MEMORIA
MEMORIA
MEMORIA
Tomo I
Memoria del 1/er. Congreso Nacional de Historia Militar a través de los Archivos Históricos
Coordinación Histórica:
Gral. Bgda. D.E.M. Luis Fernado Orozco Sánchez | Director General de Archivo e Historia
Tte. Cor. Arch. Jesús Arturo Medina Cerna | Jefe de la Sección de Historia
Cap. 1/o. Hist. Antonio Campuzano Rosales | Jefe de la Subsección de Investigación
Cap. 2/o. Hist. Sergio Martínez Torres | Jefe de la Subsección de Museos
Sgto. 1/o. Aux. Hist. Gabriela Martínez Toribio | Revisión de Texto
Sgto. 1/o. Aux. Arch. Martha Teresa Méndez Santos | Revisión de Texto
Sgto. 1/o. Aux. Arch. Olivia de la Orta Lorenzo | Revisión de Texto
Sgto. 2/o. Aux. Arch. Miriam Rocío Rivera Fernández | Imagen de portada
Coordinación Editorial:
Gral. Brig. D.E.M. Martín Terrones Calvario | Director General de Comunicación Social
Myr. Inf. D.E.M. Joel Solís Pérez | Jefe de la Sección de Difusión Interna
Cap. 1/o. I.C.I. Jorge Ramírez López | Jefe de la Subsección de Edición
Sld. Aux. Imp. Guadalupe Angelina Salazar Vázquez | Diseño gráfico
© De los textos, los créditos autorales en esta obra se consignan en las páginas respectivas.
Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier forma, medio o
procedimiento sin la autorización por escrito del titular de los derechos.
Tomo I
• Jorge Nacif Mina • Antonio Aguilar Razo • José Gerardo Arrache
Murguía • Catalina Moreno Guadarrama • Francisco Javier Rodríguez
Gutiérrez • Josefina Esther Moguel Flores • Janet Toledo García • Miguel
Ángel Ibarra Bucio • Emanuel Márquez Lorenzo • Adriana Macías Madero
• Marco A. Cervera Obregón • Martín F. Ríos Saloma • Raquel E. Güereca
Durán • Oscar Rodríguez Galicia • María Teresa Pavía Miller • Ricardo Raúl
Palmerín Cordero • Julio César Ramírez y Jorge Andrés Zarzosa Garza • José
Daniel Ramírez Reyes • Hilario Herrera Tapia • Santiago Aparicio Eliud
MÉXICO
2015
General Salvador Cienfuegos Zepeda
Secretario de la Defensa Nacional
Comité Editorial de la Secretaría de la Defensa Nacional
Presidente
Secretario
Vocales
Tomo I
3 Presentación
7 Conferencia Magistral
19 Mesa I
La importancia de los archivos para la Historia
Militar de México
131 Mesa II
Ejércitos Prehispánicos y el proceso de
conquista
275 Mesa IV
Del proceso de Independencia a la Intervención
Norteamericana
5
La revisión de la historia nacional y en especial la castrense ha
sido una constante en la trayectoria de la Secretaría de la Defensa
Nacional, institución que coadyuva con el rescate y preservación de los
acervos de carácter histórico militar. Prueba de ello es este congreso
nacional que nos permitió conocer diversos temas que convergen en
una sola línea de investigación y del conocimiento histórico.
Durante el congreso la narrativa de la historia Militar estuvo a
cargo de ponentes y moderadores procedentes de diversas instituciones
educativas del país, así como de centros de investigación y archivos
históricos, a los cuales se agradece profundamente su participación.
Nos sentimos orgullosos y satisfechos del resultado de este
primer congreso de Historia Militar, el cual nos permitio conocer
nuevos acervos documentales y líneas de investigación, así como
difundir ese conocimiento facilitando el estudio del Ejército, la Fuerza
Aérea y la Armada de México y que ahora da pie a esta obra, que es la
recopilacion de los trabajos presentados.
La publicacion de las ponencias nos permitiran reinterpretar
la participación de las fuerzas armadas mexicanas en la sociedad y
en el cumplimiento de sus misiones. Esta obra consta de dos tomo
y un apendice.
La Memoria del 1/er. Congreso de Historia Militar de México
a través de los Archivos Históricos, es el resultado de un esfuerzo
conjunto entre las difererentes instituciones y personal involucrado, la
cual es puesta a disposición de todo el público interesado en conocer el
pasado nacional y en especial el castrense.
General
Salvador Cienfuegos Zepeda
Secretario de la Defensa Nacional.
6
Conferencia Magistral
P
ara llegar al concepto más amplio sobre la importancia de los
archivos para la historia de México, en este caso la Militar, es
fundamental contestar algunos cuestionamientos, quizá de los
que podríamos decir son triviales o que ya se han trabajado mucho
pero con permiso de los presentes intentaré brevemente contestar; las
cuestiones son:
• ¿Qué es la historia?
• ¿Qué son los archivos?
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Maestro Jorge Nacif Mina
Entre los siglos XVII y XVIII, apareció otro objeto de los archivos
que fue tomando poco a poco una importancia ya que se dio carácter
de fuente de la investigación histórica. Desde entonces, el archivista
es considerado un auxiliar de la ciencia histórica. El desarrollo de
los métodos de la crítica documental llevó hacia los depósitos de los
archivos a los investigadores; la motivación por investigar las fuentes de
primera mano no era tanto de orden práctico, sino de orden académico
y desinteresado puramente retrospectivo.
A partir de ese momento, los depósitos de los archivos fueron
los “graneros de la historia” al mismo tiempo que los “arsenales de
las administraciones”, según la expresión del historiador- archivero
Charles Braibant. El viraje decisivo de esta evolución se sitúa en la
primera mitad del siglo XIX, en la época del romanticismo y de la gran
moda de los estudios históricos debida a los trastornos de la Revolución
Francesa y de las guerras napoleónicas. El archivero era entonces, antes
que nada, un hombre de ciencia y de erudición histórica.5
La idea del archivero-historiador o del archivero-
erudito, predominó en todos los países de Europa y América hasta
después de la Segunda Guerra Mundial.
Para 1940, la extraordinaria abundancia de documentos
producidos por las administraciones modernas provocó en los archivos
una saturación de masas crecientes de documentos, muchos de ellos
desprovistos de interés histórico, al mismo tiempo que obligó a los
archiveros a encontrar la función de auxiliares de la administración,
que habían perdido un poco en provecho de su cometido de auxiliares
de la investigación histórica.
Actualmente, el contraste entre estos dos aspectos de la profesión
de archivista ha llegado hasta tal punto que en algunos países
como en México, se han creado dos profesiones diferentes: una la de
administrador de documentos, responsable de los documentos recientes
y con competencias puramente administrativas; la otra, la de archivista
historiador, responsable de documentos no recientes y orientada hacia
el aspecto histórico.
Ante este análisis no podemos dejar de comentar que la documentación
no se produce con fines eminentemente culturales o históricos, sino
como parte de procesos administrativos, políticos, de gobierno, contables
fiscales etc., así los Sentimientos de la Nación de José María Morelos
y Pavón se produjeron como parte de un discurso político
legislativo para el Congreso de Chilpancingo, en el cual gracias a ese
documento el “Siervo de la Nación” es nombrado el Generalísimo de
los ejércitos insurgentes; nadie dudaría sobre e valor histórico de los
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Maestro Jorge Nacif Mina
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Maestro Jorge Nacif Mina
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Mesa I
La importancia de los archivos
para la Historia Militar de México
Moderador:
Licenciada Norma Mereles Torreblanca
de Ogarrio
Índice
Mesa I
A
partir de la conquista de la gran Tenochtitlán, el 13 de agosto
de 1521 nace la Nueva España, este hecho originó un
cúmulo de cambios, políticos, sociales, administrativos y
culturales. Fueron creadas diversas instituciones, algunas de ellas
con sede en la metrópoli española como la Casa de Contratación de
Sevilla, el Real Consejo de Indias; el Virrey y las Audiencias Indianas.
El Virrey era el representante personal del Rey y estaba
investido de múltiples facultades, ya que en él convergían diferentes
cargos, entre los que se destacan: Presidente de la Real Audiencia,
Vicepatrono de la Iglesia, Intendente de la Real Hacienda y Capitán
General del Ejército, entre otros.
Por lo que respecta a las fuerzas armadas de la Nueva España,
en un principio no formaban un ejército propiamente dicho, se
encontraban integradas por cuerpos militares fijos que se formaron
a finales del siglo XVII para la custodia del Real Palacio de México,
la protección de algunos puertos marítimos y puntos claves de las
zonas fronterizas, principalmente del norte de la Colonia. En este
dispositivo los mayores efectivos se localizaban en la capital virreinal
y en el puerto de Veracruz, por razón de que era la ruta normal de
comunicaciones terrestres entre la capital de la Nueva España y la
sede de la monarquía española, además de ser de importancia
capital para el comercio.1
En la segunda mitad del siglo XVII los virreyes empezaron
a sentir la necesidad de contar con ayudantes experimentados y
confiables que los auxiliaran y atendieran el trabajo que se hacía en
las oficinas del imperio.2
Con ello se inició la profesionalización del personal del
Virrey. Durante los gobiernos de los siguientes virreyes se buscó
el apoyo de las autoridades peninsulares para la formación de
un pequeño cuerpo de personal oficinista permanente al que se
denominó Secretaría Virreinal que ayudara con la tarea de recibir,
expeditar y archivar la correspondencia, iniciándose así un sistema de
conservación de registros que mejoró la política de la Nueva España.
Este nuevo organismo estructuró su trabajo y con ello sus archivos
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Capitán 1/o. Historiador Antonio Aguilar Razo
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1. Cuidar de la colocación y arreglo del archivo, bajo las reglas más claras,
sencillas y fáciles, a fin de que se abrevie cuanto sea posible la busca de
cualquier antecedente a cuyo efecto celará que los oficiales cumplan exacta y
escrupulosamente sus deberes.
2. Recibir de los oficiales de Secretaría las notas que se le dirijan de los
antecedentes que se necesiten en aquella y hacer que inmediatamente se
busquen, se asienten en un libro que al efecto debe tener, y se rubrique la
nota de la entrega por quién reciba los expresados antecedentes.
3. Recibir de los oficiales de la Secretaría cada dos meses los expedientes
que tengan concluidos en sus mesas, y hacer que los del archivo les den su
debida colocación.
4. Cuidar de las llaves del archivo, y saber a quién las entrega, en el concepto
de que él solo es responsable de cualquier falta que se note, ó por extravió de
papeles, o por copias que se saquen.
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La Década de 1910-1920
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Un Archivo Errante
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Una vez iniciados los laboriosos trabajos de rescate del acervo histórico
militar, poco tardó en brindar sus frutos, ya que poco a poco iban saliendo
a la luz sus invaluables tesoros documentales que durante bastantes
años habían permanecido olvidados sin que se tuviera conocimiento
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Atlas de los Archivos Históricos en México y en
el Mundo para entender la Historia Militar
de México
Licenciado José Gerardo Arrache Murguía
L
a importancia de los archivos históricos es que nos permiten
soportar la veracidad de las fuentes de la historia. La interpretación
de la historia tiene como sustento precisamente el conjunto de
mecanismos metodológicos tendientes a elaborar esta estructura de
estudio, en el caso, la Historiografía Militar mexicana.
Cada acontecimiento histórico tiene una o más causas, que el
historiador debe descubrir. Esta tarea presenta varias dificultades, el
procedimiento, toda suma no científica (al ser la historia no es una
ciencia exacta, sino una ciencia humana), exige algunos cuidados y
recordar algunas advertencias.
