El Taller y El Cronometro - Benjamin Coriat

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EL TALLER Y EL CRONOMETRO Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la produccién en masa BENJAMIN CORIAT >KI =: ‘1a. edicion leditores Tt WSSITTD ry SAVVIS SN MTT RIINAT Wn A siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. GEPHO DEL AGUA 248, DELEGACION COYOACAN 04910 oF siglo veintiuno de espafia editores, s.a. EATLE PLAZA 6, 24043 MADRID, ESPANA portada de maria Inisa martinez passarge primera cdicién en espaol, 1982 © siglo xxi de espatia editores, sa amdécima ediciéa en espaiiol, 1997 © siglo xxi editores, sat. de ex. isbn 968-28-1571-9 primera edicién en francés, 1979 © christian burgois éditeur titulo original: atelier et fe chronométre, exsti sur te teylonigme, te frlsane et ta procacHone de masse derechos reservados conforme a Ja ley impresoy hecho cn méxica/sprinced and made in mex INDICE Intropuccién: «La sensacion de la lima» 1. La Mal CTURA ¥ EL apiclo 21 officio como condicién de ta industria «oficios come obstaculo a Ja acumulacion del ca- pital TEL La siiquina, eb nifio, cb dest ristas de lucha contra ef officio I. IL a: practicas pretayla- 2, LA NORMA Y # L. Ei propésito det «scientific managements: acabar con el «oficios para acabar con ci control ebrero de los liempos de produecion Ti. Las condiciones de ta formacisn del taylorisino: el cambio en la composicion de la clase obrera ameri- cana Il. El «pensamiento econdmico» de Taylor TV. Nuevas normas de trabajo GRONGMETRO 3. «LA CADENA» A) E} nacimienty de ta cadena L. Las virtucles de la guerra I. Transportadores de cadena, transportadores de ein- ta y linea de montaje B) Nuevas normas de productividad y de producciin TH, Nuvyas normas de productividad V_ Nuevas normas de produccién 4, EL satario A) Un nuevo uso capitatista det salario I. La norma, cl salatio, el «welfare» UW. FJ «five dollarss: el acuerdo general sobre les ss- larios B) Nuevas coniliciones ofrecidas para ia reconstiincion de la fuerza de frabajo obrera ILI. Unas preguntas de Grams TV. ... ¥ unas respuestas de Ford V. El fin del equilibria *damésticos: la farmacion de nuevas normas del consumo obrero 16 23 23 » 3 35 38 39 52 52 55 Y Gt) 62 vw Indice - LA PRODUCCION CAPITALISTA EN MASA 66 A) «Gran industria» y «gran produecién de plusvalory en Marx: primera aproximacton a ta nocidn de «produc. cidn en masan 67 1. «Gran industria» y «gran produccidn de plusvalor», 67 I]. La «manufactura moderna» como modalidad de la gran produccién de plusvalor 70 B) Ef mecanismo de la produccién en masa ie Ill. La racionalizacién de la «gran industria» ae IV. El ultimo toque del nuevo esquema de acumula- cién: normas nuevas del consumo obrero ¢ ins- tauracién del «salario indirecto» re . Los «Tiempos MODERNUS» 87 J. De la década de 1920 a la de 1930: «normas»» y crisis. 88 I. Keynes: el new deal y el «estado-plan»: la respuesta capitalista a fa crisis 95 . NORTE y SUR: EL OBRERO-MASA MULTINACLONAL, HOY 103 I. El obrero-masa multinacional 104 Il. La racionalizacion, e] autémata y ¢] obrero-inasa: los efectos de la division del trabajo y de la mecanizacién en el valor de uso de las fuerzas de trabajo 106 III. Los procesos de depreciacién del valor de cambio de la fuerza de trabajo 12 . La ORGANTZACION CIENTIFICA DEL TRABAJO HECHA PEDAZOS 121 I. Un nuevo ciclo y un nuevo contenido de Ia lucha obrera 122 I. La nueva eficacia de la resistencia obrera 14 TE. La «aversion hacia el trabajo industrial» y su doble aspecto . 130 IV. Los limites «tecnicoeconédmicos» de la linea de mon- taje 134 ). EL TRABAJO Y SU «PRODUCTIVIDAD». LO QUE ESTA EN JURGO EN LA CRISIS 145, I. Del «rechazo del trabajo» a Ia crisis de las décadas de 1960-1970 343 Il. Lo que esta en juego en Ias reestructuraciones en curso, 154 ]. LA RECOMPOSICION DE LA LINEA DE MONTAJE 160 I. Los nuevos principios de la organizacién capitalista del trabajo: la empresa como «sistema sociotéenico» 161 It. Produccién en serie e industrias en cadena; Ja recom- posicién de la linea de montaje en las tabricas Re mault 164 TIL, Pequefia y mediana serie de productos alternativos: del trabajo en grupos a la produccién en «méduloss. 173 IV, Una nueva elevadas tarifas ¢ impone, con su manera de acluar, su propio ritmo a la produccién de mercancias. Al sustituir al obrero profesional por el obrero-masa recién inmigrado, no cuatificade y sobre (odo no organizado, el capital modifica, en favor suyo y por mucho tiempo, el estado de con- junto de la relacién de clases Cow esto también se inicia una secuencia econdmica enteramente nueva, ut modo y wn régimen nuevos de acumulacion del capital: surge la produccién en masa Al sentar el proceso de trabajo sobre una base nueva, «cientifi- ca», el capital se halla en condiciones de imponer sus propios ritmos y normas a la produccién de mercancias, rompiendo asi las trabas puestas a su expansién por el antiguo orden del faller. Y cuando, con Ford, la cadena de montaje viene a relevar a las técnicas taylorianas de medicién de los tiempos y movi- mientos vy a someter el gesto del obrero a uma cadencia regitlada, se hace posible un nuevo modo de cansumo productive de la Tuerza de trabajo. Sin relacion, ni siguiera lejana. con lo que permitian los antiguos métodos de organizacioén del trabajo. Las tondiciones generales de Ia extraccién del plustrabajo y la esca- la de la produccién de mercancias cambian por completo. En adelante, con el apoyo de la cinta transportadora y de la cadena de montaje, la prodticcidn de itercancias en grandes series y de mercancias estandarizadas se convierte en Ja norma y la regla, suscitando la apariciéu de nuevas condiciones de produccién en 4 Benjamin Coriat todas las ramas, La nueva economia del tiempo, nacida en el taller de las nuevas tecnologfas de control y medicién del tra- bajo, invade el mecanismo de conjunto de la produccién social. Se asegura asi el paso a un nuevo modo de acumulacién del capital: lo que se ha llamado el sistema de la produccién en masa. La produccién en masa: ésta ha sido la realidad en que se ha centrado sobre todo la atencién, tratanda de explorar sus dife- rentes dimensiones para darle un contenido econéntico preciso. Pues si bien historiadores y socidlogos del trabajo han empren- dido estudios concernientes a la racionalizacién del trabajo obrero, en ninguna parte se ha constituido eu objeto de estudio la relacién entre proceso de trabajo y acumulacién del capital. En cuanto a la economia politica, desde muy pronto consagrada a una teorfa del valor en Ja que el orden de la rareza domina ei de los precios, hacia practicamente imposible para si misma tal objeto, Como sefiala H. Bartoli: «El capital es la categoria do- minaute en las sociedades occidentales, a él se concede toda la atencién 3.» Asi, las series descriptivas del obrero en su puesto o el and- lisis de las técnicas de organizacién del trabajo, por un lado, y las teorias y los modelos econémicos del crecimiento, por otro, han permanecido ajenas entre sf*. Habfa que romper con esta exclusién reciproca. Y si hay una contribucién propia de este trabajo, reside en esto: recordar la concatenacion particular que conduce de las mutaciones introducidas en el proceso de tra- bajo por el taylorismo y el fordismo a las que van a afectar ala 3 cAnalyso et. signitications des migrations de main-d'euvres, Cahier de fISEA, nim, 117, septiembre de 1986, p. 136, 4 Hasta en cl mismo Marx, donde sin embargo las leyes fundamentales que rigen la acumulacién del’ capital vienen dadas por las condiciones de la extraccién del plustrabajo, el paso de las miutaciones que afectan al proceso de trabajo a las que conciernen a Ja acumulacién del capital sigue en el estado de figuras formales, Em el terreno de El capital hubo que crear las «categorias interinedias» que permiten explicar ciertos raggos especificos de! esquema de acumulacién correspondiente a la prodaccién en masa maderna, tal como se ha constituido hisidricamente, a partir del taylorismo y del fordismo. Precisemos que los materiales qne componen este libro fueron expues: tos en diversas notas de investigacién antes de ser sostenidos como tesis doctoral en ciencias econdmicas bajo el titulo: «Le taylorisme, le fordisme, la production de masse et les nouveaux modes d’organisation du travail industriel», Université Parls X Nanterre, noviemiore de 1976. Como diversos autores han recogido algunas de estas notas, no he ereido necesario resta- blecer las diferencias en cada ocasién, Introduccion 5 ucumulacién del capital. Pues sdlo con esta condicién puede definirse de manera precisa el concepto de produccién en masa. Finalmente, con la produccion en masa y como condicion de ésta, se inicia una nueva secuencia en lay modalidades y las practicas estatales de regulacién y control social Lo esencial gira aqui en torno a las nuevas politicas de encua- «lramiento de la fuerza de trabajo creadas para permitir el des- arrolle de la produccién en masa. Ante todo, habia que ffjar en torno a las nuevas concentra- clones industriales y urbanas a esas formidables masas de hom- bres «vagabuudos», campesinos expropiados de sus tierras, in- tuigrantes a los que el hambre y Ja miseria mantenian