Leyendas de Ecatepec

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Los penitentes por mandas incumplidas a la Santa Cruz

Aqu en la calle de Gasoducto, por la secundaria, hay un seor que ha visto a las almas en pena
que vienen a reunirse frente a la iglesia del pueblo. Hace mucho tiempo, cuenta l, despus de que
regresaba de su trabajo en la parte del cerro del pueblo, a su regreso, para no cruzarse por un camino
desolado e inseguro, prefiri doblar y pasar por la calle del Santuario. Pensando que por ese rumbo no
poda suceder nada anormal, se sorprendi al descubrir que frente a la esquina con Luis Molla haba un
nmero importante de gente, todos vestidos de negro rezando un rosario. Segn le dijeron, aquellas
almas pertenecen a los penitentes que en vida han incumplido alguna manda y por eso siguen rondando
el lugar, vienen a la Santa Cruz a pedir una absolucin y as descansar en paz. Mucha gente confirma esta
historia, porque han sido varios los que dicen que por las noches se escucha gente rezando y cantando
por estas calles.

El diablo del jaripeo con pata de puerco y de toro

Una vez un muchacho de aqu fue a un jaripeo a montar a un toro, una vez que se hicieron las
fiestas en las torres, cuando apenas empezaba la Comisin Taurina. Dicen que el muchacho estaba
posedo por el diablo, porque mientras lo montaba se le cayeron las botas y la gente descubri que tena
una pata de puerco y la otra de toro. Por eso a la gente del pueblo ya no le gustan tanto las charreadas o
las peleas de gallos, pues dicen que es una forma de atraer al diablo.

El compadre que se encomend al diablo

Tuve un compadre que conoci al demonio. En ese entonces l estaba muy enfermo, viva por la
calle del mercadito, all en Reforma; ya se andaba muriendo y como era muy pobre pues no tena dinero
para un mdico ni menos para las medicinas. Cierto da se enter que en la capital podran ayudarlo, as
que sali de su pueblo y cruz todos los caminos y avenidas que lo separaban. Iba sintindose ya muy
mal, cuando le atraves por el pensamiento que si se encomendaba con el diablo, s iba a salir con vida.
Sigui caminando, desfalleciendo, cuando ya caa la noche lleg a La cerca de la baslica y vio en el camino
a un hombre montado a caballo. ste le pregunt qu haca y a dnde iba y mi compadre le contest que
all por la Alameda. En seguida el hombre se ofreci a llevarlo y mi compadre acept, pero el jinete le
puso la condicin de que no deba verlo ni tocarlo. Le pidi que se agarrara de la montura y que cerrara
los ojos y en un santiamn ya estaban a unas cuadras del lugar a dnde iba. Mi compadre, muy
desconcertado, le pregunt quin era y el hombre le contest: Soy aquel por el que habas rezado.
Eres el diablo? le pregunt mi compadre. El hombre no contest. Sac una moneda de un peso y le
dijo que le fuera a comprar una botella de mezcal. Dicho y hecho, mi compadre fue y compr la bebida y
a su regreso se la entreg al hombre. Le haban sobrado siete centavos, que el jinete regal a mi
compadre. Adems, el hombre le pregunt a mi compadre si necesitaba algo ms, pero ya presintiendo
lo que el diablo le pedira a cambio, le contest que no estaba dispuesto a cambiarlo por su alma. El diablo
le dijo que no pensaba pedirle nada a cambio, que lo haca desinteresadamente. Como mi compadre era
muy borracho le pidi entonces que le diera para sus vicios de vez en cuando. El hombre acept. A partir
de entonces a mi compadre se le vio mejor de nimos y la gente no dej de preguntarse de dnde sacaba
tanto dinero. Sin embargo, el gusto no le dur por mucho tiempo, pocos meses despus mi compadre
not que el dinero que le daba el diablo al otro da se transformaba en trozos de platos de barro, e incluso
comenzaron a sucederle cosas que saba eran una travesura del diablo. Por ejemplo, en una ocasin mi
compadre vio cmo el diablo hizo que un burro muerto se levantara. Del animal ya quedaban los puros
huesos, pero el diablo lo volvi a formar para que unos nios lo jinetearan. Mi compadre nunca dej de
ser la diversin del diablo.

El santo del ejrcito milagroso

Cuenta una seora que San Pedro le concedi un milagro muchos aos atrs, cuando la revolucin
estaba en apogeo. En aquellos das los insurgentes de por ac venan para saquear las iglesias. Cuando
la seora supo que estaban por llegar, subi a lo alto del templo y le pidi al santo que la protegiera.
Entonces cuando la banda de revolucionarios estaba frente al pueblo, vieron cmo se llenaba con gente
vestida de rojo y amarillo. Como se vea mucha gente, los hombres pensaron que se trataba de un ejrcito
muy grande al que no podran hacer frente. Terminaron dando marcha atrs. Al enterarse, la seora supo
que se trat de un milagro de San Pedro porque stos son los colores representativos del santo patrono
del pueblo.

