Zanghellini
Zanghellini
Zanghellini
: JORGE
ZANGHELLINI FECHA: 01-04-03 NOTAS: ROCIÓO MAYORGA
PSICOLOGIÓA CLIÓNICA Y CLIÓNICA PSICOANALIÓTICA
Los que dicen hacer psicologíía clíínica soí lo lo hacen desde una referencia teoí rica porque no hay consenso
cientíífico sobre la psicologíía.
1
encuentro real, es ese momento y nada maí s allíí no se ahorra nada, esto es lo que implica estar
frente a un paciente.
CLIÓNICA DE ADÚLTOS TEOÓ RICO NÚÓ MERO 2 PROF.: JORGE ZANGHELLINI FECHA: 08-04-03
NOTAS: ALDANA DÚARTE
RELACIOÓ N DEL PSICOANAÓ LISIS CON LA CIENCIA
Vamos a plantear algunos paraí metros para pensar la clíínica psicoanalíítica. Vamos a empezar
por la cuestioí n del psicoanaí lisis y la ciencia.
Ún determinante importante en nuestra eí poca es el discurso cientíífico, que ha sustituido
como creencia a la creencia de las ideologíías y la religioí n. El posmodernismo se caracteriza por la
entronizacioí n de ciencia como un discurso globalizado. El discurso 1 pasa por la ciencia. Lo que
define a nivel del sujeto la ciencia es el "se debe"; no va por el lado de la moral: no tiene ninguí n sujeto.
La ciencia se desarrolla a partir de suprimir el sujeto de su propio discurso. Ún ejemplo de
esto es el tema de que hay leyes cientííficas y no importa quieí n las haya descubierto.
La ciencia es una creencia que sustituye a otra, tal como lo era la ideologíía o como era Dios. La
ciencia busca en un ratoí n los marcadores geneí ticos que permitan explicar la conducta del sujeto
parlante. Entonces se habla de que "se demostroí ", "se descubrioí ". En la ciencia no hay sujeto en este
"se...". La ciencia en la actualidad es un sustituto de la religioí n. Cuando se dice de algo que "es
cientíífico", este "ser cientíífico" aparece como portador de la verdad.
La clíínica psicoanalíítica no entra en la ciencia; podemos llamarla "disciplina". La psicologíía
debioí separarse del psicoanaí lisis para ser considerada como ciencia. Psicologíía es por ej. El
cognitivismo: las investigaciones cognitivistas quieren demostrar con el sentido comuí n si existe el
sentido comuí n. Por ej.: decir que la mayor parte de los esquizofreí nicos nacen en otonñ o o decir que los
colores oscuros y grises precipitan la depresioí n. ¿Hace falta gastar miles de doí lares en lo que ya se
decíía hace miles de anñ os?
La ciencia psicoanalíítica no constituye un discurso dominante; maí s bien todo lo contrario. En
un hospital se le deriva a un psicoí logo un paciente cuando no se comprueba nada orgaí nico.
En el tratamiento con farmacologíía, lo que se deja afuera en esto, la causa, es lo interesante.
Nosotros podemos encontrar mediadores del insomnio; por ej.: con dopamina escasa cuesta
dormirse, por lo tanto: con dopamina curamos el insomnio, cuando sabemos que el insomnio no estaí
en el propio cuerpo sino en el Otro. Podemos dormirnos cuando podemos abandonarnos en los
brazos del Otro. El sujeto se duerme en la escena. Hay una causa del dormir y el despertar que estaí en
el Otro.
La ciencia confunde el mediador con la causa. Esto mismo ocurre con los trastornos
psicosomaí ticos, por ej. con las alergias; la determinacioí n estaí fuera del cuerpo.
Lacan planteoí en 1938 el concepto de "nombre del padre". La declinacioí n del nombre del
padre la piensa por primera vez desde aquíí, y estudioí los efectos de esta declinacioí n. Parece que los
psicoanalistas fuesen partidarios a una sociedad patriarcal en donde la ley se imponga. Esto
corresponde a una nostalgia del nombre del padre. Pero esto seríía buscar una sociedad medieval.
El nombre del padre define una posicioí n de goce frente al Edipo. No se lo debe confundir con
una posicioí n familiar, porque es una funcioí n. Por ej.: los grupos de mujeres golpeadas, donde piensan:
"Esta mujer estaí degradada por dejarse golpear durante 10 anñ os". Se parte de una recomposicioí n
narcisista víía la identificacioí n, donde el enemigo es el hombre. Esto reduce la subjetividad. Este tipo
de terapias se suele hacer con alcohoí licos, bulimia, droga, etc. Esto es de lo peor, produce
identificaciones y el que se va se transforma en traidor, y entonces se dice: "Que se joda, porque le
gusta que le peguen". Acaí los psicoanalistas tenemos mucho para hacer. Fuera del concepto de goce,
fuera del psicoanaí lisis no es posible estudiar esto. Hay algo que regula que estaí por fuera del placer-
displacer.
Lo que marca el paso del modernismo al posmodernismo es la caíída de las grandes
ideologíías.
El canalla es diferente del perverso. Hay un artíículo de Zanghellini sobre esto: El canalla no se
guíía por ninguí n ideal. Ún ejemplo seríía Menem. En relacioí n a lo que seríía la clíínica con Menem:
vemos que la creencia en el valor de la palabra es diferente antes y despueí s del '90. Menem decíía: "Yo
digo esto" y al otro díía decíía: "Yo nunca dije eso". Esta banalizacioí n de la palabra es un efecto en el
gobierno de Menem; es como separar el acto de la palabra.
Hay una tesis lacaniana que es una interpretacioí n de cuando la palabra hace acto. Lacan habla
del algoritmo de entrada al anaí lisis: hay un significante de entrada en anaí lisis; es un significante
cualquiera que representa al analista, que se pone en relacioí n a un significante cualquiera que
representa al sujeto. Algo significante del analista estaí en relacioí n con algo significante del sujeto.
2
$ { __S__________________ Sq (ste. Cualquiera)
S(s, s, s, s...)
Recordemos acaí que el signo representa algo para alguien. Por ej.: el rojo del semaí foro: Nunca
entendemos, sin la nocioí n de goce, el hecho de que alguien frente al semaí foro rojo apriete el
acelerador.
, El psicoanaí lisis es un hecho de discurso y cura por la palabra; lo que son los efectos de la
palabra. Y como hablaí bamos de banalizacioí n de la palabra, de falta de creencia, el "que se vayan
todos", esto nos estaí indicando que no son buenos tiempos para el psicoanaí lisis.
Todo incide en la clíínica psicoanalíítica, incluida la políítica. No es la misma la demanda que
atiende Freud a principios del siglo pasado, ya que es una demanda que se dirige a alguien
consistente, el meí dico, que no era un semejante: era e/ meí dico, con una importante transferencia
previa y un importante poder sugestivo. Los pacientes en cambio hoy pasan por una degradacioí n de la
figura del Otro, cuando la hay. ¿Hay alguien que le responda al viejito de PAMI?
La consulta psicoanalíítica es uno de los pocos lugares donde se puede constituir un Otro: el
que escucha. Sobre esto se sostiene la transferencia; no hay transferencia si no hay un Otro.
Cuando se habla de borderlines es porque hay neurosis, por el mecanismo de represioí n, pero
que sin embargo no estaí n adecuados a la constitucioí n de un Otro simboí lico, lo que imposibilita la
entrada a la transferencia. En la consulta, ante la demanda de amor, responder con amor es responder
con la impotencia, lo que no posibilita la constitucioí n del sujeto.
En la eí poca menemista, entonces, se ha banalizado el nivel de la palabra, no se constituye un
nuevo ideal sino una degradacioí n del ideal. Si no se responde con el ideal se responde con el yo ideal,
es decir, con el narcisismo. En relacioí n al narcisismo Collete Soler habla de un neologismo: un
narcisismo clíínico, porque rechaza todo ideal como regulador. Por ej. quien dice: "A míí lo uí nico que me
importa es que me vaya bien. Si vos quereí s compartirlo conmigo no hay problema; mientras no me
limites estaí todo bien". Deja de funcionar el ideal para hacer lugar al narcisismo: "Estaí todo bien
mientras no me jodas y limites". Acaí se ve que no estaí n los valores de antes.
El psicoanaí lisis da cierto albergue al amor en el amor de transferencia. El amor de
transferencia tiene que ver con el que supone cierta creencia en el otro, el otro del amor. Si no hay un
otro a quien amar tampoco hay un otro ante quien quejarse: Hoy díía es diferente una huelga y un
piquete: La huelga se hacíía en relacioí n a la creencia subjetiva en un Otro, teniendo en el caí lculo que le
hace falta al Otro que yo trabaje. En los '90 se desarticuloí el movimiento gremial, porque le faltoí un
Otro ante quien provocar falta. En la huelga docente por ej.: ¿A quieí n le hace falta no dar clase? Soí lo al
estudiante le hace falta, y perjudica al que colabora con la huelga docente. El piquete en cambio
apunta al otro semejante, al otro con minuí scula. Por ej.: el corte de traí nsito estaí dirigido a nosotros;
dicen: "Nosotros estamos peor". Es muy diferente a la loí gica de la huelga.
Cuando escuchamos a alguien debemos ver a queí falta del otro se dirige el demandante.
1
Recordemos acaí que el signo representa algo para alguien. Por ej.: el rojo del semaí foro: Nunca
entendemos, sin la nocioí n de goce, el hecho de que alguien frente al semaí foro rojo apriete el
acelerador.
, El psicoanaí lisis es un hecho de discurso y cura por la palabra; lo que son los efectos de la
palabra. Y como hablaí bamos de banalizacioí n de la palabra, de falta de creencia, el "que se vayan
todos", esto nos estaí indicando que no son buenos tiempos para el psicoanaí lisis.
Todo incide en la clíínica psicoanalíítica, incluida la políítica. No es la misma la demanda que
atiende Freud a principios del siglo pasado, ya que es una demanda que se dirige a alguien
consistente, el meí dico, que no era un semejante: era el meí dico, con una importante transferencia
previa y un importante poder sugestivo. Los pacientes en cambio hoy pasan por una degradacioí n de la
figura del Otro, cuando la hay. ¿Hay alguien que le responda al viejito de PAMI?
La consulta psicoanalíítica es uno de los pocos lugares donde se puede constituir un Otro: el
que escucha. Sobre esto se sostiene la transferencia; no hay transferencia si no hay un Otro.
Cuando se habla de borderlines es porque hay neurosis, por el mecanismo de represioí n, pero
que sin embargo no estaí n adecuados a la constitucioí n de un Otro simboí lico, lo que imposibilita la
entrada a la transferencia. En la consulta, ante la demanda de amor, responder con amor es responder
con la impotencia, lo que no posibilita la constitucioí n del sujeto.
En la eí poca menemista, entonces, se ha banalizado el nivel de la palabra, no se constituye un
nuevo ideal sino una degradacioí n del ideal. Si no se responde con el ideal se responde con el yo ideal,
es decir, con el narcisismo. En relacioí n al narcisismo Collete Soler habla de un neologismo: un
narcisismo clíínico, porque rechaza todo ideal como regulador. Por ej. quien dice: "A míí lo uí nico que me
importa es que me vaya bien. Si vos quereí s compartirlo conmigo no hay problema; mientras no me
limites estaí todo bien". Deja de funcionar el ideal para hacer lugar al narcisismo: "Estaí todo bien
mientras no me jodas y limites". Acaí se ve que no estaí n los valores de antes.
El psicoanaí lisis da cierto albergue al amor en el amor de transferencia. El amor de
transferencia tiene que ver con el que supone cierta creencia en el otro, el otro del amor. Si no hay un
otro a quien amar tampoco hay un otro ante quien quejarse: Hoy díía es diferente una huelga y un
piquete: La huelga se hacíía en relacioí n a la creencia subjetiva en un Otro, teniendo en el caí lculo que le
hace falta al Otro que yo trabaje. En los '90 se desarticuloí el movimiento gremial, porque le faltoí un
Otro ante quien provocar falta. En la huelga docente por ej.: ¿A quieí n le hace falta no dar clase? Soí lo al
estudiante le hace falta, y perjudica al que colabora con la huelga docente. El piquete en cambio
apunta al otro semejante, al otro con minuí scula. Por ej.: el corte de traí nsito estaí dirigido a nosotros;
dicen: "Nosotros estamos peor". Es muy diferente a la loí gica de la huelga.
Cuando escuchamos a alguien debemos ver a queí falta del otro se dirige el demandante.
1
Lo importante es que siempre dejan de lado la causa, es decir puede haber realmente problemas
orgaí nicos pero cuaí l fue la causa se deja de lado. Por ejemplo la causa del insomnio no estaí en una
sustancia, sino en que no puede abandonarse a los brazos del otro, cada uno tiene un ritual para
dormir.
La ciencia confunde la causa con el mediador, esto se ve claro en los trastornos psicosomaí ticos
(asmas, alergias, etc.1 la determinacioí n esta por fuera del cuerpo, si bien este estaí afectado v se lo
trata meí dicamente, no hay que olvidar la causa.
En el '38 Lacan nombra por primera vez en "La Familia" la funcioí n del nombre del padre, habla
de que partir de la "declinacioí n del nombre del padre" pudo surgir el psicoanaí lisis. El nombre del
padre, actuí a como ordenador, como ideal viene fallando en nuestra cultura hace mucho. El nombre del
padre define un lugar del goce en el Edipo.
Pareja: cada uno es para el otro objeto de su fantasma. Violencia en una pareja cuando el fantasma no
logra regularla, cuando no se puede responde con palabras a las demandas del otro. Falla en la
regulacioí n.
Tratamiento de mujeres golpeadas, se basan en la identificacioí n entre ellas " soy una mujer
golpeada" y el enemigo es el hombre. Es un error porque la identificacioí n a un ideal implica reduccioí n
de la subjetividad. Terapias por víías del geí nero son malas porque eí l es el enemigo y la que se sale del
grupo una traidora.
Pasaje a la postmodernidad, caíída de ideologíías que agrupaban.
El perverso es diferente del canalla: Aquel que no se regula por ninguí n ideal, no hay ideal
que lo limite. Por ejemplo, Menem, primero dijo que habíía que ir a la guerra despueí s que no por la
paz, para eí l no tiene valor la palabra, la banaliza, es soí lo decir, nada maí s, es como separar el acto de
la palabra. Para Lacan la interpretacioí n "es cuando la palabra hace acto".
Para llegar a esto es necesario un tiempo de preparacioí n, preeliminar. ¿Coí mo entrar en
transferencia?: El significante de entrada en anaí lisis en un significante cualquiera que represente al
analista v que se pone en relacioí n a otro significante cualquiera que representa al paciente.
Algoritmo de la transferencia (de entrada en anaí lisis):
S1 ----------------------------- Sq
S (s,s,s,s)
Algo significante del analista se pone en relacioí n con algo significante del suieto. Por ejemplo,
cuando el analista es sonñ ado (significante) por el sujeto. Para la entrada es necesaria la relacioí n entre
dos significante, que ya supone entonces, un discurso.
El psicoanaí lisis es un hecho de discurso y una cura por la palabra (efectos de la palabra). Hoy
no es buen momento para el psicoanaí lisis porque hay una desvalorizacioí n de la palabra en forma
general. Los pacientes actuales son S que pasan por la degradacioí n, el desdibujamiento del Otro, no
encuentran otro que los escuche. El espacio analíítico permitiríía esto pero este Otro debe constituirse,
sino se constituye ese Otro no hay transferencia. Cuando no ocurre "Neurosis no transferenciales",
clíínica del acto.
Constituir otro para el cual la palabra propia tiene un valor, desconocido para el suieto sino
seríía demanda v respuesta de amor. Si uno a la demanda de amor responde con amor, es responder
con impotencia, porgue amar es "dar lo que no se tiene".
Las culturas se han constituido en funcioí n de un ideal, si hoy no hay ideales se responde desde
el yo ideal, cada uno vive su camino, su vida y el otro es companñ ero de viaje.
Collete Soler habla de "narcisismo" implica el narcisismo de la eí poca, que es cíínico, descree de
todo ideal: "Lo importante es que a míí me vaya bien, si queí res acompanñ ame, pero no me jodas".
Hoy en las parejas hay mucho de esto tambieí n, son equidistantes: "cuanto me das, cuaí nto te
doy". Es maí s saludable si los dos pueden estar regulados por algo exterior a ellos, un ideal.
Amor de transferencia, supone creencia en el Otro de amor, si no hay otro a quien amar no hay
otro a quien quejarse.
Dos loí gicas distintas: la de la huelga y la del piquete. La primera se basa en la creencia de que si yo no
trabajo le provoco una falta en el Otro. El piquete apunta al otro semejante, justamente ya la huelga no
tiene efecto porque no hay Otro, por ejemplo la huelga docente a quien le hace falta eso? Se termina
perjudicando finalmente a los alumnos.
Conceptualizacioí n del Otro propio de cada eí poca. Ante cada paciente ver a queí otro se dirige.
Hoy generalmente, es otro impotente.
CLIÓNICA DE ADÚLTOS
TEOÓ RICO NÚÓ MERO 3
1
PROF.: JORGE
ZANGHELLINI FECHA:
15-04-03 ÉTICA Y
MORAL
El tema de hoy es eí tica y moral.
El tema de la normalidad y la anormalidad se plantea en el seno de cualquier relacioí n de
pareja. La anormalidad es una referencia tercera en relacioí n al plano de la pareja.
-"¿Estaí bien lo que eí l hace, etc.?" Se le suele preguntar al analista quieí n tiene razoí n, y quieí n
necesita tratamiento.
Esta cuestioí n de la normalidad se articula a la moralidad y a la eí tica. La moralidad es aquello
que tiende a normalizar la conducta: lo que uno hace estaí bien o mal. En la moral cristiana, si uno no
la cumple cae en el pecado. El pecado es aquello en lo que se estaí a distancia respecto del deber ser.
' En alguien que viene a consultar muchas veces hay una demanda de sancioí n moral respecto a
lo que hace. Por ej.: Úna persona que viene diciendo: "Yo toqueí a una nena de 12 anñ os, le toqueí los
pechos y no seí por queí lo hice, luego penseí que estaba mal y se lo conteí a mi mujer y ella me dijo que
consulte a un psicoí logo".
Úna cosa es lo bien o mal y otra lo entendible o lo inentendible. Este era u sujeto muy religioso,
y en determinado momento dice: "Por algo debe ser que tantos sacerdotes cometen este tipo de actos
con menores". Es decir que eso, de alguna forma lo haríía maí s normal, dentro de ciertas normas.
La explicacioí n seríía: ¿Coí mo puede ser que personas que son transmisoras de moral realicen
actos transgrediendo esa moral que trasmiten?
Este sujeto veníía a demandar cierto entendimiento ligado al perdoí n. Porque dentro de una
estructura religiosa la demanda es de perdoí n. El perdoí n permite unir nuevamente al creyente,
penitente a Dios. El pecado tiene una funcioí n fundamental en la relacioí n del creyente con Dios. No hay
creyente si no hay culpa.
La funcioí n de la culpa tiene que ver con la forma de presentacioí n con la cual el sujeto demanda
en la cultura. La cuestioí n de la culpa, la sancioí n es algo que aparece en toda demanda. El sujeto que
demanda muchas veces estaí en relacioí n a la culpa.
Ahora, la culpa es deudora de una presencia, de una creencia en el Otro, de una creencia en
Dios.
La culpa se desplaza a la ciencia. Se pasa de no cumplir con Dios a no cumplir con los
procedimientos o tratamientos meí dicos. No cumplir el orden, y el orden ¿queí es? La normalidad.
Para la medicina hay normalidad. Por eso hay una sexologíía: Úna disciplina meí dica que regula las
relaciones sexuales.
Hay gran diferencia con el psicoanaí lisis. Freud decíía: "No hay una normalidad sexual"; "No hay
objeto para la pulsioí n"; "No hay ciertas praí cticas sexuales que son normales y otras que no".
O sea, Freud no puede partir de la normalidad para explicar la homosexualidad, la perversioí n,
el fetichismo, el masoquismo. Supone eso una posicioí n subjetiva frente al objeto sexual y no solamente
por la ííndole de la praí ctica sexual. Decir que alguien es homosexual no nos dice nada de si es perverso
o no.
No podemos plantear a la "normalidad" para construir una moral psicoanalíítica.
El tema es coí mo escuchar el analista con un oíído que no aparezca perturbado por su moral.
Cada analista tiene sus líímites acerca de lo que puede escuchar. Pero eso no es sin su anaí lisis
particular. No puede haber analista antes de que haya anaí lisis, el primero es una consecuencia del
anaí lisis.
Cuando uno escucha escucha significantes. Cuando los analistas escuchan, escuchan la
particularidad discursiva, del discurso del demandante. Cuando Freud decíía que habíía que escuchar
con atencioí n flotante, es decir, no quedarse prendado del sentido que el paciente trae: "Hoy no tengo
nada importante para hablar". Esto de lo "importante" tiene que ver con el sentido que el paciente le da
a lo que cuenta. No es el sentido lo que hay que escuchar.
El analista es todo el tiempo analista, pero esto no quiere decir que el analista siempre escucha
como analista. A veces lo hace. La posicioí n de analista tiene que ver con estar siempre ocupando un
determinado lugar respecto al paciente, y eso no siempre pasa asíí. El analista debe apuntar a escuchar
el significante, pero a veces escucha el sentido. Porque el analista es un lugar al que el analista debe
apuntar, pero en el cual no puede estar siempre.
Es como decir: La asociacioí n libre es condicioí n de anaí lisis. Pero pueden haber una o varias
sesiones sin que haya asociacioí n libre.
La moral tiene que ver con el sentido, con el bien y el mal, es aquello que permite despejar lo
que es de un lado y lo que es del otro, la moral tiene que ver con la normalidad, la forma en que se
considera lo normal y lo anormal.
1
La moral propia de cada eí poca hace que se midan las conductas en forma diferente.
La moral tiene que ver con una determinada eí poca, con perceptos: "La moral media de
determinada eí poca", se llama.
Cuando uno recibe un paciente uno puede preguntarse: "¿Puedo escuchar a alguien que
abusa de ninñ os?" Es decir, si uno lo puede escuchar sin repudiar. No es que no sea repudiable o
punible. Esta es una cuestioí n para no tomarlo en tratamiento.
Por ej.: Úna familia que viene y dice que el padre (presente) abusa de la hijastra. ¿Queí hace el
analista? Porque atenderlos implica decir que el problema es psicoloí gico, porque veníían al psicoí logo o
iban al tribunal. Pero uno puede ponerlo en relacioí n a la ley, y decir por ej.: "Bueno, yo recibo al paciente
pero que tambieí n haya una intervencioí n de un tribunal de menores". Porque no es soí lo lo psííquico del
paciente, tambieí n estaí la chica.
Acaí no es lo que estaí bien o lo que estaí mal, con el sentido sino con aquello que estaí en
relacioí n a la ley. No es una cuestioí n moral, etc., sino eí tica.
La mayor cantidad de abusos se da dentro de las familias, justamente allíí donde se maí s difíícil que
la ley entre.
Si nosotros tomamos el paciente sin que la ley haya operado, ¿no estamos en la misma
posicioí n de que alguien que mata y estaí loco es inimputable? Hay ahíí una responsabilidad dei
analista.
Caso de una chica que acusoí al padre de haber matado a la madre, eso fue dentro e un
tratamiento, que la chica dijo haber recordado eso.
Hace unos 20 anñ os, en hospitales empezaron a consultar personas ligadas a la represioí n de
1976-1983. Personas que habíían colaborado, participado de torturas, matado gente. Se planteoí en los
servicios de salud mental queí se hacíía frente a estas circunstancias.
Desde el punto de vista de la moral meí dica uno debe recibir a todo paciente que viene a
consultar.
El coí digo de eí tica del psicoí logo estaí copiado del meí dico (del coí digo se pregunta en el final). Úno
estaí obligado a atender a alguien que viene a pedir ayuda.
Entonces se planteoí aquello, no porque esta gente no padeciera: veníían con martirios,
delirios, sufrimiento, etc.
El Hospital de Lomas fue el primer servicio, creado en el '67, con esta condicioí n contemporaí nea,
el primer servicio moderno, en el aí rea de Salud Mental (psicoí logos y psiquiatras).