en estado de permanente insubordinaci6u. Después, habia que converti jos en obreros fabriles, obreros en cadena, conseguir su sumision a la nueva disciplina de la fdbrica, a la ley del cronémetro. Por ultimo, desde el momento en que 1a revolucién econdmica en el campo los separaba de las bases rurales y domésticas de donde sacaban atin eu gran medida sus medios de subsistencia, era preciso asegurar su reproduccién por medios monetarios y imereantiles, por el consumo de mereancias producidas en el seno de la gran industria capitalista. Contar, asist\y, controlar: he aqui la triple exigeucia que va iu aanifestarse —y de qué manera— en el gran desorden de la década de 1930. Un complejo dispositivo, el New Deal, y un pen- samiento nuevo, el keynesianismo, se esforzaran por darle una respuesta, De ahi resultara un Estado de nuevo tipo —el Estado-Plan, dira Negri en una palabra‘—, que progresivamente se consti- Quira en maestro de obras y operador general de ta reproduccién del trabajo asalariado, esiableciendo su fwerza y su legitimidad sobre las quiebras y las ruinas del capital privado. La gran industria taylorizada y fordizada encuentra entonces el relevo que precisaba a fin de redoblar los dispositivos necesarios para Ja movilizacion y la reproduceién de las fuerzas de trabajo en- tradas masivamente en el salariado. En primer lugar, unas ins- tituciones nuevas, los «seguros sociales» —consolidados después de la guerra en forma de sistemas nacionales de Seguridad Social— van a vcupar un lugar excepcional. Imperativos «econémicos» e «imperatives» politicos van a fundirse asi en unos dispositivos materiales y legislativos, donde SA. Negri, La classe ouvriére contre VEtat, Galilée, 1978, 6 Benjamin Coriat el Estudo —mitad «providencia», mitad policia— se abre su propio camino, Entre capital y sociedad civ Cogido asi entre el taller y el Estado, no ya el solo trabajo obrero sino el conjunto del trabajo asalariado va a alimentar en Jo sucesivo esa formidable acumulacioén de mercancias que earacteriza a los tiempos modernos. ul A la hora en que las burguesias occidentales, tras haberlo des- trnido sistemdticamente —scientificamente» decian hace poco— descubren o redescubren la existencia del «problema» del tra- bajo industrial y lo declaran en «crisis», esta investigacion es algo muy distinio de un ejercicio arqueoldgico. Mas atin, es Ja claridad arrojada sobre el Occidente raciona- lizado —sus talleres de produccién y control-- por el ciclo de las luchas obreras emprendidas en la década de 1960, la que ha hecho posible un retorno a las estrategias de dominacion, dentro y fuera de la Fabrica, que han asegurado el desarrollo de la pro- duccién en masa. Como estas estrategias sc deshacen ante nues- tros ojos para dejar paso a nuevas polfticas —en busca de una economia del control y del tiempo mas adecuada— se hace posi- ble establecer sus intereses y desmontar sus mecanismos. De ahi resulta algo asi como una historia por periodos de las relaciones capital/trabajo. Pues la nueva eficacia de Ja resisten- gia obrera y la crisis de la organizacién «cientifica» del trabajo, que es su expresién social manificsta, permiten seguir por una especie de recurreneia los grandes momentos del desarrollo del capital, considerado en su relacién con las formas, tradicionales © nuevas, de la resistencia obrera. Para explicar el movimiento del capital se ha visto la necesidad de restituir los contextos y las coyunturas. No ateniéndose a la cronologia de los historia- dores, sino siguiendo un método que podriamos llamar «topold- gico», el cual conduce de un momento a otro en el que se en- frentan las figuras esenciales de la dominacion y la resistencia. Hasta el actual estado de cosas. Reconocido en su inmedia- tez, pero también como resultado de una historia compleja, incesantemente representada. Pues si, como se afirma, el obrero- masa ha constituido uno de los puntales del «crecimiento» mo- derno, st irrupeién en la escena social corre el peligro de tras- tocar muchas situaciones supnestamente seguras. Es posible abordar una serie de cuestiones, planteadas desde hace por lo menos un decenio, que preocupan hoy al conjunto de la socie- Introduccion 7 dad, y precisar lo que en ellas est en juego. gQué pasa con la Namada «crisis del trabajo industrial» y qué relaciones se pue- den establecer entre éstas y las dificultades actuales de la acu- mulacion del capital? ¢Qué origen se puede atribuir a la reno- vacion de la resistencia obrera, a su nueva eficacia, y en qué medida se puede ver en las actuales circunstancias un punto de vista obrero sobre lo que pueda ser la f4brica del mafiana? Por Ultimo, gcudles son los objetivos perseguidos en las tentati- vas de recomposicion de la cadena de montaje o en la declarada arevalorizacién del trabajo mannal»...? Concebido como un conjunto de herramientas, este libro, balance a su manera, pretende ser ante todo un instrumento que permita abordar el estudio de estas cuestiones, LA MANUFACTURA ¥ EL OFICIO Todos parecian alegres y alertas, complaciéndose en poner en jutgo los indsculos, sin fatiga, gozanto plena- mente de la vivacidad natural de su edad... Daba gusto observar la agilidad con que reunian los hilos rotos cada vez que retrocedia el carro del telar y verlos em tretenerse en todas las posiciones imaginables, tras los pocos segundos de aclividad de sus finos dedos, hasta terminar la retirada y ef enrollado. El trabajo de aquellos elfos ligeros parevia un juego en el que su large entre: namiento les permitfa una encantadora desire7a A. Ure, Philosophie of manufactures (1845). Con Taylor, a principios de siglo, todo cambia: la de las fuerzas de trabajo son, segtin Menos estructurado y homogéneo de «uniones» profestonales. Wakefield y desde 1820, los obstaculos fundamentales: Milincion tiene un cardcter estrictameniv de oliciv, y esta ganizacién obrera. En Estados Unidos, tierra nueva y casi sin herencia, penuria de mano de obra cualificada y eficacia del sindicalismo de oficio combinan sus efectos de tal manera que el «oficio» se ve alli en su limite extremo: no como condicién de la industria, sino como obstdculo a la acumulacidn det capital. Mas que cualquier otro pats, los Estados Unidos se resintieron de la falta de obreros de oficio en numero suliciente, e incluso Witch se fleva a sus Gllimas consecuencias: Jos unskilled Si hubigramos estado seguros de poder retener el trabajo de esos Merus no especializados) son generalmente excluidos de la inmigrantes, los habriamos contratado de inmediate gustosamente you cion ' y @ un precio elevado, E ineluso los babriamos contratado, pese a la Tin sclectividad (que tiene su reverso; volveremos sobre seguridad de su pérdida, si hubiéramos estado seguros de contar con Wilbj cx también Ja base de la eficacia de la Asociacién en el nuevos refuercos a medida que los necesitaramos 1. fen que le es propio. De hecho, la ari. funciona como un Wibeontratista, asegurando una cierta «gestién» del mercado del En la década de 1840, Merivale insiste en el misimo tema con Habajo obrero por cuenta de los fabricantes. Garantiza el apro- mayor fuerza todavia: UMonsmiento en fuerza de trabajo, adminisira la afluencia en ‘uiitidal y cualidad, La contrapartida exigida es que el fabri Pie respete la «tarifa» sindical. Dispositive complejo, fa «ta ity bo sdlo compurta Ja tasa salarial sino también (cuando 1 Hniso cs spor horas») el «tiempo» requerido por cada tipo de fry la especificacion de lo que hoy se Nama «uorma» de Hid. ‘Wn esta particular configuracién de las relaciones de clases, teyoviacion gira en tong al «sello»: coneebido si se respeta En paises civilizados desde antiguo, el obrero, aunque libre, depende Marita» —y si los obreros son rechitados en el seno bes del capitalista por una ley de la naturaleza 2; cn las colonias, debe Manes»—, es rechazado en el caso contrariv. Por lo que a los crearse esa dependencia por medios artificiales. (Citado por Marx wros cualificados se refiere ta lucha se organiza en torno [El capital, op. cit, libro 1, vol. 3, p. 962.) fmplias campaiias de «boivot» 3, Debido al alto nivel de los salarios, en las colonias existe un deseo apasionado de trabajo mds barato y servicial, de una clase a la giie él capitalista pueda dicturle las condiciones, en vez de tener que aceptar las que ella te dicta... De ahi ésta observacién, en la que apuntan ya las violencias ve- nideras: 4s Wakefield, Lectures on coionies and cotenization, t. u1, p. 52, citado por K. Marx [E/ capital, op, cit., libro 1, vol. 3, p. 964] © No es necesario precisar que esta ley «de Ia naturaleza» que asegura la edepentencia» del obrere es et resultado del proceso hisidrico de vio- lencias sistendticas mantenidas para asegurar por medios «econdémicos» y élegislativos» la eliberaciéns dé la fuerza de trabajo mural, * No deie de ser interesante recordar ct origen de la politica de «boi He), que debe su nombre a una forma particular de icha desarrollada MES contra un tal Boycott, administrador de ticrras agrivolas cn cl Wie tle Mayo. Asi cs presentada la situacioa en cl docunentadisime Hele de D, Sicwrin, «Le label on marque syndicales, en Le Mouvement militisre, win, 154, 1° de mayo de 1905, Paris: «El capit4n Boycall se 16 Benjamin Coriat Sin embargo, considerando las cosas con suficiente amplitud, aun cuando pudiera servir de base a traficos multiples —pasto de aventureros—, el sello® y mas generalmente la dependencia en que se encontraba el capital en lo concerniente al aprovisio- namiento de fuerza de trabajo aparecen en primer lugar como un limite insoportable, Y muy pronto cl pensamiento patronal se vuelve contra el oficio, dedicado por entero a quebrantarlo 0 soslayarlo para crear las condiciones de una acumulacién del capital a gran escaia, TIT, LA MAQUINA, EL NINO, EL DESTAJISTA: PRACTICAS PRETAYLORIS- TAS DE LUCHA CONTRA EL OFICIO 1. El capital busca primero una salida en la maquina. Desde Su aparicion, ésta es concebida como un medio de soslayar las Jineas de resistencia levantadas por el oficio. Escuchemos de nuevo a Ure sobre este particular. Es el pen- samicnto moderno casi enteramente constituido: El gran principio de 1a manufactura moderna es reducir, a través de la unién del capital y la cieneia, ef trabajo de los obreros al simple cjercicio de la vigilancia y la desireza, facultades —sigue precisando Ure—- que aleanzan una especie de perfeccién en los nifins 2 «La unin del capital y la cienciay —nada menos— es detallada por Ure en el conjunto de sus virtudes, aunque éstas sean mera mente potenciale: Reduccién de les costas de fabricacién: «El trabajo, mas 0 menos especializado es generalrnente el elemento mas caro de ta produccion (...) Ahora bien en ta fabrica autumatizada (...) el trabajo especializado puede ser suprimido progresivamente y también ser supiantado por simples vigilantes de m4quina.» y los carreteros se asignaron D. Sieurin (art, cit). 2) Puera de ciertns sectores coneretos —entre ellos el libra, los docks. —, el sello cae en rapida decadencia a principios del siglo xx. May a me- nudo, los obreros son los primeros en abandonarlo: (as alzas del previo de los productos —consccutivas al establecimienta de minimonopoli que ocasiona se yuelven contra los propios obreros de oficio, por no hablar equi de sus efectos sobre la gran masa de trabajadores no cua- lificades. 2A. Ure, op. cit, p. 2h. 2 Id., p. 20. gencrosos emojumentos.» Referide en Hiamnifactura y et oficio 7 dunvento del ritmo de trabajo: «Cuan productiva sera la hatrian cuando ya no dependa de los esfuerzos musculares, son, por naturaleza, inconstantes e irregulares, sino que sdlo iluvidacl y suma rapidez por una fuerza fisica infatigable» ie. 15). Perea contra la organizacién obrera: «El solo nombre de inheato’ pone al capital en guardia y a la ingeniosidad en irl de alerta para romper sus objetivos» (p. 41). Tor iiltimo, y éste es el gran tema del perfodo: lucha contra Is tusibordinacion ¥ la indisciplina> obreras. La opinion de Ure ite ta principal dificuitad consistié en obdligar a los hombres Heniiciar a sus costumbres de trabajo desordenadas c identi- Wmabla aqui de la empresa Hercule, sacada adelante por wight, cuya maquina permitié el progresivo establecimiento im «cbdigo de ia disciplina de fdbricay (a code of factory dis- ne), Vin poeas palabras, la maquina no sélo posee Ja virtud «eco- Wiis de hacer el trabajo mas productivo, sino que sobre --y el mérito de Ure es decirlo explicitamente— puede ser vnmento de «regularizacién» y sometimiento de los trabaja- ™. Y en estos liempos, en que cl nuevo orden industrial y Tinlil sélo progresa alterando el equilibrio de varios dece- . la instibordinacion y la indisciplina del obrero siguen sien- el gran problema. De ahi la amplitud y la fuerza de Ja pre- Nida «bolganza» obrera. Desde su nacimiento, el rechazo ro de Ja Fabrica capitalista («prision atenuada», diee Marx) expresa en su movilidad. Al que no tenga ningun oficio que Pst a cubierto, le queda al menos el campo y¥ el ciclo de los jos ugricolas, La huida a los centros imdustriales donde el Ipilal no ha impuesto todavia su iey de bronce. Desde luego, ta ‘uina puede obligarle, pero al obrero adulte le quedan toda- fiuntos de resistencia De thé esa preferencia de los fabricantes por los nifios, en anedida cn que, como declara Ure iso Noy dia, en que el sistema est& organizado en toda su per ) cin, resulia casi imposible encontrar, entre los obreros que hah Smale fa epoca de la pubeliad, ausiliares dtiles para el sistema mimaticn 3, W ire, op, cit, p. 23. 18 Benjamin Coriat La entrada de nifios de «ojos vivos» y «manos Agiles» (p. 23) puede constituir ana segunda linea de ataque. Complementaria de la primera, pues la maquina permite ampliamente esta bico ca: el consumo productivo de los nifios, rompiendo una linea débil de la resistencia obrera. Aun a riesgo de desagradar, hay que extenderse aquf, entrar en detalles, ya que, tras la figura de la mdquina, se perfila, du- rante algunos decenios, la del nifio, y esta en juego su entrada en la escena publica. Mas atin: las leyes sobre el trabajo de los nifios constituyen sin duda, en Occidente, una de las primeras politicas burguesas sistemdticas de administracién de la fuerza de trabajo obrera™. Una de las primeras brechas que ei Estado y el legislador abren en un bosque de intereses particulares para expresar una racionalidad nueva. En el discurso de los fabricantes, se invoca ante todo el con sumo productivo del nifio como una «necesidad técnica: la finura de sus dedos, la pequefiez de su estatura y de sus miembros ha- cen de ellos los umicos aptos para efectuar cierlos trabajos. éQuién podria deslizarse bajo el telar con la misma agilidad para amidar un hilo roto o ajustar una lanzadera que falla? La simple razon lo exige: «... Los delicados y flexibles dedos de los nifios son mds convenientes que los de los hombres para efectuar el anudado de los hilos, tarea qtie se les encomienda especialmente» *. De modo mas general, dan muestra «... de una flexibilidad del cuerpo para colocarse en cualquier parte del telar de la que seria incapaz un adulto”», Aqui se afirma una cierta «economia», No sélo pecuniaria —a los nifios se les paga tres 0 cuatro veces menos que a sus parientes adultos— sino también economia de energia producti- va, de cuerpos trabajavdo. El sefior Sanderson, fabricante de acevo, laminades y forja, lo precisa: 4 Sobre este punto, véase el andlisis de la ley de 1841 reglamentando el trabajo de les nifies hecho por S, Domiailler y S. Vermeren en su notable articulg «De |’hospice a la manufacture — le travail des enfants aur XIX" sitcles, en Les Révoltes Logiques, nim. 3, oteko de 1976, pp. 7-29. % Decimos bien una de las aprimeras politicas sistematicas de admi- nistracién de la fuerza de trabajo obreras: esta merece una explicacion. Sin duda, mucho antes, han tenido que arbitrarse conjuntos coherentes de reglamentos y de practicas: citemos solamente las leyes sobre en Jas leyes sobre los pobres. 2 ar, 124705, referido por S. Douiller y P, Vermeren, art. cir, p. 16. 2 Id. ha manufactura y et oficio 19 trabajo de los muchachos es de un tipo para el cual la fuerza fitos es en general enteramente suficiente y en consecueneia no Wiweria de la mayor fuerza de los hombres ninguna ganancia que njenisata ta pérdida.,, %, PoiWiene sefalar desde ahora esta economia singular —del PieFpe en el trabajo— aqui todavia en estado de balbuceo en el Mlsirso de los fabricantes. La historia le dara una continua. son Sin embargo, las verdaderas razones de esta preferencia de inaiulactureros por los nifios sdlo salen ala luz mas que en ticitudes formuladas a las autoridades locales —desde Wiitles del siglo xvtii— para que les entreguen «huérfanos» y hantlonados» de los hospicios ®. Estas razones se resumen en “Win consigna; contra el peligro que supone para la manufactura “Wy sholganza> de los obreros adultos, asegurar la continuidad *u uprovisionamiento en fuerza de trabajo «docil». Aunque » algunas «trayesuras» en el taller, el nifio —sobre todo si i «preparado» por la disciplina y el reglamento del hospicio— pGrcionara esa fuerza viva de trabajo dgil y décil que la wiclura necesita. Sobre todo, a diferencia de sus parientes ins, puede ser retenido en el recinto de la manufactura de ‘iy permanente, sin temor a que jos ritmos de las temporadas, | rabsijo en el campo o el Ilamamiento a filas vengan a dejar taller vacio de hrazos VI nino asegura asi la continuidad del flujo industrial entre | rittne de las estacienes, En la industria naciente, es elemento permatencia y garantia de continuidad. Lo que de regulari- | y «lisciplina» no puede obtenerse del obrero adulto, puede enerse del nifio. Ure lo notaba ya: en el téelar, anudando los _ st agita un «vivero de obreros habiles». Porque, décil en Fl trubajo, el nifto lo sera mas todavia en el aprendizaje. Resu- ilo, se espera obtener de los nifios los obreros necesarios, jilos con la manufactura, al ritmo de las Janzaderas, el nifio eonvierte, como dicen Douailler y Vermeren, en «e¢ducador 1 Bbrero», (lildren’s éiplayment commission, TV Report, 4865, citado por Marx ital, op. cit. libro 1, vol, t, pp. 315-316]. sisisten en Forlaine Guéraud, canton de Port Saint-Pierre, departa- We de Eure, talleres que se encuentran inactivos por falia de los bra- “Weesarios para los trabajos (..); la apertura de la campaiia, que atrae Wi gran Ndmero de individuos que travajan en mis talleres, hace This apremiante cl envio de esa pequeha colonia», scribe al mi- uit fat ciudadano Guéroult para que le manden cincuenta chicas hy lhospicios de Paris, «esa pequefa coloniar. Referido pur S. Douailler Vermeren, op. cit. p. 9. 