1932

El que se muere est dicho que ya no viene, van y lo sepultan y ya no se sale. Que yo tengo una
Biblia que dice que Dios de alguna manera hace que vengan; como si vinieran ellos a arreglar asuntos
que dejaron sin arreglar. Pues es lo que dice y ya; pero no nos explica qu ni cmo, nada ms as: de
alguna manera. Y por eso yo s creo que s hablan. Pues yo creo el espritu del que muri o no s Nuestro
Seor cmo le har.
Yo vengo de Santa Clara, me vine a vivir ac, a San Pedro, porque me junt con Hortensia, que es
de ac; pues yo a su pap de ella tambin le digo pap, porque yo al mo ni lo conoc. Pues entonces les
cuento Pap Reyes deca que una noche, estando l dormido, oy como un ruidito, y dijo que all en la
puerta vio l como una vela grande y iluminada, iluminada, y pues all estaba no? y dijo
Pues voy a ver qu es.
Y se baj y se calz y ya, cuando se iba acercando, que camina as como volando. Y l la sigui, l
s anduvo por esa misma nopalera con l. Dice que l iba tras de aquella cosa, la haba visto. Noms que
haba unas barditas que ponan para que los animales no se pasaran; pues como era en el rancho.
Entonces llegaron a esa bardita y le haban puesto ramas de, de garabatillo le decamos ah. Y no poda
pasar l. Dice que traspas la cerquita y que dijo:
Ya, pues ya se fue.
Y se regres a dormir. Y fue despus de los de mi to, yo creo, porque ya le haba dicho. Y no estaba
lejos de ah ya el, el donde estaba, porque a m me dijo Felipe, ya te dije que l dijo que Tiburcia lo haba
visto y no era en el corral que ellos pensaban, sino que era en el otro. Estaba, pues, cerquita de donde
nosotros vivamos; noms era una bardita como ay as [seala con la mano]. Para all vivan ellos y para
ac nosotros, y el corral segn estaba como aqu. Era un cuarto que haban dejado para guardar animales,
pero no tena techo. Haba una piedra redonda, me acuerdo, yo dnde mero... y haba como un
maceterito al otro lado de la puerta. La puerta ah, ac la piedra redonda y la esquina y la barda que vena
as; y para ac tena como un maceterito, as, bajito de pared tambin. Y yo no entiendo si estaba en la
esquina, si estaba en el macetero.
Si bueno... de qu te iba a contar?
De Alonso, de una vez que estaba en la casa de Insurgentes
Ah s! Me dijo Fermina, dice:
Mam, te voy a dejar mi nio, te lo encargo porque vamos a salir. Creo iban a, a esta San
Cristbal, a la cabecera municipal. Y me encarg el nio, me lo dej. l era muy chistosito pobrecito. Se
pona como a mecerse, se pona de rodillas y las manitas y as sobre la cama. Y ya luego que el sueito lo
dominaba se caa y se dorma. Y haba muchos moscos, zancudos. Este,
S, le dije, me lo traes y aqu est el nio.
Ya antes de irse me lo llev y yo le dije a tu abuelito:
Voy a poner Flit, creo se llamaba entonces un matamoscos que haba.
Y fui lo roci bien en el da para que en la noche ya no estuviera fuerte. Y cerr la puerta. Ya luego
que se iba a hacer tarde, o de noche ms bien dicho, entonces le dije a tu abuelito:
Me voy con el nio a dormir all a mi cuarto, le dije, porque es el que tengo preparado para que
no lo piquen los zancudos, le dije. Ay a ver si no me encuentro con la calaca!
Porque en ese tiempo me... de da, despus hasta de da, t crees! Estaba yo parada as, platicando
con otra persona, senta como te, cuando te acercas y abrazas a alguien de aqu [de la cintura por la
espalda] senta yo. Eso se siente interno. As, pero si de veras. Si me estaba durmiendo, oya ronquidones
de un seor que roncaba tan feo! Y, y luego como que si un espritu se empieza a meter por, por este
lado. Y yo pronto ya saba yo que movindome se me quitaba.
Pero por el pie izquierdo
S, por este, nunca por este. Pues ah tienes que esa primera vez, porque con eso de la menopausia
o no se qu, ya no pude dormir bien. Y noms me pona un tapetito as [en los pies] que me quedara de
aqu para abajo, en lo fro, en lo fro del suelo. Me tapaba una sabanita y me acostaba. Y cuando haca
calor pues no poda estar. Me quedaba as por fuera y en la maana, que ya estaba fresco me pasaba. As
lo haca y ya saba entonces que me asustaban. Y cuando, y cuando yo ya estaba dormida no s por qu
me despert y me fij por la puerta que estaba del comedor a la cocina. Y luego vi como que vena volando
as en forma de una persona un bulto negro. Pero no, no que de veras fuera cierto, nams como que
imaginacin; y estaba el Jess ese dulce, y ni as. Lleg a donde yo estaba y cuando Y yo tena la medalla
de la Virgen de Santa Clara. Que ser eso? Dicen que las personas que las asustan as, que este, que, que
es Satans, fjate. Ora ver! Tom mi medallita y me la puse aqu, en la boca. Pues tena la bondad de
hacrmela que me sonara en los dientes. Y nada ms.
Pero ahora despus hemos descubierto que all anteriormente ha de haber sido panten. Los
panteones que ponan en seguida de los templos. Y pues ah estn las madres, y ah les han ido quitando,
quitando. Y yo eso pienso que... Porque una vez que yo... se descompuso el piso y luego yo dije:
Aqu voy a plantar una hierbita.
Haba muchos huesitos; que a la mejor por eso [espantaban]. Tambin pues en el panten que
todo hay. Pues de los que estn en el cielo y de los que no estn all.
La planchada

