La Importancia Del Diagnóstico en Psicología

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

La importancia del diagnóstico en psicología

Como todo profesional de la salud, con matrícula1 otorgada por el ministerio de salud, bajo ley del
ejercicio profesional, en este caso de Psicología o Lic. en psicología, los profesionales no estamos

exentos del uso del diagnóstico en uno de nuestros ámbitos de trabajo, el clínico. Así como se le

exige a un médico clínico (o cualquier otra especialidad de la medicina) que antes de la

administración de un tratamiento, se inicie un proceso de evaluación para arribar a un diagnóstico,

también es deber del psicólogo realizarlo ya que nos permitirá elegir el tratamiento más adecuado

para ese paciente. De más está decir que dicho tratamiento, por cuestiones éticas, profesionales,

de buena praxis y actitud científica, debe ser validado para el problema o trastorno que padezca el

paciente.

¿Qué quiere decir tratamiento validado o válido?

Quiere decir que ha sido un tratamiento que ha demostrado su eficacia para el problema que

presenta el paciente, que ha sido investigado, replicado y todo lo que implica una investigación

previa de un tratamiento (validez de constructo, confiabilidad, validez interna, externa, presencia

de grupos control y un largo etcétera). En síntesis, si alguien va al consultorio de un médico clínico

con un cuadro de dolor agudo de garganta, éste lo examinará utilizando instrumentos adecuados,

como el hisopado de fauces, en este caso, y la entrevista, para determinar el diagnóstico. Siguiendo

con el ejemplo, supongamos que el profesional diagnostica una “Faringitis bacteriológica”

provocada por la bacteria X, ahora él podrá determinar qué tipo de antibiótico prescribir, de que

tipo o formato (según la edad y situación del paciente) y así logrará tratar el problema de manera

efectiva y aliviar el dolor de garganta que sufre el paciente.

Entonces ¿Por qué es importante el diagnóstico?

1. Porque si no hubiera habido un diagnóstico, no se podría haber administrado un

tratamiento efectivo para aquello que aqueja al paciente.


2. Además, si se hubiera diagnosticado, pero sin usar instrumentos de evaluación, llegando

aún así a un diagnóstico aproximado pero sin conocer el origen de la faringitis (viral o

bacteriana), habrían altas probabilidades de que el tratamiento prescrito no fuera el

adecuado para ese paciente. Esto podría significar un mayor costo y menos beneficio

para el paciente.

3. Siguiendo con el ejemplo del médico, éste deberá hacer un análisis ambiental para

descartar recaídas, tomar en cuenta otras variables, prevenir el contagio y promover

conductas o hábitos saludables para que el paciente no vuelva a contraer la enfermedad,

si es que existen hábitos o conductas que pudieran llevar a esto (hábitos no higiénicos,

etc.)

Pero ¿qué pasaría si el profesional hubiera decidido aplicar reiki, aludiendo a la causa cuestiones

energéticas de origen enigmático, utilizando constructos que jamás se han investigado como “zona

de energía” o “chacra” del cuerpo? Aquí estaríamos en presencia de una mala praxis de la profesión,

la aplicación de un tratamiento no validado que supuestamente prometería aliviar o curar el

problema del paciente con la imposición de manos por parte de un profesional experto en el área,

en la zona afectada.

Este tipo de prácticas, como otras que se observan en la ciencia médica y psicológica, forman parte

de lo que se considera una mala praxis y estarían encuadradas en las llamadas pseudociencias,

esoterismo, misticismo, etc. Mala praxis es un término que se utiliza para referirse a la

responsabilidad profesional por los actos realizados. La forma más conocida de mala praxis es la

negligencia, derivaría en una mala gestión “por acción u omisión” en la prescripción de medicación

o manipulación en el cuerpo del paciente (en una operación, por ejemplo) de cara a reclamar la

responsabilidad de los médicos en los problemas que hayan podido derivar de allí. Sin embargo, la

misma definición también se aplica a otros ámbitos profesionales como la abogacía, la contabilidad

pública, la escribanía y el tratamiento psicoterapéutico administrado por psicólogos o psiquiatras.