20 Benjamin Coriat De ahi que pueda pensarse como proyecto —si no como rea- tidad, ya que todavia durante mucho tiempo seguira siendo letra muerta— la ley de i841; al limitar el nimero de horas producti- vas exigibles al nifio, hace obligatoria —y condicién de entrada en la manufactura—~ la asistencia a la escuela. Intenta afirmarse una politica que prepare —oponiéndose i ¢s preciso a los manufactureros mas dvidos— una gencracién niicva: cuerpos protegidos de un desgaste demasiado precoz, cabezas pacientemente sometidas a las cifras y las letras en el recinto de los muros de la clase... 3. Sin embargo, ni 1a méquina ni el trabajo de las mujeres y los niflos podran suplirlo todo, Y el «oficior sigue siendo un paso obligado para muchas obras. Fl sistema de sdestajo» o ajuste a tanto alzado fue, antes de Taylor, una de las fuerzas mas eficaces utilizadas pot los fabricantes Para tratar de cir- cunscribir el oficio. ¢De qué se trata? Una définicién de la Ofi- cina del Trabajo precisa las cosas: Un destajista es un subcontratista de mano de obra que, con las maierias primas y la maquinaria proporcionadas por los patrones, hace ejecutar unos trabajos a él confiados, ya sea cn el taller o en la obra del patron, ya sea en su propio domicilio, con la ayuda de obreres contratades y pagados por él por dia y por pieza sin inter venciou del patron, Dicho de otro modo, nuestro «destajistax, definido como «sub- contratista» de mano de obra, se parece mucho al obrero de off: civ. Con la diferencia de que aqui las cosas se hacen a !o grande. No sdlo le asisten los «ayudantes» y los «aprendices», como es costumbre: ¢] destajista leva tas cosas mucho mas lejos. Erigido en organizador del trabajo y contratista de mano de obra, ad- ministra por cuenta del empregario que lo emplea todas las cues- tiones relativas a la mano de obra: cotitratavién, pago, organi- zacién del trabajo y vigilancia. «La empresa» no existe entonces mas que en forma dividi secciones enteras de fabricavién, perfectamente autonomizadas y separadas, son confiadas a la actividad del destajista. © «Note de !’Olfice du Travail sur le marchandage», Pais, Imprimerie Nationale, 1898. En los Rstados Unidos se desatrolla la misma prdetica bajo el nombre de esub-vontractingssystem» (sistenia de subcontrate) Consiste en delegar en un obrero de oficio todos Jos podeyes relativos a la vharcha de ta fabrieaciéa (contraiacién, salario, vigilancie, etc.) La manufactura y el oficio 21 Es preciso interrogatse sobre esta «formas singular, pues, al meditar sobre ella, se ve claramente qne las «funciones» cedidas al destajista son precisamente las que, afios despneés, defendera con mayor celo el capitalista como prerrogativas exclrisivas. He aqui Ja solucién de la paradoja: el destajista como hombre de oficio... esta en condiciones de eumiplir con nias eficacia que el patron ordinario Tas dos funciones esenciales de las que descarga a éste: la del reclutarmiento y la de la organizacidn y vigilancia del trabajo. Resumiendo, a falta de poder qnebrantarlo o eliminario, se trata de utilizar el oficio contra si misrmo empleando a un hombre de oficio para vigilar y controlar cl] trabajo de los demas. De ahi la oposicién, a menudo muy enérgica, de los obreros ak sistema de destajos, pnes resulta evidenle para ellos que con «el desta- jista une no puede relajarse en el trabajo» como podria hacerlo con mn patrén sittiado detnasiado alto o demasiado lejos (id., pae gina 43), el cual no puede, como hace él destajista, organizar el Irabajo segiin los métodos mds racionales y controlar su eje- cucion, J. Allais, tedrico apologético del destajo, pone el dedo en la aga cuando apunta que lo que buscan jos obreros que piden la supresidn del sistema de destajos —los destajistas son pronto exchuidos de la c . llevar al contratista principal al mercado del trabajo y, abusando de su ignorancia de los hombres, obtigarle a tomar y contratar hombres de todas clases, es hacer imposible la seleccién ®. E] destajista evita todos estos «riesgos» al contratista por su «conocimiento de los hombres» y del oficio y porque, ai traba- jar con un «presupucsto» —«nota» en que el destajista consig- na sits gastos— debe «contencr» los costos, ya que cs personal- mente responsable de todo rebasamiento dei presupuesto pre- visto. Teoricamente prohibido por una ley de 1848, el destajo se conservard y desarrollaraé en la practica: a nivel de la divisida del trabajo y la organizucién de la produccién, constituye un método demasiado eficaz de control y sujecién de las fuerzas de trabajo. 3B. Motter, Systéme de salaire et idéologies patrondles, enrs, 1966, p. 8. 2 Citado por Motrez, ap. cit, p. 43. 22 Benjamin Coriat No se agotar4 hasta mucho mas tarde, cuando el desarrollo de las escalas y los mercados permitan a la gran industria y a la produccién en serje sentar su hegemonia sobre una base esta- ble. Entonces se verA que su forma deteriorada de «sweeting- system» —sistema del sudor— es una base demasiado reducida y fragil para la acumulacién del capital. A comienzos del siglo, en los albores de las grandes racionall- zaciones del proceso de trabajo, no hay atin nada decidido en la gran lucha entablada entre capital y trabajo. Por doquier las estrategias de sujecién avanzan, retroceden sobre si mismias, re- curren al hospicio, a la carcel y al ejército®. Pero la forma especifica bajo la que la disciplina va a afirmarse y a llevar consigo un desarrollo sin par de la acumulacién det capital sigue todavia gestandose. La composicién «técnica» de la clase obrera dicta su expresién «politica», determina sus formas de resisten- cia, y el obrero def montén —no especializado, expropiado del cainpo pero dispuesto a volver a encontrar de huevo en él, con la siega o la recoleccién, sus gestos tradicionales— no oponé finalmente menos resistencia a la intensificacién del trabajo que el obrero greimial, refugiado en su oficio y defensor vigilante y orgulloso de sus «sccretose. La produccién capitalista —sacudida periddicamente por vio- lentas crisis— no se reproduce mas que por la brutalidad del consumo del trabajo juvenil, por la violencia de la maquina y también, por cl hambre, que obliga a los proletarios que ya no tienen otra cosa a vender «sus brazoss, como suele decirse. Este capitalismo de negocios, mezguino y Avido, sigue toda- via, entve insurrecciones y luchas obreras, en busca de su fuerza de iniciativa, Habra que esperar a Taylor y el «scientific mana- genient» para franquear las etapas decisivas. 43 Sobre el tema de la elaboracién progresiva de la disciplina de f4 brica, los elementos contenides ya en Les ouvriers en gréve 1870-1891, dz M, Perrot, han sido deserrolados recientemente por el mismo autor en Liinspecteur Bentham, nota final a Le panoptique, de J. Bentham, J. P. Beland, 1977, y en «Mélanges offerts a Jean Majtron», mimero especial de la revista Le Mouvement Social. Seialemos también un reciente articule de J. P. Gaudemar, «Préliminaires pour une géndéalogle des formes de disciplines dans le procés de travail», que estd dedicado a una reflexién sistematica sobre este tema, 2. LA NORMA Y EL CRONOMETRO El cerebro del patrén se encuentra bajo la gorra del obrero’ MONTGOMERY. Lo que diferencia a Taylor de sus predecesores, en lo que indis- cutiblemente rompe con las practicas anteriores, es cl hecho de haber constituido ai oficio mismo en blanco de ataque, en obs- taculo a salvar. No busca el medio de seslayario como hace la maquina, de sestiilarlo», como se pretende mediante sistemas salariales cada vez mas sofisticados, ni de dirigirlo contra st mismo, como hace el sistema de destajos, sino el medio de des- truirto como tal. Con ello, Taylor procede a un cambio radical de terreno, cuyo resultado histérico sera la concepeién de un tipo de proceso de trabajo que permitira cl despegue de la producciém en masa. I. EL PROPOSITO DEL «SCIENTIFIC MANAGEMENT»: ACABAR CON EL «OPICIO» PARA ACABAR CON EL CONTROL OLRERO DE LOS TIEMPOS DE PRODUCCION En el fondo del andlisis tayloriano hay un doble descubrimicnto, una doble certez: 1, Lo que determina la eficacia del oficio come modo de re- ‘stencia a la intensificacién del trabajo es esta simple evidencia: e] conocimiento y el control de los modos operatorios industria- les son en principio propiedad exclusiva, monopolio de la clase obrera, Monopolio ciertamente «; «agrupacién de las ma- quinas por tipo de eperacidns) en el seno del taller. Para dar una vision completa, hay que afiadir que la idea de una agrupacion de maquinas por «operaciones» encierra otra que sera plenamen- te desatrollada por Ford: la puesta a punto de mdquinas espe- ciatizadas en una sola operacién Aqui tendra lugar ¢l paso de la «maquina universal» (que sdlo puede manejar un obrero que Pposea tna gama variada de modos operatorios) a la «maquina especializaday (que lo més a menudo no requerir mas que manos de obreros especializados), Del mecanizado al montaje se suceden