Los planteamientos de la Historia Militar a pesar de la
transformación conceptual de los ejércitos, ya nacionales, pero hasta
entonces reales. La historiografía militar decimonónica se movía aún
en unas coordenadas marcadas por la narración épica de las hazañas
militares, hasta que el positivismo analizó las fuentes y documentó los
relatos históricos. Como novedad, únicamente se sumó la aportación
en el marco conceptual de relevantes teóricos de la guerra en la mente
de todos como Jomini, Clausewitz, Almirante o Villamartín, pero lejos
aún de la incorporación de otras perspectivas, enfoques y temas de la
historia militar mas integral contemporánea.
Como señalaría María Dolores Herrero Fernández-
Quesada:“Los estudios que implicaban y explicitaban el maridaje
entre guerra y sociedad surgieron principalmente como reacción
a la situación historiográfica anteriormente descrita en la que los
trabajos sobre historia militar no analizaban los ejércitos, sino su
actividad en la sociedad”.1
En primer lugar, es difícil señalar como a la propia “antigüedad”,
atendiendo al entorno cultural y social. En este sentido, Lucien Febvre2
recomienda a los historiadores a desconfiar del “anacronismo psicológico”
Comportamientos que parecen irracionales a nuestros ojos pueden parecer
justificadas para los contemporáneos. De ahí la necesidad de sistemas de
buen conocimiento de representación de la gente de la época.
Eliminar la complejidad de las causas es una tarea difícil dentro
de la Historiografía Militar, pues nunca hay un solo tema aislado como
evento sino una multitud, algunos de los factores desencadenantes,
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Licenciado José Gerardo Arrache Murguía
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Entendemos que estudiar las fuentes históricas en este nivel debe ser un
procedimiento básico, atractivo y claro que nos permita identificarnos
con la importancia y el contenido de un documento histórico. Para ello
podemos seguir orientativamente los pasos siguientes:
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1. España:
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2. Francia
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Rescate y organización de los archivos
históricos municipales por los soldados
del Servicio Militar Nacional
Licenciada Catalina Moreno Guadarrama
E
l Archivo General de la Nación, como entidad rectora de
la archivística nacional, enfrenta hoy serios retos de tipo
institucional. En el contexto actual de la vida nacional está
obligado a fortalecer sus estructuras a través de planes y programas
orientados a elevar la calidad de sus servicios y a lograr un mejor
aprovechamiento social e institucional de los recursos testimoniales
e informativos que custodia. Para conseguir esos fines el Archivo
necesita de la Nación.
Es importante señalar, en consecuencia, que el patrimonio
documental es un recurso invaluable que respalda los derechos de
los ciudadanos, fomenta la educación, la investigación, la cultura,
el conocimiento y el disfrute de los mexicanos y, por ello, participa
activamente en el desarrollo de los recursos de la nación. De la
misma forma, propiciar el acceso eficiente a la información de interés
público genera importantes ahorros sociales, al fortalecer, por igual, a
la administración y a la sociedad.
El papel que desempeña el archivo en las sociedades modernas
no se limita sólo a la esfera cultural, ya que la creciente participación
de los ciudadanos en la vida pública genera una demanda creciente de
información. De ahí que el AGN sea el lugar en el que se preservan las
raíces del rico pasado que nos nutre, pero también el lugar en el que
la nueva sociedad, orientada por fines democráticos y participativos,
encontrará mejores guías para una toma de decisiones más racional
y efectiva: en resumen, el Archivo General de la Nación es un sitio
privilegiado del porvenir de México.
Cinco años es un buen tiempo para hacer una evaluación
y así poder observar que acciones se implementaron al inicio del
Programa, y como éstas se fueron transformando en bondades,
limitaciones y acciones fortalecidas en el desarrollo del Programa
y que se convierten en conocimiento y experiencias para hacer un
diagnóstico y ver cuales objetivos y expectativas se cumplieron que
sustentaron al Programa Rescate de Acervo Cultural aplicado a los
archivos históricos municipales primordialmente.
La evaluación está fundamentada en los reportes mensuales
cuando estos los hubo, si bien no se puede hacer “estadísticas razas”
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Limitaciones
Experiencias
Conclusiones
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Chiapas Biblioteca General del Estado Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines
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Coordinación
Anexo
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Agradecimientos
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Las Colonias Militares
de la Frontera de Oriente, 1848-1853
E
ntre los escasos principios que se han establecido dentro de
la práctica archivística existe uno cuyo enunciado propone
que los documentos se producen naturalmente a partir de
una institución o persona a lo largo de un proceso y dentro de una
estructura determinada; esta estructura es la que determina la
organicidad de la documentación una vez que ha sido agrupada en el
“fondo” del que procede.
El principio se conoce como Principio de Procedencia
Institucional, y establece que todos los documentos se producen en un
orden secuencial, lógico y natural; señala así mismo que origen y orden
no son otra cosa que la consecuencia de la naturaleza jurisdiccional
del archivo y de su fondo.1
Bajo este principio, el Archivo General del Estado de
Coahuila ha rescatado un importante fondo documental relativo a
una institución de carácter militar de mediados del siglo XIX, que
tuvo –esta institución- una efímera existencia pero sentó las bases
del actual desarrollo de algunas poblaciones que surgieron sobre
la nueva frontera política del noreste mexicano a partir de estos
asentamientos militares.
Acerca de la documentación que refiere al establecimiento de las
Colonias Militares de la Frontera de Oriente, durante los años sesentas,
algunos destacados historiadores coahuilenses como el profesor
lldefonso Villarello Vélez, solamente la conocieron como “varios
documentos originales que existen en el Archivo del Gobierno de
Coahuila”2; también se refiere a ella Vito Alessio Robles al consignar
la información en torno a la fundación de Piedras Negras localizada
en el Archivo Histórico Coahuilense a cargo de don Javier Guerra
Escandón3, pero nunca se dice o se reconoce que estos “documentos
originales” se encuentren agrupados en un fondo independiente.
El avance y desarrollo alcanzado en el nivel de organización,
de la documentación contenida en el Archivo General del Estado de
Coahuila se debe en gran medida a la importante labor archivística
y editorial desarrollada en esta institución, la que, bajo principios y
normas internacionales aplicadas a la documentación ha llegado a
agrupar en torno a este fondo documental más de 2200 documentos
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Licenciado Francisco Javier Rodríguez Gutiérrez
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Las incursiones de indios se suceden sin interrupción por todos los puntos del
estado y no hay día ni hora en que una nueva desgracia no aumente el catálogo
de las que han reducido a estos habitantes a la más lastimosa situación… [estará
de acuerdo en] que las fuerzas de las ColoIonias Militares que hay no prestan
servicio alguno que corresponda a su objeto según se me ha manifestado…16
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“… Los filibusteros gritaron vivas por José María Carbajal, quienes fueron
secundados por los parroquianos de las tabernas y cabaretes (sic) de la
mencionada villa …”.22
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Art. 29 Cada una de éstas [colonias] llevará el nombre del lugar en que se
establezca, y sólo en el caso de no ser conocido, se le dará otro que se juzgue
conveniente, evitando en todos casos la confusión con algún lugar inmediato.
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Licenciado Francisco Javier Rodríguez Gutiérrez
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El Archivo del Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista Venustiano Carranza
y otros fondos revolucionarios
F
ue indudable que la movilización de las fuerzas constitucionalistas
que venían triunfadoras del norte del país hacia la capital de la
República a fines de julio de 1914, habrían causado admiración a
los expertos militares, pero también se destacaría notable el movimiento
de las fuerzas administrativas articuladas por instrucciones del Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza, que sin
importar las dificultades que se enfrentaban por razones de la campaña
y operaciones militares, protegió el cambio frecuente de transporte de
la documentación de su gobierno itinerante.
Don Venustiano, a donde se dirigiera por las exigencias
políticas y militares, llevaba consigo su archivo con documentos,
su correspondencia particular y oficial, sus apuntes, notas, cartas,
impresos, oficios, circulares, decretos, telegramas, algunos de ellos
en clave y descifrados, inventarios, memorandas, fotografías, recortes
de periódico y periódicos, así como los archivos y documentos de las
distintas secretarías, departamentos, fábricas, almacenes generales
de artillería, vestuario y equipo, de depósito, aduanas, secciones,
servicios, incluyendo el secreto, agencias como la Comercial
Constitucionalista y sus boletines que distribuían miscelánea de
noticias del constitucionalismo en los Estados Unidos principalmente
en New York, San Francisco y Los Ángeles, California, etc., que
eran llevados en cajas de madera que se cerraban con candados, se
numeraban y se pintaban con colores diferentes para distinguirlos.2
También, se resguardaban los documentos que los contrarios a la causa
del constitucionalismo, habrían abandonado.
Por ejemplo, fueron los generales Pablo González y Manuel
Willars González, quienes recuperaron una mayoría del archivo del
general Félix Díaz cuando don Pablo tomó la ciudad de México para
gobernarla a partir de julio de 1915. La correspondencia felicista fue
integrada a los archivos de los generales citados.
Los registros, documentos, correspondencia y papeles de la
Primera Jefatura se empacaban en treinta minutos en cuanto se
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Mujeres en el constitucionalismo
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Epílogo
119
Cronología de los sucesos históricos
que alberga el archivo del
Colegio de las Vizcaínas
L
a Cofradía de Aránzazu fue fundada en la Nueva España por
vascos naturales de las provincias de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa
y el Reino de Navarra, que llegaron con un interés primordial: la
afamada riqueza del virreinato novohispano.
Muchos de ellos se convirtieron, rápidamente en prósperos
empresarios. Sin embargo, fueron testigos y participes del crecimiento
de una sociedad cada vez más multicultural, y preocupados por
mantener el vínculo nacional que les daba identidad, decidieron
conformar una cofradía, la Cofradía de Aránzazu piadosa institución
cuyo nombre evoca a la virgen patrona de su lugar de origen. Los
cofrades establecieron numerosas obras pías, destinadas a niñas
huérfanas y mujeres desamparadas. La mejor expresión de tan especial
propósito es la creación de un colegio.
Así casi a mediados del siglo XVIII el esfuerzo de la cofradía
se centró en un objetivo primordial, una de las más admirables
construcciones en la Nueva España, el Colegio de San Ignacio de
Loyola, para proteger niñas, educándolas. La constitución a la letra
dice así: “En 1º de noviembre de 1732, convocados con cedula ante
bien y congregados el Rector y diputados de la Ilustre mesa…, se trató
y acordó fundar el Colegio de San Ignacio”.1
Este es el comienzo del gran proyecto, siendo Rector el Ilustre
Don Juan José Eguiara y Eguren se acuerda, pues, la fundación y
construcción del Colegio de las Vizcaínas, esta institución serviría
para amparar y educar a las mujeres huérfanas y viudas, y como tales,
desprotegidas. Pero sólo aquellas de origen vasco. Conviene recordar
que el objetivo de la cofradía es estrechar los lazos de los vizcaínos en
una nueva tierra que no esa la suya.
Los principales iniciadores de esta idea fueron Manuel de
Aldaco administrador de gran inteligencia, voluntad dura, buen
negociante y muy generoso; a quien, se le vio con gran entusiasmo
en la edificación de dicho colegio, donando incluso uno de los
retablos de la capilla y dotando a niñas para su ingreso. Siempre
se destacó por su incansable ayuda. Francisco de Echeveste militar
que llegó a ser Rector de la cofradía en 1740, y que supo manejar
con éxito circunstancias adversas, y que durante su gobierno la
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El archivo
Constitución IV
Del archivo del colegio y del cofre de sus rentas
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Movimientos independentistas
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Intervención francesa
En 1862, llega al Colegio de las Vizcaínas una carta del Cuartel maestre
donde se notificaba que: “…se establecieran tres hospitales de sangre
hacia los cuatro rumbos de la capital en los edificios que para ello
fueren convenientes se han fijado en consecuencia los siguientes: al
oriente el convento de la Santísima… al norte… Santiago Tlatelolco, al
este el edificio inmediato a San Hipólito, y al sur una parte del Colegio
de las Vizcaínas”. 15 se sabe que se llevó a acabo, pero no se utilizó, sino
hasta el siguiente año.
