DIAGNOSTICO - CLINICA - Ictericia Canina PDF

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ICTERICIA EN EL PERRO.

Autor: Dr. Mariano Morales Amella

La ictericia es un síndrome caracterizado por la coloración amarillenta de las mucosas y tegumentos causado por
el aumento de la concentración sérica de bilirrubina (hiperbilirrubinemia). Aunque suele ser indicativa de enfermedad
hepática, también hay patologías extrahepáticas que pueden provocar ictericia. La detección de ictericia en el perro es
relativamente fácil, pero la determinación de la etiología exacta puede resultar más complicada, siendo esencial un
riguroso procedimiento.

Fisiopatología de la ictericia
La ictericia puede clasificarse en tres tipos en función de la fisiopatología y etiología. La ictericia prehepática, o «
hemolítica » (porque es consecuencia de hemólisis), se produce cuando el aumento de la producción de bilirrubina
supera la capacidad de los hepatocitos para conjugarla y excretarla. La ictericia hepática, se produce como
consecuencia de una colestasis intrahepática, asociada con una enfermedad difusa de los conductos biliares o de los
hepatocitos, principalmente en la zona periportal (la denominada zona 1). La ictericia poshepática, es consecuencia de
una colestasis extrahepática debida a un deterioro u obstrucción del flujo de la bilis desde el hígado. La concentración
normal de bilirrubina total en sangre es inferior a 0,4 mg/dl. Los tejidos empiezan a cambiar de color cuando la
concentración supera los 2 mg/dl, y la ictericia se manifiesta con claridad a partir de los 4 mg/dl. Por consiguiente, la
ictericia bioquímica siempre precede a la clínica. Sin embargo, es importante observar que en el transcurso de la
enfermedad pueden identificarse diversos procesos patológicos que a menudo se solapan. Así, la hemólisisintensa
conlleva la privación de oxígeno de los hepatocitos, pudiendo provocar edema y posteriormente necrosis del hepatocito
por acumulación de determinados productos de degradación de los eritrocitos, provocando una ictericia hepática. De
igual forma, la colestasis extrahepática induce de manera progresiva la aparición de una colestasis intrahepática y el
comienzo de una ictericia hepática y poshepática mixta. Cuando se presenta un caso de ictericia en un perro, es
importante que se evalúe la intensidad de la ictericia e intente correlacionarla con otros síntomas para ajustar el
diagnóstico diferencial (Tabla 1, Figura 1). Las mucosas de color amarillo pálido (subictéricas), y/o la orina de color
naranja-marrón o incluso marrón oscuro sugieren una ictericia prehepática que se debe confirmar con la anemia en la
hematología. Si no hay anemia ni signos de hemólisis, se debe pensar en enfermedades hepáticas o de los conductos
biliares Es esencial realizar una anamnesis precisa y detallada en el caso de un paciente con ictericia, ya que aporta
mucha información significativa. Es particularmente importante conseguir que el propietario indique cuándo y cómo se
inició la ictericia. En general, la ictericia prehepática (hemolítica) tiene un comienzo agudo y se acompaña de depresión,
anorexia y cambio de color de la orina en caso de hemólisis intravascular. La ictericia poshepática asociada a la
obstrucción del conducto biliar principal puede ser de comienzo crónico y progresar a lo largo de varias semanas. Estos
casos se pueden sobrellevar bien y los únicos signos clínicos que se manifiestan son la disminución de apetito, algunos
signos gastrointestinales inespecíficos y una leve pérdida de peso. Sin embargo, la obstrucción biliar extraluminal
causada por una pancreatitis o por una rotura de los conductos biliares extrahepáticos, puede provocar signos clínicos
más severos de naturaleza aguda o subaguda Las náuseas y los vómitos son comunes en la enfermedad inflamatoria de
los conductos biliares y, de manera más específica, de la vesícula biliar y el conducto biliar común . Esto probablemente
está relacionado con la desarrollada inervación autónoma. La elevada concentración de receptores eméticos a este nivel
provoca un aumento de la sensibilidad a la distensión, a la inflamación o a la infiltración neoplásica.

