CASEL ODO El Misterio Del Culto Cristiano
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EL MISTERIO DEL
CULTO CRISTIANO
Traducci6n directa de la tercera edici6n alemana
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DICIONS DINOR
SAN SEBASTIAN
1953
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Nihil obstat:
DR. LUIS MINER
Censor
Imprima. tu r:
DR. ]OSEPHUS SUDUPE
Vie. Gen.
S. Sebastiani 26 Maii 1953
Imprimi potest:
DR. ANDREAS BACK
Provincial
FRANKFURT/MAIN 3.IX.~Z
I
ono eASEL Y EL MOVIMIENTO LITURGICO
ID
Estas ideas, ya en esbozo las habia dejado entrever
en su trabajo doctoral sobre San justino y en el fo-
lleto publicado en la coleccion ECCLESIA ORANS
Das Gedachtnis des Herrn in der altchristlichen Li-
teratun (La Memoria de Cristo en la antigua literatura
cristiana), aparecen por primera vez expuestas en toda
su amplitud en 1921 en el volumen de la misma co-
leccion Die Liturgie als Mysterienfeier (La Liturgia
en cuanto celebraci6n de 10s Misterios). Por aquel
mismo afio toma a su cargo la publicacion del [ahrbuch
fur Liturgiewissenschaft, en el que afio tras afio va
exponiendo el resultado de sus pacientes investiga-
ciones en Ias antigiiedades cristianas y en las obras de
10s Santos Padres, que cada vez le afianzaban mas
firmemente en su teoria. En esta misma publicacion
se defiende contra las contradicciones y ataques de
que es objeto primeramente por parte del [esuita Um-
berg, mas tarde por parte de Eisenhofer, que impugna
su concepcion del sacerdocio en la antigua Iglesia y la
relacion que establece entre sacerdocio y profetismo.
Finalmente, en 1932, publica Das Christliche Kult-
mysterium, obra en la que recoge los mas importantes
trabajos que habia publicado sobre la materia y com-
pleta su pensamiento que encuentra en esta obra su
plena cristalizacion. En julio del pasado afio se publico
en Paderborn una obra postuma de Casel, Mysterium
des Kommenden, en la cual aplica su teoria a las fiestas
de Adviento, Navidad y Epifania.
La publicacion de esta obra agudiz6 las polemicas en
curso e hizo que surgieran nuevas plumas a la palestra,
11
unas para impugnarla, coma el P. Prum, S. J., que
discutio la relacion que CaseI establece entre 10s mis-
terios paganos y 10s cristianos, y Hassens, S. J., que,
C01TIO Umberg, ataca la eseneia de su teoria, es decir,
el concepto de Misterio.
Por otra parte, esta teoria se convirtio en la idea
central a la que se vinculo 1~ propaganda liturgica en
Alernania, no s610 desde la abadia de Maria Laach,
sino tambien a traves de la Liturgische Zeitschrift, euyo
director, Juan Piusk, acepto de lleno la teoria de 10s
misterios, persuadido de que solo par ese earnino se
podia llegar a una plena comprensi6n y eficaeia de la
extension del sentido Iiturgico, Desde 1926, Pius Parzh,
el mas popular y emprendedor de los propagandistas
liturgistas en Austria, se adhirio tambien a la teoria
de Casel y con ello las ideas de este se convirtieron en
el movil ideologico en el que se apoy6 el Movimiento
Liturgico en Alemania, convirtiendose Casel en uno
de 10s rnas famosos y discutidos eseritores catolicos de
su patna,
No podemos, sin embargo, atribuir a la influencia
de Casel ninguno de 105 graves errores practices en
que ha degenerado, a veces, el Movimiento Liturgico
en Alemania y que tan duramente ha fustigado Pio XII
en su enciclica. Es verdad que estos errores estan a
veces vinculados en la mente de sus autores a deter-
minados puntos de doctrina que pudieran encontrarse
en sus obras, pero de ellas podemos afirmar 10 que el
Papa dice hablando del concepto de piedad subjetivo
y objetivo, sobre el que volveremos mas adelante, To-
I2
dos, sin embargo, podran darse cuenta de que estas
conclusiones... son completamente falsas, insidiosas y
dafiosisimas, aunque 10s principios arriba expuestos
sean buenos. .
El error no esta en los principios, sino en las falsas
consecuencias que ilegitimamente se ha pretendido
deducir de ellos.
Cuando Pio XII en 1947 publico en su enciclica
Mediator Dei, algunos la consideraron como un golpe
mortal a la teoria caseliana y renovaron por ello sus
ataques apoyados en las palabras del Pontifice. Sin
embargo, Casel y sus partidarios, con un exagerado
optimismo, creyeron ver en ellas confirmada, por 10
menos, la sustancia de su concepcion del Misterio del
culto. Entre los que con mas entusiasmo defendio estos
puntos de vista se distingue el benedictino Reetz,
que en diversas ocasiones y, sobre todo, en su articulo
publicado en la Klerusblat el lode abril de 1948,
trato de identificar la doctrina de Casel con la sostenida
por e1 Papa. Esto parecio en Roma una exageracion y
atrevimiento excesivo por cuanto se atribuian al Papa
conceptos ajenos a1 sentido obvio de la enciclica y,
por consiguiente, la Santa Sede crey6 conveniente
llamar la atencion a su autor por medio de un docu-
mento emanado de la Suprema Congregaci6n del Santo
Oficio con fecha 25 de noviembre de 1948, sin que en
el se contenga una condenacion de la teoria del Mis-
terio, sino solo una advertencia de que para sostenerla
no debe acudirse a la enciclica, cuyas palabras tienen,
evidentemente, un alcance muy distinto.
I]
CaseI no pudo ser testigo de esta ultima etapa de la
discusi6n, pues murio repentinamente de un ataque
cerebral el 2 I . de marzo de 1948, inmediatamente des-
pues de la misa de Pascua, de la celebracion del Sa-
cramentum Paschale, en el que culmina ese Misterio
del culto al que habia consagrado su vida por entero.
11
29
PRO LOGO
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ADVERTENCIA A LA TERCERA EDICION
33
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v
I
RETORNO AL MISTERIO
***
Pero acaece 10 que en los origenes de la historia de
la humanidad. Cuando el hombre pensaba que habia
llegado por su propia virtud a ser como Dios, ve por
propia experiencia que desastroso eshaberse emanci-
pado a la necesidad de la direcci6n paterna. Entonces
conoce que eesta desnudo (Gen., 3, 7) y que es un
rey de lastima, un senor destronado. Este primer pe-
eado no s610 circula por las generaciones humanas
como un veneno inoculado, sino que se reproduce mas
y mas, 'Yen todo caso el resultado es identico: el suble-
vado se torna esclavo. Acaso no haya estado nunca el
hombre tan esclavizado como hoy, cuando se imagina
haber roto todas las cadenas, pero que es cuando en
realidad esta subyugado no por cualquier tirano, sino
por las fuerzas impersonales mucho peores y mas temi-
bIes que gravitan sobre el y de las que en manera
alguna puede evadirse.
El mismo se ha borrado el camino autentico para la
libertad que aun el esclavo de la antigiiedad tenia: el
camino de la libertad de Dios. Por esto, queda el
39
atado y encadenado a la materia. Mientras alardea de
dominarla, es esta, mas bien, la que fuerza su querer.
La maquina sin vida y el ora inerte son 10s dioses
que se sientan sobre el, A ellos tiene que hacer el
sacrificio de su vida y vender su coraz6n y su alma.
[Tragico fin del individualismo, que comenz6 tan pro-
metedor y halagador para el futuro!
Pero al considerar ahora con horror sus alcances, no
tenemos que olvidar cum seductoramente traicioneros
fueron sus comienzos. Los hombres de los comienzos
del Renacimiento anduvieron como por una prima-
vera cuajada de rosas. El g6tico tuvo el orgullo de ver
conscientemente su salida, tras la oscuridad y el peso
oprimente del romanico, de las criptas prefiadas de
misterio a la diafana 1uz del dia haciendo brotar un
mar de claridades en todas las situaciones humanas.
Dejo de flotar sobre sus cabezas el misterio, que ofus-
eaba la vista y ocultaba el ser de 1as eosas. El entendi-
miento, la ratio, entr6 en todo y revelo la maravilla
de la creacion al ojo del hombre avido de novedad, de
suerte que parecia quedar poco 1ugar para la obra
de Dios. Desde entonees la ciencia se ha deshecho mas
y mas de los lazos de la fe y ha ido a galope de victoria
en victoria. junto con esto la volunfad libertada ha tra-
bajado con esfuerzos titanicos y siempre creeientes por
erear con orgullo prometeico obras maravillosas del
propio engendro.
Rasta en el recinto sagrado de la religion, de la
Iglesia y de la piedad se introdujo el nuevo espiritu,
aunque el Occidente se mantuvo todavia en su eon-
4
junto firme en la fe de los Padres. Se hicieron ensayos
para investigar y analizar 10s misterios divinos con la
raz6n, con el objeto de poder demostrarlos, La ma-
nera de pensar de la ciencia matematica, procedente
del espiritu abstraedor del hombre, se aplico alas
ciencias del espiritu, e incluso a la teologia.
La ciencia natural que prescindi6 de la actuaci6n de
un ser superior, encontro vigente en todos los ambi-
tos de la vida natural la ley de la evoluci6n y tambien
la quiso extender al dogma cristiano.
Por otra parte, la acentuaci6n de la autohegemonia
de la voluntad se mostro en el apartamiento de la
antigua teologia, segun la cual Dios es el Alfa y Omega
de todo ser, a su voluntad obra en todo y su gracia
da el querer y el obrar. Junto a Dios se levanta aqui
el hombre libre y que obra por si, en busca del ca-
mino hacia Dios y no s610 en brazos de la gracia di-
vina. El individuo lucha por la altura, s610 en el com-
bate. La Iglesia como madre de la gracia se mantiene
arras. Asi surgieron en la piedad cristiana los nuevos
metodos .de vida interior, psicologicamente estudiados
a maravilla, acomodados a cada individuo y estimu-
lantes de las fuerzas personales.
La consecuencia logica de esto fue que el misterio
de la Iglesia se dej6 arras por estos nuevos caminos.
Selacentuaba demasiado la misteriosa eficacia de la
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* * *
47
11
A) El misterio de Cristo.
***
Por la iniciacion (Bautismo y Confirmacion) el hom-
bre se hace miembro vivo de Cristo, un Cristo, Ya
no hay puro hombre, sino que esta transformado en
un nuevo ser deificado, nacido de Dios como hijo
suyo (1).
(1) (lAlos que le recibieron les dio la posibilidad de ser
hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre y que
que son nacidos de Dios. (Jo., I, 12).
El cristiano es, segun 3, 5, regenerado por e1 agua y el
Espiritu: 10 que nace del Espiritu, espiritu es. Todo 10
que cs nacido de Dios, no comete ningun pecado, porque
su simiente esta en el. No puede pecar porque ha nacido
de Dios: (Jo., 3, 9). Sabernos que todo e1 que nace de Dios,
no peca, sino que su origen de Dios le preserva y el mal
no le toca (5, 18).
Pablo a los Galatas, 3, 26: Todos vosotros 505 hijos de
Di05 por la fe en Cristo Jesus. En 4, 4: Cuando vino la
plenitud de los tiempos, envio Dios a su Hijo, nacido de
mujer, puesto bajo la ley, para que rescatase a los que baio
ella estaban y les hiciese participes en su filiacion. Que vos-
otros sois hiios de Dios: Dios ha enviado e1 Espiritu de su
67
Lleva, por tanto, la vida de Dios en si (I). Como
miembro del Sumo Sacerdote, Cristo, es el mismo tam-
bien un Cristo, un ungido, un sacerdote, que tiene que
ofrecer al Padre un sacrificio aceptable de una manera
singular por Cristo, y que sera aceptado (2).
No hay religion alguna sin sacrificio. Religi6n es la
relaci6n entre Dios y la criatura. Dios se rebaja hasta
el hombre, y el hombre se levanta hasta Dios. Este
intercambio de relaciones se simboliza y se opera en el
Sacrificio. El sacrificio es presentado a Dios, quien
santifica y consagra la ofrenda al aceptarlo y recibirlo
propiciamente. Caso que el oferente este manchado con
la culpa y tenga en si estorbos para el servicio del altar,
el sacrificio sera ante todo expiacion, En este supuesto
se actualiza primero en forma de purificaci6n previa
Hijo a nuestros corazones para clamar ABBA! = jPADRE!
En Rom., 8, 14: Los que son llevados por el Espiritu de
Dios, estos son hijos de Dios. Pues no recibis otra vez el
espiritu de esclavitud para el temor, sino el Espiritu de fi-
liacion con el que clamamos: Abbal = [Padre!
(r) En El estaba la Vida, y la Vida era la Luz de 10s
hombres. (Io., I, 4). Como vive el Padre que me ha en-
viado y yo vivo por el Padre, asi el que me come, vivira
por mi (jo., 6, 57). Yo soy la resurrecci6n y la Vida: quien
cree en mi, vivira, aunque estuviere muerto. (J 0., I I, 25).
El que oye mis palabras y cree en aquel que me ha enviado,
tiene la Vida eternal) (10., 5, 24). ... Del Verbo de Vida;
ciertamente la Vida se ha manifestado, y nosotros la hemos
vista y damos testimonio y anunciamos la Vida eterna que
estaba en la intimidad del Padre y se nos manifesto (1 }o.,
I, r). ,
(2) Acercandoos a El (Crista), sois edificados como pie-
dras vivas para morada del Espiritu, para presentar un sa-
cerdocio santo, un sacrificio espiritual, agradable a Dios por
Cristo I esus... Vosotros sois un linaje escogido, u:g. sacerdo-
cio real. .. Cl Petr., 2, 4). Cf. Hebr. 13, 15: Por El (Cristo)
ofrecemos constantemente a Dios el Sacrificio de alabanza.
68
por la que el sacrificio se toma aceptable. Sin derra-
mamiento de sangre no hay remisioni (Hebr., 9, 22),
ni sacrificio de hombre pecador.
La ofrenda lavada con la expiacion puede subir
hasta Dios. La Ultima y propia oblata es el hombre
mismo, es decir, el total ofrecimiento de su voluntad
libre en manos de Dios, ya que 10 natural del hombre
es una ofrenda que Dios de otra manera no atiende (I).
El hombre quiere ciertamente remontarse hasta Dios
y ser santificado por el, S610 donde el hombre no
quiere 0 no puede ser el mismo sacrificio, acepta Dios
una sustitucion, Asi en 10s judios y paganos. En el
Cristianismo se ha restablecido nuevamente la idea pri-
mitiva del puro sacrificio, al ofrecerse a si mismo a
Dios en la Cruz el representante mas elevado del ge-
nero humano, Jesucristo Hombre-Dios, como inmola-
cion total.
Cristo es ante Dios el representante del genero hu-
mano. Mas como al mismo tiempo es Dios e Hijo de
Dios, es el embajador del Padre ante la humanidad.
Un simple hombre no hubiera podido presentar a Dios
una hostia agradable. Aun en el paraiso si el sacrificio
que hacia Adan a Dios era grato a sus ojos, fue por-
que en la intimidad de Adan palpitaba el Espiritu de
Dios que con sus latidos hacia retornar a Dios 10 suyo.
Mas tan pronto como peco el hombre, se incapacito
para todo sacrificio verdadero.
(1) Cf. para esto a M. ten HOMPEL.> Das Opfer als Selb-
sthingabe und seine ideale Verzoirklichung im Opfer Christi
(19 2 0 ) , page 35.
69
Es verdad que Dios mir6 complacido a 10s sacrifi-
cios de Abel y de todos los varones de Dios del An-
tiguo Testamento. Mas s610 porque tras ellos veia
Ievantarse en el fondo el Sacrificio de Cristo. El hom-
bre, en estas condiciones, no podia llegar hasta Dios.
Unicamente Dios podia mostrarle el carnino, otorgarle
la reconciliaci6n, condescender con el, para que nueva-
mente pudiera este atreverse a acercarse a Dios. La
condescendencia de Dios se realiz6 en la Encamaci6n
y en el Sacrificio de Cristo. Por eso se dice en la carta
a 10s Hebreos: La leyaparece s6lo con un despunte
entre sombras de Ios bienes futuros (esto cs, de 10s
Dones y gracias de Dios en el Nuevo Testamento),
mas no como una imagen perfecta de la realidad. Nunca
se pudo llegar por 10s sacrificios, que aquellos (los
sacerdotes de la Antigua Alianza) ofrecian constante-
mente y que anualmente se repetian, a la consumaci6n
de un sacrificio pleno. ~No habrian cesado los sacrifi-
cios, si 10s sacrificadores purificadosde una vez para
siempre, ya no hubieran tenido mas conciencia de pe-
cado? Pero aquellos traian s6lo una vez al afio la me-
moria de 10s pecados. Es imposible que la sangre de
10s cabritos y machos cabrios borre los pecados. Por
eso, dijo el (Cristo) al hacer su entrada en el mundo:
Sacrificios y ofrendas no quisiste; por eso me has reves-
tido de un cuerpo. Ninguna complacencia tuviste en
10s sacrificios de los holocaustos y de propiciacion.
Entonces dije yo: [Heme aqui! -como esta escrito en
la Iey de mi- dispuesto estoy, oh Dios, a hacer tu
voluntad... En virtud de este querer somas santificados
7
para siempre por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
(Hebr., 10, 1-10).
Cristo,por tanto, ha presentado en su naturaleza
humana el sacrificio, pero con la virtud de su Divini-
dad. De am que Dios mismo haya obrado la reconci-
liacion por el Sacrificio de Cristo, como dice San
Pablo: Uno muri6 por todos; por 10 mismo, estamos
muertos. Por todos se entreg6 el a la muerte, para que
los que viven ya no vivan para si, sino por aquel que
por elIos muri6 y resucit6... Si alguno esta en Cristo,
es nueva creacion, Lo viejo ha pasado y ha nacido 10
nuevo. Todo es, pues, de Dios quien nos ha reconciliado
pOT Cristo..., porque Dios reconcili6 al mundo consigo en
Crista..., no teniendo mas cuenta de sus pecados...