En el '84, por primera vez en Argentina el director de Salud Mental era un psicoanalista. Entonces
se juntaron los psicoí logos y psiquiatras y se decide no atender a las personas que habíían sido
torturadores, quienes no fueron condenados porque por la ley de Obediencia Debida soí lo se juzgoí a los
comandantes. Es decir que eran personas sobre quienes el Estado no habíía establecido sancioí n penal.
Se resolvioí no atender. Dos anñ os despueí s de esto aparecioí en una supervisioí n de hospital un caso
de un torturador, que no era eso por lo que consultaba sino por otras cuestiones. El analista que lo estaba
atendiendo lo hacíía desde hace un anñ o y medio. Entonces se planteoí si se lo sancionaba a ese terapeuta o
no.
Y aparecioí ahíí el caso "Lobo", un terapeuta de Brasil que supervisaba con otro analista de Brasil,
que se descubrioí que eí ste analista no soí lo atendíía pacientes sino que habíía participado de torturas en
San Pablo.
Esto leva a pensar si el psicoanaí lisis tiene una moral propia: ¿Es analista alguien que tortura?
Esto lleva a la cuestioí n del líímite, si podemos pensar que el analista debe tener una determinada
moral. Por ej.: pensar que los analistas deben ser ateos, de centro izquierda y liberales en las cuestiones
sexuales. Pero eso no hace al analista; el anaí lisis no es una concepcioí n del mundo. La moral de uno no es
la moral del psicoanaí lisis. El tema es coí mo escuchar al otro, a lo heteroí nomo, a lo diferente sin la propia
moral. ¿Coí mo el analista hace para pagar con su propia persona la escucha? La propia persona seríían los
propios ideales: polííticos, religiosos, etc. ¿Coí mo uno siendo ateo puede escuchar a un creyente? Sin duda
uno debe poner en cuestioí n todas las investiduras en psicoanaí lisis, pero eso no quiere decir que el
psicoanaí lisis sea un convertidor de ateos.
El sujeto advertido, es decir, despueí s del anaí lisis, ha podido poner en su propia escala la propia
personalidad.
El analista es analista auí n a pesar de sus propias identificaciones. Cuando uno pone en
marcha el dispositivo, si eí ste funciona, eí ste es analista. Es maí s allaí de lo que eí l crea, e sus
identificaciones y su ideologíía.
Esta cuestioí n de coí mo escuchar lo diferente es la gran cuestioí n en la clíínica psicoanalíítica.
¿Coí mo el analista soporta lo hetero del otro? El psicoanaí lisis, como dispositivo, es uno de los pocos
lugares en el mundo que permite escuchar lo heí tero del otro. Lo heí tero es lo radicalmente diferente.
El anaí lisis apunta a lo particular del otro. Lo histeí rico o lo obsesivo es lo que permite \
reconocer, encontrar o sea, lo mismo en el otro. Por eso el psicoanaí lisis no es escuchar eso sino queí
histeí rico, queí obsesivo. Cuando uno escucha la tipologíía clíínica no escucha lo diferente del otro. Lo J
1
que puede escuchar del sujeto es cuando escucha algo de lo particular del sujeto, de lo que se
contrapone a lo histeí rico.
Cuando uno consulta hay una castracioí n imaginaria, porque quien consulta es alguien que acepta que
no puede solucionar su problema solo, que necesita de la ayuda de otro. Y esto no es lo mismo que
consultar a un meí dico por un pulmoí n.No es lo mismo que uno no sepa manejarse con su propia vida,
eso supone una castracioí n imaginaria, que cuanto mayor identificacioí n faí lica maí s penosa es. Por eso
hay maí s consultantes mujeres que hombres. Hay una dominancia de mujeres
consultantes. Y esto es porque para el hombre resignar esta prestancia faí lica de pedir ayuda a otro es
1
penoso, para algunos hombres. Se escucha: "Si no me ayudo yo mismo quieí n me va a ayudar, etc." Es
un apego al yo que se resigna de alguí n modo en el momento de la demanda.
¿Queí lleva a alguien a consultar? Que alao en su relacioí n con la realidad ha producido un
quiebre, se ha abierto una grieta, v demanda una reparacioí n de esa grieta.
Lacan en uno de sus primeros escritos, El tiempo loí gico y el aserto de certidumbre anticipada,
planteoí una loí gica que la podemos desarrollar en relacioí n a la consulta, y tambieí n otros desarrollos en
relacioí n a la direccioí n de la cura.
Lacan tomoí tres tiempos loí gicos: El director de una prisioí n les propone un juego a tres
presidiarios, que quien lo gane saldraí . Se trata de cinco discos: tres blancos y dos negros. Cada uno de
los tres tiene un disco en su espalda, y no lo puede ver. Quien salga primero diciendo queí color tiene y
por queí , saldraí libre.
Lacan utilizoí este juego para poder incluir al otro, la dimensioí n del otro en una conclusioí n
loí gica.
Podemos decir que cada uno sabe los discos de los otros y desconoce el propio, pero tiene que
poder leer en los otros queí disco tiene. Cada uno depende de lo que haga el otro para saber queí disco
tiene.
Los tres teníían discos blancos. En un momento cada uno fue hacia la puerta, y se detuvo para
pensar: Si los otros dos pensaran que eí l tiene un disco negro, y ellos blancos, podríía anticipar, por la
mirada de los otros, que si hay dos negros, el otro saldríía corriendo, entonces concluyen que lo tienen
blanco. Soí lo pueden concluir por su desarrollo loí gico queí disco tiene en la espalda por la vacilacioí n de
los otros. Si el otro actuaríía con certeza no pasa eso. Es la vacilacioí n del otro lo que le permite ia propia
vacilacioí n y concluir que lo tiene blanco.
El fin del juego es la explicacioí n del color blanco por la vacilacioí n de los otros.
¿Queí tiene que ver esto con la clíínica? Cuando se juega al poker tiene mucho que ver el azar.
Pero quien mejor juega es aquel que puede calcular en el otro la posicioí n que el otro tiene frente a sus
propias cartas.
Ún paciente busca en la cara de poker del analista una confirmacioí n bien o mal de aquello que
estaí diciendo.
¿Coí mo poder leer en la cara de un profesor en un final que uno va bien orientado?
El mayor gasto de un profesor es el poder soportar esa mirada. Es la buí squeda del signo de si
estaí siendo aprobado o desaprobado. Es lo mismo que el signo de amor: Cuando uno nos dice:
"Tenemos que hablar", ¿nos va a patear o pedirnos que nos casemos? Todo esto tiene que ver con
coí mo leer en el otro el signo (en el caso de amor la demanda de amor, el signo de amor).
Planteamos situaciones diversas: el juego; el examen; una situacioí n amorosa. En todos estos
momentos lo que estaí en juego para el sujeto es el paso de su deseo por el otro.
Cuando se juega poker hay que leer que en muchos casos uno realiza gestos inconcientes: por
ej. alguien reprime todos los gestos, pero se toca la oreja cuando tiene dos ases. Hay en poker toda una
serie de partidas preliminares en las que uno lo que hace es aprender coí mo juega el otro, para poder
ganar. Hay signos que aparecen en la cara o el cuerpo del otro: por ej. ruidos en el estoí mago cuando
tiene cartas. Signos en el cuerpo que se pueden leer.
Bueno, a Lacan este juego le permitioí plantear TIEMPOS LÓGICOS: la sucesioí n se debe a un
encadenamiento, con intervalos, que precipitan el paso de un momento al otro: Instante de ver,
tiempo de comprender y momento de concluir. Este es diferente a los tiempos cronoloí gicos.
A veces el paciente pregunta: ¿Esto que me pasa es normal o no? El neuroí tico se mueve en el
mundo con cierto grado de pesadez y sufrimiento que estaí normalizado, y por eso no va a consultar. A
veces consulta un meí dico por dolor de cabeza, pero que nada tiene que ver con eí l subjetivamente.
Cuando consulta, Lacan lo llama a ese momento el instante de ver, y es un momento de quiebre
subjetivo: el neuroí tico se da cuenta de que es un "neuroí tico de mierda".
La histeí rica y el obsesivo, lo que menos soportan es anidar el sííntoma en síí mismo. Se resignan
al padecimiento. Protestan, pero se resignan a que "es lo que me toca vivir", o hacen de eso un valor: "A
míí todo me cuesta el doble, v asíí me la banco".
Eso es cuando se hace un rasgo de un sííntoma. El rasgo funciona de forma acompasada al yo.
Eso es del orden del ser: "Soy muy teatrera", etc.
Esos tipos que son insoportables, y se dan cuenta en el fondo, pero bueno: "Es asíí como se
hacen las cosas".
Otra cuestioí n es cuando ese rasgo se trastoca en un sííntoma: Se hace desconocido, extranñ o:
"Pero yo no deberíía ser asíí, no es algo que yo domino, ¿por queí soy asíí?" Ahíí el sujeto empieza a
subietivar alao del orden del propio padecimiento. _
Eso que Lacan llama el instante de ver, en el juego supone ver que los otros tienen un disco
blanco y que no se precipitan a la puerta, entonces eso supone para el sujeto que tiene un disco
blanco. El momento clíínico de este instante de ver es cuando el sujeto se ve con una mirada
diferente, trastocada. Como cuando en la repeticioí n uno vuelve y vuelve y el sujeto de repente puede
ver desde afuera: "¿Pero por queí me estoy golpeando siempre la cabeza con lo mismo?". O cuando el
sujeto ve que hay algo que no estaí en el mundo, etc., sino que hay algo en el que no funciona.
1
Ese momento no en que se hace carao de lo que le pasa, sino en ver que tiene alao aue ver en lo
que le pasa: "Yo estudio, pero algo me pasa porque voy, me siento ahíí y no me sale nada". O: "Me volvioí
a pasar un fenoí meno de impotencia con mi novia"; "La primera vez era porque tome mucho", "la
segunda porque no teníía ganas", pero de repente hay un momento en que el sujeto vislumbra algo de
síí que es un quiebre: "Algo me pasa".
Lo maí s frecuente es que primero se practiquen otro tipo de respuestas antes de consultar a un
analista. Va a ver un meí dico; a ver si tiene un problema circulatorio con un uroí logo.
Quien maí s deriva problemas de impotencia es un uroí logo, porque van a descartar un
problema orgaí nico. Es maí s tranquilizador que sea un problema orgaí nico; el problema es cuando es
algo que le concierne, por eso al uí ltimo que consultan es al analista.
Es notable porque los problemas de ereccioí n se curan muy raí pidamente en la consulta
analíítica, cuando alguien pudo hablar de eso. Esta forma de curacioí n es bastante enigmaí tica, pero el
poder plantearlo como problema ya supone un alivio.
El tema de la ereccioí n supone siempre una creencia de la mujer, porque la mujer tiene que
participar en la ereccioí n. Muchas veces es la mujer la que impotentiza: "vamos a ver coí mo te portaí s
hoy", por ej. con un comentario. Entonces el sujeto trata a su pene como si fuera otro, y piensa en otra
cosa para lograr que eí l se pare.
El instante de ver supone esa precipitacioí n como una imagen, como una gestalt, y de pronto lo
que uno ve como fondo se hace figura.
Por ej. uno busca un anillo que perdioí , ya pasa varias veces hasta que de pronto lo ve en el piso
por donde pasaba. Lacan dice que ese tiempo pasa luego al TIEMPO DE COMPRENDER: es el tiempo
de la asociacioí n, de la trama simboí lica, de la trama significante: "Bueno, pasa que penseí en sacarme el
anillo, etc."
Ahora, si no hubiera un tiempo de corte, el psicoanaí lisis seríía indeterminado. Si uno no
pudiese decir: "Síí, se me cayoí el anillo porque no quiero estar casado". Y luego va a hablar con un
analista o con la mujer, etc.
Entonces supone un MOMENTO DE CONCLÚIR, de pasar a otra cosa. Hay entonces entre los
tres tiempos (ver, comprender v concluir dos vacilaciones, que suponen un corte, que no es una
decisioí n voica sino que pasa por la relacioí n del sujeto con el otro.
El instante de ver en el poker es por ej. que un tipo se rasca cada tanto en la oreja. Tiempo de
comprender: "Se rasca cuando tiene cartas o cuando no, etc." Este tiempo de comprender es el tiempo
necesario en que el sujeto tiene que estar dispuesto a perder tiempo -plata en el poker-, pero en aras
de poder comprender al otro. Pero el tiempo de comprender es el que sabe que "se rasca cuando tiene
miedo de perder".
Lacan dice: certidumbre anticipada, que no es certeza, que eso seríía psicoí tico: "Úna senñ ora que
me indica que se estaí n pasando la informacioí n uno al otro acerca de lo que estoy haciendo yo". O el
canillita se rííe cuando me da el diario: "Lo hace porque ese diario en verdad estaí armado para míí.
Todos los demaí s estaí n puestos a prueba, porque son para ponerme a prueba a míí, porque soy el
verdadero hijo de Dios".
La certidumbre anticipada supone el MOMENTO DE CONCLUIR, pero soí lo llego a esa
conclusioí n pasando por el otro. Pero yo leo eso, seí de que se trata, y apuesto la plata. Pero esa apuesta
la puedo perder. Ahora, lo importante de la certidumbre es que yo concluyo: hay un acto en lo real.
Estaí el tiempo de ver, despueí s el de saber, el del despliegue del saber, que es el de
comprender.
Los obsesivos tienen problema para concluir: "¿A ella le gustaríía comer mucho o no?" El
tiempo de comprender, de desplegar un saber es para poder "decirle luego de irnos a vivir juntos". Yo
puedo leer su curríículum, cartas con sus exnovios, etc., pero en el momento de precipitar el acto
(decíírselo) no hay seguridad, síí puede haber certidumbre. Es la procastinacioí n obsesiva: diferir el acto
indefinidamente hacia el futuro. Aplaza el acto para el futuro, para cuando esteí seguro.
El tinte de nuestra eí poca es que en relacioí n a una pareja los actos escasean. Se puede vivir hoy
como dos estudiantes, nada maí s que se comparte la cama, los gastos, etc.
El tema es cuando se trata de un acto, porque el acto psicoanalíítico es lo que hace irremediable
el antes y el despueí s, produce una transformacioí n (por ej.: decidir tener un hijo). Y a veces un acto
puede ser por ej. ponerse un anillito; a veces para el tipo que no cree en los anillos "pero tampoco me
lo quiero poner". Es para quitarle esta cuestioí n de lo irremediable.
CLIÓNICA DE
ADÚLTOS
TEOÓ RICO
NÚÓ MERO 5
PROF.; JORGE
1
ZANGHELLINI
LOS CUATRO DISCURSOS
Hoy vamos a hablar de los discursos lacanianos. Los cuatro discursos lacanianos permiten
ubicar la forma de relacioí n al Otro que se da en cualquier tipo de situacioí n.
En el Seminario 17 Lacan presenta los cuatro discursos. El discurso del amo es:
S1 S2
$ a [objeto a]
Lacan presenta estos cuatro discursos en los famosos sucesos de mayo del '68 en Paríís.
Lacan lo llamoí a este seminario "El anverso del psicoanaí lisis". Los sucesos que pasaban en Paríís lo
conmovieron: los estudiantes universitarios y los obreros unieron ciertas reivindicaciones, y durante
unos díías coparon las calles, las universidades, y Paríís fue una fiesta, con frases como: "Pidamos lo
imposible", etc., que quizaí s podamos ligar ai discurso histeí rico. Y Lacan tomoí esos vientos de la
eí poca; habíía muchos estudiantes inspirados por la revolucioí n China. Y a lo que se opuso fue al poder.
En ese momento el presidente era De Gall, ligado al viejo poder del ejeí rcito. Se cuestionaba a los amos
del poder: presidente, jueces, profesores, etc.
Hay un frase famosa de Lacan, porque lo cuestionaban mucho, y dice: "Que levante la mano
aquel que no tiene amo". Alguien levantoí la mano y le dijo: "Bueno, acaba de adquirir un amo:
respondioí a mi palabra".
En el discurso del amo hay cuatro lugares. Arriba a la izquierda el agente del discurso, el que
lo promueve (S1). El S2 es el lugar del otro, aquel a quien va dirigida la accioí n, el otro del lazo.
En el S1 - S2 se trata del significante binario, que son los elementos baí sicos del discurso. Se
los llama 1 y 2 porque estaí n en ese orden. Debajo de la barra escribe aquello que estaí excluido de la
cadena significante: el sujeto y el objeto. El sujeto en tanto soí lo puede hacerse representar por un
significante (unario) frente a otro significante, pero el sujeto estaí excluido de la cadena como tal,
porque no es un significante. Por eso uno dice: En un suenñ o se hace representar por toda una serie de
representaciones. El personaje que me representa no es maí s que algo que me representa, para el cual
soy soí lo un suenñ o. El sujeto estaí todo a lo largo de la cadena del suenñ o, aparece en una y otra
representacioí n.
Y por otro lado, el objeto (a) es lo que tambieí n estaí excluido de la cadena: el objeto causa, el
objeto a, el objeto de deseo: distintas denominaciones que no son lo mismo exactamente. El objeto a
representa un agujero al cual vendraí n los diferentes objetos del mundo a llenar. Es un objeto que no
es de este mundo, por eso Lacan dice que es inconmensurable: no es mensurable. Dicho
freudianamente: Úna cosa es los anhelos y otra la imagen de la madre [?].
El objeto siempre es una forma de producto, porque no es de orden simboí lico, no se hace
representar, sino que cae, queda como residuo, es de lo real, no es ni simboí lico ni imaginario.
Al escribir "objeto a" estamos tratando de formalizar algo que no tiene representacioí n. Lo que
se representa del objeto a es justamente lo que lo simboí lico no cubre, aquello que queda por fuera de
lo simboí lico, no es representable.
En el esquema Z, la relacioí n a - a' es la relacioí n especular, entre el yo y la imagen del yo.
De esto toma Lacan la nomenclatura a, como la relacioí n con otro.
Lo que estaí por debajo de la barra es coí mo toma Lacan al fantasma: $ a
a es el objeto que causa el discurso (una falta), y por otro lado es aquello a lo que se dirige el
discurso ( eso estaí maí s ligado al deseo).
Falta, pero la falta que uno tiene no es el orden simboí lico. Pero puede decir uno: "Deseo tener
tal cosa"; eso es un senñ uelo. Porque lo que estaí por debajo de la barra es lo que no puede ser
simbolizado, pero eso no significa que el sujeto no realice alguí n tipo de demanda en relacioí n a esa
falta, por eso hablamos. La falta se engendra en la articulacioí n del cuerpo y del discurso, que es como
se habla.
La demanda viene del Otro, por eso es que la pulsioí n viene del Otro, nos hablan para que
podamos hablar.
El objeto a es lo que aparece como produccioí n, como producto del discurso. Lacan lo llama
discurso del amo. Tambieí n lo llama discurso del maestro. Tambieí n discurso originario. Si no nos
hablan nosotros no hablamos, porque estabamos colocados en relacioí n a otro que nos hablaba es que
podemos hablar, es decir que es fundante el discurso del amo en relacioí n a uno.
Lacan habla el amo antiguo (que supone un esclavo). El amo no era aquel que sabíía, era aquel que
decíía, ordenaba, era aquel que mandaba. Y el saber estaba del lado del esclavo. Por eso Lacan lo llama "el
saber hacer del lado del esclavo". Eran esclavos que sabíían hacer.
De ahíí que esta forma de relacioí n amo - esclavo supone que el saber queda del lado del esclavo.
Porque el significante binario representa el saber, asíí como el unario es el amo, el primero, del que se
1
parte.
Y el producto (objeto a) queda del lado del otro, del lado del esclavo. Este es el concepto de
plusvalíía. Para Marx, dice Lacan, la plusvalíía era la diferencia entre la fuerza productiva (el trabajo de la
maquinaria) maí s el trabajo del obrero, eso daba el valor de la mercancíía. De eso se puede desprender:
• El trabajo del obrero, su valor.
• El'capital.
• La plusvalíía, un tercer valor que se queda el capitalista, y es lo que engendra el capital. Es algo que
le arranca al obrero.
La diferente entre el valor de su trabajo y el salario (que no se le da el que corresponde) es la
plusvalíía. Esto descubrioí Marx.
Pero, aquíí viene la lectura de Lacan. Dice que la plusvalíía queda del lado del obrero. Síí hay una
diferencia, pero queda del lado, digamos, del esclavo.
En la loí gica marxista la diferencia entre el valor del trabajo y el salario llevaraí a que el obrero
derroque al capitalismo.
Bueno, eso al menos nuestra eí poca nos dice que no fue asíí. Lo que descubre acaí Lacan es que hay
algo que queda del lado del esclavo, del objeto, pero Lacan lo va a llamar plus de goce. Úna plusvalíía no de
riqueza sino de goce. Lo interesante de esto es que este plus de goce es lo que queda y lo que sostiene a
esta estructura, que hay una ganancia del lado del obrero. Porque el problema para Lacan a partir del
Seminario 17 del psicoanaí lisis es el campo del goce: ¿Queí es lo que sostiene a cada uno en un lugar? ¿Queí
es aquello de lo cual se goza?
¿Queí de lo simboí lico puede tener intervencioí n en lo real, queí es lo real del goce?
El objeto a aparece en el Seminario 10, de la angustia, pero su valor real aparece en el Seminario
17 (o en el 16), donde lo que estaí en juego es una ganancia que se obtiene en el cuerpo y que sostiene a
alguien en su lugar. Ún descubrimiento de queí es lo que hace que el esclavo siga siendo esclavo. Hoy
dirííamos por ej.: Queí es lo que hace que el pobre note a quien lo empobrece.
Úno podríía decir: "Se equivoca la gente", pero tenemos este instrumento para entender ciertas
cosas, que se dan por ej. en la políítica.
¿Queí es lo que hace que alguien se identifique con otro a quien soí lo le interesa gozar, por ej.
Menem? Hay algo ahíí de la identificacioí n, que Freud nos ensenñ oí : La identificacioí n con el lííder para el cual
no hay castracioí n. Menem nos dice: "No hay castracioí n para míí, donde voy gano, la muerte no existe para
míí (tengo un hijo a los 70 anñ os)". Es la imagen del padre de la horda primitiva, es esa seduccioí n que
provoca.
Pagamos un precio por nuestro malestar en la cultura, por el pasaje por la castracioí n, que en los
neuroí ticos, psicoí ticos y perversos funciona, y la cultura misma se organiza por lo que estaí en el corte.
Produce cierta fascinacioí n, cierta victoria sobre la castracioí n el hecho de que haya alguien para
quien la castracioí n no existe. Este es un efecto que puede generar la relacioí n al Otro. Es interesante el
fenoí meno que causa. Nos viene a decir, por otro lado, que la palabra no tiene ninguí n valor: digo una cosa
y otra a los cinco minutos, porque no me regula ninguí n ideal, no hago maí s que regularme por mi propio
intereí s de goce -la posición del canalla, dice Lacan. Y la gente dice: "Es un maestro".
Lacan introduce con el discurso del amo que hay una ganancia que queda del lado del esclavo: el
goce de! buen servir. ¿Queí es lo que hace que alguien obedezca una orden? Por ej. en el ejeí rcito, el que
obedece no estaí para interrogar la orden, estaí para cumplirla. Queí es lo que hace que se vaya cierta
felicidad con el deber cumplido. Freud nos dice algo del superyoí . Pero Lacan dice que esto estaí en el lazo
social, hay algo que obtiene aquel que cumple la orden.
Se busca un amo, porque el amo ordena. Coí mo vamos nosotros, iguales, a gobernarnos si el amo
no nos ordena. Eso nos da algo que hacer.
Lacan habla de los cuatro discursos con las cuatro letras, y si ponemos al sujeto (barrado) en el
lugar del agente, tenemos al significante unario en el lugar del otro, y al significante binario en el del
producto.
Y acaí estaí el discurso maí s popular en la facultad, el de la histeí rica. Lo llama asíí porque lo
que permitioí a Freud construir el psicoanaí lisis es la demanda de la histeí rica, y que haya del otro
lado alguien que pueda escuchar y arrancar de eso un saber.
