Capítulo 7 El Espíritu Santo
Capítulo 7 El Espíritu Santo
Capítulo 7 El Espíritu Santo
Algunos de los medios de comunicación que Dios ha establecido con nosotros son:
1. La Oración (capítulo 8)
2. Los Profetas (capítulo 9)
3. Las Escrituras (capítulo 10)
Otros medios de comunicación con Dios que no se especifican como temas en este
manual pero que de cierta manera son parte de los temas que si forman parte del manual
son:
La Revelación:
o Visitaciones
o Visiones
o Sueños
El Segundo Consolador
Cuando una persona se comunica con Dios lo hace por medio de la oración y cuando
Dios se comunica con una persona lo hace por medio de la revelación.
Dios nos envía su revelación por medio de un mensajero llamado Espíritu Santo. Es
importante saber que en las escrituras se le conoce a la influencia del Espíritu Santo
como “una voz apacible y delicada”.
1 Reyes 19:12
Y tras el terremoto, un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego, una voz apacible y
delicada.
3 Nefi 11:3
Y aconteció que mientras así conversaban, unos con otros, oyeron una voz como si viniera del cielo; y
miraron alrededor, porque no entendieron la voz que oyeron; y no era una voz áspera ni una voz fuerte;
no obstante, y a pesar de ser una voz suave, penetró hasta lo más profundo de los que la oyeron, de tal
modo que no hubo parte de su cuerpo que no hiciera estremecer; sí, les penetró hasta el alma misma, e
hizo arder sus corazones.
Es de suma importancia saber cuales son los medios de comunicación que Dios ha
establecido con nosotros para ayudarnos a saber que el existe y la forma en que
podemos regresar a vivir a su presencia porque lo peor que le puede pasar a una persona
en esta vida es ser engañado por Satanás para que confunda los medios de
comunicación de Dios con medios de comunicación falsos que Satanás usa para
impedirnos conocer el camino correcto de regreso a casa. José Smith explico que la
peor cosa que le puede pasar a una persona es confundir a un espíritu falso con el
Espíritu Santo:
El Espíritu Santo
Capítulo 7
1 Y SUCEDIÓ que, después que yo, Dios el Señor, los hube expulsado, Adán empezó a cultivar la tierra, y a
ejercer dominio sobre todas las bestias del campo, y a comer su pan con el sudor de su rostro, como yo, el
Señor, le había mandado; y Eva, su esposa, también se afanaba con él.
2 Y Adán conoció a su esposa, y de ella le nacieron hijos e hijas, y empezaron a multiplicarse y a
henchir la tierra.
3 Y de allí en adelante los hijos e hijas de Adán empezaron a separarse de dos en dos en la tierra, y a
cultivarla y a cuidar rebaños; y también ellos engendraron hijos e hijas.
4 Y Adán y Eva, su esposa, invocaron el nombre del Señor, y oyeron la voz del Señor que les hablaba en
dirección del Jardín de Edén, y no lo vieron, porque se encontraban excluidos de su presencia.
5 Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaños
como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a los mandamientos del Señor.
6 Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué
ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.
7 Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el
cual es lleno de gracia y de verdad.
8 Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios
en el nombre del Hijo para siempre jamás.
9 Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo:
Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como
has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran.
Por medio del poder del Espíritu Santo, Adán “...empezó a profetizar
concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea el
nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis
ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios”
(Moisés 5:10).
10 Y Adán bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y empezó a profetizar concerniente a todas las familias
de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis
ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios.
Debido al testimonio que el Espíritu Santo le dio a Eva, ella dijo: “…De
no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido
posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo
de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los
que son obedientes” (Moisés 5:11).
11 Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra
transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el
gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes.
¿En qué se diferencia el Espíritu Santo del Padre y del Hijo? ¿Por
qué es esa diferencia importante para nosotros?
La misión del Espíritu Santo es dar testimonio del Padre y del Hijo, y
de la verdad de todas las cosas.
5 y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas.
3 Por tanto, os hago saber, que nadie que hable por el Espíritu de Dios, llama anatema a Jesús; y nadie
puede afirmar que Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo.
3 Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado.
Es por medio del poder del Espíritu Santo que se brinda la guía
necesaria para comprender y vivir el evangelio de Jesucristo.
LIBRO DE MOISÉS
CAPÍTULO 5
1 Y SUCEDIÓ que, después que yo, Dios el Señor, los hube expulsado, Adán empezó a cultivar la tierra, y
a ejercer dominio sobre todas las bestias del campo, y a comer su pan con el sudor de su rostro, como yo,
el Señor, le había mandado; y Eva, su esposa, también se afanaba con él.
