Etnohistoria 2010
Etnohistoria 2010
Etnohistoria 2010
Introducción
133
Etnohistoria
1
Por razones de espacio se evitó, en todo lo posible, el manejo de citas. Pedimos disculpas a
los posibles afectados.
2
Idea original modificada.
134
Unidad I
Objetivos de la unidad
Con el estudio de esta unidad podrás:
• Reconocer el concepto de etnohistoria.
• Ubicar el sesgo etnocéntrico de la escritura de la historia oficial.
• Apreciar la construcción ideológica de “nosotros” y “los otros” en la
historiografía.
Temario
1. Diferentes acepciones de la palabra historia
2. “Los otros” y “nosotros”
3. Particularidad del objeto de estudio de la etnohistoria
135
Etnohistoria
136
Unidad I
que no soy yo, por eso son lo mismo. Las historias de los diversos pue-
blos serán, en consecuencia, la historia del indio: una sola historia en su
carácter esencial (el error), cuyos pormenores, por divergentes que sean,
nunca alcanzan a contradecir su unidad básica. A los ojos del conquista-
dor la historia india es una sola, porque los indios, finalmente, tienen un
solo destino: ser o llegar a ser colonizados. A igual destino ineludible
corresponde igual historia que lo justifica.3
b) La historia india anterior a la invasión europea es la historia del mal, el
imperio idolátrico y pagano que abriga todas las perversiones. Las di-
ferencias sólo son comprensibles como herejías.
c) La irracionalidad de la historia india se prueba por su comparación con la Deidad prehispánica. En Códice
historia occidental, a la que no se ajusta. Las únicas categorías que pueden Florentino, Revista Desacatos, p. 124.
hacerla inteligible son las del mundo europeo. Cuando los tercos hechos
eluden su inscripción forzada en esas categorías, sólo pueden ser “especie
de” o “parecidos a”, pero siempre imperfectos.4
d) La historia india culmina y se realiza plenamente por la conquista. La
redención es el fin último del pecado original y lo explica.
e) La historia india termina con la invasión europea. Es un capítulo defini-
tivamente cerrado. Comienza una nueva historia, otra historia.
3
Esta premisa no implica que los europeos no hayan reconocido las diferencias entre los
pueblos indios. La táctica de la colonización echó mano constantemente de esas diferen-
cias y las acentuó en su propio beneficio, estimulando pugnas y rivalidades entre los pue-
blos para impedir su unión y facilitar su control y explotación. Sin embargo, este nivel de
reconocimiento de la diversidad no niega la conceptualización global de los indios como
una categoría única por contraste con los colonizadores.
4
Entre los estudios recientes que se han ocupado de la forma en que se aplicaron las catego-
rías de la historia europea para la descripción y el análisis de las sociedades precoloniales,
puede consultarse José María Muría, Sociedad prehispánica y pensamiento europeo, México,
SepSetentas, núm. 76, 1973.
137
Etnohistoria
ACTIVIDAD 2
De acuerdo con la lectura de Kristine Jones ¿cuáles eran las evidencias váli-
das que se exigía a los indios en sus demandas respecto a la tierra?
ACTIVIDAD 3
Si te es posible, ve alguna de estas películas: 1492, Gerónimo o La otra con-
quista; identifica algunos puntos que señalan las lecturas.
Lectura 2
Jones, Kristine L.
1994 “Etnohistoria comparativa y el Cono Sur”, en Latin American Research
Review, Albuquerque, Nuevo México, vol. 29, núm. 1 (fragmento,
traducción de Julieta Valle Esquivel).
138
Unidad I
139
Etnohistoria
140
Unidad I
ACTIVIDAD 4
En toda construcción ideológica frente a la diversidad, existe un “nosotros”
y un “los otros”. Traslademos este problema a la cuestión de la historia como
atributo. Elabora un cuadro en el que confrontes la idea de “nosotros” y “los
otros”, enumerando las características de ambos (como se muestra en el
cuadro inferior). Ten en mente la forma en que has aprendido la historia
nacional a lo largo de tu vida pero, además, considera cómo la sociedad
actual caracteriza las palabras que siguen al cuadro.
MEXICANOS INDIOS
a) Primitivo/civilizado d) Analfabeta/letrado
b) Los otros/nosotros e) Estancamiento/progreso
c) Indios/mexicanos f) Etnia/nación
141
Etnohistoria
ACTIVIDAD 5
Con base en la lectura de Carrasco, menciona cuál es el objeto de estudio de
la etnohistoria, considera la actividad anterior. ¿Crees que un textil indíge-
na nos puede dar cuenta de la historia del grupo que lo elabora? Analiza la
siguiente imagen.