La ictericia hepática puede ser de comienzo agudo La leptospirosis es la causa más común de hepatitis aguda
en el perro, cuya variante icterohemorrágica provoca una marcada ictericia y se acompaña de signos clínicos graves
(depresión, alteraciones gastrointestinales, deshidratación y diátesis hemorrágica). Sin embargo, algunas formas de
leptospirosis pueden ser subclínicas y crónicas. La hepatitis crónica, con independencia de su etiología (infecciosa,
tóxica, inmunomediada o relacionada con la raza), tiene una naturaleza más insidiosa y la ictericia es normalmente el
signo de una enfermedad muy avanzada . La ictericia hepática, tanto si comienza de forma aguda como crónica, es
consecuencia de un grave deterioro de la función hepática, y normalmente se asocia a sintomatología sistémica
reflejando la gravedad de la enfermedad y sus repercusiones. Se debe tener en cuenta la posibilidad de un proceso
tóxico en caso de que el animal haya estado expuesto a ciertas toxinas (plomo, cobre), haya recibido tratamiento
farmacológico (AINE, fenobarbital) o se haya sometido recientemente a una anestesia gaseosa . Es muy importante
conocer la raza del perro, ya que varias causas de hepatitis crónica están relacionadas con la raza y por lo tanto con la

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ictericia . Muchas razas están predispuestas al desarrollo de la hepatitis idiopática crónica (Springer Spaniel, Labrador,
Dobermann, etc.) o están asociadas con anomalías metabólicas, como la sobrecarga de cobre (Bedlington Terrier,
Labrador, West Highland White Terrier, etc.) o a la acumulación de alfa-1-antitripsina (Cocker Spaniel) (14). De igual
forma, el Pastor de Shetland y el Terrier Escocés están predispuestos a la aparición de un mucocele biliar, que puede
generar una severa colestasis extrahepática El entorno en el que vive el perro y su estado de vacunación son
obviamente factores importantes. Los perros de caza y los que viven en el exterior, están más expuestos a la babesiosis
y leptospirosis.

Hematología
La hematología es una parte esencial en el diagnóstico de la ictericia, ya que puede determinar la presencia de
anemia. El hematocrito revelará una anemia que deberá ser tipificada mediante el recuento diferencial La anemia
hemolítica que provoca ictericia, suele ser intensa y regenerativa, aunque la imagen de regeneración únicamente es
máxima transcurridos 2 o 4 días, lo que puede retrasar la imagen de reticulocitosis. La anemia asociada a la enfermedad
hepática está también relacionada con reacciones inflamatorias crónicas (utilización defectuosa del hierro) y suele ser
moderada, no regenerativa, normocítica y normocrómica . Si se sospecha de hemólisis, deben considerarse otras
pruebas como el frotis sanguíneo, test de Coombs, serología para enfermedades infecciosas, etc. El examen del frotis
sanguíneo proporciona un diagnóstico definitivo de babesiosis. Otras anomalías morfológicas de los eritrocitos pueden
contribuir a orientar el diagnóstico: los esferocitos son indicativos de una anemia hemolítica autoinmune, y los cuerpos de
Heinz se observan tras la ingesta de ciertas toxinas (zinc, cebollas, benzocaína). El test de Coombs confirma el origen
inmunomediado de la anemia. Es aconsejable entonces buscar posibles etiologías parasitarias o infecciosas primarias
(babesiosis, ehrliquiosis, bartonella, leishmaniosis, dirofilariosis), neoplásicas, iatrogénicas o tóxicas.

Bioquímica
Estas sencillas pruebas diagnósticas están orientadas fundamentalmente hacia la valoración de la funcionalidad
hepática y normalmente posibilitan la cuantificación y la clasificación de la ictericia como prehepática, hepática o
poshepática.

Identificación de citólisis
Las transaminasas (ALT y AST) son indicadores de citólisis hepática. La magnitud del aumento de la actividad de
las transaminasas indica el número de hepatocitos lesionados, pero no la reversibilidad del fenómeno ni, por
consiguiente, el pronóstico. La AST en los perros se encuentra también en otros órganos y no es específica del hígado.
Una valoración de la ALT es suficiente.

