La Red House

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 13

La red house

La casa roja (Red House) es una propiedad que fue construida por Philip Webb en 1859 en
Inglaterra, por encargo de William Morris. Toma su nombre del material con el que estaban
construidos sus muros, ladrillo rojo.

Dos años más tarde Morris organizó una asociación de artistas prerrafaelistas –incluyendo a
Webb, Rossetti, Burne-Jones y Ford Madox– para formar un taller que diseñara y realizara por
encargo cualquier trabajo artístico, desde murales hasta vidrieras y muebles, desde bordados
hasta trabajos en metal y madera tallada. El propósito, era crear una obra de arte total, en la que
su creador tuviera total conexión con su obra, y fuera única, en contraposición con la producción
industrial.

Fue la primera obra arquitectónica del grupo Art & Crafts. Interiormente fue decorada con
pinturas murales y vitrales. Morris quería una casa y también un "Palacio de las Artes" en el que él
y sus amigos pudiesen disfrutar produciendo obras de arte. La obra refleja la admiración por la
autenticidad y humanidad de los métodos constructivos medievales.

Está construida en ladrillo rojo cálido sin revestimientos, con un techo de tejas, facilitando la
adaptación al medio que les rodea. Los autores evitaron seguir cualquier estilo y atendieron sobre
todo a la utilidad práctica de la vivienda. El aspecto exterior del edificio surge directamente de la
creación de los volúmenes necesarios para cumplir las funciones interiores. En el interior
predominan la madera, los azulejos y el vidrio, materiales naturales que le dan un ambiente
acogedor. Los diseños recuerdan un mundo medieval y vegetal.}
La escuela glaswog
La Escuela de Glasgow (1875 – 1905) fue una institución de enseñanza de Arte, con este nombre
también se hace referencia al grupo de Glasgow, un círculo de artistas modernos influyentes que
desarrollaron el Art Nouveau en Escocia. En este grupo se encontraban los arquitectos Charles
Rennie Mackintosh y Herbert McNair y las diseñadoras gráficas y decoradoras de interiores,
Margaret y Frances Macdonald.

En 1897 se le adjudica el proyecto de la Escuela de Arte de Glasgow (Escocia) al arquitecto


Charles Rennie Mackintosh, la misma se terminó en 1899 y fue elaborada con piedra, hierro
forjado y acero. En la misma, el Art Nouveau evolucionó a un estilo más geométrico que
combinaba intensas estructuras rectilíneas con elementos florales y curvilíneos.

En la Escuela de Glasgow se formó un grupo de jóvenes artistas escoceses: Charles Rennie


Mackintosh, Herbert McNair y las hermanas Margaret y Frances Macdonald; quienes conformaron
el grupo de Glasgow (también llamados los Cuatro Macs). Este grupo desarrolló un estilo
particular, épico y simbólico muy admiradas en el continente, especialmente en Viena, ellos
definirán el estilo Art nouveau en Escocia.

El estilo del grupo llamó la atención en 1896 al exponer en el certamen de las Arts & Crafts, el
efecto fue la admiración de muchos, pero también impactó a otros que calificaron a las obras
como objetos paganos y malignos.

También se destacaron en la escuela, Talwin Morris y George Walton. El primero arquitecto, que
se dedicó al grafismo y la decoración, director artístico de la editorial escocesa Blackie & Co.,
diseñó cubiertas de libros, vidrieras, muebles y objetos. George Walton estudió en la Escuela,
donde se especializó como decorador, trabajó en colaboración con Mackintosh, diseñó y amuebló
el interior de varios salones de té de la cadena de Miss Cranston, en Glasgow. Otros seguidores del
Grupo de Glasgow fueron Jessie Marion King y Annie French. Entre los pintores estuvieron Joseph
Crawhall, Sir James Guthrie, George Henry, E. A. Hornel, E. A. Walton, William York Macgregor y Sir
John Lavery.
Soullivan y Adler el funcionalismo
En los primeros años del siglo XX, el arquitecto de la Escuela de Chicago Louis Sullivan popularizó
el lema la forma sigue siempre a la función para recoger su creencia de que el tamaño de un
edificio, la masa, la distribución del espacio y otras características deben decidirse solamente por
la función de este. Esto implica que si se satisfacen los aspectos funcionales, la belleza
arquitectónica surgirá de forma natural.

