Ponencia Ignacio Telesca
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Ponencia Ignacio Telesca
Título:
Las prácticas religiosas como espacio de interacción inter-étnica en el Paraguay
hacia fines de la colonia.
Introducción
Año tras año podemos leer como los cabildantes asuncenos de siglo XVIII
interpretaban los avatares climáticos como manifestaciones de la ira divina, ante lo cual
sólo restaba incrementar su vida religiosa a través de novenarios de misas y procesiones.
1
Archivo Nacional de Asunción (en adelante ANA), Copias de Actas Capitulares (en adelante ACA),
carpeta 23, f. 28r. Acta del 18 de enero de 1744.
2
ANA, ACA, f. 42 r. Acta del 8 de febrero de 1745.
contraponerlo al término ‘elite’, e incluso al ‘clerical’ nos llevaríamos la sorpresa
(sorpresa para ojos del siglo XXI) que tantos unos como otros compartían el mismo
estilo de prácticas religiosas. Las rogativas que promueve el Cabildo de Asunción que
citábamos al inicio lo dejan más que claro.
Sin embargo, nuestra intención no es describir estas prácticas en sí, sino verlas
como un espacio de inter-relación inter-étnica. En otro trabajo comentábamos lo
complicado (y a veces poco operacional) de la utilización de las categorías étnicas para
referirse a la sociedad colonial en la provincia del Paraguay. No es que no hubiese
personas de la sociedad a quienes se las consideraba como ‘indios’, ‘negros o mulatos’
o como ‘españoles’; sino más bien creemos que esas etiquetas categoriales/censales no
representaban necesariamente dicha ‘calidad/condición étnica’.4
No quiere decir esto que quienes eran etiquetados bajo los rótulos de ‘indios’ o
‘negros’ no sufrieran todo tipo de discriminaciones, desde las jurídicas hasta las
económicas. Por el contrario, sí las sufrían, y si uno era considerado indio tenía que
estar encomendado y si era considerado mulato libre tenía que pagar el marco de plata
correspondiente al tributo que pagaban los de su ‘condición’.
3
CHRISTIAN, WILLIAM. Religiosidad local en la España de Felipe II. Madrid: Nerea, 1991 (original
inglés de 1981). Ver fundamentalmente su capítulo 5, “Religiosidad local: variaciones, alternativas y
reforma”, pp. 181-217.
4
Ver TELESCA, IGNACIO “Estrategias opuestas, realidades comunes: pardos y españoles en Paraguay a
fines de la colonia”, en CRUZ, ENRIQUE Y CARLOS PAZ (Comp.), Resistencia y rebelión: de la Puna
Argentina al Atlántico, Jujuy: Purmamarka ediciones, 2008, pp. 231-252, y “Reflexiones acerca de la
identidad del Paraguay en los albores de la independencia, de españoles a paraguayos”, en Historia
Paraguaya. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Volumen XLVIII, 2008, pp. 295-332.
Sin embargo, al no representar las categorías a las condiciones étnicas, y al no
existir la categoría de ‘mestizo’ dentro de las mismas, los afrodescendientes y los
indígenas sabían encontrar, cuando podían, los mecanismos para dejar de ser
considerados como tales y ser tenidos como ‘españoles’. El caso más evidente es el
cambio demográfico que se produjo después de la expulsión de los jesuitas en 1767/8.
TABLA I
COMPARACIÓN POBLACIONAL ENTRE 1761 Y 17825
1761 1782
% %
Misiones jesuitas 46.563 54,7 20.383 21,1
Pueblos de indios 5.358 6,3 9.788 10.2
Esto nos habla de una sociedad en donde las posibilidades de realizar el ‘salto
categorial’ eran amplias.6 Entre las estrategias utilizadas para realizar dicho ‘salto’
encontramos también, y de manera cotidiana, el uso de las prácticas religiosas.
Para comprender estas prácticas nos hemos valido además de la visita que en
1761 realizara el obispo Manuel Antonio de la Torre (1759-1763), las visitas realizadas
también por los demás obispos y que se encuentran en el Archivo General de Indias
(fray José de Palos, 1724-1738, fray José Cayetano Paravicino, 1742-1747, Luis
Velasco y Maeda, 1784- 1792).7 Por otro lado, el libro de acuerdos del cabildo
5
Para 1761, “Visita general que Dn. Manuel Antonio de la Torre hizo de obispado del Paraguay” en
Museo Naval de Madrid, Miscelánea Ayala, vol. LIX, manuscrito II-2872, entre las páginas 233 y 325 (en
adelante “Visita”); para 1782, AGUIRRE, JUAN FRANCISCO DE. “Diario del Capitán de Fragata Juan
Francisco Aguirre. Tomo II - Primera Parte” [1793-1798] en Revista de la Biblioteca Nacional, Tomo
XVIII, Buenos Aires, 1949.
