Los Escoleros
Los Escoleros
Los Escoleros
El wikullo es el juego vespertino de los escoleros de Ak'ola. Bankucha era el escolero campen en wikullo.
Gordifln, con aire de hombre grande, serio y bien aprovechado en leer, Bankucha era el "Mana" en la escuela;
nosotros a su lado ramos mak'tillos no ms, y l nos mandaba.
Cuando barramos en faena la escuela, cuando hacamos el chiquero para el chancho de la maestra, cuando
amansbamos burros maltones en el coso del pueblo, y cuando arreglbamos el camino para que viniera al
distrito el subprefecto de la provincia, Bankucha nos diriga.
En el trabajo del camino, que era trabajo de hombres, los escoleros obedecamos callados al mak'ta, diciendo
en nuestro adentro que ya ramos faeneros, peones akolas, mak'tas barreteros; que Bankucha era nuestro
capataz, el mayordomo. Nos limpibamos el sudor con prosa; descansbamos por ratos, ponindonos las
manos a la cintura, como faeneros de verdad; mientras, Bankucha, parado a la cabeza de la cuadrilla, nos
miraba con su cara seria, igual que don Jess, mayordomo de don Ciprin, principal del pueblo. A veces, nos
reamos fuerte mirando al Banku; pero l no, se crea capataz de veras, nos resondraba con voz gruesa y nos
haca callar; saba mandar el wikullero. Y los escoleros le queramos, porque todo lo que hacamos bajo sus
rdenes sala bien, porque odiaba y pateaba a los abusivos, y porque tena unos ojos bien grandes y amistosos.
Cuando faltaba a la escuela, hasta los ms chicos le extraaban y decan entristecidos:
- Dnde estars Bankuchallaya!
***
Un sbado por la tarde, yo y Bankucha nos paramos en una esquina de la plaza para or el gritero de los
chiwacos que cantaban en los duraznales del cementerio. No haba casi gente en el pueblo; todos los
comuneros estaban en el trabajo y la mayor parte de los escoleros vivan en los pueblecitos cercanos, en las
estancias, y se iban los sbados, tempranito.
La tarde estaba hmeda y nublada.
-Bankucha, de poco ya te voy a ganar en wikullo.
-Eres maula, Juancha.
-Ahora, badulaque, vamos a probar en Wallpamayu.
Ak'ola est entre dos riachuelos: Pukarnayu y Wallpamayu; los dos llegan hasta la explanada del pueblo,
dando saltos desde la cumbre de la cordillera, y siguen despendose hasta llegar al fondo del ro grande, del
verdadero ro que corre por la base de las montaas. Wallpamayu, en miles de aos de trabajo, ha roto la tierra,
y corre encajonado en un barranco perpendicular y profundo. A la orilla del barranco los ak'olas plantaron
espinos, para defender a los animales y a los muchachos. De trecho en trecho, varias plantas de maguey estiran
sus brazos sobre el barranco. Pero desde aos antes, los escoleros hicieron varios huecos en el muro de espinos,
para pasar a la orilla del barranco y tirar los wikullos al ro.
El wikullo lo hacamos de las hojas de maguey: eran unos cuadrilteros con mango, en forma de palmeta.
Cada wikullero llevaba amarrado al chumpi o al cinturn un cuchillo hecho de fleje, para cortar, el maguey.
Bankucha tena un pual de verdad con forro de cuero; se lo regal don Fermn, un borrachito, amiguero de
los muchachos.
-Bankucha, vamos a pelear a iguales. T sabes hacer wikullo mejor que yo; si eres legal haz para los dos.
No me contest el escolar. Se acerc a un maguey, arranc una hoja larga y cort seis estupendos wikullos.
-Uno para cada -dijo.
Tom la delantera y entr, agachndose, por uno de los huecos del cerco de espinos. Detrs del cerco haba
un espacio corno de tres metros.
El ro estaba fangoso, arrastraba ramas de malle y retama, se revolva entre las grandes, -Piedras' y salpicaba
muy alto.
-Wallpamayu: algn da te voy a atravesar con mi wikullo, frente a frente!- dijo Bankucha, y; mir la Otra
orilla del barranco.
-Mentira Wallpamayucha, yo te voy a cruzar antes que el badulaque de Banku!
Levant mi wikullo, me agach, encorvando el brazo, hice una flexin rpida, me estir como un arco, con
todas mis fuerzas, y arroj el wikullo. Recto, de plano, se lanz silbando, y fue a caer de filo sobre el barranco
del frente, a veinte metros del ro.
--Kunanri, kunanri? (Y ahora?) Jajayllas!
Salt a la orilla del precipicio, cerrando el puo; me pareci que ya no poda haber querido en mi vida nada
ms que eso. Qu alegra! Me daban deseos de patearle al Banku, de pura alegra.