballo. Tena totalmente afeitada la cabeza, y entre sus ojos rojos descansaba una chispa azul, como
un tercer ojo. Un sacerdote. Sus debilitadas manos portaban una delgada espada que brillaba con
magia. Unos guerreros rodeaban totalmente al sacerdote de xidor. Algunos eran hombres cangrejos de
grueso caparazn. Otros, humanos o elfos, armados y con armadura. Todos parecan mortalmente
serios. El contingente descendi el inclinado sendero y entr en el vado sin vacilar. Penachos de
espuma surgan con gracia delante de los cascos del caballo.
Zagorka se sinti desfallecer.
Arrstralo a tu batalla le aconsej Elionoway, que estaba a su lado.
El albino se detuvo ante ella. Su piel era tan difana que se le notaba cada vena azul, dndole a su
cara la apariencia de un rbol tatuado. Sus iris de color rosa parecan mellas arrugadas. Sentado a
lomos de su glido corcel, y sin mostrar desdn ni compasin, estudi a Zagorka.
Yo, Aioue, he sido enviado para darte un ultimtum: rinde Santuario al gobierno de Topos o
sufre el sitio.
Parpadeando, Zagorka sacudi la cabeza.
No acepto.
Al principio, al sacerdote no se le ocurri una respuesta. Los discpulos azules brillaron en su
plida frente.
Yo, Aioue, he sido enviado para darte
No aceptamos. Ultimtums, quiero decir. No puedes darnos un ultimtum si no aceptamos
ultimtums. Lo mismo te dara predicar a las hormigas.
A su lado, Elionoway reprimi una sonrisa dando unas caladas a una pipa recin encendida.
Y qu aceptis?
Apuestas.
Apuestas?
Zagorka asinti.
Juegos de azar. Cartas. Dados. Eso es lo que aceptamos.
La rabia se encendi en aquellos ojos rosa, que se tensaron en su cara como si fueran msculos.
Un ultimtum no puede tomar la forma de una apuesta.
Todo puede explic Zagorka con mucha labia. Qu te parece esto? T y yo tiramos unos
dados. Si consigues la puntuacin ms alta, tomas la ciudad. Si la ms alta es la ma, te marchas. Si
sacamos lo mismo, te quedas y nos sitias con una condicin.
Qu condicin?
Que enves a tu ejrcito, una seccin cada vez, para descansar y recuperarse en la ciudad. Por
supuesto, deben jurar que no van a pelear. Sac un par de dados de su bolsillo y los agit
tentadoramente en una mano. El soldado humano que haba detrs del sacerdote los mir con
ansiedad.
Esos trminos son inaceptables espet Aioue. Nada de porcentajes para que nos vayamos.
Zagorka frunci los labios.
Pues claro. Igualemos las apuestas. Consigues una puntuacin alta, y tomas la ciudad sin luchar.
Sacamos el mismo resultado, y nos sitias, como tenas planeado. Yo saco ms, y t continas con el
sitio pero dejas que tus tropas descansen y se recuperen. Mir hacia los ojos enfadados de los
soldados. Qu tienes que perder?
Tus principios, tu voluntad, tu cordura respondi Elionoway en voz baja.
Despus de consultar con los discpulos de su frente, Aioue dio una respuesta.
ste es mi ultimtum hecho en forma de apuesta. Lo har.
Toma dijo Zagorka, lanzndole uno de los dados al plido sacerdote. Veinte caras, y no
estn trucados. Comprubalo.
Lo hizo.
Lnzalo le dijo Zagorka.
Aioue levant el dado hasta el punto azul de su frente. Junt las manos, lo agit y lo tir contra el
suelo rocoso. Salt entre las piedras, brillando con un azul apagado, y se detuvo con un diecinueve en
lo alto. La multitud se empujaba para ver el nmero, pero, aparentemente, no se fijaron en la chispa
azul que sali lanzada de vuelta a la frente de Aioue.
Saca ms de un diecinueve la ret plcidamente.
Has hecho trampas murmur serenamente Elionoway.
Lo s susurr ella con una sonrisa. Eso tranquiliza mi conciencia.
Le toc el turno de tirar. Su dado salt entre las piedras y rod hasta que se par, con el veinte en
lo alto.
Una gran ovacin surgi de la gente de Santuario, y los soldados que acompaaban a Aioue
parecan cuando menos divertidos.
Aioue mir a Zagorka.
Esto no cambia nada. Acabars cayendo ante nosotros. Las secciones empezarn maana sus
salidas de da, haciendo un juramento de no agresin, pero mientras estn fuera de la ciudad,
continuarn el sitio. De un modo u otro, nuestra gente pronto invadir tu colonia.
No lo dudo. Zagorka se inclin ante Aioue. En mi nombre y en el de mi gente, bienvenidos
a Santuario.
Aioue no contest, pero su caballo blanco resopl mientras se volva. Atravesaron el fuerte oleaje,
de vuelta por el vado del ro, con el contingente de guerreros a su alrededor.
Zagorka y Elionoway seguan all de pie, saludando con la mano como un par de amistosos
granjeros. El elfo murmur:
No tena ni idea de que supieras magia.
No es magia.
Pero el discpulo tir por l y slo consigui un diecinueve.
Eso es porque su dado slo llegaba a ese nmero.
T dijiste que tena veinte caras.
Veinte caras, pero diecinueve nmeros. Tiene dos seises. Mientras que mi dado tiene veinte
caras pero slo un nmero.
El veinte.
Exactamente.
Elionoway dio una calada de manera filosfica a su pipa.
Eres una lder inteligente, Zagorka. Con un par de dados has impedido una invasin, pero hay
otra.
Otra? pregunt la anciana visiblemente decada. Y ahora qu?
En respuesta, Elionoway simplemente se dio la vuelta, sealando con el brazo la cara del
acantilado.
Estaba cubierta con nuevos y profundos glifos. Las palabras parecan cambiar y multiplicarse
visiblemente. Gruendo, Zagorka agach la cabeza y camin hacia Chester.
Parece que estuviramos en una guerra de palabras.
Siguindola, Elionoway no pudo ms que sonrer.
CAPTULO 12

ASESINOS

aba llegado el momento. Virot haba conseguido lo que quera de su viuda negra y ahora la

H matara antes de que ella lo matara a l. Hoy, Phage morira.


El Primero se dirigi con determinacin desde sus aposentos hasta las salas pblicas del
coliseo. Aunque los aficionados atestaban el camino, no aminor el paso ni se detuvo. La gente se
apart de l instintivamente, echndose contra las paredes. La fila ms interna retroceda y empujaba a
la siguiente, y sta a la siguiente, de manera que pareca que todo el mundo que haba en el pasillo se
marchitaba, derrumbados por su mera presencia.
Hoy no los matara a ellos. Slo a Phage.
Durante dos meses haban estado juntos, l y ella. Su pasin se volva ms clida cada da. Pronto
el fuego alcanzara el corazn de Phage, y ella se volvera contra l. Era inevitable, a no ser que l
golpeara primero.
Mi amor, mi cielo dijo el Primero rechinando los dientes.
A su espalda, dentro de los largos pliegues negros de su capa, sujetaba una daga. El pomo estaba
envuelto en piel de su propia madre. El guardamano llevaba incrustaciones de hueso de sus hermanos.
El Primero en persona haba forjado la hoja serpentina, tan negra como la noche, templando acero y
magia. Nunca perdi el brillo y nunca se oxid mientras se aliment de almas.
Cuando golpeara a Phage, ella morira y su alma se quedara dentro del arma para siempre. Nunca
permitira que se fuera. Se unira al resto de su familia.
El hombre descendi por una ancha escalera, y slo entonces alcanz a ver las capas amarillas de
los siervos de la mano que lo seguan. Haban llegado diligentemente, con sus propios brazos doblados
tras la espalda y ocultando sus hojas en las mangas. Sus dagas no podan capturar el alma de Phage, de
manera que slo la golpearan si el Primero llegara a peligrar.
El ritmo constante de las botas del Primero se confunda con el latido apenas perceptible de su
corazn. Haba matado a decenas de miles anteriormente. La nica baja de una joven no debera haber
sido diferente, pero lo era. La amaba, y el amor y el poder eran irreconciliables. El que amaba mucho
tena menos poder, y el que amaba menos tena ms. Hasta ahora, el Primero haba tenido todo el
poder, pero Phage lo dejaba sin l.
sa era la razn por la que ella deba morir, y por la que l apenas poda imaginarse matndola.
El hombre no tena que imaginar. Simplemente tena que clavar la daga en su corazn. Slo era
una cuestin de msculos: sus trceps contrayndose y su pericardio rasgndose. Luego su amor
desaparecera y el Primero volvera a gobernar.
El ensueo se rompi y se encontr a s mismo, de pie, ante los aposentos de Phage. A diferencia
de los suyos, situados en lo alto, los de Phage se encontraban en las entraas del coliseo. Profundas y
sin ventanas, las habitaciones estaban adornadas con seda y hierro, que no se podan corromper. Las
citas estaban bien, s, pero el lugar todava se senta y ola como un corral de esclavos: oscuro,
mohoso y fro.
Por qu espero? se pregunt el Primero. En voz baja, rez a su seor. Lord Kuberr, protege
a tu siervo.
Levant la mano, y la puerta de obsidiana se abri hacia dentro sin ningn ruido. Estaba cerrada
mgicamente para todos menos para Phage, pero ninguna puerta del coliseo lo estaba para el Primero.
Traspas el umbral y los siervos de la mano lo siguieron en una manada dorada. A pesar de la
sepulcral oscuridad de la antecmara, el Primero se mova con confianza, pues haba cruzado ese
espacio en innumerables ocasiones.
Hoy se respiraba un aire distinto, clido y con olor a jazmn. Estaba en el bao.
Mucho mejor.
El Primero camin sigilosamente por la siguiente cmara, hasta el saln y el arco donde se elevaba
el fragante vapor. Apret con ms fuerza la daga y mir a travs de la niebla.
Phage estaba tumbada en la baera, una profunda y ancha pila esculpida en mrmol negro. Estaba
sumergida hasta el cuello, y la superficie del agua pareca espesa a causa del vapor. Podra haber
estado despierta, totalmente relajada, o tal vez muerta.
El Primero fantase con esa idea, y su corazn salt tanto de alivio como de miedo. Traspas el
arco y se aproxim a la baera. Ella no se movi. Sera muy sencillo. Hazlo rpidamente. La mano que
sujetaba la daga se movi desde su espalda hacia un lado. Inhal profundamente ese precioso aire y
prepar la simple contraccin muscular que le devolvera el poder.
Ella se movi, levantando la barbilla y abriendo los ojos. Aunque su mirada cay inmediatamente
sobre l, all de pie, no se sobresalt. Ni siquiera una rfaga de miedo cruz su plcido rostro.
Hola, Virot.
Hola, Phage contest l.
Ella sac los brazos del agua y los estir con torpeza y lentitud. Cuando volvieran a bajar, su
corazn estara indefenso. Entonces golpeara. Bostez y dijo:
No te o entrar.
Yo comenz, sin estar seguro de qu decir y esperando simplemente el momento de
golpear. Dobl las manos tras su cabeza, demasiado pronto para agarrar la daga. Tengo algo para ti.
Ella parpade, concentrndose en las figuras de la capa amarilla que haba detrs de l.
Yo tambin tengo algo para ti.
Ah, s? pregunt extraado el Primero, guardando la daga ms profundamente en su manga
. Y qu es?
Phage se levant del agua, que corri por su cuerpo como una tnica de seda cayendo al suelo. Su
piel brill como blanca porcelana. Estaba magnfica, all, de pie en la baera. Las aguas la lamieron a
la altura del muslo y el vapor se arremolin a su alrededor. El Primero no poda dejar de recorrer su
figura con la mirada, pero cuando alz los ojos, vio que ella miraba fijamente a su espalda. Con un
gracioso gesto, pas un dedo por su vientre y dijo:
Esto.
El Primero casi dej caer el cuchillo. Por qu se ofrecera ella as, con los siervos de la mano
esperando justo all detrs? Seguramente conoca sus intenciones. Querra seducirlo en el bao, coger
el cuchillo y matarlo. Ahora era ms vulnerable.
Tengo obligaciones urgentes
No es eso dijo con una mirada desapasionada mientras volva a gesticular. Es esto.
Mir hacia abajo, a su mano, y slo vio la profunda cicatriz que su hermano le haba hecho, pero
no era eso lo que ella quera decir.
Estoy embarazada. Llevo dentro a tu hijo dijo simplemente. O a tu hija aquel que te
continuar.
El Primero tembl, poniendo freno a un maremgnum de emociones. Qu lamentable criatura, ese
hijo, esa bestia aterradora. Ningn hijo puede suceder a su padre a no ser que ste sea destruido, pero
el Primero tambin senta ternura y esperanza. Aquel que haba asesinado a su propia familia podra
volver a tener otra con ste, y, aunque no fuera as, tan horrible sera morir, ser liberado de siglos de
lucha y tormento? Sera ese hijo un destructor o un libertador? La ltima emocin que sinti Virot
fue de terrible curiosidad: con qu ngulo debera lanzar la daga para atravesar ambos corazones a la
vez?
Phage todava estaba all de pie, empapada y hermosa. Haba estado estudiando su rostro. Para la
mayora de la gente, el semblante del hombre era una mscara impenetrable, pero ella se haba
aprendido sus lneas y pliegues. A menudo poda sentir sus emociones como si fueran las suyas
propias.
Qu es lo que tenas t para m?
Al Primero se le hel la sangre. Las pasiones se congelaron. Phage deba de conocer sus
intenciones, pero pretenda ignorarlas para salvarse a ella misma y al nio.
Dijiste que tenas algo para m, no?
S objet el Primero, pero ya no parece apropiado.
Me gustara verlo.
Agchate le dijo framente, mirando por encima del hombro. Son siervos de la mano, pero
tambin tienen ojos.
Ella se sent. El agua se cerr a su alrededor, cubrindola hasta las clavculas. El lquido no
detendra el cuchillo, y all tumbada no podra esquivarlo. Phage lo observ, con los dedos cruzados
sobre el estmago.
Te traje esto dijo, sacando la daga de la manga y colocndola desapasionadamente sobre ella.
La hoja negra casi pareca una vbora preparada sobre su garganta.
Phage pareca plida bajo esa daga.
Parece poderosa.
El Primero asinti.
Lo es. Contiene la carne y la sangre de mi familia y las almas de cientos ms.
La luz prpura brillaba en sus ojos.
Yes ma?
No contest, y luego aadi. Ahora no, mientras ests mojada. La hoja est envenenada.
Ella se levant de repente y sali de la baera. El Primero retrocedi tambalendose, mientras
Phage se envolva con una tnica de seda.
Entonces dmela ahora.
l volvi a apartarse, sujetando el cuchillo.
No. Era para luchar en el coliseo, y en tu estado ya no puedes luchar.
Claro que puedo dijo tranquilamente, acercndose a l con la mano abierta, y lo har. Dame
el cuchillo.
Poda golpear ahora. La seda no detendra una hoja como sta, pero ella se comportaba con
precaucin, incluso mientras avanzaba. Si haca un solo movimiento para atacar, ella saltara, la hoja
no sera certera, tendra que apualarla dos o tres veces y los siervos saltaran con furia sobre ella. No
era eso lo que l quera. Clavarle el arma una sola vez y en el corazn era una muerte potica. Volvi a
retroceder.
La quiero. Vas a drmela o no? pregunt Phage.
Acerc la daga a su vientre, girndola de manera que ella pudiera cogerla por la empuadura.
La tom. Su mano era rpida y segura, y le arrebat el arma. La hoja se elev sobre su hombro, y
su maligna lengua apunt hacia el corazn del Primero.
Me gusta cmo se siente. Nunca he luchado con un arma, pero sta me gusta.
El hombre la observ, preparado para saltar hacia adelante si ella lo atacaba con la hoja. Nunca
antes haba necesitado un arma, pues su toque matara a cualquiera que no fuera el Primero. Ahora s
que la necesitaba, ya que deseaba matarlo.
Su mano atac como un halcn, y el Primero se lanz hacia atrs. La hoja lleg de ninguna parte,
una estocada de prueba, pero de todos lados a la vez; los siervos se aproximaron portando sus propias
dagas. Aun as, ninguno se enfrent con la dama mortal.
Phage los ignor, sonriendo mientras miraba el arma.
Me encanta, Virot. Gracias por drmela. Siempre la llevar conmigo. Nuestro hijo estar a salvo
gracias a ella.
El Primero slo poda asentir, atontado, mientras trastabillaba.
Convoca algunos duelos para m, as podr probar mi nuevo juguete.
Los ojos del hombre se estrecharon.
S, lo har. Convocar algunos duelos.

Mranos! grit Fajn, dando paseos por la celda. Pattico! Comenzamos la vida como si
furamos la mismsima imagen de un dios, viviendo en un palacio infinito en el paraso. Las cosas
iban bien hasta que te escuch! Seal con el dedo a Chaleco, que yaca sobre la cama de listones de
hierro.
S, vale respondi el no hombre sin moverse, no fuera que su figura se plegara y l cayera.
Las cosas iban bien. Estbamos muriendo como moscas. Slo continuamos vivos porque pens en un
plan.
S! Tu plan! Una pequea rebelin
Una rebelin muy importante. Umbra se sent con abatimiento junto a una puerta que haba
sido sellada con plomo. Aunque todos ellos lo haban intentado, ninguno pudo pasar bajo ella.
S. Una rebelin monumental. Por vuestra culpa, nuestro amo est muerto, esa bruja loca de
Akroma est al mando y nosotros hemos seguido un largo y horrible descenso. De los palacios a las
casas nobles, de las casas nobles a los graneros, de los graneros a las zanjas, de las zanjas a los pozos
concluy Fajn enfadado. Sus palabras quedaban desmentidas por el ronroneo de satisfaccin de su
interior.
Umbra sacudi la cabeza.
Ya lo he dicho antes. Podramos acabar con esto. Si cada uno de nosotros pasara a travs de los
otros, nadie morira, y estaramos todos de vuelta en Topos.
Nadie morir? solt Chaleco. Nadie que no sea uno de nosotros dos. Nada de juegos!
Tomamos nuestra decisin, y aguantaremos!
Un silencio incmodo cay sobre los tres. Fajn haba dejado de andar y se sent en un banco,
deslizndose hasta el final para acabar en un charco en el suelo.
Quin es ahora el charco?
Cllate! gru Fajn. O te har callar con un hechizo de sueo!
Si fueras un mago de verdad ya habras aprendido algo ms que un hechizo de sueo.
Eso es! Boogala boogala
Para. Djate de hechizos. Necesitamos a todo el mundo despierto si vamos a salir de sta dijo
Umbra pensativamente. Slo me pregunto qu nos tienen reservado. Seremos luchadores, eso
seguro, pero cmo? No tenemos cuerpo.
Tal vez lo entiendan y nos suelten contest Chaleco.
No contest Umbra. La Cbala es astuta. Harn algo con nosotros. Tal vez nos llenen de
tigres y nos empujen entre dos hojas de metal de manera que los felinos no puedan salir. Luego
bajaran las hojas de metal al coliseo, las abriran y los tigres saldran.
Ingenioso! exclam Fajn, avivando la discusin.
Umbra lo mir.
Por supuesto, tendramos suerte si fuesen tigres. Seguramente nos llenarn con ogros y trasgos.
Ogros buf Fajn.
Los trasgos no son malos dijo Chaleco desde su cama. Se agach para rascarse y cay entre
los listones.
Mientras no sean infecciosos o estn llenos de piojos, pero estoy seguro que la Cbala evita ese
tipo de cosas continu Umbra con brusquedad. A no ser, por supuesto, que los trasgos sean
muertos vivientes. En ese caso habr gusanos retorcindose dentro de nosotros da y noche, enjambres
de moscas, y ese ptrido olor. Aun as, es mejor eso a que te llenen de banshees gritando a todas horas.
Hay cosas peores, pero supongo que no debera hablar as. Vosotros, muchachos, parecis
descompuestos.
Descompuestos? Descompuestos! repiti Fajn, agitndose hasta hacer un sonido como de
lmina de metal. Por supuesto que estamos descompuestos! Ya es hora de que te calles!
Qu cosas peores? pregunt Chaleco.
Bueno, todos esos cuartos de esclavos tienen bocas de letrina, y todas ellas conducen a una
profunda cisterna, y cuando tengis a todos esos monstruos comindose unos a otros da y noche,
algn efluvio nocivo tendrn que producir, si sabis a qu me refiero.
Sabemos a qu te refieres! grit Fajn. Ve al grano!
Bueno, alguien tiene que vaciar ese pozo negro, y qu forma ms fcil que mandar all abajo a
uno de nosotros y dejar que todo eso le inunde? Luego slo tienen que sacarnos, en horizontal, tirarnos
en algn lugar, darnos la vuelta y dejar que la cosa se vierta. Eso es probablemente lo que harn con
nosotros incluirnos en el personal de pozos spticos de Otaria, trabajando da y noche como portales
vivientes para excrementos.
Chaleco salt delante de su compaero, gritando.
Oh, Fajn! Saltemos ahora mismo a travs de l, los dos! Tendremos una oportunidad con
Akroma. No quiero ser un excusado viviente!
Dando una bofetada a su cara vaca, Fajn grit:
Comprtate!
Atrs! bram una voz a travs de la puerta. La orden iba puntuada por el tremendo sonido del
metal bajo su enorme peso. El sello de plomo que rodeaba la entrada se rompi, y la fuerza que hizo
eso empuj la puerta dentro de la celda. Las puntas de metal tabletearon y rechinaron mientras
rozaban el suelo de piedra. El enorme ogro que los haba capturado les bloqueaba la salida.
Los no hombres retrocedieron. Todo pensamiento de huida se disip.
Quedaos atrs o har un nudo con vosotros gru el ogro.
Umbra y Fajn se retiraron, pero Chaleco grit:
No soy un excusado! Soy un ser humano!
Silencio! respondi el ogro. Inclin la cabeza, movi la mano en una pequea fioritura y
anunci: Nuestro amo.
En la celda entr una criatura que viva en las ms profundas pesadillas de los no hombres: el
Primero de la Cbala. Conocan a ese hombre gracias a la mente de su creador. Aunque fxidor nunca
haba visto personalmente al Primero, lo conoca por haber sido el titiritero que haba tirado de los
hilos de Phage. En la mente de xidor, y por lo tanto en la de los no hombres, no poda existir mayor
maldad, ni un avatar de la muerte ms terrible que el Primero.
Nuestro nuestro amo! dijo Chaleco jadeando.
El hombre con ropa negra no respondi. Su rostro pareca cincelado en piedra, algo
incomprensible. Una llama negra brillaba en sus ojos. Se dirigi resueltamente hacia los tres no
hombres, alarg las manos con la rapidez de un aguijn de escorpin y los agarr.
Los no hombres gritaron. Se estremecieron y convulsionaron como corazones al descubierto bajo
el cuchillo, pero no murieron. Aun as, el Primero no los dej escapar. Sus dientes rechinaron tras
unos labios tensos que pronto parecieron sonrer. Por fin, arroj a las tres patticas criaturas contra el
suelo y se volvi.
Son cobardes, por supuesto, y dbiles que no hacen ms que lloriquear habl dirigindose al
ogro, no a los no hombres, pero si yo no puedo matarlos, ella tampoco podr. Crear membranas
mgicas para sujetarlos, es todo lo que necesitars para entrenar a estos nuevos asesinos. Les
ensears a luchar ya odiar.
El ogro slo respondi con una profunda inclinacin hacia su amo.
Ah continu el Primero, y scales lo que lleven dentro, sea lo que sea. Huelen como si
estuvieran llenos de gatos.

Qu idiota soy! En lugar de matarla, le doy la nica arma con la que podra destruirme y le
doy un hijo. Cree que no la matar por estar embarazada. Pues est muy equivocada. No necesito un
hijo que crecer para derrocarme. Los matar a ambos, madre e hijo, y pronto.
Gran Kuberr, t me concediste la fuerza para asesinar a mi familia una vez. Concdeme la fuerza
para volver a matarla.
Soy el Primero, y ser el Ultimo.

Con una simple accin, le di a Virot y a Kuberr lo que queran. Virot quera una conquista sexual,
y Kuberr quera un cuerpo. Ahora llevo un dios dentro de m, y Virot ni siquiera vislumbra la
naturaleza de nuestro hijo.
Me teme. Sabe que puedo destruirlo. Importa que Virot planee mi muerte? Kuberr no lo
permitira, no hasta que nazca. De momento soy invencible. Nadie puede matarme, ni Virot ni
siquiera Akroma
Tendr que hacerle una visita
Alabado seas, Gran Kuberr, mi dios mi hijo.
CAPTULO 13

FUERA DE SU ELEMENTO

se vestido era absurdo, de encaje y blanco como una blonda. Akroma tembl mientras se lo

E pona. Unas delgadas tiras cruzaban sus hombros, hombros que haban matado sierpes de la
muerte. La profunda lnea de la espalda no revelaba una columna sensual, sino unos msculos
enormes y el nacimiento de sus enormes alas. Las enaguas y volantes que llevaba debajo eran un
incordio para sus inquietas garras. Estaba completamente fuera de su elemento, pero el nuevo ministro
de la diplomacia dijo que ese vestido era necesario, igual que la fiesta.
Bienvenidos a Topos, rey Ruhtra y reina Nagrom de Ulbion dijo Akroma con una delicada
inclinacin de cintura. Los pequeos monarcas, de pelo blanco y piel negra, slo tenan la mitad de su
estatura, y ni siquiera inclinndose llegaba Akroma a su nivel. Ms bien pareca que se cerna sobre
ellos. Un suave codazo del ministro Lindolth le record que deba sonrer. Ella lo intent, pero en
realidad slo ense los dientes. Por favor, disfruten de todo lo que Topos tiene que ofrecer.
El ministro Lindolth asinti, ms para animar a Akroma que para darle la razn. Lindolth era un
hombre bajo y rechoncho, un leal convertido a la fe de Ixidor y un experto en relaciones
internacionales. La fiesta de esta noche para los gobernantes no aliados de Otaria haba sido idea suya,
y lo haba planeado todo hasta el ltimo detalle.
De pie junto al rubicundo hombre se encontraba el sacerdote Aioue, tan alto, delgado y blanco
como un abedul. Sus ojos rosa se posaron en el rey y la reina.
Por favor, qutense los zapatos. Este palacio es suelo sagrado, sagrado para xidor.
El rey Ruhtra ri una vez, comprendi que no era una broma, y farfull. Se quit los zapatos, y lo
mismo hizo la reina. Aioue se agach para cogerlos y colocarlos en una caja de piedra blanca que
haba junto a la puerta principal. Levant la tapa y meti los zapatos dentro.
Mientras Ruhtra y Nagrom se dirigan descalzos hacia el atestado saln de banquetes, Akroma
susurr con una voz como el bufido de un jaguar:
De que modo mi comida con estos imbciles engredos va a salvar Topos?
El ministro Lindolth sonri con adulacin.
Seora, perdname. No slo ests comiendo con ellos. Ests hacindote amiga de ellos. Topos
se salvar gracias a los aliados y ejrcitos que consiga.
Nuestros ejrcitos deberan bastar. Deberamos haber tomado Santuario, marcado con la
impronta a sus ciudadanos y marchado sobre el coliseo.
La situacin es compleja continu Lindolth, sin dejar de sonrer. Antes incluso de que
pudiramos levantar una espada, Santuario estaba llevando a cabo una guerra de palabras
La corrupcin se ha adueado de ese valle dijo Aioue. Sus extraos ojos rosa parecan ver el
distante campo de batalla. Destruye la moral de nuestras tropas. Han perdido la voluntad de luchar,
de hacer cualquier cosa que no sea jugar. Slo dos meses de sitio, y nuestra gente ya est demasiado
dividida para seguir rdenes, y no hablemos de organizar una ofensiva. Cada da se debilitan ms.
Akroma frunci el entrecejo con furia.
Eso es culpa tuya, Aioue. Si hubieras mantenido fuerte su fe, estaran listos para la guerra.
El sacerdote no se inmut.
En realidad, su fe es ms fuerte que nunca. Incluso han convertido a muchos de los ciudadanos
de Santuario. Es una colonia de artistas y librepensadores, y ven a nuestro maestro como la
personificacin de todo lo que ellos creen. Las leyes de xidor se han convertido en las leyes de la
colonia, y algunos de nuestros guerreros y sacerdotes han desertado para unirse a la gente de Santuario
con la intencin de convertirlos y dirigirlos. De hecho, se podra decir que el sitio de Santuario ha
ganado para ti sus almas, pero no sus cuerpos.
Los cuerpos tambin son importantes agreg Lindolth mientras la tomaba del brazo,
guindola hacia el saln de banquetes. Slo ahora se endureci su sonrisa apaciguadora. Sera
terrible que la fe de xidor perdurase pero que sus tierras fueran conquistadas y repartidas entre las
naciones.
Chacales gru Akroma, apretando y aflojando los puos.
Lindolth cambi de tctica.
Todava no. Podran ser perros guardianes. Dales las sobras de la mesa, ensales a quedarse
quietecitos con una golosina en equilibrio sobre la nariz y trabajarn para ti en lugar de en tu contra.
As es como se salvar Topos.
Akroma tembl visiblemente dentro del vestido.
Si xidor estuviera aqu
Pero no est concluy Lindolth apasionadamente, mirando a los ojos a Akroma, y eso nos
deja a nosotros, mortales, para proteger y preservar lo que l hizo. Volver, pero hasta entonces,
necesitas aprender las formas de los mortales y trabajar de acuerdo a ellas, o todo lo que hizo el
maestro ser destruido.
Suspirando, la bestia-ngel digiri esas palabras.
Hazlo por xidor la inst Lindolth.
Ella asinti.
Por l har lo que sea. Akroma irgui la espalda y se arm de valor. Sus labios se extendieron
en una mueca que se fue convirtiendo poco a poco en una sonrisa. Sacudindose la rigidez de los
brazos, agarr la falda de su vestido y se dirigi al saln de banquetes. Cuando cruz las puertas
dobles de alto arco se haba transformado totalmente.
Algunos de sus invitados se volvieron cuando entr. Estaban de pie, nerviosos entre las largas
mesas cubiertas con manteles de lino blanco.
En nombre de xidor, seor de este palacio y creador de esta tierra, les doy la bienvenida. Es una
noche para el disfrute y la msica, una noche largamente esperada. Hemos sido vecinos estos tres
largos aos, y slo ahora tenemos la oportunidad de comportarnos como tales. Dadle al arpa, tocad la
lengeta, golpead el tambor! Msicos, tengamos msica! Camarero, las bebidas!
Los invitados empezaban a sentirse como en casa. Cuando una alegre gavota comenz a sonar en
la tarima de los msicos, algunos incluso comenzaron a hablar entre ellos y sonrer. Haba ms
placeres reservados.
Las altas puertas que llevaban a la cocina se abrieron de par en par, y apareci una enorme cara.
Un centauro se agach para no darse con el elevado techo. Su pelaje brillaba como si estuviera hilado
con oro bruido. Entr despacio en la habitacin, llevando en la espalda un aparato que lo converta en
un carrito de bebitas gigante. Barriles de cerveza colgaban a un lado, con cuencos disponibles para que
los bebedores pudieran servirse ellos mismos. Del otro lado, enormes botellas de vino sujetas a una
correa de cuero, con vasos que colgaban a su lado. Las bandejas se abran delante de su pecho,
ofreciendo un amplio surtido de elegantes refrigerios.
Los invitados rieron al ver a tan poderosa criatura convertida en tan ingenioso sirviente. Akroma
se uni a sus risas.
Se reunieron en torno al centauro gigante y comenzaron a comer. Al cabo de unos momentos, sus
labios estaban rojos por el vino y sus gargantas llenas de comida.

Ceo de Piedra estaba all, de pie, mientras beban de sus chorreantes lados y coman de su
palpitante corazn. Qu otra cosa poda hacer? Era la voluntad de Akroma y, por ahora, la voluntad
de Akroma era la voluntad de xidor.
l crea, pero ya no se trataba de una creencia ciega, no como al principio. Cuando ella lo captur
en el Bosque de los Claros Verdes dos meses antes, haba sido la creencia irrazonable y totalmente
envolvente de la nueva conversin, de una conversin hostil. No haba querido nada de eso, pero los
discpulos haban manipulado su mente y la haban llenado de creencias. En ese momento, no haba
dudas, ni resistencia, slo postrada obediencia y adoracin.
Ahora, sin embargo, los discpulos haban abandonado su mente y Akroma haba cesado en sus
depravadas pruebas. Haba aprendido todo lo que deseaba saber de Krosa y su indefenso lder, y
tambin haba visto que la semilla de la fe tan violentamente implantada en la mente de Ceo de
Piedra haba dado verdaderos frutos.
El centauro crea en la Visin de xidor: que el mundo, con toda su fealdad y sufrimiento, poda
ser transformado en belleza gracias al arte y la ley. La fealdad y el sufrimiento eran malos, y
eliminndolos, los que de verdad crean en xidor podan recrear el mundo. Podan entrar en el
paraso.
Ceo de Piedra era un verdadero creyente y Akroma confiaba en l. Pensaba que esa devocin
hacia el maestro era devocin hacia ella, pero se equivocaba. Su apasionado deseo de preservar la
Visin no haca otra cosa que destruirla. Tal vez sa era la razn por la que Ceo de Piedra crea,
porque xidor y l eran aliados contra Akroma y su rgimen corrupto.
Una bola de queso cremoso se cay de la bandeja y rod hasta uno de los cascos delanteros del
centauro. Cambi de postura, sintiendo el rastro blanco del pegote en su pelo, pero no se movi para
limpirselo. Su trabajo era quedarse de pie. Otros se encargaran de recuperar el queso y limpiar.
xidor susurr, dame fuerzas para soportar la espera.
Sus ojos se quedaron fijos en Akroma. No se pareca a ella misma, ahora mostraba una sonrisa que
slo convencera a aquellos que no la conocan. Antes, una pequea charla era demasiado
intrascendente para ella. Ahora no. Sus ministros la haban convencido de que xidor estaba en los
detalles, y ella se mezclaba con los dems con el mismo empeo que una vez se reserv para la guerra.
Su peto era un corpino, y su escudo, un pequeo abanico. La nica hoja que portaba era su lengua,
aunque era bastante certera, la verdad. A Ceo de Piedra casi le entristeca mirarla, pues trabajar tan
duro para estar a la altura de la llamada de su maestro la estaba haciendo caer muy bajo.
Mustrale tu verdad, maestro rog Ceo de Piedra por su enemiga. Mustrasela, de manera
que, cuando muera por el hacha, pueda regresar a ti.
La nica hoja que portaba era su lengua
Una vez terminada la hora de las bebidas y los aperitivos, el centauro dejara ese artilugio, ira a
los aposentos de la mujer y cogera el hacha. Era mejor que muriera a que continuara contaminando
las mentes del mundo contra xidor. Era mejor que muriera, y su falsedad con ella, a que la verdad de
xidor desapareciera.
Era irnico: la intencin de Ceo de Piedra haba sido arreglar los errores de Kamahl, pero ahora
estaba solucionando los de Akroma. De cualquier forma, estaba cumpliendo con la Visin de xidor.
Ya falta poco, gran maestro. Ella volver a ti.

Elionoway caminaba gilmente por el estrecho sendero. Sus pies desnudos encontraban un fcil
agarre entre la piedra que se ergua a su izquierda y el precipicio de su derecha. Llevaba una linterna,
pues el sol dorma bajo el mundo. Debajo, Santuario brillaba como un lecho de carbones, con la
ciudad y el ejrcito que la asediaba separados tan slo por un estrecho Hondagua. De arriba llegaba el
clamor de los jugadores entre las piedras erguidas. Elionoway y Zagorka caminaban entre los
acantilados.
La mano libre del elro recorra la pared profundamente esculpida.
Estos petroglifos son relativamente nuevos dijo, y slo tienen la profundidad de mis dedos.
Los de delante, sin embargo, son los ms viejos que he encontrado.
Bien contest Zagorka entrecortadamente. Aunque tena cuatrocientos cuarenta aos menos
que su subalterno, era vieja para una humana. Tena dos veces su circunferencia y la mitad de su
equilibrio, as que el paso era una verdadera prueba. Qu dicen los glifos?
Saltando gilmente por una estrecha grieta, el elfo contest:
Lo mismo que los otros: advertencias de la guerra de los nmena. Aqu dice: Los hermanos
siempre rivalizan con los hermanos, y cuando uno se alza, los otros tambin, hasta que se renen,
capaces de volar en formacin, para surcar el cielo y asaltar la Muralla del Mundo. El nombre que
los antiguos le dieron a la Escarpadura de Coria es Muralla del Mundo.
Zagorka cruz la grieta, aferrndose desesperadamente.
Crees que esto habla de una guerra?
Los nmena fueron hermanos rivales, y cada uno se esforzaba por ser mejor que los otros en el
poder de la hechicera. Se alzaron juntos. El xito de uno estimul los logros de los dems. Con el
tiempo, se aduearon de toda la tierra, incluso del cielo y el agua, de manera que ya no podan obtener
nada ms a no ser que se lo robaran a los otros. Elionoway rode una pequea curva, y su voz
comenz a repetirse con el eco. Estaba de pie en la gran boca de una cueva, con la linterna alumbrando
dbilmente dentro de la enorme garganta. Esa historia viene de otros textos. Tambin mencionan la
guerra. De ah todo eso de surcar el cielo y asaltar la Muralla del Mundo. Guerra asinti ya dentro
de la cueva. Aqu estamos.
Limpindose el sudor de la frente, Zagorka escrut la oscuridad.
Cmo encontraste este lugar?
Elionoway seal las runas que rodeaban la esquina y penetraban en la cueva, volvindose ms
grandes y profundas que cuando llegaron.
Segu los glifos.
Est muy oscuro dijo con mala cara.
Ser capaz de ver si hay animales la tranquiliz Elionoway. Qudate cerca de m.
Te importa si te cojo la mano?
Me sentira halagado.
Adulador.
Entraron uno junto al otro en la cueva, como dos nios perdidos en el bosque. Elionoway mantena
a Zagorka entre l y la pared, y la linterna haca extraas sombras a causa de los caracteres.
ste dice: Y cmo gobernarn los nmena si no tienen mortales que les sirvan? De este modo,
cuando se levanten, tambin nos traern con ellos, ya sea de la porquera o la arena o la roca, nos
levantaremos para servir.
No es muy reconfortante, aqu, en la oscuridad refunfu Zagorka.
Creo que este fragmento significa que, cuando vengan los nmena, cada uno de ellos crear una
nueva nacin, una nacin de siervos.
Cuando vengan? pregunt la mujer. No estamos hablando de gobernantes muertos hace
veinte mil aos?
El elfo hizo una pausa mientras sus ojos seguan las lneas de la pared.
S y no. S, los nmena cayeron hace veinte mil aos, pero las profecas cuentan que regresarn
cuando los adoremos en el alto y sagrado lugar, y traern a su gente, y volvern a hacer la guerra en
la Muralla del Mundo.
Tonteras contest Zagorka, aclarndose la garganta.
Elionoway levant las cejas y continu su camino. El corredor se abri de repente a una gran
cmara redonda. Hasta donde alcanzaba la luz, paredes, techo y suelo estaban cubiertos de enormes
glifos. stos eran los ms grandes de Santuario, lo bastante profundos y altos para ocultar a alguien
entre sus pliegues. Ms extrao todava era el hecho de que tuvieran forma de personas, como
pictogramas rudimentarios. Las imgenes eran de guerreros con espadas o lanzas, arcos, clavas,
escudos bastones que escupan fuego y globos que lanzaban rayos. La cmara estaba llena de ellos.
Qu dicen stos? pregunt Zagorka con silenciosa veneracin.
Ya no dicen nada. Aunque solan hacerlo.
Qu quieres decir?
Solan ser palabras escritas en glifos del tamao de mi mano. Descifr unos pocos que hablaban
de la Nacin de los Siervos, pero no les hice mucho caso. Ahora, las runas han crecido y se han
unido, reconfigurndose en este ejrcito pictogrfico.
Un ejrcito. El vaho de su aliento persisti en el aire.
Estn regresando, Zagorka.
Los nmena o la gente representada aqu?
Ambos contest l. stos no son slo representaciones. Son la propia gente. Mira este
guerrero de aqu. Hizo una seal hacia el petroglifo ms cercano, un hombre con un cuerpo
rectangular y cabeza triangular. Sus ojos eran un par de valos unidos. Los iris eran agujeros
perforados profundamente en la piedra. Mira sus ojos. Mralos detenidamente un momento y dime
si no tienes la sensacin de que te devuelven la mirada.
No seas tonto
No, Zagorka. La tonta eres t si no lo ves dijo Elionoway con una repentina vehemencia.
Mira.
As lo hizo, y mir fijamente a esos dos profundos agujeros negros. Slo pudo aguantar un
momento.
Scame de aqu.
S dijo Elionoway. S, vamos.

Akroma mir desapasionadamente al rey Ruhtra con ojos penetrantes pero con una sonrisa cordial.
Entonces puedo contar con su apoyo en la guerra que est porvenir?
El anciano levant un dedo. Su aliento ola a vino.
Si llega la guerra, puede contar conmigo. Nuestra armada mantendr abiertos todos los puertos
orientales para que pueda conseguir suministros y transporte.
La bestia-ngel estaba contenta pero no satisfecha. Camin a su lado, lentamente, cruzando la
gruesa alfombra roja del saln de banquetes.
Gracias, seor, pero necesito ms que puertos abiertos. Necesito un aliado en el mar. Uno
dispuesto a luchar.
Ya veo contest el anciano, sacudiendo su cabeza cana. El candelabro reflej pequeas luces
amarillas en su calva. Por supuesto, si nos atacaran, nos defenderamos.
No me basta dijo Akroma. Todo rastro de simpata haba desaparecido. Busco aliados
honestos, no gente cuyas lealtades cambien con la marea.
Ruhtra pareca herido. Cogi las blancas manos de Akroma entre las suyas, negras, y dijo:
Le prometo mi apoyo, mi ayuda, mi alianza. Sus enemigos sern nuestros enemigos y sus
amigos los nuestros.
Esta vez, Akroma no slo se inclin hacia el hombrecillo, sino que se arrodill sobre su vientre de
jaguar.
Le estoy profundamente agradecida por la amistad de nuestras naciones.
El hombre sonri con una expresin beatfica y le dio una palmadita en la mano.
Bien, debo reunirme con la reina.
Como si le hubieran dado entrada, una queja pronunciada en voz alta lleg del recibidor.
Mis zapatos! Qu habis hecho?
Por favor, perdneme dijeron el ngel y el rey al unsono. Juntos, corrieron al recibidor.
Los dignatarios se encontraban all, murmurando con consternacin. Un Lindolth rojo de
vergenza y un plido Aioue estaban con ellos. Todos miraban boquiabiertos a la caja de piedra que
haba junto a la puerta.
Qu sucede? pregunt Akroma.
Muchos hablaron a la vez para explicarse.
No nos darn nuestros zapatos.
No saben dnde estn.
Vi cmo los metan en la caja, pero ahora no hay nada.
Me pregunto por qu xidor querra nuestros zapatos.
Un da antes, el ngel habra matado a golpes al hombre por tal ligereza, pero las carcajadas que
hubo como respuesta ayudaron a calmar una fea situacin. Akroma se situ a grandes zancadas en
medio de ellos y se dirigi directamente a Lindolth y Aioue.
Bien. Qu ocurre aqu?
Tienen razn contest el ministro Lindolth con voz temblorosa. Han desaparecido.
El trabajo de una noche arruinado por un ladrn de zapatos dijo entre dientes.
Nadie los ha cogido, seora dijo l. Slo han desaparecido.
Qu quieres decir? Qutate de en medio! Se adelant para mirar dentro de la caja de
zapatos. All no haba nada: ni los zapatos, ni los lados, ni el fondo de la caja. El espacio era
completamente negro y pareca infinito. Arrojasteis sus zapatos aun pozo sin fondo?
Es peor que eso explic el sacerdote Aioue lnguidamente. Inspira profundamente y dime
qu es lo que hueles!
Le lanz una mirada asesina pero aspir de todos modos. Reconoci el olor inmediatamente, el
olor acre de la carne de una sierpe de la muerte. No era un olor ptrido, sino el que provena de las
bestias vivas.
Est ah continu Aioue. Ocultndose en ese espacio.
Akroma asinti.
La sierpe de la muerte est ah abajo, igual que nuestro seor, xidor.
CAPTULO 14

COMBATE CONTRA LA OSCURIDAD

hage se encontraba de pie en el borde del coliseo. Estaba iluminada por una enorme antorcha, y

P con su atuendo de gladiador de seda negra pareca un fragmento de la misma noche. La multitud
ruga para ver a la infame Phage, invicta en combate, constructora del coliseo, amante del
Primero. Haban pasado casi dos aos desde la ltima vez que la vieran en combate. Esa noche lo
haran cien mil almas.
Slo una de esas almas importaba. Phage se pas la punta roja y afilada por el vientre. En l yaca
su hijo de tres meses. La criatura era la razn por la que haba decidido luchar, una tctica dilatoria
para evitar que el Primero golpeara al nio directamente. Esperaba que sus monstruos pudieran
encargarse de la mujer y de su retoo, que l pudiera llorarlos pblicamente mientras se regocijaba en
privado. Ella conoca su intencin de asesinarla, y bailara hasta el fin al son de esos hilos pero no
morira. Kuberr sera testigo.
Protgenos, Kuberr pidi Phage, levantando la mano para provocar a la rabiosa
muchedumbre. Descendi por las escaleras y se dirigi a la arena. Cuando el nio nazca, todo ser
distinto. No estaba segura de si la voz que sonaba en su cabeza era la suya o la de Kuberr, pero la
reconfortaba. Sus pies bajaron los escalones con rapidez. Salt sobre la ltima barandilla y cay como
un gato en la arena. Levantndose, extrajo la terrible daga de su cinturn.
La multitud estall.
Phage soport la ruidosa tormenta y mir al coliseo. Qu horrores haba dispuesto el Primero? No
importaba. Kuberr la protegera. Con su fuerza y la inspiracin de su hijo, luchara como nunca antes
lo haba hecho.
La ovacin muri de repente, cuando las puertas del fondo se abrieron de par en par, revelando un
rectngulo de espacio negro, una visin de los corrales de esclavos. Como si todo el aire de ese loco
lugar se coagulara, tres sombras salieron de la oscuridad, sombras que nadie proyectaba. Se dirigieron
juntas, a grandes pasos y con determinacin hacia Phage.
Ella las estudi un momento y comenz a desplazarse por la arena. Su contacto no poda corroer
las simples sombras, pero si se movan, seguramente tendran almas. Seguro que su daga podra
robrselas.
Rechinando los dientes, Phage ech a correr. Era bueno volver a luchar y, por primera vez, lo hara
por algo en vez de por nada.