6
Entendemos por ‘salto categorial’ el paso que realiza una persona al dejar de ser considerada como
indígena o afrodescendiente para ser considerada bajo la categoría de española.
7
Archivo General de India (AGI), Charcas 374, Charcas 323, Charcas 377, Buenos Aires, 253, Buenos
Aires 166, Buenos Aires 248, Buenos Aires 323, Buenos Aires 253. Los años de los obispos se refieren al
tiempo que estuvieron de hecho en la diócesis.
eclesiástico entre los años 1744-17648 nos muestran a este estamento que tuvo una
participación importante en la conducción de la diócesis (37 años entre 1724 y 1792).
De mucha utilidad nos han resultado las cartas anuas que el rector del colegio jesuita de
Asunción enviara al provincial de la orden en Córdoba entre los años 1758 y 1765.9
Como la función de estas cartas anuas no es la de ser publicadas sino en convertirse en
insumos para el redactor de la carta anua provincial, en ellas se ventilan las dificultades
y las actividades concretas realizadas por el colegio. De igual valor es el informe del
visitador franciscano Fray Pedro José de Parras.10 Finalmente, los diferentes fondos del
Archivo Nacional de Asunción nos servirán para complementar la información religiosa
con la de otras fuentes.11
TABLA II
EDAD DEL CLERO SECULAR EN PARAGUAY, 1724
8
ANA, Sección Historia (en adelante SH), 122.5 (volumen 122, documento nº 5).
9
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Biblioteca Nacional, legajo 362, manuscrito 6337,
Carta Anua del colegio de Asunción, 1758-17615; manuscrito 6338, Carta Anua del colegio de Asunción,
1762-1765.
10
PARRAS, FRAY PEDRO JOSÉ DE. Diario y derrotero de sus viajes 1749-1753. España-Río de la Plata-
Córdoba-Paraguay. Buenos Aires: Solar, 1943.
11
Especialmente haremos uso de los siguientes fondos: Nueva Encuadernación (NE), Sección historia
(SH) y Sección Civil y Judicial (SCJ). Entre la bibliografía específica sobre la iglesia en Paraguay en este
siglo, aunque de carácter institucional, podemos citar: MORA MÉRIDA, JOSÉ LUIS. Iglesia y sociedad en
Paraguay en el siglo XVIII. Sevilla: CSIC, 1976; VELÁZQUEZ, RAFAEL ELADIO. “”Clero secular y
evangelización en el Paraguay colonial”, en La evangelización en el Paraguay. Cuatro siglos de historia.
Asunción: ediciones Loyola, 1979; VELÁZQUEZ, RAFAEL ELADIO. El cabildo de la Catedral de Asunción.
Asunción: Universidad Católica, 1985; VIOLA, ALFREDO. Real Patronato y obispos del Paraguay.
Asunción: Universidad Católica, 2002; AGUERRE CORE, FERNANDO. Una caída anunciada. El obispo
Torre y los jesuitas del Río de la Plata (1757-1773). Montevideo: Linardi y Risso, 2007.
12
AGI, Charcas 374, Informe del obispo Palos, Asunción, 28 de octubre de 1724.
20-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70-79 80-89 Total
con puesto 1 4 6 8 2 3 24
sin puesto 4 5 4 3 2 1 1 20
Total 5 9 10 11 4 4 1 44
GRÁFICO I
EDAD DEL CLERO SECULAR EN PARAGUAY, 1724
Como es de esperar, no todo ellos gozan del buen concepto del nuevo obispo, ya
sea por su relajación en los aspectos morales, ya sea por su falta de letras (entre los 24
sólo hay dos doctores y cuatro maestros en arte), o por su participación en las anteriores
revueltas comuneras (las primera fase de las revueltas acababa de terminar ese mismo
año). Un dato que llama la atención es que entre los 24 sacerdotes con puestos, cinco
eran ex jesuitas (dos de los cuales, miembros del cabildo catedralicio).
No queda claro en el informe si los restantes veinte sacerdotes que no tenían una
cura de almas determinada era por que estaban ordenados a ‘título de patrimonio
privado’ o por otras razones.13 Hay varios entre ellos que eran doctores en teología e
‘hijos de los primeros conquistadores’, suponemos que sí se ordenaron a título de
patrimonio privado, otros se puede deber a su juventud y están los que sufrieron las
consecuencias de las revueltas comuneras, como el caso del doctor José Caballero
Bazán, a quien Antequera y Castro ‘le quitó el curato de San Buenaventura de Yaguarón
que poseía en propiedad’.
13
Una explicación de los diferentes tipos de ordenación y su aplicación en Buenos Aires, en DI STEFANO,
ROBERTO. “Abundancia de clérigos, escasez de párrocos: las contradicciones del reclutamiento del clero
secular en el Río de la Palta, 1770-1840”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
“Dr. Emilio Ravignani”, nº 16-17, 1997-1998, pp. 33-59; DI STEFANO, ROBERTO. El púlpito y la plaza.
Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista. Buenos Aires: Siglo XXI,
2004, especialmente la primera parte, pp. 23-89.
Sin embargo, es importante no olvidar la situación de pobreza imperante en la
provincia, a lo que la iglesia no podía escapar. En 1747 el obispo Paravicino se quejaba
que los sacerdotes tenían procurarse su comida y vestimenta “por lo desdichado de los
curatos”.14 En 1761 el obispo de la Torre experimenta la misma realidad:
Para mediados del siglo XVIII Paraguay era una provincia ubicada en las
márgenes del virreinato del Perú. Aunque en un momento había sido la ‘Provincia
Gigante de Indias’. Para este tiempo ocupaba esa estrecha franja al este del río Paraguay
enmarcada al sur por el río Tebicuary y al norte por el Manduvirá, unos doscientos
kilómetros los separan entre sí. Hacia el noroeste ahora la línea se extiende un poco más
hasta llegar a la recién fundada villa de Curuguaty (1715), un enclave yerbatero alejado
unos trescientos kilómetros, aunque siguiendo la ruta colonial, que primero obliga a
pasar por Villarrica, la distancia se hace más larga.16
Al sur del río Tebicuary se extendía el dominio jesuítico con sus treinta
misiones, un espacio que la orden logró desanexar del control civil de la provincia
paraguaya, aunque parte de ellas, unas 13 misiones, dependía del obispado asunceno. Al
norte del río Manduvirá, el control le pertenecía fundamentalmente a los mbayás,
chanés y guanás,, pueblos indígenas considerados en la historiografía tradicional como
los ‘temidos chaqueños’. Al oeste del río Paraguay, otros pueblos indígenas se movían a
su voluntad, entre los cuales los payaguás, mocobíes y abipones se destacaban. Hacia el
14
AGI, Charcas, 374, Informe de Paravicino, Asunción, 18 de septiembre de 1747.
15
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…”, nº 156.
16
Ver VELÁZQUEZ, RAFAEL ELADIO: “Poblamiento del Paraguay en el siglo XVIII. Fundación de las
Villas y formación de los núcleos urbanos menores”, en Revista Paraguaya de Sociología, 1978, nº
42/43, pp. 175-189.
este, el territorio pertenecía al grupo que se lo llamó, guaraní monteses. Es decir,
guaraníes aún ‘infieles’.
TABLA III
POBLACIÓN DEL PARAGUAY EN 1761
Pueblo/Villa Familias Almas Pueblo/Villa Familias Almas
total parcial franciscanos 830 2.304 Total de pueblos de indios 14.195 51.921
TABLA IV
RESUMEN POBLACIONAL 1761
Fuera de Asunción, existían otras dos villas, Villa Rica (hoy, Villarrica) y
Curuguaty. Dentro de la jurisdicción de Asunción, tenemos las parroquias de Piribebuy,
Carapeguá y Villeta.18 De la catedral, en Asunción, van a depender otras cinco capillas
rurales: Luque, Capiatá, Pirayú, Itauguá y San Lorenzo de la Frontera.19 En Asunción
funciona también la parroquia de San Blas, que está destinada, dice el obispo Torre,
para los “indios naturales, mulatos y negros”.
Las parroquias que rodean Asunción cubren un extenso territorio, por lo que los
posibles feligreses se rebuscan su auxilio espiritual en los pueblos de indios cercanos.
Por ejemplo, los parroquianos de Piribebuy asisten a los pueblos de Altos, Atyrá y
Tobatí. Los que pertenecen a la parroquia de Carapeguá se relacionan con los jesuitas o
dominicos que tiene sus estancias en las cercanías, Paraguarí y Tabapy respectivamente.
Villeta, si bien es la más cercana a la capital, es la más pobre y expuesta a los ataques de
17
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…”
18
“Todos ellos son pobras a cual más”, AGI, Charcas, 374, Paravicino al rey, 21 de noviembre 1744.
19
Estas capillas rurales representa hoy el anillo que rodea a la ciudad capital. Las otras tres parroquias
citadas conformarían el segundo anillo, ninguna está a más de 70 km de Asunción.
los indígenas proveniente del Chaco. Una descripción de la misma nos dejó el visitador
franciscano Fray Pedro José de Parras en su visita al Paraguay por esos años.
