Flores de Papel PDF
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GOBIERNO DE CHItE
FLORES DE PAPEL
(1970)
FLORES DE PAPEL
Reparto:
Direccin:
Luis Poirot
Personajes
El Merluza
Eva
ESCENA PRIMERA
mano
femenina, confortable, ntimo. Dos puertas, adems de la de entrada, una al dormi
torio, la otra a la cocina. Una ventana. En
una
jaula, un canario. En algn lugar, un
caballete con un medio pintar. Caja de leos. En otro, figuras hechas de paja:
lienzo a
peces, cabezas de animales diversos [burros, cerdos, gallos, etc.] La escena est vaca.
Luego entran Eva y El Merluza. Eva, 40, bien vestida, con medida elegancia. El Mer
luza, 30, zarrapastroso, sucio, despeinado, flaco, plido.
Eva, que abre la puerta, entra resueltamente. Va hacia la cocina. El Merluza queda
en la
puerta, titubeando entrar. Trae dos grandes bolsas de papel. Tirita con todo el
cuerpo. Mira la habitacin con tmida curiosidad.)
Eva.- (Volviendo de la cocina.) Bueno, pase. Pase! Djelos ah, en la cocina! (El
Merluza entra con respetuosa cautela, sin dejar de mirar los objetos. Deja las bolsas
en el suelo, en medio de la habitacin.) Ah no! En la cocina. Al lado del
horno, por favor. (El Merluza hace como le dicen. Vuelve a salir sin las bolsas.
Eva ha entrado al dormitorio. Sale peinndosecon una escobilla. Saca un billete de
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dijo
que quera? Apuesto que no ha comido hoy da.
Merluza.- Una taza de t.
Eva.- No quiere mejor un plato de sopa?
Merluza.- Lo que quiera darme.
Eva.- Tengo una sopa de anoche. Se la caliento?
Merluza.- Como usted quiera.
Eva.- Bien; sintese, mientras yo trabajo. (Entra en la cocina. Se oye cmo se afana
con las ollas. El Merluza, en tanto,
queda parado donde est. No se mueve. Eva
vuelve a salir despus de un rato.) I'ero sintese. No va a estar parado, ah,
todo el da.
Merluza.- No con esta
ropa.
Eva.- No creo
que a los muebles les importe. (El Merluza saca un peridico de
algn bolsillo y lo desdobla cuidadosamente, minuciosamente, y lo pone sobre uno de
los sillones. Se sienta sobre l. Eva ve el gesto y se sonre. Afirma la puerta de la
cocina con una silla
para que no cierre y poder hablar a travs de ella. Desde la
cocina.) Va mucho al Jardn Botnico?
Merluza.- A veces.
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mesa
para poder mantenerse en posicin. Le preocupa que Eva lo vea en ese estado.
Vuelve su espalda hacia la puerta dla cocina y aprieta sus brazos entre las piernas.
Eva ha visto, sin embargo. Finalmente logra dominarlos.) Y cmo le va ah, en
el Supermercado? Clientela, encuentra?
Merluza.- Siempre hay alguien que le pesan los paquetes. (Eva sale de la coci
na con un
plato servido con
sopa y servicio para l y para ella. Pone todo sobre le
mesita. El Merluza se levanta en el acto.)
Eva.- No est muy caliente, pero supuse que le gustara ms as. Sintese!
Merluza.- Esta muy bien, as.
Eva.- Srvase! (El Merluza toma el plato y comienza a cucharear de pie.) Pero,
sintese, hombre, por Dios! (Retorna a la cocina y vuelve a salir con un
huevo duro y un tomate y un vaso de leche. Los pone sobre la mesa.) No me
rresponde.
Eva.-(Francamente.) Y si yo le digo que no me importa?
Merluza.- Cre que lo deca por parecer... natural. (Se sienta.) No est bien
abusar de la confianza. (Indicando el plato de Eva.) Es por la "lnea"?
Eva.- (Re.) Ah, s! Por la "lnea" Si no fuera por esto, estara como un globo!
Tengo una tendencia terrible a engordar. Como un pan y engordo un kilo.
Merluza.- Es una lstima.
Eva.- S. Y una molestia.
Merluza.- (Cuchareando.) Es justo al revs del Mario.
Eva.- Y quin es el Mario?
Merluza.- Un amigo. Cada vez que come un pan enflaquece medio kilo. Ya
est en los huesos. De porfiado le viene. Los doctores le dicen que coma
ms, pero es porfiado. (La mira a los ojos, con mirada inexpresiva, concentrada.)
No debera hacer eso.
Eva.- Qu cosa?
Merluza.- Comer tan poco. No le vaya a hacer mal. No se vaya a morir.
Eva.- Y si pasara, a quin le importa?
Merluza.- (Baja la cara.) A m me importa. (Siguen comiendo un instante en
silencio, cada uno pendiente de su plato. El Merluza cucharea, pero no le quita los
ojos de encima. Despus de un rato, Eva se levanta nerviosamente.)
Eva.- (Media en risa.) De modo que en eso mata el tiempo, eh? En ir al
Botnico a ver como una solterona mata su tiempo, pintando laureles en
flor? (Va hacia la cocina. Vuelve con sal y servilleta.) Porque es lo que le parez
co, no es cierto? Una solterona que mata su tiempo? (El Merluza la mira;
no
responde.) A ver, diga! Qu cree que soy?