Lectura 3
Carrasco, Pedro
1966 “La etnohistoria en Mesoamérica”, en XXVII Congreso Internacional de
Americanistas, México, vol. 37, núm. 2, pp. 109 y s.
142
Unidad I
143
Etnohistoria
Videografía5
1492 La conquista del paraíso
1992 Rydley Scott (dir.), España-Costa Rica, CYRK.
Gerónimo. El rebelde
1993 Turner picture, producción Yorktown.
La otra conquista
Objetivos de la unidad
Con el estudio de esta unidad podrás:
• Explicar la fragmentación y especialización de las ciencias sociales.
• Ubicar a la etnohistoria en las tendencias hacia la configuración de
interdisciplinas.
• Identificar, de manera general, las fuentes utilizadas por la etnohis-
toria, con base en su origen y condición como interdisciplina.
5
La puedes localizar en algún videoclub.
144
Unidad II
Temario
1. La interdisciplinaridad
2. La cultura y las fuentes
3. Dificultades en la investigación de códices
3.1. Tipos de escritura: fonética, ideográfica, pictográfica y mixta
3.2. Las fuentes coloniales y algunos problemas al abordarlas
4. Clasificación de algunas fuentes que utiliza el etnohistoriador
ACTIVIDAD 1
Seguramente has visto grandes construcciones; para realizarlas se requiere
el esfuerzo de diversas personas con gran ingenio y preparación, aunque
cada uno de ellos tenga una profesión o formación distinta, trabajan para
un mismo objetivo. Te has preguntado alguna vez ¿qué es la interdisciplina?
De acuerdo con tu respuesta, ¿qué relación crees que tiene la etnohistoria
con ese concepto?
ACTIVIDAD 2
Identifica y menciona las disciplinas que conforman a la etnohistoria.
Lectura 1
Valle Esquivel, Julieta
1995 “Planteamientos de la obra de Matei Dogan y Robert Pahre: Las nue-
vas ciencias sociales y la marginalidad creadora”, en Cursos introduc-
torios a las licenciaturas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia,
México, ENAH.
Desde sus orígenes, las ciencias sociales han sufrido un proceso de frag-
mentación ininterrumpida; de ese modo, ha surgido un vasto número de
disciplinas enfocadas en la comprensión de campos limitados del fenóme-
no social. Pero así como ha ocurrido la fragmentación, también se ha pro-
ducido la recombinación de estas disciplinas especializadas en terrenos
“híbridos”, aún más especializados. Es el caso —por mencionar los más
conocidos— de la historia económica, la sociolingüística, la antropología
cognitiva y, naturalmente, la etnohistoria. Por ejemplo, ahí donde se “to-
can” la historia y la economía podemos encontrar una “intersección” que
da lugar a una interdisciplina —en ese caso, la historia económica— muy
especializada y, lo más importante, potencialmente superior a aquéllas que
le dan origen respecto a la capacidad de innovación.
El lector se preguntará, escéptico, ¿por qué afirmar que las interdis-
ciplinas son “superiores”? Fundamentalmente, por dos razones. La prime-
ra, porque desde la perspectiva de numerosos especialistas se ha producido
una especie de estancamiento en las disciplinas “clásicas” o “nucleares”,
aquéllas que son herederas de la tradición positivista. La historia, la econo-
mía y la psicología ganaron mucho en el proceso de fragmentación de las
ciencias sociales; se enseñorearon en sus particulares objetos de estudio y
afinaron hasta la perfección las herramientas metodológicas y de carácter
145
Etnohistoria
técnico que les permitían alcanzar nuevos conocimientos. Pero sus objetos
de estudio “típicos” terminaron por agotarse y sus metodologías se han ido
tornando obsoletas a la luz de nuevas corrientes teóricas. Hoy ningún histo-
riador serio se plantearía reescribir la historia de la Conquista de México-
Tenochtitlan exclusivamente con base en las cartas de Hernán Cortés. Desde
esta perspectiva, se observa el estancamiento de una disciplina, si es que ésta
no renuncia a sus viejos y gastados temas, problemas y procedimientos. Si
nuestro investigador desea innovar deberá aproximarse a algún problema
poco trabajado por la historia, es decir, salirse del núcleo de su disciplina y
adentrarse en su periferia.