Sin embargo, antes de llegar a ella, recientemente el obispo había creado una
capilla en el paraje de los Ajos, “para cuyo remedio habiéndose formado una reducida
capilla a la vera del camino de los yerbales, he puesto un teniente de cura, para que
celebre, y les administre los santos sacramentos, y socorra con ellos alas que transitan;
por no haber en más de ocho leguas otra capilla, ni iglesia alguna en este paraje; aunque
temo tenga subsistencia, esta precisa y necesaria providencia; por no tener con que
mantenerse el ministro, a causa dela pobreza de aquellos moradores”.21
De acá llegar a Curuguaty no era tarea fácil debido a que el camino era muy
20
PARRAS, FRAY PEDRO JOSÉ DE, Diario y derrotero de sus viajes 1749-1753. España-Río de la Plata-
Córdoba-Paraguay, Buenos Aires: Solar, 1943. La cita de las pp. 185-186.
21
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…” nº 61.
trabajoso, “por los varios pantanos, tembladeros, montes, y precipitadas serranías;
además de varios riachos, que se encuentran, y se pasan no pocas veces (como a mi me
sucedió) en pelotas de cuero, haciéndose todo más dificultoso por la desidia, e incuria
de tantos, como continuamente trafican este camino, sin poner reparo, ni remedio
alguno a repetidos peligrosos pasos, en que perecen los hombres, y cada día los
animales”.22
FUENTE: Branislava Susnik, Una visión socio-antropológica del Paraguay del Siglo XVIII. Asunción:
Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1990/91.
22
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…” nº 63.
Sintetizando el panorama de pobreza de la provincia, el obispo Torres resume,
insistiendo una vez más en la principal causa de la pobreza.
23
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…” números 107-111.
24
Un informe del obispo José Cayetano Paravicino en 1743 explicaba la localización de esta manera.
“Cuatro curatos que son el Itá que dista doce leguas de la ciudad, Itapé treinta y cinco (y treinta y siete
indios), Caazapá unas cincuenta, y Yuty más de sesenta leguas están a cargo de los religiosos de San
Francisco. Y lo seis restantes que son Ypané, que dista de esta dicha ciudad seis leguas; Guarambaré,
nueve; los Altos, doce, Atyrá, quince; Tobatí diecisiete o dieciocho y Yaguarón catorce”; AGI, Charcas,
374.
25
Ya el obispo Paravicino lo había denunciado al rey en su segundo informe de 1744. Acusa a los
gobernadores la usanza de cambiar al cura por administradores cuando el cura no les es propicio, y una
vez que el administrador “lo ha destruido” vuelven a llamar al cura. AGI, Charcas, 374, Paravicino al rey,
21 de noviembre 1744.
En su vista a Itá, el pueblo de franciscanos más próximo a Asunción, Parra
celebra la Semana Santa describiendo las especificidades que se daba en dicho pueblo:
“al sermón sigue inmediatamente la procesión, en la que, todos, chicos y grandes, llevan
faroles. Las indias usan para estas funciones los tipois negros, y muchas de ellas traen
en las manos un bracerito de barro, y toda la procesión andan quemando algunas yerbas
y resinas aromáticas”. Señalando además la concurrencia de los pobladores
circunvecinos: “el concurso de la gente blanca es numerosísimo; porque todos cuantos
viven en las estancias acuden a este pueblo con más gusto que a la ciudad”; y poniendo
de manifiesto igualmente el peligro acechante de los pueblos indígenas no misionados:
“mientras se celebran estas funciones, siempre está rodeando el pueblo una compañía de
soldados a caballo, por el peligro de que sean invadidos por los infieles, que suelen
valerse del descuido que es natural en estas ocasiones”.26
De los pueblos encomendados a los jesuitas (Nuestra Señora de Fe, San Ignacio
Guasú, Santiago, Itapúa, Loreto, San Ignacio Miní y Corpus), una breve referencia
extraída de la vista que realizara el obispo Torre.
Manuel Antonio de la Torre introduce un tema que nos permite avanzar más en
la comprensión del Paraguay de mediados de siglo y es el tema de la encomienda.. La
Tabla V nos informa sobre la evolución en el número de encomiendas en los distintos
pueblos de indios que se tuvo a partir de 1754. Hay que recordar que los indígenas de
Itapé, que llegaban a 46 en 1761, no estaban encomendados.
TABLA V
NÚMERO DE ENCOMIENDAS DE INDIOS MITARIOS, DE ENCOMENDADOS Y RELACIÓN DE
ENCOMENDADOS POR ENCOMIENDAS
26
Parra, Diario…, p. 205.
27
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…”, números 83-84.
Yuty 12 160 13,3 11 194 17,6 7 189 27,0
Itapé - - - - - - - - -
Itá 12 174 14,5 12 244 20,3 10 212 21,2
Tobatí 6 110 18,3 6 171 28,5 7 222 31,7
Atyrá 8 81 10,1 7 140 20,0 8 201 25,1
Altos 8 137 17,1 8 219 27,3 8 242 30,2
Guarambaré 2 28 14 2 47 23,5 2 60 30
Ypané 4 20 5 4 41 10,2 4 37 9,2
Yaguarón 8 221 27,6 8 317 39,6 8 338 42,2
28
Las cifras fueron contrastadas con los originales ya que en el artículo de Salinas no aparecen las
encomiendas de Guarambaré y mismo las sumas no estaban bien.