Sin embargo, el credo de Sullivan se ve a menudo como irónico a la luz del extensivo uso que hace
de intrincados ornamentos, en contra de la creencia común entre los arquitectos funcionalistas de
que los ornamentos no tienen ninguna función. El credo tampoco aclara a que funciones se
refiere. El arquitecto de un edificio de viviendas, por ejemplo, puede fácilmente estar en
desacuerdo con los propietarios de las mismas sobre lo que el edificio debería parecer, y ambos
también en desacuerdo con futuros arrendatarios. Sin embargo, el concepto de que “la forma
sigue a la función” expresa una idea significativa y duradera.

Las raíces de la arquitectura moderna se basan en el trabajo del arquitecto suizo Le Corbusier y el
alemán Mies van der Rohe. Ambos fueron funcionalistas por lo menos en el punto de que sus
edificios fueron simplificaciones radicales de estilos anteriores. En 1923 Mies van der Rohe
trabajaba en la Escuela de la Bauhaus (Weimar, Alemania), y había comenzado su carrera de
producir estructuras de simplificaciones radicales y, animadas por un amor al detalle, alcanzaron la
meta de Sullivan de la belleza arquitectónica inherente. Es famoso el dicho de Corbusier “la casa
es la máquina en qué vivir” en su libro Vers une architecture publicado en 1923. Este libro fue, y
todavía lo es, muy influyente, y los primeros trabajos que hizo, como la “Villa Savoye” en Poissy,
Francia son tenidos como prototipos de funcionalismo.

A mediados de los treintas, el funcionalismo comenzó a discutirse como un acercamiento estético,


más que como una cuestión de integridad de diseño. La idea del funcionalismo se combinó con la
carencia de ornamentación, que es una cuestión muy distinta. Se convirtió en un término
peyorativo asociado a las formas más baldías y más brutales de cubrir un espacio, como formas
baratas y comerciales de hacer edificios, usados finalmente, por ejemplo, en el crítico
academicismo de las cúpulas geodésicas de Buckminster Fuller, simplemente como sinónimo de
«gauche».

En los setentas, el preeminente e influyente arquitecto estadounidense Philip Johnson sostenía


que la profesión no tiene ninguna responsabilidad funcional de ningún modo, y ésta es una de las
opiniones que prevalecen hoy en día. Johnson dijo «No sé de dónde vienen las formas, pero no
tienen nada que hacer con los aspectos funcionales o sociológicos de nuestra arquitectura». La
postura del arquitecto «posmoderno» Peter Eisenman se basa en un teórico usuario hostil y es
incluso más extrema «No hago la función». Los arquitectos más conocidos en occidente, como
Frank Gehry, Steven Holl, Richard Meier y Ieoh Ming Pei, se ven a sí mismos sobre todo como
artistas, con una cierta responsabilidad secundaria de hacer sus edificios funcionales para los
clientes o los usuarios.

El funcionalismo y la estética se enmarcan a menudo como opciones mutuamente excluyentes,


cuando de hecho hay arquitectos, como Will Bruder, James Polshek y Ken Yeang que procuran
satisfacer las tres metas de Vitruvio.

El eclecticismo historicista
Introducción

Es la fase de la historia del siglo XIX en la que coexisten estilos diversos, haciendo referencia todos
ellos a diferentes periodos históricos anteriores.

Los factores causantes de al arquitectura y urbanística moderna son el liberalismo, el positivismo,


la industrialización, la revolución tecnológica, etc., todos aspectos peculiares de siglo XIX.

La revolución industrial, con la llegada de revolucionarios inventos como la máquina de vapor,


provocó grandes cambios en la sociedad del siglo XIX.

Esta revolución trajo perjuicios a la clase trabajadora, eliminando prácticamente a los artesanos,
reemplazados por las nuevas maquinarias.