(ll Cor., 5, 14-1 9).
Dios mismo, en Ultima instancia, es quien ha ofre-
cido el sacrificio, porque Dios asi am6 al mundo, que
le entreg6 a su Hijo Unigenitoi (Jo., 3, 16). En esto
se ha revelado el amor de Dios hacia nosotros, en que
envi6 al mundo a su Unigenito para que nosotros vi-
vieramos por El. La cifra del amor se compendia aqui:
no en que amemos a Dios, sino en que El nos haya
amado a nosotros y nos haya enviado a su Hijo como
propiciacion por nuestros pecados (1 [o., 4, 9).
Como consumara Cristo esta ofrenda 10 hemos visto
arriba al describir la economia de' salvacion, probando
ademas que este sacrificio fue propicio y pleno como
se ve por la transformacion y glorificacion verificada
en el Senor por su muerte con rendida obediencia.
Esta transformaci6n en Kyrios se la da al Senor uni-
71
camente la uncion sacerdotal. En y par su plenitud se
convirti6 para todos 10s que obedecen en causa y
fuente de etema salud (Hebr., 5, 9). El posee un Sacer-
docio Eterno, por tener hundidas sus raices en la di-
mension de etemidad. Esta siempre en su mano el
salvar a los que se acercan a Dios, pues vive por siem-
pre, intercediendo por nosotros: (Hebr., 7, 24). Tene-
mos tal Pontifice que se asienta en 10s cielos a la diestra
del trono de majestad, como ministro del Santuario y
del verdadero Tabernaculo erigido por Dios y no por
mano de hombre (Hebr., 8, 1-3).
De la mas intima unidad de ser y consiguientemente
de acciones, que se da entre esposa y esposo, entre la
cabeza y los miembros, se desprende que la Iglesia
debe participar en este sacrificio del Senor receptiva-
mente como la mujer, mas no por eso menos activa-
mente. Esta de pie junto a la Cruz, ofreciendo a su
esposo y a si misma con el, Mas no s610 en fe 0 con
la imaginacion, sino que en una forma real-concreta
-en el Misterio- se prolonga y reproduce el mismo
sacrificio en que el Senor, a la vista de los cielos y de
la tierra, es decir, a la luz del ser, se presento a si
mismo con la hostia de su cuerpo como victima al
Padre.
* * *
Aqui volvemos a dar con la significacion basica del
Misterio del culto. Sin este misterio del sacrificio de
Cristo seria la Iglesia una sacerdotisa sin sacrificio, un
altar sin ofrenda, una esposa dejada por el Senor, des-
72
consagrada e imposibilitada por siempre para llegar
hasta Dios. Entonees tambien seria Cristo un Sacer-
dote sin comunidad, no seria el Sumo Sacerdote, el
principe de la saludi (Hebr., 2, 10). No podria llamar
hermanos: -conforme al Apostol- a sus miembros:
El Santificador y 108 santificados, todos proceden de
Uno; poreso no se avergonzo de apeIlidarlos hermanos:
Y 0 anunciare tu nombre a mis hermanos; en medio
de la reunion (Iglesia) te ensalzare, Tambien: Yo
deposito en ti toda mi confianza, Y ademas: Heme
aqui, yo y los hijos que me diste. Ahora bien, como
108 hijos participan de la carne y la sangre, asi tambien
el se ha hecho comunion en ellos de igual forma
(Hebr.,2, 11-14; Rom., 8, 29).
Cristo ha penetrado como precursor por nosotros,
constituido Sacerdote Eterno segun el orden de Mel-
quisedec, a 10 mas intimo del Santuario (Sancta Sane-
to rum) (Hebr., 6, 20). Nosotros hemos de seguirle.
En la santa Escritura se acentua siempre con nuevas
formas la unidad del sacerdote con la comunidad. De
ahi que corno Crista fuera hecho el verdadero liturgo
del Santuario: (Hebr., 8, 2) no solo por el rendimiento
absoluto de su intimidad, sino por su propia sangre
(Hebr., 9, 12) -yen verdad ministro de una liturgia
mas sublime, cuanto mas levantada es la alianza de la
que el es Mediadon (Hebr., 8, 6)-, asi tambien la co-
munidad tiene que realizar un sacrificio verdadero, ex-
ternamente visible, liturgico.
La necesidad del misterio del culto se deriva igual-
mente del hecho de que una comunidad visible de
73
hombres s610 puede patentizar su unidad interna y sus
concordes impulsos en el servicio de Dios, mediante
un acto ritual en comunidad. Y una accion mancomu-
nada entre Dios y la comunidad s610 puede expresarse
en un acto simbolico, en el que el sacerdocio (como
mediador) represente al mismo tiempo a ambas partes
y exteriorice sus voluntades con gestos y palabras; y
en la que la accion invisible de Dios en el hombre, se
haga visible por la acci6n simbolica de los sacerdotes
y el haeer de la comunidad, y a su vez, por los ritos y
f6rmulas practicados por los ministros del sacerdocio.
Estos requisitos se cumplen en relaci6n con el Sa-
crificio de la Iglesia en el misterio del Sacrificio de la
Misa. En ella, por la virtud divina de la consagraci6n
de las especies, que el sacerdote realiza con el poder
de Dios, se reproduce misteriosamente el sacrificio de
la muerte del Senor. Cristo se ofrece de nuevo sacra-
mentalmente, prolonga su pasion en el misterio por
nosotros: (1). Y como la Iglesia realiza el misterio por
mano de 10s sacerdotesi (2), ofrece tambien ella el sa-
crificio de su esposo, que a la par es su sacrificio tam-
bien, Pero en virtud de su participaci6n personalisima
se hace verdadero sacrifieio suyo, porque a base de su
incorporaci6n a Cristo en cuanto cuerpo y esposa y a1
mismo tiempo por su entrega propia mas intensa se
une activamente a su Ofertorio, de suerte que junta-
mente con Cristo se toma en un solo sacrificio.
'* * *
Mas, con todo, el misterio de la Eucaristia no queda
agotado con ser sacrificio. Antes bien el sacrificio tiene
otro aspecto que es mas sacramental (en sentido es-
tricto), Los sacrificios de la Antigua Alianza eran en
parte sacrificios de manjares, 0 sea que de 10s alimen-
tos brindados a Yahve y santificados con su mirada,
comian 10s que los ofrecian juntamente con Yahve,
siendo por el mismo hecho dedicados y elevados a la
comunidad de Yahve.
El sacrificio del Nuevo Testamento es, del mismo
modo, un sacrificio-banquete, pero en un sentido mucho
mas elevado y espiritual. Crista se ha designado a si
(1) Symposion, 3, 8. Cf. JAHRB. F. LITURGIEWlSS.,
6 (1926), page 144 Y sigs,
77
mismo como la comida del mundo, como el pan de
vidai (J 0., 6, 35 Y 50), como la bebida de la vida
eterna (jo., 4, 14; 9, 37). Si vosotros no comeis la
came del hijo del hombre y no bebeis su sangre, no
tendreis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe
mi sangre, tiene la vida eterna: (jo., 6, 53). El Verbo
Encarnado es realmente el alimento del mundo, por
comunicarle y conservarle mediante su palabra y su
Espiritu la vida sobrenatural. Pero Cristo ha verificado
este hecho en el misterio, porque quiso imprimir sobre
esta unidad fisica entre El y la Iglesia el sello mas
concreto de la comunion de carne y sangre.
El discurso del Senor en San Juan, cap. 6, resulta
misteriosr -sacramental>>- en el curso de su expo-
sici6n. Su oscuridad se hacc luz por el cumplimiento
concreto, mas altamente espiritual, en la ultima Cena,
cuando el Senor di6 a corner y beber su Cuerpo y su
Sangre bajo formas de pan y de vino, 0 sea en medio
de un banquete de sacrificio. Aqui es patente que la
verdadera comida del mundo redimido es no solo el
Verbo como encarnado, sino en cuanto muerto en sa-
crificio. Si se habia de representar en forma de culto
aquel hecho, no cabia un camino mejor y a la vez mas
sencillo que el que eligio el Senor, 0 sea, el de dar a
sus discipulos el cuerpo y la sangre del sacrificio en
figura de comida y de bebida y mostrar asi plastica-
mente que el Kyrios inmolado y resucitado es la fibra
mas intima de la vida de su Iglesia, que penetra todo
su ser y 10 llena con el vigor de la vida divina.
Los tres misterios apuntados: Bautismo, Confirma-
78
cion y Eucaristia como banquete, significan y causan
la total incorporacion del hombre al Cuerpo de Cristo.
Pues el Bautismo purifica del pecado por la inmersi6n
en la Cruz de Cristo, la Confirmaci6n le infunde la
nueva vida del Espiritu y la Comuni6n vigoriza y man-
tiene esta vida y hace que los miembros sean perfecta-
mente una misma cosa con el cuerpo. Estos tres mis-
terios son, por 10 mismo, la iniciacion, la consagraci6n
cristiana. -El asl consagrado puede cooperar despues
activamente, en la obra suma del Cristo mistico, en su
entrega por amor al Padre.
Por esta cooperaci6n crece su enraizamiento en el
Cuerpo de Cristo, ya que la sangre de Cristo le lava
constantemente, el Espiritu de Cristo Resucitado le
revivifica con mayor empuje y el banquete sacrificial
le entrafia mas en el Senor. Estos tres misterios son,
por consiguiente, los mas importantes y transcenden-
tales para la vida de la Iglesia y de cada uno de los
cristianos.
Empero el Cuerpo de Cristo es un organismo vi-
viente y no un punado inerte de atomos iguales. Tiene
por 10 mismo multitud de miembros con distintas fun-
ciones. Y esto tanto en su estructuracion definitiva y
despliegue final como tambien -yes 10 que antes pal-
P3:mos- en la ejecuci6n de sus quehaceres terrenos
que se apagaran con el fin de los tiempos, cuando
todo el cuerpo este tocando en la plenitud y ya _no
precise apoyo terreno (Eph., 4, 11-16).
Primero necesitan 10s miembros de una representa-
cion en la tierra de la Cabeza invisible, es decir, de
79
aquellos hombres -pues la mujer figura a la Iglesia
como esposa- que representen a Cristo de manera
especial como guia, maestro y sacerdote. El misterio
de la Unci6n sacerdotal asemeja en esas propiedades a
10s hombres escogidos con Cristo. El Espiritu Santo
baja de un modo singular sobre ellos, comunicado con
la imposici6n de las manos de los Obispos, con 10 cual
se significa y causa la comuni6n con los Apostoles y
con Cristo.
Junto a 10s investidos de esta mision tiene la Iglesia
hombres y mujeres -aqui no existe diferencia de se-
xos- que deben brillar ante su faz como prototipos
de santidad y de consagraci6n a Dios. EUos tienen
que asemejarse muy especialmente a Cristo Crucificado
y Resucitado con todas las dotes de espiritu.
De ahi los misterios (I) de la consagraci6n del
monje (2) y de las virgenes y la del Abad y de la Aba-
desa como guias de la vida consagrada a Dios; aun la
dedicaci6n de las viudas pertenece a este lugar. Estas
Ordenes tuvieron vigencia al igual que la de 10s Ap6s-
toles, profetas, martires y confesores como .estados de
consagraci6n directa a Dios, mas en el curso del tiempo
se aument6 su relieve con una consagraci6n litur-
gica, que conserve siempre su caracter espiritual, ya
que no establece una jerarquia sino que consagra al
hombre totalmente para la Divinidad. En estas consa-
graciones se reflejan en cierta manera las jerarquias
(1) No sacramentos, sino sacramentales. Su efecto no
sacramental, sino sacramentario.
(2) Cf. JAHRB. F. LITURGIEWISS., 5 (1925), pagi-
na 1 y siguientes: Die Monchsuieihe.
80
celestes, repartidas por tipos espirituales de la Iglesia,
como apostoles, martires, confesores, virgenes y viu-
das,como sefiala .el Oficio Iiturgico, todos nombres de
las clases de Santos y de 10s Coros del cielo (1)..
Con el estado de matrimonio nos volvemos al eon de
la temporalidad, pues 10s que han sido juzgados dignos
de alcanzar el eon de arriba y la resurreccion de 10s
muertos, no se casan ni seran recibidos en matrimo-
nio (Le., 20, 35). No obstante, este estado ha sido
maravillosamente elogiado en el Nuevo Testamento; a1
ser puesto como imagen del matrimonio espiritual de
la Nueva Alianza entre Cristo y la Iglesia, del mismo
modo que en el paraiso simboliz6 aquella alianza por
venire En el pasaje de la carta a 10s Efesios en que
Pablo propone a 10s casados cristianos como simbolo
de Cristo y de su Iglesia, dice: Este misterio es grande;
quiero decir: en Cristo y en la Iglesia: (Eph., 5, 32).
El misterio primordial es la union espiritual de
Cristo y la Iglesia, pero un simbolo significativo del
mismo, es el matrimonio de dos cristianos. Tambien el
sacramento del matrimonio recibe su ultimo sentido y
su bendicion del gran misterio de Cristo. En todas las
demas condiciones de la vida influye igualmente el
misterio. Rasta dice Pablo: El varon infiel es santi-
ficado por la mujer (fiel), y la mujer infiel por el her-
mano (cristiano); de otro modo, vuestros hijos esta-
rian manchados: ahora bien, estan Iimpios: (1 Cor.,
** *
Cada vez mas claramente se sorprende la urgencia
indeclinable de la forma deculto del Mysterium,
esto es, de aquel estilo enteramente singular de culto,
expresado ninicamente por la palabra y significaci6n
del Mysterium, en el servicio divino liturgico del
, (I) Este es el mistico sentido del sacrificio vespertino y de
la muerte de Crista par la tarde y de su resurreccion con la
llegada de la aurora.
(2) Frecuentar en las oraciones liturgicas.
88
Nuevo Testamento: no tanto en su culto externa
como expresion de los actos reverenciales de una eo-
munidad visible debidos a Dios, sino antes bien y pre-
cisamente en la donacion mas entrafiable y radical a
Dios, fin ultimo del culto cristiano. Dios se ha reve-
lado en el Nuevo Testamento como el Amor y busca
no solo la honra de su criatura, sino su amor. Mistica
con Cristo cs, PO! consiguiente, la verdadera esencia
del culto del Nuevo Testamento, 0 sea: la comunion
real y mistica de la Iglesia como Cuerpo y Esposa de
Cristo con el Dios-Hombre clarificado, quien la en-
traiia en la Unidad de la Trinidad, a fin de que Dios
sea todo en todas las cosas: (1 Cor., 15, 28).
Pero la Mistica en Cristo es solo realizable por el
misterio del culto. Ann las otras dos formas (do'lj,
species) del culto -la oraci6n y el sacrificio- alcanzan
su culminacion maxima en el Nuevo T estamento por
medio del Misterio, puesto que el Cuerpo de Cristo
unicamente puede oraren union con su Cabeza y en
su Espiritu (1), y unicamente puede ofrecer un unico
sacrificio, cabalmente el mismo que Cristo su Cabeza
y Salvador ha ofrecido.
Todo acto cultual y toda accion ferviente de piedad
guardan en el Nuevo Testamento una relaci6n esencial
con el Mysterium y de ahi reciben la impronta de Crista,
***
No tenemos seguramente por que lIevar nuestros
conceptos mas limpios del simboiismo cristiano hasta
los antiguos misterios. Estos permanecieron sujetos a
10 natural, como adoraci6n de los elementos del
mundo, como Pablo dice del culto judio-helenistico (2).
No iban a parar a la vida sobrenatural del verdadero
Dios. Eran una mera sombra al lado de los misterios
cristianos. Pero, al mismo tiempo, encerraban un
anhelo, la penumbra del futuro. Mas el cuerpo que
esboz6 estas sombras era el Cuerpo de Cristo: (Col.,
2, 17), anunciado ya en 10s tipos del Antiguo Testa-
99
puesto por Dios y se puso a si mismo su ley. Se traz6
sus propios carninos en los que no habia un Dios
objetivo existente, con el que la criatura pudiera entrar
en relaci6n real. Consiguientemente se subjetivaron
tambien los objetos de la naturaleza. Podian conside-
rarse a 10 mas como simbolos. arbitrarios, es decir,
como imagenes de la fantasia subjetiva humana. Esta-
ban desprovistos de un vaIor objetivo y absoluto, no
pudiendo, por consiguiente, prestar virtud divina
alguna.
Como este pensamiento disolvente y atomizador
haya hecho un dios del mundo y destruido toda la
sociedad, no tenemos necesidad de decirlo. Cualquiera
que abra los ojos, puede ver con espanto a d6nde ha
ido a parar Europa y 10s continentes infiuenciados por
ella con el individualismo, el liberalismo y el socia-
lismo.
***
La Iglesia cat6lica ha llevado a cabo una obra mara-
villosa al mantener firme la esfera de 10s valores eter-
nos en medio del caos general y conservarnos, en los
misterios del culto, simbolos llenos de verdadera fuerza
y actualidad divina. La renovaci6n liturgica de nues-
tros dias no es otra cosa que un nuevo reconocimiento
y acentuacion de estos valores de la Iglesia y un im-
pulso a hacerlos nuevamente asequibles a los fieles.
Pero no hay duda alguna de que tambien en el discu-
rrir de muchos fieles se ha metido algo de las ideas
modernistas y antropocentricas, 10 cual en la vida de
IOO
la fe se manifiesta como racionalismo y en la vida
de la piedad como una tendencia al propio placer psi-
co16gico.
