Neurosis
Neurosis
Neurosis
Introducción
Freud solo establecía una distinción cuantitativa entre normalidad y neurosis, y definía
la neurosis en tanto conjunto de síntomas, entendiendo por tal a aquellas formaciones
del inconsciente que apuntan a la realización de deseos reprimidos, y que proviniendo
de lo real, procuran la satisfacción de la pulsión (y del goce, dirá luego Lacan). Es decir,
que la pulsión, que es real, intentará satisfacerse a través del síntoma (los síntomas son
trastornos conductuales que actúan como defensa contra la angustia, esto es, como
mecanismos transaccionales destinados a lograr un beneficio secundario). Satisfacción
a la que no se quiere renuncia, que es goce y provoca sufrimiento. Goce que envuelve
el síntoma y a cuyo develamiento el análisis debe apuntar.
Para Lacan no existe ninguna posición de ³salud mental´ que pueda llamarse ³normal´.
La estructura estadísticamente mayoritaria es la neurosis y esta sería la ³normalidad´, en
alguna medida. El concepto ³neurosis´ se referiría a una estructura clínica, más que a
un conjunto de síntomas. Este autor ve a la neurosis como una estructura inmodificable
(al contrario de Freud, que pretende tomarla como una enfermedad curable). La
neurosis es consustancial del mecanismo metonímico propio de la cadena significante.
El lenguaje, que permite la comunicación, no reduplica uno a uno lo real y lo simbólico,
sino que genera desplazamientos como mecanismo indispensable para decir. La
neurosis es, pues, el precio que debe pagarse para ser humano.
En la neurosis el falo simbólico, significante del deseo que está faltando en el lenguaje,
es equiparado a la demanda, al pedido vinculado al desamparo (tal cual el grito del
bebé).
El neurótico trata de asumir como propio el deseo del otro (por ejemplo, sus doctrinas,
su ética) y por eso luego se siente insatisfecho. De esta forma, el objetivo de todo
análisis será lograr que el neurótico asuma su propio deseo y deje de apropiarse del
deseo del otro. La principal meta del análisis es la modificación de la posición subjetiva
del analizante (su ³destitución subjetiva´) y un cambio en la posición del analista, su
pérdida de ser, su caída desde la posición de sujeto supuesto saber, para ser reducido a
un simple resto (objeto a). Esto significará inventar qué hacer con el vacío de la propia
falta.
1
La pregunta del histérico es ³¿Soy un hombre o una mujer?´ o más precisamente ³¿Qué
es una mujer?´. La histeria es el prototipo de sujeto dividido, el deseo desestructurado
como insatisfecho. La histeria es el paradigma de la neurosis. La estructura neurótica es
fundamentalmente histérica.
Lacan agrega la fobia como forma de la neurosis, a veces considerándola como síntoma
histérico, a veces tomándola como una estructura particular.
Etiología
Comenzando con la ontogénesis del aparato psíquico, podemos decir que este es una
historia devenida de estructura de memorias, que se constituyen como transformaciones
permanentes del sistema originalmente cerebral.
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Estas representaciones según Freud, se producen desde el comienzo de la vida
subjetiva y que van resolviendo problemas universales por medio de investimientos,
significaciones individuales con las que siguen tramitando también las nuevas
experiencias y determina las que vendrán.
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Junto con el complejo de Edipo se encuentra articulado el complejo de castración, y este
deriva del primado del falo. (Ubicado por Freud en 1923 en inhibición síntoma y
angustia). Esto supone una anterioridad lógica que es la castración en la madre
*
4
tiene miedo el histérico? Un peligro esencial amenaza al histérico, un riesgo absoluto,
puro, carente de imagen y de forma, más presentido que definido: el peligro de vivir la
satisfacción de un goce máximo. Un goce de tal índole que, si lo viviera, lo volvería loco,
lo disolvería o lo haría desaparecer. Poco importa que imagine este goce máximo como
goce del incesto, sufrimiento de la muerte o dolor de agonía; y poco importa que imagine
los riesgos de este peligro bajo la forma de la locura, de la disolución o del
anonadamiento de su ser; el problema es evitar a toda costa cualquier experiencia
capaz de evocar, de cerca o de lejos, un estado de plena y absoluta satisfacción.. El
miedo y la tenaz negativa a gozar ocupan el centro de la vida psíquica del neurótico
histérico. Ahora bien, para alejar esta amenaza de un goce maldito y temido, el histérico
inventa inconscientemente un libreto fantasmático destinado a probarse a sí mismo y a
probar al mundo que no hay más goce que el goce insatisfecho. Así pues, ¿cómo
alimentar el descontento si no creando el fantasma de un monstruo, monstruo que
nosotros llamamos el Otro, unas veces fuerte y supremo, otras débil y enfermo, siempre
desmesurado para nuestras expectativas y siempre decepcionante? Cualquier
intercambio con el Otro conduce inexorablemente a la insatisfacción. La realidad
cotidiana del neurótico se modela, en consecuencia, según el molde del fantasma, y los
seres cercanos a los que ama u odia desempeñan para él el papel de un Otro
insatisfactorio. El histérico trata a su semejante amado u odiado, y en particular a su
partenaire psicoanalista, de la misma forma en que trata al Otro de su fantasma. El
mundo de la neurosis, poblado de pesadillas, obstáculos y conflictos, se convierte en la
única muralla protectora contra el peligro absoluto del goce. . Pero esta singular
plasticidad del yo ínstala al histérico en una realidad confusa, medio real, medio
fantaseada, donde se emprende el juego cruel y doloroso de las identificaciones
múltiples y contradictorias con diversos personajes, y ello al precio de permanecer ajeno
a su propia identidad de ser y, en particular, a su identidad de ser sexuado. Así pues, el
histérico puede identificarse con el hombre, con la mujer, o incluso con el punto de
fractura de una pareja, es decir que puede encarnar hasta la insatisfacción que aflige a
ésta. Es muy frecuente comprobar la asombrosa soltura con que el sujeto adopta tanto
el papel del hombre como el de la mujer, pero sobre todo el papel del tercer personaje
que da lugar al conflicto o, por el contrario, gracias al cual el conflicto se resuelve. El
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histérico. desatando el conflicto o despejándolo, sea hombre o mujer, ocupará
invariablemente el papel de excluido. Precisamente, lo que explica la tristeza que suele
agobiar a los histéricos es el hecho de verse relegados a este lugar de excluidos. Los
histéricos crean una situación conflictiva, escenifican dramas (como veremos mas
adelante en el texto de Fiorini), se entrometen en conflictos y luego, una vez que ha
caído el telón, se dan cuenta, en el dolor de su soledad, de que todo no era más que un
juego en el que ellos fueron la parte excluida. En estos momentos de tristeza y
depresión tan característicos descubrimos la identificación del histérico con el
sufrimiento de la
C DE HIERI
La excitación brutal provocada por el acto seductor del adulto introdujo en el seno
del yo una energía que, transferida de lo exterior a lo interior, se encierra aquí en forma
de una intensa tensión sexual a la deriva. Podemos reconocer en semejante exceso de
afecto sexual el equivalente de un orgasmo inconsciente en un ser inmaduro. De este
modo, comprendemos que el trauma ya no es un acontecimiento exterior sino un
violento desarreglo interno, situado en el yo.
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miembro, de un orificio o de cualquier otra parte anatómica. En el momento del trauma,
el impacto de la seducción suelta uno de estos rombos, toca puntualmente una de estas
La represión primaria surge como consecuencia de una efracción del Yo, es decir, es
una herida narcisista, una situación traumática que implica un fluir incontenible de la
libido hacia el exterior, debido a la imposibilidad del aparato psíquico de ligar los
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acúmulos de excitación experimentados. Esta represión implica que determinadas
representaciones-palabra ligadas a los deseos incestuosos no reciben una investidura, y
por lo tanto no se constituyen en el pre-conciente como tales: no hay modo de expresar
el deseo de hacer un hijo a la madre, por ejemplo, a menos que se recurra a un lenguaje
sustitutivo. Para el Yo, la castración surge como consecuencia del deseo edípico, y por
consiguiente, si procura evitar el trauma de quedar despojado de un triple registro debe
renunciar a las investiduras erótica y hostil de objeto.
Esta imbricación entre ser y tener, esta falta de contradicción en cuanto a las dos
componentes de la libido, hace que el complejo de Edipo positivo no decline
abruptamente sino que se extienda, en forma poco velada, a lo largo de una parte
considerable de la vida.
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Estos aspectos se juegan en el histérico que esta en una búsqueda identificatoria
para poder averiguar el secreto que sintetice al deseo heterosexual del otro genero,
para identificarse a ese secreto y consumar la identidad de único en su genero,
encarnar a la deseabilidad ejemplar.
Esta búsqueda identificatoria articula a los dos Edipos, aunque puedan haber
otras identificaciones de tipo histérico.
En general los objetos aunque nos digan concientemente que somos únicos,
siempre muestran por algún lado la verdad del Ello: este tiene siempre variabilidad de
opciones de elección y, al defenestrarnos del privilegio de único, el que es histérico
reaccionara con la venganza y la frustración correspondientes.
Parte del goce y del fracaso-frustración del propio histérico es poner el objeto
bajo una prueba que va a perder, porque su sentencia de castración-frustración esta
echada; este histérico se sustrae a ser ³usado´ según Winnicott por el otro, incapaz a su
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vez de ³usarlo´, como fuente de significaciones enriquecedoras, de conflictos a resolver
y de placer sexual heterosexual a alcanzar. No admite ser usado por el otro porque si
bien todo el Edipo retroacciono sobre la fijación, la exigencia oral; la castración, la
renuncia narcisista a la mitad del goce posible, la ubicación en la categoría de un genero
globalmente deseable para el otro, no es suficiente reivindicación narcisista para quien
agita oscuros fantasmas de fragmentación en la asunción de la castración.
Allí donde surge una histeria no puede hablarse ya de inocencia en el sentido que
los padres y los educadores dan a este concepto. Por lo que respecta al carácter
perverso de su fantasía, las perversiones son el desarrollo de gérmenes contenidos en
la disposición sexual indiferenciada del niño y cuya represión u orientación hacia la
sublimación. Los psiconeuróticos son todas personas de inclinaciones perversas
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enérgicamente desarrolladas, pero reprimidas en el curso del desarrollo y relegadas a lo
inconsciente. Las psiconeurosis son el negativo de las perversiones. Las energías de la
producción de síntomas histéricos no son aportadas tan sólo por la sexualidad normal
reprimida, sino también por los impulsos perversos inconscientes.
REPRESIÓN: LA CONVERSIÓN
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conservando siempre su naturaleza de exceso, puede movilizarse sorteando de tres
maneras posibles la represión; o. si se quiere, provocando tres reveses de la represión
que a la larga serán tres malas soluciones, pues cada una de
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psicoanalítico, como el equivalente cutáneo de un orgasmo. Vómitos atípicos, enuresis
en un niño, una crisis de llanto, una afonía o una parálisis histérica de la marcha
constituirán, en definitiva, la manera irregular y neurótica de que se vale el histérico para
vivir su sexualidad infantil. Así pues, los síntomas de conversión han de ser tenidos por
equivalentes corporales de satisfacciones masturbatorias infantiles. En consecuencia,
de los tres fracasos de la represión fracaso por desplazamiento de la sobrecarga de una
representación a una idea en la neurosis obsesiva, fracaso por proyección de la
sobrecarga del interior psíquico al mundo exterior en la neurosis fóbica, y fracaso por
conversión de la sobrecarga en el síntoma somático, este ultimo constituye el
mecanismo específico de la histeria.
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forma de una inhibición en la voz (afonía) que años después afectará a la hija,
convertida en mujer histérica. Los gritos de la madre, percibidos e inscritos en el
inconsciente de la niña, resurgirán ulteriormente en ésta como pérdida de su propia voz.
El histérico actualiza en su cuerpo (afonía) la señal psíquica impresa por el cuerpo del
otro (gritos de la madre).
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La teoría de la conversión, según la hemos interpretado, sigue siendo
extremadamente actual. Más actual todavía si tenemos en cuenta la modificación que
Freud le introdujo en 1900: el origen de la histeria es un fantasma inconsciente, no una
representación. Y lo que se convierte es una angustia fantasmática, no una sobrecarga
de la representación.
El síntoma no puede formarse sin una cierta colaboración somática facilitada por
un proceso normal o patológico en algún órgano del cuerpo. No surge más de una vez y
para que un síntoma tenga carácter histérico es necesario que posea la capacidad de
repetirse. Y al síntoma histérico, este sentido le es prestado por las ideas reprimidas que
pugnan por encontrar una expresión. Toda una serie de factores actúa en el sentido de
que las relaciones entre las ideas inconscientes y los procesos somáticos de que
disponen como medio de expresión se estructuren de un modo menos arbitrario,
aproximándose a varios enlaces típicos. También para los accesos de tos y afonía, en el
caso de Dora hay que buscar detrás de la misma el factor orgánico del que partió la
colaboración somática que facilitó la expresión del amor a un hombre temporalmente
ausente.
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La premisa somática de tal fantasía habría sido constituida en ella por una
circunstancia personal. Dora recordaba muy bien haber observado en sus años
infantiles, hasta épocas muy tardías, la costumbre del chupeteo». Las mucosas
labiales y bucales son una zona erógena primaria, carácter que conservan en el beso,
considerado como un acto sexual normal. Cuando luego, en una época en que el objeto
sexual propiamente dicho, el miembro viril, es ya conocido y se dan circunstancias que
intensifican la excitación de la zona erógena bucal, no hace falta gran fuerza para
sustituir en la situación de satisfacción sexual el pecho de la nodriza o el propio dedo,
primer subrogado del pezón, por el miembro viril. De esta manera la fantasía perversa
de la satisfacción sexual oral tiene un origen absolutamente inocente. Los histéricos
suelen tener una ingenuidad que alude o es el síntoma de su represión sobre la
sexualidad genital. Presenta de una manera muy clara el chupeteo infantil. Freud dice,
la chupeteadora. Tiene una deuda de deseos orales.
RESUMEN
Gozar constituye, para el histérico, un límite último y peligroso que una vez cruzado lo
sumiría inevitablemente en la locura, lo haría estallar y disolverse en la nada.ҏ
Frente a este peligro del goce, el histérico opone entonces una tenaz negativa a gozar.
ҏPara mantenerse apartado del goce y persistir en su negativa, el histérico inventa
inconscientemente un fantasma protector: el fantasma angustiante de la castración.
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Utiliza este fantasma para crear una amenaza ficticia, la amenaza de perder su fuerza
fálica, que le permite olvidar otra amenaza igualmente ficticia pero más oscura,
indefinida y mucho más terrible: la de sucumbir al goce. El histérico se angustia ante una
castración que él necesita tornar posible para no desaparecer ante un goce insostenible.
En el fantasma, la repulsa del goce se transforma en angustia de castración.
Ahora bien, es verdad que el fantasma salva y protege del goce al histérico, pero lo
hunde en un sufrimiento corporal (síntomas somáticos), sexual (paradoja de la vida
sexual) y relacional (deseo de insatisfacción). La angustia de castración se transforma,
por conversión, en síntomas del cuerpo, en desajuste de la sexualidad y en dolor de
insatisfacción. El fantasma de castración salva y protege del goce al histérico, pero
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FIJACION: A Oral primaria, a Falica secundaria, Complejo de Edipo y Castración.
LAGUNAS MNEMICAS: Niega la erección del pene. (No se si ponerlo, sino lo sacamos)
SUPRESION DEL AFECTO: (podría ser) : El beso del Sr. K. no le produce ninguna
sensación
SINTOMA: Por
! Dora convierte el placer sexual oral en la tos nerviosa. El
preconciente del Yo R.D. cede una representación que le es propia y la abandona a la
realización de deseos o descarga del Principio de Placer del Ello, a condición de que
esto sea inteligible para la conciencia y el Súper Yo.
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constituida por una necesidad sexual excesiva y un rechazo exagerado de la
sexualidad."
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que nos hallamos aquí ante algo singular: la mujer [histérica] se interroga por lo que es
ser una mujer, así como el sujeto [histérico] masculino se interroga por lo que es ser
una mujer."