El 16 de marzo de 1863 es tomada la cuidad de México por el
ejercito francés cuyo mando corría a cargo de el general Forey, y para ese
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Decena Trágica
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Mesa II
“Ejércitos Prehispánicos
y el proceso de conquista”
Moderador:
Doctora Ana Rita Valero de Garcia Lascuraín
Índice
Mesa II
E
l objetivo central de este trabajo es mostrar cómo fue la aplicación
del arte de la guerra en el México Prehispánico, no se enfoca a
descripción especifica de las batallas ocurridas entre grupos
antagónicas, se interesa por el desarrollo, evolución y aplicación de la
guerra, en cuanto a la táctica, estrategia, logística empleada en base
a los medios con que contaron, formas de actuar y costumbres, se
considera el factor religioso, social, político y económicos.
Los resultados obtenidos en la guerra permitieron a las
sociedades prehispánicas dominantes, alcanzar altos niveles de
civilización basada en una combinación religiosa –político –militar,
que obligaba a los pobladores a mantener buenas relaciones con
sus dioses alimentándolos con corazones de guerreros enemigos, a
cambio de beneficios como las lluvias y tributos.
Las sociedades prehispánicas fueron teocráticas y militares,
que dieron a la guerra una importancia mística, mágica religiosa,
asociada con los ciclos astrales, particularmente la luna y el sol,
también recibió el carácter de sagrada y obligatoria a la que se le
llamo “Guerras Floridas”, cuyo objetivo fue capturar guerreros
para el sacrificio a sus dioses, en este trabajo se da preferencia a la
sociedad azteca, mexica o tenochcas1 por ser la organización social
que más destaco en el desarrollo de la guerra ya que logró someter
a la mayor parte de las sociedades de Mesoamérica.
Para los mexicas la principal profesión fue la de las armas, la
vincularon con la mayoría de sus actividades, se hacían llamar el pueblo
del sol2 y su dios más venerado fue el de la guerra –Huitzilopochtli-,
lo consideraban su principal protector, el sobresalir en esta profesión
les daba prestigio y estatus social, de hecho, el gobernante o Huey
Tlatoani3 debería haber realizado actos de valor donde se ponía a
prueba su ingenio militar y en la fiesta de su coronación se sacrificaban
victimas capturadas por él mismo.4
La forma de realizar la guerra en Mesoamérica fue común,
ya que los pueblos que la integraban coincidían en sus objetivos
y aplicación, pues las comunidades derrotadas se convertían en
fuente de mano de obra y tributarios, las sociedades dominantes
fueron cada vez más poderosas al grado que llegaron al grado
135
Tte. Cor. Inf. Miguel Ángel Ibarra Bucio
Los orígenes de los mexicas y los hechos que ocurrieron hasta que se
establecieron en Tenochtitlán, se encuentra asentados en documentos
como La tira de la peregrinación o códice Butorini, códices Mendocino,
Azcatitlan, Ramírez, mapa de Sigüenza, entre otros documentos y los
relatos por personalidades como Alva(sic) Ixtlixóchitl, fray Bernardino
de Sahagún, Francisco Javier Clavijero, por nombrar algunos, en ellos
se presentan versiones que coinciden en lo siguiente:
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Nacimiento de Huitzilopochtli
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I. Entiende, que no es aquí tu casa donde has nacido porque eres soldado.
II. Que eres ave y soldado que está en todas partes.
III. Tu propia tierra, otra es, estas prometido al campo donde se hace la guerra.
IV. Tu oficio es la guerra, es dar a beber al sol sangre de los enemigos y dar de
comer a la tierra, con los cuerpos de tus enemigos.
V. Tu propia tierra, es la casa del sol, por suerte serás digno de morir en este
lugar y recibir en el muerte florida.
VI. Tu hogar no está aquí, porque eres un águila o un jaguar, esto es sólo un
lugar donde anidar, la guerra es tu tarea.
VII. Quizá merezcas la muerte por el cuchillo de obsidiana [en sacrificio],
que tu corazón no vacile, que desee y ansíe el florecer de la muerte”.33
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Alianzas militares
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Conclusiones
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La conformación militarista
de la sociedad Mexica
Maestro Emmanuel Márquez Lorenzo
A
l desarrollarse la sociedad mexica como cabeza imperial, los
gobernantes necesitaron justificar la posición de los grupos
dominantes, por lo cual reescribieron su propia historia,
haciéndose ver como pueblo elegido en los actos de dominación
política. Desde inicios de la mítica peregrinación de los mexicas
se distinguen rasgos bélicos, diseñados a favor de los mecanismos
ideológicos de justificación en sus actos expansionistas.
El discurso histórico oficial establecido por los mexicas,
hacia el siglo XVI, es una forma de reforzar ideológicamente su
poder hegemónico (Limón 1990:118-122), en especial, por la
destrucción de documentos pictográficos en época del gobernante
Itzcóatl, realizada con el fin de suprimir aspectos de su historia que
fueran menospreciados por otros pueblos (Sahagún 2006:593). De
esta manera, es posible determinar que el discurso histórico fue
reconstruido, a favor de justificar nuevas relaciones de dominación.
Según Silvia Limón, el peregrinaje mexica tuvo como fin establecer
a este grupo en un espacio arquetípico, desde donde dominaran a las
demás poblaciones y obtuvieran sus riquezas (Limón 1990:95-122).
La forma de alcanzar esos fines fue, físicamente, mediante la guerra,
e ideológicamente, con el fortalecimiento del dios Huitzilopochtli,
representación del sol, con corazones humanos. Con el tiempo, y ya
en su papel de pueblo dominador, se hacen representar a sí mismos
como elegidos en su empresa, y justifican de esa forma sus acciones
militaristas.
De acuerdo con las fuentes, los mexicas se llamaron
originalmente aztecas y vivieron en un poblado llamado Aztlan
(Códice Aubin 1980:11), de donde partieron porque su dios les había
prometido poder y riquezas en otro sitio (Códice Ramírez 1975:13;
Tezozómoc 1998:24). Durante la peregrinación, enfrentan a los
mimixcoas, a quienes vencen y sacrifican en honor a su deidad sobre
unas biznagas, y en esos momentos, Huitzilopochtli se “aparece” bajo
la forma de un águila y otorga al pueblo mexica el átlatl, el arco, la
flecha y la red. Desde este momento histórico concreto –deformado
por la ideología de los grupos dominantes mexicas– se atribuyen a sí
mismos cualidades relacionadas con el ejercicio de la guerra.
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Maestro Emmanuel Márquez Lorenzo
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La política militarista
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Conclusiones
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Las batallas postconquista:
visión histórica de sus estrategias militares
L
a beligerancia1 juega un papel fundamental para la organización
de los grupos humanos, y es brindarles tranquilidad y protección
sobre lo que suceda en su entorno socio espacial inmediato.
Las batallas, vistas como sucesos formados de agresividad,2
son acontecimientos que se relacionan a eventos significativos que
quedan marcados en las sociedades, mediante estos hechos se conocen
ideologías y tecnologías presentes en un momento específico.3
Es por lo anterior, que conocer la historia particular de las luchas
de conquista y postconquista, de las cuales derivo el nacimiento y
consolidación de una nueva cultura, la novohispana, sobre todo en
territorio norteño, es fundamental pues esto se relaciona con la visión
ideológica y cultural de los grupos actuales.
Un aspecto fundamental para reconstruir la batalla es el reconocer
a las partes involucradas en el conflicto, así como sus estrategias en la
lucha, pues éstas se relacionan con aspectos identitarios. En las batalla
de postconquista en el Norte de México fueron tres los protagonistas
fundamentales, los indígenas norteños (mayormente chichimecas),
indios aliados y los conquistadores españoles, cada uno de ellos con
rasgos y técnicas específicos que hicieron de este acontecimiento algo
memorable, ya que marco el rumbo de la historia nacional.
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Maestra Adriana Macías Madero
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Ejército indígena
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Aztecas
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Los tlaxcaltecas
Eternos enemigos de los aztecas, los cuales nunca fueron sometidos por
éstos, frecuentemente se aliaban a grupos que no fueran subordinados
por los mexicas (Cholula, Huexotzingo, Atlilco y Tliliuhqui - Tepec)
para hacer resistencia en los ataques que otras etnias recibían del
ejército dominante, estas alianzas servían para abastecerse de armas y
aprovisionamiento de recursos.51
Los hombres que participaban en las batallas usaban de manera
muy eficaz el arco y la flecha, puesto que eran grupos que obtenían
algunos insumos de la caza, aproximadamente el número mayor de
combatientes dentro de la hueste de Tlaxcala, antes de la llegada de
los iberos, fue de cincuenta mil tropas, las cuales provenían de las
ciento cuarenta y tres cabeceras, donde los flecheros se organizaban en
grupos de cuatrocientos.52
El plan de ataque consistía en realizar formaciones de escuadrones,
es decir, se alineaban en tropas con lo que sostenían la fuerza de la
hueste, si la primera caía, atrás venía otra que supliría a la anterior y
así sucesivamente. Al final de las formaciones se encontraban algunos
flecheros que estaban a la espera de que el enemigo se debilitara o
perdiera la formación y así poder atacarlos.53
Los tlaxcaltecas contaban con órdenes militares dentro del
ejército, como los Tizatlan que peleaban con una garza disecada en
la espalda, otros llevaban una tira blanca y roja atada en la cabeza,
con la cual se sujetaban plumas, lo cual los distinguían dentro del
campo de batalla.54
Parte fundamental de las estrategias defensivas y ofensivas de
este grupo indígena dependían de la vigilancia que tenían sobre sus
enemigos por lo que nunca estaban descuidados.55
Como factor recurrente en los ataques estos guerreros, solían
realizar celadas cuando el enemigo estaba avanzado en territorio
tlaxcalteca, esta acción consistía en mandar unidades móviles (gente
que servía como anzuelo), las cuales provocaban el ataque y mientras
combatían contra el enemigo, de los flancos salían flecheros que
rodeaban a los contrarios. Cuando este contingente se enfrentaba en
combate con otros, tenía la desventaja de perder demasiado tiempo de
acción dentro del campo de batalla, ya que le daban gran importancia
a recolección de los cuerpos de los caídos.56
Los tlaxcaltecas eran excelentes arqueros, pero la eficiencia en
el uso de esta arma también se relacionaba con la velocidad de los
movimientos de las tropas, las cuales cubrían la mayor parte del área
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Grupos norteños
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Armas de impacto
La indumentaria defensiva
El Ejército Español
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Las armas
Armas de impacto
Armas de fuego
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Rebeliones Post-Conquista
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Consideraciones finales
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Estudio multidisciplinario de la lanza
en el México Antiguo
L
a presente ponencia pretende dar a conocer el origen, evolución,
función y distribución espacio temporal de la lanza en el México
Antiguo. Para tales efectos se llevó a cabo una investigación
multidisciplinaria tomando en cuenta los hallazgos arqueológicos, las
fuentes escritas y documentos pictográficos. De igual forma se llevó
a cabo una serie de experimentaciones para conocer las funciones
lesivas de esta arma.
Definición y clasificación
Clasificación funcional
El Precláscio
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El clásico
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Posclásico
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La lanza mexica
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Interpretación
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del siglo XVI, por error, como armas japonesas que llegan con
el regalo de Toyotomi Hideyosi de 1584. Por eso se montaron
con las armaduras japonesas junto con algunos elementos turcos
procedentes posiblemente de la batalla de Lepanto (1571). A
los armeros de Felipe II debieron parecerles objetos exóticos, sin
procedencia, que inmediatamente asociaron a las japonesas.”
