Mosse, George - La Nacionalización de Las Masas (Capítulo 1)
Mosse, George - La Nacionalización de Las Masas (Capítulo 1)
Mosse, George - La Nacionalización de Las Masas (Capítulo 1)
LA NACIONALIZACION
DE LAS MASAS
por
George L. Mosse
siglo
veintiuno
editores
••• Marcial
Pons
1. La nueva política
ciudadanía tenía una sustancia común, que todos podían com A juicio de muchos, e l sistema parlamentario y representativo
partir. Las dinastías reales o principescas ya no suplantarían más
arecía contradecir el concepto de voluntad general, al atomtzar al
la expresión del propio pueblo. Este concepto de soberanía po
pular se precisó mediante la idea de <<Voluntad general», tal como
h o mbre y la política en vez de crear una unidad. Pero, en Europa,
la nueva política formó parte desde el principio del movimiento
Rousseau la había expresado, asentándose en la creencia de que
an tiparlamentario, que propugnaba una religión secular como aglu
la naturaleza del hombre como ciudadano sólo puede existir
tinante político de la nación. Los historiadores han subrayado el ca
activamente cuando todas las personas actúan juntas como un
rácter decisivo del parlamentarismo en la transformación política de
pueblo reunido3• La voluntad general se convirtió en una reli esa época, así como el hecho de que fue tanto la evolución más
gión secular, en la que el pueblo se adoraba a sí mismo y la nue importante del pasado como la gran esperanza del futuro. A con
va política trataba de guiar y formalizar ese culto. La unidad del secuencia de la preponderancia de este punto de visra, el estudio del
pueblo no sólo se cimentaba en la idea de una ciudadanía común, desarrollo de un nuevo estilo político relacionado con el naciona
sino que esa función la representaba una conciencia nacional lismo, los movimientos y la política de masas se ha visto relegado,
recién despertada, que se había desarrollado en muchas naciones no sólo en lo tocante al siglo XIX, sino como antecedente necesario
europeas junto al ideal de soberanía popular. Ahora, en el siglo del fascismo.
XVIII, se decía que la nación se basaba en el propio pueblo, en su Las teorías sobre el propio fascismo han tendido a hacer caso
voluntad general, y que su símbolo ya no era únicamente la leal omiso de la importancia de los mitos y cultos que acabaron por
tad a unas determinadas dinastías reales establecidas. En conse proporcionar la esencia de la política fascista. Con frecuencia,
cuencia, el culto al pueblo se convirtió en culto a la nación y la para quienes se consideraban liberales o de izquierdas, el fascismo
nueva política trató de expresar esa unidad mediante la creación representaba una «aberración>> histórica, la «ocupación>> del país por
de un estilo político que en realidad se tornó en una religión parte de una minoría bárbara. El pueblo estaba cautivo y cuando
secularizada. se le permitiera decidir su propio destino retornaría a un liberalis
¿Cómo se logró esto?: desde comienzos del siglo XIX, a través mo renovado o a los ideales socialistas. Esa interpretación del fas
de la utilización de mitos y símbolos nacionales, y del desarrollo de cismo estaba especialmente extendida entre los que se vieron obli
una liturgia que permitiría participar al propio pueblo en dicho gados a emigrar por oponerse a los regímenes fascistas'. Pero, aunque
culto. El concepto de voluntad general se prestaría a la creación de muchos de los que defendían ardientemente esas interpretaciones
unos mitos y a la de sus símbolos. La nueva política intentó que cambiaran de idea después', esta concepción del &seismo sigue te
el pueblo participara activamente en la mística nacional a través de niendo mucho predicamento. En los últimos tiempos, incluso un
ritos y fiestas, mitos y símbolos que dieran expresión concreta a la miembro más refinado de ese movimiento, el historiador Ernst Nolte,
voluntad general. La caótica multitud que constituía el «pueblo>> cree que la burguesía sólo se volvió hacia el fascismo en una épo
se convirtió en un movimiento de masas que compartía la creencia ca de crisis, para volver a su liberalismo tradicional una vez que és
en la unidad popular a través de una mística nacional. La nueva ta había seguido su curso6•
política proporcionó una materialización de la voluntad general; El fascismo, como auténtico movimiento histórico, fue una
transformó la acción política en un drama supuestamente compartido consecuencia de la Primera Guerra Mundial, y este hecho se ha
por el propio pueblo. utilizado tanto para negar como para subestimar sus puntos de
18 GE ORGE L . MOSSE LA-NUEVA POLfTICA 19
Éstas fueron las tradiciones que el nacionalsocialismo acabó adop había necesidad de que fuera así, porque las ideas de Mi lucha se
tando y que, de hecho, sólo transformó escasamente en la práctica. habían traducido a formas litúrgicas, abandonando la página impresa
Como movimiento de masas, esa doctrina consiguió adaptar una para convertirse en ritos de masas de un culto nacional y ario.