Los reyes y reinas discutan detrs de Akroma sobre los zapatos robados. Zapatos robados!
Estaban de pie junto al fretro de un dios, una infinita caja de zapatos que guardaba una voraz sierpe
de la muerte, y todos esos cretinos se preocupaban de sus zapatos.
Silencio! grit Akroma sin siquiera volverse hacia ellos.
Los regios invitados cesaron su discusin cuando miraron a su anfitriona.
Ignorndolos, Akroma agarr el corpino de su blanco vestido y tir de l. El encaje se rasg y el
satn se separ. Las dos mitades cayeron, igual que las tiras de sus poderosos hombros. Una guerrera
sali de ese vestido desgarrado.
Sus aliados observaron su transformacin: de una elegante mujer a una bestia-ngel. Miraron a la
criatura que no slo iba desnuda de cuerpo, sino tambin de alma. Pensaran lo que pensaran de ella
anteriormente, ahora vean su verdadero yo.
Mi hacha pidi Akroma, manteniendo en alto su mano derecha. Despus alz la izquierda.
Mi lanza de rayos! Mi coraza! Mientras los ayudantes salan disparados escaleras arriba para
buscar las armas, la mujer se volvi para despedir a sus huspedes.
La visin de su carne desnuda provoc exclamaciones de desagrado en las reinas y un vido
impacto en los reyes.
Disculpen mi partida, pero la batalla me llama. Sus zapatos se los ha tragado la misma bestia
que se trag a mi maestro, una bestia que me dispongo a matar.
La sorpresa se convirti en admiracin. Una duquesa pregunt:
Qu bestia vive en una caja de zapatos?
En sta concretamente, una sierpe de la muerte.
La multitud retrocedi. En ese momento llegaban los ayudantes con el equipo.
Estamos a salvo? pregunt el rey Nagrom.
Slo como aliados estamos a salvo respondi Akroma, dejando que sus ayudantes le
colocaran la coraza. Un hombre joven le pas la lanza de rayos, un bastn largo y recortado que
brillaba con un poder latente. No estar fuera mucho tiempo. El ministro Lindolth y el sacerdote
Aioue cuidarn de todo en mi ausencia. Los mir, pensativa. Incluso por encima de ellos confo
en mi leal servidor, Ceo de Piedra. Obedecedlo en todo.
Un siervo se adelant e hizo una reverencia delante de ella, tocando el suelo con la frente.
Perdn, seora, pero el hacha ha desaparecido de vuestra habitacin. La puerta haba sido
forzada, la cerradura rota y el hacha no estaba.
Los ojos de Akroma se estrecharon. Segadora de Almas haba sido forjada para matarla, y ahora
estaba en manos hostiles. Quin la haba cogido? Uno de los invitados? Un espa? No importaba.
Quienquiera que la tuviera no podra alcanzarla mientras estuviera dentro de la caja de zapatos. Si
lograba salir de all, tendra a xidor a su lado y l la protegera.
Ests perdonado contest con benevolencia. Despus se dirigi a sus invitados. No teman.
Lindolth, Aioue y Ceo de Piedra encontrarn al ladrn. Pronto, el hacha estar en sus manos y, hasta
entonces, doblarn la guardia. Todos ustedes estn a salvo. No puedo perder ms tiempo dando
instrucciones. Adis, aliados, debo marcharme. Akroma se volvi para mirar a la ancha caja de
piedra y la maloliente oscuridad.
Pleg las alas, cerr las manos como si estuviera rezando y se lanz de cabeza al interior de la
caja. Hubo un momento en que sus plumas rozaron las paredes de la abertura, luego se sumergi en el
oscuro infinito.
Esto no era el caos como el que se extenda en los Campos de los Rastrojos, sino un espacio
infinito y lleno de aire. No saba por qu el maestro haba creado un lugar as, pero lo cierto es que la
sierpe estaba all.
El ser subi girando a su encuentro a travs de la oscuridad, con la carne correosa exhalando
hediondez. Unos ojos de cerdo se fijaron en ella y unos dientes translcidos se abrieron en una sonrisa
hambrienta. El monstruo remont el vuelo a increble velocidad y con boca abierta para tragrsela
entera.
Ya voy, xidor, ya voy.

Ya viene! aull Chaleco. Los tres no hombres estaban de pie en medio del coliseo, esperando
a que se acercara su terrible enemigo. Phage viene directa hacia m! Intent colocarse detrs de
Fajn, que empez a echarle arena con el pie.
Aljate de m, idiota! Los granos chisporrotearon cuando golpearon las membranas mgicas
que ataban a los no hombres. T eras el que quera ponerse en medio.
Vosotros, dejad de pelear y empezad a luchar! Umbra se dio cuenta inmediatamente de la
estupidez del comentario. Pero no haba tiempo de rer.
Phage lleg. La infame gladiadora no haba perdido ni su velocidad ni su astucia. Dando una vuelta
completa, la mujer se lanz hacia Chaleco. Agarraba la sinuosa daga con los dientes, lista para cogerla
y apualar.
Aaaah! grit Chaleco mientras saltaba a un lado, pero era demasiado lento.
La mujer clav la ondulada daga en la cabeza de Chaleco. El arma de hoja negra se hundi y
arrastr a Phage tras ella. Mano, brazo, hombro, cabeza, cuerpo desapareci dentro de Chaleco
como una nia en un pozo. De repente, Phage se haba ido, y los gritos de la multitud se acallaron. La
magia de amplificacin permiti a todo el mundo escuchar las palabras que siguieron.
Agh! Sacdmela! Tengo a una mujer dentro de m! Una mujer que corrompe! aullaba
Chaleco. Corra por la arena como si lo persiguiera un enjambre de avispas. Est haciendo algo!
Est haciendo algo malo! Sacdmela! Au, au, au, au!
Umbra mir a su camarada desde abajo y gru.
Claro, te la sacar ri Fajn. Slo deja que salte a travs de ti!
No! No! Aljate! Ah, est dentro de m. No me siento demasiado bien.
El sonido de la multitud, ahora convertido en carcajadas, volvi a orse. La gente comenz a lanzar
la comida a la arena, gritando obscenidades e imitando las payasadas de Chaleco mientras se sacuda.
Crees que le har dao? pregunt en un murmullo Fajn a Umbra.
No contest ste encogindose de hombros. Tal vez si esto es lo bastante absurdo el
Primero nos deje marchar.
O nos mate.
Eso.
Oh! Qu est salindome por los pies? Oh, est haciendo algo! Agh, sacdmela!

Un segundo demasiado tarde, Phage se dio cuenta de que su enemigo era un agujero viviente. Salt
a travs de l, hendiendo el cuchillo en la cabeza de la sombra. Qu habra esperndola en el otro
lado? El hombre portal se la trag entera, desde el puo hasta los pies, y el rugido del coliseo fue
desvanecindose. Cay dentro de una cmara larga y baja llena de ogros.
Las criaturas no la esperaban. Estaban encorvadas alrededor de un clavicmbalo, tocando melodas
con sus sucias garras.
Phage, todava volando, lleg de repente y aterriz con la daga por delante, clavndola en la
garganta del ogro ms cercano.
Eh? dijo, ste.
La hoja rasg su voz, y el pomo destroz su alma. Aterriz sobre el pecho del ser, formando dos
profundos pozos al descomponerlo. Como una mujer hundida en el fango, Phage corri. Sus pies se
hundan a cada paso sobre el monstruo que se desmoronaba. Salt por encima de su cara, con los ojos
gigantes mirando moribundos, y se arroj contra el siguiente ogro.
Era ms rpido que su compaero. Una enorme garra atrap a Phage y la estruj. El monstruo
sonri mientras la carne de su presa se converta en pulpa. La carne, sin embargo, era la suya tejidos
verdigrises y rancios. El ogro aull, con la mano reducida a astillas blancas.
Phage cay, libre por fin, y aterriz en el suelo de piedra.
Llegaron al menos veinte ogros ms.
Se volvi, encontr la sombra del no hombre y se lanz hacia ella.
Con un rugido sordo, los ogros atacaron y cayeron sobre la mujer. Soportaba un peso inmenso
mientras su piel devoraba un punto blando. Phage trat de quitarse a los monstruos de encima o de
salir a rastras de debajo de ellos, pero slo consigui descomponer ms profundamente el montn.
Siguieron aterrizando ms bestias. Estaba enterrada viva debajo de una pila de ogros y slo haba una
forma de salir: excavando a travs del aplastante montn y esperar que el aire de sus pulmones
bastara.
Apartando trozos de carne viscosa con los dedos, nad a travs de los cuerpos moribundos.

Akroma se lanz hacia los dientes de la sierpe de la muerte. Un horrible aliento sali de su
garganta y la alcanz de lleno. Levant su lanza de rayos, ense los dientes en un grito de furia y
lanz el arma.
sta rugi mientras volaba hacia el hocico correoso de la bestia, golpeaba contra uno de los
orificios nasales y se introduca en su interior. La lanza desapareci, y los pequeos ojos de la sierpe
brillaron. Las cargas formaron un arco a travs del cerebro de la criatura, que rugi, con la boca
cerrndose compulsivamente.
Akroma trat de echarse a un lado, pero las mandbulas eran demasiado rpidas. Unos colmillos
translcidos se clavaron un corte en una de sus patas delanteras. La otra pata se lanz contra las negras
encas de la bestia, clav en ellas sus garras y se solt. Estaba libre. Las alas de ngel se extendieron,
aferraron la oscuridad y alejaron a Akroma de la bestia. Con otra batida se elev por encima de la
espiral de carne que se retorca.
El leviatn se estremeci, flotando en el espacio. La lanza envi olas de agona a travs de l, pero
ni siquiera esa luz incomparable poda sobrevivir mucho tiempo en un cerebro tan oscuro. Sus cargas
finales brillaron en los ojos y la boca de la bestia, y desaparecieron.
Akroma se inclin despacio sobre la cola del monstruo. No tena armas, pero durante la Guerra de
las Pesadillas haba matado sierpes de la muerte volviendo sus dientes contra ellas mismas.
Lanzndose en picado, la mujer agarr la cola de la criatura y se aferr a ella. Sus garras se hundieron
a travs de pliegues de carne, hiriendo a la bestia.
Una legua ms lejos, la enorme cabeza se alz y arque, con el cuello ensanchado como si se
tratara de una cobra. La vio, una mosca con aguijn en su cola, y se retorci sobre s misma.
Akroma clav ms an sus garras. Quera que la sierpe se enfureciera; quera esperar hasta el
momento final. Debajo de ella, los oscuros msculos se movieron y se tensaron.
El monstruo tembl y se curv en un enorme rizo, con la cabeza cruzando kilmetros en segundos.
Las mandbulas se abrieron y la garganta aspir un cicln de aire.
Akroma sigui esperando. Si saltaba demasiado pronto, la sierpe no mordera su propia cola. Si
saltaba demasiado tarde, se la tragara a ella entera. Las patas de jaguar estaban listas para saltar, y las
alas de guila se plegaron, preparadas para volar.
La cabeza de la sierpe de la muerte eclips todo lo dems. Sus dientes eran un mortfero horizonte.
Akroma salt demasiado tarde.

Chaleco no haba dejado de gritar, pero ahora todo el mundo en el coliseo vea que exista una
buena razn. De su silueta, que no dejaba de correr, sala un ro de porquera gris. Phage estaba
moliendo sus tripas, transformndolas en una marea de descomposicin. El pobre no hombre haba
echado a correr hacia atrs, de manera que el magma putrefacto poda salir libremente, pero todava
corra en crculos. El encantamiento de membrana lo mantena en el centro de la arena.
Vaya birria de ogros dijo Umbra a Fajn lacnicamente. La leccin es soltar a tus
monstruos antes de que ella llegue.
Leccin aprendida contest Fajn.
Umbra dio unas zancadas en la arena y se agach, preparado y dispuesto.
Aqu llega.
Phage luch abrindose camino para salir del lodo gris, y emergi cubierta de esa cosa. Momentos
despus se haba evaporado dejndola limpia. Haba perdido la daga de apariencia perversa, pero sus
manos eran letales por s mismas. Sacudiendo la cabeza, se volvi hacia Umbra y Fajn y ech a
correr.
Listo? pregunt Umbra.
Listo! exclam Fajn abriendo los brazos.
Libera a las bestias! grit Umbra.
Su hechizo de membrana parpade. De l sali una nica y extraa criatura: un argoshiano. La
carne del hombre estaba salpicada con mil ojos. Incluso en la suela de sus zapatos, donde los ojos se
cerraban para que no les entrara arena. Dio dos pasos y se lanz al aire. Un hechizo de levitacin lo
levant por encima de la pelea que se aproximaba. All se quedara, vindolo todo y dirigiendo el
asalto.
ste vendra de las bestias de Fajn. Su membrana chispe y emergi un tufillo acre a humo. A
travs de ellos cargaron las criaturas de demencia, pesadillas vivientes. En primer lugar vino un
enorme milpis, con dagas en lugar de patas y una cola de escorpin, que produjo un chirrido de
insecto mientras el argoshiano lo enviaba a un lado del campo de batalla. A continuacin salieron
cinco criaturas que parecan avispas sin alas. Sus abdmenes palpitaban con ansia, derramando veneno
por la arena. Luego llegaron enormes gusanos, blancos y purulentos, y fila tras fila de hombres perro,
segadores y cocodrilianos. Salieron a raudales, como personificaciones de todos los miedos
neurticos, y un ejrcito entero de ellos se reuni bajo el omnisciente argoshiano.
Umbra sinti una repentina simpata hacia Phage. Por qu la odiaba tanto el Primero?
Dentro de unos momentos no importara. Estara muerta.

Ese batalln de miedos mortales era absurdo. Haca mucho que Phage haba dejado tras de s los
miedos, y su dios, Kuberr, le haba dicho qu deba hacer. Corri directamente hacia ellos y se agach,
escarbando en la arena con las manos.
El milpis gigante pivot y se retorci hacia ella. Apret la boca con rabia y embisti.
Phage salt justo encima de la boca cuando se cerraba, consigui un punto de apoyo entre las
antenas escamosas y se puso en pie sobre la espalda blindada del milpis. Llevaba puados de arena en
las manos. Su primer paso haba descompuesto el cerebro, lo que provoc que el milpis comenzase a
zigzaguear. Ella cronometr los pasos con la agona de la bestia y la voluntad de su seor. Justo
enfrente, la cola de escorpin se levant y cay. Phage salt sobre ella y fue lanzada al aire en su
siguiente espasmo. Vol sobre la batalla y sus manos arrojaron la arena.
Los ojos que todo lo vean del argoshiano no veran nada durante los siguientes instantes.
Phage agarr la pierna del hombre flotante y trep por l, descomponindolo, vacindole los ojos
con horribles borbotones. Bajo su presa, la bestia omnisciente se mora. Luchaba por liberarse, sin
conseguirlo. Cegado, el argoshiano cay desde el cielo, pero Phage lo alcanz, y los dos golpearon la
arena entre las desorganizadas bestias. La satisfaccin de la muchedumbre los acompa en todo
momento.
Los monstruos se volvieron unos contra otros o huyeron en el acto.
Phage luch con todos los que pudo: un hombre perro aqu, un segador all, pero sus enemigos
estaban en desbandada. Cada muerte redoblaba el rugido de la multitud hasta que el clamor fue
ensordecedor. Al final, cuando se lanz sobre una criatura avispa muerta y salt para continuar con el
siguiente enemigo, slo encontr arena vaca. O casi vaca. Tres siluetas sombras yacan tumbadas
boca abajo en seal de rendicin.
Con una sonrisa, Phage levant triunfalmente los brazos. La gente que haba en las tribunas estall
en una ovacin y, en su interior, el infante Kuberr dio una patada.

Akroma se arroj a un lado, pero las mandbulas de la sierpe de la muerte se cerraron. Sus dientes
se hundieron en su propia carne, cortando piel, msculo, hueso y nervios, pero atrapando al mismo
tiempo a la mujer.
Luch contra la oleada de sangre de la bestia. Su intencin era permanecer cerca de los dientes, de
manera que cuando la sierpe abriera otra vez sus fauces pudiera liberarse. La cola cortada del
monstruo la aplastaba, y la mujer escarb hacia adelante, pero no poda ver los dientes en la oscuridad.
Afianz las garras y se dirigi hacia arriba. Dnde estaba la lengua? La haba engullido ya? Tal vez
se haba abierto camino hacia dentro del final amputado del monstruo y necesitaba dar la vuelta. Qu
camino deba seguir?
La sierpe se haba tragado su cola. Se haba convertido en un gran crculo sin principio ni fin. La
muerte lo era todo, y no haba escapatoria.

Ceo de Piedra recorra un pasillo de Locus a grandes zancadas, agarrando a Segadora de Almas.
Esa misma noche, en nombre de xidor, encontrara a la falsa profeta y la matara. Se dirigi al saln
de banquetes. Matara a Akroma delante de todos los delegados, para que tuvieran la seguridad de que
ella no representaba la verdad de xidor.
Entr en la antecmara y la encontr desbordada de gente que preguntaba a gritos qu estaba
ocurriendo.
Qu es esto? pregunt Ceo de Piedra colocndose en medio. Dnde est Akroma? Ni
siquiera haba ocultado el hacha que haba cogido de la habitacin de la mujer y su intencin pareca
inequvoca hasta que el ministro Lindolth intervino.
Llegas tarde, Ceo de Piedra! exclam. Podras haberla detenido, pues confiaba en ti, su
mano derecha. Te habra escuchado, pero en vez de eso se sumergi dentro de ese pozo oscuro.
Con el ceo fruncido, el centauro pas a travs de la multitud para mirar detenidamente en la caja
de tapa de piedra.
Un pozo oscuro?
La sierpe de la muerte de xidor est ah abajo explic el sacerdote Aioue con total certeza.
Sus ojos rosa parecieron nublarse. No existe esperanza alguna para la hermana Akroma. Cay por
orgullo, creyendo que sera mejor que la sierpe que venci a nuestro creador. El albino mir hacia
arriba. Slo t, Ceo de Piedra, podras haberla detenido. Es horrible que llegaras tan tarde.
S contest rpidamente el centauro con los dedos rodeando la empuadura del hacha,
horrible.
Al menos has recuperado su hacha! dijo con tristeza el ministro Lindolth. Ella dijo que lo
haras. Te nombr su sucesor.
Su sucesor? repiti Ceo de Piedra.
S contest Lindolth. Todos los aqu presentes lo oyeron. Te apreciaba incluso ms que a
nosotros.
Ms que a nosotros repiti el sacerdote con una extraa satisfaccin.
No puedo tomar su lugar dijo Ceo de Piedra sacudiendo la cabeza.
No sigui Lindolth, nadie puede, pero puedes dirigirnos en su ausencia. No te preocupes.
Ser tu mano derecha
Y yo la izquierda se apresur Aioue.
Seremos tus alas para elevarte como se elev una vez tu seora. Lindolth se volvi hacia los
nobles. Ceo de Piedra, convncelos de que toda alianza forjada en esta noche slo se ver
fortalecida por la partida de nuestra hermana. Que Topos se encuentra en manos capaces hasta que ella
regrese, si lo hace. Diles que t nos gobernars. Como si se impacientara con su reacio candidato, el
ministro dio una palmada en el flanco de Ceo de Piedra. Reyes y reinas, duques y duquesas, todos
los grandes, les presentar al nuevo dirigente de Topos: el soberano Ceo de Piedra.
Hubo aplausos entre la multitud. La gente que poco antes haba bebido de sus costados y comido
de su pecho ahora se inclinaba educadamente ante el centauro. Sus brillantes rostros y miradas
cmplices lo rodeaban. Haba aparecido una nueva pieza en el tablero de juego de la poltica, y todos
los jugadores la miraban con ansiedad, esperando hacerla suya.
CAPTULO 15

MATAR A LA ASESINA

n los muelles de la Isla del Coliseo esperaban las caravanas pintadas de colores brillantes. La

E pintura roja y dorada se reflejaba en el agua negra y marrn. Las barcazas que haba a los lados
se hundan slo perceptiblemente, como sacos de grano, cuando eran cargadas de materiales de
construccin, armas y otros suministros. Pronto, las propias caravanas se colocaran con el resto del
cargamento. Cada barcaza estaba amarrada en un muelle diferente, donde las caravanas, llenas de
materiales, seran desembarcadas y apiladas. All comenzara la ruta por tierra, con hileras de
carromatos rodando hasta los lejanos rincones de Otaria. Esos sencillos suministros haran crecer las
palestras que haban empezado en las ciudades y aldeas de todo el continente. Aunque pudiera parecer
modesta, esa flota era ni ms ni menos que un ejrcito de invasin.
El Primero observaba con resentimiento mientras los obreros de los muelles comprobaban las
condiciones de las barcazas. Cada nave necesitaba solamente un pie de borda por encima de la lnea de
flotacin para navegar por los canales dragados. La corriente del pantano era escasa y haba pocas
olas. Los ingenieros de man del Primero haban hecho un buen trabajo, transformando un amplio
pantano en una vasta cinaga. Esta creca ao tras ao, extendindose por Otaria. El pantano en
expansin se haba convertido en imagen de la propia Cbala, creciendo a causa de la erosin.
Una mano le asi el hombro y l se sobresalt, dando un paso hacia adelante y volvindose, con el
codo levantado para destrozarle la cara a su atacante. Todava tena los reflejos de un gladiador.
Phage retrocedi y se qued all, de pie, con las manos en las caderas. Aunque estaba de cuatro
meses, todava conservaba la hermosa figura de una mujer joven.
Un poco nervioso, no? pregunt. Quin ms podra tocarte y seguir vivo?
S, quin ms? Ella era tanto amante como asesina.
Lo siento. Tengo la cabeza en otra parte.
Phage se acerc de nuevo con una sonrisa torcida en su hermoso rostro.
De qu te preocupas? Hoy envas los botes y caravanas y dentro de un mes alcanzarn su
destino. En seis meses, tus arenas locales sern judicaturas establecidas de la isla. Slo te falta un ao
para que controles toda Otaria.
Pero no Topos. Ni sus estados aliados contest el Primero en tono grave, volvindose para
observar las aguas. Arboles grises retorcan sus races para explorar la porquera. Mientras Akroma
viva
Entonces la matar concluy Phage, aunque la intencin era algo menor.
Sera una dulce sensacin que Phage y Akroma lucharan hasta la muerte. Ganara quien ganase, el
Primero estara feliz.
No seas idiota. En tu estado?
Cul es mi estado? pregunt Phage, rodendolo por la cintura con sus brazos y levantndolo
del suelo con facilidad.
El poder corrupto de su contacto provoc el xtasis en la carne del Primero.
Bjame!
Incluso embarazada de cuatro meses puedo vencer a cualquier gladiador que enves contra m.
Lo baj, pero mantuvo su abrasador abrazo. Puedo vencerte incluso a ti.
Eso es lo que crees, pero soy el Primero y el Ultimo. Tu tumba estar cubierta por robles
milenarios antes de que yo muera.
Supongo que podras, pero eres rival para Akroma? Te habra matado en el coliseo si no
hubiera sido por tu hermano.
Esas palabras encendieron un fuego en su interior.
Mi hermano escupi. En qu se ha convertido? En un hongo. En qu me he convertido
yo? En una sierva de Kuberr, amante del Primero, terror del coliseo Por supuesto que soy rival para
Akroma susurr en su odo, un sonido que era casi un ronroneo. Vuelve a mencionar a mi
hermano, y morirs en mis brazos.
Ella debera estar muerta por tal traicin, pero quin bastara para la tarea? Tal vez Akroma.
Muero en tus brazos cada vez que estamos juntos.
Entonces volvamos a estarlo antes de que me marche dijo, rodendolo.
Era como si el Primero fuera enterrado en carbones calientes. Quera consumirse en ese abrazo.
Sera una dulce liberacin para poner fin a la lucha contra ella, para darle a Phage la victoria. Su carne
suspiraba por la de ella, eso era lo peor, y, por el bien de la carne, podra renunciar a todo de buen
grado.
S dijo, estremecindose de debilidad. Una vez ms antes de que te marches.
Una vez ms antes de que t y el beb muris, pens.
No s si podr esperar sigui ella, y seal hacia los siervos de la mano, vestidos con sus
tnicas amarillas. Podran formar un crculo a nuestro alrededor
No respondi el Primero, dirigindose al embarcadero y volviendo al coliseo. No somos
perros.
Phage le cogi la mano y anduvo a su lado hacia el coliseo, un templo para combatir. Pronto, bajo
las piedras de ese templo, se librara una gran batalla

Sus aposentos estaban en completa oscuridad, pero el contacto de la carne contra la carne pareca
generar chispas y llamas que iluminaban las sombras. Virot se coloc encima de ella y la inmoviliz.
Phage se liber y lo lanz contra el suelo. Ninguno se rendira mucho tiempo, y por todo su jadeante
deseo, esto se pareca ms a la guerra que al amor.
Phage saba lo que l quera: colocarse arriba y hacer lo que deseaba. Y lo que deseaba era matarla.
Durante cuatro meses, su amante no le haba trado flores, sino armas; no le haba enviado trovadores,
sino gladiadores. Todo haba fallado, as que la enviara a morir a manos de Akroma.
Lstima que Virot no fuera a conseguir lo que quera, ni all, en la combativa oscuridad, ni en
Topos, en el lejano norte.
S, Phage viajara all en secreto, entrara en el palacio y asesinara a su gobernante, pero no lo
hara por el Primero. Lo hara por ella misma y por su hijo. Una vez muerta Akroma, Topos
pertenecera a Phage.
Virot no poda vencerla. Se retir, permaneciendo cerca, en la oscuridad. Insatisfecho. Continuara
as mientras se opusiera a ella.
Qu quieres que haga? Suplicar?
Sera un comienzo contest Phage con una sonrisa.
Ella saba que l la odiaba. La lnea entre el amor y el odio era muy delgada, y su amor era tan
peligroso como su odio. Phage sobrevivira a ambos.
Debera haberte matado dijo Virot mientras caa de rodillas.
Ya has elegido contest ella, de pie junto a l.
El Primero de la Cbala se arrodill ante ella y empez a suplicar.

A Chaleco se le haba ocurrido un juego: carreras de cucarachas. Las criaturas eran nativas de la
celda, y emergan de tres nidales separados en las grietas de la pared. Chaleco haba elegido a una
campeona de cada nido: la ms rpida. Cuando las atrap, las frot con moho de varios colores
arrancado de las paredes, haciendo que una fuera roja, otra amarilla y la tercera verde. Guardaba a sus
campeonas en la taza tapada de la letrina, y slo las dejaba salir para correr.
Fajn consideraba ese juego repugnante. Umbra deca que era mejor que sentarse y mirar a las
paredes. Incluso haba arreglado con un guardia que le trajera un trozo de pan cada da para que las
cucarachas pudieran competir por l.
La carrera de hoy se acercaba. Chaleco esperaba al cambio de turno, de manera que el gritero no
atrajera a un ogro. Se arrodill junto a la letrina y mir a las tres corredoras en sus secciones
separadas. Las roz delicadamente con el dedo.
Levantaos. Es casi la hora de competir por el pan.
Competir por el pan repiti con amargura Fajn. Ja! Pattico. No slo hacemos que corran
las cucarachas, sino que, adems, las alimentamos con comida que nosotros no podemos comer. Estos
bichos son mejores hombres que nosotros.
S estuvo de acuerdo Chaleco. Sobre todo Azulina! La vieja Azulina s que corre!
Umbra se sent al otro lado de la sala con la mano haraganeando en el trozo de pan de hoy.
Corredoras, a sus marcas!
Pellizcndolas con los bordes de su delgadsimo cuerpo, Chaleco alz con excitacin a las
criaturas, que oscilaron en el aire y movieron sus pequeas patas negras.
Adelante!
Las dej caer justo delante de sus pies, y ellas aterrizaron, se recuperaron y salieron disparadas por
la celda. Aunque podran haber corrido fcilmente hacia sus nidos, las tres criaturas siempre elegan el
pan antes que la libertad. Cruzaban el suelo de piedra, directas al mendrugo colocado en la pared del
fondo.
Mejores hombres que nosotros murmur Umbra. Le dio vueltas a esa afirmacin en su cabeza
. No. Corren por el pan en lugar de por la libertad. No son mejores, son iguales: cautivas del deseo.
Fajn sacudi la cabeza.
Qu deseo? Nosotros no necesitamos comer, beber, dormir, mujeres
La sombra de Phage estaba caliente interrumpi Chaleco, concentrndose en la carrera.
Vamos, Azulina! Vamos!
Ningn tipo de deseo carnal continu Fajn.
Eso no es cierto. Queremos todas esas cosas, pero no tenemos cuerpos para disfrutarlas. se es
nuestro mayor deseo: cuerpos. Para ser reales. se es el trozo de pan que nos hace correr en una celda
u otra.
Azulina gana por una antena! grit Chaleco mientras las tres corredoras daban cuenta de su
comida. Cruz la habitacin, cogi con cuidado el pan y a las tres corredoras y lo deposit todo en la
letrina. Buena carrera, chicas.
Os lo estoy diciendo a los dos dijo Umbra. El Primero sabe lo que queremos, y nos
mantiene cautivos con eso.
Una voz habl al otro lado de la puerta.
Estoy de acuerdo con la mitad de lo que has dicho. Es cierto, s lo que queris.
Umbra se apart de la pared y se retir a la parte ms lejana de la celda. Fajn se coloc a su lado,
con los brazos cruzados. Chaleco se sent en la letrina, como si su cuerpo transparente pudiera evitar
que se vieran las cucarachas.
La voz del Primero volvi a sonar.
Romped el sello. Voy a entrar.
Un guardia ogro golpe contra la puerta y sta reson como si fuera un gran tmpano. El segundo
golpe rompi el sello de plomo, y el tercero empuj la hoja hacia dentro con un chirrido. La enorme
mole del ogro eclips toda posibilidad de escapatoria, y detrs de l entr el Primero.
Vestido de negro de la cabeza a los pies, con el rostro del color y la forma de un bloque de piedra
caliza, el hombre fij sus ojos vidriosos en los no hombres.
S lo que queris, s, y sabindolo no os tendr esclavizados, sino que os liberar. El Primero
los mir de uno en uno.
Chaleco se removi nervioso en la letrina, esperando ocultar a sus mascotas, pero se cay dentro
por accidente.
El Primero continu.
Queris cuerpos puedo droslos.
Umbra inclin la cabeza.
Puedes hacerlo? Un cambio de alma?
S. Empezar por daros unos cuerpos provisionales, que utilizaris para llevar a cabo una
pequea tarea.
Ya empezamos dijo agriamente Fajn.
Recordis a la mujer con la que luchasteis hace un mes? Phage?
Tiene una gran sombra seal Chaleco.
Se marcha a Topos para matar a Akroma.
Fajn y Chaleco se estremecieron.
Matar a Akroma! Umbra trat de calmar su voz. Crees que podr?
Si Phage no mata a esa bruja, lo haris vosotros sentenci el Primero.
Pero cmo? pregunt Umbra. Cmo podemos hacer tal cosa?
Seris ms poderosos en vuestros cuerpos, y podris comprobarlo por el camino respondi el
Primero.
A ver si lo entiendo. Quieres que viajemos al norte con Phage para matar a Akroma, es eso?
pregunt Umbra.
S.
Entonces continu Chaleco, si Phage la mata sin ayuda de nadie, nosotros no tendremos
que hacer nada.
En realidad, no es tan sencillo continu el hombre. Si Phage tiene xito matando a Akroma,
vosotros debis matarla a ella.
Los tres no hombres se quedaron boquiabiertos. Umbra habl por todos.
Quieres que viajemos a Topos y matemos a una bestia-ngel o a una mujer-demonio?
O a ambas. Y no le faltis al respeto a Phage. Lleva dentro a mi hijo.
Oh buf Fajn, seremos completamente respetuosos cuando llegue el momento de matarla.
Umbra estaba intentando comprender la lgica de todo esto.
Cmo sabrs si estn muertas?
Porque vosotros me traeris sus cabezas. Las de las dos, y entonces yo cambiar vuestros
cuerpos provisionales por los permanentes. Si no volvis, o lo hacis con una sola cabeza, o ninguna,
no tendris nunca vuestros cuerpos permanentes.
Veis lo que est haciendo? susurr Umbra. Corred a por el pan, chicos
Si estis de acuerdo con este plan, tendris cuerpos y saldris libremente de aqu. Podis
pretender incluso acompaar a Phage y luego huir en la oscuridad. Por supuesto, tendrais que evitar a
los guardias de la Cbala, pero contarais con vuestras formas fsicas mientras durasen. Considerad
estos cuerpos provisionales como mi regalo, slo por seguirme la corriente, pero creo que querris
continuar la misin y recibir las formas apuestas, elegantes y jvenes que os he preparado.
Fajn asinti lentamente.
Oh, ya lo cojo. Esos primeros cuerpos envejecern y enfermarn
No, tendris una fuerza, velocidad, sigilo, resistencia y capacidad de combate sobrehumanas.
Para qu os iba a enviar con unas formas dbiles? Puede que no seis apuestos, puede que seis feos
con ganas, pero seris fuertes y capaces.
Intuyo que esto es una trampa dijo Umbra, pero no llego a verla.
El comportamiento glido del Primero se volvi un poco clido.
Esta celda es una trampa. Estas formas vacas son trampas. Os estoy ofreciendo la nica cosa
que queris, y no sois lo bastaste hombres para aprovecharla?
Danos un momento dijo Umbra, caminando hacia la letrina donde Chaleco se sentaba con
torpeza. Fajn tambin se aproxim, y los tres no hombres se arrimaron, hablando en susurros.
Por qu no? pregunt Chaleco. Es todo lo que queremos. Conseguimos cuerpos, salimos
de este pozo, no tenemos que volver a llenarnos ms de ogros y pesadillas. Oh, poder comer algo de
verdad!
Estamos a punto de conseguir unos cuerpos y slo sabes pensar en la comida! sise Fajn.
Vale, y qu hars t con tu cuerpo? pregunt Chaleco.
Saldr corriendo y estudiar pintura contest Fajn acercndose ms a los otros, o trabajar
en una biblioteca, o aprender ms magia. Y qu hay de ti, Umbra? Qu hars t?
Umbra suspir, y dese tener pulmones para hacer que valiera la pena.
Me bastar con tener un cuerpo, cualquier cuerpo sano. Durante un tiempo, slo me sentar y
ser real.
Oooh! Me gusta! exclam Chaleco. Quitando el tiempo que est sentado, yo estar
comiendo y bebiendo y fumando y haciendo cualquier otra cosa que la gente haga con su cuerpo.
Parece que estamos de acuerdo dijo Umbra.
Es mejor que sentarse en un agujero.
Chaleco se ri.
Tres agujeros sentados en un agujero.
Rompieron el corrillo y se volvieron hacia su amo.
Hemos decidido aceptar la oferta dijo Umbra. Tomaremos esos cuerpos provisionales si
son sanos y fuertes
Lo sern.
e iremos con Phage fuera del coliseo. Si te traemos su cabeza y la de Akroma cambiaremos
nuestros cuerpos iniciales por unos mejores, pinculos de belleza, salud, fuerza y gracia.
Bien dicho dijo el hombre, caminando hacia ellos. Comencemos.
El Primero cogi en una terrible presa a los tres no hombres, que se pusieron nerviosos y lucharon,
tratando de liberarse, pero el abrazo era implacable. Su lengua se retorci con palabras que eran ms
antiguas que los continentes, slabas que hurgaban hasta el nacimiento de la primera criatura. Nombr
el aliento de la vida, y ste emergi de su boca en un rpido viento que golpe a los no hombres. Sus
perfiles vibraron y despus se doblaron completamente. El Primero los arrug con su puo y los
estruj.
Con su otra mano alcanz la letrina, y con tres dedos cogi a las cucarachas que coman all. El
poder sala de las yemas de sus dedos, danzaba por cada escama de la espalda de los bichos y se
clavaba dentro de ellos.
Las cucarachas crecieron. Al principio hasta el tamao de un pulgar, luego el de un puo, despus
el de una cabeza, los bichos negros se hincharon hasta que tuvieron la mitad de la estatura del hombre.
Ya no se instalaran en la letrina y corretearan por el suelo.
Apretando la otra mano, el Primero hizo salir las almas de los no hombres de sus cuerpos
enredados. En tres pulsaciones de luz, corrieron a lo largo de sus hombros hasta el otro brazo. La luz
salt desde su dedo ndice hasta el primer bicho, desde su dedo corazn hasta el segundo y desde su
dedo anular hasta el tercero. Resonaron tres pequeos estallidos, el humo se ondul hasta el techo y el
Primero retrocedi para admirar su trabajo.
Qu has hecho? gimi Umbra con una voz que era ms bien un siseo y un pitido.
Exactamente lo que habamos acordado contest el hombre con toda tranquilidad. Os he
dado cuerpos provisionales.
Nos has convertido en cucarachas! Cucarachas gigantes! grit Fajn.
Cierto.
Esto no es lo que queramos dijo Chaleco. Quin querra tirarse a una cucaracha gigante?
Otra cucaracha gigante contest el Primero, y los tres bichos temblaron. Tenis fuerza,
velocidad, resistencia y aptitudes de combate sobrehumanas, adems de protecciones. stos son unos
buenos cuerpos para empezar, y si queris unos cuerpos humanos, completaris vuestra misin.
Dos de los no hombres se haban quedado sin habla.
Chaleco chill.
Oh, cllate! sise Fajn. Al menos t eres Azulina!
CAPTULO 16

EMISARIOS

eo de Piedra ocupaba un trono inestable. Topos no haba tenido nunca trono, pues el gobierno

C de xidor haba sido absoluto y no necesitaba de ceremonia, y el de Akroma haba sido


incuestionable. Ceo de Piedra, sin embargo, necesitaba uno, y el ministro Lindolth y el
sacerdote Aioue, los arquitectos de su reino, se aseguraron de que lo tuviera.
Topos se haba convertido en un lugar lleno de polticos.
No haba pasado ni media hora desde que Akroma se marchara cuando Lindolth y Aioue
comprendieron que necesitaban una gran figura decorativa, y la encontraron en Ceo de Piedra, al que
hicieron mayor an tanto en vestiduras como en trono.
Era un trono de centauro, fabricado no para sentarse, sino para mantenerse de pie. A l le pareca
una especie de establo, aunque sus promotores insistieron en que era un majestuoso nicho. Se
encontraba en lo alto de doce generosos escalones cubiertos de seda roja que haca que sus cascos
resbalaran cada vez que suba. Sobre tres de los lados del trono se elevaban elaboradas tallas de roble
recubiertas de oro, y en la parte delantera haba colocada una bandera blasonada con la divisa de la
nueva administracin: TOPOS PARA TODOS. Puede que el aspecto ms importante del trono fueran
las cabinas que tena a ambos lados, una para el ministro Lindolth, jefe de relaciones polticas, y otra
para el sacerdote Aioue, jefe de relaciones espirituales. Estaban de pie, ligeramente por debajo de su
figura decorativa y, mediante el uso de unos tubos para hablar camuflados, podan dar rdenes a su
nuevo gobernante sin que nadie los oyera.
Ceo de Piedra, sin embargo, tena sus propias ideas. Acept toda esa majestuosa estupidez slo
para poder rescatar a Topos de la hereja de Akroma y hacer que la Visin de xidor se hiciera
realidad.
La multitud se reuni. Una vez llegaron las noticias de que Akroma haba desaparecido y de que
un nuevo y benvolo centauro se haba instalado en el poder, el pueblo de Topos y todas las tierras
vecinas se acercaron para ver a Ceo de Piedra. Haban encontrado a un gobernante que era paciente y
sabio y escuchaba peticiones a diario. Los peregrinos se haban convertido en suplicantes. Hoy,
doscientos de ellos esperaban para exponer sus casos ante l.
En esos momentos, los ancianos de un pequeo grupo de refugiados elfos permanecan de pie
delante de Ceo de Piedra. Haban venido desde Krosa, donde sus ancestrales tierras haban sido
desoladas y la mitad de su poblacin destruida. Venan a Topos en busca de un nuevo hogar en los
Claros Verdes. Su lder era una mujer arrugada que haba vivido dos mil aos pero que conservaba los
ojos de una nia. La mujer implor en la lengua de los centauros de Krosa.
t mejor que nadie conoces la ruina de Krosa y la ruina de su gente. Tambin sabes que un
bosque se pierde si no hay elfos que lo atiendan. Lo que proponemos ayudara a los Claros Verdes
tanto como nos ayudara a nosotros.
Ceo de Piedra la mir, pensativo. Era una decisin difcil. Comprenda los terrores a los que ese
pueblo se enfrentaba, pero invitar al corazn de Topos a gente que no formaba parte de la visin
original de xidor podra arruinarlo todo.
Los susurros llegaron desesperados de ambos lados.
No los acojas. Destruirs la esperanza de una alianza con Krosa deca Lindolth.
Diluiran la Visin de xidor segua Aioue.
Los hombres continuaban, intentando tirar de los hilos de su marioneta poltica. Pero Ceo de
Piedra no era ninguna marioneta.
Sabia mujer le dijo a la elfa, dirigindose a ella en su propio idioma, t y tu pueblo deseis
encargaros de los Claros Verdes, pero sabis lo que eso significa? No sera slo la ecologa lo que
supervisarais, sino tambin la teologa. Debo saber que no slo cuidaris de cada planta y cada bestia,
sino que tambin mantendris fielmente la visin del que lo cre. Se inclin hacia adelante, bajando
la voz, pero que an resultaba audible para los que se encontraban en la sala de audiencias. Creis
en xidor?
La anciana baj la cabeza.
No.
Estis dispuestos a aprender de l? Estis dispuestos a abrazarlo?
No respondi sin levantar la mirada.
En ese caso, marchaos de este lugar y buscad un hogar en otro sitio. O volved aqu cuando
vuestros corazones estn abiertos, no slo a la belleza de la creacin, sino tambin a la gloria del
creador.
Aunque la mujer y su contingente de elfos se volvieron desanimados, la multitud pareca
impresionada por la sabidura del centauro. En sus cabinas separadas, el ministro y el sacerdote
decan:
Bien hecho. La has puesto en su lugar.
Permaneciste fiel a xidor.
El hecho era que Ceo de Piedra haba esperado que la sabia mujer abrazara su creencia, que ella y
su pueblo habitaran el bosque y se convirtieran en emisarios para los elfos de otros lugares. No haba
ido en absoluto como l se haba propuesto.
Los pajes se dirigieron al siguiente suplicante, un hombre vestido con pieles de obrero que llevaba
un ancho estuche de pergaminos colgado de su cintura. Sonri, mostrando los dientes entre los bigotes
picudos, sac uno de los pergaminos y lo desenroll.
Majestad dijo con una inclinacin de cabeza.
Llmame slo general le cort el centauro.
General se corrigi el hombre con otra reverencia. Soy Borsoom, ingeniero de estructuras
de piedra. Todo el que haya visitado el gran coliseo ha visto mi obra. Traigo una propuesta para
realizar algo igual de grande aqu, en Topos, y para mejorar enormemente la belleza de la tierra, y eso
es lo que xidor quera: belleza. Seal el pergamino, un mapa de la regin con un lago que en ese
momento no exista. Su dedo apunt a una ancha cua que cruzaba el ro Pureza. Una presa en este
lugar creara un segundo lago en lo alto de los Campos de los Rastrojos, donde ahora slo existe un
espacio baldo. Sera idlico, en armona con tu importantsima visin. Musculoso e inteligente, el
ingeniero sonrea a su plan. Podra traer a Topos la misma gloria que llev a la Cbala tuvo la
audacia de decir.
Los susurros fluan como enjambres de mosquitos de las bocas del ministro y el sacerdote, pero
Ceo de Piedra no les hizo caso. No necesitaba que nadie le advirtiera para saber cmo tratar con ese
personaje.
Si xidor hubiera querido una presa en este ro, la habra construido l mismo. Las Tierras de
Pesadilla, y abandonemos oficialmente el trmino Campos de los Rastrojos, son el lugar sagrado de
la batalla que salv Topos, la batalla en la que muri xidor. No es un erial, sino suelo sagrado. Por
favor, mrchate de aqu, coge tus herramientas y tus ideas y no vuelvas ms.
Esta sentencia provoc una ovacin y aplausos de la audiencia, e incremento al prestigio de Ceo
de Piedra entre sus consejeros. El hombre se retir con la rabia escrita en la cara.
Se acerc una pequea mujer con el atuendo de los iniciados y la cabeza totalmente afeitada y
cubierta de viejas cicatrices. Camin hasta la base de las escaleras y, en lugar de quedarse de pie para
dirigirse al centauro, se tumb boca abajo.
La demostracin provoc el silencio en la multitud, y todos se esforzaron por escuchar.
Hija dijo Ceo de Piedra con dulzura, cul es tu peticin? Qu puedo hacer por ti?
Se trata de lo que yo puedo hacer por ti, soberano contest la mujer, sin atreverse a alzar la
cabeza. Yo era pupila de nuestra dama perdida, y ella me utilizaba mucho, pero desde que
desapareci hace dos meses, no he sido de ninguna utilidad excepto para rezar por su regreso.
Y t has rezado?
Cada vez que despierto. Rezo incluso ahora, con cada aliento, pero podra hacer ms. Te servira
en nombre de xidor. Ceo de Piedra se levant del trono, con su enorme corazn palpitando con
fuerza. Majestuoso, descendi los escalones cubiertos de seda hasta que lleg frente a la mujer y se
qued de pie delante de ella. Agachndose, extendi la mano hacia su cabeza y la alz con delicadeza
. Me gustara verte la cara, hija.
Ella levant la cabeza y su rostro abandon las sombras. Ceo de Piedra mir dentro de una
mscara llena de cicatrices, con unos profundos ojos tristes y una devocin ms profunda.
Trenzas! susurr el centauro.
Permteme servir dijo ella. Slo deseo servir.
Levantndola, Ceo de Piedra la abraz acercndola a su pecho, como si fuera una nia en los
brazos de su padre.
-Todos vosotros, miradla. Ella complace a xidor. No viene a recibir, sino a dar, pero recibir
multiplicado por diez.
Trenzas se acurruc contra l y tembl como una nia.
Te quedars conmigo le dijo en voz baja. Yo te mostrar la verdadera Visin de xidor.

