Una Noche Boca Arriba
Una Noche Boca Arriba
Una Noche Boca Arriba
Rol del sueo: A travs de este sueo el moteca intenta evadirse de su ineludible final: ser
sacrificado a los dioses aztecas.
Explicativa: hay una serie de indicios que nos advierte del juego del narrador y nos hace ver
que lo que parece sueo es realidad; estos indicios vienen dados bien por el discurso indirecto
libre, bien a travs de la focalizacin del personaje, con sintagmas como por ejemplo
ojo protector (p. 231), lquido opalino (p. 229), aparato de metal y cuero (p. 229), algo que
brillaba en la mano (el bistur; p. 228), etc
Temtica: analogas y contrastes entre los dos niveles textuales.
Una noche boca arriba 2 de 6
Una noche boca arriba 3 de 6
Discurso aparece ordenado en una estructura paralela mediante secuencias complejas
(Bremond) que se alternan y finalmente se funden conformando la caracterstica esencial del
texto: la unin de los dos planos, realidad y sueo. Van alternando fragmentos pertenecientes
al sueo y fragmentos pertenecientes a la realidad a travs de una serie de nexos.
La alternancia de estos dos niveles narrativos se lleva a cabo a travs de paralelismos y
contrastes.
El desvo a la izquierda del moteca o del motero representa la fatalidad en ambos casos, o la
posicin del personaje en los dos lados: tendido boca arriba en la oscuridad de la noche, el
narrador acenta como pista sutil para que el lector se d cuenta de que el sueo es la realidad y
viceversa. De esta manera, el personaje repite o revoca en el sueo aquellos aspectos de la
realidad que lo empujan al lmite.
Narrador hace hincapi en un elemento simblico y real: la luz, vinculada al espacio y tiempo
del relato. Hemos dicho que la luz se vincula con el tiempo y con el espacio, y ello porque a
menos luz en el plano onrico corresponden menos tiempo y menos espacio vital del
protagonista en el plano real.
Texto est atravesado por una gradacin semntica descendente en el plano onrico, hasta
alcanzar la tiniebla absoluta que rige el plano real.
En el plano onrico son varios los sintagmas diseminados en cada secuencia los que nos
muestran esta degradacin de la luz: desde el inicial sol que se filtraba entre los altos edificios del
centro (p. 226), pasando por el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala (p. 229), por caa
la noche (p. 229), por los ventanales de enfrente que viraron a manchas de un azul oscuro (p.
230), por la penumbra tibia de la sala (p. 231), por la luz violeta de la lmpara en lo alto que se
iba apagando poco a poco (p. 232), hasta la noche del hospital [] la sombra blanda que lo
rodeaba (p. 233).
La semntica de este plano onrico nos conduce inexorablemente hacia la oscuridad constante
del plano real: la oscuridad progresiva del plano onrico converge finalmente con la oscuridad
del plano real. y va acentundose cada vez ms a medida que se reduce el espacio vital del
moteca, simbolizando la cada de la noche la hora de su muerte, as como la presencia de la luz,
simbolizada por el amuleto y la lmpara violeta en cada uno de los planos, es metfora de la vida.
Respecto al espacio:
espacio vital del personaje se va reduciendo progresivamente al comps que aumenta la
oscuridad, pasando en ambos planos de un espacio ms extenso y menos intenso a otro menos
extenso y ms intenso. As, de una situacin inicial, en el plano onrico, de luz radiante y libertad,
se pasa a un hospital una vez que el sol ya est bajo, con un brazo enyesado y la lmpara
apagndose; paralelamente, en el plano real, el moteca se aparta de la calzada en la noche sin
estrellas y, una vez atrapado por los aztecas, es despojado de su amuleto, queda recluido en una
mazmorra y es llevado al altar, donde ser inmolado.