La oraci6n qued6 relegada a un sentimiento ajeno
al espiritu del Cuerpo mistico de Cristo y a una ma-
nera de pensar individualista del que anda en busca
de Dios, El sacrificio fue estimado s610 como teoria,
como ascesis, cuando no se quite ya sencillamente toda
importancia alas obras. El mismo misterio, con su
objetivo ordenamiento divino y su unidad real con la
Divinidad, desapareci6 detras de una cantidad enorme
de ejercicios de piedad mas 0 menos subjetivos, que
deiaron mas campo libre a 10s sentimientos individua-
les. Devotio -una palabra que para los antiguos signi-
ficaba el culto divino de la Iglesia (1)- se utilize para
seiialar una concepci6n puramente interna del animo
del individuo.
Hasta en el campo de la teologia custodiado por el
Dogma se infiltr6 a veces este espiritu modernista,
dando muestras de si en un debilitamiento del pro-
funda y sublime pensamiento de la primitiva teologia
a favor de una concepci6n de Dios, de Crista, de la
Iglesia y de los Sacramentos, mas en armonia con el
hombre, con su razon y con su propia gloria. Es pre-
ciso comprender del todo el hecho de que la doctrina
de los misterios, como consiguiente realizacion de la
primitiva doctrina sobre la fe en los dominios del culto
y de la mistica cultual, fue rechazada y combatida por
(1) AUGUSTIN DANIELS, O. S. E., Devotio, JARHB. F.
LITURGIEWISS., 1 (1921), pag. 40 y sigs,
101
muchos te61ogos llevados de la mas intima convicci6n
de 10 irrisoria, infundada y hasta peligrosa que resulta
esta doctrina como engafioso hado morganatico, al
mismo tiempo que, por otro Iado, los representantes
de la primitiva teologia, fundados en Santo Tomas y
10s Santos Padres, salieron a su defensa (1).
(I) En cada uno de los puntos particulares remito a la
literatura amplia y enumero brevemente algunos de 10s tra-
bajos mas importantes. Los reparos de muchos teologos apa-
recen reunidos en un trabajo de J. B. UMBERG, S. J.: Mys-
terien-Friimmigheit? (Zeitschrift fur Ashese und Mystik, I
(1926), pags, 351-366) y Die These von der Mysteriengegen-
wart (Zeitsch. f. kathol. Theologie, 52 (1928), pags. 357-400).
Se ha ocupado principalmente en el de las dificultades con-
ceptuales que pudieran derivarse, si, segun la doctrina de los
misterios, se hiciese presente nuevamente la pasada accion
salvadora de Crista, 10 cual es filosoficamente imposible.
Pero la objecion no existe por cuanto no se trata aqui de
una presencia de estilo historico, sino de una presencializa-
cion sacramental. Sobre cl concepto de la presencia sacra-
mental puede verse especialmente el libro del Abad ANSCAR
VONIER, O. S. B., A Key to the doctrine of the Eucharist
(1925). Y 0 mismo contesto a UMBERG en los articulos Myste-
rienfrommigheit (Bonner Zeitsch. j. Theol. und Sorge, 4
(1927), pags, 101-117), Das Mysteriengeddchtnis der Messlitur-
gie im Lichte der Tradition (J AHRB. F. LITURGIEWISS., 6
(1926), pags, 113-204; Misteriengegenwart (lb. 8 (1928), pa-
ginas 145-224), donde pruebo por la Sagrada Escritura, por
la tradicion liturgica y patristica y por la dogmatica, la jus-
teza de la doctrina de los misterios. La prueba tradicional
fue completada por mi en cl articulo: Neue Zeugnisse fur das
Kultmysterium en cl JARHB. F. LITURGIEWISS., 13
(1933-35), pags, 99-171. Mi exposicion concuerda con el
punto de vista de la doctrina tomista en GEBHARD ROHNER,
Messopfer-Kreuzopfer (Div. Thomas, 8 (1930), pags. 1-17;
145-174). Algunos Jesuitas franceses acercados al tomismo,
acogen favorablemente la doctrina. Asi el patrologista J. LE-
BRETON. J. DE SEGUIER, S. J., Quelques refiexions sur le sacri-
fice eucharistique (Nouv. Rev. de Theol., 61 (1929), pagi-
nas 289-99), ensayo una demostracion a base de la concep-
cion tomista de la transubstanciacion, Pero siempre hay que
I02
Con esto queda claro que la renovaci6n y revivifi-
cacion de la doctrina tradicional no obedece al capri-
cho de una actualizacion en su misma forma primi-
tiva de ideas tiempo ha pasadas 0 de preferencias
esteticas 0 de cualquier otro antojo, sino que tiene su
origen necesariamente en la situaci6n espiritual de
nuestra epoca. Despues de la caida rapida y del fra-
caso del antropocentrismo empieza a levantarse nueva-
mente la ola de la vivencia en profundidad de Dios,
de un anhelo de Dios tal cual es en realidad, en su
imponente majestad, el cual en el Nuevo Testamento
no se revela como en el Antiguo a manera de huracan
de terror, sino como el Amor mas hondo e incompren-
sible, como el abismo del amon que quiere vemos
sumergidos en el oceano de su vida.
A este aspirar por transfundir vivamente toda la
vida con el Espiritu de Dios, no s610 en las horas
de devocion, sino en el ser y obrar por entero, corres-
ponde el misterio que con su mismo nombre ya indica
el impetu incomprensible e inasequible al humano
andar con cuidado con la demostracion. de esta doctrina,
ya que nos hallamos en el ambito del mysterium stricte dictum.
A proposito del intento de J. DILLERSBERGER, Eine neue
Messopfertheorie? (Theol. und Glaube, 22 (1930), pags, 571-
588, de aceptar en su generalidad la doctrina, pero desvir-
tuandola en algunos puntos, puede verse mi articulo Die
Messopferlehre der Tradition (lb., 23 (1931) pags. 351-367).
Mas juicios sabre la cuestion en el JAHRBUCH FUR
LITURGIEWISSENSCHAFT baio el epigrafe de Messe
(Allgemeines, IV). Sobre los trabajos teologicos especulativos
de estos ultimos afios en este terreno orienta bien B. NEUN-
HEUSER, O. S: B., Zur theologischen Rechtfertigung der Lehre
oom Kultmysterium, en Liturg. Leben, 2 (1935), pags. 189-
21 7).
IOJ
entendimiento de la virtud de Dios, ante quien al
hombre no le cabe mas que temblar, pero temblar no
tanto de reverencia y de terror, cuanto de amor.
Nuevas ideas se avivan cada dia en pequefios sec-
tores. Brotan, en este caso, del corazon de la Iglesia,
Pero seguramente es una obra de la Providencia, que
hasta en el mundo descristianizado y fuera de la 19le-
sia, surjan, poco a poco, nuevas maneras de pensar. El
espiritu del racionalismo, de la pura ciencia natural
esta hoy en Ias capas de la masa quiza mas vivo que
nunca, pero en las altas, alborea ya un nuevo dia que
por encima del racionalismo y del materialismo aspira
a un nuevo simbolismo, a la mistica. La humanidad
de hoy, cansada del racionalismo cientifico naturalista
y deseosa nuevamente de simbolos de 10 divino, pu-
diera encontrarlos donde nunca se han perdido, en la
santa Iglesia de Cristo, en la que el misterio de Cristo
es un evangelio y un hito al Dios verdadero. Los mismos
fieles de la Iglesia tienen que reconocer primero su
propio tesoro, purificarlo del orin del oIvido y hacerlo
resplandecer otra vez con 10s rayos del amor y de la
verdad, a fin de que tambien ellos puedan mostrar
nuevamente a1 mundo 10s misterios unicamente ver-
daderos y sa1vadores.
A la activa comunion de 10s misterios del culto han
exhortado una y otra vez 10s ultimos Papas (I), por-
que solo alIi mana y fluye la vida de Cristo. Esta in-
rima participaci6n se llenara colmadamente s610 el dia
(r) Vease PINSK en Liturg. Zeitschrift., 3 (1930-3r), pa-
gina 63.
14
en que la liturgia sea valorada en 10 es en su profun-
didad mas intima: el Misterio de Crista y de su Ig1esia.
***
El Nuevo Sumo Saeerdote Cristo Jesus debia ofre-
cerse en verdad de una vez para siempre a Dios su
Padre con la muerte sobre el altar de la Cruz, para
realizar desde alIi la redenei6n eterna. Mas porque el
saeerdocio no debia caducar con su muerte, par eso
dej6 a su amada esposa la Iglesia un sacrificio visible
coma exigia la naturaleza humana. Par media de el
19
se presencializaria el sacrificio sangriento, consumado
una sola vez en la Cruz, duraria su memoria hasta el
fin de la temporalidad y seria aplicada su virtud sal-
vificadora en remisi6n de los pecados cometidos por
nosotros diariamente... Despues que El hubo celebrado
la Pascua segun el rito antiguo, que la muchedumbre
de 10s hijos de Israel ofrecia en memoria de la salida
de Egipto, instituyo la nueva Pascua, es decir, la in-
molacion de si mismo en la Iglesia por manos de los
sacerdotes bajo signos visibles en memoria de su tran-
sito de este mundo al Padre... .
El contenido y por 10 mismo tambien la forma esen-
cial de los misterios 10 instituyo y orden6 el Senor
mismo. Su realizaci6n la encomendo a la Iglesia. Pero
no dej6 fijado hasta el ultimo detalle todo 10 concer-
niente a 10 que es necesario y conveniente en un rito
de la comunidad. Mas por el mismo hecho de dejar a
su Iglesia su Espiritu, le otorg6 la posibilidad de acu-
fiar, transformar y explicar a sus hijos con formas y
gestos siempre nuevos, el tesoro inagotablemente fe-
cundo que le entregaba. Su amor de esposa la impele
a hacer del don del esposo un himno de alabanza a su
amor, y la lleva su dicha materna a esclarecerselos y
hacerlos vivientes en sus hijos. Asi de la obra de la
liturgia resulta, por nacer del encendimiento y del
amor fecundos, una obra de hermosura y de sabiduria.
Seria de un gran merito declarar este desarrollo del
misterio en liturgia por medio de algunos ejemplos.
No obstante, baste aqui el indicar las lineas generales
del desenvolvimiento. El Senor ha exigido para entrar
IIO
en su reino una regeneraci6n, ya que el hombre natural
no puede llegar a Dios antes de ser transformado.
Debe, por tanto, morir el hombre viejo, y resucitar el
nuevo, nacido de Dios. Si alguno no esta regenerado
por el agua y el Espiritu no puede entrar en el reino
de los cielos: (1 Jo., 3, 5). El Espiritu es el aliento
divino de la vida, de donde brota a borbotones la
vida sobrenatural. Es Dios mismo (Jo., 4, 24), mos-
trando, al tiempo, la corriente de vida divina que El
hace bullir en la interioridad del hombre.
Esta palabra revela alas claras que no es un cambio
de la voluntad 10 que hace al cristiano, sino un ser
enteramente nuevo, una comunion en el Divino,
como dice San Pedro (11 Pet., I, 4). Aqui nos move-
mos en las vertientes fundidas con el cielo limpio de
la gracia y de la vida divina invisible. El Senor dice
que el hombre nuevo debe renacer por el agua,
Aqui brota el misterio del culto, por cuanto esta rege-
neraci6n por el agua solo puede ser, en el ambito de
la operacion divina y sobrenatural, la expresi6n ex-
terna y visible de la intima realidad de la generaci6n
por el Espiritu. No encierra un sentido natural pro-
pio, sino un valor simbolico, Este valor simbolico es
absolutamente necesario, como el Senor declara.
Sin este acto externa seria incomprensible la divina
operacion, El acto objetivo, innegable y perceptible
por los sentidos, de la inmersion dentro del agua es la
garantia de la realidad de la nueva generacion divina,
a la par que se da a la comunidad el testimonio nece-
sario para el aumento de un nuevo miembro. Seria,
III
con todo, un error pensar que bastaria la inmersi6n
en el agua sin decir alguna palabra, para significar la
gracia divina. El agua en este caso es muy indetenni-
nada como materia procedente de abajo. Tiene que ser
informada y determinada por algo superior, 0 sea por
el Espiritu que procede de arriba y que el Senor nom-
bra juntamente con el agua.
Pero, ique se acomoda mejor a la expresi6n de
Pneuma, tan sutil y fina como nos pinta el Senor en
San Juan, cap. 3, que el verba, la expresi6n obligada
del pensamiento, conocida por los antiguos con el
nombre de logos, esto es, espiritu sellado, y por 10
mismo muy enlazado con el Pneuma, tanto que am-
bos vocablos Logos y Pneuma con frecuencia se
confunden! Lo que el elemento significa sensible y paI-
pablemente, 10 expresa claramente el Verbo desde
arriba. De ambos se integra el pleno misterio: Quitad
las palabras, y ~que es el agua sino pura agua? Aplicad
la forma a la materia, y surgira el misterio el cual es
como un verbo visible. ~De d6nde le viene al .agua
tal virtud, que tocando el cuerpo la ve el coraz6n? Solo
par la palabrai (1).
***
El Senor pide una regeneracion, esto es, la muerte
del hombre viejo. El mismo la llev6 a cabo antes que
(1) AGUSTIN, Tract. in Joannem, 80, 3; cf. 15, 4: La
traduccion Verbo no reproduce el pleno sentido del Logos,
por 10 cual en los tiempos posteriores se ha usado mal esta
palabra de Agustin para hacer del Sacramento una mera
forma de predicacion. De haberse entendido rectamente e1
Verbum = Logos, hubiera sido esto imposible.
II2
nosotros cuando muri6 en la Cruz por el pecado y
resucito para Dios. En esa muerte y resurreccion
deben interiorizarse los cristianos, a fin de que la vida
de Cristo y con .ella la vida de la Santisima Trinidad
que nos revel6 se transfunda a ellos. Por eso el bauti-
zando -desnudo como Dios le cre6 y como estuvo
pendiente en la Cruz el segundo Adan-( I) se sumer-
gia en las aguas para que el hombre viejo fuera ani-
quilado y el acabado de resucitar fuese un hombre
totalmente nuevo. Sobre el se pronuncia el nombre de
la Santisima Trinidad, 10 cual significa segun la creen-
cia primitiva cristiana que toda la virtud de la Divini-
dad omnipresente descendia sobre el hombre y 10
transformaba a imagen de Dios par la gracia.
Esta inmersi6n en la muerte de Cristo y el resucitar
con el para la vida de Dios, como indican las palabras
de Crista en San Juan, cap. 2, 10 confirm6 Pablo po-
niendolo por sentido del Bautismo en los profundos
conceptos de la Carta a los Romanos. Un sentido enor-
memente rico se contiene e;I1 las sencillas palabras con
que Mateo nos relata la institucion del Bautismo: Id
por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda cria-
tura, bautizandolas en el nombre del Padre, y del Hijo
y del Espiritu Santo. Y ensefiadle a guardar todo 10
que os he encargado a vosotros: (Mt., 28, 19). Cuan
sencillamente fue puesto en practica este mandamiento,
nos 10 muestra la narraci6n del Bautismo del eunuco
por el diacono Felipe (Hech., 8, 26). Se acercaron a1
agua, y el eunuco, tocado por la fe, dice: Aqui hay
(1) Cf. CIRILO DE ]ERUSALEN, Catech. Myst., 11, 2.
113
agua; ~que puede impedir mi bautismo? Bajaron los
dos hasta la corriente de las aguas y el eunuco se su-
merge y se hace cristiano. Aqui podemos contemplar
el misterio en su forma mas sencilla, condicionado por
las circunstancias del principio que no permitian fuese
de otra manera.
i Con que sabiduria mas profunda y con que amor
mas inmenso ha ido elaborando la Iglesia poco a poco
este rito tan simple y transformandolo en una rica
liturgia, sin aleiarse por eso de la esencia del misterio!
Antes bien, los multiples textos, ritos y objetos s6lo
sirven para expresar el contenido del misterio en honra
de Dios y en hacerlo 10 mas asequible posible a todos
los fieles.
Por eso el candidato que quiere entrar en la Iglesia,
es iniciado con repetidas instrucciones en la fe, que es
la puerta para la nueva vida. Se le impone sal, simbolo
de sabiduria. Repetidas veces la mane del sacerdote
ministro se extiende sobre el en sefial de bendicion, Se
pronuncian los exorcismos, la conjuracion del espiritu
maligno, .para que el poder del demonio que le opri-
mia pierda su virtud. Las oraciones secretas y f6rmu-
las sagradas del Cristianismo, el Pater noster y el
Symbolum - 0 sea, la confesi6n de fe- se le entre-
gan, pero solo de palabra, para que la Escritura Santa
no caiga en manos profanas. Los roisterios propios,
Bautismo y Eucaristia, corrientemente no se le decla-
ran porque aun no esta iniciado y esta incapacitado
para comprender cosas tan altas.
Vemos como la Iglesia prepara y sella claramente
1I4
uno de los aspectos del Bautismo, la muerte del hom-
bre viejo y entregado a Satanas, y como, por otro
lado, va introduciendo poco a poco al candidato en el
ambito de los santos. Poco antes del Bautismo debe
pronunciar el neofito sus formulas de fe ante el Obispo.
Es nuevamente exorcizado para que el Espiritu Santo
encuentre espacio enteramente libre al entrar. Sigue la
santa vigilia para los misterios. Desde la noche, antro
del error y de los demonios, asi como tambien regazo
de la vida, comienzan a esparcirse los resplandores de
la luz divina y a nacer la nueva vida del espiritu. Con
sabia pedagogia adentra la Iglesia a sus hijos por medio
de ritos en su nuevo vivir, del que nada sabian y que
a 10 mas podrian vislumbrar como algo maravilloso.
Su impresion en los espiritus producia fuerte ten-
sion (r). El radical rompimiento con la vida de aqui
abajo hallo otra vez en el paganismo expresion emo-
cionante y reciamente simbolica en la renuneia al de-
monio, a sus pompas y a sus obras. Haeia el ocaso, 0
sea, hacia el reino de las tinieblas y de la muerte exten-
dian sus brazos los neofitos, soplaban y eseupian al
maligno y renuneiaban a el para siempre. Inmediata-
mente se tornaban de cara al oriente, a la luz y a la
vida, a Cristo, al oriente de la altura (Lc., r, 78), le
prometian eterna fidelidad y se reeonocian servidores
de el y de su fe. Se desnudaban en seguida por entero,
pues nada de obra de arte 0 cultura humana debia
entrar en el agua, ya que debla salir un hombre total-
mente nuevo de las manos de Dios.