Ambos gallos sangraban, pero la sangre slo alimentaba su rabia. Se pavoneaban, inflando las
plumas del pecho y extendiendo las alas cortadas. Sus ojos brillaban como cuentas de cristal y sus
garras se levantaban para seguir clavndose en la carne.
El gallo de la cresta prpura atac, pellizcando el pescuezo de su rival y tirando de las plumas de
su pata. La otra ave chill y bati las alas para alejarse.
No poda ir muy lejos. Las piernas humanas lo encerraban, y los gritos sedientos de sangre
agitaron el aire. Para los gallos esto era una pelea a muerte, pero para los humanos slo supona un
entretenimiento para pasar la tarde.
El ave de la cresta prpura comenz a correr, con las garras lanzando pequeas nubes de polvo
marrn detrs de l. Con las alas extendidas y el pico abierto, era un monstruo que casi pareca sacudir
el suelo. El otro gallo se agach y emple las alas como escudo para cubrir su artimaa. El de la cresta
prpura slo daba ms y ms vueltas, sabiendo que su enemigo no poda escapar.
Pero s que escap. Se haba abierto un pasillo a travs de aquellas piernas humanas que conduca
desde el crculo de polvo hacia el centro de la calle principal. El atemorizado animal corri a toda
velocidad, adelantando las ruedas giratorias de una carreta pintada de colores brillantes hasta un
tranquilo callejn.
La liberacin del gallo haba llegado en forma de feria ambulante. Haba hecho temblar el suelo,
haciendo que los humanos se volvieran y haba cubierto su huida.
La caravana se detuvo. El tiro de caballos piaf y resopl. Tras ellos se detuvo tambin una carreta
cargada con cachivaches. Un velo denso de polvo sala de las ruedas, oscureciendo momentneamente
la figura que saltaba de la calesa y que emergi de la cortina de polvo como un hombre en un
escenario.
Hola, Amoburgo! Ha sido un camino polvoriento hasta vuestra bonita metrpoli y mi rabadilla
ha pagado por ello, pero aqu estoy!
La gente de Amoburgo, que difcilmente poda llamarse aldea y menos an metrpoli, se limitaba
a mirar fijamente al extrao.
Menudo, de pelo rubio y atractivo a la manera de los depredadores, vesta un frac amarillo
brillante con forro azul real. Llevaba un bastn de plata, pero no se apoyaba en l, sino que lo haca
girar despreocupadamente entre sus dedos.
Es que nadie me va a preguntar quin soy?
Quin eres? espet uno de los palurdos.
Soy vuestro sueo convertido en realidad. Me llamo Campanero.
Campanero qu?
Slo Campanero, como slo Yawgmoth. Ja, ja! Era un pequeo chiste.
Qu ests haciendo aqu?
Le dio unos toquecitos con el bastn de plata al que hablaba.
Me alegra que me lo preguntes, amigo. Vengo a ofreceros una mejora. Veo por qu habis
tenido que estableceros, por lo que respecta al entretenimiento. Peleas de gallos. Vergonzoso. Os
merecis algo mejor.
Un delgado granjero, cuya nuez de Adn pareca una segunda barbilla, dijo:
Resulta que a nosotros nos gustan las peleas de gallos.
S. Excitante! Interesante! Pero cundo fue la ltima vez que visteis una pelea de gallos en el
coliseo? Vosotros sois parte del circuito del coliseo. Deberais disfrutar de un verdadero espectculo
en l. Fjate, slo con mirar a esta multitud puedo ver cinco, tal vez diez grandes gladiadores entre
vosotros.
El grupo se ri con los halagos, pero se apretaron ms en torno a Campanero. Otros que paseaban
por las polvorientas galeras de las tiendas se acercaron a escuchar.
Campanero comenz a abrir los paneles de su caravana. Cada seccin se plegaba para mostrar un
teln de fondo pintado con colores brillantes, de manera que, pieza a pieza, el vehculo se
transformaba en un amplio escenario al aire libre. Del interior de la caravana emergieron dos enanos
de apariencia robusta, con sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho. Mientras se preparaba,
Campanero explic:
No necesitamos violencia sin sentido, como aves destrozndose mutuamente. No es sa la tica
del coliseo. Necesitamos peleas de verdad que resuelvan conflictos importantes, de verdad. De esa
forma, no slo conseguimos que el espectculo tenga lugar, sino que hacemos que nuestras
comunidades sean mejores.
Eh? Cmo?
Campanero levant una ceja de forma elocuente.
Oh, estoy seguro de que Amoburgo tiene algunos conflictos, esas pequeas cosas que provocan
peleas. Por ejemplo: me he dado cuenta de que tenis muchas cabras. Ha sido alguien testigo de algo
inapropiado en lo que respecta a las cabras?
Ina-pr-pr?
Alguno de los aldeanos prefiere la compaa de las cabras a la compaa de las mujeres?
aclar el charlatn.
La nica respuesta fue un silencio sepulcral.
S, lo s. Es un terrible cncer y nadie quiere hablar de ello. De manera dramtica, meti la
mano en el bolsillo de su traje y sac una pieza de oro. Esta moneda dice que uno de vosotros ha
sido testigo de uno de tales encuentros.
Diez manos se levantaron en la multitud.
Campanero sonri gentilmente y se inclin hacia adelante, seleccionando a un joven, delgado
como un ltigo, con labio leporino y unos enormes orificios nasales.
Tu mano fue la primera que vi, y aqu tienes tu pieza de oro. Cmo te llamas?
Clem.
Un nombre rotundo, Clem dijo Campanero, haciendo subir al hombre desgarbado desde la
multitud y ponindolo de frente a los otros aldeanos. Le pas un brazo por detrs de manera amistosa,
y continu: Si no es demasiado traumtico, nos gustara or lo que viste.
La verdad es que no fue dramtico, slo divertido, la verdad. Vers, volva del arroyo y me
diriga a clavar mi poste en el cobertizo, y, cuando lo vi, tuve una especie de estremecimiento.
Estremecimiento repiti Campanero con un temblor en la voz.
Vi que mi cabra Maisy no estaba atada donde yo la haba dejado, as que me acerqu con
cuidado a las puertas para mirar dentro, y no te vas a creer lo que vi.
El qu, Clem?
A Maisy y a Delbut Tule.
La muchedumbre solt un sonido mezcla de desaprobacin y regocijo. Por encima de ese sonido se
oy el grito de un hombre corpulento.
Eso es mentira! No poda ser otro que Delbut Tule acercndose. Est mintiendo porque
todava me debe la cabra y nunca la ha pagado. Estaba en la leera buscando un cuchillo para cortar
la cuerda y dejar que la cabra se escapara!
Sube aqu, Delbut! llam Campanero hacindole una sea. Y vosotros, gente, pensabais
que no existan conflictos en Amoburgo. Aqu tenemos a un hombre acusado de utilizacin animal
inapropiada, y a otro acusado de no pagar sus deudas.
Te digo que yo no lo hice se defendi Delbut, rojo de rabia. Slo quiero que se me devuelva
lo que es mo.
Quiere decir que quiere que vuelva su mujer
Delbut se lanz contra su esculido acusador y la multitud estall en gritos por la pelea. El
hombretn habra cogido a Clem del cuello si los dos enanos no se hubieran entrometido, agarrndole
la pierna y tirndolo al suelo. Los rugidos de la muchedumbre se convirtieron en gritos de Campane-
ro! Campane-ro! Campane-ro!.
Aunque el hombre vestido de amarillo pretenda dar sensacin de seguridad, su sonrisa mostraba
cunto disfrutaba de la atencin.
Despus de todo, esto es una especie de pelea de gallos, verdad? Todo este tiempo habis
vivido con estos dos hombres lanzndose uno al cuello del otro, y slo ahora se hace pblico en el
tribunal del entretenimiento para llegar a una solucin. Todos vosotros deberais arrodillaros y dar
gracias al Primero de la Cbala por enviaros presentadores de la arena como yo. Os traeremos los
frutos de una cultura basada en los duelos. Hablando de duelos: a cuntos de vosotros os gustara ver
a estos dos hombres peleando para resolver este asunto de una vez por todas?
Los aldeanos gritaron llenos de jbilo.
Un juicio por conflicto! Excelente. Uno de estos hombres ser exonerado y el otro condenado.
Podis libraros de esto si uno de los dos admite que est mintiendo. Clem, ests mintiendo?
No, seor.
Delbut?
Por supuesto que no! Eso es absurdo.
Quieren pelear, muchachos.
Se alz una gran ovacin, y la multitud empez a hacer apuestas.
S, por supuesto. Hagmoslo a la manera de la Cbala. Mis ayudantes son corredores de apuestas
entrenados y garantizarn todas las apuestas por un diez por ciento de comisin, claro est. El
ganador recibir la mitad de los ingresos de la Cbala y podr enfrentarse a otros rivales. Observaba
con entusiasmo mientras los dos enanos avanzaban a travs del gento. Slo Delbut y Clem no
parecan tan excitados. Esta cruda y pequea pelea callejera no es sino un anticipo de las glorias que
esperan a Amoburgo. Tengo aqu, en este panel deslizante, una representacin de la arena que
construir a las afueras de vuestra ciudad seal con cuidado hacia la pintura, que mostraba un
crculo de bancos bajos alrededor de un foso de arena, con una torre para el presentador a un lado.
Un centro de la comunidad que os entretendr, os unir y os proporcionar un medio seguro de
resolver los problemas. Amoburgo formar parte del circuito del coliseo. Aqullos de vosotros que
demostris ser los mejores y ms brillantes bien podrais un da luchar ante el mismsimo Primero.
Los enanos volvieron con las manos llenas del dinero que haban recogido y lo depositaron en una
caja con cerradura en la caravana.
Muy bien! exclam Campanero. Ahora, que todos se coloquen donde puedan ver.
Combatientes, debis permanecer dentro del crculo que Stumps est dibujando con el taln. Aparte de
eso, esto es una competicin descalzos y a puo limpio hasta que brote la sangre de uno de los dos.
Hasta que pierda el conocimiento! grit alguien.
Campanero mir a los dos combatientes, que temblaban, plidos.
Qu pensis vosotros?
Por qu no peleamos hasta que Delbut moje los pantalones? solt Clem. Eso ser en
medio segundo.
Hasta perder el conocimiento! grit Delbut, lanzando un gancho de derecha que golpe la
mandbula de Clem e hizo que el delgaducho girara sobre s mismo y saliera despedido.
Clem cay en la arena, con el labio sangrando y un diente partido. Escupi sangre y se levant,
clavndole el hombro en el estmago a Delbut y hacindole caer de espaldas.
La multitud ruga.
Los hombres luchaban y la sangre alimentaba su rabia.

Cuando el anochecer se filtr desde las esquinas del saln del trono, los demandantes haban
disminuido. Ceo de Piedra escuch una splica ms y el resto de la multitud fue despedida por el
ministro Lindolth y el sacerdote Aioue. Ellos tambin se despidieron, marchndose a dar cuenta de la
cena humeante que esperaba en sus habitaciones. Slo se quedaron el general y sus guardias.
Salid! les orden.
Los guardias se retiraron tras las puertas y las cerraron.
Ceo de Piedra suspir. Rara vez tena tiempo para estar solo y, precisamente ahora, lo nico que
deseaba hacer era respirar. El aire era clido y tena el olor de la multitud, el olor de un rebao. l era
su pastor, y un pastor siempre debe vigilar a los lobos.
Lindolth y Aioue eran lobos en el redil, y Ceo de Piedra los vigilaba atentamente. Incluso ahora,
sus ojos escrutaban las puertas y las ventanas, pues no estaba totalmente seguro de que sus
consejeros se hubieran marchado realmente. Da a da, luchaba para dominarlos, y con el tiempo
seran ms perros pastores que lobos.
Los verdaderos peligros eran los depredadores, pero Ceo de Piedra no poda verlos. Se ocultaban
justo al otro lado de las colinas y respiraban por debajo del umbral auditivo. Ahora los encontrara.
Discpulos susurr, venid. Informad.
Una voluta cercana de roble dorado brill como si de una mota de luz de luna se tratara. Esa mota,
sin embargo, se alz de la greca y sali disparada hacia una ventana cercana. Atraves el cristal y se
lanz a la noche estrellada para llamar a los otros discpulos. La mota brill en los cielos tachonados
de estrellas, transmitiendo las rdenes.
A los discpulos les llevara tiempo reunirse, pues muchos trabajaban en los lugares ms remotos
de Otaria. Volaban tan rpido como estrellas fugaces, pero incluso as les llevara algunos minutos
juntarse. Mientras transcurra el tiempo, Ceo de Piedra reflexionaba.
Por fin haba alcanzado una posicin donde sera capaz de hacer un gran bien. Podra arreglar el
desorden dejado por Kamahl, incluso subsanar las maldades de Akroma e impedir una guerra con
Phage. Haba ascendido al trono de xidor, el trono de un dios, y limpiara la tierra y a la gente de
maldad.
Los discpulos llegaron en una furiosa tormenta de fuego azul. Como arena llevada por el viento,
golpearon el cristal una y otra vez hasta que encontraron grietas. Pasaron a travs de ellas y se
dirigieron hacia Ceo de Piedra, impactando en su mente en un torrente despiadado.
Vio cosas. Vio la fe de xidor en las manos levantadas de los avens. Vio a creyentes humanos
secuestrando prostitutas de las oscuras celdas de Afetto. Vio desfiles de peregrinos elfos
aventurndose desde la ruinosa Krosa hacia las glorias de Topos. Todo esto le alegraba.
Otras cosas, sin embargo, le entristecan. En Santuario, los antao fieles soldados de xidor le
volvan la espalda y se ocupaban de los dados. En la Ciudad de la Cbala, un duelista se haba
engalanado con la apariencia de xidor y se haba burlado de l mientras luchaba. Aunque lo peor era
que, en las Montaas Prdicas, la fe de xidor se haba vuelto belicosa, y aquellos que se negaban a
convertirse moran asesinados.
Ceo de Piedra dese solucionar esos errores, pero no tena un momento para pensar. Ms
imgenes le inundaron: naciones preparndose para la guerra, voces roncas de tanto alabar, hombres
colgados por sus pecados Los terrores de un amplio continente anegaban su limitada mente. Era
enloquecedor. El centauro grit, pero los discpulos no se detuvieron. Corrieron a travs de l,
llevando las peticiones de una multitud. Era como si cada voz de Otaria suplicara o alabara, maldijera
o riera, se convirtiera o abjurara, y todas ellas lo hacan gritando dentro de su mente.
Esto era lo que implicaba sentarse en el asiento de un dios.
CAPTULO 17

ESTAMPAS

s que dijo Phage, vosotros tres sois los mejores espas que el Primero pudo encontrar?

A Mir a las cucarachas del tamao de un perro que caminaban a su lado.


Los mejores que pudo encontrar, s contest el que se llamaba a s mismo Fajn.
Los mejores son tan buenos que no se les puede encontrar.
Phage se permiti sonrer. Saba que esos ayudantes eran asesinos. Aun as, eran divertidos y
listos, los compaeros ms graciosos que haba tenido en aos. Bajo sus caparazones negros, sus
corazones no eran negros en absoluto. Phage mir al frente, hacia donde se levantaba la Escarpadura
de Coria.
Cules son vuestras especialidades?
Yo soy bueno hundindome contest el llamado Chaleco.
Quiere decir con el movimiento encubierto corrigi Fajn. Mi especialidad es la
inteligencia.
Tambin soy atractivo aadi Chaleco.
Phage ri.
Y qu hay de ti, Umbra?
Soy un cuidador. Mantengo a raya a estos dos.
No me lo trago contest Phage. Creo que eres un asesino.
Umbra no se sobresalt, y sus patas negras y filamentosas continuaron su incesante movimiento.
Por qu dices eso?
sta es una misin para matar a Akroma. No es lgico que el Primero mande a un asesino?
Umbra apresur el paso en silencio.
Y los asesinos nunca hablan de su verdadero trabajo insisti Phage.
Ya te lo he dicho, mantengo a raya a esos dos.
Acabas de confirmarlo-dijo Phage tranquilamente mirando con recelo a los otros dos. As
que Chaleco se me aparecer de repente, Fajn aprender todo lo que yo s y Umbra me matar.
No! No! contestaron a coro.
Estamos de tu parte dijo Umbra.
Quiero decir si yo fuera Akroma.
Oh, s afirm Umbra.
No eran los mejores espas, revelando sus papeles, su misin, sus rdenes. No, no tenan alma de
asesinos, pero no haca falta tener alma para asesinar.
Cul es tu plan para atravesar el sitio de Santuario? pregunt Fajn.
Pens que tu especialidad era la inteligencia respondi Phage. El sitio de Santuario es un
chiste. El ejrcito enviado para capturar la ciudad ha sido capturado por ella. El campamento se ha
convertido en un nuevo distrito. Lo atravesaremos.
Ceo de Piedra, el sacerdote Aioue y la iniciada Trenzas prepararon el equipaje para viajar a la
sitiada Santuario, situacin que era motivo de chiste en todo el mundo. En lugar de obtener una
colonia, Topos haba perdido un ejrcito. Haba llegado el momento de dar por terminado el sitio para
recuperar a la gente perdida por culpa de la seduccin de Santuario y buscar una alianza con ese
asentamiento crucial.
Ceo de Piedra llevaba al hombro su propio equipaje, pues, aunque soberano, segua siendo ante
todo un orgulloso centauro. Sus ojos recorrieron el squito de carretas y la gran tienda donde l, Aioue
y Trenzas se alojaran, y bendijo el alma de xidor.
Ceo de Piedra estaba poniendo las cosas en su sitio. En dos meses ya haba rectificado mucha de
la hereja de Akroma. En dos meses ms, convertira en realidad la Visin de xidor.

Zagorka estaba sentada en su balcn, con los pies apoyados en la barandilla de piedra, cuando un
fuerte golpe son en la puerta. Baj las piernas, se dio cuenta de que se haba quedado dormida y se
dirigi despacio al interior de sus aposentos. Las salas olan a ella, a limpio y a tierra, con montones
de lana y piedra. Ahora el lugar era realmente suyo, pero se preguntaba cunto tiempo durara eso.
El golpe en la puerta volvi a sonar, metlico, como si hubieran llamado con unos nudillos de
bronce.
Amenazas en todas partes refunfu para s misma. Ya voy!
Descendi las escaleras de piedra hasta el nivel de la calle, abri la puerta y contuvo la
respiracin.
All, delante de ella, haba una serie de nudillos de cobre sujetos por un puo negro, aunque ms
ominoso todava era el plido rostro que haba tras los nudillos, y los ojos penetrantes que la miraban.
Hola, Zagorka.
Hola, Phage.
Phage baj el puo, se quit los nudillos de bronce y los guard en un bolsillo junto al pecho.
No quera estropearte la puerta.
Te lo agradezco respondi Zagorka. Slo entonces advirti a las tres enormes cucarachas que
estaban de pie junto a la mujer. Son tuyas?
Son amigas mas, s dijo Phage. Son ms limpias de lo que la mayora de la gente piensa.
Tambin ms divertidas. Se comportarn, quiero decir si nos invitas a entrar.
Zagorka observ a su antigua jefa, la mujer que haba transformado Santuario en la imagen de la
Cbala y despus lo haba abandonado a los ejrcitos de Topos.
Todava estoy furiosa contigo. Viste el ejrcito de Akroma, y habra estado bien recibir algo de
ayuda contra l.
Parece que t lo has hecho muy bien fue la respuesta de Phage.
Zagorka arque una ceja.
Juraste que habas abandonado la Cbala, pero luego organizaste una arena y al final nos diste la
espalda. En qu lado ests, Phage?
Exactamente aqu, Zagorka.
Eso no basta.
La joven ensanch su sonrisa.
Si quieres saberlo, me dirijo a Topos para matar a Akroma, y eso nos beneficia a las dos.
No te quedas?
Una noche, tal vez una semana, pero luego debo continuar. Tengo exactamente cuatro meses
para hacerlo y volver al coliseo.
A qu viene tanta prisa?
Phage se acarici el vientre.
Todava no se nota, pero estoy embarazada.
Algo se rompi en el interior de la anciana. Su propio hijo, nacido sesenta aos antes, descansaba
ya en su tumba, y cada da se acordaba de l. Cuando dio a luz, su corazn haba emigrado fuera de su
cuerpo para colocarse a medio camino entre ella misma y su hijo. Nunca regres.
Pasa invit Zagorka. Pasa. De cunto ests?
Phage sonri mientras cruzaba el umbral. Llevaba zapatos de suela de acero, de manera que no
poda descomponer la madera sobre la que andaba.
Segn mis cuentas, de cinco meses.
Tras ella entraron las cucarachas, lamiendo la entrada de la puerta con las antenas.
Zagorka les lanz una mirada de desconfianza.
Ests segura de que no comern cosas y, bueno harn sus necesidades?
Antes de que Phage pudiera contestar, lo hizo uno de los bichos con un grito controlado.
Le aseguro, seora, que somos bastante civilizados en lo que se refiere a las deposiciones.
Comemos exactamente igual que usted, en una mesa, con platos y cubiertos.
Lo siento se disculp Zagorka. No me haba dado cuenta.
Para ser una colonia que se enorgullece de su tolerancia, Santuario tiene verdaderos prejuicios
contra las cucarachas dijo la criatura.
Phage ri con un sonido inusual.
El guardia de la puerta las persigui con una vara.
Un solo golpe, y nosotras lo hubiramos perseguido a l replic otro de los bichos negros.
Has pensado ya algn nombre? pregunt Zagorka, cambiando de tema mientras el grupo
llegaba a lo alto de las escaleras y entraba en la sala principal.
Phage suspir.
No he tenido tiempo. Aunque debera, verdad?
Ojal mi madre hubiera pasado ms tiempo pensando nombres dijo Zagorka, y ambas mujeres
se echaron a rer. Cunto tiempo crees que te quedars?
He pensado que tal vez un par de das, aunque estoy ms cansada de lo que esperaba.
Que sean dos semanas. Necesitas tomrtelo con calma. Tengo una habitacin de sobra que no
utilizo. Quiero saber quin es el padre. Quiero saberlo todo Zagorka condujo a Phage al balcn.
sta se sent en la barandilla de piedra y la anciana volvi la cabeza hacia dentro. Vosotros, chicos,
quedaos ah dentro. Nosotras tenemos cosas de qu hablar.
Mientras tanto, las tres cucarachas se hundieron en las sillas, estirando las patas.
No os preocupis por nosotras. Nos gustan las historias.
Sois un extrao grupo de cucarachas dijo Zagorka.
Vaya si lo somos.

Akroma luchaba a travs de la garganta sin fin de la bestia. La oscuridad era absoluta, llena de
organismos que la manoseaban. Dese tener su hacha, o su lanza de rayos. Sus alas se haban
convertido en escudos y se derretan con los jugos gstricos.
Algo brill delante de ella, una criatura enterrada en la pared de la garganta. Era un enano, todava
vivo. Sus extremidades haban sido absorbidas, pero el resto de su cuerpo permaneca dentro de la
envoltura digestiva. El enano mir a Akroma. Sus ojos empaados de lgrimas ya no esperaban ningn
rescate. Seguramente haba observado a muchos recorrer ese mismo camino, haba gritado con el
primer centenar de ellos, y haba sido testigo de su lenta y torturadora absorcin.
Aun as, Akroma le pregunt, como ya haba hecho con los dems.
Dnde est xidor? Y Nivea?
Los ojos del enano se pusieron en blanco y habl con voz flemtica.
Se fueron se fueron
Pero dnde? Tienen que estar aqu.
l se esforz mientras las membranas se espesaban a su alrededor.
Todo el mundo est aqu. Todo el mundo muere, pero la sierpe nunca.
Akroma rechin los dientes y continu su camino. Sus pies se escurran en la resbaladiza barriga.
Todo el mundo! grit el enano detrs de ella.
Intent enganchar sus garras en la pared intestinal, pero no lo consigui. Una mirada le mostr que
las garras haban desaparecido, disueltas en plidos nudos. Las almohadillas haban crecido dbiles,
aos de gruesas callosidades echados a perder. Pronto, los jugos corroeran la carne viva.
Todo el mundo!
Akroma flexion las alas, impulsndose con pequeos tirones. Su corazn temblaba de pnico.
Qu ocurrira si no encontraba a xidor? Qu pasara si sus alas se fundan con la pared? Si
permaneciera colgando all, en lenta agona, como el resto de los que haban sido engullidos?
No poda pensar en tales cosas. Slo poda sumergirse de la luz de un alma a la siguiente y esperar
que xidor todava brillara.

Phage y sus amigas cucarachas se agacharon tras una gran roca al borde de las tierras baldas de
Coria. No llevaban ms que un da de camino al norte de Santuario y ya se haban metido en
problemas.
Es un contingente de Topos dijo Phage, estudiando a los guardias y las tiendas que se
extendan en el desierto. El sol peinaba el campamento, arrojando sombras gigantes tras cada criatura.
Pronto se hara de noche. Un contingente real. Veis esos estandartes con la torre blanca? Es el
emblema de Akroma. Debe de estar dentro de la tienda central, la grande.
A su lado, Umbra alz las antenas segmentadas para probar el aire.
No huele a ella. Huele como a odio.
Y cmo huele el odio? pregunt Phage en tono socarrn.
A rayos. Est paranoica, vengativa la cucaracha se detuvo, con los ojos negros volvindose
para mirarla. Hum, bueno, eso es lo que he odo.
A Phage le gustaban cada vez ms esos bichos.
Qu ms has odo?
Umbra volvi a mirar hacia el campamento.
Bueno, ah, dicen que Akroma no viaja as. Que no duerme en tiendas. Ella vuela, ataca y regresa
a su nido.
La criatura tena razn.
No dormira Akroma en una tienda si estuviera en misin diplomtica?
Chckkch chckkch ri Chaleco. Las otras dos cucarachas tambin se sumaron a la risa.
Akroma diplomtica? Chckkch chckkch.
La mujer tambin se ech a rer.
Entonces quin est ah, bajo su bandera, con guardias a su alrededor y tanta ceremonia de
estado?
Vemoslo sugiri Chaleco, y se lanz desde la piedra hacia el desierto.
Espera le orden Phage, pero era demasiado tarde.
El bicho atraves los yermos, con su negra forma fcilmente visible en la arena manchada por el
sol.
Un guardia del permetro lo descubri y grit. El hombre desenvain su espada y corri hacia
Chaleco.
Pens que habas dicho que era un experto en movimiento encubierto gru Phage.
Yo no dije eso. Lo dijo l se defendi Fajn. Tambin es experto en mentir.
Las patas negras de Chaleco volaban, llevndolo directamente a una colisin contra el guardia.
Espada en mano, el hombre evalu la situacin y clav el acero en una estocada penetrante. Sin
embargo, lo nico que penetr fue arena apisonada.
Chaleco salt a un lado y sali disparado hacia la tienda grande. Se desliz bajo ella y desapareci
de la vista.
Alguien que haba dentro solt un bramido, y alguien ms se le sum con un penetrante grito.
Chckkch chckkch se oy aadir a Chaleco. Un enorme puo golpe el lateral de la tienda,
mostrando brevemente el relieve de unos nudillos. Algo se rompi y se derram un gran volumen de
lquido.
Gritando y con las espadas desenvainadas, los guardias llegaron a la tienda. Empujaron la puerta
slo para tropezarse con una cucaracha gigante que sala disparada. La mayora de los guerreros se
echaron a un lado, pero uno de ellos tuvo un breve y accidentado viaje sobre la espalda de Chaleco
antes de caer. Los hombres rodaron y se pusieron en pie justo a tiempo para volver a ser arrojados al
suelo por una enorme figura que sala a toda prisa de la tienda.
El general Ceo de Piedra? se pregunt Phage en voz alta mientras el centauro galopaba en
persecucin de la lanzada cucaracha. Qu est haciendo trabajando para Akroma? Tras la
polvorienta estela del general corran los hombres de armas y un sacerdote cuyo rostro se vea blanco
como el papel. Una magnfica diversin. Vosotros dos id a reuniros con Chaleco. Hacedlos correr en
crculos por la parte ms alejada del campamento. Necesito echar un vistazo a los planes de Ceo de
Piedra.
Las cucarachas miraron con recelo cmo su compaero se lanzaba a travs de un guantelete de
acero, y una espada lleg incluso a rebotar en su espalda con un sonido metlico.
Qu pasa si nos cogen?
Qu clase de espas sois vosotros? les rega Phage. Venga, adelante.
Umbra fue el primero en moverse, no corriendo por la arena, sino quitndose su manto,
extendiendo las alas iridiscentes y gritando mientras volaba camino al cielo. Fajn lo sigui, con las
alas produciendo un sonido metlico.
Phage mir maravillada un momento a esos bichos locos mientras volaban por el aire, sin rumbo.
Parecan mquinas, con sus caparazones recortados contra el cielo. En unos momentos, Fajn y Umbra
haban cruzado los yermos y se lanzaban directos a la cabeza de Ceo de Piedra.
El centauro los golpe instintivamente y grit, confundido. Los hombres de armas se volvieron y
corrieron hacia l, con las espadas en alto.
Viendo que se era el momento, Phage se desliz furtivamente por la arena. Se protega en las
sombras cada vez ms profundas y se mova rpidamente hacia la tienda. Se apresur por la pequea
abertura que Chaleco haba utilizado para entrar y se meti dentro.
El interior era un espacio de sedas en desorden. Una mesa derribada haba golpeado, al caer, un
barril devino y el lquido rojo sala a borbotones, manchando el suelo, donde tambin yacan
desparramados los platos y, al lado, la comida que haban servido. Ceo de Piedra deba de estar
cenando cuando Chaleco irrumpi, un escenario tpico de cucarachas. No era de extraar que el
centauro y su amigo albino lo persiguieran con tal furia. Phage hizo un registro visual de los restos,
pero no vio rdenes o planes de batalla, as que, atravesando una cortina, se meti en la siguiente
cmara, una capilla en honor de xidor.
Se detuvo en seco. Haba salido de detrs de un altar de conchas y piedras azules, y frente a ella se
arrodillaba una mujer que rezaba. Vesta una sencilla capa de andar por casa sobre los hombros
inclinados, llevaba afeitada la cabeza como penitencia y sus manos temblaban con la profundidad de
su devocin. Unas oraciones finales salieron de sus labios y a continuacin se puso en pie, mirando a
Phage directamente a los ojos.
Era Trenzas. De alguna manera, Akroma la haba capturado y lavado el cerebro para que adorara a
xidor. Sus ojos estaban vidriosos y sus mejillas llenas de lgrimas. Abri la boca, dispuesta a gritar.
Phage empuj el altar y ste cay, igual que los pesados caparazones que haba sobre l y que
golpearon en la cabeza a Trenzas, arrojndola al suelo. Slo lanz un gemido antes de desplomarse.
Rode el desorden formado, levant a su presa y arranc la cortina de seda que separaba las
habitaciones. Puso en pie el altar y utiliz una caracola para hacer rodar a la inconsciente mujer sobre
la cortina. Algunos nudos rpidos convirtieron la seda en un saco, y Phage arrastr a su vieja amiga a
travs de la tienda y la sac al exterior.
Las cucarachas estaban realizando su trabajo maravillosamente bien, y el sol se haba puesto,
sumiendo al campamento en la oscuridad. Arrastr la bolsa a travs de terrenos pantanosos, por lo que
no encontraran su rastro hasta la maana y, para entonces, ya sera demasiado tarde.
No te preocupes, dulce hermana. Te sacar de esta secta. Tengo amigos, pequeos amigos con
forma de insecto. Te devolvern a casa, con el Primero. l quiere matarme a m, pero desea salvarte a
ti. Te devolver el puesto que te correspondi una vez.
Phage arrastr el saco de seda hacia las tierras baldas. Sus subordinados se encontraran all con
ella, y les dara sus nuevas rdenes: llevar a Trenzas de vuelta al coliseo. As, libre tanto de camaradas
como de asesinos, continuara su viaje a Topos sola.
La mujer sonri. Sera triste ver partir a las cucarachas.

Que quieres que hagamos qu? pregunt Chaleco, an jadeando despus de salvarse por los
pelos. Haba perdido una pata por culpa de un casco de Ceo de Piedra, pero, de alguna manera, haba
corrido ms deprisa con slo cinco.
Phage mir a los tres bichos, su figura era una oscura mancha contra el cielo estrellado.
No quiero que hagis nada. Os estoy diciendo que llevis a Trenzas con el Primero.
Umbra se sacudi la arena de las antenas.
Nuestra misin en Topos tiene prioridad. El Primero en persona nos la encomend.
Tendris tiempo de alcanzarme. Llevad a Trenzas al coliseo y luego volad directamente a Topos
dijo Phage.
Ten piedad! gru Chaleco. Slo tengo cinco patas!
Os arrancar el resto aqu mismo a no ser que os llevis a Trenzas dijo rotundamente Phage
. Podis completar ambas misiones o ninguna de las dos. Vosotros decids.
Lo ha dejado bien clarito apunt Fajn.
S, os matar si me fallis asegur la mujer. Y el Primero os matar si le fallis a l. Estis
atrapados entre una muerte y otra. Un asunto peliagudo. Se detuvo para hacer una consideracin.
Vemoslo de este modo: a quin prefers ayudar, a m o al Primero?
A ti anunci Umbra para sorpresa de las otras dos cucarachas. Le lanzaron miradas de
preocupacin, pero l respondi. Mi especialidad es ocuparme de estos dos. Llevaremos a Trenzas
de vuelta y regresaremos con las cabezas sobre el trax para encontrarnos contigo en Topos.
En la oscuridad, Phage sonri.
Adelante.
CAPTULO 18

LIBERAR A LOS CAUTIVOS

eo de Piedra, Aioue y la guardia real caminaban enojados entre las tropas de asedio. El

C campamento que haba a las afueras de Santuario estaba sumido en el caos. Era ms de lo que
Ceo de Piedra poda soportar.
Haba tenido unos das muy duros. Dos noches antes, haba luchado contra cucarachas gigantes
mientras alguien profanaba la capilla de xidor y secuestraba a Trenzas. Sigui un largo da de marcha
mientras le daba vueltas a esas prdidas. Y ahora, amaneca otro da para revelar esto!
Imbciles licenciosos sin fuerza de voluntad gru Ceo de Piedra rechinando los dientes.
No haba nadie haciendo guardia en el campamento. Los nicos soldados que se vean estaban
agachados en el sendero jugando a los dados, mientras todos los dems seguan durmiendo en sus
tiendas, levantndose slo para salir corriendo a la cresta y orinar. Haban tenido medio ao para
excavar letrinas, pero seguan orinando en la ladera.
xidor haba elevado a esa gente con su visin divina, pero Zagorka los haba envilecido con
actividades pueriles. La verdad era impotente contra el placer.
Ceo de Piedra haba soado que marchaba hasta el centro de su ejrcito y pronunciaba un
discurso que devolvera la devocin a sus corazones. En el resplandor del sol de la maana, sin
embargo, ese sueo se haba apagado hasta convertirse en nada. El ejrcito haba sido capturado
gradualmente, y ya no tena ningn sentido recriminrselo a los soldados, sino que tendra que ir a
Santuario y negociar su liberacin.
El centauro se senta enfermo, ya que, desde que atacaron las cucarachas gigantes, nada haba
salido bien, y l mismo estaba empezando a dudar de xidor. Era fcil creer en l, en Topos, donde sus
creaciones estaban por todas partes y nada exista fuera de su alcance, pero all, en las tierras baldas
de Coria, bajo la escarpadura, eran otros los creadores que tenan mayor poder. A la sombra del
ancestral acantilado, la verdad de xidor pareca pequea e ilimitada, hermosa pero innecesaria.
La Visin se estaba haciendo borrosa, y Ceo de Piedra tena miedo de que pudiera caer totalmente
en la oscuridad.
Tena miedo o esperanza
Pasando deliberadamente por medio de un juego de tabas, Ceo de Piedra enterr los dados en el
suelo con sus cascos.
Vayamos a esa ciudad que supuestamente hemos capturado gru a su contingente.

Calma, hermosa criatura dijo tranquilamente el Primero al joven antlope que haba
capturado. Se inclin hacia adelante en la pequea embarcacin, hundi los remos en el agua y empuj
una vez ms. Tu tiempo ha acabado. La muerte ser rpida.
El antlope colgaba sobre la popa, encima de las negras aguas. Ya no luchaba, slo colgaba en su
red. Las pezuas delanteras se metan de vez en cuando en el lquido, dejando un rastro de gotitas.
Aunque el pantano estaba completamente tranquilo alrededor del bote, la muerte acechaba bajo las
aguas y esperaba su oportunidad.
La embarcacin avanz entre races de cipreses y se desliz bajo cortinas de plantas trepadoras. A
pesar del sigilo con que avanzaba la nave, la mera aproximacin del Primero silenci a las criaturas de
los rboles. Sentan su presencia, letal e irritada, y se mantenan alejados. El hombre slo esperaba
que las criaturas que moraban bajo el agua no lo sintieran. Sera el joven animal suficiente seuelo?
El antlope se quej lastimeramente.
Vamos, vamos le tranquiliz el Primero. No mueres slo por placer, aunque sa sera razn
suficiente. Mueres para servir a la Cbala. Para servirme a m.
Necesitaba esa excursin. Tena que pensar en algunas cosas. El asesinato haba crecido en l
como un furnculo infectado, hinchndose da a da. Haba salido para sajarlo y hacer que expulsara
parte de su furia, pero, aunque matar algunos animales ayudara, no acabara con la infeccin. Slo
una cosa poda conseguirlo: la muerte de Phage.
Durante mucho tiempo, el Primero haba vivido sin un corazn. Luego lleg Phage y ella se
convirti en ese corazn, un rgano que lo debilitaba, que acabara matndolo. No volvera a estar
bien hasta que la arrancara de su pecho y la lanzara al fuego. Tal vez las cucarachas ya lo haban
hecho, y ese pensamiento haca que se sintiera feliz.
Algo se removi bajo la superficie, y el Primero observ con ansiedad.
No durar mucho, criaturilla susurr, guardando los remos y esperando. La estela de la
embarcacin desapareci, difuminndose al pasar por debajo de las retorcidas races. Si pudieras
hablar, slo una palabra. Una nica palabra y tendramos a nuestra presa.
El antlope obedeci y solt un balido.
La superficie cristalina se rompi, y de las negras profundidades surgi una gran criatura verde.
Una enorme boca la atraves y se abri, provocando que las aguas del pantano cayeran entre los
dientes triangulares dentro de la cavernosa garganta. Las fauces del monstruo rodearon al antlope que
se debata. Luego, los dientes se cerraron, sin tocar a la criatura pero rompiendo el poste que sujetaba
la red y anegando casi la popa de la nave.
El Primero se sujet, observando encantado.
El behemot salpic con sus mandbulas en el agua negra, descendi y desapareci.
Sorprendente.
El Primero se zambull. Su figura vestida de cuero era elegante y pequea comparada con la del
escamoso monstruo, y cort el agua con una salpicadura menor. Negras corrientes lo arrastraron tras
la bestia.
La luz desapareci en el agua arenosa. Con una potente brazada, lleg a la espalda de la criatura y
se agarr a ella, metiendo las manos bajo sus escamas de manera que la carne tocara la carne.
El behemot grit con el espeluznante contacto, y enormes burbujas salieron disparadas de su boca.
Entre los dientes de la bestia pateaba el antlope, que se dirigi a la superficie impulsado por la
corriente. El monstruo se sacudi, tratando de librarse de su atacante, pero el Primero se agarraba con
fuerza.
Supo que esto sera una carrera. Su toque mortal tardara ms en matar a una criatura de ese
tamao, pero cuanto ms tardase, ms le satisfara su muerte.
El monstruo se impuls hacia la superficie, con las garras palmeadas empujando el agua hacia
abajo. Se abri paso al exterior y tom aliento, y el Primero sigui su ejemplo. Volvi a sumergirse,
se retorci y se golpe la espalda contra una maraa de races, pero todo en vano. Su columna ya
estaba muerta. Cuando perdi el uso de sus patas traseras y su cola, el Primero pudo trepar ms alto
para destruir los brazos y los pulmones, y finalmente, el cerebro de la cosa. Sera un largo da lleno de
muerte, y l se sentira mucho mejor despus de todo esto.
Volvera a recuperar a la bestia, un behemot muerto viviente para su creciente ejrcito.

La rabia de Ceo de Piedra se encenda cada vez ms mientras caminaba a grandes pasos por las
calles abandonadas de Santuario. Los pocos residentes que haba eran viejos o lerdos o ambas cosas,
pero al menos podan sealar, y todos sealaban a lo alto de la escarpadura.
Todo el mundo est all? pregunt Ceo de Piedra a un anciano desdentado que estaba
sentado en un banco.
Menos yo fue la lacnica respuesta.
Y eso por qu?
Un presentimiento.
Ceo de Piedra sacudi la cabeza, protegindose los ojos con una mano. La forma ms rpida de
subir a lo alto era el ascensor que l sola hacer funcionar. Algo bulla en su cabeza: cmo haba sido
atrado por Phage y luego por Akroma.
No puedo montar en ese ascensor.
El anciano lade la cabeza hacia Aioue.
Tu amigo blanco s que puede. Supongo que t tendrs que trepar como las cabras.
Trepar como las cabras repiti Ceo de Piedra rechinando los dientes. Trepar como las
cabras.
Enojado, sigui el consejo del hombre y empez a galopar por el camino de piedra. Aioue y la
guardia real gritaron, pero sus palabras quedaron ahogadas por el ruido atronador de sus cascos. Curva
tras curva, iba ascendiendo por la empinada cara del acantilado, hasta las ancestrales calles y a travs
de los nuevos asentamientos.
Pronto alcanz los tejados ms altos y corri por los caminos de la cima del acantilado. Unas runas
grabadas muy profundamente cubran la pared rocosa. La ltima vez que el centauro haba estado all,
esa pared de roca estaba limpia. Ahora, sin embargo, no quedaba ningn fragmento al descubierto.
Es que el mundo entero se haba vuelto loco?
Por fin alcanz la planicie. Se sacudi la espuma que brotaba de sus hombros lanzndola rocas
abajo, y sigui trepando sin cesar, casi sin resuello, hacia el crculo de piedras.
Alrededor y entre los megalitos se encontraba una multitud, tal vez dos mil almas entre hombres,
mujeres y nios. Estaban en silencio, y ste slo era roto por un murmullo ocasional. Todos miraban
al centro del anillo. A un lado se sentaba Zagorka, a cuestas de Chester, con su viejo cuello estirado
para ver mejor.
Ceo de Piedra se dirigi rpidamente hacia ella, pero intentando no hacer mucho ruido. La piedra
roja que haba bajo l cruji, y pronto desaparecieron los horizontes, como si la cima de la montaa
flotara sola en el cielo. Se acerc sigilosamente a Zagorka.
Algn juego nuevo? le pregunt en un susurro que pareca venir de muy lejos.
S contest ella sin mirarle. Slo que no es nuestro juego.
Volvindose hacia el centro del crculo, el centauro vio por fin lo que todo el mundo estaba
mirando.
All de pie haba un hombre, no una criatura de carne y hueso, sino algo parecido a un cristal
caliente, slido pero amorfo, translcido y raro. Era ms alto que cualquier humano o elfo que Ceo
de Piedra hubiera visto jams, y delgado, con unos miembros como bastones. Cada una de sus
extremidades terminaba en un punto redondeado, y el calor se elevaba en oleadas desde sus hombros.
Todava est caliente murmur Ceo de Piedra. La pusieron en pie mientras todava
estaba caliente?
Por fin, Zagorka lo mir.
De qu ests hablando? Ah, hola, Ceo de Piedra.
l no le devolvi el saludo, concentrado como estaba en la figura roja.
Estoy hablando de la estatua.
No es una estatua dijo Zagorka, mirndolo otra vez. Mira. Se mueve.
Un escalofro hizo que el pelaje del lomo de Ceo de Piedra se erizara. Ahora lo vea. La cabeza de
la figura, con la forma de una cuenta de cristal, gir lentamente sobre su cuello rgido. Los ojos, que
no eran ms que bultos ovales en ese rostro liso, miraron con una extraa intensidad. No haba nadie
en un radio de seis metros de la criatura, y el espacio que la rodeaba se ensanchaba mientras su mirada
barra a la multitud.
De dnde viene? pregunt el centauro en voz baja.
De los glifos contest la anciana sealando hacia el monolito ms cercano. Han estado
cambiando, formando figuras.
En un pilar situado a menos de veinte yardas haba tallado un hombre-palo similar, colocado como
si fuera a salirse de la piedra.
Crees que vino de la piedra?
La anciana se encogi de hombros.
No s qu pensar. Ninguno de nosotros ha visto de dnde vino.
Atrs! grit alguien.
No sabis lo que va a hacer!
Clive, idiota! Este ltimo comentario vino de una mujer que haba cerca de un hombre-glifo.
Acababa de salir perdiendo en la discusin con un hombre, presumiblemente el idiota.
Clive entr en la tierra del no-ser que rodeaba a la amorfa figura. Con desenvoltura, meti los
pulgares en los bolsillos de su harapiento vestido y dirigi una sonrisa desdentada a la multitud. Hubo
ms gente que le grit, advirtindole, pero pareca que slo lo alentaban. Estudi a la figura que se
mova lentamente, se frot la escasa barba de su mentn y dio unos pasos hacia adelante con la mano
extendida.
La muchedumbre dio un grito ahogado.
Bienvenido a Santuario dijo Clive.
En el momento en que su mano toc al hombre-glifo, la piel se quem y se qued adherida al ser.
Clive grit, tratando de liberarse. Una lnea abrasadora avanzaba por su brazo, volvindolo negro. La
lnea cruz su hombro y le subi hasta el cuello.
El hombre se desplom, quedando en alto slo la carne llameante de su mano. El resto del cuerpo
estaba quemado hasta el hueso. Por fin, la mano se desprendi, y Clive se derrumb en un montn de
carne que despus se derriti, convirtindose en aceite, que tambin acab desapareciendo tras un
destello.
Clive! grit la mujer. Entr tambalendose dentro del claro y se arrodill junto a la mancha
grasienta. Gimiendo lastimeramente, cogi trozos de hueso carbonizado. Clive! Oh, Clive! Del
hombre quedaba ms bien poco. Unas manos ennegrecidas de holln buscaron a tientas con la
esperanza de encontrar una piedra. La mujer cogi una y la lanz, gritando: Maldito seas!
Llvame a m tambin!
La piedra cruz el aire con facilidad y golpe un costado del hombre-glifo. La roca se rompi,
lanzando esquirlas irregulares contra todos los que haba alrededor.
La mujer vio cumplido su deseo. Se dobl sobre la mancha negra y yaci all, inerte. Puede que
cayeran tambin veinte ms, mientras que otros que se encontraban cerca salieron corriendo, pasando
por encima de los cados.
Mientras los ltimos fragmentos caan y rodaban, Ceo de Piedra grit:
Mantened vuestros puestos! Que no os domine el pnico! Las palabras surtieron erecto y la
multitud se qued quieta.
El hombre-glifo no avanz ni realiz movimiento hostil alguno.
Gracias dijo Zagorka entrecortadamente. Salvaste docenas de vidas.
Y salvar ms asegur Ceo de Piedra, observando cmo algunos valientes que haba al borde
de la multitud se acercaban lo suficiente para arrastrar a los heridos y alejarlos. Mi ejrcito puede
ser tu ejrcito
Tu ejrcito? Desde cundo es tu ejrcito?
Akroma lleva casi tres meses desaparecida. He estado gobernando Topos en su lugar.
Zagorka sonri ladinamente.
As que es cierto que lo hiciste. Mataste a Akroma.
Ceo de Piedra parpade.
A todos los efectos
Y ahora ests al cargo sonri. Felicidades.
Gracias. Mi oferta es genuina: mi ejrcito ser tu ejrcito.
Ya lo es.
Ceo de Piedra no se trag el cuento.
Lucharemos por vosotros si os aliis con Topos y rompis todo vnculo con la Cbala.
Aliarnos con Topos? Zagorka se ri. Vers, s que eres el lder ahora, pero ests
empezando a parecerte a otro dictador de esos con espada.
El centauro gigante entrecerr los ojos.
Creo en xidor, si es eso lo que quieres decir.
xidor. Vaya. Zagorka lo mir compungida. Mira, Ceo de Piedra, han ocurrido muchas
cosas desde que te marchaste. Todas ellas me han enseado que Santuario est sola. No nos aliamos
con nadie, ni con la Cbala ni con Topos.
Necesitis el poder militar ahora ms que nunca.
No quiero ofenderte, pero has echado un vistazo a tu ejrcito ltimamente?
Ceo de Piedra resopl a la defensiva.
Me encargar de eso. Volver a poner en forma a mis soldados y los dejar aqu para que sean la
fuerza de seguridad de Santuario. Es eso, o llevrmelos de vuelta y dejaros solos en la lucha, una de
dos. La eleccin es tuya, Zagorka.
La anciana suspir.
Ya nos han abandonado antes. Lo nico que hemos conseguido de los aliados es que nos
perjudiquen. Santuario est sola.
Ceo de Piedra sacudi la cabeza mientras miraba al hombre-glifo, que en ese momento le
devolva la mirada.
No por mucho tiempo, me temo. Se volvi y empez a andar.
No vas a quedarte para ver qu pasa?
l sacudi la cabeza y troc hacia la senda del acantilado.
Tengo mi propia nacin que gobernar. Pareca que estuviera pensando su propio discurso,
despus de todo. Seguramente, cundo sus tropas oyeran hablar del horror que se estaba gestando
sobre Santuario, volveran a la verdad, a la Visin de xidor.

Delante, en el tnel de cido negro, brill una luz reluciente.


