Biografias y Cuentos
Biografias y Cuentos
Biografias y Cuentos
Los folcoristas han experimentado un gran interés por esta colección y las fuentes populares de
algunos de sus cuentos, como "La bambola Poavola", "La foresta d'agli", "Giovannin cercò la morte",
"Il rubino meraviglioso", "L'augel belverde", "Pietropazzo", "La gatta", "Re Porco", "L'uomo selvático",
"Brancaleone", "La bella prigioniera", "Il ladro matricolato" etcétera.
Gato Con Botas
Entonces el gato propone ir a casa de su amo, la que según él es un imponente palacio desde el que
se gobiernan campos y tierras completas. El rey y la princesa se muestran más que convencidos,
mientras el amo no sabe de dónde sacará esos bienes. El gato se marcha por delante, diciendo que
preparará el palacio para ellos y ordena a la gente del campo a lo largo de la carretera que les
dijeran al rey que aquellas tierras pertenecen al Marqués de Carabás, diciendo que si no lo hacen los
va a cortar en carne picada. El gato entonces llega a un castillo habitado por un ogro que es capaz
de transformarse en una cantidad de criaturas. El ogro muestra su habilidad cambiando en un león,
asustando al gato, quien luego engaña al ogro para que cambie en un ratón. El gato entonces se
lanza sobre el ratón y la devora. El rey llega al castillo que antiguamente pertenecía al ogro, e,
impresionado con el falso marqués y su estado, el muchacho obtiene la mano de la princesa en
matrimonio. A partir de entonces, el gato disfrutó de la vida como un gran señor que corría detrás de
los ratones solamente para su propia diversión.
Las habichuelas mágicas
Hans Christian Andersen
Periquín vivía con su madre, que era viuda, en una cabaña del
bosque. Como con el tiempo fue empeorando la situación
familiar, la madre determinó mandar a Periquín a la ciudad, para
que allí intentase vender la única vaca que poseían. El niño se
puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se
encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.
-Son maravillosas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las
daré a cambio de la vaca.
Así lo hizo Periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero la
viuda, disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las
habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar.
Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su
sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante
la noche, que las ramas se perdían de vista. Se puso Periquín a
trepar por la planta, y sube que sube, llegó a un país
desconocido.
Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una
gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba.
Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la
gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y
descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña.
La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro, y con su producto vivieron tranquilos
mucho tiempo, hasta que la gallina se murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al
castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar cómo el dueño del castillo iba contando monedas
de oro que sacaba de un bolsón de cuero.
En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y, recogiendo el talego de oro, echó a correr hacia la planta
gigantesca y bajó a su casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo.
Sin embargo, llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacío. Se cogió Periquín
por tercera vez a las ramas de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en
un cajón una cajita que, cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.
Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y se la guardó. Desde su escondite vio
Periquín que el gigante se tumbaba en un sofá, y un arpa, oh maravilla!, tocaba sola, sin que mano alguna pulsara
sus cuerdas, una delicada música. El gigante, mientras escuchaba aquella melodía, fue cayendo en el sueño poco
a poco.
Apenas le vio así Periquín, cogió el arpa y echó a correr. Pero el arpa estaba encantada y, al ser tomada por
Periquín, empezó a gritar:
-¡Eh, señor amo, despierte usted, que me roban!
Se despertó sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo desde la calle los gritos acusadores:
-¡Señor amo, que me roban!
Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Periquín. Resonaban a espaldas del niño pasos del
gigante, cuando, ya cogido a las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar hacia la altura, vio
que también el gigante descendía hacia él. No había tiempo que perder, y así que gritó Periquín a su madre, que
estaba en casa preparando la comida:
-¡Madre, tráigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante!
Acudió la madre con el hacha, y Periquín, de un certero golpe, cortó el tronco de la trágica habichuela. Al caer,
el gigante se estrelló, pagando así sus fechorías, y Periquín y su madre vivieron felices con el producto de la cajita
que, al abrirse, dejaba caer una moneda de oro.
