La Envoltura Formal Del Síntoma (Agnès Aflalo) PDF

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A. An¡r,o, A. Anan¡as, M.-H.

Bnoussc,
G. Cr¡srnes, A. D¡ Cnccn, A. Fnvo,
F. I¡cuu., H. Mp¡vano, A. Mnru¡r, D. Mrrpn,
J.-A. Mrlan, J. Ravann, A. Srawus,
M. Srneuss, R. Wenrei,

LA ENVOLTURA
FORMAL DEL SINTOMA

MANANTIAL
I
SINTOMA Y trNVOLTURA
F'ORMAL

Dlseño dc tapa: (ir¡st¡¡vo M¡u'¡l

Hecho cl dcpí>slto (ll¡(' rr¡¡u('¡l lrr lry I l.Tilil


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O 1989, I.lcll<:lt¡r¡cn Mnn¡urll¡rl l'ltl,


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EDICIONIiS MANAN I'¡AI,


RBFLEXIONES SOBRE Iá. ENVOLTURA
FORMAL DEL SINTOMA

Jacques-Alaín Miller

¿Existe algún psicoanalista que prescincla del concepto de sintoma o


al menos no tenga la noción práctica cle este concepto? No lo creo. Aun-
que podamos pensar que se prescinde fácilmente del de estructura,
aunque hasta podamos dudar de que las estructuras cl¡n¡cas sean
estructuras estancas -yde hecho en todaun áreade laprácticadel psi-
coanálisis se cree en una suerte de continuo clinico, se multiplican los
casos borderline, se habla de estados y no de estructura-, Ia noción de
sintoma, porel contrario, aparece como básica, comoverdaderamente
elemental. En cierto modo responde a la conciencia natural, a la filo-
sofia espontánea del terapeuta o del rnédico, puesto que es constitu-
tlvo de la posición médica el referirse a Ia noción de arrnonia, de lo que
funciona perfectamente en conjunto, de lo que anda en consonancia,
y aqui el sintoma aparece como lo que perturba esa arnonia, la alte-
ra, la destruye. Asi pues, no hay síntoma sin la referencia a cierta sin-
fonia que se veria perturbada por una disonancia, por la aparición de
un accidente. Este es el valor griego de sumptóma -que curiosamen-
te conserya el sun de la sintesis. de la reunión, del conjunto-, o sea de
lo que se produceJunto y coincide. El sintoma lleva consigo esa con-
notación médica, esa conexión con la armonia, e inevitablemente
cambia de valor cuando ya no se lo aborda desde la posición médica
sino en el discurso analíttco.
Admitimos que en este discurso ya no está articulado con una ar-
FUENTES YTRADUCTOITES monía supuesta sino con una referencia de otro orden que sin embar-
go podemos considerar completamente contraria: el sintoma cambia
[.os textos de J,-A. Miller V M,-H. Brousse fucron pulrll<:ados c¡l lils A<:tcs de radicalmente de sentido cuando se lo vincula noya con una armonia
I'Ecole de laCause freudieine, Ne IX, LesJormes clu sürlptcirle, y trudur:lclos por
Irene Agoff y Adrtana Torres resPectivamente.
slno con una disarmonia, es decir, Io que abreüamos llamándolo
castración. Podriamos decir que el sintoma, en el psicoanálísis, es ar-
10 JACQTJI,]S.AI,AIN MII,LI'IT I^A EWOLTURA Flf,RI\,fAL DEL SINII)MA II

mónico con la castración. Y esto es lo que crea problernas para aislztr Hoy no voy a responder a esta cuestión pues es preciso que esta_
--
el ser clel sintoma en el psicoanálisis. I)ara decirlo rápiclartnente y con- blezca preüamente algunosJalones, es preciso que trace las coorde-
cluir esta introducción: no podemos aislarlo más <¡ue como ttn ser nadas cartesianas del sintoma, sus dos ejes, de los que se puede declr
que La.can desplazó elacentodel unoalotroalo largode su enseñanza:
hablante, el ser hablante clel sintoma. Abreviemos clicienclo: el hablan-
teser del sintoma. el eJe del mensaJe y el eJe del goce.
Hace poco tuve ocasión cle decir cle qué moclo pocliamos iltrapar en El sfntoma analÍtico, ¿es un mensaJe o un goce, una manera de
gozaf? creo haber demostrado ampliamente en mi curso que el abor-
la práctica al hablanteser del sÍntoma, y ello partienclo de l-a«:an. I-la-
daJe de Lacan se desplaza de una deflniclón a la otra, q,r..r, "Función
mé a esta intervención "sintomay fantasma", y no hubiera pasarclo <le
ahi si Jacques Adam rlo me hubiese peclido que hablara en estas Jnr- ycampo de lapalabraydel lenguaJe", el sintomaes abordado como un
nadas, cosa que hago gustoso porque me dije que iba a aclararnte una mensaje, y que en su semtnario "RSI", por eJemplo, lo sitúa como una
expresión de l-acan que ejerció sobre mi unaseclucción particular, trna manera de gozar. curiosamente, éste es un trayecto que repite el de
suerte de armonia especial, la de 'envoltura forrnal clel sintorna". Fteud' qulen partió del sintoma histérico como interprltablá y llegó a
Ia reacción terapéutica negativa, al masoquismo primordial y á ta
Aunque haya indicaclo en el programa la referencia exacta cle esla
slón de muerte, es decir a la cuestión de aquello que se satisface, de
i"t-
expresión en la compilación de los Escritos, es sin clt¡cla conveniente
que la sitúe en su contexto. Aparece en la recordación que hace Lacan una manera cerrada, en el sÍntoma. No voy a reiterar esta demostra-
de sus antecedentes, especialrnente psiquiátricos, y cle aqtrello r¡tre lo clón, hoy ampliamente conocida, pero puedo intentar ilustrarles con
condujo, para decirlo en pocas palabras, de Clérambault y Kraepelin una anécdota -elevada, si puedo, al apólogo- cómo puede ser poslble
gozar de un mensaJe.
a Freud y de la necesidad -término que él emplea- que lo llevó al psi-
coanálisis. Larazón que da l-acan es precisamente esa'lidelidad a la El ejemplo que voy a dar es muy reclente, data de ayer por la tarde
y no sucedió aqui, puesto que falté a las charlas de la tarde
envoltura formal del sintoma'. Hace de ella, pues, su acceso particu- ¡ra que tuve
lar, primero, en cierto modo ori§inario al cliscurso analitico, y esto por que visitar a mi abogado y por moüvos sumamente ligados a la
larazón de que esa "lidelidad a Ia envoltura lon¡ral clel sinton.ra, qtte enseñanza de [,acan; lncluso podría decir: a su envoltura formal. y co-
es laverdadera huella clinica [...1, [o condujo] a ese li¡nite en qtre ella
mo durante nuestra conversación pensaba constantemente en lo que
se invierte en efectos de creación'. Sigue una referencia a los escritos lba a decir aqui respondtendo a la inütación de Jacques Adam, páso
literarios del caso Aimée, que fue el de la tesis cle Lacan. a exponerles lo que se me ocurrió.
Hay empero algo muy sorprenclente en esta arti«:ulación, posttrla- ¿Por qué fui a ver al abogado en vez de estar aqui? Lo hice porque
da casi sin mediación entre el sintoma y la creación y nrtrr:ho anles de voy a presentar una querella. ¿eué me pasa que quiero presentar una
"Joyce le symptóme". Pues pareceria que nacla dista r¡r¿ls clel sintoma querella? Cabe señalar que presentar una querella es ya un grado más
que la creación pareceria que el suJelo padece el sinto¡na, r¡tre en él del queJarse.* Me pasa que hay gente que hace cosas que me disgus-
es pasivo y no creaclor. En el sintc,¡ma es patológl«xr, ¡uienlr¿rs (lr¡e en tan, cosas que me producen, diré, un displacer. Mi queja esta regida,
la creación es demiurgo, si puedo expres¿lrrr"re asi. Un prrnto de vuelta pues, por el princlplo del placer. ¿eué es lo que hago entonces? C-omo
al inicio -ya que esto es lo que I.acan evoca en la li'¿rse nrenclonacla- soy clvilizado, recurro a un abogado, es declr ¿ aláulen que va a ha-
es un puntodesde el cual unoda ¡necliavtrelta, en senllclo optresto, por blar por mi, que va a hacer pasar esa queJa, debtda al diiplacer que
el mismo camino. ocperlmento' al grado de presentar una querella. ¿y en qué consrite
presentar una querella? Preclsamente en que este abogado va a for_
¿De qué modo articular el sintoma y los el'e«:tos <le creaclón, como
vuelta al inicio, el sÍntoma, que parece s(:r un esla<lo clcgra<lirclo clel mallzar mt queja.
sujeto, y la creación, que parece en ca¡nblc¡ t¡n esl¿r<lo srrbllrne? Dlgo
relacfón entre "querella'y 'queJa' es ¡¡r¡is maniflesta en francés. En
sublime pensando en la categoria de st¡blinrar:lón. I)ues blcn, ésta es - 'la'
etecto, porter-platnte es "presentar
querella', plainte es 'queJa" y se plabrdre,
precisamente la cuestión que se plantea, la cle la artl<:t¡lar:lón co¡no
.eueJarse'. Obsérvese que en castellano, una acepcbn ae.queraU.-caida en
contramarcha del sintoma en sublimación. desuso es lgualmente "queJa'. fN. de T.l
t2 JACOUES.AI./\IN MI IJ.I'R IA ENVOTIUIIA FOITMAL DEI. SINIOMA I3

Las formas de la queja son formas prescriptas, previstas por el cle- pequeñas cintas -fórmulas que pueden ser coránicas, por ejemplo-,
recho. El formulará entonces mi queja en térrninos que pueclan ser en- después las disuelven en un vaso cle agua, y ustecles toman este bre-
tenclidos porJueces. El es el operador que hani hablar a mi queja en baje, que los cura. Esto es del mismo orden que el presentar qrrerella,
el campo del lenguaje del Otro. El eonüerte esta queja que emerge cles- aun si la operatividad es más inmediata y quizais hasta de un orden
de el fondo cle mi displacer, en un mensaje, del que podemos clecir sim- más elcvaclo.
pletnente -y todo el mundo lo comprencle- que será emitido clesde el 'lbmbién pueden encontraresta conversión en el Iibro delApocalip-
lugar del Otro y en su lenguaje. A partir cle mi queJa, a la que se le han sis, que frre soberbiamente ilustrado por Durero. cuya obra se repro-
puesto las formas convenientes, he aqui que yo voy a existir de una duce en la tapa del Ne I 6 cle OrnicafT:'Luego la voz clel cielo que habia
nueva manera en el campo del Otro, y en una forma constituicla, lo que oido me habló de nuevo: 'Ve a tomar el librito abierto en la ¡nano clel
además en ese campo se lla¡na'constituirse en parte civil". y obser- ángel de pie sobre el mary sobre la tierra'. Entonces ful a rogarle al án-
ven bien que esa forma constituida en el campo del Otro clel derecho gel que me entregara el librito y él me dijo: -foma, cómelo, te llenará
es una forma completada, ya que en él no puedo existir sino represen- la entrañas de amargor, pero en tu boca tendrá la dulzura de la ¡niel'.
tado por un abogado, por alguien que habla por mi en las formas clel ltrmé el librito de la mano clel ángel y lo engullí. En mi boca tenia la
Otro. En este orden, no me hago sujeto sino acoplado con un abogaclo. dulzura de la miel, pero cuando lo tragué llenó mis entrañas de amar-
Además esto permite distinguir entre sujeto e inclivicluo: sl varios inclt- gor'. Esta es tarnbién una referencia de Lacan, de la que tal vez diré
üduos se constituyen en parte civtl, forrnan un único sujetojuriclico. unas palabras al final de mi intervención.
Esto en cuanto a la forma del mensaje, en cuanto a la transforma-
ción de la queja en forma constituida en el campo del Otro. AI mismo De estos apólogos, que tienen el fin de establecer los jalones de la
tiempo, por supuesto, esta formalización desnaturaliza mi queja, por- cuestión, voy a nuestra experiencia del sintomay la tomo por lo más
que está lo que se puede deciry lo que no se puede decir, hay una lógica simple, a ras del fenómeno cotidiano. ¿En qué lugar ponen ustedes la
propia del Otro que se lmpone ante ustedes y qrre coagula, fiJa vues- observación que, como analistas, hacen de su paciente? Cierto clia
tra queja. Y entonces ella sigue su curso. pueden observar su palidez, sus facciones tensas o incluso su febri-
Pero hay algo más en esta formalización de la queJa. Es que mien- lidad, y decirse: "Hay algo que no marcha", Pueden tener buenas ra-
tras vuestro abogado filtra, formula, formalizavuestra queja, ustecles zones para pensarlo, pero saben que aqui no hay sintoma para uste-
se percatan de que en alguna parte esto los satisface. En el proceso des como analistas, pues todavia es preciso que él lo diga. y cuanclo
mismo de formalización, y mientras que nada cle vuestr<l displacer ha reciben a alguien por primera vez, eso es lo que esperan: el relalo de
sido reparado, mientras que vuestro displacer sigue ahi, motivanclo lo que no marcha. Si cuenta sólo todo lo que anda de maravillas, us-
todo el asunto, en alguna parte ustedes ya están contentos, contentos tedes se dicen que algo realmente no marcha. Hay que observar el re-
de que se ponga en forma vuestro displacer. Ustedes están contentos, lieve del relato de lo que no marcha. ya que ése es el hablanteser mis-
por decirlo asi, en infracción al principio del placer. euká de este mo<lo mo del síntoma. El problema es que en un sentido hay una armonia
puedan comprender cómo es que la fonnalización del mensaJe, e ln- psicoanalitica, el problema es que ustedes no pueden dejar de pensar
cluso su cifrado jurÍdico, produce un goce o, para ser más exactos. un que en el propio relato del infortunio hay en realidad un arreglo, y que
plus-de-gozar arrancado, sonsacado al displacer mlsmo a través de el sintoma satisface ahi mismo donde se lo presenta como doloroso.
esta formalización. I-o que acabo de exponer es tan sólo una anécclota, Esta es la paradoja que I-acan sitúa al definir la demanda como la 'de
destinada a ilustrar la conversión del mensaje y cle su for¡nallzaclón uno que sufre", en Teleuisión" y que él describe también en Teleuisión,
en goce. Diré más: laverdad de la c¡ueJa movillza el saberdel derecho, asÍ: 'El sujeto es fellz. Esta es incluso su definición, puesto que no pue-
y este saber trabaja para un goce. de deber nada sino a la suerte, a la fortuna, dicho de otra manera, y
Veamos otro ejemplo que slgue la mlsma dlrecclón. lo que hace que toda suerte le es buena para aquello que lo mantiene, o sea para
unos años vl practlcar en Senegal en un villorrlo de curanderos. ¿Có- que él se repita". Esto implica que en el nivel al que se refiere lacan,
mo curan éstos, tradiclonalmente? Inscriben clertas fór¡nulas en unas donde el sujeto es feliz, el sintoma no es una dlscordancia sino que se
l4 JACOUES-ALAI N MI f ,LDII IA ENVOL.I.URA I.OITMAI, DI'I, SIN'IOI!,[A t5

clisuelve, puesto que satisface, y satisface especialnrente a la


nivel clonde el sujeto es t'eliz, cle ese nivel que podenros llarnar cle la pul-
repetición. ¿Y qué es lo que caracteriza a este nivel, a esa cierta par- sión, clel nivel, ciigamos, clel objeto a La histeria desaloja al sintoma
te clonde el sintoma satislace? [-o caracter?a, por lo menos, el tratar-
corno ser cle ver¿id <lel sujeto, ella lo desaloja de las profundiclacles
y
se cle un nivel distinto clel que corresponcle al hablanteser del sinto-
lo pone en eviclencia, mientras que al ob.¡eto acomo real lo trae al lu§ar
ma, distinto de aquel cloncle el sintoma es hablado. de la verclad, cosa que no sucecle sin un vaciamiento y además obli-
En este sentido, el sinto¡na, tal como se articula y vehiculiza en la ga especialmente a sumar la nacla a la nomenclatura cle los objetos cu
palabra qtre se dirige al analista. lbrmaliz¿rdo en el campo clel Otro, es se abre el problema ¿e saber si el sujeto como tal no seria una
V
una mentira. Es, si pueclo expresarne asi, trna alegoria cle sintoma; "qúi Asi, al plantearlo como respuesta cle lo real cobra tocla su con-
ficción.
el término "alegoria'me resulta irreststible clescle qtre hace ¡nucho, en
tundencia.
laSección Clinica, looi ulilizarcle la maneramás inoportunaclel mun- observen que si el sintoma tiene estructura de ficción, la posición
do a propósito de la angustia. El sintoma es una mentira, pero ¿qué
inicial cle Lacan cle que hay "un li¡nite donde la envoltura formal clel
qttiere clecir esto? No que tan pronto como uno entra en análisis se
sintoma se inüerte en efectos de creación' ya nos..restllta meno§
convierte en un enfermo inlaginario, aunque el analizante se incline opaca. Pero se.trata cle saber cómo se articulan y clistingtren ticción y
a creerlo, puesto que puecle creer cle buena gana que mientras esté en
cieación, que elespués cle todo son clos modos de fabricaciÓn. Diré
análisis no le puede ocurrir nacla. Decir qtre el sintoma es una men- brevemente que no es lo mismo ser poeta que ser poema' En el nivel
tira no es un insulto aI dolor, al contrario, es decir <¡ue el hablanteser clel sinto¡na el sujeto es poenla, aun si se persuade gustoso' si es his-
del sintoma pertenece a la dirnensión de laverclad. puesto que sólo ahi
tbrico, de que es poeta. Pero serpoeta es otra cosa; e§, diria don Pero-
se plantean lo vercladero y lo lalso. Y por eso Lacan formula que el sin- grullo, producir poemas' Ser creadores producir formas, y formas que
toma es verclad, "hecho de la misma madera cle la c¡ue está hecha ella, no están Ya en el Otro.
si planteamos en sentido matertalista que la verclad es lo que se ins-
taura por la cadena significante'. Hay que entender lo que implica es- Hay en nuestra lengua una ambigüedad fecunda cle la palabra'[or-
ta afirmación sobre el fonclo de que 'la verdad tiene estructura de *.-, é". palabra qu" L""t acopla cle buena gana a la de sintoma' lo
ficción": basta con superponer estos dos asertos cle l:lcan para que que sólo puede sorprender si confundimos la for¡nay la figura' ya que
uno inliera, para su gobierno, que el sintoma tiene estructura de el sintoma alterarÍá la bt¡ena forma que la lengua alemana distingue
ficción. ümo Gestalt. Ahora bien, aqui hay que enlender lbrma co¡no esta otrq
No nos precipitemos. No hay ahi tarnpoco insulto al clolor. y ni si- traducción que nos ofrece la lengua alemana, Porm, que encontramos
quiera a la queja; equivale sólo a plantear que no el dolor, no Ia queja, que es-
en lógica formal. Porque si el sintoma tiene formas, son formas
sino cabalnrente el sinto¡na co¡no analitico, en ct¡anto formalizaclo en tán piegaclas a la lógica ¿e su vaciamiento. Y aqui el ténnino de envol-
el campo del Otro, constituido como lo que se instaura por la caclena tura foímal plantei la cuestión de lo envuelto: el sintoma no es toclo
signilicante, tiene estructura de ficción. Esto es lo que hace de la his- signilicante, y lo negativo evocado por esa envoltura formal del sinto-
teria la condición propia del sintoma como analitico, hasta el punto de *á q.r. él Lnvuelve goce, materia gozante. [o que en consecuencia
que se habla usualmente, después de lacan, de la hlsterlzaclón clel ""
se efectúa en el análisis, en cierto modo natllralmente, es clecir
suJeto como condlción previa para su instalactón en el <llscurso ana- lógicarnente, es un trabajo sobre la envoltura formal' trabajo r¡ue
litico. Pero también es lo que hace cle la histerla el sintoma lncurable colnsiste en llevar el sinto¡na al lilnite donde se vuelve agudeza'
que es
como tal, ya que ella es la licción misma como sintoma -la e¡rl'er¡ne- cálculo.
dad del semblante, poclrÍanros clecir-, que uno degrada abuslvalnente Aqui sólo puedo ser alusivo, pero ese punto en el que se vuelve al
en mitomania, o que uno descalilica erróneamente con el argttmento inicio no es otro que el punto clave de la lógica del fanlasma' aquel
de que sus sintomas serian llcclones. Por el contrarlo, sólo por la hls- donde la operaciÓn transferencia retorna al punto inicial como subli-
terla el sintoma revela su estructrrra profunda cle flcclón, cleblclo a que mación por la eliminaciÓn del sujeto supuesto al saber' Es decir que
ésta se lnstaura por la cadena slsntflcante ¿respecto cle qué? De ese sólo hay creación, retorno clel sintoma a su punto inicial donde devie-
to JACOUES-AI.¿\I N I\,I ILLI'R

ne sublirnación, en la meclicla en que hay atravesamiento clel fantas- EL SINTOMA Y LA PULSION


¡na o cle lo que ha«:e sus veces, asi fuera sólo un pasa.ie al acto, en la
medicla en que abre la via para que lo formal se disocie clel material de I\4 aríe - H éléne Brous se
goce que él envuelve p¿rra que este lbrmal juegue su particla por su la-
do y se apreste a gozar. Esto supone que el sujeto se clesprencla de la
creencia de que el Otro gozaya cle su sintoma.
¿Basta clecir que el strjeto es vectc¡r cle lo nuevo, de lo inéclito, de lo
que en el Otro no está, que el suieto se enfrenta con la falta en el Otro?
I-a. castración entonces seria la cc¡nclición de la creación, pero enfren-
tarse con lafaltaen el Otro no seria menosválido en ct¡anto.al sintoma.
La condición de la creación es que el suieto sepa en alguna parte que
el Otro no existg. ¿Pero por qué no aclmitir que el sintoma lambién es
un hecho de creación, cle creación de sentido? Y esto es lo que supo-
ne homologarlo con la nretáfora. El sintoma opera en Ia creación: cle El sintoma es un concepto que remite a la clínica. I;r clinica analitica,
ahi que siempre tiente a los analistas hacerel psicoanálisis cle los crea- la que se elabora en el dispositivo freudiano, dispositivo de palabra, ha
clores. Pero clebe aclvertirse que, en la creación, lo que opera es el sin- hecho sin embargo necesar¡a su redelinición. No como signo cle una
IeIEa en cuanto separado clel goce que él envolvia for¡nalmente. I-a realidad a la que remitiría, en relación con la ctral permitiria elaborar
obra de arte ¿es un sÍntoma? ¿Por qué no? A ¡nenuclo se la llama pre- un diagnóstico, sino como formación de ese inconsciente freudiano del
sagio, signo precursor. Pero si ella es sintoma, es un síntoma pronto que el psicoanálisis forma parte por constituir el destin¿rtario. El sinto-
a transportar, pronto a captar nuestro goce a través de los siglos. El ma es entonces, en el discurso analitico, complementado por el ana-
sintoma es goce como sentido gozaclo del sujeto. mientras que la obra lista. Es una de las vÍas de acceso al inconsciente del su.ieto, en tanto
ofrece senticlo a gozar a quien quiera hacerlo, segi¡n el encuentro. maniliestaen lamaterialidad de la cadena signilicante unaverclad que
Porrr eso el vaciamiento cle la envoltura formal del sinto¡na es lá la se repite e insiste, de la que el sujeto está separado, pero en la que en-
ición de la creación, en ct¡anto ella procecle exnihilo, como se ex- cuentra, sin embargo, alguna consistencia. "Represión y sintomas son
homogéneos y reductibles a funciones de signilicante".r
Lo que quiere decir: ¡para escribir tu libro, sabe comerte tu I)oseÍn!
El los sitira en un extremo de la experiencia analitica. En el otro ex-
tremo ubica la interpretación, señalanclo "el cleseo al que <lice- en
cierto senticlo, es icléntica". Si, como lo pensaron algunos posfreudia-
nos, las pulsiones estuvieran organizaclas en estadios clel clesarrollo
del individuo, según una génesis instintiva orientada por una madu-
ración que no excluye eventuales fijaciones, el psicoanálisis seria una
hermenéutica.
Ahora bien, en el intervalo entre el sintoma y el deseo, están las pul-
siones en tanto son parciales, planteando la sexualiclacl como abe-
rrante. Esta situación de intervalo caracteriza la pulsión. De esta
situación deriva una paradoja: contrariamente al sintoma, clesplega-
do fenomenalmente en los relatos de cura, asi como analDado en
cuanto a su estructura metafórica, la pulsión, mucho menos presente
en la experiencia analiüca, constituye sin embargo para Freud prime-
IT] MARII]-TIIILEND I]ROUSSE
EL S¡NroMA Y I^A' PTjI,SIoN 19

ro, y lltego para Lacan, uno de los conceptos funclamentales: ¿por c¡tté,
sagra a rellenar la falta en el otro, preservando así la posibiliclacl de
en ese caso, ft¡nclamental? un clominio del cleseo. De esta manera hace homogéneos lántasma y
pulsión.
Funda¡nental, dice Lacan, a titulo cle Jiccíón. Comparilble en su
función con el míto (l.acan se reliere a éste en stt articulo "Del T¡'icb de
Freud y del deseo del psicoanalista"z como 'mitos de Freucl"), el con- En un caso que los posfreudianos no hubieran teniclo clilicultad en
cepto de pulsión es introduciclo para responcler a una contr¿rclicción lnterpretar a partir cle la fijación en un estaclio instintivo, me gusta-
fundamental en el psicoanáIisis, contradicción que señala la ocur:ren- ría sacarlas consecuencias cle esta indicación cle Lacan, yclelimiiar las
cia de lo real. Pone por Io tanto orclen en la aparición cle una l¿¡lta en relaciones entre el sintoma y la demancla del Otro.
la estructtrra, verdad horrible, que él señala y cubre al ¡nis¡no tiernpo. El analizante aI que voy a referirme es músico. Su activiclacl profe-
Esta contraclicción central se Ie manifestó prirnero a Freud en cierto sional y sentimental se ve acosada por las cludas, por una parte, y las
número de fenómenos que representaron, después cle 1920, ptrntos cle obligaciones, porla otra. sea que se trate cle su esposa o de su c.ri..a,
referencia de la historia del psicoanalisis: reaeción terapétrtica negati- mezcla una indeterminación que hace alternar las proposiciones con-
va, problema clel masoqtrismo originario, cuestión clel linal o intenni- traclictorias ("me quedo con ella, la clejo.; .ser concertista, no, ser pro-
nabiliclad clel análisis. La pulsión es entonces la licción que trata, en fesor") con una programación muy estricta de toclas sus activiclailes,
que lo agota: programa de trabajo preüsto hora por hora, programa de
el núcleo de la experiencia analitica, sobre la paracloja de la satisfac-
ción en el sujeto: estar satisfecho no es tener aquello que su corazón clistracción, programa de comiclas. Ducla cle tener vocación cle ¡núsico,
o su cuerpo necesita, pide y hasla desea. 'Ibclas las tentativas que cluda de su pareja, cluda cle haber elegido los fragmentos musicales
I-acan estigmatiza ya en "Función y campo de la palabra y del lengu a.le convenientes, etcétera. Estos pensamientos clevoran su tiempo y las
en psicoanálisis"3 de entremezclar el desciframiento del inconsciente alternativas que suscitan le impiclen tocla elección. si bien a[ princi-
y la teoria de los instintos sólo son formas de en¡nascarar la divislón pio de su análisis se quejaba de su impotencia, se reveló bastante
pronto que se trataba en realidad de la instalación de una estrategla
entre el ser hablante y su goce. ta pulsión manifiesta las consecuen-
cias, sobre el goce, de la inscripción en el orden sitnbólico. Es la res- del rechazo, cuya consecuencia era rechazar cle su propio laclo el iie-
puesta lieucliana a esta subversión de la satislacción en el tsien, seo y transformarlo en demanda, dirigicla a é1. Iruecle, por lo tanto, ju-
gar con ese rechazo como con un simulacro de deseo que, sin embar_
respuesta ctryo origen Lacan ubica en Kant. Cuando la satislhcción de
go, no llega nunca totalmente a terminar en un clesagraclo profunclo,
la necesiclad implica el retomo cle un objeto. su consumo y la repeti-
ción clel mismo, la satisfacción pulsional exige la ausencia clel objeto, arraigándose, no en un lantasma, en el senticlo cle u¡ra construcción,
como causade una §palltrngen el sttjeto, ylarepetición de lodiferente:
sino ¡nás bien enfashes que provocan en él t¡n horror ante un goce
por él mismo ignoraclo; para repetir las célebres palabras: carne viva
es por lo tanto despliegue cle un trayecto circular. De éste, Lacan mos-
trará que se efectúa por montaje. ya que la sexualiclacl no eslá cle de nrtrjer bajo el escalpelo, boca y sexo 'co¡no imagen cle una rata cli-
acuerdo con el inconsciente. Ese montaje trata de enunciar la disyun- secada en el liceo".
ción entre la sexualidad fálicayel goce del otro lado: si bien la pulsión Pero su actiüdad de pensamiento compulsivo va a recaer cacla vez
sexualiza una parte de ese real haciéndolo pasar por los desfilacleros más sobre su carrera musical, y su vocación musical, en la medicla en
que en ésta encuentra más fracasos. La ducla sobre esto va a tomar la
signilicantes de Ia demanda del Otro, deja un resto: en eso, es parci:ll:
Io funclamental del sexo es inte§rable, no por la pulsión genital, es de- siguiente formal ¿estuvo acertaclo al elegir la música y, por otra parte,
cir por una libiclo bisext¡al, sino por la pars. La pulsi(rn es entonces, realrnente Ia eligló? Elección que remite a otras eleiciones, cle frag-
en la articulación clel sujeto con la dernanda clel Otro, la concllctón del mentos, por eJemplo. La música, efectivamente, mantiene para él su
surgimiento de la lalta del Otro: S {d ). misterio, no en la técnlca. sino en cuanto al destinatarto: ¿para quién
Aquello que justilica en consecuencia articular el sinto¡na con la tocar? La reorientación a la que se entreglaba lo volvió a llevar al
pulsión, sin pasar por el fantasma, es en realidad la relación prtvlle- comienzo de su actividad como instrumentista, luego al momento cru-
giada que el neurótico mantiene con esta demanda, por la que se con- cial de la elección de la música como profesión. Alliincontró el mismo
20 I\,IAIiIE.Iil'I-ENE BIIOUSSE
EL SIMIOMA Y I,A PI.JI,SION 2I

tlpo cle sinto¡na por el que está dominaclo hoy. Su vocación pareció ocupable por cualquier objeto y del que sólo conocemos la instancia
surgir de la nada clurante la aciolescencia y no ser nrils clue clociliclacl bajo la fornra de objeto perdido", escribió Lacan en Los cu atro concep'
ante una proposición materna. Cuando algunos años ¡nás tarcle, en el
tos.,.a
momento cle una elección cle carrera, se irnpuso el olicio cle ¡ni¡sico, lo
No se trata entonces de una actividad autoerótica, y algo fracasa en
h?o a partir de una confrontación agitada entre su rnaclre y su prol'e- esa operaeión, sin tomar, sin embargo, el lugar en su fantasrna de la
sor. De ese conllicto, que recorclaba haber organizado él mismc, sur-
demanda del Otro: si, musicalmente, tiene hoy una única certeza, es
gió una clernancla cle su profesor, que provocó la decisión. 'lbmbién
la de la bellezadel sonído, belleza inmaterial, cle attsencia, que él pro-
entonces el rechazo a satislácer la efgencia paterna <le estuclios uni-
cluce. Pero ese sonido perrnanece innterso en Lula búsqueda clolorosa
versitarios puclo jugar como representante clel deseo cle hacer música. de la perfección técnica, que le impide la invención cle una interpre-
Después siguió una identilicación yoica con ese profesor, después con tación. En ese punto, el superyó gozador, en acción en la repetición
el profesor cle ese profesor, relbrzánclose en el transctrrrir cle los estu-
si¡¡nificante de esas escalas, es el artilice que continúa organizando
clios, sin aportar nurrca sin ernbargo, la certeza c¡ue laltab¿r: el anligrro
actualmente su síntoma, hacienclo que se eternicen preparaciones sin
con.llicto se repite en el presenle.
Iin y programas nunca logrados. El deseo queda allí cletenido, domlna-
Se prodtrio un giro en el análisis, en el monrento en que esa uniclad
do por el atractivo de una fórmula de la ptrlsión que manifiesta su rela-
tmaginaria clel yo, fisurándose luego clel trabajo soble esas identifica- ción reversiva con la fuente y con el objeto: 'hacerse jorobar", Iórmula
ciones, le pennitió hacer surgir un nuevo rnaterial signilicante. que es su imperativo de goce.
Súbitamente, apareció que su interés por la música no se rernon-
taba a la adolescencia. I-a ¡núsica estaba ahi, en clesorden, descle hacia
¿Cómo separarla música de esa demanda del Otro que separa al su-
mucho tiempo. Recorcló que, cuando tenia alrecledor cle cliez años, su
abuela le habÍa regalado su primer instrumento de música. El no lo ha- Jeto de su deseo, que él mismo desconoce? Es ta¡nbién plantearse la
siguiente pregunta: ¿porqué un sintomayno la sublimación? Paraé1,
bia pedido, pero después de que se lo prometieran, lo obtuvo, a pesar
se trata de que el objeto sea reabsorbido en la repetición significante
de las objeciones económicas de su maclre. Recordaba haber tocado y asi, satisfacer, por sustitución, lo más cerca posible del autoerotis-
durante horas en ese instrumento improüsaclones técnicas (especies mo, aquello que está reprimido, o sea la pulsión. En consecuencia, no
de escalas) monótonas, encerraclo en el baño. sentaclo sobre el inodo-
hay sublimación por la música, si sublirnación es elevar un ob¡eto a
ro, después de haber defecaclo, esperando con angustia, en vano, que
la digniclad de la cosa, más allá de la gravitación signilicante, como
su maclre lo obligara a salir. Lo que nunca ocunió. Esto recuercla el Jacques-Alain Miller lo señaló en su curso de 1983. Para que este sur-
laclo sin cola ni cabeza, surrealista, de la pulsión, evocaclo por I;rcan,
gimiento resultara posible, talvez haria falta que el objeto perclido se
en la página 154 de Los cuatro conceptos... Sólo el ca¡¡rbio cle instru-
convirtiera en esa ausencia que lo hace objeto de deseo del Otro.n Ia
mento lo hizo renunciar a esa actividad.
reducción del fantasma a la pulsión se repite en otros lugares de las
Alli se revela la estructura de la satislacción pulsional que, reprl- disposiciones pulsionales: por eso, cuenta que cuanclo empezb amas'
mida, organiza el sintoma, y que puede también volver a encontrarse turbarse lo hizo de la siguiente manera: habientlo recibido cle regalo
en otras pulsiones: la constancia se manifiesta en una repeticlón stg-
un equipo de 'pequeño quimico', metia su espenna en tubos y retortas
nificante minima -escalas repetidas lncansablemente-que llama a la y los dejaba ahi, dia tras dia, a la vez escondidos y ofrecidos a la lnves-
prohibición. I-a cle¡nanda del Otro es central: demancla cle la maclre y
tigación materna. Pero en el momento de elegir estudios de quimlca,
la abuela, ambas maniáticas del estreñimiento, demancla clel otro que,
renunció a hacerlo.
proponiendo ese instrumento, anuncia un'toca" corno inrperatlvo de
La actividad sexual está sometida, hoy todavia, al igual que la actl-
goce.'Lo que lleva a distinguir esa satisfacción del puro y slmple auto-
üdad musical, al imperaüvo del deber, pero no articulable con un obJe-
erotismo de la zona erógena es ese objeto que confundimos con dema-
to causa del deseo: hacer el arnor, como hacer música, es un trabaJo,
siada frecuencia con aquello sobre lo cual la pulslón se vuelve a cerrar
un trabajo a la fuerza, un trabaJo de esclavo. En otras palabras, un
-ese objeto, que en realidad no es más que la presencla de un ht¡eco, trabaJo del que el yo fuerte puede mantenerse amo, sostenido como lo
,, MARID.HCI,END I]ITOUSSD

está por esa castración irnaginaria de la que Lacan habla en "Subver-


sión clel strjeto...".6 Aveces, sin embargo, la ¡nirsica cleviene terrorifica:
'sobrenatural", dice: 'entonces, cuanclo toco, es conto t¡n disco".
¿Cótno aceptarya no mantenerse como a¡no cle ella. ser hecho por ella,
cómo apelar al Yo (Je) en el lrrgar del yo (moi)? Su relación con la cas-
tración se sitúa en ese punto: trabajar como un esclavo del significante
para seguir sienclo amo del mismo, y no ofrecer al Otro la castración II
c¡tre poclria resultar de esto. Que el Otro poclria clemanclársela, inclu-
clable¡r'lente tiene algunas razones particulares para estar convenci(lo EL SiNTOMA, DEL SIGNO
de ello, que se despliegan en su relación con su pa(lre. Especialmen- AL SIGNIFICANTtr
te, tiene con él una deuda inraginaria: le robó en su inÍancia un disco,
clisco qtre nunca ptrdo escuchar, hoy inescuchable, rayado; quecla li-
mitado a Ia espera laboriosa de una certeza. Pero el linal cle esa espera
exige necesaria¡nente la pérclicla clel objeto, por la cuarl la castración es
ese único medio que cla acceso al cleseo. No hay más salida que la cons-
trucción del fantasma en el an¿ilisis. Es el punto hacia el cual se enca-
mina, ya que está aferraclo en el discurso clel análisis.