Akroma apresur el paso, corriendo ahora sobre los muones de sus disueltas patas. No saba
cunto tiempo haba sobrevivido en el vientre de esa bestia, ese lugar de interminable agona, pero
haba visto cientos de abscesos. Slo se brillaba como una estrella atrapada.
Tena que ser xidor.
Se lanz, usando sus alas medio comidas para llegar al techo de ese pasillo. Con cada impulso, la
luz se intensificaba. Metindose a travs de un horrible esfnter, se sumergi en un lugar amplio de la
interminable tripa de la sierpe de la muerte.
Los msculos que haba all se haban dilatado, como si fueran incapaces de moverse a causa de
una criatura demasiado larga para tragar. En el otro extremo del espacio, enterrada en una pared
goteante de carne gris, colgaba una brillante visin.
No era xidor, sino Nivea. El rostro de la mujer era la perfeccin en la que se haba basado
Akroma. Piel suave, ojos grandes, labios carnosos, una larga melena, un cuerpo delgado y joven,
brazos y piernas fuertes. Estaba entera e inmaculada, recubierta de una bolsa de fluidos transparentes.
Brillaba.
Dnde estaba xidor?
Permaneciendo sobre los extremos de sus muones, Akroma registr la oscuridad. No haba seal
alguna de su maestro. Aun as, poda salvar a Nivea, volar a Topos y all recuperarse antes de lanzarse
a otra misin para rescatar a xidor. Como una araa, la mujer camin sobre sus muones hacia el
brillante bolo. Sus manos rasgaron la membrana que sujetaba a la mujer. Ese rostro era como si se
estuviera liberando a s misma del cautiverio
Algo la agarr por la cintura y la apart. Fuera lo que fuese, grit, pero su abrazo era dbil.
Akroma dio un paso atrs para golpear a la repugnante criatura, pero detuvo el golpe en seco.
Era xidor.
Estaba consumido, en carne viva por culpa de los jugos gstricos, pero, por lo dems, entero y
vivo. No tena brazo derecho, por supuesto, pues lo haba sacrificado haca mucho para crearla a ella.
Su boca y sus ojos se abrieron y grit:
No! Akroma! No!
Maestro! He venido a liberarte explic ella llena de alegra y temor, derrumbndose a los
pies de su maestro.
No la toques! grit xidor. Los jugos caan de su barba prominente. No la toques nunca!
Akroma no saba qu decir.
No podemos dejarla aqu. Tenemos que llevarla con nosotros.
No! grit. Nunca. Ella no puede marcharse, y yo no me ir.
Qu poda decir a eso?
Eres real, maestro? Ests cuerdo? pregunt, ansiosa, Akroma.
Una luz febril brill en los ojos del creador.
S, lo soy seal la bolsa de aguas, pero ella es slo un fantasma. No lo entiendes? sta es
la sierpe de la muerte de Nivea. Este bolo est sujeto a la pared intestinal junto a su corazn. Guarda el
alma de ella. Nivea nunca volver a vivir, pero su espritu sobrevive aqu. Si rompes esta bolsa, se ir
para siempre y la sierpe morir. No debes hacerlo, hija ma. No podra soportarlo.
Akroma sacudi la cabeza.
No puedes quedarte aqu! Esto te comer vivo.
No contest xidor. La sierpe me quiere aqu para sentirse completa, y yo quiero quedarme.
Slo enemigos, como t Dej que las palabras se fueran apagando mientras miraba su figura
consumida: las alas y las patas, la piel quemada por el cido, toda hecha jirones. Ya has hecho
mucho, dulce Akroma, pero no puedes liberarla. Ni a m tampoco.
Nunca antes haba llorado, pero ahora llor, y sus lgrimas se mezclaron con los cidos que
corroan sus piernas.
El tono enloquecido de xidor se haba suavizado, y le cogi la barbilla con la mano.
No te dejar desconsolada, querida. No te enviar en ese estado.
Y he aqu la grandeza del hombre: incluso en el corazn de un monstruo, de pie junto al fantasma
de su amada, consumido y sin esperanza de volver a ver el sol, xidor era un creador. Extendi la
mano hacia la pared intestinal del monstruo y escarb con dedos poderosos, extrayendo un largo jirn
de carne negra que se retorci espasmdicamente en su mano, muriendo mientras la sujetaba. Con un
simple giro de su mueca, dobl el trozo de msculo y envi su voluntad dentro de l. Chispas azules
centellearon desde sus dedos, estirando los tendones. La carne negra se aplan y transform. Despus
la acerc a Akroma, que segua arrodillada junto al brillante bolo. Con la solemnidad de un rey
cubriendo con un manto a un campen, xidor coloc sobre su espalda la carne metamorfoseada, que
se fusion con sus destrozadas alas, renovndolas. De repente volvan a ser blancas y brillantes,
enormes.
xidor se tambale, mareado. Ese nico acto de gracia lo haba desgastado.
No puedo hacer ms Vete Ahora
No te dejar!
No me desobedezcas! grit el hombre. Vete Cruza por aqu, antes de que la sierpe se
cure.
Levantndose sobre las puntas de sus huesos, Akroma lloraba.
Volver a por ti!
Vete!
Levant el vuelo con las alas extendidas. Slo poda batirlas una vez, pero sera suficiente, pues
ahora, rehechas, guardaban la fuerza de un dios. La arrojaron por la pared cortada y su cabeza separ
las membranas. Meti las alas para volar al otro lado y la parte superior de su cuerpo sobresali por la
carne exterior de la bestia, pero los msculos de la sierpe la ahogaban, apretando como si fueran a
partirla por la mitad. Rechin los dientes y volvi a extender las alas para ensanchar la herida. La
abertura se dilat y ella sali por fin, libre.
Akroma alz el vuelo en el vaco etreo y se alej a toda velocidad de la sierpe. Otro batir de alas,
y la bestia slo fue un crculo negro bajo ella. Volaba. Gracias al creador, volaba. Cunto tiempo
haba pasado en el estmago de la bestia? No lo saba. Ni saba cundo tiempo volara en esos oscuros
vientos, pero mientras sus alas la elevaban ms y ms alto, hacia esa minscula caja de zapatos que
haba all arriba, en algn lugar, su corazn permaneca abajo, con xidor.
CAPTULO 19

EL EMERGER

aca un mes que Ceo de Piedra se haba ido llevando las tropas de Topos con l. Desde

H entonces, muchos otros residentes incondicionales de Santuario tambin haban huido. Quin
poda culparlos? La ciudad estaba angustiada.
El lugar sagrado se llenaba cada vez ms de glifos, cincuenta o sesenta de los hombres angulares
que parecan estar hechos de cristal fundido. Cada da emergan ms de los propios megalitos, tallas
que se convertan en estatuas que se convertan en criaturas. Se movan con mucha lentitud cuando
surgan por primera vez, pero con el tiempo creca su velocidad y fluidez. La mayora de ellos se
congregaban arriba, donde no viva nadie.
Pero hoy, un glifo haba descendido.
Zagorka y Elionoway marchaban uno al lado del otro, con aspecto preocupado. De vez en cuando
miraban a la cima del acantilado, donde la luz de la maana brillaba y se reflejaba en cientos de
figuras rojas. Las runas que haba en las profundas cuevas ya se haban convertido en glifos, y ahora
estaban emergiendo todos los de la cima de la colina. La roca estaba atestada con un ejrcito rojo que
pronto superara en nmero a los ciudadanos. Zagorka haba dado rdenes estrictas a todo el mundo
para evitar a esos hombres de cristal, pero hoy ella misma rompera esa norma.
Pero, gobernadora, te lo estoy diciendo. No ser capaz de comprenderlo! insista Elionoway.
Sus largas piernas luchaban por mantener el paso de la enojada mujer, y su pipa escupa humo como
una pequea mquina de vapor. Entiendo su idioma cuando est escrito, pero la pronunciacin
Eres nuestra nica esperanza le interrumpi Zagorka.
Elionoway asinti con frialdad. Con dedos temblorosos, sac un estropeado pergamino del bolsillo
y empez a ojearlo, tratando de pronunciar las palabras en su lengua.
Al principio del camino se paseaba el glifo que haba matado a veintitrs ciudadanos en aquel
fatdico da. Se mova con paso poco fluido, pero, aun as, muchos colonos corran por el vado
llevndose todas sus posesiones y sin mirar atrs. Otros se quedaban, pero encerrndose detrs de las
puertas. Slo Zagorka y Elionoway caminaban por las calles y se dirigan al encuentro del hombre de
piedra roja.
El dedo tembloroso del elfo localiz las palabras.
La ah curva indica inflexin: cuando ms profunda es la curva, mayor es el ah
nfasis
Y si lo escribierais todo? pregunt Zagorka.
Los ojos del elfo se abrieron con temor.
Y cmo se supone que escribira l? Quemara el papel, derretira la pluma y hara hervir la
tinta!
Ya podra quemar las palabras escritas en la piedra solt la anciana en tono alarmante.
Se supone que eso es divertido?
No.
El pergamino tembl en la mano de Elionoway, que mir hacia el vado y a la gente que hua.
Nosotros tambin podramos marcharnos, Zagorka. Sera lo ms sensato.
Marcharnos? A Topos? A Krosa? A Afetto? No hay lugar adonde ir para gente como
nosotros.
Qu me dices de Eroshia?
La anciana resopl y seal el papel.
Preocpate de tus letras. Santuario es nuestro hogar. Si lo perdemos no volveremos a tener
casa.
Uno al lado del otro, llegaron a lo alto del camino y entraron en una explanada donde el glifo se
paseaba. Con pasos deliberados, ste se aproxim a la fuente que haba en el centro.
Era una escultura preciosa, con los bordes de granito rojo y la base cubierta de una suave lmina
de obsidiana. En una ocasin, la magia la haba hecho fluir; ahora, sin embargo, slo era un montn de
polvo. Haba presenciado los juegos de tabas de los vecinos, pero por lo dems no reciba uso alguno.
Por cada paso que la criatura daba hacia ella, Zagorka y Elionoway daban diez. Llegaron junto al glifo
y avanzaron resueltamente. El extrao ser estudi la fuente con ojos como globos de cristal. Aunque
su rostro era inescrutable, Zagorka podra haber jurado que pareca triste.
De pie junto a la fuente, la anciana respir profundamente y se calm.
Dile que le damos la bienvenida a Santuario.
Elionoway pas pginas del pergamino hasta que encontr una hoja en blanco, y despus sufri lo
suyo para transcribir los caracteres.
Mientras l escriba, el glifo vino a colocarse delante de la fuente y mir hacia abajo, con los
brazos a los lados.
Con cuidado de no tocar a la roja figura, Elionoway le puso la pgina delante y se quit la pipa de
la boca para poder pronunciar las palabras con lenta claridad.
El glifo slo mir un momento el pergamino, y despus cambi su atencin a la mano del elfo, a la
larga pipa de hueso que sujetaba. Lentamente, los dedos de color rojo sujetaron la boquilla y la
levantaron. La humeante cazoleta se alz frente a la cara del glifo, y un humo azul se elev en un
fragante crculo a su alrededor. El objeto no estall en llamas, como haba sucedido con el hombre el
primer da. El glifo baj la pipa, devolvindola, y habl con una voz parecida a la lava burbujeante.
Elionoway escuch, plido.
Quiere saber si soy uno de ellos.
Dile que s.
Garabateando otra vez, Elionoway traz las runas y se las ense. El glifo volvi su cabeza
translcida hacia Zagorka y habl.
Quiere saber quines somos dijo el elfo con voz temblorosa, y qu es Santuario.
Dile que somos la gente que vive aqu, que Santuario es nuestro hogar.
El elfo tradujo, y el glifo le dirigi una quejumbrosa mirada. Su respuesta fue un enojado
borboteo.
Dice que estamos equivocados. Que es su gente la que vive aqu. Trag saliva. ste es su
hogar.
Akroma haba pasado una eternidad en esa etrea oscuridad. Tres veces haba adelantado a la
eterna sierpe en su ascenso hacia la caja de zapatos y cada vez pens que la haba dejado debajo, pero
al final volva a encontrrsela arriba.
Por fin, apareci el diminuto rectngulo de luz. Su fuerza casi se haba agotado, pero las alas de su
dios la impulsaron, y ascendi. Con cada batida de sus plumas la luz creca, dando la sensacin de ser
un corazn que lata y se agrandaba. El rectngulo se ensanch para recibirla. Bati una vez ms las
alas, las pleg y salt dentro del espacio.
La cabeza, los hombros y los brazos salieron disparados por la antecmara de su palacio. Haban
soldado un robusto bastn de hierro que mantena abierta la puerta de la caja, y Akroma lo agarr con
desesperacin. Se repuso. Sus alas se extendieron como si saliera de una crislida y, gimiendo a travs
de los dientes apretados, cay de espaldas, con las alas abiertas. Deba parecer una mariposa recin
formada, con las patas tan blandas que tena ganas de llorar y el cuerpo jadeante. Aun as, haba
sobrevivido.
Ese pensamiento la atraves como una flecha. Desde cundo era importante que ella
sobreviviera? Su creador estaba eternamente muerto, y ella an viva?
Se puso de lado, con los talones de las patas dolindole al apoyarlos en el suelo de piedra. Tena
que encontrar a alguien, a quien fuese. Haba estado fuera mucho tiempo? Quin gobernaba Topos
ahora?
He vuelto grit con la garganta llena de tiernas. Al no recibir respuesta, grit ms fuerte:
He vuelto!
Alguien salt sobre su espalda. Trat de darse la vuelta para sacarse de encima a su atacante, pero
unas manos la agarraron rpidamente y con firmeza por el cuello. El toque corruptor era
inconfundible. Akroma haba escapado de una muerte slo para caer en otra.
Yo tambin he vuelto dijo Phage.

Zagorka trat de no estremecerse, aunque la sola e imponente presencia del glifo resultaba
aterradora.
Pregntale si fue su gente la que construy esta ciudad.
Elionoway se represent mentalmente la pregunta y luego la pronunci imagen por imagen,
traduciendo despus la respuesta.
Dice que s, y no slo la ciudad, tambin toda la escarpadura. Era un muro de defensa para
separar al numen del norte del numen del sur.
Pregntale que por qu se marcharon, y dnde han estado durante veinte mil aos.
El elfo tradujo.
Dice que cuando los nmena fueron asesinados, estos siervos, los que nosotros llamamos glifos,
perduraron en los elementos que los generaron. Durmieron en las rocas durante veinte milenios, para
emerger ahora.
Por qu ahora? pregunt Zagorka. Mir el rostro del elfo con admiracin mientras ste lo
traduca todo.
Porque los nmena necesitarn a sus siervos contest sencillamente. Recuerdas la profeca
de la cueva? Cada numen trae consigo una nueva nacin y un nuevo ejrcito para combatir en una
guerra muy antigua. Este hombre que tienes aqu es un oficial del ejrcito de los glifos.
Zagorka se mordi el labio sin darse cuenta.
Dile nuestros nombres y pregntale el suyo. Pregntale a quin sirve.
Elionoway levant una mano, detenindose mientras vaciaba la pipa y volva a llenar el cazo. La
encendi e inmediatamente empez a preguntar.
Las respuestas bulleron de la criatura carmes, que poco a poco se fue arrodillando junto a la
fuente.
ste es el comandante Gattac, una palabra que significa guerra, y sirve al numen Averru.
Por qu se est inclinando? pregunt Zagorka con urgencia. Qu quiere de nosotros?
Irn los suyos a algn otro lugar cuando emerjan? Prometen no hacernos dao a ninguno? Dile que
queremos respuestas!
Un momento dijo bruscamente el elfo. Puedo responder por l a algunas de esas preguntas.
Son cosas que he ledo, cosas que t sabras si me hubieras escuchado. Est claro que no se irn; sta
es la ciudad que construyeron, la ciudad a la que han esperado volver durante veinte mil aos. Que
qu quieren de nosotros? Nada. No somos nada para ellos, ni tan slo un impedimento. Ni siquiera nos
van a expulsar de sus casas. Podran pasar a travs de nosotros con sus llamas. Para ellos slo somos
fantasmas. En cuanto a por qu se est inclinando
Sin esperar la traduccin, el oficial Gattac empez a hablar.
Est convocando el poder de Averru. Quiere que el numen haga que el Estanque de la Adoracin
renazca, sea lo que sea eso, de manera que sus siervos puedan servirle mejor aadi Elionoway.
El Estanque de la Adoracin aparece en otras runas, un pozo profundo de piedra fundida que es una
especie de santuario para los glifos. Existen profecas que hablan de que cuando los siervos de Averru
hagan que el estanque despierte y ellos regresen a sus templos, el propio numen volver. No s dnde
est, pero
Justo enfrente de nosotros le cort Zagorka, sealando hacia la fuente.
Las oraciones del oficial Gattac haban liberado una fuerza. El fondo de obsidiana de la fuente
haba empezado a hervir y la piedra se convirti en lquido que flua por toda una red de grietas.
Burbujas de aire salan hacia arriba, entre los fragmentos, y reventaban haciendo ruido. Pronto, los
nicos fragmentos slidos cayeron en chorros lquidos, y mientras bulla, la piedra se volvi
translcida. Zagorka poda ver las profundidades del estanque, aunque no era capaz de ver el fondo.
El oficial Gattac pareca satisfecho.
Entonces, qu va a ocurrir? pregunt Zagorka sintindose sobrecogida de terror. Qu
ocurrir cuando Averru vuelva a su ciudad, a su templo?
La voz de Elionoway tembl mientras traduca la pregunta y la respuesta.
Antes hice una traduccin equivocada. Dije que la Escarpadura de Coria haba sido construida
por los glifos para separar al numen del norte del numen del sur. Su palabra para separar es como
nuestra hender, que se usa comnmente como separar pero que tambin significa mantener
unido. La Muralla del Mundo no separa a los nmena y sus ejrcitos, sino que los invoca.
Los invoca? pregunt Zagorka.
S. Averru es un numen de la guerra. Construy este lugar para que fuese el campo de batalla
definitivo. Incluso lo llam el Campo de Batalla de los Nmena explic Elionoway. Su rostro estaba
tan blanco como su pipa de hueso. Se estn preparando para una guerra mundial.
Zagorka se tambale, sujetndose en el borde de granito de la fuente.
El comandante Gattac haba terminado con la entrevista. Salt sobre la barandilla de granito y
cay con facilidad dentro del cristal hirviente. Su figura se hundi dentro del pozo hasta que fue casi
imperceptible y despus desapareci por completo.

Ceo de Piedra estaba sentado, solo e inquieto, en su trono. Se senta perdido. Haba pensado que
su regreso a Topos sera una vuelta a la fe, pero no haba sido as.
La Visin de xidor, tan hermosa, era una mentira tantos sueos mortales flotando en el aire. Tal
vez xidor pudiera crear un paraso real a partir de la arena, pero sus seguidores haban creado una
falsedad, una hermosa y poderosa falsedad que barra el continente. Nadie, ni Aioue, ni Akroma y
mucho menos l mismo, podan hacerlo realidad. Cunta gente haba matado la Visin de xidor?
Cuntas vidas ms reclamara cuando llevara a la guerra?
El centauro estaba furioso. Haba fracasado estrepitosamente. No poda erradicar los males
dejados por Kamahl o por xidor. Slo poda acabar con los suyos propios.
Cogi el hacha de su cinturn, Segadora de Almas, y la levant. Su hoja brill, afilada como una
cuchilla. La cabeza de piedra estaba fra y negra. Ni siquiera tendra que balancearla, slo arrastrarla
lentamente, y su piel se separara, las venas de debajo se cortaran y todo habra acabado.
He vuelto! grit una mujer en la antecmara que haba ms all. Su grito rebot en las
paredes de piedra y reson alrededor de Ceo de Piedra.
Conoca esa voz.
Akroma gru. No poda ser otra que la personificacin del fracaso de xidor. Un solo golpe
podra apartarla del mundo. El corazn de Ceo de Piedra lata con un repentino regocijo, y asi con
fuerza el hacha. Tal vez pudiera deshacer el mal que xidor haba creado.
He vuelto!
El centauro sonri con ferocidad. Dio un paso silencioso hacia adelante, luego otro, y abandon su
trono. Descendi por la alfombra de seda que cubra las escaleras y cruzaba la sala de audiencias hacia
la antecmara. El hacha temblaba en su mano. Haba sido forjada para ese da, para matar a Akroma, y
ansiaba segar su alma.
Ceo de Piedra cruz la ltima bveda de su saln del trono y sali por las puertas dobles, pero se
detuvo sobre el suelo de mrmol blanco.
Akroma yaca all. Deba de haberse arrastrado fuera de la caja de zapatos y luego por el suelo,
pues haba dejado un rastro de sangre. Sus alas se agitaban, pero no podan elevarla.
El centauro vio por qu. Una pequea y oscura figura estaba sentada sobre el ngel. Unas pequeas
y feroces manos agarraban a Akroma por el cuello, y la piel de porcelana se estaba agrietando y
ennegreciendo bajo su contacto. Era Phage. Estaba haciendo lo que Ceo de Piedra tena intencin de
hacer.
Casi se ri. All estaba la maldad de Kamahl estrangulando a la maldad de xidor. Poda matarlas a
las dos, y su bsqueda habra concluido. Dos golpes, y habra limpiado a Otaria de la mancha de los
dioses.
Se adelant. Las desesperadas sacudidas de las alas de Akroma ahogaban el sonido de sus pisadas.
Ninguna de las dos mujeres le oira.
Se alz imponente sobre ellas y levant el hacha, que zumbaba en sus dedos impaciente por
morder carne. Sali disparada hacia abajo con la fuerza de su brazo gigante detrs de ella.
Phage vio la sombra y mir hacia arriba.
Hasta ese momento, l iba a golpear a Akroma, pero el instinto de los centauros es atacar
frontalmente, as que cambi el rumbo del golpe y lo dirigi hacia el pecho de Phage.
Ella levant los brazos y la hoja rebot hacia abajo, desvindose del corazn hacia el vientre. El
hacha entr dentro de ella, cortando piel y msculo antes de detenerse como si hubiera chocado con
una roca. La mujer sali volando, alejndose de Akroma, empujada por la hoja que debera haberla
partido por la mitad. Cruz la sala a toda velocidad y se estrell contra una pared. La sangre formaba
una cortina gris al brotar del corte que le cruzaba el vientre, mientras ella luchaba por respirar.
Ceo de Piedra sigui adelante, con la hoja manchada de sangre apoyada sobre el hombro. La
mir, abriendo los ojos y la boca con furia.
Ests viva! Cmo? Carg hacia ella y volvi a balancearse.
Ella se ech a un lado, pero era demasiado tarde. El hacha golpe su abdomen, y son aunque sin
penetrar. Rechinando los dientes, Ceo de Piedra se inclin sobre la hoja, pero sta no haba mordido
muy profundamente. Rugi, rabioso.
Phage le sonri en su cara furiosa.
No puedes matarme, Ceo de Piedra, pues llevo dentro de m a un dios. Estoy embarazada.
La mir boquiabierto. En qu se haba convertido? Se haba propuesto terminar con la maldad y
ahora estaba dispuesto a asesinar a una mujer embarazada y a un ngel herido.
No no puedes estar
No se nota, pero es verdad. Estoy embarazada.
Ceo de Piedra vomit.
Como una mariposa herida, Akroma revolote de lado por el suelo, alejndose tanto de la mujer
como del centauro. Yaca all, jadeando. Las marcas negras todava eran visibles en su garganta.
Acaba con ella, Ceo de Piedra Acaba con ella.
l se limpi la boca y mir el suelo mancillado. Siempre haba pensado que la muerte era sucia,
pero comparada con la vida, era de lo ms limpia.
Los guardias de Topos llegaron haciendo ruido por el pasillo y se detuvieron al entrar, mirando el
extrao retablo. Vieron a Ceo de Piedra de pie entre dos mujeres heridas.
Qu ordena, general?
Bajad las armas! bram.
Matadla! grit Akroma.
Los guardias no se movieron.
Con un rugido inarticulado, Ceo de Piedra cruz la habitacin hacia Akroma, sosteniendo en alto
a Segadora de Almas. La levant por encima de ella, con la hoja temblando en el aire.
Cllate! Cllate o te mato! A las dos, a la embarazada y al ngel lisiado. S, esto es en lo que
me he convertido!
Olvida esta tontera. Mata a Phage
Ceo de Piedra respondi slo con un grito animal.
Akroma ense los dientes, y haba podredumbre entre ellos.
Entonces dame el hacha, mi hacha, y yo misma lo har.
Ceo de Piedra baj la hoja mientras el sudor caa por su rostro simiesco.
Adelante, Akroma. Termina esto. T y Phage podis mataros la una a la otra, pero lo haris con
las manos desnudas. sta no es tu hacha. Es de Kamahl. Empuj la empuadura del arma en su
cinturn de cuero y se dirigi hacia la puerta. Estoy agotado.
Antes de que pudiera alcanzar la puerta, Phage se puso en pie y corri delante de l.
Guardias! grit Akroma. Guardias! Detrs de ella!
Bajad las armas u os matar yo mismo! les gru Ceo de Piedra a los guardias. Todava
gobierno Topos! grit el centauro.
El rostro del ngel estaba desgarrado por el tormento.
Qu vas a hacer con ese gobierno, Ceo de Piedra? Tienes el hacha, pero no la vas a usar?
No se hizo para m dijo Ceo de Piedra, sino para Ka-mahl. Se la dar a l.
Os matar a los dos!
Lo estoy deseando gru el centauro mientras se marchaba.
CAPTULO 20

MUDAR LA PIEL

ara ser una cosita esculida y sin pelo, Trenzas pesa lo suyo refunfu Chaleco, doblndose

P bajo el saco de seda. El puente suspendido de madera cruji a cada paso suyo. Cmo es que
un bicho con una pata de menos tiene que cargar con ella?
Fajn hizo un sonido de siseo con sus espirculos.
Necesitas ejercicio, escarabajo pelotero gordinfln. Adems, slo has perdido media pata. Del
costado de Chaleco brotaba un nuevo nudo que llevaba creciendo desde que dejaron a Phage. Dentro
de un mes, estara entero.
Adems continu Fajn, tengo que mantener el hechizo de dormir o saldr corriendo.
Eso era exactamente lo que Trenzas haba hecho la maana despus del secuestro: dirigirse a
Topos. Las tres cucarachas haban empezado a comportarse como locas, buscndola entre las rocas, y
la habran perdido de no haber sido por su excelente sentido del olfato. Desde entonces, Trenzas haba
permanecido dormida en el saco, exceptuando las tres paradas diarias para darle de comer y que
hiciera sus necesidades. Haba sido un mes insoportable, pero ya estaba a punto de terminar. Las tres
cucarachas se acercaban a la Isla del Coliseo.
Y qu hay de ti, Umbra? No podras echar una pata?
Estoy ocupado, Chaleco.
Ocupado? Ocupado con qu? Caminando?
Ocupado pensando en cmo vamos a sobrevivir respondi Umbra. Miraba al frente, al lugar
donde terminaba el puente suspendido sobre la Isla del Coliseo: la guarida del Primero. Esperemos
que se alegre de ver a Trenzas. Se volver loco por lo de Phage.
Siempre est loco se quej Chaleco.
Tenemos que convencerlo de que nos necesita continu Umbra, pensando en voz alta.
Fajn, todava tienes tu hechizo de mego?
Quieres que prenda fuego al Primero?
No, pero preprate para quemar algo, para demostrar lo mortferos que somos contest Umbra
. Espero que podamos arreglrnoslas para conseguir mejores cuerpos, algo menos obvio para Phage.
Qu clase de cuerpos crees que nos dar esta vez? dijo Fajn con desdn. Gusanos?
Sanguijuelas?
Mojones? aadi Chaleco.
Los mojones no tienen cuerpo, idiota buf Fajn.
Callaos los dos! Estamos cerca del control.
En la base del puente haba un guardia de la Cbala, un gigantopiteco cuya frente inclinada
mostraba las cicatrices de la ciruga mgica. Sus ojos eran simiescos pero inteligentes. Una camisa
negra cubra el enorme pecho de la criatura, y vesta los pantalones con los colores distintivos de la
Cbala.
Alto orden levantando una mano de largos dedos.
Los bichos se detuvieron un poco demasiado cerca para esos codiciosos pies.
Llevis algo afanado en esa bolsa?
Las cucarachas se zumbaron unas a otras, y fue Umbra quien contest.
Si por afanado quieres decir robado o de contrabando, la respuesta es no.
brela.
Umbra puso los ojos en blanco.
Estamos en misin para el Primero. Le hemos trado algo.
Mejor es que sean cabezas o no podris pasar. rdenes estrictas.
Los tres insectos intercambiaron las feromonas del miedo.
Claro, cabezas dijo Umbra. Te dejaremos echar un vistazo, pero despus tenemos que
continuar. Chaleco, desata la bolsa y muestra a esta amable criatura una de las cabezas.
Una de las cabezas? se quej el simio. Tengo rdenes
Igual que nosotros. Nuestras rdenes son mostrar estas cabezas slo al Primero. Estamos
tratando de cooperar contigo dejndote echar un vistazo a una de ellas, pero si causas problemas, no
habr nada que hacer. Crees que un guardia del puente est por encima de unos espas de alto nivel?
Chaleco dej que la bolsa de seda cayera de su espalda. Toquete para encontrar la cabeza de
Trenzas y la coloc en la boca del saco. Despus desat el nudo y abri la bolsa. Al ver el rostro plido
y aparentemente muerto de Trenzas en la abertura, Chaleco dirigi la atencin del guardia hacia all.
Lo ves?
El simio frunci el entrecejo y mir a travs del crculo de tela.
Bueno, parece que est bastante bien. Quin es sta? Phage o Akroma?
Phage.
Akroma.
Phage gru Umbra, dando una palmada a Fajn en el ala. Ni siquiera puedes verle la cara.
Parece una bolsa demasiado grande para slo dos cabezas dijo el simio.
Oh, Akroma tiene una cabeza grande y gorda. Realmente grande. Como una roca explic
Chaleco.
Los engranajes de la mente del simio giraron.
Voy a tener que ver la otra cabeza.
Umbra mir fijamente a sus camaradas.
Est bien. Quiere que abramos la bolsa o no nos dejar pasar. Por lo tanto, tendremos que
abrirla. Completamente. Eliminar toda limitacin. Entendido? Fajn debera ir primero y despus
Chaleco. Tened cuidado y hacedlo exactamente igual que la ltima vez, la primera maana.
Entendido?
Por supuesto dijo Fajn maliciosamente.
Eh? se extra Chaleco. La bolsa se sacuda tan furiosamente que se le fue de las manos.
Cay abierta, y de ella sali Trenzas, que se lanz corriendo hacia el coliseo pasando a travs de las
tres cucarachas y el aturdido simio.
Rpido, sujetadla! grit Umbra mientras se asa a la pata del simio.
Fajn salt a la vez sobre la espalda de la criatura, haciendo que se inclinara.
Chaleco ech a correr, pero el primate estaba pisando dos de sus patas, que se desprendieron a la
altura del caparazn. En uno de sus costados, Chaleco slo tena la pata a medio crecer, por lo que, en
lugar de moverse hacia adelante, slo giraba en crculos, dando patadas a la arena y dicindose a s
mismo:
Vamos! Vamos! Vamos!
Las otras dos cucarachas le hicieron caso, echando a correr detrs de Trenzas. Ella iba lanzada,
esquivando a los vendedores de baratijas.
Si escapa, estaremos realmente muertos! exclam Umbra mientras corra. Vuelve a
intentar tu hechizo de dormir.
Bien! dijo Fajn. En una carrera a toda mquina, curv sus antenas hacia la mujer que hua y
pronunci el conjuro. Kuel baebee nelsin onda belchen baebee onda sib, stobcol inme sib!
El carro de un frutero ardi entre llamas espectaculares.
Hechizo equivocado!
Lo s, lo s!
El gigantopiteco los segua, ajeno al hecho de que haba recogido a un pasajero. Con tres patas y
media, Chaleco se aferraba a l con toda su alma. Haba girado por accidente sobre la espalda del
simio postrado y se agarr con fuerza mientras la criatura se levantaba. Ahora, el suelo estaba a tres
metros por debajo de l y pasaba a una velocidad de vrtigo. La cucaracha deseaba poder saltar, pero
no quera morir como un bicho literalmente.
Delante, la mujer sin pelo y los otros dos bichos haban conmocionado a la multitud, que tambin
corra. Los que iban a la cabeza gritaban:
Trenzas! Trenzas! Espera!
La mujer corra oblicuamente hacia el coliseo, a travs de las callejuelas.
Cuidado, chaval! grit Fajn cuando un joven tropez con su espalda.
El aficionado se agarr a l y empez a gritar.
Yujuuu! Carreras de cucarachas gratis!
Umbra no esper a su compaero. Sus corazones latan de terror. Esto era el fin, y lo saba. Nunca
alcanzara a Trenzas, pero el Primero s los alcanzara a ellos.
La muchedumbre se convirti en una marea viviente que barri a Trenzas, Umbra, Fajn, al
aficionado, al simio y a un Chaleco que iba de pasajero a travs de uno de los grandes arcos del
coliseo. El rugido de la multitud se triplic dentro de ese tubo de piedra.
Por fin la tenemos! grit Umbra por encima de su hombro.
Yi-jaaa!
No soy un caballo! exclam Fajn.
Volved aqu, sucias cucarachas!
Ugh ugh ugh ugh
A la cabeza del gento, Trenzas gritaba a los guardias.
Abrid las puertas, en nombre de Trenzas!
Los guardias entrecerraron los ojos como para distinguir quin era, y rpidamente quitaron las
barras de las puertas.
Cerrad las puertas, en nombre de dijo Umbra.
una cucaracha gigante termin Chaleco.
Las enormes puertas se abrieron hacia dentro, hacia la arena. Trenzas las atraves sin aminorar el
paso. Detrs de ella entraron Umbra, un espumeante Fajn y su jinete, y el simio con su propio
pasajero.
La arena ya estaba atestada con una representacin de la guerra civil aven. Unos altos guerreros
pjaro embutidos en blancas armaduras se dieron la vuelta para ver la avalancha de espectadores. Sus
manos apenas eran capaces de sujetar las armas de asta mientras miraban boquiabiertos el
espectculo.
Cogedlos! grit el gigantopiteco. Para dar ejemplo, arrastr sus enormes manos como si
fueran ganchos por la multitud, pero slo consigui darle al abdomen de Fajn. El simio atac y, por lo
menos, consigui agarrar carne. Tir, pero slo encontr a un aficionado retorcindose. Lanzndolo
por encima de la estampida, el simio grit. Coged a la mujer y a las cucarachas!
Los avens se volvieron. Eran guerreros experimentados de delgadas figuras, rostros de pjaro y
cubiertos de plumas. En un momento, formaron una precisa falange y cargaron contra la turba.
Las tribunas estallaron. Los corredores de apuestas gritaban nmeros entre el gento, y las
monedas y boletos corran de unas manos a otras como bancos de peces depredadores.
Los guerreros enterraron sus armas de asta con filo de cuerno en el estmago de los primeros
civiles, dejaron caer las armas atascadas y empuaron sus espadas. Los civiles armados se volvieron
para luchar, pero los dems se dispersaron. Despus de recibir un corte poco profundo en la tripa, el
gigantopiteco se volvi rabioso. Levantaba a los avens y los rompa contra su rodilla como un nio
rompera un palo.
Chaleco cay de su espalda y, con tres patas y media, sali disparado hacia sus camaradas. Las
cucarachas gritaban y esquivaban en medio de la pelea.
Bien, aqu hemos cumplido! dijo Fajn.
Largumonos! estuvo de acuerdo Chaleco.
Y ser cucarachas para siempre? pregunt Umbra.
Deteneos! La voz era imperiosa, ampliada mgicamente para llenar el gran coliseo.
Fue como si la lucha titubeara, luego se detuvo y la arena volvi a asentarse alrededor de los
alborotadores.
Qu significa esto? grit el Primero. Estaba de pie en las tribunas superiores, con los brazos
extendidos y mirando fijamente. Bajo l, como llamas vivientes, siervos de la mano con sus tnicas
amarillas bajaron a la arena. Se deslizaron rpidamente hacia los alborotadores, alargando
literalmente las manos para agarrarlos.
Ninguno se movi excepto Fajn, que se agach al lado de Trenzas y la cogi por el taln. Ella
luch por liberarse, pero Umbra y Chaleco se acercaron despacio para sujetarla de la otra pierna.
Qu significa esto? repiti el Primero. Su voz retumbante hizo que la multitud cayera de
rodillas. Las cucarachas desearon tener rodillas sobre las que caer. Vosotras, cucarachas,
respondedme!
Fue Umbra el primero en hablar.
A instancia de tu amada Phage, te traemos esta ofrenda. Esta mujer. Los siervos de la mano se
colocaron alrededor, con las tnicas amarillas llameando, y cogieron a las tres cucarachas y a la
muchacha. Phage pens que te alegrara ver a tu hija Trenzas.
El Primero se derriti. Baj los brazos y se qued all un momento. Daba la impresin de que le
costaba respirar. Luego baj los escalones hacia la arena.
El Primero viene! murmur alguien con temor, postrndose.
Otros siguieron el mismo ejemplo. Los gladiadores vivos se agachaban entre los muertos, todos
excepto las cucarachas y Trenzas, pues las mismsimas manos del Primero los mantenan erguidos.
Se acerc, con las botas salpicando arena delante de l.
Bueno, bichos o no dijo Chaleco, fue agradable conoceros, chicos.
Lo mismo digo, pero cllate contest Fajn.
Todava no estamos muertos murmur Umbra. Y s, cllate.
El Primero camin entre los cuerpos postrados hasta que lleg a la altura de las cucarachas y su
cautiva. El hombre mir detenidamente a Trenzas. Su rostro, normalmente tan desapasionado como un
bloque de granito, mostraba alivio, arrepentimiento y reproche hacia s mismo. Phage haba acertado.
Estaba totalmente agradecido.
Oh, Trenzas, hija ma, dnde has estado? pregunt suavemente.
No soy tu hija solt ella con amargura. Slo sirvo a xidor.
Sus palabras cortaban como cuchillas.
Qu te ha hecho Akroma?
Salvarme!
No dijo moviendo la cabeza. Eso es lo que yo har por ti. Te salvar, hija. Volvers a ser
como eras.
Preferira morir! grit Trenzas, tratando de liberarse de los siervos de la mano.
Cogedla orden l con firmeza. Sus ojos se volvieron hacia las tres cucarachas. En cuanto a
vosotros, me habis fallado. De igual forma que os di cuerpos, puedo quitroslos.
Los insectos se retorcieron para escapar, pero las manos que los sujetaban apretaron an ms.
El Primero camin hacia ellos, y su rostro volva a ser de piedra. Se acerc a Chaleco. Los dedos
de ambas manos se sumergieron entre las placas de su espalda, y el contacto de carne con carne
debilit al bicho, pero el hombre no haba terminado. Cogi el caparazn, levant a la cucaracha
gigante del suelo y la parti por la mitad. De los dos pedazos de cascarn cayeron tripas blancas.
El hombre se volvi hacia Fajn y le clav el pie. Taln y suela atravesaron la espalda y el vientre
de la criatura y golpearon el suelo de debajo. Con Fajn haciendo las veces de grotesca zapatilla, el
hombre agarr la cabeza de Umbra y la retorci hasta que se le qued en las manos.
Despus de darles una patada a los cadveres de las tres cucarachas, se alis la tnica. La furia de
la matanza desapareci de su cara y entonces mir con ternura a Trenzas.
Llevadla a unos aposentos seguros en el corral de esclavos y encerradla all hasta que pueda
comenzar su curacin dijo dirigindose a sus siervos.
stos se llevaron a la mujer, que no dejaba de forcejear.
El Primero mir al suelo, cubierto de formas postradas.
Levantaos. Largo de aqu. No volvis a interrumpir mis juegos nunca ms.
La gente levant la mirada, intentando evaluar si los atacara. Uno a uno, se levantaron y se
alejaron corriendo, cruzando la arena.
Entre ellos se movan tres sombras, lneas grises en el aire. Se escabulleron, esperando que el
Primero no lo notara. Haba destrozado sus cuerpos, pero les haba dejado sus vacas almas.
Sin embargo, el hombre camin hacia ellos, y murmur:
Traedme sus cabezas o estaris muertos de verdad.

Entonces, as era como sera.


Lo haba sacrificado todo. Haba descendido a la muerte para rescatar a su maestro, lo haba
encontrado y poda haberlo liberado, pero l haba elegido quedarse. Haba rechazado su visin viva y
se aferraba en su lugar a la muerta.
xidor haba abandonado el mundo, su Visin, y tambin a Akroma. Se haba negado a librarse de
la muerte, pero le haba concedido sus alas para que ella s lo hiciera. Ahora tendra que ser su propia
maestra, su propia visin.
Con cuidado orden.
Sus siervos, tmidos humanos seguidores de xidor, temblaban mientras atornillaban con cuidado
la pata de metal a su taln. Un cirujano haba colocado dentro del hueso las cuatro juntas mecnicas
que sujetaran los miembros que se haban forjado de nuevo. Las patas eran largos conos de acero
aguzados como puntas de lanza. Una vez colocadas, la mujer sera capaz de ponerse en pie, andar y
luchar. Despus volara a los confines de Otaria para que todos pudieran verla, la visin viviente, y
creyeran.
Se haba convertido en la Visin de xidor.
No volvera a guiar a los fieles para que adorasen a un dios muerto en el vientre de la bestia, sino
que adoraran su propia y gloriosa figura. No volvera a enviar discpulos para atraer a las naciones a
Topos. Era el momento de que sus enormes ejrcitos se pusieran en marcha y conquistaran un
continente y, ms tarde, el mundo.
La pata con forma de lanza son dentro del lugar. Tres ms, y estara completa. Entonces, Otaria
sera testigo de la Visin de xidor, y temera.
CAPTULO 21

POSESIN

einte manos arrastraban a Trenzas por el coliseo, sujetndola de manera implacable. Eran sus

V manos: veinte manos en diez cuerpos, en una mente.


El Primero la sostena, como ya lo haba hecho una vez, como lo hara siempre.
Trenzas haba sido su nia. Ni siquiera las glorias de xidor pudieron hacer desaparecer esa verdad.
Ese hombre la haba transformado de una rata callejera a una gobernante del coliseo. Le haba
enseado su invocacin de demencia, la haba hecho poderosa y vil, y la volvera a hacer as.
Ella no quera eso. Atac, hundiendo las uas en los brazos de los siervos, y la sangre manch sus
cutculas.
No la dejaron marcharse, y se limitaron a mirarla con resignado amor. El Primero hablaba a travs
de sus ojos, diciendo que nunca la abandonara, otra vez no.
Trenzas! Trenzas! Trenzas! gritaba la multitud, saludando el regreso de la luchadora ms
retorcida y sangrienta del coliseo.
Se senta enferma. Se haba convertido en una persona nueva. Haba mirado el rostro de la gloria y
dejado que su brillo purgara su maldad y su sed de sangre. Una vez haba estado llena de
monstruosidad, pero xidor la haba vaciado y limpiado. Una vez haba gobernado el infierno, pero
ahora era una sierva del cielo.
Trenzas! Trenzas! Trenzas!
Si no escapaba, el Primero hara lo que quisiera con ella, y su mente se convertira de nuevo en un
zoo para monstruos.
Se arrodill, apoyando la cara en el suelo. Las lgrimas lavaban la piedra, y el vmito acechaba
cerca. Ms all, de pie, se encontraba el Primero. Oh, cmo sufra por l, y l amaba a otra. Amaba a
Phage.
Dnde estaba Phage? La haba consumido ya? Le haba dado ella el hijo que estaban destinados
a tener? La haba matado? La sangre de Trenzas se volvi hielo cuando record las historias de
Kuberr, el dios oscuro que gobernaba la Cbala.
Apret an ms los puos, y sus dedos se volvieron rojos.
xidor, mi Visin, protgeme. Que mis ojos no se aparten de tu brillo.
Una fra oscuridad la envolvi. Haban pasado del suelo del coliseo iluminado por el sol, a unos
pasillos de piedra en el interior. La bveda de lo alto canalizaba el sonido de la multitud,
amplificndolo y sacudiendo a Trenzas. Ese voraz sonido la empujaba cada vez ms a las entraas del
coliseo. All, la Cbala la digerira y la convertira en un despojo.

Con el hacha en su cintura, Ceo de Piedra march contra una marea de refugiados. Recorran su
miserable camino entre las rocas de las tierras baldas de Coria y llevaban todas sus posesiones sobre
las espaldas curvadas. Un ao antes haban huido de la Guerra de las Pesadillas y buscado un
santuario. Ahora su Santuario los expulsaba.
Adnde vais? pregunt el centauro gigante a ninguno en concreto pero a todos en general.
Un enano levant la mirada hacia l, una criatura que apenas le llegaba a las rodillas a Ceo de
Piedra.
Eroshia contest el anciano de cara colorada.
Eroshia? Ceo de Piedra volvi la cabeza mientras el harapiento enano segua andando.
Qu hay en Eroshia?
La libertad fue la sencilla respuesta. Y el enano sigui su camino hacia el este.
Libertad. Mientras Ceo de Piedra continuaba en direccin suroeste hacia Santuario, la palabra
retumbaba en su mente. Dnde estaba la libertad en Otaria?
Toda ciudad y aldea tena una arena, ventosas en los tentculos que todo lo agarran de la Cbala.
Da a da, la gente de esas ciudades renunciaba a la libertad en favor de la diversin y la justicia
violenta. El Primero diriga sus impulsos ms bsicos, mientras que Akroma diriga los ms altos. En
cada aldea y ciudad tambin haba creyentes de xidor, apasionados del proselitismo. Los templos y
colegios enseaban su Visin, la misma tirana. Entre Akroma y el Primero haban esclavizado Otaria,
y dnde estaba la libertad?
En estos cascos murmur Ceo de Piedra para s. All estaba la libertad, para elegir un
camino sin ms razn que la de uno mismo.
En su largo viaje desde Locus, el centauro haba tenido mucho tiempo para pensar. Haba subido al
trono de Topos con la esperanza de enmendar los graves errores del mundo, pero toda ganancia de
poder era una prdida de virtud. En el tiempo que haba permanecido en ese lugar elevado, gobernando
Topos y dirigiendo una legin de discpulos, se haba vuelto cobarde. Haba tratado de matar a una
mujer embarazada y a un ngel lisiado.
A pesar de todo su poder, los dioses eran esclavos del destino. Slo los mortales eran libres.
En libertad, se alej del trono de Topos dejando el camino libre a Akroma. La nica manera de
enmendar los errores del mundo era dando un paso cauteloso tras otro.
El da tocaba a su fin cuando Ceo de Piedra lleg a lo alto de la colina, sobre el ro Hondagua. Se
qued mirando la maravillosa ciudad de Santuario, acurrucada contra el acantilado.
El sol se pona lentamente, y su luz acariciaba los edificios. En las calles y balcones brillaban lo
que parecan ser rubes gigantes. Oh, era un lugar hermoso, incluso con los refugiados que se
marchaban esa noche. Oscuros arroyos de criaturas fluan hacia la parte superior de la colina, pasando
a su lado.
Por qu os marchis? pregunt.
Una mujer elfa de piel blanca lo mir un instante, parpade tranquilamente una vez y respondi:
El ejrcito de los glifos.
l la mir mientras desapareca sobre la colina. Volvindose, descendi hacia el vado, el elevado
arco de piedra y sus perversas runas.
Sus cascos salpicaron en la fra corriente, y Ceo de Piedra se arrodill para beber y lavarse
deprisa. Estaba cubierto de polvo y cansado, pero su corazn lata con fuerza. Un ejrcito de glifos.
Observando las paredes de roca poda ver figuras rojas que brillaban por todas partes, listas para
emerger. Si salan todas ellas, superaran en nmero a los habitantes de la ciudad.
Qu nueva tirana haba llegado a ese continente de tiranos?
Goteando, Ceo de Piedra se puso en pie y comenz a andar bajo la fra entrada de piedra. El
camino estaba lleno de gente, carros y animales, y las granjas que haba a ambos lados estaban en
barbecho. No creca ni grano ni tabaco, y puede que fuera mejor as. Qu otra cosa comeran esos
hombres de rub sino rocas? Qu fumaran sino azufre?
Sigui el camino desde los verdes campos hasta las estribaciones de la ciudad inferior. La senda
conduca a una plaza empedrada donde convergan cuatro avenidas. All haba an ms refugiados
apiados, que se movan como ganado en sus corrales.
En medio haba un glifo casi de la altura de Ceo de Piedra, pero tan delgado como un elfo. Todos
sus rasgos eran angulosos y su piel transparente y roja. La figura no se movi con los refugiados, sino
que permaneci erguida sobre ellos, gritando. Hablaba con una voz extraa, como de agua hirviendo,
pero sus palabras eran en la lengua comn.
huir de los terrores venideros. Escuchad, pues, oh, pueblo de Santuario, ya que la fatalidad
est sobre vosotros. Moris en el lugar por donde los nmena marcharn. Sus talones os triturarn
hasta convertiros en roca. Vivs en sepulcros y moriris en ellos. Los nmena harn la guerra en este
lugar y lo reducirn a la nada. Huid, pues, para escapar de la guerra que se avecina, pero sabed que,
vayis donde vayis, os seguir. Cuando hayan escalado toda esta pared y se hayan arrojado unos a
otros, los nmena se unirn y vendrn para gobernaros. Gobernarn todo lo que existe desde un mar a
otro.
El centauro cruz solemnemente las olas de refugiados hasta que lleg al crculo vaco que
rodeaba al glifo.
Cmo te llamas?
La gente que haba a su alrededor se volvi, asombrada por la pregunta, pero la rojiza figura se dio
la vuelta, mirndolo a la cara. Unos ojos como cuentas de cristal se quedaron fijos en l, y el hombre
habl en un borboteo.
Sentencia.
Sentencia no es un nombre dijo Ceo de Piedra frunciendo el entrecejo.
El hombre rojo estir el cuello.
Es una palabra. Yo soy la palabra Sentencia.
Eres una palabra?
Cada uno de nosotros es una palabra. Yo soy Sentencia y dicto una sentencia.
Una rpida mirada hacia el camino mostr a otros glifos movindose entre la multitud, y a la gente
luchando por mantenerse fuera de su alcance.
Y ellos? Cmo se llaman? Acoso, Intrusin y Moralidad?
No. Son Purga, Purificacin y Cumplimiento.
Estn matando a los ciudadanos dijo enfadado Ceo de Piedra, con la mano en el hacha.
Slo a aquellos que son impuros y se niegan a marcharse. El campo de batalla debe estar listo
para los nmena.
Y qu hay de aquellos que se niegan a marcharse pero son puros? pregunt el centauro.
sos son invitados, por supuesto, testigos de la llegada de los nmena.
Cruzando los brazos sobre el pecho, Ceo de Piedra estir la barbilla hacia el glifo.
Bien, Sentencia, decide. Qu soy yo? Refugiado impuro o invitado de los nmena?
El ser alz su cabeza con forma de gota como si se sorprendiera.
Por supuesto, t eres un invitado, general Ceo de Piedra.
Un escalofro recorri la columna del centauro gigante, haciendo que se le erizaran los pelos del
lomo. Sac el hacha de su cinturn.
Cmo es que sabes mi nombre?
Soy una palabra de las profecas de la batalla final. Como t.
Yo no me arrastr fuera de una roca buf Ceo de Piedra. No soy un glifo.
No, pero hay una runa para ti. Las antiguas profecas dicen: Y vendr el mortal llamado Rostro
de Piedra para combatir en este da. La runa que te pertenece se alegrar al saber que has llegado.
Ceo de Piedra se sinti mareado. Esto era demasiado. Haba venido libremente, siguiendo su
propio camino, pero cada paso de sus cascos haba sido pronosticado. Tena la intencin de quedarse,
de combatir con los nmena?
Quin ms ha sido pronosticado? fue todo lo que se le ocurri decir.
Oh, muchos. Estn en el Libro de la Muerte, y vendrn como testigos.
Zagorka? Elionoway?
S. Su nombre significa Profeta de las Edades segn la profeca, y el Profeta de las Edades les
advertir, pero ninguno escuchar las palabras de muerte, slo las de vida. Y el nombre de Zagorka
significa Ella Discute y dice la profeca: ante los tronos del aire y la roca y el agua, Ella Discute.
El rostro de Ceo de Piedra se contrajo en una sonrisa y se ech a rer.
Por un momento me pillaste. Casi me lo cre. Antiguas profecas que hablan de Zagorka?
Una carcajada sali de sus labios. No. Tienta a otros con tus advertencias, porque yo no me las creo.
Sois invasores, simple y llanamente, y por muchas entraas de cabra que se utilicen no ser de otra
manera. El hacha tembl, y los ojos del centauro brillaron, buscando una invitacin para golpear.
El hombre de rub no le proporcion tal invitacin.
Tambin esto fue dicho: Como la Muralla del Mundo, no puede ver las runas escritas en su
propio Rostro de Piedra.
Ceo de Piedra hizo un sonido flatulento y rechaz el comentario del hombre.
Perdona. Necesito ver al Profeta de las Edades y a Ella Discute concluy marchando a travs
de la oscura marea de refugiados. A pesar de la risa, su corazn estaba oprimido.
Quin estaba en mayor peligro? Las masas que huan de Santuario o los invitados destinados a
quedarse?