los «perfeccionamien- tos»: transpottadores de cinta y de cadena, griias de puente y maquinas especializadas tanzadas cada una a su propia carrera, toda la infracstructura del suelo va acomipafiada de una red aérea que asegura Ja circulacién mecdnica de las piezas de los organos a montar a to largo de una linea de produccién o de una linea a otra; as herramientas manuales estan colgadas en- cima de los puestos de trabajo. Ha nacido la fabrica «raciona- lizada>. Como se recordara, Navel exponta e] resullado de una forma impresionante: Todo el espacio, del suclo a la techumbre de Ja nave, estaba roto, cortado, surcado por el movimiento de tas maquinas. Gritas de puente corrian por encima de los bancos. En el suelo, unas carretillas cléctricas se esforzaban por circular. Ya no habia sitio para ef humo. En el fondo de la nave, unas prensas colosales cortaban travesafios, capés y aletas, con un ruido parecidy al de explosiones. Entretanto, ei metrallazo de los martillos autométicos de la caldereria se im ponia al estrépito de las mAquinas*, 7 Ibid * Por supuesto esto acarrearé muchas modificaciones en la composicion técnica del capital invertido y también, por consiguiente, en su compos) clon de valor 9 orgénica, * Esta presentacién corresponde a itna visién obrera de la configuracton del nuevo taller: la de Navel en Travaux, op. cit. Comparémosla con [a dada por el propio Ford: «No hay en fos talleres uma sola pieza: que no esté eh movimiento, Unas, suspendidas en el aire por ganchos de cadenas que se dirigen al montaje en cl orden exacto que les ha sido asignado. Otras, se destizan sobre una plataforma iévil; otra, por su propio peso; Bia cadena» 43 ira los trabajadores, la linea de montaje significa confusion, , desorden: liga suplemeniari J tiempo que se ganaba y se perdia esperando la mucla, la tala yolora o la gria de puenic. Estos fallos ch la organizacion de una Whyiex gue pasaba por funcionar a la americana para nosotros Pbponian fatiga ©, Tero este desorden es séio superficial. O quizd no es mas que 7) apariencia necesaria en que se expresan las nuevas leyes ily bronce del capital, ya que tambien Tih como en las peliculas donde las imagenes se suceden a una Velocidad sorprendente (...). Se Megaba a una velocidad de gestos Shatnbrosa |, ‘Velocidad sorprendentes, «velocidad de gestos asombrosa; ui Jhpbiera el prodigioso escritor que es Navel se libra de esta blubra para deseribir el trabajo del nuevo taller: la eveloci- Inil» se repite en cada frase Y finalmente, abf reside Ja terrible efivacia del ‘ues, al inatigurar el despotismo tranquilo y absoluto de los Jempos y los movimienios, va atin mas lejos que ef taylorismo ¥. desde el punto de vista ceondmico, contribuye de manera Propia y especifica a acelerar las mutaciones en curso. fordismo, |}) NUEVAS NORMAS DE PRODUCTIVIDAD ¥ DE PRODUCCION *¥ord Ja hizo. Hizo una brecha en Ja produccién en masa de jitoméviles» %, Esta exclamacidn, cn la que Beynon —poco sos- Jiechoso sin embargo de benevolencia— deja trastucir una es. fevic de fascinacién, resume cl significado histérico del fordis- iyo. Pues es abi precisamente, considlerando las cosas desde el pinto de vista de la economia en su conjunte, donde reside la ‘Piro cl principio general es que nada es Tevado ni acarreade on el taller Weare de las piezas. Los materiales se transparian en vagonetas o Fetisol Thus accionados por chasis Ford lisos, que son Io suficientomente mévites ¥ lipides como para circular en caso de pecesidad por tacos les pasos, Miomin obroro tiene minea que Wansportar ni jevantay nada, siendo todas Jas operaciones objeto de un servicio distin, el servicio de transpor- Hess H. Ford, Ma vie, mon oeuvre, Payot, p. 8. W Navel, op, cit, p. IIL Wid. p. 1 oH. Beynori, Working for Ford, Penguin Books, 1973, p. 17, “4 Benjamin Coriat especificidad del fordismo: en haber asegurado el paso a la produccién en serie y haber abierto con ello una «brecha» para la produceién en masa, ¥, entendamonos bien, no solamente del automdévil; pucs si el automdvil, producto complejo por exce- lencia, puede fabricarse en serie, lo mismo pasara con cantidad de productos mas simples. Para dejar las cosas claras y siguiendo un método rigurosa- mente andlogo al utilizado para describir las mutaciones introdu- cidas por el taylorismo, diremos brevemente quc el fordismo asegura la aparicién y la hegemonfa de nuevas normas de pro- ductividad y de produecidn. Il], NUEVAS NORMAS DE PRODUCTIVEDAD Por «iuevas normas de productividad» intentamos designar los «progresos» que asegura la linea de montaje en lo que concierne a las téenicas de extorsidn del plustrabajo. Ford es aqui cicrtamenite heredero y tributarto del «scientific management» —de su protocolo central: cl Tinze and motion siudy—, pero Ja instauracién de la linea de montaje Heva las cosas a unos grados cualitativamente nuevos. 1. Ante todo gracias al «transportadors, por dos razones. Por un lado, y ahi esta el principio de su «economia» general, el transportador permite suprimir gran parte de la mano de obra de mantenimiento ¥. Por otra, permite reintegrar al taller parte de ese tiempo suprimido en forma de tiempo de trabajo pro- ductivo, y ello a una «velocidad regulada» de manera autoritaria. En resumen, ef tramsportadar elimina los «fiempos muertos» dei taller y los convierie en temtpo de trabajo productive. «Aadar no es una actividad remuneradoras, gustaba de repetir Ford. Contrapartida de la elirninacién de los desplazamicntos en el laller y la fabrica, log «tiempos muertos» en él trabajo, «po- ros» por los gue «respira» el trabajador, son reducidos al mAé- ximo. El resultado de esto es una brutal prolongacién de la duracion efectiva de la jornada de trabajo. 2. Después, la Iimea de montaje Meva hasta sus Himites la parcelacion de] trabajo. Con Taylor, el obrero sometido al Time a As{, en el Bulletin des usines Renault, ntim. 6, se expone: «Al prin- cipio, les transportadores sdélo fueron inslalados en aras de la economia para reducir ef numero de peones» (p. 2). stat cadena» 45 ‘ud motion study sigue siendo a menudo un afirst-clas man» (ulivero de primera categoria), debidamente seleccionado y «cn- Fienado», ya que lo escncial consiste en la separacion de los \iubajos de concepeion y ejecucion, Ford desarrolla a Taylor y, # difcroncia de él, asegura la «subdivision» del propio trabajo ‘le ejecucién, ia parcelacién. $i, como dice Emery, Ja maxima Yeltija que puede sacarse de Ja division del trabajo se confunde fiji con la maxima divisién del trabajo, ello se debe a la par- Wistar composicidn de la clase obrera. ¥ Ford, entusiasta de- jensor del «open shop», tiene una conciencia tan clara de este Iweho que saca de dl una proposicién general referente a la fuerza de trabajo: f\ulo el mundo trata de suprimir la necesidad de la destreza cn jtos los empleos de Ja mano de obra ™. Vl to consepuird hasta tal punto que, en 1926, los «tiempos de faiwaciény para las diversas categorias de obreros de Ford Son Jos siguientes *: Tiempo de formacicén Total Total parciat Mouos de 1 dia 43% De { dia a 1 semana 36% 79% be 1 semana a ] mes 6% a5 % be 1 mes a 1 afio 14% 99 % De 1 alto a 6 aiios {1% 100 % Yn realidad, tal «reduccién» del trabajo complejo sélo_pudo hahienerse gracias a wn desarrollo sin precedentes del maquinis fio, La tan buscada parcelacion sdlo pudo resultar de un gk yantesco trabajo de andlisis de una especializacion cada vez mas 4! Un ejemplo escogido entre los mil que da el mismo Pard: «En Ie Inniieién, por ejemplo, donde antes se hacfa [odo el trabajo a mano y Hance habia obreros especializados, no hay ya, desde la racionalizacion, iy que un 5% de modeladores y fundidores realmente 'especializatos’. iL 95% sestante son ebreros ‘especializacos’ en wna sola operacién que di individuo més estipido puede estar cn wendiciones de cjecutar en dos dias. E) monfaje se hace enteramente a miquina..», Ma vie, mon euvre. © Phere: Hirsce, Aspects sociaux de ta rationalisation, [931 citado por F. Courtel, LOrganisation rationnelle du travail. Doctorado de tercer bielo, Université de Paris vars, 1974 46 Benjamin Coriat avanzada del maquinismo. Lo que acarreard transformaciones en la composicién organica del capital invertido 3. Por tiltimo, la organizacién del trabajo en «lineas» —in- cluso el inecanizado y alli donde el transportador no puede cumplir su plena funcién de « son dos especificaciones complementarias, expresando. ta xXpresa la otra en el orden . Lo importante es sefialar que, para asegurar el ries prolongadias, la dificuitad no consiste en el aspecto cuantitativo de ta «produccién en series. Aplicanéo ciertos prin- cipios de produccion, se pueden producir cen serie» los diferen- tes ciementos que componen un producto dado. Los problemas nacen cuando se trata de montar ¥ articular unos elementos to- mados «al azar» entre las series disponibles. Para que sea posi ble el «montaje» hace falta que Jos elementos tomados «al azar» sean rigurosamente idénticos e intercambiables, De ahi el as- Ppecto «cualitativo» indicado. Ya que la westandarizacién» del Producto ® supone wn considerable trabajo previo de seleccién y uniformacién de los modos operatorios, las herramientas, los materiales