José Wilson Márquez Estrada
José Wilson Márquez Estrada
José Wilson Márquez Estrada
De Vecinos a Ciudadanos.
Las estrategias políticas y
culturales en el proceso de
formación de la ciudadanía
en Colombia: 1810 - 1860
José Wilson Márquez Estrada
Historiador
Profesor Universidad de Cartagena
Cartagena (Colombia)
Resumen
295
De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
This paper aims to show how citizenship in its origins was related to the figure of the
vecino and how it, as the Nation-State, is a cultural construction. It is argued that
being and feeling a citizen is not a “natural” state, but the result of a cultural process
in the history of each individual and the society as a collective. Citizens are not born,
they are constructed. But this construction involves shaping a whole legal and political
discourse, resulting in a set of social practices that goes through political and electoral
fields, and extends to the entire social fabric, with a prism of cultural behaviors and
practices that find expression in the spheres of the public and private lives. In order to
crystallize this cultural and political project, in the first half of the nineteenth century
the State designed a number of strategies and pedagogies to impose a model of subject
enrolled in the ideology and symbolic language of modernity. A subject who was
claimed to be the support of the new Nation-State it was sought to implement.
Introducción
El Estado liberal que surgió en el siglo XIX como reacción de la burguesía frente
al Estado absolutista descansa sobre dos principios normativos: el primero plantea
que la constitución es la norma superior o norma preexistente y el segundo es el
reconocimiento expreso de los derechos que, al ser admitidos como anterior al Estado,
son legislables y por tanto inviolables; lo que permitió la definición moderna de
Estado, sostenido sobre tres pilares fundamentales: el territorio, el poder y la nación1.
Elementos que están articulados en un ordenamiento jurídico supremo que es la
constitución política, donde se definen los derechos de los ciudadanos2. Con relación
a los derechos de ciudadanía, el asunto en sus inicios se planteó definitivamente
complejo y esto es lo que el ensayo pretende dilucidar.
1
NARANJO MESA, Vladimiro. Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. Bogotá. Editorial Temis.
2003. p. 87.
2
FIORAVANTI, Maurizio. El Estado Moderno en Europa. Editorial Trotta. Madrid. 2010.
296
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
3
CRUZ MINA, María. “Ciudadanía y nacionalismo”. En Jesús María Osés. (Dir.). 10 palabras clave sobre
El Nacionalismo. Navarra, Editorial Verbo Divino. 2001. p. 75.
4
En su primera edición de 1737, el Diccionario de la Academia Española define ciudadano como “…El
vecino de una ciudad que goza de sus privilegios y está obligado a sus cargas, no relevándole de ellas alguna
particular exención”.
5
ALVARENGA, Patricia. De Vecinos a Ciudadanos: Movimientos Comunales y Luchas Cívicas en la
Historia de Costa Rica. Editorial Universidad de Costa Rica. San José. 2005.
6
GUERRA, François-Xavier. “El soberano y su reino”. En Sábato, Hilda. (Comp.). Ciudadanía política y
formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina. México. FCE. México. 1999. p. 42.
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De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
1. Ciudadanía y Nación
Para entender la formación de la ciudadanía, que hay que ligarla a la del Estado
en América Latina, hay que considerar las imposiciones violentas implícitas en el
proceso de modernización, complementada con los discursos, narrativas y rituales,
que valoraban unas identidades y oficializaban una cultura mientras invisibilizaban y
menos preciaban otras. Proceso violento que se impuso hasta bien entrado el siglo XX
y que buscaba la formación estatal y la unidad nacional. Este proyecto político estaba
soportado en la idea de construir una nueva cultura ajena a la pequeña “barbarie” y
a los gustos populares “indecentes” de las gentes de los pueblos y provincias. Un
mundo blanco, propietario y letrado, donde la razón imperaba y permitía construir un
modo de vida donde dominar las bajas pasiones y los viles instintos posibilitaban la
distinción con relación a la cultura de los excluidos: los pobres, los iletrados, los de la
periferia, en fin, los otros, los “bárbaros”, a quienes se les negaban los lugares sacros
del poder y de la educación8.