(I) AMBROSIUS, De mysteriis, I, 2.
II5
Al salir eran ungidos en todo el cuerpo, para que la
virtud del Espiritu divino les fortaleciese para el com-
bate contra el demonio. Bajaban tres gradas en la
fuente bautismal, que antes habia sido santificada y
sobrenaturalmente fertilizada por la santa epiclesis
(nombramiento e invocaci6n del nombre de Dios) del
Obispo, simbolizando el seno maternalmente fecundo
de la Iglesia. Se sumergian debajo del agua tres veces,
se hacia nueva epiclesis del nombre de la Santisima
Trinidad sobre ellos que 10s invadia por entero y se-
llaba divinamente con su ser.
Desde aqui comienza a resaltar la vertiente positiva
de la nueva vida. El bautizando se sumergia por una
parte tres veces, subia por otro lado de la fuente otras
tres gradas - i siete gradas en total con el fondo de la
fuente!- era revestido, como recien consagrado y na-
cido para Dios, con el vestido blanco de 1uz y de in-
mortalidad. Se le ponia ademas una luz encendida en
las manos. Asi comparecia ante el Obispo quien, con
la imposici6n de las manos y con la unci6n sacra, le
otorgaba la vida del divino Espiritu en su plenitude
Este hombre nuevo, brillando enteramente con la luz
divina y ardiendo en el divino amor, sube a la Igle-
sia donde le esperan 10s cristianos ya bautizados, le
abrazan y oran por primera vez en comuni6n con el,
A continuaci6n tiene que participar en el misterio de
10s cristianos, la sagrada Eucaristia, comiendo el man-
jar divino y bebiendo la sangre del Hijo de Dios que
es el caliz de vida. Se le da leche y miel como a hijo
recien nacido de Dios, llegando a la tierra prometida y
II6
alli entona himnos al Senor. De esta manera el nuevo
eristiano esta plenamente eonsagrado, es un eonciu-
dadano de Ios santos y de 10s domesticos de Dios, un
miembro de Cristo. Un hijo amado formado a ima-
gen del Hijo de Dios, un aspirante a la vida eterna.
** *
Nuestra brevisima deseripci6n nos pinta s610 una
ligera imagen de la liturgia excesivamente feeunda que
ha brotado del misterio del Bautismo. Nos ha sido
imposible mostrar ni apenas indicar Ias fuentes de
donde la Iglesia ha sacado la ereaci6n de su liturgia.
Por eso permitasenos unas palabras sabre esto. El
propio eontenido del misterio 10 decIaran Ias acciones
y palabras ordenadas par el Senor. Sin embargo, no
quiso crear alga absolutamente nuevo para enseiiar y
acuiiar su nueva obra de salud, sino que utilize y eo-
munic6 su impronta y escudo de nobleza alas fonnas
primitivas de la humanidad. La idea y la misma forma
de una especie de bautismo, por ejemplo, se encuentra
mas 0 menos viva en la humanidad alIi donde queria
representarse y obrarse la purificaci6n de los peeados y
el transito a una nueva vida de santidad. En especial
10s ritos externos y 10s objetos empleados para ello
son estables por si mismos en alto grado, por cuanto
estan enIazados con instancias naturales de la vida y
eIementos de la naturaleza. El agua permanece siem-
pre siendo agua, ya se la emp1ee para 10s proeedimien-
tos de purificaci6n natural, ya para 10s aetos plena-
II7
mente simb6licos. Mas libre y movediza es la palabra.
Pero tambien esta se halla ligada allenguaje vivo. Dios
usa para su revelaci6n las palabras del lenguaje hu-
mano, a fin de ser entendido por el hombre. De am
que la liturgia emplee las formas de expresi6n y las
f6rmulas del hombre para traducir en m6dulos inteli-
gibles el misterio divino.
Para los textos de sus fiestas tienen un venero sin-
gular en las palabras de la Sagrada Escritura, donde el
Santo Espiritu mismo en formas de fuego, pero con
divina virtud, anuncia el Evangelio de la salud reden-
tora. Gran parte de la Santa Escritura pas6 sin cam-
biar un apice a la liturgia (r). En ella encontr6 una
vitalidad sorprendente, una nueva version, pasando de
la condici6n de mera palabra escrita a la de vida origi-
nal. De un modo singular es esto cierto en 10 dicho
en el Antiguo Testamento, 10 cual en la liturgia del
misterio de Cristo alcanza su ultimo esplendor y des-
cubre sus riquezas. Lo que leemos de Isaias, por
ejemplo, la noche de Navidad ya no es vaticinio sino
tangible realidad. Aqui radica el mas profundo funda-
mento para la explicaci6n alegorica 0 espiritualista de
la Escritura. Desde que Cristo se manifesto en el
mundo, tenemos nosotros, aun en el Antiguo Testa-
mento, la Have que nos abre todos los secretos. Ya no
palpamos letras muertas que matan, sino el Espiritu
que vivifica (2).
(1) Abad 1LDEF. 1-IERWEGEN en la Liturg. Zeitschrift., 3
(1930-31), page 8 y sigs.
(2) 11 Cor., 3, 14: Rasta el dia de hay perdura este veIo
entre los judios en la lectura del Antigua Testamento. No se
118
En ninguna parte se puede penetrar mas honda-
mente en el caracter espiritualista de la Sagrada Escri-
tura que en la Liturgia, donde todas las palabras de la
misma se toman en cantar al misterio de Cristo 0
transforman la vida del cristiano en Cristo (r).
La palabra de la Escritura renace y revive en la inti-
midad mas entrafiable de la Iglesia. Se convierte en
voz de Cristo que habla por boca de los profetas y
tambien en voz de su Esposa la Iglesia. La palabra de
Dios tiene la propiedad de no brotar en un instante y
al momento desaparecer, como ocurre con la palabra
del hombre, sino que se queda entre Ias rocas vivas
de las almas y de la Iglesia. Y, aunque siempre per-
dura en ellas su rumor, se va renovando siempre con
frescor de eterna juventud, porque incesantemente las
inspira el Espiritu de Dios. La trillada objeci6n de que
no se puede orar con espontaneidad y con todo eI
coraz6n con las f6rmulas antiguas, no tiene aqui nin-
guna fuerza, ya que la palabra brota espontaneamente
del corazon de la Madre Iglesia.
No fueron apropiadas para su empleo en la Liturgia
cristiana las ceremonias de la ley, las cuales tuvieron
su cumplimiento en el Sacrificio de Cristo y, por 10
ha quitado, porque s610 fue arrancado en Crista. Sino que
hasta el presente, cuando se lee a Moises, se cierne oscuro
celaje sabre sus corazones. El dia que se vuelva al Senor,
desapareceran los velos. Esto tiene vigencia en la lectura del
Antiguo Testamento en general y es la solucion de todas las
dificultades levantadas contra semeiante leccion,
(r) NICETAS VON RAMESIANA, De utilitate hymnorum c. 6
(In psalmis) Christi sacramenta canuntur, Todos los misterios
de Cristo, desde la Encarnacion hasta la segunda venida, se
reflejan en 10s salmos.
II9
mismo, su supresion. Es sorprendente como el Senor,
a pesar de observar en la ultima cena el rito de la
cena del cordero pascual, no haya querido que pasara
nada de 10 propio del rito de la pascua judia a la Euca-
ristia cristiana, aun siendo como era la ordinaria ben-
dicion de la mesa e1 primer presupuesto de la acci6n
de gracias: de 10s cristianos (I). Tampoco el Bautismo
cristiano puede deducirse del bautismo de 10s prose-
litos judios, antes tiene ciertos paralelos con Ios usos
generales de la humanidad de 10s que se derive el
bautismo de 10s proselitos (2).
Se puede afirmar, en general, que la religion cris-
tiana, como cumplimiento del anhelo de la humanidad
en el campo religioso, en cuanto religion catolicai es
decir, universal de la humanidad, se atribuye a si
misma con soberana libertad cuanto la humanidad ha
creado de verdaderamente noble en el ambito de las
formas religiosas. Si la Iglesia se cerrase angustiosa-
mente ante el mundo ambiente, no seria Iglesia cato-
lica, sino una secta. Ella ha recibido todo dentro de su
espiritu y 10 ha transformado. Ha purificado en su
crisol todo 10 meramente humane y se ha guardado
solo el pure oro.
La plenitud del tiempo: (Gal., 4, 4; Eph., I, 10)
en que el Cristianismo hizo su entrada en el mundo
era singularmente adecuada para dar forma a su litur-
gia. T oda la cultura antigua estaba caracterizada por
(r) STRACK-BILLERBECK, IV, pag. 627 y sigs.
(2) J. LEIPOLDT, Die christliche Taufe im Lichte der Reli-
gionsgeschichte (1928) y ademas JARHBUCH FUR LITUR-
GIEWISSENSCHAFT, 9 (r9 29), pag. 203 y sigs,
120
la elaboraci6n, a base del simbolismo subyacente en
la naturaleza, de un lenguaje simb6lico extraordina-
riamente cultivado y al mismo tiempo sencillo. Esto
tenia lugar singularmente con las formas religiosas y
en particular con las de los misterios mencionados.
Un uso de la cultura antigua era, v. gr., el ungirse con
aceite embalsamado despues del bafio, con el objeto
de robustecer y hermosear el cuerpo ... La Iglesia con-
virti6 aquel uso en rito de la nueva vida, al ungir al
bautizado en el cuerpo para simbolizar la virtud y e1
aroma del Espiritu Santo. 0 el que el recien nacido
tome leche endulzada con miel.
En muchos misterios recibia el recien nacido una
topa con leche endulzada. Del mismo modo 10s cris-
tianos dan al recien engendrado en Cristo un caliz
con leche y miel. San Pedro exhorta a los jovenes cris-
tianos que ardan en ansias de esta leche espiritual
como hijos acabados de nacer, para que por medio
de ellos deseen la salvaci6n (1 Petr., 2, 2).
Igual era con el simbolismo del vestido. Para 10s
antiguos el vestido no era algo accidental e indiferente,
sino que a la imposici6n del vestido respondia un nuevo
hombre. En 10s misterios, al ponerse el vestido 0 el
emblema del dios, quedaban dedicados a su servicio.
Refiriendose a estos usos exclama Pablo: Todos vos-
otros los que habeis sido bautizados os habeis reves-
tido de Cristo: (Gal., 3, 27) Y la Iglesia 10 canta en la
semana pascua1 de 10s ne6fitos que con vestidos b1an-
cos estan formando corona en torno a1 altar. Caba1-
mente este ultimo eiemplo nos prueba de nuevo que
I2I
ciertos usos, que significaban una union mistica con
la divinidad, eran singularmente apropiados para ser-
vir a la mistica union con Cristo por la liturgia. De
esta forma el antiguo uso de expresar por la comida
y bebida la incorporacion de la virtud divina, alcanza
su maxima y mas pura realizacion par la Eucaristia
en cuanto comida, un banquete verdaderamente divino
que significa y causa de la manera mas profunda nues-
tra unidad esencial con el Dios-Hombre, tal como el
Seiior mismo 10 expuso en San Juan, cap. 6.
** *
Asi sirvi6 despues a los misteriosi toda la humani-
dad y hasta la creaci6n entera, como se dice en la
bendici6n del agua en el Ritual Romano (r). De igual
modo, como 10s distintos elementos presentaban su
peculiaridad, la humanidad puso su contribucion a tales
formas tal como la acufiaron 10s distintos pueb1os,
razas y epocas. El Cristianismo es tan catclico, es
decir, universal, que puede y debe expresarse multifor-
memente dentro de la entera unidad de la fe y de las
costumbres.
De un modo es la forma liturgica del romano, se-
vero, calculador, monumental y de otro modo la orien-
tal, de sangre ardiente, profundamente mistico. Y de
distinto modo es la del galo, poeta y voluble y la del
irlandes con rica imaginacion y ardiente fuego 0 la del
germano de hondos sentimientos y cavilaciones, por
(1) Creatura tua mysteriis tuis serviens.
122
citar s610 unas variantes. Cada pueblo ha tenido en
la liturgia sus preferencias y sus singularidades en sus
sacrificios a Dios. (r)
Pero aun dentro de las mismas Iglesias han tenido
10s distintos estados parte variable en el desarrollo de
la liturgia. El clero llev6 la directiva en la liturgia,
mas tambien los laicos han trabajado en su formaci6n
con la poesia, la musica y las otras artes. Distinta, a su
vez, fue la liturgia del clero que la del monacato; otra
la de las catedrales que la de las Iglesias rurales.
En esta forma toda la Iglesia y todos 10s estados
han cooperado al embellecimiento Iiturgico del miste-
rio, cada cual a su modo segun su carisma, pero todos
por raz6n de su intima participaci6n en la liturgia de
los misterios, Portadora de la liturgia es ciertamente la
Iglesia entera, como afirma el Tridentino cuando dice
que Cristo ha dejado su sacerdocio a su amada Esposa
la Iglesia: y que la Iglesia por ministerio de los sacer-
dotes ofrece la inmolaci6n mistica, Dentro, sin em-
bargo, de la estructuraci6n de la Iglesia coopera a la
realizaci6n de la Liturgia cada miembro en su lugar y
en su puesto, como nos declara San Clemente Romano.
La Jerarquia consagrada y establecida por Dios re-
presenta autoritativa e inmediatamente a Cristo como
causa del misterio y Sumo Sacerdote. Los otros fieles
refiejan segun sus estados y condici6n algun aspecto
de la Iglesia como Esposa del Senor. De aqui se des-
prende que toda la Iglesia, no solo el clero, tiene que
(I) A. BAUMSTARK, Vom geschichtlichen werden der Litur-
gie (1923).
12]
cooperar activamente en la Liturgia, pero cada uno
segun su rango en el grado y en la medida para el
establecidos y desde su puesto. Todos los miembros
estan incorporados de una manera ffsico-sacramental a
Cristo, la Cabeza. Pues todo cristiano participa en vir-
tud del caracter sacramental del Bautismo y Confir-
macion en el sacerdocio de Cristo Cabeza.
Esto significa que el laico no solo asiste con su per-
sonal devocion 0 propia union de las plegarias a la
liturgia de los ministros, sino que gracias a su objetivo
entroncamiento 'en el Cuerpo de Cristo es un miembro
. necesario y esencial de la comunidad Iiturgica, A la
perfeccion de la participaci6n corresponde evidente-
mente que este sacerdocio objetivo se actualice con la
vivencia personal y adquiera la suma vitalidad.
Como nos ensefia la psicologia, la vida de la inti-
midad es tanto mas intensa, cuanto mas consciente-
mente se pone el acto exterior correspondiente. Co-
mienza a revivir, por ejemplo, una canci6n s610 con
oirla, mas la vibraci6n del alma sube extraordinaria-
mente con la propia interpretacion. Del mismo modo,
10 mas decisivo en la Liturgia es la intima participa-
cion que no necesita absolutamente manifestarse al
exterior. No obstante, para la intensidad de esta trans-
vivencia como para la realizacion plena de la expresi6n
simbolica toca tambien un puesto de conveniencia en
la acci6n Iinirgica a la participaci6n externa.
Tambien aqui, conforme a 108 principios fundamen-
tales aducidos arriba, tiene que defenderse que cada
miembro se hace participe desde su puesto y en con-
I24
formidad con su ocupacion y la medida de su gracia.
Los laicos nunca pueden usurpar el servicio del oficio
sagrado de los sacerdotes y cada estado debe mante-
nerse en su orden. i No todo es para todos! El Misterio
permanece siempre Misterio! Y no todo se puede abrir
inmediatamente a todos. Se revela poco a poco a los
ojos de los limpios de coraz6n y de los humildes.
Con esto no decimos ninguna cosa exotica, pues ni
la formaci6n intelectual ni la cultura estetica, sino solo
la humildad y la pureza del interior abren el acceso
en forma franca a los divinos misterios. La esencia del
misterio es algo en alto grado popular, precisamente
porque el pueblo ama 10 concreto y al mismo tiempo
atisba 10 divino entre el misterio.
Existen, comoensefian los Padres, grados de distin-
cion. Esto quiere significarse visiblemente cuando 10s
sacerdotes se colocan en el Santuario del Altar, detras
de ellos los monjes y virgenes y par ultimo el pueblo
Santo de Dios. Muchas dificultades de la renovaci6n
liturgica desaparecerian con una cuidadosa observacion
de estas intuiciones de la primitiva Iglesia. ~No ha
extendido intencionadamente sobre la liturgia el velo
del lenguaje cultual, porque el misterio no debe estar
a la luz deslumbrante del dia? ~Es necesario, par tanto,
que sean aclarados los textos y que todos los ritos
sean constatados hasta el ultimo detalle? ~No se pierde
con esto algo insustituible, los resplandores de la san-
tidad, que el pueblo estima mas que la inteligencia de
todas las honduras?
La ciertamente buena intenci6n de que el pueblo
I 25
tome parte activa en la liturgia, no debe degenerar
en igualdad democratica (1). La jerarquia, esto es, la
sagrada ordenaci6n y gradaci6n de dignidad de valores,
tiene que existir igualmente en la Liturgia. Por este
punto se origina primariamente la verdadera comunion
de toda la Iglesia, en la que cada estado da de 10 que
tiene al otro. La comunidad no consiste en que todos
tengan 10 mismo, sino que el uno haga desbordar de
su plenitud a los demas 0 llene con la de estos su
escasez. En esta mutua donaci6n se instala el amor.
Aqui se cumple la palabra de San Pablo a prop6sito
del amor de Cristo, que por la trabaz6n mutua orga-
nica obra con virtud el crecimiento del cuerpo segun
la medida de cada miembro para hi edificaci6n de si
mismo en el amon (Eph., 4, 16).