Para Soler del Campo estas piezas son efectivamente auténticas
y creo que salen fuera de la expectativa que en algún momento
pensábamos de lo que era un macuahuitl de los tan representados
en códices. También debemos esperar a que algún ejemplar
arqueológico de contexto salga a la luz quizá en las exploraciones
de Templo Mayor o en los diversos sitios de la zona imperial
mexica para corroborar o desechar esto.
Las interpretaciones podrán ser muy variadas y la información
y rastreo del artefacto serán con el paso del tiempo una de las
principales herramientas para dilucidar si efectivamente nos
encontramos frente a las únicas fotografías de dos auténticas
armas prehispánicas. Dejo a consideración de los colegas el
estudio de estas imágenes.
De las manifestaciones plásticas hasta ahora mencionadas
no se ha reconocido el tipo de lanza con navajillas de obsidiana, es
interesante este hecho ya que nuevamente el registro arqueológico
se contrapone con lo que las fuentes escritas y sobre todo las
representaciones iconográficas en códices se aprecia el tipo
de lanza completamente de madera con las debidas navajillas
prismáticas de obsidiana.
• 2.00 de largo
• 15 cm Diámetro del hasta
• 40 cm de largo de la punta
• 8 cm de ancho de la punta.
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Doctor Marco A. Cervera Obregón
Conclusiones
208
El sitio de México-Tenochtitlan
en la perspectiva de la tradición
militar castellana medieval
Doctor Martín F. Ríos Saloma
I. Introducción
E
l 13 de mayo de 1521 Hernán Cortés dio inicio formal al sitio de
la ciudad de México-Tenochtitlan tras haber hecho el alarde y
haber escuchado misa y haber realizado una confesión general.
El sitio duró, como es bien sabido, noventa y tres días, al cabo de
los cuales la ciudad se rindió presa del hambre y la desolación y fue
prácticamente arrasada desde sus cimientos.
La historiografía mexicana de corte nacionalista ha hecho del
suceso uno de los episodios más dramáticos de nuestra historia,
dado que tras la derrota de la otra poderosa capital, los indígenas
caerían en la esclavitud, el mundo mesoamericano desaparecería y
se abrirían trescientos años de dominio colonial. Esta historiografía,
ha subrayado asimismo la violencia ejercida por los conquistadores
españoles y ha obviado, en general, el auxilio que prestaron a las
huestes castellanas no sólo los tlaxcaltecas y huejotzingas, sino
diversos pueblos ribereños.1
La proximidad del quinto centenario de la conquista de México-
Tenochtitlan y su conmemoración se presentan como el marco idóneo
para volver sobre este acontecimiento central de la historia mexicana
con una mirada estrictamente científica que permita analizar nuevos
elementos, tales como las estrategias bélicas puestas en marcha por
ambos contendientes, así como los elementos políticos, religiosos
y simbólicos puestos en juego, pues sólo ello permite explicar con
satisfacción la dureza y duración del sitio.
De igual forma, es menester ampliar la óptica de análisis con el
fin de insertar el proceso de reconocimiento, conquista y colonización
de América en el marco de la expansión europea en general que inició
en el siglo XI y que significaría a la postre el trasvase de experiencias
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Tras una larga travesía que lo llevó de las costas del Golfo al altiplano
central, Hernán Cortés y su hueste contempló la ciudad de México-
Tenochtitlan en noviembre de 1519.13 El sombro y admiración que ésta
despertó en los peninsulares es de sobra conocido, pero no por ello debe
obviarse el conocimiento que sobre la estructura y organización de la
ciudad adquirió Cortes y que no sólo plasmó en sus Cartas de relación,
sino que utilizaría posteriormente durante el asedio, tal y como ocurrió
con el monarca Alfonso VI al conquistar Toledo.14
Aposentados por Moctezuma en su propio palacio, el futuro
Marqués del Valle apresó al Tlatoani mexica, materializando con ello
una vieja práctica militar del espacio europeo común entre la nobleza:
hacer cautivos de guerra para exigir su rescate. Así las cosas, Cortés
recibió las nuevas del desembarco de Pánfilo de Narváez y salió a
hacerle frente, dejando como su lugarteniente a Pedro de Alvarado.
Tras la matanza de Templo Mayor en la fiesta de Tóxcatl, los mexicas
respondieron a la agresión sitiando a los españoles y sus aliados en uno
de los templos. Cortés llegó en auxilio de sus correligionarios y aunque
intentaron escapar de noche, el ataque mexica fue de tal magnitud
que en aquella noche triste del verano de 1520 se perdieron hombres,
caballos armas y una parte no menor del botín de guerra. La victoria
mexica, celebrada por los habitantes de la ciudad, fue opacada por la
epidemia de viruela que se propagó a partir de septiembre del mismo
año generando una gran mortandad entre la población.15
Refugiado en Tlaxcala, entre septiembre de 1520 y marzo de
1521 Cortés preparó el sitio de Tenochtitlan: mandó fabricar trece
bergatines para asediar a la ciudad por el agua, como había ocurrido
en Sevilla; ordenó el abastecimiento de víveres y pertrechos de guerra
y selló alianzas –para las que utilizó la persuasión y la violencia- con
los pueblos de la ribera de la cuenca de México.
Antes de que terminara el año de 1520, los mexicas tuvieron
noticias de que las huestes castellanas se preparaban para la guerra y
215
Doctor Martín F. Ríos Saloma
Yo buscaba siempre, muy poderoso Señor -explica Cortes- todas las maneras y
formas que podía para atraer a nuestra amistad a estos de Temixtitan: lo uno,
porque no diesen causa a que fuesen destruidos; y lo otro, por descansar de
los trabajos de las guerras pasadas, y principalmente porque de ello sabía que
redundaba en servicio a vuestra majestad. Y donde quiera que podía haber
alguno de la ciudad, se lo tornaba a enviar, para los amonestar y requerir que
se diesen de paz.19
[…] a 28 de abril de dicho año hice alarde de toda la gente y hallé ochenta y
seis de cavado y ciento diez y ocho ballesteros y escopeteros, y setecientos
y tantos peones de espada y rodela, y tres tiros gruesos de hierro, y quince
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Doctor Martín F. Ríos Saloma
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Doctor Martín F. Ríos Saloma
con los aliados de los mexicas, particularmente con los colhuas, para
evitar que continuaran brindando apoyo a los mexicas.
Las violentas jornadas se sucedieron a lo largo de los meses
de junio y julio en una guerra en la ora se hacían con la ventaja los
mexicas, ora la recuperaban los españoles. En un par de batallas los
mexicanos capturaron a varios españoles e indígenas enemigos y los
sacrificaron en Tlatelolco. Este hecho convenció a los mexicas de que
Huitizilopochtli estaba de su lado y decidieron ofrecer una resistencia
aún más feroz y vencer o morir en batalla. Antes esta actitud, el capitán
extremeño consideró que lo más conveniente era solicitar la rendición
de la ciudad y evitar una mayor mortandad, tanto a los suyos como a los
mexicas, pero las sucesivas embajadas que envió fueron infructuosas.
Finalmente la balanza comenzó a inclinarse a favor del bando
que contaba con la superioridad numérica y el apoyo mayoritario de los
pueblos ribereños, de tal suerte que Pedro de Alvarado logró penetrar
en la plaza de Tlatelolco, aunque encontró una tenaz resistencia
comandada por Tzoyectin, Temoctzin y Tzilacatzin;29 en esta batalla
se capturaron más de cincuenta españoles y otros indígenas que
también fueron sacrificados. Pocos días después, las tropas de Alvarado
realizaron un segundo intento por conquistar la plaza de Tlatelolco
en el que finalmente lograron quemar el templo. En la defensa de la
plaza participaron numerosos hombres y mujeres, pero a la postre las
huestes españolas y sus aliados indígenas barrieron a los defensores,
pues a pesar de su valentía, la falta de alimentos los había debilitado
considerablemente. Los informantes de Sahagún describen con gran
realismo y tristeza la situación:
Y todo el pueblo estaba plenamente angustiado, padecía hambre,
desfallecía de hambre. No bebían agua potable, agua limpia, sino
que bebían agua de salitre. Muchos hombres murieron, murieron de
resultas de disentería.
Todo lo que se comían eran lagartijas, golondrinas, las envolturas
de las mazorcas, la grama salitrosa. Andaban masticando semillas de
colorín y andaban masticando lirios acuáticos, y relleno de construcción,
y cuero y piel de venado. Lo asaban, lo requemaban, lo tostaban, lo
chamuscaban y lo comían. Algunas yerbas ásperas y aún barro.
Nada hay como este tormento: tremendo es estar sitiado.
Dominó totalmente el hambre. Poco a poco nos fueron replegando a
las paredes, poco a poco nos fueron haciendo ir retrocediendo.30
Cuando Cortés se enteró de la situación en que estaba la
población nuevamente les solicitó la paz. En una primera entrevista
Cuauhtémoc mandó a sus embajadores a decir que no se rendirían. En
219
Doctor Martín F. Ríos Saloma
[…] por manera que no hubiese un paso adelante sin lo dejar todo asolado, y
lo que era agua hacerlo tierra firme, aunque hubiese toda la dilación que se
pudiese seguir. Para ello yo llamé a todos los señores y principales nuestros
amigos, y díjeles lo que tenía acordado; por tanto, que hiciesen venir mucha
gente de sus labradores, y trajesen sus coas […] y ellos me respondieron que
así lo harían de muy buena voluntad, y que era muy buen acuerdo; holgaron
mucho con esto, porque les pareció que era manera para que la ciudad se
asolase, lo cual todos ellos deseaban más que cosa del mundo.32
Es muy verosímil que el capitán don Hernando Cortés había enviado muchos
mensajeros al señor de México, Cuauhtemoctzin, para que se rindiese antes de
que los matasen a todos, pues ya no tenían ningún remedio. Y en este punto en
que estaba agora el negocio de la guerra es cosa muy cierta que ya el señor de
México […] había dado la palabra a los mensajeros del capitán don Hernando
Cortés que se querían rendir. Y a este propósito se puso en el pabellón, en el
tapanco, el capitán don Hernando Cortés, esperando que viniese a su presencia
el señor de México […] con los demás principales a ponerse en sus manos.
Y ainsí […] Cuauhtemoctzin, con todos los principales que con él estaban,
viniéronse a donde estaba el marqués en canoas […] Y cuando le llevaban a
presencia del capitán don Hernando de Cortés, comenzaron toda la gente
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Doctor Martín F. Ríos Saloma
mexicana que estaba en el corral diciendo: “ya va nuestro señor rey a ponerse
en las manos de los dioses españoles”.33
IV. Conclusiones
221
Doctor Martín F. Ríos Saloma
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Doctor Martín F. Ríos Saloma
223
Mesa III
Moderador:
Doctor Jorge Eugenio Traslosheros Hernández
Índice
Mesa III
E
n términos generales, los estudios que se ocupan de analizar las
milicias en el mundo colonial americano hacen caso omiso de
la existencia de milicias de indios. En el mejor de los casos, se
señala que, aunque desde el siglo XVI se implementaron leyes que
prohibían a los indios portar armas, existieron situaciones de excepción
–principalmente en la frontera norte- en las que la aplicación de
estas leyes fue bastante más laxa que en el centro del virreinato. Sin
embargo, la historia militar no se ha ocupado de analizar el papel que
jugaron estas fuerzas en la expansión y mantenimiento del sistema
colonial en la Nueva España, pues se parte de la idea de que, debido a
su carácter local y limitado, su importancia en términos históricos es
poco significativa.1 Ello posiblemente se debe a que existe la tendencia
a creer que la política de la Corona fue siempre congruente en el
sentido de desarmar a los indios y no permitir su participación en
labores relacionadas con la milicia.
Un ejemplo de esta postura se encuentra en la obra de Christon I.