y las figuras elementales que entran en la formacion de cualquier productormercancia. Bsta actividad, lamada de snormalizacién», es definida asi, al acabar la guerra, por J. Che- valier *: puede decir que fo La normalizacion es la def sustituir a Jos elementos disp inicién de tipes uni cados gue deben ares creados aj azar de las fabricaviones 2° Con Taylor habia comenzado un importante movimiento de mn datizacion, pero atm no afectaba en lo esencial mas que a la maquinatia: sobie este Punto, of. Science, technique ef capital, op cite pp. 121-133 wd Chevalter, LOrganisation du travail, Paris, jammearion, 1946. J, Chevalier ¢s, al acabar la guerra, uno de los pioneros en toda Jo referente a la sistematizacion de les emétades americanos» de produccign y su introduccién en Francia, 49 shu cadena» Te forma mas precisa, hoy dia se admite que la «normalizacion> Wyiste tres aspectlos * . = la especificacion de las normas de calidad o Ee eS 1s del capital circul ane Iiien de montaje trae consizo un doble progreso, Cues efee s sy neumulan, Si estos datos referentes & las condiciones de a Thavidn de los valores de cambio se relacionan con ae a r las mutaciones en Ja produccién de valores de uso (estand Be Micon y fabricacion on sexe}, el contenido de las nuevas ne = fir produecidn pucde ser definido con precisién, Se eam imo nuevas normas de produccion la produceidn en serie Wervatetas escandavizadas cuyo ee en términos de tiempo q ajo necesario ha sido rebajado. ; * ea misma eficacia, estas «normas» van a extenderse a “odas las ramas, alterando las condiciones de la produccion ie iercancias. Pues el taller va a Nenarse de ahora ea ) en la necesidad de mantener Hlertos equilibrios si se queria prescrvar a la inciplente pro- aluccién en masa: ' Vator de uso comtparable: puede tratarse de la misma mercancia Froducida segtin métodos scientificos» 0 no, o de‘una mercancia nueva alle sustituya a la antigua, pero cuyo valor de uso es comparable (el vapor Jn electricidad como fuerzas motrices, el automdvil y cl coche de caba- fis, Ia hoz y la segactora mecdnica...) De ordinario se hace kitncapié en el aspecto finenciero de la crisis (ef, los recientes trabajos de Galbraith, Néré). Aquf se destaca adrede Waio aspecto de las cosas. 92 Benjamin Coriat - Nuestro propie éxito depende en parte de los salarios que pague- mos. Si repartimos mucho dinero, ese dinero se gasia..., de abi que... esta prosperidad se traduce cn un aumento de la demanda {de nuestros automéviles). Em su entusiasmo, llegaba incluso a replicar a las tesis mal thusianas, muy en boga entonces en el mundo de los negocios: éPor qué, entonees, todos esos discursos sobre la disminucién de la mano de obra y los beneficios que sacaria el pais de la reduccién de los salarios? Su resultado no es otro que la rediiceion del poder eae de los asalariades y e] estrechamiento del mercado in: eTlor 4, Recordemos que, para aumentar el «mercado interiors, Ford preconizaba disiribuir «salarios altos» De hecho, el «salario alto» (inclu cuando es Jlevado a la practica, lo que sigue siendo eacepcional) no conseguira industria, al alte: rar el modo de consumo y de reproduccién de ta clase ebrera, al suscitar mediante el crédito y el consumo forzoso unos pro- esos en cadena de «seudo-validacién» * de las mercancias, la s6lo virtual ‘ 5 Podriaimos seguir por este camino apuniando que fos periodes de teestruciuracién industrial activa son también los que ven desarrollarse importantes refundiciones del sistema bancario, de los modos de finan- ciacién y préstamo, de «liberalizaciény activa del crédito, Lu «orrelaciony lescle las «nacionalizaciones» ce 1945 a las refundiciones del sistema ban- tarie (relaciones entre ebancos de negocios» y de «depésitas de las leves Debré a principios de ta déeada de 1960) ex comprobable paso a paso. Sobre el mecanismo de la mecexaria «validacténs social del trabajo apbivades contenido en la mercancin y sobre la definicion de este mecants mo como constintivo de la pesthilidad (formal) de ia ¢risis, me he basado i: Marx, eles crises, en Oeuvres, La Pléiade, tomo 2, pp. 459.49) [Crisis lobscrvacioncs v introduecién)», en Obras escogidas, toro $, Teorlas sobre od racionalizacién del trabajo, al nivel ¥ en ta escala en que se ha Practicado, prepara el terreno de vulnerabilidad en el que unos hechos determinados van a provocar la ruptura brutal y en cascadas ininterrumpidas de Jos «grandes equilibrios» de a economia capitalista, Mas alla de esto, como «trabajo negativo», y en la medida en qne exige y hace posible, a través de quiebras y reestructuracio- hes, cierto reajuste en Jas relaciones de valor, la crisis debe ser considerada como parte integrante y constitutiva del proceso de acumulacién del capital nuevo que se ha abierio paso. Y conviene iuterpretar en este contexto este hecho notable de la década de 1930: la entrada en vigor y como tal del Estado a tra- vés del New Deal, en una tentativa repetida, extendida a lo largo de casi un decenio, de asegurar una «regulacién» de los nuevos equilibrios y de las muevas relaciones de clase. Abarcando con una mirada el miserable estado de la econo. mia, la angustia y también la violencia obrera y popular, Roose. velt expresara muy bien el nuevo sentimiento que invade los corazones. En un discurso que se ha hecho famoso de su campafia de 1932, exclama: Nuestro conjunto industrial esta ya edificado. Nuestra ultima from tera ha sido desde hace tiempo iraspasada, y ya no hay prcticas mente tierras Virgenes... Ya no queda una vatvula de seguridad eu forma de un Lejano Oeste al que puedan acudir para empezar de Tuevo todos aquellos a los que las maquinas econémicas venidas del Este hayan privado de su empleo...?. {co plusvatia, pp. 422-4561, y en el comentario de este texto por Suzanne de Brunboff y Jean Cartelier, «Une analyse marxiste de Vinflations, Chroni- ques Sociales de France, num. 4, 1974. En el texto citado, Marx inscribe la posibilided formal de la crisis en Ja naturaleza misma de la. mercancia y de la circulacién inercantil {M-D-M’) Precisando su caracter contradictorio: Fghot un lado, el ciclo M-D-M’ es un proceso indisociable, ya que la mercancia no puede ser valor de uso més que tras una transfornmaciéa €n su contrario, el dinero; — por otro lado, se trata de un proceso en dos mornentos Separados Ja compra y Ja venta son «libres» la una de Ja otra, lo cual se dene a una propiedad particular del dinero como equivaiente general; permite ealma: cenar en M-D 0 avanzar hacia D-M’. La crisis es entonces la manifesta- cidn de esta unidad en la separacion de sus miomentos: ia raptara M-D/M’ significa la no validacién de los trabajos privados. En el articulo citada, Brunhoff y J. Cartelier desarrollau este esquema de interpretacion al introducir el papel del dinero érediticio. 7 Citado por M, Einaudi, Roosevelt éf ta révolution de New Deai, Ar. mand Colin, 1961, p. 75. Benjamin Coriat 3 ‘Lis «tiempos modernos» 9 J Gliima Frontera! La imagen es impresionante. En esos Rou. ies, en ese limite, ya no hay salida, proseguira Roosevelt. en Helante habra que volverse hacia uno mismo. Bebe la quic- ti del capitalismo «salvaje», el de Ford y Morgan, va 4 erigirse n adelante omnipresente ef Estada, . . Pues es asf como hay que comprender [a irrupcidén del Es- Indu: como fuerza ultima qne sobreviene en la coyuntura de arr Wwodos de acumulacién del capital, para tratar de realizar por uitios «forzosos» el ajuste de los nuevos «equilibrios» ae Miucidos por la produceién en masa. Y esto mieniras la clase ‘brera, cuya fuerza se habia conseguido quebrantar, encuentra # reencuentra con ocasién de la crisis un terreno de unidad y Fecomposicién: a favor del empleo, el salario y Ja renta, en en Win de Ja racionalizacidn y las bruscas reestructuraciones que la seompafian. Vi. KEYNES: EL NEW DEAL Y HL «ESTADO-PLAN®: LA RESPUESTA CAPI- TAMISTA A LA CRISTS Tn efecto, a partir de esta nueva eficacia de la resistencia obre- que actia sobre una estructura productiva también She finy que comprender e interpretar el gigantesco tren de es mas sociales» * que marca la entrada del Estado en una gestién enteramente nueva de las fuerzas de trabajo y del proceso de acumiulacion, y mas precisamente de la relacidn entre fuerzas He trabajo y acumetacion det capital. En ese terreno fundamental va a constituirse la «politica econémica» keynesiana. aes que cl keynesianismo debe ser relacionado directamente con “ mecanismo en gestacién de la produccién en masa y, al menos, eon dos de sus ensefianzas esenciales. La ley de la oferta y la demanda, los sindicatos y el equilibrio Desde sus primeros eseritos —en caliente, durante la crisis— = encuentra en Keynes, cosa dipna de ser sefialada, esa misma pre- ecupacién que inquietaba a Ford: mantener el poder Sci qustityn distribuir salario y renta, pucs tnica y exclusivamente ahi esti la condicién del mantenimiento de un aito nivel de consumo i isi " » y del significado 8 Para la crovologia y él andlisis de estas wreformas» y del sien que revisten, tanto Tespecto al desarrollo de Jas lichas obreras conto at del nuevo orden econdmico cuya instauracién se procura, véase la notal obra de Piven y Cloward, Regulationg the poor, op. cit. 96 