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presentación 3
programa 6
contenido módulos
mapa conceptual 7
macroobjetivos 8
agenda 8
material 9
material básico
material complementario
glosario 10
módulos *
m1 | 24
m2 | 62
m3 | 118
m4 | 163
* cada módulo contiene:
microobjetivos
contenidos
mapa conceptual
material
actividades
glosario
evaluación 217
Bienvenido a LINGÜÍSTICA
(Endnotes)
1 Nos referimos de modo específico al abordaje de la Gramática
Generativa de Noam Chomsky dentro de la asignatura Psicolingüística.
p r o g rama
a genda
SEMANAS MÓDULOS
1 2 3 4
1
2
3
4
5
6
7 Primer Parcial
8
9
10
11
12
13
14
15 Segundo parcial
Material básico
CACCIAVILLANI, Clara: Apuntes sobre Lingüística. Córdoba, Universidad Blas
Pascal, 2006-2010, (inédito).
CACCIAVILLANI, Clara: “Acerca de Basil Bernstein y la teoría de los códigos”,
evaluación realizada en el marco de la Carrera de Especialización en Ense-
ñanza de la Lengua y la Literatura, Módulo I: Sociolingüística, FFyH. Córdoba,
Universidad Nacional de Córdoba, 2005, (inédito).
CACCIAVILLANI, Clara: “Contexto de surgimiento de la Ciencia Lingüística”
en Curso de Nivelación Letras 2004-2008: Cuadernillo Introductorio, Córdoba,
Facultad de filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2004,
(inédito).
CACCIAVILLANI, Clara: “Presupuestos y sobrentendidos”, Clase para la Cáte-
dra de Gramática II, Escuela de Letras, Córdoba, Facultad de Filosofía y Huma-
nidades, Universidad Nacional de Córdoba, 1999 (inédito).
SUPISICHE, Patricia: Notas sobre Lingüística. Córdoba, Universidad Blas
Pascal, 2006, (inédito).
Material complementario
ALCARAZ – VALÓ, E.: Tres paradigmas de la investigación lingüística. Alcoy,
Marfil, 1990.
AUSTIN, J.: Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós, 1982.
BENVENISTE, E.: Problemas de Lingüística General, II tomos. Siglo XXI,
México. Cap. V, XV, tomo I. Cap. II, 4 y 5, tomo II,1971-1978.
BERNSTEIN, B.: La estructura del discurso pedagógico. Madrid, Morata, 1993.
BERNSTEIN, B: Pedagogía, control simbólico e identidad. Teoría, investigación
y crítica. Madrid, Morata, 1998.
BOURDIEU, P.: ¿Qué significa hablar? Madrid, AKAL, 1985.
BRONCKART, J.P.: Teorías del lenguaje. Barcelona, Herder, 1980.
CARON, J.: Las regulaciones del discurso. Barcelona, Gredos, 1986.
CASADO VELARDE, M: Lenguaje y Cultura. La Etnolingüística. Madrid, Síntesis,
1988.
CEREZO ARRIAZA, M.: Texto, contexto y situación. Barcelona, Octaedro, 1994.
COOK-GUMPERZ, J.: (comp.) El control social y la socialización: estudio de las
diferencias de clase social en el control del lenguaje materno. Londres, Rout-
ledge y Kegan Paul, 1973.
COOK-GUMPERZ, J.: La construcción social de la alfabetización. Barcelona.
Paidós, 1988.
COSERIU, E.: Sincronía, diacronía e historia. Madrid, Gredos, 1958.
COSERIU, E.: Teoría del lenguaje y lingüística general. Madrid, Gredos, 1962.
CRYSTAL, D.: Enciclopedia del Lenguaje. Madrid, Taurus, 1994.
DUCROT, O.: Decir y no decir. Barcelona, Anagrama, 1982.
DUCROT, O.: El decir y lo dicho. Bs. As., Hachette, 1984.
DUCROT, O. y TODOROV, T.: Diccionario enciclopédico de las ciencias del
lenguaje. México. Siglo XXI, 1996.
FERNÁNDEZ PÉREZ, M.: Introducción a la lingüística. Barcelona, Ariel, 1999.
FOWLER, R. – KRESS, G.: “Lingüística crítica” en Lenguaje y control. México,
FCE. Caps. I, X, 1983.
HALLIDAY, M.A.K.: El lenguaje como Semiótica Social. México, FCE, 1982.
HODGE, R. y KRESS, G.:”Language as ideology” (Traducción de Cátedra) en
Cuadernos de Sociolingüística y lingüística crítica Nº 1, Buenos Aires, FFyL,
UBA, 1996.
g l osario
m1
m1 microobjetivos
m1 contenidos
Sabemos también que hay distintos tipos de “usos del lenguaje” –académico,
publicitario, político, literario, coloquial-. Sin embargo, todos ellos son posibles
gracias a la existencia de una unidad definida de modo diferente según diferen-
tes autores. Esa unidad que subyace a todas estas prácticas recibe diferentes
denominaciones: el lenguaje, la lengua, lengua estándar, entre otras. En el
presente módulo comenzaremos por definir los diferentes términos vinculados
con el objeto lingüístico para poder delimitar ese objeto y e ir adquiriendo un
vocabulario técnico específico.
Intentaremos responder a los siguientes interrogantes: ¿Qué significa decir que
es portador de información, de significado o de sentido? Y continuamos con las
Delimitación terminológica
La lingüística
Gramática
Es difícil mostrar el papel central que la gramática representa dentro del len-
guaje, si no es utilizando metáforas como marco o esqueleto. Pero ninguna
metáfora física puede expresar de un modo satisfactorio la gran variedad de
esquemas formales y relaciones abstractas que salen a la luz en un análisis
gramatical.
Generalmente, en el estudio de la gramática se distinguen dos estadios dis-
tintos. El primero es el de la identificación en la cadena hablada —o escrita,
o de signos— de diferentes unidades, como palabra y oración. El segundo es
el del análisis de los esquemas en los que estas unidades se insertan y de las
relaciones de significado que tales esquemas transmiten. Según cuáles sean
Semántica
a. Delimitación
Básicamente y sin ingresar en las discusiones teóricas que suscita, Semántica
es el estudio del significado en el lenguaje. El problema es qué es el signifi-
cado, ya que el término puede tener diferentes valores:
a) querer decir.
b) “tener la intención de manifestar”.
c) “ser equivalente a”.
Para Bréal, la Semántica se ocupa del conjunto de leyes que regulan trans-
formaciones del sentido y la elección de expresiones nuevas. Otros autores
aluden al nivel o aspecto del análisis donde se estudian relaciones entre
unidades lingüísticas con los objetos o procesos que representan (Semántica
Lógica: referencia; semántica referencial). En tal sentido, implica el abordaje de
Conceptos
Significación
Según Prieto, la significación de una unidad lingüística es un significado, que
definiremos más adelante. Su sentido es el valor preciso que adquiere ese
significado abstracto en un contexto único: las cuatro unidades que forman la
frase: “Vendré el jueves próximo” tienen cada una un significado estable en
español. Pero el conjunto de estos significados toma, en este ejemplo, un sen-
tido diferente en cada nueva utilización, según quién sea el sujeto y según la
fecha. Pronunciada el 19 de agosto por Pedro y el 6 de septiembre por Antonia,
esta frase de significado idéntico constituye dos enunciados de sentido dife-
rente.
Significado
Para Saussure, el significado es el correlato de la imagen acústica, el concepto.
Sin embargo y en algunas ocasiones, cuando define el signo lingüístico, iden-
tifica significado y concepto, y en otros casos, significado y cosa. Lógicos y
lingüistas posteriores han intentado precisar más sus alcances.
Ogden y Richards hablan de “símbolo” (significante), “concepto o significado”
y de “referente” (o cosa); Charles Morris, de “símbolo”, “significatum” (sig-
nificado), y de “denotatum” (cosa). De este modo, completan la concepción
saussureana mediante una concepción triádica (significante + significado +
referente).
Ullmann engloba dos grandes tipos de definiciones del significado desarrolla-
das fuera de la Lingüística: la aproximación analítica y la operacional.
En primer término, la definición analítica del significado se caracteriza por
descomponer las palabras en sus elementos constitutivos. Dentro de esta pro-
puesta incluye el modelo triangular de CHOMSKY. OGDEN e I. RICHARDS:
correcto adecuado
símbolo referente
verdadero
SIGNIFICADO O CONCEPTO
SIGNO LINGÜÍSTICO:
SIGNIFICANTE O IMAGEN ACÚSTICA
Por ejemplo:
Por su parte, Ullmann propone un modelo triangular aunque adopta una termi-
nología sencilla:
nombre cosa
El autor sostiene que la perspectiva lingüística sólo debe detenerse en la parte
izquierda; es decir, en la relación reversible y recíproca entre nombre y sen-
tido, excluyendo al referente. Sintetizando, para Ullmann, el significado es sólo
relación recíproca entre una forma fónica o nombre y el sentido, mientras que
la relación entre sentido y referencia corresponde a la Psicología.
En segundo término, las definiciones operacionales del significado también
reciben la denominación de contextual, funcional o instrumental. Ullmann
define esta propuesta como un modo de aproximación que estudia las palabras
en acción y se interesa más por cómo opera el significado que por lo que es en
sí. El autor cita especialmente a Wittgenstein que se manifiesta en el énfasis del
uso frente al significado.
Según este autor, no hay que buscar el significado de una palabra, hay que
buscar su uso, con lo cual se vinculan Pragmatismo y behaviorismo o conduc-
tismo. El uso es el único control empírico ya que la expresión “significado de
una palabra” es equívoca: nos encamina a identificar los significados con enti-
dades, con conceptos de la mente. El significado de una palabra no es lo que
ella significa sino que deben establecerse relaciones con respecto al uso en
términos de referencia/sentido. La objeción que se realiza a esta propuesta es
que el término uso continúa provocando tanta confusión y ambigüedad como el
de significado.
Sentido
Se define por el lugar que palabra ocupa en el sistema de relaciones que ella
contrae con otra palabra del vocabulario; no se preocupa por algo exterior o
por el problema de la existencia de los objetos.
Semas
Concepto semántico fundamental, idéntico a rasgo semántico. Elementos
mínimos distintivos en el análisis de contenido. Son rasgos que constituyen a
lexemas o sememas como haces de rasgos. Según Greimas, tienen estatuto
universal.
Lexema
Unidad léxica, palabra, elemento del vocabulario que puede estar compuesta
por uno o más morfemas libres. Elemento del léxico, interpretables en el nivel
semántico con significado relativamente cerrado. Unidad léxica de sentido
expresada en términos lingüísticos. Para Greimas, unidad del habla. El conte-
nido del lexema está constituido por la suma de nudos sémicos y contextuales.
Rasgos Semánticos
La consideración de los rasgos semánticos corresponde a una Teoría universal,
binarista (en fonología y pasa a semántica). Átomo de significado, elemento
del contenido que es elemento de base y constructo de una teoría semántica,
semejante al gen, al átomo. Para Bierwisch, los rasgos semánticos son cier-
tas propiedades innatas, profundamente arraigadas, que determinan cómo se
Tipos de significado
En este apartado, desarrollaremos distintas clasificaciones y posiciones acerca
del significado:
• Significado connotativo: junto con el significado denotativo, constitu-
yen el significado. Rasgos semánticos adicionales, emotivos.
• Significado Denotativo: En Aristóteles, las palabras no designan obje-
tos sino ideas. Núcleo racional, conceptual, cognoscitivo. El denotado
es el objeto de la realidad.
• Significado Estructural: Significado gramatical o sintáctico, expresado
por relaciones sintagmáticas, sintácticas y morfológicas. El significado
gramatical puede expresarse con palabras sin sentido: los lolos lololan
con lolos.
• Significado Léxico: aspectos de contenido interno de la palabra. Sig-
nificado abstraído a partir de diferentes formas de uso contextual de las
palabras. Para Schippan, el Significado Léxico es:
- categoría lingüística del nivel de la lengua y del habla.
- Una invariante supraindividual y social, determinada por la rela-
ción sociedad/realidad.
- Es un complejo porque está construido a partir de elementos
menores en un haz de rasgos semánticos.
El Significado Léxico no es unidad elemental sino que es un haz o
grupo de componentes (semas o noemas). El Significado Léxico es
vago y plástico. Es el básico para el significado de la frase, lugar donde
toma explicitud. Parece ser el primer objeto de la lingüística. Para Fries,
es el significado material que, junto con el significado gramatical, forma
toda la significación lingüística. Constituye el contenido conceptual
de un lexema fuera de sus relaciones en la frase; es el significado en
potencia y recae en el morfema gramatical y radical. Para Hejmslev,
ninguna unidad léxica posee existencia independiente como para asig-
narle significado Léxico.
• Significado Proposicional: El significado de una unidad léxica en una
oración real (significado Textual). Según Schmidt, es un complejo de
instrucciones en cuyo análisis hay que tener en cuenta el concepto
proposicional, la estructura tema-comentario y la estructura superficial
y las informaciones adicionales del contexto. De acuerdo con Enge-
lkamp, surge de la interacción de significado léxico, especialmente de
la determinación de la secuencia del verbum y sus argumentos.
• Significado Textual: Es el significado de los lexemas en el texto, la
actualización comunicativa de una unidad léxica en un texto concreto.
El significado léxico es producto de la abstracción del significado tex-
tual.
• Significado Relacional: (significado estructural): Significado Gramati-
cal que determina o modifica al Significado Léxico (categorías gramati-
cales).
Relaciones de sentido
El Vocabulario de una lengua está organizado en base a una determinada can-
tidad de sistemas léxicos, cuya estructura semántica puede describirse en base
a relaciones de sentido paradigmáticas y sintagmáticas.
Una relación de sentido es paradigmática cuando todos los miembros que
pertenecen a los grupos de términos semánticamente relacionados pueden
aparecer en el mismo contexto. Relaciones de este tipo contraen lexemas tales
como marido/mujer; bueno/ malo; golpear/chocar; pegar/abofetear. Los térmi-
Paradigmas de la Lingüística
Estructuralismo4
Recibe este nombre la totalidad de estudios elaborados sobre la hipótesis de
que es científicamente legítimo describir el lenguaje como estructura. Se trata
de una corriente posterior al idealismo en lingüística que enfocaba sus estudios
hacia historia de la cultura, crítica literaria, biografía espiritual del hablante.
La noción de modelo es usada en distintas ciencias, por ejemplo, el modelo
matemático. En ellas, la progresión de determinados fenómenos se representa
por ecuaciones. Otro modelo es el físico, en el que determinadas condiciones
aparecen reproducidas en el laboratorio. En lingüística, el modelo representa
las funciones sintácticas por fórmulas. Cuando se intenta reconstruir en el
laboratorio un modelo de hablante u oyente, aparece un uso heurístico de los
modelo para la descripción de los hechos lingüísticos.
Recurrir al modelo implica suponer una analogía entre el modelo y determina-
3 Cacciavillani, Clara: “Breve introducción a los paradigmas de la
Lingüística” en Apuntes sobre Lingüística, Córdoba, Universidad Blas Pascal,
2010, (inédito).
4 Supisiche, Patricia: “Estructuralismo y Gramática Generativa (GG)” en
Notas sobre Lingüística, Córdoba, Universidad Blas Pascal, 2006, (inédito).
Aspectos generales
El planteo inicial de Noam Chomsky, investigador norteamericano, revolucionó
La GU responde a la primera pregunta como una teoría que trata del estado de
la mente - cerebro de la persona que conoce una lengua.
Aportes de la GG
Señalamos algunos de los principales aportes:
Provocó el avance de ciencias cognitivas; comparte con otros enfoques que
ciertos aspectos de la mente - cerebro se pueden captar por medio de sistema
de reglas. Se pensó que con este estudio se podría avanzar en el estudio de la
naturaleza y orígenes de los sistemas de conocimiento.
Superó a otras gramáticas como la estructural y la tradicional que no pueden
explicar la diferencias entre la pobreza de estímulos y diferencias entre Juan es
muy terco como para hablar a Luis / Juan es muy terco como para hablarle.
Se critica a la GG su idealización; pero no se considera que esta es necesaria
porque no se podría sostener que se aprende en la diversidad. Vale destacar
que la abstracción o idealización no implica rechazo de lengua como producto
social. Se apunta a estudiar las propiedades de la mente que forma parte de
la adquisición de la lengua, de las propiedades del estado inicial de la facultad
lingüística, caracterizada por la GU.
El estudio del Lenguaje y GU se realiza en el marco de la Psicología. Sólo des-
pués se podrán hacer afirmaciones sobre el producto social de la lengua.
La facultad lingüística constituye un sistema bien diferenciado de la mente -
cerebro con un estado inicial común a la especie. Con una experiencia ade-
cuada, la facultad pasa a un estado relativamente estable y los cambios sólo
son periféricos, como es el caso del léxico.
El paradigma del generativismo, si bien revoluciona los estudios acerca del
La Pragmática5
A modo de cierre
Acabamos de iniciar el camino hacia el estudio del lenguaje, la lengua, sus
propiedades constitutivas y sus componentes principales. En tal sentido,
una cuestión esencial ha sido la delimitación del lenguaje natural humano de
otros sistemas comunicativos artificiales o ajenos a nuestra especie. Para ello,
definimos sus rasgos fundamentales, tales como la arbitrariedad y la doble
articulación, de la cual se desprende su flexibilidad y productividad. Asimismo,
consideramos que estos objetos lingüísticos son complejos y abarcan dimen-
siones diversas, características que han llevado a estudiarlos desde múltiples
interdisciplinas y, dentro de la misma Lingüística, desde ramas y organizados
según diferentes niveles. Del mismo modo, la evolución de la propia disciplina
nos llevó a considerar los paradigmas que han modificado la mirada sobre la
propia naturaleza del lenguaje y la lengua.