IIEFERENCIAS I]IBLIOGNAFICAS

l. rI. lacan, El semdnarío, Libro X, Ios cuotro co¡veptostund.amentales del


psicoanálisús,Scuil,Paris, 1972,págs. l6O-161.l'raduccióncspañola:P¿¡idós,
Bucnos Aircs, 1986.
2. J. I;rcan, Escri¿os, Scuil, Paris, 1966, pírg. 853. Traducr:ión csperriola: Es-
crílos, Slglo ,XXI, Bucnos Alres, 1985.
3. J. I;rcan, ob. cit., pág. 261.
4. J. Lrcan, ob. cit., pág. 164.
5. J. Lrc¿¡rr, ob. cit., pág.825.
6. J. Lac¿rn, ob. cit., pág.826.
EL SINTOMA, DEL SIGNO AL SIGMFICANTE

Antonio Di Claccia

La tesis de Lacan: el inconsciente estructuraclo corno un lengtraJe,


viene a aclarar, en relación con el sintoma, varios puntos.
Primero, que el síntoma no es un signo cle una afección sino una
expresión para ser leida, que sólo se interpreta en el orden del signi-
ficante, el cual no tiene sentldo más que por su relación con otro sig-
nificante y sólo en esta articulación resicle la verdad del sintoma. r En
segunclo lugar, que la oposición de los dos sistemas psiquicos que son
origen de la formación delsintoma no es laoposición entre lo conscien-
te y lo inconsciente ni la oposición entre el yo y el ello, sino la oposi-
ción entre la cadena que representa al sujeto y el objeto que presenta
al goce. Por último, la tesis de I-acan implica aclemás que en la cura
el propio analista es primeramente un elernento signilicantey un trozo
de real después, en cuyo derredor sejuega el destino de un análisis.
Y por lo tanto que el sintoma y el analista están constituiclos zunbos
por el rnismo paño signilicante y por la rnisma capacidad de lo real.
Por toclo esto, aunque la metamorfosis del sintoma de signo a sig-
nilicante se anuncie mucho antes del encuentro con un analista, sólo
pnr el signilicante de la transferencia se constituye el sinto¡na como
analitico y se hace demanda dirigida al Otro. Pero aún será preciso que
intervenga la función del deseo del analista para que el sintoma se pre-
cipite en una escansión que pueda mostrarse operativa.
Por otra parte, esta operación no tiene el mismo alcance según que
se trate de una neurosis o de una psicosis. En el caso de la neurosls,
FUENTES YTRADUCTORES el sintoma es el sintbma del sujeto, y por la demanda dirigicla al Otro
['os textos de A. Di ciaccia, M. strauss y G. clastres fueron
el sinto¡na se encuentra capturado en el engranaje signilicante baJoel
publlc:rdos cn ras báculo del Nombre del Padre. Esta operación tendrá como consecuen-
Actes de I'Ecole de la Cause freudienná, No IX, Ls Formes
d.u símpt6me, y cia la construcción del Iantasma, que ofrecerá al suJeto el ma¡co don-
traducldos por Irene Agoff.
26 AIYII)NIO DI CIACCIA
EL SIN-|OMA, Dt'I, SIGNO AI, SI(]NIFICANII' 27
cle alojar al goce que el análisis ha clesalojaclo clel sinto¡na, goce que
figura, en este estadio, como exponente áe la lunción clel ciáseo <rer caso volumen que le quedaba. Por lo demás, en los raros momentos
otro. Por el contrario, en el caso cle la psicosis, el sinto¡na es el sinlo- en que el volumen era sulicientemente más consistente que los rr"¡iclos
ma del otro, como lo recuerda Jacques-Alain Miller.2 I)or eso I-ac¿rn que pueblan habituahnente el silencio de una habitación, su voz me
pudo decir que el psicótico es normal. porque el otro es quien .rq{o atribuia interpretaciones cle las que mi rnernoria no conseryaba nin-
Entonces el destino de este síntoma depenclerá intimamente,Áo solo "". guna huella. Sin embargo el analista, clesde Freud, traba ja con una es-
del logro, siempre problemático, cle ponlr en movirniento el pecie de memoria que podrÍamos llamar fi¡era de la represión, hasta
frgrana- tal punto no conoce el dessaste del tie¡npo. Mucho clespués cornprencli
je signillcante sin descar.ilar, sino que clepende t¿r¡,bién ae/heáno ae
que, no estando cnbierto el deseo clel otro por el Nombre clel Paclre, el que un analista, en toclo como yo, le soltaba inlerpretaciones en sesio-
analista deberá inventar una cobertura clá suplencia. nes que -decia ella- tenian lugar en los sueños. pueclo asegurarles
Al revés cle la neurosis, doncle el sintoma seria la crivisión clel sujeto que, cuanclo las escuché, esas interpretaciones revelaban a un ana-
respecto del Otro, en la psicosis el sintorna sella c¡ue el suieto y su ótro lista cle profunclo conoci¡niento y excepcional saber, lo que no era ¡ni
están completados, en el senticlc¡ propio y en el ligura,rclo.'En Ía ner¡ro- caso. Esto no impedia que Ia dama confuncliera al analista de los
elQt¡o es el agt¡ero por cloncle escapa el goce clel sintoma y tarn_ sueños y al cle carne y hueso. Eta como si hubiera engranado con un
¡i1, analista automático.
bién del fantasma; en la psicosis, el Otro cierrá para el su.ieto toclo es_
cape cle goce. Llegado el caso, está a cargo clel analista eñcontrarahi Decicliclamente, la perplejidacly el asombro estaban de ¡ni lado. Me
la lisura. permito hacei algunas observaciones qLre ilustrarán, asi lo espero, nri
procecler ulterior.
I)rocuraré ilustraresto con el fragrnento cle ese mornento cle un aná- Prímo, en lo tocante alavoz, por lo común la vertiente significante
lisis que llamamos sesiones preliminares. esconde su vertiente objeto. Hay, por ejemplo en el neurótico, una
se trata de una señora de cierta ecracl que, la primera vez que nos suerte de recubrimiento del valor de objeto de la voz efectuado por su
vemos, rne agraclecerá el haberle ofrecido la oportunirl¿rcl de ser oícla valor significante, que, por el relevo de otro signilicante, surnerge al
y -me clice- el haberla llamaclo. su respuesta a mi pregunta sobre las analizante en la alienación cle la cadena y en la dependencia clel Otro.
razones cle su visita no recaerá -con1o es usual en el nJtrrólicn- sobre Por el contrario, en el psicótico, la vertiente objeto de la voz cobra re-
los problema del amor o del trabajo, sino que será cle entracl¿r url rles- lieve alli doncle, en aparienci¿r, la voz se ausenta. El sujeto eslá reclu-
pliegue de historias cle una loctrra corriente. Pero a continuación, «,.n cido al silencio y la cosa h¿rbla. Sin embargo,lavoz fbna aunque
el correr cle las sesiones, el volt¡men cle su voz clis¡ninuir¿i hasla re<lt¡- áfona, esya unavoz que se dirige al Otroy, aLtnque inauclible, esta fun-
cirse al sirnple movimiento cle los labios. comprobé entonces r¡ue ción cle lavoz indica que haycadena signilicante articul¿,rcla. De ahí que
nunca habia oiclo el ti¡nbre cle su voz. si en alguna ocasión elev¿,rbá el íuera preciso tratarde tomarlavoz en el orclen clel signilicantemás que
volumen, su voz seguia sienclo absolutamente álbna. I)or el contrario, cle dejarla caer sobre la vertiente del olrjeto, aunque en lugilr cle un
sus allegados se turnaban en el teléfono para prevenirme, para pre_ rectrbrimiento apareciera una proximidacl entre la voz co¡no signifi-
guntarrne, para infiormanne a I'i¡r cle qtre ¡ni saber ftrese conrpleto. De cante y la voz como objeto. Por lo clem¿is, otros fenómenos, co¡no el
este moclo, de esta historia yo sólo conocia lo que se me c«:nrtrnicaba hecho cle qtre todo le daba serlales cle una signilicación r¡ue la concer-
sin haberlo clemanclaclo ni cleseaclo, y qtre en realiclacl se reclucia a t¡na nia, claban lb cle esa peligrosa proximiclacl.
triste cronologia de hechos caprichosos que habian for¿acro a la se- Secttndo, en estas sesiones preliminares yo estaba reclucido a la inr-
ñora, descle hacia muchisimo tiempo, a frecuentar cle tanto en lanto potencia de poder introducir a la persona en Llna primera localización
clinicas especializadas. cle su posición en Io real.3 Esta localización es siempre necesaria para
En loque respecta ala demancla que me habia clirigiclo, yo poclía tan evitar interpretar la causa del deseo antes cle que éste sea localizado
sólo intentar poner en música, por clecirlo asi, srr voz áfoná. A mis pre- con respecto al falo. Ahora bien, a esta local2ación ella rne oponia o
§untas deliberadamente ingenuas, su voz responclia perclienclo ei es- bien la vertiente objeto cle la voz, o bien un analista no encarnado. co-
rno si intentara tomar la senda de la libre asociación sin que el falo y
21, ANloNIo DI CIACCIA
I'I- SINIOMA, DI,I. SIGNO AI. SIGNITüCANI]i 29

el crerpo clel analista formaran parte clel ft:te, sienclo que, cle toclas ma-
neras, no hay análisis posible sin falo cle un laclo y analista cle carne da no se reenlaza con el Otro del psicótico, y en este caso el analista
y htreso clel otro. está excluiclo cle la relación delirante entre el psicótico y su Otro, o bien
Tertio, porlo común, en el neurótico, paralelamente al recubrimien- esta dernanda pasa a ser el enunciado mismo clel deseo del Otro con
to clel objeto por el signilicante, hay clel iaclo del analista recubrimien- el riesgo de que el analista resulte idéntico al Olro perseguiclor.
to cle la lalta clel otro por el otro clel significante. Del otro tot¿rl al otro Si en psicoanálisis la estrategia es siempre coactiva, en el análisis
banaclo, es el Nombre clel l)aclre el quI funciona corno hilo concluctor con psicóticos también y en cuanto a la táctica la capaciclacl cle
y, en senticlo propio y ligtrraclo, como parapeto. y el que permite el pa_ maniobra es escasa. Se hace rnenester entonces que esa pnrclencia
so clel otro del signilicante aI signilicante ialtante clel oiro. Por eso que menciona Lacan y que permite, clescle Aristóteles,5 calcular el
el impacto en la realización de lo contingente en lo particuiar, inclique la
Nonrbre del I)aclre pertenece al mismo orcren qre el sintoma, conlo re-
cttercla J.-A. Miller en su clrrso cle lgg2.a por eso el Nombre del I)aclre politica a seguir, no p¿1ra rtna técnica clel hacer sino para una ética clel
es el garante, para el sujeto, cle que la falta clel Otro sea soportable. acto.
Paralelamente, el srjeto supuesto al saber, completanclo en el neuró- De este rnoclo al final de una sesión, en la ptterta, le pecli que me
tico al sintoma, haciénclolo apto para ser clescifraclo, haciénclolo signo fuera a busczLr leche y cigarrillos. Ftte preciso c¡t¡e al linal cle varias se-
para alguien o para un saber, oculta, al mismo tiempo que reveli, el siones le repitieraestaextrañaclemanclayrltre las cajzrs se apilaran sin
enigma del deseo clel Otro. Este enigma es el que prwocará la met«r_ ser abiertas ni utilizaclas para que li¡rallnente ella me dijera, sin tin-
nirnia deseante del ana-lizante, pero tambié., .Í qrá la cretencrrá sobre bre en lavoz:'Usted no necesitaleche ni cigarrillos. Ustecl c¡uiere decir-
la metáfora que equivale a la causa cle ese deseo. Ahora bien, en esta me algo". 'Eso no irnpicle qlle vaya a buscármelos", le replir¡ué.
cura los dos aspectos clel Otro, que por lo común se recubren y que el El enigma estaba por lin de su lado. Esla extraña intenención clio
análisis separa, estaban cle entracla clisociaclos. con la conseóuáncia lugar a varios efectos. Pritnero, el de restittrir lavoz al sujeto, aunque
de que por un lado la certezaclelirante habria pocliclo ocupar el lugar la señora siguiera emitiendo t¡na voz á[ona. I)esptrés, que a partir de
de la suposición clel saber, y que por el otro lacio el deseo áel Otro, en ahí la señora comenzó a hacenne oir lo que le sucedia desde hacia mu-
vez de mantener su enig¡na, habria poclicro clar consistencia al otro cho tiernpo. De este moclo el engranaje significante pudo ponerse en
perseguick:r. rnovimiento para un analistade carneyhueso, yen el aposteriori pucle
Quarto, por lo común, a Ia dernancla que se clirige al analisla éste constatar que el clesfile signilicante habia tenido el pocler cle domes-
responcle' para poner al sintoma a trabajar, con otri clernanrra q[¡e no ticar un cierto goce con la consigLliente separación del objeto respecto
es en absohlto simé(rica a la prirnera. En efecto, el analizante, ¡nerlian- cle la c¿rclena. No comentaré ahora ni el trabajo de la libre asociación
te su clemancla, se clirige a t¡n satrer para ser libracro cre su si¡rtoma, ni la separación clel objeto.
nrientras c¡ue la demanda clel analista, qrre se presenta en generarl en Me lirnitaré a dos observ¿'tciones. La prirnera ser¿lei estatuto cle sin-
for¡na de-rn irnperativo, concer¡riente por ejenrplo a la regla.naliüca, torna concerniente a la voz. En el «:aso cle la neurosis, la falta cle voz
ocultayclisirntrlaeldeseoclel otroe i.rpia. ási surgimiJnto<le la an- habri¿,r podiclo ser movilizacla sólo a trar'és clel trabajo cle la asociación
"t libre, que habria hecho aparecer el nexo con otro m¿rterial y, en últirna
§ustia qtre venclria a responcler a ella. De esta manera la cle¡nancl:r del
analista preservayrnecliatizael ach,enirniento clel enignrir clel cleseo clel instancia, con el rnaterial reprinticl«r. En este ejemplo, por el contrario,
otro. Por supuesto, esta cle¡nancla cler analista. para q.e me<lrat rce esa la lálta de vozerael resultaclo cle la relación del sujeto con su Otro, que
relación con el cleseo clel otro sin obstn¡irl", ná .t.ué en ningúrn caso por su parrte hablaba y la redttcía al silencio.
transfonnarse en enlrnciaclo der cleseo cre un anarista, pero'es preci- SeSunda obsen'ación. Esa palabra es restituicla pues al sujeto por
.la intervención del analista, porque éste viene a clescompletar a la pa-
so que, al enunciarse, ella derogue al cleseante abriéncloio
a ra funcion
clel deseo del Otro. reja delirante. En ese espacio entreabierto, será la presencia del ana-
En el psieótico, por el contrario, la clernancla del analista n. llega a lista lo que funcionará descle entonces como tercero entre el sujeto y
mediatizar el enigma del creseo der otrc¡. En efecto, o bien esta crenian- su Otro. Era como si de un lado, se trubiese abierto t¡na fisura en el
Otro delirante y, cle rel¡ote, clel otro lado, al sujeto psicótico le llegara
30 ANIONIO I)I CI,\CCIA

una pregunta. Asi pues. la intervención le habia labricaclo una pre-


EL SINTOMA EN I-\ CURA
gunta al suieto, una pregunta qtre recaia, sin clejar de disociarlos, so- Morc Strouss
bre la relación entre el Otro y el goce.
Por supuesto, si bien esta intervención volvia a poner en carrera al
analista evitánclole al mismo tiempo prestar su piel al Otro persegui-
clor, ella facilitaba no obstante a la señora establecer con su analista
una relación cle erotomania, que es -si pueclo exp¡esarrne así- una es-
pecie de concreción del fantasma. Esta relación erotomaniaca es lo
que permite al psicótico -como decia Michel Silvestre-G tener una cier-
ta gestión cle su goce.

ITEI¡ERENCIAS f]II]I.IOGRAT.'ICAS
la cuestiÓn sig¡uiente: ¿de qué moclo podemos diferen^ciar
los
Partiré <le
sÍntomas neuróticos dil sintoma del neurótico en an¿ilisis? ¿Qué
l, .J. Lacirn, EscrÍtos, Scuil, I)¿rris, 1966, págs. 234-235.
caracteriza a esta operaciÓn cle sin§ularizaciÓn donde
pasamos del
2. J.-A. Millcr, curso dcl 20 de abril dc 1983. Apuntemos de paso que a me-
3. J. l,¿¡c¿rn, Escr[fos, ob. cit., p.rg. 596. plural de los sintomas a su singular'?
4. J.-A, Mlllcr, clase dcl i3 dc encro dc 1982. áiá. q"" avanzala teoria éste ño es el único concepto que sufre esa
5. Aristótclcs, Etica a Nícómaco, cap.Vl. transformación: Freud pasó de las transferenclas a la transferencia'
6. llegado el
M. Silvestre, Acfes de l' ECF, lV, pág. 57. los fantasmas se convirtieron en el fantasma, fundamental'
caso.
que resaltan
En cuanto a los sintomas de los neuróticos, sabemos
las formaciones clel inconsciente, lo cual los
ñiiá.f enfoque
"t u""
cle
t"t, interpreiables como los sueños, lapsus y chistes' Correspon-
á"" u."u fogiá aet signincante que Lacan formalizóbasándose en tres
ir.U"1o" fr.i,dianos que le sirvieion cle referencia; Lainterpretací,nde
los que' es-
los srjeños, Elchistey Psicop atologiadelauidacotidianoen
jeciatmente en los sintomaÁ, los e¡emplos prrlulan' A un sintoma le co-

iesponde la interpretación que desprende sus sobredeterminacio-


significantes que los constituyen. se trata del sintoma
""i'lo"
., ""aos
se corñplernenta cón el Otro, el Otro pleno del significante'
Es-
m"ái".iOn ¿eisuJeto supuesto al saber, saber la significación.
p".",-ru.rto
beneficio o a expen§as
ie tipo de interpretaóion puede practicarse-en
llegado el caso' y
de qlien quieri prestarsé a ela, un Joven latinista
pu.áe practicarse asimismo en la clinica'
estas for-
Lo que aqui quisiera desarrollar es que estos sintomas'
ler¡antados por una interpretaciÓn en la
maciones del inconsciente,
puesto que el sujeto supuesto al saber es moültzado' se
transferencia
distinguen ,., prrrio esencial de lo que podemos llamar el sintoma
".,
32 MAIIC STRAUSS EL SINTOMA EN LI\ CURA

en Ia cura. Mi insistencia en la interpretación que levanta el sintoma apelaba en su demanda de curación, demanda redoblada por el fra-
anuncia sulicientemente que situaré mi exposición clel laclo del sinto- caso de los neurólogos.
ma como incurable. Precisamente, el haber interpretado a partir del sujeto supuesto al
Pero antes de abordar con un ejemplo este punto, me gustaria evo- saber permitió tal vez que el paciente dejara de sufrir su hemiplejia,
car, como contrapunto, uno de esos casos de curación rnaravillosa dig- pero no modilicó en nada su posición subjetiva. Podemos tener la se-
na de los primerÍsimos tiempos del an¿ilisis, esos primeros tiempos guridad de que el sintoma fue a alojarse a otra parte.
cuya desaparición ciertos analistas lamentan.
¿En qué se distingue esta entrevista de una cura? Primeramente,
Se trata de un joven cle unos veinte años que habia pasaclo tres se- en el plano de la transferencia, podemos decir que si habia cabalmente
manas en un servicio de neurologia por una hemiplejia presentada una llamada al sujeto supuesto al saber, no habia en ningún caso par-
cuando iba a salir de la prisión clonde lo habian encarcelaclo por una ticularidad de este lazo con aquel que lo interrogaba. En segundo
malversación menor. Era una hemiplejia muy seria, que durante esas lugar, y correlativamente, no fue que el sujeto hubiese iniciado un tra-
tres semanas fue minuciosamente exploracla: cuatro arteriograhas, bajo, trabajo de un pregunta que supone ya una pérdida de soce; en
scanner, tomografias, EEG, etc. Como los resultados fueron negatt- su exigencia, en su reivinclicación de curación, seguia sumido en é1.
vos, los neurólogos deciclieron derivarlo a los psiquiatras planteanclo Por lo tanto sólo lue a medias 'una clinica bajo transferencia', y en
por descarte la hipótesis de una hemiplejia histérica. Y, en efecto, bas- absoluto un clínica con ética.
tó con preguntar a este mt¡chacho cómo estaba para que él mismo Si presenté esta observación, que no se presta particularmente a
ofreciera la clave, la armadtr ra en la que se hallaba p aralizaclo. Se apre - dejarnos satisfechos, fue para mostrar cómo es posible que una pÉc-
suró a decir que las cosas no podian ir melor para é1. iba a salir de la tica se apoye en una cierta referencia a Freud y al psicoanálisis, y hasta
cárcel, iba a casarse con la mujer que amaba y que lo amaba, cuan- se prolongue, girando indelinidamente la rueda de sintoma interpre-
do esa hemiplejia... Claro está que el hecho de que esta pasión'más tado en sintoma interpretado, sin que lo que está en juego. lo que cons-
fuerte que la muerte" se volcara en una persona algo mayor que su ma- tituye la apuesta del sujeto, sea rozado de manera alguna.
dre no tenia en su opinión ninguna importancia, a lo sumo podia irri- Pero linalmente, en la cura freudiana según el narcisismo, no inter-
tar a algunos espiritus amargados y divertir a los otros, sobre todo a pretamos más sistemáticamente los sintomas de lo que develamos los
sus amigos. En sintesis, bastó con dejarlo hablar, insistiendo un po- fantasmas o las transferencias. Un analizante habla de sus sintomas
co, para que al fin de cuentas se revelara a si mis¡no que sólo estaba y cle otras cosas. 'fodo esto es tomado en Ia ola de la asociación libre
decidido a meclias a unirse para siempre con esa futura tierna mitad. y, llegado el caso, nos enteramos de que cierto sintoma del que se que-
Salió clel despacho caminando con las clos piernas. I-a historia se jaba ha desaparecido, a veces meses atrás. Se da inclusive el caso de
interrumpe aqui pues aquél fue nuestro único y último encuentro, ya que en un primer momento no lo haya notado, de todas maneras no
que su futura esposa se aprestrró a sacarlo de las garras del hospital sabe cómo fue y el analista tampoco. Qué queda entonces clel sinto¡na
haciéndc¡le lirmar el alta esa misma tarde. para delimitar en la cura, siendo que, como decia Jacques-Alain Mi-
Pero aunclue la historia se interrumpa aqui no está desprovista de ller en su curso'Del sintoma al fantasmayretorno": "No hay sintoma
enseñanzas, sólo que por la negativa. Es dificil discutirle a esta fundamental en el suJeto'.
hemiplejia el estatrrto de sinto¡na. Y c¡ué rneJor e.jemplo de su función Sabemos que desde el momento en que Jacques Lacan toma en
metafórica, de su inscripción en el lugar clel Otro, del Otro significan- cuenta el goce y lo real del objeto en la causación del sujeto, pone igual-
te, que su levantamiento mecliante Ia interpretación significante, tan- mente el acento en lo que el sintoma tiene de real, con una restricción
to más irrefutable cuanto que fue el propio sujeto el que Ia profirió al para los síntomas de Dios, para el cual, como contrapartida, el cono-
hilo de su discurso y que bastó señalarlo para que, sorprendido, se cimiento es paranoico. Dice esto, entre otras cosas, en la Universtdad
oyera clecir algo distinto de lo qtre creia y el sintoma cayera. lbdo es- de Columbia en I975. Recuerda que si el sintomaes curable, eso resls-
te montaJe se apoya desde luego en el sujeto supuesto al saber al que te igualmente: el sintoma es lo que muchas personas üenen de más
34 MAITC SIIIAT.ISS EL SINToMA DN IA CURA 35

Para ser más precisos, Io que la inquietaba era que yo pudiese no sa-
real. Propone asi la túada: simbólico, imaginario, sintoma. En efecto,
lo simbólico es por definición el ltrgar del Otro, lo itnaginario no es pro-
ber el importe de su deuda. de la que por su parte ella se jactaba cle
piedad de nadie, por el contrario el sintoma caracteriza a alguien con llevar una contabilidad exacta. Una frase, en su angustia, expresaba
mucha precisión. Por él se manifiesta aquello por lo cual el sujeto está su turbación ante la ausencia de reaseguro por mi parte en cuanto al
determinado, aquello que lo toma desprevenido, el fantasma que conocimiento de la cifra de la deuda: -lbngo miedo de que usted no
sepa lo que le debo'.
cierra la identidad del suJeto de manera muchisimo más fiJa que el sig-
nificante. Si porlo tanto la cura tiene, desde su instauración, un efecto Esta frase la detuvo, la soprendió en su equívoco y le mostró
de precipitación de los sintomas por el establecimiento cle la llamada
brutalmente hasta qué punto consagraba su üda a pagar. Fren-
al Otro, tiene también el efecto cle dirigir al sujeto hacia un sintoma ca-
te al otro, cualquiera que fuese, ella tenia la sensación cle tener
que saldar algo, y comprobaba no saber ni qué ni por qué. ¿El otro lo
davez más puro, un callejón sin salida clel cual sólo su cerca¡¡riento
permite el atravesamiento del fantasma y el desprendimiento del sabia?
Es clecir, que una gran parte de sus conductas en la existencia, de
objeto, o sea una mutación del sintoma que no sea mero despla-
zamlento. su manera cle ser, por primera vez se le apareció como sintomática.
Aqui se trata de un rasgo de carácter, de una manera de ser conver-
ticla en sintoma construido en el análisis; no es qtre no existiera antes,
Me gustaria llustrar esto con un caso para examinar clespués su
pero para el strjeto pasaba inadvertido. Este fue un momento crucial
valor de ejemplo. Se trata de una mujer joven, de la que ya hablé en
Estrasbur§o con otro enfoque, puesto que se trataba de poner el acen- en la cura, por su causa se vio enfrentada con su montaje consisten-
to en un momento crucial de su análisis que se habia jugado en tor- te en operar una escisión que la dejaba fuera de juego: ella expulsaba
no de una deuda que habia contraido conm¡go. En esa época no me sobre el Otro un saber cuya impostura le erafácil denunciarsise hacía
pregunté por el estatuto de esa deuda, cosa que quisiera hacer hoy. pretexto para el ejercicio de un dominio, mientras que tomaba a su
Esta muJer vlno al análisis para tratar una bulimia y acabar con un cargo unaverdad ciertamente lndecible, pero cuán deliciosa, que le ga-
sentimlento de mentira que minaba su vida, prohibiéndole reconocer- rantizaba el goce de estar siempre en otra parte.
se en el menor compromiso y menos aún en uno cualquiera de los En cuanto a esa parte de goce en el sintoma, Lacan la formula en
é:<itos que sln embargo, para su desesperación, acumulaba en la Uni- el texto de 1967: 'De la psychana\rse dans ses rapports á la realité'.
versidad. En sintesis, ella conocia meJor que naclie la inconsistencia En la página 58 de Scilicet Ne l, en una frase que responde, agregán-
del significantey lavanidad del saber, impotente para retener unaver- dole los conceptos de goce y resistencia, a la de los Escrilos que hace
dad. tsuscaba en la flsura, en la quiebra del saber, una verdad, defi- un momento recordé, dice: 'Asi, laverclad halla en el goce cómo resistir
nlción del sintoma dada por l-acan en la página 234 de los EscrÍtos al saber. Esto es lo que el psicoanalisis descubre en lo que llama sín-
(ediclón francesa): en el fondo, por qué no decir que ella buscaba un toma, verdad que se hace valeren el descrédito de larazón-,
sintoma, un sintoma que aguantaray no la dejase abanclonada co¡no Las consecuencias de este momento de vuelco en el análisis Íueron
el desecho del mundo. El análisis permitió rápidamente un aplaca- harto considerables sobre su modo de considerar la existencia, pero
miento de su extrav¡o mientras que la cuestión de Ia mentira persistia la deuda subsistió, siempre imposible de saldar. Esta deuda cuyo
en su insistencla. Ella podÍa -yestola agobiaba-mentir, incluso men-
importe no varia es lo que tomó un estatuto particular en la cura, un
tirle a su analista, 'camelearlo" sin consecuencla lnmediatamenle estatuto de sintoma. En efecto, la anal2ante se queja cle ella. se sien-
perceptible. En cambio, como además de estudiar trabajaba, se en- te molesta por ella, quiere librarse de ella, pero inclefectiblemente, y
pese a su buena voluntad, acaba utilizando para otra cosa el dinero
contró con que tenÍa que pagar impuestos. Asi contraJo esa deuda,
falta de dlnero para pagar lo que ella llamaba las sesiones excepcio- reseryado a esa cleuda. Finalmente, y sobre todo, habla de ella pero no
puede decir nada. Esta deuda está en función, en su lugar de impo-
nales, que sin embargo decia necesitar. Las sesiones excepcionales
eran las que tenian lusar en la semana además de las tres habituales. sibilidad. Lo interesante es que no habla de ella en cualquier momen-
Su análisis dio un vuelco cuando esta deuda comerzó a inquietarla. to; esa deuda es, para retomar la ima§en de Lacan en "Intervenclón
MAITC STRAUSS EL SIN'IOMA EN LA CURA