7
FOUCAULT, Michel. Microfísica del poder. Madrid. Ediciones La Piqueta. Madrid. 1992.
8
TELLEZ, Magaldy. “Disciplinar el “bárbaro” que se llevaba adentro: un acercamiento a la ley del buen
ciudadano del siglo XIX”. Historia Caribe 10. 2005. p. 110.
9
FLOREZ, Roicer. Artesanos, ciudadanía política y vecindad en la Nueva Granada durante la primera
mitad del siglo XIX. Tesis de pregrado, Programa de Historia, Universidad de Cartagena. 2004. p. 12.
10
BUSHNELL, David. Aspectos de la historia electoral colombiana. Tunja. Ed. Universidad Pedagógica
y Tecnológica, 1975; El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá. Tercer Mundo-Universidad
Nacional, 1966; “Elecciones presidenciales colombianas, 1825-1856”. En: URRUTIA, Miguel y ARRUBLA,
Mario. Compendio de estadísticas históricas de Colombia. Bogotá, Universidad Nacional, 1970. MONTOYA,
Hernán. La cedula y el sufragio. Bogotá, Ed. Ministerio de Gobierno, 1938. DEAS, Malcolm. “Algunas notas
sobre la historia del caciquismo en Colombia”. En: Revista de Occidente, t LVII, 1973. Posada CARBO,
Eduardo. “Malabarismos electorales: una historia comparativa de la corrupción del sufragio en América
Latina; 1830-1930”. En: SABATO, Hilda. Ciudadanía política y formación de naciones. Perspectivas
Históricas en América Latina. México. F.C.E. 1999. RAMIREZ BUSTOS, Pedro Elías. Cultura política y
cotidianidad electoral en el departamento de Santander, 1857-1886. Bogotá. Ed. Ministerio de Cultura, 2002.
GONZALEZ, Fernán. “Legislación y comportamientos electorales: evolución histórica”. En: Para leer la
política, ensayos de historia política colombiana. Tomo 1. Bogotá. Ed. Cinep, 1997.
298
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
11
CONDE CALDERÓN, Jorge. “De Vasallos a Ciudadanos: mecanismos de transmisión y reproducción
de los valores cívicos en Colombia en los umbrales de la Nación”. En: Memorias del IV seminario
internacional de estudios del Caribe. Cartagena: Universidad de Cartagena-Universidad del Atlántico.
1999. “Representaciones y Catecismos Políticos en el origen de la pedagogía de la Nación”. En: Ensayos de
historia, educación y cultura. Barranquilla: Ed. Universidad del Atlántico. 2000. OCAMPO López, Javier.
Los catecismos políticos en la independencia de Hispanoamérica: de la monarquía a la república. Tunja:
Ed. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 1998. ALARCON MENESES, Luís. “Formando
Ciudadanos”. En: Ensayos de historia, educación y cultura. Barranquilla: Ed. Universidad del Atlántico.
2000.
12
ESCALANTE GONZALBO, Fernando. Ciudadanos Imaginarios. México: Ed. El colegio de México.
1993. p. 288.
13
MURILLO DE CARVALHO, José. “Dimensiones de la Ciudadanía en el Brasil del siglo XIX”. En:
SABATO, Hilda. Ciudadanía política y formación de las naciones.
14
FLOREZ, Roicer. Artesanos, ciudadanía política y vecindad en la Nueva Granada durante la primera
mitad del siglo XIX. . p. 15.
299
De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
15
SCHAMA, Simón. Ciudadanos. Crónica de la Revolución Francesa. Buenos Aires. Javier Vergara
editor. 1990. ROSANVALLON, Pierre. La consagración del ciudadano. México. Ed. Instituto Mora. 1999.
Schnapper, Dominique. La comunidad de los ciudadanos. Acerca de la idea moderna de nación. Madrid.
Alianza Editorial. 2001.