En las profundidades del coliseo, Trenzas yaca en una oscura celda. Correas de cuero la
mantenan tumbada y grilletes de hierro le sujetaban muecas y tobillos a la mesa. En la cabeza
llevaba un halo de metal para evitar que se golpeara. Y mantenan su boca abierta con la ayuda de una
especie de horquilla retractora que ella misma haba inventado para alimentar a Phage. El instrumento
haba sido diseado para evitar que la comida tocara los labios corruptores de Phage, pero resultaba
igualmente efectivo para evitar las oraciones de labios de Trenzas.
Hasta sus plegarias eran reprimidas; hasta sus pensamientos.
El invocador de demencia que estaba sentado junto a ella meti los dedos en aceite. Eso facilitara
la transferencia galvnica de piel contra piel. La mir con un rostro afilado, arrasado por los horrores
que haba visto. En sus ojos extremadamente negros bullan las pesadillas, como si las rbitas de sus
ojos fueran cuencos de pescado llenos de gusanos ahogados. Una gotitas amarillas cayeron de las
yemas de sus dedos e impregn con ellas la frente de Trenzas.
Recuerda al verdadero xidor. Recuerda al verdadero hombre.
Era joven y delgado, atractivo de un modo austero. De una tnica azul celeste sobresalan unos
brazos fuertes Trenzas nunca lo haba imaginado con ambos brazos, y en ese momento habra roto
la visin de no ser por el insistente siseo, que portaban barras de acero. Las dej junto a la estufa
de hierro. Mientras bombeaba el fuelle con un pie, abri la pequea puerta y mir dentro para ver un
aguamanil de cermica lleno de metal fundido. Insert dos varillas finas en los anillos de los bordes
del aguamanil y lo sac de entre las llamas. Girndose, lo coloc des-paci sobre una plataforma de
ladrillo y aadi un pigmento dorado que se expandi rpidamente a travs del gris metal,
transformndolo. Despus lo verti en un molde que tena preparado.
Entonces tambin era un creador, pues haca que el acero pareciese oro. Creador, o falsificador.
Trenzas trat de cerrar la boca en un gemido involuntario, pero la horquilla se lo impeda. xidor
no era un impostor. El mundo que construy era real, no una ilusin.
Clav los pies en las arenas del foso y sac el poder del agua. Las gotitas de sudor que salpicaban
su piel se elevaron y evaporaron, transformndose en motas azules de energa. Su mente les dioforma,
proyectando una realidad sobre el mundo. Las chispas giraron y abandonaron su mano, atravesando
las arenas, y golpearon a los guerreros aven que all combatan. Apoderndose de esas figuras, los
puntos azules de luz se unieron en una nueva matriz e impusieron su fachada sobre la realidad.
Era un ilusionista. Sus ilusiones slo crecan exponencial-mente. No importa lo convincentes
que parecieran, seguan siendo mentiras.
No, quiso decir Trenzas, pero era incapaz de articular una palabra. xidor le haba enseado que la
belleza nunca era una ilusin, que el estado primario de todas las cosas en el multiverso era la belleza,
que al perseguir la belleza un artista no creaba una ilusin, sino que despojaba a la ilusin de la
fealdad. Los demonios de su pasado eran mentiras, y la belleza de su presente era verdad. Ella saba
todo esto, o quera saberlo.
Los avens se transformaron: los marcados ngulos de sus cuerpos se suavizaron, las plumas
cortas se alargaron, los rostros de halcn tomaron el aspecto de ngeles. Donde una vez se haba
levantado una harapienta falange de avens, ahora creca un coro de arcngeles.
Frente a xidor, el gigantopiteco que haba venido a luchar contra l cay de rodillas. La multitud
rugiy y la campana de la muerte repic por la pobre y estpida bestia. Los ngeles disolvieron a los
avens.
No siempre lo ms hermoso es lo ms verdadero. xidor te ha conducido a un laberinto de velos
por un sendero perfumado, pero desde el principio caminaste entre horrores sin saberlo. La suya es
una visin hacia dentro, vista con los ojos cerrados. Abre los ojos, Trenzas, y ve la verdad.
Ella odiaba a ese invocador. Ruga a travs de su mente, estropeando todo lo hermoso que haba en
ella. Por qu la Cbala siempre destrua, siempre envileca y degradaba?
Quiero que sepas lo que estoy haciendo. Quiero que comprendas lo que te est ocurriendo.
Traslad sus dedos desde su frente a un lado de su cabeza, sobre el lbulo temporal, y desliz la otra
mano hacia el lbulo occipital.
Decidida a detenerlo, Trenzas se retir dentro de su propia mente. Ya no era un laberinto de hierro
y piedra, fealdad y paranoia. xidor haba rehecho su mente en la belleza y la verdad. Las paredes eran
del yeso ms blanco, las habitaciones eran abiertas y generosas. En lugar de calabozos tena galeras
de arte, y a una de ellas huy. Era el lugar ms profundo de su psique, una galera de pinturas que su
maestro le haba concedido.
Todas eran bellas: la luz del sol atravesaba un paisaje oscuramente romntico para iluminar unos
rebaos; una mujer vestida de blanco flotaba con gran entusiasmo sobre un mar agitado; una
columnata de Locus perfectamente proporcionada curvada sobre s misma; un icono del creador
manco que lo representaba con ojos como mundos sas eran sus pinturas favoritas.
Entre esas imgenes, lleg l no xidor, sino su odiado invocador. En la mano llevaba una pa
de metal. La levant y acuchill el retrato de xidor, cortando leo y lienzo. Un golpe dividi el rostro
del maestro en dos. Otro rasg la garganta del creador. El lienzo cay para revelar la oscuridad del
otro lado.
Trenzas arremeti contra el hombre, pero l se le adelant, acuchillando cada pintura en su marco.
La tela se separ, mostrando ms oscuridad.
Trenzas se detuvo, mirando. No eran marcos de pinturas, sino marcos de ventana, y las pinturas
slo eran persianas que ocultaban lo que haba detrs. xidor no haba derribado el laberinto de piedra
y hierro; slo haba cubierto sus bordes speros y lo haba blanqueado todo. Temblando, la muchacha
alcanz uno de los lienzos desgarrados y retir los bordes, rompindolo an ms, y escudri a travs
de la ventana, al vaco.
Mientras sus ojos se acostumbraban vio que ms all del cristal el vaco se retorca. Era un
hervidero de monstruos: criaturas de demencia. En su mente los haba guardado all, los haba
enjaulado, listos para usar. La luz de xidor no haba eliminado los horrores de Trenzas, slo los haba
ocultado a la vista.
Lo ves? La verdad es fea. La belleza es la ilusin.
La muchacha tembl y un sudor fro la empap. Las lgrimas fluyeron de sus ojos y trat de
parpadear para expulsarlas antes de que la ahogaran.

Hola, Zagorka salud Ceo de Piedra. Estaba de pie en una calle llena de gente que se
marchaba y hablaba a travs de la ventana del segundo piso de la anciana.
Me alegro de verte, Ceo de Piedra dijo con gravedad. Supongo que ests entre nosotros
los puros.
Supongo que s asinti pensativamente.
Elionoway apareci en la ventana detrs de ella y salud al centauro.
Vayamos a un lugar ms amplio dijo Zagorka. A uno lo bastante grande para un centauro
gigante. Qu me decs de El Mago Dorado? Tiene puertas dobles y un suelo de piedra con una bveda
de arista debajo. Cabremos todos.
Me sorprende que esas cosas rojas no lo cerraran.
Oh, esos bastardos queran hacerlo, pero les dijimos que tenamos que comer o nos moriramos.
Ya que estamos, pasemos un buen rato mientras contemplamos el fin del mundo.
CAPTULO 22

LOS JUEGOS DE LOS CONDENADOS

dio esto! se quej Chaleco. l y sus camaradas caminaban con dificultad por el Paso

O Meridional. Las paredes de piedra se levantaban a ambos lados hasta un cielo oscuro. Tras
ellos, a una distancia de diez leguas, se encontraban los pantanos del coliseo, y justo delante
estaba el valle del Hondagua. Mranos! Slo mranos!
Que os mire? solt Fajn. Y qu hay que mirar? En las sombras del crepsculo, los tres
no hombres eran invisibles. Ni siquiera sois fantasmas. Ni siquiera manchas.
Eso mismo pienso yo. Estaba mejor siendo una cucaracha.
Chaleco tiene razn asinti Umbra. Era mejor tener cuerpos, aunque fueran de insecto.
Quin quiere ser un insecto? buf Fajn. Adems, cuando tienes cuerpo, te pueden matar.
sa es la razn por la que ests vivo dijo Umbra. Puedes comer y beber, coger cosas,
luchar, tener esperanza
Y amar sigui Chaleco, hablando con aoranza. Algunas de esas cucarachas del pantano
eran monas.
Ojal pudiera vomitar dijo Fajn.
Yo podra lanzar un clavicmbalo.
Entonces, estamos de acuerdo dijo Umbra con solemnidad.
S contest Chaleco. Todos queremos vomitar.
No bueno, s y no. S, todos queremos vomitar, y para vomitar necesitamos cuerpos, y para
conseguir cuerpos necesitamos matar, y eso es lo que me planteo. Estamos todos de acuerdo en que
seguiremos adelante con esto? Que mataremos a Phage y a Akroma?
Fajn ri con aspereza.
Haces que parezca fcil. Claro, matemos a las dos luchadoras ms poderosas de Otaria. Ya que
estamos, convirtmonos en los reyes del mundo. Ja, ja!
Umbra ech hacia atrs la cabeza, mirando a los cielos oscuros. Aunque la luz del sol mora en lo
alto, las estrellas se negaban a brillar.
Est bien, pero pongamos que tuviramos la oportunidad, que nos encontrramos en una
situacin en la que ambas estuvieran a punto de matarse mutuamente y que pudiramos terminar con
ellas. Lo haramos?
A m me caa bien Phage dijo Chaleco. Era como una hermana.
Ests mal de la cabeza? bram Fajn. Nos insultaba, abusaba de nosotros, nos mangoneaba
y el toque de su piel haca que todo se descompusiese.
Igual que una hermana continu Chaleco.
Oh, se merece morir gru Fajn, y Akroma tambin.
La cuestin no es si merecen morir. Nadie se merece algo as interrumpi Umbra. La
cuestin es si nosotros merecemos vivir.
El camino se ensanch delante de ellos, y miraron hacia abajo, al interior de un oscuro valle. El ro
Hondagua serpenteaba como una bestia negra por la base de la hendidura. Una multitud cruzaba el ro
por el vado y trepaba por la lejana ladera del valle, dirigindose hacia los baldos rocosos. Adnde
iban? A Topos? Estaban abandonando Santuario, que brillaba como una joya en la orilla cercana del
ro. La luz de las fogatas brillaba desde las ancestrales paredes, y figuras carmeses se movan por las
calles. Encima de todo, el crculo de piedras brillaba como una diadema.
La verdad es que quiero vivir murmur Fajn.
Yo tambin aadi Chaleco.
Umbra asinti.
Quiero vivir, pero eso significa que Phage y Akroma tienen que morir.
Los otros dos se quedaron un rato en silencio, y luego Fajn dijo:
Son tres vidas en la balanza contra dos. Las matemticas dicen que deberamos hacerlo.
No slo eso aadi Chaleco. Son nuestras vidas contra las suyas.
Fajn sigui un sendero que llevaba a las calles de Santuario.
Es suficiente. Nunca tendremos la oportunidad de matarlas a ambas, y aunque la tuviramos,
cmo lo haramos?
Umbra continu.
Se me ha ocurrido una idea.
Una suave brisa agit sus figuras.
Si crees que vas a llenarme de cido, olvdalo dijo Chaleco.
No, es mucho ms simple contest Umbra. Actuamos de manera amistosa con nuestra
vctima, hacindole creer que trabajamos para ella, da igual con cul de las dos nos encontremos.
Mientras uno de nosotros habla con ella, distrayndola, otro se coloca a su lado y el tercero se tumba
debajo. El primero la empuja hacia atrs, y as empieza a caer a travs del tercero. Luego, el segundo
engancha su cabeza a la de ella y se lanza hacia atrs. Los bordes de nuestros portales son afilados
como cuchillas, y si el cuello de nuestra vctima est cogido entre dos de nosotros cuando tiremos,
ser decapitada.
Los no hombres se estremecieron.
Convertirnos en guillotinas vivientes? dijo Fajn.
S.
Ser condenadamente difcil cogerla exactamente por el cuello sigui Fajn.
No importa. Mientras el corte se realice por debajo de los ojos pero por encima de la pelvis, la
herida ser letal.
Chaleco pareca abatido.
Esto es lo que tenemos que hacer para vivir?
S contest Umbra. Dos veces.

Phage lleg a pensar que estaba muerta diez veces. Su noveno mes haba sido un mes infernal,
cuando toda mujer desea liberarse dando a luz. Para Phage no haba liberacin.
Sangrando por los dos cortes del vientre, haba atravesado a nado el lago gris que haba debajo de
Locus y ocultado en el Bosque de los Claros Verdes. En un momento dado, un grupo de seguidores de
xidor que iban en peregrinacin encontraron el rastro de sangre que iba dejando y la persiguieron.
Tuvo que matar a uno para escapar y rob su cuchillo, que utilizaba para conseguir comida. Cruz las
Tierras de Pesadilla. Con el tiempo, alcanz el borde de Topos, el desierto de ms all y finalmente las
tierras baldas de Coria.
Pas la siguiente semana sola entre las piedras. Escarbaba debajo de ellas para hacerse con los
nidos de urraca, y despedazaba a las criaturas con el cuchillo. Abriendo completamente la boca y
extendiendo la lengua tanto como le era posible, poda comer la mayora de la carne que haba dentro
sin que se pusiera rancia. Durante das, slo la sangre saci su sed, pues el agua era difcil de
encontrar. Una vez atac a un viajero slo para quedarse con su pellejo de agua. El cuero se pudri al
cogerlo, pero ella pudo beber casi todo el lquido. Durante el da se limpiaba las heridas del vientre, y
por la noche cubra los cortes con arena y caminaba hasta caerse.
En todo ese tiempo slo pensaba en el nio que llevaba dentro. El feto del dios haba crecido.
Senta su peso en el abdomen, presionando contra la pelvis, pero todava no se mostraba. Su estmago
no se haba hinchado. Qu clase de monstruosidad sera? No poda dar a luz a un nio normal all, en
plena naturaleza, y menos a un dios. Tena que llegar a Santuario.
Santuario. Respiraba con irregularidad, de pie en lo alto del ltimo riachuelo de las tierras
baldas.
Ante ella, la ciudad brillaba como un lecho de brasas bajo la noche sin estrellas. Era hermosa.
Ansiaba estar all, durmiendo sobre una cama de piedra en los aposentos de Zagorka. Si alguien saba
cmo salvar tanto a la madre como al hijo, sa era Zagorka. La mano de Phage descendi hacia la
herida cubierta de arena y le dio una palmadita.
No queda mucho.
Pero qu estaba haciendo esa gente, marchndose de la gloriosa ciudad? Adnde podan estar
yendo? Por qu razn dejaran el santuario?
Ms habitaciones para m murmur Phage. Empez a andar. Senta de manera diferente los
huesos de las caderas, sueltos, como si el beb los hubiera roto. Quera tumbarse en un cuarto en
cualquier lugar, con agua puesta al fuego y conversacin. El nio llegara y alguien estara all para
cogerlo. Phage ya haba hecho planes para encontrar unos guantes y un peto que cubrira con seda.
Ideara un embudo con el que poder amamantarlo. Todo esto estara resuelto en los prximos das.
Camin entre las ltimas piedras, hacia el negro ro que la llevara al santuario.

Umbra, Fajn y Chaleco siguieron un estrecho sendero a lo largo de la escarpadura que bajaba
hasta Santuario. Llegaron tras el muro de la plaza de la fuente.
Qu es esa luz roja? pregunt Fajn, estirndose para mirar por la pared.
Qu es ese extrao olor? pregunt Chaleco.
Azufre contest Umbra.
La fuente de granito rojo ya no ofreca juegos de tabas. Ahora haba un estanque burbujeante de
lava, vapor siseante que se alzaba desde all y crculos de piedra que colgaban como dedos negros
desde la barandilla. Ms extraas an eran las criaturas que rodeaban la fuente: hombres translcidos
cuyos cuerpos tenan el mismo color rojo que la lava.
Vecinos nuevos dijo Chaleco.
Parecen serios-coment Fajn, olisqueando.
Lo son observ Umbra. Mirad all. Ms hombres rojos iban casa por casa, rompiendo
puertas y sacando a sus habitantes. Algunos luchaban y moran, pero muchos se alejaban a
trompicones, con las manos vacas o agarrando lo poco que podan coger. Ley marcial. Estas cosas
han asumido el control. Tal vez deberamos encontrar algn otro sitio donde quedarnos
Charco, idiota le interrumpi Fajn mientras la pierna de Chaleco desapareca en lo alto del
muro. Fajn se volvi a su otro compaero. Bueno, podramos abandonarlo
Vamos. Umbra ya casi haba llegado arriba y buscaba un apoyo en la piedra.
Estoy rodeado de idiotas insustanciales gru Fajn mientras trepaba.
Los tres no hombres cayeron frente al muro y maldijeron al unsono: estaban rodeados.
Las criaturas rojas estaban all, de pie, formando un semicrculo delante de ellos, gritando con una
voz como el lquido de un manantial caliente. Aunque las palabras no tenan sentido, la entonacin no
dejaba lugar a dudas.
Nos rendimos! grit Chaleco con las manos levantadas.
Agitando la cabeza, Fajn y Umbra siguieron su ejemplo.
La gente roja se volvi, buscando a las sombras pero mirando a travs de los no hombres.
Ni siquiera pueden ver que tengo las manos levantadas! gru Chaleco.
No pueden vernos dijo Umbra.
Callaos y corred!
Atrados por las voces, las criaturas avanzaron, cerrando filas.
Umbra sali disparado hacia la derecha y se gir de lado, deslizndose como una hoja de papel
entre dos de las criaturas encendidas. Fajn hizo otro tanto hacia la izquierda. Ambos sintieron el calor
que emanaba de los extraos hombres. Mientras tanto, Chaleco corri hacia el medio, directamente
contra un invasor rojo. Los tres no hombres llegaron al otro lado de la plaza y salieron lanzados por la
siguiente calle, esquivando a la gente encendida.
Bonita maniobra, Umbra reconoci Fajn mientras corran. No puedo creerme que
pasramos tan justos.
Yo tampoco. Cmo pasaste t, Chaleco? Pens que uno de ellos te haba cogido.
En realidad, yo lo cog a l explic Chaleco. Mantena una carrera desesperada mientras un
desorientado hombre rojo sala de l dando traspis.
La criatura trat de recuperar el equilibrio, pero se dio de bruces contra el suelo y se rompi por la
mitad a la altura de la cadera. Las dos partes luchaban por encontrarse la una a la otra. Una luz
centelleante recorri los bordes de la rotura, fundiendo de nuevo las dos mitades en una sola. En
cuanto estuvo completo, el hombre carmes se puso en pie y escudri el camino.
Creo que se guan por el calor dijo Umbra, y nosotros no desprendemos en absoluto.
Aun as, haramos bien en quitarnos de su vista. Fajn mir alrededor buscando un lugar
donde esconderse. Delante de todas las puertas haba apostados centinelas rojos. Todos los edificios
estaban a oscuras excepto uno grande de piedra. Dejaron El Mago Dorado?
No pueden ser todos malos dijo Chaleco.
Deslicmonos dentro y ocultmonos en las sombras para or todo lo que podamos.
Y bebamos lo que podamos beber aadi Chaleco.
Idiota observ Fajn. Silencio!
Las sombras vivientes aminoraron la marcha y, sobre pies delgadsimos, se acercaron
cautelosamente al edificio de dos pisos.
El Mago Dorado era la primera de muchas cantinas en la colonia de refugiados y la ms popular,
especializada tanto en productos comestibles como fumables. Sus paredes de piedra de ms de medio
metro de grosor se haban hecho famosas por enfriar los toneles de cerveza de Brunk. Con amplios
espacios interiores, techos altos, un triforio para expulsar el humo y las amplias vistas del valle, era la
taberna favorita de los artistas, aproximadamente el cincuenta por ciento de la colonia. Incluso
despus de que Phage hubiera establecido el crculo de piedras como el centro para los juegos de
dados, el saln haba continuado siendo la casa de las cartas.
En un ancho prtico ante las puertas dobles, dos hombres carmeses permanecan de pie, en
guardia. Parecan estatuas talladas de rub, inmviles mientras los bufones planos trepaban al porche.
Chaleco andaba de puntillas, el equivalente a caminar sobre una cuchilla, y pag por ello poco
despus, cuando ambos pies se le deslizaron dentro de una ranura que haba entre las piedras y se
hundi hasta la cintura.
Psst!
Fajn maldijo en voz baja.
Umbra fue hasta Chaleco, lo agarr por el perfil de la cabeza y tir. La sombra se desliz fuera con
tanta fuerza que se agit como un mueco de muelles.
Los guardias llegaron con los brazos en alto.
Pensando con rapidez, Umbra levant a Chaleco para coger a uno de los guardias, que sali de la
existencia a trompicones. Con un giro de mueca, lanz a la sombra tras el guardia que quedaba. El
primer hombre de cristal tropez y cay encima del segundo. Chocaron, cayeron al suelo y se hicieron
aicos, sus fragmentos se agitaron, tratando de unirse de nuevo.
Umbra solt a Chaleco y le seal hacia el interior. ste se desliz feliz entre las puertas dobles,
seguido por sus camaradas.
Dentro, descubrieron que la gran sala segua como ellos la recordaban: un techo negro de vigas
vistas, dos enormes lmparas encendidas fabricadas con ruedas de carro, msica de pfano y violn, y
conversacin de un centenar de bocas. Mientras fuera la gente hua de los horrores que estaban por
venir, dentro saludaba a esos terrores con jarras de cerveza, pipas de tabaco, jugando a las cartas y
dndole a la lengua. En las mesas redondas se apiaba lo mejor y ms brillante de Santuario.
En un hueco cercano se encontraban nada ms y nada menos que la gobernadora de la ciudad, la
gobernadora madre Zagorka, su historiador jefe, Elionoway y su defensor, el general Ceo de Piedra,
que en otro tiempo haca funcionar el cabestrante.
Los tres no hombres se acercaron todo lo que pudieron, escuchando.
no una seguridad estaba diciendo el elfo con la pipa de hueso movindose en sus labios.
En nuestra lengua no existe una palabra equivalente, pero creo que testigo es lo que ms se acerca.
Somos libres, o tal vez nos mantienen cautivos para ser testigos de algo.
Yo ya he presenciado cosas dijo Zagorka con una carcajada, y apur los posos de su cerveza
. Palabras que se convierten en carne, criaturas que viven en la lava, soldados a travs de los cuales
puedes ver Demasiado para estos viejos ojos.
Elionoway sonri con astucia.
De hecho, no utilizan la misma palabra para ti que para el resto de nosotros. Te llaman madre
en lugar de testigo.
Ya me han llamado as antes.
El centauro gigante, que estaba de pie en un comedor ms bajo para poder estar al mismo nivel de
los otros, sacudi su enorme cabeza.
Han expulsado a los ciudadanos pero dejan que extranjeros como yo se queden. Gente de Krosa,
Topos, Afetto Por qu?
Porque lo que est ocurriendo afectar a todas esas naciones. Supongo que su intencin es que
seamos testigos de algn gran acontecimiento y los responsables de contarle al mundo las noticias
explic Elionoway expulsando el humo, que ascendi en espiral como una serpiente.
Zagorka buf, y cogi su jarra para volver a beber.
Vamos con ello. Quiero ver qu gloria nos tienen reservada y dormir un poco.
El elfo arque una ceja.
Todava no. Estn esperando a que la compaa de testigos est completa. Falta alguien.
Oh, no, nosotros no replic Chaleco.
Cllate! le orden Fajn.
Una enorme mano cay sobre ellos, agarrndolos a los tres a la vez y estrujndolos como si fueran
papel. El general Ceo de Piedra alz a las tres figuras para ponerlas a su altura y las mir. No eran
ms que sombras grises en el aire.
Qu tenemos aqu?
Nada! exclam Chaleco con la voz amortiguada por el puo. Nada.
Zagorka se levant con los ojos fuera de las rbitas.
Sois alguien. Reconozco vuestra voz.
Probablemente nos recuerdes como cucarachas dijo Umbra. Desde entonces nos han
desmembrado y ahora slo somos sombras.
Sois fantasmas de cucarachas? dijo la vieja con los ojos como platos.
Por supuesto contest Chaleco.
Ceo de Piedra pareca enfermo, pero no afloj la presa.
Elionoway hablaban las profecas de fantasmas de cucarachas?
El elfo mostr una sonrisa de alegra.
No. No aparecen en nada que haya ledo o escuchado. Ni fantasmas, ni cucarachas ni sin cuerpos
vivientes. Se supone que no deberais estar aqu. Su sonrisa se intensific. Algo me dice que eso
es bueno.
Las grandes puertas dobles de El Mago Dorado se abrieron de par en par y entraron los dos
guardias carmeses. Las lneas de fractura relucan donde sus cuerpos se haban vuelto a fundir.
Las risas murieron, igual que la conversacin. En la sala todo qued quieto, excepto los lnguidos
jirones grises del humo de las pipas.
Uno de los guardias habl. Su voz chisporrote y explot, pero slo uno de los presentes saba lo
que deca.
Madre, ven a atender a madre tradujo en voz baja Elionoway, aunque su voz lleg hasta la
abarrotada sala. S que no parece tener sentido, Zagorka, pero es literalmente lo que estn diciendo:
Madre, ven a atender a madre.
No, se entiende perfectamente. Mira detrs de ellos. Zagorka seal hacia los guardias. Ah
est.
All, de pie, vestida de seda negra, se encontraba una cansadsima Phage.
CAPTULO 23

SACRIFICIOS

uidado dijo Zagorka sujetando la puerta de las escaleras. Detrs de ella pasaron tres sombras

C vivientes. Llevaban a una mujer embarazada cuyo simple contacto significaba la muerte. Las
cosas haban resultado realmente extraas. Subid las escaleras. No la pongis en la cama o
en la alfombra. Dejadla en la chimenea.
Lo sabemos dijo Fajn. Somos sus cucarachas.
Bien. Zagorka cerr la puerta detrs de ellos y ech el cerrojo. Mir por el agujero de la
cerradura y se alegr al ver que ninguno de los glifos los haba seguido.
Al llegar arriba, se dirigi tranquilamente a sus aposentos y entr. Los no hombres dejaron a Phage
sobre la chimenea de piedra. No se haba despertado desde que se desmay en El Mago Dorado, y
temblaba terriblemente. Ms all, el fuego ya se haba convertido en ascuas.
Zagorka fue donde guardaba el combustible y cogi astillas y troncos. Se agach al lado de Phage,
coloc la madera y sopl para que se encendiera.
Creo que todava me queda agua. Necesitaremos calentarla para lavarla. La anciana levant
una jarra y verti el ultimo lquido que quedaba en ella dentro de una tetera. Colg la olla de un
soporte de hierro y lo coloc sobre la llama.
Sera mejor que nos dejaras lavarla a nosotros dijo Umbra, a no ser que quieras
descomponerte.
Zagorka los mir con suspicacia.
No somos nada, Zagorka. No podramos aprovecharnos de ella ni aunque quisiramos dijo
Umbra. Tienes algo de seda?
La anciana apart la mirada.
Tengo un pauelo.
Eso servir como trapo para lavarla, pero necesitaremos ms para hacerle una cama. No puede
dormir sobre la piedra. Si pudieras encontrar una sbana de seda podramos hacerle una hamaca, o una
cama de arena que cubriramos con la seda algo suave.
Est bien asinti ella. Desat un pauelo que colgaba de su cama y lo dej sobre la chimenea,
pero no se movi hacia la puerta.
Umbra estir las manos.
Confa en nosotros. Te lo prometemos. Estar bien. Consguenos lo que necesitamos y la
limpiaremos y prepararemos.
Qu poda hacer Zagorka? Estaba en un territorio surrealista. Confiaba a la madre de la muerte a
las cucarachas sin cuerpo o las enviaba entre las palabras vivientes para que saquearan las casas vacas
en busca de seda? Ya nada tena sentido.
Lavadla. Yo volver.
Baj las escaleras. Era una pesadilla tejida por manos invisibles. Qu poda hacer sino dejar su
vida entre los hilos?

La puerta se cerr.
Chaleco dijo Umbra, echa el pestillo. No queremos que nadie nos moleste. Mientras la
rechoncha sombra se diriga a las escaleras, Umbra y Fajn se colocaron junto a Phage, que estaba
profundamente dormida. Esto va a ser ms fcil de lo que pensamos. Slo necesitaremos a dos de
nosotros.
Slo dos repiti Fajn.
Se quedaron mirando el vientre de la mujer, plano a pesar del beb que se gestaba en su interior.
Se mova, y lo que podra haber sido una cabeza o un taln abult la piel.
Uno de nosotros se colocar debajo y deslizar dentro sus pies, piernas, las caderas todo
menos el cuello y la cabeza. Luego el otro har lo mismo con la cabeza. Cuando nos encontremos, slo
tenemos que tirar en direcciones opuestas y se habr acabado. Estaremos a medio camino de ser
reales.
S.
Chaleco suba contento las escaleras.
Qu? Ya lo habis hecho?
Fajn lo mir.
Que si ya lo hemos hecho?
Yo atranqu la puerta. Pens que vosotros terminarais con ella.
No te vas a librar de esto tan fcilmente dijo Fajn. T eres la posibilidad ms obvia, dado
que eres el ms gordo, y ser ms fcil deslizara dentro de ti.
Pero yo atranqu la puerta.
Lo haris vosotros dos sentenci Umbra.
Desde cundo t ests fuera de esto? pregunt Fajn.
Nuestro amo muri porque vosotros dos lo abandonasteis. Yo me qued all. No he hecho nada
malo. Vosotros dos sois los traidores, y tambin podrais ser
Asesinos! Eso es lo que ibas a decir gru Fajn. Desde cuando se ha convertido esto en
asesinato? Es una maniobra poltica, no un asesinato.
Lo que sea dijo Umbra. Tenis que hacerlo vosotros dos.
Mira, todo este plan resulta ridculo dijo Fajn. No vamos a matar a dos personas. Vamos a
matar a tres. Este nio todava no ha nacido. Si decidimos hacerlo, estaremos robando tres vidas.
Cmo creis que el Primero va a concedernos cuerpos? Se los robar a otros. Eso sern seis vidas. Y
se detendr ah? No. Seremos sus esclavos. Y qu nos obligar a hacer? Seguir matando. Eso es todo.
No hay forma de que seamos reales.
Lo que l dijo contest Chaleco.
Umbra estaba temblando. Cay de rodillas junto a la chimenea y tuvo que apoyar las manos para
sujetarse.
Me alegra que estis de acuerdo. No podemos hacerlo.
Sabis lo que yo pienso? dijo despacio Chaleco. Creo que cuando ramos sus amigos
vivamos de algn modo a travs de ella. sa es una forma de tener un cuerpo, vivir a travs de tus
amigos.
A eso lo llamo yo empata dijo Fajn.
Umbra se acerc al fuego y sac una olla humeante de agua. Agarr el pauelo de seda y lo meti
en la tetera.
Ojal supiera lo caliente que est.
Demasiado caliente advirti Fajn mientras le quitaba la ropa a Phage. Deja que se enfre
en tu mano antes de usarlo. Eh, mira esta herida, y la arena apisonada. Tenemos que limpiarla bien.
Yo esperar en la puerta dijo Chaleco. Zagorka debera volver pronto.
Espero que encuentre una sbana de seda sigui Umbra. Nadie debera dormir sobre piedra
levant la mirada hacia Fajn. Al menos nadie con un cuerpo.

Durante un mes entero, Phage descans, pero todava no haban comenzado las contracciones. Su
vientre segua sin hincharse, pero la criatura que llevaba en su interior se mova constantemente. La
mujer estaba dbil y temblorosa. Los no hombres la atendan por la noche y Zagorka durante el da,
mientras que Ceo de Piedra se encargaba de aprovisionarles. Tenan una extraa y pequea familia,
refugindose los unos en los otros mientras fuera de esas paredes creca el peligro en el mundo. Los
glifos patrullaban las calles, creciendo en nmero mientras la escarpadura se iba abriendo para que
salieran. Aparte de los glifos no quedaba nadie excepto los testigos, las dos madres y los tres no
hombres. Todos esperaban con nerviosa satisfaccin, sabiendo que todo estaba a punto de cambiar, y
de manera drstica.
Son un golpe en el postigo de las escaleras de la habitacin de Zagorka. Slo poda ser Ceo de
Piedra. La anciana estaba cocinando y no lo oy. Umbra dej el libro que haba estado leyendo, se
levant del balancn de madera curvada y pas sin hacer ruido junto a Phage, tumbada en su cama de
arena. Fajn levant la mirada desde la esquina y lo sigui. Los dos no hombres entraron en el
dormitorio donde estaba la ventana y empujaron los postigos. La madera se hizo a un lado para revelar
un rostro simiesco gigante.
Ceo de Piedra mir en la aparentemente vaca habitacin.
Quin anda ah?
Soy yo, Umbra. Fajn tambin est aqu. Phage est durmiendo y Zagorka est cocinando.
Chaleco ha salido.
Ha salido?
Hay una grieta en la pared y ha salido. Est detrs, intentando entrar.
Traedlo orden Ceo de Piedra. Los glifos estn convocando a todos los testigos.
Nosotros no somos testigos replic Fajn.
El centauro asinti.
Lo s, pero creo que deberais venir. Sea lo que sea que han planeado, sera til contar con
algunos agentes invisibles.
Est bien dijo Fajn, saliendo de la habitacin y bajando las escaleras.
Qu crees que han planeado? pregunt Umbra.
El centauro movi la cabeza.
Elionoway dice que ha llegado el gran momento. Mir hacia la calle. No se lo digas a
Zagorka ni a Phage o intentaran venir. Aqu estn ms seguras. Su boca se convirti en una lnea
sombra. Probablemente querris decir adis.
Lo haremos asinti Umbra pensativamente.
Todo el mundo se est reuniendo en el lugar sagrado dijo Ceo de Piedra. Los glifos y los
dems. Despus de hoy, nada ser igual. El centauro dio un paso atrs para sealar hacia la cresta de
la colina.
Umbra se estir para mirar. Por primera vez desde que la gente haba llegado a Santuario, la pared
del acantilado estaba lisa, sin un solo petroglifo.
Ya estn todos aqu. La guerra que predicen est a punto de comenzar.

La mayora de los testigos llegaron a travs del ascensor, pero los no hombres no podan subir
fcilmente a una cinta transportadora a la clara luz del da. En su lugar, marcharon por los senderos
serpenteantes que conducan a la cima. De vez en cuando, los glifos se cruzaban en su camino,
subiendo sin esfuerzo los acantilados verticales hasta la cima del risco.
Es un buen da para no tener cuerpo decidi Fajn. No sudas.
No jadeas. No tienes flato aadi Chaleco.
Callaos de una vez. Estamos en la cima.
Pasaron sobre la ltima elevacin y se quedaron mirando al gento.
La cima de la montaa pareca gemir bajo el peso de todas esas criaturas. Fuera del anillo de
monolitos se encontraba una multitud de testigos: trescientas personas consideradas puras. En medio
estaban reunidos hasta el ltimo glifo, diez mil de ellos. Un sonido borboteante sali de sus gargantas,
ocupadas en una cancin. En sus extraas manos sujetaban antiguos instrumentos: escofinas talladas
de huesos de piernas, sonajeros creados de calaveras blanqueadas, tambores de piel sobre aros de
costillas. Con esos instrumentos creaban un ritmo como el latido de un corazn ansioso. A su estricta
cadencia aadan sus voces y un baile lento y rotatorio de piernas y brazos.
Quieren que les veamos bailar? pregunt Chaleco.
Fajn seal al borde de la muchedumbre, donde estaban Ceo de Piedra y Elionoway.
Si alguien sabe lo que est ocurriendo, es l.
En silencioso acuerdo, los tres no hombres cruzaron la chisporroteante pendiente de arenisca roja
para llegar hasta el elfo y el centauro. Segn se acercaban, el ritmo de los tambores fue acelerndose
gradualmente, y el timbre de las voces se volvi ms estridente.
Umbra le dio una palmada en el hombro a Elionoway.
Qu es eso?
Haca tiempo que el elfo aprendi a no sobresaltarse cuando un hombre invisible lo tocaba.
Una oracin. Estn pidiendo que todo vuelva a ser como en otro tiempo. El tambor es el latido
del mundo. Es un mundo antiguo, y su corazn late despacio. Al aumentar su velocidad, los glifos
estn regresando a los tiempos en que el mundo era joven.
Pensbamos que Santuario era una ruina dijo Ceo de Piedra, que estaba a su lado. La
verdad es que era una semilla.
S asinti Elionoway. Y al establecernos aqu no slo provocamos que la semilla
germinara, tambin alimentamos a la nacin que creca de ella. Tanto si nos gusta como si no, somos
la razn de que estas criaturas hayan vuelto.
Los tambores doblaron su ritmo y las voces triplicaron su volumen. Los monolitos se agitaron, no
por el sonido, sino porque aumentaban de tamao. Cada una de las piedras talladas se agrand.
Acumul tierra a su alrededor y creci hacia dentro, como un tallo. A medida que las columnas se
encontraban en el centro, lo que antes era un anillo de roca abierto se convirti en una jaula. Las
columnas se ensancharon hasta que sus partes superiores se fusionaron, convirtindose en una cpula.
La cancin se intensific, retumbando desde la bveda de piedra para volar hacia el cielo y estirarse
en avenidas entre los testigos.
Su templo! grit Elionoway por encima del rugido. Ahora es como fue una vez, como su
santuario. Estn devolviendo a Santuario su antigua gloria!
El ruido tambin viene de la ciudad dijo Fajn.
Voy para all! exclam Umbra. Se lanz hacia el sendero y mir hacia abajo. Toda su figura
se mova con dificultad, y se qued mirando un momento antes de indicarles que se acercasen.
Chaleco y Fajn corrieron hacia l mientras Ceo de Piedra y Elionoway se alejaban lentamente de
los monolitos. Otros testigos siguieron su ejemplo, y todos se reunieron con Umbra al principio del
camino.
Sobre la cresta, la ciudad se extenda en un esplendor compacto, un laberinto de piedra. El fuerte
latido agitaba los edificios. Las paredes bajas crecan, aadiendo nuevas hileras para aumentar su
altura. Los silos descubiertos apuntaban al cielo, los tejados se formaban pizarra a pizarra. Los techos
de madera de los edificios se abran y se apilaban plantas sobre plantas. Crecan estatuas donde haba
nichos vacos. Las bases estaban erizadas de linternas. Era como si la msica creara adoquines y
baldosas, la madera y las vigas salieran de la nada y formaran nuevas configuraciones o muy
antiguas.
No era una ciudad natural, sino una metrpolis de otro mundo. Estaba instalada sobre piedra de
verdad, s, pero sus pisos superiores estaban construidos con la suave sustancia de la que est hecha la
divinidad. Cada calle brillaba como el oro. Cada edificio pareca tallado en marfil. La ciudad
suspiraba por los cielos.
Mientras los testigos observaban, el primer tejado sobresali por encima del acantilado. Le sigui
otro de baldosas carmeses y varias chimeneas. Un tercero con un centro de herrajes y un cuarto, rojo
con techos a dos aguas de repente, cientos de edificios se elevaron sobre la escarpadura.
No es slo Santuario dijo Elionoway, con excitacin y terror en su voz. Mirad all, en el
lado sur de la escarpadura.
Ms tejados se levantaban como dientes bajo el cielo. Nadie en Santuario haba sospechado
siquiera que all se haba levantado otra ciudad. Pero no era otra ciudad: era parte de la misma, una
parte arrasada en alguna guerra antigua y desgarradora.
Elionoway dio un grito ahogado.
Ahora lo entiendo. Los edificios del norte sobrevivieron slo porque estaban protegidos de la
descarga que lo arras todo. Toda la cumbre haba formado la ciudad, delante y detrs, por todos
lados! cay de rodillas. Estn trayndola de nuevo.
La cancin era ya casi ensordecedora, retumbando desde el templo abovedado y resonando entre
los magnficos edificios.
Ceo de Piedra miraba sobrecogido la increble transformacin.
Me siento privilegiado de ser testigo de estos grandes logros.
El tono de la cancin pas de las notas estruendosas a una meloda flotante que abarcaba todos los
registros.
Qu estn cantando ahora? pregunt el centauro.
Alabanzas explic Elionoway. Es una cancin de alabanza por lo que el numen ha creado:

Oh, Averru, observa tu ciudad


que vuelve a ti desde la piedra.
El campo est dispuesto y la batalla se avecina.
Tu pueblo espera para librar tu guerra.
Te ofrecemos estos sacrificios:
mtalos primero y comienza la guerra.

Qu sacrificios? pregunt Umbra.