sobre la transferencia', el límite en el cual el carro debe girar para re- con Sade", la impulsa a sexualizar ese ser significante, a intentar rea-
vertir una última vez su carrera. Iizarlo en su malogramiento, en la inconsistencia de su ser signilicante
En este análisis, el sujeto trabaja con el signilicante alrecleclor de en el Otro y en el objeto al que ella está ligada.
ese limite al que se acerca cadavez más, con un movimiento en espi- La deuda es asirnismo la imposibiliclad de colmar la falta en el Otro,
ral. La médula de este mojón, del que el sintorna es vestimenta, tiene lmposibiliclad que se presenta en forma de impotencia y como una cle-
un nombre que conocemos, el objeto cu La deucla viene a significar su fensa del sujeto, quien no renuncia a cubrir su división en el Otro. Más
puesta en función. En elbcto, el dinero no es solarnente el equivalente allá de su buena voluntad y cle su celo, eso resiste a la defensa, a su
general de toclas las significaciones, clominio en el que la analizante es pesar no puecle salir del paso, mientras que su fijeza sella la presen-
experta, sino ta¡nbién el que hace las veces, el representante de su ser cia, ahi, del objeto y del goce que él le asegura. En este punto, enton-
de objeto, esa iclentidad clue se le escapa, que la presiona. Además, el ces, esta deuda es una lbnnación de compromiso entre su aspiración
conocimiento de este objeto escapa también al analista, él puede a la realización de su lálso ser signilicante y su sujeción a un goce
verilicar simplernente que está en función, sin que nada permita de- lmposible de decir. Esta deuda no es lo incurable del sexo, lo repre-
signarlo, ni en términos de analiclad con el pretexto de que se tra- senta velánclolo. Y esto permite plantear que el levantamiento cle esta
ta de dinero, ni en términos de oralidad con el pretexto de que se trata deuda sólo puede obtenerse mediante un atravesamiento del Ián-
de bulimia. tasma, afectando al goce en él encubierto.
Dije que la paciente no habla de ello en cualquier momento, y es- ¿Cuál es ese goce? Quizá sus dos recuerdos de infancia nos permi-
to es por supuesto cadavez más preciso. Aislaré pues la secuencia que tan comenzar a deducirlo: ella intenta inscribirse como falo mecliante
me parece esencial y que anuncia explicitamente la liquidación deli- el gritoy lo que llama camelo, o sea dandovoz. Amenuclo también ma-
nitiva de esa deuda. Comienza con una reactivación de la angustia niliesta su sulrimiento de sentirse obligada a hablar, aunque sea para
cuando su compañero amoroso parece distanciarse. Inmediatamen- no decir nada. Verdad o mentira, confesión o camelo, qué importa la
te la embarga su temor de siempre: el otro no tiene nada que hacer con vestirnenta con tal de que haya una voz. En algún mornento dice cuán
ella, ella no vale nada. Ia vergüenza frente a su deseo, que sigue in- cruelmente le falta la mia aveces, hasta el punto cle haberme llamaclo
tacto, la invade. Aqui es cuando vuelve a hablar de su deuda y del he- ya por teléfono sólo para oírme.
cho de que su padre la deseó demasiado cuando ella era aclolescente Producir lo incurable de la falta en el Otr<1, advertir lo incurable del
y de que, sobre toclo, no se lo disimuló. Vuelve a pedir entonces una saxo, hacer pasar el goce al decir para aprencler a obrar con él es la ta-
sesion excepcional, la prirnera clesde que habia contraido la deucla. En rea del análisis, qrre equivale a separar al sujeto de ese goce sin que-
esta sesión co¡nunica dos recuerdos cle su primera infancia que tienen dar en paz por ello con lo real. Espero haber clenrostraclo alrecleclor de
en co¡nún el que trató de alterar a sus padres enloqueciéndolos, la pri- qué lugar determtnado, que en si no tiene más importancia que la
meravez chillandoy la segitrncla contando una mentira, pero en los clos capilla de las ¡netáforas militares de Freud, se jugaba el proceso de la
casos el padre no se dejó embaucary puso firmemente las cosas en su cura. Este lugardel sintoma que novale sino por lo que representa de-
lugar. ter¡nina no obstante, como la topografia de un lugar las opciones es-
Esta era la secuencia clinica. Vemos que ante un avatar de Ia tratégicas de los combatientes, lo queyo llamaré el caÉcter de la cura,
ausencia de relación sexual, el sujeto, en un estado de angustia, aquello que le da su estilo propio.
convoca en el análisis lo que hice la hipótesis de llamar su sÍntoma
analítico, la deuda. Unavez más se verifica la frasC-de I-a.can, siempre Sobre este punto quisiera hacer algunas observaciones, en forma
en la Columbia: "Las relaciones hombres-mujeres cumplen un papel de preguntas y a modo de conclusión. ¿I)or qué este caso rros sirve de
detenninante en los sintomas cle los seres humanos'. Ella quiere en- ejemplo?
contrar en el Otro su ser, su temor de ser indiferente para este otro lo Entre nosotros no hablamos de analisis del carácter porque Freud,
dice suficientemente. El [antasma, en su vertiente de sostén del deseo, en la segunda parte de su texto AnálÍsis terminable e interminable, a
que constituye el placer propio del deseo, como dice Lacan en "Kant parür del momento en que insiste sobre la fase creacionista del psico-
MARC SIÍIAUSS

análisis, y [.acan, hacen del yo una formación del inconsciente; para EL SINTOMA Y EL ANALISTA
ellos no es una instancia autónoma. No hay. y Freucl es en este pun-
to tajante, yo normal, no hay mils r¡ue un ideal de nor¡naliclad. Por el Gur; Clostres
contrario el sttjeto hace opciones, opta porrnecanisrnos cle delbnsa, al-
gunos y no otros, consenanclo la represión originaria su lugar apar-
te. Si para nosotros el psicoanálisis clebe ¡nás bien clebilitar al yo y no
reforzarlo, es porque lo real del análisis noyace en las identilicaciones
simbólicas y en sus efectos irnaginarios. El análisis, rnás allá clel Yo,
apunta al punto real del irnposible encuentro y procluce este punto a
través del sinto¡na en la cura, en ct¡anto manifestación concreta, el'ec-
tiva, de la puesta en función clel objeto c¿como causa. El sintoma, para
decirlo con otras palabras. es el lugar, el campo circunscripto clel com-
bate entre la defensa del suieto y la resistencia del ob.ieto.
Cabe preguntarse si este sÍntoma en su particulariclacl no es lo qtre En l9 tO, hallándose Freucl en plenamadurez, en la cúspide cle su pro-
da su estilo propio a cacla análisis, preligurando lo que ptrecle advenir ducción, y mientras se preparaban, sin que él lovalorara exactamente,
como el esti.lo del sujeto, o sea la marca de Io real en su discurso, por las tormentas que iban a sacudir al movimiento analitico, se (lirigia a
la transformación de la contingencia en necesidad. 'Estilo" es, eviden- Ferenczi en estos términos: 'A pesar cle todo el atractivo de sus traba-
temente, un término un tantovago queexigirÍa un mejoracotamiento. lo inti¡né sin em-
Jos (se trata cle los trabajos deJung sobre mitologia),
En cualquier caso, no deja de evocar el irnpacto de un cliscurso y su bargo a que volviera a tiempo a las neurosis: tenemos aqui a nuestra
valor de transmisión. Me parece que podúa ser uno cle los medios para m"dr. pátria, y en ella debemos fortificar nuestro imperio contra todo
calillcar de una manera más particular a trn sujeto. co¡no cleterminan- y contra toclos". Pues bien, el tema de estas jornaclas nos retrotrae
do los subconjuntos de los grandes conjtrntos -ahi cloncle rntrcha gente cabalmente a la inquietud de Freucl, y asi es precisamente porque en
se aloja- de las estrategias del sujeto frente a la Ialta en el Otro, en el lo que se da en llamar el mundo de los psicoanalistas, debemos con-
origen cle nuestras grandes tipologias. En el fondo, esto debe ser lo que tarnos entre los últimos que se preocupan todavia por la senda
hacemos, después cle Fret¡cl, ctrando observamos el celo, la buena vo- freudiana.
luntad cle Dora y el esfuerzo, la coacción, Zwang, del obsesivo.
Partir de un rasgo de carácler contingente, pasanclo por el cariíc- El sinto¡na nos interesa aqui por varias razones: porqtle preten-
ter de una cura hasta el 'obrar con", ¿no nos permite hablar cle 'en- clernos responder a él co¡no médicos, psiquiatras, psicólogos o psicoa-
contrar su estilo- como una cle las realizaciones de lo irnposible. uno nalistas, pero lgualnrente porque poclemos padecer cle é1. Elasta con
de los nombres de lo incurable producido por un an¡ilisis?'lbrminaré clecir esto para convenir fácilmente en que hay una varieclad cle senti-
gustoso reiterando Ia frase de Jacques-Alain Miller que ya he citaclo: clos acorclacla a este término, sintonra, variedacl que supone unavaria-
"No hay sintoma funclamental', para proponer añaclirle: puede haber ción, fuente de cambio, cle moclificaciÓn y hasta de desüaciones en el
un estilo. valor que se cla al sintomaen nuestro campo. Esta inestabilidad de la
delinicion resulta <Ie la relaciÓn funda¡nentalmente inestable del sig-
nilicante al significado, inestabiliclad cornplicacla por el desplaza-
mlento que implica el nuevo valor confericlo al sinto¡na en el campo
freudiano.
Ala entracladel psicoanálisis. en el campo clel saber, está el sintoma
-con el nuevo valor que Freud le da-y además está para cada cua-l su
propia entrada en el análisis: ésta puede tener lugar a causa del sin-
40 GIJY CI.ASI'ITDS
I'L SINTOMA Y I'f, ANAI,ISTA 4I
toma, que cacla cual somete a ese nllevo l'alor; cada demancla cle aná-
lisis, que se hace en nombre del sintoma, üene a verificar la verclacl rente que es, justamente, aquello en lo que consiste el campo freudia-
freudiana, pero también la relación clel analista, al que ella se clirige, no, campo que hay que encontrar y reencontrar.
con esa verdad. El campo freucliano se estableció, corno sabemos, en Entre el psicoanalizante y el psicoanalista el sintoma plantea al
el a posteriori del acto de FYeud, que consistió en antrclar el sintoma, Otro como cuarto, como ese lugar doncle cada uno de ellos tiene que
como realizado, con la verdad como reprimida. ubicarse a partir de lo particular de su relación con la verdad. Pues el
En medicina el sintorna hace de signo: hace de signo para el méclico acto de Freud hace entrar la verdad en el sintoma co¡no la causa que
de una causa supuestamente situable en el ctrerpo, crterpo que sólo se alcanza por el rodeo de la palabra por el Otro: en este pasaje
establece la medida del campo de exploración del méclico, por la que va del signo al significante, doncle ca¡nbia el valor del sintoma,
mirada. En psiquiaLría, el síntorna hace de si.gno cle una norma alte- Freud hace surgir al padre como garante de la verdacl. El paso de
rada; la comparación de los cliversos signos permitió establecer una Freud, en su encuentro con la histeria, establece, por el cliscurso que
clÍnica que comprobarnos sirve cada vez menos como punto cle él produce, la relación signilicante entre el padre y el sintoma, en nom-
referencia, para dejar lr¡gar a su en¡{anche aI efecto procluciclo por los bre de la verdad. Lo que Freud inaugura es un nuevo discurso que va
principios activos de las subslancias ingericlas, revelanclo la sensibili- acompañaclo de un signo: el nuevo a¡nor, aquel que surge en este des-
dad del cuerpo a sus principios. La psic¡uiatria moclema. que se califi- plazamiento en el orden del discurso. Este nuevo amor es lo que no-
ca a si rnisma cle médica, strstituye la Jahct persislente cle la car-rsali- sotros Ilamamos transferencia.
dad en el campode loüsible porla realizacióncle unaquirnicaquehace Hay desde ese momento clos vertientes para el sintoma. Del lado del
susveces: inversión en laque puecle leerse, asimismo, el lin cle una cli- analizante, la demanda, con el engaño inevitable que implica; del la-
nica. En estos dos casos (psiquiatúaymedicina), el sintonra represen- do del analista, el deseo que se maniliesta por esa demanda en lo que
ta algo para alguien que está ahi y que responcle con una demanda de la separa del goce. Para el analista, el sintorna pasará a ser ese cuarto
salter, que anuda, para separarlos, los campos doncle vienen a jugar la de-
Cuanclo la histeria cesó de poblar los conventos y de provocar a los manda, el deseo y el goce; los anuda porque marchan juntos, pero los
exorcistas, cuando los médicos la instalaron en la escena hospitala- separa porque traza el limite de cada uno de los campos en el que par-
ria, produjo una demanda que, como sabemos, puclo tomar fonnas dl- ticipa. El analista es aquel a quien se inüta -digamos más bien a quien
versas: surnisión necesaria a la voluntacl méclica por la intervención se ordena- a orientarse en estos campos a partir del hilo que constl-
cle métoclos educativos, coacciones cliversas, sugestiones, otras tan- tuye el encadenamiento signilicante del sintoma: esto es lo que lirnita
tas manifestaciones en las c¡tre puecle leerse la relación cle la histeria su libertad, tanto en la dirección de la ctrra como en el uso de la inter-
con el amo (cf. tesis cle Gérarcl trVajeman, Le Mqitre ett,HAsbrtqtrc).1,o pretación. Intentaré evocarcle qué modo él se aplica a reencontrar una
(lue me parece importante subrayaraql¡i es que en este encuentro en- libertad donde no puede sino extraviarse, como lo clemostró Lacan. La
tre l¿l histeria y el médico la clernancla aparece clesplazacla clel lado del libertad que el analista puede aplicarse a obtener, a pesar de lo que
méclico. puede tener el sÍntoma de estructurado, reside en que, en el campo
Con Freud se produce el vr¡elco del que hoy somos testigos. pues no freudiano, él hace de signo del Otro: todo clepencle, en lo sucesivo, de
es tanto de su demanda de lo que va a tratarse en su encuentro con la concepción que el analista va a hacerse del Otro y, con ella, del
la histeria, ya que renuncianclo a ella dejara clesplegarse I a talking cu- inconsciente.
re a parlir de su cleseo de saber más de ella: la demancla qtrecla resitua- A esta altura de mi exppsÍción es conveniente tomar apoyo en el
da entonces ahi donde clebe estar, y el sintoma sukirá el clesplaza- §rafo, justamente elaborado por Lacan para precaverse del riesgo de
miento en el que se revela su estmctura signilicante. Si bien continúa extravio que implica ese lugar del Otro; grafo que sigue siendo para no-
haciendo de signo, ya no representa ese algo para un alguien con el sotros el referente esencial donde se demuestra la estructuración de
cual este alguien puede cegarse. Hace de signo del Otro, corno lugar, la experiencia analiüca. Ese lugar de cuarto, que ya mencioné a pro-
doncle ese alguien se borra para dejar su lugar a otra cosa muy dife- pósito del síntoma, está inscripto en el grafo en el lugar del s (A), oca-
sión que tengo de recordar, de acuerdo con Jacques-Alain Miller, Ia
Gl]Y CII\STRES EL SINTOMA Y EL ANALISTA 43

enseñanza, del acabamos pues nuevamente en la cuestión, ya ampliamente debatida,


constancia mantenida por Lacan hasta el final de su del atravesamiento del fantasma.
evidentemente, marchan juntos' no
4 de la estructura. Estos cuatro, El sintoma, tal como está colocado en s (A), es el indicio de un atra-
havmaneradeaislarunoparadarleprimacia;porestomismoellos vesamiento del fantasma ya efectuado. En cuanto se define como el
i"Jtii"y." para el analista el imperativo de un orden donde la nece- signiffcado del Otro, el sintoma es el resultado producto de un atra-
á."á" a partir de lo imposible. I-a libertad del analista pa§a en- vesamiento del fantasma, del que el sujeto nada puede decir porque
"ia"a
tr"tot.""""¡oyloimposible,toquenoleprocuracomodidad'Para
de qué modo puede imaginar que la con-
nada sabe de é1. Aquí está incluso su dificultad, pero también su re-
nosotfos la ."iaber
"u."iión sistencia en la cura, pues el fantasma asi sacudido se ve restablecido
seguirá.
--"volr"rno" en lo imaginario para sostener al neurótico en el valor que va a dar a
pues, al grafo. Este nos muestra el lugar que figura
(A), lugar donde con- su sintoma, como soporte de su ser.
como eI cruce donde eliintoma se manifiesta s Si ahora me sitúo del lado del analista el problema se complica,
vergen las relaciones vectoriales orientadas' con el yo (m)' el fantas-
nos permitirán captar lava- pues por un lado tenemos la posición del anallsta con respecto al fan-
*á? o o y el otro. Estas tres conexiones
tasma del neurótico, y por el otro su posición con respecto a su pro-
i["a ¿"i"U.rdaje del síntoma por los psicoanalistas, quiero decir los pio fantasma, que él puede desconocer (donde lo uno, además, no está
que nos precedieron y nosotros mi§mos'
al síntoma' Jacques- desyinculado de lo otro). Por un lado está el lugar que cla al fantasma
Quisiera comenzar por el lazo-del fantasma en la cura, y por otro su concepción acerca del lazo del sintoma al fan-
Miller le consagrb un año de curso' que para buen número de
Alain tasma; llegado el caso, el fantasma es lo que le va a servir para
pequeña con-
nosotros resultÓ muy esclarecedor: voy a aportarle mi interpretar el sintoma: es decir que el analista puede interpretar se-
tribución. Entrar en análisis por un síntoma o entrar en análisls por
mismo. Para retomar una de las afor- gún su fantasma, contra Ia verdad del sintoma, como lo atestigua en
un fantasma no es en absolutá lo
'Del sintoma uno se abundancla la literatura analítica y la necesldad en que se encontró
tunadas ficrmulaciones deJacques-Alain Miller: Lacan de estructurar la ecperiencia respectiva.
queJa,enelfantasmaunosecomplace".Elsíntoma.encuantosostie- Precisamente es la estructura la que da Ia razón de la posición to-
i. iá á".1., abre la puerta a la transferencia a partir de la instalación mada por el analista en relación con el fantasma. En resumidas cuen-
del sujeto suPuesto al saber. tas diÉ esto: según el grafo, el analista, frente al sintoma, tendrÍa la
que
¿Cámose podria demandar un análisis a parttr del fantasma'
pla- alternativa de, o bien el fantasma, o bien el yo; posiciones que ilustra
."tá como la pantalla de la respuesta que da su marco al
"oi""uao .Quiero ser ana]ista'', .quiero ser"..., .quiero com- el moümiento analiüco, desde las teorias de Melanie Klein hasta las
cer? Y sin embargo:
de la qgopsgcholqg.
p.".rd.., dominai', 'quiero comprender a los demás"' y otras formas Lo que aqui debemos subrayar es que Lacan, como el sintoma, no
la demanda que suele oirse en quienes se encuentran
justamente
ie nos deJa esa alternativa: l.acan la fuerza partiendo del valor de verdad
enposicióndetenerqueresponderalademandadelOtro:médico'psi- que otorga al síntoma como fornación del inconsciente, es decir como
cólogo, educador.
- - -"§uiero __L ^-. realización de un sujeto puesto en cuestlón como $. ¿Cómo conJugar,
que... ", es una demanda' un lVunsch' como
ser el que.... la
en su en efecto, la parte que ocupa el sintoma en la demanda y esa funclón
diriiFreud, que no se apoya más que en un fantasma' al menos suJeto? ¿De dónde saca el analtsta la certeza en la que basa su acto,
que se presta a ese per§onaje (el ana-
vertiente imaginaria: la-dál ser st el Otro no puede responder de ella: '. S (/()?
y del-que
lista), del que"el sujeto no sabe nada en su particularidad'
que constituye su marca' ni al co- Esto me conduce, Justamente, a la pulslón. Tambtén la pulslón es
,,o pr"d. decir que sea el ser lo
"" final' puede esperar de una cura uno de los cuatro de la estructura y ella mlsma, en el pensamlento de
*i.-t ni especialmente al Oué se
Fteud, no marcha sln el cuatro; en suma, la pulstón reconslderada por
il;ñ.; pártir de una demanda semejante -a la que et analista
mismavena' [acan impllca el cuaternarlo de la estructura, pero de la estructura en
habria dado su consentimiento-o de cualquier otra de la cuanto lncorporada: la pulsión no marcha sin el cuerpo, cosa que
que culmina en volver consistente al
;;;i" realización de esa flnta
Fteud diJo siempre y lacan tras é1.
"";"t"supuestoalsaberenelmomentomismoenquedebeúacaer:
44 GUY CIASI]IDS EL SINIOMA Y EI. ANAI.ISTA 45

Recorclaré algunas clefiniciones de la pulsión en la enseñanza cle I-a- vo, retorna en la angustia; en é1, la hister2ación comienza por la
can: "Es incorporada como la estructura hace el al'ecto", o asimismo: angustia, en cuanto ella da señal del Otro en el cuerpo mismo. I-a his-
"l.a pulsión es el eco en el cuerpo del hecho cle que hay un decir, pero terización seria producir el nudo del síntoma y del cuerpo.
para que este decir resuene, paraque consuene, hace lálta que el cuer- Este desplazamiento del goce está subordinado al desplazamiento
po sea sensible a é1, y es un hecho que lo es" (Seminario 'Le sinthorne", del analista en su relación con el saber, lo que Lacan llamó su cleseo
Ornicarfl. de saber. Este cleseo de saberle es propio, pues él seria el único que
Esto es lo que demtrestra la histeria: su ataque lue es una acción- responde en este mundo, en nombre de una pulsión descarnada, a la
instituye un Otro, cuyo lirturo podrá dar cuenta del hecho cle que su demanda, tal como ella surge del Otro; seria el único en responder a
cuerpo se fragmenta en lo imaginario; imaginario que no clepencle cle ella por el efecto de su división, lo que más arriba llamé su sumisión
su imaginación sino que participa de un real. al par: necesario/imposible.
En la neurosis obsesiva el sintoma se plantea, en cambio, como se- Pareceria que esta sumisión condujo a Lacan a insistir cada vez
paración del cuerpo y del Otro, y ello por el artificio de la función cle más en la función del sintoma, lo cual me mueve a concluir con una
lo imaginario, interpuesta como pantalla entre la clemanda, que pregunta. ¿No hay que comprencler entonces esa insistencia como lo
sostiene al sintoma, y el Otro, como lugar clonde el sujeto debe reen- que da testimonio de una consistencia nueva otorgada al sintoma,
contrar su causa significante. consistencia que éste tomarÍa en la propia cura en el revés del fantas-
Esta relación ¡narcacla por lo irnposible entre S y D no puecle es- ma, de su borradura, pero mucho más aún en el sentido del trazado
tablecerse sino por la intervención cle un elemento tercero, factor de un limite donde el sujeto neurótico podria calibrar por fin su saber
determinante para instalar ahi el rornbo: el deseo del analista, en hacer, es decir sin imasinarse sometido a lavoluntad oscura del Otro
cuanto él mismo está enganchaclo a la pulsión. por lo tanto, sólo a par- o sin creerse él mismo el Otro?
tir clel sintoma podrá el analista, si se deja orientar por é1, establecer
el nudo entre $ y D donde la pulsión se reconoce. l.es recuerclo esta
frase de Lacan que figura en el Seminario )O: 'El reconocimiento cle la
pulsión es lo que permite construir con la mayor certeza el funciona-
miento denominado por mi de clivisión del sujeto o de alienación..
Saben ustedes cuán problemáüca es para el obsesivo esta división
del sujeto. Ln cual me induce a interrogar este término acttralmente
de moda en nuestro grupo: la histerización del sujeto en la cura. IJro-
ponclré ilustrarlo a partirdel sujeto obsesivo como el efecto procluciclo
a partir del montaje pulsional, tal como puede resultar del encuentro
con el analista ct¡ando éste consiente vercladeramente en ocupar ese
lugar del a.
Apartemos primero ese sueño que consistiria en imaginamos que
volvemos histérico al sujeto. Se trata de obtenerel desplazamiento clel
goce del sinloma, tal como refuerza, por lo imaginario del fantasma,
al ser, ese falso ser que el neurótico se da. La histerización del obse-
sivo seria conclucirlo a reencontrar lo que él se empeña en borrar, o sea
el eco donde su cuerpo ha resonaclo al clecir del Otro, es clecir a la
demanda del Otro, clonde le será preclso reencontrar los signilicantes
de la suya, de aquella que él plantea precisamente en nombre de su
sintoma. El obJeto a encuentra su lugar en ese eco que, en el obsesi-
u
ir
t
tl

TI
SINIOMAS
LA OBSESION, UN NOMBRB DEL SUPERYO

Dominique Miller

Una de las cuestiones clinicas que me parece fundamental profundi-


zar en el canrpo freudiano es la de las mujeres obsesivas. ¿Me con-
traclirán ustecles si cligo que tocla mujer que se presenta al analista es
fácilmente considerada, apenas se ha descartaclo el diagnóstico de
psicosis, como una histérica en potencia? Los Estudios sobre Ia hrs-
teria, Dora y el hombre de las ratas nos convencieron de ello, y lo
mismo üenen hacienclo nuestros propios relatos clinicos a lo larso de
estos últimos años. El estilo obsesivo en una mujer nos inspira máxi-
nra desconlianza,y muy pronto esperamos que se despierte la histe-
ria. Señalemos que los ocho ejemplos tomaclos por Freud en Néurose,
Psychose et Peruersion para ilustrar casos de obsesiones y rituales,
son todos femeninos. ¡Sin embargo, hecho tanto más sorprenclente,
Freud no los comenta!
Lacan por su parte, en cualquier caso, afirma en "El psicoanálisis
y su enseñanza" una concordancia entre el sexo y la estntctura: 'l)e-
jando por ahora ahi a la dama", dice 'regresaremos a lo masculino pa-
FUENTES YTRADUCTORES ra el sujeto de la estrategia obsesiva" (EscrÍtos,'l'.1, pág. 434).* y ac¡ui
es fiel a su idea según la cual el psicoanalista no clebe guiarse por el
If: lextgs de D. Miller, A. S-tevens y H. Menard fueron publicados en las Actes sintorna para definir la estructura del sujeto. 'El strjeto de la estrate-
de l'Ecole de la Cause freu9lT"", ¡,¡o X, y tr"A,r"iao"
Fryd fue presentado en el v Encuentro Iíternacional i".
t;;;Ag.mñ á. e. gia obsesiva" es el sujeto inconsciente, el del juego, la astt¡cia con la
del campo Freudiano y muerte, con el Otro. La referencia al sintoma está aqui ausente para
los de A. Arenas y J. Ravard en el IV Encuentro Internacioiral
del Campo dellnir Ia neurosis obsesiva. Por consiguiente, no basta hallarse en
Freudiano. El texto de R. wartely F. trguil fue publicado en las
de la cause Freudienne, Ne vII, -De r'rnlor,sc,ei¿ á u ga:
A"t á.i e*r.
" presencia de síntomas obsesivos para sacar conclusiones. Ife ahi
trarl¡rcido por Adriana Torres. El texto de A. enJ" r"" t
incíderrces cldnrgues, y
p.. i;;-¿r. nuestra desconlianza... Mucho más adelante en los Escrilos, en 'St¡b-
con la mlaboración de Gabriela Roth. El texto de A. Merlet"J".ia.
fue puülicado en las
Actes de I'Ecole Freudienne, Ne VIII, crinique des Névroses
cido por Adriana Torres.
et ifístérr,? ttr;Ju- * [.a paginación citada, al igual que las subsiguientes, corresponden a la
edición francesa: Ecrits, Seuil, París, 1966. tN. de T.l
50 DoMIMOUD Mlr.ER
I.\ OI]SESION. UN NOMBRD DIiI. SUPERYO 5I
versión del sujeto y dialéctica clel deseo", I;rean propone jtrstamente constantemente invadiclo por estas jaculatorias qtre le hacen te¡lter
criterios diferentes cle los sintomas. A partir del fantas¡na. es clecir de que un dia pasará al acto tan súbitamente como se le aparecen.
la relación del sujeto con el deseo del Otro, se prteclen cliscernir clos La coyuntura etiológica de este sintoma es fiel a la concepción [reu-
estructuras: el obsesivo "nie§a el deseo clel Otro al formar su fantasma cliana: una escena de masturbación con un joven compañero mascu-
acentuando lo imposible del desvanecimlento del sujeto", mientras lino representa para Florence su prirner encuentro con la sexualiclad.
que en el histérico su deseo no "se mantiene en el lantasma sino por En este cara a cara, la angustia hace presa rle ella. Entonces recurre
la insatisfacción que se aporta a él al sustraerse en él co¡¡rr¡ objeto". a una tia. Le ct¡enta la escena. La anciana no encuentra nacla rnejor
Sin embargo, esta concepción, que deja al sintoma apartaclo del que gritarle: "¡Malclita seas!" Y encierra en un ctrarto al muchacho se-
diagnóstico, merece ser modilicada después de las últimas conclusio- ductor sin castigar en cambio a mi paciente. Durante la sesión en que
nes de lacan sobre el sintoma. Plantearel síntomaya no sólo en el re- comunica esta escena, se plantea la cuestión de la coincidencia entre
gistro de lo imaginarioy de lo simbólico sino también de lo real, acerca el recuerdo traumático y la aparición de sus primeras obsesiones. De
el sintoma al fantasma. Con la categoría de Io real, la iclea lretrcliana pronto se acuercla de una cle ellas. Su padre, que era carnicero, está
del fantasma como causadel sintoma cobra un aspecto nuevo. I.o real abajo en su negocio. Ella, en el piso superior, hace los deberes en su
enJuego en el sintoma demuestra pertenecer al mismo registro que el habitación en conrpañia de su hermana mayor. Está afilando trn lápiz
que está en juego en el fantasma: la falta que afecta al sujeto clel sin- cuando oye el ruido de la picaclora de carne en la carniceria. Enton-
toma recubre la falta en el Otro, activa en el fantasma. ces la asalta un pensamiento: 'Acuchillar un sexo'.
De este modo, una mujer que presenta sÍntomas obsesivos puede La articulación freudiana según la cual un recuerdo traumático de
tener perfectamente una estructura del nlismo nornbre. Como esta masturbación üene a asociarse a la formación de una obsesión, se for-
alirmación no posee el valor de evidencia que después de todo se le mula en [,acan en términos estructurales. Efectivamente, el recuerdo
podria reconocer a primeravista, hay que verificarla mediante la cura ilustra la intrincación de dos momentos determinantes en la estruc-
misma. Verificación que recae sobre el fantasma. Continuando con tura del sujeto: el estadio clel espejo y la metáÍora paterna. En el cara
esta cuestión de la muJer obsesiva tomaré un ejemplo clinico. Un ejem- a cara especular de los dos niños, hace irrupción en lo real una sig-
plo sobre el cual no he sacado conclusiones definitivas. Pues Florence,
nificación desconocicla: la signilicación fálica bajo la figura del órgano
¿es cabalmente obsesiva? Hablé de esto con Michel Silvestre y él lo alir- en erección. La chiquilla no tiene otros recursos que el de apelaral sa-
mó sin vacilar. Incluso añadió: "Un caso rnuy clásico". ber del Otro, <1uien responde, pero le suministra, con la signil'icación
I-as obsesiones de Florence son palentes, pero srr conteniclo im- fálica, con la signilicación de la falta, la del horror, la culpa, el crimen,
porta menos para ella qrte el hecho mismo cle pensar a la manera la maldición. Eros con'lánatos. Esta última significación qtre clebe
obsesiva. Como no las soporta más, se dirige a mi. Ya ha hecho una pennanecer cerracla para el sujeto, inconsciente, hace irrupción a tra-
importante experiencia de análisis, pero esa experiencia no bastó para vés de un Otro real, porque no se contenta con ser el soporte cle la ley
suprimir sus obsesiones. Y quizás hasta fueron alimentaclas por cierta que Lacan conceptual?ó a partir del padre muerto freudlano. t¿ tia da
orientación de su analisis precedente. Asi pues, esta clemancla conser- una respuesta que no impide la simbolización de la signtficación fáll-
va, a pesar de Ios años, un carácter estrictamente terapéutico. ca, pero pone al desnudo la moral de goce que ésta recubre.
I-a obsesión la asalta en cualquier momento. Si abre el Bottin' y en-
La obsesión se instala, aqui, como sintoma. Es el recurso del suJeto
cuentra la palabra'Vecino", pensará en'asesino'. Si entra en la can- frente a lo que implica esa revelación de la falta, la emergencla de un
tina doncle trabajayve un cuchillo, se dirá "acuchillar". Si su mirada goce lnsoportable. Laobsesión es su represión. Sin embargo, también
se detiene sobre un cartel donde un perro devora su conricla, strrgirá
es su moclo de satisfacción sustitutiva, y reasume sus tendenclas en
la idea "despedazar'. Si lirm¿r una factura cualquiera de la adminis- una forma significante. Estas tendencias siguen cargadas con la signi-
tración, se impondÉ el pensamiento "criminal". Su pensamiento está
ficación criminal u obscena. En lo sucesivo, el Otro es aquel que puede
I presentarse en todo momento como portadorde la muerte, del crimen.
Guia tele6nica frances¡¡. [N. de T.l
El Bottin, el cartel publicitario, la factura de la administraclón repre-
52 DoI\ÍINIoUI,) MII,LER
tJ\ OI]SESION, UN NOMBITD DI'I, SUPEIIYO 53