$ - S1
a S2
Freud escuchoí que ese sííntoma teníía una significacioí n. En este discurso, lo que estaí como
agente es el sujeto barrado ($), el sííntoma, la demanda. La histeí rica se dirige a un amo (sujeto de
supuesto saber, objeto de idealizacioí n de la histeí rica). La histeí rica siempre busca amos para poder
barrarlos, hacerlos caer, pero en principio busca amos. Lo interesante de esto es que se extrae un
saber. Podrííamos llamarlo tambieí n la asociacioí n libre, que supone algo dirigido al otro, y del que
espera obtener un saber.
Este discurso de la histeí rica tiene que ver con una forma de lazo social (no con la estructura de
la histeria). Tambieí n lo podemos llamar "el discurso de la demanda". Tambieí n: "el discurso del
1
alumno", que por ej. piden que se pase la correlatividad a mayo, cuando se llega a mayo se pide que se
pase a julio, etc.
Esto tiene que ver con una estructura propia de la posicioí n del alumno. La misma posicioí n del
alumno, por estructura en la facultad, es la de aquel que tiene demandas en relacioí n al otro. Es una
forma de relacioí n al otro, de lazo al otro, que va por la demanda. En la correlatividad, por ej., es una
demanda a que el otro otorgue la extensioí n. La loí gica del movimiento estudiantil es una loí gica
reivindicativa: "Queremos cuatro turnos de examen al anñ o; queremos cinco; queremos 6". Se trata de
una loí gica donde hay una reivindicacioí n. Pensemos en la demanda de la histeí rica a un marido:
La histeí rica formula desde su demanda algo, algo que la causa en su deseo, un objeto, una causa, que
causa su demanda, su posicioí n. Pero la causa no es algo simbolizado sino maí s bien un intento de
decir el deseo, un anhelo. Por eso es que la estructura del deseo es histeí rica. Busca algo que colme su
demanda, pero eso no existe.
Por eso una respuesta del otro, que seríía la respuesta por ej. del obsesivo, nunca la colma. El
obsesivo quiere trabajar, quiere responderle, pero no puede colmarla.
El discurso histeí rico da la forma de todo lazo social que implique una demanda. Por eso la
forma de demanda de mayo del '68: "Seamos realistas, pidamos lo imposible". Poder escapar de la
loí gica de la reivindicacioí n es esta respuesta de "pedir lo imposible". Cuando uno pide lo que le pueden
dar, queda atrapado en lo que le dan. Si uno pide 50 pesos y se los dan, ¿queí son 50 pesos?, no sirven
lo mismo.
Tomando estos dos discursos, dan cuenta de posiciones en las relaciones sociales.
Otra cosa es cuando es el saber que comanda:
S2 a
S1 $
A esto se lo llama discurso universitario. El saber es el agente. El significante amo, unario (SI)
estaí en el lugar de la verdad. El otro es el objeto. Y el producto es la divisioí n subjetiva del sííntoma.
Lacan lo llama tambieí n "el amo moderno".
Luis XIV es el prototipo del amo antiguo (en Francia): Todo se caracterizaba por ser para el
goce del amo. Luis XIV de nada sabíía, estaba para gozar.
Esa forma de amo antiguo se cambioí por el capitalismo. El amo actual es un amo que tiene que
saber. Menem y Bush son formas de amo antiguo. El amo moderno es el tecnoí crata, aquel que tiene un
saber y ejerce el poder a partir de su saber, es porque sabe que estaí ahíí. Alguien que se presenta
vendieí ndose como un gerente, alguien que no plantea ni utopíías ni formas de posesioí n de poder, sino
que estaí ahíí porque sabe.
Lacan dice entonces que la verdad del tecnoí crata, del universitario, es el amo (que lleva en síí).
Ahora, el discurso universitario objetaliza, atonta, porque el universitario se dirige a un objeto. Cuanto
maí s saber hay de un lado, maí s tonto se siente el que escucha. Hay que poder barrarlo un poquito.
Porque el saber, su producto es la divisioí n subjetiva, sííntoma. Se dirige a alguien objetalizado y
produce sííntoma.
Por eso es que en la universidad, no por mucho saber que se tenga de un lado, produce
saber del otro: produce sííntoma.
La prevencioí n meí dica supone transmitir un saber a alguien que no lo sabe. Explicar por ej. los
males del tabaco. Se le da a alguien un saber que se supone que no lo tiene. Pero lo que produce es
que, al chico por ej. se le dice que use preservativo: produce que se lo olvide, lo coloque mal, etc., que
pasen todas esas cosas a nivel del acto fallido. Pero la campanñ a del saber no produce sino idiotas.
1
El momento de concluir supone el momento en el cual el sujeto apuesta.
Úna campanñ a por ej. que mostraba el sufrimiento de un heroinoí mano en abstinencia, lo que
produjo eran ganas de tomar algo o inyectarse. Produce un efecto de divisioí n subjetiva.
Cuando uno aguza, aumenta la cuestioí n del saber, lo que produce no es saber: es divisioí n
subjetiva.
CLIÓNICA DE
ADÚLTOS
TEOÓ RICO
NÚÓ MERO 6
PROF.: JORGE
ZANGHELLINI
Estuvimos viendo los diferentes discursos lacanianos. El discurso del amo era:
Hablamos de las formas de discursos, las cuales siempre suponen el sujeto y el otro. El agente,
el otro, el producto y la verdad. Separamos el campo del sujeto y el campo del otro. La clíínica
psicoanalíítica es una clíínica del sujeto del otro.
Se puso en cuestioí n en alguí n momento si el objeto de estudio del psicoanaí lisis es el sujeto o si
es la relacioí n del sujeto al otro.
Cuando uno hace referencia al sííntomar aquello que vectorializa un anaí lisis, tenemos que
pensar que no hav clíínica psicoanalíítica sin sííntoma, pero se trata de un sííntoma puesto en
transferencia. La transferencia es esa estructura de ficcioí n que permite hacer presente el sííntoma.
Pero el sííntoma dirigido al otro.
Hoy vamos a puntualizar lo que Lacan llama el "discurso del analista", que es el inverso al
discurso del amo, donde es el objeto lo que estaí en funcioí n del agente:
a $
S2 S1
El lazo del discurso psicoanalíítico (primeros cinco caps, del Seminario 17) supone siempre de
un lado el semblante de objeto y del otro el sujeto barrado (que es el sujeto del inconciente).
Lacan hace estas letras tratando de hacer inequíívoca la transmisioí n del psicoanaí lisis. Esto no
quiere decir que no sea equíívoca su transmisioí n, pero síí hay un intento de trasmitirlo en signos, la
matematizacioí n. La lengua materna, en tanto traduce, traiciona.
Esto intenta sostener cierta formalizacioí n que tiene que ver con la transmisioí n. Es un intento
lacaniano por la demostracioí n de que, si bien el psicoanaí lisis tiene mucho que ver con la poesíía, la
interpretacioí n es poesíía, tambieí n hay un gran esfuerzo por la formalizacioí n.
Lo interesante de esta formalizacioí n es que permite cierta visualizacioí n y precisioí n.
Lacan dice desde siempre que no hay comunicacioí n posible en el sentido literal, como lo
planteaba la teoríía de la comunicacioí n. Lacan plantea que todo mensaje es fallado, porque hay ahíí
una falta de simetríía, y esto es lo que los discursos vienen a sostener.
En los discursos que vimos, en la parte de arriba tenemos S1 - S2 y a - $, es decir que no hay
simetríía de uno y otro lado. Esto es que "no hay relacioí n sexual". A nivel del discurso no hay un sujeto
y otro sujeto sino que, seguí n del discurso que se trate, cambia el agente y cambia el otro. Lacan
sostiene que entonces ni el sujeto ni el objeto estaraí n a nivel del discurso. El discurso amo es el
discurso fundante.
Queda tanto fuera el sujeto como el objeto. Y cuando tanto uno como otro funcionan a nivel
del agente, representan algo diferente. Cuando el sujeto funciona a nivel del agente es el sujeto
barrado; Lacan lo llama "sujeto de la demanda", y se trata de un reclamo, de un pedido al otro. Es una
forma discursiva que Lacan toma de la relacioí n inaugural de la histeí rica a Freud, que lo que produce
es saber. Pero saber no de la histeí rica sino del que queda del lado del Otro, de la teoríía psicoanalíítica.
13
En el discurso del amo ese saber funciona como verdad, porque tiene esa forma como saber
inconciente, porque sino seríía discurso universitario y seríía el saber de alguien puesto en funcioí n de
objeto.
Esto tiene que ver con el por queí no puede haber analista que no pase por un anaí lisis. El tema
es coí mo la neurosis del analista incide, y el analista no puede estar ahíí como neuroí tico. Sino, por ej.,
cuando uno escucha un psicoí tico, lo maí s frecuente es que uno le tienda a dar sentido. Es decir: Se
escucha al psicoí tico neuroí ticamente. O sea que para poder escuchar la particularidad del psicoí tico,
ese discurso que no sigue el sentido comuí n (del neuroí tico), que no tiene fantasma -el fantasma no
estaí entre eí l y el otro-, tendemos a fantasmatizarlo al psicoí tico.
Lo que se dio en llamar la Antipsiquiatríía partioí de una identificacioí n al loco, una críítica a la
posicioí n objetalizante de la psiquiatríía, pero no poniendo una posicioí n, como hace el psicoanaí lisis,
sino pensaí ndolo como un emergente de una conflictiva familiar, lo que lo hace al psicoí tico un
semejante.
Desde los Derechos Humanos hay paridad. Sin duda que la hay, a partir del falo. La sociedad
nuestra se organiza en funcioí n del falo simboí lico. El psicoí tico es ajeno al falo, por esta cuestioí n de
estar fuera del discurso, porque no se inscribioí el nombre del padre, que es el lazo del falo con el
discurso. Al nombre del padre Lacan lo llamoí "el cero de la cadena", porque no hay uno sin referencia a
un cero. Se cuenta uno a partir de una nada, desde la cual uno puede afirmar una presencia. Si no hay
cero no hay cuenta.
A este cero Lacan lo hace homoí logo de la funcioí n del significante faí lico en la cadena. Por eso
dice que es un significante que representa la nada, la castracioí n: porque el sujeto para introducirse en
el discurso supone un pago en peí rdida de goce: la castracioí n.
Entonces, decííamos que era necesario que el saber esteí por debajo de la barra y no como
agente. Esto marca que la interpretacioí n no es un fruto del saber, y da una idea del lugar del analista. Si
no escucha cada caso como un nuevo caso el saber debe estar entre pareí ntesis, o sea, puesto debajo de
la barra. Excepto cuando llega alguien por ej. con riesgo de suicidio, y uno le dice que se junte con
gente, que no esteí solo, etc. Esto parte del saber, es un saber. Y la interpretacioí n no parte del saber.
La contribucioí n de Anna Freud al psicoanaí lisis fue la del anaí lisis de ninñ os, y la otra la de los
mecanismos de defensa del yo. Por eso se hace una lectura desde la cual el yo pasa a ser como una
resistencia desde la conciencia al inconciente; restablece cierto centro de la personalidad.
De ahíí que surgieron autores como Kernberg o Kohut a sostener que la interpretacioí n tiene
dos tiempos: la comprensioí n (estar en el lugar del otro) y la interpretacioí n.
Lo que viene a decir Lacan es que nunca la interpretacioí n puede funcionar si lo que manda es
el saber. Que el saber lo que deja de lado es el objeto. Por mucho saber de un lado no lo hay del otro. Es
maí s, todo lo contrario, lo que se produce es sííntoma. Cuanto maí s saber se da al objeto maí s se lo divide
como sujeto. El producto es un sujeto dividido. En relacioí n al saber: dividido entre lo que escuchoí , que
son las palabras del otro, y sus propias palabras que no hacen lazo con las palabras del otro. Mientras
uno copia, la comprensioí n queda afuera. Lo que uno hace es tomar Is palabras del otro.
Cuando uno estaí anotando generalmente estaí puesto en la mano que escribe, para luego poder
comprender. En eso no hay analista. Cuando uno estaí dividido entre lo que escucha y lo que anota no
hay analista. Este es el valor de que el saber opere debajo de la barra del inconciente. ¿De queí saber se
trata? Lacan habla de dos saberes:
• El textual: el saber propio del texto de un anaí lisis. Es el saber textual del inconciente.
• El referencial: es el saber de la teoríía psicoanalíítica, de Freud, de Lacan, etc.
Ahora, el analista, si no estructura su saber referencial y lo hace pasar por su propio
inconciente, no hay analista. Si el analista usa el saber referencial dividido en dos partes no hay
analista.
Para que funcione este saber inconciente es necesario hacer pasar la teoríía por el propio
inconciente. Esto es lo que quiere decir el anaí lisis didaí ctico. Ún anaí lisis donde se pone en juego el
deseo de alguien que va a devenir un analista.
a $
S2 S1
Acaí , en el S2, este saber que funciona acaí es la teoríía que pasa, se produce por el propio
inconciente del analista. ¿Queí quiere decir que la teoríía pase por el inconciente? Ún efecto lo podemos
tener nosotros estudiando psicoanaí lisis: con esa sensacioí n de extravíío que uno siente cuando se va
encontrando en Dora o en el Hombre de las ratas. EÓ ste es un proceso necesario. La teoríía debe pasar
por la propia vida, por el propio inconciente. Todo ese circuito es un trabajo necesario; necesario i
despueí s se articula a un anaí lisis. Hay quienes sostienen que se hace con un autoanaí lisis, pero "estaí n
locos". El anaí lisis es con el lugar del analista. Quienes quieren hacer un anaí lisis leyendo a Freud o a
Lacan quieren hacer un anaí lisis sin pasar por la castracioí n. La presencia real decimos, porque el
analista es alguien que es tan o igual de idiota que cualquiera, en relacioí n a la castracioí n.
1
El neuroí tico es alguien que estaí envuelto en síí mismo. Por eso que no es lo mismo analizarse
por internet o leyendo un libro que si se pone en juego la presencial real, el cuerpo del otro. Del
mismo modo que no es lo mismo la masturbacioí n que estar con una mujer. Estar con una mujer
supone un encuentro con la castracioí n, con todos los avatares que supone el encuentro con el cuerpo
del otro, con saber que a veces puede no ser un buen encuentro. En la masturbacioí n no hay ninguí n
riesgo: la mano espera todo lo que sea. Por eso no es lo mismo el otro imaginario (la fantasíía), al otro
simboí lico, al otro real.
Hablamos entonces del otro como analista, la transferencia real.
A partir del Seminario 17 el semblante de objeto era el objeto a. Despueí s va a hablar siempre
de semblante.
Cuando decimos "semblantea" lo ligamos a la expresioí n del otro: "Teneí s un semblante de
dormido", etc. En franceí s, el semblante es "hacer el semblante", constituir no soí lo "expresioí n" sino
constituir una "ficcioí n de la expresioí n". Se dice en franceí s: faire semblante, hacer semblante de algo,
no expresar. Faire semblante es construir algo, que supone cierto velo, cierta ficcioí n entre el sujeto y
el otro.
Entonces un discurso del semblante tiene maí s que ver con lo ligado a la expresioí n. Acaí
decimos: "Tener semblante", tener una expresioí n.
Lo interesante de la funcioí n del semblante es que se popularizoí , a partir de los anñ os '40, una
especie de "semblante oficial de analista". Los analistas de la A.P.A. teníían por ej. su traje de analista:
gris, opaco, de forma que sea tan nutro que pudiera reflejar todo lo que pasaba en ie paciente. La idea
era del analista como neutral, lugar de proyeccioí n. Y la idea era que todo lo que pasaba era del
paciente. Es el analista al que nada le pasa.
Esto tiene que ver con una direccioí n de la cura dominante en la eí poca: todo lo que viene del
paciente es proyeccioí n.
Lo que tiene que ver con el paciente es aquello que dice y uno escucha. Y no tiene que ver con
si es un error o una verdad. Nosotros no somos el amo de la realidad para decidir. Entonces, en esa
posicioí n del '40 el analista era siempre igual, si el paciente decíía que le dio el analista la mano fuerte
era que eí l la puso deí bil.
Bueno, nada de esto tiene que ver con el semblante. Lacan dice: "Semblante de objeto a, de
objeto causa". El analista estaí en el lugar del objeto causa, de cubrir, velar el objeto causa para ese
paciente. Esto es otra dimensioí n de la transferencia. No como sujeto supuesto saber, no como saber
imaginario, sino como semblante de objeto real, de esa nada que causa, que es el objeto.
Y Lacan decíía: "El analista debe ser un buen arrancador de causa, un causador".
Se supone que cuanto mejor analista es cuando maí s puede ser para diferentes pacientes
causa. Cuando esto funciona, el otro que el analista funciona para un paciente es muy diferente que el
otro para otro paciente. Cuando eso funciona es la palabra que el analista capta, y que la capta maí s
allaí de su yo, desde este saber inconciente.
Nada tiene que ver con ese analista de haí bito, de traje gris, que estaí seguro de que hace
siempre lo mismo con todos. Ese es un buroí crata, y con el buroí crata es el saber universitario el que
manda, no el saber del analista.
Ún analista es aquel que puede aprovechar la particularidad de cada paciente, que la puede
poner en causa, encausar, y no quien va a convertir a un paciente en un militante de algo.
CLIÓNICA DE
ADÚLTOS
TEOÓ RICO
NÚÓ MERO 7
PROF.:
EDÚARDO
SÚAÓ REZ
EL DISCÚRSO ANALIÓTICO (CONTINÚACIOÓ N)
La clase de hoy era del discurso analíítico. El discurso del que parte Lacan es el del amo, el
discurso a partir del cual se deducen los otros tres, a partir de una rotacioí n, "de un cuarto de vuelta",
dice Lacan, en el sentido de las agujas del reloj. Cuatro modalidades de estructuracioí n del víínculo
social, que a Lacan le parece que son reales.
La combinacioí n de esos elementos va a determinar cada uno de los tipos de lazo social.
Habríía cuatro formas de establecer los lazos sociales.
Para ver el tipo de lazo social del dispositivo analíítico hay que partir del discurso del amo por
dos razones:
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• Porque de eí l parten los otros;
• Porque Lacan dice que el discurso analíítico es el discurso del amo al reveí s. Esta razoí n es maí s
especíífica.
S1 ͢ S2
$ ◊ a
En el lugar del producto puede estar la milanesa con papas fritas a esta hora. Bueno, el
inconciente actuí a de la misma manera. Tenemos toda la líínea freudiana del inconciente como
trabajador para el principio del placer. El inconciente es un saber que trabaja para el pacer. Por su
puesto que el inconciente no va a ser milanesas con papas fritas, pero si nos acostamos con hambre
podemos sonñ ar con ellas. Desde el punto de vista del saber aparece la produccioí n de un objeto. Ún
objeto como aquello que aporta una satisfaccioí n en un cuerpo. Se trata de la produccioí n de placer; no
es el trabajo de las cadenas significantes a lo que le llamamos objeto, sino que eso decanta en un objeto.
Ahíí podemos poner una imagen, pero es una imagen diferente de lo imaginario, porque es una imagen
que aporta una satisfaccioí n, es desde ese sentido una imagen con un sentido positivo que no tiene en lo
imaginario. Hay un trabajo que se ubica en la produccioí n de un objeto.
¿Queí es lo que quiere el amo? Que todo funcione en pos de un principio de placer. El
funcionamiento de las leyes y las normas en la sociedad es el funcionamiento del discurso del amo,
nosotros obedecemos a una ley que estaí inscripta en el inconciente. Las leyes en lo social, que
organizan los víínculos, en el consultorio de un analista se puede escuchar un suenñ o que tiene esa
misma organizacioí n. Y los sujetos que se dice que no siguen ninguna ley, esos sujetos no asocian en un
anaí lisis.
Otro es el sujeto eficaz, que es en relacioí n a una orden, pero en relacioí n a la cual se encuentra
sometimiento. Freud hablaba de un comportamiento que el sujeto desconocíía, compulsivo, y una víía
para demostrar esto era la sugestioí n poshipnoí tica: el funcionamiento del inconciente es igual a una
orden poshipnoí tica. Y el sujeto obedecíía a esa orden sin saber que estaba obedeciendo a una orden. Y
Freud decíía que el inconciente funciona maí s o menos como esto. Esto seríía el inconciente como el
discurso del amo.
Esta es la condicioí n para pensar el discurso analíítico.
Cuando hablamos de la falta en ser hablamos de que no hay un significante que nomine al
ser. La falta de un significante que lo represente. Del otro lado, el objeto, tampoco es significante,
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como tampoco es imagen, pero tiene una cierta tendencia a forrarse en una imagen (el objeto) y a
nombrarse por un significante.
O sea que uno no puede plantear a nivel de la cadena del inconciente soí lo el significante, ya
que por un lado tiene una relacioí n con el objeto y por otro una relacioí n con el sujeto.
El inconciente es una estructura de lenguaje articulada a la nocioí n de sujeto y a la nocioí n de
objeto; dos elementos que Lacan trabaja en una polaridad.
Cuando se da una orden se suponen dos cosas:
Que van a obedecer;
Que el otro tiene los elementos para cumplirla a esa orden.
Sin estos dos elementos no tenemos el discurso del amo. El discurso del amo no es superyoico,
porque supone que el esclavo puede llevar a cabo algo, no le ordena lo imposible. No se trata de una
exigencia que lleve maí s allaí del principio del placer. Ademaí s, no plantea nada del esclavo que sufre.
Lacan dice que el esclavo goza, primeramente en su trabajo.
El amo tiene una relacioí n de insuficiencia respecto del saber, por eso necesita del esclavo.
Y en la dialeí ctica hegeliana el amo estaí dispuesto a morir, mientras que el esclavo le saca del
cuerpo a la muerte para quedarse con el goce. Mientras que el amo ya por estructura es mortificado.
Asíí que la nocioí n de superyoí no entraraí en la categoríía del discurso del amo: porque esa orden
estaí articulada en el superyoí primero a un imposible y despueí s a un todo. Seríía la universalizacioí n
planteada en la realizacioí n de una orden: "juí ntenme todos los juguetes". Y ese "todo" es relativo,
porque siempre se acepta alguna excepcioí n, alguí n juguete que queda sin juntar; se obedece, pero no
del todo. Porque si uno tiene que obedecer a una orden del todo se va a sentir mas bien objeto y no un
sujeto. Ún superyoí seríía alguien que quiere que no quede ninguí n juguete sin juntar.
La que se articula es la neurosis obsesiva con el superyoí . Mas bien al amo la que se engancha
es la histeria. El amo de la histeria es un amo de pacotilla. Estaí entonces el amo de pacotilla y el amo
que realmente seríía un amo, que asusta, si bien tampoco existe realmente.
Bueno, ¿coí mo funcionan entonces estos elementos a nivel del discurso del analista? ¿Coí mo
hacen funcionar a esto que se nos demanda: la felicidad? Ún sujeto entra al consultorio como un amo:
"Vengo para que Úd., en el lugar del esclavo, aplique su saber y me restituya el objeto, el orden
perdido: me consiga una novia; laburo". Y se entra en relacioí n a ese discurso. Alguna modificacioí n se
tiene que hacer a eso.
El discurso psicoterapeí utico aplica teí cnicas para devolver al amo el orden perdido, en las
distintas encarnaduras que podemos tener del lugar del amo.
Hay una operacioí n freudiana que es la que inaugura este otro modo de víínculo social, el
analíítico. ¿Cuaí l es el truco de Freud para inaugurar este víínculo social, y queí debe reeditarse en cada
anaí lisis? La entrada se produce cuando no hay discurso del amo. La histeí rica que dice: "Su saber no
me satisface" una y otra vez estaí en el lugar del amo.
La histeria tiene especial tendencia a hacer trabajar al otro. Es otro discurso, pero no estaí un SI
en el lugar de la orden, no es "haí game míílanesas", pero es: "Estoy muy mal, no seí queí me pasa", y
ofrece su divisioí n subjetiva al otro.
Pero esa divisioí n subjetiva, dice Lacan, estaí en lugar de la orden. Y estaí ordenando que el otro
produzca un saber.