Elionoway se haba puesto blanco, y sus ojos reflejaban las brillantes torres.
Es una palabra ambivalente. En este contexto significa sacrificios. En otros, significa testigos.
La cancin volvi a cambiar, transformndose de un himno en un grito de batalla. Los glifos salan
a toda prisa de cada arco del templo abovedado. Sus instrumentos musicales haban desaparecido, y
sus manos se haban transformado en espadas.
Los testigos estaban helados y no daban crdito a lo que vean.
Una afilada mano roja cay y cort a un hombre por la mitad. El glifo lo pisote y golpe a una
mujer que haba ms all. En los momentos que siguieron murieron docenas. La gente se volva para
correr. Huan presas del pnico, algunos, directos hacia el acantilado. Otros salan corriendo hacia la
rueda del cabestrante o hacia el sendero, con la esperanza de escapar a travs del laberinto de piedra.
Ceo de Piedra se prepar para defender su huida.
Elionoway, vete. Aqu no puedes hacer nada.
El elfo no discuti. Salud gravemente a sus camaradas.
Espero volver a veros.
Vamos contigo! grit Chaleco.
No, de eso nada solt Umbra. Vamos a convertirnos en otras tres vas ms de escape.
De qu ests hablando? pregunt Fajn.
T sgueme. Estirando los brazos, Umbra corri hacia la batalla. Se lanz directamente contra
los testigos, golpendolos de frente de manera que cayeran a travs de l y se pusieran a salvo.
Riendo, Chaleco y Fajn lo siguieron con los brazos extendidos. Se tragaron a la gente que corra
de uno en uno, de dos en dos y de tres en tres. Cuando un glifo sala disparado hacia ellos, los no
hombres slo tenan que encogerse y dejarlo pasar de largo.
Ceo de Piedra sonrea cuando testigo tras testigo desaparecan de la existencia. Su sonrisa slo se
intensific cuando el primer glifo lo alcanz. Balance su hacha y el hombre de rub se rompi como
una estatua de cristal. Sus hermosos fragmentos revolotearon en el aire, calientes y recortados, y
sonaron al chocar contra la piedra.
Por fin estaba luchando como luchan los mortales. Se irgui, enorme sobre el campo, y sus cascos
en movimiento destrozaron a otros dos glifos. Ceo de Piedra poda ser un testigo, pero no sera un
sacrificio y, gracias a su fuerte brazo, muchos no seran sacrificados ese da.
CAPTULO 24

PARTIDAS

hage se dio la vuelta en su cama de arena y olisque. Haba un extrao olor en el aire, como el

P que deja un relmpago, y le acompaaba un sonido. Un trueno? La mujer se incorpor. El


apartamento estaba clido, indolente con la tarde, y las paredes crujan de vez en cuando. Un
dbil fuego arda en la chimenea, y Zagorka estaba entretenida en la habitacin de al lado. Sin
embargo, de fuera llegaba ese rugido que iba aumentando de volumen.
Un repentino viento clido entr estrepitosamente a travs de los postigos. Las sbanas se
levantaron de la cama y el papel vol de la mesa y sali por la ventana.
Phage se puso de pie, un duro trabajo para una embarazada de diez meses. El suelo de piedra
estaba fro bajo sus pies desnudos, pero todo lo dems se senta caliente.
Qu est pasando?
Se oy un movimiento en la habitacin de al lado y Zagorka apareci en la puerta. Llevaba un
jersey de beb a medio tejer.
Qu?
El suelo se sacudi bajo ellas, flexionndose como un msculo, y lanz hacia atrs a las dos
mujeres. Phage aterriz en la cama de arena y el beb dio una patada, enfadado. Zagorka entr
tambalendose en el otro cuarto. Antes de que ambas mujeres pudieran levantarse, las paredes
comenzaron a retorcerse y a crecer. El techo se alz y las piedras se estiraron como si fueran piel. La
cama de Phage cambi, transformando las partculas de arena en pedazos de grava. Sali rodando de la
cama y se sujet al suelo, pero las losas de ste tambin se agrandaban.
Zagorka! grit.
Ya voy! contest la anciana.
A travs de la puerta deformada, Phage alcanz a ver a la mujer arrastrndose hacia ella. Los
postigos de la puerta se enroscaron como si fueran serpientes y el dintel se encogi. Con un fuerte
estruendo, los dos lados se unieron y fusionaron dejando encerrada a Zagorka. La juntura donde antes
haba estado la puerta ascendi a toda velocidad por la increblemente alta pared, como si la anciana y
la habitacin donde estaba se alzaran hacia los cielos. Mientras Phage la vea alejarse, sinti un
tremendo vrtigo causado por una rpida cada. Una mujer era elevada a los cielos mientras la otra
descenda a las profundidades.
Phage slo pudo pegarse al suelo.
Tres paredes y el techo se desvanecieron, y el mobiliario cay a la calle que temblaba. De repente
estaba al aire libre y, a su alrededor, Santuario creca. Los edificios salan disparados hacia arriba
como hojas de hierba veloces y curvadas que buscaran el sol. El suelo donde estaba tendida se fusion
con la calle y Phage se agarr fuerte.
Qu ms poda hacer? Ni siquiera comprenda lo que estaba sucediendo.
A su alrededor se reuni una seccin de glifos que formaron un crculo vigilante, y uno de ellos
habl en la lengua comn.
Es hora de que te marches, madre.
Phage levant la mirada hacia la enorme torre donde Zagorka estaba atrapada, y que sobresala por
encima del acantilado.
Qu est ocurriendo?
El glifo la mir con ojos extraos, y su voz son casi compasiva.
Nuestra ciudad ha renacido. Nuestra madre la ha creado. Le ha dado un nuevo cuerpo a Averru.
Eso es lo que hacen las madres del mundo: dar a luz a los nmena.
Vuestra madre? repiti Phage ponindose lentamente en pie.
S, Zagorka es nuestra madre. Ella ha dado a luz esta ciudad, que ser el cuerpo de Averru. Ha
esperado veinte mil aos para regresar, y ella le ha dado un cuerpo.
Los ojos de Phage se estrecharon al mirar a la torre que encerraba a su amiga.
Zagorka dijo con incredulidad. Vuestra madre?
S, y t tambin eres una madre del mundo, pero no nuestra madre. Tu hijo ser Kuberr, y debes
marcharte ahora a sus tierras para darle a luz.
Phage slo poda mover la cabeza con incredulidad.
Hay otra madre del mundo que ya ha parido a su hijo numen: Akroma. Se le apareci en un
sueo y una visin a xidor y lo transform, lo inspir para darle sustancia y lo lanz a una muerte de
la que podra regresar como un verdadero numen. Incluso levant un clero y un ejrcito para l. Estas
cosas eran las ltimas que haba escritas en el gran hechizo de Averru, escritas en nosotros. Hay ms,
pero todava no es el momento de que las conozcas. La criatura carmes hizo una pausa con
reverencia. Ahora debes irte. Vuelve al coliseo y da a luz a la criatura que llevas dentro.
Phage se mir a s misma: descalza y dbil con un nio, vestida slo con un camisn de dormir.
Me vais a enviar as al coliseo?
El rostro del glifo era implacable.
S. El nio y los miedos de llevarlo son tuyos con esas palabras, las criaturas carmeses se
separaron y sealaron el camino.
Mirando una ltima vez a la torre donde Zagorka estaba prisionera, Phage parti. Sus pies
conocan el camino. La calle conducira a un sendero y el sendero al pantano, y el pantano al coliseo, y
el coliseo a Virot. Si ese largo viaje no la mataba, seguramente lo hara el hombre que esperaba al
final.

Un variopinto grupo se diriga lentamente hacia el este por la Escarpadura de Coria. Esas cien
almas eran los nicos testigos que haban sobrevivido a la metamorfosis de Santuario. La mayora
haban tropezado literalmente con la salvacin. En un momento dado, estaban huyendo en lo alto de la
escarpadura de la sed de sangre de los glifos, y al siguiente haban cado dentro de una u otra sala,
extraa y tranquila, apoyados contra una pared y viendo a ms gente caer a travs del mismo agujero
en el aire. Fuera donde fuere que hubieran aterrizado, era mejor que donde haban estado. Todos
esperaron dentro de los no hombres mientras stos corran huera de la ciudad.
As, Umbra, Fajn y Chaleco haban salvado cada uno casi treinta almas.
Otros haban escapado por su cuenta. Ceo de Piedra se haba abierto el camino a la salvacin
luchando. Chester, el mulo, haba huido dando coces, destrozando muros y a los hombres rojos que los
patrullaban. Elionoway y algunos elfos ms lo haban conseguido gracias a sus rpidos pies.
Cuando llegaron a una amplia meseta, el elfo pidi un alto y el cansado grupo se detuvo. La
mayora cay al suelo y se sent, jadeando. Durante un rato, el sol del ocaso calent sus polvorientas
espaldas, pero pronto se alz una gran sombra desde el lejano oeste, una sombra lanzada por la ciudad
de Averru.
Era una monstruosidad roja sobre la escarpadura, un cactus rampante con miles de brazos y
millones de puntas. Los glifos se aglomeraban en cada grieta como un ejrcito de hormigas.
Elionoway se estremeci y dese tener ropas ms clidas, cualquier otra que no fuese lo que
llevaba puesto.
Ceo de Piedra estaba a su lado, la nica criatura lo bastante alta para ver el sol. En un instante, su
rostro tambin se haba oscurecido.
Acamparemos aqu esta noche, pero no podemos quedarnos mucho tiempo dijo el elfo. No
tenemos agua, refugio ni comida. Por la maana tendremos que elegir nuestro camino.
Yo no puedo ir con vosotros explic el centauro. He elegido un camino distinto su
enorme mano se movi hacia el hacha que llevaba en la cintura. All hice un buen uso de esto, pero
hay alguien que puede hacerlo mejor.
Elionoway cogi aire profundamente y lo expuls con lentitud.
Sentiremos hacerlo sin ti.
Deberais alejaros de la guerra dijo otra voz, como si el mismsimo aire hablara.
El elfo sonri.
Estis los tres aqu, Umbra?
S respondi el hombre de sombra, y creemos que deberais ir a Eroshia. Hemos estado all:
una ciudad muy al este y bien gobernada.
Sera un refugio temporal dijo Elionoway asintiendo. Seguramente la guerra tambin
acabar llegando all. Volvi a mirar a Santuario, demonaca bajo los cielos rojos. Eso suena
como si no fuerais a venir con nosotros.
Nos pasa lo mismo que a Ceo de Piedra contest Umbra tranquilamente. Tenemos nuestro
propio camino. Necesitamos cuerpos, y no los podremos conseguir hasta que aparezcamos ante
Akroma. Puede que nos mate, pero no sera tan terrible puesto que nunca hemos vivido realmente. O
puede que nos d vida, vida de verdad.
Puede hacer cualquiera de las dos cosas advirti Elionoway. Puede daros cuerpos reales de
la misma manera que puede mataros.
Es el momento de descubrirlo.
No pareca que hubiese ms que decir. El elfo, el centauro gigante y los tres no hombres miraron a
la ciudad que haba sido su hogar. Por fin habl Elionoway.
Slo deseo que Zagorka haya salido de all.
Si muri sigui Ceo de Piedra, muri luchando.
Eh aadi Chaleco, apuesto a que sigue all hacindoselas pasar canutas.
Por Zagorka dijo el elfo levantando una jarra imaginaria. Haz que las pasen canutas.
Con sus patas de acero, Akroma permaneci de pie en las Tierras de Pesadilla, el terreno preparado
para su ejrcito. De horizonte a horizonte se extendan, como si de una cuadrcula se tratase, diez
campamentos, y todos tenan encendidas hogueras bajo el cielo ensombrecido. Eran sus tres legiones.
La primera de ellas haba llegado de la mano del creador: hombres cangrejo y hombres de masilla
como infantera, jaguares y sus jinetes como caballera y medusas areas y barracudas como
aerotransportes. Todos ellos se coordinaran mediante una red de inteligencia de discpulos. La
segunda legin comprenda los miles de conversos que Akroma haba conseguido de cada nacin:
humanos, elfos, enanos, avens, miembros del pueblo mantis, trasgos, centauros y jinetes. La tercera
haba venido de los aliados al norte y al sur, naciones con viejas rencillas y nuevos temores que
giraban alrededor de la Cbala.
La guerra ya era inevitable. El Primero lo haba querido as. Sus intrigas la haban obligado a
montar esa mquina de guerra, y ahora que estaba lista, deba usarse.
Aunque en el resto del cielo la noche se intensificaba, al oeste no caan las sombras. En su
afiebrado color, una nica estrella azul tembl. Creca ms brillante, ms grande, y la mujer se dio
cuenta de que era un discpulo que se aproximaba a ella, as que alz la frente para recibirlo. El ser la
golpe entre los ojos, penetrando a travs de la carne y el hueso hasta la mente.
Una ciudad demonaca creca de las mismas rocas. Haca que torres infinitas se alzasen hasta el
cielo. Diablos rojos retozaban en las calles, persiguiendo a la gente y perforndola con terribles
manos.
Ceo de Piedra luchaba contra estos monstruos con el hacha que le haba robado a Akroma.
Zagorka estaba furiosa en las alturas de su torre-prisin.
Pero ellos honraban a una persona: Phage. Los diablos rojos la rodeaban, y ella vesta las tnicas
de seda de una sacerdotisa. La ciudad creca hacia todos lados, y la gente hua y mora, pero Phage
les hablaba tranquilamente a estas cosas, y ellas la llamaban Madre.
De algn modo, haba trado un ejrcito maligno para tomar Santuario. Haba conquistado la
ciudad que era la nica barrera entre la Cbala y Topos, y sus demonios estaban ansiosos por
emprender la marcha.
Horrorizada, Akroma fue testigo de la terrible transformacin de Santuario.
Qu habra pasado de no haber reunido ese ejrcito? Qu habra sido de Topos con una nacin de
demonios en sus fronteras? Sin embargo, estaba preparada. Un mes ms para el reconocimiento y la
planificacin, y marchara contra esos monstruos.
Gracias susurr, dejando que el discpulo saliera flotando entre sus labios. ste se qued
flotando en el aire, esperando su siguiente deseo. Vete, rene a todos los discpulos y envalos a esta
nueva ciudad Averru, se llama? Que aprendan su trazado, sus defensas, fuerzas y puntos dbiles.
Que aprendan todo lo que necesitamos para sitiarla.
La chispa se alej rpidamente.
Akroma lo vio marcharse y una extraa sensacin de paz la llen. Haba perseguido la guerra con
todas sus fuerzas y ahora era la guerra quien la persegua a ella. Siempre tuvo razn en eso.
Tengo que verlo con mis propios ojos.
Akroma bati sus alas, estabilizando su trayectoria cerca de las tiendas. Mientras los mortales
luchaban bajo las lonas desplomadas, el inmortal ngel levantaba el vuelo. Un segundo impulso elev
sus patas de acero del suelo. Sigui batiendo las alas mientras ascenda hacia el cielo.

Algo iba mal en el norte.


Los aficionados no lo notaban, pues estaban demasiado ocupados mirando al suelo del coliseo,
donde una enemistad de familia se haba vuelto mortal.
El Primero, sin embargo, s se dio cuenta. El brillo rojo lo perturb tanto que abandon su lujosa
tribuna. Los siervos de la mano y de la mente se levantaron para ayudarlo, y guardias de tnicas
negras flanquearon al amo del coliseo.
El hombre los ignor a todos y camin a grandes pasos por los pasillos hacia el extremo norte. All
vera por s mismo lo que iba mal.
Puede que los asesinos hubieran hecho su trabajo y Phage estuviera muerta o Akroma. No
importaba cul de las dos. Tal vez Phage se haba puesto de parto y la monstruosidad se la haba
comida viva. Una idea divertida pero inverosmil.
Lleg al borde septentrional del coliseo y mir sobre los oscuros pantanos. Aqu y all aparecieron
fuegos fatuos que iluminaban cortinas de musgo o los restos de rboles muertos. Al norte, el cielo
brillaba con un color rojo inflamado. Cul podra ser la causa de la extraa luz?
Haba una respuesta obvia: la guerra.
Akroma se haba estado preparando para esto. Haba convertido a gente de todo el continente y la
haba reunido en Topos. Los espas hablaban de tres legiones: una formada por conversos, otra de
aliados y una tercera de monstruos. Tales informes resultaban alarmantes, por supuesto, pero el
Primero haba reclutado tres legiones de muertos vivientes y los tena esperando el momento oportuno
bajo las marrones aguas del pantano. No era el tamao del ejrcito de Akroma lo que le asustaba, sino
sus motivos. Las tropas de la mujer eran fanticas: determinadas e implacables. Habra guerra porque
Akroma quera guerra.
Una oscura figura flot en el cielo. Era pequea y delgada como una herida de navaja. La lnea
lati una vez, y otra, ensanchndose. Era negra y reluciente, cubierta de plumas, con un pico afilado y
curvado. El pjaro plane hacia lo alto del coliseo con los ojos de un naranja brillante.
El Primero slo esper.
Provisto de grandes garras, el enorme cuervo aterriz, brinc por el borde, se acical las plumas de
las alas y mir al hombre. La voz del pjaro era un grito chirriante, un sonido tan horrible que vaci
las tres filas superiores del coliseo.
Santuario germina. Crece como trigo. Se levanta por encima de roca. Crece por debajo.
Alrededor. Brilla. Las criaturas all relucen como sangre.
El Primero asinti gravemente. Ni siquiera un cuervo inventara una mentira tan descabellada. Con
un chillido que igual al del animal, el hombre pregunt:
Y el responsable?
El enorme cuervo lade la cabeza y pestae con rapidez. Sus garras araaron la piedra.
Una mujer pjaro. Blanca. De espalda moteada. Patas relucientes. Volaba arriba y miraba
abajo.
Akroma. El hombre haba esperado demasiado. De alguna manera, ella haba aprovechado el poder
creativo de xidor y lo haba utilizado para tomar Santuario. Ahora era suyo, una gran ciudad llena de
criaturas de color rojo sangre.
Qu pasa con los nuestros? Con los juegos? Quedan presentadores o vendedores?
No hay crculo de piedras. Hay un templo.
Ese maldito ngel. En la sede del poder de la Cbala haba construido un templo en honor a xidor.
Sin embargo, puede que esas terribles noticias pudieran tener un lado positivo.
Qu hay de Phage? Sobrevivi?
El cuervo mene la cabeza y grazn.
Herida. Cansada. Hacia aqu! Hacia aqu!
Aqu? Viene hacia aqu? pregunt el Primero.
S! S! contest el cuervo. Como si sintiera el mal humor de su amo, el pjaro salt para
alejarse del baluarte. Extendi sus alas y se lanz al aire. Graznando como un loco, se alej.
La noticia, sin embargo, no haba enojado al Primero. Le haba alegrado. Phage, embarazada y
herida, regresaba a sus brazos. l le dara la bienvenida y la matara.
CAPTULO 25

EL CAMINO DEL SUFRIMIENTO

hage se tambale al cruzar un puente suspendido sobre un hmedo pantano. Las tablas se

P oscurecan bajo sus pies. No se atreva a quedarse demasiado tiempo en un lugar, no fuera a caer
en las aguas infestadas de cocodrilos.
Aun as, se detuvo para recuperar el aliento. Si al menos pudiera cogerse al spero pasamanos,
pero se pudrira los msculos de su abdomen liso se tensaron. Una falsa contraccin, se dijo, aunque
no pareca tan falsa. La herida se haba curado, y en su lugar slo quedaba una delgada cicatriz roja
que arda con cada contraccin. Cerr los ojos y aguant la agona.
El dolor y el peligro eran el precio del nacimiento, y Phage lo estaba pagando caro. Dar a luz a un
beb normal ya era bastante trauma, pero su hijo era un numen, uno de los tres grandes poderes. Sera
un nio tanto de la antigedad como del futuro, y su nacimiento devolvera al mundo veinte mil aos
atrs.
La contraccin se calm, pero los dolores que le recorran el resto del cuerpo le devolvieron la
consciencia. Senta los pies como bolsas de huesos sueltos e inconexos. Las caderas le crujan cuando
caminaba y los espasmos se le agarraban a la espalda. Quera sumergirse en un bao caliente mientras
el nio, simplemente, flotaba fuera de ella, pero antes tena que salir de ese largo camino boscoso.
Apretando los dientes, la mujer continu andando por el puente oscilante. Alcanz su punto bajo a
unos tres metros y medio sobre el nivel de las aguas y comenz a subir hacia el otro extremo, an
lejano. All, una torre aseguraba el puente, y en esa torre habra guardias de la Cbala. Ellos la
ayudaran, le proporcionaran provisiones
La torre, construida con maderos alineados, pareca un tronco gigante. Se levantaba por encima del
bosquecillo de cipreses que llenaban la isla. Unas estrechas ventanas y unas saeteras en forma de X
proporcionaran a cualquiera una buena visin de la penosa mujer.
Phage cont los pasos, ciento setenta y tres, hasta que lleg al suelo compacto. Se acerc
lentamente a la puerta de la guarnicin, construida de madera rugosa, y a travs de las grietas pudo ver
a un guardia. Lo llam.
Tienes el paso despejado lleg su brusca voz. Contina.
Phage respir profundamente.
Soy Phage. Necesito ayuda.
Lo siento. Nuestras rdenes son explcitas. Hemos de quedarnos en nuestra torre y no salir por
ninguna razn. Estamos para dejar pasar a todos aquellos que se acerquen, sin suponer un obstculo
para ellos, pero sin ofrecerles ayuda.
Quin dio esas rdenes? la fatiga se apoderaba de ella.
Vienen de lo ms alto.
Virot. Era tan cobarde que no atacara mientras hubiera una posibilidad de que Phage pudiera
morir en el camino. Slo podra vencerlo sobreviviendo al parto. Sin embargo, para eso necesitaba
comida y bebida.
Un mendrugo de pan?
No podemos respondi el guardia.
Agua entonces?
El guardia contest con una grosera carcajada.
Es un pantano. Aydate t slita.
Phage rode la torre. Si se les haba ordenado quedarse dentro, tendran que tirar las sobras hacia
el bosque. Pronto encontr el lugar, donde roy huesos y mendrugos de pan rancio que haba cerca de
los desperdicios acres de los cubos para excrementos. La reina del coliseo, la madre de un numen,
arrodillada entre la porquera para encontrar comida.
Los hombres de la torre se rieron.
A Phage no le import. Pronto dara a luz al pasado y al futuro, y esos entrometidos seran
enviados a la guerra.

Ceo de Piedra marchaba a travs de Krosa, difcilmente reconocible. Resoplaba, ahogndose en el


hedor de la podredumbre. Kamahl haba detenido el crecimiento cada vez mayor del bosque, pero
tambin haba acabado con cualquier otro tipo de crecimiento. Ahora Krosa estaba descomponindose.
Kamahl se haba convertido en lo mismo que su hermana: en un corruptor.
Era un pensamiento desalentador, y se preguntaba si su misin estaba condenada al fracaso.
Cogera Kamahl el hacha? De hacerlo, la usara para el bien o para el mal?
Resoplando para ahuyentar el olor, el gran centauro trep por un ftido montn de ramas muertas.
El enredo era mullido, recubierto de hongos. Un tronco hueco cruji bajo uno de sus cascos, y Ceo de
Piedra luch por liberarse. Apoy sus otras tres patas y tir. El casco se solt, y de l cayeron
montones de bichos. Mene la pata para sacudrselos y salt.
En otro tiempo, ese matorral haba llegado a tener espinas de hasta tres metros de largo para
proteger el monte Gorgona. Ahora slo era un anillo de musgo. El corazn de Krosa se mora.
Una repentina punzada se apoder de l. Qu pasara si Kamahl tambin hubiera muerto? Quin
portara entonces el hacha para hacer lo que deba hacerse? Mientras suba por el borde redondeado
del matorral, su corazn se detuvo.
All estaba Kamahl, sentado, tan gris como un cadver.

Phage jade, arrastrndose fuera del refugio que le proporcionaba un gran sauce. Haba llovido
sobre l toda la noche, y los zarcillos haban recogido la clida lluvia que caa sobre el pantano
vertindola gota a gota sobre el suelo. El amanecer se abri paso con sus sonrosados dedos entre las
hojas. La mujer se puso en pie. El barro le llegaba a las rodillas, y las hojas podridas se le pegaban a la
piel. Se tambale hacia el camino principal que cruzaba la isla.
El viaje haba sido una batalla. Puede que hubiera transcurrido un mes desde que la mujer, herida y
embarazada, saliera tambalendose de la Escarpadura de Coria hacia el coliseo. En todo ese tiempo no
haba encontrado resistencia ni recibido ayuda. Comiendo sobras y bebiendo agua del pantano, se
haba quedado esculida. El beb se alimentaba de sus msculos y huesos, y su peso era terrible. Aun
as, segua sin notarse. Era posible que, para cuando ese ser encarnado naciera, pesara ms que ella
si alguna vez naca. Ya era el undcimo mes de embarazo de Phage.
De todas formas, le deba la vida al nio. La haba salvado de incontables muertes, y hasta que
naciera, ella sera invencible.
Oh, si no fuera por el dolor. Virot tena mucho de lo que responder. Por supuesto, pretendera que
no conoca su difcil situacin y tendra a mil guardias que seran cmplices de sus mentiras. Fingira
una profunda preocupacin por su amada y su hijo, y puede que llegara a ejecutar a algunos soldados
para demostrar su enfado. Phage dejara que actuara. Esto haba sido un lento asesinato, y ella lo saba,
pero, para escapar de las manos de cualquier asesino, una vctima tena que esperar su momento.
La mujer sali de entre los rboles y encontr el camino. Lo sigui hasta el lmite de la isla y hasta
el siguiente puente. Se haba acabado el dormir bajo los sauces y el comer porquera. El coliseo surga
en el horizonte.
Sonriendo forzadamente, se dirigi a la cabeza de puente.
Tan concentrada estaba en el coliseo que no vio una rama que haba cado durante la tormenta de
la noche anterior. Resbal, sus manos golpearon el primer tabln del puente y ella cay sobre el bebe.
La agona Haba estado sufriendo un dolor constante desde que dejara Topos, pero nada tan
insoportable como esto. Sinti como si se le hubiera reventado el vientre, roto la espalda y matado al
nio, todo a la vez. Se qued tumbada all, incapaz de gritar siquiera.
La vista se le nubl. Dej de pensar. Sera una bendicin morir ahora, slo para que terminase el
horrible dolor. Afortunadamente, perdi el conocimiento.

El pulso del centauro gigante se aceleraba mientras bajaba por el terrapln corrompido. Los cascos
lanzaban pedazos de madera y terrones de barro por el aire mientras se apresuraba por llegar a la loma
donde estaba sentado Kamahl.
Aunque el hombre estaba sentado erguido, con las piernas cruzadas delante de l y los codos
descansando sobre las rodillas, no haba signo alguno de vida. Su piel estaba gris y destrozada,
cruzada con venas que parecan tallos de hiedra. El pelo le sobresala de la cabeza en rizos sucios y sus
ropas estaban harapientas. El cuero de su armadura se haba podrido. Las placas de metal yacan
tiradas en el suelo, con pequeos charcos de agua sucia encima. A pesar de su aparente fallecimiento,
los ojos de Kamahl permanecan abiertos y daban la sensacin de estar mirando.
Ceo de Piedra agradeci a los espritus del bosque que los pjaros dejaran tranquilos esos ojos.
Era lo nico por lo que se poda dar gracias.
El centauro se arrodill, estremeciendo el suelo, e inclin la cabeza.
Por qu, Kamahl? pregunt. Por qu sencillamente te sentaste y moriste? Tus batallas no
estn acabadas, pues una guerra mayor se aproxima. Esta vez no es Phage contra Akroma, ya que
ahora existen poderes ms antiguos que las controlan: los nmena. Han dividido Otaria. La mitad se
concentra tras los duelistas de la Cbala y la otra mitad tras la trgica Visin de xidor. Slo Eroshia y
Krosa continan siendo libres, pero no durar mucho
El lamento del centauro se fue apagando. Sac el hacha de su cinturn.
Te traje esto. Es el arma de un dios, no fabricada para m, sino para ti. Con un bufido
malhumorado, sigui: Cgela! Ceo de Piedra estir el arma y golpe a Kamahl en el abdomen,
pero el hombre no se movi. Maldicin, Kamahl! T sabes lo que hay que hacer! Por eso viniste
aqu y te echaste a dormir y a rezar hasta que llegara la muerte. Sabes que tienes que matarlas a tu
hermana y a Akroma, a las dos. Slo eso detendr la guerra y romper el hechizo. Volvi a empujar
el mango. Cgela!
Kamahl segua pareciendo un simple tocn gris y podrido.
Rugiendo, Ceo de Piedra lo agarr por el brazo derecho y tir para levantarlo del suelo. Los
zarcillos chasquearon, pero su mano se aferraba a la tierra como una raz nudosa. Con un fuerte tirn,
el centauro lo liber. La tierra cay y el humus se qued pegado a las blancas races que parecan
ventosas y que salan de sus dedos. El centauro apret la empuadura de Segadora de Almas contra la
mano de Kamahl y oblig a aquellos dedos leosos a asirla con fuerza.
Cgela!
La mano se cerr alrededor del arma forjada slo para ella. Motas de poder latente en la
empuadura surgieron para envolver los nudillos de Kamahl. Su piel estaba blanca y arrugada despus
del largo contacto con el suelo hmedo, pero los tendones an conservaban su fuerza.
Ceo de Piedra se tambale hacia atrs, cayendo ele rodillas y mirando con asombro.
Una lnea de vitalidad recorri Segadora de Almas hasta el brazo de Kamahl. Arranc las escamas
parecidas a cortezas que haban recubierto su carne y revitaliz los msculos que haba debajo. El
codo se flexion, los bceps sobresalieron y el hombro cruji al levantar el hacha El color y el
movimiento se extendieron por la clavcula hasta el cuello, animando incluso el cansado rostro. Sus
ojos chispearon y se giraron para mirar al centauro.
El hombre que una vez estuvo muerto habl.
Matarla
Es la nica forma Ceo de Piedra le devolvi su fiera mirada, y t eres el nico que puede.
Kamahl dej que su voz se transformara en un aterrador murmullo.
Lo s. Esas dos palabras significaban mucho. Kamahl se haba retirado a ese lugar de
felicidad porque la felicidad era ignorancia y la ignorancia poda salvarlo de la verdad. Tena que
matar a Phage. Lo s.
Por fin, la oleada de vida alcanz a todas sus extremidades y el hombre se levant. Las races que
haban atravesado su piel por cientos de lugares fueron arrancadas con gran dolor de sus fundas de
carne. Estremecindose, Kamahl se puso en pie, liberndose de los blancos ombligos. Mientras dur la
metamorfosis, no solt el hacha ni dej de mirar a Ceo de Piedra a los ojos.
El centauro gigante volvi a arrodillarse, pero esta vez no por frustracin, sino como signo de
obediencia. En voz baja, murmur una plegaria:
Contemplad al hombre.
Sangrando sobre la tierra que una vez se lo haba comido, Kamahl habl.
Lo har. La matar. Las matar a las dos, pero slo si me llevas hasta ellas.

Se despert con el traqueteante ruido de ruedas bajo ella, ruedas sobre el suelo compacto. Era una
carreta. Una tabla chirriaba cerca de su cabeza y un caballo relinchaba. Yaca tumbada sobre la
espalda, que estaba fra y entumecida, y sus dedos sintieron los bordes de una losa de mrmol.
Un funeral?
Phage luch por abrir los ojos. Al principio los prpados no le respondan y, cuando por fin logr
abrirlos un poco, el cielo del medioda le da la vista, hacindola estremecer de dolor.
El movimiento llam la atencin de alguien que caminaba al lado de la carreta.
Oh, te ests despertando dijo Virot Maglan. Ella sinti el aguijn de la mano del hombre
apoyndose en su brazo. Eso me hace sentir muy aliviado.
No fue capaz de responder, pues no poda respirar bien.
Cuando los viajeros dijeron que te habas desmayado cerca de aqu, vine inmediatamente para
llevarte a casa. Azot a los guardias de la torre. Mira que negarse a ayudarte! Imagnate! He
ordenado que un hombre de cada torre muera esta noche. Su estupidez casi acaba contigo.
Hablaba para que aquellos que rodeaban la carreta lo oyeran. Por eso todava estaba viva. Virot
estaba haciendo un espectculo pblico de su compasin, preludio de su dolor pblico.
Me oyes, querida? pregunt Virot con ternura.
Volviendo la cabeza hacia l, Phage entreabri un ojo. El rostro ptreo del hombre la miraba con
ojos chispeantes, una expresin que algunos podran confundir con afliccin, pero que Phage saba que
era codicia. Asinti levemente.
Bien! He rezado por nuestro hijo. Cmo pudo sobrevivir a esa cada? Ella debi de
sobresaltarse, pues l continu. Oh, no temas. He hecho llamar al mejor cirujano de los fosos. Dice
que ni siquiera tendrs que soportar el parto. Te sacar al nio, te coser y te dejar como estabas
antes.
Una sombra pos su fro velo sobre Phage. La carreta haba entrado por uno de los arqueados
corredores del coliseo. Por fin poda abrir los ojos. Las bvedas de arista pasaban sobre su cabeza, y
una comitiva de siervos de la mano y de la mente, guardias de la Cbala y el crculo interno de
miembros caminaban solemnemente al lado de la carreta. Sus ojos eran graves. Entre ellos iba el
Primero, con la mirada fija en la lejana puerta.
Dnde? empez a decir Phage, pero la voz se le quebr en la garganta. Adnde vamos?
Despus de estar tan cerca de la derrota, quera que vieras esto: nuestra mayor victoria.
Phage cogi aire y oli el inconfundible hedor de la muerte.
Nuestra mayor victoria? El coliseo estaba completamente en silencio. Dnde est todo
el mundo?
Oh, estn dentro, esperndonos contest Virot. Vers, la guerra est cerca. Akroma se ha
adueado de Santuario y la ha retorcido hasta convertirla en un enjambre de avispas gigantes.
Tenemos que estar preparados. He estado reuniendo un ejrcito de muertos vivientes, desenterrndolos
de los pantanos, pero necesitaba ms, y pronto. Cien mil. Est completamente lleno.
No. Phage respiraba entrecortadamente. No has podido
Su rostro estaba plido bajo las negras bvedas.
Todo el mundo est escogiendo un bando. Akroma ha tomado la mitad de Otaria, robando sus
almas. Yo estoy tomando la otra mitad, robando sus cuerpos. El hecho de que esos cien mil vinieran a
mi coliseo en estos tiempos de guerra significa que ya me pertenecan. Ahora sern mi ejrcito.
La carreta pas bajo el ltimo arco y sali al cielo deslumbrante.
Phage se estremeci y se protegi los ojos. De refiln vio las tribunas silenciosas llenas de
cuerpos. Todo el mundo haba cado desplomndose sobre su asiento. Ni una sola criatura se mova.
Cmo? pregunt con voz ronca, sintindose repentinamente enferma. Haba matado a
muchos en su vida, cierto, pero siempre haban sido enemigos, o rebeldes. Nunca haba matado
inocentes sistemticamente. Cmo?
Un simple veneno de contacto en todas las entradas. Un nico toque mortal.
El olor a muerte era acre, no slo el de la carne pudrindose, tambin el apestoso hedor de los
excrementos y la orina.
Y hay de volver a revivirlos? Cundo los devolvers a la vida?
Ves lo mucho que me preocupo por ti? dijo el Primero con dulzura. Estaba en medio del
asesinato en masa cuando escuch lo de tu desmayo, y abandon a mi nuevo ejrcito para acudir a tu
lado. Ver tu operacin de ciruga antes de volver a revivirlos.
Un escalofro de terror recorri a Phage. Si Virot era capaz de esto qu le hara a ella y a su
hijo?
La carreta sali del coliseo para entrar en otro corredor, y Phage cerr los ojos y llor.

Trenzas se sent en el lujoso palco del Primero. Haba estado all cuando todos esos espectadores
murieron: cien mil personas desplomndose como si estuvieran en un acto de adoracin. La verdad es
que su maestro era grande para matar a tantos con tanta facilidad. Por supuesto, volveran a levantarse
y demostraran ser ms grandes an.
No obstante, primero estaba el asunto de Phage y su hijo. Trenzas ira vestida de comadrona. Su
pelo todava estaba corto y su rostro demacrado, as que su antigua discpula no la reconocera. Ella se
quedara all, de pie, mientras el Primero mataba a su amante y a su hijo. Puede que tambin los
devolviera a la vida para que pudieran adorarlo.
Trenzas slo poda llorar al pensar en la grandeza de su amo.
CAPTULO 26

LIBERACIN

hage estaba sujeta por lazos de seda, una suave esclavizacin, pero esclavizacin al fin y al

P cabo. Por la forma en que le haban atado muecas y piernas a la mesa pareca que hubiera
cometido algn crimen terrible, pero el nico crimen fue estar embarazada once meses de una
criatura que no creca y que la estaba matando.
Movi la cabeza sobre la seda mientras beba el vino amargo que Virot le verta en la garganta. Se
supona que era para aliviarla, para facilitar la agona del cuchillo, pero llenaba su boca como si fuera
sangre. La mayor parte del lquido entr, pero una lnea sanguinolenta sali de sus labios y le cay por
el cuello. Phage le agarr la mano. Era la mano de su futuro asesino, y su simple toque le escoca de
manera horrible, pero en esos momentos era mejor que estar sola.
Los siervos de la mano y de la mente rodearon la mesa, al igual que las comadronas y nieras, pero
ninguna se atrevi a tocarla. Detrs de ellas, hojas afiladas de cirujano, retractores calibrados, ropa
doblada, agua vertida y lquidos preparados y aguja e hilo de seda. Con eso la operaran. Detrs de l
slo haba las paredes y el techo negros de las habitaciones privadas de Virot.
Aqu, en mi propio cuarto haba dicho el hombre, dars a luz a nuestro hijo. Quiero que
todo tenga lugar aqu.
Todo. La liberacin de madre e hijo y el asesinato de ambos.
Ahora volvi a hablar, con su voz disipando los ecos.
Cmo te sientes, amor mo? Te hace efecto el vino?
S.
Virot alz la vista hacia el cirujano e intercambiaron una silenciosa seal. El Primero apret la
mano de Phage.
Qu ms podemos hacer por ti?
Phage slo poda menear la cabeza, con el pelo revuelto sobre la seda.
Los siervos de la mano se separaron, colocndose a un lado para que pasara el cirujano, un hombre
delgado y pequeo cuya cabeza tena la forma, textura y color de una ciruela. Unos ojos vidos
colgaban encima de una nariz torcida y una boca llena de dientes. Se haba subido las mangas hasta los
hombros y llevaba guantes de cota de malla cubiertos de seda. En una mano sujetaba un largo cuchillo
con una afilada curva interior mientras que con la otra levantaba la seda de su vientre. Abri de par en
par los ojos mientras estudiaba su estmago plano, movindose visiblemente por el movimiento del
nio. La piel de la mujer estaba tersa, y la herida roja, causada y curada y vuelta a abrir y vuelta a
curar numerosas veces, se mostraba irregular, como un relmpago sobre el beb. Cortara por all. Los
lquidos le salpicaron la piel.
Phage se estremeci mientras el lquido se evaporaba.
Est a punto de ocurrir, verdad? Est a punto de cortarme.
S dijo Virot. La agarr con ms fuerza. No te dejar.
S pens Phage. S que no lo hars.
El cuchillo descendi lentamente hacia su piel, que temblaba de fro. Su punta curvada se detuvo.
Con una suave presin, cort, y la sangre man de la pequea herida.
Phage cerr los ojos y apret los dientes. Su mano apretaba la de Virot, y el dolor de ese contacto
la ayud a distraerse.
Con un lento y seguro movimiento, el cirujano desliz el cuchillo por el tejido de la cicatriz. El
final ganchudo del instrumento se clav en la piel y el msculo y los levant con el interior curvo y
afilado de la hoja, separndolos. Ahora la sangre manaba libremente, corrompindose a la vez que
cruzaba su estmago. La carne se abri, separada por la mole del feto del dios tanto tiempo contenido.
Ahora creca a su verdadero y grotesco tamao.
Phage llor. Poda sentir el cuchillo cortando, los retractores empujando para mantenerla abierta,
el clido manantial de su propia sangre derramada bajo ella. Aun as, abri los ojos y mir
intensamente el rostro del Primero.
Virot. Por por qu estamos haciendo esto?
l esboz una sonrisa depravada.
Ests embarazada de once meses.
No no me refiero a eso. Por qu estamos tratando de matarnos el uno al otro?
El rostro del hombre enrojeci alrededor de los ojos. Mir a las matronas y nieras, como si les
prohibiera recordar lo que acababan de or.
Ests delirando replic.
No Has estado planeando mi muerte. Y temes que yo haya planeado la tuya Por qu
estamos haciendo esto?
Tranquilzate ahora dijo Virot, acaricindole el pelo. Estn cortando el tero. Pronto
veremos a nuestro hijo.
No lo mates suplic Phage, aferrando an ms fuerte su mano. No me mates
Virot le solt la mano y se alej de ella.
Casi ha terminado. Basta de charla estpida. Aunque le hablaba a Phage, sus ojos estaban
fijos en la hoja ganchuda mientras sta se detena en lo alto de la roja bolsa de msculos que guardaba
al nio.
El filo se hundi y el lquido amnitico sali. La hoja se desliz por el msculo, produciendo leves
sonidos al cortarlo.
Phage se alegraba de estar sujeta con cintas de seda. Si no hiera por ellas, habra empezado a dar
sacudidas y a bajarse de la mesa, y habra matado a su hijo, adems de a s misma. De esa forma, se
retorca, apretaba los dientes y los labios guardaban su grito.
El cuchillo se alz y el cirujano insert ms retractores. El acero hurg dentro de la acuosa
oscuridad e hizo palanca, abriendo la herida.
En un momento vers a tu hijo dijo el cirujano mientras trabajaba, heredero del coliseo y
de toda la Cbala. El hombre desliz un par de brillantes frceps dentro del tero separado y, tras
probar un momento, agarr la cabeza del nio.
Ahora, rpido! exclam Virot. Scalo!
Scalo, idiota! gru Fajn a Chaleco, que caminaba delante de l mientras bajaban por el
sendero.
Chaleco le haba arrojado un grueso palo sobre los hombros que haba cado accidentalmente a
travs de la cabeza de Fajn.
Eh? pregunt, volvindose.
El palo arrastr a Fajn de lado como si fuera un abrigo en un gancho y lo lanz sobre un pedrusco
que haba cerca, que tambin desapareci dentro de l.
Umbra slo poda observar esa idiotez y desear tener una frente a la que dar un manotazo.
Fajn se levant enfadado, con el pedrusco an dentro.
Dame eso! gru, sacando el palo de su cabeza. Para qu necesitas un palo?
Bien! Es tu palo, seor Palo! dijo bruscamente Chaleco.
Fajn lanz a un lado la rama.
Cllate o te hago callar. Umbra y yo saltaremos a travs de ti y te cerrars para siempre!
Seguro! Como que iba a saltar a travs de m en lugar de a travs de ti contest Chaleco.
Tal vez te hagamos callar nosotros a ti.
Nadie va a hacer callar a nadie buf Umbra. Ahora silencio y escondeos tras esa roca!
El sonido recorra largas distancias de manera extraa all, en las tierras baldas de Coria.
S, un mes despus de dejar a los otros refugiados de Santuario, todava estaban en los baldos,
entretenindose. Aunque haban colocado la cara mirando a Topos, decididos a enfrentarse a Akroma,
no haban colocado de igual manera sus pies. Esperaban a la mujer, sabiendo que su ejrcito se
acercara pronto. En parte, tenan la esperanza de encontrar alguna razn para huir, evitando lo que
podra ser una sentencia de muerte. La espera slo los haba puesto de mal humor. No haban obtenido
respuestas. Aparte de un pedrusco y un viejo clavicmbalo, se sentan ms vacos que nunca.
Fajn sacudi la cabeza y seal con un dedo hacia Umbra, que se agach cerca de l.
Escucha al ingrato. Qu riesgo corre? Devuelve a los dos traidores y Akroma le otorga las
llaves del castillo. Nosotros, por otro lado, terminamos muertos.
Nadie va a acabar muerto insisti Umbra. Ahora, por favor, callaos.
Quin iba a ornos? replic Chaleco.
Ellos contest Umbra apuntando al horizonte.
All, inundado por el clido resplandor de los yermos, marchaba el vasto ejrcito de Akroma. La
infantera y la caballera slo parecan una mancha gris, pero sobre ellos se elevaban las medusas
areas y los bancos destellantes de barracudas voladoras. Las tropas aven tambin estaban all,
lanzndose hacia el cielo y dispersndose para realizar un reconocimiento a corta distancia desde el
aire. En espirales ms anchas daban vueltas los discpulos, diminutas estrellas azules que vean y
escuchaban e informaban a Akroma.
Qu pasa? pregunt Fajn. Queremos encontrarnos con ella.
Pero segn nuestros propios trminos dijo Umbra asintiendo.
Cules son nuestros trminos?
El camino ataja por las tierras baldas a una legua al sur de aqu contest Umbra. Nosotros
nos movemos entre las piedras, como simples sombras, y esperamos a que ella pase. Despus salimos
y nos colocamos a su lado.
Fajn mir por encima de una roca.
Crees que podremos alcanzar el camino antes que ellos? Estn a una legua y marchan a paso
ligero.
Entonces tendremos que ir ms deprisa que ellos fue la respuesta de Umbra. Permaneced en
las sombras y tratad de no levantar polvo.
Ni piedras dijo Chaleco con sorna. Sali disparado como una liebre delante de un sabueso, y
Fajn lo sigui.
Umbra los vio irse. Tambin podan divertirse un poco la ltima diversin que tendran jams.
Mir una ltima vez a los exploradores que se extendan formando apacibles anillos en el cielo y
despus l tambin ech a correr detrs de sus cama radas.
Una ventaja de no tener masa de verdad era que los no hombres podan correr tan rpido como les
llevaran sus piernas. Nunca se quedaban sin aliento. Chaleco se escabulla de roca en roca, y
resbalando, aunque pisndole los talones, iba Fajn. Con rpidas zancadas, Umbra acort la distancia
con los otros dos. Estir la mano, cogiendo a Fajn por el hombro.
Paras t le dijo, y sigui corriendo.
Eh, t! grit Fajn, volvindose para perseguir a Umbra.
Yo tambin! Yo tambin! dijo con excitacin Chaleco, correteando detrs de sus amigos.
Sobre dedos que pinchaban como dagas, Fajn persigui a Umbra. Golpe al hombre de sombra y
lo empuj.
Agh! gru Umbra. Se detuvo para mirar el dbil rastro de polvo dejado por Fajn y sali tras
l.
Chaleco, con sus piernas achaparradas, era incapaz de mantener el paso. Quera gritarles que lo
esperaran, pero no se atreva, pues los discpulos de Akroma estaban cerca. En vez de ello, empez a
dar zancadas ms amplias, con saltos ms largos: el doble y el triple. El suelo pasaba tan rpido bajo
sus pies que a duras penas poda tocarlo. Un paso ms, y saldra volando
Estaba volando! Bueno, por qu no? No tena peso y slo estaba la resistencia del aire para
frenarlo una cometa viviente.
El no hombre extendi sus pequeas y gruesas extremidades y se elev suavemente. Arrastr los
pies por encima de las rocas por donde corran sus camaradas y los adelant.
Umbra estaba acercndose a Fajn cuando una dbil sombra gris pas sobre l. Mir hacia arriba.
Qu ests haciendo?
Volando!
Desde cundo podemos volar?
Desde ahora.
Umbra corra debajo de la figura sin rumbo. Se impuls sobre los dedos de los pies ms alto, ms
lejos. Extendi los brazos y dej que el aire de Topos chocara contra l, elevndolo. Con un pie se dio
impulso en una piedra que haba delante de l y sali lanzado por los aires. Umbra vol hasta Chaleco,
y uno junto al otro remontaron el vuelo.
Debajo de ellos. Fajn corra dando largos saltos, agitando los brazos, y, al cabo de unos
momentos, tambin se alz. El ltimo de los no hombres se elev junto a sus amigos, y todos ellos
compartieron una carcajada contenida.
Imaginadlo dijo Umbra con una voz que era poco ms que viento. Siempre habamos
podido volar.
Me pregunto qu ms habr dijo Fajn. Qu ms que nunca se nos ha pasado por la cabeza
intentar?
Yo todava quiero un cuerpo aadi Chaleco.
Fajn le lanz una mirada.
Chaleco, estamos volando. No puedes hacer eso con un cuerpo.
S, pero todo lo dems
Fajn seal de refiln hacia el ejrcito que haba en el horizonte.
Ests dispuesto a morir para conseguir uno?
S.
Morir es dejar de existir le explic Fajn. Es la nada. Se acab la historia para ti, y no
volver a haber nada ms. Eso es morir.
Chaleco mir a Umbra, que volaba a su lado.
Es eso lo que crees? Crees que las almas no perduran?
No s lo que pensar
Nosotros no tenemos almas interrumpi Fajn. Para nosotros, la muerte es la muerte.
Chaleco gimi en voz baja, con el viento serpenteando en los bordes de su contorno.
Sigamos volando. No somos mejores que los fantasmas, pero una vez muertos, no seremos nada.
Umbra lade la cabeza.
En fin, la decisin es de vosotros dos. Podramos seguir flotando por este camino. Es un
pensamiento agradable. Est a punto de estallar una guerra terrible, as que no es un buen momento
para tener cuerpo. Volar es divertido, pero es eso lo que queremos?
Los otros dos no hombres se quedaron en silencio por una vez.
Yo quiero un cuerpo dijo por fin Chaleco.
Yo tambin. El viento silb a travs de Fajn en un largo suspiro.
Tanto como para arriesgaros a morir?
S contestaron despacio pero al unsono sus dos amigos.
Aunque pudiramos vivir para siempre como sombras?
S.
Estoy de acuerdo dijo Umbra, todava flotando.
Los tres comenzaron a descender hacia el camino, dejando que el aire pasara a travs de ellos. Su
primer vuelo, y el ltimo, estaba terminando tan suavemente como haba comenzado.
De repente, las sombras de los aven descendieron sobre ellos. Las garras cogieron sus cabezas. Un
hombre pjaro agarr a Fajn y Chaleco y el otro cogi a Umbra. Aunque un momento antes haban
volado con agradable facilidad, ahora se contorsionaban en el aire.
Los exploradores aven graznaron y regresaron hacia el lugar donde se encontraba el ejrcito de
Akroma.
Los tres no hombres luchaban, pero no podan escapar. Haban estado de acuerdo en aparecer ante
Akroma, pero no haban querido que fuese de esta manera.
Sujetos por las garras de sus raptores, descendieron.
El Primero mir la profunda incisin, el msculo plegado en lo que pareca una enorme boca, y
pens en lo grotesca que era la vida. La sangrienta hendidura que tena ante s ocultaba su
condenacin. Ningn nio natural podra desarrollarse all sin que se viera. La cosa que ella tena
dentro, incluso si era hijo suyo, sera una especie de monstruo.
Esto no debera haber llegado tan lejos. El vino envenenado debera haber matado ya tanto a la
madre como al hijo. El Primero haba planeado culpar al cirujano. Incluso tena una soga esperando en
una habitacin contigua, algo conveniente para que el abatido hombre la usara para expiar su fallo,
pero, no, Phage an viva, y la cosa que llevaba dentro todava pateaba.
No importaba. l siempre tena planes de reserva. Cuando la monstruosidad saliera y todos los
presentes vieran la bestia deformada que era, l sacara su daga, renegara de la criatura por ser una
abominacin, condenara a Phage por ser una ramera que yaca con bestias y apualara a madre e hijo
en un gesto salvaje.
El hombre apret los dientes y observ. Su indignacin se iba convirtiendo poco a poco en
excitacin. En cualquier momento golpeara.
El cirujano se inclin hacia adelante. Con las manos enfundadas en sus guantes de cota de malla
recubiertos de seda, coloc los frceps. La cabeza de la criatura gir en la incisin, pero la succin la
mantena dentro. El hombre hizo uso de una presin firme, y una cabeza calva y prpura sali a travs
de la abertura. Con otro tirn, la cabeza del beb asom.
El rostro era oscuro, tena el ceo fruncido, y los frceps lo haban alargado. Un material pegajoso
y blanco colgaba de la piel del beb, entre la sangre y el lquido de la placenta. La cabeza estaba
arrugada y era fea, pero humana.
El Primero tom aire. Un nio normal? Su mano sudaba sobre la empuadura de la daga. Tal vez
su cuerpo fuera la parte horrible.
Disminuyendo la presin sobre los frceps, el cirujano agarr la vejiga de cerdo para aspirar los
tapones mucosos de la nariz del infante, que empez a berrear con un grito ronco como el de un cerdo
aterrado. El cirujano coloc la rodilla sobre el borde de la mesa y volvi a tirar. El beb se desliz
hacia arriba, con su cuerpo emergiendo de la bolsa de aguas que lo haba protegido durante casi un
ao. Hombros estrechos, brazos pequeos y carnosos, una tripa prpura, un pene y un escroto, y
piernas encogidas. El ombligo colgaba como un alambre curvado.
Un nio! exclam feliz el cirujano.
El Primero era incapaz de articular palabra. Su mente daba vueltas. Cmo poda el nio ser
normal? Era una monstruosidad, incluso sin tener ningn signo externo. En su agona, el hombre
murmur:
Kuberr! Oh, Kuberr!
se ser su nombre dijo Phage. Kuberr!
El Primero se qued boquiabierto. Con un terrible y repentino chillido, se dio cuenta de que el
beb era su mismsimo dios, nacido de la carne. Kuberr y Phage haban conspirado contra l, y Virot
haba estado engaado todo el tiempo. Haba temido que Phage pudiera matarlo, pero ahora haba
dado a luz algo incluso con ms poder, ms seguro para hacer el trabajo.
Le gustara cortar el cordn? pregunt el cirujano.
Sujetndose contra la mesa, cogi su daga. El arma brill con brutalidad, con una hoja lo
suficientemente larga para atravesar al nio y a la madre, al dios y a Phage. Un veneno negro lata en
las muescas de sangre del cuchillo. Levant la hoja para llevar a cabo su terrible tarea. Tendra que
matar a todos los testigos, al cirujano y a todo aquel que hubiera en su rgimen leal a Phage, y otras
mil muertes significaran simplemente otro batalln de muertos vivientes. Con un feroz golpe, todo
acabara.
Gua mi mano murmur, y golpe.
Era la plegaria equivocada. El recin nacido dios la escuch y actu en consecuencia. La mano del
Primero sigui un surco en el aire que la llev inexorablemente hacia abajo, entre madre e hijo, y
cort el cordn umbilical.
Respirando con alivio, el cirujano cogi al nio para entregrselo a su padre.
Le gustara coger a su hijo?
Dmelo. El hombre se adelant desesperadamente hacia el pequeo.
El rostro del cirujano se oscureci y dio un paso atrs, desafiando al Primero. Le dio el beb a una
matrona y orden:
Limpiadlo y quitadle la sangre.
Los ojos del Primero brillaron con furia, pero Phage le agarr la mano.
Tonto. No puedes tocarlo. Eso sera asesinato.
Nada de daos gru l. Luego se dirigi al cirujano. Csela. Tiene que sobrevivir. Cuando
termines, ven a la habitacin de al lado. Te estar esperando all para recompensarte por tu duro
trabajo dijo saliendo hacia el otro cuarto.
El pequeo cirujano levant la botella de la bebida, ech dos tragos y roci la herida abierta.
Luego seleccion una aguja larga y curvada de acero y un grueso hilo de seda, y comenz a suturar.