"(...) el deseo de la histérica (...) es sostener el deseo del padre (,..)."42
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La frase de promesa en la histeria femenina (David Maldavsky)
En sesión una paciente histérica puede decir: ³Voy a relatarle algo divertido´, ³¿Quiere
que le cuente una novedad?´´, ³Me paso una cosa tan rara´, ³Quisiera confesarle un
secreto´, ³Le juro que la próxima sesión le traigo una sorpresa´. A veces en lugar de esto
encontramos adornos, perfumes, gestos, voces insinuantes, lo cual constituye una forma
específica de fijarse la fantasía primordial de seducción en la histeria.
Consideremos que en esos textos tan diversos existe una matriz, preconciente por su
estructura e inconciente por su origen que determina su imposibilidad de acceso a la
conciencia.
Consideremos ahora los elementos con que el yo, en la histeria, llena ciertos lugares
gramaticales vacíos: el verbo, el sujeto, el objeto directo, el objeto indirecto.
El verbo principal, modificado por este verbo de promesa, es en última instancia el verbo
dar, bajo la forma de un regalo, una entrega sin espera de retribución. Cuando se
promete relatar un sueño, por ejemplo, no está presente el objetivo de recibir a cambio
una interpretación. Se considera entonces al relato como un don.
El objeto directo de la frase tiene a su vez una característica notable, denomina como
sustantivo algo que no puede contener las cualidades que debe soportar.
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Los modificadores del sustantivo (imposible) con que se designa al objeto (inexistente)
tiene un valor fundamental: son magnificadores, intensificadores de determinadas
cualidades, que podríamos equiparar al envoltorio del objeto prometido.
El adjetivo, adorno del sustantivo, es en esos casos lo central. El objeto prometido tiene
también un valor adjetivo: el regalo consiste en un adorno (joyas, flores y vestimentas),
algo para cualificar la imagen de un semejante y sostenerlo como prometiendo un don.
Podríamos agregar que una vez abiertos los envoltorios del regalo se hace necesaria
otra acción para que no surja la desilusión o la burla. Esta acción es otra frase de
promesa.
La promesa de un don tiene por destinatario una persona investida como poseedora de
un bien, ubicada en el lugar de modelo. El yo de la histérica establece una relación de
sujeto: aquel a quien ella promete entregarse es, en realidad, garante de la subjetividad
de la histérica, y de ese lugar de modelo designado por el objeto indirecto de la frase,
espera un don, el falo, que le identifique, que la haga ser. La frase de promesa surge en
el contexto del enamoramiento.
24
fórmula þ5
". Esto supone la idea de una articulación entre cantidad
(intensificador) y cualidad en el término adverbial.
Las condiciones para que se encienda el deseo en la histeria debe ser hacia alguien que
se ama a sí mismo en la imagen. Esta es, pues, la condición para que acceda a la
culminación orgásmica: la conexión con el otra en tanto se constituya la conexión con
una imagen de sí.
El sujeto que promete entregarse, y el objeto (su réplica) que habrá de regalarse no
existe en el aparato psíquico, sino en la medida en que se anuncia la frase de promesa,
y lo prometido es, en realidad, lo que se espera.
Supongamos que quien ha sido investido como ideal entregue el regalo que la histérica
anhela y que la violenta ternura de un vínculo erótico quede acompañada por frases
lucidas, calidas. La histérica, tras una pausa, puede decir a su interlocutor ³el siempre
tiene la palabra justa´.
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permite investirlas con sentido verbal, visual y prehensil, de tal modo ocurre un
desenlace. Las sensaciones cenestécicas genitales quedan despojadas del sentido que
poseyeron previamente. Desde esta perspectiva podemos entender la fantasía de
castración como fantasía de vaciamiento en la niña. Se trata de un vaciamiento de la
libido narcisista que fluye del Yo y se pierde por la herida abierta en el lugar de la triple
ausencia (visual, verbal, prehensil).
Cabe plantearse de dónde surge en la niña este deseo. Freud en 1910 cita þ
6
".
Del deseo de darle un niño a la madre la niña pasa finalmente al anhelo de recibir un
hijo, que ahora simboliza al falo supuesto en el pene, pero la anterior posición activa se
manifiesta en el despliegue de la fase de promesa ante el padre.
26
En realidad la secuencia es compleja. Se puede suponer que tener un hijo con la madre
es una actividad posible, ya que todos sus semejantes son iguales a ella. En un
segundo momento registra que ella carece de pene, pero no extiende este juicio a su
madre ni a otras mujeres. Atribuye la causa de esta carencia a su madre y su deseo de
dar un hijo e transforma en el deseo de recibirlo de ella. Por fin, reconoce que su madre
tampoco posee el pene y es entonces que pasa a esperar el don prometido del padre.
Pero también puede ocurrir una desilusión con respecto al hombre, al padre, cuando se
lo contrasta con los ideales exteriores a la familia. Esta desilusión impone a la niña
estructurar otro tipo de desmentida, aquella que permite sostener al hombre, del cual
espera un don, como un ideal. Para la niña. Esta fantasía tiene que ver con sostener al
padre en el lugar ideal. Otro determinante del anhelo de un hijo es la ilusión de entregar
el hijo al padre para que este se consagre como ideal.
Nos referimos en esta oportunidad, a estos dos últimos tipos de desmentida: la del
registro de la falta de pene en la niña, la de la desidealización del padre, y no tanto a la
primera, la de la falta de pene en la madre.
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Ahora, al referirse al tema de la elección del cofrecillo, Freud analizó los tres lugares que
el hombre le da a la mujer: la madre, la amante y la muerte. Los lugares que la mujer
histérica otorga al hombre son tres: el padre, el amante, el hijo. En efecto, el lugar de la
muerte, para ambos sexos, queda investido en una mujer, y la histérica se defiende del
sentimiento de aniquilación del Yo, con el cual se equipara a la muerte, a través de la
investidura libidinosa de un hombre como ideal que habrá de otorgarle un hijo.
En el coito, esta circunstancia puede manifestarse por ejemplo, bajo la forma de una
intensa excitación preliminar, según la modalidad de las punciones parciales, en que el
hombre queda investido como modelo o ayudante. Cuando debería surgir la unificación
de las punciones, en términos genitales, resurge el trauma del registro (fálico) de la
diferencia de sexos. La histérica establece una relación con una imagen de sí que le
resulta humillante e impone un desarrollo de afecto, la frigidez o el asco como respuesta
que sume en la impotencia a un rival ante el cual el goce femenino equivaldría a una
derrota. El curso del autoerotismo a la autoestimulación en el coito, suele ser la coartada
preferida para resolver esta imposibilidad lógica de la investidura de objeto: el goce es
alcanzado pero gracias a la propia actividad.
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herida narcisista. La desmentida procura restañar una herida narcisista, y esta es la
posición de la histérica al anhelar un hijo del padre.
Caso Dora:
29
Características de la paciente
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El asco entonces sentido no llegó a convertirse en un síntoma permanente,
manifestándose quizá tan sólo en una leve repugnancia a los alimentos.
1898 (Al comienzo del verano): Primera consulta de Dora a Freud. A esta intervención
médica el padre acudió a él 4 años después, con su hija, aquejada de síntomas
neuróticos.
Las jaquecas de Dora desaparecieron por completo al cumplir ésta dieciséis años. En
cambio, los ataques de tos nerviosa, quizá provocada por un catarro vulgar, siguieron.
La duración de estos ataques oscilaba entre 3 y 5 semanas, en su primera fase, el
síntoma más penoso había sido una afonía completa. Pero ninguno de los tratamientos
usuales, logró resultado positivo. La muchacha, acabó por acostumbrarse a despreciar
los esfuerzos de los médicos, hasta el punto de renunciar por completo a su auxilio. Así,
para que acudiera a Freud fue necesario que su padre se lo impusiera.
31
Freud la vio por primera vez a principios del verano en que cumplía sus 16 años,
aquejada de tos y ronquera, que acabó por desaparecer espontáneamente.
Dora sólo recordaba una de sus frases de justificación: «Ya sabe usted que mi mujer no
es nada para mí».
Dora quiso regresar a pie, rodeando el lago, y preguntó a un hombre al que encontró en
su camino cuánto tardaría en llegar. «Dos horas y media», fue la respuesta.
Mientras estuvo en casa de la tía que falleció, Dora relataba haber tenido fiebre alta los
primeros días y haber sufrido aquel dolor en el vientre que la enciclopedia señalaba
como uno le los síntomas de la apendicitis (que había padecido hace poco un primo). El
segundo día y entre violentos dolores, se le había presentado el período, muy irregular
en ella desde que había comenzado a estar enferma.
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histérico. La dificultad para avanzar una pierna, debía armonizar mejor con la
significación secreta, posiblemente sexual, del cuadro patológico.
El ataque de apendicitis sucedió 9 meses después de la escena junto al lago. Así pues,
la supuesta apendicitis había realizado la fantasía de un parto. Ahora bien, si los
síntomas de Dora 9 meses después de la escena junto al lago, transferían a la realidad
su fantasía inconsciente de un parto, ello quería decir que la muchacha había dado, en
aquella otra fecha anterior, un mal paso». Siendo niña había rodado por la escalera de
su casa, en B , y se había lastimado un pie, el mismo que ahora le costaba trabajo
avanzar. Se lo vendaron y tuvo que permanecer en reposo semanas enteras. Ello
sucedió teniendo la paciente 8 años y poco antes de presentársele el primer acceso de
asma nerviosa.
Interpretación de Freud:
El hecho de que 9 meses después de la escena a orillas del lago simule usted
inconscientemente un parto y arrastre luego hasta hoy la consecuencia de aquel paso
en falso» demuestra que en su inconsciente lamenta usted el desenlace de aquella
escena, sentimiento que la ha llevado a rectificarlo en su pensamiento inconsciente. Ya
ve usted como su amor a K no terminó con aquella escena y continúa vivo hasta hoy,
contra su opinión, aunque no tenga usted conciencia de ello. (Dora no me contradijo).
A la sesión siguiente Dora le dijo a Freud que había decidido terminar el tratamiento (era
31 de diciembre). Freud le preguntó:
- ¿Cuándo tomó usted esa resolución?
- Hace 15 días.
- Quince días. Parece como si se tratase del despido de una criada o una institutriz.
Dora le cuenta a Freud que los K tenían una institutriz que no se llevaba bien con él y
esto era porque durante una temporada que la mujer de K había estado ausente el
marido la había cortejado con insistencia, asegurándole que su mujer no era nada para
él.
Las mismas palabras que le había pronunciado a Dora en su declaración.
33
Ahora Freud conoce el motivo de aquella bofetada con la que respondió Dora a la
declaración de amor. Fue un impulso de celosa venganza. Pero en el momento en que
K« le dirigió las mismas palabras que antes a la otra muchacha «Mi mujer no es nada
para mí», despertaron en Dora nuevos impulsos.
Dora se dijo: Este hombre se atreve a tratarme como a una institutriz, y esta ofensa
inferida a su orgullo, sumada a sus celos y a los restantes motivos conscientes y
razonados, colmó ya las medidas.
Freud le interpreta que se despide de él como una institutriz, tomándose un plazo de 15
días. La carta de su sueño, autorizándola para retornar a su casa, es la contrapartida de
la carta en que los padres de la institutriz prohibían a ésta presentarse ante ellos.
Dora dejó pasar un plazo de quince días. No quiso despedirse en el acto porque
esperaba que K« le otorgara de nuevo su cariño. Tal fue también el motivo que
determinó su propia conducta. Se dio un plazo para ver si K« renovaba su declaración,
demostrándole así la seriedad de sus intenciones y que no trataba de jugar con ella
como antes con la institutriz. Pero luego, al no volver a recibir noticias suyas, dio libre
curso a su venganza.
(Oct. a Dic.): Tratamiento con Freud. El padre resuelve confiársela para intentar su
curación por medio del tratamiento psicoterápico. Tosía de nuevo en forma
característica.
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Dora, había llegado a ser una adolescente inteligente y atractiva, pero su enfermedad
consistía ahora en una constante depresión de ánimo y una alteración del carácter.
Trataba secamente a su padre. Evitaba el trato social.
Todo lo que se le hacía fácilmente consciente y todo lo que recordaba conscientemente,
se refería siempre a su padre.
No podía perdonarle la prosecución de sus relaciones con K« y sobre todo con la mujer
del mismo, para Dora no cabía duda de que se trataba de relaciones eróticas. Cuando la
muchacha reprochaba luego a su padre la amistad con la señora de K« solía él
contestarle que no comprendía semejante hostilidad, pues tanto ella debía estarle muy
agradecida ya que en la época de su enfermedad se había sentido el padre tan
desesperado que había salido un día camino del bosque con intención de suicidarse. La
señora de K« había sospechado sus propósitos y le había seguido, logrando hacerle
desistir de ellos. Dora no creyó tal explicación y supuso que su padre habría inventado
el cuento del suicidio para justificar una cita con la mujer de K« en el bosque.
Cuando luego volvieron a B« el padre iba diariamente a visitar a la mujer de K« y
siempre a la hora en que el marido se hallaba en la tienda. En los paseos familiares, el
padre de Dora y la señora de K« se las arreglaban para quedarse solos. No cabía duda
de que ella aceptaba de él dinero, hacía gastos imposibles de justificar con sus propios
medios o los de su marido. El padre comenzó a hacerle regalos de importancia, y para
encubrirlos, se mostró generoso con su propia mujer y con Dora.
También después de su partida de B el padre declaraba de vez en cuando no poder
soportar el clima de su nueva residencia y empezaba a toser y a quejarse, hasta que un
día se marchaba a B«, desde donde escribía cartas rebosantes de alegría. Todas
aquellas enfermedades eran pretextos para volver a ver a su amiga. Cuando más
adelante reveló el padre su proyecto de trasladarse a Viena, Dora sospechó un nuevo
manejo para reunirse con la señora de K«, y en efecto, a las tres semanas de estar en
Viena se enteró de que también el matrimonio K« se había trasladado allí.
Cuando Dora se sentía amargada por esto, se le imponía la idea de que su padre la
entregaba a K« como compensación de su tolerancia de las relaciones con su mujer, y
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no es difícil imaginar la ira que tal idea despertaba en ella. Pero, en realidad, cada uno
de aquellos hombres evitaba deducir de la conducta del otro aquellas conclusiones que
podían estorbar la satisfacción de sus propios deseos. De este modo, K« pudo
aprovechar todo su tiempo libre para gozar de la compañía de Dora y hacerle costosos
regalos sin que a sus padres les pareciera sospechosa tal conducta.
Dora se había hecho cómplice de tales relaciones. Así, su comprensión de dicho
carácter y las exigencias de ruptura planteadas al padre, databan sólo de su aventura
con K« en la excursión por el lago.
Durante algún tiempo su última institutriz quiso abrirle los ojos sobre las relaciones de su
padre con la mujer de K« e impulsarla a tomar partido contra esta última. Dora se
enemistó repentinamente con ella. Pero Dora siguió profesando a la señora de K« una
tierna amistad y no veía motivo para considerar intolerables las relaciones de su padre
con ella. Pero además se daba cuenta de los motivos que regían la conducta de su
institutriz: ella estaba enamorada de su padre. Se indignó contra ella cuando advirtió
que el cariño que le mostraba no era más que un reflejo del que ofrendaba a su padre.
Entonces hizo que la despidieran.
Pero lo mismo que la institutriz había hecho con ella, se comportaba ella con los hijos de
K« El cariño a los niños había constituido desde un principio un enlace entre K« y
Dora, y el ocuparse de ellos había sido para esta última el pretexto que debía ocultar a
los ojos de los demás que durante todos aquellos años había estado ella enamorada de
K« De todas maneras, quedó probado que el reproche que dirigía a su padre, recaía
por completo sobre su propia persona.
El otro reproche de que su padre utilizaba sus enfermedades como pretexto y medio
para sus fines encubre de nuevo toda una parte de su propia historia secreta. También
la conducta de la señora K« le había mostrado lo útiles que en ciertos casos pueden
ser las enfermedades.