Por eso es que la entrada en anaí lisis en la histeria es maí s faí cil que en la obsesioí n, pero despueí s
tiene el obstaí culo la histeria de que hace trabajar al otro, la produccioí n del saber la
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deposita en el otro, asíí que suenñ a, pero para que lo descifre el otro. Y esto causa. (Esto lo suele
preguntar Suaí rez en los finales).
Y el artilugio freudiano es, allíí donde el amo se presenta con su cuestioí n, es decirle; "¿A Úd.
Queí se le ocurre?" Ese es el truquito que arma otro discurso, al que podrííamos llamar "inconciente".
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S2 S1
El artilugio "¿queí se le ocurre?" es porque supongo que se le va a ocurrir algo, hay un saber
que determina eso que le pasa. El saber en el lugar de la verdad. No es un saber universitario, que se
pueda exponer.
El S2 ahíí, en el lugar e la verdad, seríía el sujeto supuesto saber. El sujeto se articula a la
asociacioí n libre, como tal. Eso quiere decir que estaraí n maí s o menos latentes los significantes que
determinan su sííntoma.
Yo voy con un suenñ o: "Suenñ o con una pecera, yo me tiro adentro y nado con los peces, etc."
Hay quienes hacen con esto asociaciones simboí licas, y te dicen: "Peces es tal cosa", etc. Pero podeí s
tener una x en ese lugar, es decir: no seí queí significa. Freud pone a asociar los significantes en
relacioí n a ese suenñ o; el discurso analíítico pone a trabajar un saber, pone al sujeto a trabajar para
producir mediante ese trabajo un saber.
En el discurso analíítico el sujeto dividido, la divisioí n va al trabajo. Miller dice que en el
discurso del amo el sujeto dividido descansa y otros trabajan para suturar su divisioí n.
Hablamos del discurso del inconciente como el discurso del amo. ¿Coí mo interviene allíí el
analista? Le dice, seguí n Miller: "Basta de holgazanear; a trabajar". -"Sabeí s sin saber que sabeí s". Y le
dice: "Es suficiente con que sepas hablar". Poner al trabajo eso es poner la divisioí n subjetiva a los
fines de la produccioí n del saber.
El saber ese estaí en el lugar de la suposicioí n, porque ponemos al sujeto a trabajar para
producir un saber sobre la base de que hay saber. Esto Lacan lo ha homologado al dispositivo de la
ciencia: Para que un cientíífico ponga un saber a trabajar, por ej.: "¿Por queí todas las manzanas caen?",
supone una ley que las lleva a eso. El cientíífico tambieí n supone un saber entonces. Y asíí se empieza a
extraer y a formular ese saber que estaba inmanente.
Es decir, mediante ese trabajo apareceraí el saber. Pero una cosa es el saber supuesto, la leyes
del inconciente que producen el sííntoma, el saber inconciente, y otra cosa es el saber que produce el
dispositivo analíítico, que es el SI. Es un saber, la ganancia de saber que produce un anaí lisis, es el
saber del significante que te comandaba, que te daba la orden de enamorarte siempre del mismo
tarado. Que funcionando en el discurso del amo te funciona como una orden inconciente.: Por ej. el
rasgo de la madre que eí l siempre elige y despueí s tiene impotencia. Es el rasgo que comandaba la
eleccioí n inconciente. El resto de saber, el producto del trabajo del sujeto es el SI, la orden, el
significante que determina al sujeto; los significantes de la determinacioí n subjetiva.
El sujeto, en el discurso del amo lo tenemos marcado por la palabra: la marca del recuerdo, de
la familia, etc., marcas que le son inconcientes y que por eso mismo responde a ellas. Con un
recorrido el sujeto podraí saber sobre esas marcas, y de esa forma podraí seraí posible poder
responder a ellas de otra manera. Podraí no soí lo producir la marca, sino fundamentalmente separarse
de esa marca. Esa es la idea: separarse de esa marca.
Hay un problemita con el objeto en el lugar del agente. Es una instancia no significante. El
objeto en el lugar del agente, del comando.
La foí rmula de la divisioí n subjetiva es:
S1
$
La definicioí n misma del sujeto tiene que ver con el hiato entre los significantes. Ún sííntoma
producido en un sujeto puede ser como un hiato que lo divide, en el sentido de que ignora la cadena
de representaciones que lo ubicaríía como algo que tiene una explicacioí n causal. Ignoramos la causa.
Por ej.: Los desmayos histeí ricos. -"Veo sangre y me desmayo". La sangre estaí en el lugar del
S1, y el sujeto se hace vacíío de ese significante. Es un significante que, cuando aparece, desaparece el
sujeto. Esta es una de las causaciones del sujeto dividido; el sujeto dividido es un efecto del
significante; la divisioí n subjetiva como efecto del significante.
Tenemos por ej. la divisioí n subjetiva por un significante encarnado en el analista: Úna tos
porque el analista recuerda al padre por ej. Pero la divisioí n subjetiva tambieí n puede ser producida
por una instancia no significante: un objeto. Por ej.: Vas al consultorio del analista y te perdeí s; 40
lapsus en dos minutos. Ahíí "su presencia me divide"; "Me pongo tonto cuando lo veo". Se tiene la
experiencia de una divisioí n por una presencia, una divisioí n subjetiva.
En el discurso analíítico vamos a privilegiar la divisioí n subjetiva producida por el analista en el
lugar del objeto.
Ej.: Ún paciente adicto, joven, enviado por sus padres porque se enteran de que tiene
problemas con las drogas. Úna dificultad se presenta ahíí porque el paciente es enviado, ademaí s por
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drogas, y con una presentacioí n no por la falta en ser sino por el ser: "Soy adicto porque soy bien macho
y me la banco" o "porque me encanta la joda; esta sociedad no me ofrece nada". Esta es la posicioí n
refractaria al inconciente, porque no hay allíí la causacioí n de una pregunta.
El analista conservaba el silencio. Asíí sosteníía el dispositivo. El analista conserva el silencio
varias entrevistas, hasta que de pronto eí l suenñ a que estaí preparaí ndose, peinaí ndose, con su campera,
sus síímbolos (del ser), su pelo (que te va ubicando como un rasgo del ideal en un ser: un viernes a la
noche sos un cabeza rapada: salíís y no te para nadie). El sujeto sonñ aba esto, y de repente siente como
una presencia extranñ a, mira detraí s suyo y ve un gato arriba de un escritorio que lo mira como
dicieí ndole: "¿Y vos quieí n te creeí s que sos?" La primera asociacioí n es que el gato era el analista, que
sosteníía su silencio. Y luego de contar este suenñ o el analista le dice: "¿Y vos quieí n te creeí s que sos?"
Esto remitioí a: "¿Vos a quieí n quereí s enganñ ar?", y de ahíí fue a los enganñ os que hizo para conseguir
droga, etc. O sea, entroí ahíí en anaí lisis. No fue inmediato, sino que este sujeto vuelve a su mundo,
enganñ a, consigue plata, compra la droga, y ahíí entra en un estado de angustia.
Se fragmenta todo el campo de sus emblemas, es atravesado, porque lo que sutura la divisioí n
subjetiva es el ideal del yo. Y cuanto maí s fuerte ha sido la divisioí n subjetiva (en la adolescencia) maí s
fuerte es el lazo con los ideales que te ubican.
Esta mirada, entonces, produce una perforacioí n de las insignias que sostienen al ser de ese
sujeto. Pero no es una perforacioí n total lo que produce, sino se mata o produce un acting out: hay un
temblor de sus insignias, de su ser.
Acaí no aparece eso sino una pregunta. El sujeto se reubica con una pregunta. Todo lo otro
puede caer, pero eí l se sostiene con esa pregunta. El es eso que no sabe queí es, y producido por el suenñ o
ademaí s. Porque no es que el analista se lo dijo en la primera entrevista o que se puso a decirle cosas a
nivel superyoico: "¿Pero vos te planteaste que a los 20 anñ os haces esto?"
Pero sabemos que la mirada es uno de los nombres del objeto a. El objeto a se produce en
algunos de los objetos pulsionales; uno es la mirada. Esta mirada de este gato no da signos especulares,
no da reflejos. Bueno, asíí es el analista. El gato no es un perro que nos mueve la cola y nos perdemos en
lo especular.
Esta mirada tarde o temprano pone la pregunta de: "¿Y eí ste queí carajo quiere?", y esto
fundamentalmente en alguien que viene por el lado del ser.
En el sujeto que ya viene dividido no se necesita encarnar esa presencia para dividirlo.
Hay un libro: Una temporada con Lacan, y es interesante, porque el escritor cuenta -es un
anaí lisis con Lacan- que al principio Lacan era un senñ or (eí l tambieí n era un senñ or, era un jugador),
que le resulta simpaí tico, muy parecido a los tipos con los que eí l jugaba, con el uí nico elemento de
que Lacan le cobra y muchíísimo.
Todo esto es al principio, y de a poquito Lacan empieza a entrar en una especie de silencio cada
vez mayor, y cada vez se juega menos el reflejo especular.
CLIÓNICA DE ADÚLTOS
TEOÓ RICO NÚÓ MERO 8 LA
ÉTICA Y LA SUPERVISIÓN
Hoy concluimos con el primer punto del programa. Vamos a tomar la cuestioí n de la eí tica y la
supervisioí n.
Hay psicoí logos que atienden -no digamos psicoanalistas-, digamos psicoí logos psicoterapeutas
o psicoanalistas que atienden y digamos que creen que el inconciente no es algo que les atanñ e: es de los
otros, y por tanto no necesitan de ninguí n anaí lisis propio.
Creen que el inconciente existe, es operativo, eficaz, pero que ellos no tienen inconciente o que
se autoanalizan, como lo hizo Freud. Desde el punto de vista eí tico habríía que prohibirles trabajar. Y lo
decimos no desde la eí tica del psicoanaí lisis sino desde la eí tica profesional: El Colegio de Psicoí logos
tiene un coí digo de eí tica en el que prescribe lo que es un profesional. Es un coí digo que tiene mucho del
coí digo de eí tica meí dico, porque nuestra profesioí n tiene mucho de la medicina, porque viene de ella.
Fue una extraccioí n de la medicina.
La medicina mantiene una relacioí n con la ciencia absolutamente contradictoria para lo que es
el psicoanaí lisis. Si hay una profesioí n hoy díía que se acerca a la del psicoanalista es la del psicoí logo. Por
eso damos esta materia en esta facultad. Ahora, lo que aquíí adquirimos es una formacioí n de
orden teoí rico, a partir de la cual extraemos algo en relacioí n al saber psicoanaiíítico. Pero lo que no
puede ser para una profesioí n es hacer pasar la víía de formacioí n profesional por el autoanaí lisis. Si no
se hace experiencia del inconciente por el anaí lisis propio se encuentra un yo inteligente, que puede
estudiar mucho, pero incapaz de escuchar. La escucha psicoanalíítica primeramente pasa por el
propio divaí n, sino lo que se escucha son signos, como en la psiquiatríía.
En un momento se sostuvo la obligatoriedad de que todo alumno de la carrera pase por un
anaí lisis propio. Eso es un disparate. Hay muchos alumnos que no se van a dedicar ni siquiera a la
psicoterapia. Por supuesto que es fundamental el paso por el divaí n, pero eso no quiere decir que sea
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necesario. Si no se pasa por un divaí n uno se puede llegar a convertir en un profesor, pero nunca en un
psicoanalista.
En el psicoanalista el saber es un saber que lo debe atravesar. Ún psicoanalista puede ser
caprichoso, etc., pero es de esperar que alguien que ha pasado por una buena experiencia de anaí lisis
tenga respecto de eso un cierto distanciamiento, que no se encandile con todos los brillitos faí lico,
propios de nuestra cultura.
Es necesario que ese alguien que ha pasado por su creencia del Otro, la inexistencia del Otro,
que su existencia se ponga en cuestioí n: o sea, que es otro del coí digo. Porque uno se la pasa buscando en
los semejantes otro con mayuí scula: un lííder, etc. Lo importante es que a traveí s de la experiencia del
anaí lisis uno se de cuenta que el otro es un poco maí s o menos pelotudo que uno.
Lacan insiste en que es en el final de anaí lisis de donde se puede extraer un psicoanalista,
porque para que pueda escuchar tiene que haber cierta experiencia de la inexistencia del Otro.
Lacan, con EL PASE, lo que propone es poder dar testimonio de lo que es el final de anaí lisis o lo
que es un psicoanalista. Porque no sabemos lo que son; síí lo que no son. Ún analista es aquel que tiene
esa experiencia de la castracioí n, por la cual puede dejar de hacer pesar su persona, sus ideales, y
escuchar la singularidad del otro. Se trata de la castracioí n del Otro, eso que le falta al Otro.
Hay diferentes formas de sostener la religioí n del Otro. Se lo puede hacer grabando todo lo que
alguien habloí y despueí s íírselo a mostrar al supervisor o teniendo un cuadro de Freud.
Bonavena, el boxeador, decíía que "cuando uno entra al ring te sacan hasta el banquito". Es una
cita ingeniosa para pensar lo que es el que no haya otro que ampare al estar como analista. "Como
analista" decimos, porque en realidad no sabemos lo que es un analista, porque no hay esencia del
analista. Por eso no hay analista antes del acto. Síí podemos decir que hubo analista despueí s del acto, de
la interpretacioí n. Entonces el momento del analista es un instante.
Pero síí cuando nos enfrentamos hay un momento en que uno hace de semblante cuando
alguien viene a consultar a un psicoanalista.
Nos encontramos en un campo donde la garantíía es poco consistente. En nuestro campo no hay
garantíía. El Colegio de Psicoí logos deberíía garantizar por aquellos que trabajan en el campo de la
psicologíía, pero de hecho no estaí en condiciones el Colegio de fiscalizar coí mo trabaja cada psicoí logo.
El grado de variedad que hay en nuestra profesioí n es muy grande en relacioí n a la medicina. En
el Colegio de Psicoí logos funciona un Comiteí de EÓ tica, a donde se presenta alguien que se atiende con un
psicoí logo si tiene alguna denuncia de mala praxis; pero en realidad el Comiteí la toma para buscar la
forma de que esto no llegue a tribunales, es decir, no fiscaliza. Es un control absolutamente ineficaz.
El uí nico control es el de pago de la matríícula. Entonces, eso no controla. ¿Queí garantiza, queí
controla que un psicoí logo cumpla ciertas formas míínimas en relacioí n a la eí tica con la cual trabaja? No
hay nada.
Lo uí nico que regula para los psicoanalistas es la pertenencia a una institucioí n, en la cual uno
estaí conminado a dar cuenta de la forma en la que trabaja: con charlas, ateneos, etc. Pero no hay nadie
que se meta en el consultorio; pero hay ahíí alguna forma de control.
El mayor trastorno de un psicoí logo es cuando se queda solo, no mediatiza lo que hace con
nadie.
El otro tema es la supervisioí n, que es la otra garantíía. El hecho de tener a alguien con quien
poder hablar de lo que uno hace. Esta es una forma de regulacioí n y de cierta garantíía en tanto lo que
uno hace estaí de alguí n modo puesto en cuestioí n.
El mayor problema de algunos psicoí logos es el solipsismo en el que se encierran en cuanto se
reciben. Por el hecho de tener pacientes, eso no marca la garantíía del trabajo que uno hace, porque al
paciente se lo puede seducir, enamorar; hay diferentes formas de tener pacientes, eso no da garantíía de
lo que uno hace.
Porque alguien asíí podríía decir que sin embargo les "hace bien" a los pacientes. ¿Pero queí
quiere decir "hacer bien"?, salvo que uno crea que la psicologíía es una especie de sacerdocio.
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Ese es uno de los problemas que tiene nuestra profesioí n. En medicina hay lo que se llama el
procedimiento necesario y acostumbrado. Quizaí s eí ste no salve la vida de un paciente, pero si el meí dico
lo siguioí al procedimiento aceptado, no puede ser acusado de mala praxis.
En nuestra praí ctica el problema del procedimiento es mucho maí s complicado. Quizaí s haya
dos, tres o cuatro formas de procedimiento adecuado, considerado necesario. Por ej. en el caso de
riesgo de suicidio hay un procedimiento que seríía el necesario.
En el meí dico puede haber una gripe, pero en nuestro caso trabajamos con un sujeto. Por ej. en
una depresioí n aguda el psicoí logo debe derivar a un psiquiatra, si no lo hizo puede ser acusado de mala
praxis. Pero son muy pocos los casos. ¿Coí mo decir que el procedimiento adecuado frente a un obsesivo
muy angustiado es adecuado? No hay una sola forma adecuada. Lo que hay son intervenciones que
pueden tener eficacia o no.
, Por ej.: Ún paciente obsesivo, con una idea obsesiva por la cual cree que al tirarse en una pileta
contagia a todos de S.I.D.A. porque "eí l puede llegar a tener S.I.D.A." dice, y que a quien le da la mano
tambieí n lo contagia. Y llega al punto de que quiere o matar a alguien o suicidarse, por esta idea
obsesiva. ¿Cuaí l es el procedimiento adecuado ahíí? Asíí no se lo podríía dejar irse del consultorio, con
este gran estado de angustia. Hasta que dice algo que el "creíía". Entonces se le dijo que "una cosa es
una creencia y otra una verdad". Y eso sirvioí para desarticularlo, empezoí a decir "no entiendo", y se le
dio la explicacioí n de la diferencia entre creencia y acto: "Úna cosa es pensar y otra hacer". Esto a este
tipo lo tranquilizoí , y a partir de ahíí surgioí la idea de que -eí l teníía que competir en una carrera junto
con otros nadadores, y por alguna razoí n lo excluyen-, y le aparecioí la idea de que "si tirase una gotita
de virus en esa pileta mataríía todos esos hijos de puta". Es un pensamiento, no acto, y tiene otro valor.
En la urdimbre obsesiva acto y pensamiento no tienen diferenciacioí n. De acaí la idea de que una
gotita de S.I.D.A. podríía matar a todos. Este fue el comienzo de esta idea, que es una idea claramente
obsesiva y omnipotente.
Ahora, no podemos decir que en todo obsesivo hay que poner en claro la confrontacioí n entre
idea y acto. Esto es para este obsesivo. No hay un procedimiento adecuado para todos los casos.
¿Entonces, coí mo se puede analizar la buena o mala praxis?
Para un juez, si uno lo puede fundamentar al procedimiento que siguioí , y si no es
absolutamente contrario a toda praí ctica, entonces lo que uno hace no es mala praxis. Por eso hay
pocos juicios de mala praxis: es muy difíícil sostenerlo, salvo que haya un paso de propiedad el paciente
al analista o una relacioí n sexual.
La relacioí n sexual e un claro elemento de mala praxis, ahíí no hubo praí ctica profesional. Pero es
muy difíícil este punto. Ha habido denuncias acaí en el Colegio y han sido contenidas por el Comiteí de
EÓ tica Profesional.
Todos sabemos que cuando Freud trabaja el amor de transferencia y el real no encuentra nada
que le permita diferenciarlos bien, excepto el hecho de si hay analista o no. El tema es que uno esteí en
la posicioí n de analista o no. En Freud no hay una diferencia tajante entre uno y otro, lo que síí hace la
diferencia es que del otro lado haya analista o no. Y el que haya analista es que no responda a la
demanda de amor. Cuando Freud habla de analista es que no responda a la demanda de amor.
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confrontacioí n; pero no hay un aí rbitro. Pero lo que se juega ahíí es la transferencia, la suposicioí n de saber,
no la verdad. Esto quiere decir tambieí n, es otra forma de decir: "No hay Otro del Otro". No hay Otro que
garantice la verdad.
El terreno de la clíínica es el terreno de la confrontacioí n. Por ej. en un ateneo se organizan las entrevistas
para demostrar de queí se trata claramente, por ej. de una obsesioí n; es la puesta en juego de una ficcioí n.
Los ateneos maí s interesantes es cuando se pone en juego la confrontacioí n: Úno dice que es una cosa y
otro otra. Por ej. decir que un neologismo se caracteriza por estar fuera del discurso, un significante que
no remite a otro, eso no es una evidencia. Cuando alguien dice una palabra sobre ia cual no puede
asociar. Para eso habraí que hacer todo un desarrollo teoí rico para decir que es una psicosis o una
neurosis obsesiva.
Ún problema que suelen tener los analistas lacanianos es que la mayoríía de los casos suelen ser tan
armados que no dejan hacer ninguna forma de interpretacioí n, porque estaí n armados para demostrar
una teoríía o un concepto. Con lo cual es imposible trabajar clíínicamente.
No es faí cil para un analista hablar de lo que hace. Mucho menos exponerlo clíínicamente.
La clíínica, cuando uno habla de la clíínica estaí en la posicioí n de un analizante, porque uno habla d lo que
hace y de las equivocaciones. Cuando uno habla comete fallidos, etc., estaí en posicioí n de analizante,
entonces supone del lado del que escucha una cierta consideracioí n.
Pasa con los alumnos, cuando uno escucha un error en lo que dice el profesor pudo encontrar un lugar
en el Otro.
Por eso, cuando es entre analistas, hay cierto respeto y cierta consideracioí n que hay que lograrla y que
tiene que ver con la propia praí ctica Cuando uno es estudiante quizaí lo que puede escuchar es el error.
No hay garantíía cuando uno habla de la clíínica. Transmitir la clíínica de lo que hace cada uno es
transmitir los tropiezos. Por eso lo mejor es cuando uno puede presentar un caso donde se lo puede
escuchar al analista.
El analista a veces se enoja en un anaí lisis, y eso se ve en la intervencioí n superyoica que realiza. Eso
despueí s se lo puede leer en la supervisioí n. No es que no haya contratransferencia o sentimientos
propios, el tema es que Lacan nos ensenñ oí que eso no puede dirigir la cura. Pero esto no quiere decir que
esto no exista.
Lacan, para revertir el posfreudismo de trabajar con la trasferencia positiva, dice que uno escucha
mejor cuando no le cae tan bien, porque ahíí escucha el agujero, porque si estaí fascinado con el
paciente no escucha nada. Lacan decíía por eso que era bueno algo de transferencia negativa.
El analista debe poder actuar sin que esos sentimientos que tiene interrumpan la escucha.
La cuestioí n en relacioí n al diagnoí stico: hicimos referencia a que el psicodiagnoí stico en los anñ os '60 tuvo
un lugar -la bateríía de tests- en relacioí n al psicoanaí lisis, porque era como que el analista orientara su
cura a partir de elemensto objetivos como ser los tests de personalidad: Rorschach, T.A.T.
Esa bateríía de tests, desde los que eran para ver alguí n trastorno neuroloí gico a C.I. a organizacioí n de la
personalidad, es lo que podíía orientar la cura para los analistas kleinianos de los anñ os '60. Esto supone
dejar fuera de la transferencia lo que es la conduccioí n de la cura.
En esas eí pocas al paciente se le hacíían dos a tres entrevistas cara a cara, luego del psicodiagnoí stico, y a
la cuarta se le indicaba el divaí n. El divaí n es siempre una intervencioí n: Es decir que el anaí lisis estaí en
curso, pero tambieí n puede ser el precipitar la entrada en anaí lisis.
El divaí n tiene varias implicaciones: Úna puede ser cortar esa forma de discurso imaginario que trae el
paciente. Ún paciente busca siempre alguna forma de aprobacioí n o de correspondencia imaginaria. Si a
uno le sonrííen en una situacioí n social tiende uno a sonreíír, es decir, realizar especularmente lo que el
otro espera de uno. Es decir que siempre hay en lo especular, de la mirada, una tendencia a lo recííproco.
Tambieí n por ej. si nos miran con cara de odio.
Bueno, esto Lacan lo demostraba con los pecesitos de combate, que las senñ ales de uno levantaban las
senñ ales de ataque del otro. Y lo mismo en las cuestiones de amor.
Esto es lo que el divaí n trata de cortar, esta correspondencia biuníívoca.
Pero esto significa que no se puede indicar divaí n a todos, porque hay algunos a quienes la angustia los
devoraríía. La indicacioí n de divaí n no es para todos, se puede hacer psicoanaí lisis cara a cara.
La indicacioí n de divaí n en muchos casos se convierte en un obstaí culo, sobre todo en histerias, en esta
demanda de lo imaginario especular.