En los próximos módulos iremos profundizando algunos de los contenidos
anticipados aquí. Por ejemplo, en el siguiente nos detendremos de modo
específico en el paradigma estructuralista, cuya comprensión exige un domi-
nio preciso de los conceptos técnicos de la disciplina. Por ello, lo invitamos
a profundizar en esta introducción a la disciplina realizando las actividades
propuestas con el objetivo de que Ud. acceda, poco a poco, al conocimiento
lingüístico.
asistente académico 1
m1 |contenidos | AA
asistente académico 2
m1 |contenidos | AA
asistente académico 3
Por su importancia religiosa, los primeros gramáticos indios, como Pánini (520-
460 a. C.), lo analizaron exhaustivamente.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%A1nscrito
Material básico
Contenidos desarrollados en el módulo a partir de: CACCIAVILLANI, Clara:
Apuntes sobre Lingüística, Córdoba, Universidad Blas Pascal, 2006-2010,
(inédito); y SUPISICHE, Patricia: Notas sobre Lingüística. Córdoba, Universidad
Blas Pascal, 2006, (inédito).
Material complementario
ALCARAZ – VALÓ, E.: Tres paradigmas de la investigación lingüística. Alcoy,
Marfil,1990.
BENVENISTE, E.: Problemas de Lingüística General, II tomos. Siglo XXI,
México. Cap. V, XV, tomo I. Cap. II, 4 y 5, tomo II, 1971-1978.
BRONCKART, J.P.: Teorías del lenguaje. Herder, Barcelona, 1980.
COSERIU, E.: Sincronía, diacronía e historia. Madrid, Gredos, 1958.
COSERIU, E.: Teoría del lenguaje y lingüística general. Madrid, Gredos, 1962.
CRYSTAL, D. Enciclopedia del Lenguaje. Madrid, Taurus, 1994.
DUCROT, O. y T. TODOROV: Diccionario enciclopédico de las ciencias del len-
guaje. México. Siglo XXI, 1996.
FERNÁNDEZ PÉREZ, M.: Introducción a la lingüística. Barcelona, Ariel, 1999.
LYONS, J.: Introducción a la Lingüística teórica. Barcelona. Teide, 1983.
MARTINET, A.: Elementos de Lingüística general. Madrid, Gredos, 1978.
ROCA-PONS, J.: El lenguaje. Barcelona, Teide, 1983.
ROBINS, R.H.: Breve historia de la Lingüística, Madrid, Cátedra, 1987.
SZEMERÉNY, O.: Direcciones de la Lingüística moderna, Madrid, Gredos, 1979.
m1 actividades
m1 | actividad 1
Seguimos delimitando….
Esta actividad contiene distintos ejercicios que apuntan a que Ud. delimite y
fundamente sus enunciados. En tal sentido, le solicitamos que lleve a cabo las
tareas siguientes:
m1 | actividad 3
reconocimiento
conocidas
movimiento
Inamovibles
institucionalizado
águila
examen
examinadores
anteponer
anterior
antiguo
carrera
recorrer
lluvia
descompuesto
psicopedagogía
m1 | actividad 4
m1 | actividad 5
m2 microobjetivos
m2 contenidos
La gramática tradicional
La tradición griega
Lamentablemente, muchos documentos valiosos para la historia antigua del
pensamiento lingüístico permanece oscura debido, principalmente a que
muchas de las fuentes originales han desaparecido. Los primeros textos
pueden ubicarse alrededor del siglo V a.C. en Grecia que se caracteriza por el
particular florecimiento en la cultura y el arte bajo el gobierno de Pericles. Allí
comenzó lo que conocemos como “gramática tradicional.
En ese contexto se estableció la gramática como una parte de la filosofía, es
decir, una parte de la problemática general sobre la naturaleza del mundo que
rodeaba al hombre y sobre sus propias instituciones sociales.
La primera clasificación de dis-
tintas categorías en el lenguaje
corresponde a los griegos: Pro-
tágoras distinguió tres géneros
-masculino, femenino, neutro-. Se
cree que Platón realizó la distin-
ción entre “nombre” y “verbo”,
aunque su definición no coincide
Protágoras plenamente con lo que después Platón
se entiende por estas categorías,
pues la realizó desde la lógica
y por eso las entendió como
constituyentes de una proposi-
ción. Posteriormente, la postura
platónica fue modificada en parte:
la bipartición se mantuvo, pero
dentro de la categoría “nombre’
se reconoció a los adjetivos.
Edad Media
En Roma no hubo ningún desarrollo gramatical
nuevo. El lenguaje fue, objeto de muchos análi-
sis intrascendentes de personalidades que nada
tenían que ver con él; Julio César, por ejemplo,
escribió un tratado de gramática. Las grandes
polémicas establecidas entre los griegos también
se suscitaron, pero en gran parte como un tema Varrón
de discusión general y no como una preocupa-
ción más consistente. Entre quienes se dedicaron
seriamente a su estudio, entre los que se destaca
figura de Varrón, se atuvieron estrictamente a lo
ya expuesto por los griegos o adaptándolo a su
propio idioma, el latín.
Gramática india
Filología comparativa
Hubo dos importantes acontecimientos que marcaron el pensamiento del siglo
XIX e influyeron, como en otras disciplinas, en la gramática: la teoría darviniana
y el positivismo. Si bien ya en la escuela gramática científica -por el hecho de
buscar las causas y los fundamentos de los resultados a los que se llegaba,
en el siglo XIX se avanzó al considerar lo científico de vista de un tratamiento
más cuidadoso y una mayor exactitud en la observación y recopilación de los
mismos, motivados por la desconfianza ante los argumentos “a priori” y la pre-
dilección por el razonamiento.
La mayor importancia otorgada a lo un movimiento general en el pensamiento
decimonónico que abarcó también a las ciencias naturales y al estudio de las
instituciones humanas en general. Se dejó de lado la teoría “providencial” y
cristiana de la Historia y se impuso una teoría evolutiva y laica sobre el desarro-
llo humano.
También fue importante el aporte del Romanticismo, que a fines del siglo XVIII
protagonizó una reacción contra el clasicismo y el racionalismo, y propició el
rechazo de los cánones de belleza literaria clásicos. En Alemania esto llevó al
interés por lo antiguo nacional y al estudio de textos de las primitivas lenguas
germánicas.
Otro factor que influyó fue el hecho de empezar a conocer de cerca y estu-
diarse un mayor número de lenguas, ya no sólo de Europa sino también de
otros lugares. Fue en el siglo XIX cuando comenzó el estudio exhaustivo de
distintas lenguas con el objeto de establecer relaciones pertinentes entre ellas.
Este estudio se basó, principalmente, en semejanzas de vocabulario y de
estructura gramatical
De esta manera, se logró observar la existencia de “parentescos” entre deter-
ROBINS, R.H., en Breve Historia de la Lingüística, Madrid, Cátedra,1997. (La cita interna es de
L. Bloomfield, Language, Londres, 1935).
Como citamos en el epígrafe y hemos observado en el apartado anterior, el interés por los
estudios acerca del lenguaje ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad
(AA), desde la antigüedad grecolatina, durante toda la Edad Media y la Moderna, en una línea de
continuidad que no sólo abarca al mundo occidental sino que también reconoce los aportes de
otras civilizaciones, principalmente la India. Ahora bien, cuando hablamos de continuidad en esos
estudios cuyo centro son los fenómenos lingüísticos, no desconocemos la presencia del cambio de
teorías, de rupturas epistemológicas, de ampliación de las perspectivas de abordaje, de
redefinición de métodos, de bifurcación en diversas ramas disciplinarias. Es precisamente, una de
esas rupturas epistemológicas o giros en el punto de vista para definir el objeto de estudio de lo
que actualmente entendemos como Lingüística o Ciencia Lingüística lo que nos proponemos
indagar ahora.
En virtud del objetivo citado, nos acercaremos en el tiempo para situarnos en el siglo XIX. Este
momento histórico, sin lugar a dudas, constituyó una época de levantamiento de paradigmas
filosóficos, sociológicos, cognoscitivos, que provocaron cambios profundos en la manera del
hombre de entender el mundo, la ciencia, la sociedad y a sí mismo. En este sentido, y a los fines
de delimitar en qué consiste la Ciencia Lingüística, según nos hemos propuesto, es necesario
hacer referencia a la corriente de pensamiento positivista, que erigió al saber científico por encima
de toda otra forma de conocer posible: no resulta legítimo más que aquel conocimiento que
2
Cacciavillani, Clara: “Contexto de surgimiento de la Ciencia Lingüística” en Curso de Nivelación Letras 2004-
2008: Cuadernillo Introductorio, Córdoba, Facultad de filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de
Córdoba, 2004, (inédito).
Elaborado sobre la siguiente bibliografía:
CASADO VELARDE, Manuel (1988) Lenguaje y cultura. La etnolingüística, Madrid, Síntesis.
ROBINS, R.H. (1997) Breve historia de la lingüística, Madrid, Cátedra.
SAZBÓN, José (1990) Saussure y los fundamentos de la lingüística, CEAL, Bs. As.
SZEMERÉNY, Oswald (1979) Direcciones de la lingüística moderna, Madrid, Gredos.
Es necesario tener en cuenta que el hombre decimonónico habita un mundo convulsionado (por la
Revolución francesa, la industrialización, el surgimiento de una nueva economía que da origen a la
burguesía y a la movilidad social) y necesita restaurar el orden, reacomodar el horizonte,
reorganizar los fenómenos que está observando y viviendo, reencaminar a la humanidad hacia la
meta del progreso. De aquí también la importancia, durante esta época, de los estudios históricos.
Para relacionar estas cuestiones con el campo disciplinar del lenguaje, seguiremos a Manuel
Casado Velarde (1988), quien plantea que la ideología positivista caracterizó, durante la segunda
mitad del siglo XIX, a la escuela lingüística de los “neogramáticos” (Alemania, 1870). Según este
autor, quien sigue en su exposición a Eugenio Coseriu, el positivismo se caracterizó por cuatro
principios:
En el siglo XVIII, el conocimiento del sánscrito por Occidente revolucionó los estudios lingüísticos,
que ya estaban orientados hacia un enfoque histórico. A lo largo del siglo XIX, se privilegió aun
más este tipo de abordaje de los fenómenos del lenguaje en su devenir temporal, unido al método
comparativo de las lenguas, sobre todo de las indoeuropeas: la opinión que prevalecía era la de la
lingüística como un estudio histórico.
En este momento la lingüística histórico- comparada se consolida y se plantean sus vínculos con
las ciencias en general. Es entonces cuando surgen las analogías con el estudio de las
estructuras y fenómenos de los cuerpos vivos y la teoría de la evolución natural (darwinismo). Por
ejemplo, la división que plantea Schleicher entre lenguas aislantes, aglutinantes y flexivas implica
la concepción de estadios en el camino de las lenguas hacia el punto más elevado de su
organización (el que habían alcanzado las del último tipo).
Este autor basó sus estudios lingüísticos, particularmente, en la biología. Por un camino no muy
diferente, los neogramáticos (H.Osthoff, K. Brugmann) se orientaron hacia la física para establecer
que todos los cambios (específicamente los fonéticos - es decir, en los sonidos, de una estadio de
lengua a otro-) constituyen procesos mecánicos que obedecen a leyes que no tienen excepciones:
los cambios tienen lugar en todos los casos en que se cumplen las mismas condiciones (principio
de la regularidad en la evolución lingüística).
Por supuesto, para ellos nada de esto surge de un planteo teórico a priori sino de hechos
comprobables en la realidad. No obstante, a diferencia de Schleicher, el lenguaje no constituye en
el enfoque neogramático una entidad orgánica y supraindividual sino que existe en los individuos
que componen una comunidad de habla y, por ello, los cambios lingüísticos surgen de
transformaciones en los hábitos individuales de habla. El interés está en los datos, en las leyes que
Retomando a Casado Velarde, hacia el año 1900 surgirá un nuevo enfoque para las ciencias, que
se presentará como paralelo frente a los principios de la ideología positivista:
1. El antiatomismo: según este principio, ningún individuo es sólo un individuo, sino que
manifiesta en sí mismo su propia universalidad. El principio “atomista” se sustituye
por el de sistema de hechos. Esto quiere decir que un hecho sólo cobra pleno
sentido dentro del sistema de relaciones del que forma parte.
2. Relacionado con lo anterior, al principio de la sustancia se opone el de la función y el
de la forma. Los objetos no pueden definirse en sí mismos sino por el papel que
cumplen frente a otros elementos y por ser lo que otros no son.
3. Al principio del evolucionismo se contrapone el del estado de cosas o esencialidad
estática. Esto resulta en la preferencia por los estudios sincrónicos o descriptivos (de
una lengua, en un momento determinado) frente a los abordajes genéticos o
diacrónicos.
4. Al principio del naturalismo se opone la distinción entre objetos naturales y
culturales. El lenguaje forma parte de estos últimos y no admite, por lo tanto,
planteos causales sino finalistas.
3
La analogía es el procedimiento por el cual el hablante crea nuevos formas o paradigmas a partir
del parecido formal que encuentra con signos ya existentes.
Este título no resulta en vano ya que él fue el primero en abocarse a una reflexión teórica respecto
de cuál es la naturaleza del objeto integral y concreto de la Lingüística y cuál debe ser el método
para abordarlo. En el interés de Saussure por definir los estudios lingüísticos como “ciencia”, por
distinguir su objeto y su método, observamos su formación de raigambre positivista. De hecho, el
autor estuvo ligado en el origen de su pensamiento al grupo de los neogramáticos y él mismo
realizó importantes estudios sobre historia comparada de lenguas. Pero debemos reconocer en
Saussure un planteo innovador en el que se manifiesta como individualidad emblemática que
supera ese marco epistemológico y a sus antecesores.
Sin desconocer los aportes de los neogramáticos, sobre todo en el campo de la fonética y en los
estudios de la historia de las lenguas, el papel de Saussure resulta fundamental en tanto formaliza
y hace explícitas las dos dimensiones del estudio lingüístico, que habían sido confundidas o no
reconocidas como tales por los estudiosos anteriores. Nos referimos a: a)la sincrónica, en la que
cada lengua se trata como sistema autosuficiente en una época determinada (dimensión
descriptiva de un estado de lengua); y b) la diacrónica, en la que se estudian en su devenir los
cambios a los cuales están sometidas las lenguas en el transcurso del tiempo (dimensión
histórica). De este modo, encontramos un principio básico para el autor que se expresa en una
frase que después ha sido repetida a coro: "Lejos de que el objeto preceda al punto de vista, se
diría que es el punto de vista el que crea al objeto… "4.
De formación positivista es el interés tanto por conformar una ciencia autónoma, definir su objeto y
su método; pero la búsqueda llevará a Saussure a hacerse eco de los tres primeros principios que
hemos rotulado bajo el título de “antipositivismo”5.
4
SAZBÓN, José: Saussure y los fundamentos de la lingüística, CEAL, Bs. As. 1990, p.61. La cita del autor
remite a la edición francesa del Curso: Ferdinad de Saussure, Cours de linguistique générale, París, Payot,
1968.
5
Excluimos el cuarto de aquellos principios pues el autor también distinguirá entre una “lingüística interna” y
otra “externa”. Esta última tocaría los problemas de la relación entre una lengua y la civilización en la que
surge; mientras que el primero abordaría la lengua como sistema que no conoce más que su orden propio y
peculiar, independiente de las circunstancias en las que se ha formado. Si bien reconoce Saussure a la
lengua como un objeto cultural, para él debe prestarse atención a la lingüística interna de modo específico.
Ambas dimensiones forman el lenguaje. Este último, en sí mismo, no puede ser objeto de estudio
de la ciencia lingüística porque, como vemos en esa división entre lengua y habla, constituye una
realidad heteróclita y multiforme. El lenguaje es el terreno de la Lingüística pero no puede ser su
objeto específico ya que la búsqueda científica está orientada a la unidad y homogeneidad, a
obtener un principio ordenador, clasificador de los fenómenos. El lenguaje es un campo vasto,
complejo e integrado por aspectos muy diversos entre sí. Como medio de comunicación
interindividual intervienen en él fenómenos físicos (los sonidos que se transmiten del emisor al
receptor), fisiológicos (la actividad de los órganos fonadores y auditivos) y psíquicos (en la
elaboración e interpretación de los mensajes).
Por otra parte, como ya lo anticipamos en su bipartición, es individual y social a la vez (cada
hablante de una comunidad tiene un modo particular de utilizar el lenguaje –habla-; pero hay un
aspecto compartido que es el que posibilita la comunicación misma, la intercomprensión dentro de
esa sociedad –lengua-).
Es esa última dicotomía (lengua y habla) de la que Saussure toma como objeto de estudio de la
Lingüística el primer componente: la lengua. Esta última constituye la parte general, común a todos
los hablantes, que es por tanto esencial, frente a lo accesorio y más menos accidental del habla.
Vemos que no está ya en el autor la preocupación neogramática por “el hecho” como
manifestación individual, sino por el sistema, que es a partir del cual los hablantes pueden
comunicarse. En el habla quedarán relegados los aspectos no sistematizables ni generalizables, la
expresiones concretas, lo variable, que, como tal, no puede constituir objeto científico.
Así, Saussure ubica como objeto específico de la lingüística la descripción sincrónica de los
elementos interrelacionados (léxicos, morfosintácticos, fonológicos) de la lengua, elementos que no
constituyen una simple suma sino que se definen en relación unos con otros. Si esos elementos
(los signos lingüísticos) pueden ser definidos por la función que cumplen dentro del sistema, por el
valor que tienen frente a otros dentro del sistema, la lingüística ha encontrado un objeto propio,
La lengua puede estudiarse en su evolución y pueden abordarse los aspectos psíquicos de las
manifestaciones lingüísticas. También existe un interés filosófico y antropológico en la definición
misma del lenguaje y otro por estudiarlo en vinculación con la cultura y cada sociedad, grupo o
contexto particular. De hecho actualmente encontramos la manifestación de esos intereses en
diversas disciplinas científicas que son lingüísticas y se complementan. Pero fue necesario que,
cuando esos campos estaban entremezclados y confundidos, se constituyera una ciencia
lingüística general que aclarara primero qué es la lengua, cuáles sus unidades y cuáles las vías
para abordarlas. Ese camino fue trazado por Saussure. Su teoría ha sido superada en muchos
aspectos, pero sin ella los estudios en esta área habrían seguido confusos. Por eso la
consideramos como el planteo fundacional de la Lingüística.