Con estos cambios surgió la clase burguesa, dueña de las maquinarias y de las empresas, y
verdadera beneficiaria de la revolución industrial. Inglaterra, el país más desarrollado por
entonces, fue el primer país donde la revolución industrial tuvo sus consecuencias: gran
incremento de la población, mayor concentración de gente en la ciudad que abandona el campo
en busca de las nuevas tecnologías. Las grandes industrias, necesitadas de gran cantidad de mano
de obra, crearon nuevos asentamientos en los lugares de trabajo para esta clase trabajadora. La
gran actividad industrial, llevó a la creación de nuevas carreteras y caminos, la extensión del
ferrocarril, para satisfacer las necesidades de la ciudad.

Sin embargo, la gran explosión demográfica de la población en la ciudad provoca grandes


problemas de asentamiento, problemas de higiene, de salud, en perjuicio de la clase trabajadora.
Estos problemas surgen en el pico de la revolución industrial, entre 1760 y 1830.

El problema de los alojamientos populares se convierte en el punto central de la ciudad del siglo
XIX. El régimen liberal, ante falta de normas públicas, permite el asentamiento de industrias en
cualquier parte de la ciudad, creando problemas de todo tipo.

Por estos motivos es que nace la urbanística moderna, destinada a estudiar y solucionar los
problemas de las ciudades causados por la industrialización.
La arquitectura del hierro

La revolución industrial, el progreso tecnológico no podían dejar de incidir directamente en el


campo de la construcción. En este campo existían dos grandes categorías de productos: los
tradicionales y los nuevos. Así tenemos la coexistencia de tipologías antiguas y modernas, de
tendencias orientadas a la recuperación del pasado y otras puramente futuristas.

La arquitectura de la ingeniería es la más distante de los revivals de su época.

Es la que mejor consigue sustraerse a la repetición pasiva de modelos historicistas, gracias a su


carácter científico y tecnológico (producción del hierro forjado, del acero y del hormigón armado).
La arquitectura de la ingeniería es la manifestación mas significativa en el campo constructivo del
siglo XIX y marca el paso más claro entre el pasado y el presente de la arquitectura.

La arquitectura de la ingeniería tiene tres grandes campos de aplicación: el de los puentes de


hierro (el primero fue construido en 1775 por Darby y Wilkinson), el de las grandes cubiertas de
hierro y cristal, y el de los grandes edificios de pisos de esqueleto metálico. De estas tres, las
grandes cubiertas son las que mejor representan la arquitectura del siglo XIX.

En 1780 empiezan a usarse columnas de fundición en el interior para reducir la ocupación de los
muros. La hilatura Philip & Lee, en Manchester, de 1801, es el primer edificio en el cual se utilizan
solo columnas de fundición y vigas doble “T”, a excepción de los muros perimetrales. Este edificio
de seis pisos marca el prototipo de edificio con estructura metálica.

El campo de las cubiertas de hierro es mucho más amplio, como pueden ser los invernaderos, los
mercados cubiertos, los grandes almacenes, las estaciones ferroviarias, etc. Como se ve, todos
estos sectores tipológicos presentan una gama muy amplia de implicaciones diferentes. Las
galerías públicas resuelven un problema urbanístico, el de unir diversos puntos del centro urbano.
Con las estaciones ferroviarias se crea un tipo completamente nuevo. El gran aporte de esta
arquitectura es haber dado una espacialidad totalmente inédita.

Como fundamento de los principales rivivals arquitectónicos, desarrollados en la segunda mitad


del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente, se encuentran la historiografía y la teorización.

El neoclasicismo

El neoclasicismo, es decir, la codificación del clasicismo en los siglos XVIII y XIX, es la primera
encarnación del iluminismo. Se afirma como reacción al barroco. El neoclasicismo tiene varias
fases. La última de estas, en el periodo de 1920 a 1940, marca la fase más retrógrada del
neoclasicismo, al ser adoptado por todas las manifestaciones oficiales y antimodernas.
La conformación del neoclasicismo, en cuanto al código lingüístico se refiere, no tiene una
ideología propia, sino que se revela como un lenguaje disponible para todas las instancias de la
sociedad.