Úno en la vida aprende a poder leer en los gestos del otro la aprobacioí n de los dichos de uno. Entonces,
si vio una mueca de desaprobacioí n, va a intentar de hacerlo reíír por la seduccioí n. En esos casos es
importante poner un corte. Porque ademaí s para un psicoanalista es bastante insoportable no hacer
gestos: la cara de poker. Este semblante tiene su peso poder realizarlo, uno lo puede hacer no por
mucho tiempo.
Muchas veces reíírse con un chiste no tiene consecuencias en la direccioí n de la cura, pero otras veces síí:
Cuando eso suele ser un instrumento para que el otro no escuche. Y ia posicioí n del neuroí tico es la de
ser lo que al otro le falta, y se han dedicado a hacer encantar al otro. Ahíí se debe indicar divaí n. Y todo lo
contrario en los casos en que lo imaginario o lo especular es un soporte indispensable para poder
sostener la palabra. Por eso a veces en casos de extrema angustia se le pone cierto dique a la angustia
con el cara a cara.
Y ni hablar en los casos de psicosis, el cara a cara s una condicioí n esencial, por las desarticulaciones de
lo imaginario que se dan en la psicosis. La indicacioí n de divaí n en un prepsicoí tico (no desencadenado)
27
hace desencadenar el delirio.
En estos casos, claro, el diagnoí stico es fundamental. Ahora, ¿queí diagnoí stico? No el que nos puede dar
el Rorschach, porque los tests de personalidad plantean la generalidad en lo particular del sujeto, o sea,
un camino contrario a un anaí lisis, donde lo que uno puede escuchar es lo particular del sujeto.
Por ej. hay obsesivos donde lo particular es aquello que rechazan: "Nada particular, lo de siempre",
"Como la vida de todos, a todos le pasa lo mismo". Este es el recurso obsesivo: "A todos nos pasa lo
mismo". Nada de donde poder asirlo, todo está bien, el problema es del otro: "Si Úd. Me dice queí desea yo
respondo a la demanda". Ún paciente asíí por ej. cambioí cuando estaba diciendo lo que hacíía: "Los
saí bados fuí tbol". Entonces el analista preguntoí coí mo era jugando al fuí tbol: "No; ahíí soy otro, puteo al
que no tiene la suficiente voluntad". Y luego dice: "A míí me gustaríía ser como soy en el partido de
fuí tbol". Lo interesante es que pudo percibir que es en el fuí tbol en donde no es "todo lo mismo" para eí l.
En este paciente no habíía matices, variedad, "todo era lo mismo". Hasta que pudo subjetivar que la
crisis con su mujer que lo habíía traíído al anaí lisis era porque eí l teníía ya de antes cierto malestar en
relacioí n a su mujer, malestar que eí l actuoí : Aparecioí cierta mujer y eí l se fue con ella, y cuando volvioí la
mujer se lo reprochaba, y si no era por eso "eí l no teníía problema".
Para un buen buroí crata, como es el obsesivo, porque cumple la ley, el tema de que el otro insista e un
problema, y eí l puede localizar la solucioí n en el futuro.
Esta persona pudo localizar algo de su deseo: de donde su palabra apunta a algo de su deseo es
justamente jugando al fuí tbol.
dificultad
28
Inhibición Impedimento Embarazo
i Emoción Síntoma
movim Pasaje al acto
iento
29
Turbación Angustia
30
turbación acting out angustia
31
Esto aparece, tiene que ver con la clase 6 del seminario de la angustia;
un seminario fundamental en la obra lacaniana.
,Este eje e una lectura del texto de Freud Inhibición, síntoma y angustia, que lo
ubica del menor al mayor movimiento y de la menor a la mayor dificultad.
Entre la inhibición, que es ei punto mínimo, y la angustia, que es el
máximo, hay términos intermedios. La angustia representa así la mayor
dificultad y el mayor movimiento, de ahí que se al punto más difícil en
el dolor psíquico.
Por el lado del movimiento, Lacan en el lado de la inhibición coloca luego
la emoción y la turbación, que implican diferentes movimientos pero igual
dificultad.
Primero la inhibición: es la retención de toda respuesta. Freud coloca a
la inhibición como previa al síntoma en Inhibición, síntoma y angustia', luego hace
síntoma, por tanto la inhibición es reconocible pero no interpretable. O
sea que no hay de esto señales. La inhibición es exitosa en tanto no hay
resto de este acto detenido que es la inhibición.
En la fobia lo que hay es un temor, miedo, no hay inhibición. La
evitación fóbica implica que el sujeto realiza conductas evitativas,
hasta la mayor que es la claustrofobia. Pero ahí no se inhibe sino que
surge el miedo como un ciclo. Un fóbico transpira, etc.: hay respuestas
corporales. En la inhibición lo que hay es una ausencia de respuesta,
que no es lo mismo que la emoción. La emoción es un concepto que viene
de la psicología de las emociones, como una especie de sentimiento pero
de orden más bien corporal, que tiene que ver con un compromiso
corporal. Y Lacan lo relaciona con eso que surge que en la psicología se
llama "la mancha": la mancha de Rorschach. Eso de que el sujeto al ver
la mancha y encontrar ahí algo surge la emoción. Ésta es del mismo orden
que encontrar en el dibujo una mancha. Es algo tenue en relación a lo
que podría ser la turbación.
La inhibición es la ausencia total de respuesta. No es el obsesivo que
tiene la duda de "¿le digo o no le digo?", sino que es un grado
anterior, una ausencia de pensamiento, y que no puede decir nada: En el
momento no me surgió nada, después me di cuenta de todo lo que le pude
haber dicho". Esto es del orden de la inhibición: no tiene pensamiento,
no hay ningún contenido en ese momento, no surge nada. El pensamiento
es un acto, no en el sentido simbólico pero sí en el real.
La emoción, dice Lacan, produce no saber de qué se trata eso, como la
mancha, no saber de qué se trata eso que se encontró, pero hay ahí un
saber, pero de alguna forma concernido.
Y cuando uno está turbado aparecen rasgos de esa turbación. La turbación
a veces se relaciona con cierta construcción. Lacan lo define como "la
evocación de un poder pero que no se presenta". Es decir, se busca algo
que realizar, en relación al acto, pero no hay poder para realizarlo,
entonces podemos decir que está turbado.
En la misma dimensión de la inhibición, en relación a la dificultad está
el impedimento y luego el embarazo.
El impedimento, impedir, es la dificultad en retener: retener su deseo.
Y esto en relación al obsesivo se llama "compulsión": es la compulsión
obsesiva, lo que lo lleva al obsesivo a realizar actos que quisiera
detener. Lacan lo ubica a nivel del impedimento.
En cambio el embarazo, que supone una mayor dificultad: embarazo tiene
la acepción de llevar algo dentro, pero a su vez supone primero que es
un embarazo en relación al otro, por ej. con el enrojecimiento que
sucede a un acto fallido. El embarazo es cierto desnudamiento frente al
otro, cuando uno dice más de lo que quería decir. Está en relación con
la causa. ¿Qué diferencia hay entre un acto fallido que es una
equivocación y un acto fallido en relación al sujeto? El embarazo; ahí
se escucha cuando es en relación a una causa
Luego Lacan incluye el pasaje ai acto: mediano movimiento y mayor dificultad;
y el acting out. mediana dificultad y mayor movimiento.
En otro lugar Lacan dice que el análisis transcurre, se desarrolla a
partir de la formalización de un síntoma en transferencia, porque es
interpretable. Lacan dice que el análisis se desarrolla entre la
32
inhibición y el acting out. Porque la inhibición no es interpretable y
el acting out tampoco.
El síntoma se hace interpretable en el análisis. Sino es del mismo orden
que interpretar el asma o cualquier fenómeno psicosomático. Es en el
discurso donde uno puede operar por ej. una impotencia. Sino queda en el
discurso sugestivo, como hacen los terapistas sexuales: Ese es un
trastorno sexual por fuera de la transferencia. Esto es del orden del
saber, no del saber supuesto sino del saber efectivo.
Y un analista trabaja sólo en transferencia. ¿Por qué una sucesión de
vómitos son sensibles a un psicoanálisis? No por lo que hace un
conductista, que indica qué se debe hacer, funciona a través de la
indicación y sugestión en base a un saber efectivo, y que responde a lo
general, por tanto no al sujeto. Entonces, estas técnicas que llevan lo
particular a lo general lo que hacen es desubjetivar.
Ej.: Una paciente que se presenta con una serie de vómitos aparentemente
involuntarios, que se le aparecen en forma más o menos diaria desde los
15 años. En ese momento tenía 19. Cuando ella entra en análisis los
vómitos cesaron. Habló de los vómitos en la primer entrevista, luego se
quejaba cada tanto. Y al entrar en análisis dejó de vomitar.
Ese síntoma fuera de transferencia fue tocado por algo que sí sucedió en
transferencia, en donde ese vómito tenía que ver con la relación que ella
tenía con su madre, de sentirse no catectizada por la mirada de la madre,
y que se catectizaba con cada varón que encontraba.
Es una cuestión de que lo que se arma de orden simbólico es desatable por
la palabra. Pero si nos hubiésemos metido con la realidad del vómito, ese
vómito no es tratable por la palabra. El acento no hay que ponerlo ahí
sino en lo transferencial, en la organización de un síntoma a nivel
transferencial.
Los neuróticos tienen como cierta "creencia", digamos, en el valor de la
palabra. Eso un asmático o un bulímico o un anoréxico no lo tiene. Menos
que todo un asmático. El neurótico mayormente tiene cierta creencia en la
palabra, la palabra que evoca, que hace sentir. Los anoréxicos o los
bulímicos tiene más creencia en el acting o en el pasaje al acto. Por eso
en estos últimos casos no podemos hablar de síntoma. El síntoma es algo a
construir en el análisis.
En el psicosomático la transferencia está obstaculizada por la falta de
creencia en el valor de la palabra. El psicosomático responde más a la
medicina. Y responde tardíamente al psicoanálisis. La demanda es a la
medicina, porque es a una solución general. Por eso la medicina
objetaliza y dice: "Se trata de un estómago"; porque eso es lo que
generaliza: Hay 10 tipos de úlcera, no tantas úlceras como sujetos hay.
Y también el adicto es alguien que cree más en el valor de la sensación
del goce de la sustancia que en el valor de la palabra. El adicto dice:
"Me trae consecuencias, pero el goce es irrenunciable e inmediato".
En un momento el ataque de asma era interpretado en relación a la
madre, en la época de los posfredianos; pero en Klein todo era en
relación a la madre.
Los desórdenes PSICOSOMÁTICOS no son del orden de la interpretación, y la
dirección de la cura pasa por una somatización en otro lugar. Porque los
trastornos psicosomáticos producen un goce que está por fuera del valor
fálico, del orden fálico, y esto los hace inoperables.
Lo mismo que EL TOXICÓMANO, cuya demanda en relación a la droga no pasa
por el otro, por tanto la adicción por esta vía no es sintomatizable. Un
adicto no dice: "No sé por qué me aspiro una línea". No; ahí generalmente
hay un saber: sabe sobre el goce, en el cuerpo. Es un goce del orden de
lo inmediato, y por tanto no pasa por una demanda al otro. No hay Otro.
Retomemos la cuestión del acting out y el pasaje al acto. Dijimos que la
clínica psicoanalítica se da entre la inhibición y el acting out, es
33
decir que entre la inhibición y el acting out se da el síntoma. La
angustia está más allá del acting out, no hace enigma, es un dolor sin
causa, por eso Lacan dice que no es interpretable.
La angustia es algo que está por fuera de lo interpretable en tanto
comporta el mayor dolor, y hay ahí una falla del síntoma; porque el
síntoma anuda, es entonces cuando el síntoma no opera. Lacan coloca a le
sinthome como lo que anuda, lo que sostiene, y es por esta falla de su
función de anudamiento la aparición de la angustia. La angustia no es sin
objeto. La angustia siempre supone la cercanía del objeto. Cercanía del
objeto que tiene que ver con una identificación, con ser objeto frente al
otro.
Y Lacan refiere el goce incestuoso o el goce del Otro como ese goce
imposible, que es el de ser un puro objeto a merced del Otro. Y es cuando
este goce está a punto de irrumpir, la inminencia de este goce, cuando
aparece la angustia.
Es cuando deja de haber parámetros. Porque uno se sostiene frente al otro
por ciertas reglas, parámetros, que me hacen no ser un objeto frente a la
boca del cocodrilo: frente a esta se pone el falo. El falo es lo que impide este
goce del Otro.
La angustia brota en la inminencia de este goce del Otro.
Aunque puede haber niveles de
angustia, en general uno dice "estoy angustiado" para decir que está
ansioso, conmovido, etc.
Pero la angustia es un concepto muy preciso: supone la pérdida momentánea
de todo parámetro: no hay lugar en el mundo donde ponerse en la angustia,
porque no hay lugar donde estar a salvo de la angustia, uno no sabe dónde
ir. Por eso hablamos del máximo movimiento y la mayor dificultad.
Uno se siente un objetito en la boca del cocodrilo.
La angustia es inequívoca: uno no tiene dudas de que se está angustiado.
No es tan frecuente estar angustiado. Y no alcanza con que el sujeto diga
que está angustiado. En la vida cotidiana uno se dice angustiado por
muchas cosas, pero este es un valor banal de la angustia.
Es cuando el síntoma falla que se produce. El síntoma liga algo del orden
del goce (cuerpo) con algo del orden del significante (inconciente). No
es así en la angustia: en la angustia hay una separación del inconciente.
Pensemos que el inconciente es un sistema de control, de transformación
del dolor corporal. Es una estructura que permite procesar la excitación
que nos viene del cuerpo. Produce anudamiento entre lo que es del orden
del cuerpo y de la representación, decía Freud. Por eso es tan importante
entender el esquema del peine.
El esquema del peine es fundamental para entender el procesamiento que
realiza ei inconciente de las excitaciones corporales. Permite traducir
la excitación con alguna forma de representación, que le da alguna forma
de salida. Por eso el inconciente está entre la percepción y el polo
motor. Este inconciente es lo propio del ser parlétre, lo que nos diferencia
del polo animal. Y que es justamente por la vía de la palabra, porque
tenemos inconciente en tanto nos hablen.
El sujeto es una respuesta por la vía del cuerpo ante la palabra. Es una respuesta de lo real del cuerpo
ante la insistencia de la palabra. Porque si no hay cuerpo (cuerdas vocales, cerebro^ no hay posibilidad
de respuesta subjetiva, pero tampoco la hay si no hay otro. La respuesta subjetiva es ante la incidencia
del otro, del discurso.
Entonces, entre el síntoma y la angustia, por otro lado, Lacan incluye al
acting out y al pasaje al acto. Son dos formas de respuesta: el acting
out es una respuesta y el pasaje al acto es una reacción.
El acting out es una respuesta salvaje a la demanda del Otro. En tanto no
es por el orden de la palabra sino por el orden de la actuación, de la
respuesta corporal. El acting no es algo del orden de lo interpretable ni
del orden de lo prohibido; ni tampoco es interpretable, porque no es del
orden del síntoma, es decir, articulado a la palabra. Justamente, si
alguien lo interpreta lo que se hace es darle un sentido a la actuación,
sea la conducta que sea que suponga cierta mostración. Es decir,
conductas en las que lo que caracteriza es la mostración. No es lo mismo
la mostración que el mensaje, el discurso al otro. Lo que se muestra es
una conducta, una forma de actuación.
34
A veces también las palabras funcionan mostrativamente: Por ej. uno puede
insultar a alguien que nos dice algo. El insultar muchas veces tiene el
valor de acting, porque a veces tiene el valor de odio, no de decir algo,
muestra. Otras veces no.
Hay un uso mostrativo de las palabras y también hay un uso evocativo,
referencial, indicativo de la palabra.
El acting out es una conducta mostrativa que busca hacerse un lugar en el
Otro. Se muestra algo que supone abrir una falla en el otro: "Viste, me
podés perder".
Muchas veces en relación al acting out, en relación al intento de
suicidio, que muchas veces son dramáticos y otras del orden de la
parodia: Cuando es muy grueso. Pero también hay otro orden del acting out
e que el sujeto, en la sucesión, puede realizar apuestas cada vez más
mostrativas,
Lacan al "caso de los sesos frescos" lo planteó en lo que no entendía el
analista: que el acting out es una respuesta frente a la sordera del
otro.
A veces esto es escuchado por el otro (sea el padre, madre, novio) y el
acting out precipita cierta modificación de la posición del otro. Por lo
menos a esto apunta cierta clínica del acting out de los intentos de
suicidio: apuntar a que haya cierto movimiento del otro.
Se trata de respuesta en una escena. En el acting está el sujeto y está
el otro en la escena, y el sujeto procura sustraerse para producir una
falla en el otro. Por ej. en el intento de suicidio: "Puedo desaparecer".
Son comunes las internaciones por intento de suicidio en jóvenes y
adolescentes por problemas familiares. Por ej. una hija que intentó
suicidarse porque la madre no escuchaba que su pareja intentaba violarla.
Y el intento de suicidio fue la vía para que la escuche y la mande a
vivir con su hermana.
La sordera del otro es lo que causa un acting. El acting lo causa el no
encontrar lugar en el otro, sea responsabilidad del otro o sea del
sujeto.
Muchas veces hay gente que opera siempre por la vía del acting, porque es
la forma de tirarle toda la responsabilidad al otro: lo podemos ver en un
obsesivo, en una histeria.
Hay toda una clínica en relación al acting; no es una estructura porque
puede estar tanto en la perversión como en la neurosis. Hay una falla
en la relación al Otro. Lacan lo ubica en relación a la separación al
otro, en el "puedes perderme". El Otro es significante, ei lugar del
discurso. En el cual el sujeto va encarnando a lo largo de su vida a
distintos otros.
Es porque se le habla al cuerpo que responde un sujeto.
Hay sujetos que viven en actings constantes, que son incapaces de
sostener en su propio ceno un síntoma: enseguida se lo arrojan al otro
y le enrostran al otro siempre la responsabilidad de su dolor, de lo
que les pasa. La cuestión es siempre el otro. Hay toda una clínica y
maniobras para hacer ese sujeto analizable, pero no por la vía e la
interpretación del acting out sino de la sintomatización.
Y la transferencia también es del orden de una escena, pero de una
escena en donde juega la palabra.
CLÍNICA DE
ADULTOS TEÓRICO
NÚMERO 11 PROF.:
JORGE
ZANGUELLINI
GOCE
Hoy vamos a plantear un tema que es discontinuo en relación a lo que
veníamos trabajando, que es la cuestión del goce.
La doctrina lacaniana acerca del goce, si bien aparece en el Seminario
10, es recién en el Seminario 20 donde Lacan hace mayores precisiones y
35
delimita goces. Hablamos de esto para poder articularlo con lo que
comporta de goce... plantearlo porque es un concepto oscuro y no puede
ser de otra forma. Porque uno puede decir:
"El goce es del cuerpo"
"El goce es lo real"
"Todo síntoma tiene una cara gozosa"
Podemos plantearlo en Freud, sobre todo en la última parte de su obra, en
relación a:
La reacción terapéutica negativa.
La tipología de los que fracasan al triunfar.
Si bien Freud habla de displacer para un sistema y placer par otro, lo
vemos hoy como goce.
La reacción terapéutica negativa es: ¿Qué es lo que hace que alguien
decida abandonar un tratamiento en un punto determinado?, se pregunta
Freud. Freud dice: La reacción terapéutica negativa es aquello que hace que se elija el
síntoma a la cura. La reacción terapéutica negativa apunta a eso indiferenciado pero insistente de la
pulsión, de la satisfacción pulsional. Esa adherencia patológica al síntoma que se prefiere en relación
a la cura. ¿Qué quiere decir "en relación a la cura"? En relación a la
cura en tanto se elige no dejar de gozar.
L A C A N D I C E Q U E I A C U R A P S I C O A N A L Í T I C A E S P A S A R D E L G O C E A L D E S E O . Ahí donde se
deseaba el sujeto debe advenir, pero el sujeto barrado.
En la tipología de los que fracasan al triunfar Freud habla de sujetos
que cuando ganan algo, le hace perder eso. Por tanto se ve que hay una
satisfacción en la pérdida, que va por el lado del anhelo. Estamos
hablando de la clínica freudiana cuando Freud plantea que la cuestión
no pasa sólo por un placentero y un displacentero sino por un más allá:
otra forma de satisfacción pulsional.
En la clínica vemos cómo muchos sujetos persisten en la elección de
aquello que les duele: dolor psíquico.
Porque las interpretaciones tiene dos caras: Uno a veces interpreta el
lado deseante, pero queda fuera el gozoso. Si uno no toma ambas
vertientes el síntoma queda inmutable.
Por ej.: Una mujer que mantiene una relación amorosa con un hombre; él
viene cada mucho tiempo. Y sobre eso ella no le puede preguntar nada:
ni por qué viene, ni dónde vive, etc. Una relación así le produce a
ella sufrimiento, supongamos. El problema de hablar. "El hablar reduce
el goce", dice Lacan en el Seminario 20. Lacan dice: "La sublimación se
trata de esto: yo no cojo, hablo".
Lacan dice que la palabra supone algo del orden sublimatorio. La
sublimación es un destino pulsional que supone el orden de una
satisfacción no sexual.
Entonces, en Freud, si la reacción terapéutica negativa supone una
adhesión a la parte gozosa del síntoma, porque el goce no habla -ello
goza, el cuerpo goza- no hay un goce que no sea del cuerpo.
Y por esta definición tenemos lo más paradójico: el goce fálico, o sea
el goce articulado al significante. El goce fálico es la consecuencia
de la demanda invocada sobre el cuerpo. La respuesta de eso es el
sujeto, y la consecuencia es el cuerpo penetrado por el falo, es decir,
es el cuerpo penetrado por el significante.
36
LA RELIGIÓN OBSESIVA
Es cuando deja de haber parámetros. Porque uno se sostiene frente al otro
por ciertas reglas, parámetros, que me hacen no ser un objeto frente a la
boca del cocodrilo: frente a esta se pone el falo. El falo es lo que impide este
goce del Otro.
La angustia brota en la inminencia de este goce del Otro.
Aunque puede haber niveles de
angustia, en general uno dice "estoy angustiado" para decir que está
ansioso, conmovido, etc.
Pero la angustia es un concepto muy preciso: supone la pérdida momentánea
de todo parámetro: no hay lugar en el mundo donde ponerse en la angustia,
porque no hay lugar donde estar a salvo de la angustia, uno no sabe dónde
ir. Por eso hablamos del máximo movimiento y la mayor dificultad.
Uno se siente un objetito en la boca del cocodrilo.
La angustia es inequívoca: uno no tiene dudas de que se está angustiado.
No es tan frecuente estar angustiado. Y no alcanza con que el sujeto diga
que está angustiado. En la vida cotidiana uno se dice angustiado por
muchas cosas, pero este es un valor banal de la angustia.
Es cuando el síntoma falla que se produce. El síntoma liga algo del
orden del goce (cuerpo) con algo del orden del significante
(inconciente). No es así en la angustia: en la angustia hay una
separación del inconciente.
Pensemos que el inconciente es un sistema de control, de transformación
del dolor corporal. Es una estructura que permite procesar la excitación
que nos viene del cuerpo. Produce anudamiento entre lo que es del orden
del cuerpo y de la representación, decía Freud. Por eso es tan importante
entender el esquema del peine.
El esquema del peine es fundamental para entender el procesamiento que
realiza el inconciente de las excitaciones corporales. Permite traducir
la excitación con alguna forma de representación, que le da alguna forma
de salida. Por eso el inconciente está entre la percepción y el polo
motor. Este inconciente es lo propio del ser parlétre, lo que nos diferencia
del polo animal. Y que es justamente por la vía de la palabra, porque
tenemos inconciente en tanto nos hablen.
El sujeto es una respuesta por la vía del cuerpo ante la palabra. Es una respuesta de lo real del cuerpo
ante la insistencia de la palabra. Porque si no hay cuerpo f cuerdas vocales, cerebro^ no hay
posibilidad de respuesta subjetiva, pero tampoco la hay si no hay otro. La respuesta subjetiva es ante
la incidencia dei otro, del discurso.
Entonces, entre el síntoma y la angustia, por otro lado, Lacan incluye al
acting out y al pasaje al acto. Son dos formas de respuesta: el acting
out es una respuesta y el pasaje al acto es una reacción.