sentan otras tantas ocasiones donde el saber clel Otro es pillado en fal-
Corno si la pulsión se expresara en una fonna bruta e instantánea.
ta y donde puede hacer irrupción un imperativo cle goce mortifero.
Esto da tocla su amplitud al goce que contiene (en los dos senticlos clel
Ese mandamiento del Otro puede actuar también a partir de la
término) la obsesión. Pero, aclemás, funciona de maner¿r ¡netonimica.
identilicación. Asi, Florence reviste los rasgos mórbiclos clel padre.
Se clesplaza al inlinito y se al'erra a cualquier objeto <le percepción. Si
Carnicero, ex pupilo del Estaclo, ex delincuente, su historia masiva *Vecino", si su miracla pasa por un cuchillo o por
ve escrila la palabra
brinda los ele¡nentos de esa iclentificación. 'Era trn muerto en vicla', la imagen de un perro co¡nienclo, si oye el ruiclo cle la pica<lora, la ob-
dirá r¡arias veces. Por un el'ecto de espejo, toclas las tentativas profe-
sesión se impone. O inclusive: ve una escalera, piensa 'bajar", y surge
sionales o anlorosas que emprende para llevar una vida normal y no 'hacerse bajar". El contenido es maniliesta¡nente secunclario en rela-
ya marginal, fracasan, como si estuviera atrapada por el aliento des-
ción con el hecho cle pensar.
tructor del Otro. Por último, y sobre toclo, la obsesión es una palabra doncle do¡nina
Llama la atención comprobar hasta qué punto la iclentilicación y la
la materialidad del significante más que el signilicado. Hay una pro-
obsesión se dan la mano para, a lavez, satisfacer los apetitos cle des-
ximiclad de la obsesión con la voz, con el soporte del signilicante. EI ob-
trucción del Otroy neutralizarlos. Cuando la iclentilicación fracasa en
sesivo no oye voces como el psicótico, oye una palabra, y ac¡tri está toda
ese cara a cara con el ¡nuchacho secluctor, la obsesión surge para ase-
Ia diferencia con el automatismo mental. Pero conoce a pesar cle to-
gurar la represión de esta satisfacción mórbida. El obsesivo se exte-
do un at¡to¡natis¡no del pensamiento, un diálogo interior que reüste
núa en estejuego. Y comprendemos porqué el inmovilismo representa
diferentes formas: clel raciocinio a la obsesión. Esta aparece como un
para él el único modo de respuesta: no salir más, no atender más el
automatismo en el seno de esa máquina de pensar que el obsesivo es
teléfono, no leer más el diario. El Otro puede descubrirse a cada mo-
a veces.
mento.
Pero la obseslón no tiene solamente una vertiente significante. La
La obsesión nos interesa porque revela quizás más que cualquier
obsesión tiene afinidades con el objeto: en esto habremos de poner el
otro sintoma el vinculo entre el sinto¡na y esa incompletud del Otro. acento. Y además esto es lo que nos permite establecerya una diferen-
Lo que el obsesivo no soporta es la estructura misma clel signilican-
cia con el cerernonial obsesilo. Lo que el ceremonial pone en primer
te, el corte inherente a la cadena significante. Cualquier interrupción plano es la significación, en cambio la obsesión pone en primer plano
de la cantinela del analizante en el diván, la interrupción de la sesión
el acto mismo de pensar. Podriamos contraponer el ceremonial como
pero tarnbién la irrupción de una palabra inesperada, de un lapsus,
sintoma metafórico a la obsesión, adecuada para manifestar a nues-
el enunciado incongruente de un adyerbio, provocan ansustia. I-a ob- l
t tros ojos la insistencia de la pulsión, que Freud entenclió n-ruy pronto
sesión es Ia realización de ese corte. Ella üene a quebrar el pensa- t como misión del sintoma. Esta insistencia se clebe a un hecho, irre-
miento, toma entonces un carácter absurdo y sorprendente, pero lo I
ductible: la impotencia inherente a la pulsión para hallar el objeto ade-
quiebra con significante, con otro pensamiento, y recose la desgarra- i cuaclo para satislacerla. Ella se debe a ese del'ecto estructural en el
dura del pensa¡niento. La obsesión de la máquina de picar came llus-
saber del Otro que Lacan despejó partiendo cle estas conclusiones
,

tra la relación que Frend construyó entre el sintoma y la angustia de l:


freudianas. Por lo tanto, la pulsión no está regida únicamente por el
castración. Ella enmascara y al mismo tiempo realiza la castración. La principio del placer. Hay en ella una parte arcaica que impulsa a bus-
chiquilla corta el sexo pero con el pensamiento, no en acto, y esto en car sin tregua la satisfacción.
respuesta al ruido de la picadura efectuada por el padre. La obsesión Freud barruntó esto incluso antes de elaborar su Mas alládelprin'
es un pensaJniento por un acto. Aparece por ejemplo como una alter-
ctpío del placer. En un principio identificó este más allá en la neuro-
nativa a la masturbación: 'O me masturbo, o me obsesiono'. La for-
sis obsesiva a partir de un mecanismo por lo menos sorprenclente. Por
ma signtficante que adopta, y esto es ejemplar en Florence, merece que
haber provocado una excesiva plenitud de placer en el sujeto al pro-
nos detengamos en ella.
ducirse su primer encuentro con la se¡rualidad, la pulsión se vio repri-
El infinitivo es su modo de expresión, "acuchillar'. 'despedazar'. El
mida. Asi pues, el trauma es ya interpretado por ese más allá. I-a
inlinitivo cumple aqui el papel del imperativo de la pulsión en juego. pulsión, escribe Freud en 1897 y aún en I9O7, busca desde entonces
il DoMIMoUE MILI,DR

hacerse representar. cueste lo que cueste. Asi utiliza las conerdones HACBR EL PERSONA.'E _ SER EL PERSONA^JE
simbólicas, 'cargadas de sentido", como él mismo dice. para engan-
AdetaAiclaF47d
charse a una'falsa'representación. Saben ustedes que éstas son sus
propias palabras. Pero el afecto, aunque reprimido, acompaña a Ia
pulsión en sus desplazamientos y no se deja contar en ellos. Perma-
nece siempre igualmente vivaz y carga oscuramente a la nueva repre-
§entación, por eJemplo en forrna de reproche. 'Presiona" al suJeto. La
presión es una de las traducciones posibles del término freudlano de
Zwarrgsneurosq la neurosis obsesiva. Siendo esto, el compromiso
formado por el sintoma de la obsesión'amenaza sin cesar con fraca-
sar'. En este momento de la teorÍa freudiana el afecto es ya un lndl-
clo de real, de un irreductible. Introduce un desequilibrlo en los arre-
gllos simbólicos entre las representaciones.
Después de su formulacfón de Mas olld del princíplo del placer, Un niño que retoma
Freud identillca una instancia capaz de retomar por su cuenta esa
parte de la pulsión impostble de satisfacer. El superyó, como relevo del Gastónteniacuatroañoscuandocornenzósutratamiento.VivÍaen-
ello, forma de esta manera un imán para el sujeto, donde se concentra toncesenlacasadesusabuelos.Sumaclre,clivorciacla,describiaasu
ropero y darle
un lmperativo a saüsfacer. Asi pues, el superyó permite a FYeud expli- ex mariclo como "alguien al qr" se puecle meter en un
car la presencla de un mecanismo inconsciente distinto de la repre- de comer a través de un agu¡erito''
que tuvo esta cura: la etapa in-
stón, donde el afecto puede desplazarse sin porello estaren deflación. Quisiera articular los dos áomentos
La obsesión establece un anudamlento entre lo simbólico cuando ella fanit y la del reanálisis que comienza en su adolescencia'
asume el defecto de la representación, cuando suelda Ia brecha que los miedos del
[,os motivos inicia]es clel trabajo se centraron sobre
surge en el saber del Otroy lo real, cuando se carga con la lnslstencia la escuela' miedo a la tea-
niño: miedo a clos herrnanos' conriañeros cle
de la pulsión. ¿No es asi como debemos entenderla en Freud cuando tralización de cuentos narraclos por la madre' miedo a mi propia voz
inves-
la califica de "actividad de pensamiento erotlzado'? en la primeras entrevistas. Asisto a un clespliegue de diferentes
la obseslón tiene doble cara. Esto es lo que nos tmpulsa a conside- §u mayoria de la le-
tiduras, teatral2aciones cle personajes saliclos en
rarla como un nombre del superyó. La investidura de goce que tiene sus preferidos' Ju8ar a
levisión, sienclo Meteoro y .i Llut.tó Sohtario
que asumir da a lo real su preeminencia en la obsesión. Esta preemi- en los niños; pero ya en ese mo¡nento me
hacer el personaje es
nencia seJuega a través de la acción subterránea del objeto, que aqui "otño,de la teatralización'
sorpr"náia la envergadura
hay que entender en la vertiente plus-de-gozar. Contraponiéndose a las figuras de
esta carga pulslonal, lo simbólico enmarca a la obseslón y precipita en En el transcurso del análisis irrumpe el ¡niedo hacia
que pue{e ser cas-
pensamlento el encuentro intolerable. Esto da al analista una lndica- autoriclad. Gastón se posiciona en el lugar clel niño
personaJe' En el con-
clón valtosÍslma para Ia dlrección de la cura. No hay que lnterpretar tiluáo; rr.trr. inclefeciiblemente a reprásentarel
Relata
Ia obseslón, darle una stgnlflcaclón. La confrontaclón con el saber del sultorio (algio que ocurre aún hoy), ia angustia lo atormenta' y
q"" ti"". u'n tnquilino que vive en el pisoáe arriba' Hace un dibttio
anahsta no haria más que propulsar al suJeto una vez más a su sfnto- lo que el lnquilino di-
may a su compulslón a pensar. Pues sabemos hasta qué punto la con- una señalización en forma <Ie historieta; escribe
ce: "quedate tranquilo','ojo con lo que hacés" Juega
con que lo.es-
frontación con el saber del Otro lnctta al suJeto a denegar su flsura.
c,r"t.. ¿Quién le habla? ¿§ue son eitas voces? ¿Poslbilita el análisis
Ia apuesta tlene que recaer en el amor de transferencla. Apostar a
que es por éste como lo real del sfntoma, aqui desplegado en las obse- el despliegue de la neurosis infantil?
enigma'
slones de Florence. llegará a conectarse con el que cubre su fantasma. Se inteimmpe el tratamiento y quecla en suspenso este
H^CER EL PI'IISON,\]D - SER EL PI.:RSONAJE 57
56 ADEIA AIDA FRYD
lo miren. Muestra la dimensión de esa mirada infinita, tan presente en
Es pectador-Espectado: Un juego de ojos su estatrrto imaginario, en el ofrecerse a la demanda de la maclre, ve-
lando fallas y atrapado en la actuaeión de un personaje. Se coloca en
Gastón retoma el análisis a los 15 años. Está viüendo, desde ha- una posición cle objeto: objeto metonimico que, como lo inclica Lacan,
ce una década, con la madre y su nueva pareja, ambos pertenecien- es una posición del niño: ofrendar su ser como objeto para colmar la
tes al medio artÍstico. falta de ser del Otro.
Los miedos que ahora lo acosan se sintetizan en el temor a las La pregunta sobre el deseo cle una muier no se hace esperar pero
chicas, en el pavor que le produce no poder dejar de pensar y volver no surge de la imaginarización, ya que se clelimita dentro de lo que po-
a pensar, como el personaje 'Rogelio' de Tla Vicenta. dria llamarse una patologia de lo imaginario, con una lhlla en la me-
[¡s adolescentes tienen que asumir su identidad, asi dicen... diatización.
Me encuentro en el mismo punto donde se interrumpió el análisis Gira Gastón. pertrechaclo en su f;antasmagoria relativamente có-
infantil. Hacer el personaje es tiplco en los adolescentes, pero a Gas- mocla, que pretende apaciguar la demanda de la madre.
tón los personajes no lo han abandonado, convive con ellos y los re- ¿Qué es lo que quiere esta madre creyente del arte? I-o qtre ella quie-
presentará para mi en la transferencia. Dice: 'Soy el Chirolita de re. quisiera ser su "yo' (el de Gastón), ofrecido en un emplazamiento
mamá; de niño y de grande me formé a imagen y semejanza de los hé- agahnático, como un objeto cubierto por un brillo fálico que le otorga
roes de la televisión". Imagina permanentemente escenas en las que una particular pureza.
despliega un papel parecido a... (para Gastón todos los galanes rudos I;r intervención del marido de la maclre [ue, por Io tanto. un mo-
se convierten en una imagen deseable). mento decisivo en el análisis; el hecho de que tuüera efecto, de que lo
§uele enclaustrarse en su habitación, en pijamas y con la radio conmoviese, muestra retroactivamente qtre el Nombre del Padre habia
prendida. Es un espectador atento de actitudes que en la madre y su operado en la estructura. Por otro lado, opera metafóricamente, ha-
pareja ironDa, despreclay sostiene como especiales. 'No los soporto... ciéndolo salir de la trampa, produciendo una asociación que resigni-
Quisiera volver con mis abuelos porque ése es mi verdadero hogar'. fica su lugar en la tnfancia. Esta secuencia refleja también que está
La insistencia provocativa en volver con sus abuelos, lugar en que presente la estructura de ficción: se necesita que algo no esté para se-
vivia cuando comenzó su tratamiento, produce una respuesta por par- gulr jrtgando
te del marido de la madre que lo acusa de refugiarse, veranos y fines Por esta época se introducen dos elementos importantes: Gastón
de semanas, en la casa de los padres de su esposa. Le dice: 'tu abuela repite con insistencia "Yo tengo qtre ser un superguacho"; y escribe en
no es tu madre; tu abuelo no es tu padre; tu tio no es tu hermano. Yo la pared clel colegio un gralliti ('vicedecana puta") que le vale la expul-
soy lo más parecido a un padre que tenés'. sión.
Gastón se enfurece. Intervengo haciéndole escuchar que, por pri- I-a versión cle Gastón:'Estaba muy an gustiado. No pude parar. Ha-
mera vez, alguien le dijo que'quiere ser su padre". Esto produce un bia ido aver una película de terror que comenzaba diciendo que lo que
vuelco forzoso hacia el exterior; se impone salir con amigos, y la forma alli suceclia poclia ocurrir al volver a casa. Y al terminar el lilm, repe-
en que lo hace es siendo parecido a... disfrazado de... mirando como... tian: no se olvicle que usted vuelve a su casa. Estuve mal todo el clia.
Siempre culmlna con alguna actuación. En la clase los pibes empezaron a hacer lio. Entonces escribi Vicede-
El paciente cuenta que unavez, alllegara su casa, oculta unas ca- cana puta'en Ia pared. Senti miedo. pero no quise borrarlo por temor
liflcaclones y se para delante de la madre. Ia mira lijo y piensa "quiero a que mis cornpañeros me gritaran maricón'.
que no sepa': trata de ocultar cualquier traslucimiento que pueda ha- ¿Qué es esta voz que retorna en relación con esa voz ausente, siem-
ber en sus gestos. I-e señalo que 'quiere ocultar nada'. Gastón asocia pre dentro del discurso?
con el juego de magia que de pequeño solia jugar en mi consultorio. ¿Qué es esa dent¡ncia vicedecana/superguacho?
Gesticula mecánicamente, recordando aquellos pases con "Shh, mi IT ¿Esta escritura podria ser una forma de hacerse representar, an-
pasión por la magia. ¿Te acordás?' te el riesgo de aparecer como maricón o superguacho?
Con el hechizo buscaba apartar la mirada aplastante y lograr que tÍ
*:
li

ADIII,A AIDA FRYD FIACI'R I'L PERSONA]D - SER IiI, PEITSONA]E 59

Las palabras dan cuenta de aquellas máscaras imaginarias que ar- ciaclo a "t9nés un padre encerraclo en el ropero" y que "puede comer
o. treués de un agu,jeríto" (palarbras cle la macire) pnli^i
ticulan lo inadecuado del deseo del otro, de la angustia cle castración , q*,
mal sostenida desde el otro. aurTque deJicientemente alimentaclo, en¡laqueiido, ".¡rÁi,Ápru
et paáre
hq tenido su ltr11ar. "t
Dds..¡fi'cces com. analista me enfrenté clesde su infancia con ra resistencia per-
manente para sarircle raposición cle objeto. Estehecho
llegó a ha".rrrr"
Gastón üno un dia muy contento con su nuevo profesor de psico- duclar de la neurosis infantil que sostíene ra prrrnera parte
del anári-
logia: 'Un tipo bárbaro que me contó algo sorprenclente: un chico ü- sis, y que sólo puedo calificar aprés-coup.
vió encerrado en un ropero; lo alimentaban a través de un agujerito.' - Podria pensarse en casi la pureza cle una patologia clel yo. Sin em-
ba1go, hay y-n sujeto que sufre sienclo
Le digo que aquella frase se la habia escuchado a su maclre, muchos po"t"iórr a.l oU.i"to po. iur_
años antes, cuando él era un nene. A lo que el paciente contesta: "yo go tiem po' objeto que se oriece a la ", y no atl"goce
cremancla aei otrl, cas-
trabajo y mi mamá escribe el guión". Luego habla del placer que sen- tón cree que la macrre quiere qtre salga <rel ropero siendo
un artista,
tia porJugar en el ropero de su abuelo y de un sueño repetitivo, angus- un personaje. En esas máscaras conlluyen suJ insignias
ruclo,
tiante: alguien con barba, viejo-üeJa, lo aplasta en un cajón. guacho, y las diferentes maniÍestacionls del ".rp.r_
lcleal.
Al poco tiempo cuenta que se ha puesto talco en la cara, una toalla Dejar de ser el üllano, clejar cle atemorizar a las chicas (posición
y ante el espejo ensaya cómo serÍa ser una mujer. Agrega: 'siempre lo invertida cle la fobia), puecle ¡notivar el acercamiento
a Ia causa cle su
mismo (¿Qué es lo mismo?). Yo no voy a gustar, soy medio negro'. Se deseo.
trabaJó con el signilicante'negro'y recuerda que ése era el apoclo con Eles un poeta que protagoniza sus personajes con su yo,
conquista
que solian llamar a su padre. nuestra sirnpatia como Freucr clice, 'révelándóse sin
jestad e-l Vo_ . Pero el poeta conternpla desde s;ü"_
Gastón se mete en el rop€ro para salirvestido cle los personajes que afuera ""1ü..ro
p.."o*¡"", et
gustan a su madre. Retorna en su discurso el eco de las palabras ma- en cambio los ha encarnaclo. """
ternas. La insistencia de lo real, lo visto-lo oido reaparece y retorna en En la medida que cae el personaJe, cae el artista y
empieza a hacer
lo simbólico. arte' Gastón está pintando, está esóribiendo, está ernpezándo
a hacer.
Entre fantasma y yo hay una relación de homologia üstble. El cir- El destino cle esos personajes se ha ido convirtiendo poco
a poco
cuito le permite decir a Lacan que el yo es metonimico: no está incluido en discurso, lo que cla ct¡enta del inicio de un análisis.
de entrada en el lugar del Otro; exige una escansión para estabilizarse,
si no si§ue girando.
En este caso, si bien hay un deslizamiento continuo, siempre está
a la pesca de determinados modelos de personajes. Si hay identilica-
ción, hay incidencia del signilicante sobre esta identilicación. Esto es
lo que otras escuelas denominan patología "como si". ¿Por qué no
nombrarla de esta manera? Porque esta determinación soslaya el
punto esencial de la significación fálica regulada por la artlculación
signilicante.
I-a no sintomatizaclón, el rondar sin estabilizarse, ese apresa-
mlento en el discurso de la madre, los diálogos que mantiene con sus
personajes, cuya imaginarización es a veces dudosa, el personiflcarse
como una mujer, la metonimia imparable de su discurso, nos interro-
ga acerca de la psicosis.
Sin embargo, de "gosoy lomds parecidoque tenés aunpadre',aso-
ANORE)(A MBNTAL Y ESTRUCTURA SURiETTVA
Alexandre Steuens

En L' enchqnteurpourrissant, Apollinaire pone en boca del monstrtro


maullante Chapalu esta frase: "El que come ya no está solo'. Expre-
sión risible, 'Jocosa", dirá más adelante el encantaclor, y que cleja sin
respuesta el enigma que le formulan las eslinges.
Me parece que el anoréxico parte de esta misnra idea. sólo que
invirtiéndola: dejo de eomer para estar solo, para que el Otro cese de
atracarme con su papilla asllxiante. Para instalar asi, jugando,
como dice Lacan'con una repulsa como con un deseo", un aguje-
ro en el Otro y hacer aparecer un deseo, trn enigma, que sea interro-
gable.
El analizante del que voy a hablarles es un joven de l7- l8 años. Ya
es interesante subrayar de paso que se trata de un ho¡nbre. Ustedes
satren que el doctor Lacan, en una notita de I935 -que apareció en Or-
nicar?, Ne 3l - señalaque havisto unos treinta casos de anorexia men-
tal y, dice, "todos esos casos se referian a muchachos". Es inhabitual
oir esto, y hasta en la literatura psicoanalÍtica, incluso reciente, casi
siempre sólo se mencionan casos deJovencitas. Aqui no me extenderé
más sobre el punto; Eric Laurent lo comentó en forrna más minucio-
sa en una conferencia que dictó en Bélgica, y cuyo texto aparecerá muy
pronto.
Michel entonces -llamémoslo asi- se puso a Jugar con un recha-
zo como si fuera un deseo". Yo decia: para hacer aparecer un deseo que
sea interrogable. ¿Qué quiere decir esto? En su historia hallamos co-
sas muy 'clásicas" que vemos en sujetos enrolados bajo el significante
'anorexia mental'. Su madre Io atracaba, lo asfixiaba; su padre no in-
tervino nunca para poner alguna distancia en esta pareja. Además, si
comencé evocando la figura del monstruo Chapalu fue porque me hi-
62 ALEXANDRE S'IIiVENS
ANOITEXIA MENTAL Y IiS'N{UCTURA SUI].'D1]VA 63

zo pensar en él el dia que me dijo, reliriéndose a su madre: 'La veo co- Ala "mirada" de su madre sobre sus necesiclacles cabe agregar que
mo un vieJo monstruo alado, sediento de sangre". su paclre tomaba la misma posición. Hombre su¡namente obsesivo,
Seria tentador vincular este tipo de cosas con lo que se observa en
madres de niños psicóticos e intentar tomar esta dilicultacl con el de-
lf habia instalado un micrófono en la habitación de su hijo para el ca-
so de que hubiese un incendio. Temia sin ducla que un cleseo lo infla-
seo del lado de la psicosis. ¡De ninguna manera! No es que el cleseo clel mara. Imponia toda una serie de otras precauciones, en especial ritos
Otro resulte para él ininscribible. Se trata más bien de un rebajarnien- alimentarios y preceptos dietéticos a veces aberrantes: por ejemplo,
to, de una insistencia del Otro en rebajar el deseo a la necesiclad. durante su infancia Michel nunca puclo comer pan frescó, poiqué su
Quizá conozcan ustedes esta pequeña historia en fonna cle chiste: padre esparcia los pedazos de pan sobre el racliaclor duranté unás ho-
se trata de un niño c¡ue nunca habló, que nunca profirió una palabra; ras para que no resultara demasiado indigesto.
sus padres consultaron a un montón de gente y todo el mtrnclo Io AsÍ pues, lo que pasó con él fue que el otro .confunde sus ct¡iclaclos
encuentra normal excepto que no habla. Y un dia, en la ¡nesa, pronun- con el don de su amor' (Lacan, "ta dfrección de la curaylos principios
cia su primera frase y dice: 'Madre, quisiera la sal". Entonces sus pa- de su poder', .Escntos, pág. 608). 'A¡nares darlo que nose tiene. (ibicl.,
dres se sorprenclen:'¿Porqué nunca dijiste nadaantes?" "Bueno" res- pá9. 5e8).
poncle el niño, "hoy es la primera vez que no está la sal en la mesa". Cito a Lacan en 'I-a dirección de la cura...": .El deseo es lo que se
Pues bien, algo de esta clase está en juego en la anorexia. Michel maniliesta en el intervalo que cava la demanda más acá de ella mis-
tuvo. en efecto, no todo lo que le podia apetecer sino todo lo que ha- ma' en la medida en que el sujeto al articular la caclena sisnificante,
bria p«lido necesitar. trae a la luz la falta de ser con el llamado a recibir el compremento del
Y cuando pocos meses atrás -en realidad algo más de un año- en- Otro, si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esta caren-
cuentra al Otro bajo su lbrma enigmática, al Otro sexo bajo la forrna cia' (pág. 607). I-o que asi es solicitado en el Otro, es lo que éste no
de una muchacha de la que se prenda con un amor platónico, es de- tiene. Ahora bien, en la anorexia mental el lugar de esta falta en el otro
cir sencillamente que nunca se atreverá a dirigirle la palabra y que está taponado por una respuesta que insiste sobre la satisfacclón de
todo se limitará al lntercambio de miradas, entonces lo golpea el enig- la necesidad. como bien dice Agustin Menard en un articulo publica-
ma de la mirada de ese Otro con el deseo qtre podria suponerse en ella. do en OrnÍcar?, Ne 32, lo que funda al clon es la repulsa: .El dón surge
Y cuando vt¡elve a casa (esto sucedió en época de vacaciones), la mi- si primero es anulado, si puede darse o no a la llamada,. Es declr, si
rada de su madre sobre sus necesiclades, tanto más celosa cuanto que el objeto del don puede ser asimismo "nada,.
justamente entonces padece de una mononucleosis y pasará un largo Hay en la historia de Michel, la que él escribe sobre el cliván, una
tiempo encerraclo solo con ella. esa mirada de su maclre le hará comen- pequeña historia de don un tanto singular. Sucede al nacer su herma-
zar lo que él llzuna su 'revolución'y que es simplernente t¡na huelga no. Recuercla muy bien que cuando le anunciaron el nacimiento una
de hambre, de la que dice: 'Poclian imponérmelo todo y decidir por mi, frase pasó por su mente: "Ella me ha traicionaclo", frase que él aclmite
pero me cli cuenta de que habia al menos una cosa que no me podían se refiere a su madre. Y cuando su abuela le propone que en la prtme-
prohibir: que me negara a vivir'. Seria tentador leer esta liase conro ra visita a su hermanito le lleve un regalo, él quiere ofrecerle un hue-
una versión cle la alienación: la libertad o la muerte. Fn cualquier caso uo; y para que yo lo entienda bien. añade: "No t¡n huevo cle chocolate,
digamos que lo que el sujeto dice aqui ilustra clara¡nente la tentativa un huevo de huevo'. Un huevo que representa cabalmente, por tanto,
por la cual estos anoréxicos agujerean el deseo del Otro con su pro- la susodicha traición.
testa. "El deseo del Otro'no sisnificaporsupuesto que su madre debió ha-
Observen que, siendo niño, Michel habÍa hecho lo que sin duda era ber tenido un deseo más para é1, sino más bien que habria teniclo que
una primera tentativa de "regular'la mirada de su madre sobre sus desear en otra parte. Y cuando esto sucede, como al nacer el herma-
necesidades. En efecto, elaboró una fobia a los búhos. Pero muy pron- no, le parece increible. Además, no imagina que pueda haber deseo se-
to la conJuró mediante una reacclón inversa: se puso a coleccionar pe- xual entre sus padres. No le habrÍa sorprendido, clice, que su padre
queños búhos de porcelana. fuese homosexual, desde que un clia encontró en su biblioteca un lt-
64 AI.E.XANDRI.] SI],VI'NS
ANORBXIA MI'M)\I. Y ES IITUCI'L'T(A SUL].]EI'IVA

bro sobre Ia homosexualidad. y asocia esto con el hecho de que hu- su anorexia comerzó tras el encuentro de un deseoenigmáticobajo los
bo una época en que pensó que tocras las mtrjeres eran lesbiánas.
rasgos de una muchacha. Este encuentro, por lo tanto, provoca el sur-
Asi pues, porese lado no haynin¡{ún peligro. No hay peligro, en efec- gimiento del discurso histérico.
to, ya que recientemente me cuenta que en la institución psiqtriátri-
Digo "discurso histérico' porque se puecle decir -ignoro si se lo
ca en que está intemado y de la que vino a verme no hace mucho tie¡n-
puede decir de cualquier anore"xia mental, pero en este caso si- que la
po para iniciar una cura, otros enfer¡nos le hicieron obsen'ar que una
lbrmadel sintoma for¡naahi un nudode signilicación, yque en ellugar
muchacha, también internada, está prenclada cle é1. Es algo que ni se clel Otro es esperado el significante amo, el signilicante que seria el de
le habia ocurrido, pero ahora que se lo clijeron lo aclmite cón iocla na-
ese deseo que gira alrededor de "nada" (co¡ner 'nacla"), y esto de en-
turaliclad. Me clice inclusive que, en el fonclo, deberia levantársela,r tracla bajo el signo de la impotencia, puesto que justamente el resorte
'pero". añade. *es fastidioso porque no me despierta el apetito..
de este sintoma hace obrar un rechazo. 'Iambién seria tentador vin-
Si ustedes me lo permiten, yo diría que la inapetencia que experi_ cular esta anorexia ¡nental, como comer'nada", con un sintoma como
menta frente a esta mujer es anorexia mental. En todo caso en el Len-
la afonia de Dora, o sea decir'nada". Con la salvedad de que la afonia
tido en que el doctor Lacan habla de ella respecto clel caso cle Kris, bien
de Dora presenta una escansión temporal particular marcada por la
conociclo ahora gracias a Lacan bajo el nombre cle "el hombre de los
ausencia, mientras que la anorexia se caracteriza más bien por una
sesos frescos'. 'Anorexia en cuanto a lo mental-, precisa. presencia excesivamente plena.
En este ejemplo, asi como en el caso de Kris, se aclvierte claramente
Asi pues, lo que intento ¡nostrar hasta aqui es que la anorexia
que la anorexia mental depende de la fr¡nción del significante. No hay
mental, lejos cle tener que ser considerada como un tipo clinico parti-
signo alguno a-lli de enfermedad dirigido a] méclico, sino más bien un
cular debe ser tomada como una forma singular del síntoma, desde el
signilicante bajo el cual se aloja el sujeto. y este significante conclensa momentoe\que en ella se localiza su captura en los efectos del signi-
c-ierto número de rasgos de su historia: tanto la papilla obsesionante
ficante. Esto es lo que muestra el análisis de Michel a partir del
de su maclre como las obsesiones dietéticas cle su padre, tanto el huevo
momento en que él evocó ese 'apetito* que no tiene por una mujer, y
ofrecido a su hermano comola respuesta cle su madre clespués de es- que yo señalé. Volveré sobre esto.
te nacimiento, que fue volver a darle el biberón. o sea una forma cle
Evidentemente, este "comer nada", esta huelga de hambre de Mi-
compromiso que hace pensar en la histeria, 'un moclo cle expresión del
chel tuvo toclos los caracteres de gravedad que observamos a veces en
dos en uno", como lo situabaJacques-Alain Miller partiencio clel texto
estos casos de anorexia mental. El año pasado lo obligó a interrum-
de Freud, en las jornadas de Borcleau,x. pir sus esludios. Un dia, al comienzo de su análisis conmigo, poco
De paso quisiera hacerles notar que esta climensión de conclensa-
antes del verano, me habló de reanuclar sus cursos. Y como lo repe-
ción, de compromiso, opone cle manera tajante la anorexia mental a tia diciéndon-re que le venclria muy bien, yo cai en la trarnpa que me
lo que pueden ser fenómenos psicosomáticos. I-o aclaro porque a ve- tendiayme permitidecirle: '¡En efectol" Lo que él entendió, según me
ces (sobre todo en psiquiatria), se asocia la anorqKia menlál con la pst_
comunicó después, es que yo encontraba que él tenia necesídad de
cosomática. No hay ninguna comparación posible entre la conclensa- eso; mecliante lo cual cornete el acling out si§uiente: una noche, poco
ción y lo que dice Lacan respecto de los fenómenos psicosomáticos. después, atrapa a un gato en el sótano clel centro terapéutico en el que
cito: "cuando el primer par de signilicantes se solidifica, se hace ho- está internado y le hace pasar un mal cuarto cle hora, y algo más, gol-
lofrasis", lo que signilica precisamente que el fenómeno en cuestión no peánclolo brutalmente. Lo que dice después es que no puede entender
se eleva a la dignidad de significante.
cómo pudo hacer esto, pero que por otra parte bien hecho está, por-
Vuelvo a Michel para recordarles lo que dije al principio, o sea que qtre después de todo el gato lo traiciona ya que se sube tanto a las ro-
dillas de los demás como a las suyas. Se trata claramente cle la trai-
I En el .riginal, la sauter, forma de expresión popular quc, al margen de las ción de su madre, y debo tenerlo por dicho: no es ct¡estión de rebaJar
acepciones estrlctas del verbo, se utiliza con el senticlo de -seducir,; cabe su deseo a una necesidad.
con-
signar que también significa "reventar de hambre". [N. de T.l Lo que por el contrario me inclica es que él quiere dar a entender que
AI,I.:XAN I)ITII S'IliVI'NS ANORI'XIA MENTAI, Y DS-I]IT.IC'ILIRA SU&TIiTIVA 67

su s¡ntoma cor:rcierne a un saher. En efecto, descle el comlenzo de la consigo mismo"que pone bien en eüdencia ese goce del pensamiento
cura Michel introclt¡ce un nexo entre el sinto¡na yel saber. Me inlbrma propio del obsesivo.
que las moclaliclades de su anorexia se han puesto a variar: toma Ahora quisiera volver sobre el nexo entre el sintoma y el saber. El
alimentos pero siguienclo regimenes dietéticos muy estrictos: se pone analista üene a tomar parte en el sintoma (como dice Lacan en su Se-
a estudiar los regimenes y a variarlos, y hace suyos cierto núrnero cle minario "El objeto del psicoanáLlisis") para que el síntoma se clesplie-
preceptos dietéticos de su paclre (que forman en éste un tejido gl¡e como ser de verdacl.
de sinto¡nas obsesivos). Pero sobre toclo pretende clecirme que todo es- Cuanclo Michel me habló de aquella mujer que no le clespierta el
to le viene cle los libros, todo esto está en un libro cle clietética al que apetito, puntualicé sirnplemente la palabra.apetito". Esto lo solpren-
llama su Biblia. Podemos tornar esto como la inclicación de que es dió y después le hizo pensar que en efecto tenÍa que haber en sus
cuestión de un saber en el sir¡torna. C«rmer Ia Biblia es comer sig- relaciones con la cr:micla algo que se asemejara al goce sexual. y para
nificante. re[or¿ar esto, agrega que además tiene una pequeña expresión para
Lacan, en el seminario "Prc¡blemas cruciales para el psicoanálisis", hablarse cle sus transgresiones alimentarias. I-a expresión e§: "me le-
dice lo sisuiente: 'Hay siempre en el sinloma Ia inclicación cle que es vanto-, como se puede decir'levantarse a una mujer-. Desprrés cle lo
cuestión de saber". 'En la categoria del saber es donde yace lo que nos cual trocará sus libr<¡s de dietética por trabajos cle Freucl, interesaclo
permite distinguir radicahnente la función del sintoma, si es verdad en el sentido sexual de sus sintomas. y esto lo va a desarrollar con
que podernos dar al sinto¡na su estatuto de definidor del carnpo ana- abundancia, explicándome asi un dia la relación entre la garganta y
lizable, o sea diferente de un signo". el sexo femenino: relación de descripción anatómica.
Evidentemente, el saber del sintorna no es el de los libros de die- Sin duda alguna, tras la sorpresa del hallazgo efectuaclo en el sÍn-
lética. toma, su interés por los libros de Freud es más bien una tentativa cle
De lo que se trata es de un saber insabiclo. Encuentro única¡nen- cerrar del lado del saber la fisura entreabierta. Sin embargo, ello pro-
te en esos libros, c¡re conducen su sintoma, la indicación que él nos vocó un desplazamiento en sus preocupaciones, que hasla entonces
da de que en el sintoma está en cuestión un saber. Este saber sobre eran exclusivamente alimentarias; y me comunicó un últinto sueño:
la dietética al que él apela está ligaclo a los ritos alimentarios practi- 'Yo estaba eyaculando una cantidad enorme cle esperma, y una pera;
caclos por su padre. Y en cuanto a esta figura clel padre, él tiene que justamente el dia anteriorhabia comido peras'. Lo cual es cle todas for-
someterse a ella tanto como matarla. Asi lue como comenzó a orga- mas un pequeño desplazamiento en relación con algunos de sus sue-
nizar numerosas transgresiones a esos re¡limenes, clesptrés cle las ños precedentes, que trataban cle canticlades enonnes cle vómitos.
cuales espera con cierta angustia el mo¡nento de Ia incligestión, de su Aqui terminaré, concluyendo simplemente esto: la anorexia men-
'castigo", como él lo llama. Hay en esto un f¡oce, no exento además de tal rnuestra ser en este caso una forma del sintorna -en el senticlo cle
sufrimiento. La forma más pura de esas transgresiones consiste en lo sintomaanalizable-debiclo a que responcle a una histerización del dis-
sigttiente: §e compra unos srancles pasteles, los rnete en su armario curso. Lo cual no impide a Iin de cuentas que Ia estructura subjetiva
y, cuanclo empiezan a enmohecerse. varios clias clespués, los come, resoonda a la problemática del obsesivo. pero la anorexia no inicia ahÍ
'por deber de economia', clice. Ac¡ui se trata de algo que ya no perte- su despliegue sino por obra de una interpretación que la situó en su
nece al orclen del compromiso, corno sitúo yo la anorexia, sino más campo: el del significante.
bien a una elección que consiste en no perder nacla, y que evoca la
fórmula cle la alienación tal co¡no la proponia, para el obseslvo, Jac-
ques-Alain Miller: 'la bolsa y la rnuerte'.
He ar¡uí una primera etapa cle este análisis en que aparece pues rá-
pidamente, más allá de esa forma de histerización que es Ia anorexia
mental, una estructura obsesiva. Para sostener esta a-firmaclón po-
clría dar sin ducla otros ejernplos, y en particular una for¡na de 'charla
EL SINTOMA: "LOLITA"
Huguette Menard