Archer quien, basándose en un informe de 1792, señala que “después
de dos siglos y medio, en que la política española había sido desarmar
a la población de las culturas indígenas colonizadas y desalentar
todas las corporaciones militares, excepto las más esenciales, quedó
muy poco de la tradición guerrera de los conquistadores y de los
indios”. De acuerdo con Archer, el papel de los indios en asuntos
relacionados con la milicia fue mínimo; esta postura ha sido repetida
con frecuencia de forma acrítica.2
Por lo que toca a la historiografía sobre la población indígena
novohispana, durante décadas las milicias de indios no corrieron con
mejor suerte. Y es que, frente a temas recurrentes como las rebeliones
y la resistencia indígena, estos “otros” indios, que no estaban en
franca resistencia frente al dominio hispano y que, por el contrario, se
asumían como “soldados del rey”, han llamado poco la atención de los
historiadores y, en el peor de los casos, han sido “acusados” de haber
colaborado en la reproducción del sistema de dominación colonial.3
Así, aunque ya en 1963 María del Carmen Velázquez publicaba
un sugerente artículo sobre la presencia de estos indios armados a
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Armamento
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San Esteban desecharon muy pronto el empleo del arco y la flecha para
sustituirlo por armas de origen español. En 1668, el cabildo de San
Esteban ordenó que todos los hombres aptos para el servicio miliciano
se presentaran a declarar las armas y caballos con que contaban,
con el objeto de “reconocer las que faltan o a quienes les faltan para
mandarles las tengan prontas, con un caballo cada uno por lo menos,
ya sea metido en el situado o tenerlo en su casa para las situaciones que
se ofrezcan contra los enemigos rebelados a la real corona que tanto
infestan estas fronteras”. La orden del cabildo dio como resultado que
se presentaran 82 hombres útiles para el servicio, todos con al menos
un caballo, si bien hubo algunos que presentaron hasta cinco o seis.
En total, estos 82 hombres contaban con 180 caballos, 65 arcabuces,
81 adargas,54 11 lanzas, así como un par de espadas, dos alfanjes,
unas pocas lanzas y adargas. Once se presentaron con pecho, ocho
con “todas las armas”, dos con terno de armas y uno con cota. Los
soldados menos equipados presentaron sólo adarga y lanza además
de su caballo. Y a nadie resultó extraño que ninguno de estos indios
contara con arco y flecha.55
Entre las milicias de las fronteras de Colotlán también se extendió
el uso de arcabuces y alabardas, aunque en fecha más tardía y sin llegar
nunca a desplazar totalmente al arco y la flecha.56 Así, para 1702 sólo
el barrio de tlaxcaltecas de la cabecera de Colotlán, y los pueblos
vecinos de Santiago y Santa María, contaban con arcabuceros entre
sus milicianos: nueve en Tlaxcala, dos en Santiago y cuatro en Santa
María.57 Para mediados del siglo XVIII el empleo de arcabuces se había
extendido a otros pueblos de la jurisdicción; así, a la convocatoria del
capitán protector para ir a pacificar a ciertos indios sublevados de San
Andrés del Teúl en 1749, se presentaron 70 soldados de infantería de
los tres barrios de la cabecera, más 26 a caballo armados de adargas,
lanzas y escopetas y “no mal avío de municiones”. A su paso por Santa
María, se presentaron los capitanes de este pueblo y de Tlalcosagua y
Huejúcar con sus banderas y listas de soldados flecheros y escopeteros,
y al pasar vista de las armas el protector encontró que había “doce
mil flechas bien acondicionadas, 90 escopetas con 28 libras de pólvora
y 50 de balas, 230 adargas dobles y 8 lanzas” que presentaron 300
soldados, de los cuales escogió sólo 200 para acompañarle.58 Para 1789,
21 de los 26 pueblos de las fronteras de Colotlán mantenían “cada una
según su fuerza” doce o catorce hombres armados con escopeta, los
cuales se formaban delante y detrás de las banderas para su custodia.
No obstante, el grueso de los soldados seguían siendo flecheros, a
excepción de los sargentos armados con alabardas. Sólo los milicianos
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de los pueblos de San Sebastián, Santa Catalina, San Andrés del Teúl,
San Andrés Coamiata y Camotlán —mismos que eran señalados como
los más diestros en el uso del arco y la flecha— no usaban escopetas,
pero en cambio estaban todos armados con adargas.59
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Libertad al servicio de la Corona
D
urante los primeros años de la época virreinal la vida fue difícil
y complicada para todos los grupos étnicos que habitaron en
las nuevas propiedades de la corona española, incluso, para la
misma realeza implicó un reto el conocer, organizar, legislar, y controlar
aquellas grandes extensiones de tierra con diferencias territoriales y
poblacionales tan marcadas. Para el caso concreto, de lo que se nombró
como Nueva España, tuvo que apoyarse en los diferentes grupos de
habitantes originarios para la exploración y reconocimiento de la
geografía del lugar; de hecho, esta ayuda fue más allá de una simple
guía exploratoria, pues el éxito de que los españoles hayan logrado
controlar y dominar las poblaciones, que habitaban este territorio, se
lo deben a las adhesiones a sus filas de diferentes etnias originarias,
que lucharon al lado de un pequeño número de españoles, las razones
que llevaron a los indígenas a aliarse a estos fueron diversas.
Lo cierto es que cada parte como un medio para obtener sus fines.
A partir de entonces, la corona hizo uso de los indígenas para organizar,
controlar y explotar sus nuevas posesiones; por su ayuda se les otorgó
una serie de prebendas y privilegios, que de igual forma benefician
a los peninsulares, por ejemplo: al frente de los antiguos señoríos
se quedaron los antiguos tlahtoque o caciques, quienes no variaron
mucho la forma administrativa anterior; otro, es la condonación de
tributos o impuestos a indios dispuestos a enfrentar a los demás grupos
originales y a defender los intereses de los españoles (concretamente
ver el caso de los flecheros indígenas).
Es importante resaltar, que no todos los grupos originarios
aceptaron y asimilaron perfectamente el régimen español, durante
todo el virreinato hubo un sin fin de levantamientos por todo el
territorio, basta echar un vistazo a los archivos que dan cuenta de la
cantidad de casos registrados.
Por su parte, los peninsulares trataron de mantener sus privilegios
a costa de lo que fuera, después de una larga disertación acerca de la
naturaleza del indígena y de su capacidad, se determinó no esclavizarlo,
pero tampoco darle todas las garantías de la ley, por lo que, quedo
restringido en sus derechos al ser considerado como inmaduro o como
menor de edad, marcándolo así con una inferioridad social.
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Licenciado Oscar Rodríguez Galicia
Cimarronaje
A pesar de que este sector llego desde la etapa de los primeros contactos
de los españoles con el continente, no es sino hasta después de los
años treinta del siglo XVI cuando inicia el traslado masivo de africanos
hacia América. Dos motivos fundamentales marcaron este suceso: el
primero, fue la disminución de la población indígena a causa de las
epidemias y por la sobreexplotación laboral a la que fue sometida; el
segundo, por la emisión de la Real provisión, del 2 de agosto de 15301
donde el Rey de España prohibió formalmente esclavizar a los indios.
La mano de obra negra se utilizó en diversas áreas: agricultura,
ganadería, comercio, construcción, minería, obrajes, y en labores
domesticas donde hacían trabajos de limpieza y cocina, en algunos
casos fungieron como nodrizas, damas de compañía, lacayos o guardias
particulares. Las condiciones de vida dadas a los esclavos fueron muy
variadas, en ocasiones al ser servidumbre de casa, fueron tratados de
buena manera, como si fueran parte de la familia, pero en su gran
mayoría, las circunstancias en que los tenían eran las más inhumanas
e insalubres, las formas de reprenderlos iban desde una llamada de
atención, azotarlos o en los casos más extremos, para ejemplificar
lo que sucedía en caso de insubordinación, no les daban suficiente
alimento, los mutilaban, los quemaban, los encerraban, los ahorcaban,
los colgaban de las costillas o hasta los decapitaban.
Por tal motivo, es que durante los casi cuatro siglos que duro
la trata negrera hubo una serie de movimientos, orquestados por
africanos y sus descendencias que se negaban a aceptar la esclavitud a la
que fueron sometidos. Preferían escapar que quedar bajo condiciones
precarias de vida. Desde épocas muy tempranas del siglo XVI se da la
huida de esclavos, prueba de ello es la solicitud que realiza el Cabildo
de la Ciudad de México a la Real Audiencia, en 1531, para que se
nombraran recogedores de esclavos negros que escapaban,2 curioso
es que en este documento se hace hincapié en no maltratarlos al
momento de capturarlos. Otro ejemplo es la orden3 que se da en 1580
a la Justicia de Cuitzeo y de los pueblos cercanos para que aprehendan
a los negros cimarrones que están alzados en la estancia de Juan de
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Soluciones militares
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Licenciado Oscar Rodríguez Galicia
Dijo llamarse José María Villegas natural del pueblo de Teypan de edad 22
años de calidad mestizo, esclavo desde que tiene uso de razón de Don Francisco
Olivar hacendado del pueblo de Petatlán el que murió habrá nueve años y
quedó el declarante con su madre y otra hermana menor que también eran
esclavos en la casa de Don Gregorio de Olivar hijo de Don Francisco de cuyo
poder pasó en venta celebrada la casa del expresado Don Gregorio Olivar
donde ha subsistido hasta el mes de octubre que se vino a Teypan del año
próximo pasado de 1797 donde estaba su madre y de allí se puso en camino
para este Puerto donde sentó plaza para soldado en la Compañía Veterana el
día 15 de mayo del año pasado del 1798.
Preguntado por que no declaró que era esclavo cuando sentó plaza en la citada
Compañía. Dijo que por que se consideraba libre respecto a que sus mismos
amos se lo habían dicho. Preguntado si se le han leído las leyes penales, si
ha pasado revista de comisario, hecho el servicio de soldado y si ha sido
asistido en su Compañía con el presente vestuario y demás utensilios que le
han correspondido, dijo que se le han leído las leyes penales, pasado revista
de comisario hecho el servicio de soldado y que en todo se le ha asistido en su
Compañía como a todos los demás soldados, que no tiene mas que decir que lo
dicho en la verdad a cargo del juramento que ha prestado.8
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Conclusiones
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Las milicias en el sur de
la Nueva España a fines del Dominio Español1
L
as milicias cívicas se formaron en el sur de la Nueva España,
desde la segunda mitad del siglo XVI, para defender la costa de
los ataques piratas. Pero, en el XVIII, debido a que la corona
española estableció el ejército novohispano, en 1765, para proteger
sus dominios del poderío y política expansionista de Inglaterra,
este se integró en su mayor parte con contingentes milicianos de
civiles que vivían y trabajaban en sus comunidades y que sólo se
reunían periódicamente para ejercitarse en las armas, dirigidos por
algunos miembros del ejército regular.
En esas circunstancias, en 1781, se formó el Regimiento
Provincial de Infantería de la Costa del Sur -que fue la base de
la organización de las milicias hasta el fin del dominio español-
compuesto de dos batallones y 18 compañías distribuidas en Tixtla,
Chilpancingo, Zumpango, Chilapa, Tecpan, Atoyac y San Luis, en
las cuales se alistaron varios de los personajes que, años después,
participarían en la insurgencia.
Introducción
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Para 1789, las milicias en las costas del Sur habían aumentado y
llegaban a 35 compañías mixtas de infantería y lanceros así como seis
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Mesa IV
Moderador:
Doctora Evelia Trejo Estrada
Índice
Mesa IV
E
n Honor y recuerdo de mis hermanos mayores egresados del
Colegio Militar de la Fortaleza de Perote, Ver., de Bethlemitas, de
las Recogidas y del Legendario Chapultepec; quienes murieron
combatiendo en defensa de la Patria en la Gloriosa Batalla de la
Angostura: Comandante de Escuadrón don Juan Luyando, Capitán
Rodrigo del Frago, Comandante de Batallón Francisco de P. Leon,
Capitán de Caballería José María Bonilla, Capitanes Antonio Castro,
Antonio Landa y Agustín Lindem. Y de los que sobrevivieron: Domingo
Gayosso, Santiago Blanco, Florencio Azpeitia, Antonio Tenorio, Miguel
Blanco, Francisco Guitian, Joaquín Colombres, José María Carrasco,
Rafael Linarte, Luis G. Osollo, Genaro Noris, José María Ovando, Félix
G. Sandoval, José Díaz de la Vega, Juan Ordoñez, Agustín Peza, José
María Pichardo, Manuel Balbontín, Carlos y Francisco Palafox, Juan
Cardona, Vicente Ramírez, Platón Roa, Vicente Sartorio, Porta Guión
del 1/er. Regimiento de Caballería Vicente Piélago y muchos más.