tradición que, cuando los propios movimientos fascistas se con-. Calificar esa difusión de «propaganda» resulta especialmente
vinieron en una realidad política, ya llevaba alrededor de un siglo inapropiado en este contexto, porque alude a algo creado artifi
ofreciendo una alternativa a la democracia parlamentaria. cialmente con el fin de captar la imaginación de los hombres me
El pensamiento político fascista y nacionalsocialista no puede juz diante deliberadas técnicas «de venta». Esto es malinterpretar el
garse en función de la teoría política tradicional. Apenas tiene ele desa rrollo orgánico del culto nazi y su naturaleza esencialmente
mentos en común con sistemas racionales y lógicamente construi relig iosa. Un ejemplo típico de este enfoque sería el de quien
dos como los de Hegel o Marx. Este hecho ha impornmado a muchos habría de convertirse en el primer presidente de la República Fede
analistas que, al observar el pensamiento político fascista, han con ral Alemana, Theodor Heuss que, a pesar de ser un avezado ob
denado su vaguedad y sus ambigüedades. Pero los propios fascistas servador, en 1932 creía que la difusión de la propaganda nazi só
describieron su pensamiento político más como una <<actitucb> que lo estaba influida por consideraciones relativas al éxito y al fracaso.
como un sistema; en realidad, era una teología que proporcionaba Lo que importaba eran los resultados16• Además, ese pragmatismo
un marco para el culto nacional. Como tal, sus ritos y liturgias eran se consideraba probado por el hecho de que dicha propaganda
esenciales, y constituían un elemento capital de una teoría política excluía la discusión con sus enemigos y su punto de vista. Esa ob
que no dependía del atractivo de la letra escrita. Los dirigentes servación tiene algo de verdad, porque ninguna fe profundamente
nazis y otros líderes fascistas hacían hincapié en la palabra hablada, sentida está dispuesta al diálogo racional. Sin embargo, el mero
pero incluso en este caso, los discursos, más que suponer una expo hecho de que la propaganda tuviera éxito, algo que Heuss reco
sición didáctica de la ideología, cumplían una función litúrgica. La nocía, debería haberle dado que pensar. Después de todo, n o se
propia palabra hablada se integraba en los ritos del culto y, al final, había creado en 1932 para alcanzar un objetivo político, sino que
lo que en verdad se decía tenía menos importancia que el entorno constituía la adopción de un estilo político que en Alemania ya
y las ceremonias que rodeaban tales discursos. había pasado por los estadios necesarios de crecimiento orgánico.
