Amor y Castidad
Amor y Castidad
INTRODUCCIN.
Podemos iniciar diciendo que la sexualidad humana ha sido vivida en un clima de misterio.
Produce cierto temor, recelo, sospecha, despierta curiosidad y deseo. En torno a ella se han
presentado dos posiciones extremas: la maniquea, de tendencia pesimista; y la hedonista, de
tendencia optimista.
Segn el maniquesmo el cuerpo y la materia seran creados por el reino de las tinieblas; por
tanto, tambin lo sexual. Tiene sus races en el estoicismo, que llev a una visin unilateral
de la sexualidad, visin en la cual la procreacin se considera como fin exclusivo de la
sexualidad; en el dualismo helnico, con su posicin despreciativa de la materia; y en el
gnosticismo, que considera la materia como habitculo del mal.
Los gnsticos y las tendencias maniqueas tuvieron su prolongacin posterior en los ctaros
de la Edad Media, en los alumbrados y msticos del Renacimiento, y en las posteriores
exageraciones del jansenismo.
El hedonismo ha hecho del placer un fin ltimo, placer que se ha constituido como regla y
norma de la moralidad: considera moralmente bueno lo que produzca placer. Hoy se
proclama como un hecho salvador la exaltacin del gozo sexual, considerado como fuente
de bienestar y alegra; el aniquilamiento de cualquier obstculo que impida el logro de
cualquier satisfaccin; y la utilizacin del cuerpo sin limitacin alguna. Es una total ruptura
con la mentalidad anterior, que llega a un extremismo radicalizado: si antes se despreciaba
lo corpreo-sexual como indigno de la persona humana y se fomentaba un espiritualismo
desencarnado, ahora se ha cado en una visin puramente biolgica, materialista, con olvido
de la dimensin espiritual.
Aparece as la opcin entre angelismo, de una parte, o animalidad, de la otra, como nicas
alternativas. Lo cierto es que se trata de un campo en el que fcilmente brotan la anarqua, el
caos y el libertinaje. De tal manera se va cambiando el sentido de la sexualidad, que se la
despoja de su contenido humano, como si fuera simplemente un fenmeno animal o una
forma vulgar de entretenimiento o diversin.
As el sexo aparece como sola anatoma o mera funcin biolgica. Ha llegado a ser un
mecanismo despersonalizado y un elemento de consumo. Al desaparecer su relacin con la
persona, queda reducido a una mercanca, a una oportunidad de experimentar el placer, y
nada ms.
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Estas realidades, nos llevan a pensar como todo est cambiando y el problema radica en que
la sociedad actual est ms inclinada a lo placentero, a aquello que produzca placer, solo por
el rato y nada ms. Este es uno de los grandes problemas, a los que debemos hacerle frente.
Sabemos que son realidades diversas, que los tiempos cambian, pero hasta qu punto todo
esto es concebible hoy da. Hablar del amor y la castidad a nuestra sociedad actual realmente
es un reto.
Ante tal situacin se hace necesario encausar la sexualidad para que sea una expresin
realmente humana. Es necesario redescubrir los valores que ella representa desde una
perspectiva humana y sobrenatural. La persona de fe verdadera sabe que Dios es el autor de
la sexualidad y del matrimonio, y que no puede ser malo lo que ha salido de sus manos. El
mal est en el corazn humano, que tiene la posibilidad de distorsionar el plan de Dios.
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1. VOCACIN A LA CASTIDAD1
Este primer apartado ser abordado desde la doctrina de la Iglesia, de manera especial desde
el Catecismo, por tal motivo, es un apartado bastante doctrinal y magisterial.
La castidad significa la integracin lograda de la sexualidad en la persona y por ello en la
unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en lo que se expresa
la pertenencia del hombre al mundo corporal y biolgico, se hace personal y verdaderamente
humana cuando est integrada en la relacin de persona a persona, en el don mutuo total y
temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer. La virtud de la castidad, por tanto, entraa
la integridad de la persona y la integridad del don (Cf, 2337). Es all donde se podr
comprender a cabalidad la sexualidad, entendida como un don de la persona, la cual est
siempre en relacin con el otro.
La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella.
Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda
lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf. 2338). Esto es la sexualidad: no
acepta nada que pueda truncar el proyecto de vivir de manera plena dicho don, de tal manera
que en este numeral entra en juego el uso de todas aquellas expresiones con doble sentido o
con un poco de morbo, esto hace que se ataque de una u otra manera este preciado don.
En este numeral lo que entra en juego es la capacidad que debe tener el ser humano de
dominarse a s mismo y actuar siempre con libertad y no por el contrario, coaccionado por
una aptitud, placer o deseo, pues si esto sucede, puede caer en otra cuestin y es la de actuar
no por libertad sino la de actuar y vivir del y en el libertinaje, lo cual es totalmente contrario.
Pero todo esto se da en la medida que no seamos capaces de dominarnos a nosotros mismos,
es decir, no tengamos fuerza de voluntad.
El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe
poner los medios para ello: el conocimiento de s, la prctica de una ascesis adaptada a las
situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la prctica de las virtudes
morales y la fidelidad a la oracin. La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad
que habamos perdido dispersndonos (cf. 2340). Debemos tener en cuenta que las
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Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 2337 2349.
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Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 17.
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tentaciones siempre van a estar presentes, tentaciones que de una u otra manera conducen al
ser humano a violar o faltar a la castidad, por eso es necesario estar alerta y hacer uso de los
medios que anteriormente se presenta como: ser capaz de dominar nuestros impulsos,
pensamientos y deseos, claro est, que esto se logra en la medida que nos conozcamos a
nosotros mismos.
Debemos vivir la virtud de la templanza porque las personas templadas son ms libres, y por
lo tanto ms felices; porque la falta de templanza genera vicios entre los cuales se distinguen
los pecados capitales; porque se llega a ser feliz y se alcanzan metas insospechadas, cuando
uno mismo es dueo de sus actos; porque la templanza se apoya en la humildad, la sobriedad,
mansedumbre y la castidad, virtudes necesarias para imitar a Jess; porque somos seres
racionales que debemos ordenar nuestras pasiones hacia nuestro fin para ser realmente felices
y porque toda actitud iracunda y descompuesta es claro indicio de que, en lugar de dominar
la situacin, somos su vctima3.
Pero tambin es importante tener presente, que vivir la templanza significa: Esforzarse
diariamente por ser mejor; no ceder ante los gustos, deseos o caprichos que pueden daar mi
amistad con Dios; estar alegre al saber que puedo dominarme y ser mejor; ser dueo de s
mismo, del propio actuar; congruente con lo que pienso, digo y hago; no justificarse ni dar
falsos pretextos; conocer las propias debilidades y evitar caer en circunstancias que pongan
en peligro mi voluntad; es vencerse al deseo del placer y la comodidad por amor y con
inteligencia y finalmente es tener presente que la persona moderada orienta y ordena hacia el
bien sus apetitos sensibles, no se deja arrastrar por sus pasiones.
El dominio de s es una obra que dura toda la vida. Nunca se considerar adquirida de una
vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf. Tt 2,1- 6).
El esfuerzo requerido puede ser ms intenso en ciertas pocas, como cuando se forma la
personalidad, durante la infancia y la adolescencia (cf. 2342). Este don, del dominio de s,
es nuestro caballo de batalla siempre, pues nunca podemos llegar a afirmar que ya somos
totalmente maduros y que tenemos el control pleno sobre nuestra vida, puesto que siempre
estamos en perodo de prueba y maduracin
La castidad tiene unas leyes de crecimiento; ste pasa por grados marcados por la
imperfeccin y, muy a menudo, por el pecado. Pero, el hombre, llamado a vivir
responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histrico que se construye
da a da con sus opciones numerosas y libres; por esto l conoce, ama y realiza el bien moral
segn las diversas etapas de crecimiento (cf. 2343). Esta es la vida, vivir, cada momento,
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www/ html/catholic.net/op/articulos/6465/cat/246/templanza-para-ser-dueno-de-tus-actos.
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cada etapa de nuestra vida siempre con mayor responsabilidad. Este es el reto, no esperemos
a maana para vivir la castidad, no!!! El momento es aqu y ahora.
Por ello, se hace necesario conocer ms de cerca lo que la Iglesia nos ensea en el marco de
este tema de gran importancia para todos. Continuemos afirmando que la castidad es una
virtud moral. Es tambin un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (cf. Ga
5,22). El Espritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar
la pureza de Cristo (cf. l Jn 3,3; CEC 2345).