Investigación de la colestasis
La fosfatasa alcalina (ALP) es una enzima excretada en la bilis. Su actividad aumenta en los casos de colestasis,
pero también bajo el efecto de ciertos fármacos, como los corticosteroides y anticonvulsivos. La fosfatasa alcalina está
también presente en numerosos tejidos, en particular, en el óseo. Se observa un aumento de la fosfatasa alcalina en los
cachorros y en los casos de enfermedad ósea (osteomielitis, neoplasia, etc.). La GGT (gammaglutamil transferasa) está
también presente en numerosos tejidos pero la mayoría de su actividad es hepática. El estudio de la GGT es más
específico, pero menos sensible. La combinación de GGT/ALP tiene una especificidad del 94% en el diagnóstico de
enfermedad hepatobiliar, mientras que cuando se mide la fosfatasa alcalina sola, la especificidad desciende hasta el
50%.

Detección de insuficiencia hepatocelular


Las pruebas para determinar la insuficiencia hepatocelular se basan en la demostración de una reducción de la
capacidad de síntesis de los hepatocitos por la disminución de las proteínas séricas (en particular, la albúmina) y de los
factores de coagulación. Las proteínas totales suelen ser normales, ya que el aumento concomitante de las proteínas
inflamatorias enmascara la reducción de los niveles de albúmina. Una reducción en el nitrógeno ureico sanguíneo puede
indicar una alteración de las funciones de síntesis del hígado.

Confirmación de la presencia de inflamación


Una electroforesis de las proteínas séricas revelará la inflamación y permite la evaluación de las funciones de
síntesis del hígado. Una patología inflamatoria aguda provoca la síntesis de proteínas que migran a la zona 2 de la
electroforesis, mientras que la enfermedad crónica provoca una elevación en las zonas y‚ e incluso, en los casos de
cirrosis, puede provocar un bloque.

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Valoración de la bilirrubina
Cuando la ictericia es clínicamente perceptible, la única ventaja de realizar una valoración de la bilirrubina es
controlar el progreso de la enfermedad y la eficacia del tratamiento. De hecho, la ictericia persiste clínicamente incluso
después de la disminución de los niveles de bilirrubina sérica. La distinción entre bilirrubina conjugada y no conjugada
carece de interés.

Otras pruebas laboratoriales


Pueden necesitarse otros análisis para especificar la etiología de la ictericia, en particular cuando se considera
una enfermedad infecciosa. En los casos de anemia hemolítica, debe descartarse la ehrliquiosis mediante serología. El
estudio detallado del frotis sanguíneo debe permitir la identificación de babesiosis. Para mejorar la sensibilidad de este
estudio se puede concentrar la sangre. En los casos de hepatopatía aguda, debe descartarse la leptospirosis mediante
serología.

Ictericia prehepática
Anemia hemolítica inmunomediada primaria:
• Idiopática
• Lupus eritematoso sistémico
• Transfusión sanguínea incompatible
Anemia hemolítica paraneoplásica:
• Linfoma
• Hemangiosarcoma
Anemia hemolítica de origen infeccioso:
• Babesiosis, dirofilariosis, endocarditis bacteriana, leptospirosis, ehrliquiosis
Anemia hemolítica de origen tóxico:
• Cebolla, zinc, azul de metileno, sulfonamidas, cobre, penicilinas o cefalosporinas

Ictericia hepática
Hepatitis hereditaria:
• Bedlington Terrier, Dobermann, Dálmata, Labrador, Springer Spaniel, Cocker Spaniel, West Highland
White Terrier, etc.
Hepatitis crónica medicamentosa:
• Fenobarbital
Hepatitis aguda:
• Tóxica (AINE)
• Infecciosa (leptospirosis, hepatitis infecciosa canina, Yersinia, Salmonella)
Neoplasia:
• Linfoma, metástasis hepáticas, etc.
Colangitis aguda

Icterica posthepática
Obstrucción extrahepática de vías biliares:
• Intraluminal:
• Litiasis, barro biliar
• Estenosis
• Colangiocarcinoma
• Extraluminal:
• Pancreatitis
• Masa duodenal o pancreática, neoplasia o abscesos
Colecistitis y colangitis
Rotura de los conductos biliares extrahepáticos:
• Colecistitis flemonosa
• Mucocele
• Traumatismo

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