29
Hay que tener en cuenta que los datos de 1760 están tomados del padrón de encomiendas que realizó
San Just, y los datos no coinciden con el que hizo el obispo de la Torre. Para el gobernador la población
de estos pueblos sería 5.902 personas, 544 más que en la Visita. De esta manera, 1 de cada 3,5 sería
tributario, lo que igual es una cifra importante.
30
Sólo poseemos datos poblacionales para 1682 y para 1761, por lo que sólo si hacemos cálculos
imaginarios (sacando una media de ambos censos para 1724, cuarenta años de diferencia entre ambos
censos) tendríamos un sacerdote por cada 600 habitantes para mediados de siglo. Di Stefano señala que
para 1778 en la ciudad de Buenos Aires había 70 sacerdotes seculares para una población de 26.165
personas, donde la relación sería de 1 sacerdote cada 373 personas.
manifiesta (“pues sacando el corto numero de párrocos de españoles, no llegan a treinta
los sacerdotes seculares”). De ser así la relación de sacerdote secular por habitante sería
mayor que 1 cura por cada 1.100 personas.
En el informe que elabora el obispo Luis de Velasco en 1786 dice que “En todas
las iglesias parroquiales de españoles hay un cura rector y un coadjutor, y en cada
tenientazgo un vice-párroco. En los pueblos de misiones hay en cada uno un cura
doctrinero y compañero”.31 En los demás pueblos de indios, sólo un cura, y dos en los
que están bajo el control de los franciscanos. El obispo no elabora una lista de
parroquias y tenientazgos, pero sí lo hace el gobernador Melo de Portugal para 1783.
TABLA VI
PLAN DE CURATOS DE ESPAÑOLES, DOCTRINAS Y REDUCCIONES DE ESTA PROVINCIA, CON
ESPECIFICACIÓN DE SUS DISTRITOS Y TENIENTAZGOS CONFORME A LA RELACIONES DE LOS
PÁRROCOS. (CONFECCIONADO POR MELO DE PORTUGAL, 13 DE JULIO 1783)
Distancia
en leguas
Tenientazgos
Sus nombres
Longitud
Curatos
Latitud
CIUDAD
San Roque
La Catedral 1 6 6
N. S. del Rosario en Lambaré
N. S. de la Encarnación 1 5 San Lorenzo de la Frontera
N. S. del Rosario en Luque
San Blas 1 6 6
San José en el Peñon
CAMPAÑA
POBLACIÓN DE ESPAÑOLES DE LA
JURISDICCIÓN DE LA CIUDAD
31
AGI, Buenos Aires, 253, Informe de Luis de Velasco, Asunción, 13 de enero de 1786.
VILLAS CON REAL APROBACIÓN
Ajos
Villa Rica del Espíritu Santo 1 18 8 2
Hiaty
Carimbatay
San Isidro Labrador de Curuguaty 1 20 6 3 Ibycui
Palomares
DOCTRINA DE NATURALES
Emboscada 1 3 3
Ypané 1 1
Guarambaré 1 1 1
Itá 1 1 3
Yaguarón 1 5 3
Altos 1 6 3
Atyra 1 4 1
Tobati 1 1 3
Yuty 1 37 16
Itapé 1 5 3
Caazapá 1 18 24
San Estanislao 1 11 18
San Joaquín 1 9 18
REDUCCIONES
Mbayás
Tobas
Mocobíes
TOTALES 23 20
Nota 1ª Las seis leguas de distrito que se citan en el curato de la Catedral son al campo. El de la Encarnación
comprende tres barrios de la ciudad, y los cinco tenientazgos que se manifiestan corresponden a la iglesia
matriz.
Nota 2ª El curato de San Blas no tiene territorio material, y la jurisdicción del párroco se extiende a todos los
indios, mulatos y negros así esclavos como libres, moradores en todo el distrito de la Catedral y la Encarnación.
Nota 3ª Las tres poblaciones de la Concepción, Ñeembucú y Remolinos no tienen todavía erigido beneficio
curado, y para la administración del sacramento se eligen y nombran sacerdotes idóneos conforme a las leyes
del Real Patronazgo; y en esta misma forma se mantienen los moradores de las estancias pobladas en la setenta
leguas que antes eran desiertas, para cuyo consuelo se está tratando con el Eclesiástico la fundación de
beneficios colados y división de límites.
Nota 4ª Los tenientazgos expresados está el que menos a distancia de tres leguas de la parroquia titular, y entre
sí a proporción del distrito del curato.