16
ANNINO, Antonio, CASTRO LEIVA, Luís y GUERRA, Francisco-Xavier, dirs. De los imperios a
las naciones: Iberoamérica. Zaragoza, Ed. Ibercaja. 1994. GUERRA, Francisco-Xavier. Modernidad e
Independencias. México. Editorial Mapfre-F.C.E. 1992. GUERRA, Francisco-Xavier. Dir. Revoluciones
Hispánicas: independencias americanas y liberalismo español. Madrid. Editorial Complutense. 1995.
17
PETTIT, Philip. Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno. Barcelona. Editorial Paidós.
1999. p. 66.
300
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
miembros de los sectores populares, esto implicó la negación de éstos derechos a los
esclavos, los menores de edad, las mujeres y a quienes no poseyeran bienes o rentas,
concebidos como sólo portadores de la nacionalidad. Es así como se construyó, en
términos políticos y a partir del concepto de ciudadanía, un ordenamiento jurídico y
constitucional que ubicaba a las elites masculinas y patrimoniales por encima del resto
de la población, un nuevo ordenamiento político que daba vida a un nuevo régimen
de dominación18. Concretamente fue excluida de la ciudadanía política la mayor parte
de la población neogranadina y se le asignó este privilegio a un reducido sector de la
población compuesto por los hacendados, terratenientes, comerciantes, sacerdotes,
abogados, militares y a los sectores intermedios de la sociedad, como los artesanos
(tipógrafos, sastres, carpinteros, maestros de obras, orfebres, etc.), los que habían
experimentado un proceso de ascenso social desde la segunda mitad del siglo XVIII,
como resultado de la implantación de las reformas borbónicas19. En otras palabras
la condición de ciudadanía política, verdadera ciudadanía activa, fue reconocida
a aquellos que tradicionalmente se habían denominado los “vecinos libres” y que
constituían el cuerpo social de los cabildos. En este sentido se fue construyendo un
nuevo escenario del poder20, por donde desfilaban las sectores dominantes y, desde
sus privilegios y en defensa de sus intereses, fueron construyendo el destino de la
nación.
2. El Ciudadano-Vecino
La rápida conversión del súbdito en ciudadano en el imperio español, producto de
los procesos iniciados en 1808 con la invasión napoleónica, cimbró las estructuras
institucionales de la monarquía absoluta. A partir de entonces se experimentó una
práctica política que consideraba al ciudadano como la base de la soberanía que se
extendió por todo Latinoamérica durante la primera mitad del siglo XIX, fenómeno
que tuvo implicaciones políticas en la expansión de la vida pública a sectores más
extensos de la población, los considerados vecinos, término que sirvió de bisagra entre
la práctica política del Antiguo Régimen y la del nuevo ordenamiento jurídico liberal21.
Se trata de un asunto que llevó aparejados varios procesos de suma importancia, como
era la instauración de una nueva legalidad basada en la representación, la forma en
que se elegían dichos representantes, la construcción de nuevas naciones soberanas,
entre otros.
En el Antiguo Régimen funcionaba una doble identidad política; una de carácter filial,
donde todos los habitantes del reino eran considerados vasallos del rey, y otra de carácter
racial, a través de la cual las personas eran clasificadas como criollas, peninsulares,
indígenas, mestizas, zambas, mulatas, negras. Para el caso neogranadino, a partir de
18
MARSHALL, Thomas y Bottomore, Tom. Ciudadanía y clase social. Madrid. Alianza Editorial. 1998.
p. 89.
FLÓREZ, Roicer. “Ciudadanos y vecinos: un acercamiento al proceso de construcción del ciudadano en
19
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De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
Durante la primera mitad del siglo XIX neogranadino, se erigió la figura del vecino
como el soporte concreto y real de la ciudadanía, vinculada orgánicamente a la
localidad en la cual estaba domiciliado, allí desarrollaba su vida económica, laboral,
política y social. Era en su localidad donde el ciudadano-vecino tenía su discurrir
biológico y cultural, y era la localidad el escenario donde ejercería su condición de
ciudadano. Es así como, en el nuevo orden constitucional republicano, en los textos
de las primeras cartas constitucionales23, el ciudadano que hace su presencia allí está
aún lejos de ser el ciudadano moderno caracterizado por los atributos de igualdad,
individualidad y abstracción24. Bajo esta perspectiva se hace necesario connotar que
el ciudadano colombiano de la primera mitad del siglo XIX fue siempre un hombre
concreto, soportado en su calidad de vecino y adscrito a una localidad o ente físico y
territorial llamado ciudad, villa, parroquia o pueblo25.