Durante la Guerra de Intervención Norteamericana y
efectuadas las desastrosas batallas de Palo Alto y Resaca de Guerrero
los día 8 y 9 de Mayo de 1846 en las que la División del Norte al
mando del General don Mariano Arista y teniendo como segundo
jefe al General don Pedro de Ampudia; sufriera grandes bajas con la
dispersión de una gran parte de las tropas y abandono de casi toda
la artillería, motivo por el que dicho general fue sometido a juicio,
iniciándose la retirada hacia la H. Matamoros para después dirigirse
rumbo a Linares y a la Ciudad de Monterrey, habiéndose nombrado
como Jefe Interino de la División al General Don Francisco Mejía
quien envió un informe dirigido al Señor Ministro de Guerra y
Marina desde el Cuartel General en Linares el 13 de Junio de 1846,
en las que menciona la situación de las tropas a su mando “se carece
de competente dotación de municiones de artillería que solo existen
para pocas horas de fuego, la metódica y anticipada remisión de
caudales para la subsistencia del soldado es uno de los puntos vitales
que encarezco a V. E.” y sobre los invasores expresa: “el enemigo
funda su poder en la brillante y bien servida artillería y considero
que debemos nivelar nuestras fuerzas en número y calibres para que
correspondan los resultados”.1
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retirada hacia sus líneas. El Clarín de la Brigada Ligera anunció con toque
de Diana el triunfo de haberse apoderado del cerro, entre sus oficiales se
encontraban el Comandante de Batallón Leonardo Márquez, Alferez de
Caballería Tomás Mejía y Capitán Luis G. Osollo.
En la hoja de servicios del General Ampudia9 dice “Fué
mandando á la Acción de la Angostura la Brigada de Vanguardia
compuesta de 4 Batallones ligeros y el Regimiento de Húsares y con la
expresada, ocupando la derecha de la línea sostuvo la acción la víspera
de la Batalla, consiguiendo arrojar al enemigo en su tenaz empeño
de ocupar con una Brigada que destacó de la altura de las lomas con
objeto de desalojar los puestos de la Brigada de su mando que tenía.
Al día siguiente en su lado de la línea de la Batalla arroyó la izquierda
del enemigo cerca de un cuarto de legua y protegió la carga que dió
el General Guzmán á la reserva de la caballería enemiga”. Por esta
acción el General Ampudia obtuvo el ascenso a General de División.
Un encarnizado combate se efectuó el día 23 en el frente oriental
y las tropas mexicanas iban ganando terreno, sostenidas por una
batería de cinco piezas de a ocho al mando del General don Manuel
Micheltorena Jefe del Estado Mayor, el Regimiento de Ingenieros
á las órdenes del Coronel don Santiago Blanco atacó el centro de
las fuerzas enemigas haciéndolas retroceder hasta la Hacienda de
Buenavista, quitándoles tres piezas de Artillería; mientras tanto Santa
Anna organizó un ataque sobre el centro enemigo con dos divisiones
que formaron dos columnas y avanzaron por la derecha del camino,
recibiendo el fuego de la artillería, no obstante continuaron su marcha
donde arrollaron a las fuerzas defensivas norteamericanas.
No duró mucho la resistencia de los enemigos, pues los soldados
mexicanos cargaron sobre ellas a la bayoneta, la furia de nuestras
tropas no tenía límite, herían sin misericordia, la Brigada ligera rebasó
las líneas enemigas y fue a caer ante la retaguardia enemiga en la
Hacienda de Buenavista donde se hizo terrible resistencia que no
se pudo vencer por no contar con Artillería, tras esta Brigada había
seguido parte de nuestra Caballería la que tuvo un terrible encuentro
con la Norteamericana de reserva en combinación con una Brigada de
Infantería, derrotando la nuestra a la primera, a la cual rechazó con
grandes pérdidas siguiendo su marcha hacia la Hacienda de Buenavista,
si en esta acción hubiesen actuado los escuadrones del General
Miñon que debían estar en algún punto cercano, se habría tomado la
Hacienda y caído luego sobre la espalda del enemigo, precipitando su
derrota, pero aquella caballería que era el triunfo seguro y completo de
las armas mexicanas no estaba próxima como era su deber.
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Cuerpo de Ingenieros:
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El General Brigadier Pedro José Zarzosa de Oviedo, el
soldado amante de su Patria, la Constitución y las leyes,
consumador militar de la Independencia de México,
Una historia en el olvido
Licenciado Julio César Ramírez
Licenciado Jorge Andrés Zarzosa Garza
P
edro José Zarzosa de Oviedo, General Brigadier de los Dragones
Imperiales de la Libertad, primera División de Vanguardia
que sitió la capital de la Nueva España, logró la consumación
militar de la Independencia de México en 1821. Nació en la hacienda
de Bocas, San Luis Minas del Potosí, el 20 de julio de 1768; hijo del
Capitán del Regimiento de San Carlos, Juan de Dios Zarzosa, y de
Nicolasa Bárbara de Oviedo.1
Fue en la hacienda de Bocas donde primero se conoció la
noticia del “inminente estallido de la revolución”, que sería de
Independencia. Con mucha anticipación, el 29 de mayo de 1810, el
sacerdote católico Doctor José María Cos —quien después tendría
parte relevante en la causa insurgente y en el Congreso de Anáhuac o
de Chilpancingo— dirigió una carta desde la parroquia de San Cosme
de Burgos, Zacatecas, a su ahijado, el Capitán Juan Nepomuceno
de Oviedo, administrador de la hacienda de Bocas, mejor conocido
como “El Amo Oviedo”, para informarle que dos semanas atrás
habían aparecido en aquella ciudad pasquines insultantes y obscenos
contra gachupines. “Hace dos semanas aparecieron en las esquinas
pasquines muy insultantes y obscenos que entre otras cosas decían
¡Mueran todos los gachupines! ¡Salga esa canalla de forasteros
ladrones que han venido a cogerse lo que es nuestro!”.2
Inmediatamente “El Amo Oviedo” informó el contenido de
la carta al entonces Mariscal de Campo comandante de las armas
de San Luis Potosí, Félix María Calleja del Rey, lo mismo que al
propietario de la hacienda de Bocas, Conde del Peñasco, sobrino
de Antonia de Luna y Mora y Zarzosa.3 Respondió el Conde del
Peñasco con una carta al Capitán De Oviedo de fecha 20 de junio de
1810, manifestando que los emisarios de Napoleón son los que han
excitado a la plebe de Zacatecas.4 Ya desde el año 1767 el gobierno
colonial había pedido a los hacendados de San Luis participar en
la formación de ejércitos, a fin de contener los tumultos que se
registraban en la zona. Se puede decir que aquella fue la semilla del
actual Ejército Mexicano.
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y sirvió para hacer olvidar la impresión funesta que este suceso había
producido”. El 10 de enero de 1816, el Brigadier Miyares y Mancebo
certificó “que el Teniente Coronel D. Pedro Zarzosa desde el 26 de
noviembre último que se reunió a la División de mi mando con la
caballería se ha comportado con la bizarría que acostumbra en las
acciones que durante su permanencia en esta División se han dado, y
que ha desempeñado con el mejor celo y actividad cuantas comisiones
he puesto en su mando”.43
El 30 de abril de 1816, el cura y juez de San Agustín del Palmar,
Juan Herrera y Lobato, perteneciente al obispado de Puebla, certificó
la conducta del Teniente Coronel Zarzosa. “Ha guardado el mejor
orden en todas las ocasiones que la tropa ha estado en su feligresía
de El Palmar y pueblos comarcanos, no impuesto contribuciones ni
derrames, ha protegido a los hombres de bien, ha librado seguridad
a la agricultura y cría de ganado, ha perseguido a los rebeldes con
eficacia y tino, manifestando no solo sus talentos militares que posee
sino su mucho valor, que su conducta irreprensible le ha merecido
generalmente los elogios y respeto de los pueblos y que finalmente
este oficial benemérito, íntegro y desinteresado no se ha valido de
su autoridad sino solamente para emplearla según conviene al
servicio del Rey”.44 Cinco años después, el 27 de agosto de 1821,
Agustín de Iturbide dirigió desde San Agustín del Palmar, un parte
al Coronel Pedro Zarzosa, donde lo supone impuesto del desenlace
de la revolución “y de la felicidad con que se ha terminado el gran
negocio” de la emancipación política, según lo acordado con el
Excelentísimo Juan O’Donojú.45
El 3 de mayo de 1816, el Coronel del Regimiento de Dragones de
México, José Morán, certificó en Puebla que el Teniente Coronel del
Regimiento de Dragones Fieles del Potosí, Pedro Zarzosa, estuvo a sus
órdenes en la expedición a la plaza de Veracruz conduciendo el convoy
de platas desde la Villa de Jalapa en el año 1815; que “su infatigable
celo y actividad contribuyeron a este importante encargo, batiendo a
los enemigos que intentaron apoderarse del citado convoy”.46 Cinco
años después, José Morán, ya marqués de Vivanco, siendo jefe realista
del Coronel Pedro Zarzosa en Puebla, fue vencido por éste, que estaba
en combinación con el alto mando del Ejército Trigarante, al lograr la
rendición de la misma Puebla a mediados de julio de 1821, aceptando
aquél la capitulación. Salió Morán capitulado de Puebla a la hacienda
de Chapingo, propiedad de su esposa, la marquesa de Vivanco. Pidió
Zarzosa un empréstito a José Morán en 1821 a nombre de la Nación
para sostenimiento de la tropa que estaba sitiando la Ciudad de
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Al inicio del año 1821, la situación del país estuvo marcada por varios
enfrentamientos de tropas de Guerrero y realistas en el mes de enero,
tiempo en que empezaron los acercamientos de Agustín de Iturbide con
Vicente Guerrero que derivaron a la promulgación del Plan de Iguala,
el cual proponía un Congreso mientras decidían en España a quién
mandaban a gobernar al país. Por la clara acción independentista, el
Virrey Juan Ruiz de Apodaca declaró a Iturbide fuera de la ley y nombró
a Gabriel Armijo nuevamente jefe de la Comandancia del Sur.54 La
Ciudad de México permanecía bajo fuerte resguardo militar, Puebla
bajo el mando del Teniente Coronel Zarzosa, la Mixteca de Samaniego,
Oaxaca de Manuel de Obeso, Veracruz del Teniente Coronel Hevia, a
cargo de las villas de Orizaba y Córdoba.55
Sobrevino entonces la invitación de Iturbide a varios jefes
realistas para unirse a la causa independentista. Por su parte, José
Joaquín de Herrera tomó el mando de las tropas en San Juan de Los
Llanos, Veracruz, el 18 de marzo con 800 soldados. También llegó
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Preparando a las Fuerzas Armadas para un
enfrentamiento inminente: La reorganización del
Ejército Mexicano de 1839
Licenciado José Daniel Ramírez Reyes
D
urante 1833 y 1834 la situación política en la República
Mexicana fue muy tensa entre los diferentes partidos y
facciones que componían la vida política nacional. Mientras
que en el interior del país el federalismo encontraba espacios para
desarrollarse, en el centro del país se mantuvieron opiniones fuertes
sobre un cambio de sistema, que tendiera más al centralismo.
