RESUMEN Martin Fierro
RESUMEN Martin Fierro
RESUMEN Martin Fierro
José Hernández
Capitulo 1:
Martin Fierro se hallaba en una pulpería (bar o despensa) y decidió contar su
historia, pidiéndoles a Dios y a los santos que lo ayudaran a refrescar su memoria y
aclaren su entendimiento. El decía que no era cantor letrado; que si se ponía a
cantar no iba a terminar; que hacia gemir a la prima y llorar a la bordona (cuerdas
de la vigüela). Asimismo, contaba que tenía mucha experiencia en la vida, y que
nada enseñaba tanto como el sufrir y el llorar.
Capitulo 2:
Fierro narra su vida feliz como gaucho, sin embargo, explica que después
comenzaron las desgracias. Dice que tenía hijos, vivienda y mujer; y detalla los
trabajos propios de un gaucho. Con respecto a esto, sostiene que vivían
escapándose de las autoridades, pues esta se llevaba a los gauchos y los
maltrataban sin que estos pudieran defenderse. Luego los mandaban a la frontera o
los echaban a un batallón. Fierro cuenta que así empezaron sus males.
Capitulo 3:
Un día se encontraba en una pulpería cantando, y el Juez de Paz realizó una
arriada en montón. Algunos lograron escapar, pero él no, porque era manso y no
tenía por qué huir. Pero el juez lo odiaba a Fierro, pues este en las últimas
elecciones no había ido a votar, por lo que aquél lo consideró de la oposición, y lo
mandó a la frontera. Allí al principio no hacían nada, pero después los empezaron a
tratar como malevos y los obligaron a hacer trabajos duros. Los indios entraban
cuando querían a su territorio, pero no los perseguían. Entonces les dieron armas,
que eran lanzas y otras armas primitivas, pues para las armas de fuego no tenían
municiones. Una vez, los atacaron por sorpresa al salir de un malón, y un indio se
le vino encima a Fierro con una lanza, pero este le tiró sus boleadoras bajándolo del
caballo y matándolo. Luego se subió al caballo y se escapó al fuerte.
Capitulo 4:
Esperaron que llegara el sueldo pero no venía, y la miseria los acosaba. No
tenían nada de ropa, pero a él le quedaba solo una manta de abrigo que se la saco
al Comandante. Pasó un año y las cosas seguían igual. Luego dieron algo de dinero,
pero a él no lo llamaron a cobrar por que "no estaba" en la lista. Se disgustó Fierro,
pero de esto se enteró el comandante y llamó al Cabo y al Sargento, quienes
después le dieron un castigo.
Capitulo 5:
Fierro esperaba una ocasión en que los indios entraran y hacerse el cimarrón
(salvaje) y volverse para su pago. Creía que si se quedaba iba a morir. Una noche
un gringo borracho no lo reconoció y le disparo a Martin Fierro, pero no le pegó
porque estaba mamado. Por el ruido salieron los oficiales y lo atraparon a Fierro,
tirándolo al suelo. En eso vino el Mayor y le empezó a gritar. Luego lo ataron de las
manos y de las piernas; y toda la noche Fierro le estuvo haciendo maldiciones al
gringo.
Capitulo 6:
Se reunió una militada para una expedición que iban a hacer sin carretas ni
baguales (caballos), para golpear a los indios en sus mismas tolderías, y que
vendría con ellos un ministro llamado Don Ganza que iba a reunir el ejército y que
tenía cañones. Fierro explica que él nunca fue un gaucho dominado, que nunca se
ha acobardado. Un día que estaban reunido el Jefe y el Juez de Paz, Fierro agarró
un caballo y se escapó. Volvió a su pago al cabo de tres años convertido en
desertor. Cuando fue para su rancho no encontró ni el rastro de este. Después le
conto un vecino que sus hijos trabajaron como peones y su mujer se fue con no
sabe que gavilán, pues el campo se lo pidieron y la hacienda la vendieron para
pagar arrendamientos. Fierro piensa que sus hijos están sufriendo mucho, y decide
hacerse gaucho matrero ("malo”).