2 Y Adán conoció a su esposa, y de ella le nacieron hijos e hijas, y empezaron a multiplicarse y a
henchir la tierra.
3 Y de allí en adelante los hijos e hijas de Adán empezaron a separarse de dos en dos en la tierra, y a
cultivarla y a cuidar rebaños; y también ellos engendraron hijos e hijas.
4 Y Adán y Eva, su esposa, invocaron el nombre del Señor, y oyeron la voz del Señor que les hablaba en
dirección del Jardín de Edén, y no lo vieron, porque se encontraban excluidos de su presencia.
5 Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaños
como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a los mandamientos del Señor.
6 Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué
ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.
7 Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el
cual es lleno de gracia y de verdad.
8 Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios
en el nombre del Hijo para siempre jamás.
9 Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo:
Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como
has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran.
10 Y Adán bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y empezó a profetizar concerniente a todas las familias
de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis
ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios.
11 Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra
transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el
gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes.
12 Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas.
13 Y Satanás vino entre ellos, diciendo: Yo también soy un hijo de Dios; y les mandó, y dijo: No lo
creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron
a ser carnales, sensuales y diabólicos.
14 Y Dios el Señor llamó a los hombres en todas partes, por el Espíritu Santo, y les mandó que se
arrepintiesen;
15 y cuantos creyeran en el Hijo, y se arrepintieran de sus pecados, serían salvos; y cuantos no creyeran
ni se arrepintieran, serían condenados; y las palabras salieron de la boca de Dios como firme decreto; por
consiguiente, se cumplirán.
16 Y Adán y Eva, su esposa, no cesaron de invocar a Dios. Y Adán conoció a Eva, su esposa, y ella
concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un varón del Señor; por tanto, tal vez éste no rechace sus
palabras. Mas he aquí, Caín no escuchó, y decía: ¿Quién es el Señor, para que tenga que conocerlo?
17 Y concibió ella de nuevo y dio a luz a Abel, su hermano; y él escuchó la voz del Señor. Y Abel era
pastor de ovejas, mas Caín labraba la tierra.
18 Y Caín amó a Satanás más que a Dios. Y Satanás le mandó, diciendo: Haz una ofrenda al Señor.
19 Y con el transcurso del tiempo, sucedió que Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra.
20 Y Abel también trajo de las primicias de su rebaño, y de su grosura. Y el Señor miró con agrado a
Abel y su ofrenda;
21 mas no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Ahora bien, Satanás sabía esto, y se alegró. Y Caín se
ensañó en gran manera, y decayó su semblante.
22 Y el Señor le dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado? ¿Por qué ha decaído tu semblante?
23 Si haces lo bueno, serás aceptado; y si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta, y Satanás desea
poseerte; y a menos que escuches mis mandamientos, te entregaré, y será hecho contigo según la voluntad
de él. Y tú te enseñorearás de él,
24 porque desde ahora en adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás llamado Perdición; porque
también tú existías antes que el mundo.
25 Y se dirá en tiempos venideros que estas abominaciones procedieron de Caín, porque rechazó el
consejo mayor que venía de Dios; y ésta es una maldición que pondré sobre ti, a menos que te arrepientas.
26 Y Caín se encolerizó, y no escuchó más la voz del Señor, ni a Abel, su hermano, el cual andaba en
santidad delante del Señor.
27 Y Adán y su esposa se lamentaban ante el Señor por causa de Caín y sus hermanos.
28 Y aconteció que Caín tomó por esposa a una de las hijas de sus hermanos, y amaron a Satanás más
que a Dios.
29 Y Satanás le dijo a Caín: Júrame por tu garganta, y si lo revelas morirás; y juramenta a tus hermanos
por sus cabezas y por el Dios viviente, a fin de que no lo digan, porque si lo revelan, de seguro morirán; y
esto para que tu padre no lo sepa; y este día entregaré a tu hermano Abel en tus manos.
30 Y Satanás juró a Caín que obraría de acuerdo con sus mandatos. Y todas estas cosas se hicieron en
secreto.
31 Y Caín dijo: Verdaderamente yo soy Mahán, el maestro de este gran secreto, a fin de que yo
pueda asesinar y obtener lucro. Por tanto, Caín fue llamado Maestro Mahán, y se gloriaba de su iniquidad.
32 Y Caín salió al campo y habló con Abel, su hermano. Y aconteció que mientras estaban en el campo,
Caín se levantó contra Abel, su hermano, y lo mató.
33 Y Caín se glorió de lo que había hecho, diciendo: Estoy libre; seguramente los rebaños de mi
hermano caerán en mis manos.