No cabe duda de que tanto Hitler como Mussolini escribieron Para Heuss, la «formación religiosa» ofrecida por el partido no era
obras teóricas. Dentro del movimiento nazi, el prestigio de Alfred más que un ejemplo de mal gusto. Pese a darse cuenta de que
Rosenberg dependía en gran medida de libros como Der Mythus des Hitler valoraba la palabra escrita menos que la hablada, su inter
20. ]ahrhunderts (El mito del siglo xX). Pero, en la práctica, todo era pretación no le llevó a relacionar ese hecho con el carácter reve
diferente. Sin duda, millones de personas leyeron esas obras, pero, rencial, cúltico, del movimiento nazi. Por el contrario, atribuía
incluso entre ellos, se recalcaba más la importancia ideológica de la la preferencia de Hitler por la palabra escrita al conocimiento que
expresión hablada que la de la escrita. Al igual que en cualquier éste tenía de sus propias limitaciones17• La actitud de Heuss es
culto tradicional, la propia acción reverencial del grupo ocupaba el típica de la que muestra la gente civilizada y progresista cuando se
lugar de las obras teóricas. Ni siquiera Mein Kampft (Mi lucha) se enfrenta al fenómeno de la nueva política. Muchos historiadores
convirtió en una biblia del movimiento nazi en el mismo sentido que que ahora cuentan con el beneficio de la perspectiva temporal han
lo fueron para el mundo socialista los escritos de Marx y Engels. No seguido esos mismos pasos.
26 GE ORGE L. CA 27
¡_,\NUE VA POLfTI
embargo, la argamasa de esta interdependencia es la acción sim-. <<Voluntad general>>, ya fuera la del pueblo que constituía
venerar la
bélica: episódica, como en los festejos públicos, y más permanente,. na nación o la de los miembros del proletariado. Los símbolos
como en la formación de grupos especiales como los gimnastas
en la construcción de monumentos nacionales.
�ambiarían, el concepto del culto sagrado se haría más complejo,
siendo una inspiración
ero el ejemplo de la revolución seguiría
La Revolución Francesa fue el primer movimiento moderno en �ontinua. Con posterioridad, en Alemania, incluso el clasicismo
el que el pueblo intentó adorarse a sí mismo al margen de cual que un artista como Jacques-Louis David añadió a la propaganda
quier marco cristiano o dinástico. Honoré Gabriel de Mirabeau, parte de la idea de belleza y la con
rev olucion aria determinaría gran
uno de los líderes de la revolución, resumió el propósito del culto ce pción formal del nuevo estilo político.
revolucionario: al igual que en la Grecia y la Roma clásicas, las Con todo, dentro de la nueva política, las descristianización
fiestas ciudadanas debían conseguir que el pueblo, paso a paso, se del culto popular nunca llegaría a ser completa. Las ideas religiosas
imaginara una unidad entre su fe y el gobierno23• Se suponía que y patrióticas del pietismo germano tuvieron un profundo impacto
el «culto a la razón>> debía sustituir al ceremonial católico. Pero ese en el desarrollo del nacionalismo alemán y, en consecuencia, en el
culto racional abandonó el racionalismo; tendió a sustituir a la culto y la liturgia de ese movimiento. Originalmente, en el siglo
Virgen María por la Diosa Razón y a inculcarle a esta veneración XVII, el pietismo era un movimiento completamente íntimo en
himnos, oraciones y respuestas que imitaban la liturgia cristiana. el que el Estado y la nación se desvanecían. Hasta el XVIII los pie
Los festejos de la revolución y sus símbolos intentaron convertir a tistas no comenzaron a incorporar visiones de la nación a su ideal
todo el mundo en participante activo. No bastaba con la pura y espiritual y de amor cristiano. En 1784, por ejemplo, Friedrich Carl
simple creación de una actitud reverencial. Como era de esperar, von Moser relacionó la <<Pia Desideria» (auténtica piedad) con la
el drama de Joseph Chénier, Triomphe de la République (Triunfo santificación del servicio en defensa de la verdad y la patria". El
de la República), llevó a todo el mundo a escena: mujeres y niños, pietismo consiguió forjar una unidad entre religión y patriotismo,