Capitulo 7:
Luego Fierro comenzó a ser perseguido porque pensaban que era un vago,
por lo que se vio obligado a huir constantemente. Además el no tenía mujer, ni
rancho, ni dinero, ni hijos. Un día se entero que había un baile por allí y se encontró
con muchos amigos que se alegraron al verlo. Al ver llegar una morena la ofendió.
El que la acompañaba había estado juntando rabia, y luego de otra ofensa de
Fierro, el moreno se le vino encima pero el gaucho le pegó con un porrón de
ginebra. Luego el negro lo atropelló y le tiró dos cuchillazos que le logró esquivar;
pero Fierro le devolvió el ataque y lo hirió. Volvió a venirse furioso, el moreno,
encima de Fierro pero este lo hirió nuevamente matándolo.
Capitulo 8:
Otro día, en un boliche, entró un gaucho guapo y peleador; y lo provocó a
Martin Fierro. Este le respondió y comenzaron a luchar, pero Fierro lo mata de un
revés con el facón (cuchillo) y se retira del lugar.
Capitulo 9:
Fierro se la pasaba matrereando de día, pero siempre sobre el rancho estaba
para vigilar que la policía no lo agarre, y de noche buscaba una guarida para que no
lo atrapen. Un día, se hallaba contemplando las estrellas y escuchó ruido de
caballos que se aproximaban. Era la policía que lo había venido a buscar por sus
crímenes. Pero Fierro no quería entregarse y tuvieron que luchar. Un policía le
disparó, pero erró el tiro, y el gaucho aprovechó y lo hirió a otro que estaba
acomodando las boleadoras. Otros dos se le vinieron encima, pero con faconazos
los mató. Luego un policía lo vino a atacar, pero Fierro le echó tierra a los ojos y le
clavó el facón. En eso uno de los policías, llamado Cruz, les dijo a los otros que no
era justo que le den muerte así a un valiente y se paso al lado del gaucho, con lo
que la pelea se emparejó, y al venírsele dos encima los mató. Al ver esto, el resto
de la policía escapó. Después se dirigieron a un rancho y se pusieron a beber.
Capitulo 10:
Cruz le empieza a contar su historia: habla del gaucho, y de su mujer; y le
explica como conoció al Comandante. Este lo tenía de lado a lado y no le pagaba
nada. A veces lo mandaba a hacer viajes largos. Pero en una ocasión, entró a su
rancho y lo encontró abrazando a su china. Este, por el temor, sacó su espada y se
le vino encima a Cruz. Le tiró un espadazo, pero el ágil gaucho lo esquivó y golpeó
al Comandante. Pero en eso entró un hombre del comandante, y le disparó pero no
acertó, y Cruz se le acercó y lo mató de un faconazo. Luego agarró sus ponchos y
sus prendas y se fue para siempre del rancho.
Capitulo 11:
Luego supo Cruz que había una milonga por la zona y allí fue. Se puso a
bailar, pero el guitarrero lo ofende con una payada y Cruz de un faconazo le corta
todas las cuerdas de la guitarra. Un gringo con fusil acudió en defensa del cantor
entonces Cruz se vio obligado a salir. De adentro de la pulpería salió el guitarrero y
se puso a pelear con Cruz, pero este con un corte lo dejó en el piso. Montó su
bagual y se largó a los campos.
Capitulo 12:
Un día lo llamó el juez a Cruz y le propuso que se hiciera soldado de policía.
Así obtuvo el cargo de sargento, pero como a él no le gustaba andar con el revólver
en la cintura y por haber prestado ayuda a Fierro que no lo iba abandonar, decide
dejar la policía y seguir como matrero.
Capitulo 13:
Luego se retiran del rancho y mientras van cabalgando, Fierro alaba las
creaciones de Dios, en especial la mayor que le dio al hombre que es una lengua
que habla. Luego deciden ir a tierras indígenas, al lugar donde estaban los
caciques, pues estos trataban a los cristianos que iban por su gusto de "hermanos".