Vestida como una comadrona, Trenzas tom al nio en sus manos, el hermoso y ruidoso nio, y se
lo llev para lavarlo.
No te matar esta noche. Te mantendr a salvo, pequeo Kuberr.
CAPTULO 27

EJECUCIN

l Primero sujetaba a su hijo en una trampa de acero. Trenzas haba inventado el lecho

E paterno, que le permita al pequeo Kuberr sentarse en el regazo de su padre sin morir. Haba
soldado una coraza, una escarcela y una cuja y las haba recubierto totalmente con seda. Un par
de guantes le dejaban tocar a su hijo, y una mscara con los labios de cuero le permita besarlo.
Pero ahora no deseaba hacerlo.
y debes dirigir tu ejrcito al final de la semana. Coloca en primer lugar las filas de los muertos
vivientes ms viejos, los muchos que yacan en sus tumbas acuosas incluso la ltima vez que camin
por el mundo. Entre ellos irn mis lugartenientes y oficiales. Cuando entren en la antigua ciudad,
recuperarn su gloria, y se reanudar la guerra que los abandon hace veinte mil aos
Por supuesto, Kuberr no hablaba con labios de infante. Como cualquier beb, slo babeaba y
escupa y lloraba. Hablaba con los ojos, ojos dorados, como si las monedas colocadas all en la muerte
se hubieran convertido de alguna forma en rganos para ver. Esos ojos estaban llenos de codicia, y con
codicia hablaban.
Averruya est all, pues es su ciudad, levantada desde el corazn de la escarpadura. Es el
hombre de los juegos y su tablero es la metrpolis que lleva su nombre, y su juego es la guerra. Nos
arrastra, a m y a Lowallyn, para llevar a cabo una guerra sinfn en esa ciudad, pues se es su deseo,
pero la guerra no ser infinita. Esta vez yo ganar, y ser el primero entre los hermanos.
Detrs de su mscara, el Primero escuchaba. Deseaba que el nio no hubiera nacido jams, deseaba
que sus ojos nunca se hubieran abierto. Mir a su retoo real, que actuaba como si esa paternidad
bordeada de metal fuera normal y sana.
este cuerpo mo tiene hambre. Vamos, ve hacer los preparativos que te he dicho y deja que
coma y descanse. Vuelve dentro de una hora para informar de lo que has hecho
El Primero levant una mano enguantada, palme al beb y le coloc la ropa de manera que
ocultara sus ojos. Alzndolo con sus dedos cubiertos de metal, el hombre se puso en pie y deposit el
lecho paterno en el suelo.
Una niera se acerc, nerviosa, se inclin y cogi al nio, retirndose para darle de comer.
El hombre lanz a un lado la mscara de metal, que rebot dos veces, con los labios de cuero
besando el suelo. Sali a grandes pasos de la sala de audiencias con un squito de siervos
precipitndose tras l. La sala de piedra gris que haba ms all estaba completamente vaca. Sus botas
retumbaron como si fueran mazos golpeando contra el suelo.
Sus pensamientos seguan su propio ritmo. Nada haba salido de acuerdo con su plan. De alguna
manera, Phage haba sobrevivido al virulento veneno. Mientras el Primero le conceda una
interminable audiencia a su dios infante, ella se recuperaba en sus aposentos privados. Haba cerrado a
cal y canto las puertas, apostando sus propios guardias, y permaneca dentro. Pronto volvera a tener
toda su fuerza y matara a su amante.
No. Esto terminara hoy. Puede que Virot no pudiera matar al dios infante, pero Phage ya no estaba
protegida por l. Al menos podra encargarse de ella.
Hizo una seal a sus siervos de la mente, y ellos se inclinaron para escuchar mientras l avanzaba
resueltamente.
Reunid un equipo de derribo, gigantopitecos con implantes de nudillos. Decidles que tiren abajo
su puerta y maten a sus guardias.
Cundo? pregunt uno de los siervos.
Ahora. Inmediatamente. Quiero la puerta derribada y los guardias asesinados antes de que yo
llegue all. No la dejis escapar.
Asintiendo, cuatro guardias se marcharon a cumplir su tarea.
El Primero no aflojara el paso por ellos. Sera una prueba. Si fracasaban, l mismo echara la
puerta abajo y matara a los guardias antes de acabar con ella. Descendi, dejando los elevados tramos
superiores del coliseo y entrando en pasillos ms oscuros. Esboz una pequea sonrisa. Aunque huyera
de sus aposentos, no podra salir del coliseo, y l la cazara como si se tratara de caza mayor.
Bajando diez espirales ms y entrando en salas ms estrechas, escuch el estrpito de un ariete
golpeando. Los gritos del primate aumentaron y sigui otro estrpito. Los gruidos se intensificaron.
Con el tercer golpe, las puertas de obsidiana se rompieron y se desplomaron sobre el suelo. Luego
llegaron los alaridos salvajes y estruendosos. Los gritos de aviso se volvieron chillidos de
desesperacin. Huesos rotos y carne desgarrada.
Cuando torci la ltima esquina, vio las puertas destrozadas y a los guardias muertos. Haba pelos
de simio flotando en el aire. Phage todava estaba dentro.
El hombre sorte los escombros y sac una espada corta de su cinturn. Pas sobre un cuerpo,
luego sobre otro, se abri paso entre los gigantopitecos y entr dando zancadas en las habitaciones
privadas de Phage. La puerta estaba cerrada y, sin duda, con el cerrojo echado. Le dio una patada y el
metal se parti, hundiendo la puerta hacia dentro con un crujido.
All estaba ella, junto a la cama de hierro, con las manos juntas. Oh, nia estpida, mira que
descansar sin un arma.
El Primero descarg su espada en un golpe certero que ella trat de esquivar, pero era demasiado
tarde.
La hoja le hizo un corte en el hombro y slo se detuvo al chocar con la clavcula.
Sin embargo, en vez de retroceder, se ech sobre l. La espada se desliz por la herida, cortando
ms profundamente, pero ella sigui atacando. Su hermoso rostro se acerc a l, como si fuera a
besarlo, pero en vez de ello le dio un cabezazo en la frente y lo tir al suelo.
Phage se abalanz sobre l.
Gruendo, el hombre trat de clavarle la espada, pero slo le hizo un pequeo corte. La laceracin
era poco profunda, de las que se curaran en una hora. Ella salt para alejarse, pasando a travs de una
nube de siervos de la mano.
Cogedla! grit el Primero.
Ellos obedecieron, y veinte manos agarraron a la mujer. Durante un momento, la retuvieron, pero
su carne se convirti en papilla y sus huesos cayeron como ramitas. Los siervos de la mano gritaron,
con la descomposicin subindoles por los brazos. Retrocedieron, tambalendose, y Phage pas a
travs de ellos corriendo.
Idiotas! rugi el Primero mientras se pona en pie. Sali corriendo, cruzando la carnicera de
sus siervos moribundos, y casi resbal con un rastro de sangre gris dejado por Phage. Esa sangre
corrompida salpicaba todo el corredor, por lo que sera fcil encontrarla. Sera una cacera, justo como
l haba esperado.
Un siervo de la mente corri sin aliento hasta all y esper la nueva orden de su amo sin dar
muestras de asco o consternacin.
Sellad todas las salidas dijo simplemente el hombre. Todo el que vea a Phage debe
perseguirla y atraparla, pero dejad que sea yo quien la mate. Llamad a Trenzas. Ella conoce a Phage
mejor que nadie. Me ayudar a acabar con esto.
Asintiendo, el siervo de la mente se apresur a obedecer los deseos de su amo. Mientras tanto, ste
sigui el rastro gris, persiguiendo a la madre de su hijo.

No haba forma de escapar de esas garras, que sujetaban las cabezas de los no hombres como si
fueran torniquetes. Ellos pataleaban y se retorcan, pero eso slo sirvi para que de su interior cayeran
una piedra y un clavicmbalo muy maltratado. La primera golpe el suelo con un ruido sordo, pero el
segundo produjo un extrao y hermoso sonido. Despus, slo hubo cuerdas que chasqueaban y astillas.
Con profunda simpata, Chaleco observ la muerte del instrumento.
De repente, me siento vaco.
Esta muerte percusiva tambin tuvo un profundo efecto sobre el ejrcito. Todas las criaturas se
volvieron a mirar, algunas sealando a los avens, otras quedndose boquiabiertas al ver la piedra
medio hundida y el montn de teclas de marfil. Ninguna poda distinguir a las sombras que se
retorcan bajo los hombres pjaro, ninguna excepto Akroma.
Con un silbido, la mujer hizo que ese gran leviatn de guerra se detuviera. El trueno producido por
cuarenta mil pies se silenci de repente. Las tropas estaban atentas, y la comitiva personal de hombres
de masilla parecan estatuas alrededor de ella. En medio, la bestia-ngel se gir y observ cmo los
tres no hombres errantes descendan del cielo.
Dejadme hablar a m dijo Umbra.
Los otros dos estaban demasiado aterrorizados para articular palabra.
Con unos ltimos aleteos, los avens tomaron tierra delante de Akroma y dejaron caer a sus
prisioneros. Los tres trataron de echarse a un lado, pero el ngel era demasiado rpido.
Las manos de la mujer se movieron como un rayo y agarraron a las criaturas que, si antes haban
pensado que las garras de los avens eran poderosas, ahora notaban que esas manos eran tan fuertes
como piedras. Con Fajn y Chaleco en una mano y Umbra en la otra, Akroma los mir con una cruel
sonrisa en su rostro.
Por fin habis vuelto. Pareca triunfante, y los discpulos azules iban y venan sobre su frente
y sus labios.
Los encontr, seora dijo Umbra con una voz amortiguada por los dedos de ella. Estaban en
la lejana Eroshia. Puedo presentarte a Fajn y a Chaleco?
Presentarme? solt ella. Presentarme? Me traes a dos traidores y deseas
presentrmelos?
Yo me voy de aqu! murmur Chaleco, luchando por escapar.
Akroma sacudi a los dos traidores y ellos se bambolearon como agua ondeante.
Qu tenis que decir en vuestro favor?
No queremos morir! dijo Chaleco.
Queremos vivir! aadi Fajn.
Akroma gru.
Por buscar la vida, condenasteis a la muerte a vuestro creador! Por vuestra culpa languidece en
el vientre de una sierpe de la muerte, y mientras tanto, aqu estis vosotros. Libres. Volando
Pero no vivos la interrumpi Fajn. No ves lo que somos? Somos reflejos del creador.
Somos sus sombras, aspectos suyos. Si deseamos vivir, es un deseo que ha nacido primero en xidor.
Si tenemos la esperanza de obtener cuerpos, es para poder reflejar ms perfectamente su imagen.
La rabia en el rostro de Akroma desapareci y parpade. Sus ojos recorrieron las figuras, y algo
parecido al reconocimiento apareci en su mirada.
As es como los encontr se atrevi a decir Umbra, buscando vivir de verdad. Son unas
criaturas dignas de la imagen de su maestro. Hemos vivido innumerables desventuras desde entonces,
en altos salones y profundos fosos, en graneros y en dormitorios, pero ninguna nos ha concedido la
vida. Hemos cometido un error. Hemos huido de la Visin de xidor, pero ahora regresamos. La vida
slo puede ser considerada como tal a travs de l, y eso es lo que nosotros necesitamos: vida.
Akroma escuchaba. Mir una mano y luego la otra, considerando a las criaturas que de ellas
colgaban.
Deseis cuerpos para llevar una vida verdadera en lugar de esta falsa apariencia.
S asintieron a coro.
Umbra junt las manos.
Por favor, Akroma, no borres a estas tres imgenes vibrantes de xidor. Concdenos cuerpos y
os serviremos a los dos hasta el final de nuestros das.
El semblante del ngel se haba vuelto fro y severo. Volvi a silbar, haciendo una seal a los dos
hombres de masilla ms cercanos.
Venid aqu.
Grises y amorfos, los humanoides se arrastraron hasta llegar a su lado. Eran idnticos, con carne
plida y ojos fros e impersonales, y no hablaban absolutamente nada.
Vosotros serviris dijo.
De sus labios salieron dos discpulos. Las chispas azules cruzaron el vaco y golpearon a Chaleco y
Fajn. Unas diminutas motas de luz se fijaron a ellos y se extendieron lentamente como tinta sobre el
agua. Al cabo de un momento, Fajn y Chaleco tenan las cabezas azules. Un instante ms tarde, el
color azul se haba adueado de sus hombros, brazos y cuerpos, y centelle a travs de ellos hasta que
toda su figura brill.
Akroma asinti.
Queris cuerpos. Os los dar. Sujet en alto a Chaleco y a Fajn como si fueran un par de
trajes azules y los coloc sobre los hombres de masilla.
La energa se solidific con la materia.
Los dos no hombres haban desaparecido, igual que los hombres de masilla. En su lugar haba dos
xidor. Uno era alto y delgado, de frente amplia y con una mueca sarcstica en el labio. El otro era
bajo y grueso, con la frente baja y una sonrisa viva. No obstante, a diferencia de su maestro, estos
reflejos tenan dos brazos. Jadeaban y respiraban y estaban inequvocamente vivos.
Los no hombres cayeron de rodillas para dar las gracias, y Fajn solt una retahla de alabanzas.
Oh, Akroma! Gracias! Gracias por este regalo, por estos cuerpos, por la vida! Nos has hecho
tal servicio que os serviremos, a ti y a xidor, todos y cada uno de nuestros das.
S contest Akroma. S, lo haris.
Y qu hay de m? habl Umbra. No te traicion. A ellos les has concedido unos cuerpos,
pero qu pasa conmigo?
S, has sido fiel, mi hombre de sombra dijo soltndolo, y no eres mi prisionero. De la
misma manera que serviste a nuestro creador me servirs a m, una ruta de huida viviente a Locus por
si alguna vez necesitara una.
Pero yo tambin quiero un cuerpo se quej Umbra. Por qu a ellos los recompensas y a m
me castigas?
Akroma movi lentamente la cabeza, mirando a Fajn y a Chaleco.
Estos cuerpos no son una recompensa. Estir una mano hacia su espalda y sac una lanza de
acero, forjada a semejanza de su lanza de rayos. El arma tembl en su mano, impaciente por saciarse
en las espaldas de las criaturas recin creadas.
Fajn y Chaleco alzaron la vista para ver cmo esa cosa descenda sobre ellos y caa de manera
ineludible.
La lanza destell contra la figura de un hombre de sombra colgado en el aire. Umbra se haba
arrojado como una manta sobre sus amigos. Se coloc sobre ellos y los otros dos no hombres lo
atravesaron y cayeron sobre una habitacin vaca de Locus. En el momento en que sus cuerpos
despejaron el portal, Umbra se cerr para siempre.
Dos retratos de xidor rodaron uno junto al otro y se detuvieron, mirando atrs y gritando. Era
demasiado tarde.
El tercer retrato haba desaparecido para siempre.

Trenzas trotaba detrs del Primero mientras l corra como un lobo por el pasillo del coliseo.
Phage haba tomado ese camino. Estaba perdiendo mucha sangre, y l segua su rastro con ansiedad.
La haba acorralado tres veces, apualado y dejado que volviera a huir, pero sta sera la ltima. La
espada teida de rojo del hombre brillaba mientras corra. Estaba acercndose, adelantndose a
Trenzas.
Ella tena que esforzarse por seguirlo. A su mente vino la imagen de una rubia manaca saltando
como una cabra corriendo sobre las cabezas de sus enemigos montando una sierpe de la muerte
En esos momentos no haba tenido miedo
Esa mujer se haba ido. De ella no quedaba nada, slo cicatrices. Su corazn haba sido cortado en
pedazos y su sangre bombeada por el miedo.
Ja! ladr el Primero al torcer una esquina.
Phage estaba all, agachada bajo el hueco de una escalera. El suelo que haba bajo ella estaba
resbaladizo, y la mujer jadeaba como un animal atrapado.
El hombre le hizo seas con un dedo y sonri a su presa.
Sal de ah. sta ser la ltima vez. Ser rpido.
Trenzas lleg detrs de l y se detuvo. Mir a Phage, pero se vio a s misma: Se agach en su
celda y sec el charco de su devocin.
No me hagas entrar ah advirti el Primero o ser lento y doloroso.
Porqu, Virot?
No me llames as! Odio cuando me llamas as!
Por qu? Por qu tienes que matarme?
l escupi las palabras como si se le hubiera metido tierra en la boca.
Porque soy el Primero, y ser el Ultimo.
Mi seor es tan grande pens Trenzas, y sinti nuseas. Es el Primero, y ser el Ultimo. La
habitacin tena pinturas sobre las ventanas y horrores pululando en la oscuridad ms all del cristal.
Sal y acabemos con esto le dijo el hombre en tono cansado.
Phage se movi bajo las escaleras.
sa es mi chica. All vamos.
Trenzas se arrastr por el suelo resbaladizo, con reminiscencias de su pleitesa.
Phage sali. Se enderez como si pretendiera ensear las cuatro heridas que haba sufrido y abri
los brazos a los lados, esperando el golpe.
La hoja se alz, roja y preparada.
Adis, amada nia.
l es tan grande.
Trenzas vomit, no bilis, sino una criatura, un monstruo repugnante de esa retorcida oscuridad.
Haba roto las ventanas de su alma y dejado que los monstruos salieran. Uno de ellos, un troll leproso
con una enorme boca, sali a travs de sus labios. Tom forma y rugi.
El Primero se volvi hacia l, con el codo levantado para golpear.
La boca del troll se cerr alrededor de la parte superior de su cuerpo. Unos dientes parecidos a los
de un cerdo mordieron y cortaron por la mitad al hombre. La criatura tembl, aturdida por el
espantoso contacto, y escupi el torso. El Primero cay al suelo partido por la mitad.
Trenzas respir profundamente, y el monstruo volvi dentro de su boca y desapareci. Ella sonri,
con un trozo del troll atascado entre los dientes. Trenzas haba vuelto. Despus de tanto tiempo, su
mente volva a ser suya. Aunque llena de demonios, eran sus demonios.
Phage cay de rodillas.
Est muerto. El Primero de la Cbala est muerto.
S respondi Trenzas, y chasque la lengua. Podra haberme escogido a m. Yo le habra
convenido, pero sobre gustos no hay nada escrito.
Phage se inclin ms.
Trenzas, me has salvado
Nada de eso. Se acab la adoracin. Tenemos un nio que atender y una guerra que ganar.
Pasando entre las dos mitades de Virot Maglan, Trenzas se ri tontamente. Era el Primero y el
Ultimo. Ahora slo necesita una Mitad.
A pesar de sus heridas y su miedo, Phage ri.
CAPTULO 28

LA VSPERA DE LA GUERRA

a punta de la lanza de Akroma se clav en la arena y la mujer tir de ella.

L Esos idiotas!
Los hombres de masilla miraron de forma estpida hacia el lugar donde poco antes haban
estado los tres no hombres. Hasta los avens que los haban capturado estaban perplejos por la
desaparicin.
Slo Akroma comprendi. Haba vislumbrado la silueta de Umbra cuando se lanz sobre los otros
dos. Los haba salvado a costa de su propia vida. Por qu? El deber de Umbra era salvar a un dios, no
a unos despreciables y gimoteantes hombres de barro. Era absurdo.
Akroma silb.
Adelante!
Y el ejrcito, como una gran oruga, se puso en marcha.
Haba algo en ese extrao sacrificio que la preocupaba. Por mucho que quisiera olvidarse del tema
considerndolo un sin sentido, en realidad era algo muy significativo. Puede que Umbra hubiera
trascendido su creacin, convirtindose en algo ms de lo que Ixidor haba pretendido. Era algo tan
terrible trascender?
La mujer apret la mandbula y se puso en marcha. S. La trascendencia era rebelin. xidor lo
haba creado todo dentro de la perfeccin, y cualquier desviacin era una maldad. Haba creado a
Akroma para protegerlo a l y a sus tierras; para luchar, y eso era exactamente lo que estaba haciendo.
Adelante! A la escarpadura!

Una capa de arena cubra el suelo. Las piedras estaban fras, hmedas y duras.
Chaleco se sent y se acarici con ternura su golpeada nariz.
Au! Se supone que mi nariz tiene que ser tan blanda?
Fajn se frot una sien amoratada y un codo erosionado.
Estos cuerpos son ms blandos que los de las cucarachas. No son exoesqueletos. Es
desconcertante. En cuanto a tu nariz, no creo que est rota. Las narices humanas no tienen
articulaciones.
Al menos estamos vivos. Chaleco mir al lugar donde haba estado Umbra. No est. Se
sacrific por nosotros.
Es ms que eso. Todo el tiempo hemos estado tratando de descubrir qu significaba estar
realmente vivo. Pensbamos que el secreto estaba en la carne dijo Fajn, pellizcndose una pierna
. Umbra no tena carne pero conoca el secreto. Ser humano es ms que tener un cuerpo. Es tener un
alma. Sacudi la cabeza. Si hay un lugar al que las almas van despus de la muerte, Umbra est
all.
Se supone que mis ojos estn goteando? pregunt Chaleco.
Lgrimas. S. Los mos tambin.
Y ahora qu hacemos?
Fajn se encogi de hombros. Le gust el movimiento, as que volvi a encogerse de hombros.
Hemos conseguido cuerpos humanos. Ahora lo que necesitamos es encontrar almas humanas.
Chaleco mene la cabeza con desaliento.
Est bien. Nos uniremos a la guerra.
No seas idiota! La guerra es intil. Umbra se sacrific para que nosotros pudiramos vivir.
Sera una locura por nuestra parte morir sin ms.
No te imaginas lo que me alegra orte decir eso dijo Chaleco, levantndose. Entonces,
adnde?
Fajn se sacudi el polvo con la mano.
Primero saldremos de aqu. Luego, iremos a Eroshia.
Eroshia! Me encanta esa ciudad declar Chaleco. Pero cmo explicaremos el hecho de
que parecemos iguales?
Fajn extendi los brazos presuntuosamente.
Somos hermanos. Tan simple como eso.
Gracias, hermano.
No me des las gracias a m. Dselas a Umbra.
Los dos zascandiles se quedaron all de pie un momento, con las cabezas inclinadas hacia el lugar
donde su tercer hermano haba desaparecido. Al rato, se dieron la vuelta y fueron hacia la puerta.
Chaleco la abri y Fajn la traspas. Una vez en el pasillo, atravesaron el palacio vaco de Locus.
Los gemelos recin nacidos estaban listos para salir al mundo y, como todo recin nacido, iban
indiferentemente desnudos.

A pesar de sus muchas heridas, que se cerraban lentamente, Phage se arrodill en la cmara de
audiencias real del coliseo. A ambos lados esperaban las ayudantes de Kuberr, todas ellas nieras.
Frente a Phage, de pie, estaba Trenzas, que sonrea burlonamente. Empuj hacia delante una cadera
sobre la que balanceaba a un joven dios que, a pesar de ser un beb de slo unos das, ya poda
mantener erguida la cabeza. Sus labios ya no estaban arrugados y hmedos y su cuerpo ya no era dbil.
Tena unos ojos brillantes como el oro, y hablaba con ellos.
Saba que tena que morir, Madre, y me alegro de ello. T eres ms sabia dando consejos, ms
tierna en tus cuidados, ms feroz en la batalla. La tuya es una carga pesada, pero puedes soportarla.
Las Madres de los nmena se renen para la guerra, y t debes dirigir mis ejrcitos. Comenzars
la batalla por m, como cada madre comienza cada batalla por su hijo. Yo todava estoy dbil para
combatir, pero crecer rpido, un da por cada muerte. Mata a una legin, y ser un hombre. Luego
me unir a ti en la guerra y me har con el mando de nuestros ejrcitos. Toda Otaria caer ante m, y
yo gobernar.
Phage baj la cabeza.
Ser como deseas, hijo mo. Detendr la marea de Topos y matar a tantos como deba para
hacer que crezcas. Luego, el mundo ser tuyo.
Djame, pues. Tengo hambre. Envame a la primera niera; su leche es la mejor. Ellas me
cuidarn mientras ests fuera. Rene tu ejrcito de muertos vivientes, marcha a la ciudad de Averru, y
luego haz la guerra.
Phage se inclin una vez ms y se puso en pie, retirndose. Sus heridas haban dejado de sangrar y
volva a sentirse fuerte.
Trenzas frunci el entrecejo y cedi sin ceremonia alguna el beb a una niera. Luego fue tras
Phage.
Adnde vas?
Es que no lo has odo? respondi Phage.
Or qu?
Me dirijo a Santuario.
Oh, fantstico. Yo tambin ir fue la respuesta de Trenzas.
No. Se acerca una guerra y no puedo dejar a Kuberr solo. Qudate y cuida de mi hijo. Tus brazos
no lo corrompen. Mantenlo a salvo.
Est bien. Lo que t digas obedeci Trenzas, apartndose. Seguramente habr algo
divertido que hacer con un beb.
Phage sonri, con el deseo de poder dar una palmada en la espalda a su amiga.
Me alegra tenerte de vuelta.

Ceo de Piedra sali a la quietud. Sus cascos aplastaron las ltimas hojas de hierba antes de que
Krosa diera paso al desierto.
All, Kamahl. Eso es de lo que te habl.
Kamahl se estir para mirar ms all de los hombros del centauro.
Eso es Santuario?
En el borde del mundo se haba formado un enorme cncer rojo. Santuario se haba hinchado y
supurado hasta que todos sus edificios midieron treinta metros de altura. La ciudad se asentaba en la
escarpadura y lata febrilmente a causa de las criaturas rojas que brillaban como gotas de sangre.
Kamahl mir hacia atrs, a su pequeo ejrcito: elfos, hombres mantis y centauros. El brillo
carmes de la lejana ciudad cubri sus rostros como pintura de guerra.
Mirad todos. All es donde nos dirigimos dijo Kamahl. Respir, y su armadura hizo un ruido
sordo. Haba modificado el metal de manera que se ajustase a su cuerpo marchito, aunque la cota de
escamas no desviara los golpes. Su principal efecto era cosmtico, pues daba a Kamahl la apariencia
del hombre que fue una vez. Esa nica ilusin haba permitido al druida y a su general reunir un
pequeo ejrcito.
Eso no es una ciudad dijo un elfo arquero que haba cerca. Es un erizo! Ests seguro de
que es necesario ir all?
Kamahl asinti.
Por qu? pregunt cansinamente el elfo.
Porque mi hermana estar all, y los poderes que construyeron ese lugar pretenden aduearse de
todo, ya sea desierto, pantano o bosque contest Kamahl. Si no luchamos contra ellos all, ellos
lucharn contra nosotros en Krosa explic Kamahl, apartando la vista de la ciudad. Segadora de
Almas lanz una brillante sombra de luz sobre su rostro, y por un momento volvi a ser su antiguo y
belicoso yo. General, adelante.
Con un gruido, Ceo de Piedra se puso en marcha. El resto del ejrcito le sigui, preparado para
la caminata por el desierto y la batalla mundial.

Zagorka viva en un delirio. Cunto tiempo haba estado atrapada en el interior de esa
extraamente retorcida torre? Cuntas veces haba recorrido a tientas las paredes, encontrando
puertas que no le permitan huir, descubriendo escaleras que bajaban a la misma habitacin que haba
dejado? Cunto tiempo haba pasado sin agua, sed, comida o hambre? Era una prisionera del tiempo
y el espacio y, lo ms extrao de todo, del amor.
Esas paredes, esa torre, esas criaturas, la amaban.
Por qu? Toda pregunta se alzaba en el vaco para golpear la piedra y repetir una respuesta.
Fuera de su hogar, el joven Averru encontr un bloque de arenisca roja y lo atac con martillo y
cincel. Diezgolpes y apareci una fisura que se ensanch. Bloques estrechos de roca se liberaron y
cayeron al suelo. Se agach sobre ellos con el rostro decidido y seleccion las piezas vlidas del
montn. Llenndose con ellas la camisa, corri hacia un terreno de barro. Dispuso las piezas de
piedra en el barro, formando paredes. Coloc ms piedras, haciendo que las paredes giraran y
serpentearan. Averru dej las piedras y volvi corriendo a su cantera. Cogi el martillo y el cincel y
comenz a golpear.
Zagorka estaba de pie a su lado, observando.
Qu ests haciendo?
Averru se dio la vuelta, sobresaltado, y casi golpe a su madre con el martillo.
Un laberinto dijo sonriendo.
Zagorka le devolvi la sonrisa.
Un laberinto para qu? Para ratones?
Hormigas contest Averru, volviendo a llenarse la camisa-Tienen que tener un lugar para
luchar.
Asi que es eso?
El terreno de barro est a medio camino entre el nido de hormigas rojas y el de hormigas
negras. Lucharn para ver quin se queda el laberinto.
Zagorka movi la cabeza ante la inocencia del muchacho.
No creo que a ningn nido le preocupe eso.
Oh y desde luego que s dijo el muchacho. He matado un pjaro y lo he puesto en el centro
del laberinto. Lucharn para conseguirlo, para comrselo, para llevrselo a sus nidos.
Sabes mucho sobre las hormigas. Sabes cmo piensan.
Averru se encogi de hombros.
Es igual que con las personas. Una vez sabes lo que quieren, puedes conseguir que hagan lo que
sea.
La visin desapareci, como todas las dems, y dej a Zagorka en una cmara medio iluminada.
Haba empezado a comprender.
Santuario no era una ciudad sino un laberinto, un lugar construido para la guerra. Sus altsimas
torres y anchas paredes estaban diseadas para que entre ellas se llevara a cabo una batalla pica. La
ltima vez que los ejrcitos se encontraron y lucharon en ese laberinto, la mayor parte de la
escarpadura haba sido arrasada. Slo haban quedado unos pocos edificios al abrigo del acantilado.
Zagorka y sus amigos los haban encontrado, e ignorando una seal en la que se lea claramente,
Campo de Batalla de los Nmena, haban levantado all su santuario.
Los colonos del asentamiento aumentaban cada da, arrastrados por Averru. Necesitaba un cebo
para atraer a los guerreros a su laberinto, y las gentes de Santuario fueron ese cebo. Se haban
adentrado en el desierto buscando la seguridad, encontraron un agradable lugar y se quedaron, pero
Averru los mat, y ahora sus cadveres estaban atrayendo a los guerreros.
Por qu me mantienes aqu? Por qu no me matas como mataste a los otros?
El joven Averru se levant por encima de su laberinto ya terminado. Un pjaro muerto yaca sobre
un altar en el centro. El laberinto se llen de hormigas rojas y negras, con sus cuerpos brillando como
si fueran pequeas joyas. El muchacho sonri con orgullo y tom la mano de Zagorka.
Observa lo que he hecho!
La anciana sacudi la cabeza.
Pero yo no soy tu madre.
El viejo Averru yaca tumbado en una litera junto a las aguas. Estaba moribundo y su ciudad ya
haba sido destruida. Aun as, una sonrisa orgullosa se dibuj en sus labios. Sus ayudantes agitaban
abanicos de plumas sobre l, mantenindolo fresco. Averru apart los abanicos y levant la vista
hacia la cima de la escarpadura. All, los talladores trabajaban febrilmente transcribiendo las ltimas
runas de su hechizo.
Diles que trabajen ms deprisa. Deben haber terminado antes de que yo muera dijo. Un nio
mensajero corri hacia la cima. La guerra es vida murmur el anciano, y las historias de
guerra son la inmortalidad. Ley las palabras escritas en letra grande encima de ly dio su
aprobacin. Cuando vuelvan a ser ledas, yo vivir de nuevo.
Zagorka comprendi. Los glifos eran las palabras de un gran hechizo. Cuando esas palabras
cobraron vida, crearon un nuevo cuerpo para el dios la ciudad en s. sta era su cuerpo, y la guerra
su vida.
Ahora slo habra guerra tras guerra hasta que todo fuera destruido.

La maana amaneci brillante y agradable sobre la roja Averru, que era como un enorme rub.
Miles de torres altivas formaban las facetas de sus lados, y el templo abovedado era una cara perfecta.
Esa joya metropolitana arrastraba a los ejrcitos de un continente entero, que convergan para tomarla.
El ejrcito de Akroma se alz desde su campamento de las tierras baldas. Estaba descansado y
listo para la ruria del da.
Los exploradores comunicaron que las legiones de muertos vivientes de la Cbala estaban paradas,
todava a media noche de marcha. Eran criaturas de la oscuridad, y no podan soportar el sol
abrasador. Phage y sus defensores no llegaran a tiempo para hacerse con la monstruosa ciudad.
Akroma y su ejrcito eran criaturas de luz. Para ellos haba tiempo para desayunar, pulir las
armaduras, asegurar las lneas de suministros y hablar de gloria.
Akroma subi a lo alto de una roca. Detrs de ella se levantaba la extraa ciudad roja que haban
venido a capturar. Delante se extendan las legiones que haba trado para tomarla. Los contingentes
de medusas areas y de avens lanzaban sus sombras hacia ella. Todas las tropas esperaban las palabras
de su seora.
Esta guerra no es nueva, sino que comenz con la Visin de xidor. El vio la verdad y la belleza,
nicamente l en todo el mundo. xidor nos mostr la visin, a m y a sus discpulos, y nosotros os la
hemos enseado a vosotros. La Visin transforma el mundo, destruyendo las mentiras y la fealdad.
Fuisteis convertidos por una batalla interior, pero hoy comienza otra batalla exterior para
convertir al resto de Otaria. All donde haya lenguas mentirosas, nosotros las cortaremos. All donde
haya ojos que miren la fealdad, nosotros los cegaremos. Hoy tomaremos esta ciudad, y desde ella
lanzaremos una campaa para hacernos con toda Otaria con todo el mundo.
Un rugido fervoroso surgi de las legiones. Los hombres cangrejo hicieron chocar sus mandbulas
y los hombres de masilla lanzaron un grito ululante. Los elfos, humanos y enanos empezaron a entonar
un cntico.
x-i-dor x-i-dor
Por encima de los gritos, la mujer habl.
Al otro lado de la Muralla del Mundo marcha un ejrcito de maldad, refuerzos de muertos
vivientes para ayudar a Phage a hacerse con su ciudad de demonios. Sus tropas llegarn demasiado
tarde.
Se oy otro rugido, y los puos se levantaron hacia el cielo.
Akroma tambin levant la mano.
Dejad atrs vuestras tiendas, vuestras provisiones, vuestras viejas vidas. Hoy todo empieza de
nuevo. Este amanecer es el amanecer de la Visin para todo el mundo. Ahora, pueblo mo, adelante.
A los palacios de Averru!
Surgi un tercer grito, apoyado por una multitud de puos. Todo el ejrcito se adelant hacia su
seora.
Ella se volvi y levant el vuelo hacia el viento temprano. Sus alas blancas suspendieron sus patas
de acero sobre el suelo. As que all fue, sobre la colina y con sus hordas gritando detrs.

Phage se dirigi a grandes pasos hacia la cabeza de su enorme ejrcito. No haban descansado,
pero tampoco necesitaban hacerlo. Cada maana, bajo la atenta mirada de los espas de Akroma, haba
mandado a sus muertos vivientes bajo tierra. Esa maana no haba sido ninguna excepcin, pero una
vez se haban marchado los espas para llevar sus mensajes a la mujer-bestia, Phage orden avanzar a
todo su ejrcito.
Zombis, aparecidos, cadveres, necrfagos, esqueletos, todos marchaban detrs de su seora hacia
las pendientes meridionales de la Escarpadura de Coria. Dispona de ciento cincuenta mil criaturas,
que alcanzaran la ciudad a media maana y destruiran su miserable contingente de glifos. A media
tarde, gobernaran sus alturas.
Akroma llegara por el norte para encontrarse con su enemiga en el terreno elevado, y entonces
comenzara la verdadera batalla.
Phage mir hacia las alturas. Pronto, ella y su nacin de muertos estaran all. Hara la guerra para
liberar Otaria de la bruja blanca y su dios muerto, xidor.
CAPTULO 29

EL SAQUEO DE LA CIUDAD

kroma, desde lo alto, mir a sus tropas desplegadas por la ladera del valle. Los hombres

A cangrejo marchaban en la vanguardia, un muro aterrador de caparazones que avanzaban


paralelos al ro. Se agruparon ms al pasar por el vado y atravesar el gran arco de piedra que
haba predicho esa guerra. Detrs de ellos, los hombres de masilla formaban filas muy apretadas.
Cuando los hombres cangrejo se abrieran paso y entablaran combate, la gente de arcilla irrumpira
entre los defensores de Santuario, tomara su apariencia y los matara mientras luchaban. Despus, la
caballera de jaguares, centauros y jinetes aliados cargara para tomar la calle central y mantendra la
posicin. Detrs de ellos esperara la infantera, compuesta por humanos, enanos y elfos, el poder
asesino del ejrcito de Akroma. Mil sacerdotes de xidor se mezclaran entre ellos, cantando alabanzas
que llenaran el aire con gloriosas visiones. Dirigiran a los creyentes casa por casa y torre por torre,
matando a aquellos que se negaran a ver la Visin.
Se haba acabado el tiempo de la tolerancia. La verdad y la belleza ya no podan seguir siendo
negadas.
Miles de glifos esperaban en la lejana orilla, con las manos de rub extendidas hacia adelante como
anchas cuchillas. Qu saban ellos de la guerra? No podan esperar derrotar a esa marea en un espacio
abierto, y aun as, all estaban, dejando al resto de la ciudad escasamente protegida. Cmo podran
conocer la forma de combatir una guerra area, ellos, que nunca haban volado?
Akroma extendi las alas, blancas y enormes sobre la ladera una seal.
Una enorme sombra cruz delante del sol.
Las criaturas rojas alzaron la mirada y sealaron al cielo con sus mudos rostros levantados.
Desde detrs de la colina se elev una enorme medusa del tamao de una nube. Su cuerpo brillaba
con un color azul grisceo en el cielo, y sus tentculos colgaban por debajo en venenosos racimos. La
cosa no descendi hacia el valle, sino que se alz, volando hacia la ciudad. Apareci un segundo
sifonforo, ms grande que el primero, y un tercero y un cuarto. Luego diez, y veinte. Entre los
monstruos translcidos volaban en grupo las barracudas, y sobre todos ellos, llenando el aire, las
tropas de avens y glifos. All estaba la verdadera vanguardia. Tomaran las alturas sin defender de la
ciudad y barreran a las tropas de tierra.
Los glifos, confundidos, miraban el asalto areo, pero ninguno se movi para atacar.
Cargad! bram Akroma con el regocijo en sus labios, y despleg sus alas, lanzndose hacia
abajo para estar entre la vanguardia que cargaba.
Los hombres cangrejo corrieron por el vado de piedra, salpicando agua con sus patas desgarbadas.
Sus grandes pinzas chasquearon con ansia y cientos de cuerpos con caparazones atravesaron el arco de
piedra. Los glifos retrocedieron ante la furia de su avance y abrieron un amplio crculo ante los
hombres cangrejo, que stos se encargaron de llenar.
Planeando sobre el arco, Akroma baj y se coloc en medio. Esos glifos eran inteligentes,
atrayndoles a travs de un cuello de botella y desplegando sus lneas en crculo.
Formad antes de atacar!
Los hombres cangrejo formaron en filas ordenadas, con una columna en la retaguardia para
reabastecerse mientras marchaban para atacar.
Akroma levant el brazo para dar la orden, pero sta muri en su garganta.
Todos los glifos a una, sin excepcin, se haban arrodillado y all estaban, con las manos y las
caras sobre el suelo.
Puede que las tropas de la Cbala no tuvieran inconveniente en atacar a gente arrodillada, pero
Akroma no era capaz, de modo que baj la mano y los mir. Haba algo hermoso en ese gesto. Qu
poda haberles inspirado para inclinarse de esa manera? Qu, sino la Visin? Como ilusiones blancas
y azules, las glorias de xidor danzaban sobre el valle.
Aun as, Akroma no tena ninguna intencin de meterse en una trampa.
Os rends a nosotros?
Un glifo ms alto que el resto se levant. Hablaba con una voz que recordaba el borboteo de la
lava.
Nuestra ciudad es tuya. Te damos la bienvenida. No nos opondremos cuando entris y subis a
lo alto para proclamarlo.
Akroma camin entre los hombres cangrejo, golpeando el suelo con sus patas de acero.
Jurarais lealtad con tanta facilidad a Phage?
Phage no est aqu. T s.
Akroma estaba complacida por lo blandos que haban sido sus enemigos, pero con la misma
facilidad con que se haban vuelto contra Phage podran volverse tambin contra ella.
Cuntos sois?
Diez mil contest el glifo. ramos diez mil palabras y ahora somos diez mil almas.
Cogeremos a cien de vosotros, uno por cada centena, y los mantendremos como rehenes por si
rompis vuestra promesa. Los cien morirn instantneamente ante la ms mnima seal de traicin
dijo Akroma.
El glifo alto avanz.
Yo ser el primero de esos cien. Cuando estaba escrito en la pared, yo era la palabra Primus.
Reunir a otros noventa y nueve, palabras tales como Rendicin y Capitulacin, y seremos vuestros
rehenes.
Akroma asinti.
Hazte cargo de estos cien le dijo al capitn de los hombres cangrejo. Yo personalmente
dirigir el avance hacia las alturas.
Mir hacia el pinculo de Santuario y vio que sus tropas areas ya estaban bajando para asegurar el
lugar sagrado. Todo haba resultado demasiado fcil.
Akroma silb a sus tropas, y la caballera de jaguares, centauros y jinetes aliados cruz el vado
para unirse a su seora alada en medio de su ejrcito. La mujer los condujo hasta la mismsima ciudad
por un camino rural.
Al otro lado de la escarpadura, a medio da de distancia, Phage y sus escabrosos refuerzos estaran
durmiendo. Cuando cayera la noche, saldran de la cama y descubriran que su ciudad ya estaba
conquistada.
Phage corra al frente de su ejrcito, que galopaba y se arrastraba para seguirla.
No tena ninguna necesidad de reunir a sus tropas. Dispona de ciento cincuenta mil efectivos,
suficientes para aplastar tanto a los glifos como a los ejrcitos de Akroma. Sus guerreros no tenan
miedo a la muerte, y podan combatir incluso despus de ser desmembrados. Incansables y feroces,
haban avanzado a la carrera desde el amanecer.
Gran parte de sus tropas haban sido humanos o elfos en sus anteriores vidas, pero muchos ms
fueron gladiadores de todas las especies. Elefantes fantasmales marchaban entre necrfagos aven y
zombies trasgos. El esqueleto de un gigante rechinaba perezoso mientras se abra camino con sus
garras hacia las estribaciones de la Escarpadura de Coria. Un grupo de banshees serpente entre las
tropas dando aullidos. Todos en masa se lanzaron hacia la puerta meridional de la ciudad.
Las puertas estaban completamente abiertas, como si pretendieran atrapar a las tropas de
vanguardia, y un pequeo ejrcito de glifos llenaba el patio de la entrada.
Phage estall en carcajadas. Sus fuerzas podan convertir a esos defensores en un montn de
cuerpos y tomar la ciudad de todas formas. Levant un puo hacia el cielo y grit:
Por Kuberr!
Ciento cincuenta mil bocas hicieron suyo el sonido, algunas incluso sin ayuda de labios o garganta
o cerebro. Ese rugido inarticulado los condujo dentro de la ciudad.
Phage carg en primer lugar, con un par de lobos muertos vivientes trotando a cada lado. Despus
sigui el esqueleto de una serpiente gigante, con las costillas como las patas blancas de un gran
ciempis. sas eran las bestias ms rpidas, aunque Phage se haba asegurado de mantener la masa
parda de necrfagos justo detrs de ella, siguiendo las instrucciones de Kuberr.
Los muertos antiguos haban estado sumergidos en aguas tnicas durante veinte mil aos, por lo
que su piel cruja como el cuero a medida que entraban por la puerta.
Los glifos no tenan ninguna oportunidad, y tampoco lo intentaron. Sencillamente se inclinaron,
apoyando las rodillas y las frentes en el suelo.
La mujer se detuvo, asombrada, pero la marea de muertos vivientes que tena detrs era imparable.
stos atravesaron corriendo las puertas y pasaron por encima del ejrcito postrado. La carne podrida
golpe cuerpos de cristal, y dedos huesudos los araaron. Bocas ptridas roan manos y brazos y
cabezas en vano.
Siempre que la carne gris tocaba la roja, los colores de la muerte desaparecan y regresaban los
colores de la vida. Cuando una extremidad gangrenosa entraba en contacto con un glifo, la salud y la
entereza volvan a ella. Los ojos comidos por pequeos peces salan otra vez, nuevos. A las
mandbulas les crecan encas alrededor de los dientes, y labios alrededor de las encas. Los
necrfagos estaban volviendo a la vida. Hasta sus uniformes se recomponan a partir de las mseras
hebras que quedaban, de los eslabones de cota de malla incrustados en viejas heridas. Los tabardos se
renovaban, prpuras y negros con la insignia de una mano codiciosa. Las charreteras se formaban con
un negro brazalete debajo. All estaba la brigada asesina de Kuberr.
Los cerebros llenaron los crneos vacos, y los pensamientos, los cerebros vacos. Uno a uno, los
asesinos pasaron por encima de las espaldas agachadas de los glifos slo para seguir trepando. Los
monstruos se transformaron en oleadas visibles, cien cada segundo, una legin cada minuto.
Phage slo pudo apartarse y observar. All estaba la voluntad de Kuberr innegablemente
manifestada. Su hijo era realmente un dios.
A sus espaldas se escuch una voz estruendosa.
Te damos la bienvenida, Madre. Se volvi para ver cmo un glifo se acercaba con las manos
afiladas extendidas. T no eres nuestra madre, pero s la de nuestro hermano Kuberr. stos son
nuestros sobrinos y sobrinas, y son bienvenidos.
No hemos venido para que se nos d la bienvenida, sino para hacer la guerra fue la respuesta
de Phage. Kuberr crece con cada muerte, as que hemos venido a matar.
Que as sea pues dijo sencillamente la criatura. Tu enemiga ha tomado la puerta
septentrional y ahora se dirige hacia el elevado lugar sagrado. Coge a estos asesinos, ve a su
encuentro y que estalle la guerra!
La mujer mir hacia las enormes torres rojas que se elevaban sobre ella, dobladas como si
aguantaran el peso del cielo. Ni siquiera era capaz de ver lo alto de la escarpadura, pero todo lo que
tena que hacer era trepar.
Formad! grit, trazando un gran crculo con su brazo. Se puso en marcha, y doscientos
asesinos formaron filas tras ella, siguiendo su paso.
El camino que tenan delante estaba lleno de glifos colocados a los lados. La mayora estaban
arrodillados, pero otros miraban con avidez desde las ventanas de sus torres infinitas. De sus bocas
salan gemidos borboteantes de excitacin, y algunos hacan ruido con los pies a la vez que pasaba el
ejrcito. Era como si desfilara un pasacalles festivo. Los glifos saludaron la guerra que se avecinaba.
Phage los ignor. Haca esto por su hijo, por su seor. Durante veinte mil aos, esa batalla haba
permanecido inacabada. Hoy se reanudara, y pronto terminara.
Por Kuberr! grit, y su voz retumb entre los caones de rub.