36
La muchacha comprendió así que la presencia de K. hacía enfermar a la mujer y que
ésta consideraba bienvenida la enfermedad puesto que le permitía eludir el
cumplimiento de sus deberes matrimoniales.
Dora había padecido toda una serie de accesos de tos acompañados de afonía de tres
a seis semanas, tal como habían durado las ausencias de K« Demostraba así, con su
enfermedad, su amor por K. Dora se había conducido al revés que la Sra. K.,
enfermando mientras K. estaba ausente y sanando en cuanto llegaba.
En los primeros días de su afonía le era siempre grato y fácil escribir. K« solía
comunicarle con frecuencia sus impresiones de viaje y le mandaba numerosas postales,
hasta el punto de que Dora sabía antes que la propia mujer de K« la fecha de su
retorno. La afonía de Dora significaba que cuando el hombre amado estaba ausente
renunciaba a hablar; el habla no tenía ya para ella valor, puesto que no le servía para
comunicarse con él. En cambio, adquiría mucha más importancia la escritura como el
único medio de seguir en relación con el ausente.
Uno de los sentidos del síntoma es expresado por la tos y el otro por la afonía y el curso
de lo estados patológicos. Un síntoma integra siempre simultánea y sucesivamente. El
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síntoma, una vez constituido, tiende a perdurar aunque la idea inconsciente que halló en
él su expresión haya perdido su significación primera.
No tardó en presentarse una ocasión que permitió interpretar la tos nerviosa de la sujeto
como expresión de una situación sexual fantaseada. Cuando la enferma repitió una vez
más que la mujer de K amaba solamente a su padre porque se trataba de un hombre
de recursos». Detrás de aquel giro se escondía la idea antitética, esto es, la de que el
padre era un hombre sin recursos», impotente. Una vez confirmada conscientemente
por la sujeto esta interpretación, Freud le hizo observar que se contradecía al afirmar por
un lado que las relaciones de su padre con la mujer de K eran de carácter íntimo,
sosteniendo por otro que el padre era impotente. Su respuesta fue que no, porque había
más de una forma de satisfacción sexual (el empleo de órganos distintos de los
genitales en el comercio sexual). Ella pensaba en aquellos órganos que en sí misma se
hallaban en estado de excitación (la boca y la garganta). Así, con aquella tos periódica,
expresaba una situación de satisfacción sexual oral entre las dos personas cuyas
relaciones amorosas la ocupaban de continuo. El hecho de que poco tiempo después de
esta explicación, desapareciese por completo la tos, parecía confirmarlo.
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Dora sentía y obraba como una mujer celosa; tal y como hubiera obrado su madre.
Pero al mismo tiempo, según la fantasía en que se basaban sus accesos de tos también
se identificaba con la mujer de K« Se identificaba, con las dos mujeres que su padre
había amado. Por lo tanto, se hallaba enamorada de su padre. La aparición de la mujer
de K« la había suplantado en muchos sentidos, más que a su madre. Cuando Freud
comunicó a Dora esta conclusión, la sujeto respondió: «No me acuerdo». No es posible
extraer del inconsciente otro tipo de Sí, no existe en absoluto un No para el
inconsciente.
Este amor a su padre había sido intensificado como síntoma de reacción para reprimir
otro impulso aún poderoso en lo inconsciente. Ante el aspecto que las cosas
presentaban, tal elemento reprimido era el amor a K« Había surgido en ella una
violenta resistencia contra aquel amor, renaciendo entonces su antigua inclinación hacia
el padre de su infancia. Había llegado así a convencerse de haber olvidado totalmente a
K« y sin embargo tuvo que evocar y exagerar, para protegerse contra él, su inclinación
infantil hacia el padre. El hecho de que entonces la dominase constantemente una
celosa irritación correspondía a otra determinación suplementaria. El «no» significa en
ese caso el «sí» deseado. Dora confesó que no le era posible guardar a K« todo el
rencor que por su conducta para con ella merecía.
Interpretación de Freud:
- El hecho de que 9 meses después de la escena a orillas del lago simule usted
inconscientemente un parto y arrastre luego hasta hoy la consecuencia de aquel «paso
en falso» demuestra que en su inconsciente lamenta usted el desenlace de aquella
escena, sentimiento que la ha llevado a rectificarlo en su pensamiento inconsciente. Ya
ve usted como su amor a K« no terminó con aquella escena y continúa vivo hasta hoy,
contra su opinión, aunque no tenga usted conciencia de ello. (Dora no lo contradijo).
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Lamentó usted luego tan hondamente el desenlace por usted misma provocado y lo
corrigió en la fantasía inconsciente que hubo de exteriorizarse bajo la forma de una
apendicitis. Fue, pues, para usted, un doloroso desengaño ver que su enamorado, en
lugar de reaccionar a su acusación renovando seriamente sus pretensiones, la acusaba,
a su vez, calumniosamente. Ha confesado usted que lo que más la indigna es la
suposición de que la escena a orillas del lago sea pura imaginación suya. Ahora sé ya lo
que no quiere usted que se le recuerde: que imaginó usted serias y sinceras las
pretensiones amorosas de K y creyó que no cejaría en ellas hasta conseguirla en
matrimonio.
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2. El recuerdo de la fatiga que en aquella ocasión nocturna delataba su respiración
jadeante, la llevo a preguntarse si ella misma no se habría dañado gravemente
con la masturbación, conducente también al orgasmo sexual acompañado
siempre de una ligera disnea, y luego, al retorno intensificado de esta disnea,
como síntoma.
@ El flujo blanco o catarro»,
1. En el síntoma de la tos se ve la exteriorización de la idea de Soy hija de mi
padre. Tengo, como él, un catarro. Me ha contagiado su enfermedad como antes
la contagió a mi madre. También me ha transmitido las malas pasiones, de las
cuales es castigo la enfermedad».
2. La tos y la afonía, quedan fijados por su primer disfraz psíquico, la imitación
compasiva del padre enfermo y luego por los autorreproches a causa del
catarro». Estos síntomas se observan al Dora lamentar la ausencia de K y
expresar el deseo de ser para él una esposa mejor que la suya. Cuando una
parte de la libido se orientó nuevamente hacia el padre, el síntoma adquirió su
quizá última significación para representar el comercio sexual con el padre en
identificación con la señora de K
3. Al verse con flujo repulsivo nuevamente aparece el asco que sintió en el abrazo a
K en la escena de la Tienda repugnancia transferida al contacto del hombre (la
institutriz despedida la había advertido que todos los hombres eran inconstantes y
falsos, por esto para Dora, todos los hombres eran iguales a su padre, y como
creía que su padre padecía una enfermedad sexual podía imaginarse que todos
los hombres la padecían.). Resulta ser entonces una repugnancia proyectada y
referida a su propio flujo blanco
PRIMER SUEÑO
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Interpretaciones
@ Mamá quiere poner aún a salvo el cofrecito de sus joyas. Pero papá protesta: No
quiero que por causa de tu cofrecito ardamos los chicos y yo.
1. Dora asocia esto a una discusión reciente entre sus padres en la cual su madre
se empeña en dejar en las noches cerrado con llave el comedor, que dejaría a su
hermano encerrado en su habitación, a lo cual su padre se opone ya que piensa
que por la noche puede pasar algo que le obligue a salir.
1. El hecho de que la madre, al cerrar con llave el comedor por las noches, dejando
prisionero al hermano de Dora en su alcoba, se asocia con la ocultación que
realiza K de la llave en L, lo que logro que Dora quisiera irse de L con su padre,
al ver que no podía ya encerrarse en su cuarto.
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4. El fuego además representa el amor y las ideas amorosas y que con el concepto
antitético, agua, el amor también moja.
1. Esta idea tiene que ver con el hecho del niño que moja la cama, al cual se lo
suele despertar por la noche para evitar que esto suceda, como en el sueño de
Dora su padre la despierta.
2. La enuresis nocturna duro en Dora y en su hermano más tiempo del corriente en
los niños. Por eso es que el padre de Dora en el sueño dice no quiero que mis
dos hijos perezcan.
3. Dora parece afirmar ³la tentación es cada vez más fuerte. Querido papa
protégeme como cuando era niña para evitar que moje mi cama´ . La causa de
este tipo de incontinencia es la masturbación.
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1. Dora relata que su madre es fanática de las joyas, que su padre le ha regalado
muchas y que discutieron debido a que ella quería unas gotas de perlas y él le
regaló una pulsera que ella no la aceptó. Freud dice que entonces Dora podría
haberla aceptado. Según Freud Dora ve en su madre a una antigua rival por el
cariño de su padre y pensó en aceptar gustosa lo que ella rechazaba (la pulsera).
Dora estaba dispuesta a dar a su padre lo que su madre le negaba
2. K hacia poco tiempo que le había regalado un cofrecillo. Lo cual Freud asocia con
que quedaba justificado que usted le regalase algo en correspondencia, y con
que la palabra cofrecillo» generalmente se utilizaba para denominar el genital
femenino. Es como si Dora se hubiera dicho a si misma que ese hombre anda
detrás de mí; quiere entrar en mi cuarto; mi ³cofrecillo´ corre peligro y si sucede
algo, la culpa será de mi padre».
3. En esta serie de ideas si sustituimos a la madre de Dora por la señora K, Dora se
halla dispuesta a dar lo que su mujer le niega. Aquí hallamos una gran represión
en Dora despierta nuevamente su antiguo amor por su padre para defenderse
contra el amor a K. Esto demuestra el gran temor que ella siente ante K aunque
teme mas a si misma, a la tentación de ceder a sus deseo lo que demuestra su
intenso amor por K.
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5. Las joyas» se relaciona con joyero» que denota el cofrecillo que le regalo K a
Dora. El joyero de la madre» sustituye los celos infantiles, las gotas y, por lo
tanto, la humedad sexual y de la contaminación por el flujo, y por otro lado, las
ideas actuales de tentación que impulsan a la sujeto a corresponder al amor de
su pretendiente y pintan la situación sexual inminente, deseada y temida.
@ Dora luego agrego que cada vez que soñaba este sueño al despertar olía humo.
1. Este humo tenia una relación especial con Freud ya que lo volvió a tener este
sueño mientras estaba en tratamiento psicoanalítico con el poniéndose en juego
la transferencia.
2. cuando la sujeto alegaba que detrás de algún punto no se ocultaba nada, él
argüía que no hay humo sin fuego».
3. Dora decía que su padre y K eran, como Freud, fumadores impenitentes.
También ella fumaba y después de la escena del lago ella acababa de liarle un
cigarrillo. Ella estaba reprimiendo el deseo de recibir un beso de K. Esta idea a
retrocedido a la escena de la tienda.
4. Hay una transferencia sobre Freud debido a que el también es fumador por lo
cual probablemente en alguna sesión Dora haya deseado besarlo, posiblemente
haya resuelto por esta razón abandonar la cura y haya soñado este sueño
estando en análisis.
@ Me visto a toda prisa. Luego del suceso anterior, Dora temía la aparición
inesperada de K por lo cual se vestía a toda prisa, pero K no volvió a
sorprenderla.
EL SEGUNDO SUEÑO
Voy paseando por una ciudad desconocida y veo calles y plazas totalmente nuevas para
mí. Entro luego en una casa en la que resido, voy a mi cuarto y encuentro una carta de
mi madre. Me dice que habiendo yo abandonado el hogar familiar sin su consentimiento
45
no había ella querido escribirme antes para comunicarme que mi padre estaba enfermo.
Ahora ha muerto y si quieres, puedes venir. Voy a la estación y pregunto unas cien
veces: ¿Dónde está la estación? Me contestan siempre lo mismo: Cinco minutos. Veo
entonces ante mí un bosque muy espeso. Penetro en él y encuentro a un hombre al que
dirijo de nuevo la misma pregunta. Me dice: Todavía dos horas y media. Se ofrece a
acompañarme. Rehúso y continúo andando sola. Veo ante mí la estación pero no
consigo llegar a ella y experimento aquella angustia que siempre se sufre en estos
sueños en que nos sentimos como paralizados. Luego me encuentro ya en mi casa. En
el intervalo debo de haber viajado en tren, pero no tengo la menor idea de ello. Entro en
la portería y pregunto cuál es nuestro piso. La criada me abre la puerta y me contesta:
Su madre y los demás están ya en el cementerio.
@ Dora buscaba la relación entre sus actos y los motivos que podían haberlos
provocado.
1. Era necesario aclarar por qué Dora se había sentido tan gravemente ofendida por
la declaración amorosa, y más cuando empezaba a vislumbrar que se trataba de
un hondo y sincero enamoramiento.
2. Se preguntaba, por qué en los días siguientes a la escena con K« en el lago,
había silenciado celosamente lo sucedido y por qué luego, de repente, se había
decidido a contárselo todo a sus padres. Esta denuncia a sus padres parecía
provocado ya por un deseo patológico de venganza.
Interpretaciones
@ «Va paseando por una ciudad desconocida y ve calles y plazas. En una plaza ve
un monumento».
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regalo fue hecho por un joven ingeniero al que había conocido en la ciudad en
que el padre tenía sus fábricas, deseaba pedirla en matrimonio en cuanto su
situación se lo permitiese.
2. El álbum contenía la vista de una plaza en cuyo centro se alzaba un monumento.
@ Estación: podemos sustituirla por una caja, y en el sueño caja y mujer son
conceptos próximos.
47
@ Contenido de la carta que aparece en el sueño y según la cual Dora había
abandonado el hogar familiar y su padre había muerto. El sueño corresponde a
una fantasía de venganza contra el padre que consistía en que ella abandonaría
a sus padres, marchándose al extranjero, y su padre se moriría de pena,
quedando así vengada ella.
@ Dos horas y media» fue la respuesta que le dieron después de la escena del
lago con respecto a cuanto tardaría en llegar a la casa a pie, evitando volver con
K en el
@ El bosque
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2. Ninfas» es un término anatómico con el que se designan los pequeños labios
del genital femenino situados al fondo del espeso bosque» del vello sexual.
3. Así se observa una fantasía de desfloración, y la dificultad de andar y la angustia
sentida en el sueño aluden a la virginidad, La Madonna.
@ El padre había muerto y los demás habían ido al cementerio. Muerto el padre
Dora podía leer y amar con plena libertad.
@ la carta de su madre en el sueño Acto de venganza que la sujeto había llevado a
cabo dejando al alcance de sus padres una carta de despedida.
@ El sueño
1. Uno de los motores de este sueño es el impulso hostil contra el padre (deseo de
venganza contra los hombres) reprimido, ya que Dora busca vengarse de la
facilidad con la que el padre la entrega al Sr. K y así seguir su romance con la
Sra. K.
2. este segundo sueño anunciaba que Dora se desligaría de su padre, ganada de
nuevo para la vida.
@ el padre busca salvarla del peligro. Para conseguirlo así tiene que echar a un lado
una idea contraria: la de que el padre es precisamente quien la ha expuesto a
aquel peligro. El impulso hostil reprimido contra el padre (deseo de venganza)
constituye luego uno de los motores del segundo sueño.
@ Se observa el cumplimiento de impulsos sádicos y crueles
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quería ejercitar contra K (lo abandonó como ella creía haber sido engañada y
abandonada por K)
50
conflictivas. Las anécdotas se multiplican, se abren en amplio abanico. El
paciente, subrayando su sorpresa ante esa diversidad, como encarnando
una condena en la que ³todas las experiencias de conflicto le estan
destinadas´ (con la pareja, con la familia, con los amigos). La tarea
consiste en el terapeuta en reconocer y poder mostrar que hay cierta
unidad subyacente a esa diversidad de experiencias conflictivas.
b) El reconocimiento de tales situaciones repetitivas de conflicto pasa
también por revelar los modos histéricos de comunicación. Se tratara de
comprender en que medida la interacción es afectada frente a esas
modalidades histéricas de distorsión de la comunicación.
c) El avance en la exploración de tales situaciones de conflicto permitirá ir
creando una progresiva discriminación entre los datos de una determinada
situación y la repercusión que los mismos logran en la estructura histérica.
