ANZALDUA, Glora. La Prieta PDF
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Gloria Anzalda
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raza, gnero, orientacin sexual, nacin
Un da en medio del sembrado de algodn, tir mi gorra y me
puse un sombrero . Aunque no me protega del sol tejano de 1102F [43 2C]
como la gorra, ahora poda ver en todas direcciones, sentir la brisa,
secarme el sudor del cuello .
Cuando empec a escribir este ensayo, hace casi dos aos, el vien-
to al que estaba acostumbrada de repente se convirti en huracn . Abri
la puerta a imgenes viejas que me espantan, fantasmas viejos y todas
las heridas viejas . Cada imagen una espada que me atraviesa, cada pala-
bra una prueba . Aterrorizada, guard el bosquejo de este ensayo por un
ao .
Estaba aterrorizada porque en esta escritura, tendr que ser dura
con la gente de color que son las vctimas oprimidas . An tengo miedo
porque tendr que llamarnos la atencin a mucha mierda nuestra como
nuestro propio racismo, nuestro miedo a las mujeres y a la sexualidad .
Uno de mis ms grandes temores es traicionarme a m misma, de con-
sumirme a m misma con autocastigo, de no poderme quitar la culpa
montada sobre mi espalda por aos .
2 De "The Woman Who Lived Forever" (La mujer que vivi para siempre) . Este
poema y los poemas subsecuentes sin fuente de referencia provienen de mis propios
escritos inditos . Autora .
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mam . "A las nias esquimales les empieza la regla temprano" . A los
siete aos me empezaron a crecer los senos . Mi mam me los amarraba
con una faja de algodn ajustada para que las criaturas en la escuela no
los pensaran raros en comparacin a sus propios pezones que parecan
lunares morenos planos . Mi mam me aseguraba un trapo doblado en
mis pantaletas . "Mantn las piernas cerradas, Prieta" . Esto, el secreto
negro entre nosotras, su castigo por haber fornicado antes de la ceremo-
nia de boda, mi castigo por haber nacido . Y cuando se enojaba conmigo
gritaba, "He batallado ms contigo que con todos los dems y no me lo agrade-
ces!" . Mi hermana empez a sospechar el secreto nuestro -que haba
algo "irregular" conmigo . Qu tanto puedes esconder de una hermana
con quien has dormido desde la infancia en la misma cama?
Lo que quera mi mam a cambio de haberme dado a luz y por
criarme era que me sometiera a ella sin rebelin . Acaso me trataba de
ensear la habilidad para sobrevivir? No objetaba tanto mi desobedien-
cia como mi cuestionamiento de su derecho a exigir mi obediencia . En
esta batalla por el poder, se mezclaban su culpa de haberle dado vida a
una nia marcada "con la sea", y pensar que me haba hecho vctima
de su pecado . En sus ojos y en los ojos de los dems me vi reflejada
como algo "raro", "anormal", "CURIOSA" . No vi otra reflexin . Incapaz
de cambiar esa imagen, me retir a los libros y la soledad y me alej de
la gente .
Durante todo el tiempo que creca me senta como si no fuera de
este mundo . Un ser ajeno de otro planeta -me dejaron caer en el rega-
zo de mi mam . Pero con qu motivo?
Un da cuando tena siete u ocho aos, mi pap dej caer en mi
regazo una novelita de vaqueros del oeste de 25 centavos, el nico tipo
de libro que l poda conseguir en la botica . El acto de leer me cambi
para siempre . En las novelas de vaqueros que lea, todos los emplea-
dos, los villanos y las cantineras eran mexicanos . Pero yo saba que los
primeros vaqueros fueron mexicanos, que en Tejas ramos ms nume-
rosos que los anglos, que las estancias de mi abuela fueron robadas por
el anglo voraz . Sin embargo, entre las pginas de estos libros, tanto el
mexicano como el indio eran bichos . El racismo que despus reconoc
en mis maestros y jams podra ignorar, lo encontr en la primera no-
vela de vaqueros que le .
Mi pap murindose, la aorta se le revent mientras que maneja-
ba, la camioneta se volte, arroj su cuerpo y la camioneta se volc
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raza, gnero, orientacin sexual, nacin
Nadie te va a salvar.