¿Qué lugarocupael compañero sexual en laexperienciaanalitica? I-a-


can afirmó que era un síntoma. [,a evocación de numerosas figuras fe-
meninas escande diversos hitos de su enseñanza, desde Sygne de
Coúfontaine hasta el pestañeo de la Beatriz de Dante. La atracción
eJercida por las ninfulas lngresó en la lengua con la novela de Nobo-
kov bajo el nombre de Lolita. Esta obra lróntcay destemplaclay cuya
aparición sisnificó un auténtico escándalo, no pasó inadvertida para
el doctor Lacan, quten aludió varias veces a ella en su Seminario.
En ciertas curas de neurosis obsesiva, y particularmente en la que
da origen a este trabaJo, se perfila la sombra ambigua de una Loltta.
Asi pues, voy a referirles los tormentos de Laurent. De edad madura,
acudió a mi para quejarse de su existencia, de una profesión que de-
testa, de repetitivos fracasos sentimentales. Iaurent arrastra el fasti-
clio de unavlda incolora cuyas causas enumera: una madre abusiva,
un padre borroso tempranamente lállecido, amigas o compañeras
que. no bien comparten su vicla. se transforman en arpías, a lmagen
de la madre.
En los comienzos de su vida profesional se topó conJóvenes adoles-
centes y esto desencaclenó una angustia que lo obligó a dejar de tra-
bajar o a hospital?arsey que linalmente lo llevó a un diván. Siguiendo
los consejos del analista del momento, intenta moülizar su energia pa-
ra obtener una promoción. Gran fiasco bajo la mlrada intolerable de
un examinador. Fiasco también en un nuevo arnor con una mujer más
joven. Impotente, vegeta en una abulia total, en una estéril rumia so-
bre la incomprensión de su pareJa, que se escabulle. El sueño de ser
un Pigmalión se desmorona. pero él se queda frÍo como el mármol. li-
beraclo de una presencia que no supo responder a sus anhelos. Sur-

ll
IiL SINIDMA:'LOLITA' 7l
70 TITJGUI}'I-TE MI'NAIID

siva. Un primer camino fue llevarlo a la pregunta'¿qué me quiere el


§e otra pasión. el psicoanalisis, e inicia una nueva etapa y nuevas
aventuras amorosas. Otro de la transferencia?" De esto se clecluce una constataciÓn, la de
que los numerosos encuentros fe¡neninos malogrados no se debian a
La trama cle las palabras y del comporta¡niento de u n obsesivo eslá
lá malicia cle algún genio maligno sino que pertenecian al orden de la
hecha de meras trivialidades. Relataré sunariamente, ya que mi ob-
jetivo es otro, las aventuras del héroe de Nobokov, el profesor Hum- tyché. Pero al ifual que Alcestis en su bella alma, Laurent insiste en
bert-Humbert: niñoadulado, ciertoverano se enamorade un chiquilla .io .."oro""r que él é" a un tiempo el domador y la liera de su circo'
En este punto, una intervención clesbarata su certeza sobre el origen
de su edad. Sus jugueteos son prematuramente inlerrumpidos porun
de sus clisgracias. Este viraje aporta nuevos elementos sobre stt vi(la
arnigo de la familia. Roto el encanto, ha de pasar un cuarto de siglo
para que aquella chiquilla se reencarne en otra. Los años cle juventud sentünentá. Algo se le corráboró: al paso cle los años su elecciÓn ha-
bia recaiclo en mu.¡eres cuya eclacl se iba distanciando cacla vez más de
se caracterizaron por higiénicas relaciones que las mujeres venales
bastaban para colmar. FrecuenLando los parques, Ias muchedumbres la suya.
del subterráneo, a la búsqueda de contactos furtivos o acechando la ddesaparición cle la abulia le permite asumir una carga que legi-
ventana de enfrente, él espera la visiór-¡ que disparará su éxtasis. Un timamente le correspondia pero que él siernpre habia rehusado para
quedar bien a resguardo. Sobre esta mutaciÓn y sus consecuencias
matrimonio sin pasión acaba rápidamente en el clivorcio. Su existen-
habla poco y con parsimonia. hasta el clia en que aparece el nombre
cia de rata de biblioteca lo conduce a los Estados Unidos, donde cono-
cle sotia, una aclolescente con la que trata. Además, su e:rtraña con-
ce a Lolita, una muchachita de trece años, "la misma niña", encarna-
ducta hacia estajovencita se le revela en toda su verdad. con ella se
ción de su a¡nor de otrora.
concluce como un enamorado transido: verdad del sintoma, tan cierto
Ahora bien, en Ia "lntroducción a la edición de los .Escrifos en len-
es, según la fórmula de Lacan' que el sintoma es verdad que resiste a
gua alemana", l,acan observa que "mientras que hay una clinica que
deriva de la estructura, no hay análisis más que de lo particular, pues
la fisura del saber.
El reconocimiento de este arnor por la ninfula lo trastorna y da lu-
lo que deriva de la misma estmctura no tiene por fuerza el mismo sen-
gar a la evocación cle los acontecimientos de su vida' Al igual que para
tido'. Laurent, como el profesor Humbert-Humbert, yive lanzado a la
búsqueda repetitiva de la mujer ideal. A ello consagró una parte de su
il heroe de Nabokov, esta I¡lita es la reencarnaciÓn de su primer alnor
existencia. Vemos perlilarse aqui el lugar del objeto metonírnico que
tnfantil, una niñita rubia; su celosa actitud de entonces atraia las son-
risas socarronas de quienes lo rocleaban. Aclemás, en laviviencla fami-
sustenta su deseo.
liar habia clos retratos enmarcados, el de un chtco y el de una niñita
Pero la sustitución de una mujer tras otra, la imposibiliclad de es-
rubia. Ante el cuaclro que representaba a la niñita' un día' en su pre-
tablecervínculos estables le parece tan sólo una trastada de la suerte. que
sencia, tuvo una crisis, una convulsiÓn. "Me quedé rigiclo". Añade
La división del objeto, clásica desde la observación clel hombre cle las precedido
cle pequeño una abunclante cabellera mbia y rizacla habia
ratas. entre la mujer rica y la mujer pobre, permanece velacla para el
a su calvicie actual. Por último, el juego de los signilicantes se tiende
sujeto por la repetición. Sin embargo, cabe señalar que la elección va
hacia un nudo: su maclre, clurante tocla su infancia y mucho después'
inmediatamente acompañacia de una anulación. Él vitupera entonces
se dirigiaa él diciéndole: "Mi hija" o'este chico es mi hija'. Ella se ha-
contra su compañera, acumulando sobre ella reproches de incom-
prensión. Ella misma cae bajo el sello de la prohibición, prohibición bia opiresto a la menor autoriclad del padre, afirmando: 'Mientras yo
que llega a la impotencia durante los ultimos dos años de su primer viva no tocarás un solo pelo de su cabeza".
Partiendo de este mo¡nento de una cura procuraré interrogarme so-
análisis. Fortuitamente, después de este incidente él reanuda una
bre el lugar de la ninfula, punto tope a la metonimia deseante entre
cura, no sin antes haberse desembarazado tanto del analista como de
la amiga. sintoma y fantasma.
Pero la anulación no recae únicamente en el compañero sexual.
La vida amorosa de este paciente puede dividirse en dos tiempos'
1'ambién aisla al analista, el Otro destinatario al que intenta colocar
la vertiente metonimia y la vertiente metáfora.
en una posición cadaverizada donde se despliega la estrategia obse-
72 HUGUETII' MTINAII,D
EL SINTOMA:'LOLITA' 73

La primera está ritmada por la metonimia, que es la manera que tie-


una muchachita no del todo niña pero no mujer todavia. Sofia-Lolita,
ne el obsesivo de negar el deseo del Otro y el suyo propio. Para el ob- laVenus de Botticelli, evocadas en las asoclaciones de Laurent. estas
sesivo el otro es intercambiable: real¡nente es una por otra, una tras formas ligeras aparecen como soporte de la imagen narcisistica, ob-
la otra, y de ahi la sucesión de elecciones caracterizada una y otra vez
por el rechazo y la desvalorización. Esta agresividad respecto clel otro Jeto de oraltación donde lo que él ama es una clerta imagen de si
mismo. La sombra ambigua evocada al comienzo de este texto indlca
es una manifestación sostenida por la castración, que mantiene la i¡n-
la captura libidinal efectuada a partir de esa lmagen. En este caso,
posibilidad que afecta aI deseo. Este tiempo puede ser ilustrado por la
además, es en el nivel del rasgo unario, del S, en cuanto rublo, cabe-
escritura de lacan del fantasma obsesivo que él forjó en cierto pun- llos rublos, "en la relaclón del sujeto con el campo del Otro, donde ope -
to de su enseñanza: I 0 q (a a' a' a"'). ra el ldeal del yo, punto en que el sujeto se ve amable", para retomar
Colette Soler hace poco subrayó que para el obsesivo la defensa se
los términos del Seminario )í. punto en que él responde a la llamada
maniliesta en forma de doble negación: de la demanda del Otro.
-negación respecto del compañero, que no conv¡ene nuncay es EI valor de esta imagen narcisistica reside en su brillantez fáltca. La
rebajado o rechazado a las mazmorras, en este caso totalmente ilus- astucia de este paciente que con su elección lntentaba borrar toda
trativa; huella del deseo del Otro, fracasa aquÍ ante la atracción ejercida por
- defensa del sujeto contra la castración que mantiene el cleseo im- su tolita. Si sucumbe a su encanto es porque para él es "agalmátlca',
posible, lo que es defensa contra el goce.
es decir la presencia del objeto airncluyendo (- q): a . [.a emergencia
¿Se puede hablar de compulsión, de Zwang, en la reiteración de las
elecciones femeninas que tienden a borrar la cuestión del deseo del
-9
de la significaclón fálica provoca una vacilación. Pigmalión quedades-
Otro y de la angustla? L,acan señaló (seminario sobre la transferencia)
concertado, su mundo de dominio se derrumba. Aparece la diüstón
la relación del obsesivo con lo múltiple: el ejemplo ilustre es el hom- del sujeto. El amor por su ninfula permite que se ponga a trabajar el
bre de las ratas, donde la "dtüsarata', término utilizado porFreud en sujeto del lnconsciente, que se ponga en evidencla lo que Lacan obser-
"Apuntes originales sobre un caso de neurosis obsesiva" es el patrón,
va al decir "que el trabajo del inconsciente prescinde de pensar, de cal-
la moneda de cambio de las diversas formas de la rata, de los diver- cular. Supone un sujeto, un trabajador, derArbeitef. En lugarde ra-
sos objetos que tienden areunirse en un condensadorde goce, elobje-
cionalizaciones sobre su conducta surgen actos fallidos, sueños,
to a plus-de-gozar, pues la metonimia transliere el goce. formaciones del inconsciente. El juego de Ios stgnificantes desemboca
Pero Laurent, en este momento, cree en el encuentro de la elegida.
en el mensaje del Otro: "mi hiJa', metáfora que produce un efecto de
La llusión cómica de este sentimiento, el amor, no se revela sino en es-
significación, saber apresado en la articulación signlficante.
te punto crucial: ¡un veJete de su edad prendarse de unaJoven A§nés!
Ser el falo de la madre bajo su mirada que lo coagula es lo que más
Hasta aquí él se mantenia fuera delJuego. El obJeto elegido, sellado por le importa. Como todo neuróüco, él hace "pasión de la castración', o
la prohibición para mantenerse a distancia de la angustia de castra-
sea $Í . no quiere saber nada de ella, ocupado como está en servir al
ción, es reemplazado una y otra yez. la búsqueda desenfrenada de -q
una compañera ideal, signo de un malestar, permanece en el nivel de goce del Otro para asegurarse del Otro.
una clinica descrlptiva del comportamiento, signo de lo que coJea y
cuya matriz es el fantasma, una manera de responder a la pregunta Vayamos al lncidente bautizado como convulslón por los profe-
sobre el deseo del Otro. la división del objeto largo tiempo velado en sores, ocurrido cuando tenia tres o cuatro años. Dirige su mlrada al
su opacidad subJeüva se revela: de un lado el infierno conyugal, del cuadro de la chiquilla y queda rigido: 'Fue', dice, 'traumatizante".
otro el amor por la ninft¡la, que deja al sujeto atónito. Desconcertado. Aqui se tndica una vacllación, el suJeto se eclipsa, se tacha:¡fudfrig del
e<clama: "¿gué me está pasando?'Aclara que hasta ahora todas sus suJeto, y cae, para precaverse de la angustia; frente a la falta del Otro
pareJas habian sido morenas. edge un fantasma que vela el horror de Ia castración materna.
¿Qué representa entonces la ninfula, pequeña ninfa, ser mitico?: Lolita, encarnación del {- q), girl-falo "en poslclón de obJeto que lo
74 HUGUI'I-IN MDNA]TD

adecúa a un fantasma'frente ala demanda del Otro, es un libreto ima- IA DESPERSONALIZACION EN LA NEUROSIS
ginario que oculta lo real del fantasma. Frente al abismo de la horren- Y I-A PSICOSIS
da verdad, el falo imaginario se yergue como un fantasma perverso,
espejismo del neurótico. Este doble de si mismo lo trastorna y Io mueve
Agnés AJlalo
a formular su pregunta sobre el deseo del Otro. [a puesta en juego de
la cadena significante a través de las st¡stituciones de la metálbra -ru-
bio, niñita, t olita-, trae aparejado un efecto de significación: 'qué soy,
una niñita rubia', con lo que se articula su queja, 'no pueclo ser un
hombre, he malo§rado mi existencia".
Asi pues, esta Lolita se sitúa en un cruce de sobredeterminaciones
entre la imagen narcisÍstica yoica, el descifrado del significado del Otro
y el episodio del cuadro que da un panorarna sobre la cuestión del fan-
tasma. Este momento de cura en que surge lolita, soporte de la fun-
ción fálica, compañera falicizada, corresponde a ese tiempo en que la I. Introduccíón
castración permite el advenimiento del sintoma, hecho de discurso, y
el comienzo del trabajo de este paciente hasta ahi coagulado, diria La despersonalización, tal como nos llega de la clinica psiquiátrica, se
incluso petrilicaclo en un comportamiento, encerrado en lajaula de su presenta como no especifica. Por eso debe ser doblemente cuestiona-
narcisismo, y üene a romper la repetición. da. ¿Qué serie de fenómenos constituyen la despersonalización?
Nuestras referencias de estructuras que determlnan un sujeto en tan-
to neurótico o psicótico ¿permiten o no en cada caso, diferenciar y es-
pecilicar esta despersonalización?
Por razones de comodidad, en este trabajo no nos referiremos a la
pewersión sino a una oposición neurosis-psicosis en singular. thm-
poco daremos ninguna definición de la personalidad, por más que el
titulo la implique. Esta unidad cuesüonada en la despersonalización
será pues tratada, no en el nivel de la fenomenologia en que se man-
tiene para la psiquiatria, sino en el nivel de la estructura tal como el
psicoanáisis permite ubicarla en el campo freudiano. Sin embargo
conüene recordar que la tesis del doctor Lacan constittrye la primera
tentativa seria de ordenamiento de la primera a partir de la segunda. ¡
Por eso es que, a manera de introducción, quiero proponerles
examinar rápidarnente cómo el D.S.M. III, biblla de los psiquiatras ac-
tuales, analiza este tema.2 El D.S.M. III considera como criterio único
el de Ia adaptación socio-profesional en torno de la cual se orclena una
oposición entre la despersonalZación como sintomaycomo trastorno.
El sintoma: ladespersonahzación, puede sersintomática en casi to-
das las categorias definidas por el D.S.M. III, incluyendo las lesiones
orgánicas. En cuanto a los trastomos de la personalidad, se los con-
sidera como accesorios. un trastorno entre otros.
El trastorno: la despersonalización se convierte en una entidad cli-
I^A DI'SPDITSONAI,IT.ACION EN I,A I¡IiURoSIS Y I,¡r PSICOSIS 77
AGNES AFI.I\LO

parece común a la interrogación de Numberg y de Feclern es la defini-


nica, o sea es una enfermedad cuyos criterios son dados en el estilo
ción de un cuerpo, de sus li¡nites. Es decir, de la delinición cle sus re-
médico más puro: comienzo brusco y final lento; evolución: crónica;
el terreno: los adolescentes y adultosJóvenes (raramente de más de 4O
laciones con lo imaginario del yo: lo simbólico de la Vorstellung Re'
pre sanlaruy Io real clel goce. 2) La redistribución de la libido y la emer-
años); las complicaciones: de tipo hipocondriaco; los factores predis-
gencia del fantasma plantea la cuestión cle la relación clel sujeto con
ponentes: cansancio, dolores, estrés y depresión...; los signos asocia-
dos: desreal ización, vértigo, rumiación obsesiva. el goce (S 0 a).
En lo referente a la descripctón clinica de la patologÍa, ésta perma-
nece sin cambios desde hace un siglo. O, para ser más exactos, dire-
mos que es un poco más confusa. En efecto, si la despersonalización
lII. Con Fheqd
excluye toda modificación de la percepción de la realidad, la desreali-
zación que la acompaña casi siempre implica una pérdtda sistemática
1. Enunciado de un prtncípio
de dicha percepción.
Podemos legitimamente preguntarnos para qué nos sirve esta reco-
El principio de descentramiento clel yo del sujeto obeclece a la con-
pilaciónya que es estrictamente imposible precisar lo que recubre este signa clel retorno a Freud cle Lacan. Sin embargo, esta distinciÓn
término de 'despersonalización". Todas las categorias clinicas son nunca fue hecha por la IPA Por esta raz6n en los años sesenla Bou-
vet se vio llevado a proclucir una enticlad clinica llamacla neurosis de
movilizadas y estallan al mismo tiempo. Un grado tal de confusión nos
despersonalización.G Es el mismo recorrldo que volvemos a encontrar
tmpone una critica rigurosa del D.S.M. III.3
un cuarto de siglo más tarde en el D.S.M. III.
Frente a lo que se presenta como unidad clel yo, debemos oponer el
II. Después de Ffeud. ser del suJeto.
El yo como unídqd
Para los freudlanos de los años veinte, no cabia duda de que la uni-
Tanto en Freud como en Lacan, el yo tiene coordenadas inconscien-
dad cuestionada por la despersonalZación era la delyo. Tfas h formu-
tes. Al tomar en cuenta los tres tiempos de la teoría freudiana,T I-acan
laclón de la segunda tópica, ciertos analistas intentaron reformularla
reformula la cuestión del yo de un e<tremo al otro de su enseñanza,
despersonalización a partir de la libido y del narcisismo.a
desde antes clel'Discurso de Roma" con'El estadio del espeJo'hasta
Para estos posfreudianos de la primera generación, lo importante
stt Seminario Le slnthome. thmbién podemos encontraren l,acan dos
es aislar una causa desencadenante. Se trata de una redistribución de
la libido. Al respecto, Numberg se opone a Fedem.s formulaciones del narcisismo, antes y después del giro de los años se-
senta. Con'I-a cuestión preliminar...' el narcisismo primario (eje im
Según Number§, la pérdida de libido infligida al yo, herida narcisís-
tica, es una consecuencia de la investisión narcisisüca libldinal de ob-
del esquema R) está refericlo a la imagen del cuerpo que precipita la
jeto. Segfin Federn, la pérdida de libido narcisistica es directa. Por lo Ilrbilddel yo. Y el narcisismo secundario (eJe IM del e§quema R) está
tanto hay una definlción disünta de la despersonallzación. Numberg referido al idel delyo.s Esta identificación simbÓlica surgicla del com-
pleJo de Eclipo condiciona la formación imaginaria delyo. Después de
consideraque luego de la pérdidade libido delyo, ésta sedesplazaha-
los años sesenta, esta doble referencia del yo cambia de sentido. Como
cia un fantasma, que conclerne a las zonas erógenas del cuerpo. Para
lo recordaba E. Iaurent en una de sus conferencias, e el narcisismo pri-
Federn esa pérdida narclsistica directa de la libido narclsistica se re-
marto se vuelve impostble por causa de la primacia de la cadena slgni-
flere a la representaclón psiquica de las fronteras corporales del yo. O
flcante. A partir de ahí, el lugar de la insignia stmbÓlica, bajo la cual
sea, que la despersonalizaclón surge cuando las fronteras del yo no
desaparece el sujeto I(A), es simbólico. Y el narctslsmo secundario se
colnciden ya con el esquema corporal (Kórperschema).
vuelve imposible porel lugardel goce: el suJeto se desvanece en el fan-
Retengamos aqul dos puntos, uno se reflere al cuerpoyotro al go-
ce. 1)Ya se trate de zonas erógenas o de fronteras corporales, lo que tasma.
I.A DDSPERSONAI,IZACION EN T.A NEUROSIS Y IA PSICOSIS 79
7a AGNES AI-I-AI-O

dejado-va-
El ser del sr4ieto venimiento si¡nbÓlico del ideal del yo' El yo ocupa el lugar
que nos permi[e entender por qué Lacan nos dice
cio por el sujeto. Lo
que tras la máscara no hay nada'
El ser no concierne al yo, es asunto de sujeto. Tanto para Freud co- en iu escritá sobre l)aniel i-agache
ser' Y eso es lo que
mo para Lacan, del lado del sujeto no hay unidad sino división. S e" En efecto, tras la máscara deiyo, la nada es la del
el matema lacaniano de la Ich-Spaltung freudiana. Si el modo de ser desconoce el Yo.
Entonces podemos decir que el sujeto personalizado es un
sujeto
del sujeto es ser barrado, tachado, desde el origen, es legltimo que nos
irrt"gr""io., ¿.1 yo. Y el sujeto deipersonalZado' un sujeto fuera
preguntemos cómo un tal suJeto puede experimentar el menor desfa-
"o., leJia fuera cte i0. De tal manera que lo real de su ser enmascara-
llecimiento de su senümiento de existir. Tenemos que distinguir acá, detyo ,lbne-
do hasta entonces aparece ahora como presencia en otro
lugar.
no dos maneras de ser del sujeto, sino dos modos de no-ser. O más
mos pues que concebir la despersonalizaciÓn como un
tiempo en que
exactamente dos posiciones subjetivas del ser. Es lo que clesarolla La-
de falta'
can en el Seminario )(II'o y que J.-A. Miller nos aclaró en su curso.rr el su3eto tendúa que 'reconocer' su ser en e§e punto real
principio de descen-
I-a allenación significante es un estado cero del sujeto y la separa- Débemos concluir con laa-firmación de que ese
ción de la cadena significante es un estado menos uno del sujeto. Dos tramientoprocluceunaruptura'LadespersonalizaciÓnnopuecleser
del yo'
negatividades del sujeto son definidas de esta manera. Y la afrenta de considerada ya como patolÓgica' Es un estado normal
una existencia subjetiva problemática en si puede aclararse si se üe-
ne en cuenta lo que J.-A. Miller llamaba la metáfora subjetiva.)2 En
efecto, la paradoja de la existencia es levantada mediante la operación 2. Ftand. g Lacon, otro sene de fenÓmenos
simbólica, la única que permite una afirmación de la negatividad.rs
El suJeto está bien constituido mediante una elisión signtficante, NienFreudnienLacan,ladespersonalizaciÓnrecubreunaentidad
que re-
pero esa f;alta se convierte en sisnificante en el lugar del Otro. Y la me- clinica. En ninguna parte la serie heterogénea de fenÓmenos
estructural único' En revancha' lo
táfora subJetiva está condicionada por otra metáfora, la del Nombre cubre se agrupa en un mecanismo
del Padre. qrr" ..r"or,ir^*o".t Freud y Lacan es la misma serie de la desperso-
El ser del suJeto está vehiculizado por los significantes de la cade- nalizaciÓn con otros dos fenÓmenos no especilicados: el fenómeno del
na, es el margen más allá de la vida que el lenguaje asegura al ser en doble y el de lo siniestro'
esta serie'
tanto él habla.'a Pero no todo el signilicante representa al sujeto, hay He áqui algunas referencias que permiten fundamentar
siniestro y alucinaciÓn del doble están asociados en
un resto de la operación de división y ese resto es lo más real del ser En Fieud:i5 lo
en la
del sujeto, es el objeto rr" el articulo Das lJnheimticie; lo siniestro y la despersonalizaciÓn
y siniestro en
ca¡ta a Romain Rolland. En I-acan:16 despersonalización
narcisistica en "observación sobre
Cnrdenadas estructurales del go g del sqjeto el seminario III: siniestro e imagen
del doble en el
el inlbrme de Daniel Lagache.;-siniestro y alucinación
doble en 'De nues-
Debemos ahora articularla estructura minima en la cual Lacan si- seminario x despersonálDación y alucinación del
túa el descentramiento del yo y del sujeto. tros antecedentes'.
El ldeal delyo: al sujeto en su nostalgia de ser, el rasgo unario no Podemospuesdesmontarestaserieyverquéconclusionespode-
le confiere una idenüdad, a lo sumo, le abre la posibilidad de las lden- mosobtenerparanuestrotemadeladespersonalizaciÓn.Unaprime-
üflcaclones. ra constatacián: despersonalizaciÓn y fenÓmeno del doble cuestionan
a los
Pero para que haya ldeal del yo como identillcaclón simbólica es ne- la estructura del yo. Segundo, lo siniestro es un factor común
cesarlo que el lugar vacio del suJeto sea simbolizado. Y es esta iden- otros dos fenÓmenos.
tificactón ldeal la que determina la posición del suJeto; a partir de la
Fenómeno det dobte g regresiÓn tÓpica en el estadio del
espeio
cual el suJeto podÉ tomarse como yo.
el suje-
El yo como formación imaginaria es estrictamente correlativo al ad- L,o especifico del fenÓmeno del 'doblerT es que no solamente
80 AGNES AFI.AI,O
r
3 t,A DESPIIITSONALIT-ACION EN IA NEUROSIS Y IA PSICOSIS 8l