El acting out es una respuesta salvaje a la demanda del Otro. En tanto no
es por el orden de la palabra sino por el orden de la actuación, de la
respuesta corporal. El acting no es algo del orden de lo interpretable ni
del orden de lo prohibido; ni tampoco es interpretable, porque no es del
orden del síntoma, es decir, articulado a la palabra. Justamente, si
alguien lo interpreta lo que se hace es darle un sentido a la actuación,
sea la conducta que sea que suponga cierta mostración. Es decir,
conductas en las que lo que caracteriza es la mostración. No es lo mismo
la mostración que el mensaje, el discurso al otro. Lo que se muestra es
una conducta, una forma de actuación.
A veces también las palabras funcionan mostrativamente: Por ej. uno puede
insultar a alguien que nos dice algo. El insultar muchas veces tiene el
valor de acting, porque a veces tiene el valor de odio, no de decir algo,
muestra. Otras veces no.
Hay un uso mostrativo de las palabras y también hay un uso evocativo,
referencial, indicativo de la palabra.
El acting out es una conducta mostrativa que busca hacerse un lugar en el
Otro. Se muestra algo que supone abrir una falla en el otro: "Viste, me
podés perder".
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Muchas veces en relación al acting out, en relación al intento de
suicidio, que muchas veces son dramáticos y otras del orden de la
parodia: Cuando es muy grueso. Pero también hay otro orden del acting out
e que el sujeto, en la sucesión, puede realizar apuestas cada vez más
mostrativas.
Lacan al "caso de los sesos frescos" lo planteó en lo que no entendía el
analista: que el acting out es una respuesta frente a la sordera del
otro.
A veces esto es escuchado por el otro (sea el padre, madre, novio) y el
acting out precipita cierta modificación de la posición del otro. Por lo
menos a esto apunta cierta clínica del acting out de los intentos de
suicidio: apuntar a que haya cierto movimiento del otro.
Se trata de respuesta en una escena. En el acting está el sujeto y está
el otro en la escena, y el sujeto procura sustraerse para producir una
falla en el otro. Por ej. en el intento de suicidio: "Puedo desaparecer".
Son comunes las internaciones por intento de suicidio en jóvenes y
adolescentes por problemas familiares. Por ej. una hija que intentó
suicidarse porque la madre no escuchaba que su pareja intentaba violarla.
Y el intento de suicidio fue la vía para que la escuche y la mande a
vivir con su hermana.
La sordera del otro es lo que causa un acting. El acting lo causa el no
encontrar lugar en el otro, sea responsabilidad del otro o sea del
sujeto.
Muchas veces hay gente que opera siempre por la vía del acting, porque es
la forma de tirarle toda la responsabilidad al otro: lo podemos ver en un
obsesivo, en una histeria.
Hay toda una clínica en relación al acting; no es una estructura porque
puede estar tanto en la perversión como en la neurosis. Hay una falla
en la relación al Otro. Lacan lo ubica en relación a la separación al
otro, en el "puedes perderme". El Otro es significante, el lugar del
discurso. En el cual el sujeto va encarnando a lo largo de su vida a
distintos otros.
Es porque se le habla al cuerpo que responde un sujeto.
Hay sujetos que viven en actings constantes, que son incapaces de
sostener en su propio ceno un síntoma: enseguida se lo arrojan al otro
y le enrostran al otro siempre la responsabilidad de su dolor, de lo
que les pasa. La cuestión es siempre el otro. Hay toda una clínica y
maniobras para hacer ese sujeto analizable, pero no por la vía e la
interpretación del acting out sino de la sintomatización.
Y la transferencia también es del orden de una escena, pero de una
escena en donde juega la palabra.
CLÍNICA DE
ADULTOS TEÓRICO
NÚMERO 11
PROF.: JORGE
ZANGUELLINI
GOCE
Hoy vamos a plantear un tema que es discontinuo en relación a lo que
veníamos trabajando, que es la cuestión del goce.
La doctrina lacaniana acerca del goce, si bien aparece en el Seminario
10, es recién en el Seminario 20 donde Lacan hace mayores precisiones y
delimita goces. Hablamos de esto para poder articularlo con lo que
comporta de goce... plantearlo porque es un concepto oscuro y no puede
ser de otra forma. Porque uno puede decir:
"El goce es del cuerpo"
"El goce es lo real"
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"Todo síntoma tiene una cara gozosa"
Podemos plantearlo en Freud, sobre todo en la última parte de su obra, en
relación a:
La reacción terapéutica negativa.
La tipología de los que fracasan al triunfar.
Si bien Freud habla de displacer para un sistema y placer par otro, lo
vemos hoy como goce.
La reacción terapéutica negativa es: ¿Qué es lo que hace que alguien
decida abandonar un tratamiento en un punto determinado?, se pregunta
Freud. Freud dice: La reacción terapéutica negativa es aquello que hace que se elija el
síntoma a la cura. La reacción terapéutica negativa apunta a eso indiferenciado pero insistente de la
pulsión, de la satisfacción pulsional. Esa adherencia patológica al síntoma que se prefiere en relación
a la cura. ¿Qué quiere decir "en relación a la cura"? En relación a la
cura en tanto se elige no dejar de gozar.
L A C A N D I C E Q U E L A C U R A P S I C O A N A L Í T I C A E S P A S A R D E L G O C E A L D E S E O . Ahí donde se
deseaba el sujeto debe advenir, pero el sujeto barrado.
En la tipología de los que fracasan al triunfar Freud habla de sujetos
que cuando ganan algo, le hace perder eso. Por tanto se ve que hay una
satisfacción en la pérdida, que va por el lado del anhelo. Estamos
hablando de la clínica freudiana cuando Freud plantea que la cuestión
no pasa sólo por un placentero y un displacentero sino por un más allá:
otra forma de satisfacción pulsional.
En la clínica vemos cómo muchos sujetos persisten en la elección de
aquello que les duele: dolor psíquico.
Porque las interpretaciones tiene dos caras: Uno a veces interpreta el
lado deseante, pero queda fuera el gozoso. Si uno no toma ambas
vertientes el síntoma queda inmutable.
Por ej.: Una mujer que mantiene una relación amorosa con un hombre; él
viene cada mucho tiempo. Y sobre eso ella no le puede preguntar nada:
ni por qué viene, ni dónde vive, etc. Una relación así le produce a
ella sufrimiento, supongamos. El problema de hablar. "El hablar reduce
el goce", dice Lacan en el Seminario 20. Lacan dice: "La sublimación se
trata de esto: yo no cojo, hablo”.
Lacan dice que la palabra supone algo del orden sublimatorio. La
sublimación es un destino pulsional que supone el orden de una
satisfacción no sexual.
Entonces, en Freud, si la reacción terapéutica negativa supone una
adhesión a la parte gozosa del síntoma, porque el goce no habla -ello
goza, el cuerpo goza- no hay un goce que no sea del cuerpo.
Y por esta definición tenemos lo más paradójico: el goce fálico, o sea
el goce articulado al significante. El goce fálico es la consecuencia
de la demanda invocada sobre el cuerpo. La respuesta de eso es el
sujeto, y la consecuencia es el cuerpo penetrado por el falo, es decir,
es el cuerpo penetrado por el significante.
En la salida del Edipo, el niño elige su pene a su madre: por eso es una
renuncia, por eso el falo es el significante de la castración, y a partir
de ahí podemos hablar de falo, porque falo supone castración. El valor de falo
es la castración (hablamos del FALO SIMBÓLICOS. El falo es lo que ordena la
cadena significante, ordena el mundo.
El falo es el concepto de castración. Si hay falo es porque operó la
castración, y esto es una perdida de goce: Falo supone pérdida de goce.
Falo es función de pérdida de goce, de castración operada por el
significante, si bien tiene su inserción real en la diferencia anatómica
entre los sexos.
Lo que se desdobla, lo que producen los monumentos fálicos, etc., ése
se trata del falo imaginario. Por ej. los obeliscos que están para
marcar el centro de la referencia: a partir de él se pone uno a contar.
Eso supone valor de referencia. Hay un uso significante, simbólico del
44
falo imaginario, que de eso se trata el obelisco.
Pero también, en la representación fantasmática, para el muchacho la niña
fálica es lo que le produce la excitación.
Lacan agrega a la oposición entre fálico - castrado la posición c/e ser
(femenina: ser falo para el otro) o de tener (masculina). Por ej., en la
posición que supone el ser ídolo (de fútbol por ej.), que da lo mismo si
se es hombre o mujer; es la posición frente al falo lo que juega.
Retomemos falo como valor de castración. Que se hable no supone hacerse representar
en el discurso. De hecho, ¡os psicóticos hablan pero no se pueden hacer
representar por un significante ante otro significante. Generalmente
cuando se conmina a un psicótico a hacerse representar entra en el
delirio. De eso habla Lacan con la aparición de un padre: es cuando se
conmina a alguien a hacerse representar con un significante fálico.
Si hay condiciones que al cambiar -de vida, por ej. una inmigración-, que
provocan el brote, para muchos psiquiatras se revierte eso volviendo a su
lugar de origen, pero ellos no piensan en estructura.
Hay sujetos que se brotan por el cambio de condiciones. El cambio de la
lengua por ej. es un trastocamiento fuerte para un sujeto. Se paga un
precio por ser inmigrante: historia, lengua; que sin duda produce dolor.
Esto en alguien que tiene una estructura prepsicótica sin duda
desencadena. El tema en el cambio en la lengua es que se pierden las
referencias fálicas y hay que reconstituirlas. Las referencias fálicas
tienen según la cultura otras formas de precipitación. Hay una
modificación de las referencias fálicas cuando uno se muda de un lugar a
otro. En cuanto a esta cuestión que tiene que ver con el falo imaginario pero que tiene un valor
simbólico.
El FALO IMAGINARIO es aquello que se desprende del cuerpo. Pero esto tiene
valor sexual, de excitación sexual, pero supone también lo que orienta:
la mujer falo es lo que produce justamente excitación.
No hay lo que produce excitación que no pasa por esta diferencia entre lo
fálico y lo castrado. De ahí que el falo sea siempre un indicador.
El sujeto es una respuesta de lo real. El sujeto no es ni el yo ni la
personalidad ni la conciencia ni el inconciente: una definición de SUJETO
de Lacan es: "Es lo que representa un significante en relación a otro
significante". Y que esta función de representación está signada por el
valor fálico. La psicosis es esa imposibilidad de hacerse representar por un significante en
relación a otro significante. En la psicosis es la posición de "fuera del discurso" lo que la define.
En sentido estricto no hay sujeto sin esta posibilidad de representación.
Pero, por otro lado, si tomamos esta definición de Lacan de que el sujeto
es la respuesta de lo real, lo es en tanto el encuentro entre un
significante y otro. Este cuerpo al que se le habla responde con un
sujeto. El sujeto es una respuesta de lo simbólico a lo que proviene de
lo real.
Y tenemos referencia de sujeto: la primera aparición subjetiva es la
negación a la demanda del otro.
Y todo el sufrimiento que supone siempre la aparición subjetiva es porque
supone un "no".
Cuando hablamos de la clínica psicoanalítica como una clínica de la
particularidad subjetiva es cuando hay sujetos que dicen "no" al
diagnóstico, a la clasificación. Ahí leemos algo de la aparición
subjetiva.
Retomamos el concepto de goce. Lacan en el Seminario 20 introduce FORMAS
DE GOCE:
1- Goce del Otro.
2- Goce femenino.
3- Goce místico.
Al GOCE FEMENINO lo llama en la fórmula como el significante de la falta
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en el Otro: $(A). Ahí no se lee como el significante que falta sino como
lo que falta, lo que ahueca al Otro, lo que descompleta al Otro. Y Lacan
ahí hace referencia al goce femenino como goce de todo el cuerpo, es
decir, no fálico.
El GOCE FÁLICO está producido por la hiancia que produce el
significante en lo real, que lo divide. Lacan se pregunta cómo la
palabra, el significante, opera en relación al goce. Porque sabemos la
implicancia del significante en lo simbólico. El tema es cómo opera en
lo real.
El goce fálico es el goce organizado, escandido por el falo. De ahí la
secuencia entre la erección y la caída. También podemos hacer referencia
en el goce fálico a la búsqueda del goce clitorideano, que opera como
centro del goce fálico.
Freud decía que la mujer debía pasar del clítoris a la vagina, y que esa era una forma de asumir la
femineidad. Y esto estaba ligado a la salida normal que Freud le daba a la
mujer que era la maternidad: ligada a! goce vaginal.
Con Lacan leemos esto de modo muy diferente. Es una tontería plantear el
goce como referido al clítoris o a la vagina. A partir del Seminario 20
esto se entiende cuando Lacan plantea un goce particular, el femenino,
que es un goce no fálico. La mujer está en relación a dos goces:
Uno fálico, que busca con su pareja.
Un goce no fálico, no referenciado por el falo, de todo el cuerpo,
pero que también es un goce que enloquece.
Por eso la defensa histérica frente al goce femenino es la recurrencia al falo. Las
histéricas mantienen identificaciones masculinas, de ahí esa posición de
Dora frente al hombre y la mujer, pero supone identificarse a un hombre
frente a una mujer.
La forma de goce femenino es terriblemente angustiosa para la
histérica, porque son experiencias de despersonalización, la falta de
referencia fálica; el falo supone siempre un límite.
En el hombre no pasa esto: está superpuesto el orgasmo con una
eyaculación.
La histérica organiza su goce a partir del falo.
En ambos ejemplos hay un otro sujeto, hay algo que cambia de la posición
del sujeto.
Todo acto sexual pone en juego de alguna forma la castración, por eso
la angustia. De ahí que muchos obsesivos tratan de no estar ahí en el
momento en que ponen en juego su pene. Dice Lacan: "El obsesivo está en
la cancha pero mirándolo desde afuera". Es decir que el que pierde es
otro. Para no poner en juego la castración.
44
inconciente de traducción simultánea: a un renglón que habla un paciente
le responde con tres renglones. Habla más el analista winnicottiano que
el paciente, y todo lo que habla es interpretación, porque supone que
todo dicho de un paciente es interpretable, todo dicho es remitido a otro
texto. Es decir, la teoría del inconciente que hay aquí no es del
lenguaje sino que el inconciente son objetos que se juegan en la relación
dual con la madre, y a esa escena remite toda interpretación.
Winnicott además sostiene que hay una "verdadera
interpretación": ésta alude a que el analista interpreta poniendo
palabras a una escena que es del orden inconciente, fantasmático.
Entre el '55 y el '60 entra el trabajo lacaniano a Argentina a
través de Masotta y alguno discípulos de Lacan como Laplanche y
Pontalis.
La teoría kleiniana es muy sencilla porque está en relación a un
esquema de dos posiciones, tipos de objeto (falo, pecho), interior -
exterior y envidia y gratitud. Estos conceptos son los que están
presentes para realizar una interpretación.
En otros años se trabajaba un texto de Kohut, que fue presidente de
la I.P.A. Es uno de los dos referentes norteamericanos del psicoanálisis.
Kohut tiene una teoría del yo un poco más desarrollada que la clásica
teoría del yo norteamericana. Su concepto fundamental es el del falso self,
que es una respuesta a la madre carente de afecto, una madre de orden
abandónico, que no toca a su hijo, fría y distante.
Entonces, Kohut da un ej. de una analista kleiniana argentina que
presenta un caso en un congreso de la I.P.A., y que trataba de una
analista mujer que le dice a su paciente mujer que la va a dejar de
atender por dos semanas porque se va a tomar unas vacaciones. Después de
esto la paciente no responde nada en toda la sesión. Luego e las
vacaciones sigue igual y dice que le molesta algo en el cuello. Y la
analista le interpreta que es por el abandono que ella se llenó de
angustia, y que este abandono tiene que ver con la relación mala con la
madre y por la envidia: el orden de la envidia es cuando alguien tiene
algo que el sujeto le quería arrancar, por ej. la envidia del pene. Pero
hay algo del orden de lo real, pulsional, que el concepto de envidia
puede evocar.
Bueno, entonces le analiza la envidia, sale el dolor de la garganta,
y le dice que tenía como la boca muy cerrada. Y la interpretación tiene
que ver con el pecho, morder el pecho de la madre, el objeto malo, etc.
Entonces Kohut dice que a pesar de que le dijo todo este disparate
se le fue el nudo de la garganta y puedo hablar. A pesar de que la
interpretación era errada en su teoría, tuvo un efecto en levantar el
síntoma.
Entonces él dice que Anna Freud en la misma situación diría: "Ud.
está con odio de la misma manera que cuando su madre le cerraba la puerta
de su habitación y se quedaba con su padre y Ud. afuera". La
interpretación clásica edípica, que acá también es errónea. Pero pudiera
haber provocado un efecto también.
Y dice que para una interpretación kohutiana, que sería la
verdadera, se le diría: "Ud. se sintió sin la base de reconocimiento
necesaria cuando yo le dije que me iba de vacaciones, de la misma manera
que cuando Ud. le extendía sus brazos a su madre, que no la tomaba".
Entonces, las tres tiene efecto dice Kohut, pero qué tiene valor
dice Kohut: ¿Tiene valor lo que se dice? Evidentemente no.
Bueno, Lacan, en el último trabajo que él hace sobre la
interpretación dice: "El decir es lo que se pierde tras el dicho después
que eso fue consumado". Es decir que el decir, como acto, enunciación,
se pierde tras el enunciado en la significación que tiene para aquel que
lo escucha. Es decir que Lacan se juega por el valor de la enunciación
por sobre el enunciado.
Y Kohut, con las limitaciones de su formación pragmática, dice que
no tiene tanto valor lo que se dice sino el acto de decirlo.
Y agregamos nosotros: No sólo el acto, sino el lugar en que se pone
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el analista cuando dice, haciéndole lugar a lo que dice, es decir que
eso tiene valor de síntoma y eso está en relación al analista.
Kohut dice que lo que se dice tiene un valor banal en relación al
acto en que se dice. La diferencia con Lacan es que para Kohut la
interpretación es una explicación, que tiene dos tiempos: Un primer
tiempo en que el analista se identifica y asimila lo que le está pasando
al paciente, y un segundo tiempo en que se separa y le da la
significación de eso. Acá está la brecha entre Lacan y la escuela
norteamericana.
Entonces, si decimos que "el dicho es lo que oculta el decir", es
una experiencia de la clínica, del primer tiempo de diván, que el
analista de pronto dice algo que dijo un amigo. Por ej. un paciente de
19 años que dice que está muy mal porque su novia lo dejó. Lo dejó el
viernes. El miércoles le dijo que lo amaba, que no podía vivir sin él,
"el jueves fue a una fiesta con una amiga y no me extrañó; entonces el
viernes me dijo que se dio cuenta que no me amaba porque no me extrañó".
Acá vemos, desde ya, una puerilidad carente de todo espesor; esto en
relación al diagnóstico.
Pero dice que esa mujer era el sentido de su vida, y que él quería
darle todo y esperaba que ella le diera todo a él. Entonces el analista
le dice: "No es demasiado para una chica de 19 años querer que sea todo
el sentido de tu vida ahora", tratando de descompletar al objeto, como
que quizás no es que ella no quiera sino que por ahí es que no pueda;
esta intervención en relación a este sujeto. Entonces, le dice aquello
el analista, y al rato le dice e! paciente que sí, que le parece que es
demasiado, que quizás el problema es suyo, que eso se lo había dicho una
migo.
Esto marca la diferencia entre que se lo diga un amigo y que
esto venga de una posición diferenciada.
Un efecto de fin de análisis tiene que ver con poder hacer un
desprendimiento entre el gran Otro y el otro semejante. Esto no quiere
decir que no se vaya a enamorar, pero no es el amor a Dios (el gran
Otro) la única forma de pensar el amor. Por eso Zanguellini alguna vez
lo llamó "un enamoramiento" y no "el enamoramiento". El Otro del código
es alguien que no existe, es un lugar.
Entonces, íbamos a tomar el concepto de interpretación en relación
a que su valor no todo se juega en el valor simbólico sino también en la
vertiente real de la interpretación.
En La interpretación aún, Lacan dice que la interpretación toma las dos
vertientes del fantasma, como en la banda de Moebius. Y Lacan plantea
que la realidad y la fantasía tienen la estructura de la cinta de
Moebius: uno se puede deslizar de una a otro de una manera que no es
muy diferenciada para el sujeto. La realidad como lo compartido y la
fantasía como un terreno propio.
El otro muchas veces juega un lugar en el imaginario propio como
agresivo, perseguidor, por ahí el otro tocó el espejo de mianto, pero de
ahí a todo lo que el sujeto piensa que le quiso hacer está todo lo
imaginario del sujeto. En esto lo que Lacan dice cuando habla de la
realidad compartida y de la fantasía propia, donde cada uno de nosotros
responde muchas veces con su fantasía, y todo eso se descarga, por ej. a
las piñas o a los tiros.
Esta prolongación entre la fantasía y la realidad hace que no haya
corte entre una y otra, y hace que cuando aparece una la otra está en la
cara oculta.
Por ej. el cómo se siente excluido de su familia, etc. Está en la
cara oculta de esa cinta de Moebius, y en la cara manifiesta está que el
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otro me dijo: "Andate a la mierda", y lo que determina la respuesta es
la cara oculta.
Entonces, la interpretación apunta a poner en relación estas dos
caras, lo que está en la cara oculta, que no es lo inconciente, porque
no es que no esté presente en su discurso, sino que no lo puede
articular. La interpretación es lo que puede unir estos dos tiempos de
la fantasía y la realidad.
Lo que hace el obsesivo es justamente aislar los términos. Es io
que hace continuamente el neurótico obsesivo: "Una cosa es una cosa y
otra cosa es otra cosa"; "Una cosa es que yo haya estado con esta mujer
en la cama y otra que yo la ame". La histérica en cambio une todo:
"Porque vos en el '86 hiciste tal cosa". Son dos lógicas diferentes: la
del todo fálico y la del no todo. La interpretación entonces en el neurótico
obsesivo apunta al nexo. Freud decía que en el neurótico obsesivo la
represión no aparece como en la histeria, sino que su mecanismo
fundamental es aislar la conexión entre dos sucesos o fenómenos.
Hasta acá la vertiente simbólica de la interpretación. Todo el
último tiempo de Lacan, del '72 en adelante, tiene que ver con la
eficacia de lo simbólico en lo real, cómo interviene en lo real, que dio
en llamarse, a fines de los '80, como "la clínica de lo real", con una
bandera mileriana de aquellos que se ocupaban de la última parte de
Lacan, y los que seguían sosteniendo el valor de lo simbólico sin dejar
de lado lo real. De este otro lado, en oposición a los milerianos, quedó
por ej. la Escuela Freudiana de Buenos Aires, porque Lacan al principio
de su obra decía que lo simbólico predominaba sobre lo real, y después
dijo que lo real sobre lo simbólico, pero todo es relativo y tiene que
ver con a qué se apunte: Si apuntamos al goce, el efecto debe ser de
corte. Todo corte es un corte de goce. Hay sujetos en que la palabra
actúa como corte.
El corte, la escansión, apunta no a hacer un acto significante sino
a tener la eficacia del significante, a hacer un corte en lo real. El
significante es lo que permite escandir. Por ej.: está en Génesis, en la
Biblia, que había día y noche, pero hasta que Dios no los nombró así eso
era un continuo. El significante permite escandir el real de esta
variación lumínica, y uno puede decir que al día se opone la noche, pero
en realidad hay un continuo. El lenguaje, la lengua es una intervención simbólica
sobre lo real, entonces uno puede decir que conoce tanto como palabras tiene.
Entonces, la palabra tiene el valor de nominar, y la nominación es lo que permite sostener la
diferencia, la oposición. No hay diferencia sin la oposición. Al punto que el sujeto se sustenta en el
primer "no" a la demanda del Otro. Ahí podemos hablar de posición subjetiva: Hay algo del sujeto
cuando alao dice "no". Hay un elemento diferenciador que permite decir un no al otro: No soy el otro:
hav una diferencia entre el interior y el exterior -esto que Freud trabaja en relación al vo.