Saussure
El autor ginebrino supone, con sus formulaciones, la ruptura con tendencias lingüísticas del siglo
XIX: corriente filológica que basó su estudio de los textos, en la literatura: apuntaban,
especialmente, a estudiar el lenguaje como vía de acceso al análisis de las costumbres, desde el
punto de vista descriptivo.
El aporte fundamental de Saussure residió en su reflexión teórica sobre la naturaleza del objeto y
método. No recolecta datos sino que elabora un punto de vista sobre el objeto. Además, rechaza el
estudio histórico y de la realidad objetiva. La lengua es forma.
El objeto de estudio
Se ha señalado que Saussure opera con pensamiento dicotómico –o tricotómico en algunos casos,
Tal método supone dividir un tema o entidad en dos miembros, definir cada de ellas y optar por
alguna. El método dicotómico es esencialmente opositivo. En tal sentido, vale reconocer las
principales: LENGUA/ HABLA:
6
Supisiche, Patricia: “Estructuralismo y Saussure” en Notas sobre Lingüística, Córdoba, Universidad Blas
Pascal, 2006, (inédito).
• accesoria y accidental.
• realidad psicofísica.
El concepto de Lengua incluye tres nociones como acervo lingüístico, institución social y sistema
funcional.
• parte social del lenguaje, exterior al individuo que no puede crearla ni modificarla
• sistemática y funcional
• es un código.
Por un lado, abordar la materia de la Lingüística; por el otro, delimitar su objeto de estudio, con la
finalidad de "...hacer teoría del lenguaje". En este último sentido, su tarea se centra en la distinción
de un objeto de estudio homogéneo.
De la adopción de los dos criterios mencionados, surge la lengua como objeto de estudio de la
Lingüística propiamente dicha, como norma de todas las manifestaciones -la diversidad- del
lenguaje.
Agreguemos que Lengua y Habla son dos objetos de estudio correspondientes a dos Lingüística: la
propiamente dicha y la del Habla. Si bien el habla puede constituir la Lingüística del Habla, el
objeto de estudio de la Lingüística propiamente dicha es la lengua. Es decir, desde el punto de
vista teórico el habla está subordinada a la lengua: la Teoría del Lenguaje, en vistas a delimitar su
El objeto de la Lingüística es hallado en el aspecto social del lenguaje, lo común y regular en todos
los individuos; en la parte síquica donde se unen un concepto y una imagen acústica. Y esas
asociaciones son regulares en todos los individuos. Su objeto de estudio es la fonología y la
gramática -en términos de relaciones sintagmáticas y paradigmáticas-.
Por su parte, el habla constituye el aspecto individual, ejecutivo del lenguaje; incluye la fonética -los
mecanismos que permiten exteriorizar el código-. Varias aclaraciones de Saussure sirven en este
aspecto:
o De hecho, puede existir una Lingüística del habla, pero subordinada teóricamente
a la de la lengua.
o Desde el punto de vista histórico, Saussure reconoce la anterioridad del habla con
respecto a la lengua.
En este sentido, la noción de lengua funciona como principio de clasificación en la diversidad que
manifiesta el fenómeno lingüística. Para evaluar el pensamiento saussureano, debemos tener en
cuenta:
1- Las reflexiones acerca de la tarea de la Lingüística., como así también de su objeto, fueron
aportes valiosos en el marco de la historia de la Lingüística y de la teoría del lenguaje en sí.
3- La observación de la existencia del habla, aunque con valores diferentes a los atribuidos por
Saussure, abrió nuevos caminos de investigación.
Algo más sobre la lengua como sistema de signos. Saussure define la lengua como un «tesoro
depositado por la práctica de la palabra en los sujetos que pertenecen a una misma comunidad» y
que constituye un «sistema gramatical existente natural mente en cada cerebro» (p. 30). La lengua
se opone al habla, «acto individual de voluntad e inteligencia» teóricamente menos importante que
la lengua. Sin dejar de afirmar esta jerarquía teórica, Saussure propone instaurar una lingüística
del habla al lado de la lingüística de la lengua. Entre ambas, se establecerían relaciones de
interdependencia; histórica y ontogenéticamente, el habla precedería siempre a la lengua y ésta,
en realidad, no sería sino el resultado de la evolución del habla. De hecho, los términos más
generales de la lingüística saussureana se organizan en una tricotomía: lenguaje, lengua, habla.
El lenguaje es una facultad de que disponen todos los hombres dotados de órganos fonatorios y
que los saben utilizar: se apoya en un substrato biológico indudablemente universal y es
comparable, por ejemplo, a la facultad de cantar de que disponen los pájaros. La noción de
lenguaje es de naturaleza puramente teórica; en la medida en que todos los humanos hablan y se
observan profundas semejanzas en sus modos de expresión, podemos afirmar que existe una
facultad humana de lenguaje.
El habla es «el acto del individuo que realiza su facultad (de lenguaje) por medio de la convención
social que es la lengua» (Engler, 1968, 160). Por tanto, el habla es un comportamiento concreto,
de producción o de interpretación de vocablos o enuncia dos, asumido por un individuo.
De los tres conceptos, el primero (el lenguaje) escapa en realidad al campo de la lingüística; es de
naturaleza filosófica o psicológica. El habla, por su parte, se considera secundaria y debe constituir
el objeto de una disciplina particular, la fonética. Sin embargo, debemos observar que el concepto
saussureano de habla — como luego, la noción de actuación o performance en Chomsky — se
refiere a dos realidades que nos parece útil distinguir. Efectivamente, puede considerarse desde la
perspectiva del resultado, del producto del acto de fonación, y, entonces, designa las secuencias
sonoras real mente producidas por los individuos, con sus características de tono, acento, ritmo,
etc. Sin embargo, el concepto de habla se refiere al «mecanismo psico-fisiológico que permite
exteriorizar las combinaciones del código» (C.L.G., p. 31), es decir, el substrato neurofisiológico, el
equipamiento sensorial y fonatorio, así como los mecanismos psicológicos (percepción,
memorización) que están en juego en toda producción y comprensión de secuencias de lenguaje.
La lengua es el concepto central y es el que tiene que describir la lingüística general. Como
demuestra el análisis de la evolución histórica, las unidades e identidades de la lengua son
esencialmente relaciones: una suma de correspondencias entre las secuencias sonoras y las
significaciones. En cuanto sistema de relaciones, la lengua es, por tanto, de naturaleza formal; es
de orden mental y psíquico y «tiene como sede solamente el cerebro, que la ha recogido» (Engler,
1968, 223-240). En relación con las producciones individuales del habla, esta forma es un sistema
de límites en el interior de los cuales pueden establecerse las correspondencias entre las
significaciones y los actos de habla particulares. Dicho sistema de límites, que rige las diferencias e
identidades entre un concepto y otro, entre una unidad sonora y otra, no depende de ninguna
causa inherente a la naturaleza del mundo de las ideas ni a la del mundo de los sonidos; es de
naturaleza histórica y social, y, por ello, absolutamente arbitraria. El sistema constituido por la
lengua rige el habla y existe’ por encima de ella es una especie de molde que hace posibles a la
vez las producciones sonoras y la transmisión de las ideas.
Las pocas líneas que Saussure dedica a la adquisición del lenguaje por el niño revelan también
que se centró en la relación de designación. Lo que el niño tiene que almacenar progresivamente
son las correspondencias entre sonidos y sentidos. El análisis saussureano del signo empieza por
una crítica de la concepción de la lengua como nomenclatura. Las unidades de lenguaje no son
etiquetas atribuidas a las cosas y a las ideas, lo cual supondría que cada cosa y cada idea
preexisten a las palabras, y que a cada idea corresponde una palabra precisa y única. Por el
contrario, como ha demostrado el análisis de la evolución histórica (cf. p. 82), la lengua es
esencialmente un sistema de relaciones entre unidades sonoras y unidades de sentido.
«El signo lingüístico une (por tanto) no una cosa y un nombre (como creían los convencionalistas),
sino un concepto y una imagen acústica» (p. 98), o también un concepto y la representación que el
sujeto elabora a partir de las señales sonoras físicas que percibe. Por consiguiente, este signo es
de naturaleza formal o psíquica; es «una entidad psíquica con dos caras» (p. 99), y es
«comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido es el reverso;
igualmente, en la lengua no se puede aislar ni el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del
sonido; sólo se lograría por medio de una abstracción cuyo resultado sería practicar la psicología
pura o la fonología pura» (p. 157).
Según Saussure, a principios de siglo XX el principio de la arbitrariedad del signo era admitido por
todos. Aunque esta afirmación sea exacta, los desarrollos posteriores de la lingüística y de las
ciencias sociales en general han hecho aparecer corrientes que niegan o «amenazan» dicha
característica fundamental. Así sucede con la concepción conductista del lenguaje (cf cap. i), que
nos parece basada por entero en el rechazo de lo arbitrario. Igualmente, ciertas corrientes
psicoanalíticas contemporáneas que apelan a Saussure rechazan implícitamente dicha noción. Por
otra parte, ésta ha sido criticada por lingüistas tan eminentes como Jakobson (1963) y Benveniste
(1966).
El signo de lenguaje se apoya en dos actividades psicológicas. La primera se aplica a las cosas y a
las ideas que hay que transmitir — que llamaremos en adelante la realidad que hay que referir—, y
la segunda se refiere a los sonidos utilizados para comunicar a los demás dicha realidad. Como
demostraron los trabajos de Piaget, la realidad exterior al sujeto — aunque se considere en el
plano filosófico que es preexistente— tiene que ser construida, o más exactamente, reconstruida
por éste. Puesto en presencia del objeto «manzana», por ejemplo, el sujeto descubre cierto
número de índices perceptivos que le servirán para construir una imagen mental, una
representación. Es esta representación la que constituye el conocimiento que el sujeto tiene del
objeto «manzana». A lo largo del desarrollo, con la multiplicación de experiencias, es decir, de
interacciones entre el sujeto y el objeto, este conocimiento se irá afinando e insertando en las
redes de clases, de jerarquía, etc.
Hay que advertir que lo que Saussure califica de concepto es esa elaboración psíquica, que puede
adoptar formas diversas y que, por ello, calificaremos de imagen mental, al haber tomado el
término de concepto en la psicología contemporánea un sentido más preciso y restringido. En lo
que se refiere a las secuencias de sonidos que sirven para la comunicación, el sujeto tiene que
efectuar una serie de operaciones psicológicas análogas; basándose en las características físicas
y materiales del sonido, elabora cierto número de índices perceptivos, que le sirven para constituir
lo que Saussure llama muy acertadamente una imagen acústica, es decir, una representación de
las unidades sonoras basada en algunas de las características que el sujeto ha podido descubrir.
A este nivel del análisis, estamos en presencia de dos imágenes distintas, una elaborada sobre
cierto contenido «objetivo» sin que haya sonido que le corresponda, la otra sobre una secuencia
sonora sin que haya sentido que le corresponda: imaginemos, en el primer caso, una realidad (o un
objeto) totalmente nueva, concebida por un sabio, sin que exista todavía palabra alguna para
designarla, y, en el segundo, la imagen que tenemos del canto de un pájaro o de una melodía
desconocida.
Por otra parte y sobre todo, ningún mecanismo individual puede fundamentar que se ponga en
correspondencia una imagen x de la realidad conceptual con una imagen y de la realidad sonora:
cada sujeto podría escoger los sonidos que quisiera para hacerlos corresponder con un sentido
dado. Por tanto, no hay nada en la elaboración de imágenes conceptuales o acústicas que permita
explicar el hecho de que los hombres se hablen y se comprendan.
Es absolutamente necesario, por consiguiente, distinguir el nivel de la imagen, producto del trabajo
psicológico individual del sujeto (cf. las nociones de concepto e imagen acústica), del de
«reclasificación» realizado por la sociedad a la vez sobre las imágenes mentales y sus
correspondientes acústicas. Esta reclasificación, hecha a base de desgloses y/o adición de
imágenes individuales, es el proceso de designación, y el producto de este trabajo en la faceta
sonora se llamará significante y en la faceta de la imagen- contenido se llamará significado.
Por tanto no hay, como dejaron creer los redactores del Cours de Lingüistique Generale,
equivalencia entre el concepto y el significado, por un lado, ni entre la imagen acústica y el
significante, por el otro. La introducción de estos dos términos es, como advierte De Mauro, «el
sello, en el plano terminológico, de la plena conciencia de la autonomía de la lengua, como sistema
formal, en relación con la naturaleza auditiva o acústica, conceptual, psicológica o de objeto de
sustancias que organiza. “Significante y significado son los “organizadores” los “discriminantes” de
la sustancia comunicada y de la sustancia comunicante” (De Mauro, 1972, nota 128, p. 438).
En razón de su continuo «deslizamiento» en el tiempo, los signos sólo pueden ser aprehendidos,
en un estado de lengua determinado (en sincronía), negativamente, es decir, en oposición a los
demás signos. Tomemos el ejemplo del adjetivo asombroso. En un estado anterior de la lengua
castellana, este significante servía para designar unos acontecimientos que se apartaban de lo
común hasta el punto que los que los presenciaban se hallaban como heridos por un rayo.
Este adjetivo formaba parte de una clase de ítems que servían para describir los acontecimientos u
objetos insólitos (extraño, raro, sorprendente, etc.) y verosímilmente era el más «fuerte», el más
expresivo de todos. La situación de un ítem léxico en una jerarquía de vocablos que tienen una
significación análoga define el valor lingüístico. Volviendo a nuestro ejemplo, comprobamos que en
el estado actual del castellano, otros adjetivos como fenomenal, sensacional, fantástico se han
introducido en la jerarquía. El lugar de asombroso ha cambiado; su fuerza expresiva, de fuerte ha
pasado a ser media. En tal caso, diremos que su valor se ha modificado. Por tanto, el signo sólo
adquiere su sentido en relación con los demás signos de la lengua, en un momento dado de su
desarrollo. Este estatuto de valor de los signos es lo que hace tan compleja la operación de
traducir; traducir de una lengua X a una lengua Y es transponer un sistema de valores a otro, que
no se corresponde necesariamente con él. El signo buey del castellano tiene un valor que no
corresponde ni a ox ni a beef del inglés, sino más bien a la suma de ambos. Las buenas
traducciones no pueden ser literales, sino que se esfuerzan por captar lo mejor posible el sentido
de un texto para verterlo en otro sistema de valores.
El método saussureano
La presentación más corriente de los temas saussureanos se efectúa por referencia al estado
anterior de la lingüística. Como dijimos antes, los filósofos de la antigüedad y del renacimiento se
plantearon numerosas cuestiones relativas al lenguaje, pero siempre partiendo de un saber
constituido, la lógica de la lengua. A partir del siglo XIX, la actitud filosófica es sustituida por
métodos «científicos» de recopilación y análisis de los datos. Esta revolución metodológica va
acompañada, sin embargo, de un desplazamiento muy sensible de la problemática; mientras que el
objetivo de los antiguos era dar cuenta de lo que es la esencia del lenguaje, y analizar las
relaciones entre éste y un sistema lógico y racional más general, la lingüística histórica y
comparada planteó el problema de la evolución de ciertas familias de lenguas a partir de una
fuente común, e intentó explicar los cambios lingüística y los fenómenos de parentesco que de
ellos derivan. La originalidad de Saussure consistió en aplicar el método científico a la lengua
considerada en un momento dado en el tiempo, independientemente de toda evolución histórica.
Saussure es, por tanto, el fundador de una nueva lingüística, la lingüística sincrónica o interna, que
tiene como único y verdadero objeto la lengua considerada en sí misma y por sí misma, lo cual ha
hecho decir a algunos que Saussure es el primero de los estructuralistas, o también un
«estructuralista sin saberlo» (Mounin, 1972), e incluso el fundador de «la escuela estructuralista de
Ginebra» (Malmberg, 1968).
Además de que la frase que acabamos de citar nunca fue verosímilmente pronunciada por
Saussure (cf. Godel, 1957, p. 119 y 181), la inserción de su autor en la corriente estructuralista
(que por otra parte lo reivindica como uno de sus padres espirituales) es no sólo simplista sino
incorrecta. El C.L.G., aunque ponga, entre otras cosas, los fundamentos de una distinción
metodológica necesaria entre lingüística sincrónica y diacrónica, es el fruto de una reflexión sobre
el cambio lingüística y las explicaciones que hay que darle. La lingüística interna de Saussure está
orgánicamente vinculada con la problemática histórica y el pensamiento saussureano superó y
transcendió ampliamente el estructuralismo antes de que éste viera la luz del día; toda la reflexión
saussureana fue un vaivén continuo de la lingüística de las lenguas a la lingüística de la lengua.
Como dijimos, Saussure tenía el único objetivo de fundar una ciencia del lenguaje rigurosa,
coherente y, por tanto, general; sin embargo, como su contemporáneo Sapir, el punto de partida de
sus reflexiones será la puesta en evidencia del carácter individual y radicalmente único de toda
producción verbal, de todo acto expresivo. Su método consistirá en mostrar en qué aspecto todo
acto de palabra, concreto e individual, está gobernado por el sistema social y formal que constituye
la lengua.
«Lejos de decir que e] objeto precede al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que
crea el objeto, y, por otro lado, nada nos dice de antemano que una de estas maneras de
considerar este hecho sea anterior o superior a las demás» (p. 23).
Luego coloca la lengua entre las instituciones sociales, distintas tanto de la realidad material como
del sujeto. La lengua no «se basa en una relación mutua de las cosas», como tampoco es una
simple manifestación de la inteligencia o de la lógica. Este organismo social no puede analizarse
por referencia o por analogía con otra institución; es totalmente original.
Todas las lenguas están sometidas al cambio; que, en momento dado, el cambio sea rápido o
profundo, y en otro, poco importante, es secundario: «El río de la lengua corre sin interrupción.».
La lengua literaria se superpone a la lengua vulgar o natural; es ésta la que se transforma tanto en
el plano fonético (desaparición o aparición de nuevos sonidos), como en el plano de las categorías
gramaticales (tiempos del verbo, declinaciones) o en el del mismo sentido dado a las palabras.
Los cambios presentan, según Saussure, la característica de ser «regulares»: cuando un sonido se
transforma, tiene como consecuencia «alterar de nodo idéntico todas las palabras en que figura
dicho fenómeno» (C.L.G., p. 198). El cambio se efectúa, sin embargo, en ciertas condiciones
contextuales. Filósofos y lingüistas han intentado explicarlos apelando a factores extralingüísticos:
posición de la raza, adaptación al suelo y al clima, ley del menor esfuerzo, educación fonética,
situación política, «substrato lingüístico anterior» o, incluso, influencia de la moda.