Merluza.- Una mujer.
Eva.- No, no! Lo que digo es: soltera o casada?
Merluza.- Casada.
Eva.- A ver, por qu?
Merluza.- Por la manera como cruza las piernas.
Eva.- (Re.) Qu divertido! Y por qu? Cmo cruzan las piernas las solteras?
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Merluza.- Si usted me
Miguel y el Pajarito me van a matar.
echa afuera, el
Eva.- Y qu quiere quehaga? Dejarlo aqu?
Merluza.- Me estn esperando a la vuelta de la esquina, detrs de la Farma
cia. (Eva va hacia la ventana y mira, levantando apenas la cortina.)
Eva.- Ah estn! Estn mirando hacia ac! (Se vuelve hacia l.) Bueno, y qu
hacemos? No puedo dejarlo aqu! (Hacindose fuerte.) Tengo que ir a la
tienda luego, ya le dije. (El Merluza explota sbitamente en un borboteo agitado
de palabras. El tono es monocorde, lastimero, casi una letana. Al final, cae bajo un
nuevo acceso de temblores.)
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ESCENA SEGUNDA
(Esa tarde a las seis pasado. El Merluza est haciendo una cesta de papel, a base
de tiras de papel de diarios doblados. De la lmpara cuelga un ave de papel, una
especie de gaviota, en el suelo, un montn de diarios dispersos, desordenados; entre
ellos, de rodillas, El Merluza. La radio toca un bailable. Afuera se oyen los frenos de
un auto
y una puerta de coche que se cierra. El Merluza acude a la ventana a atisbar
tras la cortina. Luego vuelve a su quehacer. Se oye la llave en la cerradura y la cadena
del candado y entra Eva. Trae una bolsa de papel, de la que sobresale un cuello de
botella.)
(Nerviosa; pareciendo casual.) Ve? Las seis y tres minutos. Ni uno ms, ni uno
Eva.-
(Cierra lapuerta. Se encuentra con elave.jcY esto? Qu es? Usted lo hizo?
menos!
Merluza.- Nadie ha entrado aqu.
Eva.- Qu preciosa! Es todo un artista, sabe? Qu es? Una gaviota?
Merluza.- Usted cree
que es?
Eva.- S claro. Una gaviota! Es preciosa!
Merluza.- Entonces, es.
Eva.- (Por la cesta.) Y eso? Una cesta? (El Merluza asiente.) Preciosa tambin!
Dnde aprendi ese arte?
Merluza.- Es para usted.
Eva.- Qu cosa? La cesta?
Merluza.- Todo.
Eva.- Oh, gracias!
Merluza.- Siempre que no le moleste...
Eva.- No, cmo me va a molestar?
Merluza.- Los diarios, digo... Que tenga todos los diarios, as, todos disper
sos, todos desordenados. (Se pone a ordenar los diarios apresuradamente. Los
dobla con cuidado.)
Eva.- No, no me importa. Mejor uso tienen as que guardados en una alacena.
(Va hacia la cocina.) Pero dnde aprendi esto?
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Merluza.- Por ah. Trabaj un tiempo para un fulano que trabajaba el mim
bre. Pero era un torpe. Slo saba hacer sillas. Tambin s hacer flores.
Eva.- Flores?
Merluza.- Camelias.
Eva.- (Desde la cocina.) Pero,
por Dios! Y los platos, quin los lav? (El Mer
luza no responde. Eva sale de la cocina.) No tena por qu hacerlo. (El Merluza
se
encoge de hombros.) Apuesto que el piso tambin lo freg? No estaba tan
brillante cuando me fui.
Merluza.- Haba un tarro de cera, por ah, y pens que no le vendra mal una
manito de brillo.
Eva.- No me atrevo a entrar al dormitorio. Quizs qu encuentre?
Merluza.- Nada, pues. Cmo voy a pasar ah, sin permiso? (Eva vuelve a la
cocina y regresa con un salame y queso y algunos paquetes de cigarrillos.)
Eva.- Hablando de atenciones, no crea que yo me olvid de usted. Pens que
las noches son fras y que "un estmago lleno es el mejor amigo". Un poco
de mortadela. Un poco de pat. Y queso. Gruyere. Muy rico. Recomenda
do especialmente por la duea de la tienda, que es amiga ma. (El Merluza
apenas mira lo que Eva le va mostrando. Ha terminado de reunir los diarios en un
atado bien doblado y va a partir hacia la cocina con ellos, pero se topa con Eva y se
produce un breve juego de cuerpos que se obstruye el paso.) Dnde va?
Merluza.- (Por los diarios.) Los saqu de la cocina.
Eva.- Deje. No importa.
Merluza.- Se va a ver todo desordenado.
Eva.- (Un poco impaciente.) No importa, le digo. (Sonre.) Djelos por ah. (Siem
pre con una sonrisa breve y nerviosa que le es peculiar, casi como riendo para s.)