Los numerales siguientes nos brindan elementos importantes para tener presente en la vida
cotidiana. Hay que tener presente que la caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su
influencia, la castidad aparece como una escuela de donacin de la persona. El dominio de s
est ordenado al don de s mismo, es decir, no somos seres para nosotros mismo, sino que
somos creados para tener esa virtud presente, la de ser capaz de donarnos a los dems.
La santidad no es para unos cuantos, es para todos. Todos somos llamados a la castidad. El
cristiano se ha revestido de Cristo (Ga 3,27), modelo de toda castidad, de ah radica el
llamado nuestro, ser como l (cf. Mt 5,48). Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida
casta segn su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se
compromete a dirigir su afectividad en la castidad. (Cf.2348)
En lo que concierne a nuestro tema se puede tambin llegar a decir que la castidad debe
calificar a las personas segn los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el
celibato consagrado, manera eminente de dedicarse ms fcilmente a Dios solo con corazn
indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, segn sean casadas o
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celibatarias. Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras
practican la castidad en la continencia. (cf. 2349).
La caridad no establece su reino por obra de la carne. Pero para llegar a su plena madurez
tiene que penetrar toda la persona, hasta sus actos y goces ms recnditos. El poder del amor
divino puede penetrar y ennoblecer aun la atraccin sexual en quienes de corazn estn
dispuestos a obrar de acuerdo con los planes divinos. La castidad, como las dems virtudes,
tiene que estar informada e iluminada por la caridad; de lo contrario, no sera verdadera virtud
cristiana.
1. De acuerdo con los planes de Dios, las energas sexuales deben ser formadas,
potenciadas y elevadas no slo por el eros, sino tambin por la amistad y por el gape,
el amor que viene de Dios como don y que capacita a la persona para concebirse a s
misma como don y para actualizar esta visin en entrega desinteresada de s misma.
3. Decir que el sexo y el eros estn necesitados de redencin, significa que necesitan ser
asumidos por aquel amor que tiene carcter de don, y es vivido en agradecimiento y
aprecio mutuo.
4. Nada hace ms feliz y ms libre a la persona que el amor integrado, aunque ello exija
sacrificar todo lo que se oponga a esta integracin.
5. En todos los estados de la vida la sexualidad sana depende de la fuerza del amor. El
matrimonio ha sido constituido como comunidad de amor en entrega recproca que,
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HARING, B., Libertad y fidelidad en Cristo, T.II, cap.X, B. lss.
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por su naturaleza especfica, es portadora de fecundidad como participacin en el
amor creador de Dios. La fecundidad genuinamente humana es superabundancia de
amor.
8. Quien no ama, nada sabe de la significacin real de las normas que nacen de la
significacin del amor. Para entender esta significacin es necesario una sincera
conversin al Evangelio del amor.
9. Un acto sexual sin amor, aunque la finalidad sea concebir o engendrar un hijo, es
pecaminoso. Y el encuentro sexual no expresara amor si el mismo amor no es activo
en todos los campos de las vidas de los que realizan ese encuentro.
Este fue el aporte que hemos podido tomar de B. Hring, acerca del tema del amor y la
sexualidad. La verdad nos ofrece luces para una mejor comprensin del amor en la vida
matrimonial y en la misma vivencia de la sexualidad.
En el matrimonio, la castidad es la configuracin de la sexualidad integrada en el sentido y
dignidad de la persona total y de su relacin personal-espiritual con el otro cnyuge. Fuera
del matrimonio, castidad significa la renuncia libre y consciente a toda actuacin de los
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poderes generativos. Cuando lleva a la renuncia de toda accin sexual por amor al Reino de
los Cielos recibe el nombre de castidad consagrada.
Se llama casta a la persona que libre y responsablemente ajusta su sexualidad a un recto orden
general de vida. Su conducta est caracterizada por una constante disposicin a mantener un
recto ordenamiento de acuerdo con los fines naturales del sexo. Tambin est caracterizada
su conducta por un total dominio sobre la concupiscencia o deseo sexual.