Hasta aquí hemos visto el problema respecto al objeto de estudio. Aho-
ra veámoslo en términos metodológicos. También se puede hacer aportes al
conocimiento si —conservando los temas tradicionales o construyendo otros
nuevos— el investigador recurre a las disciplinas cercanas y toma prestado
su bagaje conceptual, sus herramientas técnicas o ambas cosas. De hecho, así
es como surge una interdisciplina. Si volvemos a nuestro caso, el hipotético
historiador al que nos hemos referido usaría, por ejemplo, la psicología, para
comprender las motivaciones que llevaron a Cortés a escribir sus cartas:
estaría haciendo historia de las mentalidades, interdisciplina que se encuentra
en las fronteras de dos campos del saber y que se realiza en su intersección.
Resulta que en esta operación se llenan las lagunas que las disciplinas nu-
cleares fueron dejando en su desarrollo. Nuestro historiador y psicólogo, o
historiador de las mentalidades, dio un salto que le permitió generar conoci-
miento sobre un asunto novedoso en vez de volvernos a contar la consabida
historia del valiente extremeño que conquistó un imperio con sólo un puña-
do de hombres.
Las necesidades actuales de la especialización e innovación, entonces,
obligan a las ciencias sociales a generar estos campos interdisciplinarios y
desde ahí hacer nuevas propuestas metodológicas y construir objetos de
estudio distintos de los tradicionales. Es en ese terreno donde se mueve la
etnohistoria. Veamos por qué fue necesario su surgimiento.
En las fronteras de la historia se encontraban los pueblos sin escritura,
difíciles de accesar debido a la falta de documentación. En las fronteras de la
antropología se encontraba el pasado de los pueblos salvajes, que no se aten-
dían debido a las limitaciones de las más influyentes teorías y metodologías
que ella había creado. Sin forzar demasiado las cosas, podemos ver que ahí
hay una intersección: los “sin escritura” eran esencialmente los mismos que
los salvajes.
La estrategia utilizada para abordar ese novísimo terreno de conoci-
miento fue, como hemos visto en la lectura de K. Jones, que buenos antro-
Se entiende por etnología dia-
pólogos se pusieron a estudiar historia exhaustivamente, robustecieron su
crónica la comparación cultural aparato conceptual y su instrumental técnico para llegar a hacer una etnolo-
a través del tiempo. gía diacrónica.
Lo mismo sucedió en el caso inverso y el resultado final fue que las dos
disciplinas construyeron un puente, un campo híbrido súper especializado
al que llamaron etnohistoria. Esta interdisciplina tomó prestado de los dos
campos que le dieron origen y generó una metodología particular para abor-
dar un área que, por cierto, resultó mucho más extensa de lo que se pensaba
al principio... tanto que hoy podemos encontrar etnohistoriadores especia-
146
Unidad II
ACTIVIDAD 3
Elabora un cuadro donde incluyas las fuentes que señala la autora, sus ca-
racterísticas, ventajas y desventajas en su uso, incluso agrega algunas otras
que se te ocurran, que la autora no señale, pero que creas de gran valor para
la reconstrucción de la etnohistoria.
Lectura 2
Romero Frizzi, María de los Ángeles
1994 “Reflexionando una vez más: la etnohistoria y la época colonial”, en Di-
mensión Antropológica, México, INAH, núm. 1, mayo-agosto, pp. 37-56.
147
Etnohistoria
148
Unidad II
dores, por lo general, usamos sólo algunas de ellas. Muchos de nosotros pasa-
mos la mitad de nuestras vidas con los ojos puestos en los documentos de los
archivos, los cuales combinamos con crónicas y otros textos, pero pocas veces
levantamos la mirada hacia los edificios y los restos materiales de la época
que estudiamos; en cambio, los historiadores del arte en contadas ocasiones
quitan su vista de las esculturas o las fachadas para relacionarlas con la socie-
dad que las creó. Pocos historiadores combinan, en sus estudios del arte, las
pinturas y otros elementos con el mensaje del documento.