El significante entonces permite escandir, nominar, pero esto no
quiere decir que toda intervención pase por la palabra. Y en muchas
ocasiones la intervención del analista es decir:
"Basta, terminemos, no lo voy a escuchar más". Esto no es una
interpretación, pero puede llegar a tener un valor de corte. Muy
diferente es decir: "Vamos a interrumpir la sesión porque Ud. está
diciendo muchas boludeces". Eso entraría en el juego de yo a yo. Cuando
uno dice "basta" se posiciona desde otro lugar, no está como analista,
muy probablemente como Amo, pero ese "basta" puede llegar a funcionar
como una interpretación enigmática: "¿Por qué me dijo basta?". El acto de
nominación tiene que ver con la posición de Amo.
Muchas veces las intervenciones de un analista van por la vertiente
del corte al goce. Cuando alguien habla no en función de decir algo sino
de descargar, esa descarga tiene que ver con un goce del cual le resulta
muy difícil al sujeto poder abstenerse. Esto por ej. se da cuando alguien
no puede dejar de contar algo, penoso o feliz, el contar remite al goce
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fálico. La cuestión es cuando este goce une y no permite que haya
intervalo en el discurso. Siempre las intervenciones de corte apuntan al
intervalo, a que el paciente se vaya con algún significante que ha
quedado ahí.
El tema es que uno apunta a un intervalo. El tema es cuando esto se
hace una escena.
De cualquier clínica uno pude hacer clisé, como cuando la
intervención se repite como recurso. Si uno no está, como analista, en
análisis -sea con un analista o no- es muy fácil pasarse a la posición de
profesor. No es fácil después de 30 años de hacer análisis escuchar a un
paciente como si fuese el primero. Ahí hay que tener una determinada
posición frente a la castración: Uno no sabe todo sobre ese paciente. El
saber es el que está en juego.
Si el psicoanálisis tiene una singularidad es que trasmite la
castración, la falta en ser. Es un discurso acerca de la falta en ser, y
en ésta está también en juego la falta en ser del analista, y esto es
algo en lo que el analista no está siempre bien ubicado. El analista debe
siempre estar poniendo en juego esta cuestión de la falta en ser, y si
uno no pasó por un análisis no es muy posible.
La posición del canalla es la de quien se presenta como siendo el Otro, no
representando el Otro. Un ej. de esto es los analistas que no hicieron su
propio análisis, como si la represión no es para ellos, la castración no
los afecta. Y así no se puede trasmitir la castración. No puede haber
analistas que rechacen la castración, porque justamente el dispositivo
analítico supone la trasmisión de la falta en ser, y la trasmisión de la
falta en ser es lo que porta la interpretación.
LA CLÍNICA DE LA HISTERIA
BELMONTE
LA DIRECCIÓN DE LA CURA
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falo para el Otro?"; esa es la pregunta histérica. Esto deviene muy
cercano a ponerse como objeto.
La mascarada femenina, el pintarse los ojos, las uñas, tiene que ver
con una posición frente
al otro.
Es propio de nuestra época que el hombre también puede hacer una
mascarada, sin ser maricón, manteniendo ciertos rasgos masculinos:
aparecen frente al Otro como un objeto, frente a la mujer. Y son formas
de mascarada que tienen que ver con la posición histérica. Más allá de la
estructura, la forma de aparición es tomando la posición del "ser para".
La pregunta de un hombre histérico es: ¿Qué es ser objeto para el Otro?;
¿Qué es ser falo? El falo es ese significante que es a la vez objeto.
Tiene su doble vertiente: una vertiente objeto y una significante.
En el caso del hombre es diferente por una cuestión de posición
postedípica: porque acceder a la masculinidad es pasar e la pasividad
frente al otro -objeto frente al otro en el Edipo; la feminización del
niño frente al padre, de ahí que la gran agresividad en el varón esté
puesta en relación a otro hombre- a la actividad.
Hay entonces una dificultad, vemos lo que supone arribar a la
posición masculina. Lo mismo pasa con la homosexualidad: A muchos hombres
la homosexualidad masculina les produce agresividad, porque pone en
cuestión el hecho de que ser hombre no es una cuestión de naturaliza, y
que la elección de objeto no es algo fijo, no hay objeto preciso,
definido para la pulsión. De ahí esa agresividad que aparece en ciertos
hombres aún a partir de estar en una posición pasiva frente a una mujer.
Para Freud la pasividad y la actividad es la única posición
inconciente que puede diferenciar los sexos. Y Lacan dice, con ironía,
que en una relación sexual no se puede diferenciar quién es el pasivo y
quién el activo. Esto a algunos hombres los llena de angustia, les hace
tambalear el fantasma de en qué posición están en relación a los otros.
La posición de la virilidad, el arribar a la masculinidad, supone un
esfuerzo del salir de ser pasivo frente al padre a ser activo frente a
otros.
Freud hablaba de que tanto en la neurosis obsesiva como en la
paranoia se trataba de formas de defensas en relación a la elección
homosexual. Lo podemos rectificar así: No se trata de la elección
homosexual sino de la pasividad frente a otros. Esto aparece muchas veces
en la adolescencia.
El ser objeto respecto al Otro no es identificante, no lo identifica
como hombre al histérico; de ahí lo angustioso de la cuestión. No es como
n la neurosis obsesiva, donde se rebaja el deseo a la demanda y se puede
responder con lo que se tiene. Pero en el histérico, ser un objeto para
el Otro no lo identifica como varón frente al Otro.
Muchas veces lo que angustia es la diferencia sexual: pone en juego
la castración. No es lo mismo que el otro sea igual a que sea diferente.
En una relación heterosexual entre un hombre y una mujer se pone en
juego la castración; de ahí que aparezcan ahí los síntomas sexuales. Esto
no aparece cuando el otro es igual. En una relación entre dos
homosexuales, ahí es donde se pone en juego lo mismo.
La posición frente a la histérica en la clínica: Hay que soportar
por momentos ser el hijo de puta y en otros ser el boludo. Tiene que ver
con la queja histérica. Porque si se espera ser el hombre amado siendo
marido de una histérica se va por mal camino. Porque lo que está en juego
es la objetalización y en eso mismo el aplastamiento subjetivo, por ese
mismo al cual desea. Por eso se pasa de boludo a hijo de puta: es boludo
cundo ella lo puede barrar.
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Ahora, si esto está en juego en la relación amorosa, la
transferencia es una relación amorosa, con la diferencia de que el otro
no es un amante sino un analista, y la posición del analista no es
técnica sino ética. Es esto que Freud medio ingenuamente llamaba
"abstinencia". La abstinencia es una posición ética.
Hay una oposición entre la técnica y la ética, al igual que se opone psicoterapia y
psicoanálisis. La psicoterapia ha apuntado a dar una respuestas por el lado de la técnica: apuntan a
la culpa. Si apuntan a la reducción de la culpa es una psicoterapia. El psicoanálisis no apunta a la
disminución de la culpa son al ejercicio de la responsabilidad subjetiva: a eso apunta la dirección del
análisis.
Trabajar contra el superyó es a reducir la culpa. Hablar de
responsabilidad no es sin el otro: supone hacerse cargo de uno, de su
acto, pero no sin el otro. Es importante para pensar la clínica esta
dicotomía entre lo que va por la vía de la culpa y lo que va por la de
la responsabilidad: La culpa es una forma imaginaria de lidiar con el
otro; la salida es que pueda hacerse responsable.
CLÍNICA DE ADULTOS TEÓRICO NÚMERO 17 PROF.: JORGE
ZANGHELLINI FECHA: 09-09-03 NOTAS:ALDANA DUARTE
NEUROSIS OBSESIVA
La religión obsesiva
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tiene esa consistencia que hace vivir al Otro.
Uno puede ver cómo tienen religiones donde la magia, la creencia tiene
un papel estelar en sus vidas. Por ej. el tipo que va llegando a la
esquina y dice: "Si está la luz amarilla ella me quiere". El hombre en
cada esquina encuentra una prueba de su relación, del signo del Otro.
Todos los rituales y las creencias que estas personas tienen en el
Otro, por eso Freud les da el carácter de religión privada.
El obsesivo siempre trata de anticiparse un paso al Otro para prevenir
lo que venga del Otro, porque la angustia es el deseo del Otro,
entonces dice: "Si lo sé, ya no me afecta". De ahí su creencia en el
propio pensamiento.
Por ej.: Un paciente salido de una clínica psiquiátrica con la idea e
que él tenía S.I.D.A. Cuando se le pregunta por qué piensa eso, dice
que porque un día en un hotel una sábana por ahí tenía el germen, y no
habían cambiado la sábana. El obsesivo está en relación a la
contaminación, la contaminación de una idea que le aparece como
intrusa, como parásita.
El analista le dice que él no podía diferenciar la idea, el
pensamiento, del acto. Esto lo alivió muchísimo, y dice que él pensó
que en la clínica estaba desparramando de S.I.D.A. a todos, que al
darle la mano al analista lo había contagiado por ej.
A lo largo del tratamiento aparece el origen de esta idea: Él entrenaba
con un equipo de natación y lo dejan afuera, y él piensa que si el
tuviese S.I.D.A. podría tirar una gotita de agua en la pileta y todos
morirían. Esa idea da cuanta del origen.
De lo que da cuenta siempre el obsesivo es que su creencia en la
solidez del Otro está presente en todo momento, y hay que ver las
estrategias que él realiza para poder separarse del Otro, o lo que es
la solidez del Otro.
"Se está configurando la idea e una separación", decía un paciente que
se estaba por separar de su mujer. En el "se está" él queda afuera.
El obsesivo trata siempre en su estrategia de separarse del discurso del
Otro.
El discurso científico sostiene que se va a llegar al saber. Es lo
mismo que creer en Dios o en Alá el cientificismo. Se hace una
aseveración de la ciencia como ante la presencia de Dios: "Tal cosa es
científica".
Por ej. un paciente alcohólico que había consultado a un psiquiatra que
le sacó la adicción pero le dio un "cóctel" de pastillas, decía él. El
problema es que al sustituir un "cóctel" por otro ei problema es que no
se le dé medicación, y no tiene nada que ver el sujeto. A veces es
preferible que sea borracho pero se responsabilice.
Es muy difícil sostener la cura de un alcohólico en un psicoanálisis,
pero eso es una cosa y otra es decir que "la cura es ésta", como dice
la psiquiatría.
Otro problema es cuando se les da la pastilla que toman y si beben
devuelven. El problema es que el alcohólico enseguida se da cuenta de
que no tiene que tomar la pastilla. El problema es que la psiquiatría
apunta a la voluntad del paciente, es decir, apunta al tema desde una
carencia, una lógica deficitaria.
El matrimonio entre el alcohólico y la botella deja afuera al Otro, no
se pone en juego la castración.
En el Seminario 24 Lacan dice que la interpretación une significante y
voz. La voz es la parte real de la interpretación.
Un análisis vía mail pone en juego que no hay ahí paso por lo real del
otro, lo sexual del Otro. Para el psicoanálisis el otro que existe es
el Otro del sexo, porque se pone en juego justamente la castración. El
44
chateo es una buena defensa contra la castración, porque está en juego
lo imaginario y lo simbólico del Otro, pero no lo real.
La voz es lo real de la interpretación, de ahí que no podemos pensar en
una interpretación que sea de letra, de carta. Lacan dice que lo real
tiene que ver con el tiempo en que se da la interpretación, y el tiempo
es aquello que está trastocado en una relación de chat o de mail.
Entonces, la religión es algo que hace consistir al Otro, y hay una
cuestión que Lacan habla en el Seminario 23: que la religión supone dar
sentido. Se trata de un sentido inmanente a todo ato.
De ahí que el sentido religioso puede marcar hasta los actos más
íntimos, como el acto sexual: de ahí que para los creyentes el acto
sexual tiene el sentido de la comunión con Dios.
El sentido es algo que cubre el goce. El sentido tiene que ver con la
muerte. Es la muerte lo que da sentido a la religión. Lacan decía que
todo analista debe ser ateo, porque para ser analista, la operación
analítica -la interpretación- supone una operación sin Otro, sin Dios,
sino sería dar sentido, como o hacen los psicoterapeutas.
De ahí que para el obsesivo estos rituales dan sentido a su vida. Por
ej. un paciente que consulta porque no puede decidir entre su novia de
toda la vida y su amante. Con su novia convivía, pero no la deseaba;
era su compañera, y la histérica de su amante le decía: "Mi vagina es
mía y yo hago con ella lo que quiero". El paciente consulta entonces
porque no puede decidir entre una mujer y la otra: esta que desea o su
compañera. La novia era una chica bárbara, pero no tenía deseo con
ella. Esto era en el año '77, época de la dictadura militar. Este joven
empieza a entrar en cada vez mayor desorganización y dista mucho de
elegir entre una mujer y otra, cuando algo de lo real comienza a
angustiarlo. De ahí empezó a desarrollar una religión íntima: rituales
que tenía para entrar a la casa, para subir a la cama, pero no
terminaba ahí: Él, cuando se acostaba, empezaba un rezo, en silencio,
donde pedía por todos sus afectos. Pero el problema es que en esa
ocasión se le introdujera un interrogante. El interrogante s donde
aparece el demonio, porque es el deseo del Otro: Dios es consistente.
Entonces, ese temor hacía que ese intervalo desaparezca, y era una sola
palabra en la que nominaba a todos y que si no nombraba a alguien algo
malo le pasaba. Pensemos que la vida que se vivía en ese entonces hacia
que esto esté muy anclado en lo real: todos vivían angustiados por
gente que podía desaparecer.
Él hacía cada vez más grande esa frase, porque al que quedase afuera
algo malo le iba a pasar. Esto era una convicción que nada tenía que
ver con la realidad compartida, pero encontraba sustento en ella. Esta
frase él debía repetirla tres, trece, veintiuna, hasta treinta y tres
veces.
Cuando se interponía por ej. "culo" entre una palabra y otra debía
reforzar la frase repitiéndola tantas veces.
Él creía que "algo malo podía pasar", y esta religión que fue
introduciendo era para ponerle algún coto a esta idea obsesiva. Luego
empezó a ir a la iglesia; no era creyente pero iba "por las dudas", y
se sentía a salvo en la iglesia.
Esto es lo que supone la intromisión de ese pensamiento parásito,
acusándolo. Él no era creyente de Dios pero era un creyente absoluto de
esta religión privada.
El obsesivo intenta siempre prever lo inesperado.
Un obsesivo por ej. no pasa por una esquina porque teme encontrarse con
su novia con un tipo, cosa que ya pasó en esa esquina. O sea, el
obsesivo teme encontrarse con lo mismo. En cambio Barreda, por ej.,
psicótico, al ser preguntado si lo volvería a hacer dijo: "No; si ya lo
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hice".
El obsesivo teme encontrarse con una castración que ya sufrió. Esto es
la represión de la castración. Todo lo que hace es para poner a la
castración en el infinito, lo que está más allá de lo enumerable, lo
que no se puede enumerar. Esto está en relación con la procastinación:
el remitir a lo infinito. Todo obsesivo demanda, pero espera completar
el saber del analista. Intenta sostener con el Otro como si se tratase
de poner información en una computadora, porque la computadora no
desea. De ahí la buena relación del obsesivo con la computadora. Esto
no es un síntoma, es justamente uno de los rasgos: obtiene ahí un plus
de gozar. Pero este goce no es con el Otro, tiene un valor aproximado a
una masturbación, digamos que es un casamiento con su propio pene. La
dirección de la cura es sustraer ese goce.
O también en el trabajo encuentran ese goce: "Tendría que encontrarme
con vos", le dice a la esposa, "es lo que más quiero verte hoy a la
tarde, pero no puedo, me surgió una reunión".
Son formas de no encontrarse con la castración. Es lo que Lacan trabaja
con Hamlet en el Seminario 5. Hamlet es un personaje, Lacan no dice que
es un obsesivo pero la construcción de un caso clínico también es del
orden de una ficción, porque deja algunas cosas afuera, escucha algunas
cosas, y hay por tanto también un personaje.
Entonces, en Hamlet lo que analiza Lacan es todos los vericuetos que
hace para no encontrarse con u acto: matar a su tío, que él lo sabe
desde el comienzo de la obra cuando el espectro de su padre le dice que
su propio hermano lo asesinó y se va a casar con su madre, entonces le
pide a él que realice la venganza.
Hamlet lo sabe desde el primer acto, pero llega al último acto haciendo
desastres, en forma de malos entendidos, pero no puede dar en el
blanco.
Lacan analiza ahí lo que hace el obsesivo para no dar en el acto. Todo
acto está en contra de ¡a reglamentación corriente, por eso el obsesivo
lo que hace es arreglar su acto para que esté en correlación con la
ley. "Hay una norma, que es caprichosa, pero yo estoy para hacerla
cumplir". Es una posición de impotencia frente al capricho de la ley.
Realizar un acto tiene que ver con transgredir esa norma -no decimos
quebrar la ley. En el acto lo que se pone en juego, lo que se trasgrede
es un determinado dicho del Otro: "Papá me decía que antes de casarme
tengo que esta
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muy seguro de con quién me voy a casa". El acto es sin garantías, porque
el acto es sin Otro, Por eso que el obsesivo dice: "Bueno, ¿qué hago?,
¿está todo bien?" Pero el acto supone este desvanecimiento del Otro, por
lo tanto hay un desvanecimiento subjetivo: deja al sujeto con un antes y
un después. La interpretación es un decir del analista que hace acto.
CLÍNICA DE ADULTOS TEÓRICO NÚMERO 20 PROF.: JORGE ZANGHELLINI FECHA: 30-09-03 NOTAS:
ALDANA DUARTE
FOBIA
Floy vamos a ver fobia. La posición fóbica tiene que ver con el deseo prevenido.
También el obsesivo se previene del deseo: "Por suerte ya lo sabía". Lá~psicología preventiva es
del orden de la neurosis obsesiva.
Pero estojes diferente el fóbico, que no busca saber de lo que va a pasar sino que busca evitar.
" ----------
El discurso de la prevención es discurso universitario: transmite un saber para que algo no
pase.
El discurso universitario se opone al psicoanalítico ya que este último apunta a la particularidad.
El discurso psicoanalítico apunta a lo subjetivo de lo subjetivo, es decir a la nada, pero a una nada muy
particular.
La poesía es una organización simbólica que rodea lo innombrable. La verdad de lo dicho tiene
una dimensión poética.
La fobia tiene eJ deseo prevenido: diferente al obsesivo que busca saber para no encontrarse
con la sorpresa.
En la fobia el tema no es la sorpresa sino la presencia del objeto de lo que se previene, sí ,biea
tiene una^dimenstón-de sorpresa. La castración opera siempre con la presencia dei objeto. En la
presentación fóbica se da la dimensión de que es inespecífico el objeto, a veces la sustracción del
objeto es un trabajo clínico. Muchos aparecen con agorafobia: fobia fundamental, fobia que no puede
precisar un objeto: todo el afuera se convierte en un motivo de temor.
El, objeto estabiliza jaja-fotxia. Es una estabilidad no tan estable como el obsesivo o el síntoma
histérico, pjacque el objeto es menos regulado que un síntoma en el cuero (universo significante). El
objeto tiene una movilidad propia para el fóbico. Si bien es un objeto que opera como significante no
deja de tener lugar de objeto.
La derivación tiene que ver con cuando el objeto caballo se traslada también a la palabra
caballo: ahí está el efecto metonímico.
Es un tipo de neurosis, de su estructura, si es que se trata de tal, pero si hablamos de lo clínico
se justifica un lugar propio.
Lacan habla de placa giratoria como que gira entre otras estructuras, porque la angustia es lo
flue la caracteriza: ja angustia flotante apenas controlada, v esto es importante en las formas de
presentación de una fobia. Flav que hacer un dispositivo hospitalario para la fobia. Éste supone
cierta escena con límites precisos, simbólicos, para que pueda tener lugar la transferencia
de orden simbólico. Porque la_suposición de saber está ocluida por la
angustia flotante. El paradigma de esto es el ataque de pánico.
El ataque de pánico es el temor angustioso,, donde la angustia no tiene ningún
límite: irrumpe Iaj2jj[sión en forma de angustia y pasa algo diferente
aestar triste o nervioso. Ño se trata de eso, sino qu^ao^puMeester, no
hay lugar para poder estar, no puede estar en un lugar y salir corriendo, v no
pueden estar. Se busca algo que pueda poner un límite.
El desborde angustioso es la imposibilidad de localizarse frente al Otro, por eso
no encuentra un lugar.
El niño con fobia busca construir un lugar a salvo de la mirada del
Otro, por ejemplo se hace una casita abajo de la mesa para buscar un
lugar en donde pueden mirar a salvo de la mirada del otro. Y los
gestálticos usan este recurso con los fónicos, lo trabajan desde lo
imaginario. Porque en el desborde de angustia no hay interpretación,
hacerlo es empeorarla. Porque en su aplastamiento no puede sostener la
división de la interpretación. Lo que hay que hacer en ese momento es
alojar.
Con el fóbico hay que ser muy cuidadoso con la interpretación. La
interpretación es un decir con la forma de un dicho. El decir produce
una operación.el fóbico no quiere saber nada del decir, quiere
un dicho que le permite dar senüdQ y es el fuera de sentido lo que lo
angustia.
43
Hay clínicos (lacanianos) que ven la angustia como algo a lo que hay que
apuntar siempre por su valor desestructurante: es un estropicio porque
la clínica psicoanalítica no es una "para todos". Hacer siempre
angustiarse al otro es perversión y no análisis.
El obieto fóbico tiene más valor como significante-que como obleto. Es diferente al
objeto fetiche, que tiene que ver con la metonimia del objeto, nojiel
significante. De ahí el valor inamovible de condición del góafdeí
fetiche.
La muralla fóbica establece barreras de orden simbólico .para Que no haya grietas por
donde aparezca lo metafórico de'ToToüicor
La fobia está cercana a las patologías del acto, porque el fóbico en la
irrupción de la angustia aparece como proclive al acting out y el pasaje
al acto. Por ej.: Corre para salir de la escena donde ___ perdió toda
localización.
Las terapéuticas cognitivas y conductistas tienen mayor penetración a la
fobia: por ej. en el acercamiento en espiral al objeto, por lo que la
superación de la fobia es igual a tocar el objeto fóbico. Esto no es
casual, porque son terapias que trabajan con la realidad.
Tenemos un supuesto: el sujeto ignora la realidad ya que se sobrepone la
fantasía, por lo que intenta separarla.
Fantasía y realidad se interconectan continuamente, es muy difícil en el
relato diferenciar realidad y fantasía, porque cualquier hecho es
interpretado desde el propio fantasma. Toda la realidad se organiza
fantasmáticamente.
Las terapias intentan separar lo fantasmático del objeto fóbico de la
realidad: esto es establecer la sugestión. Establecen un SI:
significante uno por el cual organizar la realidad. -"¿Qué dice la
estadística?"; "y entonces, ¿de qué tienes miedo?". Establecen asideros
(SI) para tranquilizar al fóbico. Es lo mismo que alcohólicos anónimos o
neuróticos anónimos o tímidos anónimos.
Una cosa es identificarse con el síntoma vaciado de goce: fin de
análisis, y otra identificarse con ser un extímido. Ej.: Muchos
actores que superan la timidez y luego pueden ser el centro de la
escena.
La inhibición es no significante a la fobia antes que se constituye la
fobia como síntoma. La inhibición aparece como un rasgo de personalidad
a diferencia del síntoma fóbico.
El rasgo de personalidad aparece como el "yo soy así". En un momento
deja de contener la angustia, se deshace la inhibición y aparece el
síntoma fóbico. La conversión del tímido al exhibicionista va todo por
el lado del rasgo y modos ligados al goce.
El rasgo de carácter es un signo de goce pare el sujeto. En la neurosis
obsesiva el rasgo de carácter aparece como síntoma que no produce dolor,
al cual el sujeto se identifica. Esto a veces hace a muchos sujetos
inanalizables, porque el rasgo opera como la gotita mágica que tapa: "Yo
no soy obsesivo, soy cuidadoso".
El rasgo pone en el cuerpo del otro el trastorno: "Yo soy ordenado, si
te molesta el problema es tuyo". La histeria, la exhibición, la
seducción también son rasgos de carácter.
.el fóbico está más acá de poder constituir rasgos de carácter, por lo que está más
ligado a la inhibición, por lo que un viaje en el ascensor^puede ser terrible.