La poética neoclásica se desarrolla paralelamente a la investigación de la lógica constructiva y de la


funcionalidad. Ya sea por su disponibilidad para las demandas más variadas, o por su objetividad y
fácil comunicación, el neoclasicismo ha sido la producción arquitectónica más importante en los
años culminantes de la revolución industrial. El particular acento proyectual y el vínculo con la
tecnología moderna son algunas de las mayores características del clasicismo del siglo XIX.
Podemos decir que toda arquitectura rigurosa y ordenada surgida después ha seguido teniendo en
cuenta las normas clásicas. También se pueden encontrar algunos puntos comunes entre el
neoclasicismo y la producción de los ingenieros, que cuando han tratado de dar una forma a sus
cálculos, encontraron los principios clasicistas, como la simetría, la centralidad, etc.

A pesar de la convergencia entre el gusto neoclásico, exigencias prácticas de tiempo, técnica y


metodología de los ingenieros, el clasicismo moderno se desarrolla en perfecta continuidad con el
clásico precedente.

El Neogótico

El neogótico en cambio, refleja los nuevos tiempos y presenta sus aspectos más significativos en
las propuestas derivadas de la crítica a la sociedad industrial.

En Inglaterra el neogótico tuvo inicialmente un carácter arqueológico inspirado en la tradición,


para adquirir al cabo de un siglo connotaciones sociales.

Augustus Pugin, arquitecto y autor de varios escritos, sostenía que no era lícito rehacer las formas
góticas sin revivir su contenido religioso original.

Ruskin, seguidor de Pugin, heredó de este su oposición por la civilización industrial de su época y la
propuesta alternativa del modelo medieval.

Morris, seguidor de Ruskin, también tuvo gran importante en el desarrollo del periodo. Sostiene
que la tecnología y la industrialización están mal aprovechadas, en perjuicio de los trabajadores.
Morris inicia un intento de dar calidad al producto industrial, que constituye uno de los
fundamentos del arte moderno. Desde las artes aplicadas, teniendo en cuenta que todas las artes
dependían entre sí, modificó la arquitectura y el urbanismo de la época.

Arts & crafts


El movimiento arts & crafts, además de producir una renovación en las artes aplicadas, determinó
una modificación edificatoria y un notable desarrollo urbanístico.

Al movimiento arts & crafts se asocia la ciudad jardín, un hito de la cultura urbanística moderna,
que trata de agrupar las ventajas del campo y de la ciudad industrial. Esta ciudad jardín representa
una unidad urbanística autosuficiente en cuanto que la actividad industrial que se desarrolla y el
terreno agrícola que se cultiva están proporcionados al número de habitantes.

En base a este esquema se realizaron la ciudad jardín de Letchworth, iniciada en 1902, y la de


Welwyn, iniciada en 1919.

Aparte de lo desarrollado en Inglaterra, no hay que olvidar dentro del neogótico la aportación
francesa, de la mano de Viollet-le-Duc. Para él, el gótico es un modelo constructivo no superado, y
las composiciones góticas son muestras constructivas de lo que se puede alcanzar con el uso de las
nuevas tecnologías, especialmente la del hierro. La estructura de la catedral es para Viollet-le-Duc
el más directo precedente de las construcciones de esqueleto metálico y de las grandes cubiertas
de hierro y cristal. Afirma que la belleza de fines de siglo estará ligada directamente al uso de las
técnicas.

La contribución de Viollet-le-Duc al Art Nouveau, primera tendencia arquitectónica moderna


alejada del eclecticismo historicista, ha sido decisiva.

Obras Del Eclecticismo Historicista

El Crystal Palace

Este edificio se considera como obra paradigmática, puesto que constituye uno de los primeros
ejemplos en que la estructura constructiva asume plenamente un valor arquitectónico; porque
introduce una nueva tipología arquitectónica, la de las grandes instalaciones para exposiciones;
porque esta construido sobre principios de modulación y repetición. Al mismo tiempo es una obra
emblemática, ya que refleja el lenguaje, el código de la época, simboliza la historicidad de su
tiempo. El edificio se construyó para la Exposición de Londres de 1851. El proyecto es de Joseph
Paxton, que tuvo la idea de recoger toda la exposición en un inmenso invernadero. La obra fue
realizada en un plazo excepcional de nueve meses. El proyecto es esquemático. Es
acentuadamente longitudinal. La vista en perspectiva muestra un módulo que se repite. Estos eran
recuperables. La planta presentaba en el interior un módulo básico cuadrado de unos siete metros
de lado, que estaban en correspondencia con las columnas de fundición. La asimetría resultante
de la entrada es imperceptible gracias al uso del módulo.