Aquí se entra de lleno a cuestionar esa actitud ingenua, ³naturalista´, con
la que la personalidad histérica relata el acontecer y sus efectos
emocionales. El código histérico asienta en varias polaridades semánticas:
activo-pasivo, sujeto-objeto del deseo, deseo-prohibición, falico-castrado,
placer-displacer, seducción-fracaso de la seducción y resonancia
empatica-indiferencia. Liberman y Maldavsky han propuesto el eje
seducción versus fracaso de la seducción.
3- La realidad psíquica de la histeria se va cumpliendo a través del
reconocimiento de un conjunto de escenas que constituyen en un nivel
inconciente ³la realidad´ para el psiquismo histérico. Se trata de escenas
básicas, que la estructura histérica vive, busca, induce y cree encontrar en
sus vínculos con los otros. Maldavsky ha destacado varias de esas
escenas:
a) Situación depresiva, en la que el protagonista sueña con un paraíso
utópico
b) Escena de seducción, de tentación y erotizacion vitalizadotas.
c) Consumación de la seducción, exclusión del rival en una situación
triangular, seducción del personaje idealizado, representante del falo
51
omnipotente.
d) Fracaso de la seducción, retorno triunfante del rival, castración, perdida
del paraíso.
e) Nueva situación depresiva, rumiando decepciones, heridas y
resentimientos resultantes de aquella secuencia. Lento retorno hacia la
posibilidad de ensoñar la aparición de una nueva situación paradisíaca.
52
capacidad, inédita para la personalidad histérica de encontrar goce sexual
genital en condiciones de estabilidad de un vinculo amoroso.
7- La consolidación de estos desarrollos establece las condiciones para
encarar un trabajo de terminación.
ð CIE
No nos dejemos engañar por el atractivo seductor del histérico. Más que un seductor, el
histérico es un ser de miedo. Hay tres situaciones en las que el histérico está tranquilo y
se concede una tregua: cuando está enamorado, cuando está triste y, tratándose de una
mujer, cuando está encinta. La pasión del histérico es doble: amor y odio. Cuando ama,
ama a su compañero con exclusión de su sexo; y cuando odia, odia el sexo de su
compañero, desprendido de su persona amada. Este amor y este odio siempre
pasionales se cruzan y se alternan infinitamente. A menudo el amor se transforma en
devoción por un otro sin sexo (enfermos, sacerdotes o psicoanalistas). Y el odio puede
transformarse en arrebato de arrancar al otro su sexo (devoración, fellatio). El aire
sensual de los histéricos hace creer que están habitados por un afirmado deseo sexual.
Sin embargo,
119 más allá de su encanto, la vida sexual de los histéricos es confusa, limitada e
intrínsecamente insatisfactoria. El histérico vive su sexualidad de tres maneras
diferentes. Sufriendo en su cuerpo, pues el sufrimiento de los síntomas somáticos es el
equivalente psíquico de una satisfacción orgásmica. Masturbándose, pues se prefiere el
placer de la actividad masturbatoria al peligro de la relación sexual. Y disociándose entre
la figura esplendorosa de un hipersexual y la penosa realidad de un sufrimiento
traducido en insensibilidad de la zona genital.
53
El histérico pierde la vista, pero conserva la intensidad de su mirada. Ahora bien, el
histérico no percibe el encanto libidinal del otro como un rasgo sexual sino como atributo
de fuerza o signo de debilidad. Lo que excita a un histérico no es la sexualidad del otro
sino la vulnerabilidad de su fuerza o su vencimiento de la debilidad. Cuando el
psicoanalista propone a su paciente acostarse en el diván, le propone también dejarse
histerizar, perder la vista del mundo para mirar tan sólo los fantasmas del deseo. La
histeria de transferencia comienza con el diván. ¿Por qué no pensar que en nuestra
época uno de los lugares privilegiados de la histeria es el psicoanálisis? Pues, ¿qué otra
cosa es éste sino la reproducción de la histeria para curar la histeria? Lacan y Freud
califican al proceso analítico de "paranoia dirigida"; nosotros agregaremos que es
también una histeria dirigida. El histérico diría, en sustancia: "Para alejar mejor el peligro
del goce de la relación sexual, me importa asegurarme de dos garantías: que el Otro
sufra de impotencia y que me prohíba gozar." Dicho de otra manera, para salvarse de
gozar, el neurótico vuelve al Otro impotente e interdictor.
4 ÊÊ
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manejará el dinero, y más adelante mostrará las posturas ante diversas realizaciones
como: autoadmiración o autocrítica.
³La neurosis obsesiva se basa en conflictos sexuales infantiles que han sido
reactivados, perturbaciones de un equilibrio hasta ese momento eficazmente mantenido,
entre fuerzas represoras y reprimidas, aumentos, ya sea absolutos o relativos, en la
fuerza de los instintos rechazados, o de las angustias que a ellos se oponen. Para
producir una neurosis obsesiva estos factores precipitantes deben actuar sobre una
persona que haya una apropiada predisposición desde la infancia, es decir, una persona
que haya hecho regresión sádico-anal durante la infancia.´ (O. Fenichel, 1984). En la
neurosis obsesiva, las prohibiciones que se dieron en el Edipo se vuelven más rígidas
55
debido a que en este proceso donde la persona comienza a tener control sobre su
cuerpo y a hacer una diferenciación entre el ³yo´ y el ³no yo´, las reglas morales se
internalizan y se vuelven muy punitivas. Son más estrictas de lo que en realidad fueron.
El miedo que se pudo haber sentido hacia los padres se exagera y el odio sentido hacia
ellos se convierte en culpa. Los castigos impuestos por los padres se vuelven
autocastigo. Durante la posición depresiva, el niño trata de reparar los objetos que
fueron dañados en su fantasía a través de la proyección y de la introyección. Es en esta
posición cuando se empieza a formar la tercer instancia psíquica llamada Superyo, el
niño al sentir demasiada angustia por el daño a sus objetos, empieza por tratar de
eliminar la tensión y lo puede hacer a través del pensamiento y del uso de mecanismos
de defensa muy rígidos, toma actitudes o conductas inflexibles debido al temor a
mostrar la agresión hacia el objeto y que este lo abandone o sea destruido totalmente, lo
cual le produce sentimientos de culpa y ansiedad. Por otro, lado lucha por reprimir los
afectos para tener control sobre él mismo y sobre el medio, es por esto que el neurótico
obsesivo tiene una estructura consolidada a través de sus mecanismos de defensa y de
la separación entre lo que piensa y lo que siente. Dentro del proceso que se da en esta
posición, debe mencionarse que el sujeto al sentir ansiedad y a la vez sentimiento de
culpa, por haber fantaseado al objeto lleno de heces, orines y fluidos se autocastiga e
internaliza al Superyo más sádico de lo que en realidad es. En muchos casos de la
neurosis obsesiva, el sujeto no busca lleva a cabo una reparación sana (reparar al
objeto original) sino que hace reparaciones maníacas donde se hacen
seudoreparaciones pero en realidad no se repara nada, y en algunos casos también se
hacen reparaciones depresivas donde se trata de ayudar a todo el mundo menos al
objeto original. Es en esta parte donde entra el papel del analista como personaje y
como setting para que se lleve a cabo la reparación hacia el objeto la cual no se pudo
conseguir en el pasado.
Tipos:
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Ordenadores: son personas que exigen que las cosas que les rodean estén dispuestas
de acuerdo con determinadas pautas rígidas, incluyendo distribuciones simétricas.
Desplazamiento
Desplazamiento del afecto hacia representaciones más o menos alejadas del conflicto
original. Consiste en que el acento, interés, intensidad de una representación se
desprende de esta para pasar a otras representaciones originalmente poco intensas,
aunque ligada a la primera por una cadena asociativa.
Aislamiento
Se pone al resguardo de las manifestaciones del deseo del otro, que le provocan
angustia, se pregunta ¿ Qué quiere de mi ?, para que no aparezca esta pregunta, una
forma de defensa es aislarse del otro, al separar el afecto de su representación hacia
otra representación sin importancia, la defensa trabaja despojando de su afecto
concomitante (que se produce al mismo tiempo) a la representación genuina, rompiendo
los lazos significantes, o sea que dispone de los recuerdos pero estos no le dicen nada.
Anulación Retroactiva
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El sujeto se esfuerza en hacer como si, pensamientos, palabras, gestos o actos
pasados, no hubieran ocurrido, para lo cual utiliza un pensamiento o un
comportamiento, dotados de una significación opuesta. Se trata de una compulsión de
tipo mágico. (Ej. El paciente vuelve a colocar en un camino una piedra que en un primer
tiempo, habría retirado para que el vehículo de su amiga no chocase con ella.)
Para la constitución del Superyó Freud discrimina tres momentos: el primero, hostil, es
el de aniquilación del padre primordial; el segundo, amoroso, es el de la tentativa de
reencuentro; en el tercero, el dolor por la ausencia de una percepción añorada que
sustente el narcisismo, conduce a la trasmutación del recuerdo en una nueva imagen, el
tótem.
58
El concepto de desmentida implica oponerse a un juicio traumatizante ligado a una
percepción, y para lograrlo el Yo debe colocar algo a la percepción, de manera de
demostrar la falsedad de la afirmación que desea refutar. De este modo, es posible
continuar con la actividad autoerótica y mantener un vínculo en que la madre se
sostiene como ideal.
Para el niño, la castración, ha sido realizada por el padre en la madre. Por lo tanto, si el
niño anhela sostener la idealización de la madre para poder mantener así su actividad
masturbatoria, debe recurrir, en su esfuerzo por desmentir, a una identificación primaria
hostil con el padre, es decir, al intento de realizar exactamente lo opuesto de lo que este
ha ejecutado en la madre: volver a proveerle de aquello de lo que ha sido despojada.
Por otra parte el niño puede ver cuestionado el fundamento de la identificación primaria
con un modelo hostil, el padre, cuya actividad traumatizante en la madre anhela
neutralizar. Así acontece con la amenaza de pérdida de la idealización del padre
recurriendo a una investidura, como modelo de otro hombre, habitualmente
correspondiente a la familia de la madre, a la manera de un primitivo animal totémico. La
identificación de ese Yo infantil con ese modelo preserva al padre como ideal, salva su
nombre al saldar una deuda contraída por una diferencia entre el padre y el ideal.
En la constitución del Superyó existe, una tensión entre la identificación primaria con el
padre, tensión que se resuelve cuando el niño desidealiza al padre y puede entronizarlo
en el Superyó, en términos de una identificación secundaria. El deseo pasa a ser causa
de la desidealización del padre, y el niño atribuye al objeto de deseo la determinación de
pérdida de omnipotencia paterna. El resurgimiento del deseo activa el sistema defensivo
antes descripto y su claudicación, y por ello el Yo erige una defensa ante el deseo y
ante la posibilidad de que un objeto lo despierte.
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Cuando la desmentida no puede sostenerse, reaparece como trauma el juicio de que el
padre no es suficientemente importante para la madre, que existe una deuda impaga de
aquel para con esta, juicio que a veces queda expresado en el niño bajo la forma de la
afirmación de que la familia materna es económicamente más poderosa que la paterna,
como sucede en el caso del Hombre de las Ratas.
La relación del Yo con la masturbación y con la representación del objeto deseo tiene,
pues, tres momentos. En el primero, de felicidad, ambos términos (masturbación e
idealización de la madre, como modelo y objeto) son coincidentes: el goce del Yo
implica el de su madre. En un segundo momento, el goce masturbatorio del niño es
contradictorio con el de su madre, por ello aquel se esfuerza por renunciar a la
masturbación para que su madre no experimente una herida narcisista y un posterior
estado de cólera. En el tercer momento, por fin, el niño supone que el goce se da en su
madre, a costa del sacrificio propio.
60
primeros deseos inconscientes, sustitutivos de los incestuosos. Entre la forma primera y
la segunda se ha constituido el Superyó.
Lo reprimido es una fantasía masoquista que surge como consecuencia del fracaso del
juramento de no tocarse ni desear hacerlo, usado al servicio de la desmentida. Es
precisamente este goce masoquista, en que el niño fantasea ser maltratado por aquel
padre al que defraudó en su ilusión de ser salvado, uno de los aspectos central de lo
reprimido en las neurosis obsesivas.
En los cuadros obsesivos, el Yo ante la amenaza de la caída del sistema defensivo por
la pérdida de la idealización del padre, se sostiene a sí mismo como ideal que renuncia
a la masturbación y es el derivado del fracaso de esta desmentida el que sufre la
represión primordial.
El proceso que culmina con la constitución de la neurosis obsesiva implica dos tiempos.
En el primero con el registro de la diferencia de sexos, surge la desmentida y con ello
una escisión del Yo. La parte del Yo que acepta la realidad supuesta de la castración
materna ve reprimidos los deseos incestuosos (en la medida en que surge la amenaza
de castración) y segrega también una parte de sí, vía identificación, con lo cual se
constituye el Superyó (en la medida en que surge también el temor a perder el amor y la
protección de los padres).
La otra parte, que desmiente, realiza una serie de transformaciones defensivas, hasta
que finalmente surge una segunda oleada represiva (aun en el proceso de la represión
61
primordial) e identificatoria (constituyente del Superyó). Mientras que en un primer
momento el Superyó se constituyo como transformación de la investidura erótica del
objeto, del vínculo con la madre, en la identificación, en el segundo momento corre el
mismo destino (es decir, la identificación secundaria) el vínculo identificatorio hostil con
el padre, por el cual el Superyó del niño pasa a constituirse según el Superyó paterno.
62
individuales, correlativos, respectivamente, de uno y otro tipo de estructura
preconsciente.
Esto permite constituir un espacio dominado, con una seudoracionalidad que oculta su
origen topológico, que excluye fuera de aquello que no tiene significación desde la
proyección del Yo.
63
r
r c
HISTORIA PERSONAL Y
FACTORES BIOLÓGICOS(1)---------------------------------- ESQUEMAS COGNITIVOS
(2)
.Problemas y castigos por "no tener .Reglas estrictas la conducta correcta o
moralidad
suficiente cuidado con lo que se hace" .Reglas estrictas sobre la conducta y
responsabilidad
*
I) HIRI CIC
64
Iniciación del tratamiento ±
RE DE 1º DEIIÓ
exualidad infantil.
Teniendo tres o cuatro años fue culpable de morder a la niñera, quien tenía bajo su
custodia. El padre le castigó severamente. El castigo habría hecho surgir en él intensa
cólera, y mientras su padre le azotaba se debatía desesperadamente, insultándole con
furia. Pero como todavía no sabía palabra ninguna realmente insultante, le había
lanzado como tales los nombres de todos los objetos que conocía, llamándole lámpara,
toalla, plato, etc. El padre, asustado, dejó de pegarle y dijo: Este chico será un gran
hombre o un gran criminal.» El sujeto opina que la impresión de esta escena perduró
tanto en él como en su padre, que no volvió a pegarle, y él, por su parte, deriva de tal
suceso gran parte de la transformación de su carácter, pues, temeroso de la magnitud
que su cólera podía alcanzar, se había vuelto cobarde. Por otra parte, durante toda su
vida había tenido verdadero terror a los golpes, y cuando alguno de sus hermanos era
en tal forma castigado, él se escondía siempre miedoso e indignado.
Mi sexualidad fue muy precoz. Recuerdo una escena que hubo de desarrollarse
teniendo yo cuatro o cinco años -a partir de los seis poseo ya un claro y preciso
recuerdo de mi vida-. Teníamos una institutriz joven y bonita, Fräulein Peter, y una
noche que estaba leyendo echada en un sofá, le pedí permiso para meterme debajo de
sus faldas, dejándome si no lo contaba a nadie. Pude tocar sus genitales y todo su
cuerpo. Desde entonces me quedó una ardiente curiosidad de contemplar el cuerpo
femenino. Recuerdo todavía con qué ansia esperaba que la institutriz se desnudase
cuando íbamos a bañarnos, pues aún se me permitía ir en tales ocasiones.