22
CONDE CALDERÓN, Jorge. Buscando la Nación. Ciudadanía, clase y tensión racial en el Caribe
Colombiano; 1821-1855. Medellín. Editorial la Carreta. 2009. p. 100.
23
POMBO, Manuel Antonio y Guerra, José Joaquín. Constituciones de Colombia. Bogotá, octubre 12
de 1892. Confróntese: HABERLE, Peter. Constitución como cultura. Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2002. FIORAVANTI, Mauricio. Constitución. De la antigüedad a nuestros días. Madrid.
Editorial Trotta. 2001.
24
BUSHNELL, David. El régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá. Coedición Tercer Mundo-
Facultad de Sociología de la Universidad Nacional. 1966.
25
DUARTE FRENCH, Jaime. Poder y política. Colombia 1810-1827. Bogotá. Carlos Valencia Editores.
1980. p. 26.
26
LYNCH, John. The Spanish American revolutions, 1808-1826. New York. American Pres. 1973. p. 356.
302
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
27
SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo. “Ciudadanía sin Democracia o con Democracia virtual”, en: SÁBATO,
Hilda. Ciudadanía política y formación de las naciones, p. 433.
28
CHIARAMONTE, José Carlos. Ciudades, provincias, Estado: orígenes de la nación Argentina, 1800-
1846. Buenos Aires. Biblioteca del pensamiento argentino. 1997.
29
CARMAGNANI, Marcelo y HERNÁNDEZ, Alicia. “La ciudadanía orgánica mexicana, 1850 -1910”.
En: SÁBATO, Hilda. Ciudadanía política y formación de las naciones.
303
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la ciudadanía en Colombia
30
PALACIO, Marco. “La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia: Una perspectiva
histórica”, en: Estado y clases sociales en Colombia. Bogotá. Ed. Procultura. 1986.
FLÓREZ, Roicer. “Ciudadanos y vecinos: un acercamiento al proceso de construcción del ciudadano en
31
304
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
el sufragio, se definía como vecino aquel “que haya residido en un distrito parroquial
por un año a lo menos antes de la elección, o manifestando ante la autoridad legal
competente, conforme a la ley, el ánimo de avecindarse en él.”36
36
POMBO, Manuel Antonio y Guerra, José Joaquín. Constituciones de Colombia. Constitución Política de
la Nueva Granada de 1832.
37
Para el Código Civil Colombiano, el domicilio consiste en la residencia acompañada, real o
presuntivamente del ánimo de permanecer en ella. (Art. 76) y con relación a la vecindad plantea que esta es
“el lugar donde un individuo está de asiento, o donde ejerce habitualmente su profesión u oficio, determina
su domicilio civil o vecindad” (Art. 78).
38
POMBO, Manuel Antonio. Constituciones...
39
La Constitución Política de Cartagena de 1812 expresaba que para ejercer cualquier cargo público era
necesario, además de los derechos de ciudadanía, ser hombre libre, vecino o padre de familia o tener casa
poblada y vivir de sus rentas o trabajo, sin dependencia de otro. Archivo Histórico de Cartagena (AHC).
Gaceta de Cartagena de Indias. febrero 11 de 1813.
40
GUERRA, Francisco-Xavier. Modernidad e independencias... p. 23.
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De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
3. Pedagogía de la Nación
Las preocupaciones culturales más apremiantes de las nuevas elites republicanas
estaban orientadas hacia la formación del ciudadano moderno como base del Estado-
Nación42. En esta perspectiva Magaldy Téllez plantea dos inquietudes:
41
FLOREZ, Roicer. Artesanos, ciudadanía política y vecindad en la Nueva Granada durante la primera
mitad del siglo XIX. p. 16.