Y hacia esas tierras partieron porque allí iban a tener más seguridad y pasarían
menos males. Cruz y Fierro, arriando su tropilla cruzaron la frontera. Y cuando la
habían pasado Cruz le dijo a Fierro que mirara su pueblo, y a este dos lagrimas le
rodaron por la cara. Siguieron su rumbo y entraron al desierto. El relator concluye
diciendo que no sabe si se habrán muerto y que él ha relatado a su modo: "Males
que conocen todos, pero naides canto".
Segunda Parte
La vuelta de Martin Fierro
Capitulo 1:
El relator pide silencio porque va a demostrar que a su historia le faltaba lo
mejor. Él explica que uno viene como dormido cuando vuelve del desierto, que
había recibido la facultad para el canto y que tanto el pobre como el rico le han de
dar la razón.
Capitulo 2:
Fierro, tristemente, va recordando a su familia y a su pago, y en ocasiones
se tira entre los yuyos a llorar por ellos. Recuerda también que se dirige al desierto
con Cruz, y llegaron a unos toldos de salvajes. Cuando estos los vieron a Cruz y a
Fierro se armó un tremendo alboroto y los rodearon. Los gauchos pensaron que
morirían, pero en eso llego un indio que les dijo que su salvación se la debían a un
cacique, y que ellos iban a quedar cautivos. Como el indio era muy desconfiado, los
pusieron separados bajo vigilancia.
Capitulo 3:
Fierro no pudo hablar con Cruz por dos años, pues recién al cabo de ese
tiempo el cacique los dejo vivir juntos, y estos se fueron a la orilla de un pajal.
Como el alimento no abundaba por más empeño que se hiciera, semejante ejercicio
hacia diestro al cazador, que tenía que comer cualquier animal.
Capitulo 4:
Fierro explica que antes de aclarar el día, el indio empieza a aturdir la
pampa con su rugir, y a veces, sin que él y Cruz sintieran nada se largaban a
invadir. Cuenta que para realizar el malón, se procuran los mejores caballos y van
con lanza sola, varios pares de bolas y nada más, para no fatigar al caballo. Es
cruel el indio y odia al cristiano. El peso del trabajo lo deja a sus mujeres, pues
ellos son ladrones, pero viven en miseria que causa horror.
Capitulo 5:
Cuando la invasión regresa, los indios traen miles de cabezas de vacas y
yeguas y negocios enteros que han saqueado. Luego se reparten el botín con
igualdad y cada indio va a su toldo. Cuando el hombre es más salvaje, trata peor a
su mujer. La mujer pronta esta para servir a un desgraciado, pero tiene corazón de
madre. El indio no tiene cariño a nadie ni sabe lo que es amar, y eso se refleja
cuando matan a sus mujeres sin tener compasión.
Capitulo 6:
Pasó el tiempo y ellos seguían solitarios. De los indios sanguinarios no tenían
que esperar, aunque el que los salvó cuando llegaron era más hospitalario. Este les
regaló dos caballos y a veces los fue a ver, aunque Fierro deseaba que jamás lo
hubiera salvado. Al cabo de un tiempo, apareció la viruela negra y empezaron a
morir los salvajes. Cruz y Fierro, por esto, tenían ganas de volver a sus pagos, pero
como el indio que los salvó enfermó, decidieron ir a su lado a cuidarlo. Pero murió a
los pocos días y Cruz también enfermó, muy grave, y antes de morir le pidió a
Fierro que si volvía, busque a su hijo. Poco después, tuvo un terrible desmayo y
murió.
Capitulo 7:
Fierro sepultó a su amigo y humedeció aquel terreno con su llanto.