Cuando entr a la tienda, lo hice tan como caballo desbocado, con la idea de
comprarle esto, que se me olvid completamente inventar una disculpa,
porque la pregunta tena que venir, y vino. "Para quin compra todo esto,
querida? No me va a decir que es todo para usted?" En un comienzo no
supe qu decir. Tartamude un par de cosas tontas y finalmente, cuando ya
me faltaba el resuello (Re.) se me ocurri decir
que eran para un picnic! Un
picnic con unos amigos, imagnese. Yo haciendo un picnic! (El Merluza, de
rodillas en el suelo, dobla y plancha los atados de diarios con prolija atencin.) Por
que si le cuento la verdad... Quin me hubiera credo, no le parece?
Merluza.- Nadie.
Eva.- Eso es lo que pens tambin.
Merluza.- En estos casos siempre se ofrece slo un plato de sopa caliente.
Eso (Por los salames.) no se le ocurre a nadie. No es necesario.
Eva.- (Re nerviosamente.) A usted le gusta?
Merluza.- Qu?
Eva.- El salame? El queso?
Merluza.- Usted pregunta siempre dos cosas a la vez; nunca s cul respon
der primero.
Eva.- (Confundida.) El salame?
Merluza.- Me revuelve el estmago.
Eva.- No le gusta?
11!)
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suficiente... reposo.
Eva.- (Con picada curiosidad.) Y por qu dice eso?
Merluza.- Porque est siempre yendo de ac para all, de arriba abajo, mo
viendo cosas, cambiando cosas de lugar, sin asunto aparente. Desde que
entr aqu, no ha parado de moverse. Ha mirado, por ejemplo, la cesta
papel.
Eva.- (Ms interesada de lo necesario.) Ah, a ver, enseme! (Se encuclilla junto a l.)
Merluza.- (Toma una hoja de diario.) Usted toma una hoja de diario, as, y la
dobla desde la esquina, ve? As. (La hace.) Y no es una hoja de papel
corriente, como usted ver. Se toma una cara de la hoja que tenga mucho
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Eva.- Eso es
mejor. Lo llamar Roberto, entonces.
Merluza.- Beto...
Eva.- Beto?
Merluza.- Y cabrn. Cabrn antes de comer; Beto, despus. Yo tena dos
madres. Una, antes de comer, la otra de.
despus
Eva.- Muri?
Merluza.- Algo as como eso. (Eva se levanta y con
exagerada vivacidad va hacia
un mueble
y saca una tijera y se la pasa.)
Eva.- Bueno! Aqu no estamos a
tijera! Mustreme
orillas del ro: tenemos
cmo hace sus crisantemos! Le que yo, mientras tanto, teja? Le
importa
promet un chaleco a una empleada de mi tienda.
Merluza.- Es su casa. (Eva se instala con un tejido que trae del dormitorio. Se sienta
junto a l, a mirar lo que hace, en actitud de una persona que se siente a gusto, que
quiere demostrar inters.)
Eva.- A ver?
Merluza.- (Se levanta.) Creo que es hora de que parta.
Eva.- (No haba pensado en ello.) Oh, s, claro! Pero esos hombres? No cree
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Eva.- Bueno, enseme. (El Merluza toma otra hoja de papel y se pone a cortarla de
igual manera como anteriormente.)
Merluza.- Se toma una hoja de papel y se tijeretea desde las puntas, ve? Se le da
unos cortes largos, a lo largo de las lneas de imprenta, hasta formar tiras de
ESCENA TERCERA
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Merluza.- Yo a l.
Eva.- Y el francs?
Merluza.- Qu hay con eso?
Eva.- Dnde aprendi? Ah?
Merluza.- Tuve que quedarme seis das para pagar la deuda. En verdad no
llegu a pagarla nunca, porque da que pasaba, mi deuda iba creciendo.
Usted comprende, no es verdad? (Eva comprende.) A la semana me di cuenta
que as no andaba el negocio. Fue cuando decid robar una mquina de
calcular, y apret...
Eva.- Me parece justo.
Merluza.- Le parece? A ellos no.
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Merluza.- Y esto?
Eva.- Un ciervo! A ver, djeme hacer a m! (Ensaya.) No. No resulta. Cmo
se hace?
Eva.- Qu distancia?
Merluza.- (Muestra la bata.) Es porque usted me ve en esto, y baado, que olvida.
Eva.- Qu he olvidado? (El Merluza muestra su ropa.) No sea ridculo. Le he
demostrado que eso me importa?
Merluza.- Es que no puede ser.
Eva.- Si insiste.
Merluza.- Tendr que irme ahora mismo.
Eva.- Yo no le estoy diciendo que se vaya. (El Merluza se levanta y se aleja de ella.
Le da la espalda.)
Merluza.- (Con sospecha.) Para qu?
Eva.- Paraqu, qu?
Merluza.- Para qu quiere que me
quede?
Eva.- Yo no le he dicho que quede. Slo le he dicho que no tiene por qu irse.
se
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a ir de tienda
tienda, buscando lo que le pido?
en
Eva.- Y por qu no? (El Merluza le toma las manos y la hace girar.)
Merluza.- Usted es un ngel! Un ngel! Un ngel!
Eva.- Ay, pero Beto, por Dios! (Se detienen. Ahogada.) Lo que quera decirle es
que lo encuentro intil. Realmente intil. Beto! Yo no me fijo en esas cosas.