Las fuentes son muchas, centrémonos en las escritas. Desde la escue-
la hemos aprendido a dividir los textos en fuentes primarias y fuentes se-
cundarias. Las primeras fueron escritas por testigos presenciales de los
hechos que narran, o bien, son testimonios cercanos a lo descrito, aunque
en ocasiones entre unos y otros puede haber decenas de años. Hemos creí-
do fielmente, hasta hace poco tiempo, que las fuentes primarias son totalmente
confiables. En ellas hemos bebido insaciablemente. Cierto que gracias a ellas
hoy conocemos lo que nos precedió y forjó. Los documentos de los archi-
vos y las demás obras escritas son nuestra principal fuente para conocer el
pasado pero su manejo no está exento de riesgos. Las fuentes prima-
rias, sean crónicas de los conquistadores o estudios de los frailes, o documen-
tos de carácter legal no son espejos nítidos de su “realidad”. La reflejan, pero
distorsionada por múltiples luces. Las fuentes escritas que han sobrevivido
al tiempo y que tenemos hoy en nuestras manos son los discursos de los
individuos que vivieron aquellos momentos; personas que como nosotros
tuvieron una ideología, padecieron pasiones, anhelos e intereses, y regis-
traron lo que vieron con mayor o menor objetividad. Su ideología, su modo
de entender su momento histórico, no fue igual en todos ellos, cambió
según su experiencia, su educación en las aulas de la vida, de las universi-
dades o en los seminarios. Los escritos que nos legaron son el fruto de la
interacción entre “su realidad” y el modo como ellos la entendieron e in-
terpretaron. La “realidad” influyó en su pensamiento y éste transformó
aquélla. En algunos casos, la ideología del autor es evidente, porque choca
con nuestra manera de pensar y nuestras propias ideas. En otros, hay que
descubrirla mediante el estudio de las ideas en boga en su momento, del
lugar y grupo social.
Los documentos que empleamos para escribir la historia de los indíge-
nas surgieron, en su mayoría, de la pluma de un fraile, de un soldado, de un
funcionario real; en fin, de un español, que a pesar de tener ante sí a los indí-
genas, no obstante la cercanía a los hechos, los juzgó conforme a sus ideas
personales y a los esquemas de su propia cultura. No pudo ser de otra mane-
ra. Son muchos los documentos escritos por españoles sobre indígenas; y son
significativamente menos los realizados por los mismos indígenas para na-
rrar su visión. No en vano se ha hablado de los pueblos “sin historia”. La
forma en que los indígenas entendieron esos momentos, en que ellos tam-
bién clasificaron a los españoles, es menos conocida, más difícil de asir y
nunca la entenderemos totalmente. Hay que ser humildes, “la realidad”
pasada está fuera de nuestras manos, porque a los intereses y pasiones de
ayer añadimos hoy nuestra interpretación y ambiciones.
No todo está perdido. Quienes trabajamos rescatando la historia indí-
gena podemos escribir un relato más cercano a lo que aconteció en la medi-
149
Etnohistoria
150
Unidad II
151
Etnohistoria
ACTIVIDAD 4
Antes de iniciar la lectura, ¿recuerdas alguna zona arqueológica que hayas
visitado? ¿Alguna vez has ido a algún archivo? ¿Conoces el nombre de algún
códice prehispánico? Además del castellano ¿qué otras lenguas de la Repú-
blica Mexicana conoces o has escuchado hablar?
ACTIVIDAD 5
Para que te involucres con el problema que enfrenta el etnohistoriador
al abordar sus fuentes, realizarás, en el cuadro siguiente, un ejercicio en el
que, con creciente grado de dificultad, irás “leyendo” signos convenciona-
les de tu vida diaria que no están basados en nuestro alfabeto.
z
Lectura 3
Romero Huerta, José Antonio
2004 “Problemática en algunas fuentes” (texto elaborado para este módulo).
152
Unidad II
VOLUNTARIAS INVOLUNTARIAS
Crónicas, códices, anales, Archivos, confesionarios,
DOCUMENTALES probanzas de méritos. estadísticas vitales,
periódicos.
153
Etnohistoria
154
Unidad III
pero la cadena total puede ser caracterizada como un trabajo o análisis dia-
crónico, es decir, a través del tiempo. Para comprender estas dos formas de
análisis, imagina que estás viendo una película, si la detienes, se congela la
secuencia y sólo ves una escena, donde te puedes dar cuenta de los distintos
elementos que la componen y las relaciones entre ellos: estarás realizando
un análisis sincrónico. Ahora, si la dejas correr, podrás ubicar lo que cambia
y permanece en toda la película. Los dos tipos de análisis son una caracte-
rística de la etnohistoria, que le permite reconstruir sistemas culturales con
sus cambios y permanencias.
Objetivos de la unidad
Con el estudio de esta unidad podrás:
• Ubicar la capacidad innovadora de la etnohistoria mediante una in-
vestigación real e identificar las características de la disciplina plantea-
das en las unidades anteriores.