Castidad no es solamente continencia total del poder generativo, sino que comprende tambin
la ordenada actuacin sexual; por eso dentro del matrimonio tambin se puede y se debe ser
casto. Segn la Revelacin divina Dios mismo da a la pareja el mandato de la fecundidad:
sed fecundos y multiplicaos (Gn 1,28). Para cumplir este mandato se requiere la unin
sexual, pero dentro del orden procedente de la sabidura divina. Jess afirma que la unin del
hombre y la mujer en una sola carne corresponde a una ordenacin divina (cf. Mt 19,5-6).
San Pablo ensea la superioridad de la virginidad consagrada a Dios, pero no por eso le quita
valor al trato matrimonial, ni lo seala como algo que de suyo lleve mcula alguna. Por el
contrario, lo presenta como un deber para los esposos: Que el marido d a su mujer lo que
debe y la mujer de igual modo a su marido. No dispone de su cuerpo, sino el marido.
Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer (l Co 7,3-4). El mismo Apstol
llama al matrimonio gran misterio, figura de la unin de Cristo con su Iglesia (Ef. 5.32).
El Concilio Vaticano II afirma que los actos por los cuales se unen los esposos son buenos y
rectos, siempre que se realicen de manera verdaderamente humana5.
El valor de la castidad est en que es realizacin del verdadero amor. Como en toda virtud,
en ella hay que mirar ante todo la intencin de la voluntad. La divina caridad es la fuerza de
la castidad; sin ella no es posible la actitud de religioso respeto por lo sexual, ni el dominio
sobre el instinto. El medio para vivir la castidad, adems de los medios sobrenaturales, es la
disciplina y el control de s mismo con que el espritu impone su domino sobre la carne.
La castidad est protegida por el pudor, que viene a ser como un innato sentido de vergenza
que, cuando adquiere el carcter de virtud, hace percibir a la persona cuanto se opone a la
castidad.
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Gaudium et Spes, 49.
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El desarrollo de la vida humana ha comprobado que en relacin con el pudor no es cuestin
de una determinada cultura, ni simplemente de un tab, como algunos han querido
considerarlo, sino que es algo que tiene su raz en la naturaleza humana que, por tanto, merece
total respeto. Pretender violar el sentido del pudor representa querer violar la intimidad y, por
tanto, es violar uno de los grandes derechos de la persona. Si esto se hace por parte de quienes
tienen la inmediata responsabilidad de la formacin de la persona, como es el caso de los
padres, su culpabilidad es ms grande, por cuanto es mayor su deber de procurar a sus hijos
una recta formacin.
Se ha ido difundiendo en algunos padres de familia la idea de que mostrarse desnudos ante
sus hijos les hace coger ms confianza entre padres e hijos, adems de que esto contribuira
a liberarlos de tabes arcaicos. Pero la experiencia ha demostrado que el efecto es contrario
y que la incidencia en los comportamientos de los hijos es muchas veces desastrosa. Puede
ser que en algn sentido esto contribuya a quitar en parte la curiosidad; pero, por otra parte,
los resultados han sido claramente negativos. En muchos casos esto ha sido causa de
lamentables desvos y aberraciones.
En relacin con la educacin para la castidad hay que tener en cuenta que no se trata
simplemente de una instruccin sexual, como equivocadamente sucede muchas veces. Una
simple instruccin sexual sin la debida educacin correspondiente, en lugar de ser benfica,
de ordinario resulta desastrosa. Una autntica educacin sexual no se puede quedar en solos
conocimientos. Debe orientar a la recta conducta. Requiere de una slida formacin de la
voluntad.
b) Debe ser dirigida, para que el sujeto no se vea abandonado a sus propios impulsos.
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CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA, Exhortacin Pastoral acerca de la educacin en el amor y la
sexualidad, 1975.
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c) Debe ser progresiva y gradual, pues el nio y el joven no lo necesitan todo de una
vez, ni tienen suficientes capacidades para comprender y asimilar todo de una vez. Se
debe dar tan pronto como el sujeto la necesite y en la medida en que lo necesite.
d) Debe ser permanente, hasta tanto que la persona logre una verdadera madurez
afectiva y adquiera el suficiente dominio de s misma.
e) En lo posible debe ser individual, pues debido a que todos los sujetos no tienen el
mismo ritmo de desarrollo, ni las mismas necesidades, cuando se hace colectivamente
presenta dificultades y problemas.