Benjamiit Coriat y la esalidas de ia crisis, Desde 1930-31 esta presente todo o casi todo lo que se conservard del Keynesianismo en materi di «politica evondinicay vy de recomendaciones Practicas. Bajo of muy signilicativy titule de «Aherrar o fastarn, Keynes cnuncia: «Hay mucha gente hoy (..) que se imagina que ahorrar mas de lo acestumbrady es fo mejor que se puede hacer (...) para mejorar Ja sittacion general... Pero si ya hay disponible un Unportante excedente de parados... la unica consecuencia d hecho de ahorrar seré atiadir a guient aquel que guede en paro de esta manera 6 por cualquier otra razOn vera menguar su poder adquisitivo y provocard a su vex ai paro aumentado entre los trabajadores que hayan producido lo que él ya no tiene medios para comprar. Y asi la situacion no dejara de empeorar en un circulo vicioso»", La smoralcja» subyacente, explicada por Keynes, es que «todo lo que dificutla los procesos de produccién dificults también los procesos de consumo de manera infalibles " Por eso, «es imposible dar trabajo a los parados manteniéndose en ta reserva, Todo lo contrario, la actividad de cualquier naturaleza es e! tmico medio de poner de nuevo en marcha los engranajes del progreso eco. nomico y la riqueza "> Esto llevara a Keynes a oponerse radicalinente en 1931 al brutal programa elaborado por la «Comision Economica» del Gobierno briténico, tendente a «introducir la deflacién haciendo gue la reduccién de los precios internacionales repereuta en los sucldos y salaries de Gran Bretafla»". La aplicaciin de. las conclusiones de la Comision Economica. aliema Keynes, se tra- duciria inmediatamente en «una reduccién del poder adquisilivo de los ciudadanos britanicos, en parte por Ja disminucién de las Fenlas, y en parte por el paro de los trabajadores que todavia Uenen ua puesto de trabajo 8... Mas alla todavia, el efecto seria disminuir los ingresos fiscales a causa ce Ja reduccién de las rentas y de las ganancias ".» Esta politica que domina el informe es para Keynes «una politica digna de la cordura de un asilo de alienados 5» el “J. M. Keynes, Essais sur la moniaie et économie, Payor, Parts, 1971 p. 53. Se trata de wna recopilacion i erencias : crisis. EJ aanitvads es ah de articulos ¥ conferencias sobre ta rd, p. 50 4 id, p. 54 2 Id, p. 58 Hd, p. 58. Bid. p. 60, 8 Id, p. 63. fiw «tiempos modernos» fine combata las tendencias al ahorro) y de iver: tAGhre todo en obras publicas) por parle de las colectivicades Ibeales tes para elias el memento «de dar pruebas de dinamis ties, dice Keynes) i ic excedenle y, por consi- » aumentar el nttmero de parades. Por oira parie, todo uF Y lv que recomienda 6] es una politica vigorasa de cosine ion publica Listas recomendaciones «en caliente» seran seguidas, legado fe! momento de Ja teoria, por las delicadas consttucciones del jal al concepta wusible equilibrio del subempleo, hactendo justi feoclasico de «paro involuntarivs y a la Tamosisima «lev de les Mercados». La formulacion de la categoria de «demanida clecti- vah ¥ gus determinantes (Cunciones de ahotre, de consuino ¥ inversion), disttnguicndy entre bienes de equipo y bienes Ue erfigsumo, representa la forma desarvollada del cdificio. En los manuales de cconomia politica se acostumbra hoy a jeschtar Jas wouaciones keynesianas de manera purramentc lormal (R= C€ 4 1, P= A, etc.) *. Bl itteres de tal presentacion Hi las cosas ex evidente; indica claramenle —a diferencia de las avuaciones marschallianas o walrassianas— aquello con to gue Keynes trataba de romper. Pere ¢! inconveniente también es con ‘ilcrable, Porque es muy de temer que, al no relacionar lay imievas Condiciones del equilibria cor los nuevos mecanismios de Mr produecién y dél consumo en masa, sc pase por alto to que ijtiza haya sido ésencial en la interpretacion de Keynes: haber hAbido registrar y, de una manera caracteristica en él, forimal- var las condiciones de existencia y reproduccién de los meca- nismos de la preduccién en masa. En efecto, recuerde el lector moderno de Keynes que el autor ue la Teoria genera? explicaba ya en 1925 las transformaciones en ta vida econémica mediante esta prasmosa afirmacién Ins ideas que forimaban parte de los tiempos antiguos con respecio a la moneda, cuando se creia que era posible modificar sti valor ¥ Gviac a las leves de la oferta y la demanda el cuidado de los veajus- os, Cuanda los sine fos necesarios, datai de hace cincuenta o cien a digatos eran impotentes....™, Por otra parte, Keynés ya en esa época no se detenfa aqui. Y, despidiéndose asi de la sacrosanta ley dél equillbrio por el jucgo del mereado monetario, daba todavia un paso mas. No contente con afirmar que la «ley» no vale desde que «los sindl eaios son lo bastante poderosos como para intervenir en el jue- A = ahorro. * R= rentas; C-= consuino; I < inversiones de persuasions, Gallimard, le J M. Keynes, «Suis-}e radical?s, 1933, p. 243. 98 Benjamin Coriat go de la oferta y la demanda», continia serialando que «sin de Jar de refunfufar y darse cuenta del peligro que comienzan a suponer os sindicatos, la opinién publica apoya sus reivindica ciones (...) cuando declara que estos Ultimos no deben ser vice timas de unas fuerzas econémicas implacables que ellos mi: mos (subrayado por Keynes) nunca han desencadenado» ". Resumiendo: no sdlo cl fin de la ley de la oferta y la de manda y Ja nueva eficacia de la resistencia obrera van unidos, sino que también es preciso tomar nota de la legitimidad de la reivindicacion obrera. Responder a clla o dejar el sitio a otros Desaparecer. Esa es la segunda vertiente de la «revolucién keynesiana»; d ‘spues de establecer los nuevos fundamentos tedricos del equir Horio mostrar la necesidad politica de una nueva gestion de Ja fuerza de trabajo. rl 2. El Estado y la nueva politica del trabajo Sea cual fuere la novedad que introduce en la determinacién de los pardmetros juzgados pertinentes de? crecimiento y la acumulacion, seria un error considerar tan sélo el keynesianis- mo en su ditnensién puramente «econdmica», Por insligacién de las ideas difundidas por Keynes a través del New Deal —y antes de que la posguerra venga a asentartos definitivarnente— apare- cen en su forma casi acabada estos nuevos principios en la ges tidn de las fuerzas de trabajo que ya persegufan Taylor y Ford, Desde el punto de vista practice, corresponde otra vez a Roosevelt el mérito de haber expresado de la manera mas clara este nuevo contenido de la «politica del trabajo» que el Estado va a asumir: He planteado cinco cuestiones esta tarde a la National Manutac- turers Association. Les he dicho; «Hace mds de veintitrés afios que estoy cn contacto com ustedes, Qne yo sepa, la NMA nunca ha estudiado ni tomado postura sobre la cuestién del salario minimo durante todo este periodo; nunca ha estudiado ni tomado postura sobre Ja reduccién de la duracién excesiva del trabajo durante este periodo; nunca ha estudiado ni tomado postura sobre Ja indemniza- cion de los accidentes de trabajo salvo para oponerse a ella; nunca ha estudiado ni tomado postura sobre ef seguro de paro salvo para Oponerse a él, Bs un baiance de actividades muy sencillo para su asociacion durante estos veintitrés viltimos afios. Corrijanme si he cometido un error. Y me han dicho: «No, lleva usted razén» 7” Keynes, id. “ Einaudi, op. cit, p. 80. Las «tiempos modernos» 99 Salario minimo, duracién del trabajo, accidentes, seguro de puro: come se ve, se trata muy precisa y exactamente de todas lay cuestiones sobre las que el desarrollo (y el porvenir) del lurdismo exigia unas modificaciones de gran amplitud. Tras el tracaso de la NMA, al instaurarse como operador general de la reproduccién del trabajo asalariado, al integrar el tiempo y la prevision, A, Negri dira que el Estado se convierte en «Estado- Flan» ®, Su resorte esencial, la politica del trabajo y ct salario, vii a afirmarse cada vez mas claramente como tendente a un lriple objetivo: — fijacién de un marco juridico-legal consistente en un con- junto de reglas y normas sobre Ja misma relacidn de explotacidn (duracion del trabajo, baras extraordinarias, trabajo de los ni- hos, salario...); en ef fondo, se trata de poner al dia y actualizar esta «lepislacioén de fdbricas que Marx analizaba en la década ile 1860 cuando ya el Estado acudia en ayuda de la «gran in- Wustria» para tratar de sanearla y garantizar su expansion; — instauracion del salario indirecto (asignaciones familiares, enfermedad, jubilacién) para repartir de otro modo tos bene licios concernientes a las condiciones mercantiles y no mercan+ files de reconstitucién de la fuerza de trabajo™, con el fin de asegurar sobre una base duradera la existencia de la mano de bra «barata» que necesita la gran industria; — por ultimo, estructuracién enteramente nueva de la asis- tencia a los parados y accideutados, concebida no ya como un sistema de ayuda a los més necesitados (cosa que eran las «leyes sobre los pobres»), sino como un medio de incorporacién y vontrol de las fuerzas de trabajo coincidente en mantenerlas «en reserva» para la produccién capitalista y el salariado”. 'S A. Negri, La classe onvriére contre PEtat, Galilée, 1978 ® Sobre este punto, S, de Brunhoff, Evat er capital, Pug/Maspéro, 1976. 