Escuchaba a cada rato a Cruz que lo llamaba, y no encontraba consuelo que ir al
suelo al lado de su sepultura. Allí pasaba las horas pensando en su mujer, sus
hijos, su pago y su amigo. Como escuchó unos quejidos se aproximó a ver que era
y descubrió que era una cristiana llena de sangre que un indio había herido con su
rebenque.
Capitulo 8:
Supo después que ella llevo una comitiva de indios pampas a su partido,
mataron a su marido y se la llevaron cautiva. Tenía un hijito a su lado. Cuando
estos crecían, los indios lo vendían o los cambiaban por potros. Ella trabajaba para
una india, pero un día la hermana de esta falleció y le echaron la culpa a ella por
brujería. El indio la sacó al campo y la obligó a que confiese su brujería, pero como
la cautiva no dijo nada, degolló a su hijo.
Capitulo 9:
De ella habían sido los lamentos que Fierro escuchó. Cuando el indio lo vio
saco sus boleadoras y el gaucho su facón. Se miraban mutuamente, desconfiando
uno del otro, hasta que el salvaje se le vino encima y le tiro las boleadoras, que
solo rozaron a Fierro, quien le tiró una puñalada, pero el indio la esquivó, y el
gaucho se enredó con el chiripá (poncho colocado en forma de pañal y prendido con
alfileres ceñido con la faja y a veces el tirador o rastra, que utilizaba el aborigen y
el gaucho) y cayó. El indio se le puso encima y cuando le estaba por pegar, la
mujer lo empujó quitándoselo de encima a Fierro. Siguen peleando pero el indio se
resbala con el cuerpo del chiquito degollado y cae, y el gaucho aprovecha para
hacerle un tajo y luego otro con el que lo mata.
Capitulo 10:
Se subieron, Fierro y la cautiva, a los caballos y se fueron del lugar. Luego
describe la forma en que los salvajes domaban potros. Decidió ir sin rumbo. Varias
veces no comieron o comieron carne cruda, y en otras con raíces se mantuvieron.
Hasta que, después de mucho sufrir, alcanzaron a divisar una sierra y luego se
dirigieron a una estancia, en donde se despidió de su compañera.
Capitulo 11:
Al acercarse a otra estancia, se encontró con un viejo amigo. Este le contó
que el juez que lo buscaba ya había muerto; le dice que ya todos sus crímenes
habían quedado en el olvido y que el gobierno no lo buscaba. Fierro reflexiona que
por culpa del Juez había perdido diez años, que no son pocos para quien ya llega a
viejo. Se enteró que había una carrera de estancieros y se fue para ahí. Estos,
después de reconocerlo le contaron que su mujer había muerto en la miseria. Y
mientras tomaba unos tragos se consoló al encontrarse con sus dos únicos hijos
que le cuentan sus historias.
Capitulo 14:
El juez trajo a un viejo medio cimarrón (salvaje), muy renegado y muy
ladrón que lo llamaban Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran todo su
placer. Carneaba noche a noche alguna res (vaca, chancho, etc.) en el pago,
dejando allí el rezago. También alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un
pulpero por yerba, tabaco y trago. Le tenía rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez
me lo nombró tutor me dijo que era un señor, me iba a enseñar a trabajar y darme
la educación, pero en realidad era todo lo contrario. Vizcacha, según un amigo mío,
mató a su mujer de un palazo porque le dio un mate frio. Soñaba siempre con ella
y decía que ella desde el mismo infierno lo estaba llamando a gritos."
Capitulo 15:
-"Solo me aconsejaba cuando estaba borracho."- Le decía que se haga
amigo del juez y nunca le lleve la contra; que nadie le tenga envidia; y que si
buscaba vivir tranquilo que no se case. Le aconsejó que es necesario llevar armas.
Luego de estos consejos se quedaba dormido por la borrachera.
Capitulo 16:
-"El viejo vizcacha cayó enfermo y empeoraba. Entonces le traje una
curandera a ver si mejoraba. Al verlo dijo que tenía un tubérculo y no le dio mucho
tiempo de vida. Vizcacha le pedía a gritos al diablo, que se lo llevara al infierno.