Esta educacin corresponde darla, en primer lugar, a los padres del sujeto; luego a los dems
educadores y responsables de su formacin integral. Solamente se puede llevar a cabo con
xito en el marco de una recta formacin integral. Una verdadera educacin para la castidad
particularmente debe atender a mantener una mente sana y una fortaleza capaz de resistir a
los atractivos sexuales desordenados. Por tanto, debe atender al fortalecimiento de la
voluntad.
La castidad se define por una conducta rigurosa a cuyo servicio est el sentimiento de pudor
que, aunque es universal, no se manifiesta de la misma manera en todos los ambientes y
culturas, y que se puede perder o corromperse a causa de una conducta depravada. Por eso
una sana educacin debe atender tambin al sano cultivo del pudor. Del sentimiento de pudor
nace la actitud moral del recato, la voluntaria disposicin a evitar todo peligro proveniente
de la vida instintiva y del ambiente circundante: As mismo que las mujeres, vestidas
decorosamente, se adornen con pudor y modestia (1 Tm 2, 9).
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En la Palabra divina encontramos grandes modelos de amistad, como la amistad entre David
y Jonatn (cf. 1Sm 18, 1; 19, 1-8; 20, 1-42). En el libro del Eclesistico encontramos el elogio
de la amistad y su valor espiritual y humano: El amigo fiel es seguro refugio, el que lo
encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su
valor. El amigo fiel es remedio de vida, los que temen al Seor le encontrarn. El que teme
al Seor endereza su amistad, pues como l es, ser su compaero (Eclo 6, 14-17).
Jess reuni a sus primeros seguidores en una comunidad de afecto. A sus discpulos los
llam amigos: Os digo a vosotros, amigos mos: no temis a los que matan el cuerpo, y
despus de esto no pueden hacer ms (Lc 12, 4). Vosotros sois mis amigos, si hacis lo que
yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros
os he llamado amigos, porque todo lo que he odo a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn
15, 14-15).
El mismo Jess sostuvo amistad con Lzaro de Betania y lo llam amigo: Nuestro amigo
Lzaro duerme, pero voy a despertarle (Jn 11, 11). A Judas Iscariote tambin le dio el ttulo
de amigo hasta en el mismo momento de ser entregado por l: Amigo, a lo que ests aqu!
(Mt 26, 50).
Cuando Jess dice a sus discpulos: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado (cf.
Jn 15,12-13. 17; 13,34-35), expresa elementos determinantes de la amistad: amor
interpersonal, recproco, abierto a la trascendencia; hasta la muerte por los amigos, como el
amor de Cristo: Nadie tiene mayor amor, que el que da la vida por sus amigos (Jn 15,13).
En Cristo no solamente se nos revela la amistad de Dios con los hombres como una situacin
religiosa completamente nueva, sino que tambin en el plano humano la nueva vida en
Cristo se presenta como una amistad fundamentada y vivificada en el amor interpersonal,
tanto en la relacin con Dios, como en las relaciones con los hermanos y con la Iglesia. Esto
marc fundamentalmente la vida de la Iglesia primitiva: La multitud de los creyentes no
tena sino un solo corazn y una sola alma (Hch 4, 32); y la predicacin apostlica: En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que l nos envi a su
Hijo como propiciacin de nuestros pecados (1Jn 4, 10).
La amistad es una forma de amor: la ms delicada y sublime expresin del amor humano.
Tiene como fundamento la benevolencia, por la cual se ama al bien en s; lo contrario de la
concupiscencia, por la que se tiende a las personas o a las cosas o se las desea no por razn
de s mismas, sino por el agrado o placer que proporcionan, en sentido egosta. La
benevolencia es un movimiento afectivo hacia el otro en una actitud de apertura altruista.
Estimula y fundamenta la amistad cuando despierta en el otro un dinamismo semejante. La
gracia es factor determinante en la comunicacin entre Dios y la persona humana, al
comunicarle la vida divina.