34 Y el Señor le dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él contestó: No sé. ¿Soy yo guarda de mi
hermano?
35 Y el Señor le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
36 Y ahora maldito serás de la tierra que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu
hermano.
37 Cuando labres la tierra no te dará su fuerza de aquí en adelante. Fugitivo y vagabundo serás en la
tierra.
38 Y Caín dijo al Señor: Satanás me tentó a causa de los rebaños de mi hermano. Y también estaba yo
con saña, porque aceptaste su ofrenda y la mía no; mi castigo es más de lo que puedo soportar.
39 He aquí, me echas hoy de ante la faz del Señor, y de tu presencia quedaré escondido; y seré fugitivo y
vagabundo en la tierra; y sucederá que cualquiera que me encuentre me matará por causa de mis
iniquidades, porque estas cosas no se ocultan del Señor.
40 Y yo, el Señor, le dije: Quienquiera que te mate, siete veces se tomará en él la venganza. Y yo, el
Señor, puse una marca sobre Caín, para que no lo matara cualquiera que lo hallase.
41 Y Caín fue desterrado de la presencia del Señor, y con su mujer y muchos de sus hermanos habitó en
la tierra de Nod, al oriente de Edén.
42 Y Caín conoció a su esposa, la cual concibió y dio a luz a Enoc, y engendró, además, a muchos hijos
e hijas. Y edificó una ciudad, y dio a la ciudad el nombre de su hijo Enoc.
43 Y a Enoc le nacieron Irad y otros hijos e hijas. E Irad engendró a Mehujael y a otros hijos e hijas. Y
Mehujael engendró a Metusael y a otros hijos e hijas. Y Metusael engendró a Lamec.
44 Y Lamec tomó para sí dos esposas; el nombre de una era Ada, y el de la otra, Zila.
45 Y Ada dio a luz a Jabal, que fue el padre de los que habitan en tiendas; y éstos criaban ganado; y el
nombre de su hermano fue Jubal, padre de todos los que tocan el arpa y el órgano.
46 Y también Zila dio a luz a Tubal Caín, maestro de todo artífice en bronce y hierro. Y la hermana de
Tubal Caín se llamaba Naama.
47 Y Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila: Oíd mi voz, mujeres de Lamec, escuchad mis palabras;
porque a un hombre he dado muerte para mi perjuicio, y a un mancebo para mi daño.
48 Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec en verdad lo será setenta y siete veces;
49 porque Lamec había hecho un convenio con Satanás, a la manera de Caín, por lo que él llegó a ser
Maestro Mahán, dueño del gran secreto que Satanás administró a Caín; e Irad, hijo de Enoc, habiendo
descubierto el secreto de ellos, empezó a divulgarlo entre los hijos de Adán;
50 por lo que Lamec, lleno de ira, lo mató; no como Caín a su hermano Abel, con el fin de obtener lucro,
sino por causa del juramento.
51 Porque desde los días de Caín hubo una combinación secreta, y hacían sus obras en la obscuridad, y
conocía cada cual a su hermano.
52 Por tanto, el Señor maldijo a Lamec y a su casa, y a todos los que habían hecho convenio con
Satanás, porque no guardaron los mandamientos de Dios y desagradó esto a Dios y no los ministró; y sus
obras eran abominaciones, y empezaron a esparcirse entre todos los hijos de los hombres. Y esto estaba
entre los hijos de los hombres.
53 Y entre las hijas de los hombres no se hablaba de estas cosas, porque Lamec había divulgado el
secreto a sus mujeres; y ellas se rebelaron en contra de él, y declararon estas cosas por todos lados, y no
tuvieron compasión;
54 de manera que Lamec fue despreciado y desterrado; y no iba entre los hijos de los hombres, por
temor de morir.
55 Y así empezaron a prevalecer las obras de tinieblas entre todos los hijos de los hombres.
56 Y Dios maldijo la tierra con penosa maldición; y se llenó de ira contra los inicuos, contra todos los
hijos de los hombres que había creado;
57 porque no querían escuchar su voz, ni creer en su Hijo Unigénito, aquel que él declaró que vendría en
el meridiano de los tiempos, que fue preparado desde antes de la fundación del mundo.
58 Y así se empezó a predicar el evangelio desde el principio, siendo declarado por
santos ángeles enviados de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don del Espíritu Santo.
59 Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza; y se predicó el
evangelio, y se proclamó un decreto de que estaría en el mundo hasta su fin; y así fue. Amén.
El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero
el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu. De no ser así, el
Espíritu Santo no podría morar en nosotros.