Nadie te va a soltar
corta las espinas alrededor .
Nadie va a liberarte
de las murallas del castillo
ni despertarte a tu nacimiento con un beso
ni bajarte por los cabellos,
ni subirte
en su corcel blanco .
Vergenza
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"tortilleros", las criaturas mexicanas tomaban esa palabra como un ga-
rrote con el que se podan pegar uno al otro . Mis hermanos, mi herma-
na y yo empezamos a traer sandwiches de pan blanco a la escuela .
Despus de un tiempo dejamos de llevar comida totalmente .
No hay belleza en la pobreza, en que mi madre solamente poda
darle a uno de sus hijos el dinero para almorzar . (Todos nos pusimos
de acuerdo de que se le diera a Nune, l creca rpido y siempre tena
hambre .) No era muy romntico para mi hermana y yo andar vestidas
con vestidos y pantaletas que mi madre nos haca de costales de harina
porque no poda comprarnos los de la tienda como las otras madres .
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Quin es mi gente
Soy una puente [sic] columpiada por el viento, un crucero habitado por
torbellinos, Gloria, la facilitadora, Gloria, la mediadora, montada a hor-
cajadas en el abismo . "Tu lealtad es al Tercer Mundo", me dicen mis
amigos negros y asiticos . "Tu lealtad es a tu gnero, a las mujeres", me
dicen las feministas . Tambin existe mi lealtad al movimiento gay, a la
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nes? Cuntas veces hemos dejado que otros carguen con nuestra cruz?
Dejaremos que nos crucifiquen una y otra vez?
Es difcil liberarme del prejuicio cultural chicano en el que nac y
me cri, y del sesgo cultural de la cultura anglo con que me lavaron el
cerebro . Es ms fcil repetir los modelos y actitudes raciales que resis-
tirlos, especialmente los que hemos heredado por miedo y prejuicio .
Como una vieja chancla favorita que ya no nos queda, no queremos
deshacernos de nuestro ser antiguo y cmodo para que el nuevo ser
nazca . Tememos a nuestro poder, tememos a nuestro ser femenino, teme-
mos a las mujeres de espritu fuerte, especialmente al aspecto de la Negra
Kali, oscura y terrible . Por lo tanto, le rendimos homenaje al poder fuera
de nosotras, poder masculino -poder externo- y no al poder dentro de
nosotras .
Yo no veo a los pueblos tercermundistas y a las mujeres como opre-
sores sino como cmplices inconscientes de la opresin, legando a nues-
tros hijos y a nuestros amigos las ideologas de los opresores . No puedo
descartar el rol de cmplice de que hago como cmplice, que todos hace-
mos de cmplices, ya que no gritamos lo suficiente recio en protesta .
La enfermedad de la impotencia crece en mi cuerpo vigorosamen-
te, no slo all afuera en la sociedad . Y as como el uso de guantes,
mscaras y desinfectantes no mata esta enfermedad, tampoco las becas
del gobierno, programas de derechos equitativos, o cupones para la
comida desarraigan al racismo, sexismo, u homofobia . No es la respues-
ta escoger unos pocos como modelos, el compartir la torta no funcionar .
La prob una vez y casi me envenena . Con mutaciones de virus como
estos, no se puede aislar uno y tratarlo . Todo el organismo se envenena .
Yo estoy con lo que amenace a nuestra opresin . Estoy con lo que
nos rompa las ataduras sin matar y mutilar . Estoy con lo que sea y con
quien sea que nos saque de nuestras vistas limitadas y despierte en
nosotros los potenciales atrofiados .
Como le doy la espalda a este viaje infernal por el cual la enferme-
dad me ha hecho pasar, las noches alqumicas dei alma . Desgarrada de
pies y cabeza, apualada, asaltada, golpeada . Me arrancaron la lengua
(espaol) de la boca, y me dejaron sin voz . Me robaron mi nombre . Me
chingaron las entraas con el cuchillo de cirujano, y echaron el tero y
ovarios en la basura . Castrada . Me apartaron de los mos, me aislaron .
Me chuparon la sangre-vida por mi papel de mujer criadora -la ltima
forma del canibalismo .
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El mundo zurdo
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