Nota 5ª El terreno y distrito que tienen a más de su legua y media, muchas de las doctrinas referidas lo han
adquirido por compra u otro título legítimo para estancias, chacras; donde se ocupan los naturales cuidados de
las haciendas; y aunque todos los Pueblos de Indios tienen muchas más tierras de la legua y media del
repartimiento de la Ley, no se les aumenta por estar situadas fuera de los límites de las Doctrinas en el territorio
de otros curatos, y las agregadas son las confines a dicha legua y media.
Nota 6ª Actualmente se trata del catecismo de los indios reducidos de las naciones de Mbayás, Tobas y
Mocobíes, cuyas dos últimas están al cargo de los religiosos franciscanos, y la primera a la de un clérigo, que
más bien asiste a un pueblecito de indios cristianos trasladados de la provincia de los guaraníes por los ex
jesuitas cuando tenían a su cuidado otras misiones, porque los expresados Mbayás no están en estado de
catecúmenos, y sólo sirven con su amistad para contener otros infieles del Chaco; previniéndose que no
satisface de Cajas Reales sínodo alguno a estos misioneros, ni demás curas, por lo que no se acompaña la copia
que se ordena en la Real Cédula de veintiuno de enero de mil setecientos setenta y dos al oficial real de esta
provincia.
Asunción del Paraguay, 13 de julio de 1783
Pedro Melo de Portugal.
FUENTE: Archivo General de Indias, Buenos Aires, 248.
En esta lista confeccionado por el gobernador no figuran los pueblos ex
jesuíticos, pero si se los agregáramos, la cantidad de sacerdotes (y esta vez incluyendo
en la lista a los religiosos que desarrollan actividades de seculares en algunos pueblos de
indios) no alcanzarían los 90, y para una población de 96.526 para 1782, una vez más la
relación sería mayor que 1 sacerdote cada 1.000 habitantes.
Esta situación particular, de poco clero y menor presencia aún del pastor, puede
brindar una explicación a la queja del obispo Palos ante el poco efecto que produce en el
pueblo las amenazas con censuras eclesiástica, “por ser adagio común en esta provincia
que las censuras no pasan el coleto ni privan la ganas del comer”.33 Al mismo tiempo, la
figura del sacerdote y de la iglesia no tiene el peso que en otras partes. Paravicino en su
informe comenta con resignación que “tiene por casa de menos valer ir a la iglesia y
32
Manuel Antonio de la Torre, “Visita…”, nº 157.
33
AGI, Charcas 374, obispo Palos, Asunción, 8 de marzo de 1727.
llevar a sus hijos a bautizar; haciendo luego que nace alguna criatura que la bautice el
primero que se halla más cerca”.34
No se debe ver acá una dicotomía entre clero y pueblo, como dos estamentos
separados, sino que ambos formaban parte de la misma sociedad caracterizada por ser
de frontera, extremadamente pobre y monolingüe guaraní. La formación del clero era
mala, no había universidad sino que los que más podían entraban en algunos de los
conventos, y los otros se quedaban en la catedral ejerciendo de monaguillos.
34
AGI, Charcas 374, obispo Paravicino, Asunción, 21 de noviembre de 1744.
35
En otras partes era menos frecuente este tipo de ordenación y siempre pensando más en las misiones
indígenas. Ver, AYROLO, VALENTINA. Funcionarios de Dios y de la República. Clero y Política en la
experiencia de las autonomías provinciales. Buenos Aires: Biblos, 2007. “Los curas beneméritos se
hacen regularmente de unos hombres sabios en la escritura sagrada, pero como por lo general ignoran el
idioma de los indios, solicitan para sus ayudantes unos intérpretes, que solamente se ordenaron título de
lenguaraces, como se dice vulgarmente, sin más principio que una tosca latinidad y algunas definiciones
de escasos casos de moral y lo que la razón natural les dicta”, CONCOLORCORVO. El lazarillo de ciegos
caminantes. Buenos Aires: Emecé, 1997, p. 211.
36
AGI, Buenos Aires, 248, Cuadro de la provincia del Paraguay, sobre curatos, doctrinas y reducciones,
confeccionado por Pedro Melo de Portugal el 13 de julio de 1783.
37
ANA, SH, vol. 125-1, f. 273r-v. Acta del Cabildo del 3 de marzo de 1757; “Para que esta gente se
bauticen y casen en su iglesia.”.
Lo mismo que en la queja que el gobernador Alós. A fines del siglo XVIII, el
rey le escribe preocupado al virrey del Río de la Plata porque ha recibido una carta por
la cual “dio cuenta el Gobernador Intendente de la Asunción del Paraguay del desorden
que había notado de casarse los indios con negras y mulatas, esclavas y libres, de que se
originan gravísimos perjuicios.”
Alós sabe que no puede obligar al ama a vender su esclava, pero reflexiona que
no es justo para el pueblo quedarse sin un artesano, y para el rey, sin sus tributos. Es
consciente el gobernador que el cómplice más directo de esta situación es el sacerdote.
