La Advertencia Huxleyana - Neil Postman
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LA ADVERTENCIA HUXLEYANA
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«la hora de la información», «la explosión de la información» y «la
sociedad de la información». Aparentemente, hemos avanzado hasta
llegar al punto de captar la idea de que un cambio en las formas, el
volumen, la velocidad y el contexto de la información significan
algo, pero no hemos pasado de ahí.
¿Qué es la información? O mejor dicho, ¿qué son las informa-
ciones? ¿Cuáles son sus diversas formas? ¿En qué conceptos de
inteligencia, de sabiduría y de aprendizaje insiste cada forma? ¿Qué
conceptos descuida o burla cada forma? ¿Cuáles son los principales
efectos psíquicos de cada forma? ¿Cuál es la relación entre infor-
mación y razón? ¿Cuál es la clase de información que facilita mejor
el pensamiento? ¿Existe una tendencia moral para cada tipo de
información? ¿Qué significa decir que hay demasiada información?
¿Cómo podría uno saberlo? ¿Qué redefiniciones de significados
culturales importantes requieren las nuevas fuentes, la velocidad,
los contextos y los tipos de información? ¿Da la televisión un nuevo
significado, por ejemplo a la «piedad», el «patriotismo», la «priva-
cidad»? ¿Da un nuevo sentido a vocablos tales como «juicio» o
«comprensión»? ¿De qué forma persuaden los diversos tipos de
información? ¿Es distinto el público de un diario al de la televisión?
¿Cómo dictan los distintos medios de información el tipo de conte-
nido que se expresa?
Estas preguntas y muchas otras son los medios a través de los
cuales tal vez sea posible que los estadounidenses comiencen a
replicarle al televisor, como dice Nicholas Johnson. Por que ningún
medio es excesivamente peligroso si los usuarios perciben sus ries-
gos. No importa si aquellos que hacen estas preguntas llegan a mis
mismas conclusiones o a las de Marshall McLuhan (que, por cierto,
son bastante diferentes). Éste es un caso en el que es suficiente
hacer las preguntas. Preguntar es quebrar el hechizo, a lo cual se
podría añadir que las preguntas sobre los efectos psíquicos, políti-
cos y sociales de la información, son aplicables tanto al ordenador
como a la televisión. Aunque creo que el ordenador representa una
tecnología sobrevalorada, la menciono aquí porque los estadouni-
denses le han otorgado, claramente, su acostumbrada inconsciente
falta de atención; lo que quiere decir que la usarán según se les indi-
que, sin queja alguna. Por tanto, la tesis central de la tecnología del
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