Cuando ya no pudo hablar más, le até una campana en la mano. Pero al poco
tiempo falleció."
Capitulo 17:
-"Cuando lo vi muerto, le cobré un miedo terrible. Llamé al alcalde y a tres o
cuatro de sus vecinos. Los vecinos le pedían a Dios que le perdone todo lo que
había hecho. Sus amigos comienzan a contar las maldades que hacía, como escupir
asados ajenos. Esta costumbre se la quitó un mulato desertor que le llamaban
Barullo, quien una noche, luego de escupir el asado Vizcacha, le largo una
puñalada, pero el viejo ganó la puerta y se fue."- Luego el alcalde comenzó a
registrar la casa. Encontró lazos, cabrestos, coyundas, maniadores, una punta de
arriadores, cinchones, maneas, torzales, una porción de bozales, un montón de
tiradores, y unas cuantas cosas más. Pero las personas allí presentes empezaron a
reconocer cosas, supuestamente suyas, y a llevárselas. Cuando se fueron todos, el
juez le dijo al huérfano que "el iba a ser el heredero y el que se haría cargo de
todo", aunque lo que había quedado eran todas porquerías.
Capitulo 18:
-"Al verme solo con el finado (muerto) y los perros me puse a llorar a gritos.
Me saque el escapulario y se lo colgué a mi tutor. Mientras tanto, los perros, para
aumentar mi miedo y mi tormento, se pusieron a llorar. Agarre lo que era mío y me
fui. Después me entere que esa tarde vino un peón y lo enterró. Pero al otro día
amaneció con una mano afuera, y según el enterrador, que se la había comido un
perro. Por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba. Todas las noches
soñaba con viejos, perros y guascas (látigos)."
Capitulo 19:
-"No volví por lo del juez, por miedo a que me nombre a otro tutor. El juez
me había prometido que cuidaría de mis cosas hasta que tenga 30 años y sea
mayor de edad. Viví por ahí y fui víctima del más desdichado amor con una viuda.
Fui a ver a un adivino para ver si me curaba de todos esos males que me habían
ocurrido, y me dijo que me habían hecho daño en un mate y me habían querido
embrujar, y me pasó una pluma de avestruz. Me dijo que la causante de esto había
sido la viuda y que probara una receta, pero esta no curó mis males. Me dio otra
pero tampoco funcionó. Finalmente me dijo que le corte tres motas a un negro y
que las hirviera en leche. Pero como ninguna funcionó, me fui a ver al cura y este
me dijo que la viuda no se podía casar porque se lo había prometido a su marido
moribundo, y que entonces me aleje de la mujer. Pero el cura le dijo al juez que yo
era un cabeza dura y no tenia compostura, y este me echó a la frontera".
Capitulo 20:
Martin Fierro y sus dos hijos festejaban el reencuentro. En ese momento,
vino un mozo forastero que venía de la frontera y les pidió la bendición. Les dijo
que el nombre de Picardía era lo único que llevaba y para contar su historia a todos
les pedía licencia, diciéndoles que enseguida iban a saber quién era. La gente se
puso atenta y Picardía comenzó a cantar.
Picardía
Capitulo 21:
-" Me quede huérfano y no pude conocer a mi padre, siendo mi madre
Inocencia me llamaban Picardía. Primero me llevó a su lado un hombre para cuidar
las ovejas, pero todo el día eran quejas y guascazos. Luego me fui a Santa Fe
buscando mejores fines, pero también me fue mal. Ya pensaba en volverme,
cuando salieron unas tías que quisieron recogerme. Ellas se pasaban el día rezando,
y luego me obligaron a mí. Yo rezaba sin dificultad todo el día pero a la noche no
podía. Por culpa de una morena que me hacia tentar, rezaba pero me equivocaba.
Y un día me aburrí de esos enredos y me fui."