Le comenta al Rey que si bien se hicieron todos los pedidos al obispo para que esto no
ocurriera, la realidad le demostraba que lejos se estaba de haberse superado.
Pero no se trata sólo del tributo no cobrado, sino que tampoco le parece que se
hayan de casar los indígenas con mulatas o negras libres y que vayan a vivir éstas a los
pueblos de indios porque de esta manera “se irán llenando los Pueblos de estas castas
que por tan viciosas y entregadas a estos desórdenes, ha privado sabiamente Vuestra
Majestad en las leyes de estos reinos…” Permitir esto “sería dar lugar a las deserciones,
porque la mulata o negra, y al contrario, como familiarizadas y entregadas a una vida
holgazana han de huir de la sujeción en que viven los naturales del Pueblo.”
38
Tanta la copia de la carta del Rey como de la de Alós se encuentran en AGN, Biblioteca Nacional,
legajo 185, manuscrito 1638.
39
Joaquín Alós y Bru fue nombrado el 20 de abril de 1786 y tomó posesión recién un año y medio más
tarde, el 21 de agosto de 1787. Permaneció en el mismo hasta el 7 de abril de 1796.
Obviamente varios puntos están en juego, pero lo que fundamentalmente resalta
es el deseo de los indios de escaparse de esta ‘sujeción’. Lo importante es resaltar que
para ellos era posible poder establecerse en los alrededores, amparados por algún
campesino, y trabajar un pedazo de tierra, que si bien no era de su propiedad, sí lo era el
fruto de su trabajo.40 Sin embargo, las quejas aumentan y se agregan razones.
Y ahora el cuadro se completa. No sólo los indios se van y se juntan o casan con
mulatas o negras, libres o esclavas, sino que las indias que quedan en los pueblos se
relacionan sexualmente con campesinos ‘españoles’ de los alrededores por lo que sus
hijos ya no pertenecen al pueblo, sino al mundo español, por más que se críen con sus
madres dentro del pueblo de indios.
Si bien estas complicidades pueden verse como un mero interés económico por
parte de los de afuera, lo que también queda de manifiesto es que en la sociedad
circundante no ‘desentona’ un indígena. Esto no sólo se da porque los colores de piel no
se diferencien, sino sobre todo porque todos comparten el mismo universo cultural,
signado por el uso del guaraní, la situación de pobreza en que se ven envueltos, y el
40
GARAVAGLIA, JUAN CARLOS, Economía, sociedad y regiones, Buenos Aires; Ediciones de la Flor,
1987.
mismo laboreo de la tierra que dicha pobreza obliga. A esto hay que agregar que la
familia se nuclea alrededor de la mujer quien no se ve en la necesidad de casarse para
salvar su honor o legitimar su hijos.41
Sólo se han podido encontrar dos cofradías pidiendo dicha autorización real: la
de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, que funcionaba en el
convento de la Merced en Asunción,43 y la del Santo Rey Baltasar en la iglesia de San
Blas, también en la ciudad capital.44 De otras cofradías se encuentran referencias en
otros documentos de años posteriores, pero no solicitando dicha aprobación.45
41
Ver POTTHAST-JUTKEIT, BARBARA. “Paraíso de Mahoma” o “País de las mujeres”? Asunción:
Instituto Cultural Paraguayo Alemán, 1996.
42
AGI, Buenos Aires, 253. Para una comprensión general del tema ver entre otros: ARIAS DE SAAVEDRA
ALÍAS, Inmaculada y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, La represión de la religiosidad popular.
Crítica y acción contra las cofradías en la España del siglo XVIII. Granada: Universidad de Granada,
2002; ÁLVAREZ SANTALÓ, León Carlos et al., Las cofradías de Sevilla en el siglo de las crisis. Sevilla:
Universidad de Sevilla, 1999, 2ª edición.
43
En AGI, Buenos Aires, 253
44
En ANA, SH, 439.9.
45
ANA, NE, Vols.: 2055, Cofradía de las Ánimas, Villa Rica, 1853 y 2703, para el año 1852; Cofradía
de las Ánimas, Luque, 1850; 3082, Archicofradía de Santa Ana, Asunción, 1802-18; 3091, Cofradía del
Santísimo Sacramento, Villa Rica, 1803; 3154, para el año 1853 y 3161, para el año 1854; 3238, Cofradía
de las Ánimas, Villa Rica, 1856. AAA, Libro de Cofradías. Cofradía de los Siete Dolores, 1793; Cofradía
de las Ánimas, Villa Rica, 1855-1862; Cofradía de las Ánimas de Luque 1856-1664; Cofradía del Santo
Entierro de Cristo y Soledad de María, 1815; Cofradía del Santísimo Sacramento, San José de los
Arroyos, 1819.