Saussure considera demasiado generales: el clima, las razas, las variaciones políticas y la ley del
mínimo esfuerzo ejercen sus efectos sobre todas las sociedades en su nacimiento, y las lenguas
sólo cambian en ciertos puntos, en ciertas épocas, con ritmos variables. Por tanto, no hay ninguna
correspondencia estable entre la acción de uno o varios factores y el cambio lingüístico. Para
Saussure, debe buscarse no en factores exteriores al lenguaje, sino en los mismos fundamentos
del sistema y en sus relaciones con la sociedad en que se inserta. Los sonidos evolucionan de
manera ciega, porque no están guiados sal ni determinados por ningún contenido. Por tanto, del
estudio de las transformaciones de la lengua deriva la hipótesis del carácter arbitrario de la relación
entre la secuencia sonora y su significación.
El carácter ciego, imprevisible y no sistemático de los cambios fonéticos afecta a los sistemas de
lenguaje en que tienen lugar. Las transformaciones fonéticas alteran ciertos vínculos gramaticales
aparentes (ej.; decem-undecim se convierte diez-once), borran u oscurecen las regularidades de
composición de las palabras (ej.: amicus-inimicus se convierte en amigo-enemigo) y puede a veces
hacer surgir falsos parentescos entre unidades (ej.: solum-consolatio se convierte en suelo-
consuelo). Las evoluciones históricas son, por tanto, nefastas para la coherencia del sistema, lo
oscurecen y lo complican inútilmente.
No obstante, afirma Saussure, el efecto de las transformaciones, imputable al carácter arbitrario del
signo, se ve compensado por la intervención de otro mecanismo, la analogía, del que «dependen
todas las modificaciones normales del aspecto exterior de los vocablos que no son de naturaleza
Esta actividad es calificada por Saussure de «proceso generador», que se pone en acción mucho
antes de la producción concreta de una forma nueva; dicho proceso compara, identifica y distingue
las unidades de la lengua para poder utilizarlas en seguida en el habla. «Un vocablo improvisado
por mí, como in-decor-able, existe ya en potencia en la lengua; hallamos todos sus elementos en
los sintagmas decor-ar, decor-ación; perdon-able, manej-able; in-solito, in-sensato, etc., y su
realización en el habla es un hecho insignificante en comparación de la posibilidad de formarlo»
(o.c., p. 227).
El proceso descrito por Saussure abarca la noción de creación tal como es presentada por Von
Humboldt, por ejemplo, y aceptada por Chomsky (1969); permite, a partir de una comparación de
formas de superficie y de una inducción de leyes de generalidad, generar un conjunto infinito de
frases, algunas de las cuales se realizan efectivamente en los actos del habla. El éxito de la
introducción por analogía d una forma nueva en la lengua no está garantizado de antemano:
«Nada entra en la lengua sin haber sido ensayado en el habla, y todos los fenómenos evolutivos
tienen su raíz en la esfera del individuo» (p. 231). Para que una forma nueva como honor sustituya
a una forma antigua como bonos, es necesario que la innovación, «propuesta» en un momento
determinado por un sujeto hablante, sea repetida, imitada y finalmente adoptada por la comunidad
lingüística entera.
Las sobregeneralizaciones de reglas gramaticales, estos errores infantiles que divierten a los
adultos: «ha rompido un espejo», «no cabo aquí dentro», etc., son analogías que la lengua
generalmente no admite. Por tanto, se ve que ciertas unidades pueden, en un momento dado de la
evolución, dar origen a formas análogas, y ello, según Saussure, en la medida en que se
experimentan como «vivas» por los sujetos hablantes. Evidentemente, estas unidades difieren
según las épocas, pero los principios y el objeto de la analogía son los mismos: «sustituir antiguas
formaciones, irregulares y caducas por otras más normales, compuestas de elementos vivos» (p.
234).
Sin embargo, estos elementos vivos no son radicalmente nuevos: se trata muy a menudo de
formas utilizadas anteriormente en un contexto distinto y que se revisten de una nueva función:
«En la masa enorme de los fenómenos analógicos que representan algunos siglos de evolución,
casi todos los elementos se conservan; lo único que pasa es que se distribuyen de otro modo... La
lengua es un vestido cubierto de retazos hechos con su propia tela» (p. 235). La lengua utiliza y
vuelve a utilizar los materiales fónicos de que dispone en la medida en que se inscriben en las
redes de analogías, o sea, de semejanzas y oposiciones que se modifican continuamente:
La identidad diacrónica de mare y mer implica en realidad que se «pase de uno a otro a través de
una serie de identidades sin crónicas en el habla», es decir, que el vínculo que une la forma sonora
con su contenido permanezca estable a lo largo del proceso de las transformaciones fonéticas
La lingüística diacrónica o evolutiva tiene como objeto el eje de sucesiones, es decir, «las
relaciones que vinculan términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva, y
que se sustituyen unos a otros sin formar sistema entre sí» (p. 140).
Saussure concede una importancia mayor al punto de vista sincrónico, no sólo porque éste ha sido
descuidado por la mayoría de las corrientes lingüísticas anteriores, sino, sobre todo, porque es el
único que tiene realidad en la conciencia de los sujetos hablantes; los cambios que se producen a
lo largo de la evolución no pueden ser captados por la masa hablante; es el lingüista el que,
comparando estados de lengua distintos en el tiempo o en el espacio, puede juzgar a posteriori
acerca de las identidades y diferencias diacrónicas. En un momento preciso de la evolución de la
lengua, por el contrario, todo locutor puede y debe emitir juicios de identidad sincrónica. Una de las
consecuencias principales de la distinción de ambas perspectivas afecta a las leyes de la
lingüística. Las leyes diacrónicas son leyes imperativas, es decir, afectan a todos los vocablos que
tienen una misma estructura fonética, y sus efectos son irreversibles, puesto que son históricos.
Por el contrario, las leyes sincrónicas sólo pueden registrar los juicios de identidad y diferencia
realizados por los locutores; no son más que los testigos de equilibrios precarios, existentes hic c
nunc peto constantemente amenazados por la intrusión siempre posible de una modificación, por
los peligros del tiempo, por la irrupción de la historia.
Forma y sustancia
Aunque los sonidos y la significación particular de cada acto de habla sean — estrictamente
hablando — únicos y no reproducibles, el sujeto hablante identifica un mismo significante bajo las
diferentes pronunciaciones, y un mismo significado a pesar de las variaciones de contexto o de
connotación. Significantes y significa do no son, por tanto, unos elementos materiales, de
naturaleza acústica o psicológica, sino que son unas puras formas elaboradas socialmente para
organizar los contenidos. El signo lingüístico no es más que un valor oposicional, y en este sentido
calificamos la lengua, sistema de signos, de forma.
La sustancia sólo se puede definir como el material a que se aplica la forma que es la lengua. Se
compone, por un lado, de la materia fónica y, por el otro, del contenido que hay que transmitir. Se
trata de dos polos de sustancia, que se clasifican, se desglosan, en una palabra, se organizan por
el tercer término constituido por los signos o valores. Además, en cada uno de ambos polos
podemos distinguir dos niveles de sustancia: uno, físico o material, constituido por los sonidos y
por la realidad objetiva que hay que referir, y el otro, de orden psicológico, constituido por las
imágenes que el sujeto ha construido sobre ambas realidades.
Asociaciones y sintagmas
En los apartados anteriores hemos descrito la lengua como un sistema de signos, y analizado su
característica principal: la arbitrariedad radical. Sin embargo, como vimos, la lengua presenta una
segunda característica también muy importante, que la distingue de los demás sistemas
semióticos; tiene que realizarse en la cadena hablada y, por tanto, está organizada en la sucesión.
Cuando intentamos definir y delimitar unidades de la lengua, tenemos que considerar a la vez la
faceta significante y la faceta significada, y determinar el valor del signo por referencia a los demás
signos del sistema. Esta delimitación de las unidades o valores, compleja en sí misma, todavía se
complica más cuando consideramos el aspecto lineal de la lengua, es decir, la organización
sintáctica. Ésta hubiera podido ser totalmente simple y rígida, si cada posición tuviera una
significación unívoca y cada operador o functor un sentido preciso e invariable, como pasa en
lógica o en matemáticas.
(p > q)
Pero los elementos sintácticos, como el orden de las palabras, las flexiones y morfemas libres, no
están intrínsecamente vinculados a un contenido, es decir, a una función semántica (indicar el
agente de..., la determinación, la relación temporal, etc.). La organización sintáctica también es un
fenómeno histórico y social, que se des- plaza insensiblemente a lo largo del tiempo, sin ninguna
motivación intrínseca y, por tanto, sin vínculo permanente con una función o significación. Por lo
mismo que podemos hablar de arbitrariedad de designación, introduciremos, en el aspecto
sintáctico de la lengua, la noción de arbitrariedad de disposición.
Asociaciones y sintagmas son, en primer lugar, dos campos; en el caso del sintagma, el campo de
lo que está antes o después en una frase, es decir, el contexto lingüístico; en el caso de las
asociaciones, el campo de lo que está cerca en la conciencia del sujeto hablante. Tomemos como
ejemplo la secuencia «un temible aguafiestas». El estudio de las relaciones entre agua y fiestas,
entre temible y aguafiestas, entre un y temible pertenecen al campo sintagmático, mientras que las
asociaciones que se podrían hacer a partir de aguafiestas) como embrollón) perturbador,
derramaplaceres, etc., o a partir de temible) pertenecen al campo de la asociación. En ambas
esferas se constituyen dos tipos de grupos. El grupo asociativo -lo que hoy se llama paradigma o
clase paradigmática-, pertenecen al grupo todas las unidades de lenguaje que un sujeto hablante
puede asociar con un signo determinado, sea cual fuere la naturaleza del vínculo escogido por la
asociación: un «vocablo traerá, de manera inconsciente para el espíritu, la idea de una similitud de
otros vocablos que por un lado o por otro tienen algo común con él. Puede darse por lados muy
diferentes» (Engler, 19 p. 173). La noción saussureana de sintagma es también más general que
algunas acepciones recientes del término. Es sintagmático todo grupo «indeterminado en su
amplitud» (p. 172) de unidades sucesivas en la cadena hablada.
re-hacer re-bautizar
re-velar re-sucitar
Para terminar advertiremos que la noción de valor, que hemos analizado a nivel del sistema y, por
tanto, de las asociaciones, tiene su correspondiente en el plano del discurso y los sintagmas. Así
como una unidad de sistema sólo se puede definir por oposición a las demás unidades, así
también, en la secuencia lineal, la unidad sólo adquiere su valor por referencia a lo precede y a lo
que sigue. Arbitrariedad de designación y arbitrariedad de disposición producen dos valores, los
valores en asociación y los valores en sintagma, y toda la mecánica de la lengua descansa sobre
estos dos ejes que se cruzan e interaccionan continuamente.
Introducción
Capítulo II: Materia y tarea de la Lingüística. Relaciones con las ciencias conexas
Como punto de partida, la materia de la lingüística está constituida en primer lugar por todas las
manifestaciones del lenguaje humano, sean “correctas” o no, ya que lo que interesa es hacer una
descripción y no prescribir formas de expresión.
En virtud de esta materia, la lingüística se conecta con varias ciencias. Por ejemplo, en la etnografía y la
prehistoria las fuentes se manifiestan a través del lenguaje, aunque este, entonces, solo tendrá valor
documental. También a la antropología le interesa el lenguaje, aunque desde el punto de vista de la
especie humana, mientras que el lenguaje es un hecho social; por esto, se relaciona también con la
sociología. Tiene vínculos con la psicología y con la fisiología, ya que la lengua presenta entidades
psicológicas y la manifestación del habla implica un aspecto fisiológico; incluso, se relaciona con la
física por el plano material de los sonidos. Del mismo modo, las cuestiones lingüísticas interesan a
todos cuantos —historiadores, filólogos, etc.— tienen que manejar textos. A pesar de esta importancia e
interés, no hay una ciencia propia que se dedique a desterrar todo los prejuicios y falsedades dichas en
torno del lenguaje. Por ello, la lingüística deberá:
b) formular las leyes generales que intervienen de manera permanente y universal en todas las lenguas,
La lengua, su definición
Es necesario, entonces, delimitar el objeto a la vez integral y concreto de la lingüística. Otras ciencias
operan con objetos dados de antemano. Ello no ocurre en la lingüística, debido a que ante una palabra,
podemos observar diferentes aspectos: el sonido, la idea que expresa, su equivalente en otra lengua,
su etimología, etc. Por ello, lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista
7
Selección, síntesis y adaptación realizada por Cacciavillani, Clara: “Ferdinand de Saussure y el Curso de
Lingüística General”, Córdoba, Universidad Blas Pascal, 2011 (inédito). Se respeta el titulado de los apartados
del Curso, según la traducción de Amado Alonso: Saussure, F. Curso de Lingüística General, Buenos Aires,
Losada, 1945.
1. Las sílabas que se articulan son impresiones acústicas percibidas por el oído, pero los sonidos
no existirían sin los órganos vocales;
2. El sonido, unidad compleja acústico-vocal, forma a su vez con la idea una unidad compleja,
fisiológica y mental.
4. En cada instante el lenguaje implica a la vez un sistema establecido y una evolución; en cada
momento es una institución actual y un producto del pasado.
Si estudiamos el lenguaje por muchos lados a la vez, el objeto de la lingüística se nos aparece como un
montón confuso de cosas heterogéneas y sin trabazón. Así es cuando se abre la puerta a muchas
ciencias —psicología, antropología, gramática normativa, filología, etc.—, que a nosotros nos interesa
separar claramente de la lingüística.
No hay más que una solución para todas estas dificultades: hay que colocarse desde el primer
momento en el terreno de la lengua y tomarla como norma de todas las otras manifestaciones del
lenguaje.
La lengua no es sinónimo del lenguaje: ella es sólo una parte determinada parte del lenguaje, aunque
esencial. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones
necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos.
Por ello, decimos que, tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en
diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al
dominio social; no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos, porque no se
sabe cómo desembrollar su unidad.
Pero, para comprender bien el papel de la lengua como sistema, hay que salirse del acto individual, que
no es más que el embrión del lenguaje, y encararse con el hecho social. Entre todos los individuos así
ligados por el lenguaje, se establecerá una especie de promedio: todos reproducirán —no exactamente,
sin duda, pero sí aproximadamente— los mismos signos unidos a los mismos conceptos.
Si pudiéramos abarcar la suma de las imágenes verbales almacenadas en todos los individuos,
entonces toparíamos con el lazo social que constituye la lengua. Es un tesoro depositado por la práctica
del habla en los sujetos que pertenecen a una misma comunidad, un sistema gramatical virtualmente
existente en cada cerebro, o, más exactamente, en los cerebros de un conjunto de individuos, pues la
lengua no está completa en ninguno, no existe perfectamente más que en la masa.
Al separar la lengua del habla (langue et parole), se separa a la vez: 1° lo que es social de lo que es
individual; 2° lo que es esencial de lo que es accesorio y más o menos accidental. La lengua no es una
función del sujeto hablante, es el producto que el individuo registra pasivamente. El habla es, por el
contrario, un acto individual de voluntad y de inteligencia, en el cual conviene distinguir: 1° las
Caracteres de la lengua
4. La lengua, no menos que el habla, es un objeto de naturaleza concreta, y esto es gran ventaja
para su estudio. Los signos lingüísticos no por ser esencialmente psíquicos son abstracciones;
las asociaciones ratificadas por el consenso colectivo, y cuyo conjunto constituye la lengua, son
realidades que tienen su asiento en el cerebro. Además, los signos de la lengua son, por decirlo
así, tangibles; la escritura puede fijarlos en imágenes convencionales, mientras que sería
imposible fotografiar en todos sus detalles los actos del habla; la fonación de una palabra, por
pequeña que sea, representa una infinidad de movimientos musculares extremadamente
difíciles de conocer y de imaginar. En la lengua, por el contrario, no hay más que la imagen
acústica, y ésta se puede traducir en una imagen visual constante. Pues si se hace abstracción
de esta multitud de movimientos necesarios para realizarla en el habla, cada imagen acústica
no es, como luego veremos, más que la suma de un número limitado de elementos o fonemas,
susceptibles a su vez de ser evocados en la escritura por un número correspondiente de
signos. Esta posibilidad de fijar las cosas relativas a la lengua es la que hace que un diccionario
y una gramática puedan ser su representación fiel, pues la lengua es el depósito de las
imágenes acústicas.
Al dar a la ciencia de la lengua su verdadero lugar en el conjunto del estudio del lenguaje, hemos
situado al mismo tiempo la lingüística entera. Todos los demás elementos del lenguaje, que son los que
constituyen el habla, vienen por sí mismos a subordinarse a esta ciencia primera, y gracias a tal
subordinación todas las partes de la lingüística encuentran su lugar natural.
La actividad del sujeto hablante debe estudiarse en un conjunto de disciplinas que no tienen cabida en
la lingüística más que por su relación con la lengua. El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes:
la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo;
este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del
lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica.
Sin duda, ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es
necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos; pero el habla es necesaria
para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede siempre. Oyendo a los
otros es como cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro más
que al cabo de innumerables experiencias.
Por último, el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los
demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos. Hay, pues, interdependencia de lengua y
habla: aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta. Pero eso no les impide ser dos cosas
absolutamente distintas. La lengua existe en la colectividad en la forma de una suma de acuñaciones
depositadas en cada cerebro, más o menos como un diccionario cuyos ejemplares, idénticos, fueran
repartidos entre los individuos Es, pues, algo que está en cada uno de ellos, aunque común a todos y
situado fuera de la voluntad de los depositarios. Este modo de existencia de la lengua puede quedar
representado por la fórmula:
¿De qué modo está presente el habla en esta misma colectividad? El habla es la suma de todo lo que
las gentes dicen, y comprende: a) combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de los
hablantes; b) actos de fonación igualmente voluntarios, necesarios para ejecutar tales combinaciones.