El carácter esquemático y lineal de esta enorme envoltura de hierro y cristal quedaba modificado
por la presencia de la cubierta curvilínea del transepto, una gran bóveda de medio cañón.
El Crystal Palace es sin duda un Classic Revival, dado el compromiso existente en la obra entre arte
e industria. En el interior del edificio, todos los motivos estilísticos eran el repertorio formal que
ofrecían los elementos de la nueva tecnología. En resumen, el Crystal Palace no era mas que un
gran contenedor transparente, capaz de albergar en su interior árboles y máquinas, sueño
progresista del siglo XIX, que quería conciliar lo natural y lo artificial.

El Crystal Palace ha resultado paradigmático para las obras más significativas de las sucesivas
exposiciones universales, como la Torre Eiffel, construida en 1889.

La escuela de Chicago

Pocos o ningún edificio de gran interés arquitectónico se realizaron en el periodo que media entre
los años ’50 y ’80. El fenómeno más significativo de aquellos años fue la transformación de las
grandes ciudades, como la de París, la de Barcelona, la de Viena. En definitiva, la segunda mitad
del siglo XIX fue la gran época del urbanismo.

Las obras arquitectónicas historicistas se encuentran en los años ’80 en la escuela de Chicago. Se
entiende con éste nombre el conjunto de obras que constituyeron el centro administrativo de la
ciudad. El alto precio de los terrenos es lo que provocó el nacimiento de los rascacielos, primero
construidos como torre de piedra y luego como esqueletos metálicos.

La escuela de Chicago constituyó conquistas técnicas indiscutibles, ambiciones estilísticas que van
del neorrománico a los neodecorativo, unión entre arquitectos e ingenieros.

Tuvo como iniciados al ingeniero arquitecto William Le Baron Jenney (1832-1907). Podemos
relacionar las construcciones de éste con la tendencia caracterizada por los edificios de esqueleto,
los más innovadores, carentes casi de sutilezas estilísticas. A la obra de Henry Richardson,
podemos asignar la tendencia de notables implicaciones estilísticas, históricas, inspiradas en el
románico. Según Zevi, “es un austero método compositivo que tenía en cuenta las realidades
constructivas fundamentales, dejaba un amplio margen a las interpretaciones originales,
recuperaba la sinceridad en el uso de los materiales y reducía la decoración a lo esencial. Como
cada uno de los arquitectos de Chicago siguieron una de las dos tendencias, vamos a clasificarlos
como estructuralistas y neorrománicos.

En la tendencia estructuralista podemos mencionar:

• El edificio Leiter de 1879, con seis pisos de altura y planta baja, con estructura interna de hierro
fundido, puesta en manifiesto al exterior por medio de una malla ortogonal, pilastras de ladrillo y
amplias aberturas, proyectado por Le Baron Jenney.

• El Home Insurance Company de 1864, con once pisos y realizado por el mismo arquitecto y en la
misma línea arquitectónica.
• El edificio Tacoma de 1888, de Holabird y Roche, de doce pisos, que introduce en la estructura
de esqueleto bow-windows poligonales.

• El segundo edificio Leiter, de Le Baron Jenney de 1889.

• El edificio Reliance, iniciado en 1890 por Burnham y Root, de quince plantas, el más significativo
de las construcciones de Chicago, que puede considerarse el punto de partida de la corriente
estructuralista.

En la segunda tendencia, la neorrománica, inspirada por Richardson y enriquecida con detalles


neodecorativos por Louis Sullivan, se destacan:

- El Rothschild Store, de 1881; el Revell Store, de 1883; el Troescher Building, de 1884, todos ellos
proyectados por Sullivan.

- Marshal Field Store, de Richardson, la obra principal de este arquitecto y la más influyente para
esta corriente.

- El Auditorium Building, construido en 1887 por Sullivan y Adler.