65
A mis seis años teníamos otra institutriz, que sufría de abscesos en las nalgas y se los
curaba al acostarse, momento que yo esperaba con impaciencia para saciar mi
curiosidad. (A una pregunta mía responde que habitualmente no dormía en el cuarto de
la institutriz, sino en el de sus padres.) Recuerdo otra escena a mis siete años. Una
tarde que estábamos juntos la institutriz, una cocinera, un hermanito mío, año y medio
menor, y yo, oí que Fräulein Lina decía a las otras muchachas: Con el pequeño sí se
podría hacer, pero Pablo (yo) es muy torpe y seguramente no acertaría.» No comprendí
de que se trataba, pero se me posponía a mi hermano, y me eché a llorar. Lina me
consoló y me contó que una muchacha que había hecho aquello con el niño había ido
por unos cuantos meses a la cárcel. No creo que Lina llegase a hacer conmigo nada
ilícito, pero sí consentía que me tomara con ella grandes libertades. Cuando estaba
acostada, me llegaba a su cama y la destapaba y la tocaba sin que protestase. Ella a los
veintitrés años había tenido ya un hijo, cuyo padre se casó luego con ella.
ECE DE ECðE DE J
EE C E HER
Antes de mis ocho años hice lo siguiente: Teníamos unas escopetas de juguete. Cargué
la mía, dije a mi hermano que si miraba por el cañón vería algo muy bonito, y cuando
estaba mirando disparé. La baqueta le dio en la frente sin hacerle nada, pero mi
intención había sido hacerle mucho daño. Inmediatamente después de disparar me tiré
al suelo, fuera de mí, y me revolqué, preguntándome: ¿Cómo he podido hacer
semejante cosa? Pero lo he hecho.»
A los seis años tenía ya frecuentes erecciones, y recuerdo haberme quejado a mi madre
de las molestias que me causaban, aunque no sin cierto temor, pues sospechaba la
relación con mis imaginaciones y mi curiosidad y andaba preocupado con la idea de que
mis padres conocían mis íntimos pensamientos por haberlos revelado en voz alta sin
darme cuenta de ello. Veo aquí el comienzo de mi enfermedad. Había muchachas que
me gustaban mucho y a las que deseaba ver desnudas; pero tales deseos iban
acompañados de una sensación de inquietud, como si por pensar aquellas cosas
hubiera de suceder algo y tuviera yo que hacer todo lo posible para evitarlo.»
(Interrogado por mí, señala, como ejemplo de tales temores, el de que su padre
muriera.)
Vemos al niño bajo el dominio de uno de los componentes del instinto sexual, el placer
visual, resultado del cual es el deseo, emergente de nuevo con gran intensidad, de ver
desnudas a las mujeres que son de su agrado. Este deseo corresponde a la idea
obsesiva ulterior, y si no entraña aún carácter obsesivo, es porque el yo no se ha
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situado todavía en franca contradicción con él y no lo siente como algo ajeno a sí
mismo; pero ya se inicia, sin que sepamos de dónde procede, una oposición a tal deseo,
pues un afecto penoso acompaña regularmente la aparición del mismo. En la vida
anímica hay un conflicto. Junto al deseo obsesivo existe un temor obsesivo íntimamente
enlazado a él. Siempre que el piensa algo relacionado con su deseo, surge el temor de
que va a suceder algo terrible, y este algo reviste ya una indeterminación concomitante
siempre a las manifestaciones de la neurosis.
El temor obsesivo era Si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre morirá.»
El afecto penoso toma un matiz inquietante y supersticioso y da ya origen a impulsos
tendientes a hacer algo para alejar la desgracia, tales como se impondrán luego en las
ulteriores medidas de protección.
Hallamos un instinto erótico y una rebelión contra él mismo, un deseo (no obsesivo aún)
y un temor contrario (obsesivo ya), un afecto penoso y un impulso a la adopción de
medidas defensivas; esto es, el inventario completo de la neurosis. Y algo más: una
especie de delirio o manía según el cual sus padres conocían sus íntimos
pensamientos, porque él mismo los revelaba en voz alta sin darse cuenta. Las palabras
Revelo en voz alta mis pensamientos sin darme cuenta» suenan como una proyección
al exterior de nuestra propia hipótesis de que el sujeto entraña pensamientos de los que
nada sabe; esto es, como una percepción endopsíquica de lo reprimido. Supongo que
antes de los seis años, han existido sucesos traumáticos, conflictos y represiones que
han sucumbido luego a la amnesia, pero dejando como residuo aquel contenido del
temor obsesivo. Tal comienzo de una neurosis obsesiva crónica con semejantes deseos
voluptuosos, a los que se enlazan temores y una tendencia a realizar actos de defensa.
Jamás falta en pacientes con neurosis obsesiva una actividad sexual prematura; deja
ver cómo los factores que integran las psiconeurosis deben buscarse en la vida sexual
infantil. La vida sexual actual de los neuróticos obsesivos puede parecer muchas veces
absolutamente normal, pues ofrece menos factores patógenos y menos anormalidades
que la de nuestro paciente.
67
¿Eres Pablo?» El reproche no fue al principio muy doloroso, pues el sujeto no aceptó en
mucho tiempo como un hecho real la muerte de su padre, y así le sucedía una y otra vez
que, por ejemplo, al oír algún chiste divertido, se decía: Tengo que contárselo a papá.»
También en su fantasía continuaba vivo su padre, la expectación de sus apariciones
tenía mucho de deseado. Sólo año y medio después despertó en él el recuerdo de su
negligencia y comenzó a atormentarle cruelmente, haciéndole considerarse como un
desalmado. La reviviscencia de tal recuerdo fue provocada por la muerte de una tía
suya, casada, y su visita de pésame al marido. A partir de aquel momento añadió a sus
imaginaciones la de la vida ultraterrena. La consecuencia de esto fue una grave
incapacidad para el trabajo. Le expliqué que el afecto está justificado, y no hay por qué
criticar la consciencia de culpabilidad, pero ésta corresponde a otro contenido
desconocido (inconsciente) y que ha de ser buscado primero. EI contenido ideológico
conocido ha pasado a ocupar tal lugar por una asociación errónea. Pero no estamos
acostumbrados a sentir en nosotros afectos intensos sin contenido ideológico, y, por
tanto, cuando tal contenido nos falta, echamos mano de otro cualquiera, adecuado,
como subrogado. El hecho de la falsa asociación es también lo único que puede explicar
la impotencia de toda labor lógica contra la representación penosa.
68
defensa que había de poner en práctica para que la fantasía no se cumpliera. Cuando el
capitán habló de aquel horroroso castigo y surgieron en el sujeto las ideas, todavía
consiguió defenderse de ambas con su conjuro habitual, consistente en un ademán de
repulsa y la exclamación ¡Qué tonterías se te ocurren!» El plural ambas» hubo de
extrañarme, pues el paciente no había referido más que una: la de que el tormento de
las ratas era aplicado a la señora de sus pensamientos. Hubo de confesar que
simultáneamente a esta idea había surgido en él la de que el tormento se extendía
también a su padre. Más como su padre había muerto muchos años atrás, el temor
obsesivo resultaba aún más insensato que el primero e intentó permanecer inconfesado.
R E DE R ± I
IFIC CIÓ
La idea del tormento de las ratas había excitado toda una serie de instintos y despertado
una multitud de recuerdos, adquiriendo así las ratas toda una serie de significaciones
simbólicas:
- 4
, que había desempeñado un importante papel en la
infancia del sujeto, habiendo sido mantenido a través de años enteros por el prurito
causado por las lombrices.
- ð
: podía ser utilizada como símbolo del miedo,
justificado durante el servicio militar, a la infección sifilítica, detrás del cual se escondían
toda clase de dudas sobre la conducta del padre durante su vida en el Ejército. En otro
sentido, el mismo pene era también portador de la infección sifilítica, y de este modo la
rata se convertía en
. El pene, y especialmente el de un niño, puede ser
descrito como un gusano y en el relato del capitán las ratas pasaban por el ano como en
los años infantiles del sujeto sus parásitos intestinales. De este modo, la significación
peneana de las ratas reposaba de nuevo en el erotismo anal.
que se alimenta de excrementos y vive en las alcantarillas.
69
La asociación tantas ratas-tantos florines» podía considerarse, por ejemplo, como la
exacta definición de un oficio femenino que a él le repugnaba en extremo. En cambio,
no es quizá indiferente que la sustitución del pene por la rata en el relato del capitán
provocase en él la idea de una situación de comercio sexual que, referida a su padre y a
la mujer amada, le parecía repulsiva.
-ÊLa significación de su idea obsesiva se aclaró cuando un día emergió entre sus
asociaciones la mujer de las ratas», del Pequeño Eyolf, de Ibsen, haciendo la
conclusión de que en muchas de las formas de sus delirios obsesivos las ratas tenían
también la significación de niños.
En una visita a la tumba de su padre había visto cruzar rápidamente un animal al que
creyó una rata. En el acto supuso que salía de la tumba de su padre y acababa de
saciar su hambre en el cadáver. De la representación de la rata es inseparable el detalle
de que roe y muerde con dientes agudos. Pero la rata no se muestra sucia, glotona y
agresiva sin castigo, pues como el sujeto había presenciado muchas veces con horror,
es cruelmente perseguida y muerta por el hombre. Muchas veces había sentido
compasión de las ratas. Pero él mismo había sido un animalito sucio y repugnante que
mordía a los demás en furor y era violentamente castigado. Hallaba así realmente su
pareja en la rata.
El Destino le lanzó de este modo, en el relato del capitán, una palabra estímulo de un
complejo, y el sujeto no dejó de reaccionar a ella con su idea obsesiva. Así, pues, las
ratas eran niños, según sus primeras y más importantes experiencias. Y comunicó que
la mujer a la que durante tantos años amaba sin poder decidirse a casarse con ella
había sufrido la extirpación de ambos ovarios y estaba condenada a la esterilidad. Tal
era realmente la causa de su indecisión, pues le gustaban extraordinariamente los
niños. Sólo entonces se nos hizo posible desentrañar el proceso impenetrable de la
formación de su idea obsesiva. Cuando en aquel descanso, en el cual echó de menos
sus gafas, le relató el capitán el tormento de las ratas se sintió impresionado por el
carácter cruelmente libidinoso de la situación imaginada. Pero en el acto se estableció la
relación con aquella escena infantil en la que él mismo había mordido a alguien.
Sustituyó al padre por el capitán capaz de defender tales castigos e hizo recaer sobre sí
mismo, que se había rebelado contra la crueldad de su padre, una parte del rencor
emergente. La idea incidentalmente surgida de que tal cosa pudiera suceder a la
persona de su afecto habría de traducirse por el siguiente impulso optativo: A ti es a
quien debía sucederte algo semejante», impulso orientado contra el capitán pero detrás
de él ya contra su padre. Cuando luego, día y medio después, le entregó el capitán el
paquete postal a él dirigido y le advirtió que debía devolver al teniente A. las 3,80
coronas del reembolso, el sujeto sabía ya que su cruel superior se equivocaba y que
70
sólo a la empleada de Correos debía agradecer el adelanto. Estuvo a punto de
producirse en él una respuesta burlona y agresiva contra el capitán: Sí, se las
devolveré cuando las ranas críen pelo», respuesta que, naturalmente, hubo de retener.
Pero surgiendo del complejo paterno estimulado entre tanto y del recuerdo de la
repetida escena infantil, la respuesta que se formó fue la siguiente: Sí; devolveré al
teniente A. el dinero cuando mi padre o mi novia tengan hijos.» O esta otra: Tan cierto
es que le devolveré el dinero como que mi padre y mi novia pueden tener hijos.» Esto
es, una afirmación burlona enlazada a una condición absurda e irrealizable. Pero de
este modo había cometido ya el crimen de burlarse de las dos personas que le eran más
queridas: su padre y su amada; tal crimen exigía un castigo, y éste consistió en
imponerse un juramento imposible de cumplir y que obedecía estrictamente a la
invitación errónea de su superior. Poseído por una obediencia convulsiva, reprimió su
perfecto conocimiento de que el capitán fundaba su invitación en una premisa errónea:
Sí; tienes que devolver al teniente A. el dinero, como te lo ha mandado la persona que
representa a tu padre. Tu padre no puede equivocarse.» Su consciencia llega a tener
una vaga noticia de este proceso: pero la rebelión contra el mandato del capitán y su
transformación en lo contrario están también representados en ella. Primero, No debes
devolver el dinero, pues si no sucederá » (El castigo de las ratas.) Y luego, el
juramento antitético como castigo a la rebelión.
FR CIÓ DE
R IDE EIV
71
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72
Completó el relato de sus esfuerzos por cumplir su juramento obsesivo. Por la noche se
celebró la última reunión de los oficiales antes del término del período militar. Le
correspondió contestar al brindis dedicado a los señores reservistas» y habló
elocuentemente, pero como un sonámbulo, pues en el fondo le seguía atormentando su
juramento. La noche fue espantosa. Argumentos y contra argumentos pugnaron
ruidosamente en su cerebro. El argumento principal era, naturalmente, que la premisa
fundamental de su juramento se había demostrado errónea, ya que el teniente A. no
había pagado por él ningún dinero. Pero se consoló pensando que A. haría con ellos, al
día siguiente, una parte de la marcha hasta la estación ferroviaria de P. y podría él darle
el dinero, rogándole que se lo entregase a B. Llegado el momento, no lo hizo y dejó
partir a A. sin decirle nada, encargando, en cambio, a su asistente que le anunciara su
visita para aquella misma tarde. Por su parte, llegó a las nueve y media de la mañana a
la estación, y cumplió con diversos asuntos en la pequeña ciudad, siempre con el
propósito de hacer luego su anunciada visita a A. El pueblo en que A. se hallaba estaba
a una hora en coche de P. El viaje en ferrocarril hasta la localidad donde se hallaba la
oficina de Correos duraba tres horas: creía, pues, que habría de serle posible alcanzar,
una vez llevado a cabo su complicado plan, el último tren que salía de P. para Viena.
Las ideas que en él pugnaban eran las siguientes: Por un lado, que si no acababa de
decidirse a cumplir su juramento, era por pura cobardía, pues quería ahorrarse la
molestia de pedir aquel servicio a A. y aparecer ante él como un perturbado. Y por otro,
que la cobardía estaba precisamente en cumplir el juramento, ya que con ello se
proponía tan sólo libertarse de sus ideas obsesivas. Cuando en una reflexión se
contrapesaban de este modo sus argumentos, el sujeto acostumbraba abandonarse al
azar, y así, cuando un mozo de la estación le preguntó si iba a tomar el tren de las diez,
contestó afirmativamente y partió en dicho tren, creando un hecho consumado que le
alivió mucho. Al pasar el empleado del coche-comedor le encargó que le reservase un
puesto para la comida; pero ya en la primera estación se le ocurrió que todavía podía
bajar en ella, tomar un tren en sentido contrario hasta la localidad donde A. se hallaba,
hacer con él el viaje de tres horas hasta la oficina de Correos, etc. Sólo el encargo dado
al empleado del coche-comedor le retuvo de poner en práctica tal propósito, pero no
renunció a él por completo, sino que lo fue aplazando de estación en estación hasta
llegar a una en la que no podía descender por tener parientes en la localidad a la que
correspondía, y, entonces decidió seguir ya su viaje hasta Viena, buscar a su amigo,
someterle la cuestión y volver en todo caso a P. en el tren de la noche. Ante mis dudas
de que le hubiera sido posible llevar a cabo semejante plan, me aseguró que entre la
llegada de su tren y la salida del otro habría podido disponer de media hora. Pero al
llegar a Viena no encontró a su amigo en la cervecería donde esperaba, y ya a las once
de la noche le vio en su casa y le contó su perplejidad. El amigo se manifestó
asombrado de que aún dudase de que se tratara de una idea obsesiva, le tranquilizó por
aquella noche durante la cual durmió sin angustias, y a la mañana siguiente le
acompañó a Correos, donde impuso un giro de 3,80 coronas dirigido a las oficinas
73
postales que habían recibido el paquete con los lentes. Si al ser llamado a la razón por
su amigo no había ya girado la pequeña suma al teniente A. ni tampoco al teniente B.,
sino directamente a la oficina de Correos, tenía que saber y haber sabido ya antes de su
partida que sólo a la empleada de Correos, y a nadie más, adeudaba el importe del
reembolso. Y, en efecto, resultó que así lo sabía antes de la advertencia del capitán y de
su juramento, pues ahora recordaba que horas antes de su encuentro con el capitán
cruel había hablado con otro capitán, que le había explicado el verdadero estado de
cosas. Este último oficial, al saber su nombre, le había dicho que había estado en la
oficina de Correos, donde la empleada le había preguntado si conocía a un cierto
teniente H. (nuestro paciente), para el cual acababa de llegar un paquete postal contra
reembolso. EI oficial había contestado negativamente, pero la empleada había
manifestado que confiaba en la honorabilidad de aquel teniente desconocido y
adelantaría el importe del reembolso. Así llegaron a poder de nuestro paciente los lentes
que había encargado por telégrafo. El capitán cruel se equivocó al advertirle, cuando le
entregó el paquete, que debía dar las 3,80 coronas a A. Nuestro paciente debía saber
que aquello era un error, y, sin embargo, hizo, sobre la base de tal error, el juramento
que había de atormentarle. En ello, y luego en su relato de tales sucesos, se ocultó a sí
mismo y me ocultó a mí el episodio del otro capitán y la existencia de la amable
empleada de Correos. La decisión de consultar a un médico quedó entretejida en el
delirio en la siguiente ingeniosa forma: Se haría dar por un médico un certificado de que
para su restablecimiento le era necesario llevar a cabo, con el teniente A., aquella serie
de actos que había proyectado, y seguramente tal certificado movería al oficial a aceptar
de él las 3,80 coronas. La casualidad de que en aquellos momentos cayera entre sus
manos un libro mío orientó hacia mí su elección. Pero comprendiendo que no había de
obtener de mí tal certificado, sólo me pidió que le libertase de sus ideas obsesivas.