El santo misterio es la expresi6n mas visible a la
par que la suprema constataci6n de la vida del Cuerpo
Mistico de Cristo. Cabeza y miembros son una sola
cosa en el Sacrificio al Padre, a quien sube en 10s
santos misterios por el Hijo en el Espiritu todo honor
y desde quien desciende por el Logos y el Pneuma
toda gracia y bendici6n .a la Iglesia. As! el siempre
(1) Sobre este falso motivo ha llamado rectamente la
atenci6n L. VERWILST, O. P. De Stand van den Priester aan
het Altaar (Lit. Tijdschr. 11 (1930), pags, 321-327), que se
vuelve en primera linea contra e1 intento moderno de poner
e1 altar de forma que en cierta manera este en el centro de
la Ig1esia y que pierda el caracter de santuario, El autor ve
en ello tambien una consecuencia del espiritu democratico
del tiempo. El pueblo debe saberlo todo. Debe serle asequi-
ble todo y estarle abierto y patente... La Iglesia ha aspirado
siempr.e a ocultar 10 sagrado para que se conserve la re-
verencia.
I26
mas profundo conocimiento y participaci6n mas viva
en el misterio se convierte en el punto centrico de la
vida cristiana, en aquel Sacrificio hecho a Dios, que
es de su agrado, como nos dice Gregorio N acianceno
en su predicacion pascual:
Queremos brindar un don a aquel que por nosotros
padecio y resucito, Quizas penseis que me refiero al
ora y la plata 0 a un tejido precioso 0 a una deslum-
brante piedra preciosa -todo ello es materia caduca y
terrena de la que siempre tienen la mayor parte los
malos...- Queremos, mas bien, ofrecernos a nosotros
mismos como don, regalo el mas precioso y acomodado
a Dios. Hemos de retornar los reflejos a nuestra ima-
gen, reconocer nuestra dignidad, honrar a nuestro
ejemplar original, penetrar la significacion del misterio,
y saber para que ha muerto Cristo. Cada uno de todo,
entregue todo como don a aquel que se entrego por
nosotros como precio y canje. No puede dar nada
mayor que cuando se da a si mismo coma conocedor
del misterio y se hace por Cristo todo 10 que el se hizo
por nosotros: (1).
(1) Oratio I in s. Pascha, PG 35, 397 y sigs.
12 7
III
***
Si echamos una mirada a la piedad antigua, nos sor-
prendera en seguida en ella su recia normalizaci6n, su
(I) Propositionem der Regensburger Diiizesans synode vom
N.> 1.
I I.X.I927.
I3 2
enlace con formas fijas y tradicionales. Esto lleva con-
sigo en la practica una objetiva y serena claridad junto
con actos en comun. Y tiene su vigencia hasta en la
mistica, aparentemente tan suelta, vivida por un sujeto,
y que rompe todas las cadenas de una forma estable.
Estas propiedades apenas se conocen en la mistica an-
tigua; sus conceptos son, mas bien, fruto elaborado en
la observaci6n de la mistica moderna.
Esta mfstica, cuyas raices se hunden en Oriente y
que, mas adelante, elaboraron los pueblos germanicos
en la epoca moderna desde la emancipacion del indi-
viduo, es esencialmente distinta de la antigua mistica
formada en la comunidad, tal como se presento par-
ticularmente en 108 misterios helenisticos y tal como
despues encontr6 su coronamiento divino en el Cris-
tianismo.
Aquella, busea por veredas individuales, con metodos
de purificaci6n y de concentraci6n, en la huida del
mundo, en la ascesis y apartamiento de la comunidad,
la ascensi6n hacia la Divinidad, hasta resolverse en
, 1
ella. Esta oora conjuntamente con el Dios que se re-
velo graciosamente y anduvo visible sobre la tierra, en
cuya accion redentora toma parte el mistagogo y cuya
Pasion y nueva vida vive con el, Se hace uno con el
Dios del culto de la comunidad y con todos los miem-
bros de la Alianza, en el amor y comuni6n de Dios,
sin traspasar por eso los limites de criatura.
Su origen de 10 divino, y no meramente de humana
ansiedad, su unidad con la forma autoritativa y con la
comunidad da a esta mistica una seguridad, regulari-
I33
dad y consistencia independientes del sujeto, una
grandeza que sobrepuja todos los limites de 10 indi-
vidual. No solo el eros 0 pasi6n por 10 Divino, sino
el Agape 0 Amor cristiano, la Charitas de los Padres
de Occidente, que viene de arriba y se comunica por
la gracia, que perfunde y atraviesa todo desde la inti-
midad divina, puede desplegarse 'aqui con rendida
entrega a Dios y en servicio a los hermanos. Pero
como la comunidad no brota de las mismas aspiracio-
nes humanas, sino que esta formada con un principio
sobre todas ellas, de am que se salvaguarde tambien
la personalidad en su dignidad inalienable.
No obstante, contemplemos despues de esta vision
de conjunto mas detenidamente uno de ellos, con-
viene a saber, el misterio antiguo. Ciertamente no es
posible exponer en este lugar con toda precisi6n ni
uno solo de los ritos antiguos de los misterios. Nos
contentaremos, por tanto, con trazar en sus rasgos ge-
nerales el tipo, la forma cultual del Mysterium. Aqui,
ademas, avanzamos por sendas fumes, mientras que
con respecto a los detalles a causa de la disciplina del
silencio nos quedan unicamente escasas y confusas
noticias.
La descripci6n relativamente mas pormenorizada
de la antigua iniciacion cristiana nos la presta, en el
siglo 11 despues de Cristo. Apuleyo de Madaura, en
ellibro 11 de sus Metamorphose, en donde el naturalmente
se extiende en la propia consagraci6n 0 iniciaci6n del
lugar, pero que nos introduce magnificamente en la
corriente del culto de los misterios de la antigiiedad.
134
Aunque no tengamos conocimientos exactos de un solo
misterio, sin embargo podemos llegar a conocer clara-
mente el concepto del misterio por datos que nos
conserva la tradici6n sobre los misterios, en particular
sobre los helenisticos, en los que se une a la forma
griega el impulso oriental hacia 10 etemo.
Mientras que la oraci6n presenta a la divinidad los
pensamientos y suplicas del coraz6n y el sacrificio es,
en su esencia, un don a los dioses, intenta el Misterio
poner una relaci6n aun mas intima con la divinidad.
El Kyrios del Misterio es un dios, que ha bajado al
humano destierro y combate, que se ha manifestado
en la tierra (epifania) y que en ella ha luchado, sufrido
y, por ultimo, sucumbido.
Toda la humanidad doliente se apifia con lamentos
en tome a este Dios que tuvo que morir. Despues sigue
de algun modo el retorno a la vida, por el que los
compafieros del dios y aun la naturaleza entera revive
.y obtiene pervivencia. Asi era segun la piadosa creen-
en la doetrina sacrai (tEpa s ).6yo s) de la comunidad
en los tiempos primeros del mito. Mas el mundo, la
comunidad, precisa siempre nueva vida. Por eso en el
culto tiene lugar siempre la epifania, la acci6n salva-
dora y salvificadora del dios. El culto es el medio de
convertirlo en realidad y en fuente de salvaci6n; los
participantes del culto ponen por si mismos en medio
de la ceremonia ritual y simb6lica aquella acci6n origi-
nal. Entre los simbolos, ritos y palabras de los sacer-
dotes aparece nuevamente la realidad.
)f )f. )f.
I35
La comunidad que los celebra se une por media de
sus acciones estrechamente con el Sefior de su culto.
No hay union mas fuerte que la del sufrir y obrar
en comun, De am que tome parte tambien en la nueva
vida del dios. El mismo entra en el corn divino, es
divinizado. El carnino de 10s misterios es, pues, la
acci6n cultual en cuanto cooperaci6n alas acciones
divinas. Su fin es la unidad con la divinidad, la par-
ticipaci6n en su vida divina.
El misterio abarca, conforme a esto, el amplio con-
cepto de la conmemoraciom ((bcX.1L\I'Y)Q"~ c;:, commemora-
tio) ritual, esto es, de la celebraci6n ritual y presencia-
lizaci6n de una obra divina, sobre la que descansa la
existencia y la vida de una comunidad. En Mysteriumi
en pleno sentido se convierte la acci6n sagrada solo
cuando se trata no de meras aspiraciones humanas, como
la conservaci6n del poder y de la vida del pueblo que
practica el culto 0 el florecimiento y medro de la natu-
raleza, sino, mas bien, de una unificaci6n personal con
la divinidad venerada y de una supervivencia dichosa
mas alla de la muerte, poniendo todo esto como centro
del anhelo religioso.
Tales comunidades cultuales se reunen por la propia
elecci6n de hombres con inquietudes de profundas
vivencias religiosas. Forman una alianza en cormin que
les separa de los profanos y en la que se entra por
consagraciones secretas. El objetivo que se persigue es
la Q"CO"t"'Y) P[(I., la salvacion, en la plena comuni6n con
Dios despues de la muerte.
Podemos definir ahora brevemente: El Misterio es
I3 6
r
** *
Toda la terminologia antigua paso al Cristianismo,
pero se convirtio aqui, conforme a su actitud espiritual
superior, en portadora de conceptos mas elevados y
sutiles. Esta espiritualizaci6n no condujo a su desapa-
rici6n. El vocablo continua concreto y referido siem-
(I) LIVIUS, XXXIX, 15, 13. Cf. R. REITZENSTEIN, Die
hellenistichen Mysterienreligionen, 3 (19 27), pag, 192.
(2) Metamorph., XI, 15.
142
pre al culto. La moderna palabra misterio: no da
exactamente el rico y concreto significado del vocablo
antiguo, sino que sirve unicamente para hacer resaltar
un aspecto, el ocultamiento mistico y aun esto de una
manera imprecisa. Esto 10 apreciaremos inmediatamente
cuando consideremos, aunque a la verdad en sus lineas
fundamentales y de una forma brevisima, el misterio
en el Cristianismo.
El misterio cumbre y terminal del Cristianismo,
fundamento y fuente de todos los demas misterios
cristianos, es la revelaci6n de Dios en el Verbo Encar-
nado. Dios eternamente oculto en el silencio entra en
una maravillosa epifania en el mundo y se revela visi-
blemente para la salud de la humanidad.
Este misterio es, por 10 mismo, una acci6n, pero una
acci6n que brota de las -profundidades de Dios y que
esta llena, en consecuencia, de la plenitud infinita del
Ser. Dios nos di6 a conocer el misterio de su voluntad,
conforme a su ordenacion, para formar el plan de
salud de la plenitud de los tiempos y dar a todo una
cabeza en Cristo: (Eph., I, 9).
El Ap6stol tiene la preocupaci6n de poner en luz
cual sea el plan de salud del misterio oculto desde la
eternidad en Dios Creador, para dar a conocer alas
potestades y virtudes en los cielos por la Iglesia la
multiforme sabiduria de Dios, segun el eterno decreto
que hizo en Cristo Jesus nuestro Senor (Eph., 3, 9).
Aqui palpamos c6mo la Iglesia es interiorizada en el
Misterio. Pablo ensalza a Dios, porque es poderoso
para afirmaros conforme a mi Evangelio y al mensaje
143
de Jesucristo, conforme a la revelaci6n del misterio
oculto desde los tiempos eternos, pero que se revel6
ahora por las Escrituras profeticas segun el decreto de
Dios Eterno, y anunciado a todos los pueblos para
obediencia de la fe (Rom., 16, 25).
Juan ha dicho 10 mismo, sin emplear la palabra
mysteriume. El Verbo se hizo carne y fij6 su tienda
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, la que
corresponde al Unigenito del Padre... A Dios nadie le
ha visto; el Dios Unigenito, que esta en el seno del
Padre, 10 ha dado a conocer (jo., I, 14 Y 18). La
vida se manifesto y nosotros la hemos visto y damos
testimonio y os anunciamos la Vida etema que estaba
en el Padre y se nos manifesto (1 10., I, 2).
Esta Vida eterna es Cristo mismo. Por eso la Carta
a 10s Colosenses llama a este el Misterio; pues el plan
salvador de Dios esta encerrado en la Persona de Cristo:
el Cristianismo es conocimiento del Misteria de Dios,
esto es, Crista, en quien estan escondidos todos 10s
tesoros de la sabiduria y de la ciencia (Col., 2, 2) (1).
La epifania de Jesucristo en la que se encontraron
y se fundieron 10 divino y 10 humano, el cielo y la
tierra, el espiritu y la materia, y por la que descendi6
el Espiritu para santificar al mundo -esta acci6n sal-
vadora de Dios es para el cristiano el verdadero mis-
terio-. El nacimiento de Cristo Jesus y todo el plan
de la salvaci6n se convierte asi en un gran Sacramento,
* **
En estos tres misterios viven su iniciacion los cris-
tianos. Bafio, uncion, alimento le dan su pleno ser en
Cristo. Y como cristiano perfecto puede actuar, coofre-
cer y concelebrar el misterio de la redencion. Todos los
ungidos forman un sagrado sacerdocio real, estable-
cido para presentar ofrendas espirituales agradables a
Dios por Cristo Jesus (I Petr., 2, 5). No podemos
explicar aqui como acnia el misterio en todos los esta-
dos y situaciones de la vida.
Todas las bendiciones y acciones sagradas de la
Iglesia son una comunicaci6n de la gracia de la reden-
cion de la Cruz 0, hablando liturgicamente, de la que
procede del Misterio del Sacrificio de la Misa. Tu
Cruz -dice San Le6n Magno- es la fuente de todas las
bendiciones, la causa de todas las gracias. Por la Cruz
se comunica a los fieles fuerza por la debilidad, gIoria
por el escarnio, vida por la muerte. Ahora ces6 la
multiplicidad de sacrificios de carne. La sola ofrenda
de tu Cuerpo y de tu Sangre lleva a su plenitud a
todas las demas ofrendas. Pues tu eres eI verdadero
Cordero de Dios que borras Ios pecados del mundo y
tu llenas en ti todos los misterios. Como ahora, pues,
existe un unico Sacrificio por todas las ofrendas, del
mismo modo tambien existe un unico reino, integrado
por todos los pueblosi (r),
Lo que San Le6n afirma del Senor Crucificado, a
saber, que es el plenificador de todos los misterios,
del sacrificio y de los ritos del Antiguo Testamento,
tambien vale en cierto sentido de 10s misterios antiguos.
Estos eran, como dicen 10s Padres particularmente -San
Agustin- de 10s sacrificios paganos, una sombra aun-
que adulterada del verdadero Misterio por venir. Asi
podremos comprender bien -que Ios Padres hallan cada
vez mas claramente el verdadero Misterio en el Cris-
tianismo y se esfuerzan por expresar de alguna manera
esta verdad, mientras que emplean para 10s rites cris-
tianos la terminologia de los misterios, purificada y
sublimada.
Ya para Cipriano es la celebracion de la Eucaris-
tia dominicae passionis et nostrae redemptionis sacramen-
(I) Sermo VIII de passione Domini. PL 54, 339.
I49
turn (I), es decir, el Misterio de la Pasi6n del Senor
y, por 10 mismo, el Misterio de nuestra redenci6n. Y no
hace mas que recoger 10 que otras voces dijeron antes
que el en este sentido. Desde el siglo III se expresa
esta doctrina mas luminosa, clara y detalladamente y
se transforma en la liturgia en una forma que en este
lugar nos es imposible recorrer en particular (2).
Y, a la verdad, 10 que anhelaba la antiguedad y s6lo
entre sombras y muy imperfectamente consigui6, se
cumple aqui con la venida graciosa de Cristo en la
forma mas preciosa y sobreabundante, tan maravillo-
samente como nunca jamas podia haber atisbado 0
vislumbrado el hombre. El verdadero Amor y Vida
de Dios descendieron verdaderamente a la pobre tie-
rra, participaron del destierro de la humanidad, ven-
cieron al pecado que habia traido nuevamente el caos
al mundo, instauraron por .medio de una acci6n sacri-
ficial transcendental, la muerte de un Dios hecho
carne, la unidad entre Dios y el hombre, la salvaci6n
y glorificaci6n de la criatura. .
De la sangre del Dios-Hombre moribundo y de la
gloria, de la luz de la clarificaci6n (o6~C() del Resuci-
tado y ahora sentado a la .diestra del eterno Padre,
vino la eterna salvaci6n, la vida para todos los fieles
adeptos de Cristo..
Y todo esto 10 realiz6 en la nueva Alianza, la Igle-
. (1) Epist., 63, 14.
(2) Una coleccion detallada de los testimonios mas sig-
nificativos, puede verse en mi trabajo Das Mysteriengeddchtnis
der Messliturgie usw en e1 JARHB. F. LITURGIEWISS., 6
(1926), page 113, ademas lb. 12 (1933-35), page 99 Y sigs.
I5
sia, en ritos .sencillamente sublimes, transidos del Espi-
ritu, llenos de un simbolismo divino, y de una realidad
supraterrena. En su forma se concentraron las ri-
quezas mas preciosas de la humanidad religiosa, puri-
. ficadas de 10 animal y de las impurezas, estilizadas en
la escuela de la fina sensibilidad helena ante 10 bello,
perfumadas por el halite de la mistica oriental, enno-
blecidas siempre por el servicio del Altisimo. Mas el
contenido era enteramente nuevo, un regalo de la gra-
cia divina: de tuis donis ac datis (1).
La antigiiedad mas noble estuvo al servicio del Cris-
tianismo. Su servicio fue de desear porque en el Cristia-
nismo encontr6 una significaci6n totalmente singular
la forma del Mysterium. Los ritos del sacrificio
del Antiguo Testamento fueron derogados 0, mas bien,
cumplidos por el Sacrificio de Cristo. Con El amanece
el nuevodia; todo 10 antiguo ha fenecido, En la Igle-
sia del Nuevo Testamento s610 pudo haber un unico
Sacrificio, o sea, el de Cristo. Ya que habria de per-
petuarse en los siglos, s610 podia tener su presenciali-
zaci6n mistica en el Sacramento, in mysterio, par el
culto de la Iglesia del Nuevo Testamento.
