Pitágoras
Pitágoras
Pitágoras
Pitágoras
Algunas fuentes dicen que Pitágoras marchó después a Babilonia con Cambises II,
para aprender allí los conocimientos aritméticos y musicales de los sacerdotes. Se
habla también de viajes a Delos, Creta y Grecia antes de establecer, por fin, su
famosa escuela en la ciudad de Crotona, una de las colonias que los griegos habían
fundado dos siglos antes en la Magna Grecia (el actual sur de Italia), donde gozó de
considerable popularidad y poder. La comunidad liderada por Pitágoras acabó,
plausiblemente, por convertirse en una fuerza política aristocratizante que despertó la
hostilidad del partido demócrata, de lo que derivó una revuelta que obligó a Pitágoras
a pasar los últimos años de su vida en la también colonia griega de Metaponto, al
norte de Crotona.
Pitágoras no dejó obra escrita, y hasta tal punto es imposible distinguir las ideas del
maestro de las de los discípulos que sólo puede exponerse el pensamiento de la
escuela de Pitágoras. De hecho, externamente el pitagorismo más parece una religión
mistérica (como el orfismo) que una escuela filosófica; en tal sentido fue un estilo de
vida inspirado en un ideal ascético y basado en la comunidad de bienes, cuyo principal
objetivo era la purificación ritual (catarsis) de sus miembros.
Sin embargo, tal purificación (y ésta es su principal singularidad respecto a los cultos
mistéricos) se llevaba a cabo a través del cultivo de un saber en el que la música y las
matemáticas desempeñaban un papel importante. El camino hacia ese saber era la
filosofía, término que, según la tradición, Pitágoras fue el primero en emplear en su
sentido literal de «amor a la sabiduría»; cuando el tirano Leontes le preguntó si era un
sabio, Pitágoras le respondió cortésmente que era «un filósofo», es decir, un amante
del saber.
Su influencia