Merluza.- (Riendo; divertido; socarrn.) S, s se fija!
Eva.- No, realmente no.
Merluza.- (La reprende con un dedo.) S, se fija! Se fija!
Eva.- Por qu lo dice? Por qu se re? (El Merluza re como si estuviera contando
un cuento gracioso y algo embarazoso.)
muy
Merluza.- Ayer, cuando lleg en la tarde, la trajo una
amiga en auto y usted
no la
quiso hacer pasar!
Eva.- (Niega efusivamente.) No...
Merluza.- S, si! Yo vi cmo ella haca ademanes como queriendo acompa
arla arriba, pero usted le deca, con seas tambin, que estaba bien, que
no haca falta, o
algo as. Era divertido, divertidsimo, observar cmo usted
ideaba... discurra aceleradamente... casi desesperadamente, alguna expli
cacin. (Siempre ahogado por la risa.) Moviendo sus brazos, as.
Eva.- No, no! No fue por eso...
Merluza.- S, si Pero no se altere! Yo entiendo! Si usted supiera lo bien que
entiendo! (Serio sbitamente.) Qu le dijo a la amiga?
12!)
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Eva.- Le
dije que...
Merluza.- Con pantalones nuevos, nos libramos del embarazo, ve? Le po
dremos decir que soy su primo, un primo lejano que acaba de dejarse caer
de la provincia, qu le parece? Un primo o un to? Qu le parece mejor,
ms plausible? (Pausa.)
Eva.- Usted va a tener
que sacarse de encima esa obsesin, Beto. (El Merluza
deja los brazos con desaliento.)
caer
Merluza.- S. Tal vez eso me venga de tanto andar a orillas del ro, buscando
cosas
bajo las piedras. De tanto andar en cuatro patas, buscando cosas,
escarbando comida, a uno, finalmente, el mundo se le encoge a la altura de
los tobillos. Es un mundillo as, pequeo, el que uno ve, dentro de ese
mundo pequesimo, uno mismo es ms chico an. Ni siquiera a la altura
de un sapo! Se adquiere una naturaleza... Subalterna. Sub, de algo al me
nos es. (Sonre nuevamente con su sonrisa hueca, radiante, sin sentido.) Una na
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ESCENA CUARTA
(La tarde de ese mismo da. Todos los muebles estn cambiados de lugar. La jaula
del canario, con la puerta abierta, est vaca.
La pantalla de la lmpara de pie ha sido sacada. Sirve ahora de florero para tres
enormes
floresde papel, ensartadas en alambres. Adems hay flores colgadas de las
paredes, de la lmpara. El Merluza, con las piernas forradas en una manta y una
botella de coac a su lado, est arrellanado en el silln mirando la televisin. Se acaba
de lavar el pelo. Tiene una toalla envuelta alrededor de la cabeza. Est contento. La
televisin lo entretiene a morir. En la pantalla, que no se ve, suenan unos disparos;
gritos de indios. El Merluza vaporo apoco absorbindose en la accin. Imita los movi
mientos que ve. Se esconde tras el silln. Dispara hacia el
aparato. Salta por encima del
silln. Vuelve a disparar. Lo alcanza una bala imaginaria. "Muere" aparatosamente en
medio del living. Est crucificado, as en el suelo, cuando se abre la puerta, y entra Eva.
Trae paquetes bajo el brazo.)
Eva.- Beto! (El Merluza no se mueve.) Beto! Qu le pasa? (Deja los paquetes en
el suelo. Se arrodilla junto a l.) Qu le pasa? (Lo toca.) Beto, Dios mo! (Le
toca la cara.) Beto, despierte!
Qu le pasa, Dios mo? (Busca desesperada
mente algo a su alrededor. Va a la cocina y retorna con un vaso de agua. Le da de
buena...
Eva.- No lo hice pensando as. (Larga pausa embarazosa. El Merluza apaga la
televisin.)
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primer da observ que me miraba de reojo, como con recelo. Debe ser que
antes que yo mismo, se dio cuenta que los dos no
l, cabamos en una misma
habitacin. (Vuelve su sonrisa que no dice nada.) los animalitos tienen una tre
menda perspicacia para estas cosas. Es una suerte que l parti primero,
porque si no, a lo mejor, me toca a m... (Eva desaparece en el dormitorio. Grita
tras ella.) Sabe
que hasta alcanc a ponerle apodo?... "Corsario" le puse!
Un nombre raro para un canario, ya s, pero es que a m ese nombre me
recuerda algo. Qu tal vez es necesario ser muy valiente para soportar una
jaula! "Corsario". Pobrecito! (Espera un rato.) Quiere que me vaya? (Eva
sale ponindose la bata sobre el vestido. No puede dejar de sonrer de ver la facha de El
Merluza, parado en medio de la habitacin, los brazos cados, envuelto en la manta, la
cabeza envuelta con la toalla, las piernas desnudas, culpable, compungido, contrito.)
Eva.- Y por qu voy a querer que se vaya?
Merluza.- Por lo del pajarito. Desde que llegu no he hecho otra cosa que
armar los.