42
En cuanto a la Nación, esta fue definida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
como el conjunto de personas de un mismo origen étnico, que generalmente hablan un mismo idioma y
tiene una tradición común. Definición tomada de HOBSBAWM, Eric. Naciones y nacionalismo. Madrid.
Ed. Crítica. 1990. p. 46.
43
TELLEZ, Magaly. “Disciplinar el “bárbaro” que se llevaba adentro: un acercamiento a la ley del buen
ciudadano del siglo XIX”. p. 99.
306
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
Esta empresa estaba centrada en un reto que implicaba una revolución educativa. La
cuestión se planteaba difícil cuando se observaba el legado hispánico en este sentido:
una población mayoritariamente analfabeta, con una pobre infraestructura escolar y la
ausencia de un sistema educativo con una mínima cobertura. Es así como al nuevo
orden republicano le concernía, en medio de las dificultades de la guerra y la agitada
vida política, construir las bases de un sistema educativo con una infraestructura y una
cobertura acorde con sus necesidades y capacidades materiales. En este sentido, desde
el primer momento las cartas constitucionales, tanto provinciales como nacionales,
dedicaron un titulo especial consagrado al asunto de la instrucción pública y del aparato
escolar. En realidad, el gran obstáculo lo constituía la falta de recursos económicos y
humanos para llevar a buen puerto dicho proyecto, fundamental en el gran propósito
fundacional de la ciudadanía. Porque la ideal no era solamente la construcción del
44
CONDE CALDERÓN, Jorge. Buscando la Nación... p. 60.
45
TOVA, Marianela. “Disciplina y control: los manuales de urbanidad y la construcción de la masculinidad
hegemónica a finales del siglo XIX en Venezuela.”Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 3.
Diciembre. 1990. p. 4.
46
SCHNAPPER, Dominique. La Comunidad de los Ciudadanos. Acerca de la Idea Moderna de la Nación.
Madrid. Alianza Editorial. 2001. Pág. 49. GONZÁLEZ, Stephan, Beatriz, “Las Disciplinas Escriturarias
de la Patria: Constituciones, Gramáticas y Manuales”. Revista de Investigaciones Literarias 5. Caracas.
1995. pp. 14-46.
307
De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
ciudadano desde la perspectiva jurídica del otorgamiento de derechos a los sujetos, sino
esencialmente, consistía en la transformación personal desde su cultura y educación; y
esto requería de la intervención urgente del Estado. Todo esto se traducía en la necesidad
de construir todo un aparato educativo que vinculara a toda la población en una red
de escuelas, con personal capacitado para la docencia y comprometida a fondo con la
renovación espiritual de la población en los valores modernos de la ciudadanía. De todas
maneras se logró difundir una educación cimentada en la transmisión de los valores
cívicos del nuevo régimen republicano con una pedagogía política que circulaba a través
de los textos de clase que eran el soporte de la instrucción popular47. En conjunto, eran
textos que impulsaban la inédita pedagogía de la nación, en un sentido moderno; es
decir, como pertenencia a una patria y a una república con un pueblo soberano integrado
por individuos con iguales derechos y garantías sociales48. Todo este asunto estuvo
dinamizado por un proceso de intervención pedagógica que estaba soportado en un
dispositivo de educación cívica en textos impresos que circulaban por todo el tejido
social que iba desde las escuelas hasta los hogares: catecismos, manuales, códigos de
policía, prensa, constituciones, etc. Esta campaña pedagógica igualmente comprometía
a las instituciones del Estado y a las organizaciones sociales e iban acompañadas de
mecanismos de control social que apuntaban a la definición, adopción y reproducción
de antiguas y nuevas ideas y hábitos sociales; todo esto con una sola finalidad: generar
un cambio en la cultura y política ciudadana49. Este dispositivo de propaganda estatal
se cristalizaba en un discurso que penetraba en los sujetos ignorando las costumbres e
imponiendo pautas concebidas y predeterminadas para un tipo de sociedad culturalmente
muy alejada de la sociedad ideal que se pretendía imponer. Este discurso giraba en
torno a modelos ideales de conducta, se insistía en cuestiones como el lenguaje culto
al hablar, a los modos de comportarse en sociedad, en la mesa, en la escuela, para con
los mayores, para con los padres, en la iglesia, para con la patria y para con Dios50. La
formación en las buenas maneras era imprescindible para el desenvolvimiento social y
para interlocutar con los semejantes dentro del lenguaje y los hábitos de la civilización.