Por xidor! grit Akroma. Las torres rojas que haba alrededor repitieron su llamada. Los
glifos la hicieron suya, pero sus voces confusas parecan aclamar a un nombre distinto.
Delante, las criaturas colocaban collares de cristal a las tropas que marchaban. Siempre que un
guerrero reciba uno, se enderezaba ms y marchaba con mayor determinacin. Un glifo ofreci a
Akroma una cadena de cristal, y ella la tom en su mano. La piedra central estaba increblemente
caliente, y la magia se mova en su interior. Delante, otro glifo ofreca ms collares.
Akroma se dirigi a l.
Para qu son?
Destino y fortuna, fortuna y destino respondi la criatura carmes. Debes tener ambas para
estar completa.
Akroma pas revista. Casi todas sus tropas, elfos, humanos, enanos, avens u otros, llevaban los
cristales. Hasta el ltimo de ellos pareca ms poderoso, ms dispuesto para la guerra. El ngel se
colg cautelosamente la cadena en el cuello y sinti un arrebato de poder. Algo la haba posedo,
alguien cuyo brazo se haba extendido a travs de veinte mil aos para tocarla. La presencia era como
Akroma, un ngel que haba yacido con una bestia y dado a luz a un numen: Lowallyn, seor de las
aguas.
Haba nacido de lo ms alto y lo ms bajo, de lo peor y de lo mejor. En l estaba la semilla de la
belleza, ya que cre arroyos en la espesura, lugares exuberantes fuera de la desolacin y un dominio
majestuoso de la ignominiosa derrota. En l tambin estaba la semilla de la verdad, y era lo contrario
de la belleza. La verdadera fea y la belleza era una mentira. El mundo como debera ser no era el
mundo tal como era. La mayora de la gente abandonaba la fea verdad para vivir la hermosura de la
mentira, o abandonaba sta para vivir aqulla. Lowallyn no las abandon, sino que las guard en su
mente. Y all yace su locura.
Contrarios terribles y formidables, lo haban convertido en lo que era, el ngel y la bestia, la
belleza y la verdad. Lo haban desatendido, y, desde el principio, su madre ngel slo pudo observar
su final.
Con un pie en el aire, todava marchando, Akroma sali de su ensueo. Ahora era mucho ms alta.
Cunto tiempo haba caminado en ese estado sooliento? El collar de cristal era el responsable.
Estir la mano para arrancrselo, pero haba desaparecido. En todos los que la rodeaban, los abalorios
de cristal haban desaparecido, como si se hubieran fundido con la carne de sus portadores.
La furia la invadi. Ahora era ms fuerte, poseedora de algn nuevo poder o poseda por l.
Luchaba por su hijo. Luchaba por Lowallyn, seor de las aguas, que volvera a nacer cuando xidor
se alzara de la muerte.
Por Lowallyn! grit, pensando en l dentro del estmago de la sierpe de la muerte. Por
Lowallyn!
Por Lowallyn! gritaron los glifos.
Extrao, muy extrao!, ser de repente tan fuerte y sabia como si hubiera vivido durante veinte mil
aos pero slo ahora lo recordara. Haba vivido todo ese tiempo, y no. Qu pensamiento era verdad y
cul hermoso?
Las patas de acero la llevaron a la cumbre de la ciudad. Las torres rojas se curvaban alrededor,
pero en ese calvero de piedra slo se levantaba la cpula del templo.
All lo haba dado a luz y lo llam Lowallyn, y ese mismo da ellas haban dado a luz a otros dos,
nacidos a la vez, unidos en consagracin, destinados a gobernar.
Akroma caminaba por la cumbre y sus pies araaban la arenisca. Su ejrcito la segua como un
manto gigante y, cuando se despleg, envolvi la mitad septentrional de la montaa. Ansiosa por
alcanzar el templo, la mujer corri, sac sus alas y se elev por el aire. La cpula se extenda debajo, y
ella descendi de los sedosos cielos para posarse en lo alto. Saba que la belleza y la verdad eran
irreconciliables, y por eso esperaba toda la fealdad que encontr.
Phage estaba all. Tena las manos en la cintura y una sonrisa torcida en los labios. No llevaba
ninguna arma visible excepto su propia carne, dentro de sedas de combate. Un cors negro rodeaba su
estmago y pareca preparada para matar. A sus espaldas, un ejrcito de asesinos ancestrales y
monstruos muertos vivientes se extenda a lo largo de todo el lado meridional de la cima de la
montaa.
Las puntas de acero rechinaron en la cpula cuando el ngel ech a correr. Era un momento de
indecisin, pues ya haba hecho todo esto antes, pero eso significaba que deba hacerlo de la misma
manera o hacer lo contrario?
Vil e innoble, grotesca y horrible, Phage era verdad.
Noble y regia, elegante y magnfica, Akroma era falsa.
La fea verdad se enfrentaba a la hermosa mentira.
Akroma estir la mano hacia su hombro, agarr la lanza de acero y la arroj.
La puntiaguda saeta vol por encima de Phage, que se haba tirado contra el suelo de piedra, y
rebot sobre la cpula para empalar a uno de los asesinos.
Phage agarr las patas delanteras de metal de Akroma, tir hacia arriba y envolvi la cintura de la
bestia-ngel con sus brazos. La abrasadora corrupcin se extendi bajo su toque, derritiendo el pelaje
del jaguar.
Juntando las manos con fuerza, el ngel golpe a la mujer en la cara y la lanz patinando por la
cpula del templo.
Por Lowallyn! rugi Akroma, levantndose y yendo tras su enemiga.
Por Lowallyn! grit el ejrcito de Topos mientras apareca por una gran curva al oeste de la
cpula.
Por Kuberr! replic Phage.
Por Kuberr! gritaron sus tropas, y se dirigieron hacia el este rodeando la cpula.
Mientras sus lderes luchaban, los dos ejrcitos describieron una curva, uno detrs del otro, como
en una lucha de serpientes.
Akroma se alz sobre sus alas y, con las puntas de acero bajo ella, se lanz contra Phage.
sta, a su vez, se tir bajo la mujer alada y rod, pero no fue lo bastante rpida. Una pata de acero
le apual el muslo, y el dolor estall. Phage se dio la vuelta, agarr la cola de jaguar de Akroma y la
mordi. El apndice se parti en su boca como una serpiente retorcida, y se lo lanz a sus tropas.
Dando alaridos, Akroma se volvi.
Phage eludi la pata empaladora. Se coloc detrs del ngel y trep a su espalda para agarrar las
articulaciones de sus alas, haciendo que la descomposicin corriera por ellas.
Primero la cola, luego las alas, despus los ojos, y por fin, la Visin sise.
Akroma se estremeci de rabia, pero no poda quitarse de encima a su nmesis.
Phage disfrutaba del momento. Haba esperado veinte mil aos para esto.
CAPTULO 30

GUERRA

eo de Piedra se sumergi en el ro Hondagua, y el agua le lleg a los hombros. En la grupa iba

C sentado Kamahl, sujetndose a su melena, y los elfos y Nantuko que iban detrs se agarraban a
l como si les fuese la vida en ello. Los otros centauros nadaban a su lado, dejando rastros de
espuma blanca en el profundo torrente. Habra sido menos peligroso cruzar por el vado, pero las tropas
de Topos ya controlaban la puerta principal. Como tena por costumbre, Ceo de Piedra haba
encontrado su propio camino.
l y los otros centauros nadaron hasta el banco de rocas, y por all se abrieron paso fuera del agua.
La mayor parte del escuadrn baj deslizndose por uno de sus costados, aunque Kamahl continu
sentado.
Puedes llegar a esas estribaciones, general?
S. Hizo una seal a los otros centauros. Y ellos tambin. Dentro de una hora estaremos en
la ciudad propiamente dicha.
O impropiamente dicha seal Kamahl misteriosamente, mirando hacia adelante.
Cada edificio haba crecido como un tallo, y la ciudad entera pareca una gran alcachofa roja. Las
calles inferiores llevaban mucho tiempo abandonadas, aunque a medida que se ascenda, Santuario se
converta en un hervidero. Glifos rojos y sacerdotes con tnicas azules, guerreros vestidos de acero y
criaturas peludas sera un gran combate, una carnicera.
Kamahl no haba venido a combatir, sino a detener la lucha. Segadora de Almas se encargara de
ello.
Llvanos arriba, general.
Ceo de Piedra salt, subiendo por la ladera llena de rocas. Detrs de l, un contingente de elfos de
Kxosa sacuda el agua de sus arcos largos y corra para seguir el ritmo.
A quin se supone que hemos de disparar? pregunt uno de ellos.
Slo a aquellos que nos ataquen respondi Kamahl. No podemos combatir contra toda esta
gente. Debemos dirigirnos a la parte alta de la batalla, por el centro.
Qu hay en el centro?
No qu, sino quin contest Kamahl. Phage y Akroma estn all. Si ellas mueren, la guerra
terminar, y yo me asegurar de que as sea.
El elfo se limit a sacudir la cabeza.
Ceo de Piedra gru por la insolencia de la criatura.
Qu pasa?
Slo que vosotros, como razas jvenes que sois, nunca habis combatido en una guerra como
sta.
Una guerra como cul? Hay poca diferencia entre la guerra de guerrillas que se lleva a cabo en
el bosque y la de la ciudad explic Ceo de Piedra.
No se trata de una guerra de guerrillas puntualiz el elfo manteniendo tensa la cuerda de su
arco mientras escalaba hacia las calles de la ciudad. Nunca habis luchado en una guerra de dioses.
Kamahl sacudi la cabeza.
Esperemos que ests equivocado.

Akroma rugi, esforzndose por deshacerse del parsito pegado a su espalda.


Phage luchaba por sujetarse a las alas del ngel, pero la piel bajo sus manos se deshaca y
resbalaba. Sali lanzada por encima de la cabeza de su enemiga y golpe contra la gran cpula.
Escabullndose como un cangrejo, trat de escapar.
Akroma atac. Sus puntas de acero araaron la piedra caliza. Una de sus patas delanteras le abri
la pantorrilla a Phage y la otra le atraves el muslo. Estaba inmovilizada, y Akroma se abalanz sobre
ella.
Algo sumamente satisfactorio se adverta en esa lucha. Haba desaparecido toda ambigedad. Se
trataba del bien contra el mal, y nadie tena dudas de qu fuerzas representaban la vida y cules la
muerte.
El impuro monstruo de la muerte yaca debajo de ella, listo para morir.
Akroma golpe con su pata trasera la otra pantorrilla de su enemiga y le provoc una nueva herida
en el costado. Phage se retorci de agona y Akroma la mir con avidez. Esto podra haber parecido
cruel, de no ser porque Phage estaba cruelmente encarnada.
Puedo hacerte lo que quiera dijo Akroma. Yo soy buena y t eres malvada. Est mal
torturar al Tormento? Est mal matar la Muerte?
Siseando, Phage ara su propio costado, corneado por la pata de acero, y bajo las uas qued la
piel que ella misma rasgara.
T eres igual que yo, Akroma, pero no te das cuenta de tu maldad.
Akroma abri los ojos de par en par.
T eres una plaga, y yo soy la cura!
Phage levant la mano a pesar de que no podra alcanzar a la mujer, pero tampoco necesitaba
hacerlo. Lanz la piel que guardaba bajo las uas a la cara del ngel. Los restos todava vivientes le
alcanzaron los ojos y la boca y se le metieron en la nariz, comenzando la descomposicin.
Akroma se ech atrs, estremecida, escupiendo para quitarse la piel de la lengua, luchando por
sacrsela de los ojos y la nariz. Nunca antes haba golpeado el contacto mortal de Phage esa carne
tierna. Las lgrimas llenaron sus ojos, y dos puntos negros flotaron en su visin. Escupi la piel, pero
senta la lengua entumecida y con un sabor repugnante. Parte de su tabique nasal estaba destrozado.
Phage huy, dejando lneas cenicientas a su paso. Ni siquiera sangraba como los dems, pues el
lquido se descompona tan pronto como tocaba su piel. Sus heridas eran profundas y verdaderas:
cuatro en las piernas y una en el costado. Caminaba espsticamente y respiraba con gran dificultad.
Aun as, con cada paso que daba, se senta ms fuerte. Pronto volvera a estar entera y regresara para
matar al ngel.
Akroma no iba a esperar. March a grandes zancadas por la cpula de piedra caliza persiguiendo a
su presa. Su propia magia, tan poderosa, trabajaba para curar las heridas de sus ojos y la parte muerta
de su lengua. Todo esto le proporcionaba un incentivo mayor para la matanza.

Ceo de Piedra alz la mirada hacia la calle empinada para ver all a una masa de glifos de pie,
hombro con hombro.
Aqu est nuestro comit de bienvenida.
No explic Kamahl, todava cabalgando sobre l. Estn mirando a la colina, dndonos la
espalda.
Ms all ruga la verdadera batalla. Humanos, elfos y enanos luchaban junto a hombres cangrejo,
hombres de masilla y sacerdotes. Todos llenaban la calle: garrotes y puos volando y cuerpos
cayendo. Los glifos estaban de pie, como espectadores que observaban un partido.
Cmo pasaremos? pregunt Ceo de Piedra.
T vadeaste el Hondagua. Haremos lo mismo con esto respondi Kamahl. Hizo un gesto a las
tropas que rodeaban a Ceo de Piedra. Arriba.
Ceo de Piedra rode con su enorme mano al elfo ms cercano y lo levant hasta su posicin.
Todos vosotros, aqu arriba los que no puedan abrirse paso entre esas criaturas.
Un hombre mantis subi tranquilamente a su peluda grupa y se agarr a su manto de pelo. Otros
dos lo siguieron, y todos los elfos se encogieron de hombros con resignacin. Los otros centauros se
colocaron al lado del general.
No ser fcil les previno Kamahl, todava sentado sobre las anchas espaldas de Ceo de
Piedra. Son fuertes, y una vez echemos abajo a la retaguardia, puede que nos ataquen.
Los centauros tenan una expresin lgubre, pero todos asintieron.
Cuando el ltimo elfo subi y se sujet al abrigo del lomo del centauro gigante, Ceo de Piedra dio
las instrucciones:
Cargaremos a la de tres. Una dos tres!
Los centauros saltaron a la vez, pero Ceo de Piedra salt tres veces ms lejos que los otros,
acercndose antes a la lnea carmes.
Atacados por las bestias con pezuas, los glifos comenzaron a girarse. Parecan resistirse a apartar
los ojos de la lucha, y slo se dieron la vuelta lentamente para ver su perdicin.
Ceo de Piedra salt. Sus enormes cascos llegaron a la retaguardia de las criaturas, que cayeron y
se rompieron en innumerables rubes. El centauro pas sobre ellos, golpeando con su pecho a tres
criaturas ms y lanzndolas a un lado. Slo tard un momento en llegar a la parte alta de la colina,
mientras los otros centauros saltaban sobre los montones vidriosos.
Los fragmentos empezaban a juntarse de nuevo, y los glifos pronto volveran a estar enteros.
El centauro gigante sigui cargando, seguido por sus parientes ms pequeos. Los ltimos glifos
cayeron destrozados bajo sus cascos, y el general salt a la batalla. Disminuy el paso a medio galope,
dejando que los guerreros de la plaza que haba ms all vieran el grueso de su ejrcito y les dejaran
paso.
Seguimos sin atacar? pregunt un elfo a Kamahl.
Esperad hasta que alguien agite una espada contra nosotros. No ataquis hasta que nos ataquen
respondi el hombre.
Adnde nos dirigimos?
Kamahl seal hacia la gran cpula que se levantaba delante, donde luchaban dos mujeres: un
ngel y un diablo.
All.

Phage caminaba con ms dificultad de la que tena y tropezaba como si sus heridas fueran ms
graves de lo que eran. Se trataba de un viejo truco de los depredadores parecer presas, y estaba
funcionando como un amuleto.
Akroma se aproxim con las alas extendidas. Detrs de ella, decenas de miles de criaturas llenaban
la plaza. Sus rostros brillaban un momento mientras luchaban antes de oscurecerse debido a la muerte.
Las hojas se levantaban y caan, provocando arroyos de sangre a su paso. Los sacerdotes entonaban
cnticos para enviar hermosas visiones azules que se arremolinaban por encima de la batalla.
No haba nada hermoso en la guerra. Ni siquiera la Phage del coliseo, que haba dispuesto
combates en los que moran cientos, poda soportar las muertes de tantos miles. Era sencillamente una
manifestacin en masa de la batalla entre esas dos mujeres.
Phage se gir sobre un costado, preparando su ataque.
El bien y el mal no existen, slo la supervivencia. Al final, eres tan asesina como lo soy yo.
Las patas puntiagudas de Akroma temblaron, y sus msculos se contrajeron para saltar.
Te matar dijo mientras saltaba hacia Phage con las puntas levantadas.
Phage la haba invitado a atacar, y ella tambin se lanz para encontrarse con Akroma. Pecho
contra pecho, ngel contra demonio, las dos mujeres se juntaron. Phage rode con sus brazos el cuello
de Akroma y con sus piernas la cintura de la mujer. Todo excepto la seda y el acero empezaron a
descomponerse, y de los lugares donde la carne tocaba la carne sala un humo blanco.
Akroma aporre la espalda y la cabeza de su enemiga, pero cada golpe afectaba a sus puos como
si estuvieran hechos de cera caliente. Trataba de quitarse a la mujer de encima, pero la corrupcin
derreta sus dedos. Ni siquiera dejndose caer consigui despegarse de ella.
Phage se agarraba como un nio a su madre y susurraba con desesperacin.
Somos contrarias, pero tambin iguales luz cegadora y oscuridad cegadora
Humeando, la bestia-ngel se impuls hacia arriba y se puso en pie. Salt al aire y extendi las
alas, elevando a su agresora hacia el cielo. Se alz por encima de la cpula del templo a dos veces
su altura, luego a tres. Despus se zambull con las alas plegadas.
Phage intent escapar, pero Akroma la sujetaba. Pecho contra pecho, cayeron desde el cielo.
No somos iguales mascull Akroma, porque yo ganar.
Lleg el golpe. Los ojos de Phage se pusieron rojos y la sangre brot de su nariz. Senta todo el
cuerpo entumecido, no poda mover los brazos ni las piernas y era incapaz de respirar.
Akroma se alejaba tambalendose, con el perfil descompuesto de Phage corroyndola de cintura
para arriba. En algunas partes el msculo se vea a simple vista, y en otras incluso los rganos. La
bestia-ngel cerr con fuerza los ojos y apret los dientes, convocando la magia curativa.
Phage estaba tumbada y esperaba que su propia hechicera oscura la curara. La ltima vez que
haba estado tan herida fue en la mesa de operaciones, sufriendo para traer aJ mundo a un dios.
Las Madres de los nmena se renen para la guerra, y t debes dirigir mis ejrcitos. Comenzars
la batalla por m, como cada madre comienza cada batalla por su hijo. Yo todava estoy dbil para
combatir, pero crecer rpido, un da por cada muerte. Mata a una legin, y ser un hombre. Luego
me unir a ti en la guerra y me har con el mando de nuestros ejrcitos. Toda Otaria caer ante m, y
yo gobernar.
Cuntos hemos matado, hijo mo? se pregunt. Cunto has crecido?
La sensibilidad volvi a sus pies y a sus manos. Los movi con cuidado, sin dejar de mirar a su
enemiga. Poda respirar de nuevo, y lo que se haba roto en su espalda, fuera lo que fuese, se haba
soldado. Se puso en pie.
Akroma se volvi frunciendo el entrecejo. Donde una vez la haba cubierto la descomposicin,
ahora apareca una gran cicatriz. No se vean ni rganos ni tendones, aunque su piel estaba correosa y
arrugada. La bestia-ngel avanz.
Cuntas veces debemos morir, hijo mo?

El pequeo Kuberr estaba llorando.


Trenzas no saba nada de nios. Poda dormir incluso entre los alaridos de los condenados, pero el
llanto de un beb era una tortura. Haba tratado de pasearlo, alimentarlo, entretenerlo incluso haba
comprobado si tena los paales sucios. A pesar de todo, el llanto continuaba.
Qu te ocurre?
El beb estaba tumbado, fuertemente envuelto, sobre el trono del Primero.
Mis piernas! Mis piernas! gritaba. Se supona que no hablaba. Se supona que era un nio.
Mis piernas!
Qu pasa con ellas? le pregunt Trenzas.
Desenvulvemelas!
Parpadeando, Trenzas se agach y retir el pico del paal del ajustado pliegue donde lo haba
metido. Se oy un ruido, como si el tejido se hubiera tensado tanto como la cuerda de un arco. Los
bordes de la ropa se desprendieron y salieron unas piernas largas y fuertes, como las de un nio de tres
aos, y un cuerpo acorde a esa edad. Las marcas de la tela cubran la piel all donde los paales le
haban cortado la circulacin. El nio estir los brazos y las piernas y se dej caer del trono, con las
extremidades temblando.
Has crecido!
Kuberr le sonri con sus ojos dorados.
No soy un beb. Soy un nio grande. Como si intentara demostrarlo, junt las piernas por
delante y se levant. Ya meda la mitad que Trenzas. Ms y ms grande! Ms y ms grande!

Zagorka se apoy en el alfizar y mir hacia abajo, a la terrible batalla. Su torre se curvaba
directamente por encima del templo abovedado donde Phage y Akroma luchaban. El ejrcito de Topos
llenaba la mitad de la ciudad y el de la Cbala la otra mitad, pero stos no eran ejrcitos modernos.
Esos guerreros haban combatido antes, haca veinte mil aos, y esas mujeres tambin, y sus hijos.
Ella vio a su hijo.
El rey Averru se sentaba en un trono desde el que alcanzaba a ver ms de mil quinientos
kilmetros. A un lado, donde las montaas caan en el mar del interior, poda ver el reino de su
hermano, el rey Lowallyn. Al otro lado, donde las montaas caan a las inmensas marismas,
gobernaba el rey Kuberr. Eran los nmena. Haban sido simples hechiceros, pero gracias a una gran
magia se convirtieron en reyes, y gracias a una gran realeza, se convirtieron en dioses. Dirigan las
tres grandes dinastas que gobernaban Otaria y todo el mundo. En realidad, ellos lo llamaban
Dominara, pues el mundo era su dominio.
El rey Averru levant la mano y observ el anillo de rub que llevaba en el dedo. Era una escama
del gran primigenio Rhammidarigaaz. El anillo no tena un verdadero poder, pero le recordaba
aAverru los orgenes del suyo.
Cuando era un simple hechicero al servicio del rey Themeus, Averru combati e hizo prisionero al
antiguo dragn Rhammidarigaaz. El rey Themeus obtuvo todas las tierras del primigenio, mientras
que Averru consegua toda la sabidura de sus hechizos. El rey envi al resto de sus hechiceros a
perseguir a los otros cuatro dioses dragones, y as Lowallyn haba obtenido el poder de la magia del
agua y Kuberr el poder de la magia de la muerte. Averru senta celos de su poder y no deseaba que los
otros hechiceros se convirtieran en nmena. Dos hermanos en la magia eran suficientes, y los tres
nmena hicieron causa comn. Cuando los dos ltimos primigenios fueron capturados, los nmena
estaban esperando, y atacaron y mataron a los otros hechiceros. Despus, se volvieron contra su rey.
Themeus, que esclavizaba a los dragones y liberaba a la humanidad, fue asimismo asesinado.
El anillo de rub permaneca prstino, pero la mano de Averru estaba envejecida y debilitada. Ni
siquiera la hechicera poda avivar los fuegos de la vida eternamente. Haba trabajado en un gran
hechizo que le permitira encarnarse en un nuevo cuerpo inmortal, pero, para que funcionase,
necesitaba una guerra.
Levantndose de su trono, se dirigi con resolucin a los ventanales de cristal y mir hacia abajo.
A su alrededor se extenda su gloriosa ciudad. Las torres rojas se alzaban trescientos metros desde
las estribaciones hasta las alturas de la montaa. Su magia haba dado forma a esta gloriosa
metrpolis: era perfecta, un laberinto construido para la guerra.
Record un laberinto de roca y barro, record los ojos de su madre. Llevaba muerta mil aos.
Haba sido su madre biolgica, pero su madre espiritual era la Magia. Ella le haba dado a luz una y
otra vez.
Averru traera aqu a sus hermanos. Los incitara a participar en una guerra a la que ninguno de
ellos sobrevivira. Con el tiempo, sin embargo, ellos volveran, nacidos de su Madre Magia. Averru se
levantara de las rocas y la guerra, Lowallyn de las aguas y el arte, y Kuberr de los pantanos y la
codicia. Se alzaran de nuevo para gobernar el mundo.
Zagorka se recost en el alfizar, comprendiendo por fin.
Ella le haba dado forma fsica a Averru devolviendo la vida a su ciudad. Phage le haba dado
forma fsica a Kuberr concibiendo y dando a luz un hijo. Akxoma haba dado forma fsica a Lowallyn
poseyendo el cuerpo de xidor. Esas tres mujeres eran las madres biolgicas de los nmena. Su madre
espiritual, sin embargo, era la propia Magia. La Magia haba lanzado un hechizo, esa guerra, para traer
de nuevo a la vida a sus tres hijos.
Los tiranos de la antigedad se repartiran el mundo.
Zagorka tena que detenerlos, pero cmo? Haba intentado huir de todas las formas posibles, y
todas se haban frustrado. Slo haba una escapatoria posible Se subi al alfizar, se inclin hacia
adelante y salt al vaco.
La ventana se cerr de golpe detrs de ella, demasiado tarde.
La mujer se zambull entre las altsimas torres, por encima de la plaza atestada de asesinos, hacia
la gran cpula donde Phage y Akroma luchaban. De todas formas, ya haba vivido demasiado, casi un
siglo en esa vida y veinte siglos antes. Era el momento de morir, y con la muerte terminara este
terror.
Zagorka caa con los ojos completamente abiertos, caa derecha hacia las madres de los tiranos.

Ceo de Piedra cruz con determinacin la reyerta, con Kamahl y un contingente de guerreros
aglomerndose a su espalda. El centauro gigante pareca un galen surcando un mar de ejrcitos.
Nadie le atac, pues slo su tamao los haca salir disparados. De parte de quin estara? Si Ceo de
Piedra matara a alguien, sabran de qu lado estaba, pero por ahora slo se abra paso a travs de la
guerra.
Kamahl estaba sentado erguido, con los ojos fijos en la cpula que tenan delante y su hacha
preparada en sus poderosas manos.
Ceo de Piedra pas del trote al medio galope, y los centauros que lo seguan tuvieron que galopar
para mantener el ritmo. Una avenida se abri hasta la cpula de piedra, en el centro de la plaza. La
pendiente era lo bastante empinada para que ninguna criatura pequea pudiera trepar fcilmente, y ni
siquiera Ceo de Piedra pudo alcanzar la cumbre sin saltar a galope tendido.
Centauros, quedaos abajo grit Kamahl desde su lomo. Los dems, esperad.
Ceo de Piedra galopaba. Los cascos chocaban contra las piedras cubiertas de muertos. La plaza se
agit con su carga, y desde los ejrcitos salieron disparadas algunas flechas que pasaron formando un
arco sobre su larga melena sin llegar a hacerle dao. Se lanz al aire.
El centauro gigante volaba, tan enorme e ingrvido como una ballena al saltar. Se elev por
encima de la curva empinada de la cpula y aterriz con los cascos sobre la pendiente.
Abajo! grit Kamahl.
A los elfos y los mantis no les qued otra alternativa que obedecer, ya que el mismo impacto les
oblig. Cayeron en la cpula, se levantaron y rodearon corriendo el permetro del templo.
Kamahl, sin embargo, se sujet y clav los talones en los costados de su montura. Ceo de Piedra
se adelant. Justo delante de l, en el pinculo plano de la cpula, se encontraban Phage y Akroma,
que luchaban como fuerzas primordiales, ajenas a su presencia.
Alto! orden Kamahl, y Ceo de Piedra derrap al detenerse.
Kamahl salt para bajarse de lomos del centauro y aterriz justo detrs de la reyerta. Segadora de
Almas se alz y sus gemas brillaron bajo el cielo. El hombre balance su hacha sin llegar a levantar el
brazo por encima del hombro y grit.
Perdname, hermana!
La hoja negra silb al golpear en la espalda de Phage, cort msculo y hueso, pulmn y corazn, y
surgi a travs de su pecho. Su vida se apag en un instante, como si fuera vapor. El hacha no se haba
detenido ni un pice, al contrario: ahora casi pareca ir ms rpida, como si estuviera empujada por el
alma que acababa de beberse. Despus golpe el pecho de Akroma, le destroz los rganos vitales, le
rompi la columna y sali exactamente entre las alas con ms fuerza todava. En ese momento golpe
un tercer cuerpo y lo parti por la mitad.
Un tercer cuerpo!
El hacha se solt de la mano de Kamahl y empez a girar alrededor de s misma. Las tres almas
haban formado un vrtice que levant la hoja por encima de la cpula.
El hombre cay a un lado de la cpula y el centauro trastabill hacia el lado contrario.
Los cuerpos de las tres mujeres, Akroma, Phage y Zagorka, vertieron sus almas en un brillante
cicln ascendente. Los ltimos y dbiles coletazos de sus espritus se arremolinaron en el hacha.
En la hoja se abri una grieta tan brillante como un relmpago. El hacha tembl con un sonido
como el del trueno. De repente, la cabeza explot y el poder en ella contenido surgi como el
nacimiento de una estrella.
Kamahl cerr los ojos y se tap la cara con las manos. La luz segua siendo cegadora a travs
incluso de los prpados, el msculo y el hueso. Un fuerte viento lo golpe, como el martillo de un
dios, y lo lanz fuera del templo, ms all de Averru. Puede que muriese en el aterrizaje. Eso era todo
lo que saba, pero era suficiente. Haba hecho lo que tena que hacer, y ahora haba llegado el
momento de morir.
Mientras volaba, Kamahl slo poda pensar en una cosa.
Perdname, Jeska.

Ceo de Piedra tambin fue sacudido por la descarga. Un fuerte sonido le rompi los tmpanos.
Sinti la explosin en el esternn y en el crneo, y sali lanzado por encima del campo de batalla.
Abri los ojos. La onda expansiva lo barri a l y al resto de los ejrcitos. El aire agit los cuerpos.
Todos ellos estaban suspendidos en esa tormenta de luz y sonido: los ejrcitos de Topos y la Cbala,
los glifos y las criaturas de Krosa. Los sacerdotes de xidor cayeron entre sus hermosas visiones. La
onda los llev hasta los bordes de la meseta y los arroj contra los edificios.
Algunos destrozaron las ventanas. Otros golpearon las torres y cayeron al suelo.
Ceo de Piedra impact contra una pared y la derrumb, cayendo con gran estrpito en la sala que
haba detrs de ella. Choc contra una pared interior y aterriz por fin. Se qued all. La torre podra
caer sobre l, pero no le importaba. Como mnimo tena una pata rota y haba perdido los dos odos.
Era un pequeo precio. Hasta la vida era un precio bajo que pagar para detener una guerra.
CAPTULO 31

MADRE MAGIA

u crees que habr en esta agua? pregunt Chaleco mientras nadaba a estilo perro para

Q cruzar el lago gris.


Nada malo contest Fajn. Escupi agua entre los dientes y mir hacia Topos, que se
levantaba, blanca, detrs de ellos. No queda nadie en el palacio nadie en el foso Akroma se ha
llevado todo lo desagradable a la guerra.
Chaleco sacudi la cabeza y se deleit al sentir las gotitas de agua cayendo desde su pelo fibroso.
Tena pelo!
No, quiero decir microbios pequeas bestiecillas.
Ah, cobarde!
Ahora tenemos cuerpos dijo Chaleco. Como si tuviera que demostrarlo, solt una gran
burbuja de un olor extrao detrs de l. Tenemos que pensar en cosas como sta.
El rostro de Fajn se encendi con una extraa luz y arque quejumbrosamente las cejas.
Chaleco lo mir.
No es maravilloso tener expresiones?
Fajn abri la mandbula, y no pareci darse cuenta de que una ola le entraba en la boca,
producindole nuseas.
Qu demonios!
Qu?
Demonios!
Qu? Demonios?
Demonios! Demonios! farfull Fajn. Agarr el brazo de su compaero, dndole la vuelta en
el agua, un movimiento que les hizo sumergirse a ambos. Cuando salieron a la superficie, vieron que
al oeste el cielo brillaba. Era como si el sol hubiera renunciado a seguir su lejana rbita y descendiera
para tomarse unas vacaciones en Otaria.
Demonios! exclam Chaleco. Qu pasa con el sol?
Eso no es el sol explic Fajn. Levant un dedo sobre el agua para sealar un plido crculo al
oeste. Eso es el sol. Qu es?
No lo mires! advirti Chaleco tapndose los ojos y metindose bajo el agua. Sali mirando
hacia el otro lado. Te quemar las cortinas.
Querrs decir las retinas, idiota contest Fajn, y no puedo evitar mirarlo. Es hermoso. Y
nad hacia la luz.
Adnde vas? pregunt Chaleco braceando detrs de l.
A ver qu es esa luz. A ti no te produce alguna sensacin?
Quieres decir, aparte de quemarme las cortinas
Quiero decir que si no tira de tu alma. No lo notas? Significado. Belleza. Poder. Trascendencia.
Cmo podramos ver esa luz e ignorarla?
Bueno, simplemente nadando en otra direccin.
Mrala un momento, anda! pidi Fajn, volviendo a agarrar a su amigo. Mira.
Chaleco as lo hizo. Cmo podra alguien ver esa luz e ignorarla?
Est bien dijo nadando hacia la luz. Veamos qu es lo que ocurre.
No qu, sino a quin! puntualiz Fajn con un brillo de seguridad en su rostro.

Elionoway estaba de pie en medio de su grupo de refugiados. No haban alcanzado Eroshia. Les
faltaban poco ms de ciento cincuenta kilmetros, y ahora pareca que nunca llegaran all.
Toda la compaa, las cien almas que se haban salvado de la masacre de los glifos, observaban
con nostalgia la ciudad de la que haban huido. No podan verla, pero s vean su luz, que brillaba bajo
un sol celoso. Era una extraa cualidad la de esa luz, como las armonas en la msica. Rojo y oro, azul
y naranja, prpura, verde, gris las oleadas se superponan unas a otras para formar el blanco. Como
magnficos acordes que cambian de tnica a submediante, de mediante a subdominante, de dominante
a tnica, las cuerdas de luz se movan y entonaban y cantaban. Les hablaban a los refugiados.
Debemos volver.
No he visto nunca una belleza tal.
Por qu estamos perdidos en esta tierra salvaje mientras alguien visita nuestro hogar?
Elionoway entorn los ojos para que el brillo no le cegara. S, era hermoso extremadamente
pero tambin era letal. De alguna manera, lo saba. Cruz la colina cubierta de hierba y sacudi a sus
camaradas, como si intentara despertarlos de un sueo.
No podemos volver ahora! Nos dirigimos al este, a Eroshia.
No! No!
Al este no!
Cmo podemos dirigirnos al este si la luz est al oeste?
La muerte es lo que hay al oeste respondi Elionoway. No recordis lo que nos pas a
nosotros, a nuestros amigos? No podemos volver.
Pero Ella est all! Cmo podemos volverle la espalda?
El corazn de Elionoway dio un vuelco; l tambin senta Su presencia. De todas formas, no haba
conducido a esos refugiados de pies doloridos a travs de cientos de leguas de eriales slo para
dejarlos marchar ahora.
Ella? Queris decir Akroma? Phage? Queris volver a verlas?
No, ellas no. Ella.
Ella no quiere que nos alejemos.
Ella llama a todos para que vayan a Su luz.
No! insisti Elionoway, dndole una palmadita al hombre que haba dicho eso. No nos
apartaremos de Ella, pero tampoco volveremos para enfrentarnos a la muerte. Se le ocurri una
mentira desesperada y la aprovech. Ella quiere que creemos un nuevo Santuario en este lugar. Eso
es lo que Ella nos est diciendo. Mirad. Veis aquel ro? Esas colinas? Se pueden fortificar
fcilmente. Y en aquellas llanuras de all podemos plantar y cultivar y vivir hasta que Ella venga a
nosotros.
Podemos hacerle un hogar dijo despacio una mujer.
S. S! Ella quiere que le hagamos un hogar. Vendr a nosotros y nos recompensar. Se quedar
con nosotros para siempre.
Cmo puedes saber lo que Ella quiere? pregunt alguien que todava miraba hacia el oeste.
Cmo supe lo de los glifos? gru el elfo. Cmo supe lo de los nmena? Soy un elfo.
Simplemente lo s.
Nadie supo qu responder a eso.
Elionoway se dirigi a cada uno de ellos, sacndoles los macutos, masajendoles los hombros,
hablndoles con voz tranquilizadora aunque su propio corazn se sacuda como un pez en tierra. l
tambin quera verla. Quera volver, aunque supusiese la muerte, pero era un elfo, y simplemente lo
saba.

Kuberr slo vesta una tnica de seda dejada por su padre muerto. Estaba creciendo demasiado
deprisa para poder vestir nada ms. Tena el pelo negro, piel plida y ojos dorados, y puede que
aparentase unos nueve aos, con toda la energa precoz de un nio de esa edad. Con una voz todava no
tocada por la pubertad, grit:
Mira, ta Trenzas! ste ser el ms grande de todos.
Corri desde las puertas de la sala de audiencias hacia el trono donde su padre se haba sentado.
Dando un gran salto, se subi al asiento, sobre un montn de almohadas. Sigui una carcajada
histrica mientras el joven prncipe daba vueltas, medio desnudo, entre los cojines.
Trenzas nunca haba visto una criatura ms demonaca. Provocaba constantemente, destrua
deliberadamente todo lo que encontraba de valor, no se sentaba, no escuchaba, tan pronto peda perdn
como se comportaba de manera totalmente desvergonzada, faltaba al respeto, gritaba, se orinaba,
despotricaba, rea, regaaba, se enfurruaba y lo peor de todo es que no se le poda meter en una
jaula, enviarlo a combatir, o simplemente que se lo comieran los trolls.
Ha sido el salto ms grande o no? se entusiasm Kuberr, revolcndose en el trono y
volvindose a atar la tnica. Creca visiblemente mientras caminaba, ms grande, ms fuerte. Su voz
tambin se volva ms profunda. Pronto ser grande, y entonces vers lo alto que puedo saltar.
Saltar hasta el cielo y derribar el sol.
Me encantara ver cmo lo intentas dijo Trenzas con una sonrisa asesina.
Oh, lo hars respondi Kuberr guindole un ojo. Madre est aqu.
Trenzas frunci el entrecejo.
Phage? Cmo puede?
No, ella no, estpida. Mi verdadera madre. No aqu, no en esta habitacin, sino aqu, en el
mundo. Ella est aqu.
De qu ests hablando?
Mientras caminaba otra vez hacia las puertas, Kuberr seal con la cabeza hacia el norte.
Ya lo vers dijo. Ahora, mira ste. Ser ms grande que nunca.
Kamahl se despert en la base de una duna de arena. No poda recordar cmo haba llegado all,
lleno de magulladuras y araazos, con la ropa echa jirones. Levant la visca a una duna cercana, donde
vio las marcas que sus codos y rodillas haban dejado mientras rodaba y, en lo alto, las grandes y
profundas huellas de un resbaln Qu es lo que haba estado haciendo en lo alto de la duna, y cmo
haba cado rodando?
Todo lo que poda recordar era que mat a su hermana.
Se levant tosiendo polvo. Tena los labios agrietados y sangrando, y las dunas daban vueltas a su
alrededor. Volvi a caer.
Una nueva luz brill en medio del cielo. Era hermosa, y l la quera.
Kamahl rod sobre su estmago y se arrastr por la duna. Avanz reptando como un gusano hasta
que alcanz la cima y mir. A su alrededor, todo era un mar de arena que ondeaba, hipntico, y justo
enfrente brillaba esa gloriosa luz.
Ella haba llegado. l la conoca y Ella lo conoca a l. Sin saberlo, la haba deseado, y Ella
ansiaba que l acudiera y la sirviera.
Se levant, de gusano a hombre. Con los pies desnudos, los nervios y venas destrozados, se
arrastr hacia la luz. De repente ya no importaba cmo haba llegado all. Lo nico que importaba era
que cruzara todo ese rido desierto para unirse a Ella.

La caja de zapatos haba sido una broma de xidor. Haba construido una gran entrada, aunque
nunca permitira que nadie entrara, y haba hecho una caja de zapatos infinita, aunque nunca guardara
ni un solo zapato. Para xidor haba sido una broma perfecta, y un perfecto escondite para su sierpe de
la muerte.
Pero ni siquiera una sierpe de la muerte deseaba perderse una aparicin.
Ella haba llegado. El nico Ser que gobernaba a la muerte haba llegado.
La caja se sacudi. La tapa de piedra sali volando y los bordes se agrietaron y rompieron. Trozos
de mrmol rodaron por el suelo, y algo enorme y negro como el puo de un titn se abri paso hacia la
luz.
La cabeza de la sierpe de la muerte llen casi toda la magnfica entrada. Se volvi y unos pequeos
orificios nasales latieron como si olisquearan el aire. Los estpidos ojillos de la bestia parpadearon
dentro de los correosos pliegues de carne.
Qu dulce era el aire, qu agradable la cancin, como el grito de una criatura herida mientras cae
hacia la muerte. Ella era hermosa. En Ella haba sombras de Akroma, de Nivea, pero Ella era mucho
ms. No atraa a la sierpe como hara una vctima, sino como hace un vencedor.
Con un rugido de placer, la enorme y negra criatura se arrastr hacia el recibidor. Golpe con la
cabeza una gran hilera de ventanas, haciendo caer fragmentos de cristal que cortaron su gruesa piel y
algunos incluso quedaron incrustados. A la sierpe no le import. El aire de fuera del palacio estaba
lleno de un olor glorioso y de la furiosa cancin. Ira con Ella. La buscara y se inclinara ante Ella.
Espiral tras ftida espiral se balanceaba desde la caja rota. Chillando de placer, la sierpe de la
muerte de una legua de longitud se desliz por el patio exterior del palacio de Locus y se dirigi al
lago que haba ms abajo. Se diriga hacia su Seora.
Desde la torre destrozada donde estaba Ceo de Piedra, la vio, como todo el mundo la vea.
Fuera de la radiante luz tom forma una figura. Era enorme, ms grande que Ceo de Piedra,
aunque Ella colgaba del aire como un colibr. Su rostro era radiante, con unos ojos antiguos y sabios.
Era delgada y fuerte, y se mantena inmvil en el aire sobre la multitud expectante. Las tres madres se
haban unido. Aquellas que haban dado cuerpos a los nmena ahora daban sus propios cuerpos a la
verdadera Madre de todos ellos.
El centauro saba quin era Ella. Aun as, Ella se lo dijo a los dems.
Observad, Otaria. Observad, Dominara dijo, y su voz era como un coro, diverso y esplndido
. Soy Karoma. Soy magia.
J. ROBERT KING. Es el autor de seis novelas basadas en el mundo de Magic: El Encuentro. Ha
recorrido las sendas de Dragonlance, Reinos Olvidados y Ravenloft. Tambin ha escrito la
galardonada triloga Blood Wars para el escenario de Planescape, que, segn admite el propio Rob, es
probablemente lo ms raro que ha escrito hasta la fecha. Adems es autor de Mad Merlin y Lancelot
du Lethe, y ejerce como orgulloso padre de tres hijos, orgulloso marido de su encantadora mujer y
orgulloso residente del fantstico estado de Wisconsin.

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