Quistes Aracnoideos
Quistes Aracnoideos
Quistes Aracnoideos
Incidencia
Los Quistes Aracnoideos primarios o congénitas constituyen alrededor del uno
por ciento de todas las lesiones intracraneales que ocupan espacio,
apareciendo de manera incidental en el 0,5% de la autopsias. La mayoría se
detecta en las primeras dos décadas de la vida, reforzando el criterio de su
origen congénito (1,13), entre el 60 y el 90% debutan por debajo de los 16 años
de edad y un 10% de los enfermos puede presentar mas de una lesión
(5,14,17,26,28,29,33,37).
Anatomofisiopatología
Son numerosos los aspectos de la fisiopatología de los QA que son motivo de
debate, para una mejor comprensión se realiza un breve recordatorio de la
anatomía y embriología normal de la aracnoides, así como del espacio
subaracnoideo, analizaremos las diversas hipótesis invocadas en la formación,
que mecanismos inducen el crecimiento y por último los hallazgos
anatomopatológicos.
En líneas generales en los niños que no tienen cerradas las suturas craneales
los QA se caracterizan por un aumento del perímetro cefálico; posterior al
cierre de las mismas predominan los síntomas y signos producidos por la
compresión y/o irritación secundarios a los efectos de masa; desde el punto de
vista práctico analizaremos las manifestaciones de los QA en las localizaciones
mas frecuentes.
Investigaciones
Antes de la parición de los estudios por imágenes el diagnóstico se realizaba
por medio de la radiología simple, la angiografía y las ventriculografías, que por
lo demás posibilitaban confirmar la presencia de una lesión ocupativa de
espacio y no de signos radiológicos específicos que permitieran establecer con
certeza que se trataba de un QA; con la aparición de la Tomografía axial
computadorizada (TAC) y la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) las
posibilidades diagnósticas se incrementaron y permitieron definir la localización
y el tipo de lesión.
Tratamiento
Uno de los aspectos mas debatidos respecto a los QA es el relacionado con la
conducta terapéutica; no es lo mismo un QA diagnosticado incidentalmente,
que uno sintomático. En el primer grupo se debate si observar o abordar por
cirugía; en el segundo nadie duda de la indicación operatoria; pero si existen
criterios contrapuestos acerca del proceder a emplear.
Somos del criterio que el manejo de estos enfermos no puede ser rígido, como
regla la conducta debe ser la observación periódica, cada seis meses por un
período de dos a tres años con estudio de imágenes anuales; sin embargo hay
que evaluar cada enfermo individualmente; la presencia de algún factor de
riesgo, por ejemplo la presencia de un QA en la fosa media en el cual se
evidencien vasos alongados o estirados susceptibles de dañarse ante un
trauma menor, pueden recomendar una conducta quirúrgica agresiva.
Se han utilizado diversos procederes operatorios en el tratamiento de los QA:
1) punción del quiste; 2) fenestración del quiste; 3) colocación de un sistema
derivativo y 4) tratamiento con endoscopia. Los criterios en cuanto al tipo de
cirugía a realizar varían de un autor a otro; lo cierto es que ninguno ofrece la
solución definitiva y en ocasiones, se hace necesario combinarlos para lograr
buenos resultados. Analicemos algunos aspectos de cada uno.