ancianos y jóvenes, magistrados y militares. Los coros y proce llenando de fe cristiana el amor a la nación. <<El que no ama a la
siones proporcionaron a las ceremonias republicanas un reparto patria que puede ver, ¿cómo podrá amar la Jerusalén celeste que
religioso". De hecho, la Diosa Razón sustituyó a la Virgen María no ve?» (1774)". Ahora la nación no sólo era cristiana, sino que
en iglesias que, a su vez, fueron transformadas en templos dedi también estaba preñada de un cristianismo místico que se equi
cados al culto a la revolución. La catedral de Notre Dame pasó a paraba constantemente con el espíritu interior. <<La patria está dentro
conocerse con el nombre d e Templo de la Razón. Del mismo de ti», es un <<espacio sagrado» que se halla en el alma de todos los
modo, la naturaleza no fue en absoluto olvidada; la revolución hombres28•
llegó incluso a conceder importancia simbólica y política a los pri Este pietismo insufló en el patrimonio alemán un componente
meros rayos de sol del día25• La «voluntad general» se convirtió en dinámico y emocional de gran importancia para la creación de la
una nueva religión. clase de comunidad fraterna, basada en el amor, que deseaban los
Aunque los cultos revolucionarios no llegaron a dominar París pietistas. Su doctrina, a pesar de toda su introspección, no descar
durante más de un año, constituyeron un ensayo general para la taba las manifestaciones litúrgicas. Para el conde Zinzendorf, un
nueva política alemana de los siglos XIX y XX, porque los movi personaje clave del pietismo germano del siglo XVIII, la liturgia cris
mientos de masas de la época contemporánea también pretendieron tiana expresaba mejor que las simples palabras la unidad de la
POLÍTICA 31
30 GE ORGEL. LA. NUE VA
el poeta de la unidad alemana, dijo en 18 14 que la oración ses diferentes al propagar una creencia ferviente que se convirtió
tiana debía acompañar los festejos nacionales'', pero el por derecho propio en una fuerza capital. El momento culminante
nacional, incluso al desvanecerse ese vínculo evidente, no sólo de esta magia se produjo durante el periodo nazi, pero ya hacía
servó intactas las formas de la liturgia cristiana, sino su ideal tiempo que era importante.
belleza: la «belleza de la santidad» que ejemplificaban las ,·;�·�"a' Podemos no estar de acuerdo con la aseveración del psicólogo
cristianas. Esta tradición, fundida con el clasicismo, condujo William McDougall, en el sentido de que el nacionalismo, al en
formas artísticas susceptibles de inspirar la acción política. salzar el carácter y la conducta mucho más que cualquier otra forma
en la Revolución Francesa como en el pietismo, el ideal de activida.d de espíritu de grupo, está psicológicamente justificado. Pero el
creadora introspectiva ya había salido al exterior, adentrándose nacionalismo sí proporcionó a la actividad mental un objeto que
el ámbito político. con bastante acierto McDougall consideró un requisito para la exis
Lo artístico y lo político se habían fusionado. Frente a los pn>bl<e; tencia del espíritu de grupo". Donde más éxito tuvo el nacionalis
mas de la industrialización, el nacionalismo alemán se definía mo fue en la creación de la nueva política, en parte porque ésta se
algo realmente creativo; lo artístico se tornaba político. El parateu:s basaba en la emoción. Sin embargo, esa emoción no producía una
mo con el cristianismo se hacía de nuevo presente. El arte cr:isti.ano «multitud en éxtasis» por la pura y simple ausencia de la razón y la
era la expresión visible de la teología cristiana y la belleza de lógica''· En realidad, los cuidadosos esfuerzos de los movimientos
liturgia ayudaba a disciplinar a la congregación. Para el movimiento nacionalistas se orientaban a disciplinar y dirigir a las masas con
nacionalista alemán, la creatividad artística no sólo expresaba el fin de evitar el caos que frustra la creación de un movimiento
naturaleza interna del hombre, sino que, mediante símbolos masivo coherente.