Paralelamente a estas dos familias también hubo edificios que no ingresaron en estas dos
categorías. Uno de ellos es el edificio Carson, Pirie & Scott Departament Store, realizado entre
1899 y 1904 por Sullivan, donde a excepción de la solución curvilínea de la esquina, recurso típico
de los grandes almacenes, queda expresado claramente el objetivo de Sullivan de integrar en una
fachada ortogonal el sistema decorativo.

La Exposición Colombina de 1893, marca el final de una gran actividad en la ciudad. Desde ese
año, la corriente estructuralista iniciada por William Le Baron Jenney permanece, lejos de razones
culturales, por sus razones técnicas y económicas.

La bolsa de Amsterdam

La obra que parece concluir el eclecticismo historicista es la Bolsa de Amsterdam, construida entre
1898 y 1903, por Hendrik Petrus Berlage. Esta obra resume los mejores aspectos de todos los
fenómenos del eclecticismo historicista: la elección de un modelo histórico sobre los demás, las
razones constructivas, el valor simbólico representativo. La bolsa de Amsterdam está entre las más
emblemáticas del siglo XIX, pero es también una obra paradigmática para la producción posterior
de la arquitectura holandesa.

Los espacios principales del edificio son los de las tres salas de la bolsa. A lo largo de los lados
mayores de las tres salas se enlazan tres órdenes de pequeños espacios modulares, destinados a
oficinas. La comunicación entre estas zonas está dada por galerías están a lo largo de los salones.

En el exterior, la fachada es plana, solo jerarquizada por la altura de la torre en la esquina, y por
los volúmenes de escaleras, que articulan los espacios de oficina y las salas. Solo a través de las
diferencias de altura se aprecia toda la volumetría interna. La característica principal de la obra, el
muro exterior plano, no es solo una simplificación estilística, una modernización del románico,
sino que debe considerarse como una intención de hacer más nítida la definición espacial que
tenían ya los elementos y la articulación de los espacios en el románico.

La volumetría interna del edificio se traduce, igual que en las basílicas medievales del románico, en
el perfil de la fachada. La fachada central muestra claramente una nave central, la sala, y dos
naves laterales, las oficinas. Lo moderno del edificio serían las arcadas metálicas del techo de la
sala principal.

Art noveau y el modernismo


MODERNISMO, ART NOUVEAU, MODERN STYLE:

UN ARTE MODERNO PARA UN MUNDO MODERNO.

La arquitectura del s. XIX se había movido dentro de una profunda contradicción: todo el mundo
sentía la necesidad de encontrar un lenguaje arquitectónico propio y específico que respondiera a
su época, pero como el sistema de construcción que mejor se adaptaba al signo de los tiempos - el
de los ingenieros - no se consideraba verdadera arquitectura, los arquitectos recurrieron a los
diferentes estilos del pasado, y por todas partes se levantaron edificios neogriegos,
neorenacentistas y, sobre todo, neogóticos, sin que nadie pareciera poder encontrar una salida a
aquella situación de agotamiento.

Y es en este contexto donde hay que situar la aparición del Modernismo como un intento de
encontrar un estilo moderno, adecuado a un tiempo que esperaba el nuevo siglo con entusiasmo,
que estuviera completamente desvinculado del pasado y que se basara en la utilización de los
nuevos materiales. Un estilo que no sólo fue internacional (en toda Europa surgieron movimientos
con un nombre muy parecido: Modernismo en España, Art Nouveau en Francia, Modern Style en
Gran Bretaña, Jugendstil en Alemania, Sezessionsstil en Austria…), sino que prendió con fuerza en
todos los ámbitos del arte y del diseño para crear un auténtico entorno decorativo, controlado por
el arquitecto, capaz de aplicarse a todos los aspectos de la vida urbana: desde las casas a las
estaciones del metro, de los muebles a la decoración de interiores, incluyendo los vestidos de sus
propietarios.