Juan 14:26
26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
Juan 15:26
26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el que
procede del Padre, él dará testimonio de mí.
Juan 16:13
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por sí
mismo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de venir.
Lucas 12:12
12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir.
2 Nefi 31:18
18 Y entonces os halláis en este estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna; sí, habéis
entrado por la puerta; habéis obrado de acuerdo con los mandamientos del Padre y del Hijo; y habéis
recibido el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, para que se cumpla la promesa hecha
por él, que lo recibiríais si entrabais en la senda.
2 Nefi 32:5, 8
5 Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará
todas las cosas que debéis hacer.
2 Nefi 33:1
1 Y AHORA bien, yo, Nefi, no puedo escribir todas las cosas que se enseñaron entre mi pueblo; ni soy
tan poderoso para escribir como para hablar; porque cuando un hombre habla por el poder del Santo
Espíritu, el poder del Espíritu Santo lo lleva al corazón de los hijos de los hombres.
Alma 14:11
11 Mas le dijo Alma: El Espíritu me impide extender la mano; pues he aquí, el Señor los recibe para sí
mismo en gloria; y él permite que el pueblo les haga esto, según la dureza de sus corazones, para que
los juicios que en su ira envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su
contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día.
3 Nefi 27:20
20 Y éste es el mandamiento: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y
sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que
en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha.
4 Nefi 1:48
48 Y aconteció que cuando hubieron pasado trescientos veinte años, Ammarón, impulsado por el Espíritu
Santo, ocultó los anales que eran sagrados —sí, todos los anales sagrados que se habían transmitido de
generación en generación, los cuales eran sagrados— aun hasta el año trescientos veinte desde la venida
de Cristo.
Moroni 10:6–7
6 Y cualquier cosa que es buena, es justa y verdadera; por lo tanto, nada que sea bueno niega al Cristo,
antes bien, reconoce que él existe.
7 Y por el poder del Espíritu Santo podréis saber que él existe; por lo que quisiera exhortaros a que no
neguéis el poder de Dios; porque él obra por poder, de acuerdo con la fe de los hijos de los hombres, lo
mismo hoy, y mañana, y para siempre.
D. y C. 8:2–3
2 Sí, he aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará
en tu corazón.
3 Ahora, he aquí, éste es el espíritu de revelación; he aquí, es el espíritu mediante el cual Moisés
condujo a los hijos de Israel a través del Mar Rojo sobre tierra seca.
Estos versículos nos enseñan que la revelación en su forma más familiar viene a través
del Espíritu Santo como pensamientos a nuestras mentes y sentimientos a nuestros
corazones. Así, Dios se comunica con nosotros a través de nuestros pensamientos y
sentimientos. No debería ser difícil entender porque se nos aconseja no contaminar
nuestras mentes con pornografía, viendo películas y programas de televisión
inapropiados y poner sustancias dañinas y adictivas como drogas y alcohol en nuestros
cuerpos. Estas herramientas del adversario pueden restringir y eventualmente destruir
nuestra habilidad para reconocer y responder a los susurros del Espíritu.
El Presidente Boyd K. Packer explico:
Estas delicadas y refinadas comunicaciones espirituales no son vistas
con nuestros ojos ni escuchadas con nuestros oídos. Y aun que son
descritas como una voz, es una voz que se siente más que
escucharse…El Espíritu no atrae nuestra atención gritando ni
sacudiéndonos con una mano pesada. En lugar de eso, susurra.
Acaricia tan gentilmente que si estamos preocupados no podríamos
sentirlo del todo. (Boyd K. Packer, "The Candle of the Lord," in That All
May Be Edified, pg. 335‐336)
Los miembros de la iglesia no deben enfatizar manifestaciones
espirituales maravillosas, magnificentes o dramáticas de modo que se
pase por alto la influencia habitual del Espíritu Santo que es suave,
delicada y apacible.
D. y C. 11:12–13
12 Y ahora, de cierto, de cierto te digo: Pon tu confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno, sí, a
obrar justamente, a andar humildemente, a juzgar con rectitud; y éste es mi Espíritu.
13 De cierto, de cierto te digo: Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma
de gozo;
D. y C. 20:26
26 no sólo los que creyeron después que él vino en la carne, en el meridiano de los tiempos, sino que
tuviesen vida eterna todos los que fueron desde el principio, sí, todos cuantos existieron antes que él
viniese, quienes creyeron en las palabras de los santos profetas, que hablaron conforme fueron inspirados
por el don del Espíritu Santo y testificaron verdaderamente de él en todas las cosas