Eva.- Usted no es ms que consentido, Beto.
un nio
Merluza.- Rechazarle con grosera los lindos pantalones que me com
tanta
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Merluza.- Con todo el cario con que usted me ha recibido. (Eva lo sienta a su
lado en el silln. Le pone un dedo sobre los labios.)
Eva.- Qu estabas haciendo en el Botnico el da que yo pintaba lau
Jardn
reles, nio regaln?
Merluza.- Bueno... Andaba por ah...
Eva.- Vamos, dime la verdad... (El Merluza, se mantiene
alejado de ella.)
Merluza.- Usted me tutea.
Eva.- Hazlo t tambin, si lo deseas. No me voy a quebrar, por eso, no crees?
Merluza. Ah la tenemos otra vez, rindose de m.
Eva.- (Impaciente.) Oh, Beto, vamos, djate de cosas, quieres? No vamos a pa
sar una vida, t con tus susceptibilidades y yo, aqu sin saber cmo tomarte.
Yo s que no eres lo que pareces o lo que pretendes parecer. Algn desliz,
alguna resbalada por la pendiente de la vida (Hace un gesto como divertida de su
propio clich.) te llev donde te hallas ahora, pero yo s que no eres lo que
pareces... O no
pareces lo que eres. A m nada de eso me importa; ya ves que
ni
siquiera te pregunto. Me puedes culpar de eso: de haberte preguntado?
(El Merluza, niega con movimientos de cabeza.) No, no es cierto? Entonces, por
qu no te pones a tono? Hablamos de igual a igual?
Merluza.- De igual a qu?
Eva.-Bueno, de igual a igual, ya te dije.
Merluza.- Y si yo no fuera lo que pareciere o no pareciere lo que fuera, no
nadie podra creerte que pudieras guardar esos detalles durante tanto tiem
po, si no fuera por una razn muy especial, tambin...
Merluza.- Razn especial?
Eva.- Inclinacin especial...
Merluza. Inclinacin especial? (Est de espaldas a ella, alejado de ella.)
Eva.- Oh, Beto, no seas tan... tmido! (El Merluza se levanta.)
Merluza.- Es que no
puede ser.
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Merluza.- Que yo
no
soy lo que parezco o no parezco lo que soy. En cambio
yo slo s que soy lo que parezco y no que no soy lo que no parezco. En
otras palabras, usted tiene su fantasa y yo slo mi realidad, que es mucho
ms pobre, mucho ms triste, mucho ms desilusionante. (Con voz
entrecortada.) Esa es la ventaja que usted me lleva, aunque usted diga que
no me
preocupo. Lo que pasa es que uno se preocupa tanto de preocupar
se, que al final, ya no se preocupa ms de preocuparse.
Eva.- Beto...Beto, vulvete! (El Merluza, se vuelve. Baja la vista.) Si fueras slo
el pobre vagabundo que aparentas ser, no podramos siquiera entablar
esta conversacin, no te parece? Ya lo nuestro habra terminado hace
mucho tiempo. Ayer mismo tal vez; despus de darte la sopa caliente, te
habras largado, porque es muy seguro que habras terminado por aburrir
me. No
hay nada ms aburrido que la conversacin de los pobres cuando
se autoconduelen, no te
parece? (Al Merluza le parece. Asiente con la cabeza,
siempre mirando al suelo. Eva se acerca a l. Le loma de un brazo.) Desde el
primer momento que te vi, supe quin eras. Comprendo que tu timidez
debe ser consecuencia del mal trato que te ha dado la vida. Cosas que te
han sucedido han terminado por acoquinarte. Quiero que me creas muy
sincera cuando te digo que a m no me importa. No pongo barreras falsas
entre nosotros, me comprendes? (El Merluza, comprende.) Crees
que soy
tu amiga, Beto? (El Merluza, cree.) Entonces?
Merluza.- Entonces vamos a tener que cambiar los muebles que hay aqu.
Eva.- Los muebles? Por qu?
Merluza.- No me
gustan.
Eva.- No te
gustan?
Merluza.- Es lo que dije.
Eva.- Bueno... Qu tiene que ver...
comprar una
aspirina y marc, con el dedo, el primer trasto que se le vino
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a los ojos. Cualquier que sirviera para tirar el cuerpo y quedarse dor
cosa
graciado que quiere meterle a uno gato por liebre y hacerle pasar lamo
por caoba, y eso no estara bien, porque podran enterarse las visitas. Des
pus, tambin es importante que estn todos los clavos en su lugar. Todos
los clavos, o ms bien, toda la cola, porque podra resultar que no fueran
flecos de raso sino simples borlas de pao ordinaria, las que aquel hijo de
puta le quiere meter a uno. Y tambin es importante, importantsimo, de
primera importancia, preocuparse de la forma, del color, del diseo, de si
es brocato o
terciopelo, de si est hoy de moda la silueta oblonga o el
diseo recto, de si son tarugos de corte cncavo o convexo, de si le han
puesto clavos los hijos de puta, clavos y no tornillos! Porque las visitas al
sentarse no deben caer simplemente en los sillones, sino que al doblar las
rodillas deben ms bien encontrarse... Eso es!... Encontrarse con la anato
ma del asiento ajustada a sus caderas. Todo eso debe tomarse en cuenta!