155
Etnohistoria
Temario
1. La etnografía
2. Análisis diacrónico y sincrónico
ACTIVIDAD 1
Realiza un análisis de las fuentes que utiliza López Austin, y con ello obser-
va cómo procede en la diacronía y la sincronía. Proporciona ejemplos del
texto, donde se presenten tanto el análisis diacrónico como el sincrónico.
ACTIVIDAD 2
Al concluir la lectura sabrás cómo trabaja un etnohistoriador. Ahora, como
investigador, realiza el siguiente ejercicio: consigue un acta de nacimiento
de un familiar o amigo, también busca fotografías, documentos escolares y
conversa con algunas personas que tengan conocimiento sobre ella, con-
fronta tus fuentes y construye a partir de esos elementos la vida de la persona
elegida. Ingenia algunas otras fuentes donde puedas adquirir conocimientos
de esa persona.
ACTIVIDAD 3
Describe cómo se comporta la gente en el Metro en este momento y, por otro
lado, pregunta a tus padres o a alguna persona mayor cómo se compor-
taba la gente en el Metro hace un par de décadas y compara las actitudes.
Lectura 1
López Austin, Alfredo
1992 “Las andanzas de un marsupial”, en Los mitos del tlacuache, México,
Alianza, pp. 13-24 (capítulo 1).
156
Unidad III
6
Voloshinov, El signo ideológico, p. 120. Sintetiza Matieyka al decir que “el estudio de los sig-
nos es para Voloshinov un estudio de la ideología, y la filosofía del lenguaje es la filosofía
del signo”, “Acerca de los primeros prolegómenos de semiótica”, p. 197.
157
Etnohistoria
158
Unidad III
filogenia óptima, para desde allí hacer frente a las catástrofes del Pleistoceno
y a la presencia dominante de los mamíferos modernos. En resumen, los
didélfidos se distribuyeron en un territorio que hasta después, ya des-
prendido, a la deriva, sería, en su insularidad, principio de lo que hoy se
considera suelo americano. Aquí han sido fieles, como buenos adeptos en
millones de años, a las remotas cadenas de la herencia, y con dichas armas
se han extendido por las dos grandes regiones que ocupa la fauna america-
na. Frente a ellos todos los demás habitantes del continente somos unos
advenedizos.
¿Cómo han sobrevivido a la competencia vital de los placentarios? Uno
de los factores de su adaptación es la amplitud de régimen alimenticio y a la
peculiaridad de que en él los insectos ocupan una parte nada despreciable.
Esto reduce considerablemente la competencia de animales más desarrolla-
dos. Los didélfidos comen, además, pequeños mamíferos, aves, huevos,
anfibios, culebras, frutos, tubérculos, maíz y aceptan, cuando es preciso, la
carroña. El yapok es la excepción, por ser el único tlacuache estrictamente
carnívoro.7 Se alimenta de moluscos y crustáceos; es mal atrapador de peces,
pero muy voraz de sus fuerzas. Afirma su selectividad con la adaptación
—él sí— a un medio reducido. Tiene las particularidades anatómicas de gran
nadador: membranas interdigitales en las patas traseras, pelaje corto, fino y
denso, cuerpo fusiforme y un marsupio provisto de esfínter, con el que su bolsa
se hace ocluible cuando, con las crías dentro, la madre se zambulle en busca de
presas acuáticas.8
Poseen los didélfidos otras armas que han contribuido notablemente a
su supervivencia. Varias de las especies acostumbran “hacerse tlacuaches”:
caen exánimes frente a sus enemigos, la lengua de fuera, los ojos vidriosos,
en una muerte aparente que las protege de los predadores no carroñeros.
También hace desistir a los acosadores un fuerte olor a ajo que los tlacuaches
emanan cuando están asustados. Para amedrentar a sus adversarios, abren
desmesuradamente el hocico inmenso, mostrando largas filas de dientes.