No hay, pues, nada de colectivo en el habla; sus manifestaciones son individuales y momentáneas. En
ella no hay nada más que la suma de los casos particulares según la fórmula:
Tal es la primera bifurcación con que topamos en cuanto se intenta hacer la teoría del lenguaje. Hay
que elegir entre dos caminos que es imposible tomar a la vez; tienen que ser recorridos por separado.
Se puede en rigor conservar el nombre de lingüística para cada una de estas dos disciplinas y hablar de
una lingüística del habla; pero con cuidado de no confundirla con la lingüística propiamente dicha, ésa
cuyo objeto único es la lengua.
Nuestra definición de la lengua supone que descartamos de ella todo lo que sea extraño a su
organismo, a su sistema, en una palabra, todo lo que se designa con el término de «lingüística
externa». Esta lingüística externa se ocupa, sin embargo, de cosas importantes, y en ella se piensa
sobre todo cuando se aborda el estudio del lenguaje.
Son, en primer lugar, todos los puntos en que la lingüística toca a la etnología, todas las relaciones que
pueden existir entre la historia de una lengua y la de una raza o de una civilización. Las dos historias se
mezclan y guardan relaciones recíprocas.
En segundo lugar hay que mencionar las relaciones entre la lengua y la historia política. Grandes
hechos históricos, como la conquista romana, han tenido una importancia incalculable para un montón
de hechos lingüísticos.
Esto nos lleva a un tercer punto: las conexiones de la lengua con las instituciones de toda especie, la
Iglesia, la escuela, etc. Éstas, a su vez, están íntimamente ligadas con el desarrollo literario de una
lengua, fenómeno tanto más general cuanto que él mismo es inseparable de la historia política. Por
último, todo cuanto se refiere a la extensión geográfica de las lenguas y a su fraccionamiento dialectal
cae en la lingüística externa.
Se ha pretendido que es absolutamente imposible separar todas estas cuestiones del estudio de la
lengua propiamente dicha. Es un punto de vista que ha prevalecido, sin embargo, creemos que el
estudio de los fenómenos lingüísticos externos es muy fructífero; pero es falso decir que sin ellos no se
pueda conocer el organismo lingüístico interno. Tomemos como ejemplo los préstamos de palabras
extranjeras: lo primero que se puede comprobar es que de ningún modo son un elemento constante en
la vida de una lengua. De un modo general, nunca es indispensable conocer las circunstancias en que
una lengua se ha desarrollado. Esta ignorancia en nada nos impide estudiarla interiormente ni darnos
La lingüística interna no admite una disposición cualquiera; la lengua es un sistema que no conoce más
que su orden propio y peculiar. Una comparación con el ajedrez lo hará comprender mejor. Aquí es
relativamente fácil distinguir lo que es interno de lo que es externo: el que haya pasado de Persia a
Europa es de orden externo; interno, en cambio, es todo cuanto concierne al sistema y sus reglas. Si
reemplazo unas piezas de madera por otras de marfil, el cambio es indiferente para el sistema; pero si
disminuyo o aumento el número de las piezas tal cambio afecta profundamente a la «gramática» del
juego. Es verdad que para hacer distinciones de esta clase hace falta cierta atención. Así en cada caso
se planteará la cuestión de la naturaleza del fenómeno, y para resolverlo se observará esta regla: es
interno todo cuanto hace variar el sistema en un grado cualquiera.
Primera parte
Principios generales
Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica1.
La imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la
representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa imagen es sensorial, y si
llegamos a llamarla «material» es solamente en este sentido y por oposición al otro término de la
asociación, el concepto, generalmente más abstracto.
El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos nuestra
lengua materna. Sin mover los labios ni la lengua, podemos hablarnos a nosotros mismos o recitarnos
Ya sea que busquemos el sentido de la palabra latina ´arbor´ o la palabra con que el latín designa el
concepto de 'árbol', es evidente que las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos
aparecen conformes con la realidad, y descartamos cualquier otra que se pudiera imaginar.
Esta definición plantea una importante cuestión de terminología. Llamamos signo a la combinación del
concepto y de la imagen acústica: pero en el uso corriente este término designa generalmente la
imagen acústica sola, por ejemplo una palabra (árbol, etc.). Se olvida que si llamamos signo a árbol no
es más que gracias a que conlleva el concepto 'árbol', de tal manera que la idea de la parte sensorial
implica la del conjunto.
La ambigüedad desaparecería si designáramos las tres nociones aquí presentes por medio de nombres
que se relacionen recíprocamente al mismo tiempo que se opongan. Y proponemos conservar la
palabra signo para designar el conjunto, y reemplazar concepto e imagen acústica respectivamente con
significado y significante; estos dos últimos términos tienen la ventaja de señalar la oposición que los
separa, sea entre ellos dos, sea del total de que forman parte. En cuanto al término signo, si nos
contentamos con él es porque, no sugiriéndonos la lengua usual cualquier otro, no sabemos con qué
reemplazarlo. El signo lingüístico así definido posee dos caracteres primordiales. Al enunciarlos vamos
a proponer los principios mismos de todo estudio de este orden.
Así, la idea de sur no está ligada por relación alguna interior con la secuencia de sonidos s-u-r que le
sirve de significante; podría estar representada tan perfectamente por cualquier otra secuencia de
sonidos. Sirvan de prueba las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes.
Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en principio en un hábito colectivo o, lo
que viene a ser lo mismo, en la convención. Están fijados por una regla; esa regla es la que obliga a
emplearlos, no su valor intrínseco. Se puede, pues, decir que los signos enteramente arbitrarios son los
que mejor realizan el ideal del procedimiento semiológico; por eso la lengua, el más complejo y el más
extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de todos; en este sentido la
lingüística puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua no sea más que
un sistema particular.
La palabra arbitrario necesita también una observación. No debe dar idea de que el significante
depende de la libre elección del hablante (ya veremos luego que no está en manos del individuo el
cambiar nada en un signo una vez establecido por un grupo lingüístico); queremos decir que es
inmotivado, es decir, arbitrario con relación al significado, con el cual no guarda en la realidad ningún
lazo natural.
El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los
caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión, y b) esa extensión es mensurable en una
sola dimensión; es una línea.
Este principio es evidente, pero parece que siempre se ha desdeñado el enunciarlo, sin duda porque se
le ha encontrado demasiado simple; sin embargo, es fundamental y sus consecuencias son
incalculables: su importancia es igual a la de la primera ley. Todo el mecanismo de la lengua depende
de ese hecho. Por oposición a los significantes visuales (señales marítimas, por ejemplo), que pueden
ofrecer complicaciones simultáneas en varias dimensiones, los significantes acústicos no disponen más
que de la línea del tiempo; sus elementos se presentan uno tras otro; forman una cadena. Este carácter
se destaca inmediatamente cuando los representamos por medio de la escritura, en donde la sucesión
en el tiempo es sustituida por la línea espacial de los signos gráficos.
1. Inmutabilidad
Si, con relación a la idea que representa, aparece el significante como elegido libremente, en cambio,
con relación a la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, es impuesto. A la masa social no se
le consulta ni el significante elegido por la lengua podría tampoco ser reemplazado por otro. Se dice a la
lengua «elige», pero añadiendo: «será ese signo y no otro alguno». Un individuo sería incapaz de
modificar en un ápice la elección ya hecha, sino que la masa misma no puede ejercer su soberanía
sobre una sola palabra; la masa está atada a la lengua tal cual es.
La lengua no puede, pues, equipararse a un contrato puro y simple, y justamente en este aspecto
muestra el signo lingüístico su máximo interés de estudio; pues si se quiere demostrar que la ley
admitida en una colectividad es una cosa que se sufre y no una regla libremente consentida, la lengua
es la que ofrece la prueba más concluyente de ello.
El signo lingüístico está fuera del alcance de nuestra voluntad. En cualquier época que elijamos, por
antiquísima que sea, ya aparece la lengua como una herencia de la época precedente. De hecho,
ninguna sociedad conoce ni jamás ha conocido la lengua de otro modo que como un producto heredado
de las generaciones precedentes y que hay que tomar tal cual es. Ésta es la razón de que la cuestión
del origen del lenguaje no tenga la importancia que se le atribuye generalmente.
Un estado de lengua dado siempre es el producto de factores históricos, y esos factores son los que
explican por qué el signo es inmutable, es decir, por qué resiste toda sustitución arbitraria. Tenemos,
primero, que apreciar el más o el menos de libertad de que disfrutan las otras instituciones, y veremos
entonces que para cada una de ellas hay un balanceo diferente entre la tradición impuesta y la acción
libre de la sociedad. En el caso de la lengua, varios factores contribuyen con la inmutabilidad:
1. El carácter arbitrario del signo: la masa, aunque fuera más consciente de lo que es, no podría
discutirla.
3. El carácter demasiado complejo del sistema.: una lengua constituye un sistema. Si, como luego
veremos, éste es el lado por el cual la lengua no es completamente arbitraria y donde impera
Este hecho capital basta para mostrar la imposibilidad de una revolución. La lengua forma cuerpo con la
vida de la masa social, y la masa, siendo naturalmente inerte, aparece ante todo como un factor de
conservación.
Sin embargo, no basta con decir que la lengua es un producto de fuerzas sociales para que se vea
claramente que no es libre; acordándonos de que siempre es herencia de una época precedente, hay
que añadir que esas fuerzas sociales actúan en función del tiempo. Si la lengua tiene carácter de fijeza,
no es sólo porque esté ligada a la gravitación de la colectividad, sino también porque está situada en el
tiempo. Estos dos hechos son inseparables. En todo instante la solidaridad con el pasado pone en
jaque a la libertad de elegir. Decimos hombre y perro porque antes que nosotros se ha dicho hombre y
perro. Eso no impide que haya en el fenómeno total un vínculo entre esos dos factores antinómicos: la
convención arbitraria, en virtud de la cual es libre la elección, y el tiempo, gracias al cual la elección se
halla ya fijada. Precisamente porque el signo es arbitrario no conoce otra ley que la de la tradición, y
precisamente por fundarse en la tradición puede ser arbitrario.
2. Mutabilidad
El tiempo, que asegura la continuidad de la lengua, tiene otro efecto, en apariencia contradictorio con el
primero: el de alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos, de modo que, en cierto sentido,
se puede hablar a la vez de la inmutabilidad y de la mutabilidad del signo.
En último análisis, ambos hechos son solidarios: el signo está en condiciones de alterarse porque se
continúa. Lo que domina en toda alteración es la persistencia de la materia vieja; la infidelidad al pasado
sólo es relativa. Por eso el principio de alteración se funda en el principio de continuidad.
La alteración en el tiempo adquiere formas diversas, cada una de las cuales daría materia para un
importante capítulo de lingüística. Sin entrar en detalles, he aquí lo más importante de destacar: sean
Veamos algunos ejemplos. El latín necāre 'matar' se ha hecho en francés noyer 'ahogar' y en español
anegar. Han cambiado tanto la imagen acústica como el concepto; pero es inútil distinguir las dos partes
del fenómeno; basta con consignar globalmente que el vínculo entre la idea y el signo se ha relajado y
que ha habido un desplazamiento en su relación: han surgido otra correspondencia entre la materia
fónica y la idea.
Una lengua es radicalmente incapaz de defenderse contra los factores que desplazan minuto tras
minuto la relación entre significado y significante. Es una de las consecuencias de lo arbitrario del signo.
Se ve bien por la manera en que la lengua evoluciona; nada tan complejo: situada a la vez en la masa
social y en el tiempo, nadie puede cambiar nada en ella; y, por otra parte, lo arbitrario de sus signos
implica teóricamente la libertad de establecer cualquier posible relación entre la materia fónica y las
ideas.
Capítulo III
El 1° eje de simultaneidades (AB), concierne a las relaciones entre cosas coexistentes, de donde está
excluida toda intervención del tiempo, y 2° eje de sucesiones (CD), en el cual nunca se puede
considerar más que una cosa cada vez, pero donde están situadas todas las cosas del primer eje con
sus cambios respectivos.
Para las ciencias que trabajan con valores esta distinción es una necesidad práctica y, en ciertos casos,
una necesidad absoluta. En este terreno se puede desafiar a los científicos a que no podrán organizar
Al lingüista es a quien se impone esta distinción más imperiosamente, pues la lengua es un sistema de
puros valores que nada determina fuera del estado momentáneo de sus términos. He ahí la razón de
que distingamos dos lingüísticas. ¿Cómo las llamaremos? Los términos evolución y lingüística evolutiva
son precisos, y nosotros los emplearemos con frecuencia; por oposición se puede hablar de la ciencia
de los estados de lengua o de lingüística estática.
Pero para señalar mejor esta oposición y este cruzamiento de dos órdenes de fenómenos relativos al
mismo objeto, preferimos hablar de lingüística sincrónica y de lingüística diacrónica. Es sincrónico todo
lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona con las
evoluciones. Del mismo modo sincronía y diacronía designarán respectivamente un estado de lengua y
una fase de evolución.
Conclusiones
Así es como la lingüística se encuentra aquí ante su segunda bifurcación. Ha sido primero necesario
elegir entre la lengua y el habla; ahora estamos en la encrucijada de rutas que llevan la una a la
diacronía, la otra a la sincronía.
Una vez en posesión de este doble principio de clasificación, se puede añadir que todo cuanto es
diacrónico en la lengua solamente lo es por el habla, en el habla es donde se halla el germen de todos
los cambios. Un hecho de evolución siempre está precedido de un hecho, o mejor, de una multitud de
hechos similares en la esfera del habla. El cuadro siguiente indica la forma racional que debe adoptar el
estudio lingüístico:
Las dos partes de la lingüística, así deslindada, serán sucesivamente objeto de nuestro estudio. La
lingüística sincrónica se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos
coexistentes y que forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva.
La lingüística diacrónica estudiará por el contrario las relaciones que unen términos sucesivos no
percibidos por una misma conciencia colectiva, y que se reemplazan unos a otros sin formar sistema
entre sí.
Segunda parte
Lingüística sincrónica
Capítulo IV
El valor lingüístico
Filósofos y lingüistas han estado siempre de acuerdo en reconocer que, sin la ayuda de los signos,
seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. Considerado en sí mismo, el
pensamiento es como una nebulosa donde nada está necesariamente delimitado. No hay ideas
preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua.
Frente a este reino flotante, ¿ofrecen los sonidos por sí mismos entidades circunscriptas de antemano?
Tampoco. La substancia fónica no es más fija ni más rígida; no es un molde a cuya forma el
pensamiento deba acomodarse necesariamente, sino una materia plástica que se divide a su vez en
partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos, pues,
representar el hecho lingüístico en su conjunto, es decir, la lengua, como una serie de subdivisiones
contiguas marcadas a la vez sobre el plano indefinido de las ideas confusas (A) y sobre el no menos
indeterminado de los sonidos (B). Es lo que aproximadamente podríamos representar en este esquema:
Se podrá llamar a la lengua el dominio de las articulaciones: cada término lingüístico es un miembro, un
articulus donde se fija una idea en un sonido y donde un sonido se hace el signo de una idea. La lengua
es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso: no se
puede cortar uno sin cortar el otro; así tampoco en la lengua se podría aislar el sonido del pensamiento,
ni el pensamiento del sonido; a tal separación sólo se llegaría por una abstracción y el resultado sería
hacer psicología pura o fonología pura.
La lingüística trabaja, pues, en el terreno limítrofe donde los elementos de dos órdenes se combinan;
esta combinación produce una forma, no una sustancia. No solamente son confusos y amorfos los dos
dominios enlazados por el hecho lingüístico, sino que la elección que se decide por tal porción acústica
para tal idea es perfectamente arbitraria.
Si no fuera éste el caso, la noción de valor perdería algo de su carácter, ya que contendría un elemento
impuesto desde fuera. Pero de hecho los valores siguen siendo enteramente relativos, y por eso el lazo
entre la idea y el sonido es radicalmente arbitrario. Además, la idea de valor, así determinada, nos
muestra cuán ilusorio es considerar un término sencillamente como la unión de cierto sonido con cierto
concepto. Definirlo así sería aislarlo del sistema de qué forma par te; sería creer que se puede
comenzar por los términos y construir el sistema haciendo la suma, mientras que, por el contrario, hay
que partir de la totalidad solidaria para obtener por análisis los elementos que encierra.
Valor y significación
Para desarrollar esta tesis nos pondremos sucesivamente en el punto de vista del significado o
concepto, en el del significante y en el del signo total.
No pudiendo captar directamente las entidades concretas o unidades de la lengua, operamos sobre las
palabras. Las palabras, sin recubrir exactamente la definición de la unidad lingüística, por lo menos dan
de ella una idea aproximada que tiene la ventaja de ser concreta; las tomaremos, pues, como muestras
equivalentes de los términos reales de un sistema sincrónico, y los principios obtenidos a propósito de
las palabras serán válidos para las entidades en general.
El valor, tomado en su aspecto conceptual, es sin duda un elemento de la significación, y es muy difícil
saber cómo se distingue la significación a pesar de estar bajo su dependencia. Sin embargo, es
necesario poner en claro esta cuestión so pena de reducir la lengua a una simple nomenclatura.
Tomemos primero la significación tal como se suele presentar y tal como la hemos imaginado
anteriormente.
No es, como ya lo indican las flechas de la figura, más que la contraparte de la imagen auditiva. Todo
queda entre la imagen auditiva y el concepto, en los límites de la palabra considerada como un dominio
cerrado, existente por sí mismo.
Pero véase el aspecto paradójico de la cuestión: de un lado, el concepto se nos aparece como la
contraparte de la imagen auditiva en el interior del signo, y, de otro, el signo mismo, es decir, la relación
que une esos dos elementos es también, y de igual modo, la contraparte de los otros signos de la
lengua.
Puesto que la lengua es un sistema en donde todos los términos son solidarios y donde el valor de cada
uno no resulta más que de la presencia simultánea de los otros, según este esquema:
Como una moneda, una palabra puede trocarse por algo desemejante: una idea; además, puede
compararse con otra cosa de la misma naturaleza: otra palabra. Su valor, pues, no estará fijado
mientras nos limitemos a consignar que se puede «trocar» por tal o cual concepto, es decir, que tiene
tal o cual significación; hace falta además compararla con los valores similares, con las otras palabras
que se le pueden oponer. Su contenido no está verdaderamente determinado más que por el concurso
de lo que existe fuera de ella. Como la palabra forma parte de un sistema, está revestida, no sólo de
una significación, sino también, y sobre todo, de un valor, lo cual es cosa muy diferente.