Esta formación debía estar acompañada por el aprendizaje de una labor manual que le
garantizaría al individuo un soporte económico digno de su existencia. Esta empresa
gubernamental no era fácil materializarla por lo que el Estado diseñó todo un sistema
de símbolos y representaciones para legitimar dicha cruzada pedagógica. La idea era
promover una visión universal de lo que era una sociedad moderna y como sería el
ciudadano que la componía, sociedad que obviamente correspondía al ideal político del
Estado que la promovía y a los anhelos de la elite que la dirigía. El problema consistía
en cómo hacer encajar en el imaginario social de las diferentes comunidades dicho
proyecto modernizador, cuyas ideas gravitaban en dirección opuesta al entramado
cultural presente en la memoria del pueblo, quien las contextualizaba, interpretaba y
Cfr. CARDONA Zuluaga, Patricia. La Nación de papel. Textos escolares, lectura y política. Estados
47
308
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras Nº 16
Bajo este contexto se creó un dispositivo modernizador que recogía las ideas
e intenciones culturales de este plan de transformación de los sujetos y a la vez
movilizaba todo este engranaje civilizador desde la perspectiva de la formación
personal del ciudadano, este dispositivo fue el manual de urbanidad. Los manuales
de urbanidad fueron los espejos donde se reflejaron las conductas y comportamientos
sociales de las elites y que pretendieron ser infundidas en los sectores populares a
partir de estrategias pedagógicas coercitivas que operaban desde la institución escolar
hasta la institución familiar. El discurso de los manuales mostraba lo que se esperaba
fuera el comportamiento ideal de los nuevos ciudadanos, en este sentido muchas de
la normas que estaban contenidas en ellos reflejaba los modos y usos sociales de la
sociedad europea en ese momento53. Pese a que representaban lo que se esperaba de
los miembros de unas sociedades muy diferentes a la latinoamericana de fines del
siglo XIX, al ser difundidos por el subcontinente se convirtieron en el reflejo de lo que
sus clases dirigentes esperaban difundir en sus sociedades, aunque para esto tuvieran
que reacomodar sus propias costumbres y propender por el reacomodo de las mismas
en el resto de la población54.
El Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de jóvenes de ambos sexos, del
venezolano Manuel Antonio Carreño se editó por primera vez en el año de 1854 como
libro de texto para las escuelas públicas y luego sería objeto de numerosas reediciones
por toda América latina en la segunda mitad del siglo XIX. En este libro se detallan
minuciosamente las reglas e instrucciones que debían seguir sus lectores y que debía
funcionar como un instrumento capaz de transformarlos hábitos y comportamientos
de la emergente burguesía como comerciantes y banqueros que requerían aparecer en
el escenario social como una clase civilizada y moralmente correcta55.
51
ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo. México. F.C.E. 1993. BACZKO, Bronislaw. Los imaginarios sociales. Buenos Aires.
Editorial Nueva Visión. 1991.
52
CONDE CALDERÓN, Jorge. Buscando la Nación.. p. 62.
53
ELIAS, Norbert. El proceso de la civilización. México. F.C.E. 1994.
54
VIVIEL CASTELLANOS, Adriana. Difusión de la normas. p. 13.