Par el Misterio vive Cristo en la Iglesia, obra en y
con ella, y la mantiene y conserva en la vida. Par el
misterio respiramos ya en el futuro e6n del reino de
Dios, pero caminando humildemente en la fee Pues el
Misterio es Mysterium fidei, misterio de fee S610 la fe
puede ver la virtus sacramenti, el contenido de la gracia
del Misterio. Mas cuando la fe se convierta en vision,
(I) De tus regalos y dones. Canon Romano de la Misa.
15 1
(1) FIRMICUS MATERNUS, De errore profanarum religionum,
19, anuncia el simbolo de los misterios: Bendito seas, esposo,
bendita seas, [oh Luz virginall, refiriendolo a Crista. Una
es la verdadera Luz, uno el verdadero esposo: estos nombres
10s tiene Crista.
152
senta ante el Padre Ios fieles para que 10s guarde por
toda la eternidad.
Este es el rurnor de mis misterios. Cuando quieras,
puedes venir a iniciarte. Entonces con los angeles ce-
rraras el cortejo en torno a1 Dios ingenito, inmutable
y realmente unico.
Sabete que en nuestro caso formara siempre como
cantor el Divino Logos (I).
(r) Protreptikos, 124, I, pag, 84. Stdhlin. Cf. toda la
explicacion aqui.
I~3
IV
EL ANO LlTURGICO
.,
(Io., 14, 16), se realiza de manera acabada. Pues aqui
es el no solo el simbolo, el indicador del camino, sino
e(:Camino mismo, que nos lleva y nos introduce en el
,!.l
* **
Todo el misterio salvificador esta siempre ante los
ojos de la Iglesia y de cada uno de 10s cristianos.
Dicho concretamente: No celebramos el Adviento con
la idea de que estamos postrados en la condici6n de la
humanidad irredenta, sino en la firme certeza del Senor
ya manifestado, para quien debemos preparar nuestra
alma y de la que es una imagen y un estilo el anhelo
I64
de los santos de la antigiiedad. Exactamente 10 mismo
al conmemorar la Quadragesima no 10 hacemos coma
quien aun no esta lavado con la Sangre de Crista,
sine, mas bien, como quien ya lleva en si la impronta
de la Cruz y no acaricia otro ensuefio que el de trans-
formarse segun la muerte de Cristo, para que aparezca
mas clara la resurreccion,
Siempre esta, aun cuando seguimos al Sefior en su
viacrucis por la tierra, ante la mirada de nuestro espi-
ritu el Senor glorificado, a quien invocamos: Tu que
te sientas a la diestra del Padre, ten misericordia de
nosotros. Todo el afio Iiturgico es, conforme a 10 dicho,
un misterio unitario. Culmina en el misterio mas alto,
el Sacramentum Paschale, el Misterio pascual, que en
cada domingo se repite de alguna manera en pe-
quefio,
En el se conmemora la redenci6n que culmina en el
sacrificio de la Cruz y la clarificaci6n de la Iglesia por
la resurrecci6n y se lleva hasta los fieles, En el curso
del tiempo se ha ido extendiendo el desarrollo del
Misterio de Pascua desde Septuagesima hasta Pente-
costes. En esta parte hay que considerar, es verdad, la
evoluci6n del Misterio frecuentemente en un vivo dra-
matismo, que se roza en su mayor parte con los hechos
historicos de la vida de Jesus. Pero no es, a pesar de
esto, una dramatizaci6n de la vida terrena de Cristo.
Esto se desprende de que desde el principio se realiza
siempre en su totalidad en la Misa. El Misterio es
siempre entero.
Antes del Misterio Pascual, que era 10 que predo-
I65
minaba en la primitiva liturgia de la Iglesia, se puso
mas tarde el Misterio de la epifania, al que hoy pre-
para el Adviento (adventus = bncp&ve:~C(), aunque se
haya intercalado la fiesta de Navidad. La Epifania
(centro de la cual hay que contar ahora la Navidad)
no' es s6lo la festividad del Nacimiento de Cristo. No.
Es nuevamente todo el misterio de la redencion, aun-
que desde el punto de vista de la encarnaci6n. AI asu-
mir Dios la carne humana, la consagr6. Pero, (hay
acaso otro misterio ritual mas propio de la encarnaci6n,
que el que se da en el misterio de la muerte de Cristo
en la Misa? Otra vez, no. Asimismo celebramos la
Epifania en su punto mas alto con la conmemoraci6n
de la muerte de Cristo. Pues la redenci6n se llev6 a
cabo solo en la Cruz.
El mundo yace en el pecado. Por eso necesita antes
hacer la expiaci6n. La Epifania es asi todo el misterio
de la redencion, pero mirado desde otro punto de vista.
El mundo conforme ensefian las Santas Escrituras y los
Padres de la Iglesia se encarno solamente para poder
morir en la Cruz y devolver asi al Padre nuevamente
vivificada la humanidad muerta por el pecado. AI
entrar en el mundo, dice el: Sacrificios y ofrendas no
quisiste, por eso me has dispuesto un cuerpo. Los ho-
locaustos por el pecado no te agradaron. Entonces dije:
heme aqui que vengo -pues en el rolIo de las Escri-
turas esta anunciado de mi- el hacer, oh Dios, tu
voluntad: (Hebr., 10, 5-7) (Ps. 39, 7-9).
Uno es, en consecuencia, el Misterio del afio linir-
gico. (No le quita, empero, esta acentuaci6n de la
166
unidad el encanto de la multifonnidad que no fatiga
al espiritu sino que nuevamente 10 ilustra y 10 estimula?
En manera alguna. Pues la unidad no significa unifor-
midad. Cuanto mas unitaria es una idea, tanto mas
profunda es y tanto mas poderosamente satura al espi-
ritu. La riqueza de pensamientos busea y halla expre-
si6n en los ritos mas diversos...
La Misa es siempre la culminaci6n de la Liturgia,
por contener el misterio de la redenci6n en sus mis-
mas fuentes, la pasi6n y glorificaci6n del Senor. De
esta fuente salta un imponente torrente de misterios,
sacramentos y sacramentales que inunda la tierra de
la Iglesia. En sus riberas se levanta con simbolos siem-
pre nuevos la palabra espiritualista de la liturgia que
reviste y explica los ritos. ~a p~bra ~e l~Sag~aga I
Escritura y de la Liturgia no tiene que ver nada con ;I
la palabra vacia del hombre, nacida del espiritu hu- (
mano y que desaparece como un soplo de viento, sin
dejar rastro de si. La palabra de Dios esta transida de
una virtud divina. Como la nieve y la lluvia caen del
cielo y no vuelven alIi, antes bien embriagan la tierra,
la fecundan y cubren de verdor y dan las simientes
para sembrar y el pan para el alimento, asi es con la
palabra que pronuncio por mi boca. No se toma vacia
a rot Realiza 10 que deseo y lleva felizmente a plenitud
alli donde la envio (Is., 55, 10). ,,:
La palabra participa de la misma virtud operativa
de los misterios. Sacramento es tambien en las Sa-
gradas Escrituras donde el Espiritu Santo ejecuta algo
en la interioridad con el poder de sus palabras, dice
I67
San Pascasio Radberto (1). En la palabra vivimos la
presencia divina. Queremos oir el Evangelio como al
Senor presente, afirma San Agustin (2), esto es la causa
porque la Iglesia se levante y ponga de pie durante la
lectura del Evangelio. El Abad debe hacer la lectura
del Evangelio, mientras todos estan de pie respetuosa-
mente, prescribe San Benito (3). San Jeronimo no duda
por eso en comparar el misterio de las Sagradas Escri-
turas directamente con el Misterio de la Eucaristia, Co-
memos su carne y bebemos su sangre, no s6lo en el Mis-
terio, sino tambien en la lecci6n de las Escrituras (4).
En una antigua predicaci6n sobre la Anunciaci6n de
Mafia se dice: El advenimiento de nuestro Senor y
Salvador es celebrado por la Iglesia universal en todo
el orbe, regocijandose inmensamente con su repetici6n
anual. Quiero decir, 10 que recibi6 una vez el mundo
fiel para la redenci6n de su salud, 10 ha dedicado a la
posteridad para su celebraci6n en todas las generacio-
nes... Ahora se nos pone delante de nuestros ojos la
maravilla del pasado, por cuanto las divinas lecciones
nos traen afio tras afio los acontecimientos del tiempo
preterite y se celebran estos piadosamente en el ciclo
anual (s).
(I) Sobre el cuerpo y la sangre del Senor, cap. 3 (ML
120, 1.276. Cf. ademascomo siempre a 10s anteriores articu-
10s' en JARHBUCH FUR LITURGIEWISSENSCHAFT, 8
(1928), page 207.
(2) Tractatus in Joannem, 30, I.
(3) Regla, cap. I!.
(4) Compulsense 10s lugares en JARHB. F. LITUR-
GIEWISS., 8 (1928), page 210.
(5) Acaso de San Proclo de Constantinopla. Impreso entre
las Obras de Gregorio Magno en Migne, PL 54, 580.
r68
Por esta presencia de las acciones redentoras divino-
humanas en el Logos y en el rito se explica igualmente
c6mo la Iglesia, aunque posea plenamente el Miste-
rio de Cristo, pueda entonar el hoy. en determinadas
festividades del misterio que sale al primer pIano, coma
en Navidad: Hoy ha nacido Cristo; en la Epifania:
Hoy ha sido unida la Iglesia al Esposo celestial; en
Pascua: Este es el dia que Dios ha hecho; en Pente-
costes: Hoy se manifest6 el Espiritu Santo a los disci-
pulos en forma de fuego. El afio liturgico es en su
conjunto reflejo del decreto divino de salvaci6n eterna
y contiene el misterio de Cristo. Dentro de este ciclo
se desenvuelve el misterio ante los ojos, los cuales no
pueden contemplar como en la eternidad todas las
vertientes en una sola mirada. Como todo el afio se
conmueve con la presencia divina, cada dia lleva den-
tro de su curso el suceso salvador que 10 ha santifi-
cado (1).
A la par que los simbolos de las cosas expresan por
su permanencia la unidad del misterio, muestra la
palabra facilmentc movediza su plenitud y multiplici-
dad, la significa y la hace presentee Asi celebramos
cada dia en la Misa todo el Misterio de la Redenci6n,
y, no obstante, con el Verbo divino se nos hace pre-
sente la Encamaci6n en Navidad y Epifania, y en
Pascua la pasi6n y resurrecci6n del Senor. Siempre
esta la divina presencia, no como un mere pensar hu-
I7
- ~
v
EL SANTO DfA DE LA IGLESIA
** *
Si en la celebracion del sacrificio cristiano el hacer
de Cristo consiste en poner nuevamente su accion re-
dentora y sacrificial bajo velos simbolicos, la coopera-
cion de losfieles, su concelebracion, se manifestara
ante todo en la oraci6n que envuelve al sacrificio. Por
eso juega en el sacrificio de la Misa un papel tan re-
levante la Eucaristia, el Canon de la Misa. Papel muy
superior al que tenia la oraci6n en otros tiempos con
respecto a 10s sacrificios de los antiguos.
En esto encuentra una profunda y acertada expre-
si6n la relacion entre sacrificio y oraci6n en el Cristia-
nismo. Ambas estan unidas de la forma mas estrecha.
Tanto que los elementos mismos reciben su nombre
de la oraci6n de accion de gracias pronunciados sobre
ellos, llamandose Eucaristia. El acto objetivo de Cristo
y el hacer concelebrante de vivencia, acci6n de gracias
y alabanza de la comunidad -ambos conjuntamente
son la Eucaristia cristiana-, la oraci6n del sacrificio y
el sacrificio de oracion, la cumbre del culto cristiano.
En las estribaciones de la vertiente de esta cumbre
se reparten otras oraciones, al igual que en las cordi-
lleras de la cumbre mas alta se derivan montafias mas
I74
baias. Primariamente las oraciones de la Misa (entre
las que es preciso contar los cantos y en cierto seritido
tambien las lecciones). Despues, todo el oficio liuagico
del dia que en este apartado consideramos, Es la ma-
durez dorada que abarca y lleva a la resplandeciente
piedra preciosa del Sacrificio. Su maximo deber es,
ciertamente, darle comprension y permanencia. Mas en
si mismo ya hermosamente bello y valiosamerite pre-
.
ClOSO.
Otro ejemplo del arte nos hara mas clara la relacion,
Hay cuadros que reproducen unicamente imagenes y
motivos del campo, tanto que a 10 sumo unas diminutas
figurillas de adomo. proporcionan un punto de des-
canso a los ojos que se pasean por ellas y que acaso
no sirven nada mas que para poner un nombre al
cuadro y hacerlas asi mas agradables al publico. En
otros cuadros, asimismo, prepondera la accion repre-
sentada, de suerte que apenas aparece el fondo. Pero
hay tambien obras de arte donde se armonizan las fi-
guras destacadas y el fondo de una manera perfecta,
de modo que el paisaje sirve de mareo acabado alas
mismas, prestandole estas a el mayor relieve. La linea
que empieza en los personajes de la escena se prolon-
ga en cierta medida en 10s arboles, edifieios y mon-
tes del eontorno, terminando en ellos. Estos hallan su
punto maximo de resalte en 10s personajes princi-
pales del cuadro.
Sin duda que la Ultima forma es una soluci6n mag-
nifica del problema artistico. De parecida manera ha
ordenado la Iglesia 10s puntos de contacto entre el
175
sacrificio de la Misa y el Oficio. Los pensamientos im-
ponentes, monumentales que encierra en su silencio
el acto sacrificial y que pretende explicar el Canon de
la Misa resuenan en el Oficio y se parten de algun
modo en sus rayos como la luz blanca en el prisma.
Muchas cosas que en elpunto central del sacrificio
apenas si se sugieren, se presentan aqui en sus dife-
rentes aspectos y pueden ser consideradas de una ma-
nera agradable en particular.
El evangelio salvador del Antiguo Testamento como
preparaci6n a la manifestacion del Redentor; luego la
figura humano-divina de Cristo, sus enseiianzas, su
., . , . .. ,
pasIon y muerte, su resurreccion y su pervrvencia mis-
tica en la Iglesia, los padecimientos y glorificaci6n de
los martires y de todos los santos, la prolongaci6n de
la obra de la redenci6n en la vida de la Iglesia y de
cada una de las almas, en una palabra, los misterios
del plan divino de redenci6n y de gracia -todo esto
encuentra su realce y complemento en la plegaria eo-
tidiana de la liturgia. Y esta a su vez es coronada como
un remate, no quedandose en puente roto, en el mis-
terio sacramental de la celebraci6n del sacrificio, hacia
el cual corren todas las multiples y ricas lineas y en el
que se enlazan en purisima y blanca unidad los colores
dispersos.
El Oficio se polariza fijamente en torno a la repre-
sentacion y presencializaci6n de aquel acontecimiento
que se afirma en el micleo mismo del Cristianismo: La
acci6n redentora de Cristo por su Encarnacion, muerte
y resurrecci6n. La fuerza con que aquel se lanza a
I7 6
esta es tan fuerte que la oraci6n participa de la sacra-
mentalidad del acto sacrificial y es levantada a su
valor objetivo. Toda oraci6n de la Iglesia y del alma
pasa con esto a ser oraci6n de Cristo. El Espiritu de
Cristo, el Espiritu Santo, hace remontar la oraci6n de
la IgIesia sobre poderosas alas, dandole un vaIor que
nunca tendria por si. Entonces es reaImente una ora-
cion en el N ombre de Jesus, a la que el mismo Senor
ha prometido seguro cumplimiento (Jo., 16, 23). El
que permanece en mi y yo en el, este llevara mucho
fruto; sin mi no podreis conseguir nada... Si permane-
ciereis en mi y mis palabras permanecieren en vos-
otros, podreis pedir 10 que querais, pues se os con-
cederai (Jo., 15, 5-7).
Este pensamiento de que la oraci6n Iinirgica no es
la suplica por elevada que sea de un alma humana
aislada, sino la oraci6n de la Iglesia que esta unida
intimamente con Cristo como la esposa con el esposo,
como el Cuerpo con la Cabeza, debe afirmarse decidi-
damente, si realmente queremos comprender el carac-
ter y la significaci6n del Oficio. La Iglesia ora, pero
en ella ora el Espiritu con gemidos inenarrables
(Rom., 8, 26). La Iglesia pide, piensa y siente desde el
Espiritu de Cristo. No presenta meramente sus senti-
mientos y pensamientos humanos, 0 mas bien, brinda
sus propios pensamientos, pero estos estan limpios por
la sangre de Cristo e iluminados por su resplandor. De
su orar vale 10 del Ap6stol San Pablo: Vivo yo, mas
no soy el que vive; sino que Cristo vive en mi (Gal.,
2, 20).
I77
10
Todas sus palabras llevan en si el mismo acento del
Salvador y estan acomodadas a su timbre. Todas estan
penetradas del perfumado aroma de su Espiritu y lle-
van en si el divino oIor de Cristo. Todas reciben desde
aqui una significacion y alcance que las eleva con mu-
cho sobre todo humane pensar y sentir.
Sobre esta doctrina descansa un metodo tanto de
praxis como de interpretaci6n de la oraci6n Iiturgica,
que es de extraordinaria importancia. Nos referimos
a la interpretaci6n aleg6rica de los textos. Es conocido
como metodo de explicacion de la Escritura, practi-
cado ya por Cristo Senor nuestro, el cual despues de
su resurrecci6n, es decir, despues de su elevaci6n a
Senor del Espiritu, abrio el espiritu a sus discipulos
para que entendiesen la Escriturai (Lc., 24, 25) Y her-
mosamente completado por los Apostoles y Padres de
la Iglesia. Pero quiza tenga un puesto mas importante
en la Liturgia. En realidad con frecuencia casicoinci-
den en el objeto y en el metodo la alegoria biblica y
liturgica y sobre todo, el principio fundamental es el
mismo. Mas la liturgia por medio de la seleccion, colo-
caci6n e ilustraci6n de 10s textos da a la alegoria nue-
vas y singulares aplicaciones. Le comunica siempre una
florida lozania, frescor y variedad.