En periodos de frío, sequedad y hambruna, alcanzan un estado de letargo
semejante a la hibernación de los euterios.9 Por último, viven junto al hom-
bre en condiciones ventajosas: éste los persigue para proveerse de alimento;
pero la carne es gorda y no muy apetecible.10 En cambio los tlacuaches, há-
biles, trepadores y burladores de obstáculos, aprovechan mejor su vecin-
dad, pues roban al hombre el maíz de sementeras y trojes. También, cuando
el campesino hace el cuenco en la parte central del maguey a fin de que ahí
se junte el aguamiel, el tlacuache se adelanta al hombre, remueve el obstá-
culo que tapa el recipiente y bebe el jugo azucarado.11 Además de ladrón es
sanguinario, porque degüella aves domésticas, convertido en el terror de
los gallineros. Esto le ha valido el incorrecto nombre de comadreja, sin que
7
Chironectes minimus. Este animal recibe en Chiapas los nombres de tlacuachillo acuático y
zorra de agua. Allí se encuentra en los municipios de Juárez, Reforma, Catazajá y Ocosingo.
Álvarez del Toro, Los mamíferos de Chiapas, p. 13.
8
Walker y otros, Mammals of the World, v. I, p. 25.
9
Gewalt y Grzimek, “Opossums”, pp. 60-63.
10
Leopold, Fauna silvestre de México, pp. 373- 374. Hay, sin embargo, quien dice que la carne
es aceptable, siempre y cuando los buenos guisos le quiten su olorcillo desagradable. Álvarez
del Toro, Los mamíferos de Chiapas, p. 11.
11
Ceballos González y Galindo Leal, Mamíferos silvestres de la Cuenca de México, p. 47.
159
Etnohistoria
12
Santamería, Diccionario de mejicanismos, v. comadreja.
13
En territorio maya se le dice zorro desde el siglo XVI. Entiéndase que el mito titulado “El
zorro” en la obra de Abreu Gómez se refiere en realidad al tlacuache. Cuando el animal
reclama al creador Tamaychí una forma de burlar a sus enemigos, éste le concede que
cuando sea atrapado no se mueva, agache las orejas y parezca estar muerto. Abreu Gómez,
Leyendas y consejas del antiguo Yucatán, p. 109. Otro tanto puede decirse de la “Historia de
don Zorro y el hombre”; el personaje central se distingue por su capacidad de fingirse
muerto. Incháustegui, Las márgenes del Tabasco Chontal, pp. 331-333. En Tabasco suele ha-
cerse la distinción entre el zorro cola peluda y el tlacuache o zorro cola pelada.
14
Así, por ejemplo, hay un mito mopán en el que la zorra roba el maíz con auxilio de las
hormigas y los dioses del trueno. J. E. S Thompson, Historia y religión de los mayas, pp. 418-
419. Como veremos más adelante, al tlacuache corresponde la gloria de este robo.
15
Gewalt y Grzimek, “Opossums”, p. 57.
16
Hall y Kelson, The Mammals of North America, v. I, p. 4.
17
Heinemann y Thenius, “The Marsupials”, p. 50.
18
Hartman, “Traditional belief concerning the generation of the opossum”, p. 322.
19
Lévi-Strauss, “Mitológicas”, Lo crudo y lo cocido, tercera parte, cap. XI.
20
Ramírez-Pulido y Müdespacher, “Estado actual y perspectivas del conocimiento de los
mamíferos de México”, pp. 52 y 58. Los cuatro primeros géneros pertenecen a la familia
Didelphinae; el quinto, a la Caluromynae.
160
Unidad III
21
Uejkauitl nauaueuejtlatoli, pp. 28-32.
22
Munn, “The opossum in Mesoamerican mythology”.
23
En Zohapilco, un sitio lacustre del sureste de la Cuenca de México, Fase Manantial.
Niederberger, Zohapilco, p. 31, lám. II-2. Véase la lámina 10, figura e de este ensayo.
24
Puede consultarse como guía a Seler, “Die Tierbilder der mexikanischen und der Maya-
Handshriften”, pp. 506-513. Hay referencias a interesantes figuras en Brambila Paz y otros,
El animal en la vida prehispánica, pp. 51-53.
25
Munn, “The opossum in Mesoamerican mythology”, p. 47.
26
The ancient future of the Itza. The book of Chilam Balam de Tizimin, traducido por Edmonson.
Véase la nota de Edmonson, p. 64. El nombre de ch’amacil ch’amak y ch’umak. Barrera Vásquez
y otros, Diccionario maya Cordemer, 2a. Parte, pp. 94, 292 y 360. Véase más abajo, en los
capítulos 18 y 19, la oposición coyote / tlacuache entre los quichés.
27
Ramón, Dioses zapotecos, pp. 12-13. Sobre estos torzales formados en la nariz de las repre-
sentaciones zapotecas de los talcuaches, véase Caso y Bernal, Urnas de Oaxaca, pp. 267-268 Tlacuaches del Códice Fejér-
y 272-272. váry-Mayer. En López Austin
28
Caso, El tesoro de Monte Albán, lám. III y pp. 94-95. [1992:270, lámina 3].
