Indart Jornadas Anuales Eol Sección La Plata
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Desde ese punto de vista, del tema que se han dado, “El cuerpo,
goces y ficciones”, lo que extraigo y que hace a mi interés es el
término ‘cuerpo’. ¡No es uno de los conceptos fundamentales del
psicoanálisis! No figura en el Seminario 11, ¡no figura nunca en la
doctrina psicoanalítica! Pero hay como una inquietud actual al
respecto porque Lacan lo va poniendo sobre el tapete en su última
enseñanza. Evidentemente esa inquietud está en ustedes también.
Pueden hablar lo que quieran de goces y ficciones…pero ¿por qué
cuerpo? Efectivamente ¿por qué? Sobre todo, siendo la mayoría
de ustedes casi seguro psicólogos –es decir, estudiosos del alma–
y psicoanalistas –es decir, analistas del alma–, ¿qué hacen
entonces acá con la cuestión del cuerpo? Plantearlo así es para
tensar al máximo el problema. En un extremo Freud inventando el
psicoanálisis, el análisis de la psiquis, y en el otro el último
Lacan, donde al final no hay otra cuestión que no sea cómo se
puede o no tener un cuerpo. No estamos a nivel de pulsión, deseo,
fantasma, más allá del fantasma, síntoma, ideal del yo, todos los
términos del grafo, todas las grandes nociones del psicoanálisis.
Justamente, cuando se ha entendido bien el efecto de lo simbólico
y la pulsión, queda esta cuestión final, sorprendente: ¿cómo es
posible que se tenga un cuerpo? De manera que lo promisorio,
para seguir trabajando a partir de estas jornadas, me parece que
está esencialmente en ese término: cuerpo.
Verdad // Producción
{Seminario 1, 2,3…20}
texto juanqui
Hay una discusión ardua, que hemos seguido por años y años, con
Freud y Lacan, sobre las pulsiones parciales y la etapa fálica y la
castración. Como no hay etapa genital, y el goce del falo queda en
pareja con el goce pulsional, se fue decantando el término ‘goce
fálico’ para todo eso que pueden llamar goce pulsional, goce
fálico pulsional, goce fálico. Con el nudo, el goce en la
intersección simbólico-real dice Lacan que corresponde al
“llamado” goce fálico. Pero su nueva definición es goce fuera-de-
cuerpo. No es algo descriptivo, es la definición nueva, importante,
de este goce a partir del nudo. Corresponde a todo lo que hemos
llamado goce fálico, goce pulsional y/o fálico. Pueden ir a la
contratapa de los Otros Escritos (3) –que hizo Jaques Alain
Miller– y van a ver muy bien puntuado ese orden, cuando habla
de los teoremas inéditos, inauditos para el psicoanálisis, que hay
en el Lacan de los Otros Escritos. Y uno es, afirma Miller,
plantear que el goce fálico –eso era conocido– es ‘fuera-de-
cuerpo’, expresión fuerte, con guiones, completamente nueva. El
nudo, por lo menos, permite situarlo muy bien, porque van a ver
que está siempre fuera de lo imaginario, y no tenemos otro cuerpo
que el que sentimos en lo imaginario. Eso queda trazado, sin duda
posible, con ese goce que queda aquí entre simbólico y real, y que
por lo tanto es mortificante, o sea, sí, de muerte respecto del
imaginario corporal. He enfatizado un poco para indicar que todas
las funciones que hemos buscado desde Freud con el Edipo a
nivel de un orden simbólico, con el Nombre del Padre en Lacan,
son, por decir así, reemplazadas, reubicadas por Lacan en un
punto mucho más real, a nivel del nudo, que esas ficciones
mencionadas. Lo que no es una ficción es que lo imaginario
puede, o no, anudarse, pero si se anuda cumple con las funciones
de ordenamiento y de límite que se atribuían al Nombre del Padre,
como estoy tratando de mostrarles en esa intuición de parar la
metralla simbólico-real sosteniendo una imagen corporal, y
sentido. Por esa razón también, de a poco, van a ir apareciendo –
inevitablemente, en Lacan– modificaciones o ampliaciones o
novedades en sus ideas sobre la escritura, porque si uno señala
esta dimensión de lo que logra lo imaginario respecto de lo
simbólico y su real, vemos una proximidad muy grande entre el
imaginario corporal y una forma de escritura. Supongan un
equívoco gramatical cualquiera muy bobo, creo que me inventé
uno pensando en el padre,que como todo el mundo sabe es un
hombre bueno, bueno para nada. Si dicen
“esehombrebuenoparanadaquisodecirteso”, esas son fonaciones, y
ya es sorprendente que las agrupen de modo que aparezca el
sentido de la frase y las palabras:”un-hombre-bueno-para-nada-
quiso-decirte-eso”. Pero queda un equívoco, y no le podemos
pedir a lalangue que lo resuelva, por definición. No logro saber si
me dicen: “ese hombre bueno, para nada quiso decirte eso”, o si
me dicen “ese hombre, bueno para nada, quiso decirte eso”. ¡Por
favor, lalangue, ya que eres generosa, podrías ser buena y traerme
una solución, porque es insoportable esta equivocidad! Pero
lalangue sólo puede engendrar más equivocidades todavía. Es
muy fácil la solución, me dirán ustedes, una solución silenciosa,
que se escribe como ‘coma’, o como escansión. Bastaría poder
poner “ese hombre bueno (coma) para nada quiso decirte eso”. Ya
tengo cuerpo y sentido. O si no hacemos la otra; “ese hombre
(coma) bueno para nada (coma) quiso decirte eso”. De dónde
vienen esas ‘comas’ que se escriben después pero que funcionan
constantemente en el habla común. Pensábamos que de un S1, del
Nombre del Padre, del Amo, pero en el nudo estamos más allá, no
contamos con esa explicación, que es ficticia. Observen que en el
ejemplo sólo se trata de intuir agrupamientos, conjuntos. Tienen
que ir pensando que eso es una cosa profundamente vinculada a la
consistencia del imaginario corporal, que Lacan teorizó como
conjunto vacío, y que es fuente, por lo tanto, de toda una
posibilidad de escritura que hay que distinguir de la letra en el
extremo de la articulación simbólico-real.
Notas:
(1) Lacan, J.: “Seminario 21: Les non dupes errent”, clase 1
(13/11/1973), inédito.
(2) Ibíd.