Todo eso debe considerarse con el mayor cuidado! Porque todo ello es de
mxima importancia! De primera importancia! De primersima impor
tancia! (Termina extenuado.) Hay que poner en ello la vida, si fuera necesa
rio. Eso es lo
que no quiere comprender el loco Fabin! (Pausa.) Tendre
mos
que cambiar estos muebles. Se lo debemos a las visitas.
Eva.- Bien, los cambiaremos. T eliges? Ests conforme?
Merluza.- Cundo?
Eva.- Maana?
Merluza.- Maana ya no estar aqu.
Eva.- No te das cuenta, tontito, que a contar de hoy estars aqu maana y
todos los das que quieras?
Merluza.- Tendremos que salir a la calle.
Eva.- Para qu?
Merluza.- Para elegir los muebles.
Eva.- Y qu hay con eso? Saldremos pues.
Merluza.- Con qu ropa?
Eva.- Te comprar un
traje.
Merluza.- Gris.
Eva.- Cre que lo queras azul con
rayas blancas.
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yo no
puerta de mi dormitorio... Ya no desconfo, ves? (Toma las
cerrar la
manos de El Merluza.) Si te sientes... solo, no dudes en llamarme.
Tengo el
sueo liviano. (Muy cerca de l.) Al menos que no sientas atraccin por sol
teronas de ms de cuarenta, que pintan por desesperacin, o guarden por
nostalgia la ropa del hombre que dej el nido hace siglos. Una solterona
que ni siquiera sabe comprar muebles apropiados...
Merluza.- (Rgido.) Tendr que... baarme, de nuevo? (Eva apoya su cabeza en
el pecho de l.)
Eva.- Oh, Beto!, entrgate! Descansa... (Despus de un rato.) Apoyar la cabeza
en
pecho es como apoyarla en una roca. Qu te ha hecho la vida que te
tu
ha
dejado as?
Merluza.- Comment dites vous, madame? (Lo mira; lo besa en la mejilla.) Oh, mi
amor! (El Merluza mira de frente. Es una roca, una esfinge.) S. Es de la ma
. . .
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lo que uno quiere decir, sin decirlo, para que los dems aporten todo el
peso de su propio... engao. Slo as podr uno ser feliz.
Eva.- Oh Dios! (El Merluza comienza a hacer figuritas con las manos, que se proyec
tan en el muro, al
frente.)
Merluza.- Un conejo, ve?... Una lechuza... Un nio... Un nio asustado.
(Mira a Eva.) Tiene un hacha?
Eva.- S-
Merluza.- Y un serrucho? Y martillo?
Eva.- S.
Merluza.- Dmelos. Esta noche har unos muebles como a m me gustan.
Eva.- Estn en la cocina. (Eva va hacia la cocina. Se oye un grito.) Y esto? Qu
le pas a Pepito? (Sale con el canario muerto colgado de su mano.) Quin le
hizo esto?
Merluza.- (Desconsolado, atropelladamente, como nio sorprendido en falta.) Ya le
dije! Quise cazarlo, pero l no me dej que lo cazara! Desde el comienzo
me tom
inquina! Desde la primera mirada, me mir de reojo. Lo segu
por toda la pieza. Le rogu, le implor que se dejara cazar, pero insista en
seguir volando! No quiso or mis ruegos! (Pausa.) Cuando finalmente ya
no
pudo seguir volando, estaba demasiado agotado para entender el senti
do de mis splicas.
Expir sin haberme dado siquiera la ocasin de darle una explicacin.
(Otra pausa.) Pude haber querido a ese pajarito... (Sollozo.) Pude haberlo
querido verdaderamente... Si slo me hubiera dejado... (Mira a Eva.) Po
bre Pepito! Pobre corsario maricn!
ESCENA QUINTA
(En la radio tocan "El vals de las liblulas". El Merluza en tenida de tenis, de
rodillas en medio del living, clava una silla rstica, o ms bien lo que parece una silla,
con los restos desilln desarmado. Del silln no queda ms que un montn disperso
un
feliz la msica mientras trabaja. Despus de un rato aparece Eva, en bata, en el vano de
la puerta del dormitorio. Por un momento mira cmo El Merluza trabaja; luego...).
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cierto? Eso es lo
que te hace tan injusto: que no crees que eso es posible, o que
ya no sea
posible. Porque t crees que ya no es posible, no es cierto? (El
Merluza trabaja. Un gesto vago, huidizo; una sonrisa incierta; un breve desvanecimien
to.) Que una solterona como yo, oh Dios!, se despoje de su pudor y abra sus
brazos al amor... Con slo el aroma de los pinos de testigo... Y la luna intrusa...
(Lo mira.) Contstame!... Ni oyes lo que digo! (Va sobre la radio y la corta con un
ademn nervioso.) Contstame! Lo crees
posible?
Merluza.- (El Merluza ha terminado su silla. La levanta en el aire. La sacude en
La termin! La termin! Ahora me gustara invitar al Mario a
triunfo.)
que viera esto! Le cerrara la jeta al pesimista! Largueros firmes, bien
ensamblados! Respaldo duro, como se pide! Firmeza en toda la lnea!