El titular del ejecutivo era el General Antonio López de Santa
Anna. En materia gubernamental, Santa Anna hizo una política
ambivalente para las dos facciones hasta que al fin, a finales de 1834,
se empezó a inclinar por el centralismo. Esto no fue del agrado de los
gobiernos de Zacatecas, Coahuila y Texas que expresaron su abierto
desafío al poder central.
El 28 de enero de 1835 el Congreso decretó la separación de la
Vicepresidencia de Valentín Gómez Farías, la licencia a Santa Anna
para que fuera a combatir a los opositores y el interinato del General
Miguel Barragán, todo el mismo día.1 Las entidades descontentas se
prepararon para defender su soberanía llamando a sus milicias cívicas.2
El 11 de mayo Santa Anna atacó la villa de Guadalupe. El
Ejército de Operaciones encontró resistencia por dos horas antes de
perseguir a las milicias con el gobernador a la cabeza. Fue una victoria
relativamente sencilla, considerando el material disponible por ambos
bandos. Inmediatamente después de la victoria Santa Anna entró en
Zacatecas y sus hombres se entregaron al saco y rapiña de la ciudad
y del rico mineral de Fresnillo. El resultado fueron 1,700,000 pesos
en plata remitidos a la capital además de armas y material militar
confiscados a los zacatecanos quienes tuvieron que ceder parte de su
territorio para formar el de Aguascalientes.3
La rebelión de Texas se originó en 1835 por las mismas causas de
la de Zacatecas, la defensa del sistema federal ante los cambios políticos
del centralismo. Esta guerra estuvo llena de contrastes. El origen de la
revuelta había sido para defender la Constitución mexicana de 1824
y su sistema federal y se radicalizó en una guerra de independencia.
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Cuadro 1.
Regimientos permanentes y sus batallones según la disposición oficial del 8 de julio de 1839
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Conclusion
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La batalla del Calabozo
La única que se ganó a los Norteamericanos en 1847
D
urante la invasión norteamericana (1846-1848) el territorio
mexicano experimentó una de las guerras más injustas de
mediados del siglo XIX; los distintos puntos geográficos del
país se vieron ocupados por las fuerzas del vecino del norte. La toma de
puertos y plazas en el centro de las ciudades del país, fue un hecho que
desencadenó la inestabilidad social, política y económica de México.
Por otro lado, el presidente de los Estados Unidos, James
Knox Polk (1845-1849), había afinado la estrategia expansionista
desde la anexión de Texas a su territorio en 1845, con el objetivo
de tener una guerra con México para así incorporar los estados de
Nuevo México y California. Asimismo, este plan dio resultado y
se pusieron en movimiento los ejércitos de los generales Zachary
Taylor y Winfield Scott quienes recibieron la orden de desplazar
a las compañías militares norteamericanas para entrar en la
frontera y en los puertos del Golfo y del Pacífico del territorio
mexicano; este hecho fue aprovechado con mayor facilidad por
las disputas internas entre la clase política mexicana que dejaron
espacios de vulnerabilidad y desorganización.
Dicha misión originó batallas en distintos puntos del país,
de las cuales se destacan las siguientes: la batalla de Monterrey
(21, 23 de septiembre de 1846), la de Angostura (22 de febrero
de 1847), Cerro Gordo (18 de abril 1848), Churubusco (20
de agosto de 1847), Chapultepec (13 septiembre 1847), y la
que nos ocupa en el presente trabajo que se llevó en el sitio
conocido como río del Calabozo, el 12 de julio de 1847 en las
inmediaciones de Huejutla, Yahualica, Huatla y Zacualtipán en
el hoy estado de Hidalgo y limítrofe con el estado de Veracruz.
Una batalla muy poco conocida, la cual abordaremos con el
objetivo de reconstruir y explicar los hechos acontecidos durante
el enfrentamiento de las Guardias Nacionales y las guerrillas
mexicanas comandadas por el General D. Francisco Garay en
contra de las tropas invasoras norteamericanas del Coronel
William Gates y Lewis G. De Russy.
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Conclusión
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manera en que se les ganó a los norteamericanos fue sin duda por el
apoyo prestado de las guerrillas y los habitantes de las poblaciones de
Tantoyuca, Huejutla, Yahualica, Ozuluama, Tempoal y Chicononamel.
Estos grupos de milicianos mal pertrechados se pusieron la carabina
del patriotismo al enterarse que el enemigo llegaría a Huejutla a
rescatar a 200 prisioneros norteamericanos enviados a la línea militar
del general Francisco Garay.
La clave de aquella victoria mexicana fue el posicionamiento de
los soldados mexicanos, guerrilleros y voluntarios en los matorrales,
arbustos y los árboles que circundaban en el río (la mayoría de ellos
sin poseer adiestramiento militar y sin un buen fusil). Ellos marcaron
la diferencia en el encuentro atacando por la retaguardia, lo que causó
en el enemigo vulnerabilidad y desconcierto. A pesar de que el general
De Russy sabía que en el río lo esperaba una emboscada de soldados
mexicanos para atacarlos, su poco olfato de estratega militar lo llevaría
a perder las hostilidades. Por el contrario, el general Garay nunca se
dejó influir por un exceso de confianza y en vez de ello su sensatez lo
llevó a dirigir una defensa heroica para Huejutla. Independientemente
de si el coronel De Russy tenía la intención de llegar a este lugar por los
200 prisioneros norteamericanos por la vía de la paz, fue demasiada
su incredulidad al pensar que los soldados del bando mexicano lo
recibirían sin ninguna objeción.
La superioridad de hombres fue otro punto a favor de los soldados
mexicanos; el general Garay llegó al río del Calabozo con 150 hombres
más los que se congregaron para evitar que el enemigo huyera rumbo
a Huejutla. Los voluntarios de los lugares cercanos que se adhirieron a
la batalla fueron engrosando las filas de los mexicanos rebasando a las
del enemigo. No se sabe con exactitud cuántos hombres participaron
en total por el lado mexicano; por parte del invasor, se calcula un
promedio de 150 soldados.
La retirada del enemigo fue la vía idónea ante una estrategia mal
planificada. La muerte del capitán Boyd y otros soldados fue la primera
advertencia que observó el coronel De Russy si decidía quedarse en el
campo de batalla. Había notado que los elementos militares del general
Garay se encontraban dispersos en grupos a su alrededor, dispuestos a
abrir fuego sin remordimiento. Las hostilidades no fueron únicamente
en el río: en su huida fueron atacados por los guerrilleros y habitantes
de los lugares limítrofes hasta su llegada al camino del río Panuco.
Hubo algunos soldados prisioneros norteamericanos que
murieron a causa de las heridas provocadas en la capitulación del 12 de
julio de 1847. También se tiene noticia de otros soldados pertenecientes
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Lanzas rotas y pueblos sin sangre:
La guerra de guerrillas en el norte de México durante la
intervención estadounidense (1846-1848)
L
a guerra entre México y Estados Unidos fue un acontecimiento
de proporciones enormes. Este conflicto desestabilizó aún más
la vida del pueblo mexicano, el cual ya estaba sumergido en
constantes conflictos, cuartelazos, levantamientos y revoluciones.
La guerra no solo impactó en el soldado, sino también, en diversos
estratos de la sociedad. El clero fue solicitado por el Estado para
levantar el furor bélico, los vagabundos enviados a trabajar en los
complejos militares, y los jóvenes de más de 16 años, y en algunos
casos desde los 14 años, fueron reclutados en el ejército. Las
mujeres vieron partir a los hombres de la familia hacia el frente de
guerra. Muchos regresaron a casa mutilados, otros se pudrieron en
el campo de batalla. A nivel castrense, esta guerra hizo entender a
la cúpula militar la debilidad de las armas nacionales frente a una
invasión de ejércitos extranjeros. Los hombres de Estado, por su
parte, comprendieron la necesidad de fortalecer el espíritu público
de todos los mexicanos.
La historiografía sobre la guerra irregular va en aumento.
Los historiadores se han ocupado cada vez más de este tema.
Levinson realizó un estudio sobre la importancia militar de las
guerrillas en México durante la Guerra del 47. Su análisis engloba
un estudio general, aunque carece de los elementos del localismo
y regionalismo.1 Las guerrillas ni sus actores fueron las mismas
en todos los escenarios del combate. Para el caso de Nuevo León,
Morado Macías emprendió una investigación demostrando que las
guerrillas tenían fricciones con las autoridades mexicanas,2 aunque
no prestó mucha importancia a los zafarranchos entre mexicanos y
americanos. Por otro lado, Ramírez Reyes realizó un trabajo sobre
la lucha guerrillera en el Camino Nacional, Veracruz.3 Entre otras
cosas, su atención se centró en el estudio de enfrentamientos entre
guerrilleros mexicanos y contraguerrilleros estadounidenses. Por otra
parte, Santiago analizó las confrontaciones de la guerra de guerrilla y
la contraguerrilla en el sur de México, con base en un hilo conductor
de atrocidades y excesos de ambas partes, sin embargo, descuidó la
guerra de guerrillas en el norte del país.4 Adriana Pérez realizó un
estudio sobre la contraguerrilla mexicana, aunque omitió la riqueza
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Licenciado Santiago Aparicio Eliud
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El camino de la guerra
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Licenciado Santiago Aparicio Eliud
Un chico de dieciséis años que conducía una fragua fue atado delante del fuelle
del carbón encendido. El respiró el humo hasta que expiró en la más terrible
agonía. Otro tenía una incisión hecha en su abdomen, algunos cartuchos
fueron insertados en la víctima que explotó. 26
346
Licenciado Santiago Aparicio Eliud
El condenado fríamente sacó su pequeño cigarrito; comenzó a fumar con tanta calma
como es posible imaginar, y, —en dos minutos— calló el cadáver con el cigarrito aún
entre sus labios. Las balas le destrozaron el corazón y la cabeza. No vi un musculo
de su cara estremecerse cuando los rifles estaban dirigidos contra él, pero el parecía
tranquilo frente a sus verdugos, portando una pequeña cruz que colgaba en su cuello
y estaba firmemente contra su pecho. Salí de la escena enfermo del corazón. 29
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Licenciado Santiago Aparicio Eliud
Consideraciones finales
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Notas finales
Conferencia Magistral
La importancia de los archivos para la Historia Militar de
México
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Notas finales
Mesa I
La importancia de los archivos para la Historia
Militar de México
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
MESA II
Ejércitos Prehispánicos y el proceso de Conquista
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
373
Notas finales
79. Ross Hassig, op.Cit., p. 137; Alberto Salas. op. cit., p. 42.
80. Terrence Wise y Angus MacBride. op. cit., p. 21.
81. José Lameiras, op. cit., p. 18.
82. Conocidos por su forma como rodelas.
83. Guillermo Calleja, op. cit., p. 40; Terrence Wise y Angus
MacBride. op. cit., p. 19.
84. Alberto Salas, op. cit., p. 70.
85. Fernando Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., p. 289; José López
Portillo y Weber., op. cit., p. 484.
86. Armando Ayala, op. cit., p. 117; Alberto Salas. op. cit., p. 70.
87. Juan Marchena, “La Institución Militar en la América
Colonial” en Ejercito y Milicia en el Mundo Colonial Americano.
Colección MAPFRE. Madrid, España, 1992, p. 13; Ramón
Reig, op. cit., p. 51.
88. Juan Marchena, op. cit.,p. 20.
89. Alberto Salas, op. cit., p. 234.
90. Carlos Samayoa, op. cit., p. 137.
91. Gerardo Suarez, Las Milicias Instituciones Militares
Hispanoamericanas. Editado por la Biblioteca de la Academia
Nacional de Historia. Venezuela, 1984, p. 36.
92. Bernal Diaz del Castillo. op. cit., p. 105; Carlos Samayoa. op.
cit., p. 136.