Por lo cual es penable, o denunciable al menos, siendo que es un profesional de la salud y debe

utilizar el conocimiento científico y las mejores herramientas disponibles para la atención de las

personas, buscando aliviar su sufrimiento, mejorar su calidad de vida y, ante todo, primum non
nocere2, evitar dañar con nuestras acciones. Aplicar un tratamiento no validado y cobrar por ello es

dañar con las acciones a los pacientes. Si el paciente quiere exponerse a ese tipo de prácticas

esotéricas, místicas o sin evidencia de eficacia, hay gente que se dedica a administrarlas; pero si

acude a la comunidad científica, se le deberían ofrecer las herramientas disponibles más adecuadas

para su problema o consulta, como mencionaba más arriba. Tener el título de doctor, licenciado, o

similar no avala el tratamiento que estamos administrando, eso es un error, o una creencia. Si una

persona con un premio nobel sostiene que la tierra es cuadrada, no evidencia en absoluto su

afirmación, pero la autoridad que esta persona puede representar para ciertas personas, se puede

confundir con una afirmación válida y estudiada. Siendo que así no lo es, se confunde validez con

“argumento de autoridad”3. Hoy se observa mucho en televisión, determinados personajes con

fama mediática afirmando o explicando desde la ciencia cuestiones que solo son avaladas por el

argumento de autoridad, siendo que solamente por lo general son simples opiniones no basadas en

investigación.

¿Y de psicología qué?

En nuestro ámbito clínico sucede lo mismo, el terapeuta, psicólogo o psiquiatra con especialización

psicoterapéutica clínica, debe estar capacitado, actualizado y administrar los tratamientos más

eficaces, otorgándole al paciente las opciones de tratamiento que han mostrado eficacia para lo que

padece. Entonces el diagnóstico no solo serviría para administrar el tratamiento adecuado sino que

también ser una herramienta para:

 Utilizar un lenguaje común y comprensible dentro de la comunidad científica.

 Permitir criterios específicos para efectuar investigaciones.

 Favorecer un trabajo más fluido en equipos interdisciplinarios.

Para investigar, por ejemplo, se necesita partir de grupos realizando diagnóstico, como

menciona Marsha Linehan (2007), quien decidió enfocarse en el trastorno límite de personalidad,

y crear la Terapia dialectico conductual o DBT: “Puesto que desde el National Institute of Mental

Health (NIMH) era improbable investigar un problema sin que se correspondiera con un trastorno
identificable, tenía que centrarme en un trastorno y no sólo en la conducta. Así fue como elegí el

trastorno límite de la personalidad, porque esas personas tienen una condición mucho más grave y

porque el trastorno límite de la personalidad tiene un índice muy elevado de suicidios.

Pregunta:- El diagnóstico del TLP es un tema controvertido, hay incluso quienes creen que lo que

diagnosticamos como TLP no son más que formas graves de otros trastornos, ¿en qué se

fundamenta la consideración de esta entidad nosológica?

Respuesta de Linehan.- Ante todo, trato el TLP porque puede diagnosticarse con fiabilidad y está

diferenciado de otros trastornos. El hecho de que alguien cumpla tanto con los criterios del

trastorno límite de la personalidad como con los de otros trastornos de la personalidad no significa

que no se sufra un trastorno caracterizado por cumplir con los criterios diagnósticos de múltiples

trastornos. Sin embargo, no estoy interesada en si el TLP es un trastorno separado o no, sino en los

trastornos graves y complejos, y el TLP “encaja en los criterios”, los trastornos múltiples y graves

también “encajan en los criterios”, y ese es mi interés principal y, en particular, la conducta suicida.

Pero recientemente también me he interesado por cualquier pérdida grave de control conductual.”

En psicoterapias existen tratamientos que no están basados en la evidencia, es decir que no están

respaldadas por investigaciones. Dichos abordajes sin evidencia, no solo que no dan resultados (o,

si los logran, suelen deberse a causas comunes de todo tratamiento o variables externas al mismo),

sino que pueden ser iatrogénicos, generando daño psicológico en los pacientes, por el abordaje

inadecuado de sus problemas. Un ejemplo de esto son las sesiones mensuales de constelaciones

familiares, terapia de vidas pasadas, tratamientos que en Chubut (provincia de Argentina) ya están

prohibidos realizarlos por psicólogos, considerados como mala praxis. Así también el psicoanálisis,

que aún no ha sido prohibido pero según guías como las del NICE y la APA (guías de tratamientos

eficaces inglesa y estadounidense por mencionar solo algunas), más del 75% de los tratamientos

sugeridos para determinados trastornos son cognitivo conductuales, el resto del porcentaje

específicamente cognitivo, o específicamente conductuales, existen además algunos tratamientos

psicodinámicos, a los que se califica de ser “probablemente eficaz” y solamente en el abordaje

familiar de pacientes con esquizofrenia. Con la salvedad de que el tratamiento psicodinámico de EE.
UU. no es el mismo que se realiza en Argentina. Aun no reglado, el psicoanálisis sigue siendo

administrado por psicólogos en diferentes problemáticas, no siendo recomendado por las guías

internacionales de tratamiento.