Es precisamente al ser llevado al altar cuando el moteca comprende su confusin entre sueo
y realidad, y es en este despertar del moteca cuando el lector toma plenamente conciencia
de la actitud del narrador: un narrador objetivo y distanciado que no se implica ni emite juicios de
valor, y cuya actitud permitira incluso otra lectura del texto, i. e., que no slo sea el motero el
sueo del moteca, sino que tambin sea el moteca el sueo del motero, y ello porque la revelacin
final del cuento, que produce el conocido efecto de knock-out (Cortzar 2002: 14), pertenece a la
perspectiva del moteca, pues se narra en estilo indirecto libre:
Alcanz a cerrar otra vez los prpados, aunque ahora saba que no iba a despertarse, que
estaba despierto, que el sueo maravilloso haba sido el otro, absurdo como todos los sueos; un
sueo en el que haba andado por extraas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes
Una noche boca arriba 4 de 6
y rojas que ardan sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus
piernas. En la mentira infinita de ese sueo tambin lo haban alzado del suelo, tambin alguien
se le haba acercado con un cuchillo en la mano, a l tendido boca arriba, a l boca arriba con los
ojos cerrados entre las hogueras (p.234)
El empleo de estas formas verbales acenta el paralelismo entre ambos niveles narrativos;
El paralelismo se refuerza todava ms cuando advertimos lo siguiente: al final de cada una de las
secuencias se produce un paso del pretrito perfecto simple al pretrito imperfecto (con la
salvedad de que en el paso del que hemos llamado plano onrico al plano real el narrador se ve
obligado a retomar el perfecto simple porque viene exigido por la estructura de su discurso), y en
ese trnsito de una a otra forma verbal se interpone el dectico ahora:
Plano onrico: Sali [...] Pens [...] Jade [...] gozando a la vez del saber que ahora estaba
despierto, que la vigilia lo protega [...] (p. 233).
Plano real: [...] vio [...] apret [...] crey [...] y cuando abri los ojos vio la figura [...] Alcanz a
cerrar otra vez los prpados, aunque ahora saba que no iba a despertarse, que estaba despierto
[...] (p. 234; la cursiva es nuestra).
El cuento de Cortzar, puesto que slo puede resolverse en clave neofantstica, nos deja
en esa suspensin propia de lo fantstico, porque si la solucin se nos presentase clara y
razonable, lo fantstico se esfumara (Todorov 2005: 23-35):
La verosimilitud del relato queda garantizada, en cualquier caso, por dos estrategias
discursivas: la posicin del narrador y el expediente del sueo.
En realidad, cul es el ser real; cul, el soado? Y, todava ms importante: si un hombre suea
a otro hombre pero no est seguro de quin es l, si el soado o el real, podemos establecer con
seguridad un lmite tajante entre realidad y fantasa?
El cuento nos deja en una incertidumbre e imprime con este final una vuelta de tuerca ms a la
interpretacin inicial de que es el moteca el que suea, el que est en el plano real, y ello porque
no merece suficiente credibilidad.
Distinto sera que fuera el narrador el que nos dijera al final que era un sueo del moteca, pero no
olvidemos que el narrador nada confirma y nada desmiente, y que slo tenemos las palabras
y la certeza del moteca de que l es el ser real y el otro es el soado.
Pero podemos estar seguros de ello? Creemos que no: ya la propia indecisin del moteca
durante todo el relato, su confusin en lo ms esencial la percepcin del yo nos hace dudar
de la veracidad de sus palabras,.
Ahora bien, si seguimos el camino que el texto nos ha trazado, podemos decir que las hogueras
son las luces del quirfano del hospital del plano onrico, pero no se cruzan una vez ms las
percepciones de estos dos seres?
El sintagma mentira infinita (p. 234) ya nos est llevando a una ausencia de conclusin:
morir el moteca? Porque, si la mentira es infinita, no existe una verdad y quiz nuestros
personajes estn sondose mutua y circularmente hasta la noche de los tiempos...
En cualquier caso, no debe olvidarse que este relato, como todo texto literario, tiene un estatuto
ficcional (Pozuelo 1993: 11-14), aunque la literatura, a veces, arroje luz sobre qu es y qu no es
la realidad.