Las Elegías de Ibn Zamrak
Las Elegías de Ibn Zamrak
Las Elegías de Ibn Zamrak
MIJNA R. BASTAWI
Ibn Zamrak, como poeta de la corte de Granada, compartió con sus monarcas no
sólo sus alegrías y victorias, sino también sus tristezas. Sin embargo, a diferencia
de lo que ocurre con los panegíricos, la elegía no fue un género muy cultivado por
Ibn Zamrak. Dentro del dñvñn del poeta no se han conservado más que cuarto
elegías largas, tres llorando la muerte de Muhammad y y una, la de al-~arTf al-
Garnáti.
En términos generales, en la elegía se muestra la compasión y se expresa el
dolor. Así mismo, reflejan también la emoción y los sentimientos. Al componer
una elegía, en principio, el poeta no pedía ni esperaba nada a cambio, sino solo
queda explicar la melancolía de su alma y la pena de perder a los seres queridos.
Generalmente, y en particular en la poesía andalusí, se han conservado sobre todo
las elegías compuestas con motivo del fallecimiento o del cambio de fortuna de
los gobernantes, como las de Ibn al-Labbána llorando a los Banii ‘Abbád, por
ejemplo.
Al analizar las elegías de Ibn Zamrak observamos que son muy semejantes
a sus panegíricos, sin que haya grandes diferencias entre unos y otras, salvo que
sus panegíricos, cuando elogiaba a su rey Muhammad V, se inician con un
preludio amoroso, que en sus elegías falta por completo, y comienzan desde el
primer verso con el elogio del fallecido.
Las elegías árabes suelen contener tres temas diferenciados: 1) llanto por el
difunto, 2) elogio fúnebre, y 3) exhortación a resignarse ante la muerte.
En las elegías de Ibn Zamrak están presentes el elogio y el llanto por el
muerto, y apenas encontramos alusiones a la resignación ante la muerte, tema que
sólo encontramos, por ejemplo, en un pasaje de tres versos del poema en
llorando la muerte de Muhammad V, donde dice a su sucesor Yñsuf II:
Este artículo ha sido realizado dentro del Proyecto «El pensamiento islámico y su desarrollo
en al-Andalus II», dirigido por el Dr. Rafael Ramón Guerrero, a quien deseo expresar mi gratitud
por acogerme con una beca en su equipo investigador.
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Como vemos por estos versos, Ibn Zamrak en su elogio fúnebre de Muhammad
a pesar de la belleza de su estilo, sigue los pasos de sus predecesores, tanto en
la forma como en el contenido, si apartarse apenas de los conceptos, tantas veces
repetidos, que conocemos de otras elegías. Lo mismo puede decirse de los pasajes
de tipo sapiencial, que inserta en el preludio del poema, aunque se queda muy
lejos de la profundidad que alcanzan en sus reflexiones poetas orientales como
Abñ Tammám, al-Mutanabbi o al-Ma’arri.
Como remate de su poema, Ibn Zamrak bendice la tumba del monarca e
invoca la mediación del Profeta:
Es ésta una elegía, como ya he señalado, que está mucho más cerca del panegírico
que del género elegiaco. Ibn Zamrak apenas es capaz de expresar con hondura el
efecto sobre sí mismo de la muerte de un monarca por quien sentía un tipo de
afecto y de admiración que se desborda en la mayoría de sus panegíricos.
Posiblemente ello se deba a dos razones: en primer lugar, porque, cotro dice el
Dr. Sawqi Dayf, «el elogio fúnebre está más cerca del panegírico que de la
expresión de una verdadera tristeza»7; y, en segundo lugar, porque, como decía
Ibn Ra~Tq en la Umda, «una de las dificultades de la elegía es combinar la
expresión de dolor por el monarca fallecido y la felicitación al nuevo soberano».8
Efectivamente, Ibn Zamrak debía reunir en su poema el llanto por Muhammad y
y la felicitación a su hijo Yñsuf II por haber accedido al poder. Quizá por ello
observamos esa tibieza de sentimientos a lo largo del poema, y por eso también
el poeta pasa a elogiar al nuevo sultán, aconsejándole sobre su política futura, en
general, que continuase la de su padre Muhammad V en pro del reino y de sus
súbditos. Pero después de todo esto, Ibn Zamrak alcanza a expresar su tristeza y
su afecto por el monarca fallecido, así como el dolor y cariño de todos los
súbditos.
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O
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Las elegías de Ibn Zamrak 33
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1-le comentado al principio de este artículo que la cuarta elegía de Ibn Zamrak que
se ha conservado está dedicada a al-&arif al-Garnátí. Voy a referirme a ella muy
brevemente en estas últimas lineas. Es un largo poema de cincuenta y siete versos,
con nma en qaf, que se inicia así:
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
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