Dentro de una misma lengua, todas las palabras que expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente:
sinónimos como recelar, temer, tener miedo, no tienen valor propio más que por su oposición; si recelar
no existiera, todo su contenido iría a sus concurrentes. Al revés, hay términos que se enriquecen por
contacto con otros; por ejemplo, el elemento nuevo introducido en décrépit («un vieillard décrépit»),
resulta de su coexistencia con décrépi («un mur décrépi») 1. Así el valor de todo término está
determinado por lo que lo rodea; ni siquiera de la palabra que significa 'sol' se puede fijar
inmediatamente el valor si no se considera lo que la rodea; lenguas hay en las que es imposible decir
«sentarse al sol».
Lo que hemos dicho de las palabras se aplica a todo término de la lengua, por ejemplo, a las entidades
gramaticales. Así, el valor de un plural español o francés no coincide del todo con el de un plural
sánscrito, aunque la mayoría de las veces la significación sea idéntica: es que el sánscrito posee tres
números en lugar de dos (mis ojos, mis orejas, mis brazos, mis piernas, etc., estarían en dual); sería
inexacto atribuir el mismo valor al plural en sánscrito y en español o francés, porque el sánscrito no
puede emplear el plural en todos los casos donde es regular en español o en francés; su valor depende,
pues, verdaderamente de lo que está fuera y alrededor de él.
En los casos, pues, encontramos, en lugar de ideas dadas de antemano, valores que emanan del
sistema. Cuando se dice que los valores corresponden a conceptos, se sobreentiende que son
puramente diferenciales, definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente por sus
relaciones con los otros términos del sistema. Su más exacta característica es la de ser lo que los otros
no son.
Cuando afirmo simplemente que una palabra significa tal cosa, cuando me atengo a la asociación de la
imagen acústica con el concepto, hago una operación que puede en cierta medida ser exacta y dar una
idea de la realidad; pero de ningún modo expreso el hecho lingüístico en su esencia y en su amplitud.
Todo lo precedente viene a decir que en la lengua no hay más que diferencias. Todavía más: una
diferencia supone, en general, términos positivos entre los cuales se establece; pero en la lengua sólo
hay diferencias sin términos positivos. Ya se considere el significante, ya el significado, la lengua no
comporta ni ideas ni sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino solamente diferencias
conceptuales y diferencias fónicas resultantes de ese sistema. Lo que de idea o de materia fónica hay
en un signo importa menos que lo que hay a su alrededor en los otros signos.
La prueba está en que el valor de un término puede modificarse sin tocar ni a su sentido ni a su sonido,
con sólo el hecho de que tal otro término vecino haya sufrido una modificación.
Capítulo V
1. Definiciones
Así, pues, en un estado de lengua todo se basa en relaciones; ¿y cómo funcionan esas relaciones?
Las relaciones y las diferencias entre términos se despliegan en dos esferas distintas, cada una
generadora de cierto orden de valores; la oposición entre esos dos órdenes nos hace comprender mejor
la naturaleza de cada uno. Ellos corresponden a dos formas de nuestra actividad mental, ambos
indispensables a la vida de la lengua.
De un lado, en el discurso, las palabras contraen entre sí, en virtud de su encadenamiento, relaciones
fundadas en el carácter lineal de la lengua, que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la
vez. Los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla.
Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo de común se asocian en la memoria, y
así se forman grupos en el seno de los cuales reinan relaciones muy diversas. Así la palabra francesa
enseignement, o la española enseñanza, hará surgir inconscientemente en el espíritu un montón de
Ya se ve que estas coordinaciones son de muy distinta especie que las primeras. Ya no se basan en la
extensión; su sede está en el cerebro, y forman parte de ese tesoro interior que constituye la lengua de
cada individuo. Las llamaremos relaciones asociativas.
A modo de cierre
Hemos realizado un sintético recorrido por la historia de la disciplina. Mencionamos los orígenes del
estudio del lenguaje y las lenguas, los principales hitos en su desarrollo y nos detuvimos en el planteo
teórico propiamente fundacional de la Ciencia Lingüística, es decir, el de Ferdinand de Sausurre, ya a
comienzos del siglo XX. Recordamos que dicha teoría fue contextualizada en el presente módulo dentro
de una época de predominio del paradigma positivista.
De todo este camino esperamos se haya comprendido el interés del lenguaje como objeto de
investigación y elucubración teórica desde Antigüedad. Asimismo, destacamos la importancia del
estructuralismo saussureano como paradigma que produce una revolución en el pensamiento acerca de
la materia puesto que quebró con la única mirada que posibilitaba el positivismo sobre las ciencias
humanas a fines del siglo XIX. Por ello, nos hemos detenido en los conceptos fundamentales del Curso
de Lingüística General. De este material Ud. deberá revisar y procurar claridad en: la distinción entre
lenguaje, lengua y habla; la definición de lengua como objeto propio de la disciplina; la noción de
sistema para definirla; el concepto de signo lingüístico con sus propiedades principales, entre ellas, la
arbitrariedad; la idea de valor y de relaciones sintagmáticas y paradigmáticas. Para dicha revisión, le
sugerimos realizar las actividades propuestas, ya que en ellas encontrará una serie de guías que
ordenan la comprensión del presente módulo. En tal sentido, lo invitamos a trabajar para profundizar su
lectura.
Material básico
Contenidos desarrollados en el módulo a partir de: CACCIAVILLANI, Clara
Apuntes sobre Lingüística, Córdoba, Universidad Blas Pascal, 2006-2010,
(inédito). “Contexto de surgimiento de la Ciencia Lingüística” en Curso de
Nivelación Letras 2004-2008: Cuadernillo Introductorio, Córdoba, Facultad de
filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2004, (inédito), y
SUPISICHE, Patricia Notas sobre Lingüística. Córdoba, Universidad Blas Pascal,
2006, (inédito).
Material complementario
ALCARAZ – VALÓ, E. Tres paradigmas de la investigación lingüística. Alcoy,
Marfil,1990.
BENVENISTE, E. Problemas de Lingüística General, II tomos. Siglo XXI, México.
Cap. V, XV, tomo I. Cap. II, 4 y 5, tomo II,1971-1978.
BRONCKART, J.P. Teorías del lenguaje. Herder, Barcelona, 1980.
COSERIU, E.: Sincronía, diacronía e historia. Madrid, Gredos, 1958.
COSERIU, E.: Teoría del lenguaje y lingüística general. Madrid, Gredos, 1962.
CRYSTAL, D. Enciclopedia del Lenguaje. Madrid, Taurus, 1994.
DUCROT, O. y T. TODOROV Diccionario enciclopédico de las ciencias del len-
guaje. México. Siglo XXI, 1996.
FERNÁNDEZ PÉREZ, M. Introducción a la lingüística. Barcelona, Ariel, 1999.
LYONS, J. Introducción a la Lingüística teórica. Barcelona. Teide, 1983.
MARTINET, A. Elementos de Lingüística general. Madrid, Gredos, 1978.
ROCA-PONS, J. El lenguaje. Barcelona, Teide, 1983.
ROBINS, R.H. Breve historia de la Lingüística, Madrid, Cátedra, 1987.
SAUSSURE, F. Curso de Lingüística General. Bs. As., C.E.A.L., 1976.
SASBÓN, J. Saussure y los fundamentos de la Lingüística. Bs. As., C.E.A.L.,
19876.
SZEMERÉNY, O. Direcciones de la Lingüística moderna, Madrid, Gredos, 1979.
m2 | actividad 1
m2 | actividad 2
A 1
m1 |actividad 2 | AA
asistente académico 1
2. ¿Qué quiere decir Saussure con la frase “es el punto de vista el que
crea el objeto”?
3. ¿Por qué caracteriza al lenguaje como “heteróclito (o heterogéneo) y
multiforme”? Señale los aspectos que abarca.
4. ¿Cómo define a la lengua? ¿Por qué constituye el objeto de estudio
apropiado para constituir una “ciencia lingüística”?
5. Describa el circuito de la comunicación según Saussure y los proce-
sos que involucra.
6. Compare “habla” y “lengua”. Caracterícelas.
7. ¿Qué plantea Saussure acerca del estudio de una y otra?
A 1
m2 |actividad 3 | AA
asistente académico 1
• Introducción
• Capítulo II: Materia y tarea de la Lingüística. Relaciones con las cien-
cias conexas
• Capítulo III: Objeto de la Lingüística: La lengua, su definición - Lugar de
la lengua en los hechos del lenguaje - Caracteres de la lengua
• Capítulo IV: Lingüística de la lengua y lingüística del habla
A 1
m2 |actividad 4 | AA
asistente académico 1
A 1
m2 |actividad 5 | AA
asistente académico 1
m2 | actividad 6
m2 glosario
Arbitrariedad: propiedad del signo lingüístico que implica que la relación entre
significante y significado es necesaria, por su interdependencia, pero inmoti-
vada: no existe una relación natural entre uno y otro sino sólo en virtud de una
convención.
Significado: uno de los dos componentes del signo binario según la teoría de
Saussure. Corresponde al plano del concepto.
Significante: uno de los dos componentes del signo binario en la teoría saus-
sureana. Corresponde al plano de la imagen acústica.
Valor: concepto que Saussure utiliza para definir la calidad relacional del signo
lingüístico: todo en la lengua son oposiciones y cada signo vale por lo que no
es. Para definir el valor de un signo lingüístico es necesario ver sus relaciones
opositivas con otras signos, ya sea en el paradigma o en el sintagma.
m3
m3 microobjetivos
Pragmática1
2. ¿Lingüística o filología?
La pragmática estudia nuestra manera intencional de producir significado
mediante el lenguaje y los principios que regulan los comportamientos lingüís-
ticos dedicados a la comunicación. Los fenómenos que, hasta ahora, se han
considerado exclusivos de la pragmática son la estructura lógica de los actos
de habla, los tipos de implicación, la deixis, ciertas estructuras discursivas, y,
en general, la relación entre hablantes, discurso y contexto. Tal relación está
más o menos codificada por la gramática y el vocabulario de cada lengua, pero
su estudio exige siempre salirse de esa gramática (entendida como abstracción
y sistema) y observar el lenguaje en funcionamiento.
Pero el lenguaje en funcionamiento es un complejo de fenómenos del que
resulta difícil aislar objetos puramente lingüísticos, y mucho menos unidades.
No hay unidades mínimas pragmáticas del lenguaje, como hay unidades fono-
lógicas, morfológicas, sintácticas, creadas por la fonología, la morfología, la sin
taxis. La fonología, por ejemplo, aísla los sonidos del lenguaje y luego abstrae
ciertos sonidos tipo, los fonemas, que no tienen realidad material alguna, sino
que se manifiestan en realizaciones siempre diferentes y son, por lo tanto,
objetos idóneos para la manipulación analítica. Del mismo modo la sintaxis
trabaja con morfemas y con oraciones, objetos ideales, aislados del resto de
los fenómenos lingüísticos que aparecen simultáneamente a la experiencia. En
principio, quien quiera estudiar el lenguaje en uso no debería aislarlo de nada,
tendría que estudiarlo mezclado con su entorno, atendiendo a lo particular de
9. La identidad de la Pragmática
En la actualidad, la pragmática no es un terreno de estudio homogéneo.
Nuestra elección del lenguaje en la interacción social está determinada por un
amplio número de factores, pero todavía no sabemos con claridad cuáles son,
cuál es la mejor manera de interrelacionarlos, o cómo distinguirlos de otras par-
celas de investigación lingüística. Hay varias áreas de intersección:
Semántica: Tanto la pragmática como la semántica tienen en cuenta nociones
como la intención del hablante, los efectos de un enunciado en los oyentes,
las implicaciones que se siguen de expresar algo de una determinada manera,
y los conocimientos del mundo, creencias y presuposiciones sobre los que
hablante y oyente se basan al comunicarse,
Estilística y sociolingüística: Estas disciplinas y la pragmática se solapan en
su estudio de las relaciones sociales que existen entre los participantes y en
el modo en que la posición extralingüística, la actividad o la materia de que se
ti-ate pueden restringir la selección de rasgos lingüísticos o variantes.
Psicolingüística: La pragmática y la psicolingüística investigan aquellos
estados psicológicos y capacidades de los participantes (atención, memoria,
personalidad) que tienen una intervención decisiva en su comportamiento.
Análisis del discurso: El análisis de la conversación es un aspecto central
tanto de la pragmática como del análisis del discurso. Ambos comparten tam-
bién muchas de las nociones filosóficas y lingüísticas que se han desarrollado
pata dar cuenta de aspectos como la distribución de la información en las ora-
ciones, las formas deícticas o la noción de «máximas conversacionales».
Como consecuencia de estas intersecciones en las áreas de interés, han
surgido diferentes caracterizaciones del ámbito de la pragmática. Uno de los
enfoques se centra en los factores formalmente codificados -en la estructura de
la lengua (formas honoríficas, elección entre tú y usted, etc.); otro se relaciona
con una cierta clase de semántica, y la pragmática se ve como el estudio de
todos los factores del significado que no encajan en el análisis de las oracio-
nes en términos de condiciones de verdad; algunos adoptan una perspectiva
mucho más amplia, según la cual la pragmática es el estudio de los principios
que subyacen a la actuación lingüística interactiva, incluyendo todos los aspec-
tos del uso lingüístico, la comprensión y la adecuación.
Los manuales de pragmática existentes hasta ahora tratan una gran diversi-
dad de materias y una amplia gama de orientaciones y metodologías en parte
contra puestas, que precisan una unificación. Pero si consideramos que la
diversidad de opiniones es signo del desarrollo saludable de una materia,
entonces hay que concluir que pocas áreas del estudio del lenguaje tienen un
futuro tan prometedor como el de la pragmática.
Condiciones de Éxito
Los actos de habla son apropiados sólo si cumplen ciertos requisitos, conoci-
dos como «condiciones de éxito». Por ejemplo, las «condiciones preparatorias»
deben ser las adecuadas: la persona que realiza el acto de habla debe reunir
las facultades necesarias para hacerlo. Esto es difícil de comprobar con verbos
como prometer o agradecer, pero resulta imprescindible pata el uso de verbos
Categorías y Máximas
Categoría de la cantidad
Máximas:
1. Haced que vuestra contribución sea tan informativa como sea requerido
(para las finalidades presentes del intercambio).
2. No hagáis que vuestra contribución sea más informativa de lo que se
requiere.
Categoría de la calidad
Máxima suprema:
Tratad de que vuestra contribución sea verdadera.
Dos máximas más específicas:
1. No digáis lo que creéis fa1so.
2. No digáis aquello sobre lo que no poseéis información adecuada.
Categoría de la relación
Máxima:
Sed pertinentes,
Categoría de la modalidad
Máxima suprema:
Sed claros.
Máximas variadas:
1. No os expreséis con oscuridad.
2. Evitad la ambigüedad.
3. Sed concisos (evitad toda prolijidad que no sea necesaria).
4. Expresaos con orden.
Grice acepta que sus máximas sólo se aplican con propiedad al intercambio
de información. Por otra parte, son de una precisión bastante desigual. Según
los temperamentos y según las civilizaciones, la misma expresión será juzgada
demasiado breve, suficiente o exageradamente larga.
Grice cita el ejemplo de un profesor al que se le pide un comentario sobre un
estudiante y que se contenta con alabar su puntualidad, lo que deja entender
que tiene de el un juicio general negativo. Es verdad que una convención que
no figura en las máximas anteriores se opone a que se hable mal de nadie. Por
ejemplo, la ley francesa prohíbe a todo empresario dar informes desfavorables
sobre los antiguos asalariados.
y de
3- Pedro trabajó el viernes.
Si preguntamos:
b- proposiciones temporales:
Las cosas han cambiado desde que José se marchó >> José se marchó
c- expresiones iterativas:
Marcos ha telefoneado otra vez >> Marcos ya había telefoneado
d- frases dislocadas:
Es Lucas quien me ha ayudado >> Alguien me ha ayudado
e- proposiciones contrafactuales:
Si me hubiera pedido perdón, la habría perdonado >> No me ha pedido perdón
g- descripciones definidas:
Susana está en el jardín recogiendo las flores estropeadas >> En el jardín hay
flores estropeadas
9- Tú vendrás
que no presupone que alguien vaya a venir.
El primero (10) resulta bastante natural, mientras que el segundo (11) parece
imposible a causa de una redundancia flagrante.
En los dos casos la réplica aporta una información: sobre las opiniones de
Juan en 10, y sobre la realidad de la venida de Pedro en 11. Y en ambos hay
una repetición de información: en 10 se afirma dos veces la realidad de la
Por otra parte, la noción de presupuesto (y esto era previsible desde su defi-
nición misma) se encuentra en la base de un tipo de discurso particular, que
es el par pregunta-respuesta. Un enunciado, afirmativo o negativo, B, puede
ser considerado como capaz de responder a una pregunta A solamente si B
conserva los presupuestos de A. Los dos diálogos siguientes, que no respetan
esta condición, no podrán vivirse como un intercambio natural de preguntas y
respuestas:
(Este caso nos parece interesante porque la réplica contiene de hecho toda
la información reclamada por la pregunta; sin embargo esta réplica reviste tan
poco el carácter de una respuesta que no se sabe si hay que introducirla con
un sí o con un no.)
Ya que a diferencia del anterior no presupone en absoluto que Pedro haya ido
a París.
En cambio, en los dos primeros diálogos la pregunta implica un presupuesto
negado por el interlocutor.
Sobrentendidos
Tenemos por lo tanto, dos tipos particulares de sentido. Uno de ellos puede ser
comprendido desde el nivel del componente lingüístico, mientras que el otro
exige hacer intervenir el componente retórico. Los presupuestos, ya estudia-
dos, corresponden al primer tipo de efectos de sentido, mientras que en al
segundo caso pertenecen los sobrentendidos, que estudiaremos a continua-
ción. Consideremos los siguientes ejemplos:
Para evitar que el oyente saque esta conclusión, el hablante se verá obligado a
tomar precauciones molestas, que acarrearán como resultado sistemático, en
razón de su pesadez, una acentuación del efecto de sentido que se proponen
suprimir.