Siempre se lo dije a Fabin! Lo que pasa con nosotros, loco le dije es
que no sabemos comprar. Nos quejamos. Nos lamentamos. Partimos siem
pre de la base que no podremos comprar nunca lo que queremos. Nos
pasamos todo el da... Cmo dijo usted ayer? "Autocondolindonos"! Eso
es! "Autocondolindonos". Tiene gracia, sabe?. "Autocondolindonos".
. .
139
Egon Wolff
puede reparar.) Te hablo con cario y me respondes con una irona. Quiero
ser sincera
contigo y me rechazas diciendo que miento. Hago lo posible
por borrar entre nosotros todo signo que te recuerde tu pobreza, pero insis
tes en recordrtelo... (El Merluza comienza a temblar. Es el nio desamparado
que tiene fro, que tiene miedo. La mnima expresin, disminuida y triste, del nio
de las ruinas, hambriento, desvalido.) No soy esa mujer rica, desalmada y fri
vola que pareces ver en m. Soy una pobre mujer sola. Muy sola, Beto...
Una mujer vida de amistad y cario... Te ofrezco mi corazn, Beto. (Va
sobre ly le toma la cara. El Merluza tiembla. Un temblor que lo estremece y que no
puede controlar.) Oh, mi amor, clmate! Tu mujercita est aqu contigo y te
va a dar todo el calor
que te han negado! (El Merluza mira ante s al vaco.)
Beto, mrame! Estoy aqu!... Te quiero, me oyes? Te quiero... (Lo sacude.)
Mrame! Por amor a Dios, mrame! (Lo sacude ms violentamente.) Te estoy
hablando! Escchame! (Lo estremece.) Escchame, maldito! (Nada. Cae a
sus
pies. Lentamente El Merluza deja de temblar. Estn as un
largo rato. Sigue
sonando "El vals de las liblulas", en el vaco.)
Merluza.- (Despus de pausa. jTodava no me ha dicho cmo me queda la tenida
de tenis. (Lo dice sin mirarla, con los ojos clavados en el vaco. Eva lanza un grito.)
Eva.- Ohhh! Tu soberbia es tan grande que quieres que te ayuden! (Eva se
no
(Eva se
tapa los odos.) Vuela pajarillo... (El Merluza la mira con sonrisa
misericordiosa. Se sienta junto a ella. Sentencioso.) El amor es la tregua entre
dos agotamientos. El amor es la dentadura rota en una boca hambrienta...
Qu me dice? Le
gust?
Eva.- (Lo mira con ojos llorosos.) Quiero que te vayas. (ElMerluza la mira perplejo.)
Merluza.- Me est echando afuera?
Eva.- S.
Merluza.- Y qu voy a hacer?
Eva.- No me importa! ndate!
Merluza.- Se lo dije al Mario... Le dije... Esa gente que vive en los departa
mentos de la Plaza Espaa, a la
primera contrariedad, se escabullen en una
buena sinfona o en la procesin del Carmen. (Se levanta.) Sabe lo que vi
hacer una vez a un mono en el circo? Ese mono trataba de
llegar donde su
mona, pero porque los haban separado en jaulas diferentes y se
no
poda,
lo impedan los barrotes. Sera como la una de la tarde cuando lo vi tratar
de allegarse junto a ella por primera vez. En la noche todava no lo haba
1-1(1
Flores de papel
ESCENA SEXTA
atadas de las mangas, entrelazadas de otras, hechas de enaguas y corpinos atados. Mue
bles han sido compuestos con trozos de los muebles primitivos, unidos por retazos de
chalecos de lana, frazadas y colchas desgarradas. Las lmparas que colgaban estn de
pie. Las que estaban de pie cuelgan. Los muros estn cubiertos de dibujos y figuras
infantiles hechas con tizones de corcho quemado: "El Gato", "El Malo", "La Mano",
etc.. Tambin hay dichos: "Yo soy bueno", "Cristo es Rey", 'Dios est a mi diestra",
"Viva Yo". En esencia, nada est en su lugar. Lo nico que guarda alguna apariencia
de arreglo premeditado son las flores de papel. Grandes flores de papel, nuevas y ms
141
Egon Wolff
numerosas, que cuelgan profusamente de las guirnaldas, de los muros, que cubren los
rincones. Eva, de pie en medio del desorden, se
deja probar un vestido de novia, que El
Merluza acomoda sobre su
cuerpo con solcito cuidado.)
"Que te
vaya bien!". No tambin?... No debemos ser tan ro
cuenta eso
enguantada... (Le habla al odo.) Y ah, en ese mismo momento, ante las
miradas lascivas de todos los enanos horribles, escondidos tras los ladrillos
de los muros, ocultos bajo el atrio en sombras, las he visto... Las he visto!
(Se ahoga. Tiembla.) Las he visto... Abrir... Los ptalos de sus cuerpos... Y
ofrecer! Imagnese! Ofrecer! Ofrecer!... (Se calma.) Sus corolas vrgenes a
la consumacin del amor! (Un grito ahogado.) OhDios! (Se controla, vuelvea
su tono de chanza.