Muchos meses después le acometió de nuevo la tentación de ir a P., buscar al teniente
A. y representar con él la comedia de la devolución del dinero.
El azar, que ayuda en la producción de síntomas como el sentido literal de una palabra
en los chistes, permitió que una de las pequeñas aventuras del padre tuviera con la
invitación del capitán un elemento común. El padre había perdido en una ocasión,
jugando a las cartas (pielratte), una pequeña suma que le estaba confiada en su
calidad de suboficial, y lo hubiera pasado mal si un camarada no se la hubiera prestado.
Cuando abandonó el Ejército y llegó a una posición acomodada, buscó al bondadoso
camarada para devolverle aquel dinero, pero no pudo encontrarle. El recuerdo de esta
falta juvenil de su padre era penoso, ya que su inconsciente tenía dudas hostiles sobre
las cualidades del mismo. Las palabras del capitán Tienes que devolver al teniente A.
las 3,80 coronas», sonaron en sus oídos como una alusión a aquella deuda no pagada
de su padre.
74
IDECIIÓ E FICI DE CRRE ± IDEIFIC CIÓ C ð DRE
ueños
1° EÑ
+ + &
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'" La
pugna de sus sentimientos con respecto a su amada era demasiado clara para que
pudiera escapar por completo a su percepción consciente, aunque de las
manifestaciones obsesivas de la misma debemos deducir que no poseía idea exacta de
la profundidad de sus impulsos negativos.
uº EÑ
³Veo a su hija (la hija de Freud) ante mí, pero en vez de ojos tiene dos pellas de
estiércol´. El sujeto se casa con mi hija, no por sus bellos ojos, sino por su dinero.
Fantasías
CRRECI DE DE
R CI ð DRE ð R E IÑ IIER
75
En los años posteriores no había disipado por completo el tormento que le generaba la
fantasía de que sus padres adivinaban sus pensamientos. A los doce años se había
enamorado de una niña, hermana de un amigo (enamoramiento no sexual, pues no
deseaba verla desnuda, pero que no se mostraba tan cariñosa con él como él hubiera
deseado. Entonces se le ocurrió la idea de que si le sucediera una desgracia, la niña le
trataría con mayor ternura, y, como tal desgracia, surgió en su imaginación la muerte de
su padre. El infantil sujeto rechazó en el acto con toda energía tal idea, y todavía
actualmente se defiende contra la posibilidad de haber concebido semejante deseo
aduciendo que, en todo caso, se habría tratado de una mera asociación mental. (Por mi
parte, le objeto que si no había sido un deseo, no tenía entonces por qué
reprochárselo.) Opto, pues, por abandonar la discusión, haciéndole observar que la idea
de la muerte del padre no debió de surgir en aquella ocasión por vez primera en su
pensamiento.
76
suponerse que el odio se hallaba ligado a una fuente, a un motivo, que lo hacía
indestructible. Así, pues, por un lado, tal relación impedía que el odio contra el padre
fuera destruido por el cariño, y, por otro, el cariño estorbaba que el odio se hiciera
consciente, de manera que al odio sólo le quedaba un camino: seguir subsistiendo en lo
inconsciente, del cual le era posible, sin embargo, escaparse rápidamente en algunos
momentos. Aquella señora, a la cual había él propuesto a su padre, al pensar en el dolor
que su muerte había de causarle, le inspiraba un intenso cariño, pero nunca había
sentido hacia ella deseos auténticamente sensuales, como los que llenaron su niñez.
Sus impulsos sensuales habían sido, en general, mucho más intensos durante su
infancia que en la época de la pubertad. Le hago observar que ha dado ya la respuesta
que esperábamos, descubriendo con ella el tercer carácter principal de lo inconsciente.
La fuente de la cual extraía la hostilidad contra el padre su indestructibilidad se hallaba
relacionada con deseos sensuales, para cuya satisfacción habría visto en algún modo
en su padre como un estorbo. Tal conflicto entre la sensualidad y el amor filial es típico.
Las pausas a que antes había aludido se debían al hecho de que la explosión precoz de
su sensualidad había traído consigo, como primera consecuencia, un apaciguamiento
de la misma. Sólo cuando de nuevo habían surgido en él intensos deseos amorosos,
había vuelto a surgir la hostilidad, al constituirse una situación análoga. Aquel deseo de
hacer desaparecer al padre para que dejase de ser un estorbo había tenido que nacer
quizá cuando el padre no le era tan querido como la persona sensualmente deseada, o
cuando él mismo no era capaz aún de una decisión clara y concreta; esto es, en su
temprana infancia, antes de los seis años, fecha a partir de la cual adquirió ya
continuidad su memoria.
EFER ED D DE D
Juzgando que su amada concedía gran valor a la posición social de sus pretendientes,
fantaseaba que se había casado con un hombre que ocupaba un cargo oficial. Luego le
era conferido a él un puesto análogo y ascendía, hasta quedar por encima. Un día aquel
hombre cometía un acto punible y su amor se arrojaba a sus pies pidiéndole que
salvase a su marido. El se lo prometía y le contaba que si había aceptado un cargo
oficial, era por amor a ella, pues había previsto que llegaría un momento en el que
podría serle útil. Ahora, una vez cumplida su misión, salvando a su marido, dimitiría
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inmediatamente. En otras fantasías, en las que se le presentaba ocasión de hacer a su
amada un importante servicio sin que la misma supiera que era a él a quien se lo debía,
el paciente reconoció tan sólo el cariño que aquella mujer le inspiraba y no los
sentimientos hostiles que aquel cariño mantenía reprimidos. Confesaba que en
ocasiones sentía claros impulsos de causar algún mal a su adorada. Tales impulsos se
apaciguaban, por lo general, en presencia de la misma y lejos de ella surgían.
Se preparaba para unos exámenes y jugueteaba con la fantasía de que su padre vivía
aún y podía tornar a su lado en cualquier momento. Por entonces se las arreglaba de
manera que sus horas de estudio coincidieran con las últimas de la noche, y entre las
doce y la una interrumpía su labor, abría la puerta que daba al pasillo, como si su padre
esperara detrás de ella, y, en su cuarto, se ponía frente al espejo y contemplaba en él
su pene desnudo. En vida de su padre había sido más bien un mal estudiante, con lo
cual le había disgustado e irritado, y ahora quería darle la satisfacción de que si su
espíritu volvía a la tierra en aquellas horas nocturnas, le encontrase estudiando. Pero la
otra parte de su manejo no podía proporcionar al padre satisfacción ninguna. Le
desafiaba, pues, con ella y expresaba así, en un acto obsesivo que él mismo no
comprendía, las dos caras de su conducta para con él, análogamente a como en otro
acto obsesivo posterior ya mencionado, en el que quitaba y volvía a poner una piedra al
paso de su amada, expresaba las dos facetas de su actitud para con ella. Siendo niño,
había cometido alguna falta sexual relacionada con el onanismo y había sido castigado
violentamente por su padre. Este castigo habría puesto término, al onanismo, y habría
dejado rencor contra el padre y fijado para siempre ya su papel de perturbador del goce
sexual.
Nuestro sujeto perdió unas cuantas semanas de estudio por causa de la ausencia de la
señora de sus pensamientos, que había salido de viaje para cuidar a su abuela enferma.
Hallándose celosamente consagrado al estudio, se le ocurrió: No es difícil cumplir el
mandato de presentarse bien preparado a los próximos exámenes. Pero ¿qué sucedería
si se te impusiera la decisión de cortarte el cuello con la navaja de afeitar?» En el acto
advirtió que aquella decisión se le acababa de imponer; fue a su armario para tomarla
navaja, pero pensó: No, no es tan sencillo. Tienes que asesinar primero a la vieja que
te ha separado de tu amada.» Aterrado ante criminales estímulos, cayó redondo al
suelo. La relación de esta idea obsesiva con la vida del paciente se encuentra ya
contenida en la iniciación de su relato. Su amor estaba ausente mientras él se
78
consagraba al estudio, para presentarse a examen cuanto antes y casarse con ella.
Durante el estudio le invadió la nostalgia de la ausente y pensó ¡Quisiera ir allí y
asesinar a esa vieja, que me priva de la vista de la mujer a quien quiero!»
Inmediatamente sigue el mandato punitivo: Mátate tú para castigarte de tales impulsos
coléricos y asesinos»; y todo el proceso penetra entonces con violentísimo afecto y en
sucesión inversa - primero el mandamiento punitivo y al final la mención de los impulsos
punibles - en la consciencia del enfermo.
DE DE
Z R ± CE DE D ðR ðRI
ðRE
ER D E E RC
ðIEDR E C E
El día en que su amada se marchó, el sujeto tropezó en una piedra de la calle y tuvo
que apartarla a un lado porque se le ocurrió que, al cabo de pocas horas, pasaría por
79
allí el coche de su amada y podía tropezar y volcar en aquellas piedras. Pero minutos
después pensó que era un disparate, y tuvo que volver y colocar de nuevo la piedra en
medio de la calle. Después de la partida de su amada se apoderó de él una obsesión de
comprensión, se obligaba a comprender exactamente cada una de las sílabas
pronunciadas por los que a él se dirigían, como si de otro modo se le escapara un gran
tesoro. En consecuencia, preguntaba y una y otra vez: ¿Qué has dicho?» Y cuando se
lo repetían pretendía que la primera vez habían dicho otra cosa y permanecía
insatisfecho. En nuestro enamorado se libra un violento combate entre el amor y el
odio, orientados hacia la misma persona, y queda representado en el acto obsesivo,
importante también como símbolo, de apartar del camino la piedra y anular luego aquel
acto amoroso, llevando de nuevo el peligroso obstáculo al lugar que ocupaba, para que
el coche de su amada tropiece en él y vuelque. Tales actos obsesivos en dos
tiempos, cuya primera parte es anulada por la segunda, son típicos de la neurosis
obsesiva. Naturalmente, son mal interpretados por el pensamiento consciente del
enfermo, el cual los provee de una motivación secundaria, racionalizándolos. Pero su
verdadero significado está en la representación del conflicto entre dos impulsos
antitéticos de igual magnitud y, siempre de la antítesis de odio y amor. Presentan
especial interés erótico porque nos muestran un nuevo tipo de la formación de síntomas.
En vez de encontrar, como sucede en la histeria, una transacción en una sola
representación, se satisface aquí a ambos elementos por separado, primero uno y
después a otro, aunque no sin llevar antes a cabo la tentativa de establecer una especie
de enlace lógico entre los elementos antagónicos desprovisto a veces de toda lógica.
El conflicto entre el amor y el odio halló todavía en nuestro paciente otros distintos
medios expresivos. En la época en que volvió a sentirse religioso se impuso la
obligación de rezar, y el tiempo que a ello dedicaba fue siendo cada vez más largo. Si,
por ejemplo, decía: Dios le proteja», el espíritu maligno le añadía en el acto un `no'.
C RE ± DE
R CI DE ð DRE E E
Si me caso con la mujer a la que amo, le sucederá a mi padre una desgracia (en el más
allá). Si interpolamos ahora los elementos intermedios omitidos, obtendremos el
proceso mental siguiente: Si mi padre viviera, mi propósito de casarme con esa mujer le
haría encolerizarse tanto como en aquella pretérita escena infantil de manera que
también yo me enfurecería de nuevo contra él y le desearía terribles males que la
omnipotencia de mis deseos haría caer irremediablemente sobre él.
DE
R CI RII
Tenía una sobrinita a la cual quería mucho. Un día surgió en él la idea siguiente: Si te
permites realizar una vez más el coito, le sucederá a la pequeña Ella una desgracia (se
80
morirá). Interpolando lo omitido, resulta el proceso siguiente: En todo coito, has de
pensar que, si te casas, el comercio sexual con tu mujer no tendrá jamás por
consecuencia el nacimiento de un hijo (a causa de la esterilidad de su amada). Ello te
dolerá tanto, que te hará envidiar a tu hermana por su pequeña Ella, y tu envidia
acarreará la muerte de la niña.
ratamiento
81
inagotable poder de premio, de compensación con creces). Se trata para nosotros de
poner en evidencia que en toda esa modalidad de comportamientos no hay un ³sujeto´,
alguien que pueda elegir entre conductas alternativas, que pueda ser centro de
autoevaluaciones para tal elección, que pueda considerarse con necesidades a colocar
en relación con necesidades de los otros. La búsqueda incesante de un objeto deseante
para el sujeto deseado ha encubierto a un sujeto también deseante (este ha quedado
rígidamente encauzado en el sistema del desear ser objeto del deseo del otro). La
creación de interrogantes sobre el lugar del sujeto que no están destinados a encontrar
respuestas inmediatas, es para nosotros la creación de la dirección en el camino del
, en el camino del =>
y de la elaboración. Es también una manera
fecunda de enfrentar al ego obsesivo con la evidencia de sus limitaciones pero no sólo
con la experiencia de esa evidencia sino a la vez con la presencia de una tarea.
Responder a esa interrogación sobre su ubicación en cuanto sujeto, así como vivir
experiencias en las que ese sujeto vaya gradualmente emergiendo, son direcciones
abiertas desde los comienzos del proceso y destinadas a persistir a lo largo de todo su
desarrollo.
Entre las experiencias a constituir como tareas, en función del proceso terapéutico a
desenvolver, debemos privilegiar la creación de experiencias de ³soledad´. Se trata de
constituir espacios, tiempos en los cuales el paciente quede temporalmente libre de las
presiones propias de su modalidad de interacción con otros significativos (esa
modalidad en la que el otro es dueño de su imagen, el amo al que debe conformar
amoldándose a sus deseos) Colocando en situación de alivio a esas presiones
inmediatas, el paciente obsesivo podrá encontrarse más lleno con sus dificultades
internas, con su vacío de funciones de sujeto, con su desconocimiento de sí mismo, con
su dificultad para ocupar ese tiempo y ese espacio. Estas dificultades no podrían
confundirse con las conductas efectivamente demandantes que a menudo los demás
juegan. Estas experiencias serán inicialmente experiencias de angustia, experiencias de
una falta indiscutible de autonomía. Poco a poco se transformarán también en
experiencias de registros potenciales propios, de esbozos de autonomía, de localización
incipiente de impulsos no derivables de mandato exterior. La experiencia clínica nos va
destacando la fecundidad de cultivar atentamente esta dirección de experiencias.