Hay una diferencia de naturaleza entre los sobrentendidos y los presupuestos.
Los presupuestos de un enunciado siguen siendo afirmados en la negación de
ese enunciado como también en su transformación en pregunta.
Buscaríamos en vano estas características en los sobrentendidos que presenta-
mos como ejemplo. El fenómeno de la presuposición parece relacionarse estre-
chamente con construcciones sintácticas muy generales; esto proporciona una
primera razón para tratarlo dentro del componente lingüístico donde se inscribe
su valor semántico. No ocurre lo mismo con el sobrentendido.
El enunciado con sobrentendidos posee siempre un “sentido literal” del que
los sobrentendidos están excluidos. Éstos se nos aparecen como agregados.
El sobrentendido permite anticipar algo “sin decirlo y al mismo tiempo dicién-
dolo”.
Si tal persona cree que resulta adecuado decirme eso, ello se debe sin duda a
que piensa que es así.
Esto ocurre porque el oyente tiene tendencia a suponer que todas las precisio-
3 Lítote o litote: Figura consistente en no expresar adrede todo lo que se quiere
dar a entender, dejando, no obstante, que se perciba claramente la intención. Gener-
almente se realiza negando lo contrario de lo que se quiere afirmar. Ej.: “no estás en lo
cierto”, “no soy tan malo”, “en esto no te alabo”.
La variación en el Discurso
El Análisis discursivo
1. La noción de discurso
Hablar de discurso es, ante todo, hablar de una práctica social, de una forma
de acción entre las personas que se articula a partir del uso lingüístico con-
textualizado, ya sea oral o escrito. El discurso es parte de la vida social ya la
vez un instrumento que crea la vida social. Desde el punto de vista discursivo,
hablar o escribir no esotra cosa que construir piezas textuales orientadas a
unos fines y que se dan en interdependencia con el contexto (lingüístico, local,
cognitivo y sociocultural). Nos referimos, pues, a cómo las formas lingüísticas
se ponen en funcionamiento para construir formas de comunicación y de repre-
sentación del mundo —real o imaginario—.
Ahora bien, los usos lingüísticas son variados. Las personas tienen a su dis-
posición un repertorio comunicativo, que puede estar formado por una o más
lenguas, por diferentes variedades lingüísticas y por otros instrumentos de
comunicación. La lengua, como materia primera del discurso, ofrece a quienes
la usan una serie de opciones -fónicas, gráficas, morfosintácticas y léxicas- de
entre las cuales hay que elegir en el momento de (inter)actuar discursivamente.
Esa elección, sujeta o no a un control consciente, se realiza de acuerdo con
unos parámetros contextuales que incluyen la situación, los propósitos de
quien la realiza y las características de los destinatarios, entre otros. Estos
1. Introducción
En la conclusión del libro Lenguaje y Control, los autores sostienen la hipótesis
de la existencia de fuertes lazos entre la estructura lingüística y la social. Más
precisamente, señalan que los agrupamientos y las relaciones sociales influyen
en los comportamientos lingüísticos de los hablantes y escritores. Esas pautas
socialmente determinadas del lenguaje inciden en el comportamiento lingüís-
tico, especialmente en la actividad cognitiva, es decir, en cómo se representan
aspectos de la realidad extralingüística. Así por ejemplo, la sintaxis codifica una
visión del mundo sin ninguna elección consciente.
La visión del mundo aparece en los hablantes por la relación entre lenguaje,
instituciones y estructura económico-social. Del mismo modo, la ideología está
lingüísticamente mediatizada. Las estructuras lingüísticas se usan de modo
sistemático y mantienen estrechas relaciones con el sistema socioeconómico.
Un aspecto que puede destacarse es que las elecciones léxicas, sintácticas,
morfológicas del hablante y del receptor son inconscientes; de allí que tengan
significación social y que puedan ejercer algún tipo de influencia. Si fueran
evidentes perderían gran parte de su efectividad.
Los autores están situados dentro de la línea del funcionalismo, línea que pos-
tula que en la descripción gramatical debe ingresar el análisis de los significa-
dos sociales de las formas lingüísticas. El hecho de que el lenguaje se aprenda
en la interacción constituye el fundamento de la anterior consideración; así, la
estructura del lenguaje se adecua a esas interacciones, lo que determina que
Gramática de la Modalidad
En este nivel se analizan las construcciones pragmáticas o interpersonales. El
estudio se detiene en las actitudes del hablante ante el interlocutor y el tema
abordado, las relaciones entre los participantes de la comunicación y las accio-
nes -lingüísticas- realizadas por el emisor tales como ordenar, acusar, rogar.
Más precisamente, las categorías analíticas son:
a. Las diferentes maneras de denominación: Juan; Juan Pérez; Pérez,
Juan; Juancito; etc. También se incluyen las construcciones: El alumno
más brillante de Teoría del Lenguaje.
b. Los pronombres: especialmente las opciones de la 3º y la 1º plural.
Esta última puede asumir diferentes valores: el plural corporativo: En
la Universidad consideramos que la enseñanza..... Esta primera per-
sona incluye al yo y ustedes, razón por la cual se la designa inclusiva.
También aparece un valor exclusivo -yo más ellos- en, por ejemplo, En
Pascal firmamos el libro de temas; en este caso un profesor habla con
sus alumnos y utiliza un nosotros que incluye a los docentes y no a los
estudiantes.
c. Actos de habla: concepto correspondiente a la teoría Pragmática, la
que supone que decir también es un hacer (ver unidad correspon-
diente). Las posibles acciones lingüísticas son ordenar, informar, pro-
meter, juzgar, interrogar, pedir, rogar, lamentarse, etc. El listado anterior
debe ser vinculado con diferentes relaciones de poder. Más explícita-
mente, equivale a significar que la acción de ordenar supone un tipo de
relación socio-económica entre emisor/receptor.
d. Actitud del que habla: en este nivel, la indagación se orienta a detectar
la modalidad o cómo se ubica el hablante frente a lo enunciado en tér-
minos de Verdadero, Falso, Posible, Imposible, Bueno, Malo, Certeza,
Duda. La modalidad se expresa a través de
• adverbios (posiblemente, seguramente, obviamente, lamenta-
blemente; quizás, tal vez).
• construcciones: es cierto que, es falso que, es posible, podría
ser.
• verbos: saber, querer, deber, poder. Algunos tienen efecto dis-
tanciador; por ejemplo, pensar, parecer, entender indican falta
de certeza.
Transformaciones
El análisis se orienta hacia el estudio de las estructuras sintácticas o morfológi-
cas. Los autores destacan dos tipos fundamentales:
Clasificación
En esta etapa el análisis se detiene en los rasgos léxicos, especialmente en lo
referente a la relexicalización. Esta operación consiste en incorporar o agregar
nuevos campos significativos, como por ejemplo marginal/marginado y el uso
de comillas para indicar alejamiento del empleo habitual del término.
A modo de conclusión
En esta tercera parte de la signatura nos hemos dedicado a diferentes discipli-
nas y marcos teóricos que comparten la concepción del lenguaje como uso.
Según analizamos en el módulo 1, la diferente naturaleza atribuida a la materia
lingüística implica el desarrollo de paradigmas radicalmente diferentes. En este
caso, partimos del paradigma de la Pragmática, que constituye, incluso, una
subdisciplina dentro de la Lingüística. La teoría de los actos de habla abre la
lengua, cerrada sobre sí misma en el estructuralismo saussureano, al contexto,
las pautas culturales, las intenciones del individuo y sus realizaciones lingüís-
ticas destinadas a otros. Comprender estas dimensiones permitirá al futuro
psicopedagogo repensar los diagnósticos institucionales, grupales e indivi-
duales en tanto dentro de la praxis humana ingresa la comunicación, el uso
del lenguaje como componente principal. Asimismo, se redimensiona ese uso
como un hacer, es decir, más que como un simple comunicar, como un produ-
cir efectos sobre otro/s o procurar hacerlo. Tener en cuenta esta presencia en
todo intercambio pedagógico es fundamental para el profesional del área.
Por último, vinculado con lo anteriormente indicado, nos interesa que el psico-
pedagogo sume los aportes de la Teoría de las Implicaturas y el marco de la
Lingüística Crítica, en tanto su tarea se vincula con el análisis de la palabra de
otros, puesto que las instituciones y sujetos están atravesados en su hacer y
pensamiento por el discurso, tanto propio como social.
Material básico
Contenidos desarrollados en el módulo
Material complementario no obligatorio
ALCARAZ – VALÓ, E.: Tres paradigmas de la investigación lingüística. Alcoy,
Marfil,1990.
AUSTIN, J.: Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Paidós, 1982.
BRONCKART, J.P.: Teorías del lenguaje. Herder, Barcelona, 1980.
CEREZO ARRIAZA, M.: Texto, contexto y situación. Barcelona, Octaedro, 1994.
CRYSTAL, D.: Enciclopedia del Lenguaje. Madrid, Taurus, 1994.
DUCROT, O.: Decir y no decir. Barcelona, Anagrama, 1982.
DUCROT, O.: El decir y lo dicho. Bs. As., Hachette, 1984.
DUCROT, O. y T. TODOROV Diccionario enciclopédico de las ciencias del len-
guaje. México. Siglo XXI, 1996.
FERNÁNDEZ PÉREZ, M.: Introducción a la lingüística. Barcelona, Ariel, 1999.
LYONS, J. Introducción a la Lingüística teórica. Barcelona. Teide, 1983.
ROCA-PONS, J.: El lenguaje. Barcelona, Teide, 1983.
SZEMERÉNY, O.: Direcciones de la Lingüística moderna, Madrid, Gredos, 1979.
VAN DIJK, T. et. al.: El discurso como interacción social. Barcelona. Gedisa,
2000.
m3 actividades
m3 | actividad 1
Despejando la Pragmática
2. Marcar qué condiciones son necesarias para que se cumplan con éxito los
siguientes actos de habla:
a. Disculparse:
b. Saludar:
m3 | actividad 3
a. ¿Podríamos decir que cada uno de estos actos tiene diferentes modos
de conseguir el mismo objetivo? Compare la diferente fuerza ilocutiva de
cada uno de ellos.
A 1
m3 |actividad 3 | AA
asistente académico 1
Recuerde que en los actos de habla distinguimos tres niveles. El segundo nivel,
el ilocutivo, es esencial para la clasificación del propio acto de habla, ya que
marca la intención con la que es emitido.
Ahora bien, que esa intención puede reflejarse o no de manera directa en el
primer nivel, el locutivo, que es el de la misma enunciación o puesta en acto
verbal.
Cuando le solicitamos que analice este nivel locutivo, le sugerimos que atienda
a elementos expresados en la propia forma lingüística, por ejemplo: los verbos
en primera persona, la forma de pregunta, el tiempo o modo verbal, la exclama-
ción.
Cuando el acto ilocutivo que correspondería a esa forma externa no coincide
con la intención que presumimos correcta,- vale decir que el acto ilocutivo es
realmente otro y no el esperado-, estamos ante un acto de habla indirecto. Para
la cabal comprensión de esa intención es necesario considerar algún elemento
de la situación comunicativa en que es emitido.
Presuponemos y sobrentendemos
Garré fundamentó su decisión en que “hay que tomar las cosas con
seriedad y no para provocar un show o un espectáculo”.
m3 | actividad 5
Para esta actividad, le solicitamos que se sitúe como profesional que se des-
empeña en una institución escolar. Como Ud. ha recibido formación disciplinar
específica, cree indispensable transferir tal competencia en su ámbito laboral.
Por tal razón, emprende una tarea que no le han requerido, pero la consi-
dera fundamental: analizar un documento institucional en el que analizará los
siguientes aspectos:
A 1
m3 |actividad 5 | AA
asistente académico 1
La institución puede ser elegida por Ud. En caso de que necesite ayuda, su
tutor/a lo orientará en tal sentido.
También puede elegir analizar una serie más extensa pero integrada por
varios documentos breves de circulación diaria, por ejemplo: cartelera, notas
a padres, notificaciones a docentes. Incluso, puede incluir la transcripción de
m3 | actividad 6
A 1
asistente académico 1
Gramática de la transitividad
Expresión mar- Clasificación Valor de la expresión e interpretación
cada lingüística del ideológica
fenómeno: tipo
de oración
Gramática de la modalidad
Expresión mar- Clasificación Valor de la expresión e interpretación
cada lingüística del ideológica
fenómeno: tipo
de modalidad
Transformación
Expresión mar- Clasificación de Valor de la transformación sobre la
cada la transformación estructura profunda e interpretación
ideológica
Clasificación
Expresión mar- Tipo de clasifi- Valor de la transformación sobre la
cada cación estructura profunda e interpretación
ideológica
Grice, Paul: filósofo del lenguaje, de origen británico, es uno de los represen-
tantes de la Pragmática con su formulación del “principio de la cooperación”
que rige los intercambios comunicativos.
Teoría de los Actos de Habla: tiene su apogeo en la década del 60. El primero,
entre los filósofos del lenguaje fue John Austin a quien suele considerarse el
iniciador de la pragmática moderna. Su teoría fue consolidada y perfeccionada
por un discípulo suyo, John Searle. La idea central de la teoría de los actos
de habla es que el lenguaje no solamente sirve para describir el mundo sino
para hacer cosas. A manera de ejemplo: las lenguas poseen ciertos verbos
que nombran la acción que se hace precisamente cuando se la nombra y
solamente mediante la palabra: juro, prometo, pido, ordeno, declaro, bautizo,
niego, etc. El acto por el que se produce significado es locucionario; la fuerza,
en cambio, es el poder de hacer y proviene del acto ilocucionario. A esto se
agrega un tercer acto posible pero no simplemente identificable, el perlocucio-
nario, por el cual se producen efectos en el interlocutor -convencerlo, sorpren-
derlo, asustarlo-.
m4
m4 microobjetivos
m4 contenidos
En tal sentido, todos los enfoques brindan aportes valiosos a la hora de ana-
lizar las relaciones que se establecen entre los sujetos que participan de las
instituciones escolares en tanto en la transmisión del saber media el lenguaje,
así como entre los grupos vinculados por la relación enseñanza-aprendizaje.
Comprender esa mediación lingüística amplía a su vez la comprensión acerca
del sujeto portador de una lenguaje y de una cultura. De este modo se posi-
bilita la percepción más plena de los conflictos que surgen en torno de esa
relación, para su solución por parte del Psicopedagogo.
Variedades diacrónicas
Con este término nos queremos referir a las variantes que ha ido sufriendo
nuestra lengua a lo largo de la historia. Vamos a intentar hacer un rápido
1 Supisiche, Patricia: “Las variedades de la Lengua” en Notas sobre
Lingüística, Córdoba, Universidad Blas Pascal, 2006, (inédito).
En el año 711, la Península es invadida por los árabes. Este pueblo poseía una
lengua muy prestigiosa culturalmente, por lo que fue adoptada como lengua
de comunicación en muchas zonas de la Península. Los pueblos no conquis-
tados por los árabes se redujeron a una pequeña zona en el norte que siguió
manteniendo sus lenguas de origen romance. En las zonas que quedaron bajo
dominio islámico, la lengua hablada fue el árabe, aunque algunas comunidades
mantuvieron durante algunos siglos su dialecto romance, denominado mozá-
rabe.
Con el paso de los siglos, los reinos cristianos del norte fueron organizándose
y reconquistando territorios. Esta situación lingüística era muy inestable debido
a la pujanza que tomaba el reino de Castilla y, por tanto, la lengua que en él
se hablaba: el castellano. Hacia el final de la Edad Media -s. XV- la situación
cambió drásticamente:
Pero más allá de lo que ocurría en Europa con esas lenguas, quizás lo más
significativo de este momento fue la expansión fuera de las fronteras europeas,
tanto del portugués – hacia Brasil y diferentes enclaves africanos y asiáticos-
como del castellano – hacia América y Filipinas- . El castellano, como dijo Elio
Antonio de Nebrija, se convierte en “compañera del Imperio”.
Desde el siglo XVI nos encontraremos con una paulatina imposición del caste-
llano como lengua general del reino de España. Este proceso culminará en el
siglo XVIII con la imposición del uso exclusivo del castellano en la enseñanza,
así como con la regularización del idioma llevada a cabo por la Real Academia
de la Lengua con su tres obras principales de este período: Ortografía, Diccio-
nario de Autoridades y Gramática.
Variedades diatópicas
Lenguas en contacto
Decíamos más arriba que las lenguas se comportan como seres vivos. Este
hecho explica que entren en contacto frecuentemente y que, cuando esto se
produce, se desarrollen algunos fenómenos interesantes. Veamos algunos de
ellos.
El contacto entre lenguas en un mismo país, región o territorio puede traer una
serie de consecuencias lingüísticas importantes:
El español de América
Normalmente hablamos de “español
de América”, pero Rafael Lapesa nos
advierte que no es una sola la forma
del español en el continente ameri-
cano: “no es igual el habla cubana
que la argentina, ni la de un mejicano
o guatemalteco que la de un peruano
o chileno”. Sí es verdad, sin embargo,
que las variedades dialectales son
menos importantes que las que se
dan en la península y poseen menor
arraigo histórico. Por eso, hablaremos
del “español de América” en general,
aunque debamos hacer menciones a
rasgos exclusivos de algunas regio-
nes.
Extensión actual
El español es la lengua oficial de dieciocho repúblicas hispanoamericanas:
Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Vene-
zuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala,
México, Cuba y República Dominicana. También se habla español -conviviendo
con el inglés- en numerosas islas de las Antillas, en EE.UU. -en los estados de
Nuevo México, Arizona, Texas, California y Florida- y en Puerto Rico, donde ha
sido lengua oficial en diversos momentos.
B- Nivel morfosintáctico
• Tendencia a construir femeninos analógicos: mayordoma, tigra. Tam-
bién al revés: bromisto.
• Adverbializaciones del adjetivo: “canta lindo”; “camina lento”.
• Abundante uso del diminutivo, incluso en adjetivos y adverbios: chiqui-
tito, ahorita, todito.