La amistad es un amor interpersonal que brota de una mutua eleccin libre y se consuma en
el amor recproco. Brota no por movimiento instintivo, sino por una afinidad espiritual. De
esto se desprende que el contenido especfico de la amistad no es ni ertico, ni sensual, sino
afectivo a nivel espiritual. La realizacin plena se da cuando la apertura y la comunicacin
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son simultneas por ambas partes. Crea una esfera propia en la que transforma e impregna
de afectividad las cosas y los acontecimientos. Requiere la interioridad, la intimidad y la
sinceridad.
2.1.1 Amistad particular entre personas de diverso sexo. Esta forma de amistad es
posible y, si es autntica, ser siempre valiosa. Ser legtima y moralmente buena
la amistad entre un varn y una mujer si realmente est inspirada y sostenida en
el amor de Dios. El sexo no condiciona fatalmente el afecto desvindolo hacia lo
ertico o hacia lo sensual, o particularmente a lo sexual. Es cierto que cada
persona ama como es, y que no es posible desligar la afectividad humana de otros
elementos o dimensiones, tales como la emotividad y el instinto en general. Pero
es tambin una realidad la posibilidad de la primaca del afecto y la realizacin
de una amistad basada en el mismo afecto ordenado. Lo que s es difcil, ms aun,
imposible, es que exista una amistad sana entre personas que no hayan logrado
una verdadera madurez afectiva.
2.1.2 Amistad particular entre personas del mismo sexo. Es tambin posible, y de
hecho es frecuente el caso de amistad limpia y sincera entre personas del mismo
sexo. Mientras no se presenten signos de desviacin alguna, no hay objeciones
morales en torno a este tipo de amistad. Pero cuando se presentan signos de
desviacin o de perversin, no ser lcito seguir cultivndola.
2.1.3 Amistad particular en las comunidades religiosas. Con tal de que no se trata
de amistades cerradas, en el plano de la vida sacerdotal y religiosa la autntica
amistad indudablemente es un factor de crecimiento y de madurez en todos los
rdenes de la vida, particularmente en la dimensin espiritual.
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que solamente en l ser posible el florecimiento de la autntica amistad fraterna.
La dificultad se presenta cuando van apareciendo intereses egostas, intenciones
y tendencias posesivas respecto del otro, u otras desviaciones.
Desde un punto de vista moral hay que tener en cuenta, respecto a todas estas
formas de amistad, que cuando va apareciendo el peligro de la tentacin o la
posibilidad de escndalo o desviacin, hay el deber de un distanciamiento.
Fcilmente puede ser pecaminoso sostener una amistad, cualquiera que sea,
cuando aparecen seales de desviacin, perversin o escndalo.
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CONCLUSIONES
Ya hemos visto a grandes rasgos el tema propuesto en este trabajo. Por tal motivo, se puede
constatar la necesidad de formar cada da nuestra conciencia moral, para as actuar con mayor
madurez en nuestra vida cotidiana y vivir de manera plena nuestra sexualidad. El ser humano
siempre est expuesto, est en contacto continuo con el otro, por tanto, es importante tener
un profundo conocimiento de nuestro ser, para as no hacer o decir cosas que pueden ser mal
interpretadas.
Hablar de sexualidad es hablar de la persona como tal, con sentimientos y afectos, los cuales
deben ser formados, moderados y valorados. Debemos conocer a profundidad lo que este
tema implica, para as poderlo transmitir a los otros y ms hoy en da, donde todo es tan
relativo y pasajero.
Creemos que tambin es necesario tener presente en tema relacionado al pudor, del cual
hemos hablado en el desarrollo del trabajo. Pero es importante conocerlo porque en ultimas
este es un valor que hoy en da se ha ido desvirtuando, tanto as que salir bien vestido es lo
mismo que salir sin casi nada puesto y todo con el simple pretexto de estar a la moda, pero
lo que realmente pasa es que se ha cado en un relativismo de valores.
Qu falta de pulcritud vemos hoy da y la gran parte de este problema radica en la falta de
formacin de los hijos. Es all en la familia donde se deben inculcar esos valores. Cuando se
pierde el sentido de la vida o se tiene una baja autoestima se busca otros medios para querer
presentarse como atractiv@ para los dems.
Que a la luz de estas cortas lneas, podamos sacar la mejor enseanza para nuestra vida
personal, teniendo presente: vivir responsablemente nuestra sexualidad; donarnos a los
dems; no caer en el relativismo moral y vivir cabalmente el don de la amistad, con Dios y
con los dems.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
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