to se percibe alli donde no está sino que a esta imagen la reconoce a ginaria del otro y del yo está condicionada por el ideal del yo' de ma-
la vez por serla suya y al mismo tiempo radicalmente otra. Una prime_ nera que I(§ produce una imagen i(a/ que localiza el objeto a: I(§ --+
ra tlusión del estadio del espejo se basa en que en su encuentro con i(a)-a.
su imagen, el sujeto se ve en el espejo aIIi donde no está. En el fenóme_ I¿ relación imaginaria del primer piso del grafo debe ser completa-
no del doble, ese encuentro con suimagen narcisistica lo hace perci- da por la del fantasma en el que el valor fálico se inscribe como obJe-
birse como presencra en otro lugar, en cándiciones que hacen que es- to imaginario faltante(- 9) . I-a falta real de la imagen incluye ahora la
ta imagen aparezca usurpando su lugar. otra ilusián del estaáio del falta del objeto imaginario: t (a) : : . El yo producido por esta imagen
espejo tiene que ver con que todo lo de lo real no está imaginaraado,
pero la unidad de la imagen especular que precipita el Urbiá del yo cu_ -o
cubre un sujeto cuya negatividad sé refiere a la incidencianegativadel
bre ese real no imaginarizado. O sea i (a)- -+
_rJg_ - m tpl. falo, o sea: m ,r, -_É
a
Conüene agregar que la captación Oe la imalen como una depen-
.
de de un uno que introduce er prrmer signilicanie, el rasgo unario. y
Ia ilusión del fantasma redobla la del espejo. El sujeto no se ve alli
donde está. Y, a causa del yo, desconoce que es a partir del Otro en I
que la alteridad de la imagen no se refiere solamente al e-lemento he-
que se ve como lo que no es. Pues esta imagen clel Otro que hace que
terogéneo (d que recubre. Esta alteridad está condicionada por la
se perciba como pasible de ser amado, sólo tiene el brillo del agalma
pura diferencia que introduce el Otro simbólico.
al velar que el falo es una falta. Es por eso que sólo con el sostén de
Tenernos pues que concebir el fenómeno del doble de esta manera: la imagen puede el sujeto soportar el hecho de hacerse objeto del de-
la conservación de la unidad de la imagen indica el mantenimiento de
seo del Otro en su fantasma. "El Otro puede desvanecerse anle el obje-
la puesta en función del rasgo unario que la condiciona. La alteridad
to que yo soy, pero deducción hecha de lo que yo me veo".re Cuando
de la imagen que hace captar el yo como radicalmente otro se debe a
el sujeto asume como propio su discurso inconsciente. el borramiento
que se mantiene el recubrimiento del elemento real a La vr¡elta a Ia
del espejo simbólico le permite alcanzar el punto I al cual sólo accedia
idenüdad del yo y de la imagen del otro {r (a)) es pues consecuencia del virtualmente. En este punto, la ilusión de lo que se hacia ser como uni-
borramien_to del espejo simbóltco (A). Este resurgimiento de la pareja
dad, desf;allece. En efecto, la afrenta hecha. a la identilicación desha-
a - 4 es el núcleo paranoico del yo, correlativo a la génesis delyo. Ve_
ce la imagen del Otro y el objeto a que aparece, üene a agregarse a la
mos entonces que en el fenómeno del doble, el yo en[ra en el esüdo de
imagen especular. Resulta entonces una desorganización del campo
un otro yo, es decir de un tú. Ahora bien, es precisamente esta cap_ de la percepción, ya que este objeto ha positiüzado la falta haciéndo-
tación por el sujeto de su estado de objeto lo que provoca lo siniestro,
la aparecer en el campo de lo üsible, de donde, hasta ese momento,
pues el suJeto se revela como no autónomo. pero hay que indicar aqui
estaba elidida. Frente a este objeto no especularizable, el sujeto no
que el obJeto está todavia especularizado.
puede ya reconocerse como yo, y se ve reducido al punto de la falta
imaginaria del yo, es decir - g. Y es la angustia de castración. La des-
Despersonalizactón g regresión de las ident!ficaclones personalización que sobreviene es la exacta contrapartida de la pér-
dida de las coordenadas simbólicas e imaginarias, puesto que el falo
La despersonallzación pone en Juego el narcisismo secundario, o al que se reduce el suJeto no tiene imagen y su significante es el sig-
sea el del fantasma, pero encuadrado por las identificaciones rdeales.
nificante de la falta de significante.
Estas identificaclones al objeto de amor son siempre regresivas, nos En este punto, el ser de lengude que el sujeto se hacia en su fantas-
dlce Freud-18 La resresión concerniente es pues ta ¿át plano de la ma se revela como el no serdel objeto al que se redujo. Vemos en qué
"caidentificáción ideal
ldentificación que hace pasardel teneral ser. Esta
lo siniestro puede calificar tal momento. Ya que alli también el sujeto
que se formaa partirdel rasgo unario sólo se produce en laretroacción
se aprehende como objeto, pero esta vez el objeto no está más reves-
del Edipo. Es decir que la simbolización del deseo por el significante tido por la imagen especular debido a la disyunción entre a y - 9.
del falo es necesarra. podemos entonces escribirqul: la relaiión ima-
Podemos decirentonces que la despersonalización es unaetapa su-
82 AGNI'S AFI.¿\I,O I^A DESPERSONALIZACION EN 1A NEUROSIS Y IA PSICOSIS 83
§
plementariadel fenómeno del doble que no la precede necesariamente. Esta oposición de Freud podemos pensarla con la ayuda de otra
La disolucióndelyo es completa, el sujeto se revela conro presencia en oposicióc la de la metáfora subjetiva y de la metáfora paterna'23 En
otro lugar, en un objeto que lo exilia de su subjetividad debiclo a la au- eiecto, la metáfora del sujeto permite esclarecer el hecho de que el su-
sencia de coordenadas imaginarias y simbólicas; el borranriento del jeto perciba como objeto en la despersonalizaciÓn'
- serévancha, la afrenta sobre la realidad impone una puesta en
espejo del Otro simbólico implica también la desaparición del rasgo En
unario, §i estos momentos, que son de atravesamiento, no cluran, es funcionamiento de la metáfora paterna que la condiciona' Esta depen-
en la exacta medida en que, después de la separación respecto cle la de enteramente del registro simbÓlico. El impasse que la I.P.A. volviÓ
cadena signilicante, una alienación significante es nuevamente po- estérilyque retomó III encuentra su lógicaestructural enel
"tb.S.trt.
campo-freudiano. I-a percepciÓn no es un dato innato del cuerpo' Esta
sible. El sujeto vuelve a encontrar su lugar simbolizado en el Otro
puesto de nuevo necesariamente en función. priri"o función del yo está a¡ticulada al campo de la realidad. El yo
Acá conviene hacer dos observaciones. La despersonalización como no condiciona la realidad, está condicionado por ella'
tal requiere la simbolización del falo, inversamente aI Gnómeno del do- Acá se lmpone una dlferenciaciÓn entre psicosis y neurosis' Y de-
ble; lo siniestro no es únicamente un factor común de los clos fenóme- bemos conslderar con Freud y Lacan que lo que importa en la pérdi-
nos. I)ebemos ta¡nblén oponerlo a la despersonalización. En efecto, da de la realidad es el mecaniimo de lo que alli se sustituye.2a Para el
Freud en su carta a Romain Rolland establece una distinción: o bien, neurótlco, la modificación de la libido que interesa al f;antasma, pode-
nos dice, es una parte de la realidad la que aparece extraña, o bien es mos formularla en tÉrminos de relaciÓn del suJeto con el goce tÉl 0 a).
una parte de nuestro propio yo. Y es sólo en este último caso que se Para el psicótico, la retractación de la libido interesa al cuerpo'
debe hablar de despersonalización. I,a dialect¡ca del deseo eseondida por las identilicaciones lle§a a un
Conviene entonces calilicar esta extrañeza en relación con el cam- falocentrismo que sancionará o no la metáfora paterna' Si hay sig-
po de la realidad. Es lo que vamos a tratar ahora. en el úlümo capítulo. nificante del Nombre del Padre habrá puesta en funciÓn del falo simbó-
lico O : el sujeto se coloca bajo la significaciÓn fálica ( I : É )' En
s-a
N. Una distirrcióru¡[ronterq entre neurosis y psicosis caso contrarlo, el falo permanece irnaginario y su puesta en fun-
ción es un Óo.
1. EI lugar del Nombre del Pqdre 20 El falo será lo que del ser viviente se simboliza, a partír de lo cual
se inscribe la significancia del ser üviente. SÓ1o la metáfbra paterna
Antes de ir más §os conüene diferenciar dos senticlos cle la pala- permite la extracción del falo. Es decir que todo lo que el sujeto tiene
bra francesa étranger que se confunden en este idioma y que se dis- áe e:<istencia se lo debe a su inscripciÓn en la funciÓn fálica'
tinguen en español o en lnglés: 'extraño" distinto <le "extranjero"; J.-A. Miller destaca cÓmo, en la enseñanza de Lacan, de la primera
"stranger'distinto de "Joreígner".Conviene entonces oponer el caso en a la segunda formulación de la metáfora paterna, el falo deviene sig-
el que la realidad deviene extraña pero el mundo perrnanece global- nificante del goce imposible de ser negatiüzado. Lo que ha sido sim-
mente familiar, del caso en que Ia realidad no es extraña sino extran- bolizado del sirviviente convierte al sujeto en un ser para la muerte'
jera. La conceptualización de la extimidad por J.-A. Miller 2r permlte Pero hay un residuo no captado por la cadena sig¡nificante' to que
aclarar este punto. Podemos decir del extranjero que no habla el queda del ser üviente, el Otro lo i§nora: una parte que ya no es n-egati-
idioma del pais, que está fuera de ese universo cle discurso. Pero lo \rir"Ut. está simbolizacla en el falo, es lo que el sujeto debe abandonar;
e:<traúo, eso no está fuera, es áxtimo. Es decir, que se requiere como otra parte es el obJeto a. Hay pues un trozo de cuerpo que no es u1 ob-
condición preüa el estar situado en el discurso, para que posterior- Jeto parcial y al que le falta Ia signllicancia como tal. El Nombre del Pa-
mente algo de ese discurso se revele como estando afuera. E. A. Poe, áre ño condicionasolamente unaposición subjetivadel seryel campo
autor lacaniano, si lo hubiera, brinda a Dupin la ocasión de no des- de la realidad, condiciona también el hecho de que un suJeto tenga un
conocer esta distinción.2z cuerpo.
84 AGNES AFI-ALO
I.¿\ DI.]SI'ERSONAI,IZÁCION EN I-\ NT'I,]IiOSIS Y IA PSICOSIS fl5
El cuerpo es una rearidad, como lo recordaba
c. soreren una de sus
conferencias,2' en el senüdo en que la realidad, Ahora debemos considerar a la identilicación en su relación con el
d""J. F;;;;
da' Es decirque no se nace conl¡n cuerpo. ";;"" deseo del Otro. El sujeto se ha identi{icado como respuesta al deseo clel
Lo que tenemos de partida
es un organismo. ya sea en "El estadio Otro. Y es desde el lugar del Otro que le llega lo que él es en un "tir eres
del espe¡o", donde t.i. frlt.
una imagen para hacer un cuerpo, ya sea en .Discurso esto". Acá debemos entonces oponer la despersonalización a la no per-
el de Roma.,
donde lo simbólico es un cuerpo suiil que sonalización para retomar esta expresión de Lacan en el Seminario
debe
formar una unidad; ya sea en i'Otourait" donde ";.i;;;rp;ái-prr. III.27 Lacan se apoya en Benveniste para afirmar que no hay tercera
rl sujeto,
es otJJ;ñ;;;;:
Je el que otorsa "l siempre como
aparece persona. En Problémes de lÍnguistique générale,28 Benveniste explica
"r "y.p?
segundo. Nunca está dado de dnbada. "t "r.rpo
para que un sujeto que sólo yo (7e) y túr son personas ya que en sustancia sólo el yo (re) y
cuerpo es necesario que su goce esté simborizádo.n tenga un
el tú permiten una distinción de los planos del enunciadoyde la enun-
er
abandona, el faro. Esto tiené por efecto
una atribución ""árj."á-[".
simbórica der
ciación. Esto no se da con la tercera persona, de la cual tsenveniste nos
cuerpo sobre elqueeljuiciode existencia podrá dice que es una no-persona. Hay un caso particular que le interesa a
do tiempo- pero esta simborización tiene
ejer""r". rrI.*""_
f,oi "rr
erecto la mortificación del
Iacan, es aquel en el cual el tú pierde su propiedad y deviene como el
serüüente, negativizar su goce, que deviene é1. Entonces, nos dice Lacan, el tú no apunta más a ninguna perso-
sentido, el falo es un órganó qr" ,ro conüene
fuera del ;;.".
al cuerpo.";;;.
f p!i. qu. l. na, es un tú que despersonaliza. Y el eJemplo célebre que nos da es el
máquina funcione, el goce será recuperado del imperativo.
fuera der á".rpl llJou-
jetos plus-de-goce de Ia pulsión. "., La metáfora patema que condiciona la metáfora subjetiva nos
La afrenta al campo de la-realidad provoca pennite captar su implicación en el discurso. O bien la elisión
una nueva repartición
del goce que, o quedará íuera der cuerpo amparado por primordial del yo (p) es reemplazada por un tú de metáfora, un tú
!ie-n er fantas-
ma (es el caso de la neurosis), o bien retoinará creacionista y entonces, frente al deseo simbolZado del Otro, el
sobre el cuerpo en la
psicosis. serÍa necesario acá diferenciar sujeto podrá adornarse con un signilicante ideal que lo crea co-
el otro del cuerpo deibláa.r
lenguaje' para oponer esquizofrenia y pa.anoia.26 pero mo otro (tu es celuÍ qui me suiuras). O bien, el yo (leJ es reemplaza-
en todos los ca-
sos' en la psicosis, el daño ocasionádt do por un tú que funcionaÉ como un él; y frente al enigma del deseo
a la existencia sóro es conse-
cuencia de la ausencia de atribución simbórica del Otro no simbolizado, este tú no apuntará a ninguna persona, si-
der cuerpo. Es asi que
podemos explicarnos qu e. en la llamada no a una no-persona. Será un tú del comentario (tu es cehú quí me
á."p.."o,
una parte del cuerpo extranjera o que todo"iir;H;;";d"., suiura).
{evi.1ne
extranjero cuando el significante á.ri.rr.
lo áeviene. O que al"f "r.rpo to á"- Es la afrenta dada a la identificación, o sea al'tú eres esto", lo que
je plantado cuando el Otro.del lengua¡.
jeto psicótico puede decir.estoy rñr.irto.,
",r.rpo
r.ii.u. Es poreso que".un su_ desencadena la despersonalización. Para la neurosis, en la que el de-
". o bien "yo .ro t.r,gá"rr.rpo". seo del Otro está simbolizado, sabemos que tal identificación es la del
ideal del yo. Pero en la psicosis, ¿cómo entender esta iclentificación y
relacionarla a un estatuto del deseo del Otro? En su escrito sobre
2. Oposictón entre identificación y díspersíón Schreber, I-acan nos dice que "... la identilicación mecliante la cual el
sujeto asumió el deseo de la madre, desencadena, al ser quebrantada,
Conyiene recordar que el Nombre del padre la disolución del tripode imaginario'.2e
como metáfora enmas_
cara la metonimia. Es decir que el padre Entonces aqui también se trata de una identificación y relacionada
ae ta r,ey, tV*O¡
padre del goce-de Iá horda
legypre_el t¡x óxl. Ahora"."1áá"
del ideal es prectsamáte u a. .nm.s"Jr",
bien, la función al deseo de la madre, es decir, a un otro preüo.so ¿Cómo entender es-
i" co,,.ta"ión entre el Nom- ta identificación? Lacan da una aproximación en su primera lección
bre del PadJe y el goce. Esta función visibte del Seminario Eldeseoysu lnterpretación. Nos dice que porel solo he-
en la perversión, está
enmascarada en Ia neurosis. y sólo en la psicosis cho de dirigirse al Otro, el suJeto se encuentra identificado. Esta iden-
voca un retorno del goce sobre el cuerpo.
sü dem¡mb; ;;._
tilicación no es el ideal del yo, que todavÍa no existe, pero, nos dice
lacan, es su núcleo. En el Seminario )(I, Lacan nos dice que esta
87
EN IJ\ NIiTJROSIS Y I'A PSICOSIS
AGNES AIILALO Il\ I)I.:SI)IiIISONAI,IZACION

puesta en fun-
las moclalidades de la nueva
identilicación nos üene del deseo. Podemos entonces remitir esta Ahora se deben precisar gracias al significante alh-
ción de los registros R';'i'
E" la neurosis' el
identificación al rasgo unario y su quebrantamiento a la ausencia de
la separació";;;pJ;á" U.caaet't siAnificante permite
este último. nisiaco, quecla subor-
cuanto al imaginario' éste
En el momento en que surge el enigma del deseo del Otro hay dos retorno del uel uri"no"ü"dn nario
posibilidades. O bien este deseo del Otro permite que el sujeto de- dinado al si gnifi cant..;""i; ;"
icosi§,. lo ima
este
gi
iepistro
l" e"
1:o-11?j"
hay una restau-
tenga el golpe de su abolición proveyéndose con una identificación ide- autonomia. Después tñ;;li;i""ión cle
real's Es
es ptlesto en continuidad con Io
a1.31 Esta identificación puede o no funcionar según que mantenga o ración tal que lo ilnaginario cllncle schreber ve su imagen
no el recubrimiento del objeto aen el fantasma. Si no lo mantiene, se lo que inclica .t p"'to'iitit"**á" goce se enctlentra iclenti-
tt;;;' il real ''
cle este
da Ia despersonalización. En efecto, cuando el strjeto se descubre a de muier (i ln)) en del ideal ocu-
partir del Otro, se percibe como amable, provisto cle objetos de inter-
"l
{icacto en el lugar ,r.r Ü[l]'rTi. i""].¿,.j'la funcion esquema I)' Si$ni-
panclo el lugar clel Noriürl
a"r páat" (el punto I del
cambio. Pero en el momento en que debia asir esta identificaclón como a esa unidacl ideal que Io
una, es decir aquella que por fin hubiera sido la buena, la imagen se Iicante y goce t"tu" yt separados'-pero
deshace. Se produce una anamorfosis en la que la ilusión yoica no cu- ;;;;"ñ.. ''o
schreber rio Ia alcanzará jalnás'3.
bre ya un cuerpo transido, es decir, muerto. vaciado de su goce.'Pe-
ro cuando el sujeto vuelve a su lugar dentro de la cadena significante,
V. ConclusiÓn
vuelve a formarse otra imagen ilusoria. En la seguncla eventualidad,
en la que el deseo del Otro no ha sido simbolizaclo, el borra¡niento del la consecuencia de que la per-
rasgo unario no será seguido por otras identificaciones sino por una Irer Lacan con Lacan nos impone tt"v t"'i¿ad del yo' no hay la
sonalidad ." r^ pu'u"lit' i;;t;'q"t q"-" es-
dispersión. En efecto, el Otro con el cual se relaciona el strjeto psicó-
personaliclad. En Ia #til;';;
ü "o É"y yo (moi) en sentido
tico es un Otro previo, es decir un Otro metonimico. Por lo cual, al "o
la ima§en'
sujeto siempre le resulta posible volver a hacerse representar por un tricto' lo que hay **á ""iAud es la fa-cticidadnodehay despers onaltza'
significante para otro. O incluso, es representado por un signilicante Entonces se "ott"r"sión: párcial o total de Io
'-p;;;;it"i"u
oit *V u"" di"oiución
siempre otro33 hasta el infinito, pues este Otro no fue marcado por nin- ción en la psicosis' - "s estados lÍmites' o bien' hay Po-
guna imposibilidad de esta representación. imaginario. Bt t"t"itllá"I|-hty y tJ normal clel yo en la neu-
I¿can, en 1966, añade una última nota a pie de página a su escrito sibilidad de dt"p"'"ñá"tlá" ""-estado clesperso-
bien la locura es no pocler
sobre Schreber. Relaciona el deseo del Otro con el acto de c... que ca- rosis. incluso en la ;i";;ñ;'-ó
lilica como "el hecho de sentir agruparse los elementos de su ser cuya lo ilnagi-
"^,§lr;ilr"ñ*§[$:ide explicares cómo tal funcióncle para
dispersión en el infinito de su delirio hace el sufrimiento". Esta disper- puede alcanzar
sión en el infinito del delirlo podemos captarla ahora en dos vertien- nario, puestt tl"tln'i¿u¿ """ lo real' com-
Dreservar ,t't "" En este sentido' convenclria tan
tes. En una, la del signilicante, Ios elementos son la serie metoniml- "it'"t]''""ii¿"¿' Es clecirt explorar
'plementar s"t''"r"r-"o;ty";' esta funciÓn
ca de los signilicantes S , que representan al sujeto S ,. La posición cero
'p.tii""l.t que Lacan atribuyÓ al Ego de Joyce'
s
del suJeto en el denominador de la fracción da una infinitización de los
valores de su representación. En la otra, la del objeto, la parte es el ser
disperso que hayque concebircomo consecuencia delefecto fragmen- NO'I'A: CAKIAY SEtt
tante del goce que ha retornado sobre el cuerpo. Y el acto de c... per- en que
auditivos' l'odos coinciden
mitirÍa a Schreber reagmpar su ser en la medida en que el excremen- Del crimen sólo hay testimonios P;ro todos divergen cuando
to harÍa funclón de órgano que condensaria el goce que él abandona. el asesino habl'ot;l'";;';;;;;;j"t"' clue cada lengua propuesta
cuán-ta
Pero, falto del cerco del falo, su ser no se reagruparáJamás en un cuer- se trata de p,""i""ittlál'ñ;;" olpin tt't'entra la solución
po' que la evoca'
po unilicado. no es conocid" "itt"tigo
PSICOSIS 89
U I^A DESPERSONALTZ\CION
EN LA NBUROSIS Y LA
88 AGNES AFTALO
r§ I gunas observaclones sobre el informe de
3.'Al
D' I-agache" ( 1 958)' Escritos'
del enigma. Lo extranjero en cuestión aqui no calilica los elementos Seuil, 1966, Págs. 665-666'
dialé^ctica del^dcseo en el inconsciente

significantes del discurso. Lo fuera de discurso de lo extranjero para t 14. "subversión del ü*o , pág 8O3'
I f.."¿l-ro" (1960), EscrÍtos, Seuil'.1966' es§ais'
cada uno. se torna en un ortranjero radical a todos. L"a identificación
15. s. Freud, t, t"ri;;Ii slgi' t'i"qitétottte étrangeté et autres
del asesino no objeta en nada la consideración del clivaJe concernido :
en el discurso (C * C). I-o extranjero sólo puede calificaralelemento stg- "*'' ?1HTi|'fl3f;o' (una perturbacjón del recuerdo en la Acrópolis)
nificante que pertenece al discurso. Y es lo extranjero como radical- Idées' Problémes' T II' PUF'
(fsSO), ñJsuU at, l98l'
tti' Laspstcos¿s (1955-1956)' Seuil'
mente otro lo que califica la parte heterógena que ahi esta incluida baJo 16. J. Lacan, El".**ot¿o,, l'tUrá
el modo de lo éxtimo. oáPs. 3I l-315.
J. Lacan, Ob. cit., Pág' 668'
x (1962-63)' inédito' cap' IV' págs' 6- 1o;
J. Lacan, Br seminPaiio,"J'ü*
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1983. 2o. Para 'Nombrc d"iil;l iealidad'' v¿ase
3. Véase el trabajo que E. I-a.urent presentó sobre el DSM III en el [V topologiqueáIa'quesuon"piJimínaire'-'I*tlredet'kole27'1979'págs'127'
Encuentro del Campo Freudiano; "DSM III, consistance du symptóme ou 138.
consistance de la personnalité".
contes les plus
4. F. Kaltenbeck, La dépersonnalisation chez les freudiens des années 3i: Sf;iti;., "Double assasinat dans la me Morgue"' t'es
vingt, 1986, a publicarse en Buarto. Véase nc¡ta final'
JAI¿L*", g,. Fasquelle éditeur' 1917' ob' cit'
5. H. Nunberg, Uber Depersonalisationzustánd in Lichte der Libidotheorie, 23. J.-A. l4iller, 'guclques points d'orientation"'
1924, t. Z. P., X. 24. s. Freud, r- pé.:i:;;Jffi;üd"d t. ,,"r.o"t" y la psicosls [1924)'
",.,
P. Fcdcr¡r, "Narcissisme in the structure of the ego', 1928, lJP, l)(. ¡V.r-tu, psgclas e,- per'-ersfon' PUF' 1974'
6. M. Bouvet, "Dépersonnalisation et relaüon d'objet" (1960), la. relation Quarto XVI'
rl"""li!"t'rr"".t de Lacan' (1983)'Clinique
2s. c.soler, "l.e de J'
d'obJet, Payot, 1967. ""tpJi""" y paranoÍa' véase
26. Acerca de esquiiofrenia
J'-A' Millcr'
7. S. Freu<I, Lo lnconsciente y la conciencla. l-a rcalidad ,I-o.interpretaclón dcl 5' 12' 19 y 26 de mayo de 1982'
Lacan, curso 198 1 19ó:;;;Jiio'i"t"iot""
-
de los sr¡eños {l9OO), PUF, 1975, Cap. ML 27. J.lracan ob' clt', Pág' 3o8'
jiíá:?t-ItJ¿ts
S. Freud, "lntroducción al narcisismo" (1914), La uie sentelle, PUF, 2a. E. Benveniste, relatlons de pcrsonne d:ur^s le vcrbe"'
ls66'
1969. Probtémes a" ung"stt;;áiie¡ale OQa6)' NRF' Gallimard'
S. Freud, "El yo y el ello", Essais de psgcharwlgse, Payot, nueva 29. Ob. cit., Pá9.565'
traducción. áó. 's"¡".i"ioñdu su¡et"'', ob' cit" Pág' "Posicfón
8o7'
del inconsciente"' véase
8. J. Lacan, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la 3 l. Para todo" lo" *-;¿,ar"i ¡:
psicosis' (1958), .Escrífos, Seuil, 1966, esque§ra I, pág. 553. "r:-'?ü'
.i",rr"o "Extimité", ya citado' de J"A' Miller'
9. E. Laurent, "L^a psychose chez I'enfant dans I'enseignement de l,acan" g2. E.l¿urent, "1";;;ñ";"" a" u oasse á I'ECF" 1986' inédito'
"oitttt franqaise d9s rulmj1es d'un
(1982), Quarto IX, págs. 3-19. 33. J. Lacan, 'PÉ"f;;';"il;J;"ti'"
lO. E¡ Seminario, Libro XI, I¡s cuatro conceptos Jundanentales del --á+. '¿.
pfcoanalisís, Seuil, 1973, Cap. XW aXX. "éJ'.ü,rr"'L'."¡,""p"-l;onalvseu'=*t:r:"rlirÍtitj]*'"?n*'"-bdi,.rr.
l-acan, 'k sintÉorne' (1975-76)' Orn-ü
I l. J.-A. Miller, Extimité, Curso del año 1985-1986, inédtto. cit" pág' 571'
35. J. Lacan, 'u". q"t"fon pÉliminaire"'"' ob'
12. J.-A. Miller, "Quelques points d'orientation-, expuesto en las Primeras
Jornadas Sobre Psicosomática, Paris, enero de 1986. Texto establecido por E.
Dolsneau.
T
{*

LA DUDA EN I-A OBSESION

Alicía Arenas

Algo que llarna la atención en la neurosis obsesiva es su caracteristica


de componer un rostro que, aunque con el fin de desconocer la estruc-
tura, defiende la autenticidad. Autenticidad fálica con la que cree res-
ponder al Ideal.
El obsesivo aparece atornrentado por el ir y venir infinito entre pre-
guntas altemativas que se hace y responde a si mismo, en un intento
de dar consistencia a su pensamiento. Trabaja asi sin clescanso para
dar respuesta a estas preguntas, sostenidas por ese mecanismo que
tanto parece identificarlo: la duda. Sin embargo, no hay tales pregun-
tas, la respuesta está de antemano, se trata de pura verilicación fálica.
Sólo se permite dudar alrecleclor de temas que esquivan la pregunta
que no quiere hacerse, esta pasión por la "verdad" oculta del saber clel
inconsciente. Exhibe asi unyo-pura-conciencia que lo mantiene a dis-
tancia de su clivisión subjetiva. Paradójicamente, sin estas cluclas
fallarÍa su certeza, pues el significante no alcanza para nombrar lo
absoluto.
En "Función ycampo de la palabrayel lenguaje" (1953), Lacan se-
ñala: "El obsesivo arrastra en lajaula de su narcisismo los obJetos en
que su pregunta se repercute, yen la coartada multiplicada de figuras
mortales, domesticando su altavoltereta, dirige su homenaje ambiguo
hacia el palco donde tiene él mismo su lugar, el del Amo que no pue-
de verse'.
Trabaja pues, desdoblado, para sí mismo. Rellena compulsiva-
mente todo intervalo significante sustituyendo la diüsión por la con-
ciencia, punto de afirmación del )ro soy- obsesivo, en un circuito
cerrado doncle ni piensa ni actúa. En el "no pienso" alarga el momento
de comprender para nunca llegar al momento de concluir. Este circui-
Il\ oI]SI'SION J3
92 AI,ICIA AIII'NAS I-A DI]I)A I'N

I-a muerte pa-


to le asegura su deseo como imposible. Se hace asi la más viva en- angustia en este er¡uilibrio, y esto lo lleva al análisis' no
que Ia respuesta acostunrbracla
carnación de la imposibilidad, esquivando Ia ausencia de relación tema erner¡¡e como ttn real pára el ve-
sostenida por toclo el peso de lo
sexual e insistiendo, alli donde lo que hay es ausencia, en la verilica- alcanza. Lo que era una sanción
de§iplazarr"riento y
ción del ser. rosimil, tomá su valor significante' se procluce un
Este sintorna hace pregunta y la
En el caso que quiero presentar, si bien se muestran estos mecanis- ;arec; un síntoma: la eq-uivocaciÓn' con
mos, lo llamativo es que no aparece la duda. Durante muchos años.
t dirige al analista. Simultánea¡nente la angustia surge el deseo de
alli donde el signilicante falla para el neurótico, responde en esta en el campo cle sus intereses' Sin em-
r""8ti""t su vida prol'eslonal obsesivas que
persona un hecho biográfico con el que se da una respuesta absolu- t"tg;, el sintomalo atormenta, se presenta con ideas
ta. Debido a esta particularidad, podemos inferir, quizás con mayor le dicen que se va a equivocar, y en efecto' se eqtlivoca'
por el deseo' y
claridad aún, el porqué de la necesidad de la cluda en el obsesivo. El destino hasta ahlra jrrstilicirdo se ve amenazaclo
Juan Pablo demanda análisis a la edad de 50 años. Ha muerto su g.rce retorna en el sintoina' En la equivocaciÓn hay un lla¡nado al
"t y goce' el sa-
padre y esto desencaclena una fuerte angustia, a ésta acompaña un otro, a la sanciÓn clel otro, pero ya no coinciclen saberpara este stlje-
sintoma: comete equivocaciones en el ejercicio de su profesión, asunto ber falla. I-a fornra cle amo abiolutt r¡ue tenía el superyÓ
grave pues es una profesión técnica donde es alta¡nente valorada la io qir.a. con la muerte paterna' El aprás-ccup de suvida
precisión. pfJ"t"" ahora mucha§ preguntírsy la angrrstia no se hace esperar'
"u"stionacla
Relata en la primera sesión un acontecimiento de su aclolescencia De esta manera piodLt" el dlsencadenamiento de la neurosis'
doncle sucecle un accidente fatal: por un error de Juan Pablo, alguien
".
lo qtte era certeza, p""^ u ser equivocación' El' como
todo sujeto' se
muere. Es en efecto un accidente y la leyde los hombres lo declara ino- La profesión pasa ahora a ser el ca¡npo cle sus lallas' pero
cente. A pesar de la evidencia de los hechos, este suceso queda mar- "q.riuo"..
fÉnte a estas equivo"""io,,t" no hay cómo responder'
de culpa' la representación
cado para él con la convicción de que su destino cambió, y ésta será Queda asi cuestionado el sentimiento
la clave de su construcción neurótica. El, con todas las posibilldades en el otro no encuentra asiclero firme y el sintoma insiste' En el
para triunfar en la vida, justificará a partir de alli, todo fracaso. que establezca la sanción' un amo
llamado al analista busca una ley
Ii paraclola en la clirección de la cura
Queclará asi amaestrado el deseo. Ante la pregunta por su destino, capaz de restablecer un orclen'
hay que
responderá una sentencia superyoica. Esta sanción moral se conver- i*pii"" 4"" rugares a los que el anaiista no debe responder' ocupar
No
el lugar del
tirá en el a¡no que regirá su vida. clesculpabiltr", ut ."rráüo y. a la vez' cuiclaclo con
per-
analista en la transferencia
Describe, en el análisis, Ios años que siguen como un largo periodo Oios clá ¡dan. El lugar sign ililan te del
donde se suceden una serie de situaciones que lo van dejando afecti- mitira,retroactivamenle,otorgarnuevas§lgnificacionesalaculpa'
hacia otra
vanrente solo, mientras se acrecienta una fuerte inhibición del lado Ia sanciÓn moral c¡ue esta persona puclo construirse no de-
pecaclos y penitencia'
profesional. Se produce un alejamiento progresivo de lo que más le .o"" q.r" mantener la cuenta-exacta entre
interesa en su campo, y dejando de lado sus más caras aspiraciones corno saldo la comprobación-de str-culpa'
Janclo
" TótemgTobú que
juveniles. se dedica a otras tareas que realiza bien y por las que es res- nos inclüa cÓmo el neurÓtico construye un mito
petado, si bien no representan para él sus verdaderos i¡rtereses. intentanoinscribiralpadreenlafunciÓnfálica'haciéndoseélculpa- que cas-
existió el Dios
Su üda durante este tiempo se define por el aislamiento afectivo y ble de clesobecliencia de la ley. Para este hombre
la inhibición en el campo de su deseo. Sin embargo, no puede decirse tig. cle la leyhum^',", po'qt'" él lo hizo existir' pero su culpa
-á".lla
que le va mal, no se hace muchas preguntas y no surgen duclas. Ante nó f,re creada Por la biografia' ra-
Ias decisiones importantes. sin saber cómo, elige siempre sin dudar lo Alli donde en el obseivo la cluda se desplaza en interminables
que se estableciera
que mantiene esta forma de estar en el mundo, para luego sorpren- zonamientos. en e§te caso, el hecho biogralico hizo
definitiva' que permitiÓ por años'
derse cle que las cosas le sucedan de este modo, ya que no es su volun- un senticlo fijo, una interpretaciÓn
tad que resulten asi. No duclar de que su vicla tenia una deter-
una particular homeostasis'
Al ocurrir la muerte del padre se produce una fuerte irrupción de la construcción neurÓtica cle la qtre sufria este sujeto' En
minación es
94 ALICIA AITENAS GUARDIA

OBSESTVA
el curso del análisis surgieron las dudas, podria decirse que por todas LA PROPINA, UN CASO DE NBUROSIS
partes, incluso en relación a si debia o no analizarse. Jttlietq Rauord
Cuando la angustia se hace presente, la duda es el mecanismo pri-
vilegiado con el que el obsesivo restablece su fe en el signilicante.
Con la duda instituye un orden que lo hace dueño de sus preguntas
y sus respuestas, alli donde lo simbólico se muestra desfalleciente,
donde el inconsciente pondría la verdad fuera de su control, en-
frentándolo a un Otro sin consistencia alguna. Ante ese horror, el
obsesivo se concede el artilicio de la duda.

en er que la pregunta por el diag-


voy a referirme a un r¡ricio de analisis de
en principio' dacla la gravedad
nóstico cle estructura "o "i" clara qT en cualquier otro con-
Ios sintoma" p"r".",to'ios y delirantá:'
un <liagnóstico de psicosis'
texto clinico truUiesen iustiñcado para la cual esp€ra una
La sintomatol"gia q't;iiae el analizante' pago'
I ,.";;;;; á"í" q"t tiotro logre :1I*1"-,v el tema del
¿J
la cura' aun ante
me permitieron o¡entá'ilJv *J11ti 1" djrecciÓn cle
pasaje al acto'
su ionstante amenaza de un sig-
áparece como una demanda de
ir