• Sustitución de posesivos sintéticos por analíticos: “el hijo de nosotros”.
• Predominio del pretérito perfecto simple sobre el compuesto: canté por
he cantado.
• Tendencia a hacer recíprocos ciertos verbos: enfermarse, saludarse
con.
C- Nivel léxico
• Destacamos la variedad y riqueza del léxico americano.
• Se encuentran múltiples ejemplos de indigenismos: coyote, zapilote,
ñandú, mucama -=criada-...
• Habituales arcaísmos: pollera -falda-, prieto -moreno-.
• Neologismos: ruletero -taxista-.
Variedades diafásicas
Las variedades diafásicas se refieren a los usos lingüísticos exigidos por cada
situación, en la que el hablante o bien mide el alcance de sus palabras, como
en una entrevista, un discurso, una conferencia, o bien hace un uso relajado
y espontáneo del lenguaje, como ocurre al hablar con la familia o con los
amigos. Las situaciones del primer grupo pertenecerían a un registro formal,
mientras que las del segundo pertenecerían a un registro informal o coloquial.
Los límites entre ambos registros no son tajantes, por lo que se puede hablar
de situaciones intermedias.
Jergas y Argot
Variedades diastráticas
Para finalizar ya, conviene tener en cuenta que hay rasgos dialectales, propios
de una zona geográfica, que no tienen que ser considerados vulgarismos,
como por ejemplo, la aspiración de la /s/ final de palabra o de sílaba en Andalu-
cía e Hispanoamérica.
Algunas definiciones
Pero lo que realmente nos interesa abordar ahora aquí es la exposición del
pensamiento de unos cuantos estudiosos que se preocupan por marcar las
diferencias o semejanzas entre la sociolingüística y la sociología de lenguaje.
Sociolingüística y Sociología del Lenguaje
Por su parte, Rona distingue entre sociolingüística lingüística -es decir, la parte
de la sociolingüística más preocupada por la lingüística- y sociolingüística
alingüística -es decir, la sociología del lenguaje: la parte de la sociolingüística
más preocupada por lo social.
a) Nivel macrosociológico
Nos parece necesario, por el carácter teórico del presente trabajo, exponer
algunas definiciones de conceptos importantes que se tratan en la microso-
ciología:
c) Nivel lingüístico
En este nivel tendríamos que hablar del trabajo de estudiosos como W. Labov,
N. Bailey, R.W. Shuy, Cedergren, David Sankoff o Humberto López Morales. Sus
grandes aportaciones aparecen muy bien recogidas en el libro de Francisco
Moreno Sociolingüística en EE.UU. (1975-1985).
Según Labov el cambio es variación, y todo cambio implica la existencia de
variación. El cambio lingüístico es un complejísimo proceso que implica facto-
El objeto de estudio
Golluscio (2002) señala que la Etnografía del Habla—también llamada etno-
grafía de la comunicación—continuadora de la tradición americanista de Franz
Boas y Edward Sapir, surge como una aproximación al lenguaje y el habla en
su contexto. Tal perspectiva se presenta por primera vez en el trabajo de Dell
Hymes, que da el nombre a la disciplina
Buscaba crear un ámbito interdisciplinario que se centrara en el estudio del
habla entendida como “los usos de la lengua en el desarrollo de la vida social”.
La misma selección del nombre para este nuevo campo de investigación
resulta transgresora tanto de las corrientes lingüísticas como de las antropoló-
gicas hegemónicas de la época. Históricamente, a la Etnografía y al Habla se
les ha otorgado un lugar secundario: la etnografía, por considerársela “mera
descripción”; el habla, porque su multiplicidad de manifestaciones y su depen-
dencia del contexto la convertían en la parte de la lengua imposible de sistema-
tizar.
A pesar de surgir en el marco del desarrollo de la antropología lingüística,
la Etnografía del habla no nace como un apéndice de aquella, sino como un
3 Extraído y adaptado de Golluscio, Lucía (comp.) Etnografía del habla.
Textos fundacionales. Bs. As., Eudeba. 2002.
Campo y tópicos
Con respecto a los tópicos seleccionados, los etnógrafos del habla estudian,
entonces, la gramática de la lengua más los usos y pautas comunicativas y
cognitivas vigentes en una comunidad de habla determinada, incluyendo la
consideración de más de un código lingüístico en juego y de las funciones
directivas, expresivas y estilísticas de la lengua, además de la función referen-
cial. Incorporan, en ese marco, los usos estilísticos y expresivos de tos mar-
cadores gramaticales y de los ítems léxicos. Otorgan especial importancia no
sólo a los medios del habla, sino a los significados sociales de los hechos de
habla del grupo, y a la relación entre unos y otros. Analizan, así, cuáles son los
valores y acritudes sociales asociados con la/s lengua/s o variedad/es en uso
en esa comunidad; qué hacen sus miembros con estos medios de habla dispo-
nibles; cómo se organizan tales medios como parte integrante de la vida social;
qué situaciones y actos comunicativos son socialmente reconocidos; cuáles
son las formas discursivas y los modos de hablar propios de esa comunidad y
la evaluación que de tales armas y sus ejecutantes hacen sus miembros; cuáles
son considerados socialmente como arte verbal.
Postulados epistemológicos
La Etnografía del habla tiene una base epistemológica empirista, inductivista,
transcultural y relativista. En la década del sesenta, y en el marco de su pro-
puesta Dell Hymes (1964) define los pilares epistemológicos de la lingüística
antropológica en los siguientes términos:
“Las lenguas del mundo son equivalentes en adecuación
social, iguales en complejidad y casi infinitamente diversas en
estructura (...); igualdad en el sentido de igualdad de conside-
ración científica y relevancia potencial; diversidad y relativismo
en sentido del respeto por la integridad de los fenómenos;
apertura para el descubrimiento de la diferencia...”(75).
Unidades lingüísticas
A partir del reconocimiento de que el habla es sistemática y, por lo tanto, se
puede estudiar, el objeto de la etnografía del habla, “consistente con su pers-
pectiva sociolingüística” (Bauman, Shetzer, 1975: 104), es el estudio del reper-
torio lingüístico de un grupo, en términos de sus usos y funciones en la vida
sociocultural.
Ya en los años setenta, Dell Hymes había afirmado que “en la búsqueda de la
estructura, de Saussure está interesado en la palabra; Chomsky, en la oración;
la etnografía del habla, en el acto de habla” (Hymes, 1971). El acto de habla es,
entonces, la unidad mínima de análisis de la etnografía del habla.
Los actos de habla (preguntar, responder, ordenar, afirmar, hacer un chiste,
entre otros) se van articular en un evento de habla, definido en términos de
Hymes como ‘aquellas actividades o aspectos de actividades directamente
gobernadas por reglas o normas para el uso del habla”. Eventos de habla son
una conversación, una conferencia, una pieza de oratoria, una narración. La
Lenguaje en uso5
Norma culta: pautas utilizadas por determinado grupo social que ha adqui-
rido determinado nivel de educación, las que prefieren los escritores u otros
referentes culturales. La comunidad las reconoce como válida, pero no nece-
sariamente coincide con la norma general, la difundida por la escuela y la
administración pública.
Variación
Gran parte del discurso pedagógico, en especial el que pertenece a las asig-
naturas “científicas” y en los textos escritos, se acerca al discurso científico.
Encontramos algunas marcas de él: una redacción en tercera persona que
procura borrar las marcas gramaticales del emisor y del receptor (1ª y 2ª per-
sona respectivamente), presentando un texto sin lugar a fisuras, que no permite
la discusión ni para una opinión que no sea la del autor: es el género que se
pretende como el único verdadero.
Los textos de Lengua pretenden seguir las normas de la Real Academia Espa-
ñola, adaptadas a las características del dialecto propio de la comunidad, o
siguen norman que consideran “correctas” aunque no estén consagradas por
la Academia.
Las formas lingüística sutilizadas en los textos escritos no son ni del todo
ajenas ni del todo afines a los grupos en proceso de escolarización. Una
observación es segura: esas formas serán más cercanas para los alumno que
provengan de hogares con padres con mayor nivel de escolaridad y del mismo
grupo generacional que los docentes o los autores; será a su vez más distante
para los alumnos provenientes de hogares de las clases económica y social-
mente menos favorecidas y/o con interferencias de dialectos no derivados vin-
culados con el español: para estos grupos de alumnos, el dialecto de los textos
puede resultar muy extraño y ajeno.
Queda a cargo del Estado fijar una o varias políticas lingüísticas paralelas a las
políticas educativas, para ofrecer solución a los problemas citados.
En los medios masivos la inacción del Estado ha hecho que las políticas
lingüísticas sean definidas y ejecutadas sin acuerdo entre los miembros de la
comunidad y sin conocimientos específicos, por responsables de las áreas
comerciales u otras.
En qué consiste cada código ameritó sucesivas redefiniciones por parte del
autor ya que, en principio, no resultó suficiente una caracterización lingüística
de los mismos8. La dificultosa búsqueda de indicadores léxicos, morfológicos y
sintácticos inmediatos no era pasible de investigación y no tenía en cuenta un
elemento que sí contemplará la redefinición que Bernstein realiza, vinculando
los códigos con la base semántica.
Esta base no es sino aquella que configura la división social del trabajo y las
relaciones entre agentes que dependen de ella. De este modo, en una primera
reformulación, se incorporó la noción de contexto: la base semántica de los
códigos consiste en significados que se relacionan con el contexto (Bernstein,
1993: 102); en el caso de los códigos restringidos, los significados son de
tipo particular y son más dependientes de un contexto local, mientras que en
el caso de los códigos elaborados, los significados son de tipo universal y se
independizan más del contexto.
En esta instancia de los replanteos del autor, una serie de estudios sociolin-
güísticos demostraron que, más allá de producir textos con diferencias lin-
güísticas - más pausas, y menos redundancia en niños de clase media; menos
pausas y más repeticiones en niños de clase trabajadora - era de observar que
los primeros eran, en definitiva, más sensibles a las diferencias de contexto y
a las reglas de reconocimiento y producción. A partir de allí, podían orientar
los significados dependiendo de lo que el contexto exigiera, es decir, pensar y
hablar con una orientación elaborada o restringida.
Ese principio de división del trabajo que aísla posiciones Bernstein lo llama,
precisamente, “clasificación”. De ella depende que la distribución del poder
se sostenga, que el orden social dentro de la agencia se mantenga y que las
contradicciones en el nivel del agente se supriman. La clasificación establece,
como ya mencionamos, la voz, los límites del potencial comunicativo legítimo,
ocultando, a la vez, el carácter arbitrario de la división y esas relaciones de
poder, al otorgarles una apariencia de naturalidad (Bernstein, 1998:39).
Por otra parte, las relaciones sociales están sujetas a principio de control que
regulan las relaciones sociales. Específicamente, en la escuela, los principios
de control regularán las relaciones pedagógicas entre transmisor y adquiriente.
Será la categoría de “enmarcamiento” en la cual se localizará el control sobre
las reglas de comunicación, en otros términos, la regulación de la forma del
mensaje legítimo.
Por ejemplo, en los sistemas escolares que Bernstein bautiza como “peda-
gogías visibles” la división entre asignaturas es clara (con un curriculum tipo
colección), los roles y posiciones de docentes y alumnos fijos, aislados, iden-
tificados (la clasificación es fuerte). A la vez, los ritmos y secuencias están cla-
ramente preestablecidos (sistema de reglas del orden discursivo), a la vez que
también son claras la apariencia y posición de los agentes (sistema de reglas
del orden social dentro del enmarcamiento) (Bernstein, 1998: 45). A la inversa,
en las pedagogías invisibles la clasificación y el enmarcamiento son débiles.
No obstante, es importante destacar que tanto en un caso como en otro está
presente la traducción de los principios de la división del trabajo externa a la
escuela:
A la vez, “cuanto más compleja sea la división social del trabajo y menos
específica y local la relación entre un agente y su base material, más indirecta
Una perspectiva sociolingüística permite disolver tal vínculo causal (o tal rela-
ción de identidad) puesto que, si bien el lenguaje es un factor fundamental en
Tal como plantea Gumperz (1985), desde un enfoque similar, “la perspectiva
social sobre la alfabetización mira este aprendizaje no sólo como la adquisición
de conocimiento psicológicos, sino como un proceso social de demostración
de la “capacidad de saber” (p.17; el remarcado es nuestro).En consecuencia,
las teorías psicológicas y lingüísticas no bastan para explicar cómo se apren-
den ciertas aptitudes.
Más que por un modo de hablar determinado, los niños pueden diferir “porque
los grupos sociales difieren, en su interpretación de lo que exige la situación”,
más allá de que todos tengan acceso al mismo potencial de significado del sis-
tema. Ocurre que las diferencias aparecen, como dice Halliday, bajo el “disfraz”
de las formas lingüísticas (la sintaxis, el vocabulario), pero por debajo de ellas
hay que percibir que las diferencias están en la interpretación, evaluación y
orientación que hace el sujeto (los niños y sus madres) de las diversas funcio-
nes del lenguaje en contextos dados (los “contextos socializadores críticos”).
De allí que el remedio al “fracaso” no consiste en brindar al alumno “dosis” de
estructura lingüística, sino en percibir el significado que subyace a la forma y a
partir de allí intentar ampliar el potencial funcional, conciliando una orientación
(la del sistema que el niño ya posee) con otra (la de los usos que son habitua-
les en la escuela) (Halliday, 1985: 142).
La sugerencia que Bourdieu realiza puede ser un tanto desalentadora, pero nos
pone alerta de los peligros que acarrean ciertas propuestas que pueden estar
minimizando la cuestión o descuidando aspectos importantes: “La idea de
producir un espacio autónomo arrancado a las leyes del mercado es una utopía
peligrosa mientras no se plantee al mismo tiempo la cuestión de las condicio-
nes de posibilidad políticas para la generalización de dicha utopía” (Bourdieu,
1977).
Material básico
Contenidos desarrollados en el módulo.
Material complementario
m4 | actividad 1
m4 | actividad 2
Preparando el terreno
En esta oportunidad, lo invitamos a que realice un trabajo de campo grupal en
el que analice un “evento de habla”. Tal situación deberá corresponder a inter-
cambios comunicativos que tengan lugar en una institución educativa.
Considere que la presente actividad constituye parte de un entrenamiento que
le resultará útil en los cursos superiores cuando deba realizar el diagnóstico de
una institución, educativa o clínica. Asimismo piense que cuando Ud. mismo
sea actor de esos espacios sociales, la incorporación de una mirada etnográ-
fica le facilitará la comprensión de los procesos sociales en los que participan
los sujetos a los que deberá asistir profesionalmente.
En esta ocasión, Ud. se desempeñará como investigador no participante.
Deberá preparar el terreno de estudio, para lo que necesitará:
a) Solicitar autorización para grabar la conversación que se lleva a
cabo.
b) Realizar la grabación correspondiente según se orienta en el A 1.
m4 |actividad 2 | AA
asistente académico 1
Eventos de habla
Para la realización de esta actividad, Ud. deberá trabajar con el mismo corpus
recolectado en la actividades 3 de este módulo. En esta oportunidad, Ud.
a) Realizará el análisis del evento de habla, considerando las categorías de
análisis que contiene. Deberá precisar:
Escenario (tiempo y lugar —setting— y escenario psicológico —scene—);
Participantes (hablante, oyente, audiencia);
fines (propósitos —end—, como resultados y como metas);
forma y contenido del mensaje (act sequence);
clave o tono (manera o espíritu como se ejecuta el acto de habla —key—);
canal (oral o escrito, telegráfico, etc.);
formas de habla (lenguas o dialectos; códigos; variedades y registros);
normas de interacción e interpretación, género.
m4 | actividad 4
m4 |actividad 4 | AA
asistente académico 1
Pautas de Trabajo:
1. Ud. trabajará en grupos de no más de dos integrantes. Su tutor/a es el
encargado de organizar los grupos.
2. Cada grupo trabajará con pares de hablantes de las mismas caracterís-
ticas. Podrán elegir entre las siguientes alternativas:
• Dos adolescentes de entre 13 y 18 años (en etapa de escolari-
zación secundaria).
• Dos jóvenes adultos de entre 25 y 35 años.
• Dos adultos de entre 50 y 65 años.
Analizo el corpus
m4 |actividad 5| AA
asistente académico 1
A los fines de analizar los datos, le sugerimos realizar una tabla ordenada por
hablante y por nivel lingüístico, sobre la cual anotará algunas observaciones
sobre las formas de habla empleadas por el entrevistado.
Observe el modelo, donde anotamos un ejemplo de cada nivel, tomando algún
aspecto comparable entre hablantes:
Nivel lin- Hablante Hablante Hablante 3: … Hablante …
güístico 1: 2: Edad:30 4:
anali- Edad: 14 … Sexo: f Edad: 60
zado Sexo: f … Escolari- Sexo: m
Escola- dad: Escola-
ridad: 2° universitario ridad:
año Nivel nivel
Medio primario
incom-
pleto
Fonoló- Loh Los ómni- Loh
gico colectivo´ bus Ó´nibu´
Léxico colectivo ómnibus ómnibus
m4 |actividad 6| AA
asistente académico 1
El primer texto borrador que debe realizar tiene que ubicarse entre el polo
explicativo-argumentativo. Por ello, le sugerimos respetar una mínima estruc-
tura básica que contenga: introducción, desarrollo y conclusión. En esta última
ingrese su postura personal, reflexionando acerca de la importancia para un
psicopedagogo de los temas trabajados, su posición como futuro profesional,
etc.
Entonces, primero presente el problema, enmárquelo dentro de la perspectiva
sociolingüística; arme el desarrollo incorporando definiciones teóricas a la
explicación; cierre con una reflexión acerca de las proyecciones de este pro-
blema en la escolarización. A las dos últimas partes (desarrollo y conclusiones)
deberá agregar luego los aportes escritos en la actividad 5.
Escritura de ensayo
m4 |actividad 8| AA
asistente académico 1
Apellido del autor, inicial del nombre (año) “Título del capítulo” en Título
del libro, Lugar Editorial. (También puede ir el año al final).
6. El escrito final debe tener una extensión de entre dos y tres páginas,
con letra Arial o Times New Roman 12, márgenes predeterminados por
Word, interlineado 1,25.
e v a l u ación