La fealdad de sus diseños, la monotonía de los productos en serie, el miedo a la alienación


provocaron en Gran Bretaña, el país donde la industrialización estaba más avanzada, un
movimiento encabezado por William Morris (1834-1896) que pretendía recuperar la calidad del
diseño y de la producción artesanal y del que el Modernismo será su heredero directo. Sus
primeras manifestaciones se produjeron en las obras de un arquitecto belga, Victor Horta (1861-
1947), que en la Casa Tassel (1892), planteó un nuevo concepto de la arquitectura basado en una
utilización racionalista del hierro, que no impide darle un refinado tratamiento expresivo y
decorativo a base de curvas y ritmos lineales muy refinados que dan a las columnas, vigas y
barandillas un aspecto floral.
Desde Bélgica, y gracias a la rápida difusión que permitían las revistas ilustradas, se extendió de
inmediato por toda Europa, encontrando en Cataluña uno de sus focos más importantes, gracias al
entusiástico apoyo que le prestó la burguesía industrial. Y fue allí, además, donde trabajó uno de
los arquitectos modernistas más importantes y originales del movimiento modernista, Antonio
Gaudí (1852-1926), cuya arquitectura, sumamente plástica, casi como si se tratara de esculturas,
parece hecha a base de formas naturales. Gaudí realizaba, además, la decoración interior de los
edificios que construía, buscando esa coherencia interna típica del movimiento modernista.
Destacan, a su vez, otros arquitectos como Domènech i Montaner, y Puig i Cadafalch. Pero en
Barcelona el modernismo llegó a todas las artes, creándose un verdadero ambiente cultural en el
que destacaron pintores como Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Isidre Nonell, etc.

Este nuevo estilo afectó, básicamente, a la arquitectura y las artes decorativas, pero influyó en
todas las demás. Su teoría se difundió a través de las publicaciones ilustradas, conferencias,
exposiciones, etc., que también sirvieron para dar a conocer los progresos técnicos. Así se
sentaron las bases para la creación de este estilo con características unitarias a pesar de los
elementos locales que se incorporaron en cada país. También se le conoce como Estilo 1900, y se
puede definir como una búsqueda para dar el máximo valor ornamental a la línea curva, bien de
origen floral (Bélgica, Francia, España) o geométrico (Inglaterra, Escocia, Alemania). Nace como
reacción contra el academicismo y el eclecticismo del siglo XIX, inspirándose directamente en la
naturaleza. Sus raíces inmediatas deben buscarse en la pintura simbolista.

El modernismo tendía a la unidad arquitectónica entre interior y exterior, y a una coherencia entre
estilo y estructura, decoración y ornamentación. En las artes decorativas se quería ofrecer calidad,
en contra de la vulgaridad de los productos comerciales que ofrecía la producción industrial
masiva. En este punto continuaron el movimiento inglés Arts & Crafts (interesado Por la
funcionalidad del espacio interior y por el diseño de los detalles que hacen más agradable la vida
de los moradores), impulsado por W. Morris. En el continente no se iba contra la producción en
serie, sino que se intentó coaligar arte e industria para poder ofrecer productos bellos que
estuvieran al alcance de todo el mundo aunque en realidad se diseñaron objetos que se fabricaban
con técnicas artesanales y materiales caros, que resultaban inaccesibles para la mayoría de la
población, pero muy apropiados para la rica burguesía industrial o financiera.

En la arquitectura se buscará la flexibilidad de la línea y su sinuosidad con fines decorativos; el uso


de materiales coloreados y de la piedra moldurada; y la utilización de rejas, balcones y soportes de
hierro forjado. Los nuevos materiales proporcionaban al arquitecto una absoluta libertad creativa.
El arquitecto asume no sólo la parte estructural o constructiva, sino también la parte ornamental y
mobiliaria (objetos de uso), convirtiéndose así en diseñador.

Los interiores modernistas

Diseñados como una superficie de líneas sinuosas y sensuales, concretan la tendencia naturalista y
ondulante del Art Nouveau. Son conjuntos armónicos creados con libertad y fantasía. Se busca el
placer que proporciona la integración de la belleza y el bienestar. La naturaleza es trasplantada al
interior, dotándolo de flexibilidad, inestabilidad y ligereza.
Se utilizan diversos materiales: hierro, mosaico, madera…Las líneas sinuosas se prolongan por las
paredes y los suelos, en una especie de metáfora vegetal. La obra es tratada como un conjunto
orgánico, extraído de las formas de la naturaleza; la utilización de elementos florales con fines
decorativos crea un ambiente elegante.