Capitulo 22:
-"Anduve, siendo pobre, de lado a lado. Pero cuando empecé a ganar plata,
me tuve que volver. Cuando vine me enrolaron en la Guardia Nacional. Comencé a
trabajar en combinación con el dueño de una fonda (especie de hotel-casino),
jugando cartas y peleando a la gente. Hacia trampas así los clientes se
entusiasmaban o se ponían nerviosos y jugaban más. Como hacia trampa con arte
y no me descubrían, lo hacía en todos los juegos."
Capitulo 23:
-" Un día, un vendedor ambulante napolitano se vino a jugar haciéndose el
chiquito para sacarme ventaja, pero perdió todo, y se puso a llorar mientras yo me
llevaba toda su mercadería. Seguí ganando, hasta que se presentó un Oficial de
Partida, que era ñato (de nariz chata), que me exigió que pagara una multa porque
el juego estaba prohibido y que me iba a llevar al cuartel. Dos veces nos
encontramos y dos veces lo insulté. Todo se complicó, cuando intenté conquistar a
la mujer que le gustaba al ñato, y ahí se me declaró enemigo."
Capitulo 24:
-"Me escapé de él en muchas oportunidades, hasta que me agarró en las
elecciones, y me quiso obligar a votar por quien quería el Comité. Pero le dije que
"Respeto al que me respeta, pero el naipe y la boleta nadie me la ha de tocar". En
ese momento cayó la policía y fui a parar al cepo por no querer pelear."
Capitulo 25:
A los pocos días, hicieron citar la gente para reunir un contingente y mandar
a la frontera. La mayoría eran los que no habían votado por el que la Partida
quería. Llegó el Comandante y comenzó a explicarles uno por uno porque los
mandarían a la frontera. Luego empezaron a acumularse más personas, y aunque
sus familias lloraran y pidieran compasión, era inútil.
Capitulo 26:
-"Luego llegó mi turno y estaba asustado. El comandante me decía que era
un jugador, un vago un picaflor, y que había de ser un bandido como mi padre, a
pesar de que no lo conocía. Me empeñé en averiguarlo, y me enteré que era el
guapo sargento Cruz. Yo conocía bien su historia y juré tener enmienda. Todo
conseguí olvidar, pero el nombre de Picardía no me lo pude quitar."
Capitulo 27:
-"Serví en la frontera en un cuerpo de milicia, por culpa de un ñato. Pero allí
trabajaba y se hacía sacrificio, y no pagaban nada ni daban ropa. El comisario
cuando venía con la paga, por "mala suerte" esta era del contingente anterior.
Cuando se cansaban de alguno de nosotros, lo largaban sin ropa ni nada para que
vuelva a su partido, sin darle ningún papel que acredite su servicio."
Capitulo 28:
-"En la frontera lo pasaba como todos, pero cuando me eligieron asistente
mejor en cierto modo, supe hacerme lugar al lado del Ayudante. Este se la pasaba
siempre leyendo porque quería recibirse de fraile, era delicado, pero jamás lo vi
disgustado. La gente lo aborrecía y lo llamaba "La Bruja", aunque lo único que
hacía era recibir las raciones de víveres y de vicios. Pero los milicios decían que yo
y la bruja los estábamos traicionando a todos con sus raciones. Esto no era cierto,
porque nosotros los traíamos, pero lo recibía el comandante, que sacaba cuanto
quería. Luego pasaba al oficial de semana, al sargento, al cabo y por ultimo recién
al soldado, y cuando llegan a este ya casi no quedaba ración. El vestuario era otro
infierno; si lo daban, llegaba en invierno el de verano, y en verano el de invierno.
Por estas razones parece que el gaucho tiene algún pecado que pagar."
Capitulo 29:
Esto canto Picardía y después guardó silencio. Mientras todos celebraban ese
casual encuentro, llego también un moreno. Este presumía de cantor y se creía
bueno, se sentó y le pego un rasgido a la guitarra desafiando a Martin Fierro. Este,
que siempre se hallaba dispuesto, tomó la guitarra y los dos comenzaron a cantar.