los negros, pardos y demás gente de servicio de este vecindario”.46 La misma
funcionaba en la iglesia de San Blas
Los franciscanos, por su parte también tenían su cofradía para ‘gente de servicio’
en su convento de Asunción.50 De hecho en la cofradía del cordón de Santa Ana, se
admitía “todo género de personas, en especial la gente de servicio”; sin embargo cuando
se eligen las autoridades de la cofradía aparecen nombres como Juan Antonio de la
Compañía de Jesús (quien llegó a ser mayordomo mayor), o Petrona Alcántara de San
46
Incluía también a los esclavos aún esclavos, “con tal que consientan sus amos y protesten no impedirles
la debida contribución y la asistencia a los ministerios que como tales cofrades sean obligados”, según
rezan las constituciones en su artículo 14.
47
La constitución consta de 16 artículos, los primeros seis se refieren a las autoridades, los oficiales (un
mayordomo, un procurador, dos enfermeros, dos limosneros, dos vocales, un secretario), los siguientes
referentes a las elecciones, el aviso al cura, la festividad central del 6 de enero, la figura del alférez, las
misas cada seis de cada mes, el asistir al entierro de los hermanos cofrades, respecto al estipendio de la
misa, sobre los miembros, las contribuciones (dos reales para los oficiales y uno para los cofrades
simples), y las nuevas constituciones. Melo de Portugal aprueba esta constitución el 3 de julio 1787.
48
SÁNCHEZ HERRERO, José (Ed.), Silvia Pérez González (Coord.). CXIX reglas de hermandades y
cofradías andaluzas. Siglos XIV, XV y XVI. (Huelva: Universidad de Huelva, 2002): 113-115,
constitución en el CD que viene con el texto. En Buenos Aires por esos años también existía una cofradía
de San Baltasar y las Ánimas que funcionaba en la parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, “a devoción
de los negros y esclavos que en ella [Buenos Aires] residen.” AGN, Sala IX, 31.4.6, doc. 436.
49
También los jesuitas del colegio realizaban ministerios apostólicos en la parroquia de San Blas, además
de brindar los ejercicios espirituales a la población afrodescendiente.
50
ANA, NE, vol. 3082. Sabemos que el convento de San Francisco, como el resto de los conventos,
tenían su ranchería de esclavos. Le agradezco a Margarita Durán el llamarme la atención sobre esta
cofradía.
Francisco, entre otros apellidos de familias de la alta sociedad asuncena, que si no eran
esclavos, lo habían sido conservando el apellido de sus antiguos amos.
Una actividad pastoral particular que tenían los jesuitas del colegio de Asunción
eran las misiones por la campaña de la jurisdicción de dicha ciudad y por otras villas y
valles. En 1758 misionaron tres meses por la campaña de Asunción, al año siguiente en
Curuguaty, y en 1760 en la Villarrica del Espíritu Santo “y en el país circunvecino, que
se llama La Cordillera” también cerca de tres meses. En 1762 vino un misionero
especialmente desde Buenos Aires, el padre Ignacio Oyarzabal quien realizó una misión
en Asunción y otra en Villarrica. La carta anua se refiere a esta última “que duró más de
26 días, a proporción fue mayor que en esta ciudad: porque según escribieron acá uno
51
La fuente no nos da para aseverar que también formaban parte de la cofradía.
52
ANA, SH, vol. 439. 9.
53
AGN, BN, legajo 362, manuscritos: 6337 ‘Annuas del Colegio de Paraguay desde 1 de abril de 1758,
en que se formaron y despacharon las últimas hasta 1 de enero de 1763’; y 6338 ‘Annuas del Colegio de
Paraguay día 31 de diciembre de 1762 hasta 31 de octubre de 1765’.
de los Padres y el cura de aquella Villa, hubo más de 5.200 comuniones, no siendo
tantos los feligreses de aquella feligresía, porque atendieron muchos de afuera; y en la
procesión de penitencia que se hizo, hubo tanto derramamiento de sangre, que las calles
se regaban de ella”.
Tanto en los ejercicios espirituales como las misiones eran momentos importantes
de interacción de toda la población del lugar. Al igual que los velorios y las procesiones
de Semana Santa. En el Archivo Nacional de Asunción encontramos reprimendas de los
obispos por los abusos en los velorios en donde abundan bailes y fandangos e incluso se
reparten cigarros. El obispo de la Torre prohíbe que en los mismos las mulatas sean
contratadas como lloronas.54 Los documentos judiciales nos llaman la atención sobre
situaciones conflictivas acaecidas tras las celebraciones matrimoniales, y en medio de
las procesiones.55
54
ANA, NE, 420, Recomendaciones escritas en el libro de difuntos del años 1762.
55
ANA, SCJ, 1300.1; 1453.3; 1454.1.