Estabúsqueda de la salvaciÓn
paterna' del otro de la ley'
nificación. Hay inscrifcá; á; l" *"tafo'u i mercecl del goce mortifero
pero cle una ley que b;;;;á;"t
y lo cleJa
ley in absenfic¿
áel Otro' l,a ley es' precisamente'
t'""*is obsesiva' aunque no sin pre-
Opté por.r.r, oi"g"o"ti"áá"
grave' en el qtre aparrce el signi-
guntarme qtté lo hace un caso tan y'
ficante invaclido p"t á;;;1" t""r'"q"" lo clava -que lo significa-
terribles
a la par, hace que áLilit" hacia ideás paranoicles y a unas
"t
ganas de morir' r^r r:-^r^.
, del rnrant¡ pagar
ñátar dos met
meses
dinero: intenta
Comienza querienclo olüdarse durante un
cosaque no aceptoy' en con§ecuencia'
por adelantado,
t"T[H: que se le avude a salvar algo' empezando
por
il?[3tuJo*" estuclios' etc" ante los
su matrimonio; r"g;i;;t"* "iitu¡u;o'.los Es su po-
describe.o*o"" i"'t'álido' deJpojadoe impotente'
cuales se
sición ante el Otro'
él no la acepta a pesar de no
Su mujer quiere la separació"'.Ptto susuegroque' des-
amada' ydic. qrr. ot qtiJtquieredivorciarseesde
presenta ahora como una Ii-
pués de haber sido pH;;;il;;so'
se le
OI]SDSIVA 97
96 JLILIIIIA ITAVARD I-,\ I)ROP¡NA, UN CASo DE NDI]ROSIS

trámites civiles' se ha dirigido al tri-


gura persecutoria muy odiada y temida. 'Ianto, que pasa las noches Me informa que, después cle los
disoluciÓn del vinculo matrilnonial:
armado de un palo, esperánclolo. En el análisis oscila entre el amory bunal eclesiástico parJobtener la
disolverlo' Busca un Otro divino
el temor a mis intenciones: constantemente se da vuelta a mirarme. como no puede -u,'t*"ito' intenta
vinculo que stlpone transgresor' Y' si' es culpable de
Sufre de una serie de sintomas que lo agobian: lleno de rituales y que le disuelva el
prohibiclones, paralizado en su trabajo, padece una angrrstia muy iransgresión: vive inmerso en el goce'
le
fuerte que le imptde comery dormir. Surgen en él con frecuencia con- Confiesa ento.,""" g'un culia: quitarle a Ia lglesia yn1'loviac
juras y maldiciones que luego le hacen senUrse muy culpable. Ducla
"'
Dios. Su mujer se aispo'ia a
p'o"trr'"i"t los votos cuando él la cono-
át"ptt"i"'ro y serviolenta' es para él una-virgen
de las lntenciones de todos. ;; I ;lh ;;esar de
o prostitutas' No hay
En las prhneras entrevistas comienza a hacer crisis el as¡na cle Ia al servicio cle Dios. l,as álmas son ninfómanas
inf;ancia, junto a una larga lista de enfermedades que demandan mi alternativa en su relación con las mujeres' . ---r:^- -^r^^i/
relaciÓn
respuesta: una serie de trastornos fisicos de cierta gravedad que, Algunos clatos de t'i"t"tt pttt"J' revelar esta peculiar real in-
"" yer goce. Aparece un punto de
siendo joven, le hacen aparecer rengo y achacoso como su madre hi- incrisoluble entre er *igniñcant una condena' es la
porLl: vivir
pocondriaca. Ella insiste sienrpre en que no ol'"ide su asma. Nudo de salvable. moclo cle t.diltu";;Jpt^it de pueblo
sintomas y repetición de su neurosis infantil: siempre ha estado so- orclen superyoica' Es t t'Uti de hacenclaclos' caciques
metido y lleno de odio. que imponen . *,r"
"ttt"
t'¡"" y p"tá3" una-l111olenta' Ha sido marcado
Hay un llamado de auxilio en su cle¡nanda angustiosa: pareciera no {olno §e marca una res- con el ¡nenosprecio'
a,elpadre' todo hombre se le
tener salida ante acciones limite en las cuales hay que advertirle del Objeto de burlas y^;tJ;; p;r n.aJte
violento' Esa violencia no es'
despojo y la invalidez a la que se somete. No vacilo en intervenir para transforma siempre tt' l'"t pti""guidor
impedirle ürmar un docurnento perjudicial, producto de una manlo- empero, caprichosa cá-o tu ¿t fu"
mujeres' Su madre es violenta tam-
ha sometido: es su esclavo' se
bra que le harÍa perder la patria potestad sobre sus hijos; y para que bién. acostumbrada Á^"¿"t' y él sé
" con propinas y quejas
recupere su sueldo, reteniclo desde que comenzó el análisis. mata haciéndole flavores que elia recompensa
servicio como uno más de Ios niños
Estas intervenciones arrojan sorpresivamente un resto. Al recupe- sobre su inelicacia' Lo tiene a su
rar su sueldo, me paga con un cheque cuyo monto incluye un exce- que recoge para criar y pcxler golpear'
dente enigmático. A pesar de su inslstencia. no acepto el dinero de más ' i¿.ntiii"ádo con la Áadre' tan sólo puede manifestar su menospre-
y esto lo desconcierta: se trataba de una propina por mis buenos ser- cio, dando propinas o propinando $olpes'
que recuerda insistentemente en la
vicios. De nuevo vuelve a cleJar de pagarme. Hay una escena de su infancia
Ha recobrado lo que peclia salvar, y la separación está consumada. cual la maclre to a'Uol p"tt darle sus lecciones cle arit¡né-
Su angustia y su dolor aumentan; me reclama, y se reclarna, no ha-
^*^ttll.t"'
tica. A ca(la error Oe calcuto se le
propinaba un latigazg' Al- ca111rse
ber podido salvar su matrimonlo. No quiere a su mujer, pero debe lamadre,éstahaciaqueelpadrecontinuase.Tienelaideafija:..ojalá
Esta idea de muerte' la del otro o la
unirse de nuevo a ella porque supone que ése es el deseo de su padre se mueran estos vit¡o'" á"táito"-'
muerto, quien le manda un mensaje a través de un sueño de su her- pt pi"' le atormenta desde su infancia' el goce del Otro per-
mana: que no se divorcie. En este recuerdo repetido surge brutalmente
some.terse' se deja amarrar para
Este mensaJe del padre se presenta como una clave para compren- soJlicaclo en ambos pudtt"t acepta resto'
der lo que él llama su salvación, pues Ie impide separarse de algo que ser golpeaclo t tt'clt'"'ncio'^A¡narrado a ese goce' él como
"sta
lo mantiene al capricho del goce del Otro. Qrriere salvarse de la muerte, es un efror de cálculo' pagar-
y ello sólo Io logra manteniéndose impotente. Desde mi n.gauva a aceptar sus propinas habia clejadode
po' lt su deuda' no dejo
Con frecuencia, se a§a durante varias semanas del análisis y se va me. Además a. h"""ilJp"gi'
pues en'ecuerdo
"""iot'' su cálculo errado' su ilu-
a descansar a su pueblo y, como dice, a conseguir un modo de pagar que la olvide. Esto lo dáscóncierta'
no interesada' esto es' en su
sus deudas. Se desplaza entre el análisis, medicamentos, brujeria y sión era mantener conmigo una relación
religión. caso, escaPar cle la üolencia'
98 JULIETA RAVARD

Me supone
- que puede
unlco
un goce de espectador de
su paráIisis: con Ia propina _lo
dar_-intenta .""l"rirrü otro UNA PASION
gueciéndoro para que a su angustia, ence_
to compaaezü, ir, Inválido que tiran,a aI
otro con sus demandls.
No;";;;;;;;k,
Mis intervenciones rr pro"*á"
" ""sarida. Roger Wartel
suturados s, y s,, no escLcha, tiene que mantener
t "o-ráJilcuitos,
pierde el hiro. El, que habra
en un lenguaJe depurado ""t.tilü,
y reto.i"", qu. a'"ra. al diccionario in busca
de palabras nuevas, antj-mi
adopta un lenguaje prugua"
pregilt";;..:" de por qra ,," iái.¡.,
áJ*Bái"** a.l campo para expresarsu
molestia por mi incomprensión.
En su discurso' y enla relacián
transferencial,empiezan a anudar-
se más claram"",.
"::.lg:"tin"*i"rr."-y"i.r".c,
pregunta si existe atguien
no interesaááI"l *."r""iorr.s
delirantes. Se
flfo.padre.apaciguante v q".
"o ".
io],r"] "";;;ñ;:i"".
ff:.ffi ft :#:;:,,1*11y;;#";:fr'Jffi:;:;ff jÉXi:J".§:-
La paciente a la que voy a referirme se expresa aveces en versos ale-
Jandrinos, sin esfuerzo, si se quiere... Estos que hoy coloco como
Aparece entonces, en.el exergo, bastante bien equilibrados, eran un poco excepcionales.
curso del análisis, una escena
tica que pareciera organizar fantasmá_
lo" *""* J" iratamiento. comenta
ha empezado a frecuentar iglesias que
áoriJ., .xtu"¡.do, contempla al '- Estar lo más cerca de Dios, anonadarme en é1...
cristo agonizante .n l. ... Pero no tanto, sin embargo, porque Dios quiere demasiado."
qué me has abandoldo? "r*,-iliiuiiJi Jiil v o iciendo: .padre, ¿por
e" i""."rriá"-"]r"o_i.rrao
Más a,á der doble imagin.ri.;;;;;;ificación mi espiritu.... Reducir una cura a esto es un riesgo, seria incitar a la sentencia,
en ello una crave ar rdear, percibo
'f;antasmática, cryoá."unuaamientoy descifra-
cláve a la sabidurÍa, fijar en algunos signilicantes aquello que está lejos de
miento suponen una larga
Pareciera que este p.a]r"
trár."iu'."*r""' estar cerrado. El hagiógrano o el novelista podrian hacer de estos ver-
o¡o", §i f"ff., lo abandona, yél sículos la máxima de una vida.
acepta la
;:11"'f...i::f #:::ff r".-"a"q,,.il,,ili.¡g,."¿.iiíá,i,L"", La üda de una soltera de cuarenta años. Enseña literatura clásica.
Hace veinte años viüó con un hombre, un novio. El se fue sin que ella
hiciera nunca el menor gesto para retenerlo, ya que, según su fórmu-
..:?#:ffi::T;11*g? ¿de ra condena a m.uerte y viür invárido, la, 'siempre hay que dejar la prioridad al prójimo;. Impóner su propia
ffi :""1:",:fi:,if [.¿x,1§,:xxEl*:AT;.'ilJi*:::ffi
il presencia, de alguna manera, hubiera rebajado a ese hombre. Hubiera
hecho falta "sacudirlo un poco'. Entonces, el prójimo tiene Ia priori-
dad: en su profesión es asi; con sus amistades también, esas amista-
des que comparte con un grupo de compañeros de caminata de los que
acepta a pdort todas las decisiones con respecto al itinerario y el ho-
rario. Poner un pie delante de otro y recomenzar es una disciplina un
poco irrisoria, pero ella nunca se opone. La caminata es dar una vuelta
y volver al hogar. Esa docilidad constituye su libertad.
Y después está Dios. No un Dios que exige una práctica, una fe, un
proselitismo, que impone una regla. Dios es una especie de absoluto,
referencia y reverencia en la que basta la palabra, que vindica un todo
o nada. Su exigencia, su ley, seria pertenecerle. Sin embargo, I)ios no
IOl
UNA I)ASION
loo ROGEIT WARTI'L
ella lo hace
como partenl" { 3": clura lo que
parece poseer por si mismo, por su propia ürtud, esa fir¡neza, esa Dios dibujaclo por ella el de §u dolninro'
clurar. su docilicla<l ";;ü;J;;"eNe lllrumento su labor asidLra
fuerza a la que conviene someterse. Al contrario, ella lo mantiene y lo b^Jt la demostración de
Ella diri¡1e' dirige su ;átti; nt'utmente' 'El
alimenta: es ella quien exige un Dios exigente, ese Otro es ella quien
lo modela, mientras que nutre su propia supervivencia en el hecho de Duesta al servicio o""'il;;ti;*ü "t1L'-"uu"tida gre ga:'¿Por
a
qué
clice : pero ense Éu
no anonadarse en é1. Ella lleva las rienclas; Dios apareceria allÍ como tonoc imie nto deberia a1rudar" sa¡e ál mit Ñgutt dia tendrá
su criatura que sólo tiene sus insignias porque ella decidió que las ten- esto dura tanto' con t;á;;^q;;tld
gaylas cargue. Dios, ese Otro suspendido en los cielos, está sostenido que terminar'' contrato Pero
-"^ ^ntenclló bien el procedimientoyel
por ella. "¿gué es Dios?", sin duda a esta pregunta ella podria contes- jIft lümX?:'il:::'::ffi ily:-?:i:I?:§::'§lJ,lil" se desplaza de lo
tar: "Dios es asunto mío'. ,"
áálat punto áá"ttt'
Siendo niña, se constituia en centro de un teatro del mundo, en el oecie de esptral,
"t "*1""j "t y t"o t"io importante para ella'
qruu. lo pueril' pt"n'L conserva' su su-
que todo era, por su capricho, ficticio. Ella detentaba el poder de de- cuyo orimer factor seria
"
ib inmutable ¿tr tto"#lltgJ;"J'i eso la conforta
cidir que los objetos existieran o no. Ella jugaba, no sin una pizca de
misión un ta"to *t"ti'i[;:
;:;';;;"tia" óo'il'o *ismo'
receta que administre
angustia, con su poder de reducir todo a la ilusión con sólo eerrar los áe sL destinot
ojos. Y hasta su propia existencia, su corporeidad en la que se apoya- en la búsqueda de ';ü
t'ni su"'"
ienlativa de despeie debe
su üday cuya cifra si eso
"itr;;'''"'t'rtecha de anonadanriento'
ba para ponerla en duda, podia evaporary ensendrarde nuevo con ese "iit
artilicio. conducirla u" tl't t ";;:fi't"i"nJ^J' tu" r"oi"p""sable que no falta
'Anonadarme en él' es una especie de juego en el que ella se anula, está escrito' * t'"o'Il'i;;;t" que la próxima se rea-
nunca. que se h"tt ;;;;;ll' ""au'"tsiÓnenel signilicante y slr re-
pero manteniendo siempre una parte de si en reserva; ella misma tam-
t" ,";;;;'' i"""tipción
lizará.'l'rabajt ' "" tt h hipÓtesis de
bién entierra y luego exhuma sus muñecas. L¿. demanda de entrega
corri<lo, qr" r" il"iiiJ"t; ¿iJ;t''dt' "pov*á"
absoluta imputada al Otro surge de su propia ficción. Pero hacer la "ig'"
que todo está escrito'
elección definitiva y sin retorno, la elección inmediata, la obliga a un al sentirse siempre-des-
Al tropezar sit' con la insatisfacción' por
intervalo, a un mediato, a una postergación: ése es el recorrido escan- ""li ;;;ánor el iola cle reserva' terminara
Éraciada por no pJ;; que le en-
dido de'hubiera podido" -'hubiera debido"-pero donde el acto a rea- qtle provocará la decisión'
lizar para escapar al condicional y a la incompletud dolorosa nunca es iiacer surgir el orden-motivir<lo tr u"ái"itferpetuado' marcado
tregará su ser, q" r'J r'r'""t'"';t"l
""
#*ff j¿'::fm Hfi:: H,? :" su:;H
decidible. Qué acto, qué palabra podrÍa al fin decidir sobre su vida.
¿Dar el paso? Ella sólo hace cortesías. "Yo siempre pongo la primera ;;:; al ;;t,"s;.r"il
igual que fun-
p'oátiJsus atiibutos'
t

piedra", dice desgarrada. "Estar lo más cerca de Dios" se establece tiemPo


te ba-io h egida ael óirá"i"t"tp"lttto "
corno una especie de obseryatorio ideal, punto de üsta ideal sobre
aquello que ella se clestinaría a alcanzar. I-a. distancia mantenida or- ;tai:H.T:3':Hli'[.id:i::*i:ffi
gar,tza su vida sobre la que deberá, finalmente, decidir; de alli el aná- ,t',:t"]::';t::r:];,=":
lisis, cuyo instrumento adopta. ¿Decidir1ilbdavia no es posible, a falta
de un signilicante que hiciera alcaruar la solución. ¿Qué hacer -qué *:"*l**':.::*':á"iTül¡ii1:il:xil1;::lll*::i5x
debo hacer-? Como si luera necesario conlirmar que ella retuvo su v'o".
lugar en Dios, en el Otro, sin haberlo ocupado. Menos sé, más soy, dis- ::'#*¡TTñ'ffi::l#l'13;xlxxiiliffi:"m;*.f
tirot'ao a" li-"o'"'on' como
diúan los
fraz.ando con la búsqueda de un'saber qué hacer" las ganas de con- cado venial o"
"t:"""";;;;'"'"
niños. que un dia' Dios'
tinuar. de seguir el camino. habia proclamado
Efectivamente, un predicador comulgante' un alma
El analista hereda los atributos del Otro. Ella espera sus órdenes. po'rliJut'" pt'* 9: ":1ñái que esa niña
¿Hay que escribir un diario, 'trabajar" los sueños? El analista deslumbrado
o't"'iJi'l[áfocliclo hac"t"" tt i¿ta áe en §u
deshonra' " entonces'
se deja hacer, se deja hacer el Otro, delegado o apoderado del poder de ¿"t munclo' Dios'
clel Otro; pero se sabe que es ella la que delega y la que funda como un
pronto se hun¿iriJl"it"it¡L""
1O3
l]NA I'ASION
r02 }IOGEII WAR'TEL
el iti-
Si se evocaba recién
infinita bondad, habia encantado, fulminado a la niña sobre el atrio trabajo habitual de bttscarle sentklo'
z-o. su
mismo del'femplo, para que accediera íllico a la beatitucl. i".;ll"r;i;;.:11::ix,nffi ffü"*ir;*::'xffi'11':1?,ll
A partir de entonces surge, para la niña, la obligación cle tener siem- lo fort uito que entraña.ra.f:::i:;;;: ."p""i" de objeto vacio' y
e
la nave' esa
pre un pecadovenial en reserva pa.ra que Dios no la castigue. Sin duda, :.'il;i;;;' Iuego circula por ""^
se borra y no pide nada' y. descle ese
Dios apareceria en este caso excesivo, pero se trata sobre todo de un *
;;;*.. , --^^ un dia inútil
r5l1iil"t:.r :ñ.ü;ffi;
Dios burlable, engañado porla confesión incompleta. Un Dios del que
'
óol.i ná Ii si s- e st a ex p
t* t raba -
se pueden eludir los designios y cuya fulminación se podria desviar.
" "i'1'"
Otra falta, incluso más compleja: ella tiene cinco años cuando fa- il:Til"";,1i;:*;'ffi:;f -'";it'-1:::f*:il3,:TT:i';,3.:":'
'¿ucir. Dado que tl t*;;;;;;i t"aii"i"
tto áiuitiot' cle tareas' el
llece su madre, después de una larga agonia de tuberculosis. Murió "t''n" no es ese mismo
como una santa. Faltan algunos dias para Navidad. El padre quiere Iuear que el analistalllñ;ii;3-t::,:]colesio ningtrna directiva'
pero
entonces que se mantenga la solemnidad de la Naüclad, pero'sin rega- ItrÉarvacio' hecho "'ü'
ál-a" donde'noviene
los'. Para ella, ésta es la prueba de la injusticia, el colmo, "sin regalo ;:-;"';;;,=,:.r:3::?1.*g;*s:llsm:x*r[dll55
suvroa la forma' co-
en Naüdad'. Por supuesto, ella esconderá su despecho, que deviene subraYarque i9t't-"-t¡ curso bajo
la falta inconmensurable, casi su ignominia. ¿Ella es acaso un mons- oesebi-e fsin regalo tl:'ü;";;i'
tn:o de ingratitud? Puesto que parece manifiesto que es la única de la lio ella a ice.'<let re gll'.ü"' "*'r' "o.i'iT*'"" ::
^"itültre tl ".' Ji[:§::3^ffi ;:'
ictad' cuva gra n t
-

familia que se atrevió a pensar en un regalo en tal situación. n ":,l:,' ;; u anre n te


r,!. I¡*"r t
L"",.' "
I-a falta que ella repite la sume más bien en la amargura. Es cierto io" más carnar q ue
3'x ?lll1; iii
que asume la intqnción, pero no siente que haya alli argumento y peso ffitr" fi "3JlT'IlJx;L1;il "t'l
para una falta. Nadie la denuncia porque se trata de su fuero interno, conoci'. que p'-""? qi::l-:f':5":ffiltl'1Xiii'XT;
pero ella lo siente como una falta aunque discuta el fundamento. La si hubo un tiempo en
falta le parece más bien la desarmonia que introduce en el concierto el anarista, sin resPuesta,:31;t:":ilI:H;;;;;ri;ta se hace con
familiar, ya que su llanto de ese dia de Navidad podía considerarse atreverse a decir' d< se hace pt5á""o
objeto cr' con el ob-
como debido al duelo por su madre, cuando sólo se debia a una na- elobJeto o s" t'tt"' tiiie;;'
ranJa en el pesebre. Jeto a'.
Y luego viene una revelación, un inconfesable, a pesar de su des-
pojamiento casi geométrico. Ella nunca hubiera i¡naginado que lo con-
tarÍa a alguien, restricción en el contrato de decir todo; pero tanto la
extrañeza como la vivacidad se atenuaron curiosamente: entonces,
ella ¡elata que desde la muerte de su madre sale antes para el colegio,
pasa delante de la "bella iglesia", entra, luego sale, verilicanclo bien que
nadie haya descubierto el desvio.
Ella practicó este aislamiento, con esos tiempos de verificación, in-
cluso durante su análisis. ¿Qué pasa entonces en la iglesia? Pues bien,
nada, estrictamente nada, ni rezo, ni invocación, ni éxtasis. No for-
mula ninguna fórmula, ni anhelos, ni imprecación. lbmpoco espera
ninguna respuesta, ningún logro. Son un tiempo y un lugar de ausen-
cia. A lo sumo recuerda un estremecirniento, una horripilación. Es un
paso obligado, hecho de silencio, zona de silencio entre el circulo de
la familia y e[ circulo de la escuela. Una laguna, una especie de teso-
ro hueco, cuya revelación no le parece ni siquierajustificarsu esfuer-
A PROPOSITO DE UN CASO DE
CELOS NEUROTICOS

Flangois Leguil

Querúa hablar de un análisis en curso, el de un probable obsesivo,


para abordar un caso de celos.
Se trata de un celoso obstinado, pero hasta ahora sin riva.l desig-
nado, ni siquiera sospechado. No se trata de sostener una paracloja
sino de plantear la pregunta: ¿los celos sin rival son un síntoma que
pide completarse?
En un trabaJo de 1949,1Daniel t agache trata de reactivar la teoria
canónica: los celos son una defensa contra el interés homosexual por
el rival. Tiene en tratamiento a un homosexual desde hace tiempo de-
clarado; la cura es contemporánea de una reorientación vital: un pro-
yecto de casa¡niento. Su paciente piensa en presentarle a su maclre;
luego quiere que Lagache conozca a su noüa. Este acepta, como para
dar su aval al casamiento. Una crisis de angustia sobreviene ense-
§uida después de la entrevista, acompañada por una ensoñación de
inlidelidad, luego por fantasrnas precisos de una práctica homosexual
con el analistay, finalmente, porel desencadena¡niento de una temá-
tica celosa: ¿acaso el analista abusó de su posición para sobornar a
lajoven, o se apresta a hacerlo?
Lagache ve una avarzaday un "viraje decisivo en la evolución, en
el que el sujeto inscribe en la realidad progresos que hasta allí habian
sido virtuales'.2 La secuencia, conünúa en sustancia, dio lugar a la in-
terpretación, llevando a la conciencia la naturaleza secreta del sufri-
miento: una transGrencia homosexual con el analista.
De una manera sln duda freudiana, pero, a decir verdad, trillada,
Lagache sostiene que la contradicción está superada: la homosexua-
lidad de que se trata en los celos no es la homosexualiclad .común,,
ya que ésta es 'consciente', mientras que aquélla es latente, de olro
]06 FRANQOIS LI]GUII-
¡ TJN CASO DD CDLOS NIIUROTICOS l07
fl
I
tipo' Iigada tanto a la angustia cle castración conl. a la actitucl pasi-
va para con el padre. li ce".* Pero muchas veces, mejor que muchos sintomas, los celos
De Ia pluma del autor, que no se da brindan la oportunidad de hacer cornprender qué es engañarse si nos
cuenta cle que arruina en se_
guicla su puesta a punto, surge el ponemos en el lu§ar en que el celoso demanda que lo desengañemos:
siguiente: .Sería atrac_
"o*"nário
tivo -escribe- considera. ."iá" ."ro" co*o una te.tativa cre cura-.3 el lugar del padre que cerrando "los ojos a los deseos" lograria, a pe-
¿Cómo pretender entonces que curó a su paciente sar de eso, ver con qué fuegos puede arder un hijo.
desprrés de que
éste, tranquilizado, piensa qre anatisü es un hombre honesto? LIoy en dia desconocido, un médico escribió en lzr época en que el
", con l-agache: ctrró
Sin embargo, estamos de acuerdo gusto por la clinica bastaba para sostenerel estilo: "Se pueden descri-
a
te, pero no de los celos, lo curó de l. r".aua. "" Oá"""_ bir bastante antes los celos sin hablar para nada del rival. El rival es
Por Lacan podemos. evitar Ia trampa, casi inventado, es Ia clave de ese enigima, ocupa el lugar preciso, casi
.
homosexualidad.
el cenagal teórico cle la
seria grato". Esto está formulado con elegancia, pero ¿es acaso verda-
En el libro I d.l Se;;;qr¿o,a muestra que
Marcel y Arbertine, ra homosexualrclacl entre deramente cierto?
constituye la crave cre los
ceros del amante: inversamente, la Es exacto que, más solicitada por el fantasma del celoso que temida
homosexualicracl lrega hasta su
fondo en los celos: en los celos q". en su sintoma, la competencia es artificial; la producción cle los riva-
inagotabre cler deseo
del otro". "á";"ótura les se torna casi una delegación de poder: cada uno de ellos puede ver
De manera más racr.ical todavia, quiero
decir en el &minarioAun
enseguidasurolreducido alde unaLeporello bajo la máscaraque lleva
Lacan ridieuliza ra explicación homos.*rul,
"El año pasado me diver- ante Elüra: comisionado para que componga una mujer como la úl-
ti con un lapsus ortográfreo que habia tima afrenta que se le hace.
a una mujer: No sabrás nunca cuánto "o-"tiao."
;;;;;irigr¿. Sin duda, por esto, los celos se instalan como un mal tórpido, para
fuiste amaclo, por mi f"mlOo,
en lugar de 'amada.]. Después me hicierán hacer del celoso la más mezquina de las compañias: aborda natu-
notar que
ría decir que yo era homosexual, pero precisamente eso tal vez que- ralmente al rival como a un cómplice, porque la maniobra es torva y
Io que articulé el
año pasado es que cuando se ama, nó pretende hacerlo cargar con la responsabilidad de la profanación. El
es a"unto de sexo..s
En Ia "cuestión preliminar...'Lacan r."lr*u -una celoso sufre una ausencia redhibitoria grave; incluso delirante, mons-
reglamentación
más estrecha del uso que puede hacerse
de esa referencia (a Ia homo_
truoso o temible, no llega a lo trásico, si no pasa al acto. Interpretando
sexualidad) en ra teoría'.6 [-a. homosex,¡.ri.l"o -sóro un poco a [.acan, diríamos que en el celoso el sentl... miente, de una
se aclara con rera-
ciones simbólicas. que la rleterminan yva_le manera tanto más huraña y necesaria cuanto que no es reciproca, que
por tu q"" ;i;"_
tea: Ia del padre en una relación es por excelencia el sentimiento de una reciprocidad contrariada.
él que "r."tiár,
gana por.la mano,
"o., na."isr"ta.
en el nivel de ros motivos, a ra crimensión "ube, Extenuándose en una indagación llevada a cabo sólo para la fruc-
la verclad, Ios celosos,quieren saber. ,^l*g" Aunque sea contra
tilicación de la duda, bajo la tortura de una conücción hecha pedazos
destilación de sus tor_
mentos no se confuncre con el dolor irruptivJy por la indigencia de las pruebas que obtiene, que no le demuestran que
perforante cle los hom-
br.:/ las mujeres que se sienten engriiaaás. es burlado, el hombre o Ia mujer celosos, cansados por su sospecha,
Diez años más tarde, en un seminário pueden pedlr socorro a alguien que no sea su compañero, de una
todavia no establecido, L,a_
can vuelve a recordarlo: "El acto sexuar
es Ia repetición der significante
manera que no sea una nueva promesa de fidelidad.
del edipo'. ¿Acaso to otüdarÍamr"?;;;;;;merempleo, Un hombre todaviaJoven comienza, hace tres años, su análisis, en
eI rival det
celoso es el padre, y no el alter-ego,V
qr. i alter ego que reclama es un conte¡rto agudo. Este primer paso no lo calma inmediata¡nente.
una mujer que no lo ponga celoso. Durante meses me acosa para pedirme intervenciones, del tipo que él
desea, que responden a su espera de que se demuestre que su padecer
,Lagachetizo de padre; como todas las demandas, la de su paciente
celoso puede ser exorbitante: demanda es obligatorio y su desgracia hereditaria. Asi como otros lmaginan que
q". fr"y. Otro y que éste sea
fiable. Como todas las quejas. los celos
se soporta del goce de un sintorna que ".
i.n"r.r, a aquello queya no I
lacan b¡en Ilamá h ]";;:;;;- Combinación de las palabras.,¡'ouússance ('goce') yJalousie ("celos"), que
podría traduclrse como "gocelos". [N. de T.l
1O9
UN CASO DE CELOS NEUROTICOS
lo8 FRANQoTS r,EGtJlL
para moti-
en ese intervalo' Otra cosa
critos, 'el suJeto experimenta solicita un discurso-'7 Bas-
varlo, que los efectos tI" ;iü;;;;
lo propio del dolor está en los nervios que lo conducen, él espera que que lo
la verdad de su sufrimiento esté en los genes que lo sustentan. No hay
que burlarse de su recurso a las leyes de la herencia: esta referencla
tayaampliamenteq"'"'"t"ro"'p*]'il^oi';,ilXi:'Jí';ix!ifi*:
de su neurosis' que c
á.ái"¿.namiento un "¿puede acaso per-
a una transmisión es una apuesta al padre. "r
seDaraciónaeci¿iaameiiJil;;;"t1" "uando cierto
Su demanda, tal como un hombre que patalea y rezonga, toma a ve- 'enodrjl s-e1que la perdiera?' Es sólo
deimer se ve desviad;;;; "" pert la explicación
t"-ndelidaá;
ces este giro: queyofracase en el tratamiento, queyo mismo, porejem-
oue et celoso proy..,ullJiá^."i. clel contra$olpe de un
plo, asuma la iniciativa de una ruptura.
es admisible ou"Ji"u;;;;;1i" también de la orden: ¡Goza! El
Con la significación identillcatorla de su sintoma, lo inquieta estar "i "t en t""lá"iÓ"
efecto superyoico "ot' ".oiio uiil para volver a dar
rival parece en esta siirllcü'iátt'*""u"rtemo'
conclenado al mismo destino que su paclre, cuya probable paranoia
arruinó su infancia y la de sus hermanos, después de haber sumido el-entendimiento y reconducir
un sentido fálico a "o;:;i;;;;;xceclió de Ia falta'
a su madre en la catástrofe de unaüda conyugal infernal, espiada en tolerable
el asunto a Ia dimensió" -a" inatr gural del trastorno
todo momento, acusada de comprometerse intimamente con el con- Establecer la analogia entre :e :l1Tia algo peor que un elron
-esta
junto clel vecindario. Las cosas comenzaron para él cinco años des- Stein"' seria cometer
v la inventada por "l.oiv' situaciÓn' con-
pués del casamiento, cuando la decisión de no tener más hijos, yu qúL se apoyaria en una simple
unavulgaridua, y
¿t Lacan aqutlto q'" diagnostica
después del segundo, de no ligar ya a la procreaclón lo que hace con ii "oio sujeto en
su mujer, lo priva de un medio habitual de recubrir lo soual con la
servemo§
"ol"m"ntt ""'"t"t*iti Duras":
"Homm
un momento del
con
en su el lazo adecuado
significación fálica.
el
's"f"r;;;;;;;;;ie Esto consütuye ese paciente a res-
que'lo que ocurre tró it"rí"-'
s

Está con su mujeren una fiesta cuando ella nota que hay un hom- la reticenciá de
el tema de estas ¡ornJá""' ""t"ao su orincipio: por haberse
bre sin pareja. El piensa lo mismo que ella le dice: ese hombre parece
oetar la regla de h #;;;ñiiutt "'""t" hostil a iden-
un bobo. Su angustia estalla, intensa. cuando el hombre con aspecto ,ri"to t"lTt ffi' t''ii"" uu'r"' r'áy to '"*"s
de tonto invita a bailar ante sus oJos a su compañera, que acepta. Des- "orpr.rraiao
pués de esta escena, comprueba que se precipita y hunde el sentido
que le daba a su pareja y su virtud preventiva. '¿Seria posible que su
"T*ff ffTJ,1?;?i,:;*::.:l*::XT,ffi :fi :::;1:::fi :l[:
mujer aceptara las miradas que los hombres no deben deJar de dirt- H*13l*:;:;J;;;':*ilu::ü',1üx'";;:ñ;;;ieá't'aua¡os más ina-
girle?" Ntngún procedimiento lo calma, nl una amante frecuentada *¡n""';"tits morbosos"? ¡8ué acljetivo
ilaborados bajo la uno que la descon-
con parsimonia, pero puntualmente y sin alegria, aunque con lnventl- ;;;Á es eüclentepara cada
decuaclo, morboso' mos man tener la buena
va, ni las ensoñaciones homosexuales más descabelladas a las que se
Iianza de un t'uiil"i ot'o t" "n""' si qt rere
Los celos no son morbosos'
entrega sin rodeos. atrevidamente asociadas a Ia situación analitlca. "oo
salud sin ha"""'rttt'?á""oi'áordinarost de sexos'
El ¡elato de su iniciación sexual, a los qulnce años, debe ser repro- mo'bo"t la diferencia
ducido: un hombre lo masturba cuando entra en la habitación un ter-
;;il;i;e" los clinicos oliciales' esperar
¿Acaso atutr,,o"l¿"J"ilio;td* ior los celos a través del
tiem-
cero. Recuerda la sorpresa de una mirada cruzaday ahora lo alarma más materiald" b";;¿;;á;;;s? ¿§urdde 'etimologia de las pasiones"' ni
casi, su oscura alegrÍa. En la masturbación intem¡mpida, recuerdo de
plenitud, nada separa al ominúscula de-9. A la inversa, cuando an-
po? No
".
lo" 'iá
"""t-r""i* """t ""
;;;;;;a^"*"."p'la" cJnsiaeraciones socioló-
en eso que Lacan
te sus oJos parecen robarle una muJer a la que reprocha suficiente- il;;;;;;;"' del esfuerzo para vivir"'e
gicas refericl^" de otros tiempos
mente pequeños pecados como haciéndola suya, ella sostenga su f;al- "
Notemos, g*"dt"-i"sg;os'
la incompatibitidad
inlorman
" breiona' si los barones
ta antes de bailar. entre los ..to" y"t "i"J'' i""r" ""taa frente a ellos' el adulterio
res-
Se concibe fácilmente que la escena del baile no neceslta serle in-
de los celos ¿tr
terpretada: nombrando el objeto mirada, lo fijariamos, por el refuerzo "vti}''";;;;ti;;ia:
pon<rearanourezaf Jit'LÁir':::l':i::ltiT[:'i".1?:iif3#
por
de su fantasma, a lo que lo mueve: no saber nada del deseo del Otro Ln la comedia: no Ia vemos sostener
encontrado en un intervalo en elque, según la famosa frase de los Es-
I IO
FITANCOIS LEGUIL
UN CASO DD CELOS NEUROTICOS lll