Hubo una enfermera, que trabajaba aqu, en la clnica 68, del IMSSS, en Tulpetlac. Era una
muchacha muy bonita: cabello siempre recogido, su uniforme totalmente impecable, su vestido, su
uniforme de enfermera totalmente impecable, limpio, blanco, almidonado, yo pienso que es como aquella
otra enfermera de la capital, a la que le dicen la Planchada, por la manera impecable en la que siempre
viste. Bien, pues cuentan que la enfermera de aqu su madre cay enferma, y esta chica la trat muy
mal. Entonces, se supone que de ah viene [su mal]. La mam de la enfermera muere y ella tambin cae
en un trance muy doloroso, y pues decide brindar cuidados a gente, puesto que no pudo ayudarla a ella,
a los cuidados a su mam; pues decide, o sea, seguir ella con su actividad. Ahora, varios enfermos nos
han relatado que en momentos, generalmente cuando no hay personal, que es en la noche, en los
hospitales, que no hay, este, personal en la noche, pues se dice que de repente han llegado las
compaeras, compaeras enfermeras, y le llegan a tomar signos al paciente, ya sea tomarle el pulso, la
respiracin, la temperatura, o administrarles un medicamento que se les ha olvidado; entonces cuando
regresan, pues, ya les dicen:
No, es que vino una seorita muy amable, muy atenta, y me dijo que si estaba bien y que me
iba, que me iba a poner un medicamento. Y efectivamente, algunas veces han encontrado en las notas
de enfermera, se han encontrado ya los datos de lo que le hicieron al paciente. Y pues todo mundo se
saca de onda, porque dicen: Bueno, pues cmo?, si nada ms estamos Mari y yo, no?, por decir as. Y
ha habido casos tambin en los que los pacientes nos han referido que pacientes muy graves, sobre todo
los pacientes de coma, que de repente, este, regresan, que de repente regresan, y pues ya cuando uno
llega y dice:
Bueno, qu pas aqu?
Pues los pacientes refieren que, pues ellos, en su estado [inconsciente], de repente creyeron ver
a una enfermera que les dijo:
Pues nada ms te vengo a poner esta inyeccin y te vas a sentir mejor.
Y en ese momento fue cuando despert y fue cuando las llam a ustedes.
Es alguna de las cosas que nos han contado. Ya en lo personal a m no me pas, sino a una amiga,
durante las prcticas, [cuando] estbamos en la clnica 67, [cuando] estbamos en la guardia. Lleg [mi
amiga]. Solamente haba 4 enfermeras en ese momento y un mdico interno para todo la clnica en la
noche, pues generalmente el servicio que est abierto es solamente obstetricia, el rea de
ginecoobstetricia. Y pues igual, las compaeras se fueron a, a su cena, a su lunchen. Cuando regresaron
les iban a tomar signos [a las pacientes], y que las pacientes que estaban en cama les dijeron:
No, este, acaban de pasar.
Cmo que acaban de pasar?
S, hasta hizo anotaciones en la hoja. Y s, cuando revisan la hoja, pues efectivamente, ya les
haban tomado pulso, signos vitales, todo. Y no eran pacientes graves, o sea, eran pacientes que estaban
ah nada ms. Entonces es una de las tantas muchas cosas que cuentan acerca de La Planchada y, pues
me lo han contado gente del IMSS, del ISSSTE, de Salubridad; en los privados no s s tambin se d, pero
nadie me ha contado, nadie me ha contado nada.

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