161
Etnohistoria
29
Caso y Bernal, Urnas de Oaxaca, pp. 265-266, y Baus de Czitrom, “El tlacuache en el mundo
mesoamericano”, fol. 10-11.
30
Carlos Múnera proporcionó estos datos a Carolyn Baus de Czitrom (“El tlacuache en el
mundo mesoamericano”, p. 11).
31
Guiteras Holmes (Los peligros del alma, pp. 35-36).
32
Ziehm (“Introducción a Preuss, Mitos y cuentos nahuas de la Sierra Norte Occidental,
p. 49).
33
Villa Rojas (Los elegidos de Dios, p. 295).
34
Zingg (Los huicholes, v. I, p. 332 y v. II, p. 277, nota 15); Lumholtz (El México desconocido, v. IIÇ,
p. 148).
35
Bartolomé y Barabas, Tierra de la palabra, pp. 111-112.
36
Por ejemplo, Incháustegui, Relatos del mundo mágico mazateco, pp. 67-68.
37
Por ejemplo, en el mito huichol narrado por Rentería.
38
Preuss, Die Nayarit-Expedition, v. I. pp. 169-181.
39
Zingg, Los huicholes, v. I, p. 358, nota 13 y v. II, p. 187. P. T. Furst, “El concepto huichol del
alma”, pp. 9-11.
162
Unidad III
40
Por ejemplo, entre los totonacos, Williams García y García Ramos, Tradición oral en Tajín, p.
31, e Ichon, La religión de los totonacas de la sierra, pp. 95-96. Entre los nahuas, Taggart,
Nahuat myth and social struture, pp. 103-104. Entre los tepehuas, Williams García, Mitos
tepehuas, p. 67.
41
Técnicos bilingües..., Agua, mundo, montaña, p. 21. Puede verse también Elson, “The
Homshuk: A Sierra Popoluca text”, p. 202.
42
Entre nahuas, Técnicos bilingües..., Agua, mundo, montaña, pp. 135-136.
43
Entre cuicatecos, Relatos, mitos y leyendas de la Chinantla, pp. 56-57. Hay que tomar en cuen-
ta que en algunos mitos puede tratarse del propio tlacuache, que recibe los nombres de
zorra y zorro.
44
Comunicación personal de Jacques Galinier, 23 de marzo de 1987, referente a otomíes del
sur de la Huasteca.
45
María Montoliu recogió un relato en Chan Kom, Yucatán, en 1973.
46
En la parte noroccidental del estado de Morelos. Comunicación personal de Ingrid
Rosenbluett, 5 de agosto de 1985.
47
Giddings, Yaqui myths and legends, p. 63.
48
Dahlgren, Grupo cora, fol. 57.
49
Petrich, “Los mochós cuentan de dónde vino el fuego”.
50
Rubel, “Dos cuentos tzotziles de San Bartolomé de los Llanos”, p. 789.
51
Incháustegui, Relatos del mundo mágico mazateco, pp. 53-56.
163
Etnohistoria
52
Hollenbach, “El mundo animal en el folklore de los triques de Copala”, pp. 458-459. En
cuanto a las características físicas de los tlacuaches: “el marsupio de las hembras, así como
el escroto anterior al pene de los machos, son características peculiares de estos animales”.
Ceballos González y Galindo Leal, Mamíferos silvestres de la Cuenca de México, p. 47.
53
Basten aquí tres ejemplos: el cuento publicado por Rendón, “El tlacuache y el coyote en
zapoteco”; el cuento tzeltal “El tlacuache y los leones”, publicado en la revista México Indí-
gena, y el cuento nahua publicado por Pury, “Cuentos y cantos de Tlaxcalcingo, Puebla”,
pp. 71 y 86-92.
54
Gewalt y Grzimek, “Opossums”, p. 67.
164
Unidad III
Objetivos de la unidad
Con el estudio de esta unidad podrás:
• Conocer el plan de estudios de la Licenciatura en Etnohistoria, así como
su campo profesional y características generales.
Temario
1. Plan de estudios de la Licenciatura en Etnohistoria de la ENAH
1.1. Objetivos de la disciplina
1.2. Objetivos de la licenciatura
1.3. Características del plan de estudios
1.4. Requisitos de titulación
1.5. Campo laboral
ACTIVIDAD 1
Analiza las diferentes áreas del plan de estudios y pregunta a tu asesor so-
bre los conocimientos y habilidades que debe desarrollar el estudiante de
etnohistoria en las diferentes áreas.