Capitulo 30:
Fierro explica que el hombre debe mostrarse cuando llega la ocasión, hace
mal en que se niegue o en que se lo rueguen; y dice que hará gemir las cuerdas
hasta que las velas no ardan. Cuenta que era costumbre de él cantar las noches
enteras. El moreno le dice que él es un pobre guitarrero y da gracias a Dios por
poder cantar con alguien que lo experimenta a él. El negro cuenta que tenía nueve
hermanos, que ha vivido libre sin depender de nadie, y que sabe mucho. Explica
que si tiene alguna falta al cantar que se la perdonen y que se debe escuchar al
cantor, aunque sea negro, por que aprenden todos. Fierro le replica que si él sabia
tanto, que le diga cuál es el canto del cielo. El moreno le dice que Dios había creado
a los hombres negros y blancos, pero que no hizo dos clases distintas, pues los
negros pintaban al diablo blanco, y los blancos lo pintaban de negro. Continúa y
explica que los cielos lloran y cantan hasta el mayor silencio. Fierro, por su parte,
dice que los negros y los blancos tienen los mismos dolores, y que le relate el canto
de la tierra. El moreno, a pesar de sus pocos conocimientos, lo explicó bien, y
entonces Fierro le pide el canto del mar, el de la noche, de donde nace el amor, y
que explique qué entiende por ley. Como relata todas bien, Fierro le permite al
moreno que le pregunte algo. El moreno, entonces le pregunta "¿Para qué fin el
Eterno ha creado la cantidad?" Fierro le dice que Dios creó solo la unidad, y que el
hombre aprendió a contar. Al ver que le contesto correctamente, el moreno le
pregunta para que formó Dios la medida. Fierro le contesta que la medida la
invento el hombre para el bien suyo, pues Dios no tenia que medir sino la vida del
hombre. Luego el moreno le pide que le diga que significa el tiempo y el peso.
Fierro se lo relata bien, y le dice que si quería aprender más cosas que se lo
preguntara. El moreno le dice que ninguno debe abusar de la ignorancia de nadie,
que es seguro que pierda un cantor de media talla contra otro de talla entera, que
está deprimido y triste y que solo cantaría para buscar consuelo. Cuenta que de los
diez hermanos solo quedan nueve, pues el primero murió a manos de un
pendenciero, que jamás encontró. Dice finalmente que si en otra ocasión payan,
cantaran sobre las muertes injustas que algunos hombres cometen. Fierro le
responde que por fin se había callado, que el conoció a los morenos mas
peleadores, y que él no busca peleas y que las contiendas no le gustan, pero ni las
sombras lo asustan ni los bultos lo menean.
Capitulo 31:
Luego de las palabras, los presentes los separaron y Fierro, sus hijos y
Picardía montaron y se dirigieron a la costa de un arroyo. Allí pasaron toda la
noche, y al amanecer meditaron, y por su estado de pobreza decidieron separarse.
Antes de hacer esto, Fierro les aconsejo.
Capitulo 32:
Fierro los empieza a aconsejar y le dice que estos concejos, que le ha
costado adquirirlos, se los da porque desea dirigirlos, pero que su ciencia no
alcanza para darles la prudencia que precisan para seguirlos.
Capitulo 33:
Luego se separaron todos, una para cada punto cardinal, pero hicieron una
promesa: convinieron entre todos cambiarse el nombre. El relator explica que ha
cumplido con su deber, pero todavía le quedan rollos por si se ofrece a dar lazo,
que le permitan descansar porque en este punto (33 cantos) se planta; dice que
recordemos estas palabras "En mi obra he de continuar hasta dárselas concluidas,
si el ingenio o si la vida no me llegan a faltar", y que si algún día faltasen, los
gauchos sentirán tristeza en el corazón y lo tendrán en su memoria para siempre.
"Que nadie se ofenda si canto de este modo no es para mal de ninguno si no para
bien de todos".
Fin