93. José López – Portillo y Weber, op. cit., p. 136.
94. José Vasconcelos, op. cit., p. 46.
95. Colin Martin, op. cit., p. 70.
96. Almicar Plaza, op. cit., p. 62.
97. Francisco de Solano, op. cit., p. 25.
98. Colin Martin, op. cit., p. 89.
99. Francisco De Solano, op. cit., p. 25; Almicar Plaza, op. cit.,
p. 40; Carlos Samayoa, op. cit., p. 141.
100. Almicar Plaza, op. cit., p. 52.
101. Ibidem.
102. Milton Meltzer, op. cit., p. 34
103. De origen suizo, surge en el siglo XIII, Collin Matin, op.
cit., Alberto Salas. op. cit., p. 169.
104. Milton Meltzer, op. cit., p. 20.
105. Bernal Díaz del Castillo (1960) hace mención de la
utilización de las bombardas en la conquista de México.
106. Carlos Samayoa, op. cit., p. 141.
374
Notas finales
375
Notas finales
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Notas finales
377
Notas finales
MESA III
Los Ejércitos del Virreinato
378
Notas finales
379
Notas finales
380
Notas finales
33. Así, dice Bernal que “en un pueblo muy grande que
estaba cabe a una laguna […] pasaron muchos amigos
mexicanos, y sin ser vistos, dan en el pueblo, el cual
pueblo destruyeron, y hubo muy gran despojo y estrago
en él; allí cargaron los amigos de todas las haciendas que
los naturales tenían; y desque aquello vieron, todos los
más pueblos comarcanos dende a cinco días acordaron de
venir de paz”: op. cit., p. 576.
34. “Nombramiento de capitán a favor del cacique don
Nicolás de San Luis”, en Boletín del Archivo General de
la Nación, tomo VI, número 2, 1935, p. 203. El original
se encuentra en el Archivo General de la Nación (en
adelante, AGN), Indiferente virreinal, caja 3726, exp.
1, 1557. Sin embargo, el documento publicado por el
Boletín… apareció con la signatura Historia, legajo 1.
35. Julio Albi de la Cuesta, La defensa de las Indias (1764-
1799), Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana,
1987: p. 14-15.
36. AMS, Presidencia Municipal, caja 1, exp. 32, doc. 2,
“Certificaciones. Relación de los servicios prestados a
la Corona por los tlaxcaltecas en funciones de guerra”,
1666-1670.
37. Mirafuentes, “Las tropas de indios auxiliares…” p. 101.
38. AGN, General de parte, vol. 33, expediente 36, “Título
de capitán de la nación yaqui en la provincia de Sinaloa
en Juan Ignacio Uscamea, alias Muni”, 1740, f. 29v;
sobre el nombramiento de Capitán General de la Nación
Pima, ver Nentuig, op. cit., p. 104.
39. AGN, Indiferente de Guerra, vol. 100-A, exp. 5, “Órdenes
y contestaciones sobre las compañías de indios flecheros
que hay en los territorios que no son de provincias
internas”, 1792.
40. AGN, Indios, vol. 93, exp. 2, “Título de capitán a
guerra a Alonso Soriano, vecino fronterizo del pueblo
de San Francisco Huejúcar”, 1732, f. 29; AHEZ; serie
Ayuntamiento de Zacatecas, fondo Indios, caja 2,
d267,”Para que don Juan Miguel, natural de San Andrés
del Teul, pueda fungir como teniente de capitán de
guerra”, 1742, f. 1.
41. AGS, Secretaría del despacho de guerra, legajo 7014,1,
“Testimonio de informe del capitán don Félix Calleja de
381
Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
Mesa IV
Del proceso de Independencia a la Intervención
Norteamericana
396
Notas finales
397
Notas finales
25. Juan Taylor.- Reg. Def. 826, p. 41, imagen 899. Iglesia Sta.
Veracruz, México, D.F. film. 35960. Family Search.
26. George Smith.- Reg. Def. 1075, p. 129, imagen 857. Sagrario
Metropolitano, México, film. 35765. Family Search.
27. Carlos William.- Reg. Def. 1206 p. 146, imagen 876. Sagrario
Metropolitano, México, Film. 35765. Family Search.
28. Eduardo Woblellen.- Reg. Def. 306, p. 189, imagen 924.
Sagrario Metropolitano, México, Film. 35765. Family Search.
29. Irlandés, no se supo su nombre.- Reg. Def. 917, pag.116,
imagen 662, Sagrario Metropolitano, México, Film.
35765. Family Search.
30. Patricio Delé.- Reg. Def. 794, p. 38, imagen 896. Iglesia
Sta. Veracruz, México, D.F. Film. 35960. Family Search.
31. John O´ Reilly ó Juan Reley.- Reg. Def. 133, p. 17, imagen
28. Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, H. Veracruz,
Ver. México. Film.655201.Family Search.
32. Decreto del General José Joaquín de Herrera, creación del
Batallón de San Patricio. Archivo Histórico de la Secretaría
de la Defensa Nacional.
33. Documento del año 1855 firmado por los oficiales Juan
Stephenson y Santiago O´ Leary, Archivo Histórico de la
Secretaría de la Defensa Nacional.
398
Notas finales
supo, si por la voz pública no llegó a sus oídos, lo que dos semanas
antes del 29 de mayo apareció en las calles de Zacatecas”.
4. Juan E. Hernández y Dávalos. Colección de Documentos para
la Historia de la Guerra de Independencia de México, de 1808 a
1821. México. UNAM, 2007. Tomo II, número 19.
5. Vicente Rivapalacio. Compendio general de México a través de
los siglos. México. Tomo III, a cargo de Julio Zárate, p 124.
6. Alfonso Martínez Rosales. El gran teatro de un pequeño mundo.
El Carmen de San Luis Potosí, 1732-1859. México El Colegio de
México, 1985. p 24; Primo Feliciano Velázquez, op. cit., Tomo
II, pp. 373 a 400, cap. XLVII, Advenimiento de los Carmelitas.
7. Colección de documentos militares originales propiedad de
Jorge Andrés Zarzosa Garza, conocida para su identificación en
esta ponencia como “El libro”, de la cual existe copia certificada
e inventario original en el Archivo de Historia de la Secretaría
de la Defensa Nacional; Estado Mayor Divisionario de México,
Hoja de empleos y servicios. p 11 de la transcripción. A partir
de aquí el número de las páginas refiere la transcripción de la
colección de los documentos originales.
8. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 40.
9. Primo Feliciano Velázquez, op. cit. Tomo III, pp 33 y 34.
10. Vicente Rivapalacio, op. cit., p 126.
11. Ibid.
12. Rivapalacio, op. cit., p.120.
13. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p. 40.
14. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p. 40; Gaceta
del Gobierno de México, 8 de agosto de 1811.
15. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p. 40.
16. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, pp 31 y
28; Alfonso Toro, Historia de México. La revolución de
Independencia y México Independiente. México, 1965.
Editorial Patria. Décimo sexta edición. pp 143-144; Vicente
Rivapalacio, op. cit., pp 241 y 242.
17. El Sitio de Cuautla. Memorias de un criollo 1812. p. 1033. Segunda
Parte. el texto se ubica en la Biblioteca Rafael García Granados,
Instituto de Investigaciones Históricas. Fondo Reservado.
18. Primo Feliciano Velázquez, op. cit., Tomo III, p 97.
19. J. E. Hernández y Dávalos. Historia de la Guerra de
Independencia. Tomo IV. Facsimilar. Número 24. Parte
de Calleja al Virrey, con la relación del ataque a Cuautla
el 19 de febrero de 1812. Instituto Nacional de Estudios
399
Notas finales
400
Notas finales
Books.google.com.mx/books?id=RjNLHhx2XMlC; Guía
de Forasteros en Madrid, para el año de 1821. Imprenta
Nacional, books.google.com.mx/books?id=tqQ5KtlRk00C;
Guía de Forasteros en Madrid, para el año de 1822. Imprenta
Nacional, books.google.com.mx/books?id=td0jFQmpW4C.
28. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 40.
29. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, pp 34 -49.
30. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 40.
31. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 49.
32. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 34.
33. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, foja 37;
Gaceta del Gobierno de México. México. 4 de julio. Partes
de la Provincia de Puebla. Sábado 8 de octubre de 1814,
correspondiente a México, 7 de octubre; martes 22 de
noviembre de 1814. México, correspondiente al 21 de
noviembre. Partes de la Provincia de Puebla.
34. Historia de Jalapa y Revoluciones del Estado de Veracruz.
Capítulo décimo. Pág. 509; Reseña histórica de la Bandera
Siera. La bandera siera pudo tener sus orígenes en Huatusco.
www.paraísoescondidorevista.com.mx.
35. Gaceta del Gobierno de México. 14 de febrero de 1815. Da parte
Águila al Virrey el 17 de enero de 1815. Número 698. Folio 155.
36. Gaceta del Gobierno de México, Jalapa. 2 de marzo,
correspondiente a la acción del 14 de febrero. Número
705. Folio 204.
37. Gaceta de México. Jalapa. 28 de marzo de 1815. Parte a
Moreno Daoiz, correspondiente a la acción del 13 de marzo.
Número 716. Folio 299.
38. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 80.
39. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 51.
40. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 52.
41. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 54.
42. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 56.
43. Historia de Jalapa y revolución de Veracruz, p 514; Gaceta
del Gobierno de México. 11 de mayo de 1815. Ejército del
Sur. Partes dirigidos por el brigadier José Moreno al Virrey;
Historia de México. 1815, julio a diciembre. Pp 33, 34, 37,
38; Gaceta del Gobierno de México. 25 de enero de 1816.
Número 853. Folio 83; Colección de documentos… op. cit.,
“El libro”, p 57.
44. Colección de documentos… op. cit., “El libro”, p 59.
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
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Notas finales
411
Fuentes Consultadas
Conferencia Magistral
La importancia de los archivos para la Historia Militar de México
Archivos
Bibliografía
Archivos
415
Fuentes consultadas
XI/481.3/2818.
XI/481.4/9446.
XI/481.4/9534.
XI/481.4/10622.
XI/481.3/14086.
XI/481.3/14099
XI/481.4/14387.
• Fondo Cancelados:
XII/111/1-7.
XI/111/1-190.
XI/111/4-6863.
XI/111/5-5253.
XI/111/8-17158.
Bibliografía
416
Fuentes consultadas
417
Fuentes consultadas
Archivos
Bibliografía
Archivos
418
Fuentes consultadas
Bibliografía
419
Fuentes consultadas
Archivos
Bibliografía
MESA II
Ejércitos Prehispánicos y el proceso de Conquista
Bibliografía
420
Fuentes consultadas
421
Fuentes consultadas
Bibliografía
422
Fuentes consultadas
Bibliografía
423
Fuentes consultadas
424
Fuentes consultadas
425
Fuentes consultadas
426
Fuentes consultadas
427
Fuentes consultadas
Bibliografía
428
Fuentes consultadas
429
Fuentes consultadas
Bibliografía
430
Fuentes consultadas
431
Fuentes consultadas
MESA III
Los Ejércitos del Virreinato
Archivos
Bibliografía
432
Fuentes consultadas
433
Fuentes consultadas
434
Fuentes consultadas
435
Fuentes consultadas
Archivos
436
Fuentes consultadas
Bibliografía
437
Fuentes consultadas
438
Fuentes consultadas
Archivos
Blibliografía
439
Fuentes consultadas
Mesa IV
Del proceso de Independencia a la
Intervención Norteamericana
Bibliografía
440
Fuentes consultadas
Archivos
Bibliografía
441
Fuentes consultadas
Archivos
Bibliografía
442
Fuentes consultadas
Hemerografía
Archivos
Bibliografia
443
Fuentes consultadas
444
Fuentes consultadas
Internet
445
Memoria del 1/er. Congreso Nacional de Historia Militar a través de
los Archivos Históricos, impreso en México.