festejos públicos, también ayudaba a modelar a la masa u' lto:rm<e.: El fascismo y el nacionalsocialismo sólo han sido los movimien
Al elegir los «lugares sagrados» en los que habían de e-uc.u<m<a<:>c tos de masas más recientes de entre los que han hecho cobrar vida
los festejos y monumentos nacionales, se ponía un énfasis "''"'"' teorías de hombres como Le Bon. Habría sido más agradable des
en las emociones que fomentaba un entorno adecuado, cuya creación cribir la nueva política como un fracaso. Pero al seguir su curso
también había sido el cometido de la arquitectura sacra en el durante un periodo tan largo no podemos hacerlo así. Sin duda,
cristianismo. aunque sea por desgracia, hemos tocado en una de las principales
El pragmatismo de la política cotidiana subyacía dentro de este : dinámicas políticas de la época de las masas. Habría sido mucho
marco reverencial y, para la mayoría de la gente, se disfrazaba más satisfactorio repetir el diálogo de una de las obras teatrales de
él. Pero quizá <<disfrazan• sea un verbo equivocado en este contex la década de 1920 del poeta Ernst Taller: «Las masas, no el hom
to, porque cualquier disfraz que se sirva de formas litúrgicas y bre, son la única fuerza eficiente. ¡No, el individuo es supremo!»".
cúlticas comunes se convierte en una «magia)} en la que creen tanto , Taller creía que tanto las masas como el patriotismo eran fuerzas
los líderes como el pueblo, y lo que nos interesa es la realidad de vicarias del puro y simple egoísmo. Obstaculizaban el poder que el
32 GEORGE L.
LA NUE VA POLIT!CA 33
urnas. La propia debilidad de la República de Weimar la corwu:-. tico, porque, a pesar de todos los problemas a los que se enfren
rió en un foro en el que cada grupo podía luchar por su tó esa nueva forma de hacer política, podemos detectar una con
visión del futuro de A lemania, siempre que pudiera reunir tinuidad fundamental que se extiende desde la lucha por la libe
cientes adeptos. Ya no era la Alemania de Bismarck, en la que ración nacional frent e a Napo león hasta la liturg ia polít ica del
;
emperador tenía en sus manos gran parte de l�s ;esor e� del JJC•uer.. Ter c er Reich . Esa conti nuid ad no debe confu ndirs e con una
En 1933 el triunfo del nacwnalsoClahsmo hqmdo el regrmen búsqueda de los orígenes de dicho régimen. En realidad, nuest
ro
mentario, pero conservó las técnicas de la política de masas interés reside en el desarrollo y la evolución de un estilo polít
i
antes de tomar realmente el poder, se habían ido desarrollando co que el nacionalsocialismo perfeccionó. La estética de la polí
lo largo de un siglo. tica, que es lo que aquí nos ocup a, su materialización en el arre
.
Dentro de este desarrollo histórico podemos apreCiar un y la arquit ectur a, sí cons tituy ó en gran medi da la men talid
ad
ritmo que determinó el crecimiento de la nueva política. de Adolf Hitler. Pero esto no quiere decir que condujera al nacio
nal
comienzos del siglo hasta la unificación alemana surgió
XIX socialismo o que produjera la dictadura alemana. Dada
la com
todo fuera del marco de los estados alemanes, orientándose plejidad de la histo ria, sería simp lista hace r tal aseve
ració n.
bien contra los gobiernos. El ansia de unidad nacional no La nueva política se valía por sí misma; no sólo atrajo a los
nacio
con el favor de la mayoría de los reyes y príncipes que regían nalsocialistas, tamb ién a miem bros de otros movi
mientos que
destinos de la nación. Pero después de 187 1 y hasta el nacm1Ie1rrt o encontraban su estilo atractivo y útil para sus prop
ios propósitos.