21 Sin duda, tales dispositivos exigen cierta «exterioridad» del Estado que acttia como aparato(s) situade%s) «por encima». Pero si se pretende aplicar a la relacién Estado/estructuras productivas la dialéctica «inma- nencia/exterioridad> —que Hegel aplicaba al andlisis de le relacién del Fstade con Ja sociedad civil— hay que precisar también que, de los dos pectos de la contradic la inmanencia del Estado y su inmanencia en et proceso de acumulacién es el principal y la «cxteriotidad> el secun dario, Esta precisién tiene cicrta importancia, pues de Ja apreciacién dada a lo gue regula el juego de la contradiccién (sinmanencia»/ecxtetioridad} depende también Ia apreciacién de los «médrgenes» abiertos a unas polt- Jicas aiternativas (de tipo socialdemderata, por ejemplo) en relacidn con tas exigencias del proceso de acumulacion del capital, En otvos términos, aqui se trata de la descripcion del Estado como Estado del Capital, en la definicién de su «autonomia relativa» con relacién a las funciones que 100 Benjamin Coriat La particularidad del Estado-Plan keynesiano no se limita del New Deal la relaci crita por dos novedades: una, de forma, es e? establecimiento de contratos debidamente negoviados que se intenta obtener; vtra, de fondo, es que el contenido del contrato consiste en hacer que Ia elevacidn det nivel del salario dependa del incremento de la «productividady. Bajo ja égida de! Estado, Ja busca sistematica de cierta con tractualizacion de las relactones de clase y de explotacion sobre la base de la relacién sala. io/productividad va a funcionar en lo sucesivo como una poderosa palanca para asewurar la trans. formacion de los antagonismos de clases, latentes o expresados, en «conflictos sociales» dependicntes dei juego somelido a re- gas de la nevociacién entve «interlocutores sociales» *. Ai retor- zar el debate parlamentario —hasta entonces lugar exclusivo de la legitimacton de la ley—, la practica del confrato colective y de los convenios negeciados, cuando se yeneralice, daré una consistencia y una realidad completamente distimias a las prac- ticas capitalistas de Ja gestion de la fuerza de trabajo, Una efi- cacia desmultiplicada, Ei New Deal lleva consigo esta revolucién: el derecho reconocidu a los obreros de negociar colectivainente las condiciones de trabajo y remumeracién a través de ta séptic ma seecion del nrRa®, En Francia, el principio de los «converrios asume de reproduccién de 1a fuerza de trabajo como mercancia, De ali: nuestro desacuerdo con ta ambigiicdad fundamental de la problematica sinmanencia/exterioridads tal como Ja desarrolla §, de Bronholf en Etar ef capital, op. cit. Sobre este punto, vease B. Coriat, «Crise capilaliste et gestion Gtatique des forces de travails, comunicacién’ en et coloquin Stara @ capitalisimo oggi, Universita Libera de Trento, junio de 1977. * Por supuesto, la eficacia de esta politica variaré mucho segun los pafses y sus tradiciones sindicales, Fuerte en tos paises anglosajoncs y tradeunionistas, encontrar dificultades y resistencias en los patse:. donde el sindicalismo esta vitculado a partidos comunistas poderosos. % La seccién. 7 det National Industrial Recovery Act estipula «1. Que [08 asalariados tendrén derecho a organizarse y negocial co- lectivamente con ayuda de represcitamtes de su eleccion, sin que pueda haber trabas © cuacciones por parte de ibs patronus o de sus apenies ex la designacién de esos representantes y en $a organizacion de sindi- cates o de cualquier otra actividad concertada que tenga por fin a tesa: siacién colectiva o Ia uyttda o proteccién mutuas. »2. Que a ningiin trabajador que tenga un trabajo o lo busque se Je podrdt imponer como condicién de empleo ¢! afiliarse a un sindicats de sin embargo, al hecho de tomar a su cat'go la reproduccion de la fuerza de trabajo social, Consiste igualmente en el hecho de acoplar la gestion de la fuerza de trabajo obrera a los ritimos ¥ modatidades de la acumulacidn del capital. En efecto, a partir m capilal/trabajo se encuentra cireuns- Jos stiempos modernos» Wl Mevtivess comienza a abrirse camino con el Frente Popuiar. ia apreciar la envetgadura del hecho basia recortar que el soineno dominante de la década de 1920 sigue siento ta vio- dia antivbrera organizada del «aper-shep nrovenwni» y que, Miwwite La crisis, lox sindicalistas del automavil, al final de sa Wurcha sobre River Rouge (nueva sede de Jas fabricas Ford) m recibidos... a Liros | El nuevo modo de coutrot social que instauran ja seccion 7.* vl contrato colective mezelan y alternan, segun la relacién de Hierzas, compromisos y ataques, pero en cualquier caso trata obtener Ja adhesion y cl asentimiento dé los representantes los obreros @ Jos eimperalivos# de las reestruciuraciones, la Uiipetitividad o la modernization. El Estade-Plan keynesiano y construye asi, entre policia y ivelfare, un nuevo terreno de jitimavidn, la garantia mas firme por lo demas del manteni- Mento del equilibrio y del nivel de la «demanda efeetivas. En la doble funcién que asegura en adelante —gestidn de los Falides equilibrios del proceso de acumulacidn y de la relacion éxplotacion y trabajo ett cl seno del taller—, el Estado-Plan Pvuesiano aparece ante todo como el lipo de Estado cxigido Wir la produccién en masa, como ef Esiado de la producciéit W neesa, Fl cerecimiento» hard el resto. En la posguerra, a través de Iesinucciones y reconstrucciones, la mecanica constituida de lt Brouccién en masa va a desarrollarse plenamente v permitir, # (oral, una refuhdicion casi completa de las lineas de fuerza y slp Jas posiviones en la relaciéu de las ¢ ‘Lobrero loco de Chaplin, pero también la seguridad social el Estado: han nacido los «Tiempos Modernos». «La era de upulencia», la «sociedad posindustrial», diran algunos muy M serio. Hasta la famosa crisis de la década de 1960, que se prolonga Wi la de 1970, Tras la cominocion de 1974-1975, el despertar sera eittat, Y va estin de nuevo en curso grandes manicbras. De la trisis del trabajo industrials a la «revalorizacion del trabajo Jinual» y del «nuevo orden econémico mundial» a la conquista © reconguista de los mercados coloniales en un tereer mundo Hnpresa o el abstencrse de afiliarse a una organivacion sindical de su Hevién, organizarla o avudarla. 3. Que los patronos se ajustarén a los maximos de horas de trabaio, # los minimos de remuneracion y a las dems condiciones de empleo (Probadas © prescritas por él presidente.» 102 Benjamin Cori exangiie rebautizado como «Sur», los reajustes que se efectian ante nuestros ojos anuncian tiempos de grandes nuutaciones. Quedan por aclarar algunos de sus determinantes escnciales. Tal sera el objeto de la segunda parte de este trabajo. Pero le marcha scguida sera la inversa de Ja anterior: no del proces de trabajo a la acwmvlacion del capital, sino de las condiciones: en que se ha reproducido la produccién en masa a la crisis de Ja década de 1960 y a los desafios de las nuevas politicas obré- ras, en gestacién (reestructuracién de los procesos de trabajo y «revaiorizacién del trabajo manual»). Como antes, y aposta, el andlisis queda centrado en la relacién capital/trabajo, la gran industria y la composicién de la fuerza de trabajo obrera. | NORTE Y SUR: EL OBRERO-MASA MULTINACIONAL, HOY He heredado de mis antepasados galos los ojos azul claro, el cerebro estrecho y la torpeza en la lucha. En- cuentro mi indumentaria tan barbara como la suya, pero no me unto manteca en et pelo. Jn posguerra. La Europa occidental, metida bajo el paraguas wnilitar y financiero de América, emprende su reconstruccién. Las grandes innovaciones surgidas de los aparatos militares (el tomo, la electronica), al penctrar en la produccién de mercan- , suscitan, alli donde se introducen en masa, nuevos cambios en los soportes técnicos de la acumulacidn del capital. Naci- fmiento o afirmacién de las industrias de process. fabricas de cemento, productos quimicos y, sobre todo, petréleo. En otras partes, en las industrias «cldsicas», Jamadas de mano de obra, el autémata se mete en la misma cadena de montaje, alli donde el «oficio» todavia no ha podido ser reducido o para desmulti- plicar todavia mas las tasas de productividad del trabajo. Se inician los afios dorados del capital. La produccién capitalista cen masa, cuyos elementos se han constituido progresivamente en América, se asienta y se establece en la vieja Europa, cow la portacién suplementaria, de entrada, de los automatas indus- triales. Parece que el mismo espacio tiene que retroceder. So- Incterse, Bajo cl vector de las multinacionales, el capital se in- ternacionaliza, asienta su acumulacién sobre una base mundial. Morecimiento de mitos sobre el «desarrollo». Para el Norte industrial y capitalista, el Sur parece al alcance de Ja mano, y su «industrializacion», inevitable. ¢Acaso no esta el Sur grave- mente sub-desarrollado? jSingular ironia de la historia! Hela aqui contada por un jornalero calabrés: mientras que en las umiversidades y las comisiones de Estado se debate doctamente sobre los «umbra- les» de inversion requeridos para el «despegue», los de abajo, los jornaleros agricolas, hacen la maleta.

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