Pero ¿por qué continúa utilizándose este tipo de tratamientos sin evidencia? Creo que hay múltiples

variables que contribuyen en esta problemática: negligencia por omisión, falta de actualización de

terapeutas, gustos personales (negligencia de acción), falta de ética, políticas de salud y un largo

etcétera. Sería el reiki de los médicos, con el cual los que trabajamos con tratamientos basados en

la evidencia, nos encontramos con pacientes que luego de 15 años de intentar tratar un trastorno

simple de pánico, recurren a un terapeuta que trabaja con psicología científica para resolver el

problema. Deteriorados sus vínculos sociales, cronificado su trastorno y su calidad de vida, se vuelve

mucho más difícil el tratamiento, pero no imposible.

Los estudios por diagnóstico permiten saber el curso, el porcentaje de remisión, prevalencia, su

comorbilidad, porcentaje de recaídas, etc.

El paciente y el diagnóstico
Por supuesto que el diagnóstico no es la persona, ni la persona el diagnóstico, El diagnóstico hace

mención a agrupaciones de síntomas que permiten realizar un consenso y mejorar la comunicación

entre profesionales, por eso en psicoterapias basadas en la evidencia se utiliza la conceptualización

de caso, la cual además de la historia resumida del paciente, sus datos, eventos, vulnerabilidad,

desencadenantes, activantes, conductas de mantenimiento, contexto familiar, laboral, académico,

etc., incluye el diagnóstico clínico, los instrumentos psicométricos utilizados, si es que cumple

criterios, se observa cómo los síntomas se manifiestan en ese paciente, tanto sus conductas como

sus procesos cognitivos disfuncionales, a partir de psicometría y entrevistas

Al paciente hay que informarle del diagnóstico y de los tratamientos más adecuados para su

problemática, obviamente previo consentimiento informado, que debe estar en los tratamientos

tanto psicológicos como médicos.

Aunque el tratamiento sea transdiagnóstico, es decir, con una linealidad en las categorías

diagnósticas de los manuales, no quiere decir que no pueda haber diagnóstico, el mismo puede
estar, pero difiere el modo de conceptualizarlo y el abordaje. Hoy en día se está acumulando más

evidencia para este tipo de abordajes que todavía no cuentan con la misma cantidad de estudios

que los tratamientos específicos categoriales, pero desde un punto dimensional se investigan los

procesos en común que tienen los distintos trastornos y se aborda desde allí, siempre es aconsejable

que sea bajo supervisión, revisión de síntomas, de objetivos, utilización de retest, etc.

En la práctica clínica, es muy importante la utilización del diagnóstico, por todo lo anteriormente

mencionado y por la tranquilidad y comprensión que genera en el paciente acerca de sus conductas

desadaptativas, disfuncionales, y/o cogniciones desadaptativas también (como en el caso del TOC).

Trazar un mapa con el paciente, compartir la conceptualización, mostrarle los diagramas, realizar

análisis de su conducta, antecedentes, consecuentes, etc., le permite al paciente ser más activo en

su proceso terapéutico y colaborar activamente comprendiendo también de qué forma mantiene

sus síntomas, por ejemplo, y ser un colaborador en su terapia, y no una persona pasiva que escucha

supuestos significados de sus problemas o síntomas, con los cuales obtiene la promesa eterna de

ser curado.

En conclusión, realizar un diagnóstico utilizando las herramientas adecuadas nos permite hacerlo

de manera certera y ofrecerle al paciente un tratamiento eficaz que alivie sus síntomas y mejore su

calidad de vida. Pero además favorece el trabajo interdisciplinario, la comunicación entre

profesionales y el avance de la ciencia psicológica.

También podría gustarte