Alegoria (CXAA"YJyOp LCX) viene del verba &:AA"YJyopdv (de
&AAO y &:YOPEUE~V) Y significa que el que alegoriza quiere
decir algo mas de 10 que a primera vista arrojan las
palabras; que pone un segundo sentido debajo del eo-
rriente de los vocablos y que quiere que se distinga.
La alegoria religiosa estriba en la concepci6n de que
I7 8
el autor inspirado por el Espiritu de Dios 0 mejor el
mismo divino Inspirador, en parte a causa de la impo-
sibilidad de expresar las realidades divinas con paIa-
brashumanas, 0 bien en atencion a la debilidad y poco
desarrollo del espiritu humano, hab16 con imagenes
enigmaticas y misteriosas que a la mirada profunda
descubren muchas mas perspectivas que las que pare-
cen arrojar a simple vista desde la superficie.
Sobre el sentido obvio de la palabra se arremolina
un viento impetuoso espiritual cuya alta significacion
no es asequible a cualquiera y que solo poco a poco, a
la luz que se clarea en acontecimientos y revelaciones
posteriores, logra deshacerse de las nubes. Entonces si
aparece con resplandores reales apuntando alas divi-
nas alturas de los pensamientos eternos de Dios. Par-
ticularmente el Antiguo Testamento fue objeto de in-
terpretaci6n aleg6rica. El sentido propuesto por los
Padres de la Iglesia y arrojado por la luz de la fe des-
cubri6 detras de los velos de los preceptos de la ley,
de los anuncios profeticos, de los hechos de reyes y
santos del Antiguo Testamento, 0 sea en todas partes,
mas 0 menos claramente; la figura de Jesucristo cla-
reandose entre la penumbra hasta que irrumpi6 des-
lumbradora, en el Evangelio.
Cuanto los antiguos pudieron vislumbrar a duras
penas, era ahora mas claro que la luz del sol, ya que
la Luz se habia manifestado al mundo. Se habia dado
la llave de todos los misterios a Cristo, clave de David.
S610 cuando la teologia cristiana se aplica a la explica-
ci6n de las Sagradas Escrituras, comienza a destacarse
I79
toda la hermosura, .profundidad y claridad de la ale-
goria cristiana en la Liturgia, la cual ya siente en la
intimidad mas entrafiable de su coraz6n la obra de
redenci6n del Salvador y refiere a el todo 10 que se
lee y se pide en los textos sagrados. A todos ellos les
extrae su mas hondo misterio. Todos ellos se convier-
ten, en boca de la Iglesia, en un himno al Redentor.
Como la esposa habla de su amado ya con expresio-
nes francamente amorosas, ya por medio de ocultas
alusiones, asi la Iglesia y el alma cantan al celestial
Esposo, ora con proposiciones claras y formuladas
dogmaticamente, ,ora -y este es con frecuencia el
lenguaje del mas encendido amor- en imagenes y
poemas misteriosos que unicamente al misticamente
iniciado abren toda su hondura y puridad. Los des-
tinos de la humanidad, la historia de salvacion del
Antiguo Testamento, tal como se presenta en las
lecciones, reciben su mas profundo sentido cuando
aparecen como centro, como punto mas alto e hito
final en el que hallan su plenificacion el mundo y
el tiempo, el Hijo de Dios, el Mediador entre Dios y
10s hombres. Cristo se revela en la Liturgia como el
Senor de todos 10s tiempos y el Dominador del orbe,
como rey de reyes y senor de los sefiores (Apoc.,
19, 16), como principe del pueblo -de Dios para su
etema salud, brevemente, como Dios y hombre, pues
s6lo un Dios-Hombre podia ser todo esto.
***
I80
Cristo y la Ig1esia son el contenido 10 mismo de la
Liturgia en general, que del Oficio Divino. Cristo, el
Hombre-Dios, e1 Salvador, que se reve16 como camino
y fin con aquellas palabras: Yo soy el camino, la ver-
dad y la vidai (jo., 14, 6). La Iglesia, no la suma casual
de 10s cristianos actualmente vivientes, sino la santa
comunidad de todos 10s que por Cristo caminan al
Padre, lleva en su interioridad al Espiritu Santo y por
la gracia divina son perfectos como el Padre que esta
en los cielos: un cuerpo sagrado, congregado y vivifi-
cado por un santo halite de vida, e1 Espiritu de Dios;
un edificio sobreterrenal, levantado a 10s cielos con las
piedras vivas escogidas de distinta magnitud y hermo-
sura, pero que unas a otras se apoyan y se sostienen
y constituyen una misma obra de arte. Esta Iglesia no
s610 es el contenido, es al mismo tiempo el sujeto de
la Liturgia: es ella la que ora en el Oficio.
Con estohemos dado con el mas profundo funda-
mento de la objetividad de la Liturgia arriba varias
veces destacada. Si la Esposa de Cristo, llena con su
Espiritu, ora juntamente con su Cabeza y Esposo, su
oraci6n no es la de fortuitos seres humanos, sino la
que nace del Espiritu de Dios y, por 10 mismo, de la
verdad mas objetiva. Es a1 mismo tiempo la oraci6n
en que se reunen y participan todos los miembros de
la comunidad de Cristo, Que con 10 expuesto no se
niegue la vivencia mas intima y mas personal, sino que,
al contrario, se exija con urgencia, resulta ya evidente,
aunque volveremos sobre ello.
La Ig1esia, asi entendidas las cosas, no s610 sobre-
I8I
pasa todos los limites nacionales del presente, sino
que ademas se extiende desde el principio del mundo
hasta su fin, desde el Adan arrepentido y el justo Abel,
hasta el ultimo santo en el ocaso del tiempo. Todos
ellos oran, trabajan conjuntamente en la edificaci6n
del servicio liturgico. Hay tiempos en que la oraci6n
liturgica puja y salta viva, en los que la vida desde el
Espiritu de Cristo y desde la Comunidad es tan vigo-
rosa que se crea formas robustas y artisticamente her-
mosas. De este tipo fueron especialmente los primeros
siglos de la Iglesia. Existen otras epocas que son mas
pobres en un vivir de tal vigore Tales periodos estan
llamados a conservar, proteger y retransmitir los bie-
nes recibidos. En todo caso no es un historicismo: el
que la Iglesia se mantenga firmemente unida a la forma
tradicional del culto divino. AI contrario, su amor a la
tradici6n le brota de su ser, de la condicion sobretem-
poral de la Iglesia arriba descrita, que en cierto sen-
tido participa de la eternidad del Dios-Hombre.
La Iglesia no es de ayer, para que en un eterno cam-
bio pudiera traer algo nuevo. Ella posee tesoros que
no envejecen. Por eso esta alegre de su tradici6n.
Puede haber hombres, seres de un solo dia, que no
estimen 10 antiguo. Ella sabe esperar. Vendran otras
generaciones que sabran agradecerle su actitud conser-
vadora.
Si la Iglesia de nuestros dias celebra una liturgia
rigurosamente estable y fija, es una consecuencia de
su objetividad y de su fidelidad a la tradici6n, descan-
sando ambas en su valor eterno. La mas profunda
I82
r
I
sia. Practicamente se manifiesta esto en que la eomu-
nidad conereta celebra el Ofieio bajo la direeci6n del
sacerdoeio. La comunidad como tal es, por tanto, el
autentico portador de la liturgia. Se presenta en ella
como una comunidad ordenada. Cada uno trabaja en
su puesto. Uno es el quehacer del Obispo, otro el de
10s sacerdotes, y muy otro el de los diaconos, Asi-
mismo muy diferente es el de los ministros de la Igle-
sia, el de las virgenes y el de los laicos... Todos jun-
tos integran un coro que como con una sola boca
alaba a Dios.
Como consecuencia evidente se deduce de aqui que
el Oficio debe tenerse en cormin y ---en relaci6n con
10s miembros de la comunidad- en publico. Se ha de
rezar naturalmente de una manera oral, en un tono
alto y festivo (1). Un silencio en comunidad, eomo el
culto silencioso (silent worship) de 10s Quaqueros, no
es liturgia. Con todo las nibricas del 'Oficio divino
contienen pausas de silencio.
De esta forma el culto catolico lleva rasgos reeia-
mente objetivos en si. Se realiza en un module. No hay
capricho subjetivo, excesos personales, impulsos mo-
mentaneos, gritos expresionistas. Nada de esto le im-
prime el sello. Antes hien su claridad objetiva, su con-
tenido que esta mas alla de 10 personal y que se enraiza
en 10 divino y en 10 eterno, buscase para si una expre-
(2) De aqui se deduce evidentemente que el cristiano (si
no esta impedido por motivos graves) debe participar per-
sonalmente en 108 oficios divinos de la comunidad. Una
participacion por instrurnentos de la tecnica (radio y otros
par el estilo) no basta.
I84
si6n natural en formas sustanciosas, serenas, acompa-
sadas,moderadoras de la. sobreabundancia de pensa-
mientos y de sentimientos y fiiadora de todo 10 natural
e impulsivo.
En esto se muestra la liturgia fiel heredera de .Ia
antigiiedad que veneraba la sophrosine -la medida-
como la suprema ley de la vida y del arte. En esta
medida veian los antiguos un reflejo del numero e idea
divinos.
Lo divino era para los helenos no 10 sin normas ni
limites, sino 10 conformado y medido en toda magni-
tud y profundidad. El Libro de la Sabiduria ensefia
igualmente que Dios ha ordenado todo segun nu-
mero, peso y medida (Sap., 11, 20). No el caos: el
cosmos es la obra del Espiritu creador. Todas las fuer-
zas vivas finalizan y se armonizan en el. Asi la liturgia
sabe mitigar, mesurar y acompasar todas las conmo-
ciones fuertes que, por ejemplo, se levantan como
tormentas, en los Salmos.
* **
Aun el acompafiamiento musical del Oficio hay que
juzgarlo por el mismo nive1. Nace de la naturaleza
misma del Oficio divino. La plenitud del Espiritu San-
to, la pneumatizacion, tiene que exteriorizarse ne-
cesariamente con himnos espirituales, como nos ensefia
San Pablo: Llenaos del Espiritu, hablaos mutua-
mente con canticos espirituales, salmos e himnos,
cantad y ensalzad en vuestro coraz6n al Senor (Eph.,
I 85
5, 18). Si toda musica salta, por una parte, de la con-
moci6n entusiasta -de la oscuridad de la vida coti-
diana 0 de la luminosidad de los campos abiertos del
espiritu-, y por otra parte, de la profunda captaci6n
de la armonia y de la belleza de la medida y de 10s
numeros, en ese caso la plenificaci6n con la virtud de
Dios y la elevaci6n del corazon y del espiritu, llevan a
la transparencia divina y alas leyes de la musica, par-
ticularmente, en su forma clasica. Quien canta, ama
doblemente, dice San Agustin (r). Del amor a Dios
dice la Iglesia: l~1 ha ordenado mi anion (Cant. Cant.,
2, 4). Por eso tambien debe estar ordenado su canto,
es decir, debe reflejar la serenidad de Dios, y la paz
en Dios. Esta quietud no es la estabilidad inerte de
un sepulcro. Es movilidad en eterno movimiento, pero
su vaiven, ordenado, regular. Por eso, lleno de ma-
jestad.
La musica de la Iglesia, l1amada Canto Gregoriano
por razon de su ordenador San Gregorio, esta llena de
un movimiento sereno y de un orden transido de vida.
Aunque con las palabras frecuentemente estalle en
tempestades y tormentas, la musica ya tiende de ante-
mano el iris de paz, muestra la armonia final. Muchas
veces las melodias de los salmos que acompafian alas
Oficios tienden, par as! decir, una majestad epica sabre
los himnos agitados par un suave lirismo en el texto.
Mas movidas, pero siempre acompasadas son las anti-
fonas y los himnos. Expresan la t6nica de los senti-
mientos correspondientes a la letra y a los ciclos fes-
(1) Sermo 256 de tempore.
186
tivos de la Iglesia, pero la insimian mas que la dejan
un curso libre y sin control. Desbordamiento moderado
y viveza acompasada son las dos propiedades de la
forma linirgica.
Dentro de la forma que procede de la naturaleza de
la liturgia entra tambien su lenguaje. No es el lenguaje
cotidiano, ni el lenguaje elevado de un pueblo, sino
un Ienguaje culto consagrado por la antigiiedad, la
tradici6n y la historia, entre nosotros el Iatin, La espe-
cial preponderancia de este lenguaje consiste en que
sobrepasa todos los limites nacionales de 10s tiempos
modernos y conoce una universalidad religiosa y cul-
tural. Nos hace retroceder hasta la Edad Media en que
habia un pueblo fuerte y cuando sobre todas las limi-
taciones nacionales se cernia verdaderamente la unidad
de una cultura europea. Por la unidad de la lengua del
Lacio represent6 la Iglesia de Occidente un Imperium
Romanum elevado en 10 espiritual y en 10 religioso, de
la misma manera que el uso de la lengua de la Iglesia
estriba en la expansi6n del Imperio romano.
En Oriente donde los Romanos tropiezan con la
superior cultura helenistica, adopt6 la Iglesia tambien
el griego, el sirio, el copto. Pero exactamente igual, en
estos lugares tampoco escoge el lenguaje vivo para su
culto, sino una forma mas antigua, e inmutable. El
culto dirigido a Dios, que tiene por objeto dar honra
a Dios y conducir 108 hombres a el, utiliza preferente-
mente en todos 10s pueblos formas sobre 10 cotidiano,
estables, palpitantes de misterio y reveladoras del ea-
racter eterno de la divinidad.
I87
El misterio rehuye hacerse patente como todos a la
luz deslumbrante, quiere mostrar, mas bien, su valor
sobrenatural con ropaje precioso y raro (1).
{<Cotidiana oilescunt, se hace muy pronto comun 10
que se ve todos 10s dias, reza muy exactamente un
refran antiguo. El lenguaje extrafio comunica a la li-
turgia gran majestad. Lo que con la propia Iengua
pudiera producirse llamativa y precitadamente, se
acalla y toma ademanes mas serenos y dignos con el
precioso brillo de las palabras santificadas por la anti-
giiedad, Asi el lenguaje liturgico contribuye a la solu-
cion del problema que versa sobre el modo de hablar
el hombre del misterio de Dios. No alucinandole para
que no sienta el dolor y la fatiga, sino para ayudarle
a vencerlos interiormente, haciendo gustar al hombre
algo de la eterna glorificaci6n en 10s cielos, algo de su
armonia y de su dicha, del mismo modo que el sol a1
caer por la tarde dora y enciende con su fuego las
mansiones de 108 hombres visitados todos los dias por
el sufrimiento y los trabajos,
Por 10 que respecta a1 contenido del Oficio llevara a1
lenguaie, segun todo 10 que apuntamos arriba sobre el
sujeto orante en la liturgia, todo 10 que constituye las
relaciones que Cristo funda entre la Iglesia y el a1ma
par una parte y ellas y Dies, por otra, 0, mejor dicho,
todo 10 que abarca e1 misterio de Cristo y de la Igle-
* * *
"* **
Hemos aludido repetidamente en el ultimo apartado
a la fundamentacion psicol6gica de la oraci6n liturgica
y a su estilizacion dentro de Ias propias formas de
esta, La estructuracion del Oficio, tanto de cada una
de las Horas como de todo el conjunto del Oficio del
dia, es psicologicamente magistral. Coma en la con-
clusion daremos una idea de conjunto sobre el Oficio
del dia, consideremos brevemente aqui en su desarrollo
una Hora cualquiera, por ejemplo, Tercia.
Despues de un breve recogimiento espiritual se
Ievanta el grito de suplica a1 Senor con el que en cierto
modo cl director del coro despierta y pone en tension
a la comunidad: Dios, en mi favor benigno atiende,
La comunidad continua el grito: Senor, apresurate a
socorrerme, El siguiente Gloria Patri con el Alleluia
devuelve la calma despues de este grito tormentoso,
indicando at mismo tiempo el fin del Oficio divino y
su caracter alegre. Lleno de frescura aparece el himno
que breve y claramente traza el misterio de la Hora
Tercia. Se entona una antifona para recordar el pen-
. que
samiento del dia 0 de la fiesta. Siguen tres salmos,
constituyen el nervio y nucleo de la Hora. Se repite
la antifona. El alma se sumerge en el mundo miste- ~
rioso de la contemplacion. Pero no puede permanecer
siempre en estas alturas; se fatiga y necesita de un
199
nuevo estimulo. Este le viene por la lectura brevisima
de la Escritura.
De la consideraci6n y contemplacion se traslada el
a1ma por medio del versiculo que hace como de paso
a la suplica y desciende alas condiciones de la Igle-
sia, de los hombres, del dia: Kyrie eleyson, y con la
oraci6n dominical Padre nuestrr y seguidamente la
oraci6n especial del dia. Con la alabanza del Benedi-
camus Domino concluye el Oficio, breve pero saturado
de contenido, que une la contemplaci6n de la verdad
divina -adoraci6n, alabanza y acci6n de gracias- de
la manera mas bella con la suplica y sefiala a cada
forma de oraci6n su propio puesto.