82
complementaria de ese nivel interpretativo en el cual se aborda el plano de la
estructuras inconscientes (en el cual las dificultades expresivas se comprenden
enlazadas con la represión erótica y de impulsos agresivos, con la modalidad retentiva
anal de los afectos, así como las disociaciones, ideas-impulsos). Precisamente, cuando
el paciente toma conciencia de la posibilidad y de su necesidad de expresar estados
emocionales que ha aprendido a reconocer, entonces las dificultades para llevar a cabo
a esa expresividad se transforman en un factor revelador, de puesta en evidencia de la
influencia de ansiedades y defensas estructurantes de un mundo inconsciente dinámico.
Esa puesta en evidencia es para el trabajo de un yo observador un elemento impulsor
de elaboraciones de profundidad creciente.
Sin embargo hay un trabajo del terapeuta que a cierto plazo habrá de producir
movilizaciones de esa estructura diádica repetitiva. Es el trabajo de colocarse
efectivamente en una posición no deseante. Hasta donde ese rol no deseante es
posible, se hace decisivo poder ensayarlo. No deseante en sesión, en cuanto a la
posibilidad de aceptar un paciente que no asocia, racionaliza, rechaza interpretaciones
muy cercanas a los observables. No deseante en relación al afuera, ya que el paciente
espera cambios, se impacienta ante sus dificultades para todo cambio, y espera del
terapeuta la misma impaciencia. Entonces se trata en primer lugar de que el terapeuta
pueda asumir que la sesión no ³debe´ producir nada, excepto la evidencia de las
dificultades para una producción (la del trabajo sobre el material). Si el terapeuta puede
sostener esa posición no deseante, entonces su rol va emergiendo, como el efectivo
lugar del tercero, el que sale del mundo diádico, narcisista y desde allí puede sin
escándalo que el paciente es un sencillo ser humano, ése que puede tener trabas,
bloqueos, represiones, y mostrar que todo eso puede ser registrado sin escándalo, nada
se desmorona, es eso, a trabajar. Esta posición va introduciendo para el psiquismo del
paciente una organización vincular novedosa, no regida por las presiones de una
demanda en espejo. Entre el paciente y el terapeuta no hay lazos de intercambio
prescriptos, no hay destinos ligados, hay aire, por ese espacio se va introduciendo lo
real, sus diferencias, la independencia de cada uno, una radical soledad.
83
Desarrollar relaciones de integración entre diferentes niveles y tipos de
pensamiento y lenguaje
Estamos trabajando con una estructura que ha hecho del proceso secundario de
pensamiento uno de sus bastiones defensivos. Que tiende a utilizar el concepto no para
acercarse a las conexiones de sentido, que de modo singular puede evocarnos, sino
precisamente para despojarlo de esas conexiones. Que nos presenta un mundo
³objetivo´, estados de cosas antes que significaciones. Desde allí se nos presenta como
riesgoso (pasible de una asimilación resistencial, racionalizadora) emplear nociones
conceptuales a las que muestra formación profesional nos hace proclives (hablar de
³dominación, ³agresión´, por dar ejemplos)
84
³oficial´ para el ego obsesivo. Esa historia pasa ahora a ser armada, teniendo en
consideración todos los elementos que se abren en múltiples direcciones de sentido.
Esta etapa es la de abrir camino de desarrollos creativos, que son aquellos capaces de
desestructurar lo dado, lo que existía como rasgos estereotipados de conducta, y
permitir la emergencia de lo desconocido, lo espontáneo, lo inédito. Allí va apareciendo
un nuevo sujeto, sorprendente para el paciente y para el terapeuta, alguien solo
presentido y nunca presente hasta entonces. Descubrimiento de condiciones nuevas
para la configuración de un sí mismo abierto, más auténtico, libre de un rígido
compromiso con imágenes de valoración ideal.
Farmacoterapia
85
Diversas pruebas clínicas han demostrado que aquellos medicamentos que afectan la
serotonina (neurotransmisor) pueden reducir significativamente los síntomas del T.O.C.
El primero de estos psicofármacos, específicamente aprobado para su uso en el
tratamiento del T.O.C., fue el antidepresivo tricíclico clomipramina (Anafranil*).
Los psicofármacos de segunda generación, que son los utilizados hoy en día, se llaman
Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (I.S.R.S.). Algunos de ellos son
fluoxetina (Prozac), fluvoxamina (Dumirox o Luvox) y paroxetina (Neurotrox o Seroxat).
Otro que ha sido estudiado en pruebas clínicas controladas es sertralina (Zoloft o
Besitrán). Estudios extensos han demostrado que estos medicamentos favorecen, al
menos ligeramente, a casi el 80% de los pacientes. Y en más de la mitad de los casos,
la medicación alivia los síntomas del T.O.C. al disminuir la frecuencia e intensidad de las
obsesiones y compulsiones. La mejoría por lo general lleva dos semanas o más.
erapia cognitiva
?'
!
A) Elaboración de una lista exhaustiva de rituales y el grado de ansiedad que generan o
eliminan cada uno de ellos (jerarquía de rituales).
B) Detectar conductas de evitación pasiva: conductas que el sujeto desarrolla para evitar
la aparición de un daño.
86
C) Detectar las relaciones entre las claves de miedo y las conductas de evitación: Las
amenazas o daños que cree evitar con las mismas.
uº ocialización terapéutica:
Se le explica al sujeto la relación entre el pensamiento (obsesiones y expectativa
amenazante o "temor"), la conducta (rituales y/o otras conductas de evitación) y el
estado emocional (p.e ansiedad); los objetivos de la terapia, el procedimiento general y
el autorregistro.
3º Intervención:
El tratamiento medio suele constar de unas 15 sesiones. Se pueden distinguir dos
fases en el mismo:
87
ERI FÓIC
Definición
Del griego phobos, temor, pánico, terror, miedo. De la deidad del mismo nombre que
provocaba pánico en sus enemigos. La fobia se define como temor extremo, formación
de síntomas neuróticos que surgen forzosamente, siendo el síntoma conductor la
angustia, sin que exista un peligro real, ante determinados objetos o situaciones con lo
que la conducta queda cohibida1.
Hay cuatro características que permiten definir un temor concreto como fobia:
Según el manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), las fobias son
consideradas dentro de los ³Trastornos de ansiedad´, Se involucra también a otras
categorizaciones, pero específicamente se enmarca la mayor parte de la casuística
dentro de ³Crisis de angustia´, ³ gorafobia´, ³Trastornos de angustia´, ³Fobia
específica´ y ³Fobia ocial´. Caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de
una crisis de angustia desencadenada por el objeto o situación fobígena. 2
88
@ icmofobia: Fobia a los cuchillos
@ asofobia: Fobia a caminar
@ elonefobia: Fobia a las agujas
@ ilonefobia: Fobia a las arañas
@ romidrofobia: Fobia a aroma personal
@ rontofobia: Fobia a los truenos
@ Catagelofobia: Fobia a ser ridículo
@ Cenofobia: Fobia a los espacios áridos
@ Cibofobia: Fobia a los alimentos
@ Cinofobia: Fobia a los perros
@ Claustrofobia: Fobia a estar encerrado
@ Cocorafobia: Fobia al fracaso
@ Coitofobia: Fobia al coito
@ Copitofobia: Fobia al fracaso
@ Coprofobia: Fobia a los excrementos
@ Cremiofobia: Fobia a la soledad
@ Demofobia: Fobia a las multitudes
@ Emetofovia: Fobia al vómito
@ Entomofobia: Fobia a los insectos
@ Eritrofobia: Fobia a enrojecer
@ Fogofobia: Fobia al miedo
@
amofobia: Fobia al matrimonio
@ Haptefobia: Fobia a ser tocado
@ Hematofobia: Fobia a la sangre
@ Hipengiofobia: Fobia a la responsabilidad
@ $enofobia: Fobia al vacío
@ isofobia: Fobia a la locura
@ isofobia: va la suciedad
@ ecrofobia: Fobia a los cadáveres
@ dinofobia: Fobia al dolor, al sufrimiento, a las penas
@ ðantofobia: Fobia a todo
@ ðeniafobia: Fobia a la pobreza
@ elafobia: Fobia a los relámpagos
@ eofobia: Fobia a Dios
@ Zoofobia: Fobia a los animales
Etiología:
Como ya hemos mencionado, Freud sostenía que el complejo de castración es nuclear
en las neurosis y según Maldavsky3: *
3
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág. 343
89
decir que esta angustia corresponde al temor de perder la investidura fálica, que
habitualmente recae sobre el pene y fundamenta el goce en la actividad autoerótica.
Ante esta amenaza surge una angustia, como angustia señal, tal como la llama Freud
en Inhibición, síntoma y Angustia, que advierte la inminencia de un peligro, este peligro
es el de la castración llevada a cabo por el padre, que vale como peligro de separación.
Tal como lo vemos en el caso Hans (caso que usaremos para explicar la etiología de las
fobias) en donde se presenta una angustia de castración que vale como separación o
pérdida del objeto. Aquí el peligro se figura como temor de pérdida del genital y vale
como pérdida del objeto.
Hans primero padece de angustia y hay como un llamado, una apelación a la castración,
es decir, un llamado a un padre que no castra. En la constelación familiar de Juanito, es
notoria la figura del padre muy permisivo, que se obstina en no castrar. La madre se lo
lleva al niño a la cama desoyendo al padre en sus reclamos de que no es recomendable
para el niño. También se lo lleva al baño, pero el padre no hace ninguna objeción a ello.
No solo muestra una tolerancia muy peculiar, sino que podemos juzgar que está fuera
de la situación, pues diga lo que diga él, las cosas siguen su curso decididamente,
mientras la madre en cuestión no tiene en cuenta, en lo más mínimo, las observaciones
sugeridas por el personaje del padre.
90
posición donde reniega de la castración. Lacan se pregunta cual es el lugar que ocupa
este niño para el deseo materno, es decir cual es la función del niño para la madre y
postula dos posibilidades:
@ Una que el niño encarne la metáfora del deseo de la madre por el padre
@ La otra posibilidad es que encarne la metonimia del deseo de la madre por el falo,
que no tiene y que no tendrá nunca.
El niño desea ser investido por dicho objeto en dos lugares, el de consagrado,
idealizado por la madre y el de objeto, este doble deseo ante la mujer es correlativo de
ubicarla como modelo y objeto, esto suele derivar de una situación infantil donde el niño
idealizaba a la madre quedando como ayudante de ella.
Para que surja la fobia en la posición heterosexual es requisito, dice Maldavsky5, que la
madre que fue modelo en la prehistoria del complejo de Edipo no resigne ese lugar.
Para el paciente, la madre es la que da sentido a través de la palabra hogareña,
mientras que la del padre se presenta indecisa, la palabra de la madre proyecta al
paciente en la cultura en lugar del padre.
4
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág.344
5
Maldavsky, Complejo de Edipo positivo, Amorrortu editores, Pág.345
91
4- El deseo junto con la rivalidad, y la agresión hacia figuras connotadas
sádicamente no puede convertirse en enunciado reflexivo del Yo de Realidad
Definitivo, por lo tanto éste los expulsa de la conciencia.
5- Las significaciones inaceptables que constituyen al retoño, regresan tópicamente
al Ello y quedan sometidas junto a las representaciones primarias al
procesamiento por Principio de Placer-Displacer.
6- Los enunciados imposibles de ser producidos, dejan como primer efecto lagunas
mnémicas en el Yo. Soluciones de continuidad en la lógica del Yo, éste no sabe
que repite, por Ej.
7- Característico de la fobia: el afecto de las representaciones inaceptables no logra
suprimirse ya que éstas al estar referidas al caballo, quedan alejadas del padre y
la madre que son las fuentes auténticas generadoras de la angustia, que es el
blanco directo de la represión.
8- Las representaciones mencionadas en 5 y 6 adquieren suficiente investidura
como para intentar el avance hacia la conciencia, despertando la alarma del Yo
de Realidad Definitivo.
9- El Preconciente del Yo de Realidad Definitivo abandona la representación
³caballo´, por las connotaciones adjudicadas en el recuerdo como ³caballo que
muerde´ o ³caballo que se tumba´. ³Caballo´ no podrá ser procesada por las
representaciones del Principio de Realidad y es abandonado para que se
soporte, por proyección, las significaciones inconcientes correspondientes a los
padres.
ratamientos
Encontrar esas vías y la manera de enfrentarlas son los problemas de las técnicas
terapéuticas.
Este autor propone un proceso terapéutico en los pacientes fóbicos que se presente
como el despliegue progresivo de varias fases: cada fase presenta ciertas tareas como
posibles y necesarias, con cierto grado de prioridades que pone en juego con mayor o
menor intensidad, ciertos conflictos y activa correlativamente problemáticas
transferenciales particulares.
92
1- Primer fase:
En esta fase se debe lograr el vínculo terapéutico, es decir especificar condiciones de
contrato, objetivos, encuadre para lograr la puesta en marcha del proceso. Los
pacientes fóbicos suelen presentar una gran ambivalencia al aceptar un contrato y
comprometer cierta duración del proceso y cierta frecuencia de sesiones. El paciente y
el terapeuta parten de diferentes ópticas acerca de lo que es necesario y de lo que es
posible y desde esas diferentes ópticas es sobre lo que se debe trabajar hasta lograr
una zona de transacción entre lo posible y lo necesario. Zona en la cual los puntos de
desacuerdo puedan ser objeto de un trabajo compartido.
2- Segunda fase:
Esta fase es en la que hay que revelar la situación de interacción en la que el paciente
está incluido. Aquí hay que abordar la problemática del paciente a través de situaciones
de interacción, esto parece accesible para el paciente dado que en las fobias las
defensas disociativas y proyectivas tienden a configurar un espacio intermedio en el cual
lo interno y lo externo están constantemente en relaciones ambiguas. La ambigüedad de
este espacio aparece en las fobias como una condición de tolerancia para aproximarse y
contactar con sus propias pautas.
Para el paciente fóbico es más tolerable hablar de su relación con los otros y de los
otros que de él mismo, según Fiorini:
(
,
aunque todavía no se anime a pensar que eso también le pasa a el. Fiorini no intenta, ni
pretende que el paciente se de cuenta de que eso también le pasa, se prefiere que sea
el paciente el que llegue a ese momento.
En esta fase el trabajo se realizará en una zona de entrecruzamiento entre una óptica
de psicología grupal y entrecruzamiento de otra individual de mecanismos
intrapsíquicos.
3- Tercer fase:
Esta fase se dará a partir de que se haya logrado crear progresivamente un espacio
interno como reconocimiento de una realidad psíquica individual.
Esta realidad mencionada está ausente en el paciente fóbico y no la puede asumir por lo
que debe llegar a aprehenderla y tolerarla, el problema que esa realidad pertenece a la
zona amenazante, es por eso que esto nace en la segunda fase en la que se va
aproximando al paciente a la construcción de condiciones para poder aceptar la zona
temida que es su psiquismo.
Esta delimitación permite investigar los conflictos profundos del paciente, su universo
deseante.
93
Los conflicto en relación con las posiciones en el Edipo (en relación con la castración y
posiciones fálicas) se hacen trabajables en esta etapa, se hace posible trabajar en la
estructura de los objetos fobíjenos y de los objetos protectores, así se puede discriminar
fantasmas de castración y las experiencias actuales que evocan a esos fantasmas.
4- Cuarta fase:
En esta fase emerge la angustia como resultado del trabajo profundo realizado en las
fases anteriores, con una nueva intensidad, esta angustia puede emerger por que el
paciente ha ido debilitando sus defensas, ya que aprendió que sus defensas fóbicas
estaban instauradas para defenderlos de amenazas de castración, que en realidad eran
su verdadera castración.
5-Quinta fase:
Este trabajo de terminación replantea y reactiva todos los conflictos de todas las fases,
dando lugar a nuevas síntesis y reconstrucciones que permitirán el curso de un
autoanálisis interminable.