:=i-:ü-..§::Sfr J;#::::.#J,:XéinterrocutordeAriochaKa- recibido en la Sorbona a fines de la década de i92O, ErnestJones, se-


ñala casi que los celos se inscriben en un déIicit de la pasión y no en
i3,TíÍ1i1";i:ff :;1,.L.';;;.";;H::',.,';#;ü1"":f ;:il:,ilj: un exceso como demasiado a menudo se piensa"r3
r.a á
"oio
incesto.
ü";;:,;¿Til:::.1;:,ff r a r orero rir. á,-"I
----vv vv'qü ue ;Io que se esgrime: Ii *.". El abordar los celos por la via de la pasión los recluce a la mezcla de
un hor¡or al amoryodio: eso es confundirlos Iinalmente con una triüal concreción
cle la ambivalencia general de los sentimientos. I-os psiquiatras en-
,""1ff1 iiffi
rui t"ffi:;i:
que nunca más deberá
ta n
;:flTdap aquello
.,^^,i^*^ li
L§lu§ a
si pro bre masr ¿r cr i s -

a.lo que parece


cuentran, sobre este punto, la excusa de una concepción explicita to-
mada de Spinoza: 'Aquel que se imagina que la mujer que ama se pros-
sonaradev.,,t.,ul.,lá^o-p_1T;*.,;ffiff
ra sonata a Kreutzer
3iffi J:ii:ii".Xi.'.1r.,"
J':s
tituye con otro, no se entristece por el obstáculo que esta infidelidad
literar'i-as-en"ililt se muli,pl,"r"l.l
áiu"ron." puede constituir entre su pasión y él: sino que se ve forzado a unir a
,",r.",."i";".:Tr::j:1"ñ.Hi*i=ff
f ina un motiro de
es,. ::üñ:l*fsfXi' la imagen de lo que ama la imagen del sexo y las excreciones de ese
otro. A la vista de esto, toma odio a esa mujer y los celos consisten en
".*uio á..-üi"'p'.'"'iiva en su .Reseña del semi_ una perturbación del alma obligada a amar y odiar a lavez al mismo
i1-:i:l9.",1[t3ál*'#];;"ñ:i§ff
mo, desde en ton ces -ü :,",.i.-".p,"#.11-u,* 'objeto' ".¡a Se puede apreciar, sin embargo, que más allá del odlo in-
a
rea u ci¿a a ;;;:Hfi ::i.1,*i::t:"i:iffl filtrando el amor, el autor de la Etica moviliza, con atrevida crudeza,
aI rival y el asco que engendra para evocar un goce diferente. El tra-
tierna d.1""i.r"" albe
socorrerar .stariiál per-
ifi:;.',nr:f;':idad
ficio de un en cuanlo que, incluso
pormedio del arti_
tamiento del celoso tomando sólo en consideración su ambivalencia
delenhcliTT: constituye un retroceso en el orden del saber. El qcamen médico de la
oi.""u.,p,i,,ffi;:ñ:".:i#IT::.:;;1_conrunáir;T;;,"ñ,;.""_ pasión culmina con la triple distinción de las psicosis pasionales de
eI arte de los impostores.. - quenopuedeengañartodo
Clérambault, hipóstasis nosológica probable, ligada a la estructura de
ros médicos acompañan un cuestionamiento de lo real de la mujer en la erotomania, del seña-
a los hombres de lamiento del exceso imaginario en los celos, del presentimiento de una
,,,,.r,,,.,,"h;;;#lllJ"XllT:.#;::",.1"""."ñ.-Já"I,I"a.
"¿:,";:x..ilT:i:]_:ro, "patologÍa" de la demanda y de lo simbólico en el delirio de reivindi-
responsab.le de un
dr cación.
::"o..:i.,m"aiato",i;:t***:*i§#::iffi ffi ri'§l::f: ta pasión es 'aquello por lo cual el hombre está abierto a esta di-
poner
ár'igi'"..ü;ffiil'#ffi[9""fi:i:i:::
la pasión, con.
porsu peso?
üsión consigo mismo", formula Lacan ya desde el primer año de su se-
minario.rsEl hecho de no incluir los celos en esa categoría le permi-
a.srarobinski, a Magendie, te mantener una posición incomparable.
,r.Tfff3k:;::]": para conrirmar, si I¡s celos 'dan forma a su objeto más de lo que éste los determina",
go_a.u"i.iIñJ.;.i.",'.'ffi::,:;f dice en su trabajo Ios complejosJamiliares,r6 Resumiendo el acuerdo
:1i:*"*rc"J""áÁ.:,?.-
fisiótogo: -ra
l:"]:n .: u"r p.ogr."io., cle deseos qu., de los clínicos de la posguerray la concepción de éstos acerca del des-
poseimiento y del déficit en Ias modalidades de la relación celosa con
",.*1:f:1dje,.et
§i;H?fllXi;g;l:"':'¿"'Jü,i-";'J:::iffi11fl ::.r;:l-;; el otro, Lagache sostiene en su tesisrT que el celoso experimenta una
"",."a".i1J"1iil¿::1.*'j:i"j::j,":"ianade¡.;;;;;;.Liá, "fuga general del ser". -No, parece responderle Lacan con Alceste:
- Estas consideraciol igual que la locura, los celos son 'una estasis del ser en una identifi-
caclón ideal'.r8 A aquellos que preconizan la ürtud terapéutica del
ái"l'"flirffiTür.TL',:a.r"ff *-,1"#*tr[i,ff:h:i# pacto y de la fidelidad (es la solución palinódica de Uamour et I'Occi-
celos no son la resultante dent), Lacan responde que el lenguaje es en primer lugar el instru-
de dos ir"ir""",iil
tan a dar testimonio,
.r, .r *o., aJH;rT:^ ::-,¡arias: no se rrmi_ mento de la mentira. Al no encontrar ninguna tregua que equivalga a
l,e zapa del odio.
AI ser un tratamiento imaginario de su súplica, en el esquema "L'el celoso
I 13
UN CASO DI' CDLOS NEUROTICOS
I 12 FRANqOTS r.EGUrr.

Paidós' Barcelona' l98I' págs'


5. J. Lacan. El Seminorio'Libro XX' Aun'
revela que la trayectoria de su suplicio se clirige de S hasta A. Henri Ey
dc ras
deline los celos como'una conciencia dolorosa de frustración", lo que - 'd-
34-35.
Lacan parece rectificar cuando, en su comentario del Amphitryon,
¡. r.ac¿rn, "De
Dsicosis", Escrütos' Siglo
?ii:!:ffIff§ i;*:
una [1ffi"r:g$:sibrc
describe a Sosia'siempre un poco cercenado de su propio goce'.te stein'"ornicar?
'"
á:"j 11"fli::,ilh:F :"ü Tf':3]11::l:' de I¡1V' Bucnos
Vayamos entonces al fondo; se está celoso porque hay dos goces: el Nq
parís,
34, Navarin, ii;í"i;;;"""s v textos 2' Manantial'
#li;
goce fálico es "el obstáculo -leemos en Aun- por el cual el hombre no Aires,
'"';:' 19881'
j. l,acan, ob' cit'' Dás' ¡4'
llega a gozar del cuerpo de la mujer";2o el otro es el que 'hace la mu-
jer no toda'; es necesario, precisa Lacan, 'que ése sea falta -entiéncla-
,.?i#:11 ortúcor? N
g
28'' Navarin'

se como culpabilidad-. falta del otro, que no es".2r El obstáculo y la fal-


l:: :'.*"X "il:;n! {;l*'i,",-'
ll' lReseñas i"Jii*'"nManantiJ"Bucnos
Aires' 1984' pág'
Paris, pág.
ta son el lamento del celoso y su recurso. N',?l' pág' 6l'
En razón de la dialéctica de la demancla y del deseo, el hombre y la "r). ar.Nouuell¡a Reuue dePsychanalyse'
mujer no se celan al unisono, sino que ambos sacan sus tormentos del 13.E.Jones,o"'*uifr'"LX-*.e'i"no"1vse'le2e'T'3'
de Freud' pág' 323'
hecho de que, engañadora o engañada, la mujer no existe, que hay
iliá ii*'"r;ll':'*::f;i; l'i"É"1,.* téc'¡ticos
'siempre algo en ella que escapa del discurso".zz ¡Que eso se escriba
entoncest Tal es el anhelo por el que el celoso recurre a la pasión en
r u"^", -t-."#fl:i¿HilifS;lf*,j""iH:*i-:irobp:Í 1,,
É'crtt"'"r r' cit ' pág
su rabia de rastrear realmente el depósito y la huella de un goce ho-
rripilante; correspondencia interceptada fijando la ialta, garra sobre
li
162.
3
'ffff1ü;Hl:?i:::::;i:;;'ñ;a{ Fteud la téc'
teo¡ia de g en
II' y:^t"
l"
el hombro de una letra escarlata, sangre de Tristán perdida en el sue- 19. J. Lacan' EL Seminario'Libro \L
p"iá0"' Éarcelona'' I 983' páa' 394'pág' I5'
lo a pesar de su salto, mancha de esperma en la sábana que exhuma ntcap sicoanali'¡"t' xx' ¿'"' ob]ciL'
20. J. l-acan, er
21. tbden P^g' ""'iii'ltíiiuio
el alienado. 75'
Encontrar lo que busca no lo calmaria: entre sintoma y fantasma, 22. Ib:tdem Pág' 44'
los celos, en el "simple' nivel de fenómeno, demuestran que de entrada
son una clínica de la angustia. Actuando como por un mecanismo es-
cisiparo, dMden el mal y lo diferencian sobre otros tantos competi-
dores. Asi, por desplazamiento, el rival se transforma a menudo en el
lugar de la angustia del celoso, la que no engaña ni se divide. "Ia an-
gustia es indiüsible': la oportunidad es demasiado adecuada como
para no citareste adjetivo, "indivisible', y la fórmula, que proüene pre-
cisamente de la pluma del narrador de En busca del tiempo perdido
cuando, en una célebre prosa marina, confiesa una noche haberse
"embarcado en el sueño de Albertina' prisionera.

REFERENCIAS BIBLIOCRAFICAS
L D. Lagache, "De l'Homosexualité á la Jalousie', Oeuvres, T. 2, págs.97-
I12.
2. D. I-agache, ob. cit., pág. lO9.
3. D. I-a.gache, ob. cit., pág. lO.
4. J. I;rcan, .El Semr¡rorlo, Lfbro I, Los escritos técnicos de Freud, Paidós,
Barcelona, 1981, pág. 323.
INTERES DEL CONCEPTO DE DEFENSA
EN LA CURA DEL NEUROTICO

AlaínMerlet

'Llego hasta el vértigo ante algo. No sé qué defiendo. En todo caso, si


bien no es anáisis, es ml análisis. Yo deflendo. No hay nada que de-
fender, en fln, más bien casi nada.'Tales son las expresiones de una
analizante que me condujeron a trabaJar la cuestión de Ia defensa.

Concepto inaugural del psicoanálisis de las neurosis, reintrodu-


cido por Fteud por necesldades de estructura en lnhtbtdón, sinfoma
yangustia,la defensa es una noción desconocida, pervertida, yque sin
embargo, hoy deberÍa suscitar una renovación del interés, J¡a que se
reliere a la articulación repulsiva del sujeto y del goce.
El contrasentido deAnna Freud, I que confunde la defensa con la re-
sistencia del yo, resultó fuente de los peores males entendidos. La
defensa, obstacuhzando un'más allá" siempre sospechoso de ocultar
otro,2 se convirtió en blanco de los partidarios del análisis de las resis-
tencias. De esto resultó una prácüca sln ética, basada sobre un ideal
de desenmascaramiento.
[.acan, después de haber denunciado a esos 'Purgones obsesiona-
dos por la defensa", 3 reformó de manera declsiva ese concepto, despla-
zando su punto de aplicación, del yo al sujeto.
En cua¡rto a la acepción del térmlno mismo, que en nuestra lengua
signilica tanto la acción de defender como la de defenderse, Lacan nos
dio en sus Escrftos una valiosa lndicación, al inütarnos a tomar como
ejemplo la precisión que regla el uso de este térmlno en dos sectores:
la lnmunologia y la conducción de la guerra.
En inmunologia, del latin fn munus, exento de cargo, la defensa es
una respuesta del individuo a la acción de un antigeno interno o ex-
terno al organismo. Por otra parte, se necesitó cierto tiempo para sa-
t17
l16 AIAIN MERLET EI, CONCI'INO DI' DEFITNSA

o recuerdo encubridor
Itr al paso del horror autotoxíctts, postulando que el organismo no el recuerclo-pantalla
En 1899, Freud planteÓ escarnotea -escribe-
puede reaccionar contra si mismo (enfermedades autoinmunes). como un efecto r]e.l"fJ;.
;ü".raá-n."t¡la ya sea un electo
En cuanto a la guerra, un teórico tan riguroso como Clausewitz orviclar ro
vela, 'ro que pro<luce siempre
más que ".*ráiqr. en toclo caso
supo discemir Ia especiflcidad de la defensa y su disimetria en rela- cómico, ya sea una ttii"["*alt'ttaái"i"io' presenta aqui como
ción con la ofenslva. En el teatro de operaciones, la defensa tiene como ,,na irrDr€siór, t*t'"#"ñ;;d¡*'il- ¿tr*"" se

funclón rech¿tzaryesperar. Su obJetivo es negaüvo: conservar. Suven- ili:;:t[T:;::,Tiltx'"".Txiil:-"ll':'aerEsquema:esaquér


taJa en relación con el ataque está ligada aI üempo, ya que, lnutilizado,
éste trabaJa para ella: como lo indica Clausewitz, "la defensa cosecha
o,::T;s:il;i:{g*Htf jix',,,,JtriAii'i,i::"
lo que no sembró', "beati suntpossidentes".a rtt. respuesta prlr ti*:,",:"l 'ári, j"i"io', Freud funda
Asi delimitada, la defensa recuerda bastante los polos de la neuro- ""
sls del sujeto: huida o conflicto. En la pÉctica, hay que reconocer que
se encuentran más defensas contra deseos. que deseos decldidos. Fe-
ffi [i'"?:iiHy"l':i;,tX,].H."#"T'T::Xi$ii¿:**.1:
ilü.á.'""-inaNebenmensll,¿iljJl,iTi;Xiijt"r"],i-á"",0"^"_::*-
nomenológicamente, se trata de una defensa porel vacioy por la nada.
fi:t?H".ü:,:f *'$,i;¡3ilii;]lL j:0"'
¿Acaso no repite el analizante una y otra vez: "No tengo nada que de-
cir, tengo la cabeza vacia", o compmeba que trabaJa in{rttlmente y
ll#fi :::fi:;iff
¿" t'""t":l :T;.'i,'#$1}1.":it:i"' .,
ün trabaJo '"*'*J'l'J'^u" primoroti
defensa
habla para no decir nada? Retengamos que esta elecciÓn de la neuro-
En la frontera entre el deseo y el goce, la defensa provoca el interés l" aet sul"to y preside la
inherente a ai que se la puede empa-
del deseo del analista. Como conJunto vacio, debe operar sobre ese "o'"tii'"ion
sis. Es preferible " t"ttai.;;;ái,, ii*ra
vaclo y sobre esa nada para transformarlos en algo. En relación con ;;;;; ;; i" represlÓn orlginar-ia Tili.1 de haber escrito la vernei-
ese vaclo, el deseo del analista consütuye, como lo dice Lacan en el Se-
mt¡rario )(I, ese clinamen. o sea esa distancia que permite que el aná- á concepto de defensa'
llsls no vlre hacia un ldealismo de pura negatividad. "¿Nada talvez? "¿:mi::mlr,.t,.l;11'Ti:üi;;;Ñ;;;veobrigadoa
reintroducir' at"p'áI'á;;;;" á;"inteÉs'
representa algo más
que unalnno-
No, tal vez nada, pero no nada."s 'el reempleJl h d"ft""" al apa-
Para é1,
tt""i"ot más bien t'l 1':"o modo de acceso yo' el eso
vación cle orden rt a'isiÓn estructural
clel
Antes de ilustrarmis palabras con ejemplos clÍnicos, tratare de de- rato psiquico''"
Io"'iá" á" ese
d#;;;;;;;át la primacia del falo' reutiliza
Ilnir lo fundamental de este concepto desconocldo a través de la lectu- v el superyó' v tt""tl'á'
ra de Freud y a partlr de la enseñanza de [,acan. i'::'"T,ffi.1i:J#:ff'1T::;r::,']rracasoderarepresiónse-
Al prlncipio de su elaboraclón teórica referlda a las neurosisf Freud
plantea como esencial la lnconciliabilidad delyoyde la sexualidad. En cundariapt'*"o,,ütliiut*igt"óra'pulsional' de la angus-
mgain-c3-"u concepción
el histérico, al relacionarse la representación con lo sexual es objeto segundo ü;;';ffit angustia lo que
de una repulslón y de un 'olüdo", la representación es tratada como
-yen es l" iJ[ttl tu angustia' sino la
tia: va no "'""
"no ocurrida'. De esto resulta una escisión consciente/inconsciente. "ot"liál *'"
En la neurosls obsesiva, la representación sexual no es olüdada slno "*il'Hf":tl'*raderensa*?:111'::l:*n::?l1ll""::ilf
aet outeto esta representada
por
desplazada y alslada, el efecto es dispersado aunque mantenido. c*#;ü;ti" pEio'¿.t
el peligro de
En ambos casos, retengamos que ladefensatlene comofunción ol- ra'angustia.""v'ü;;'J'::i;:;::l:*:ff 5',''?,T"f'ffi'""1
üdar, separar la realldad sexual inconciliable, traumática, que hace
?J':iñftffi ; pu bionar
"aguJero' flticke) en lo psiquico ('manuscrito K). u ::lm:* *',rr:
En su últim" #;ffi
:*:'"il:"'
¿t iéáá'-"'tt""i"r" aayo
en el proceso de

* derensa',Freucr";ilñ;"i""llTiÍ:ilS::mi::Íif
cl
i:1T:l
En francés déJendre signitca defender y prohibir. [N. de T.l
la manera en que el suJeto se atnpara'
119
EL CONCEI1O DIi
DDITENSA
I 18 AIÁIN MERLcT

lación de ese "punto de falta que es el falo", como también lo escribe actosexual,conlalmplicac:,""",r1"fnilt*iiffil"*:::,:":"
Lacan en *[.a ciencia y la verdad". á"811"§:,ffi
il::;
:."ff o1H;';""'"á.!3a¡ffi'"J:ffi1l";ffi
Para Lacan. 'la defensa es una piedra de toque que permite juzgar
o? ;;; 4ri icu ración reS;':ffi :
oeJ sui¡ ar
y distinguir a los teóricos del psicoanálisis". A remolque de su critica
"" d:l
ffi 5"$il';,1,,;;; doncle se cons-
11
ala egopsgcholqg, Lacan denunció sobre todo el mal uso de ese con- lugar vacio :ij::ti#;i'^;i;:;i ."pacio de clefensa
cepto. Antes de que hubiera reemplazado y distinguido al suJeto en lin cuestionado'' Laca
relación con la estructura, I-acan subestimó sin embargo el alcance cle ;tgiÍ;*Xt"o"'i""'tplanoclinico'l1d:r::;i::[ff[::":T.,t:'
este concepto, hacléndolo equivaler a aquello que resulta de los e[ec- en er
tos de retórica del lnconsciente. Pero a partir de 196O, o sea en el mo- .r"";;;i:,J;ción crerdeseo :l,T:rrfii:,:; [:H;";;un rimite
del de-
mento de su se¡ninario sobre "laético",yen su articulo'Observación eá"". "nr deseoes lTff:"ffi;;;;;; a.r
"Ji"lo
y dialéctica

*:.tnt?.'"§;Xl:l;#;:{:::l'":X:1"""11""1'Jl}l"i:ffi ;
sobre el informe de Daniel Iasache', devuelr..e a la defensa toda su
fuerza, al desplazar su punto de aplicación, que ya no es el yo, sino el
sujeto. Defensa del sujeto, debe situarse entonces en la matriz de la
*h##:n':x;¡::Tiii$:::','""*fiixxtt""'J#lJ,r,T".
Vemeínttng: "el modo original de elisión significante que intentamos
concebir aqui como la matriz de la Vernetnung, afirma al suJeto baJo á" r.,, p
".,ná.:
yi;i]]n:, l}j:f ;lJil'. ffi ;; s a de ras e un
"i,
sible de la realidads
el aspecto de lo negativo reservando el vacio en que se encuentra su
lugar',e escribe Lacan. En otras palabras, el sujeto es heterogéneo con caras del fantasma'
se'inscri:::t:fi
el Eso; mora en la ampliaclón del corte significante. instancia negaü-
va al igual que la defensa de Clausewitz; es discontinuidad radical, es Por oposic iÓn a
la re s i ste n c i a' Q ue
§:tffi :t:JJ
agujero.
Entonces, al recaer estrictamente sobre el sujeto, el efecto de la de-
fensa no tiene ningún ascendiente sobre la pulsión, tal como Io aflrma [ifHl'*Hi:'rffísu]'Yt:§kii:".'l:.::;xg**
Lacan en el mismo articulo: 'Ninguna supresión de slgnificante, aun- ::,,;ü;;;::':1fl f;,";:iillJi,Xf
t" lo que voy a tra:a\,::
iil,.:;;;Jáose¡emptoscti-
"¿";.;ii;en caso de comienzos
que operacr algún efecto de desplazamiento y produJera esa sublima- tratara cada
;ffi;iltá;s
"o"o, de mi Práctica' se
ción que traduce en alemán el AuJhebung, podria hacer más que poco a.pedir
liberar de la pulsión una realiclad que, por más escaso que sea el al- de análisis. Ie cli. vino hace
cance de la necesidad de la misma, sólo resultará más resistente por
ser un resto'. "El efecto de la defensa procede... modilicando no la ten-
dencia slno al suJeto.'
"""."1'm:it"ffilo:Tt§-$:?"rl,$il;üá.,,,"existenciaque
Xh,1XX,[H":.":Ai:,::]lmi4'iil!l3l"o".odejaperpreja:en
De Io contrario, dice, frente a Ia resistencia del objeto pulsional, hay
ra pared d' h'';l';;ñ*ñ;v "': t':-TXj:*H'Ñ;fj'il*lllli-
siempre fracasode la defensaque, con el significante, lucha con armas "'
deslguales con lo real. A causa de esta heterogeneidad radlcal, no hay
entonces nlngún amoldamiento posible de la defensa sobre Ia pulsión :*if ilI$f ;:u:"*:*ül'ru*:1"*p"ermismo^:huYe'
:3;
como lo creyó Kris en el caso llamado del hombre de los sesos frescos.
En "La lógica del fantasrna', [¿.can insiste con "la no colncidencia 3["i;?]il*',llilm;",t*r"T*]Tñ*i§*'""]:v'['d'ffi
de la resistenciay la defensa"; esta filtima es "propiamente lo qrre cle- ;5t*i::::'¡.-,:lüi""+Eii:1j=i:tiii*?.*:r;r::*
limitaypreseryaexactamente el Jlo no soy'' (seminario lnéditodel2l / tra-
a':pu""'" t"-"- á"' "" re escapa' se que
t2/66).
En su informe del mismo semlnario,ro [acan precisa aquello con- m. "uu'"'" 9""'
di::'::1:";;."';:;J"
li3;Il3J:-:::':,-*;J;i;
las vec' obietos agujereado§
"'
i.1ü-tu¡tt""' la mayor parte de
tra lo que trata de prevenirse la defensa, la realidad sexual: "Sólo hay
12 I
EL CONCEPI'O DI! I)EFENSA
t20 AIÁIN MERLET

aparecen en sus sueños, Iiguran luego en su fantas¡nagoríay surgen T;,:r.§XXXilil"rTljSiñ1":iffi f f ,*'iH;


rensa,yanoaé,*:f
oportunamente en el hilo del discurso.
Su última producción difiere sin embargo de las demás: se trata de
HXSJ§:X:H;:§J:::,H:i11i::f :;:t'f :*:I?ffitr1:X:3;"
pompas de jabón. Siempre le gustaron las pompas de jabón: lo que la
fascinaba era verlas o imaginarlas en su apogeo antes de que ocplo-
:1ffi"j::t;:'a:#lij#:lr:jl*:',.;;,:};#ffil}}'
taran. Incluso compró un equipo para poder hacerlas, 'pero desde
k**i".'x*:JF:'JiJT,f :f.lt::1:"Tff :§"m":".x*:
luego', dice, 'nunca lo usé". La pompa encarna el espacio en el que se sin el viáttco de un libro' 'Para
encuentra: 'Estoy en una pompa, o más bien ni adentro ni afuera, y
;;"-";;; *ffigt #;;;tnirabitual en este hombre muy
Aorovechando t"'
sin embargo, me veo de espaldas-. En suma, está en el centro, pero i;'J-' decido que
"t"":1tjt;" palabras: 'conuers«ciÓl' '"""'
excluida. Lo primero dice t: un juego de No
senticlo''
::,1^:,:T;1."-" t"árt.ngaun
p",1i:Y:.1"
Un dia, sin embargo, una nimiedad hizo explotarla pompay cam-
,níJo[t*"ato de organizar todo en-
haber algo. cuanclo
biar el curso de Ias sesiones. Ella tuvo la bondad cle recordármelo: ;;;;o;;":-'y:i*i:,,:,:::XT"1Ti"?Y;'§;;H;"".ie'.sino
'Para mi, todo cambió desde el dia en que usted corrigió lo que yo cle-
cia a partir de una palabra. Le decia que yo era muy coherente. usted
:T,?;l,i,HXtT:it',:üü*::::::*X;;3jl;.'ffff i:;"""
¿t'ceremoniante"
repitió: 'si, muy co-errante'.* Ahora queda la angustia, cargo con una t o'gt"'"tiJi"': ;itt'J" tr *ut*ooo'ut"
alentos cle maravl-
u¡o prtiucia un efecto
cosa sin fondo. ytemo terminarcomoesamujer cuyahistoria creo que
Los sermone"' t' rol"q"l'J''ft;;"
éxitos
escuché en la radio, que un dia se sentó a la mesa y se comió".
iñt"",G"t" el maySr de los evitar la ritualización de
la
Esta es una persona que encarna hasta el vértigo la defensa del su-
Jeto, defensa aérea y heroica. Frente al capricho del Otro que amenaza
con pisotear su espacio, frente a la demanda devorante de su madre.
;::lxJ;*1r*l.,*r*:r"".,TH:il;ffi;;;;"ada'ldearEr
ria u il H''?*a''':l]::fffi :i t:1::: *"ffii:
al isi s solo
an
se
organlza el espacio vacio de su vida. En cuanto a los hombres, evita
: ffiiú;';,, IT1i
# ;; 9:"y::: " d.
intentar su conquista y no cesa de obsesionarlos. habto, gano tiemPo #:,H:¿J,rfi:?',",il.il
La risita que la sacude aveces no es más que el efecto de vacio que
le revela por fogonazos su posición de 'no soy". A su pregunta relte-
áí;;:,il;'o""'#;;¿*m*,i'n:?;::e*;5il:r::'f,::l
Clausewltz- n«¡,1"r^::J;;;;. man-
rada'¿hago en realidad un análisis?'. una respuesta conÍorme hu-
desviado". "Mientras r,ro *. vea acorralaclo.
I-t.^ *pft*ficla perogrullada:
biera carecido de interés. A veces es grancle la tentación de llenar un produce con
**ienzo' se
discurso también aéreo; pero al querer cuadricularel espaclo, ¿no se
correria acaso el riesgo cle redoblar la coartada del sujeto? Más vale se-
' "*ir#1il?i'"t Il'JIfl;' ":*i**
r" r,.*':lT:'"T¿X?:*::l:Hi:""1.1l-
motió a. r., "r.nolqL ispo pomPos
guir Ia defensa por las huellas, como lo indica el efecto de nuestra in-
;;;,; * ;p" es el instigador'
raclo : un ob 1L:, il- ;, ; ;;;,u iá act cle su
n
terpretación. Desde nuestro punto de vista, ésta parece haber produ- iro anutiz'"nte :"Y-'] l$"":'i*;;;la bru*camente
cido un efecto de báscula del sujeto, oyéndose decir precisamente lo
contrario de lo que dice. Ciertamente, Célidée huye siempre, pero no
hacia cualquier lugar, a causa del objeto oral a cuya repulslón se con-
i:l[:Ík*lmr::i":.fri1;ff s:ffi Tliii":H{*r;
sagra en su huida. Etimológicamente, coherente proviene de cohae- il*l*ur¿:'?:ff :1irfi',[:t,á:'ffi ;"""J""J"""no'Denis
rens, de lwerere, que signilica atar o adherir. tt" sus vac'ros' de- se
áe'¡ga !-1b]::;.na que, al querer llenar todos
Esta es una Pe sin saberlo
Nuestro segundo analizante, Denis, ilustra otravertiente de la de- dicaba pennde';";d";;-
;"t!u"' ¿á"t"'-"ttincando
* Juego de palabras por homolicnia entre: ahérente (coherente) y co-
o.,.toare'"=":.#$xi::m:i"ttli*illil,T'";ii-#'l'lL1x'i
analiz'ante' c
otra
errante {co-errante), [N. dc T.l
I23
EI, CONCITPIO DE DIiFENSA
122 ALAIN MERI,ET
Scüücet
dans scs raPports avec la Éalité"'
el mejor medlo de cercenarse y de sustraer su cuerpo a la palabra'. No 11. J' l"acan, "De Ia psychanalyse
I, pág. 53'
hay por lo tanto motivo para analizar tal defensa, defensa narcisista " í2"'¿. lacan, Escritos, ob' cit" Pág' ??9'
lÍ la) - m) del sujeto, que no es más que un escudo de vidrio desplazado iá. ¿. L""", Escritos' ob' cit'' Pág' 825'
sin cesar,
Este ceremoniante, que hacÍa uso de la religión como de un cere-
monial, a pesar suyo ve de repente su defensa desbaratada por la
brusca revelaclón del falo negativado, al mismo tiempo que, horrordel
goce ignorado por él mismo, se encuentra confrontado a la verdadera
naturaleza del amo al que servia. Aqui, la defensa, en el momento en
que cede. nos parece situarse en la frontera del deseo y del goce: en el
punto en que toda estrategia vacila.

A manera de conclusión, les entregaré un apólogo, resumiéndoles


un texto fragmentario de Kafka, muy conocido: "La madriguera', escri-
to seis meses antes de su muerte. Un animal cavador no identilicado
cavó durante mucho tiempo su madrigueraen silencio, multiplicando
las galerias, disponiendo sus provisiones, y circunscribiendo un lugar
vacio. Después de haberloveriflcado todo, descansa, gozando de su
tranquilidad. Pero un dÍa, un ruido imperceptible 'salvo para un oÍdo
eJercitado de propletario', le llama la atención y suscita en él ensegut-
da una inquietud creciente. Se trata de un ruido discontinuo, siempre
el mismo, un silbido, muy poca cosa. Apartirde entonces tendrá que
contar con ese huésped. del que nada se sabe y que no sabe nada de
uno. "Aparte de eso, nada cambió", concluye Kafka.

REFERENCI,AS BIBLIOGRAFICAS

l. J. Lacan,.Escritos, Seuil, Paris, 1966, pág. 336,


2. J. [,acan, El Seminarü¡, Libro I, Los escrdtos técnicos de Fleud, §eufl, Pa-
ris, 1975, pág.313.
3. J. Lacan, Escr¿tos, ob. cit., p^9.377.
4. C. von Clausewttz, De la guerre, pág. 399-4OO,
5. J. l-acan, El Semnarlo, Libro XI, "[-os cuatro conceptosfundamentales
del psicoanálisls', Seuil, París, 1972, págs.6l-62.
6. S. Freud, 'l,es psychonéwoses de défense", en Psychose , néwose et per-
uersion-
7. S. Freud, "Sobre los recuerdos encubridores'.
8. S. Freud, lnhíbtción, sínúoma g angustfa, pág. 92.
9. J. I-acan, Escritos, ob. cit., págs.665-666.
lO. J. Lacan, 'Reseña del Seminario XIV', Ornfcar?Ne 29, pág. 16. Reseñas
de enseftanza, Mananttal, Buenos Aires, pág. 43.
INDICE

I. Síntoma y erunlfiraJormal
Refledones sobre la envoltura formal del sintoma.
Jaqtes-Alaln Mtller 9
El sintoma y la pulsión, Marie-Héléne Brousse t7

II. El síntoma, del stgno al signtficante

El síntoma, del signo al stgnificante, Antonio Dí Ciaccta 25


El sintoma en la cura, Marc Stra¿rss................. 3l
El sintoma y el analista" Grtg Clastres 39

III. Síntomas

La obsesión, un nombre del superyó, Donttnlque Mtlter.,.......... 49


Hacer el personaje - Ser el personaje, Adela A. FlUd ................ . 55
Anorexia mental y estructura subJetiva, Alexandre Steuens ...... 6l
El sintoma: "L¡lita', Hnguette Menqrd ................... 69
La despersonalización en la neurosis y la psicosis,
AgnésAflalo ................ 75
La duda en la obsesión, AlictaArencr.s............ ........ 9l
La propina, un caso de neurosis obseslva, Julieta Rauard......... 95
Una pasión, RogerWartel ................. ..................... 99
A propósito de un caso de celos neuróticos. Flangois Leguil ......105
Interés del concepto de defensa en la cura del neurótico,
Alaín Merlet ..................1 15

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