En la clínIca*^ertema^s^ropícíar un lugar; acá hacemos una casita en
donde podemos jugar con el significante. El tema del fóbico es que el
significante arrastra lo real de la angustia, puede asustarse de la
palabra araña y no de la araña: "No puedo hablar de eso porque hablar
del terror nocturno hace que este aparezca en la escena". Hay palabras
en la lengua que tienen mayor convocatoria sobre lo real que otras. La
injuria en toda lengua tiene poder de convocatoria de lo
43
real. Por ej., "hijo de puta" ahora no quiere decir ser hijo de una madre
puta. Se van modificando a partir que se banalizan y van perdiendo
convocatoria.
Hoy el "boludo" no es un insulto sino que convoca a un semejante. Ej i el
fóbico las palabras tienen grietas por donde se introduce lo real. El manejo
de la lengua del fóbico es contrario al del obsesivo, que puede hablar
de todo (por el aislamiento), que para él son sólo palabras
relacionadas con otras palabras.
El discurso obsesivo tiene que ver con la banalización de las palabras,
con el discurso universitario.
En el caso de los fóbicos, lo cuidadosos que son con las palabras
responde a eso, y ni hablar de un lapsus, que para el obsesivo es:
"Bueno, no es para tanto".
El manejo clínico de la palabra debe ser muy cuidadoso. Siempre busca
reaseguramientos: "Voy a hablar de esto si es que esto no me deja en mi
posición de vulnerabilidad".
El fóbico tienen un tiempo donde la angustia tiene una lábil estabilización. ;
El objeto fóbico permite mayor estabilidad. '
Después hay una segunda vuelta al síntoma fóbico, que es cuando ponen distancia al mied o,
aparece el miedo a tener miedo que Le pase el.ataque de angustia.
El temor tiene como característica lo poco que es significante, que
pone límite a lo reat. En esto el temor se parece a la psicosis. El
significante tienen poco valor instrumental a la irrupción del goce del
Otro (en el psicótico).
Hay que poder ver lo positivo de la presentación delirante para
diferenciar la esquizofrenia de la agorafobia.
43
puta", banalizado, como saludo, pierde sentido y poder insultante
sobre la madre.
En el fóbico las palabras tienen cierta grieta por donde se introduce
lo real. El manejo de la lengua para el fóbico es distinto al N.O.
porque puede usarla sin convocar a la angustia por el mecanismo del
aislamiento, en cambio, para el fóbico las palabras lo llevan a la
angustia por eso le cuestan las palabras y el lapsus. Por ello apuntan
a ser cuidadoso con las palabras.
• 1er tiempo del síntoma: cuando la angustia tiene lábil localización.
• 2do tiempo: cuandcLse estabiliza localizándola en un objeto.
• 3er tiemiKiuR^lede-a--terrerTrTtedTrr--fmede-a-est-a^f-uera-de casa por temor a que le vuelva el
miedo, entonces, se distancia del objeto.
Lo poco queFeTsignificante puede'poñer limite a la irrupción de lo
real, al goce del Otro, por eso muchas veces, difícil de diferenciar
de la psicosis.
CLÍNICA DE ADULTOS TEÓRICO NÚMERO 21 PROF.: JORGE ZANGUELLINI FECHA:
14-10-03
NOTAS: NAHUEL PÉREZ BELMONTE ANOREXIA
La patología del síntoma autista se refiere al síntoma que no hace lazo
social. Y la medicación psiquiátrica suele ser algo complementario a la
dirección de un tratamiento. Pero en algunas prácticas hay una solución
medicamentosa. Lo que se medica es la depresión que está por debajo déla
bulimia, anorexia, etc.
Hay efectos que produce en algún paciente la sustitución el goce ligado al
síntoma.
Es un problema cuando la medicación se ofrece como sustituto de algo que
falta en el sujeto, hasta llegar a sostener muchas veces que ese esa
sustancia lo que le falta. La medicación, además del efecto químico que funciona en lo real
del cuerpo, tiene un efecto simbólico v uno imaginario. que patentiza una eficiencia con la práctica
médica, para la cual va a ser el sustituto, ese saber definido de la medicinar va a funcionar operando ahí
donde aparece la formación del inconciente. La medicación sustituye v cristaliza la formación
sintomática. De ahí que podamos encontrar dependientes del alcohol o de una droga, etc.
La religión que no se cree religión es el cientificismo, que es lo que
viene a operar produciendo rechazo del inconciente.
Buscar la inteligencia en las moscas, como hacen los cognitivistas en una
investigación, supone que el inconciente no existe, no hay valor de la
palabra.
O psiquiatras que dicen que gran parte de las esquizofrenias se originan
en un problema cerebral. Van por ahí hoy día las investigaciones y las
soluciones.
La industria de la salud mental va por un camino diametralmente opuesto a!
psicoanálisis.
Los psiquiatras venden que se es esquizofrénico por la falta de una
sustancia, y que la solución es proveérsela.
Una cosa es decirle a una madre que lo que le pasa a su hija anoréxica
tiene que ver con la relación que tiene con ella, y otra decirle que lo
que le falta es "esta pastilla". Y la otra es Aluba, donde el ideal es que
la anoréxica llegue a reconocerse como "exanoréxica". Es decir, plantean
un tratamiento moral, porque va por la via de! premio y el castigo: es moral.
Aouel que consulta por su histeria r por su neurosis obsesiva o por su fobia. es dentro del que podríamos
decir: "aquel oue se quiere analizar": y después hay diferentes opciones: psicoanálisis: gestáltica;
sistémica; etc.
El problema aparece con estas patologías que se inventan en ia misma estructura social: adicciones,
alcohol, bulimia v anorexia. Es el gran campo de batalla de los planes aducativos y preventivos.
Aluba fue la gran transmisora de la anorexia y la bulimia: "Hagamos de los
jóvenes anoréxicos y bulímicos para tratarlos".
Es decir que este campo está muy surcado por propuestas político -
institucionales eje de todos los planes de prevención, los cuales se
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dirigen a alguna forma que tenga inscripción política, sin duda.
Los planes de prevención tendrían que ver con algo que convoque la
castración, no el saber.
Justamente en la década del narcogobierno en la Argentina fue cuando más
campañas con la droga como la de Fleco de Mirolli hubieron. ¿Qué
previnieron?
No es que la información o la enseñanza no sirva para nada, pero cuando se pone todo en un saber que
tiene que seguir... Fíjense que el saber universitario lo oue produce es división subjetiva entre lo oue
sabe v lo que no.
Pero en las campañas no hay sujeto, en las campañas se dirige a un otro que es una esponja oue uno
pudiera empaparla de saber. Es un saber dividido, separado del suieto. v los únicos que tiene rédito en
esa campañas son Quienes las diseñan v pueden sacar un rédito político.
No se puede transmitir saber sin fisura; hay que dejarle lugar al otro que
escucha, y eso implica que no se puede hacer una campaña para todos.
Por ej.: "El tabaco es malo". Está bien, pero no es malo para todos; por
ahí a alguien lo está salvando de hacer un brote. El tabaco es malo para
el pulmón.
Hay un imperativo de goce, que cuando el nombre del padre, como en nuestra
época, no discrimina lo suficiente, es puesto en cuestión su lugar, hace
que este goce sea más vociferante en su imperativo. Hay un imperativo de
goce, pero que no es algo del capitalismo, es algo de lo que Freud ya
hablaba como el malestar en la cultura.
Bueno, no vivimos el mismo tiempo del malestar en la cultura propio de
nuestra época.
¿Cómo diferenciar el suicidio de un adolescente que se saca una mala nota
en la universidad y el de aquel de la villa que roba un revolver y se
enfrente a diez policías? No es demasiado diferente. Esa cuestión de que
el goce es imperativo: "No hay tiempo para nada", apunta a la inmediatez.
¿Qué es lo que hace el amor con el goce? Lo ahueca, porque permite la
espera. Porque el goce como goce es imperativo: gozar más inmediatamente.
Los problemas que pasan a nivel de la violencia en la cual vivimos no son
diferentes a los de una clase media - alta donde un chico se suicida
porque lo dejó la novia. ¿Qué es lo que permite
ante una falta en lo real construir un duelo? La referencia fálica. Pero
una cosa es que esté fallada y otra que esté limitada en ia misma cultura
para su operación. Y el adolescente es alguien que está en un tiempo de
caída de identificaciones y tiene que hacer un trabajo que le permita
construir un lazo social.
Si el nombre del padre no opera en nuestras culturas latinoamericanas,
donde hacerse un lugar para el otro es muy difícil para cada uno, después
cada uno tiene que hacer un trabajo para construirse un lugar para el
otro, no le es facilitado.
El sujeto tiene determinadas condiciones imaginarias y simbólicas donde
el sujeto se ubica respecto al otro.
Acá en Argentina para la gente no hay Otro, y eso tiene consecuencias en
las formas de presentación clínica, y cada uno tiene que ser tratado a
veces casi como un psicótico: Está puesto en el lugar de construir algún
tipo de sinthome para construir un lazo al Otro.
La degradación de las relaciones tiene efectos clínicos. Hay un aumento
de suicidios en el gran La Plata año a año. Nosotros leemos el caso por
caso, pero no hay que dejar de ver cómo ese caso está ubicado en la trama
social.
Hoy día si algo caracteriza las consultas en el hospital es la gente
descreída del Otro, que le agradece a uno por haberlo escuchado cinco
minutos.
Bueno, en estas patologías que llamamos síntomas autistas, o sea,
síntomas que no hacen lazo social, síntomas fuera del Otro, que no hacen
transferencia -eso es síntoma autista-, por eso vemos una profusión de este
tipo de patología. Es estos casos no se puede interpretar si no hay
43
metáfora. Porque la transferencia es la construcción de una escena que
hace referencia a la otra escena, la del inconciente. Entonces o primero
es construir una escena.
A veces se puede pensar a estos casos como si fuesen una psicosis, y
darle lugar a que pueda hacer algo con su síntoma planteándole la
escena sobre la cual eso puede ser hecho.
En cambio, Aluba apuesta a la reducción subjetiva, a alguien que responda
adaptándose alas condiciones que proponen mediante premios y castigos
regularizados y sistematizados.
¿Cómo hacer con alguien que está en esos bordes de la necesidad, y que si
sigue una semana más puede morirse? Por ej. sujetos que dicen: "Como más
allá del hambre"; ese goce que va más allá de la saciedad, algo que lo
impulsa a seguir comiendo. Es diferente del atracón, que no hay un límite
que uno diga: "Más allá de acá". El límite para el bulímico es la falta
de comida en la heladera.
Cuando no se puede comer uno se constituye de otra manera, en relación a alao que falta en lo real
festo con la aran indigencia en Argentina').
43
sujeto debe constatar cada vez la pérdida del objeto, ubicar que ahí es el
lugar de la ausencia como sujeto (real): lo que tiene es una presencia
simbólica (el nombre). Y no
es sólo en el cementerio sino en cada uno de los lugares donde el sujeto
estaba con el objeto. Ese trabajo del duelo Freud lo llama "trabajo de
replegamiento libidinal": es en cada lugar encontrarse con la pérdida; es
un trabajo de constatación.
El análisis supone un corte a la intersubjetividad; el analista no está
ahí como semejante -"A mí me pasó e hice tal cosa"- sino en el lugar del
Otro. Ahora, los grupos de la okeidad -que apuntan a: "está O.K."-,
conductistas, ponen al analista como semejante. Estos tratamientos tienden
a asegurar al yo, son todos pasos que se siguen, por ej. son siete pasos
para un duelo.
Todo esto que hacen los conductistas es trabajar con la realidad con la
idea de la realidad compartida. Adecúan el yo a la realidad.
Freud, entonces, decía que en el segundo momento el sujeto debe constituir
en su interioridad la falta del Otro. Hay mucha gente que rechaza este
segundo momento, porque supone volver a matarlo nuevamente, matarlo
subjetivamente.
Y recién el tercer tiempo del duelo es el que supone reconectarse con la
realidad (por ej. con otro objeto),
Supone entonces una serie de pasos necesarios en el trabajo de lo
simbólico. El duelo es el trabajo, la escritura, en el borde del objeto.
El goce fálico, entonces, es el goce al cual el significante ha cortado,
escandido. Goce fálico es el efecto del encuentro entre el goce y el
significante; es el goce afectado por el significante. Por eso la
modalidad es la erección y la caída del pene en el varón, que supone un
goce corto. Esta abrupta caída del pene marca la modalidad del goce
fálico: es el goce discontinuado.
En la mujer remite en realidad a un goce más allá del cuerpo, un goce que
no se localiza en ningún punto particular. El goce fálico es un goce
puntual.
Lacan en el Seminario 10 dice que el poner como un ideal al orgasmo
vaginal en la sexualidad femenina tiene más que ver con el orden de la
moral que de la clínica, porque lo que se privilegia en la mujer es su
capacidad de ser madre, porque los hijos son falos. Esto regula a la
feminidad: la maternidad, porque regula el goce femenino.
En las mujeres que no son madres puede venir a ese lugar otra cosa que no
sean hijos, como un trabajo, una profesión, etc. Para la moral cristiana
lo que regula a la mujer es la maternidad. El hijo es la forma en que se
puede localizar el goce femenino. La mujer es "para" tener hijos.
Lacan dice que el tema es que el goce femenino angustia: angustia a la
cultura. De ahí el sesgo demoníaco que le daba la edad media.
Las dos vertientes de la cultura son: la madre y la puta. La puta en tanto
aquella desregulada por todo goce fálico; cosa que angustia a muchos
hombres.
Es decir que ese goce femenino es un goce que subvierte. Subvierte al goce
fálico, porque está más allá del corte fálico.
El amor es lo que permite regular, disfrazar lo desidentificante del goce
femenino. Y eso se ve en muchas histéricas que tienen un rechazo al
orgasmo, porque este es desidentificante para ellas: es decir que pierde
toda identidad frente al otro, todo límite, por lo que es un goce
angustioso: Ese goce de ser un puro objeto para un hombre.
El síntoma histérico muchas veces se organiza como una forma de
acotamiento de este goce femenino. Esto se ve por ej. en la anorgasmia,
en los dolores vaginales. El síntoma regula, produce una regulación, es
una respuesta del sujeto a lo imposible del goce, que es
desidentificante.
Para el hombre el goce sexual no es desidentificante, porque la
43
referencia fálica es identificante.
El amor es lo que permite -el amor con la concepción de Lacan del
Seminario 20-, es la única forma de relación que pone en juego a dos
sujetos: es intersubjetivo, por lo tanto es identificante.
Es lo que permite identificarse y allanarse al goce. Y fuera del amor, el
goce, cuando no está regulado fálicamente puede ser angustioso, porque
ahí aparece el punto de la degradación frente al Otro: el ser un puro
objeto.
El amor es justamente lo que impide: esa demanda que aparece en la mujer
insistente de: "¿Me querés?", "¿no me querés?". El amor es lo que permite
que en la escena amorosa se pueda jugar libremente, porque el amor es el
que pone los bordes a esa escena.
A veces las parejas consultan cuando esa construcción de esa escena se
movió de un lado. Las condiciones de goce que hay en los sujetos son
innumerables: no se puede decir cómo hay que gozar.
Lacan dice que una pareja se arma en la medida en que cada uno es para el
otro el objeto de su fantasma; en la medida en que logran esto esa pareja
hace una escena en común.
¿las personas que prostituyen niños son perversos? No necesariamente.
Esto tiene que ver con una posición frente al Otro. Uno puede ser perverso
y tener cierta consideración en relación al otro que un canalla no pone en
juego. Son dos cosas diferentes: una patología y una posición ética.
Lo que caracteriza a la perversión es la fetichización. Todo hombre tiene
una relación de rasgos perversos frente a la mujer, porque el deseo
masculino es fetichizante: recorta el cuerpo de la mujer; puede
dispararse con un pedazo del cuerpo de la mujer.
Los encantos femeninos (ponerse silicona, etc.) tienen que ver con
aquello en donde la mujer trata de capturar la mirada del Otro. La mujer
viste su cuerpo para la mirada del Otro del sexo, no sólo del hombre.
Porque Lacan dice que para una mujer toda mujer es otra, en tanto
organizan su cuerpo en relación a otras mujeres, que es distinto a cómo
un hombre vestiría a una mujer. La ropa interior femenina tiene que ver
con lo que corta el cuerpo de la mujer; el cuerpo tapado y mostrado.
El deseo masculino es un deseo fetichizante, pero no es lo mismo que el
perverso. Una cosa son los rasgos perversos y otra la posición perversa
frente a la castración.
Una cosa es que el hombre se excite con cierto velo puesto en el lugar de
la diferencia sexual y otra cosa es tener una relación sexual con una
bombacha, donde el género, la prenda, ocupa el lugar del objeto. Ahí
marca la diferencia entre una posición perversa y el rasgo perverso. Porque podemos
decir que ningún neurótico se aviene bien con la falta en el Otro. De ahí
que los monumentos sean a los obeliscos, no a las vaginas.
Encontrarse con la diferencia remite a la propia falta.
Lacan plantea lo que llama la "voluntad de goce", que es el punto en el
cual el sujeto decide identificar el goce del Otro con un instrumento del
goce del Otro.
Lacan define al canalla como ''el señor todo el mundo", el que se hace el
Otro, que define a la realidad. Suele ser el rasgo de algunos políticos
de derecha. Un ej. es Menem: alguien que está fuera de toda regulación;
alguien que no está regulado por un ideal. Una cosa es un fascista que
tiene el ideal del odio racial y otra cosa es la posición del canalla,
que no tiene regulación del ideal. Se manejan no regulados por nada.
No hay por qué responsabilizar a la perversión de la trasgresión del
otro. No eran perversos los que torturaban tampoco: muchos de ellos eran
neuróticos. Tiene que ver esto con la degradación y la desidentificación
con el otro.
Freud habla del reconocimiento del otro, porque es reflejo propio. El
nazismo puso un corte en esto. Los nazis sólo se reconocían consigo
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mismos, no con los judíos.
Muchas veces la cocaína por ej. propone en un delincuente la
desconsideración del otro, porque si lo ven como un semejante no lo
pueden matar.
Lo interesante del nazismo es cómo llegó a esa desconsideración del otro
que se ve en los pequeños gestos, las pequeñas historias, y que hablan
del grado de desemejanza con que se manejaban los nazis para con los
prisioneros.
Este fenómeno de desemejanza del otro a veces aparece en las culturas,
con lo cual se puede hacer del otro un puro residuo donde no está en
juego nada del semejante. Es la posición del canalla: aquel que se hace
el Otro, el que nos dice cuál es la realidad.
El pensar algo no hace a un canalla; lo que hace a un canalla es que haga
del otro un objeto al cual le aplica la única realidad. El canalla es
aquel que nos define la realidad.
Lacan acá toma a Kant, y dice que es llevar el imperativo kantiano a sus
últimas consecuencias, que hace del otro un puro resto, mostrando el
universal. Sade hace lo opuesto a esto.
CLÍNICA DE ADULTOS
TEÓRICO NÚMERO 23
PROF.: JORGE
ZANGUELLINI FECHA: 04-
11-03
NOTAS: NAHUEL PÉREZ
BELMONTE EL ACTO
PSICOANALÍTICO
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respeten ciertas convenciones: Que duren 50 minutos las sesiones; que
tenga en su haber 300 horas de análisis didáctico. La garantía para los
analistas de A.P.A. y A.P.E.B.A. es la duración, la cantidad -50 minutos
de sesión. Es decir, son burócratas obsesivos. Y si uno pudo pagar a un
analista didáctico cinco sesiones semanales, uno es un analista. Es tan
estúpido como esto. Para estar a la altura de la admisión de A.P.A. o
A.P.E.B.A. uno tiene que tener cierto nivel económico. Pero encima
arreglan para pagar tres sesiones y tener tres sesiones y que les hagan
figurar cinco. Estas instituciones se vaciaron, en resumen, de
psicoanálisis.
Es una forma marketinera -en relación al marketing- de lo que es el
psicoanálisis. Este juego entre la institución y el marketing iba
vaciando el psicoanálisis. El futuro del psicoanálisis no pasa por la
A.P.A. entonces sino por las instituciones lacanianas.
Entonces, en el '63 Lacan se separa de la I.P.A. y crea la Escuela
Freudiana de Francia. En el '67 propone el cártel, como grupo de
investigación, donde cada uno da cuenta de su trabajo en relación a los
otros (4 o 5 personas). Es una idea de trabajo no grupal sino de trabajo
de cada uno en relación a los otros.
En el '67 propone el pase, con dos formas: El A.M.E. -analista miembro de
la escuela- y otra que es el A.E., que es temporal (analista de la
escuela). Se es analista de la escuela cuando se ha trascurrido el pase. Pero ese
analista de la escuela no es para siempre: Lacan propone un período de
cinco años. Lo importante es que para ser A.E. alguien pide serlo. En
cambio el A.M.E. no es por pedido personal sino que se lo nomina desde la
escuela.
Lacan rompe con la I.P.A., y está todo e! proceso de críticos, y
luego Lacan rompe con la Escuela Freudiana de París, porque dice que
ha fracasado en el cártel y el pase.
Lacan entonces dice: "Yo la fundé, yo la disuelvo". Lacan la disuelve
y dice que funda la Escuela de la causa freudiana, y que quienes
quieran ingresar a ésta deben pedir admisión o a Colette Soler o a
Jacques Alain Miller.
Algunos analistas le hacen juicio a Lacan, porque se niegan a que él
pueda disolver la escuela. Fue un juicio (legal) contra aquel con quien
estaban en transferencia de trabajo, o sea que fue difícil hacerlo. Le
inician un juicio, que es muy público: salía todos los días en Le Monde.
Esta gente pierde el juicio. Varios de ellos, que entraron en esta
colisión con Lacan, formaron ahí lo que se dio en llamar luego el Lacano
Americano, estuvo muy ligado a los que se enfrentaron en ese momento con
Lacan: son los que en Latinoamérica fundaron lo que se llamó el Lacano
Americano. Hicieron una forma de organización que es en cierta manera
anti institucional.
Entonces, los lacano americanos mantienen esta posición, con cierta
crítica a la figura de Lacan, despegando la figura de Lacan al Lacan
escritor.
En cambio los de la E.O.L., los millerianos, jamás lo critican.
Entonces, el acto de la clínica psicoanalítica... no hay acto que uno no
lo tiene que poner en cuestión en la escuela, en la institución. Por
tanto no hay acto que se precie de ser tal sin esto.
No puede sostenerse un analista como maestro, en la enseñanza a los
alumnos: Un analista es aquel que pone en cuestión su clínica con sus
pares. Supone poner en cuestión la clínica que uno hace, y uno no pone en
cuestión la clínica que uno hace con los alumnos que están en
transferencia con uno.
Es ahí donde a uno le cuestionan todo, donde se puede poner en juego la
cuestión de si uno es analista o no. El propio análisis o la supervisión
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es en la esfera de lo privado. La escuela es a nivel de lo público, y es
ahí donde el analista da cuenta de si está a la altura del acto. No hay
analista sin escuela, sin institución.
El analista se prueba a partir de la clínica que hace, a partir de la
presentación de casos que analiza.
Lacan, cuando eligió el A.M.E., dice: "que por lo menos no hace grandes
disparates", y que se puede decir que por lo menos ha hecho un análisis.
La posición de Zanghellini es de lo hetero: en oposición a lo uni -lo
uni-versitario-, que tiene que ver con una sola posición.
El elemento fundamental, en principio, es el análisis personal. Un
elemento fundamental de la formación es que esta es en la institución
(el seminario, la discusión, la actividad de trabajo clínico), y las
instituciones no pueden ser en las universidades, que son de grado o de
posgrado: titular, mientras que las instituciones psicoanalistas no
titulan; mas bien tienen que ver con cierta posición en relación a la
formación.
El analista tiene que poner en cuestión lo que hace, porque siempre está
en juego su propio goce. Y si no goza en otro lado goza con sus
pacientes. Y ser analista tiene que ver con el deseo del analista y no
con prácticas gozosas. Esto es una posición ética: si hay análisis es
porque el paciente no encuentra un objeto en el fantasma, sino es otra
cosa.
BELMONTE PSICOSIS
TEORICOS:
CLÍNICA DE
ADULTOS
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