Hans Christian Andersen
(1805/04/02 - 1875/08/04)
Desde 1822 publicó poesía y obras de teatro, consiguió su primer éxito con Un paseo desde el
canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager en los años 1828 y 1829, un cuento
fantástico que imita el estilo del escritor alemán E. T. A. Hoffman. Su primera novela, El
improvisador, o Vida en Italia (1835), fue alabada por la crítica. Realizó viajes por Europa, Asia y
África y escribió muchas obras de teatro, novelas y libros de viaje.
Pero es gracias a sus más de ciento cincuenta cuentos infantiles los que le han establecido como
uno de los grandes de la literatura mundial.
Entre sus principales innovaciones cabe destacar el uso de un lenguaje cotidiano y dar salida a las
expresiones de los sentimientos e ideas que previamente se pensaba que estaban lejos de la
comprensión de un niño.
Entre sus populares cuentos se encuentran El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina
de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, El ruiseñor, El sastrecillo
valiente y La sirenita. Han sido traducidos a más de ochenta idiomas y adaptados a obras de teatro,
ballets, películas y obras de escultura y pintura.
El Patito Feo
Todos esperaban en la granja el gran acontecimiento. El nacimiento de los polluelos de mamá pata.
Llevaba días empollándolos y podían llegar en cualquier momento.
El día más caluroso del verano mamá pata escuchó de repente…¡cuac, cuac! y vio al levantarse
cómo uno por uno empezaban a romper el cascarón. Bueno, todos menos uno.
Pero cuando por fin salió resultó que ser un pato totalmente diferente al resto. Era grande y feo, y no
parecía un pavo. El resto de animales del corral no tardaron en fijarse en su aspecto y comenzaron a
reírse de él.
Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los
pavos le perseguían y las gallinas se burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de
que era un pato feo y tonto.
Un atardecer de otoño estaba mirando al cielo cuando contempló una bandada de pájaros grandes
que le dejó con la boca abierta. Él no lo sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes.
- ¡Qué grandes son! ¡Y qué blancos! Sus plumas parecen nieve .
Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía
siendo un animalucho feo.
Tras el otoño, llegó el frío invierno y el patito pasó muchas calamidades. Un día de mucho frío se
metió en el estanque y se quedó helado. Gracias a que pasó por allí un campesino, rompió el frío
hielo y se lo llevó a su casa el patito siguió vivo. Estando allí vio que se le acercaban unos niños y
creyó que iban a hacerle daño por ser un pato tan feo, así que se asustó y causó un revuelo terrible
hasta que logró escaparse de allí.
El resto del invierno fue duro para el pobre patito. Sólo, muerto de frío y a menudo muerto de hambre
también. Pero a pesar de todo logró sobrevivir y por fin llegó la primavera.
Una tarde en la que el sol empezaba a calentar decidió acudir al parque para contemplar las flores,
que comenzaban a llenarlo todo. Allí vio en el estanque dos de aquellos pájaros grandes y blancos y
majestuosos que había visto una vez hace tiempo. Volvió a quedarse hechizado mirándolos, pero
esta vez tuvo el valor de acercarse a ellos.
Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su atención en su reflejo. ¿Dónde estaba la imagen
del pato grande y feo que era? ¡En su lugar había un cisne! Entonces eso quería decir que… ¡se
había convertido en cisne! O mejor dicho, siempre lo había sido.
Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad que hasta entonces la vida le había negado y aunque
escuchó muchos elogios alabando su belleza, él nunca acabó de acostumbrarse.
Caperucita Roja
En un lejano poblado había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja, un día su mamá le
dijo que fuese a casa de su abuelita porque estaba enferma porque le tenía que llevar una cesta con
chocolate, azúcar, pan y dulces para que asi se recuperase mas rápido.
Y en ese mismo instante, el lobo se abalanzó sobre ella diciendo “¡Es para comerte mejor!”. Por
mucho que Caperucita roja intentó escapar, el lobo se encontraba cada vez más cerca.
Durante su huida gritaba con el objetivo que alguien la pudiese escuchar para que le ayudase, y así
fue ya que por la zona había dos cazadores que se acercaron a ver qué pasaba y al ver lo que
ocurría le dispararon al lobo malvado.
Seguidamente sacaron a la abuelita del interior del estómago del lobo y Caperucita se dio cuenta
de que nunca más debía desobedecer a su madre pues hay que hacer caso a las personas mayores
ya que por su experiencia son mas sabías y siempre nos dicen las cosas por nuestro bien.