de la República de Weimar el nuevo Estado alemán trató Dicho estilo polít ico, al marg en de lo atray ente
que resul tara
manipular la liturgia, con el fin de inclinarla hacra un nacic>mt para gran parte de la población y de la important
e func ión que
lismo sancionado por las autoridades. Parece que esta desem peñó en una época de política de masa
s, no fue más que
sofocó el impulso litúrgico que durante el periodo anterior uno de los muchos factores que contribuyeron
al desarrollo del
estado en primera línea. Así lo apreciaremos en el desarrollo Tercer Reich.
los monumentos nacionales y en el destino de orgamzacrones Puede resultar curioso que, para analizar
un estilo político que
habían resultado cruciales en la historia del culto nacional acabó siendo utilizado para fines tan desag
radables, comencemos
de la unificación. Sin embargo, las protestas contra esta imnnoqc por centrarnos en la belleza. Sin embargo,
la «estética de la políti
ción de una liturgia desde arriba cobraron importan cia y, ca» fue la fuerza que vinculó los mitos, los
símbolos y el sentimiento
ejemplo, se expresaron mediante nuevas formas teatrales y tarno•rer1 de las masas; lo que determinó la natu
raleza del nuevo estilo fue
en los «festejos» concebidos por Richard Wagner en B'tvreuth. una cierta percepción de la belleza y de
la forma. Para gran parte
Al final, en la República de Weimar, cuando roda la política de la población, los fines desagradables
para los que se acabó uti
de masas, se recuperaría parte de la dinámica primigenia de lizando ese estilo quedaron enmascar
ados por el atractivo que sus
liturgia nacional. Citaba la nueva polít ica y por su
. utilidad para hacerse con sus
Aunque este estilo político tenía una fuerza propra mumo anhelos y sueños. Una cierta idea de
belleza materializó el mundo
tes de la aparición del nacionalsocialismo, a lo largo de este de felicidad y orden soñado, al tiem
po que posibilitaba a los hom
nos ha parecido útil mirar de vez en cuando hacia adelante bres el contacto con las supuestas
fuerzas inmutables que se alzan
el fin de no perder el contacto con el clímax de este proceso fuera del flujo vital cotidiano.
36 GE ORGE L.
LA NUE VA POLÍTICA
37
Capítulo primero. La nueva política 20 Gustave Le Bon, The Crowd, Nueva York 1960 ' p 3
[Ed cast... P.SlCOlO-
gía de las masas, Madrid, Morara,1986].
>
'
• • ·
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acques-Louis David and the
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5 Alfred Kantorowicz, Exil in Frankreich, Bremen, 1971, p. 67. 26 Gerhard Kaiser, Pietismus und Patriotismus im
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6 George L. Mosse, «ThreeFaces ofFascism by Ernst Nolte», ]ourna! Wiesbaden, 1961, p. 41.
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7 Georg Gottfried Gervinus, Einleitung in die Geschichte des Neun.zeh•nt<'li 28 !bid, pp. 40 y 49.
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y 266 {estas declaraciones son de 1738).
m, 1963, voL III, pp. 4_ S;;
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cast.: El otoño de laEdad Media, Madrid, Alianza Editorial,2001].
11 !bid., p. 165.
12 Gershom Scholem, The Mesianic Idea injudaism, Nueva York, 1971, p.
13 Citado en René Gérard, L'Orient et la pensée romantique allemande, Nanqr,>¡J
1963, p. 170.
14 Scholem, op. cit., p. 279
15 The Complete Works of Friedrich Nietzsche, ed. Osear Levy,Edimburgo
Londres, 1910, voL V, pp. 51-52.
16 Theodor Heuss, Hitlers Weg, Stuttgart,1932, p. 130.
17 lbíd, p. 132.
18 Véase, por ejemplo,Dietrich Strothmann,Nationalsozialistische Literac!l!j
turpolitik, Bonn, 1963, p. 384; Hildegard Brenner, Die Kunstpolitik
Nationalsozialismus, Hamburgo, 1963,pp. 112-113.
19 Renzo DeFclice, Le interpretazioni del fascismo, Bari, 1971, 51 y ss.