Los principales centros de producción artística modernista se sitúan en Francia, Bélgica, Alemania
y Austria. Destacan autores como Victor Hora, el pionero; h. Van de Velde y Otto Wagner, en
Viena.

Antonio Gaudí (1852-1926)

Gaudí, aún siendo un reputado arquitecto modernista, nos muestra una obra gestada en la
soledad y la angustia vital de un hombre imbuido de un profundo misticismo. Su estricta
formación cristiana determinará tanto su vida como su obra.

En sus primeras obras se hace evidente su obsesión por la sintaxis constructiva del gótico por sus
principios de empujes y contrarrestos. Hay un cierto mudejarismo y goticismo en ellas.

Sus creaciones destacan por un querer volver a los orígenes de las formas vivas, vegetales o
animales. Ahí es donde se manifiesta su profundo amor a la naturaleza. Gaudí cancela siglos de
historia de la arquitectura, rompiendo con la racional ortogonalidad de las habitaciones y
confiriendo a estas formas biológicas, de pasillos curvos y superficies trapezoidales, encajados
como un tejido celular. Los exteriores de sus edificios se mueven en poderosas ondulaciones. Sus
obras de mayor empeño y volumen son: el Parque Gúell y la Sagrada Familia de Barcelona, obra
situada dentro del estilo neogótico.

Su etapa más creativa y de pleno desarrollo del estilo modernista tiene lugar entre 1900 y 1917.
Utilizó mosaicos hechos con fragmentos de azulejos para las decoraciones, con una estética y un
cromatismo muy personal, inspirándose en grutas y otras formas naturales. De este período
destacan el Parque Güell (1900-1914), con un dominio de las curvas tanto en los asientos como en
los tejados, y la abundante decoración de cerámica y rejería; la Casa Batlló (1904-1906) y la Casa
Milá (1906-1910), ambas con dominio de la línea curva en sus fachadas y vanos, trabajo de forja
en los balcones y ornamentación ondulada en el interior, en los techos y en los muros. En la última
casa utilizó cemento portland. En sus últimas obras da un protagonismo total a las líneas curvas,
confiriéndoles un gran sentido escultórico, naturalista o abstracto, no conocido en la arquitectura
europea de aquella época.
Nacimiento 19 de enero de 1850
Londres, Reino Unido

Fallecimiento 1 de mayo de 1928 (78 años)


Welwyn Garden City, Reino Unido

Nacionalidad Británica

Ocupación Arquitecto, esperantista y urbanista

 Oficial de la Orden del Imperio


Distinciones
británico (1924)
 Knight Bachelor (1927)

El movimiento urbanístico de las ciudades jardín fue fundado por Sir Ebenezer
Howard (1850-1928). Sus conceptos sociológicos y urbanísticos se contienen en el libro de
1898 titulado Mañana: Un camino pacífico a la Real Reforma, cuya versión corregida y
completa apareció en 1902 con el nombre de Ciudades Jardín del mañana.
Una ciudad jardín es una zona urbana diseñada para una vida saludable y de trabajo; tendrá
un tamaño que haga posible una vida social a plenitud, no debe ser muy grande, su
crecimiento será controlado y habrá un límite de población. Estará rodeada por un cinturón
vegetal y comunidades rurales en proporción de 3 a 1 respecto a la superficie urbanizada. El
conjunto, especialmente el suelo, será de propiedad pública, o deberá ser poseído en forma
asociada por la comunidad, con el fin de evitar la especulación con terrenos.
La Garden City Association promovió la fundación de la primera ciudad jardín en Letchworth, a
55 km al norte de Londres, en un terreno de poco más de 1860 ha y para una población de
33 000 habitantes. Otro proyecto de ciudad jardín se inició en 1919, en Welwyn Garden City,
cercana a otra ciudad llamada simplemente Welwyn, al norte de Londres, en 1970 su
población era de aproximadamente 45 000 habitantes. En ambos casos, la mayoría de los
residentes trabaja en los centros industriales de la localidad, el resto, en lugares que no distan
los 15 km. Se trata de ciudades integrales, no ciudades dormitorio.
En América Latina los movimientos de la ciudad jardín tendrían diferentes repercusiones que
muestran otras de las líneas de transferencia de ideas y experiencias europeas.1

También podría gustarte