ðsicoterapia cognitiva
. FI EðECFIC
1. ð DI
ÓIC DE FI EðECFIC ðR E D -IV
D. Las situaciones fóbicas se evitan o soportan con una ansiedad o malestar intenso.
94
E. La evitación o ansiedad fóbica interfiere significativamente en el funcionamiento
psicosocial
El modelo cognitivo de las fobias (Beck y Emery, 1985; Cottraux y Mollard, 1988) postula
que la ansiedad fóbica está asociada con una predisposición en el procesamiento de
información referente al peligro-amenaza que implica determinado objeto o situación. No
es el objeto, evento o situación lo que el sujeto teme, sino la anticipación de las
consecuencias que puede tener dicha situación.
Por ejemplo (Beck, 1985) una paciente con fobia a los doctores y hospitales había
tenido un incidente traumático en el consultorio. Su médico había practicado una
incisión en su garganta antes de que ella estuviera completamente anestesiada y su
miedo a los hospitales estaba directamente relacionado con la creencia de que, a pesar
de estar bajo el cuidado del médico, ella podía haber dejado de respirar.
2- Sobre generalización: El sujeto a partir de una situación donde anticipa una amenaza,
la relaciona con otras situaciones similares en las que podrían ocurrir las mismas
amenazas , todo ello sin evidencia suficiente.
95
- DE C
IIV DE FI EðECIFIC -
96
experimento ningún malestar y jamás la evito) a 8 (Experimento un malestar extremo y
siempre la evito).
5. E ðRCE DE IERVECIÓ
En líneas generales sigue el mismo proceso que la T.C. general. Sin embargo,
destacamos los siguientes puntos:
3º ðreparar al sujeto para enfrentar las situaciones evitadas y así poder modificar
sus predicciones de anticipación de consecuencias negativas y no control. Papel de los
"experimentos personales".
6. CIC DE IERVECIÓ
6. . CIC C
IIV :
4 Ê Parada y cambio de pensamientos negativos, uso de tarjetas con
listado de recuerdos positivos o características positivas del sujeto.
97
Î4Ê RÊ4!ð! ð Ê El terapeuta suele utilizar
la llamada FLECHA DESCENDENTE para detectar los significados asociados a las
anticipaciones negativas (Ej. "Tengo miedo a la oscuridad"- ¿Y qué ocurriría si está en
un lugar oscuro?- "Se me corta la respiración y temo morir"). A veces es útil RASTREAR
el origen histórico de esos significados para ganar autocomprensión y motivación para el
cambio.
"Ê 4 %ðÊ Es la técnica básica para el manejo de las fobias
simples. Consiste en jerarquizar las situaciones fóbicas y en exponer al sujeto a ellas
(gradualmente o no, imaginativamente y/o en vivo) de modo que se prevengan las
respuestas de evitación y hasta que disminuya la ansiedad en ellas. Desde un punto de
vista cognitivo se presentan como "experimentos personales" para comprobar las
anticipaciones catastrofistas y de incontrolabilidad.
. FI CI
1. ð DI
IC DE FI CI ðR E D -IV
G. El temor o evitación social no se debe ni se explica mejor por otro trastorno mental,
consumo de sustancias psicoactivas o enfermedad médica
u. E DE C
IIV DE FI CI : E DE DE EC$ (1985)
98
El sujeto habría desarrollado esquemas cognitivos referentes a significados y valores
amenazantes sobre el hecho de ser desaprobado, criticado o rechazado por su
actuación en una situación social. Esos esquemas se activarían en las situaciones
sociales y producirían distorsiones cognitivas como:
- DE C
IIV DE FI CI - (FI
.3u)
1º) Lograr que el sujeto se exponga a las situaciones sociales evitadas reduciendo o
eliminando su tendencia a experimentar ansiedad y conductas de evitación en las
mismas.
99
2º) Desarrollar en el sujeto competencias cognitivas-conductuales que le permitan
afrontar las situaciones sociales evitadas.
De este modo los objetivos están referidos a los principales componentes del
problema fóbico: el situaciónal-conductual; al cognitivo o valorativo y las habilidades
sociales de afrontamiento social (Cottraux, 1990).
100
conductas donde el sujeto tiene como objetivo expresar opiniones, peticiones o
negación ante determinadas presiones de otros (Ej. "He dudado en concertar citas o
aceptar citas por causa de mi timidez", "Cuando no es de mi agrado la comida que me
sirven en un restaurante me quejo al camarero"). (Rathus, 1971).
7º) so de rol-playing: El terapeuta puede pedir al paciente que sobre una situación
social representada en la consulta, ejecuta en vivo una determinada conducta (p.e
"Negarse a comprar ante un vendedor a domicilio") y evaluar así distintos aspectos de
esa conducta. Así mismo puede utilizar escalas de valoración para codificar distintos
aspectos de esas conductas (p.e Escalas de valoración de habilidades sociales de
Wilkinson y Canter, 1982).
5. E ðRCE DE IERVECIÓ
Como en otros trastornos, el proceso sigue una secuencia del siguiente tipo:
6. CIC DE IERVECIÓ
101
6. . CIC C
IIV :
- Cuestionamiento: ¿Qué ley obliga a otra gente a darme la aprobación que espero de
ellos?, ¿A que me expongo si para funcionar personalmente tengo que tener antes la
aprobación de alguien?, ¿Donde está la prueba de que cuando me rechazaron fue el fin
del mundo?, ¿Dónde está escrito que mi valor dependa de la opinión de otros?...etc.
102
sociales", "Me pongo nervioso y no se que decir") o bien desconfirmando las
expectativas catastrofistas y la conducta de evitación relacionada ("No puedo soportar
que me miren", "Si me pongo nervioso me tengo que ir", "Si me critican no podré
soportarlo"...)
Indicado sobre todo en casos donde el sujeto no tiene habilidades para afrontar
situaciones sociales y que refuerzan las cogniciones de incompetencia personal. El
terapeuta identifica las situaciones relacionadas donde el sujeto se muestra
incompetente, la representa con el sujeto, y modela alternativas que va reproduciendo el
paciente y le va dando feedback al respecto. Este proceso puede potenciarse si en cada
paso se identifican las cogniciones asociadas a la conducta incompetente y las posibles
cogniciones alternativas al ensayo de nuevas habilidades. El rol-playing, el modelado, el
ensayo conductual, las técnicas cognitivas y autoinstruccionales y las tareas para casa
suelen formar parte de un entrenamiento en habilidades sociales cognitivo- conductual.
Es un tipo de habilidad social indicada en casos de inhibición social (el sujeto sabe
como hacerlo pero lo evita por miedo a las consecuencias) y de incompetencia social.
Su finalidad última es que el sujeto exprese sus opiniones, deseos y sentimientos
(positivos y negativos) de modo persistente, pero respetuoso con otros (no agresivo). A
nivel cognitivo se trata de "descentrar" la dependencia del sujeto a criterios de
valoración externos y autoafirmarse en los personales. Puede ser útil previo al
entrenamiento asertivo, presentar las creencias que mantienen la
conducta no asertiva y las creencias que apoyan los derechos personales, y revisar con
el paciente sus implicaciones. Esto puede evitar que la conducta asertiva sea disonante
a un valor personal (p.e que "siempre hay que anteponer los deseos ajenos a los
personales"). (p.e. Cottraux, 1990; Ellis, 1989).
C.
R FI
1. ð DI
IC DE
R FI ðR E D -IV
103
A. Presencia de agorafobia, definida por los siguientes criterios:
1. Ansiedad al hallarse en lugares o situaciones de los que resulta difícil o embarazoso
escapar en caso de que no haya ayuda disponible ante un ataque de pánico o síntomas
similares
2. Se evitan o soportan con gran ansiedad las situaciones agorafóbicas (Ej.: viajar) o
ansiedad anticipatoria a experimentar un ataque de pánico, o solo se enfrentan con la
presencia de compañía
3. La ansiedad o evitación agorafóbicas no se explican mejor por otro trastorno mental
u. DE C
IIV DE
R FI : E DE DE EC$ (1985) Y
E DE DE
ID Y II (1985)
El modelo de Guidano y Liotti (1985) difiere del anterior en invertir el orden y jerarquía
de las cogniciones implicadas. Para estos autores habría dos niveles cognitivos: un nivel
cognitivo más explícito (consciente) referente a las atribuciones causales mantenidas
por el sujeto sobre lo que le sucede, y por las expectativas referente a su estado.
Básicamente se refiere a la idea del sujeto de tener una enfermedad que puede irrumpir
de modo brusco y de las consecuencias anticipadas de su posible aparición (temor a
volverse loco, sufrir un ataque cardiaco, etc).
104
Los significados básicos identificados por Beck y Emery (1985) son puestos a este
nivel. Por otro lado, habría un nivel más profundo o tácito (más inconsciente o abstracto)
que contendrían dos reglas de acción básicas para el sujeto. Estas reglas supondrían la
obligación que tiene el sujeto de evitar la soledad y la obligación de mantener el control
de las situaciones. El sujeto tendría problemas para verbalizar y detectar esas reglas
("hacerlas conscientes") y atribuiría erróneamente su ansiedad a padecer una
enfermedad de aparición imprevisible. El origen de las dificultades de pasar el
conocimiento tácito a explícito habría que buscarlo en la Bowlby; ver capítulo 5 y 8). El
desarrollo de un "apego ansioso" hacia los progenitores y la alteración de los vínculos
afectivos (separación, pérdida) se encontraría en el origen de la organización cognitiva
agorafóbica.
- DE C
IIV DE
R FI -
105
se pueden abandonar cuando se desea..)
106
3) taques de pánico: Ficha de valoración de síntomas (Salkovskis, 1989): Es un
listado de 28 ítems referentes a síntomas típico de la crisis de angustia. El paciente
valora la intensidad percibida de los mismos (Desde 0- Nada molesto a 4-Muy molesto o
intenso).
5. ðRCE DE IERVECIÓ
Utilizamos el modelo de Beck y Emery (1985) y Guidano y Liotti (1985) para presentar el
proceso de intervención. Los tres primeros pasos serían comunes a ambos modelos, y
los dos últimos al modelo de Guidano y Liotti (1985):
6. CIC DE IERVECIÓ
107
?6A3ÿ #BC-AïBA#@:AB#! Se enseña al sujeto a ralentizar su respiración a 8-
10 ciclos respiratorios por minuto, regulándola con la ayuda de un metrónomo. Debe ser
una respiración superficial para no aumentar la alcalosis, que agravaría los síntomas.
Una vez que el sujeto a aprendido a manejar la respiración del modo descrito se le
induce a producir una hiperventilación voluntaria (Ej. respiración rápida, aguante
respiratorio, etc) y a controlarla mediante la regulación respiratoria. De esta manera el
sujeto posee una técnica de inoculación.
Una vez detectado se puede poner a prueba (Ej. Pensamiento automático: "Voy a
perder el control" - Consecuencia: ¿Qué pasaría si ocurriera? - Respuesta: "Sería
considerado un loco por la gente y mi familia" - Consecuencia:¿Qué pasaría si
ocurriera? - Respuesta
(Postulado/Supuesto): "Yo debo tener el control de las situaciones y evitarlas para que
no me de un ataque de pánico, sea internado y desaprobado por la gente que me
conoce").
108
HIRI CIC :
. Mujer de 19 años.
2) Motivo de consulta:
Miedo a la presencia de los pájaros. Este miedo (fobia) es muy invalidante pues la lleva
a tener dificultades para salir de casa y encontrarse con pájaros. Ella no puede
aproximarse a un pájaro menos de 5 metros de distancia, y solo puede pasar
rápidamente cerca de un pájaro a 2-3 metros.
3) Sintomatología:
. Cognitiva:
- Monólogo interiores referidos a encontrarse con un pájaro.
- Insoportabilidad valorada del hecho anterior.
. Afectiva:
- Ansiedad/miedo a las situaciones de encuentro con los pájaros.
. Fisiológica:
- Temblor.
- Taquicardia.
. Motivacional:
- Deseos de huida-evitación.
. Conductual:
- Evitación. Quedarse en casa.
Ella sitúa el inicio de su trastorno cuando tenía tres años. Entre sus antecedentes
destacan que sus dos padres tenían "depresiones". Ella ha tenido varios intentos
suicidas y vive en un ambiente conyugal perturbado. A los 3 años su madre fue
ingresada en un sanatorio por tuberculosis. Ella fue llevada a casa de su abuela que
tenía pollos. Sus primos la perseguían con plumas de pájaros, o bien excitaban los
pollos contra ella. Ella atribuye el inicio de su fobia a la separación de su madre y a esta
situación vivida en casa de su abuela.
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Con 17 años fue tratada de una embolia grave con apendicetomía.
El año pasado fue tratada de su fobia con relajación de Schultz durante cuatro meses
sin resultado alguno.
esión nº1:
La situación fóbica fue clasificada en una escala subjetiva de malestar ansiosa que iba
de 0 a 100. A partir de esa escala se construyó una jerarquía de estímulos, de mayor a
menor grado de ansiedad evocada.
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A- Exposición gradual en imaginación: Después de 5 minutos de relajación la paciente
participó en 15 minutos de exposición en la imaginación. Dos escenas sucesivas se
presentaron (imaginar una pluma negra a 50 cm sin tocarla e imaginar cogiendo una
pluma y tocándola).
B- Una sesión de exposición en vivo desarrollada inmediatamente: De acuerdo con el
paciente una pluma es situada a un metro cincuenta sobre la mesa del terapeuta. Al
principio la ansiedad subjetiva es de 5 (escala de 0 a 8). A los 5 minutos la ansiedad
subjetiva era de 2.
C- Al final de la sesión el terapeuta y la paciente acordaron una tarea a domicilio:
reproducir la sesión en imaginación, cada día hasta que la ansiedad subjetiva decreciera
al menos un 50%.
Nota: Aunque el terapeuta había construido una jerarquía de 10 a 100, que podía haber
utilizado muy gradualmente (Desensibilización sistemática), optó finalmente por un
método de exposición, comenzando por niveles altos de ansiedad subjetiva (eligiendo la
situación de tocar una pluma de
pájaro). El resultado positivo de la primera sesión le hizo seguir con esta técnica.
esión nº u:
. Exposición en imaginación:
- Coger y tocar una pluma.
- Meter la pluma en su bolso.
- Ansiedad inicial: 5
- Ansiedad a los 10 minutos: 2
. Exposición en vivo: tocar una pluma.
- Se sitúa una pluma a 2 metros de la paciente. Ella debe de aproximarse cada vez más
a ella y meterla en su bolso. La ansiedad es muy elevada (6, de 0 a 8), ella expresa un
sentimiento intenso de repulsión, llora y grita. Entonces ella cuenta un episodio infantil
donde sus primos la perseguían con unas plumas para hacerla llorar. Ella también teme
de que el terapeuta le arroje las plumas (durante 20 minutos).
esión nº 3:
Ella dice estar deprimida y nerviosa pero también aliviada de tener acceso a la situación
temida. Ella pasó a 10 m. de un papagayo en la ciudad. De nuevo la sesión consiste en
una exposición en imaginación seguida de una en vivo a tocar una pluma y metida en el
bolso.
Tarea para el hogar: Transportar la pluma en su bolso.
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esión nº
a nº 9:
ðost-cura:
La paciente es vista un mes después de la última sesión de tratamiento. Su pájaro ha
muerto. Ella lleva siempre una pluma en su bolso. Ella ahora no evita los pájaros.
A los 8 meses es nuevamente revisada, tiene dos faisanes en su jardín, va al gallinero.
Ella ha visto "Los Pájaros" de A. Hitchcock, pero detesta las películas de terror que
aprecia tanto su marido.
DATOS--------------------PRETEST-------------POSTEST------------POSTCURA A LOS 6
MESES
.Pánico 0 0 0
.Ansiedad general 2 0 0
.Cuestionarios de miedos
-Fobia total 26 2 0
-Ansiedad depresiva 2 0 0
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Fobia Específica
ibliografía
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SALKOVSKIS. P. M and WARWICK. H. M. C: Cognitive therapy of obsessive-compulsive
disorder. In: C. Perris; I. M. Blackburn, and H. Perris: Cognitive psychotherapy. Springer-Verlag.
Berlin. 1988.
SELIGMAN. M. E. P: Phobias and preparedness. Behavior Therapy, 2, 307-320. 1971. Recogido
el día 28/09/09 desde http://www.redsanar.org/drfobia/Terapias/manual12f.htm
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