ACTIVIDAD 2
Reflexiona sobre tu situación personal respecto a gustos, intereses y activida-
des para ingresar en la Licenciatura de Etnohistoria. Recuerda que la elección
de carrera es parte fundamental del proyecto de vida y no se debe tomar a la
ligera.
165
Etnohistoria
Lectura 1
Valle Esquivel, Julieta
1995 “Texto elaborado para la antología”, en Guía introductoria a las licen-
ciaturas, México, ENAH.
La carrera de etnohistoria surgió, como la mayoría de las licenciaturas en la
ENAH, de un desprendimiento de la Maestría en Ciencias Antropológicas que
se impartía hasta principios de los años sesenta en el recinto del Museo de la
calle Moneda número 13, a un costado de Palacio Nacional. Durante la dé-
cada siguiente se discutió mucho la forma más adecuada de contemporizar
la formación y el grado académico que ofrecía la escuela. En ese contexto, el
maestro Martínez Marín abogó por la formación de nuestra carrera, hacien-
do confluir en una propuesta disciplinaria los estudios de historia antigua
de México y los avances de la “etnología diacrónica” norteamericana.
El programa docente que se ideó en aquellos años ha sufrido múltiples
modificaciones y el que hoy está vigente responde a una reforma instrumen-
tada durante la segunda mitad de los años ochenta y afinada un poco más
adelante. Puede decirse que se trata de una carrera que ha optado por una
actualización constante, no obstante que sigue fiel a los objetivos que le die-
ron origen. El plan de estudios se estructura en torno a cinco áreas: Etnohistoria,
Historia, Antropología, Técnicas e Investigación. Como es natural, la primera
de éstas constituye la columna vertebral de la carrera, aunque requiere del
resto para cobrar la debida firmeza. Este eje formativo está articulado por
varios cursos que abordan, desde una perspectiva que privilegia a los gru-
pos indígenas, el desarrollo histórico de nuestro país. Con el fin de comple-
mentar estos conocimientos se incluye también la materia de Etnohistoria
del Área Andina.
El área de Historia comprende un grupo de materias animadas por dos
objetivos: el primero, dotar al estudiante de los recursos teóricos y
metodológicos desarrollados por la historiografía que apuntalan la reflexión
etnohistórica. El segundo es complementar la información de los cursos del
área de Etnohistoria con la discusión sobre procesos generales del devenir
de las sociedades, tanto en su expresión universal como en el caso concreto de
México. El área Antropológica, por su parte, tiene una orientación que res-
ponde a la concepción de la etnohistoria como un campo de especialización
que se gesta en el seno de dicha disciplina. Por tanto, estos cursos preten-
den, en un primer momento, hacer un recuento de los paradigmas
antropológicos más influyentes, destacando sus aportaciones conceptua-
les y analíticas. Más adelante se profundiza en los tópicos fundamentales
de la disciplina, a saber: religión, economía, política y parentesco. Existen,
dos materias enfocadas directamente a trabajar el caso de México desde la
mirada antropológica.
El grupo de materias auxiliares comprende Teoría del Conocimiento,
las de formación técnica propiamente dicha —Paleografía, Fuentes, y Len-
gua Indígena— y tres cursos de Arqueología, llamados a proporcionar los
conocimientos necesarios para hacer uso de las aportaciones de esta disci-
plina. La intención es ampliar los horizontes del etnohistoriador respecto al
uso de fuentes diversas. Los cursos de Paleografía habilitan al estudiante
para enfrentarse al archivo y, principalmente, a los documentos de la época
colonial; los de Lengua Indígena —nahuatl o maya clásico— [aquéllas que
166
Unidad IV
167
Etnohistoria
Requisitos de titulación
• 100% de créditos del plan de estudios
• Idioma extranjero (inglés o francés)
• 90 días de trabajo de campo y/o archivo
• 6 meses de servicio social
• Tesis o elaboración de catálogo
• Examen profesional
Título académico
Licenciado en Etnohistoria
Sem.
Introducción a la Antropología General Introducción Arqueología General Teoría del
I Etnohistoria
4 horas / 8 créditos 4 horas / 8 créditos
a la Historia
4 horas / 8 créditos
de América
4 horas / 8 créditos
Conocimiento
4 horas / 8 créditos
168