55
TÉLLEZ, Magaly. “Disciplinar el “bárbaro” que se llevaba adentro: un acercamiento a la ley del buen
309
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la ciudadanía en Colombia
310
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Consideraciones Finales
La ciudadanía, al igual que el Estado-Nación, es una construcción cultural. Ser y
sentirse ciudadano no es algo “natural”, sino el resultado de un proceso cultural
en la historia de cada uno y en la colectiva de una sociedad. El ciudadano no nace,
se hace60. Empero, esa construcción implica la configuración de todo un discurso
desde lo legal y político, que se traduce en una serie de prácticas sociales que pasan
por el ámbito político y electoral, y se extiende en todo el entramado social con
un prisma de prácticas y comportamientos culturales que tienen su expresión en la
esfera de la vida pública hasta los espacios de la vida privada. Para cristalizar este
proyecto cultural y político el Estado republicano neogranadino diseñó una serie
de estrategias y pedagogías tendientes a imponer un modelo de sujeto inscrito en el
ideario y lenguaje simbólico de la modernidad. Un sujeto que sería el soporte del
nuevo Estado nacional que se pretendía implementar. Un sujeto diseñado con base
en el modelo de hombre europeo hijo de la ilustración, que se caracterizara por el
respeto a la autoridad y al ordenamiento jurídico, es decir, un modelo de hombre
sumiso a los dictámenes de la nueva elite política que se había hecho al control del
Estado y que pretendía construir un nuevo orden republicano. En esta perspectiva se
implementaron una serie de cambios, entre estos, el más importante estuvo orientado
hacia la formación de individuos provistos del inédito lenguaje de la opinión para
aceptar y actuar en ese nuevo régimen político apoyado en un pacto social de carácter
contractual. En este sentido fueron concebidos unos hombres libres que de manera
voluntaria reconocían los dos principios básicos del ideario liberal y republicano: la
soberanía y la representación61. Todo este imaginario político fue construido como
consecuencia de la coexistencia y fusión de una diversidad de ideas, imaginarios y
prácticas novedosas de representación que se llamó modernidad. Modernidad que
unificó al pueblo en torno a fenómenos como la opinión pública, las elecciones, la
libertad de prensa, la libertad de imprenta, que se visualizaba en la proliferación de
los impresos (prensa, hojas sueltas, pasquines); los deberes y derechos del ciudadano,
la representación política y las sociabilidades modernas que construyeron una nuevo
orden jerárquico, que ya no descansaba en el nacimiento, o la pertenencia a cuerpos
o estamentos privilegiados sino en el capital cultural. Por consiguiente mestizos,
mulatos y pardos incorporaron el discurso de los ciudadanos notables apropiándose
de su dialéctica, inventándose una genealogía y un honor propio y practicando una
limpieza de colores similar a la limpieza de sangre reivindicada por los aristócratas
de cuño hispánico62.
60
MURILO DE CARVALHO, José. “Dimensiones de la Ciudadanía …p. 328.
61
CONDE CALDERÓN, Jorge. Buscando la Nación. p. 62.
62
LANGUE, Frederique. Aristócratas, Honor y Subversión en la Venezuela del Siglo XVIII. Caracas.
Academia Nacional de Historia. 2000. pp. 13-24.
63
LEDDY PHELAN, John. El pueblo y el rey. Bogotá. Carlos Valencia Editores. 1980. p. 111.
311
De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
la ciudadanía en Colombia
Fuentes
Fuentes secundarias
ALVARENGA, Patricia. De Vecinos a Ciudadanos: Movimientos Comunales y
Luchas Cívicas en la Historia de Costa Rica. Editorial Universidad de Costa Rica.
San José. 2005.
64
ROSANVALLÓN, Pierre. La Consagración del Ciudadano. Pág. 16.
65
SMITH, Anthony D. La identidad Nacional. Madrid. Editorial Trama. 1997. Pág. 7.
312
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DEAS, Malcolm. “Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia”. En:
Revista de Occidente, t LVII, 1973. Pág. 165-183.
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_____________. La Arqueología del Saber. Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 2006.
LYNCH, John. The Spanish American revolutions, 1808-1826. New York, American
Pres, 1973.
LEDDY PHELAN, John. El pueblo y el rey. Bogotá. Carlos Valencia Editores. 1980.
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MORSE, Richard. Resonancias del Nuevo Mundo. México, Editorial Vuelta, 1995.
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De vecinos a ciudadanos. Las estrategias políticas y culturales en el proceso de formación de
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