Seguridad Socialll
Seguridad Socialll
Seguridad Socialll
N° DE REGISTRO: 215003055
GRUPO: E1
UAGRM-2018
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL
CIUDADANO DE 1789
El grupo social más favorecido en esta Declaración es el Tercer Estado ya que ganó
bastantes privilegios respecto a los que poseía antes, como la posibilidad de
acceder a cargos públicos, más libertades, unos impuestos proporcionales a la
riqueza que posea cada individuo, derecho a la propiedad privada.
La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano marcó el fin del Antiguo
Régimen y el principio de una nueva era, siendo una declaración de derechos
prudente en sus cesiones, realmente la burguesía tan sólo pretendía asegurar sus
intereses (sus propiedades, al acceso al poder político, etc.) y no pretendía extender
más allá de sus beneficios particulares. Su alianza con el pueblo fue más interesada
que solidaria.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), fue adoptada
por la Asamblea Constituyente francesa del 20 al 26 de agosto de 1789, aceptada
por el Rey de Francia el 5 de octubre de 1789.
Los representantes del pueblo francés, que han formado una Asamblea Nacional,
considerando que la ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos
humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los
gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne estos derechos
naturales, imprescriptibles e inalienables; para que, estando esta declaración
continuamente presente en la mente de los miembros de la corporación social,
puedan mostrarse siempre atentos a sus derechos y a sus deberes; para que los
actos de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno, pudiendo ser confrontados
en todo momento para los fines de las instituciones políticas, puedan ser más
respetados, y también para que las aspiraciones futuras de los ciudadanos, al ser
dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan tener siempre a mantener
la Constitución y la felicidad general.
Por estas razones, la Asamblea Nacional, en presencia del Ser Supremo y con la
esperanza de su bendición y favor, reconoce y declara los siguientes sagrados
derechos del hombre y del ciudadano:
I. Los hombres han nacido, y continúan siendo, libres e iguales en cuanto a sus
derechos. Por lo tanto, las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad
pública.
IV. La libertad política consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio
a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros
límites que los necesarios para garantizar a cualquier otro hombre el libre ejercicio
de los mismos derechos; y estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.
V. La ley sólo debe prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que
no está prohibido por la ley no debe ser estorbado. Nadie debe verse obligado a
aquello que la ley no ordena.
VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son evidentemente
necesarias; y nadie debe ser castigado sino en virtud de una ley promulgada con
anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.
IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido convicto. Por lo tanto,
siempre que su detención se haga indispensable, se ha de evitar por la ley cualquier
rigor mayor del indispensable para asegurar su persona.
X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus
ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden
público establecido por la ley.
XI. Puesto que la comunicación sin trabas de los pensamientos y opiniones es uno
de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y
publicar libremente, teniendo en cuenta que es responsable de los abusos de esta
libertad en los casos determinados por la ley.
XII. Siendo necesaria una fuerza pública para dar protección a los derechos del
hombre y del ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y
no para el provecho particular de las personas por quienes está constituida.
XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los demás
gastos del gobierno, una contribución común, ésta debe ser distribuida
equitativamente entre los miembros de la comunidad, de acuerdo con sus
facultades.
XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a emitir
voto libremente para determinar la necesidad de las contribuciones públicas, su
adjudicación y su cuantía, modo de amillaramiento y duración.
XV. Toda comunidad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su
conducta.
XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie deberá ser privado
de él, excepto en los casos de necesidad pública evidente, legalmente comprobada,
y en condiciones de una indemnización previa y justa.