Desgarra una manga. La reemplaza por otra manga que hace de
una tira de papel.) Hay algunos que tienen otra visin del asunto, natural
mente. Fabin, por ejemplo. Un da estaba con l, bajo el arbusto. Se aca
baba de levantar, por ah, unas latas de erizos y nos dispom'amos a tomarle
el gusto... (Recorta el ruedo de la falda a tijeretazos.) Debo advertir que Fabin
tiene una manera
especialmente ruidosa de mover la boca cuando come.
142
Flores de papel
Una manera, as, arrastrada de mascar, como si tuviera miedo de que los
alimentos
se fueran demasiado
rpido hacia los intestinos y se le terminara
demasiado pronto el placer de la de-gus-ta-cin! El hecho es que yo no s
si fue esa manera
suya de mascar, digo, o mi particular estado tenso, ese
da... O la piedra bajo el codo... Porque se me haba metido una piedra
bajo el codo... Una maldita piedra! l hecho es que yo no s si fue esa
manera de mascar
suya, como ya dije, o la piedra, o mi particular estado
tenso, el hecho es que Fabin me irrita! Me irrita hasta la locura, debo
confesarlo! No s si sera eso, digo, o lo otro... La insolencia del tipo, me
comprende?... Su brutal, su bestial insensibilidad, o su manera de mascar,
o la
piedra, o mi particular estado tenso... El hecho es que mirando hacia la
iglesia, digo de pronto: "Mira!"... Y l me contesta: "sas zorras!"... "Esas
zorras", imagnese!... Recuerdo que sujeta y vi el jugo de los erizos
mir
quebajaba de las comisuras de su boca... Y
sus
ojos inyectados en sangre,
me comprende? y su ruidosa, desagradable, bochornosa manera de mas
car. El hecho es
que algo se produjo dentro de m, me comprende? un
particular estadode tensin incontrolable... Y agarr la otra lata de erizos
que estaba abierta, pero no comida... Y se la estamp... Se la grab, se la
atornill, con lenguas de erizos y todo, en su sucia jeta! (Esto ltimo a gritos.
Se calma. Casi angelical.) En ese momento sonaron las campanas de la igle
sia y sent que haba hecho lo que deba hacer, me comprende? Que ha
ba cumplido con mi deber... Porque tipos como Fabin no conocen, no
intuyen, no conciben el alcance... la totalidad maravillosa que significa la
entrega de la virginidad. (Acentuando las palabras con
falsa fontica, vaca
enteramente de sentido.) La ms
esplndida... oferta... al... amor. (Re. Diverti
do.) Amar, que es un puente roto, con un diente roto, con una manivela
rota, que gira por los cuatro confines, rompiendo crneos!... Amor, que es
un
perro con tres patas!... Que es un vagabundo con una sola mano y dos
pltanos... (Ha roto gran parte de la falda y la est reemplazando con trozos de la
cortina y pedazos de su propia camisa, que ha desgarrado. La mira. Preocupado.)
Llegaaar! (Pausa. Fro.) Es ese el secreto que guarda la hielera? (Del vesti
do de novia, slo queda ahora el velo. El resto son guiapos.) Ahora somos dos
hcrmanitos. (Se arranca del cuerpo el resto de camisa. Se cubre la cabeza con una
143
Egon Wolff
rosetade papel, de la que cuelgan largas tiras corona y que le llegan hasta
a modo de
la cintura. Toma una madera de mueble a de lanza y la blande.) Soy
manera
Merluza.- S?
Eva.- Yo slo... (Trata. No puede.Desiste.)
Merluza.- Usted slo y que yo la quisiera. Es eso? (Eva
quera quererme
asiente pero es tarde para eso. "Ukelele" tiene sus tripas en
dbilmente.) S,
las manos y ya no sabe qu hacer con ellas... (Pone una de las grandes flores
de papel en el escote de Eva, que le cubre casi toda la cara. Enlaza su brazo en el
de ella.) Vamos? (Suenan golpes en la puerta. Grita. )S. Ya vamos! (Mira a
Eva con solcito cuidado, como novio muy considerado.) Est lista? (Eva asien
te. De nuevo con su modo de hablar rimbombante, vaco, sentencioso.) Como ve,
es de la
mayor importancia haber entendido el juego. Creer el uno en el
otro. Confiar mutuamente. Renunciar a su propia identidad en beneficio
de la identidad del prjimo, hasta que la identidad propia y la identidad
del otro y la propia identidad... Propia... Identidad... Del prjimo... Iden
tidad... Propia... no cree? (Eva asiente. Resuenan los sones de la Marcha Nup
cial de Mendelssohn. Inician la marcha; "Ukelele", muy tieso, pattico casi en su
dignidad, desnudo, cubierto slo de tiras, en la cabeza la gran corona de tiras de
papel. Eva, a su lado, tomada de su brazo, ausente,
bajo su inmensa flor de papel,
slo el velo hermoso es real en ella.) Antes que lleguemos all, creo que debo
ponerla al corriente de la geografa del ro, de los peligros que ella ofrece.
Hay, por ah, unos bajos engaosos por los cuales, en las noches de pleni
lunio, cuando el ro viene cuajado de muebles rotos, mucha gente al caer,
se ha roto
espinazo... (Salen. En la habitacin reina ahora el desorden total.
el
Nada est Slo queda en ella la nueva belleza... Las toscas, enormes,
como era.
TELN FINAL
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