Mas ampliamente elaborada es la psicologia de las
Visperas. Muchos salmos bafiados en una luz especial
que riman con las antifonas intercaladas dan a cono-
cer el elemento contemplativo. Tambien aqui el espi-
ritu cansado se siente acariciado por la brisa fresca de
la lectura veloz de la Escritura y retorna con el res-
ponsorio breve a la oracion contemplativa mencionada
mas arriba. La suspension del espiritu por el respon-
sorio es rota con las rapidas cascadas del himno, puesto
en la tonica fuerte del dia con su viva pujanza y fresco
vigor. Despues de un versiculo se anuncia una antifona
ricamente adornada para el Magnificat que, por 10
general, condensa el pensamiento de la festividad y
empapa el canto del preciosisimo himno de la Virgen,
como se borda una preciosa muestra para un fino
tejido, para reproducirla muchas veces y multiplicar
asi su hermosura. El Magnificat mismo, con su mis-
200
tico arrobo en Dios y con la entrega del coraz6n hu-
milde al amorosisimo Senor, es aun psicologicamenre
el momento culminante de la recitacion, T ermina, y
la oraci6n se dirige con el Pater noster y la oraci6n del
dia a la suplica, la cual experimenta un descenso, por
no estar polarizada en la alta tensi6n mistica del Mag-
nificat.
Extensa y profunda es la psicologia de la oraci6n
en el Oficio divino de medianoche y de la maiiana, inti-
mamente trabados entre si. Por tres veces la exclama-
cion Senor, abre mis labios y mi boca entonara tus
alabanzas: dan una llamada para la oracion fervorosa
a los aun abatidos espiritus. El suplicante salmo 3 des-
hace en cierto punto los estorbos que pudieran presen-
tarse a1 alma en el camino. Comienza el Invitatorium,
la gran invitacion, entretejida con una antifona, una
breve llamada al fervor con la idea dominante del dia.
En el salmo 94 se desatan alegres requiebros de jubilo
ante el Senor con severas amonestaciones y hasta ame-
nazas para los negligentes y duros. Cantase luego el
himno con 10 que el a1ma se alerta y entra en calor:
el fin exclusivo del Oficio divino a medianoche, la
contemplacion,
Salmos prodigiosos, llenos de misterio e imponentes
por su profundidad se adentran por 10s ojos del a1ma.
Los misterios de Dios dejan oir su voz cargada de
sentido. El a1ma 1ucha con su Dios por conseguir la
salud, el conocimiento de la divinidad, la pureza y
la santidad. Ella une su voz con la voz de Cristo que
resuena a traves de 10s sa1mos. Vive intimamente la
201
vida y pasi6n del Senor. Odia con el el pecado y ama
en su compafiia la divina luz. Contempla las maravi-
llas de la mistica Ciudad de Dios. Anhela subir sobre
el confusionismo y tinieblas terrenas a la puridad y
claridad de Dios. Lamenta su destierro y soledad en
este mundo. Siente en 10 vivo la infidelidad de 10s
hombres y se alegra en el unico amigo, Dios.
[Quien pudiera trasladar a palabras todas las pro-
fundidades de la oraci6n contemp1ativa de los salmos!
Si el a1ma se cansa en este caminar por las alturas del
espiritu, baja a 10s confortables valles de la Sagrada
Escritura. Con los responsorios el huso vue1ve a girar
con los pensamientos de la contemplaci6n. Sigue una
nueva serie de salmos, con la fuente de las lecciones
para refrescar el a1ma. En el tercer Nocturno estan
10s canticos mas breves, es decir, los cantos de los
profetas (0 de los libros de la sabiduria). Una homilia
de 10s Padres sobre el Evangelio, interrumpida por los
responsorios, prepara el carnino para la aparici6n de
Cristo, en quien encuentran soluci6n todos 10s enigmas
de la vida espiritual. Sin embargo, antes de que Cristo
se nos presente a la luz del Evangelio mismo, se abre
paso la esperanza confiada de la Iglesia en el Himno
majestuosamente potente TE DEUM LAUDAMUS,
que ensalza a la Santisima Trinidad y al Salvador ter-
minando con una humilde suplica.
Inmediatamente comienza a resplandecer la misma
luz del mundo, difundiendo sus rayos sobre todas las
angustias y confusiones de la Iglesia y del alma. Los
suspiros del alma quedan cumplidos, el fin principal
202
del Oficio, logrado. El Senor mismo ha hablado. Asi
terminan CQn una breve alabanza y oracion los Maiti-
nes. El alma puede entregarse de lleno al jubilo, que
empez6 a resonar ya en el Te Deum y que se prolon-
gara mas intensamente en los Laudes y en el Bene-
dictus, el admirable himno en loa de la Redenci6n de
Cristo. Aqui la tension del alma es maxima. Real-
mente la Iglesia se muestra como maestra de la mas
preciosa psicologia, la psicologia de la oraci6n.
***
Antes de admirar ahora la virtud psicologica y artis-
tica de la Iglesia en la elaboraci6n de todo el conjunto
del Oficio en las Horas Can6nicas, hemos de tocar
un punto que es muy importante para su desarrollo
y ordenamiento, conviene a saber: la relaci6n de la
liturgia con la naturaleza. El politeismo pagano hace
dioses de las fuerzas de la Naturaleza y se somete a
ellas. Este culto de 10s elementos: esta saturado, es
cierto, de placer sensible, pero termina en los horrores
malignos de la despiadada tirania de las fuerzas natu-
rales, que atraen al hombre hacia si y tras ligerisimo
goce, 10 matan. El panteismo se siente uno con las
fibras del tejido del Todo. Mas tambien este senti-
miento conduce al hombre a la esclavitud del espiritu,
al yugo de la sensualidad y al horroroso panico:
ante las fieras rapaces que acechan en la N aturaleza
irredenta.
Mas 0 menos panteista, y por 10 mismo tan inquie-
203
tador y acongojante, por tan sentimental es el senti-
miento por la Naturaleza del romanticismo, El gn6stico
exagera la peligrosidad de la N aturaleza. La conceptua
como mala, teme su presencia y escapa de ella, lleno
de temblor. El cristiano sabe que la Naturaleza gime
juntamente con el hombre bajo el peso del pecado.
Pero conoce ademas que suspira por la redenci6n que
le vendra con la de 10s hijos de Dios. Tiene conciencia
de que la Naturaleza es una obra de Dios. En este
sentido la ama y ve en sus huellas estampadas las de
Dios. Pero esta sobre ella. Es para el instrumento y
simbolo del espiritu, La liturgia ha considerado muy
atentamente la Naturaleza, desde el primer momento
en que el Senor escogi6 el pan y el vino como elemen-
tos del Sacrificio de la Misa. La Iglesia no ha temido
el adoptar simbolos que los paganos empleaban para
su culto, explicando antes su recto significado y sefia-
lando su verdadero puesto.
Ha hecho participar con esto en las primicias de la
purificaci6n de que ella goza para los hijos de Dios, a
la misma N aturaleza, del mismo modo que santific6 el
cuerpo humano por los sacramentos y por las ceremo-
nias sagradas. Entra dentro de la consideraci6n de
nuestro tema la simbologia de la luz, relacionada en
primera linea con el curso del sol. El prodigioso feno-
meno natural del sol causa mayor preocupaci6n en 10s
habitantes del Mediodia en todas las manifestaciones
naturales por su clima templado, En 10s paises del Sur
el sol cabalga realmente poderoso, esparciendo bendi-
cion y terror, como el Rey de los cielos, Sol invictus
24
le llamaban los antiguos y asi le pinta el salmo 18.
Con terrible majestad luce y alumbra desde el cielo,
da la vida y la quita, derrama la luz y ciega la mirada
atrevida. Noes extrafio que primero 108 orientales y
luego los habitantes del Mediterraneo venerasen al sol
como rey y como el supremo diose Aun la filosofia se
consagr6 a este culto. Asi Plat6n considera al sol visi-
ble como simbolo de la idea del bien, que era para el
el sol en los ambitos del espiritu. En las ultimas epocas
del neoplatonismo y en las religiones paganas de los
primeros siglos cristianos se convirti6 el invencible
dios del sol en el punto centrico de todo el culto. Se
llev6 hasta las f6rmulas de oraci6n. Primordialmente
fue la luz auroral la que era venerada como algo divino.
Los del Norte amamos mas los colores medios, el
matiz claro-oscuro -la nebulosidad- donde la fan-
tasia y el animo se consagran a aiioranzas y ensuefios
inciertos.
El hombre de la antigiiedad, con su sentido abierto
a la diafanidad y a la verdad, a 10 autentico y a 10
entero, hizo grande aprecio de las Iuces matinales aun
no desfloradas en su integra virginidad. Tan lozana-
mente virginal como el primer dia: en que acabara de
brotar de la Luz de Dios, se difunde en un instante
por la tierra, diafanizando con su ser la inerte oscuri-
dad, avivando la penetraci6n del esplritu y desper-
tando la vida, la alegria y la acci6n. El Oriente se
convirti6 en transparente de 10 Divino, mas, en 10
Divino mismo. Alli se volvia con predilecci6n cuando
buscaba a la Divinidad con la oraci6n. Lo mismo que
25
la mafiana, fue tambien la tarde una hora preferida de
oraci6n. Aunque otras fases del curso del sol no deja-
ron de tener su significaci6n en el culto.
La Iglesia ha cultivado estas ideas, en 10 que tienen
de buenas, pero las ha sacado del cautiverio de 10
creado, de su acto de servicio a los elementos de este
mundo, Para ella, el visible globo solar no es la divi-
nidad.
Es si, como presinti6 Platen, un simbolo del sol de
la interioridad, del Logos hecho hombre, Jesucristo,
el unico que despierta la vida en los surcos de la Natu-
raleza y de la sobrenaturaleza y esparce su luz, como
el mismo dijo: Yo soy la Luz del mundo: CJo., 8, 12).
Ella ha ordenado su Oficio segun el curso variante del
sol, derramando sobre el nueva hermosura y profun-
didad. La gracia se estructura sobre la Naturaleza.
i Que hermoso es que el hombre en su vida cotidiana
de oraci6n pueda entretejerse con los admirables cua-
dros de la Naturaleza, haciendo retornar espiritualizada
al Creador la belleza por el en ella derramada!
Aim debo rozar otro punto brevemente: Orad siem-
pre, reza la exhortaci6n del Salvador y de los Aposto-
les. ~C6mo cumple la Iglesia este precepto? Espiritual-
mente, con el Senor esta siempre, 10 mismo que el
"-
***
(1) De la palabra oska, sollus (equivalente a la latina
omnis) y annus: 10 que acontece cada afio.
27
Presupuesto esto, sigamos nuestro camino con la
consideraci6n del curso y de la estructuraci6n del
Oficio cotidiano (I).
Comienza por la tarde con las Primeras Visperas.
El dia comenzaba para los antiguos no alas doce de
la medianoche, punto constatable unicamente de una
manera mecanica par un reloj, Concluia, mas bien, con
la puesta del sol. Entonces empezaba el nuevo dia.
El Oficio Divino que se tenia en el crepusculo, con los
arreboles de la tarde (vesperus, E<J7tepCX = atardecer),
entra, segun el tiempo, aun en el dia precedente, pero
sirve de transito al siguiente. Por este motivo, perte-
nece, al menos, la segunda parte -en las fiestas mayo-
res, todas las Visperas- Iiturgicamente ya a la festi-
vidad del dia siguiente. El espiritu es introducido asi
en el atrio de la dominante de aquella festividad, pre-
gustando de antemano su precioso contenido, Esto se
expresa muy bien particularmente en las primeras
Visperas de N avidad.
Tan pronto coma el sol ha desaparecido en el hori-
zonte, comienza el N uevo Dia con la noche. De la
noche nace el dia, pensaban los antiguos. Este pensa-
miento que hay parece que solo 10 tienen los nifios,
que frecuentemente comienzan a contar con las noches,
ha sido muy significativo para la liturgia. La ordenacion
del Oficio del dia tiene un fundamento firme en el de
medianoche.
* **
21 3
El sol comienza a ponerse en Occidente. El extra-
ordinariamente fino arrebolado, la luz que esparce por
la cansada tierra, permiten de algun modo al hombre
trasponerse tambien, con todo su ser y su mirar, a
otro mundo mejor. El atardecer suscita dolorosas afio-
ranzas por la paz, armonia y unidad en el coraz6n del
hombre... Los antiguos creian que en el Occidente, por
donde el sol se sumerge en la mar, estaba el reino de
los muertos y emergian las islas donde vivian los bien-
aventurados.
Tambien el cristiano en el ocaso piensa en una di-
chosa despedida de todas las fatigas del mundo y co-
mienza a vislumbrar una luz que no se acabara ya mas,
Cuando el Santo Martir Ignacio de Antioquia trae a
su boca el ocaso del sol, se acuerda de otro ocaso y
dice: -Que bello es trasponerse al mundo, para ama-
necer en Dios,
En esta misma t6nica canta la Iglesia en las segundas
Visperas, despues de haberse sumergido con los sal-
mos, responsorios e himnos en el misterio del dia, el
Magnificat, el sublime cantico de la Virgen de las Vir-
genes, que, al contrario que el Benedictus de la mafiana,
recio, varonil, lleva en si ternura y profundidad de
sensibilidad de mujer, El alma agradece con el al Senor
por todo 10 que, fiel a sus promesas, ha hecho en medio
de una conmoci6n de toda su persona llena de desbor-
dante felicidad.
La uni6n con Dios, fin mas alto de toda oraci6n y
de todo culto, halla en el Magnificat, al final del Oficio
canonico, la mas elocuente expresion, Todo el jubilo
214
de la oraci6n liturgica conduce a la unidad con Dios,
porque antes procede de ella. Y se regocija mi Espi-
ritu en Dios mi Salvador.
Las Completas, como oraci6n vespertina secreta, sin
profunda significacion liturgica, dan fin al dia.
Si reparamos ahora en la multipIicidad de cuestio-
nes ante las que nos ponia el Oficio de la Iglesia y las
respuestas que aunque breve y esquematicamente le
hemos dado nosotros, veremos que la Iiturgia es tan
amplia y rica, cuan amplias y ricas son las relaciones
entre Cristo y su Iglesia y las de ambos con el Padre.
Es como un cantar elevado de puro y espirituaI amor
con el que ensalza ya la esposa al Esposo, ya el Esposo
a la esposa 0 con que alaban ambos juntamente al
Padre de los Cielos. La Verdad divina espejea en ella,
pues se apoya en las palabras de la Escritura y de 10s
Padres, por tanto, en un fundamento infalible y dog-
matico de fee Es un efluvio de la bondad divina. Quiere
ensefiar, y, sobre todo, hacer amar. La doctrina pasa
as! a ser canto del amor. Y donde se unen la verdad
y la bondad, no puede faltar la tercera hermana, la
hermosura. Espontaneamente, no por amaneramiento
esteticista, se torna la manifestacion de la verdad y de
la dicha en obra de arte por la que refulge ante n08-
otros la beldad de Dios.
Ninguna otra oracion coma la Iiturgica puede afir-
mar con igual derecho que encierra e irradia la ver-
dad, bondad y belleza divinas. Ninguna otra que este
abrazada tan fuertemente a Cristo ni que salga mas
caIiente del corazon de toda la Iglesia.
21 5
Los ultimos siglos han desvalorado muchisimo el
Oficio mirandolo como mera oracion de deber. Han
trasladado toda la intimidad de la piedad alas devo-
ciones. En nosotros esta el retornarle a su puesto, en
volverlo a convertir en 10 que fue, es y quiere ser.
Puesto que el honor de Dios y la salvacion del hom-
bre no se pueden separar, sino que la salud y glorifi-
cacion humana nacen de la honra y del sacrificio a
Dios, el Oficio es al mismo tiempo veneraci6n y culto
a Dios y camino de redenci6n para el hombre. El
sacrificio de alabanza me honra. En el esta el camino
por donde le mostrare al Salvador de Dios: (Ps. 49).
A.M.D.G.V.M.
216
fNDICE
Introduccion ".. ". ". " ". 5
Prologo 3I
1. Retorno al Misterio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
11. La posici6n del Misterio del Culto en el Cristia-
msmo .: "" 49
A) El Misterio de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
B) La Forma del Culto del Mysterium . . . . 83
C) La Liturgia de los Misterios . .. . . . . . . . . . 105
Ill. Anriguedad y Misterios Cristianos . . .. . . . . . . . . 129
***
En los nueve capitulos de este luminoso libro palpita
el afan del autor por hacernos vivir a Cristo a traves del
sufrimiento, de la adversidad, de la veiez, de la muerte y
todas las amenazas pendientes sobre nuestra vida fisica, fa-
miliar 0 nacional.
Esta obra es una maravillosa introduccion a la filosofia
de la historia. Si los lectores de sus paginas llevan al campo
de su quehacer diario las ideas aqui expresadas podemos
estar seguros que en la vida aparecera un nuevo olor de san-
tidad y una prodigiosa floracion de valores espirituales cuyo
vertice de culminaci6n sera la santidad cristiana.
El Eeo Franeiseano, Mayo 1953.
***
Ediciones Dinon de San Sebastian, en su ya prestigiosa
y bien presentada coleccion Prisma, ha publicado ultima-
mente una nueva obra del famoso canonigo Leclercq: Valores
Cristianos. En el resplandecen, mas vivos y dotados de ame-
nidad que nunca, el ardor y el vigor del autor, que con fluidez
impresionante, como un vendaval de fuerza y de salud es-
pirituales, nos hace ver desde el punto de vista deCristo
todos los estados de amargura y dolor del hombre; para
indicarnos su sentido, para hacer fructifera nuestra vivencia
de cualquiera de dichos estados.
Su estructura no es de ensayo ni de divulgacion, sino de
un soliloquio donde la doctrina catolica de siempre es re-
seguida en toda su hondura, despojada de los arrastres de
epoca que suelen dar un estilo, el que sea, alas frases hechas,
para terminar con una luminosa y animosa arenga: iQue
importa que sea corta 0 larga, que la fortuna nos conduzca
a los antipodas 0 nos ahinque en el suelo que nos vi6 nacer,
que nos envie a puestos de mando 0 nos encierre en una
sombria oficina, si la caridad de Cristo canta su himno de
amor en nuestros corazonesl.
Reportaje de Valores Cristianos aparecido en La Voz
de Espaiia el 9 de Abril de 1953.